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El desarrollo sostenible
como fundamento del green marketing
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Cayuela, Cervantes, Savater y Xercavins (2005) señalan como origen del desarrollo sos-
tenible la consideración sobre el estado del mundo desde el punto de vista de los límites
y desequilibrios, así como de los modelos actuales de desarrollo, es decir, desde la capa-
cidad de carga del planeta como ecosistema en su interrelación con los seres humanos,
en la medida que existe un número máximo que puede ser soportado por el planeta y
que depende de:
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200 El green marketing como aporte para lograr la sostenibilidad ambiental
• Los recursos que necesitan para sobrevivir y que buscan y extraen de las fuentes
naturales.
• Los residuos que generan y que tiran a las correspondientes cloacas naturales
(el suelo, el mar, la atmósfera, etc.).
• Las tecnologías (las herramientas, las formas, etc.) que utilizan para manipular
el hábitat.
El número máximo de personas que puede soportar la Tierra está determinado entonces
por la manera como emplean sus capacidades (capital, trabajo, conocimiento y cultura)
para utilizar los recursos en la búsqueda de la satisfacción de las necesidades de la pobla-
ción, transformados mediante el uso de tecnologías, con la producción de unos residuos;
todo ello bajo una organización social definida.
Existen manifestaciones que alertan sobre los límites de la capacidad de los ecosistemas
naturales del planeta, que pueden ser sintetizadas como sigue:
El abismo, cada vez mayor, en la distribución de los ingresos, o sea los desequilibrios
sociales, es otra de las causas del declive ecológico. En otras palabras, junto con el
crecimiento económico que acabamos de citar, también crecen, contradictoriamente,
la pobreza y el desempleo. La falta de cohesión social es una gran dificultad a la hora
de hacer frente a los retos planteados (Cayuela et ál., 2005: 26).
Al descubrir las señales de alerta mencionadas, se inicia una preocupación por el ambiente y
la necesidad de generar mecanismos que no solamente repercutan en no superar la capacidad
de carga del planeta sino también en mejorar las relaciones de los seres humanos con los eco-
sistemas, de manera que puedan ser aliados y no enemigos del ambiente. Se empieza a hablar
de las generaciones futuras y surge la necesidad de propender por un desarrollo sostenible.
El desarrollo sostenible, más que una teoría o un modelo estructurado y definido, debe
entenderse como un proceso dinámico y en permanente cambio que trabaja fundamental-
mente con el ser humano como actor y receptor que requiere cambiar y adaptar sus costum-
bres, comportamientos, hábitos de consumo y en general su mentalidad en la búsqueda de
un beneficio colectivo a largo plazo.
El desarrollo sostenible debe considerar dos aspectos que confluyen y se acentúan de manera
directamente proporcional: el deterioro de los ecosistemas y la pobreza (Jiménez, 2003), lo
que significa que en la medida en que se desarrollan algunos países con grandes industrias y
procesos productivos, hay porciones de la población que viven consecuencias desastrosas con
el deterioro de los ecosistemas, producto de la actividad industrial, evidenciadas por ejemplo
en el desempleo, el hambre y en general en el detrimento de sus condiciones humanas.
Como expone Antrazyt (1996), el modelo capitalista da origen a la crisis ambiental a partir
de un sistema económico mundial dominado por las fuerzas del mercado, entendidas como
la suma total de muchos millones de decisiones empresariales y de consumidores en los
mercados, tomadas de manera individual y separada sin que exista alguien que determi-
ne los efectos colectivos. Consecuentemente, los individuos con mayor poder adquisitivo
pueden acceder a muchos más productos y servicios que los que no lo tienen. Se presenta
entonces una dinámica entre la demanda y la oferta que se materializa en la producción de
bienes y servicios suficientes para satisfacer las necesidades crecientes, dando así origen a
un crecimiento económico que necesariamente requiere la utilización también creciente de
recursos naturales y genera el deterioro de los mismos. Es así como las fuerzas del mercado,
además de no poder evitar la degradación ambiental, la estimulan.
