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EL SACRAMENTO DE LA

RECONCILIACI~NPENITENCIAL
Dionisio Borobio

1 r *
CONTENIDO

. .
Introducczon ................................................... ................................
Siglas y abreviaturas ......................................................................

Primera parte
ENSAYO ANTROPOLOGICO
1. Situación actual del sacramento de la penitencia .....................
2. Experiencia humana y reconciliación ......................................
3. Auto-reconciliación y hetero-reconciliación ............................
4. Experiencia humana, situación vital y sacramento de la recon-
.,
ciliacion ....................................................................................

Segunda parte
EXPERIENCIA HISTORICA
1. ELEMENTOS REFERENCIALES DE SENTIDO DESDE LA ESCRITURA ..
1. El salmo ((Miserere))(Sal 5 1/50) como modelo del proceso
penitencial en el Antiguo Testamento ............................
:...
2. La parábola del ((hijo pródigo)) (Lc 15) como paradigma
del proceso penitencial en el Nuevo Testamento ................
Cubierta diseñada por Christian Hugo Martin 11. ESTRUCTURAS DE RECONCILIACIÓN DE AYER Y DE HOY ................
1. Estructura de excomunión: disciplina penitencial en la Es-
O Ediciones Sígueme S.A.U., 2006 critura ........................................................,........................
C/ GarciaTejado, 23-27 - E-37007 Salamanca / España 2. Estructura de penitencia: siglos 111-VI1(XIII) ...................
Tlf.: (34) 923 218 203 - Fax: (34) 923 270 563 3. Estructura de ((confesión)):siglos XIII-XX .......................
e-mail: ediciones@sigueme.es 4. Estructura de reconciliación: concilio Vaticano 11 .............
www.sigueme.es
Tercera parte
ISBN: 84-301-1617-6
R E F L E X I ~ NTEOLÓGICA
Depósito legal: S. 843-2006
Fotocomposición Rico Adrados S.L., Burgos 1. A C C I ~DE
N DIOS:DIOSMISERICORDIOSO AL ENCUENTRO DEL
Impreso en España 1 Unión Europea HOMBRE PECADOR ......................................................................
Imprime: Gráficas Varona S.A. 1. Historia salvadora de reconciliación y sacramento de la
Polígono El Montalvo, Salamanca 2006 penitencia ....................................................... ....................
8 Contenido

2. La penitencia, sacramento específico de reconciliación ....


3. Estructura trinitaria de la reconciliación ............................
11. M E D I A C IDE IGLESIA:ECLESIALIDAD Y MINISTERIALIDAD
~ NLA
DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA ..........................................
1. Etapas de una comprensión histórica .................................
2. Aspectos integrantes de la dimensión eclesial del sacra-
mento de la penitencia .......................................................
3. Eclesialidad y ministerialidad ............................................
111. PARTICIPACI~N DEL PENITENTE: EL HOMBRE PECADOR AL ENCUEN- La penitencia es un existencia1 cristiano (virtud de la penitencia),
TRO DEL DIOSMISERICORDIOSO ................................................ que implica el esfuerzo permanente del bautizado por mantenerse en
A) Conversión ...................................................................... la santidad y perfección, y por superar las fragilidades de la vida, afir-
.,
1. Conversion en la Biblia ............................................. mando y aspirando por el ideal nunca realizado en esta tierra. No se es
2. Conversión en la vida cristiana y en la reflexión teo-
cristiano para ser penitente, pero no se puede ser verdadero cristiano
lógica .........................................................................
3. La conversión segunda como proceso y acto eficaz sin ser penitente.
para el perdón ............................................................ La penitencia implica el esfuerzo o ascesis, la conversión, la re-
., conciliación y el perdón. Todos estos elementos pertenecen a la es-
B) Confesion ........................................................................
1. Puesto histórico de la confesión en el sacramento .... tructura interna del ser creyente. No hay verdadera fe sin voluntad de
2. Valoración teológico dogmática de la confesión oral .. conversión, reconciliación y perdón; ni se pueden vivir estos aspectos
3. Valoración sacramental y antropológica ................... si no hay verdadera fe.
C) Satisfacción ..................................................................... La virtud de la penitencia se convierte necesariamente en sacra-
1. Puesto histórico de la satisfacción en el sacramento mento de la penitencia cuando la fragilidad o situación de pecado es
de la penitencia .......................................................... tan «seria» que supone no sólo una ruptura con el ideal del evangelio,
2. Interpretaciones teológicas actuales ..........................
3. Conclusión: el signo sacramental del encuentro de sino también una expresión eclesialmente reconocida de la conver-
., sión, la reconciliación y el perdón. El sacramento de la penitencia es,
reconciliacion ............................................................
pues, la significación personal eclesial de una lucha contra el pecado
Cuarta parte que, reconociendo la pecabilidad fundamental humana y confesando
CELEBRACI~NY PASTORAL el ideal cristiano, exige la conversión manifestada, y conduce a la re-
conciliación y el perdón. Implica, como elementos fundamentales, la
1. Fundamentación teológica de la diversidad de formas peni- conciencia de pecado serio, la voluntad sincera de conversión, la es-
tenciales .................................................................................... peranza en el perdón misericordioso. Y todo ello en la visibilidad del
2. Las formas «cotidianas» de conversión-reconciliación: la pe-
signo reconocido por la Iglesia.
nitencia en la vida ....................................................................
3. Las formas «litúrgicas» de conversión-reconciliación: las ce- Sobre esta «identidad» penitencial queremos desarrollar el presen-
lebraciones penitenciales ......................................................... te tratado sobre el sacramento de la penitencia. Nuestra intención no
4. Las formas «sacramentales» de conversión-reconciliación: el es tanto investigar un punto o una época concreta, cuanto ofrecer una
sacramento de la penitencia ..................................................... síntesis integral, pedagógicamente ordenada, de los diversos aspectos
5. Pastoral del sacramento de la penitencia .................................. del sacramento, teniendo especialmente en cuenta las investigaciones
particulares que hemos realizado en los últimos años.
Bibliografia en castellano sobre la penitencia ............................... Esta nueva edición, corregida y aumentada, ofrece varias noveda-
Índice de autores ............................................................................ des respecto a lo anteriormente publicado: incorpora la enseñanza del
Índice general ................................................................................. magisterio de la Iglesia de los últimos años, en especial las aportacio-
nes del Catecismo de la Iglesia católica; integra de forma más plena el
10 Introducción

pensamiento teológico sobre la penitencia de los grandes teólogos his- SIGLAS Y ABREVIATURAS
panos del siglo XVI (F. de Vitoria, M. Cano, D. Soto); enriquece el
desarrollo teológico con nuevas orientaciones y perspectivas; desarro-
lla más fundamentadamente la tesis de una necesaria recuperación de
la ((estructura más originaria)) del sacramento (proceso penitencial); y
actualiza el aparato bibliográfico, con indicación práctica de las lectu-
ras más adecuadas para cada tema.
Quisiéramos, pues, que este material pudiera servir de «guía» o
«manual» para un estudio teológico fundamental y actualizado sobre 1 . Documentos del concilio Vaticano 11
la penitencia. El plan de la obra se divide en cuatro grandes partes:
1. La antropológica, que pretende ser un ensayo sobre aspectos Apostolicam actuositatem. Decreto sobre el apostolado de los
socio-antropológicos en los que se sitúa y enraíza el proceso . seglares.
penitencial. Ad gentes. Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia.
11. La histórica, que recoge la experiencia penitencial de la Iglesia Christus Dominus. Decreto sobre el deber pastoral de los obis-
en sus distintas etapas, desde el Nuevo Testamento a nuestros pos.
Dignitatis humanae. Declaración sobre la libertad religiosa.
días, destacando la evolución formal y el cambio de estructuras
Dei Verbum. Constitución dogmática sobre la divina revelación.
penitenciales, en las que se manifiesta a la vez el sentido teo-
Gravissimum educationis. Declaración sobre la educación cris-
lógico y la praxis concreta. tiana.
111. La teológica, que estudia las diversas dimensiones o aspectos Gaudium et spes. Constitución pastoral sobre la Iglesia en el
del sacramento, a partir de su configuración estructural (for- mundo actual.
mas históricas de penitencia), y teniendo como centro de orde- lnter mirifica. Decreto sobre los medios de comunicación social.
nación sistemática los distintos ((personajes))que intervienen Lumen gentium. Constitución dogmática sobre la Iglesia.
en la obra penitencial: Dios (dimensión cristológico-trinitaria), Nostra aetate. Declaración sobre las relaciones de la Iglesia
-
la Iglesia (dimensión eclesiológica-comunitaria), el sujeto (di- con las religiones no cristianas.
mensión personal-participativa). Orientalium ecclesiarum. Decreto sobre las Iglesias orientales
IV la pastoral-celebrativa, que propone las líneas maestras para católicas.
una actuación y praxis pastoral, así como el equilibrio cele- Optatam totius. Decreto sobre la formación sacerdotal.
brativo que exige el sacramento atendiendo a sus diversas for- Perfctae caritatis. Decreto sobre la adecuada renovación de la
mas (extrasacramentales y sacramentales) y situaciones del su- vida religiosa.
jeto pecador y de la comunidad celebrante. Presbyterorum ordinis. Decreto sobre el ministerio y vida de
los presbíteros.
Sacmsanctum Concilium.Constitución sobre la sagrada liturgia.
Confiamos en que este material de estudio pueda ayudar a quienes
Unitatis redintegratio. Decreto sobre el ecumenismo.
buscan una formación e información teológica actualizada sobre el sa-
cramento, así como a los que desean mas directamente una funda-
mentación teológica de una praxis penitencial renovada.
2. Otros documentos y fuentes

AAS Acta Apostolicae Sedis, Ciudad del Vaticano 1909s.


CCE Catecismo de la Iglesia católica, Roma 1992.
CIC Código de derecho canónico, Roma 1983.
DH Enchiridion Symbolorum, ed. H. Denzinger-P. Hünermann,
Barcelona 22002.
12 Siglas y abreviaturas

DM Juan Pablo 11, Dives in misericordia, Roma 1980.


EE Juan Pablo 11, Ecclesia de Eucharistia, Roma 2003.
EN Pablo VI, Evangelii nuntiandi, Roma 1975.
MD Juan Pablo 11, Misericordia Dei, Roma 2002.
OGMR Ordenación general del Misal romano, Roma 1969.
OP Ordo poenitentiae (Ritual de la penitencia), Roma 1974.
PG Patrologiae cursus completus, Series graeca, Paris 1857s.* PRIMERA
PARTE
PL Patrologiae cursus completus, Series latina, Paris 1857s~.
RP Ritual de la penitencia, Madrid 1975.
ENSAYO ANTROPOLÓGICO
RYP Juan Pablo 11, Reconciliatio etpoenitentia, Roma 1984.
La antropología sacramental intenta comprender los sacramentos
desde la instancia humana y la densidad existencia1 que recorre las di-
versas situaciones fundamentales de la vida. También en los sacra-
mentos se manifiesta que existe un lugar de encuentro, un punto de
confluencia, una mutua correlación o coimplicación entre lo que ((vie-
ne de abajo)) y lo que «procede de arriba)), entre lo humano y lo divi-
no, entre Dios y el hombre. Siendo la penitencia un sacramento, tam-
bién en ella debe darse esta ((situaciónpregnante)) que, desde la misma
experiencia humana que la caracteriza, hace que el hombre pecador
busque y aspire a una reconciliación y perdón, al que sólo puede res-
ponder el don de una reconciliación misericordiosa de Dios, por la
mediación de la Iglesia.
Pero ¿cómo se encarna esta experiencia en la situación actual del
sacramento como «realidad dada)) y así vivida por la comunidad cre-
yente? ¿Cuáles son en concreto las experiencias penitenciales en las
que se enraíza la aspiración por la reconciliación y el deber de reali-
zarla? ¿La mentalidad y concepción del hombre actual, facilita o difi-
culta la comprensión y celebración de este sacramento? ¿Cómo debe
relacionarse la reconciliación real, o los compromisos y actos de re-
conciliación en la vida, con la reconciliación sacramental? ¿A qué si-
tuación fundamental humana responde, en concreto, no tanto la virtud
de la penitencia, cuanto el sacramento de la reconciliación peniten-
cial? ¿Qué pedagogía y qué lenguaje emplear para hacer amable y go-
zoso este sacramento de la misericordia y el amor de Dios Padre, que
conduce a la alegría de vivir y a la esperanza de sobrevivir?
1
SITUACI~N
ACTUAL DEL SACRAMENTO
DE LA PENITENCIA

La penitencia es un sacramento teóricamente renovado por el Va-


ticano 11, que espera en parte su renovación practica en la vida. Su si-
tuación real en las diversas comunidades es variada, y se mueve entre
el olvido, los intentos de renovación y la crisis'.

1. Verdad de una renovación

Nadie duda que en muchos lugares pueden detectarse nuevas acti-


tudes, nuevo estilo penitencial, nuevo aprecio del sacramento y de sus
formas celebrativas.

1. Algunos estudios sobre la crisis de la penitencia: P. Emeis, Schuld und Yerge-


bung heute: Stimmen der Zeit 195 (1977) 446-454; T. Murphy, Sin and reconciliation in
a time of confusion: Chicago Studies 17 (1978) 23-31; \! Grolla, Inchiesta su11 rinno-
vamento liturgico in Italia: il sacramento della riconciliazione: Atti della X X Assem-
blea Generale CEI, Roma 1982, 18 1- 183; A. Fernandez Garcia-Argüelles, Crisis de
identidad del sacramento de la penitencia, Oviedo 1980; A. Hohn, Zur Soziologie der
Beichte und anderer Formen institutionalisierterBekenntnisse:Kolner Zeitschrifi für
Soziologie 34 (1982) 407-434; J. Potel, Lapénitence. Quelques traits du contexte fran-
cais: La Maison Dieu 167 (1986) 42-63; D. Borobio, La crisis de lapenitencia y la vida
religiosa: Testimonio 101 (1987) 49-55. Esta crisis fue constatada de diversas maneras
en el Sínodo sobre la penitencia: G. Concetti, Riconciliazione epenitenza nella missio-
ne della Chiesa, Roma 1984; Z. Herrero, Sínodo 83, sobre la reconciliación: resonan-
cia de las tesis morales en el aula sinodal: Estudio Agustiniano 3 (1984) 399-476, esp.
400-412; Karl-Heinz Ohlig, ¿Está muerto el sacramento de la penitencia? Orientación
a base de la tradición: Selecciones de Teología 145 (1998) 63-80; Equipo de Misión
Abierta, ¿Cómo se confiesan los católicos?: Misión Abierta 3 (1993) 18-25; P. Gonzá-
lez Blasco-J. González Anleo, Religión y sociedad en la España de los '90, Madrid
1992, 65-8 1; P. González Blasco-J. Gonzalez Anleo-J. Elzo lmaz-F. Carmona, Jóvenes
2000 y religión, Madrid 2004, 76-81. En estos dos Últimos estudios se constata que, de
entre todos los sacramentos, es éste el que más crisis está sufriendo: «Reciben el sacra-
mento de la penitencia con alguna periodicidad o siempre que es necesario el 2 1% de
los jóvenes. No lo reciben nunca o casi nunca el 79%)).
18 Ensayo antropológico Situación actual del sacramento de la penitencia

La educación y catequesis penitencial, junto con la experiencia 2. Interrogantes que piden respuesta
celebrativa renovada, han conducido en no pocos casos a una reno-
vación en la comprensión y actitudes respecto a l sacramento. Así, Conscientes de que toda crisis es esperanza de renovación, trance
han llevado a comprender mejor la unión entre sacramento y com- para el crecimiento, que reclama una atención a la realidad interrogativa,
promiso de reconciliación, el carácter permanente de la conversión señalamos algunas cuestiones abiertas que reclaman una atención y una
cristiana, el puesto y la importancia de la palabra de Dios, el carácter respuesta, y de las que creemos que hay que partir mirando al futuro.
de celebración del sacramento, la dimensión comunitaria y eclesial de - Cuestión psicológica: se refiere a cómo muchos cristianos, aun
la penitencia, la existencia de diversidad de formas celebrativas, la habiendo cambiado su mentalidad y espiritualidad, su forma de ser y
posibilidad de un proceso o itinerario penitencial o penitencia espa- estar en la Iglesia y en el mundo, no han cambiado o renovado su «es-
ciada, la existencia de múltiples medios cotidianos para el perdón de tructura)) penitencial, no han encajado en su vida cristiana el sacra-
los pecados veniales, la importancia de la participación sincera en la mento, no han identificado las nuevas formas de perdón. Lo de antes
eucaristía para la superación de los pecados cotidianos, la unión ne- no les sirve, lo nuevo no lo asumen. No se sabe a ciencia cierta qué
cesaria entre el sacramento celebrado y la vida penitencial, la supe- puesto debe ocupar la penitencia en la vida personal. Y se preguntan:
ración de algunos «tabúes penitenciales)) en relación con el pecado, «¿Por qué celebrar la penitencia? ¿Cómo y cuándo celebrarla?)).
la integración más adecuada del elemento de la confesión en el con- - Cuestión teológica: es la que lleva a no armonizar debidamente
junto penitencial. el perdón y la reconciliación con Dios, y la necesaria mediación de la
Sin duda que estos aspectos positivos, fruto de un esfuerzo de reno- Iglesia: «¿Por qué tengo que confesarme a un hombre como yo? ¿Es
vación, no pueden ni generalizarse ni exagerarse. Junto a ello cabe se- que no puede perdonarme Dios directamente?)). Y «si he ofendido a
ñalar algunos aspectos más limitados, como son el hecho de que mu- alguien, ¿no es suficiente con que le pida perdón?)). Se separa el per-
chos fieles no han llegado a descubrir ni integrar en su vida el valor de dón de Dios de la reconciliación con la Iglesia, y con los demás.
la penitencia; la convicción extendida de que el perdón de los pecados - Cuestión simbólica: es la que constata una desritualización del

se obtiene directamente de Dios; la no integración equilibrada de la di- perdón, en pro de una existencialización del mismo. Basta vivir el per-
mensión teológica (reconciliación con Dios) y de la dimensión eclesio- dón y reconciliarse en la vida. No es necesario ningún rito. La con-
lógica (reconciliación con la Iglesia); la desvalorización de la dimensión ciencia existencia1 del perdón no logra ver en el símbolo sacramental
personal del pecado frente a la dimensión social; una interpretación teó- que la Iglesia ofrece su correspondiente simbólico: ((¿De qué sirve
rica y práctica deficiente del valor de los actos del penitente (contrición, confesarse, si no cambia la vida?)). En todo caso, ((basta con ser ho-
confesión, satisfacción); el olvido o «ayuno)) de algunas formas peni- nestos en la vida y hacer el bien: el rito no cambia ni mejora nada)). Es
tenciales, sobre todo la «privada»; la supervaloración de las técnicas psi- decir, no se percibe su eficacia, y contrasta su operatividad con la de la
cológicas de «confesión». .. vida ordinaria y pragmática.
- Cuestión moral: la conciencia de pecado, la individuación del
A nadie se le oculta que, junto a una verdad renovadora, la peni-
tencia vive una situación de ((crisis)), constatada a diversos niveles pecado no sólo ha sufrido deslizamientos (de actos a opción, de sexo a
uerarquía, pastores, fieles.. .), y por diversos conductos (encuestas, justicia, de precepto a intención.. .), sino que se ha difuminado ambi-
guamente, se ha colectivizado excusativamente, y se ha subjetivizado
comunicaciones pastorales, comportamientos concretos.. .). Los fe-
relativizadoramente. Que hay pecados e injusticias, todos lo recono-
nómenos más sintomáticos de esta crisis son: que ni los pastores con-
cen. Pero hay mucha dificultad en conocer y reconocer la implicación
fiesan, ni los fieles se confiesan; que no se relaciona adecuadamente
personal en esas situaciones de pecado. Y si además predominan el
la necesidad de la confesión con la comunión eucaristica; que no se «esto es natural)), o «soy libre para hacer lo que me gusta)), es dificil
tiene conciencia de pecado, ni se siente necesidad del sacramento; que se asuma una culpabilidad responsable. Y, si no se sabe ni qué es
que para muchos no cuenta lo establecido sobre la necesidad de la pecado, ni dónde está el pecado: ((¿De qué y para qué arrepentirse,
confesión integra a un sacerdote; que no pocos han perdido la capa- confesarse y pedir perdón?)).
cidad de identificarse con el sistema y las formas penitenciales que - Cuestión pastoral: además de que muchos fieles no entienden
propone la Iglesia.. . bien el sentido de la penitencia, porque no se les ha explicado (peda-
gogía, catequesis), tampoco comprenden bien la praxis actual de peni- través de sus diversos documentos desde el Vaticano 11, y la «recep-
tencia, porque cada uno la realiza a su modo (falta de coordinación y cibnn divergente que los diversos miembros y comunidades hacen en
unidad de criterios pastorales). En muchos casos falta el ofrecimiento su propia vida cristiana2.El proceso de donación, que implica a toda la
de un ((ritmo penitencial adaptado)) a las comunidades y situaciones. Iglesia a distintos niveles, en cuanto identificando su propia verdad
En otros, la pastoral de la reconciliación se reduce a dedicar un tiem- penitencial, supone diversas «etapas concatenadas)) (cadena autodo-
po al confesionario: «Ya no sabemos lo que hay que hacer, porque ca- nante), que no ocultan cierta diversidad, reflejo en parte de una pro-
da uno dice una cosa y hace de modo diferente)).O bien: ((Resultadi- blemática pastoral existente3.
fícil encontrar un sacerdote para confesarse)). El Vaticano II, en la SC 72 y 109- 1 10, y la LG 1 1, sobre todo, es la
- Cuestión liturgica: la diversidad de formas penitenciales quiere primera etapa de donación, que implica la apertura de una renovación
sustituir a la uniformidad anterior. Pero o se sigue reduciendo el sa- o revisión penitencial, que quiere poner el acento en la recuperación
cramento a la forma que más convence al sacerdote, o no se atiende al del carácter celebrativo, la dimensión eclesial del sacramento que nos
principio de la complementariedad, o se improvisa sin proponer a los reconcilia con Dios y al mismo tiempo (simul) con la Iglesia, la rela-
fieles un verdadero «proceso» penitencial. ((¿En qué quedamos: vale o ción de la penitencia con el bautismo, la necesaria catequesis que lle-
no la absolución general?)).Por otro lado, los signos que acompañan al ve a recuperar el sentido de la cuaresma, las consecuencias sociales
sacramento no resultan muy elocuentes para muchos, en especial del pecado y la verdad del sacramento4.
cuando se rechaza el encuentro de la confesión. ¿Cómo dar mayor sig- La segunda etapa, supuesto el trabajo intermedio de dos comisio-
nificatividad litúrgica a este acontecimiento de gracia? nes del Consilium para la reforma5, son las Normaspastorales (Nor-
- Cuestión social: se entiende que la reconciliación debe mani-
maepastorales), publicadas por la Congregación para la doctrina de la
festarse y realizarse en la vida, debe mostrar sus repercusiones socia- fe en 1972, acerca de las condiciones para impartir la absolución sa-
les y políticas. Pero no se entiende qué aporta el sacramento a esta re- cramental general, y que concreta el punto más conflictivo de la refor-
conciliación real. No se relaciona de modo suficiente la penitencia con ma (absolución sacramental general), cuya repercusión puede perci-
la justicia, con la restitución y reparación de los males cometidos con-
birse en los pasos posteriores6.Además de determinar las condiciones
tra el prójimo. La confesión parece reducirse a evasión. La transfor-
disciplinares, concreta las situaciones pastorales y comunitarias en que
mación social parece quedarse en una excusación personal. (<¿Dequé
puede celebrarse de este modo; a la vez que propone un principio de-
sirve confesarse, si las cosas siguen como están? ¿Qué sentido tiene la
reconciliación sacramental, si no va acompañada de la reconciliación
2. Cf. Y. M. Congar, La ((receptionu cornrne réalité ecclésiologique: Rev. de Sc.
real?)). Phil. et Théol. 56 (1972) 369-403; M. Unciti, La recepción del Concilio en la Iglesia de
- Cuestión referente: los «personajes» de referencia del sacra- España: Sal Terrae 4 ( 1983) 253-262; D. Borobio, La recepción de la reforma lidrgica:
mento: Dios, Iglesia-ministro, sujeto penitente, son comprendidos de Phase 147 (1983) 253-401.
nueva forma, y no siempre se entiende su puesto en el sacramento. Si 3. Un estudio sobre esta recepción de la penitencia en España: S. Cañardo Marti-
nez, Los obispos españoles ante el sacramento de la penitencia. Principales cuestiones
Dios es misericordioso y bueno, más que juez, ¿no nos perdona ya fue- teológicas y pastorales, Salamanca 1993. Para otros paises: F. Antón Olalla, Le cele-
ra del sacramento? Si el sacerdote ya no es la persona sacra, sino «un brazioni cornunitarie con confessione e assoluzione generale nel recente magistero: Ri-
hombre como los demás)), ¿por qué necesito confesarme a él? Si el pe- vista Liturgica 78 (1991) 619-644.
4. SC 109: «Y en cuanto a la catequesis, incúlquense a los fieles, junto con las con-
cador debe convertirse en la vida y reconciliarse con los demás, ¿qué secuencias sociales del pecado, la naturaleza propia de la penitencia, que detesta el pe-
añade el sacramento? cado en cuanto es ofensa de Dios; no se olvide tampoco la participación de la Iglesia en
la acción penitencial, y encarézcase la oración por los pecadores)).
5. La propuesta de la primera Comisión (Coetus XIII-bis) tuvo dificultades en ser
aceptada. Por lo que se nombró una segunda Comisión, que pudo concluir el trabajo del
3. Entre la donación y la recepción Ordo poenitentiae, una vez publicado e1 documento Normae pastorales (1972).
6. Congregación para la doctrina de la fe, Norrnae pastorales circa absolutionern
sacramentalern generali modo impartiendam: AAS 64 (1972) 510-514. Estas normas
El sacramento de la penitencia, tal como actualmente se vive, se son recogidas por todos los documentos posteriores: Ordo poenitentiae, Código de de-
encuentra entre la «donación» identificante que la Iglesia nos ofrece a recho canónico, Reconciliatio etpoenitentia, Catecismo de la Iglesia católica...
22 Ensayo antropológico Situación actual del sacramento de la penitencia 23

ducido de la doctrina de Trento, que no todos los autores interpretan sis, la pastoral, y el sacramento; explicación más equilibrada de la ac-
de modo unánime7. ción de Dios (fuente del perdón), la mediación de la Iglesia (ministerio)
La tercera etapa la constituye el mismo Ordopoenitentiae o Ritual y la participación del sujeto en el sacramento (actos del penitente); va-
de la penitencia, publicado en 1974, que constituye como el punto cul- loración diferenciada de las diversas formas de celebrar el sacramento,
minante y referente del proceso de autodonación penitencial identifi- con sus ventajas y limitaciones.
cante, ya que recoge el sentido y expresa en formas celebrativas mn- La sexta etapa o ((entrega))respecto a este sacramento se encuentra
cretas aquello que la Iglesia cree del mismo sacramento. Una nueva en el Catecismo de la Iglesia católica (1992). Las aportaciones del Ca-
visión y praxis nos son propuestas en este importante ritual, que se tecismo (CCE 1420s) son también de gran importancia, pudiendo des-
concretan en: los Prenotandos que preceden al rito; la armonía entre la tacarse las siguientes: propone cinco nombres para calificar este sacra-
dimensión teológica, personal y comunitaria-eclesial;la insistencia en mento (de conversión, penitencia, confesión, perdón, reconciliación),
que la penitencia es una celebración; la recuperación de la Palabra; la por los que se expresa su contenido fundamental; destaca la unión en-
propuesta de diversas formas de celebración del sacramento; la rela- tre bautismo y penitencia; pone el acento en la ((penitenciainterior))o
ción de la penitencia con la vida; la presentación más equilibrada y conversión del corazón; ofrece una síntesis muy significativa de las
complementaria de los diversos actos del penitente (contrición, confe- ((diversas formas de penitencia))(o cotidianas) en la vida cristiana; in-
sión, satisfacción). tegra de modo equilibrado reconciliación con Dios y con la Iglesia,
Una cuarta etapa es la publicación del Código de derecho canóni- perdón de Dios y mediación ministerial de la Iglesia; intenta explicar
co en 1983, donde se traduce al orden de normativa eclesial aquellos los actos del penitente también desde una perspectiva antropológica;
elementos que deben y pueden regularse, en vistas a una salvaguarda sintetiza muy bien las funciones del ministro (poder y servicio) en el
de la identidad y unidad penitencial (CIC 959-997). El Código mani- sacramento (juez, pastor, buen samaritano, médico, padre); propone
fiesta una cierta mentalidad restrictiva, insistiendo en el ((único modo las diversas formas sacramentales de celebración, teniendo en cuenta
ordinario))de celebrar la penitencia (Forma A), recordando que la con- la perspectiva ecuménica. Respecto a cuestiones discutidas, como la
fesión íntegra requiere manifestar «el número y las circunstancias>>, distinción ((contrición-atrición)),la necesidad de confesarse al llegar al
dedicando gran atención al confesor y sus obligaciones, al lugar de la uso de razón, o la absolución sacramental general, el Catecismo repi-
confesión y sus condiciones.. . te la doctrina propuesta por otros documentos de la Iglesia8.En resu-
La quinta etapa de este proceso la establece la Exhortación de Juan men, puede decirse que el Catecismo intenta ofrecer una síntesis ((com-
Pablo 11Reconciliatio etpoenitentia, recogiendo los resultados que con- plementaria))y enriquecedora de los aspectos ya expuestos efi los otros
sidera más importantes del Sínodo de obispos sobre la reconciliación y documentos.
penitencia de 1984. Se trata de un excelente documento del que pueden La última «entrega» del magisterio sobre la penitencia (aunque
destacarse los siguientes aspectos positivos: explicación del sacramen- con distinto valor doctrinal que las anteriores) se encuentra en la Car-
to de la penitencia desde la relación entre reconciliación real y reconci- ta apostólica Misericordia Dei (((Sobre algunos aspectos de la cele-
liación sacramental (de ahí el título «reconciliación y penitencia)));ex- bración del sacramento de la penitencia)), 2002), del que cabe desta-
plicitación de las dimensiones personal, social y estructural del pecado; car: su intención de recordar la responsabilidad pastoral respecto a las
insistencia en el compromiso de la Iglesia con la reconciliación, ya que formas de penitencia y las disposiciones del penitente; la insistencia
es a la vez Iglesia reconciliada, necesitada de reconciliación y reconci- en la necesidad de una ((confesión integran por institución divina, en
liadora; profundización en el misterio de la reconciliación y el perdón, especie y número; por tanto el cumplimiento de las normas que sólo
desde el ((misterio de piedad)) de Dios (mysterium pietatis), y desde el con mucha excepcionalidad permiten la absolución sacramental gene-
((misteriode la iniquidad)) del hombre (mysterium iniquitatis); amplia- ral; la exigencia de ofrecer todas las facilidades posibles al penitente
ción de la acción y los medios de reconciliación al diálogo, la cateque-
8. Sobre algunos de estos puntos, cf. J. Aldazábal, La liturgia y los sacramentos en
7. Normaepastomles, cap. 1: «Individualis et integra confessio atque absolutio ma- el nuevo Catecismo: Sinite 103 (1993) 355-374; D. Borobio, Antropologia sacramental
nent unicus modus ordinanus, quo fideles se cum Deo et Ecclesia reconciliant, nisi im- en el Catecismo de la Iglesia católica, en Id., Cultura,fe, sacramento, Barcelona 2002,
posibilitas physica ve1 moralis ab huiusmodi confessione excuset)). 170-243.
24 Ensayo antropológico Situación actual del sacramento de la penitencia 25

para realizar la confesión individual e íntegra con la absolución.. . Se cial, la pasiva normativizada.. . En verdad, puede decirse que el sacra-
trata de un documento de estilo restrictivo, que sobre todo tiene en mento de la penitencia es todavía «un sacramento que espera)) ser re-
cuenta ciertos «abusos» que se pueden dar en algunas comunidades novado, que se encuentra entre la donación no plenamente coherente y
eclesiales y por parte de algunos ministros, y que se consideran sufi- la recepción no auténticamente realizada, entre la propuesta «oficial»
cientemente importantes como para llamar la atención a todos los res- y la mentalidad y sensibilidad popular.
ponsables del sacramentoq. ir

Entre todas estas etapas existe ciertamente una continuidad, pero


también una diversidad de aspectos, de lenguaje, de insistencia en una 4. Los nombres y la identidad del sacramento
u otra forma celebrativa. Así, mientras el Ritual de la penitencia pro-
cura ser fiel a la renovación del Vaticano 11, a su eclesiología y a su sa- El nombre que damos a las diversas realidades o cosas quiere y de-
cramentología, empleando nuevas expresiones (reconciliación, cele- be expresar su identidad. Los nombres que se han dado al sacramento
bración, comunidad.. .) y proponiendo nuevas formas (Formas A, B, C de la penitencia, no siempre han expresado la esencia o sentido central
sacramentales). El CIC pone el acento en la fidelidad al concilio tri- del mismo (por ejemplo, poenitentia publica, confesión.. .). Es preci-
dentino, y vuelve a insistir en las expresiones clásicas (confesión, es- so comprender primero cuál es este sentido o contenido, para después
pecie y número, normativa para el confesor.. .), y en la ((única forma poderlo nombrar o ((llamarpor su nombre)).Ahora bien, el contenido
ordinaria de celebración))o confesión individual.Y la Exhortación Re- principal de la penitencia es que se trata de un proceso de conversión,
conciliatio etpoenitentia parece intentar un equilibrio entre las dos co- que implica la reconciliación, y culmina en el perdón. Este proceso su-
rrientes, no sólo al emplear deliberadamente el nombre ((reconciliatio- pone siempre la intervención diferenciada del hombre pecador, de la
poenitentia)), sino también al insistir en la dimensión social y eclesial Iglesia mediadora y de Dios misericordioso. Pero mientras la conver-
del sacramento, en su inserción en la historia, en su carácter de cele- sión apunta más a la participación activa y laboriosa (penitencia) de la
bración y encuentro, en la necesidad de respetar los actos de que se persona movida por el Espíritu, la reconciliación se refiere sobre todo
compone y las formas con que se celebra. El Catecismo introduce as- a la mediación de la Iglesia, continuadora de la obra de reconciliación
pectos un tanto «novedosos», a la vez que quiere ser una síntesis com- realizada en Cristo, y el perdón indica más la acción misericordiosa y
plementaria de los distintos aspectos. Y, en cambio, la Misericordia gratuita de Dios Padre con respecto al hijo perdidolo.
Dei parece volver a una visión más restrictiva, centrada en la confe- Teniendo en cuenta la misma historia y enseñanza de la Iglesia, el
sión y preocupada por el tema de la ((absolucióngeneral)). Catecismo añade también los nombres de «sacramento de la peniten-
Esta variedad de acento en el proceso de ((donación))oficial, que cia)), que remite más a las obras de penitencia, y ((sacramento de la
supone aún más variedad en la donación particular de los responsables confesión)), por la importancia que tiene manifestar de este modo el
(obispos y sacerdotes) al pueblo, explica en parte la diversidad y has- propio pecado y la conversión (CCE 1423-1424). No obstante, cree-
ta divergencia de ((recepción))por parte de los miembros y las comu- mos que ((conversión,reconciliación y perdón)) indican los tres aspec-
nidades cristianas. Así, mientras en unos casos se sigue en la mentali- tos de contenido fundamental del sacramento, mientras los otros dos
dad y forma celebrativa antigua (concepción tridentina), en otros se aspectos de ((penitencia))y ((confesión)),siendo también importantes,
quiere superar la misma renovación vaticana (concepción contestata- dependen de los primeros inclusivamente, no exclusivamente, ya que
ria). Y quienes aceptan en alguna medida la renovación dada, la inter- para darse uno de ellos en plenitud se exige la realización del otro. No
pretan en la realidad con tal divergencia de praxis, que podría señalar- obstante, cada uno pone de relieve un aspecto que no se indica con la
se una recepción multiforme: la de estos o aquellos obispos, la de unos misma perfección en el otro. Así:
u otros presbíteros, la de las distintas comunidades, la consciente y
equilibrada, la puramente ritualista y externa, la reduccionista y par-
10. Cf. D. Borobio, Elperdón sacramental de los pecados: Concilium 204 (1986)
279-298. Han aparecido diversos comentarios al aspecto litúrgico-sacramental del Ca-
9. Algunas consideraciones al respecto en A. Grillo, 11 rito della penitenza e la tecismo de la Iglesia; en concreto sobre los sacramentos y sobre la penitencia, cf. D. Bo-
guarigione da1 pecato. La terminologia del IV sacramento e il suo rapporto con l'ini- robio, Los sacramentos en el ((Catecismode la Iglesia católica». Comentario general
ziazione cristiana: Vita Monastica 224 (2003) 16-52. comparado: Phase 194 ( 1 993) 103- 135 (número monográfico).
26 Ensayo antropológico

- Conversión está señalando al mismo tiempo a la transformación


interna por la gracia, y a la voluntad o esfuerzo de conversión por el re-
chazo del pecado, que implica una reorientación de las actitudes y de la
EXPERIENCIA HUMANA Y RECONCILIACIÓN
vida, un cambio o vuelta al ideal del evangelio (fe) y a la vida bautismal.
- Reconciliación indica, por su parte, no algo centrado en sí mis-
mo, sino algo abierto hacia los otros, hacia el Otro. Se trata de unk lo
separado, de relacionar lo dividido. Es un acto interpersonal en el que
el acento se pone en el encuentro, la comunicación, la amistad, la paz.
Y donde la mediación reconciliadora resulta muy importante, bien sea
en relación con Dios, con la Iglesia, consigo mismo, con los herma-
nos, con la creación entera. De ahí la conveniencia de hablar de «sa- La penitencia sufre un proceso de extrañamiento considerable en
cramento de la reconciliación>). la vida de no pocos cristianos. Muchos ni la rechazan ni la aceptan ex-
- Perdón implica ciertamente la reconciliación, pero no se redu-
presamente, simplemente la ignoran y olvidan: es algo que no les ocu-
ce a ella. La reconciliación es más horizontal, el perdón más vertical; pa ni preocupa. Su problema no es «cómo» ni «cuándo» celebrar el sa-
aquella es más exigitiva o imperativa, este más gratuito e indicativo. El cramento, sino «si realmente es necesario celebrarlo)).
perdón es creador y renovador, es gratuito y misericordioso, supera y Sin embargo, difícilmente se puede evitar ese ((existencia1peni-
sobreabunda en relación con la respuesta, rompe el círculo del do ut tente)) de que está marcada la vida, y que se manifiesta de forma es-
des, acepta el todavía-no del otro, perdona.. . Por eso, junto a los otros pecial en las experiencias de «desreconciliación» que todos en mayor
nombres, y supuesta la iniciativa misericordiosa de Dios, debe utili- o menor medida vivimos, tales como: la experiencia de la no-totali-
zarse el de ((sacramentodel perdón)). dad, la experiencia de la no-inocencia o culpabilidad personal y co-
- Penitencia señala más al esfuerzo (labor) del penitente, al pro- lectiva, la experiencia de la injusticia como mal social y personal, la
ceso personal acompañado de obras y ascesis, que implican la mani- experiencia de la división a todos los niveles, la experiencia de la de-
festación externa del arrepentimiento, la reparación del mal causado y pendencia y manipulación de la propia libertad, la experiencia de la
la restitución unida a la justicia. inseguridad y la paz amenazada.. .
- Confesión o declaración y manifestación de la situación de pe- Todas estas experiencias llevan al hombre a ansiar y vivir en una
cado ante el sacerdote, que supone también una confesión de fe y con- permanente «nostalgia de reconciliación», que le sitúa en disposición
fianza en Dios, una alabanza a su misericordia, y una condición para de comprender mejor el sentido del sacramento de la penitencia. Si
el discernimiento, la «medicina» y la proclamación del perdón. bien el Ritual de la penitencia habló con frecuencia de la reconciliación
(cf. los títulos de los diversos capítulos), ha sido la Exhortación Recon-
ciliatio etpoenitentia la que mejor ha situado el sacramento de la peni-
tencia en el interior de una historia y una experiencia humana y social
de reconciliación y desreconciliación, en la que está implicada y com-
prometida la misma Iglesia'. Es la Iglesia la que se ve realmente inter-
pelada ante tal planteamiento. ¿Cuál es su misión y respuesta ante una
situación pluralmente alienada y desreconciliada? ¿Cómo se debe plan-
tear y vivir en este contexto el sacramento de la reconciliación?

1. Cf. RyP, especialmente 1-22. También los ((Lineamenta)):La reconciliación y


penitencia en la misión de la Iglesia, Madrid 1983. Comentarios al respecto en A. No-
cent, Réj7exions pour une Synode: Nouvelle Revue Théol. 3 (1983) 344-357; A. Ma-
rranzini, La riconciliazione e lapenitenza nella missione della Chiesa: Rasegna di Teo-
logia 4 (1983) 337-360; F. Bussini, L'evangile de la réconciliation et de la célébration
du sacrament depénitence: Nouvelle Revue Théol. 106 (1984) 3-16.
Experiencia humana y reconciliación 29
28 Ensayo antropológico

Una cosa es cierta, en todo caso: debemos encuadrar el sacramen- a) La experiencia de la no-totalidad, por la que el hombre experi-
to de la reconciliación penitencial en el interior de la misión y acción menta la no-coincidencia consigo mismo, la oposición entre ideal y
reconciliadora de la Iglesia en el mundo, como continuación y realiza- realidad, la reticencia vital, la imposibilidad de reunificación armóni-
ción visible e histórica de una reconciliación obrada de modo definiti- ca, el déficit existencial.. . En una palabra, la imposibilidad de ser (do-
vo por Dios en Cristo, pero que debe tener su encarnación y verifica- talmente él mismo)).
ción en las estructuras socio-políticas y en la vida de la comunida4por b) Experiencia de no-inocencia,por la que el hombre, verificando
la acción del Espíritu. La labor reconciliadora de la Iglesia se sitúa, el contraste entre su deber-ser ideal y su ser real, experimenta su impli-
pues, en el interior de una historia humana, social y salvífica de recon- cación libre y responsable, su responsabilidad personal en el mal.. . que
ciliación y desreconciliación.En esta dinámica histórica la Iglesia pre- 8
le conducen no precisamente a declararse inocente sino ((culpable)),
tende encontrar un lenguaje, un espacio, una verdad y una praxis de re- sintiendo en sí mismo la fractura entre el ideal de una inocencia a la
conciliación, que respondan a las ansias de nuestro ser alienado y que se aspira, y la realidad de una no-inocencia en la que se vive. A
dividido. El tema lo presentamos a un triple nivel: pesar de todos los mecanismos que la reducen a la autojustificación de
- El personal-antropológico, por el que nos fijamos en las expe- «inocente», no puede evitar sentirse «culpable».
riencias profundas de desreconciliación-alienación. c) Experiencia de la dependencia, por la que el hombre, sintién-
- El socio-político,por el que intentaremos individuar los centros dose en medio de un mundo alienado y alienador, a través de sus
más clamorosos de desreconciliación y división en este campo. múltiples mecanismos y estructuras condicionantes, viene a percibir
- Y el eclesiológico-comunitario, por el que se pretende detectar que su no-totalidad y su no-inocencia no dependen exclusivamente
las situaciones más llamativas de desreconciliación dentro de la co- de él, sino también de «lo otro» circunstancial. Que, siendo un (pro-
munidad eclesial. ducto condicionado)) a múltiples niveles, es por lo mismo un ser de-
A cada uno de estos tres niveles podemos acercarnos con un triple pendiente e impotente, alguien planificado y programado en alguna
propósito: percibir la realidad desreconciliada-alienada, siendo capa- medida.
ces de sacar a la luz lo encubierto; asumir dicha realidad responsable-
mente, evitando evasivos extrañamientos; actuar ante tal realidad de Estas tres experiencias nos muestran hasta qué punto el hombre
modo consecuente, empeñando nuestras palabras y obras2. es un ser alienado; un «alienus», no un «suipsius»; un desreconcilia-
do consigo mismo, no un auto-reconciliado. Ahora bien, ¿qué debe o
qué puede ofrecer la Iglesia (y a su nivel la comunidad cristiana) an-
1. Nivel personal-antropológico: experienciapersonal te esta situación? ¿Cómo debe, a este nivel, ser liberadora y por tanto
de desreconciliación reconciliadora?
a) En primer lugar, la Iglesia debe asumir responsablemente su
La reconciliación personal, el llegar a estar en paz consigo mismo, misión humanizadoray antropológica. Es decir, esa misión por la que
poseyéndose en plenitud armoniosa desde el centro de la propia mis- ayuda a todo hombre a ser verdadera y plenamente hombre, aceptando
midad hasta la totalidad del ser, es más una aspiración que una reali- su condición humana y desarrollando la pluralidad de dimensiones en-
dad. El hombre es un ser desreconciliado consigo mismo, en aspira- trañadas en su propio ser. Esta misión, si se quiere «pre-cristiana))pe-
ción y búsqueda de una auto-reconciliación.Así se manifiesta en varias ro integrante del cristianismo, debe cumplirla la Iglesia no sólo de-
experiencias fundamentales: nunciando la unidimensionalidad y la inhumanidad de este mundo,
sino también ofreciendo y creando verdaderos espacios para la huma-
nización, es decir, para la cultura, el encuentro, la acogida mutua, el
2. Cf. D. Borobio, Reconciliacionesy reconciliación: Phase 136 (1983) 279-290.
diálogo, la realización personal.. .
En el mismo sentido, cf. J. M. R. Tillard, La réconciliation interpellation de 1 'Eglise de b) En segundo lugar, la Iglesia será liberadora-reconciliadora en
Dieu: Catéchese 4 (1983) 35-50; G. Savomin, Le ministére de la réconciliation: ibid. este campo, en la medida en que desenmascare los falsos caminos
61-72; G . Fourez, La,fiesta del perdón de Dios en medio de los conjictos: Selecciones de reconciliación, que consisten en suprimir la alteridad, negando o
de Teología 85 (1983) 3-21.
30 Ensayo antropológico Experiencia humana y reconciliación 31

reduciendo uno de los polos que crean la tensión. Así, desde la no- 2 . Nivel socio-político: experiencia social de desreconciliación
totalidad, no se viene a la reconciliación negando la contingencia o
el ideal de totalidad, sino asumiendo lo uno para lo otro. Liberar al La reconciliación cristiana no sucede por encima ni al margen de
hombre no será nunca clausurar una de las dimensiones de su hu- la historia, sino dentro de una historia desreconciliada, respecto a la
manidad, sino llevarlas a convivencia para, mediante su dinamismo cual la Iglesia tiene una función reconciliadora.
tensional, promover la propia pequeña historia, en la gran historia Los conflictos son evidentes. Vivimos en un mundo desgarrado y
del mundo. dividido entre el hambre y la abundancia, los explotadores y los ex-
c) En tercer lugar, la Iglesia cumplirá su misión reconciliadora plotados, los pobres y los ricos, los poderosos y los débiles, los sabios
conduciendo a una auto-reconciliación personal. Esta auto-reconci- y los ignorantes. Un cierto pesimismo apocalíptico ha venido a ex-
liación sólo se consigue cuando el hombre llega a aceptar su condición tenderse en los últimos años, debido sobre todo a la amenaza del te-
humana y descubre la realidad del inacabamiento como déficit esti- rrorismo o la guerra, a la absurda carrera de armamentos, a las nuevas
mulante en orden a la consecución del ideal. El hombre se auto-recon- enfermedades, al peligro de deshumanización ante los ((avancescien-
cilia en la medida en que se acepta en lo que es: no como un «no», ni. tíficos)), a la «globalización» cuando se impone con injusticia, a la
como un «ya», sino como un «todavía-no», en lucha hacia la plenitud. destrucción del medio ambiente, al terror y la violencia aniquilado-
La vida es proyecto y dinamismo, dependencia hacia la libertad plena. res, a las luchas ideológicas, informáticas y socio-culturales, a la cri-
Es inútil eliminar el conflicto o negar la tensión. Asumirlos es la con- sis laboral y a la explotación entre países y clases.. .
dición para una auto-reconciliación que ni niega el ser-así, ni bloquea Pero, de entre todos estos hechos alienantes y desreconciliadores,
el dinamismo hacia el deber-ser. cabe concentrar la atención en tres que creemos más significativos y
d) En cuarto lugar, la Iglesia cumplirá su deber reconciliador-li- que implican experiencias verdaderamente dolorosas.
berador a este nivel, en la medida en que abra a la esperanza de una a) La experiencia de la división. El documento («Lineamenta»)
reconciliación definitiva en el Dios de la misericordia y plenitud sal- que preparaba el Sínodo de obispos de 1983 afirmaba: «La caracterís-
vadora. Predicar y proponer a Cristo como el verdadero lugar donde la tica predominante de nuestra epoca parece ser la de las tensiones y di-
utopía humana de reconciliación liberadora puede encontrar su cum- visiones. Se desarrollan en forma de círculos concéntricos cada vez
plimiento, es la misión específica de la Iglesia. La auto-reconciliación más amplios: desde las tensiones y divisiones en el seno de las familias
humana es verdadera cuando se vive en un proyecto de hetero-recon- y de los diversos grupos sociales y económicos, hasta las que afectan a
ciliación.Y este proyecto es para el cristiano el que procede de Dios en pueblos enteros, enfrentados unos contra otros, para llegar pof fin a las
Cristo. tensiones y divisiones que seccionan en dos bloques o hemisferios a la
En una palabra, frente al desafio inhumano de esta sociedad tecni- humanidad entera» (n. 5). El problema ha sido destacado de forma es-
ficada de consumo, donde el hombre corre el peligro de perderse a sí pecial en la encíclica de Juan Pablo 11 Sollicitudo rei socialis (n. 1 I SS).
mismo en su desreconciliación y alienación; frente al desafio de la cri- Esta división, motivada, cierto, por las injusticias, la confrontación
sis de supervivencia de un hombre verdaderamente humano, la Iglesia de intereses, el conflicto de las ideologías, la lucha por la hegemonía y
debe ofrecer y promover, con palabras y obras, una verdadera ((revo- e1 poder, los egoísmos personales y de grupos.. . se manifiesta con es-
lución antropológica», que conduzca a situar en el centro aquellas vir- peciales rasgos en la tensión entre Oriente-Occidente, Norte-Sur, paí-
tudes y valores que se relacionan no con el poder y el dominio, ni con ses desarrollados-subdesarrollados.
la divinización o desesperación, sino con el reconocimiento de lo que b) La experiencia de la injusticia. Como sabemos, la experiencia
el hombre es y esta llamado a ser. Ante el «todo es natural» y lo natu- de injusticia es una triste experiencia universal, especialmente viva en
ral es bueno, también se debe recordar la capacidad del hombre de ha- nuestro tiempo. A pesar de la proclamación y defensa de los derechos
cer el mal. Y si tendemos a exaltar la libertad como el absoluto, tam- humanos, no obstante la exaltación de la dignidad y los valores de la
bién debemos predicar la responsabilidad como exigencia, que no persona, cada vez presenciamos mayores injusticias a todos los nive-
siempre nos excusa por los condicionamientos. les: el político, el económico, el laboral-social, el religioso. el familiar
32 Ensayo antropológico Experiencia humana y reconciliación 33

ticia: el laboral, con el problema del paro, y el personal, con la ausen- la lglesia en esta situación alienada y desreconciliada? ¿Cuál es la fun-
cia de reconocimiento de la persona como un «tú)>singular, en pro de ción que debe desempeñar y la respuesta que puede ofrecer? Señala-
un funcionalismo despersonalizado y anónimo, movido por la gran inos sólo algunos aspectos.
maquinaria estructural y a veces hasta por el principio del bien común. a) En primer lugar, creemos que la Iglesia debe esforzarse seria-
Esta injusticia, generadora de numerosos conflictos, provoca tam- inente por reconocer y asumir su función, situándose no fuera sino
bién una lógica de indignación, que conduce con frecuencia o bien a dentro de esta densa conflictividad histórica, en la cual se juega el fu-
la dialéctica de la violencia, o bien a la frustración de la impotencia. iuro de la sociedad y su propio futuro. El silencio, la simple crítica ne-
Nunca es neutral la injusticia; siempre provoca una reacción, o para gativa o de confrontación, la ausencia fáctica bajo razones de no pro-
romper sus mecanismos, o para caer en sus garras. Todo sucede como miscuidad política o de respeto a las instituciones, no es la mejor
si, a partir del momento en que la violencia y la injusticia se han de- forma de estar la Iglesia en el mundo, y menos en este mundo nuestro.
sencadenado, ya no fiera posible parar su lógica coimplicadora o des- No se hace una praxis del amor camuflando los conflictos. No se dia-
tructora con las solas fuerzas humanas. Por eso, se padece la injusticia. loga con el mundo desde una simple actitud de rechazo. «La apatía
y se es injusto; se oprime y se sufre opresión; se padece violencia y se histórica deshumaniza no menos que el odio, y se opone tanto como
es violento. Este al reino de Dios». Ni se colabora a la reconciliación renunciando
c) La experiencia de la manipulación. Se trata de una especial ex- a las mediaciones socio-políticas. Ni se construye la paz callando an-
periencia alienante en nuestros días y entre nosotros. Al afán de ver- te la discordia. Es preciso estar ahí de alguna manera, porque será el
dad, a la búsqueda de identidad, a la aspiración de libertad, a las pro- signo de que todavía se quiere hacer algo, aunque se corra el peligro
mesas de salvación.. . se tiene conciencia de que siguen, la mayoría de de no estar como idealmente se debiera.
las veces, la mentira, el interés personal o de grupo, la manipulación b) En concreto, ante la división señalada, creemos que la mejor
del pueblo, el incumplimiento de lo prometido, la instrumentalización forma de estar de la Iglesia podría ser no su lamento por su identidad
de las más íntimas aspiraciones del hombre. La violencia de la retóri- que cambia, o sus tristezas por los desguaces de instituciones que man-
ca va acompañada de la violencia de los medios de comunicación, de tenían sus privilegios, sino su promoción positiva y animosa de una
la contradicción informativa, de las campañas publicitarias (televisión, unidad y reconciliación nuevas, basadas en un nuevo entendimiento,
prensa, radio, internet, cine). En algunos casos, se pretende también apertura y convivencia de los pueblos. ¿Por qué siempre se ha de es-
violentar la voluntad del pueblo a base del terror y la muerte, en pro cribir para exorcizar amenazas o detectar errores? ¿No podría escri-
de unas metas de determinados y reducidos grupos. birse más sobre la riqueza de los diversos pueblos, su nueva forma de
Ante todo esto, el pueblo viene a sentir desconfianza en las pala- relación y convivencia, su mutua aceptación y ayuda? ¿No se pueden
bras, las personas y los medios; y se extiende un desencanto por la promover encuentros y signos que expresen la participación plural y la
frustración de la esperanza despertada; y se ponen en funcionamiento común tarea de aquellos que tienden a dividirse en la práctica? ¿No
los mecanismos de defensa para protegerse contra la mentira y el en- tendrá que emplear un lenguaje, acompañado de unas propuestas, que
gaño; o se genera una cerrazón «pasotista» que lleva a una nefasta in- posibilitan el diálogo y la reconciliación? De cualquier forma, la re-
hibición de la tarea pública. Ante la estrategia para el sometimiento a conciliación entre los diversos pueblos de España es una tarea que
base de la manipulación de la voluntad popular y de los mass media, también compete a la Iglesia.
el mismo pueblo tiende a defenderse con la estrategia de la indiferen- c) Respecto a la injusticia, nos parece que la Iglesia, comenzando
cia y el rechazo. Pero la herida deja su cicatriz: el bloqueo de los di- ella misma por ser justa, debería ser másfirme no sólo a nivel de je-
namismo~históricos. Así, los sueños de progreso, democracia y liber- rarquía, sino también de comunidades y fieles, en denunciar las causas
tad se tornan con frecuencia en temores de supervivencia. Y nadie del desempleo y la precariedad laboral, la fáctica negación de los de-
promueve la historia desde el temor. rechos humanos y del reconocimiento personal del otro, la discrimi-
nación y explotación de pobres e inmigrantes, la injusta distribución
Somos conscientes de que a estas podrían añadirse otras experien- de riquezas y medios. No estarán en sus manos los medios para resol-
cias. Pero vengamos ya al segundo aspecto: ¿Qué debe y puede hacer ver muchos de estos problemas, pero al menos debe asumirlos como
34 Ensayo antropológico Experiencia h~tmanay reconciliación 35

propios, y estar cerca de quienes los padecen. Tal vez su mayor con- ntición del pueblo fiel; desde la rebeldía contra la autoridad hasta la
tribución debe situarse en la predicación de una conversión radical al ncgativa a toda obediencia; desde el rechazo comunitario hasta el odio
absoluto del otro, a su pan, su trabajo y su sudor, a las relaciones ver- cntre hermanos; desde la división hasta la violencia entre grupos reli-
daderamente humanas, a la responsabilidad personal y colectiva no só- giosos, entre familias que se consideran cristianas.
lo en lo que hacemos, sino también en lo que permitimos hacer. Y, en Dejando otros aspectos, nos fijamos también ahora en tres tipos
la medida de lo posible, apoyar y colaborar con aquellos grupgs, aso- dc experiencia desreconciliadora, que consideramos más actuales e
ciaciones o actividades que promueven eficazmente la justicia. iinportantes.
d) En relación con la manipulación, es evidente que la Iglesia, a) Experiencia de desigualdad. Se da hoy a dos niveles de modo
yendo por delante con el ejemplo de su ser y estar verdaderamente al especial: a nivel de medios, entre iglesias ricas e iglesias pobres; y al
servicio de los demás, debe proclamar y defender la verdad y la liber- nivel de estructura, entre jerarquía y pueblo. Por mucha igualdad y fra-
tad, el derecho de los individuos y de los pueblos a ser plenamente icrnidad que se proclame, es hoy un hecho sangrante la diferencia en
ellos mismos, la confianza en el hombre y en el futuro, la obligación iiicdios materiales y personales entre iglesias pobres y ricas, la subes-
de participar en la vida pública. La deontología y los principios éticos tima de las unas por parte de las otras, la persistencia de una incomu-
y morales que deben conducir la relación entre las personas y grupos, iiicación de bienes.. .
sin ceder a la instrumentalización y la falsedad, deben ser objeto de su Junto a esta, la otra gran desigualdad perceptible es la que existe,
predicación y de su acción. Junto a esto creo que la misma Iglesia de- por diversas causas, entre jerarquía y pueblo. Aunque por todas par-
be ofrecer signos y medios por los que el hombre pueda sentirse ver- tes se habla de corresponsabilidad y participación, y aunque los pa-
daderamente él mismo sin manipulación, como pueden ser el respeto sos dados después del Vaticano 11 han sido muy grandes, hemos de
a las diversas opciones religiosas y políticas, el estar del lado y al ser- reconocer que todavía estamos muy lejos de una participación y co-
vicio de los pobres y los débiles, el mantener espacios de diálogo y rresponsabilidad real en las diversas dimensiones de la misión que a
acogida. .. todos afecta y compromete, aunque de modo diferente. El pueblo si-
Somos conscientes de que casi todas estas proposiciones permane- gue siendo, en no pocos lugares y por diversas razones, un margina-
cen todavía en el plano de lo general y lo ideal, y que plantean algunas do que interviene a nivel muy ((desigual))en aquellas tareas y medios
aporías o problemas, y nos sitúan entre el deber-ser y la posibilidad real que en principio a todos competen. Por eso mismo la religiosidad
de su cumplimiento. popular sigue ((funcionando))con frecuencia al margen de la religión
((oficial)).
b) Experiencia de división. El pluralismo dentro de la Iglesia, el
3 . Nivel eclesiológico-comunitario: experiencia eclesial de surgimiento de diversos grupos y comunidades, la dura crítica contra
desreconciliación la institución eclesial, las diferentes actitudes y reacciones ante la doc-
trina y reforma del Vaticano 11, han llevado a una cierta división den-
La reconciliación debe comenzar por nosotros mismos. La gran tro de la misma Iglesia, que va mostrando sus diversos rostros a lo lar-
afirmación de que la Iglesia ha sido reconciliada, que debe ser recon- go de los años. En esta división han tenido mucho que ver las actitudes
ciliadora y que está necesitada de reconciliación, nos descubre la gran- radicales, la falta de diálogo y comprensión, el desconocimiento y la
deza de la misión y la miseria de la realidad. Estando la Iglesia llama- marginación práctica, las reacciones ante las ideologías seculares y los
da a ser tipo, imagen, sacramento de reconciliación social, por medio «abusos» intraeclesiales. Se trata de dos mentalidades, dos corrientes,
de una vida reconciliada en la fraternidad, la koinonia y el amor, vivi- dos formas de actuar que siguen prodigándose en la Iglesia hoy: la de
mos también la experiencia de una real desreconciliación eclesial, aquellos que se mueven más en la dinámica del Vaticano 11(renovado-
arrastrados por nuestro ser carnal, que nos recuerda una y otra vez ra, con deseo de presencia en el mundo, sin temor al futuro), y la de
nuestra ((concupiscentelimitación)). Esta desreconciliación no sólo es aquellos que se mueven más en una dinámica de escepticismo respec-
actual, sino histórica, y va desde la separación de Iglesias hasta la rup- to al Vaticano 11 (a la defensiva, insistiendo en ((identidades)),mirando
tura personal herética; desde la prepotencia jerárquica hasta la margi- más bien hacia el pasado). Es cierto que no se trata de divisiones que
36 Ensayo antropológico Experiencia humana y reconciliación 37

enfrentan, pero sí de grandes corrientes que distinguen y, a veces, has- sión de los corazones3. A una conversión que subvierta los valores,
ta dividen, aunque no siempre se manifieste. que nos haga pasar de la religión burguesa a la religión evangélica,
Por otra parte, nos encontramos con la difícil tarea de conciliar la de la fe creída a la fe vivida, del egoísmo ideológico o práctico a la
libertad con la identidad, la subjetiva apreciación con la más objetiva apertura y la caridad, del presente temeroso al futuro confiado, pro-
verdad, la interpretación científica con la pedagogía pastoral. Entre fético y renovador a la vez. Cuando la Iglesia como totalidad venga
obispos, teólogos, pastores y pueblo fiel median no pocas distancias, a asumir la conversión permanente como tarea irrenunciable y ur-
hasta el punto de que, al menos en determinados temas y asuntof(co- gente; cuando en la estructura mental y moral de cada cristiano ven-
mo el matrimonial, por ejemplo), parece como si la vida cristiana dis- ga a tomar un puesto primario la conversión, como condición para
curriera por cauces distintos. intentar ser lo que se es y se quiere ser, entonces se habrá dado el pri-
c) Experiencia de marginación. En la Iglesia no debe haber servi- mer paso de reconciliación. Ello supone que la conversión debe ser
dores y servidos. Todos somos siervos los unos de los otros. A todos predicada al menos tanto como la fe; que no debemos ruborizarnos
incumbe esencialmente la diakonia. De todos es el compromiso de por reconocer nuestros errores y pedir públicamente perdón; que tan-
contribuir al bien común en el respeto y obediencia a quienes presiden to los individuos como los grupos, las autoridades como las comuni-
nuestras comunidades, y en la libertad de los hijos de Dios. Sin em- dades, debemos estar dispuestos y abiertos siempre a la corrección y
bargo, a veces se da un cierto ahogamiento de la libertad crítica, como el diálogo.
forma de volver a la «paz y orden)) en la Iglesia. No se sabe convivir b) En segundo lugar, creemos que la Iglesia debe esforzarse por
con la libertad crítica. Como tampoco se sabe aún convivir sin un pro- superar las desigualdades internas, en medios y en personas, de modo
tagonismo en la vida pública. Por eso vuelve a insistirse, con ciertas que atendiendo a las circunstancias y carismas diversos, venga a ser y
consecuencias negativas, en la identidad doctrinal clásica en el campo aparecer como una verdadera comunidad de hermanos. La diferencia
teológico y en la identificación católica religiosa en el campo público. entre iglesias pobres y ricas se da dentro de nuestro propio ámbito. Las
Lo cual, si bien recuerda un aspecto positivo innegable, a veces va personas y organismos competentes tendrían que estudiar los diversos
acompañado de una tentación de «restauracionismo doctrinal)), de un casos. Toda comunidad cristiana de nuestro contexto debería tener re-
endurecimiento en la estructura jerárquica, de un repliegue sobre es- lación especial con una comunidad distinta a quien ayuda y por la que
quemas pastorales más seguros, de una atención preferente a temas se- es ayudada.
leccionados y una marginación de otros temas necesarios. Pero consideramos todavía más urgente la superación de la des-
Debido a todo ello, es lógico que la sospecha esté casi siempre en igualdad entre jerarquía y pueblo, entre clérigos y laicos. Es preciso
quienes sobrepasan el máximo permitido, no en quienes no lleguen al comenzar a poner en práctica de modo más consecuente loequepro-
mínimo exigido. Con lo cual se sustenta la conciencia de que son más pugna el mismo Vaticano 11 y el Sínodo de 1987 al respecto. Es nece-
eclesiales y hacen más por la paz y la reconciliación aquellos que «no sario impulsar y formar laicos capacitados y dispuestos, y crear un lu-
cambian nada)); mientras en otros se crea la experiencia de una mar- gar y un puesto para los ministerios laicales, y replantearse la misma
ginación, de un sometimiento obligado, para mantener la paz y la re- estructura ministerial de la Iglesia, para que sea ella misma pueblo de
conciliación, pero que en realidad suscita enfrentamientos, malestar Dios, Cuerpo de Cristo, comunión de hermanos, capaz de cumplir in-
eclesial, divisiones. tegralmente la misión recibida de Cristo.
c) En tercer lugar, entendemos que todos debemos esforzarnos
Sabemos que no son éstas las únicas experiencias que urgen re- para mantener la unidad y la comunión eclesial, aceptando un justo
conciliación en la Iglesia. Vamos a preguntarnos, con todo, cuál debe pluralismo de carismas, de formas y de niveles de realización eclesial.
ser la respuesta que la Iglesia tendría que darse a sí misma, para poder No siempre es fácil armonizar la libertad con la responsabilidad de
ser y aparecer realmente como signo de reconciliación.
a) El primer paso para la reconciliación intra-eclesial es que la 3. Es lo que se ha manifestado de diversas maneras en los últimos años, y cuyo
Iglesia entera tome conciencia de su necesidad de purificación y ejemplo mas significativo lo encontramos en el documento de la Comisión teológica in-
ternacional,Memoria y reconciliación. La Iglesia y las culpas delpasado, Madrid 2000.
conversión. Es preciso llamar y llamarnos mutuamente a la conver- También Juan Pablo 11, La Iglesia en Europa, Madrid 2003, n. 23.29.49...
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pertenencia y unidad. Nadie se sirve a sí mismo, todos servimos a la Sólo hay verdadero sacramento de reconciliación dentro de una
Iglesia. Y es claro que el interés común y el servicio a la totalidad de- historia de reconciliación, que tiene su origen en el plan salvador de
ben primar sobre las personales interpretaciones o aplicaciones, sean Dios, su centro en la obra reconciliadora de Cristo y su continuación
de obispos, de teólogos o de grupos. Ni se puede crear un desprecio y en la tarea permanente de la Iglesia. De ahí que el-sacramento de la
desafección a la Iglesia por sus defectos; ni se puede instrumentalizar penitencia pueda definirse como ((lacontinuación de la obra de recon-
la Iglesia por su privilegio y poder. La Iglesia será signo de reconci- ciliación de Dios, por Cristo y en el Espíritu, a través de la mediación
liación no porque todo lo acoge y aprueba, sino porque todo lo dis- de la Iglesia, y en un hoy y aquí que afecta a una persona particular,
cierne y autentifica desde el evangelio. La Iglesia no es reconciliadora i dentro de la comunidad concreta)).Nos parece que una de las claves
i
por pedir poco, sino por exigir lo que corresponde a la verdad evangé- decisivas para la renovación del sacramento reside en la recuperación
lica. En este sentido, es preciso no confundir el rigorismo legal con el de su esencia y virtud reconciliadora, desde y para las reconciliaciones
radicalismo evangélico. «Si la Iglesia fuese más radical evangélica- ((reales))en la vida.
mente, tal vez no necesitaría ser tan rigurosa legalmente)). Las diversas experiencias de desreconciliación que podemos vivir
Dos son los medios que consideramos más urgentes para la recon- existencialmente pueden ser punto de partida para comprender el ver-
ciliación en este sentido: el diálogo, la comprensión y acercamiento dadero sentido de la experiencia de reconciliación del sacramento. Lo
entre la jerarquía, los pastores y las diversas comunidades o grupos; y expresamos en el siguiente cuadro de síntesis, en el que se confrontan
la creación de una nueva actitud de mutua acogida, que nos lleve a el ideal al que tendemos, la realidad que muchas veces vivimos y lo
comprender mejor nuestra función mediadora de reconciliación, que que en el sacramento proclamamos, celebramos y renovamos, a lo lar-
haga más creíble nuestra vida de reconciliados y que promueva nues- go de todo el proceso que implica de conversión - confesión - satis-
tro irrenunciable servicio a la reconciliación universal. facción - reconciliación.
d) En cuarto lugar, nos parece muy importante que la Iglesia se
reconcilie con su propia misión profético-mesiánica de futuro, no en-
cerrándose en sus sueños de pasado, ni en sus cobijos estructurales de
Ideal 1 Realidad 1 Sacramento

camino, sino abriéndose, aceptando y asumiendo su función impulso- 1. Totalidad: plenitud No-totalidad: Afirmación de plenitud
ra, en las circunstancias concretas. Para ello es preciso que aprenda a limitaciones en Cristo
convivir con la libertad crítica, que nos escuchemos mutuamente sin
absolutismos o dogmatismos, que se acepte el reto de una nueva con-
2. Inocencia: no culpa
1 Experiencia de
culoabilidad 1 Se reconoce la propia
verdad
Nueva justicia según el
figuración cultural, estructural y sociopolítica, que se eviten los inúti-
les enfrentamientos. implica Evangelio
En una palabra, para ser reconciliadora, la Iglesia no tiene más que Libertad de los «hijos
hacer una cosa: ser ella misma lo que es y lo que tiene que ser, es de- de Dios»
cir, Iglesia de fraternidad y amor, de igualdad y justicia, de acogida, de Comunión nueva en
comunión y salvación. Esta es su mejor y su única respuesta a la alie- social.. . Cristo-lglesia
nación-desreconciliación actual. Paz con Dios-lglesia,

En síntesis, las reconciliaciones reales son el supuesto, la exigen- 7. Convivencia Soledad: Fraternidad: relación
individualismos comunitaria
cia y el fundamento de la reconciliación sacramental. El sacramento
de la reconciliación penitencial no se sitúa al margen ni al lado de las Alegna del perdón y el
desgracias.. .
reconciliaciones de la vida. Es, mas bien, desde la misericordiosa vo-
luntad perdonadora de Dios, la concentración simbólica de un esfuer-
zo permanente de reconciliación, que extiende sus brazos a la realidad
total de la existencia humana.
Desde las experiencias y situaciones señaladas es posible, por tan-
to, emprender un proceso de reconciliación que sitúe adecuadamente
el sacramento de la reconciliación eclesial o penitencia. Para ello es
preciso, en primer lugar, ser conscientes de las falsas actitudes o ca-
minos que bloquean tal proceso. Entre otras cabe señalar:
a) La negación de la tensión o polaridad, por la que se asimila el
ideal a la realidad, cerrando los ojos a la limitación, haciendo como si
no existiera: «¿Por qué complicarte la vida?)).
b) La renuncia al propio ideal como algo inalcanzable, instalán-
dose en una actitud de indiferencia y conformismo sin estímulo: «No
sueñes: es una utopía)).
c) La cerrazón en la propia impotencia, desconfianza en la posi-
bilidad de superación de uno mismo y en la capacidad de realización
del ideal en alguna medida: «Es inútil que te esfuerces: no vas a con-
seguir nada))'.

1. Crisis de los presupuestos antropológicos para la reconciliación

El sacramento de la penitencia se inserta en el interior de unos


cambios culturales y antropológicos que afectan directamente a la ac-
titud y comprensión de los diversos elementos o actos que integran el
proceso penitencial. En la medida en que este sacramento comporta
una fuerte carga antropológica y psicológica, la comprensión que el
hombre tiene hoy de sí mismo, y los diversos mecanismos psicológi-
cos por los que se mueve, afectan directamente a la aceptación y prác-

1. Sobre este punto, cf. J. Le Du, Le sacrament de réconciliation. Les di~cultesde


la confessión, Paris 1969,77-145; F. Bussini, L'hommepécheur devant Dieu. Théologie
et antropologie, Paris 1978, 142-173.
42 Ensayo antropológico Auto-reconciliación y hetero-reconciliación

tica del mismo sacramento. Contrición, confesión y satisfacción son - Vivimos un momento de cierta divinización de la «libertad», de
actos personales que no sólo comprometen al mismo sujeto, sino que cxigencia de libertades en todo y para todo, según la personal aprecia-
forman parte integrante del mismo sacramento. Sin ellos no existe ver- ción o deseo. Por eso, se rechaza todo posible condicionamiento de es-
dadero sacramento. Pero ¿cómo se siente el hombre actual movido a
aceptar y vivir lo que estos actos significan? ¿En qué medida favorece
1 ta libertad. Y resulta a muchos dificil aceptar la dependencia de una
ley superior, de un ideal supremo, de un absoluto religioso o moral.
el mundo ambiente, la concepción dominante y el tipo de vida irnpe-
rante el que pueda integrarlos en el proceso penitencial que supone y
i Esto lleva a no pocos a rechazar todo lo pueda sonar a «complejo de
culpabilidad)), en cuanto represivo y bloqueador de la libertad. Y, si no
es el sacramento de la rec~nciliación?~ hay pecado, tampoco tiene razón de ser la penitencia. En todo caso,
En no pocos sectores de la sociedad persiste una crítica a la reli- sólo aquello que a uno le parece o apetece, según su libertad.
gión y a sus ritos (en cierta continuidad con el pensamiento de A. - La voluntad de poder y de dominio, sobre todo económico, uni-
Compte, M. Weber, K. Maní.. .), considerados como elemento inútil y da a una cierta audacia y ((agresividadcomercial)),que permite triunfar
opuesto a la razón, porque ayudan bien poco a resolver los problemas en un mundo de competitividad extensiva, conduce a no pocos a recha-
del hombre y de la sociedad. «Importan las obras, no los ritos». Desde zar todo aquello que supone «debilidad», reconocimiento de las propias
esta concepción se tenderá a valorar el simple activismo o la subjetiva limitaciones. La humildad no es, en general, virtud de una economía li-
interioridad. Pero no un rito sacramental que, aparentemente, deja las beral. Para esta mentalidad, la penitencia puede ser algo que limita en el
cosas como están. negocio, que impide el «triunfo» económico, que pone freno al poder.
- Es común la constatación de un individualismo dominante que
Por eso, los datos nos dicen que en muchos se da una separación clara
exalta lo subjetivo personal frente a lo impuesto formal, el «yo» fren- entre la vida del negocio y la manifestación o vida religiosa.
te al «nosotros», lo interno experiencia1 frente a lo externo institucio-
nal. Se trata de una continuación actual de las filosofias subjetivistas
desde Descartes, Espinoza, Kant.. . Desde esta perspectiva se acentúa 2 . Elementos para una interpretación antropológica de las partes del
la experiencia interna de conversión, pero no su manifestación exter- sacramento
na; se acentúa «lo que a mí me parece o yo pienso», pero no lo que me
impone la Iglesia, lo que me exige un rito obligatorio. Así se llega fá-
A estas podrían añadirse otras constataciones que señalan otros as-
cilmente al relativismo moral, al rechazo de lo institucional.
pectos de una mentalidad actual no precisamente favorecedora de una
- Embarcados como estamos en «filosofias» del progreso y del
celebración del sacramento de la penitencia. Pero, llegados aeste pun-
bienestar social, lo que realmente interesa es el «saber para producir)),
to, podemos preguntamos: ¿Cómo proponer este sacramento a quienes
el ((producir para ganar», el «ganar para consumir». Con esta menta-
así piensan y actúan? ¿Qué pedagogía seguir para ayudar a compren-
lidad o no se tiene en cuenta Dios, o él tiene poco que hacer. Dios no
der la profunda verdad que en él se expresa? ¿Qué aspectos antropo-
«produce». El sacramento de la reconciliación penitencial celebra y
lógicos resaltar para mostrar la «coincidencia» entre aspiración huma-
proclama la presencia misericordiosa y perdonadora de Dios, que no
«sirve» precisamente para aumentar esta producción o consumo, sino na y don de Dios? Proponemos algunas sugerencias al respecto.
- El cristiano también valora los medios humanos, los progresos
que más bien los revisa y corrige. Además, «no tenemos por qué mez-
clar a Dios en nuestros negocios)). Tampoco se busca ofenderle explí- de la ciencia y la técnica, los esfuerzos para transformar este mundo, y
citamente. Sencillamente se le ignora. hacer de él un lugar más digno y feliz, en el que todos los hombres
puedan disfmtar de un estado de bienestar satisfactorio. Tampoco re-
2. Cf. al respecto W. Kasper, Anthropologische Aspekte der Busse: Theologische nuncia a unas leyes de mercado ni al deseo de aumentar su riqueza.
Quartalschrift 2 (1983) 96- 109; A. Fernández Garcia-Argüelles, Dimensión antropoló- Pero parte de un principio: todo esto debe valorarse en referencia al
gica del sacramento de la penitencia: la conversión radical del cristiano pecador: Stu- plan de Dios según nos enseñan las fuentes de nuestra fe, y al respeto
dium Ovetense 11 (1983) 53-64; A. Vergote, Le sacrament de lapenitence et de la re-
conciliation. Dimensions anthropologiques: Nouvelle Revue Théologique 118 (1996)
profundo a todo hombre en el que se manifiesta la misma presencia de
653-670; S. Cañardo, Un sacramento para la curación del hombre. La dimensión an- Dios. Sin embargo, somos conscientes de que dicha referencia no
tropológica de la penitencia: Phase 252 (2002) 437-456. siempre se mantiene, de que no siempre se cumple y vive el ideal, de
44 Ensayo antropológico Auto-reconciliación y hetero-reconciliación 45

que la limitación y contingencia nos rodea. Estamos en camino, somos - La satisfacción es la manifestación lógica en obras de caridad y
una ((esenciaintermedia)),proceso que busca perfección y, en una pa- justicia de una conversión sincera, que no se queda en buenos deseos
labra, somos también ((pecadores)). o en palabras (confesión), sino que se concreta en compromisos que el
- Reconocer el propiopecado no es atormentarse o encerrarse en penitente asume ante Dios y ante la Iglesia. No pretende imponer un
lo negativo. Es aceptar la propia condición humana en su aspecto de castigo por el pecado cometido, ni pagar un precio por el perdón ob-
fragilidad y limitación. Es reconocer la propia verdad sin autoengaños. tenido, sino aplicar un medio (medicina) que avale la autenticidad de
La conciencia de culpa que uno puede tener deriva de la conciencia de la conversión en la vida, que dé continuidad al propósito de futuro. Es
no haber sido fieles a la relación consigo mismos, con los demás o con lo que tiende a hacer de la conversión interna una transformación ex-
el mundo, desde el ideal que Dios nos pide y en el que creemos. El terna por actos de justicia, de caridad, de reparación o restitución, de
sentimiento de culpabilidad, siempre que no sea morboso o patológi- reconciliación real con los hermanos. ((Muchospecados causan daño
co, forma parte de la salud psicológica, se produce por el aprecio que al prójimo. Es preciso hacer lo posible para repararlo (por ejemplo,
uno tiene de sí mismo y de su ideal, en contraste con la realidad limi- restituir las cosas robadas, restablecer la reputación del que ha sido ca-
tada, y estimula la aspiración a su cumplimiento3. lumniado, compensar las heridas). La simple justicia exige esto.. . La
- La conversión (contrición) implica el rechazo del pecado y del absolución quita el pecado, pero no remedia todos los desórdenes que
mal, en un cambio profundo de actitud y orientación interna o de co- el pecado causó)) (CCE 1459).
razón, que busca renovar el ideal de la vida, reconstruir la propia his- - La absolución por medio del ministro es la expresión eficaz del

toria desde sus referentes de sentido. Supone una transformación ínti- perdón y la misericordia de Dios, por la mediación de la Iglesia. ¿Có-
ma, capaz de manifestarse en una transformación externa por palabras mo, si no, tener una ((certeza))de que nuestra conversión es sincera, de
y obras, que da nuevo impulso a la vida. La conversión es la capacidad que Dios nos perdona y reconcilia? Las personas necesitamos de mo-
de cambiar hacia lo mejor; es lo que nos mueve hacia el futuro sin do permanente signos que certifiquen la verdad de nuestra relación
quedar atrapados por el pasado; es lo que nos motiva para transformar con los demás. Y en este caso, se trata de un signo necesario y eficaz
nuestra relación con nosotros mismos, con los demás y con Dios4. de la Iglesia (por su ministro) que nos garantiza que estamos en paz
- La confesión (manifestación oral del pecado) es la lógica expre- con Dios y con la misma Iglesia. Siendo importante la persona del con-
sión de la conversión interna, que necesita decirse para reconocer su fesor con sus cualidades, lo más importante es lo que representa y sig-
propia verdad, con una sinceridad sin tapujos. Es como la objetivación nifica en virtud de su ministerio: ((Cuandocelebra el sacramento de la
verbal de un sentimiento interno que, al descubrirse, se contrasta, y, al penitencia, el sacerdote ejerce el ministerio del Buen Pastor que busca
contrastarse (con el confesor), profundiza la misma conversión interna. la oveja perdida, el del Buen Samaritano que cura las heridas, del Pa-
Esta sinceridad, en el sacramento de la penitencia, es a su vez confesión dre que espera al Hijo pródigo y lo acoge a su vuelta, del justo Juez
de fe, expresión de confianza en Dios misericordioso, alabanza y que no hace acepción de personas y cuyo juicio es a la vez justo y mi-
ofrenda humilde y grandiosa, que nos libera y pacifica interiormente5. sericordioso. En una palabra, el sacerdote es el signo y el instrumento
del amor misericordioso de Dios con el pecador))(CCE 1465).
3. A. Vergote, Le sacrement de la penitence et de la reconciliation. Dimensions - La reconciliación significa en sí el acto de un mediador que res-
anthropologiques,656-657. taura los lazos de amistad o de amor entre dos personas. En el caso de
4. En la RyP 31-111, se dice al respecto: ((Conversión y contrición son aún más un la penitencia, se trata de una reconciliación desproporcional, en cuan-
acercamiento a la santidad de Dios, un nuevo encuentro de la propia verdad interior, tur-
bada y trastornada por el pecado, una liberación en lo más profundo de sí mismo y, con to que no es Dios quien necesita reconciliarse con el hombre, sino el
ello, una recuperación de la alegría perdida, la alegría de ser salvados, que la mayona de hombre con Dios. Dios nos concede la reconciliación perdonándonos,
los hombres de nuestro tiempo ha dejado de gustan). acogiéndonos, devolviéndonos a su amistad y a su amor. La reconci-
5. Ibid.: «La acusación de los pecados, pues, no se puede reducir a cualquier in-
tento de autoliberación psicológica, aunque corresponde a la necesidad legitima y na- liación es una necesidad humana, un elemento constitutivo de nuestro
tural de abrirse a alguno, la cual es connatural al ser humano; es un gesto litúrgico, so-
lemne en su dramaticidad, humilde y sobrio en la grandeza de su significado. Es el gesto cordia que perdona)).Y el CCE 1455, afirma: «Por la confesión el hombre se enfrenta
del hijo pródigo que vuelve al Padre y es acogido por él con el beso de la paz; gesto de a los pecados de que se siente culpable; asume la responsabilidad y, por ello, se abre de
lealtad y de valentía; gesto de entrega de si mismo, por encima del pecado, a la miseri- nuevo a Dios y a la comunión de la Iglesia con el fin de hacer posible un nuevo futuro)).
46 Ensayo antropológico Auto-reconciliación y hetero-reconciliación 47

existir con los demás, desde el momento en que constantemente ten- verdadera.. . Es inútil el intento de eliminar el conflicto, la pretensión
demos a traspasar los límites o la frontera de una relación justa con los de negar la tensión, ya que entonces caemos en la idolatría de nosotros
otros. Lo que en cristiano significa traspasar los límites de la verdade- mismos, o en la negación de la realidad. Si existe una posible reconci-
ra relación con Dios. No podemos separar reconciliación con Dios, liación, ésta comienza por aceptar la condición humana como una
con la Iglesia, con los demás, con la creación entera6. Por la reconci- condición tensional, conflictual, inacabada, abierta y creativa. No po-
liación recuperamos la relación justa, la amistad perdida, el amor de- demos concebir la reconciliación humana como el reposo de una tota-
bido, junto con la alegria de «estar a bien y de sentirse bien» en la paz lidad conquistada, sino a lo sumo como una manera particular de vivir
interna y externa7. la totalización, en vistas a una plenitud todavía por llegar. Por eso, la
verdadera reconciliación se nos revela más como utopía posible que
como total realización, desde la experiencia humana de reconciliación.
3. La auto-reconciliación como camino para la reconciliación No obstante, también en esta auto-reconciliaciónpodemos celebrar
las pequeñas reconciliaciones de la vida, los triunfos parciales de la re-
Entonces, ¿desde qué actitud humana podemos emprender la tarea conciliación humana, de la historia de los hombres, de la convivencia
de la reconciliación con los demás y con Dios? La primera respuesta pacífica, del amor y la alegria de estar y ser con el otro y para el otro.. .,
nos parece clara: desde el reconocimiento de la propia posibilidad re- aun conscientes de que la plena realización se encuentra lejos.
conciliadora que existe en nosotros mismos, a partir de una aceptación
lúcida y sincera de nuestro ser-así, como punto de partida para llegar a
nuestro deber-ser-así. 4 . La hetero-reconciliación como posibilidad de reconciliación plena
La posibilidad humana de reconciliación no consiste ni en la ce-
sión ante lo inacabado, ni en la arrogancia ante lo posible, sino en el La auto-reconciliación no puede entenderse ni como bloqueo del
reconocimiento de la positividad del inacabamiento, de la realidad de proceso ni como conformismo con la deficiente realidad, sino como el
la condición humana, como estímulo y fuerza dinámica hacia la reali- punto de partida para la reconciliación plena, que se basa en la utopía
zación de lo posible. El hombre no es ni un «no», ni un «ya», sino un de una reconciliación real, lograda de una vez para siempre en Cristo.
((todavía-no»,ante el cual debe estar abierto y ser creativo, por lo cual Cuando la verdad y la esperanza de reconciliación se basan en la re-
se siente obligado a luchar y avanzar. La posibilidad de reconciliación conciliación de Cristo, entonces no hay temor a que el esfuerzo y la lu-
para el hombre está en la auto-reconciliación con su propia posibili- cha por una reconciliación definitiva resulten inútiles. La auto-reconci-
dad, y no en la absolutización o cerrazón de los aspectos que crean la liación no será ya un peligro para el avance, sino el comienzo que hace
tensión de la vida humana. posible la meta. Otras utopías humanas podrán ser también impulso de
Reconciliarse consigo mismo es, entonces, reconocer lo que se es reconciliación. El cristiano sostiene que Cristo es la única utopía real
y lo que se está llamado a ser, aceptando con esperanza la tarea y la de reconciliación, porque en él ya se ha realizado, por su muerte en la
aventura de una lucha por el ideal. La vida es un proceso, un proyec- cruz, la reconciliación a la que aspiramos. El cristiano cuenta siempre
to, un dinamismo. Es la no-totalidad hacia la totalidad, la no-justicia con el Otro reconciliador, por encima de la propia capacidad humana.
hacia la justicia, la no-inocencia hacia la inocencia, la dependencia ha- La auto-reconciliación humana es verdadera cuando se vive en un pro-
cia la libertad, la división hacia la unidad, la inseguridad hacia la paz yecto de hetero-reconciliación.Y este proyecto es para el cristianismo
el que procede de Dios en Cristo, al que debe unirse el que procede de
6. RyP 31: «Pero hay que añadir que tal reconciliación con Dios tiene como con- una búsqueda sincera de reconciliación entre los hombres.
secuencia, por así decir, otras reconciliaciones que reparan las rupturas causadas por el
pecado: el penitente perdonado se reconcilia consigo mismo en el fondo más intimo de En efecto, la hetero-reconciliación implica también la reconcilia-
su propio ser, en el que recupera la propia verdad interior; se reconcilia con los herma- ción con los demás. Los otros también son el ámbito de la auto-recon-
nos, agredidos y lesionados por él de algún modo; se reconcilia con la Iglesia, se recon- ciliación y de la hetero-reconciliación. Por los otros experimentamos
cilia con toda la creación)). Cf. CCE 1468-1469.
7. Cf. M. Alvarez, La reconciliación en plano antropológico, en AA.VV, Dimen-
la cercanía y la posibilidad de una reconciliación real. En los otros
sión trinitaria de la penitencia, Salamanca 1994, 13-3 1. descubrimos la verdad o falsedad de nuestra reconciliación. Ellos son
48 Ensayo antropológico Auto-reconciliación y hetero-reconciliación 49

llamada y fuerza, exigencia y condición de una reconciliación plena, conciliarnos. Nuestra limitación constituye el memorial permanente
que en definitiva sólo puede venir de Dios. La reconciliación con los de que necesitamos vivir y celebrar esta reconciliación. De reconcilia-
demás es la condición tanto para una reconciliación verdadera consigo ción real en la vida a celebración sacramental de la reconciliación, va-
mismo como con Dios. mos caminando hacia la plenitud de una reconciliación que ya no ne-
Ahora bien, esta hetero-reconciliación desde Dios y los hombres cesita repetición alguna, porque el pecado ya no existirá.
no niega ni resuelve el conflicto; no nos cura de la finitud ni nos'saca
del inacabamiento; no nos excusa en la lucha ni hace inútil nuestro es-
fuerzo. Todo lo contrario, nos lo hace vivir con más intensidad y cons- 6 . El sacramento de la penitencia en el conjunto del organismo
ciencia. Pero también nos lleva a vivirlo de una forma original y nue- sacramental
va. Pues el conflicto ya no es cerrado, sino abierto. La no-totalidad la
sabemos compartida y al mismo tiempo superada en Cristo. La no- Dios, en su plan de salvación, nos llama a participar de su vida
inocencia la creemos transformada en gracia. La no-justicia y el odio (protología), revelándonos por su Hijo Jesucristo su misterio, y reali-
los vemos transformados en amor y en perdón. La división la encon- zando en él y por él la definitiva reconciliación (cristologia). Esta obra
tramos convertida en congregación y unidad. La esclavitud la senti- reconciliadora de Cristo está llamada a continuarse por el Espíritu en
mos transformada en libertad de hijos de Dios. Y la angustiosa inse- la Iglesia (pneumatología eclesiológica), que es el primer sacramento
guridad la percibimos como paz nueva en el Señor.. . Así, la finitud, el de reconciliación. Todos los miembros de la Iglesia hemos sido radi-
pecado y la injusticia han sido vencidos, su raíz negativa ha sido arran- calmente reconciliados con Dios por el bautismo (perdón del pecado
cada de cuajo, su fuerza aniquilante ha sido transformada. Y para el original), y por lo mismo hemos asumido el compromiso de colaborar
creyente ya no son lugares de irreconciliación, sino llamadas para una con Cristo en la continuación de su obra reconciliadora (participación
tarea y un camino, que tiene la seguridad de llevar a la plenitud de la en la misión). La vocación del cristiano no es «ser penitente)), sino
reconciliación en el encuentro final con Dios. crecer en la vida en Cristo y en el Espíritu por la Palabra, los sacra-
mentos (confirmación y, sobre todo, eucaristía), la caridad y la unidad.
Sin embargo, con alguna frecuencia, en vez de crecimiento se da re-
5 . El sacramento de la penitencia como símbolo de reconciliacibn gresión; en lugar de una vida en gracia se retorna a una vida en des-
gracia o pecado, que rompe la comunión con Dios y con la Iglesia. El
La reconciliación sacramental hay que entenderla en relación con «concupiscente negativo)), que no desapareció con el bautispo, sigue
la auto-reconciliación y con la hetero-reconciliación. En él se expresan arrastrándonos al mal, la injusticia, el egoísmo.. . La fragilidad humana
y significan, se concretan y condensan, se actualizan y realizan ambas se manifiesta en nuestra pecabilidad, y vivimos constantemente la dis-
tancia que existe entre el ideal cristiano y nuestro vivir como cristianos8.
reconciliaciones. Sólo puede celebrar realmente la reconciliación
Pero la fe nos dice que Dios no reniega de sus hijos ni los abando-
quien, reconociendo su situación real, está dispuesto a avanzar y espe-
na. Él nos sigue ofreciendo su perdón y su gracia, nos sigue llamando
rar la reconciliación que viene de Dios y de los demás. Y el signo ecle-
de modo permanente a la conversión del corazón (virtud de la peni-
sial visible, la celebración sacramental garantizante de que así sucede
tencia) y nos sigue ofreciendo la ((tabla de salvación después del nau-
es el sacramento de la reconciliación. Podemos reconciliarnos con
fragio)), que es el sacramento de la reconciliación penitencial. Por to-
nosotros mismos cuando sabemos que Dios y los demás nos acogen y
do ello, podemos concretar, usando la terminología actual de la Iglesia
aceptan tal como somos. Y podemos esperar la reconciliación de Dios
(CCE 121 l), que:
y los demás cuando comenzamos por reconocer nuestra propia reali-
dad reconciliándonos con nosotros mismos. 8. Así lo afirma en CCE 1420: «Por los sacramentos de la iniciación cristiana, el
El sacramento es, en la actual economía, la realización más plena hombre recibe la nueva vida de Cristo. Ahora bien, esta vida la llevamos en 'vasos de
significante de este encuentro de reconciliación, siempre abierto a la barro' (2 Cor 4, 7). Actualmente está todavía 'escondida con Cristo en Dios' (Col 3 , 3 ) .
Nos hallamos aun en nuestra 'morada terrena' (2 Cor 5, 1) sometida al sufrimiento, a la
reconciliación escatológica definitiva. Nunca estaremos totalmente re- enfermedad y a la muerte. Esta vida nueva de hijos de Dios puede ser debilitada e in-
conciliados en esta vida, porque siempre tendremos algo de qué re- cluso perdida por el pecado)).
50 Ensayo antropológico

- Los sacramentos de iniciación (bautismo, confirmación, euca-


ristía) nos conducen a la plena ((estatura))del ser cristiano, haciéndo-
nos partícipes del misterio y la vida de Cristo y de la Iglesia.
- Los sacramentos de servicio a la comunidad y la comunión (ma-
trimonio, orden) nos conducen a una participación especial en esta vi-
da, orientada al servicio de los demás, bien sea por la vida famillar o
por los ministerios.
- Los sacramentos de curación (penitencia, unción de enfermos),
teniendo en cuenta la fragilidad espiritual y corporal del hombre, nos
ofrecen la fuerza del Espíritu para curarnos y recuperar nuestra salud.,
tanto del alma (penitencia) como del cuerpo (unción de enfermo^)^.
Pretendemos reflexionar sobre la experiencia humana o situación
fundamental que, desde la fe, reclama el sacramento y se expresa en la
celebración. Se trata de una situación en la que se intensifica de tal
modo alguna de las experiencias desreconciliadoras (pecado grave o
mortal), que comporta una absolutización de su negatividad., una rup-
tura de la relación y una pérdida de la comunión'.
En principio, sabemos que la conversión-penitencia es un existencia1
cristiano permanente, ya que el ideal de la salvación vivida, de la fe y la
perfección, de la santidad y realización del Reino, es siempre una tarea.
El «convertíos y creed))del evangelio (Mc 1, 15) no es sólo una condi-
ción antebautismal, sino también una urgencia posbautismal. Creemos en
Dios convirtiéndonos, porque nunca creemos y vivimos la fe lo suficien-
te. La conversión pertenece a la misma estructura interna de la fe, de la
misma manera que la fe es un elemento integrante de la conversión. Por
eso, el cristiano, antes que ((hacerpenitencia))o celebrar el sacrhento de
la penitencia, existe conversiva y penitencialmente, es decir, está llamado
a vivir la ((virtudde la penitencia))de modo permanente. Justamente en
esta existencia penitencial debemos individuar cuál es la situación vital
que reclama en la Iglesia el sacramento de la penitencia, puesto que los
sacramentostambién responden a estas situaciones (cf. CCE 12 10).

