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EL DEPÓSITO Y EL SECUESTRO

El depósito en general y sus diversas clases.


Define el artículo 2211 el depósito.

Caracteres del depósito.

1.- Contrato real. Artículo 2212


2.- El depósito, es unilateral o bilateral imperfecto.
Puede resultar igualmente obligado el depositante a pagar las expensas de conservación de la cosa y a
indemnizar los perjuicios que haya ocasionado al depositario.
3.- Titulo de mera tenencia.
4.- Causado.
5.- Principal.
6.- Naturalmente gratuito o gratuito por esencia según algunos.
7.- Para algunos sería un contrato in tuito personae.

Clasificaciones de depósito.
2214 dispone que “el depósito es de dos maneras: depósito propiamente dicho, y secuestro”.
El depósito propiamente tal puede ser voluntario o necesario. En el primero, la elección del depositario
depende de la libre voluntad del depositante; en el segundo, la elección del depositario es impuestas por
las circunstancias.
El secuestro, a su turno, puede ser convencional o judicial, según se constituya por acuerdo de las partes
o por decreto del juez.

El depósito propiamente dicho

Depósito voluntario.
Artículo 2215: “el depósito propiamente dicho es un contrato en que una de las partes entrega a la otra
una cosa corporal y mueble para que la guarde y la restituya en especie a voluntad del depositante”.

Objeto del depósito.


La cosa objeto del contrato, denominada asimismo depósito ha de ser corporal y mueble.
El depósito propiamente tal no recae sobre bienes raíces, a la inversa del secuestro convencional
que puede recaer sobre bienes muebles o inmuebles.
El depósito de bienes raíces es un contrato innominado; no cabría aplicarle, sin embargo, otras
reglas que las que rigen el depósito.

Capacidad en el depósito voluntario.


No requiere la ley una capacidad especial para celebrar el contrato de depósito; es suficiente la
capacidad general para celebrar cualquier contrato. El artículo 2218 consigna este principio: “este
contrato no puede tener pleno efecto sino entre personas capaces de contratar”.
Prevé la disposición legal citada en el caso en que el depositante o el depositario sean incapaces.
a) Si es incapaz el depositante, el contrato adolece de nulidad; pero, conforme a la regla del artículo
2218 inciso 2 la nulidad aprovecha sólo al incapaz. El depositario contrae válidamente las obligaciones
derivadas del depósito a pesar de la declaración de nulidad, el depositario contraerá “todas las
obligaciones de tal” (artículo 2218 inciso 2).
b) Si es incapaz el depositario, puede el depositante accionar de diversas maneras, según las
circunstancias:
1) Tendrá acción para reclamar la cosa depositada, pero únicamente mientras esté en poder
del depositario.
2) En caso de haberla enajenado el depositario, solo tendrá acción en su contra hasta
concurrencia de aquello en que por el depósito se hubiere hecho mas rico, concepto que precisa el
artículo 1688.
3) Todavía queda a salvo el depositante el derecho que tuviera contra terceros poseedores.
Así, podrá el depositante, dueño de la cosa reivindicarla contra los terceros a quienes el depositario la
hubiere enajenado.
Las acciones indicadas corresponden al depositante, sin perjuicio de la pena que las leyes
impongan al depositario en caso de dolo.

Error en el depósito.
Consigna el artículo 2216 una regla particular relativa a los efectos del error en el contrato de
depósito.
El error sobre la identidad de la persona de uno u otro contratante, o acerca de la sustancia,
calidad o cantidad de la cosa depositada, no invalida el contrato (artículo 2216, inciso 1).
El error que padezca el depositante es inocuo. Solamente el error del depositario acerca de la
persona del depositante o el descubrimiento de que la cosa depositada le acarrea peligro, produce
consecuencias judiciales: “podrá restituir inmediatamente el depósito” (artículo 2216, inciso 2).

Prueba en el depósito voluntario.


