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pueden diferenciar diferentes momentos históricos, donde su eje principal puede ser pesquisar cuál
ha sido el destino del “Foro”, dispositivo que en los inicios de las comunidades primigenias se
puede pensar como la primera actitud forense.
1. Modelo Hordálico: los grupos humanos nómades utilizaban el foro para resolver sus conflictos.
En este dispositivo de forma circular tenían plena participación todos los integrantes de la
comunidad, los cuales debatían, escuchaban todas las voces, inclusive la del causante del daño. El
acto de juzgar le cabe a una persona que llevará adelante la sanción o no del acusado. El que
juzga escucha, escucha a las partes, y siente en sí el resonar de las palabras. El foro implica una
acción pública.
2. Modelo Romano: a partir de la sedentarización de las poblaciones el dispositivo del foro rompe
su circularidad, pasa de ser público a ser privado, es decir, a estar en manos de unos pocos, ya
que el forum romano no era integrado por todas las personas, sino por los que integraban la
categoría de pater familiae. Ahora ya no importa la víctima y su resarcimiento, importa si el infractor
lesiona el orden establecido. Lo único que queda público es la sanción; la comunidad participa
observando.
3. Modelo Inquisitorial: (1.300-1.700) La iglesia de ser cristiana pasa a ser católica, apostólica y
romana. La iglesia incorpora al acto de administrar justicia la confesión -acto privado por
excelencia- que se logra esencialmente por el maltrato corporal.
“Proceso inquisitorial”: proceso cruel que de algún modo tendía a obtener en forma privada la
declaración de la culpabilidad.
4. Modelo de la ciencia: en el contexto de la Revolución Francesa y
Norteamericana. Aparece la ciencia jurídica, y con ella el acto jurídico se transforma en escrito. La
sanción implica que se infringió la ley, la víctima no importa (ej: debe aceptar que le robaron, que le
mataron a alguien que quería). Nace la figura del experto. La ciencia como control social.
5. Vuelta al modelo participativo: desde el paradigma de los derechos humanos, donde los
juicios sean orales y abiertos a la comunidad.
CAPACIDAD vs INCAPACIDAD (Insanía): Kraut. Hay que señalar que se está en el campo del
Derecho Civil, y su relación con la S.M. Para el Código Civil argentino la capacidad se refiere a la
posibilidad de que las personas estén o no habilitadas para gozar de derechos y para contraer
obligaciones. Sólo la capacidad se puede restringir en los casos de falta de madurez o
imposibilidad de ejercer por sí mismo sus derechos. Cuando la incapacidad es declarada, las
personas carecen totalmente de aptitud para ejercer por sí mismos sus derechos (Incapaces
absolutos). En estos casos se declara un representante jurídico.
El autor repara sobre dos cuestiones: la primera consiste en que en la ley vigente, o se es capaz o
se es incapaz, no hay puntos intermedios, que son en los que se podrían ubicar a la mayoría de los
pacientes con dolencias mentales. Va a proponer que los jueces establezcan gradaciones de
insanía. Y la otra cuestión es que una enfermedad mental no tiene que conducir necesariamente a
la incapacidad. Para declarar incapaz a alguien se tiene que comprobar que la enfermedad mental,
además de estar presente, tiene incidencia en la vida cotidiana de la persona, tanto en lo personal
como en lo social. Kraut propone diferenciar Incapacidad de Inhabilitación, declarando esta
última en los casos en que no se puede comprobar demencia –pero existe una disminución de sus
facultades que puede resultar dañosa para su persona o patrimonio, o para terceros- y la persona
está en condiciones de conservar su capacidad, aunque con ciertas limitaciones. Pero también
necesita ser tutelado. En cambio, la incapacidad se va a declarar sólo en los casos en que la
persona ya no puede ejercer por sí mismo sus deberes y derechos civiles por causa de una
enfermedad mental. En este caso se realiza una curatela.
Toda persona tiene derecho a mantener su capacidad jurídica en la medida de lo posible y en tanto
sea conveniente para sus intereses como paciente. La internación institucional no siempre es
causa suficiente para intentar limitar la capacidad legal.
Para que una persona sea declarada insana o demente se da un proceso, que comienza con una
denuncia, investigación médico-forense sobre su salud, y la posibilidad de establecer alguna
medida cautelar, como puede ser el encierro, en caso de que se lo considere peligroso para sí
mismo o para terceros. En este proceso se lo puede llegar a inhabilitar para disponer de sus bienes
(pero esto no es la inhabilitación propiamente dicha). Si la demencia no se comprueba no se lo
declara insano, sino inhabilitado.
Se entiende por interdicción la prohibición genérica de obrar que emana de la incapacidad general
declarada. Para declarar la incapacidad, como se dijo, no basta con la presencia de una patología
mental. Los requisitos para la interdicción son: gravedad de la patología, que sea habitual y actual,
y que se encuentre en el momento de declararse la demencia.
CASTIGO/SANCIÓN: Según Beristain y Neuman se puede situar una diferencia entre castigo y
sanción. Castigar significa causar un daño a otro con la única o principal finalidad de que quien
castiga sienta un desahogo o satisfacción que le compense del mal que se supone le produjo el
castigado. Nunca produce resultados provechosos. En cambio, sancionar mira al provecho del otro,
del delincuente y de la comunidad. A veces puede producir resultados provechosos otras veces no.
Los jueces deben sancionar por obligación.
CLÍNICA DE LA VULNERABILIDAD: su objetivo es reducir la vulnerabilidad psicosocial. La misma
propicia un modelo democrático y participativo, a partir del derecho a la palabra y al derecho al
disenso.
Está basada en una gestión comunitaria de seguridad, es decir, que se promueve la resolución de
conflictos hacia el interior de la comunidad, y de maneras menos violentas.
La noción de sujeto que sostiene es el ser humano socio-biopsicológicamente determinado.
Los dos principios teóricos que guían la práctica son el de la intervención mínima1 y el
cumplimiento de los derechos humanos. Y los ejes metodológicos serán la grupalidad y la
interdisciplinariedad.
Es un modelo de atención interdisciplinaria de restitución de derechos, recurriendo a estrategias de
intervención alternativas al Control Social Institucional Punitivo-represivo, desde una estrategia de
contención comunitaria que procura reconstruir redes vinculares y grupales que protejan al sujeto
del riesgo social o de entrar en conflicto con la ley.
(Extraído de textos de autores de la cátedra).
