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La Casacion Civil Tomo I Volumen I Piero Calamandrei PDF
La Casacion Civil Tomo I Volumen I Piero Calamandrei PDF
LA CASACION CIVIL
TOMO 1
VOLUMEN 1
EjemplarNo
IMPRESO EN LA ARGENTINA
Queda hecho el depósito que previene la ley 11723.
Derechos adquiridos para todos los paises de ha
bla espafiola por el editor Aniceto López, y cedidos
para esta primera edición de 1500 ejemplares a la
EDITORIAL BIBLIOGRAFICA ARGENTINA
Cangallo 860 Buenos
Aires.
PIERO CALAMANDREI
PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE FLORENCIA
LA CASACIÓN CIVIL
TOMO 1
HISTORIA Y LEGISLACIONES
VOLUMEN 1
DE
CARLOS LESSONA
PROFESOR Y ABOCADO
EN LA ENSEÑANZA Y EN EL PATROCINIO
DE PROBIDAD Y DE CARÁCTER
CWNCIA CARECR
DE VALOR
PREFACIO
pos de nuestra vida nacional, pienso todavía hoy, lo mismo y más intensa
mente que antes, que la piedra de toque con la cual se podrá apreciar si
verdaderamente Italia ha alcanzado su plena madurez nacional, será la
solución que se llegue a dar al urgente ordenamiento de la Casación civil.
El problema de la reforma judicial y procesal no es uno de esos pro
blemas que se denominan “de actualidad”: fuera de un limitado círculo
de especialistas, el pueblo ignora hasta los términos fundamentales de las
cuestiones que se agrupan en torno a este problema; y los mismos prof e
sionales del Derecho, en su gran mayoría, no se sienten inclinados a estu
diarlo y a apresurar su solución. Sin embargo, las pullas fáciles, cada día
más frecuentes aun en boca de los profanos, contra las que POLACCO
definió las “cábalas del mundo legal”; la multiplicación de las jurisdiccio
nes especiales que, en busca de formas simples y expeditas, sustraen al
herrumbroso mecanismo de los tribunales ordinarios grupos cada vez más
numerosos de controversias; la afirmación repetida hoy abiertamente de
que el excesivo número de abogados es una de nuestras calamidades necio—
nales, todos estos pequeños indicios, que revelan la difusión cada vez ma
yor en las masas de un sentimiento de profunda desconfianza en la jus
ticia, tal coma hoy se administra, hacen comprender que el problema de
la reforma, aun cuando no llegue a captarse por los profanos en sus tér
minos técnicos, es sentido y se halla presente hoy en día, en su aspecto
social y moral, aun en la conciencia del pueblo. Y a quien se preocupe de
elevarse mediante investigación desapasionada a las causas de este estado
de ánimo, se le presenta como evidente que la justicia civil no podrá nun
ca librarse del descrédito en que ha caído actualmente en la conciencia
popular, sino cuando se tenga el valor de liberarla resueltamente de todas
las viejas “cábalas”,a través de las cuales, mientras este vertiginoso correr
de los tiempos se adelanta, aun a los ordenamientos más progresivos, se
perpetúan en ella formas e institutos retardados en un siglo.
La más vergonzosa entre estas viejas “cábalas”es, indudablemente, la
ordenación actual de la Casación civil. Tuve ocasión, hace algún tiempo,
en un trozo de tierra italiana redimido por nudst’rossoldados, de conversar
con un magistrado de la Suprema Corte de Viena y de llevar a cabo con
él alguna comparación entre nuestro proceso y el austríaco. Discutimos
seriamente sobre las más importantes diferencias; pero cuando aludí al
sistema italiano de las cinco Cortes de Casación regionales, el magistrado
austríaco, aunque sin hacer comentarios, no pudo contener la risa; tan ex
traño le parecía a él, no habituado, como estamos nosotros, a esta absurda
rareza de la unidad pluralizada, el fenómeno jurídico de la coexistencia en
Prefacio
P.C.
ADVERTENCIA BIBLIOGRÁFICA
Str PO Strafprocessordnung.
— (Ordenanza [ oReglamento] Procesal
Penal alemana).
Ann. — Annali di giurisprudenza toscana (Firenze).
Arch. giur. Archivio giuridico di F. SERAFINI.
—
Strafprozessrecht.
Gruchot B. Beitriige zur erUiuterung des deutschen Rechts, heraugs.
—
von GaucnoT.
Grünhwt Z. Zcitschrif 1 für deutsch. privat unci 6ffentlich Reoht
—
HISTORIA Y LEGISLACIONES
INTRODUCCION A LA PRIMERA PARTE
3.
— La escasez de resultados prácticos conseguidos hasta ahora
por las investigaciones históricas sobre el origen de la Casación, deriva,
en mi concepto, de dos motivos: ante todo, del hecho de que, por un
conocimiento defectuoso de los factores históricos del proceso moderno,
estas investigaciones no han sido realizadas en el campo en que podían
resultar fructuosas; en segundo lugar, del hecho de que como base de
la investigación no se pusieron claras premisas dogmáticas, que recor
dasen al historiador cuáles son los elementos constitutivos de la Casa
ción moderna y cuáles son, por tanto, los elementos correspondientes
que deben buscarse uno por uno en el pasado.
Puesto que la Casación tal como hoy la tenemos es un organismo
singularmente complejo, que resulta de la agrupación de dos institutos
compuestos también a su vez de una cantidad de elementos llegados
a su madurez en diversas edades y que sólo en el Estado contemporá
neo se han fundido en un todo homogéneo, sería inútil buscar en los
siglos anteriores a la Revolución Francesa un instituto que presentase
en igual fusión todos los elementos que se encuentran asociados en
la formación actual. Una investigación histórica que quiera ser pro
vechosa debe, por el contrario, arrancar de la premisa de que de una
parte la Corte de casación y de otra el recurso de casación son suse p
tibIes de ser científicamente analizados y descompuestos en una serie
de conceptos elementales constitutivos, cada uno de los cuales puede
haber tenido en el tiempo un desarrollo suyo propio; y que, por tanto,
puede ser interesante y fecundo investigar en los diversos períodos
jurídicos de los cuales nuestro proceso deriva directamente la aparición
y la afirmación de las ideas singulares elementales que en vano, antes
de la Revolución Francesa, se buscarían unidas. Semejante trabajo de
recomposición histórica presupone, como puede comprenderse, un tra
bajo de deseomposición dogmática; puesto que para conocer cuáles son
los elementos esenciales que han de buscarse en el pasado, es preciso
tener en la mente con toda claridad el cuadro analítico de lo que el
instituto es en el presente. Pero este cuadro dogmático, que desde
luego he debido, por necesidad, trazar dentro de mí antes de lanzarme
a la investigación histórica, no podría ser presentado aquí sin perju
dicar a la claridad de una exposición en la que la investigación histó
Historia y Legislaciones
DERECHO ROMANO
LITERATURA:
1. Concepto repetido por todos los autores niodernos que estudian la nulidad
de la sentencia, y especialmente por aquellos que la niegan: véanse, especialmente, /
los escritos de KROSCHEL, 1’Tichtigkeit der Strafurtheile, págs. 145 y sigs.; y de / ‘ -
FISCHER, Unmóglichkeit, als Nightig1eeitsgrund, 1, pág. 22; HELLWIG, System des,’ z
deutsch. Zivilprozessrechts (Leipzig, 1912), § 174, IV. / — ¡
2. BIYLOW, Fiátionea und Wahrheiten, pág. 76, nota 62; NUSSBAUM, Prozessff ¡ ç -
/
40 CALAMANDEEL
PIERO — La Casación Civil
12. Véase voz anUos, II, A. 1), a’ ,pág. 315 deI Vocabulariu iurispruden
,m
iiae roananae, Ed. LESSER, Berolini, MCMXIV); véase también BtiLOW, Dic
Lehre von den Prozesscinreden und Prozessvoraussetzungen (1868), pág. 90;
FRANKE, Beitrag, cit., pág. 789.
13. L. 23, 1 D. de app., XLIX, 1.
14. L. 59, 3 D. de re jud., XLII, 1.
15. L. 1, 0. si a non comp., VII, 48.
16. L. 2, 1 D. quae sunt. sine app., XLIX, 8.
17. L. 4, 7 D. de re tud., XLII, 1; L. 1, 3 D. quae sent. sine app. D.
XLIX, 8; L. 3 h. t.
18. L. 6, 0. de sen!. et ja!., ‘ iTT, 45.
19. L. 11, C. de seat. et mt., VII, 45.
20. L. 4, 6 D. de re iud., XLII, 1.
21. L. 2, C. si a non comp., VII, 48.
22. L. 4, 0. de seat. et mt., VII, 45.
23. BARDELEBEN, De sea !entiarumnullitate, pág. 2; LINDE, Beitrüge.
44 Pxxno
CALAMANDREI — La Casación Civil
para eflo 3o• Igualmente era nula la sentencia del juez incompetente por
razón del territorio o por razón de la materia o que decidiese supra
,
jurisdictionem 3 .
Otro presupuesto, sin el cual no podía constituirse válidamente la
relación procesal, era el de la existencia de las partes y de su capacidad
para estar en litis. Si la delegación del juez ocurría cuando el deman
dado hal)ía muerto, la relación procesal no se constituía y la sentencia
pronunciada a base de la misma era nula 34; nula era la sentencia contra
minores indefensos o contra el furiosus porque la incapacidad para
,
40. L. 1, 0. si a non comp. md., VII 48; L. 7 0 de seat., VII, 45; L. 18, D.
de cornm. div., X, 3: vitra id quod ja iudicium deductum est excedere potestas iudicis
non potest. Véase también L. 170, D. de div. reguli8 juris, L. 17.
41. L. 4, 0. quando prov., VII, 64.
42. L. 1, C quando prov., VII, 64; L. 9, 0. de seat. et ini., VII, 45; L. 6, 0.
de excep. rei iud., VII, 53; L. 1, C. sentent. rescindi non posse, VII, 50, etc. Véase
LINDE, Handbuch, 237; KONLER, Forschungee, págs. 96-97; y Prosesa und Nich.t
prozess, pág. 120; véase, sin embargo, PERNICE, Pa erga, en “Z. Sav.”, XIX, 148.
Véase también BARDELEBEN, De sest nulliiatp, pág. 42; WErZELL, System, M,
notas 1 y 2.
43. L. 1, § 3,D. quae sent., XLIX, 8; L. 60, D. de re iud., XLII, 1; L. 47 h. 1.;
L. 75, D. de md., V, 1; L. 1, 0. de seat. el ini., VII, 45; L. 4, 5, 7, 10, 0. qaomodG
et quando, VII, 43, etc.
44. L. 4, Cod. VII, 43, cit.; L. 1, D. de iurisd., LL, 1.
45. L. 5, 0. VII, 43, cit.
46. L. 6, 0. de sent. el ini., VII, 45.
47. L. 3, 0. de sent. ex per. rec., VII, 64; véase también L 1, 0. VII, 44.
Nulidad de la sentencia por vicios procesales 47
48. La literatura es, en relaci6n a este punto, muy rica. Véase BUONARUCI,
Procedura, págs. 364-366; BERT0LINI, Processo civ., II, u. 248; BETHMANN-HOLLWEG,
Rom. Civ. Pr., II, págs. 723 y sigs.; CASTELLAR’, Contrarietd ¿elle sent., ns. 2-21;
MERKEL, Appellation, 14; ENGEMANN, Rém. Civilpr., 1, 144; WETZELL, System,
Çs 60; ZIMMERN, Rém Civiipr., 487; LINDE, Handbuch, II, S 227; SKEDL, Nichtig
leeitsbeschw., 1 y notas; EISELE, Abhandiungen, págs. 125-189; Vo loT,
XII Tafein,
II, 153, e id. en nota, pág. 658, la bigliografía anterior; LENEL, Édit perpetuet,
II, pág. 183 y sigs. y bibliografía anterior a pág. 186, nota 4; CUQ, Manuel,
pág. 907; y llévocation, pág. 858; PERROT, Áppel, págs. 15-18; WENGER, en Actio
ivdicati, se limta a tratar de la nulidad hecha valer por el demandado en vía de
fensiva contra la actio iudicati, págs. 36 y sigs.
49. Véase BETHMANN H0LLWEG, Ruin. Civ. Pr., II, 723.
50. Buon icr, Procedura, cit., pág. 61; BETHMANN-HOLLWEG, Ruin. Civ.
Pr., 1, 53; BERTOUNI, Proeesso civile, 1, págs. 153-155; EISELE, Abhandlungen,
págs. 142 y sigs.; ENGELMANN, Rina. Civilpr., pág. 144.
51. Ob. cit., 146-147; véase CASTELLARI, Contrarietá ¿elle sentenze, n. 3.
52. XII Tafein, II, pág. 658.
48 CALAMANDREI
PIER0 — La Casación Civil
res ohm iudicata post ion gum silentium in iudicium deduci nen potest
‘neo eo nomine in duplum revocan, y admite así que la posibilidad de
utilizar la revocatio in duplum estuviese contenida dentro de un término
prescripeional 70, esto no debe hacer pensar, por analogía, en el término
dentro del cual están limitados hoy los medios para Impugnar las senten
cias, sino en la prescripción que destruye en general todas las acciones,
y no tanto, en el caso específico, en la prescripción de la acción de
declaración de certeza de la nulidad, cuanto en la de la acción con que
se podía pedir la restitución de la suma pagada en base a una sentencia
nula; cuando WETZEL, de la L. 3 0. quomodo et quando VII, 63, en la
que se afirma que una sentencia pronunciada en ausencia de los con
denados adquiere valor si ubi primuni cognovistis ncn juico de statutis
buida por LENEL al tít. XLII del Edicto, se traduce ¡“du pourvoi ea cassation”!
Aparece del texto que entre la revocatio romana y nuestro recurso de casación no
hay nada de común; observa justamente SCIALOIA, Procedura, pág. 386, que en
esta acción de declaración de certeza de la nulidad “hay semejanza con el instituto
de nuestra casación, pero las diferencias son también grandísinias, porque en nuestro
tipo de casación se va ante un magistrado especial a hacer declarar que una sen
tencia es nula; pero si esta declaración no se produce, o no se solicitó en los modos
y términos ordenados por la ley, la sentencia, si bien intrínsecamente nula, se aplica
como si fuese válida. En derecho romano, por el contrario, la sentencia viciosa es
nula ya de por sí, etc.”.
68. Esto parece que no lo ha entendido COSTA (AN’roulo) en su estudio sobre
la querela nnllita quien
is, considera que la q. n. tenía ya un germen en el derecho
romano, desde el momento que le parece inverosimil que quien tenía interés para
hacer reconocer tal nulidad careciese de un medio idóneo para ello. El medio
existía: ¡ pero — y aquí está la sustancia — tenía carácter declarativo, no consti
tutivo!
69. SKEDL, Nichtigkeitsbeschw., pág. 110 dice que en el derecho romano se
contaba sólo con medios zar Konstatirung des Nichtbestandes des Urteils.
70. S. .R., V, 6 . El período siguiente Longum autem tempus exemplo longae
praescriptionis decennii inter praesentes, inter absentes vicenaii computantur, parece
que sea un agregado por un intérprete.
Nulidad de la sentencia por vicios procesales 51
71. System, 60, págs. 787-789; véase BARDELEBEN, De seat. nuli., pág. 25.
También LINDE, Handbuch, II, S 242, deriva de esta ley que el derecho romano
conoció nulidades sanables: véase sobre el terna GESTERIMNO, Ausbeute von Nach
forschungea, III, pág. 132, nota, y FRANKF, Beitrag, págs. 391 y siguientes.
72. Refutación de WETZELL y del argumento derivado de la L. 3, 0. VII, 63,
citada, puede verse en SKEDL, pág. 2, nota 4, así como también indica literatura
sobre la cuestión; favorable a WETZELL, ENDEMANN, Civilprozcssrecht, Ç242, nota 9;
en contra, BENAUD, Lehrbuch, 183, y literatura en pág. 534, nota 9. También a
SAVIGNY, Sistema, VI, pág. 411, le faltó una clara noción de la nulidad romana,
en cuanto creyó que para hacerla valer fuese necesaria una verdadera y propia
impugnación, qáe difería de la apelación sólo por las diversas reglas formales.
Igualmente BARON, Gesehichte, 213, n. II, habla de una querella como de un
verdadero y propio Rechtesmittel.
CAPITULO II
27. Paralelo entre este momento político y aquel en que tiene origen en
Francia el recurso de casación.
pretor denegar la acción tanto por motivos de hecho como por motivos
de derecho 10, y podía decidir de un modo definitivo a base de un jus
iurandunj o de una confessio in iure H Por otra parte, tampoco cuando
el pretor concedía la fórmula, el campo dentro del cual podía desarro
llarse la decisión del iudex unus era limitado a la cuestión de hecho:
si esto podía ocurrir en caso de formulae prae judiciales, en que el juez
debía limitarse a expresar su parecer acerca de una determinada cir
cunstancia 12, ordinariamente correspondía al juez también la defini
tiva decisión da los puntos de derecho. También SUHULTZE, que concibe
la fórmula como una sentencia hipotética, que el iudex debe transformar
en sentencia definitiva apurando los hechos , admite que, cuando se
14. Id., pág. 239. Acerca de la mayor amplitud de investigación del derecho
oncedtda al mdc por x las forin clac in ms conccptae, véase BtToNA Procedura,
iIcI,
págs. 96, 97; ENGFLMANN, Rów. Ccilpr., 52 53. Véase IIIEItING, Esprit da dr.
rosnain, oT. III, págs. 99 y sigs.
15. Róm. Civilpr., II, pág. .593, nota 41.
16. Ciccronis pro A. Coecina (Ed. Teuhner), cap. 13, 36 y sigS., n. 37.
Véase sobre esta oración, J3EPIIMAaN-II0LLWEG, II, 125 (Anhang III).
17. BERTOLINI, 1 pág. 331. Véase BATEn, Entscliddungsgrundlagcn, cit., págs.
23 24, sobre el diverso efecto que las variaciones de la relación sustaiicial producían
sobre el proceso, según que se tratase de acLiones bonac fidc o de actiones atricti
iuris.
18. Procedura, pág. 120.
58 Piano
CALAMANDREI — La Casación Civil
21. Algo siniilar debía, sin embargo, hacer excepcionalmente también el juez
romano, cuando, en los juicios ex fide bona, no debía decidir según una ley o una
costumbre, sino según el sentimiento jurídico basado sobre la buena fe (Véase
ScxALoIA, Procedura, 120).
22. Privatrecht und Frozess, especialmente 18.
23. Véase especialmente obra citada, págs. 236-237. En contra, ENGELMAxN,
pág. 137.
24. Véase VASSALLI, Jus-faetuin..
25. Se pueden ver en VASSALLI, págs. 9-20 del escrito citado.
60 PIRRo
CALAMANDREZ La Casación Civil
—
si existe una ley que dispense del oficio de tutor o de otro encargo
a quien tiene una cierta edad o un cierto privilegio o un cierto número
de hijos; la segunda, para decidir si, existiendo tal ley, el peticionario
se encuentra realmente en este caso en las condiciones que autorizan
la dispensa. Supongamos que el juez recliace la demanda expresada:
podrá ocurrir así o porque el juez niegue la existencia de una ley que
autorice la dispensa (neque filios, neque aetatcm, aut ulluin privilegiurn
ad muneris vel tutelae excusationern prodesse) y con esto habría resuel
to en contra del que insta la cuestión de derecho; o porque niegue la exis
tencia en concreto de las circunstancias previstas por esta ley (eum
de aetate sua aut de munero liberoram non. probasse), y con esto habrá
resuelto en contra del que insta la cuestión de hecho.
De un modo análogo está eonstruído el ejemplo sacado de la cons
titución del emperador ALEJANDRO. Se disputa sobre la validez de un
testamento, y el heredero legítimo afirma que el mismo es nulo porque
la ley no admite capacidad de testar en quien no ha cumplido los ca
torce años, y el testador ha muerto antes de alcanzar esta edad. El juez,
para declarar la validez del testamento, podrá negar la razón al he
redero o en la cuestión de derecho, afirmando que no existe una
ley que niegue la facultad de hacer testamento al menor de catorce
años (potuisse defecturn etiam mi’norem XIV annis testa rnentum
fa
cere), o en la cuestión de hecho, afirmando que, aun existiendo la
ley invocada por el heredero legítimo, se verifica en el caso en cuestión
la circunstancia prevista por ella, porque el difunto, cuando hizo tes
tamento, había cumplido la edad de catorce años (implesse defectum XIV
annum).
Si la contraposición entre quaestio iuris y quaestio fac ti viene in
dicada también en otros textos en ninguno como en estos dos, cuyos
,
nunquam esse factum; crede huic testi, has comproba tabulas”. Hoc
non potest: “Statue, cui filius agnatus sit, eius testamentum non esse
ruptum; iudica, quod mulier sine tutore auctore promiserit, deben” 31•
Por otra parte, en todos ios textos romanos, a partir del proemio del tit.
De officio iudicis de las Instituciones jnstinianeas (IV, 17), donde se
contiene la admonición general: et quidem in primis iliud observare
debet iudex, ne aliter iudicet, qua legibus
n aut constitutionibus aut
mori bus proditum est, se encuentra continuamente repetido el principio
de que el juez debe decidir secundum leges 32•
31. La L. 79, D. de iud., y, 1, prueba en efecto que mientras los jueces dele
gados podían dirigirse al Praeses delegante en peticióii de aclaraciones sobre el
punto de derecho, que debían decidir según la ley, no podían pedir sugerencias sobre
el punto de hecho, que debían decidir sólo según su conciencia: ludicibus de jure
dubitanlibus praesides respondere solent: de tacto consulentibus non. debent praesideg
consilium impertire, verum iubere eos prout reiigio suggerit sententiam pro ferre.
Véase acerca de esta ley DUARENO en el escrito citado, y VASSALLI, Jus-factum,
pág. 9.
32. L. 40, 1, D. de tao’., V. 1. Non quidqaid iudicis potestati perinittitur, jo’
subicitur iuris necessitatj. L. 13, C. de sent. et interl. VII, 45: Nov. 15, e. 1, Nov.
24, e. 2, Nov. 82, e. 13, Omnis autem iudex custodiat leyes et ecundunc cas
prof erat senientias. . .; Nov. 113, e. 1, . .secunduin generales nostras leyes causas
examinan et dccidj. ..; Nov. 149, e. 1, etc.
Extensión del concepto de nulidad a las sentencias 63
37• Véase mi trabajo, La geaesi logica della .sentenza civile, Firenze, 1914.
36. Véanse mis estudios, Genesi logica y Err. in iud., n. 12.
Extensión del concepto de nulidad a las sentencias 65
40. Por ej., L. 5, 0. quando prov., VII, 64, dubiu non n esi id, quod contra
ius gestum videtvr, firmitatein non tener et sine appeilatione posse rescindi.
41. Linaz, Handbuch, II, 429; WETZSLL, System, 52, nota 4. Véase en
cuanto al derecho común, mi Err. in md., a. 24.
42. POvHIER, Des obligations (en “cEvres”, cd. Bruxelles, 1831, 1), a. 871:
Observez que, pour que le jugerncnt soil mil, u faut qu’il ait prononcé expressé
inent contra Za ioi; u faui qu’il ait jugó que la ioi ne devait pos étrc observó;.
KOHLER, Prozess und Nichtprozess, pág. 121; SCHMIDT, Handbuch, 241, pág. 513,
dice que la sentencia es nula “cuando contradice a determinadas leyes en modo que
el juez prescinde de observarlas y aplica como derecho vigente lo contrario del
contenido de aquéllas” etc., id. pág. 514.
43. El egregio Prof. FILIPPO VASSALLI me hizo observar que de la expresión
contra tam manifesti inris formain de la L. 2, 0. VII, 64, no puede derivarse con
certeza la regla de que en el derecho romano clásico no fuese nula la sentencia
que contenía la violación de una ley oscura (error de interpretación) y que esto es
así porque aquel tam inanifesti puede ser puramente enfático, o bien porque tal
eipresión pudo ser interpolada por los compiladores al objeto de disminuir los casos
de nulidad en favor de la apelación (véase, más adelante, n. 34) ; la regla, pues,
que la doctrina admite concordemente debería limitarse al derecho justinianeo.
Véase, ahora, el mismo VASSALLI, La sent. condiziona2e (Roma, 1917), pág. 32,
nota 1.
Extensión del concepto de nulidad a las sentencias 67
44. LINDE, II, 429; WEPZELL, 1. e. y autores allí indicados, SCHMIDT, Hand
bueh, 241, pág. 514, a base de la L. 32, D. de legibus, 1, 3.
45. Véase Erorr in iud., ns. 42-52.
46. SCHMIDT, Handbuch, S 241, nota 26.
47. LINDE, Handbuch, II, pág. 431.
48. Véase L. 29, D. de usuris, XXII, 1; L. 28, C. de ,i suris, IV, 32, etc.
49. Véase VASSALLI, Jus-faetuin, píigs. 14 36 y literatura en nota 1 de la
pág. 15. Véase resumida la cuestión en SCHaUDT, Handbuch, 229, nota 5.
