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Programación diaria
2 Juan 10 al 15
Llegamos hoy, amigo oyente, a nuestro último estudio en esta
Tercera Epístola del Apóstol Juan. En nuestro programa
anterior, estuvimos observando al segundo de los tres hombres
que se mencionaron en esta tercera epístola de Juan. En primer
lugar, Juan mencionó a Gayo. Él era el hermano amado, a
quien se dirigía esta carta. Pero en la iglesia a la cual asistía
Gayo había otro hombre. Y no estamos preparados para decir
si dicho hombre, llamado Diótrefes, era o no creyente. No lo
sabemos. Pero lo que se dijo en cuanto a él es que ambicionaba
ocupar el primer lugar. Y esto hizo que él dejara de recibir a
otros hermanos, es decir, a todos los evangelistas y maestros
que viajaban de un lugar a otro. Además, expulsaba a
cualquiera de la iglesia que recibiera en su propio hogar a
algunos de esos hermanos. Esto era algo verdaderamente
trágico, ya que ellos estaban viajando por el país y eran en
realidad eficaces maestros de la Biblia.
Hoy vamos a describir, en primer lugar a Diótrefes, y después
a Demetrio, uno de los fieles creyentes desconocidos del
pasado, pero que fue maravillosamente utilizado por Dios.
Juan había dicho de Diótrefes que era uno que ambicionaba
tener el primer lugar de importancia entre los demás. Y una de
sus malas acciones consistió en propagar comentarios
negativos contra el Apóstol Juan y contra los demás apóstoles,
porque él pretendía ser el único líder de una iglesia. Era una
persona que solo pensaba en sí mismo, se daba mucha
importancia, y posiblemente debía haberse elegido a sí mismo
para un cargo relevante en la iglesia. Era una de esas personas
que no admitía discrepancias con su forma de pensar y
consideraba como adversario a cualquiera que se le opusiera.
Leamos entonces el versículo 10 de esta tercera y última carta
de Juan:
"Por esta causa, si yo voy, recordaré las obras que hace
profiriendo palabras malignas contra nosotros; y no contento
con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren
recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia."
El apóstol dijo, al principio de este versículo, Por esta causa, si
yo voy. Y no creemos que este "si" expresara dudas en cuanto
a sus deseos de ir. Vamos a ver al final de la epístola que Juan
estaba pensando en ir a ese lugar. Pero nosotros nunca
sabemos lo que puede suceder en un día determinado. Así que,
fue como si Juan hubiera dicho: Si yo voy, en el sentido de que
si sucediera algo, si se presentara alguna dificultad, entonces
el no podría ir. Pero él tenía toda la intención de hacer el viaje.
No había ninguna duda en su mente, en cuanto a sus deseos
de hacerlo.
Entonces la primera frase completa, quedaría de la siguiente
manera. Por esta causa, si yo voy, recordaré las obras que hace
profiriendo palabras malignas contra nosotros. En el
Cristianismo, la palabra importante es "la verdad", la verdad
se manifiesta a sí misma en el amor. Es algo tan sencillo y, al
mismo tiempo, tan importante como esto. Diótrefes,
ambicionaba ocupar el primer lugar, y esa es una de las
características de la naturaleza física o carnal, ya que el fruto
del espíritu es humildad. Pero Diótrefes era un déspota, un
dictador. Ahora, hay que aclarar que la humildad o
mansedumbre no indica necesariamente debilidad o cobardía.
Lamentablemente, no había en esa iglesia personas que
hablaran en contra de Diótrefes. Por ejemplo, a Moisés se le
consideraba un hombre humilde. Pero cuando él se ponía en
pie y hablaba al pueblo de Israel, no parecía ser un hombre
muy manso y humilde, en el sentido en que nosotros nos
imaginamos la humildad. Él hablaba clara y directamente, con
la autoridad que Dios le había dado. El Señor Jesús era manso
y humilde, pero en una ocasión, relatada en los Evangelios,
expulsó a los vendedores del templo. En fin, consideramos que
se debe hablar claro sobre este tema, teniendo en cuenta,
especialmente, el ejemplo dado por el Señor Jesús, los
apóstoles y escritores del Nuevo Testamento, y los profetas y
escritores del Antiguo Testamento
Por todo ello Juan advirtió en cuanto a este tema, cuando dijo:
Si yo voy, recordaré las obras que hace. Este personaje,
Diótrefes, en ninguna manera exhibió en su vida aquello que
era precisamente la marca o señal de un cristiano. Podemos
decir que él, aparentemente, no conoció la verdad.
