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ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA: el acto de administrar justicia no ha sido siempre el mismo, se

pueden diferenciar diferentes momentos históricos, donde su eje principal puede ser pesquisar cuál
ha sido el destino del “Foro”, dispositivo que en los inicios de las comunidades primigenias se
puede pensar como la primera actitud forense.
1. Modelo Hordálico: los grupos humanos nómades utilizaban el foro para resolver sus conflictos.
En este dispositivo de forma circular tenían plena participación todos los integrantes de la
comunidad, los cuales debatían, escuchaban todas las voces, inclusive la del causante del daño. El
acto de juzgar le cabe a una persona que llevará adelante la sanción o no del acusado. El que
juzga escucha, escucha a las partes, y siente en sí el resonar de las palabras. El foro implica una
acción pública.
2. Modelo Romano: a partir de la sedentarización de las poblaciones el dispositivo del foro rompe
su circularidad, pasa de ser público a ser privado, es decir, a estar en manos de unos pocos, ya
que el forum romano no era integrado por todas las personas, sino por los que integraban la
categoría de pater familiae. Ahora ya no importa la víctima y su resarcimiento, importa si el infractor
lesiona el orden establecido. Lo único que queda público es la sanción; la comunidad participa
observando.
3. Modelo Inquisitorial: (1.300-1.700) La iglesia de ser cristiana pasa a ser católica, apostólica y
romana. La iglesia incorpora al acto de administrar justicia la confesión -acto privado por
excelencia- que se logra esencialmente por el maltrato corporal.
“Proceso inquisitorial”: proceso cruel que de algún modo tendía a obtener en forma privada la
declaración de la culpabilidad.
4. Modelo de la ciencia: en el contexto de la Revolución Francesa y
Norteamericana. Aparece la ciencia jurídica, y con ella el acto jurídico se transforma en escrito. La
sanción implica que se infringió la ley, la víctima no importa (ej: debe aceptar que le robaron, que le
mataron a alguien que quería). Nace la figura del experto. La ciencia como control social.
5. Vuelta al modelo participativo: desde el paradigma de los derechos humanos, donde los
juicios sean orales y abiertos a la comunidad.

BUROCRATIZACIÓN: es un concepto de Zaffaroni. el proceso de entrenamiento al que se somete


a los agentes y operadores de las agencias judiciales (jueces) es deteriorante de la identidad y se
lleva a cabo mediante la internalización de signos de falso poder –placas especiales,
solemnidades, saludos militarizados-.

CAPACIDAD vs INCAPACIDAD (Insanía): Kraut. Hay que señalar que se está en el campo del
Derecho Civil, y su relación con la S.M. Para el Código Civil argentino la capacidad se refiere a la
posibilidad de que las personas estén o no habilitadas para gozar de derechos y para contraer
obligaciones. Sólo la capacidad se puede restringir en los casos de falta de madurez o
imposibilidad de ejercer por sí mismo sus derechos. Cuando la incapacidad es declarada, las
personas carecen totalmente de aptitud para ejercer por sí mismos sus derechos (Incapaces
absolutos). En estos casos se declara un representante jurídico.
El autor repara sobre dos cuestiones: la primera consiste en que en la ley vigente, o se es capaz o
se es incapaz, no hay puntos intermedios, que son en los que se podrían ubicar a la mayoría de los
pacientes con dolencias mentales. Va a proponer que los jueces establezcan gradaciones de
insanía. Y la otra cuestión es que una enfermedad mental no tiene que conducir necesariamente a
la incapacidad. Para declarar incapaz a alguien se tiene que comprobar que la enfermedad mental,
además de estar presente, tiene incidencia en la vida cotidiana de la persona, tanto en lo personal
como en lo social. Kraut propone diferenciar Incapacidad de Inhabilitación, declarando esta
última en los casos en que no se puede comprobar demencia –pero existe una disminución de sus
facultades que puede resultar dañosa para su persona o patrimonio, o para terceros- y la persona
está en condiciones de conservar su capacidad, aunque con ciertas limitaciones. Pero también
necesita ser tutelado. En cambio, la incapacidad se va a declarar sólo en los casos en que la
persona ya no puede ejercer por sí mismo sus deberes y derechos civiles por causa de una
enfermedad mental. En este caso se realiza una curatela.
Toda persona tiene derecho a mantener su capacidad jurídica en la medida de lo posible y en tanto
sea conveniente para sus intereses como paciente. La internación institucional no siempre es
causa suficiente para intentar limitar la capacidad legal.
Para que una persona sea declarada insana o demente se da un proceso, que comienza con una
denuncia, investigación médico-forense sobre su salud, y la posibilidad de establecer alguna
medida cautelar, como puede ser el encierro, en caso de que se lo considere peligroso para sí
mismo o para terceros. En este proceso se lo puede llegar a inhabilitar para disponer de sus bienes
(pero esto no es la inhabilitación propiamente dicha). Si la demencia no se comprueba no se lo
declara insano, sino inhabilitado.
Se entiende por interdicción la prohibición genérica de obrar que emana de la incapacidad general
declarada. Para declarar la incapacidad, como se dijo, no basta con la presencia de una patología
mental. Los requisitos para la interdicción son: gravedad de la patología, que sea habitual y actual,
y que se encuentre en el momento de declararse la demencia.
CASTIGO/SANCIÓN: Según Beristain y Neuman se puede situar una diferencia entre castigo y
sanción. Castigar significa causar un daño a otro con la única o principal finalidad de que quien
castiga sienta un desahogo o satisfacción que le compense del mal que se supone le produjo el
castigado. Nunca produce resultados provechosos. En cambio, sancionar mira al provecho del otro,
del delincuente y de la comunidad. A veces puede producir resultados provechosos otras veces no.
Los jueces deben sancionar por obligación.
CLÍNICA DE LA VULNERABILIDAD: su objetivo es reducir la vulnerabilidad psicosocial. La misma
propicia un modelo democrático y participativo, a partir del derecho a la palabra y al derecho al
disenso.
Está basada en una gestión comunitaria de seguridad, es decir, que se promueve la resolución de
conflictos hacia el interior de la comunidad, y de maneras menos violentas.
La noción de sujeto que sostiene es el ser humano socio-biopsicológicamente determinado.
Los dos principios teóricos que guían la práctica son el de la intervención mínima1 y el
cumplimiento de los derechos humanos. Y los ejes metodológicos serán la grupalidad y la
interdisciplinariedad.
Es un modelo de atención interdisciplinaria de restitución de derechos, recurriendo a estrategias de
intervención alternativas al Control Social Institucional Punitivo-represivo, desde una estrategia de
contención comunitaria que procura reconstruir redes vinculares y grupales que protejan al sujeto
del riesgo social o de entrar en conflicto con la ley.
(Extraído de textos de autores de la cátedra).
Parte del supuesto de que no existe peligrosidad en las personas si antes no han sido vulnerables.
También se incorpora como sujeto de atención al agente de control, pues producto de su función,
también está en riesgo psicosocial (rigidez, burocratización, desvalorización de su propio rol, etc).
Desde esta clínica no se desestima el control social, puesto que éste es necesario. Lo que se
critica es un control social punitivo-represivo, y es por eso que se apunta a crear formas de control
social alternativas. Esta última se asienta en las nuevas prescripciones de la Constitución Nacional,
y da respuestas a la criminalidad y conflictividad reales.

CONTROL SOCIAL: medidas tendientes al mantenimiento y reproducción del orden


socioeconómico y político establecido (Lola Aniyar de Castro). La Criminología Tradicional se ocupa
de legitimar el control social.
El principio de Intervención mínima deriva de la consideración de que, cada vez que el nivel
de intervención se afloja, se reduce el Riesgo Social del sujeto a entrar en conflicto,
disminuyendo, en consecuencia, el riesgo de daño psíquico. Cuando el tratamiento o la
atención son más violentos o necesitan más coerción, más vulnerable se vuelve su usuario.
(extraído del texto ¿Es necesario Encerrar? Dominguez-Di Nella)
Es un conjunto de sistemas normativos –religión, ética, costumbres, usos, terapéutica, derecho-
cuyos portadores, a través de procesos selectivos –estereotipia y criminalización- y mediante
estrategias de socialización –primaria o secundaria- establecen una red de contenciones que
garantizan la fidelidad o el sometimiento de las masas a los valores del sistema de dominación.
( Aniyar de Castro).
La función del control social es reproductiva. (Lola Aniyar de Castro).
Hay que tener en cuanta el valor modelador y constitutivo del control social en la construcción de la
subjetividad.
Respecto al control social se puede decir que hay instituciones o dispositivos de control social
Formales e Informales:
· Formal: su función es la de brindar seguridad y administrar justicia ante la transgresión. Sólo
interviene cuando el control social informal no ha funcionado.
· Informal: interviene sobre las ideas, moldeando conductas y formas de comportamiento, sobre
todo en el proceso de socialización. Sus principales agencias son la familia, el sistema educativo
formal, los medios de comunicación y los sistemas institucionalizados de creencias.
Se genera en dos modalidades:
· Interno: las normativas a ser internalizadas por el sujeto, generación o no de la capacidad de
autocontrol.
· Externo: producido por el control social formal e informal, compeliendo a las personas a regular su
conducta de acuerdo a las pautas previamente fijadas. El sujeto lo vivencia como una imposición
que no tiene relación con los esquemas que el sujeto posee previamente.
La familia, desde el marco teórico de la cátedra, y también tomando a autores como Foucault, es
una institución de control social informal. (ver definición de familia).
Para Foucault la familia está vinculada a lo que llama sociedades disciplinarias, puesto que es
encargada de componer la disciplina, que será uno de los efectos del poder que cada sujeto
producirá y reproducirá en la sociedad. La familia tiene que operar adaptando al hijo a la disciplina
de producción, si no lo hace, entonces se habla de “lo marginal”, es decir, es marginal, queda por
fuera del sistema productivo.
Se podría decir que, así como la familia es fundamental para la constitución y desarrollo del
psiquismo del sujeto, al mismo tiempo es reproductora del orden social, es decir, es un agente de
control social.
La familia es un agente socializante2 por excelencia, produce marcas que serán fundamentales en
el devenir del sujeto, las cuales determinarán su grado de vulnerabilidad tanto física como psíquica.
Agencias socializantes: son aquellas instituciones que intervienen en el proceso de
socialización y van conformando la cosmovisión de los grupos y de la sociedad.
Aunque la familia sea el primer agente socializador, no es menos cierto que el barrio, la
comunidad, la escuela y los medios de comunicación social adquieren cada vez un rol
mucho más activo en el proceso. (Extraído del texto de Di Nella “Ciencia y modelos de
sociedad. Del control social a la vulnerabilidad social. Daño psíquico en la niñez. Factores
de riesgo”. Libro
Saliéndonos un poco de la familia, es necesario decir que la escuela también es una agencia
socializante, aunque no cumple la función que formalmente dice cumplir, es decir, continuar la
socialización primaria que inició la familia. Esto es así porque en realidad transmite valores de las
clases dominantes, y selecciona a los desajustados en relación a esos criterios. Segrega a los
alumnos que no se adaptan a su sistema de evaluación.
Di Nella vincula educación con criminalidad, pues dice que ambas confluyen en una red donde la
carencia o falla de la primera aumenta el riesgo de la caída en la segunda. A menos palabra, más
acto, menos actividad sublimatoria, menos autocontrol.
La escuela es el instrumento por excelencia del control social, ya que funciona de acuerdo a la
adaptación al sistema y no justamente de acuerdo a los derechos de los usuarios. (Extraído del
texto de Di Nella:
“Ciencia y modelos de sociedad. Del control social a la vulnerabilidad social. Daño psíquico en la
niñez. Factores de riesgo”. Libro)
El control social de la pobreza no se restringe a una franja etárea, sino que también hunde sus
raíces en la infancia. El sujeto prototípico del Instituto de Menores es el hijo “en riesgo” del grupo
de crianza marginal. Los institutos fueron creados para el tratamiento de la infancia excluida.
Quienes quedaran por fuera del sistema productivo serán excluidos, y por lo tanto encerrados.

CORRESPONSABILIDAD SOCIAL: implica un compromiso ético de los grupos sociales que han
transformado a un individuo en peligroso.
Nadie nace peligroso. La peligrosidad sólo es posible en las personas que antes han sido
vulnerables. Y esto sólo pudo haber sido así porque se permitió avanzar el proceso de
vulnerabilización. El riesgo de daño a lo pautado por el sistema social es directamente proporcional
al que se ha inflingido en el proceso de criminalización del supuesto peligroso.
Cuando se encuentra con el peligro hay dos cosas por hacer:
-Resarcir a la víctima porque fue parte de un olvido del estado;
-Reconocer al victimario como un sujeto vulnerable (sin que esto opere como
desresponsabilización).
CRIMINOLOGÍA: es imposible cualquier aproximación a la criminología que no centre su atención
en el poder, y también en la estructura general del poder mundial (Zaffaroni) .
Hay diferentes corrientes en criminología que se pueden clasificar según cuestionan o no el poder.
Teniendo en consideración el surgimiento de la Criminología, esta surge con lo que se conoce
como Criminología
Clásica o Tradicional3 que tiene por objeto de estudio al delincuente, el delito y la delincuencia. Ve a
la personalidad del delincuente como patológica.
3
Surge de la Escuela Clásica de Derecho Penal –no de la Escuela Positivista-, la cual no se
interesa en la singularidad del delincuente. Se ocupa de poner precio a la conducta delictiva,
es decir, a menor libertad, mayor la gravedad del hecho cometido. Produjo la legitimación
del poder a través del cumplimiento de las estructuras jurídicas, las cuales, en sí mismas
garantizaban los intereses de la burguesía emergente. Con la Escuela Positivista la
Criminología es alimentada de nuevas técnicas de las ciencias naturales, el laboratorio, etc,
que actúan es pos de reproducir el orden social establecido, por ejemplo a través de la
creación del estereotipo del delincuente de clase baja. Este estereotipo es transmitido por
un conjunto de instituciones a través de las “teorías del sentido común”, que inclusive la
misma ciencia transmite.
La Criminología Positivista usa conceptos tales como reinserción, rehabilitación como
instrumento de dominación ideológico, ya que da por supuesto que los valores y normas a
los que el delincuente se debe adaptar son incuestionables. (Lola Aniyar de Castro).
Aquí la pena surge como consecuencia natural del delito.
En oposición a esta postura surge lo que se llama la Escuela interaccionista que incluye la
selección que se ejerce al dictaminar lo que se considera o no delito, y quién es delincuente y quien
no, es decir, se incluye el etiquetamiento como modo de generación de delincuencia.
Pero la insuficiencia de esta postura radica en que no llega a ejercer una crítica al control social,
transformándose en un instrumento más de legitimación del mismo. Por último, surgirá la Teoría
Crítica del Control Social (Aniyar de Castro) la cual introduce una crítica al control social imperante.
La Criminología ha incidido en la creación de estereotipos, actitudes y valores, por lo tanto, se
puede decir que formaría parte de los procesos de “socialización primaria” que son los procesos
que conformas las actitudes y los valores, que establecen condicionamiento para la conformidad
con los patrones dominantes. Es decir, la Criminología es control social. (Aniyar de Castro).
La postura que toma el autor (Zaffaroni) es la de la criminología crítica, la cual extiende su ámbito
de incumbencia al sistema penal, poniendo de manifiesto su funcionamiento selectivo, el
clasicismo, el racismo y sus fines irracionales en cuanto a los fines que le otorga el discurso
jurídico, y su íntima conexión con el poder. El sistema penal es una de las formas de control social.
Zaffaroni define a la criminología como “el saber –conjunto de conocimientos- que nos permite
explicar cómo operan los controles sociales punitivos de nuestro margen periférico, qué conductas
y qué actitudes promueven, qué efectos provocan y cómo se los encubre en cuanto ello sea
necesario o útil para proyectar alternativas a las soluciones punitivas alternativas menos violentas
que las existentes y más adecuadas al progreso social”.
El autor considera que no tiene sentido diferenciar entre criminología y política criminal, pues ésta
última ya no puede ser definida como la política estatal de lucha contra el crimen, sino que pasaría
a ser la ideología política que orienta al control social punitivo.
El se centra en la criminología clínica, a la cual le atribuye la función de ayudar a las personas
criminalizadas a reducir sus niveles de vulnerabilidad al sistema penal. Prefiere reemplazar el
nombre de criminología clínica por el de clínica de la vulnerabilidad, pues se invierte el planteo
etiológico, pasando de lo “bio-psico-social” a lo “sociopsico-biológico”, donde la preocupación es la
etiología de la vulnerabilidad, no de la conducta criminal.
El autor plantea que la criminología clínica debe ampliar su campo hacia la clínica de la policización
y de la burocratización, dirigida a la reversión de los efectos deteriorantes que los mecanismos
reproductores del sistema penal crean sobre sus propios segmentos institucionalizados.
Considera que la función de la Criminología en Latinoamérica es ser reductor de la violencia
estructural, abriendo otras vías de solución de conflictos no violentas o menos violentas.