La prueba del depósito está sometida a reglas pecularísimas.
De conformidad a las reglas generales, deberá costar por escrito cuando la cosa depositada sea
de un valor superior a dos unidades tributarias. La omisión del acto escrito hace inadmisible la prueba
testimonial.
Pero – y en ello consiste la particularidad de este contrato- a falta de acto escrito, “será creído el
depositario sobre su palabra, sea en orden al hecho mismo del depósito, sea en cuanto a la cosa
depositada, o al hecho de la restitución” (artículo 2217).

Obligaciones del depositario.


El depositario tiene dos obligaciones fundamentales, una consecuencial de la otra:
a) Guardar la cosa con la debida fidelidad; y b) Restituirla a requerimiento del depositante.

Obligación de guardar la cosa.


Tiene el depositario en primer término, la obligación de guardar la cosa. Se siguen de esta
obligación una serie de importantes consecuencias.
a) La guarda de la cosa obliga al depositario a emplear la debida diligencia o cuidado. Cede el
contrato en provecho del depositante y, por lo mismo, de acuerdo con las normas generales, el
depositario es responsable de la culpa grave o lata. El artículo 2222 establece que tal es la
responsabilidad que, en principio, incumbe al depositario.
Con todo, será el depositario responsable de la culpa leve: 1º) si se ha ofrecido espontáneamente
y pretendido que se le prefiera a otra persona; o 2) si tiene interés personal en el depósito, sea que se le
permita usar de él en ciertos casos, sea que se le conceda remuneración (artículo 2222 ).
Aun puede el depositario ser responsable de la culpa levísima; para ello es menester una
estipulación expresa. El artículo 2222 previene que “las partes podrán estipular que el depositario
responda de toda especie de culpa”.
b) Se sigue como una segunda consecuencia de la obligación de guardar la cosa que el depositario
no tiene derecho de usarla sin el consentimiento del depositante.
El artículo 2222, en su primer inciso, consagra esta consecuencia: “por el mero depósito no se
confiere al depositario la facultad de usar la cosa depositada sin el permiso del depositante”.
El permiso del depositante puede ser expreso o presunto. Queda al arbitrio del juez calificar las
circunstancias que justifican la presunción.
Con todo, con el depósito de orientar al magistrado, la ley ha señalado algunas de estas
circunstancias, como las relaciones de amistad y confianza entre las partes, y establecido que se
presume más fácilmente el permiso del depositante en el depósito de las cosas que no se deterioran
sensiblemente por el uso (artículo 2220 incisos 2 y 3). Tal sería igualmente la circunstancia de que la
cosa depositada haya sido dada en préstamo de uso al depositario, en diversas ocasiones.
c) Una tercera consecuencia consagra el artículo 2223: “la obligación de guardar la cosa comprende
la de respetar los sellos y cerraduras del bulto que la contiene”.
En términos más generales, el depositario no debe intentar conocer las cosas, cuando el
depositante ha pretendido que su naturaleza se mantenga en reserva.
Prevé el artículo 2224 las consecuencias de que se rompan los sellos o fuerce la cerradura por
culpa del depositario o sin ella.
Si ha habido culpa de depositario, se estará a la declaración del depositante en cuanto al número
y calidad de las especies depositadas.
Se presume la culpa del depositario en todo caso de fractura o forzamiento (artículo 2224 inciso
2).
Si se han rotos los sellos o forzado las cerraduras sin culta del depositario, en caso de
desacuerdo, será necesaria la prueba de la calidad y numero de las cosas objeto del depósito.
d) Finalmente, el artículo 2225 señala una última consecuencia de la obligación de guardar la cosa:
“el depositario no debe violar el secreto de un depósito de confianza, ni podrá ser obligado a revelarlo”.

Obligación de restituir el depósito.


Pesa sobre el depositario la obligación de restituir el depósito. Tal es su obligación fundamental.
Interesa sustancialmente examinar como y cuando debe efectuarse la restitución. La definición
del artículo 2215 establece, en síntesis, que la restitución debe verificarse en especie en voluntad del
depositante.

Como debe hacerse la restitución.


