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Ser Humano PDF
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UN PROYECTO INCONCLUSO
Reflexiones filosófico-teológicas
sobre la Antropología
Vicente Plasencia Llanos
SEr humano:
UN PROYECTO INCONCLUSO
Reflexiones filosófico-teológicas
sobre la Antropología
2017
SER HUMANO: UN PROYECTO INCONCLUSO
Reflexiones filosófica-teológicas sobre la Antropología
ÁREA RAZÓN Y FE
Universidad Politécnica Salesiana
Casilla: 2074
P.B.X. (+593 7) 2050000
Cuenca-Ecuador
Índice........................................................................................... 5
Prólogo....................................................................................... 11
Introducción............................................................................... 15
Origen del cosmos y del ser humano
Aproximación a la categoría antropología.................................................... 19
Naturaleza de la antropología........................................................................ 19
Antropología física o biológica.................................................................... 20
Antropología cultural.................................................................................. 20
Antropología filosófica................................................................................ 21
Antropología teológica................................................................................ 21
Visión científica sobre el origen del cosmos y el ser humano:
evolucionismo................................................................................................. 21
Cosmogénesis............................................................................................... 22
Biogénesis..................................................................................................... 24
Antropogénesis............................................................................................. 25
Visión teológica sobre el origen del cosmos y el ser humano:
creacionismo................................................................................................... 30
Visión en la que la ciencia y la religión se encuentran:
creación evolutiva........................................................................................... 34
Ético–politicidad.......................................................................................... 112
Trascendencialidad ...................................................................................... 115
Consecuencias pragmáticas de la comprensión del ser humano
como pluridimensional.................................................................................. 118
2 Las dimensiones del ser humano, en parte, han sido escritas en colaboración con
Dunia Ojeda y Eduardo Paucar, docentes de la Universidad Politécnica Salesiana,
Ecuador.
Origen del cosmos y del ser humano
Naturaleza de la antropología
La antropología es un saber científico sobre el ser humano y, en el
cosmos clasificatorio de las ciencias particulares se ubica en la subclasi-
ficación de las ciencias reales y, en la clasificación de éstas en las ciencias
Antropología cultural
Tiene como objetivo el estudio del ser humano –etnias, pueblos,
grupos o sociedades– en sus estilos y formas de vida, relación y convi-
vencia. Utiliza el método científico de la experimentación y la compro-
bación y; se plantea preguntas como: ¿Cuáles han sido las costumbres y
tradiciones de los grupos o sociedades primitivas? ¿Cómo han surgido las
estructuras del lenguaje y la comunicación de los pueblos y las sociedades
antiguas? Sus investigaciones giran en torno a los lenguajes, signos, ritos,
símbolos e imaginarios de las culturas ancestrales o actuales en el mundo.
Origen del cosmos y del ser humano / 21
Antropología filosófica
Tiene como objetivo hacer una lectura racional sobre el ser huma-
no con el fin de encontrar el fundamento último del mismo. Asume los
aportes de las demás ciencias; “es una visión reflexiva de su esencia y de
su existencia, una comprensión metafísica de cuanto las ciencias positivas
han aportado al conocimiento del hombre” (Gastaldi, 2003, p. 33). Utiliza
el método de la reflexión crítica. Se plantea preguntas como: ¿Quién soy?
¿Qué hago aquí? ¿A dónde voy? ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Qué significa-
do tiene la muerte? ¿Qué es la paz? ¿Existe la felicidad?
Antropología teológica
Tiene como objetivo hacer una lectura de fe, esto es, comprender al
ser humano a la luz de las revelaciones, a la luz de los textos sagrados. Uti-
liza el método de la reflexión a partir de la luz de la fe. Se plantea preguntas
como: ¿Quién me ha creado? ¿Qué consecuencias conlleva el comprenderme
como criatura? ¿Qué significado tiene para mí el comprenderme como hijo
Dios? ¿Qué significa ser imagen y semejanza de Dios? Es una antropología
que apunta a la búsqueda de horizontes de sentido de los cual todo ser hu-
mano está ávido. Tienen como recursos las Escrituras, el pensamiento de la
Iglesia y, para ello se vale de mediaciones como la hermenéutica y exégesis.
Cosmogénesis4
La evolución es un fenómeno que afecta no sólo a los seres vivos
sino a toda realidad existente. También las estrellas y los planetas nacen,
evolucionan y mueren. Sobre la formación del universo, la ciencia presu-
pone que en primera instancia hubo un punto de energía super-conden-
4 Véase: Benz, A. (2003); Hawking, S. (2002a, 2002b); Fígols, F. (2010); Kowalsky, D. (2012).
Origen del cosmos y del ser humano / 23
sada e informe (sin forma), y que luego de una explosión se dio paso a la
expansión, el enfriamiento y la auto-organización de la materia hasta lle-
gar a formar complejos sistemas de vida que en su conjunto se constituyen
en universo o los universos.
La teoría que explica el origen del universo es la de la Expansión
del Universo, fue elaborada por Eddington y Lemaitre en 1927. Hoy, se
sostiene que hace 13.700 millones de años existía un núcleo de energía
condensada infinitamente radioactiva e infinitamente “más pequeño que
la cabeza de un alfiler” –dice Carl Sagan–, mismo que estalló, dando lugar
al Big Bang y con ello al inicio de la expansión del universo. Puesto que
en el principio no hubo ni espacio ni tiempo, “empezó en la ‘Hora cero’, el
espacio-tiempo” (Gastaldi, 2003, p. 301).
Esta materia en expansión, comenzó a enfriarse y fue tomando formas,
esas formas son las galaxias, las mismas que conforman el universo y se cuen-
tan por miles de millares. En una de esas galaxias se forma el sistema solar hace
5 000 millones de años; en derredor del sol se fue condensando el material
disperso y formando los planetas debido a la atracción gravitatoria. El planeta
tierra comenzó a enfriarse hace 4 600 millones de años y, se sigue enfriando
doce grados cada 70 000 años, aproximadamente (Gastaldi, 2003, p. 301).
Aunque en la actualidad con la ciencia y las comunidades científicas se
reconoce casi de modo unánime a la teoría evolucionista como aquélla que
mejor explica el origen del cosmos y su conformación, existen también otras
teorías, de las cuales, unas son complementarias a la teoría evolucionista y
otras difieren radicalmente, entre ellas están: la Teoría inflacionaria (Alan
Guth); la Teoría de cuerdas (Joel Scherk y John Schwarz, 1974 / 1884); la teo-
ría del Diseño inteligente (1986); la Teoría de los mundos paralelos (Michio
Kaku) y; la Teoría M o del Gran diseño (Hawking y Mlodinow, 2010).
Las teorías son aproximaciones, no verdades absolutas; ellas están
en constante cambio y, ese cambio depende de los avances en las investiga-
ciones. Así es como se explica la fuerza que tienen en el mundo del debate
de los paradigmas científicos la teoría de las revoluciones científica de Th.
Kuhn (2004) y el principio de falsabilidad de K. Popper (2005).
24 / Vicente Plasencia Llanos
Biogénesis5
Después de que la tierra había alcanzado unos niveles de enfriamien-
to, hubo unos 600 millones de años de evolución química, a este período de
tiempo se le llama era “azoica” o sin vida, la misma que preparó el medio en
el que surgiría la vida: un “caldo primitivo” de elevada concentración, en el
que aparecieron, hace 3 400 millones de años, las primeras bacterias.
Las bacterias fueron los únicos seres que silenciosamente ocuparon
la tierra por durante más de 2 000 millones de años, tiempo después del
cual aparecieron bacterias más complejas, las algas azules y, mucho muy
tarde, hace 1 500 millones de años, aproximadamente, las algas verdes que
revelan la presencia del oxígeno.
A partir de hace 3 400 millones de años, la presencia de las bacterias es segu-
ra. Invadieron el océano y fueron los únicos ocupantes vivos de la tierra du-
rante más de 2 000 millones de años. Aún hoy, las bacterias son omnipresen-
tes. Han aprendido a colonizar los ambientes más exóticos, desde las fuentes
de agua hirviente, hasta las zonas heladas más frías (Le Pichon, 2000, p. 20).