1. Situación vital del sacramento de la penitencia

Es un aspecto comúnmente admitido entre los teólogos que los sa-


cramentos se enraízan en las situaciones fundamentales de la vida hu-
9. CCE 1421: «El Señor Jesucristo, médico de nuestras almas y de nuestros cuer-
pos, que perdonó los pecados al paralítico y le devolvió la salud del cuerpo (cf. Mc 2, 1- 1. Cf. W. Kasper, Antropologische Aspekte der Busse: Theologische Quartaischrift
12), quiso que su Iglesia continuase con la fuerza del Espíritu santo su obra de curación 2 (1983) 96- 109; D. Borobio, Penitencia, reconciliación, Barcelona 1982,7-19; A. Fer-
y de salvación, incluso en sus propios miembros. Esta es la finalidad de los dos sacra- nández, Dimensión antropológica del sacramento de la penitencia: Studium Ovetense
mentos de curación: del sacramento de la penitencia y de la unción de enfermos)). XI(1983) 53-64; J. Werbick, Schulderfahrung und Bujsakrament, Mainz 1985.
52 Ensayo antropológico Experiencia humana, situación vital y reconciliación 53

mana: nacimiento, crecimiento, amor comprometido, aceptación pú- cotidiano, al que debe responder la conversión permanente, y para el
blica de una función, enfermedad2... Si esto es así, debemos pregun- que la Iglesia siempre ha propuesto diversas formas de perdón. Cierto,
tarnos: ¿Cuál es la situación vital propia del sacramento de la peniten- el pecado no es el centro del sacramento, es más bien su trágico pun-
cia? Si toda la vida del cristiano es «penitencial» (= virtud de la to de partida. Quien pone el pecado en el centro corre el peligro de de-
penitencia-conversión permanente), ¿qué es lo específico del sacra- formar el sacramento, al centrar el proceso en el remordimiento o en
mento de la penitencia? Para responder a estas cuestiones recordefnos 1 la culpabilidad.Y, sin embargo, sólo desde la conciencia de pecado se
primero lo que es una ((situación fundamental)) de la vida, de modo desencadena el movimiento y proceso de y hacia la reconciliación.
que luego podamos ver en qué medida se da esta situación para el sa- - Unido a la voluntad de conversión: no basta con conocer el pe-
cramento y cuál es su especificidad en relación con otras situaciones. cado, es preciso reconocerlo con voluntad sincera de conversión. La
Una situación sacramental «es un momento fundamental, un pun- verdadera situación vital del sacramento no viene dada sólo por el pe-
to álgido de la vida, un centro existencial, un lugar privilegiado para el cado serio, sino también por el deseo y voluntad de salir de tal situa-
propio ser, en el que, por la intensidad y la conmoción total que supo- ción convirtiéndose. Una situación penitencial que no incluya al me-
ne de la persona, se convierte en punto de partida para un nuevo por- nos este deseo (en mayor o menor medida) no es sacramental. La
venir, en cifra de trascendencia, en interpelación y llamada, que nos conversión es la llave y el centro de la penitencia, de la que depende el
abre hacia nuevos horizontes del ser en el Sem. perdón y la reconciliación con Dios. La conversión es fruto de la gra-
Las características más comunes de toda situación sacramental cia e implica ya la gracia como fruto, es decir, el comienzo del mismo
son, pues: la pregunta fundamental, la recapitulación de la propia his- sacramento. La conversión es la posibilidad del mismo sacramento,
toria, la conmoción total del ser, el encuentro con el propio misterio, contemplado desde la participación del sujeto.
la llamada a la decisión, el cambio o renovación del mundo interrela- - En la esperanza delperdón: el perdón es la verdadera meta del
cional (con Dios, con los demás, consigo mismo), la sospecha o aper- sacramento. Todo el dinamismo sacramental está marcado por la es-
tura al misterio del Otro. Sin embargo, también hay que señalar ele- peranza del perdón, por la confianza en que Dios misericordioso nos
mentos de diferenciación entre las diversas situaciones, ya que no se acoge en su amor, por la mediación de la acogida eclesial. Quien no
trata de situaciones «unívocas», sino «análogas». Estos elementos son, tiene esperanza en el perdón, quien constituyéndose en propio juez se
por ejemplo, la cualidad de los diversos momentos vitales (nacimien- auto-absuelve o se auto-condena, no puede encontrar la palabra mise-
to, juventud, enfermedad.. .); la mayor positividad o negatividad de las ricordiosa del Padre. Creer que Dios no puede perdonarnos, no confiar
situaciones (amor-matrimonio, algo positivo; enfermedad-unción, en sí en la reconciliación, constituye el mayor obstáculo para alianzarlo y
algo negativo); la coincidencia o no con momentos biológicos de trán- celebrarlo. La situación penitencial lo es precisamente porque existe
sito (adolescencia-iniciación, cambio biológico; conversión-peniten- en esta esperanza. La penitencia es siempre un acto de esperanza en la
cia, cambio experiencial); la posibilidad de vivirlas con mayor o menor totalidad, y esta esperanza sólo se tiene en referencia a quien puede
lucidez y consciencia (ministerio ordenado, con plena consciencia; realizarla y en quien puede quedar cumplida.
bautismo de niños, en inconsciencia); la mayor o menor repercusión
social.. . mies bien, esto supuesto, veamos ya cuál es la situación vital
propia del sacramento de la penitencia: Es una situación depecado se- 2. La especificidad de la situación penitencial
rio, unido a la voluntad de conversión, y en la esperanza del perdón.
- Situación de pecado serio: porque quien no tiene conciencia de
Es evidente que cuando un cristiano vive la situación anterior con
pecado o no tiene pecado, tampoco tiene por qué convertirse. El peca-
plena consciencia y sinceridad, no puede por menos de ver realizadas en
do de que se trata no es un pecado cualquiera, sino aquél que supone
él las condiciones o peculiaridades de toda situación sacramental. Quien,
una ruptura de la comunión con Dios y con la Iglesia, es decir, el pe-
desde una sensibilidad cristiana, ve fracasado su ideal y hace experiencia
cado verdaderamente serio o mortal. Este es el que constituye la situa-
de no-inocencia, se pregunta de diversos modos: ¿Quién soy yo? ¿A
ción propia del sacramento, y no en sentido estricto el pecado ligero o
dónde voy? ¿Por qué esta dualidad e inacabamiento? ¿Dónde está el bien
2. Cf. D. Borobio, Sacramentosy etapas de la vida, Salamanca 2000. y el mal? ¿Por qué hago lo que no quiero y no hago lo que quiero?. . .
54 Ensayo an tropológico Experiencia humana, situación vital y reconciliación 55

Al plantearse tales preguntas, es evidente que está recapitulando su celebrar el sacramento más que una vez. En cambio, en la penitencia
existencia entera: pasado de pecado, presente de conversión y futuro sabemos que, por la humana debilidad, nos es permitido volver siem-
de vida renovada entran como centros articuladores de su experiencia. pre a renovar la reconciliación.
Y no se trata sólo de un discurso racional o de una contemplación es- En quinto lugar, se trata no de una situación simplemente positiva,
piritual; se trata de algo que conmueve su ser entero y abarca todos los .sino de una situación negativa hacia la positividad. El matrimonio
estratos que lo constituyen. Todo lo cual le lleva de una u otra forma a (amor) o el ministerio ordenado (función) son situaciones que pueden
encontrarse con su propio misterio, a calar en las profundidades de su calificarse de simplemente positivas, en cuanto no implican en sí una
propio ser, allí donde el Otro se revela también como el misteriosa- deficiencia. Por el contrario, la penitencia parte de la negatividad del
mente presente. Por lo mismo, ante esta situación de llamada y de pre- pecado, aunque conlleva la positividad de la conversión y el perdón.
sencia misteriosa de gracia, el hombre pecador se ve como provocado En sexto lugar, es una situación que sólo puede vivirse desde la
a tomar una decisión fundamental: o en favor o en contra de Dios, o consciencia, es decir, desde la capacidad de discernimiento o concien-
cerrar el corazón a la llamada o abrirse al perdón desde la esperanza.. cia de pecado y desde la voluntad positiva y personal de conversión.
Cualquiera que sea la decisión, es claro que de ella depende el nuevo Otros sacramentos, como el bautismo de niños, se pueden recibir in-
modo de relación consigo mismo, con los demás y con Dios, sea que cluso en la inconsciencia y apoyados en la fe de la Iglesia (padres, pa-
esta relación quiere establecerse desde el amor, o sea que no se ponen drinos, comunidad).
para ello los medios y se prefiere continuarla desde el egoísmo. En séptimo lugar, en el sacramento de la penitencia se da unapar-
Pero la cuestión que más nos interesa ahora es ésta: ¿En qué se di- ticipación especial del sujeto en el mismo sacramento, ya que sus actos
ferencia esta situación sacramental penitencial de las otras situacio- (conversión, confesión, satisfacción) son parte integrante y constitutiva
nes en las que se enraízan el resto de los sacramentos? del mismo. Un niño recibe el bautismo sin responder aún personal-
En primer lugar, en el sacramento de la penitencia se trata de una mente con sus actos. La eucaristía es verdadero sacramento, aunque los
presentes no participen. Pero la penitencia sólo es verdadero sacramen-
situación de pecado personal serio; no de un pecado leve, sino de un
to cuando el penitente participa con la sinceridad de sus actos.
pecado de ruptura de la comunión que imposibilita la plena celebra-
En octavo lugar, se distingue también por el «signo» que implica,
ción de los demás sacramentos. Y tampoco se trata de un pecado an-
que no consiste en una materialidad sensible (agua, pan, aceite.. .), si-
tebautismal, sino posbautismal.
no en un encuentro interpersonal (penitente y ministro, individual o en
En segundo lugar, esta situación compromete de forma especial la comunidad), al que acompañan palabras (confesión, exhortación, ab-
libertad. Aunque también los demás casos implican la libertad, en nin- solución) y el gesto de la imposición de manos (que puede ser también
guno como en éste hace el hombre experiencia del poder de su volun- con la señal de la cruz).
tad para el bien o el mal, decidiéndose desde lo profundo de su ser an- Por todo ello, aun habiendo en la Iglesia otros sacramentos que
te Dios y ante los demás. El gran misterio de la penitencia consiste también perdonan los pecados, si se dan las debidas disposiciones
también en que el hombre, desde su creatureidad, se rebela contra Dios (bautismo, eucaristía, unción de enfermos), sin embargo el sacramen-
(mysterium iniquitatis - mysterium pietatis), a pesar de lo cual Dios sa- to específico de la reconciliación y el perdón sólo es el ((sacramento
le a su encuentro para perdonarlo. de la penitencia)).
En tercer lugar, nos encontramos con una situación que supone un
«tránsito» vital, pero no un transito biológico. Mientras otros sacra-
mentos, como la unción, suponen tal tránsito (enfermedad), en la peni-
tencia no existe ninguna coincidencia con un cambio biológico, pero sí
con un cambio vital o de actitud, con una transformación reorientado-
ra de la vida entera.
En cuarto lugar, vemos que esta situación no es irrepetible, sino
repetible. En otros sacramentos, como el bautismo, la confirmación o
el orden (sacramentos que imprimen carácter), no se puede recibir y
En la parte anterior vimos el enraizamiento o dimensión antropo-
lógica del sacramento de la penitencia. Ahora vamos a estudiar la ex-
periencia penitencial histórica de la Iglesia, ordenando las distintas
etapas de evolución según la estructura o forma penitencial que las
caracterizó.
No pretendemos hacer un estudio simplemente formal o ritual, sino
un acercamiento a la estructura desde el sentido que le da vida, y un re- 1.
descubrimiento de este sentido desde la praxis concreta que la realiza. EMENTOS REFERENCIALES
Consideramos que la experiencia histórica es ya reflexión teológi-
ca, descubrimiento de identidad, decantación entre lo cultural variable A
y lo fundamental permanente. Sólo desde este recorrido comparado y
leido en profundidad podemos valorar adecuadamente las estructuras
o formas de penitencia que hoy nos propone la Iglesia. La presenta-
ción de esta parte de la obra tiene en cuenta las diversas investigacio-
nes históricas tanto personales como de otros autores, e intenta ofrecer
sus resultados de modo ordenado y pedagógico a quienes se dedican
a la tarea teológica.
Llamamos elementos referenciales de sentido a aquellos componen-
tes esenciales que, según se desprende de la Escritura y la tradición (nu-
merosos testimonios patrísticos y textos litúrgicos)', constituyen los cen-
tros de sentido, la razón de ser, el dinamismo interno de la penitencia o
proceso penitencial. Para individuarlos proponemos un breve comenta-
no bíblico-teológico sobre dos lugares referentes de la Escritura: el Sal-
mo 51 (51O) del i n tiguo Testa Lc 15 del'Nuevo Te'

Imo ((Mist?rere»(Sa 'amo mod4e10 del pn


yncial en 1el Antiguc;I Testamerzto

a) Contt:xro
Histó ricamente1, el salmo responde
, - -
N . . . re-
id de Daviid cuando
conoce su pecado, el cual, segun z sm I 1-12, consistió en ei adulterio
con Betsabé, m u j:r~ de Uríais, y en provocar lai muerte (le este enI el
campo de batalla, tomando luego a Betsabé pcor esposa . Ante la Ide-
nuncia dc$1 profeta Natan, Diwid se arrepiente y confiesa su pecadc).
«Yo te he ungido rey de Israel y te he librado de las manos de Saúl.. .
¿Por qué has menospreciado aYahvé, haciendo lo malo a sus ojos, ma-
tando a espada a Urias el hitita, tomando a su mujer por mujer tuya y
matándole por la espada de los amonitas? Así habla Yahvé: Haré que en
tu1xopia casa se alce el mal contra ti.. .». David dijo a Natán: «He pe-
cadlo contra Yahvé~.Respondió Natán a David: «También Yahvé perdo-
na tu pecado; no morirás. Pero por haber ultrajado a Yahvé con ese he-
chc), el hijo qi cid0 morir;á sin remec tán se fue 21 SU
casa (2 Sm 12

1. Und cxcgcsis uc csrua pasajca paiauig~~iriri~us


L.:--.. A-!
uci &7
rrT y del NT, avalada por otros
resultados globales de la Escritura, nos lleva a esta conclusión. Cf. D. Borobio, La doc-
trina penitencial del ((Liber Orationum Psalmographus)), Bilbao 1977.
62 Experiencia histbrica Elementos referenciales de sentido desde la Escritura 63

Estructuralmente, el Salmo 51 es un salmo de súplica individual, con su misericordia, que no puede ser otro que el perdón, también des-
con estas partes fundamentales: 1) invocación a la misericordia divina; critos con tres verbos: «borran>(machah = delere), que indica quitar al-
2) reconocimiento del pecado; 3) declaración de inocencia; 4) expresión go que se había fijado en el alma; «lavan) (kabas = lavare), para ex-
de la conversión; 5) petición de perdón; 6) promesas del perdonado. presar una acción enérgica de limpieza; ((purifican)(tahur = mundare),
Doctrinalmente, es como la culminación del espíritu penitencial de para señalar la curación del pecado, como si fuera una lepra.
la Biblia, donde se condensan los elementos penitenciales mas carac- - Pecado y dimensiones delpecado. El salmo manifiesta también
terísticos del pueblo de la alianza. Su reconocido parentesco con la li- las dimensicmes del pecado: 1) contra el prójimo, porque implica el
teratura profética ha llevado a algunos autores a situarlo en el ámbito homicidio dc:Urías y t:1 adulterio con Betsabé; 2) contra Dios, recono-
de la escuela de Ezequiel, después de la vuelta del exilio (cf. Ez 36, ciendo explíicitamente: ((Contrati, contra ti solo he pecado» (v. 6); y 3)
16-32). La idea de fondo sería esta: la restitución de Israel no depen- .A--
contra sí misiiiu, pulque esa situación le atormenta, le remuerde, ya
de de las obras del pueblo, sino del plan salvador de Dios. Y consiste que «mi pecado sin cesar está ante mí» (v. 5). 4) Y si bien se reconoce
sobre todo en el «nuevo corazón y nuevo espíritu)),que implica la fe y la propia culpabilidad y la justicia de Dios (v. 6b), también se alude a
la conversión del pueblo2. la radicalidad del pecado, a la condición pecadora del ser humano, por
Litúrgicamente, el Salmo 5 1 fue utilizado con toda lad en eso se recuerda: «Mira que en c:ulpa ya nací, pecador me concibió mi
las liturgias penitenciales del pueblo de Israel, al me1 és del madre» (v. 7)4.
exilio. Su uso en la liturgia cristiana ha sido y es muy , sien- - Conversión y gracia de ZLi conversión. La conversión es, en pri-
do el salmo más paradigmático entre los siete salmos penitenciales y :r lugar, gi:acia de Dios, que nos hace descubrir la verdad y nos «en-
rezándose frecuentemente en la Liturgia de las horas3. ia la sabidluría» (v. I3). Dios piroyecta su sabiduría y su luz en lo más
itimo del ser», y nc)S lleva a descubrir el pecado y la necesidad de
wnversión. E- J
.. l..-....
c i i st;guiiuu iugai, la conversión es reconocimiento del
m--.-

b) Dinámica del proceso penitencia1 propio pecado, con la voluntad de confesarlo, expresando así el deseo
El salmo desarrolla de modo original la dinámica del proceso pe- sincero de apartarse del mismo: «Pues mi delito yo lo reconozco))(v.
5). En tercer lugar, esta conversión se afirma como rechazo del peca-
nitencial, destacando los elementos siguientes:
- Presentación del encuentro entre Dios misericordiosoy el hom-
do., como dolor de corazón y contrición humilde5:«El sacrificio a Dios
brepecador (v. 3-4). Estos versículos son como la presentación en sín- es un espíria1 contrito, un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo
tesis de lo que luego va a desarrollar. En primer lugar presenta al hom- de!sprecias)) (v. 19). En cuarto lugar, la conversión se describe como
renovación del corazón, como transformación interna, obra del espiri-
bre (David) con su pecado. Un pecado que describe como «iniquidad»
tu de Dios: «Crea en mí, oh Dios, un puro corazón, un espíritu firme
(pesha 7: rebelión contra Dios; como «culpa» ('awon: algo torcido,
dentro de mí renueva)) (v. 12) (cf. Jr 3 1, 21-22; 3 1, 33; Ez 36, 25ss).
encorvado): daño contra el propio hombre; como «pecado» (chatta 'h):
De este modo, la conversión aparece en sus diversos aspectos comple-
por ser algo objetivamentemalo. En segundo lugar, se presenta a Dios
mentarios. Como acción de Dios y respuesta del hombre, como recha-
mismo, con su benevolencia y misericordia (hesed y rahamim). Tam-
zo del mal (aspecto negativo) y como renovación en el bien (aspecto
bién en este caso emplea tres términos: «ten piedad)) (miserere), que in-
positivo).
dica abajarse, inclinarse sobre; «misericordia» (misericordia), que ex-
- Liberación del pecado y perdón. Sin duda, este es el aspecto
presa más el amor materno, la ternura; y «aman> (miserationum), que
que aparece con más riqueza de expresiones y facetas. El perdón su-
señala más la intimidad, lo entrañable. En tercer lugar, parece indicar-
pone quitar algo que daña y es malo: es «lavar», «borrar», ((purificar))
nos el resultado del encuentro entre el pecador con su pecado y Dios
4. Parece < iecador quisiera excusarse, recordando a Dios aquello que
2. Cf. B. Maggioni, Peccato, misericordia di Dio e ~ v r r v c r ~ ~ o r ren
t ?A
, A . W , Lape- puede disminuii idad. Es conio una circunstanciaatenuante. Algunos han vis-
nitenza, Torino-Leumann 1967, 29ss; E. Haag, Psalm 51: Trierer Theologische Zeit- to aquí un indicio de lo que después explicitará san Pablo sobre el pecado original (cf.
schrif? 3 (1987) 169-197; G. Cañellas, Fundamento veterotestamentariode la reconci- Rom 5, 12-21). Cf. J. Guillet, Lepsaume «Miserere»:La Maison Dieu 33 (1953) 56-7 1.
liación: Biblia y Fe 13 (1979) 34-46. 5. La palabra ((contrición))procede del verbo contero (= conterere: destruir algo,
3. Cf. A. Schokel, Los salmos, Madrid 1966,138. hacer añicos), que manifiesta de forma especial este aspecto de rechazo del pecado.
64 Experiencia histórica Elementos referenciales de sentido desde la Escritura 65

(v. 3-4). El perdón es limpiar hasta «quiedar más blanco q~ie la nieve:» Iioy. La penitencia es un encuentro del hombre pecador con Dios mi-
(cf. Lv 14,4; Nm 19, 18; 1s 1, 18). El I:jerdón coiisiste en rLOhacer c,a- sericordioso, en el que destaca la iniciativa y acción del mismo Dios
so del pecado, hacer como si no se vieia. ~,,~DaA+:G..L tu
-A.
I I faz
~ d t -.- .-,
11115 v ~ ~ i a - cn su bondad infinita v fidelidad, en su perdón liberador y recreador.
dos» (v. 11). El perdón es ser liberado cle1 merecido castigc): «Líbranie Y en donde también se pone de relieve la respuesta del holmbre que re-
de la sangre, Dios de mi salvación))(v. 16),y a la vez no 7terse priv;a- conoce su pecado, acoge la sracia de 1la conversión, y estíi dispuestlo a
do de la fuerza del espíritu de Dios: (1 No retiresi de mí tu santo $sp~ í - cambiar su vida y a manifer;tarla en clbras. De todo ello resulta -. . cl;Ir0
ritu» (v. 13). El perdón es, en fin, recrez~ciónen e:l espíritu (ie Dios, d~e- que los e lementos iesenciales de la dinámica penitencial son: 1) la con-
N

volviéndonos al estado origirial según la volunta~dy alian;ca con Dic3s ciencia y, reconocimiento de:1 pecado; 2) la conversión interna que se
(cf. Gn 1, 1; 1s 48,7; 65, 17): <<(Creaen nií, oh Dios;, un puro corazón. ..» manifiesta extemamente mediante pal abras y obras; 3) la intervención
(V. 12-13). «Crean> v « e s ~ &...
d .
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í r i ~:-.a:...
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de aquellos- a- quitt~ir;s
---: --m - 1- -:+..A,.:
la siruaCiión penitencial para reconocer la
salmista, cluien, en 1ma especie de epicliesis penitc:ricial, destaca la obra verdad de la conve:rsión: Dic~ sIglesia , 1 (ministrc1); 4) la reconciliación
positiva, 1;a transfonmación creadora desde dentrc1 que se re:aliza por la o perdón concedido y celebrado; 5) la renovación de la vida y los com-
penitencia16. ---:l:--:A
promisos de la recuIi~iiia~iun real.
- El$:ozo y la alegría, verdadero efecto del1lerdón. El salmo da a Todos estos ele ;tan interrelacionados, constituyen un pro-
:ntender clue el pecado es muerte y tristeza, es rt:nuncia a la fidelidad ceso centralizado 1 rersión y jFinalizado en la reconciliación y
y pérdida de salvación. Por eso pide: ((Devuélveme el soni del gozo y el perdón, y son es I la verdadIde la penitencia. Sin ellos, o sin
1la alegría)),de manc:ra que los mismos huesos reivividos salten en go- alguno de ellos, no puede halber verdadero y pleno sacranlento. Se dis-
zo de danza nueva: ((ExultenI los huesc3s que miichacaste tú» (v. 10). tinguen, pero no pueden se]3ararse ni oponerse. Entre ellos se da una
1De este modo, el pecador vol.verá a senitirse salvado y alegre por haber mutua referencia y complernentaried; d. Aunquie es preci so que se ar-
.J ..l - 2 -*l.. -1:. \: - - . ..n -- A- ^^.. .&:.a,.
1cc;uvciauu ia airlisrau
--:-L.
y ia alianza con I~ius; «~lcvuélveme la gracia de ticulen en tomo al eje o ceniiu UG L-.. ..A*,
aciiuuu vIliicival, que es la con71Pr-
1tu salvacicjn» (v. 14; cf. Jr 22, 13; Gal5,22). sión par;
- Los compromisos y promesas del perdón. Recreado y renovado
-- ei
e11 -1
espintu, el pecador proclama sus promesas: 1) Alabar y dar gra-
cias a Dios: «Abre, Señor, mis labios y publicará mi lengua tu alaban- ródigo)) (íLc 15) corno paradi,gma del
za» (v. 17). 2) Reconocer públicamente su justicia: ((Aclamará mi len- ?lNuevo 2kstamentc1
gua tu justicia)) (v. 16). 3) Convertirse en misionero «convertidon) de
pecadores: ((Enseñaréa los rebeldes tus caminos y los pecadores vol- La llamada ((paráboladel hijo pródigo)),en su necesario contexto
verán a ti» (v. 15). 4) No quedarse en sacrificios externos, que no agra- del capítulo 15 de san Lucas, representa en el Nuevo Testamento algo
dan a Dios, sino ofrecerle de modo permanente el ((sacrificio del co- semejante a lo que en el Antiguo representa el Salmo 5 1. No tratamos
razón contrito))(v. 18-19). de hacer una exégesis directa, sino de resaltar los elementos esenciales
- En síntesis, el Salmo 51 es un verdadero compend.io de todcDS que se manifiestan sobre el proceso 1ienitencia
los elementos que constituyen la dinámica penitencial de ayer y (ie
7. Cf. al respecto A. Stoger, El evangelio de san Lucas, Barcelona ir /u,Dass; J.
6. La lectura cristiana de los salmos muestra hasta qué punto se entendieron estos Cantinat, Les paraboles de la misericorde: Nouvelle Revue Théologique 3 (1955)
v. 12-13 no sólo como una referencia al Espiritu santo, sino tambikn como una referen- 246-264; J. Dupont, Réjouissez-vous avec moi! Lc 15, 1-32: Aseign 55 (1974) 70-79;
cia a la santísima Trinidad, afirmando la unidad e igualdad entre el Padre, el Hijo y el P. Fiedler, Jesus und die Sünder, Frankfurt a.M.-Berna 1976, 148-172; E. Rasco, Les
Espíritu. Así se manifiesta en las ((colectas sálmicas)) del oficio hispánico con toda cla- paraboles de Lc 15, en 1. de la Pottene (ed.), De Jéws aux Evangiles, Paris 1967,165-
ridad. Cf. D. Borobio, La doctrinapenitencial en el ((LiberOrationum Psalmographus», 184; J. Alonso, Paralelos entre la narración de Jonás y la parábola del Hijo pródigo:
colecta 5 18: ((Secundurn multitudinem miserationum tuarum, dele iniquitates nostras, Biblia 40 (1959) 632-640; J. Giblet, La parabole de I'accueil messianique (Lc 15, 11-
Domine; ut quia istae nos adgravant, ellae nos erigant; cor contritum et humiliatum ne 32): Buche 47 (1962) 17-28; J. A. Robillard, Laparabole dufils aine: Vie Spirituelle
spernas in nobis, sed per ineffabilem potentiam Trinitatis, inhabitet in nobis Spiritus 106 (1962) 531-544; E. Pascual, El hijo pródigo: Catequesis y Teología 3 (1983)
Sanctus, imovet Spiritus rectus, confirmet Spiritus principalis, atque unius testimonium 383-398; R. Kruger, La sustitución del tenerpor el ser: Lectura semiótica de Lucas
sit virtutis, ut confirmatos nos per Patrem, et innovatos per Filium, custoditos nos esse 15, 1-32: Revista Bíblica 49 (1987) 65-97; F. Bovon, El evangelio según san Lucas 111,
gaudeamus per Spiriturn Sanctum)). Salamanca 2004.
66 Experiencia histórica Elementos referenciales de sentido desde la Escritura 67

los fariseos y escribas por otra. Con dos actitudes diferentes: mientras
los primeros se acercan a Jesús y acogen su mensaje, los segundos le
El capítulo 1s aei evangelio ae Lucas es uno ae los mas bellos y acusan y rechazan («Este acoge a los pecadores y come con ellos))).
significativc)S del evaiigelista. S,ituado en el centro del evangelio (via- Pero ¿r )or qué esta actitud y esta reacción? ¿Por qué esta acogida o
je a Jerusalé:n), ocupa igualmente el centr.o del merisaje lucailo: la mi- este escáncJalo? Porclue Jesús no sigue la ley que establece un compor-
sericordia dc:Dios coii los pobries y pecaclores manifestada e.n Jesúss.
. . ,. . . .\ . . .
La estructura ae este capitulo consta ae 1) una introauccion narra-
tamiento dleterminacjo con los publicanos y pecadores. Los publicanos
(recaudad(Ires de imipuestos) !$eencuenlkan entre la gente más despre-
tiva (v. 1-3), donde presenta los «personajes» (Cristo en el centro, los ciable, por eso se le:;enumera junto coni los ladrones, bandidos, genti-
publicanos y pecadores de una parte, y los fariseos y escribas de otra) les, meretrices, adúlteros, ase!sinos. Rerresentan a personas separadas
y el motivo del escándalo; 2) dos breves parábolas (v. 4- 10) del mismo ----A--
de Dios, ap~gmus 1,"
,,.,:.l -nesr;nl
d 1"s U L G ~ I Giiiavziiale~,
~ sin ningún miramiento ha-
estilo (la de la oveja y la dracma perdidas), llamadas «gemelas»; 3) y cia los demás.. . Lo:S pecadorc:S son tod os aquellc1s cuya vida inmoral
una tercera parábola más extensa, la del ((hijopródigo)) (v. 11-24), 4) es notoria, los que e.jercen uns1 profesiói2 nada hoiiorable, los usureros,
con una segunda parte conclusiva (v. 25-32) referida al «hijo mayo^)^. los que desprecian 1a lev,... Lucas iuntá. , .
G i l uiia Gx~resión
..en a
simbólica a
La parábola de la dracma acentúa los aspectos desarrolla.dos en la los que oprimen a su prójimo y a los que estáni separadc)S de Dio:s.
de la oveja perdida, mientras la del hijo piródigo amiplia la peirspectiva. Respecto a todos ellos la ley 1~ i d una e a.ctitud de Idesprecio y margin:1-
Las lecturas que se han hecho de estas 1:,arabolas ;son diven;as. A las ción. El justo no debe mezclaIrse con lc1s impíos. Hay que Iexpulsarlc)S
clásicas histórico-críticas y teológicas se han unido en nuestros días de la comunidad para que esta no quede contaminada, par;a que el oir-
las aproximaciones estructural y retórica. Y en cuanto al origen se des- den y la santidad sean restablecidos. Y los escrit,as y fariseos se cot1-
taca que la parábola de la oveja perdida se encuentra también en Ma- sideran responsables de aplicar esta ley, de presiervar la santidad, cle
.\ ---..,.-,.-
teo (ambos la tomarían de la Fuente de los logia), mientras que la de la
dracma es como un desdoblamiento de la primera, y sería como la ver-
-.r-A
mantener la disciplina vigente. Ambos (escribas y iarisGus,I I C V I C ~ G I I -.
tan un ((conjuntosimbólico))que reacciona con hostilidad al mensa.¡e
sión «femenina» de la historia «masculina» del pastorlo. En cuanto a liberador y mesiánico de Jesús. El rechazo y la murmuraciC)n es su for-
la parábola del hijo pródigo, no es un «invento» de Lucas; la encontró ma de expresarse («éste», autos).
en su material propio, y su calidad literaria resulta admirable, siendo Jesús, en cambio, lejos de atenerse a este comportamiento, ni re-
considerada como una de las más bellas páginas del material propio chaza, ni se aleja, ni pide el castigo del pecador, sino que permite que
lucano, junto con la historia del samaritano o la de los discípulos de se acerquen a él y lo escuchen, los acoge e incluso se sienta con ellos
Emaús. a la mesa (Lc 5,29). Para Lucas está claro que la comensalidad mani-
fiesta una realidad social, ética y religiosa de primer orden, expresión
b) Introducclon (v. 1 . ,
, de una especial relación de Jesús con el pueblo, con los pobres y pe-
cadores, y de estos con él". Con tal manera de proceder está sobrepa-
La introducción nos presenta a los ((personajes)),situando en el cen- sando la ((disciplinavigente)), y criticando la actitud de los escribas y
tro al mismo Jesús, que acoge y hasta come con los pecadores, y a su fariseos. Por eso estos lo critican y acusan. Lo que Jesús hace es un es-
lado dos grupos: el de los pecadores y publicanos por una parte, y el de cándalo inadmisible. No aceptan que un hombre que se dice enviado
del Padre del cielo (Lc 4, 18ss) se mezcle y hasta coma con publicanos
8. Es Lucas el que nos transmite otros pasajes relativos a este tema: 7,36ss (Mag- y pecadores.
dalena pecadora); 22,61ss (Simón Pedro); 23,34ss (buen ladrón). Y respecto a los po- La respuesta de Jesús ante tal acusación (((Este...») se concreta en
bres: 6, 2 4 s ; 8, 3; 10, 31ss; 12, 13ss; 14, 33 ...
9. F. Bovon, El evangelio según san Lucas III,28: «Las dos primeras son gemelas una trilogía de parábolas, en las que no sólo jus itifica SU ;ictitud, sino
e ilustran la búsqueda; la tercera por el contrario, mucho más desarrollada, omite toda
búsqueda por parte del padre para centrarse más en la suerte dramática del hijo. Ade- 11. Ibid., 35: «Los v. 1-2 recuerdan una práctica histórica de Jesús, pero ante todo
. ..
más, esta última parábola se interesa al final por el segundo hijo, cuyas recriminaciones reflejan una idea teológica de Lucas: mientras que el Jesús histórico aceptaba ser acogi-
recuerdan las murmuraciones iniciales de los adversarios de Jesús)). do por los pecadores (5,29-32), él es aquí el que los recibe (v. 2); además, las comidas en
10. Ibid., 32. común aparecen en segundo término (v. 2); lo que importa es escuchar al Maestro (v.1))).
68 Experiencia histórica Elementos referenciales de sentido desde la Escritura 69

que afirma que esta es la actitud del Padre, que él es quien representa El centro de la parábola es ciertamente la alegría. Lucas multiplica
la voluntad de Dios misericordioso, y no los escribas y fariseos. los verbos y los participios: con gran gozo el pastor encuentra a la ove-
ja y la pone sobre sus hombros. Después el evangelista imagina un
c) Las dos parábolas «gemelasu episodio festivo: una reunión alegre con su amigos y vecinos; Lucas
colorea el vocabulario de la alegría con un tinte comunitario. Deben
Las dos parábolas resaltan la alegría del encuentro y la invitación a notarse dos aspectos importantes: la explosión un tanto exagerada de
la alegna. Es, en definitiva, la alegría de Dios por la conversión de los alegría emocional del pastor por una oveja encontrada, frente a la tran-
pecadores, expresada en una marcada desproporción respecto a la ale- quila posesión de las noventa y nueve restantes; y la afirmación de que
gría que le producen los justos. La adaptación de las parábolas para esta misma alegría es la que siente Dios por un solo pecador que se
expresar el contenido es admirable. En ellas imagen y realidad, signi- convierte: «Yo os digo que habrá más alegría en el cielo por un solo
ficante y significado se adecuan perfectamente. pecador que se convierta.. .» (v. 7). Así pues, la alegría del pastor y de
- Laparábola de la ((ovejaperdida)) (Lc 15,3-7) tiene su parale- la oveja terrenales alcanza el corazón mismo de Dios. De este modo
lo en Mt 18, 10-14 y en el Evangelio de Tomás12.Pero mantiene cier- parece que Jesús, a la vez que rechaza la crítica de escribas y fariseos,
tas diferencias: divergen en el verbo que, en Lucas es «perder» (en ac- anima a los pecadores a volverse a Dios y a convertirse, y al mismo
tivo) y en Mateo es «perderse» (en pasivo); el lugar en que se pierde la tiempo justifica su actuación con los pecadores, reflejo de la voluntad
oveja también es diferente: en Lucas es el ((desierto)),mientras en Ma- de Dios.
teo son «las montañas)).Los dos insisten en la búsqueda que empren- - La parábola de «la dracma perdida)) (Lc 15, 8- 10) guarda una
de el pastor, pero lo expresan de forma diferente. Mateo dice: «Va, la gran similitud con la de la oveja perdida en estilo y en contenido. Las
busca», mientras que Lucas acentúa: ((Va... hasta que la encuentra)). dos se refuerzan y explican mutuamente. Nos la transmite sólo Lucas,
Ambos insisten también en la alegna: «Alegrar-se», pero Lucas añade probablemente elaborada desde el material propio. Se trata de una
el retorno del pastor a la casa y la invitación a los amigos y vecinos, a imagen no ya pastoril sino casera. Allí la oveja «se perdió», mientras
quienes dice: ((Regocijaosconmigo)). Sin embargo, la diferencia más aquí es la mujer la que pierde la dracma. Allí se trataba de un animal,
notable es que mientras Mateo piensa en la Iglesia, en los miembros aquí de un objetoI4.El pastor invita a sus ((amigos y vecinos)), la mu-
que corren el riesgo de perderse y en la solicitud responsable de los jer llama a sus ((amigasy vecinas)).Aquí la alegría es entre los ((ánge-
pastores (1 8, 14), Lucas piensa en los pecadores llamados a convertir- les de Dios», allí era «en el cielo)).
se y en su oportunidad de salvación (v. 7.1O), dando a la parábola un De cualquier modo, los elementos son comunes a los de la pará-
contenido más espontáneo y entrañable. bola de la oveja perdida: se trata de la historia de una pérdida, de una
La imagen recoge una escena frecuente en la Biblia" y común en búsqueda intensa, de un hallazgo y de una alegría compartida; la
las tierras de Palestina: un pastor con su rebaño (cien ovejas era un presencia de una explicación introducida por un «os lo digo» y cen-
número elevado) que busca sus pastos en el desierto o entre montañas, trada en el tema de la alegría. Es una alegría que alcanza hasta los
donde abunda la maleza, las rocas, los barrancos, y resulta fácil que ((ángeles de Dios», expresión de la alegría de Dios mismo. «Como
una oveja se pierda. Contrasta la actitud del pastor, dispuesto a aban- hace en otros lugares, el evangelista agranda así su horizonte: se di-
donar las noventa y nueve para buscar una que se le ha perdido «has- rige tanto a los campesinos como a los ciudadanos, a los ricos como
ta que la encuentra)). La oveja aparece como «pasiva», mientras al a los pobres, a los judíos como a los griegos, a los hombres como a
pastor se le atribuye toda la actividad: la busca, la encuentra, carga las mujeres»15.
con ella.
14. Los autores no están de acuerdo en determinar cual era el valor que se le atri-
12. F. Bovon, ibid., 38, señala al respecto: «Con muchos otros exegetas, considero
buía a una dracma. Según algunos, con ella se podía comprar un cordero o la quinta par-
que los textos paralelos de Mateo y Lucas son relecturas redaccionales de una misma
te de una vaca (Bauer-Aland); según otros, seria el equivalente al salario diario de un
versión proveniente de la Fuente de los logia)).
jornalero (Dion Crisóstomo). Lo cierto es que se le atribuía un gran valor, y por eso se
13. La imagen de Dios como verdadero pastor y del pueblo de Israel como rebaño
entiende que la mujer la busque «cuidadosamente» (v. 8).
es con frecuencia recordada: Sal 22, 1; 79,2; 1s 40, 1 1; Ez 34, 12.23; 1 R 22, 17.. .
15. F. Bovon, El evangelio según san Lucas 111,46.49.
70 Experiencia histórica 71
Elementos re/erenciales de sentido desde la Escrirura

d) La parábola del «hijo pródigo)) (Lc 15, 11-32)


Pero más en particular respecto a la dinámica penitencial, resalta el
Se trata de una parábola que sólo nos transmite Lucas. Antes nos modo como se presentan los diversos elementos del proceso:
- Pecado. Se manifiesta con estos rasgos: 1) petición de reparto
habló de la pérdida de un objeto (dracma), luego de la pérdida de un
animal (oveja), ahora de la «pérdida» de un hijo. Se le ha llamado «la de herencia (v. 11) (lo que ya presuponen Eclo 33, 20-24; Tob 8, 21),
perla de las parábolas», el ((pequeño evangelio de Lucas~,la ((síntesis pero que supone falta de aprecio a su deber como hijo respecto al pa-
del cristianismo)).Y es que, en efecto, en ella están presentes el amo? dre; 2) partida del hijo a una tierra lejana (v. 13), lo que implica una
de Dios Padre, la mediación de Cristo, la misión reconciliadora de la separación del padre, un preferir la propia autonomía al calor del ho-
Iglesia, la fidelidad e infidelidad, la caída y la reconciliación, la uni- gar; 3) abandono de la propia patria (((tierra lejana», v. 13), lo que su-
dad y la división, la celebración y la fiesta de una alegría que se ex- pone llevar una vida de pagano, donde no existe reposo sabático, ni
presa en banquete del nuevo Reino, preludio del Reino eterno16. comida ritual, ni ley; 4) dilapidación de los bienes, lo que entraña un
Después de una breve introducción (((Después dijo.. .N), se descri- cierto desprecio a la herencia paterna, al amor del padre, y vida diso-
be el episodio del hijo menor en relación con el padre (v. 11-24), al luta (v. 13), es decir, contraria a la ley, como un pecador; 5) dedicación
que sigue como una segunda historia el episodio del hijo mayor (v. 25- a una actividad que implica impureza (((cuidarcerdos», v. 15). Por tan-
32). La estructura tripartita del texto ha suscitado algunas preguntas: to, el pecado aparece como insolencia, separación, desprecio del don,
¿A quién están representando el hijo menor y el hijo mayor? La última vida inmoral y contraria a la ley de Dios. Con otras palabras, el peca-
parte ¿no es una añadidura de Lucas en contra de los que le atacaban: do aparece en su triple dimensión: contra Dios («He pecado contra el
escribas y fariseos? En todo caso, «esta larga historia lleva las marcas cielo y contra ti)), v. 18); contra los demás (casa paterna, hijo mayor, v.
de la redacción lucana, las de su estilo y de sus convicciones. Por ello 28s); contra sí mismo (hambre, necesidad, v. 17).
algunos autores han supuesto que el evangelista la ha fraguado en su - Conversión. La conversión es el punto de inflexión y cambio
totalidad.. . Personalmente -afirma E Bovon- creo que en el origen de que sc produce en el hijo, resultado de la experiencia negativa y, sobre
nuestro texto hubo una parábola oral de Jesús, de la que los primeros todo, de un movimiento interior de cordura y lucidez. Se expresa con
cristianos guardaron memoria, y que el autor del material propio luca- estos rasgos: 1) ((Entrando en si mismo» (volviendo en sí: eis eauton
no se tomó la molestia de poner por escrito. Es la parábola que Lucas de elzon, v. 17), que significa volviendo a la cordura y a la sensatez,
recibe e integra en su capítulo central»17.De todos modos, la parábo- cayendo en la cuenta de, saliendo de su engañoI9; 2) «Me levantaré e
la implica una riqueza de rasgos inigualable en los tres personajes que iré a mi padre» (v. 18.20) expresa, junto con un movimiento interior de
dcscribe, tanto desde un punto de vista psicológico como teológico. «metanoia», un propósito y un movimiento exterior del vuelta y retor-
En general, puede decirse que la parábola mantiene una autonomía no a la casa paterna20;3) y como expresión sincera de esta conversión
narrativa, en cuanto que el relato es completo en sí mismo (origen, también aparece la confesión o reconocimiento de su pecado: «Le di-
desarrollo, desenlace). Es, al mismo tiempo, culminación de una diná- ré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti» (v. 18-19)21;4) junto
mica contextual de todo el capítulo 15 de Lucas. Se ordena en dos mo-
vimientos o procesos complementarios: el de degradación del hijo me- de afecto familiar, de una casa, con el amor del padre, con los derechos de hijo, con ali-
nor (y, por tanto, de la vida familiar) y el de recuperación del hijo mento adecuado, con derechos de hercdcro.. . Ahora: bienes económicos. tierra exhan-
menor (y, por tanto, de restauración de la vida familiar)18. iera, compañero de cerdos, servidumbre de porquerizo, hambre de esclavo, menestero-
so, dedicado a criar cerdos.. .
19. F. Bovon, ibid., 67, recuerda al respecto: «Para el judaísmo helenistico y el cris-
16. De los numerosos comentarios y estudios de todo tipo sobre esta parábola. po-
tianismo primitivo expresa este vocablo una etapa decisiva de la metanoia, de la con-
demos citar: L. Basset, La joie imprenahle. Pour une théologie de laprodigaliti., Gine-
versión, del retorno a Dios)). Los testimonios patristicos comentan la expresión desde el
bra 1996; K. W. Niebuhr, Konzmunikationsebenen im Gleichnis vom verlorenen Sohn:
verbo que emplea la Vulgata: recipiscere, resaltando este sentido y su importancia como
ThLZ 116 (1991) 481-494; E. Cattaneo, L'Interpretazione di Lc 15, 11-32 nei Padri de-
acto decisivo de la conversión. Cf. E. Cattaneo, Interpretazione, 7 3 ~ s .
Ila Chiesa, en Interpretuzione, 69-96; M. A. Vhquez Medel, El perdón libera del adio.
20. Se cumple lo que afirma un refrán judío: «Cuando los israelitas tienen necesi-
Lectura esiructura[ de Lc 15, 11-32: Communio 11 (1978) 271-3 12.
dad de algarrobas, entonces se vuelven a Dios».
17. F. Bovon, El evangelio según san Lucas 111, 62-63.
2 1. También en esto pueden encontrarse paralelos, como Ex 10, 16: «El Faraón lla-
18. Cf E. PascuaI, El hijopródigo: Catequesis y Teología 3 (1983) 383-398. El au-
mó en seguida a Moisés y Aarón y dijo: 'He pecado contra Yahvé vuestro Dios y contra
tor compara el antes de la vida en familia y el después de la partida del hijo. Antes: bien
vosotros')).
72 Experiencia histbrica Elementos referenciales de sentido desde la Escritura 73

con la humildad y el reconocimiento del mal que ha hecho, de que ha En conclusión, del análisis de estos dos lugares bíblicos paradig-
perdido su honor, su identidad y hasta su nombre de hijo: «Ya no me- iiiáticos se deduce con claridad que los elementos de sentido que inte-
rezco ser llamado hijo tuyo.. .» (v. 19). gran el proceso o dinamismo de la penitencia son los siguientes:
- Reconciliación yperdón. Se trata del momento central, en el que
- Conciencia y reconocimiento del pecado.
aparece también la figura central de la parábola: el padre. Este irrumpe
- Conversión interna, manifestada externamente de algún modo.
en el discurso del hijo arrepentido, con rasgos que Lucas resalta, depa-
- Reconocimiento (confesión) ante Dios y ante aquellos a quienes
terna-materna compasión y ternura. El momento se expresa como un
verdadero encuentro, como emocionante abrazo de compasivo perdón. se ofendió.
El padre sale al encuentro, corre (actitud inconveniente en un padre de - Reconciliación y perdón, de alguna manera celebrado y expre-
familia), abraza a su hijo, lo cubre de besos, se niega a reconocer la in- sado.
- Efectos de alegría y renovación (recreación, reintegración) de la
dignidad del hijo, no lo juzga ni le reprocha su pecado, lo restablece a
la casa paterna, exulta de gozo y alegría: ((Alegrémonos, porque este vida.
- Compromisos y promesas del perdón respecto a Dios y los demás.
hijo mío, que había muerto, ha vuelto a la vida)) (v. 23-24).
- Celebraciónfestiva y comunitaria. Es como el broche final y el
signo más elocuente de un proceso de conversión y reconciliación. La Esto significa que todo proceso de penitencia verdadero debe in-
reintegración se celebra con un banquete y una fiesta como nupcial cluir y expresar en alguna medida estos elementos, para que sea reco-
(«túnica más rica, anillo, ternero cebado))), a la que son invitados todos nocido como tal.
los miembros de la familia (v. 22-23). De nuevo vuelve Lucas a desta-
car la importancia de la comida en común o banquete, como signo es-
pecial de la comunión, de la participación en los bienes del Reino.
- La resistencia del hijo mayor. Humanamente, la reacción del hi-
jo mayor parece lógica. Ante el ruido de la fiesta y lo que se celebra,
se siente comparativamente agraviado, cree que se comete con e1 una
injusticia: «Hace tantos años que te sirvo, sin jamás haber traspasado
tus mandatos, y nunca me diste un cabrito.. .» (v. 29). Y, por más que
el padre le dirige una emotiva réplica («hijo», «hijo mío))), se resiste
a llamar «hermano» al que ha vuelto, y a participar del banquete y de
la fiesta. Es muy probable que la actitud del hijo mayor esté represen-
tando la de los escribas y fariseos, que se resisten a aceptar el mensa-
je y la actitud y actuación de Jesús con los pecadores.
- Sentido cristológico del proceso de conversión. En el fondo de

la parábola late un profundo sentido cristológico. Con su mensaje y su


comportamiento respecto a los pecadores, Jesús está mostrando la vo-
luntad del Padre, y por tanto está afirmando su mesianismo, su ser Hi-
jo de Dios. La parábola es una invitación a aceptar este mesianismo de
Jesús, lo cual exige un cambio radical de mentalidad, una conversión.
Aquel que quiere compartir la alegría de acoger a los pecadores debe
sentir la alegría de aceptar a Cristo. Aquel que quiere estar en conso-
nancia con la voluntad de Dios debe participar de la alegría que Cris-
to manifiesta al acoger y comer con los pecadores convertido^^^.

22. Cf. E. Rasco, Lespatnboles de Lc 15, en 1. delapotterie (ed.), Paris 1967.165-1 84.
11.
ESTRUCTURAS DE RECONCILIACI~N
DE AYERY DE HOY
No pocas cuestiones de carácter teológico y pastoral que hoy se
plantean en el sacramento de la penitencia tienen su origen en las evo-
luciones históricas de su estructura y en las actuales formas que dicha
estructura ha venido a adquirir. Se trata, por tanto, de un problema ac-
tual (diversidad de opiniones en torno a las formas que propone el
nuevo Ritual); de un ((contencioso histórico)) (los protestantes acusa-
ban a la Iglesia católica de no haber sido fiel a la estructura penitencial
primitiva); de una cuestión teológica (relación entre sentido y forma,
entre contenido y estructura, entre concepción teórica y externa mani-
festación), que afecta de forma especial a la identidad del sacramen-
to, y sólo puede solucionarse mediante una relectura de la historia y
teniendo en cuenta el desarrollo progresivo del dogma, así como las
formas eclesiales que le dan cuerpo.
Entendemos por tales ((formas))o ((estructuras)),no la simple apa-
riencia o formalidad externa, sino la configuración que adquiere el sa-
cramento, según la ordenación que se haga de los elementos de senti-
do señalados, y según sea uno u otro elemento el que ocupa el centro,
teórica y prácticamente. La estructura del sacramento no es, pues, al-
go periférico, sino algo fundamental al signo, ya que por ella se ex-
presan, se sostienen, se ordenan y cobran todo su sentido y verdad los
((elementos de sentido)), que hacen que tal realidad penitencial-sacra-
mental exista. La estructura del sacramento es la expresión creadora
de una identidad penitencial para nosotros.
Teniendo en cuenta la evolución fundamental de las formas histó-
ricas', queremos individuar y estudiar críticamente las diversas es-
tructuras de penitencia que han existido en el decurso de los siglos,
de modo que podamos valorar adecuadamente las estructuras que nos
propone hoy la Iglesia para la celebración del sacramento.

l . No pretendemos avalar, con abundancia de textos y citas, cada una de nuestras


afirmaciones, siendo nuestro objetivo principalmente pedagógico y sistemático.
1
ESTRUCTURA DE EXCOMUNIÓN:
DISCIPLINA PENITENCIAL EN LA ESCRITURA

Aunque no puede pretenderse encontrar en la Escritura estructuras


penitenciales que son fruto de la evolución posterior, sí encontramos
en ella el germen originante y fundante de posteriores configuracio-
nes. La disciplina penitencial que aparece en el Nuevo Testamento
hunde sus raíces y antecedentes en la disciplina y praxis penitencial
del Antiguo.

1. Antiguo Testamento

a) Distinción depecados ypenitencia

El Antiguo Testamento distingue diversas clases de pecado (cf. Nm


1 5, 22-3 1; Lv 4, 2.13.22.27): el «pecado de inadvertencia)) (involun-
tario e inconsciente), el ((pecado voluntario)) (realizado con plena
consciencia) y el ((pecado de mano alzada)) (que supone contumacia,
rebelión y lesión seria de la voluntad de Dios y de la ley de Israel)'. A
cada uno de estos pecados corresponde un modo de expiación o peni-
tencia, según nos indica la Escritura.
- Los dos primeros tipos de pecado son expiados y perdonados

por medio de la confesión del mismo (Lv 5, 5; Nm 5, 6), que puede


hacerse ante otro (David ante Natán, 2 Re 12, 13) o bien en una litur-
gia penitencial (Esd 10, 1-6; Neh 9.. .) confesando «en común))los pe-
cados. También se expían estos pecados por medio de las obras exter-
nas de penitencia, como son el ayuno (Joel 2, 15-17), la oración (Esd
9,6-13; Neh 9 , 3 1-37), los signos externos de vestiduras, saco y ceni-

1 . Cf. L. Ligier, Péché d 'Adam et péché du monde. Bible, K i p y u ~Eucharistie, Pa-


ris 1961. Cf. Sünde im Alten Testament, en TWNT 1, 267-288; Grundmann, Die Sünde
im Neuen Testament, en TWNT 1 , 305-320; P. Schoonenberg, Theologie der Sünde,
Zürich 1966.
80 Experiencia histórica Disciplina penitencial en la Escritura 81

za (2 Re 12, 16-17; Dn 9, 3), o el gemido y el llanto (Bar 1, 5). Igual- to recomponerla una vez rota.. . Pero el hatta 't era inoperante con los
mente se expían por medio de los diversos tipos de sacrificio común pecados cometidos a mano alzada»4.
(de holocausto, ofrenda, comunión, expiación, penitencia.. . Lv 1-5) o - Las confesiones también son consideradas un medio para el per-
de sacrificio más solemne (Ex 32,20; Nm 17, 1 1-1 2), entre los que dón de pecados «de inadvertencia)). «Confesar» (todah, en griego ho-
destaca el «rito o fiesta anual de expiación)), llamado «Yom Kippur)) mologein) se emplea en tres sentidos: como alabanza a Dios, como
(Lv 16,20-34)'. confesión de fe y como reconocimiento del pecado (1s 12, 1; 1 Re 8,
- Las obras de conversión y penitencia son medios a los que se 33-35; Sal 106; 107; Prov 18, 13). En la literatura postexílica los luga-
les atribuye una eficacia perdonadora cuando se trata de «pecados de res más significativos son Esd 9,6-15; Neh 9, 1-37; Dn 9. En unos ca-
inadvertencia)). A la actitud interna de conversión acompañan las sos se trata de confesiones colectivas, sobre todo después del destierro
obras externas de penitencia, tales como el ayuno (Dt 9,9.18), el Ilan- (Ex 34,9; Dt 1,41.. .); en otros, son confesiones individuales, como es
to y las lágrimas (1s 58, 5), el saco y la ceniza (Dn 9, 3; Job 3, 5.7-8), el caso de David (Sal 51). La confesión aparece, sin duda, como un ac-
el caminar cabizbajo (1 Re 21,27), el rasgarse las vestiduras o cortar- to de sinceridad y de reconocimiento del propio pecado que, unido a la
se el cabello o la barba (Esd 9, 3), el luto o las postraciones (1s 15, 2- conversión del corazón, obtiene el perdón de Dios. La confesión co-
3; Dt 9,25). Tales obras sólo son aceptadas por Dios si van acompa- lectiva expresa de modo especial la solidaridad en el pecado5.
ñadas de conversión y justicia, como proclaman una y otra vez los - La fiesta anual de expiación o «Yom Kippur)). Pero los ((peca-
profetas (por ejemplo, 1s 1, 7- 17; 59,3-8; Sal 50, 19). dos de mano alzada)) (blasfemia, idolatría, adulterio, homicidio.. .: Lv
- Las liturgias penitenciales son frecuentes en Israel, sobre todo 24, 10-16; Ex 22, 19; Lv 18, 6-29; Ex 2 1, 12), que implican la ((exter-
antes del exilio. Se celebran cuando el pueblo sufre una desgracia minación))o la «excomunión», debido a su gravedad (Ex 12, 15; Lv 7,
(guerra, epidemia, sequía, peste, plaga.. .) que se considera efecto de 25-26; 18, 6-29; Nm 15, 30-3 1...) exigen otro medio más solemne y
la cólera y el castigo divino (cf. Dt 19, 18-25; 1 Re 8, 33-53; 1s 52, 2; eficaz para su perdón. El castigo por estos pecados más graves era di-
Jr 36,6-9). Por eso se convocan días de ayuno y lamentación tanto co- verso según los casos, e iba desde la lapidación y la muerte hasta la
lectivo como individual (Ez 27,28-32; Joel 1-2; Sal 79, 80, 5 l). Ritos excomunión por un tiempo determinado (Dt 13,6.10-11.15- 17; Lv 20,
propios de la liturgia penitencial son: el ayuno, el rasgarse las vestidu- 3.5.17.. .). La fiesta anual de expiación o «Yom Kippur» era el signo
ras, vestirse de saco, rasurarse la cabeza, cubrirse de ceniza, el llanto y máximo de reconciliación para el pueblo entero, e incluía también un
el lamento, el clamor aYahvé y toda clase de sacrificios (cf. 1 Sm 7,5- rito simbólico de «excomunión», que consistía en la imposición de
12; Joel2, 12-17). El peligro de estas penitencias era el ritualismo y la manos sobre el macho cabrío y su envío o expulsión al desierto, lle-
exterioridad. Por eso se insiste, sobre todo los profetas, en la necesidad vando consigo las iniquidades del pueblo6. Se trata del día penitencial
de disposiciones internas, de conversión de corazón (1 Sm 7,5-6; Jo- por excelencia y de una de las fiestas más importantes del calendario
el 1-2). Sólo entonces agradan a Yahvé y se obtiene su favor3. hebreo7.El orden de la celebración es el siguiente: 1) se celebra el 10
- «Los sacrificios propiamente expiatorios son el hatta 't, que se de Tishn o séptimo mes del año hebreo (septiembre-octubre); 2) co-
suele traducir por 'sacrificio por el pecado', y el 'asham, cuya traduc- mienza la víspera por la tarde, llamando a penitencia, en una celebra-
ción más corriente es 'sacrificio de reparación'. Su rito es parecido al ción común de reconocimiento de pecado; 3) a partir de ese momento
sacrificio de comunión, salvo que no le sigue el banquete y que su in- se exige observancia de ayuno riguroso, de abstinencia de trabajo y de
tención no es tanto fundar o mantener la comunión con el Señor, cuan- relaciones; 4) a la mañana siguiente tiene lugar una nueva celebración
comunitaria, donde se vuelve a confesar los pecados y pedir perdón;
2. Cf. E. Lipinski, La liturgiepénitencielle dans la Bible, Paris 1969; G . von Ra4 5) al mediodía tiene lugar el rito principal de expiación, que implica:
Teología del Antiguo Testamento 1, Salamanca '1993,33 1-342; M. Arranz, La liturgie
pénitencielle juive aprés la destruction du temple; AA.VV;, Liturgie et rémission des 4. A. Ibáñez Arana, Penitencia y reconciliación en Israel, 33-87, aquí 35.
péches. Roma 1975,39-58; F. Manns, Lapriére d'Israel a I'heure de Jésus, Jerusalem 5. Cf. C. Giraudo, Confessare il Signore: la preghiera penitenciale di Ne 9, en
1986. A A . W . , Insegnaci apregare, Bologna 1980,36ss.
3. Cf. A. Ibáñez Arana, Penitencia y reconciliacidn en Ismel, en AA.VV;, Dimen- 6. Cf. R. de Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento, Barcelona 1976,636-640.
sión trinitaria de lapenitencia, Salamanca 1994,41-5 1 ; L. Moraldi, Espiazione sacrifi- 7. Cf. G. Deina, II giorno dell'espiazione. II Kippur nella tradizione biblica (Sup-
ciale e riti espiatori, Roma 1965, 220ss. plementi alla Rivista Biblica 30), Bologna 1995.
82 Experiencia histórica Disciplina penitencial en la Escritura 83

- las disposiciones para el sacrificio (v. 2-5): un novillo, dos car- el cese de la expiación sacrificial, se insiste en la importancia y nece-
neros y dos machos cabríos; sidad de la penitencia interna, de la conversión del corazón, a la que se
- el sacrificio expiatorio del sumo sacerdote por sí mismo y por su atribuye un efecto perdonador del pecado (Misná, Yomá 8). Igualmen-
casa: inmola un novillo y asperja al pueblo con su sangre (v. 6.1 1- 14); te se concede gran importancia a la oración penitencial por el perdón
- se echa suertes sobre los dos chivos expiatorios: uno se ofrece (oraciones de la mañana, el mediodía y la tarde) y a la confesión par-
como sacrificio expiatorio por el pueblo y el otro es enviado a Azazl ticularizada de los pecados (siguiendo un orden alfabético o litánico)
(V.7-10); como medios para expiar y obtener el perdón.
- se ofrece sacrificio expiatorio por todo el pueblo (v. 15-29): pu- Pero entre todos estos medios, sobre todo tratándose de pecados
rificación del altar; aspersión con la sangre del macho cabrío; imposi- graves, el más significativo disciplinarmente es la excomunión. La
ción de las manos sobre el otro macho cabrío, confesando y cargando praxis parece institucionalizarse, de forma especial en relación con la
sobre él los pecados, y enviándolo al desierto; ofrenda del holocausto sinagoga, en los tiempos posteriores a la vuelta del exilio, sufriendo a
por el pueblo (v. 23-29) y conclusión implorando el perdón sobre el lo largo del tiempo diversas evoluciones. La sinagoga distinguía di-
pueblo penitente (v. 26-29). versos grados de excomunión:
De toda esta ritualidad pueden destacarse los siguientes elementos: - El «Nidduy» o excomunión más benigna, que suponía cierta se-
El rito tiene un origen arcaico y es descrito teniendo en cuenta diver- paración de la comunidad y de la sinagoga. Era pronunciada por el je-
sas tradiciones. Todos se sienten pecadores, también el sumo sacerdo- fe de la misma o el sacerdote, y duraba entre tres y treinta días. Des-
te; por eso todos deben confesar su pecado y pedir perdón. El rito del pués de una corrección (nezifah),si el pecador necesitaba un tiempo de
«chivo expiatorio))representa una forma de liberación del pecado, que penitencia, se le expulsaba de la comunidad (prohibición de participar
es cargado sobre el animal enviado al desierto, donde domina el poder en algunos actos comunitarios) para provocar en él la conversión.
del demonio (Azazel, demonio o príncipe de los demonios). El rito de - El «Herem» o excomunión más severa, que suponía una separa-
la sangre (en la sangre reside la vida) tiene gran importancia como ri- ción más dura de la comunidad y la sinagoga. Era pronunciada no por
to de expiación (cf. Dt 12, 23; Lv 17, 11; cf. Jn 19, 34; Heb 9, 11-14). uno solo, sino por un tribunal; duraba más tiempo y la separación de la
Al conjunto del rito se le atribuye una eficacia para el perdón de todos comunidad era más rigurosa (no podía participar en la oración, las co-
los pecados, incluso los de ((manoalzada)).La bendición final sobre el midas, los negocios.. .), aunque no se trataba de una pena perpetua. Su
pueblo (especie de «absolución general))) invoca la misericordia de finalidad era doble: guardar incontaminada la pureza de la comunidad,
Dios y expresa el perdón que restablece en la comunión con Dios y y poner unas condiciones para la expiación y la conversión9.
con la comunidad. No en vano se ha llamado al día de la expiación Como afirma H. Vorgrimler, «la sinagoga reguló la institución del
($m kipptirim) el ((Viernessanto del Antiguo Testamento)) (cf. Jn 19, anatema como proceso de exclusión gradual con limitación temporal
30.34; Heb 9-10)8. y posibilidad de readmisión. Las causas por las cuales las sinagogas,
dirigidas por los doctores de la Ley, proscribían a sus miembros eran
prácticamente todos los pecados que la historia de Israel había demos-
b) Pecado ypenitencia en la literatura extrabiblica
trado que perturbaban gravisimamente el desarrollo de la comunidad
La literatura rabínica extrabíblica (Misná, Talmud.. .) aporta ele- santa del pueblo de la Alianza: los pecados contra el honor de Dios,
mentos importantes para el conocimiento de la disciplina penitencial contra la tradición doctrinal y contra el prójimo. El proceso no signi-
vigente en el tiempo antecedente a la llegada de Cristo. En este perio- ficaba la exclusión total, que sólo se producía en el caso de apostasía
do se profundiza en la distinción del pecado, y se habla claramente de total, sino que llevaba consigo un distanciamiento acompañado de
((pecadoscontra Dios y pecados contra el hombre)), así como de ((pe- condiciones humillantes. El proscrito se hallaba en un estado de peni-
cados graves y pecados más leves)).Ante la destrucción del templo y
9. Cf. E. K. Dietrich, Die Umkehr (Bekehrung und Busse) im Alten Testament und
im Judentum, Stuttgart 1936; H . L. Strack-P. Billerbeck, Komentar zum Neuen Testa-
8. Cf. S. Spadafora. ((Espiazione(giomo della))), en Id., Dizionario biblico. Roma ment aus Talmud und Midrasch IV, München 1930, 293-333; A A . W , Yersohnung in
1955,221. derjüdischen und christlichen Liturgie, Freiburg 1990.
84 Experiencia histórica Disciplina penitencial en la Escritura 85

tencia, como un 'afligido' o un 'leproso'. Los fieles tenían el deber de fin de obtener el perdón de los pecados (1 Cor 15,3) y nuestra justifi-
orar por él y corregirle para que volviera al buen camino»lO. cación (Rom 4,25), cosa que ha realizado entregando su vida por to-
También los documentos que testifican sobre la praxis de la co- dos los hombres (Mc 10,45; 14,24; Lc 22, 19), manifestado de forma
munidad del Qumrán (100-50 a.c.) confirman este procedimiento. Se especial en su muerte y resurrección (1 Cor 15,3-5; Rom 4,25).
practica una disciplina de ((excomunión temporal)) del pecador de la Jesús actúa desde el principio como heraldo del reino de Dios. La
comunidad según la gravedad del pecado, o de ((excomunión definiti- novedad radica en que él proclama que lo anunciado ya empieza, que
va», sobre todo si se trata de recaída. Los pecados que más se castigan el Dios que comienza a reinar es el Padre, y que este reinado se mani-
son los que van contra la unidad y el amor fraterno. Durante el tiem- fiesta de forma especial en que ofrece misericordia y perdón de los pe-
po que permanecen excomulgados, la comunidad reza y ayuda al pe- cados a quienes se convierten. Por eso, comienza su misión en Galilea
nitente. Una vez cumplida la penitencia, será readmitido a la fraterni- llamando a la conversión y a la fe: «Convertíos y creed en el Evange-
dad, por una especie de gesto que sanciona el mismo Dios. El que lio» (Mc 1, 15). En la Buena noticia que proclama se encuentra ya la
recaía de nuevo en el pecado, era definitivamente expulsado de la fra- . promesa de gracia y de perdón, pues ha sido enviado a ((proclamarun
ternidad con una fórmula litúrgica de maldición". año de gracia del Señor)) (Lc 4, 1 9). De hecho, él no sólo predica la
En resumen, lo único que puede deducirse de estos datos respecto reconciliación y el perdón, sino que reconcilia y perdona realmente,
a la estructura penitencial es que, aun existiendo en el Antiguo Testa- como se muestra en el caso del paralítico (Mc 2, 1- 12), en diversos mi-
mento diversos medios para la conversión y la reconciliación (ayunos, lagros y curaciones, y en los ((personajes penitenciales)) más signifi-
penitencias, liturgias, sacrificios, oración.. .), cuando se trataba de un cativos: Magdalena, Zaqueo, Pedro, el buen ladrón.. . Se trata de un
pecado muy grave, los jefes o sacerdotes intervenían pronunciando la perdón de Dios que reclama también el perdón al hermano (Mc 11,
sentencia de excomunión e imponiendo los castigos o condiciones pa- 25; Mt 6, 12-14)12.
ra la posterior reintegración. Según esto, parece que la excomunión vi- Su actitud debía de tener gran importancia cuando Jesús sabía que
no a configurarse como la forma oficial más significativa para la pe- éste era motivo de enfrentamiento y condenación por parte de las au-
nitencia de los pecados graves. toridades judías, de los letrados y fariseos (Lc 5, 17-26; 15, lss). Cier-
tamente, él momento culminante de esta reconciliación predicada y
obrada por Cristo es la Pascua: su pasión, cruz, muerte y resurrección
2. Nuevo Testamento son la verdadera liberación y victoria sobre el pecado (Mt 26, 26-29;
Mc 14, 22-35; Lc 22, 19-20; 1 Cor 11, 23-25.. .). Y la Iglesia primiti-
a) La novedadpenitencial de Jesús va interpreta correctamente el comportamiento y la muerte de Cristo
atribuyéndole el poder de perdonar y tomando conciencia de que este
Jesús no ha venido a renovar las estructuras penitenciales, sino a poder sigue ejerciéndolo ahora por la mediación de la misma Iglesia.
llenar de nuevo sentido y verdad la reconciliación y el perdón. Él es «Al tener experiencia de la resurrección, reconoció que Dios daba la
consciente de haber sido enviado para dar su vida y liberar al pueblo razón a Jesús y que continuaba el ofrecimiento de perdón y gracia pro-
de sus pecados (Mt 1 , 21). Jesús es el Hijo del hombre y el siervo de clamado por él. Si le daba la razón, esto implicaba que por él ha veni-
Yahvé (Mc 2, 10) que ha sido enviado por el Padre (Mc 10,45), con el do a la humanidad el perdón, la reconciliación, el reino de Dios))".

10. H . Vorgrimler, ((Penitencia)),en Conceptos fundamentales de Teologia 111, Ma- 12. Cf. R. Pesch, Das Marcus-evangelium 1, Freiburg 1977, 151ss; A. Rodriguez
drid 1966,434-444. Carmona, Dios nos reconcilia en Cristo, en AA.VV;, Dimensión trinitaria de la peni-
1 1 . Cf. Documento de Damas IX, 2-4; XIII, 9-10. Cf. H. L. Strack-P. Billerbeck, tencia, Salamanca 1994,89- 135, esp. 102: «No hay duda que Jesús proclama el perdón
Komentar zum Neuen Testament aus Talmud und Midrasch, München 1922, 636-637; del Padre, en cuanto que anunció que el Padre comenzaba a reinar. El perdón es parte de
ibid. 11, München 1928, 1056s; K. Morsdorf, ~~Excomunicación~~, en Conceptos Fun- la irrupción de las realidades escatológicas. Ahora bien, Jesús vincula la irrupción del
damentales de Teología 11, Madrid 1966.96-105; A. Bogtle, ((Bindenund Losen)), en Reino a su persona y actividad, y por ello todas las realidades del Reino están vincula-
Lexikonfúr Theologie und Kirche 11, 1958, 480-482; H. Vorgrimler, Penitencia, 434- das a su persona y actividad. En este contexto se considera mediador privilegiado del
444; H . Thyen, Studien zur Sündenvergebung im Neuen Testament und seinen alttesta- perdón de Dios, que él proclama y ofrece)).
mentlichen Voraussetzungen,Gottingen 1970. 13. A. Rodríguez Carmona, Dios nos reconcilia en Cristo, 107.
86 Experiencia histórica Disciplina penitencial en la Escritura 87

b) Una Iglesia de santos ypecadores dejarla indiferente, ¿cómo interviene y actúa, sobre todo en las situa-
ciones más graves? Podemos distinguir en el Nuevo Testamento cuatro
A partir de esta obra reconciliadora de Cristo, podemos compren- praxis penitenciales diversas y complementarias, que se imponen se-
der la novedad penitencial del Nuevo Testamento, en el cual nos en- gún los casos14.
contramos con una nueva vida, con una comunidad nueva, con el nue- - La praxis preventiva, que por medio de consejos morales ex-
vo eón que ha comenzado y ha dejado atrás lo viejo. Pero esta novedad horta, anima, advierte, previene del pecado y de la necesidad de per-
de contenido salvífico no supone necesariamente la novedad de es- manecer santos, luchando contra el mal (1 Cor 8, 11s; Hb 3, 12; 1 Tes
tructuras. Así vemos que la estructura penitencial que se perfila en el 5, 11.14).
Antiguo Testamento se continúa, desarrolla y aplica en el Nuevo des- - La praxis correctiva, que implica la amonestación fraterna, la
de la novedad de Cristo. mutua corrección y reconocimiento del pecado, la ayuda mutua para
En efecto, es esta novedad la que caracteriza a los miembros cris- convertirse y permanecer fieles (Mt 18, 15s; Sant 5, 16; 1 Tim 5,20; 2
tianos o a los bautizados en Cristo y en el Espíritu. Y según ella están Tim 2,25s; 1 Jn 1,9).
obligados a ser «hombres nuevos)), «hijos de la luz», ((criaturas nue- - Lapraxis de reconciliaciónfraterna, que supone el perdón mu-
vas», «hijos de Dios», «elegidos», «santos». .. (1 Pe 1, 16; Hch 15,29; tuo, la disposición a reconciliarse con el hermano como condición pa-
Ef 5,25s; Col 2, 1lss; Flp 3, 17...). Toda la Iglesia ha sido ((bautiza- ra el perdón de Dios y para la validez de la ofrenda cultual, ya que
da» (Ef 5,25s) y por eso ha venido a ser «esposa», «sin mancha y sin «Dios perdona nuestras ofensas, si nosotros perdonamos a los que nos
arruga», templo del Espíritu y Cuerpo de Cristo. El bautismo es con- ofenden» (Mt 18,21s.32-35; 5,23s; 6, 14s).
siderado como una opción radical, sin vuelta atrás, de una vez para - La praxis curativa, que lleva consigo la intervención más direc-

siempre, a la que se debe permanecer «fieles», como verdaderos «hi- ta de la comunidad a través de sus jefes, en orden a la puesta en mar-
jos del Reino» (1 Cor 5, 7s; Flp 3, 17; 1 Cor 4, 16.. .). cha de un proceso curativo y de conversión por parte de aquel que ha
Pero, aunque nadie debería cometer pecado en adelante (Rom 6, pecado gravemente contra Dios y contra la comunidad. Esta praxis
2.14), en la comunidad de los santos hay también pecadores, y quienes implica la ex-comunión o exclusión, que puede ser sencilla (Rom 16,
fueron liberados del pecado por el bautismo no fueron liberados de la 17; 2 Cor 2,6; 2 Tes 3,6ss), más rigurosa (Mt 18, 18; 1 Cor 5, lss) o
lucha contra el pecado después del bautismo. La posibilidad de pecar incluso con maldición (caso de Ananias y Safira, Hch 5, 3-6; caso de
sigue existiendo, pues el cristiano no ha sido inmunizado al respecto. Simón Mago, Hch 8,20ss)I5.
Esto es lo que quieren decirnos una serie de datos neotestamentarios
tales como la afirmación de que el cristiano permanece bajo la tenta- d) El poder de perdonar procede de Cristo
ción de Satanás (2 Cor 11,3), la llamada a la vigilancia contra el mal y
el pecado (1 Pe 2, 1; 5,8), la llamada a la corrección si el hermano pe- Es en este contexto de ((praxis curativa)) donde deben situarse los
ca (Mt 18, 15), el reconocimiento de que en la comunidad eclesial hay clásicos Iogion o textos penitenciales del Nuevo Testamento: Mt 18,
«trigo y cizaña» (Mt 13, 36-43), la afirmación explícita de que segui- 15-18 (cf. Mt 16, 19 y Jn 20,2 1-23). Prescindiendo de algunas cues-
mos siendo en alguna medida pecadores (1 Jn 1, lo), la petición per- tiones exegéticas «menores» (momento en que se pronunciaron, lo-
manente de perdón de los pecados en el padrenuestro (Mt 6, 12), la gion original, composición, dependencias, destinatarios.. .), vamos a
disposición a perdonar «hasta setenta veces siete)) al hermano (Mt 18, ofrecer una síntesis de interpretación. En primer lugar, conviene dejar
21-22) y, en fin, la transmisión de diversos catálogos de pecados (Mt bien sentados dos principios: que la Iglesia tiene conciencia de poder
15, 19; Mc 7,21; Lc 18, 11; Col 3,5; Rom 1,29; 1 Cor 5, 10.12-14...). perdonar y que este poder se extiende a todos los pecados.
La exégesis moderna ve sobre todo en Mateo la insistencia en es-
te aspecto, y de forma especial en el relato de la curación delparalíti-
c) Diversidad de praxis penitenciales
14. J . Murphy-O'Connor, Pecado y comunidad en el Nuevo Testamento, en AA.VK,
La cuestión es: ¿Qué actitud adopta la comunidad ante esta situa- El misterio delpecado y delperdón, Santander 1972, 65-96.
ción? Si realmente el pecado y la existencia de pecadores no pueden 15. Ibid., 70-73.80-81.
88 E'rperiencia histórica Disciplina penitencial en la Escritura

co (Mt 9, 1-8; Mc 2, 1-12; Lc 5, 17-26). Mateo habla repetidas veces e) Este poder se extiende a todos los pecados
de este poder, sobre todo a partir de la Pascua. «Y, llamando a sus do-
ce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos)) (10, 1); «se Este aspecto, que en otros tiempos originó grandes discusiones,
me ha dado poder en el cielo y en la tierra.. . Id.. .» (28, 18s). A la luz hoy está suficientemente aclarado. Algunos pasajes del Nuevo Testa-
de estos dos textos pueden entenderse mejor las expresiones del rela- mento parecen indicar a primera vista que hay algunos pecados irre-
to del paralitico. Mateo, lo mismo que Marcos, subraya el hecho de, misibles; así, la llamada ((blasfemia contra el Espíritu)) (Mt 12, 3 1s;
que Cristo se atribuya el poder de perdonar que sólo a Dios pertene- Mc 3,28s; Lc 12, lo), el probable ((pecado de apostasía)) al que se re-
ce: «Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra po- fiere Hebreos (Heb 6,4-6; 10, 26) y el ((pecado de muerte)) (aposta-
der de perdonar los pecados.. .» (9, 6; Mc 2, 10). Pero Mateo, a dife- sía, herejía) del que nos habla Juan (1 Jn 5, 16). La respuesta común
rencia de Marcos, concluye el relato diciendo: «Y al ver esto, la gente que suele darse en los tres casos, aun aceptada la diversidad de situa-
se llenó de temor y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los ciones y contextos, es la siguiente: en ningún caso se dice que Dios o
hombres)) (9, 8)16.El plural («los hombres)))podría referirse a Jesús en la Iglesia no pueden perdonar estos pecados; lo que se afirma es que
cuanto hombre, o puede ser una alusión al poder de perdonar pecados la actitud personal y subjetiva de cerrazón, obstinación y dureza ha-
que tiene la comunidad. En este caso, Mateo aludiría a la praxis peni- ce imposible que tal perdón pueda darse. El pecado viene a ser irre-
tencial de su Iglesia, que de esta forma lo fundamenta en Jesús mis- misible no porque no pueda ser perdonado, sino porque la actitud de
mol'. La afirmación del perdón de Dios, del perdón escatológico, aso- rechazo radical a Cristo y sus obras (blasfemia contra el Espíritu), la
ma ya en el judaísmo oficial del tiempo de Jesús, y aparece en otros obstinación en no reconocer la salvación mesiánica por la cruz (apos-
lugares de la tradición sinóptica. La novedad en nuestro texto es que se tasía), la ceguera en seguir no a Cristo sino a los anticristos (pecado
trata del perdón a una persona concreta (el paralítico), y además un de muerte), impiden que tal perdón se dé. La causa de la imperdona-
perdón que va unido a la curación. Con ello Jesús no sólo se arroga al- bilidad no es el pecado mismo, sino la actitud de los pecadores. La
go que pertenece a Dios, sino que afirma ser el Mesías, que actúa con irremisibilidad no procede de la carencia de poder, ni de la voluntad
la misma autoridad de Dios. La intención y contenido de estas afir- de Dios, ni de la incapacidad de la Iglesia, sino de las malas disposi-
maciones es el siguiente: el poder de perdonar procede de Dios, es ciones del pecador.
ejercido en la tierra por Cristo - Hijo de Dios, y sigue siendo ejercido
desde el cielo por el Señor glorioso (al que se refiere «Hijo del hom- f) La Iglesia ejerce elpoder ((perdonandoy reteniendo))(Jn 20, 21-23)
bre))). Pero este ejercicio se realiza, después de la resurrección y as-
censión, a través de la comunidad eclesial, y especialmente a través de El texto de Juan, junto con los de Mt 16, 18 y 18, 15-18, son los
sus jefes. La continuidad histórica de la reconciliación obrada por textos centrales en los que la Iglesia ha basado la institución del sa-
Cristo únicamente se realiza a través de la Iglesia. Una vez que ha par- cramento de la penitencia por Cristo. La tradición primera parece apo-
tido, Cristo, en su calidad de Hijo del hombre, permanece presente en yarse más en Mateo, en cambio el magisterio (sobre todo a partir del
la Iglesia, ejerciendo su poder de perdonar los pecadosls. Lateranense IV) se apoyará más en Juan. Ambos textos guardan cierto
paralelismo, aun usando términos diferentes. Por eso los exegetas se
16. En el relato del milagro, Jesús declara que Dios perdona los pecados, y por es- han preguntado cuál puede ser el texto más original, el que recoge las
to Jesús también puede curarlo y lo cura, atribuyéndose en alguna medida una curación
integral de cuerpo y alma. La duda sobre la autenticidad jesuana se plantea respecto al palabras del mismo Cristo (((ipsissima verba Jesu))). Unos (como A.
segundo componente, que atribuye el perdón de los pecados al Hijo del hombre. Marcos Vogtle) creen que el logion original es Mt 18, 18, trasladado de su con-
parece querer responder a la pregunta: ¿es legítimo perdonar en nombre de Jesús? Se texto pospascual y colocado en un contexto que resalta su eclesialidad.
responde: el Hijo del hombre tiene poder sobre la tierra, es decir, sobre la comunidad,
poder que después de la resurrección sigue ejerciendo por la Iglesia (Mt 9,8).
17. A. Rodríguez Carmona, Dios nos reconcilia en Cristo, 132. des chrétiens, en AA.VV, Liturgie et rémission des peches, 69-96, esp. 86-87; H. J.
18. La exégesis moderna deduce esto sobre todo de las expresiones que se utilizan Klauck, Die Frage der Sündenvergebung in der Perikope von der Heilung des Gelahm-
en e1 caso de la ((curación del paralítico)), al que aluden estos textos. Cf. J. Dupont, Le ten (Mc 2, 1-12par), en Id., Gemeinde-Amt-Sakrament,Würzburg 1989, 286-3 12; A.
paralitiqueperdonné: Nouvelle Revue Théologique 82 (1960) 940-958; J. Murphy-0'- Vargas-Machuca, El paralítico perdonado en la redacción de Mateo: Estudios Eclesiás-
Connor, Pecado y comunidad en el NT, 86-90; E. Cothenet, Sainteté de I'Eglise etpéché ticos 44 (1969) 15-43.
90 Experiencia histórica Disciplina penitencial en la Escritura 91

Otros (como G. H. Dodd) creen, sin embargo, que el texto original dero de Dios que quita el pecado del mundo)) (Jn 1, 29; 1 Jn 3, S), y
pospascual sería el de Juan, y que resulta imposible derivar Jn 20,23 que con la entrega de su vida en la cruz, como «cordero pascual)), ha
de Mt 18, 18. Otros (como H. Vorgrimler) creen que es prácticamente perdonado y sigue perdonando el pecado de los hombres, por la me-
imposible saber si estas palabras constituyen un «mandato eclesioló- diación de los apóstoles en la Iglesiaz1.
gico del Resucitado))o si la comunidad, constituida Iglesia por la fuer- La exégesis de los dos verbos empleados confirma esta interpreta-
za del Espiritu, formuló tales palabras como expresión legítima de l a , ción real y eficaz:
autocomprensión de la misión recibida de Cristo19. En cuanto a los - El verbo «afiemi» indica un perdonar positivo y eficaz, como

destinatarios, está claro que Mt 16, 19 se dirige a Pedro, y parece tam- posibilidad distinta a ((retener)).Este poder de perdonar no puede re-
bién claro que Jn 20,22 se dirige a los doce y que Mt 18, 15-18 habla ducirse (como afirmaban los protestantes) a un anuncio del Evangelio
más de los discípulos en general y de la comunidad eclesial (ekklesia). de la reconciliación (cf. Lc 24,47), ni a la simple declaración del per-
Sin embargo, «es completamente inverosímil que Jesús prometiera el dón ya concedido. Implica una intervencion en nombre del Señor, por
poder de 'atar y desatar' primero a Pedro, luego a los apóstoles y fi- lo que se realiza algo nuevo y positivo, que no existía anteriormente y
nalmente a los discípulos con la comunidad»20. cn lo que se compromete totalmente la Iglesia.
Hechas estas anotaciones, vengamos al análisis del texto de Juan, - El verbo «kratein» no tiene el sentido directo de «castigar», ni

en el que, sobre todo a partir de Trento (DH 1703), se ha apoyado la cl sentido pasivo de «dejar de hacer algo». Indica más bien una acción
potestas clavis, y en el que se nos dice en qué consiste el poder de per- positiva, una intervención directa en el orden físico, moral o jurídico,
donar. El contexto destaca la importancia de esta misión recibida del por la que «se obliga a hacer algo» para obtener el perdón, como con-
Señor resucitado en el llamado ((Pentecostés apostólico». Se trata de dición necesaria. Su sentido se explica mejor comparándolo con el
un envío solemne (contexto pascual) y autoritativo (kathos = como y «atar» de Mt 18, 18.
porque) para continuar la misión que Cristo ha recibido del Padre La interpretación más clásica del texto de Juan entendía que «per-
(((como el Padre me ha enviado, así os envío yo»), en el poder y con la donar)) tenia como objeto directo el pecado en cuanto ofensa a Dios. Y
fuerza del Espíritu (((recibid el Espiritu santo)): dimensión pneumato- este perdón se realizaba por la intervención del ministro, como repre-
lógica y carismática), y en orden a realizar la obra de reconciliación y sentante de Cristo, en la absolución. De modo que la afirmación del
perdón que ya ha alcanzado su punto culminante en Cristo (cf. Lc 4, primer miembro (prótasis: «a quienes perdonéis))) vendría a identifi-
17; 24,46s; Mt 9,2; Jn 3, 19; 5,27 ...). carse con la del segundo miembro (apódosis: «les serán perdonados))).
Esta continuación del poder de perdonar se realiza según una doble En cuanto a «retener» significaría no tanto una intervencion positiva
posibilidad: perdonar (afiemi) y retener (kratein), que implica una do- de obligar a algo, cuanto un ((negar la absolución» y, por tanto, un no
ble repercusión: aquí («en la tierra)), según Mateo), allá («en el cielo)), dar el perdón de Dios. En esta interpretación no se explica suficiente-
según Mateo), y afecta a un doble sujeto: vosotros (apóstoles, suceso- mente ni la diferencia entre los dos ((sujetos-efectos))(en el caso de
res: «a quienes perdonéis))), él *S decir, Dios- les perdonará (((les se- «perdonar»), ni el sentido positivo activo, y no simplemente pasivo,
rán perdonados))). La conexión y coimplicación de planos indica que del verbo «retener».
para Juan se trata de una intervención que implica discernimiento (no La interpretación más eclesiológica, propuesta por los exegetas
es lo mismo perdonar que retener) y que une efectos (lo que realizan modernos en correlación con las expresiones mateanas de ((atar-de-
los apóstoles, es dado por bueno por Dios). satar)), insiste en que «perdonar» tiene por objeto más directo el peca-
Y, en todo caso, es evidente que para Juan el perdón procede de do en cuanto ofensa a la Iglesia, y de forma menos directa (aunque en
Dios en Cristo por el Espiritu. Cristo es para Juan el verdadero mor- íntima conexión) el pecado en cuanto ofensa a Dios. De este modo,
mientras el primer miembro (prótasis: «a quienes perdonéis))) se re-
19. Cf. H. Vorgrimler, La lucha del cristiano contra elpecado, en Mysterium sa-
lutis V, Madrid 1984,329-437, aquí 371. También A. Ziegenaus, Umkehr. Versohnung,
Friede, Freiburg 1975,76ss. 21. Cf. R. Schnackenburg, Das Johannesevangelium, en Herders Theologisches
20. Cf. H. Vorgrimler, La lucha del cristiano contra elpecado, 371. Lo que es evi- Komentar zum Neuen Testament 111, Freiburg 1979; A. Casalegno, Peccato epenitenza
dente es que Mateo siempre piensa en una comunidad en cuyo interior cumplen su fun- negli scriti giovannei: Rasegna di Teologia (2000) 347-365; P. Tragan, FEDE e sacra-
ción los jefes de la misma. menti negli scritti giovannei, Roma 1985.
92 Experiencia histórica Disciplina penitencial en la Escritura 93

fiere al perdón que se concede del pecado contra la Iglesia, el segundo queños y débiles en la fe» o de «escandalizarlos»(v. 5-10)23.Mateo si-
miembro (apódosis: «les serán perdonados))) se refiere al perdón del túa la enseñanza de Jesús en el contexto de la solicitud de la Iglesia
pecado contra Dios. El sentido sería este: ((Aquellosa quienes voso- respecto a los pequeños (mikroi, v. 6.10.14), a los que no se debe es-
tros, como miembros de la Iglesia, perdonéis los pecados por los que candalizar. Pero ¿quiénes son estos mikroi? En contraposición a los
han ofendido a la misma Iglesia, y por tanto a Dios, a esos también se que buscan ser «grandes» (((quién es el mayor.. .»), Jesús propone
los perdonará el mismo Dios, en cuanto suponen una ofensa contra él,, ((hacerse como niños», es decir, asumir la posición y sencillez de los
y por lo mismo contra la Iglesia)). No se duda en absoluto de que la pequeños, orientarse hacia un orden y según unos criterios distintos a
fuente última del perdón sea Dios, sino que se reconoce que en la ac- los del mundo24.Aparte de esto, los ((pequeños»(v. 6-9) son los cre-
tual economia salutis este perdón sucede por la mediación de la Igle- yentes (((los que creen en mí»), pero vistos bajo el ángulo de la pe-
sia (res et sacramentum), como signo eficaz del perdón y reconcilia- queñez, la fragilidad y la exposición al escándalo de otros miembros
ción con Dios. En cuanto al verbo «retener», significaría ((imponer de la comunidad (apóstatas) que los inducen al pecado. Estos que es-
unas condiciones» u ((obligara algo» para obtener el perdón, que pue- candalizan son miembros que deben ser amputados, bien con la exco-
de ser diverso según el tipo de pecado. Cuando la Iglesia «retiene», no munión (cf. v. 17), bien con el abandono al juicio escatológico. Y, en
niega el perdón, sino que obliga positivamente a algo para obtener el todo caso, queda claro que el escándalo no es una cuestión individual,
perdón. sino algo que afecta a la comunidad entera, sobre todo a la fe de los
hermanos más débiles.
- Su concepción penitencial, entendida como una prolongación
g) La forma o procedimiento concreto para el perdón es «atar y
de la actitud y el poder de Cristo respecto a los pecadores, en la que
desatar)) (Mt 18, 15-18)
tiene que predominar la solicitud por la oveja perdida o búsqueda del
Una vez que hemos visto que el poder viene de Cristo y que la pecador (v. 12-14), la fraternidad y pedagogía en la corrección (v. 15-
Iglesia ejerce este poder ((perdonandoy reteniendo)), vamos a ver más 17), la disposición misericordiosa al perdón del hermano que nos ha
en concreto cómo procede, cuál es el comportamiento concreto que ofendido (v. 2 1-22.32-35). Todo el capitulo 18 tiene un carácter emi-
adopta con el pecador para reconciliarlo y perdonarlo. De ello nos ha- nentemente penitencial, como si Mateo hubiera recogido todo lo rela-
bla sobre todo Mt 18, 15-18, y así se manifiesta en la utilización de los tivo a tal aspecto en este lugar. En concreto, la parábola de la ((oveja
términos ((atary desatar» (ligare-~olvere)~~. perdida»25en Mateo se caracteriza por su concisión, frente al relato
más pormenorizado de Lucas. El acento no se pone ahora en la alegría

h) Contextos para la interpretación 23. Cf. una interpretación claramente eclesiológica de Mt 18 en G. Rossé, L'eccle-
siologia di Mateo. Interpretazione di Mt 18, 20, Roma 1987; U. Luz, El evangelio según
- La concepción eclesiológica de Mateo supone una comunidad san Mateo 111, Salamanca 2003,25, donde afirma: «Los exegetas no se ponen de acuer-
donde hay santos y pecadores, justos e injustos, creyentes e increyen- do sobre el tema del discurso. Hablan generalmente de 'discurso de la comunidad', con
el 'orden de la comunidad' por tema. Trilling habla de un 'reglamento de la casa de
tes, trigo y cizaña (cf. Mt 13, 24-30). Es la condición histórica de la Dios'. Gundry pone por titulo 'fraternidad en la Iglesia'. .. Este segundo discurso ecle-
Iglesia, que se manifiesta en la doble posibilidad de acoger a los «pe- siológico trata de la solidaridad en la comunidad. Por eso yo he puesto por titulo 'dis-
curso de comunión', y espero haber encontrado así el denominador común de las dos
22. Muchos son los autores que han estudiado esta cuestión: G. D. Kilpatrick, J. secciones principales del capitulo)).
Schmitt, W. Trilling, J. Jeremias, K. Rahner, B. Poschmann, A. Bogtle, R. Pesch, H. Vor- 24. Cf. U. Luz, El evangelio según San Mateo III,35: «El evangelista comienza su
grimler, 0 . Bonnard, Díez Macho.. . Cf. un resumen de las tendencias en J. Ramos-Re- cuarto discurso como había comenzado ya el sermón de la montaña, concretamente las
gidor, El sacramento de la penitencia, Salamanca 1975, 151- 165; E. Cothenet, Sainteté bienaventuranzas, remodeladas por él en línea ética: con las exigencias del ser cristia-
de 1 'Eglise etpeches des chrétiens, 86-94; J . Murphy-O'Connor, Pecado y comunidad no.. . Ser cristiano significa invertir los criterios mundanos: la grandeza a la que hay que
en el NT, 84-96; H . Vorgrimler, Matthieu 16, 18ss et le sacrement de pénitence. en aspirar no consiste en el poder, la influencia, el dinero, etc., sino en abrazar la baja po-
AA.VV, L'homme devant Dieu. Mélanges H. de Lubac 1, Paris 1964, 51-61; Id., Das sición, el desprecio, la pobreza, la humildad y el servicio)).
((Bindenund Losen))in der Exegese nach dem Tridentinum bis zum Beginn des 20. Jahr- 25. Cf. J. Dupont, La parabole de la brébis perdue (Mt 18, 12-14; Lc 15, 4-7), en
hunderts:Zeitschrifl ñir Katholische Theologie 85 (1963) 460-477; J. Zumstein, La con- Id., Études 11 (vol. 11), 624-646 y 647-666; E. Schnider, Das Gleichnis von verlorenen
dition du croyant dans I'Evangile selon Mattieu, Freiburg 1977,368s~. Schafund seine Redaktoren: Kairos 29 (1977) 146-154.
94 Experiencia histórica Disciplina penitencial en la Escritura 95

del encuentro, sino en la solicitud y la búsqueda del pastor. La oveja condenatorio de Dios. El texto pone de relieve la repercusión eclesial
perdida no es ya el pecador al que Cristo anuncia la buena nueva para del perdón mutuo, así como su repercusión escatológica. El ((indicati-
convertirlo por primera vez, sino el cristiano que se aparta de la co- vo» de la reconciliación y misericordia de Dios lleva consigo el «im-
munidad y corre el peligro de perderse, abandonando la verdadera fe perativo)) de una reconciliación real con el hermano. Sólo así la gracia
por la apostasía. La debilidad de los «pequeños» es la vulnerabilidad de la reconciliación en la tierra será garantía de una reconciliación
de su fe. Y el pastor, los jefes de la comunidad, deben esforzarse por cterna en el cielo. «En línea con el modelo eclesiológico del Corpus
buscar, ganar y reconciliar al hermano, siendo solícito respecto a los ~wrmixtum(Mt 13, 37-43; 22, 11-14), también la comunidad, y espe-
descarriado^^^. Pero, además de esta solicitud, Mateo resalta la gene- cialmente ella, está de nuevo bajo el juicio de Dios. Aunque el perdón
rosidad y la disposición permanente a perdonar al hermano. A la pre- divino precede al humano en la parábola, el perdón humano es, según
gunta de Pedro sobre cuántas veces debe perdonar a su hermano, Jesús Mateo, la condición para que el perdón divino sea efectivo en el juicio
responde: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete» final. Lo mismo que ocurre en el padrenuestro (Mt 6, 12; 5 , 2 3 s s ) ~ ~ ~ .
(v. 21-22). De este modo se opone a toda ley de venganza, como se - Finalmente, su ((praxiscorrectiva», según la cual se procede se-