Interesa examinar, en primer termino qué debe restituir el depositario.
a) La cosa debe restituirse en su idéntica individualidad, esto es, en especie. De este modo debe
efectuarse la restitución aunque el depósito verse sobre cosas genéricas o fungibles.
El depositario de cien sacos de trigo, por ejemplo, debe restituir exactamente el trigo que recibió y
no otro, aunque fuere de la misma calidad.
El artículo 2228 dispone: “el depositario es obligado a la restitución de la misma cosa o cosas
individuales que se le han confiado en depósito, aunque consista en dinero o cosas fungibles; salvo el
caso del artículo 2221”.
b) La cosa depositada debe restituirse con sus accesorios, con todas sus accesiones y frutos
(artículo 2229).
c) No responde el depositario del caso fortuito; pero si a consecuencia del accidente recibe el precio
de la cosa depositada, u otra en lugar de ella, es obligado a restituir al depositante lo que se le haya
dado (artículo 2230).
d) De acuerdo con el artículo 2231, la obligación de restituir pasa a los herederos. En el supuesto de
que enajenen la cosa de buena fe, creyéndola de su causante, tiene el depositante acción para
reclamarles el precio, si lo hubieren recibido; si no lo hubieren recibido, podrá exigir a los herederos que
le cedan sus acciones contra el tercero. resta aun al depositante el ejercicio directo contra los terceros de
su acción de dominio.
El artículo 2231 dispone: “si los herederos, no teniendo noticia del depósito, han vendido la cosa
depositada, el depositante (no pudiendo o no queriendo hacer uso de la acción reivindicatoria o siendo
esta ineficaz), podrá exigirles que le restituyan lo que hayan recibido por dicha cosa, o que le cedan las
acciones que en virtud de la enajenación les competan”.
e) Debe el depositario pagar los gastos de transporte de la cosa que restituye. El artículo 2232
previene: “los costos de transporte que sean necesarios para la restitución del depósito serán de cargo
del depositante”. Los gastos del pago incumben por regla general, al deudor (artículo 1571).

Cuando debe efectuarse la restitución.


La restitución debe hacerse a voluntad del depositante, o sea, cuando éste la reclame (artículos
2215 y 2226 inciso 1).
La estipulación de un plazo para la restitución obliga solo al depositario; en virtud de ella no podrá
devolver el depósito antes del tiempo estipulado (artículo 2226).
La regla no rige en los casos determinados que las leyes expresan.
Vencido el plazo pactado para la restitución del depósito, o cuando, sin cumplirse aun el termino,
peligre el depósito en poder del depositario o le cause perjuicios, podrá este exigir del depositante que
disponga de la cosa.
Y si el depositante no dispone de ella, podrá consignarse a sus expensas con las formalidades
legales (artículo 2227 inciso 2).

Depósito irregular.
Se llama depósito irregular aquel en que el depositario, en lugar de la misma cosa que ha
recibido se obliga a restituir otras del mismo género y calidad.
El depositario no es ya deudor de un especie o cuerpo cierto sino de una cosa genérica. Al igual
que le mutuario, se hace dueño de la cosa y el depósito irregular, por tanto, es un título translaticio de
dominio.
Es el caso de los depósitos de dinero que se hacen en los bancos e instituciones de ahorro. En
verdad, esta forma del depósito, que a través del texto de la ley se presenta como una excepción, es la
forma más común del contrato y su importancia supera, con creces, al depósito ordinario.
El artículo 2221 prescribe que en el depósito de dinero, si no se hace en arca cerrada cuya llave
tenga el depositante, o con otras precauciones que hagan imposible tomarlo sin fractura, “se presumirá
que se permite emplearlo y el depositario será obligado a restituir otro tanto en la misma moneda”.

Depósito irregular y mutuo.


La semejanza entre el mutuo y el depósito irregular puede llegar al punto de una cabal identidad.
El banco o la institución de ahorro que recibe depósitos de dinero se encuentra prácticamente en
la misma situación que si los hubiera recibido en préstamo, máxime si por dicho dinero paga un interés.
Tanto es así que la Ley 18.010, reputa esta clase de depósito como una operación de crédito de
dinero, al igual que el mutuo, y lo somete a sus disposiciones.
La diferencia teóricamente estriba en que el préstamo supone un plazo pendiente en el cual no
puede demandarse la restitución, en tanto que en el depósito debe efectuarse cuando el depositante lo
requiera.
Pero esta diferencia es meramente accidental y desaparece cuando se ha establecido que el
depositante no podrá exigir la restitución sino al cabo de cierto plazo, como sucede con los depósitos a
plazo.