CRIMINALIZACIÓN: Zaffaroni realiza las principales conceptualizaciones. Considera que nuestros


sistemas penales reproducen su clientela mediante un proceso de selección y condicionamiento
criminalizante, el cual se orienta por estereotipos que son proporcionados por los medios masivos
de comunicación.
Las agencias del sistema penal seleccionan conforme a esos estereotipos y les asignan y exigen
esos comportamientos, los tratan como si se comportasen de esa manera y los miran, hasta que se
obtiene finalmente la respuesta adecuada al rol asignado (los tratan “como si fuesen” hasta que
finalmente terminan “siendo”). Cuando la persona asume el papel que las agencias penales le
requieren, se convierte en un importante contribuyente al sostenimiento del sistema penal. El
estereotipo se nutre con los caracteres generales de los sectores mayoritariamente desposeídos,
pero la selección es, más o menos arbitraria.
El simple contacto con el sistema penal conlleva en las personas carenciadas una gran carga
estigmática.
Se considera que la detención es el primer paso del proceso de criminalización. Este proceso es de
doble vía: por un lado, queda estigmatizado como infractor ante el sistema de control social, aún
cuando no lo sea, y por el otro, simultáneamente va desarrollando su autoimagen como infractor o
como desviado social. (Extraído del texto
¿Es necesario encerrar?).
Zaffaroni se pregunta por la responsabilidad en la criminalización, y señala que la responsable de
que se deje avanzar o no el proceso de criminalización, que ya está iniciado es la agencia judicial.
Pero es cierto que la agencia judicial tiene un poder limitado, puesto que el máximo poder se
observa en las agencias policiales que son las que llevan a cabo el proceso de selección y
criminalización. Pero lo que sí puede hacer la agencia judicial es disminuir la violencia selectiva.
Zaffaroni señala que cuando una persona se coloca en situación de vulnerabilidad es cuando el
sistema penal la selecciona. Es el grado de vulnerabilidad al sistema penal lo que decídmela
selección y no la comisión del injusto, porque hay muchos injustos penales que dejan indiferente al
sistema penal.
Teniendo en consideración lo anterior, el autor va a proponer el concepto “culpabilidad por
vulnerabilidad”. Este concepto es útil para pensar las medidas que se llevarán a cabo sobre una
persona que comete un ilícito. Implica tener en consideración el grado de esfuerzo que una
persona realiza para colocarse en situación de vulnerabilidad –riesgo de selección del sistema, que
puede ser tanto por: posición o estado de vulnerabilidad o por el esfuerzo personal de
vulnerabilidad-.
(Se podría suponer que en las poblaciones más carentes no se realiza ningún esfuerzo para
colocarse en situación de vulnerabilidad). Cuando mayor sea el esfuerzo más el cabrá al sistema
penal intervenir.
Corach en uno de sus textos dice que el proceso de criminalización no se puede separar de la
pregunta qué es lo que produce un delincuente. Es un proceso dialéctico entre el orden social y las
personas. Hay que preguntarse qué tipo de construcción de subjetividad es necesaria para que
alguien se posicione en la sociedad y actúe como un criminal.
Y además, considera que es un proceso esencialmente subjetivo. Y en este sentido hay que
diferenciar 3 dimensiones:
· Dimensión subjetiva: la normativa por sí sola no alcanza para que el sujeto la tome como
parámetro. Hay que ver qué tipo de construcción de subjetividad conlleva que un sujeto se ubique
en el lugar de delincuente, o que lo ubiquen ahí.
· Dimensión vincular grupal: cómo el grupo no logra preservarlo del ingreso en prácticas infractoras,
o bien, cómo lo han inscripto en ellas. Aquí hay que considerar tanto al grupo de crianza como al
grupo de pertenencia.
· Dimensión comunitaria: la inserción comunitaria del sujeto coadyuva a ubicarlo en el rol en el que
luego se lo incluye o excluye. Es necesario el respaldo de la comunidad en la que el sujeto vive.

Rol del psico en el campo de la criminalización:


Considerando todo lo anteriormente mencionado, que va dando pistas de por dónde va el trabajo
del psicólogo en este campo, Corach precisa
2 herramientas:
· Historización del proceso de criminalización del sujeto: cuales fueron las condiciones que llevaron
a la producción del delito, para poder contribuir a que el sujeto pueda reincluirse socialmente,
haciéndose cargo de su falta y integrando la trama social que ha violentado con su accionar.
· Trabajo clínico: no en el sentido de abordaje del sujeto de la demanda, sino abordar las causas
subjetivas que producen o coproducen ese proceso de criminalización. Para esto se requiere un
abordaje interdisciplinario.
En definitiva, lo que la psicología tiene que hacer es poner en el centro de la escena al sujeto del
fenómeno criminal.
Ampliar con la pág. 220 del cap. 6 de Zaffaroni, En busca de las penas perdidas.

DAÑO PSÍQUICO vs DAÑO MORAL/DAÑO PSICOLÓGICO: Este concepto es de importancia en


el marco de uno de los ámbitos de ejercicio profesional del psicólogo, como puede ser en los
diferentes fueros, donde puede oficiar de perito.
El concepto de daño psíquico se vuelve de importancia en el ámbito del Derecho Civil (sujetos
demandan resarcimiento por daños y perjuicios, accidentes de tránsito) y Laboral consecuencias
de accidentes de trabajo, o enfermedades laborales).
Solía ocurrir que en los juicios resarcitorios se tenían en cuenta los aspectos físicos y las
consecuencias de las lesiones causadas a nivel orgánico, restándole importancia a las
consecuencias psicológicas del sujeto perjudicado.
En primer lugar, es importante diferenciar el concepto de daño psíquico del de daño moral. El daño
psíquico se da a nivel inconsciente, pero trae consecuencias en la manifestación conductual y en
toda la estructura del sujeto, con importantes repercusiones en la esfera afectiva y en la
interrelación con el medio. En cambio, el daño moral tiene más que ver con una actitud consciente
del sujeto y que implica percepción personal del perjuicio y sufrimiento.
El daño psíquico es la resultante que desencadena las alteraciones en los distintos grados en que
se manifiesten, y que obedece a una causa inesperada y ajena al sujeto. Debe ser pensado desde
una visión estructural y dinámica de la personalidad.
Se lo puede entender como el perjuicio ocasionado a consecuencia de un evento inesperado y no
previsible por el sujeto comprometido en él, y que le ocasiona determinado grado de perturbación y
altera tanto su forma de relacionarse con el afuera, como las esferas afectiva, volitiva, trastornos
del pensamiento.
El acontecimiento es vivido como un ataque que desborda la capacidad de tolerancia del sujeto, y
se instaura en el inconsciente por su intensidad y la incapacidad del sujeto para responder a él.
Aporta en poco tiempo, un aumento grande de excitación a la vida psíquica, que hace fracasar su
elaboración y liquidación por los medios normales o habituales.
De acuerdo a las condiciones en que se encuentren los umbrales de tolerancia de los individuos,
van a ser las consecuencias que el hecho pueda ocasionar en la psique.
Otra diferencia que se sitúa entre daño psíquico y daño moral es que el segundo no exige la
comprobación, la prueba, basta con la declaración del sujeto que se siente dañado en su honor o
su persona para que se declare daño moral. Se podría decir que es una categoría más subjetiva.
En cambio, el daño psíquico si necesita ser comprobado por peritos.
Otra discusión que gira en torno al daño psíquico es si es reversible o irreversible. Se suele pensar
que es reversible, y que con un tratamiento psicoterapéutico se puede elaborar. Pero los autores
leídos sostienen que es irreversible, puesto que se instaura un trauma a nivel inconsciente, que el
sujeto está en imposibilidad de modificar, cambiar o revertir, sin ayuda profesional. Hasta que este
trauma no sea elaborado perduran las consecuencias de dicho hecho.
Dentro de la especialidad forense, el psicólogo tiene la responsabilidad de conceptualizar la
profundidad y el alcance de los daños o secuelas sufridas por un sujeto en circunstancias
particulares. Para delimitar el alcance del daño se suelen presentar controversias respecto del
estado psíquico previo del sujeto. Aquí es necesario aclara que la causal pudo haber actuado
también como desencadenante de una patología que se hallaba compensada por el sistema
defensivo del sujeto, sin que la misma hubiera aparecido a no ser por el factor imprevisto.
En los casos de personas en las que existía un estado premórbido, el daño psíquico se considera
agravante de ese estado previo, por lo tanto, se habla de concausa –reunión de dos o más causas
en la producción de un estado mórbido: la propia del daño y la que haya emanado de aquella
predisposición o complicación-. En virtud del principio de concausa, no es necesario que el
accidente sea exclusivamente el causal total de las secuelas, vaya que haya intervenido, para que
las consecuencias graves del mismo hayan obrado desencadenando, agravando o acelerado un
estado preexistente.
Y por último, otra discusión se presenta en torno a delimitar el monto económico del daño, lo cual
para la disciplina psicológica resulta muy difícil, puesto que estamos hablando de daños psíquicos.
Para los daños físicos, por ejemplo, existen baremos que establecen correlaciones entre
determinadas lesiones y un precio prefijado.
Lo que el profesional tiene que considerar es el tiempo que le puede llevar al sujeto sometido a
tratamiento la recuperación, y la valoración de las imposibilidades a nivel laboral mientras duren las
secuelas del daño. . (Extraído de Álvarez, Varela, Greif “Daño psíquico”).
Corach-Wulfsohn-Di Nella5 se ocupan de ver cómo opera el concepto de daño en los dispositivos
de administración de justicia. Y van a diferenciar daño psíquico de daño psicológico.
La primera consideración que realizan es que el concepto de daño no es psicológico, sino que
corresponde al campo del Derecho. Figura en el art. 10686 del Código Civil. Se utiliza este artículo,
que habla de daño en general, porque no está codificado el daño psíquico o psicológico.
Se plantea que la cuantificación del daño en porcentajes es un artificio para la disciplina
psicológica, y está más vinculada con el resarcimiento a la víctima que con la reparación
psicológica del daño.
Como la acción indemnizatoria requiere la prueba de la existencia real y concreta de los daños, es
menester que esto sea acreditado mediante la participación de la función pericial. El perito deberá
determinar si el perjuicio es cierto, real y efectivo. Pero además se le requerirá establecer un monto
que permita a la autoridad judicial calcular el resarcimiento.
Aquí se observa cómo la reparación queda reducida a cantidades de dinero asignadas al
damnificado.
Corach-Wulfsohn-Di Nella. “Aportaciones de la psicología para una delimitación del
concepto de daño psíquico (distinción entre daño psíquico y daño psicológico)”. Libro
cátedra.
“Habrá daño siempre que se causare a otro algún perjuicio susceptible de apreciación
pecuniaria, o directamente en las cosas de su dominio o posesión, o indirectamente por el
mal hecho a su persona o a sus derechos o facultades”.
Lo que se propone es delimitar cualitativamente la gravedad del daño en la subjetividad de la
víctima, en base al impacto que ha producido el hecho en el aparato psíquico.
Los autores critican los 3 criterios que se suelen señalar como necesarios para que se declare
daño psíquico, y que según ellos, está vinculado al pensamiento tradicional de occidente: 1) la
existencia de una perturbación (consideran que aquí se reduce el daño a la enfermedad, porque
alguien puede presentar sufrimiento psíquico sin estar mentalmente perturbado. Se vuelve a
revictimizar a la víctima puesto que se impone el estigma de la enfermedad); 2) el establecimiento
de un nexo causal lineal entre el hecho inesperado y los efectos en la persona; 3) la pérdida o la
reducción en la autonomía o el autovalimiento de la persona en su vida cotidiana.
Consideran que existe daño psicológico siempre que se hable de un atravesamiento del sujeto
por una crisis, por una alteración circunstancial de la normalidad cotidiana. La dimensión del sujeto
sufriente aparece en el centro de la escena. La crisis representa sólo un obstáculo a ser superado y
la recuperación de la persona depende, entre otras cosas, de que no se la aísle de su comunidad y
que el tratamiento a implementarse sea el adecuado.
Su definición es: “afectaciones, heridas, que producen una conmoción en el aparato psíquico pero
sin paralizarlo, colapsarlo, es decir, cuando el sujeto logra responder, inscribir en su funcionamiento
esto traumático y acciona, reacciona, se defiende”. Del resultado de dicha defensa se desprenden
dos tipos de daño psicológico:
· Leve: producción de sufrimientos (mínimas cargas de ansiedad o angustia, miedo, dificultad con
el sueño) con carga de afectos tramitables.
· Severo: producción de síntomas como fracaso de la defensa frente a la necesidad de tramitación.
En cambio, se hablará de daño psíquico en las situaciones en que lo anterior no es posible. Estas
son situaciones en las que el efecto de haber atravesado por determinada situación crítica, tendrá
la carga de lo irrecuperable, sin elaboración que permita reestablecer el orden interno ya perdido.
Aquí se hablará de trauma. Las situaciones traumáticas no permiten la elaboración a través de un
adecuado tratamiento de lo vivido, y dejan al sujeto una marca imborrable. Se ha producido una
modificación irreversible en el funcionamiento previo del aparato psíquico.
El daño psíquico se puede presentar como compulsión a la repetición (emerge un producto como
intento fallido de elaborar un sucedo traumático). Pero otra alternativa, más grave, consiste en que
se destruye la misma posibilidad de la defensa, el aparato se desestructura, predomina la escisión.

Daño en el Derecho Civil:


Daray:
(Hay que tener en cuenta que es médico, Argentino. Y que usa el concepto de daño psicológico en
equivalencia a lo que en la cátedra se llama daño psíquico. No diferencia lo psíquico de lo psico.
Sólo lo psicológico de lo moral).
-Plantea que desde una perspectiva objetiva, se suele hablar d daño como: menoscabo que, a
consecuencia de un acaecimiento o evento determinado, sufre una persona, ya en sus bienes
vitales, ya en su propiedad, ya en su patrimonio.
-Para que se obtenga la indemnización el reclamo tiene que ser personal del dañado.
-En el campo de la responsabilidad civil, esta noción implica que hay un sujeto a quien la ley le
atribuye el deber de resarcir dicho daño. El Código Civil en el art. 1068 dice: “Habrá daño siempre
que se causare a otro algún perjuicio susceptible de apreciación pecuniaria, o directamente en las
cosas de su dominio o posesión, o indirectamente por el mal hecho a su persona o a sus derechos
o facultades”.
Para que exista responsabilidad civil es necesario que:
· el acto sea ilícito,
· que sea imputable subjetivamente al agente,
· que haya culpabilidad,
· que exista un daño patrimonial o moral,
· que medie un nexo de causalidad adecuado entre el hecho ilícito y el daño (una relación entre el
acto y sus consecuencias).
Pueden darse diferentes tipos de reparación de acuerdo al daño de que se trate. En el caso de
daño patrimonial: “reparación natural”, que consiste en la reparación o reintegración de lo dañado;
“reparación por equivalente”, es decir, la indemnización que compensa o resarce el menoscabo. En
el caso de daño moral, no hay unanimidad de opiniones entre los autores.
Desde la perspectiva jurídica se puede entender el daño psicológico como: “perturbación
transitoria o permanente del equilibrio espiritual preexistente, de carácter patológico, producida por
hecho ilícito, que genera en quien la padece la posibilidad de reclamar una indemnización por tal
concepto a quien la haya ocasionado o deba responder por ella”.
El bien jurídico protegido es el “equilibrio espiritual”.
-Hay que tener en cuenta que la denominación daño psicológico no está expresamente incluida en
ningún texto de la legislación civil vigente.
Por eso se recurre al art. 1068.
-Daray diferencia daño psicológico de agravio moral, y considera que el punto que tienen en común
es que los dos constituyen una perturbación del equilibrio espiritual. La diferencia la sitúa en que,
en el caso de daño psicológico la perturbación asume el carácter de patología, y por lo tanto, se va
a requerir el auxilio de las disciplinas de salud mental. En cambio, esto no sucedería en el agravio
moral.
-Dentro del Derecho existen rubros que pueden indemnizarse, entre los que se encuentran: pérdida
de objetos; gastos; lucro cesante; valor vida; incapacidad sobreviniente; lesión estética; daño
psicológico; agravio moral.
-Para Marianetti tanto en el daño moral como en el psicológico está afectado el equilibrio espiritual.
En el daño psico. ese daño debe llegar a producir patología, en cambio, en el moral se hace
referencia a dolores, padecimientos, angustias. No es necesario llegar a probar el daño moral –su
determinación es difícil, por su naturaleza particular y relacionado con vivencias subjetivas- y sí el
psíquico.
Diferencia daño y lesión. En la lesión a una afección en una determinada esfera de la integridad
psicofísica en la persona. La lesión sería la causa del daño. El daño se refiere a las consecuencias
o efectos dañosos de la lesión. Entonces, si existe daño psíquico, siempre producirá daño moral.

