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El nuevo concepto de biblioteca escolar supone una ampliación de las funciones del responsable: es el
encargado de recopilar y tratar la documentación y de gestionar los recursos; además, debe comunicar
y hacer circular informaciones tanto administrativas como pedagógicas y culturales.
Cumple, además, una importante función pedagógica pues, en colaboración con los otros docentes del
centro, ha de ofrecer a los alumnos nuevas oportunidades de aprendizaje en lo que se refiere al uso
plural de las fuentes de información y al acceso a la lectura como forma de entretenimiento y medio de
enriquecimiento personal.
Ejerce, finalmente, una importante labor para establecer cauces de comunicación entre la biblioteca
escolar, por un lado, y centros documentales externos y otras instituciones del entorno social y cultural
del centro, por otro.
Las Órdenes de 29 de junio de 1994 por las que se aprueban las instrucciones que regulan la
organización y el funcionamiento de las escuelas de Educación Infantil y de los colegios de Educación
Primaria (B.O.E. 6-7-94) y de los institutos de Educación Secundaria (B.O.E. 5-7-94) supusieron un
paso adelante en la definición de la figura del responsable de la biblioteca. En ellas se detallan las
funciones que debería desarrollar:
Difundir, entre los maestros y los alumnos, materiales didácticos e información administrativa,
pedagógica y cultural.
Atender a los alumnos que utilicen la biblioteca, facilitándoles el acceso a diferentes fuentes de
información y orientándoles sobre su utilización.
En la obra Quel profil professionnel pour les documentalistes des CDI des établissements scolaires du
second degré?, que recoge las conclusiones del Seminario organizado en París, durante el 9 y 10 de
noviembre de 1990, por la Federación Nacional de Documentalistas-Bibliotecarios de la Educación
Nacional (FADBEN), Françoise Chapron y Michel Treut profundizan en la descripción de las funciones del
bibliotecario escolar.
Ayuda a identificar, localizar y seleccionar los documentos pertinentes en función de los objetivos de la
investigación. Inicia a los alumnos en el conocimiento e interpretación de los diferentes tipos de
documentos según su naturaleza, soporte, grado de elaboración, nivel, etc... Junto con los demás
profesores, debe promover la reelaboración de la información recuperada, favoreciendo un análisis
crítico de la misma.
Promocionar la lectura como medio de entretenimiento y de ocio:
La biblioteca escolar no debe ser sólo un instrumento de trabajo e información, sino también un espacio
que favorezca el acercamiento del alumnado a la lectura como medio de entretenimiento.
Desde una perspectiva más amplia, la biblioteca escolar debe fomentar actividades de lectura de
imágenes y análisis crítico de documentos audiovisuales a fin de conseguir una "alfabetización" de los
alumnos y alumnas en este tipo de lenguajes.
Relacionarse con el exterior:
El responsable de la biblioteca debe establecer y mantener una relación de colaboración o cooperación
con otros centros documentales (centros de documentación, Centros de Profesores y de Recursos,
bibliotecas de otros centros, bibliotecas públicas etc), que favorezca el intercambio de informaciones y
el trabajo en común (servicios de catalogación centralizada o compartida, préstamo interbibliotecario,
etc).
Además, debe relacionarse con el entorno social favoreciendo la apertura del centro al exterior. Esto
supone colaborar con bibliotecas de la localidad, asociaciones culturales e instituciones públicas y
privadas, para organizar actividades en común y procurarse informaciones y documentos que interesen
a la comunidad educativa.
En la revisión realizada en 1995 por Jesús Miranda y Ana Pilar Palomero de La dinamización de la
biblioteca escolar, describen con precisión las tareas que debe realizar el bibliotecario escolar:
7. Establecer mecanismos ágiles de préstamo individual a los alumnos y al resto de los usuarios.
8. Posibilitar el préstamo de lotes a las diferentes aulas.
9. Mantener al día el "Tablero de novedades" y otras fórmulas que permitan dar a conocer a
profesores y alumnos las últimas adquisiciones o bloques de libros previamente seleccionados.
Tareas pedagógicas:
1. Conseguir que la biblioteca forme parte de la vida del centro, estimulando que los profesores
decidan utilizarla como una herramienta fundamental en su trabajo y desarrollando con ellos
actividades concretas sobre distintos aspectos del curriculum.
2. Elaborar y dar a conocer al claustro de profesores el plan de trabajo que hay que desarrollar
desde la biblioteca, incluyéndolo además en el Plan Anual.
3. Informar a los profesores del sistema de organización de los fondos, para hacer posible que
posteriormente cada profesor pueda trabajar con sus alumnos sin la necesidad de la presencia
del profesor bibliotecario.
4. Elaborar una "Guía de uso" de la biblioteca, dirigida a todos los posibles usuarios.
6. Mantenerse al día en el conocimiento de las novedades que se vayan publicando sobre libros y
otros documentos utilizables desde la biblioteca escolar, por medio de revistas monográficas y
profesionales, publicaciones y catálogos de las editoriales.
8. Elaborar guías de lectura con variedad y amplitud de criterios: curriculares, géneros literarios,
autores, ilustradores, temas interdisciplinares.
Es un tema de sobra tratado por otros compañeros como Rafael Ibáñez aquí mismo en
Biblogtecarios o por Julián Ochoa en nuestro blog hermano Infotecarios, y por otros colegas
que puntualmente iré citando, aunque en este post me voy a centrar fundamentalmente en
dos documentos oficiales que hablan sobre el tema. A nivel nacional el trabajo “Perfiles
profesionales del Sistema Bibliotecario Español: fichas de caracterización”, elaborado
en 2013 por el Grupo de Trabajo sobre Perfiles Profesional del Consejo de Cooperación
Bibliotecaria y a nivel internacional el documento “Roles and Strengths of Teaching
Librarians” realizado por la ACRL en 2017, bastante útil para pensar en las cualidades que
deben tener los bibliotecarios formadores, los que enseñan, los bibliotecarios docentes para
tener éxito en su trabajo.
Para Nieves González Fernández-Villavicencio, Juan Antonio Barrera Gómez, Eloísa Saen
de Casas y Víctor M. Moya Orozco, en su artículo «Bibliotecarios e innovación docente :
la oportunidad de los planes tutoriales y los trabajos de fin de grado«, “se trata de un
profesional que planifica, diseña, imparte, evalúa y promociona las competencias de gestión
de la información en su comunidad universitaria. La docencia forma parte de sus tareas
habituales como bibliotecario”, una definición de la propia Nieves González. Para estos
autores, “La tarea bibliotecaria tradicional de formador de usuarios se queda lejos de la
magnitud y significado de estas tareas y responsabilidades nuevas, que requieren otra
denominación para comprender su alcance. Ya no se enseña a usar una herramienta desde un
punto de vista instrumental, se enseña a concretar el tema de la búsqueda; reflexionar sobre
el sentido de lo que se va a buscar; definir la estrategia; presentar una metodología científica;
desarrollar por escrito un trabajo científico; conocer y respetar los derechos de autor;
presentar resultados de forma escrita, pero cada vez más de forma visual, mediante
infografías y mapas mentales; defender en público unas ideas y resultados; etc.”
Para Wheeler y McKinney, la labor del bibliotecario formador incluye cada vez más
responsabilidades y habilidades docentes, por lo tanto, los bibliotecarios tienen que saber
más acerca de la teoría de la enseñanza y sus técnicas con el fin de proporcionar información
de alta calidad en las sesiones de alfabetización informacional (ALFIN).
Es evidente que los bibliotecarios docentes han explorado cada vez más los roles innovadores
y creativos dentro de sus instituciones, y el documento pretende reflejar la miríada de
actividades, proyectos y responsabilidades que los bibliotecarios docentes de una amplia
variedad de instituciones pueden encontrar en diferentes momentos de su vida laboral y
profesional, a lo largo de sus carreras, así como las características y fortalezas necesarias para
desarrollar estos roles.