Desde hace 700 millones de años aparecieron los microscópicos seres
pluricelulares, los mismos que, a través de mutaciones, han sido el origen de la
existencia de más de 2 millones de especies existentes hoy. Los vegetales y los
animales que hoy se conocen y los que ya han desaparecido (como los dino-
saurios, por ejemplo), evolucionaron lentamente hace 600 millones de años.
Antropogénesis6
La ciencia sostiene que el ser humano desciende de un primer pri-
mate (primate viene de la raíz latina primas, primatis y, significa prime-
ro, primordial; por eso, primate no significa mono como muchas veces
la ignorancia acostumbra a sostener), esto es, del primer antropoide evo-
lucionado. En el proceso de la evolución, el primate procede de la célula,
la célula de la molécula, la molécula del átomo, etc. El ser humano habría
evolucionado de los primeros antropoides hace unos 2 o 3 millones de
años. Un grupo de aquellos antropoides alcanzó la consciencia, destelló en
ellos la inteligencia y pasaron a ser seres humanos.
Hubo entonces un salto cualitativo. A este salto se conoce como el
proceso de hominización. Lo que diferencia al primer antropoide del ser
humano se explica por la organización compleja de los átomos con los
cuales están conformados, “a mayor complejidad atómica mayor nivel de
conciencia” (De Chardin, en Gastaldi, 2003, p. 303). En este proceso de
complejización de la vida, la cefalización o desarrollo del cerebro, expli-
caría la perfección psíquica de un viviente. En el ser humano el grado de
desarrollo de su cerebro explicaría la aparición de la conciencia reflexiva.
Debido a esa conciencia, el ser humano “no solamente que sabe, sino que
sabe que sabe” (De Chardin, en Gastaldi, 2003, p. 303).
De acuerdo a la ciencia hubo un salto del primate pre-humano (pri-
mer pre-humano) al primate humano (primer humano) y; los datos que son
referencias sobre el ser humano son: por una parte, los fósiles y; por otra, los
restos de las culturas, huellas que han quedado gravadas en el espacio-tiem-
po y, que no reflejan sino las formas y estilos de vida de los grupos humanos
primitivos. Los primeros seres que se pueden considerar como homo sa-
piens habrían aparecido, aproximadamente, hace 70 mil años, pero sólo se
tiene datos fósiles de un pre-humano de hace 40 mil años.
Los póngidos son seres muy especializados y, si la evolución es de lo
simple a lo complejo, el ser humano cuanto animal simple y no especiali-
zado no puede proceder de aquéllos. Los homínidos, animales bípedos y
sin cola, resultan ser los más cercanos al ser humano; en esta línea se han
encontrado varios fósiles cercanos entre ellos, pero no secuenciales, como
para sostener que es la línea evolutiva de los seres humanos. En la rama de
los homínidos aparecieron dos grupos, a saber:
Origen del cosmos y del ser humano / 27
para que el ser humano llegue a la fase reflexiva, que es la que le identifica
como un ser pensante, se sostiene que pudo haber pasado por niveles de
evolución como: nivel de indecisión; nivel de pensamiento técnico y nivel
de pensamiento conceptual.
Según la ciencia, el ser humano habría evolucionado en un solo lu-
gar, esto es, en el Valle del Rift, en África, esto se corresponde con la teoría
monocentrista. De acuerdo con los expertos de la ciencia genética, la raza
humana es una sola, no existen varias razas humanas, el discurso de “las
razas” es una ideología de los que en la historia han dominado sobre los
pueblos comprendidos por aquellos como inferiores. Según los estudiosos,
el ser humano habría evolucionado de varias parejas de un mismo tronco
de origen, esto se corresponde con la teoría del poligenismo monofilestista.
Y, sobre lo último que ha sostenido el investigador Jean-Jacques Hu-
blin, acerca del descubrimiento de fósiles de los primeros homo sapiens,
todavía no ha sido aceptado por la comunidad científica7. Pero, incluso, si
este hallazgo fuese aceptado, lo único que cambiaría es el tiempo en el que
suponemos evolucionaron los primeros humanos, de 100 mil años de an-
tigüedad que hoy suponemos para el homo sapiens, se remontaría a 315 mil
años y, del Valle del Rift-África, lugar en el que suponemos evolucionaron,
se tendría que pasar a Jebel Irhoud-Marruecos y, sin embargo, una cosa no
cambiaría: el facto de la evolución.
Para unos, la evolución del ser humano ha terminado, mientras que,
para otros, continúa. En esta investigación-reflexión, en la que se asume al
ser humano como un ser inconcluso, se sostiene que el proceso de evolución
continúa; quizá la evolución ya no sea física pero sí psíquica, afectiva y social.
Hasta aquí la ciencia presupone que la sola materia ha evolucionado hasta los
niveles de conciencia y, a esta postura se la conoce como la visión evolucionista.
Para el teólogo y paleo-antropólogo Teilhard de Chardin, después
del estadio de la antropo-génesis y, como cumbre del proceso evolutivo,
7 New fossils from Jebel Irhoud, Morocco and the pan-African origin of Homo sa-
piens. En: goo.gl/G6uLZw
30 / Vicente Plasencia Llanos
En el principio, cuando Dios creó los cielos y la tierra, todo era confusión
y no había nada en la tierra. Las tinieblas cubrían los abismos mientras el
espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas.
Dijo Dios: ‘Haya luz’, y hubo luz. Dios vio que la luz era buena, y separó
la luz de las tinieblas. Dios llamó a la luz “Día” y a las tinieblas “Noche”.
Atardeció y amaneció: fue el día Primero.
Dijo Dios: ‘Haya una bóveda en medio de las aguas, para que separe unas
aguas de las otras’. Hizo Dios entonces como una bóveda y separó unas
aguas de las otras: las que estaban por encima del firmamento, de las que
estaban por debajo de él. Y así sucedió. Dios llamó a esta bóveda “Cielo”.
Y atardeció y amaneció: fue el día Segundo.
Dijo Dios: ‘Júntense las aguas de debajo de los cielos en un solo depósito, y
aparezca el suelo seco’. Y así fue. Dios llamó al suelo seco “Tierra” y al depó-
sito de las aguas “Mares”. Y vio Dios que esto era bueno. Dijo Dios: ‘Produz-
ca la tierra hortalizas, plantas que den semilla, y árboles frutales que por toda
la tierra den fruto con su semilla dentro, cada uno según su especie’. Y así
fue. La tierra produjo hortalizas, plantas que dan semillas y árboles frutales
que dan fruto con su semilla dentro, cada uno según su especie. Dios vio que
esto era bueno. Y atardeció y amaneció: fue el día Tercero.
Dijo Dios: ‘Haya lámparas en el cielo que separen el día de la noche, que
sirvan para señalar las fiestas, los días y los años, y que brillen en el firma-
mento para iluminar la tierra’. Y así sucedió. Hizo, pues, Dios dos grandes
lámparas: la más grande para presidir el día y la más chica para presidir la
noche, e hizo también las estrellas. Dios las colocó en lo alto de los cielos para
iluminar la tierra, para presidir el día y la noche y separar la luz de las tinie-
blas; y vio Dios que esto era bueno. Y atardeció y amaneció: fue el día Cuarto.
Dijo Dios: ‘Llénense las aguas de seres vivientes y revoloteen aves sobre
la tierra y bajo el firmamento’. Dios creó entonces los grandes monstruos
marinos y todos los seres que viven en el agua según su especie, y todas
las aves, según su especie. Y vio Dios que todo ello era bueno. Los bendijo
Dios, diciendo: ‘Crezcan, multiplíquense y llenen las aguas del mar, y mul-
tiplíquense asimismo las aves sobre la tierra’. Y atardeció y amaneció: fue
el día Quinto.