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Surge entonces un argumento que puede contradecir lo expuesto, traducido en que un aná-
lisis económico ubica de manera equivocada la raíz de la causa de la crisis ecológica (An-
trazyt, 1996); esta se da a partir de los valores sociales que orientan a las economías indus-
triales, dentro de las cuales se encuentra el capitalismo que podría “reverdecer” a partir de
la toma de decisiones empresariales y del consumidor, fundamentada en una preocupación
ambiental dentro del sistema del mercado. Reflejo de esto es el florecimiento de los produc-
tos verdes, el consumo verde y en general los sectores verdes de la economía. Estas manifes-
taciones evidenciarían que las fuerzas del mercado no siempre degradan el ambiente.
Lo importante en todo esto es la gestación real del cambio de valores sociales que lleve a
minimizar la satisfacción de necesidades de consumo y de producción de manera individual
y cortoplacista, para empezar a pensar en la responsabilidad humana y empresarial, como
la entienden Gómez y Moreno (2009: 7): “la RSE –responsabilidad social empresarial–6
debe garantizar, especialmente por medio de la planeación, la viabilidad de las empresas,
pero en armonía con el entorno”.
Según Gómez y Moreno (2009), al enfocar la responsabilidad social desde las empresas, es
importante asociar el crecimiento económico con la productividad y, a la vez, a estos con
la mejora de la calidad de vida de las personas, siempre y cuando se cuente con empresas
verdaderamente comprometidas con los derechos y libertades de ellas.
Para Chagas (2008), los stakeholders, o grupos de interés, están conformados por todos los
actores que interna o externamente se relacionan con la empresa y que deben ser tenidos en
cuenta a la hora de tomar decisiones, debido a la incidencia positiva o negativa que puede
ocasionar cada una de ellas; estos grupos de interés están conformados por los empleados,
los accionistas, el gobierno, los clientes, los proveedores, los competidores, la opinión públi-
ca y los medios de comunicación.
En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano celebrada en 1972 en Es-
tocolmo, Suecia, se aprobó la Declaración de Estocolmo y el Programa de Acción que abar-
ca 109 recomendaciones para la cooperación internacional en materia ambiental. Como
resultado de la Conferencia de Estocolmo se creó el Programa de Naciones Unidas para el
Medio Ambiente (Pnuma). Este programa es la principal autoridad ambiental que estable-
ce las actividades mundiales en pro del ambiente, promueve la aplicación coherente de los
aspectos ambientales del desarrollo sostenible en el sistema de las Naciones Unidas y actúa
como defensor autorizado del ambiente a nivel mundial (Programa de las Naciones Unidas
para el Medio Ambiente, s. f.).
Para 1987, la crisis ambiental obligó a considerar como una de sus variables fundamentales
al ambiente, como se demuestra en el informe socioeconómico de la Comisión Brundtland,
elaborado por distintas naciones en 1987 para la ONU, donde por primera vez se adoptó el
concepto de desarrollo sostenible, definido como el “desarrollo que satisface las necesidades
de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para
satisfacer sus propias necesidades” (Comisión Brundtland, 1987). Este fue presentado con
el propósito de encontrar medios prácticos para revertir los problemas ambientales y de
desarrollo del mundo. Para lograrlo, destinaron tres años a audiencias públicas y recibieron
más de 500 comentarios escritos, que fueron analizados por científicos y políticos prove-
nientes de 21 países y distintas ideologías. La importancia de este documento reside no solo
en el hecho de lanzar el concepto de desarrollo sostenible, sino que este fue incorporado a
todos los programas de la ONU.