El documento Roles y Fortalezas determina siete roles que están destinados a ayudar a los
bibliotecarios a situar nuestras experiencias laborales individuales dentro de diferentes
contextos bibliotecarios, así como a sugerir nuevas áreas creativas para la expansión. Los
roles también están destinados a ayudar a nombrar y situar algunas de las situaciones más
abstractas y únicas en las que se encuentran los bibliotecarios. El objetivo es ayudar a aclarar
los roles que puede asumir un bibliotecario de enseñanza competente e inspirar nuevos
funciones. Además es intencionadamente amplio y abarcador y pretende ser de útil y de
interés:
Para las instituciones contratantes, los roles pueden ayudar a pensar más específicamente
sobre lo que la institución prevé para enseñar a los bibliotecarios de acuerdo con su misión,
visión y objetivos estratégicos. Mientras se selecciona al personal para nuevos puestos, se
pide a los responsables que describan las responsabilidades de los bibliotecarios. Estas
preguntas a menudo se responden como «desarrollar sesiones de ALFIN» o «coordinar la
instrucción», pero estas respuestas no definen los deberes ni los roles. Estas descripciones
se pueden aclarar mediante la identificación de ciertas características que se necesitan para
prosperar en roles específicos.
Para los bibliotecarios, unidades o supervisores individuales, el documento puede ayudar
a ayudar a los bibliotecarios a enseñarles a establecer objetivos, proyectos o ideas para el
desarrollo profesional y articular cómo el trabajo creativo o único puede reflejar las
prioridades institucionales. El documento puede ayudar a los bibliotecarios a aclarar la
función principal o funciones asociadas con su posición específica para prestar atención a
su trabajo y definir más claramente su trabajo a los demás. Los roles también pueden servir
como una plantilla para pensar en las posibilidades de puestos nuevos o únicos o como un
medio para volver a prever y revitalizar responsabilidades y roles educativos.
Para los futuros bibliotecarios, administradores y profesores en los estudios de
Información y Documentación, el documento proporciona un retrato matizado de la gama
de posibilidades y expectativas para la práctica docente de los bibliotecarios.
Roles y Fortalezas:
DEFENSOR (Advocate)
La defensa por parte del bibliotecario docente puede implicar persuasión, activismo, estímulo
y apoyo en muchas formas. Un bibliotecario docente deberá poder situar de manera
contextual la ALFIN y comunicar su valor a través de una variedad de audiencias. Se requiere
defensa cuando se trabaja con líderes de bibliotecas y de la comunidad para promover la
ALFIN, el aprendizaje de los alumnos y el programa de ALFIN dentro de la organización
general de bibliotecas.
Fortalezas:
COORDINADOR
Un coordinador dirige, desarrolla y mantiene el programa de ALFIN de una biblioteca y/o
institución. Esta función requiere habilidades de organización y comunicación altamente
efectivas para gestionar múltiples proyectos, eventos, recursos, evaluaciones, informes
estadísticos y coordinación simultánea con los administradores y los departamentos
académicos. El coordinador debe tener habilidades diplomáticas para trabajar con la gente y
navegar con confianza en las políticas de formación, entendiendo el clima, la cultura y las
expectativas de los actores involucrados en los objetivos ALFIN de la institución.
Fortalezas:
DISEÑADOR INSTRUCCIONAL
Fortalezas:
El bibliotecario que forma es un aprendiz de por vida, es curioso, abierto y flexible y busca
nuevas oportunidades para el aprendizaje continuo. A lo largo de la carrera profesional, el
bibliotecario mantiene el entusiasmo por la enseñanza a través de la práctica reflexiva y la
exploración de nuevos enfoques para la instrucción. Los aprendices de por vida se motivan
a sí mismos en su búsqueda de nuevos conocimientos, ideas y experiencias.
Fortalezas:
LÍDER
PROFESOR
Este rol enfatiza la actividad en el aula u otros entornos educativos donde el bibliotecario
interactúa directamente con los asistentes. El bibliotecario emplea las mejores prácticas de
enseñanza y aprendizaje para integrar la ALFIN: se involucra con los alumnos, se asocia con
el personal docente y los administradores, motiva el aprendizaje con respecto a la importancia
de la aplicación de la ALFIN en determinados contextos reales y emplea un enfoque centrado
en el alumno, alentando a los alumnos a ser agentes en su propio aprendizaje.
Fortalezas:
COMPAÑERO DE ENSEÑANZA
Los bibliotecarios docentes tienen muchas oportunidades de colaborar en diferentes entornos
educativos con profesores docentes, otros bibliotecarios y otros colegas de la comunidad. Ser
un compañero de enseñanza requiere que el bibliotecario docente tenga confianza en las
fortalezas que aportan a las relaciones de colaboración con los colegas. Esta experiencia
puede incluir perspectivas más amplias sobre el conocimiento de la información, la educación
formal de manera tal que la información se organice y clasifique, la experiencia en
habilidades de investigación y el conocimiento de modelos y procesos de comunicación y
difusión. El bibliotecario también debe respetar las fortalezas aportadas por el
colaborador. En las mejores asociaciones de enseñanza, las contribuciones de cada persona
se valoran por igual.
El bibliotecario docente puede articular cómo sus contribuciones son relevantes para el
contexto de la ALFIN. También pueden participar en el diseño de tareas, evaluar las
habilidades de ALFIN de los participantes o proporcionar comentarios sobre las tareas o
proyectos de los asistentes. Las conversaciones entre el bibliotecario y el compañero de
enseñanza pueden establecer el nivel de participación de cada compañero y explorar
posibilidades creativas para una mayor colaboración.
Fortalezas:
Los dos documentos citados abordan el tema del bibliotecario que forma o que enseña de una
manera general, sin diferenciar los diferentes contextos bibliotecarios, aunque el de la ACRL
tenga una cierta inclinación al mundo universitario. En este sentido merece especial mención
el bibliotecario que se dedica a formar en el entorno de la biblioteca escolar. Para no hacer
demasiado largo el post y si hay interés, “amenazo” con una segunda entrega sobre el tema.
Mientras eso llega, y ya que empecé este post con una pregunta sobre la que no se si ya tenéis
respuesta, lo finalizo con alguna pregunta más para la reflexión y el debate: ¿disponen los
bibliotecarios docentes de habilidades pedagógicas, están recogidos todos estos roles o
funciones (o la mayoría) en la formación que los bibliotecarios reciben en sus estudios?
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Felicidad Campal
Colaboradora en BiblogTecarios Bibliotecaria que apuesta por el poder formativo,
social, integrador e igualador de las bibliotecas. Eterna aprendiz y en fase beta en
constante renovación. Coordinadora del Grupo de Trabajo “Banco de recursos
ALFIN/AMI” del CCBiblio.
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La biblioteca insignia de Finlandia ¡tan popular que se está quedando sin libros!
¿Quién fue el primer bibliotecario de la historia?
4 Comentarios a “El bibliotecario docente:
¿formador o aprendiz?”
RESPONDER
2. Mariela dice:
Me encantó muy útilla información, como cada artículo que publican muchísimas
gracias
RESPONDER
Acciones que buscan unir afectivamente al niño o niña con la biblioteca escolar para que conecten
con el espacio bibliotecario y con los libros.
1. Carné de lector/a: Puede ser un sencillo documento personalizado, en el que el niño escribirá el
título y el autor de cada libro leído.
2. Carné del Club de Amigas y Amigos de la Biblioteca Escolar: para pertenecer a este club el niño/a
tendrá que cumplir con algunas obligaciones: tratar bien los libros, no desordenarlos, acudir
frecuentemente a la biblioteca, leer, contar lo que hemos leído...
4. Edición de una revista con las novedades, noticias de la biblioteca, noticias culturales y
experiencias que se van desarrollando en las clases. Es importante que llegue a las familias para
potenciar la valoración familiar de la lectura y del funcionamiento de la biblioteca escolar.
5. Regalo de un retrato lector. Podemos regalar a cada niño o niña una fotografía en la que esté
leyendo, montada en una cartulina con algún texto e ilustración que hagan referencia a la lectura y
que les sirva de recuerdo y estímulo permanente.
7. Presentación de la biblioteca. Son visitas guiadas por la persona responsable de la biblioteca para
presentar las distintas secciones, los contenidos de cada una, la recogida de sugerencias, la
disposición de fondos, las posibilidades que alberga, etc.
8. Ofrecer a los niños y niñas de los cursos altos la posibilidad de ejercer de bibliotecarias y
bibliotecarios para ordenar los fondos, formalizar préstamos y devoluciones, orientar a los
pequeños, colaborar en algunas actividades...