DELITO: para que una acción sea entendida como delito tienen que existir 4 elementos: una
conducta, típica, antijurídica y culpable. En la medida de que uno de estos cuatro términos no se
encuentre, no existiría el delito. Por ejemplo, la inimputabilidad está eliminando el cuarto término,
es decir, la culpa.
Cada uno de estos elementos tiene otro que se le opone y lo elimina, haciendo desaparecer la
conducta delictiva: a la conducta la falta de ella, a lo típico lo atípico, a la antijuricidad las causas de
justificación, y a la culpa la inimputabilidad. (Extraído de Álvarez, Varela, Greif “El perito psicólogo
en el campo penal”).
Zaffaroni diferencia el delito –conducta conflictiva que da lugar a una decisión criminalizante
afirmativa de la agencia judicial, que decide no interrumpir la criminalización en curso- de teoría del
delito. Define a la teoría como el conjunto de requisitos -conducta definida previamente como ilícita
en un código, que violenta el orden jurídico, y de la cual el sujeto es pausible de ser
responsabilizado-que deben darse para que la agencia judicial no suspenda el ejercicio de poder
del resto del sistema.
Plantea que el delito como tal no existe, en tanto que ópticamente sólo existen conflictos
arbitrariamente seleccionados.
La acción, conducta es el requisito elementan, y la antijuricidad y tipicidad son requisitos mínimos.
Entre ambos se constituye lo que se llama el “injusto penal”.

DERECHOS HUMANOS: Los derechos humanos son aquellos pertenecientes a todos los seres
humanos por el mero hecho de serlo, en tanto atributos inherentes a la dignidad humana con
protección jurídica.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, fue aprobada en 1948 por todos los Estados
miembros que integran la Organización de Naciones Unidas. Al principio esta no tenía carácter
obligatorio, pero poco a poco lo fue adquiriendo.
La cátedra entiende al ser humano como integral, como una persona concreta que
estructura singularmente su experiencia; como un sujeto a la vez producido y productor de
su medio social, multideterminado por una trata de vínculos significativos internos y
externos, expresados y representados a través de dinamismos grupales; emergente en un
contexto histórico que lo enmarca y delimita; portador de una ideología, inscripto en una
cultura, inmerso en sus circunstancias socioeconómicas y políticas, y tendiendo a
organizarse como una totalidad y unidad de integración. PIFATACS. PÁG. 8. (esta definición
figura en el código del colegio de psicólogos).
La declaración encuentra sus condiciones de posibilidad en un contexto histórico y social –
Segunda Guerra Mundial y sus efectos devastadores- , una determinada situación sociopolítica –
consolidación del rol del Estado como la agencia que sostiene las reglas de un orden social que se
reproduce en función de los requerimientos del mercado de consumo, y una determinada
estructura económica –en la cual la acumulación de capitales requiere en la post guerra la
expansión del campo de consumo.
Es la concreción de una síntesis de intentos libertarios surgidos a partir de la dignificación o
reivindicación de grupos o sectores oprimidos o discriminados (vulnerados). Esta declaración es
redactada a partir de una historia previa de acciones donde la humanidad vio peligrar su
supervivencia. (Extraído del texto de P.I.F.A.T.A.C.S).
La finalidad inmediata de la Declaración fue dar respuesta frente a la eliminación física de gran
parte de la población civil, la organización de los aparatos coercitivos clandestinos, etc. Y son
necesarios puesto que el terrorismo de Estado no es algo que ocurrió, sino algo que ocurre en la
actualidad, a través de sus consecuencias.
Lola Aniyar de Castro plantea que en relación a los Derechos Humanos, la ley plantea garantías
para los derechos individuales pero no para los sociales. Por lo que se comprueba que no hay
igualdad frente a la ley,puesto que los sujetos desiguales no se igualan ante la ley. Es necesaria
una redefinición de los derechos humanos en clave social, entendiendo estos derechos como un
sistema, y por lo tanto, que los derechos individuales no pueden garantizarse si no se tiene pleno
disfrute de los derechos sociales.

DERECHO PENAL: Zaffaroni define al derecho penal como un saber normativo, orientador. Es el
discurso científico del saber jurídico. Se ocupa de las leyes penales, que se distinguen de las
restantes por habilitar la imposición de penas. Lo primero que debe hacer es delimitar las leyes que
constituyen su objeto, tarea de la que se ocupa la teoría del derecho penal. Luego se deberá
establecer en qué casos y bajo qué presupuestos se habilita el ejercicio del poder punitivo, tarea de
la que se ocupará la teoría del delito. Y por último, se debe ocupar de la pena, es decir, de la
respuesta que la agencia jurídica debe proporcionar, tarea de la que se ocupa la teoría de la
responsabilidad penal.
Sirve para estructurar un sistema penal operado por varias agencias o corporaciones que declaran
tener por objeto la represión y prevención de esos delitos y en algunas ocasiones consiguen
algunos de esos objetivos.
Plantea que la verdadera función del derecho penal no es legitimar y racionalizar al sistema penal,
al poder punitivo, sino que su función es acotarlo, contenerlo, reducirlo. El poder punitivo no lo
ejercen los jueces sino las agencias ejecutivas. La función más obvia de los jueces penales y el
derecho penal es la contención del poder punitivo. Si esto no sucediera el poder punitivo quedaría
librado al puro impulso de las agencias ejecutivas y políticas, y desaparecería el estado de
derecho.
Es importante distinguir derecho penal de poder punitivo.
El modelo punitivo no es un modelo de solución de conflictos, sino de suspensión. Nada hace por
la víctima.

DOCTRINA DE PROTECCIÓN INTEGRAL: es intervencionista, actúa para proteger, para


garantizar derechos. No se puede ser ingenuo, se seguirán teniendo jóvenes infractores, pero es
necesario adoptar alguna postura para no permitir más criterios discrecionales por parte de los
jueces.
Es por esto, que esta Doctrina otorga importancia al Sistema de Responsabilidad Penal Juvenil, en
el que se tenga en cuenta tanto la corresponsabilidad social como así también la responsabilidad
subjetiva de cada sujeto. (Ver concepto de Infancia, donde se van comparando y detallando ambas
Doctrinas).
Es necesario tener presente que, desde la Convención se plantea como objetivo la
desinstitucionalización de los jóvenes, para volver a la contención comunitaria. Domínguez plantea
que la comunidad tiene la capacidad de reabsorber sus conflictos y a sus infractores, por lo tanto,
esta tiene que ser la línea estratégica de intervención.
Esta doctrina busca recuperar las formas vinculares ya existentes, como lugar y modelo de
contención que respeten la identidad étnicocultural de los distintos grupos. (contención
comunitaria).
La DPI aparece representada por 4 instrumentos:
· Convención Internacional de los Derechos del Niño
· Reglas de Beijing
· Reglas mínimas para los jóvenes privados de libertad
· Directrices de Riad
García Méndez plantea que este cambio de Doctrina implica el pasaje del menor como objeto de la
compasión-represión a la infanciaadolescencia como sujeto pleno de derechos.

DOCTRINA DE SITUACIÓN IRREGULAR: La Doctrina de Situación


Irregular está destinada a atender situaciones familiares y sociales pautadas por el descuido de las
imprescindibles funciones tutelares.
Para ella el abandono moral o material8 será un problema grave, pues plantea un daño en el
cuerpo físico del niño, pero, significa también un daño al cuerpo social. Un niño abandonado es un
cuerpo no sujeto a determinados controles y probable portador de enfermedades contagiosas. Es
un potencial mendigo, y su destino es la calle, por lo cual configura una situación predelincuencial.
Es así que se impondrá sobre estos niños un sistema de protección que confundirá el cuidado y
bienestar del niño con el mero encierro disciplinario.
(Extraído del texto de Roitstein “El dispositivo del control social en el ámbito de la minoridad”.
Ficha).
García Méndez, relaciona esta doctrina con la Ley Agote en la Argentina. Puesto que, desde esta
doctrina, en caso de que se considere al menor en peligro moral o material –que como se puede
observar contiene gran cantidad de situaciones diversas- y se lo compruebe, le cabrá al juez
adoptar la medida que crea necesaria para intervenir sobre el niño y su familia. (Esto no es otra
cosa que lo que establece la Ley Agote que regula los casos en que el Estado ejercerá la tutela del
niño, siempre que se considere que corre peligro, quitándole la patria potestad a su padre).
Siguiendo con este autor, el mismo hace una crítica del término “menor delincuente”, porque
considera que el término delincuente denota al autor comprobado de una conducta definida
previamente en las leyes como crimen, falta o contravención. Nadie es delincuente en esencia, la
delincuencia, en todo caso, alude a las conductas ilícitas. Pero lo que sucede con la DSI es que
sanciona más bien rasgos de personalidad, a la persona, que a las conductas. Y también critica la
competencia ilimitada del juez.
García Méndez propone que en lugar de hablar de delincuente juvenil se hable de adolescente
infractor.
(Ampliar con el concepto de Infancia: niño vs menor, donde se desarrollan cuestiones de ambas
Doctrinas, y también en el concepto de Ley Agote).

EVALUACIÓN PERICIAL PSICOLÓGICA: Los peritos psicólogos son designados o habilitados


por un Juez o magistrado que interviene en un determinado juicio dentro del fuero Penal, Laboral,
Civil o Comercial, a fin de brindar un asesoramiento especializado.
Se entenderá por abandono material o moral o peligro moral la incitación por los padres,
tutores o guardadores a la ejecución por el menor de actos perjudiciales a su salud física o
moral, la mendicidad o la vagancia por parte del menor, su frecuencia a sitios inmorales o de
juego o con ladrones o gente viciosa o de mal vivir, o que no habiendo cumplido 18 años de
edad, venda periódicos, publicaciones o objetos de cualquier naturaleza, en la calle o
lugares públicos, o cuando en estos lugares ejerzan oficios lejos de la vigilancia de sus
padres, o cuando sean ocupados en oficios o empleos perjudiciales a la moral o a la salud.
(García Méndez. “La Convención internacional de los derechos del niño: del menor como
objeto de compasión-represión a la infancia-adolescencia como sujeto de derechos”).
La demanda puede partir del mismo juez o de otros funcionarios que intervienen en el juicio:
Defensores oficiales, Asesores de menores, Fiscales. También las partes involucradas pueden
solicitar asesoramiento psicológico a través de los abogados o letrados que los patrocinan y en tal
caso el juez decide si es pertinente y le hace lugar o no.
El expediente que se forma cuando se inicia un juicio de denomina causa en el fuero Penal, y autos
en el fuero Civil. Todas las acciones y medidas que se han tomado constan por escrito. Cuando el
Juez solicita la intervención del psicólogo es importante tener acceso a su lectura, para
interiorizarnos de los pasos previos que se han dado.
Los pasos de la intervención psicológica son:
1. La inauguración de la demanda del juez (en general escrita) formulada como “puntos de pericia”.
2. El estudio pericial de una persona o grupo familiar.
Este estudio se puede realizar a través de entrevistas individuales y vinculares, se realizar
hipótesis, se incorporan técnicas de evaluación proyectivas de acuerdo al caso.
3. La tarea concluye con un dictamen pericial psicológico transmitido en un informe escrito elevado
al juez, que deberá cumplir con ciertas reglas: una explicitación de la metodología utilizada,
fundamentos científicos de lo afirmado, conclusiones psicológicoforenses.
En las conclusiones constará la contestación a los puntos de pericia que se han solicitado, incluida
su propia interpretación del sentido de la problemática que inicio el litis o juicio.
La intervención del Perito Psicólogo genera la posibilidad de la creación de una instancia de
potencial eficacia transformadora, posible generadora de una marca en el devenir de esa familia,
que abrirá a algún tipo de modificación de su manera de funcionar hasta ese momento (esto en los
casos en que se interviene en casos de familia).
El vínculo que se establece con la familia posee características singulares:
· Es acotado en el tiempo: lo inaugura la demanda del juez y lo cierra nuestra producción pericial
escrita.
· Es impuesto por la instancia jurídica y no demandado por la familia en forma directa.
· Su finalidad no es la cura sino la construcción, en base a las producciones de cada familia en ese
espacio familiar, del sentido de la contienda vincular, transmitida como asesoramiento al juez.
(Extraído del texto Abelleira-Delucca “Clínica forense en familias”)
Ávila enumera otras actividades psicológicas de evaluación que el psicólogo puede realizar:
evaluación del testimonio testifical, de la competencia para someterse a juicio; de la imputabilidad
de los hechos; de la competencia para ostentar la guarda y la custodia; la evaluación del daño
psicológico sufrido, en victimología o para la percepción de un seguro.
Para este tema consultar el texto de Ávila-Rodriguez Sutil, “La evaluación psicológica
forense” porque da varios detalles acerca del contenido del informe, que me parecieron
novedosos. Considera que debe tener la máxima observación, media descripción, y mínima
inferencia. Ver pág. 164.
Considerando el informe pericial, y las conclusiones, algunos autores como Marianetti10 señalan
especificidades que tienen que destacar éstos de acuerdo al fuero en el que el psicólogo esté
interviniendo:
Fuero Penal:
· Si la persona en el momento del hecho poseía capacidad para delinquir o si tenía actitud para
comprender la criminalidad del acto, o lo contrario.
· A veces se puede solicitar el “índice de peligrosidad”, opinión respecto a la necesidad o no de
internación como consecuencia de la peligrosidad.
· Conclusiones especiales referidas a los puntos de pericia.
Fuero Civil:
· Las conclusiones generales se encuentran especificadas en el art.
Del Código Procesal Civil, y si no se explicitan puede ser impugnada la pericia.
· Estado psíquico de la persona, si padece o no alienación mental o demencia en sentido jurídico,
forma clínica de la enfermedad mental, pronóstico, régimen aconsejable para la protección y
asistencia del insano, tipo de tratamiento, si puede o no convivir con su familia o es conveniente la
internación.
· Conclusiones especiales en respuesta al juez o las partes.
Fuero Laboral:
· Secuelas del accidente, tipo de incapacidad que resultó del mismo
· Valor porcentual que se le asigna a la incapacidad.
También, existen diferentes tipos de informe que al perito se le pueden solicitar:
· Certificación: informe elemental que sirve como testimonio de un hecho médico o psicológico y
sus consecuencias. Consigna una enfermedad o un hecho clínico relacionado con la salud de
determinada persona. No exige juramento previo.
· Consulta, interconsulta, opinión: intervienen varios profesionales a pedido de las partes o del juez,
a los efectos de poder juzgar o estimar una cuestión, relativas a personas o hechos contenidos en
autos. Tampoco requiere juramento. Es Breve.
· Informe pericial o pericia: su fin es analizar determinado hecho, pormenorizando sus
características y extrayendo del mismo determinadas conclusiones. Exige juramento.
(Ampliar con Perito).

FORO: el origen del término foro proviene del latín forum: plaza de roma, centro de actividad
política, religiosa, comercial, jurídica. Es decir, que en un primer momento el concepto circunscribe
un espacio, sobre el que tiene lugar una diversidad de actividades vinculadas a lo público. Luego
queda restringido exclusivamente a lo jurídico, y aquí empieza a aparecer la significación de la
función: el foro como función representa el acto de escuchar y sancionar. Pasa de remitir a un lugar
físico y aludir a un que-hacer.
Marianetti. La pericia psicológica. Pág 21,22.
Es interesante deconstruir algunas ideas que giran alrededor del concepto de Foro Romano: se
suele pensar que era el único espacio en la antigua Roma para resolver toda la actividad jurídico-
política, y no era así. Tampoco es cierto que fuera participativo y democrático, dado que sólo
participaban en él aquellos que reunían las condiciones de ciudadanos –hombre libre, nacido en
Roma, jefe de familia-. Todos los demás habitantes de Roma no eran considerados ciudadanos y
por ende no participaban del foro. No eran considerados sujetos de derecho –a quien se le imputan
deberes y derechos- y por lo tanto no eran personas.
Desde el paradigma Humanista se propone pensar al foro como dispositivo, y no ya como espacio
o como función. Así implicaría un proceso, con un tiempo en el que se lleva a cabo el acto de
juzgar. El foro como dispositivo surge en función de una urgencia: evaluar el acto realizado por un
miembro del grupo, cuyo efecto puso en riesgo a toda la comunidad, y aplicar en consecuencia una
sanción, con el fin de reparar el daño causado por la repercusión de dicho acto.