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A partir de este concepto básico, se fue ampliando el tema con sus problemáticas y solucio-
nes en conferencias celebradas en distintas partes del mundo, como las siguientes:
• La Agenda 21, que es un programa de acción para hacer frente a los principales desa-
fíos que plantea la problemática ambiental y en general el desarrollo sostenible;
• La Declaración de Río que estipula los principios que han normado el debate y los
acuerdos en materia de ambiente;
• Dos convenios internacionales, uno sobre Diversidad Biológica y otro sobre Cambio
Climático, y
• Lograr que las preocupaciones por el ambiente y la transición hacia el desarrollo soste-
nible se ubicaran como ejes de las estrategias del desarrollo, y
• Salud: permitir que los países pobres puedan suministrar medicinas a toda la población y
asegurar una gestión racional de los productos químicos a lo largo de todo su ciclo de vida,
de manera que no tengan efectos nocivos significativos sobre la salud de los humanos y de
su entorno.
• Calentamiento global: los Estados que han ratificado el Protocolo de Kioto llaman a
los Estados que no lo han hecho aún a ratificarlo (Naciones Unidas, 1998).
En esta Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo se aprobó
además el texto de la Agenda 21, un programa muy amplio que se presentó a los gobiernos
para que lo adoptaran en sus mandatos, ya que contiene un conjunto de reglas para todos
los niveles gubernamentales a fin de que anualmente se formulen planes que luego serán
monitoreados. Los planes se elaboran y ejecutan con una amplia participación ciudadana,
como un accionar a nivel local-municipal. Esta agenda contiene estrategias constituidas
con el propósito de detener y devolver las consecuencias negativas de las actividades hu-
manas sobre el ambiente y fomentar en todos los países el desarrollo económico sostenible
desde el punto de vista ecológico (United Nations, 1992).
• Reconocer las metas de la Cumbre del Milenio como un referente obligado aplicable al
desarrollo sostenible. En este sentido, se establecieron dos metas adicionales: reducir a
la mitad del número de personas sin servicios sanitarios para 2015 (para lo cual Estados
Unidos y la Unión Europea anunciaron inversiones para proyectos de salud y sanidad) e
impulsar, para 2020, que los productos químicos sean usados y producidos de manera tal
que no dañen la salud humana y el ambiente; ampliar, para 2010, el acceso de los países
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• Reaprovisionar al Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF) con 3 mil millones
de dólares.
• Promover el apoyo mutuo entre el sistema multilateral de comercio y los acuerdos multi-
laterales ambientales, de manera consistente con los objetivos del desarrollo sostenible.
• Hay una ausencia notable en el Plan de Implementación del tema de los asentamientos
humanos –entre los que destaca la pobreza urbana– y su vínculo con la protección al
ambiente y al desarrollo económico.
Vale mencionar el protocolo de Kioto ya que las empresas afectan directamente al ambiente
por las emisiones de gases que provienen de ellas y producen el cambio climático actual;
este tratado internacional tiene como objetivo principal lograr que en 2008-2012 los países
desarrollados disminuyan sus emisiones de gases de efecto invernadero a un 5% menos del
nivel de emisiones de 1990. Si un país fallara en cumplir este mandato, podría ser forzado a
reducir su producción industrial; esto afectaría la economía del país, pero es indispensable
para crear un compromiso real de los países que participen en él (Unfccc, 1988).
De acuerdo con la visión del PENMV, en los mercados verdes se pactan productos y servi-
cios que generan un menor deterioro sobre los recursos naturales, al basar su producción
en prácticas menos contaminantes, comparadas con productos similares; así mismo, res-
ponde a las problemáticas ambientales y de conservación de los recursos naturales y a los
importantes retos y planteamientos sociales en las principales cumbres mundiales sobre
ambiente y desarrollo sostenible (Departamento Nacional de Planeación, 2002).
Además del PENMV, existe una entidad sin ánimo de lucro, regida por un derecho privado,
de cubrimiento nacional, independiente y autónoma, de tipo tecnológico y con estructura
empresarial, fundada el 18 de marzo de 1998 y representada institucionalmente en Co-
lombia por la Cámara de Comercio Colombo Suiza: es el Centro Nacional de Producción
Más Limpia y Tecnologías Ambientales, una corporación que tiene como misión apoyar el
fortalecimiento y la competitividad del sector empresarial privado y público en temas que
involucren el desarrollo sostenible, en el ámbito nacional e internacional. Ha centrado su
estrategia en el fortalecimiento del mercado en Colombia, a través de su portafolio de pro-
ductos y servicios (Centro Nacional de Producción Más Limpia, s. f.).
