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CONTRATO DE DEPÓSITO
CONCEPTO Y CARACTERÍSTICAS
Art. 2211 “Llámese en general depósito el contrato en que se confía una cosa corporal a una
persona que se encarga de guardarla y de restituirla en especie.
La cosa depositada se llama también depósito”
Así, la voz “depósito” designa tanto al contrato como a la cosa depositada. Las partes de este
contrato se denominan generalmente “depositante”, quien efectúa el depósito, y “depositario” quien la
recibe.
1.- Es un contrato unilateral, pues sólo impone obligaciones al depositario, que son, como veremos,
guardar y restituir. Esto debe entenderse, tal como sucede en el mutuo y el comodato, sin perjuicio de
que con posterioridad surjan obligaciones para el depositante, sin que ello implique que cambia la
naturaleza unilateral del contrato por esta circunstancia, ya que las obligaciones que pueden recaer
sobre el depositante tienen por fuente la ley y no el contrato. En dicho caso, estamos frente a un
contrato sinalagmático imperfecto.
2.- Es un contrato real, al igual que el mutuo y el comodato, este contrato se perfecciona por la
entrega que el depositante hace al depositario, tal como expresamente se encarga de señalar el artículo
2212. Esta entrega podrá hacerse de cualquier modo que transfiera la tenencia de lo que se deposite, y
podrán también convenir las partes en que una de ellas retenga como depósito lo que estaba en su
poder por otra causa (Art. 2213)
3.- Es un contrato de confianza, pero no es un contrato intuito personae. Si bien del artículo 2211
podría desprenderse que, tal como sucede con el mandato, se trata de un contrato intuito personae, lo
cierto es que esta afirmación queda desmentida por el Art. 2216, que señala:
“El error acerca de la identidad personal del uno o del otro contratante, o acerca de la
sustancia, calidad o cantidad de la cosa depositada, no invalida el contrato.
El depositario, sin embargo, habiendo padecido error acerca de la persona del depositante,
o descubriendo que la guarda de la cosa depositada le acarrea peligro, podrá restituir
inmediatamente el depósito”
Como se ve, el error en la persona no invalida el contrato, pero acarrea otra consecuencia,
pues permite al depositario restituir en forma inmediata.
- Es un contrato esencialmente gratuito, pues si se estipula una remuneración, este contrato pasaría
a ser un arrendamiento de servicios. El secuestro judicial, en cambio, constituye una excepción, pues
es casi siempre remunerado.
En atención a lo dispuesto por el artículo 2214, el depósito puede ser Propiamente dicho o
secuestro. A su vez el Propiamente dicho podrá ser voluntario o necesario, y el secuestro podrá ser
convencional o judicial. Pasemos a revisar brevemente cada uno de estos tipos.
Art. 2215. El depósito propiamente dicho es un contrato en que una de las partes
entrega a la otra una cosa corporal y mueble para que la guarde y la restituya en
especie a voluntad del depositante.
Como puede apreciarse, la cosa depositada debe reunir dos requisitos: ser corporal y mueble.
Este último requisito, ser mueble, constituye una diferencia entre el depósito propiamente dicho y el
secuestro, pues éste puede recaer sobre inmuebles. En todo caso, es necesario señalar que un depósito
propiamente dicho sobre inmuebles no es, en ningún caso, un contrato prohibido, sino solamente se
tratará de un contrato innominado, desde que no calzará con la definición dada. El legislador nada ha
obtenido excluyendo a los inmuebles de ser objetos de depósito, pues este contrato innominado se
regirá supletoriamente por las normas del depósito.
En cuanto a la capacidad de las partes, tienen plena aplicación las reglas generales. Sin
embargo, se contemplan ciertas reglas particulares para el caso que el contrato sea celebrado por
incapaces. En efecto, si el depositante es incapaz, el depósito es válido, y el depositario contrae todas
sus obligaciones (Art. 2218 inciso 2º), en cambio si el depositario es incapaz, se autoriza al depositante
a exigir la restitución del objeto mientras esté en poder del depositario, y si el objeto ya no está en su
poder, tendrá acción para reclamarle aquello en que por el depósito se hubiere hecho más rico (Art.
2218 inciso 3º y Art. 1688)
Conforme al art. 1709, el depósito deberá constar por escrito cuando la cosa entregada en
depósito valga más de 2 unidades tributarias, so pena de no ser admisible la prueba testimonial. Sin
perjuicio de lo anterior, el art. 2217 altera las normas relativas a la prueba, y señala que en tal caso
será creído el depositario sobre su palabra, sea en orden al hecho mismo del depósito, sea en cuanto a
la cosa depositada, o el hecho de la restitución.
1.- Guardar la cosa. La obligación de conservar implica la de emplear el debido cuidado, y al ser este
contrato en beneficio exclusivo del acreedor, según las normas generales habrá de responder de la
culpa grave o lata.