Dijo Dios: ‘Produzca la tierra animales vivientes de diferentes especies,
animales del campo, reptiles y animales salvajes’. Y así fue. Dios hizo las
distintas clases de animales salvajes según su especie, los animales del cam-
32 / Vicente Plasencia Llanos
a) Dios crea por la palabra: “Dijo Dios”… “Haya luz”; “Haya una bóveda”;
“Haya lámparas”; “Júntense las aguas”; “Llénense las aguas”; “Produzca la
tierra”. Y todas las realidades se hicieron de acuerdo a la petición impe-
rativa. Dios llama y las realidades se hacen. Y cuando las cosas se hacen,
Dios les da su aprobación: “y vio Dios que esto era bueno”. Esta aprobación
revela que todo lo creado, que todo cuanto existe es bueno. Y así es como,
según el relato, Dios crea la naturaleza del primero al quinto día.
b) Dios crea por la acción: “Dijo Dios: ‘Hagamos al hombre a nuestra ima-
gen y semejanza. Que tenga autoridad sobre los peces del mar y sobre las
aves del cielo, sobre los animales del campo, las fieras salvajes y los reptiles
que se arrastran por el suelo’. Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen
de Dios lo creó. Macho y hembra los creó” (Gén 1,26-27). En este texto
están contenidos varios principios teológicos, de fe, contundentes, así:
la ciencia sostiene que hubo un punto de energía que hizo posible el big
bang, la religión sostiene que ese punto fue creado por Dios, se concluye,
entonces, con la premisa teórica de que existe una creación que evoluciona.
Ambos conceptos deben integrarse en la fórmula ‘creación evolutiva’, cuyo
significado es el siguiente: ‘Dios crea incesantemente el universo dinámico,
legislado, de naturaleza evolutiva, un mundo en que lo uno procede de lo
otro. Y ese universo, así como es, con su tiempo, con su actividad, con su evo-
lución depende de él, de su acción in-espacial y a-temporal (= trascendente);
lo cual equivale a decir que ese universo es creado (Gastaldi, 2003, p. 320).
Según esta visión todo ha sido creado por Dios, y esta creación lleva
en sus propias estructuras materiales la capacidad de autoorganizarse des-
de la simplicidad hasta la complejidad y; en los procesos de evolución Dios
acompaña silenciosamente y sin ninguna interferencia para que la plural
historia de la vida se suceda. En esa autoorganización de la vida, en ese
plus-devenir, al que tienden los seres desde su propia naturaleza y, que va
de menos a más, Dios actúa desde la raíz misma de los seres y de las cosas
haciendo que éstas evolucionen.
Lo que Dios ha creado, no lo ha dejado abandonado, Dios es aquel
que habiendo creado, él mismo acompaña los procesos evolutivos, como
se ha sostenido, sin interferir, pues su manera de actuar es dejando que las
cosas se hagan a través de todas sus leyes naturales que también han sido
creadas junto con los seres y las cosas. Esta actitud de constante presencia
acompañante de Dios en su creación para hacer que las cosas se hagan se
llama acción creadora de Dios.
Allí donde surge algo inédito, cualitativamente distinto, mejor y mayor
que lo anterior, allí está surgiendo algo que por hipótesis, supera la ca-
pacidad operativa de lo ya existente y, consiguientemente, demanda otro
factor causal, amén del empíricamente detectable: la acción creadora de
Dios (Ruiz de la Peña, 1988a, p. 120)
De acuerdo con esta filosofía todos los hombres son iguales por na-
turaleza, pero diferentes por los resultados de los estilos de vida que eligen
llevar. El ser humano es un ser en camino, llamado a perfeccionarse a par-
tir de sus acciones cotidianas: “Somos seres inacabados e impresionables, y
necesitamos modelarnos constantemente para alcanzar nuestro fin último
de la perfección moral” (Stevenson & Haberman, 2006, pp. 50-51).
Según esta filosofía, no es posible elegir sobre las circunstancias de
la vida que a cada quien le toca vivir, aunque sí es posible elegir con qué
actitud vivir la vida; el ser humano puede actuar a partir de la libertad de
la voluntad: “Aunque no tenemos control sobre nuestro Destino –no pode-
mos, por ejemplo, determinar nuestra posición social o nuestra esperanza
38 / Vicente Plasencia Llanos
Para esta filosofía el camino del bien que todo ser humano busca
constituye un esfuerzo personal que de modo indirecto tiene impactos
sociales, sin embargo, ética y políticamente hablando no es una decisión
que apunta a la transformación de las realidades sociales injustas sino una
forma de evitar el samsara para alcanzar el nirvana que es una forma de
liberación individual.
44 / Vicente Plasencia Llanos
sus obras, por su estilo de vida que elija lleva, todo depende de la libertad
con que actúa el sujeto. La vida virtuosa es una vida de equilibrio y armo-
nía (Fischl, 1997, pp. 84-92).
En el pensamiento aristotélico los hombres son por naturaleza, o
libres, o esclavos. Puesto que considera que el hombre es un zoòn politikón,
es decir un animal social, el hombre es hombre sólo en la relación con los
otros hombres.
Para este filósofo el ser humano se caracteriza por ser animal racio-
nal, político y social; la categoría griega logos con la que no pocas veces en
el mundo occidental se comprende de modo empobrecido como razón es
polisémica, se refiere también a lenguaje, palabra, argumento, inteligencia,
pensamiento, emociones, etc., todo eso es el ser humano en el pensamiento
aristotélico. Esta visión optimista del ser humano, capaz de asumir opciones
desde su libertad, abre puertas al compromiso ético político por la justicia.
formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida,
y resultó el hombre un ser viviente” (Gén 2,7). Del mismo material y del
mismo modo hizo a la mujer y le dio por compañera al varón que en el texto
bíblico es reconocido como Adán (Gén 4,25; 5,1-5), éste “llamó a su mujer
‘Eva’, por ser ella la madre de todos los vivientes” (Gén 3,20). El ser humano
entonces fue hecho del polvo de la tierra (adama). Así entonces, Adán signi-
fica hijo de la tierra (adama) y, Eva significa madre de muchos.
Cuanto imagen y semejanza de Dios, los seres humanos son capaces
de reflejar y de representar a su Creador en el mundo y, lo hacen labrando la
tierra, poniendo nombre a los animales y cuidando creativa y responsable-
mente la creación. En el pensamiento judeo-cristiano el ser humano tiene
un rango de responsabilidad ética y política frente a la creación entera. Se-
gún el texto bíblico Yahvé le encarga al ser humano poner nombre a los seres
y a las cosas de la creación, le invita a cuidar y habitar la tierra (Gén 2,15).
Y dijo Dios: ‘Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nues-
tra, y manden en los peces del mar y en las aves del cielo, y en las bestias y en
todas las alimañas terrestres, y en todos los reptiles que reptan por la tierra.
Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios los creó,
macho y hembra los creó’.
Y los bendijo Dios con estas palabras: ‘Sed fecundos y multiplicaos, y hen-
chid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves del
cielo y en todo animal que repta por la tierra’.
Dijo Dios: ‘Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la faz
de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; os servirá
de alimento’ (Gén 1, 26-29).
misma forma, más allá de las intuiciones sensibles hay unas intuiciones
intelectuales que no requieren ni espacio ni tiempo, se trata de un pensar
contemplativo que no es del ser humano, sino de Dios. Así es como el ser
humano se ve incapacitado para las comprensiones metafísicas.
En el pensamiento kantiano, el individuo por naturaleza es malo,
no así la humanidad o comunidad humana que es buena. Lo radicalmente
malo en el sujeto (lo que está en la raíz) es su sensualidad que domina a la
razón. Esa comunidad humana buena sería la comunidad eminentemente
racional (Fischl, 1997, pp. 308-318).
Kant considera que en el ser humano convergen lo animal, lo racional
y lo moral; él es el filósofo que le dio al humano el estatuto de sujeto libre y,
por eso, autónomo. Desde esa libertad el sujeto es capaz de auto-determinar-
se (¡Sapere aude!). Este filósofo muestra que, ética y políticamente, existen
unos principios que son válidos de modo universal para todos. Desde esta
filosofía se muestra que, aunque la razón es importante en el ser humano,
ésta tiene también sus límites y, por eso, la Crítica de la razón pura no es sino
una crítica a las pretensiones de la razón y de los racionalismos.
que juzga” (Pietrafesa, 2001, p. 98); “El hombre es algo que debe ser supe-
rado; el hombre es un puente y no un fin” (p. 98); “El fin no es la ‘huma-
nidad’ sino el superhombre” (p. 105). Desde aquella perspectiva de que el
hombre todavía no ha llegado a ser lo que tiene que ser, la pregunta lógica
que se plantea es, entonces, ¿cómo será el hombre del futuro, el super-
hombre? Y Nietzsche responde: “El más grande será el que sepa estar solo,
más oculto, más apartado; el hombre que viva más allá del bien y del mal;
el dueño de sus virtudes; el que está dotado de una voluntad exuberante”
(Pietrafesa, 2001, p. 103). Dice M. Buber, “El hombre genuino será aquel
que tenga buena conciencia de su voluntad de poderío” (2005, p. 60).