• Innovar en tecnología
Este tipo de producción incluye la estrategia de gana-gana debido a que protege el ambien-
te, al consumidor y al trabajador, a la vez que mejora la eficiencia industrial, los beneficios
y la competitividad. Esta es una muy buena alternativa para quienes quieren contribuir a
la conservación del ambiente y que simultáneamente le permite lograr un desarrollo soste-
nible a la empresa.
A manera de conclusión de esta revisión sobre desarrollo sostenible como fundamento del
green marketing, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma,
2000, citado por Jiménez, 2003) señala que el mundo se está transformando de una ma-
nera cada vez más acelerada mientras que las políticas de administración del ambiente
no alcanzan el ritmo de dicha transformación, de manera que se quedan rezagadas; la ex-
plosión demográfica mundial y especialmente la de los países más pobres ejerce grandes
presiones sobre el ambiente; los procesos de globalización de la economía tienden a acen-
tuar los grandes desequilibrios que vive el mundo, dado que las exigencias son las mismas
para todos los países pero solo pueden ser cumplidas por los países más desarrollados. Es
aquí donde el desarrollo sostenible juega un papel preponderante en el arte de equilibrar
de manera permanente y responsable el crecimiento económico, la conservación del am-
biente y la calidad de vida de la población. Todo esto con una clara visión de que no se
trata de garantizar el futuro para las generaciones venideras sino que, como lo comenta
Sánchez (entrevista en profundidad, 6 de mayo de 2009), son ellas quienes han prestado
los recursos a las generaciones presentes y por lo tanto es su responsabilidad dejarlos en
las condiciones en que los encontraron.
1. La oferta turística entendida como los productos y servicios que se ponen a disposición
de los turistas.
4. Los agentes turísticos, esto es, las empresas y organismos que facilitan el encuentro
entre la oferta y la demanda.
Para efectos del turismo sostenible, es pertinente considerar un quinto elemento con-
formado por la comunidad receptora, que no necesariamente es prestadora de servicios
turísticos o agente de la actividad, pero que indiscutiblemente recibe un efecto positivo o
negativo de esta.
Según López (citado por Curiel, 2008), en la década de los setenta se empieza a hablar de
manera crítica de la relación entre turismo y ambiente; evidencia de ello es la Declaración
de Manila sobre el turismo mundial (1980). Sin embargo, es en los años noventa cuando se
El Código Ético Mundial para el Turismo (XIII Asamblea general OMT, 1999) promulga en
su artículo 3, al referirse al turismo como factor de desarrollo sostenible, el papel que cada
uno de los actores del turismo: destino, gobierno, agentes de viajes, touroperadores, pro-
motores, empleados, empresarios y turistas, debe jugar para conseguir este objetivo (Bigné,
Font y Andreu, 2001).
Sugiere la protección del patrimonio natural constituido por los ecosistemas y la diversidad
biológica, mediante la imposición de límites cuando las actividades turísticas se realicen en
espacios de alta vulnerabilidad natural; señala en este caso como responsables a los agentes
del desarrollo turístico, específicamente a los profesionales del sector.
Ivars et ál. (2001, citados por Sánchez y Pulido (2008), definen como ejes articuladores del
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El turismo ocupa progresivamente un lugar cada vez más destacado dentro del producto
interno bruto de las economías en el mundo. En los países desarrollados representa más del
10%, mientras que en economías como la de Colombia lo hace en el 3% (conferencia Funda-
ción Universitaria Los Libertadores, 26 de marzo 2009); esta circunstancia necesariamente
obliga a la utilización también creciente de recursos naturales dado que gran parte de los
atractivos turísticos tienen esta clasificación.