Esto se corrobora en el art. 2222, que señala casos en que se altera la regla descrita:
Art. 2222. Las partes podrán estipular que el depositario responda de toda especie de
culpa.
A falta de estipulación responderá solamente de la culpa grave.
Pero será responsable de la leve en los casos siguientes:
1.º Si se ha ofrecido espontáneamente o ha pretendido se le prefiera a otra persona
para depositario;
2.º Si tiene algún interés personal en el depósito, sea porque se le permita usar de él
en ciertos casos, sea porque se le conceda remuneración.
El depositario no puede utilizar la cosa, salvo que se le haya autorizado expresamente o dicha
autorización pueda presumirse. (Art. 2220)
En cuanto a los riesgos, por aplicación del aforismo “las cosas perecen para su dueño” la
pérdida por caso fortuito o fuerza mayor es de cargo del depositante, y con ello, la obligación del
depositario de restituir se extingue. Ahora bien, si por la pérdida el depositario obtiene alguna
indemnización, deberá restituirla al depositante. (Art.2230)
Otra situación que la ley se ocupa de regular es el caso del fallecimiento del depositario y la
enajenación de buena fe por parte de sus herederos, es decir, en caso que ellos no tuvieren
conocimiento del depósito. El depositante puede, en este caso, reivindicar la cosa, y si no quiere o la
acción resulta ineficaz, puede dirigirse contra los herederos por lo que ellos recibieron por la cosa o
para que éstos le cedan las acciones que tengan contra terceros.
Tal como se ha señalado, en virtud del contrato el depositante no contrae ninguna obligación,
sin embargo es posible que surjan para él obligaciones de fuente legal, si se dan los supuestos que
señala el artículo 2235
Art. 2235. El depositante debe indemnizar al depositario de las expensas que haya hecho
para la conservación de la cosa, y que probablemente hubiera hecho él mismo,
teniéndola en su poder; como también de los perjuicios que sin culpa suya le haya
ocasionado el depósito.
Para la seguridad del pago de estas indemnizaciones, el depositario cuenta con un derecho
legal de retención, consagrado en el Art. 2234:
Art. 2234. El depositario no podrá sin el consentimiento del depositante retener la cosa
depositada, a título de compensación, o en seguridad de lo que el depositante le deba;
sino sólo en razón de las expensas y perjuicios de que habla el siguiente artículo.
Depósito Irregular:
Este tipo de depósito está regulado en el artículo 2221 del código civil, y podemos definirlo
como aquel depósito de dinero en que el depositario tiene la facultad de usarlo.
Como se puede apreciar, este tipo de depósito es similar al mutuo, y al igual que éste, será un
título traslaticio de dominio, y no sólo de mera tenencia, pues el depositario puede consumir la cosa
recibida, y por tanto tiene una obligación restitutoria, ya no en especie sino de género. Tal vez la única
diferencia que pueda señalarse entre ambos contratos, es a favor de quien está constituido el plazo,
pues en el depósito irregular, el plazo está constituido a favor del depositante, quien puede requerir la
restitución a voluntad, en cambio el mutuo supone un plazo a favor del mutuario, y que mientras esté
pendiente, impide al mutuante exigir la restitución.
El depósito propiamente tal será necesario cuando el depositante carezca de libertad para
elegir al depositario, cuestión que es determinada por las circunstancias. Así lo señala expresamente el
Art. 2236:
Art. 2236. El depósito propiamente dicho se llama necesario, cuando la elección de
depositario no depende de la libre voluntad del depositante, como en el caso de un
incendio, ruina, saqueo, u otra calamidad semejante.
Este depósito esta regulado en los artículos 2236 y 2240, y en lo no regulado, se aplican las
normas del depósito propiamente dicho. Estas normas especiales se refieren a la responsabilidad, que
se agrava haciendo responsable al depositario de la culpa leve; a la prueba, ya que es admisible toda
clase, incluso la testimonial, lo que se justifica por el apuro que en el hecho se da, y que imposibilita al
depositante de procurarse una prueba.
La otra situación especial que se regula es aquella en que el depositario es un adulto (se
entiende menor adulto, según las normas del título preliminar) que no tiene la libre administración de
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Derecho Civil
sus bienes, y se transforma aquí el contrato en un cuasicontrato. A modo de crítica, algunos autores
han señalado que no se ve razón para no igualar en esta situación al disipador interdicto.
Por último, los artículos 2241 al 2248 regulan una situación que, en estricto rigor, se asemeja
más al depósito propiamente dicho que al necesario, desde que no existen circunstancias calamitosas
que determinen la persona del depositario, y que se conoce como el “deposito de Hotelería”. Pues
bien, sin perjuicio de la observación hecha, de todas formas se regula en el párrafo del depósito
necesario, lo que se explica por cuanto se asimilan sus efectos, no sus circunstancias determinantes.