IMPUTABILIDAD/INIMPUTABILIDAD: Zaffaroni considera que hay 2 formas de definir la


imputabilidad. Una en sentido amplio, que la define como “posibilidad de cargar a alguien con algo”,
y otra específica, que es el uso técnico que hace el Derecho Penal, definiéndola como “la
capacidad psíquica de culpabilidad”. Para reprocharle una conducta típica y antijurídica (un injusto
o ilícito penal) a un autor es menester que éste haya tenido cierto grado de capacidad psíquica,
que le hubiera permitido disponer de un ámbito de autodeterminación.
La imputabilidad es una característica del acto, aunque provenga de una capacidad del sujeto. No
hay una clasificación de las personas en imputables e inimputables, sino injustos que son
imputables, y los que no lo son por razones de capacidad psíquica del autor.
La capacidad psíquica requerida para reprocharle a un sujeto un injusto es la necesaria para que
le haya sido posible comprender la naturaleza antijurídica de lo que hacía y que le hubiese
permitido adecuar su conducta conforme a esa comprensión de la antijuricidad. Quien tiene muy
limitada o anulada la posibilidad de comprender la
antijuricidad de su conducta no puede ser reprochado. Tampoco quien comprenda la antijuricidad
de su conducta, pero no tenga capacidad para adecuarla a esa comprensión.
De esto último se desprende que, la imputabilidad tiene dos niveles: la capacidad de comprender la
antijuricidad, y otro que consiste en la capacidad de adecuar la conducta a la comprensión de ésta.
Cuando el sujeto carezca de la primera capacidad, no habrá culpabilidad por ausencia de la
posibilidad exigible de comprensión de la antijuricidad; cuando lo que falte sea la segunda
capacidad, se trata de un estrechamiento del ámbito de autodeterminación del sujeto, por una
circunstancia que proviene de su propia incapacidad psíquica.
También se puede declarar a alguien inimputable por ser declarado incapaz jurídico. Esto es lo
que sucede con los sujetos psiquiatrizados, que están más indefensos que los presos porque sobre
los primeros recae el discurso tutelar. Dejan de ser ciudadanos para convertirse en tutelados.
Muchas veces la inimputabilidad puede acarrear privaciones de libertad más extensas y
deteriorantes que la de la propia pena formal. La inimputabilidad por incapacidad psíquica para
comprender la antijuricidad, es decir, que es producida por la incapacidad psíquica para adecuar la
conducta a esa comprensión siempre tiene como base la perturbación de la conciencia. Se puede
afirmar que la conciencia no se halla perturbada cuando el sujeto responde al interrogatorio
mostrando un cuadro de comportamiento donde los aspectos intelectuales como afectivos de su
psiquismo se hallan armónicamente dispuestos.
Para la imputabilidad lo que interesa es sólo el grado de esfuerzo que la persona debe haber
realizado para comprender la antijuricidad de su conducta, sin importar si esta es normal o
patológica.
Sin que importe si desde el punto de vista psiquiátrico es normal o anormal, lo que el perito debe
informar son las características psíquicas de la persona que le facilitaron o dificultaron la
comprensión de la antijuricidad en el momento de la conducta típica y antijurídica. Cuanto mayor
sea la perturbación de la conciencia observada por el juez con ayuda del perito, mayor debió ser el
esfuerzo del sujeto para comprender antijuricidad, y consecuentemente, menor debe ser la
reprochabilidad.
La imputabilidad es una característica de la conducta que depende de un estado del sujeto. Por
ende, la capacidad de culpabilidad debe establecerse para cada delito concreto.
Lo que interesa es que haya perturbación de la conciencia, ya sea, producida por insuficiencia de
las facultades (imposibilidad para comprender la antijuricidad del acto) o por alteración de las
facultades (imposibilidad de dirigir las acciones conforme a esa comprensión). La insuficiencia de
las facultades no requiere tener un origen morboso (la falta de sueño por ejemplo puede
producirla). Para la ley, es necesario que el sujeto tenga la capacidad de comprensión de la
antijuricidad del acto en el momento del hecho, ni antes ni después.
(Extraído de Zaffaroni Manual de Derecho Penal. Cap. 21)
En el Código Penal, en el art. 34, el concepto de inimputabilidad figura de la siguiente manera: “no
es punible: el que no haya podido, en el momento del hecho, ya sea por la insuficiencia de sus
facultades11, por alteraciones morbosas12 de las mismas o por su estado de inconsciencia, error o
ignorancia del hecho no punible13, comprender la criminalidad del acto o dirigir sus acciones14”. .
(Extraído de Álvarez, Varela, Greif “El perito psicólogo en el campo penal”).
Según Ávila-Rodríguez Sutil el objetivo principal de la evaluación psicológica de la imputabilidad
consiste en reconstruir el estado mental del sujeto antes, durante y después del delito, en caso de
haberlo cometido. Para ello se debe determinar: el diagnóstico clínico de la alteración, trastorno y
déficit mental que el acusado sufriese en la época del delito; los procesos de pensamiento y
estados emocionales del acusado antes, durante y después de la comisión del delito; la
competencia del acusado para ser juzgado, para colaborar con su defensa, y llegado el caso,
cumplir condena; realizar estimaciones sobre la peligrosidad potencial del acusado; efectuar
recomendaciones sobre el tipo de tratamiento más adecuado. Avila-Rodríguez Sutil. “Evaluación
psicológica forense”. Pág. 156.

11
En Argentina la psiquiatría considera que las debilidades mentales son imputables toda
vez que no aparece un compromiso orgánico. Para la insuficiencia de las facultades se
tienen que tener en cuenta otros aspectos que hacen a la inteligencia, como el tipo de
pensamiento que el sujeto haya desarrollado, más abstracto, más concreto, la disminución o
no de la capacidad de simbolización, la capacidad retentiva, el tipo de inteligencia, ya sea
práctica o teórica, la disminución o no de la capacidad de atención, tanto la espontánea
como la voluntaria. La evaluación de todos estos factores permitirá llegar a un adecuado
panorama acerca de cómo se encuentran las facultades del sujeto.
12
El término morboso está tomado literalmente, como enfermedad o enfermo. La psiquiatría
tradicional lo homologó a alienación. Hay personalidades que son sinónimo de enfermedad,
y otras que si bien son anormales no son enfermas. Se entenderá la alienación mental como
un trastorno general y persistente de la totalidad de las funciones psíquicas que le impiden
al agente la adaptación total y activa a la vida en sociedad, y comprender la criminalidad del
acto o dirigir sus acciones de acuerdo con esa comprensión.
Hay que entender el trastorno mental que un sujeto puede padecer, analizándolo siempre a
nivel de estructura. En tanto y en cuanto, la patología impida comprender la criminalidad del
acto o dirigir sus acciones, el sujeto, aunque no presente una alienación, será inimputable.
13
La inconsciencia se refiere a la ignorancia que el sujeto tiene de la acción que está
realizando y de las consecuencias que la misma puede acarrear, o que no toma conciencia
de que está realizando una acción. Entra en esta categoría la ebriedad: si el sujeto por haber
bebido comete una transgresión, es inimputable, pero si bebe para realizar el acto ilícito es
imputable. También entran la manía transitoria, las epilepsias.
Cuando se habla de “error”, no se refiere a que el sujeto haya cometido un delito por
equivocación, sino al error de responsabilidad.
Con respecto a la ignorancia, nadie puede aducir en su defensa que desconoce la ley, pero
hay que tener en cuenta que los códigos que actualmente se manejan están basados en los
europeos, y al ponerlos en vigencia no se tuvo en cuenta las culturas existentes. No se
justifica el delito, sino el hecho que realizó un sujeto inmerso en otra cultura que aún
mantiene otras pautas valorativas.
14
Suele asimilarse el concepto comprender a entender, pero tienen una importante
diferencia. En el entendimiento el sujeto puede aprender el concepto sin que ello lleve
aparejado una internalización del mismo; que aparte de entender haya podido elaborar tanto
el concepto como sus fundamentos. La comprensión tiene que ver no sólo con el nivel de
inteligencia que el sujeto pueda tener, sino con los demás elementos que hacen a la
estructura de su personalidad.
Respecto de la dirección de las acciones suele aparecer el error de consideras únicamente
dos esferas del psiquismo, la intelectual y la volitiva, dejando de lado la afectiva. Lo
fundamental es la esfera afectiva, ya que un sujeto puede actuar por cuestiones emotivas
con móviles inconscientes, donde la consciencia, la inteligencia y la voluntad pueden
quedar reducidas en sus funciones inhibitoria y discriminativa.

INFANCIA: niño vs menor*: García Méndez plantea que la infancia no existió siempre, antes del
siglo XVI no se hablaba de ella. Considera que la historia de la infancia es la historia de su control.
Desde que aparece la categoría de infancia para denominar a una franja etárea de los más chicos,
surgen diferentes dispositivos de tratamiento de la infancia, los cuales serán diferentes de acuerdo
a si se supone a la infancia como peligrosa (a esta le corresponderá la represión) o si se considera
a la infancia desprotegida y abandonada (a esta le corresponderá la protección, asistencia).
La infancia es descubierta por lo que no puede y por lo que no sabe: sus incapacidades, que a su
vez la diferenciarán de la vida adulta. El infanta, en tanto incapaz, perderá la palabra, no tendrá voz
y mucho menos decisión sobre su vida. Tampoco se le asignará responsabilidad alguna, la cual
será asumida por el tutor.
En el siglo XIX surge la categoría de menor16 y algunas disposiciones jurídicas para actuar en los
casos en que estos cometen delitos. No se establecida diferencia con el adulto en cuanto a la pena
privativa de la libertad.
La concepción de menor implica a una infancia objeto de derecho que, inmersa en la Doctrina de la
Situación Irregular, es víctima de una acción judicial indiscriminada sobre muy diversas situaciones.
El trato que reciben los menores es indistinto, hayan cometido acciones que el Código Penal tipifica
como delitos o hayan sido objeto de abandono material o moral.
Con esta infancia objeto de la tutela del estado, lo que se busca como objetivo es lograr el control
social de la pobreza. El menor es entendido como un objeto pasivo y pasible de control social,
consecuencia de pertenecer a una familia mal constituida que no puede ejercer las funciones
socialmente establecidas. Serán prevenidos de un supuesto riesgo. El riesgo será potencialmente
doble, y de estar en dicha situación y el de ser visto en riesgo, sin palabra y sin protección alguna
ni representación de su persona ante un tribunal irrefutable, irreprochable e inapelable.
El 1er Tribunal de Menores se crea en 1899 en Illinois, EEUU, destinado a encontrar un marco
jurídico y de contención para aquellos niños y adolescentes expulsados o que no tuvieron acceso a
la escuela.
Aquellos niños o adolescentes que entrar en contacto con mecanismos de caridad-represión, ya
sea por su comportamiento o por su situación social, se convierten en menores.
16
Hay que tener en cuenta que no alude a lo mismo el concepto de menor que el de niño. El
concepto de menor se incluye dentro de la Doctrina de situación Irregular y el de niño dentro
de la Doctrina de Protección integral, entre otras diferencias.
Se trata de resolver por lo jurídico las deficiencias políticas sociales básicas. Para esto se le otorga
al juez un poder discrecional, es decir, que debía actuar como un buen padre de familia en todos
aquellos casos en que considere que existe un peligro de daño moral o material.
(Estas conceptualizaciones se incluyen dentro de lo que se llama la Doctrina de Situación
Irregular).
La Convención Internacional de los derechos del niño cancela la imagen del menor como objeto de
la compasión-represión, convirtiéndolo en niño-adolescente sujeto pleno de derechos. (Doctrina de
Protección Integral). En la concepción del niño como sujeto de derecho intervienen tanto, el
concepto de responsabilidad subjetiva –puesto que se habla de derechos y deberes, pero no se
homologa la responsabilidad del niño a la del adulto- como el de corresponsabilidad social –la
responsabilidad que tiene la sociedad por la existencia de niños pobres o con carencias, en la
satisfacción de sus necesidades básicas-.
La Doctrina de situación Irregular trata de manera indiferenciada al menor abandonado y al menor
delincuente.
El autor señala que desde el punto de vista político, en Latinoamérica es necesario separar los
aspectos penales de los asistenciales.
Según Corach la concepción del niño de la Convención es de persona, sujeto de derecho y
merecedor de valores como el respeto, la dignidad y la libertad. Tienen que ser tratados
diferencialmente por el Estado, pero en el sentido de velar por sus derechos, haciendo primar sus
capacidades intelectuales y grupo de crianza, como base elemental para el ejercicio de sus
derechos civiles.
(Extraído del texto de García Méndez: “Prehistoria e historia del control social de la infancia: política
jurídica y Derechos Humanos en América Latina” y también de Irene Corach “La psicología y los
derechos de la infancia”, Libro).
En Argentina el control penal de la minoridad se da a fines del siglo XIX (1890), íntimamente
vinculado al control de los hijos de los inmigrantes.
Hay 3 grandes discursos sobre la infancia que pasan por diferentes etapas:
· Discurso caritativo: de protección a los pobres y huérfanos.
· Discurso de tutela: de los seres inferiores y enfermos.
· Discurso de alarma social: preocupación por la protección de la infancia para prevenir la
delincuencia adulta.
A fines de siglo XIX en Argentina, se consideraba que todo niño abandonado era un delincuente
potencial, por lo tanto era necesario comenzar a proteger a la infancia. No se realiza un tratamiento
diferencial de los menores delincuentes y de los abandonados, puesto que provenían de idénticos
estratos sociales y las razones que explicaban su existencia eran idénticas.
Se saca al menor del Derecho Penal y de la determinación de la culpabilidad o inocencia, de ahora
en adelante el menor será considerado infractor y pasible de tratamiento. Siempre teniendo
presente que lo que anima estas acciones es la defensa de la sociedad, la prevención del delito,
para lo cual se interviene sobre los futuros delincuentes. No importa la protección de la infancia
desvalida. (Extraído del texto de Larrandart “Prehistoria e historia del control socio-penal de la
infancia”).
(*También el de Doctrina de Situación Irregular)

LEY AGOTE (Ley 10903): En 1910 el Diputado conservador Dr. Luis Agote, médico, presenta un
proyecto de ley de “tutela de Estado”. No se creaba en este proyecto una jurisdicción especial para
los menores, sino que el encargado de resolver seguía siendo el Defensor de Menores.
Hasta tanto resolviera el Defensor el menor podía permanecer detenido en un establecimiento.
También podía el defensor internar al menor por tiempo indeterminado a pedido de los padres
como “medio de corrección”, quedando el padre privado de la guarda hasta que el Defensor
considerara que el menor estaba corregido.
Este proyecto, tal como quedará en la Ley 10.903, prevé que los jueces de la jurisdicción criminal y
correccional ante quienes compareciera un menor acusado o víctima de un delito, podrán disponer
de él si se encuentra material o moralmente abandonado, entregándolo bajo libertad vigilada o
internándolo. Se amplía la tutela y se establece la disposición definitiva del menor, respecto de un
delito en el que hubiese sido víctima, por tiempo indeterminado y hasta la mayoría de edad,
entonces 22 años, en caso de abandono moral o material.
En 1.919 se reforma el Código Civil en cuanto al régimen de la Patria Potestad. Se establece que
esta además de derechos establece obligaciones, previendo causales de pérdida o suspensión de
la misma.
En estos casos los menores quedan bajo el patronato del Estado nacional o provincial. Al
considerar que no se cumplían con las obligaciones el Estado podía intervenir sacando al menor
del poder de sus padres.
Con la minoridad y sus reglas se observa que, lo que se realiza es una penalización de los
problemas sociales, económicos, familiares, etc. Se priva a los menores de todas las garantías del
proceso penal.
(Extraído del texto de Larrandart “Prehistoria e historia del control socio-penal de la infancia”)
Con la esta Ley se separan por primera vez, en materia penal, a los menores de edad (menores de
18 años) de los adultos.En la Pcia. De Buenos Aires se crean los 1ros Tribunales de Menores en
1936 con la Ley 4664.
La Ley Agote introduce el concepto de Peligro moral o material como causal de la pérdida de la
patria potestad, y define la expresión con una serie de conductas con diferentes entre sí. En
cambio, tanto la Ley Pcial. 4664 como el Decreto 10067 deja la interpretación de esta expresión al
criterio del juez. Desde la cátedra se propone cambiar el
concepto de peligro moral y material por el de vulnerabilidad. La acción debe apuntar a reducir la
vulnerabilidad, no culpabilizar, teniendo en cuenta la realidad social y cultural de cada uno y no
adaptarlos o disciplinarlos al control social punitivo. En 1.983, durante los últimos meses de
dictadura militar, se sanciona la reforma al procedimiento de menores de la Pcia. De Bs As a traves
del Decreto de Ley 10.067. Este Decreto hace algunas modificaciones respecto a las
competencias de los Tribunales de Menores. Establece que la función del patronato será ejercida
por:
· El Juez: tendrá la competencia para decidir la situación del menor en estado de abandono o
peligro moral o material, debiendo tomar las medidas necesarias.
· El asesor de incapaces: representante del menor y de la sociedad, el cual tiene que velar por el
efectivo cumplimiento de las normas destinadas a protegerlo.
· La Subsecretaría del Menor: encargada de planificar y ejecutar la política general de minoridad,
tanto en aspectos preventivos, de formación y reeducación de los menores internados.
Aquí se incorpora al psicólogo al equipo de los Tribunales de Menores, y se establece que los
informes médicos, social y psicológico tienen carácter esencial en el procedimiento, declarándose
nulos los que no lo tengan.
Tanto la Ley Agote como el Decreto 10.067 se encuentran dentro de lo que se llama la Doctrina de
Situación Irregular, mientras que la nueva Ley de Protección integral de los derechos de niños,
niñas y adolescentes se encuentra en el marco de la Doctrina de Protección Integral del niño, en la
cual se incluyen las consideraciones internacionales respecto de los derechos específicos de los
niños. (Extraído del texto de Roitstein “El dispositivo del control social en el ámbito de la
minoridad”.Ficha).