Parte del supuesto de que no existe peligrosidad en las personas si antes no han sido vulnerables.
También se incorpora como sujeto de atención al agente de control, pues producto de su función,
también está en riesgo psicosocial (rigidez, burocratización, desvalorización de su propio rol, etc).
Desde esta clínica no se desestima el control social, puesto que éste es necesario. Lo que se
critica es un control social punitivo-represivo, y es por eso que se apunta a crear formas de control
social alternativas. Esta última se asienta en las nuevas prescripciones de la Constitución Nacional,
y da respuestas a la criminalidad y conflictividad reales.
CORRESPONSABILIDAD SOCIAL: implica un compromiso ético de los grupos sociales que han
transformado a un individuo en peligroso.
Nadie nace peligroso. La peligrosidad sólo es posible en las personas que antes han sido
vulnerables. Y esto sólo pudo haber sido así porque se permitió avanzar el proceso de
vulnerabilización. El riesgo de daño a lo pautado por el sistema social es directamente proporcional
al que se ha inflingido en el proceso de criminalización del supuesto peligroso.
Cuando se encuentra con el peligro hay dos cosas por hacer:
-Resarcir a la víctima porque fue parte de un olvido del estado;
-Reconocer al victimario como un sujeto vulnerable (sin que esto opere como
desresponsabilización).
CRIMINOLOGÍA: es imposible cualquier aproximación a la criminología que no centre su atención
en el poder, y también en la estructura general del poder mundial (Zaffaroni) .
Hay diferentes corrientes en criminología que se pueden clasificar según cuestionan o no el poder.
Teniendo en consideración el surgimiento de la Criminología, esta surge con lo que se conoce
como Criminología
Clásica o Tradicional3 que tiene por objeto de estudio al delincuente, el delito y la delincuencia. Ve a
la personalidad del delincuente como patológica.
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Surge de la Escuela Clásica de Derecho Penal –no de la Escuela Positivista-, la cual no se
interesa en la singularidad del delincuente. Se ocupa de poner precio a la conducta delictiva,
es decir, a menor libertad, mayor la gravedad del hecho cometido. Produjo la legitimación
del poder a través del cumplimiento de las estructuras jurídicas, las cuales, en sí mismas
garantizaban los intereses de la burguesía emergente. Con la Escuela Positivista la
Criminología es alimentada de nuevas técnicas de las ciencias naturales, el laboratorio, etc,
que actúan es pos de reproducir el orden social establecido, por ejemplo a través de la
creación del estereotipo del delincuente de clase baja. Este estereotipo es transmitido por
un conjunto de instituciones a través de las “teorías del sentido común”, que inclusive la
misma ciencia transmite.
La Criminología Positivista usa conceptos tales como reinserción, rehabilitación como
instrumento de dominación ideológico, ya que da por supuesto que los valores y normas a
los que el delincuente se debe adaptar son incuestionables. (Lola Aniyar de Castro).
Aquí la pena surge como consecuencia natural del delito.
En oposición a esta postura surge lo que se llama la Escuela interaccionista que incluye la
selección que se ejerce al dictaminar lo que se considera o no delito, y quién es delincuente y quien
no, es decir, se incluye el etiquetamiento como modo de generación de delincuencia.
Pero la insuficiencia de esta postura radica en que no llega a ejercer una crítica al control social,
transformándose en un instrumento más de legitimación del mismo. Por último, surgirá la Teoría
Crítica del Control Social (Aniyar de Castro) la cual introduce una crítica al control social imperante.
La Criminología ha incidido en la creación de estereotipos, actitudes y valores, por lo tanto, se
puede decir que formaría parte de los procesos de “socialización primaria” que son los procesos
que conformas las actitudes y los valores, que establecen condicionamiento para la conformidad
con los patrones dominantes. Es decir, la Criminología es control social. (Aniyar de Castro).
La postura que toma el autor (Zaffaroni) es la de la criminología crítica, la cual extiende su ámbito
de incumbencia al sistema penal, poniendo de manifiesto su funcionamiento selectivo, el
clasicismo, el racismo y sus fines irracionales en cuanto a los fines que le otorga el discurso
jurídico, y su íntima conexión con el poder. El sistema penal es una de las formas de control social.
Zaffaroni define a la criminología como “el saber –conjunto de conocimientos- que nos permite
explicar cómo operan los controles sociales punitivos de nuestro margen periférico, qué conductas
y qué actitudes promueven, qué efectos provocan y cómo se los encubre en cuanto ello sea
necesario o útil para proyectar alternativas a las soluciones punitivas alternativas menos violentas
que las existentes y más adecuadas al progreso social”.
El autor considera que no tiene sentido diferenciar entre criminología y política criminal, pues ésta
última ya no puede ser definida como la política estatal de lucha contra el crimen, sino que pasaría
a ser la ideología política que orienta al control social punitivo.
El se centra en la criminología clínica, a la cual le atribuye la función de ayudar a las personas
criminalizadas a reducir sus niveles de vulnerabilidad al sistema penal. Prefiere reemplazar el
nombre de criminología clínica por el de clínica de la vulnerabilidad, pues se invierte el planteo
etiológico, pasando de lo “bio-psico-social” a lo “sociopsico-biológico”, donde la preocupación es la
etiología de la vulnerabilidad, no de la conducta criminal.
El autor plantea que la criminología clínica debe ampliar su campo hacia la clínica de la policización
y de la burocratización, dirigida a la reversión de los efectos deteriorantes que los mecanismos
reproductores del sistema penal crean sobre sus propios segmentos institucionalizados.
Considera que la función de la Criminología en Latinoamérica es ser reductor de la violencia
estructural, abriendo otras vías de solución de conflictos no violentas o menos violentas.
DELITO: para que una acción sea entendida como delito tienen que existir 4 elementos: una
conducta, típica, antijurídica y culpable. En la medida de que uno de estos cuatro términos no se
encuentre, no existiría el delito. Por ejemplo, la inimputabilidad está eliminando el cuarto término,
es decir, la culpa.
Cada uno de estos elementos tiene otro que se le opone y lo elimina, haciendo desaparecer la
conducta delictiva: a la conducta la falta de ella, a lo típico lo atípico, a la antijuricidad las causas de
justificación, y a la culpa la inimputabilidad. (Extraído de Álvarez, Varela, Greif “El perito psicólogo
en el campo penal”).