Nietzsche asume al ser humano como un problema no resuelto para
sí mismo y, partiendo de la problematicidad del mismo abre la posibilidad
de que el sujeto pueda llegar a ser, desde su voluntad de poder (capacidad
para decidir), lo que quiere ser.
De Nietzsche, es sustancial rescatar el poder de la voluntad que cada
hombre tiene en sí mismo, el problema a criticarse es precisamente el que
conciba al hombre actual no como un fin sino como medio.
Tanto la mujer como el varón han sido creados por Dios. Tanto el
nacimiento como la muerte del ser humano dependen de su creador quien
60 / Vicente Plasencia Llanos
Los caminos por los que llegaron los seres humanos a América
Siguiendo a Rivet (1960, pp. 91-141) hasta hoy se han asumido tres
posibles teorías para comprender cómo aparecieron los seres humanos en
América luego de haber evolucionado en el Valle del Rift-África. Esas teo-
rías sostienen lo siguiente: a) Parte del Grupo Mongoloide/Asia Central
habrían llegado hace aproximadamente 15.000 o 20.000 años a.C. aprove-
chando el congelamiento del Estrecho de Bering en la última glaciación. b)
Parte del Grupo Australoide habrían llegado por el Antártico a Tierra de
Fuego. Éstos habrían llegado quizá hace 30.000 años a.C. c) Parte del Gru-
po Polinesio-Melanesio habría cruzado el Pacífico en balsas, llegando por
el Pacífico a Islas Costeras como las Islas de Pascua-Chile, pasando luego al
Continente y, poblando la mayor parte del mismo, desde México hasta Perú:
“la influencia melanésica ha sido en América mucho más fuerte que la in-
El ser humano en las culturas de Oriente / 63
10 “Socialismo del Siglo XXI” es un libro de Heinz Dieterich que apareció en 1996: una
teorización de un posible otro paradigma de praxis política. Lastimosamente el autor
juega con la categoría “Socialismo del siglo XXI” como sinónimo de “democracia
participativa”; de ello, para América Latina, ciertos politiqueros han asumido lo pri-
mero (socialismo) repitiendo las viejas y tergiversadas prácticas de un socialismo mal
entendido y mal aplicado que colapsó en 1992 y, olvidando lo segundo (democracia
participativa), condición sin la cual es imposible la liberación de los pueblos, han
hecho posible el surgimiento de nuevas burguesías que desde el poder buscan uni-
versalizar sus intereses.
72 / Vicente Plasencia Llanos
del que Gramsci hablaba, toman como bandera de lucha la injusticia, los
excluidos y los pueblos indios y, llegando al poder buscan estatizar los Me-
dios de Comunicación, la educación y la economía privados para orientar
ideológicamente hacia aquello que ellos llaman revolución; asimismo pro-
curan mayorías parlamentarias, totalizan los poderes del Estado, se valen
de intelectuales de “izquierda”, debilitan a las fuerzas armadas, proponen
unas fuerzas civiles y, su intención es quedarse en el poder para toda la
vida. Este es un socialismo que ya fracasó en la vieja Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS) y, el fracaso se debe a un problema antropo-
lógico real: no existe el “hombre socialista” sin libertades y; por eso toda
revolución que busca igualitarismo no es sino otra forma de opresión.
Ante este panorama de tensiones por mantener el statu quo por parte
de los grupos conservadores y, por cambiar las estructuras de injusticia por
parte de los “revolucionarios”, por las prácticas que se viven en el presente
de América Latina, se infiere: que la vía para el cambio no está en el asalto
o toma del poder político del Estado sino en la resistencia como praxis éti-
co-política solidaria de los pueblos. La resistencia desde la praxis de otros
modos de relación justa de los seres humanos con los seres humanos y de
los seres humanos con la naturaleza constituye la mediación para esa otra
sociedad posible misma que tiene que nacer de ese otro ser humano posible.
Carta que el jefe de los Sioux escribió en 1855 al presidente Franklin de los Estados
Unidos en respuesta a la carta que éste envió en 1854
El gran jefe de Washington manda palabras, quiere comprar nuestra tierra.
El gran jefe también manda palabras de amistad y bienaventuranza. Esto
es amable de parte suya, puesto que nosotros sabemos que él tiene muy
poca necesidad de nuestra amistad. Pero tendremos en cuenta su oferta,
porque estamos seguros de que si no obramos así, el hombre blanco vendrá
con sus pistolas y tomará nuestra tierra. El gran jefe de Washington puede
contar con la palabra del gran jefe Seathl, como pueden nuestros hermanos
blancos contar con el retorno de las estaciones. Mis palabras son como las
estrellas: nada ocultan.
¿Cómo se puede comprar o vender el cielo y el calor de la Tierra? Esta idea
es extraña para nosotros. Si hasta ahora no somos dueños de la frescura
El ser humano en las culturas de Oriente / 77
del aire o del resplandor del agua ¿cómo nos lo pueden ustedes comprar?
Nosotros decidiremos en nuestro tiempo.
Cada parte de esta tierra es sagrada para mi gente. Cada espina de pino
brillante, cada orilla arenosa, cada rincón del oscuro bosque, cada claro y
zumbador insecto es sagrado en la memoria y experiencia de mi gente. La
savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de
los pieles rojas.
Los muertos del hombre blanco olvidan su país de origen cuando em-
prenden sus paseos entre las estrellas; en cambio, nuestros muertos nunca
pueden olvidar esta bondadosa tierra, puesto que es la madre de los pieles
rojas. Nunca podemos olvidarla porque ella es parte de nosotros. Las flores
perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila:
estos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los húmedos prados,
el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la mis-
ma familia.
Por todo ello cuando el gran jefe blanco de Washington nos envía el men-
saje de que quiere comprar nuestras tierras, nos está pidiendo demasiado.
También el gran jefe nos dice que nos reservará un lugar en el que podamos
vivir confortablemente entre nosotros. Él se convertirá en nuestro padre y
nosotros en sus hijos. Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras
tierras. Ello no es fácil, ya que esta tierra es sagrada para nosotros. El agua
cristalina que corre por ríos y arroyuelos no es solamente el agua, sino tam-
bién representa la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos nuestra
tierra deben recordar que es sagrada, y a la vez deben enseñar a sus hijos
que es sagrada, y que cada reflejo fantasmagórico en las claras aguas de
los lagos cuenta los sucesos y memorias de las vidas de nuestras gentes. El
murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.
Los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed; son portadores de
nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestra tie-
rra, ustedes deben recordar y enseñar a sus hijos que los ríos son nuestros
hermanos y también lo son suyos y, por lo tanto, deben tratarlos con la
misma dulzura con que se trata a un hermano.
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. Él no
sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que
llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su herma-
na, sino su enemiga y, una vez conquistada, sigue su camino dejando atrás
la tumba de sus padres sin importarle. Les secuestra la tierra a sus hijos.
Tan poco le importa.
78 / Vicente Plasencia Llanos
Tanto la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos son olvi-
dados. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano, el firmamento, como
objetos que se compran, se explotan y se venden, como ovejas o cuentas de
colores. Su apetito devorará la tierra dejando atrás sólo un desierto.
No sé, pero nuestro modo de vida es diferente al de ustedes. La sola vista
de sus ciudades apena los ojos del Piel roja. Pero quizás sea porque el Piel
roja es un salvaje y no comprende nada. No existe un lugar tranquilo en las
ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar cómo se abren las
hojas de los árboles en primavera o cómo aletean los insectos. Pero quizá
también esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada. El
ruido parece insultar nuestros oídos.
Y, después de todo, ¿para qué sirve la vida si el hombre no puede escuchar
el grito solitario del chotacabras ni las discusiones nocturnas de las ranas al
borde del estanque? Soy un Piel roja y nada entiendo. Nosotros preferimos
el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, así como el
olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfuma-
do por aromas de pinos.
El aire tiene un valor inestimable para un piel roja, ya que todos los seres
compartimos un mismo aliento: la bestia, el árbol, el hombre, todos respi-
ramos el mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del aire que
respira, como un moribundo que agoniza durante muchos días es insensi-
ble al hedor. Pero si le vendemos nuestras tierras deben recordar que el aire
no es inestimable, que el aire comparte su espíritu con la vida que sostiene.