afirmaba en el Antiguo Testamento: «Caín será vengado siete veces, gún una ley de fraternidad y caridad con respecto al «hermano» (adel-
más Lamech lo será setenta y siete» (Gn 4, 24; cf. Dn 9, 18s). 1 0 s ) cristiano pecador que ha lesionado la vida de saptidad y comuni-
- Su concepción escatológica, según la cual entiende la penitencia dad29.En el procedimiento se distinguen diversos pasos: 1) corrección
como un acto por el que el pecador se está jugando su futuro de conde- liaterna, privada e individual; 2) en caso de no tener éxito, una segun-
nación o salvación en el presente de la propia historia. El que escanda- da corrección en presencia de otros testigos (cf. Dt 19, 15); 3) si tam-
liza debe poner remedio eficaz a su pecado, si no quiere sufrir la con- bién fracasa, debe ponerse el caso en conocimiento de los jefes de la
denación eterna (v. 8- 10).Y el que desea que Dios le perdone, no tiene comunidad local, para que intervengan; 4) y si el pecador permanece
otro remedio que perdonar a su hermano, si no quiere sufi-ir al final el cn una actitud cerrada y obstinada, entonces se pronuncia sobre él la
castigo de Dios Padre (v. 33-35). Es lo que de forma clara expresa en la cx-comunión (v. 15-17). Se trata de una praxis animada por la caridad,
parábola del «siervo sin entrañas))o del ((deudor implacable)) (v. 23- por la gradualidad en la intervención y por la presencia diversificada
35)27.La parábola incluye tres escenas: la del rey con su esclavo, des- de la comunidad. Es decir, una praxis caritativa, pedagógica y comu-
tacando la misericordia del rey (v. 24-27); la del esclavo con su colega, nitaria. Y es que se debe tratar de un pecado que lesiona la comunión
resaltando la dureza del primero (v. 28-30); y de nuevo la del rey con su y a la comunidad (de ahí que se diga con énfasis adelfas), y ante el que
siervo, poniendo de relieve la dimensión ética y escatológica del per- la comunidad no puede permanecer indiferente. Se sitúa en la línea de
dón (v. 3 1-34). Si antes trató de la frecuencia del perdón, ahora trata del una tradición en el judaísmo (cf. Lv 19, 17s), «cuya quintaesencia es
perdón mismo, contrastando la grandeza del perdón de Dios y la dure- la amonestación abierta al hermano israelita como expresión del amor
za del comportamiento del esclavo, y el condicionamiento del perdón al prójimo y de solidaridad dentro del pueblo de Dios»30.Por otro la-
do, la forma de realizar esta amonestación ya estaba prevista: «Un so-
de Dios al perdón que ofrecemos al hermano que nos ha ofendido. El
lo testigo no es suficiente para convencer a un hombre de cualquier
esclavo deberia haber imitado la misericordia con que él mismo fue
culpa o delito: sea cual fuere el delito que haya cometido, sólo por de-
tratado. De ahí el escándalo que produce en la comunidad y el juicio
claración de dos o tres testigos será firme la causa» (Dt 19, 15). Por-
que está claro que, para Mateo, la ley de vida que rige globalmente la
26. Como afirma U. Luz en El evangelio según san Maleo 111.56.60: «Como el Pa-
dre del cielo no quiere que ninguno de esos 'pequeños' pierdan su vida en el juicio final,
comunidad no es una ley de exclusión, sino una ley de fraterna co-
los miembros de la comunidad son llamados al amor, al perdón y a la recuperación de los
perdidos.. . Los miembros de la comunidad que buscan a los 'pequeños' descarriados no 28. U. Luz, El evangelio según san Mateo 111, 107.
pueden hacerlo con la secreta arrogancia de los 'grandes', exentos de error, infalibles po- 29. Ibid., 64-66, donde afirma el autor: «Hay un amplio consenso en que el dicho
seedores de la verdad. Dentro de una Iglesia que fundamentalmente es habeas permix- figuraba en Q.. . Los v. 15-17 serían una ampliación premateana de Q.. . Esta regla de la
ium, sólo puede haber pequeños y perpetuamente inseguros)). comunidad ampliada procede quizá de una comunidad judeocristiana, que se conside-
27. Cf. W. Harnisch, Las parábolas de Jesús, Salamanca 1989,222-237; B. Weber, raba formando parte de Israel.. . El v. 18 no procede, quizá, de Jesús, sino de la comu-
Vergeltung oder Vergebung? Mt 18, 23-35 auf den Hinlergrung des «Erlassjahres»: nidad; pero es muy antiguo)).
Teol. Zeitschrift 30 (1994) 124-151. 30. [bid.. 68-69.
96 Experiencia histórica Disciplina penitencial en la Escritura 97

rrección, de misericordia y de perdón hacia el pecador. Sólo llegados distintivo es la dimensión escatológica, la repercusión «en el cielo)),
a una situación limite («caso límite))), se pronuncia la excomunión3' cabe a Dios, de su intervención «atando» o «desatando» en la tierra,
(«considéralo ya como al gentil y al publicano [eznikos kai telones])), cabe a los hombres y por mediación de la comunidad y de sus repre-
v. 17). Pero que alguien sea equiparado al recaudador y al pagano no sentantes. De este modo, «las decisiones de la comunidad y de sus
significa una condena definitiva, sino una prohibición de trato normal miembros, de las que hablaban los v. 15-17, adquieren un peso inaudi-
de la comunidad con él, una exclusión fáctica de la comunidad. Y es- to, casi insuperable, a la luz del v. 1 8 ~ ' En
~ . conjunto, puede afirmar-
te proceder disciplinar implica un «atar y desatar)): «Yo os aseguro: to- se que los v. 15-18 nos presentan una comunidad animada por la cari-
do lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que de- dad y la corrección fraterna, comprometida con el débil y el pecador,
satéis en la tierra quedará desatado en el cielo)), v. 18). y que manifestando cierta proximidad con el lenguaje y la praxis de la
sinagoga y de las comunidades del Qumrán, expresa su propia origi-
nalidad e identidad, basada en el mismo Cristo.
i) Interpretaciones de Mt 18, 18: «atar» y «desatar» Teniendo en cuenta los anteriores aspectos, recordamos las diver-
sas interpretaciones que sobre el texto se han ofrecido35,en la pers-
Pero ¿qué significan estos términos de ((atar y desatar))? En gene-
pectiva de buscar un fundamento y una comprensión más adecuada
ral, hay que tener en cuenta lo siguiente: El origen de este versículo del sacramento de la penitencia.
parece ser un Iogion independiente, que puede ser considerado como 1. Interpretación clásica. Interpreta Mt 18, 18 en comparación
una variante secundaria de Mt 16, 19; pero allí la intervención es con- con Mt 16, 19, y afirma que en dichos textos se trata del poder de per-
fiada a Pedro, mientras aquí parece referirse a los discípulos en rela- donar los pecados. Pues si Cristo da el poder de las llaves a Pedro y los
ción con la comunidad; y mientras allí el acento recae en las decisio- apóstoles, es para que todos los hombres puedan alcanzar la salvación.
nes doctrinales, aquí se trata de una intervención disciplinar en el Ahora bien, por ser así debe estar incluido en tal poder el del perdón
sentido de prohibir o permitir. de los pecados, ya que si fuera de otro modo, no podna la Iglesia cum-
Sobre si este versículo formaba parte de la ((regla de la comuni- plir su misión. La Iglesia ha recibido un poder religioso omnímodo y
dad» desde el principio, la respuesta suele ser afirmativa, por las si- universal (potestas universalis) del que se deriva un poder penitencial
guientes razones: la terminologia empleada (étnicos kai telones) en el particular de perdonar los pecados @atestas specialis).
v. 18, lo mismo que en los v. 15-17, procede de la misma tradición ju- 2. InterpretaciónJilológica.Parte de un análisis filológico de los
deocristiana palestinense; desde un punto de vista literario, los v. 15- términos ((atar-desatar)),tal como eran empleados por el lenguaje rabí-
18 forman una unidad, construidos sobre un esquema «haláquico» que nico. De donde se deduce que se trata de términos técnicos utilizados
procede en condicionales y concluye con una sentencia final («Yo para indicar: 1) la intervención de aquel que tiene poder para declarar
os aseguro.. .»); por el cierto paralelismo y a la vez originalidad que una cosa prohibida o permitida, 2) el acto por el que a un miembro de
guarda tanto con el proceder de la sinagoga32,como con el proceder de la comunidad se le «pone al margen)), se le separa de la comunión o
las comunidades del Q ~ m r á nAunque
~ ~ . lo verdaderamente original y «excomulga» (ligare), con vistas a reintegrarlo, mediante otro acto co-
rrespondiente, en la comunión perdida, ((levantándolela excomunión))
3 1. Ibid., 7 1: Esta excomunión «es una institución pedagógica -similar a la exco-
munión en la Iglesia católica- destinada a favorecer la conversión del pecador e impo-
ner la autoridad de la sinagoga al mismo tiempo)). pecado, mientras que Mateo no señala la frontera entre lo que merece o no la excomu-
32. En la sinagoga intervienen sólo los jefes para la expulsión, en Mateo intervie- nión; en Mateo la pedagogía de la corrección y la gradualidad aparecen más destacadas;
ne la Ekklesia (eclesialidad); alli no se manifiesta tanto la pedagogía y progresividad co- allí se trata de una comunidad, aquí el procedimiento se aplica a toda la Iglesia; alli so-
mo en Mateo, ni su intervención tiene la repercusión escatológica que le atribuye Mateo lo se señalan los efectos en la tierra, en Mateo el efecto implica al mismo cielo. Cf. F.
(«en el cielo))). Cf. E. R. Martínez, The Interpretation of (coi mathetai)) in Matthew 18: Garcia Martinez, La reprensión,finterna en Qumrán y Mt IR, 15-17: FN2 (1989) 23-40.
CBQ 23 (1961) 281-292. 34. U. Luz, El evangelio según san Mateo III,73. El autor resume también las re-
33. Los autores señalan el cierto paralelismo con la disciplina de la comunidad de percusiones e interpretaciones históricas que en las diversas Iglesias ha tenido este
Qumrán, donde aparece muy regulada la normativa de recepción de nuevos miembros, versículo en relación con el sacramento de la penitencia, aunque de forma un tanto
así como la expulsión de los miembros indignos. Pero las diferencias son notables: en- simplificadora.
tre los esenios se conocen diversos tipos de expulsiones más o menos rígidas, mientras 35. Cf. un resumen al respecto en H. Vorgrimler, La lucha del cristiano contra el
que Mateo sólo se refiere a una en caso limite; alli se distinguen los diversos tipos de pecado, 262-270.
98 Experiencia histórica Disciplina penitencial en la Escritura 99

y las obligaciones que para ello se le impusieron (~olvere)'~. En el ca- gure), pueda ser reconciliado con la misma Iglesia, y por tanto partici-
so de Mateo, «atar-desatar» incluye, sí, el poder magisterial y discipli- par de la gracia, salvación de Dios (solvere). Resalta la conexión, uni-
nar que se confía a Pedro y a los apóstoles al servicio de la salvación dad y dependencia entre lo que aparece sucediendo «en la tierra)) por
(Mt 16, 19). Pero se refiere más directamente a la práctica o disciplina la visibilidad social de la Iglesia, y lo que de modo invisible sucede
penitencial con el pecador, que implica la excomunión, en vistas a una «en el cielo» por la acción eficaz del perdón de Dios: la sentencia de
posterior reintegración reconciliadora en la comunidad eclesial. la Iglesia tiene una verdadera eficacia cara a Dios, en virtud de la mis-
3. Interpretación eclesiológica. Tiene en cuenta la interpretación ina presencia eficaz de Jesucristo en la comunidad que ora y se reúne
filológica que acabamos de ver, pero resalta la dimensión eclesioló- cn su nombre (Mt 18,19s).
gica del pecado del «hermano», que afecta y provoca una acción de la 4. Interpretación demonológica. Completa la interpretación ecle-
comunidad: la intervención plural de la misma a través de sus diver- siológica; ha sido desarrollada por estudios exegeticos recientes y asu-
sos miembros (individualmente, conjuntamente, jerárquicamente); la mida por los teólogos de la peniten~ia'~. Se centra en el análisis de los
excomunión eclesial, que supone una separación de la misma vida de términos «atar-desatar)) en el contexto cultural bíblico y extrabíblico.
la comunidad («Si ni a la comunidad hace caso, considéralo como al Señala varios sentidos:
gentil y al publicano)), v. 17)37.El principio en el que se basa Mateo es - Uno popular primitivo, con connotaciones mágicas, según el
claro: la Iglesia es la presencia histórica de la gracia de Dios, la mani- cual «atar» significaría vincular a un sortilegio y ((desatar))sería rom-
festación visible de la salvación y del amor del Padre. Por eso, quien per el ~ortilegio'~.
está en la Iglesia manifiesta que está en la gracia salvadora. Y si al- - Otro demonológico, deducido de sus contextos bíblicos, por el
guien ha roto con esta gracia y salvación, ha roto también con la Igle- que «atar» significaría declarar a alguien bajo el poder de las fuerzas
sia. Y para que esto aparezca, para deshacer la falsedad, es necesaria la maléficas, a merced del demonio y del mal, mientras que «desatar»
intervención correctiva y curativa. En este sentido, ((atar-desatar» sig- sería liberar del influjo y poder de dichas fuerzas.
nificaría primariamente el poder de declarar a alguien separado de la - El Antiguo Testamento manifiesta estas interpretaciones en di-
comunidad eclesial (y por tanto de la gracia, de la salvación de Dios), versos lugares (Sal 69, 9.34; 79, 9-1 1; 102, 20ss; Sab 17, 2ss; Job 36,
en vistas a que, una vez cumplidas las condiciones u obligaciones (li- 7ss; 1s 47,9.12; Ez 13, 18.20s~. ..), en donde «atar» significa estar en-
cadenado por demonios o por hombres y, por tanto, estar sometido a
36. Algunos autores que defienden esta interpretación son F. Diekamp, A. Lang, L. su poder. En cambio, ((desatar)) es liberarse, romper esas ataduras o
Ott, J. Jeremias, O. Cullmam, M. J. Lagrange, H. Thyen, G. Bornkamm ... Un análisis esas cadenas que someten a tales poderes.
del empleo de estos términos, aplicado a los textos penitenciales, en B. Rigaux, «Lier
et délier)).Les ministéres de récociliation dans 1 'Eglise des temps apostoliques: La Mai- - En el Nuevo Testamento este fondo demonológico se encuentra
son Dieu 1 17 (1974) 86-135, esp. 87-90; G. Bornkamm, «El poder de atar y desatar en en numerosos lugares (Mt 12,22.24-29; Mc 7,35; Lc 13, 12.16; Ap 2,
la Iglesia de Maleo», en Id., Estudios sobre el Nuevo Testamento, Salamanca 1983,279- 24; 1 Jn 3,8; Jn 5, 18.19; 7,23.. .). De ellos se deduce que «atar» sig-
293; G. Korting, Binden und Losen: SNTU.A 14 (1989) 39-91.
37. La semejanza con los juicios pronunciados en la comunidad de Qumrán (Regla nificaría delimitar con precisión el ánibito de la acción del maligno,
de Qumrán V, 25-VI, 1 ; La ((Reglade la comunidad))de Qumrán, Salamanca 2006,97; reconocer que algo está bajo su poder y necesita ser liberado. En cam-
Documento de Damas IX, 2-4; XIII, 9-1 0) demostrana el origen judeocristiano de la tra-
dición mateana. La misma fórmula «Considéralo como al gentil y al publicano)) no pue- 38. La interpretación «demonológica» ha sido propuesta y estudiada sobre todo
de tener un origen distinto, cf. B. Rigaux, «Lier et délier)), 109. Después de B. Xiberta, por H. Vorgrimler, cf. Matthielr 16, 18ss et le sacrement depénitence, nota 11; Id., Pe-
son numerosos los autores que defienden esta interpretación: K. Rahner, P. Galtier, A. nitencia, en Conceptos fundamentales de teología 11, Madrid 1966,342-355; Id., La lu-
Ziegenaus, C. Vogel, P. Adnes.. . Cf. K. Rahner, Verdades olvidadas sobre el sacramen- cha del cristiano contra elpecado, 364-37 1. Para más detalle, además de los estudios ci-
to de la penitencia, en Escritos de Teología 11, Madrid 1967, 147-1 88; Id., Das Sakra- tados, cf. W. Pesch, Matthaus der Seelsorger. Das neue Verstandnis der Evangelien
ment der Busse als Wiederversohnung mit der Kirche, en Schriften zur Theologie V111, dargestellt arn Beispiel von Matthaus 18, Stuttgart 1966; P. Bonnard, Composition his-
447-471. Es la interpretación más extendida enhe autores de habla hispana: J. Ramos torique de Mt 18, en De Jésus aux Evangiles, Gembloux 1967, 130-140.
Regidor, D. Fernández, G. Flórez, D. Borobio, F. Millán Romeral, J. L. Larrabe.. . Cf. P. 39. Sobre este texto, cf. F. J. Dolger, Die Sonne der Gerechtigkeit, Münster 197 1,
López González, Penitencia L. reconciliación. Estudio histórico-teológico de la «res et especialmente 75-83; J. Bemhard, Excomunication etpénitenre-sacrament auxpremiers
sacramenttrm)), Pamplona 1990; F. Millán Romeral, Reconciliación con la Iglesia. In- siécles de ['Eglise: Revue de Droit Canonique 15 (1965) 265-281.318-330; W. Dosko-
fluencia de la tesis de B. F M. Xiberta (1897-1967) en la teologia penitencial del siglo cil. Der Bann in der Urkirche, München 1958. Igualmente otros estudios citados por H.
XY, Roma 1997. Vorgrimler.
1 O0 Experiencia histórica Disciplinapenitencial en la Escritura 101

bio «desatar» sería la liberación del influjo de este poder y el recono- enemigo, sino amonestadle como a hermano)) (2 Tes 3, 14s). Sobre to-
cimiento de que tal liberación ha sucedido. do, reclama este proceder con los sectarios o herejes: «Al sectario (=
- En el texto de Mt 18, 18 se tendría en cuenta también este sen- hereje), después de una y otra amonestación, rehúyele; ya sabes que
tido, y así, mientras «atar» supondría declarar a alguien bajo el poder ese está pervertido y peca, condenado por su propia sentencia)) (Tit 3,
y dominio del demonio y el mal, significado por un proceso de dis- 10s). Y de modo especial respecto a aquellos que han renunciado O
tanciamiento y por unas condiciones de penitencia, «desatar» signifi- abandonado la fe: ((Algunos, por haberla rechazado [la recta concien-
cana declarar que tal persona ya ha cumplido las condiciones impuds- cia] naufragaron en la fe. Entre ellos está Himeneo y Alejandro, a quie-
tas y que en ella se ha mostrado y acaecido la liberación del poder del nes entregué a Satanás para que aprendieran a no blasfemar)) (1 Tim 1,
mal y del demonio, y por tanto el perdón. Se trata de dos momentos de 19s). Como puede apreciarse, Pablo distingue entre la corrección, la
una intervención de la Iglesia en orden a la salvación. El que se ha se- privación de relación normal con la comunidad, la exclusión de la co-
parado del bien, de Dios, también se ha separado de la mediación his- munidad e incluso la sentencia de excomunión, que declara al pecador
tórica de ese bien que es la Iglesia. Y cuando el pecador se libera del bajo el poder de Satanás4'.
mal, del poder del demonio, por la gracia de Dios, también se libera de Es en este contexto donde hay que situar la intervención de Pablo
los obstáculos que le impiden vivir plenamente la comunión con la en el caso del «incestu~so»~'. Se trata de un cristiano que vive en una
Iglesia y por eso es recibido en ella, siendo también éste el signo de situación de pecado escandaloso, condenado tanto por la ley judía co-
que Dios le ha perdonado y está en comunión con el bien y la gracia. mo por la ley romana: es el pecado de «incesto», que supone que di-
cho cristiano convive con su madrastra (en este caso, no con su madre
j) La verzjicaciónpractica de la praris de excomunión (1 Cor 5, 1-13) biológica) como si fuera su mujer. En principio, la comunidad debe
corregir, distanciarse y someter al pecador a penitencia. Sin embargo,
Lo que en Mateo aparece esbozado, en continuidad con la praxis no toma ninguna medida al respecto, lo que provoca la intervención
penitencial de excomunión de la sinagoga y de la comunidad del del apóstol (v. 1-2).
Qumrán, lo encontramos concretamente realizado en el caso del «in- Pablo tiene derecho y deber de intervenir por ser el fundador y je-
cestuoso de Corinto)) (1 Cor 5, 1-13), donde Pablo, en continuidad con fe último de esta comunidad, y sobre todo porque tiene conciencia de
otros pasajes de sus cartas (1 Cor 11, 17-34; 2 Cor 7,9s; 1 Tes 5, 14; ser continuador del ministerio reconciliador de Cristo (cf. 2 Cor 5, 13-
2 Tes 3, 14s; Tit 3, 10s; 1 Tim 1, 19s), nos refiere su comportamiento 17). Por eso dice que «en el nombre del Señor Jesús, reunidos vosotros
respecto al incestuoso. y mi espíritu, con el poder de Jesús Señor nuestro.. .»(v. 4). Su inter-
En efecto, si algo aparece claro en la comunidad primitiva es que vención sucede en el nombre, con el poder, en continuidad, haciendo
quienes la presiden tienen derecho y deber de intervenir en vistas a presente al mismo Cristo.
evitar y superar un desorden que lesiona la vida de la misma comuni- Esta intervención consiste en «juzgar» o «discernin>la situación de
dad. Así, Pedro interviene en el caso de Ananías y Safira, por el abu- pecado y su gravedad («yo, por mi parte.. . he juzgado ya.. .»,v. 3), y en
so escandaloso que habían hecho de los bienes de la comunidad (Hch ((expulsaro excomulgar))al pecador de la comunidad, declarándolo ba-
5, 1SS).Igualmente interviene en el caso de Simón Mago, cuando es- jo el poder del mal o del demonio, y por tanto con necesidad de some-
te pretendió comprar el poder de transmitir el Espíritu por la imposi- terse a unas condiciones para la liberación de dicho poder de pecado en
ción de manos (Hch 8, 18-24). Se trata de intervenciones que suponen la tierra, y para la salvación definitiva: «Que en nombre del Señor Je-
la exclusión acompañada de maldición, sin duda por la gravedad del sús.. . sea entregado ese individuo a Satanás para destrucción de la car-
pecado. ne, a fin de que el espíritu se salve en el día del Señor))(v. 5). Mientras
Por su parte, Pablo declara intervenir en diversas ocasiones, bien
40. Sobre el sentido de la excomunión en la Iglesia primitiva, cf. W. Doskocil, Der
sea para prevenir, para corregir o para llamar e imponer una penitencia Bann in der Urkirche, München 1958; K . Morsdorf, Excomunión, en Conceptos Fun-
a los que han cometido un pecado serio («penitencia curativa))): «Si damentales de Teología, Madrid 1966,96-105; C. Vogel, Penitencia y excomunión en la
alguno no obedece lo que os decimos en esta carta, a ese señaladle y Iglesia antigua y en la alta Edad Media: Concilium 107 (1975) 9-21.
41. Cf. R. Trevijano, A propósito del incestuoso (I Cor 5, I-13): Salmanticensis 2
no tratéis con él, para que se avergüence. Pero no le miréis como a (1991) 129-153.
102 Experiencia histórica Disciplina penitencial en la Escritura 103

la ((ruina de la carne (sarx)» significa la destrucción del pecado, del - Para entender esta praxis de excomunión, hay que relacionarla
hombre viejo, la ((entrega a Satanás)) indica la declaración de excomul- con la praxis preventiva exhortativa, con la praxis correctiva, con la
gado; pero la finalidad no es ni siquiera el castigo, sino la salvación. praxis de reconciliación fraterna.
Diversas son las razones que mueven a Pablo a dictar esta senten- - Existe continuidad y desarrollo entre la praxis judía sinagoga]
cia: 1) La vida de la comunidad en el nuevo eón supone un hombre (también la del Qumrán) y la praxis de la comunidad cristiana (esta
nuevo, una levadura nueva, una ruptura total con lo viejo, con el peca- dcstaca su referencia a Cristo, su graduación y misericordia, la parti-
do. Quien no vive en esta novedad, no puede con-vivir en esta comuni- cipación de la comunidad), así como entre Mateo y Pablo (este mues-
dad. 2) Más aún, la presencia de la vieja levadura es un peligro, ya que tra la aplicación concreta de lo que describe Mateo).
puede inficionar a toda la masa, puede atraer y dañar la vida y santidad - El eje de la praxis penitencial de excomunión está marcado por
de la comunidad entera. Por tanto, esta debe protegerse de tal peligro. dos polos, que suponen dos movimientos y se significan por el acto de
3) El hecho de que se trate no de uno que está fuera, sino de uno que separación (ligare, retinere, entregar a Satanás) y por el acto de recon-
está dentro y es miembro de la Iglesia (((hermano))), da derecho a esta ciliación (solvere, remittere) con la Iglesia, como signo visible de una
intervención de excomunión, para el bien de todos (v. 6-8.1 1S). separación real y de una reconciliación eficaz con Dios.
En cualquier caso, las consecuencias de esta excomunión son muy - Todavía no aparece claro ni quiénes son los que deciden la ex-
duras y suponen el distanciamiento, la separación y hasta un cierto «boi- comunión (excepto en el caso de Corintios, que es Pablo), ni qué obli-
coteo» por parte de la comunidad hacia el pecador: «Con esos, ni co- gaciones se imponen al pecador expulsado, ni cuánto dura el tiempo
mer.. . Arrojad de entre vosotros al malvado)) (v. l l . 13). Lo cual lleva
de separación, ni cómo sucede o se significa la rec~nciliación~~.
consigo ser excluido de la comunidad de mesa, de la comunidad de ora- - En cualquier caso, la praxis penitencial de excomunión (((praxis
ción y, por supuesto, de la comunión eucarística (cf. l Cor 1 l, 17-33).
curativa))) es un proceso con doble movimiento, por parte del pecador
Es cierto que la intención es siempre la salvación del pecador. Pe-
y de la comunidad.
ro Laparece en algún lugar que este pecador sea reconciliado y admiti-
do de nuevo a la comunión? Los autores suelen ver una alusión a este
segundo tiempo penitencial en 2 Cor 2, 5-1 142:((Bastante es para ese
tal el castigo infligido por la comunidad, por lo que es mejor, por el
contrario, que le perdonéis y le animéis, no sea que se vea ese hundi- Penitente IGLESIA Iglesia-comunidad
do en la excesiva tristeza. Os suplico, para que reavivéis la caridad pa- Separación Separación
ra con él» (v. 5-8). Aunque no se puede probar que se trate del mismo
penitente, a juzgar por todos los indicios (misma comunidad, pecador En el primer movimiento el pecador se separa de la comunidad por
público, dureza de excomunión.. .) parece que se refiere al incestuoso. su pecado, y la comunidad le declara separado y se separa al mismo
tiempo del pecador, para provocar en él la corrección y la conversión.
Se da cierto «boicoteo» patente: «Os escribí que no os relacionarais
3. Conclusión con quien, llamándose hermano, es impuro, avaro.. . Con esos jni co-
mer!» (1 Cor 5, 1 1 = ligare).
Es cierto que de estos testimonios de la Escritura no se puede de- En el segundo movimiento el pecador inicia un proceso de acerca-
ducir un tipo de penitencia verdaderamente institucionalizado en la miento y vuelta a la comunidad (conversión), cumpliendo las condi-
primera comunidad. Con todo, hay algunos aspectos que están claros ciones de penitencia impuestas, y la comunidad consuela, ora, ayuda y
y que proporcionan una base para extraer las siguientes conclusiones. busca al pecador (= c o n ~ o l a r e ) ~ ~ .
- La excomunión sólo sucede en casos gravísimos y después de
haber seguido una pedagogía de corrección y misericordia. 43. Los autores han discutido sobre un posible rito de imposición de manos para la
reconciliación, apoyándose en 1 Tim 5,22. Pero no parece que pueda llegarse a una con-
clusión clara al respecto; cf. J. Murphy-O'Co~or,Pecado y comunidad en el NT, 78-80.
42. Como es sabido, algunos autores ven en este texto de 2 Cor 2, 5-1 1 un indicio 44. Cf. A. Ziegenaus, Umkehr, Versohnung, Friede. Zu einer theologisch verant-
de reconciliación del <tincestuoso»con la comunidad. worteten Praxis von Bussgottesdiensf und Beichte, Freiburg 1975,26-28.
104 Experiencia histórica

Este doble movimiento está claro en sus dos polos, pero todavía no
aparece claro en su medio, es decir, en qué consisten las obras de peni- 2
tencia y cómo se realiza el encuentro de reconciliación. Por lo que re- ESTRUCTURA DE PENITENCIA:
sulta una estructura que, en sus diversos tiempos, podría figurarse así:
SIGLOS 111-VI1 (XIII)
1"
Excomunión:
ligare
Separación lpLF*
NOse concreta el proceso-medios Reconciliación:

Proceso de conversión y penitencia comunidad


Readmisión a la

Podemos concluir, por tanto, con H. Vorgrimler: «Es plenamente .


1. De los orígenes al siglo II
legítimo hablar de una 'exclusión' del pecador, que ya aparece en el
Nuevo Testamento, y de una 'excomunión penitencial'. En la investi- La situación sociocultural de las primeras comunidades cristianas
gación sobre la historia de la penitencia se distingue entre una exco- durante los siglos 1-11explica el escaso desarrollo que tuvo la disciplina
munión real y otra litúrgica. Este uso lingüístico está justificado por- penitencial. Los cristianos eran minoría, en general procedentes de cla-
que el concepto 'excomunión' expresa adecuadamente el alejamiento ses inferiores; en medio de un mundo pagano y generalmente hostil; so-
voluntario del pecador de la vida social y cultural de la Iglesia, y al metidos a incomprensión, denuncias y persecuciones; obligados a vivir
mismo tiempo la distancia que la Iglesia adopta ante él.. . Pero estos en la clandestinidad. Precisamente por eso, su conversión, su bautismo
aspectos no pueden hacer perder de vista que, quienes incurren habi- y su pertenencia a la Iglesia es vivida con mayor autenticidad y valen-
tualmente en faltas graves, no deben ser considerados fuera de la Igle- tía; su situación precaria les lleva a vivir muy unidos; viven la mística
sia en el sentido estricto de la expresión. Solamente quedan fuera de la y el rigor ético de las minorías; las situaciones de pecado se resuelven
Iglesia quienes, habiéndose alejado conscientemente de ella, ya no en el interior de la comunidad, y esta vive el perdón y la reconciliación
quieren volver a su seno.. . La exclusión de la comunidad encierra un sobre todo en los momentos cultuales. No había muchos grandes peca-
único sentido esencial: todo excluido es apartado de la actuación de la dores, ni se siente la necesidad de institucionalizar la penitencia1.
comunidad eclesial, separado de la mediación de gracia y 'entregado Por lo mismo, el siglo 11 ofrece pocos testimonios penitenciales
al Maligno'. .. Pero ni la exclusión sencilla ni la exclusión con maldi- (Didaché, Epístola a Bernabé, Carta de Clemente Romano, Pastor de
ción tienen relación alguna con la supuesta imperdonabilidad de un Hermas) y su aportación puede resumirse en los siguientes puntos: la
pecado»45. penitencia aparece en clara continuidad con el Nuevo Testamento
(ayuno, limosna, oración, corrección, perdón fraterno [Didaché 4,6;
4, 14])2; se la relaciona frecuentemente con los momentos cultuales:
con la oración y sobre todo con la eucaristía (Didaché 14, 1-2)'; los
medios de reconciliación más frecuentes son: la confesión (general)

1. Cf. M. F. Berrouard, Lo pénitence publiquependant les SU.premiers siecles: La


Maison Dieu 118 (1974) 92-1 30, aquí 118ss.
2. Doctrina de los doce apóstoles IV, 2-3: ((Buscarás cada día los rostros de los
santos para descansar en sus palabras. No fomentarás la escisión, sino que pondrás en
paz a los que se combaten. Juzgarás justamente, sin acepción de personas para repren-
der los pecados)) (D. Ruiz Bueno, Padres apostólicos, Madrid 1979, 8 1).
3. Ibid. XIV, 1-2: «Reuníos cada día del Sefior, romped el pan y dad gracias, des-
pués de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro. To-
45. H. Vorgrimler, La lucha del cristiano contra el pecado, 381-384. do aquel, empero, que tenga contienda con su compañero, no se junte con vosotros has-
ta tanto no se hayan reconciliado, a fin de que no se profane vuestro sacrificio)).
ante la comunidad, la correccibn fraterna y una cierta praxis de auto- bido sobre todo a dos personajes de la Iglesia africana: Tertuliano y
excomunión (Didaché IV, 3; XV, 34; Ep. Bernabé XIX, 10"; la disci- Cipriano, y a dos fenómenos conflictivos: el laxismo que se generali-
plina penitencial no aparece todavía institucionalizada, aunque se de- zti y la defección o apostasía ante las persecuciones de Decio, Valeria-
tecta cierta disciplina embrionana que se manifiesta en estos datos: la no (los llamados libellatici y sacrificati), que darán lugar a cierta cri-
existencia de una cierta excomunión y la unicidad de penitencia (una sis de identidad, e impulsarán un proceso de institucionalización. Junto
vez en la vida) (Pastor de Hermas, Mand. IV, 3, 6)6. u la expansión de la Iglesia, a su reconocimiento progresivo, a la entra-
En cuanto a las «figuras» a las que más recurren para explicar la da en ella de nuevas capas sociales, crece también la mediocridad de
penitencia, pueden recordarse: 1) la tipologia de Pedro, por ser el ,que
sus miembros y la presencia de «cristianos» no verdaderamente con-
representa la continuidad con Cristo del poder de perdonar los pecados vertidos. Todo ello provoca dos reacciones importantes dentro de la
para la Iglesia entera, 2) y la alegoría de la «paloma», que significa la inisma Iglesia:
Iglesia del Espíritu, en la que están los bautizados santos, ya que el pe- - La de Tertuliano, quien en su etapa católica (Depoenitentia) da
cador que se distancia de la Iglesia ya no está en la paloma, mientras
cuenta de una estructura de penitencia ya institucionalizada (confesión
que el perdonado es recibido en su interior. «La idea de que Dios con-
del pecado - obras penitenciales - reconciliación, pero una sola vez en
ceda al pecador arrepentido su Espíritu, prescindiendo por completo
la vida: Depoen. IX, l-2)9; mientras en su etapa montanista1° (Depu-
de la mediación eclesial, resulta completamente extraña a la mentali-
dicitia) niega que la Iglesia pueda perdonar todos los pecados, a no ser
dad de los Padres))'.
corriendo el riesgo de contaminarse (l,6)I1.
Sin duda, la situación eclesial y la concepción dominante explican - La de Cipriano de Cartago, el cual, aun defendiendo una peni-
este estado, que se manifiesta en algunos problemas por clarificar, co-
tencia dura para los pecados de apostasía, adulterio u homicidio'?, sos-
mo son la relación de la penitencia con el bautismo y la exigencia de
tiene que la Iglesia tiene poder de perdonarlos, y los perdona por la
irreiterabilidad, la relación de la reconciliación con la comunidad, la
imposición de manos, siempre que exista una verdadera conversión y
prevalencia de una penitencia más carismática o más institucional, la
penitencia. La postura de Cipriano, lo mismo que la de los concilios
dependencia de la praxis con una concepción escatológica concreta8.
9. Tertuliano llama a la penitencia exomologesis, a la que define como «un ejerci-
cio que enseña al hombre a humillarse y a rebajarse, imponiéndole un régimen capaz de
2. Siglo 111: consolidación de una disciplina penitencial atraer hacia él la compasión... La exomologesis, rebajando al pecador, lo eleva; acusán-
dolo, lo hace inocente; condenándolo, lo absuelve)). Depoenitentia IX, 1-2. Tiene lugar
una sola vez en la vida: ((Solamente una vez, porque esta es ya la segunda vez -porque
a) En la Iglesia occidental la primera es el bautisme y no se puede dar otra en el futuro)) (Ibid. IX, 7). Cf. C. VO-
gel, Elpecadory la penitencia en la Iglesia antigua, Barcelona 1968.11 1-122; K. Rah-
Será necesario que llegue el siglo TI1 para que la disciplina peni- ner, La penitenza della Chiesa 11. Saggi Storici, Roma 1968, 3 13-876, donde se recogen
tencial se vea impulsada hacia un desarrollo institucional notable, de- estudios de Rahner sobre el Pastor de Hermas, Ireneo, la Didascalia apostolomm, Ter-
tuliano (p. 523-573), Cipriano, Orígenes.
10. Mientras en su época católica se mantiene en la tradición, en su época monta-
4. Ibid. XV 3: «Corregios los unos a los otros no con ira, sino con paz, como lo te-
nista Tertuliano adopta una postura de rigor, negando que la Iglesia tenga poder de per-
néis en el evangelio. Nadie hable con quienquiera se enemista con otro, ni oiga palabra
donar todos los pecados y afirmando que, si perdona, se hace cómplice del mismo pe-
vuestra hasta que se arrepintiere)).
cado, renuncia a su santidad (sin mancha ni arruga) y se convierte en impura. Cf. W.
5. Carta de Bernabé X I X , 10: «Te acordarás, de noche y de día, del día del juicio,
Simonis, Ecclesia visibilis et invisibilis. Untersuchungen zur Ekklesiologie und Sakra-
y buscarás cada día las personas de los santos. Ya en el ministerio de la palabra, y cami-
mentenlehre in der afrikanischen Tmdition van Cyprian bis Augustinus, Frankfurt 1970;
nando para consolar un alma por la palabra, ya ocupado en el oficio matinal, trabajarás
J. J. Vogt, Coetus sanctorum. Der Kirchenbegrifdes Novatian und die Geschichte sei-
para rescate de tus pecados)) (D. Ruiz Bueno, Padres apostólicos, 808).
ner Sonderkirche, Bonn 1968.
6. El Pastor de Hermas, Mand. 1\! 6: «Si, hay que recibir a quienquiera pecare pe-
11. Tertuliano distingue en esta época entre ((pecados remisibles)) e «irremisibles»
ro hace penitencia. Sin embargo, no por muchas veces, pues sólo una penitencia se da
(homicidio, adulterio, idolatría), pues «unos merecen el castigo, otros la condenación)).
a Los siervos de Dios)) (D. Ruiz Bueno, Padres apostólicos, 976).
Depudicitia 11, 12-16.
7. H . Vorgrimler, La lucha del cristiano con elpecado, en Mysferium salutis Ma- 12. Cipriano de Cartago, De lapsis 15-18. Para Cipnano, quien ha cometido uno
drid 1984,375.
de estos ((crímenes)), no puede participar en la comunión «antes de purificar su con-
8. C f. H. Karpp, La pénitence. Textes er commentaires des origines de 1 'ordrepé-
ciencia por el sacrificio y la imposición de las manos del sacerdote, antes de aplacar la
nitenciel de I'Eglise ancienne, Zürich 1970, IX-XIII.
indignación de Dios ofendido)) (cap. 16).
108 Experiencia histórica Estructura de penitencia: siglos IZZ- VZZ (XIII) 109

de Roma y Cartago, es una postura pastoral y no rigorista, que busca que posee dicho carismaL4.Al final del proceso el penitente se consi-
la salvación del pecador (cf. Epist. 17, 1-3; 55, 17; 57,2). dera perdonado.
Ambos autores, sin embargo, manifiestan una estructura bastante - La penitencia como proceso de excomunión. Los testimonios
definida de penitencia, que supone 1) el sometimiento de quien come- más importantes son el mismo Orígenes (desde Egipto) y la Didasca-
tió un «crimen>)(idolatría, homicidio, adulterio sobre todo) a la exo- lia de los apóstoles (desde Siria). Orígenes, además de ofrecer una
mologesis; 2) el cumplimiento durante un tiempo de penitencias, pri- clarificadora tipología de pecados (inevitables o ligeros; graves cura-
vaciones, humillaciones, para mostrar su conversión, todo lo cual va bles en proceso de sanación; mortales que exigen excomunión), des-
acompañado de una separación de la vida comunitaria normal, princi- cribe con claridad la estructura del proceso de excomunión, el cual
palmente de la recepción de la eucaristía; 3) la reconciliación y read- consta de los siguientes pasos: 1) confesión o reconocimiento del pe-
misión a la comunidad por la imposición de manos del obispo; 4) só- cado, que basa en Lv 5, 5s; Sal 32; 1s 43,26, y no tiene por qué ser
lo en casos excepcionales se reconoce una reconciliación también por públicai5;2) excomunión pronunciada por el obispo delante de la co-
los «mártires>)y los ((confesores)). munidad, con diversas correcciones, y cumplimiento de la penitencia,
Es cierto que también en este periodo se plantean algunos proble- no pudiendo el penitente participar en la oración comunitaria ni en la
mas no totalmente solucionados, como son el del perdón de los peca- eucaristíaI6;3) reconciliación, hecha con la imposición de manos, du-
dos y la identidad de la Iglesia; el de las dos eclesiologías vigentes: rante la oración o súplica sacerdotal del obispo, que se compara con
una mas puritana rigorista, y otra más pastoral de misericordia; el de la la purificación e introducción del leproso a la c~munidad'~.
configuración de la estructura penitencial, aún no perfectamente regu- La Didascalia de los apóstoles afirma que los pecados que se some-
lada; el de la relación entre ministerio eclesial y penitencia, discutién- ten a penitencia son los pecados de malicia, que suponen cierta obstina-
dose la eficacia del perdón otorgado por los mártires y confesores.. . ción por parte del pecador. Distingue dos momentos: uno de corrección
Sin embargo, ya en este siglo viene a institucionalizarse una discipli- y cierta auto-excomunión, que puede ser decidido por el mismo sujeto,
na penitencial, en respuesta a la situación concretaI3. el cual se aparta de la comunidad en orden a provocar en sí la conversión
y obtener el perdónI8;y otro que supone una excomunión litúrgica más
b) En la Iglesia oriental severa, impuesta por el obispo y aceptada por el pecador, de entre uno y
tres meses de duración, y conlleva la expulsión de la comunidad y la pú-
Durante el siglo 111se producen en la Iglesia oriental dos líneas de blica corrección, asistido por la solicitud y caridad de los responsable^'^.
desarrollo penitencial: la de la penitencia como proceso de sanación y
la de la penitencia como proceso de excomunión. 14. Clemente de Alejandria, Stromata VI, 106, 2.107.2; VI, 13, 105-106; Orige-
nes. Sobre el Levítico. Predicación 2.4, donde se refiere a las diversas formas del per-
- La penitencia como proceso de sanación. Es testificada sobre
dón: bautismo, martirio, limosna, disposición interior, perdón a los deudores, confesión
todo por Clemente de Alejandría y Orígenes. Para ambos autores, el de un pecado, caridad y amor, penitencia. Cf. sobre esto S. Frank, Fundamentos histó-
proceso penitencial puede ser un proceso de sanación individual, por ricos de nuestra praxis penitencial y conjesional, en F. Schlosser-R. Rincón, Conversión
el que el pecador se cura de la enfermedad del pecado, guiado por un y reconciliación, Madrid 1973, 47-74.
15. Ongenes, In Leviticum horn. III,4, PG 12,429 A.
«médico» o director espiritual (llamado kybernetes, pneumatikós), 16. Id., In Psalmum 37 horn. 1, 1; PG 12, 1371-1372.
considerado como verdadero ((hombre o amigo de Dios», cuya fun- 17. Id., In Lev. hom, 11, 4, PG 12,418-419; VIII, 11, PG 12, 506-507.
ción es guiar, corregir, orar, acompañar al pecador, y en alguna medi- 18. Didascalia 11, 10 (C. Vogel, 107): «El pecador ... no se atreverá normalmente
da ((garantizarle))el perdón de Dios. Este proceso de sanación puede a juntarse a la asamblea de los fieles, porque su conciencia le acusa en la interioridad.
Si, a pesar de todo, el pecador es audaz en tal grado que entre en la asamblea, será re-
ser conducido de forma pública o de forma privada, y el ((espiritual)) prendido y corregido por el obispo)); F. X. Funk, Didascalia et Constitutiones Aposto-
puede ser una persona ordenada o alguien no ordenado (laico, monje) lorum 1, Paderborn 1905,46ss.
19. Didascalia 11, 10-13: «De igual modo, no tratamos con los pecadores hasta que
su arrepentimiento haya dado sus frutos. Ahora bien, estos pecadores tienen el derecho
13. Recuérdense al respecto las investigaciones histórico-teológicas de autores co- de entrar en la asamblea para escuchar la Palabra y para que no perezcan completamen-
mo B. Poschmann, K. Rahner, E. Bourque, G. Galtier, C. Vogel, H. Karpp. .. De sus es-
te. No obstante, no participarán en la plegaria (eucaristica) y saldrán de la Iglesia; por-
tudios deducimos esta interpretación. Para una bibliografía histórica, cf. D. Borobio, La
que reconociendo que les está prohibido tomar parte en la asamblea, se corregirán y se
penitencia en la Iglesia hispanica del siglo IV-VII, Bilbao 1978. esforzarán en ser readmitidos a la oración de la comunidad».
Su puesto está al lado de los catecúmenos, y la vuelta a la comunión ple- pona, Paciano de Barcelona.. .) y que pone el acento en las obras pe-
na se significa distinguiendo diversos grados: el de los que lloran @en- nitenciales (actio poenitentiae, satisjactio, labor.. .) como medio más
tes) a la puerta de la iglesia; el de los que pueden escuchar la Palabra adecuado para expresar la conversión (penitencia canónica), mante-
(audientes); el de los que pueden permanecer en la asamblea, pero de niendo la estructura o sucesión de actos (confesión-satisfacción-abso-
rodillas (genuJlexi), y el de los permanecen en la asamblea ya de pie lución), incluso dentro de la variedad de formas (penitencia canónica
( s t a n t e ~ )La
~ ~reconciliación
. o ((pazde la Iglesia))la da el obispo con la o tanfada).
imposición de manos, expresando así la continuación de la acción re- Es evidente que los pecados que se someten a esta penitencia no
conciliadora del mismo Cristo: «Igual que bautizas al pagano y load- son lospeccata quotidianu (((veniaha, minuta, parva.. .», «sine quibus
mites a la comunión, impon las manos sobre el pecador, cuando toda la homo vivere non p o t e ~ t ) ) ~que
~ ) ,se perdonan por la poenitentia quoti-
asamblea ora por él; después autorízale a entrar en la iglesia y recíbelo diana (oración, ayuno, limosna, padrenuestro, obras diarias...), sino
en vuestra comunidad. La imposición de las manos hace las veces del los peccata capitalia ((mimina, scelera, mortalia.. .»), para los que se
bautismo para el pecador, porque recibimos la comunicacióndel Espíri- exige la exomologesis o proceso penitencial especialmente duro25.
tu por la imposición de las manos y por el bautismo»2'. El primer paso para este proceso penitencial es el reconocimiento
del pecado por parte del sujeto pecador y el conocimiento del mismo
por parte del obispo o sacerdote (por propia confesión, publicidad O
3. Siglos IV- VII: la ((penitencia canónica)) denuncia), ya que sólo así se puede imponer y aceptar la penitencia
correspondiente. Se trata de un elemento esencial, condicionante y
Es a partir del siglo IV cuando se configura de forma más clara la desencadenante del proceso, que implica al mismo tiempo el pedir la
((estructurade penitencia)),abarcando dos penodos y formas bien dife- penitencia (poenitentiarn petere), el dar la penitencia (poenitentiam
r e n c i a d a ~el : la ((penitenciacanónica)) del siglo IV al VI1 (porque
~ ~de dare) y el aceptar la penitencia (poenitentiam a c ~ i p e r e ) ~ ~ .
se hace según los cánones de los Concilios), y el de la ((penitenciata- Tras aceptar la penitencia se ingresa en el «ordo poenitentium)) O
rifada)),a partir del siglo VI hasta el VI1 (porque se hace poniendo una grupo de los penitentes, se reciben los signos de penitente (vestido y
pena o ((tarifada))señalada a cada pecado)23. aspecto especial) y se comienza a cumplir la «uctio poenitentiae)), sa-
Llamamos ((estructura de penitencia)) a aquella que viene a insti- tisfacción u obras penitenciales impuestas por el obispo, cuya duración
tucionalizarse en la Iglesia a partir del siglo IV (testimonios: Concilios depende de la gravedad del pecado (puede ser un mes, un año, cinco,
de Elvira, Nicea, Arles, Sardica.. . Ambrosio de Milan, Agustín de Hi- veinte, cuarenta.. . e incluso la vida entera), y por regla general impli-
can tres tipos de obligaciones: 1) unas de repercusión más personal,
20. Un testimonio elocuente puede encontrarse en Basilio el Grande (t 379): PG como ayunos, abstinencias, privaciones y mortificación; 2) otras de re-
32, 663-684.7 15-732.793-8 10. Cf. K. Rahner, Teologia e prassi della penitenza nelta percusión más eclesial-comunitaria, como la privación de una relación
~Didascaliaapostolorum», en La penitenza della Chiesa, 444ss; R. Schwartz, Busstu- normal con los miembros de la comunidad, la dedicación a tareas de-
fen und Katechumenatsklassen,Strasburg 191 1; J. Grotz, Die Entwiklung des Busstufens
in der vornicanischen Kirche, Freiburg 1955,414-423. sagradables (entierro de los muertos), la presentación a la imposición
21. Didascalia 11, 10-13 (C. Vogel, 109s). Y en el 11, 12 dice al obispo muy signi- de manos en la asamblea, a veces la expulsión de la misma asamblea
ficativamente: «Nam potestatem habes dimittere in remissione, quod quassatum est, eucarística después de la homilía.. .; 3) y otras de repercusión más so-
Christi multum portans. Per te Salvator dicit his. qui peccavemnt: 'remittuntur tibi per-
cata, fides tua salvum te fecit, vade in pace': Pax vero est tranquilla ecclesia, in quam cial, como la prohibición de alistarse en la milicia, de ejercer cargos
solvens eos, qui peccavemnt, restitue sanos)) (ed. Funk, 130). públicos o actividad comercial, de incoar procesos judiciales, de reci-
22. Existen además otras formas ((menores))o extraordinarias de penitencia, como
son la penitencia «de los clérigos y monjes)), la penitencia de los «conversos», la peni- 24. Por ejemplo, Agustin de Hipona, Sermo 58.8.
tencia de los ~texcomulgados»,la penitencia de los ((correpti)),la penitencia «in extre- 25. Ibid. 179,7: «Pro capitalibus vero criminibus non hoc [la penitencia cotidiana]
mis)), la penitencia ((ex devotione)), la penitencia de «dirección o sanación)),la peniten- solum sufficit, sed addendae sunt lacrimae et mugitus et gemitus ... protracta jejunia,
cia ((cotidiana))... Cf. D. Borobio, Lapenitencia en la Iglesia hispánica, 101-168. largiores elemosynae.. . ultro se ipsos a communione ecclesiae removentes, in luctu et
23. Cf. textos y características de estas dos formas de penitencia en C. Vogel, El tristitia multo tempore permanentes, et poenitentiam etiam publice agentes)). Cf. De
pecador y la penitencia en la Iglesia antigua, Barcelona 1967; Id., Le pécheur et la pé- simbolo, PL 40, 636.
niténce au Moyen-Age, Paris 1969. 26. Cf. Concilio de Agdes, can. 15.
112 Experiencia histórica Estructura de penitencia: siglos III-V1I (XIII) 113

bir órdenes sagradas, de tener relaciones conyugales si se está casado la reconciliación. De ahí que los nombres más comunes que se le dan
o de poder casarse si se es soltero.. . Tales obligaciones, que por ende sean ((poenitentia)),((legitima satisfactio)),((poenitentiapublica)), «ac-
continuaban en cierta medida aun después de la reconciliación, supo- tio poenitentiae)), ttpoenitentia canonica)),«exomologesis», «labor po-
nían un cierto «boicoteo» por parte de la comunidad y una cierta ani- enitentiae~~". .. Y de ahí que tanto el ingreso en el ordo poenitentium
quilación social respecto al mundo. Por eso mismo, la misma jerarquía como la misma reconciliación aparecieran como secundarios ante la
fue mitigándolas, en orden a hacer posible tal peniten~ia~~. II duración, la dureza, las privaciones y mortificaciones que la satisfac-
Finalmente tiene lugar la reconciliación, una vez cumplido el tiem- ción exigía31.Los testimonios citados, así como otros de Padres y con-
po de penitencia. Por lo general se hace coincidir con el final de la cua- cilios de la época, son coincidentes al respecto32.El Concilio 111de To-
resma. En la Iglesia romana tiene lugar el Jueves santoz8;en la Iglesia ledo afirma, por ejemplo:
hispánica, el Viernes santoz9.Sucede en el marco de una celebración
Manda este santo concilio lo siguiente: que la penitencia se dé confor-
en la que participan no sólo los penitentes, sino también el pueblo. E me a la forma canónica de los antiguos, esto es, que aquel que se arre-
implica salmos, oraciones, petición de perdón, imposición de manos y piente de su pecado, primeramente sea apartado de la comunión y acu-
proclamación solemne de la reconciliación. da con frecuencia con los demás penitentes a recibir la imposición de
Esta penitencia tiene como características fundamentales la unici- las manos. Una vez acabado el tiempo de la satisfacción, se le restitu-
dad (se concede y celebra una sola vez en la vida), la rigurosidad (las ya el poder de la comunión, según el parecer del obispo; pero aquellos
obras penitenciales son de un rigor extraordinario) y la excepcionali- que vuelven a caer en los vicios primeros, sea en el tiempo de la peni-
dad (sólo se concede para el caso de pecados muy graves). tencia, sea después de la reconciliación, serán castigados segun la se-
En su valoración pueden distinguirse tanto aspectos negativos co- veridad de los cánones primitivo^^^.
mo positivos. Entre los negativos podnan señalarse la unicidad lleva-
da al extremo; la excesiva rigurosidad y dureza; el desfase que se ma- La penitencia es, por tanto, un proceso que realiza el bautizado que
nifiesta entre institución y vida, llegando a ser una institución vacía de ha cometido pecados gravisimos, en la publicidad de la Iglesia (soli-
penitentes; su incapacidad de adaptarse a la situación pastoral.. . Entre daridad comunitaria), sometiéndose a las obligaciones (actio poeni-
los positivos pueden indicarse la seriedad que implica, ya que en ab- tentiae), que se aceptaron al ser vestidos con cilicio (ingreso en el or-
soluto se trata de facilitar el pecado; la procesualidad que supone, res- do poenitentium), en vistas a una reconciliación con la comunidad
pondiendo a la necesidad de un tiempo para la conversión; la eclesia- eclesial (expresada en la participación en la eucaristía). Según esto, el
lidad que manifiesta, ya que la comunidad participa desde el principio esquema estructural de la penitencia sena el siguiente:
hasta el final; la publicidad con que se realiza, de modo que todos son
lngreso en el ordo poenitentium Reconciliación
llamados a la colaboración y edificación; la ordenación de elementos
Excomunión litúrgica Actio poeniinniiar Pax CUm Ecczesia
que la conforman (confesión e ingreso-satisfacción-reconciliación), en
Satisfacción
correspondencia con la dinámica y lógica del proceso.
Lo especzj?co de esta estructura es la centralidad de las obras pe- 30. D. Borobio, La penitencia en la Iglesia hispánica, 22-28. Cf. el estudio de J.
nitenciales o satisfacción, debido a que se trata del elemento más lla- Mühlsteiger Exomologese: Zeitschrift Wr Kath. Theologie 1 (198 1) 1-32. También en
mativo y duro, que colorea todo el proceso y condiciona la verdad de relación con la penitencia hispánica, cf. F. J. Lozano, La penitencia canónica en la Es-
paña romano-visigoda, Burgos 1980.
3 1. El cumplimiento de la penitencia implicaba un cambio fundamental de la per-
27. Cf., por ejemplo, Carta del Papa Siricio a Himerio de Tarragona,c. 14; Cesáreo sona en su manera de vivir (privaciones de todo tipo); afectaba de un modo serio a las
de Arles, Sermo 249, donde dice: «Alguna vez, cuando exhortamos en general a todos a relaciones familiares y sociales (estaba prohibida la relación matrimonial, dedicarse a
penitencia, alguien piensa dentro de si: 'Yo, todavía joven y unido en matrimonio, cómo los negocios.. .); suponía una nueva forma de estar en la comunidad cristiana (separa-
puedo cortarme el cabello y vestirme de cilicio'. Pero es que ni siquiera nosotros, queri- ción, boicoteo, no participación plena en los actos cultuales, sobre todo en la eucaristía).
dos hermanos, decimos esto. No predicamos de hecho que los jóvenes esposos deban Cf. interesantes observaciones desde el contexto sociológico en M. F. Berrouard, Lapé-
atreverse a revestirse de un habito de penitencia, sino más bien que se apresuren a cam- nitence publique durant les six premiers siécles: La Maison-Dieu 118 (1 974) 92- 130.
biar de vida.. . Una verdadera conversión es suficiente, incluso sin revestirse de cilicio)). 32. Cf. P. Galtier, Aur origines du sacrement de lapénitence, Roma 195 1, 157s~;
28. Sacramentario Gelasiano, n. 349-374. K. Rahner, La penitenza della Chiesa.
29. Liher Ordinum, col. 200-204; Concilio 1V de Toledo, can. 7. 33. Así, el Concilio 111 de Toledo, can 11.
114 Experiencia histórica Estructura de penitelicia: siglos 111- VZZ (XZZZ) 115

4 . Siglos VII-XIII: la ((penitencia tarifada)) En comparación con la penitencia canónica se producen cambios
importantes3': el ministro ya no es sólo el obispo, sino también el sa-
La penitencia canónica se vio abocada a la decadencia debido a su cerdote; desaparece el «una sola vez en la vida», de modo que puede
dureza (que la convertía en una institución vacía de penitentes), a la repetirse el proceso siempre que se caiga en pecado; dicho proceso ya
separación entre disciplina oficial y realidad pastoral (que la convertía no es público, sino privado; la comunidad ya no está presente ni par-
en algo separado de la vida) y a la multiplicación de ((penitencias pa- ticipa como antes; las penas no permanecen ya, como sucedía ante-
ralelas» (la de los devoti o conversi, la penitencia in extremis, la peni- riormente, después de la reconciliación; el ordo poenitentium desapa-
tencia de los excomulgados y reincidentes, la penitencia de los co- rece; no hay dificultad alguna, como sucedía en la praxis antigua, en
rrecti, la penitencia ~ o t i d i a n a )Hacia
~ ~ . finales del siglo VI y principios que se sometan a esta penitencia los clérigos, los monjes, los jóvenes;
del VI1 se extiende por Europa, propagado por la predicación de los de una concentración de pecados sometibles a penitencia en los tria
monjes anglosajones o misioneros insulares, un tipo de penitencia que capitalia (homicidio, adulterio, idolatría) se pasa a larguísimos catálo-
proclama la repetibilidad del proceso cuantas veces se necesite. El gos y nace una casuística exagerada; la confesión, que antes ocupaba
cambio que se promueve es considerable y supone el abandono del an- un puesto relativamente secundario como condición para iniciar el
tiguo principio depoenitentia una. No debe extrañar, por tanto, que las proceso, se convierte ahora en un elemento muy importante3'.
reacciones ante la innovación no fueran unánimes. Así, mientras el Una expresión evidente de estos cambios se encuentra en los Li-
concilio de Chalon-sur-Saine (año 650), en su canon 8, afirma que la bripoenitentiales, con sus indicaciones y catalogaciones de pecados,
innovación es «de máxima utilidad)), el concilio 111 de Toledo (año acompañados de su correspondiente pena. En ellos se refleja la men-
589), en su canon 1 1, la calificará de ((presunción execrable)) (execra- talidad penitencial de una época, el deseo de ejercer cierto control
bilis praesumptio), porque se opone a la forma canónica establecida social a través de la penitencia, la voluntad de facilitar la penitencia
por los antiguos concilios35.En realidad, esta forma de penitencia no unida al rigor de las penas, la concordancia y a la vez diversidad de
supone ni el cambio del orden de elementos (el proceso es: confesión criterios morales, la búsqueda de «salidas» a las cargas penitenciales
de los pecados - imposición de las penas para cada pecado - marcha a por medio de las «sustituciones>)y las ((redenciones)).Un exponen-
cumplir dichas penas - vuelta para recibir la absolución), ni la mitiga- te de esta situación lo encontramos también en los libros penitencia-
ción de las penitencias (ya que por cada pecado se imponía una pena, les hispanos entre los siglos IX-XII: el llamado Vigilianum o calbel-
y en conjunto podían suponer una muy dura penitencia). El verdadero dense», procedente del monasterio de San Martín de Albelda (c.
cambio radica en la posibilidad de reiteración del proceso penitencial 976); el Penitencial de Silos o «silense», procedente del monasterio
y en la asignación de una pena particular para cada pecado. Por tanto, de Silos (c. 1065); y el Penitencial ((cordubense)),atribuido a Álvaro
puede decirse que se llama ((penitenciatarifada)) a aquella forma de de Córdoba, pero procedente de Galicia (mitad del siglo XI)39.En el
penitencia que viene a extenderse en Occidente a partir de finales del estudio de F. Bezler se demuestra que estos penitenciales, si bien re-
siglo VI, y cuya peculiaridad consiste en la tasación precisa de las pe- flejan una gran influencia de los penitenciales francos, también
nitencias que hay que cumplir por cada pecado, después de una confe- muestran muchos aspectos de originalidad en su adaptación a la si-
sión detallada que se realiza ante el sacerdote, guiado por los catálogos tuación de Hispania, a los conflictos y la identidad de unos pueblos,
que se proponen en los libros penitenciales en uso en cada I g l e ~ i a ~ ~ . a las normas por las que se rige aquella sociedad. Uno de sus objeti-

34. Cf. la explicación en D. Borobio, La penitencia en la Iglesia hispánica, 101- 166. 37. Cf. E. Bourque, Histoire de la péniténce-sacrement, Quebec 1947,74- 114.
35. Así en el Concilio 1 de Toledo, can. 2; J. Vives-T. Mann-G. Martinez (eds.), 38. Los testimonios más importantes de estos cambios son los Concilios, como el
Concilios visigodos e hispano-romanos, Barcelona-Madrid 1963,20: «Llamamos peni- 111 de Toledo (año 589) y el de Chalon-sur-Sa6ne (entre 647-653), y los libros peniten-
tentes a aquellos que, después del bautismo, han sido reconciliados ante el divino altar, ciales que se multiplican por todas las iglesias. Para una descripción y clasificación de
después de haber hecho publica penitencia vestidos con cilicio, por homicidio o por estos libros, cf. C. Vogel, Lepécheur et lapéniténce au Moyen-Age, 39-47.
otros graves cnmenes o gravisimos pecados)). 39. Un encomiable estudio de estos penitenciales lo ha realizado F. Bezler, Les Pé-
36. Cf. C. Vogel, Lepécheur et la péniténce au Moyen-Age, 15-38; Id., Bussbücher, nitenciels Espagnols. Contribution a 1 'étude de la civilisation de /'Espugne chrétienne
en Lexikon.Fr Theologie und Kirche 11 (1958), 802-805; M. G. Mozzarelli, Una compo- du Aut. Moyen Age (Spanische Forschungen der Gorresgesellschaft 11, 30 Band), As-
nente della mentalita occidentale: i Penitenziali nell 'alto medio evo, Bologna 1980. chendorf Verlag. Münster 1994.
116 Experiencia histórica Estructura de penitencia: siglos 111-VI1 (XIII) 117

vos era preservar la identidad cristiana frente a la invasión musul- El primer acto de este proceso es el reconocimiento del pecado, la
mana, fortalecer a quienes luchaban por mantener su fe. Por eso son tasación y aceptación de las penitencias; el segundo, el cumplimiento
expresión de una situación social, política, cultural y sobre todo reli- de las obras penitenciales o satisfacción durante el tiempo requerido;
giosa a la vez40. y el tercero es la vuelta del penitente para la reconciliación por la ab-
Y con todo, a pesar de estos cambios sustanciales, hay algofun- solución. La estructura es todavía de penitencia bunitentia), donde la
damental que permanece hasta el siglo XII-XIII. Se trata de la d- parte principal la ocupa la satisfacción. Sin embargo, hay dos elemen-
tructura del proceso penitencial. Dicha estructura se mantiene no so- tos que comienzan a tomar un puesto o prevalencia especial: la confe-
lamente en la nueva forma (penitencia tarifada), sino también en la sión de los pecados4' y la privatización del proceso44,lo cual conduci-
pervivencia de la forma antigua (penitencia canónica), reivindicada rá a la nueva estructura penitencial que se impondrá a partir del siglo
por los reformadores carolingios (Halitgario, Alcuino.. .) ante el de- XIII. Sin embargo, las secuencias o movimientos del proceso perma-
sorden producido por la diversidad de libros penitenciales, y que da necen: el de la separación y el del encuentro; el de la excomunión y el
lugar a la convivencia de un sistema bipartito de penitencia: peniten- . de la readmisión a la comunión; el de ruptura y el de reconciliación;
cia pública o canónica para los pecados graves públicos, y penitencia el de declaración pública-litúrgica de una realidad interna existente
privada al nuevo estilo para los pecados graves ocultos: con la imposición de condiciones (ligare) y el de liberación de estas
obligaciones porque se considera que se ha probado suficientemente
Lo que nosotros llamamos penas infligidas según los antiguos cánones,
se aplica a aquellos que hacen públicamente penitencia por una falta la conversión ( ~ o l v e r e )Y~ ~
es. en el marco dinámico de estos dos mo-
pública. Si, por el contrario, la falta ha permanecido oculta y el culpa- vimientos donde se articulan de forma lógica los actos o elementos de
ble se ha dirigido en secreto al sacerdote, con tal de que haya hecho una la penitencia: 1) el reconocimiento del pecado o confesión, para el dis-
confesión sincera, se someterá a una penitencia siguiendo la decisión cernimiento de la culpa, para la apertura del proceso, para el estimulo
del confesor". de la conversión, tal como se muestra en el encuentro penitente-con-
fesor; 2) el proceso de manifestación, probación, maduración de la
De cualquier forma, la estructura permanece con las siguientes conversión en obras de justicia y caridad, en signos eclesiales, que es
característica^^^: lo que llamamos satisfacción; 3) y el momento culminante del proce-
so en la celebración o fiesta de la reconciliación, tal como aparece so-
Interrogatorio y tasación Cumplimiento de Absolución del bre todo en la penitencia canónica. Esta estructura, que refleja la más
del confesor penitencias - satisfacción sacerdote originaria forma penitencial, creemos que es la más apta para mani-
festar el sentido interno de la penitencia, el contenido teológico de su
identidad.
Confesión del penitente Reconciliación del
en privado penitente en privado
43. Tanto es así que, según indican algunos testimonios, habría no pocos peniten-
tes que, cumplida la penitencia, se daban ya por reconciliados, por lo que, ya a partir del
40. Ibid., 308-318, donde F. Bezler expone sus conclusiones. siglo IX, se comienza a dar la absolución inmediatamente después de la confesión. Cf.
41. El testimonio más importante es el de Teodulfo de Orleans, Capitulare: PL A. Nocent, La riconciliazione dei penitenti nella Chiesa del VI e del X secolo, en
105,2 15 A y D. Cf. C. Vogel, Lepécheur e! lapéniténce au Moyen-Age, 25-26. AA.VV, Lapenitenza, Tonno-Leumam 1968,226-240; Id., Aspects célébmtifs de /a ré-
42. Esta estructura se manifiesta claramente en uno de los primeros penitenciales, conciliation dans la tradition liturgique occidentale: Ephemerides Liturgicae 3-4 (1983)
el de Finniano (mitad del siglo VI): F. W. Wasserschleben (ed.), Die Bussordnungan der 347-361.
Abenlandischen Kirche, Halle 1851, reed. Graz 1958, 108- 1 19, n. 34: ((Cuando un laico 44. Así en el Pontifical de Beda (ed. Wasserschieben, 220-230) se dice: ((Reco-
se convierte al Señor después de haber hecho el mal.. . hará tres años de penitencia, no mendamos a todos los sacerdotes el instmirse en todas las tarifas que leerá en este libro,
llevará más armas a excepción de un bastón, y no tendrá relación con su esposa duran- y el considerar con cuidado el sexo, la edad, la condición social, el estado y la persona
te el primer año de ayuno a pan y agua. Después de estos tres años, dará al sacerdote una de cada penitente)).
suma de dinero por la salvación de su alma, y ofrecerá una comida a los monjes. Du- 45. Interesantes observaciones al respecto en A. Ziegenaus, Umkehr; Versohnung,
rante la comida será reconciliado y recibido en la comunión de la Iglesia. Después po- Friede. Zu einer theologisch verantworteten Praxis von Bussgottesdienst und Beichte,
drá ir a encontrar a su esposa y a comulgan). Freiburg 1975, 12-35.
3
ESTRUCTURA DE ((CONFESI~N)):
SIGLOS XIII-XX

Llamamos ((estructura de confesión» a aquella que viene a impo-


nerse en la Iglesia a partir del siglo XII-XIII, y que comporta, además
de una concentración de los actos del proceso en la confesión oral, un
cambio de estructura que altera el orden clásico de dichos actos, al dar
la absolución inmediatamente después de la confesión, dejando la sa-
tisfacción para un momento posterior'.

l. Del siglo XIII al concilio de Trento

Vanas son las causas que contribuyeron a este cambio trascenden-


tal: la persistente dureza de las penitencias, los abusos de las ((conmu-
tacionesn o «compensaciones» y de las ((redenci~nes))~; el descuido o
dificultad de muchos para volver a recibir la absolución; la praxis que
se fue extendiendo de absolver inmediatamente después de la confe-
sión; la falta de insistencia paulatina en la importancia de las obras
penitenciales; la acentuación de la conversión interna y de la confe-
sión.. . Pero, de entre estas causas, hay dos elementos de concepción
que juegan un papel decisivo: 1) la teoría según la cual la confesión
oral es el signo manifestativo privilegiado de la contrición, que per-

1. C. Vogel, Lepécheur et lapéniténce au Moyen-Age, Pans 1969,27-38; E. Amann,


Pénitence-sacrement 11. La pénitence privée, son organisation, premiers speculations a
son sujet: Dictionnaire de Theol. Cath. XII (1933). esp. 894-948; P. Anciaux, La theo-
logie du sacrement de Pénirence au XII siécle, Louvain-Gembloux 1949; Z . Alszeghy,
La penitenza nella scolastica antica: Gregorianum 3 1 (1950) 275-283.
2. Las «conmutaciones» permitían suplir penas muy largas por otras más breves;
por ejemplo, vanos años de penitencia por el rezo de los salmos penitenciales; una se-
mana de ayuno por una misa.. . Por las «redenciones» se podía redimir (= comprar) las
obras penitenciales por una suma de dinero, o bien hacer que otra persona cumpliera la
penitencia por el propio interesado. Algunos ejemplos en C. Vogel, Lepécheur et la pé-
niténce au Moyen-Age, 100-102.
Estructura de «confesión»: siglos XIII-XX 121
120 Experiencia histórica

Se produce una importante transmutación de elementos: la confe-


mite intervenir a la Iglesia y al mismo tiempo condensa y sintetiza en sí
sión pasa a ser también satisfacción; la absolución precede a la actio
misma (por la vergüenza y esfuerzo que comporta: ((maxima pars sa-
poenitentiae; las ((penitencias))pasan a último plano como remedio
tisfactionis confessio est») las obras penitenciales y la satisfacción an-
contra la pena temporal del pecado; y la satisfacción, por otro lado
terior que antes se exigía (actio poenitentiae); 2) y la importancia que
considerada como parte integrante del sacramento, queda como «ex-
se da a lapotestas clavis, que implica el ejercicio del poder sacerdotal
pulsada)) del acto celebrativo, dejándola para un momento posterior. Y
por medio de la absolución (con frecuencia olvidada antes por los pea
esta transmutación suscita diversas cuestiones: ¿Por qué la contrición
nitentes), garantizando así la plenitud del signo sacramental, que, según
no hace inútil la confesión ni ineficaz la absolución? ¿Por qué la con-
la Escolástica, está compuesto de ((materia))(cuasi materia en este ca-
fesión, sustituyendo a la satisfacción, no la puede suprimir? ¿Por qué
so: actos del penitente, sobre todo confesión), y «forma» (absolución
resulta incluso conveniente confesarse a un laico, si no se puede a un
del sacerdote).
sacerdote? ¿Por qué la absolución expresa el perdón de Dios y tam-
bién de la I g l e ~ i a ?De
~ todos modos, es común la doctrina de que la
a) Una nueva estructura penitencial potestad de absolver corresponde sólo al sacerdote, que por la absolu-
ción del sacerdote se obtiene el perdón de Dios y la reconciliación con
El resultado lógico fue el cambio de estructura y praxis peniten- la Iglesia, y que la contrición verdadera opera el perdón de los pecados
cial, según la cual el penitente, después de confesarse, recibe inme- cuando va unida al votum sacramenti5.
diatamente la absolución, sin esperar a cumplir la satisfacción, que En medio de esta ((exaltaciónconfesional))se explican los siguien-
viene a considerarse como condensada en la misma dificultad de con- tes fenómenos: que el concilio Lateranense IV, canon 2 1, determine el
fesarse, y de hecho queda reducida a una especie de apéndice peniten- precepto anual de la confesión de todos los pecados con sus circuns-
cial. Esta estructura podemos representarla así: tancias al propio sacerdote, a partir del uso de razón6; que la peniten-
cia comience a definirse por la confesión (sacramento de la confe-
Confesor - potestas clavis - absolución - forma sión); que los teólogos comiencen a preguntarse si esta confesión es de

i
((derecho divino)) o de ((precepto humano)); que los confesores parti-
Satisfacción culares y las confesiones por ((devoción))se extiendan; que la fórmu-
Pena temporal la de absolución pase de ser deprecativa a ser indicativa; que se reco-
nozca y recomiende la confesión de laicos7;que, en fin, se prodiguen
Pecador - actos - contrición - confesión - materia las «absoluciones colectivas>).Nos detenemos brevemente en estos
dos últimos fenómenos.
En ella juega especial importancia la teoría según la cual la confe-
sión oral, con la humillación y vergüenza que implica, condensa y sus-
tituye a las largas penitencias anteriores3, así como la convicción de
que la absolución es necesaria para la plenitud del sacramento, el cual, 4. Recuérdense las diversas interpretaciones que se dieron al respecto, y que iban
desde la defensa del valor ((declarativo))de la absolución (Pedro Lombarda) al recono-
en la concepción aristotélico-tomista, está compuesto de ((materia)) cimiento de un valor ((causativo))(Alejandro de Hales), y las dificultades en armonizar
(actos del penitente) y ((forma))(absolución del sacerdote). Reducido la eficacia de la gracia interna por la conversión, con la eficacia del poder de las llaves
y casi eliminado el periodo intermedio de las obras penitenciales, y por la absolución (opiniones de Alberto Magno, Buenaventura, Tomás de Aquino, Es-
coto), cf. P. Anciaux, La théologie du sacrement de la pénitence au XIIsiécle, 35 1-355
sentados los anteriores principios, ¿qué impedía ya que a la confesión ~491-614.
se uniera inmediatamente la absolución y los dos polos del doble mo- 5. Cf. K. Rahner, Bussakrament, en LThK 11,833; H. Vorgrimler,La lucha del cris-
vimiento se concentraran en un mismo acto? tiano contra elpecado, en Mysterium salutis V, Madrid 1984,391-396.
6. El concilio Lateranense IV exigia esta confesión anual ((saltemsemel in annon
(DH 812).
3. El ejemplo más típico se encuentra en el pequeño ((tratado))de De vera etfalsa 7. Cf. N. Bériou, Autour de Lateran 1V (1215): La naisance de la confession mo-
poenitentia (anónimo del siglo XI1): PL 40, 1 113-1 130. Y Petrus Cantor formulaba el derne et su drffsion. en Groupe de la Bussiere, Pratiques de la confession>~aris1983,
principio del modo siguiente: ((Oris confessio est maxima pars satisfactionis)), Verbum 73-92.
abbreviatum, c. 143: PL 205, 342.
122 Experiencia histórica Estructura de «confesión»: siglos XIII-XX 123

b) Dos fenómenos paralelos: la confesión de laicos y las absoluciones ro de viaje, a un vecino, y si está solo, a aquello que tiene y posee de
colectivas más valioso: su caballo, su espada.. .»12.
En cuanto a las absoluciones colectivas, ya puede verse un indicio
La confesión de laicos es un práctica que ya se dio en la Iglesia de las mismas en la reconciliación de los penitentes, respecto a la co-
oriental desde el siglo 111 (recuérdese Clemente de Alejandría y Orí- munidad que participaba. León Magno afirmaba que en ese día se ob-
genes) y que se extendió con el monacato, bien sea anacoreta (viven tiene la plena remisión de los pecados, cuando la oración y confesión
en solitario), bien cenobítico (viven en pequeñas comunidades), y &- de la Iglesia se hace una sola voz13.Y la liturgia hispana nos transmi-
pone seguir un ((proceso de sanación)) bajo la guía de un ((espiritual)) te dos fórmulas de reconciliación: una que se pronunciaba sobre los
que acompaña, corrige, orienta, ora por el pecador, quien al final de penitentes el Viernes santo, y otra sobre todo el pueblo, para el que es-
dicho proceso se considera reconciliado y perdonado8.En cambio, en te momento era de verdadera reconciliación14. Entre los siglos X-XII
la Iglesia occidental esta praxis se extiende sobre todo por la insisten- esta práctica cobró una gran importancia durante la cuaresma, cuando
cia e importancia que cobra la confesión durante la Edad Media. Se
los ritos propios de los penitentes se extendieron a todo el pueblo (ce-
basa en los siguientes principios: en el caso de pecados cotidianos bas-
niza, vestido penitencial.. .), y en las catedrales y monasterios se cele-
ta con confesarse a un laico, pero si se trata de pecados graves, es ne-
braba la penitencia con solemnidad, empleando fórmulas y oraciones
cesaria la absolución9;pero en caso de necesidad, y si no se encuentra
de marcado carácter penitencialI5.En algunas iglesias de Francia esta
un sacerdote, basta con confesarse a un laico con sincera contrición,
práctica tenía lugar sobre todo el Jueves santo, hasta el punto de venir
pues esto nos hace dignos del perdón de Dioslo;más aún, si existe al-
guna otra dificultad para confesarse con el sacerdote, y aunque el lai- a llamársele ((juevesab~olutorio»'~. Durante los siglos XII-XIII la cos-
co no tenga el poder de perdonar, se hace digno del perdón confesan- tumbre se extendió a otras ocasiones consideradas de solemnidad, co-
do la torpeza de su crimen. mo la consagración de un abad, la visita del obispo, las festividades
importantes, una peregrinación.. . El rito se compone en general del
Tal es la importancia que tiene la confesión que, si falta el sacerdote, se rezo de salmos, una confesión general, un signo (se pide levantar las
debe confesar al prójimo. Pues sucede con frecuencia que el penitente manos como signo de conversión y deseo de reconciliación), y la fór-
no puede sincerarse ante el sacerdote aunque lo desee, por falta de
mula de absolución". Las ocasiones para una absolución general se
tiempo o de espacio. Y si bien aquella persona no tiene el poder de per-
donar, se hace digno del perdón al manifestar la torpeza de su crimen". multiplicaron más aún: cuando los obispos escriben una carta pastoral
suelen acabar con una fórmula de absolución a quienes se disponen a
C. Vogel concluye al respecto: ((En esta época la penitencia se
identifica de tal manera con la confesión que, en ausencia de un mi- 12. C. Vogel, Lepécheur et lapéniténce, 32.
13. León Magno, Sermo 88,3: «Plenisima peccatorum obtinetur abolitio, quando
nistro cualificado de la Iglesia, el pecador se confesará a un compañe- totius ecclesiae una est oratio et una confessio)).
14. Cf. J. Vives, Oracional visigótico, Barcelona 1966, n. 836-837, donde trae la
8. S. Frank, Fundamentos históricos de nuestra praxis penitencial y conJesiona1, ((Oratio dicenda in parasceven post indulgentias explicitasn (n. 836), y «Orati0 in eodem
en F. Schlosser-R. Rincón, Conversión y reconciliación, Madrid 1973,47-74. die dicenda ad penitentes)) (n. 837).
9. Un autor del siglo X1 (Ives) afirma: ((Sobre la mutua confesión, de la cual di- 15. P. M. Gy, La penitencia en la liturgia, en AA.VV, Historia liturgica del sacra-
ce el apóstol Santiago: 'Confesaos mutuamente vuestros pecados', tengo que responder mento. Madrid 1968, 106.
que esto basta cuando se trata de pecados cotidianos y leves, con tal de que siga una ade- 16. En el Misal parisino de Ventimiglia, que seguían treinta diócesis de Francia, se
cuada satisfacción. Pero si se trata de culpas graves, se ha de buscar la absolución de ha conservado el orden de la celebración, tal como se tenía en este día: recitación de sal-
aquellos que tienen la potestad de atar y desatar)), PL 162, 189-190. mos penitenciales, seguido de una oración sálrnica de petición de perdón, que el sacer-
10. Así Lanfranc, Libellus de celanda confesione, PL 150, 629: «Y si no encuen- dote pronuncia con la cabeza cubierta y las nianos extendidas sobre los penitentes. Una
tras para la confesión a ninguna persona que haya recibido un orden sagrado, haz la con- de estas oraciones dice así: «Que por nuestro ministerio, nuestro Señor os absuelva de
fesión con cualquier hombre recto que encuentres)). todos los pecados que habéis cometido de pensamiento, palabra u obra, y que, absueltos
11. De vera e! falsa poenitentia, cap. 10: PL 40, 11 13-1 130. Cf. C. Vogel, Lepé- de los lazos de vuestros pecados, se digne conduciros al reino de los cielos)); Missale
cheur e! la pénitence au Moyen Age, 169- 170. Esta es también la opinión de los gran- Parisinum DD C-G de Ventimilliaauctoritate editum, Paris 1777, 155. Cf. P. M. Gy, La
des escolásticos, como Tomás de Aquino, Suppl., q.8, a.2. Lo mismo Pedro Lombardo, penitencia en la liturgia. 106ss.
Senl. Libri IV, 50.4, d. 17, c.4. Cf. B. Poschmann, Busse und letzte Olung. Freiburg 17. Cf. J. Jungmann, Die lateinischen Bussriten in ihrer geschichtlichen Entwic-
1966, 155. klung, Innsbmck 1932,275-28 1 .
124 Experiencia histórica Estructura de «confesión»: siglos XZZZ-XX 125

cumplir lo que ordenan, como suelen hacer Lanfranc y Anselmo de con la penitencia ((canónica)),sólo se puede celebrar una vez y se ex-
Canterburyl8;y al llegar la muerte, papas, obispos y sacerdotes suelen tiende a todo el tiempo de cuaresma22.
- La penitencia ((públicano solemne)) o ((peregrinación penitencial)) se
pedir que los presentes sacerdotes les absuelvan, a la vez que ellos im-
impone por pecados públicos no escandalosos cometidos por laicos y
parten la ab~olución'~.La importancia dada a la absolución, unida a la por pecados escandaiosos cometidos por clérigos mayores (diáconos,
confesión (en este caso general), hizo que esta práctica se extendiera presbíteros, obispos). Puede imponerla el sacerdote y es reiterable.
de forma desconsiderada, hasta el punto de provocar también reac5io- - La penitencia ((privada)),que se hace sobre todo por los pecados ocul-
nes en contra, por la masificación y ligereza que a veces suponia20. tos, es reiterable y se realiza en privado ante el sacerdote, tal como se ha-
bía configurado en el siglo XIIIZ3.

c) Tresformas oficiales de penitencia


Tanto juristas como teólogos reconocen y valoran la existencia
Y no obstante la insistencia en la confesión y la absolución, la Igle- de estas formas penitencia le^^^, en las que pervive la estructura más
sia de la Edad Media estuvo muy lejos de monopolizar toda posible originaria. Sólo con la Reforma protestante y la reacción de Trento
forma de penitencia en la ((penitenciaconfesional)).Junto a la estructu- defendiendo la forma de celebración vigente, desaparecerá de he-
ra de confesión o ((penitenciaprivada sacramental))según la nueva for- cho aquella forma de celebración que pervivió tan largo tiempo. El
ma, se da la ((peregrinación penitencial)) y la ((penitencia pública so- Vaticano 11volverá a hablar de las diversas formas sacramentales de
lemne)), la cual es administrada por el obispo para el caso de pecados rec~nciliación~~.
públicos escandalosos, y se realiza durante la cuaresma, ingresando el Si quisiéramos realizar una valoración critica comparativa de la
Miércoles de ceniza y celebrando la reconciliación el Jueves santo2'. forma de penitencia privada, que se va imponiendo a partir del siglo
XIII, habría que decir que ya no es una estructura horizontal, sino ver-
- La penitencia ((pública solemne)) es la que la impone el obispo por tical. En ella el eje ya no lo constituyen los dos movimientos de sepa-
pecados gravisimos escandalosos (por ejemplo, homicidio, sacrilegio, ración-reconciliación, sino el encuentro individual entre el confesor y
incesto.. .) cometidos por laicos (no por clérigos) y que, en continuidad
el penitente. Y los actos que ocupan la atención ya no son las obras pe-
nitenciales o la manifestación de la conversión ante la comunidad, si-
18. Así, Anselmo de Canterbury concluye una de sus cartas con estas palabras:
«Eos autem qui hoc modo et hac voluntate sua peccata confessi sunt ve1 confitebuntur,
quantum possum ea auctoritate quam mihi Deus concessit, vive Beati Petn apostolomm 22. Según el testimonio de Raimundo de Peñafort, Summa depoenitentia et matri-
principis absolvo, et ut eis omnipotens Deus indulgeat simpliciter oro. Valete et orate monio 111, 34, 3: ((Solemnis poenitentia.. . debet imponi ab episcopo tantum.. . pro cri-
pro me», Epistolamm 50, 3, ep. 1 18: PL 159, 155. Cf. P. Anciaux, La théologie du sa- mine publico et vulgatissimo quod totam commovit urbem)).
crement de la pénitence au XII siécle, 5 l . 23. Los testimonios al respecto son múltiples; por ejemplo, Roberto de Flames-
19. Cf. numerosos testimonios en L. Vencser, Bewertung der Generalabsolution in bury, Poenitentiale, v. 1207- 12 15, nos lo describe así: ((Poenitentia alia solemnis, alia
Lichte der Bussgeschichte: Studia Moralia 15 (1977) 469-482. Así el papa León IX publica, alia privata. Solemnis est quae fit in capite ieiunii, quando cum solemnitate in
(1054), al ver llegar su muerte, se hizo conducir a la basílica de San Pedro, convocó a cinere et cilicio inchoatur. Haec dicitur etiam publica, quia fit publice. Publica non so-
la gente y a obispos, dio la absolución y la recibió. Lo mismo Gregorio VI1 y Anselmo lemnis est quae fit sine preadicta solemnitate, ut peregrinatio. Privata est quae singula-
de Canterbury. riter fit in domo ve1 coram sacerdote)). Más testimonios al respecto en C. Vogel, Lepé-
20. Así, en la Epistola ad Heribertum: PL 1 5 1,693, el autor anónimo del siglo XII Iérinagepénitentiel: Revue des Sciences religieuses 38 (1964) 113-1 53.
afirma que dar la absolución tan fácilmente se ha convertido en una falsedad y en un es- 24. El mismo Tomás de Aquino afirma en ZV Sent. d. 14, q. 1, a.4-4a: ((Una privata
cándalo. Cf. P. Anciaux, La théologie du sacrement de lapénitence au XIIsiécle, 50, no- et haec potest iterari et frequenter, alia publica et haec potest iterari et non fiequenter.
ta 3. El mismo Tomás de Aquino pondrá en tela de juicio algunas de estas absoluciones, Tertia est solemnis, quae solemniter in Ecclesia injungitur in Capite Quadragessimae
sobre todo aquellas que se dan por todos los vivos y los difuntos, por los presentes y au- cum solemnitate quadam, quam ad hoc instituit Ecclesia, et non debet imponi nisi pro
sentes, por todos los pueblos y reinos: Oppusc. XVIII, c. 2: ((De forma absolutionis)). peccato quod totam conmovit urbem: et talis poenitentia non iteratur, secundum com-
2 1. Así lo testifica Roberto de Flamesbury ( 1207- 12 15); cf. texto y comentario en munem Ecclesiae consuetudinem)).
C. Vogel, Lepécheur et lapéniténce, 33-38. Igualmente A. Nocent, La riconciliazione 25. Cf. LG 1 1; SC 100-110.. . El Ordo poenitentiae utiliza la expresión ((reconci-
deipenitenti nella Chiesa del VI exsecolo, en AA.W . Lapenitenza,
, Torino-Leumann liación))para los grandes apartados: 1. El ministerio de la reconciliación en la historia de
1968,226-240; C. Vogel, En remission despéchés: recherches sur les systemespéniten- la salvación; 11. La reconciliación de los penitentes en la vida de la Iglesia; 111. Los ofi-
tiels dans I'Eglise latine, Norfolk 1984, cap. VII-VIII. Cf. una actualización de estas cios y ministerios en la reconciliación de los penitentes; IV-A. Rito para reconciliar a un
formas en D. Borobio, La penitencia como proceso. De la reconciliación real a la re- solo penitente.. . El mismo título y contenido de la exhortación Reconciliatio et poeni-
conciliación sacramental, Madrid 2005. tentia indican esta preferencia por los términos.
126 Experiencia histórica Estructura de ((confesión)):siglos XIII-XY

no la confesión detallada y la absolución. El carácter procesual se a) Doctrina de los Reformadores sobre la penitencia
pierde y todo se reduce de hecho a un acto momentáneo y pasajero. La
confesión, que en otros tiempos era considerada medio indispensable Lutero, en cuya evolución de pensamiento se distinguen diversas
para imponer la penitencia o tasar los pecados, sin sustituir a la satis- etapas (hasta 1520; de 1520 a 1522; a partir de 1522), no sólo critica
facción, ahora viene a constituirse en el centro de la penitencia, rele- una confesión que ((atormentabamás que consolaba)), sino que además
gando la satisfacción a segundo plano. La estructura original se rom- rechaza la penitencia como sacramento (si bien con alguna ambigüe-
pe, produciéndose en ella un cierto ((desorden))de elementos. Lo que dad), niega el valor de los actos del penitente (contrición, confesión,
tenía que ser la segunda secuencia (satisfacción) pasa a tercer puesto, satisfacción) en favor de la fe-confianza en el perdón misericordioso y,
y su decreciente valoración deja de condicionar el proceso. aunque reconoce la utilidad y necesidad de la confesión privada, re-
chaza toda obligación a una confesión íntegra por derecho divino y
más aún por imposición papa130. La absolución privada no debe, sin
embargo, ser suprimida, aunque la confesión íntegra no sea posible ni
2. Del concilio de Trento a nuestros días
necesaria, pues «no es palabra o voz de un hombre, sino Palabra de
Dios, que es quien perdona los pecados, ya que es pronunciada en su
Entre los siglos XIV-XVI se da una «exaltación confesionista»,
nombre y obedeciendo su mandato^^'. Pero esta absolución no tiene
como testifican los ((Manuales para la cura pastoral)) (Manipulus cu-
para Lutero carácter judicial, ((pues Dios es un juez que ha encomen-
ratorum) o las ((Sumas de confesores)) (confesionarios) en vigorz6.
dado a los apóstoles no la misión de juzgar, sino la de perdonar. Por
Además de las razones anteriormente aducidas, tal exaltación se de-
eso, la absolución es la voz consoladora del evangelio, y no un juicio o
be, en primer lugar, al puesto pastoral y a las exigencias que la con-
una ley»32.Por tanto, los Reformadores no renuncian a toda praxis pe-
fesión comportaba para los pastores, los cuales, obligados a discer-
nitencial, sino que defienden una confesión privada de consuelo, o una
nir sobre pecados reservados y a atender a la demanda de confesión,
((confesión-examen))antes de la comunión, para verificar y suscitar la
tienen que dedicar largo tiempo a esta tarea; y en segundo lugar, al
fe bautismal33;o una ((absolución colectiva)) que incluía el confíteor y
papel o función social que la confesión desempeña en esta época, co-
la absolución e ~ a n g é l i c a y~ ~en, el caso de Calvino una ((disciplina
mo sistema de regulación de comportamientos, tanto individuales
eclesiástica)) con corrección fraterna y a veces e x c o m ~ n i ó n ~ ~ .
como colectivos, en materia sexual, familiar, profesional, social".
Esta praxis, si bien tuvo consecuencias positivas y debe entenderse
en su contexto, también produjo efectos negativos (exageración de la b) Respuesta del concilio de Trento
multitud de pecados, legalismo y casuismo, ansiedad y angustia en
los penitentes, temor al juicio y a la condenación eterna, abuso de la Esta enseñanza y praxis provocaron, como es lógico, la reacción
misa privada y las indulgencias.. .) que motivarán la reacción y crí- y controversia en el campo católico (León X, universidades y teólo-
tica de algunos autores ~atólicos*~, y sobre todo de Lutero y los de- g o ~ )especialmente
~~, sensible a todo lo relacionado con la confesión,
más reformado re^^^.
30. M. Luther, Martin Luthers Werke, Kritische Gesamtausgabe (= WA, Weimar
1883s~).En concreto aquí: WA 2,645, 16ss; WA 8a, 58, 5.
26. Cf. T. N. Tentler, Sinn and Confession on the Eve of Reformarion, Pnnceton 3 1. Lutero, Confessio Augusrana, 25.
1977; P. Michaud-Quantin, Sommes de casuistique et manuels de confession au Mo- 32. Id., Apologia, 12. Por eso mismo Lutero preconizaba una fórmula indicativa de
yendge (XII-WI), Lovaina 1962. Para la Iglesia oriental, cf. A. Amato, El sacramen- absolución.
to della penitenza nella Teologia greco-ortodoxa. Studi srorici-dogmatici (sec. XVI- 33. Cf. La confession dxugsburg, trad. P. Jundt, Pans 1979. art. 25.
H),Thessalonika 1982. 34. Cf. Ph. Denis, Remplacer la confession, en Pratiques de confession, 165-176.
27. Cf. H. Martin, Confession et controle social a la fin de Moyen-Age, en Prati- 35. Carta de Calvino a Fareil, Estrasburgo, 29 abril 1540.
ques de confession, 1 17- 134; A. Ziegenaus, Umkehr-Versohnung-Friede, 100-103. 36. León X en la Bula Exurge Domine del 15.6.1520 (DH 1455-1463) condenaba
28. J. P. Massaut, Laposition oecuménique d 'Erasme sur lapénitence, en Reforme ya entre las 41 proposiciones diez relativas al sacramento de la penitencia. Entre las uni-
et humanisme, Montpellier 1975,260s; J . López de Salamanca-P. Martinez de Osma, versidades, intervienen la de la Sorbona en 1535 y 1542, la de Lovaina en 1544. Y son
La confesión y las indulgencias. Prerreforma y tradición, Salamanca 1978. numerosos los teólogos que escriben al respecto, como A. Castro, D. Soto, M. Cano, D.
29. Cf. L. Klein. Evangelische-lutherische Beichte, Paderborn 1961. Laynez, J. Gropper, F. Nausea, R. Tapper.. . Cf. los escritos en A. Amato, Ipronuncia-
128 Experiencia histórica Estrirctura de ccconfesibn»: siglos XIII-XX 129

que conduciría a la formulación en doce artículos de los errores pro- rechazados junto con la praxis confesionista que comportan, y en su
testantes, propuestos a examen en el concilio de Trentoj7. Cuatro de lugar se propone una nueva doctrina y praxis. Ante esto se comprende
estos artículos recogen los errores fundamentales sobre la confesión y que la reacción de Trento fuera defensiva (de la doctrina y praxis vi-
en resumen dicen así: gentes), coherente (con la interpretación escolástica clásica), dogmáti-
4. Confessionem sacramentalem secretam iuris divini non esse nec ca (afirmando con autoridad lo fundamental). Pero, justamente por
apud antiquos patres ante Concilium Lateranense eius factam fuisse eso, es también una reacción polarizada (en un momento histórico
mentionem, sed publicae tantum poenitentiae. concreto), interesada (en la reforma o rechazo de lo contestado), y en
5. Enumerationem peccatorum in confessione non esse necessariam ad parte cerrada a nuevas perspectivas (al estar preocupada por la fijación
illomm remissionem.. . nec necessarium esse confiten omnia peccata necesaria en el momento).
mortalia.. . En conjunto, Trento se reafirma en su doctrina y praxis sobre la
6. Confessionem omnium peccatorum, quam Ecclesia faciendam prae- penitencia (DH 1701-1 7 15) afirmando: 1) que la penitencia es un
cepit, esse impossibilem traditionemque humanam a piis abolendam, verdadero sacramento instituido por Cristo (can. 1); 2) que el sacra-
neque confitendum esse tempore Quadragessimae. mento de la penitencia se diferencia del sacramento del bautismo
7. Absolutionem sacerdotis non esse acturn iudicialem, sed nudum mi-
(can. 2); 3) que las palabras de Jn 20,22-23 no se refieren a la potes-
nisterium pronuntiandi et declarandi.. . Immo etiam sine confessione
peccatons sacerdotem eum absolvere po~se'~.
tad de predicar el evangelio, y que en ellas se funda sobre todo el sa-
cramento (can. 3); 4) que son necesarios los tres actos del penitente
(contrición, confesión, satisfacción) como ((cuasi-materia))del sacra-
Por tanto, los Reformadores niegan aspectosfundamentales de una
mento (can. 4); 5) que la «atrición» es un arrepentimiento válido
doctrina y una praxis consolidadas y vigentes en la Iglesia de aquel
(can. 5); 6) que la confesión sacramental es «de iure divino)) (can. 6);
momento, y cuestionan la identidad penitencial asimilada teológica-
7) que es necesario confesar todos y cada uno de los pecados morta-
mente (escolástica) y vivida prácticamente (confesión privada).
les para el perdón (can. 7); 8) que esta forma de confesión es posible
Institución, sacramentalidad, necesidad (iure divino), integridad y
y necesaria según el concilio Lateranense IV (can. 8); 9) que la abso-
carácter judicial.. ., aspectos hasta ahora pacíficamente aceptados, son lución del sacerdote posee un carácter judicial y no es simplemente
menti tridentini sulla necessitrj della confessione sacramentale nei canoni 6-9 della ses-
declarativa del perdón ya concedido (can. 9); 10) que el sacerdote es
sione XIV (25.1 1.1951), Roma 1974, 77-80; J. L. Larrabe, La confesión de lospecados el único que tiene el poder de «atar y desatar)), y esta función no co-
según el concilio de Trento, enXXYSemana española de Teología, Madrid 1970. rresponde a todos los cristianos (can. 10); l l ) que los obispos tienen
37. Esta era la síntesis de los errores de los Reformadores: 1) La penitencia no derecho a «reservar» determinados pecados para la absolución (can.
es un auténtico sacramento. 2) El poenitentiae sacramentum verdadero es el bautismo.
3) El perdón de los pecados no exige tres actos: contrición, confesión, satisfacción, sino 1 1); 12) que la satisfacción tiene pleno sentido, ya que, aunque se per-
solamente dos: el temor que procede de la conciencia de pecado y la fe que se funda en done la culpa, no por ello se extingue toda la pena (can. 12); 13) que
el evangelio o absolución. 4) La contritio no es una preparación libre para la gracia, si- por la satisfacción se expían las penas temporales, se aplica la me-
no únicamente una conmoción interna. 5) La absolución no es un acto judicial, sino una
declaración de confianza por la que el pecador cree que sus pecados han sido perdona-
dicina al alma, se asocia a la pasión de Cristo (can. 13); 14) que las
dos. 6) Si se posee una fe firme, no es necesaria la confesión, pues la mejor penitencia obras del penitente no oscurecen la obra de la gracia ni la misericordia
es la nueva vida. 7) La reconciliación con Dios no depende de las obras o satisfacción, divina (can. 14); 15) que el poder de las llaves implica no sólo el poder
que es algo introducido por la Iglesia antigua (concilio de Nicea). 8) La confesión se- de «desatar», sino también el poder de «atar», lo que explica la misma
creta no se apoya en el derecho divino, sino que es una prescripción del concilio Late-
ranense IV; 9) La confesión debe ser siempre libre, no impuesta, y por tanto no es nece- satisfacción (can. 15).
sano confesarse por cuaresma, ni confesar las circunstancias del pecado. 10) Los pecados Esta doctrina requiere, no obstante, un esfuerzo de interpretación,
leves y de concupiscencia no deben ser confesados. 1 1) El poder de absolver o de con- sobre todo respecto a la confesión oral de los pecados, que no sólo ten-
firmar en la fe concierne a cualquier cristiano. 12) La praxis de reservar ciertos pecados ga en cuenta el mayor valor dogmático de los cánones en relación con
y de condicionar la absolución no tiene fundamento jundico. Cf. H. Vorgnmler, La lucha
del cristiano contm el pecado, 397s. los capítulos, o la entidad e intensidad de las expresiones respecto al
38. Conciliurn Tridentinurn.Diariorum,Actorum, Epislularum, Tractatuum nova co- compromiso eclesial con el con ten id^'^, sino también la contextuación
llectio, ed. Societas Goerresiana, Fnburgi Br. 1901ss (= CT), 233-239. Aquí CT 1111,234,
8-236, 13. Esta formulación vana con pequeñas diferencias de la hecha en Bolonia. 39. A. Amato, Necessita della confessione sacramentale, 82-87.25-58.
130 Experiencia histórica Estructura de ((confesión)):siglos XIII-XY 131