LEY NACIONAL 26.06: “Ley de Protección Integral de los Derechos de los niños, niñas y
adolescentes”: se sancionó en el 2005 y se reglamentó en el 2006 y su creación obedece a la
incorporación de la Convención de los Derechos del Niño en nuestra Constitución nacional.
Considera al niño como sujeto de derecho, por lo tanto una persona, a la que le pertenecen los
mismos derechos que el adulto, pero con un plus que alude a los derechos específicos por ser
sujetos en proceso de desarrolló tanto física, intelectual, moral y psicológicamente.
Esta Ley está en la misma línea ideológica que la Doctrina de la Protección Integral.
MENOR DELINCUENTE vs ADOLESCENTE INFRACTOR: el menor delincuente es una persona
que ha infringido la ley en determinado momento y con una edad que se estima entre 8 y 17 años.
(DSI)
Domínguez, más allá de que propone hablar de joven infractor, a veces, se le escapa el término
menor, que responde a la doctrina que critica. Según García Méndez, adolescente infractor es:
sólo quien ha realizado una conducta definida previamente como crimen, falta o contravención, se
le ha imputado la responsabilidad por dicha conducta, se le ha sustanciado un debido proceso y
con el respeto de las garantías procesales, y se lo haya decretado judicialmente una media
socioeducativa. (DPI)
Respecto de los conceptos de imputabilidad-inimputabilidad en los niños o jóvenes, primero se
recuerda que alude a una condición exclusivamente jurídica. Los sujetos menores de 18 años son
inimputables para la justicia, por una decisión legislativa que considera que son sujetos en
desarrollo.
Son inimputables aquellos sujetos que, en razón de características como la edad, o el estado de
salud mental, no se les puede atribuir las mismas consecuencias que el código penal prevé para
aquellos que la ley considera imputables.
Son imputables cuando se le puede atribuir plenamente las consecuencias de actos, que
constituyen violaciones a conductas previamente establecidas en las leyes como crímenes.
Los jóvenes menores de 18 años son inimputables, lo que significa que no van a recibir las mismas
sanciones de los adultos, pero sí son culpables y penalmente responsables. (Ampliar con el
concepto de “Responsabilidad penal juvenil”)

PERITO: proviene del latín peritus y significa docto, experimentado, práctico de una ciencia o arte.
Designa a la persona que posee conocimientos especiales sobre determinado tema. Es llamado
por la justicia para dictaminar sobre hechos cuya apreciación no puede ser llevada a cabo por el
juez, sino por expertos en la materia de que se trate.
El perito psicólogo es el profesional de la psicología que es designado en un proceso judicial, con
el fin de asesorar sobre aspectos vinculados a los conocimientos que posee, transformándose así
en auxiliar de la justicia. Es un tercero ajeno al hecho que se investiga.
La función pericial es imperativa, tanto para acatar el llamamiento cuando se es nombrado, como
para expedirse con verdad. Esta imperatividad se extiende a las citaciones posteriores para
ratificar, ampliar o explicar las conclusiones a las que ha arribado y debiendo concurrir al debate en
los juicios orales.
Se recortan 4 formas de intervenciones posibles de los psicólogos en función de peritos 17: [Varela
Osvaldo y otros. “Práctica pericial”. En las pág. 36,37,38 se detallan otras cuestiones
importantes que hacen a los peritos]
· Perito oficial: se desempeña como funcionario, con cargo permanente para desempeñarse cada
vez que sea elegido en los casos concretos. Es el profesional que trabaja en relación de
dependencia para la justicia. Puede desempeñarse en la Asesoría
Pericial perteneciente al Cuerpo de Psicólogos Forense o en un Juzgado.
· Perito de oficio: aquellos profesionales que son contratados y designados por un juez para la
realización de una pericia psicológica, a partir de un sorteo de un listado oficial en el que se
inscriben previamente, en los diferentes fueros, reuniendo ciertos antecedentes. En general se
recurre a ellos en el Fuero Civil o Laboral. La inscripción se renueva cada año. En la sentencia, el
Juez formulará la regulación de sus honorarios.
· Perito de parte: su función está regulada por el código de Procedimientos Penal. Es nombrado
por el Juez, a pedido de alguna de las partes, para que pueda intervenir dentro del proceso pericial.
Debe aceptar el cargo y presentar también informe.
· Consultor técnico: su actuación está reglamentada por el Código de Procedimientos Civil. Es
autorizado por el juez a instancia de alguna de las partes, y no tiene obligación de aceptar el cargo,
ni de presentar informe, aunque lo pueden presentar.
Funcionan como veedores que presencian la administración de técnicas y luego podrían elevar
cuestionamientos sobre lo concluido por el perito oficial.
La intervención de los peritos psicólogos puede darse en dos espacios:
1. En estudios periciales, tanto individuales o familiares, que suponen la realización de entrevistas
individuales o vinculares, con producción del informe pericial.
2. En audiencias con las partes, menores, asesor de menores y el Juez, en diferentes situaciones:
cuando se plantea un problema puntual y es necesaria una resolución o toma de medidas urgentes
o en otras ocasiones que no comportan riesgo, pero en las que se requiere nuestro asesoramiento
previo a una decisión del juez.
Si bien las partes o el juez pueden pedir explicaciones al perito en caso de no entender un punto
del informe, la confidencialidad de los datos que recibe el psicólogo en las entrevistas constituye
una obligación ética y es resguardada legalmente por lo pautado por el secreto profesional.
Que el psicólogo esté en la función de perito y no de terapeuta no significa que sea relevado de la
obligación ética en cuanto al secreto profesional. (Osvaldo Valera).
Se dice que la pericia psicológica no es vinculante, sino que cumple la función de asesorar, y su
valor radica en la opinión o juicio de valor del experto. Los jueces tienen amplia facultad para
ponderar el dictamen pericial, pero dicha facultad no quiere decir reconocerles una absoluta
discrecionalidad, pues, si bien es verdad que la opinión del experto carece de valor vinculante para
el órgano judicial, también lo es que el apartamiento de las conclusiones establecidas en el
dictamen deben encontrar apoyo en razones serias, objetivamente demostrativas.
(Daray. Pag. 161) (Ampliar con “Evaluación psicológica pericial”)
POLICIZACIÓN: es un concepto empleado por Zaffaroni, que junto con los de criminalización,
burocratización y prisionización, los vincula a los efectos en los sujetos que produce el sistema
penal.
La policización es el proceso de deterioro al que se somete a las personas de los sectores
carenciados de la población que se incorporan a las agencias militarizadas del sistema penal,
consistente en deteriorarles su identidad originaria (de su grupo de pertenencia) y reemplazarla por
una identidad artificial, funcional al ejercicio de poder de la agencia.
Las agencias militarizadas se integran con personas que son reclutadas de los segmentos
carenciados de la población, es decir, de los mismos en que se produce la victimización y
criminalización. Este personal sufre una serie de graves violaciones a sus Derechos Humanos, que
es pasada por alto.
El policizado también es seleccionado conforme a un estereotipo, se lo introduce en una práctica
corrupta, debido al poder incontrolado de la agencia de la que pasa a ser parte; se le entrena en un
discurso moralizante y en una práctica interna corrupta.
Están en una situación anómica18: son estigmatizados por las clases medias, que los perciben
como provenientes de las clases carenciadas.
Y también sus grupos de pertenencia los perciben como extraños y con desconfianza. Desde sus
superiores se lo amenaza con sanciones laborales si no se somete a las prácticas corruptas, pero
se le impartes discursos moralizantes. De todo esto se desprende una grave pérdida de la
identidad.
Se ve obligado a asumir muchos riesgos, y no se le presta asistencia psicológica en los casos en
que haya tenido que transitar por situaciones traumáticas. Se supone que debe estar
psicológicamente preparado.

POLÍTICA CRIMINAL: hasta hace un tiempo se la entendía como la finalidad de controlar la


criminalidad, es decir, reducir el número de infracciones delictivas. Actualmente el campo de la
política criminal se extiende hacia el control de las consecuencias del crimen, además de su
prevención. ( Zaffaroni)
No es lo mismo que política social. La política criminal debe ser eficiente, moderna y rápida dentro
de una política social integrada.
Violencia e impunidad se relacionan directamente con inequidad social.
Sin niveles mínimos de equidad no es posible reducir el delito en franjas poblacionales que lo
tienen como estrategia de supervivencia, operando como redistribución salvaje de la riqueza.
(T.I.F.A.T.A.C.S)
[Anomia: ausencia de ley. Conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o
de su degradación. Diccionario de la Real Academia Española]
PREVENCIÓN DEL DELITO: entre los métodos que se suelen utilizar para prevenir la criminalidad,
el delito, se utilizan algunos componentes del sistema penal: aumentan los presos y las penas, o
aumentar el número de policías, resultando ambos ineficientes, puesto que una característica
inherente al sistema penal es actuar posteriormente a ocurrido el hecho delictivo. Por lo cual, una
verdadera acción preventiva debería estar situada antes de que ocurra el delito. Poner énfasis en
esto último implicaría que el sistema penal no es el único medio de resolución de conflictos, sino
que hay otras formas positivas, no sancionatorias y violentas.
Las acciones preventivas del delito son las que lo evitan o reducen su frecuencia, y actúan antes e
independientemente del sistema penal. Hay tres tipos:
· Prevención social: coincide con la prevención primaria. Consiste en atacar las raíces del delito,
sus causas, y a disposición de los individuos a delinquir. Puede ser dirigidabs a la población en
general o a grupos especialmente vulnerables.
· Prevención situacional: dirigida a reducir las oportunidades del delito.
· Prevención por medio de la comunidad: toma y combina medidas de prevención propias de los
dos anteriores, llevándolas a la práctica en un contexto comunitario. (Extraído del texto de Elías
Carranza).
Toda estrategia de prevención del delito, entendido como manifestación de violencia o de conflicto
con la ley, busca modificar las situaciones vulnerabilizantes –violación de los Derechos Humanos
básicos- a través de programas tendientes a recrear las condiciones de vida que aumenten las
oportunidades de comportamientos en el marco de la ley y que disminuyan los comportamientos
ilegales. Estos programas deben su éxito a la participación activa de la comunidad. Se trata de
reorganizar redes de contención comunitaria en un abordaje integral que privilegie la acción
preventiva de anticipación de conflictos, y la atención de las personas más vulnerables al sistema
penal, por sobre la institucionalización como único recurso.
Baratta hace otra clasificación en relación a la prevención del delito:
· Nivel de Prevención 1rio: se actúa sobre los contextos sociales y situacionales para evitar
favorecer la delincuencia y procurar conductas favorables a la legalidad.
· Prevención 2ria: evitar que se cometan infracciones e incivilidades.
· Prevención 3ria: evitar la reincidencia.

PRISIONIZACIÓN: Zaffaroni denomina así al efecto deteriorante que produce en el sujeto la


prisión, que lo somete a una “cultura de jaula” que nada tiene que ver con la vida del adulto en
libertad. La prisión genera una patología cuya característica más saliente es la regresión: el preso
es llevado a condiciones de vida que nada tienen que ver con la del adulto.
Se le lesiona la autoestima de maneras inimaginables: pérdida de privacidad y de su propio
espacio, sometimiento a requisas degradantes, condiciones deficientes de las prisiones:
superpoblación, alimentación paupérrima, falta de higiene y asistencia sanitaria.
La prisión no deteriora por deteriorar, sino que lo hace para condicionar, es decir, que invade al
sujeto con los requerimientos de rol.
La prisión asigna roles negativos (posiciones de liderato internas) y fija roles desviados.

PRIVADIZACIÓN DE LA JUSTICIA: Este concepto alude al pasaje que se da de lo público a lo


privado en la historia de la administración de justicia. El Estado va restando participación a los
habitantes de la comunidad, delegando esa función a un cuerpo especializado que lo reemplaza y
que se supone muñido de un supuesto saber. (Esto se puede pensar en el pasaje del Foro
Hordálico al Forum Romano, donde la participación comunitaria del primero, en la resolución de los
conflictos y el acto de administrar justicia, en el Foro Romano se pierde, pasando a estar en manos
de los pater-familiae, es decir, los que se merecen el nombre de ciudadanos.

PSICOLOGIA FORENSE: en tanto disciplina en permanente replanteo, abordará el conocimiento


de los hechos determinantes en la construcción de la subjetividad de las personas y la vinculación
de éstas con la ley y el poder, gestándose desde las respuestas a las demandas de crianza y a la
introyección de las normativas que regulan la convivencia en una sociedad. La significación social
de los modelos socioeconómicos y los avances tecno científicos en la construcción de las
configuraciones vinculares, determinan el goce de derechos y el margen de libertad resultante.
(Programa de Psico. Forense, Juan Carlos Domínguez Lostaló).
El campo de la psicología forense se puede definir mediante 3 ejes:
· Conceptual: se ocupa del atravesamiento del sujeto ante la ley. La construcción de la subjetividad
tiene especial importancia el control social. Se concibe al sujeto como un ser humano integral.
· Incumbencias del título: 1985
· Legal y constitucional: la psicología puede hacer diferentes aportes a cada uno de los poderes del
Estado: Ejecutivo representante;
Legislativo-asesor; Judicial-auxiliar.
Como se dijo antes, la Psico. Forense se ocupa de la subjetividad, de la singularidad del sujeto y su
vinculación con las normativas. Puesto que la subjetividad se constituye, se toman en cuenta las
condiciones de crianza en las que se encuentra inmerso el sujeto, que obviamente son
determinantes, junto con otros factores, como lo son la ley, el control social y el poder. Hay que
considerar que la ley depende de los sectores dominantes de la sociedad, enmarcados en las
referencias que establece el modelo neoliberal (si se es consumidor se va a construir un tipo de
subjetividad diferente al que no lo es).
En la construcción de la subjetividad interviene fuertemente el cumplimiento o no de los derechos
humanos elementales, y esto sirve para introducir la principal diferencia entre la Psico. Forense y
la Psico. Jurídica, que implica una diferencia ideológica, de paradigmas que las sostienen. La P.
Forense se para en el paradigma Jushumanista, basado en la defensa de los Derechos Humanos,
y una lectura crítica de los sistemas de poder y de las leyes. Apostando al cumplimiento de los
derechos es que se ocupará de la vulnerabilidad psicosocial, producto del incumplimiento de los
derechos básicos por un tiempo prolongado, y el daño psíquico que esto genera. El Psico.
Forense se ocupará de su reducción. En cambio la Psico. Jurídica se para en otro paradigma, que
es el modelo positivista, donde lo que se observa es una reproducción del sistema de poder, a
diferencia de lo forense que apunta a una crítica del control social. Su ámbito está más ligado a lo
legal, a lo judicialicio, a lo judicial, en cambio la Forense interviene en una pluralidad de ámbitos, y
la gestación de nuevos espacio de intervención en función de las demandas sociales. En el ámbito
jurídico se busca el castigo, la aplicación de la ley a todo aquel que se desvíe de lo estipulado por
las normas; es el juez el que decide sobre el destino de una persona, es así que el sujeto de lo
jurídico se vuelve un “objeto de derecho”. En cambio en lo Forense, más que el castigo se busca la
sanción, por el impacto en la subjetividad que esta supone. Y aquí el sujeto es un “sujeto de
derecho”.
Desde la psico. Forense se apunta a estrategias de intervención participativas, democráticas, y se
puesta a la interdisciplinar. En cambio lo jurídico se basa en lo escrito, en el expediente, no se
interesa por el sujeto en cuestión, sino por hacer cumplir la ley. Se produce la despersonalización
que lo forense intenta salvar ocupándose de la singularidad, garantizándole al sujeto el acceso a la
palabra, que se lo posibilita gracias a los dispositivos del “foro”, a los que lo forense tiende.