Aplicación al depósito de las reglas de los artículo 2181 a 2185.


El artículo 2233 hace aplicables al depósito las normas de los artículos 2181 a 2185 que rigen el
comodato.
a) La restitución debe hacerse al depositante o a quien tenga derecho para recibir en su nombre.
Si el depósito lo efectuó un incapaz que usaba de la cosa con autorización de su representante
legal, la restitución podrá efectuarse validamente al incapaz mismo.
b) Cesa la obligación de restituir si el depositario descubre que la cosa le pertenece; pero si el
depositante disputa el dominio, deberá restituir, a menos de probar breve y sumariamente su derecho de
propiedad.
c) No puede el depositario retener la cosa para seguridad de los créditos que tenga contra el
depositante, salvo en el caso del artículo 2235.
d) No es licito el depositario suspender la restitución a pretexto de que la cosa no pertenece al
depositante, salvo que la cosa se embargue judicialmente en sus manos, o haya sido perdida, hurtada o
robada, o se trate de armas ofensivas o de otra cosa de que sepa que se trata de hacer un uso criminal, o
si el depositante ha perdido el juicio y carece de curador.

Obligaciones del depositante.


El depositante no contrae inicialmente ninguna obligación. Puede resultar obligado, sin embargo,
a pagar los gastos de conservación de la cosa en que el depositario haya incurrido y los perjuicios que
haya ocasionado su tenencia.
El artículo 2235 dispone: “el depositante debe indemnizar al depositario de las expensas que
haya hecho para la conservación de la cosa, y que probablemente hubiera hecha el mismo, teniéndola en
su poder; como también de los perjuicios que sin culpa suya le haya ocasionado el depósito”.

Derecho de retención del depositario.


Para garantía de las indemnizaciones que se le deban por los gastos de conservación efectuados
y por los perjuicios sufridos, el depositario goza el derecho legal de retención.
Ningún otro crédito del depositario justifica la retención. Puede hacer vales este derecho” solo en
razón de las expensas y perjuicios de que habla el siguiente articulo” (artículo 2234).

Depósito necesario

El depósito propiamente tal se denomina necesario cuando la elección del depositario no


depende de la libre voluntad del depositante, sino que es dictada o impuesta por las circunstancias.
El artículo 2236 dispone: “el depósito propiamente dicho se llama necesario, cuando la elección
de depositario no depende de la libre voluntad del depositante, como en el caso de un incendio, ruina,
saqueo u otra calamidad semejante”.
No se piense, sin embargo, que en el depósito necesario no sea indispensable la voluntad
concurrente de las partes; el depósito por ser necesario, no deja de ser un contrato. Solamente las
circunstancias determinan que el depositante se vea obligado a confiar el depósito a quien buenamente
quiera hacerse cargo del mismo.
Estas desgraciadas circunstancias que determinan el depósito influyen decisivamente en sus
efectos.

Peculiaridades del depósito necesario.


El depósito necesario, en general, está sujeto a las mismas reglas que el voluntario (artículo
2240).
Sin embargo, se le aplican reglas especiales en cuanto a la prueba y a la responsabilidad que
cabe al depositario.
a) La premura con que se hace el depósito imposibilita al depositante para que procurarse una
prueba escrita del contrato; como consecuencia, no se aplican las limitaciones de la prueba testimonial
para acreditar el hecho del depósito, la naturaleza, calidad y cantidad de las cosas depositadas.
El artículo 2237 establece: “acerca del depósito necesario es admisible toda especie de prueba”.
b) La responsabilidad del depositario, que en el depósito voluntario alcanza solo hasta la culpa
grave, salva las excepciones legales, en el depósito necesario se extiende hasta la culpa leve
(artículo2239).

Depósito necesario de que se hace cargo un incapaz.