El objetivo es asegurar a los pasajeros o clientes, y por ello el administrador es responsable de lo que
se le ha entregado a él o a sus dependientes, salvo que se trate de un caso fortuito o fuerza mayor, que
se haya convenido eximirlo de responsabilidad o bien que se trate de efectos de gran valor no
declarados por el pasajero o bien que la pérdida se debe a la negligencia del pasajero. (Art. 2242 y
2245-2247)
2.- El Secuestro
Art. 2249. El secuestro es el depósito de una cosa que se disputan dos o más individuos,
en manos de otro que debe restituirla al que obtenga una decisión a su favor.
El depositario se llama secuestre.
El depósito llamado secuestro podrá ser judicial, si se constituye por decreto judicial; o
convencional si se constituye por acuerdo de las partes.
Este deposito se rige por las normas del depósito, con algunas reglas especiales, y por las del
código de procedimiento civil si es judicial (Art. 290, “de las medidas precautorias”). Estas normas
especiales son las contenidas en los artículos 2251 y siguientes del código civil, entre ellas:
1.- Puede recaer sobre muebles e inmuebles, según el 2251. (El judicial solo sobre
muebles)
4.- El secuestre que pierde la tenencia podrá reclamarla de cualquier persona, incluso
de cualquiera de los depositantes (2254)
El secuestro termina por sentencia de adjudicación pasada en autoridad de cosa juzgada, caso
en el cual quien se adjudica o la persona a quien se le reconoce el derecho reclamado podrá pedir su
restitución. Sin embargo, el secuestre podrá exonerarse antes del cargo en caso de una necesidad
imperiosa, dando pronto aviso a las partes o al juez según corresponda. El secuestro termina también
por acuerdo de las partes o por decreto del juez.
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Derecho Civil
CONTRATO DE PRÉSTAMO
De lo anterior se desprende que existen dos tipos de préstamo: el de las cosas que pueden
usarse sin destruirlas y el de las cosas que se consumen por el uso. Esta clasificación del contrato de
préstamo es expresamente recogida por el código civil francés, en el artículo 1874, que agrega,
además, que la primera especie de llama préstamo de uso o comodato y la segunda especie préstamo
de consumo.
Nuestro código también recoge esta clasificación del contrato de préstamo, al regular, en los
Art. 2174 y siguientes el “comodato o préstamo de uso” y en los Art. 2196 el “mutuo o préstamo de
consumo”.
Pues bien, en el primer caso, la cosa prestada debe devolverse en su individualidad, es decir, el
deudor sólo está autorizado a servirse de la cosa prestada, por el tiempo del préstamo, sin poder
enajenarla o destruirla. En el segundo caso, el deudor puede disponer de las cosas que se le entregan,
pues está obligado a devolver otras en igual número y del mismo género.
Las características específicas del contrato de préstamo, sea de uso o sea de consumo, son dos:
- Por un lado, se trata de un contrato unilateral, pues sólo genera obligaciones para una de las
partes, aquella que recibe las cosas en préstamo, siendo la principal la de restituirlas;
- Y por otro lado, se trata de un contrato real, pues para su existencia es indispensable la
entrega de la cosa prestada, entrega que, en el préstamo de uso, consiste en la simple entrega material
de la cosa, por lo que el deudor llega a ser mero tenedor, y tratándose del préstamo de uso, en cambio,
constituye verdaderamente una tradición, y por tanto, el deudor adquiere la propiedad de la cosa.
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Derecho Civil
CONCEPTO
Art. 2174: "El comodato o préstamo de uso es un contrato en que la una de las partes
entrega a la otra gratuitamente una especie, mueble o raíz, para que haga uso de ella, y
con cargo de restituir la misma especie después de terminado el uso".
“Este contrato no se perfecciona sino por la tradición de la cosa”
CARACTERÍSTICAS
1.- Es un contrato real. El contrato se perfecciona por la entrega de la cosa que hace el comodante al
comodatario. Se trata de una simple entrega y no de tradición, a pesar que el inciso 2° del artículo
2174 señala que no se perfecciona “sino por la tradición de la cosa”, pues el deudor debe restituir la
misma especie, y no se hace dueño de ella.
2.- Es un contrato unilateral. Las partes que intervienen en este contrato se denominan comodante,
quien confiere el uso, y comodatario, quien se beneficia con el uso de la cosa. En virtud de este
contrato, sólo el comodatario resulta obligado, y su obligación principal consiste en restituir la cosa
prestada. El comodante, en cambio, no adquiere obligación alguna, pues la entrega que efectúa es la
forma de perfeccionar el contrato, y no un efecto del mismo, de manera que antes de verificarse la
entrega no existe contrato. Lo anterior no significa que el comodante no deba asumir ciertas
obligaciones con posterioridad, tales como rembolsar las expensas de conservación o indemnizar los
perjuicios que la cosa hubiere causado al comodatario. Es por esta razón que se suele señalarse que el
comodato es un contrato sinalagmático imperfecto, pues aun cuando se trata de un contrato unilateral
pueden nacer obligaciones para la parte que no estaba inicialmente obligada.
comodato sólo cede en beneficio del comodante, el comodatario responde sólo de la culpa grave. Por
último, no hay que olvidar que las partes pueden, en virtud de la autonomía de la voluntad, modificar
estas reglas sobre responsabilidad.