La industria turística se sirve del ambiente para desarrollar sus actividades; recursos como
el agua, el suelo y la energía son imprescindibles para la prestación de servicios de calidad,
situación que genera la necesidad de contar con herramientas que permitan la conservación
de esos recursos en el largo plazo.
Es innegable que, para su ejercicio, la actividad turística requiere de la comunidad local, con
un efecto positivo o negativo sobre su estilo y calidad de vida. Por esta razón es necesario
contar con su voluntad para cualquier acción que se ejerza en el sector, particularmente si se
relaciona con su quehacer económico, su cultura y los recursos naturales que la rodean.
Según Curiel (2008), los modelos de desarrollo y crecimiento del turismo, con miras a la
máxima generación de riqueza, pueden aplicarse con mayor o menor efecto negativo sobre el
ambiente; desde la década de los noventa, la preocupación de los gobiernos ha sido enfocada
a la minimización del perjuicio ambiental y debe seguir siéndolo cuando los resultados ob-
tenidos en términos de sostenibilidad aún no son los esperados (Cumbre de Johannesburgo,
2002). Es aquí donde los indicadores de sostenibilidad de la actividad turística se convierten
en cierta garantía de éxito en la evaluación directa de los planes estratégicos de turismo.
Las presiones más relevantes que ejerce el turismo sobre el ambiente y que necesitan me-
dirse y controlarse con indicadores son:
• La congestión en muchas ciudades históricas, cada vez más visitadas por sus
atractivos artísticos.
• Los vertidos de aguas residuales que pueden producirse en zonas con instala-
ciones de depuración insuficientes para el tamaño de la población que acogen
en época estival.
Los aspectos relativos a la política ambiental (Esser K. y otros, 1.994) siguen vigentes hoy, 15
años después; implican que no sólo el gobierno debe dictarla y tomar una posición de regu-
lación sino que debe integrarse activamente en su ejecución, junto con todos los actores de
la economía involucrados en el nivel meso y micro, a efectos de conseguir la competitividad
en el ámbito que se trate. Es aquí donde las acciones de mercadeo verde en las empresas,
se comprenden como parte no sólo de la ejecución de una política ambiental, sino como
herramienta indispensable para conseguir la competitividad.
cas a fin de que incluyan el turismo como un real factor de desarrollo. Es de particular interés
el potencial que ofrece el turismo para mejorar la competitividad de los países más pobres y su
contribución a las metas de desarrollo del milenio. Es así como, para Colombia, el desarrollo
del turismo constituye un factor imprescindible para la erradicación de la pobreza, en regio-
nes con alto potencial turístico pero carentes de estructura turística, para lo cual estrategias
como el Programa de Posadas Turísticas constituyen una gran ayuda.
Para consolidar un nuevo modelo de desarrollo turístico los esfuerzos de los diferen-
tes agentes económicos se centrarán en seis grandes estrategias:
11 Traducción propia.
El marketing verde o ambiental consiste en todas las actividades tendientes a generar y fa-
cilitar cualquier cambio con el objetivo de satisfacer los deseos o necesidades humanas con
el mínimo impacto perjudicial sobre el ambiente (Polonsky, 2006).
Por otra parte, Welford12 (1995) se refiere al marketing verde como el suministro de infor-
mación sobre el producto por quien lo produce al consumidor, proporcionándole consejos
sobre cómo utilizarlo más eficientemente, y sobre la reutilización, reparación, reciclado y
desechado del mismo. Considera que el marketing verde debería provocar un cambio en el
enfoque tradicional, centrado en ciertos aspectos del producto, a un enfoque ético que tenga
una visión holística del producto desde la cuna a la tumba y que considere el contexto en el
cual es producido.
Peattie13 (1995: 28) considera el marketing ambiental como un proceso de gestión integral,
responsable por la identificación, anticipación y satisfacción de las demandas de los clientes
y de la sociedad, de manera rentable y sustentable.