histórica global sobre el puesto concedido a la confesión, y la peculiar tanto, si el poder de atar y desatar, retener y perdonar, procede de Cris-
concepción tridentina de la confesión oral como realidad referida a los to, también procede de él la necesidad de confesión de los pecados co-
otros elementos de la estructura interna del sacramento. mo condición normal para ser ejercido prudente y justamente. En esta
((necesidad instituida)) no se especifica todavía la forma: si la confesión
c) Identificación del modelo tridentino de confesión debe ser secreta o pública, pues como dice M. Cano, «nam publicorum
publice fieri confessio p o t e s t ~ ni
~ ~se; concreta aún si se trata de una
Prescindiendo en estos momentos de recoger todas las fuentes y enumeración de los pecados en especie y en número.
argumentos desde los que se construyeron los textos, nos centramos en
el contenido fundamental de los cánones sobre la confesión (6 y 7 es- 2. Confesión íntegra
pecialmente, considerados «per modum unius))), cuya identidad puede
sintetizarse como sigue. Sera el canon 7" el que, ante la afirmación de Lutero de la impo-
sibilidad de conocer y confesar todos los pecados44,determina que es-
1. Confesión necesaria ta confesión oral ha de ser «de todos y cada uno de los pecados mor-
tales.. . aun los ocultos.. . y las circunstancias que cambian la especie
Ante la afirmación de Lutero de que la confesión privada no es un del pecado)) (((confiteri omnia et singula peccata mortalia.. . etiam
sacramento instituido por Cristo y que, por tanto, no es necesario so- oculta.. . et circunstantias, quae peccati speciem mutant)), DH 1707).
meterse a él, Trento afirmará que es necesaria para la salvación, preci- Está claro que tanto los teólogos escolásticos (cf. supra) como los tri-
samente porque ha sido instituida por Cristo (can. 6: «Si quis negaverit den tino^^^ defienden la integridad de la confesión. Los argumentos en
confessionem sacramentalem ve1 institutam ve1 ad salutem necessariam
que se apoyan son varios, e incluyen el escriturístico (Jn 20,23), el de
esse.. .)), DH 1706). Los argumentos en que se basan los Padres son di-
la tradición (Padres, Graciano, De vera etfalsa poenitentia), el del ma-
versos: el pecado mortal posbautismal daiía la comunión eclesial y no
basta con confesarse sólo a Dios; los sacerdotes deben ejercer lapotes- mentum poenitentiae esse judicium quoddam ex Chisti institutione, hoc est, sacerdotes
tus clavis, y esto sólo es posible hacerlo si existe la confesión40;sin exa- remitentes peccata esse veros judices a Christo constitutos.. . Potestas ergo solvendi at-
gerar el apoyo de la confesión en la ley natural y mosaica, su verdade- que ligandi peccatores a Chisto Domino sacerdotibus collata est.. . Praeterea, Ecclesiae
ro fundamento lo encuentran en la Escritura, sobre todo en Jn 20, 23 consuetudo apertissime iudicat poenitentiae sacramenium exerceri judicialiter: est enim
ibi reus et accusator, est sententia, est poena injuncta.. . Non possunt judices constituti a
(aunque también en Mt 16, 19; 18, 18), confirmado por la permanente Christo judicare de peccatis, nisi ea cognoscant. Hoc lumine naturali manifestum est: ni-
tradición de la Iglesia (Agustín, León Magno, Juan Crisóstomo.. .)4'. Y si enim innotescant delicta judicanti, ignorare necesse est, utrum solvere debeat, an li-
es así porque la Escritura supone una lógica o dinámica judicial-medi- gare, an remittere. Quare sive absolvat, sive retineat, utraque sententia erit imprudens))
(pars V, p. 575). Veremos más ampliamente el pensamiento de los autores hispanos al
cinal que implica necesariamente la confesión, ya que si los sacerdotes explicar los actos del penitente. Cf. D. Borobio, El modelo tridentino de confesión de los
han de juzgar y sanar (((praesides et judices))), sólo pueden hacerlo co- pecados en su contexto histórico: Concilium 210 (1987) 215-235.
nociendo la causa, y para conocerla resulta necesaria la confesión per- 43. Ibid. VI, 592: ((Quod si rara apud antiguos secretae confessionis mentio est,
sonal de los pecados, cualquiera que sea la forma como se realice42.Por frequens vero publice.. . ostensum est siquidem non solum ex traditione majorum, ve-
mm etiam ex evangelico testimonio, confessionem peccatomm sacerdoti fieri debere,
quod quidem est de necessitate sacramenti. Secretam veto aut publicam confessionem
40. Por ejemplo, la Universidad de la Sorbona, en su declaración contra los errores fieri, prudentiae est naturali relictum, quae dictat, ut occulta peccata occulte, publica pu-
de Lutero: C. Du Plessis d' Argentre, Collectio judiciorum de novis erroribus, Lutetiae blice judicentun). Semejantes argumentos en CT Vllll, 242, 249, 254,255, 272 ...
Parisiorum 1728, 112, 399. 44. WA 56,283, 3-7: ((Primum, ut nullo modo praesumas confiteri peccata venia-
4 1. Así, A. de Castro, Adversus haereses lib. quatuordecim, Parisii 1534,486-488. lia, sed ne omnia mortalia, quia impossibile est ut omnia mortalia cognoscas))
«Nos pro nostra fide protulimus testimonium ex evangelio loannis.. . Cum ergo omnium 45. Cf. G. Escudé Casáls, La doctrina de la confesión integra, desde el IV Conci-
sacrorum doctorum sit concors sententia confessionem ornnium peccatomm mortalium lio de Letrun hasta el Concilio de Trento, Barcelona 1967; C. Peter, La confesión ínte-
de quibus peccator recordatur, esse necessario sacerdoti faciendam, et sine ea salvari gra en el concilio de Trento: Concilium 61 (1971) 103-104; A. Amato, Necessita della
non posse, eamque a Chisto esse institutam~. confessione sacramentale, 149s; J. E. Lozano Zafra, La integridad de la confesión,
42. La mayoría de los teólogos esgrimen este argumento de una u otra forma. Por ¿precepto positivo divino o norma eclesiástica?, Roma 1977; H. P. Arendt, Busssakra-
ejemplo, M. Cano, Relectio depoenitentiae sacramento, en Melchoris Cani Opera, Ma- ment und Einzelbeichte. Die Tridentinischen Lehreaussagungen über das Sündenbe-
driti 1760, 528ss. Refiriéndose a los textos de Mateo, dice: ((Haeresis est negare sacra- kennmis und ihre Verbindlichkeitfur die Reform des Bussakramentes, Freiburg B. 1981.
132 Experiencia histórica Estructura d e «confesión»: siglos XIll-XY 133

gisterio (Lateranense IV, canon 2 1) y el de la teología (concepción ju- 3. Confesión ((iure divino))
dicial). La razón de fondo es siempre la misma: para un juicio o dis-
cernimiento, para una sanación o una conducción verdadera, justa y De esta confesión necesaria e íntegra se afirma, tanto en el canon
plena.. . se requiere una confesión íntegra, no mutilada o parcial, de 6 (((confessionem sacramentalem ve1 institutam ve1 ad salutem nec-
todos los pecados y las circunstancias que los especifican, de manera cessariam esse iure divino))) como en el canon 7 («si quis dixerit.. .
que el retener o perdonar puede abarcar a todos en lo que los cual*- necessarium non esse iure divino confiteri omnia et singula peccata
ca como pecados46.La integridad de la confesión entra en la misma mortalia))), que es iure divino, lo que ciertamente negaba Lutero5'. No
necesidad de la confesión, como dirá M. Cano («Nam ob id tenetur nos detendremos en las diversas interpretaciones al respectos2.Baste
homo integre confieteri quia tenetur confiteri~)~', ya que si la confe- con recordar los siguientes puntos fundamentales:
sión es necesaria para el perdón, la confesión íntegra resulta también - Los escolásticos, al menos a partir de Tomás de Aquino, hablan
necesaria para el perdón total o de todos los pecados. Esto no quiere de ius divinum (((quod divinitus promulgatur))) en relación con la
decir que en tal integridad entre necesariamente una forma concreta confesión5'.
- Los teólogos tridentinos utilizan la expresión frecuentemente,
de confesión en especie, número y circunstancias (aunque haya que
atender a lo que cambia la especie del pecado), sino aquella integridad pero ni en el uso que le dan en las discusiones, ni en los cánones en
necesaria para el ((juicio saludable)),para la curación y salvación del que se utiliza, parece tener siempre el mismo sentido, dado que se dis-
penitente, como afirma M. Cano48.El problema no es admitir la nece- tinguen diversos grados: lo formal o explícitamente revelado; lo que
sidad de confesión íntegra, sino explicar en qué consiste esta íntegra ha entrado en la Iglesia por considerarlo como uso o institución reci-
confesión y cuáles son los pecados a confesar o cómo hay que confe- bida de los apóstoles; lo establecido por los concilios generales y los
sarlos para que tal integndad se salve49.Una cosa queda clara en todo Padress4.
caso: para los Padres conciliares la integridad no tiene su origen en la - De los debates conciliares puede deducirse que los Padres, res-
comunidad eclesial, sino en la voluntad divina, en la naturaleza del sa- pecto a la confesión en general, son unánimes en afirmar un ius divi-
cramento, y hay que situarla en la ((línea de desarrollo que se inicia en num de primer grado (directamente afirmado en la potestas clavis) o
las exigencias bíblicas respecto a la c o n v e r ~ i ó n ~ ~ ~ ~ . al menos de segundo grado (((bona et formali c~nsequentia)))~~.
- Respecto a la confesión «íntegra» se afirma, sí, que es de iure

divino, pero no tan directamente afirmada en la Escritura, como con-


46. Los textos al respecto son múltiples. Baste con el ejemplo de M. Cano, Relec-
tio Depoen. sacr. VI, 592: «...ad confessionem id pertinere definitur, ut quis omnia
tenida en la misma razón judicial-medicinal que hace necesaria la con-
peccata sua, quorum memoriam habet, integre confiteatur.. . Quod etiam usus totius fesión sacramental en generals6.
Eclessiae declarari facile potest, nam qui tacet aliquod peccatum mortale, eum commu-
ni consensu fideles damnant.. . Confessio mutila non est confessio: non enim vult sana- 51. WA2,645. 16.
n ab illis morbis, quos explicat medico, qui alios tacet, cum medicina sit eadem omni- 52. Cf. K. Rahner. Uber den Benriffdes Jus divinum in katholischen Verstandnis,
-
bus sanandis instituta.. . Ac revera, cum huius sacramenti finis non tam vindicare sit,
~

en Schirijí. fúr Theol. v (1962), 249-277; J. Peter, Dimensions of Jus divinum in roman
quam sanare.. . notitia necessana judici ad hoc salutare judicium, ex tali fine salutis de- catholic Theology: Theological Studies 34 (1973) 227-250; M. Nicolau, «Jus divinum))
promenda est. Tantum itaque cnminum poenitens confesson debet manifestare, quan- acerca de la confesión en el Concilio de Trento: Revista Esp. de Teología 32 (1972) 419-
tum opus erit ad salubre poenitentis judicium.. . Qui enim confessionem instituit, non 439: A. Duval. Des sacrements au Concile de Trente, 194-202; A. Amato, Necessita de-
mancam et mutilam, sed integram instituit. Dei quippe perfecta sunt opera)). Lo mismo Ila Confessione sacramentale, 106-120.165- 179; H. Vorgrimler, BuJsakrament-iuris di-
en la Congregación del 24.10.155 1: CT V1111, 261-264. vini?: Diakonia 4 (1969) 257-266; Id., La lucha del cristiano contra elpecado, 401s.
47. M. Cano, Relectio Depoen. sacr VI, 593. 53. Tomás de Aquino, Summa Theol. 11 2ae, q. 57, a.2 ad 3.
48. Ibid.: «...at in judicio hoc sacramentali non exigitur exacta cognitio peccato- 54. G. A. Delfino distinguía tres grados: explícito, implícito y estatutos-concilios:
rum, sed qualis et quanta necessana est ad curationem et salutem poenitentis: haec enim CTVI/2,70, 17-23. Los teólogos conventuales, en cambio, señalan cuatro: CTV1/2,47,
huius judicii finis est». 20-38.
49. Para A. Amato, Necessita della confessione sacramentale, 200, la confesión 55. CT VIIII, 308, 18-21 . . .
genérica en algunos casos se opone a esta integridad. 56. M. Cano, De poen. sacr. VI, 593 lo expresa así: «Pro huius rei explicatione,
50. C. Peter, La confesión íntegra, 103-104. También J. A. do Couto, De integrita- cum pnmis advertendum est, unum idemque praeceptum esse de confessione, de ejus
te confessionis apud patres concilii tridentini, Romae 1963; A. Duval, Des sacrements integritate, de examine conscientiae, ac p e c c a t o m inquisitione. Nam ob id tenetur ho-
au Concile de Trente, Paris 1985, 15 1-222. Los teólogos españoles se han ocupado con mo integre confiteri, quia tenetur confiteri et idcirco examinare conscientiam, et pecca-
cierta frecuencia de este aspecto; cf. bibliografia al final del libro. ta, quae fecit, inquirere, quia debet integritatem in confessione servare)).
134 Experiencia histórica Estructura de ((confesión)):siglos XIII-XX 135

- Y en cuanto a las circunstancias y concreciones que completan


La exigencia de confesar «todos los pecados mortales que se re-
la integridad, no se afirma generalmente que sea de iure divino en el cucrdan)) venía formulada ya desde antiguo, y la repiten constante-
mismo sentido o grado que los puntos anteriores, encontrándose la mente los teólogos y padres conciliares. Sin embargo, tal exigencia no
postura de quien lo declara «ius divinum)) en sentido estricto, y quien cr; absoluta, matemática y material, hasta el punto que condicione el va-
lo declara «ius humanum ~impliciter))~'. lor del sacramento, obsesione al ministro o atormente al sujeto6'; sino
De lo dicho se desprende que los padres y teólogos tridentinos, al nihs bien relativa y formal, que exige, sí, el examen y la diligencia, pe-
utilizar la expresión «iure divino)),no la emplean siempre en el mismo ro que está condicionada a la capacidad física y moral del sujeto. Las
grado o intensidad, dependiendo del aspecto de doctrina al que se apli- expresiones hablan por sí mismas: ((Quorum memoria haberi possitn
ca. Y entre estos aspectos hay que distinguir tres fundamentales: que la (conventuales); «quorum sibi est conscius.. . discussis diligenter suis
confesión sacramental es necesaria en general (primero o segundo gra- iictionibus» (cardenal Catarino); «quae memoriae occurmnt, post dili-
do); que esta confesión debe ser íntegra (((bonaet formali consequentia)) gcns examen)) ( T a p ~ e r ) «quorum
~~; quis ante memoriam habetn (M.
de la estructura judicial interna, o segundo grado); que esta integridad ('ano)63;«quae, praemissa diligenti moderatione, memoriae occurrunt))
debe abarcar número, circunstancias.. . (concreción eclesial coheren- (general eremitas, Agustín)@...Y esto será sencillamente lo que repiten
te)58.La mayor o menor explicitud con que se encuentra cada uno de es- cl capítulo doctrinal (cap. 5) y el canon 7 del concilio de Trento (DH
tos aspectos en la Escritura y la tradición, así como su reconocimiento 1680, 1682, 1707). Los pecados olvidados se incluyen en los pecados
por teólogos y padres conciliares, explican esta interpretaciÓd9.
confesados (((Reliqua autem peccata, quae diligenter cogitanti non oc-
currunt, in universum eadem confessione inclusa esse intelliguntur)),
4. Confesión ((condicionada))
DH 1682).
Esta confesión necesaria e íntegra implica la manifestación de «to- De hecho, los teólogos y padres conocen y reconocen las posibles
dos y cada uno de los pecados mortales de los cuales se tenga memo- vxcepciones a esta obligatoriedad, tales como la ocasión de escándalo,
ria tras un conveniente y serio examen, aun los pecados ocultos y los el peligro de muerte o infamia, la imposibilidad física (mudos, mori-
que van contra los dos últimos mandamientos del decálogo, y las cir- bundos, inconscientes.. .)65.Se entiende, sin embargo, que siempre de-
cunstancias.. .» (((omnia et singula peccata mortalia, quorum memoria be haber una manifestación o signo externo que permita la intervención
cum debita et diligenti praemeditatione habeatur, etiam occulta.. .», discerniente-judicial de la Iglesia. En el caso extremo, planteado por
can. 7; DH 1707). La afirmación va contra el artículo 5 de los errores M. Cano, de los enfermos que no pueden hablar («qui non potest lo-
de los Reformadores, que negaban la necesidad y hasta la posibilidad qui))) y en los que no se manifiesta ningún signo de reconocimiento del
de recordar y enumerar tal abundancia de pecados60. pecado («in qua nulla peccatum explicatur))),el autor defiende (aun sin
oponerse radicalmente) que no puede haber absolución sacramental,
57. Así, M. Olabe es el único que dice: ((Deindeconfessionem de iure divino esse os- porque tampoco hay ninguna confesión sacramental, ni por tanto po-
tendit, etiam secretam, et omnium p e c c a t o m et circunstantiam.. .», CT VIU1,264,43-
45. En cambio, Delfino se preguntaba en la sesión de Bolonia: «...sicut ista modo accepta
confessio iuns divini secundum aliquid sit ac iuris hurnani simpliciten): CT VY2,48,26-49. 6 1. Esta es la acusación de Lutero: WA 6, 16 1-164,8; CTVIII, 5 1, 10, 19-20.
58. Estamos en general de acuerdo con la conclusión de Amato: ((Propendiamo a 62. Y añade el autor: «Nam praecepta non dantur nisi de actibus humanis, qui nos-
credere che nel canone 7 si parli solo di diritto divino in senso lato dell'integrita della trae subdunt facultati, et ideo confiteri peccatum, cuius memores esse non possumius,
confessione)), Necessita della confessione sacramentale, 178; cf. 199s.326-330. Pero no sub praeceptum cadere non potest)), ((Explicatioart. viginti)), en Opera omnia 1, Colo-
creemos que deba forzarse el argumento, ya que los Padres veían la integridad implica- niae Agrippinae 1582, 1306.
da exigitivamente en la misma confesión. Por otra parte, pensamos que debe distinguir- 63. El autor se pregunta si entonces entra en el precepto la ((memoria diligente)), a
se entre ((integridad y forma concreta de realizarla)) (circunstancias). lo que responde: «Nam videtur illud prius satis esse, quoniam in concilio Florentino di-
59. El mismo hecho de que Cano (VI, 593) afirme que, aunque no fueran conclu- citur, ad confessionem pertinere, ut omnia pecata, quorum homo memoriam habet, in-
yentes todos los demás argumentos, habría uno para exigir la integridad indicaría una tegre confiteantur)), Ibid. VI, 593.
aceptación de la misma en tono distinto: ((Porro si omnia haec argumenta defuissent, 64. El autor dice que es imposible ((quod videlicet Ecclesia ornnium absolute pec-
usus Ecclesiae usque ab Apostolis receptus id satis ostendit: semper enim intellexit Ec- catorum confessionem faciendam recte id impossibile foret, maxima quoad cogitationis
clesia, confessionem, quam a Christo accepit, integram esse debere)). peccata, quae millies interantur in dies et infinita quasi sunt, quae memoria teneri certe
60. WA 1, 633, 47: «Si homo teneretur omnia mortalia confiteri et ab eis absolvi, imoossibile est)), Votum de ~oenitentia,fol. 38 r.
teneretur ad simpliciter impossibilen. 65. El mismo M. can; lo recuerda, ibid.VI, 590, 600ss.
136 Experiencia histórica Estructura d e «confesión»: siglos XIZZ-XX

sibilidad de juicio66.La opinión de Cano no se opone a la ((confesión ley natural, está en coherencia con el mismo precepto de Cristo7'.
condicionada)),sino a reconocer que exista sacramento pleno, si no hay Padres no condenan la confesión pública, pues hasta se pide su
ninguna manifestación de pecado. manencia7'; lo que condenan es el rechazo de la coherencia y valor de
la confesión secreta. De hecho, esto fue lo recogido más explícita-
5. Confesión secreta mente en el capítulo doctrinal (DH 1683).
- De esta confesión secreta se afirma que fue practicada desde el
Ante la enseñanza protestante de que la confesión secreta no exis-
principio y siempre por la Iglesia (((quamEcclesia catholica ab initio
tía antes del Lateranense IV, y que por tanto era ajena a la institución
semper observabit et observat)),can. 6; «qua ab initio Ecclesia sancta
de Cristo67,Trento afirma que «el modo de confesarse en secreto
usa est et modo etiam utitur fuerit semper commendata)),cap. 5). La
('modum secrete confitendi') con sólo el sacerdote, tal como la Igle-
afirmación, si bien la repiten algunos teólogos y padres, no debe in-
sia lo practicó siempre desde el principio ('ab initio semper observa-
terpretarse en sentido estricto sino lato, como se deduce de estos he-
bit') y lo sigue practicando)), no es ((ajeno a la institución y mandato
chos: 1) la petición de algunos Padres, como el arzobispo ~eccatellio
de Cristo))(can. 6, DH 1706). Los teólogos y padres de Trento no ig-
el de Oviedo, de que «In 7" deleatur ab i n i t i o ~mientras
~~, otros piden
noran la existencia histórica de otras formas de penitencia, como la
((deleatur~ o c a l e m ) )lo~que
~ , muestra el deseo de mitigar la afirmación
pública, y que esta estuvo en vigor durante largo tiempo68.Pero se
hablando más de la confesión en general76;2) la distinción que se pro-
oponen a todas las pruebas que aducen los contrarios para mostrar que
pone entre confesión «cum obligatione (sacramental) aut sine obliga-
no existió desde el principio la confesión secreta (León Magno, Nec-
tione (libre y de devoción))),señalando que el ((semper fuisse in Ec-
tario en la Iglesia griega, Sozomeno.. .)69,condicionados como están
clesia)) puede referirse a los dos casos77;c) la explícita referencia a
por una visión parcialmente «confesionista» de la historia70.De todos
500 años antes del Lateranense, como explicación del «ab initio sem-
modos, las afirmaciones que hacen al respecto y su valor pueden con-
cretarse en estos dos puntos: per)), como lo hace el obispo de O r e n ~ e ~ ~ .
El «ab initio sempen) supone una cierta exageración de Trento, que
- La confesión secreta no aparece explícitamente mandada por
se explica por la oposición a los protestantes y la convicción de que lo
Cristo, ni significa que Cristo haya prohibido la confesión pública
que la Iglesia hace ahora y es bueno, tuvo que ser siempre así. Mas, en
(cap. 5, DH 1683), pero está en la línea de la institución y mandato de
realidad, una cosa es la praxis de la confesión secreta en general (con
Cristo, y por tanto debe practicarse, aunque tal praxis no se califique
como de iure divino. Lo de iure divino es la confesión misma, no el laicos u ordenados), y otra la praxis de la necesaria confesión secreta
que sea pública o privada7'. La confesión secreta, lejos de ir contra la
72. Asi Tapper: ((Quod ius divinum non praecepit confessionem magis secretam
quam liberam, sed tantum in genere. Est autem iudicium Ecclesiae quod secreta ve1 pu-
66. Cf. De poen. sacr: VI, 600ss; CT VIIl1,263,6- 10. Cano conoce la tradición de blica fiat)), CT V11/1,249,28-32. En general Los Padres se inclinan por esta postura, co-
la Iglesia y se refiere sin duda a aquella benedictio viatica que solía darse in extremis, mo ha mostrado recientemente K. Nfedika, La coexistente de la confession auriculaim
pero que no era la penitencia canónica oficial. Cf. D. Borobio, La penitencia en la Igle- et de la confession publique dans I'Eglise d 'aprés le concile de Trente: Revue Africain
sia hispanica del siglo IY-VII, Bilbao 1978, 105-1 15. de Théologie 15 (1 984) 33-45.
67. En el art. 4 de los errores se dice: ((Confessionem sacramentalem secretam ju- 73. CT V1111, 329: «Sed non exludatur confessio publica, quae et sacrarnentum
ris divini non esse nec apud antiquos patres ante concilium Lateranense eius factam est)); 337: «ln doctrina non excludatur publica confessio.. .».
fuisse mentionem, sed publicae tantum poenitentiae)), CT VII11, 234, 7-10. 74. CT VIII1, 329,21. Lo mismo el obispo de Oviedo: 33 1, 7-8.
68. M. Cano, Depoen. sacr: VI, 592; cf. CT VI/1,69,3 1-36. 75. CT VIIII, 329,s; 328,28; 330,25; 33 1, 15-16...
69. El mismo M. Cano en la congregación del 24.10.1551, CT VII11, 263, 15-25. 76. Cf. A. Amato, Necessita della confessione sacmmentale, 125-127.
70. A. Duval, Les sacrements au concile de Trente, 184-194. El autor muestra bien 77. El texto es muy significativo: ((Consuetudinem confitendi semper fuisse in Ec-
cómo padecen «une représentation tres inadéquate de l'historie pratique pénitentielle)), clesia a temporibus apostolorum facile probatus testimoniis doctorum gravissimorum:
examinando la interpretación del material usado: De vem et falsa poenitentia, Decreto Dionisyi, Clementis, Tertulliani.. . De consuetudine autem confitendi possumus loqui
de Graciano, Historia del patriarca griego Nectano, Carta de León al obispo de Fréjus.. . bifariam: aut cum obligatione, aut sine obligatione. Si de consuetudine, quae est sine
7 1. En la congregación general del 14.10.155 1, el obispo Mutinensis (Egidio Fos- obligatione et quae libera est, loquamur, ea nunquam habuit praefinitum tempus)), CT
carario) dice: «Christus autem confessionem in genere instituit, modum vero, quod fiat V1/1,56-57.
secreta ve1 publica, non instituit; utroque igitur modo fieri potest, et utroque modo 78. CT VIIII, 307, 10-12: «Et de ea ante concilium Lateranense per 500 annos fit
Christi praecepto satisfitn, CT V1111, 3 19, 13-15. mentio in concilio Vormatiensi et Treverensi)).
138 Experiencia hi.~tórica Estructura d e «confesión»: siglos XIII-XX 139

sacramental para la penitencia, o la estructura ((confesional))de peni- abierta y situacional que, sin disminuir el valor de la confesión triden-
tencia. Mientras aquella siempre se dio de una u otra forma, estas só- tina, interpreta su lenguaje desde aquella situación, concepción y pra-
l~ en una época más tardía. El Lateranense IV marca ciertamente un xis, relativizando la confesión oral en función de la estructura vigente
hito en la configuración de la estructura confesional de penitencia. en el momento, y de los otros elementos integrantes del sacramento
(hay indicios de esta interpretación en el Ordo poenitentiae y en di-
6. Confesión anual versos autores)g4.
Los Reformadores negaban la obligatoriedad de confesarse una Trento dedicó un gran esfuerzo a clarificar la cuestión penitencial.
vez al año, como ordenaba el Lateranense IV, canon 2 179.Trento de- Los grandes teólogos de la penitencia (sobre todo M. Cano y R. Tap-
fenderá la obligatoriedad y bondad de este precepto y costumbre (can. per) y los padres no desconocían ni los errores, ni la tradición, ni la
8, DH 1708; cap. 5, DH 1683)$Oporque, aun siendo un precepto posi- Escritura. Su coherencia y su lógica son grandes. Su precisión y afi-
tivo, tiene un valor pedagógico y garantiza que se cumpla mínima- namiento doctrinal, admirables. Pero, por fuerza del momento, de la
mente con la obligación de confesarse. Esto no quiere decir que la concepción y praxis más extendidas, no pudieron salvar algunaspar-
obligación de confesarse se reduzca a cuaresma, pues hay otras cir- cialidades, que comportaban cierta extremización interpretativa. La
cunstancias que obligan a ello (peligro de muerte, antes de comul- primera es la centralización ((confesionista));la segunda, la polariza-
gar.. y el precepto se puede cumplir en otro tiempo; sino que éste ción en la estructura judicial del sacramento; la tercera, la reducción
es el tiempo más favorable para cumplir tal obligación (DH 1683). No de formas de celebración.
hay, pues, duda que se trata no de un precepto divino sino humano, pe- 1. Respecto a la centralización confesionista, es cierto que la con-
ro que por su valor pedagógico, por su concreción del precepto de fesión oral es la expresión significante más común y llamativa, pero
confesarse y por su consonancia pascual, se debe persuadir a los fieles no puede serlo hasta marginar la importancia histórica de la satisfac-
para que lo cumplan durante la cuaresmag2. ción o desplazar del centro a la conversión. La confesión expresa y au-
tentifica, procede de la conversión y conduce a ella y, en cuanto ex-
presión oral, debe complementarse con la expresión ética operacional
d) Interpretación ((abierta))de este modelo de confesión de la satisfacción.Trento era consciente de esta mutua referencia y por
eso insistió en los tres actos (contrición, confesión, satisfacción) como
En los Últimos años se han visto confrontadas dos interpretaciones integrantes del sacramentog5.Sin embargo, de hecho no se llegó a una
de Trento respecto a la confesión, cuyo reflejo está bien patente en los integración equilibrada por el orden de su importancia, ni en la doctri-
últimos documentos penitenciales de la Iglesia (Normae pastorales, na ni en la praxis. La confesión centró la atención, la discusión, la de-
Ordo poenitentiae, Código de derecho canónico, Exhortación Recon- cisión y la preocupación pastoral. Y se olvidó, en parte, que no se con-
ciliatio et poenitentia, Misericordia Dei). Una más cerrada y literal, fiesan sólo los pecados, sino también la voluntad de conversión. MBs
que se manifiesta principalmente en el acento sobre la ((confesiónin- aún, puesto que, de los actos del penitente, el que realmente determi-
tegran (sobre todo en el CIC can. 988, 1) y en la (a nuestro entender) na el perdón es la conversión, sea antes, en o después del sacramento,
no muy ponderada afirmación de que la confesión ({individuale inte- lo importante será asegurar la autenticidad de dicha conversión y no
gra.. . es el único modo ordinario de rec~nciliación»~'. Y otra más tanto la integridad material de la confesión o el rigor de la satisfacción
79. WA 6, 162,22-26: «. . .quae vulgatur in Ecclesia ex decretis, quod semel in an-
en sí mismas, ya que estas no son sino elementos de expresión y veri-
no omnium suorum peccatorum.. . debeat facere confessionem omnis christianus, aut
esse diabolicam et homicidissimam aut agentem multo et laxo interpretamentov. la son las Normaepaslorales 1: ((Individualis et integra confessio atque absolutio mane1
80. El mismo M. Cano, Depoen. s a c ~VI, , 628. unicus modus ordinarius, quo fideles se cum Deo et Ecclesia reconciliant, nisi impos.
81. Ibid. VI, 628. Lo mismo otros: CTVIII, 260, 21-25; 269. 39; 274, 23-25 ... sibilitas phisica ve1 moralis ab huiusmodi confessione excuset)), AAS 64 (1972) 5 11. Lr
82. Mientras algunos Padres no eran partidarios de que se concretara ((tempore afirmación será recogida en documentos posteriores: OP 3 1; CIC 960; RyP 33.
Quadragessimae)), otros lo exigían: CT VII/I, 331, 3 9 s . 84. Cf. D. Borobio, El perdón sacramental de los pecados: Concilium 204 (1986'
83. Nos parece que esta afirmación, ausente como tal en el concilio de Trento, su- 279-288.
pone una reducción importante en la interpretación de las formas, lo que ciertamente no 85. Así en cap. 3-4, DH 1673-1674; can. 4-5, DH 1704-1705. Cf. M. Cano, Dt
se dio sino en la praxis posterior al concilio de Trento. El primer documento en emplear- poen. sacr. VI, 577.
140 Experiencia histórica Estructura de ((confesión)):siglos XIII-XX 141

ficación en palabras y obras de la sinceridad del corazón contrito. Es Normalmente dicha manifestación externa se realiza por la palabra o
cierto que Trento conoce bien la importancia teórica que posee la con- confesión y por las obras o satisfacción. Las diversas posibilidades de
trición, y prueba de ello son las discusiones teológicas entre ((contri- realización (lugar, tiempo, modo.. .) no pueden llevar a olvidar que
cionistas)) y ((atricionistas)),pero la consecuencia práctica de su ense- siempre se trata de elementos complementarios e integrantes de la
ñanza fue sobre todo la insistencia en la confesión. misma estructura interna del sacramento, y que tanto su orden como
2. En cuanto a la estructum judicial del sacramento, es cierto que su forma de realización deberían estar en armonía con su sentido. No
afecta al mismo centro estructural originario de la penitencia (((ligare- obstante, no se trata de dos elementos ((absolutosindependientes)),si-
solvere)):((retinere-remittere)));pero con frecuencia se fuerza la imagen no relativos y dependientes a la conversión y a la necesaria interven-
y la analogía («ad instar judicii))); se olvida que es un juicio saludable ción eclesial. Por eso, si se mostrara que ese discernimiento e inter-
para la salvación (((judicium salutare))); se trasvasa la judicialidad ci- vención pueden hacerse debidamente con otra manifestación que la
vil a la sacramental; no se la integra suficientemente con las imágenes confesión oral hoy determinada y la satisfacción hoy ordenada (otros
medicinal (medicina, proceso de sanación) y pastoril (pastor, búsque- signos reconocidos como válidos), no habría ninguna dificultad para
da y conducción), insistiendo en el poder recibido para juzgar; y se ol- proclamar la reconciliación sacramentaPs. Lo radicalmente de iure di-
vida el carácter procesual de la penitencia, queriendo concentrar todo vino es la necesidad de una manifestación externa de la situación de
en un acto judicial puntual, que garantice el perfecto cumplimiento de pecado y la voluntad de conversión para la intervención eclesial, la sa-
la estructura hilemórfica del sacramento (materia-forma: acto judicial nación, la reconciliación y el perdón. La confesión, lo mismo que la
cumplid^)^^. satisfacción, lo son en la medida en que son necesarias para tal mani-
La penitencia supone, en efecto, una intervención eclesial (minis- festación, pero no en una forma concreta de realización.
tro) de discernimiento y juicio sobre una situación de pecado «grave» - Por otra parte, la intervención o discernimiento requiere una ac-
que afecta a la santidad e identidad de la comunidad creyente (cf. Mt ciónpositiva de la Iglesia, que no consiste sólo en «juzgar», sino tam-
16, 19; 18, 15; Jn 20,2 1-23; 1 Cor 5, 1-1 3). Esta intervención correc- bién en manifestar el resultado del «juicio», indicando al penitente las
tora y discerniente tiene por finalidad distinguir y situar en su lugar el condiciones o satisfacción requerida para la reconciliación (actio poe-
mal y el bien, para atraer y ayudar al penitente a salir del pecado y en- nitentiae), y posibilitando el cumplimiento de la misma por un proce-
trar en la comunión de la gracia, por un proceso de vuelta y conver- so significado de separación (ligare) y acercamiento (solvere) que cul-
sión, de modo que, reconciliándolo y salvándolo en Cristo, se salve y mine en la reconciliación o absolución sacramental. En la satisfacción
garantice al mismo tiempo la santidad e identidad de la Iglesia. El dis- confluyen el deseo curativo de la Iglesia (poenitentiam dare) y la vo-
cernimiento o juicio no es sólo sobre la gravedad del pecado, es tam- luntad conversiva del pecador (poenitentiam accipere). Se trata en la
bién sobre la voluntad de conversión, sobre la lesión de la comunión primera secuencia de una retención eclesial (ligare, retinere) en orden
fiaterna, sobre los medios adecuados para la autentificación de la con- a una segunda secuencia de reconciliación sacramental (solvere).Aho-
trición (satisfacción) y para la reconciliación penitencial, de manera ra bien, esta comprensión «judicial», tan bien expresada en la estruc-
que se pueda realizar el proceso que comporta el ligare-solvere (po- tura de excomunión o de penitencias9,ha perdido su significatividad
testas clavis). Para ello son necesarias dos cosas: real en la estructura de confesión consagrada en Trento, porque el
- Porparte del sujeto, es necesaria la manifestación externa sufi-
puesto y valor dado a la satisfacción no expresa el proceso señalado y
ciente de su situación de pecado (o de aquello que lo constituye real y porque tal significatividad no se sustituye o concentra adecuadamen-
subjetivamente como pecador) y de su voluntad de conversión, que ha-
ga posible la intervención discerniente o el «juicio saludable))de la co- etiam ad compensandas injurias Deo factas, imposita poena iuxta quantitatem culparum:
munidad eclesial por el ministro, en orden a un proceso satisfactorio alioquin superflua esset tertia penitentiae pars, scilicet, satisfactio. Ordinatur etiam hoc
curativo, que conduzca a la reconciliación con Dios y con la Iglesias7. sacramentum ad medendum vulneribus universis, et remedium adhibendum aegroto, de-
bitumque consilium praestandum, ne eadem vulnera i t e m accipianturn, ibid. V1,597.
88. Los Conventuales decían que el sacerdote no absuelve «nisi quem viderit et au-
86. M. Cano, ibid. VI, 577. dierit corde contritum et ore confessum ve1 per aliquod signum aequivalens oris confes-
87. M. Cano describe admirablemente la finalidad del sacramento: «Hoc sacra- sioni)), CT VIIl, 44, 2 6 s .
mentum non solum ordinatur ad reconciliationem poenitentis cum Deo et Ecclesia, sed 89. M. Cano, ibid. VI, 579.
142 Experiencia hisiórica Estructura de «confesión»: siglos XIII-XX 143

te en el dar o negar la absolución inmediatag0.Para recuperar esta sig- tructura penitencial significante (confesión, satisfacción, absolución),
nificatividad creemos que la Iglesia, manteniendo las formas actuales, y admitiendo (como siempre sucedió a lo largo de la historia) una va-
podría pensar en renovar la forma de penitencia más originaria, lláme- riedad de realización de tales elementos93.La confesión tridentina no
se ((pública)),((solemne)),«mayor» o «proceso de penitencia)), que se exige una única forma de confesión in actu para que pueda celebrarse
propondría sobre todo en cuaresma, y de modo especial para quienes el sacramento. La satisfacción propuesta en Trento no impide otra for-
fueran considerados «grandes penitentes)). ma y orden de cumplimiento de la satisfacción. La absolución ((judi-
3. Venimos así, finalmente, al tercer punto de cierta parcialidad cial)) explicada en Trento no obsta para una explicitación más signifi-
tridentina: la reducción de formas penitenciales. Trento no afirma ex- cante del ligare-solvere. Por tanto, en el mismo Trento se encuentran
plícitamente en ningún lugar que «la confesión individual e íntegra y posibilidades de evolución, siempre que se superen las ópticas polari-
la absolución son el Único modo ordinario)) de reconciliación sacra- zantes del mismo concilio, y las parcialidades interpretativas posterio-
mental. Sin embargo, esta es la concepción y la praxis que de hecho se res, al hilo de las diversas estructuras penitenciales históricas, y en la
imponen. Y se imponen reductivamente, con exclusión fáctica de otras redimensión que aporta la referencia de unos elementos penitenciales
formas hasta entonces vigentes, tales como la ((penitencia pública o a otros. El problema no es esta fonna de «confesión» o de celebración
peregrinación penitencial)), la ((penitencia solemne cuaresmal)), la pe- sacramental, sino la pretensión de que sea la ((única forma)) posible.
nitencia «absolutoria» con absolución colectiva.. .91Este hecho, tras el
cual late una intención positiva (preservar la unidad y luchar contra
el error), tiene no pocas consecuencias negativas: individualismo y 3. Praxis penitencial desde Trento al Yaticano 11
privativismo, confesionismo, olvido de la dimensión comunitaria, in-
suficiente valoración de otros elementos del sacramento.. . Con fre- No obstante estas posibilidades de evolución, hay que decir que la
cuencia se le ha hecho decir a Trento más de lo que quiso y pudo de- praxis penitencial después de Trento permaneció invariable en sus for-
cir sobre las formas de penitencia. Sin embargo, Trento conocía y no mas y manifestaciones más importantes, aun reconociendo la lógica
rechazaba otras posibilidades de penitencia, como aquella que com- variedad entre las diversas Iglesias. Señalamos brevemente los aspec-
porta la confesión pública de los pecados (DH 1683), o la misma pe- tos más salientes.
nitencia pública impuesta por un pecado público (decreto sobre la re- a) Confesión anualpor Pascua. El precepto eclesiástico de confe-
forma, canon 892),O la penitencia que explicita el <<atar»al modo de la sarse y comulgar una vez al año «por Pascua florida)), como afirma-
Iglesia antigua (DH 1692), o la que suponen los casos reservados (DH ban los catecismos, era cumplido por la gran mayoría de los cristianos
1686). El hecho de que después de Trento se haya venido a la reduc- y la Iglesia se esmeraba en hacerlo cumplir, recordando y facilitando
ción, no debería ser obstáculo para una apertura a nuevas formas de este precepto. Junto al sentido pedagógico, también está presente un
celebración sacramental que, relativizando el principio ((unicus modus deseo de mantener viva la conciencia de pertenencia a la Iglesia en los
ordinarius)), tuvieran su valor y vigor en la comunidad cristiana, con fieles, unido a un ((cierto control»94con vistas a reconocer quiénes es-
tal de que cumplieran los elementos esenciales y permanentes de la es- tán dentro o quiénes se sitúan fuera de la Iglesia (excomulgados, here-
jes, cismáticos, perseguidores).
90. Cf. al respecto B. De Margerie, La rnission sacerdoial de retenir les peches en b) Confesión frecuente. La confesión frecuente no sólo fue reco-
liani les pécheurs 1. Inierei aciuel el jusiificaiion hisiorique d'une e-régese tridentine:
Revue de Sciences Religieuses 4 (1 984) 300-3 17; 11. L'E-régése médievale. Le polrvoir
mendada como medio para el perdón de los pecados, sino también co-
de lier lespécheurs en reieneni leurs peches: ibid. 1 (1 985) 35-50; 111. Luther et Trente
face au pouvoir de lier ei de reienir: ibid. 2 (1985) 1 19- 146. 93. Esta es también la conclusión a que llega B. de Margerie, Luther et Trente fa-
91. Cf. O. H. Pesch, Bussfeier und Bussgeschichte, en A. K . Ruf (ed.), Sünde-Bus- ce au pouvoir de lier et de retenir, 134.
se-Beichie, Regensburg 1976, 58-74. 94. Todavía hasta hace poco se entregaba en algunas parroquias una especie de
92. Dice así: ((Cuando se comete un crimen públicamente, y se escandaliza con «certificado» de haber confesado y comulgado. En el pueblo de El Barraco (Avila), se
ello a otros, se debe imponer públicamente una penitencia proporcionada a la falta, de entregaba una tarjeta que decía: «Viva Jesús sacramentado: Confesó y comulgó en la
modo que el cuIpable atraiga a la rectitud de vida, por el testimonio de su corrección, a iglesia parroquia1 de El Barraco, año de 1937)).A continuación se proponía una oración
aquellos que por su ejemplo había arrastrado al mal)), Conc. Oecumenicorum Decreta, de estilo penitencial, concluyendo: «El que rece esta oración ante un crucifijo después
ed. de G. Alberigo, Roma 1962. 740. 1 1.27-39. de comulgar, gana indulgencia plenaria)).
144 Experiencia histórica Estructura de «confesión»: siglos XIII-AT 145

mo ayuda muy especial para el crecimiento y perfeccionamiento espi- Pero ni estos calificativos quieren encerrar toda la realidad, ni por
ritual. Era como una «confesión por devoción))(aunque no se tuviera ellos se quiere significar que aquella praxis penitencial no implicara
conciencia de pecado grave o mortal), en orden a ir purificándose de grandes méritos y ventajas. Todo juicio sobre una praxis de otro mo-
los pecados leves o cotidianos, y para vivir de forma más permanente mento y contexto histórico, cultural y eclesial, corre el peligro de fal-
la virtud de la penitencia y la unión con Cristo. sificar la realidad. Es preciso reconocer que aquella praxis valoró el
c) Confesión por conversión. Puede llamarse así a aquella que se^ proceso personal, la importancia y la humildad de reconocer de modo
proponía como «sello» y culmen de un proceso de llamada y conver- continuo las propias debilidades, el ((temor de Dios)), la voluntad de
sión, por regla general con motivo de un retiro espiritual, de unos ejer- perfeccionamiento, la pureza de conciencia para acercarse a la euca-
cicios, de un «cursillo» (por ejemplo, de cristiandad), de unas ((charlas ristia (((sanctasanctus))), la necesidad de una sanación permanente, la
cuaresmales)), de una festividad especial (Corpus Christi) o de algún dimensión escatológica de la penitencia.. . Aspectos que hoy tendemos
acontecimiento eucaristico (congreso eucarístico). En no pocos casos a dejar muy en segundo plano.
se insistía en la conveniencia de una ((confesión general)), que inclu-
yera todos los pecados de la vida pasada.
d) Confesión «eucaristica». Podría denominarse así aquella que 4. La penitencia en otras Iglesias cristianas
muchas personas se sentían obligadas a hacer antes de acercarse a co-
mulgar. La «conveniencia» de confesar los pecados leves para un ma- La historia y la praxis de la penitencia en la Iglesia romana no pue-
yor perfeccionamiento, se convirtió en la «necesidad» de confesión de desconocer otras visiones y praxis de Iglesias cristianas (las Igle-
para poder comulgar. El ((pasar a confesarse o por el confesionario)) sias de Oriente y las nacidas de la Reforma), que pueden ayudarnos no
vino a ser como un requisito necesario de purificación antes de atre- sólo a apreciar la variedad, sino también la riqueza en contenidos y
verse a comulgar. Si por un lado persistía cierta mentalidad jansenista, formas de una verdad fundamentalmente compartida, aunque no siem-
por otro no se valoraban de modo suficiente los medios «cotidianos» pre en idénticos contenidos y formas. No pretendemos ofrecer un es-
para el perdón de los pecados ((cotidianos))o leves, y además se vino tudio completo (ni histórico, ni teológico, ni formal-litúrgico), sino
a considerar que la confesión era el único medio de garantizar el per- una síntesis de aquello que consideramos más importante y significa-
dón de Dios y acercarse con conciencia pura a la comunión. tivo para un creyente católico.
e) Confesión para ((dirección espiritual». Para muchos, el confe-
sionario era el lugar más común y más a mano para encontrar a un sa- a) Iglesias de Oriente
cerdote y dialogar con él, para solicitar dirección espiritual, a la vez
que para purificarse y mantenerse fiel a la vocación cristiana, religio- En general95,puede afirmarse que estas Iglesias, según su tradición
sa O sacerdotal. Las largas horas que los confesores pasaban en los secular, han insistido en el carácter sanativo de la penitencia, poniendo
confesionarios facilitaban, por otro lado, esta práctica. en práctica el proceso penitencial de curación conducido por ((espiri-
De todo ello se desprende que la espiritualidad penitencial que pre-
dominó durante mucho tiempo fue más bien ((vertical)),insistiendo en 95. Para un estudio más detallado, cf. E. Hermann, Ilpiu anticopenitenciale greco:
el perdón de Dios y no tanto en la reconciliación con la Iglesia; (+di- Oriens Chnstianus 18 (1953) 71 -127; A. Raes, Lesformulaires grecs du rite de la péni-
tence, en Melanges M. Andrieu, Strasburg 1956, 367-372; M. Arranz, Les prieres péni-
cial)), poniendo el acento en el Dios juez y SU justicia, aunque sin 01- tencielles de la traditio byzantine: Onens Christianus P. 57 (1991) 87-143, 309-329; 58
vidar su misericordia; «escatológica», porque sobre todo buscaba pre- (1992) 2342,423-459; 59 (1993) 63-89,357-386; 1. Hausherr, Direction spirituelle en
venir y asegurar la salvación eterna, más que comprometerse en la Orient autrejois, Roma 1955; L. Ligier, Le sacrement de la pénitence selon la tradition
orientale: Nouvelle Revue Théologique 89 (1967) 940-967; Id., Dimen~ion~ersonelle et
construcción actual del Reino; «individualista», en cuanto que en bue- dimension communautairede la Pénitence en Orient: La Maison Dieu 90 (1967) 155-188;
na medida se fijaba en el mérito y aumento de gracia personal, y no te- Id., Pénitence et Eucharistie en Orient: Theologie sur une interference de pridres et de ri-
nía en cuenta de modo suficiente a la comunidad; ((casuística)),ya que tes: Onens Chnstianus P. 29 (1963) 7-78; 1. H. Dalmais, Le sacrement de lapénitence chez
les Orientawr:La Maison Dieu 56 (1958) 22-29; M. M. Garijo Guembe, Ln reconciliación
se concentraba en buena medida en el pecado y SUS clasificaciones, y en la Iglesia: d e x i o n e s a la luz de la tradición de la Iglesia. preferentemente oriental, en
quizás se olvidaba de poner el centro en la conversión de corazón. AA.VV., Dimensión trinitaria de la penitencia, Salamanca 1994, 137-170.
146 Experiencia histórica Estructura d e «confesibn»: siglos XIII-XX 147

tuales)) o carismáticos (Clemente de Alejandría, Orígenes, Afiates, Di- Pero estas Iglesias orientales (greco-ortodoxa, ortodoxa rusa, cop-
dascalia, san Pacomio, san Basilio.. .)96, sin olvidar la penitencia insti- ta de Egipto) también tienen, aunque con variaciones, un rito de cele-
tucional. Para ellos es evidente que el perdón procede de Dios y que bración privada de la penitencia, cuyas partes fundamentales pueden
sólo el sacerdote puede perdonar «por asimilación a Dios)), represen- describirse del siguiente modo, siguiendo a Ch. AndronikoPo3:
tando su perdón97.Ciertamente, dan importancia a la confesión de los 1. Preparación al sacramento. Suele hacerse precediendo un ayu-
pecados, más por su valor terapéutico que por su dimensión acusatoria no, que tiene lugar normalmente en las fechas de San Pedro y San Pa-
o judicial98.Los términos de orientación jurídica, como ((satisfacción)), blo, la Dormición (Asunción), la Navidad y sobre todo la cuaresma. Se
usados en Occidente, reciben en el proceso penitencial una orientación invita a los fieles a examinar su conciencia de pecado y a convertirse.
distinta. Su insistencia se centra de modo especial en la conversión in- 2. El lugar de la confesión. Normalmente es la iglesia u otro lugar
terior o metanoia, que debe manifestarse en obras externas: la peniten- donde siempre hay iconos. Pero no se celebra ni durante el oficio, ni
cia es principalmente sacramento de conversión, ya que de ella depen- durante la celebración de la eucaristía. Y tiene cierto carácter de espa-
de el perdón. «El Señor ha establecido una misteriosa analogía entre la ciación, pues después de confesarse puede tardarse en comulgar tres
misericordia divina y el perdón humano, haciendo que sea inconcebi- días, e incluso una semana.
ble el uno sin la otra.. . Se pone de un modo admirable en paralelo el 3 . Modo de confesarse. Los orientales no insisten tanto en la con-
amor al prójimo con el amor a Dios. Por eso, el sacramento que con- fesión particular de todos y cada uno de los pecados mortales, sino
lleva el perdón de los pecados adquiere su plena significación y valor que suele ser muy genérica. No conceden gran importancia a la dis-
cuando el comportamiento del hombre 'corresponde' a la misericordia tinción de pecados. En la Iglesia rusa no se hace distinción entre pe-
de Dios, en virtud de una real sinergia teantrópi~a))~~. En conjunto, ca- cado mortal y venial.. . Es el corazón y no la mente lo que agrava el
be afirmar que la penitencia en las Iglesias de Oriente es más carismá- pecado. El pecado más grave es el que más perturba.
tica que jurídicaloO;más misericordiosa que punitiva; más compuncionis- 4. El orden de la celebración. El sacerdote y el penitente se sitú-
ta que confesionista; más sanativa procesual que absolutoria puntuallo'; an ante un icono de Cristo y comienzan con unas oraciones, el salmo
mas comunitaria que individual, disponiendo de diversos ritos peni- 50, al que sigue unos troparios. El sacerdote recita oraciones, implo-
tenciales incluso dentro de la misalo2. rando la misericordia divina, exhortando al arrepentimiento. La con-
fesión la realiza el penitente, bien de forma espontánea, bien ayudado
96. Afirma al respecto M. M. Garijo Guembe, La reconciliación en la Iglesia, por el sacerdote. Una vez confesado, el sacerdote proclama la absolu-
163: «De relevancia es el hecho de que la penitencia privada, tanto en Occidente como
en Oriente, s u j a por aplicación de una praxis monacal. La apertura de conciencia ates- ción mientras impone sus manos colocando la estola sobre la cabeza
tiguada en los monasterios de san Basilio tuvo amplia difusión en los monasterios orien- del penitente. Y despide al penitente.
tales y occidentales (Casiano). Y de los monjes pasó a los laicos. Este es un hecho de
gran significación eclesial)).
97. Cf. Ch. Andronikof, Des mysteres sacmmentels, Paris 1997, 196-218, aquí 199. Este ordo no es seguido exactamente por todas las Iglesias. Según
98. Ibid., 207: ((Cependant, l'orthodoxie y a finalement renoncé, meme quant a describe Ph. Rouillard al referirse al tema, la Iglesia rusa ortodoxa
differencier entre péchés 'mortels' (plus tard appelés 'graves' ou 'capitaux') et 'veniels', procede así: «El sacerdote, revestido de estola, se pone de pie al lado
pour s'en tenir d'une maniere genérale aux préceptes de Saint Basile le Grand, selon le-
que1 la gravité de la faute est relative a l'état spirituel du pénitent)).
de un pupitre que sostiene el evangelio y la cruz, signos de la presen-
99. Ibid., 21 2. cia de Cristo y de su misterio. El penitente tambien está de pie y en si-
100. El mismo M. M. Garijo Guembe, La reconciliación en la Iglesia, 158, subra- lencio. El sacerdote le pregunta sobre los diversos pecados posibles, y
ya: «Hay toda una línea oriental, que viene desde Orígenes, de subrayar más la dimen- el penitente responde con tanta compunción como imprecisión: 'Pa-
sión pneumática del confesor que su función ministerial. El monje aparece como el
pneumatikós por excelencia)). dre, he pecado en todo'. ¿Para qué entrar en detalles? El penitente re-
101. Cf. al respecto los estudios de L. Ligier.
102. Así, los siro-occidentales tienen una confesión general dentro de la anáfora, a ((Señor, ten piedad)), y confiesan sus faItas en voz baja, dando al final la absolución ge-
la que sigue una petición de perdón; y los siro-orientales tienen otro rito penitencial des- neraI). Cf. A. Raes, Un rite pénitenciel avant la comunión dans les liturgies syriennes:
pués de la anáfora y antes de la comunión; y la liturgia copta tiene el rito de incensación L'Orient Syrien 10 (1965) 109-1 12; L. Ligier, Pénitence et Eucharistie en Orient, 5-78.
(se confiesan al incensario), que tiene valor de confesión y remisión de los pecados (el 103. Ch. Andronikof, Le sacrement du repentir et de la conversión, en Id., Des
sacerdote o diácono recorre la iglesia incensando a los fieles, mientras estos repiten: mystires sacrementels, 2 13-218.
148 Experiencia histórica Estructura de «confesión»: siglos XIII-XX 149

conoce que es pecador, sin límites. Entonces, el sacerdote hace una ex- a un laico, en ausencia del sacerdote y en caso de extrema necesidad,
hortación y pronuncia la absolución, mientras el penitente se inclina o incluyendo una oración de petición de perdón, pero no una absolu-
se arrodilla ante el evangelio. El sacerdote le impone la estola con la ciÓnlo9.Entre los anglicanos, por otro lado, se da un claro desliza-
mano sobre la cabeza. Después de lo cual, si lo juzga útil, puede im- miento de la noción individual de pecado a la solidaridad colectiva y
poner una penitencia o epitimia que, como en Grecia, no se considera social en el pecado.
una satisfacción, que sería un poco irrisoria, sino como el remedio sa- Las Iglesias de la Reforma, si bien rechazan la penitencia como sa-
ludable para la curación del alma»'04. cramento, nunca han rechazado la práctica de la confesión. Lutero y
En los últimos años, en la Iglesia rusa también se ha extendido la Calvino intentaron mantener, bajo formas diversas, la confesión indi-
celebración comunitaria con absolución general, incluyendo oracio- vidual y, aunque olvidada durante largo tiempo, en la actualidad se re-
nes, predicación, meditación, absolución generalLo5. No está ausente cupera sobre todo como una forma de revivir el bautismo y de suscitar
en ello la conciencia de la dimensión eclesial de la penitencia, pues la confianza en el perdón de Dios. El acento se pone en la fe y la total
como afirma P. Meyendorf, ((dependiendo de la doctrina de la divini- confianza en la misericordia y perdón de Dios. Pero, como bien resu-
zación, se insiste en que no sólo el sacramento de la penitencia, sino me F. Senn, «la fe es muchas veces débil, de modo que es una ventaja
también toda la vida de la Iglesia está destinada a realizar la reconci- disponer de un hermano o una hermana cristianos a quien confesarse
liación entre Dios y la humanidad. La Iglesia es ella misma sacramen- y de quien escuchar la palabra del perdón de Dios. No es menester que
to de reconciliación»'06. esa persona sea un sacerdote; en efecto, los clérigos no tienen el mo-
nopolio de la absolución. Puesto que sólo Dios perdona los pecados,
lo importante es fiarse de su palabra. Pero la fe tiene necesidad de es-
b) Iglesia anglicana e Iglesias de la Reforma cuchar esa palabra de la boca de un hermano o una hermana en Cristo,
Tratamos de ofrecer una síntesis sobre la situación actual de la y el pastor puede, con todo derecho, cumplir el papel de confesor, por-
penitencia en las Iglesias de la Reforma y las Iglesias de comunión que ha sido llamado y ordenado ministro de la Palabra y de los sacra-
anglicana. mentos. Sin embargo, la confesión debería ser libre y tan sólo se debe-
La Iglesia anglicana ha admitido desde siempre la confesión pri- rían confesar aquellos pecados que perturban la conciencia: no se puede
vada, tal como manifiesta el Book of Common Prayer (1549), pero de- conocer la totalidad de los propios pecados»'10.En la actualidad, la
jando una gran libertad al respecto, según el principio ((Todospueden, mayoría de las liturgias protestantes presentan, al principio del culto
a ninguno se le obliga, todos debieran»lo7.Una primera forma de cele- dominical, una confesión comunitaria, seguida de una proclamación o
bración tenía lugar en la liturgia penitencial de la eucaristía. En la ac- ((declaración de perdón)). En algunos lugares este rito penitencial se
tualidad se dan dos fenómenos de extensión. Por un lado, el proceso realiza después de la liturgia de la Palabra y la predicación. Y, aunque
penitencial con confesión privada o reconciliación de un solo peniten- se admite la confesión individual'", en la mayoría de las comunidades
teloa.Por otro lado (quizás por el interés creciente del counseling o te- apenas se practica.
rapia de grupo), la aceptación de la confesión a un diácono, o incluso En conclusión, hay que decir que, si bien existen elementos con-
vergentes (insistencia en la misericordia de Dios y la conversión del
hombre, reconocimiento del valor de la confesión y de la petición de
104. Ph. Rouillard, Historia de la penitencia. Desde los orígenes a nuestros dias,
Bilbao 1999,99.
perdón -¿declaración?, ¿absolución?-, importancia de la dimensión
105. Ibid., 99-100. eclesial comunitaria y de la Palabra, participación de la comunidad o
106. P. Meyendorf, La pénitence dans 1 'Église orthodoxe: La Maison Dieu 17 1 de los fieles en la corrección e incluso en la mutua confesión, inci-
(1987) 43-47, aquí 43.
107. Cf. D. Holeton, La pénitence dans les Églises de la comunión anglicane: La
Maison Dieu 171 (1987) 49-57; A. Join-Lambert, Une reflexión oecumenique pour un 109. Ibid., 104.
renouveau du ministgre de réconciliation: La Maison Dieu 214 (1998) 69-84. 1 10. F. Senn, La confessión des péchés dans les Églises de la Réfirme: Concilium
108. Para Francia se ha publicado en 1983 el Libro de la oración común. de la ad- 210 (1987) 130-131.
ministración de los sacramentos y de otros ritos y ceremonias de la Iglesia, en el que se 1 1 1 . Tal sucede, por ejemplo, en la comunidad de Taizé y en la Iglesia luterana, se-
incluye este rito. Cf. Ph. Rouillard, Historia de la penitencia, Apéndice 85, 170- 17 1 . gún lo que se publicó en su ritual, Lutheran Book of Worship, 1978.
150 Experiencia histórica

dencia en la misma antropología y psicología humanas.. .)l12, también 4


encontramos no pocas divergencias en relación a la concepción y pra-
xis católica: la obligatoriedad de confesión en caso de pecados graves ESTRUCTURA DE RECONCILIACI~N:
o mortales; la necesidad de una confesión «íntegra»; la exclusividad CONCILIO VATICANO 11
de absolver por parte del ministro ordenado; la importancia dada a los
mismos actos del penitente (contrición, confesión, absolución); la di-
versa valoración sacramental de las distintas formas de penitencia.. .
Todo ello nos invita, por una parte, a avanzar en el diálogo ecuménico
respecto a la penitencia, y por otra, a aprender de aquellas lecciones
que proceden de las otras Iglesias cristianas. A. Join-Lambert propone
estos caminos de avance y encuentro: 1) distinguir entre lo que impli-
ca «curar)) (guerir) -cuando se trata de pecados serios, lo que exige la
intervención del ministro ordenado-, y «ayudar» (aider) cuando se En los últimos tiempos, sobre todo desde el Vaticano 11, los diver-
trata de pecados leves, lo que también permite la intervención curativa sos documentos penitenciales de la Iglesia (Ordo poenitentiae, Códi-
del laico; 2) una mayor valoración del bautismo y de la penitencia co- go de derecho canónico, Exhortación Reconciliatio et poenitentia, Ca-
mo renovación de la vida bautismal; 3) una separación de la «confe- tecismo de la Iglesia católica) han venido a recuperar y utilizar (aunque
sión de devoción)) del ámbito estrictamente sacramental, de modo que de forma diversa) el nombre de ((sacramento de reconciliación)) o «ri-
se aprecie la especificidad del sacramento; 4) una mayor valoración de to de reconciliación», junto con ((sacramento de la penitencia)), «sa-
la penitencia en relación con los diversos ministerios de reconciliación cramento de la conversión)), ((sacramento de la confesión)), ((sacra-
en la vida113. mento del perdón»l. Creemos que, detrás de estos nombres, hay dos
lenguajes penitenciales (uno más tradicional y otro más renovador), y
sobre todo dos concepciones teológicas del sacramento (una más tri-
dentina-«confesionista» y otra más vaticana-((integradora))). Pero lo
realmente importante es que, con el empleo del nombre ((reconcilia-
ción)), se está insinuando una estructura de penitencia renovada. Así,
podría llamarse «estructura de reconciliación)) a aquella que, tenien-
do especialmente en cuenta el origen del perdón en Dios, la interven-
ción y dimensión eclesial de la penitencia y sus expresiones históricas,
pretende manifestar en su forma externa la esencia interpersonal y re-
lacional de la reconciliación (Dios-Iglesia-sujeto), así como su inser-
ción en la historia social de reconciliación entre los hombres. Por otro
lado, ponen de relieve la íntima relación establecida por Cristo entre el
perdón de Dios y el perdón a los hermanos.

1. CCE 1423, donde por primera vez se emplean estos nombres, con la clara in-
tención de mostrar la complementariedad de distintos aspectos que integran el sacra-
mento. Cf. P. M. Gy, Un sacramentopara la reconciliación. Los nombres tienen su im-
portancia, en AA.VV, Penitencia y reconciliación hoy, Madrid 1975, 55-59. Sobre
cómo en los nombres aparece la inculturación ayer y hoy, cf. F. Marcel Rooney, Incul-
turation of the Liturgy: un Example from the Sacrament ot Penance-Reconciliation: Se-
112. Cf. A. Join-Lambert, Une réflexion oecumenique, 76-79. minarium 1 (1992) 75-101 ;Nestor-Neshy Nongo, Cuando la reconciliación se hace sa-
113. Ibid., 81-84. cramento: Vida Religiosa (1998) 352-359.
152 Experiencia histórica Estnrctura de reconciliación: Yaticano II 153

1. Nueva clave de comprensión del sacramento paradoras y establece una nueva relación entre los hombres. Así lo
manifiesta en el acercamiento y las comidas que comparte con los fa-
a) Fundamento en la Escritura riseos, pecadores, publicanos (Mc 2, 16; Mt 1 1, 19; Lc 15, 1-3...); en
la proclamación de un reino de verdad y justicia, de servicio y amor
El nombre «reconciliación y penitencia)),((reconciliaciónpeniten- (Mt 20,26s; Mc 10,44; Lc 14, 11; 18, 14); en su actitud permanente
cial)),«rito para reconciliar))o simplemente «reconciliación)),encuen: y sanante ante los enfermos, excluidos, leprosos (Mc 1,41SS;Mt 23;
tra su primer fundamento en la misma Escritura. En ella el verdadero Mc 2, 1- 17...); en la exigencia de reconciliación para ofrecer un culto
sujeto reconciliador es Dios, aunque el agente que revela y realiza es- verdadero (Mt 5, 23ss); en la entrega de su vida y muerte en la cruz
ta reconciliación es Cristo (cf. Rorn 5, 1Oss; 2 Cor 5, 15-18; Col 1, 19- como verdadero sacrificio de reconciliación (Rom 5 , 1SS;Heb 9, 11SS;
22), en quien se encuentra la posibilidad de reconciliación con Dios, Mc 15,38 par).
con los demás, con nosotros mismos y con el mundo2. Los términos bíblicos para designar la reconciliación (katalasso-
Las diversas religiones, así como la Biblia, hablan de reconcilia- katallagé) se utilizan con cierta abundancia en Pablo, referidos a la
ción. Pero la novedad bíblica radica en que este proceso reconciliador reconciliación con Dios (Rom 5, 10; Col 1,20.22; Ef 2, 16) y con los
se pone en relación a la vez con Dios y con los demás3. El Antiguo demás (1 Cor 7, 11; 2 Cor 5, 17-20)4.El verdadero sujeto reconcilia-
Testamento nos habla del perdón y la reconciliación entre los hombres dor es Dios, pero el verdadero agente de la reconciliación es Cristo
(Lv 19, 17ss; Prov 10,22; Eclo 28,2-6). El Nuevo Testamento nos pi- (Rom 5, 10ss; 2 Cor 5, 14-20; Ef 2, 12-20; Col 1,18-23). Él es quien,
de incluso el amor a los enemigos (Lc 23,34; Mt 5,43ss; Lc 6,27-36). con su encarnación, vida, muerte y resurrección, ha obrado la recon-
Y, lo mismo en un caso que en otro, se pone en relación este perdón ciliación definitiva (Col 1, 19-22), que se ofrece permanentemente a
con el perdón de Dios (Eclo 28, 2; Mt 6, 12.14; 18, 23-35; Mc 11, los hombres como don («dejaos reconciliar con Dios)), 2 Cor 5,20)
2 5 s ; Lc 11,4). Más aún, es Dios el único que tiene poder de perdonar y como servicio («nos confió el ministerio de la reconciliación», v.
la ofensa, aunque este poder se manifieste a través de mediaciones e 18). La continuación de esta obra de reconciliación ha sido enco-
intermediarios (Lv 4, 35; 5,26; 16, 30.. .). mendada a la Iglesia. Su objetivo no será otro que el del mismo Cris-
También Jesús reconoce y suplica al Padre para que conceda este to: poner fin a la enemistad entre Dios y los hombres a causa del pe-
perdón a los pecadores (Lc 18, 13; 23,34). Sin embargo, la gran no- cado (2 Cor 5, 19), llevar a la paz y a la amistad con Dios (Rom 5, l),
vedad del Nuevo Testamento es que atribuye a Cristo un poder de per- ofrecer la salvación dada (Rom 5, lo), conducir a la aceptación de la
donar los pecados que sólo corresponde a Dios (Mt 9, 1-8; Mc 2, 1- novedad de vida (2 Cor 5, 17), exhortar y mantener en la mutua re-
12; Lc 5, 17-26: curación del paralítico), y que Cristo aparece como conciliación (1 Cor 7, 1l), poner en paz todas las cosas de acuerdo
el gran Reconciliador de la humanidad entera por su sangre en la con el ideal de la creación (Col 1,20). La reconciliación consiste, por
cruz (Rom 5, 1; 2 Cor 5, 13-17; Heb 8-10.. .). Él reconcilia perdo- tanto, en unir lo separado, en cancelar la deuda, en conducir a la amis-
nando y perdona reconciliando. El perdón es la expresión de una ex- tad desde la enemistad, en traer a la paz desde la ruptura, la injusticia
periencia de Dios gratuita y misericordiosa, que Jesús realiza y pro- o la violencia.. .5
mueve (Lc 15), superando la ley del «ojo por ojo» y extendiéndose
incluso a los enemigos (Mt 5, 38-42). Cristo cumple las promesas
mesiánicas de establecer la paz verdadera, que destruye barreras se-
4. Cf. Fr. Büchsel, katalasso, enTWNT 1,252-260; H . G. Link-H. Vorlander, Re-
2. La Exhortación RyP (n. 7) dedica un apartado a este punto al referirse a ((las conciliación, en DTNT IV, 36-48; J. Dupont, La réconciliation dans la théologie de
fuentes de la reconciliación», donde habla de ((Cristo reconciliador». Saint Paul, Lovaina 1953.
3. Como bibliografia fundamental, cf. W. Klassen, The Forgiving Community, Phi- 5. Cf. J. Comblin, O tema da reconciliap?~e a teologia naAmerica latina: Revista
ladelphia 1966; H. Thyen, Studien zur Sündenvergebung im Neuen Testament und seinen Eclesiástica Brasileira 46 (1986) 276-294. El autor afirma que en los escritos paulinos
alttestamentlichen Yornussetzungen, Gottingen 1970; P. W. Pmyser, Between Belief and aparece una reconciliación a tres niveles: uno cristológico, en el que Cristo es el media-
Unbeliei, New York 1974; J. Jankelevich, Lepardon, Pans 1983; L. Gregory Jones, Em- dor a través del cual Dios reconcilia consigo al mundo; otro eclesiológico, en el que Cris-
body Forgiveness. A theological analysis, Grand Rapids 1995; AA.V!, Reconciliación to aparece como aquel que reconcilia a judíos y gentiles; y otro cósmico, en el que se tra-
y perdón: Concilium 204 (1986) 165-298. ta de la reconciliación de todos los seres del cielo y de la tierra.
154 Experiencia histórica Estructura de reconciliación: Vaticano II 155

b) Fundamento en la tradición y el magisterio ((conversión implica a la vez el perdón de Dios y la reconciliación con
la Iglesia, que es lo que expresa y realiza litúrgicamente el sacramen-
Durante los primeros siglos este nombre era empleado muy fre- to de la penitencia y de la recon~iliación»'~. Y esto es así porque los
cuente para indicar la reconciliación de los penitentes: «ad reconcilian- dos elementos forman parte de la esencia del sacramento: la ((meta-
dum poenitentem)), «ad reconciliandos poenitentes)), ((reconcilian cum noia-conversión)), que destaca el cambio de vida, el esfuerzo y ascesis
Ecclesia)), ((reconciliari altario)). . . 6 Por otro lado, es un nombre que del penitente, el carácter laborioso del proceso, gestos y frutos de pe-
responde mejor a la sensibilidad del hombre actual, y a su aspiración y nitencia.. .; y la «reconciliación», que pone el acento en la mediación
((nostalgia de reconciliación)) (RyP 3), y ayuda a la mejor comprensión y meta del proceso, en la recomposición o renovación de relaciones y
del sacramento. Además, el término «reconciliación» destaca mejor el encuentro de comunión, por el que se renueva la vida entera.
que ningún otro la verdad del sacramento como «encuentro»7, como
diálogo interpersonal, como alteridad y comunión, como renovación
relaciona1 con Dios, con los demás (Iglesia, sociedad), consigo mismo 2. Estructura de reconciliación
y con el mundo8. E implica, de forma especial, la inserción en la obra
salvadora de la reconciliación (historia de salvación reconciliadora), La estructura resultante de esta concepción explicada intenta ma-
por la apertura y el compromiso en las acciones y procesos sociales e nifestar de forma adecuada y equilibrada la intervención y presencia
históricos de reconciliación y de paz.
de los diversos ((personajes))que concurren a la obra penitencial de re-
Debido a todas estas razones, se comprende que la Iglesia, aun
conciliación, entendida como encuentro interpersonal: Dios, la Iglesia,
conservando el nombre de ((sacramento de la penitencia)) (Ordo poe-
el sujeto".
nitentiae), utilice con más abundancia el término «reconciliación»,
Respecto a Dios, los documentos ponen de relieve la iniciativa gra-
mostrando en todo caso una clara voluntad de síntesis, como aparece
tuita de Dios en el perdón, la primariedad del perdón divino (del que
en la Exhortación Reconciliatio et poenitentia:
depende todo tipo de perdón), la estructura trinitaria en la reconcilia-
La penitencia (metanoia) es, por tanto, la conversión que pasa del cora- ción, la inserción del sacramento en la obra histórico-salvífica de re-
zón a las obras y, consiguientemente, a la vida entera del cristiano. En conciliación, la centralidad del misterio pascua1 de reconciliación, la
cada uno de estos significados, penitencia está estrechamente unida a continuidad de dicha reconciliación en el poder del Espíritu.. . 1 2 .
reconciliación, puesto que reconciliarse con Dios, consigo mismo y con Respecto a la Iglesia, se insiste en los diversos aspectos de la di-
los demás presupone superar la ruptura radical que es el pecado, lo cual
se realiza solamente a través de la transformación interior o conversión
mensión eclesial de la penitencia: la Iglesia es santa y está necesitada
que fructifica en la vida mediante los actos de penitencia. de purificación; es reconciliada, reconciliadora y necesitada de recon-
Por tanto, la reconciliación, para que sea plena, exige necesariamente la ciliación; a ella le afectan asimismo el pecado, la conversión y la re-
liberación del pecado, que ha de ser rechazado en sus raíces más pro- conciliación de sus miembros. Por eso tiene derecho y deber de inter-
fundas. Por lo cual, una estrecha conexión interna viene a unir conver- venir en el proceso de reconciliación ejerciendo su función mediadora;
sión y reconciliación; es imposible disociar las dos realidades o hablar y esto lo hace por medio de sus ministros, y en cuanto comunidad uni-
de una silenciando la otra (RyP 4)9. versal y local. Por lo mismo, la penitencia es al mismo tiempo recon-
ciliación con Dios y con la Iglesia, aunque el origen último del perdón
Y el Catecismo de la Iglesia católica habla constantemente de «sa- se encuentra en Dios".
cramento de la penitencia y de la reconciliación~~, resaltando que la En cuanto al penitente, además de recordar que sus actos son im-
portantes y forman parte del mismo sacramento, destaca la centralidad
6. Cf. diversidad de expresiones al respecto en D. Borobio, La penitencia en la
Iglesia hispánica del siglo IV-VII, Bilbao 1978, 81s.
7. RyP habla en diversos lugares de ((encuentro))penitencial: n. 3 1-111. 10. CCE 1440; cf. 1425,1445, 1468, 1469...
8. Así lo recuerda también RyP 8. 11. Cf. nuestra síntesis en D. Borobio, Penitencia-reconciliación (CPL 15), Barce-
9. Sobre el proceso y las intenciones del sínodo, cf. F. Brovelli, Celebrare la ricon- lona 1985,32ss.
ciliazione oggi. Sinodo 1983, un osservatorio sign~ficatii~o: Rivista Liturgica 79 (1991) 12. Cf. OP 2. 112, 116, 133, 155; RyP 31-1V
606-618. 13. OP3,4,5,8,9;RyP9.16.31.107 ...
156 Experiencia histórica Estructura de reconciliación: Vaticano II 157

de la conversión, explica el sentido de la confesión como medio para podemos decir que se salva la identidad del objeto en cuestión. Pero
expresar la conversión y para el encuentro penitencial, y señala el ¿,es así en el sacramento de la penitencia? ¿Cuál es la coherencia en-
puesto y la importancia que al menos teóricamente corresponde a la tre el sentido y las formas que se nos proponen de celebración? ¿En
satisfacción14. qué medida se alinean al lado de la estructura de «penitencia», de la
Según esta concepción, la estructura en la que mejor se expresa la estructura de «confesión» o de la estructura de «reconciliación»?
intervención de los mencionados «personajes» no es la de ((penitenciau - La ((FormaA» o ((ritopara reconciliar a un solo penitente)),

o «confesión)n»,sino la de reconciliación;no es la que se configura ho- aparte de algunos elementos que intentan recuperar su carácter cele-
rizontal ni verticalmente, sino la que se representa triangularmente. brativo (acogida, Palabra.. .), sigue el mismo orden de elementos o
esquema vertical propio de la estructura de «confesión», y expresa
adecuadamente algunos aspectos, mientras que otros sólo de forma
1 Dios: gracia, iniciativa limitada:
Estructura trinitaria
Padre-Hijo-Espíritu
Signo Dios Iglesia Sujeto
sacramental: Palabra (?) Comunidad (?) Conversión
encuentro
Absolución Ministro-confesor Confesión
Sujeto: actos Iglesia: mediación Oraciones Ministerios (?) Satisfacción (?)
conversión Iglesia universal
confesión Iglesia local
satisfacción .,' Ministro-ministerios Por el esquema puede apreciarse que la intervención de Dios apa-
rece bien expresada en la absolución personal, aunque no siempre se
proclama de hecho inteligiblemente. En cambio, no aparece de modo
Esta estructura tiene la ventaja de buscar un equilibrio entre los di- suficiente y de hecho (no decimos en la propuesta teórica del Ordo,
versos aspectos que constituyen el acto sacramental, salvada siempre que la exige) la presencia por medio de la Palabra, porque la mayoría
la diferencia analógica que corresponde a cada uno de los ((persona- de las veces ni se lee, ni se recuerda, ni se proclama. Tampoco en las
jes». Se pone de relieve la gratuidad del perdón divino, más allá de to- oraciones aparece suficientemente, ya que la mayoría de las veces se
do automatismo absolucionista; se destaca la mediación eclesial, inte- rezan en privado o apenas se rezan de hecho.
grando la función del ministro en su verdadero contexto eclesiológico; En cuanto a la Iglesia, aparece presente por la re-presentación del
se valoran de modo adecuado los actos del penitente, poniendo el cen- ministro o confesor, pero dado el carácter más individual, no aparece
tro en la conversión y relativizando sus formas manifestativas, cuales ni por la presencia de una comunidad o asamblea celebrante, ni por el
son la confesión y satisfacción. desempeño de los diversos servicios y ministerios laicales.
Y respecto al penitente, supuesto que desea convertirse de verdad,
lo que mejor aparece es el encuentro por el diálogo-confesión, pero no
3. ¿Correspondencia o desarmonía entre sentido y estructura? así el valor y el puesto que, al menos en principio, debería tener la sa-
tisfacción, elemento que hoy pasa muchas veces desapercibido.
Si esta es la concepción y configuración lógica del sacramento, las - La ((FormaB» o ((ritopara reconciliar a varios penitentes con

formas penitenciales que hoy nos propone la Iglesia deberían mani- confesión y absolución individual)), aun manteniendo la misma es-
festarla correspondientemente. Sólo cuando se da una armonía y ex- tructura formal de «confesión», se desarrolla en un contexto o acción
plicitación coherente entre contenido y forma, sentido y estructura, celebrativa, y expresa mejor el equilibrio pretendido de la estructura
de «reconciliación».
14. Cf. OP 6, 11; RyP 31-111.
158 Experiencia histórica Estructura de reconciliación: Vaticano11 159

Dios Iglesia Sujeto sos excepcionales O situaciones de «grave necesidad», y en la misma


Palabra Comunidad Conversión configuración manifiesta aspectos positivos y limitativos.
Absolución Ministro-confesor Confesión (!)
Oraciones Ministerios Satisfacción (?) Dios Iglesia Sujeto
Palabra Comunidad Conversión
Absolución Ministro-confesor Confesión (?)
Sin duda en esta forma se ponen los elementos para que se expre-
se adecuadamente la intervención de Dios, ya que, además de una au- Oraciones Ministerios Satisfacción (?)
téntica proclamación y explicación de la Palabra (homilía.. .), se ora
y pide diversamente la misericordia divina y se pronuncia personal-
mente la absolución sacramental, a veces por desgracia con excesiva En esta forma se manifiesta de forma adecuada la intervención de
precipitación. Dios y la gratuidad del perdón, que se adelanta a las mismas «obras»
El aspecto eclesial queda también suficientemente significado, ya del penitente. También aparece de forma clara la intervención y parti-
que, además de la presencia de una comunidad o asamblea presidida cipación de la Iglesia en sus diversos niveles. Pero no se manifiesta su-
por el ministro ordenado (acompañado la mayoría de las veces por ficientemente la intervención del sujeto penitente en el acto sacra-
otros ministros confesores), se participa desempeñando diversos ser- mental de reconciliación, ya que no sólo no aparece la importancia de
vicios y ministerios, y aparece así mejor la misma estructura de la la satisfacción, sino que tampoco se realiza la confesión individual, ni
Iglesia reconciliada y reconciliadora. se significa suficientemente el encuentro de reconciliación, ni se or-
En cuanto a la dimensión personal, todos los actos del penitente denan los elementos según su dinámica lógica. Es cierto que existe
aparecen de modo significativo. Supuesta la conversión interna, se tie- una confesión general, pero ¿es suficiente en caso de pecados «morta-
ne un espacio para la confesión, aunque por desgracia se hace con fre- les»? Si lo es, ¿por qué se exige una confesión particular en otro mo-
cuencia precipitadamente. La satisfacción es la que peor expresión ad- mento de los pecados ya perdonados? Y si no lo es, ¿cómo se entiende
quiere dentro de la celebración, aparte de conservar un puesto de hecho que lo que deberia estar al principio (confesión) se sitúe al final?
sin relevancia. ¿Puede darse un discernimiento eclesial concreto, que se signifique
La disposición de que se dé la absolución «a cada penitente indivi- después por un proceso de separación-reconciliación, en esta forma de
dualmente, después de haber confesado sus pecados)), creemos que, le- penitencia? ¿Cómo solucionar el «desorden» de elementos que se pro-
jos de favorecer la personalización y gratuidad del don, obstaculiza el duce (lo que tenía que estar al principio -confesión- se desplaza al fi-
que la confesión se haga con la debida calma, rompe el ritmo in cres- nal, y lo que debería estar al final -reconciliación- se lleva al princi-
cendo de la celebración, hace que no pocos dejen la asamblea antes de pio)? Se trata de una forma un tanto «anómala», ya que en este caso
la acción de gracias, y sobre todo impide una mínima recuperación del no sólo persiste el cambio de la satisfacción, sino que también se alte-
ritmo y estructura penitencial originarios. Creemos que éste es un pun- ra el puesto de la confesión. Todo lo cual lleva a la conclusión de que,
to que debería revisarse por la autoridad responsable, para una mejor aun siendo necesaria en determinadas circunstancias, no puede consi-
celebración. Si la absolución se diera a todos, después que se han con- derarse como la forma «ideal».
fesado, ¿no cabría considerar el tiempo intermedio como un momento
de «satisfacción» a expresar diversamente? ¿Habría alguna dificultad
en situar entre la confesión y la absolución un acto de satisfacción que 4 . Hacia una renovacibn más coherente de estructuras y formas
ayudara a madurar la conversión, y dispusiera a recibir y dar gracias penitenciales
por la reconciliación? ¿No ganaría de este modo la celebración en se-
riedad y en ritmo, y sobre todo en autenticidad estructural? Las estructuras y formas penitenciales deben estar al servicio del
- La ((FormaC» o ((ritopara reconciliar a muchospenitentes con sentido e identidad de la penitencia. Tres son los centros de sentido
confesión y absolución generah se propone, como sabemos, para ca- identificantes de este sacramento.
160 Experiencia histórica Estructura de reconciliación: YaficanoII 161

- La conversión o metunoia, que indica el cambio profundo y la es absolutamente gratuito y creador. La reconciliación, para no que-
transformación del corazón, el esfuerzo y la ascesis, los frutos de pe- darse en reivindicación y acuerdo compartido en el terreno de las jus-
nitencia.. . La conversión es quicio y centro de la penitencia vista des- ticias, debe implicar el perdón, único modo de romper el circulo de la
de el sujeto. Es la totalidad en la parte, la síntesis de la participación. insuficiencia o violencia. Y el perdón, para no quedarse en bondad in-
De la conversión depende la verdad de la penitencia. En la conversión móvil, en gratuidad aceptada pasivamente, exige la reconciliación. Pe-
se autentifican la confesión y satisfacción penitenciales. Estos actos ro, dada la tensión entre deseo y realidad, el único modo de sobrevivir
son como su corporeidad, su visibilización personal y eclesial, su «sa- con esperanza reconciliadora a pesar de las desreconciliaciones cons-
cramento)). Lejos de verse absorbidos por la conversión, son exigidos tantes es el perdÓnl5.
por ella, en mayor o menor medida, como condición de posibilidad y
de verdad. Conversión interna y externa no se oponen: se integran cons- Pues bien, estos centros de sentido deben expresarse coherente-
tituyéndose. Pero la primariedad y la centralidad se encuentra en la con- mente en el sacramento de la penitencia. ¿Cómo? En principio, una
versión interna. pluralidad de sentidos puede encontrar expresión adecuada en una uni-
- La reconciliación, que expresa propiamente la unión de lo se- dad formal de estructura (como sucede, por ejemplo, con la eucaris-
parado, la cancelación de la deuda, la recuperación de la amistad des- tía). Pero nada impide que, en algunos casos, estos sentidos diferentes
de la enemistad, la consecución de la paz desde la ruptura. Se trata de exijan también estructuras diferenciadas, aun dentro de una unidad
un acto relaciona1 e interpersonal en el que el centro se pone en la co- fundamental. Este es, a nuestro entender, el caso del sacramento de la
municación y el encuentro, dentro de una pluralidad de relaciones que, penitencia. Defendemos que, aun siendo el sacramento uno y único, y
teniendo por eje a Dios misericordioso y a la persona pecadora, impli- consistiendo su identidad teológica en una diversidad integrativa de
can la mediación de la Iglesia y se extienden a la humanidad entera y centros de sentido, dada la dificultad de ser expresados dichos centros
a la misma realidad cósmica. La Iglesia aparece como «centro» expre- de modo adecuado en una única forma celebrativa, se exige una es-
sivo de reconciliación, siendo ella misma sujeto, mediación y objeto tructura simbólica plural, que en cada caso exprese de forma más cla-
de reconciliación, manifestado en diversos aspectos: sujeto que se re- ra un aspecto, sin descuidar la expresión de los restantes. ¿Cuáles se-
concilia con y por la comunidad, comunidad que solicita y concede la rían en concreto estas estructuras o formas?
reconciliación, ministro que representa y sirve a la reconciliación, co-
munidad y ministro que anuncian y denuncian, que proclaman y cele- a) Estructura de ((conversión penitencial))
bran, que viven y se comprometen en la reconciliación.
-El perdón, que expresa el punto terminal y el desenlace de la Entendemos por tal estructura aquella forma de penitencia que, te-
conversión y reconciliación. Conversión y reconciliación son dos cen- niendo por precedente la estructura histórica en vigor durante el tiem-
tros del sacramento que reclaman, para la realización plena de la ver- po de la ((penitencia canónica)) (siglos 111-VII) y que en diversidad de
dad sacramental, un tercero: el perdón. Reconciliación y perdón son formas perduró hasta el mismo concilio de Trento (penitencia «tarifa-
dos aspectos diferenciados e inseparables, pero no confundibles, de da», ((pública solemne))), expresa de un modo especial el proceso y
una misma realidad. Sus diferencias principales son: la reconciliación autenticidad de la conversión (spatium poenitentiae) a través de una
es más «horizontal)), el perdón es más «vertical»; aquella es más bila- reordenación de los elementos penitenciales externos según su ritmo
teral, éste más unilateral; la primera supone correspondencia, el se- originario: confesión-satisfacción-reconciliaciÓn~6.
gundo puede no suponerla; en el primer caso, se parte más de la reali- Estamos convencidos de que la recuperación actualizada de esta
dad desreconciliada; en el segundo, cuenta más el comienzo nuevo; la estructura o proceso penitencial, bien en la celebración con uno solo o
reconciliación es más exigitiva o imperativa, el perdón es más gratui- con muchos penitentes, según el ritmo en tres tiempos (reconocimien-
to e indicativo. Tratándose del sacramento (encuentro del hombre con
Dios en la Iglesia), la alteridad es original, pues Dios es siempre suje- 15. Cf. sobre todo nuestro estudio Elperdón sacramental de los pecados, 279s.
16. Es lo que hemos expuesto de forma más fundamentada y amplia en D. Boro-
to que reconcilia y perdona, y nunca «objeto» que necesite ser recon- bio, La penitencia como proceso. De la reconciliación real a la reconciliación sacra-
ciliado o perdonado. Desde Dios todo acto de reconciliación y perdón mental, Madrid 2005.
162 Experiencia histcjrica Estructura de reconciliación: Vaticano II 163

to o confesión del pecado a la luz de la Palabra, marcha a cumplir la ción (Dios-lglesia-sujeto), destacando el doble movimiento de separa-
satisfacción y autentificar la conversión durante un tiempo prudencial ción-acercamiento respecto a la Iglesia, así como su intervención en
-por ejemplo, una semana-, vuelta para la reconciliación en el mo- todo el proceso. Este aspecto necesita una significación coherente, que
mento fijado), comportaría, entre otras ventajas", poner de relieve el supone la presencia real de la comunidad concreta, el servicio del mi-
carácter procesual, histórico y dinámico de la conversión; crear un es- nistro ordenado, la participación de los diversos servicios y ministe-
pacio adecuado para que se manifieste el esfuerzo penitencial, la qp- rios, y en definitiva la exigencia de una celebración comunitaria. De
cesidad de cambio radical y las obras de conversión; favorecer una entre todas las formas actuales que nos propone el ritual, es la ((Forma
mayor intervención de la comunidad por la oración y el testimonio, y B» (reconciliación de muchos penitentes con confesión y absolución
un seguimiento más sanativo del ministro; mostrar las repercusiones individual) la que mejor expresa esta intervención reconciliadora de la
de una conversión social por las que no sólo se autentifica, sino que se Iglesia, sin marginar los otros aspectos de la reconciliación.
hace creíble para el mundo; significar la conexión directa de la con- Entendiendo que esta celebración resulta más apta para grupos no
versión segunda penitencial con la conversión primera bautismal (ca- muy numerosos, creemos que podría enriquecerse el signo con algunos
tecumenado) y, por supuesto, permitir recuperar la estructura más ori- de los siguientes elementos: estructurar la celebración estableciendo un
ginaria y duradera de la penitencia. tiempo de confesión (separación), otro de satisfacción (autentificación
Esta es, a nuestro juicio, la forma de favorecer y expresar la parte del de conversión) y otro de reconciliación (proclamación del perdón por
penitente en el sacramento, pues confesión y satisfacción son elementos la absolución); despedida y acogida de los penitentes en la puerta de la
relativos, manifestativos e integrantes de la conversión-contrición, y de- iglesia, en caso de celebración ((espaciada)); abrazo de paz entre her-
ben estar siempre al servicio de su autenticidad. Para la mentalidad ac- manos antes o después de la absolución; en caso de un único acto ce-
tual, esta forma resulta más sena, más auténtica, más sugestiva. No es lebrativo, consideración del tiempo dedicado a las confesiones como
algo para hacerlo todos los días, desde luego, pero sí que se podría re- «espacio» penitencial de satisfacción; relevancia de la absolución con
cuperar y proponer una vez al año, sobre todo en tiempo de cuaresma. imposición de manos y respuesta del penitente (si se dieran las condi-
ciones, absolución sacramental general); compromiso comunitario por
la reconciliación en la sociedad y en el mundo. De este modo, además
b) Estructura de «reconciliación eclesial» de recuperar el ritmo originario, se expresaría mejor la dimensión
Según lo que ya dijimos, es aquella que, teniendo en cuenta de for- eclesial, fraternal y social de la reconciliación, y se evitaría que que-
ma especial la dimensión eclesial de la penitencia y sus expresiones dara en una celebración comunitaria «a medias»ls.
históricas, intenta manifestar el encuentro interpersonal de reconcilia-
c) Estructura de ((perdón misericordioso))
17. Cf. infra, al tratar sobre Ia ((celebración y sus formas)). Esta estructura ha sido
reivindicada por autores como A. Nocent, Aspects célébrat~fide la réconciliation dans Creemos que puede llamarse así la estructura que, partiendo de la
la tradition liturgique occidentale: Eph. Lit. 3-4 (1983) 360s; P. de Clerck, Célébrer la primariedad e iniciativa del perdón gratuito e incondicionado de Dios
pénifence ou la réconciliation? Essai de discernement théologique a propos du nouve-
au Rituel: Revue théol. de Louvain 13 (1982) 387-424, esp. 394-401; Id., Pénitence, en su dinámica dialogal, y teniendo en cuenta las formas históricas
conj&sion, réconciliation. Uneproblematique aprés le Svnode de 1983: Revue de Droit que más reflejan este sentido (confesión privada al sacerdote, absolu-
Canonique 34 ( 1984) 167- 184; A. González, Pour une célébration du sacrement de pé- ciones colectivas), busca expresar de forma correspondiente la con-
nitence: Communautés et Liturgies 4 (1976) 195-204; J. Aldazábal, La celebración de la
penitencia en el itinerario cuaresmal: Phase 128 (1982) 127-143; H. Bourgeois, Récon- fianza en el perdón y el encuentro personal con Dios. Mientras la ((For-
ciliation ici et maintenant, en AA.VV, Péché e! réconciliation hier et aujourd'hui, An-
teIias-Liban 1997, 24 1-258... También en las orientaciones episcopales de algunos ri- 18. La disposición de que se dé la absolución «a cada penitente individualmente))
tuales se contempla esta posibilidad; así, en las Orientaciones doctrinales y pastorales podría variarse sin contradecir su sentido ni su interpretación histórica. Con frecuencia
del Episcopado español, n. 65, incorporadas al Ritual de lapenitenciu, Madrid 1975. In- se hace muy rápidamente, rompe el ritmo in crescendo de la celebración, hace que no
cluso en el Sínodo de 1983 resonó este deseo y petición: G. Concetti, Riconciliazione e pocos abandonen la asamblea antes de la acción de gracias e impide una mínima recu-
penitenza nella missione della Chiesa. Documenfi uficiali della sesfa assemblea gene- peración del ritmo y estruciuia más originarios. No puede desconocerse, sin embargo, la
rale del Sinodo dei &scovi, Roma 1984, 123.152s.157s.164~. norma actual de la Iglesia y las ventajas que tiene.
164 Experiencia histórica

ma A» (reconciliación de un solo penitente) resalta el encuentro inter-


personal con Dios misericordioso, que perdona precediendo la confe-
sión, pero antes de la satisfacción; la ((Forma C» (absolución general)
expresa de modo especial la iniciativa gratuita de Dios y su perdón an-
ticipado a la misma confesión individual y a la satisfacción.
Ninguna de estas formas puede ser considerada como «ideal». La TERCERA
PARTE
((FormaA» ha venido a ser la más empleada en la praxis multisecular;
la ((Forma C» es considerada extraordinaria por su misma excepcio- REFLEXI~NTEOLÓGICA
nalidad histórica. Pero ambas deben tener un puesto en la comunidad
a tenor de las circunstancias. Y ambas deben considerarse teórica y
prácticamente en complementariedad con las otras formas penitencia-
les, para una expresión integral de los centros de sentido identifican-
tes del sacramento.
En el capítulo anterior hemos tratado sobre las estructuras y for-
mas penitenciales, viniendo a identificar como forma más adecuada la
que llamamos ((de reconciliación)). Ahora pretendemos explicar el
contenido teológico de esta estructura en sus aspectos y dimensiones
mas importantes.
Puesto que entendemos el sacramento desde una visión personalis-
ta, como ((encuentro de personajes)), articularemos este contenido teo-
lógico desde un estudio mas particular de la intervención de cada uno
de ellos: Dios, cuya expresión máxima de intervención se encuentra en
el misterio pascua1 de reconciliación; la Iglesia, que interviene a diver-
sos niveles en el sacramento, segun su especificidad mediadora y su 1.
misterio; y el sujeto penitente, que acoge y colabora a la acción peni-
tencial con sus actos de conversión, confesión y satisfacción. ACCIÓN DE DIOS:
Nuestro desarrollo quiere ser sistemático y sintético, de manera que
se comprenda su unidad y coherencia de modo fundamentado, y al mis- DIOS MISERICORDIOSO
mo tiempo se facilite una ((estructura teológica)) penitencial de síntesis,
que sepa discernir los diversos elementos, integrándolos de forma ade-
AL ENCUENTRO
cuada en la concepción y en la praxis. También en este apartado, al DEL HOMBRE PECADOR
mismo tiempo que tenemos en cuenta los actuales planteamientos teo-
lógicos, buscaremos una pedagogía de transmisión para el aprendizaje
de quienes estudian teología y se preparan para un ministerio pastoral,
bien sean sacerdotes o laicos.
HISTORIA SALVADORA DE RECONCILIACI~N
Y SACRAMENTO DE LA PENITENCIA

El sacramento de la penitencia debe entenderse como un momento


privilegiado de la historia de la salvación, para la reconciliación'. La
historia de la salvación puede definirse como una historia que se mue-
ve y realiza de modo permanente entre la fidelidad y la infidelidad, la
reconciliación y la idolatría, la alianza y la ruptura del pacto.