9. Convocar un concurso entre los alumnos para elegir una mascota que represente a nuestra
biblioteca escolar.
1. Apertura diaria para que todo el alumnado pueda acudir libremente a la sala de lectura con fines
diversos: buscar información, terminar trabajos, coger libros prestados etc.
2. Posibilidad de préstamo de libros. El préstamo alarga hasta la casa familiar el contacto con los
libros.
3. Acudir al lugar de lectura en grupo acompañados del tutor o tutora, al menos una hora a la
semana. Los niños y niñas tendrán total libertad para elegir el libro que quieran y para cambiarlo si
no les gusta.
4. Lecturas en voz alta, por parte del maestro o maestra de cuentos, poemas, noticias de prensa
etc.
5. Intercambios de experiencias lectoras. Un niño o una niña, semanalmente, explica el último libro
leído o el último cuento que le han contado y regala a sus compañeros y compañeras algo, hecho
por él o ella, relacionado con ese libro: un pequeño poster, un dibujo, una poesía, un trabajo
manual. Los compañeros, preguntan sobre el libro. El maestro y la maestra también deben colaborar
en esta actividad y contar algunos de los libros que van leyendo.
6. Mesas redondas. Cuando 3 ó 4 niños y niñas han leído un mismo libro, se pueden hacer mesas
redondas para contrastar opiniones. Es conveniente disponer de media docena de ejemplares de
algunos libros para hacer posible esta actividad.
8. Promover actos de recitación o de dramatización de poemas, libros, cuentos, etc. ante el resto
de compañeros y compañeras de la clase. Preparar recitaciones o lecturas para cursos pequeños
que acuden a la biblioteca a escucharlos.
9. Realizar “yincanas” investigadoras, en las que se presenten varias pistas que lleven unas a
otras y que requieran una búsqueda entre los recursos de la biblioteca. Cada pista resuelta se
premiará con puntos, para canjearlos por libros cuando se acumulen un número determinado.
10. Taller de animación a la lectura con padres y madres: este taller, encaminado a poner en
contacto a padres y madres de nuestro centro con la lectura. Se muestra como un mecanismo muy
interesante en la motivación de aquellos niños/as cuyos padres lean en casa. El colegio se
beneficiará también si de este taller se deriva una nueva actividad, consistente en que los padres
dramaticen o representen mediante guiñol, teatros, etc. alguna obra para los niños/as.
La biblioteca debe ser un lugar donde se potencia la cultura. Para ello, es necesario iniciar una serie
de acciones como las siguientes:
1. Crear espacios para la exposición de publicaciones que se van haciendo en las clases: libritos de
poesía, revistas de clase, monografías, etc. Mantener una sección en la biblioteca donde se archiven
todas las publicaciones que se hacen en el colegio.
4. Colocar por diferentes lugares de la biblioteca “citas lectoras”, párrafos significativos de libros
que hay en la biblioteca y que pueden servir de reclamo para que niños y niñas busquen el libro del
que han sido sacadas y quieran leerlo.
5. Elaboración de posters utilizando fotografías sacadas de revistas y periódicos en las que se ven
personas leyendo, con estanterías de libros detrás, con libros en las manos y que pueden servir
como puntos de sensibilización hacia la lectura. En el poster escribiremos frases como “Cuando
tantas personas leen, por algo será...” o “Todas estas personas tienen una biblioteca detrás, tú la
tienes delante, ¡aprovéchala!”, etc.
6. Ofrecer una sección de libros para adultos, para el profesorado y para madres y padres, con el
fin de que niños y niñas vean que también los mayores acuden a la biblioteca
Cómo dar vida a la biblioteca escolar en Secundaria
Por: José Antonio Camacho Espinosa
La biblioteca escolar ofrece diferentes servicios con el objetivo de satisfacer las necesidades de la
comunidad educativa. Por eso, debe mantenerse en un proceso de renovación y dinamismo
constante, facilitando a sus usuarios tanto el acceso a sus instalaciones como a los materiales que
contiene. También ha de presentarles las posibilidades de consulta y de uso general de sus
materiales, además de ayudarles a encontrar la información que demandan de forma autónoma.
Introducción
Una biblioteca, al igual que el centro educativo del que depende, o es una
«biblioteca viva» o no es una biblioteca. No se trata de disponer de un gran local,
de los mejores equipamientos, de un magnífico fondo documental o de las
herramientas más modernas para el tratamiento y el acceso a la información.
Todo eso es necesario para que exista una buena biblioteca, pero la «vida» se
la dan las personas que la gestionan y los lectores que hacen uso de ella.
Una biblioteca es, ante todo, un conjunto de servicios que se ofrecen a una comunidad.
En el caso de un centro educativo nos referiremos a la comunidad educativa. Alumnos,
profesores y familias necesitan este centro de documentación para satisfacer sus
necesidades de información y documentación, en unos casos comunes y en otros
específicas.
Los alumnos, para llevar a cabo su proceso de aprendizaje global, en cualquiera de las
áreas del currículo. Los profesores, para dar respuesta a la didáctica de cada una de sus
materias, a los procesos de investigación e innovación, a la formación continua y a la
información profesional. Las familias, por su parte, dispondrán de aquella información y
documentos que pueden ser útiles en su tarea educativa. Y todos ellos podrán satisfacer
sus necesidades de información general, referencial, local, de ocio, etc.
La imaginación será una aliada permanente en la tarea del bibliotecario y de las personas
que colaboren con él, de tal modo que la biblioteca se encuentre en proceso de
renovación constante, manteniendo su atractivo y dando la mejor respuesta a cada una
de esas necesidades.
Por otra parte, una biblioteca escolar debe, ante todo, preparar a los jóvenes para
desenvolverse en cualquier centro de documentación y para continuar los procesos de
autoformación, una vez terminada la escolaridad obligatoria. De ahí que se plantee en
este artículo un proceso que puede ser secuencial o simultáneo, pero en el que se han
de contemplar cada una de las etapas que a continuación se describen.
En primer lugar, hay que conseguir que todos los usuarios potenciales se conviertan en
usuarios reales. Que los miembros de la comunidad educativa reconozcan en la biblioteca
un recurso básico para la formación, la información y la ocupación del tiempo de ocio.
Una vez que los lectores se acerquen a la biblioteca, recibirán información acerca de
todo lo que ésta les puede ofrecer a fin de prepararlos para que hagan uso de ella con
el máximo aprovechamiento.
Cuando el usuario conozca ya la biblioteca, todo lo que alberga y los servicios que le
ofrece, se le enseñará a reconocer y localizar los distintos documentos. Se instruirá al
lector en el manejo de las herramientas más adecuadas, sobre todo los catálogos, bases
de datos y buscadores.
Conocida la tipología documental y los diversos soportes con que cuenta una biblioteca,
es el momento de extraer del documento la información precisa. No todos los
documentos ni todos los soportes son iguales; por tanto, también se enseñará a los
jóvenes a manejar cada uno de ellos.
Una vez que se han dado todos los pasos para la selección y búsqueda de los documentos
y la recogida de la información contenida en ellos, hay que concluir con la extracción y
tratamiento de la misma, para presentarla en forma de nueva información capaz de
generar en quien la lea nuevos conocimientos.
Zonas para distintos usos. Aunque el espacio total de la biblioteca escolar sea escaso
–algo habitual en los centros educativos– es importante que el alumno tenga claro que
la biblioteca no es un tótum revolútum, sino que en ella puede encontrar documentos
de formato y contenido diverso y que puede realizar actividades de lo más variado.
Decorar, informar, atraer. Lo anterior es mucho más atractivo para los lectores si se
mantiene una decoración cuidada y renovada. Periódicamente hay que dar un aire
nuevo, aprovechando el cambio de estaciones, la celebración de alguna fiesta, la visita
de un autor o el tratamiento de algún tema de interés. Al mismo tiempo, se mantendrá
un clima acogedor con plantas, grandes ilustraciones, luces indirectas, etc.
Este ambiente general, hay que completarlo con indicativos que faciliten en todo
momento el uso de la biblioteca. Esta tarea se verá complementada con información que
se facilitará a los usuarios en forma de tríptico u hoja informativa y que estará
permanentemente expuesta en el tablón de anuncios. Un tablón que se situará a la
entrada de la biblioteca y hacia el que se atraerá la atención con información actualizada:
listas de novedades, programación de actividades, avisos, anuncios de los lectores,
artículos de prensa o titulares de interés, programación cultural del barrio o localidad,
etc.