Zaffaroni diferencia el delito –conducta conflictiva que da lugar a una decisión criminalizante
afirmativa de la agencia judicial, que decide no interrumpir la criminalización en curso- de teoría del
delito. Define a la teoría como el conjunto de requisitos -conducta definida previamente como ilícita
en un código, que violenta el orden jurídico, y de la cual el sujeto es pausible de ser
responsabilizado-que deben darse para que la agencia judicial no suspenda el ejercicio de poder
del resto del sistema.
Plantea que el delito como tal no existe, en tanto que ópticamente sólo existen conflictos
arbitrariamente seleccionados.
La acción, conducta es el requisito elementan, y la antijuricidad y tipicidad son requisitos mínimos.
Entre ambos se constituye lo que se llama el “injusto penal”.
DERECHOS HUMANOS: Los derechos humanos son aquellos pertenecientes a todos los seres
humanos por el mero hecho de serlo, en tanto atributos inherentes a la dignidad humana con
protección jurídica.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, fue aprobada en 1948 por todos los Estados
miembros que integran la Organización de Naciones Unidas. Al principio esta no tenía carácter
obligatorio, pero poco a poco lo fue adquiriendo.
La cátedra entiende al ser humano como integral, como una persona concreta que
estructura singularmente su experiencia; como un sujeto a la vez producido y productor de
su medio social, multideterminado por una trata de vínculos significativos internos y
externos, expresados y representados a través de dinamismos grupales; emergente en un
contexto histórico que lo enmarca y delimita; portador de una ideología, inscripto en una
cultura, inmerso en sus circunstancias socioeconómicas y políticas, y tendiendo a
organizarse como una totalidad y unidad de integración. PIFATACS. PÁG. 8. (esta definición
figura en el código del colegio de psicólogos).
La declaración encuentra sus condiciones de posibilidad en un contexto histórico y social –
Segunda Guerra Mundial y sus efectos devastadores- , una determinada situación sociopolítica –
consolidación del rol del Estado como la agencia que sostiene las reglas de un orden social que se
reproduce en función de los requerimientos del mercado de consumo, y una determinada
estructura económica –en la cual la acumulación de capitales requiere en la post guerra la
expansión del campo de consumo.
Es la concreción de una síntesis de intentos libertarios surgidos a partir de la dignificación o
reivindicación de grupos o sectores oprimidos o discriminados (vulnerados). Esta declaración es
redactada a partir de una historia previa de acciones donde la humanidad vio peligrar su
supervivencia. (Extraído del texto de P.I.F.A.T.A.C.S).
La finalidad inmediata de la Declaración fue dar respuesta frente a la eliminación física de gran
parte de la población civil, la organización de los aparatos coercitivos clandestinos, etc. Y son
necesarios puesto que el terrorismo de Estado no es algo que ocurrió, sino algo que ocurre en la
actualidad, a través de sus consecuencias.
Lola Aniyar de Castro plantea que en relación a los Derechos Humanos, la ley plantea garantías
para los derechos individuales pero no para los sociales. Por lo que se comprueba que no hay
igualdad frente a la ley,puesto que los sujetos desiguales no se igualan ante la ley. Es necesaria
una redefinición de los derechos humanos en clave social, entendiendo estos derechos como un
sistema, y por lo tanto, que los derechos individuales no pueden garantizarse si no se tiene pleno
disfrute de los derechos sociales.
DERECHO PENAL: Zaffaroni define al derecho penal como un saber normativo, orientador. Es el
discurso científico del saber jurídico. Se ocupa de las leyes penales, que se distinguen de las
restantes por habilitar la imposición de penas. Lo primero que debe hacer es delimitar las leyes que
constituyen su objeto, tarea de la que se ocupa la teoría del derecho penal. Luego se deberá
establecer en qué casos y bajo qué presupuestos se habilita el ejercicio del poder punitivo, tarea de
la que se ocupará la teoría del delito. Y por último, se debe ocupar de la pena, es decir, de la
respuesta que la agencia jurídica debe proporcionar, tarea de la que se ocupa la teoría de la
responsabilidad penal.
Sirve para estructurar un sistema penal operado por varias agencias o corporaciones que declaran
tener por objeto la represión y prevención de esos delitos y en algunas ocasiones consiguen
algunos de esos objetivos.
Plantea que la verdadera función del derecho penal no es legitimar y racionalizar al sistema penal,
al poder punitivo, sino que su función es acotarlo, contenerlo, reducirlo. El poder punitivo no lo
ejercen los jueces sino las agencias ejecutivas. La función más obvia de los jueces penales y el
derecho penal es la contención del poder punitivo. Si esto no sucediera el poder punitivo quedaría
librado al puro impulso de las agencias ejecutivas y políticas, y desaparecería el estado de
derecho.
Es importante distinguir derecho penal de poder punitivo.
El modelo punitivo no es un modelo de solución de conflictos, sino de suspensión. Nada hace por
la víctima.
FORO: el origen del término foro proviene del latín forum: plaza de roma, centro de actividad
política, religiosa, comercial, jurídica. Es decir, que en un primer momento el concepto circunscribe
un espacio, sobre el que tiene lugar una diversidad de actividades vinculadas a lo público. Luego
queda restringido exclusivamente a lo jurídico, y aquí empieza a aparecer la significación de la
función: el foro como función representa el acto de escuchar y sancionar. Pasa de remitir a un lugar
físico y aludir a un que-hacer.
Marianetti. La pericia psicológica. Pág 21,22.
Es interesante deconstruir algunas ideas que giran alrededor del concepto de Foro Romano: se
suele pensar que era el único espacio en la antigua Roma para resolver toda la actividad jurídico-
política, y no era así. Tampoco es cierto que fuera participativo y democrático, dado que sólo
participaban en él aquellos que reunían las condiciones de ciudadanos –hombre libre, nacido en
Roma, jefe de familia-. Todos los demás habitantes de Roma no eran considerados ciudadanos y
por ende no participaban del foro. No eran considerados sujetos de derecho –a quien se le imputan
deberes y derechos- y por lo tanto no eran personas.
Desde el paradigma Humanista se propone pensar al foro como dispositivo, y no ya como espacio
o como función. Así implicaría un proceso, con un tiempo en el que se lleva a cabo el acto de
juzgar. El foro como dispositivo surge en función de una urgencia: evaluar el acto realizado por un
miembro del grupo, cuyo efecto puso en riesgo a toda la comunidad, y aplicar en consecuencia una
sanción, con el fin de reparar el daño causado por la repercusión de dicho acto.
