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DOS AÑOS CRUCIALES – F.

GUERRA- ARGENTINA I – SEPTIEMBRE 2019

En 1808, con la disolución de la Junta Central, es una época clave en el tránsito hacia la Modernidad, como en
la gestación de la Independencia. La formación de las Juntas americanas es contemporánea de la desaparición
de la Junta Central.
América sigue la evolución ideológica de la Península y pasa de un patriotismo hispánico a una explosión de
agravios hacia los peninsulares, que son la causa de una ruptura que ya es casi irreversible.
Para comprender estos procesos es indispensable mantener una visión de conjunto. Las coyunturas políticas
peninsulares son las que marcar entonces los ritmos de la evolución americana.
Llama la atención de los historiadores las características de simultaneidad y semejanza de los procesos de
independencia en los diferentes países. Las causas internas llevan a la constatación de una diversidad:

 De las estructuras sociales y económicas, de los niveles culturales, de la toma de conciencia de


sentimientos de singularidad que mas tarde serán llamados nacionales. Lo diverso no puede explicar lo
simultaneo, ni lo semejante. Hay que dar prioridad al conjunto sobre las partes.
 Todas las fuentes de la época nos lo indican. Una preocupación por los problemas generales y sobre
todo las cuestiones relacionadas con los gobiernos provisionales constituidos en la Península, la lucha
contra Napoleón, la constitución de la Junta Central, la elección de los diputados americanos encargados
de representarlos, las reformas del sistema político, etc.
Los reinos y las provincias de América, participan con idéntica pasión que los peninsulares.
Los asuntos locales eran contemplados y definidos con relación al conjunto de la Monarquía. El olvido de estos
dos años cruciales, procede, sin duda del carácter “muy nacional” que han revestido los trabajos historiográficos.
Cada país surgido de la antigua Monarquía hispánica, se dedicó sobre todo a su historia “nacional”. En América,
la necesidad de crear un imaginario nacional ara los nuevos países independientes llevó a los historiadores a
una visión en la que las cualidades internas ocupaban el primer lugar.
Las fuentes americanas, sobre todo la prensa, son colecciones muy coherentes.
El choque de 1808
El primero de los acontecimientos que marca a todo el mundo hispánico, son las abdicaciones de Bayona, a
finales de 1808, por las que la Corona España pasa de los Borbones españoles a José Bonaparte.
Allí empiezan los levantamientos en contra de los franceses y la formación de juntas insurreccionales en nombre
de la fidelidad a Fernando VII, se producen en todos los lugares de América.
Esta reacción no tiene otros precedentes. Sobre todo, por el origen popular de los levantamientos, ya que buena
parte de la élites españolas, resignadas o cómplices, ya habían aceptado al nuevo monarca.
Sorprende también la identidad de reacciones tanto en España, como en América. Las proclamas y manifiestos
públicos son semejantes.
Esto permite captar una serie de rasgos característicos del mundo hispánico de esta época:

 la sociedad tiene un conocimiento suficiente sobre los acontecimientos políticos y una opinión pública
muy generalizada, aun en los pueblos indígenas.
 remite a los valores de conjunto de la Monarquía. Los vínculos personales de vasallaje con el rey y la
identificación del catolicismo a lo español, continúan siendo operativos.
Sin embargo, este tradicionalismo convive con elementos que anunciadores de cambios futuros: la nación y el
sentimiento nacional. La palabra nación aparece en una multitud de escritos, con una clara connotación de
corona o reino, como una comunidad política antigua. La nación, palabra clave del vocabulario político
moderno, que se identificará luego de los antiguos reinos o con las provincias, a los que dará el fundamento de
su independencia, ahora hace su aparición, pero para designar al conjunto de la Monarquía.
A pesar de la resistencia del tradicionalismo, hay una aspiración más amplia: la justicia, la prosperidad, la lucha
contra la ignorancia. Y, sobre todo, el fin del despotismo. El deseo de reforma social y político es universal.
Constituir un gobierno legítimo.
Desde el primer instante, se presenta el problema que va a dominar toda la escena política española y americana
durante los años siguientes: ¿quién gobierna y en nombre de quién?
Todas las juntas peninsulares emplean argumentos de tipo pactistas:

 Asturias: “la junta general de este Principado, habiendo reasumido la soberanía por hallarse sin
gobierno legítimo….
 Valencia: “La suprema junta de este Reino, que reúne la soberanía por decisión del pueblo”
 Cataluña: “La Suprema junta de gobierno del Principado reasume en si toda la autoridad soberana”
 Murcia: “Ha quedado el pueblo en orfandad y, por consiguiente, recaído la soberanía en el pueblo”.
Los vínculos recíprocos que existen entre el rey y el reino (o la nación) no pueden ser rotos unilateralmente. Si
el rey desaparece, el poder vuelve al pueblo. Este razonamiento tiene su origen en la escolástica española o el
de la moderna soberanía del pueblo, que se entremezcla con las antiguas leyes medievales. Lo evidente y
fundamental es la ruptura con la teoría absolutista. Las ideas pactistas se imponen y, sin que nadie se lo
propusiera, la soberanía recae repentinamente en la sociedad.
La legitimación de los gobiernos previsionales por el retorno de la soberanía al reino a la nación lleva
inmediatamente al problema de la representación política. Los procedimientos de designación de sus miembros
fueron improvisados, diversos y justificados popularmente. Pero esta representación improvisada no era
satisfactoria y se busca la manera de conferir una legitimidad indisoluble a las nuevas autoridades.
Para crear un gobierno único que fuese capaz de dirigir la guerra hacía falta superar la fragmentación del poder.
Es decir, el pueblo reasume la soberanía que es la práctica de los pueblos. En el imaginario dominante en todo
el mundo hispánico de esta época, el pueblo, origen de la soberanía, se piensa ante todo como un conjunto de
pueblos. Es decir, como comunidades políticas particulares con sus ciudades capitales.
El debate de cómo se debe constituir ese poder único e indiscutible, pone en discusión a naturaleza de nación y
por consiguiente de representación.
Reacciones americanas
Los temores peninsulares de que América reconociera al usurpador serán disipados ante el rechazo de las
abdicaciones y su reconocimiento de su condición de españoles y patriotas.
Como en la península, el primer reflejo de las abdicaciones es constituir juntas que reasuman el poder soberano
dejado vacante por el rey. Todos los cabildos (Carcas, Buenos Aires y México) declaran nulas las abdicaciones
por haberse efectuado sin el consentimiento de la nación.
Surge entonces, un nuevo elemento importante: La independencia.
La independencia de la que hablan los primeros documentos no es una tentativa para dejar de depender de la
monarquía, sino, al contrario, una manifestación de patriotismo hispánico, la manera de librarse de la
dominación francesa, en la que se piensa que está a punto de caer la Península. En 1808, Napoleón se encuentra
en el esplendor de su poderío y dominando a toda Europa.
Aunque el problema de legitimidad del poder, tanto en América como en España, no lo eran las circunstancias.
En América no hay tropas extranjeras, ni levantamientos populares, guerras próximas, ni tampoco había
autoridades colaboracionistas.
Incertidumbres y coyunturas
La distancia desempeñó un papel fundamental en la evolución de las relaciones entre América y España. Las
acciones americanas estuvieron subordinadas a los azares de la comunicación (distancia y algunas variables)
provocan en América una situación de caos y confusión. Las noticias llegan tarde y todas juntas. La prensa se
ocupa de filtrar de a poco. Por ejemplo: la actitud mexicana, tan diferente a la de América del Sur, dependió de
que México recibió la noticia de las abdicaciones dos semanas antes que las primeras noticias de los