Por otra parte, la ordenación siguiendo temas de interés suele dar buen resultado, ya
que se reúnen en un estante o armario un conjunto de obras que, independientemente
de su género, materia o soporte, se agrupan para que el lector pueda encontrar todo lo
que hace referencia a un tema concreto.
Aprender de las librerías. Algo que no puede faltar en una biblioteca es un lugar donde
sistemáticamente aparezcan los libros, discos, vídeos o CD-ROM que se van
incorporando a la misma. Antes de que una obra pase a su ubicación definitiva, debe
permanecer unos días en el expositor para que los usuarios se enteren inmediatamente
de su adquisición. Asimismo, se informará de esas compras a todo el centro a través de
una lista de novedades. Cualquier acontecimiento, celebración o tema de interés debe
ser motivo también para renovar los libros del expositor.
Acercarse a la biblioteca
Como cuando vamos de viaje. La biblioteca escolar debe estar presente en cualquier
aula, en cualquier área y en cualquier departamento, y debe ser accesible a cualquier
sector de la comunidad educativa. Un instrumento útil para ello son las hojas o folletos
que nos informan esquemáticamente de los recursos disponibles, de su organización y
forma de localización, de los servicios y de las normas de funcionamiento. Esa misma
información se ofrecerá a través de carteles y de la página web de la biblioteca.
Conocer la biblioteca
Una gira por la biblioteca escolar. Es conveniente realizar una visita guiada por la
biblioteca al inicio de cada ciclo o etapa. La información que se dé y las actividades o
juegos que se realicen se adaptarán a cada nivel o grupo de alumnos. Estas visitas
ayudan a conocer el contenido de la biblioteca, las normas de funcionamiento, la forma
de localizar documentos, los servicios que se ofrecen, etc. Por otra parte, hay motivos
que invitan a preparar visitas extraordinarias: la llegada de una nueva colección o la
incorporación de un gran fondo, la instalación de nuevos equipos, la automatización o el
cambio de sistema, etc. Estas visitas también se pueden organizar para las familias o
para personas externas al centro educativo, mediante jornadas de puertas abiertas.
Juegos de simulación y web-quest. Las TIC permiten desarrollar una especie de viaje
a través de la biblioteca, mediante juegos de simulación, web-quest y otros instrumentos
digitales. Para ello se fotografían las distintas secciones de la biblioteca con la cámara
digital y se propone un recorrido en cada uno de los cuales el lector incorpora indicativos
o documentos que se han eliminado y que él tiene que tomar de un depósito o carpeta.
Mucha información y soportes distintos. Uno de los primeros conocimientos con los que
debe contar cualquier usuario es la diferenciación de los distintos soportes documentales
y su forma de consulta. Para conseguirlo, se prepara un conjunto de tarjetas en cada
una de las cuales planteamos una necesidad informativa que se puede satisfacer a través
de alguno de los documentos existentes en la biblioteca.
Por otra parte, en una gran mesa se coloca al menos un documento de cada uno de los
tipos con los que contamos en nuestro fondo. A través de estrategias de búsqueda y de
dinámicas de grupo, los muchachos tienen que localizar, poner en común y justificar la
elección de un recurso concreto. A partir de aquí se pide que localicen el lugar de la
biblioteca donde se ubica cada documento para así poder hablar de la organización de
los mismos.
Manejar los catálogos. Tanto si se dispone de catálogo manual (con fichas) como si
se cuenta con uno automatizado (OPAC) hay que tener a disposición del usuario
una guía que le oriente en los pasos que debe seguir para localizar un documento o que
le ayude a resolver las dificultades más habituales. También es interesante elaborar
un tutorial que le permita aprender paso a paso, de forma autónoma, el manejo del
OPAC.
¿Qué nos dicen los tejuelos? Para que los alumnos se familiaricen con el tratamiento
que reciben los documentos antes de ponerse al préstamo, se organizan talleres. En
ellos, como se mencionaba anteriormente, los muchachos se convierten en ayudantes
del bibliotecario y colaboran en algunas de sus tareas. Uno de los elementos que hay
que preparar para cada libro es el tejuelo, que sirve para ubicarlo y localizarlo. A través
de algunas actividades de carácter lúdico, conocerán el significado de las distintas
iniciales y de los símbolos que se colocan en el mismo.
Cada vez que se entrega un cromo nuevo el alumno debe encontrar en la biblioteca el
libro correspondiente mediante unas pistas que se indican en dicho cromo. Una vez que
localice la obra, dispondrá de la información necesaria para descubrir la página del álbum
donde lo debe pegar.
Cada documento en su lugar. Ahora cada alumno –o cada equipo de alumnos– debe
ubicar en el estante, armario o cajón correspondiente el conjunto de documentos que se
le ha entregado previamente. Para ello se ofrecen una serie de pistas que le vayan
llevando a las diferentes secciones de la biblioteca. En esta ocasión se utiliza una tabla
dicotómica de preguntas, cada una de las cuales tiene dos respuestas. Cada respuesta,
a su vez, lleva a una nueva pregunta.
Así hasta llegar al punto en el que se encuentra una réplica de la portada del libro que
tiene entre manos. Si coincide la réplica con el libro, la solución es correcta. En caso
contrario, tendrá que volver a empezar para ir por otro camino.
¿Todo está en Internet? Los recursos electrónicos son cada día más numerosos, sobre
todo en la red. Por tanto, es imprescindible enseñar a los chavales a localizarlos a través
de las herramientas más adecuadas. El primer peligro que hay que evitar es el de la
dispersión: hay que fijar claramente los objetivos y la trayectoria de una búsqueda para
no perderse por caminos laterales.
Se trata de instrumentos, a veces, muy similares, pero que tienen sus peculiaridades y
que, conociéndolos a fondo, permitirán búsquedas mucho más eficaces. Para trabajar
con ellos es interesante que el bibliotecario prepare una serie de propuestas o estrategias
de búsqueda guiadas que vayan introduciendo paulatinamente en cada una de las
herramientas hasta dominarlas.
Conseguir que los muchachos se familiaricen con ellos no es una tarea complicada, pero
hay que contemplarla dentro de la programación de las actividades de formación
documental, no se puede dar por sabido. También se pueden presentar a los lectores
obras carentes de dichos elementos y que sean los alumnos quienes los elaboren. Serán
los primeros pasos para que, cuando tengan que enfrentarse a la redacción de un trabajo
escrito, sepan planificarlo y realizarlo correctamente.
Los dosieres de prensa. Mantener operativo a lo largo del curso escolar un taller para
la creación de archivos de prensa por el que vayan pasando distintos grupos de alumnos
permite, por un lado, crear un fondo temático de gran interés para la realización de
trabajos de todo tipo y, por otro, familiarizar a los alumnos con periódicos y revistas. Así
después sabrán localizar, de forma autónoma, cualquier información de actualidad que
necesiten. Estos dosieres se pueden elaborar en formato electrónico, creando un
conjunto de carpetas y subcarpetas en el ordenador de la biblioteca, de donde cualquier
usuario pueda tomar una información para satisfacer sus necesidades.
Artículos para revistas y periódicos. Cuando los alumnos hayan adquirido ya cierto
nivel tanto en el manejo de las fuentes y del lenguaje escrito como en la organización y
presentación de sus trabajos, es el momento de que éstos salgan a la luz, bien a través
de las propias publicaciones periódicas de la biblioteca escolar (en formato impreso o
electrónico), bien a través de las de difusión general.
Uso de las TIC para que nos entiendan mejor. Los recursos tecnológicos ofrecen
dos ventajas a la hora de presentar un tema: el atractivo que tiene para los chicos el
manejo de distintos soportes y técnicas, y el refuerzo del mensaje escrito con imágenes
y sonidos. Las grandes posibilidades que ofrecen las aplicaciones informáticas actuales
permiten realizar trabajos con presentaciones de gran calidad y con acceso a todo tipo
de recursos digitalizados: textos, imágenes, gráficos, música, etc. Pero antes de llegar
a ese punto conviene emplear otros recursos como grabaciones en casete, dibujos y
gráficos realizados en acetato o diapositivas que, como en el caso de las fichas de
cartulina, son más manejables e intuitivas para los alumnos de los primeros cursos.