50. Véase VASSALLI, loe. cit.
68 PIER0
CALAMANDREI — La Casación Civil
de elección debe serle reconocida, puesto que sólo el juez está en situa
ción de apreciar los caracteres jurídicos del caso concreto y de con
frontarlos con los del hecho específico hipotizado por las normas
singulares. El juicio por el cual el juez decide que el estado de hecho
controvertido no tiene los requisitos supuestos por una determinada
norma y que, por consiguiente, la misma 110 le eS aplicable, no es
un juicio abstracto que niegue para cada caso validez a la norma en
cuestión, sino que es un juicio sobre el caso concreto, que se limita a es
tablecer por una sola vez la relación entre la norma y un determinado
caso particular: el error relativo a los límites de aplicabilidad de la
ley, que deja intacta la eficacia de ésta para otros casos diversos del
controvertido, el error en el cual el juez incurre considerando que la
causa no está comprendida en la hipótesis de una determinada norma
(non existirnat ca’usam de qua iudicat per eas iuvari) no produce, en
el derecho romano, la nulidad del fallo en perfecta concordancia
con los numerosos pasajes de las Fuentes romanas en los que la deter
minación de los caracteres jurídicos de una cierta relación concrcta,
la cual es esencialmente una cuestión de derecho, se considera, por el
contrario, como una quaestio faeti
53. LINDE, Handbnch, II, pág. 428, let. b; WETZELL, System, 52, nota 4,
pág. 666; ScHMIDT, Handbuch, 241, pág. 513.
54. Por ej. L. 13, D. qui potior. la pign., XX, 4; véase BAHN, Da Eechtsmittel
zweiter Instanz un deuts. Civilprozess (Jena, 1871), pág. 22, nota.
55. Véase Error in iud., xi. 39.
70 CALArvI
PIER0 Rfl — La Casación Civil
fuesen contra ius constjtutionis, válidas cuando fuesen contra jus liti
gatoris — se puede preguntar cuál era el principio a base del que se
establecía tal antítesis, con efectos tan profundamente diversos para
los dos términos de la misma. La expresión, nueva y extraña 00, de
ius constitutionis, puesta en relación con la de ius litigatoris, puede
acaso dar alguna luz para establecer cuál era el punto de vista del
derecho romano: mediante tal expresión, en efecto, parece que MACEO
ponga ante el juez, junto a la parte que pide el reconocimiento de un
derecho subjetivo suyo (ms litigatoris), la personificación de la ley, la
66. Metaphysik des Civilpr., 1, pág. 281, nota; expresamente añade el autor
que este motivo de nulidad no puede existir en un sistema procesal que no tenga
en los órganos jurisdiccionales una división similar a la del proceso romano. En
el sentido sostenido por mí, véase GESTxRDINO, Ausbeute, pág. 152.
Extensión del concepto cte milidad a las sentencias 75
72. SCIIULTZE, Privatrecht und Prozcss, págs. 496 y sigs. Según este autor,
en el período de las legis actiones la ley es ya de por sí la sentencia; por lo que
una parte no debe hacer otra cosa que repetir ja jure las palabras de la ley, que,
si el demandado no contradice, son sin más el fallo. Pero para que se verifique tal
efectu es necesario que la parte repita fielmente las expresiones de la ley. De otro
modo “puesto que la parte ha puesto en su sentencia una premisa mayor que no es
una premisa mayor de la lex, dicha parte ha puesto en lugar de la premisa mayor,
de la lex una premisa mayor construída arbitrariamente por ela, pronunciando así
como sentencia de la lez una sentencia arbitraria suya propia. Su sacra1nen es uia
así iniustuin, no porque contenga un error de forma, sino poriue es un sacrarnentum
conira ius clarum in Ihesi” (pág. 498).
73. Véase SCHULTZE, 30 y 31.
74. SCHULPZE, pág. 364; LEFEVRE, Tribnns ¿le la plébe, págs. 134 y sigs.
75. Véase la observación de IIEFFTER, Institutionen, pág. 254, nota 61.
78 PIER0
CALAMANDREI La Casación Civil
—
76. Sobre este significado de la expresión iudex daíus MOMM5Eu, Droit pu.
blio, V, pág. 271 y Droit penal romain, 1, pág. 290, nota 8; véase PERROT, Appel,
págs. 35 y 36.
77. De la L. 2, D. XLIX, 8, dice VASSALLT, J osfaetu pág. 11, nota 1,
n,
que el vocablo index “o no es clásico, o se refiere, como es también probable, al
iudex datus del procedimiento extraordinario”.
Extensión del concepto de nulidad a las sentencias 79
poniendo de relieve, cada día más cii realidad, la unidad del derecho
—
83. WETZELL, $ystem, 46, nota 10; BARDELEBEN, dc sent. nullitate, pág. 38.
Para dar ejemplos de sentencias nulas por error contra ius constitutionis las Fuen
tes se ven, en efecto, constreñidas a suponer sentencias motivadas. Véase Error in
indicando, n. 43 y notas.
84. VASSALLI,escrito cit., pág. 11.
Extensión del concepto de nulidad a las sentencias 81
85. Mientras el influjo del derecho local puede acaso excluirse en el error
referido por ]a L. 2, 0. VII, 64, tal influjo es a primera vista muy probable en
el error referido por la L. 1, 1). XLIX, 8, puesto que la materia de las excuso
iioxes en la tutela y cura de los menores estuvo en el derecho romano sujeta a
alteraciones de naturaleza local. Véase ALBERTARIO,Lo .sviluppo deUe “excusal iones”
en la iutel.a e cura dei Ininori, 1912.
82 CALAMANDREX
PlEno — La Casación Civil
cia ipso jure la de anulabilidad en virtud de impugnación (véase el
n. 98) ; de suerte que el poder regio, al eonstruirse un arma para
destruir las sentencias de los Parlamentos rebeldes, tuvo presente el
concepto de anulabilidad surgido en el proceso ordinario (véase, sin
embargo, en cuanto a la diferencia entre anulabilidad y easabilidad,
más adelante, n. 120) y creó así, por necesidad, un medio de recurso
al rey para obtener la anulación de estas sentencias. Los Emperadores,
en cambio, que en el proceso romano encontraban el concepto de
inexistencia jurídica del fallo, adaptaron a su finalidad política éste
instituto y establecieron que la sentencia proiiuneiada contra sus cons
tituciones fuese ipso iure inexistente, sin necesidad de recurso alguno
contra ella.
Este paralelo entre dos mon1entos análogos, en el cual, suponien
do por un instante que la hipótesis de KOULER sea fundada, he debi
do anticipar sobre el derecho francas ideas que desarrrdlnró mejor en
el momento oportuno, muestra que el germen político, del que debía
nacer en el derecho francés la Casación, ya se encontraba en el dere
cho romano, el cual en un período de lucha entre el poder central y
las rebeliones locales, habría acaso dado origen a un instituto similar
al recurso de casación del derecho francés regio, si el concepto romano
de inexistencia jurídica de la sentencia no hubiese excluido a priori
la necesidad de una reclamación dirigida a hacerla anular.
CAPITULO III
pígs. 60 y sigs en í-nantn a a l r-a iepiil ieana, y igs. 157 y sigs. en cuanto
a la época imperial. Véase taniLién Bi RTOLIi II, 1, 240.
12. LEFÉVRE, pégs. 61 89.
13. Id., pégs. 89 y sigs.
14. Véase LEr sisE,Tribuns de la pUbe, pégs. 135 y sigs.; GitrssANI, Pre
cursori, phg. 11.
15. En Roma, ya que no en las provincias: véase VLASSAK, Prozessgcsetze,
1, púgs. 117 118.
16. LEF VRE,
púgs. 140-147.
17. Véase WLASSAK, PrOZ(ssg(i., 1, 129.
Ordenamiento del concepto de medio de gravamen 87
20. Véase L. 21, pr. y 1, D. de app., XLIX, 1; PERROT, Appcl, págs. 146
y sigs.; MERKEL, Appellation, págs. 13 -136; LEFÉVRE, Tribuns de la plébe, págs.
214 15, nota 2. Autores más antiguos (SkvIoN Sistema,
, VI, págs. 317 y sigs.;
KELLER, Rósn. Civilpr., 82), creen que las instancias nacieron juntamente con la
apelación.
21. MOMMSEN, Droit publie, 1, págs. 30 y sigs.
22. Kipp, Appellatio, cit., B. 1; WLASSAK, Prozessges., cit., 1, 218, nota 31;
ampliamente PERROT, págs. 124 y sigs.
23. SAVIONY, Sisten,a, VI, pág. 497; y MOMMSSN, Droit penal, II, 305, n. 1;
en contra, L rá u’, Tribuna de la plébe, pág. 220; PERu0T, Appel, pág. 131,
nota 3. Véase también SCHULTZE, Privatrecht vvd Pro ess,págs. 419 y sigs.
24. IIuscri ,Analecta 1tttcraria, 1826, 1, 156; en contra, SAVIGNY, Sistema,
VI, 496; MERKFL, Appellation., 124-127; LEF VRE, 225.
25. Opinión más antigua de MOMMSEN, Droit public, 1, 265 66; V. 259;
véase PERROT, pág. 131, nota 3 y LEFáVRE, pág. 225.
26. Opinión de MERKEL, 43-44 y 134 y de LEFtVRE, pág. 225.
27. Droit publie, V, 268.
28. Kipp, Appellatio, II, 2 y literatura indicada allí a la que debe añadirso
PERROT, de pág. 29 en adelante.
29. BERTOLINI, Proc s civile,
o II, a. 251.
Ordenamiento del concepto de medio de gravamen 89
44. L. 6, pr. O. de appefl., VII, 42. Otras leyes en las que esta regla se ve
puesta en práctica, en LINDE, Handbuch, II, 195, nota a pág. 225; BETHMANN
ITOLLWEG, III, pág. 337; Kipi’, Áppeuatio, 1) B, IV, 5; BSJONAMICI, Procedura,
pág. 384.
45. Véase BIJONAMSCI y K ipi’, en los puntos indicados en la nota precedente.
46. Un caso en el que la appcllatio es declarada iniusta por ser infundada
en el mérito se encuentra en la L. 22, 5, D., de V. O., XLV, 1.
47. WETZELL, Sysiem, 56, nota 73, y referidas extensamente las Fuentes,
entre las cuales las más importantes son la L. 6, 1 y 2 0. de app., VIII 62;
L. 4, 0. de ternp. cf rep., VII, 63; L. 37, C. de app., VII, 62, etc.; BETIIMANN
HOLLWEG, Rdni. Civilpr., III, 150, pág. 328.
48. Véase LINDE, Uandbuch, II, 195; WETZEIL, Sysfem, 56, notas 51
y sigs. Tal posibilidad fué introducida por Justiniano, L. 39, C. de app., VII, 62;
la expresión usada por ULPIANO, en la citada L. 1, D. de app., XLIX, 1, tiene un
diverso significado (véase WETZELL, loc. cit., nota 51).
Ordenamiento del concepto de medio de gravamen 93
49. Por lo que lo pagado, a base de la sentencia de primer grado, debía ser
restituído: véase L. 11, D. de app., XLIX, 1.
50. Así KIev, Appellalio, 1, B, IV, 5 (pág. 208), en base a la L. 6, 1,
de his qui notantar infamia, III, 2; véase también WETzELL, System, 56, nota
102. BUONAMICI, Procedura, pág. 384, enseña, en cambio, que “confirmada la
sentencia de primera instancia, ésta producía sus efectos desde el día de la ema
nación”; pero el texto que cita en apoyo de esta opinión (L. 23, 3, 1). de app.,
XLIX, 1) no se refiere a este punto. Véase FOURNIER, Essai, págs. 79-80.
51. Véase Klee, loe. cit., y WETZELL, 56, nota 100.
52. L. un., C. nc liceat tertio, VII, 70.
94 Pnmo
CALAMANDREI — La Casación Civil
contra ellas, designándose por el epígrafe del tít. 8 lib. XLIX del
Digesto con la expresión de quac sententiac sine appellatio’ne rescin—
dantur, y por el epígrafe del tít. 64, lib. VII del Código con la expre
Sión de sentencias contra las cuales provocare non est nccesse. Muchos
textos relativos a la nulidad de las sentencias la consideran precisa
mente oponiéndola a la apelabilidad, y entre éstos la L. 1, § 2, D.
quae sent., XLIX, 8, al oponer la sentencia contra ius const ita
tionis a aquella contra ms litigatoris enseña que contra la primera
appellationis necessitas remittitur, mientras contra la segunda appella
tio necessaría est, y la L. 2 C. quando provocare non est necesse, VII, 64,
que, como ya se ha visto (en el n. 19) contiene ulla contraposición
semejante, admite que, mientras en el caso de error de derecho ncc
pro vocationis auxilium necessorium fuit, en el caso de error de hecho,
si se produce reliuncia a la apelación reni indicatani retractare non de
bey; en otro lugar se dice expresamente que ‘nonvidetur appellandi ne
ccssitas fuise, curn sente’ntia jure non teneat , y que no hay motivo
mira apelar contra la sentencia nula, sine causa appeilari .
15. L. 13 0. de sent. et mt., VII, 45; véase también L. 12 D., de off. praes.,
1. 18.
16. Bu0NAMICI, Procedura, pág. 371; MOMMSEN, Droit publie, pág. 267;
BETIIMANNJIOLLWEG, Rérn. Civilpr., III, S 137, pág. 90; ZIMME1ue, Bóm. Civilpr.,
pág. 519.
17. PERNICE, L’ordo iudiciorum et l’extraordinaria cognitio, págs. 138 y sigs.
Véase BERT0LINI, que trata en el vol. III, 36, del proceso per rcscriptum principis
a instancia de los litigantes, y en el 40, n. 325, de la relatio o consultatio ante
.sententiarn a iniciativa del juez; MERKRL, Appellation, 17.
18. MOMMSEN, Droit public, V. 194.
19. MOMMSEN, id. id.; PERNICE, 138.
20. PERNICE, pág. 140 y los que se citan allí en nota 2.
21. Véase L. 1, 1 D. de appeil., XLIX, 1; L. 7, 0. 1, 23; ejemplos de
rescriptos en los que la respuesta está dada en la hipótesis de que los hechos sean
tal corno el recurrente los narre, véanse en las L. 2, 5, 7, 9, etc. 0. de pactis, II,
3. Véase también PAccmoNI, Corso, nota 483.
22. Si iinperialis Majestas causam cognitionaliter exarninaverit, et partibus
cominus co titutis sententiarn dixerit; ornees omnino iudices, qizi sub nostro im
perio sunt, sciant hanc erse legein non solum uit causae, pro qua producta ‘cs’t,
8ed ci o nnibus sirnilibus. L. 12 0. de leg., 1, 14; véase MOMMSEN, y, pág. 194.
106 PIER0
CALAMANDR — La Casación
I Civil
29. Véase BETHMANN HOLLWEG, Riim. Civilpr., II, pág. 726, nota 29; Sicznr ,
Nichtigkeitsbeschw., pág. 118.
30. Véase BETHMANN-HOLLWEG, II, pág. 47; FOURNIER, Appel, pág. 71;
BERTOLINI, Processo civile, III, n. 332.
31. L. 1, 1 D. a qvibus app., XLIX, 2.
32. Véase L. 1 D. de offieio Praef. praet., 1, 11; L. 17 D. de inia., IV, 4;
Nov. 82, e. 12.
33. BETIIMANN-HOLLWEG, Bern. Civilpr., II, 47; CHENON, Caseation, pág. 8-9.
34. Véanse, además de las leyes citadas en la nota 6 (pág. ant.) las L. un.
C. de seat. praef. praet., VII, 42; L. 35 C. de appel., VII, 62. Véanse las notas
siguientes.
35. Sobre la upplicatio véase BuonAMIer, Procedura, pág. 368; FOURNIER,
Áppel, pág. 71; KELLER, Bárn. Civilpr., pág. 391; ZIMuERN, Rdrn. Civilpr., pág. 519;
BETIJMANN-HOLLWEG, III, 161; WETZELL, System, 59, págs. 774 y sigs.
Centralización del ordenamiento judicial en el emperador 109
36. L. un. de sent. pr. praet., VII, 42: rostro numini... supplicandi facul
tas...
37. Cit. L. 35 C. de app., VII, 62.
38. Nov. 119, e. 5 petitionein offerre gloriosissini5 praefectis, qui senten
tiam protulerunt, aut eorvm consiliaris aut causarn introducentibus... Véase BnTH
MANN HOLLWEO.
39. Véase ENGELMANN, R0n. Cívilpr., pñg. 143; así también, siguiendo las
huellas de CHENON, GARSONNET, Trait(, 2296.
40. En la Nov. 119 e. nt., el único presupuesto para el ejercicio de la
supplicatio es que unas forsan litigantiwrn putaverit se gravan, . . . putal se laes sin,
se gravatum putavenit.
41. COGNETTIDE MAR’rIIs, 19; SJCEDL, Nichtigkeitsbesehw., póg. 118. El
mismo AEONE, cnmcnfandn la 1. un. (1., VII, 42, ndvierte Si contra tus. Non hoc
dieitur tas praeceptorie, cari naPa esi sententia contra isis ¿ata, sed contra iuris
rationem.
42. COGNETTI,póg. 85, ve en la supplicatio la naturaleza de una rest. in
integrum; pero sus afinidades con la apelación se manifiestan también en los efec
tos secundarios del instituto, como, por ejemplo, en el efecto suspensivo que la
misma tenía si se ejercitaba dentro de los diez días siguientes al de la sentencia,
cli. Nov. 119, e. 5.
43. La tupplicatio podía ser ejercitada dentro de un bienio: L. un. O. de
sen., VII, 42.
110 PIERO
CAl q]rnEI — La CasaciónCivil
DERECHOS GERMÁNICOS
LITERATURA.
LA DESAPROBACIONDE LA SENTENCIA
(“URTEILSSCHELTE”)
1. Vépse, acerca de las diversas formas que tal contraposición asumió en los
Vari o 5derechos germánicos: BRIJNNFR, Rechtsgesehichte, 1, 20; ENGEL
MANN, Mitt. deuts. Prozcs 6;, GLASSON, Ilistoire, III, 23 y siguientes.
2. Acerca de los grupos en que pueden clasificarse los derechos germánicos,
Véase SCHUPFER, Le Fonti, págs. 54 y sigs.
3. V a e SCTHTLTZE, Privatrecht vnd Prozess, Vierter Abschn. Das germa
lluehe Gerichlsvrtcil, especialmente el 6, págs. 97 y sigs., donde presenta la con
traposjcj(n entre Rcchtsinhalt y Rechtsbefehl; BRUNNER, Geschiehte, 1, 20, págs.
208 y sigs.
4. Véase SOHM, Gerichtverf., 7.
116 P CALAMANDREI
lEno — La Casación Civil
15. Son ociosas, pues, todas las discusiones desarrolladas antes de que se
tuviese un concepto claro de la Urteil.sschelte, para resolver la cuestión de si los
pueblos germánicos más antiguos conocieron una medio de gravamen contra la sen
tencia: véase MORTARA, Appello civile, ns. 161-179 y la bibliografía que allí se in
dica; PISANELLI, Cornrneniario al C. P. 2., IV, ns. 12 y 22; FOURNIER, Essai,
págs. 96 y sigs.; MEYER, Istituzioni giudiziarie, lib. II, cap. XIX (vol. 1 de la
traducción); BONCENNE, Thcorie, vol. 1, cap. XV.
16. Privalrecht und prozess, pág. 147; ya, sin embargo, se encuentra el mismo
concepto en S0HM, Gerichtsverfahren, 374. Véase SKEDL, Nichtigkeitsbeschwerde,
págs. 8 9.
17. STEIN, Das Zivi1prozes §recht,
71 (en “Encijkl. der Rechtswissenschaft”
de Biase MEYLR), observa justamente que la TJrteilsschelte die Verheivdcrung, nicht
dic Nachprtifnng des Urlcils bezwcckte; WACII, Vortriige. La naturaleza de la
Urtcilsschelte, medio precedente a la formación de la sentencia, no posterior a la
sentencia ya formada, se manifiesta también en el hecho que los historiadores más
recientes (véase BRUNNER, II, 101) ponen, en la exposición sistemática del antiguo
proceso germánico, primero la exposicióli de la Urtcilsschclte, después la exposición
de la Urteil; al contrario de lo que hacen los tratadistas del proceso moderno, pre
sentando primero la teoría de la sentencia, y después la de los medios para im
pugnarla.
La desaprobación de la sentencia (“Urteilsschelte”) 119
Ante todo, puesto que la oposición que cada uno de los concu
rrentes podía hacer a la decisión propuesta por los jueces populares
tenía la finalidad de impedir que esta propuesta fuese aprobada por
la asamblea y, por consiguiente, proclamada como sentencia por el pre
sidente, tal oposición debía por lo general producirse antes de que
la asamblea hubiese asentido a la propuesta y antes de que el presi
dente le hubiese impreso, con su proclamación, el carácter de un con
creto mandato 18; una cantidad de textos pertenecientes a diversas le
gislaciones germánicas reafirman todos el principio de que la deci
sión propuesta por el órgano encargado de encontrar el contenido de
la sentencia podía ser desaprobada solo inmediatamente, pero no des
pués de que el debate judicial se hubiese cerrado o las partes se hu
bieran alejado del lugar del juicio j .
De la naturaleza arriba delineada de la Urteiisschelte derivaba,
pues, en su ejercicio procesal una segunda consocuencia característica,
que demuestra de un modo evidente cuánto la misma difería de la
appellatio romana: si de frente a la propuesta del colegio juzgador
una de las partes en causa o también uno cualquiera de los ciudadanos
libres presentes elevaba una contrapropuesta, manifestando estar proli
to a probar la bondad de la misma, surgía un conflicto entre dos partes,
las cuales no eran ya las que anteriormente habían sometido la contro
versia al juicio de los rachimburgos. Nacía así un nuevo juicio entera
mente diverso de aquel antes iniciado, que tenía de un lado los jueces
populares, y, de otro, aquel que había desaprobado su dictamen y que
podía también ser un miembro cualquiera de la consociación, extraño a
la controversia precedente: el actor y el demandado de la hitis origi
naria podían así quedar enteramente al margen del nuevo debate 20,
el cual no trataba de decidir por segunda vez la relación jurídica
controvertida, sino de establecer, en una especie de procedimiento in
cidental que dejaba en suspenso el juicio originario, si la contrapro
puesta del desaprobante era jurídicamente más correcta que el dicta
men del colegio. No es seguro cuáles fuesen originariamente las formas
para decidir este nuevo conflicto, ni cuál fuese el tribunal ante el que
18. BRUNNaR, Geschichte, II, pág. 357; SCHULTZE, Privatrecht und Proze& ,
pág. 148; SonM, Gerichtsverfahren, pág. 374.
19. Véanse textos en BRUNNRR, loe. cit., notas 17 18; PLANCIC, Gcrichtsvcrfahren,
1, 39, pág. 274, y allí fuentes del derecho alemán; véase también en cuanto al
antiguo derecho francés BRUNNER, Wort und Form, pág. 345; en cuanto a los
derechos anglosajones LIEBERMANN, Pie Gescíze 4ngclsac1isea, II, Bd., II. HhIfte,
1 echts - ued Sachglossar en la voz Urteilsschelte, págs. 703 704.
20. BRUNNER, II, pág. 358; SKEDL, Nicht’igleeitbeschwerde.
120 PIERO
GALA ANDREI — La Casación Civil
21. BRUNNEa, Geschiehte, II, pág. 359, notas 29 y 30. Véase también SIEOEL,
Gerichtsverfahrcn, 1, 22, pág. 150; GAL, Der Sweika?npf im friiakischen Prozes ,
cap. VI, pág. 276.
22. PLANeN, Beweisurteil, págs. 22 y sigs.
23. Lehrbuch, 114, u. 4: “La ordenanza procesal civil, según el modelo
de las legislaciones del siglo xix, ha vuelto nl principio romano de la ilimitada
admisión de nuevas producciones en el procedimiento de apelación y de querella;
pero asegura después en forma de revisión un medio de gravamen frente a las
sentencias de apelación de los tribunales provinciales superiores (Oberlandesge
richte), cuyo objeto es afín al de la Urteiissehc!te alemana, en cuanto el supremo
tribunal debe proceder solamente a un examen de la cuestión de derecho en base
al hecho de la causa declarado cierto por el tribunal de apelación” (págs. 492-493).
Véase también ENDEMANN, Civ ilprocessreehi, 227, u. 3.