De acuerdo con Prakash14 (2002), en el marketing ambiental la reducción del impacto so-
bre el medio ambiente cumple un papel relevante durante la satisfacción de las necesidades
de los consumidores y en la realización de los objetivos de la empresa.
“No es suficiente hablar el lenguaje verde; las compañías deben ser verdes. Lejos de
la cuestión que muchos comerciantes percibían originalmente, de solo hacer publici-
dad, la forma más satisfactoria de abordar la preocupación ambiental requiere un
reverdecimiento completo hasta lo más hondo de la cultura corporativa. Solo a tra-
vés de la creación e implementación de políticas ambientales fuertes y profundamen-
te valorizadas es que la mayoría de los productos y servicios saludables se pueden
desarrollar. Las estrategias de marketing solo pueden ser ejecutadas por medio de la
creación de una ética ambiental que abarque toda la empresa” (Ottman, 1994: 56).
12 Traducción propia.
13 Traducción propia.
14 Traducción propia.
15 Traducción propia.
El marketing puede producirse en cualquier momento en que una persona o una organiza-
ción se afanen por intercambiar algo de valor con otra persona u organización. En este sen-
tido amplio, el marketing consta de actividades ideadas para generar y facilitar intercam-
bios con la intención de satisfacer necesidades, o deseos de las personas u organizaciones.
(Stanton, Etzel, Walker, 2007)
Hoy por hoy, este concepto está cambiando de perspectiva; las nuevas tendencias y los cam-
bios y dinámicas del mercado marchan a velocidades extremas debido a la innovación y la
tecnología. La globalización, la mundialización y la internacionalización son factores exó-
genos que enmarcados en la competitividad de las naciones, permiten a las organizaciones
diseñar su plan estratégico con un enfoque novedoso y atractivo hacia sus consumidores.
El marketing es talento, destreza, habilidad, sagacidad, novedad, cultura, es una arte ma-
ravilloso que permite elaborar las estrategias de mercadeo más sofisticadas y curiosas para
el mundo empresarial, hace parte de nuestras vidas. Es el arte de pensar y repensar un
negocio para que genere mayores utilidades, crezca y tenga una participación adecuada en
el mercado, generando experiencias de vida satisfactorias para sus clientes. (Gómez, 2008)
En virtud de lo anterior, la variable ambiental no es ajena a este arte que está posicionado
en la industria y comercio tanto en los ámbitos nacionales como internacionales, viéndolo
como una oportunidad de negocios, teniendo en cuenta la sensibilidad de las naciones y de
los consumidores sobre el tema del desarrollo sostenible, en aras de conservar los recursos
naturales y su preservación para las generaciones que vienen a ocupar un puesto vital en la
evolución empresarial del planeta. He aquí donde la inserción del marketing ambiental se
hace necesaria en la planeación estratégica de las compañías.
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En el siglo XXI el tema ambiental está literalmente caliente en lo referente al mal genio de
la madre naturaleza, causado por su principal y más fuerte depredador: el hombre, quien a
su vez, en su inconsciencia de conseguir más para su bienestar, en detrimento de los recur-
sos naturales, causa serias preocupaciones ambientales, tanto presentes como futuras.
Vivimos en una época donde todos los procesos de mercadeo generan y desarrollan nece-
sidades a través de estilos de vida conducentes al consumo desmedido de la actual socie-
dad. Este consumismo está provocando deterioro en todas las fuentes naturales que pro-
veen insumos para elaborar productos que alimentan y abastecen los diferentes puntos
comerciales para la adquisición de los mismos. Por tanto, han convertido al planeta en un
gran centro comercial.
Es así como nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, tendrán los suficientes argumentos
para culpar, sin lugar a dudas a la depredación y destrucción de nuestra aldea mayor, la cual
se debe al consumo desmedido propuesto por las maquinarias de marketing en las organi-
zaciones de este nuevo milenio.
• Mayor posicionamiento
• Seguridad en su consumo.
