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EL SER INTERNO

ORDEN ROSACRUZ AMORC A-RC-189

Las tentativas p ara identif icar a este ser han sido llamadas
pensamiento, concentración, medi tación, adoración, oración y
estudio. Al prin cipio, estos intentos son inef icaces y desalenta dores,
dando poco o ningún resultado. Más, de bido a la huella indeleble
impresa en la cons ciencia durante el primer momento del desper tar
del ser interno, existe siempre el deseo de disf rutar ese momento.
Vanamente al principio, y muy inf recuentemente después, se
recuerda el momento original y se pueden hacer nuevos contactos.
Desde luego, estos contactos son irre gulares y es imposible para la
consciencia man tener la estabilid ad en un mundo nuevo y
desconcertante:

Un Cambio de E nergía
Con esta habilidad aumentada para hacer con tacto a voluntad con el
ser interno o el exter no, el individuo parece sentir una af luencia de
energía la cual es, de hecho, el intercambio de energía entre los ¿os
seres. Al aumentar in tensamente el sent ido de la dualidad, llega un
momento en el que el tratar de identif icarse permanentemente con el
ser interno, causa una reacción vio lenta en la parte del ser e xte rno.
El sentido de perf ección moral y espiritual del ser interno produce un
sentimiento prof un do de inf erioridad en el ser extern o, porque no
puede vivir de acuerdo a la interpretación moral y espiritual de lo que
debe ser ese ser interno perfecto.

Empieza la lucha para perfeccionar el ser e xterno. El ser interno


parece sentir las necesi dades del externo, y en muchas ocasiones
aparecerá con un llamado f uerte y cla ro, con una idea o con un fuerte
sentimiento de energía o dirección, con una solución a un problema o
con una convicción de signif icado y propósito todo lo cual son
momentos de un gran s ignif icado para la aspiración del ser externo.
Al aumentar su intensidad de concentración sobre el ser externo,
pareciera que el alma le envía más energía. Esto hace que el
individuo sienta un regocijo intenso que, en los momentos de
meditación y concentr ación, vivif ica y alienta al máximo al ser
externo del hombre.

Hasta el punto en que el cuerpo f ísico, la naturaleza e mocional y la


mente, pueden adaptarse a esos estados de consciencia del alma,
existe salud, energía, amor positivo y un senti miento de s abiduría y
en la mente una con vicción de conocimiento y voluntad que, a veces,
parece irref utable. Finalmente, al llegar a ser menos vio lentas y
f recuentes las oscilaciones entre los dos seres, comienza a
desarrollarse una relación estabilizador. Un senti do más desarrollado
del propósito de la vida llena la conciencia objetiva y la aspiración de

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las emociones parecen alcanzar una serenidad una paz que es más
prof unda. El cuerpo f ísico, con todos sus instintos y anhelos para
sentir y e xpresa rse, se vuelve dócil y obediente voluntaria mente para
recibir la af luencia de orientación e inspiración que proviene de su
ser más elevado.

Muy inf recuentemente llegan intervalos que parecen estar


sincronizados con las vibraciones de la individualidad y del alma -
personalidad. En estos momentos de unión y armonía , uno tiene un
destello o sentimiento de exaltació n, de inmortalidad , inocencia,
sabiduría y amor ilimi tado. Es una iluminación de la mente, calmán -
dola y reaf irmando el sentimiento natural; pro porciona armonía y
equilibrio al cuerp o mate rial y a su relación hacia el sentido de tener
un deseo y un propósito mental.

Antes de este tiempo, el individuo había co menzado a comprender


que tenía que dar sabi duría, amor y ve rdad desde su ser interno,
para ponerlos a l servicio de un mundo de seres hu manos necesitado
y cansado. Al intentar satis f acer las necesidades de la humanidad en
la f orma más apropiada, se desarrolla un sentido de propósito y uno
se da cuenta de que es en el servicio donde el canal de la
individualidad puede ser perf eccionada para continuar el f lujo de las
f acultades, del amor y de la inteligencia del ser interno. Cuando la
sincronización de los dos seres alcanza un punto de armonía, un
f uerte sentido de propósito o vocació n se enf oca en la consc iencia.

En este punto se aclara en la mente humana el verdadero signif icado


del misticismo, ocultis? como, religión y f ilosof ía. La mente es el
punto intermedio entre los dos mundos el que llama mos mundo de
Dios y el mundo del hombre. La comprensión de q ue los dos son en
ef ecto uno y aún son dos, es un estado místico de duali dad y unión.
En la religión est o es conocido como la unión con Dios. Es el
sign if icado de la frase crist iana que fue tomada de la descripción
egipcia del Faraón , el "Dios -hombre".

Desde los princip ios del tiempo, el cuerpo f ísico, las f acultades
emocionales y m entales y la com binación de éstas, llamada la
personalidad, han sido el ref lejo y, d e hecho, el propio ser de Dios
Mismo en todos los aspectos del mundo. Cuando la evolución y
desarrollo de este ser e xterno alca nza un punto en donde llega a
estar consciente de sí mismo y de su verdadera naturaleza, entonces
está consciente de su causa, a la cual llamamos Dios.

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El alma es Dios encarnado, el Hijo de Dios encarnado en el cuerpo


humano. Cuando la mente se enf oca en el alma, el propósito y sig -
nif icado de la vida llega a ser una verdadera realidad y cuando surge
el momento de la sin cronización o armonía, el sign if icado y propósito
del ser interno y externo lle ga a ser uno. Todos lo s f rutos de las
encarnaciones previas se unif i can en una individualidad
convirtiéndose en la expresión del ser verdadero, el alma. El soy"
llega a ser "Soy lo que soy". El poder creativo de Dios se convierte
en la consciencia del indi viduo. La persona se somete al deber del
amor, de la obediencia y de la responsabilidad la habilidad de
responder a los mandatos del ser divino. Puesto que el Ser a quien
sentimos como Dios ha creado el unive rso en primer lugar, É l
entonces puede usar su segunda creación la c onciencia del hombre,
para crear sob re la tierra un reino d el cielo como en los cielos. Así,
el paraíso que se ha perdido se recuperaría.

El Dios- hombre es como un puesto f ronterizo del reino del cielo


hasta la tierra y está capacitado para conocer y ha cer la voluntad de
Dios en el mundo de los asuntos humanos. El pensamiento, el
sentimiento y la acción, son de hecho Dios en la carne humana,
apareciendo como la voluntad el amor y la inteligencia divina la señal
externa, visible y objetiva de la realidad interna, espiritual y divina.
Un ser humano más se ha convertido en un redentor del mundo.

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