El libro de... El gran reto que se puede plantear un profesor con su grupo de alumnos,
con la inestimable colaboración del bibliotecario escolar, es la confección de un libro en
el que se recojan los conocimientos alcanzados durante un curso escolar en un tema, un
área o en un conjunto de ellas. Se puede decir que es el fin último de todo este proceso
en el que se han planteado el conocimiento y manejo de todo tipo de fuentes
documentales, y el tratamiento y presentación de la información en otro documento
creado por los propios alumnos. Para ello habrá que echar mano de las técnicas y
recursos que se mencionan más arriba, a los que se puede añadir todo el proceso de
planificación y reparto de tareas, antes de la realización del mismo, así como un taller
de encuadernación que permita recopilar todos los trabajos realizados en un solo
volumen.
Inicio
1.- Antes de ir al cole
2.- Infantil
3.- Primaria
4.- Compartimos el Conocimiento.
5.- Bibliotecas Escolares
5.1.- Funciones de la biblioteca
5.2.- Claves para su funcionamiento
5.3.- Funciones del bibliotecario
5.4.- Algunas actividades a desarrollar
5.5.- Página Web de la biblioteca
5.6.- Ejemplos de Webs de Bibliotecas
Sería interesante examinar algunos proyectos de centros en relación al Fomento a la Lectura en los que
se puede observar no solo las actividades sino como se articulan y organizan en el centro, aquí se
proponen dos de la Provincia de Valladolid:
Desde el siguiente enlace "Proyectos premiados de bibliotecas escolares" se pueden descargar todos
los proyectos premiados en las distintas convocatorias (2006-09) del "Concurso Nacional de buenas
prácticas para la dinamización e innovación de las bibliotecas de centros educativos"
BIBLIOGRAFÍA:
La biblioteca que necesitamos para apoyar el proyecto escolar: manual para el maestro
bibliotecario y el Comité de la Biblioteca Escolar.
[e-Book] México, OEI, 2011
Texto completo
Los acervos de la biblioteca escolar y de la biblioteca de aula son recursos de apoyo pedagógico
que la Secretaría de Educación Pública, a través de la Subsecretaría de Educación Básica y
con la participación de las entidades federativas, proporcionan a todas las escuelas públicas de
educación básica como parte de las acciones del Programa Nacional de Lectura.
Cada año se envían a las escuelas públicas de los tres niveles de educación básica títulos de
la colección Libros del Rincón, a fin de que se instale la biblioteca de la escuela y logren el
aprovechamiento educativo de los acervos, con el propósito de:
Les invitamos a leer La biblioteca que necesitamos para apoyar el proyecto escolar. Manual
para el maestro bibliotecario y el Comité de la Biblioteca Escolar.
La biblioteca que necesitamos para apoyar el proyecto escolar: manual para el maestro
bibliotecario y el Comité de la Biblioteca Escolar.
[e-Book] México, OEI, 2011
Texto completo
Los acervos de la biblioteca escolar y de la biblioteca de aula son recursos de apoyo pedagógico
que la Secretaría de Educación Pública, a través de la Subsecretaría de Educación Básica y
con la participación de las entidades federativas, proporcionan a todas las escuelas públicas de
educación básica como parte de las acciones del Programa Nacional de Lectura.
Cada año se envían a las escuelas públicas de los tres niveles de educación básica títulos de
la colección Libros del Rincón, a fin de que se instale la biblioteca de la escuela y logren el
aprovechamiento educativo de los acervos, con el propósito de:
Les invitamos a leer La biblioteca que necesitamos para apoyar el proyecto escolar. Manual
para el maestro bibliotecario y el Comité de la Biblioteca Escolar.
DOI: 10.17533/udea.rib.v40n3a08
Resumen:El presente trabajo hace una revisión de las iniciativas y proyectos del gobierno dirigidos
al fortalecimiento de las bibliotecas escolares en el país, con especial énfasis en la ciudad de Medellín,
a partir del siglo XIX hasta la segunda década del siglo XXI. Se trata de aportar a la construcción de
una visión histórica de la biblioteca escolar en Colombia. Así mismo, se revisan algunas
investigaciones locales sobre la biblioteca escolar en Colombia y se examinan las colecciones y el
uso de las tecnologías de la información y la comunicación.
Palabras clave:biblioteca escolar, colecciones escolares, Medellín, herramientas
tecnológicas, iniciativas de gobierno para la biblioteca escolar..
1. Introducción
Este texto examina algunos hitos históricos de la biblioteca escolar en nuestro país, con
especial énfasis en la ciudad de Medellín, resaltando las iniciativas tendientes a su desarrollo,
concretamente en lo relativo a las colecciones escolares y a la articulación de las herramientas
de las tecnologías de la información y la comunicación, con el objetivo de identificar, de qué
manera, la biblioteca escolar ha sido entendida dentro del contexto educativo. Finalmente, se
desarrollan algunos elementos de reflexión, con respecto a la situación actual de la biblioteca
escolar en los temas propuestos.
Se hace necesario, por tanto, señalar que la biblioteca escolar hoy se concibe teniendo en
cuenta su articulación al desarrollo curricular, prueba de ello son las construcciones
conceptuales y los postulados que las entidades y organismos, nacionales e internacionales,
relacionados con el desarrollo bibliotecario escolar, han formulado y socializado con el
objeto de servir de orientación para las iniciativas que llevan a su fortalecimiento.
La biblioteca escolar es la estrategia pedagógica, que no solo facilita el acceso a los textos
escolares, sino que, además, permite la dinamización de los procesos educativos y genera la
posibilidad de ingresar al mundo de la información académica, la investigación y la
formación para la vida.
Lo anterior supone la existencia de dinámicas de trabajo, enmarcadas en planes educativos
y pedagógicos claros, de manera que ésta, como espacio pedagógico para el encuentro con el
otro (Ortega Ruiz, 2013), permita la dinamización del saber más allá del aula de clase. Es
decir, su importancia, en el contexto educativo, debe verse desde diversas visiones del saber,
por tanto, su utilidad no solo es la de brindar información enciclopédica, sino la de posibilitar
otras lecturas de la vida social, cultural y política.
En este sentido, la biblioteca como espacio escolar debe cumplir una serie de misiones que
podrían definirse como: académicas, pedagógicas, culturales y sociales, entendiendo esto
como una apuesta por una educación integral, capaz de dinamizar una comunidad alrededor
de unos ideales educativos para generar procesos de transformación en la vida social y en la
vida académica del espacio escolar.
Por esta razón, la biblioteca escolar, en ningún caso, debe verse como un ente aislado de
la dinámica escolar, tampoco puede valorarse como un depósito de libros, cuya misión
consistiría en facilitar información para satisfacer la necesidad de precisar un dato. Es desde
esta desafortunada lógica académica tradicional que la biblioteca escolar ha sido entendida,
visión que debe eliminarse del discurso. En este sentido, la biblioteca escolar como proyecto
educativo y cultural debe pensarse ligada a los procesos de transformación institucional, es
decir, integrada al contexto escolar, desde una visión pluralista que logre permear la vida
académica y la vida social de una comunidad.
La historia de la educación es un largo proceso atravesado por los cambios que, desde el
Estado, se han propuesto, en función de mejorar los procesos académicos. Por esta razón,
cada gobierno se traza unas metas encaminadas a posibilitar, cada vez más, unos niveles de
preparación que logren formar un ideal de ciudadano pensado desde la institucionalidad.
Paralelamente a las instituciones educativas, fue llegando, como una necesidad
complementaria, el espacio de la biblioteca escolar, cuya labor demostró lo imperante de su
integración a la vida institucional, como mediadora del saber y el conocimiento.
De este proceso, dan cuenta las diversas propuestas legales que empezaron a legislar en
función del espacio académico y de la biblioteca escolar. Aunque esta última se integra de
manera tardía a la vida de la escuela, no deja de ser preocupante que, a pesar de la buena
intención de ciertas normas y los esfuerzos oficiales, que la veían como un espacio para
integrar lo social y lo acadé- mico, la biblioteca escolar aún no ha logrado tener una
significación en la vida de las comunidades, más allá de las paredes del espacio escolar.