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En Argentina la psiquiatría considera que las debilidades mentales son imputables toda
vez que no aparece un compromiso orgánico. Para la insuficiencia de las facultades se
tienen que tener en cuenta otros aspectos que hacen a la inteligencia, como el tipo de
pensamiento que el sujeto haya desarrollado, más abstracto, más concreto, la disminución o
no de la capacidad de simbolización, la capacidad retentiva, el tipo de inteligencia, ya sea
práctica o teórica, la disminución o no de la capacidad de atención, tanto la espontánea
como la voluntaria. La evaluación de todos estos factores permitirá llegar a un adecuado
panorama acerca de cómo se encuentran las facultades del sujeto.
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El término morboso está tomado literalmente, como enfermedad o enfermo. La psiquiatría
tradicional lo homologó a alienación. Hay personalidades que son sinónimo de enfermedad,
y otras que si bien son anormales no son enfermas. Se entenderá la alienación mental como
un trastorno general y persistente de la totalidad de las funciones psíquicas que le impiden
al agente la adaptación total y activa a la vida en sociedad, y comprender la criminalidad del
acto o dirigir sus acciones de acuerdo con esa comprensión.
Hay que entender el trastorno mental que un sujeto puede padecer, analizándolo siempre a
nivel de estructura. En tanto y en cuanto, la patología impida comprender la criminalidad del
acto o dirigir sus acciones, el sujeto, aunque no presente una alienación, será inimputable.
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La inconsciencia se refiere a la ignorancia que el sujeto tiene de la acción que está
realizando y de las consecuencias que la misma puede acarrear, o que no toma conciencia
de que está realizando una acción. Entra en esta categoría la ebriedad: si el sujeto por haber
bebido comete una transgresión, es inimputable, pero si bebe para realizar el acto ilícito es
imputable. También entran la manía transitoria, las epilepsias.
Cuando se habla de “error”, no se refiere a que el sujeto haya cometido un delito por
equivocación, sino al error de responsabilidad.
Con respecto a la ignorancia, nadie puede aducir en su defensa que desconoce la ley, pero
hay que tener en cuenta que los códigos que actualmente se manejan están basados en los
europeos, y al ponerlos en vigencia no se tuvo en cuenta las culturas existentes. No se
justifica el delito, sino el hecho que realizó un sujeto inmerso en otra cultura que aún
mantiene otras pautas valorativas.
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Suele asimilarse el concepto comprender a entender, pero tienen una importante
diferencia. En el entendimiento el sujeto puede aprender el concepto sin que ello lleve
aparejado una internalización del mismo; que aparte de entender haya podido elaborar tanto
el concepto como sus fundamentos. La comprensión tiene que ver no sólo con el nivel de
inteligencia que el sujeto pueda tener, sino con los demás elementos que hacen a la
estructura de su personalidad.
Respecto de la dirección de las acciones suele aparecer el error de consideras únicamente
dos esferas del psiquismo, la intelectual y la volitiva, dejando de lado la afectiva. Lo
fundamental es la esfera afectiva, ya que un sujeto puede actuar por cuestiones emotivas
con móviles inconscientes, donde la consciencia, la inteligencia y la voluntad pueden
quedar reducidas en sus funciones inhibitoria y discriminativa.
INFANCIA: niño vs menor*: García Méndez plantea que la infancia no existió siempre, antes del
siglo XVI no se hablaba de ella. Considera que la historia de la infancia es la historia de su control.
Desde que aparece la categoría de infancia para denominar a una franja etárea de los más chicos,
surgen diferentes dispositivos de tratamiento de la infancia, los cuales serán diferentes de acuerdo
a si se supone a la infancia como peligrosa (a esta le corresponderá la represión) o si se considera
a la infancia desprotegida y abandonada (a esta le corresponderá la protección, asistencia).
La infancia es descubierta por lo que no puede y por lo que no sabe: sus incapacidades, que a su
vez la diferenciarán de la vida adulta. El infanta, en tanto incapaz, perderá la palabra, no tendrá voz
y mucho menos decisión sobre su vida. Tampoco se le asignará responsabilidad alguna, la cual
será asumida por el tutor.
En el siglo XIX surge la categoría de menor16 y algunas disposiciones jurídicas para actuar en los
casos en que estos cometen delitos. No se establecida diferencia con el adulto en cuanto a la pena
privativa de la libertad.
La concepción de menor implica a una infancia objeto de derecho que, inmersa en la Doctrina de la
Situación Irregular, es víctima de una acción judicial indiscriminada sobre muy diversas situaciones.
El trato que reciben los menores es indistinto, hayan cometido acciones que el Código Penal tipifica
como delitos o hayan sido objeto de abandono material o moral.
Con esta infancia objeto de la tutela del estado, lo que se busca como objetivo es lograr el control
social de la pobreza. El menor es entendido como un objeto pasivo y pasible de control social,
consecuencia de pertenecer a una familia mal constituida que no puede ejercer las funciones
socialmente establecidas. Serán prevenidos de un supuesto riesgo. El riesgo será potencialmente
doble, y de estar en dicha situación y el de ser visto en riesgo, sin palabra y sin protección alguna
ni representación de su persona ante un tribunal irrefutable, irreprochable e inapelable.
El 1er Tribunal de Menores se crea en 1899 en Illinois, EEUU, destinado a encontrar un marco
jurídico y de contención para aquellos niños y adolescentes expulsados o que no tuvieron acceso a
la escuela.
Aquellos niños o adolescentes que entrar en contacto con mecanismos de caridad-represión, ya
sea por su comportamiento o por su situación social, se convierten en menores.
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Hay que tener en cuenta que no alude a lo mismo el concepto de menor que el de niño. El
concepto de menor se incluye dentro de la Doctrina de situación Irregular y el de niño dentro
de la Doctrina de Protección integral, entre otras diferencias.
Se trata de resolver por lo jurídico las deficiencias políticas sociales básicas. Para esto se le otorga
al juez un poder discrecional, es decir, que debía actuar como un buen padre de familia en todos
aquellos casos en que considere que existe un peligro de daño moral o material.
(Estas conceptualizaciones se incluyen dentro de lo que se llama la Doctrina de Situación
Irregular).
La Convención Internacional de los derechos del niño cancela la imagen del menor como objeto de
la compasión-represión, convirtiéndolo en niño-adolescente sujeto pleno de derechos. (Doctrina de
Protección Integral). En la concepción del niño como sujeto de derecho intervienen tanto, el
concepto de responsabilidad subjetiva –puesto que se habla de derechos y deberes, pero no se
homologa la responsabilidad del niño a la del adulto- como el de corresponsabilidad social –la
responsabilidad que tiene la sociedad por la existencia de niños pobres o con carencias, en la
satisfacción de sus necesidades básicas-.