1. Una economia de reconciliación

Dios es aquel que, desde el principio (Gn 3, 15), promete y ofrece


la reconciliación. Yahvé no es el Dios de la ira, sino de la piedad. Y
aunque puede castigar con justicia, siempre vence en él la misericor-
dia y el perdón (Ex 34, 6). De alianza en alianza, de pacto en pacto,
Dios busca siempre la reconciliación de los hombres, que una y otra
vez se alejan de sus planes y se dividen entre sí por el pecado. Noé,
Abrahán, Moisés, los profetas, son otros tantos personajes por medio
de los cuales se manifiesta su llamada permanente a la conversión, su
voluntad constante de perdón (cf. Ex 32; Ez 18).
Te compadeces de todos porque todo lo puedes,
y disimulas los pecados de los hombres para que se arrepientan.
Amas a todos los seres y nada de lo que hiciste aborreces,
pues, si algo odiases, no lo hubieras creado.
Y ¿cómo podna subsistir cosa que no hubieses querido?
¿Cómo se conservana, si no la hubieses llamado?
Mas tú con todas las cosas eres indulgente,
porque son tuyas, Señor que amas la vida.
Pues tu espíritu incorruptible está en todas ellas.

l . Este es el contexto en el que los Prenotandos (n. 1-2) del Ritual de la penitencia
sitúan el sacramento.
1 70 Rejlexión teológica Historia de la salvación y sacramento de la penitencia 171

Por eso mismo gradualmente castigas a los que caen. que sigue operante el misterio de iniquidad (2 Tes 2, 7) y en el que el
Les amonestas despertando la conciencia de sus pecados hombre debe empeñarse con todas sus fuerzas en hacer suya la victo-
para que se aparten del mal y crean en ti, Señor (Sab 11,23-12,2). ria de Cristo sobre el pecado. La resurrección de Cristo no es la con-
clusión de la historia salvífica, sino el comienzo de una nueva etapa en
Pero el pueblo de dura cerviz no llegará a convertirse en plenitud, la que la obra de la reconciliación debe continuarse, porque el pecado
y junto a la espera de una total reconciliación, nace la esperanza de un sigue presente en medio de la humanidad.
reconciliador definitivo. La promesa mesiánica hay que entenderla co- Y dicha continuación se realiza por medio del Espíritu y de la Igle-
mo la garantía futura de una nueva reconciliación, que traerá consigo sia. El Espíritu de Cristo resucitado es, pues, un Espíritu de reconci-
una nueva alianza y supondrá una fidelidad irreversible a la voluntad liación y de perdón (cf. Jn 20,20-23). ((Después de la Pascua, el Espi-
salvadora de Dios (cf. Jr 30-3 1). ritu santo 'convence al mundo en lo referente al pecado' (Jn 16, 8s), a
Cristo será aquel que realice la reconciliación anunciada. Por el saber, que el mundo no ha creído en el que el Padre ha enviado. Pero
misterio pascua1 todas las cosas, la humanidad entera, han sido recon- este mismo Espíritu, que desvela el pecado, es el Consolador (cf. Jn
ciliadas con el Padre, recuperando la amistad perdida (Plegaria euca- 15,26) que da al corazón del hombre la gracia del arrepentimiento y
rística [= PE] 111); por este misterio el pecado ha sido clavado en la de la conversión (cf. Hch 2, 36-38))>(CCE 1433)2. Pero el Espíritu
cmz (Col 2, 14); el círculo del odio y la venganza han sido rotos (Heb santo, para cumplir su misión, necesita de una «corporeización» ade-
9, 11S), y una situación nueva ha sido creada para la victoria de todo cuada, de una histórica visibilización, dada la condición humana y el
hombre que lucha contra el pecado. El Hijo de Dios, hecho hombre, régimen actual de salvación.
convivió con los seres humanos para liberarlos de la esclavitud del pe- La Iglesia es esa «corporeización)) (cf. LG 8) por medio de la cual
cado y llamarlos de las tinieblas a su luz admirable (Jn 8, 34-36; 1 Pe va a cumplir su obra el Espíritu de Cristo. El Espíritu, siendo el «al-
2, 9; OP 1). ma» o principio vivificante de la Iglesia, es al mismo tiempo el prin-
De este modo culmina la obra liberadora de Cristo, el cual, vi- cipio dinámico de la historia y la fuerza para la reconciliación. A tra-
niendo a salvar a su pueblo del pecado (Mt l , 21), no sólo llama a la vés de la comunidad histórica de los creyentes, Cristo sigue ofreciendo
conversión-fe y anuncia el perdón (Mc 1, 1 9 , sino que también aco- a todas las personas, en el Espíritu, su salvación.
ge a los pecadores (Lc 15, 1-3), perdona los pecados de quienes se En el poder del Espíritu la Iglesia ha sido constituida por Cristo (Jn
arrepienten (Lc 5,20.27-32; 7,48) y cura las dolencias de los que su- 20, 22s) comunidad del perdón, signo-sacramento de reconciliación
fren (Mt 9,2-8). Con su vida y con sus signos, pero sobre todo con su para la humanidad (LG 1 ; OP 4). Su misión, continuadora y actualiza-
muerte y resurrección. Cristo es, en verdad, el signo visible del per- dora de la misión de Cristo, no sólo es predicar la conversión y el per-
dón, el sacramento primordial de reconciliación. dón (Lc 24,47), sino también ejercer el ministerio o servicio (= diako-
Por su ser (Dios y hombre), por sus acciones (palabras y obras), nía) de la reconciliación, con el poder recibido de Cristo en el Espíritu.
por sus signos privilegiados (curaciones, perdón de pecados, muerte- Por su mismo ser y misterio sacramental (realidad divino-humana en
resurrección), Cristo se manifiesta como aquél en quien la reconcilia- sentido analógico a Cristo), por su obrar y aparecer ante los hombres
ción y el amor de Dios llegan a su punto definitivo y culminante. Cris- (obras de reconciliación real), por sus signos privilegiados o extraor-
to no sólo obra la reconciliación: es el reconciliador. Su cmz será para dinarios (testimonios álgidos y celebraciones sacramentales). .. la
siempre el símbolo realizante y clamoroso de una reconciliación ya Iglesia tiene que manifestar y realizar su misión reconciliadora.
conseguida por él definitivamente, pero siempre por conseguir por A sus palabras y signos sacramentales de reconciliación (bautis-
parte de los hombres de modo pleno. mo-penitencia-eucaristía), debe unir sus obras y compromisos recon-
El Espíritu, don escatológico de Cristo, será aquel que tiene por ciliadores entre las personas, entre los pueblos, entre las culturas, por
misión continuar en la historia la obra de reconciliación de Cristo. En medio de la justicia, la promoción y la fraternidad. Lo propio de la
efecto, Cristo, que nos ha liberado del pecado, no nos ha liberado de Iglesia no es inventarse nuevas reconciliaciones, sino crear el espacio
nuestra naturaleza pecadora ni ha suprimido nuestra lucha contra el para que se realice la reconciliación de Cristo.
pecado. Entre el triunfo escatológico de Cristo y la segunda venida del
Señor, discurre el tiempo de la comunidad creyente, un tiempo en el 2. Cf. Juan Pablo 11, Dominum et vivificantem (= DeV) 27-48.
1 72 Reflexión teológica Historia de la salvación y sacramento de la penitencia 173

Las obras de reconciliación de la Iglesia se extienden a todo el na particular. La Iglesia puede y debe llamar a todos a reconciliación,
quehacer de la misma y comprometen a todos sus miembros. Más aún, pero sobre todo lo hace con sus propios miembros pecadores (1 Jn 1,
la llamada a la reconciliación de la Iglesia no es discriminatoria, ni es- 10). Y tiene que ser así porque la respuesta o conversión primera del
tá alejada de aquellas otras llamadas de personas que, aun sin pertene- cristiano, sellada con el bautismo, por el cual nos adherimos a Cristo
cer a la Iglesia, clamen por una sociedad y un mundo realmente frater- en la fe de una vez para siempre, se ve constantemente fracasada por
no y reconciliado. La Iglesia debe impulsar, estar presente y colaborar el pecado.
con su testimonio y su acción a esta obra de reconciliación de los hom- Nunca debiéramos renunciar a aquella decisión primera y funda-
bres, divididos en tantos casos y situaciones por el odio, el egoísmo o la mental que comprometió toda nuestra existencia en un proyecto de vi-
injusticia3. da cristiana y nos hizo partícipes de la alianza de Dios. Pero, mientras
Sin embargo, la reconciliación a la que la Iglesia invita con su minis- Dios mantiene siempre su palabra, los hombres retornamos sobre
terio entero no siempre ni en todo se identifica con la reconciliación que nuestros pasos, rechazando el don de Dios y negando nuestros propios
el mundo piensa y ofrece. La Iglesia cree y proclama que la verdadera y compromisos.
plena reconciliación entre los hombres sólo es posible en la reconcilia- ¿Cómo recuperar y renovar nuestra fe, nuestra vida cristiana recon-
ción con Dios, por Cristo y en el Espíritu, ya que sólo así es posible rom- ciliada? Resulta evidente que el primer paso a dar es la conversión in-
per el círculo de la violencia o la dialéctica del odio y de la injusticia. La terna de corazón y el cambio externo de vida, en sintonía con el evan-
dimensión horizontal de la reconciliación no sólo va unida, sino que úni- gelio y la voluntad de Dios. Pero el sacramento de la penitencia es el
camente es posible en plenitud a partir de su dimensión vertical. medio específico que Dios ha puesto en su Iglesia para expresar y rea-
En este sentido habla la Exhortación Reconciliación y penitencia lizar en los creyentes bautizados aquello que ya realizó en Cristo: la re-
sobre la pastoral de la penitencia: ((Hablar de pastoral de la penitencia conciliación. Es el signo por el que se visibiliza la acción del Espíritu y
y reconciliación quiere decir referirse al conjunto de las tareas que in- por el que la Iglesia aparece como verdaderamente reconciliadora, res-
cumben a la Iglesia, a todos los niveles, para la promoción de ellas. pecto a una persona particular, respecto a una comunidad concreta e in-
Más en concreto, hablar de esta pastoral quiere decir evocar todas las cluso respecto a la entera humanidad.
actividades mediante las cuales la Iglesia, a través de todos y cada uno El sacramento de la penitencia no es el único medio ni el único sa-
de sus componentes -pastores y fieles, a todos los niveles y en todos cramento de perdón y reconciliación. Pero sí es el sacramento más es-
los ambientes-, y con todos los medios a su disposición -palabra y ac- pecífico significante y realizante de la misma. En comparación con
ción, enseñanza y oración-, conduce a los hombres individualmente o los otros sacramentos de reconciliación (bautismo y eucaristía) puede
en grupo a la verdadera penitencia, y los introduce así en el camino de decirse que, mientras la reconciliación bautismal es el vivendi initium,
la plena reconciliación)) (n. 23). Entre los medios concretos para pro- la reconciliación eucarística permanente es el vivendi alimentum, la
mover esta reconciliación señala la catequesis, los sacramentos y el reconciliación penitencial es el vivendi remedium, y (en caso de nece-
diálogo a todos los niveles (cf. n. 24). sidad) la reconciliación por la unción es lapoenitentiae consummatio,
para un encuentro con Dios definitivamente reconciliados. Y ambos,
la penitencia y la unción, son el sanandi auxilium, bien sea en situa-
2. La penitencia, continuación de la obra reconciliadora ción de enfermedad espiritual (penitencia), bien sea en situación de
enfermedad corporal4. Estas similitudes resaltan la continuidad y rela-
El sacramento de la reconciliación encuentra su pleno sentido ción entre sacramentos, pero no deben ocultar lo específico de la pe-
justamente en este contexto, cual signo eclesial privilegiado de la nitencia, que, como aclara el teólogo Domingo Soto, de la Escuela de
continuación histórica de la obra de la reconciliación, en una perso- 4. Dice al respecto, por ejemplo, F. de Vitoria, Summa sacramentorum Ecclesiae, Va-
lladolid 1560, 6: ((Sed quia homo interdum incumt aegritudines, habere debebat reme-
3. Este es el tema central de la Exhortación Reconciliación ypenitencia, mito del Si- dium, quod quidem est duplex: unum ad repellendummorbum, ut pharmacum, altemm ad
nodo de obispos de 1983: la misión de una Iglesia reconciliada y reconciliadora en el restituendas vires. Sic etiam in vita spirituali, ad repellendas infirmitates peccati est poe-
mundo contemporáneo,mediante la práctica renovada de la penitencia y la reconciliación; nitentia. Ps. 11: sana animam meam quia peccavi tibi; altemm ad expellendas reliquias
cf. G. Concetii, Riconciliazione epenitenza nella missione della Chiesa, Roma 1984. peccati, et est extrema unctio, de qua Jacobi. 5: et si in peccatis fuent dimittentur ei».
1 74 Reflexión teológica

Salamanca, cuando ofrece esta definición: «La penitencia es el sacra-


mento destinado a perdonar los pecados cometidos después del bau-
tismo)). En ella se incluye el ((género próximo)), a la vez que se expre-
sa el efecto propio y distintivo respecto a los demás sacramentos que
no han sido instituidos para el perdón de los pecados, y se señala su di-
ferencia con el bautismo, por el que se perdona el pecado original5,
Por todo ello, podemos decir que el sacramento de la penitencia es
el sacramento que continúa de forma especial la historia de reconci-
liación, fundado en el misterio y la misión reconciliadores de Cristo,
que se aplica y realiza en una situación personal de pecado posbautis-
mal, en orden al perdón, la plena comunión de vida en gracia con la
Iglesia y la salvación definitiva. Con otras palabras, puede afirmarse De lo anteriormente dicho, debe deducirse que la penitencia es una
igualmente que el sacramento de la penitencia es la continuación de la celebración sacramental, que debe situarse y explicarse en relación
obra de reconciliación de Dios por Cristo y en el Espíritu, a través de con otras celebraciones sacramentales, en concreto con el bautismo y
la mediación de la Iglesia y en un hoy y aquí que afecta a una persona la eucaristía. Expliquemos cada una de estas relaciones.
particular, dentro de la comunidad creyente. Celebrar el sacramento
significa manifestar y hacer viva la propia participación en el dina-
mismo de la historia salutis y de sus maravillas de salvación, que son: 1. La penitencia es una celebración
maravillas de liberación y santificación, maravillas de creación y de
alianza, maravillas de misión y de juicio escatológico6.Y, como afir- El nuevo Ritual de la penitencia ha destacado su carácter celebra-
ma el Catecismo, tivo, olvidado durante siglos por una concepción privatista e indivi-
Cristo instituyó el sacramento de la penitencia a favor de todos los dualista, y por una praxis más bien intimista-confesional del sacra-
miembros pecadores de su Iglesia, ante todo para los que, después del mento. Antes de la renovación del Ordo poenitentiae puede decirse
bautismo, hayan caído en el pecado grave y así hayan perdido la gracia que este sacramento era «dado y recibido)) de modo individual, pero
bautismal y lesionado la comunión eclesial. El sacramento de la peni- no era verdaderamente celebrado, pues faltaban los elementos propios
tencia ofrece a estos una nueva posibilidad e convertirse y de recuperar de tal celebración: asamblea, Palabra, estructura externa celebrativa.. .
la gracia de la justificación. Los padres de la Iglesia presentan este sa- Para recuperar este carácter celebrativo, el Ritual insiste en que se
cramento como la «segunda tabla (de salvación) después del naufragio
haga con el debido sosiego, se les dé el puesto que les corresponde a la
que es la pérdida de la gracia» (Tertuliano, Paen. 4 , 2 ; cf. C. de Trento:
DH 1542) (CCE 1446)'.
oración y a la Palabra, se complemente la forma de reconciliación con
un solo penitente con otras formas comunitarias de celebración, se res-
pete la estructura propia de toda celebración litúrgica de la Iglesia:
acogida-Palabra-rito-despedida. No extraña, pues, que siempre se ha-
5. D. Soto, De sacramento poenitentiae, en In quartum Sententiarum, tomus pri- ble de ((celebración del sacramento)), evitando las expresiones «admi-
mus, Salamanticae 1570, 597: ((Dicentes quod sit sacramenti remitendi peccata, quae nistración)) o «recepción» del mismo. Y en la misma presentación del
post baptismum committuntur. lllic enim et proximum genus ponitur definiti, et loco dif-
ferentiae propnus eius effectus exprimitur, quo et a cetens sacramentis, quae non sunt in Ritual se afirma que los esfuerzos de la renovación «han de estar des-
remissionem peccatomm instituta, distinguitur, et a baptismo, quo originale remittitun). tinados a lograr una celebración expresiva y exigente, personal y co-
6. M. Nicolau, La reconciliación con Dios y con la Iglesia, Madnd 1977; C. Roc- munitaria, eclesial y social)) (OP 5).
chetta, 1 sacramenti dellafede, Bologna 1985,373-405;AA.VV;,Le sacrement du par-
don. Théologie et pastorale, Colloque a Ars 17- 19 décembre 1998, Saint-Maur 1999.
También la Reconciliatio etpoenitentia pide que se cuide el carác-
7. Cf. también Comisión teológica internacional, La reconciliación y la penitencia ter celebrativo del sacramento cuando dice:
(Documento 1982): Cuadernos Phase 154 (2005) 29-62; Conferencia episcopal españo-
la, Dejaos reconciliar con Dios. Instrucción pastoral sobre el sacramento de la peni- El cuidado del aspecto celebrativo, con particular referencia a la im-
tencia, Madrid 1989. portancia de la Palabra de Dios, leída, recordada y explicada, cuando
Reflexión teológica La penitencia, sacramento especíJico de reconciliación 177

sea posible y oportuno, a los fieles y con los fieles, contribuirá a vivi- Se afirma con insistencia la estrecha relación de la penitencia con
ficar la práctica del sacramento y a impedir que caiga en una formali- el bautismo, sacramento en el que se manifiesta por primera vez para
dad o rutina.. . Este cuidado por la celebración llevará también a fijar todo cristiano la victoria de Cristo sobre el pecado (OP 2). Por eso pro-
en cada iglesia los tiempos apropiados para la celebración del sacra- clamamos en el símbolo de la fe: <<Reconocemos un solo bautismo pa-
mento, y a educar a los fieles, especialmente a los niños y jóvenes, a ra el perdón de los pecados)). Por eso, todo perdón posbautismal supo-
atenerse a ellos en vía ordinaria, excepto en casos de necesidad, en los
ne una renovación del mismo bautismo, de la conversión primera y de
que el pastor de almas debera mostrarse siempre dispuesto a acoger de
buena gana a quien recurra a él (RyP 32).
la vida bautismal. Si la radicalidad del bautismo exigió en la Iglesia
primitiva la unicidad de la penitencia (una sola vez en la vida), la rei-
terabilidad de la penitencia debe llevar consigo también la renovación
Y el Catecismo concreta las partes o elementos de esta celebración
de la radicalidad del bautismo2.Pero vengamos ya a una comparación
diciendo:
entre estos dos sacramentos.
Como todos los sacramentos, la Penitencia es una acción litúrgica. Ordi- Las semejanzas entre ambos son evidentes:
nariamente, los elementos de su celebración son: saludo y bendición del - Los dos celebran la conversión y perdonan los pecados, si bien
sacerdote; lectura de la Palabra de Dios para iluminar la conciencia y uno (bautismo) está destinado más al perdón del pecado original,
suscitar la contrición, y exhortación al arrepentimiento; la confesión que mientras el otro (penitencia) tiene por objeto directo los pecados per-
reconoce los pecados y los manifiesta al sacerdote; la imposición y la sonales, cometidos después del bautismo.
aceptación de la penitencia; la absolución del sacerdote; alabanza de ac-
- Los dos ((incorporan))a la Iglesia, aunque diversamente: si el
ción de gracias y despedida con la bendición del sacerdote (CCE 1480).
bautismo nos convierte en miembros y nos incorpora por primera vez,
la penitencia nos ((reincorpora))y renueva nuestra comunión eclesial.
Por tanto, tomar en serio este carácter celebrativo significa que se
- Por eso mismo, los padres de la Iglesia, llaman al bautismo «pn-
debe preparar la penitencia como se prepara cualquier tipo de celebra-
mum baptisma)),((primanativitas))o ((poenitentiaprima)),mientras que
ción sacramental; que se deben valorar los signos que constituyen la a la penitencia la llaman ((secundumbaptisma)), ((secunda nativitas))o
celebración, como son la lectura de la Palabra o la imposición de ma- ((poenitentiasecunda)).Y si el bautismo es la ((tabla de salvación)), la
nos.. .; que hay que preferir la celebración comunitaria a la privada, penitencia es la ((tabla de salvación después del naufragio))'.
aun buscando la complementariedad de formas; que se debe siempre - Más aún, las semejanzas no sólo se dan en el contenido (gracia
promover la participación activa del penitente y, en su caso, de la co- bautismal y recuperación-renovación de la misma), sino también en la
munidad; que hay que darle un carácter gozoso y festivo, acomodán- estructura: ambos sacramentos comportaban un ordo correspondiente
dose a las circunstancias.. . hasta el siglo V-VII: el bautismo, el ordo catecumenorum; la peniten-
cia, el ordo poenitentium. Y no es raro ver que a aquellos que se en-
cuentran sometidos al ordopoenitentium se les compara con los cate-
2. Bautismo y penitencia cúmeno~.Y si el bautismo se celebra una sola vez en la vida, también
la penitencia lo debera ser, según los cánones antiguos.
La penitencia no es el único sacramento de la reconciliación, aunque - Incluso en la misma forma de celebración puede percibirse cier-
sea el que, por su estructura y su significado, expresa mejor la reconci- ta semejanza, no sólo por la procesualidad que en ambos casos se da
liación de los bautizados'. El rechazo del sacramento de la penitencia
por parte de los protestantes, argumentando que el único sacramento del 2. Últimamente se insiste en esta relación fundamental; cf. Rino Rossi, La formn-
perdón de los pecados es el bautismo, llevó a la Iglesia a profundizar en zione del sacramento della Penitenza. Un ritorno alla prassi battessimale della Tradi-
zione antica (secoli II- VII), Napoli 2004; D. Borobio, La penitencia como proceso. De
las semejanzas y diferencias entre uno y otro sacramento. la reconciliación real a la reconciliación sacramental, Madrid 2005,64-84.
3. Es esta una metáfora que utilizarán de modo permanente los teólogos, en gran
1. Cf. J. Ramos Regidor, El sacramento de la penitencia, Salamanca 1976, 375- medida siguiendo a Tomás de Aquino, para explicar la relación bautismo-penitencia.
377; A. Ziegenaus, Umkehr, Versohnung, Friede. Zu einer Theologisch verantworteten Baste como ejemplo la explicación de Domingo Soto, Zn quartum Sententiarurn, a.VI,
Praxis von Bussgottesdienst und Beichte, Freiburg 1975, 35-55. p. 61 1-612.
1 78 Reflexión teológica La penitencia, sacramento especifico de reconciliación 1 79

(precedidos del catecumenado o del ordo poenitentium), sino también trae una enfermedad. Respecto a la metáfora, Soto recoge diversas interpreta-
porque en ambos casos se pedía una ((profesiónde fe» al que recibía el ciones de los Padres, como Tertuliano y san Jerónimo, para quienes la nave en-
sacramento. En el caso de la penitencia, según algunos documentos tera representaría el estado de inocencia de Adán en el paraíso; la primera ta-
(por ejemplo, el Pontífical romano-germánico del siglo X), al peni- bla de salvación seria el bautismo, después de que la nave naufragó por el
tente se le preguntaba de modo semejante a como se hacia en el bau- pecado original; y la segunda tabla de salvación sería la penitencia, después de
tismo, y él tenia que responder diciendo: «Credo»4. que con la primera tabla también se naufragó por el pecado mortal.
Sin embargo, a Soto no le convencen plenamente estas explicaciones de la
- Además, respecto al contenido, a los dos sacramentos se les de-
metáfora. Le parece más apta la que propone santo Tomás (((aptiusergo et rei
nomina ((sacramentos de muertos», porque nos perdonan los pecados multo similius mataphora exponit S. Tho.))):
y nos resucitan a la vida nueva. Y para ambos se reconoce que, en ca- - El mar es el mundo después del pecado de Adán, al que entramos todos
so de necesidad, basta con el deseo de recibir el sacramento (votum sa- con la nave del bautismo íntegra, es decir, inocentes porque hemos sido justi-
cramenti), de manera que la gracia del perdón se adelanta a la misma ficados de toda culpa y pena de pecado.
recepción o celebración personal del sacramento. En un caso se le lla- - Pero esta nave se rompe en el naufragio que supone el pecado mortal,
mará ((bautismo de deseo)); en el otro, ((sacramento in voto)). quedando, sin embargo, una tabla de salvación, que es la penitencia.
- Por lo tanto, la penitencia no es ((segunda tabla)) respecto a una prime-

La imagen de la ((tabla de salvación» fue utilizada con frecuencia por los ra tabla, que sería el bautismo, sino respecto a l a nave salvadora de la que se
teólogos para explicar la diferencia entre bautismo y penitencia, así como su desprendió esta tabla, que por tanto debería llamarse ((primera)).
intrínseca relación. Buen ejemplo de ello nos lo ofrecen los teólogos hispanos - La ((segunda tabla» sería más bien aquella penitencia que se acepta, su-

del siglo XVI, como Domingo Soto. A la pregunta de «si la penitencia es la perando el ocultamiento del pecado o la vergüenza de la confesión, y acep-
segunda tabla de salvación)), ofrece la siguiente respuesta: ((Utrurn poeniten- tando la corrección y la enmienda de vida que Dios nos pide.
tia sit secunda tabula post naufragium)). El autor explica así el sentido de la - Aunque todos los sacramentos son en alguna medida ((tablas de salva-

metáfora (((metaphorice hoc sacramentum dicitur secunda tabula post naufra- ción», es decir, remedio contra el pecado, no todos lo son como la penitencia.
giumn): el bautismo está ordenado «per se» a la salvación del hombre, es la El bautismo, la confirmación y la eucaristia pertenecen a la ((integridad de la
generación espiritual; la confirmación es crecimiento espiritual y la eucaristía nave)), la penitencia responde al estado de la nave rota por el pecado5.
es alimento espiritual. En cambio, la penitencia está ordenada a la salvación
del hombre «per accidens)), en caso de que haya cometido un pecado mortal, Las diferencias entre los dos sacramentos también resultan eviden-
lo mismo que en la vida corporal el hombre sólo necesita médico cuando con- tes. Pues es imposible asimilarlos, tanto por estructura, como por sig-
no, y por contenido o finalidad. La tesis protestante afirma que no hay
4. Cf. el texto en C. Vogel-R. Elze, Le Pontifcal romano-germanique (Studi e Tes- más sacramento del perdón que el bautismo. La tesis católica sostiene
ti 226-227), Roma 1963. Este Pontifical romano-germánico incluye una verdadera
((profesiónde fe penitencial)).El sacerdote pregunta: «¿Creesen Dios Padre, Hijo y Es- que, aunque los dos son sacramentos de perdón, es preciso reconocer
píritu santo?)).El penitente responde: ((Creo)).Sacerdote: «¿Creesque son tres personas su diferencia y especificidad.
y un solo Dios?)).Penitente: «Creo». Sacerdote: «¿Crees que resucitarás con tu propio - En general puede afirmarse que los sacramentos se diferencian
cuerpo, para ser recompensado o castigado según tus obras?)).Penitente: «Creo». Sa- entre sí por el aspecto preferencial del misterio de Cristo que cada uno
cerdote: «¿Estás dispuesto a perdonar a aquellos que te han ofendido, para que también
Dios te perdone, según lo que nos ha dicho: 'Si no perdonáis al hermano, tampoco wes- expresa; por la estructura signal que los constituye; por la situación vi-
tro Padre del cielo os perdonará'?)).Y si el penitente está dispuesto a perdonar a los de- tal diversa a que se refieren; por la diferente forma de estar en la Igle-
más, el sacerdote lo escuchará en confesión y le dará la penitencia. De lo contrario, no sia que suponen.. .
recibirá al penitente. Cf. E. Mazza, El remedio de la penitencia. La celebración de lape-
nitencia en la liturgia bizantino y en Occidente: Cuadernos Phase 124 (2003) 35-37.
- El bautismo es afesis o perdón del pecado original y radical, y
Posteriormente. la liturgia toledana nos transmite un testimonio semejante, pues entre de los pecados actuales, si los hubiera, porque por él somos liberados
los actos de preparación que el sacerdote debe realizar con el penitente, se incluyen: de la esclavitud de aquel pecado para incorporarnos a la vida de Dios
((1)Preguntarle si sabe el Pater Noster, Ave María y Credo. Si no lo supiese, amonéste- y de la Iglesia. La penitencia es metanoia (syngnomé), porque supone
le que lo aprenda. 2) Decirle los artículos de la fe y cómo no debe creer otra cosa ni du-
dar de ellos. 3) Los diez mandamientos, cómo ha de guardarles. 4) Cómo debe guardar- un volver a recuperar aquella vida que ya se poseyó, pero que por el
se de no caer en los siete pecados capitales...». Cf. 1. García Alonso, La administración pecado se perdió.
de los sacramentos en Toledo después del cambio de rito (SS.XII-XIII): Salmanticensis
5 (1958) 3-79. 5. Domingo Soto, In quartum Sententiarum, a.VI, p. 61 1-612.
180 Reflexión teológica La penitencia, sacramento específico de reconciliación

- Por tanto, mientras el bautismo es para los que todavía no están 3. Eucaristía y penitencia
dentro de la Iglesia, la penitencia sólo es para los que ya pertenecen a
la misma. El bautismo introduce a la comunión por vez primera y es La eucaristía es el centro de todos los sacramentos, y en algún sen-
irrepetible; la penitencia reintroduce a la comunión desde la excomu- tido es también el centro de la reconciliación, ya que en ella se hace
nión y es repetible. En el bautismo la Iglesia discierne sobre los que to- presente el sacrificio para el perdón de los pecados, y Cristo está pre-
davía «están fuera));en la penitencia sólo lo hace sobre los que «están sente y se ofrece como «víctima por cuya inmolación Dios quiso de-
dentro))y a ella pertenecen como hijos y «hermanos» (cf. 1 Cor 5, 12). volvernos su amistad))(PE 111; OP 2)'.
- En el bautismo se concede un perdón sin condiciones o gratui-
to desde la fe; en la penitencia se da un perdón con condiciones o «la-
a) Una relación sacramental reconocida de modo permanente en la
borioso)) desde la ascesis y la prueba de conversión (operosa proba- Iglesia
tio), por lo que se imponen durante mucho tiempo duras penitencias,
destacando su carácter «ascético» o de «pena» por el pecado. La relación de la eucaristía con la penitencia ha sido un aspecto
- Todo ello supone que, además de la situación diferente, tanto vi- destacado de la teología de estos dos sacramentos a lo largo de la his-
tal como espiritual del sujeto, ambos sacramentos conllevan una ntua- toria. La tradición de la Iglesia testifica abundantemente sobre la efi-
lidad distinta, en correspondencia con esta situación y con la finalidad cacia y el efecto reconciliador de la eucaristia. Basten algunos datos
especifica en cada caso. En el bautismo, la situación vital puede ser de significativos: el fundamento de la relación eucaristía-penitencia se
un niño inconsciente, en la penitencia debe ser de una persona cons- encuentra en el Nuevo Testamento, sobre todo en Mt 26, 28: «Esta es
ciente; en el bautismo se perdona un pecado previo al sacramento, en mi sangre de la alianza, que va a ser derramada por muchos para per-
la penitencia un pecado posbautismal; en el bautismo interviene la dón de los pecados)),y en 1 Cor 1 1,27: «Por tanto, quien coma el pan
Iglesia sobre todo para cumplir su misión de que la salvación llegue a o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y la sangre
todos los seres humanos, en la penitencia interviene ejerciendo el «PO-
der de las llaves))que Cristo le ha confiado. 7. Algunos estudios al respecto: J. de Bacciochi, La pénitence et I'Eucharistie sa-
crifice: La Maison Dieu 55 (1958) 23-40; J. A. Gracia, La eucaristía comopurificación
yperdón de los pecados en los textos lihirgicosprimitivos: Phase 37 (1967) 65-74; Ch.
Aparte de estas diferencias y semejanzas, lo más importante es Duquoc, Le repas du Seigneur sacrement de 1 'existente reconcilié: Lurnen Vitae 94
comprender y vivir la mutua relación entre bautismo-penitencia y (1969) 51-63; R. Falsini, Penitenza ed eucaristia: attegiamentipenitenziali nella messa:
penitencia-bautismo. La penitencia no es otra cosa que la renovación Rivista di Pastorale Liturgica 6 (1968) 458-465; P. Massi, Penitenza ed eucaristia: Ri-
vista Liturgica 54 (1967) 774-781; A. Nocent, L'attopenitenziale de1 nuovo ((OrdoMis-
de la vida y los compromisos bautismales, en una situación particu- sae)),sacramento o sacmmentale?: Rivista Liturgica 57 (1970) 181-200; D. A. Tanghe,
lar de la propia existencia cristiana. Tomar en serio la penitencia sig- L'eucharistiepour la rémission despeches: lrenikon 34 (196 1) 165-18 1; J. M. R. Tillard,
nifica tomar en serio el propio bautismo. Quien más consecuente es L'eucharistie, pique de 1 'Eglise, Paris 1964, 107- 173; Id., Pénitence et eucharistie: La
Maison Dieu 90 (1967) 103-13 1; J. Ramos Regidor, Penitenza ed eucaristía: La Nuova
con su propio bautismo, menos necesitará de la penitencia. Pero quien Aleanza 77 (1972) 13 1-148; P. Sorgi, L'Eucaristia per la remissione dei peccati. Ri-
más sabe vivir «penitencialmente», mejor realiza las exigencias de su cherca nel Sacramentario Veronense,Palermo 1979; M. Zalba, La obligación de confe-
bautismo. «Por eso, hemos de saber mirar al bautismo, sacramento por sar los pecados mortales antes de recibir la Eucaristía ¿urge por derecho sólo ecle-
siástico o también divino?: Theologica XVll(1982) 53-82; J. López Martin, Penitencia
el que somos incorporados al misterio pascual, para poder percibir la y eucaristía: Phase 128 (1982) 145-168; Id., Penitencia y eucaristía en los documentos
hondura y significación última de la conversión cristiana, ya que es en oficiales desde el Yaticano hasta el Sínodo de 1983: Nova et Vetera 19 ( 1985) 1 15- 150.
el bautismo donde el cristiano recibe el don fundamental de esta con- Cf. al respecto las orientaciones de la CEE, Dejaos reconciliar con Dios, n. 61 ; E. Alia-
ga, Eucaristía y reconciliación en el Misal Romano de Pablo VI: Anales Valentinos 10
versión)P. (1 984) 273-3 13; J. M. Rovira Belloso, Eucaristía y penitencia como perdón de los pe-
cados: Cuadernos Phase 25 (1991) 5-41; J. M. Sanchez Caro, Ptwbet autem hamo seip-
6 . Conferencia episcopal española, Dejaos reconciliar con Dios. Instrucción pas- sum (1 Cor 11, 27): Salmanticensis 2 (1985) 293-334; C. Blanchete, Pénitence et eu-
toral sobre el sacramento de la penitencia, Madrid 1989, n. 43. Sobre la relación peni- charistie, Montréal 1989; N. Martin Ramos, La Eucaristía, misterio de reconciliación:
tencia - iniciación cristiana, cf. A. Ziegenaus, Umkehr, Versohnung, Friede, 35-54; A. Cornrnunio 1 (1990) 31-73; 2 (1990) 209-248; 3 (1990) 333-354; D. Borobio, ¿Sacra-
Grillo, Il rito della penitenza e la guarigione da1 peccato. La terminologia de1 IV sa- mento de la penitencia dentro de la celebración de la eucaristia?: Ph 165-166 (1988)
cramento e il suo rapporto con l 'iniziazione cristiana: Vita Monastica 224 (2003) 17-52. 322-331; Id., Eucaristía, Madrid 2000,355-375.
182 Reflexión teológica La penitencia, sacramento especifico de reconciliación 183

del Señor»8.En los textos se resaltan dos aspectos íntimamente unidos San Agustín, además de que recuerda la disposición para participar y
a la graciosa acción de Dios: la disposición es gracia requerida para el la eficacia del perdón eucaristico, se refiere a la configuración al cuer-
perdón, y el perdón es gracia perdonadora. En el caso de Pablo, recla- po de Cristo y de la Iglesia que produce la eucaristia. La eficacia per-
ma la disposición de la caridad no discriminatoria, y de la fe que dis- donadora de la eucaristía sólo puede alcanzar a quienes ya están uni-
cierne el cuerpo del Señor en la unidad del cuerpo de la Iglesia9. dos a Cristo y a la Iglesia por el bauti~mo))'~. En la eucaristía somos
Los primeros testimonios patrísticos hablan también de la eficacia purificados y unificados en el cuerpo de Cristo14. Si los pecados no
perdonadora de la eucaristia. Orígenes se refiere a la sangre derrama- son muy graves y el pecador no está excomulgado, puede recibir la
da que borra nuestros pecados: «Pues si la sangre del Testamento ha medicina del cuerpo del Señor; pero si está excomulgado, entonces es
sido infundida en nuestros corazones para remisión de los pecados, un penitente, y no puede recibir dignamente la comunión".
derramada en nuestros corazones aquella sangre que se bebe, se per- También los testimonios litúrgicos hablan en el mismo sentido.
donan y se borran todos los pecados que antes come timo^»'^. Teodoro Tanto en sus oraciones (eucología menor y mayor) y en sus ritos (rito
de Mopsuestia, además de distinguir entre los diversos tipos de pecado penitencial, rito de la paz, comunión) expresan de modo muy elo-
(de negligencia, de incuria), se refiere a la importancia de la conversión cuente la eficacia reconciliadora y perdonadora de la eucaristía16.Bas-
para la plena eficacia del perdón por el sacrificio de Cristo, que se ac- te con recordar cómo la riqueza de expresiones de perdón (ablutio, ve-
tualiza en la eucaristía: nia, indulgentia, liheratio, expiatio, remissio, conciliatio.. .) no deja la
Las faltas que por debilidad humana nos ocurren no son tales que me- menor duda sobre una fe eclesial, que siempre ha confesado y orado
rezcan retraemos en la comunión de los misterios sagrados.Así, efecti- en la confianza de que, quien se acerca con corazón sincero y arre-
vamente, como los que están acostumbrados a los pecados no deben pentido a la eucaristía, recibe el perdón de sus pecados. Como bien di-
acercarse sin temor a esta comunión [. . .] Pero si tenemos cuidado de ce E. Janot, ((la comida divina no es menos eficaz que la comida ma-
nuestra vida y nos apresuramos al bien, si siempre reflexionamos sobre terial. Como ella, repara y cura [...] Es un remedio, un medicamento,
ello en nuestro corazón, las faltas que nos ocurren sin darnos cuenta, una medicina, una curación, que restaura, renueva, rehace y recrea.
por debilidad, no dañan en nada, sino que, por el contrario, obtendre- Asegura el presente, pero repara también el pasado [. ..] Sin duda, la
mos un socorro no mediano de la recepción de los misterios [. . .] En la
comunión de los santos misterios nuestras deudas son totalmente can- eucaristía libera de las faltas cometidas, es remisión de los pecados
celadas si nos arrepentimos, sufrimos y tenemos compunción en nues- (absolutio, venia, liberatio), limpieza del alma (purgatio, mundatio,
tro corazón a causa de nuestros pecados". pur$icatio), satisfacción de la injuria hecha a Dios (expiatio, satisfa-
- ~

tio, sanitas, salus.. .)»".


Los Padres latinos expresan la misma concepción, tanto en rela-
ción con las disposiciones como con la eficacia perdonadora de la eu- 13. Agustin de Hipona,Sermón 127: Solano 11,314.
caristía. Ambrosio de Milán se refiere ampliamente a la eficacia puri- 14. Ibid.: Solano 11.3 16. Cf. Id., Sermón 57, 7.
15. Id., Carta 54,4: Solano 11, 196. «Si tan grande es la llaga del pecado y la fuer-
ficadora de la comunión, verdadera ((medicina contra el pecado)): «El za de la enfermedad, nadie debe diferir esta medicina; basta que la autoridad del obis-
que tiene una herida busca la medicina. Hay herida porque estamos po no le haya separado del altar para hacer penitencia y tenga que abstenerse hasta que
bajo el pecado; la medicina es el celestial y venerable sacramento»12. se reconcilie de nuevo con la misma autoridad; porque recibir indignamente es lo mis-
mo que comulgar en el tiempo en que se debe hacer penitencia. En cambio, no debe de-
pender del propio albedrío o capricho el retirarse de la comunión o el volver a ella; si los
8. Cf. H. Karpp, La pénitence. Textes et commentaires, Delachaux et Niestle 1970; pecados no son tan grandes que a uno pueda considerksele excomulgado, no debe reti-
C. Vogel, El pecador y la penitencia en la Iglesia antigua, Barcelona 1967; J. M. Sán- rarse de la cotidiana medicina del cuerpo del Señor)).
chez Caro, Probet autem homo seipsum ( 1 Cor 1 1 , 27). 16. Nuestra investigación doctoral versó sobre la dimensión penitencial en la litur-
9. Recuérdese lo que hemos comentado en otros lugares sobre este texto. Cf., por gia hispánica: D. Borobio, La doctrina penitencial en el ((Liber Orationum Psalmogra-
ejemplo, J. L. Espinel, La eucaristía del Nuevo Testamento, Salamanca 1980, 241-243. phits)) de la liturgia hispánica, Bilbao 1975. Cf. también J. A. Gracia, La eucaristia co-
10. Orígenes, In Math. Comment., t. 86. mo purificación y perdón de los pecados en los textos litúrgicos primitivos: Phase 37
I l. Teodoro de Mopsuestia,Homilía catequistica XVI, 2.33-38, sobre la Misa. ( 1967) 65-77: P. Sorgi, L'Eucaristia per la remissione dei peccati nel Sacramentale E-
12. Ambrosio de Milán, De sacramentis V, 4, 25: Solano 1, 569.Cf. E. Aliaga Gir- ronese (11). L'Eucaristia espiazione per la Chiesa: O'Theologos A.2,4 (1975) 52 SS.
bés, Eucaristía y perdón de los pecados en san Ambrosio de Milan: Ministerio y caris- 17. E. Janot. L'Eucharistie dans les sacramentaires occidentaux: RScR 17 (1927)
ma: Anales Val. núm. extra (1975) 18 1-203. 18-19.
IR4 Reflexión teológica La penitencia, sacramento específico de reconciliación 185

La teología escolástica, en especial santo Tomás, insiste también Todo aquel que tiene conciencia de pecado mortal pone obstáculo a su
en esta eficacia perdonadora de la eucaristía18.El autor trata el tema ya efecto, por no estar convenientemente dispuesto para recibirlo [. ..] por
en el Comentario a las Sentenciasi9,relacionando el perdón de los pe- no poderse unir a Cristo (cosa que se hace con este sacramento) mien-
cados con la Pasión que se representa en la eucaristía, aunque no co- tras tiene afecto a pecar mortalmente. De aquí que se diga: Si el alma
tiene afecto a pecar, más se agrava que se limpia tomando la eucaristía.
mo el efecto más propio de la eucaristía20.Pero es en su Comentario a
Este sacramento, pues, no perdona la culpa a quien lo recibe con con-
la Primera carta a los corintios donde atribuye a la eucaristia, como ciencia de pecado mortal2'.
sacrificio y sacramento, una eficacia perd~nadora*~. El Aquinate ex-
plica este efecto de modo especial a partir de las expresiones de ((pro No obstante, Tomás pone el acento en la eficacia perdonadora de la
nobis)) y «pro multis», de las que deduce que la sangre de Cristo sigue eucaristía, consciente de que el sujeto no siempre es capaz de alcanzar
siendo eficaz para el perdón de los pecados en la eucari~tía~~. También la contrición perfecta que borra el pecado. Aunque si se participa con
en la Summa Theologica se refiere Tomás a los efectos de la eucaristía, sinceridad y devoción, puede llegar a esta contrición, pues ((llegándo-
a partir del análisis que realiza de la fórmula de con~agración~~. Entre se con devoción y reverencia consigue del sacramento la gracia de la
estos efectos se cuenta el efecto perdonador, significado en las pala- caridad, que perfecciona la contrición y borrará el pecado»28.Es evi-
bras ((sangre derramada en remisión de los pecados»24.Para santo To- dente que con esta explicación no quiere Tomás marginar el sacramen-
más, la eucaristia perdona sin duda los pecados veniales25.En cuanto to de la penitencia, ni proponer dos caminos sacramentales que se neu-
al perdón del pecado mortal, Tomás lo afirma, pero distinguiendo dos tralizaran. En todo ello está presente la doctrina del votumpoenitentiae,
aspectos: el de la eucaristia considerada en sí misma (eficacia objeti- en caso de pecado mortal, que aun supuesta la conversión (contrición
va), que en virtud de la Pasión puede remitir todos los pecados, y el de perfecta), e incluso el perdón sacramental por la eucaristía (sacramen-
la eucaristía en referencia al sujeto (eficacia subjetiva), en que la rea- to central de reconciliación), no se opone a la necesidad de celebrar el
lización de dicha eficacia perdonadora depende de la actitud y dispo- sacramento específico de este perdón, que es la penitencia. La remisión
siciones de conversión y de fe del mismo sujeto, es decir, de que no de los pecados no es el fin directo en sí de la eucaristía, sino más bien
tenga ((afectoal pecado)) (afectus p e ~ c a t i ) ~ ~ : la condición para participar plenamente en ella.
18. Cf. un buen examen y comentario de su enseñanza al respecto en N. Martin
El mismo concilio de Trento reconoce esta doctrina29cuando trata
Ramos, La eucaristía misterio de reconciliación 11: Comm 2 (1990) 209-237; F. Mari- de la eucaristía como sacramento (Sesión XIII, 11.10.195 1) y al hablar
nelli, Eucaristia e remissione deipeccati: Euntes docete 23 (1970) 463 ss. de la eucaristía como sacrificio propiciatorio (Sesión XXII, 17.9.1562).
19. Tomás de Aquino, IV Sent., d.8, q.2, a.2; cf. N. Martín Ramos, La eucaristía Preocupado por dejar claro, contra los Reformadores, el valor propi-
misterio de reconciliación 11,209-237, donde el autor comenta los textos de santo Tomás.
20. Tomás de Aquino, IVSent., d.8, q.2, ad 2:«Ad octavum dicendum quod remis- ciatorio de la eucaristía, al mismo tiempo que reconoce la necesidad de
sio peccatorum non ponitur hic ut proprius effectus hujus sacramenti, sed ut effectus la confesión sacramental antes de comulgar para aquellos que tienen
passionis quae per consecrationem sanguinis exprimitur)). pecado morta130, afirma el carácter propiciatorio y perdonador de la
2 1. Id., Comm. a d 1 COK11,26, Lect. VI. eucaristía:
22. Ibid. Incluimos en el comentario las partes fundamentales de1 texto.
23. Tomás de Aquino, S. Th. 111, q.78, 3.
24. Ibid. 111, 78, 3c. Las cuestiones que santo Tomás plantea en S.Th. 11, q.79, a. l - causa de remisión de los pecados, puede remitir todos. Otra, en relación con quien lo to-
8, indican la importancia que daba a este aspecto. Son estas: «Primo: utrum hoc sacra- ma, según se encuentre o no en él impedimento para tomarlo)).
mentum conferat gratiam. Secundo: utrum effectus huius sacramenti sit adeptio gloriae. 27. Ibid. 111, 79, 3c. Cf. ibid. 111, 80,4c.
Tertio: utrum effectus huius sacramenti sit remissio peccati mortalis. Quarto: utrum per 28. Ibid. 111, 79, 3c.
hoc sacramentum remittatur peccatum veniale. Quinto: utmm per hoc sacramentum to- 29. No es posible que nos detengamos a estudiar las etapas y vicisitudes de la dis-
ta poena peccati remittatur. Sexto: utrum hoc sacramentum hominem praeservet a pec- cusión sobre el tema. Cf. L. Braeckrnans, Confession el communion au moyen 6ge et au
catis futuris)). concile de Trente, Grembloux 197 1.
25. Ibid. 111, 79,4c; 79,4, ad 1: «El efecto es la caridad no sólo como hábito, sino 30. DH 1661: «Si alguno dijere que la sola fe es preparación suficiente para reci-
también como acto, pues este sacramento es un excitante para ella. La caridad actual bir el sacramento de la santísima eucaristía, sea anatema. Y para que tan grande sacra-
remite los pecados veniales. Luego es claro que dichos pecados se perdonan por este mento no sea recibido indignamente y, por ende, para muerte y condenación, el mismo
sacramento)). santo concilio establece y declara que aquellos a quienes grave la conciencia de pecado
26. bid. III,79,3c: «La eficacia del sacramento se puede considerar de dos mane- mortal, por muy contritos que se consideren, deben necesariamente hacer previa confe-
ras: una en si misma; y como así posee la virtud de la pasión de Cristo, que es fuente y sión sacramental, habida faciIidad de confesar)).
Reflexión teológica La penitencia, sacramento especifico de reconciliación 187

Y porque en este divino sacrificio, que en la misa se realiza, se contie- pecados mortales, cosa que no se discute, y la eficacia perdonadora en
ne e incruentamente se inmola aquel mismo Cristo que una sola vez se el mismo sujeto, dependiendo de su disposición (atrición-contrición),
ofreció Él mismo cruentamente en el altar de la cruz (Heb 9,27); ense- de su consciencia o no de estar en pecado, de su votum de reconcilia-
ña el santo concilio que este sacrificio es verdaderamente propiciatorio ción penitenciaP3.
(can. 3), y que por él se cumple que, si con corazón verdadero y recta
fe, con temor y reverencia, contritos y penitentes nos acercamos a Dios,
Los autores se planteaban «si el efecto de este sacramento es el per-
conseguimos misericordia y hallamos gracia en el auxilio oportuno dón del pecado mortal)) («Utrum effectus hujus sacramenti sit remissio
(Heb 4, 16). Pues aplacado el Señor por la oblación de este sacrificio, peccati mortalis))).A lo que, por ejemplo, Fray Luis de León respondía:
concediendo la gracia y el don de la penitencia, perdona los crímenes ((1) Hoc sacramentum in voto suscepto delet peccatum mortale. 2) Hoc
y pecados, por grandes que sean (DH 1743)". sacramentum realiter sumptum ab eo qui habet conscientiam peccati
mortalis, non remittit peccatum mortale. 3) Hoc sacramentum realiter
La gracia del perdón de los pecados se concede en la eucaristía, sumptum ab eo qui est in peccato mortali, non habente autem conscien-
por ser ésta memorial del sacrificio único de la cruz, y siempre que se tiam nec effectum peccati mortalis, delet peccatum in illo et confert pri-
den las debidas disposiciones de recta fe, sincero corazón y verdadera mam g r a t i a m ~Domingo
~~. de Soto resumía su pensamiento en cuatro
contrición. Con otras palabras, Dios concede en la eucaristia la gracia conclusiones: «Esta es la primera conclusión: en sí considerado, el sa-
de la contrición, que lleva consigo la adecuada disposición para el per- cramento de la eucaristia tiene la virtud de perdonar cualquier pecado.
dón, y el mismo perdón de los pecados, incluso mortales, siempre que Esto se prueba porque es instrumento de la pasión de Cristo, que es su-
el sujeto no excluya el sacramento de la penitencia ( v o t ~ m )La ~ en-
~. ficiente para perdonar todo pecado, a no ser que se oponga un obstacu-
señanza del tridentino es doble: por una parte, considera que el sacra- lo.. . La segunda conclusión es que en aquel que recibe el sacramento
mento de la penitencia es el medio normal para prepararse a la comu- con conciencia de pecado mortal, no se opera ningún perdón, más aún, se
nión, cuando se tiene conciencia de pecado mortal y existe posibilidad añade un nuevo pecado.. . La tercera conclusión es que este sacramento
de confesarse; por otra parte, se afirma que, debido a que la eucaris- puede obrar el perdón de los pecados en un doble sentido: cuando se re-
tía es memorial del sacrificio de reconciliación de Cristo en la cruz, cibe con el voto del sacramento de la penitencia, y cuando alguien es jus-
cuando la participación es sincera y con corazón contrito, nos concede tificado por el bautismo o la confirmación.. . Y la cuarta conclusión es
el perdón de todos los pecados, sin que esto suponga el excluir el sa- que este sacramento (de la eucaristía) recibido realmente puede conferir
cramento de la penitencia, como sacramento específico del perdón. la primera gracia del perdón de los pecados, cuando alguien lo recibe en
Los teólogos clásicos hispanos, siguiendo a santo Tomás y a Tren- una situación de pecado mortal, pero del cual no tiene conciencia ni al
to, explicarán este carácter reconciliador de la eucaristía, distinguien- que le une un afecto, como sucede por ejemplo en aquel que se acerca en
do entre el poder de perdonar del sacramento en sí mismo, incluso los realidad atrito, pero creyendo que está contrito, lo mismo que sucede
en aquel que, sin culpa suya, se olvida de algún pecado Los
3 1. Cf. DH 1753: «Si alguno dijere que el sacrificio de la misa sólo es de alaban-
za y de acción de gracias, o mera conmemoración del sacrificio cumplido en la cruz, pe-
ro no propiciatorio; o que sólo aprovecha al que lo recibe; y que no debe ser ofrecido por 33. Cf. D. Borobio, ((Eucaristía y reconciliación)). en Eucaristía, 355-360.
los vivos y los difuntos, por los pecados, penas, satisfacciones y otras necesidades, sea 34. Fray Luis de León, Opera IX. Reportata Theologica, ed. J . Rodriguez Diez,
anatema)). Madrid 1966, 102.
32. J. M. R. Tillard, Pénitence et eucharistie: La Maison Dieu 90 (1967) 105-126, 35. D. Soto, Coninientarium in IV Sententiarum 1, Art. 111, 519: «Est ergo prima
afirma al respecto: «El pensamiento teológico distingue dos tiempos de la indivisible conclusio. Secundum se consideratum virtutem habet remittendi quaecumque peccata.
eficacia de la eucaristia para el perdón: uno, que es más un tiempo de apertura del co- Probatur quia est instrumentum passionis Christi, quae omnia peccata delere sufficit, ni-
razón (por la contrición, Dios compromete ya al hombre en la acogida plena de su si obstaculum inveniat [...]. Secunda conclusio. In eo qui sacramentum recipit cum
amor); el otro es un tiempo de consumación en el que se sella la nueva alianza. Ningu- scientia peccati mortalis nullam operatur remissionem, immo culpam accumulat [.. .].
no de estos dos tiempos queda fuera de la eucaristía, ninguno escapa a su carácter co- Teriia ergo est. Hoc sacramentum operari contingit peccatorum remissionem dupliciter,
munitario: los dos constituyen su efecto eclesial de perdón redentor (...) Porque la eu- uno modo dum recipitur in voto, dum quis iustificatur aut per baptismum aut per con-
caristía forma un todo en el que los diversos elementos del único misterio no cesan de firmationem [.. .]. Quarta conclusio. Secundo modo hoc sacramentum in re susceptum
unirse y compenetrarse para un indivisible efecto de gracia)) (p. 5). Cf. También J. Ra- conferre potest primam gratiam, atque adeo remissionem peccatorum, dum quis accedit
mos Regidor, El sacramento de la penitencia, Salamanca 1976, 237-283; J. Equiza, Re- in peccato mortali, cuius tamen nec conscientiam habet nec affectum, ut puta si accedat
lación entrepenitencia y eucaristía en el concilio de Trento: Lumen 22 (1973) 3 1 1-335. attritus putans se esse contritum, aut si sine culpa est oblitus alicuius mortalis)).
188 Reflexión teologica La penitencia, sacramento especz~code reconciliación 189

Salmanticenses defenderán con más insistencia la necesidad de confe- En coherencia con ello, y apoyándose en un texto de san Ambro-
sarse antes de comulgar cuando se tiene conciencia de pecado mortal, sio39y en otro de san Fulgencio de Ruspe40,recuerda la eficacia per-
sin negar la eficacia perdonadora del sacramento en sí mismo36. donadora permanente de la eucaristía respecto a los pecados veniales,
así como su efecto vivificador y fortalecedor en la caridad, para evitar
y luchar contra todo pecado, sobre todo el pecado mortal:
b) Relación eucaristía-penitencia a partir del Vaticano 11
Como el alimento corporal sirve para restaurar la pérdida de fuerzas, la
El concilio Vaticano 11 no trató directamente sobre la relación eu- eucaristia fortalece la caridad que, en la vida cotidiana, tiende a debili-
caristía-penitencia. Sin embargo, en otros documentos, como la Ins- tarse; y esta caridad vivificada borra los pecados veniales (cf. C. de
trucción Eucharisticum mysterium, el Código de derecho canónico o Trento: DH 1638) [...l. Por la misma caridad que enciende en nosotros,
la eucaristia nos preserva de futuros pecados mortales.. . La eucaristia
el Catecismo de la Iglesia católica, se vuelve a recordar la enseñan-
no está ordenada al perdón de los pecados mortales. Esto es propio del
za de Trento3'. No obstante, creemos que se realizan algunas aporta- sacramento de la reconciliación. Lo propio de la eucaristía es ser el sa-
ciones interesantes. Por una parte, el Ritual de la penitencia insiste en cramento de los que están en plena comunión con la Iglesia (CCE
la eficacia perdonadora y reconciliadora de la eucaristía, por ser la 1394-1395).
presencia memorial de la pasión y del sacrificio de Cristo, el cual en
la eucaristía se ofrece como ((víctimapor cuya inmolación Dios qui- Así como, al tratar sobre el sacramento de la penitencia, el Cate-
so devolvemos su amistad)),y en la que se nos da el Espíritu santo pa- cismo nos habla de la posibilidad de perdón del pecado mortal en y
ra la unidad38.El texto une el efecto del perdón y de la unidad, pues no por la eucaristía siguiendo a Trento (CCE 1457), al tratar de la euca-
puede existir lo uno sin lo otro, como afirmaba san Pablo (1 Cor 10, ristía se centra en la eficacia respecto a los pecados veniales, a la vez
16s; 11,27s). Esto es lo que afirma de un modo aún más explícito el que en su fuerza fortalecedora y protectora contra el pecado mortal.
Catecismo. Recuerda que la finalidad o efecto directo de la eucaristía no es el per-
El cuerpo de Cristo que recibimos en la comunión es ((entregado por dón de los pecados, aunque lo implique, sino la unidad en el amor y la
nosotros)),y la sangre que bebemos es ((derramadapor muchos para el edificación del cuerpo de la Iglesia (cf. CCE 1396).
perdón de los pecados)). Por eso la eucaristía no puede unimos a Cris- Este aspecto reconciliador de la eucaristía ha sido recogido y ex-
to sin purificarnos al mismo tiempo de los pecados cometidos y pre- presado con cierta riqueza en los nuevos textos de la eucología mayor
servarnos de los futuros pecados (CCE 1393). del Misal romano41. Baste recordar algunas de las expresiones más
elocuentes: El sacrificio de Cristo es la ofrenda de la Iglesia, en la
36. Ibid., 366; Salmanticenses, Cursus Theologiae moralis 1, cap. VII, punctum 111, que el Padre reconoce la ((víctima por cuya inmolación quiso devol-
Mahiti 1726, 139: «De confessione comrnunioni praemitenda. Sancta Tridentina Syno- vernos su amistad)).Es la ((víctimade reconciliación que trae consigo
dus statuit et declarat nullum sibi peccati mortalis conscium, quantumvis sibi contritus la paz y la salvación al mundo entero)) (PE 111), por tanto, la reconci-
videatur, absque praemissa sacramentali confessione ad sacram eucharistiam accedere
posse [. ..] Ratio autem cur haec obligatio iuris divini sit, ea est: quia continetur sub ver- liación universal. Una víctima que se hace presente en el pan y el vi-
bis 1 Cor 11: «probet autem seipsum horno)). Y a continuación añade las excepciones no, y que, a cuantos participamos de ella, ((congregados en un solo
que pueden darse: falta de conciencia de pecado, olvido de haber confesado ante un pe- cuerpo por el Espíritu)), nos invita a asociamos para ser también víc-
cado mortal y la falta de confesores suficientes: «Ab executione praecepti hucusque dic-
ti premittendi confessionem excusatur quis, si non adsit copia confessoris et necesitas
timas vivas de reconciliación y alabanza (PE IV). En otras plegarias
communicandi urgeat. Utmmque enim concurrere debet, quantumcumque quis se con-
tritum existimet)) (p. 140). 39. Ambrosio de Milán, De sacram. 4,28: «Cada vez que lo recibimos, anuncia-
37. Sagrada congregación de ritos, Eucharisticum Mysterium, 35; CIC, can. 916; mos la muerte del Señor (1 Cor 11,26). Si anunciamos la muerte del Señor, anunciamos
CCE 1457. también el perdón de los pecados. Si cada vez que su sangre es derramada, lo es para el
38. Ritual de lapenitencia, 2: «En el sacrificio de la Misa se hace nuevamente pre- perdón de los pecados, debo recibirle siempre, para que siempre me perdone los peca-
sente la pasión de Cristo y la Iglesia ofrece nuevamente a Dios, por la salvación de to- dos. Yo, que peco siempre, debo tener siempre un remedio)).
do el mundo, el cuerpo que fue entregado por nosotros y la sangre derramada para el 40. Fulgencio de Ruspe, Fab. 28, 16-19.
perdón de los pecados. En la eucaristía, en efecto, Cristo está presente y se ofrece co- 41. Cf. J. M. Rodnguez Muniz, La dimensión penitencial en la eucología del Mi-
mo 'víctima por cuya inmolación Dios quiso devolvernos su amistad' (PE III), para que sal romano (tesis doctoral ad usumprivatum), Salamanca 1995; Id., La dimensión pe-
por medio de este sacrificio 'el Espíritu santo nos congregue en la unidad' (PE 11))). nitencial en la eucología del Misal romano: Phase 244 (2001) 343-362.
190 Rejlexión teológica La penitencia, sacramento específico de reconciliación 191

no se habla de «víctima», sino de ((memorial de nuestra reconcilia- tencial y real de la misma reconciliación. La Iglesia celebra el memo-
ción», que celebramos, proclamamos y participamos: «Por eso, Padre rial de la reconciliación de Cristo, participa en su reconciliación y se
de bondad, celebramos ahora el memorial de nuestra reconciliación, compromete a ser reconciliadora en el mundo. Así aparecen relacio-
y proclamamos la obra de tu amor» (PE Vla-d). En estas plegarias se nadas la reconciliación eucarística sacramental, la reconciliación ecle-
insiste más en la asociación a la obra de reconciliación de Cristo, sial y la reconciliación real, como ya había destacado Juan Pablo 11en
siendo reconciliadores entre los hombres, por la caridad que muestra la Reconciliatio et poenitentia.
el camino de la salvación, y por la acción que lleve a superar las gue- En cuanto a los documentos ecuménicos, también destacan este ca-
rras y discordias (PE Vlc-d). rácter reconciliador de la eucaristia, existiendo una gran convergencia
Este aspecto reconciliador aparece de forma más explícita, como al respecto, aunque persistan las divergencias respecto al carácter pro-
es lógico, en las dos ((Plegarias eucarísticas sobre la reconciliación». piciatorio de la misa y respecto a la relación entre eucaristia y sacra-
En ellas, además de recordar la iniciativa e infinita bondad y miseri- mento de la penitencia, en el caso de los protestantes. Por un lado, se
cordia de Dios que llama al pecador (PEr 1, prefacio), se recuerda có- afirma que por la eucaristía se nos concede de nuevo la comunión, el
mo Dios ((ofrece a su pueblo un tiempo de gracia y reconciliación» pa- don de la remisión de los pecados, de la vida y de la bienaventuran-
ra que vuelva al servicio a Dios y a los hombres (ibid.). Se trata de una za4'. Por otro lado, se pone especial énfasis en relacionar la reconci-
reconciliación ya obrada de una vez para siempre por Cristo en la liación eucarística con la reconciliación real, en una lucha permanen-
cruz, que Cristo mismo actualizó en la última cena, que en la eucaris- te contra las des-reconciliaciones e injusticias de la vida44.
tía se ofrece «como sacrificio de reconciliación perfecta)) (PEr 11), que
debe ser fruto de la participación en el banquete eucarístico, y que de-
be continuarse en la acción y misión de la Iglesia: c) La eucaristía, centro y fuente de la reconciliación
((Igualmente,después de haber cenado, sabiendo que él iba a reconci- Por todo lo anterior, puede afirmarse que la eucaristía es centro y
liar todas las cosas en sí mismo por su sangre derramada en la cruz, to- fuente de la reconciliación, en cuanto que, siendo el centro de los sa-
mó el cáliz.. .» (PEr 11, consagración). cramentos y de la vida de la Iglesia, en algún sentido es también el
N[. ..] en la participación de este banquete concédenos tu Espíritu, para
centro de la reconciliación obrada por Cristo y actualizada en el sa-
que desaparezca todo obstáculo en el camino de la concordia, y la Igle- cramento «principal» de la Iglesia. De modo que puede decirse que la
sia resplandezca en medio de los hombres como signo de unidad e ins-
trumento de paz» (PEr 11, oblación). eucaristía es punto de llegada o culmen de las reconciliaciones reales
((Pues,en una humanidad dividida por las enemistades y las discordias, de la vida, e incluso de la reconciliación sacramental de la penitencia,
tú diriges las voluntades para que se dispongan a la reconciliación. Tu y punto de partida o fuente para una nueva y más plena reconciliación
Espíritu mueve los corazones para que los enemigos vuelvan a la amis- y unión entre los cristianos y entre todos los seres humanos.
tad, los adversarios se den la mano y los pueblos busquen la unión» Desde unaperspectiva cristológica, la eucaristia es el banquete sa-
(PEr 11, prefacio)42. crificial de propiciación; es el memorial del sacrificio por el que Cris-
to ha reconciliado a los hombres con Dios; es la actualización libera-
Sin duda, los textos de las Plegarias de origen suizo, así como los dora del acontecimiento pascua1 por la que renueva la alianza de Dios
de las Plegarias sobre la reconciliación, además de abundar en la ex- con su pueblo. Y este perdón y reconciliación, esta liberación y alian-
presión «reconciliación», recogen una visión más adaptada, más exis- za se actualizan y realizan eficazmente en la eucaristía, para con aque-

42. Cf. B. Boissieu, Eucaristía y penitencia, en M. Brouard (dir.), Enciclopedia de 43. Catecismo Menor de M. Lutero, citado en La cena del Señor, n. 6 , A. G. Mon-
la eucarisfia, Bilbao 2004,755-766, aqui 758: «Todos estos elementos penitenciales de tes 1.295.
la liturgia eucaristica, cuyo lugar, forma y amplitud han variado con los diferentes ri- 44. Documento de Lima, n. 20, BEM, A. G. Montes 1, 907: «La celebración euca-
tuales, atestiguan a su manera la importancia estructural otorgada a la relación peni- ristica exige la reconciliación y participación entre todos los que se consideran herma-
tencia-comunión, y expresan una doble convicción teológica: en primer lugar, que la nos y hermanas de la única familia de Dios, y es un continuo desafio en la búsqueda de
condición para recibir la eucaristia no es la pureza, sino el arrepentimiento; y a conti- unas relaciones apropiadas en la vida social, económica y política. Cuando participamos
nuación, la certeza de que la reunión eucaristica, memorial de nuestra salvación, es cla- en el cuerpo y la sangre de Cristo se desafía radicalmente toda clase de injusticias, ra-
ramente el lugar designado para la petición y la obtención del perdón)). cismo, separación y falta de libertad)).
192 Reflexión teológica La penitencia, sacramento específico de reconciliación 193

110s que tienen las disposiciones adecuadas. Aunque el efecto del per- tu; renueva su pertenencia y su comunión con la Iglesia. Esto no quie-
dón no sea el objeto primero de la eucaristía, de ella especialmente po- re decir ni que la eucaristía sustituya a la penitencia, ni que esta se
demos decir que es la continuación eclesial sacramental y central de la confunda con la eucaristía. El efecto reconciliador común no anula las
obra reconciliadora de Cristo, la autodonación de Cristo por la estruc- diferencias.
tura del signo conviva1 para la reconciliación hic et nunc de la comu- Dichas diferencias se manifiestan en los siguientes aspectos:
nidad reunida y de los sujetos que participan. - El perdón es siempre el mismo, pero se expresa y significa de

Desde unaperspectivapneumatológica, si la liturgia en general es modo diverso, según el contenido central de cada sacramento y los
((obra común del Espíritu santo y de la Iglesia)) (CCE 109 l), mucho signos por los que se manifiesta. Así, mientras la eucaristía dice refe-
más se puede afirmar esto del centro litúrgico y sacramental de la rencia más expresa a la totalidad del misterio, la penitencia se centra
Iglesia que es la eucaristía. El Espíritu que nos fue dado para la re- en la dimensión reconciliadora.
c ~ n c i l i a c i ó nactúa
~ ~ también reconciliadoramente en la eucaristía. Él - En la eucaristía se expresa mas la gratuidad en el sacrificio de

es quien transforma los dones, los participantes y la comunidad ente- acción de gracias, mientras que en la penitencia se pone de relieve el
ra en el interior de su corazón, y sobre todo por la comunión eucarís- compromiso de conversión y la lucha ascética contra el pecado.
tica, de modo que se crezca en la caridad y la unidad, y el cuerpo de - La estructura signal de la eucaristía es el banquete con los sig-

la Iglesia se edifique en medio del mundo. La acción epiclética del nos del pan y del vino, mientras que en la penitencia es el encuentro
Espíritu es también acción reconciliadora (transformadora) y comu- interpersonal, sin que medie ninguna materialidad sensible.
nional (koinonía). - En la eucaristía no se proclama el perdón en una fórmula eficaz

Desde una perspectiva eclesiológica, la eucaristía es el signo ma- sacramental, directamente destinada a la reconciliación personal, mien-
ximo de pertenencia y comunión eclesial. En ella la Iglesia se mani- tras que en la penitencia se proclama este perdón por la absolución, en
fiesta, se realiza y crece en el amor y la unidad, en la vida en Cristo y un ejercicio de lapotestas clavis, y en la total implicación de la Iglesia.
el Espíritu. Y este crecimiento sólo puede darse en y desde la reconci- - Respecto a la situación del sujeto, al menos en principio la eu-

liación y el perdón. El cuerpo eucanstico tiene por finalidad la ali- caristía supone un bautizado en gracia, reconciliado y en plena comu-
mentación y edificación del cuerpo eclesial, lo que supone que se su- nión con la Iglesia; en cambio, la situación propia del penitente es la
pera toda división y disensión (cf. 1 Cor 10-1 1). Por eso, los Padres de quien no se halla en gracia ni en plenitud de comunión eclesial.
(Agustin) afirman y la misma liturgia pide que ((nos transformemos en Ambos sacramentos responden a situaciones diferentes del bautizado
aquello mismo que hemos recibido^^^, o bien que, ((unidos en la fe y el en la Iglesia.
amor, al alimentarnos de Cristo, nos transformemos en La exi- - La eucaristía tiene como efecto directo la actualización memo-
gencia de reconciliación está implícita en el misterio total de Cristo que rial del misterio pascual y la edificación del cuerpo de Cristo, pero no
conmemora la eucaristía, y en su mismo carácter eclesial comunional. la reconciliación; en cambio, la penitencia tiene como objeto directo la
reconciliación y el perdón. La eucaristía puede llamarse y ser el sacra-
mento principal de la reconciliación, pero no el sacramento específico
d) Semejanzas y diferencias con el sacramento de la reconciliación para la reconciliación.
penitencial - La eucaristía posee, ciertamente, una fuerza y un carácter re-

Eucaristía y penitencia se asemejan, por tanto, en un aspecto fun- conciliadores, pero no separados de la penitencia, sino unidos a ella.
damental: la reconciliación y el perdón. Por ambos sacramentos el El carácter reconciliador de la penitencia remite a la celebración sa-
bautizado arrepentido recibe el perdón de sus pecados; se ofrece co- cramental de la reconciliación en la penitencia y viceversa. Es en la es-
mo ((ofrenda espiritual));participa en la liberación pascual de Cristo y tructura signal de la penitencia donde encuentra plena expresión sacra-
en el sacrificio de reconciliación; es transformado en y por el Espíri- mental la reconciliación del bautizado convertido. Toda reconciliación
eclesial está finalizada por el sacramento de la p e n i t e n ~ i a ~ ~ .
45. Recuérdese la fórmula de absolución: RP 15 1.
46. Oración de postcomunión del domingo XVIl del tiempo ordinario. 48. D. Borobio, Reconciliaciónpenitencial, Bilbao 1994,93-95. Otros autores que
47. Oración de la misa en la dedicación de un altar. se refieren a este punto: J. M. R. Tillard, L'eucharistie, purification de I'Eglisepérégri-
1 Y4 ReJlenión teológica

Estas semejanzas y diferencias deben guiar una aplicación pastoral


que clarifique la identidad de ambos sacramentos: 1) El sacramento de
la penitencia es necesario para la situación de pecados mortales, no ESTRUCTURA TIUNITARIA
para pecados veniales, aunque también para estos pueda resultar con-
veniente. 2) Es preciso valorar las ((penitencias cotidianas)), por las
DE LA RECONCILIACI~N
que se nos perdonan los pecados cotidianos. 3) Hay que poner de re-
lieve la virtud y eficacia reconciliadora y perdonadora de la eucaristía,
respecto a los pecados veniales, e incluso (si se dan las condiciones)
para los pecados mortales. 4) Debe superarse la asociación necesaria
entre confesión y comunión, haciendo de la primera una preparación
casi obligatoria para la comunión, con independencia de la gravedad
del pecado. 5) La profundización teológica y catequética en las seme-
janzas y diferencias entre ambos sacramentos debe llevar a una armo- La penitencia es fundamentalmente una obra de la gracia de Dios,
nía integrativa en su celebración, de modo que si la penitencia nos que misericordiosamente sale al encuentro del hombre para acogerlo y
abre a la plena comunión eucarística, ésta a su vez nos conduzca a la perdonarlo. En la misericordia de Dios, que muestra el poder especial
verdadera celebración del sacramento de la penitencia4'. de su amor sobre el pecado y la infidelidad de los seres humanos, que
actúa con entrañas maternales, más que con ira y justicia, se funda la
esperanza del perdón. En la misericordia Dios nos revela especial-
mente su rostro. Como afirma Juan Pablo 11, ((revelada en Cristo, la
verdad acerca de Dios como Padre de misericordia nos permite verlo
especialmente cercano al hombre, sobre todo cuando sufre, cuando es-
tá amenazado en el núcleo mismo de su existencia y de su dignidad))'.
Ahora bien, este Dios misericordioso que interviene para nuestra
reconciliación y nuestro perdón, lo hace como lo que él es: como Pa-
dre, como Hijo y como Espíritu santo. La misma estructura trinitaria
de la historia de la salvación, de la Iglesia, de los sacramentos y de la
vida cristiana, se manifiesta y realiza en la celebración del sacramen-
to de la penitencia. Y significa fundamentalmente que la reconcilia-
ción es un acto por el que Dios Padre viene a nuestro encuentro, por la
mediación de Cristo y en la fuerza del Espíritu. Todo, y también la re-
conciliación, la conversión y el perdón, constituye una ((inseparabilis
operatio Trinitatis)),ya que siempre se trata de Dios uno y trino que in-
terviene gratuitamente para nuestra salvación2.El sacramento de la pe-
nitencia es celebración litúrgica y, como tal, es ((participación en la
oración de Cristo, dirigida al Padre en el Espíritu santo)) (CCE 1073);
es ((obra de la santísima Trinidad (opus Trinitatis)~(CCE 1077)3, que
nos renueva en la gracia bautismal:
nante: NRTh 84 (1962) 596ss; D. Salado, Eucaristía y penitencia en el organismo sa-
cmmental: Scrip.Vict. 32 ( 1985) 26 1-262; J. López Martín, Penifenciay eucaristía, 164; 1. Juan Pablo 11, Dives in misericordia, Madrid 1980, 12.
J . Schmitz, Theologische Durchblike. Die Vielfach der Vergebung. Versohnung mit Gott
2. Este es uno de los aspectos mejor expresados en el OP 1-2. Cf. E. Lodi, Miseri-
innerhalb und und asserlialb del Beichre: Thcologic dcr Gcgenwan 35 (1992) 194-207; cordia e perdono nella liturgia, Bologna 2000.
G. Flórez, Penitencia y Unción de enfermos, Madrid 1993, 286-291. 3. Cf. CCE 1082: «En la liturgia de la Iglesia, la bendición divina es plenamente
49. Cf. más ampliamente en D. Borobio, Reconciliación penifencial, 189-191. revelada y comunicada: el Padre es reconocido y adorado como fuente y fin de todas las
196 Reflexión teológica Estructura trinitaria de la reconciliación 197

((Habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados


da por Cristo ya en su vida, sigue ejerciéndola ahora, ya resucitado,
en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios» (1
por la mediación de la Iglesia, a la que comunicó su poder. Es el mis-
Cor 6, 11). Es preciso darse cuenta de la grandeza del don de Dios que
se nos hace en los sacramentos de la iniciaci6n cristiana, para com- mo Cristo resucitado quien hace posible la continuación de la reconci-
prender hasta qué punto el pecado es algo que no cabe en aquel que se liación en la Iglesia con el envío del Espiritu santo.
«ha revestido de Cristo)) (Ga 3,27) (CCE 1425). - Respecto al Espíritu santo, aparece en él la continuidad de la re-
conciliación obrada en Cristo, la llamada permanente y la eficacia de
la reconciliación, los efectos y dones de la reconciliación como son: el
1. Unidad de acción, diversidad de.funciones consuelo, la unidad y el amor, la verdad y la luz, la recreación y la nue-
va vida.. . A él se le atribuye la interioridad, la profundidad, la totalidad
Todo se atribuye a Dios uno, pero todo se explica para nosotros por de la reconciliación, con esos dones que superan nuestras tentaciones y
la intervención diferenciada del Dios trino. nuestros males. El Espíritu es la presencia actual de la reconciliación
- Respecto al Padre, se pone de relieve su iniciativa gratuita, su para los hombres. Donde hay Espíritu, hay reconciliación y perdón, y
amor originante y desbordante, su misericordia y su bondad que superan no puede haber pecado5.
toda medida, su ternura y su piedad que conmueven sus entrañas, su fi- Así pues, el sacramento de la penitencia viene a ser como el espa-
delidad y solicitud que busca siempre el bien de sus hijos.. .,por lo que cio signal eclesial en el que se manifiesta de modo especial la inter-
está dispuesto a acoger y perdonar al pecador arrepentido, como el Pa- vención misericordiosa del Dios Trinidad, ofreciéndonos su amor y
dre al ((hijopródigo)).Siendojusto y misericordioso a la vez, en él ven- amistad de modo gratuito y perdonador. Pues no es Dios el que nece-
ce la misericordia sobre la justicia. Más aún, la justicia de Dios se reali- sita del sacramento, sino nosotros. No es él quien recibe un favor, sino
za en su misericordia. No perdona porque juzga, sino que su juicio es nosotros. Ni es Dios el que necesita compensación, sino nosotros mis-
perdonando. No da la gracia porque perdona, sino que perdona porque mos, para nuestra salvación y nuestro bien espiritual. Cuando com-
da la gracia. Su acción es creadora y recreadora.Y la finalidad no es otra pensamos al prójimo de la injuria cometida contra él, le hacemos un
más que la salvación, la participación en su vida divina, la unidad en el bien al mismo prójimo; en cambio, cuando compensamos a Dios no se
amor, ya en su realización terrena, y para la plenitud escatológica. trata de favorecer a Dios, sino de disponemos a recibir su favor. Así lo
- Respecto al Hijo, se resalta su cercanía reconciliadora por la en- expresaban de modo elocuente los teólogos hispanos:
carnación, su ser posibilidad verdadera de reconciliación en la unión At compensatio injuriae, quae Deo per peccatum fit, non propter Deo
de la humanidad con la divinidad, su ejemplo de reconciliación duran- commoditatis, sed propter nostras exigitur, quippe cum compensationis
te su vida por las palabras y las obras, su eficacia reconciliadora por el nostrae Deus non indigeat, nos egeamus. Quo fit ut bona sua Deus in
sacrificio y la muerte en la cruz, por la que hemos sido reconciliados hac parte pro nostris habeat. Unde ad eandem legem postulat, quae illi
y en la que podemos recuperar siempre la amistad con Dios nuestro debemus et quae debemus nobis ipsis; nec arctiore vinculo satisfactio-
Padre. En Cristo se nos ha manifestado el ((misteriode piedad del mis- nem efllagitat injuriae suae quam remedium salutis nostrae. Tum ergo
mo Dios» (mysteriumpietatis), que transforma el corazón del hombre tenebimur Dei compensare injuriam, cum bona nostra spiritualia dili-
y lo mueve a la reconciliación4.Esta reconciliación, ejercida y realiza- gere tenemur, idque necessitates articulo procurare6.

bendiciones de la creación y de la salvación; en su Verbo, encarnado, muerto y resuci- O, como afirmaba Juan Pablo 11, ((estoes lo que sucede en todo en-
tado por nosotros, nos colma de sus bendiciones, y por él derrama en nuestros corazo- cuentro sacramental. No pensemos que es el pecador, con su camino
nes el don que contiene todos los dones, el Espiritu santo)).
4. Por eso se nos dice en la RyP 20: «El misterio o sacramento de la piedad es el autónomo de conversión, quien se gana la misericordia. Al contrario,
mismo misterio de Cristo. Es en una síntesis completa: el misterio de la Encarnación y es la misericordia lo que le impulsa hacia el camino de la conversión.
de la Redención, de la Pascua plena de Jesús, Hijo de Dios e hijo de María; misterio de
su pasión y de su muerte, de su resurrección y glorificación... Es el misterio de la infi- 5. Cf. una comparación de expresiones en el Ritual y el Catecismo en E. Mazza. Il
nita piedad de Dios hacia nosotros, capaz de penetrar hasta las raíces más escondidas de sacramento della penitenza. Un confronto tra il Cutecismo della Chiesa catolica e il ri-
nuestra iniquidad, para suscitar en el alma un movimiento de conversión, redimirla e im- to dellapenitenza: Rivista Liturgica 81 (1994) 782-797.
pulsarla hacia la reconciliación». 6 . Melchor Cano, Relectio de sacramento poenitentiae, 571.
198 Reflexión teológica Estructura trinitaria de la reconciliación 199

El hombre no puede nada por sí mismo. Y nada merece. La confesión, Por eso.. . envió el Espíritu santo a los apóstoles para que tuvieran la
antes que un camino del hombre hacia Dios, es una visita de Dios a la potestad de perdonar y retener los pecados, y recibieran la misión de
casa del hombre (como en el caso de Zaqueo)))'. predicar en su nombre la conversión y el perdón de los pecados a todos
los pueblos (cf. Jn 20, 19-23; Lc 24,47).

2. Expresión litúrgica de la estructura trinitaria Señala cómo el Espíritu ha sido enviado para continuar la obra de
reconciliación en la tierra. El poder de perdonar y retener se ejerce en
No basta con que este misterio trinitario sea reconocido en la fe de el Espíritu, es una realidad más pneumática que jurídica. Y abarca la
la Iglesia. Es preciso que aparezca y se exprese en la misma celebra- predicación y la intervención sacramental.
ción ritual, para que la lex credendi consuene con la lex orandi, y el
encuentro trinitario penitencial se haga experiencia viva y gozosa. El En las fórmulas litúrgicas encontramos tres ejemplos significati-
Ritual de la penitencia, tanto en los Prenotandos como en las diversas vos que expresan esta estructura trinitaria.
fórmulas litúrgicas, sobre todo las de la absolución, ha expresado de La oración del penitente del n. 95 invoca a cada una de las perso-
forma excelente esta estructura trinitaria. Baste para damos cuenta la nas divinas, destacando expresiones bíblicas puestas en boca de los
relación de textos con un breve comentario. penitentes y dirigidas al Padre, al Hijo o al Espíritu:
En los Prenotandos, n. 1, se indica el contenido y dinámica teoló-
Dios, Padre lleno de clemencia, como el hijo pródigo.. . te digo.. . Cris-
gicos que después serán expresados en fórmula litúrgica:
to Jesús, salvador del mundo, como el ladrón.. . te ruego.. . Espíritu
El Padre manifestó su misericordia reconciliando consigo por Cristo to- santo, fuente de amor, confiadamente te invoco.. .
dos los seres, los del cielo y de la tierra, haciendo la paz por la sangre
de su cruz (cf. 2 Cor 5, 1 8 s ; Col 1,20). La fórmula de la absolución a un solo penitente (n. 102) también
destaca y expresa la misma dinámica trinitaria, en una mezcla de esti-
Destaca el texto la iniciativa y la misericordia de Dios, la media- lo deprecativo e indicativo. Pone el acento en la iniciativa gratuita del
ción reconciliadora de Cristo por la cruz y el carácter universal de di- Padre, a quien se dirige la oración entera, expresando luego lo más es-
cha reconciliación. Prácticamente no hace sino repetir las ideas de la pecífico de la acción reconciliadora del Hijo (((por la muerte y resu-
Escritura, en concreto de san Pablo. rrección de su Hijo))) y del Espíritu santo (((derramó... para el perdón
El Hijo de Dios, hecho hombre, convivió entre los hombres para libe- de los pecados))). Todas las expresiones son referencias bíblicas (2 Cor
rarlos de la esclavitud del pecado y llamarlos desde las tinieblas a la 1,3; 5, 14-19; Jn 20, 19-23; Hch 2,28):
luz admirable. Por ello inició su misión en la tierra predicando la pe-
Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la
nitencia y diciendo: ((Convertíos y creed la Buena Noticia)) (IV, 1c, 1,
muerte y la resurrección de su Hijo, y derramó el Espíritu santo para la
15; cf. Jn 8, 34-36; 1 Pe 2,9). . . no sólo exhortó a los hombres a peni-
remisión de los pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el
tencia.. . sino que acogió a los pecadores para reconciliarlos con el Pa-
dre.. . Finalmente, él mismo «fue entregado por nuestros pecados y re- perdón y la paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Pa-
sucitado para nuestra justificación)) (cf. Lc 5, 20.27-32; 7, 48; Mt 9, dre y del Hijo y del Espíritu santo. Amén.
2-8; Rom 4,25).
Pero donde mejor se expresa cuanto estamos comentando es en la
El texto destaca cómo la misión reconciliadora ha sido cumplida fórmula para la absolución general n. 151. En ella se explicita quién es
por Cristo desde el principio de su vida, por la predicación y los signos cada persona divina, cómo ha actuado en la historia salutis para la re-
(milagros, curaciones), por la acogida y el perdón, y sobre todo por su conciliación, y cómo actualiza hoy su reconciliación y perdón, en el
entrega en la cruz. hic et nunc celebrativo penitencial, respecto a la persona particular y a
la comunidad entera. De Dios Padre se destaca su voluntad salvadora
7. Juan Pablo 11, Carta a los sacerdotespara e l h e v e s santo de 2002, 5 , donde el y no condenadora, su iniciativa de amor hasta el punto de enviar a su
papa compara el encuentro de la confesión con el encuentro de Cristo con Zaqueo. Hijo, y su actuación misericordiosa para la paz:
200 Reflexión teológica
Estructura trinitaria de la reconciliación 201

Dios Padre, que no se complace en la muerte del pecador, sino en que


a los pecadores, tiene como punto de referencia sobre todo el misterio
se convierta y viva; que nos amó primero y mandó su Hijo al mundo
para que el mundo se salve por él, os muestre su misericordia y os con- pascual, en donde la obra de reconciliación llega a su punto culmi-
ceda su paz. nante. ((Porque,si siendo enemigos fuimos reconciliados con Dios por
la muerte de su Hijo, mucho más, reconciliados ya, seremos salvados
De Cristo se expresa la reconciliación por el misterio pascual en su vida. Y no sólo reconciliados, sino que nos gloriamos en Dios
(muerte y resurrección), para el perdón y la justificación de gracia. Y nuestro Señor Jesucristo, por quien recibimos ahora la reconciliación))
además se acentúa el carácter neumatológico de la continuación de la (Rom 5, 10).
obra reconciliadora, a través del ministerio eclesial. Más aún, la re- La penitencia, como todo sacramento, tiene como centro el misterio
conciliación es liberación («os libre)))por el Espiritu y don del mismo pascual uno y único en su totalidad. Sin embargo, expresa preferen-
Espiritu («os llene de su Espíritu santo))): cialmente uno de sus aspectos, en relación con su identidad de sentido
y con la estructura del signo penitencial (encuentro reconciliador). Es-
Nuestro Señor Jesucristo, que fue entregado por nuestros pecados y re- te aspecto es el de la reconciliación, el encuentro de misericordia y
sucitado para nuestra justificación, que infundió el Espíritu santo en sus perdón, que es lo que más directamente aparece expresado en el en-
apóstoles para que recibieran el poder de perdonar los pecados, os libre,
por mi ministerio, de todo mal y os llene de su Espíritu santo. cuentro de la Iglesia con el pecador, a través del encuentro del peni-
tente con el ministro. Tal encuentro, que tiene su más fiel antecedente
en la parábola del «hijo pródigo)) (Lc 15, 11-32), se fundamenta y ha-
En cuanto al Espíritu, se pone de relieve su intervención reconci-
liadora («para el perdón de los pecados))) en doble sentido: purifica- lla su origen más radical en aquel encuentro que tuvo lugar en la cruz
entre Dios y Cristo sufriente, para la reconciliación y recuperación de
ción y claridad, abandonar la tiniebla y entrar en la luz. Además se
destaca su acción consoladora en el interior del hombre, y por otro la- la amistad perdida. En adelante, toda reconciliación no será sino la ac-
do su impulso para dar testimonio de las grandezas del Señor (cf. Sal tualización y aplicación de este encuentro reconciliador de gracia. Y el
sacramento de la penitencia será el encuentro visible de reconciliación
51; 1 Pe2,9):
(como el del hijo pródigo), que actualiza el misterio de la reconcilia-
El Espíritu consolador, que se nos dio para el perdón de los pecados, ción de Cristo en la cruz, respecto a una persona particular.
purifique vuestros corazones y os llene de su claridad para que procla- Ahora bien, este encuentro presenta unas características especia-
méis las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y entrar en su luz les: l) es un encuentro memorial 2) para la liberación y santificación
maravillosa.
3) que implica un proceso existencia] pascual. Veamos cada uno de es-
tos aspectos.
No sin razón el Catecismo afirma de esta fórmula: «La fórmula de 1. Se trata de un ((encuentro memorial» del pecador arrepentido
absolución en uso en la Iglesia latina expresa el elemento esencial de con el misterio pascual de Cristo, porque en él se actualiza y realiza
este sacramento: el Padre de la misericordia es la fuente de todo per- dicho misterio, a través del signo concreto. Se trata de un signo «re-
dón. Realiza la reconciliación de los pecadores por la Pascua de su Hi- memorativo))(signum rememorativum) del acontecimiento reconcilia-
jo y el don de su Espiritu, a través de la oración y el ministerio de la dor de la pascua de Cristo, en el amor y la obediencia hasta la muerte,
Iglesia)) (CCE 1449). por lo que se recupera la amistad perdida y nace una nueva alianza. No
se «hace memoria)) solamente de la reconciliación alcanzada, sino
también de toda la historia salvífica de reconciliación, de todo el acon-
3. Reconciliación y actualización del misterio pascual tecimiento de Cristo por el que tal reconciliación se dio, y al que todos
estábamos de alguna manera asociados, por la solidaridad con su na-
El sacramento de la penitencia es un encuentro con Cristo reden- turaleza humana.
tor, que continúa proclamando hoy como ayer la misericordia y el per- Es además un «signo demostrativo))(signum demonstrativum), en
dón al pecador arrepentido (Mc 2,5; Lc 7,48-50; Jn 8, 11; Lc 23,43). cuanto que este acontecimiento pascual reconciliador se muestra, se
Este encuentro, que remite a toda la vida y actitud de Cristo respecto presencializa y actualiza por el sacramento de la penitencia, renován-
202 Reflexión teológica Estructura trinitaria de la reconciliación 203

dose y realizándose la obra reconciliadora a través de los actos que tismal cuando la hemos perdido por el pecado. Se trata de una libera-
componen el mismo signo. Así, mientras los actos del penitente actua- ción que directamente afecta al propio sujeto, pero que indirectamen-
lizan la disposición obediente, la respuesta fiel, la aceptación de la vo- te tiende a afectar a los demás, en cuanto que el liberado debe conver-
luntad de Dios; la intervención del ministro por la palabra, la imposi- tirse en liberador, el perdonado en anunciador y promotor de la justicia
ción de manos y la absolución actualiza el amor misericordioso, la (cf. Sal 50).
aceptación por el Padre del ((sacrificio del corazón contrito)) (Sal 51, 3. Es un encuentro que implica un ((procesoexistencia1 pascual»,
19), por la mediación de la Iglesia y por la presencia de la comunidad porque la penitencia tiene una verdadera estructura pascual, tal como
participante. se expresa en el mismo proceso interno y externo de los actos del pe-
Igualmente se trata de un «signo prognóstico)) (signum prognosti- nitente. En primer lugar, la penitencia es esfuerzo, ascesis, {(acciónla-
cum) de la pascua de Cristo, en cuanto es anticipación de la victoria boriosa)) para el sujeto, e implica por lo mismo un aspecto {(sacrifi-
definitiva sobre el pecado, garantía del juicio escatológico de gracia, cial)), de renuncia y entrega (sacrzficium laudis), lo que la «asemeja»
prenda de la felicidad eterna en la comunión de vida con Dios, com- al sacrificio pascual de Cristo9.En segundo lugar, la penitencia supo-
promiso para la continuación de una vida reconciliada en la espera, y ne un ((paso))interno y externo, un tránsito vital, de la muerte a la vi-
esperanza de la reconciliación plena y sin vuelta atrás. Se trata, pues, da, del pecado a la gracia, de la separación a la comunión, de la con-
«de un acto personal de Dios que entra en la existencia concreta de la tradicción bautismal a la armonía con el bautismo.. ., por lo que debe
Iglesia y del cristiano pecador, para unirlo a la pascua de Cristo y lan- decirse que realiza de forma especial el misterio de la muerte y resu-
zarlo con un nuevo compromiso a la construcción, por él mismo y pa- rrección del mismo Cristo, en la experiencia de un tránsito penitencial
ra el mundo, del porvenir prometido por Dios e inaugurado definitiva- personal. En tercer lugar, la penitencia es renovación de vida, de alian-
mente con la muerte y resurrección de Cri~to))~. za y compromiso con Dios y con los demás, de comunión en el amor
2. Es un ((encuentropara la liberación y la sant~$cación» del pe- y la santidad, de alegría y esperanza.. ., lo cual asemeja y actualiza de
cador, en el que se rememoran las liberaciones de Dios en la historia forma especial la renovación de la Pascua. Y en cuarto lugar, la peni-
salutis (liberación de Egipto), y especialmente la liberación realizada tencia sinceramente celebrada implica también un elemento ((reden-
por la sangre de Cristo. La humanidad, todavía en situación de ((muer- tor)), en cuanto que por ella también se «redime» a los demás de la in-
te» espiritual y de esclavitud por el pecado, es liberada por la muerte y diferencia por el compromiso, del mal ejemplo por la ejemplaridad, de
resurrección de Cristo, para la santificación. Esta liberación santifica- la venganza o el odio por el amor y el perdón al hermanolo.
dora se realiza en el cristianismo por primera vez en el bautismo, don- En resumen, como afirma la Reronriliatio etpoenitentia, la actua-
de se viene a ser hombre y criatura nueva, y se participa de la novedad lización del misterio pascual por el sacramento es la manifestación del
de vida en Cristo y el Espíritu (cf. Ef 5 , lss). ({misteriode piedad)) (mysterium pietatis) de Dios hacia el hombre, al
Pero la justificación bautismal no nos hace inmunes al pecado. Por que responde la piedad del cristiano hacia Dios:
eso, siempre estamos necesitados de liberación de aquello que nos es- Por lo tanto, el misterio o sacramento de la piedad es el mismo misterio
claviza. El sacramento de la penitencia se entiende en relación con de Cristo.. . Pero existe en el niysterium pietatis otro aspecto: a la pie-
aquella primera liberación bautismal. Se trata de una aceptación de la
redención obrada por Cristo, y de una regeneración en la vida que ya 9. Cf. el sentido de esta expresión en, por ejemplo, los textos de la liturgia his-
se nos dio por el bautismo. Con razón se llama a la penitencia «segun- pánica: D. Borobio, La doctrina penitencial en el I.iher Orationum Psalmographus,
Bilbao 1977.
do bautismo))y ((segundonacimiento)). Pues si por el pecado se perdió 10. Este pensamiento ya lo expresaba san Fulgencio de Ruspe en su Tratado sobre
aquella vida, se cayó de nuevo en la esclavitud y muerte espirituales, elperdón, lib. 3, cap. 11,2-12, 3-4, CCL 91 A, 693-695: «La recompensa de la futura
se rompió la alianza y amistad con Dios, por la penitencia somos libe- transformación se promete, por tanto, a los que en la vida presente hubieran efectuado
rados y santificados para la recuperación y renovación de la vida bau- la trasmutación del mal al bien.. . Comienzan a verse cambiados en esta vida mediante la
primera resurrección que los ilumina para que se conviertan. Por ella pasan de la muer-
te a la vida, de la iniquidad a la justicia, de la infidelidad a la fe y de las malas obras a
8. J. Ramos Regidor, El sacramento de la penitencia, Salamanca 1976, 3 13-325, una conducta santa.. . Apresúrese, pues, a participar en la primera resurrccción.. . Por-
aquí 324-325. Como se sabe, esta triple dimensión es la que nos refiere santo Tomás ex- que aquellos que en la vida presente pasan de la mala vida a la buena, pasan a la vez de
plicando el inisterio de los sacramentos. la muerte a la vida)).
204 Reflexión teológica Estruchtra trinitaria de la reconciliación 205

dad de Dios hacia el cristiano debe corresponder la piedad del cristiano En la dispensación sacramental del misterio de Cristo, el Espíritu actúa
hacia Dios. En esta segunda acepción, la piedad (eusebeia) significa de la misma manera que en los otros tiempos de la economía de la sal-
precisamente el comportamiento del cristiano, que a la piedad paternal vación: prepara la Iglesia para el encuentro con su Señor; recuerda y ma-
de Dios responde con su piedad filial.. . También en este sentido la pie- nifiesta a Cristo a la fe de la asamblea; hace presente y actualiza el mis-
dad, como fuerza de conversión y reconciliación, afronta la iniquidad y terio de Cristo por su poder transformador; finalmente, el espíritu de
el pecado (RyP 22-23). comunión une la Iglesia a la vida y a la misión de Cristo (CCE 1092).