levantamientos. En cambio, en América del Sur, las dos noticias llegan al mismo tiempo, lo que impide la
formación de Juntas.
Las decisiones se toman a partir de una información muy parcial.
La coyuntura militar determina la coyuntura política, pues de ella dependen, el prestigio y la existencia de los
gobiernos peninsulares. La evolución política de la Junta depende de las victorias y derrotas militares
En 1808, los levantamientos, la victoria de Bailen, la evacuación de las tropas francesas de Madrid, provocan
entusiasmo y orgullo nacional. Afianzan la alianza inglesa y contribuyen al reconocimiento de la Junta Central.
Este periodo provoca la contraofensiva de Napoleón que nuevamente ocupa Madrid. La Junta Central tiene que
retirarse. Durante todo el año, prácticamente toda España estaba ocupada por los franceses.
La convocatoria de las Cortes fue consecuencia de la derrota de Ocaña. La Junta central abandona Sevilla
acusada de traición. Asume en su lugar el Consejo de Regencia, de débil legitimidad.
Así, los americanos estuvieron sometidos a una avalancha de noticias que provocaban la esperanza o la
decepción.
Representar a la nación: el problema americano
La convocatoria a las Cortes, puso en debate el tema de la elección de los diputados americanos para presentar
a América en la Junta Central. Aunque por el momento, la Junta se concibe en el marco de la representación de
tipo tradicional, comienza a discutirse temas claves que abren la puerta a la revolución política y a la
independencia americana. ¿qué es la nación? ¿qué relación existe entre España y América? ¿La nación está
formada por comunidades políticas antiguas, con sus estamentos y cuerpo privilegiados, o por individuos
iguales? ¿es un producto de la historia o el resultado de una asociación voluntaria? ¿Reside en ella la
soberanía? ¿De qué tipo de soberanía se trata?
También se planteaba de manera pública el problema de la igualdad entre españoles y americanos. El problema
concernía a la identidad de las Indias. Los peninsulares van a reconocerlos como colonias y solo le van a otorga
la participación de 9 diputados contra 36 de la península.
Los americanos querían ejercer los mismos derechos que los otros españoles y entienden que la participación
aparece como una concesión y no como un derecho. Gran insatisfacción de los americanos.
El imaginario tradicional concibe como nación española tanto al pueblo peninsular como el americano, es decir,
con iguales derechos: esto debería traducirse en la igualdad de representantes en la Corte. Este error de la Corona
equivaldría a la ruptura del pacto que liga entre si a los dos pueblos.
Aunque el resentimiento vaya acrecentándose, América se lanza a la elección de sus diputados para la Junta
Central. Por primera vez, tiene lugar una votación general que va a preparar la vía a la vida política moderna.
En estas elecciones predomina lo tradicional y el patriotismo hispánico muy arraigado, pero a su vez, luchas
políticas muy fuertes y conflictos internos.
Las mutaciones políticas de la España Peninsular.
La evolución al pensamiento moderno está más avanzado en la Península, en donde el debate es más intenso y
más libre. La libertad de prensa jugó un papel fundamental: una gran cantidad de impresos patrióticos y
periódicos se extienden por toda España. El objetivo era encender los ánimos en la lucha contra el invasor, pero
también está lleno de opiniones de todo tipo, desde las más tradicionales a las más modernas.
Las corrientes políticas del mundo hispánico salen a la luz en 1808 y pueden agruparse en tres grupos:

 Los absolutistas ilustrados, representados por Floridablanca, quien fuera presidente de la Junta Central.
Consideraban a la Junta como un poder provisional encargado únicamente se suplir al rey y de dirigir
la guerra.
 Los constitucionalistas históricos, representados por Jovellanos. Inspirados en el modo inglés, quieren
la reforma de la Monarquía y la instauración de un sistema constitucional mediante la restauración de
las antiguas Cortes.
 Los revolucionarios liberales, representados por Manuel Quintana. Partidarios de la soberanía del
pueblo y de una constitución inspirada en la francesa.
Las mimas corrientes políticas existen también en América. Los absolutistas están representados en buena parte
por las autoridades metropolitanas, los constitucionalistas históricos forman sin duda, la mayoría, y los
revolucionarios, los futuros liberales, son minoritarios jóvenes pertenecientes a las élites de intelectuales.
El debate entre estos grupos se concentró en la convocatoria de las Cortes, en su composición, de la manera de
deliberar y de votar en sus poderes. Eran problemas políticos centrales, ya que remiten a través de la
representación nacional, a concepciones rivales sobre la nación, la soberanía y sobre las instituciones.
La evolución se produce gracias al desarrollo de la opinión pública y la multiplicación de las sociabilidades
modernas y de la prensa. El papel de Quintana sería fundamental, gracias a su periódico y a ser el redactor
oficial de la Junta. Medio del cual se valdría para transmitir en los documentos más solemnes de la suprema
autoridad del reino, ideas y expresiones que insertan en imaginario propuestas revolucionarias. Su estrategia es
el lenguaje constitucional que anuncia ya que los acontecimientos en curso son de hecho una revolución, y la
negación de su analogía con la revolución francesa, la coloca en el mismo registro.
Documentos y artículos se multiplican y preparan los espíritus para los grandes cambios. El más importante de
ellos se da cuando, ante la muerte de Floridablanca, y aprovechando la crisis de prestigio de la Junta, los
constitucionales históricos y los revolucionarios liberales se unen para la firma del decreto fundamental del 22
de mayo de 1809. En él se oficializa una explicación moderna a los males de la monarquía, todo se explica en
la pérdida de antiguas libertades. La edad de oro se coloca en el pasado.
De este modo la Junta decide “que se restablezca la representación legal y conocida de la Monarquía en sus
antiguas Cortes”. Así, parece conceder la victoria de los constitucionalistas históricos, pero unos meses mas
tarde, en otro manifiesto, se habla de revolución necesaria para llevar a cabo la restauración de las Cortes.
El tema de los tres siglos de despotismo y servidumbre, tan utilizado después por los insurgentes americanos
aplicándolo a la época colonial, aparece en los documentos oficiales del supremo gobierno de la Monarquía
como una ruptura explicita con las leyes y el régimen político dominante de los últimos tres siglos.
Otras disposiciones del decreto abren vía a la victoria final de los revolucionarios. Al mismo tiempo que realizan
una consulta general para que todos los cuerpos (consejos, juntas, tribunales, ayuntamiento, etc) y las “sabias
personas ilustradas” den su opinión sobre las modalidades y el papel de las futuras cortes. Hacer de la
constitución un tema de debate es fundamental en el traspaso a la política moderna.
El debate que tiene lugar los meses siguientes opone a los constitucionalistas con los revolucionarios, acerca de
la soberanía nacional (voto por estamento o por cabeza, modalidades, etc.). Aunque Jovellanos ganara
provisionalmente, su victoria no se materializará nunca. Su propuesta de continuar con el modelo inglés, de dos
Cámaras, no tenía ningún precedente en las instituciones tradicionales hispánicas, y mostraba más bien, la falta
de argumentos.
La victoria política de los revolucionarios es consecuencia de la victoria ideológica, de la que el lenguaje y
mutación fueron parte fundamental. Las palabras adquirieron un nuevo sentido.
Desilusiones americanas.
En América, las mutaciones ideológicas acompañan la reivindicación, por los americanos, de su igualdad
respecto a los peninsulares. Lo que antes se fundaba en leyes y privilegios, ahora se fundamenta en el derecho
natural y la soberanía de los pueblos. Pero los problemas de fondo, no han cambiado, Se trata de garantizar en
la práctica, y no solo en los textos, la igualdad de derechos: por la formación de las juntas y por una
representación justa en las nuevas instituciones representativas que se preparan en la Península para toda la
monarquía. La lucha de los americanos por conseguir el poder local, se intensifica.
El descontento y la desconfianza hacia los gobiernos peninsulares crecen sin cesar y llevan a tentativas de
formación de juntas americanas. A fines de 1809 la situación de España es crítica. La ofensiva francesa provoca
acusaciones de traición contra los miembros de la Junta Central, a formación de la junta independiente de Sevilla
y la huida de Cádiz de una parte de los miembros de la Junta. Hizo falta presión de los ingleses para que se
forma el Consejo de Regencia que proclame asumir la autoridad soberana, mientras que las tropas francesas
ingresan en Cádiz.
El mismo día en que se disuelve la Junta Central, se cierra el puerto para impedir que noticias incontroladas
lleguen a América, precaución que fue inútil.
El Consejo de Regencia estaba destinado a durar muy poco. En sus discursos se observa un lenguaje del
liberalismo más radical. La intención era conseguir el apoyo al nuevo régimen y los americanos la interpretaron
como el estimulo para formar sus propios gobiernos, y eso fue precisamente lo que hicieron.

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