La desaprobación de la sentencia (“Urteilsschelte”) 121
yor) y al mismo tiempo qué efecto jurídico que debiese producir según
que la parte consiguiera o no proporcionar la prueba en el modo pre
establecido por el juez (conclusión del silogismo, pero dada en modo hi
potético 29). Las partes, pues, no sometían nunca a los jueces afirma
ciones de hecho, sino sólo pretensiones de derecho, ofreciéndose a pro
bar su fundamento con medios probatorios puramente formales 30;
los jueces no decidían nunca cuestiones de hecho, sino sólo cuestiones
de derecho relativas a la admisibilidad o a la carga de la prueba, y a
las consecuencias jurídicas del buen éxito de esta prueba (por lo que
la sentencia llamábase ‘‘bilingüe’’ zweizungig) 31 Para
» concluir, en el
antiguo proceso germánico la actividad lógica que los jueces realizaban
al dictar la sentencia no resultaba, como en el proceso romano, de la
resolución de dos grupos de cuestiones, las de derecho y las de hecho:
los jueces germánicos resolvian solamente cuestiones de derecho, en
cuanto la resolución de las cuestiones de hecho se confiaba a las partes,
las cuales proporcionaban la prueba no antes de la sentencia, para con
vencer al juez, sino después de la sentencia (Beweisn para alcan
rtei1),
zar el efecto jurídico determinado por el juez 32»
Establecido así que la función propia de aquellos que, en el anti
guo proceso germánico, debían encontrar el contenido de la sentencia,
se limitaba a la resolución de la pura cuestión de derecho, se comprende
29. Scnuinr, Lehrbuch, pág. 58, n. 1; y Staatslehrc, II, Bd., 1, Thcil, 338-339.
30. CrnOVENDA, Principii, pág. 1: “Terna de prueba no los hechos singulares,
sino la afirmación jurídica de una parte”; GAUDENZI, Salica Lcgge, n. 41; PLANCK,
Bcweisvrteil, págs. 38, 48, 93; ENGFLMANN, loe. cit.; P0LL .Ie, System des ósterr.
Zivilpr. (Wien. 1903), 1, Ç 83, pág. 404; HXNEL, Beweissystem des Sachsenspiegels,
1858; ZALLINGER,Wesen vnd Elrsprnng des Formalisnius in altdeu sehen
Privatrecht,
1898. Una indicación sintética de éste y de otros puntos esenciales del antiguo
proceso germánico en SCTIWARTZ, Vierhunderi Jahre, págs. 6 7.
31. Véase SIEGEL, Gerichtsverfahren, 23, págs. 152 y sigs.; BRUNNER, Dic
Entstehung dcr Schwurgerichte, pág. 46; y Geschichte, II, pág. 363; PLANeE, Ge
richtsverfahren, 1, 41 y 43.
32. SIEGEL, Gerichtsverfahren, cit., escribe (págs. 147-148) : “Al oficio de
los escabinos no pertenece el examen y la apreciación de los hechos; ellos no deben
decidir si tal cosa ha ocurrido así o de otra manera, sino simple y únicamente
crear aquello qve debe ocurr Lo
r. que debe ocurrir es el derecho, lex. . “. Y
SOHII, Gerichísverfasung, pág. 127: “. el tribunal alemán no debe, por lo general,
conocer de la parte de hecho de la relación controvertida. Al tribunal alemán no
le compete forrnarse una opinión sobre la verdad o falsedad de ]as opiniones de
las partes. El mismo pronuncia su sentencia definitiva antes de la prueba, porque
a él nada se le debe probar. El conocimiento procesal del proceso alemán tiene
por oficio solamentc la declaración de certeza de normas (le derecho, legem diecre,
no declaración de certeza de hechos”; también BRUNNFR, Gcschichíe, IT, pág. 362, y
de un modo más decidido, SCHMIDT , Lchrbuch, pág. 58, nota 1; ENGEL
MANN, Mitt. deuts Prozcss, pág. 86; BRUNNER, Grundziige, 9.
124 PIERO
C A [ ANT» — La
I Casación Civil
37. PLANCK, Beweisurteil, págs. 10, 26, 32, 33; y Lerbuch, 1, 79, pág. 472.
SCHULTZE, pág. 148, enseña que entre los antiguos pueblos germánicos, al no
existir ieglas generales que determinasen desde su iniéiaeión una abstracta fuerza
obligatwia, la obligatoriedad legisla1i venía
a dada, caso por caso, mediante el
mandato proni nciado por el Richter en las controversias singulares (Rechtsbefchl),
de suerte que la sentencia era considerada como ley; y en otro lugar (pág. 118)
observa que “la sentencia germánica en un solo acto llena la función para la cual
hoy son necesarios dos actos; primero una ley y después una sentencia”. Véase
también SICEDL, Nichtigkeitbeschwerde, pág. 5, nota 10.
38. SEELMANN, Rechtszug ja ¿ilteren deuíschen Recht; GAL, Prozessbeilegnnq
naeh dem fránki.srhen Urkuncien des VII-X Jahrunderts• y Rechtsbraft des’
frónkischen Urteil?
La desaprobación de la sentencia (“LJrteilsschelte”) 127
44. Ob. cit., 65 67, y las fuentes que se indican en las cuales, según SEEL
MANN, komrnt der Gedanke zum Ausdruck dass das falsche Urteil kein Urteil ist
(pág. 91).
45. SEELMANN, Rechtszug, 16 y sigs.; 142 157 y sigs.; GAL, Prozess
beilegung, especialmente n. 2, págs. 4 y sigs., 6. Véase, en cuanto a los antiguos
derechos noruegos, BODEN, Urteil ira altnorwegischen Recht, especialmente el 5;
CHIOVENDA, Principii, pág. P07.
46. En “Nouv. Rey. histor.” XI, pág. 546; en contra GLASSON, Histoire, III,
pág. 427, nota 1.
47. Coleccióa de SEELMANN, 118-119.
48. Otras explicaciones en BRUNNER, Geschichte, II, S 101, nota 43; GLASSON,
loe. cit. en la nota 46 de la pág. presente; SEELMANN, 121.
49. Lo reconoce también SEELMANN, pág. 100, y la misma, notas con literatura.
La desaprobación de la sentencia (“Urteilsschelte”) 129
1. Acerca del cual véase SCHUPS’ER, Fonti, pág. 37; BRUNNER, Geschichte,
1, 53.
2. SCHUPrER., id. 48; 1, S 50.
3. SUHUPFER, id. 44; BRUNNER, 1, 51. Indicaciones generales y bibliografía
sobre estas leyes en BRUNNER, Grüdzuge, 15.
4. Ed.Theod., 7: iudex, discussis ntrius que partis sufigestionibus atque docti
mentis... iudicare debet.
5. Id. id.
6. Id. id. 131: .. . quod sententia inste lata constituit po.ssit implen.
7. Lex. Rom. Burg., XXXIII, 4: Cete ruin praesentibus partibus secundum
legeg data et relecta sententia postea non potenit revocare; también XXXII, 5.
8. Ed. Theod., 5.
132 PIEBO
CALAMANDEEI — La Casación Civil
9. Lez Rom. Burg., XXXIII; Lez 1?orn. Vis., O. Th., XI, 8 13; II, 1, 6;
Nov. Th., 5; Paul., 35-39. Pero no nlás de una vez en la misma causa: Ed. Athal.,
XI.
10. Lex Rosa. Vis., Paul., 1, 19 y Y, S 7. Véase I3ETIIMANN-TIOLLWEG, Germa
nisch-Romanische Civilprocess, 1, págs. 172, 202, 288.
11. Ed. Theod., 1: Si iudex acceperit pecuniasa, quatiniis edvcrsum ca pat
innocens contra legos et iuris publici canta isdicaret, capite puniattir.
12. En las leyes burgundianas (cd. DE SALIR, en Münnrnenta Gerinaniae
hist., Leges, II, parte la, pág. 119), la const. extrav., 21. n. 11, si quis. .. cx lego
expresse iudicare distulerit, multain se noverit inlaturuin.
13. Véase SANDER, Syndikatshlage, 5, pág. 13. La disposieióu del Ed. Theod.,
n. 2 (iudcx si pecuniam. acceperit. .. in quadruplwin quod veealitatis studio
acccpit, exsolvat, tui profuturum, contra quesn redernptus doccbitur tulisse scntcn
tiam) tiene, sin embargo, más el carácter de un resarcimiento a la parte pei’ju
dicada.
14. En la Lex Rosnana Curiensis (acerca de la cual puede verse BRUNNEII,
Geschichte, 1, Ç 52) se encuentran disposiciones fundamentalmente raillanas sbre
la apelación (XI, 8) y sobre la supplieatio (XVTI, ). El concepto romano de la
nulidad aparece en el L. 1, 2, intrpretatiO: Quicurnque horno (JUt de qialcc mque
caasa ad iudicem contra legem vrnpertavcrit, non valeat firmitaíem. Malta contra
el juez transgresor del rescripto imperial, id., Itesa alia intcrprcíatio.
15. Lex Sal., 57, 1, 2 (texto en GAuDENZI, Salica Lcgge, cit., pág. 249);
FOURNIER, Essai, cit., pág. 101; flRIJNNIR, II, 101, pág. 351; BerIIMANN
HOLLWEG, Germ. Civilpr., 1, pág. 514; Sonar, Lez ,S’aliea, 21. DiFp siciolles sobre
la querella por denegada justicia, que en la época carolingia se llevaba al tribunal
regio, se encuentran en el cap. ManleanV?fl, c. 2 3 (id., 1, 190), acerca del cual
véase BRUNNER, Forsch’ungen, pág. 137; véase también SKEDL, pág. 38 y FOURNIER,
Essai, 123.
Transformación del instituto en las leyes bárbaras 133
ley 22• Se debe observar que en los textos referidos, que representan la
concepción originaria de la Urteiissch cite, no se admite una investiga
ción sobre la intención de los jueces en relación a la injusticia de la
sentencia: en aplicación de un principio común al antiguo derecho penal
germánico, según el cual la existencia objetiva del acto ilícito hace, sin
más, presumir la existencia de una subjetiva voluntad delictuosa, e
vencimiento en el nuevo juicio a que daba lugar la desaprobación venía
sin más considerado como indicio de una intención culpable dirigida
contra la ley; así el vencido en este nuevo juicio debía irremisiblemente
pagar la pena de su acto ilícito, sin poder aducir, como defensa, su
buena fe 23 Conviene también observar que la medida de la multa del
vencimiento era igual tanto si resultaba vencida la parte que había
desaprobado la sentencia, como si resultaban vencidos los rachimburgos
que habían emitido un dictamen injusto: esto demuestra la verdad del
principio ya indicado, según el cual en el ordenamiento germánico el
litigante estaba frente a los rachirnburgos en situación de igualdad, en
su calidad de hombre libre, formando parte de la consociación popular
(véase, anteriormente, ns. 39-40). La suma que el litigante debía pagar
por haber acusado a los jueces de una decisión injusta, no era, en efecto,
más grave que la que debían pagar los jueces por haber negado al
litigante una decisión que respondía a la ley; en uno y otro caso el
dinero que el vencido debía pagar tenía el carácter de una composición
de la sinrazón hecha al adversario 24
De las disposiciones antes referidas de las Leyes Sálica y Ripuaria
(a las cuales corresponden diversos capitulares que mantienen inva
riado el instituto, y que únicamente sustraen la decisión al tribunal del
rey) 25, aparece así que la desaprobación de la sentencia difería de la
appcllatio romana no sólo en cuanto precedía y no seguía el perfeccio
namiento de la sentencia, sino también porque comprendía en sí un
ataque personal contra los primeros jueces, enteramente desconocido
de la apelación romana, mirando de esta manera al doble objeto de en
contrar un contenido mejor a la sentencia que debía todavía ser ema
22. BRUNNER, II, pág. 357; SELLMANN, Rechiszug, págs. 91-92; S0HM, Lez
Balica, págs. 164 y sigs.
23. BRUNNER, Geschichte, II, 101, pág. 360 y 125; GLASSON, Histoire,
III, págs. 448 y sigs.
24. Véase SKEDL, Nichtigkeitsbeschwerde, pág. 26.
25. Pippini regis cap., 754-755, en Mon. Gerrn. hist., ed. BORETIUS, 1, 32;
Cap. missor. Baiuv., 810, e. 7, 159; Cap. Sa .zonicmn.,
797, e. 4, 1, 71. Véase BRUNNER,
Gesehichie, II, pág. 139. Examen más minucioso de estas capitulares en BRUNNER,
Zengen— and Inquisitionsbeweis, págs. 136 y sigs.
Transformación del instituto en las leyes bárbaras 135
26. Sobre este carácter de querella contra el juez que tenía la Tfrteilsschelte,
véase K0HLEa ea DERNBURO, Bürgerl. Recht., VI (Halle, 1908), pág. 574. Como
he advertido ya, SEzLMANN no cree que la Urteilsschelte acumulase estos dos carac
teres, sino que cree que los mismos respondiesen a dos institutos diversos, esto es,
a un recurso al superior para obtener una nueva decisión, y a un procedimiento
separado contra los jueces culpables. Véase RcchtBzug, 121 y 130.
27. Véase SEELMANN,pág. 102, nota 2.
136 PlEno
CALAMANDREI — La Casación Civil
quod per illum darnnum passus est iniusteille iudex restituat ei 29).
En la Lex Baiuvariorum 30 se distingue el caso del juez que decide
injustamente por corrupción (accepta pecunia), el cual debe indemnizar
a la parte injustamente condenada pagándole el doble del daño, y abo
nar al fisco una multa 31 y el juez que nec por gratiam, ncc por eupi
ditatem, sed por errorem, iniuste iudicavent, el cual está exento de
pena 82 En uno y otro caso, sin embargo, a la primera sentencia que
en el nuevo juicio se reconoce injusta, se le quita todo vigor (ille qui
iniuste aliquid ab co por sententiain iudicantis abstulerint, ablata res
tituat; . . iiidiciuni ipsius, in quo errasse cognoscitur, non habeat
.
firmitatem) 3
28. Sobre la cual véase SCIITJPFER, Fonti, pág. 71; BRIJNNEIS, Geschichte, 1,
42 y Grnndziige, 13.
29. Lex. Al. XLI, 1 y 2 (Ed. LErJMANN, en Mon. Gcrin. hist., V, parte 1 ,
págs. 100-101). Véase SANDFR, Si,ndikatsklage, pág. 14. Véase, sin embargo, BRuN
NER, Geschichte, II, págs. 361, 41.
30. Acerca de las cuales, SCIIIJPFER, Fonti, pág. 75; BRUNNER, Gcschichte,
1, S 43; y Gruncküge, S 13.
31. Lex Baiuv., XVIII.
32. Id. XIX.
33. Véase SANDER, Syndikatsldage, pág. 14; SEELMANN, Rcchtszug, pág. 90.
34. Ed. DE SALIS, en Mon. Gerrn. hist., II, P.
35. Const., 1, n. 6.
36. Id., a. 11. De la const. XC, de ivdiciis (edición citada, pág. 110) aparece
que la multa debe ser pagada al rey. La c. 1, 12, modificada por la e. LXXXI
ontenipla la reclamación por denegada justicia. Véase sobre estos textos BErn
MANN-HOLLWEO, Germ, Civilpr., 1, pág. 164; SANDER, Syndikatsklage, págs. 13-14, 17.
Transformación del instituto en las leyes bárbaras 137
el año 654 bajo potentes influjos romanos, conoce, junto a una que
rella por denegada justicia y a un procedimiento contra el juez sos
pechoso , también un remedio contra la sentencia injusta. El e. IT,
1, 21, de la indicada Ley distingue dos hipótesis: la primera que el
juez ,nale iudicaverjj por corrupción, per quodlibet cornrnodurn; la se
gunda, que el juez haya pronunciado una sentencia injusta por mero
error, pcr ignorantia?n iniuste iudicaverit. Tanto en la primera como
en la segunda hipótesis se tiene contra la sentencia injusta la misma
sanción de invalidez: ille, qui a iudicc ordinatus ad toliendum fnerat
destinatus, ea, qnae tulit, restituat; quod iudicabit non valeat.
. . .
Pero contra el juez se tiene una disposición diversa en los dos casos,
ya que, mientras en el prinier caso el juez está obligado a indemnizar
48. —Más importante para mi terna, por los directos influjos ejer
citados sobre el derecho italiano, es la legislación longobarda, que pre
senta, en relación a la validez del fallo, disposiciones muy similares
a las del derecho visigodo.
También fué desconocida del ordenamiento longobardo la división
de la función jurisdiccional entre los dos órganos característicos del
antiguo proceso germánico; correspondiendo a un único mdcx (o, en
ciertos casos, a un colegio), el oficio de proclamar como mandato con
creto la sentencia por él mismo elaborada: los jueces longobardos no
fueron ya representantes del pueblo, sino funcionarios regios que admi
nistraban la justicia en nombre y por delegación del soberano .
59. Liut. 28: ... ad regem reelainaverit; pat., 2: ... verterit ad nos pro
clamare; Rat, 14: ... vertiat cura ipso iudicato in presencia nostra. Sobre estos
y otros lugares menos importantes de las Puentes longobardas, SKEDL, 6, págs. 20
y sigs.; SEELMANN, págs. 105-106.
60. Del sculdahi8 al dux (Liut., 25). Véase SKEDL, pág. 25.
61. Esta es la interpretación más difundida: véase PERTILE, Storia, VI, 2
parte, pág. 219; SCRUPrER, Fonti, pág. 187; BETHMANN-HOLLWEG, Gerra. Civilpr.,
1, 391-92; SEELMANK, Rechiszug, pág. 104, nota 5; FIcKER, Forechun gen, I 280.
Transformación del instituto en las leyes bárbaras 143
62. Véase acerca de esta ley, SKEDL, Nichtigkeitsbeschwerde, pág. 21; SEEL
MANN, pág. 105.
63. Véase ScRMIrYF, Lehrbuch, pág. 68 y los ejemplos que se contienen en la
nota 2; CHIOVENDA,Roinanesimo e germanesimo, pág. 132; mi Error iii iud., pág.
14, nota 11. Sobre la prueba en el derecho longobardo, BETHMANN-IIOLLWEU, 1,
S 63, págs. 379 y sigs.
64. Véase mi Error in md., n. 25.
144 PIERO
CALAMANDREI — La Casación Civil
SUMARIO — 49. El soberano como juez supremo. — 50. Obligación de los jueces
de obedecer a la ley, y poder de interpretación del soberano. — 51. Formas
especiales de reclamación al rey contra las sentencias do los jueces infe
riores: Praeceptio Clotarij. 52. La Curia regis, tribunal de equidad:
reclainatio ad regis diffinitjz’am sententiam.
11. Véase, acerca de esto, FIcHaR, Forschungen, 1, 281; véase también HINO
MARU5, De ordine paiatii, cap. 21 (Ed. KRAUSE, Hannover et Lipsiae, 1894);
y los ejemplos ofrecidos por F icieza en la loe. cit.; SEELMANN, pág. 78; WAIPZ,
Verfassungsgcsehichte, págs. 501-512. Véase PERTILE, Storia, VI, 21, pág. 219.
12. Cit. Livi., 28 (anteriormente, n. 48). Véase FICHaR, Forschungen, 1,
pág. 8O, n. 152; SEELMANN, 1?eichtsz’ug, 55.
13. BoRErlus cit, 1, 18-19. Según algunos autores (por ej. CiT1 NoN,
Cas
.sation, pág. 9; TARnÉ, Luis, pág. 10) esta Praeceptio sería de Clotario 1 (560).
Vease, sin embargo, la advertencia en contra que hace BORLTIIJS, loe. cit.
El poder real sobre la administración de justicia 151
una semejanza puramente exterior, sin que entre los dos institutos
exista ninguna afinidad de sustancia: la misma expresión del e. 1,
que niega la validez de todo pronunciamiento quae modum legis atque
aequitatis excedeat, demuestra que este oficio de control del rey y de
los obispos sobre la obra del juez (aun cuando se ejerciera sobre pro
cesos desarrollados entre 20 en los que el juez realizaba di
rectamente la subsunción del hecho bajo la norma) no estaba de
ningún modo preordenado a reprimir, entre los diversos errores de
juicio por los cuales podía estar afectada una decisión, solamente los
errores de derecho.
16. Statuta civitatis Muiinae reformata, Lib. IV, rub. 8 9, citado por SKEDL,
pág. 85.
17. En los Estatutos de Frignano de 1337-38 (publicados en Corpus Sta
tutorum Italicorum, N. 2, Ed. S0RBFLLI JA(’OBI), Lib. IV, 54, se copia la dispo
sición del Estatuto de Módena, pero el término para proponer la nulidad se au
menta de 30 a 60 días.
18. La edición consultada por mí es la que tiene el comentario de GALGA
NETTI (Statuta almae urbis Rornae, cum glosis P. L. GALG Romae, 1611),
NETTI,
cap. 191 del libro 1, pág. 444.
19. La edición citada por mí y a la cual me refiero también en las
citas futuras se intitula Statutorum civilium sereneissimae reipublicae gen uensis
libri sex (Genuae, 1664), Lib. III, e. 1.
20. ms Municipale Vicen,tinwrn (Venetiis, 1567), Lib. II, Rub. De ordine
procedendi ja causis civilibus: .. nullitas per viam agendi solum mfra dies XX
a teiapore latae sententiae computandos proponi, mientras para la apelación, en
la misma Rub., está señalado el término de diez días.
21. Statuta seu Municipalia jura inelitae Civitatis Albingae (Ast. 1519),
II pars. IRub. de itabendo consilio a sapiente et de app., admite la nulidad: iudicio
ordinario prineipaliter intentando intra biennium tantum et non ultra.
22. Statnta Civitatis Rugubi con notas de A. CoNcIoLo (Gerundae, 1685)
Lib. III, Rub. 7, admiten la querella contra las nulidades más graves mfra annum
dumtaxat a die sententiae numerandum.
23. Las disposiciones en las que establece para el ejercicio de la querela
nullitatis un término más largo del señalado para la apelación son aquellas que
demuestran mejor la diversidad de los dos institutos; pero no son la única prueba
de tal diversidad. Véase, por ej., el Estatuto de Bolonia (Stat. inclitae civit.
Bononiae cum .scholiis, A. MONTERENTII, Bononiae, 1561) del 1445, Lib. II, Rub.
Origen de la “Querela Nullitatis” en el derecho estatuario 167
-nec nullitas nec excessus proponi, imo sententia sit et habeatur pro
valida et solemniter lata et data 24• Semejante principio, que consti
tuye la novedad fundamental del instituto, comporta una total trans
formación del concepto de nulidad de la sentencia que era propio del
derecho romano: en efecto, mientras la nulidad dol fallo significaba
en el derecho romano la inexistencia jurídica del fallo, vino a ser en
el derecho estatutario un atributo de la sentencia existente, del mismo
modo que un atributo de la sentencia existente podía ser su injusti
cia. De suerte que mientras en el derecho romano la expresión nuila
sententia tenía siempre el significado de ‘‘ninguna sentencia’’ (kein
Urteil) (véase anteriormente, n. 6), en el derecho intermedio se usó
la expresión sententia nulla para indicar la sentencia existente, pero
viciada de uno de aquellos defectos que se denominaban nulidad. Se
consideró el ‘‘no ser”, como una cualidad de una sentencia que existía
también jurídicamente y que podía °esar de existir sólo si era impug
nada a tiempo 25; o, mejor, aquellos defectos del fallo que en el derecho
romano producían ipso iure el “no ser” jurídico del mismo, contempla
ron una transformación de su efecto, que se redujo a la posibilidad,
limitada dentro de un término perentorio, de quitar a la sentencia aquel
“ser” jurídico que la misma había adquirido por el solo hecho del
pronunciamiento.
Al concepto romano de la nulidad entendida como inexistencia
jurídica del fallo se sustituyó, pues, el concepto de anuiabilidad, en
tendida oomo posibilidad de quitar toda eficacia jurídica a la sen
tencia viciada por ciertos defectos; con esto la condición de la sen
tencia injusta sometida a la apelación no fué ya, como en el derecho
romano, sustancialmente diversa de la de sentencia nula, sometida a
la querela nullitatis: injusticia y nulidad no difirieron ya por cuali
dad de efecto, pues ambas produjeron, aunque a base de criterios
diversos (véase más adelante, n. 56), una impugnabilidad, sino sólo
por cantidad de efecto, pues la sentencia nula, por considerarse más
profundamente viciada que la sentencia iniusta, fué también, por de
cirlo así, más impugnable 26•
24. Estatutos de Génova, citados, III, cap. 1. Para una amplia documenta
ción de este principio de derecho estatutario, véase SKEDL, Nichtigkeitsbeschwerde,
16.
25.Véase BtiLOW, Civilprozessualische Fiktioncn nnd JVahrheiten, pág. 77
nota 72.
26. Véase Error in iudicando, pág. 45; SKEDL, Niehtigkeitsbeschwerde,
pág. 84, observa que el derecho estatutario der Sentcatia nulla cine weniger bm.
Origen de la “Querela Nullitatis” en el derecho estatuario 169
donde Kraft zuschrief ais der Sententia iniqua; y a pág. 110: Das ichtipe Urlheil
blieb imrner nur anfechtbar, wenn auch durch cia andcrcs Rcchtsmittci, als da
Ungerechte. En cuanto a esta tra nsformación del concepto de nulidad, véase, ade
más de BÜLOW en el escrito citado, también el mismo SICEDL, en su otro trabajo
Di.e Urtheilsnichtigkeit im ósterreichischea Prozcssrecht, págs. 81 y sigs., n. 1.