El Espíritu santo es, en definitiva, el que hace posible que por la


4. Reconciliación y renovación en el Espíritu reconciliación se renueven nuestras relaciones: con Dios, a quien po-
demos llamar «Padre» sintiéndonos verdaderamente hijos (Gal4,6s);
Al olvido del Espíritu ha sucedido la renovación de la ((sacramen- con la Iglesia, a la que, como Cuerpo de Cristo, nos sentimos unidos y
tología del Espíritu)).Es preciso caer en la cuenta del puesto que el Es- en la que colaboramos con nuestros carismas para el bien y la edifica-
píritu ocupa en la historia de la reconciliación para comprender su im- ción común (1 Cor 12, 1-30); con la creación entera, ya que con nues-
portancia en el sacramento. El Espíritu se promete al Mesías para tra acción colaboramos a la reconciliación en Cristo de todas las cosas
llevar a cabo la obra de salvación (1s 53, 11). En la fuerza del Espíri- y a la creación «del nuevo cielo y la nueva tierra)) (Col 1, 20; 2 Pe 3,
tu, el Siervo de Yahvé podrá cumplir la expiación por el pecado y la 13). De este modo, en la fuerza del Espíritu, la Iglesia continúa la obra
misión reconciliadora (1s 42, 1-6; 6 1, 1-4). Por el Espiritu se va a re- de reconciliación de Cristo y extiende la reconciliación a todas aque-
novar la alianza y un nuevo corazón va a hacer posible su cumpli- llas realidades lesionadas por el pecado. La gracia de la reconciliación
miento (Jr 3 1,31-34; Ez 36,25-27). El Espiritu hará posible, cada vez se nos da no sólo para nuestra santificación, sino también para el cum-
que haya infidelidad y pecado, el perdón de Dios y la recreación del plimiento de nuestra misión reconciliadora en la Iglesia y en el mun-
corazón para una vida reconciliada (Sal 50, 12-14).Y es en este mis- do. La ((reconciliacióncon Dios tiene como consecuencia, por así de-
mo Espiritu en el que Cristo actúa para curar y perdonar, para vencer cir, otras reconciliaciones que reparan las rupturas causadas por el
el mal y al demonio (Mt 4, lss). Es el Espíritu prometido que el mis- pecado: el penitente perdonado se reconcilia consigo mismo en el fon-
mo Señor resucitado enviará para que en su fuerza y poder la Iglesia, do más íntimo de su propio ser, en el que recupera la propia verdad in-
por el ministerio de los apóstoles y sus sucesores de forma especial, terior; se reconcilia con los hermanos, agredidos y lesionados por él
continúe la obra de la reconciliación (Jn 20,2 1-23). de algún modo; se reconcilia con la Iglesia; se reconcilia con toda la
Pero ¿cómo obra e interviene el Espiritu en el sacramento de la re- creación)) (RyP 8; 3 1-V).
conciliación? Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, cabe subra-
yar los siguientes aspectos: el Espíritu es el origen, la posibilidad y la
causa de la transformación personal, comunitaria y eclesial por la pe-
nitencia. Es la presencia del poder reconciliador de Cristo glorioso y el
agente principal de la reconciliación sacramental. Es al mismo tiem-
po ámbito de reconciliación, ya que sólo en él es posible reconciliarse
con Dios y sólo por él la vida puede ser vida reconciliada. Es don gra-
tuito para la reconciliación y a la vez don personal de la reconcilia-
ción, ya que liberados del pecado, somos «llenados del Espíritu)). Es
asimismo renovación de la vida bautismal y recreación de la vida en
Cristo. Es principio increado de unidad eclesial (((principium unitatis
increatum Ecclesiae)))e impulso personal para la unidad en el amor y
la fraternidad.. . Lo que se dice del Espíritu respecto a todos los sacra-
mentos debemos aplicarlo también, y de forma especial, al sacramen-
to de la penitencia:
11.
MEDIACI~NDE LA IGLESIA:
ECLESIALIDAD Y MINISTERIALIDAD
DEL SACRAMENTO
DE LA PENITENCIA
Una de las cuestiones pendientes en la penitencia, tanto a nivel teó-
rico (explicación teológica e integración adecuada del sentido en la
identidad penitencial vivida por pastores y fieles), como a nivel prác-
tico (expresión estructural simbólica apropiada y celebración comuni-
taria complementaria y equilibrada), es la relativa a la eclesialidad y
ministerialidad de este sacramento. Dos preguntas comunes en boca
del pueblo tipifican el problema: «¿Qué tiene que ver la Iglesia con el
perdón que Dios me concede?)); «¿Por qué confesarme a un hombre
como yo?». Se trata, en definitiva, de un déficit de integración entre la
dimensión vertical (teológica: relación a Dios) y la dimensión hori-
zontal (eclesiológica: relación a la Iglesia); así como de una «con-fu-
sión» entre la dimensión humana (hombre con los demás: secularidad)
y la dimensión significante (hombre «ordenado»: sacralidad) del pres-
bítero o ministro del sacramento'.

1. Algunos estudios generales sobre la dimensión eclesiológica de la penitencia: K.


Kahner, Verdades olvidadas sobre el sacramento de la penitencia, en Escritos de teolo-
gía 11, Madrid '1967, 147-188; C. Dumont, La réconciliation avec I'Eglise et la neces-
rité de I'aveu sacmmentel: Nouv. Revue Théol. 8 1 (1959) 577-597; J. Ramos Regidor, II
.sacmmentodellapenitenza evento eclesiale, en AA.VV, La Penitenza, ElleDiCi, Torino-
I,eumann 1969,90-141; B. Langerneyer, Sündervergebund und Bniderlichkeit: Catholi-
ca 18 (1964) 290-3 14; B. Carra de Vaux Saint-Cyr, Le mistére de la Pénitence: reconci-
liation avec 1'Eglise: La Maison-Dieu 23 (1967) 132-154; A. Turck, L'Eglise comme
lwuple de Dieu et le sacrament de pénitence: Paroisse et Liturgie 48 (1966) 155-259; J.
L.. Larrabe, La penitencia cristiana y eclesial: Lumen 23 (1974) 2 12-23 1; M. Legaut,
Mutation de I'Eglise et conversionpersonale: Rev. Théol. de Louvain 6 (1975); M. Ni-
colau, La reconciliación con Dios y con la Iglesia en la Biblia y en la historia, Madrid
1977; B. de Margerie, La missión sacerdotale de retenir les peches en liant les pécheurs:
Ikvue des Sc. Rel. 4 (1984) 301-317; 1 (1985) 35-50; 2 (1985) 119-146; J. Losada, La
Iglesia como sacramento de reconciliacion: Teología y Catequesis 17 (1986) 45-55; W.
Kasper, La Iglesia lugar delperdon de lospecados: Comrnunio 1 (1989) 27-34; F. Mi-
116n Romeral, Lapenitencia hoy. Clavespara una renovacibn, Madrid 2001, 173-203.
1
ETAPAS DE UNA COMPRENSIÓN HISTÓRICA

La eclesialidad de todos los sacramentos, y por tanto del de la pe-


nitencia, es una constante histórica, diversamente comprendida, expli-
citada y verificada en la praxis, según los distintos momentos y es-
tructuras penitenciales. Sin pretender repetir aquí lo ya conocido y
recordado en otros lugares1,queremos fijarnos en algunas aportacio-
nes de la tradición hispana, situándolas en su contexto propio de es-
tructura penitencial de la época.

1. Antecedentes bíblicos

Es bien conocido cómo los precedentes veterotestamentarios de la


praxis penitencial cristiana ponen el acento, entre otras cosas, en la so-
lidaridad y responsabilidad en el pecado, por el que se lesiona no sólo
al Dios de la alianza, sino también al pueblo con el que Él ha estable-
cido la alianza. La fidelidad y la verdad, la pureza y el bien están re-
presentados en la colectividad del pueblo de Dios, y todo lo que afecta
a uno no puede no afectar a los demás2.Lesionar esta pureza y solida-
ridad por un pecado «voluntario>>o de «mano alzada)), acarrea la ex-
terminación o la ~~excomunión» (incluso a veces la lapidación) (cf. Nm
15,22-31; 18,6-29; Lv 7,25-26; Dt 13,6.10-11.. .), lo cual supone una
intervención de los jefes (de la sinagoga), una separación al menos
temporal de la comunidad y del culto sinagogal, un tiempo de prueba
para la reintegración3.

1. Recuerdense los numerosos estudios históricos al respecto en la segunda parte


de la presente obra. Cf. una síntesis de esta eclesialidad al hilo de la historia en D. Bo-
robio, Estructuras de reconciliación de ayer y hoy: Phase 128 (1982) 10l - 125.
2. Cf. L. Ligier, Péché d'Adam et péché du monde. Bible, Kippur, Eucharistie,
Paris 1961.
3. Cf. H. Thyen, Studien zur Sündervergebung im Neuen Testament und seiner, alt-
testamentlichen Voraussetzungen, Gottingen 1970; H . Heinz-K.Kienzler-J.Petuchowski,
Er.sohnung in der jüdischen Liturgie, Freiburg 1990.
212 Reflexión teológica Etapas de una comprensión histórica 213

El Nuevo Testamento conoce y nos habla de una ((disciplina))se- van y favorecen una intervención y participación no sólo de los «jefes
mejante dentro de la comunidad cristiana4.Junto a la ((praxispreven- de la comunidad)) (obispo, presbíteros), sino también de la comunidad
tiva)) (1 Cor 8, 11S; 1 Tes 5, 11- 14.. .), la de ((fraternareconciliación» entera. Es toda la comunidad la que está presente, es testigo, participa,
(Mt 5,23-26), la de ((perdón mutuo sin condiciones)) (Mt 18,21-35) o ora y llora, se mueve a caridad y a penitencia, acoge y reconcilia al pe-
la ((correctiva))(Mt 18, 15s; 1 Tes 3, 13-15; Tit 3, 10s...), se propone cador, desde el principio hasta el final del proceso. Así lo muestran de
también la ((praxiscurativa-penitencial))(Mt 18, 17s; Jn 20, 2 1-23; 1 una y otra forma los testimonios, tanto de Oriente como de Occidente,
Cor 5, 1-1l), que implica el mismo proceso señalado. El análisis de los que nos describen los diversos ritos y comportamientos penitenciales
términos ((ligare-solvere)),aretinere-remittere)),((entregar a Satanás- en relación con la comunidad, como son: la petición de oración de los
para ~alvación))~, manifiesta una comprensión profundamente eclesio- penitentes a la puerta de la iglesia, la presentación a la imposición de
lógica-comunitaria del comportamiento penitencial primitivo. La co- manos en la asamblea eucarística y su expulsión después de la liturgia
munidad se siente afectada por el pecado «mortal» y escandaloso de de la Palabra, el cumplimiento público de sus penitencias, la pública y
sus miembros (adelphoi), celosa con su propia identidad cristiana, res- comunitaria oración por los penitentes, el «boicoteo» y la acogida pau-
ponsable de su curación y salvación. Por eso exhorta y previene, co- latina, los «grados penitenciales)) en Oriente.. .'
rrige y llama a mutua reconciliación, ata y castiga, se separa del peca- También los testimonios y los textos litúrgicos de la época reflejan,
dor y lo separa para fomentar su corrección, ayuda a destruir la carne como no puede ser de otro modo, esta dimensión eclesiológica de la
de pecado y a liberarse del poder de Satanás, pide misericordia y de- penitencia. Una prueba de ello la encontramos en los sacramentarios
sata.. . Y esto lo hace sobre todo por medio de los ((jefes de la Iglesia)), de la Iglesia romana. Como muestra, véase esta oración del Sacramen-
pero también con la colaboración de la comunidad entera. «Si les de- tario Gelasiano, donde se expresa cómo la penitencia implica un do-
soye a ellos, díselo a la comunidad.Y si hasta a la comunidad desoye, ble movimiento: el de separación de la Iglesia por el pecado y el de la
sea para ti como el gentil y el publicano)) (Mt 18, 17). «No es como vuelta a la comunión por la reconciliación:
para gloriaros. ¿No sabéis que un poco de levadura fermenta toda la
Te suplicamos, Señor, que concedas a tu siervo aquí presente el digno
masa?)) (1 Cor 5,6).
fruto de su penitencia, para que sea de nuevo introducido, después de
recobrar su inocencia, en tu santa Iglesia, de la que se había separado
por su pecado8.
2. Tradición hispánica
En cuanto a la Iglesia hispánica, expresó este aspecto magistralmen-
La etapa de la ((penitencia canónica)) (siglos IV-VII) entiende y ex- te por los escritos de los Padres, por los textos litúrgicos y por la misma
presa en una estructura penitencial coherente esta dimensión eclesio- forma celebrativa9.Así, Paciano de Barcelona, hablando de cómo el pe-
lógica señalada6.La misma ordenación o secuencias de los diversos cado afecta a la comunidad eclesial, comenta a san Pablo diciendo:
elementos (ingreso en el grupo de los penitentes u ordo poenitentium
- obras penitenciales o actio poenitentiae - reconciliación), la proce- 7. Cf. los textos en C. Vogel, Elpecadory la penitencia en la Iglesia antigua, Bar-
sualidad o espaciación (spatium poenitentiae o tiempo de penitencia) celona 1967.
exigida, la publicidad (poenitentiapublica) del proceso entero, conlle- 8. L. Mohlberg, Liber sacramentorum Romanae Ecclesiae Ordinis anni circuli
(Sacramentarium Gelasianum), n. 357, Roma 1981, 57.
9. Cf. D. Borobio, La penitencia en la Iglesia hispánica del siglo IPVII, Bilbao
4. Cf. J. Murphy-O'Connor, Pecado y comunidad en el Nuevo Testamento, en 1978, I93ss; Id., La doctrina penitencial en el ((LiberOrationum Psalmogrnphus» de la
AA.VV, El misterio delpecado y delperdón, Santander 1972, 65-96. liturgia hispánica, Bilbao 1975,463-5 18; F. J. Lozano, La penitencia canónica en la Es-
5. H. Vorgrimler, Das ((Bindenund Losen)) in der Exegese nach den Tridentinum paña romano-visigoda, Burgos 1980; J. Fontaine, Pénitencepublique et conversiónper-
bis zum Beguin des 20. Jahrhunderts: Zeitsch. für Kath. Theol. 85 (1963) 460-477. Cf. sónale: l'apport d'lsidore de Swille a lévolution médiévale de los pénitence: Rev. de
D. Borobio, Estructuras de reconciliación, 103- 109. Droit Canonique 28 (1978) 74-85; S. González Rivas, La penitencia en la primitiva
6. Recuérdense los estudios siempre citados sobre esta época, tales como el de B. Iglesia española, Madrid 1949; J. Fernández Alonso, La disciplina penitencial en la Es-
Xiberta, Clavis Ecclesiae, Roma 1922 (ed. J. Perarnau, Barcelona 1974). Otros autores: paña romano-visigoda desde el punto de vista pastoral Hispania Sacra 4 (195 1) 243-
B. Poschama~,J. Jungmann, K. Rahner, E. Bourque, G. Galtier, C. Vogel, H. Karpp, J. 3 11; G2Maz@ez Die- Algunos aspectos de la penitencia en la Iglesia visigodo-moza-
Mühlsteiger, L. Deiss, 1. Herrero... rabe: Miscelanea Comillas 49 (1968) 5-20.
214 Reflexión teológica Etapas de una comprensión histórica 215

¿Qué harás tú si por tu causa se corrompe toda la masa, si por tu causa communiter dolens ...»), las lágrimas y penitencia de la misma co-
ha de sufrir toda la comunidad? ¿Te indultarás de la muerte, reo de tan- munidad (((Ecclesiae lacrymas adjutus))), la cercanía y solicitud de
tas? ¿Sabrás disculparte cuando tantos inocentes te achaquen su conta- los que presiden («et tu ergo collige fratrem tuum))), la corrección hu-
gio, cuando la Iglesia te llame autor de sus desgracias?1°
milde y misericordiosa (((accipiet virgam correptionis et baculum qui
sustentare possit infirmum))), la ayuda de la caridad fraterna (((cunc-
Debido a la incompatibilidad de la Iglesia santa con el pecado, se
ti invecem sustinentes in dilectione))), el consuelo que libra de la des-
impone una intervención para separar y corregir al pecador", pero
esperación (((attolle ergo animo~,frater.. . nec te inimica desperatio
también para consolarlo y ayudarle a su conversión, ejerciendo una
confringat: non desperes remedium sanitatis)))y, en fin, la oración de
verdadera función maternal:
la comunidad y de la Iglesia entera (((iam Ecclesiae praeces humilli-
Solícito es el cuidado de esta madre para con sus hijos y tierno el can- bus non negandas))). ..
ño: felicita a los buenos, reprime a los soberbios, cura a los enfermos; a La Iglesia no sólo colabora con el penitente para la conversión, sino
ninguno deja perecer, a ninguno desecha; esta madre bondadosa con- que también proclama sobre él de modo eficaz la reconciliación. Esta
serva su prole alejada del peligroI2. sucede en la Iglesia, por la lglesia y con la Iglesia. San Paciano, al ex-
plicar Mt 18, 15-18 señala cómo la reconciliación sucede por la Iglesia:
Se da, pues, una solidaridad implicante, una identificación com-
prometedora, por la que los dolores y alegrias de sus hijos son los do- En el primer caso, perdona personalmente el ofendido; en el otro, en
cambio, perdona la Iglesia; en el pnmer caso, perdona sin el sacerdote,
lores y alegrías de la madreL3,y la penitencia se convierte así en una
sin los hermanos; en el segundo, el perdón se pide por todos''.
obra o tarea común entre el penitente y la Iglesia:
Ningún cuerpo se regocija del padecimiento de sus miembros; al con- Isidoro de Sevilla dice elocuentemente que tal reconciliación suce-
trario, experimenta el mismo dolor y colabora para remediarlo. Donde de en el interior de la misma Iglesia: ((Sobre el perdón de los pecados
hay uno o dos fieles, allí está la Iglesia; y la Iglesia es Cristo. Y así, a debe saberse dónde, cuándo y a quiénes se concede. ¿Dónde? Dentro
quien no oculta sus pecados ante sus hermanos, ayuda la lglesia con sus de la Iglesia católica.. .DI'. lldefonso de Toledo explicita que la peni-
lágrimas para conseguir la absolución por intercesión de CristoL4.
tencia es el medio para una reconciliación con la Iglesia y, por la Igle-
sia, con Dios, en el poder del Espíritu:
Y el modo concreto como colabora la Iglesials es la acogida e
identificación con el penitente (((onera sua sustinet tota fraternitas Las iglesias establecen unos tiempos de penitencia, de manera que se
manifieste su relación con la Iglesia suficientemente, ya que es en ella
10. Paciano de Barcelona. Paraenesis 8, PL 13, 1086. Sobre Paciano de Barcelona, donde se perdonan los mismos pecados.. . Pues es la misma Iglesia la
cf. U. Dominguez del Val, Paciano de Barcelona. Escritol; teólogo y e-regeta: Salman- que propiamente recibió el Espíritu santo como prenda, sin el cual no
ticensis 9 (1962) 60-66; A. Martinez Sierra, Teología penitencial de san Paciano de se perdonan aquellos pecadosI8.
Barcelona: Miscellanea Comillas 47 (1 967) 83ss.
1 1. Paciano de Barcelona, Ep. III ad Sympronianum 17: «llIi (pecadores obstina-
dos), quam libet can sint, relinquendi; quamlibet utiles, deserendi sunt». Todo este sentido eclesial aparece expresado en oración y canto en
12. Ibid. 4, PL 13, 1066. Frente al rigorismo novacianista de Sirnproniano, autor los textos de la liturgia hispanicaI9. Baste como ejemplo una hermosa
africano que polemiza con Paciano, éste aduce argumentos de solicitud y solidaridad colecta sálmica al Salmo 1 18.
pastoral.
13. Ibid. 5, PL 13, 1066: «Unde illud Apostoli: Quis infirmus est, et non ego infir- He aquí, Señor, como los soberbios pecadores han puesto sobre las es-
mor. Quis scandalizatur, et ego non uror (1 Cor 1 1,29)?Ubi onera sua sustinet tota fra- paldas de tu Iglesia la carga pesada de su iniquidad, arrastrando a tus
ternitas communiter dolens, mutua pietate secura. Cuncti enim sustinentes in dilectio-
ne ... Hoc est Ecclesia, Symproniane fraten). miembros con su incorregible comportamiento. Concédenos, te supli-
14. Id., Paraenesis 8, PL 13, 1086. El texto se inspira en la afirmación de Tertulia-
no, recogida en el Depoenitentia X, 6. En los mismos términos se expresa otro padre de 16. Paciano de Barcelona, Ep. IIIad Sympr. 12, PL 13, 1071.
la Iglesia hispánica, Baquiario, De reparatione lapsi 11, PL 20, 1047. 17. Isidoro de Sevilla, Sent. 11, 7, 3 P, PL 83, 607.
15. Cf. otros textos y autores con sus citas correspondientesen D. Borobio, La pe- 18. lldefonso de Toledo, De cognitione baptismi, 82, PL 96, 14 1.
nitencia en la Iglesia hispdnica, 227-229. 19. Cf. D. Borobio, La doctrina penitencial en el ((LiberPsalmographus», 463s.
Etapas de una comprensión histórica 217
216 Reflexión teológica

camos, brillar de tal modo en la virtud de la tolerancia (paciencia), que terior y exterior, que implica el desgarramiento interior o contrición
podamos conducir salvos junto con nosotros al establo del cielo a aqué- (contritio), el dolor profundo del corazón humillado (compunctio), la
llos que llevamos sobre las espaldas de nuestra alma para procurar su corrección (corripio) y la enmienda (emendo), pero también la seguri-
salud. De este modo, recibiendo lo mismo que ellos un único denario, dad del bien gracioso de la conversión (bono conversionis) y la trans-
que nosotros merezcamos recibir el premio por la predicación, y ellos formación de la vida («ut repares meliora; formati.. . reformentur))),
por su obediencia merezcan recibir con nosotros el premio eterno20. que nos restituye a la vida de Dios y a la comunión eclesialZ4.
El autor (¿san Leandro?), situándose en el contexto de una comu-
nidad que ha sufrido o sufre todavía las consecuencias de la herejía 3. De la escolástica al concilio de Trento
(Larriana?) y las dificultades de la fe, expone en forma condensada,
con la viveza y el calor propios de un texto oracional, cual debe ser el La concepción y expresiones eclesiológicas sobre la penitencia se
comportamiento de la Iglesia respecto a los pecadores. Recordando, encuentran más o menos en todos los testimonios de la Iglesia occi-
sin duda, pasajes bíblicos como la parábola del trigo y la cizaña, y la dental y oriental de la época. La inflexión hacia un confesionismo, ca-
del buen samaritano (Mt 13,28s; Lc 10, 34s), así como la enseñanza suismo y privatismo que se produce con la ((penitencia tarifada)) o
de Agustín sobre el Corpus permixtum y la misión salvadora respecto ((arancelaria)),no supone el olvido de la dimensión eclesial, pero sí
a los pecadores2',pide una intervención eclesial, movida por el amor y una nueva explicación y expresión de la misma a partir de una praxis
la caridad cuyo objetivo será llevar a los miembros enfermos, junta- que poco a poco va concentrando todos sus elementos en la confesión
mente con ella, no ya a una posada terrena, sino a la posada del cielo, privada. Rolando (siglos XI-XII) afirmaba, por ejemplo, que si el pe-
en donde a todos sin distinción (convertidores y convertidos) se les de- cado es una ofensa no sólo a Dios sino también a la Iglesia, la peni-
sea el denario definitivo de la vida eterna (cf. Mt 2 0 , 2 s ~ )Pero
~ ~ .no es tencia debe satisfacer a ambos: a Dios por la contrición del corazón, y
este aspecto de solidaridad eclesial el único que se resalta. La eclesia- a la Iglesia por aquellos medios externos que la expresan y sobre los
lidad de la penitencia aparece expresada de mil formas. Así, el pecado cuales discierne: la confesión y la satisfacción
es una cautividad que afecta a la Iglesia entera (((captivitatemplebis
tuae, quam adduxerat inimicus~,H 64) y supone una ruptura o lesión Sic licet in cordis contritione sit peccatum remissum, non tamen super-
de la unidad eclesial (((quosqueeius ornamentis adfigis, separan ab ea fluit oris confessio seu operis satisfactio. Peccando enim Deum et Ec-
[Ecclesia] nullatenus patiaris)), H 51), una separación del «nido» de la clesiam offendimus. Deum offendimus male cogitando, ecclesiam
scandalizamus perverso agendo, et sicut duos offendimus et duobus sa-
Iglesia («nec a nido Ecclesiae tuae avolare permittas)), H 348). Por eso
tisfacere debemus, Deo per cordis contritionem, Ecclesiae per oris con-
se pide con fuerza que los sellados una vez por el bautismo no lleguen fessionem et operis satisfactionem, si temporis qualitas exposcitZ5.
nunca a romper esta unidad («in hac unitate rogamus socios facito,
quos agnoscis tuo infixos sigillo)),H 405). Y, si se da esta ruptura, la
Pedro Lombardo (siglo XII), por su parte, insistiendo en la necesi-
Iglesia se siente con derecho y deber de intervenir para ayudar al peca-
dad de confesión al sacerdote, la justifica como la única posibilidad de
dor a la conversión y conducirlo a la reconciliación («ut quos peccan-
tes repuleras, convertentes suscipias~,H 376)23.ES este un proceso in- corpore segregari))(Conc. de Lérida, can. 5, ed. Vives, 56-57), «a corpore Chisti sepa-
rari» (Conc. IV de Toledo, can. 58, ed. Vives, 21 1).
20. Ibid., 469. El texto latino se encuentra en la edición critica de J. Pinell, Liber 24. Baste con citar la oración H 527, donde se recoge admirablementeeste sentido:
Orationum Psalmogmphus. Colectas de salmos del antiguo rito hispánico (Monumen- «Deus, qui das timentibus te significationem, ut a facie arcus fugiant: da defensionem,
ta Hispaniae Sacra, Serie Litúrgica 9), Barcelona-Madrid 1972, 188. ut a manu gradii caedentis evadere possimus; atque nos pota vino compunctionis,ut bo-
21. Tmct. in Ps. 128,6-10. no conversionis instituas; sicque ostende populo tuo dura, ut repares meliora, et in civi-
22. Cf. un análisis detallado en D. Borobio, La doctrinapenitencial en el ((Liber tate circunstantiae, qui nos repuleras, ipse restituas, ac sicut te iratum sentit tuorum dis-
Psalmographus»,468-486. persa congregatio, ita misertum probet congregata dispersio)).
23. Estas expresiones de las colectas hispánicas (citamos el número de la edición 25. Rolando Bandinelli, después papa Alejandro 111, en su Libro sobre las Senten-
de J. Pinell, Liber Orationum Psalmogmphus)pueden completarse con otras de la mis- cias (que sigue a Abelardo) expone este pensamiento (ed. A. M. Gietl, Die Sentenzen
ma tradición, como: «alieni ab Ecclesia haberin (Conc. de Elvira, can. 41, ed. Vives, 9), Rolands nachmals Papstes Alexander 111, Freiburg i.B. 1891,247). Cf. J. Mühlsteiger,
«ab Ecclesia separatus esse» (Conc. 1 de Zaragoza, can. 5, ed. Vives, 17), «ab Ecclesia Exomologese 11: Zeitsch. fiir Kath. Theol. 2 (1981) 129-155,aquí 142-145.
218 Refle-xión teológica Etapas d e una comprensión histórica 219

ejercer un discernimiento eclesial sobre los pecados del penitente26. Ila de modo armónico la dimensión teológica (relación a Dios) y ecle-
En la misma línea, Bandino (siglo XII) explica la necesidad de confe- siológica (relación a la Iglesia) del sacramento, al afirmar que, si el
sión a la Iglesia por la necesidad de confesión a Cristo, cabeza de la pecado ofende a Dios y daña a la Iglesia, la penitencia, aun teniendo
Iglesia; si el misterio del Cuerpo místico implica la «una carne)), la como meta principal satisfacer a Dios, no puede no implicar la media-
confesión de los pecados también: ción (por el sacerdote) y la reconciliación con la Iglesia3'. Ahora bien,
Ecclesiae confiteri... ut per hoc sacramentum, unitas quae est inter esto se hace posible sobre todo por la confesión de los pecados al sa-
Christum et Ecclesiam, conmendetur: ut sicut duo in una carne, et in cerdote, ya que si, por una parte, la Iglesia sólo puede juzgar desde la
voce una, ita et duo sint in confessione unaz7. manifestación externa, por otra esta manifestación no puede hacerse a
la multitud de fieles, sino al sacerdote que la representa:
Y Pedro Comestor (siglo XII), también comentador de Pedro Lom- Peccator confitetur sacerdoti, ut reconcilietur non Deo tantum sed
bardo, señala como un tercer medio por el que el sacerdote perdona, etiam Ecclesiae, quia Deo reconciliatus est per contritionem; sed Ec-
ejerciendo el poder de ligare-volvere, la excomunión y la comunión28. clesia non est persona singularis, sed multitud0 fideli~m'~.
En cuanto a los grandes escolásticos, también ellos explican la pe-
nitencia como sacramento de reconciliación con la Iglesia. Santo To- La diferencia entre el pecado mortal y el venial radica precisa-
más afirma que, por la penitencia, el pecador se reconcilia con Dios y mente en esta exigencia de confesión, que sólo se pide a quien se apar-
con la Iglesia, a través de la mediación del ministro, lo cual exige evi- tó por su pecado de la Iglesia, de modo que muestre su vuelta a la co-
dentemente la confesión al sacerdote, no sustituible normalmente por munión eclesial:
la confesión a un laico:
Confessio fit ad reconciliandum Ecclesiae; sed per veniale nullus fac-
Per sacramenta homo non solum Deo sed etiam Ecclesiae oportet quod tus est inimicus Ecclesiae, nullus extra Ecclesiam ejectus est, in nullo
reconcilietur: Ecclesiae autem reconciliari non potest nisi sanctificatio damnificata Ecclesia quia cantatem non auferunt nec nimuunt.. .33
Ecclesiae ad eum perveniat.. . In poenitentia Ecclesiae sanctificatio non
pervenit nisi per ministrum.. . et ideo quamvis ille qui, laico confessus Basten ya estos testimonios para constatar que, al menos teórica-
est in articulo necessitatis consecutus sit veniam a Deo.. . non tamen, mente, la penitencia conserva su dimensión eclesial, si bien concen-
adhuc Ecclesiae reconciliatus est ut ad sacramenta Ecclesiae admitti de- trada y explicada desde los elementos más polarizantes de la estruc-
beat, nisi pnus a sacerdote absolvatur, sicut ille qui baptismo flaminis
baptizatus est eucharistiam non admittitd9. tura del signo: confesión-absolución. En la práctica, durante la Edad
Media, esta eclesialidad-comunitariedad (si bien ya mitigada por la
praxis más ordinaria de la confesión privada) sigue manifestándose
Así como el pecado es una separación de Dios y de la Iglesia, de
en diversas formas, ritos y celebraciones de la comunidad, entre las
igual modo la gracia de la penitencia supone la vuelta a la comunión
con Dios y con la Iglesia3'. San Buenaventura, por su parte, desarro- que cabe destacar la ((penitencia pública no solemne)) o ((peregrina-
ción penitencial)), la ((penitencia pública solemne)) o proceso peni-
26. Pedro Lombardo, Sentenliarum Libri IV, d. 17, c. 1-6, PL 192, 880ss.
tencial cuaresmal, la misma celebración de la cuaresma por la comu-
27. Bandino, Sen!. Libri lV, d.19, PL 192, 1101.
28. Pedro Comestor, Senlentiae de Sacramentis: ((Terti0modo sacerdos dicitur di- 3 1. San Buenaventura, In IVSen!., d.15, p.2, a.1, q.2: «Quoniam peccator ipsum
mittere peccato ve1 retinere, id est solvere ve1 ligare, quando scilicet excommunicat ho- offenderat et etiam damnificaverat Ecclesiam.. . Unde satisfactio proprie de peccato fit
mines et excomunicatos absolvit.. .N (f. 100). Cf. J. Mühlsteiger, Exomologese 111, 260. ipsi Deo, tamen per Ecclesiam et in Ecclesia)).
También pueden verse numerosos textos en P. Anciaux. La lhéologie du sacrémen! de 32. Ibid.,d.17,p.l,a.2,q.3,obj.6.
péniténce au XZZsiecle, Louvain-Gembloux 1949; 2. Alszeghy, La penitenza nella sco- 33. Ibid., a.2, q.l,3. Y ,por ejemplo, en los Sermones del Beato Isaac, abad del mo-
laslica antica: Gregorianum 3 1 (1950) 275-283. nasterio de Estella, se dice: ((Nada podrá perdonar la Iglesia sin Cristo; nada quiere per-
29. Tomás de Aquino, Summa Theol., in IV, d. 17, q.3, a.3, qla. ad 3. Cf. un comen- donar Cristo sin la Iglesia. Nada puede perdonar la lglesia sino al que se arrepiente, o
tario en B. Xiberta, Clavis Ecclesiae, 84-86. sea, al que ha sido tocado por Cristo. Nada quiere mantener perdonado Cristo al que
30. Tomás de Aquino, Summa Theol., in IV, d.17, q.3, a.3, qla. ad 3: ((Quod pecca- desprecia a la Iglesia. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. Este es un
tum veniale homo nec a Deo nec a sacramentis Ecclesiae separatur, et ideo non indiget gran misterio, y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia)) (Sermón 11, PL 194, 1728-1729, ci-
novae gratiae collatione ad eius dimissionem, nec indiget reconciliatione ad Ecclesiam)). tado en Liturgia d e las homs IV, 182-183).
220 Reflexión teológica Etapas d e una comprensión histórica 221

nidad entera34.En todas estas formas cabe apreciar la permanencia de to llevará, en especial después de Trento, a una especie de ((Iglesia de
la estructura originaria (confesión-satisfacción-reconciliación), una dos velocidades)) en lo que se refiere al sacramento de la penitencia:
espaciación en el tiempo o procesualidad, una publicidad interpelati- «La masa de los cristianos recurre a la confesión solamente una vez al
va, una participación y coimplicación de la comunidad entera (ora- año; mientras que algunos más piadosos vendrán a una espiritualidad
ciones, celebración común.. .), un proceso marcado por ritos (despe- penitencial de la confesión frecuente^^'. Por otro lado, debe recordar-
dida y expulsión, imposiciones de manos, ceniza, vestido especial, se el abusivo ritualismo sacramental y las prácticas unidas al sacra-
penitencias diversas.. .), una fiesta abierta de reconciliación (acogida, mento de la penitencia que se daban durante esta época: misas priva-
proclamación de la rec~nciliación)~~. das, sufragio por las almas del purgatorio, indulgencias.. .
Por todo ello, puede afirmarse que los tiempos precedentes a la
Reforma estuvieron claramente marcados por una exaltación confe-
4 . Trento y los teólogos de Trento sionista, un acento exagerado en los actos «privados» del penitente,
Todo lo anterior no puede hacernos olvidar algunos fenómenos una insistencia polarizadora en la importancia del ((juicio))y absolu-
significativos, que también nos ayudan a contextualizar la Reforma y ción del sacerdote sobre los pecados confesados, una preocupación
la Contrarreforma. Las ((órdenesmendicantes)) (franciscanos y domi- por determinar qué era de iure divino, qué de praecepto humano, y
nicos), junto con los movimientos carismáticos que surgen al final de hasta dónde llegaba la obligatoriedad y la doctrina irrenunciable de la
la Edad Media, prepararon un terreno favorable a la acentuación de la Igle~ia~~.
confesión privada, entendida no sólo como medio de reconciliación, Lutero se encuentra con esta mentalidad y praxis penitenciales. Pe-
sino también como sacramento de purificación y progreso espiritual. ro él no reivindicará precisamente la dimensión eclesial de la peniten-
A ello se unía el peso o incidencia pastoral y celebrativa que tuvo la cia, sino su dimensión psicológica y fiducial (subjetivismo psicológi-
determinación del concilio Lateranense IV (año 1215), que obligaba a co), frente a la pretendida supervaloración y exigencia que la Iglesia
todos los fieles a la confesión y comunión anual por Pascua a partir ponía en los actos del penitente39.Quizás por ello tampoco Trento se
del uso de razón36.Obligación cuyo incumplimiento acarreaba muy vio urgido a clarificar y defender esta dimensión, preocupado como
graves repercusiones, pues el cristiano que no la observaba era pura y estaba en rebatir las tesis protestantes y unificar la praxis penitencial
simplemente excomulgado, es decir, que ya no podía entrar en la igle- para evitar todo posible erroflO.El momento en que más claramente se
sia y, a su muerte, no podía recibir sepultura cristiana, lo que en la refiere al tema es cuando defiende lapotestas clavis del ministro, que
mentalidad de aquel tiempo significaba que no llegaría a salvarse. Es- ejerce por el mandato del Señor (Mt 18, 18; Jn 20,23) y con el poder
conferido por el sacramento del orden y la encomienda de la Iglesia
34. De estas celebraciones tenemos abundantes testimonios, como por ejemplo P. (jurisdicción)". Es quizás en estos dos aspectos -poder sacerdotal (po-
Lombardo (Sent. lib. IV, d. 14, c.3); el Pontzjkal romano-germánico del siglo X11 (ed. M. testas ordinis) y jurisdicción sobre una comunidad (potestas jurisdic-
Andrieu, Lepontifical romain au Moyen-Age, Roma 1940,559-564); Roberto de Fla-
mensbury (C. Vogel, Lepécheur et lapéniténce au Moyen-Age, Pans 1969,34). .. Esta
tionist donde más se manifiesta, en las categorías del momento teo-
praxis duró prácticamente hasta Trento, como prueban los manuales y sacramentarios de lógico y polémico concreto, la dimensión eclesial de la penitencia, en
la época, al menos en la Iglesia hisphica. Cf. 1. Garcia Alonso, La administración de cuanto que el ministerio es para el bien de la persona y de la Iglesia, y
los sacramentos en Toledo después del cambio de rito (SS.XII-XIII): Salmanticensis 5
(1958) 3-79, aquí 32-36; Id., El Manual toledano para la administración de sacramen-
tos a través de los siglosXIV-XVI: Salmanticensis 6 (1958) 351-450, aquí 378-381. 37. Algunas consideraciones interesantes al respecto en Ph. Rouillard, Historia de
35. Cf. Grupo de la Bussiére, Pratiques de la confesión, Pans 1983, donde pueden la penitencia desde los orígenes a nuestros días, Bilbao 1999,52-63.
encontrarse estudios diversos relativos al tema y los cambios sucesivos en relación con 38. T. N. Tentler, Sin and Confession in the Reformation, Pnnceton 1977.
la confesión. Cf. el capítulo dedicado a la ((Celebración de la penitencia)). 39. Cf. E. B. Lohse, Die Privatbeichte bei Luther: Kengma und Dogma 14 (1968)
36. DH 812: «Todo fiel de uno u otro sexo, después que hubiere llegado a los años 207-228.
de discreción, confiese fielmente él solo por lo menos una vez al año todos sus pecados 40. Cf. A. Amato, Ipronunciamenti tridentini sulla necessita della confessione sa-
al propio sacerdote, y procure cumplir según sus fuerzas la penitencia que le impusie- cramentale nei canoni 6-9 della sessione XIV (25 novembre 1551), Roma 1974; D. Bo-
re, recibiendo reverentemente, por lo menos en Pascua, el sacramento de la eucaristía, robio, El modelo tridentino de confesión de los pecados en un contexto histórico: Con-
a no ser que por consejo del propio sacerdote, por alguna causa razonable, juzgare que cilium 210 (1987) 215-235.
debe abstenerse por algún tiempo de su recepción)). 41. DH 1684-1688. Y en los cans. 1709-1710.
222 Reflexión teológica Etapas de una comprensión históricu 223

supone siempre que debe ejercerse en comunión con el obispo42.Pero ción (cf. Mt 16, 19; 18, 18; Jn 20, 23)49,que el sacerdote realiza en
Trento, cuando se refiere a los efectos del sacramento, se fija solamen- nombre y con el poder de jurisdicción que la Iglesia le concede a tra-
te en la reconciliación con Dios: «En lo que concierne a la virtud y efi- vés del obispo50.La eclesialidad se funda, por tanto, en la misma ne-
cacia de este sacramento, su realidad (res) y efecto es la reconciliación cesidad de intervenir de la Iglesia, según la voluntad expresada por
con Dios»43. Cristo en la Escritura5'.
Sin embargo, esto no significa que los teólogos tridentinos desco- - Ahora bien, para que el sacerdote pueda ejercer esta mediación
nocieran la dimensión eclesiológica de la penitencia. Un ejemplo bien eclesial de juicio saludable, se requiere un conocimiento de la causa o
significativo al respecto es Melchor Cano, que intervino en el mismo materia de juicio. Y ello sólo es posible si se realiza una confesión ín-
concilio44y cuya influencia resultó decisiva en lo que se refiere a la tegra por parte del sujeto, tanto de los pecados públicos como de los
doctrina sobre este sacramento. Centrándonos en su Relectio de poe- ocultos. El ministerio de «atar» (ligare) y «desatar» (solvere) conlle-
nitentiae s a ~ r a m e n t ocabe
~ ~ , resumir así su enseñanza: va la obligatoriedad de la confesión, y también de la satisfacción, que
- La penitencia es sobre todo una obra ascética, mediante la que vienen a ser de este modo la posibilidad de una mediación eclesial ple-
el pecador satisface a Dios por la ofensa cometida46.Si el pecado es na52.Es preciso tener en cuenta que el sacramento de la penitencia no
una ofensa a Dios, la penitencia debe buscar la reconciliación con él; sólo tiene como finalidad la reconciliación con Dios y con la Iglesia,
si por el pecado perdemos la amistad con Dios, por la penitencia la sino también la compensación por las injurias cometidas contra Dios,
recuperamos4'. lo que exige medir la gravedad de la culpa y de la pena, para imponer
- Cuando se trata de un pecado mortal posbautismal, es necesario una satisfacción proporcional. De lo contrario, seria superflua la par-
al menos el votumpoenitentiae para la salvación. Y es así porque Dios te de la penitencia o satisfacción5'.
quiso que nos salváramos por la mediación de Cristo y de la Iglesia, lo
cual aparece externamente en los sacramentos. La mediación eclesial 49. ((Constituit enim sacerdotes Dominus judices, non solum publicom, v e m
externa por la penitencia resulta, pues, necesaria en este caso para la etiam occultonim», Relec~ioV,582. «Nam potestas remitendi peccata sacerdoti a peccato-
nbus confem non potuit, sed a solo Chnsto, cujus sunt judices delegati)),Relectio V, 575.
salvación48. 50. «Nam potestas junsdictionis non habetur nisi ab his, qui subditi habent. At non
- Esta mediación eclesial se da por la intervención del sacerdote, quilibet sacerdos ex jure divino subditos habet, sed solum pastores Ecclesiae, quibus
quien ha sido constituido por Cristo mismo en praeses etjudex para un oves Christi commissae sunt: ergo solus ille, cui ex officio est annexa cura animam ex
discernimiento del pecado público y oculto, y para un juicio de salva- divina institutione judex est: atque ex consequenti ad eum solum judicialis sacramenti
administratio pertinet)), Releclio VI, 621. Cf. Relectio V, 587.
5 1. El argumento lo expuso también en su intervención en el concilio de Trento,
42. Cf. J. L. Sánchez-Girón, Facultades para confesar concedidas a sacerdo~esde apoyándose en los dos textos de Mt 18 y de Jn 20: «Quae duo in judicio consistunt et a
inslilutos religiosos y sociedades de vida apos~ólicapor el Ordinario del lugar: Estu- jurisdictione pendent. Neque Apostoli missi sunt solum ut praedicarent (sicut Luthera-
dios Eclesiásticos 74 (1999) 787-809. ni dicunt), sed ut baptizarent.. . Et ex Joa. 20, 23 necessario colligitur, quia ad illum fi-
43. DH 1675. nem, de quo in illis verbis: ' Q u o m remiseritis et retinueritis, perveniti non potest nisi
44. Concilium Tridenlinum 711, p. 261-264: Congregación del 24 de octubre de per medium confessionis. Alias Christus instituisset stultum judicium, si absque causae
1551, donde Cano va rebatiendo cada una de las proposiciones de los Protestantes, con cognitione sacerdos judicaret: neque cognoscere potest, quid facturus sit de peccatore,
argumentos escrituristicos, del magisterio, de Ia tradición y teológicos. sacerdos, nisi eius peccata pnus audiat. Neque medicus curare potest, nisi pnus morbum
45. M. Cano, Melchoris Cani Opera: Relectio de poenilentiae sacramento, ed. ci- noscat», CT VII, 262-263.
tada, 528ss. Cf. nuestro estudio más amplio D. Borobio, El sacrarnen~ode la peniten- 52. El argumento lo repite M. Cano una y otra vez: «Non possunt judices consti-
cia en Melchor Cano (próxima aparición). tuti a Christo judicare de peccatis, nisi ea cognoscant. Hoc lumine naturali manifestum
46. Melchor Cano (Releclio 1, p. 528-530) propone una «definición» a partir del est: nisi enim imotescant delicta judicanti, ignorare necesse est, utrum solvere debeat,
análisis del mismo término poenitentia = punitentia, poena.. . siguiendo el pensamien- an ligare, an remittere.. .», Releclio V, 575. ((Confessionem exteriorem, quae sacerdoti
to de los Padres: Agustín, Isidoro, De vera e!falsapoenitenlia.. . fit, esse ad salutem necessanam ex Christi institutione: confessionem (inquam) omnium
47. «Ergo Dei amicitiam per peccatum mortaie violatam speciali praecepto sanci- mortalium; tam publiconim quam occultonim», Relectio V, 58 1 . «.. .ad confessionem id
re tenetur, ac proinde poenitentiam agere», Releclio IV, 564. pertinere definitur, ut quis omnia peccata sua, q u o m memoriam habet, integre confi-
48. «. ..nec sine voto quidem poenitentiae explicito salvabitur, qui peccatum morta- teatur.. . Tantum itaque criminum poenitens judicium.. . Qui enim confessionem insti-
le post baptismum perpetravit. Noluit enim Deus sine Christo et Ecclesia sua cuiquam tuit, non mancam et mutilam, sed integram instituit. Dei quippe perfecta sunt opera)),
patere salutem ac remissionem peccatorum. Cum igitur peccatores possunt Christo et Relectio VI, 592.
Ecclesiae suae unin et reconciiiari, exterius etiam, susceptis sacramentis, id Deus re- 53. Releclio VI, 597: «Hoc sacramentum non solum ordinatur ad reconciliationem
quisivit)), Relectio V, 580. poenitentis cum Deo et Ecclesia, sed etiam ad compensandas injurias Deo factas, impo-
224 Reflexión leológica Etapas de una comprensldn hlstdrlca

- Pero no sólo la confesión, también la satisfacción tiene en algu- do se compara la penitencia con los otros sacramentos, sobre todo l i
na medida una dimensión eclesial, ya que es parte del sacramento, y el eucaristia, que sólo puede recibirse si precede una reconciliación por
sacramento está destinado a la reconciliación con Dios y con la Iglesia, y con la misma Igle~ia'~. Cano parece distinguir entre el perdón de
que supone una compensación de la injuria, una restauración de la uni- Dios por la absolución sacramental, y la reconciliación con la Iglesia,
dad y una curación, lo cual se significa y realiza por la imposición y el por el levantamiento de la excomunión. Ambas cosas son necesarias
cumplimiento de la satisfaccións4.Y, además, la satisfacción es también para poder participar en la eucaristía.
el signo externo, exigido por la contrición interna y por Iglesia, para - Por todo ello, puede afirmarse en verdad que la penitencia posee
que se pueda dar la plenitud del sacramento, a la vez que la misma in- una dimensión horizontal, de reconciliación con los hermanos, según
tervención eclesial. Cano insiste en que los tres actos (contrición, satis- lo exigido en Mt 5, por lo cual debemos entenderla como una verdade-
facción, confesión) son partes integrantes del mismo sacramentos5. ra reconciliación con la Iglesia, a la que también ofendemos con nues-
- Pero todo lo anterior -insiste Can* no quiere decir que el con- tro pecado: ((Multo igitur magis, qui Ecclesiam offendit per peccatum
fesor deba caer en el extremo de resultar inoportuno e intolerable en el mortalem, Ecclesiae debet reconciliari per confessionem, quam recon-
desempeño de su función, preguntando imprudentemente, e incluso ciliationis sacramentum ob id antiqui appella~ere))~~. El sacramento de
provocando el escándalo entre los pecadores, a los que así les están en- la confesión es lo mismo que el sacramento de la reconciliación, por el
señando a pecar. El confesor no debe ser tan solícito y escrupuloso con que los antiguos celebraban la reconciliación con la Iglesia.
sus preguntas que dañe al penitente. No hay que confundir la función Como puede apreciarse, la dimensión eclesiológica está muy pre-
educativa e instructiva del confesor con el abuso interrogativo. Ni hay sente en el pensamiento de nuestro teólogo y de otros teólogos de la
que confundir la corrección con la reprensión severa.. .s6 época. Por desgracia, Trento no lo tuvo apenas en cuenta en su ense-
- La penitencia implica de algún modo aquel proceso que nos re- ñanza, y la praxis posterior, centrada en la dimensión vertical y en el
latan los testimonios de la Iglesia antigua: una excomunión para la elemento confesionista, llegaría a ignorarlo en muchos casos. La cua-
conversión por las obras y una readmisión a la comunión eclesial por resma fue durante mucho tiempo el signo más elocuente y casi único
la imposición de manoss7.Esto es algo que aparece con claridad cuan- de una eclesialidad y comunitariedad penitencial, el lugar y tiempo en
que toda la comunidad se sentía convocada y urgida a una reconcilia-
sita poena justa quantitatem culpanrm: alioquin superflua esset tertia poenitentiae pars,
scilicet, satisfactio. Ordinatur etiam hoc sacramentum ad medendum vulnenbus univer-
ción colectiva con Dios y con los demás60.
sis, et remedium adhibendum aegroto, debitumque consiliurn praestandum, ne eadem
vulnera iterum accipiantun).
54. ( A d prirnum igitur respondetur, quod hoc sacramentum non solurn ordinatur 5. Renovacien del Vaticano II y de los documentos posteriores
ad reconciliationem poenitentis cum Deo et Ecclesia, sed etiam ad compensandas inju-
rias Deo factas, imposita poena juxta quantitatem culpanim: alioquin superflua esset
tertia poenitentiae pars, scilicet, satisfactio. Ordinatur etiam hoc sacramentum ad me- La recuperación de la dimensión eclesial de la penitencia a partir
dendum vulneribus universis, et remedium adhibendum aegroto. debitumque consilium del estudio de B. Xiberta, Clavis Ecclesiae (1922)6', y otros teólogos
praestandum, nec eadem vulnera iterum accipiantun): Relectio i! 597.
55. En su intervención en Trento afirmaba: (cita enim Deus ut judex punit, ut pater 58. ((Praeterea ad ministros Ecclesiae pertinet, ad hoc convivium dignos adrnitiere,
corrigit, ut medicus medetur cum affligit. Et in hac vindicta duo a nobis Deus exigit: po- indignosque repellere, juxta parabolam Mt cap. 22.. . Et profecto, si constaret Ecclesiae,
enitentiam interiorem et exteriorem, ita ut eodem tempore et anirnus et caro patiantur.. . quemquam peccasse mortaliter, non exciperet ad hanc amicorum rnensam Dei inirni-
Tres sunt igitur poenitentiae partes necessariae ad hoc sacramentum: contritio, confes- cum, nisi prius per sacramentum confessionis Deo, sibique conciliaretur)), Relectio VI.
sio et satisfactio, ut determinavit concilium Florentinum ... Quod contritio non sit sen- 632. ((Praeterea, si Ecclesiae constaret quemquam fuisse publicum peccatorem, non ei
sibilis etc., fatetur; sed non propterea non esse partem. Non enirn oportet, ut omnes administraret Ordinis, sive Confinnationis, aut Matrirnonii sacramenturn, nisi prius sa-
paertes corporeae sint, nam hoc est judicium intemum et extemurn)): CT VII, 262-263. cerdotis auctoritate Christo Domino, atque ipsi eidem Ecclesiae fuisset reconciliatus. In-
56. Relectio VI, 597-598. El autor manifiesta una preocupación importante por dignum enim est, ut qui Ecclesiam offendit, munus Ecclesiae et ministerium sine previa
evitar todos estos abusos. Recogemos alguna frase: ((Confesores.. . qui imprudenter in- reconciliatione recipiat)), Relectio VI, 633.
terrogando poenitentibus scandalum injiciunt, atque eos peccare docent.. . Non oportet 59. Relectio VI, 63 1-632.
confessorem esse solicitum et scrupulosum.. . Liquet enim poenitentes accedere ad con- 60. Cf. D. Borobio (ed.), La cuaresma. tiempo de conversión comunitaria, Bilbao
fesores, non solum ut absolvantur, sed ut instruantur.. . Sicut correctio ad bonum illius, 1970.
qui corripitur; ita confessio ad bonum poenitentis ordinatum. 61. Cf. B. Xiberta, Clavis Ecclesiae, Roma 1922. La tesis del carmelita catalán, de-
57. Relectio VI. 617. fendida en la Gregoriana de Roma en 1922, originó cierta discusión sobre este aspecto
226 Reflexión teológica Etapas de una comprensión histórica 227

p ~ s t e r i o r e sdio
~ ~ ,su fruto más reconocido en la enseñanza del Vatica- no se encuentra en la Reconciliatio etpoenitentia, pero sí el reconoci-
no 11 y el Ritual de la penitencia. Lo que el Concilio propone progra- iniento y exigencia de ser una ((Iglesia reconciliada)), para poder ser a
máticamente6', el Ritual lo explica teológicamente y lo expresa ritual- su vez reconciliadora".
mente@. En cuanto a la Exhortación Reconciliatio et poenitentia de - Por eso precisamente, la penitencia no es algo que afecte sólo a
Juan Pablo II (Sínodo de 1983), cabe situarla en la línea renovadora del los miembros individuales ni sólo de forma esporádica, sino que afec-
Ordo, por su explicación ulterior de algunos aspectoF. El Catecismo ta a la Iglesia entera y es tarea permanente, en un esfuerzo continuo de
explicitará y aportará incluso algún elemento nuevo al tema eclesial de conversión a Dios. «La Iglesia.. . busca sin cesar la penitencia y la re-
la reconciliación, situándolo en el contexto de una acción reconcilia- novación» (RP 3), «la lleva a plenitud de múltiples y variadas mane-
dora permanente, a la vez que asumiendo la interpretación exegética ras», y ((asíva convirtiéndose cada día más al evangelio de Jesucristo,
actual del ((perdonar-retener;atar-desatar)) (CCE 1441- 1445). Comen- y se hace en el mundo signo de conversión a Dios)) (RP 4). Esta virtud
tamos conjuntamente estos documentos, señalando las afirmaciones y renovación permanente es la que llamará a los cristianos a «vivir co-
fundamentales, así como sus coincidencias y diferencias: mo hombres nuevos en el espíritu y la práctica de la reconciliación))
- Se comienza reconociendo que la Iglesia, en cuanto Cuerpo y (RYP9).
Esposa de Cristo, compuesta de miembros pecadores, es «santa y al - La misión de reconciliación que Cristo ha encomendado a la
mismo tiempo está siempre necesitada de purificación)) (({Ecclesia Iglesia no se reduce al sacramento de la penitencia. La pastoral de la
sancta ac simul purificanda», RP 3; cf. LG 8). La expresión como tal penitencia y de la reconciliación ((abarca el conjunto de las tareas
que incumben a la Iglesia, a todos los niveles, para la promoción de
en diversos autores, como P. Anciaux, McAulife, De la Taille, Dumont, B. P o s c h m a ~ ... ellas)) (RyP 23). Pues «Cristo quiso que toda su Iglesia, tanto en la
El autor defendía que la reconciliación con la Iglesia era la res el sacramenmm de la re- oración como en su vida y su obra, fuera el signo y el instrumento del
conciliación con Dios: ((FidemEcclesiae, ct vctcris et hodiernae, explicare hac formula
cientifica, qua diceretur: Reconciliationem cum Ecclesia esse res et sacramentum sa- perdón y de la reconciliación que nos adquirió al precio de su san-
cramenti poenitentiaen (Conclusio, p. 91). gre» (CCE 1442). La Exhortación aporta una cierta novedad, al situar
62. Por ejemplo, B. Poschmann, P. Anciaux, J. Jungmann, K. Rahner, E. Schille- esta intervención en el interior de la obra de reconciliación universal
beeckx, C. Vogel.. . Los puntos más discutidos entre estos autores eran: Si la res et sa-
cramentum de la reconciliación con la Iglesia es antes o después de la reconciliación con que le ha sido confiada por Cristo, ya que su misión consiste en bus-
Dios; si la res et sacramentum es el permisivo para poder comulgar; si la res e/ sacra- car la ~~reconciliacíón del hombre: con Dios, consigo mismo, con los
mentum es ya la gracia o un título para la gracia; si la «res et sacramentum)) se identifi- hermanos, con todo lo creado, y esto de modo permanente, porque.. .
ca con la penitencia interior o contrición.. . Cf E. Tejero, Sobre la ((reset sacramentum))
de la penitencia y su dimensión eclesial, en J. Sancho (ed.), Reconciliación ypenitencia.
la Iglesia es por su misma naturaleza siempre reconciliadora)) (RyP
VSimposio de Teología de la Universidad de Navarra, Pamplona 1983, 983-1009; P. 8), y ((tiene la misión de anunciar esta reconciliación y de ser sacra-
López González, Penitencia y reconciliación. Estudio histórico-teológico de la ((res et mento de la misma en el mundo)) (RyP 1l), por la Palabra, los sacra-
sacramentum», Pamplona 1990; F. Millan Romeral, Reconciliación con la Iglesia. In- mentos, la oración, la predicación, la acción pastoral, el testimonio
fluencia de la tesis de B. F M. Xiberta (1897-1967) en la teologiapenitencial delsiglo
XX,Roma 1997. (RyP 12).
63. LG 11; SC 109b. Dice la LG 11: «Quienes se acercan al sacramento de la pe- -
- Pero si la Iglesia debe ser penitente y reconciliadora de modo
nitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de la ofensa hecha a Él y al mis- permanente debido a la limitación pecadora de todos sus miembros,
mo tiempo se reconcilian con la Iglesia, a la que hirieron pecando, y que colabora a su
conversión con la caridad, con el ejemplo y las oraciones)).
también ha recibido de Cristo el ministerio de la reconciliación (CCE
64. El 1 de diciembre de 1973 apareció el Ordopoenitentiae. El Ritual de lapeni- 1442), para intervenir de modo especial en caso de pecado grave de
tencia apareció en castellano el 25 de enero de 1975. En las ((Orientaciones del Episco- sus miembros. La penitencia es eclesial, porque a la Iglesia le afecta y
pado español» que acompañan al Ritual se dice, por ejemplo, acerca de este punto: «La compromete el pecado, la conversión y reconciliación de sus miem-
dimensión eclesial del pecado en el cristiano, la necesidad de que la reconciliación sea
también una acción eclesial, el sentido de la reconciliación con la Iglesia como signo de bros. «En virtud de un arcano y divino misterio de la voluntad divina,
la reconciliación con Dios, y, en general, la función de la Iglesia en todo el proceso de la reina entre los hombres una tal solidaridad sobrenatural, que el peca-
conversión y de la reconciliación, son aspectos que no pueden faltar en la predicación
y en la catequesis)).
66. RyP 9: «La Iglesia, para ser reconciliadora, ha de comenzar por ser una Igle-
65. Juan Pablo 11. Exhortación Reconciliatio et poenitentia, en especial Tcrcera sia rcconciliada... Para anunciar y promover de modo mas eficaz al mundo la reconci-
parte, cap. 11: «El sacramento de la penitencia y de la reconciliación».
liación, debe convertirse cada vez más en una comunidad de discípulos de Cristo)).
228 Reflexión teológica Etapas de una comprensión histórica 229

do de uno daña también a los otros, y la santidad de uno aprovecha persona del ministro; signo del propio reconocerse ante Dios y ante la
también a los demás; por eso la penitencia lleva consigo siempre una Iglesia como pecador, del comprenderse a sí mismo bajo la mirada de
reconciliación con los hermanos a quienes el propio pecado perjudi- Dios)) (RyP 3 1-111).
ca» (RP 5; RyP 16, 3 1-1V). Esta ((dimensión social)) del pecado es - El Catecismo añade una explicación al respecto. La acción de la
desarrollada de modo especial por la Reconciliatio etpoenitentia, don- Iglesia supone como un doble movimiento o dimensión integrativos,
de se habla de la repercusión personal, social y eclesial que comporta tal como se expresa en los términos ctatar y desatan). Pues estas pala-
(RyP 16; cf. 3 1-1V). bras ((atary desatar significan: aquel a quien excluyáis de vuestra co-
- Debido a todo ello, la Iglesia entera tiene derecho y deber de in-
munión, será excluido de la comunión con Dios; aquel a quien recibáis
tervenir en el proceso penitencial de sus miembros. Dicha interven- de nuevo en vuestra comunión, Dios lo acogerá también en la suya. La
ción es, en primer lugar, universal y misteriosa, y se manifiesta en la reconciliación con la Iglesia es inseparable de la reconciliación con
communio sanctorum, en la oración, predicación, caridad, solicitud Dios))(CCE 1445). Este es el objetivo del sacramento de la penitencia:
maternal.. . «Toda la Iglesia como pueblo sacerdotal actúa de diversas conducir a los pecadores a la conversión y reconciliación con Dios y
maneras al ejercer la tarea de reconciliación que le ha sido confiada también con la Iglesia. El Vaticano 11 y el Ritual de la penitencia su-
por Dios)) (RP 8). Juan Pablo 11 explicita dicha intervención del si- brayan el simul de esta reconciliación: «En el sacramento de la peni-
guiente modo: «Es innegable la dimensión social de este sacramento, tencia los fieles obtienen de la misericordia de Dios el perdón de la
en el que la Iglesia entera -la militante, la purgante y la gloriosa del ofensa cometida, y al mismo tiempo se reconcilian con la Iglesia, a la
cielo- es la que interviene para socorrer al penitente y lo acoge de que ofendieron pecando))(RP 4; cf. LG 1l)67.
nuevo en su regazo, tanto más que toda la Iglesia había sido ofendida - La Reconciliatio etpoenitentia, en cambio, va a acentuar la pri-
y herida por su pecado))(RyP 3 1-1V). mariedad de la reconciliación con Dios, de la que arranca, como una
- Pero esta intervención universal debe concretarse en una inter- de sus consecuencias, la reconciliación con la Iglesia, entre otros as-
vención local y ministerial, de manera que se haga cercana y perso- pectos de reconciliación: <<Hayque subrayar también que el fmto más
nal, para el encuentro de reconciliación. Se trata de un ministerio que precioso del perdón obtenido en este sacramento de la penitencia con-
tiene su origen en el mismo Cristo, y que por los apóstoles llega a to- siste en la reconciliación con Dios, lo cual tiene lugar en la intimidad
dos sus sucesores: «La misma Iglesia ha sido constituida instrumento del corazón del hijo pródigo, que es cada penitente. Pero hay que aña-
de conversión y absolución del penitente por el ministerio entregado dir que tal reconciliación con Dios tiene como consecuencia, por así
por Cristo a los apóstoles y a sus sucesores)) (RP 8; CCE 1444). De decir, otras reconciliaciones que reparan las rupturas causadas por el
este modo, ((la Iglesia ejerce el ministerio del sacramento de la peni- pecado: el penitente perdonado se reconcilia consigo mismo en el fon-
tencia por los obispos y presbíteros)) (RP 9a). Los presbíteros, ac- do más íntimo de su propio ser, en el que recupera la propia verdad in-
tuando «en comunión con el obispo, participan de la potestad y fun- terior; se reconcilia con los hermanos, agredidos y lesionados por él
ción de quien es el moderador de la disciplina penitencial)) (RP 9,6). de algún modo; se reconcilia con la Iglesia; se reconcilia con toda la
Esta comunión eclesial expresa al mismo tiempo la eclesialidad del creación)) (RyP 3 1-IV).
sacramento. Será la Exhortación la que explicite más este carácter re- En conclusión, puede decirse que los documentos del Vaticano 11
presentativo de la dimensión eclesial en el ministro: «El sacerdote, (especialmente RP) y posteriores (sobre todo RyP y CCE) recogen los
ministro de la penitencia, aparece en virtud de su ministerio sagrado aspectos fundamentales de la eclesialidad de la penitencia. Pero entre
como testigo y representante de esta dimensión eclesial: Son dos as-
pectos complementarios del sacramento: la individualidad y la ecle- 67. El CIC 959, recoge esta misma expresión en el primer canon dedicado al tema,
sialidad)),tal como se ha querido expresar en la reforma del rito (RyP con variaciones que tienden a ofrecer como una definición del sacramento: «En el sa-
cramento de la penitencia, los fieles que confiesan sus pecados a un ministro legitimo,
3 1-1V). A la luz de esta eclesialidad se insinúa también (por desgra- arrepentidos de ellos y con propósito de enmienda, obtienen de Dios el perdón de los
cia, no se desarrolla) la explicación de los actos del penitente, sobre pecados cometidos después del bautismo, mediante la absolución dada por el mismo
todo la confesión: «La confesión individual tiene también el valor de ministro, y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que hirieron al pecan). El
aspecto de la «reconciliación con la Iglesia)) aparece mitigado en el CIC en comparación
signo: signo del encuentro del pecador con la mediación eclesial en la con otros documentos (cf. can. 960).
230 Reflexión teológica Etapas de una comprensión histórica 23 1

ellos se aprecia un desarrollo y una ((recepción diversificada)). Mien- basándose y defendiendo la misma doctrina, insisten más en los ele-
tras el Ritual ofrece los aspectos centrales de un desarrollo coherente, mentos tradicionales (doctrina de Trento) o en los elementos renova-
el Código de derecho canonico parece poner alguna limitación al res- dores (Vaticano 11), sin que por ello pueda hablarse de contradicción.
pecto insistiendo en la forma individual (Forma A), la Reconciliatio et Sin embargo, debido a las exigencias de la misma eclesialidad peni-
poenitentia abre nuevas perspectivas (desde la clave de ((reconcilia- tencial, así como a la necesidad de un desarrollo y recepción teórica y
ción))), aunque insiste en la dimensión más vertical (con Dios) de la práctica más coherentes, creemos que debería caminarse hacia una
rec~nciliación~~, y el Catecismo asumirá la interpretación exegética clarificación mayor.
que destaca la eclesialidad del sacramento.
Además, esta ((recepción teórica diversificada)) deriva en una cua-
si-divergencia práctica celebrativa, debido al distinto puesto y valora-
ción que en los distintos documentos se ofrece de las formas comuni-
tarias de celebración. Así, mientras el Ritual valora y propone sin
mitigaciones especiales y casi por igual (a tenor de la situación propia)
las tres formas sacra menta le^^^, el Código manifiesta una intención re-
ductiva de las tres formas a la primera o individua170,y la Reconcilia-
tio et poenitentia, aun reconociendo la «autorización de las tres for-
mas)), pone el acento en la primera, manifiesta una cierta intención
((mitigadora))respecto a la segunda y destaca la excepcionalidad de la
tercera; y el Catecismo se mueve en la misma línea de acento en la pri-
mera forma, aunque explicita mejor los actos que implica7'.
Todo ello es reflejo, creemos, de la persistencia en los documentos
posvaticanos de una doble corriente y de un doble lenguaje que, aun

68. Cf. D. Borobio, La ((recepción))de la reforma litúrgica: Phase 147 (1983) 377-
401; P. Adnes, Penitencia y reconciliación en el Yaticano II, en AA.VV;, Yaticano II: ba-
lance yperspectivas. Yeinticinco años después (1962-1987), Salamanca 1989.
69. Cf. RP 15-35. En las tres formas se utilizan expresiones de calificación seme-
jante: ((Rito para reconciliar a un solo penitente)); «Rito para reconciliar a varios peni-
tentes con confesión y absolución individual)); «Rito para reconciliar a muchos peni-
tentes con confesión y absolución general)).
70. Las cuasi-definiciones que ofrece el CIC en los cans. 959-960 así lo muestran.
Por otro lado, no se habla en ningún momento de las formas B y C como formas sacra-
mentales especificas e igualmente válidas de celebración. La mayor insistencia se da en
mostrar lo «ordinario)>de la forma A y lo extraordinario de la forma C. El ejemplo es
el canon 960: «La confesión individual e integra y la absolución constituyen el único
modo ordinario con el que un fiel consciente de que está en pecado grave se reconcilia
con Dios y con la Iglesia; sólo la imposibilidad fisica o moral excusa de esa confesión,
en cuyo caso la reconciliación se puede tener también por otros medios)).
71. Basten algunos párrafos de la RyP 32: «La primera forma.. . constituye el úni-
co modo normal y ordinario de celebración sacramental.. . La segunda, aunque con los
actos preparatorios [?] permite subrayar más los aspectos comunitarios del sacramento,
se asemeja a la primera forma en el acto sacramental culminante, que es la confesión y
Ia absolución individual de los pecados, y por eso puede equipararse a la primera for-
ma en lo referente a la normalidad del rito. En cambio la tercera.. . reviste un carácter de
excepción y, por tanto, no queda a la libre elección, sino que está regulada por la disci-
plina fijada para el caso)). Cf. CCE 1480-1484.
2
ASPECTOS INTEGRANTES DE LA DIMENSI~N
ECLESIAL DEL SACRAMENTO
DE LA PENITENCIA

Del recorrido realizado en el punto anterior se deduce la impor-


tancia de la dimensión eclesiológica de la penitencia. Queremos ex-
plicitar ahora sus diversos aspectos integrantes, en orden a una siste-
matización teológica coherente, que aquí sólo podemos esbozar en sus
puntos centrales.

1 . La relación con la Iglesia, centro de la estructura penitencial

Según se desprende de la Escritura (textos) y la tradición (for-


mas), la estructura y, en gran parte, la esencia de la penitencia se de-
finen en relación con la Iglesia. La separación o comunión con la
Iglesia, internamente vivida y externamente manifestada, son el «in-
dicativo)) de una situación penitente y el ((imperativo))de una exi-
gencia del proceso penitencial. El pecado mortal rompe la comunión
eclesial (excomunión real) y provoca un primer movimiento de sepa-
ración mutua entre el pecador y la Iglesia (excomunión sacramen-
tal), en orden a manifestar la falsedad de tal situación cristiana y a
suscitar la conversión. En este primer movimiento la Iglesia no per-
manece indiferente, sino que interviene ((atando))al pecador (ligare)
o determinando aquellos signos eclesiales que ha de cumplir el pe-
cador, porque a ellos y sólo a ellos reconoce un valor tal que, en
cuanto es posible, garantizan la proclamación auténtica del perdón
de Dios en el perdón de la Iglesia. Estos actos o signos implican un
segundo movimiento o secuencia, en el que también intervienen el
pecador y la Iglesia: aquél convirtiéndose y manifestando su conver-
sión con palabras (confesión del pecado) y obras (caridad, justicia),
234 Reflexión teológica Aspectos integrantes de la dimensión eclesial 235

y ésta animando, corrigiendo, consolando (consolare) por la oración, 2 . El derecho y el deber de la Iglesia de intervenir en el proceso
la caridad y el ejemplo, de manera que pueda producirse un subjeti- penitencial
vo y objetivo acercamiento. El tercer movimiento o secuencia con-
siste en el encuentro del pecador arrepentido con la Iglesia, en el dis- La Iglesia tiene derecho y deber de intervenir en el proceso peni-
cernimiento y reconocimiento que ésta realiza de la verdad de su tencial, por el hecho de ser reconciliada, necesitada de reconcilia-
conversión, y en la proclamación de la reconciliación con ella misma ción y reconciliadora, desde la realidad y situaciones de unos miem-
y con Dios'. bros pecadores. Si ha de mantenerse como realidad reconciliada; si
Sabemos que dichas secuencias han sufrido serios ((trastornos))a ha de reconocerse necesitada de reconciliación en la fragilidad de
lo largo de la historia, y que no siempre han tenido la misma calidad sus miembros; si tiene que mediar para la reconciliación de las per-
expresiva. Pero siempre se dieron de una u otra forma, en un antes o sonas concretas en situaciones diversas.. . ha de poder intervenir con
un después. Y siempre la estructura u ordenación de la praxis litúrgi- plenitud de derecho. Las imágenes que describen el misterio de la
co-penitencial fue entendida como expresión celebrativa de una rela- Iglesia así lo explican y exigen. Porque es Cuerpo místico, Esposa de
ción con la Iglesia, cual manifestación visible de una relación con Cristo, Templo vivo, Vid verdadera, Pueblo santo de Dios, Grey o
Dios. La situación del pecador, unida al ius ligandi y al ius solvendi, Familia, Sacramento de salvación, Comunión.. . (cf. LG 6), todo lo
dan como resultado un comportamiento entre penitente-Iglesia, desde
que sucede en uno de sus miembros no puede no afectarle o dejarle
el que se configura la celebración del sacramento. La relación peni-
indiferente, sino que le concierne y compromete, lesiona o realiza su
tente-Iglesia (comunidad, ministro) es un determinante signal de una
santidad. La solidaridad y corresponsabilidad eclesial en el bien y el
celebración litúrgica que visibiliza, llevándolo a su plenitud, el en-
mal, el ser y estar en común de la ((communio sanctorum)), la verdad
cuentro del arrepentido con el Dios misericordioso. La reconciliación
de la «una mystica Persona)) o el misterio del «gran nosotros ecle-
eclesial será así la concreción signal performativa (eficaz) del perdón
sial))... no dejan lugar a dudas sobre el fundamento de este derecho
invisible, misericordioso y gratuito de Dios.
y deber a intervenir la Iglesia. Y ello de tal manera y hasta tal punto
Por tanto, la eclesialidad de la penitencia es una eclesialidad espe-
cial, por diversas razones: 1) Porque define la estructura del sacra- que se recupere y renueve el estado primigenio (bautismo) y la ver-
mento en las diversas secuencias de su intervención (ligare-consolare- dad sin obstáculo del misterio y la pertenencia eclesial de cada uno
solvere) para la reconciliación. 2) Porque implica una espaciación o de los miembros pecadores. Lo cual supone que tal intervención se
dinamismo que relativiza cada parte en función de la totalidad sacra- da en el punto de partida, en el medio y en el final, es decir, en rela-
mental. 3) Porque supone una intervención personalizada en el minis- ción con el pecado, con la conversión y con la reconciliación, según
tro, que condensa y compromete de modo singular la presencia de la lo que cada momento exige.
Iglesia. 4) Porque supone la inserción de los actos del penitente (con- Si el argumento anterior nos da razón de «por qué» tiene que in-
trición, confesión, satisfacción) en el mismo signo sacramental, uni- tervenir la Iglesia, intentemos explicar ahora el «para qué» interviene.
dos a la intervención del ministro (absolución) en nombre de la Igle- Se puede explicitar dicha intervención respecto a cada uno de los ele-
sia. 5) Porque co-implica al mismo ministro y a la comunidad de mentos del proceso de la siguiente manera:
forma variada, según las distintas formas de celebración sacramental, En relación con el mandato de Cristo (((atar-desatar))),la Iglesia
requiriendo más o menos esta presencia. 6) Porque conserva una se- interviene para cumplir, para representar y hacer presente la acción de
mejanza muy propia con la intervención eclesial del bautismo, y pre- Dios misericordioso, quien, por Cristo y en Espíritu nos ofrece y rea-
tende renovar aquella primera comunión o unidad en el Cuerpo místi- liza el perdón y la reconciliación. Consciente de que «sólo Dios per-
co de Cristo, por la visibilidad de la Iglesia. dona los pecados)), no se atribuye un poder que sólo a Él pertenece, si-
no que cumple con su función de representar, actualizar, participar y
asociar eficazmente al misterio pascua1 de la reconciliación, siendo
1. Sobre algunos de estos aspectos, cf. A. Ziegenaus, Umkehc Versohnung,Friede.
Zu einer Theologisch verantworteten Praxis von Bussgottesdienst und Beichte, Freiburg ((signo e instrumento del perdón y de la reconciliación)), según la vo-
1975, 26-28.176s~;H. Vorgrimler, La lucha del cristiano contra el pecado, en Myste- luntad del mismo Jesucristo. Por su acción este perdón se hace cerca-
rium Salutis V, Madrid 1984,328-437. no y visible, personal y concreto para el penitente. Esto se expresará
236 Reflexión teológica Aspectos integrantes de la dimensión eclesial 23 7

de forma especial en y por la Palabra que anuncia el perdón, así como y el perdón, la gran preocupación de la Iglesia debe ser ayudar, mover,
por la oración y sobre todo la absolución (CCE 1441- 1442). garantizar la autenticidad de dicha conversión.
En relación con la misma Iglesia, interviene de dos maneras: por En relación con la confesión, la Iglesia interviene para conocer la
el ministerio del sacerdote, que actúa en su nombre y con lapotestas situación o ((enfermedaddel pecado)) de la persona concreta, para ejer-
de la que participa por el sacramento del orden; y por la comunidad cer un discernimiento saludable (judicium salutare) sobre esta situa-
concreta, que también debe reaccionar ante aquel pecado que lesiona ción, para animar al sujeto a un auto discernimiento de conversión, así
su identidad y su vida. En este sentido, su intervención es para acoger, como para animar a la curación y aplicar la medicina adecuada. El ob-
acompañar, consolar, animar, con la corrección fraterna, con el ejem- jetivo de la confesión oral nunca fue interrogar sobre la «vida privada)),
plo de palabra y de obra, con la humildad y la oración, a aquellos que ni satisfacer una curiosidad malsana, ni ((atormentar las conciencias)),
tienen conciencia de su pecado «serio», y se sienten en estado de pe- sino posibilitar que el sujeto pueda asumir su propia verdad y respon-
nitentes o en búsqueda de conversión, reconciliación y perdón. Sólo sabilidad, así como permitir un discernimiento, una ayuda aplicada a
así adquirirá plena verdad que «el sacramento reconcilia con la Iglesia la situación personal, y una proclamación personalizada del perdón
al penitente.. . y que no cura solamente al que se reintegra en la co- y la misericordia de Dios. ¿Cómo podría, si no, ejercerse esta función?
munión eclesial: tiene también un efecto vivificante sobre la vida de la En relación con la reconciliación, la Iglesia interviene por el mi-
Iglesia que ha sufrido por el pecado de sus miembros)) (CCE 1469). Es nistro como padre y pastor, que acoge en su comunión (communio Ec-
cierto que este aspecto aparece hoy de forma muy limitada. Por lo que clesiae), en su paz (pan Ecclesiae) y a su mesa (reconciliari altario) a
debería darse más importancia a la oración por los pecadores, a las ce- quienes vuelven a la casa del padre como el hijo pródigo, y se hacen
lebraciones comunitarias, a los signos de mutuo perdón y reconcilia- así capaces de vivir y compartir la alegría del Reino. Sólo por esta
ción en la comunidad. acogida visible de reconciliación, el pecador tiene certeza de que Dios
En relación con elpecado, la Iglesia interviene como juez y médi- le perdona, le acoge, le reconcilia. Es la intervención de la Iglesia la
co que discierne, reprende, separa, desvela la mentira, saca afuera la que, acogiendo al pecador en su seno, certifica que también Dios le ha
contradicción entre el ser y el aparecer, clarifica el terreno del bien y acogido y perdonado en su infinito amor y misericordia2.En el terre-
del mal, de la salud y la enfermedad, de la justicia y la injusticia, del no de lo visible, en cuanto estructura sacramental, lo que permanente-
amor y desamor, del reino de Dios y del reino de Satanás.. . El pecado, mente se manifiesta es la reconciliación con la Iglesia. En el terreno
es verdad, deja todavía al cristiano en el seno de la Iglesia, si la ruptu- de lo invisible, lo que primeramente sucede en el mismo corazón del
ra no ha sido total. Pero, existiendo una interna contradicción, no pue- hombre es la reconciliación con Dios. Pero el acontecimiento de gra-
de por menos de afectar y provocar la reacción de la Iglesia, para que, cia no se puede medir en cronología de razón. Hay reconciliación con
apareciendo externamente la realidad interna, todo pueda volver a su la Iglesia porque y al mismo tiempo que hay reconciliación con Dios.
plena verdad. No reaccionar contra el pecado sería aceptar la falsedad, Y hay reconciliación con Dios desde y por la mediación de la recon-
connivir con el mal, exponerse a que se corrompa toda la masa, perder ciliación eclesial.
la propia identidad, eludir la responsabilidad encomendada.. .
Pero hay que añadir que tal reconciliación con Dios tiene como conse-
En relación con la conversión, la Iglesia interviene como madre cuencia, por así decir, otras reconciliaciones que reparan las rupturas
que interpela y a la vez es interpelada en orden a un cambio radical, a causadas por el pecado: el penitente perdonado se reconcilia consigo
una reonentación total de la voluntad y libertad, que re-centra el ser y mismo en el fondo mas íntimo de su propio ser, en el que recupera la
el existir cristianos en la verdad y la luz, dejando de insistir en la men- propia verdad interior; se reconcilia con los hermanos, agredidos y le-
tira y las tinieblas. Para ello, la Ecclesia mater predica y llama, con- sionados por él de algún modo; se reconcilia con la Iglesia; se reconci-
suela y anima, acompaña y comparte, ora y ama, da testimonio y sos- lia con toda la creación (RyP 31; CCE 1469).
tiene en la lucha y la esperanza. La conversión sucede, en verdad, en la
Iglesia como ámbito posibilitador, por la Iglesia como mediadora ac- 2. Es lo que se afirma en el RP 6d: «Así, por medio del sacramento de la peniten-
cia, el Padre acoge al Hijo.. . Todo ello se manifiesta al participar de nuevo, o con más
tiva y para la Iglesia como lugar de fraternidad. Y si la conversión es, fervor que antes, en la mesa del Señor, con lo cual estalla un gran gozo en el combate de
entre los actos del penitente, el elemento central para la reconciliación la Iglesia de Dios por la vuelta del Hijo)).
238 Reflexión teológica Aspectos integrantes d e la dimensión eclesial 239

3 . La Iglesia sujeto, mediación y objeto de reconciliación en su estado de peregrinación, la impulsa permanentemente a la lucha
contra el mal y a la conversión.. . Y todo ello no sólo porque es ((Peca-
A las dos preguntas anteriores -«por qué» y «para qué)) interviene dora)) en sus miembros, sino a veces también en algunas de sus insti-
la Iglesia-, hay que añadir una tercera: ¿«Cómo» interviene la Iglesia? tuciones y más comunitarios y colectivos. En este
La Presencia e intervención de la Iglesia en la obra de reconciliación sentido, la forma de intervenir la Iglesia es reconociendo con humil-
se realiza de diversas formas y juega una función distinta, según. la dad sus propias limitaciones y pecados, dado ejemplo de conversión Y
perspectiva y momento en que se considere. penitencia permanentes.

a) La Iglesia, sujeto necesitado de reconciliacidn b) La Iglesia mediadora de reconciliación

La Iglesia, Como pueblo de Dios peregrinante y terreno, se halla 11- Ahora bien, lo más «típico» y específico de la intervención %le-
mitada por la fragilidad y el pecado de sus miembros, y por tanto es . sial en la reconciliación es su función mediadora. La Iglesia, desde su
sujeto que necesita de la reconciliación permanente de Dios. La Igle- ideal y contingencia, es mediadora de y para la reconciliación con
sia es ((santa))(Ef 5,25-27) y sus miembros están llamados a la santi- Dios y consigo misma, es reconciliante y reconciliadora, es signo efi-
dad (Ef 5 , 3), Pero entre estos miembros se comete pecado y hay pe- caz y «garantía» visible de la verdadera reconciliación. ¿Cómo? Con
cadores (Ef 5 , 4s; 1 Cor 5, 9-1 1). Por tanto, la «Iglesia es santa y al su intervención a distintos niveles:
mismo tiempo está necesitada de reconciliación; es virgen 'sine ma- - Nivel universal o de la Iglesia entera. Consciente del misterio

cula et sine W a ' , pero 10s pliegues de su manto están manchados con de solidaridad que se expresa en su ser Cuerpo de Cristo, Comunión
la sangre del pecado de sus miembros)) (san Paciano). . . Esta tensión de 10s santos, la Iglesia ayuda a todos sus miembros según su necesi-
de realidades, este ser a la vez ((trigoy cizaña)) ( ~ 13,24-30.36-43),
t dad, consolidando los vínculos de fe y caridad, de sinceridad Y con-
((CorpusPermixtum)) de justos y pecadores (Agustin) crea una tensión versión, de esperanza y de gracia, en orden al crecimiento y edifica-
inevitable, no siempre resuelta en el equilibrio de la historia de la mis- ción en cristo y por la fuerza del Espíritu. Esta intervención invisible
ma Iglesia3. y misteriosa se hace visible y concreta por diversos medios, hoy de
Una eclesiología cerrada, que concibe la Iglesia como <<casta y pu- forma más accesible a la colectividad debido a las posibilidades de co-
ra)), como una ((élite))de santos y perfectos, potenciará el ius ligandi y municación. Tales son, por ejemplo, acontecimientos celebrativos o de
exigirá el estado de santidad para la pertenencia y salvaguarda de la oración (por ejemplo, encuentros por la paz en Asís), predicación es-
misma identidad, temiendo contaminarse con el pecado de sus miem- pecial (papa, conferencias episcopales, obispos), ayuda fraterna elo-
bros. En cambio, una eclesiología abierta tiene en cuenta el ideal de cuente (caritas, campañas contra el hambre.. .), solicitud radical Por
santidad Y la realidad de pecado, atiende a la fragilidad y está más dis- 10s más pobres y desamparados (Justitia et Pax, Teresa de Calcuta, tes-
Puesta a ejercer el ius solvendi, consciente de su ser de madre y de su timonios misioneros.. .), oración y sacrificio por 10s pecadores (co-
función pastoral4.Este reconocimiento destaca la condición humana y munidades contemplativas), intervenciones para la reconciliaci~nde
frágil de 10s miembros de la Iglesia, evita falsos triunfaIismos, la sitúa los pueblos (en de conflicto o de guerra), posibilitación del
diálogo entre potencias y pueblos en conflicto, diálogo ecuménico,
3. Cf. D. Borobio, La penitencia en la Iglesia hispánica del siglo IY-VI[,Bilbao diálogo dentro de la Iglesia.. .5 Esta intervención no es exclusiva de la
1978, 208ss. jerarquía; puede expresarse en cualquier cristiano CUYO testimonio ad-
4. En el fondo, como dice F. Berrouard, se trata del conflicto entre dos eclesiolo-
gias: la de 10s rigoristas, que se aferran a un modelo de Iglesia incontaminada y pura, y
la de 10s Pastores (obispos sobre todo). que defienden una Iglesia mediadora de salva- 5. RYP 25 dedica un importante apartado a este punto, donde entre otras cosas di-
ción Para los hombres débiles y pecadores. Cf. M. F. Berrouard, ~a péniténce publique ce: «Consciente de la suma gravedad de la situación creada por las fuerzas de la división
durant les sixpremiers siecies. Histoire et sociologie: La Maison Dieu 118 (1974) 92- y de la guerra, que constituye hoy una fuerte amenaza no so10 para el equilibrio Y la ar-
130, aquí 1 12-115; A. M. Triacca, La prassi liturgico-penitenziale alle soglie de[ ¡vse- monis de las naciones, sino para la misma supervivencia de la humanidad, la Iglesia
colo, en S. Felici ( d . ) , Cateehesi battesimaie e riconciliarione nei de/ ~ v ~ ~ ~ ~ l ~ siente
, la de ofrecer y proponer su colaboración específica para la superación
Las-Roma 1984,21-55, aquí 48-49. de 10s conflictos y el restablecimiento de la concordia)).
240 Reflexión teológica Aspectos integrantes de la dimensión eclesial 24 1

quiere un rango o resonancia más o menos extenso. La Iglesia debena presa de una forma concreta que la reconciliación sacramental no pue-
repensar con más esmero cuál puede o debe ser en cada momento his- de considerarse separada de la reconciliación extrasacramenta16.
tórico su intervención universal más elocuente, de manera que sea ver- - Nivel personal o por el ministro. Es aquel en que se concentra
dadero «signo de reconciliación» en medio del mundo. el máximo grado de personalización de la intervención eclesial. Aun-
- Nivel local o de comunidad concreta. Se trata de aquel que su- que la intervención ministerial es diversificada (también los fieles tie-
cede en la comunidad eclesial de pertenencia para cada uno de los cris- nen un ministerio de reconciliación) y no reductiva al ministro orde-
tianos (diócesis, parroquia, pequeña comunidad), donde se concretiza, nado o sacerdote, ninguno puede como él, en virtud del sacramento
localiza y hace más cercana la intervención de la Iglesia universal, a del orden y de su cualificación re-presentativa de Cristo y de la Iglesia
través de actitudes, comportamientos y ritos en los que podemos par- («in persona Christi - in nomine Ecclesiae))), ejercer y personalizar el
ticipar directamente, debido a la convivencia y comunicación real. En- ministerio eclesial de reconciliación. Por el ministro se manifiesta la
tre los medios por los que tal intervención se realiza, pueden señalar- personalización de la intervención de una Iglesia que me orienta, me
se: el perdón mutuo (Mt 6, 14s), la reconciliación fraterna (Mt 18, acoge, me perdona.. . a mi personalmente, como a un «tú)) concreto.
15-18), las obras de justicia (Lc 3,8-14), la predicación y llamada a la Se trata de una intervención no secundaria, sino fundamental; no so10
conversión (Lc 24,47), la acogida y el mutuo consuelo (Ef 3, 12-2 l), basada en el bautismo, sino también en el sacramento del orden; no a
la confesión fraternal y el reconocimiento de las propias debilidades título personal, sino a título eclesial; y no sólo para el perdón, sino pa-
(Sant 5, 16), la misma celebración de la penitencia y la eucaristía, la ra proclamarlo eficazmente7. «El confesor no es dueño, sino el servi-
reconciliación real entre grupos, los encuentros para el diálogo y solu- dor del perdón de Dios. El ministro de este sacramento debe unirse a
ción de las tensiones, las actitudes y gestos de paz, la acogida del pe- la intención y a la caridad de Cristo)) (CCE 1466).
cador, del marginado ... Todos estos medios creemos que son otras
tantas formas de intervenir de un modo directo o indirecto, y de cola-
c) La Iglesia objeto de reconciliación
borar en la obra de renovación y autenticidad cristiana, y por tanto en
la tarea de conversión y reconciliacion. La Iglesia es mediación e instrumento de reconciliación para los pe-
- Nivel personal de laicos comprometidos. Nos referimos a dos cadores, y al mismo tiempo es la comunidad con la que los pecadores
situaciones que pueden ayudar a extender y complementar la visión se reconcilian. En efecto, si pecamos contra la Iglesia, también debe-
del ministerio de la reconciliación y el perdón. La primera es la me- mos reconciliarnos con ella. Esto se expresa en que la Iglesia nos libe-
diación para la reconciliacion extrasacramental; la segunda es la ac- ra de las obligaciones o ataduras (ligare-solvere) que nos había im-
ción reconciliadora del ministro laico. La acción reconciliadora extra- puesto por el pecado, en que nos acepta a la comunión y la fraternidad,
sacramental es la llevada a cabo por quienes se comprometen en una en que nos responsabiliza de las tareas de la misión y los compromisos
reconciliación presacramental, sin tener como horizonte ni estar orien- de reconciliación, en que nos permite participar en el signo máximo de
tada hacia el sacramento; y la de aquellos que relacionan sus reconci- pertenencia que es la eucaristía y en que nos acepta a la participacibn
liaciones extrasacramentales con el sacramento. En el primer caso (sin plena de la comunión eucarística. El derecho y deber de intervenir de la
remitir al sacramento), puede decirse que estas reconciliaciones reales, Iglesia reconciliante se convierte ahora en el derecho y deber de parti-
existenciales, seculares, que no siempre tienen que estar ni están uni- cipar del pecador reconciliado, por su plena comunión eclesial.
das a una situación personal de pecado, suponen el ejercicio de una No se puede decir que la reconciliación con la Iglesia sea en un
cierta función mediadora de reconciliación que la Iglesia debería va- «antes» o en un ((después)) cronológico respecto a la reconciliación
lorar más. La misma sociedad ha ofrecido y ofrece ejemplos diversos,
como el ((defensor de indios)) (siglo XVI), el (juez de paz» (en mu- 6. Sobre este punto, más ampliamente desarrollado, cf. D. Borobio, ((Ministerios
chos pueblos), el ((defensor del pueblo)), el ((mediador familiar)) (en de reconciliación y pacificación)), en Misión y ministerios laicales, Salamanca 2001,
casos de conflicto familiar) o, en situación penitenciaria o de cárceles, 301 -337; ld., La penitencia como proceso. De la reconciliacion real a la reconciliación
sacramenlal,Madrid 2005,46-58.
el ((mediador penitenciario)). Esta intervención personal de laicos 7. Cf. D. Borobio, Penitencia-reconciliación (CPL 15), Barcelona 1985, 34-38.
comprometidos con la reconciliacion, sobre todo si son cristianos, ex- También J. Dallen, The Reconcilling Comrnunily, New York 1986.
242 Reflexión teológico

con Dios. Se trata de dos aspectos inseparables de un único aconteci- 3


miento reconciliador, si bien en el orden de la gracia reconciliadora la
iniciativa y primariedad la tiene siempre Dios; mientras en el orden de ECLESIALIDAD Y MINISTERIALIDAD
la manifestación visible-sacramental la significación inmediata está en
la Iglesia. La reconciliación con la Iglesia es en verdad el sacramentum
et res, la manifestación visible ((garantizanten de una reconciliación
con Dios, que por el misterio que encierra y en virtud de la conversión
ha podido suceder antes. De cualquier forma, la pax cum Deo sacra-
mental sólo sucede por lapax cum Ecclesia que celebra el sacramento.
Y estapax Ecclesiae únicamente puede tener lugar porque Dios mismo La eclesialidad penitencial tiene un significante cualificado en el
ha determinado tal mediación de gracia por el sacramento. En la actual ministro ordenado. Sobre lo que esto implica y significa vamos a tra-
oikonomía, la Iglesia es el espacio espiritual e histórico en el que el tar a continuación.
hombre experimenta el gozo del hijo pródigo en los brazos misericor-
diosos del padre. La Iglesia es el lugar en que el Espíritu perdona dán-
dose como gracia y vida de nueva creación, congregando en la caridad 1. Mediación ministerial plural
a toda la comunidad cristiana. La Iglesia es la que, reconciliando con-
sigo al pecador, continúa en sus miembros la reconciliación histórica,
La reconciliación es un don de Dios, una iniciativa de su amor mi-
hasta el momento final. Y con ello no hace otra cosa sino continuar la
sericordioso, que se ha concretado y realizado de forma culminante en
misma obra de Cristo, quien «a los pecadores que son perdonados los
el misterio pascual, pero que debe continuarse en la actual oikonomía
vuelve a integrar en la comunidad del pueblo de Dios, de donde el pe-
por el misterio eclesial. «Dios nos ha reconciliado consigo por medio
cado los había alejado o incluso excluido» (CCE 1443).
de Cristo» (2 Cor 5, 18.20; cf. Rrn 5, 10ss). Pero esta reconciliación
debe continuarse y realizarse en cada persona y en cada situación his-
tórica. Por eso, añade el apóstol, «nos ha confiado el ministerio de la
reconciliación.. . y ha puesto en nuestros labios la palabra de la recon-
ciliación» (2 Cor 5, 18s). Más aún, todos somos responsables de esta
reconciliación, porque a todos se nos llama ((embajadores de Cristo,
como si Dios exhortara por medio de nosotros)),y todos podemos gri-
tar en su nombre: «iReconciliaos con Dios!» (2 Cor 5,20). Como bien
comenta Juan Pablo 11 en la Exhortación Reconciliatio etpoenitentia,
en las manos y labios de los apóstoles, sus mensajeros, el Padre ha
puesto misericordiosamente un ministerio de reconciliación que ellos
llevan a cabo de manera singular, en virtud del poder de actuar «in per-
sona Christi)). Mas también a toda la comunidad de los creyentes, a to-
do el conjunto de la Iglesia, le ha sido confiada la palabra de la recon-
ciliación, esto es, la tarea de hacer todo lo posible para dar testimonio
de la reconciliación y llevarla a cabo en el mundo (RyP 8).