4.- Constituye un título de mera tenencia. El comodatario, por la entrega que se le efectúa, es un
mero tenedor, un detentador. El comodante es quien conserva el dominio y la posesión, y
consecuencialmente, puede reivindicar la cosa prestada. El comodatario, en virtud de este contrato,
adquiere un derecho personal de uso. (Art. 2176)
5.- Es un contrato típico o nominado. Desde luego, cabe aquí recordar que si bien suelen usarse
ambos conceptos como sinónimos, decimos que un contrato es nominado cuando tiene un nombre, sea
que se lo otorgue la ley o que se lo haya conferido el uso o tráfico jurídico, y que un contrato es típico
cuando se encuentra reconocido y regulado por el ordenamiento. Como todos los contratos regulados
en el código civil, el contrato de comodato es típico y nominado.
6.- Es un contrato que siempre será civil. La gratuidad, como elemento esencial particular, impide
que este contrato pueda ser mercantil.
En atención a lo dispuesto por el Art. 2174, pueden darse en comodato todas las cosas
comerciables muebles o inmuebles.
No obstante, hay que tener presente que es necesario que la cosa prestada sea de tal naturaleza
que pueda sobrevivir al uso que se haga de ella, es decir, que el uso previsto no implique su
destrucción o su enajenación, pues la obligación que pesa sobre el comodatario es de restituir la misma
especie. Por ello, no puede tratarse de cosas consumibles, aunque desde un punto de vista lógico, es
posible pensar en un comodato sobre cosas consumibles, por ejemplo, dinero, frutas, vino, etc., con la
obligación de devolver el mismo dinero, las mismas frutas o el mismo vino, como si, por ejemplo, se
pidieran prestadas algunas de estas cosas con el objeto de exhibirlas en una exposición.
Por otro lado, pueden darse en comodato tanto las cosas propias como las ajenas, es decir, el
comodato sobre cosa ajena vale, sin perjuicio de los derechos del dueño según las reglas generales.
Esto significa que el contrato es válido, respecto de las partes que lo celebran, pero en nada se
modifica la situación del propietario de la cosa, quien podría reivindicarla. En dicho caso, el
comodatario no tendrá en contra del comodante acción de indemnización de perjuicios, sino en el caso
en que el comodante sabía que la cosa era ajena y no lo advirtió al comodatario. (Artículo 2188).
En cuanto a la prueba de este contrato, el artículo 2175 establece una importante excepción a
las reglas generales que, sobre el cumplimiento de las formalidades a vía de prueba, establecen los Art.
1708 y 1709. En efecto, señala que “el comodato podrá probarse mediante testigos, cualquiera sea el
valor de la cosa prestada.” La justificación de esta excepción se encontraría en que el comodante, por
la celebración del contrato, no obtiene ninguna ganancia, sino que solamente facilita la especie al
comodatario, y por ello parece razonable no limitar los medios de prueba que puede utilizar.
Como hemos señalado, el contrato de comodato es un contrato unilateral, que genera solo
obligaciones para el comodatario, y que consisten en:
1.- Conservar la cosa. La necesidad de conservar la cosa se deriva directamente de la necesidad que
tiene de restituirla al término del contrato, e implica emplear en ella el debido cuidado. Este debido
cuidado, considerando que el contrato cede, en principio, en beneficio exclusivo del comodatario, lo
hace responsable hasta de la culpa levísima, y por ende, deberá emplear una suma diligencia. (Art.
1547 y 2178)
En consecuencia, el comodatario queda obligado a responder por los deterioros de la cosa que
provengan de su culpa, según el grado de diligencia que le sea exigible, y si el deterioro es de tal
magnitud que la cosa ya no sirve para su uso ordinario, el comodatario podrá ser obligado al precio
que la cosa tenía con anterioridad. Así lo establece el artículo 2178, y agrega que en este caso el
comodante deberá abandonar la propiedad de la cosa al comodatario, para impedir que el comodante
se enriquezca en forma injustificada. Al contrario, el comodatario no responderá de los deterioros de la
cosa que provengan de la naturaleza de la cosa, de su uso legítimo o del caso fortuito, aunque con
ciertas excepciones (Art. 2178).
Finalmente, cabe destacar que, en atención a lo dispuesto por el artículo 2189, "si la cosa ha
sido prestada a muchos, todos serán solidariamente responsables", refiriéndose a las indemnizaciones
que puedan deberse al comodante.
2.- Usar la cosa en los términos convenidos o según su uso ordinario. El comodatario debe dar a la
cosa solamente el uso determinado por el acuerdo expreso o tácito de las partes. Si no hay
estipulación al respecto, el comodatario debe dar a la cosa el uso que ordinariamente le corresponda,
de acuerdo a su naturaleza (Art. 2177).