170 PIERO
CALAMANDREI — La Casación Civil
27. Según los Estatutos de Vicenza del 1425 (Ed. Venetiis, 1507) la que
rella de nulidad se llevaba (Lii). II, cap. De ord. proced., a. 37) al ludex appel
lationum et nuilitaturn coinmunis Vicentiae.
28. Véase, en cuanto a los detalles, SKSDL, Nichtigkcilsb., pítgs. 110 y sigs.,
quien, por otra parte, cuando en toda su monografía trata de demostrar que la
querela nullitatis era un verdadero medio de gravamen (Rechsmittel), no tiene
presente la diferencia entre este concepto y el concepto de Anfechíungskiage que
debía después ser puesta en claro por KouLan, especialmente en Prozess und
Niehtprozess, citado.
Origen de la “Querela Nullitatis” en el derecho estatuario 171
35. Estat. cit., lib. III, cap. 1; véase SKEDL, pág. 86.
36. Véase SKEDL, 25; y mi Error in iud., 1, nota 9.
Origen de la “Querela Nullitatis” en el derecho estatuario 173
37. SKEDL, pág. 139; CHIOVENDA, Romanesimo e germanesimo, cit., pág. 153,
y en cuanto a la querella de nulidad, pág. 161.
38. Véase ENDEMANN, Civiiprocesrrecht, S 242, n. II, págs. 939 y sigs.
174 CALAMANDREL
PIERO — La Casación Civil
39. VANZI, De nuli., VI, n. 17; BARTOLO, ad. L. 19 D. de app. 1, n. 12; SCAC
CIA, De sent., qu. xix, rem. 1, concl. 3, n. 18; ALTIMARO, rub. 1, qu. 3, as. 33-37.
Advierte, sin embargo, SKEDL que esta forma de proponer la nulidad es sólo ex
teriormente semejante a la del derecho romano, ya que, según los escritores del
derecho común, la misma no da lugar a un nuevo proceso, sino sólo a un nuevo
conocimiento del primero sobre los mismos actos (véase pág. 161).
40. VANZI, III, as. 9, 10.
41. VANZI, III, n. 22.
42. Además de los Estatutos de Cesena, lib. 1, de app.; Bergamo, col. II,
cap. 14; Verona, lib. II, cap. 15; Riva, lib. II, cap. 31, citado por SKEDL en
págs. 82-83. Adde: Estatutos de Bologna deI 1445 (Statutorum inclitae civitatiz
Bononiae eum Scholiis A. MONTERRNTII, Bononiae, 1561), lib. II, rub. de causa
nullitatis, donde se establece que la nulidad per viam principalis petitionis pueda
proponerse ante el juez a qno; Cadore (Statuta Comm. Cadubri, 1545), lib. II,
tract. II, cap. 75:. .. quod iudex qui tulit sententiam, quae dieta est nulla, consilio
habito debeat diffinire super nullitate praedicta; Friuli (Siatuti della patria del
Friuli rinnovatj, Tjdine, 1745), cap. LXIII; Monteregale, riform. 1570 (Statuta
civitatis Montisregalis, 1570), col. II, cap. 16; Forli (Stcjtuta civ. Forolivii, 1615),
lib. II, mb. 49.
Origen de la “Querela Nullitatis” en el derecho estatuario 7 1
doctrina; tal desacuerdo, del que a veces los mismos doctores y los
propios Estatutos tienen conciencia puede resumirse en torno a
esta esencial diversidad: que, mientras la legisiación estatutaria con
cibe la querella de nulidad como un verdadero y propio medio de
gravamen contra la sentencia, esto es, como un instituto exclusiva
mente procesal (v ase,anteriormente n. 56), la doctrina habla de una
actio nullitatis contra la sentencia, y la considera de naturaleza idén
tica a la actio nullitatis que puede proponerse contra un contrato
VANZI, al dar la definición de la nulidad, la llama, sin distinguir entre
las sentencias y los contratos, “ius et cornrnune aurilium, ad irritan
dum seu irritum nuntiandsurn ac. nm de quo quaeritur” 45; y aunque
ya desde BARTOLO 46 se hubiese afirmado que la nulidad de las senten
cias es un puro remedinrn procesal, basado sobre un officium indicis
nobile, sin embargo, también en la doctrina posterior encontramos dicho
que la nulidad pri’ncipaliter deducta “est actio ordinaria” del todo
semejante a la acción que compete para quitar de en medio un negocio
privado, como un contrato o un testamento.
Considerando ahora la nulidad de las sentencias con los criterios
del derecho privado, y hablando de una actio nullitatis semejante a la
existente en el derecho sustancial allí donde los estatutos hablaban de
una querela nullitatis, concebida como instituto exclusivamente proce
sal, la doctrina se acercó acaso a entender con precisión la verdadera
naturaleza teórica que tiene, en abstracto, el derecho de impugnar una
sentencia nula 48; pero ignoró casi totalmente que este derecho se
había venido formando en la legislación estatutaria como un verdade
ro y propio medio de gravamen y descuidó todas las consecuencias que
de esta formación habían sacado los estatutos. De suerte que la actio
nullitatis de la doctrina no tuvo todas aquellas características que en
la legislación municipal se le atribuían por su función de medio de
43. En los Estatutos de Monteregale, II, 16, se dan normas non obstante
quod de nullitate posset semper opponi de jure cotninuni, quia hoc per praeseng
capitalum specialiter est snblatum; Estatutos Albenga, II, rub. de app.: non
obstante aliquo jure canonico nec civili in contrarjum disponente.
44. Obsérvese que los tratadistas estudian simultáneamente la nulidad de
las sentencias y la de los contratos, como manifestaciones diversas del mismo
instituto: esto aparece también del título de la obra de ALTIMARO, De nullitatibus
sententjarwin. et contractuum.
45. Denuil., 1, n. 1.
46. Ad. L. 55 D. de re jud., XLII, 1, n. 2; véase sobre este punto lo
autores citados por SKEDL en pág. 141, nota 7.
47. SCACCIA, De app., qu. x ix, rem. 1, concl. 4, n. 24; BALDO, ad. L. 1 O.
VII, 70, n. 1.
48. Véase mi escrito Vizi della sentenza e inezzi di gravame (Firenze, 1915).
176 PlEno
CALAMANDREI — La Casación Civil
MOTIVOS D NULIDAD
partis citatio requiritur. Pero también, según el c p. 17 del lib. le, rub. de jure
redd., eran nulas las sentencias dadas en general contra los Estatutos; y el e.
permitía recurrir por nulidad a los sindicadores aun por motivos diversos de
aquellos establecidos por el Estatuto, si bien con especiales garantías de funda
mento (más adelante, n. 82).
3. Lib. II, Partic. III, 8, luxta.
4. En relación a los cuales envío a Sirzan, NiehtigPeitsbeschw., 37, que
examina diligentemente el estado de la d ctrina; LINDE, Handbuch, II, 247,
el cual, sin embargo, sigue al pie de la letra a VANZI.
5. L. 3 0. de sent., VII, 45, ns. 1-3.
Motivos de nulidad
n. 2 y sigs.; VANzI, cap. IX y X; MAEANTA, VI, deei. iud., . act. 1; LINDE, II,
1 S244; WETZELL, 39, n. 2; SKEDL, 1 S37, 1, notas 5 y 6.
9. C. 1, X, de proc., 1, 38; e. 40, X, de off. md. deleq., 1, 29; e. 7, X,
de iud., II, 1; e. 5, X, de except., II, 25; e. 3, de iud., en VI, II, 1; e. 14, X,
de resi. spol., II, 13. Véase DURANTI, Speculum, 1. e., n. 5; VANZI, XI, ns. 1-58
por la falta de capacidad para estar en juicio, n. 59 y sigs. por la falta de
mandato; LINDE, ob. cit., 245; SKEDL, 37, 2-3. También era, nula la sentencia
emanada en un juicio en el que el actor estuviese excomulgado (e. 7, X, de ¿ud.,
II, 1; e. 5, X, de except., II, 25) y exbannit (véase
s Estatutos de la Valdelsa,
St. della Lega di Gambassi del lee. XIV, lib. III, rub. 1, ea Corpus 8. 1., ed.
LATINI, Roma, 1914).
10. Clem. 2, de sent., II, 11; e. 8, X, de lnaior. c i obed., 1, 33; DURANTI,
Speculum, 1. e., n. 21; VANZI, cap. XII; LINDE, 246; SICEDL, ‘ 37, 4.
11. Recuérdese el pasaje de BALDO, L. 3 C. de sent., VII, 45, citado en el
texto, anteriormente, n. 59. Sobre el concepto de substantialia processus y especial
mente sobre la específica enumeración de los mismos no era acorde la doctrina:
véase VANZI, cap. XII XIII; LINDE, 247; SKEDL, ¼537, 5; RENAUD, pág. 544;
WETZELL, 60, págs. 804 y sigs. La famosa eonstitueión Clementina Saepe (e. 2,
Clem., de y. 8., y, 11) redujo al mínimo el número de estos substantialia; véase
LINDE, II, S 243.
12. Además de los autores citados, véase RENAUD, pág. 539; SKEDL, S 37,
n. 6 y literatura en nota 11.
Motivos de nulidad
13. Estatuto de Génova, Lib. III, cap. 1 cit.; Estatuto de Bolonia, 1445,
lib. II, rub. de app. cit.; Estatuto Busseto (impreso en Parma en el 1582), lib. 1,
rub. 28; Estatuto Albenga cit., parte II, rub. Ut vicarias teneatar suam ferre
sententiam en el que se dispone que la sentencia del vicario dada fuera del término
pso jure sil nulla quantucumqve justa. Igualmente el juez resultaba incapaz para
decidir cuando durante el proceso las partes pedían el eoa.ciliurn .sapientis; y la
sentencia pronunciada por él, no teniendo en cuenta tal petición, era nula: véase
SKEDL, pág. 105, nota 11, y Estatuto Bologna, cit., lib. 1, rub. 20, De confiden
tibus; Estatuto Albenga, cit., p. II, rub. De habendo consilio a sapiente, etc.
14. El Estatuto de Génova cit., lib. III, cap. 1, contempla expresamente entre
los motios de nulidad este caso (si fnisset iudicatum extra seu ultra petita).
Véase DURANTI, 1. e., n. 8, que considera éste como un (aso de nulidad ratione
quantitatis; VANZI, XIII, n. 97. Véase WETZELL, Spstcm, 43.
15. Véanse los textos citados en la nota 8 de este capítulo.
182 PlEno
CALAMANDEEI — La Casación Civil
21. C. 40, X, de sest. excomm., y, 39; e. 36, X, de off. et pot. iud. del., 1,
29; e. 2, de seat. e.rcomm., en VI, V, 11; e. 7, 5, h. 1.; e. 46, C. 11, qu. 3.
22. 0. 4, X, de ja mt. rest., 1, 41; e. 4, 7, 10, 11, X, de seat. el re iud.,
II, 27; e. 6, X, de frig. el maje!., IV, 15; véase •también e. 2, quia ergo,
e. XXXV, qu. 9.
23. FELINO SANDEO, Gomia. iii Decretales, a e. 7, X, de .sent., II, 27, duode
cima el ultirna declaraljo.
24. C. 41, Item si seat., C. II, q. 6.
25. 0. 1, X, de seat. el re iud., II, 27; e. 3, h. 1. y e. 7, X, de conf. utili,
II, 30.
26. 0. 9, X, de sent. el re iud., II, 27.
27. Para noticias más amplias sobre este tema, envío a mi estudio sobre el
Error in iullicando, del cual resumo aquí fielmente los resultados.
Motivos de nulidad
común alemán 28) : tenía valor para este caso la regla que sententia
contra ius expresse lata ipso jure non valet 29 La norma de derecho
que venía violada en la premisa mayor del silogismo podía ser una
norma de ms scriptum, y, en este caso, la sentencia era nula tanto
tratándose de derecho romano o canónico 30, como si se tratara de
derecho estatutario, siempre que fuese in corpore iuris clausum 31;
la disposición que no se encontraba registrada en la colección oficial
de las leyes (llamadas extravagans) escapaba al principio Jura novit
Curia, y la sentencia que contuviese un error sobre esta disposición no
era nula, sino solamente apelable, lo mismo que aquella basada sobre
un error de hecho 32, Ni siquiera producía nulidad la violación de
una máxima jurisprudencial, ya que las decisiones de los jueces
qua•mvis magistrales et magni ponderis sint, vim le gis ‘non obtinent .
postea detegatur 56, y ser corregidas ‘non solum in iure sed etiam i’n
facto r , generalizó este principio a cualquier sentencia difundién
dose la nueva enseñanza de que la sentencia debía considerarse nula
si coniinet in se expressurn errorem que la sentencia est ‘nulla si
lata sit ex falsa causa expressa in sententia Co,sin distinguir ya si se
trataba de error de derecho o de error de hecho. En apoyo a este
nuevo principio que encontraba directamente su origen en el derecho
eclesiástico 61, y que constituía una profunda modificación del con
cepto romano de la nulidad por error contra ius constitutionis, apor
taron además los comentaristas también la autoridad del derecho
romano, desnaturalizando el sentido de la L. 1, § 1D. quae sent. sine
app., XLIX, 8, en la que están determinados los efectos del erroi
calculi sobre la sentencia (véase anteriormente, n. 21) ; considerando
como un caso de verdadera nulidad aquel que en el texto romano es
sólo un caso de corregibilidad 62, y como un puro error facti ci error
de cálculo que viola una ley general de razón 63, pudieron los comen
tadores de las colecciones justinianeas llegar a la conclusión, tan apar
tada de la verdad, de que también en el derecho romano era nula la
sentencia por un simple error de hecho.
Sin embargo, aun cuando la doctrina llegase así a afirmar como
principio general que también el error de hecho (siempre que fuese
expressus: véase, más adelante, n. 66 a) podía hacer nula la sentencia,
en realidad los casos específicos en los que se admite la nulidad por
error de hecho fueron en número limitadísimo. Especialmente dos
fueron considerados de propósito: el error sobre el hecho notorio 64, el
75. Por ej. Estat. de Brescia, St. Civilia, rub. 14, De n odo et forma proce
dendi, Omnes et singuli cornrnissarii.
76. DE TJNZOIA, Apparatvs a ROLANDINO, P. III. cap. 9. rub. de sententiis,
pág. 412; BAaDELEBEN, de nul!ifatibu,s, 16, pág. 33; LINDE, II, 231; RENAUD,
185; WETZELL, ob. eit., 60, nota 100; CALDA, Nullitá, pág. 374 y literatura en
nota 2.
77. Véase doctrina en la nota precedente.
78. 0. 2, q. 6, e. 41, S 4; e. 20, X, de sent. et re iud., II, 27. Véase Error
in iudicando, n. 25 bis, en nota * nl n. 25.
79. VANZI, XIII, a. 125; ALTIMARO, 1, rub. XIII, quest. 29, ns. 52 67.
80. Glosa Lata’m, a L. 1 0., VII, 64.
81. BARTOLO, a L. 1 C., VII, 64.
192 PirRo
CALAMANDREI — La Casación Civil
82. PANORMITANO, a e. 20, X, de .sent. et re iud., II, 27, n. 20; FnLTN0, id.,
rl. 16 y sigs.; FRANCHI, De appellationibus, cap. Dilecto, qu. 41, n. 94; FERRARUS,
Practica cit., rub. Forma appellationio, n. 42. En cuanto a la doctrina alemana del
derecho común, que no sigue estos erróneos criterios, y. RENAUD, 185; LINDE, II,
246; WETZELL, 51, pág. 651.
83. Véase Error in indicando, ns. 42-52, en cuanto a la primera cualidad;
na. 53-58 en cuanto a la segunda.
84. Notable especialmente el Estat. de Bologna 1454, lib. II, rub. de ap pella.
tionibv8, referido al n. 43 del Error in iudicando; otros Estatutos pueden verse
en la nota 14 del mismo. Véase ScLoPIs, Storia, II, pág. 414.
85. Errorin iudicando, n. 43, pág. 59 y nota.
86. BARDELESEN, De sent. nuil., pág. 38; GONNER, Handbuch, III vol.,
pág. 387.
87. Glosa a L. 1, 2 D., quae sent., XLIX, 8.
Motivos de nulidad
fuerit expressa causa erroris, vel non: ut primo non teneat, secundo
sic 88 Error expressus debía considerarse, según la enseñanza predo
minante, aquel que ex ve’rbis infertur taus error quod ocu cor o
porali in dicta sententia cerni possit, non autem quod oculo mentis et
por subauditos intellectus °°; pero, en la práctica, se seguía un crite
rio menos riguroso, en cuanto se consideraba expressus también el
error que, sin ser declaradamente enunciado en la sentencia, podía,
sin embargo, deducirse de un modo indudable por vía de razonamien
to de la sentencia misma: error expressus, en suma, era aquel que podía
ser puesto de relieve por otra persona, culta en derecho y de normal
inteligencia, a la simple lectura de la motivación de la sentencia y con
la sola ayuda de sus nociones generales, sin especial conocimiento de
la relación concreta sometida a decisión También, según la opinión
de BARTOLO 92, debía considerarse nula la sentencia viciada por un
error in iudicando, que, sin estar expresado en la sentencia, estuviese,
sin embargo, expresado en los actos a que el juez expresamente se re
firiese o, en caso de falta de referencia, en los actos ad quae necessitate
refertur sententia.
88. Glosa a L. un. O., de err. cale., II, 5. Literatura en Error ja judicando,
n. 42.
89. BALDO, a L. 1 0., de prob., IV, 19; ALTIMARO, loe. cit., n. 35.
90. GIAsoNE, a L. 32 D., XLII, 1, n. 10 y los otros citados en la nota 17
del u. 44 del Error in indicando.
91. Véase PINELLO, escrito citado, u. 13, y Error in indicando, no. 44-47;
IIENAUD, Lehrbuch, pág. 541; GONNER,III, págs. 384 y sigo.
92. A L. un. 0., de err. cok., II, 5. En cuanto a los autores y a las opiniones
discordantes sobre este punto, véase Error ja indicando, u. 52 y notas.
93. BALDO, a L. 2 0., quando prov., VII, 64. Error in indicando, na. 53 y sigo.
94. FELINO, a e. 9, X, de 8ent. el re iud., II, 27, n. 7. Véase doctrina canó
nica en Error in md., u. 55, nota 48.
95. Fauno, loe. cit.
194 PlEno CALAMANDREI La Casación Civil
—
SUMARIO — 68. Análisis del juicio al cual daba lugar la querella iwilitatis. —
1. Véase VANZI, De nuil., cap. VI, n. 127; ALTIMARO, De nufl., rub. VI,
qu. 11, n. 33.
2. KOHLER, Prozess und Nichtprozess cit., pág. 126; véase al final de este
n. 68.
3. Véase VANZI, cap. VI; ALTIMARO, rub. VI, qu. XI; WETZELL, Sy8tem,
60, pág. 812; SKEDL, Nichtigkeitsbeschw., 37; y literatura que en el mismo se
indica.
La quereila de nulidad y otros medios de impugnación 199
4. De n’ull., VI, a. 128. Véase FERRARIIS, Practica, rub. Forma app., Fuisse
et esee nullam, n. 9; SCACCIA, de appellat., qu. XI, n. 134.
5. VAwzx, VI, ns. 108-109; ALTIMAR0, VI, qu. 11, as. 3, 5; SKEDL, Nichtig
keitsb., pág. 164; PEaTILE, Storia, VI, 2 , pág. 325.
6. FIcKER., Forchun gen, IV, pág. 522.
7. FRANCEI, Ad titulum de appellat. in volu. Gregor. Coinmentarii (Lugduni,
1548), S Cuni in Ecciesia, n. 11; DacIo, Consiliorum, Lib. II (Venetiis, 1608).
Const. 483, a. 6 8: . . erunt partes iudicis appellationis in pronuntiando sententiam
nuUain fuisse et ulterius in meritiis caesae non procedere; MUSCATELLI, Praxis
civilis, parte 1, lib. II. Gi. Nullitatis, as. 80-81; RUGINELLI, Cornm. ad cace. const.
provinciae mediolanensis in tit. de app., 11, Gi. 1 , e. 1, u. 36; VANZI, XII, as. 7-8.
8. ALTIMARO, rub. III, qu. 13, n. 1: idem i dex, qui tvlit sententiam non
potest cognoscere ex eisdem actis, sed ex actis de noco reintegratis, quando de
fectus, ex quo sententia est nuUa, respicit uniformiter acta.
200 Pi ao —
CALAMANDREI La Casación Civil
9. ScAeciA, de appell., quest. ki, ns. 134-135; SKEDL, pág. 166, nota 14.
10. SCACCIA, de app., XI, n. 27.
11. VAazm, De nulltt., VI, n. 111. Véase SKEDL, Nichtigk -eit. y-bcla doc
chw.,
trina allí citada en pág. 164, nota 3.
12. Véanse los autores citados en la nota 7 de este capítulo; también SCACCIA,
de app., XI, n. 122.
13. VANZI, VIII, n. 10; véase SCACCIA, de app., XI, a. 122 y los que allí
se citan. En cuanto al derecho estatutario véase SKEDL, 21, pág. 9 (son notables
los caps. 166 y 167 del Estatuto de Roma, ed. cit., en los que se numeran las atri
buciones del CapUancus Appellatioaum ct Nullitatum) ; en cuanto al derecho
común alemán, RENAUD, Lehrbueh, pág. 557; WETZELL, System, 60, pág. 792 y
notas 47-49.
La querella de nulidad y otros medios de impugnación 201
14. I’EIIRARHs, Practica, rub. Forma appell. a scnt. diffinit., Fuit et esse
nuflam, n. 8.
15. VANzI, De rail., VI, n. 112. Tal duplicidad de pronunciamiento se mani
festaba a veces en modo incidental y secundario, como cuando siendo la nulidad
hecha valer iswidentcr, el juez decidía sobre el mérito utilizando la fórmula can—
cellata priore scntcntia: dice VANZI (VI, as. 43-46) que taus canceilatio SCU C aS
satio eo modo facta habet vi n sententjae.
202 C PIER0 — La Casación Civil
j. Ai a. r .mnEI
16. Véanse, por ej., Statvta civitatis Urbini (Pisauri, 1559), Lib. III, mb.
20: nulla sententia possit defectu omissae solemnitatis iuris positivi annullari, sive
nulla declaran vel infringi, et si defectus merite negocii prine ipalis
eoncerneret,
possit iudex in causa appeliationis ornees defectus sup plere eornigere vel emendare
el veritatem indagare etc. Para algunos casos se establece lo contrario: así en los
citados Estatutos de Albenga del 1518, II pars, mb. 57, la scntcncia no pronun
ciada dentro de un término prefijado ipso jure sit nulla quantucurnque justa.
17. Véanse las disposiciones citadas por LINDE, Handbueh, TI, págs. 480 y
sigs.; WETZELL, S 60, notas 73-77; en este sentido especialmente la Kainrnergeriehts
ordnueg del 1521, tít. XXI, Ç 1; K. G. 0. 1523, tít. V, S 6 7; K. G. 0. 1555,
Teil III, tít. 34, 1 1,S esta última minuciosamente comentada por LINDE, II, cit.,
pág. 490 y sigs.; además, n. 77.
18. También c li los Tribunales supremos de los Estados italianos se acostum
braba a decidir sola facti sentate inspecta; véase ALTIMARO, De nuil., rub. VI,
quest XI, n. 13.
La querefla de nulidad y otros medios de impugnación 203
gismo llevado a cabo por el primer juez, sin innovar nada en estado
instruetorio del precedente proceso.
19. Entre los varios tratados sobre la apelación escritos por los doctores ita
lianos (véase WETZELL, bibliografia en ilota a pág. 701), el más completo es el de
SCACCIA, Tractat de s appcUationibus (Roma, 1612); en cuanto al derecho común
italiano, MORDARA, Appelio civile, ns. 180-190; PRETIna, Storia, VI, 2 y en cuanto
al alemán: BAYER, Voltrüqe (10. Auf]), 306-324; MITTERMAIER, Der ge’Ineine
deuts. bürg. Prozess, III, Bcit., 2; LINDE, Handbuch, 1, 30-144; II 145-221;
RENAUD, Lehrbueh, 173 y sigs.; ENDEMANN, Civilprocessrecht, 230 y sigs.;
WETZELL, System, 54 y sigs.; ENOELMANN, Der rornanisch-kanonÁsche Prozess,
31 y 57.