Se trata, pues, de una continuación en ministerialidad plural: la de


la comunidad entera'; la de quienes asumen y se comprometen mls

1. San Agustin afirmaba: «No es solamente el obispo, sino la Iglesia entera la que
ata y suelta los pecados)), In Joh. ex 124, 7 ; Sermo 99, 9.
244 Reflexión teológica Eclesialidad y ministerialidad 245

activamente con este ministerio por la palabra y la acción; la de quie- verdad y sentido del sacramento del orden5. El ejercicio de esta fun-
nes han sido consagrados u ordenados y cualificados para actuar de ción se califica como un verdadero «servicio» o diakonía, pues «los
forma especial in persona Christi e in nomine Ecclesiae. Nadie debe ministros que poseen la sacra potestad están al servicio de sus herma-
sentirse ajeno a este ministerio. A todos compete de una u otra forma. nos)), y «los confesores no son dueños, sino servidores del perdón de
Por eso se dice en la Reconciliatio et poenitentia: Dios»6.Y esta diakonía debe interpretarse no como una acción susti-
tutiva o acaparadora, sino como una acción transparente y ((posibilita-
Hablar de la pastoral de la penitencia y reconciliación quiere decir re-
dora» de la acción de todos los personajes que intervienen en la obra
ferirse al conjunto de las tareas que incumben a la Iglesia, a todos los
niveles, para la promoción de ellas...; evocar todas las actividades me- penitencial.
diante las cuales la Iglesia, a traves de todos y cada uno de sus compo- Así, en relación con Dios, el ministro no puede pretender asimi-
nentes -pastores y fieles, a todos los niveles y en todos los ambientes- larse a Cristo, ni acaparar o manipular el poder de perdonar los peca-
y con todos los medios a su disposición -palabra y acción, enseñanza y dos, ni asumir el papel de juez definitivo A u e sólo a Dios pertenece-,
oración- conduce a los hombres, individualmente o en grupo, a la ver- ni reducir la intervención de Dios al marco de su personalidad huma-
dadera penitencia y los introduce en el camino de la plena reconcilia- na. El ministro no es Cristo, sino servidor de Cristo; no es mediador,
ción (RyP 23). sino servidor del Mediador; no es un ((magorevestido de poderes)),si-
no uno que sirve al único que ejerce el poder de perdonar; no es el que
El que haya laicos que asumen este ministerio de reconciliación en da la gracia, sino el que, con su servicio, hace posible el sacramento de
la sociedad secular es una gracia que la Iglesia debe apreciar, en cuan- la gracia; no es el que hace eficaz el sacramento, sino el que hace po-
to que también contribuye a una mejor comprensión del sacramento de sible que tal eficacia aparezca por la presencia reconciliadora de la
la penitencia2. cruz y el poder del Espíritu. Su función consiste, pues, en transparen-
tar, transportar, remitir, re-presentar, visibilizar.. . personalmente la ac-
ción perdonadora y reconciliadora de Dios por Cristo en el Espíritu. Él
2. Mediación eclesial cualficada: el presbítero es un verdadero ((sacramento))en el interior de la acción litúrgica para
la verdad del sacramento. Es el ((ministroexterno))(minister exterius)
La mediación ministerial alcanza su expresión personalizada más por el que actúa el ((ministro interior)) (minister interius) o invisible
significante en el ministro ordenado, debido a la cualificación y des- que es el mismo Cristo. Es, como el mismo Cristo, un ((existente-para))
tinación que este ha recibido para re-presentar a Cristo y a la Iglesia, y (Pro-existent),un ((significante-de»Cristo (Signijicant anderer) para la
para reconciliar al penitente con Cristo y con la Iglesia (communionem obra de la reconciliación.
dure), a través del encuentro visible de reconciliación o sacramento de En relación con la Iglesia, al ministro tampoco le pertenece limi-
la penitencia. tar u ocultar la mediación reconciliadora de la Iglesia entera, ni suplir
La atribución de estas funciones se apoya en la misma voluntad de la participación o los gestos reconciliadores de la comunidad concre-
Dios3, en e1 reconocimiento y praxis permanente de la Iglesia4, en la ta, ni reducir las secuencias de la separación-admisión a la comunión
a un comportamiento personalista, ni asimilar sin más su discerni-
2. Cf. H. Bourgeois, Reconciliation ici et maintenant, en AA.VV., Péché et recon- miento, su corrección y su mediación a los de la Iglesia.. . Su verda-
ciliation hier et aujourd'hui,Atelias-Liban 1997,241-258.
-
3. Cf. los pasajes penitenciales clásicos: Mt 18, 15- 18; Jn 20,2 1-23; 1 Cor 5, 1 13; 2
5. La expresión última de este fundamento la encontramos de modo más ejemplar
Cor 5, 11-20.. . Cf. O. de Cagny, Le ministere duprttre dans [apmtique actuelle de la con-
jkssion: La Maison Dieu 214 (1998) 103-127; A. Join-Lambert, Une reflexion oecumeni- en el Decreto PO 2: «...el mismo Señor.. . de entre los mismos fieles instituyó a algu-
quepour un renouveau du ministkre de réconciliation:La Maison Dieu 214 (1998) 69-84. nos ministros, que en la sociedad de los creyentes poseyeran la sagrada potestad del or-
4. Recuérdese el puesto del obispo en el Ordopoenitentium, la función de los pres- den para ofrecer el sacrificio y perdonar los pecados, y desempeñaran públicamente el
bíteros en la confesión, corrección y reconciliación (por ejemplo, León Magno: PL 54, oficio sacerdotal en nombre de Cristo.. . El ministerio de los presbíteros.. . se confiere
12lo), la enseñanza permanente del magisterio (Lateranense IV: DH 812-8 14; Florenti- por aquel especial sacramento con el que.. . por la unción del Espíritu santo, quedan se-
no: DH 1709), la misma enseñanza actual de la Iglesia que dice cómo «Dios concede la llados con un carácter peculiar, y así se configuran con Cristo sacerdote, de suerte que
remisión de los pecados por medio de la Iglesia, a traves del ministerio de los sacerdo- puedan obrar como en la persona de Cristo Cabeza)).
tes» (RP 6; cf. RP 8-9; PO 5.. .). 6. LG 18; PO 2 s . ; CCE 1466.
246 Reflexión teológica Eclesialidad y ministerialidad 247

dera función al respecto es el servicio a la mediación de la Iglesia en- ejemplo personal de celebración de la penitencia haciéndose peniten-
tera, expresando la solidaridad reconciliadora universal, y como sinte- te con los penitentes; disposición abierta para atender en confesión, en
tizando el amor y la fe, la oración y el testimonio de la colectividad horarios determinados y siempre que el penitente lo desee.. .7 El Cate-
dispersa. Será también un servicio de animación para la participación cismo lo expresa así:
reconciliadora de la comunidad concreta, que con su presencia y ges-
El ministro de este sacramento debe unirse a la intención y a la caridad
tos en la celebración expresa y realiza la comunión entre todos sus de Cristo (cf. PO 13). Debe tener un conocimiento probado del com-
miembros (lo que supone favorecer las celebraciones comunitarias). portamiento cristiano, experiencia de las cosas humanas, respeto y de-
Igualmente, consiste este servicio en la personalización humilde del licadeza con el que ha caído; debe amar la verdad, ser fiel al magisterio
servicio reconciliador de la Iglesia, en cuyo nombre discierne, con- de la Iglesia y conducir al penitente con paciencia hacia la curación y
suela y absuelve. El ministro no es sin más la Iglesia, sino aquel que la su plena madurez. Debe orar y hacer penitencia por e1 confiándolo a la
«condensa» en su persona para la inmediatez y cercanía. Él no acapa- misericordia del Señor (CCE 1466)'.
ra toda la acción y poder reconciliador de la Iglesia, sino que lo repre-
senta visiblemente para el penitente. En él no se agota el ministerio de Además, para que el ministro cumpla realmente con este servicio
«atar y desatar)), pero sólo por él puede ejercer la Iglesia en concreto múltiple, se requiere que asuma las figuras que la Escritura y la tradi-
la función de discernir, separar, acoger a la comunión y perdonar, y ción le asignan de modo adecuado. El ministro es juez o discernidor
elevar los actos del penitente y la acción participativa de la comunidad verdadero, en la medida en que, con sabiduría y «bajo la guía» del ma-
a rango de sacramento. gisterio de la Iglesia, y no guiado por su subjetivismo, representa el
En relación con elpenitente, el ministro no debe coartar su liber- verdadero «juicio» o discernimiento misericordioso y salvífico de
tad, ni someterlo al cuadro de sus criterios subjetivos, ni suplir su par- Dios, y no el juicio meramente humano de los hombres y la sociedad9.
ticipación, ni sustituir falsamente los actos que sólo al sujeto pertene- Es también médico o curador de la enfermedad y la herida del pecado
cen, o limitar el valor y puesto que dichos actos tienen en el interior que, conocido en su humanidad y verdad, ofrece el remedio o la medi-
del mismo sacramento. Lo propio del ministro no es controlar, some-
ter, interrogar, lesionar la conciencia, mutilar la personalidad, conde- 7. Cf. RP 10; RyP 31-VI. Uno de los puntos en que mas insistían las intervencio-
nes de los Padres sinodales en 1983 fue este. Cf. G. Concetti, Riconciliazione epeni-
nar.. ., sino acoger, ayudar y animar, consolar y acompañar, sacar al tenza nella missione delta Chiesa, Roma 1984, 69.71.84.101.1 14s.173.205...
pecador de la ambigüedad e incertidumbre, autentificar los actos per- 8. Estas y otras cualidades se recuerdan a los ministros, para que sepan ejercer bien
sonales para una conversión sincera, elevar dichos actos e inscribirlos su ministerio, en las obras clásicas de los teólogos de Salamanca del siglo XVI. Baste
con el ejemplo de Bartolomé de Medina, Breve instrucción de cómo se ha de adminis-
en la misma estructura e interior del sacramento, mostrar con palabras trar el sacramento de la penitencia.. . ,Alcala 1593,28: «Así también el confesor, que es
y signos la reconciliación con la Iglesia entera y la acogida a la comu- ministro deste sacramento, para hacer bien su oficio, y aplicar sabiamente la medicina
nión eclesial, «garantizar» el perdón misericordioso de Dios. Sólo así espiritual, ha de tener estas cuatro cosas siguientes: La primera que pertenece a su per-
sona es que sea idóneo y suficiente para exercitar este ministerio tan importante, y que
considerado podrá recuperarse el puesto del ministro ante la pregunta sepa las medicinas, y tenga todos los instmmentos necesarios para curar las enfermeda-
((secularizada))de los fieles: «¿Por qué tengo que confesarme a un des espirituales de las almas. Lo segundo, ha de disponer la materia del sacramento que
hombre como yo?». son los actos del penitente, y ayudándole con preguntas y consejos a que haga lo que es
Pero para que la concepción teórica pueda llegar a ser una realidad obligado cerca de la confesión, contrición y satisfacción, y así se apareje para recibir
dignamente la absolución. Lo tercero ha de dar la forma de la absolución con el orden
práctica, se requieren unas condiciones, como bien han señalado los y discreción que se requiere para que consiga su efecto. Lo cuarto, para conseguir el fin
últimos documentos de la Iglesia: preparación adecuada para el dis- del sacramento, ha de procurar que el penitente no sólo se reconcilie con Dios por la
cernimiento y la acogida, ya desde el seminario; sabiduría y conoci- confesión y dolor de los pecados pasados, sino que también se enmiende con verdad de
los venideros, y alcance paz y consolación de espíritu, y se disponga para el augmento
miento del evangelio y cuanto atañe a la conciencia moral; formación de la gracia)).
en aspectos «psicológicos» y en capacidad de diálogo y encuentro 9. No debe olvidarse el carácter analógico de la imagen ««judicial».El mismo Tren-
(pastoral counselling) con los sujetos penitentes; sentido del ritmo y to decía «ad instar actus iudicialis)), DH 1685. El RP 10 sitúa el discernimiento en rela-
ción con la misericordia de Dios: «El discernimiento del Espíritu es, ciertamente, un co-
de la complementariedad de las diversas formas penitenciales, por una nocimiento de la acción de Dios en el corazón de los hombres, un don del Espíritu santo
asunción pastoral verdadera de todas las posibilidades del Ritual; y un fruto de la caridad)). Y la RyP insiste en el mismo aspecto: n. 3 1- 11.
Eclesialidad y ministerialidad
248 Reflexión teológica

3. Mediación ministerial signal-sacramental


cina penitencial para la curación, consciente de que el verdadero «Mé-
dico)) es Cristo y la auténtica medicina es la fuerza de la sal~ación'~.
El ministro ordenado es en todos los sacramentos la representación
Igualmente, el ministro es pastor o guía, que acoge y sale solícito en
personificada de la Iglesia que hace posible y celebra el sacramento.
busca de la oveja perdida, dispuesto a acompañarla en su proceso y a
compartir su dolor y su esperanza no sólo con palabras de ánimo y Pero en la penitencia el ministro es, además, parte constitutiva de la
consejo, sino también con el ejemplo y la misma vida, según lo re- misma estructura del signo sacramental, junto con el penitente y sus
quieran las circunstancias, ((reproduciendo así la imagen de Cristo actos. Y es así porque, más allá de la determinación clásica del signo
Pastor)) (RP 1 0 ~ ) " .Finalmente, el ministro ha de cumplir la función de la penitencia en una ((cuasi-materia)) (actos del penitente) y en una
de padre o madre, que se mueve más por la misericordia que por la forma (absolución del ~acerdote)'~, la verdadera estructura visible del
justicia, y que desde la comprensión de la fragilidad humana, está dis- signo radica en el «encuentro» entre el penitente o los penitentes y el
puesto a «acoger al pecador penitente y guiarle hacia la luz de la ver- ministro, en orden a una acción celebrativa reconciliadora, que com-
dad cumpliendo una función paternal y revelando el corazón del Padre porta diversos actos por parte de cada uno. Se trata de poner el acento
a los hombres)), desde el que puede vivirse la alegría de la reconcilia- más en las personas con todo lo que significan, y en los actos de estas
ción (RP 10c)I2. El mismo Catecismo lo expresa con estas palabras: personas con lo que implican, o en las manifestaciones externas de pa-
labras y gestos que lo expresan, y menos en la materialidad sensible
Cuando celebra el sacramento de la penitencia, el sacerdote ejerce el mi- que conlleva, ya que en la penitencia no existe como tal. La Reconci-
nisterio del Buen Pastor que busca la oveja perdida, el del Buen Sama- liatio et poenitentia ha insinuado esta visión de modo elocuente, cuan-
ritano que cura las heridas, del Padre que espera al «hijo pródigo)) y lo
acoge a su vuelta, del justo juez que no hace acepción de personas y cu- do afirma:
yo juicio es a la vez justo y misericordioso. En una palabra, el sacer- La confesión individual tiene también un valor de signo, signo del en-
dote es el signo e instrumento del amor misericordioso de Dios con el cuentro del pecador con la mediación eclesial en la persona del rni-
pecador (CCE 1465). nistro; signo del propio reconocerse ante Dios y ante la Iglesia como
pecador, del comprenderse a si mismo bajo la mirada d;~ios (RyP
En resumen, sólo ejerciendo de modo equilibrado estas funciones, 3 1-111).
puede el ministro cumplir el gran servicio que se le encomienda. Gran-
deza y miseria se mezclan en esta maravillosa acción, en la que sólo Y el Catecismo se refiere más claramente la peculiaridad de la es-
cabe asumir con humildad la función de ser lo que no se debe ser, pe- tructura del signo de la penitencia, cuando afirma:
ro a través de lo que se es. Siempre se reconoció el ideal, pero siempre
A través de los cambios que la disciplina y la celebración de este sa-
hay que pedir perdón y hacerse penitente con los penitentes por no
cramento han experimentado a lo largo de los siglos, se descubre una
cumplirlo13. misma estructura fundamental. Comprende dos elementos igualmente
esenciales: por una parte, los actos del hombre que se convierte bajo la
10. La imagen ((medicinal))de la penitencia es muy común desde el principio, sin
duda a partir de la imagen de Cristo «médico» del NT. Olvidada en parte por la insistencia acción del Espíritu santo, a saber, la contrición, la confesión de los pe-
en la imagen judicial, ha sido revalorizada en los últimos tiempos. El mismo RP 10 habla cados y la satisfacción; y, por otra parte, la acción de Dios por el mi-
de ella en primer lugar: ((Paraque el confesor pueda cumplir su ministerio con rectitud y nisterio de la Iglesia (CCE 1448).
fidelidad aprenda a conocer las enfermedades de las almas y aportarles los remedios ade-
cuados)). Y la RyP 32-11 se esfuerza en equilibrar estas dos imágenes. reconociendo la
preferencia del hombre actual por la medicina, y concluyendo: ((Tribunalde misericordia Tres razones fundamentales avalan esta afirmación sobre la impli-
o lugar de curación espiritual; bajo ambos aspectos el sacramento exige un reconoci- cación del ministro y del sujeto penitente en el signo del sacramento:
miento de lo intimo del pecador, para poder juzgarlo y absolver, para asistirlo y curarlo)).
1l. El Ritual recuerda esta imagen, que desde el evangelio y en toda la tradición do paratus erigere, et secum onus portare. Habeat dulcedinem in affectione, pietatem in al-
la Iglesia ha servido para explicar el ministerio. terius crimine, discretionem in varietate. Adjuvet confitentem orando, eleemosynas dan-
12. El papa Juan Pablo 11 ha desarrollado esta imagen en Dives in misericordia, 5- do, et caetera bona pro eo faciendo. Semper eum juvet leniendo, consolando, spem pro-
6 , y tarnbiéi e; RyP 5-6. mittendo, et eum, si opus fuerit, etiam increpando: doceat loquendo, instruat operando)).
13. Por eiem~lo.
- - -
2 r , el tratado De vera et .falsa -poenitentia X X , 36, describía así h 14. Concilio de Trento, DH 1673-1674.
función del confesor, una vez conocido el pecado: (c. ..quibus cognitis adsit benevolue,
Eclesialidad y ministerialidad 231

- Razcin de la presencia. El ministro es, por su misma presencia pecial: los actos del penitente. En segundo lugar, afirma que se puede llamar
fisica corpórea, una expresión personal, visible e histórica de la «pre- en verdad a estos actos «partes del sacramento)), puesto que por ellos se trata
sencia)) y cercanía de Dios, del encuentro real con Cristo. Se trata de de «compensar» la ofensa cometida no al modo de la justicia vindicativa, en
donde la compensación la impone el juez, sino al modo de una reconciliación
una presencia que, junto con la del o los penitentes, constituye el sig-
motivada por el amor y libremente15.Por eso se requiere de parte del peniten-
no visible de un encuentro interpersonal misterioso de reconciliación.
te estos tres actos: la voluntad de reparar, la cual se da con la contrición; la ma-
- Razón de la re-presentatividad. El ministro es tal por su cuali-
nifestación ante el sacerdote como representante de Dios, que se da por la con-
ficación, a través del sacramento del orden, para re-presentar a Cris- fesión, y la reparación en conformidad con lo que le ha impuesto el ministro,
to y a la Iglesia. Estando presente, en ejercicio de esta representativi- que se da por la satisfacción. Son las mismas razones que propone Tomas de
d a 4 con intención penitencial sacramental, está siendo constitutivo Aquino16. Si el sacramento consta de materia y forma, no puede sostenerse
fundamental de un signo, cuya finalidad será siempre el encuentro en que la sola absolución o ((forma))sea el sacramento, lo mismo que no se pue-
la comunión con Cristo y con la Iglesia. Por ello, él es ((significante de sostener que la sola fórmula bautismal sea el bautismo. Por tanto, estos tres
personal)) de un significado encuentro que le supera, pero que se hace actos son partes del sacramento, junto con la absolución, como la carne y los
presente a través de su persona. huesos son partes de la persona («et ideo istae sunt tres partes materiales sa-
- Razón de la intervención. El ministro está fisica y representati- cramenti, sicuti carnes et ossa sunt partes materiales hominis»").
vamente presente actuando. Con su acción o intervención por las pa- La absolución del sacerdote (forma) y los actos del penitente (cuasi-mate-
labras (correptio, exhortación), los gestos (acogida, imposición de ma- ria) constituyen partes integrantes y complementarias del mismo signo sacra-
mental de la penitencia. Los tres actos son la «materia» que concurre, junta-
nos.. .) y sobre todo la absolución, él da visibilidad, sacramentalidad,
mente con la forma (absolución) a la gracia sacramental del perdón («Quare
eclesialidad, autenticidad al sacramento: él «hace» más que en ningún omnes tres actus sunt materia ad gratiam sacramentalem partialiter concurrens
otro caso el sacramento, no sólo «administrándolo», sino también sien- cum forma»18).Y además esta es la doctrina que enseñan tanto el concilio de
do parte constitutiva del mismo signo sacramental. Florencia como el concilio de Trento.
El sujeto (con todos sus actos) y el ministro intervienen de forma
original y única en la acción y estructura signal del sacramento. Pues Ahora bien, ¿cómo se realiza este signo en cada una de las formas
también el penitente, con su presencia fisica y sus actos, con su con- sacramentales de penitencia? Siendo el sacramento uno y único, debe
trición interna y con su intervención externa (sobre todo la confesión afirmarse que en todas ellas se realiza sustancialmente de la misma
en el acto celebrativo), y también la satisfacción, hace posible no sólo manera. Pero, admitiendo diversas formas de celebración, puede afir-
la verdad, sino también la misma existencia del sacramento. Él es, en marse que en cada una se realiza diversamente o a su modo. Así, la
alguna medida, verdadero co-ministro, agente celebrativo, con-causa ((Forma A)) (reconciliación con un solo penitente) expresa de forma
de la acción reconciliadora, constitutivo del signo sacramental. Con su privilegiada el encuentro interpersonal, pero no la participación co-
intervención pone en juego su sacerdocio común, realiza una verdade- munitaria que implica como celebración. La «Forma B» (reconcilia-
ra acción litúrgica, posibilita la plena realización del sacramento. El ción de muchos penitentes con confesión y absolución individual) rea-
signo sacramental de la penitencia es, pues, el encuentro de reconci- liza en principio de modo significante el encuentro interpersonal y la
liación entre penitente y ministro, con todos sus actos y su densidad participación comunitaria. En cambio la «Forma C» (reconciliación de
significante.
15. D. Soto, De sacramento poenitentiae, en Commentariorum Fratris Dominici
Sera esta una tesis defendida con ahínco por los teólogos de Salamanca, Soto Segobiensis.. . In quartum Sententiarum, tomus Primus, Salamanticae 1570,703s~.
en contra de la opinión escotista, que separaba de algún modo los actos del pe- 16. Tomás de Aquino, De sacramento poenitentiae, q.90, a.2. Padres como Juan
nitente (defendiendo dos caminos de y para el perdón) y el sacramento o ab- Crisóstomo nos dicen que los tres actos responden a los tres géneros de pecado que pue-
solución. Baste recordar el argumento de Domingo Soto: en el sacramento de de cometer el hombre: ((Perfecta,inquit, poenitentia cogit pecatores omnia libenter suf-
ferre. In corde eius contritio, in ore confessio, in opere humilitas: haec est fructiferepoe-
la penitencia los actos humanos de la contrición, confesión y satisfacción son nitentia. Quo circa ut tria sunt peccatorum genera: scilicet, in corde, ore et opere, tot
considerados como partes de la <<materia»del sacramento. Y es así porque el sunt ponitentiae partes, quae ad singulonim remissionem sunt necessariaen.
sacramento de la penitencia, como todo sacramento, se compone de dos par- 17. D. Soto, De sacramentopoenitentiae, 706.
tes esenciales: la materia y la forma, aunque la «materia» en este caso sea es- 18. Ibid.
252 Reflexión teológica

muchos penitentes con confesión y absolución general) privilegia, por


fuerza de las circunstancias, la participación comunitaria in actu cele-
brationis, y difiere para otro momento la realización del encuentro in-
terpersonal que, si bien en forma general se da en la misma celebra-
ción, requiere una personalización mayor en ((esta persona concreta))
en un momento posterior. En caso de ponerse en práctica la ((forma 9s-
paciada)) de penitencia, como camino o proceso (Forma D)I9, el en-
cuentro incluiría diversos momentos: confesión, acompañamiento, re-
conciliación. Con la diferencia de que expresaría mejor la historicidad
de tal encuentro, recuperando la ordenación de elementos o secuencias
penitenciales más genuina: confesión-satisfacción-reconciliación.

111.
PARTICIPACIÓN DEL PENITENTE:
EL HOMBRE PECADOR AL
ENCUENTRO DE DIOS
MISERICORDIOSO
19. Algunos obispos pidieron en el Sínodo de 1983 la recuperaciónde esta forma,
que apoyamos por razones teológicas, históricas y hasta pastorales, sin pretensiones re-
duccionistas. Cf. G . Concetti, Riconciliazione epenitenza, Roma 1984, 123s; D. Boro-
bio, El perdón sacramental de lospecados: Concilium 204 (1986) 279-298.
La verdad del sacramento de la penitencia sólo podrá realizarse en
plenitud si el hombre pecador responde a la llamada de Dios y acoge
el don de gracia que se le ofrece por la Iglesia. Dios no violenta nues-
tra voluntad, ni nos impone su perdón. Dios no nos reconcilia si no-
sotros no queremos ser reconciliados. El riesgo de Dios es la libertad
del hombre. Por eso, nuestra respuesta libre y sincera es tan necesaria
como el mismo don de Dios o la intervención de la Iglesia. Por eso, el
Ordo poenitentiae declara que los actos del penitente son de la máxi-
ma importancia en la realización del sacramento (n. 11). O, como dice
la Reconciliatio etpoenitentia, a la ((piedad de Dios» debe responder
la ((piedad del hombre)) pecador (n. 21).
Es cierto que en todos los sacramentos esta respuesta personal vie-
ne a ser un elemento constitutivo. Pero en la penitencia resulta más
evidente, ya que sin la participación personal ni siquiera puede cum-
plirse el signo del sacramento, que supone el encuentro interpersonal
entre ministro y penitente, con los actos que a cada uno corresponden.
La participación del sujeto, como hemos indicado anteriormente, for-
ma parte de la misma estructura del signo sacramental de la peniten-
cia. El penitente viene a ser así una especie de co-ministro o co-cele-
brante del sacramento. Y, de modo analógico, puede incluso afirmarse
que es con-causa de una gracia de reconciliación que, aun viniendo
definitivamente de Dios, sólo puede realizarse plenamente con la par-
ticipación del sujeto. Frente a una concepción objetivista y ministeria-
lista del sacramento (los ministros sacerdotes administran o dan los sa-
cramentos), en la que casi lo único importante era recibir la absolución
del sacerdote, es preciso valorar una concepción interpersonal, donde
cada uno de los personajes interviene a su nivel para el encuentro y la
plena realización del sacramento.

Esta visión personalista la expresaron de modo excelente los teólogos de


la Escuela de Salamanca en el siglo XVI. Ya Cayetano, comentando a santo
256 Reflexibn teológica Participación delpenitente 25 7

Tomás, afirmaba que el sacramento de la penitencia constituye un todo de mcnto, el más importante y decisivo, aquel del que reciben su sentido
teria y forma, es decir, de actos del penitente y de absolución, y que este y al que se refieren y expresan los demás, es la conversión. La con-
es causa del perdón de los pecados, principalmente en razón de la forma,
versión decide de la verdad de la participación del sujeto y, en alguna
cundariamente en razón de la materia. Los mismos actos del penitente vienen
a ser instrumentos de Dios para el perdón de los pecados, al modo como el
medida (supuesta siempre la iniciativa gratuita de Dios), de la eficacia
agua en el bautismo para la regeneración de sus hijos'. Y Pedro Soto, despues tlcl perdón. Y, si es verdadera, la conversión implica en su misma di-
de insistir en que los tres actos son parte integrante del sacramento, afirma iilimica y lógica la manifestación externa mediante palabras (confe-
que es precisamente por medio de estos actos por los que Dios quiere sanamos sión) y obras (satisfacción), de modo que el acto verdadero del sujeto,
(«in hoc sacramento Deus sanare vult infirmum hominem suis actibu~)))~. Son cn el que todo viene a concentrarse y sintetizarse, es la conversión. De
ciertamente actos humanos, pero, como por la institución de Cristo han sido ahí que en nuestra explicación le demos un puesto preferente y un de-
asumidos como parte del sacramento, tienen una virtud mucho mayor, ya que sarrollo más amplio.
contribuyen al perdón de los pecados y por tanto a la eficacia del sacramento3.
También Domingo Soto afirma con claridad, en su comentario a las Senten-
'
cias, que en los sacramentos es causa de la gracia sacramental no sólo la for-
ma, sino también la materia; y puesto que en el sacramento de la penitencia
los actos del penitente son la ((materia próxima)), son también causa de la gra-
cia o perdón de los pecados («in sacramentis non sola forma est signum et
causa gratiae sacramentalis, sed etiam materia ratione f o r m a e ~ )Y~ .Melchor
C a n o repetirá que la forma y la materia (actos del penitente y absolución)
constituyen el signo integro de la penitencia, y que es el signo integro el que
causa la gracia del sacramento o perdón de los pecados, lo mismo que sucede
en el sacramento del bautismo («cum ergo tam contritio quam confessio par-
tes sint huius sacramenti, consequens sit, ut gratiae causa etiam existant)))'.

Como ya queda claro, la intervención o participación del sujeto


implica tres actos fundamentales: la conversión, la confesión y la sa-
tisfacción. Y aunque los tres actos forman parte integrante del sacra-

l. Cayetano, In 111.P , q.84, a.2, n.4: «Quod totum sacramentum poenitentiae, com-
positum scilicet ex materia et forma, id est, ex actu poenitentis et absolutione, causat re-
missionem peccatorum ratione utriusque partis.. . hoc est quod actu poenitentis ex hoc
ipso quod pars efficitur sacramenti, utitur Deus ut parte materiali sui instrumenti ad cau-
sandam remissionem peccatorum; sicut ex hoc ipso quod aqua assumitur ad baptizan-
dum, utitur illa Deus ut parte matenali sui instrumenti ad regenerandum filios suos)).
Igualmente en Summa Th. 111, q.86, a.6. Cf. P. Venancio D. Carro, El maestro Fray Pe-
dro de Soto y las controversias politico-teológicas en el siglo W I 1, Salamanca 1950,
695 SS,aquí 7 14.
2. Pedro Soto, Depoenitentia, en Tractatus de Institulione sacerdolale, I Pars, lect.
4. Cf. P. Venancio D. Carro, El maestro Fray Pedro de Soto, 695ss.
3 . Pedro Soto, Depoenitentia, fo. 165-166: (tSunt igitur isti actus nostri, sed tamen
quia ex institutione huius sacramenti et - proposito
. poenitentis referentur ad claves et vir-
tutem Christi, summunt multo maiorem virtutem ad remittenda peccata, quam ex se an-
te habebant: sicut aqua virtutem habet abluendi animam, quam ante nullo modo habe-
bat. Ita haec quae iam habebant virtutem aliquam, maiorem suscipiunt et habent ratione
sacramenti, ut videlicet operentur nonnunquam postea, et sint eficacia non quia a nobis
sunt, sed quia partes sunt sacramenti)).
4. Domingo Soto, In IVSenl., dict. 14. q.2, a.1-2; y dict. 17. a.1-2.
5. ~ e l c h i Cano,
r Relectio depoenitentiae sacram>nto, Pars V.
1
CONVERSIÓN EN LA BIBLIA

1. Pecado y conversión

Dios llama a los hombres a entrar en comunión con él, ofrece la


salvación y la vida, invita a un dialogo amoroso. El hombre es consi-
derado por Dios como un «tú»,como un verdaderopartner con el que
quiere compartir lo que él mismo es. Pero el hombre, a veces, lejos de
aceptar el don, rompe el diálogo por el pecado, se niega a la comunión
con su autosuficiencia (cf. Gn 2-3). El poder del pecado está en el
hombre desde su misma generación (Sal 5 1,7), habita en lo más ínti-
mo de su ser (Rom 7). Pero sólo cuando el mismo hombre lo acepta
como actitud o como norma propios viene a ser su pecado en sentido
estricto (Rom 7, 5ss), manifestándose en actos de infidelidad y deso-
bediencia, en injusticias y egoísmos (1s 1, 10-17; 1 Cor 5, 11...).
Dios, que es santo (Lv 17, 1; Ex 33,20), no puede estar de acuer-
do con el pecado. El pecado es ofensa a Dios, porque se opone a su
voluntad y a sus planes. ¿Cuál será su reacción? El Antiguo Testa-
mento nos la describe de doble forma: por un lado, «ira», «castigo»,
«venganza». ..; por otro, «misericordia», «piedad», ((ternura)),«per-
dón))... (Am 4, 6-12; Jon 3,9ss; 1s 1,21-28; 5, 1-25). A la postre, só-
lo quedan en Dios la «justicia» y la «misericordia», y si la primera le
inclina a la equidad, la segunda le mueve al perdón (Job 34, 3 1-37; Jr
11, 20; Sal 5 1, 6), y éste siempre acaba venciendo sobre la justicia
(Ex 34, 6s). Sin embargo, Dios, que siempre perdona gratuitamente,
sólo perdona cuando el hombre está dispuesto a reconocer el pecado
y a acoger el perdón por la conversión. La conversión es la llave y el
centro decisivo de la actitud humana para el perdón. Supone el reco-
nocimiento y el rechazo del pecado, al mismo tiempo que la acepta-
La conversión es una realidad humano-cristiana y salvífica central,
ción de la vida nueva en Dios (Jr 2, 34s; Hch 2,22s). Es la condición
que expresa originalmente el encuentro del hombre con Dios, y deci-
de sobre la orientación de la propia vida, removiéndola desde su pasa- de posibilidad para la reconciliación. No resulta, pues, extraño que
do, en el presente y para el futuro. en la conversión se manifieste y quede como condensado de modo
especial el drama divino-humano. La Biblia viene a ser la historia de
262 Reflexión teológica Conversión en la Biblia 263

la misericordia de Dios y de la conversión del hombre, la historia de mantiene su significado de conversión (Mc 4, 12; Lc 1, 16ss; 22, 32;
la salvación que Dios ofrece a la humanidad y de la conversión de la Hch 15, 19...), pero con frecuencia viene a ser sinónimo de metanoeo,
humanidad a Dios'. indicando no sólo un apartarse del pecado, el mal o el error, sino tam-
bién una reorientación fundamental de la voluntad humana hacia Dios
y su Reino, tal como ha aparecido y se ha revelado en Cristo5.
2. Vocabulario bíblico de la conversión De cualquier forma, ambos términos (a los que se podría añadir me-
tamelomai6)expresan el movimiento y las dimensiones complementa-
Los términos bíblicos más importantes para indicar la conversión rias del proceso de conversión del pecador a Dios. Se trata de un movi-
son dos: sub = epistrephein (epistrefo), y nahan = metanoein (meta- miento por el que se abandona y rechaza el pecado, girando en redondo,
n ~ e o ) Resulta
~. dificil determinar el sentido exacto de dichos térmi- para reorientar la vida de forma radicalmente nueva, en dirección al bien
nos, ya que admiten variedad de significados según los casos, y se ve- o a Dios. La conversión bíblica expresa, por tanto, un movimiento radi-
rifica en ellos una evolución semántica, según se trate de la Biblia cal, fundamental, total, por el que el hombre enfila un camino diferen-
hebrea, de los LXX, de la Vulgata o del Nuevo Testamento'. Con todo, te, con dirección nueva, que reorienta su vida, enraizándola en Dios.
estos son los aspectos que mejor los definen: Este acto, que abarca a la persona entera y por el que se fundamenta la
Metanoein-metanoia significa «arrepentirse», ((sentir arrepenti- totalidad de la existencia en Dios, con su correspondienterealización en
miento)), «cambiar de sentido o de mentalidad)) respecto a una cosa o la vida, lo define la Biblia también como «fe»'.
una acción (Ex 13, 17; Jue 2 1, 6; Jr 3 1, 19). Los LXX aplican meta-
noeo tanto respecto a Dios (1 Sm 15,29; Jr 18, 8), como respecto a los
hombres (Jr 8,6; 3 1, 19). En el Nuevo Testamento no se sigue el crite-
3. La llamada profética a la conversión
rio de los LXX (que traducían nahan por metanoeo), sino que meta-
noeo viene a traducir más bien la idea expresada por sub: volverse,
Los escritos anteriores a los profetas nos describen una comuni-
convertirse, enmendarse, referido no tanto al cambio práctico y exter-
dad que tiene conciencia de su responsabilidad colectiva en el pecado,
no, cuanto al cambio de pensar y de querep. El acento que al principio
y que, para aplacar la ira o castigo de Dios, expresado en las mil cala-
se pone en el aspecto intelectual de metanoeo = «cambio de mentali-
dad», viene a ponerse ahora en el cambio total, en la reorientación midades que padece, busca castigar al culpable, reparar el mal, o exor-
cizar la pena (Ex 32,25-28; Nm 25,7ss; Jos 7,24ss; 2 Sm 24, 17). Pa-
completa de la persona entera.
Epistrephein-epistrophé significa ((convertirse)),«cambiar», ((vol- ra ello multiplica sus prácticas de penitencia cúltico-rituales, recurre a
ver», «apartarse». En el hebreo del Antiguo Testamento, traduce a sub los ritos y sacrificios expiatorios, repite las liturgias penitenciales (1
en el sentido de «invertir», «volverse», «retornar», ((cambiar de rum- Re 20,3 lss; 21, 8ss; 1s 22, 12; Jon 3, 5-8; Sal 60; Nm 16,6-15...)8. El
bo». Desde un punto de vista religioso o teológico este cambio signi- peligro era evidente: separar lo externo-ritual de la actitud interior de
fica una nueva orientación de la vida, apartándose del mal y volvien- conversión, pensar que se tenía a Dios a merced de los ritos purifica-
do a Dios (Jr 18, 8; Mal 3, 7). En el Nuevo Testamento, epistrepho
5. DTNT 1,332.
6. DTNT 1, 333-334. Cf. W. Trilling, Metanoia als Grunderforderung der neutes-
1. J. R. Scheifler, Palabra de Dios y conversión cristiana, en AA.VY, Para renovar tamentlichen Lehre, en Einübung des Glaubens, Würzburg 1965, 178-190.
la penitencia y la confesión, Madrid 1969, 58-59; M. F. Lacan, Conversion et grace 7. A. D. Nock. Bekehrung, en Reallexikonfur Antike und Christentum 11, 105-108;
dans I'Ancien Testament: Lumiere et Vie 47 (1960) 5. H . Fries, Teología de la conversión, en AA.VV, El ateísmo contemporáneo IV, Madrid
2. Cf. fundamentalmente J. Behm-E. Würthwein, metanoeo, metanoia, en ThWNT 1971,429-439, aquí 429 (= AC).
IV, 972-1004; F. Laubach-J. Coetzmann, Conversión, penitencia, arrepentimiento, en L. 8. E. Lipinski, La liturgiepenitentielle dans la Bible, Paris 1969; J. Giblet-P. Gre-
Coenen-E. Beyreuther-H. Bietenhard, Diccionario Teológico del Nuevo Testamento 1, lot, Penitencia, conversión, en X . Léon-Dufour (ed.), Vocabulario de teología bíblica,
Salamanca 1980,331-337 (= DTNT). Barcelona 1967, 598-604; J. Giblet, Le sens de la conversion dans I'Ancien Testament:
3. Cf. P. Hoffmann, Conversión, en H. Fries, Conceptosfundamentales de teología La Maison Dieu 90 (1967) 79-92; Id., Les dimensions chrétiennes de la conversion: Lu-
1, Madrid 1966, 296-297 (= CFT); A. Tosato, Per una revisione degli studi sitlla meta- menVitae I(1982) 47-57; Z. Herrero, La conversión como retorno a la amistad divina:
noia neotestamentaria: Rivista Biblica Italiana 23 (1975) 3-46. Est. Agust. 11 (1976) 3-45; A. Martinez Sierra, La conversión en la reconciliación sa-
4. DTNT 1,334-335; ThWNT IV, 9 8 6 s . cramental: Revista Agustiniana 27 (1986) 23 1-259.
264 Reflexión teológica Conversión en la Biblia 265

torios, olvidar las exigencias éticas de un cambio de vida. El men Dios)) (3 1, 18). Y su promesa, a pesar de la dureza de corazón (18,
de los profetas vendrá a corregir tales deformaciones, profundiza I 1 SS),está llena de esperanza: «Les daré un corazón para conocerme,
en la verdad de la conversión. pues yo soy Yahvé, y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios)) (24,7).
A partir del siglo VI11 a.c., los grandes profetas de Israel procl Iin cuanto a Ezequiel, acentúa, frente al extremo de una culpabilidad
man su mensaje de conversión. Estas son las características princi colectiva excusante, la responsabilidad personal ante el pecado y la
les: su llamada se dirige no sólo a algunos personajes, sino al put conversión: cada uno debe responder de su propio pecado, cada uno
entero, porque es todo el pueblo el que ((haviolado la alianza, ha ab debe convertirse y vivir (Ez 18, 2-4.20s). El Deutero-lsaías, en su
donado a Yahvé y despreciado al Santo de Israel» (1s 1, 4); es una «mensaje de consolación», aporta tres elementos nuevos: la conver-
mada de denuncia del pecado, la injusticia y la falsedad ritual, y a sión y respuesta a Yahvé ha comenzado a darse en un «resto» (1s 5 1, 1-
vez de anuncio del perdón, la misericordia y la esperanza (1s 1, 5s 7); pero vendrá un día en que la conversión y salvación se extenderán
una llamada que pretende corregir lo deforme, insistiendo más en lo a todas las gentes (45, 14-23); y esto sucederá por la liberación y ex-
vital que en lo ritual, más en lo interior que en lo exterior, llevando 8 piación que va a realizar el Siervo de Yahvé (40; 5 1-53).
equilibrio lo personal y lo comunitario, el don de gracia y la respues- Finalmente, en cuanto a los profetas postexilicos (Zacarías, Mala-
ta de la fe (J12, 12; 1s 22, 12ss). Pero, aunque estos elementos son co= quías, Joel, Daniel), si bien constatan la conversión nacional de Israel
munes a todos los profetas, cada uno desarrolla más un aspecto parti- después del exilio, también repiten, debido a la infidelidad del pueblo,
cular que queremos recordar. la llamada a la conversión: ((Volveosa mí con todo vuestro corazón,
Ambs entiende la conversión sobre todo en clave de justicia: con- en ayuno y lágrimas))(J12, 12; Sal 8 1,5; 11,23; Zac 1,3). Por otro la-
vertirse no es sólo ((buscara Yahvé)) (Am 5,4), sino también apartarse do, constatan un cambio importante: frente a la idea más personalista
de la injusticia y volverse al pobre y al humilde, sin caer en el engaño e interior de conversión, vuelve a insistirse en la penitencia exterior, en
de los falsos cultos (4, 4s; 2, 6s; 5, 15). Oseas explica la conversión las prácticas y liturgias penitenciales, en las lamentaciones colectivas
más bien como una vuelta al amor y la fidelidad a la alianza, abando- (Esd 9, 5-15; Neh 9; Dn 9, 14-19). Más tarde, el rabinismo vendrá a
nando los adulterios e idolatrías, renovando la fidelidad del primer entender el pecado más como transgresión de la ley que como infide-
compromiso esponsalicio con Dios (Os 12, 7; 6, 1s; 14, 2-9). Isaías, lidad a la alianza; y la conversión, más como una vuelta a la ley que
por su parte, comprende la conversión principalmente como una vuel- como un retorno al Dios personal y una transformación interior que se
ta y renovación de la fe y de la confianza en el Dios de la alianza, manifiesta en obras. Un nuevo voluntarismo y ritualismo se extiende
abandonando pactos extraños, injusticias y falsos ritos (1s 1, 10-20; 3, por todas partes9.
16-24), y en la esperanza de que, a pesar del endurecimiento de cora-
zón (6, 10; 30, 15), siempre habrá un «resto» que responda a la llama-
da (lo, 2 1-22). Jeremías es el profeta que desarrolla de forma más in- 4. Mensaje de Jesús y nuevo contenido de conversión
tegral el tema de la conversión. Su vocabulario es rico y original:
((Circuncidaospara Yahvé y extirpad los prepucios de vuestros cora- La conversión en el Nuevo Testamento presenta en general las
zones)) (Jr 4, 4). Su denuncia del pecado es incisiva: ((Perotú tenías mismas características que la conversión profética, pero con una no-
rostro de mujer descarada, y rehusaste avergonzarte)) (3,2). Su llama- vedad fundamental: su cristologización. Esta novedad se manifiesta
ya en el profeta «terminal» del Antiguo Testamento, que a su vez inau-
da a la conversión es urgente y plena: convertirse no es cumplir una
gura el Nuevo: Juan Bautista. Su mensaje de conversión sigue la línea
formalidad u observar un rito, sino ((circuncidarel corazón)),cambiar
profética: universalidad o extensión a todas las capas sociales (Lc 3,
radicalmente de pensar y de querer, de sentir y de obrar, abandonar la
10-14); carácter escatológico y urgente (Mt 3, 2.12); exigencias de
opresión y el fraude, y practicar el derecho y la justicia (4, 1-4; 9, 24;
cambio ético u obras de conversión (Mt 3,8.10; Lc 3, 10-14). Pero tam-
5, 1; 6, 13). Su explicación es equilibrada: convertirse es a la vez gra-
bién presenta novedades importantes: lo refiere a la llegada del reino
cia de Dios y respuesta del hombre, iniciativa misericordiosa y acogi-
da confiada: «Si te vuelves, porque yo te hago volver, estarás en mi 9. Cf. K . E. Dietrich, Die Umkehr (Bekehrung und Busse) im Alten Testament und
presencia)) (15, 19); ((hazmevolver y volveré, pues tú, Yahvé, eres mi im Judentum, Stuttgart 1936.
266 Reflexión teológica Conversión en la Biblia 267

de Dios (Mc 1,4s); lo orienta a la preparación y acogida de ((aquel que que acogen la llamada y se muestran dispuestos a seguirla (Mc 1, 17-
va a venir» y «ya está en medio de vosotros)) (Mt 11,2ss; Lc 4, 10- 20; 4, lss), y la de los que oponen resistencia y la rechazan (Mc 2,7;
19); y lo sella con un rito bautismal, que será el rito de auienes acen- 3, 4-6). Ambas posturas aparecen perfectamente descritas en diversas
ten el Reino, como un nuevo nacimieñto en «agua y ~ s ~ ' i r i t u(Mc
» i, parábolas: la del publicano y el fariseo que suben al templo (Lc 18,
5-8; Mt 3,6-12). 9-14); la de los dos hijos a quienes el padre envía a trabajar (Mt 21,
Jesús nos transmite su mensaje de conversión en sus palabras, en 28-32); la del hijo pródigo y el hijo mayor incomprendido (Lc 15, 11-
sus ejemplos e imágenes, en sus obras y signos, tal como aparecen so- 32); la de los personajes invitados a las bodas (Lc 14, 15s). De he-
bre todo en los Sinópticos. La novedad más destacable consiste no tan- cho, los que se muestran más dispuestos a acoger la llamada de Jesús
to en que recupera el concepto de conversión profética (encuentro con son los pobres y humildes, los enfermos y marginados, los pecadores
Dios más que esfuerzo moral), como en que este encuentro se verifi- y los publícanos, los samaritanos y los niños. En cambio, quienes más
ca en la acogida de su misma persona. La conversión se ((cristologi- rechazan la llamada son los representantes del pueblo: doctores de la
za». Cristo viene a ser la epifanía, el lugar concreto, la personificación ley, fariseos y sacerdotes, poderosos de la sociedad o ricos'' (cf. LC 1,
inmediata del encuentro con Dios. Su llamada es inédita y única: con- 5 2 s ; 1 Cor 1, 2 6 s ; Lc 6,21 SS;Mt 11,25ss). Pero ¿a qué se debe esta
vertirse a Dios es convertirse a su persona, escuchar la llamada de actitud, cuando el mensaje es dirigido a todos de igual modo'? ¿Por qué
Dios es acoger la Buena Noticia y entrar en el Reino, creer en él es unos acogen la llamada del Reino y otros la rechazan? En el primer ca-
creer en Dios mismo. No anuncia un Reino por llegar o fuera de él, si- so (los que la acogen), se trata de personas al margen de la sociedad y
no un Reino que ya ha llegado y que es él mismo: «El tiempo se ha de la comunidad de los elegidos; son «despreciados» que no tienen un
cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el evan- puesto conquistado; indigentes a quienes no les queda otra cosa que
gelio» (Mc 1, 15). Su mensaje de conversión es, pues, una llamada y esperar. Pero, precisamente por eso, poseen estas cualidades: docilidad
una interpelación viviente e insoslayable, que pone en «crisis», y ante y apertura, capacidad de acogida y sencillez. Y, al no encerrarse en un
la que todos deben dar una respuesta de conversión y de fe. El acto camino de salvación establecido y controlado por leyes y ritos, son ca-
fundamental de la conversión es un acto de fe: convertirse es creer en paces de aceptar sin reservas la novedad que se les anuncia, recono-
la Buena Noticia, y viceversai0. ciendo su propio pecadoI2.En el segundo caso (los que rechazan: ricos
La conversión y la fe que Jesús pide implica unas exigencias con- y fariseos), se trata de personas instaladas en su seguridad doctrinal,
cretas: suponen una respuesta total, radical, definitiva: «Si alguno quie- legal o material, que se consideran en orden con Dios y no ven la ne-
re venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígamen cesidad de cambiar de vida; su seguridad les incapacita para acoger lo
(Mc 8, 34-38); esta respuesta no sólo implica un abandono de los ído- que conmueve sus esquemas establecidos; su aferramiento a su situa-
los o de la mala vida (Lc 19, 1-10; 7,36-SO), sino sobre todo una acep- ción privilegiada les impide abrirse a la novedad de una llamada im-
tación por la fe de su realidad mesiánica, de su condición de Hijo de previsible. Por eso rechazan el mensaje (cf. Mc 10, 17-27).
Dios (Mc 6, 14-16; 8, 29); más aún, han de aceptarse sin condiciones La esencia de la conversión consiste para Jesús no en la falsa segu-
las consecuencias de esta respuesta, por encima de cualquier atadura ridad de la norma, sino en el riesgo de la novedad y la verdad. Así apa-
familiar, económica o social, ya que «el que pone la mano en el arado rece en las parábolas del tesoro escondido y la perla preciosa (Mt 13,
y vuelve la cabeza atrás, no es digno de mí» (Mc 1, 17-22; 2, 13-17). 44-46). Se trata de dos situacionesdiferentes: la del pobre jornalero que
La llamada de Jesús es universal, se dirige a todos sin excepción, y na- encuentra lo que no esperaba, y la del rico comerciante que encuentra
die debe escabullirse de dar una respuesta (Lc 15,7-10; Mt 12,4 1). lo que venia buscando. Pero en ambos casos se trata de personas en ac-
Pero ¿cómo es, de hecho, esta respuesta? Se divide en dos bloques titud de búsqueda, para quienes el hallazgo sucede en medio de las ocu-
bien diferenciados, que indican dos posturas o actitudes: la de aquellos paciones del mundo, que tienen la experiencia gozosa del encuentro
con algo que merece más la pena que cualquier otra cosa y que, entu-
10. W. Pesch, Das Neue Testament ais Quelle und Norm unseres Bussverstandnis- siasmados, renuncian a seguridades y posesiones para conseguir el te-
ses, en AA.VV, Schuldbekenntnis-krgebung-Umkehr,Limburg 1971, 13-38 (versión
cast.: Conversión y reconciliación, Madrid 1973); R. Michelis, La conception lucanien-
1 l . P. Hoffmann, Conversión, en CFT 300
ne de la conversion: Ephemendes Theologicae Lovaniensis 41 (1965) 42-78.
12. lbid.
268 Rejlexión teológica Conversión en la Biblia 269

soro. Esta es la condición del seguimiento de Cristo, de la acogida del conversión y sus exigencias los incluyen en los compromisos de la fe,
Reino (cf. Lc 17, 33; MC 8,25; Mt 10, 39; 25, 14-30). Esta es la esen- en los imperativos éticos. «La conversión se comprende más profun-
cia de la conversión y la indescriptible alegría del encuentro13. damente como transformación de la existencia llevada hasta entonces,
Su realización en la vida consistirá sobre todo en la justicia y el y como aparición de una nueva vida de santidad y de amor»'6. En con-
amor al prójimo (Mt 6,33; 25,3 1SS),en el cumplimiento o fidelidad a creto, Pablo entiende conversión primera o radical como un paso del
las bienaventuranzas (Mt 5 , 1-22). «La finalidad de la conversión .es antiguo al nuevo eón (2 Cor 5, 17), del hombre viejo al hombre nuevo
siempre el amor»'4. Convertirse será, en adelante, renunciar a la ilu- (Rom 6, 1 -7), de la vieja levadura a la masa nueva (1 Cor 5,7), como
sión de configurar la propia historia al margen de la novedad del Rei- una regeneración que hace del hombre una nueva criatura, dispuesta a
no o de la salvación de Cristo. vivir no «según la carne», sino ((segúnel Espíritu» y la novedad que se
nos ha dado por el bautismo (Gal6, 15; Rom 7-8). Pablo conoce tam-
bién el pecado de los miembros de la comunidad, y por eso habla
5. Conversión en la comunidadprimitiva igualmente de la mutua corrección, de la conversión «segunda», de la
«ex-comunión)) como medio penitencial (1 Cor 5, 1-13; 2 Cor 12,
Toda conversión cristiana es una conversión cristológica. Pero en- 21.. .)17. Tampoco para Juan está ausente la realidad de la conversión,
tre una y otra conversión existen variaciones que conviene señalar. Los aunque no utilice esa palabra. Convertirse es para Juan creer que Jesús
Hechos de los apóstoles entienden la conversión como un abandono es el Hijo de Dios, abandonar el reino de las tinieblas para entrar en el
del pecado, como una vuelta a Dios y como una transformación de to- reino de la luz, pasar de la muerte a la vida (Jn 3, 16.36; 8, 5 1; 14,2 1-
do el hombre en la salvación de Cristo (Hch 3, 19; 26,20). La conver- 23; 3, 18-21). El evangelio de Juan es el evangelio de las ((llamadas»y
sión va unida a la fe, entendida no como un mero cambio de creencia, las invitaciones constantes a la conversión (6,27.35). La respuesta ne-
sino como la aceptación de Cristo, a quien los hombres han cmcifica- gativa, la incredulidad, el abierto rechazo de Cristo y de sus obras es lo
do, pero a quien Dios ha resucitado y establecido como Señor y Me- que genera el conflicto, el enfrentamiento entre Jesús y los fariseos, y
sías (Hch 2,22s.34-36; 5, 1Oss). La exigencia de conversión no sólo se el drama de su pasión y muerte (1, 11; 11,37; 3, 11; 5, 40 ...)18.
plantea para los paganos (1 7,24ss; 26,20), sino también para los ju- Finalmente, la última predicación penitencial del Nuevo Testa-
díos (3, 13-19; 5, 30s). El acontecimiento de conversión, que se en- mento la encontramos en Hebreos y en Apocalipsis. La situación a
tiende como un don de gracia (1 1, 18; 5,3 l), viene acompañado y se- que se refieren es nueva: los autores ya no se dirigen a los paganos, si-
llado por el rito del bautismo para el perdón de los pecados y por el no a las comunidades cristianas; y ya no llaman para que se dé la con-
don del Espíritu (Hch 2,27-29; 8, 14-17). Los rasgos peculiares de la versión ((primera)),sino para que se realice la conversión «segunda»
conversión en Hechos son, por tanto, su carácter universal, su centra- (Heb 6,4-8). Se trata de una llamada que en Juan es provocativa y es-
lidad pascual, su significación bautismalls. timulante, apocalíptica y urgente, dirigida a despertar a los que han
En Pablo y Juan llega a su punto culminante la conversión enten- caído en la tiniebla o en el abandono, a los que han perdido el entu-
dida como orientación interior, creación sobrenatural, cambio y trans- siasmo de la conversión primera. De ahí las llamadas a las diversas
formación interna. En estos autores desaparece el concepto de con- comunidades: Éfeso (2, 4ss), Esmirna (2, los), Sardes (3, 3), Laodi-
versión, entendida como exigencia externa, aunque el sentido de la cea (3, 15-21). La conversión no es, pues, algo para olvidar. Siempre
existe la amenaza de la des-conversión. Por eso, siempre debe existir
13. Ibid. 301; W. Pesch, Das Neue Tesfarnenf,12-13; E . Roche, Pénifence ef con- la voluntad de convertirseI9.
version dans 1 'Evangile et la vie chrétienne: Nouvelle Revue Theologique 79 (1967)
113-134.
14. W. Pesch, Das Neue Testament, 13. Cf. R. Schnackenburg, Existencia cristiana
16. R. Schnackenburg,Existencia cristiana según el Nuevo Testamento, 63-64.
según el Nuevo Testamento 1, Estella 1970, 52-58.
17. Ibid., 63-67. Cf. M . E. Boismard, Conversion et vie nouvelle dans Saint Paul:
15. Cf. J. Dupont, Repentir et conversion d'apris les Actes des Apotres: Sciences
Lumiere et Vie 47 (1960) 7 1-94, especialmente 93-94.
Ecclesiastiques 12 (1960) 137-173; W. Lange, L'appel a lapénitence dans le christia-
18. D. Mollat, Ils regarderont celui quils ont transpercé. La conversion chez Saint
nisme primitif Collectanea Mechliniensia 44 (1959) 380-390; P. Ternant, «Convertíos
y arrepentios*: Asambleas del Señor 21 (1964) 55-86.
Jean: Lumiere et Vie 47 (1960) 95-1 14.
19. Cf. R. Schnackenburg,Existencia cristiana según el Nuevo Testamento, 69-75.
CONVERSIÓN EN LA VIDA CRISTIANA
Y EN LA REFLEXIÓN TEOLÓGICA

La conversión bíblica no es una conversión teórica, sino que com-


promete la vida. Podemos distinguir tres tipos de conversión, según el
momento y la situación vital en que se produce: la conversión prime-
ra, la conversión permanente y la conversión segunda. Sobre ellas va-
mos a hablar en este apartado.

1. La conversión primera

Según la sagrada Escritura, conversión primera es la respuesta posi-


tiva y fundamental que el hombre da a la llamada-invitación que proce-
de de Dios en Cristo, por la fuerza del Espíritu y a través de la media-
ción de la Iglesia. Convertirse por primera vez es escuchar la llamada y
seguirla por encima de todo, como Abrahán o los primeros discípulos
(Gn 12, 1-9; Mt 4, 18-22; Jn 1, 35-42); es haber encontrado el ((teso-
ro» y estar dispuesto a vender todo aquello que se posee para com-
prarlo (Mt 13,44-46); es creer en la Buena Noticia del Reino y entre-
garse radicalmente a ella para ganar la salvación (Mt 10,37-39; Mc 8,
34-38); es, en fin, descubrir la grandeza del misterio de Cristo y venir
a considerar todo lo demás como ((basura)),con tal de ganar lo único
que merece la pena: Cristo (Flp 3, 7- 11).

a) Conversión primera y bautismo

En el Nuevo Testamento la conversión primera viene acompañada


y sellada por el bautismo. «El bautismo es el lugar principal de la con-
versión primera y fundamental. Por la fe en la Buena Nueva y por el
bautismo (cf. Hch 2, 38) se renuncia al mal y se alcanza la salvación,
es decir, la remisión de todos los pecados y el don de la vida nueva))
Reflexión teológica Conversión en la vida cristiana y en la repexión teológica 2 73

(CCE 1427). Las secuencias del proceso de hacerse cristiano se nos se el proceso de iniciación: son los bautizados verdaderamente cre-
describen del modo siguiente en la comunidad primitiva: predicación yentes. Todavía podemos distinguir otros bautizados que, no pudién-
o anuncio del kerigma - acogida por la conversión y la fe - bautismo de dose calificar de «no-creyentes)) ni de creyentes, participan a la vez
agua e imposición de manos (Mt 28, 18s; Hch 2, 29-39; 8, 9-40). En de la creencia y la increencia, en la medida en que son cristianos por
principio, la conversión y la fe deben preceder al bautismo, aun enten- costumbre, religiosos ocasionales (las ((cuatroestaciones de la vida))),
diendo que toda la vida cristiana implica un proceso de crecimiento en de cultura religiosa o religiosidad popular, pero que no han llegado a
la misma conversión y fe'. Sin duda por ello, la comunidad de los dos realizar la conversión primera, ni a asumir su bautismo, ni a compro-
primeros siglos instituyó el catecumenado, como espacio, posibilidad meterse con su fe. Tanto ante los bautizados no-creyentes como ante
y medio eclesial que precedía al bautismo, en orden a la misma con- los de «fe insuficiente)), la Iglesia debe adoptar una actitud de Ilama-
versión y fe2.A partir del siglo IV, con la generalización del bautismo da y de evangelización, en orden a fomentar la respuesta de la conver-
de niños y la extensión del régimen de cristiandad, vino a invertirse el sión y de la fe. Respecto a los bautizados creyentes, la actitud debe ser
proceso del ((hacerse cristiano)): el catecumenado desapareció poco a preventiva y animadora, no sólo para evitar el pecado y la desconver-
poco, el bautismo de niños se convirtió en el primer paso del proceso, sión, sino principalmente para promover la realización en autenticidad
la conversion y la fe personales vinieron a ser no una respuesta dada, de la vida cristiana y la edificación de la misma Iglesia4.
sino una respuesta esperada3. Desde entonces, la tarea del posbautis-
mo estará condicionada por el esfuerzo personal y eclesial, en orden a
b) Características de la conversión primera
realizar aquella conversión primera que, aun expresada bautismalmen-
te, no se realizó en el momento precedente al bautismo, ni siquiera en La conversión primera no sucede de la misma forma en las perso-
el mismo acto bautismal. El bautizado de niño es, pues, una persona nas bautizadas de niños y educadas en la fe, que en las personas con-
que tiene dos tareas urgentes que realizar para venir a ser cristiano en vertidas y bautizadas de adultos. Aunque tal conversión sólo es posi-
plenitud: una, vivir de modo experiencia1y personal la conversión pri- ble en personas que han llegado a una cierta madurez, a una capacidad
mera; y otra, mantenerse fiel a dicha conversión radical a lo largo de de autoposesión y decisión, los presupuestos y la experiencia vital an-
toda su vida. Por desgracia, la primera tarea no se cumple en muchos tecedentes pueden ser muy distintos en una y otra situación. Las ca-
casos, resultando un gran número de bautizados no convertidos o de racterísticas de la conversión son idénticas en los dos casos, pero el iti-
«cristianos no-creyentes)). Estos bautizados viven una situación de «pa- nerario y la realización son distintas. En el primero, el encuentro con
ganismo))o de ateísmo teórico o práctico que, si bien está especialmen- el Dios vivo de Jesucristo y la respuesta a su llamamiento suponen una
te abierto a una ulterior conversión y sacramentalización,se asimila de fascinación y una ruptura que no suele darse en el segundo5. Si para
hecho al ateísmo de quienes no fueron bautizados. Otros bautizados, en aquel el descubrimiento de la comunidad cristiana es una novedad, pa-
cambio, llegan a esta conversión y fe primeras, acogiendo y compro- ra este es una continuación. Lo que en un caso es totalmente «por pri-
metiéndose con el don bautismal recibido, a través de un crecimiento mera vez)), desde una ruptura con la forma de pensar y de vivir ante-
en el interior de la comunidad cristiana, por la que viene a plenificar- rior, para una recomposición de la unidad personal, en otro caso es
«como si fuera)) por primera vez, desde una continuidad asumida y
1. Cf. W. Kasper, Christsein ohne Entscheidung, oder sol1 die Kirche kindertau- responsable, para una vida cristiana auténtica. Uno encuentra lo que
fen?, Mainz 1970; G. Bardy, La conversion al cristianismo durante losprimeros siglos,
Bilbao 1961; D. Borobio, Conversion y bautismo. El sacramento del bautismo como
todavía no había recibido eclesial y sacramentalmente, otro descubre
conversión exposición histórica y conclusiones teológicas: Salmanticensis 4713 (2000) lo que ya tenía como don de Dios por el sacramento de la Iglesia6.De
365-392.
2. Cf. D. Borobio, Catecumenado, en AA.W., Nuevo diccionario de liturgia, Ma- 4. AA.VV, Evangelización y sacramentos, Madrid 1975.
drid 1987,298-3 19. 5. P. Aubin, Leprobléme de la conversion, Paris 1963, 187; R. Frattallone, Cele-
3. Cf. Th. Maertens, Histoire etpastomle du rituel du catéchumenat e! du baptime, brare la «rnetanoia» al interno della esperienza cristiana: Rivista Liturgica 78 (1991)
Saint André 1962; A. Laurentin-M. Dujarier, Catéchumenat. Données de I'histoire et 555-581.
perspectives nouvelles, Paris 1969; C. Floristán, El catecumenado, Madrid 1972; Id., 6. Cf. R. Girault, Elproblema de la conversión. Los convertidos del ateísmo, en AC
Para comprender el catecumenado, Estella 1989; D. Borobio, Catecumenado para la IV, 381-408; Brian V. Johnstone, The Experience of Conversion: Eglise et theologie 2
evangelización, Madrid 1997. (1984) 183-202.
2 74 Reflexión teológica Conversión en la vida cristiana y en la reflexión teológica 2 75

cualquier forma, puede señalarse en la conversión primera unos rasgos - La «identzficación» con la comunidad de los creyentes, aceptan-
comunes, que en síntesis son los siguientes: do la fraternidad cristiana como forma de estar, compartir y convivir
- La «des-centración))de la propia personalidad, poniendo en cri- con los demás, a través de un sentimiento afectivo y efectivo de perte-
sis los valores o apoyaduras sobre los que está construyendo el propio nencia, que le lleva no sólo a aceptar unas formas extemas de compor-
proyecto de vida, o que son propuestos por el entomo para comenzar a tamiento o unas normas de vida, sino también la responsabilidad y ta-
decidir sobre su destino y vida. Tal «descentración» puede suponer, en reas que le competen en la edificación de la comunidad eclesial. La
el caso del ateo adulto, una ruptura con una concepción y una forma de conversión primera siempre es una conversión mediada por la Iglesia,
vida anteriores, para ((centrarse))en una concepción y una forma de vi- de una u otra forma, en un momento u otro del proceso. La comunidad
da nuevas; mientras en el caso del bautizado debe suponer una renun- cristiana desempeña un papel decisivo en la experiencia de conversión,
cia a las solicitaciones o reclamos del mundo y la sociedad, en aquello como comunidad que acoge y anima, que sostiene e integra en su pro-
que se opone al evangelio o a la vida de la Iglesia. La descentración es pio seno, que acompaña y comparte fe y vida con el convertido. El
la liberación, el discernimiento de valores, el juicio sobre la realidad . convertido a la fe católica, lo mismo que el bautizado convertido, no se
desde el evangelio, para una opción nueva. adhieren a un sistema o una ideología, sino a una comunidad de cre-
- El «encuentro» con el Dios vivo de Jesucristo, cuya llamada, cer-
yente~'~. No hay conversión verdadera sin identificación con la comu-
canía, irrupción en la misma historia, viene a convulsionar el ser de tal nidad de creyentes, ni existe tal comunidad de creyentes si no hay con-
manera que, transformando al hombre de forma total (en su pensar, sen- versión auténtica.
tir y querer), es percibido en experiencia inmediata como aquel que
ofrece el verdadero sentido de la vida y a quien merece la pena seguir
por encima de todo. El encuentro con el Dios vivo, como un «tú» cer- 2 . La conversión permanente
cano y actuante en mi vida, es la clave del «sí» de la conversión, de la
experiencia religiosa transformadora. El momento de tal encuentro, Quien se ha convertido por primera vez reconoce la grandeza, la
aunque puede ser localizable por determinados signos, con frecuencia superabundancia, la gratuidad y el inmerecimiento de su conversión,
aparece como realidad distendida y dinámica, que llega a poseemos de que permanecerá para siempre como el punto de referencia de su vida,
forma total, dando sentido y orientando todos los actos de nuestra vida7. como el foco iluminador de la existencia, al que será necesario rever-
- La «re-unificación» personal, psicológica y social del converti-
tir una y otra vez para no perder de vista ni el compromiso personal ni
do, en torno a unos valores dominantes y polarizadores, que concen- el don divino. Pero la conversión primera no es una obra mágica ni un
tran la propia personalidad, descubren nuevos sentidos de vida y arti- acto automático irreversible, sino un acto que compromete nuestra li-
culan el comportamiento o acción moral. En la conversión se cumple bertad en una tarea a realizar a lo largo de toda la vida. La conversión
el principio psicológico según el cual «toda persona tiende a unificar primera no nos libera de la tentación del mal, ni nos excusa de la lucha
su propio psiquismo en tomo a unos presupuestos Últimos, que consti- contra el pecado (cf. Rom 8).
tuyen un haz de valores dominantes, sostenido por un marco social
que hace las veces de punto de referencia y de foco de inspira~ión))~. La vida nueva recibida en la iniciación cristiana no suprimió la fragilidad
Tal reunificación, en nuestro caso, sucede en tomo a un centro, que es y la debilidad de la naturaleza humana, ni la inclinación al pecado que la
el Dios trascendente y absoluto revelado en Cristo Jesús, desde el que tradición llama concupiscencia, y que permanece en los bautizados a fin
de que sirva de prueba en ellos en el combate de la vida cristiana, ayuda-
la vida entera, en todos sus estratos y dimensiones, queda articulada y
dos por la gracia de Dios. Esta lucha es la de la conversión con miras a la
finalizada de forma nueva9. santidad y la vida eterna a la que no cesa de llamamos (CCE 1426).

7. Cf. M. Velasco, El encuentro con Dios. Una interpretaciónpersonalista de la re- Lo que sí hace el bautismo es damos la fuerza para superar la ten-
ligión, Madrid 1976.
8. H. Carrier, El problema de la conversión. La conversión de los no-creyentes:es-
tación y el sentido para conducir el «combate». La libertad compro-
tudio psico-sociológico, en AC IV, 409-427, aquí 410.
9. Ibid., 423. 10. Ibid.
2 76 Reflexión teológica Conversión en la vida cristiana y en la reflexión teológica 277

metida en la conversión primera es una libertad histórica, que sabe que mo acto o sacramento que se celebraI3. Y Melchor Cano insiste en que hacer
no ha llegado a realizar aún el ideal y por eso necesita perfeccionarse penitencia es también una virtud, aunque se trata de una virtud especial, que
de modo permanente. Con otras palabras, la conversión primera recla- obedece a la voluntad de Dios: «Haced penitencia.. .N (((Secunda conclusio:
ma y exige la conversión permanente, si quiere mantenerse y realizar- Poenitentia est virtus specialis))). Y es especial no porque implique la caridad,
se en su propia verdad. Las razones que pueden explicitar esta afirma- por la que buscamos también la amistad con los amigos, pues por amor tam-
ción son las siguientes: bién nos dolernos y entristecemos del pecado, y por amor también aplicamos
la medicina a nuestras enfermedades. Todo esto pertenece ya a la caridad. LO
- El objeto o ideal de la conversión (realizar la salvación, edificar
especial de la virtud de la penitencia es la tristeza que sentimos por nuestras
la comunidad) nunca podremos decir que se ha cumplido plenamente culpas, con el fin de compensar por la ofensa que hemos cometido contra
mientras vivamos en esta condición terrestre. Siempre tenemos que Dios, pues esto implica un motivo y un objeto formal diversos en la voluntad,
convertirnos, pues nuestra conversión siempre resulta insuficiente. Por lo que conlleva diversos hábitos y virtudesI4. Lo especial, por tanto, está tam-
eso, es preciso esforzarse continuamente en la realización más perfec- bién en la relación que la penitencia guarda con la justicia (((videtur enim es-
ta de dicho ideal. se eadem cum justitia))), porque se trata de satisfacer a quien hemos ofendido
- Debido a la humana fragilidad, el convertido siempre corre el en justicia15.Ahora bien, como afirma santo Tomás y reconocen otros autores,
peligro de una regresión o des-conversión, a través de un deslizamien- tratándose de algo entre el hombre y Dios, sólo puede hablarse de justicia «se-
to progresivo por la pendiente del egoísmo y la indiferencia. Las fra- cundum quid)), y no de justicia ((simpliciter)),ya que la desproporción es in-
finita y no se trata de una justicia de igual a igual («Non est igitur virtus jus-
gilidades y los ((pecados cotidianos)) (peccata quotidiana) indican
titiae, quae videlicet aequale reddit))).
nuestra forma de existir en esta condición humana. De ahí que siem-
pre haya que mantenerse en estado de vigilancia y conversión.
Así pues, la conversión permanente es una exigencia de la conver-
- Si la conversión es un elemento integrante de la fe, como la fe
sión primera y de la condición del ser cristiano. El proceso de des-
lo es de la conversión, siempre habrá que convertirse para no dejar
conversión para la conversión continúa toda la vida. Aunque la con-
nunca de creer. Nos convertimos a Dios creyendo. Creemos en Dios
versión primera haya sucedido en el centro de la misma persona, y
convirtiéndonos. La conversión es un elemento integrante de la fe, co-
haya transformado el mismo núcleo de nuestro ser, esto no quiere de-
mo la fe lo es de la conversión.
cir que haya logrado disolver la esclerosis de una estructura personal
- La conversión no sólo es un acto para un momento sacramental.
vieja, o eliminar la costra y los residuos de una historia personal pre-
Es también una actitud existencial, una virtud que cualifica el mismo cedente. La tarea de des-centración,de des-estructuración,para la reu-
ser y vivir cristianos. Por eso no se reduce a un espacio o un tiempo, nificación por la conversión, permanece toda la vida. La transfor-
sino que se extiende a la vida entera. mación plena y total abarca la historia personal entera. Sólo cuando
existe la actitud permanente de conversión, puede superarse la incli-
Los Padres y los teólogos llamaron a esta conversión permanente virtus
nación al mal, la tentación de idolatría, el riesgo de la propia absolu-
poenitentiae, distinguiéndola del sacramento de la penitencia, aunque impli-
cada en el mismo sacramento. Baste algún testimonio. Domingo Soto se pre- tización.. . reconociendo que no somos los jueces definitivos de no-
gunta por qué se debe vivir de modo permanente la virtud de la penitencia1', y sotros mismos y que Dios tiene la última palabra de la verdad. La
responde: Puesto que somos pecadores, la penitencia interior o conversión de- conversión permanente lleva a reconocer el puesto de Dios y el del
be durar toda la vida. En cambio, la penitencia exterior o el signo de la peni-
tencia no dura toda la vida, sino sólo lo que dura la confesión y el cumplimien- 13. Ibid., art. IX: «Utrum poenitentia possit esse continua)): «Actu impossibile est
to de la satisfacción determinado por el ministro12.Por lo mismo, la penitencia continuo, hoc est perpetuo poenitere.. . Habitu oportet hominem continuo poenitere)).
14. M. Cano, Relectio depoenitentiae sacramento, edición citada: ((Tristan ergo de
debe ser permanente como hábito o virtud, pero no puede ser permanente co-
culpa eo fine, ut compensetur ofensa, quae adversum Deum commissa est, id nos asse-
rimus exigere propriam specialemque virtutem.. . Ita tristiciam assumere, ut injuriae
l l . D. Soto, In IVSent., Art. VIII: «Utrum poenitentia debeat durare usque ad fi- Deo factae compensatio fiat, a virtute speciali oriatur necesse est, cum finis ille tam
nem vitaen. Cf. Id., Summa Th., q.84, a.7-10. specialis sit, ut pertinere ad duas virtutes nequeat, nedum ad plures. Diversa quippe for-
12. D. Soto, In IVSent., Art. VIII: ~Poenitentiamextenorem non oportet usque ad malia motiva voluntatis, diversae sunt formales rationes objecti, atque consequenter di-
finem vitae perdurare: nam confessio sufficit semel facta, et satisfactio secundum men- versos habitus et virtutes efficiunt)).
suram peccati et tempus per Ecclesiae ministmm clavium potestate definitum)). 15. Ibid., p. 540.
2 78 Reflexión teológica Conversión en la vida cristiana y en la reflexión teológica 2 79

hombre, la dependencia humana y la trascendencia divina16.Y este re- mo tiempo que necesitada de purificación constante, busca sin cesar la
conocimiento sucede y se expresa en la vida cotidiana, a través de la penitencia y la renovación.. . La segunda conversión tiene también una
((ofrenda espiritual)), y de las obras de caridad y de justicia. Es como dimensión comunitaria (CCE 1428-1429).
el estímulo permanente que nos saca de nuestra autosuficiencia o au-
tocomplacencia, nos hace conscientes de nuestra fragilidad y nos im- Aunque el texto citado se refiere también a lo que hemos llamado
pulsa hacia Dios. «conversión o penitencia permanente)), por ((conversión segunda))
Esta ((conversiónpermanente)), que por lo general responde a la si- creemos hay que entender, más propiamente, la respuesta que el bau-
tuación de ((pecados cotidianos)), encuentra también su expresión nor- tizado creyente da ante una situación de pecado «mortal», que supone
mal en las ((penitencias cotidianas)), en las buenas obras de cada día, ruptura de la comunión con Dios y con la Iglesia, en cuanto a actitud
en los actos de amor y de justicia, en la oración y el compromiso, en la y medio correspondiente para recuperar aquella orientación de la con-
celebración y sobre todo en la eucaristía, como ya indicábamos en otro versión primera y aquella gracia bautismal, y así ser acogido y reco-
lugar. nocido de nuevo en la plena comunión con Dios y con la Iglesia.

Sobre qué es la conversión «segunda» o contrición, se nos ofrecen diver-


sas definiciones de los Padres y de los teólogos. Por ejemplo, Domingo Soto
3. La conversión segunda
aprecia la definición atribuida a san Jerónimo, afirmando que «contrición es
el dolor que asumimos por los pecados cometidos, con el propósito de confe-
Después de la conversión primera, una vez recibido y asumido el sarlos y satisfacer por lo que cada uno de ellos exigen»19.El autor resume la
propio bautismo, el cristiano viene a pertenecer en plenitud a la co- definición diciendo que «es el dolor que nos imponemos por los pecados, con
munidad de los «santos» (Hch 7, 38; Ef 5, 25s). A partir de este mo- propósito de confesarlos y satisfacer por ellos)).Y la explica del siguiente mo-
mento, nunca más debiera pecar. La definitividad de la conversión do: 1) Por su sentido semántico, ya que contritio procede del verbo contero
personal y del don bautismal debería ser irreversible. Sin embargo, (cf. attero), que significa romper o rasgar algo, y metafóricamente lo aplica-
los bautizados creyentes también pecan, y no sólo con pecados de fra- mos al hombre cuando decimos que «está destrozado por su trabajo o por la
gilidad, sino también con pecados de ruptura y «de muerte)). En me- edad)). Si extendemos la metáfora al corazón, quiere decir que el pecador se
dio de la comunidad hay pecadores que contradicen de modo grave la siente ((destrozado y afligido)) por el dolor de haberlo cometido. Y este es el
sentido que también encontramos en la Escritura (cita Ex 7 y Salmo 118),
vida recibida de Dios y compartida con la comunidad. Y la Iglesia
cuando se habla de dureza de corazón o de conversión del corazónz0.2) Por el
aparece como un Corpus permixtum en el que se da el bien y el mal, significado de los mismos términos de la definición de que se parte. La con-
el trigo y la cizaña (cf. Gal 1, 6; 1 Tes 5, 14; 1 Cor 5, 11s; 2 Cor 2, trición entonces es:
5s)". ¿Cómo salir y superar esta situación? La respuesta es clara: - Un acto de voluntad por el que se detesta o rechaza del pecado, como
por la ((penitencia segunda)), por el ((segundo bautismo)), es decir, por indica su nombre contritio («sit peccatorum detestatio, ipsissimum est, quod
la ((conversión seg~nda))'~. nomine contritionis significatun)).
- Se trata de un rechazo del pecado en cuanto ofensa a Dios, que además
Esta segunda conversión es una tarea ininterrumpida para toda la Igle- implica el propósito de enmienda, confesando y satisfaciendo por el pecado
sia, que recibe en su propio seno a los pecadores y siendo santa al mis- cometido, y con la esperanza del perdón (((contritioest detestatio peccati, qua-
tenus ofensa Dei est, cum proposito emendandi vitam confitendique et satis-
16. Cf. D. Mongillo, Conversione, en Dizionario teologico interdisciplinare 1, Ro- faciendi spe veniae divinitus obtinendae))).
ma 1977.583-586.
17. Por ejemplo, J. Murphy-O'Connor, Pecado y comunidad en el Nuevo Testamen-
to, en AA.VV, El misterio delpecado y delperdón, Santander 1972,65-96; E. Cothenet, 19. D. Soto, In IVSent., dist. 17, cap. 1, p. 704: «Est ergo contritio dolor de pecca-
Sainteté de I'Eglise et péchés des chrétiens: comment le Nouveau Testament envisage-t- tis assumptus curn proposito confitendi et satisfaciendi, quae quidem per se id exigit, ut
il leurpardon?, en AA.VV, Liturgie et rémission despéchés, Roma 1975, 69-96. de singulis sit rnortalibus culpis singularis, ut ait Hieronirnus)).
18. No nos detenemos en explicar los planteamientos que al respecto se dieron en 20. Ibid., p. 71 1: «Ut durn horno irnperfecte detestatur peccatum non tanquam Dei
la Iglesia de los cuatro primeros siglos, e incluso hasta el siglo VI11 (cf. supm la segun- offensam, sed propter poenas inferni, illa detestatio, quia non sufficit erradicare pecca-
da parte de este libro). Cf. A. Frattalone, Celebrare la «metanoia» al interno della es- tum, dicatur attritio. Quando ver0 per speciale Dei auxilium perfecte dolet, ille actus, per
perienza cristiana: Rivista Liturgica 78 (1991) 555-581. quem nulla affectio cordis rnanet ad peccatum, sed omnino convellitur, dicatur contritio)).
280 Reflexión teológica Conversión en la vida cristiana y en la reflexión teoligica 281

- Este es el comienzo del proceso de conversión, de la misma manera que


- Rechazo delpecado. Este rechazo o ((detestacióndel pecado co-
el corazón es para el cuerpo el principio de vida. Por eso se habla de ((dolor de
corazón)) («quae sicut cor est corporei motus, ita et ipsa -contriti+ est om- m e t i d o ~no~es
~ un simple sentimiento de disgusto, ni se reduce a un
nium potentiarum motriz))). ((remordimiento)),ni debe confundirse con la ((culpabilidadmorbosa)),
Esta contrición puede llevar consigo un dolor o sentimiento, lo que no es ni siquiera con un ((dolor de corazón)) sensible y concreto, O con un
en si malo, pero tampoco es necesario, porque no es esencial en la virtud d l la desprecio de sí mismo.. . Todos estos aspectos, lejos de suponer una
penitencia y además porque no depende del hombre («non tamen est ad virtu- apertura y una renovación, implican una cerrazón egocéntrica que fá-
tem poenitentiae necessanum.. . tum quod etiam in via non est in potestate ho- cilmente deriva en escrupulosidad o desesperación. El verdadero re-
mini, ut semper eliciatur))). chazo del pecado es más bien un despegarse o extrañarse de la situa-
- De igual modo, la contrición puede llevar consigo la tristeza por haber ción de pecado, una ruptura del compromiso con la situación del mal,
hecho algo contra el amor de Dios, pero no es necesaria. Por eso se le llama una des-centración o des-estructuración de la propia personalidad, una
((compañera de la penitencia)) (anónimo D e vera et falsa poenitentia). Y es
liberación o desolidarización con aquello que, por oponerse funda-
que no se mide tanto lo externo cuanto lo interno, ni Dios mide tanto la dura-
ción cuanto el verdadero dolor de corazón (san Jerónimo: «Apud Deum, in- mentalmente al ideal cristiano, nos esclaviza. La Iglesia ha expresado
quit, non valet tantum temporis mensura, quam doloris))). este movimiento o actitud de diversas maneras: por la «contrición»
- Por todo ello, no tiene razón Lutero cuando afirma que la contrición ha- (porque rompe con algo que se había endurecido y cristalizado);por la
ce al hombre más hipócrita, en cuanto que funda el perdón en su ((dolor))y no «compunción» (porque supone como una punzada o desgarramiento
en la fe en la misericordia de Dios. Esta afirmación, ya condenada por el papa interior); por el ((dolordel corazón)) (porque conlleva un sufrimiento
León, desprecia lo que implica la contrición como aflicción y como acto de interno y una tristeza); por las «lágrimas» (porque son signo de recha-
humildad, o como actitud ante el amor ofendido, como aparece en la Escritu- zo y de NOpuede haber renovación de la vida o comienzo de
ra y explican los Padres, al hablar de contritio, dolor, humiZZitas cordis, com- una ((vida nueva)), si no hay rechazo de la «mala vida». El rechazo del
punctio, scissio.. .21 pecado no es la conversión total, sino más bien el aspecto negativo de
- En fin, debemos entender que la contrición verdadera implica no sólo
la conversión, necesario para que esta pueda ser verdadera.
una detestación del pecado pasado, sino también un propósito de no pecar en
- La renovación de la vida. La conversión segunda es también, y
el futuro. No se trata de un propósito virtual sino actual, pero que se proyecta
necesariamente hacia el futuro («et multo minus admittendum quod sufficiat principalmente, renovación, recreación y transformación.No se queda
propositum virtuale.. . ad contritionem spectat dolere de praeteritis cum pro- en el rechazo de algo existente, sino que tiende a la recuperación en
posito non p e ~ c a n d i ) ) ) ~ ~ . novedad de algo perdido. No mira tanto al pasado cuanto al futuro. No
es mera ((contrición)),es también metanoia que renueva o reorienta la
El concilio de Trento definía así la contrición: «Es un dolor del alma vida enteraz6.Esta reorientación, que es gracia de Dios, depende tam-
y una detestación del pecado cometido con resolución de no volver a bién de la intensidad y profundidad del acto de la voluntad, por el que,
pecar))". En todo caso, los teólogos y el magisterio enseñan que la con- al mismo tiempo que se rechaza el pecado desde el centro de la perso-
versión segunda (así llamada por comparación con la primera o bautis- na, se in-vierte y trans-pone la orientación de la libertad, renovando el
mal) constituye el mismo centro de la ((penitenciasegunda))o proceso ideal de la vida cristiana. Este es el aspecto más positivo de la conver-
penitencial (= sacramento de la penitencia), en aquello que tal peniten- sión segunda, al que está orientado el rechazo del pecado, y que cons-
cia tiene de acción o colaboración del penitente, aunque las explicacio- tituye la verdadera esencia y finalidad de la conversión. Quien vive es-
nes al respecto sean diversas (cf. el tema de la atrición y la contrición,
que después veremos). Es la conversión que reclama el sacramento de la 24. DH 1676, donde define contrición como un ((dolor del alma y una detestación
penitencia. Sus características principales son las siguientes: del pecado cometido, con propósito de no pecar en adelante)).
25. San Isidoro, Sent. 11, 12, 1 , define así la compunctio: «Compunctio cordis est
humilitas mentis cum lacrymis, exoriens de recordatione peccati et timore iudicii)). Cf.
21. Ibid., p. 7 1 1-7 12. Y concluye (p. 713): ((Indubie ergo detestatio poenitentiae un examen de estas expresiones en D. Borobio, La doctrina penitencial en el «Liber
est, nollem pecasse si esset possibiIe, et quia homo videt esse impossibile, contristatur,
Orationum Psalmogmphus» de la liturgia hispánica, Bilbao 1975.
et moestus fit de Dei ofensa)). 26. El Ordopoenitentiae, 6a, recoge estos dos aspectos de la conversión. Después
22. Ibid., p. 713. de recordar la definición de Trento, continua: ((Solamentepodemos llegar al Reino de
23. DH 1676; cf. CCE 1451. Cristo a través de la metanoia, es decir, de aquel intimo cambio de todo el hombre...N.
282 Reflexión teológica Conversión en la vida cristiana y en la reflexión teológica 283

ta conversión renueva su fe y su bautismo, su ser de Dios y de la Igle- versión ante la Iglesia y esta puede reconocer su autenticidad para la
sia, su vocación y su misión cristianas. reconciliación. En el caso de pecado mortal, la Iglesia exige que este
- La alteridad cristiana. La conversión, como la penitencia en ge- signo sea la confesión oral o reconocimiento personal del pecado, co-
neral, no es un acto solitario, sino un acto referido y dependiente. En mo la forma válida para el reconocimiento eclesial de la autenticidad
primer lugar, la conversión está referida a Dios, como el Otro princi- de la conversión. Por eso afirmaban insistentemente los teólogos, con-
pal del que depende, porque es gracia del mismo Dios, iniciativa de su tra la opinión de Lutero, que la contrición implica necesariamente su
bondad, obra de su misericordia. De él depende la llamada y nuestra manifestación en los signos externos de las palabras (confesión) y de
respuesta, el ((querer y el poder»*'. Porque él nos convierte, podemos las obras (satisfacción). Pues el que se valore estos actos no quiere de-
convertirnos; porque se vuelve a nosotros, podemos volvemos a él (cf. cir que se quite importancia a la virtud divina que actúa internamen-
Jr 15, 19; 3 1, 18; Mal 3,7; 1 Cor 4,7; Jn 15, 15). La conversión es to- te, ya que en cuanto sacramentos, requieren una manifestación exter-
da de Dios, porque él la inicia y de él depende; y es toda del hombre, naZq.Y el que la penitencia sea una virtud permanente, en absoluto se
porque a él solo le corresponde convertirse. La conversión supone un opone a que en situación de pecado mortal requiera un signo manifes-
doble movimiento, en el que hay que subrayar la prioridad absoluta de tativo especial. Igualmente, el que los tres actos sean partes del sacra-
la llamada de Dios y la necesidad del ((sí» de la respuesta libre del mento no quiere decir que no se atribuya a la contrición la máxima im-
hombre al proceso de conversión por Dios iniciado28.Nos convertimos portancia, reconociendo que ella misma exige una manifestación por
desde Dios (iniciativa), por Dios (gratuidad) y para Dios (fin). Pero, las palabras (confesión) y las obras (satisfac~ión)~~. Por tanto, la con-
en segundo lugar, la conversión también está referida a la Iglesia, cual trición, aunque no sea por sí misma signo sensible, lo exige e implica
((otro))social que acoge, anima y colabora en el proceso de retorno y en su misma esencia. En cualquier caso, la manifestación extema es
renovación de la vida, a través de la predicación, la oración, la caridad un elemento constitutivo de la misma verdad de la conversión.
y la solicitud maternal, la palabra y el ejemplo del hermano, la correc-
ción y el perdón dado o recibido.. . No en vano se afirma que la Igle-
sia ha sido constituida en ((instrumentode conversión y absolución del 4 . El misterio y la praxis de la conversión
penitente)) (OP 8). También en este caso podemos decir que nos con-
vertimos en la Iglesia (pertenencia), por la Iglesia (mediación) y para La conversión es a la vez una realidad verificable e interior, con-
la Iglesia (comunión). creta y misteriosa. Por mucho que pueda explicarse y manifestarse,
- Manifestación externa. A la esencia de la conversión pertenece siempre topamos con una zona de misterio que escapa al control y a la
su manifestación o expresión externa. La conversión acontece en el in- racionalidad. Las numerosas preguntas que suscita son prueba de ello.
terior del hombre, pero no puede quedar encerrada en la interioridad. i,Cuándo podemos saber que se da la conversión y que esta es sincera?
Necesita expresarse para ser plenamente humana (el hombre, al ser-en- i,En qué medida es captable el misterio de la conversión y cómo se ve-
un-cuerpo, sólo puede realizarse a través de la manifestación corporal) rifica su autenticidad por los signos? ¿Qué relación existe entre la con-
y para ser verdaderamente cristiana (al ser miembros de la Iglesia, rea- versión interna y su externa manifestación, entre el deseo de conver-
lidad espiritual y social, la conversión también debe manifestarse ecle- sión y su verdad? ¿Por qué, si Dios da la gracia de la conversión, se
sialmente). Esta manifestación de que hablamos se realiza de dos for- resiste tanto el hombre y no hay más convertidos? ¿A qué tanta exi-
mas o a un doble nivel: en primer lugar, por medio de las obras de
justicia y caridad (((frutosde conversión)),Mt 3, 8), por las que se ve- 29. D. Soto, In IVSent., dist. 17, cap. 1, p. 707: ((Contritio est in corde, confessio in
rifica la verdad de la conversión en la vida; y en segundo lugar, por ore. satisfactio in opere, quorum ideo primum ad interiorem pertinet poenitentiam, et
medio de signos eclesiales, por los que el penitente manifiesta su con- duo dumtaxat ad exteriorem.. . Respondetur quod quamvis contritio, quantum ad essen-
lium sit in corde, tamen quatenus propositum continet confitendi et satisfaciendi, ad ex-
27. Recuérdense las controversias que ya surgen entre los pelagianistas y san icriorem pertinet poenitentiam)).
Anustin. así como las declaraciones del concilio de Cartago (DH 225-230) y las del con- 30. Ibid.: La contrición es dolor y detestación de los pecados. Pero «quia peccatum
iioii tollitur nisi per propositum confessionis et satisfactionis, in sua essentia includit
cilio de Orange (DH 373-397).
idcm propositum confitendi et satisfaciendi. Et ideo tres sunt partes habentes diversas
28. Cf. H. Fries, Teología de la conversión, en G. Giraldi (ed.), El ateísmo con-
temporáneo IY Roma 1972,432-434. rnliones, inter quas contritio est aliarum initium)).
284 Reflexión teológica

gencia de conversión, si el hombre parece incapaz de llegar a la meta 3


de la conversión? La conversión es una realidad cuyo misterio puede
estudiarse tanto desde la psicología como desde la teología. La prime-
LA CONVERSI~NSEGUNDA COMO PROCESO
ra estudiará los mecanismos internos de conversión, la intensidad de Y ACTO EFICAZ PARA EL PERDÓN
los motivos que la impulsan, la verdad del compromiso de la libertad.
La otra se centrará más en la interrelación del doble movimiento.de
llamada y respuesta, en su misterio de gracia y en su exigencia de co-
laboración. Pero ni en un caso ni en otro puede llegarse a un análisis
pleno ni a un «diagnóstico» exhaustivo. Su misterio es el misterio del
mismo hombre y de su encuentro con Dios. Convertirse no es saber o
controlar la conversión, sino confiar y querer ser un convertido since-
ramente. Aquel que quiere convertirse desde el fondo de su corazón,
ya se ha convertido. El cuándo y el cómo, el más o el menos, escapa a 1. Atrición y contrición, o elproceso hacia la conversiónplena y eficaz
la capacidad humana de medir el misterio. Y la misión de la Iglesia no
es tanto medir, controlar, calibrar la conversión del penitente, sino La conversión «segunda», cuando es sincera y perfecta, supone
apoyarla y autentificarla, a través de sus propios medios. una rectificación y reorientación total de la voluntad in instanti. Pero
Una cosa es cierta, sin embargo: la conversión no es ideología ni teo- este «instante» es difícilmente perceptible y medible para el hombre.
ría. Es cambio interno externamente manifestado. Las obras y signos Sólo por los signos podemos venir a una cierta verificación y certeza.
externos de conversión son la verificación ética y eclesial de su auten- En cambio, sí estamos seguros de que, así como el pecado mortal tie-
ticidad. Por eso mismo, cabe hablar tanto de pedagogía de conversión ne su historia, también la conversión tiene su historia más o menos
(medios apropiados para suscitarla, animarla y realizarla de modo larga, más o menos consciente, y supone un proceso personal y social
adecuado a las diversas situaciones), como de praxis de la conversión tejido sobre la historicidad de la propia existencia. La rectificación de
(conducir una vida de auténticos convertidos, en trance de conversión la voluntad suele recorrer varias etapas antes de llegar a la conversión
permanente). Una y otra cosa deben realizarse teniendo en cuenta estos auténtica y eficaz.
elementos: la sensibilidad del hombre en una sociedad tecnificada y se- Teólogos y psicólogos hacen depender dicha conversión de la per-
cularizada, pero también abatido por los problemas de inseguridad e in- fección del motivo o de la intensidad del arrepentimiento. La dificul-
satisfacción; las formas con que hoy tiende el ser humano a expresar su tad consiste en determinar cuándo se da esta perfección y esta inten-
experiencia y su voluntad de conversión. Respecto a lo primero, cabe sidad que llevan al rechazo total del pecado y a la renovación de la
decir que el hombre, hoy como ayer, vive las situaciones límite, expe- vida. Es decir, que suponen una reorientación plena y eficaz de la li-
rimenta su no-totalidad, su no-inocencia, su no-justicia, su necesidad de bertad en la línea de la realización de la vocación cristiana y el cum-
paz y humanidad, y esto es punto de partida para un abrirse al misterio plimiento de la voluntad de Dios.
de su propia existencia, en cuanto abierto al otro absoluto y trascen- En la historia de la reflexión teológica sobre el sacramento de la
dente: actualizar estas experiencias será el camino para suscitar la con- penitencia se elaboraron y discutieron dos expresiones correlaciona-
versión. En cuanto a lo segundo (formas de expresar la conversión), das: atrición y contrición, las cuales, a nuestro juicio, no fueron sino
hay que valorar no sólo la diversidad y complementariedad de formas un intento de explicar el proceso hacia la conversión plena, y la rela-
penitenciales-sacramentales, sino también la riqueza de formas que ción de esta conversión eficaz y perdonadora con su necesaria mani-
presta la vida, desde la contemplación de lo bello (por ejemplo, arte, festación externa. Sin detenemos en las numerosas discusiones de es-
naturaleza), hasta la admiración de lo ejemplar (testimonios que inte- cuela al respecto1,proponemos una síntesis reinterpretativa.
rrogan, estimulan, revierten hacia la propia vida); en un compromiso
social o político, que impulse la transformación de estructuras opreso- 1 . Cf. al respecto P. Anciaux, La théologie du sacrement de Iapénitence au XIIsie-
ras, de situaciones injustas, de deshumanización y de alienación. cle, Louvain-Gembloux 1949.5 1 S S .
286 Reflexión teológica La conversión segunda como proceso y acto eficaz 28 7