RESPONSABILIDAD PENAL JUVENIL: este concepto es vinculado con la convención de los


derechos del niño.
Este concepto se debe leer considerando el Sistema de Responsabilidad Penal Juvenil, el cual
pertenece al Sistema Penal, y existe solo en América Latina. Estos sistemas tienen 3 fundamentos:
1. Fundamento filosófico: lo que el sistema penal es. En el contexto de la Protección integral de
derechos este fundamento es el que se conoce como derecho penal mínimo: disminuir la violencia
de los sistemas penales, ya que es inherente al mismo provocar sufrimiento a la persona que
infringió la ley penal.
2. Fundamento legal: aparece en las Directrices de las Naciones Unidas para la prevención de la
delincuencia juvenil (Directrices de Riad)
3. Fundamento Criminológico: Directrices de Riad.
El Estado sólo puede intervenir coercitivamente e introducir a un menor en el Sistema Penal sólo
en el caso en que cometa un delito.
En el marco del Sistema de Responsabilidad penal juvenil hay dos formas de leer los conceptos de
inimputabilidad e imputabilidad. La primera lectura es la inimputabilidad como garantía
constitucional, es decir, que las personas menores de 18 años son inimputables. Así lo indica la
Convención de los Derechos del Niño, estableciendo la prohibición de menores de 18 años al
sistema penal de adultos. Y la segunda lectura del concepto de inimputabilidad es como
incapacidad de ser susceptible de reproche jurídico penal. Si un niño o adolescente no es
susceptible de reproche jurídico no tiene razón de ser un sistema de responsabilidad penal juvenil.
El techo de los 18 años impone que los niños no son susceptibles de ingresar al sistema penal de
adultos o de ser objeto de un reproche en términos del sistema penal de adultos. Pero en un
Sistema de Responsabilidad penal juvenil es perfectamente plausible proclamar que un
adolescente es capaz de ser sujeto de reproche jurídico penal.
Es importante diferenciar el concepto de responsabilidad del de culpabilidad. La idea de
responsabilidad está vinculada con la de sujeto responsable y sujeto de derecho; la de culpabilidad
se relaciona con la capacidad de ser sujeto de reproche jurídico penal.
Los instrumentos internacionales no hablan de penas, sino de sanciones penales juveniles. La
finalidad de la sanción es la reeducación y resocialización. (Extraído del texto de Beloff
“Responsabilidad penal juvenil y derechos humanos”).
García Méndez distingue dos posturas respecto a la temática de la delincuencia juvenil, el
Retribucionismo Hipócrita del Paternalismo Ingenuo. Para la primera postura el objetivo está
puesto en la baja de la edad de imputabilidad, sosteniendo que el derecho lo es todo; para la
segunda no cabe el reproche jurídico en el caso de que menores de 18 años cometieran
violaciones a las leyes penales, aquí el derecho no es nada. Y en ambos casos, el autor encuentra
un profundo desprecio por la infancia como sujeto de derechos. Un Sistema de responsabilidad
penal juvenil se basa en la inimputabilidad de sujeto de entre 12 y 18 años, pero los considera
penalmente responsables.
Un Sistema de Responsabilidad Penal Juvenil presupone una escala de medidas socioeducativas
que den respuestas de acuerdo con el tipo de infracción cometido, entendiendo por esto la
proporcionalidad de la sanción en función de la infracción. Las medidas son advertencia, obligación
de reparar el daño, prestación de servicios a la comunidad, libertad asistida, privación de la
libertad.
Según Irene Corach un Sistema de Responsabilidad debiera cumplir con 4 objetivos para
comenzar a revertir el proceso de criminalización:
· Realizar un diagnóstico de vulnerabilidad psicosocial al sujeto;
· Establecer una estrategia de abordaje personalizada, basada en la restitución de su palabra al
proceso de abordaje, con espacial énfasis en el proyecto de vida a ser reconstruido o construido;
· Identificar y reducir los efectos negativos de la privación de la libertad, y cuando la hubiera y;
· Los esfuerzos y actividades socio-pedagógicas deben esforzarse por una reintegración
comunitaria los más rápida posible de los adolescentes privados de libertad.
García Méndez señala características esenciales del Sistema de Responsabilidad penal juvenil:
1. Los menores de 18 años y mayores de 12 son inimputables penalmente pero penalmente
responsables.
2. La responsabilidad penal significa que a los adolescentes se les atribuyen las consecuencias de
sus acciones criminales (antijurídica-típica-culpable).
3. Los menores de 12 años son inimputables y penalmente irresponsables. Cuando cometa un
delito no le corresponderá una medida socio-educativa, sino una medida de protección.
4. Al adolescente infractor se le aplican medidas socioeducativas.
5. Se plantea una amplia gama de medidas socio-educativas que tengan en cuenta la diversidad de
delitos:
-advertencia
-obligación de reparar el daño
-prestación de servicios a la comunidad
-libertad asistida
-semi libertad
-privación de libertad
6. La privación de libertad sólo se puede realizar por la orden de un juez y sólo en casos de delitos.
7. Es una medida excepcional y de último recurso, para infracciones muy graves.
8. Se incluye la Institución de Remisión: consiste en la terminación anticipada o extinción del
proceso.
9. De todas las medidas socio-educativas hay que establecer una diferencia entre la privación de la
libertad y el resto de las medidas.
Se proponen los principios del Incompleto Institucional –revertir la cultura de las instituciones
totales, es decir, aquella idea que considera que las instituciones deben poseer todos los servicios
necesarios para los adolescentes privados de la libertad. Supone convertir a la institución lo más
dependiente del mundo exterior- y el Incompleto
Profesional –promover que los profesionales y administrativos que trabajan con adolescentes, no
posean un vínculo total o permanente con estos jóvenes, puesto que esto puede llegar a crear
complicidades anti-pedagógicas perjudiciales para el proceso de reintegración social como
fundamentales para el trabajo con jóvenes infractores.
Domínguez plantea como metodología de trabajo con jóvenes infractores la Capacitación vincular
–es la que se nos da a cada uno de nosotros en forma de convivencia- y el Trabajo grupal –la
matriz grupal es la que va dando las condiciones para que después se puedan asimilar otros
aprendizajes y conocimientos. Ambos elementos tienden a paliar las condiciones de crianza.
La capacitación vincular es fundamental para que se pueda restituir y garantizar o resignificar el
derecho a una vida en comunidad mediante el trabajo grupal, que permite establecer distancia
entre la palabra y la acción, a través de una tarea coordinada. Además del derecho a la vida en
comunidad, también se intenta restituir el derecho a la educación y a la capacitación laboral.
RESPONSABILIDAD SUBJETIVA: implica un proceso por el cual el sujeto llega a hacer propio,
reconoce algo del deseo que lo habita.
1. Hay un primer tiempo en el que el sujeto lleva a cabo la acción, que entiende de agota en los
fines para los cuales fue concebida.
Pensando en la distinción entre acción y acto, en este primer momento sólo se está en el plano de
la acción, ya que aún no se puede hablar de decisión en términos subjetivos, lo que implicaría el
acto en sí mismo.
2. Es el tiempo que le devolverá al sujeto la respuesta de la realidad, del mundo externo,
mostrándole que la acción emprendida en el tiempo uno no se agotaba en los fines para los que el
sujeto creía que la había llevado adelante. El tiempo dos abrirá la posibilidad de que el sujeto opte,
elija o decida. Para que la decisión sea verdaderamente un acto ético debe involucrar la
simbolización y, en su representación concreta, los Derechos Humanos.
3. Es el tiempo de la responsabilidad subjetiva en el que, el sujeto, a través de la respuesta que de
a la interrogación planteada por el mundo externo, podrá dar cuenta que ha comprendido cuanto de
su verdad subjetiva de hallaba contenida en la acción del tiempo uno.

ROL DEL PSICÓLOGO:


En institutos de Menores:
La tarea pericial del psicólogo en los Tribunales de Menores trasciende lo estrictamente diagnóstico
y puntual, que se presenta por lo general, en otros fueron se justicia.
La función que cumple es la de asesorar al juez sobre la personalidad del menor, así como el modo
de vincularse con su familia y entorno donde se desenvuelve. También deberá orientar al menor y a
las personas que se hallen vinculadas a su situación, sobre la problemática que se presenta y
preparar las condiciones para una derivación de tratamiento, si fuese conveniente.
El psicólogo en su capacitación profesional debe:
-Estar capacitado para abordar en su estudio a personas en diferentes etapas evolutivas, tener
conocimiento de psicopatología profunda, de los aspectos dinámicos familiares y sus
perturbaciones, y de adicciones a drogas y su sintomatología.
-Poseer conocimientos básicos sobre aspectos legales que trata el Juez y las funciones de los
integrantes de la institución.
-Estar familiarizado con el lenguaje típico del medio de influencia e intereses valorativos del grupo
de pertenencia del menor.
-Expresar la información de manera clara y ajustarse a la problemática que ha justificado su
intervención.
-elaborar estrategias de abordaje según el caso, ya sea en las técnicas que se elijen como en las
entrevistas.
-El diagnóstico elaborado debe tener una interpretación dinámica y estructural. Y debe proveer una
devolución adecuada para los destinatarios: el juez, el menor, y sus familiares.
-Se debe coordinar la tarea con otros profesionales y con el juez.
. (Extraído de Álvarez, Varela, Greif “Ámbito institucional del psicólogo forense”).
Dominguez Lostaló19 plantea que en el trabajo con jóvenes infractores institucionalizados es
importante diferenciar lo que es “buen trato” de tratamiento. Dice que en tanto no se trabaje para
reintegrarlo a la comunidad, lo único que se está haciendo es tratarlo bien –en el caso de que sea
efectivamente así- pero se atenta con su derecho a vivir en la comunidad. El joven no es de ningún
establecimiento ni de nadie, se pertenece a sí mismo y a la comunidad.

SALUD MENTAL: Desde el marco teórico de la cátedra se le da especial relevancia a la


intersección entre Salud mental y Derechos Humanos.
Esta relación presenta su mayor importancia puesto que “no hay salud mental si no están
garantizados los derechos humanos”, y viceversa.
Esto quiere decir que, no existen condiciones de posibilidad para la construcción de una
subjetividad, en la cual predominen procesos hacia la salud, cuando se vulneran derechos.
Cualquier supresión de derechos impacta en la subjetividad, alterando lo mental de la salud,
resultando de mayor gravedad en las personas o grupos previamente vulnerados o desprotegidos
comunitariamente o por el Estado. Desde este marco teórico se propone hablar, en lugar del
concepto de salud mental, de salud integral, puesto que este último tiene estrecha vinculación con
el concepto de seguridad humana. Cuando no hay salud tampoco puede existir salud mental.
Se sitúan algunas problemáticas centrales, en lo que a violación de derechos se refiere, sobre todo
en las personas con padecimiento mental que sufren prolongadas internaciones en manicomios.
Los principales derechos violentados son: “el derecho a ser tratado con humanidad y respeto, el
derecho a una admisión voluntaria, a la privacidad, a la libertad de comunicación, a recibir
tratamiento en comunidad, a proporcionar consentimiento informado antes de recibir cualquier
tratamiento y el derecho a recurrir a un tribunal independiente e imparcial que determine la
legalidad de la detención en un hospital psiquiátrico”.
Dominguez. Adecuaciones de la tarea profesional para el tratamiento de la vulnerabilidad. En
“La doctrina de la protección integral en América Latina”. Pag. 37.
Se considera que promover la protección de los derechos humanos y la persistencia de los asilos o
manicomios es una antinomia, una paradoja.
Se considera que uno de los aspectos principales en los que debe intervenir el Estado en materia
de salud mental es la desjudicialización, puesto que la gran mayoría de los internados se
encuentran con causas judiciales (cuidado de no confundir con penales. Porque, por ejemplo, una
persona que es declarada incapaz por un juez es judicializada, pero eso no quiere decir que se la
penalice). El aparato judicial no se preocupa por el seguimiento del paciente posteriormente a su
internación, y menos aún por una pronta externación, en los casos es que esto es posible.
Di Nella considera que siempre que, en los casos de sujetos institucionalizados, no prime el
principio de intervención mínima, la medida de internación se transforma en una reclusión
potencialmente ilegal. Con este principio a lo que se está aludiendo es que el sujeto tiene derecho
a vivir en comunidad, y por lo tanto, este derecho debe ser privado por el menor tiempo posible y
desde el inicio de la internación se debería actuar para facilitar el egreso institucional.
En el ámbito de la salud mental es importante tener una visión integral del ser humano,
considerando las dimensiones eco-ambiental, psicosocial y socio-cultural, las cuales tienen
fundamental influencia en la construcción de la subjetividad.
La psicología no debe quedar confinada exclusivamente al campo de lo mental, sino comenzar a
incluir toda una gama de problemáticas sanitarias emergentes –violencia, adicciones, HIV, suicidio,
accidentes, etc-. Se destaca la importancia de centrar la mirada en la atención primaria de la salud,
donde el profesional psicólogo tiene importantes aportes que realizar. Es importante para los
profesionales conocer las normativas que se refieren a la Salud Mental, puesto que están abaladas
internacionalmente, y la mayoría tienen jerarquía constitucional. Y desde la cátedra se propone
pensar en diferentes niveles en relación a las normativas: 1. el rol del Estado, 2. rol de los
profesionales, 3.el campo de la psicología como disciplina, 4. el rol de la psicología forense en
tanto articulación subjetividad y ley, apuntando a trabajar no sólo con la enfermedad, sino también
con la salud.
Di Nella considera que toda política en Salud Mental debe ser, en definitiva, de Salud Mental
Comunitaria.

SEGURIDAD CIUDADANA vs SEGURIDAD HUMANA: Respecto al concepto de Seguridad


Ciudadana, Angelini plantea que al sustantivo “seguridad” siempre se le agrega un adjetivo que es
el que delimita los alcances del concepto y de lo que debe ser protegido. En el caso del adjetivo
“ciudadana” el acento recae sobre la ciudad y los ciudadanos. Y lo que debe ser protegido es la
propiedad privada (todas las posesiones del individuo, inclusive la vida) y el orden de la ciudad (el
normal funcionamiento de las actividades comerciales y laborales y la protección de espacios
públicos).
Cada época histórica ha tenido su forma de delimitar la población a la que le cabían los alcances
de la categoría de ciudadano. En Roma, eran los hombres libres, nacidos en Roma y jefes de
familia. En la Rev. Francesa (s. XVIII) los ciudadanos eran los burgueses y aristócratas europeos
descendientes de ellos, que habitaban otras tierras, blancos, varones, propietarios, sanos, adultos.
Recién a mediados de s. XX la categoría de ciudadano se hace universal, se extiende a todas las
razas y mujeres. La igualdad de derechos adquiere mayor estatus con la declaración universal en
1948.
La reformulación del rol del Estado en clave neoliberal (antes era Estado de Bienestar) hacia
finales de los ´70 pone en cuestión el concepto de ciudadanía, porque aparecen altos fenómenos
de exclusión social, donde para ser ciudadano, además de poder votar, es necesario poder gozar
de los restantes derechos.
Esta situación ha hecho que se hable de ciudadanía incompleta: los derechos que son negados
desde lo público son reintroducidos desde lo privado.
El concepto de seguridad ciudadana es puesto en cuestión por su estrecha relación a la Doctrina
de Seguridad Nacional en la época del ´70; doctrina que instala políticas de intolerancia selectiva
–apuntan a la prevención y sanción de determinadas conductas que se dice que llevan a la
delincuencia mayor: incivilidades o vandalismo-, donde lo que se protege es el orden de la ciudad,
no los derechos de las personas. Se protege a los ciudadanos de los semi-ciudadanos y de los
nociudadanos. Angelini propone dejan de lado los adjetivos y considera pertinente el concepto de
Seguridad Humana de los Habitantes.
Corach20, respecto de la Doctrina de Seguridad Ciudadana, dice que ha basado su política en dos
prejuicios:
-La guerra contra la inseguridad: la seguridad es un tema policial e incluso militar. Se utilizan
estrategias de guerra para luchar contra estas (ej: guerra contra la subversión).
-La tolerancia cero contra el delito: el objetivo es promulgar las leyes y hacerlas cumplir, sin más.
Se observa como la seguridad nacional está por encima de la de los habitantes.
Cualquiera de las dos posturas dejan por fuera al psicólogo, y no le queda otro rol que el de
contrastar o refutar al peligrosismo, pues sin análisis causal e historizante de la conducta humana y
la producción subjetiva, nada queda para la profesión.
20
Corach, Irene. “El rol del psicólogo en el campo de la inseguridad pública”. Libro de
cátedra.

Rol del psicólogo en el campo de la inseguridad pública:


· Operar sobre el sentimiento de inseguridad: es decir, no operar sobre la inseguridad, sino sobre el
sentimiento, en tanto dimensión subjetiva. (Aquí se tiene en cuenta lo que plantea Aniyar de Castro,
de que muchas veces la situación de inseguridad pública no se condice con lo que siente su
población.
· Construcción social de la infracción y del infractor: preguntarse por las causas que hacen que
alguien delinca. Esto implica pensar que existen condiciones subjetivas y sociales que producen las
conductas delictivas.
-El rol del psicólogo debería pasar por tratar de infundir la idea de que si no se opera sobre las
causas, no hay modo de incidir en la prevención del delito (prevención social del delito).
-Plantea que se puede intervenir sobre el sentimiento de inseguridad, pero esto no deja de ser una
operación psicológica y mediática (prevención situacional del delito). Lo único que se logra con esto
es que se eleve el nivel de violencia. Estas medidas de defensa lo único que consiguen es elevar el
sentimiento de inseguridad.
La autora considera que esta colectivización de la conducta de los vecinos, de asociaciones y
intercambios, produce una reciprocidad que no es vincular, no hay nada afectivo atrás. Son lazos
de mutuo beneficio propio, no de solidaridad.
-Todo psicólogo que trabaje en estos temas tiene la responsabilidad de ver qué es lo que hace que
un sujeto se identifique con este rol. El rol se condiciona por los valores que su grupo de
pertenencia asigna a cada uno de sus miembros.
-El foco de psicólogo está puesto en el proceso subjetivo, no sobre el hecho en sí. Sólo a partir de
la reinclusión de lo subjetivo se encontrarán posibilidades de intervención; la cual deberá estar
regida por el “principio de intervención mínima”: alude a que los profesionales deberán ser
respetuosos de las libertades individuales, operando desde la acción mínima posible. La persona
debe perder la menor cantidad de derechos para su tratamiento, y este debe consistir en la
recuperación de dichos derechos.
El paradigma de Seguridad Humana surge en la década del 90´ como planteo complementario al
de los Derechos Humanos y el desarrollo Humano y Sustentable o sostenible. Alude a la posibilidad
concreta de alcanzar el mayor margen de libertad, y acceso a las oportunidades del desarrollo,
aquí, ahora y para todos. Se trata de llevar delante de manera conciente y voluntaria, desde la
participación, un proceso dinámico que reduzca, pero también apunte a liberarnos de los imperios
de la necesidad y del miedo. Se habla de seguridad humana de los habitantes –por oposición a
ciudadano- ya que incluye a todas las personas por nacer y habitar en un territorio, no sólo los que
son tributarios de la condición jurídica, política o económico-social de ciudadano. La noción de
habitante de un territorio, hace a todas las personas sujetos de derecho.
El concepto de Seguridad de los Habitantes no alude sólo a no ser víctima de delitos, sino también
a gozar de un Estado constitucional de derecho, y la de participar de los beneficios del desarrollo
en materia de salud, educación, vivienda, recreación y todos los ámbitos de bienestar social. (Elías
Carranza)
“La Seguridad Humana alude al despliegue de la posibilidad concreta de alcanzar el mayor margen
de libertad aquí, ahora y para todos. Es llevar delante de manera conciente y voluntaria los
espacios de foro y de los mismos favorecer la participación”. Angelini, S. “Consideraciones críticas
sobre el concepto de seguridad ciudadana”.
Libro Cátedra. Pag. 229.