20. ENDEMANN, Civilprocessrecht, 234 y 235.
21. Deappell., quest. XI, u. 17.
204 PIERO
CALAMANDREI La Casación Civil
—
22. Ed. impresa en Siena en el 1619, cap. LXXV: los jueces de apelación
“visto y bien considerado los procesos u otras escrituras y las razones de las mismas,
declaren si ha sido bien juzgado o si, por el contrario, está bien apelado... Y en el
caso de que se pzgue que ha sido bien apelado, cada una de las partes quede en
igual situación que si aquel juicio no hubiese sido inteiitado Así
. los Estatuto
de Valtellina, 1, 98, citados en PERTILE, VI, 2 , pág. 301.
23. RR. CC. 1770, lib. III, tít. XXVI, art. 14 Véase PERTILE, VI, 2?-, pág. 301.
24. Véase FERRO, Dizionario del diritto comune e veneto (25 cd., Venezia,
1846-47), voces Appellazione, Prístino, Taglio; PERTILE, Storia, VI, 2 , págs. 296,
301 y 325. Las legislaciones singulares estatutarias del Veneto trataban, sin em
bargo, de suprimir este uso: por ejemplo en los Estatutos de Friuli del 1429
(Constitutioncs patriae Fon Iulii, Venetiis, 1524), rub. 75, se establece que non
debeant partes per dominos audotores in statam p •j u reponi, sed sententia
debeat reforman.
25. Véase un examen de los diversos casos en que podía tenerse un gravamen
en BAYER, Vortrüge, 310. Di RANTI, Speculum, lib. II, partic. 111, rub. de app.,
a. 1: c.c omni prava mine appellari potest.
26. ScAcCIA, De app., quest. III, u. 84. Se discutía por los Doctores si la
interposición de la apelación tenía fuerza para rescindir la primera sentencia o
sólo para suspenderla; en cuanto a la segunda opinión DE FERRARIIS, Practica, rub.
Forma app. a sent. def., n. 7; SCACCIA,qu. II, a. 82; véase autores en MOLTARA,
Appello civ., ns. 571-573.
27. SCACCIA, qu. XI, as. 45 y sigs. La legislación canónica, admitiendo sin
límites la deducción de nuevas pruebas en la apelación contra la sentencia defini
tiva, la prohibió en las apelaciones contra las interlocutorias: éasc e. 10, X,
de fid. instr., II, 22; e. 5, Clem., de app., II, 12.
28. ENGELMANN, cit., págs. 72 73.
La querella de nulidad y otros medios de impugnación 205
repetir las palabras de MITTERMAIER 38, que “con ello se varía toda
la sustancia de la apelación, porque el juez debe solamente decidir si
la precedente sentencia era justa y corresponde al estado de los actos’’;
el derecho de apelación no es ya el derecho a obtener una nueva sen
tencia sobre el mérito independientemente de la corrección de la pri
mera sentencia, sino que es el derecho a obtener la variación de una
sentencia que parece injusta en relación al material instructorio sobre
el cual se basa; y el conocimiento de la apelación no es ya un novum
iudicium, sino una crítica hecha por el juez superior sobre lo actuado
por el juez inferior, para ver si ha apreciado correctamente los hechos
recogidos y ha aplicado correctamente a los mismos el derecho: revisio
in facto et jn jure que no importa la reapertura del estadio instruc
tono, sino sólo una renovación del estadio de decisión 40
35. SCHWARTZ, 428-429; ENDEMANN, 917; WETZELL, 56, pág. 755. El Noveneid
fué introducido, como instituto general, por el Reichsabschied del 1654, 73, 118;
véase SCHWARTZ,págs. 119-120. Asi también en las’ citadas RR. CC. piamontesas
del 1770.
36. WETZELL,System, pág. 755 cit.
37. WETZELL, id. id.; ENDEMANN, Civi pág. 917, según el cual la deducción
pr.,
de nova fué “una especie de restitución unida a la apelación; MITTERMAIER, Gein.
deut8. biirg. Pr., III, 72.
38. Id. id.
39. ENGELMANN, pág. 157; WACH, Vortrüge, pág. 245; SCIÍMIDT, Lehrbuch,
pág. 92.
40. PLANCg, Beweieurteil, pág. 343.
La querella de nulidad y otros medios de impugnación 207
juez, (1. e., a. 2); según SCACCIA el término es de diez días (De app., qu. XII,
n. 83).
51. WETZELL, System, pág. 755-76.
52. Acerca de la cual véase WETZELL, System, pág. 776; LINDE, Handbuch,
II, pág. 377; RENAUD, Lehrbuch, 581; EN»EMANN, Civilprocessrecht, 241. Fuentes
en Wzvznat id.. nota, 18; la ley que introdujo el instituto fué la Kasnmergerichts
ordnung del 1555, III, caps. 51 y sigs., analizadps por SCHWARPZ, Vierhundert
Jahre, págs. 98-99, y LINDE, II, págs. 485-489.
53. Así según las leyes posteriores; mientras por la K. G. 0. 1555, el término
era de dos meses; WETZELL, Systen 59,
, nota 21.
54. K. G. 0. 1555, III, cap. 53.
55. Reformiren, K. G. 0. 1555, III, e. 53 n. 4. Véase SdnwARrz, Vierhundert
Jahre, págs. 98-99.
56. SCHWARTZ, pág. 98; WETZELL, loe. cit.
57. SCHWARTZ,pág. 105.
58. WETZELL, pág. 777; SCHWARTZ,pág. 124.
La quere dellanulidad y otros medios de impugnación 209
59. SCACCTA, qn. XIX, rem. 2. Véase también DURANTI, Speculusn, lib. II,
partic. III, mb. de re t. in mt.; MARANTA, Aurea práxis, VI, De app., ns. 77 y
sigs. Sobre la rest. in mt, en el derecho intermedio, véase COGNETTI DE MARTUS,
Revocazione, 52 y sigs., no siempre claro ni preciso. En cuanto a la doctrina
eI derecho común, véase Ouno, De rest. in mt. traet. (Veaetiis, 1623); MAURITH,
De resí. in mt. (en Tract. iii. iur., V, 115); y Tract. de in mt. rest. de varios au
tores (Francof., 1586).
60. Onno, qucst. XXXII.
61. DURAN’I’T, Specu 1am, lib. II, partic., rub. quibus modis sententia, n. 2.
62. Según ODDO, de rest. in mt., la restitución se da cuando alguno sufre una
lesión por una sentencia (quest. IV), contra la cual no se ha podido defender o
por causa de edad o de enfermedad (quest. II y III), de ausencia (quest. VI y
VII), de error debido al sexo o a la deficencia intelectual (quest. VIII-XI), de
dolo del adversario o del juez (quest. XII y XIII).
63. PERTILE, Storia, VI, 2 , pág. 326.
64. En cuanto al desarrollo de la restitutio ja integrum en Germania, véase
LINDE, Handbuch, II . 379 y sigs.; RENAUD, Lehrbueh, 188 y sigs.; BArza,
Vortráge, 332; MITTERMAIER, Gcm. burg. Pr., III, 3; WETZELL, System,
53 y literatura en pág. 674. Especialmente GENSLER, en “C. A.”, IV.
65. ENGELMANN, pág. 161, IV, 4, págs. 127 y sigs.; Rossma en ,“C. A.”,
XLVI, págs. 381 y sige., especialmente sobre el concepto de novum.
210’ PIERO
CALAMANDREI — La Casación Civil
de la sentencia, trata en el lib. II, partic. III: qnibus modig VÁLIDA senjentia
.eublevetnr, impugnetur, seu retractetur.
72. Principii, pág. 1020.
73. SKEDL, Nichtig/c., 20, nota 2, en pág. 96.
74. VANZI, De nn O.,IV, as. 33 y sigs.; SCACCIA, De app., quest. XIX, rem. 1,
conel. 1.
75. Por ej., la restitutio in mt.; ODno, De in mt. rest., quest. XV, n. 74.
76. También la sentencia del príncipe: VANZI, V, as. 1 y sigs.
La querella de nulidad y otros medios de impugnación 213
2. Estatutos de Verona del 1150, lib. TI, cap. 117 citado por Saznr Niehtigk.,
,
pág. 104. Véase también Siatuta Urbis Ferrariac rformata, 1567 (Ferrariae, 1590),
II, tít. LXV, rOl), de app. interp. (píg. 73); Ancona (Constdutiones .sive statuta
magnificar civ. Anonae, Anconae, 1566), Co]. II, rub. 73.
3. Cit. Estatutos del 1454, Lib. TI, rub. de app. Salio tamen. los Estatutos
citados por SKEDL, Niehtigk., 22, agrégueso: Constitu. del Coneune di Siena, 1262
(Milano, 1897, Ed. ZDEKAUFRI, 1)ist. 11, rub. 169, donde se admite que contra la
sentencia obiciatur: ipsam de jure non tenere; Estatutos de Sinigallia (Statutorum
et Rcforrnatwnune Magnificar Ciritatis Senegalliae volunun, 1533.— Perusiae, 1537)
Lib. II, 75. De scnt. erce. mandandig.
218 CALAMANDREI
PIERO — La Casación Civil
8. SKEDL, 22 y 23.
9. Véase KOHLER, Prozes und Nichtprozess., 10.
10. Su’mma, Lib. II, rut. de sententjam, Dcci mo in matrimonio.
11. Summa, id. Add. Diffinitiva; véase SESOL, Nichtiglc., pág. 127.
12. VANZI, VI, ns. 47 y sigs. También en las legislaciones se tiene tal contra
posición: así en la Clem. Saepe al final se dice expresamente non cnt proce .sus
propter hoc irritus nec etiarn irritandus.
220 CALAMANDREI
PIERO — La Casación Civil
17. Véase SKEDL, Niehtigk., 33, 2; LinDa, Handbuch, IT, 243; WETZELL,
Systern, 60, págs. 796 y sigs.
18. En el Estado pontificio las nulidades se limitaron a estas tres de la
Constitución de Paulo V .super tribunalinm reformatione, 1. marzo 1611; pero ya
tal limitación había sido impuesto por Pío IV en una carta apostólica del 1° de
julio de 1562 para la Signatura (Reformatio Refcrendariorum Signaturae Iustitiae)
(véase Da Lu x, Teatrum, XV, 1, disc. 38, ns. 22 y sigs.; RIDOLPIIINI, Praxis, P. 1,
e. XIII, n. 348) y se encuentra también en Estatutos, como el de Gubhio, Lib. III,
rub. 7. Otras limitaciones de los motivos de nulidad pueden verse en Error ja iud.,
n. 3, nota 14, y anteriormente en n. 60, nota 11. En el Estatuto Genovés, el cual, como
se sabe, enumeraba en el Lib. III, e. 1, los diversos motivos de nulidad, se enu
meraban tambi eni el e. 4 del Lib. III los vicios que no se debían considerar como
nulidades (de nullitatibus non attendendis). En las RE. CC. piamontesas del 1770
se encuentra una disposición (Lib. III, tít. XXIII, art. 2, antes en las Cons. de
y. Amedeo del 1729) donde se excluyen las nulidades que procedieran de defecto de
solemnidad, p se admiten solamente aquellas insanables, que derivan de falta de
jurisdicción, citación o mandato, exceptuándose aquellos rasos en los cuales las nuli
dades procedentes del defecto de solemnidad fuesen especialmente indicadas y ale
gadas antes d.c conclujrse la causa ... En cuanto a las limitaciones en Nápoles,
véase además el texto, n. 85.
19. Denuil., rub. 7, quest. 37, n. 17.
20. Rub. VII, quest. 1, n. 31. Para indicaciones de derecho estatutario, véase
Error in iudicando, n. 66 y notas.
222 CALAMANDREI
PIERo — La Casación Civil
25. Opinión especialmente representada por LTNDE, Handb oeS, II, 253 y
sigs. hasta 259; BARDELEBEN, De nuli. seat., pág. 104. Véase RENAnO, Lehrbuch,
186 (literatura en pág. 551, nota 4), según el cual la única diferencia práctica
entre la apelación y la quere/o nullilatis habría sido la admisibilidad de la segunda
también en los casos en ene la sentencia era inapelable por razin del valor (por
falta de Appellationssuinine).
26. Véase especialmente ENDEM&NN, Civilpr., 244-245, y, para la literatura
más amplia, Error in iudieando, n. 66, nota 109. Entre nosotros OsuoveNnA enseña
(Principii, pág. 897) que “con el tiempo la querela nullitatis se unificó, respecto
de las nulidades sanables, con la apelación.
27. BABDELEBEN, De sent. unu., 25-31, y allí resumida la doctrina más anti
gua; GESTERDING, Áusbe von
te Nachforsehungen, III; ENDEMANN, 243; WET
ZELL, System, 60, pág. 807.
224 CALAMANDREI
PlEnO — La Casación Civil
decenio 28; según una última opinión, que es también la más autori
zada, se redujo a ser un simple motivo de apelación 29, quedando como
motivo de nulidad insanable solamente la falta de certeza o la imposi
bilidad de la parte dispositiva.
El sistema de los medios para hacer valer la nulidad construido
por la legislación imperial alemana fué sometido en las legislaciones
locales a notables variaciones 30; pero todas ellas se inspiraron en una
de estas dos tendencias: o en concebir el medio para hacer valer las
nulidades como un verdadero remedio de derecho (Rechtsrnittel) de
volutivo y utilizable dentro de un término breve (Nichtigkeitsbesch
werde = querella de nulidad), o en considerarlo como una acción no
devolutiva utilizable dentro del término ordinario de la prescripción
(N’ichtigkeitsklage = acción de nulidad) 31• Lo cierto es que, por la
doctrina, el medio para hacer valer las nulidades insanables fué con
siderado como una acción de declaración negativa de mera certeza 32:
lo que, como observa ALMENDIGEN estaba en contradicción con la
regla de que también el ejercicio de las nulidades insanables debe,
después de treinta años transcurridos desde la fecha de la sentencia,
quedar definitivamente precluído.
79. Aquella casi celosa solicitud que aparece en todos ]os orde
—
per quelli espressamente determinata (conciosia, che piu fian i casi, che u statuti)
se a qualche estranea questiono occorrente si troya in essi cosa alcuna simile, lb da
procedere da simili a simili ovver secondo l’approhata consuetudine. Altramente se
al tutto tal caso é diverso, o se tal consuetudine no si troya, fasa i nostri zudesi
si come iusto et equo afla sua providentia parerá, abbiando Dio azanti ph occhi
della sea mente, si che nel piorno del distretto esarnine essi possano davanti al
treme do zudese rendere rason”. La nulidad por violación de ley se encuentra ta
blecida también para el consihinm sapientis: véase Estatuto Corregio (Municipales
leges civ. Corrigias, Mutinae, 1675).
(Nota del Traductor: He preferido, en las líneas precedentes, lo mismo que
en otras notas anteriores, dejar en idioma original el texto que se encuentra en
italiano antiguo, por entender que al traducirlo perdería su natural frescor y ori
ginalidad).
11. Estatutos de 1352, Lib. II, rub. 76 (en Corpus St. Ital., ed. DEGLI Azzu,
Roma, 1913).
12. ,Statwt. sen inris civihis Civitatis lhavennae Libri y (Ravennae, 1590),
Lib. 1, Ç 1.
13. Véase ScLoPIs, Autoritd gindipiaria, pág. 150; nótese que por algunos se
hace remontar a estas magistraturas el origen de nuestro Ministerio Público; véase
BATTISP&, Ministerio pubbhico (civile), n. 1 y BoRToLo1 ro,
Ministero pubbhico
(penale), ns. 18-21 (en “Dig. it.”, XV, 25) ; MANzINI, Trattato di proc. penale,
1, pág. 429, nota 1.
Sobre la función política cia la querella de nulidad 229
communis Mediolani vel alia quae servan debent secunduni debiti sui
officii; o de oficio o en virtud de denuncia, el Exgravator debía casti
gar tal transgresión (e. 14), reservando, sin embargo, a las partes la
acción procesal contra el juez transgresor (e. 15).
El poder exclusivamente negativo que el Exgravator tenía sobre
las sentencias nulas y la consiguiente remisión de la causa al primer
juez; la función de vigilancia atribuída a este funcionario sobre el
recto mantenimiento de las leyes por parte de todos los jueces inferio
res, han hecho aparecer al Exgravator comoun precursor de la moder
na Corte de Casación, de la cual quedaría demostrado así que “exis
ten en las leyes de nuestros Municipios mediovales experiencias y pre
cedentes mucho más antiguos” 23 que la Revolución Francesa. Ahora
bien, aun reconociendo que el carácter de nomofilaco del Exgravator
y algunas reglas del procedimiento seguido por él pueden recordar con
gran aproximación el instituto de nuestra Casación, se deben advertir
dos cosas, que por lo demás son intuitivas: la primera, que cuando se
dice que el Exgravator es un precursor de nuestra Casación, no se dice
que en el mismo esté el origen efectivo de la Casación, puesto que
ninguna continuidad histórica hay entre ésta y aquél, abolido en la
reforma del 1498 24; la segunda, que el Exgravator, que parece una
cidos en el c. 1 del Libro III. Si alguno quería recurrir por un moti. deo nulidad
diverso de los expresarneiite admitidos por el Estatuto, debía preventivamente pagar
a la Camera Rcipublieae seis denaros por cada lira sobre el valor de la causa,
así corno también hacer firmar su petición por el Notarías Camerae de la orden
de los procuradores.
31. Lib. III, e. 1, último.
32. Libro 1, e. 3, al principio.
33. De los cuales trata el Lib. 1, c. 2.
34. AB EccLE5IA, Observatjones forenses sacri senatus pedemontani, 1 , Obs.
CLXXII, as. 4 y sigs.; DE NEVIZAN1S, Consilia sea responsa, Cons. 41, a. 44.
234 PIERO
CALAMANDREi — La Casación Civil
una decisión preliminar y sumaria; el art. 12 del tit. XXIII, lib. III,
limitaba las nulidades a aquellas derivadas ex tribus (anteriormente,
n. 76) ; y, finalmente, el art. 3 del mismo título introducía una norma
que representa para el Piamonte una interesante novedad: Las sen
tencias que sean proferidas contra la disposición de nuestras consti
tuciones, no alcanzarán nunca la categoría de cosa juzgada y podrá.
siempre en cualquier modo proponerse la nnlidad de las mismas duran
te el transcurso de los treinta aíios .
37. Véase PISANSLLI, Cassazione, pág. 19, quien afirma que nunca se pre
sentó en Piamonte un caso de anulación por el art. 3. La nulidad establecida por
tal artículo fué abolida en el siglo x ix por el rey Carlo Felice, que en el fi.
Edicto de 27 de septiembre de 1822, cap. 1, art. viii, cpv. 3, estableció: Trans
curridos los términos para la apelación, las sentencias adquirirán sin más la cate
goría de cosa juzgada y ijo podrán ya ser impugnadas tampoco en vía de nulidad
(Colección de los actos de gobierno de 8. M. el Rey de Cerdeña, vol. XII, año 1822,
pág. 676).
236 PIER0
CAx Ai r.msmI
—La Casación Civil
38. Véase también el Estatuto de Forli del 1359, en nota 1 a pág. 206, el cual
establece la nulidad de lo que el juez ha hecho contra el estatuto, tanto si contra
el estatuto hay processum, como si contra el estatuto hay cogniturn veZ diffinitum.
Sobre la función política de la querella de nulidad 237
puede ser puesta de manifiesto por el juez con la certeza, con la cual en
cambio se muestra en el caso de error contra mg ja thegi clarum .
12. SOLA, loe. cit., ns. 22 y sigs.; As ECCLESIA, Observationes forenses, Obs.
CLXXII, pág. 262, ns. 2 y sigs.
13. Loc. cit., ns. 28-29.
14. De los jueces de primera instancia al Prefecto y de éste al Senado
(RR. CC., Lib. III tít. XXVI, art. 1); pero mientras la primera apelación daba
lugar a una innovación de todo el juicio (it !.,art. 13), la segunda, sobre los
mismos actos, producía sólo un examen del fallo (id., art. 14).
15. Bajo la dominación española se tuvo el tribunal de la Corosa compita y
después, por la Pragmática de 3 de marzo de 1573, el de la Real Andiencia, juez
supremo de toda la isla, presidido por el virrey; en las causas superiores a mil
liras se podía suplicar al rey (P RTILE, Storia, VI, 1, pág. 48 y notas). Después,
cuando en 1718 la Cerdeña se incorporó al Piamonte tuvo el Sacro Supremo Con
sejo con sede en Turín que además de las atribuciones de carácter político ejerció
la función de una tercera instancia judicial (véase el discurso del senador Misio
en Rendiconti del pan., Discussioni del Senato, XI Legislatura, Ses. 1870 71, vol.
único, Firenze, 1871); véase CICCAGLIONE, Manuale, II, pág. 235.
250 PIER0
CALAMANDREI — La Casación Civil
En ]lóneda, según las constituciones del 1771 22, contra la doble sen
tencia conforme no se admitía ya la apelación (Lib. 1, tít. 27, art. 6) sino
sólo la revisión ante el Supremo Consejo de Justicia (Lib. 1, tít. 1,
art. 1 y sigs.), el cual se dividía en dos Aulas: las restitutiones in
tinae, 1777, ad. II Vol. dissertatio, § III. Sobre el ordenamiento judicial tosca
no en general, véase POGGI, Giudice unico, ns. 79 y sigs.
29. Sobre el origen de este tribunal, creado por Provisión del 15 de abril
de 1502, véase CANTTNI, Legislazione toscana raccoita cd ilinstrata (Firenze,
1800), vol. 1, págs. 44 y siga.; PAoraNJ, Prospetto storico, pág. 299.
30. Los juicios de la Rota tenían lugar con un número diverso de jueces
según el grado de la causa; en cuanto al funcionamiento de este tribunal
véase Provv., de 15 de abril de 1502 (CANTINI, 1, 38); 26 de Agosto de 1541
(CANTINI, 1, 198); 31 de mayo de 1542 (CANTINI, 1, 205) ; le de septiembre
de 1678 (CANPINI, XIX, 96); Rcglamento de los Tribunales emanado de Pedro
Leopoldo el 30 de diciembre de 1771, 24 (CANTINI, XXX, 210; véase tam
bién PAOLINI, ob. cit., cap. 37). En virtud de esta última reforma, cuando
contra una sentencia de un juez inferior se proponía la nulidad o la restitución
in integrum ( 22), la Rota se limitaba a hacer sobre la reclamación una
relación que era enviada al juez a quo; éste debía decidir en todo y por todo
de conformidad con la misma, § 24. Véase CANTINI, XXX, 201; véase tam
bién MOnTAnA, Appello Civile, n. 184.
31. ZOBI, Storia cirile della Toscana, vol. 1, 9 PA0LINI, pág. 320. Las
súplicas que se dirigían al príncipe para evitar la cosa juzgada, daban lugar,
si eran acogidas, a un nuevo juicio ante un juez delegado por el soberano.
Véase la información presentada a Cosme 1 por Francisco Vinta en febrero
de 1560, § 16, en CANTINI, IV, 145; y en cuanto a las súplicas anteriores a la
sentencia, el Decreto de P de noviembre de 1561 (id., 227).
32. Z0BI, Storia, 1, 94; PAOLINI, 321.
33. Motupropio de Francisco III del 25 de abril de 1739 (en CANTINI,
XXIV, 168 y 170); íd. de 10 de julio de 1739 relativo a Pistoia, especialmente
10 y 11, que admiten el recurso extraordinario al príncipe contra la doble sen
tencia conforme (CANTINI, XXIV, 196).
Los tribunales supremos en Italia y en Germania 253
45. Acerca del tr. de la Signatura, véase DE LUCA, Theatrum, XV, IT,
dlsc. XXX; ANÓNIMO, Pratica della Curia romana, II, n. 196 y sigs.; PERTILE,
Los tribunales supremos en Italia y en Germania 255
59. G LLUPPI, Praxis, parte III, e. V; HoyITo, Comm., pág. 460; DE LUCA
(C. A.), Praxis, LXX, u. 6; sobre las reclamaciones admitidas contra las sentencias
del S. R. C. en los tiempos posteriores, véase CYRILLI, 1, pág. 47, y sobre los
medios de impugnar las sentencias en el derecho napolitano en general, el citado
estudio (de muy escaso valor) de D’AVOSSA, págs. 38 y sigs.
60. GRIMALIM, XX, u. 129; MUSCATELLI, Praxis, Glosa 1 , rub. senlentia,
n. 119; rub. nuUitalis, n. 49.
61. Además de aquella de la Pramm., IV, de dilat., § 30 del 11 de mayo
de 1612 (véase el u. 85), relativa a las nulidades ex capite notoriaes iniustitiae,
se estableció que la nulidad no pudiera hacerse valer contra la doble conforme
o por actos precedentes a la sentencia (Prasnns., IV, de dilat. cit., § 17, véase
ALTIMARO, 1, 302; 21 de julio de 1728, § 5; véase CYRILLI, Lib. IV, tít. XXVIII,
vol. 1, pág. 295). Había, además, penas personales contra los procuradores que
propusieran nulidades infundadas (Premie., 1, de procur., 31 de mayo de 1574,
en GRIMALDI, XXX, n. 255, vol. 248), y cuando se trataba de nulidades ex capite
notoriae ininslitiae, era necesario que la querella fuese firmada por un abogado
doctor en leyes (Premie., IV y V, de dilationibus, en GRIMALDI, XXXII, n. 85;
ALTIMARO, 1, 300 y sigs.; véase también PRAvo, Additio a MUSCATELLI, Glosa
Nuilitatis). No obstante tantas limitaciones, las querellas de nulidad eran en
Nápoles tan frecuentes que constituían un verdadero flagelo véase O. A. DE
LUCA, Praxis, LXX, ns. 1 y 2.