La Doctrina de situación Irregular trata de manera indiferenciada al menor abandonado y al menor
delincuente.
El autor señala que desde el punto de vista político, en Latinoamérica es necesario separar los
aspectos penales de los asistenciales.
Según Corach la concepción del niño de la Convención es de persona, sujeto de derecho y
merecedor de valores como el respeto, la dignidad y la libertad. Tienen que ser tratados
diferencialmente por el Estado, pero en el sentido de velar por sus derechos, haciendo primar sus
capacidades intelectuales y grupo de crianza, como base elemental para el ejercicio de sus
derechos civiles.
(Extraído del texto de García Méndez: “Prehistoria e historia del control social de la infancia: política
jurídica y Derechos Humanos en América Latina” y también de Irene Corach “La psicología y los
derechos de la infancia”, Libro).
En Argentina el control penal de la minoridad se da a fines del siglo XIX (1890), íntimamente
vinculado al control de los hijos de los inmigrantes.
Hay 3 grandes discursos sobre la infancia que pasan por diferentes etapas:
· Discurso caritativo: de protección a los pobres y huérfanos.
· Discurso de tutela: de los seres inferiores y enfermos.
· Discurso de alarma social: preocupación por la protección de la infancia para prevenir la
delincuencia adulta.
A fines de siglo XIX en Argentina, se consideraba que todo niño abandonado era un delincuente
potencial, por lo tanto era necesario comenzar a proteger a la infancia. No se realiza un tratamiento
diferencial de los menores delincuentes y de los abandonados, puesto que provenían de idénticos
estratos sociales y las razones que explicaban su existencia eran idénticas.
Se saca al menor del Derecho Penal y de la determinación de la culpabilidad o inocencia, de ahora
en adelante el menor será considerado infractor y pasible de tratamiento. Siempre teniendo
presente que lo que anima estas acciones es la defensa de la sociedad, la prevención del delito,
para lo cual se interviene sobre los futuros delincuentes. No importa la protección de la infancia
desvalida. (Extraído del texto de Larrandart “Prehistoria e historia del control socio-penal de la
infancia”).
(*También el de Doctrina de Situación Irregular)
LEY AGOTE (Ley 10903): En 1910 el Diputado conservador Dr. Luis Agote, médico, presenta un
proyecto de ley de “tutela de Estado”. No se creaba en este proyecto una jurisdicción especial para
los menores, sino que el encargado de resolver seguía siendo el Defensor de Menores.
Hasta tanto resolviera el Defensor el menor podía permanecer detenido en un establecimiento.
También podía el defensor internar al menor por tiempo indeterminado a pedido de los padres
como “medio de corrección”, quedando el padre privado de la guarda hasta que el Defensor
considerara que el menor estaba corregido.
Este proyecto, tal como quedará en la Ley 10.903, prevé que los jueces de la jurisdicción criminal y
correccional ante quienes compareciera un menor acusado o víctima de un delito, podrán disponer
de él si se encuentra material o moralmente abandonado, entregándolo bajo libertad vigilada o
internándolo. Se amplía la tutela y se establece la disposición definitiva del menor, respecto de un
delito en el que hubiese sido víctima, por tiempo indeterminado y hasta la mayoría de edad,
entonces 22 años, en caso de abandono moral o material.
En 1.919 se reforma el Código Civil en cuanto al régimen de la Patria Potestad. Se establece que
esta además de derechos establece obligaciones, previendo causales de pérdida o suspensión de
la misma.
En estos casos los menores quedan bajo el patronato del Estado nacional o provincial. Al
considerar que no se cumplían con las obligaciones el Estado podía intervenir sacando al menor
del poder de sus padres.
Con la minoridad y sus reglas se observa que, lo que se realiza es una penalización de los
problemas sociales, económicos, familiares, etc. Se priva a los menores de todas las garantías del
proceso penal.
(Extraído del texto de Larrandart “Prehistoria e historia del control socio-penal de la infancia”)
Con la esta Ley se separan por primera vez, en materia penal, a los menores de edad (menores de
18 años) de los adultos.En la Pcia. De Buenos Aires se crean los 1ros Tribunales de Menores en
1936 con la Ley 4664.
La Ley Agote introduce el concepto de Peligro moral o material como causal de la pérdida de la
patria potestad, y define la expresión con una serie de conductas con diferentes entre sí. En
cambio, tanto la Ley Pcial. 4664 como el Decreto 10067 deja la interpretación de esta expresión al
criterio del juez. Desde la cátedra se propone cambiar el
concepto de peligro moral y material por el de vulnerabilidad. La acción debe apuntar a reducir la
vulnerabilidad, no culpabilizar, teniendo en cuenta la realidad social y cultural de cada uno y no
adaptarlos o disciplinarlos al control social punitivo. En 1.983, durante los últimos meses de
dictadura militar, se sanciona la reforma al procedimiento de menores de la Pcia. De Bs As a traves
del Decreto de Ley 10.067. Este Decreto hace algunas modificaciones respecto a las
competencias de los Tribunales de Menores. Establece que la función del patronato será ejercida
por:
· El Juez: tendrá la competencia para decidir la situación del menor en estado de abandono o
peligro moral o material, debiendo tomar las medidas necesarias.
· El asesor de incapaces: representante del menor y de la sociedad, el cual tiene que velar por el
efectivo cumplimiento de las normas destinadas a protegerlo.
· La Subsecretaría del Menor: encargada de planificar y ejecutar la política general de minoridad,
tanto en aspectos preventivos, de formación y reeducación de los menores internados.
Aquí se incorpora al psicólogo al equipo de los Tribunales de Menores, y se establece que los
informes médicos, social y psicológico tienen carácter esencial en el procedimiento, declarándose
nulos los que no lo tengan.
Tanto la Ley Agote como el Decreto 10.067 se encuentran dentro de lo que se llama la Doctrina de
Situación Irregular, mientras que la nueva Ley de Protección integral de los derechos de niños,
niñas y adolescentes se encuentra en el marco de la Doctrina de Protección Integral del niño, en la
cual se incluyen las consideraciones internacionales respecto de los derechos específicos de los
niños. (Extraído del texto de Roitstein “El dispositivo del control social en el ámbito de la
minoridad”.Ficha).