El marketing ambiental, más que un costo, es una ventaja competitiva para el empresario.
Es una estrategia que permite a los consumidores de hoy respetar y cuidar su aldea mayor
sin dejar de darse gusto. Por lo tanto el abordaje del marketing verde o Green marketing
debe estar dentro del marco estratégico de la organización, pensado éste transversalmente
en la dirección estratégica de la compañía.
El Green marketing entonces, se convierte en una herramienta diferenciadora para las em-
presas globalizadas que pretenden mejor posición en el mercado y generar mayor competi-
tividad en sus mercados de interés. Pero igualmente este nuevo concepto debe apalancarse
en la cultura ambiental para tener un mejor marco de referencia y aplicación al sistema
social en general. La cultura ambiental debe definirse con base en el trasfondo social en el
cual la educación es un actor de primerísimo orden, pues en ella todo ser humano, empe-
zando desde su núcleo familiar, debe estar involucrado no sólo en el tema del entorno social,
su comportamiento como hombre y ciudadano, sino también debe involucrar su educación
ambiental. Si observamos más detenidamente, la cultura latina, para referirnos a una deli-
mitación geográfica, ha dado por natural que lo ambiental es un fenómeno que se desarrolla
por sí solo y que hace parte esencial de la naturaleza del hombre y por lo cual se convierte en
un factor básico de la supervivencia del mismo.
Con base en estas premisas, los ciudadanos no son conscientes de que la cultura ambiental
en nuestro medio aún dista de ser cultura y que lo “natural” es un elemento propio de la
naturaleza y por tal motivo nos apropiamos de ella por el derecho de vivir y estar con ella.
¿Qué hacer entonces? ¿Por dónde empezar? La verdad, el tema es complejo y extenso, y más
que profundizar en ello, hay que tener en cuenta las múltiples razones e intereses donde lo
económico, lo político, lo global, y lo religioso se convierten en factores macro ambientales
muy fuertes, difíciles de cambiar y, sobretodo, enormemente complejos para unificar. No obs-
tante las dificultades, las naciones tanto industrializadas como en vía de desarrollo, han evo-
lucionado en el concepto de la cultura ambiental y han focalizado su esfuerzo propiamente
desde la academia donde se ha manejado el tema de una manera lógica y sistemática.
Jacqueline A. Ottman (2004) propone una serie de reglas para que el Green marketing ten-
ga mayor posicionamiento en los consumidores perfilados al marketing ambiental:
3. Sea transparente: Los consumidores deben tener claridad en que los productos ofre-
cidos bajo el rótulo de verdes, sean fácilmente reconocibles como tal, y que la veracidad
de la promesa de venta sea comprobable.
Conclusiones
Al culminar la revisión bibliográfica es posible asimilar la trascendencia que el mercadeo
verde tiene para las empresas y consecuentemente para los países, dado que permite en-
frentar uno de los mayores retos del posmodernismo, cual es la conservación del ambiente
como legado para las futuras generaciones y garantía de permanencia y calidad de vida de
las personas.
La industria hotelera, como parte de la actividad turística, genera quizá la mayor cantidad
de sustancias contaminantes y desgasta los recursos en mayor proporción, dado que su fun-
ción es satisfacer a los consumidores (turistas) en sus necesidades básicas mientras están
fuera de su lugar de residencia: alojamiento, alimentación, aseo personal, entre las princi-
pales. Por ello debe contar con herramientas para minimizar su impacto en la naturaleza y
convertirse en su aliado. Únicamente de esta forma puede atestiguarse su permanencia en
el mercado y su rentabilidad, contribuyendo a la calidad de vida no solo de los huéspedes
sino de la comunidad que circunda los establecimientos.
Finalmente, es indiscutible que las acciones de mercadeo verde no deben ser aisladas para
cada empresa; deben ser el resultado de los esfuerzos estatales, sectoriales y gremiales a fin
de obtener sinergias que beneficien a todos los estamentos de la sociedad.
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