Juan continuó escribiendo en este versículo 10 lo siguiente:
profiriendo palabras malignas contra nosotros. Este hombre
estaba tratando de destruir completamente la efectividad de
los apóstoles, y especialmente la de Juan. Y el apóstol dijo:
"Cuando yo llegue allí, no voy a dejar de reprocharle
personalmente su comportamiento, y también lo haré
públicamente, ya que está actuando con verdadera malicia y
expresando palabras malintencionadas contra nosotros".
El Dr. McGee contó la siguiente experiencia de sus años en el
ministerio pastoral de una congregación. Dijo el profesor lo
siguiente: "Hace un tiempo me llamó un hombre que había sido
miembro de mi iglesia, y me dijo que yo debía perdonarle por
lo que él había dicho en cuanto a mí. Él había propagado el
rumor de que había dejado a una iglesia en deuda. Algo que
nunca ocurrió en esa ni en ninguna iglesia en la cual yo hubiera
desempeñado la función de pastor La realidad fue que cuando
salí de esa iglesia para desempeñar la misma función en otra,
la dejé con un abundante fondo de reserva. Por lo tanto, él
envió un informe falso. Pero al visitarme ahora, me dijo
llorando que quería que yo le perdonara. Entonces le dije: "a
quien tiene que pedirle usted perdón es al Señor". A lo que él
respondió: "Bueno, como me he arrepentido, ya se lo he
expresado en oración". Entonces, finalmente, el profesor le dijo
que una correcta actitud por parte suya sería hacer llegar un
informe verdadero a todos aquellos que habían recibido un
informe falso. Es que aquel hombre, se parecía a nuestro
personaje de la tercera epístola de Juan, es decir, a Diótrefes.
A aquel le encantaba presidir reuniones y que se hicieran las
cosas a su manera. Pero después de esa entrevista con el
profesor, éste recibió una buena noticia: Aquel hombre pareció
experimentar un cambio porque se encontraba en otra iglesia,
en la cual estaba llevando a cabo un buen trabajo. Al recordar
los incidentes, el profesor McGee pensó que quizás, en su
momento, debió haber sido más severo con él, así como el
apóstol Juan había actuado con Diótrefes. Porque Juan dio a
entender que él iba a tomar la iniciativa, tratando el asunto
personalmente con él.
Finalmente, el versículo 10 dice: Y no contento con estas cosas,
no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo
prohíbe, y los expulsa de la iglesia. Veamos cuán lejos llegó
aquel personaje. Estaba expulsando de la iglesia a todos los
que agasajaran a quienes el apóstol Juan había recomendado.
¡Qué situación tensa y desastrosa había llegado a producirse!
La presencia de una persona como ésta en una congregación,
basta para irla destruyendo.
Podemos llamar a Juan "el apóstol del amor" y muchos
realmente así lo han representado. Pero el Señor Jesucristo le
llamó "el hijo del trueno". Y estamos seguros de que cuando
Juan llegó a aquella congregación, figurativamente hablando,
se desató una verdadera tormenta, porque el apóstol iba a
tratar directamente con este hombre llamado Diótrefes.
Episodios como éste constituyen ejemplos para la vida pastoral
en nuestro tiempo, para prevenir este tipo de situaciones y
tomar medidas que eviten divisiones y enfrentamientos en
ciertos círculos cristianos. Continuemos leyendo el versículo 11
de esta tercera epístola de Juan:
"Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno
es de Dios, pero el que hace lo malo no ha visto a Dios."
El apóstol Juan animó a Gayo a que continuara practicando el
bien y nuevamente enfatizó que el que actuaba con justicia,
era un hijo de Dios. Pero el que no practicaba la justicia no
había nacido espiritualmente de Dios. Y ahora vamos a conocer
mejor a otro de los personajes del libro, y hablaremos de