GRACIAS POR FUMAR, PELÍCULA SOBRE EL EXTRAÑO NEGOCIO MORTAL.

Por Alejandro Reyna Vergara.

La búsqueda por la certidumbre en la verdad entre los deseos y los vicios de la humanidad,

contrastados con las pasiones de la vida cotidiana, se enmarca una ansiedad de soledad compartida

del ente moderno sin futuro.

¿Dónde está la verdad?, ¿la ética?, ¿los valores humanos positivos? Estos fundamentos de moral

social y comunitaria, en una sociedad inundada de estereotipos, falsos mensajes y modelos

disfuncionales, harta de una doble moral monetarista.

'Gracias por Fumar' ('Thank You For Smoking', película de 2006), nos muestra a un cabildero de los

lobbies de la poderosa industria del tabaco llamado Nick Naylor, cuando desde el senado se intenta

poner una pegatina en las cajetillas, señalando el tabaco como veneno, Nick propone como solución

acudir a Hollywood y recuperar el prestigio de los cigarrillos. Al mismo tiempo, intentará estrechar

lazos con su hijo Joey, al que cada vez ve menos.

En apenas 90 minutos, Jason Reitman, director y autor del guión, basado en la novela de

Christopher Buckley, tiene tiempo para exponernos en una versión hasta cierto punto sarcástica, la

obscenidad del pensamiento del inconsciente colectivo, acerca de los malos hábitos y vicos de una

sociedad perdida en la presunción de lo que es moralmente válido y éticamente responsable ante el

poderoso poder del dinero.

¿Es el personaje de Naylor, un héroe o villano contemporáneo? Resulta de lo más contradictorio,

pues depende desde que ángulo se mire. Es un sujeto que normalmente estaría en el bando de los

"malos" (los tabacaleros), según los defensores de la salud y los millones de personas afectadas por

el consumo del tabaco. El hombre es un “soldado de combate” en la guerra empresarial, lo califican

sus patrones y camaradas del negocio.

En la película puede verse un estupendo manual de técnicas de persuasión y de manipulación

masiva. Cómo pegarle a la opinión pública que tienes razón aunque la empresa para la que trabajas
esté destrozando la salud de millones de personas (más de medio millón al año en los Estados

Unidos de Norteamérica). Sólo un genio para la palabra y la persuasión sería capaz de hacerlo.

Naylor lo es, se muestra buena parte de su arsenal para convencer y mover a cualquiera a modificar

su actitud. El carisma, la rapidez y seguridad de sus razonamientos, la simplicidad de los mismos, y

la identificación de los intereses de la audiencia son algunas de las bases de su estrategia.

A Nick, a las tabacaleras, le conviene hablar de libertad y de la inteligencia del individuo para saber

qué es malo para su salud y para decidir si quiere consumirlo o no. Pero si el público es así,

entonces, ¿qué importa la pegatina? Lo cierto es que ellos pierden dinero si se pone el aviso

explícito de que el tabaco es veneno. Quieren asociar libertad con fumarse un cigarro. Hay una gran

masa de gente ahí fuera que es vulnerable a este tipo de mensajes. Así que es preferible, para los

de este negocio, que sigan pensando que las consecuencias dañinas de este tipo de productos es

algo lejano, ajeno, que no va con ellos. Viva la libertad y hacer lo que uno quiera. Como con los

accidentes de tráfico y el alcohol o las armas y la protección. Sí, libertad, pero sobre todo educación.

Algo que hoy día escasea de forma alarmante y es, sin embargo, la mejor forma para combatir las

estrategias persuasivas de este tipo de compañías (o de los dirigentes políticos).

Esta muestra de “Flexibilidad moral” no reconoce límites entre la decisión personal de fumar en

contra de las influencia de la sociedad y las grandes empresas tabacaleras y asociaciones con

nombres tan ridículos como “Academia de Estudios sobre el Tabaco”, que socavan a las voluntades

más débiles en la dubitativa universal de “Fumar o no fumar”, a manera de una alocada disertación

de William Shakespeare.

En conclusión, es una excelente película que retrata al moderno sistema capitalista, de libre

mercado, de libre empresa y de libre muerte… claro si es tu decisión.