El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida, también re-
cibe sus últimos suspiros. Y si le vendemos nuestras tierras, ustedes deben
conservarlas como cosa aparte y sagrada; como un lugar donde el hombre
blanco puede saborear el viento perfumado por las flores de las praderas.
Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos
aceptarla, yo pondré condiciones: el hombre blanco debe tratar a los ani-
males de esta tierra como a sus hermanos. Soy un salvaje y no comprendo
otro modo de vida. He visto miles de búfalos pudriéndose en las praderas,
muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un
salvaje y no entiendo cómo el caballo de hierro que fuma puede ser más
importante que los búfalos que nosotros matamos sólo para sobrevivir.
¿Qué sería del hombre sin los animales? Si todos fueran exterminados, el
hombre también moriría de una gran soledad espiritual, porque lo que les
sucede a los animales también le sucederá al hombre. Todo va unido. Todo
lo que hiere a la Tierra también herirá a los hijos de la Tierra. Nuestros
El ser humano en las culturas de Oriente / 79
Y con todas sus fuerzas, con todas sus ganas, consérvenla para sus hijos y
ámenla, así como Dios nos ama a todos.
Una cosa nosotros sabemos: nuestro Dios es el mismo Dios de ustedes, esta
tierra es preciosa para Él. Y el hombre blanco no puede quedar excluido de
un destino común.
Xiuhcoatl
…podemos concluir que vivir bien también es vivir sin violencia, vivir
con afecto y empatía. (Huanacuni, 2010, pp. 23-24).
Parta el pueblo Kolla de Argentina:
Las culturas autóctonas crecieron con la naturaleza y no contra ella.
[…]. ‘El hombre es tierra que anda’, dice un proverbio kolla.
84 / Vicente Plasencia Llanos
11 Para una amplia información revisar: Plasencia, V. (2005, pp. 9-57). Véase también,
Plasencia, V. (2013), texto ya mencionado.
88 / Vicente Plasencia Llanos
de llamarse humana: “El primer ser humano que fije a su gusto el ser así de
otro ser humano, ¿no tendrá también que destruir aquellas libertades que,
siendo las mismas para todos los iguales, aseguran la diversidad de éstos?”
(Habermas, 2002, p. 146).
Todas estas aplicaciones y generaciones artificiales top, además de
mostrar las posibilidades del construccionismo científico-tecnológico po-
nen en alerta, como lo he sostenido de diversos modos, los reales y verti-
ginosos cambios que está enfrentando la naturaleza humana y, quien sabe,
si con todo ello, se afianza cada vez más la idea del fin de la historia hu-
mana13. Toda esta constelación compleja de situaciones fortalece el clima
de tensiones entre las formas y centros de poder dominantes (biopoder)
y las formas de resistencia y vindicación de la vida (biopolítica) (Giorgi &
Rodríguez, 2007), también, bioeconómica en categorías de G. Roegen.
Existe pues, gracias a todo el potencial transformador de la ciencia y
sus aplicaciones, una potente esperanza de que la vida humana sea mejor,
sin embargo, esta visión demasiado optimista sobre el ser humano y su
futuro guarda también en sí misma una visión bastante oscura que pone
en entredicho esa esperanza y, ello se funda en la misma historia humana
que ha tenido que construirse a base de negaciones de los diferentes y el
aniquilamiento de los que no caben en las totalizaciones.
Desde el lugar desde donde se escribe este texto, no se aplaude el
optimismo, ni existe melancolía por el pesimismo; desde una postura filo-
sófica histórico-crítica sí se denuncia las negaciones que esconden los pro-
cesos de desarrollo económico y científico-tecnológico, con el fin de que
se aúnen esfuerzos para cambiar lo que va contra la vida. Y, frente a esta
crisis antropológica que se ha vuelto el detonante de otras crisis como la
ecológica, ética y política, se asume que la razón postsecular, al constituirse
en la crítica de todas las formas de cosificación del sujeto así como de las
expresiones de la Vida, exige, de modo radical, aproximaciones de com-
prensión y respuesta interdisciplinares, con la participación de la ciencia,
dose: “el hombre es una unidad indivisible y multifacética que debe ser
estimado y cultivado en todas sus dimensiones” (Blanco, 2013, p. 132).
Se comprende por dimensiones, en categorías de Marx, aquellas
“afirmaciones ontológicas del ser”; en categorías aristotélicas las dimensio-
nes son potencias que luego se despliegan históricamente como actos, así
es como el ser humano se manifiesta como un ser uno y plural a la vez. No
se trata de condiciones, ni de caracterísiticas, porque ellas son exteriores
al sujeto y se definen por las dimensiones del mismo. Estas dimensiones
como bien las precisaría Juan de Sahagún Lucas, “unidad, alteridad, inter-
subjetividad, libertad, historicidad, amor y trascendencia” (1996, p. 255),
entre otras, cuanto naturaleza propias del sujeto, sólo se desarrollan en ple-
nitud o también se truncan en su camino de plenificación, a partir de las
diferentes situaciones históricas contextuales que experiencian los sujetos.
Así es como a partir de sus dimensiones el ser humano no sólo que
se manifiesta como único y plural, sino que, sobre todo, se sabe quién es o
se mide respecto de los otros (seres humanos), lo otro (el cosmos, la natura-
leza) y el Otro (Dios), es decir, se co-determina.
En una o en otra forma, yo me encuentro no solamente determinado como
absoluto frente a la realidad en cuanto tal, sino en cierto modo co-determi-
nado respecto a las demás personas. Y esa codeterminación es justamente
lo que llamo dimensión: mide con respecto a los demás, mi modo de ser
absoluto (Zubiri, 2006, p. 10).
Corporeidad-sexuada
La corporeidad-sexuada es la potencia que lleva al acto del ser y es-
tar del ser humano en el mundo. Mediado por la corporeidad el ser hu-
mano puede revelarse como una identidad físicamente diferente de otras
presencias físicas. La corporeidad “es ante todo la dimensión física, orgá-
nica o material de la persona. Mis manos, mis pies, mi corazón tienen una
medida, un volumen, un perfil y un tamaño” (Burgos, 2003, p. 67), pero la
corporeidad no es una cosa extraña al yo, sino que es el yo mismo en radi-
cal manifestación relacional historizada. A partir de su ser corporeidad-se-
xuada el sujeto se expone a una abierta relación cuantitativa y cualitativa
con todo lo existente.
El ser corpóreo del ser humano está dinamizado por un sello iden-
titario: masculino y femenino. Femineidad y masculinidad son formas
identitarias de lo humano que no se reducen a la sola diferencia genital, se
refiere a las formas de ser, pensar, estar y hacer historia de un modo perso-
nalísimo en el mundo. Biológicamente se nace varón o mujer; el género es
la conciencia y aceptación de sí que se desarrolla con historia vivida. Ac-
tualmente la cuestión de género, que va alcanzando los límites de la políti-
ca, es precisamente una construcción ideológica: “ideología de género”. Se
trata de otra forma de neocolonización disfrazada de respeto o inclusión a
la diferencia. Sin embargo, hay que reconocer que nadie excluye la realidad
de la disforia de género (Asociación Americana de Pediatría)14, pero tal
realidad como realidad no-general no se puede generalizarse o imponerse
acusando de Fóbico a quien no acepta tal imposición: “Quieren crear le-
yes para que no podamos decir las palabras ‘niño’ y ‘niña’. Y decir que los
Mundaneidad-historizada
La mundaneidad es la potencialidad que el ser humano tiene para
estar referido al mundo, para ser un sujeto mundano. La mundaneidad del
sujeto tiene como supuesto radical y fundante la historicidad del mismo y;
decir que un individuo es históricamente mundano, significa que el indi-
viduo asume el mundo como su patria y a sus semejante y otros seres vivos
como sus conciudadanos de esa patria; la mundaneidad del sujeto supone
también que el individuo está comprometido con la cultura, la política, la
económica, la ecológica, la ciencia y la tecnología cuanto mediaciones a
partir de las cuales puede construir una sociedad justa y una historia que
apunte como fin a la felicidad a la que está naturalmente orientado. Mun-
do e historia son campos convergentes donde el ser humano, a partir de la
praxis, se deviene humano, se deviene sujeto.