La precipitación que imprimen las circunstancias, impide al depositante cerciorarse de la
capacidad del depositario. La aplicación de la regla general del artículo 2218 dejaría al depositante en
una situación desmedrada ante el depositario incapaz.
Por este motivo el artículo 2238 dispone: “el depósito necesario de que se hace cargo un adulto
que no tiene la libre administración de sus bienes, pero que esta en su sana razón, constituye un
cuasicontrato que obliga al depositario sin la autorización de su representante legal”.
El incapaz contrae las obligaciones propias del depositario, independientemente de su voluntad,
porque la ley se las impone.

Depósito de efectos en hoteles y posadas.


El artículo 2241 asimila al depósito necesario el que hace el pasajero de sus efectos en poder del
posadero o sus dependientes: “los efectos que el que aloja en una posada introduce en ella,
entregándolos al posadero o a sus dependientes, se miran como depositados bajo la custodia del
posadero. Este depósito se asemeja al necesario y se le aplican los artículos 2237 y siguientes”.
Las mismas reglas se aplican a los administradores de fondas, casas de bailar o baños, y otros
establecimientos semejantes (artículo 2248).

Modalidades de estas clases de depósitos.


Someramente he aquí las modalidades de esta clase de depósito:
a) El posadero o administrador de fondos, café, etc., es responsables de todo daño que se cause al
cliente en los efectos entregados por culpa suya o de sus dependientes, o de los extraños que visiten la
posada, y hasta de los hurtos y robos (artículo 2242).
b) El posadero es igualmente obligado a la seguridad de los efectos que el alojado conserva
alrededor de si. Responde del daño causado o del hurto o robo cometido por los sirvientes de la posada
extrañas que no sean familiares o visitantes del alojado (artículo 2243).
c) El viajero que trajere consigo efectos de gran valor de los que no entran ordinariamente en el
equipaje de personas de su clase, deberá hacerlo saber al posadero, y aun mostrárselo si lo exigiere,
para que emplee especial cuidado en su custodia; si así no lo hiciere, podrá el juez desechar sus
demandas por la perdida, hurto o robo (artículo 2245).
d) El alojado que se queja de daño, hurto o robo deberá probar el número, calidad y valor de los
efectos desaparecidos.
Como son aplicables las reglas del depósito necesario, no rigen las limitaciones a la prueba
testimonial. Sin embargo, la ley establece una importante excepción: “el juez estará autorizado para
rechazar la prueba testimonial ofrecida por el demandante, cuando este no le inspire confianza o las
circunstancias le parezcan sospechosas” (artículo 2244 inciso 2).
e) Si el daño, hurto o robo fuere en algún modo imputable al pasajero o alojado, será absuelto el
posadero (artículo 2246).
f) Cesa toda responsabilidad del posadero, cuando se ha convenido exonerarle de ella (artículo
2247), o el daño proviene de caso fortuito, salvo que se le pruebe imputar a culpa o dolo (artículo 2242).

El secuestro

El secuestro es una especie de depósito en poder de un tercero de una cosa que dos o más
personas disputan, mientras se resuelva definitivamente acerca de sus respectivos derechos. El
secuestro es, por consiguiente, una medida conservativa o precautoria.
Ha definido esta variedad de depósito el artículo 2249: “el secuestro es el depósito de una cosa
que se disputan dos o mas individuos, en manos de otro que debe restituirla al que obtenga una decisión
a su favor”.
El depositario recibe la denominación especial de secuestre (artículo 2249, inciso 2).

Clases de secuestro.
El secuestro puede ser convencional o judicial.
Secuestro convencional es aquel que se constituye por un acuerdo de voluntad de las personas
que se disputan el objeto litigioso. Secuestro judicial es aquel que se constituye por decreto de juez
(artículo 2252, incisos 2 y 3).

Reglas a que esta sometido el secuestro.


El secuestro esta sometido a las reglas generales del depósito, con algunas ligeras variantes, y a
las normas del código de Procedimiento Civil, si se trata de un secuestro judicial.
El artículo 2250 dispone: “las reglas del secuestro son las mismas que las del depósito
propiamente dicho, salvas las disposiciones que se expresan en los siguientes artículos y en el Código de
enjuiciamiento”.
El depositante contrae para con el secuestre las mismas obligaciones que en el depósito
propiamente dicho, “por lo que toca a los gastos y daños que le haya causado el secuestro” (artículo
2253).

