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Constanza Bruno
Constanza Bruno
Localizada en pleno corazón del Nudo del Paramillo, la vereda Gallo es un punto
desconocido y olvidado de la geografía colombiana. En la cabecera municipal
de Tierralta, muchos dicen que allí no vive nadie y que quien va allá lo hace
porque va a sembrar o recoger coca. Sin embargo, El Espectador pudo constatar
que en la zona hay 31 casas en las que viven 152 personas, entre las cuales hay
unos 60 niños.
La única forma para llegar a esta, una de las 184 veredas que tiene Tierralta, es
atravesando el río Sinú, en un recorrido que tarda unos 45 minutos en lancha,
desde el puerto del corregimiento Frasquillo, al sur del municipio. Gallo hace parte
de la otra Colombia, la excluida. Allí no hay agua potable ni energía eléctrica y
mucho menos alcantarillado. El agua la toman de las montañas y se enteran de
las noticias escuchando radio. Algunos ven televisión gracias a que tienen plantas
eléctricas.
Sus pobladores cuentan con una vieja y deteriorada escuela que tiene dos
salones. Allí toman clase 58 alumnos de primero a noveno grado, con dos
profesores contratados por la Gobernación de Córdoba. “Había tres maestros y
nos quitaron uno. Vienen de Tierralta, llegan un día antes y permanecen aquí
toda la semana para regresar el viernes en la tarde”, cuenta Ángel Enoc Torres
Úsuga, presidente saliente de la Junta de Acción Comunal. Le preocupa que
cuando terminan el noveno grado los muchachos no tienen opción de graduarse
de bachilleres.
Esta situación les ha traído problemas con la Infantería de Marina, que controla el
orden público en la zona. “Hemos sido estigmatizados por el Gobierno porque
cuando viene nos trata mal. Como trabajamos con cultivos ilícitos nos dicen que
somos delincuentes y tratar así a un campesino es irrespetar sus derechos. Nuestro
granito de arena será perdonar a los que provocan la guerra, que no haya más
humillación entre el armado y el civil”, dice Ángel, quien nació en la vereda hace
45 años.
La escuela de la vereda Gallo.
Para Ángel, en la vereda hay más expectativas y alegría, que miedo. Esperan que
detrás de la designación como sitio de concentración llegue el desarrollo para el
pueblo y para el Alto Sinú. Le pedirán al Gobierno que la vereda pase a ser
corregimiento, pero antes deberán lograr que les lleven los servicios básicos.
“También esperamos que nos construyan vías terciarias y que nos legalicen las
tierras para tener acceso a préstamos”, recalca.
Fanor Alarcón es otro líder de la zona que llegó cuando tenía un año; sus padres
fueron desplazados de la vereda La Gloria, en el Alto Sinú. Hoy tiene 48 años y se
siente orgulloso de la lucha que ha librado para sacar adelante esta
población. Cree que Gallo fue escogido como campamento de concentración
de las Farc porque es una vereda sana, responsable, tiene una veeduría eficiente
y una comunidad luchadora que cuenta con un terreno de cuatro hectáreas
para hacer albergues, construir un colegio de bachillerato y un puesto de salud o
un hospital.
Desde hace cuatro años Gallo hace parte de la Asociación Campesina para el
Desarrollo del Alto Sinú –Asodecas-, que integra 80 veredas del Nudo del
Paramillo. Se sienten orgullosos de participar en los paros agrarios, protestando
por el abandono estatal.
“Decían que el Nudo de Paramillo era un parque sin gente y por eso hicimos una
jornada de acción humanitaria para empezar a ser reconocidos. No tenemos
miedo, hace tiempo lo perdimos, ya estamos enseñados a que si vienen los
paramilitares, los guerrilleros o el Ejército, no hay por qué salir corriendo. Todos
estos grupos han pasado y nunca se han establecido. Esta zona no es de ningún
grupo, es de nosotros los campesinos”, advierte Alarcón.
Las mujeres de Gallo no son tan optimistas como los hombres. María Berrocal
señala que a las madres les preocupa la llegada de los guerrilleros a la vereda
porque ven un riesgo para sus hijos. “Yo pediría que ubiquen su personal en sitios
lejanos, no estoy de acuerdo con que los metan a la vereda. Cada quien en su
sitio. Las mujeres llevaremos esto con calma para seguir adelante, cueste lo que
cueste”.
“No todo lo malo fue obra de las AUC y de las Farc, aquí tenemos un sector muy
importante que influyó en que Tierralta se convirtiera en pueblo de nadie y en el
pueblo de los pobres, Urrá hundió 7 mil 400 hectáreas de tierra fértil a orillas del río
Sinú, de donde salía la mayoría de los productos agrícolas para ser
comercializados”, se queja Orlando Triana, miembro de la Mesa de Participación
de Víctimas de Tierralta.
El líder describe además otra situación que terminó despojando de sus tierras a
otro grupo de pobladores de Triángulo y Bota, un sector donde vivían más de 300
campesinos: “En 1977 el Estado dijo que estábamos invadiendo unos terrenos del
Parque de Nudo de Paramillo, desconociendo a los primeros colonos, entre los
que se encontraba mi papá, que habían llegado antes de que se constituyera el
Parque, que fue creado 17 años después de que mi papá adquiriera sus tierras”,
recuerda Triana.
“Quedamos desamparados y sin tierras para trabajar, nuestros hijos buscaron
otras formas de empleo como cultivar coca, otros ingresaron a los grupos
ilegales”, narra Triana.
Este calendario está en varias de las casas de la vereda Gallo.
Este territorio posee atributos que otras poblaciones envidiarían, como la reserva
del Parque Nacional Natural Paramillo; una imponente riqueza hídrica con el río
Sinú, sus tres afluentes secundarios y ocho fuentes hidrográficas (ríos y quebradas).
Pese a ello el servicio de acueducto, prestado por la Empresa Municipal, es
deficiente; la cobertura es baja.
El 70% del territorio está en zona montañosa, que hace parte de las estribaciones
de la cordillera occidental que se adentra a Córdoba por el Nudo del Paramillo.
Cuenta además con asentamientos étnicos y zonas arqueológicas. No obstante,
los gobiernos locales no han impulsado proyectos de ecoturismo que contribuirían
al desarrollo económico de Tierralta. Siempre salen a flote las mismas razones: el
estigma de ser un territorio inseguro y la falta de vías (la carretera principal está
siendo reconstruida por tramos).
En Tierralta no hay una sola empresa que les ofrezca trabajo a los pobladores.
Pese a ser el tercer municipio geográficamente más grande de Córdoba, sus
campesinos no tienen tierra para trabajarla porque está en manos de cuatro
hacendados que han hecho de estos terrenos áreas improductivas para la
agricultura porque se dedican al negocio de la ganadería intensiva. Otra parte
de la tierra corresponde a 260 mil hectáreas pertenecientes al Parque Nacional
Nudo de Paramillo; otra área está en la zona de amortiguación de la reserva
natural y otra está dedicada al trabajo de la forestación y no es enajenable.