Con base en lo anterior, vale la pena pensar en el trayecto histórico, normativo y las
iniciativas que han sustentado el espacio de la biblioteca escolar al interior de la institución
educativa, y cómo, a través del tiempo, fue tomando sentido la importancia de la biblioteca
como facilitadora de la educación. El recorrido histórico que lleva a la consolidación de la
biblioteca escolar como organismo pedagógico e institución social, dentro de la escuela, se
encuentra inserto en una serie de acciones que partían más de la necesidad de brindar una
dotación de textos, materiales didácticos y recursos tecnológicos, es decir, de facilitar
elementos didácticos para cumplir su papel práctico e instrumental, que de permitir la
creación y disposición de un espacio para los libros que pudiera asociarse al concepto de
biblioteca.
Como antecedente a este período, se hace necesario se- ñalar que el concepto de biblioteca
se entendía a partir de las construcciones anteriores, la cuales ponían de manifiesto una visión
funcionalista. Chartier (citado en Herrera & Díaz, 2001) referencia que:
históricamente surgieron, entre los siglos XVII y XVIII, dos acepciones del término
biblioteca. Una, la más clásica, que hacía alusión al lugar físico en el que se
aspiraba a guardar todo el conocimiento impreso de la humanidad y, otra, referente
a la conformación de colecciones específicas. (p. 104)
Por su parte, el Decreto Orgánico de Instrucción Pública de 1870 (Jaramillo Uribe, 1980)
reglamentó la revisión de los textos que, por aquella época, se empleaban en otros países y
que permitieron hacer las adaptaciones necesarias a nuestro territorio (Sección primera, Art.
9, incisos 6 y 12) y la creación de las bibliotecas circulares en la escuela central y en las
escuelas normales con “obras selectas i adecuadas a la instruccion de los maestros, discípulos
i demas miembros de la Sociedad de institutores” (Sección segunda, Art. 143). Dicho Decreto
señaló que “Los libros de la biblioteca circularán solamente entre los miembros de la
Sociedad de institutores i los demas individuos que hayan contribuido para su formaclon.”
(Sección segunda, Art. 145). Es de resaltar que dos años después se presenta la primera
misión pedagógica alemana, proyecto impulsado por el Gobierno Nacional, que estimuló la
reflexión y transformación en diversos aspectos pedagógicos y administrativos de la
educación, observándose una fuerte preocupación por la cualificación de los profesores para
lo cual se crearon instituciones especializadas, la difusión de ideales científicos y políticos,
y la producción de publicaciones y materiales educativos (Angulo, 2007; Rojas de Ferro,
1982).
En el contexto de la Constitución Nacional de 1886, la cual consolidó el proceso de
organización política, se expidió el Decreto 595 que pretendía cualificar la instrucción
pública primaria y establecer criterios de obligatoriedad y gratuidad educativa. En teoría, se
pretendió superar los procesos memorísticos privilegiando la comprensión (Congreso de
Colombia, 1886, Sección segunda, Art. 38, inciso 2).
Tabla 1
En 1903 se presenta un retroceso en los esfuerzos por mejorar el sistema educativo debido
a los efectos de la Guerra Civil de los Mil Días. En este contexto, la Ley Orgánica de
Instrucción Pública 39 establece la gratuidad de la educación primaria y faculta la creación
de escuelas de artes y oficios para niños y adultos de acuerdo a las necesidades de las
localidades (Congreso de Colombia, 1903, artículos, 6, 15, 16 y 17). Se determinó que los
archivos y las bibliotecas nacionales, así como el Observatorio Astronómico y el Museo
Nacional estuvieran bajo la dirección del Ministerio de Instrucción Pública y el interés de
generar colaboración para el cuidado de los museos departamentales (Congreso de Colombia,
1903, Artículos 36 y 37).
Como lo señalan Herrera & Díaz (2001) en el país, durante las primeras décadas del siglo
XX, se estructuran tres tipos de bibliotecas, además de la Biblioteca Nacional: las bibliotecas
destinadas a las direcciones de educación, las bibliotecas de orden municipal y las bibliotecas
circulantes para niños y adultos, las cuales, siendo itinerantes, debían llegar a los lugares en
donde funcionara una escuela (pp. 104-105).
el proceso educativo tenía al alumno como centro, por ello debía atender a sus
diferencias individuales y ofrecerle la oportunidad de realizar hasta el máximo de
sus posibilidades. (…) La comunidad era responsable del grado y calidad de la
educación que necesitaba. Por ello, debía establecer interacción con la escuela para
garantizar los cambios deseados y formar al alumno en su medio (p. 195). (...) el
programa de estudio debía ser flexible, diversificado y funcional (…) debía contar
con servicios auxiliares tales como consejería, bienestar estudiantil, biblioteca y
campos deportivos (p. 196). (…) se abrió una licitación para adquirir textos de
producción nacional en los campos de matemáticas, lectura, lenguaje y ciencias
naturales con destino a los dos primeros grados de primaria con preferencia de las
escuelas rurales. (p. 204)
Entre las décadas del 60 y 70 se desarrolla el Programa de Alianza para el Progreso, parte
de la política que Estados Unidos planteó para América Latina, el cual llega a Colombia para
estimular la estructuración de un país moderno y consolidar las relaciones entre ambos países
(Rojas, 2010). En este contexto político y social, Colcultura crea el Programa de Bibliotecas
Público-Escolares, el cual pretendió “determinar la conveniencia de establecer, bibliotecas
públicas, bibliotecas escolares la integración de estos dos tipos en uno solo que reuniera
características de ambas, conformándose una modalidad de biblioteca público-escolar” (Isaza
Restrepo & Valencia de Veizaga, 1979, p. 55); en los textos de dichos programas se puede
observar la relevancia asignada a la biblioteca para el desarrollo del proceso educativo.
Asimismo, en la tercera misión alemana se evidencian esfuerzos significativos con respecto
a la dotación de materiales didácticos para enriquecer el trabajo pedagógico (Angulo, 2007).
Este contexto hizo necesaria la formación de los agentes educativos en procura de mejorar
los proyectos bibliotecarios escolares; las colecciones eran consideradas factor fundamental
para dicho propó- sito. Un hito relevante lo constituye el Seminario de Bibliotecas Escolares
dirigido a inspectores de educación y realizado durante el año 1968, en el cual se establecía,
como estándar, que las bibliotecas escolares contaran con 10 volúmenes por estudiante. Este
fue uno de los diversos espacios de formación que se llevaron a cabo en el país con
financiación nacional y extranjera (Melo, 2002; Muñoz Cardona, 1984).
A pesar de los esfuerzos hechos hasta ese momento, en el sentido de contextualizar los
programas y cualificar el proceso educativo, hay que recordar que, en 1974:
Surge, entonces, el Decreto 088 (Congreso de Colombia, 1976) que dio soporte al
Programa Nacional de Bibliotecas Escolares de Colombia ordenando la creación y prestación
de servicios de biblioteca escolar (Art. 37). Esta herramienta legislativa señaló lo siguiente:
“Los planes y programas serán flexibles, se ordenarán por niveles y grados y aplicarán los
principios del conocimiento a la realidad local” (Art. 2). Dicho decreto hacía alusión al
proceso educativo en comunidades indígenas y al rol de estas en el proceso de desarrollo
nacional. Lo anterior llevó al Gobierno a modernizar el Ministerio de Educación y crear una
unidad especializada para atender los asuntos curriculares y de formación; esta fue
denominada Dirección General de Capacitación y Perfeccionamiento Docente, Currículo y
Medios Educativos a nivel regional. Entre las acciones del Programa Nacional de Bibliotecas
Escolares de Colombia se encontraban la dotación de material bibliográfico, los procesos de
organización de las colecciones y la formación al personal bibliotecario (Muñoz Cardona,
1984).
El Decreto 1234 de 1982 reglamentó el programa Mapa Educativo que incluía los procesos
técnicos administrativos y pedagógicos, así como la distribución de los diversos recursos que
fueren necesarios para la cualificación de la educación, que se llevarían a cabo con
participación directa de los Centros Experimentales Piloto, ubicados en los diferentes entes
territoriales (Congreso de Colombia, 1982). Estos proyectos contaban con dotación de
colecciones escolares y la respectiva capacitación para su empleo mediante el denominado
Curso Modular para Maestros Bibliotecarios (Ministerio de Educación Nacional, 2012).