LEY NACIONAL 26.06: “Ley de Protección Integral de los Derechos de los niños, niñas y
adolescentes”: se sancionó en el 2005 y se reglamentó en el 2006 y su creación obedece a la
incorporación de la Convención de los Derechos del Niño en nuestra Constitución nacional.
Considera al niño como sujeto de derecho, por lo tanto una persona, a la que le pertenecen los
mismos derechos que el adulto, pero con un plus que alude a los derechos específicos por ser
sujetos en proceso de desarrolló tanto física, intelectual, moral y psicológicamente.
Esta Ley está en la misma línea ideológica que la Doctrina de la Protección Integral.
MENOR DELINCUENTE vs ADOLESCENTE INFRACTOR: el menor delincuente es una persona
que ha infringido la ley en determinado momento y con una edad que se estima entre 8 y 17 años.
(DSI)
Domínguez, más allá de que propone hablar de joven infractor, a veces, se le escapa el término
menor, que responde a la doctrina que critica. Según García Méndez, adolescente infractor es:
sólo quien ha realizado una conducta definida previamente como crimen, falta o contravención, se
le ha imputado la responsabilidad por dicha conducta, se le ha sustanciado un debido proceso y
con el respeto de las garantías procesales, y se lo haya decretado judicialmente una media
socioeducativa. (DPI)
Respecto de los conceptos de imputabilidad-inimputabilidad en los niños o jóvenes, primero se
recuerda que alude a una condición exclusivamente jurídica. Los sujetos menores de 18 años son
inimputables para la justicia, por una decisión legislativa que considera que son sujetos en
desarrollo.
Son inimputables aquellos sujetos que, en razón de características como la edad, o el estado de
salud mental, no se les puede atribuir las mismas consecuencias que el código penal prevé para
aquellos que la ley considera imputables.
Son imputables cuando se le puede atribuir plenamente las consecuencias de actos, que
constituyen violaciones a conductas previamente establecidas en las leyes como crímenes.
Los jóvenes menores de 18 años son inimputables, lo que significa que no van a recibir las mismas
sanciones de los adultos, pero sí son culpables y penalmente responsables. (Ampliar con el
concepto de “Responsabilidad penal juvenil”)
PERITO: proviene del latín peritus y significa docto, experimentado, práctico de una ciencia o arte.
Designa a la persona que posee conocimientos especiales sobre determinado tema. Es llamado
por la justicia para dictaminar sobre hechos cuya apreciación no puede ser llevada a cabo por el
juez, sino por expertos en la materia de que se trate.
El perito psicólogo es el profesional de la psicología que es designado en un proceso judicial, con
el fin de asesorar sobre aspectos vinculados a los conocimientos que posee, transformándose así
en auxiliar de la justicia. Es un tercero ajeno al hecho que se investiga.
La función pericial es imperativa, tanto para acatar el llamamiento cuando se es nombrado, como
para expedirse con verdad. Esta imperatividad se extiende a las citaciones posteriores para
ratificar, ampliar o explicar las conclusiones a las que ha arribado y debiendo concurrir al debate en
los juicios orales.
Se recortan 4 formas de intervenciones posibles de los psicólogos en función de peritos 17: [Varela
Osvaldo y otros. “Práctica pericial”. En las pág. 36,37,38 se detallan otras cuestiones
importantes que hacen a los peritos]
· Perito oficial: se desempeña como funcionario, con cargo permanente para desempeñarse cada
vez que sea elegido en los casos concretos. Es el profesional que trabaja en relación de
dependencia para la justicia. Puede desempeñarse en la Asesoría
Pericial perteneciente al Cuerpo de Psicólogos Forense o en un Juzgado.
· Perito de oficio: aquellos profesionales que son contratados y designados por un juez para la
realización de una pericia psicológica, a partir de un sorteo de un listado oficial en el que se
inscriben previamente, en los diferentes fueros, reuniendo ciertos antecedentes. En general se
recurre a ellos en el Fuero Civil o Laboral. La inscripción se renueva cada año. En la sentencia, el
Juez formulará la regulación de sus honorarios.
· Perito de parte: su función está regulada por el código de Procedimientos Penal. Es nombrado
por el Juez, a pedido de alguna de las partes, para que pueda intervenir dentro del proceso pericial.
Debe aceptar el cargo y presentar también informe.
· Consultor técnico: su actuación está reglamentada por el Código de Procedimientos Civil. Es
autorizado por el juez a instancia de alguna de las partes, y no tiene obligación de aceptar el cargo,
ni de presentar informe, aunque lo pueden presentar.
Funcionan como veedores que presencian la administración de técnicas y luego podrían elevar
cuestionamientos sobre lo concluido por el perito oficial.
La intervención de los peritos psicólogos puede darse en dos espacios:
1. En estudios periciales, tanto individuales o familiares, que suponen la realización de entrevistas
individuales o vinculares, con producción del informe pericial.
2. En audiencias con las partes, menores, asesor de menores y el Juez, en diferentes situaciones:
cuando se plantea un problema puntual y es necesaria una resolución o toma de medidas urgentes
o en otras ocasiones que no comportan riesgo, pero en las que se requiere nuestro asesoramiento
previo a una decisión del juez.
Si bien las partes o el juez pueden pedir explicaciones al perito en caso de no entender un punto
del informe, la confidencialidad de los datos que recibe el psicólogo en las entrevistas constituye
una obligación ética y es resguardada legalmente por lo pautado por el secreto profesional.
Que el psicólogo esté en la función de perito y no de terapeuta no significa que sea relevado de la
obligación ética en cuanto al secreto profesional. (Osvaldo Valera).
Se dice que la pericia psicológica no es vinculante, sino que cumple la función de asesorar, y su
valor radica en la opinión o juicio de valor del experto. Los jueces tienen amplia facultad para
ponderar el dictamen pericial, pero dicha facultad no quiere decir reconocerles una absoluta
discrecionalidad, pues, si bien es verdad que la opinión del experto carece de valor vinculante para
el órgano judicial, también lo es que el apartamiento de las conclusiones establecidas en el
dictamen deben encontrar apoyo en razones serias, objetivamente demostrativas.
(Daray. Pag. 161) (Ampliar con “Evaluación psicológica pericial”)
POLICIZACIÓN: es un concepto empleado por Zaffaroni, que junto con los de criminalización,
burocratización y prisionización, los vincula a los efectos en los sujetos que produce el sistema
penal.