El mundo es mucho más que geografías, pero no se lo comprende
sin ellas; es más que el campo natural donde el hombre nace, crece, vive, se
desarrolla y muere; es el campo en el que el sujeto está llamado a desarro-
llar y plasmar su inteligencia, libertad y creatividad.
Hacia una visión integral del ser humano / 99
Racio-intelectividad
La racio-intelectividad es la potencia en la que se conjugan la razón
y la inteligencia como facultades humanas radicalmente imbricadas en las
operaciones concretas del sujeto pensante. La razón es la capacidad lógica
de la mente para efectuar relaciones reales y abstractas entre conceptos,
realidades y teorías, para formular juicios y llegar a inferencias y; la in-
teligencia es la potencialidad que el ser humano tiene para comprender,
discernir, formarse imágenes e ideas sobre la realidad; ambas responden
a procesos cerebrales y son parte del potencial bio-cerebral evolucionado.
Hacia una visión integral del ser humano / 101
La dimensión intelectual es tan propia del ser humano que algunas escue-
las filosóficas han llegado a reducir el hombre a su racionalidad o potencia
intelectual. Sin olvidar la realidad y la grandeza de las demás dimensiones
humanas, se puede afirmar que la intelectualidad influye y tipifica todo lo
humano y es la dimensión más rica y compleja (Blanco, 2013, p. 87).
Psico-afectividad
La psico-afectividad es la carga de potencialidades vitales como los
sensaciones, afectividades y emociones, que se desarrollan a lo largo de su
vida del sujeto a partir de los procesos sociales, culturales, cognitivos, afec-
tivos y sexuales. Tales procesos inician en el momento mismo de la gesta-
ción intrauterina del sujeto, se desarrollan de modo intenso en la relación
del individuo con los otros, el mundo y el Trascendente y; sólo terminan
su desarrollo cuando el individuo deja de existir.
Después de ese proceso de apre(he-)ndizaje intrauterino, el siguien-
te campo vital en el que la niña o el niño apre(he)nde, conoce y desarrolla
esas potenciales afectivas, emocionales y sentientes es la familia. La familia
constituye es el campo ecológico en el que la niña o el niño aprende a amar
y ser amado, aprende a ser persona, se humaniza, se deviene sujeto.
104 / Vicente Plasencia Llanos
El sujeto que “no es, pues, biológico, sino biográfico” (Ortega, 1996,
p. 115), se configura y reconfigura dialécticamente como sujeto histórico
y, su historicidad es la que finalmente constituye su identidad radical. Esta
historicidad que empieza desde el momento mismo de su concepción está
amalgamada de sensaciones, afectos y emociones que hacen del sujeto en
proceso de evolución un ser-plus, diferente a todos los seres vivos. El sujeto
se configura en la dialéctica relacional individuo-familia, individuo-natu-
raleza, individuo-trabajo e, individuo-sociedad-cultura.
En el despliegue sujetivo-histórico de cada individuo las constela-
ciones de sensaciones, afectos y emociones constituyen el combustible de
la vida plena del sujeto. Del potencial de desarrollo de esas constelaciones
sensibles depende las fortalezas o las debilidades con las que el sujeto se
enfrenta a su propia existencia y a las condiciones de la misma.
Las sensaciones revelan la capacidad sentiente del sujeto y; son
aquellas reacciones sensoriales, resultado del impacto de los estímulos so-
bre los sentidos del sujeto (vista, oído, olfato, tacto y gusto), provocados,
sobre todo, por la relación o el encuentro con la realidad interna o externa.
Las sensaciones son…
Experiencias elementales inmediatas que no requieren elaboración verbal,
simbólica o conceptual, las cuales se relacionan principalmente con la acti-
vidad de los órganos de los sentidos […]. En tanto las únicas aseveraciones
verificables acerca de las sensaciones sean o se conviertan en enunciados
acerca de la conducta, la sensación constituirá un constructo cuyo signi-
ficado se deriva de las respuestas que el organismo emite ante estímulos
específicos (Wolman, 2010, p. 303).
Intersubjetividad/socialidad
La intersubjetividad es la potencialidad que el ser humano tiene para
el encuentro con los de su especie: “El hombre es un ‘ser para el encuen-
tro’” (Gastaldi, 2003, pp. 96-97). La existencia misma exige la co-existencia,
por eso el ser humano es alguien sólo cuando está frente a otra persona.
La intersubjetividad está inscrita en la naturaleza social del ser humano:
el hombre es un animal social, es un zoòn politikón; el hombre es hombre
sólo en la relación con los otros hombres.
Intersubjetividad es una palabra un tanto técnica; quiere decir simplemen-
te que el hombre es un ser abierto a los demás, un ser en relación, un ser
con los demás, un ser para los demás, un ser social; decimos ‘intersubjetivo’,
porque se trata de relación entre sujetos es decir personas, no con las cosas
(Vecchi, 1985, p. 14).
Libertad
La libertad es la potencialidad que el ser humano tiene para la ac-
ción de optar y decidir sobre oportunidades y posibilidades que el mundo
histórico real le ofrece; en esa acción de elegir le va al hombre el desafío per-
manente de garantizarse a sí mismo el que sus elecciones le permitan huma-
nizarse humanizando todo con lo cual cuanto sujeto libre entra en relación.
La libertad que implica elegir, optar, decidir, “es la revelación de la
dignidad humana […] la revelación de la verdadera naturaleza del hom-
bre, lo que éste es y lo que es capaz de ser más allá de las barreras, obstácu-
los y limitaciones inherentes a su finitud” (Fromm, 2007, p. 52). En otras
categorías, la libertad es la forma única de ser humanos.
La libertad como posibilidad que el ser humano tiene para ser a par-
tir de las posibilidades de elección sobre la realidad histórica no se reduce
a un concepto, es la vida humana misma que se deviene como experiencia
cotidiana y, por eso la libertad es una experiencia fundamental en la que
se juega la felicidad o infelicidad, la realización o no realización del sujeto.
Creemos, con Bergson, que ‘la libertad es un hecho y entre los hechos que
se comprueban es el más evidente’ es una experiencia fundamental de
nuestra existencia humana. Si no tuviésemos esa experiencia, ni siquiera
se nos habría ocurrido ‘la idea’ de la libertad... Nos formamos las ideas a
partir de la experiencia (Gastaldi, 1990, p. 150).
Ético–politicidad
La ético-politicidad es la potencia en la que se conjugan lo ético y lo
político del ser humano. Lo ético se refiere a la capacidad que tiene el ser
humano para la reflexión sobre los valores y principios que orientan y di-
namizan los estilos de vida como vivencia de una vida buena y; lo político,
se refiere a la praxis constituyente de mediaciones materiales e institucio-
nales que permiten conseguir que esos estilos de vida como vivencia de
una vida buena, ya individuales como comunitarios, sean justos. De ello
se infiere que el ser humano es por sí-mismo un ser capaz de ser un sujeto
ético-político: la praxis política no puede separarse de la praxis ética, así
como tampoco puede separarse la praxis ética de la praxis política.
La mencionada praxis ético-política que busca vindicar la justicia ha
de empezar dando credibilidad moral a los excluidos y a las víctimas de una
sociedad que hoy tiene como centro el capital y no la persona, el mercado y
no la vida. Si esa praxis no vindica la justicia para los injusticiados deja de
Hacia una visión integral del ser humano / 113
Trascendencialidad
Trascendencia/trascendencialidad es la potencialidad que el ser hu-
mano tiene, para saberse, más allá de la pura materialidad, pero no sin la
materialidad; responde a la potencia del sujeto para reconocerse y actuar
como un ser-plus, un ser radicalmente diferente a los demás seres vivos,
capaz de pensar en su dignidad y defenderla por todos los medios justos.
Es la capacidad que el sujeto tiene para considerarse un ser-otro respecto
de los demás seres.