1.- Si muere el comodatario, a menos que la cosa haya sido prestada para un servicio
particular que no pueda deferirse ni suspenderse. En esta disposición queda de manifiesto el
carácter intuito personae del contrato. Cabe destacar que el contrato de comodato no se
extingue por la muerte del comodante (Art. 2190)
2.- Si sobreviene al comodatario una necesidad imprevista y urgente de la cosa. Con ello,
queda de manifiesto el carácter gratuito del contrato.
Además, el Art. 2177 contempla otro caso: si el comodatario emplea la cosa en uso diverso del
convenido.
- Alegando derecho de retención para garantizar las indemnizaciones a que tiene derecho
según los Art. 2191 y 2192. (Art. 2182 en relación con Art. 2193)
- Si la cosa se ha embargado judicialmente de manos del comodatario (Art. 2183 inciso 1 y
1578 Nº 2)
- Cuando la cosa ha sido perdida, hurtada o robada, el comodatario debe dar aviso al
propietario y suspender mientras tanto la restitución (2183 inciso 2).
- El comodatario debe suspender la restitución de toda especie de armas ofensivas y de
toda otra cosa de que se sepa se trata de hacer un uso criminal (2184)
- El comodatario debe suspender la restitución cuando el comodante ha perdido el juicio y
carece de curador (2184 inciso 2)
- Si descubre que él es el verdadero dueño de la cosa prestada (2185 inciso 1°)
La restitución debe hacerse al comodante o persona que tenga derecho para recibirla a su
nombre. No obstante, se hace excepción a las reglas generales, ya que se establece que "si la cosa ha
sido prestada por un incapaz que usaba de ella permiso de su representante legal, será válida su
restitución al incapaz".
1.- La acción de restitución propia del comodato, que es un acción personal y, por lo mismo,
sólo puede entablarse e contra del comodatario.
2.- La acción reivindicatoria, en el caso que el comodante sea el dueño de la cosa prestada),
que es una acción real y, por lo mismo, puede ejercerla en contra de cualquier persona. Cuando la
cosa haya salido del poder del comodatario y haya pasado a terceras personas, la acción reivindicatoria
será la única acción que podrá ejercer el comodante.
Finalmente, puede ocurrir que los comodatarios sean muchos. En tal caso, cabe recordar que la
obligación de restituir es una obligación indivisible (artículo 1526 Nº 2), por lo que la restitución
podrá reclamarse a aquel de los comodatarios que detente la cosa prestada.
Cabe recordar que el comodatario tiene un derecho legal de retención para garantizar el
cumplimiento de estas obligaciones, que son:
1.- Obligación de pagar al comodatario las expensas de conservación de la cosa. Como es lógico,
la utilización de la cosa por parte del comodatario sólo aprovecha a éste, y en principio, debe soportar
los gastos de conservación. Por eso, sólo pesan sobre el comodante:
- Las expensas sean necesarias y urgentes, que el comodante hubiera debido realizar de haber
tenido la cosa en su poder (Art. 2191 Nº 2)
2.- Obligación de indemnizar al comodatario los perjuicios que le haya ocasionado la mala
calidad o condición de la cosa prestada (Art. 2192). Para que surja esta obligación es necesario que
se den los siguientes requisitos (copulativos):
- Que la condición o mala calidad de la cosa haya sido conocida y no declarada por el
comodante.
- Que la condición o mala calidad de la cosa sea de tal naturaleza que fuere probable que
hubiese de ocasionar perjuicios.
- Que el comodatario no haya podido con mediano cuidado conocer la condición o mala
calidad de la cosa o precaver los perjuicios.
A este respecto cabe tener presente que el comodato no se extingue por el fallecimiento del
comodante (2190), pero sí por el fallecimiento del comodatario, pues se trata de un contrato intuito
personae, y sólo por excepción el contrato continúa a la muerte del comodatario, cuando la cosa haya
sido prestada para un servicio en particular que no puede suspenderse ni diferirse.
El código establece las reglas en caso que los herederos del comodatario enajenen la cosa
prestada (Art. 2187), distinguiendo si sabían o no del préstamo:
En cambio si sabían del préstamo, los herederos deberán resarcir todo perjuicio e incluso serán
responsables criminalmente.
COMODATO PRECARIO
1.- "El comodato toma el título de precario si el comodante se reserva la facultad de pedir la
restitución de la cosa en cualquier tiempo". (Art. 2194)
2.- “Se entiende precario cuando no se presta la cosa para un servicio particular ni se fija tiempo
para su restitución” (Art. 2195 inciso 1)
"Constituye también precario la tenencia de una cosa ajena, sin previo contrato y por
ignorancia o mera tolerancia del dueño". (ART. 2195 inciso 2)
Apuntes de clases Prof. Gonzalo Severin Fuster
Derecho Civil
Como se puede apreciar, la ley asimila al comodato precario una situación de hecho que
consiste en la tenencia de una cosa ajena sin ningún título que la legitime, y que se produce por la
mera tolerancia del dueño o por su ignorancia.