Durante la década del 90, se fortalece la reflexión académica sobre el valor de la biblioteca
escolar como estrategia para el acceso a la información y el conocimiento en la escuela y su
participación en los procesos de construcción de conocimiento y la formación para la vida.
Se promulga el Manifiesto Unesco/IFLA para bibliotecas escolares, el cual se- ñala que estas
deben disponer de recursos variados de información para la comunidad educativa e insta a
los gobiernos a responsabilizarse de su creación y fortalecimiento (Unesco & IFLA, 1999).
Más adelante se formulan las Directrices para bibliotecas escolares con el interés de orientar
a la comunidad educativa en el proceso de estructurar proyectos bibliotecarios articulados a
los procesos de enseñanza y aprendizaje (IFLA/Unesco, 2002).
Una propuesta conceptual para la biblioteca escolar, que fue acogida en el contexto
nacional y local, era aquella que consideraba a la biblioteca escolar como un Centro de
Recursos para el Aprendizaje -CRA-. Según dicha propuesta, estos Centros “favorecen el
desarrollo del aprendizaje y una apropiación más efectiva de los recursos informativos, ya
sea de carácter tradicional, como los impresos, los nuevos formatos propios de la era digital,
como los CD Rom o Internet”(Muñoz Vélez et al., 2014). En dicha propuesta, la biblioteca
escolar se integra dinámicamente a la vida académica institucional, mediante la gestión y
producción de contenidos educativos en diversos soportes y formatos, y la prestación de
servicios para la totalidad de los estamentos de la comunidad educativa (Ferroni de Sierra,
1997; Marzal García Quismondo, Cuevas Cerveró, & Colmenero Ruiz, 2005; Ministerio de
Educación Nacional, 2012).
En el año 2000 y gracias al Diagnóstico de las bibliotecas escolares del Distrito de Santa
Fé de Bogotá, fue posible identificar que las bibliotecas escolares aún tenían una baja
concepción frente a su incidencia en el desarrollo curricular y su participación en el proceso
de enseñanza-aprendizaje. En aquella ocasión, se revisaron aspectos como la infraestructura
y la dotación
Tabla 2
Las estrategias para la dotación de materiales y textos de estudio seguían vigentes en las
iniciativas educativas. Por ello, durante los primeros años de la década del 2000, se creó el
Programa Educación Rural que incluía bibliotecas con audiovisuales y una dotación básica
de herramientas tecnológicas para su proyección (Rodríguez, Sánchez, & Armenta, 2007).
De igual forma, se consolida la concepción de la biblioteca escolar como centro de recursos
de diverso tipo, en el cual se fomentan actividades culturales, educativas y sociales, y se
dispone de recursos bibliográficos en diversos soportes y formatos.
Por su parte, el Plan Nacional Decenal de Educación 2006-2016, el cual fue formulado a
partir de un proceso de convocatoria y consulta a organizaciones del sector educativo, en el
componente de los macro objetivos, señala la necesidad de “Garantizar el acceso, uso y
apropiación crítica de las TIC, como herramientas para el aprendizaje, la creatividad, el
avance científico, tecnológico y cultural, que permitan el desarrollo humano y la
participación activa en la sociedad del conocimiento” (Ministerio de Educación Nacional,
2006, p. 6). Entre sus propuestas se encuentran el fortalecimiento de los procesos de lectura
y escritura mediante las bibliotecas escolares y la formulación de un Plan Nacional de
Bibliotecas Escolares como parte de la estrategia de fortalecimiento de la educación.
Por su parte, el Plan Distrital de Lectura y Escritura 2008-2014 orientó sus programas y
componentes hacia el fomento de la lectura y escritura, la modernización de las bibliotecas
escolares y la formación a bibliotecarios. Entre sus objetivos se proponía aumentar el número
de bibliotecas escolares en las instituciones educativas, la formulación de una política para
el desarrollo de textos escolares y la entrega de la Colección Semilla (Alcaldía Mayor de
Bogotá, 2006).
“Leer es mi cuento” es el título del Plan Nacional de Lectura y Escritura del Ministerio de
Educación, el cual propone como objetivo general
En Medellín, las bibliotecas escolares enfrentan una serie de factores que limitan su campo
de acción e impacto. Por un lado, se encuentran la ausencia de marcos normativos que les
imprima fuerza y carácter de condición indispensable para el logro de los objetivos
educativos y sociales del país y asegure los recursos financieros, humanos, técnicos y
tecnológicos que requieren.
A nivel local, el personal bibliotecario requiere de una formación específica. Existe poca
presencia de profesionales de la información administrando las bibliotecas escolares, lo que
limita su articulación a la dinámica educativa. Situación que se relaciona con la concepción
de la biblioteca escolar y su papel y función en el contexto educativo y social, por parte de
los diversos agentes del desarrollo educativo y de gobierno, y que conlleva una subutilización
de las bibliotecas escolares o la destinación tanto de las bibliotecas como de su personal al
desarrollo de funciones ajenas a su carácter misional.
El Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018 ofrece el contexto político del Plan Nacional de
Lectura y Escritura “Leer es mi Cuento” (PNLE), el cual formula el Proyecto Piloto para el
Fortalecimiento e Institucionalización de las Bibliotecas Escolares Pásate a la Biblioteca
Escolar que tiene por objetivo “mejorar el desarrollo de las competencias comunicativas de
los estudiantes a través del fortalecimiento integral de la Biblioteca Escolar, en los colegios
que implementen la jornada única” (Ministerio de Educación Nacional, 2015, s. p.). En este
programa, la Biblioteca Escolar se concibe como “un ambiente educativo, que permite a los
estudiantes la construcción de mejores aprendizajes y les brinda herramientas fundamentales
para un mejor desempeño en la actual sociedad del conocimiento y la información”
(Ministerio de Educación Nacional, 2015, s. p.). Para ello, mediante procesos de formación
y acompañamiento a los profesores, se pretende que los proyectos bibliotecarios, de acuerdo
con las realidades particulares de las instituciones educativas, consoliden su atención a la
comunidad en cuanto a la disposición de materiales de diferente tipo y espacios enriquecidos
que soporten los procesos de lectura, escritura y oralidad en función de los procesos de
aprendizaje en el escenario académico y social.
Tabla 3
En la década del 90 se identifican dos proyectos: el primero, titulado Evaluación del uso
dado por los docentes de educación básica secundaria y media vocacional a los servicios
prestados por las bibliotecas escolares en el Valle de Aburrá, el cual fue encargado por la
Dirección de Extensión Cultural del Departamento de Antioquia y su División de Bibliotecas
Público-Escolares, se trazó como objetivo: “Indagar por el uso que los docentes hacen de las
bibliotecas escolares como un medio para responder a las exigencias educativas culturales
del momento” (Mejía Gómez & Vargas Monsalve, 1990, p. 9).
A finales del 90, se llevó a cabo el estudio titulado Evaluación de las nuevas tecnologías
en las bibliotecas adscritas al Grupo de Bibliotecas Escolares y Público Escolares de Medellín
-GRUBE-. En este caso se propuso:
Evaluar el uso que en las bibliotecas adscritas al GRUBE se está haciendo de las
nuevas tecnologías en las labores administrativas, técnicas de transferencia de
información como apoyo a los proyectos educativos institucionales en los procesos
escolares de la educación formal en los niveles de preescolar, básica primaria,
básica secundaria y media, así como en la educación informal y no formal. (Naranjo
& Betancur, 1997, p. 8)
Dicho estudio encontró que las bibliotecas participantes, excepto dos, poseían diversas
herramientas tales como computadores (92,3 %), software educativo (38,5 %), multimedia
(53,8 %), bases de datos (65,4 %), Internet (34,6 %) y algunas participaban del proyecto
Superautopista Electrónica Escolar (7,7 %) (Naranjo & Betancur, 1997, pp. 111-112). Los
recursos tecnológicos se utilizaban para adelantar procesos administrativos (75 %), para
procesos técnicos (66,7 %), para prestar servicios de referencia (66,7 %) y para prestar el
servicio de consulta (50 %). Los usuarios de los recursos tecnológicos con los porcentajes
más altos fueron los bibliotecólogos (91,7 %), los auxiliares (70,8 %) y los usuarios de la
biblioteca (37,5 %) (Naranjo & Betancur, 1997, p. 152).