SENTIMIENTO DE INSEGURIDAD CIUDADANA: El miedo al delito tiene una función bien


conocida: legitimar la función represiva y aumentar los recursos otorgados a la policía. Aniyar de
Castro señala algunas características:
-Toda violencia no es amenazadora. La que se dirige a los fines del control social formal o informal,
es ampliamente aceptada. En cambio, ella produce terror cuando es dirigida contra un ciudadano
no identificado con conductas susceptibles de control social.
-Los delitos más temidos son los que se cometen menos frecuentemente.
-Los actos más graves de violencia, más frecuentemente realizados, son los que se cometen entre
íntimos, personas que se conocen. Sin embargo, no existe miedo en estas relaciones.
-Los sitios más peligrosos (calles, edificios públicos, transportes) no son los más temidos, en
relación a los lugares solitarios (parques, algunos sitios durante la noche), los cuales generan más
temor y por eso son los menos frecuentados. Por lo tanto, es allí donde menos se cometen los
delitos.
-La gente de la ciudad se inquieta más que la campesina. Y hay más miedo en las grandes
ciudades que en las pequeñas.
-Hay relaciones poco significativas entre el volumen oficial de la criminalidad y las percepciones de
peligro que se aprecian en la comunidad. Hay contagio del miedo.
-Las mujeres temen más que los hombres los delitos contra las personas. Y la gente de estratos
más bajos tiene más temor que la de las clases altas a los ataques físicos, no sólo porque son más
vulnerables, sino porque la difusión de hechos delictivos convencionales es mayor en los tipos de
periódicos y lecturas de estas clases sociales que de las altas.
-El temor al delito está en relación estrecha con la difusión colectiva que se hace de algunos actos
delictivos. La reacción tiene más que ver con el escándalo de algún acto que con el número de
ellos en total.
-Las actitudes hacia la policía se hacen más negativas a medida que aumenta la ansiedad, sin
embargo, más se reclama por ella para combatir a la causa del delito. La población exige más
recursos para la policía y más represión cuando hay mayor sentimiento de inseguridad.

SISTEMA PENAL: es uno de los principales elementos del Control Social Punitivo. Está integrado
por varios subsistemas: la legislación penal (de fondo, procesal y de ejecución), la policía, el
poder judicial y el sistema penitenciario. Cada uno de estos subsistemas pertenecen a distintos
poderes del Estado: el subsistema de legislación penal pertenece al poder Legislativo, el policial
pertenece al Poder Ejecutivo, como así también el subsistema penitenciario. A su vez, cada
subsistema posee sus propios objetivos y presupuesto.
Zaffaroni lo define de la siguiente manera: “es un conjunto de agencias que coinciden en la
cuestión criminal. Algunas son exclusivamente penales (policía, penitenciario, tribunales penales,
órganos políticos), otras participan del poder punitivo pero sus funciones son mas amplias: como
las agencias políticas (ejecutivos, legislativos); las agencias de reproducción ideológica
(universidades, facultades, academia); las cooperaciones internacionales; los organismos
internacionales; y el gran aparato de propaganda sin el que no podría subsistir, o sea, las agencias
de comunicación masiva”. Zaffaroni. “Manual del Derecho Penal”. Cap. 1. Pág. 9-10.
Este autor considera que el sistema penal opera ejerciendo un poder punitivo represivo en forma
de criminalización 1ria y 2ria. La criminalización 1ria es la formalización penal de una conducta en
una ley, o sea, un acto legislativo de prohibición bajo amenaza de pena; y la criminalización 2ria
es la acción punitiva concreta ejercida sobre las personas. Como es imposible llevar a cabo toda la
criminalización primaria, las agencias ejecutivas, policiales, ejercen un poder selectivo sobre las
personas y criminalizan a quienes tienen más a la mano.
Una de las características negativas del sistema penal es su selectividad: sanciona en forma
desproporcionada, en mayor número, a quienes están ubicados en los sectores sociales de menor
poder. La selectividad se manifiesta en relación con las personas que son investigadas y
sancionadas, y con los delitos que se investigan y sancionan.
La selectividad está basada en la estigmatización, es decir, en la selección predominante de
personas que reúnan ciertas características observables (estereotipos23) y en la victimización:
generando condiciones para obtener de modo reactivo conductas tipificadas como peligrosas, o
bien, atribuírselas a determinadas personas, sólo por pertenecer a estratos sociales mas
desfavorecidos económicamente.
Zaffaroni dice que el verdadero ejercicio de poder del sistema penal no es el negativo o represivo,
sino el positivo o configurador. Quienes son portadores de rasgos de esos estereotipos corren serio
riesgo de selección criminalizante, aunque no hagan nada ilícito.
Todos nos manejamos con estereotipos y conforme a ellos asignamos roles y formulamos
exigencias de acuerdo a las funciones asignadas. El sujeto termina por asumir y comportarse
conforme al estereotipo.
El sistema penal es un complejo aparato de deterioro regresivo humano que condiciona falsas
identidades y roles negativos, y esto se puede observar tanto en la policización, como en la
burocratización o criminalización. Viola los Derechos Humanos no sólo de los criminalizados, sino
también de sus propios operadores.
Zaffaroni considera que el sistema penal en realidad no funciona como un sistema, si por esto se
entiende un funcionamiento integral.
Funciona como la suma de los ejercicios de poder de todas las agencias que funcionan
independientemente.
La verdadera importancia del poder punitivo no sólo radica en su intervención a través de la
criminalización y prisionización, es decir, el ejercicio represivo sobre una ínfima minoría de
marginados que abarca, sino, que su poder radica en el poder de vigilancia que ejerce sobre toda
la población. En esto radica la importancia política del poder punitivo.
Las agencias judiciales no ejercen el poder selectivo y de vigilancia, su función es detener o dar
continuación al proceso de criminalización 2ria.
Otra conceptualización ligada a la temática de los Sistemas Penales es la diferenciación que puede
establecerse entre pena o sanción y medidas de seguridad. La pena es un instrumento
retributivo que tiene la sociedad para castigar el acto delictivo, en cambio, la medida es para
controlar al sujeto, pero no ya por el acto, sino por sus características biopsicológicas, lo que
presupone su peligrosidad.
Mientras la pena es finita, la medida es infinita. En otras palabras, se puede decir que, la sanción
penal como condena por una conducta típica, antijurídica y culpable, o sea, el juicio de reproche
social entendido como retribución, tiene un término fijado por la gravedad de la falta cometida, en
tanto que la medida se aplica a las potencialidades del sujeto y no ya al acto: cesará sólo cuando
se crea que las condiciones que lo hicieron peligroso desaparezcan, o sea, se transforma en una
condena por tiempo indeterminado, una pena sin delito. (Extraído de Álvarez, Varela, Greif “El
perito psicólogo en el campo penal”).
Lola Aniyar de Castro24 diferencia dentro del Sistema Penal el Sist Penal Aparente y el Sist. Penal
subterráneo, en referencia a cómo operan tanto a nivel de la criminalización de las conductas como
de los individuos. Mientras el derecho se presenta igual para todos, la desprotección institucional
de los derechos sociales –ya que éstos no son garantizados como sí lo son los derechos
individuales- determinará que esto sea falso: no hay derecho igual para hombres desiguales.
El Sistema Subterráneo operaría en los diferentes niveles del sistema social. Es decir, tanto en los
mecanismos de control formal como en los informales. Como todo control social, va a desembocar
en los procesos de criminalización.
24
Criminología de la Liberación. Cap 5. a partir de pág 95.
Mientras en el Sist. Penal Aparente lo que es “malo” está expresamente formulado en los códigos a
través de las incriminaciones, es el Sist. Subterráneo el que decretará lo que es “bueno”, quienes
son los buenos del sistema social. Así se encuentra una no-criminalización de conductas de grave
daño y costo social que son características de las clases hegemónicas. El Sist. Penal Aparente
criminaliza prioritariamente conductas que son más fácilmente ubicables en el ámbito de las clases
subalternas.
En el Sistema Aparente la criminalización de individuos se produce por efecto de la condena
formal. En el Subterráneo existe una criminalización primaria que se ejerce a través del estereotipo
del delincuente como perteneciente a la clase baja.
Otra forma de criminalizar subterráneamente es el mantenimiento de la marginalidad social, la cual
priva a grandes mases de su parcela de derechos humanos individuales y sociales, a la vez que
motiva conductas discordantes con mínimas posibilidades de defensa procesal efectiva. En el
sistema aparente las cosas se resuelven afirmando el principio de igualdad ante la ley.
El derecho a la defensa pregonado por el sistema aparente, se hace nulo cuando las defensorías
públicas de presos pobres están sobrecargadas de casos.
Zaffaroni25 hace una distinción entre pena y sanción. Dice que le corresponde al poder político
decidir qué conductas somete a pena y cuales no, en el marco del ejercicio de poder que ejerce el
sistema penal.
Si el sistema penal es un hecho de poder, la pena no puede pretender racionalidad, es decir, no
puede manifestarse más que como ejercicio de ese poder. Lo que distingue a la pena de las
restantes sanciones jurídicas es la irracionalidad de la primera, esto es, la incapacidad para
resolver conflictos. Toda sanción jurídica o que no encaje dentro de los modelos de solución de
conflictos es una pena. En cambio, las sanciones son todas aquellas privaciones de algún bien o
derecho que sirva para la reparación, para la nulidad de los actos o para interrumpir un proceso
lesivo en curso. Estas corresponden a un ejercicio racional del poder, pese a que no siempre sea
satisfactorio su funcionamiento.
El modelo penal no es un modelo de solución de conflictos, empezando porque saca de escena a
la víctima. Su principal función es disolver los vínculos comunitarios.
25
Zaffaroni. “En busca de las penas perdidas”. Cap 5. pag. 164-165.

Sistema Penitenciario: como se dijo anteriormente es uno de los subsistemas del sistema penal.
Elías Carranza, al respecto señala que el principal problema que presentan las cárceles es la
sobrepoblación: exceso de personas privadas de la libertad por sobre la capacidad de alojamiento
oficialmente prevista. Dicha sobrepoblación se mide por medio de la densidad carcelaria por cien
plazas. Obviamente la densidad carcelaria real suele ser mayor que la que figura en las cifras
oficiales, en las cuales no se suele incluir los detenidos en comisarías.
Sobrepoblación o hacinamiento significa que hay más de una persona donde hay lugar sólo para
una, lo que implica una pena cruel, inhumana y degradante, como lo establece la Convención
contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.
Esta situación hace que el sistema penitenciario no pueda cumplir con sus funciones básicas y que
algunas de ellas se releguen, por su imposibilidad de ser llevadas a cabo. En esta situación de
hacinamiento y de privación de la libertad en sí, se violan varios de los derechos fundamentales del
sujeto.
El desafío frente al problema de la sobrepoblación es revertir la aceleración del encierro. Pero para
esto no basta sólo actuar sobre el sistema penitenciario, sino que es necesario una política integral
que incluya a todo el sistema penal.
El autor considera que e crecimiento de la población penitenciaria está más vinculado a un mayor
uso de la presión que ha un crecimiento demográfico ( y aquí hay que tener también en cuenta el
uso que se hace de la prisión preventiva como pena).
Se señalan 3 objetivos que deben considerar los responsables en materia de política criminal:
· Evitar que ingresen a la justicia penal, o desviar de ella, los casos que no deberían ser motivo de
dicha respuesta.
· Introducir en las legislaciones, y hacer efectivas, múltiples alternativas a la prisión preventiva y a
la pena de prisión, reservando la cárcel sólo para los delitos violentos y para los que causan grave
daño social o personal.
· Lograr que las personas privadas de la libertad lo estén en las condiciones de respeto a sus
derechos fundamentales.
Se debe plantear acciones en 3 niveles: político, a nivel penitenciario, y en cada unidad:
-Nivel político: el problema no se resuelve construyendo o ampliando las unidades penitenciarias.
Cualquiera de las dos opciones es económicamente inviable. Una respuesta sensata es que se
debe encerrar sólo el número de personas para las que se tiene capacidad.
Critica el tamaño de las prisiones, que se construyan mega complejos, puesto que esto dificulta la
dimensión humana, los vínculos.
Respecto de la distribución geográfica señala que no es conveniente construir las cárceles alejadas
de los centros urbanos, puesto que esto dificulta el acceso a los circuitos judiciales, y aleja a los
sujetos de los lugares de residencia de los familiares y allegados.
Respecto de las características de las prisiones, existe la tendencia a construir cárceles de alta
seguridad. Carranza considera que no se debe transformar todo el sistema penitenciario en
cárceles de alta seguridad, sino que existan las necesarias de acuerdo al número de personas que
necesiten este tipo de tratamiento.
Y por otro lado es imprescindible reducir el número de presos, esto se debe hacer modificando las
leyes penales, procesales y de ejecución de las acciones.
-Nivel de las direcciones de los sistemas penitenciarios: se deben asignar mayores recursos frente
a la población creciente. Es importante que se produzca la clasificación de los presos. Se deben
respetar las condiciones de salud, que el hacinamiento tiende a deteriorar. Debe existir una relación
numérica adecuada entre los presos y el personal.
-Nivel de cada unidad penitenciaria: La clasificación es muy importante, pero en condiciones de
hacinamiento esto es muy difícil. Por lo tanto, lo que se puede hacer es tratar de evitar o reducir la
violencia entre las personas privadas de la libertad.

TRATAMIENTOS ALTERNATIVOS (a la institucionalización de jóvenes en conflicto con la