El dueño podrá recobrar la tenencia de la cosa en cualquier tiempo, debiendo acreditar que es
dueño y que el demandado detenta la cosa. El juicio se tramitará según las reglas del juicio sumario
(artículo 680 No. 6 del Código de Procedimiento Civil). Al demandado corresponde probar que
detenta la cosa en virtud de un título y no por mera tolerancia o ignorancia del dueño. Así se ha
fallado:
Sin embargo, se ha discutido que debe entenderse por “sin previo contrato”. Algunos
entienden que el detentador puede oponer cualquier título que justifique su tenencia, y con ello, enerva
la acción de precario. Otros señalan que debe tratarse de un título que emane del dueño. Esta última es
la postura adoptada por nuestros tribunales superiores:
“Es dable precisar que para enervar la acción de precario, el demandado debe
necesariamente sostener que un título resulta idóneo para poner la cosa en su poder
cuando no tan solo emane del propio actor, sino que le obligue; al efecto,
evidentemente, nada de eso ocurre en la especie. CORTE DE APELACIONES DE
ARICA. Antonio Felipe Gardilcic Boero con José Villegas Montecinos Rol Nº
7.740-2000.
Apuntes de clases Prof. Gonzalo Severin Fuster
Derecho Civil
EL CONTRATO DE MUTUO
O PRÉSTAMO DE CONSUMO
CONCEPTO
El mutuo o préstamo de consumo es un contrato en que una de las partes entrega a la otra
cierta cantidad de cosas fungibles con cargo de restituir otras tantas del mismo género y calidad. (Art.
2196)
Se trata de un préstamo de cosas fungibles, cuya propiedad se trasfiere al deudor, quien puede,
por tanto, enajenarlas o consumirlas, pues deberá restituir una cantidad igual a la que ha recibido, de la
misma especie y calidad. El deudor, entonces, se libera mediante la prestación de una cosa de la
misma naturaleza. Por esto es que se le denomina “préstamo de consumo”.
Las partes que intervienen en este contrato de préstamo se denominan mutuante, quien
entrega las cosas en préstamo, y mutuario, quien recibe el préstamo de consumo y contrae la
obligación de restituir otro tanto del mismo género y calidad.
Cabe tener presente que cuando se trata de un préstamo de dinero se debe aplicar la
regulación especial contenida en la Ley 18.010, sobre operaciones de crédito de dinero, de manera que
la regulación del código civil es aplicable a aquellos casos en que lo dado en mutuo sea algo distinto
del dinero.
CARACTERÍSTICAS
1. Es un contrato real: El mutuo se perfecciona por la entrega de la cosa por el mutante al mutuario,
entrega que transfiere el dominio de las cosas prestadas, por lo que constituye tradición. Por ello,
podemos decir que en este caso el título y el modo de adquirir se confunden.
Apuntes de clases Prof. Gonzalo Severin Fuster
Derecho Civil
El artículo 2197 explícita lo anterior, pues señala "No se perfecciona el contrato de mutuo sino
por la tradición, y la tradición transfiere dominio". Esta tradición puede verificarse por cualquiera de
los modos señalados en el artículo 684.
En todo caso, es necesario tener presente que si el mutuo constituye una operación de crédito
de dinero, de acuerdo a lo dispuesto en la ley 18.010, el contrato podría ser consensual.
2. Es un contrato unilateral: Sólo una de las partes resulta obligada: el mutuario, que se obliga a
restituir tantas cosas del mismo género y calidad de las que recibió en préstamo.
3. Puede ser gratuito u oneroso. Es naturalmente gratuito en atención a lo dispuesto por el Código
Civil, pues no se presumen los intereses, por lo que ellos deben pactarse expresamente. Es
naturalmente oneroso cuando el mutuo constituye una operación de crédito de dinero, pues si no se
expresa nada, se deberán los intereses corrientes (Art. 12 L. 18.010)
4. El mutuo constituye un título traslaticio de dominio: Como hemos señalado, el mutuario se hace
dueño de la cosa prestada (Art. 2197), lo que implica que la cosa perecerá en su perjuicio cualquiera
que sea la causa de la pérdida.
Según lo expresa el Art. 2196, lo que se entrega es una cierta cantidad de cosas fungibles, que
como sabemos, son aquellas que presentan una relación de equivalencia con otras de su mismo género
por lo que poseen el mismo valor liberatorio.
El mutuante debe ser capaz de enajenar y dueño de las cosas dadas en mutuo.