El estándar propuesto señala que las bibliotecas escolares deben contar con, por lo menos,
un computador para uso administrativo y un computador por cada 10 estudiantes con acceso
a internet (p. 128). Dentro de los resultados, se hace necesario mencionar que, los directivos
señalaron, entre los aspectos que deben ser mejorados, los siguientes: las colecciones con un
43,96 % y las herramientas tecnológicas con 24,18 %. Se encontró que el 95 % de las
bibliotecas escolares carecían de suscripciones a bases de datos de acceso abierto (p. 130).
4. Conclusiones
Inicialmente, la biblioteca escolar fue entendida como espacio locativo y colección de materiales
bibliográficos. Posteriormente, y gracias a las iniciativas para cualificar la educación, fue comprendida como
espacio cultural y auxiliar de la escuela con dotación instrumental de colecciones y tecnología. Durante los
siglos XX y XXI se consolida la visión de la biblioteca escolar como instrumento pedagógico desde las
construcciones conceptuales, pero con dificultades en la materialización de tales construcciones en la
cotidianidad escolar.
Las colecciones escolares han sido significativas en los procesos de creación y fortalecimiento de las
bibliotecas escolares, no obstante, las iniciativas y proyectos han descuidado los procesos de construcción
de contenidos basados en la labor pedagógica y los saberes propios de las comunidades educativas.
Las relaciones de la biblioteca escolar con las tecnologías de la información y la comunicación son débiles
a pesar del auge y predominio actual de los recursos tecnológicos. Esto se hace evidente en el uso operativo
y parcial en los procesos educativos y bibliotecarios, debido, entre otros factores, a la dificultad para adaptar
los recursos tecnológicos a las realidades de la comunidad educativa.
El fortalecimiento del proyecto bibliotecario escolar requiere de la participación de la comunidad educativa,
y de los actores educativos en general, en la construcción de modelos diversos de bibliotecas escolares
coherentes con la diversidad existente en las instituciones educativas y contextos sociales en los cuales se
encuentran inmersas.
Como sistema abierto e institución social, la biblioteca escolar merece que los agentes educativos afinen su
mirada para identificar los aspectos claves que posibiliten la consolidación de su carácter pedagógico.
Como organismo pedagógico y espacio de formación, es necesario que la biblioteca escolar se formule
preguntas por las necesidades educativas, los contenidos curriculares, los lugares para el aprendizaje, las
formas de aprender y la finalidad del proceso educativo y su incidencia en sus colecciones y servicios.
Como instrumento de acceso a la información y el conocimiento en la escuela, se hace necesario que la
biblioteca escolar construya una mirada alternativa al proceso de selección, adquisición, organización y uso
de los contenidos y colecciones escolares, como propuesta para habilitar una ruta que facilite a la comunidad
educativa reconocerse en la diferencia, sentirse identificada con su biblioteca escolar; caracterizar sus
requerimientos de información en función de las necesidades educativas y usar información, en diversos
soportes y formatos, en el desempeño académico y social, y apropiarse de las herramientas tecnológicas
como medio para el proceso educativo.
Si bien las bibliotecas escolares, durante décadas, han sido objeto de iniciativas del orden nacional y local,
el esfuerzo ha carecido de un enfoque estratégico e integral, puesto que, inmersa en las políticas educativas,
se han concebido como un elemento anexo al engranaje educativo, olvidando que esta requiere de políticas,
iniciativas y agendas de desarrollo propias, claras y consistentes, que posibiliten su articulación efectiva con
la comunidad educativa y la realidad del contexto educativo y social.
Se hace necesario fortalecer la presencia de las bibliotecas escolares como objeto de estudio e investigación,
en los programas de formación de bibliotecólogos y educadores, a fin de garantizar que dichos sujetos se
conviertan en agentes multiplicadores de la esencia pedagógica de esta en la escuela y participen,
activamente, en la formulación de una política pública para las bibliotecas escolares. Es pertinente convocar,
no solo a la academia, sino también a las comunidades educativas, a profesionales de diversas disciplinas, a
líderes comunitarios y sociales y en general a personas y entidades preocupadas por la educación, para
posibilitar procesos de reflexión permanente sobre la biblioteca escolar y buscar que sea visible en las
agendas de desarrollo de las localidades
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45. Zapata Villegas, V., Marín Díaz, E., Ossa Montoya, A. F., & Ceballos Agudelo, R. D.
(2003). El concepto de escuela en Colombia en los planes educativos de los siglos XIX
y XX. Medellín: Universidad de Antioquia
Notas
marco teórico
Este informe académico describe:
Experiencia de un interventor educativo en las prácticas profesionales y servicio social, al compartir
estrategias con las docentes de un jardín de niños y el convivir con las mismas, los alumnos y
padres de familia. Y fomentando el uso de la biblioteca escolar y de aula.
Conclusión y propuesta
Ana Dejesús Díaz Pavón (2013).
Los maestros deben estar dispuestos a prestar una esmerada atención en cuanto a la observación,
evaluación, el control de los progresos y el desarrollo de sus alumnos por medio de la lectura y
lectoescritura.
No realizarlo solamente un maestro.
=
La presente ponencia se centra en la inquietud que surgió al realizar las prácticas profesionales en
una institución educativa de nivel básico que atiende a 96 niños de preescolar; con el objetivo de
fomentar el uso de la biblioteca escolar y áulica a través de la implementación de estrategias
didácticas dirigidas a la mejora del campo de lenguaje y comunicación.
Si no aceptamos la lectura y escritura como un valor fundamental que tiene en sus numerosas
formas y niveles de representación, será difícil que se valore como algo más que una actividad al
margen del trabajo escolar.
Resultados
introducción
* Estrategia extraescolar para padres de familia y alumnos:
diagnóstico y resultados
La tecnología está trayendo nuevos avances y funcionalidades a las bibliotecas. Con ella se
busca ofrecer mejores servicios, a la vez de más completos, y facilitar el uso de las bibliotecas
tanto al personal bibliotecario como al resto de público. Al igual que pasa con las bibliotecas, la
tecnología no para de evolucionar y de buscar nuevos caminos para integrar servicios y
utilidades intentando simplificar su complejidad. Un ejemplo de esto lo encontramos en el uso de
las API en el SIGB AbsysNet.
AbsysNet 2.2 permite a las bibliotecas integrarse con otras aplicaciones, gracias a un módulo
extra, o incluso realizar proyectos novedosos que les permitan adaptarse y ofrecer mejores
servicios a sus usuarios. Este módulo es el que hemos llamado API (Application Programming
Interface).
Este tipo de integración es posible y, utilizando servicios web de las API de AbsysNet, hay varios
proyectos de este tipo ya acabados o en desarrollo en bibliotecas universitarias y/o públicas de
Madrid y Murcia. Sus aplicaciones se conectan a AbsysNet, realizan consultas bibliográficas,
obtienen información sobre disponibilidad y ubicación e incluso permiten a los usuarios
renovar sus préstamos o, ayudados con servicios de geolocalización del móvil, encontrar el
camino a la biblioteca en que se encuentra el libro.
Procedimientos de este estilo son habituales en varias bibliotecas universitarias y públicas que
utilizan AbsysNet.
3. Autenticación avanzada
Otra razón para utilizar las API de AbsysNet puede ser la necesidad de realizar una autenticación
(comprobación de la identidad y autorizaciones) de los usuarios para darles acceso o no a
servicios externos a AbsysNet prestados por la biblioteca, como puede ser un servicio de reserva y
utilización de ordenadores (como MyPC de la Comunidad de Madrid o similar), la red wifi o el
acceso a una plataforma de préstamo.
Si lo que se necesita es una autenticación básica, puede ser suficiente con herramientas más
sencillas con las que también cuenta AbsysNet, pero, si es necesario acceder a más datos, por
ejemplo, para verificar autorizaciones complementarias de menores, o incluso registrar la
fecha de esta utilización en la ficha del lector, las API estándar de AbsysNet son una
herramienta más eficaz y potente. Integraciones con estas características, están siendo
implementadas o ya utilizadas, por ejemplo, en varias bibliotecas y redes en Madrid y Andalucía.