ley): Las alternativas posibles que respeten los derechos humanos consisten en establecer para
los menores en conflicto con la ley tal cual establece la normativa, la institucionalización como
último recurso y trabajar en otros modelos.
· Libertad asistida: tiene la característica de que fortalece la asistencia a aquellos que componen
el grupo de pertenencia.
Consiste en una consulta quincenal o mensual para ver cuáles son los elementos de asistencia
técnica que requiere el grupo. Lo hacen los trabajadores sociales, psicólogos, pedagogos o
maestros, orientadores comunitarios. Es apto para muchos casos que requieren un diagnóstico
criminológico de cierta precisión.
· Libertad vigilada: es vigilar que la persona haga el cumplimiento de lo pautado en forma más o
menos periódica y, para evitar el área de conflictos que se genera cuando a uno le pautan cosas.
Se discute el plan de libertad vigilada. Lo que suele pasar en estos casos es que el grupo de
referencia familiar no da suficientes garantías por la existencia de pactos y complicidades al
respecto.
· Comunidades terapéuticas: funcionan como Hospitales de Día.
También sería recomendable hogares de noche, para aquellos que necesitan en este horario una
regulación.
· Centros de alta contención: corresponde a la institución clásica.
Es necesaria la atención en la grupalidad, es necesaria la atención con la familia, en caso de que la
tuviera, construir un proyecto de egreso. Ninguna institución puede estar programada para algo que
no sea el egreso.
(Extraído de Domínguez “Atención y tratamientos alternativos a la institucionalización, a través de
la reconstitución de redes vinculares, para la contención familiar”).
Dentro de las formas alternativas de tratamiento con niños o jóvenes en conflicto con la ley es de
suma importancia el trabajo grupal. El trabajo grupal es la forma sustitutiva, reparatoria o
complementaria del trabajo de los grupos de crianza y se utiliza para reducir la vulnerabilidad del
sujeto al funcionamiento culpabilizante y abandónico del sistema social.
El trabajo en grupo obliga a un gran compromiso personal y coloca al técnico en relación horizontal
con los menores.
Sólo funciona en instituciones con 20 o 30 menores. Lo ideal es trabajar con 4 o 5 grupos de
crianza establecidos por un período de seguimiento de alrededor de 6 años por grupo, si se lo hace
con chicos de alrededor de 12 años.
El personal tiene que estar en horas y situaciones claves como el almuerzo, compartir determinado
tipo de actividades, alguno de los miembros del equipo debe pasar horas de la noche.
El trabajo grupal no es para que se deje de hacer el trabajo individual o el trabajo comunitario. Es el
eje y el punto esencial para poder modificar situaciones de conflicto con la ley o de riesgo social. La
optimización del nivel de contención de una comunidad es imprescindible para una integración de
los programas de minoridad.
En el trabajo grupal se trabaja la “capacitación vincular”: encarar la educación como algo que
debe impartirse en pequeños grupos, y en forma permanente, en un diálogo con confrontación de
opiniones y concepciones. A este proceso de reintegración socio-comunitaria se lo llama
capacitación vincular. (Extraído del texto de Domínguez: “Los pibes Marginados”).
VICTIMOLOGÍA: Surge de la Criminología, y más específicamente de su abandono a la víctima del
delito, ya que se ha centrado en el delincuente. Su objeto lo constituyen las víctimas del delito.26 Es
decir, hay un surgimiento en el campo del positivismo 27 (pareja penal: delincuente-víctima), y
posteriormente se irá produciendo un deslizamiento hacia el paradigma de los derechos humanos.
Marchiori considera que con el término víctima se alude a una persona que sufre o es lesionada en
su cuerpo, en su propiedad, por otra.
La Victimología debe buscar métodos para reducir los elementos perjudiciales de la situación y
disminuir la gravedad de las consecuencias, así como prevenir la reincidencia –la posibilidad de
que el individuo llegue a ser víctima de nuevo-. Las Naciones Unidas 28 manifiesta que se entenderá
por víctima: “las personas que, individual o colectivamente, hayan sufrido daños, inclusive lesiones
físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de sus
derechos fundamentales, como consecuencias de acciones u omisiones que violen la legislación
penal vigente en los Estados Miembros, incluida la que proscribe el abuso de poder”. (1985)
La autora, refiriéndose exclusivamente a las víctimas de delitos, dice que se produce una
disminución del sentimiento de seguridad individual y colectivo, porque el delito afecta a su familia y
a su comunidad social y cultural.
En todos los casos que se produce un hecho violento, un delito, existe daño y la familia de la
víctima se verá directa o indirectamente afectada. Las repercusiones dependerán de múltiples
aspectos, de la historia familiar, del tipo de delito, de la personalidad de la víctima, del daño y
dimensiones de la violencia sufrida.
26
Esto lo considera Marchiori, que es una de las pioneras de la Victimología en la Argentina.
Pero en la actualidad se puede pensar que la victimología no aborda sólo el campo del
delito, sino que se ocupa de una amplia gama de casos en los que se presentan víctimas.
27
Ver Oñativia Xavier. “La necesidad del trabajo interdisciplinario para una victimología
encuadrada en el paradigma de los Derechos Humanos”. Libro Cátedra.
28
Declaración de las Naciones Unidas sobre los Principios fundamentales de la justicia para
las víctimas del delito y del abuso de poder”. 1985
Considera que es muy importante la respuesta institucional y la reacción social frente al delito,
sobre todo para que no se produzca la revictimización. Una respuesta institucional de rechazo,
indiferente, provocará una mayor angustia y conducirá a una fractura familiar, agravando el daño ya
iniciado con el delito.
Con frecuencia se observa que en lugar de responder con rapidez y eficacia a las necesidades de
las víctimas e impedir una victimización mayor, la sociedad estigmatiza a las víctimas.
El delito siempre deja secuelas en las víctimas, que pueden ser de diferente índole –física,
emocional, social- y se agravan en los casos en que hay poca conciencia de la violencia, o no ha
habido agresión física.
Se pueden pensar en diferentes tipos de víctima: la vulnerable, que no percibe el peligro de la
agresión y por lo tanto no tiene posibilidad de reaccionar y defenderse (niños, disminuidos física o
psíquicamente, ancianos, víctimas de grupos delictivos); la víctima conciente de la situación
(existen amenazas, lesiones, maltrato, la víctima conoce al agresor); la víctima que provoca el
delito (víctima de estafa).
La víctima es esencial para la administración de la justicia –permite conocer el delito, al
delincuente, la comunidad o región donde se realiza el delito, aplicar las medidas penales,
correccionales y preventivas, evitar nuevos delitos-, pero no se valora su cooperación, puesto que
recibe un trato insensible y deshumanizante. El Sistema Penal se ocupa del autor del delito, no de
la víctima.
La víctima se ve obligada a repetir sus declaraciones infinidades de veces, se duda de su palabra y
puede llegarse a transformar en la principal sospechosa, debe concurrir a lugares que no conoce.
Por lo general, suele ignorar sus derechos, porque nadie le ha proporcionado información legal 29.
Tampoco sabrá si el autor del delito se encuentra detenido, o que sucedió.
Respecto de los medios para ayudar al individuo víctima del delito, Marchiori define la asistencia y
tratamiento victimológico como: la aplicación de todas las medidas tendientes al conocimiento,
comprensión y ayuda a la víctima para atenuar y superar las consecuencias producidas por la
conducta delictiva. Se realizará un trabajo interdisciplinario. Se proponen dos niveles de
intervención: asistencialterapéutico; orientación e información.
Me parece que es muy interesante para pensar los dispositivos de intervención en victimología, los
aportes de Xavier Oñativia, ya que describe una práctica actual, desde una concepción amplia de
la víctima, y no sólo reducida al delito. Entre los campos que menciona para intervenir se refiere a:
la macrovictimización que produjo la dictadura militar, los familiares de muertos por gatillo fácil, las
víctimas del deterioro social resultante de las transformaciones del neoliberalismo, las víctimas de
catástrofes naturales, la asistencia a testigos víctimas; las víctimas de violencia familiar y de
género, etc.
29
Tiene derecho a estar informada acerca del progreso de su denuncia y sobre cómo trabaja
el sistema judicial, el por qué es necesario que realice múltiples declaraciones, que
obedecen a las etapas del sistema penal. Sino, la carencia de información es una nueva
victimización.
Esto implica ocuparse de los damnificados, no sólo en sus aspectos legales, sino desde una
mirada integral, donde el eje se centre en la plena vigencia de los derechos humanos.
Oñativia en su texto plantea que, en el campo de la Victimología, desde el Paradigma
Jushumanista, se propone un dispositivo técnico, el cual conlleva una metodología a la que llama
“Intervención por presencia”.
Uno de los principales principios metodológicos de este dispositivo es el trabajo interdisciplinario.
El autor señala que se suelen invisibilizar algunos de los efectos que puede producir un hecho de
violencia delictual, si se tienden a ver sólo los físicos y psicológicos, tanto para la víctima como de
su grupo de crianza. Hay efectos: psicológicos (sujeto caído, inmovilizado, conmocionado,
atemorizado, paralizado, sensación de soledad, frustración, desconfianza. Diferentes niveles de
ansiedad, culpa, impresiones, recuerdos traumáticos; físicos (consecuencias físicas directas del
hecho o reacciones psicosomáticas que pueden ser tensión muscular, dolor, problemas
gastrointestinales, urinarios, disfunciones sexuales, que pueden aparecer inmediatamente o con
posterioridad); relacionales (comportamientos peligrosos, autodestructivos, o socialmente
inaceptables, puede volverse temería o suicida, disolución de diferentes vínculos); laborales
(pueden dejar o perder el trabajo, provocando mayor indefensión en él y su familia);
educacionales ( en el caso de niños o jóvenes a veces el impacto traumático impide continuar la
escolaridad. Es importante hablar con la institución para disponer medidas que tiendan a contener
y tramitar en conjunto lo sucedido); legales (en general, no hay conocimiento de las instancias
jurídicas que deben recorrer en estas situaciones, ni de cómo tratar con abogados, etc, lo que
suele generar sensación de indefensión, miedo a ser engañado, estafado, y algunos directamente
no pueden acceder a la justicia por no contar con los recursos económicos que ello requiere).
La tarea en el Centro de Atención a la Víctima consiste en que la persona damnificada obtenga
un reconocimiento en el proceso judicial como parte activa del mismo, y también que reciba
asistencia psicofísica y contención emocional.
Se busca la disminución de la vulnerabilidad psicosocial del afectado y de su grupo familiar como
así también la reparación integral (a través de intervenciones que propicien el acceso a la justicia,
la salud, la educación, la identidad, etc). Es un dispositivo de acceso a derechos. Se busca evitar la
revictimización del damnificado y su familia.
Se trataba en un equipo interdisciplinario que tiene 3 áreas:
· Psicoasistencial: psicólogos y trabajadores sociales.
· Jurídica: abogados
· Administrativa: todo el personal que trabaja tanto dentro del centro (telefonistas, secretarias)
como también fuera (choferes, etc).
La metodología singular que se utiliza se llama Intervención por Presencia, que tiene algunos
principios fundamentales:
- La búsqueda de la verdad y la justicia (importancia del Estado para marcar lo legal-ilegal como
ordenador, e intervenir)
- La construcción de un vínculo de confianza (aquí es importante que el equipo vaya a donde está
la víctima, esté en el momento justo, y no ser simples receptores de las demandas que llegan al
centro. La presencia va instalando la confianza en el sujeto).
- El trabajo profesional en conjunto con la víctima y sus familiares.
- El trabajo con los recursos de salud (puede interpretarse como trabajar con los recursos de salud
que tiene el sujeto, y no solo los efectos negativos, pero también cómo trabajar con los recursos de
salud que tiene el Estado).
- El seguimiento de cada caso.
- La posición ética profesional que se sostiene en cada caso (se trataba para la restitución de
derechos, para disminuir la vulnerabilidad).
- La atención tipo “caso por caso”.
- El trabajo interdisciplinario (el sujeto es integral, y el psicólogo no tiene todas las herramientas
para resolver la problemática del sujeto)
- Trabajar en red interinstitucional.
- La función de los equipos administrativos (capacitarlos porque son el primer contacto del sujeto
que sufre con el Centro, es importante que haya respecto por la persona, comprensión y escucha).
- La contención de los profesionales intervinientes.
- La presencia del equipo de profesionales en el lugar, con el damnificado y su familia.
1ro: El enfoque interdisciplinario se despliega desde el primer momento en que la persona
damnificada llega a solicitar atención. Es recibida por los integrantes del área administrativa, el cual
debe conocer los aspectos básicos del esquema de abordaje como también características básicas
de la personalidad o de las patologías que se suelen presentar en estas situaciones. De esto va a
depender que ese primer contacto sea contenedor y receptivo.
2do: se pasa a la intervención de los equipos técnicos. La unidad mínima de intervención será
siempre una dupla. En general es un psicólogo y un abogado. A veces un trabajador social. A partir
de la entrevista, más la información aportada por el área administrativa se realiza un diagnóstico
victimológico, interdisciplinario, donde se hace un perfil de la víctima y su entorno, para poder
diseñar las estrategias de intervención. Se establecen necesidades y prioridades, y se comienzan a
realizar las gestiones de orientación y asesoramiento.
Se confeccionará un informe para documentar lo actuado.
Cada uno de los profesionales lleva a cabo diferentes funciones de contención: los abogados: para
quien no comprende la terminología jurídica, sus angustias y ansiedades ceden cuando un
abogado puede traducir en lenguaje llano y accesible. Los psicólogos aportan serenidad,
confianza, seguridad y reducen los efectos de desorganización de la conciencia, lo que hace que el
sujeto escuche y comprenda mejor lo que se le dice en esas instancias, y pueda desplegar los
mejores recursos para pensar los pasos a seguir. Los trabajadores sociales facilitan la relación
con otras instituciones para la pronta solución de problemas concretos.
El efecto de este dispositivo no se agota en los resultados de la interdisciplinar, sino que debe
pensarse como un más allá, como efecto de dispositivo. Todos los integrantes del dispositivo
constituyen una red invisible que produce efectos de contención, apoyo, acompañamiento.
VULNERABILIDAD vs PEIGROSIDAD: se entiende por condiciones de vulnerabilidad a aquellas
situaciones en las que las personas o grupos humanos son susceptibles de ser dañados, al no
poder acceder al efectivo cumplimiento de los Derechos Humanos fundamentales.
Las comunidades vulnerables favorecen los grupos de crianza vulnerables.
Domínguez Lostaló dice que “la vulnerabilidad deriva de herida, refiere a la persona susceptible de
ser dañada de diferentes formas. Muestra al semejante en la situación de ser herido o dañado por
la exclusión, marginación, por la sanción formal o informal”.
El concepto de vulnerabilidad se opone al de peligrosidad, pues este último se plantea como
unidireccional, es decir, que el diagnóstico del peligro es peligro para la organización social tal
como está constituida.
Para el positivismo o Jusnaturalismo la peligrosidad es inherente al sujeto. Y como es peligro para
el orden social, se aquí se deriva que la víctima no tiene importancia.
En cambio desde el Paradigma del Jushumanismo, hablar de vulnerabilidad implica considerar la
corresponsabilidad social: implica un compromiso ético de los grupos sociales que han
transformado a un individuo en peligroso; el peligroso no nace, se hace; y si se hace quiere decir
que cuando fue vulnerable se dejó avanzar el proceso de vulnerabilidad.
Frente al peligroso a los profesionales le caben 2 tareas:
1. Resarcimiento de la víctima porque fue parte del olvido del Estado.
2. Reconocimiento del victimario como un vulnerable, como una persona susceptible a quien se le
deben cosas.
La peligrosidad se define como riesgo de daño a lo pautado por el sistema social. Frente al
concepto de peligroso hay que preguntarse quién y para quién. La Doctrina peligrosista es el
discurso de la Seguridad nacional, la cual siempre establece un criterio selectivo. Desde esta
doctrina lo lógico es contener, lo cual equivale a institucionalizar. La vulnerabilidad no se sana, sólo
se reduce o incrementa. No hay que asociar vulnerabilidad a necesidades básicas insatisfechas,
porque sino los vulnerables sólo son los pobres. Las clases altas también pueden ser vulnerables
en el sentido de fragilidad psíquica. (Extraído de Domínguez Lostaló, ficha sobre Vulnerabilidad).

VULNERABILIDAD PSICOSOCIAL: es el grado de fragilidad psíquica que la persona tiene por


haber sido desatendida en sus necesidades psicosociales básicas: no acceso al derecho a la
salud, a la educación, la seguridad, el trabajo, la recreación, como así también comida, agua
potable, etc. La situación de vulnerabilidad se juega predominantemente frente a lo social. Esta
vulnerabilidad se genera por una falla en la “función de sostén” –ya sea la dada por la madre u
otros dadores de cuidado del grupo de crianza, como también en la inserción del sujeto en nuevas
redes vinculares-, al no poder garantizar el efectivo acceso a los derechos humanos
fundamentales.
Diagnóstico de la vulnerabilidad psicosocial: Domínguez Lostaló sitúa 3 momentos en el
Diagnóstico de vulnerabilidad en lo que hace a los menores en conflicto con la ley penal:
· Prediagnóstico: tiene un margen de error que puede ser relativamente importante, pero que
evita fenómenos que pueden hacer trabajar con el mejor con un handicap en contra. (No queda
claro en el texto qué tarea específica se hace en este momento).
· Diagnóstico: aquí es fundamental el análisis del grupo familiar.
Para esto es necesario un esquema referencial de apoyo y una nosología de las diferentes familias
–existen familias aglutinadas, aisladas, uniformadas e integradas. Esto es útil para determinar en
qué casos las familias pueden resultar contenedoras del joven y en cuales no-. La llegada de un
mejor infractor a un Centro de Diagnóstico tiene que ser analizada como emergente de una
especial dinámica de un grupo familiar.
Lo primero que se realizan son entrevistas individuales y exámenes complementarios. En estas
entrevistas se apunta a las fantasías, deseos y necesidades del entrevistado.
Una primera instancia del diagnóstico es la jurídica, es decir, determinar por qué el menor es traído
al Centro, lo cual está vinculado con uno o varios hechos en los cuales el mejor está inculpado.
Pero independientemente de lo jurídico hay 3 aspectos: psicológico, pedagógico y socioambiental.
De cada uno de estos 3 aspectos saldrá un informe que en su conjunto posibilitará el surgimiento
de la Primera Hipótesis: esta refleja la realidad del entrevistado y su contexto, la cual será
corroborada en una segunda etapa.
La segunda etapa, en la cual se intentará corroborar la Hipótesis1, consiste en visitar a la familia o
al grupo de crianza. Esta visita será realizada por un trabajador social y un psicólogo, ambos
capacitados en dinámicas vinculares. El trabajador social será el que coordina la entrevista y el
psicólogo tendrá el rol de observador no participante, que apunta a observar no los contenidos
manifiestos de la entrevista sino los latentes.
De esta segunda etapa de visita de campo sin la presencia del mejor, saldrá la Segunda
hipótesis: refiere a la imagen del infractor, partiendo de los datos del grupo familiar, su atracción o
repulsión.
Luego está la tercera etapa, en la cual se fijará el diagnóstico y el tratamiento posterior e
indicaciones. Esta 3ra etapa consiste en otra entrevista con el grupo familiar pero esta vez con el
menor infractor.
También será realizada por el trabajador social y el psicólogo. Lo que se hace es incorporar al
mejor que fue excluido del hogar para poder determinar las posibles razones de su autoexclusión,
mediante la acción infractora.
Y por último, para completar el diagnóstico resta el Análisis Comunal: hay que analizar el barrio o
comunidad al que la muchacha o muchacho van a ser reintegrados.
Conclusión: Hay 3 niveles de diagnóstico: · Individual (entrevistas con el menor infractor) // ·
Familiar (entrevistas con la familia sin el menor, y luego entrevistas familiares con la inclusión del
menor, en ambos casos evaluando la dinámica familiar) // · Comunal (análisis del barrio y la barra
del menor).

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