La policización es el proceso de deterioro al que se somete a las personas de los sectores
carenciados de la población que se incorporan a las agencias militarizadas del sistema penal,
consistente en deteriorarles su identidad originaria (de su grupo de pertenencia) y reemplazarla por
una identidad artificial, funcional al ejercicio de poder de la agencia.
Las agencias militarizadas se integran con personas que son reclutadas de los segmentos
carenciados de la población, es decir, de los mismos en que se produce la victimización y
criminalización. Este personal sufre una serie de graves violaciones a sus Derechos Humanos, que
es pasada por alto.
El policizado también es seleccionado conforme a un estereotipo, se lo introduce en una práctica
corrupta, debido al poder incontrolado de la agencia de la que pasa a ser parte; se le entrena en un
discurso moralizante y en una práctica interna corrupta.
Están en una situación anómica18: son estigmatizados por las clases medias, que los perciben
como provenientes de las clases carenciadas.
Y también sus grupos de pertenencia los perciben como extraños y con desconfianza. Desde sus
superiores se lo amenaza con sanciones laborales si no se somete a las prácticas corruptas, pero
se le impartes discursos moralizantes. De todo esto se desprende una grave pérdida de la
identidad.
Se ve obligado a asumir muchos riesgos, y no se le presta asistencia psicológica en los casos en
que haya tenido que transitar por situaciones traumáticas. Se supone que debe estar
psicológicamente preparado.
SISTEMA PENAL: es uno de los principales elementos del Control Social Punitivo. Está integrado
por varios subsistemas: la legislación penal (de fondo, procesal y de ejecución), la policía, el
poder judicial y el sistema penitenciario. Cada uno de estos subsistemas pertenecen a distintos
poderes del Estado: el subsistema de legislación penal pertenece al poder Legislativo, el policial
pertenece al Poder Ejecutivo, como así también el subsistema penitenciario. A su vez, cada
subsistema posee sus propios objetivos y presupuesto.
Zaffaroni lo define de la siguiente manera: “es un conjunto de agencias que coinciden en la
cuestión criminal. Algunas son exclusivamente penales (policía, penitenciario, tribunales penales,
órganos políticos), otras participan del poder punitivo pero sus funciones son mas amplias: como
las agencias políticas (ejecutivos, legislativos); las agencias de reproducción ideológica
(universidades, facultades, academia); las cooperaciones internacionales; los organismos
internacionales; y el gran aparato de propaganda sin el que no podría subsistir, o sea, las agencias
de comunicación masiva”. Zaffaroni. “Manual del Derecho Penal”. Cap. 1. Pág. 9-10.
Este autor considera que el sistema penal opera ejerciendo un poder punitivo represivo en forma
de criminalización 1ria y 2ria. La criminalización 1ria es la formalización penal de una conducta en
una ley, o sea, un acto legislativo de prohibición bajo amenaza de pena; y la criminalización 2ria
es la acción punitiva concreta ejercida sobre las personas. Como es imposible llevar a cabo toda la
criminalización primaria, las agencias ejecutivas, policiales, ejercen un poder selectivo sobre las
personas y criminalizan a quienes tienen más a la mano.
Una de las características negativas del sistema penal es su selectividad: sanciona en forma
desproporcionada, en mayor número, a quienes están ubicados en los sectores sociales de menor
poder. La selectividad se manifiesta en relación con las personas que son investigadas y
sancionadas, y con los delitos que se investigan y sancionan.
La selectividad está basada en la estigmatización, es decir, en la selección predominante de
personas que reúnan ciertas características observables (estereotipos23) y en la victimización:
generando condiciones para obtener de modo reactivo conductas tipificadas como peligrosas, o
bien, atribuírselas a determinadas personas, sólo por pertenecer a estratos sociales mas
desfavorecidos económicamente.
Zaffaroni dice que el verdadero ejercicio de poder del sistema penal no es el negativo o represivo,
sino el positivo o configurador. Quienes son portadores de rasgos de esos estereotipos corren serio
riesgo de selección criminalizante, aunque no hagan nada ilícito.
Todos nos manejamos con estereotipos y conforme a ellos asignamos roles y formulamos
exigencias de acuerdo a las funciones asignadas. El sujeto termina por asumir y comportarse
conforme al estereotipo.
El sistema penal es un complejo aparato de deterioro regresivo humano que condiciona falsas
identidades y roles negativos, y esto se puede observar tanto en la policización, como en la
burocratización o criminalización. Viola los Derechos Humanos no sólo de los criminalizados, sino
también de sus propios operadores.
Zaffaroni considera que el sistema penal en realidad no funciona como un sistema, si por esto se
entiende un funcionamiento integral.
Funciona como la suma de los ejercicios de poder de todas las agencias que funcionan
independientemente.
La verdadera importancia del poder punitivo no sólo radica en su intervención a través de la
criminalización y prisionización, es decir, el ejercicio represivo sobre una ínfima minoría de
marginados que abarca, sino, que su poder radica en el poder de vigilancia que ejerce sobre toda
la población. En esto radica la importancia política del poder punitivo.
Las agencias judiciales no ejercen el poder selectivo y de vigilancia, su función es detener o dar
continuación al proceso de criminalización 2ria.
Otra conceptualización ligada a la temática de los Sistemas Penales es la diferenciación que puede
establecerse entre pena o sanción y medidas de seguridad. La pena es un instrumento
retributivo que tiene la sociedad para castigar el acto delictivo, en cambio, la medida es para
controlar al sujeto, pero no ya por el acto, sino por sus características biopsicológicas, lo que
presupone su peligrosidad.
Mientras la pena es finita, la medida es infinita. En otras palabras, se puede decir que, la sanción
penal como condena por una conducta típica, antijurídica y culpable, o sea, el juicio de reproche
social entendido como retribución, tiene un término fijado por la gravedad de la falta cometida, en
tanto que la medida se aplica a las potencialidades del sujeto y no ya al acto: cesará sólo cuando
se crea que las condiciones que lo hicieron peligroso desaparezcan, o sea, se transforma en una
condena por tiempo indeterminado, una pena sin delito. (Extraído de Álvarez, Varela, Greif “El
perito psicólogo en el campo penal”).
Lola Aniyar de Castro24 diferencia dentro del Sistema Penal el Sist Penal Aparente y el Sist. Penal
subterráneo, en referencia a cómo operan tanto a nivel de la criminalización de las conductas como
de los individuos. Mientras el derecho se presenta igual para todos, la desprotección institucional
de los derechos sociales –ya que éstos no son garantizados como sí lo son los derechos
individuales- determinará que esto sea falso: no hay derecho igual para hombres desiguales.