Si el mutuante no es dueño, el mutuo vale, sin embargo, no transferirá el dominio de las cosas,
conservando el dominio el verdadero dueño. Además, como es lógico, dichas cosas podrán ser
reivindicadas por el verdadero dueño, mientras conste su identidad (Art. 2002 inc. 1). Desaparecida la
identidad, se hace imposible el ejercicio de la acción reivindicatoria, y en dicho caso, el mutuario que
recibió de mala fe, esto es, a sabiendas de que la cosa prestada era ajena, deberá pagar en forma
inmediata, con el interés máximo convencional”, en cambio, si estaba de buena fe, deberá pagar, con
los intereses estipulados, pasados 10 días desde la entrega (Art. 2202 inc. 2)
El mutuario debe ser capaz de obligarse, pues en caso contrario, el contrato adolecerá de un
vicio de nulidad. Cabe recordar que, en tal caso, el mutuante no podría pedir la restitución sino en los
términos del Art. 1688 del código.
Como sabemos, el mutuo es un contrato unilateral, de manera que sólo genera obligaciones
para el mutuario, quien deberá devolver, al vencimiento del mutuo, cosas de la misma especia a las
que ha recibido, en la misma cantidad y calidad.
Cuando se trata de préstamo de consumo de cosas que no sean dinero, “Se deberá restituir
igual cantidad de cosas del mismo género y calidad, sea que el precio de ellas haya bajado o subido
en el intervalo. Y si esto no fuere posible o no lo exigiere el acreedor, podrá el mutuario pagar lo que
valgan al tiempo y lugar en que ha debido hacerse el pago.” (Art. 2198)
Esta posibilidad que tiene el mutuario de liberarse pagando en dinero el valor de las mismas
nada tiene de extraordinario, pues se trata sólo de la aplicación de las reglas generales: Toda
obligación de dar o hacer que no puede ejecutarse en especie se transforma en obligación de reparar
los perjuicios, la que se ejecuta en dinero.
- Si no se hubiere fijado un término para el pago, no habrá derecho de exigirlo dentro de los
diez días subsiguientes a la entrega (Art. 2200)
- Si se hubiere pactado que el mutuario pague cuando le sea posible, podrá el juez, atendidas
las circunstancias, fijar un término (Art. 2201)
Ahora bien, a pesar de existir un plazo, es posible anticipar el pago, siempre que no se hayan
pactado intereses (Art. 2204). Este artículo es consecuente con el 1497, ubicado en materia de
obligaciones a plazo, que dispone:
“El deudor puede renunciar el plazo, a menos que el testador haya dispuesto o las
partes estipulado lo contrario, o que la anticipación del pago acarree al acreedor un
perjuicio que por medio del plazo se propuso manifiestamente evitar. En el contrato
de mutuo a interés se observará lo dispuesto en el artículo 2.204”.
En la ley 18.010 se define interés, como “toda suma que recibe o tiene derecho a
recibir el acreedor, a cualquier título, por sobre el capital. En las operaciones de
crédito de dinero reajustable, constituye interés toda suma que recibe o tiene derecho a
recibir el acreedor por sobre el capital reajustado.”(Artículo 2)
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Derecho Civil
Este interés convencional no tiene más límites que los que designe la ley especial; salvo que
no limitándolo la ley especial, exceda en una mitad al que se probare haber sido el interés corriente al
tiempo de la convención, en cuyo caso será reducido por el juez a dicho interés corriente. (Art. 2206)
Así, por ejemplo, si el interés corriente al momento de la convención es de 5%, y las partes fijan como
interés un 8%, tal convención excede el límite legal, y el juez deberá bajarlos a 5 %.
Tal como hemos señalado, al ser un contrato unilateral, el mutuante no contrae obligación
alguna por el contrato. No obstante, puede quedar obligado a indemnizar los perjuicios que la mala
calidad de la cosa dada en mutuo provoque al mutuario. La ley en esta parte se remite a los casos en
que el comodante queda obligado a indemnizar. (Art. 2203, en relación al Art. 2192)
EL MUTUO DE DINERO
ÁMBITO DE APLICACIÓN
El ámbito de aplicación de esta ley son las operaciones de crédito de dinero, que señala el Art.
1 como aquellas por las cuales una de las partes entrega o se obliga a entregar una cantidad de dinero
y la otra a pagarla en un momento distinto a aquel en que se celebra la convención.
Cabe destacar que, en atención a lo señalado, el mutuo de dinero puede ser real o consensual.
Además, esta ley rige para las operaciones de descuento de documentos representativos de
dinero, sea que lleve o no envuelta la responsabilidad del cedente y asimismo se asimila a “dinero”
los documentos representativos de obligaciones de dinero, pagaderos a la vista, a un plazo de la vista o
a un plazo determinado.
Se excluyen del campo de aplicación los contratos aleatorios, arbitraje de moneda a futuro y
préstamo marítimo.
convencional (Art. 15). Consecuente con lo anterior, toda estipulación de intereses o la que exonera
de su pago debe constar por escrito, bajo pena de ser ineficaz en juicio, constituyendo por tanto una
formalidad por vía de prueba (Art. 14)
Cabe destacar que los intereses sólo pueden pactarse en dinero y se devengarán día por día.