62. Pr., IV, de diiationibns, § 16 cit.: véase GRIMALDI, vol. IX, 319; GAL
WPPJ, Praxis, III, cap. VI, n. 12; ALTIMARO, 1, 302: del depósito podian ser exi
midos los miserables, recurriendo a tal objeto a la Cámara de 8. Clara con una
súplica de la que C. A. DE LUCA, LXX, n. 8, da un modelo; el depósito se perdía
también por renuncia a la querella (I’r., VIII, de dilat., n. 3 de 25 de mayo de
1666 en GRIMALDI, XXXVIII, a. 157, vol. XI, pág. 113; ALTIMARO, 1, 306).
63. Prasnm., VIII y IX, de dilat., 25 de mayo y 12 de octubre de 1666, en
GRIMALDI, XXXVIII, n. 157, vol. XI, págs. 113-116; ALTIMARO, 1, 306 y sigs.
64. Acerca del cual puede verse SANFELICE, Praxis iudiciaria, pág. 6.
65. Prainm., 8 junio 1765, en GRIMALDI, XLI, n. 20, vol. XII, pág. 9 y en
CYBILLI, vol. 1, pág. 30.
258 Pi CALAMANDRE!
ao — La Casación Civil
71. Cassazione,a. 5.
72. El discurso, varias veces citado, aparece en el vol. 1 de las Question4 ds
diritto.
73. Véase el discurso cit., ns. 7 y sigs., especialmente n. 15.
74. Discurso citado, a. 13. Véase tanibién GrUSSANJ, Precur pág. 39.
ori,
75. Discorso, as., 13-14: D’AvossA, Cosa Giudicala, pág. 49; GIussANI,
Precursori, 38-39.
262 CALAMANDREI
PIERO — La Casación Civil
bajo los Borbones a favor del acusador y del abogado fiscal, y que
daba lugar a una decisión de la Camera di 5. Chiara y, en caso de ser
aceptada, a la remisión de la causa a otro tribunal .
80. SCACCIA,De sent. et re jud., GI. XIV, quest. XXIV, ns. 1-19; ALTIaIARO,
Tr. de astil., rub. XIII, quest. XIX, a. 17. Acerca de Ja gran autoridad de las
decisiones de la Ilota romana, véase DE LUCÁ, Theatrum, XV, parte II,
disc. XXXII, as. 65-66, quien, por otra parte, advierte que su autoridad no se
extiende al punto ‘ut faciant auctorjtatem necessarjans apud inferiores magistratus
ianqu.am dcc isiones papales.
81. SCACCIA, loe. cit., as. 57-58; ALTIMARO, loc Cit., a. 18. Véase mi Error
in indicando, a. 14. NICoLusI, Discorso, n. 9, dice que “sus decisiones eran citadas
Como oráculos en los tribunales extranjeros”. Sobre las funciones casi legislativas
que estaban reservadas al Senado en Piamonte, a ejemplo de los Parlamentos
franceses, véase PERTTLE, Storia, II, 25, pág. 195.
82. Véase especialmente SCIIUPFER, Fonti, págs. 657-670, quien recuerda la
autoridad casi mundial gozada por las sentencias de la Ruta Romana, de los
Senados piamonteses del Sacro Regio Consejo; véase tambié,i SCLOPJS, Storia, III,
cap. III, y NICOLINI, n. 9; PERTILE, Storia, § 85 del vol. II; PIOLA CASELU,
Ginrisprudenza, en “Dig. It.”, ns. 16-18.
Los tribunales supremos en Italia y en Germania 265
porque a causa del influjo del derecho canónico, era acogido en algún
Estado el principio de la triple conforme (véase, anteriormente, u. 91),
sea porque, aun cuando el tribunal supremo había juzgado en tercera
instancia se admitía a veces una ulterior súplica al príncipe, los tres
grados del ordenamiento judicial no aparecen con la decisión y con la
regularidad con que se muestran en los Estados germanos. La idea
de la tercera instancia constituye, en efecto, un canon fundamental del
ordenamiento judicial germánico , en el que prácticamente las causas
de mayor importancia, mediante una Áppellation y una sucesiva Oberap
pellation, pasaban del Tlntergericht al ]Jlittelgericht y de éste al Ober
gericht 84; semejante estado de hecho llegó a ser reconocido por el
Bundesakt alemán del 8 de junio de 1815, art. 12 85, el cual, conside
rando como normal en los diversos Estados federados la existencia de
un tribunal supremo de tercera instancia, reguló expresamente la
constitución del mismo.
Digno de observación es, sin embargo, en Germania un hecho que
no tiene correspondencia en la constitución italiana de la época inter
media; esto es, el hecho de que si, por una parte, los diversos Estados
germánicos, especialmente en la época más reciente de su desenvolvi
miento, tuvieron cada uno un propio tribunal supremo, la idea unitaria
imperial mantuvo en vida, de otra parte, un tribunal supremo único
para todos los Estados germánicos, que trató de unificar y de centra
lizar en torno al emperador la vida judicial de toda la Germania. El
desmembramiento de la monarquía franca transfirió a los emperadores
alemanes aquella suprema jurisdicción que se había centralizado en
la Curia regis : y a ellos, al menos teóricamente, se les reconoció el
derecho de sustituirse en el territorio del Imperio a cualquier tribunal
inferior, y de reformar o anular cualquier sentencia con conocimiento
directo 8G La importancia del tribunal imperial fué, sin embargo,
rápidamente declinando en el siglo XIII y siguientes, cuando el Empera
83. Véase WETZELL, System, pág. 393, 439, 706; LINDE, Handbuch, 1, § 8;
BLUNTSCHLI, Le droit peblíc général (trad. del alemán de RIEDMATTESC, 28 ed.,
París, 1885), Lib. V, cap. III, págs. 217 y sigs.
84. Véase ampliamente WETZELL, Syste n, 376 y sigs.; SCHMIDT, Lchr
págs.
buch, pág. 92.
85. Lmnnz, Handbuch, 1, pág. 15; Id., Ueber Bedeutun des ArIike
q 12. der
deuts. Bundesakte in Sysiem des gem. deut Prozcsses,
. en “C. A.”, XL, 206.
86. Véase FICIeER, Forsehunqen, 1, ns. 150 y sigs., (jUC presenta varios casos
de anulación de sentencias decididas por el Emperador (pág. 278); WETZELL,
$ystern, págs. 363 y notas; FEANKLIN, Das Reichtshofgericht im Mittelalter,
págs. 34 y sigs.
266 CALAMANDBEI
PIER0 — La Casación Civil
dor fué considerado casi a la par de los otros señores territoriales 87,
y, por la falta de una composición regular del mismo tribunal, que se
hacía imposible por los continuos viajes del soberano, los príncipes
alemanes trataron en proporción cada vez mayor de sustraer sus te .
rritorios a la jurisdicción del Empérador por medio de exención de los
derechos iniperiales de avocar las causas desde su inicio (priviiegia de
non evocando) o de decidirlas al menos en última instancia (privilegia
de non appellando) 88; y tales exenciones las obtuvieron de una manera
estable, especiali porente
lo que se refiere al derecho de avocación, por
la goidene Bvile de 1356 89• El tribunal supremo del Imperio, que por
la directa y arbitraria intervención del Emperador en su funcionamiento,
había perdido, por su sujeeión a los influjos políticos, toda garantía
de imparcialidad 9 , fué restablecido en forma regular por la Kamrner
gerichtsordnung de 7 de agosto de 1495 9 1, la cual, al constituir en
Francfort el tribunal cameral del Imperio (Reichslcarnmergericht),
quiso hacer de él un órgano federal, que, aun manteniendo el principio
de la soberanía imperial sobre la justicia, quedase, sin embargo, sus
traído a la ingerencia personal del Emperador 92; y tal independencia
del supremo órgano jurisdiccional de la justicia de gabinete fué enér
gicamente afirmada por los Estados germánicos, en cada ocasión en
que el soberano intentó disminuirla de algún modo Se produjo
entonces un fenómeno análogo a aquel que ya se ha observado en mu
chos Estados italianos (véase, anteriormente, n. 87) y que notaremos
también en la monarquía francesa (véase, más adelante, n. 100) : esto
es, que, cuando la suprema jurisdicción fué asumida por un órgano
autónomo, el soberano continuó, sin embargo, administrando la jus
ticia en su consejo de corte, de modo que se formó en el Hofrath imperial
un tribunal supremo concurrente con el tribunal cameral, y acaso su
perior a él “.
87. SCHMIDT, Lehrbuch, pág. 83; Staatslehre, II, 2, 485; ENGELMANN, Riim.
kan. pr., pág. 109.
88. ScnM Staatslehre,
lDv, II, 2, 486; WETZELL, Systein, pág. 363; LINDE,
Handbuch, II, 78.
89. Véanse los autores citados en la nota precedente.
90. Sobre la composición de este tribunal con anterioridad a la reforma del
1495, véase WETZELL, Systen págs., 366-368.
91. Acerca de la cual véase SCHWARTZ, Vierhundert Jahre, elt., págs. 72
y sigs.
92. Véase WETZELL, págs. 371 y sigs., y bibliografía allí citada, nota 193, y
en ENGELMANN, pág. 109, nota 1.
93. Véase ENGELMANN, loe. cit.
94. WETZELL, System, pág. 373 y sigs.; ENGELMANN, II, 3, págs. 114 y igs.
Los tribunales supremos en Italia y en Germania 267
95. Véase sobre la actividad legislativa del It. E. G., WETZELL, System,
S 2, nota 5; SCHWARTZ, Vienhundert Jahre, cap. III, passi?n.
96. ENGELMANN, II, págs. 111-112.
97. Das Jteichsgericht und dic deutsche Rechtswissenschaft.
98. ScHMID’r, id. id., pág. 222.
TITULO CUARTO
B) Derecho francés
LITERATURA.
5. BEAUMANOIR, LXI, 48: Sire, je dis que chis jugement qui est prononciés
contre inoi, est fauz et inalvés et desloiax.
6. A cuyo objeto podía la parte expresamente pedir al presidente que
hiciese pronunciar el dictamen a cada uno de los jueces por separado, para poder
provocar al duelo al primero que le quitaba la razón y evitar de esa manera haber
de combatir sucesivamente con todos los componentes del colegio. Véase BEAU
MANOIR, LXI, 47.
7. T las diferencias estudiadas con mayor precisién por STzrN,
págs. 240 y sigs. en cuanto a la primera hipótesis, y págs. 242 y sigs. en cuanto
a la segunda. Vóa también
e ITENRIoN os PANSEY, Autorité judiciaire, págs. 8 y
sigs.; GLAsS0N, Histoira, VI, pág. 581; FOuRNIER, Essai, págs. 143 y sigs.; CHE-
NON, Cassation, pág. 12. Véase también BRUNNEE, Wort und Form cit., en “For
sehungen”, págs. 345 y sigs.
8. BEAUMANOIR, LXI, 65: Convient apeler de degré en degré, c’est a dire
setonc ce qui le hommages du jolus has au plus prochain seigneur aprés. Véase
también HOLTZMANN, Fransiisische Verfassungsgeschichte, págs. 62-63.
Remedios procesales ordinarios contra las sentencias 277
38. Cap. LXI, n. 38, cd. BEUGNOT, II, pág. 388 (he adoptado, como más
expresiva, la locución que se utiliza allí en nota). Véase también el e. LXVII,
n. 29: .. . convient qu’ll soit tenu pour boas des parties, ou qu’il soit faussé
par apel.
39. Stylus Cariar, XX, 2; BRUNNER, Wort und Forrn eit., págs. 343-344
Véase tanibién I 3 OUTEILIER, Somme rural (ed. de CHARONDAS LE CARON, Paris,
1693), Lib. II, tít. 24, Quand on (bit appeller, pág. 775; Le grand Coustuniier,
anotado por CHARONDAS LE CARON, Lib. III, cap. 27, des appellations, pág. 469.
Véase también Établjss. de Sajnt Lo,,jg, II, 16 (Ed. VI0LLE’r eit., vol. II, pág. 381);
IMnERT, Inst., II, e. 1 (pág. 317 cd. cit.).
40. Acerca de los influjos romano-canónicos en BEAUMANOIR, véase C1IJOVENDA,
omanesjmo e gern,anesjrno, cit., pág. 175 y nota 150.
282 Pinxo
CALAMANDREI — La Casación Civil
efectos del fallo sin necesida dde apelar: et ainsi s’ostcra ji de tel
.. .
41. BEAUMANOIE, ed. eit., cap. LXVII, n. 16 (vol. II, pág. 464).
42. Id., n. 30.
43. Id., n. 31 (II, pág. 472).
44. Id., n. 32 (II, pág. 473).
45. SCHWALEACH, pág. 147.
Remedios procesales ordinarios contra las sentencias 283
50. Edición CHARONDAS, pág. 468, Lib. III, e. 27: “En pays coustumier,
qui veult appelier ji est necessaire qu’il appeile en jugement, ou au moins avant
que le juge se lieve et departe de son siege, autrement il nc sera point receu
come appellant. Si le juge prononce aucune sentenee, qui d’elle mesmne soit nulle,
et la partie contra qui la sentence est donnée n’en appeile, icelle partie ne pourra
faire poursuite sur la nullité d’icellc sentences, puis qu’elle n’en aura appellé.
Cecy faut en trois cas qui s’ensuyvent. Exemple: quand l’on traicte d’anuller une
sentence qui a esté donnée par le Juge non competent, iacoit ce qu’incontinent ji
n’en fust appellé. Quand la sentence es nulle, pource que trop Imastivement, . trop
briefve journée et sans garder la demeure accoustumé l’on á donné la sentence.
Tertio, quand ji y a erreur exprimez en la sentence”. Más adelante (pág. 471)
añade a estos tres casos de nulidad también un cuarto: “qunnd le Juge donne
sentence plus oultre que le conclusión de la partie nc ,sont et par plusieurs nutres
manieres”; véase también en pág. 474 la “difference entre un jugement qui est
dict nul et un j. qui est diet faulx”. También BOUTEILLER, Sornme rural, Lib. II,
tit. 13, tiene un § Par quantes nraniéres est la sentence aulle (pág. 766 cd. cit.),
donde se dice que la sentencia es nula iacoit qu’il n’cn. fust appellé por cuatro casos:
le si el juez condena al procurador en lugar de a la parte; 29 quand erreur esi
en la sentence telle qu’icelle cogncüe la sentence faict á revoquer, o cuando la
sentencia es pronunciada en ausencia de una parte; 39 quand elle est donnée cantre
droici escrit et anejen usage du pais; 4e quand est donnée par non juge.
51. Obra cit., 558.
52. REBUFFE, Traci. de sent. execvtoriis, Glosa X, n. 5.
Remedios procesales ordinarios contra las sentencias 285
Obligations cit., ns. 875 y 885. Véase también las Coutumes de Borgogna, art. 338,
y de Audenarde, tít. VII, art. 1 (referidas MERLIN cit., voz Nullité donde se
establece la regia: Nullité de la sentence n’em.péche l’exécution si non n’en ap
pelle; On doit appeller des sentences en matiére civile, quand’elles .seraient aulles
et de nulle valeur selon le droit; y CJSARONDAS, nota al margen a BOUTEILLER,
II, XIII).
61. Proem., Gl. 1, n. 87; con palabras casi semejantes, n. 96: “Rubrica
codicis quando provocare non est necesse, non servatur in hoc regno, quia neces
sana est appellatio etiam im casibus ubi sententia est ipso jure nulla”; id. Gl. V,
a. 134: Tract. de arbitrio art. un., Gi. XII, a. 4; Tract. de app., art. 1, Gi. II,
n. 19; art. VII, GI. II, n. 32; TuoLosANus, Tract. de appellationíbus, Lib. II,
c. 16, a. 5; FARRO, Codex, Lib. VII, tít. 27, Def. 13, Sub tít.: “Etiam nulla sen
tentia transit hodie in rem judicatain, si non ab ea appellatur”; “Licet sententia,
quae ipso iure nulla est, nunquam transine possit in rem judicatain... alio tamen
jure utimur”. Véase también SCACCJA, De appellationibas, quest, XVII, limit. 9,
n. 6; quest. XIX, n. 18.
Remedios procesales ordinarios contra las sentencias 287
7. VJOLLET,cit., pág. 223: “El rey delega la justicia a sus senescales, a sus
bailes, a sus Parlamentos; pero no enajena su derecho de juzgar. INo es, él mismo,
por decirlo así, una inmensa reserva de justiciar’. RAed DE LA GRAESERIE,De
la fonction et des jurisdictiong de cassation, cap. 1, desarrolla el concepto de que,
desde el origen de la monarquía francesa, toda justicia emana del rey (lo que no
es verdad, ya que más bien la jurisdicción real nace y se afirma en antagonismo
Con la justicia señorial) y distingue así una justice déleguée, que es la ejercitada
por los tribunales ordinarios, y una justice retenue, que es la ejercitada directa
mente por el rey. Los remedios contra las sentencias de los Parlamentos, acerca de
las que discurro en el texto, serían precisamente casos de iustice re tenue.
8. Acerca de la singularidad de este fenómeno, en virtud del cual el rey
eontinuó administrando la justicia aun después de haberse separado de su Corte
el Par arnento,precisamente al objeto de quitar al monarca el peso de administrar
justicia, puede verse en HOLTZMANN, Franz. Verfa.ssiingsqeseh.; y la recensión
de ERCOLE, en “Archivio storico ital.” (tercera entrega dci 1911), pág. 9 de la
edición separada.
292 PIERO
CALAi — La
iANDREI Casación Civil
24. HENicIoN DE PANSEY, Ant. jud., pág. 162; CHEN0N, Cassation, pág. 17;
GLASSON, Hisíoire, VI, 262.
25. Texto en Recneil, II, 768. Véase GLASSON, VI, 262, que en la nota 2 opina
que tal disposición se refiere no sólo al Parlamento (Curia), sino también al con
sejo real (cornmune consiiium) ; y no, por consiguiente, que estos dos términos sean
sinónimos; véanse también DUCOUDRAY, pág. 557, y SCHWALBACH, Der Pariser Par
lenient, págs. 159-160.
26. WARNICOENIG, 1, n. 186; HOLTZMANN, Franz. Verf. Gesch., III, Período,
2. Kap., págs. 335 y sigs.
27. Dictionnaire de droit et de pra ique (12 ed., vol. 1, Paris, 1740).
296 CALAMANDREI
PIERO — La Casación Civil
28. WARNKOENIG, 1, pág. 349; STEIN, III, pág. 475; GLASSON, VI, págs. 191
192; véase también HENRION DE PANSEY, e. VI; HOLTZMANN, pág. 252.
29. Véase VI0LLEr, Inst., II, pág. 229.
30. STEIN, III, págs. 477-481; FERRIÉItE, Dictionnaire, 1, voz Chancellcrie,
dice que ésta “es el lugar donde se sellan las cartas que emanan de Su Majestad,
por razón de la justicia... “.
33. Erróneamente, pues, en mi concepto, VIOLLET, Inst., IT, pág. 224, enlaza
el origen del povrvoi en cassation con la función de souverain juge, que conserva
el rey aun contra las sentencias del Parlamento; erróneamente también LA GaAs
sarna, Cassa págs. 6-7, considera bajo la hipótesis de la juatice re enue tanto
ion,
el Caso de las lettres de justice (en que el rey cumple un verdadero acto judicial),
Cuanto el de la casación, que tiene sólo naturaleza política. Véase también HOLTZ
MANN, III. Per., 3. Kap., n. 3, págs. 362-365.
298 — La Casación Civil
CALAMANDREI
PlEno
34. STEIN, III, pág. 655, dice que la Requéte civile “ist nichts anderes, als
dic genauere Organisation der Lettres de la Chancellerie”; lo mismo se puede
decir en cuanto a la proposition. d’erreur.
El recurso al Rey como a juez supremo 299
35. Recucil, II, 768; CHENON, Cassation, pág. 17; DUCOUDRAY, 558; H u
RION DE PANSEY, 162; GLASSON, Histoire, VI, 262.
36. Sornrnerara!, Lib. 1, tít. XX, rub. De erreur sur arrest de Parlarnent.
Véase SCHWALBACH, 159-160.
37. Véase GARSONNET, Traité, VI.
38. GLASSON, VI, 263; CHENON, Cassation, 19; }IENRÍON DE PANSEY, 163.
39. Recueil, III, 260.
40. Además de las va citadas del 1302 y 1320, se refiere,i a este terna las
ordenanzas: anteriores a la de 1667: 1331 (Recucil, IV, 401) ; 1340 (id., X, 819,
en nota); 1344 (id., IV, 494); 1453 (íd., IX, 227-228) ; 1479 (id., X, 818)
1498 (id., XI, 359); 1535 (id., XIII, 447) ; 1539 (id., XIII, 628) ; 1566, (id.,
XV, 206).
41. Tractatus de supplicationibus seu errorurn propositionibas, en Cornin. ja
cosi, sea ordin. regias cit., a. 16 y sigs. Véase también B0uTEILLER, Som me rural
(Ed. CHARONDAS LE CITARON), tít. XX, rub. De crecer sur arrest de Pariement;
IMBER,r, Inslitutions, II, e. 16.
300 PlEno
CALAMANDREI — La Casación Civil
42. Ord. de Felipe de Valois de 1344, e. 9. Véase Recueil, IV, 494; TARBÉ,
Ca.$saíion,, pág. 11; HENRiON DE PANSEY, 164;CHEN0N, Cassation, 19-20; CREPON,
Cassation, ns. 11-15.
43. Ord. de Plessis-les-Tours de Luis XII, 1479, art. 88. Véase Eecueil, XI,
559; HENRION, 171, nota 1.
44. Ord. de Luis XI del 1479, Recueil, X, 818 y sigs.
45. Ord. de Villers-Cotterets de Francisco 1, de agosto de 1539, art. 136
(Recneil, XIII, 628). Véase REBIJPFE, loe. cit., ns. 56-57.
46. Véase un modelo de tales súplicas en BOUCHEL, Bibliothé que, vol. II, voz
Froposition d’erreur, pág. 1104.
47. Ord. 1344, cap. 9, cit. Eecucil, IV, 494. Véase BOUTEILLER, loe. cit.
48. Ord. de 1344, cit.; el art. 135 de la Ord. ,de Villers-Cottercts del 153
prescribió, sin embargo, a los Maitres des requétes que examinasen cuidadosa
mente si el error y si los documentos correspondían a la relación.
49. REBUFFE, loe. cit.; itecucil, loe. cit., II, 16, pág. 383.
50. Ord. de 1344, citada. GLASSON, VI, 263; BOUTEILLER, loe. cit.: “et si
l’erreur est recevable, les seigneurs des requestes du Roy, envoyent aux seigneurs
des Pariement la request, et les erreurs formez par articles avex un mandement,
contenant que la requeste ayee lesdicts errcurs soient visitez et veus et receus,
et soient commis des seigneurs du dit Pariement á ce voir et recevoir, teliement
que les parties puissent estre ouyes sur ce; et sera mesmes la Cour de Parlement
juge”.
El recurso al Rey como a juez supremo 301
64. Según este autor, obra citada, pág. 170, los errores de derecho eran
decididos por el rey; los de hecho por el mismo Parlamento. En contra: CzEpoÑ,.
1, Cassation, n. 6.
65. Sonimerural, loc. eit. Véase GLASs0N, VI, pág. 263, nota 3.
66. Institutions, II, e. 16 (pág. 384 de la cd. cit.).
67. Regla comúnmente aceptada en el derecho francés intermedio. BOUCHEL,
BiblioÍh vol. II, voz Proposition d’erreur, pág. 1104; FERRTl
que, Dictionn.,
RE,
II, 450, voz Prop d’erreur; REcUrrE, inc. cit., n. 70; véase también CHENON,
Cassation, págs. 26-27; HENRION DE PANSEY, pág. 170; STE!N, III, pág. 654;
véase bibliografía francesa en GARSONNEP, Traité, VI § 2299, nota 9.
68. Véase JOUSSE, Idée générale ou abregé de la administration de la justice
(Paris, 1767), tít.III, parte II, sez. II, § XV, n. 5, pág. 86.
304 Piano
CALAM — La
NDREI Casación Civil
84. Véase RzBiJFFE, ob. cit., GI. II, n. 41. Pero la Déclaration del 10 de
julio de 1566 (Recucil, XV, 216), art. 15, estableció para la r. c. términos má
breves.
85. BOLTCIIEL, Bibliothóqve, voz Proposition d’errenr.
86. Pero sin que fuese necesario ningún depósito preventivo. Véase REBUFS’E,
Gi. II, n. 52.