Esta potencialidad radica en que el ser humano, reconociendo que,
como todos los demás seres, proviene también del mismo polvo cósmico
sucedido con el big bang, es también un ser capaz de asumir su vida per-
sonal como una experiencia única con sentidos y significados que desde
la historicidad apuntan hacia la trascendencia. Esta orientación del sujeto
hacia la trascendencia es a la vez un caminar del mismo hacia la utopía/eu-
topía de su propia existencia. La orientación hacia la trascendencia latente
en toda la biológica del individuo en evolución es el motor que mueve al
sujeto a construir experiencias de vida que desde la materialidad le lancen
hacia la trascendencia. Esta potencialidad es propia del ser humano y, no
se restringe a religión alguna; es una potencialidad que para su despliegue
exige como condición la solidaridad entre los seres humanos: no hay tras-
cendencia sin los otros.
Más allá de esa connatural tensión a trascender desde la inmanen-
cia que delata el ser-plus de todo ser humano, cuando esta tensión fluye a
través de la religión entonces el ser humano reconoce que tanto el sentido
de su historia personal, como el sentido de las historias sociales, tienen
cabida final en el innombrable, en Dios, cuanto principio y fin de todo. Así
es como el ser humano se revela, en categorías de San Agustín, como un
116 / Vicente Plasencia Llanos
“homo capax Deus”. Esta comprensión del ser humano si bien se sustenta
en la praxis religiosa judeo-cristiana, no dista de otras comprensiones re-
ligiosas en otras culturas.
La comprensión del ser humano como un ser de trascendencia tie-
ne como soporte filosófico la comprensión del ser humano como espíritu
corporeizado. Desde este horizonte, cuando la dimensión trascendente del
sujeto es vista como pura tensión más allá de la historia de toda la vida del
sujeto, la vida como praxis no exige religión alguna; cuando esa misma
dimensión es vista desde la religión, la vida como praxis, supone necesa-
riamente unos valores religiosos.
Aterrizando ya en el contexto occidental donde el pensamiento ju-
deo-cristiano marca los estilos de vida de muchas de las sociedades e indi-
viduos, la dimensión trascendente del sujeto tiene como sustento la visión
teológica que sostiene que Dios ha creado al ser humano a su imagen y
semejanza y, cuanto Creador, además de ofrecer la vida a su criatura le
ofrece también la salvación, de esto se encarga la antropología teológica.
Sin embargo, cabe aclarar que, en el cristianismo occidental, cierta teología
no crítica ha llevado a cierta confusión al asumir al ser humano como un
ser tripartito, constituido de cuerpo, alma y espíritu. Pero, ¿existe el ser
humano tripartito? No.
Aclarando la cuestión que se acaba de plantear: Alma equivale a per-
sona cuanto individuo, pero también equivale a los seres vivos en tanto in-
dividuos de una especie y, para referirse a ello, se utilizaron las categorías
néfesch en hebreo, psykjé en griego. Espíritu equivale a esa dimensión inma-
terial que informa al ser como humano, para referirse a ello se utilizaron las
categorías rúhaj en hebreo y pnéuma en griego. De ello se infiere que el sujeto
visto de modo integral es como, se ha sostenido ya, espíritu corporeizado.
Teniendo en cuenta el marco expuesto, se infiere que el ser humano
por ser espíritu corporeizado es un ser de trascendencia:
El hombre es una persona y esa persona en su grandeza radical se manifies-
ta multidimensional. […].
Hacia una visión integral del ser humano / 117
der al Amor. Todo ser humano cuanto ser plus, cuanto abierto a la trascen-
dencia y a la futuridad, cuando se siente amado es capaz de corresponder al
ser que le ha amado o que le está mostrando amor. Cuando el ser humano
sabe que Dios le ama no tarda en corresponder a ese amor. Esta actitud
del ser humano es lo que San Agustín sintetiza en la expresión homo capax
Deus, “el hombre como capaz de Dios”.
La fe en Dios es más que una intelección puramente teórica. Afecta al hom-
bre entero, al sentido de su existencia, a la visión y valoración de su mundo
y, por tanto, también a todas las decisiones de la vida. El que cree en Dios
vive en un mundo con un horizonte distinto de sentido y de valores. (Co-
reth, 2006, p. 328).
Su familia estuvo en las buenas y en las malas, pues cuando fue cru-
cificado, entre la multitud curiosa y:
Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su
madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala. Jesús, al ver a la Madre y
junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre: ‘Mujer, ahí tienes
a tu hijo’. Después dijo al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre’. Y desde aquel
momento el discípulo se la llevó a su casa (Jn 19,25-27).
sería obra de Dios y, María, luego de dudar un poco, aceptó diciendo: que
se haga lo que Dios quiera.
Lc 1,26-38
Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea,
llamada Nazaret, a una joven virgen que estaba comprometida en matri-
monio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se
llamaba María.
Llegó el ángel hasta ella y le dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está
contigo’. María quedó muy conmovida al oír estas palabras, y se pregunta-
ba qué significaría tal saludo. Pero el ángel le dijo: ‘No temas, María, por-
que has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz
un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será
llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado
David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no termi-
nará jamás’.
María entonces dijo al ángel: ‘¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?’ Con-
testó el ángel: ‘El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo
te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llama-
do Hijo de Dios. También tu parienta Isabel está esperando un hijo en su
vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del
embarazo. Para Dios, nada es imposible’.
Dijo María: ‘Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho’.
Después la dejó el ángel.
Pasaron los días y, José al darse cuenta de que María estaba emba-
razada, en vez de denunciarla para que fuera apedreada, como era la cos-
tumbre judía de esos tiempos, pensó en abandonarla en secreto, pero antes
de marcharse tuvo un sueño extraño en el que se le decía que el hijo que
esperaba su prometida era obra de Dios y, más bien se le pidió que él fuera
el padre adoptivo. José aceptó el desafío.
Por esos días, el emperador César Augusto ordenó un censo global;
cumpliendo con la ley, José salió con su mujer-María embarazada desde la
cuidad de Galilea que estaba en Nazareth a la ciudad de Belén que estaba
en Judea. Se censaron y, cuando todavía estaban en dicha ciudad, a María
le vinieron los dolores de parto. Buscaron un lugar para el nacimiento del
130 / Vicente Plasencia Llanos
Por aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, por el que se
debía proceder a un censo en todo el imperio. Éste fue llamado “el primer
censo”, siendo Quirino gobernador de Siria.
Todos, pues, empezaron a moverse para ser registrados cada uno en su
ciudad natal. José también, que estaba en Galilea, en la ciudad de Nazaret,
subió a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén, porque era descendien-
te de David; allí se inscribió con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras estaban en Belén, llegó para María el momento del parto y dio a
luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre,
pues no había lugar para ellos en la sala principal de la casa.
Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pas-
cua. Cuando Jesús cumplió los doce años, subió también con ellos a la
fiesta, pues así había de ser. Al terminar los días de la fiesta regresaron, pero
el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres lo supieran.
El ser humano y Dios / 131
Además de la piel que le ceñía la cintura, Juan no tenía más que un manto
hecho de pelo de camello. Su comida eran langostas y miel silvestre. Venían
a verlo de Jerusalén, de toda la Judea y de la región del Jordán. Y además de
confesar sus pecados, se hacían bautizar por Juan en el río Jordán.
Juan vio que un grupo de fariseos y de saduceos habían venido donde él
bautizaba, y les dijo: «Raza de víboras, ¿cómo van a pensar que escaparán
del castigo que se les viene encima? Muestren los frutos de una sincera
conversión, pues de nada les sirve decir: “Abraham es nuestro padre”. Yo les
aseguro que Dios es capaz de sacar hijos de Abraham aun de estas piedras.
El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no da buen
fruto, será cortado y arrojado al fuego.
Yo los bautizo en el agua, y es el camino a la conversión. Pero después de mí
viene uno con mucho más poder que yo –yo ni siquiera merezco llevarle las
sandalias–, él los bautizará en el Espíritu Santo y el fuego. Ya tiene la pala en
sus manos para separar el trigo de la paja. Guardará el trigo en sus bodegas,
mientras que la paja la quemará en el fuego que no se apaga.
Por entonces vino Jesús de Galilea al Jordán, para encontrar a Juan y para
que éste lo bautizara. Juan quiso disuadirlo y le dijo: ‘¿Tú vienes a mí? Soy
yo quien necesita ser bautizado por ti’.
Jesús le respondió: «Deja que hagamos así por ahora. De este modo cum-
pliremos todo como debe hacerse.» Entonces Juan aceptó.