¿CUÁL ES EL INTERÉS QUE PUEDE COBRARSE? La ley distingue dos categorías de interés
1.- INTERÉS CORRIENTE: “Interés corriente es el interés promedio cobrado por los
Bancos y las sociedades financieras establecidos en Chile en las operaciones que realicen en el país,
con exclusión de las comprendidas en el Art. 5”
Cabe destacar qua además de esta sanción civil, el cobro de intereses que excedan los
límites legales esta sancionada por el código penal, en el Art. 472, hecho que
configura el delito de usura. “El que suministrare valores, de cualquiera manera que
sea, a un interés que exceda del máximo que la ley permita estipular, será castigado
con presidio o reclusión menores en cualquiera de sus grados.”
Sin embargo, cabe destacar que en determinadas operaciones no hay límite de interés (ver Art.
5).
Ahora, para determinar qué constituye interés, la ley distingue entre operaciones reajustables y
no reajustables:
El Art. 1559, al regular los efectos de las obligaciones de pagar una suma de dinero, señala en
su regla tercera que los intereses atrasados no producen interés. No se admite, entonces, el anatocismo,
esto es, el cobro de interés sobre el interés.
No obstante, esta regla ha sido derogada tácitamente por el inciso primero del Art.9 de la ley
18.010, que señala que “podrá establecerse el pago de intereses sobre intereses, capitalizándolos en
cada vencimiento o renovación. En ningún caso la capitalización podrá hacerse por periodos
inferiores a treinta días. “
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Derecho Civil
El inciso tercero agrega que “los intereses correspondientes a una obligación vencida que no
hubieren sido pagados se incorporarán a ella, a menos que se establezca expresamente lo contrario.”
De esta forma, la capitalización de los intereses constituye un elemento de la naturaleza tratándose de
obligaciones vencidas. En cambio, tratándose de obligaciones no vencidas, es necesario pactarlos.
Nuestros superiores de Justicia han sostenido que el juego entre ambos incisos debe
entenderse de forma tal que, respecto de los intereses por uso, el anatocismo no procede si
las partes no lo han pactado (inciso primero). En la mora, en cambio, el anatocismo es de
la naturaleza de la obligación, es decir, lo establece la ley que, sin embargo, cede frente a
una estipulación contraria de las partes. Dicho sea de otra manera, el artículo 9º de la ley
18.010 permite el anatocismo de intereses por uso cuando es pactado por los contratantes,
y lo establece cuando no ha sido excluido por éstos, para el cálculo de intereses penales.
La solución legal del inciso tercero es razonable y equitativa, además, porque si el
acreedor dispusiera de su capital en el momento debido, podría obtener por él intereses
por uso con capitalización de intereses cada treinta días, justamente ejerciendo la facultad
de pactarlo de esa manera que le confiere el inciso primero. CORTE DE APELACIONES DE
VALDIVIA. Fredy Rosas con Patricio Martínez, Rol 248-2007, considerando tercero. Y
además CORTE DE APELACIONES DE CONCEPCIÓN, del Valle Soto y Otros con Banco de
Crédito Inversiones, Rol 1.097-95, y EXCMA. CORTE SUPREMA, Domínguez Iglesias con
Banco Estado de Chile, Rol 18.158.
La ley 18.010 establece ciertas presunciones del pago de los intereses y reajustes. En
conformidad al artículo 17, “Si el acreedor otorga recibo del capital, se presumen pagados los
intereses y el reajuste, en su caso.”
Esta solución es consecuencia de las normas relativas a la imputación al pago, que establecen
que los pagos deben imputarse primero a los intereses y luego al capital. Sin embargo, cabe tener
presente que la presunción es simplemente legal, por lo tanto cabe prueba en contrario, que será de
cargo del acreedor.
Por último, el artículo 18 de la ley señala que “El recibo por los intereses correspondientes a
tres períodos consecutivos de pago hace presumir que los anteriores han sido cubiertos.” Esta norma
se aplica también a “los recibidos por el capital cuando éste se deba pagar en cuotas.”
Cuando analizamos la posibilidad de prepagar en el mutuo, dijimos que ello es un derecho del
deudor a menos que se hubieren pactado intereses, pues en tal caso, el plazo está establecido a favor de
ambas partes.
En materia de operaciones de crédito de dinero, que son naturalmente onerosas, la regla es que
los pagos anticipados o prepago sean libremente convenidos por las partes.
1.- En operaciones no reajustables, debe pagar el capital, los intereses hasta la fecha de pago y
la comisión de prepago. El monto de esta comisión de prepago no podrá exceder del valor de un mes
de intereses pactados sobre el capital que se prepaga.
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2.- En operaciones reajustables, debe pagar el capital, los intereses hasta la fecha de pago y la
comisión de prepago. El monto de esta comisión de prepago no podrá exceder del valor de un mes y
medio de intereses pactados sobre el capital que se prepaga.
En todo caso, los pagos anticipados que sean inferiores al 25% del saldo de la obligación,
requerirán siempre del consentimiento del acreedor.