87. Isstitvíions, II, 16, pág. 385 cit.
88. REBUFFE, Gi. II, n. 52.
89. Reeneil, XV, 206.
90. Así también en la cit., Déclaration de 10 de julio de 1566, en Recue4l,
XV, 216.
91. REBUTrE, Gl. II, n. 41.
308 PIERO
CALAMANDREI — La Casación Civil
más adelante, n. 117). Pero cuando una sentencia de las Cortes sobe
ranas estuviese viciada por uno de los errores in procedendo que en
el derecho común daban lugar a una querelia de nulidad, cuál era
el remedio idóneo para hacer valer este vicio? En cuanto a las sen
tencias apúables servía, como se ha visto (en el u. 99), la apelación;
pero las sentencias de las Cortes soberanas no admitían apelación.
¿ Qué medio ofrecía, pues, el derecho francés para quitar vigor a una
sentencia de un Parlamento viciada por cualquier nulidad procesal?
De un edicto publicado en 1545 en Chanteloup , aparece que la
práctica, al objeto de evitar el depósito y los términos de la propositio’*
d’erreur, había excogitado una nueva forma de recurso al soberano.
por el cual se pedía el libramiento de lettres pour étre recu á aliéguer
nullité, griefs et contrarielés que se hubiesen producido en una sen
tencia de una Corte soberana; con tal recurso, que constituía en el
fondo una verdadera y propia querella de nulidad ° , se trataba de
obtener la supresión de la primera sentencia y la reiteración del juicio
co-mme si c’etait une voie d’appei El edicto de 1545 se ocupó de
.
92. Recveil, XV, 404. Disposición confirmada por el art. 18 del edicto de
Ruan, de 1e97, Recueil, XVI, 124.
93. Falta en Recucil; véase FOuTANON, Les (éits ct ordonnanccs des rois de
France, 1, 586; TIENRI0N DE PANSEY, Cap. XXXT, see. ViI, póg. 171, nota 1;
REBUFFE, De suppl. sen err. prop., art. VIII, GI. 1.
94. GARSONNET,Traité, VI, § 2299, nota 26, lo llama un ensayo prematuro
de recurso de casación; pero esto se puede decir solamente desde un punto de vista
e trietamcnte procesal.
95. HENRioNDE PANSEY, loc. cit.
96. Así se debe entender, como aeredita el texto del Edicto, la palabra
oontrarieté, y no, como interpreta HF:NRION, loc. cit., púg. 175: l’oppoeiíion ox le
pen de concordance entre les différenis parties du imime arrét.
El recurso al Rey como a juez supremo 309
97. Id., REBUFFE, art. VIII, GI. III, pág. 322. Tales disposiciones fueron
confirmadas por la Ord. de Orleans de enero de 1560 (Recueii, XV, 74); véase
HENRION DE PANSEY, pág. 173; CTIENON, Cassation, pág. 30.
98. Para la resolución de los conflictos entre sentencias de Parlamentos
diversos, más adelante, n. 116.
99. MERLIN, Répertoire, voz Nullité, VII: “...voyant que dans le droit
e’était le préteur qui accordait les restitutions en entier pour dol, crainte oU
lésion, et couiparant cette pratique asee celle qul était déjd établie de leurs jours,
de prendre des lettres du prince, lorsqu’on voulait faire rescinder un acte pour
l’une de ces trois causes, ont tiré de cette différeneo, bornée par elle-mérne á des
cas particuliers, la coliséquence gmnérale, que les jugos no pouvalent plus prouon
cer aucune nullité de droit sans un comina ideincnt
exprés dn souverain; c’est
-dire, qu’ils ont appiiqué aux nui/ité.c ce qui n’avait été introduil que poas les
restiiutions en entier, el qu’iis ont eonfondn les acta nula en set, avec ¿es actes
su jets á revision”. Véase también POTUtER, Trailé de la proc. elide, parte V,
cap. IV, art. 27; y CROME, i’arte generale del diritio privato francese (traducción
italiana de AscoLI y CAMMF:O, Milano, 1906), p. 248-249; REUN1NG, lleber dic
Cassat jonsinsi caz (Coblenz, 1820), 1, Abschnitt, 2.
310 PIERO
C A wiun — La Casación Civil
106. Art. 34: si la procédure par Nous ordonnés n’a point ésté suivie. Según
BOUPARIC, Explication de l’Ordonn. de Louis XIV (1743), pág. 393, tal disposición
e limita a la sola Ord. de 1667.
107. Gein. Pr., III, pág. 88.
108. Véase FLEURY, Institution dv Droit français (ed. LABOULAYE, Paris,
1858), II, pág. 272: pour les nullités, elles passent ordinairement en ouverture de
requétes civiles. Véase CHENON, Cassation, 43. También P0THILR, Des obligations,
ns. 875 y 885, enseña que, como en Francia les nullités n’ont pas lteu de plein
droit, las mismas deben ser hechas valer contra las sentencias en dernier ressort,
par la voie de la requéte civile.
109. Véase Jousss, Nouveau Coinrnentaire sur l’Ord. civ. du mois d’aer.,
1667 (Nouv. éd., Paris, 1767), art. 34 del tít. XXXV, pág. 686; PorlixEn, Procé
dure, P. III, sect. III, 11, al final.
312 Piuno
CALAMANDnEI — La Casación Civil
visto (en ci n. 100), del consejo de corte del soberano, no olvidó nunca
que traía sus orígenes de una asamblea investida de funciones políticas;
en consecuencia de lo cual, ni dicho Parlamento ni, más tarde, los
otros Parlamentos surgidos en diversas ciudades francesas sobre el
modelo de aquél, redujeron nunca su propia actividad al campo estric
tamente judicial y pretendieron ininterrumpidamente ejercitar, además
de la jurisdicción en última instancia, también atribuciones de natu
raleza diversa, lindantes con la potestad legislativa. Una prerrogativa
de los Pariamentos, mediante la cual los mismos venían a participar
en el poder soberano de dictar leyes, era la del registro (enregistre
meni) de las ordenanzas reales, en virtud de la cual las leyes emanadas
del rey no se consideraban obligatorias en la jurisdicción de un Parla
mento hasta tanto que éste no hubiese levantado acta y reconocido su
obligatoriedad 1 Junto a tal participación en el poder legislativo, re
servada a los Parlamentos por medio de esta especie de sanción a las
ordenanzas, que podía ser denegada mediante una deliberación en
la que se exponían al soberano los motivos contra la ordenanza (remon
raines font, pour tire observées cornmeioi dans l’étendue de leur ressort.
Interesante es, pues, para demostrar que los poderes de los Parlamentos
eran mucho más extensos que los de los otros jueces no soberanos, el
que las Cortes soberanas, aun cuando se limitaban a realizar una función
puramente jurisdiceional, ernauando una sentencia limitada al caso sin
gular, gozaban, al aplicar la ley, de una libertad de interpretación
que no se concedía a los jueces inferiores: éstos estaban obligados a
seguir con obediencia ciega la letra de la ley, y, cuando ésta les pare
ciese oscura, a dar cuenta de ello al rey; los Parlamentos, en cambio,
peuvent en certains cas, el pour des justes ternpérarnens, s’en écarter
de manitre néanmoins qu’il nc paroissent pas entiérernent les détruire;
en un mot, ce sont des Juges qui peuvent donner auz loix une mier
prétation, que l’équité peut suggerer; mais les autres juges n’ont pos
ce priviiége .
suficiente con que nos hayamos referido aquí, al solo objeto de afirmar
que de este conflicto, precisamente, y no de otra causa que de este
conflicto, nació en Francia, por primera vez, el poder soberano de
casar las sentencias de los Parlamentos y el correspondiente instituto
procesal del recurso de casación 8•
En la investigación histórica que hemos realizado hasta ahora,
contemplando en la época intermedia el encuentro de conceptos nacidos
por una parte en el derecho romano, por otra en los derechos germá
nicos, nos hemos limitado a seguir la pista de algún elemento aislado
del instituto que estudiamos aquí, y muchas veces hemos emprendido
y conducido una investigación al solo objeto de obtener de ella un
14. REBUFFE, Traet. de literia dilatoriis, en ob. cit., II, 376; según este
autor el nombre de tales cartas se explicaba “quia ja eodem statu et conditione
remanet causa illa in quo erat tempore quo istae literae praesentantur”, y lo
mismo según BORNIER, Conf érences, II, 372; pero según otros (CIIENON, Cassation,
24) el nombre aludía al hecho do que tales cartas se concedían por razones pú
blicas de Estado.
15. Ordenanza de agosto de 1669, tít. V, art. 4: “Faisons défenses tous
juges d’en connaítre, ni de paser outre l’instruction et jugement des procés, au
préjudice de la signification des lettres; et aux Parties de continuer leur pour
suites, ni de s’aider des jugements qui pourront étre intervenus, peine de nullité,
cassation de procédure, dépens, dommages et intéréts”. Véase BORNIER, Confé
rences, 377.
322 PIER0
CALAMANDREI — La Casación Civil
16. MERLIN, .Rép., voz Coinmissaire,n. VII, Los petits colnmissaires eran
consejeros a los que una Corte encargaba, por lo general, que examinaran un
proceso para después dar cuenta del mismo para la decisión a la Corte; pero
parece que no fuese válida la costumbre de confiarles no sólo el examen del procese
sino también la decisión.
Origen del derecho soberano de anular las sentencias 323
30. Explication, cit., en nota al art. 34 del tít. XXXV, pág. 393.
328 PlEno
CALAMANDR — La Casación
I Civil
33. El carácter de arma del soberano contra los Parlamentos que la Casación
conservó bajo el anejen régime esta probado por la hostilidad con que los Parla
mentos miraron siempre esto instituto, en el que no veían un auxilio para el
mejor funcionamiento del Estado, sino una represión contra sus derechos. Se
comprende así que algunos Parlamentos se negasen a enregistrer las nuevas orde
nanzas por el solo temor de que las mismas diesen lugar a posibles violaciones
y a consiguientes casaciones: es curiosa a este respecto la carta de D’AGUESSEAU
del 29 de septiembre de 1736 (Oeuvres, IX, 439) en la que observa que para los
Parlamentos la erainte des demandes en cassation esi nne terreur panique! No
tables son también a este respecto las diversas cartas escritas por D’AGUESSEAU
a los Parlamentos franceses en materia de cassations et revisions (Oeuvres, VIII,
págs. 251 y sigs.), entre las cuales, en la escrita el 3 de junio de 1744 (íd.,
pág. 259), el Canciller trata de aplacar la indignación de un Parlamento que
había visto en la casación de una sentencia suya una ofensa hecha a los jueces:
je I lem’attcndois pas. . qu’un jugement. .. exciteroit une si grande fermen
“tation et une doleur si vive dans l’esprit de vótre cornpagr.ie. J’ai vu casser un
“grand nombre d’Arréts de tous les Parlements du Royanme depuis que j’ai
“l’honneur de présider au Conseil du Roi; aucune de ces Compagnies ne s’est eme
deshonorée par lh, et la cassation, qui est l’objet de vótre lettre, dcvoit d’autant
“moins toueher le Pariement de *, qu’il a été notoirc qu’elle étoit uniquement
“ fondée sur des moyens tirés de la forme et sur des nullités qui échappent que!
“quefois aux yeux des nieilleurs juges”. Más tarde las lamentaciones de los
Parlamentos por el abuso de casaciones que llevaba a cabo el Conseil, provocaron
una investigación sobre el tema por parte de Luis XV, quien ordenó a dos
consejeros JOLY DE FLEURY y GILBERT nr VOISINS la relación de dos niemorias
sobre el tema, recogidas en parte por ITENRION DE PANSEY, Autorité judiciaire,
cap. Xxxi, see. X. Acerca de la lucha entre Conseil y Parlamentos véase también
el Arrét de Conseil de 8 de julio de 1661 (TARBÉ, Lois, n. 10) y CSIENON, Cas
sation, págs. 40-41.
330 CALAMANDREI La Casación Civil
PIERO —
34. Me parece, pues, que WmSMANN, escrito citado, pág. 174, cuando afirma
que ya bajo el anejen régime el derecho de casación aparecía como “un elemento
(Be tandtheil) del poder legislativo mismo; entre la ley y los tribunales llamados
a su aplicación, se coloca un órgano especial, para velar por su aplicación; es el
órgano de vigilancia del poder legislativo del soberano”, anticipa en un siglo
la concepción que de la Casación se tuvo después de la revolución francesa. Yo
diría, en lugar de ello, que bajo la monarquía el derecho de casación, más que
como un subsidio del poder legislativo, aparece como una defensa de la soberanía,
del poder de mando que corresponde en general al monarca, ya se exprese en
normas generales o en órdenes específicas. Pero se comprende que, cuanto más
se aproxima uno a la Revolución, tanto más se delinca el concepto de casación
como defensa del poder legislativo del soberano. DENISART, Décisioas (cd. 1786),
voz Cassation, § 1, n. 1, enseña que, en efecto, “le droit d’inspecter les jugemens
et de les easser, lorsqu’ils sont opposés aux bis, fait done partie intégrante du
pouvoir législatif; saas ini, ce pouvoir seroit, en quelque sort, nul”. Véase también
el Arrét du Conseil del 18 de diciembre de 1775, del que se habla más adelante
en el n. 119 (Recueil, XXIII, 289), y ALOLAVE, Aclion du Ministére public,
Note II, pág. 636.
35. El mismo DENISARP, voz citada, § II, n. 1, demuestra, por lo demás, que
la Casación se establecía en defensa no tanto de la ley, cuanto de la voluntad
del soberano aun manifestaba en forma diversa de la ley general: en efecto,
admite la casación también por violación de “lettres-patentes qui accorderoient le
privilége d’une entreprise quelconque: si l’on jugeoit contre ce privilége, celui
qui l’auroit obtenu, pourroit se pourvoir, paree que le jugement seroit une contra
vention la volonté du prinee, manifestée par des lettres-patentes et que l’auto
rite du roi seroit illusoire si l’on pouvait mépriser za volonté. ..
Origen del derecho soberano de anular las sentencias 331
40. DENISART, voz Cassation (cd. 1786), § II, n. 2: “. .nos roys ayant
consenti que quelques-unes de leurs provinces vécusscnt sous l’empire cm droit
romain, et que ce droit y eut force de loix, ce droit est consideré dans ces pro
vinces, comme s’il étoit émanée directement du roi”; el mismo (id. id.) en
cuanto a las coutumes, que, por medio de la homoiogatioa “sont adoptées par le
législateur et mises au rang des loix”.
41. DE LA GRASSERJE, Cassation, pág. 7.
Origen del derecho soberano de anular las sentencias 333
42. Se equivoca, pues, STEIN, Geschichie, III, 6F6, afirmando que la Casación
es en sustancia una aplicación de la reqnéte civile a determinados casos. Los dos
institutos confundidos en parte al final del siglo XVIII (véase, rnfcs adelante,
n. 123), tienen origen totalmente separado.
43. Dict., 1, voz Cour Souveraine, pág. 431.
44. Idée générale, cit., pág. 102. Véase también DENISART (ed. 1786), voz
Cassation, § 1, n. 1.
45. Décisions, voz Cassation.
334 CALAMANDREI La Casación Civil
PIERO —
también la casación podía tener lugar por impulso directo del monarca,
el cual, considerando que una sentencia de un Parlamento contenía un
ataque a sus prerrogativas, procedía sin más, sin preocuparse en abso
luto de los derechos privados decididos en tal sentencia, a la anulación
de la misma. Esto ocurría con tanta mayor frecuencia cuanto menores
eran, en l s tiempos más antiguos de la monarquía francesa, las dispo-
siciones expresas relativas a la casación: en efecto, mientras la misma,
en lugar de un remedio general y constante para el mantenimiento de
las ordenanzas, fué un medio irregular y arbitrario de coacción con el
que el monarca reprimía caso por caso las contravenciones a cualquier
mandato singular suyo, se comprende que la misma estuvo entregada
únicamente al discernimiento del soberano que se servía de ella a su
criterio cuando lo estimaba oportuno. La función de deliberar sobre las
casaciones de las sentencias de los Parlamentos, fué, en efecto, conser
vada celosamente por el rey a su Consejo de Estado , que era la asarn
blea con la cual el monarca tenía continuo e inmediato contacto en el
despacho de los más importantes negocios de gobierno: y cuando, a
principios del siglo XIV, los reyes franceses dividieron el consejo que
los rodeaba en tres organismos diversos (Conseil, propiamente dicho,
para los negocios políticos; Chambra des compies, para los negocios
financieros; Pariement, para la justicia) 4; la transmisión de la justicia
suprema al Parlamento no quitó al Conseil, que eontinuó rodeando al
soberano, la prerrogativa de avocar los procesos de los jueces inferiores
o de anular las sentencias que contenían una rebelión al mandato sobe
rano 5; y el influjo notabilísimo ejercido sobre la administración de
la justicia por las lettres de Chancellerie (véase, anteriormente, n. 102)
procedió precisamente del Conseil, del que los Maitres des requétes for
maban parte. El derecho de avocar y de casar en interés del rey se
mantuvo como prerrogativa del Consejo de Estado aun cuando al final
del siglo XV una nueva escisión tuvo lugar en la asamblea que rodeaba
7. Cn cror Cassation,
, pág. 36; HENRION, Autorilé jvdiciairc, pág. 174.
Fuentes en GARSONNET, Traité, VI, § 2299, nota 26.
8. Décisions (ed. 1786), voz Conseil du Roi, § II, n. 3.
9. DENISAB’P,id. id., § II, n. 4.
10. DENISART, id. id., § II, n. 5.
11. DENISART, id. id., § II, n. 6.
12. Réglement du Conseil (I’aris, 1786), pág. 24, citado por CIIF.NON, Cas
sation, pág. 37 y por BONNECASE, Cass. da,s l’intérát de la loi, pág. 40.
13. A estas decisiones que el Consejo real tomaba por su propia iniciativa,
y por las cuales a veces una sentencia del Parlamento era anulada en el mismo
día en que había sido pronunciada, hacen remontar los escritores franceses el
origen de nuestro recurso en interés de la ley (CISENON, Cassation, pág. 37) y
del recurso ponr exeés de pouvoir (BONNECASE, obra citada, pág. 41); mejor
diría que el mismo se remonta, por el contrario, al recurso presentado por el
Procnreur général en interés público, ya que en las casaciones decididas por el
rey de son propre mouvement no había recurso alguno.
El recurso de casación, medio concedido a las particulares 341
26. Véase BORNIER, Conférences, 1, pág. 279, al art. 34 del tít. XXXV,
ord. 1667.
27. Véase TARaÉ, Lois, pág. 14; MAuRY, escrito citado, pág. 847; MORNET,
voz Congeil du ro’i, págs. 499-500; SELIGMÁN, Justice, pág. 59; OHENON, Cassa
Lion, págs. 24-25.
El recurso de casación, medio concedido a los particulares 345
28. En Reeneil, XI, 296, se dice que el texto de esta ordenanza se perdió;
TARBÉ, Lois, pág. 14, habla en cambio de una ordenanza dci 2 de agosto de 1477.
La institución del Grand Conseil fué confirmada por una ordenanza dci 13 de
junio de 1498 (Reeueil, XI, 296).
29. Según DENISART, Décisions, voz Contra riété d’arréts, § II, n. 1, la
primera ordenanza que atribuyó esta función al Grand Conseil es de septiembre
de 1552.
30. Vónse CilaxoN, Cassation, pág. 36.
31. Recncil, XVII, 245.
32. Voz Contrariétó d’Arréts, § II, n. 4.
33. DENISART, id., § II, a. 11. Reg. de 28 de junio de 1738, parte II, tít. VI,
a que se refiere TARBÉ, Lois, as. 234-240.
346 Pinno
CALAMANDREI — La Casación Civil
118.
— En conclusión, el desarrollo del recurso de casación, corno
remedio concedido a las partes, no se produce de un modo simultáneo
y paralelo con el desarrollo del poder de casación inherente al poder
soberano; y mientras el derecho del rey de anular una sentencia con
traria a su voluntad no fué nunca puesto en duda, como prerrogativa
que el soberano ejercita en su exclusivo interés, los Parlamentos pro
testaron siempre contra la ingerencia del Conseil en las controversias
de los particulares y mal se adaptaron ayer que la anulación de su
sentencia pudiera pedirse por las partes al monarca, como un verda
dero y propio remedio procesal ‘H•
De los más antiguos arréts del Consejo real aparece, por lo demás,
de un modo evidente que la casación en virtud de petición de parte
no se consideraba como un procedimiento legítimo para ofrecer un
solo ejemplo, en una decisión del Conseil de 22 de abril de 1455 a
la petición de un particular que solicitaba la anulación de una sen
tencia de nna Corte soberana, comme s’aucun jugement n’eust ésté
donné, se ontesta: .a sembié que le Grand Conseil du Hoy n’en doit
..
46. Recogido por VALOIS, Le Cortscil du roi auz XIV, XV et XVI siéeles
(Paris, 1888), pág. 240.
47. GARS0NNE’r,Trajté, VI, § 2299, al final.
48. Véase Cassation, cit.
El recurso de casación, medio concedido a los particulares 351
49. STEIN, Geschichte, cit., III, pág. 656, enseña que el recurso de casación,
“como medio de impugnación por sí mismo pertenece a los Ú tiinos años del
siglo XVII”.
50. Si se prescinde del Rcg. de 21 de mayo de 1595 (acerca del cual véase
GIRARD, Offices de France, Paris, 1645, 1, pág. 624; TIENRION DE PANSEY,
cap. XXXI, see. VIII, nota última; CHENON, Cassation, pág. 36), las fuentes en
que está disciplinado el modo de proceder ante el Consejo real son: R&glement
el Style de procéder au Conseji privé du Ray de 30 de junio de 1597 (un resumen
del mismo en ] 3 OUCHEL, Bibliothéque, cit., voz Conseil du Ray, L’cstrojt dU privé
Conseil, pág. 645; Véase GAURET, Style du Conscil du ray, y TARBÉ, Cassation. Loi
et régl., n. 8), el cual sin embargo nada contiene sobre la casación; Ordonnance
du Roy qui régle la procédure ó .suivre au Conseil privé, 27 de febrero de 1660
(Rec eil, XVII, 375, donde se incluyen sólo los arts. 10-8.5; loe. cit. n. 9)
en el art. 14 del cual se establece que las demandas de casación deben ser firmadas
por dos abogados antiguos; Ord. sur les évocations et les réqlernent de inges,
agosto de 1669 (B0RNIER, Conférences 1, pág. 295 y sigs.; TARBÉ, loe. cit., u. 13)
Réglement que le roi veut étre observé en son Con 3 de enero de 1673 (BORNIER,
ejl,
Conf érences, II, 633; TARBÉ, loc. cit., n. 14); Réglemen,t fait par le Rop pour le
Maures des Requétes 27 de octubre de 1674 (BORNIER, Conférences, II, 637;
TARBÉ, loe. cit., n. 15); Réglement pour les Consejl,s du roi, 2 de julio de 1676
(GAURET, Stijle du Conseil du roi; TARBÉ,loc. cit., n. 16); Réqi., concernani les
requétes respective 5 en cassation de 10 de enero de 1681 (GAURET, Style
el celles
du Con du roi, PARBÉ, loe. cit., n. 17) ; Arrét dv Conseil privé de 14 de sep
ejj
tiembre de 1684 (reproducido íntegramente por Ts nÉ, loe. eit., n. 18) ; R g.
concernani la procédure du Conseil, 17 de junio de 1687 (TARBÉ, loe. cit., n. 19);
Arrét du Conseil privé, 3 de septiembre de 1698 (BORNIER, Conférences II, 639)
Arréts du Conseil, 3 de febrero de 1714 (Recueil, XXI, pág. 61 5;TARHÉloe. cit.
n. 20); Ordonnance concernant le faux principal etc., julio 1737 (TARBÉ, loe. cit.,
u. 21); Ord. concernant les évocations et les réglements des juges, agosto de 1737’
352 CALAMANDREI
PlEnO — La Casación Civil
(BORNIER, II, 641; TARBÉ, loc. cit., ns. 147 y sigs). Estas son las fuentes unte
riores al Reg. de 28 de junio de 1738; después de éste, sobre la casació,, se tienen
sólo los Arréts del Consejo de Estado, entre los cuales los más importantes son
los de 19 de agosto y 4 de noviembre de 1769 (TARBÉ, loc. cit., ns. 506-513) y ( id
18 de diciembre de 1775 (Recaed, XXIII, 289; Tsimá, loe. cit., n. 515). Las
disposiciones más importantes sobre la casación, anteriores al 173S, las trae
FERRIÉRE, Dici., 1, voz Cassation. Véase también DENISART, voz Cense ji (fu rei,
§ II, n. 10.