Una vez bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los
Cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y se posaba
sobre él. Al mismo tiempo se oyó una voz del cielo que decía: ‘Este es mi
Hijo, el Amado; en él me complazco’.
y a los ciegos que pronto van a ver, para poner en libertad a los oprimidos
y proclamar el año de gracia del Señor’.
Jesús entonces enrolló el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó, mientras
todos los presentes tenían los ojos fijos en él. Y empezó a decirles: ‘Hoy se
cumplen estas palabras proféticas y a ustedes les llegan noticias de ello’.
Todos lo aprobaban y se quedaban maravillados, mientras esta proclama-
ción de la gracia de Dios salía de sus labios. Y decían: ‘¡Pensar que es el hijo
de José!» Jesús les dijo: «Seguramente ustedes me van a recordar el dicho:
Médico, cúrate a ti mismo. Realiza también aquí, en tu patria, lo que nos
cuentan que hiciste en Cafarnaúm’.
Y Jesús añadió: ‘Ningún profeta es bien recibido en su patria. En verdad
les digo que había muchas viudas en Israel en tiempos de Elías, cuando el
cielo retuvo la lluvia durante tres años y medio y una gran hambre asoló
a todo el país. Sin embargo, Elías no fue enviado a ninguna de ellas, sino a
una mujer de Sarepta, en tierras de Sidón. También había muchos leprosos
en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue curado, sino
Naamán, el sirio’.
Todos en la sinagoga se indignaron al escuchar estas palabras; se levantaron
y lo empujaron fuera del pueblo, llevándolo hacia un barranco del cerro
sobre el que está construido el pueblo, con intención de arrojarlo desde allí.
Pero Jesús pasó por medio de ellos y siguió su camino.
combatir a los tenedores del poder que se creían buenos y mejores que
los demás, junto con las estructuras deshumanizantes y despersonalizantes
que se habían construido intencionalmente, se unió a los empobrecidos
y les devolvió la palabra y les permitió pensar y liberarse. A ellos les dice:
“Como ustedes saben, entre los paganos los jefes gobiernan con tiranía
a sus súbditos, y los grandes hacen sentir su autoridad sobre ellos” (Mt
20,25) y, acto seguido, enseña a ser servidores mostrándose como el servi-
dor de los empobrecidos. Lava los pies de sus discípulos y les dice: “tam-
bién ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Yo les he dado un ejemplo,
para que ustedes hagan lo mismo que yo les he hecho” (Jn 13,1-17).
Esta dinámica de pasar de las palabras a la praxis, en el marco del
amor sin límites en Jesús trasciende, va mucho más allá: durante la cena de
la Pascua judía, Jesús se convierte en pan y en vino (Mc 14,12-25) e invita
a sus seguidores hombres, mujeres, jóvenes y niños a ser constructores de
un mundo justo y que él llamó Reino de Dios. Su opción radical para amar
y servir a los más necesitados y excluidos de la sociedad llega al extremo
de dar su vida con tal de que ellos tengan vida, mostrando con su propio
testimonio que su Padre “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos” (Mc
12,27). Así es como sus palabras cobran sentido y constituyen una invita-
ción a construir ese mundo otro: “el que entre ustedes quiera ser grande,
deberá servir a los demás; y entre el que ustedes quiera ser el primero, de-
berá ser su esclavo. Porque, del mismo modo, el Hijo del Hombre no vino
para que le sirvan sino para servir, y para dar su vida como precio por la
libertad de muchos” (Mt 20,26-28).
El Nazareno cambia el poder como dominio por el poder como ser-
vicio y, ello significa romper con las estructuras de dominio que oprimen y
niegan a los sujetos, acabar con los discursos que desde el poder fracturan
la comunidad, rechazar las políticas cosificantes que los que están en el po-
der a través de ofrecer dádivas para mantener el dominio sobre el pueblo.
En el mundo occidental y, concretamente en América Latina, mu-
chas de las veces el Estado y la Constitución han servido de plataformas y
estructuras jurídicas para el dominio y el control a los ciudadanos por par-
te de los que llegan al poder; en nombre de la justicia se ha ajusticiado a los
138 / Vicente Plasencia Llanos
de tal forma que la palabra del sacerdote, del fariseo o del emperador tenía
poder que no era necesariamente moral sino legal y, por eso esclavizante.
Frente a estas estructuras de poder centradas en el conocimiento como
medio para dominar a las masas o al pueblo, Jesús rechaza de manera fron-
tal y propone el saber y el conocimiento como medios de liberación.
Jesús denunció las opresiones y toda forma negante de los sujetos,
sobre todo de los empobrecidos por parte de los poderosos. A los fariseos
y maestros de la ley les dice: “Ay de ustedes maestros de la ley y fariseos
hipócritas...” (Mt 23,13-36). A los sacerdotes judíos (levitas) que conocían
las 613 normas del judaísmo y los mandamientos de Moisés, Jesús les re-
crimina duramente diciéndoles:
¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras
por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. (Lc 11,39b).
¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas in-
tolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos! (Lc 11,46).
¡Ay de vosotros, los legistas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No en-
trasteis vosotros y a los que están entrando se lo habéis impedido (Lc 11,52).
Jesús, por una parte, sabe que la ley y el saber están controlados por
unos pocos y que son utilizadas para dominar a los débiles, empobrecidos
y humildes y; por otra parte, sabe también que su Padre Dios está de par-
te de los sencillos y excluidos, así entonces poniéndose de parte de ellos
pronuncia palabras liberadoras, palabras que salvan y, eso lo descubrió el
mismo pueblo, por eso decían: “éste sí enseña con autoridad y no como los
escribas y maestros de la ley” (Mt 7,28-29).
Si bien los fariseos y los escribas eran observadores exactos de la ley,
en el fondo olvidaban lo más importante: la justicia, la misericordia y el
respeto a la dignidad de los otros, los más necesitados. Jesús, en cambio,
no está atado a la ley. Él es el ser humano totalmente libre que habla con
verdad: la verdad os hará libres (Jn. 8,32). Para él, la fuerza que le mueve a
actuar no es la ley sino el amor. Con su ser y actuar vindica que el saber, la
ley, la religión, la educación y las instituciones, deben estar al servicio de la
realización y liberación del ser humano.
140 / Vicente Plasencia Llanos
nuevo y una tierra nueva, esto es, un mundo de justicia. En vista de este
Reino Jesús rompe con las estructuras negantes de la vida, esas estructuras
de la sociedad consumista que destruyen al ser humano y la naturaleza.
Esto no lo comprendieron ni los mismos discípulos y discípulas que anda-
ban junto con Jesús, a tal punto que cuando el mismo Jesús les preguntó:
y ustedes quién dicen que soy, sólo a Pedro se le ocurrió una respuesta
coherente: “Tú eres el Mesías” (Mc 8,27-29).
En Jesús, Dios se muestra como es, un Padre amoroso que está a
favor de la Vida y, su Reino es un Reino de justicia que empieza sobre todo
con los excluidos, los ancianos, los niños, los empobrecidos, las mujeres,
los desvalidos. Jesús como enviado de Dios trabajó por la Vida de los más
necesitados: “he venido para que tengan vida y vida en abundancia” (Jn
10,10) les dijo a las gentes con quienes se encontró, y…
• por hacer posible el encuentro de Dios con el ser humano;
• por trabajar por una sociedad justa;
• por denunciar el abuso de poder por parte de las autoridades civiles
y religiosas;
• por devolver la dignidad a los excluidos
• por presentar un proyecto donde la política sea un servicio a los
otros y no una forma de servirse de los otros; donde la economía
esté centrada en la persona, sea solidaria y, no centrada en el mer-
cado y el individualismo; donde el conocimiento y el saber sean
liberadores en vez de ser negantes…
…fue acusado de blasfemo por los sacerdotes del templo y de se-
dicioso por el imperio… esas fueron las razones por las que le asesinaron
colgándole en una cruz…
Su propuesta tuvo un eco disonante para los poderes dominantes de
sus tiempos y por eso “Sufrió la suerte de tantos otros que, por su palabra y
su actitud, chocaron con las certezas adquiridas, con los intereses comparti-
dos y con el orden político establecido. Su condena por los poderes de la reli-
gión y de la política demuestra la vulgaridad del mal” (Duquoc, 2005, p. 74).
El ser humano y Dios / 143
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