El Sistema Subterráneo operaría en los diferentes niveles del sistema social. Es decir, tanto en los
mecanismos de control formal como en los informales. Como todo control social, va a desembocar
en los procesos de criminalización.
24
Criminología de la Liberación. Cap 5. a partir de pág 95.
Mientras en el Sist. Penal Aparente lo que es “malo” está expresamente formulado en los códigos a
través de las incriminaciones, es el Sist. Subterráneo el que decretará lo que es “bueno”, quienes
son los buenos del sistema social. Así se encuentra una no-criminalización de conductas de grave
daño y costo social que son características de las clases hegemónicas. El Sist. Penal Aparente
criminaliza prioritariamente conductas que son más fácilmente ubicables en el ámbito de las clases
subalternas.
En el Sistema Aparente la criminalización de individuos se produce por efecto de la condena
formal. En el Subterráneo existe una criminalización primaria que se ejerce a través del estereotipo
del delincuente como perteneciente a la clase baja.
Otra forma de criminalizar subterráneamente es el mantenimiento de la marginalidad social, la cual
priva a grandes mases de su parcela de derechos humanos individuales y sociales, a la vez que
motiva conductas discordantes con mínimas posibilidades de defensa procesal efectiva. En el
sistema aparente las cosas se resuelven afirmando el principio de igualdad ante la ley.
El derecho a la defensa pregonado por el sistema aparente, se hace nulo cuando las defensorías
públicas de presos pobres están sobrecargadas de casos.
Zaffaroni25 hace una distinción entre pena y sanción. Dice que le corresponde al poder político
decidir qué conductas somete a pena y cuales no, en el marco del ejercicio de poder que ejerce el
sistema penal.
Si el sistema penal es un hecho de poder, la pena no puede pretender racionalidad, es decir, no
puede manifestarse más que como ejercicio de ese poder. Lo que distingue a la pena de las
restantes sanciones jurídicas es la irracionalidad de la primera, esto es, la incapacidad para
resolver conflictos. Toda sanción jurídica o que no encaje dentro de los modelos de solución de
conflictos es una pena. En cambio, las sanciones son todas aquellas privaciones de algún bien o
derecho que sirva para la reparación, para la nulidad de los actos o para interrumpir un proceso
lesivo en curso. Estas corresponden a un ejercicio racional del poder, pese a que no siempre sea
satisfactorio su funcionamiento.
El modelo penal no es un modelo de solución de conflictos, empezando porque saca de escena a
la víctima. Su principal función es disolver los vínculos comunitarios.
25
Zaffaroni. “En busca de las penas perdidas”. Cap 5. pag. 164-165.
Sistema Penitenciario: como se dijo anteriormente es uno de los subsistemas del sistema penal.
Elías Carranza, al respecto señala que el principal problema que presentan las cárceles es la
sobrepoblación: exceso de personas privadas de la libertad por sobre la capacidad de alojamiento
oficialmente prevista. Dicha sobrepoblación se mide por medio de la densidad carcelaria por cien
plazas. Obviamente la densidad carcelaria real suele ser mayor que la que figura en las cifras
oficiales, en las cuales no se suele incluir los detenidos en comisarías.
Sobrepoblación o hacinamiento significa que hay más de una persona donde hay lugar sólo para
una, lo que implica una pena cruel, inhumana y degradante, como lo establece la Convención
contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.
Esta situación hace que el sistema penitenciario no pueda cumplir con sus funciones básicas y que
algunas de ellas se releguen, por su imposibilidad de ser llevadas a cabo. En esta situación de
hacinamiento y de privación de la libertad en sí, se violan varios de los derechos fundamentales del
sujeto.
El desafío frente al problema de la sobrepoblación es revertir la aceleración del encierro. Pero para
esto no basta sólo actuar sobre el sistema penitenciario, sino que es necesario una política integral
que incluya a todo el sistema penal.
El autor considera que e crecimiento de la población penitenciaria está más vinculado a un mayor
uso de la presión que ha un crecimiento demográfico ( y aquí hay que tener también en cuenta el
uso que se hace de la prisión preventiva como pena).
Se señalan 3 objetivos que deben considerar los responsables en materia de política criminal:
· Evitar que ingresen a la justicia penal, o desviar de ella, los casos que no deberían ser motivo de
dicha respuesta.
· Introducir en las legislaciones, y hacer efectivas, múltiples alternativas a la prisión preventiva y a
la pena de prisión, reservando la cárcel sólo para los delitos violentos y para los que causan grave
daño social o personal.
· Lograr que las personas privadas de la libertad lo estén en las condiciones de respeto a sus
derechos fundamentales.
Se debe plantear acciones en 3 niveles: político, a nivel penitenciario, y en cada unidad:
-Nivel político: el problema no se resuelve construyendo o ampliando las unidades penitenciarias.
Cualquiera de las dos opciones es económicamente inviable. Una respuesta sensata es que se
debe encerrar sólo el número de personas para las que se tiene capacidad.
Critica el tamaño de las prisiones, que se construyan mega complejos, puesto que esto dificulta la
dimensión humana, los vínculos.
Respecto de la distribución geográfica señala que no es conveniente construir las cárceles alejadas
de los centros urbanos, puesto que esto dificulta el acceso a los circuitos judiciales, y aleja a los
sujetos de los lugares de residencia de los familiares y allegados.
Respecto de las características de las prisiones, existe la tendencia a construir cárceles de alta
seguridad. Carranza considera que no se debe transformar todo el sistema penitenciario en
cárceles de alta seguridad, sino que existan las necesarias de acuerdo al número de personas que
necesiten este tipo de tratamiento.
Y por otro lado es imprescindible reducir el número de presos, esto se debe hacer modificando las
leyes penales, procesales y de ejecución de las acciones.
-Nivel de las direcciones de los sistemas penitenciarios: se deben asignar mayores recursos frente
a la población creciente. Es importante que se produzca la clasificación de los presos. Se deben
respetar las condiciones de salud, que el hacinamiento tiende a deteriorar. Debe existir una relación
numérica adecuada entre los presos y el personal.
-Nivel de cada unidad penitenciaria: La clasificación es muy importante, pero en condiciones de
hacinamiento esto es muy difícil. Por lo tanto, lo que se puede hacer es tratar de evitar o reducir la
violencia entre las personas privadas de la libertad.