51. El Reglamento de 28 de junio de 1738, que constituye, según TAimÉ,
el Cede de procéd’ure de la Cour de cassation y que es en muchas I) 1rtesobservado
todavía hoy en Francia, se encuentra en Recucil, XXII, 42; en DALL0Z, Répcrt.,
voz Cassation, en nota, y en TAimÉ, Cassation, págs. 194 y sigs. Fuó comentado
por TOLOZAN, Réglcrnent du Conseil (Paris, 1786). En cuanto a su Co I1piiaci(m y
a sus decisiones véase CIIENON, Cassation., n. 16, págs. 48 y sigs.
52. Enapéndice a Ordonnance pour i’adni. de la justice donsíée a Lunéville,
1707 (Nancy, 1725, pág. 480). Las desviaciones que en esta ordenan?,a sufre la
casación son probablemente debidas a influjos del derecho Común alemán (espe
cialinente la sumrna 9ravalninis y el rescíssoriu’m docidido por el mismo tribunal
que juzga el rescindcas).
53. Véase BOUTARIC, Explication, cit., en nota a los arts. VITI del tít. T,
y XXXIV del tít. XXXV; BORNIER, Conférences, 1, en nota al art. VIII del tít. 1;
JOUSSE, Co’nvmentaire, tít. 1, arts. VI-VIII.
El recurso de casación, medio concedido a los particulares 353
58. Véase lo que HOLTZMANN escribe (Ver!. Gesch., III. Per., 3. kap., n. 3,
pág. 362) en general sobre los recursos al rey contra las sentencias de los Par
lamentos: “. . .no se trataba de un derecho de las partes (no existía una verda
dera apelación contra las cortes soberanas), sino de la aplicación del derecho de
avocación operada por el rey a petición de las partes”. Acaso la expresión de
HOLTZMÁNN generaliza demasiado (véase, más adelante, n. 120); pero, desde luego,
es justa por lo que se refiere al recurso de casación.
59. En BORNIER, Conférences, II, 639.
356 Pinno
CALAMANDREI — La Casación Civil
Conf érenees, 1, 8), según el cual “ l’égard des eontraventions qu’on prétendra
avoir été faites dans les justices subalternes, Sa Majesté en a renvoyé la con
naissance aux Cours et Juges, qui par leur institution son cornpétens d’on con
Roitre. .. “.
El recurso de casación, medio concedido a los particulares 359
nance...
FERRI RE además en los casos de contradicción entre arr ts,
de perjuicio causado por un arrét a un tercero, y de contumacia, admi
te que se utilice el recurso de casación: quand les Arre ont
’ts e’té rendus
contre les Ordonnances ou contre les termes exprés des Goutumes;
quand les formes presentes par les Ordonnances ‘n’ont pas été obser
vées, comme si une Cour avait jugó un Procés, dont la connaissance
ne lui appartenait pas . .; enfin
. añade
— une injustice e’vidente et
—
82. Id., n. 1.
83. Id., n. 2 y sigs. Véase, anteriormente, n. 113.
84. “Par exemp s’ile, déchargeoit un débiteur de payer un biliet, quoique
celui-ci n’opposat aucun moyen valable contre, comrne preseription, et qu’il se
content det dire qu’il a payé, sans le prouver”. Id.
85. Id. id.
86. § III, a. 3.
87. Les bis civiles (Nouv. éd., París, 1756), Suplément, livre quairi in8
dr clroit pvblic, Lib. IV, tít. IX, a. VIII.
El recurso de casación, medio concedido a Los particulares 365
mos ver ahora cómo la doctrina fué distanciando cada una de estas dos
categorías de motivos de su significado inicial, hasta llegar a trans
formar profundamente el instituto mismo.
tía que ceuz qni n’ont point été parties dans vn procés ou düerneni
appellés, peuvent demander la cassation des arréts rendus contre eux,
ou contre ceux qui ont été rendus contre d’autres personnes, quand ces
arréts portent préjudice 98; pero este autor confundía acaso la ver
dadera y propia casación con el remedio de la tierce opposition. Es
cierto que, a fines del siglo XVIII, la regla por la cual ox n’est pas reçu
108. Tal era en Lorena, donde en virtud del art. XV del Édit. de 1716, los
dos remedios de la requéte civile y de la cassation eran concurrentes y se excluían
recíprocamente.
109. Vóanse las palabras de P0TIIIER, Procédure, citadas en el n. 118.
110. DENISART, Cassation, § III, u. 2: por ej. la sentencia que admitiese
una prueba testimonial en un caso en que las ordenanzas la prohibiesen.
111. DENISART, id. Un ejemplo de casación de un Arrét del Grand Conseil
puede verse en Áppendice, pág. 72.
376 C PIERO
mm — La Casación Civil
112. Reg. 1738, tít. IV, art. 31, en TARBÉ, Lois, n. 223; DENISARP, voz Con
.seit du roi, § III, n. 11. Pero no se podía recurrir en casación Contra un Arrét
del Con.seil que rechazase una demanda de casación: art. 39 íd., en TARBÉ, Loa ,,
n. 231.
CAPITULO XVIII
SUMARIO — 126. Origen y funciones del Conseil des parfies. — 127. Requisitos
formales del recurso de casación: procedimiento ante el Conseil des parties. —
128. El Conseil des parties no juzga el mérito de las controversias: sentido
en que se debe entender este principio. — 129. Extensión del conocimien
to del Conseil en el iudicium rescindens: a) errores in procedendo. —
3. Véase flouc , voz citada, pág. 640; MORTET, voz Conseil cit., pág. 497.
4. PASQIJIER,Recherches de la France, II, 6, citado por CIIEN0N, Caasation,
pág. 33; BOUCHEL, voz citada, pág. 640.
5. MORTET, pág. 499; B0IsLI5LE, Les Consejis sous Lonis XIV, págs. 376
y sigs., que en la pág. 380 explica la etimología de la locución Conseil des parties,
exponiendo el desarrollo de la misma en los Reglamentos del 1560 en adelante.
6. MORIET, cit., pág. 500; CHENON, Cassation, pág. 34. Esto ocurrió con
el Reg. de 11 de agosto de 1578, que se encuentra en GIRÁRO, Offices de France
(París, 1645), 1, pág. 623.
7. Sobre estas modificaciones y sobre el definitivo ordenamiento del Conseii
du Roi véanse, además, de los escritos citados de VALOIS, MORTET, BoIsLIsLE: ToLo
ZAN, Réglen ent Conseil, págs. 16-20; DENISART, Décisions (1786), voz Conseil
da
du rey; MERLIN, Répertoire, voz Conseil du reí; TARB4, Loja, págs. 13 y sigs.;
CHENON, Cassaiiov, pág. 45; HOLTZMANN, Ver!. Gcsch., III, Periode, 1. Kap.,
págs. 331 y sigs.
8. Acerca de la composición personal del Conseil des parties, véase, además
de los escritos precedentes, SELIGMAN, Justice, págs. 50 y sigs.
El ‘Conseil des parties” en la monarquía francesa 379
mo; sin entrar aquí a enumerarlas todas “, observo, sin embargo, que
las mismas podían elasificarse en dos grupos, como bases de los cuales
estaban dos principios esencialmente diversos. En efecto, de un lado
las partes recurrían al rey, representado por el Conseil des parties,
como al juez supremo, como al supremo regulador de la buena marcha
de la justicia; y en tal cualidad se incluían en la competéhcia del
Conseil des parties las avocaciones por sospecha legítima °, el regla
mento de jueces 11, la concesión de letires de justice, la 12
anulación
,
cuando eran contradictorias sentencias inapelables en los casos que
no correspondían al Grand Conseil 13, etc. De otro lado, en cambio,
las partes recurrían al rey representado por el Conseil des parttes,
como al soberano legislador custodio del mantenimiento de sus leyes:
y por tal niotivo correspondían al Conseil des parties las demandes
en cassation por violación de las ordenanzas contra las sentencias in
apelables
De las atribuciones correspondientes al primer grupo no pretendo
ocuparme: limito aquí mis investigaciones a establecer con qué formas
exteriores y con qué fines intrínsecos el Conseil des parties decidía sobre
los recursos de casación que se le presentaban por los particulares, y
en qué medida la función •que el mismo ejercía en la monarquía fran
cesa se puede parangonar con la que ejerce hoy en el Estado moderno
la Corte de Casación. Yo me ocupo, en suma, del Conseil des parties
solamente en cuanto el mismo tenía, más que otro sección cualquiera
del Conseil da roi, la función de casar, a petición de parte, las sen
tencias contrarias a las ordenanzas reales; pero sin dejar de recordar
que en eu tlquiersección del Conseil da roi podía ser decidida la casa
ción de una sentencia a iniciativa del rey, por medio de un arrét de
son propre mouvement, y que también las demandas de casación pre
sentadas por los particulares podían ser dirigidas a una sección diversa
del Conseil des parties, cuando la ordenanza violada se refería a ma
terias de orden público 15
16. GUILLARD, Histoire du Conseil, págs. 94-95, citado por BOISLISLE, escrito
cit., pág. 419.
17. Reg. 1738, p. II, tít. IV, arts. 8-17 (en TAaBÉ, Lois, ns. 200-209);
DENISART, voz Cassation cit., § V. Véase en Cuanto al paralelismo con la requéte
civile, el art. 5 del tít. XXXV, Ord. 1667. Por el Edicto de Lorena de 1716,
art. VII, el término ordinario era de un año; y había una surnina Cassalionis
de 1000 francos (art. IX).
18. Reg. 1738, p. II, tít. IV, art. 1 (en TAimÉ, a. 193). La necesidad de
la motivación se remonta a la Ord. de 1344, art. 9, relativa a la propositio ,
d’errevr. DENISARI, Cassation, § VI, n. 3, da la fórmula de esta requéte, en la
que, después de referirse a la sentencia contra la que se dirige el recurso y de
exponer los motivos del recurso, el .suppliant concluye “qu’il plút a sa Majesté
casser et annuller l’arrét rendu par. .. eomme contraire á telle loi, ensemble
tout ce qui l’a suive”. Igual disposición en el Édit 1716 de Lorena, art. VI.
19. IReg. 1738, p. II, tít. IV, arts. 2-3 (en TARBÉ, ns. 194-195). Esta dispo.
sición ya se encontraba en el art. 10 del IReg. citado de 1660; véase en cuanto
a la requéte civile, art. 13, tít. XXXV, Ord. 1667. El Édít de Lorena exigía l
firma de tres abogados antiguos, además dei recurrente (art. VI).
20. Reg. 1738, p. II, tít. IV (TARBÉ, n. 196). El art. XIX del Edicto de
Lorena impone también la producción de documentos.
El “Conseil des parties” en la monarquía francesa 381
21. Reg. 1738, p. II, tít. IV, art. 5 (TARBIí, n. 197). También esta disposi
ción encuentra sus precedentes en las multas, a depositar previamente, que las
ordenanzas francesas disponían en caso de Vroposition d’erreur y de reqvéte
civile (véase, anteriorniente, a. 103 nota). En Cuanto a la casación la obligación
del depósito preventivo fué introducida, según BORNIER, Conférences, 1, 271, por
el Beg. de 1660; el Reg. de 3 de enero de 1673, art. 62, de conformidad coi el
art. 16, tít. XXXV, Ord. de 1667 para la requéte civile, disponía un depósito de
300 liras para el rey y 150 para la parte contraria; el Reg. de 27 de octubre
de 1674, art. VIII (en BORNISR, II, 638), abolió el depósito preventivo, niante
ajeado sin embargo la multa a pagar una vez que el depósito hubiera sido recha
zado, pero un Arrét ya citado, del 3 de septiembre de 1698, confirmé la obligación
del depósito preventivo; el Arrét del 3 de febrero de 1714 dividió la multn en
dos mitades: la primera a depositarse al presentar el recurso; la segunda, cuando
fuese declarado admisible, antes de la decisi El
n. Rcg. de 1738 conservé el
depósito sólo en cuanto a la primera (véase TARBÉ, anotación al n. 197 citado).
según el Édit de Lorena, art. X, el depósito era de 600-300 francos, de los que
correspondían 2/3 al príncipe y 1/3 al contrario.
22. Conférences, 1, 270.
23. Reg. 1738, p. II, tít. IV, arts. 16-17.
24. Reg. 1738, art. 29. Así finalmente por la Ord. de 1344 en cuanto a la
proposition d’erreur; véase en cuanto a la req. civ. Ord. de 1667, tít. 35, art. 18,
y en cuanto a la casación, Reg. de 3 de enero de 1673, art. 65, y Reg. de 17 de
junio de 1687, art. 41. Edicto de Lorena, art. VI.
25. Reg. 1738, tít. cit., art. 7-8 (TARBÉ, ns. 199-200).
382 PIERO
CALAMANDEEI — La Casación Civil
32. Reg. 1738, tít. cit., art. 32 (en TARaS, u. 224). En el mismo sentida
ya el art. 37 del Reg. de 17 de junio de 1687. Los Arréts del 19 de agosto de 1769,
art. 6, y 4 de noviembre de 1769, prohibieron incluso hacer imprimir memorias
relativas a la casación durante esta primera fase del procedimiento, y el Arrét
de 18 de diciembre de 1775 extendió esta prohibici(u al mismo recurrente, a fin
de evitar toda pubiicidad sobre el recurso (ea TARaS, Lois, as. 506 y sigs.; DENI
SART, voz Conseil da roi, § II, a. 10).
33. Citado Árrét del 18 de dic. de 1775.
34. Véase la carta de 5 de junio de 1750 de D’AOUESSEAU, con la cual
(Oeuvres, X, 22) trata de limitar la costumbre de los Parlamentos de transfor
mar los motivos que enviaban al Conseil en verdaderas y propias defensas del
mérito de su fallo.
35. Reg., tít. cit., art. 25 (en TARaS, n. 217).
36. DENISART, voz Cassation, § VI, u. 14, quien sin embargo advierte que
“comme on nc peut priver personne de son droit sans l’entendre, celui qui a obtenu
cet arrét, et é l’insn duquel u a été cassé, peut, s’il trouve que la cassation a été
surprise, fornier opposition l’arrét qui la prononce”. Véase CHENON, Casva
tion, 53.
384 PIER0
CALAMANDREI — La Casación Civil
48. Reg. 1738, tít. cit., arts. 35-36 (TARBÉ, as. 227-228).
49. Art. 35 cit. Ya el rechazo de Ja propo d’erreur daba lugar,
ition por
la Ord. de 1331 (véase, anteriorniente, a. 103, nota), a una duplez eme’ada.
50. En HENRION DE PAN5EY, cap. XXXI, sec. X.
El “Conseil des parties” en la monarquía francesa 387
doit pas élre cumulé ayee elle. C’est en quoi la cassation difflre de
l’appei; différence qu’ii importe essentieilernent de maintenjr, pour
ne pas conf ondre insensiblement les tribunauz de premier ordre ayee
soumis d l’appei. L’appel remet le fond en question; la cassation, a’u
contraire, attaque un arrét revétu d’vne pleine autorité dont it ne
peut étre depouillé qu’autant qu’il se trauve en excéder les bornes
legitimes; y el Arrét de 18 de diciembre de 1775 expresamente d s
aprueba a quien quisiera envisager la resso &rce
de la cassation comme
une voie ordinaire et comn unee esp iee
d’appel au Conseil.
Así, pues, si el Conseil des parties, al examinar el fundamento de
los recursos de casación propuestos por las partes obraba como vigi
lante de las Cortes soberanas y controlaba el que las mismas no exce
dieran los límites de la jurisdicción, no venía con esto a asumir el papel
de un órgano jurisdiccional, ni a formar parte del ordenamiento judi
cial, sino que continuaba siendo un órgano exclusivamente político.
Que el Conseil des parties no era un verdadero y propio tribunal, lo
afirman concordemente los escritores franceses del siglo XVIII. Le ca
ractire propre du Conseil du roi enseña GTLBERTDE VOISINS 52
—
est de ten les r tribunaux en r gle el non pas de prendre leur place.
DENISART ° escribe que el Conseil des parties ‘n’est point juge des
différens des parties, mais seulemeul de la eompétence des juges et de
la validité de leur arrét. Y MERLIN: En général, le Conseil du roi ne
diffire pas mo’ins des tribunauz ordinaires de justice dans sa forme
extérieure que dans son objet, qui n’est point la justice distributive,
mais seulenient la manutention de l’ordre étabij par les bis et ordon—
nances du oyaume pour l’administratjon de l’État. It n’est point direc
tement juge des différends des particuliers, mais seulement de la
compétence des juges et de la validité de leurs arréts La función del
Conseil des parties no era, pues, la de un tribunal supremo, colocado
por encima de todos los organismos judiciales inferiores, pero desti
nado a servir al mismo fin que ellos; el Conseil no se cuidaba de lo que
MERLIN llama la jus tice disiributive, o sea resolver las controversias
privadas aplicando el derecho al hecho concreto, sino que examinaba
solamente si en los juicios seguidos ante los verdaderos y propios tri
cer nc garaniit pas la nuilite’, s’il paraít en efeft par l’état du proc s
que la disposition des ordonnances, édits et déclaration.s n’ait pas été
suivie 65
78. GILBERT DE VOISINS (en HENRI0N ns PANSEY, cap. XXXI, sec. X):
“. .lorsque il y a lien, on y distingue en particulier ce qui donne prise la
cassation, pour nc casser qu’en ce point, sans toucher au reste”.
79. Véase CHENON, Cassation, pág. 58. También GILRERT DE VoIsINs (en
TARBÉ, pág. 63), admite que “ji peut arriver qu’il n’y ait aucun renvoi á pro
noncer en cassant un jugement”. Un ejemplo se contiene en el art. 19 del Regla
mento de 1738, título citado (TARBÉ, n. 211) en caso de recurso de casación con
tra sentencias que admitieran la apelación en los casos en que estaba prohibido.
400 Piano
CALAMANDREI La Casación: Civil
—
para los recursos basados sobre errores in procedendo que para los ba
sados sobre errores in iudicando: Le Roi a cassé et annulé, casee et
annule 83 Pero aun cuando ninguna diferencia se concibiese entre
los dos casos 84, y la contravención a las ordenanzas de derecho sus
tancial se considerase como un motivo de verdadera nulidad (así en
el derecho romano; véase anteriormente, n. 17), lo cierto es que en
la práctica el recurso de casación se iba poco a poco desdoblando, según
las dos grandes clases de motivos que podían fundarlo, en dos insti
tutos profundamente diversos, como ya se ha visto (en los ns. 122 y
sigs.) ; y esta diversidad se manifiesta también en las diferentes con
secuencias que podía tener la casación, según que la misma ocurriese
por un vicio inherente al proceso o por un error de derecho producido
en la decisión de la relación sustancial controvertida. Cuando el Con
ccii des parties anulaba una sentencia por ser contraria a una orde
nanza de procedimiento o, en general, por estar afectada de un vice
de forme 8 S,estatuía sobre la relación procesal, en cuanto comprobaba
el defecto inherente a ésta y la necesidad de corregirlo repitiendo de
un modo regular el acto defectuoso; y remitía el proceso a un órgano
judicial ordinario, el cual, en libertad de decidir según justicia el
mérito de la controversia, estaba, sin embargo, obligado a reparar, si
guiendo la vía trazada por el Conseil, el vicio de actividad que había
determinado la casación de la precedente sentencia 88• En semejantes
casos el Coinseil-procedía siempre, sin excepción, al rinvio on n’évo que
jamais l’affaire au Conscil pour y étre jugé ST; y el tribunal de rinvio,
que por lo general era un tribunal souverain, de la Glasee de ceiui qui
a prononcé l’arrét ou jugemeni 88, podía también ser el mismo tribu
nal que había pronunciado la precedente sentencia casada 89, ya que
no significaba una disminución de dignidad para los jueces de mérito
el reparar una nulidad procesal cometida por ellos mismos, sin que
delineada por las leyes, sino que, emanación del soberano que lo pre
sidía, acumuló en sí todos los poderes inherentes a la soberanía y fué
el reflejo de todas las arbitrariedades de la misma. Las diferencias
que tienen lugar entre el Conseil des parties y la moderna Corte de
Casación pueden resumirse, pues, en torno a estos tres puntos: a) la
absoluta carencia, tanto en el concepto informador del Conseil des
parties como en su procedimiento práctico, de las garantías de impar
cialidad, sin las cuales no puede concebirse un órgano jurisdiccional;
102. BoIsLIsLE, escrito citado, pág. 379 y pág. 382; MORPET, escrito citado,
pág. 505.
103. Véase TOCQUEVILLE, L’ancien régime et la révolution (1860), págs. 71
y 103.
104. Se ha visto anteriormente, ne. 115 y 126, que la casación en materias
especiales podía pcdirse también a otras secciones del Conseil du roi.
105. CnÉron, Cassation, i, n. 66; GLASSON, Cassat pág. 682; GENY,
on,
Méihode, pág. 69.
106. SELIGMAN, Justice, pág. 51.
406 PIERO
CALAMANDBEI — La Casacióñ Civil
107. Sobre la composición personal del Conseil des pariies, que estaba formado
or más de treinta consejeros presididos por el Canciller y ayudados por funcio
narios auxiliares, véase DENI5ART, voz Conseil du roi, § II, n. 8; SELIGMAN,
Justice, págs. 52-53; BOI5LIsLE, escrito citado, págs. 407 y sigs.
108. Véase BONCENNE, Théorie, 1, 490 y sigs.; CHENON, Cassation, pág. 56;
LASSoN, Cassation., pág. 682; CREFON, Cassation, 1, ns. 67-71; BREUNINO, Kassa
tionsinstanz, 1, Absch., § 3.
El “Conseil des parties” en la monarquía francesa 407
a los Estados generales 112, el cual dijo que el Conseil des parties era
ainsi appeiió paree que les juges y sont parties, puede tener un signi
ficado mucho más profundo que el que estaba en las intenciones de
su autor: más que a la corruptibilidad de los consejeros, desviación
patológica del instituto, la frase puede, en efecto, referirse al concepto
fundamental a que obedecía,- en su normal funcionamiento, el instituto
mismo, a través del cual el soberano, juez y parte a un tiempo, de
fendía con el arma de la casación el propio derecho amenazado por
las Cortes soberanas. También se comprenderá cómo bajo el ancien
régime, el Conseil des parties no había alcanzado nunca, a los ojos del
público, la consideración y la autoridad que debía alcanzar, después
de la Revolución, la Cour de Cassation 113: en efecto, los litigantes
desconfiaban del Conseil 114, como si comprendieran que la finalidad
verdadera e su institución no era la defensa de la justicia, sino, ante
todo, la defensa del monarca, y que, si la casación podía servir al
interés del recurrente, quitando de en medio una sentencia que le era
desfavorable, esto ocurría no por directo reconocimiento de la injus
ticia de la sentencia misma sino por indirecta repercusión de una
providencia del monarca, el cual había creído oportuno, en su propio
interés, reprimir un acto contrario a su voluntad 115 Los particulares
sentían, en suma, que ante el Couseil des parties ellos se convertían
en instrumentos pasivos del interés soberano, y que sus controversias
singulares se transformaban ante aquel organismo en episodios de
una lucha secular entre Monarquía y Parlamentos, cuya importancia
política obligaba a prescindir de toda consideración relativa a los de
rechos privados de los particulares y a la justicia de la sentencia que
debía resolver su litis
133. Véase un cuadro vivo de esta falta de uniformidad del derecho en Francia
en HENRION DE PANSEY, cap. xxx i, VI, recogido también en PISANELLI, Cas
sec.
8azjone, pág. 24.
134. Véase SCHMIDT, Aflgemeine Staatslehre, II, 2, 539. Véase el art. Couturne
en “Eneyclopédie”, voL IV, págs. 411 y sigs.; y DENISART, Décisions, vol. V, voz
Coutuine, § 11-111.
135. D’AGUESSEAU, carta citada del 29 de septiembre del 1736 (Oeuvres, IX,
pág. 440). DIDEROTy D’ALEMBERT, Encyci., IV, voz Couiu’me, pág. 415 (especial.
414 — La Casación Civil
CALAMANDREI
PIERO
mente en país de derecho consuetudinario). Véase sobre las diversas fuentes del
derecho francés y sobre su diverso valor, DOMAT, Loi.s cjvile8, 1, cap. XIII, u. IX.
136. Véase SIRET, 1824, II, pág. 19, voz laterprétation royate.
137. DIDEROT y D’ALEMBERT, Encyclopédie, vol. IX, voz Loi, p. 655, y vol. IV,
voz Coutume, pág. 414: “En France, toute la puissance législative réside en la
personne du Roi, et lui seul peut donner force de loi aux coutumes”; DEN:SART,
Décisions (1786), vol. y, voz Coutume, § II, a. 1.
El “Conseil des parties” en la monarquía francesa 415
138. Vol. III (1750), Des droits seigxeuriaux, tít. V, art. III, see. VI, n. 1.
Ni siquiera en la Encyciopédie de DIDEROT y D’ALEMBERT,vol. IX, voz Jtzridiclion,
Justice, se encuentra el concepto de que la función jurisdiccional sea una prerro
gativa del Estado; sino que se habla de juridiction royale y de juridiction féodale.
de justice ecciésiatique y de justice signeuriale.