Diferencia entre el secuestro y el depósito propiamente dicho.


Median entre el secuestro y el depósito propiamente dicho algunas diferencias notables.
a) Pueden ponerse en secuestro no solo cosas muebles, sino bienes raíces (artículo 2251). El
depósito puede tener por objeto únicamente bienes muebles.
b) En el depósito propiamente dicho el depositario debe restituir la cosa a voluntad del depositante;
dura el depósito de la cosa hasta que el depositante la pida.
El secuestre no puede restituir la cosa y exonerarse del cargo, mientras no recaiga sentencia de
adjudicación pasada en autoridad de cosa juzgada (artículo 2256).
En otros términos, la restitución no es posible sino una vez terminada definitivamente la
contienda.
Antes de la sentencia puede cesar el secuestro por voluntad unánime de las partes, si el
secuestro fuere convencional o por derecho de juez, en el caso contrario.
Podrá asimismo exonerarse al secuestro del cargo por una necesidad imperiosa de que debe dar
cuenta a los depositantes o al juez, para que dispongan su relevo.
c) El depositario debe restituir al depositante o a quien tenga derecho a recibir en su nombre
(artículos 2181 y 2233). El artículo 2257 dispone que, dictada y ejecutoriada la sentencia, debe el
secuestre restituir el depósito al adjudicatario.

Derechos y facultades del secuestre.


Los artículos 2254 y 2255 consignan dos importantes reglas relativas a los derechos del
secuestre y a las facultades que le confiere esta calidad.
a) En caso de que perdiere la tenencia de la cosa, podrá el secuestre reclamarla contra toda
persona, incluso cualquiera de los depositantes que la haya tomado sin el consentimiento del otro, o sin
decreto del juez, según el caso fuere (artículo 2254).
b) El secuestre de un inmueble tiene, relativamente a su administración “las facultades y deberes de
mandatario, y deberá dar cuenta de sus actos al futuro adjudicatario” (artículo 2255).

El secuestro judicial.
El secuestro judicial, como se dijo, se constituye por decreto de juez y se sujeta, además, a las
reglas del Código de Procedimiento Civil, por de pronto, las circunstancias que hacen procedentes el
secuestro judicial al ocuparse de las medidas precautorias.
El artículo 290 de dicho cuerpo de leyes previene que, para asegurar el resultado de la acción,
puede el demandante, en cualquier estado del juicio, aun cuando no este contestada la demanda,
solicitar, entre otras medidas de seguridad “el secuestro de la cosa que es objeto de la demanda.
Procede el secuestro en los siguientes casos:
a) Cuando se reivindica una cosa corporal mueble y hubiera motivo de temer que se pierda o
deteriore en manos del poseedor (artículos 901 del C. Civil y 291 del C. P. C.;
b) Cuando se entablan otras acciones con relación a cosas muebles determinadas y haya motivo de
temer que se pierda en manos de la persona que, sin ser poseedora, tenga la cosa en su poder (artículo
291 de C.P.C.).
De lo expuesto se desprende que, contrariamente a lo que dispone el artículo 2251, el secuestro
judicial recae solo sobre bienes muebles, solamente el secuestro convencional puede recaer,
indistintamente, sobre bienes muebles o raíces.
Se aplican al secuestro judicial las reglas del Código de Procedimiento Civil relativas al
depositario de bienes embargados (artículo 292 del C.P.C.).
El secuestre, en consecuencia tiene la administración de los bienes secuestrados (artículo 479
del C.P.C.) podrá vender, con autorización judicial los bienes sujetos a corrupción o susceptibles de un
próximo deterioro, o cuya conservación sea fácil o muy dispendiosa (artículo 483 del C.P.C.).
Luego que cese en el cargo, deberá rendir cuenta de gestión, en la forma establecida para los
guardadores, sin perjuicio de que el tribunal pueda ordenarle rendir cuentas parciales (artículo 514del
C.P.C.).
Tiene el secuestre derecho a una remuneración que fijara el juez, teniendo en consideración la
responsabilidad y trabajo que el cargo le haya impuesto (artículo 516 del C.P.C.).

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