2. Explicaciones históricas de atrición y contrición pentimiento imperfecto, no resulta suficiente para la justificación, en
razón de su deficiencia de motivos. Desde Guillermo de Augvernia
Con estas dos expresiones quiere indicarse lo siguiente: 1) la atri- (1248) aparece como comúnmente aceptada la distinción entre «con-
ción es una contrición o dolor de los pecados insuficiente, aunque váli- trición))y «atrición». La diferencia entre ambas se basa más que en la
do; se trata de un verdadero arrepentimiento,aunque imperfecto, y por diversidad de motivos, en la diversidad de la eficacia psicológica y
tanto no suficiente para el perdón; 2) la contrición es un arrepenti- teológica en orden a la justificación. La configuración de dos escuelas
miento pleno, total y suficiente, que conlleva el perdón de los pecados. explicando de forma diferente la relación de la contrición con la abso-
La raíz diferenciante de una y otra suelen encontrarla los autores en lución (cf. infra) determinará la reflexión posterior al respecto: mien-
el motivo o en el objeto, que mientras en la atrición suele ser el miedo tras los tomistas defienden un único camino de justificación, que une
o el temor al castigo, en la contrición es el dolor del pecado en cuanto contrición y absolución sacramental (sacramento), los escotistas de-
ofensa a Dios y el amor a Dios. fenderán dos caminos de justificación, separando la contrición de la
Una vez definidos estos conceptos, veamos las distintas etapas de atrición-sacramento.
su elaboración y clarificación: - Durante los siglos XIV-XVI, la discusión entre teólogos de las

- En los primeros siglos no se plantea el problema del mínimo su- diferentes escuelas se centrará en las cualidades que debe presentar el
ficiente para el perdón. Los Padres no ignoran ciertamente que la in- arrepentimiento suficiente para la justificación, sea en el sacramento
tensidad de la conversión puede ser diferente, y que la penitencia se o fuera de él. El motivo de la detestación del pecado viene a jugar un
mide no tanto por el tiempo o duración cuanto por la intensidad del papel decisivo en determinar la suficiencia o no del arrepentimiento.
dolor (((nontam mensura temporis quam doloris»). Pero sus expresio-
nes (conversio, compunctio, contritio, dolor, adhaesio.. .) muestran Los teólogos hispanos, en especial los de la llamada Escuela de Salaman-
una complementariedad de aspectos necesaria. Lo importante para ca, se inclinarán más bien hacia una postura «contricionista moderada)) (en
ocasiones «atricionista»), mientras los teólogos de la Sorbona y Lovaina serán
ellos es la conversión manifestada en obras (actio poenitentiae) y no más bien «contricionistas». Veamos algunas opiniones al respecto: Francisco
tanto el ((motivo))de la conversión. Conversión interna y manifesta- de Vitoria se manifiesta más bien contricionista, pero quiere evitar el radica-
ción externa se complementan en la misma praxis penitencial. lismo de algunos autores como Cayetano (((mirabilem opinionem))), el cual
- A partir del siglo X se plantea el conflicto de la relación entre la defiende que, para recibir la gracia en el sacramento, se requiere un perfecto
penitencia interna (conversión que perdona pecado) y penitencia exter- dolor de los pecados, junto a un perfecto propósito de amar a Dios y evitar pe-
na (actos externos del penitente y absolución): ¿qué sentido tiene im- car en el futuro, pues de lo contrario no se puede tener evidencia de que esté
poner la penitencia, obligar a confesarse y recibir la absolución, si Dios en gracia. Por el contrario, la mayoría de los doctores, junto con santo Tomás,
ya nos ha perdonado por la contrición? De los tres actos del penitente, sostienen que, desde el momento en que uno hace todo lo que está de su par-
te, ya puede considerar que se encuentra en gracia. Lo contrario seria ir contra
el más importante es la conversión, en la que se decide el perdón. En-
la Escritura, la cual nos habla de que Dios no desprecia un corazón contrito y
tonces, ¿para qué la confesión y satisfacción? Las respuestas suelen ser humillado (Sal 50), o de que Dios se convierte al pecador cuando este se con-
diversas, aunque el razonamiento más común es el siguiente: lo exige vierte a Él (Profetas); o bien de que, cuando alguien le ama, Dios mismo le
la misma conversión, la cual debe manifestarse externamente, ya que la amará y vendrá a hacer morada en El (Jn 14). Y concluye que no está escrito
Iglesia sólo puede juzgar de los actos externos, y sin ello no sería posi- en la Ley (de la Escritura) que un penitente carezca de la gracia cuando hace
ble dar absolución.. . En conjunto, se destacan dos tendencias: 1) la se- todo lo que está de su parte («et dico quod non stat de lege quod taliter poe-
guida por Abelardo, que, según una concepción voluntarista, acentúa la nitens careat gratia cum faciat totum quod in se est»). Y esto no significa que
importancia y eficacia de la contrición y minusvalora los otros actos tenga evidencia de hallarse en gracia, de la misma manera que no se puede te-
del penitente; 2) la defendida por Hugo de San Victor, que insiste en la ner evidencia de que tengo el máximo dolor de mis pecados y el máximo pro-
pósito de no volver a cometerlos. Pero sí podemos tener certeza de que quien
importancia y complementariedad de los tres actos del penitente. Pero
así se duele de haber pecado ya está en gracia2. Como puede apreciarse, Vito-
todavía no aparece la distinción entre atrición y contrición.
- Haciafinales del siglo XII aparece el término ((atrición))en los
2. F. de Vitoria, Summa sacmmentorum Ecclesiae, n. 120, Valladolid 1560,99- 100:
tratados teológicos del sacramento de la penitencia. Por ser un arre- «Non enim ego possum habere evidentiam quod doleo de peccato super ornnia, ve1 quod
288 Reflexión teológica La conversión segunda como proceso y acto eficaz 289

ria, además de mostrarse abierto y dialogante con otros planteamientos, pare- - Desde el efecto, la contrición por su misma naturaleza e s aceptada
c e abrir una puerta a la postura atricionista'. por Dios; mientras que la atrición no e s suficiente para constituir al
Domingo Soto, por su parte, es más claramente «atricionista». Este autor hombre en gracia de Dios.
desea responder a las siguientes dos cuestiones: 1) cuál y cuánta es la diferen- - La contrición es un acto informado por la gracia y la caridad; en

cia entre atrición y contrición; 2) si el mismo acto por el que e s atrición pue- cambio la atrición es un acto informe.
de convertirse e n contrición4. Después d e recordar las diferencias que al res-
pecto proponen santo Tomás y Cayetano, nos propone las cinco diferencias En una palabra, la atrición no e s una disposición próxima a la gracia, pues
que, según él, se dan entre contrición y atrición5: esta disposición ya requiere un auxilio especial. N o puede haber ninguna dis-
posición última a la gracia que no suponga ya la infusión de la misma gracia6.
- Desde el objeto mismo del arrepentimiento, la contrición es un dolor Asimismo, tampoco se puede entender que la sola atrición sea suficiente para
por la ofensa a Dios; la atrición es un dolor por temor al infierno o a la gracia, sin el sacramento, pues se trata de un dolor por temor a las penas del
otros males temporales. infierno, que no conlleva la verdadera conversión a Dios, lo que sí sucede
- Desde la causa, la contrición nace por temor filial; en cambio la atri- cuando se trata de la contrición, que es movida por la gracia y conlleva la gra-
ción nace por temor servil al castigo. cia. Soto defiende que para aclarar el tema es preciso distinguir dos tipos de
- La contrición supone la gracia y no puede convivir con el pecado; en
contnción y otros dos de atrición:
cambio la atrición puede nacer de las fuerzas naturales, ya que no es la
última disposición a la gracia, y puede convivir con el pecado. - La contrición que procede intrínsecamente del objeto en cuanto do-
lor por la ofensa a Dios, y la contrición que implica un dolor del peca-
do en cuanto informado por la gracia.
proponam perfecte cavere in futurum. Habemus igitur pro certoquod qui sic dolet habe-
- Del mismo modo, la atrición que procede intrínsecamente del obje-
bit gratiam)).
3. Cf. la interpretación que del tema hace F. A. García, La atrición en Vitoria y su to y que supone un dolor por el pecado, aunque no como ofensa a Dios,
Escuela: La ciencia Tomista LXXII (1947) 64-94, aquí 68, donde afirma: «Los textos de y la atrición que procede extrínsecamente del objeto y que supone un
Vitoria nos obligan a decir que es contricionista; pero su conticionismo no es ya el con- dolor por el pecado, pero no informado por la gracia.
tricionismo rígido de los siglos XII-XIII, ni el de san Antonio de Florencia ni el de Biel. A esta doble distinción responde con una doble conclusión:
Avanzó hacia el atricionismo.. . y dio un paso más hacia el atricionismoal defender que - La atrición no puede venir a ser contrición, porque intrínsecamente
«si alguno, después de un examen razonable, cree de buena fe estar suficientemente
arrepentido, entonces, aunque se equivoque, consigue sin duda alguna el perdón de los su objeto e s diferente: el pecado, pero unido al temor. Su especie difie-
pecados por el sacramento de la penitencia))(Depotestate Ecclesiae, Ic, n. 10). re intrínsecamente de la contnción. Además, la atrición procede de las
4. D. Soto, In IV Sent., Art. V, p. 723: ((Utrumattritio sic a contritione differat ut fuerzas o reacción naturales, mientras la contrición procede de la virtud
fieri nequeat contritio)).Y añade: ((Quaestionepraesenti duo exploranda proponuntur. infusa.
Primum, qualis quantaque sit inter attritionem et contritionem differentia. Secundum, - La atrición, que tiene lo dicho por objeto, puede venir a ser extrín-
utrum idem actus, qui modo est attritio fieri possit contritio)).Sobre todo esto, cf. V. secamente contrición cuando alguien accede al sacramento pensando
Heynck, Untersuchungen über die Reuelehre der tridentinischen Zeit. 111: Der Konzils-
theologe Dominicus Soto über den Unterschied von attritio und contritio: Franziskani- que está contrito y entonces recibe por el mismo sacramento la gracia,
sche Studien 30 (1943) 53-73. que informa la atrición de modo que extrínsecamente viene a ser con-
5. Sobre este punto ya había tratado en su De natura et gratia, c. XlX Lugduni trición'. Algunos opinan que e n virtud del sacramento puede cambiar-
1581,98-100: ((Dedifferentia inter attritionem et contritionem». Allí afirmaba que atri- se el mismo objeto de la atrición, pasando a ser d e dolor por el peca-
ción y contrición difieren por su misma naturaleza, por su objeto y también por si están do a dolor por la ofensa a Dios. Por lo cual, seria mejor decir no que la
informadas o no por la gracia, y no sólo por su efecto: ((Diffemntergo natura sua, con-
atrición viene a ser contrición, sino que el hombre atrito puede venir a
tritio et attritio ex eius obiecto diverso. Sed tamen est praeterea adnotandum, quod utra-
que elici ab homine potest, ve1 ex viribus naturalibus cum auxilio naturali Dei, ve1 ex
singulari eius succursu. Enimvero non solum naturaliter potest quispiarn moestitia affi- 6 . Ibid.. 724: ((Neutiquamesse potest ultima dispositio ad gratiam, quin simul eo-
ci, quod supplicia fuerit peccando commeritus, sed potest etiam naturaliter poenitere, dem tempore gratia infundatur.. .Ultima enim dispositio ad gratiam est instrumentum
quod Deum offenderit.. . Huiusmodi autem poenitentiae actus naturales, quamvis ratio- Dei ad illam producendam: posito autem instrumento Dei, statim ponitur gratia, ut pa-
ne obiecti sit contritio, non tamen est sufficiens dispositio ad gratiam, sed potest esse in tet in sacrarnentis».
eo qui est in peccato. Saltem ubi adest ignorantia aliqua vincibilis.. . Ex his oritur se- 7. Ibid., 726: ((Secundaconclusio. Attritio, quae id habet ex obiecto potest fieri ex-
cunda distinctio inter hos actus extrinseca, ratione gratiae. Ut omnis dolor peccatorum, trinsece contritio, ut dum quis ad sacramentum accedit attritus putans se esse contitum,
sive attritio sive contritio, ex parte obiecti, qui est absque gratia, dicitur hoc modo attri- tunc per sacramentum suscipit gratiam, per quam eadem attritio informata dicitur ex-
tio, et omnis dolor ille etiam qui est attritio ex parte obiecti, ubi informatur gratia. dici- trinsece contritio. Sunt qui dicant, virtute sacramenti illam attritionem mutare obiectum,
tur hoc modo contritio)). ut fiat peccati, quatenus est ofensa)).
Reflexión teológica La conversión segunda como proceso y acto eficaz 291

ser contrito en el sacramento (((quapropter significantius diceretur ho- Pues cuando alguien, teniendo sólo algún tipo de atrición, cree que ha puesto
minem ex attrito fieri contritum, quam detestationem ex attritione fie- de su parte lo necesario para sentir verdadera contrición e, ignorando de mo-
ri c~ntritionem))~). do invencible que su disposición no es suficiente, se acerca al sacramento. En
este caso el sacramento produce su efecto, puesto que en el sujeto no existe
En cuanto a Melchor Cano, también se muestra claramente atricionista. óbice. Esto es lo que hace que de hecho en todos los sacramentos la atrición
Este autor no acepta sin más el atricionismo, pero reconoce que el atrito pue- venga a ser contrici~n'~.
de venir a ser contrito en el sacramento: ((Ex attrito fit contritus))'. Si el peca-
dor accede al sacramento con una atrición muy imperfecta, de modo que «ex - Los Reformadores negarán el valor de l a contrición y de la atri-
attrito non fit contritus)), entonces recibe irreverentemente el sacramento y tie- ción como actos meritorios del penitente para el perdón. Lutero consi-
ne que repetirlolo, por una simple razón: porque si no existe una disposición
deraba imposible para el hombre pecador la contrición perfecta, y re-
adecuada, Dios no le perdona en el cielo, y por lo mismo tampoco puede ab-
chazaba como hipócrita la contrición imperfecta o atrición, por el hecho
solverlo el sacerdote (((quia illa non sunt a Deo remissa peccata, ergo non est
absolutus a sacerdote))). El sacerdote no puede perdonar lo que Dios mismo
de nacer del a m o r a si mismo. Para oponerse a esta doctrina, e l conci-
no perdona". Se requiere al menos un cierto rechazo del pecado y un dolor l i o de Trento quiso enseñar l a legitimidad y el valor tanto de la contri-
((suficiente)) («si nullam displicentiam ergo non est vera confessio, sed simu- ción perfecta como de l a atriciónL4.La contrición, dice, es u n dolor
lata enuntiatio peccati: sin habet aliquam, erit attritio))). El problema es: ~ c ó - verdadero y saludable que prepara a l a gracia. E n cuanto a la atrición,
mo conocer que existe un dolor suficiente? En realidad, nadie puede conocer- afirma que, lejos de hacer al hombre más hipócrita y pecador, es un
lo con absoluta certeza. Por eso cree que hay que distinguir dos formas de d o n de Dios q u e ayuda y conduce a l a justicia, y aunque e n si misma
perdón de los pecados: la que comporta la justificación y el efecto del perdón n o lleva a l a justificación sin el sacramento, dispone a ellaI5. Trento
de los pecados, y por tanto confiere la gracia, y la que puede calificarse de evita expresamente tomar partido por u n a de las dos escuelas. Sus
«perdón judicial)), porque contiene la sentencia, por cuya virtud alguien pue-
afirmaciones caben tanto dentro de l a doctrina tomista como de la es-
de ser absuelto de sus pecados en un juicio que en sí es remisivo, lo que no
cotista. L a atención recae, sin embargo, e n el motivo: mientras la atri-
significa que en él el sacerdote siempre perdone los pecados. Una cosa es la
ción está inspirada por la fealdad del pecado o el temor al infierno y a
realización del rito externo con su fuerza interna, y otra que el sujeto presen-
te la disposición adecuada para la justificación y santificación interna". Pero los castigos, l a contrición está movida por la caridad perfecta.
se pregunta: ¿cuándo podemos saber que alguien «ex attrito fit contritus))? - D e s p u é s de Trento, los teólogos se esfuerzan p o r precisar más
las cualidades requeridas para el arrepentimiento «imperfecto», e n
8. Ibid. cuanto disposición válida para e l sacramento. La imprecisión explí-
9. M. Cano, Relectio depoenitentiaesacramento, en Melchoris Cani Opera, Ma- cita de Trento será motivo de querellas interminables entre «contri-
driti 1760,608: «Colligitur postremo quod si quis habeat attritionem, ex qua virtute sa- cionistasn y «atricionistas». El problema llegó a desvirtuarse e n medio
cramenti attritus fiat contritus, gratiam scilicet consequendo, ejus confessio non est re-
sumenda: suscipit enim verum poenitentiae sacramentum gratiamque ad remissionem de distinciones q u e quizás olvidaban l o fundamental de l a conversión.
peccatomm per absolutionem sacramentalem». Dichas discusiones, q u e abocan a callejones sin salida o a pseudo-
10. Ibid., 609: «Alterum quoque verti in quaestionem potest: an cum quis attritio- problemas, han sido abandonadas por l a teología actual. El catricio-
nem habuit tam imperfectam, ut virtute sacramenti non fiat ex attrito contritus, quin po-
tius sacrilegus fit in eo, quod irreverenter suscipit poenitentiae sacramentum, an hujus nismo» respondía más a la limitación del h o m b r e para llegar a u n a
confessio sit iterandan. contrición perfecta, pero dio también lugar a u n a concepción y praxis
1 l. Ibid., 4 10. Aunque el sacerdote añada: «Yo te absuelvo en la medida en que de extrinsecista del sacramento, cual rito q u e suplía desde el exterior las
mi depende)),no absuelve realmente, porque el pecador se opone a la absolución: «Quia
licet ex parte sua confesor vere conetur absolvere; non tamen ideo vere absolvit, cum
poenitens impedimentum objiciat absolutioni. Quamlibet enim quis januam nitatur ape- 13. Ibid., 612: «Et si quaeras quando ex attrito fiat contritus virtute sacramenti,
rire, non tamen vere aperit, si qui intus est, obicem ponatn. responde0 id primum evenire. quocumque attritionis genere homo sit attritus, si existi-
12. Ibid., 61 1: «Sic ergo sacerdos absolvens fictum, verum absolutionem sacra- mat se praestitisse quod necessarium erat, ignoratque invencibiliter, se non habere suf-
mentum impendit et, quantum in se est, veram formam apponit, cujus effectus tunc qui- ficientem dispositionem, quia is non ponit obicem, sed bona fide accedit ad sacramen-
dem impeditur per dispositionemrecipientis. Nec sensus formae sacramentalisest: Ego tum: sacramentum autem in non ponente obicem suum semper habet effectum. Quo fit
te absolvo, id est, do absolutionem, quae nunc effectum suum habeat remissionis pec- ut ornnia sacramenta ex hujusmodi attritio conbitum faciant)).
catorum; sed sensus est: Ego judicialem absolutionem impendo, quae vi sua potens sit 14. DH 1676-1678 y 1705.
te absolvere. si tu velis fmctum ejus obtinere)). 15. DH 1705 y 1678.
292 Reflexión teológica 293
La conversibn segunda como proceso y acto eficaz

deficiencias del arrepentimiento personal. Igualmente pudo condu-


Pues ni el sacramento (absolución) puede convertirse en una suplencia
cir, más que a una búsqueda del «máximo», a una preocupación por
automática de la actitud personal requerida, ni su recepción asegura
los «mínimos»; y, más que a una complementariedad de elementos, a
automáticamente el paso de la atrición a la contrición («ex atrito fit
una separación de los mismos, con una excesiva preocupación abso-
contritus*). Esta concepción, si bien reconoce la limitación del peca-
lucionista.
dor para llegar a la contrición perfecta y pone el acento en la miseri-
- El Vaticano II no emplea en ningún momento los términos «atn-
cordia de Dios expresada por la absolución, también puede llevar a re-
ción-contrición)) como expresiones indicativas del proceso de conver-
ducir el sacramento a algo mágico y cosista. Es preciso entender la
sión. El mismo Ritual de la penitencia tampoco emplea tales términos.
En cambio, el Catecismo vuelve a hablar de ((contrición perfecta)) y de atrición como un.requisito, como una pre-disposición, como una pre-
contnción, como un momento del proceso o la historia de la conver-
«atrición»:
sión y hacia la conversión verdadera, requerida pero no suplida por el
Cuando brota del amor de Dios amado sobre todas las cosas, la contn- sacramento de la penitencia, aunque sin negar la posibilidad de que es-
ción se Ilama «contriciónperfecta))(contrición de caridad). Semejante ta conversión sea suscitada y alimentada por la misma celebración del
contrición perdona las faltas veniales; obtiene también el perdón de los sacramento.
pecados mortales si comprende la firme resolución de recurrir tan Lo definitivo en la contrición es la reorientación eficaz de la vo-
pronto como sea posible a la confesión sacramental (cf. C. de Trento: luntad, por la que el pecador se aparta del pecado y se vuelve a Dios,
DH 1677). transforma su actitud y su ser dejando de in-sistir en el pecado para
La contrición llamada ((imperfecta))(o ((atrición)))es también un don comenzar a ex-istir en Dios. La perfección de la contrición se sitúa en
de Dios, un impulso del Espíritu santo. Nace de la consideración de la la profundidad del espíritu, en donde se decide el proyecto funda-
fealdad del pecado o del temor de la condenación eterna y de las demás mental de la libertad. Se trata, en el sentido pleno de la palabra, de
penas con que es amenazado el pecador. Tal conmoción de la concien- una conversión de corazón, de una reorientación efectiva de la liber-
cia puede ser el comienzo de una una evolución interior que culmina,
tad, movidos ciertamente por la gracia de Dios. Pero todo esto supo-
bajo la acción de la gracia, en la absolución sacramental. Sin embargo,
por sí misma la contrición no alcanza el perdón de los pecados graves, ne una historia más o menos larga, más o menos consciente, que pue-
pero dispone a obtenerlo en el sacramento de la penitencia (cf. C. de de revestir formas diferentes, y en la que la relación entre motivación
Trento: DH 1678, 1705) (CCE 1452-1453). y acto libre no se puede determinar de una manera absoluta. Y en es-
ta historia la atrición no es más que un momento más o menos defi-
Como puede apreciarse, el Catecismo recoge la doctrina tradicional, nido del proceso dinámico hacia la contrición. La contrición o con-
sin afiliarse a una tendencia, aunque acentuando la conversión y reco- versión verdadera es insustituible para la justificación fuera o dentro
nociendo que la atrición ((puede ser el comienzo de una evolución inte- del sacramento.
rior» que culmina en la contnción y dispone a celebrar el sacramentoL6.

4. Conversión,justzjicación y sacramento: dos opiniones clásicas


3. Necesidad de una contrición o conversión verdadera
Según lo dicho, la conversión verdadera o contrición, o al menos el
La «atrición» puede ser considerada como una actitud válida en el deseo sincero de esta contrición, se requiere para una auténtica cele-
proceso hacia la conversión verdadera, pero no como una actitud su- bración del sacramento. Ahora bien, ¿cómo obra esta conversión, que
ficiente para la justificación, aunque sí para comenzar o evolucionar es también en sí misma gracia de Dios, respecto a la reconciliación y
en el proceso que conduce hacia la celebración del sacramento pleno. el perdón? Si realmente perdona los pecados y es justificante, ¿por
qué es necesario confesar los pecados? ¿Cuál es la relación que existe
16. Sobre las diferencias entre el Ritual y el Catecismo al respecto. cf. E. Mazza, Il entre conversión y sacramento? ¿Cuál es en este caso la función de la
sacramento deliapenitenza. Un confronto h.a il Catecismo de la Chiesa catolica e il Ri- absolución? ¿Pueden distinguirse dos caminos de perdón o deben
to de lapenitenza: Rivista Liturgica 81 (1994) 782-797.
unirse en una misma dinámica reconciliadora? Cuestiones como estas
294 Reflexión teologica La conversión segunda comoproceso y acto &caz 295

son las que, ayer como hoy, se plantean los teólogos y los fieles. Vea- sentido toda conversión es sacramental, lo mismo que todo sacramen-
mos cuáles son las vías de respuesta. to (de la penitencia) es «conversivo». No hay, por tanto, dos caminos
- Los tomistas, al defender que los actos del penitente (sobre to-
de justificación, sino uno, ya que los diversos elementos se orientan
do la contrición como acto principal) son como la «materia» del sa- entre si dinámicamente y necesariamente.
cramento, y que la absolución es la «forma» del mismo, tendían a in- - Los escotistas, por su parte (Buenaventura, Escoto.. .), entien-
sistir en la unidad de ambos elementos. Lo personal y lo eclesial, lo den el sacramento no como la combinación entre los actos del peni-
subjetivo y lo objetivo, los actos del penitente y el poder de las llaves tente (cuasi materia) y la absolución del sacerdote (forma), sino sólo
del ministro, no son separables. Si la contrición resulta necesaria como como la absolución dada por la Iglesia a través del ministro.
disposición subjetiva, la absolución lo es también como manifestación Según esto, distinguen dos caminos para la justificación, indepen-
del perdón no sólo de la pena, sino también de la culpa. El poder de dientes entre sí: 1) uno extrasacramental o de la ((contriciónperfecta))
perdonar procede ciertamente de Dios, pero el ministro que da la ab- (Ilamada tambien attritio maior), y que es más difícil, porque difícil-
solución es necesario en cuanto servicio que re-presenta eficazmente mente puede verificarse y controlarse; 2) y otro sacramental o de la
dicho poder. El hombre no puede dar la gracia, sino el sacramento de ((atrición))(Ilamada attritio minor), unida a la absolución, que es el ca-
la gracia, por el que se perdonan los pecados. Santo Tomás y los to- mino más fácil, por ser más verificable a través del signo eclesial de la
mistas sintetizan en un único dinamismo los actos del penitente y la absolución.
intervención del ministro. El lazo de unión entre contrición y remisión Por tanto, para los escotistas, la «atrición» o contrición imperfecta
de los pecados, entre confesión y absolución es la intencionalidad o el es una disposición suficiente no sólo para acercarse al sacramento, si-
votum de recibir el sacramento. Esto es lo que permite la anticipación no también para quedar justificados por el mismo, aunque no se haya
del perdón al signo de la reconciliación en y por la Iglesia (celebra- pasado de atrito a contrito. Las consecuencias de esta concepción ya
ción). Además, esto permite mostrar que la gracia no está unida de han sido antes señaladas. Además de que se admiten dos caminos de
modo mágico al signo. La intervención de la Iglesia pertenece al or- justificación, no se relacionan debidamente los actos del penitente y la
den del signo más que al orden de la gracia. absolución del ministro, se corre el peligro de reducir el sacramento a
Según los tomistas, ningún pecador queda justificado sin el acto de un «automatismo absolucionistafiy acabar devaluando la disposición
- ~ - -

contrición verdadera, es decir, sin la contrición movida por la caridad. subjetiva del penitente. Sin embargo, además de reconocer en toda su
Por eso el acto de contrición debe darse siempre para la justificación eficacia la ((contriciónperfecta)),también quiere tener más en cuenta
«sub motione gratiae et caritatis)). El acto de contrición es, pues, al las limitaciones del penitente para llegar a dicha «contrición», por lo
mismo tiempo efecto de la gracia de Dios y disposición última para la que acepta que la atrición sea suficiente para recibir el perdón de los
manifestación eclesial y eficaz de esa gracia. Si el pecador llega al sa- pecados. La distinción entre distintos tipos de «atrición» hace que
cramento sólo con «atrición», pueden suceder tres cosas: o que de la también algunos tomistas, como hemos visto en Domingo Soto y Mel-
atrición pase realmente a la contrición («ex attrito fit contritus))),o que chor Cano, puedan aceptar la suficiencia de la atrición, siempre que
subjetivamente crea que se acerca contrito (lo que sería suficiente pa- supone una ((displicencia))del pecado como ofensa a Dios, lo que di-
ra recibir el sacramento, pues hace lo que puede), o que su disposición fícilmente puede suceder si no hay algún amor a Dios.
permanezca insuficiente y el sacramento no llegue a realizarse en ple-
nitud, aun recibiendo la absolución.
Pero puede suceder tambien que el pecador tiene verdadera contri- 5. Reflexión y explicación actuales
ción o conversión antes de celebrar el sacramento. Entonces puede lle-
gar a la justificación en el momento antecedente. Pero dicha justifica- La gran mayoría de los teólogos actuales defienden la opinión to-
ción no está separada del sacramento, como no lo está la contrición, ya mista actualizada con la nueva visión del sacramento y de la Iglesia.
que es un acto del mismo acto sacramental, y por eso mismo implica Por uno y otro conducto se destaca la unidad entre el aspecto interno y
el votum sacramenti o deseo al menos implícito de recibir la absolu- externo, entre la disposición subjetiva y la intervención objetiva, entre
ción, de manera que el sacramento pueda llegar a su plenitud. En este los actos del penitente y la mediación eclesial por el ministro.
296 Reflexión teológica 29 7
La conversión segunda como proceso y acto eJcaz

En general, como afirma K. Rahner17, no pueden existir dos cami- cluye que la confesión sacramental es necesaria <<deiure divino)) (((sacramen-
nos de salvación y de gracia: el personal y el eclesial, el subjetivo y el talis confessio divino iure est preacepta))),porque se incluye en la contrición
objetivo. Toda gracia es una gracia mediada por Cristo y por la Iglesia. (votum poenitentiae) y porque es necesaria para la salvación cuando se trata
Toda gracia tiene estructura eclesial. Por lo mismo, toda gracia tiene de una situación de pecado mortal posbautismal. Los argumentos de la Escri-
estructura sacramental, aunque se exprese de diferentes maneras. La tura (Juan y Mateo) y los de la tradición permanente de la Iglesia (comenta a
estructura cristológica y eclesiológica de la gracia es el fundamento de san Agustín, san Ambrosio) así lo confirman. Incluso puede apoyarse esta te-
su estructura sacramentológica. sis en Sant 5, 16, que, lejos de oponerse al poder de perdonar y a la confesión,
Por eso mismo, no se pueden admitir dos caminos de justificación indica cómo se puso en práctica también entre los laicos, aunque bien enten-
y de perdón: el de la conversión separada de la celebración sacramen- dido que cuando habla de «unos a otros)) (alterutrum) estos ciertamente pue-
tal (relación directa con Dios, sin mediación eclesial-sacramental) y el den ser también laicos, pero cuando afirma que «se les perdonan los pecados))
del sacramento con una ((conversión menor)) (relación mediada, pero puede referirse no sólo a la oración en general, sino también a la absol~ción~~.
sin disposición verdadera y justificante). Sólo hay un camino de re-
conciliación, en el que conversión y sacramento no son dos partes se- La conversión interna necesita su externa manifestación o corporei-
paradas, sino dos momentos confluyentes y constitutivos de la misma zación por las palabras (confesión) y las obras (satisfacción) en el pro-
realidad reconciliadora. La conversión no sucede fuera, sino en el mar- ceso que le da autenticidad. Pero para que esta autenticidad pueda ((ter-
co del mismo sacramento, pues para ser ella misma verdadera tiene tificarse eclesialmente», es preciso que sea reconocida como tal por la
que incluirlo al menos como deseo (votum sacramenti). Es una visión palabra y la proclamación del perdón de la Iglesia, lo que sucede en el
insistentemente propuesta por los autores hispanos del siglo XVI, co- mismo sacramento. El opus operatum es la causa radical de la gracia,
mo por ejemplo Domingo Soto: pero sólo encuentra su plena realización con el opus operantis. La con-
versión es sacramental en la medida en que está orientada dinámica-
A la pregunta: «¿Por qué no basta la contrición interior para el perdón, sin mente hacia la celebración del sacramento. Y el sacramento es «con-
necesidad del sacramento externo (la confesión)?)),se responde: no sólo para versivo)) en la medida en que supone y lleva a plenitud la conversión.
honrar a Dios, sino también para responder a la exigencia antropológica del No puede haber conversión sin sacramento, ni sacramento sin conver-
hombre, que reclama signos externos por los que proclamamos que la salva- sión. Lejos de excluirse y de separarse, ambos elementos se incluyen y
ción viene de Dios y no de nosotros mismos, y que esta salvación se realiza reclaman necesariamente. No es posible comprender la reconciliación
((secretamente))mediante los sacramentos18.Lo mismo que el bautismo es el sacramental, si se establece división entre actos del penitente y sacra-
sacramento especifico para el perdón del pecado original, así la penitencia lo
mento, entre esfuerzo penitencial por las obras y celebración del rito,
es para el perdón del pecado actual y mortal, cometido después del bautismo.
Además, tiene la ventaja de ofrecernos una ayuda de corrección y consejo, entre colaboración personal y mediación eclesia12'.
junto con el remedio de la medicina espiritual. Certifica externamente lo que En este sentido hay que entender lo que afirma la misma Exhorta-
acontece internamente, y nos impulsa a luchar contra los vicios que también ción Reconciliatio etpoenitentia:
dañan la ciudadanía. El callar los pecados hace que se enquisten escondidos y Pero el acto esencial de la penitencia por parte del penitente es la con-
perniciosos vicios. Soto, como se ve, recurre también al argumento moral e in- trición, o sea, un rechazo claro y decidido del pecado cometido, junto
cluso social, para justificar la necesidad de la c~nfesión'~.
Por todo ello, con- con el propósito de no volver a cometerlo, por el amor que se tiene a
17. K. Rahner, Pieta personale e pietá sacramentale, en La penitenza della Chie-
su, Roma 1968; también Z. Alszeghy, Carita ecclesiale nellapenitenza cristiana: Gre- more intellexisse rempublicam suam, postquam confessio cessaverat, vitiis contra ius-
gorianum 44 (1963) 5-3 1. titiam et alias virtudes scaturire, quae illis antea fuerant incognita)) (Ibid., 738).
18. D. Soto, In IVSent., p. 737: «Quod si urgentius quaeras, cur non interior contri- 20. Ibid., 740: ~ I t a q u ealterutrum non id sonat, quod unusquisque promiscue uni-
tio ad huiusmodi applicationem sine extemo sacramento sufficiat, quandoque quidem per cuique, puta laicus laico, sed alterutrum, idem est quod inter vos, scilicet, homines ho-
ipsam gratia confertur. Iam dist. 1 responsum est, quod divinitus honor, et utilitas nostra id minibus, oves pastoribus, subiecti praelatis. Praeterquam quod et sacerdotes sacerdotibus
exigebat, nempe ut signis istis exterioribus sacramentomm profiteremur salutem per su- invicem confitentur. Qua propter quod ait et si in peccato sit remittetur ei, non solum re-
pemam Dei virtutem nobis obvenire, quae, ut ait Gregorius, in illis secretius operaturn. fertur ad presbyterorum orationem qui orabunt pro infinno, quasi illa sola sit futura re-
19. Y propone el ejemplo de su propia experiencia en Alemania: «Id quod me tes- missionis causa, sed ad absolutionem sacramentalem, quae orationem praecedere debet)).
te Germani ipsi publice, dum inter eos agebam, confitebantur.. . Aiebant enim se usu et 2 l. A. Ziegenaus, Umkehr.Versohnung,Friede. Zu einer Theologisch verantworte-
ten Praxis von Bussgottesdienst und Beichte, Freiburg 1975, 167- 176.
298 Reflexión teológica

Dios y que renace con el arrepentimiento. La contrición, entendida asi,


es, pues, el principio y el alma de la conversión, de la metanoia evan-
gélica que devuelve al hombre a Dios, como el hijo pródigo que vuel-
ve al padre, y que tiene en el sacramento de la penitencia su signo visi-
ble, perfeccionador de la misma contrición. Por ello, de esta contricibn
del corazón depende la verdad de la penitencia (RyP 3 1-111).

Todavía debemos planteamos una cuestión: ¿qué añade, entonces,


el sacramento o la celebración a la conversión? Aunque la conversión
es ya parte del sacramento en principio, cabe señalar estos aspectos: la
celebración añade publicidad ante la Iglesia; visibilización eclesial del
interno acontecimiento de gracia; certificación por el signo que lleva
a superar la ambigüedad subjetiva; perfeccionamiento por la misma
expresión simbólica que supone la celebración; corrección, consejo y
ayuda fratema y eclesial; culminación festiva de un proceso personal,
que implica a la comunidad entera y a la misma Iglesia. A través del
sacramento, Dios nos dice su última palabra de reconciliación, sellan-
do así, con un gesto definitivo y eficaz de la Iglesia, la reconciliación
que ya había comenzado en la misma vida.
PUESTO HISTÓRICO DE LA CONFESIÓN
EN EL SACRAMENTO

La palabra ((confesión))se emplea en tres sentidos distintos, bien


conocidos por la tradición de la Iglesia: en cuanto alabanza a Dios, en
cuanto profesión de fe y en cuanto reconocimiento del pecado'. Aun-
que estos sentidos no se yuxtaponen, sino que se implican y comple-
mentan, nosotros vamos a tratar aquí de la confesión en cuanto recono-
cimiento y manifestación externa, especialmente oral, de los pecados.
Teniendo en cuenta lo ya explicado en el capítulo dedicado a las es-
tructuras y formas históricas, conviene recordar aquí brevemente el di-
verso puesto y valor que a este elemento penitencial se le ha atribuido
en las diversas etapas.

1. Puesto y valor divers~ficados

- En el Antiguo Testamento destaca la confesión común de los pe-

cados sobre la confesión individual, como medio para manifestar la


conversión y pedir el perdón de Dios (cf. Salmos).
- En el Nuevo Testamento se resalta la confesión en cuanto expre-
sión espontánea de la conversión sincera. En todos los casos de los
grandes conversos (Leví, Zaqueo, el publicano, la Magdalena, la adúl-
tera, Pedro, el paralítico, el buen ladrón, el hijo pródigo), se da una
cierta manifestación externa de la conversión, que a veces viene a ser
Como ya hemos indicado, la conversión verdadera implica su ex- confesión espontánea del pecado (Zaqueo, hijo pródigo, buen ladrón).
terna manifestación. Sucede en el corazón del hombre, pero no se re- Por otro lado, la confesión aparece como uno de los medios necesarios
duce al fuero interno: necesita expresarse en las formas comunes me- para la corrección y el perdón (Sant 5 , 16). Aunque no se afirme ex-
diante las que el hombre se expresa, es decir, por la palabra (confesión) presamente que es parte esencial del sacramento (cf. Mt 18, 18; Jn 20,
y por las obras (satisfacción). Es precisamente en esta necesidad de 22s), sí se afirma implícitamente,en cuanto que es necesaria para con-
manifestación o este dinamismo de la conversión donde hemos de
situar la confesión oral de los pecados, sobre la que vamos a tratar a 1 . Cf., por ejemplo, san Agustin, Enarr in. ps. 94,4; Casiodoro, Expos. psalmomm
continuación. 94,2; Isidoro de SevilIa, Egm. VI, 19.75.
3 02 Reflexión teológica Puesto histórico de la confesión en el sacramento 303

tinuar la obra reconciliadora de Cristo, que supone «perdonar» o «re- - Después de Trento (a partir del siglo XVI), el acto de la confe-
tener», «atar» o «desatar». sión oral por parte del sujeto viene a ocupar de hecho el centro de la
- La Iglesia primitiva (hasta el siglo VTI) conoce una especie de penitencia sacramental. Los confesionarios y las confesiones se mul-
((confesión general)) de los pecados en la asamblea litúrgica. También tiplican. La confesión por devoción tiene un puesto importante en la
conoce la confesión para un «proceso de sanación)) (Oriente) y para espiritualidad cristiana. La dirección espiritual encuentra su lugar más
un «proceso de excomunión)) (Oriente, Occidente). Pero sobre todo común en el mismo acto de la confesión sacramenta14.
entiende la confesión como condición necesariapara la imposición de
la penitencia (actiopoenitentiae), y por tanto como elemento relativo.
Por una u otra razón, se dan diversas excepciones a la necesidad de es- 2 . La confesión en los recientes documentos de la Iglesia
ta confesión oral: conocimiento del pecado público, penitencia de los
«conversos» e in extremis... No obstante, sobre todo en Oriente, la Con la renovación del sacramento, se ha venido también a una
confesión también se entiende como un medio necesario para el pro- mejor comprensión y resituación del elemento «confesión oral de los
ceso individual de curación y la conducción espiritual. pecados)) dentro del sacramento de la penitencia. Para darnos cuen-
- En la época de la ((penitenciatarSfada» (a partir del siglo VII) la ta baste recordar las afirmaciones fundamentales de los principales
confesión detallada viene a ser el medio necesario para la tasación documentos:
adecuada de los pecados. Su puesto en el acto mismo de la celebra- - El Ordo poenitentiae recoge la doctrina fundamental permanen-
ción cobra especial importancia. La atención del sujeto comienza a te sobre la confesión y hace una afirmación tomada de las ((Normas
centrarse no ya en las obras penitenciales, sino en la confesión del pe- pastorales)) (197 1) que hasta parece un poco exagerada: «La confesión
cado de las que estas dependen. La dureza de las mismas penitencias individual y completa seguida de la absolución es el único medio or-
lleva a sopesar el propio pecado. dinario mediante el cual los fieles pueden reconciliarse con Dios y con
- Cuando nace propiamente la ((penitenciaprivada)) (desde fina- la Iglesia, a no ser que una imposibilidad fisica o moral los dispense
les del siglo XII), la confesión viene a ser el elemento esencial de la de tal confesión)) (OP 31). No obstante, tanto por la intención «miti-
participación del sujeto en el sacramento, en sustitución de las ((obras gadora)) que manifiesta en algunas expresiones, como por la no utili-
de penitencia)). Se da un proceso creciente de concentración de la sa- zación intencionada de otras, puede apreciarse una comprensión reno-
tisfacción en la confesión privada, que derivará en cierta exaltación o vada de este elemento de la confesión. Así, aun recordando que el
confesionismo penitencial, imponiéndose el nombre de ((sacramento penitente «debe confesar al sacerdote todos y cada uno de los pecados
de la confesión)). De ahí las cualidades que resaltan en la confesión y graves que recuerde)) (OP 7a), en ningún momento afirma que esta
que repetirán posteriormente2. confesión debe ser «en especie y en número y circunstancias». Si bien
habla de la confesión en clave «judicial», matiza que se trata de un
Domingo Soto, por ejemplo, recuerda las cualidades que los Padres atri- «juicio espiritual)), en orden a una curación «medicinal», y que debe
buyen a la confesión: que sea simple, humilde, pura, fiel, frecuente, escueta, entenderse como la expresión normal de la verdadera contrición (OP
discreta, amable, verdadera, integra, secreta, dolorida, rápida, valiente y acu- 6b). En cuanto al nombre, en ningún momento se habla de ((sacramen-
sante, y dispuesta a recibir correccibn. Todo prudente cristiano debe estar dis-
puesto a confesar al sacerdote todos sus pecados de pensamiento, palabra y confessio, pura, fidelis. Atque frequens, nuda, discreta, libens, verecunda. Integra, se-
obra, tanto secretos como públicos, por lo menos si son mortales, con todas creta, lacrymabilis, accelerata. Fortis et accusans et sit parere parata. Debet ergo pni-
aquellas circunstancias que agravan de modo notable, a no ser que haya una dentissimus quisque christianus cuncta sua peccata cordis, oris et operis, tam secreta
causa legítima o justificada'. quam publica, saltem mortalia. cum omnibus suis circunstantiis notabili macula aggra-
vantibus confiteri, nisi legitima obstiterit causa*.
4. Sobre todo esto, cf. los estudios citados de J. Muhlsteiger, Exomologese 1-111:
2. Los autores se apoyan en diversos testimonios patristicos, si bien ninguno expo- Zeitsch. fir Kath. Theol. 1 , 2 y 3 (1981); S. Frank, Fundamentos históricos de nuestra
ne estas cualidades, como se hará en la Edad Media y como recogen, por ejemplo, los praxispenitencialy contsional, en F. Schloser-R.Rincón, Conversión y reconciliacibn,
autores hispanos. Madrid 1973, 47-74; Groupe de la Bussiere, Pratiques de la confession, Paris 1983; N .
3. D. soto, Commentarium in IV Sententiarurn, Distinctio decimaoctava: De con- Lemaitre, Confession privée et confessión publique dans les paroisses du XVl siécle:
fissione, p. 732: ((Cuiusqualitates patres circunscnbentes aiunt. Sit simples, humilis Revue d'Histoire de 1'Eglise en France 69 (1984) 189-208.
304 Rejexión teológica Puesto histórico de la confesión en el sacramento 3 05

to de la confesión)), porque la confesión, si bien es ((parte del sacra- reconciliación con los demás, significa que en ello se ha puesto en jue-
mento de la penitencia)) (ibid.), no es el centro más cualificante del go la libertad y que se asume la propia responsabilidad, posibilita la
mismo. En cuanto al modo de confesarse, también se manifiesta una intervención de la Iglesia y la comunión, y dispone para comenzar un
intención más pastoral dialogante que judicial acusadora (cf. OP 18). nuevo futuro:
- El Código de derecho canónico muestra en sus expresiones y
La confesión de los pecados, incluso desde un punto de vista simple-
afirmaciones una intención más preventiva, una preocupación por sal- mente humano, nos libera y facilita nuestra reconciliación con los de-
var la ((doctrina tridentina)). De ahí que insista en la ((confesión indivi- más. Por la confesión, el hombre se enfrenta a los pecados de que se
dual))(CIC 960,962,963), vuelva a hablar de la ((obligación a confesar siente culpable; asume su responsabilidad y, por ello, se abre de nuevo
según especie y número todos los pecados graves conocidos)) (CIC a Dios y a la comunión de la lglesia con el fin de hacer posible un nue-
988,98 1). Aunque recuerda que el ((sacerdote confesor hace las veces vo futuro (CCE 1455; cf. 1456, 1484).
de juez y de médico)) (CIC 978), los numerosos cánones dedicados a
explicar su función lo muestran más bien como «juez» (CIC 965s). Otro aspecto que implica una cierta novedad es que el Catecismo,
- La Exhortación Reconciliatio etpoenitentia presenta la confe- aun reconociendo que la confesión oral es un elemento esencial del sa-
sión oral de una forma más pastoral y litúrgica, acentuando su carácter cramento, ((relativiza)) el que se le califique como ((sacramento de la
de ((signo)) para el encuentro, de ((gesto litúrgico)), de expresión de confesión)), ya que sitúa y entiende este nombre en relación con otros
((lealtady valentía)), de medio de personalización del proceso peniten- igualmente válidos (sacramento de conversión, de penitencia, de per-
cial. Por eso, además de recordar su necesidad para el discernimiento dón, de reconciliación), que resaltan complementariamente otros as-
o juicio y para la curación medicinal, afirma: pectos tan esenciales en el sacramento5.
Pero la confesión individual tiene también el valor de signo, signo del
encuentro del pecador con la mediación eclesial en la persona del mi-
nistro; signo del propio reconocerse ante Dios y ante la Iglesia como
pecador.. . Es un gesto litúrgico, solemne en su dramaticidad, humilde
y sobrio en la grandeza de su significado. Es el gesto del hijo pródigo
que vuelve al Padre y es acogido por él con el beso de la paz; gesto de
lealtad y de valentía; gesto de entrega de sí mismo, por encima del pe-
cado, a la misericordia que perdona. Se comprende entonces por qué la
acusación de los pecados debe ser ordinariamente individual y no co-
lectiva, ya que el pecado es un hecho profundamente personal. Pero, al
mismo tiempo.. . pone de relieve también su carácter social, porque
mediante el ministro de la penitencia es la comunidad eclesial, dañada
por el pecado, la que acoge de nuevo al pecador arrepentido y perdona-
do (RyP 3 1-111).

Esta presentación de la confesión completa algunos aspectos no


recogidos en los anteriores documentos, como son: su valor de signo
litúrgico, de expresión de sinceridad, de personalización del pecado,
de manifestación de la repercusión social y eclesial del proceso de
penitencia.
- El Catecismo de la Iglesia católica presenta con brevedad la di- 5 . CCE 1414: «Es llamado sacramento de la confesión porque la declaración o ma-
mensión antropológica de la confesión, al tiempo que insiste en la ne- nifestación, la confesión de los pecados ante el sacerdote es un elemento esencial de es-
te sacramento. En un sentido profundo este sacramento es también una 'confesión', re-
cesidad de confesar todos los pecados mortales. El reconocimiento del conocimiento y alabanza de la santidad de Dios y de su misericordia para con el hombre
propio pecado objetiva en la palabra la culpabilidad interior, facilita la pecador)).
DE LA CONFESIÓN ORAL

La confesión oral del pecado como elemento integrante del proce-


so penitencial es una constante en la experiencia histórica de la Iglesia.
Pero la forma concreta de realizarla y el puesto concreto que ocupa en
el sacramento no lo son. La pregunta que debemos plantearnos es: es-
ta forma de confesión Les una verdad dogmática de la Iglesia?, ¿en qué
sentido? ¿Puede determinar la Iglesia otra forma concreta de realizar la
confesión oral? ¿Puede haber sacramento sin confesión de los pecados?
Teniendo en cuenta cuanto dijimos al respecto al dar una interpre-
tación del concilio de Trento, queremos exponer las diversas opiniones
sobre el tema, no sin antes recordar aquellos elementos fundamentales
en los que todos los autores están de acuerdo, como son:
- Que es un valor absoluto el que la conversión deba manifestar-
se externamente, para que sea verdaderamente humana y plenamente
cristiana y eclesial.
- Que el reconocimiento y conocimiento del pecado es necesa-
rio para el ejercicio de un discernimiento o juicio y de una curación
medicinal.
- Que la forma de confesión por la que se viene a este conocimien-
to (en especie, número, circunstancias...) es una concreción de la Iglesia.
- Que esta concreción no debe entenderse de modo absoluto y
material, sino relativo y formal (modo humano), según las condiciones
físicas y morales del sujeto.
A partir de estos supuestos, comúnmente aceptados, se pueden dis-
tinguir dos posturas principales que exponemos a continuación.

1. Verdad de fe coherente con la revelación

A partir de un estudio de los documentos y actas del concilio de


Trento, se viene a la conclusión de que los Padres tridentinos quieren
308 Reflexión feológica Yaloración feológica dogmática de la confesión oral 309

afirmar que la ((confesión íntegra)) esta de algún modo contenida en plantea dos cuestiones principales: 1) si la confesión ha sido instituida por
la revelación, pues es coherente con la doctrina sobre la conversión, Dios, de modo que es necesaria con necesidad de fin, ya que sin ella no es po-
sible salvarse; 2) si se trata de una necesidad de precepto divino o humano3.Al
y aparece exigida por el ejercicio del poder de «atar y desatar)), de - -

primer punto responde que la confesión sacramental ha sido instituida por


((retener y perdonar)). El que no se trate de un dogma en sentido es- Cristo, en cuanto que es necesaria para la salvación del que ha cometido pe-
tricto (explícitamente afirmado como tal en la Escritura) no quiere cado mortal después del bautismo, y queda incluida en la misma contricin,
decir que no deba creerse como una verdad de fe, que pertenece a Ia bien sea in re o in voto. Y, si es necesaria para la salvación, se entiende que es
lealtad y solidaridad de la fe eclesial (así J. Peter, H. Vorgrimler, Z. también «de iure divinon4.Por otro lado, si la necesidad de discernir y de apli-
Alszeghy.. . ) l . car la medicina adecuada, exige la confesión, esto no supone que se ha de
Pero tal verdad de fe no supone que la forma de realizar la «inte- atormentar a los fieles con un interrogatorio que les lleve, más que al aprecio,
gridad de la confesión)) exija necesariamente una confesión material al desprecio de la penitencia. No se trata de un juicio para la condenación, si-
de los pecados «en especie y en número)). Los autores insisten en que no para la salvación, y por tanto hay que evitar dos peligros: querer confesar
se trata de una necesidad ((condicionada y relativa)), que en algunas demasiado y querer confesar demasiado poc$. En cuanto al sacerdote, debe
mostrarse prudente y comprensivo respecto a las circunstancias, pues el oficio
circunstancias no la exige la misma Iglesia, debido a la imposibilidad
del confesor no es interrogar al penitente, sino escucharlo6.
física o moral. Tales circunstancias son, por ejemplo, el caso de mori- En sentido parecido se expresará Melchor Cano: La confesión integra no
bundos o enfermos que han perdido el sentido; la incomprensión de- significa que tenga que ser ((matemática y material)) de todos los pecados, si-
bida a la diferencia de idiomas; el caso de guerra; el daño espiritual al no más bien ((formal y moral)), en cuanto que sólo requiere que se confiesen
confesor; la difamación de un tercero; el peligro de violación del sigi- los pecados que se recuerdan después de un examen diligente. Para que la
lo.. . 2 Por tanto, es preciso evitar todo rigorismo en la confesión «ma- confesión sea integra, el penitente debe confesar no absolutamente todos los
terial» de estos aspectos. pecados, sino aquellos que debe y puede confesar, según lo que recuerda des-
Más aún, todos estos autores están de acuerdo, con uno u otro ma- pués de haber examinado su conciencia y según lo que razonablemente puede
tiz, en que la doctrina de Trento no se opone ni excluye otra forma co- manifestar al confesor. El texto es muy elocuente: «Pro quorum argumento-
rum solutione commemorandum est, confessionis integritatem non oportere
munitaria de penitencia con confesión y absolución general. Añaden,
mathematicam esse, sed moralem. Unde non necesse est omnia peccata con-
sin embargo, que permanecería la exigencia de confesión individua1 tineat, sed quae in memoria sint, adhibita humana diligentia. Inde etiam fit, ut
íntegra en un momento posterior, que concretan diversamente: en la si poenitens coeperit peccata dicere, et ex morbo, ve1 alia causa linguae usum
próxima confesión, una vez al año en algunas circunstancias especia- amiserit, confessionem quidem faciat integram, non omnium absolute pecca-
les, y hasta algunas veces en la vida.
3. D. Soto, Commentarium in IV Sentenfiarum, Distinctio decimaoctava: De ne-
Este planteamiento está en perfecta continuidad con lo que ya enseñó el cessitafe confessionis, p. 735: ((Duplicem esse quaestionem huius sensum: videlicet, an
magisterio y los teólogos, en una tradición que hunde sus raíces en la expe- confessio sit divinitus instituta, ut necesaria necessitate finis ut sine qua salutem conse-
qui non possumus; et utrum praeterea sit de necessitate praecepti divini ve1 humanin.
riencia y la reflexión histórica de la Iglesia. Baste con recordar, por ejemplo,
4. Ibid., p. 735: «Sacramentalis confessio a Christo est instituta, tanquam cuicum-
el argumento de los teólogos hispanos, como Domingo Soto. Este autor se que post baptismum mortale crimen lapso ad salutem necessana, et loco necessitatis pro
tempore, et ideo dicitur necessaria in re ve1 in voto, nam si votum confessionis in con-
l . Cf. supra, p. 126-145. Recordamos algunos estudios: Z. Alszeghy-M. Flick, La tritione inclusum est necessarium, causa est quia confessio ipsa in re est necessaria; sed
doftrina tridentina sulla necessita della confessione, en Magisfero e morale, Bolonia quia apud Deum voluntas pro facto reputatur, votum sufficit. Et certe si est necessaria
1970, 101-192; K. J. Becker, Die Notwendigkeit des vollsfandigen Bekennfnisses in der ad salutem, plane intelligitur id esse de iure divino)).
Beichte nach den Konzil van Trient: Theologie und Philosophie 47 (1972) 161-228; H. 5. Ibid., p. 760: Hoc autem iudicium poenitentiae est salutare ad salutem, scilicet.
Jedin, La nécessité de la confession privée selon le Concile de Trente: La Maison Dieu hominis ordinatum, iuxta illud Joan. 6.. .» . Y mas adelante: ((Cavendum tamen utrum-
104 (1970) 88-1 15; J. Peter, La confesión íntegra y el concilio de Trento: Concilium 61 que extremum: nam qui afirmando dixent pluries se peccasse quam peccaverit, pecca-
(1971) 103s; H. Vorgrimler, La lucha del crisfiano contra elpecado, en Mysterium Sa- tum committit contra discretionem confessionis infamando seipsum; sicuti qui paucio-
lutis V, Madrid 1984,364-415; A. Duval, Des sacremenfs au Concile de Trente IV. La ra confitetur quam fecit, peccat contra integritatem. Ob idque, ad cavendum utmmque
confession, Pans 1985, 151-222. También J. E. Lozano Zafra, La infegridadde la con- extremum discretio faciat, ut poenitens, quod dubium est sic sub dubio confiteatur. To-
fesión ¿precepto positivo divino o norma eclesiástica?, Roma 1977. tius hoc feci Paulo pluries aut paucioribus vicibus)).
2. Cf. D. Fernández, Nuevas perspecfivas sobre el sacramento de la penitencia, 6. Ibid., p. 765: «Utnim teneatur interrogare poenitentes. Ad quod respondetur (et est
Valencia 197 1. notandum) quod oficium per se confesarii non est interrogare, sed audire poenitentem)).
310 Rejexión teológica Valoración teológica dogmatica de la confesión oral 311

torum, sed eorum tamen, quae et debet et potest confiteri. Ex qua etiam radi- una persona católica pueda recibir la absolución de un sacerdote orien-
ce illud colligimus, non esse necessarium, hominem confiteri omnia peccata, tal siguiendo la misma praxis.
quae memoria tenet, sed illa quae confessori rationabiliter exprimentur. Lex Después del examen de estos argumentos, concluye, por ejemplo,
enim Christi de moribus ad moralem integritatem obligat, id est, rationi con- F. Nikolasch: «La decisión de Trento de que por razón de un derecho
sentaneam. Nam quod a ratione dissonant, non praecepit))'. divino es necesaria la confesión de todos los pecados graves en espe-
De aquí deducen algunos que el sacerdote no perdona todos los pecadqs,
cie y número, no es ningún dogma. No es una enseñanza definitiva e
sino sólo aquellos que se han confesado. A lo que Cano responde que el sa-
cerdote perdona directa e inmediatamente los pecados que ha escuchado, y
inmutable de la Iglesia, sino una seria y comprometente decisión dis-
consecuente e indirectamente todos los pecados, incluso los que no escuchó. ciplinar, que sin embargo puede ser ~ambiada))~. Lo que distingue es-
El efecto del sacramento se extiende a todos los pecados, de modo que «per ta opinión de la anterior es que da un paso más, al afirmar que la mis-
hunc modum peccata oblita per absolutionem remittuntur, non directe ex vir- ma confesión de todos los pecados mortales, y no sólo la confesión del
tute absolutionis, sed secundario et consequenter)). número y circunstancias, es una importante norma disciplinar de la
Iglesia, que de este modo concreta lo que se deriva de la Escritura.
También estos autores afirman que la enseñanza de Trento no se
2 . Importante norma disciplinar de la Iglesia opone a otras posibles formas de celebrar el sacramento, en concreto a
la celebración comunitaria con confesión y absolución general. Trento
Para otros autores (en lo que coinciden con la primera postura), el tuvo presente la forma de confesión privada y a ella se refirió explíci-
que la confesión íntegra deba hacerse en especie, número y circuns- tamente en sus declaraciones. Pero no consideró, ni se refirió, ni qui-
tancias, si bien no se opone a la enseñanza de la Escritura y tiene sus so, ni pudo por tanto excluir otras posibles formas. A diferencia de los
valores, no puede considerarse ut talis como un dogma, ni como una autores de la opinión anterior, algunos de estos defienden que la Igle-
verdad de fe contenida en la revelación, sino más bien como una con- sia podría proponer una forma en la que no se exigiera la confesión
creción disciplinar y comprometente de la Iglesia, que merece cierta- particular y detallada de todos los pecados, ni la obligatoriedad de
mente todo el respeto, pero que podría ser cambiada por la Iglesia si lo confesarlos privadamente en un momento posterior (así F. J. Heggen,
creyere necesario. Más aún, el que el signo manifestativo de la con- C. R. Curran.. .).
versión sea normalmente la confesión, no quiere decir que tenga que
serlo siempre con absoluta necesidad, ni que tenga que realizarse asi
necesariamente. En esta línea se sitúan autores como K. Rahner, J. 3. Exigencia condicionada de la confesión oral para la celebración
Bommer, F. Nikolasch, F. J. Heggen, J. Ramos-Regidor ... plena del sacramento
Las razones en que suelen apoyarse son las siguientes: la base es-
criturística en su interpretación actual no exige una concreción de es- Nuestra opinión personal tiene en cuenta las posturas señaladas,
te tipo; los mismos padres de Trento se refieren a esta forma como la pero precisa algunos aspectos en el siguiente sentido:
conocida, sin exclusión de otras, y saben que el «de iure divino)) tam- Es indudable que la manifestación externa en un signo eclesial de
bién se aplica a la concreción disciplinar; esta forma de confesión par- la conversión interna constituye un elemento esencial integrante del
ticularizada se impone por regla general a partir de la Edad Media, lo sacramento. Y que la Iglesia tiene derecho y deber (poder) de deter-
que indica que debe valorarse relativizándola; a lo largo de la historia minar aquellas formas o aquella forma externa a la que le reconoce
existieron muchas situaciones en las que no se exigía esta forma de pleno valor sacramental.
confesión, teniendo un puesto importante las absoluciones generales; Lo que el penitente está obligado a confesar son sus pecados «mor-
la tradición oriental católica conoce diversas formas de celebrar la pe- tales)). Pero la Iglesia no ofrece una definición cerrada de pecado mor-
nitencia, y en ella no se exige esta forma de confesión; el mismo Va- tal, y Trento tampoco definió su naturaleza. La exigencia puede, pues,
ticano 11, en el Decreto sobre las Iglesias orientales, n. 27, admite que
8. F. Nikolasch, Das konzil van Trient und die Notwendigkeit der Einzelbeichte:
7. M. Cano, Relectio depoenitentiae sacramento, en Melchoris Cani Opera, Ma- Liturgisches jahrbuch 21 (1971); Id., Zur Sakramentalitat von Bussgottesdiensten:
driti 1760,605-606. Gottesdienst 5 ( 1 971).
312 Reflexión teológico Valoración teológica dogmática de la confesión oral 313

condensarse en esta afirmación: el penitente está obligado a confesar alude también a la sentencia de quienes creen que un mudo no tiene obligación
aquello que lo constituye real y subjetivamente como en tal estado de de confesarse ni por escrito ni por intérprete.
- ¿Puede uno confesarse por escrito? Se puede expresar por escrito el
pecado mortal, según u n diligente, y en lo posible objetivo, examen
propio pecado. Pero para recibir la absolución se requiere la presencia física
d e su vida.
del penitente y que manifieste su asentimiento de que efectivamene cometió
En este caso, la confesión individual es obligatoria en la medida en ese pecado. En este caso, la confesión sería válida, aunque el penitente no lea
que es necesaria para una intervención discerniente adecuada de la directamente lo escrito, sino que lo haga el sacerdoteL2.
Iglesia, o para un discernimiento eclesial que permita el «perdonar» o - ¿Y a través de intermediario? En este caso la confesión no es válida, no
«retener», el «atar y desatar)), para significar el perdón d e Dios en la sólo porque no es secreta, sino porque el penitente se confiesa al intermedia-
reconciliación con la Iglesia y la salvación del pecador, según lo en- rio, no al sacerdote, y en este caso el sacerdote no puede saber si el penitente
tiende la Escritura. se responsabiliza de sus actos".
Pero si se mostrara que ese discernimiento e intervención puede También Melchor Cano reflexiona sobre estas situaciones, refiriéndose ex-
hacerse debidamente mediante un signo o manifestación del pecado y presamente a una situación que podríamos llamar de (bloqueo psicológico». Es-
la conversión distinta a la confesión oral, entonces ésta n o sería abso- te autor reconoce que una de las situaciones más claras de excepción es la mu-
dez. Pero da un paso más de gran importancia: también puede suceder esto por
lutamente necesaria, aun siendo el medio mas normal y común. Así lo
razón de una vergüenza que no permite pronunciar palabra, o cuando un enfer-
entendieron también nuestros teólogos hispanos, al plantearse la nece- mo se atraganta.. . En estos casos no hay que urgir a confesar oralmente, basta-
sidad de la confesión en caso d e imposibilidad física, lingüística e in- ría que lo expresaran por escrito: «Sed si quando contingat (quod tamen rarum
cluso psicológica. erit) ut puella verecundiae plena voces edere non queat, cum haec sacerdotis
prudentia dispensabit. ltem etiam, si aegrotus per gutturis angorem confiten
Domingo Soto se refiere a los siguientes casos': quidem voce possit, sed vixtamen et egre possit, non erit ejusmodi compellen-
- ¿Puede hacerse por escrito o por intérprete? Cierto, el pecador puede dus, si scribere facile peccata valet, ut vocalem confessionem exhibeat»I4.
manifestar su conciencia por escrito, o bien por un amigo intermediario, del El argumento demuestra la sensibilidad de Cano respecto a este tema,
que recibe consejo y auxilio. Pero esto no es «confesión sacramental)) («haec atendiendo no sólo a razones físicas (enfermo), sino también a motivos psico-
autem non est sacramentalis confessio))).Y en cuanto es parte del sacramento lógicos (la joven), lo cual admitiría otras aplicaciones en el momento actual.
y constituye parte de su «materia», requiere, como en los demás sacramentos Un testimonio importante al respecto es el que nos transmiten los misio-
(por ejemplo, bautismo), que se dé al mismo tiempo que la «forma», y debe neros en la evangelización de América. Ante su ignorancia de las lenguas in-
ser un acto personal, que reclama la presencia. Lo mismo que no se puede dar dígenas y la ignorancia del español por parte de los indios, usaron el método
la absolución si no está presente el penitente, no se puede dar la confesión si- de la pictografía o los signos propios de los indígenas (especie de tebeos). Así
no confesando personalmente los pecados al sacerdotelo. lo describe, por ejemplo, Jerónimo de Mendieta15:«Y así andando el tiempo,
- ¿Y si se trata de un mudo? Le basta con confesarse de la manera que me- vinieron a confesar distinta y enteramente sus pecados. Unos los iban dicien-
jor pueda para que le entienda el confesor. No se le puede exigir más de lo que do por los mandamientos, conforme al uso (que se les enseñaba) de los anti-
puede dar. Ni es necesario que el sacerdote inquiera demasiado. Es suficiente guos cristiano~.Otros los traían pintados con ciertos caracteres, por donde se
que actúe con un juicio prudente («nutus, quos sacerdos intelligat, sat enim est entendían, y los iban declarando; porque esta era la escritura que ellos antes en
illam praestare, quae iudicio prudentium in re gravi adhiberi debet»)I1.Soto su infidelidad tenían, y no de letras como nosotros.. . Y por ninguna vía deja-
rán de volver al término señalado, trayendo sus culpas y vidas escritas, los que
9. D. Soto, In IVSent., Distinctio decimaoctava: «Utrum confessio debeat esse se- sabían escribir, y los que no, por figuras que ellos usaban, bien demostrativas,
creta)),p. 778-782. y por ellas se confesaban clara y distintamente»16.
10. Ibid., p. 781: ((Sacramentalisconfessio debet fieri voce, quae hominibus data
est ad explicandam mentem ...Cum enim confessio, veluti absolutio, actus sit persona-
lis, fit ut quemadmodum absolutio fieri non potest, nisi praesente poenitente, ut fonna 12. D. Soto, In IVSent., p. 781-782.
ipsa significat...ita et confessio esse debeat actus, quo praesenti sacerdoti peccatorum 13. Ibid., p. 782.
nostrorum accusationem proponimus)). 14. Ibid., p. 619.
1 l . Ibid. Soto disiente en este caso de santo Tomás, cuando afirma en Supl., q.9, 15. Jerónimo de Mendieta, Historia eclesiástica indiana 1-11, Madrid 1973; aquí,
a.3, que (<alque no puede hablar... le basta confesarse por escrito, por signos o por in- lib. 111, caps. XLI-XLIV, p. 169.174.
térprete, pues a nadie se le exige más de lo que puede... cuando no podemos confesar- 16. Y de modo semejante se expresa Motolinia (Jacintode Benavente), Historia de
nos de una manera, debemos hacerlo en la forma que nos sea dable realizarlo)). los indios de la Nueva España, ed. E. F. de Lejana, Madrid 1970, 193-333; aquí, tr. 11,
314 Rej7exión teologica

Por tanto, lo realmente ((deiure divino))es la necesidad de una ma- 3


nifestación de la situación de pecado mortal y de conversión sincera, de
manera que pueda intervenir la Iglesia mediadora y pueda darse el pro- VALORACIÓN SACRAMENTAL
ceso que implica el «atar y desatar)). Pero no el medio concreto de la Y ANTROPOL~GICA
((confesiónoral)),ni la ((acusaciónen especie, número y circunstancias)).

1. Valoración litúrgico-sacramental

Para comprender debidamente la confesión oral, además de la va-


loración dogmática, es preciso hacer una valoración litúrgica y sacra-
mental, por la que se sitúa en su verdadero contexto celebrativo. La
confesión es «un signo del encuentro del pecador con la mediación
eclesial en la persona del ministro)) (RyP 31-111). Por tanto, en este
elemento se manifiesta de forma especial la comunicación, la sinceri-
dad y la acogida, el diálogo interpersonal y el acontecimiento de la pa-
labra. En la medida en que la expresión oral es parte del encuentro, en
esa medida es también parte integrante del sacramento.
Es también la confesión «un gesto litúrgico, solemne en su drama-
ticidad, humilde y sobrio en la grandeza de su significado. Es el gesto
del hijo pródigo que vuelve al Padre y es acogido por él con el beso de
paz» (ibid.). La liturgicidad del gesto radica, por un lado, en su carác-
ter de gesto externo, de signo sensible y audible que sitúa la conver-
sión interna en el plano de la visibilidad eclesial; y por otro, en su ca-
rácter de participación personal y activa en la misma celebración, por
la palabra acompañada del gesto. Por la confesión el penitente sitúa
sus actos de modo manifiesto en la dinámica del signo, como parte in-
tegrante del mismo, contribuyendo así a que tal signo exista.
Por la confesión oral se pone en juego de forma especial el ejer-
cicio del sacerdocio común, el penitente aparece como protagonista
cap. VI: «Una cuaresma, estando yo en Cholollan, que es un gran pueblo, cerca de la activo en la celebración, se manifiesta la apertura y disposición cola-
ciudad de Los Ángeles, eran tantos los que venían a confesarse, que yo no podia darles boradora a la obra de la gracia divina, y en el esfuerzo y hasta difi-
recato como yo quisiera, y díjeles: 'Yo no tengo de confesar sino a los que trajeren sus
pecados escritos y por figuras', que esto es cosa que ellos saben y entienden, porque es- cultad de confesarse aparece el carácter oblativo sacrificial y de ala-
ta era su escritura; y no lo dije a sordos, porque luego comenzaron tantos a traer sus pe- banza a Dios que implica todo verdadero acto de culto. De alguna
cados escritos, que tampoco me podia valer, y ellos con una paja apuntando, y yo con manera, puede decirse que en el sacramento de la penitencia el peni-
otra ayudándoles, se confesaban muy brevemente; y de esta manera hubo lugar de con-
fesar a muchos, porque ellos lo traían tan bien señalado con caracteres y figuras, que po- tente es «con-celebrante)), en sentido más propio a como sucede en
co mas era menester preguntarles de lo que ellos traían allí escrito o figurado)). otros sacramentos.
316 Reflexión teológica Valomción sacramental y antropológica 317

Por todo lo dicho, la confesión oral es también la forma más nor- si mismo este deseo o voluntad es lícito y válido, y asumirlo en toda su
mal de elevar los actos del penitente (conversión) al rango sacramen- riqueza y significado psicológico y antropológico, orientándolo co-
tal, situándolos en el mismo interior de la estructura del sacramento, al rrectamente, supone asumir la misma riqueza antropológica de esta si-
nivel de la sacramentalidad que exige la encarnación de Cristo y la vi- tuación sacramental, del mismo sacramento. En este sentido, creemos
sibilidad de la Iglesia. Con la confesión el proceso penitencial aparece que, si bien ni el confesor ha de ((jugar a psicólogo» (aunque utilice
como acontecimiento eclesial, ya que saca la conversión de su interio- sus conocimientos psicológicos), ni la confesión sacramental ha de en-
ridad y la manifiesta en el plano donde la Iglesia puede reconocer to- tenderse como un acto simplemente psicológico (al estilo de como se
da su autenticidad y proclamar el perdón. puede juzgar en un gabinete), sin embargo sí debe reconocerse el va-
lor terapéutico que tanto el confesor como la confesión sacramental
puedan tener. En efecto, se trata de una terapia o sanación no a nivel
((técnico-científico)),sino a nivel personal, integral, humano, sacra-
2 . Valoración antropológica y psicológica
mental. Por tanto, la causalidad o eficacia del sacramento no debe po-
nerse, de modo principal, en el efecto psicológico, sino en el efecto es-
La confesión oral o manifestación al otro de los pecados y limita-
piritual, que sin duda tendrá su repercusión en el plano psicológico. El
ciones humanas no es un aspecto original del cristianismo. En todos
sacramento emplea sus propios medios: la acogida amable, el consejo
los pueblos, culturas y religiones existen formas y costumbres diversas
espiritual, la conversión sincera y profunda, la acción del medico divi-
de confesión, en las que los hombres se manifiestan sus propias «cul- no, la pacificación interior, la misericordia y el perdón, la confianza
pas» o relatan sus situaciones vitales'. Se trata de algo connatural a la en la salvación que procede del mismo Dios (algo más que un psico-
condición, la antropología y la psicología humanas2. terapeuta). Aquí es donde se manifiesta de modo especial el carácter
En primer lugar, la confesión es un acto de sinceridad, un gesto «medicinal» y de sanación al que tanta importancia se le ha dado en la
humano por el que el sujeto, expresando su propia realidad de pecado, historia. Algunos casos pueden requerir de psicólogo; pero ningún psi-
busca encontrarse consigo mismo, reparar su propia culpa, despegarse cólogo podra sustituir al confesor en el acto y el significado de la con-
de la situación de pecado, desahogarse y liberarse de aquello que le in- fesión sacramental. Y ninguna terapia de gabinete podra suplantar a la
tranquiliza, para así encontrar la tranquilidad y la paz.. . Es cierto que terapia del sacramento, cuando se celebra con todas sus condiciones y
a veces este acto implica un proceso psicológico en el que entra la verdad3.
conciencia obsesiva por el pecado, el deseo de exculpación más o me- Por otro lado, la confesión oral es una forma de personalizar el
nos alienante, lo que debe evitarse por los medios adecuados. Pero en proceso penitencial ante la Iglesia. Una forma de asumir la propia res-
ponsabilidad ante el pecado. Y de comprometerse como tal pecador
1 . Un ejemplo de esto lo encontramos en los pueblos indios, que ya tenían sus cos-
tumbres de confesión antes de que llegaran los misioneros, por lo que estos manifies-
concreto a luchar contra el mismo. Por la confesión, la Iglesia quiere
tan que no les resultó difícil conseguir que aceptaran el sacramento de la confesión. Así garantizar al máximo el carácter personal de la conversión; quiere di-
lo testifica Jerónimo de Mendieta, Historia eclesiástica indiana 1-11, Madrid 1973; aquí, rigirme a mí, personalmente, una palabra de consuelo; quiere acoger-
lib. 111, caps. XLI-XLIV, p. 169: «En algunas provincias de esta Nueva España usaban me a mí en su comunión, significando personalmente la acogida de
los indios en su infidelidad una manera de confesión vocal, y esta hacían dos veces en
el año a sus dioses, apartándose cada uno en un rincón de su casa, o en el templo, o se Dios. Pero todo esto sólo puede realizarse cuando el pecador persona-
iban a los montes, o a las fuentes, cada uno donde mas devoción tenia... También con- liza su proceso penitencial y cuando asume la responsabilidad de su
fesaban a veces sus pecados a los médicos o a los sortílegos, a quienes acudían a pedir propio pecado. Para lo que no basta (cuando se trata de pecados mor-
consejo en sus necesidades)).
2. Sobre estos puntos, cf. K. Rahner, La colpa e la sua remissione al conjne tra la
tales) con que se reconozca pecador en general (lo que debemos hacer
teologia y lapsicotempia, en La penitenza della Chiesa, Roma 1968, 147-170; G. Pia- siempre), sino que es necesario que se reconozca como «este pecador))
nazzi-A. M. Triacca (ed.), Valore e attualita della Penitenza, Pas-Verlag 1974; H . Schi- concreto, para que, como tal, pueda ser sanado y reconciliado. La con-
Iling, Die therapeutische Dimension der Busse, en E. Feifel, Busse, Bussakrement, Buss- fesión es, por tanto, el medio por el cual la Iglesia personaliza su pa-
praxis, München 1975, 116-1 19; R. Neau, Psychologie et sacrement de réconciliation:
La Maison Dieu 214 (1998) 85-102; J. Llopis, Implicacionespsicológicas del sacm-
mento de la penitencia: Phase 104 (1978) 135-1 54; J. B. Torrelló, Psicoanálisis y con- 3. Cf. A. Vergote, Le sacrement de lapénitence et de la réconciliation. Dimensions
fesión, Madrid 1975. antropologiques: Nouevelle Revue de Théologie 118 (1996) 653-670.
318 Reflexión teológica Valoración sacramental y antropológica 319

labra de reconciliación y el penitente personaliza su proceso de con- Teniendo esto en cuenta, una valoración pastoral adecuada del
versión. En este sentido, el encuentro y diálogo penitencial según nos elemento de la confesión oral consistirá en relativizarla en función de
lo propone la ((FormaA» presenta las máximas ventajas4. la conversión y de la totalidad de elementos del sacramento; en dife-
renciarla de lo que puede ser una práctica piadosa, una dirección es-
piritual, una simple «acusación» negativa; en reconocer sus aspectos
3 . Valoraciónpastoral positivos y su necesidad coherente con el sentido antropológico y
eclesiológico del sacramento; en ofrecer una catequesis y una educa-
Es bien sabido que muchos fieles encuentran dificultades en la ción adecuadas sobre este aspecto, integrado en el conjunto; en dis-
confesión oral de todos sus pecados. Algunos no ven razón para con- poner de unos espacios y tiempos apropiados para el ((diálogoconfe-
tar a un hombre como los demás sus intimidades; otros la consideran sional», tal como debe realizarse en la ((confesión privada» e incluso
inútil e innecesaria para el perdón de Dios; otros la ven como una for- en la celebración comunitaria.
ma de excusarse ante las propias responsabilidades, ya que no cambia
nada en la vida.. . Para un buen número de fieles la gran dificultad no '

es el confesarse, sino el cuándo, cómo y con quién confesarse de mo-


do adaptado a la propia psicología y situación de vida.
Sobre el cuándo, muchos fieles no saben el momento oportuno en
que pueden encontrar al sacerdote, o no ven tiempo para participar en
una celebración con confesión. Sobre el cómo, muchos no encuentran
la forma de individuar su pecado y de expresarlo ante el confesor, tie-
nen la sensación de que siempre repiten lo mismo sin efecto aprecia-
ble. En cuanto al con quién, la dificultad radica en no encontrar al sa-
cerdote-confesor adecuado, que les escuche, acoja, entienda y ayude
como ellos esperan, sobre todo contando con la escasez de sacerdotes.
A esto se añaden las dificultades de unos presupuestos antropológi-
cos, ya señaladas en otro momento, como son la exaltación del subje-
tivismo y de la libertad personal, que todo lo reduce a la propia apre-
ciación o gusto; la resistencia a aceptar una moral que se presenta
como algo absoluto que se debe aceptar y según la cual se debe vivir;
el rechazo positivo a que alguien extraño se entrometa en mi vida y mi
intimidad.
Las razones de la drJicultad, hay que reconocerlo, no sólo están en
la sensibilidad e incapacidad de los penitentes, sino también con gran
frecuencia en la falta de sacerdotes y en su poca disposición o prepa-
ración para desempeñar el servicio de la confesión; en la carencia de
catequesis y formación sobre su sentido y sus formas; en la escasez de
ofertas de espacios y tiempos para confesarse. Es cierto que la difi-
cultad de confesarse es la dificultad de reconocerse pecador. Pero tam-
bién es verdad que la dificultad de reconocerse pecador es la dificul-
tad de educación, espacios y sacerdotes para la confesión.

4. Cf. S. Cañardo, Un sacramento para la curación del hombre. La dimensión an-


tropológica de la penitencia: Phase 252 (2002) 437-456.
PUESTO HISTÓRICO DE LA SATISFACCIÓN
EN EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA

1. Unidad y variedad

Para comprender cómo se ha llegado a una determinada concep-


ción y praxis de la satisfacción, es preciso que recordemos brevemen-
te sus etapas de configuración:
- En la Iglesia primitiva (etapas de la penitencia «canónica» y en
alguna medida la «tarifada») la actio poenitentiae u obras penitencia-
les, situadas entre la confesión y la reconciliación, y realizadas ante la
comunidad, eran el elemento decisivo para manifestar la autenticidad
de la conversión y obtener el perdón. Por esta actiopoenitentiae o sa-
tisfacción se reparaba el pecado como ofensa a Dios y al prójimo, se
maduraba y manifestaba la conversión, se interpelaba la solidaridad co-
munitaria y la responsabilidad eclesial, se verificaba un despegue pro-
gresivo del pecado y se constataba un real cambio de vida.. . La im-
portancia que tenía la acción penitencial (actiopoenitentiae: obras de
penitencia) y el tiempo de la misma (spatium poenitentiae: duración)
determinaban no sólo el nombre @oenitentia,punire: pena o castigo),
sino también su característica más sobresaliente. En comparación con
Es la satisfacción el tercer acto del penitente, por el que participa este elemento, la confesión y la absolución aparecían como relativa-
de modo activo en la obra de la reconciliación, manifestando con mente secundarios.
obras y con cambio real de vida la autenticidad de su conversión. Pa- - Durante la Edad Media se dio un proceso de concentración en
ra entender la satisfacción hemos de integrarla en el dinamismo de la el elemento de la confesión, destacándose su carácter sustitutivo y pri-
conversión, pues por la satisfacción se expresa y realiza la conversión vilegiadamente manifestativo de la actio poenitentiae u obras de ex-
cristiana en la vida; se manifiesta la autenticidad de nuestro cambio; piación-satisfacción. La confesión detallada del pecado, la vergüenza
se repara, de algún modo, el mal causado y se asumen las responsabi- de la declaración de la propia culpa, la disposición a aceptar la pena.. .
lidades; se demuestra la continuidad de nuestra lucha contra el pecado constituían la parte más importante de la expiación o satisfacción, por
y sus consecuencias; se da continuidad y realismo a un proceso que no la que el pecador se hacía digno de la misericordia de Dios (recuérde-
concluye con la celebración del sacramento. Como bien dice el Ritual: se el eslogan: «máxima pars satisfactionis confessio est»). Como, por
((La verdadera conversión se realiza con la satisfacción por los peca- otra parte, la confesión era considerada el acto más significativo de la
dos, el cambio de vida y la reparación de los daños» (RP 6c). <<materia»del sacramento, necesaria para la absolución («forma»),
324 Reflexión teológica Puesto d e la satisfacción en el sacramento d e la penitencia 325

viene a dársele una centralidad en la misma celebración. Lógicamen- desit anima aut Corpus. Sed sine una parte integrali sacramentum ve-
te, se plantea la siguiente pregunta: ¿dónde queda, entonces, la actio rum quidem, sed imperfectum esse potest, sicut homo sine manu est ve-
poenitentiae tradicional, con su importancia y duración? La respuesta rus homo, sed mancus. Satisfactio autem non ponitur enim pars essen-
es esta: la expiación ha quedado concentrada y como absorbida por la tialis sacramenti poenitentiae, sed integralis: est enim actus poenitentis,
confesión, por lo que lleva de vergüenza y dificultad. Para completar qui sunt ut materia seu pars essentialis sacramenti, sicut manus est pars
esta expiación, debe añadirse una ((satisfacción complementaria)), a corpons humani, quod est materia et pars essentialis hominis2.
cumplir después de la absolución, en orden no al perdón de la ((pena
eterna)) o castigo merecido ante Dios por nuestros pecados graves Y, si esto es así, ya que la satisfacción se cumple en un ((después))
(condenación eterna), que fue perdonada junto con la culpa eterna por del sacramento, la cuestión que se plantea es cómo se explica que sea
la absolución; sino en orden al perdón de la ((pena temporal)) o casti- parte ((integral))del sacramento y que contribuya a la gracia. A lo que
go que comporta el mismo pecado en cuanto que en este mundo sigue Domingo Soto, por ejemplo, responde: la satisfacción está presente
inclinándonos al mal, nos arrastra con sus consecuencias negativas, en el sacramento como propósito, y como tal contribuye a conferir la
nos esclaviza a un hábito o estilo de vida (egoísmo, dureza de corazón, gracia, lo que se incrementará cuando llegue a cumplirse (((quod sa-
indiferencia.. .). Esta ((penatemporal)) puede ser perdonada parcial o tisfactio confert gratiam prout in proposito, et auget eam in execu-
totalmente por el sacramento (dependiendo de la intensidad de la con- tiene))). Por tanto, es parte del sacramento, aunque se cumpla des-
versión y del tipo de pena que merece el pecado); pero, si no, puede pués; y por eso es parte ((integral)),y no ((esencial)),porque se cumple
ser perdonada a través de las obras de satisfacción, unidas a la pasión después3.
de Cristo (tema de las indulgencias), durante esta vida; y si no fuera - El concilio de Trento se mueve en el cuadro de la teología del

así, queda la purificación del ((purgatorio)),de modo que se pueda Ile- tiempo y presenta una doctrina de la satisfacción teniendo en cuenta la
gar a la plena comunión de vida con Dios. Esta pena temporal, como respuesta a los Reformadores, que afirmaban que la pena temporal se
decía Tomás de Aquino, se perdona y supera, sí, por la gracia de Dios, perdonaba siempre junto con la culpa, que la satisfacción no consiste
pero también se requiere el esfuerzo del hombre y la intensidad de la en las obras del penitente (ayunos, limosnas, etc.) o penas que se le
satisfacción por la que, uniéndose a la pasión de Cristo, ofrece su vi- imponen, sino en la fe y confianza por la que se percibe que Cristo sa-
da en sacrificio y vence las consecuencias del pecado'. tisfizo por ellos, y que tales penitencias no son más que tradiciones
- En la época precedente a Trento, los teólogos, sin duda condi- humanas que oscurecen la doctrina de la gracia y el verdadero culto a
cionados por una praxis que posponía la satisfacción a la confesión y Dios4.Ante esto, el concilio propone la siguiente doctrina:
la absolución, discuten en qué medida la satisfacción es parte inte-
Es conforme con la clemencia divina que no se nos perdonen los peca-
grante o esencial del sacramento, teniendo en cuenta la definición del dos sin algún género de satisfacción, no sea que tomando la ocasión
concilio Florentino, que la consideraba como una de las partes funda- (Rom 7, 8), teniendo los pecados como algo liviano, nos deslicemos a
mentales del sacramento. Los tomistas, como Cayetano, a partir de la otros más graves.. . Porque no hay duda que estas penas satisfactorias
distinción entre lo ((esencial))y lo ((integral)),defienden que la satis- retraen en gran medida del pecado y sujetan como un freno, y hacen a
facción es ciertamente parte integral del sacramento, en cuanto que sin los penitentes más cautos y vigilantes para el futuro. Ellas son también
ella el sacramento no es pleno sino imperfecto. Pero no es una parte un remedio para las secuelas del pecado y, mediante las obras de virtud
esencial, ya que sin ella el sacramento es válido, es decir, no puede de- contrarias, quitan los hábitos viciosos y contraídos en una vida desa-
clararse nulo, porque no faltan las otras partes necesarias para que se rreglada.. . No existe ningún camino más seguro que este para descar-
dé. Merece la pena citar el texto de Cayetano: tar el inminente castigo del Señor.. . Añádase a esto que, al padecer por
nuestros pecados en esa satisfacción, nos hacemos conformes a Cristo
Ad hoc dicitur quod pars est duplex: essentialis ve1 integralis. Et sine Jesús, que satisfizo por ellos.. . Porque quienes por nosotros mismos no
parte quidem essentiali sacramentum nullum est, sicut nec homo est si podemos nada, todo lo podemos con la ayuda de aquel que nos confor-

1. Tomás de Aquino, Summa Theol. Suppl., q.5, a.2; q. 13, a. l . . . Sobre todo esto, cf. 2. Cayetano, In IIIpars, q. 90, a.2, n.2 y 4.
P. Anciaux, La théologie du sacrement de la pénitence au XII siecle, Louvain-Gembloux 3. D. Soto, In IVSent., distinctio 17, q.1, a.2-3, p. 705-709.
1949,33ss; B. Poschmann, Pénitence et onction des malades, P&s 1966, 137-168. 4. Cf. la condena a esta doctrina en los cánones de Trento: DH 17 12-171 4.
Reflexión teológica Puesto de la satisfacción en el sacramento de la penitencia 3;

ta (Flp 4, 13). . . Deben, pues, los sacerdotes del Señor, en cuanto su es- cometida contra alguien y recompensa por un hecho injusto. Quien ha sic
píritu y prudencia se lo sugiera, según la calidad de las faltas y la posi- ofendido y ha padecido una injuria debe ser recompensado por parte de aqul
bilidad de los penitentes, imponer provechosas y convenientes peniten- que le ofendió8. «Satisfacer)) y ((retribuir)) son también asunto de justic
cias ... Y tengan en cuenta que la penitencia que impongan no esté (((utrumque autem: scilicet, et satisfacere et retribuere pertinet ad virtutei
destinada Únicamente a salvaguardar la nueva vida y a curar la enfer- justitiae: quia utrumque est commutatio quaedam, atque adeo poenitentia e
medad, sino también sirva para la satisfacción y castigo de los pecados pars quaedam justitiae~)~. Pero en la penitencia se trata de una justicia n
pasados. Porque las llaves de los sacerdotes no fueron concebidas úni-
«sirnpliciter» o al modo de la justicia civil, sino «secundum quid)),porque aqi
camente para desatar, sino también para ata?.
entra de por medio Dios mismo. Una cosa es la justicia entre iguales (hombi
y hombre), y otra la justicia entre desiguales (hombre y Dios). Es tal la de,
Como puede apreciarse, Trento reafirma la necesidad de la satis- proporción, que el hombre nunca puede pensar en recompensar a Dios por
facción en razón de la «pena temporal)). Destaca su razón pedagógica: ofensa cometida contra El. Por eso hay que decir que la esencia de la penitei
como enseñanza practica para ser mas cautos y vigilantes con el peca- cia no es la justicia, aunque la incluyalo («sed aliud est justum secundum qu
do; su razón ascética: como lucha contra las secuelas e inclinaciones inter eos, qui non sunt simpliciter aequales, sed unus est sub potestate alteriu
del pecado; su razón escatológica: para evitar el castigo divino incli- et tale est justum inter nos et Deum: non ergo poenitens aequale simpliciter r
nados definitivamente por la pendiente del mal; su razón cristológica: compensat Deo pro offensa)))", pues su finalidad más propia no es tanto
para asociarnos a la pasión de Cristo y participar de su gracia; su ra- justicia, como la recuperación de la amistad con Dios, por una conversi¿
zón medicinal: para contribuir a sanar la enfermedad y mantenernos internai2.Y si esto es así, jen qué consiste la justicia del hombre respecto
Dios? Pues sencillamente, nos dice, en hacer lo que está de nuestra part
sanos; y su razón sacramental: para que en el sacramento se cumpla lo
«Quare ratio justitiae inter istos consistit, ut persona deficiens faciat quantu
que dice la Escritura sobre el poder de «atar». Estas razones se expre- potest»13,lo que, según santo Tomás, supone detestar el pecado y acoger la v
san y explicitan en un lenguaje propio de la mentalidad del tiempo, no luntad de Dios, a quien hemos ofendido. El mismo rechazo del pecado sup
siempre comprensible para el hombre actual, ya que refleja un con- ne la voluntad de rechazarlo, la tristeza por haberlo cometido y el deseo de r
cepto de Dios como «juez vindicativo)) y un concepto un tanto lega- pararlo por la justiciaL4.
lista de ((compensación expiatoria)). Pero tal vez la limitación mayor Pero, cuando trata de la satisfacción como acto del penitente y parte inl
de Trento radique en su consideración de la satisfacción únicamente grante del sacramento de la penitencia, afirmará más explícitamente que la s
como un momento posterior a la absolución, sin tener en cuenta la pra- tisfacción implica la justicia'" pues la satisfacción es también expresión de
xis histórica que la situaba entre la confesión y la reconciliación. De reconciliación con el hermano, y esto es un acto de amistad, a la vez que
ahí que su valoración sacramental sea escasa. justicia. Más aún, la satisfacción incluye la restitución, aunque ésta en si no
Los teólogos hispanos del tiempo del concilio de Trento (D. Soto,
M. Cano, B. de Carranza.. .) y posteriores (por ejemplo, Salmanticen- 8. Ibid.: ((Emendatio autem offensae contra aliquem commissae, non fit per !
lam cessationem offensionis, sed exigitur ulterius quaenam compensatio, quae loci
ses) proponen y siguen fielmente esta doctrina; pero en ellos cabe des- habet in offensis in alterum commissis: quaemadmodum retnbutio: nisi quod compc
tacar la relación que establecen entre «satisfacción y justicia)), tanto satio tenet se ex parte ejus, qui offendit, qui quidem satisfacere ei debet, qui injuri
respecto a Dios como respecto a los hombres. passus est...D.
9. Ibid.
10. [bid., p. 63 1: ((Enimvero cum justitia dicta aequalitatem, et inter Deum et I
Domingo Soto desarrolla con amplitud el tema de la «satisfacción» en su non sit aequalitas, poenitentia non habet totam quidditatem justitiae)).Y más adela
Comentarios a los IV libros de las Sentencias6. Comienza afirmando que la (p. 632): «Est peregregia solutio, videlicet, quod quanquam poenitentia sit directe s
virtud de la penitencia implica la justicia7, en cuanto es enmienda de la ofensa cies justitiae, non quidem sic directe, ut sit species continens totam aequalitatemju
tiae. sed auod ver se spectet ad justitiam)).
' 1 1 . ibid.,;. 630.-
5. DH 1165-1 169. Sobre el significado de la satisfacción,cf. Z. Alszeghy-M. Flick, 12. Ibid., p. 630-631: «Licet materia ejus sint peccata, tamen finis intrinsecus
II sacramento della riconciliazione, Bologna 1976, 179-192; Th. Rey-Mermet, Laissez
amicitiam reficere inter Deum et homines (. . .) Quapropter licet poenitentia qua ratic
vous réconcilier, Paris 1972, 133s.
est vindicta, sit pars justitiae, tarnen qua ratione est dolor offensae, est quaedam spec
6. D. Soto, De sacramento Poenitentiae, especialmente ((Distintio decimonona: De charitatis)).
satisfactione et de purgatorio)),en Commentariorum Fratris Dominici Soto Segobien- 13. Ibid., p. 631.
sis... In quartum Sententiamm, tomus primus, Salamanticae 1570, 823-854. 14. Ibid., art. IV, p. 633.
7. Ibid., art. 111, p. 629. 15. Distinct. 19, q. 1 , a.1
328 Reflexión teológica
329
Puesto de la satisfacción en el sacramento de la penitencia

parte del sacramento al modo como lo es la satisfacciónI6. Por tanto, la satis-


facción que impone el sacerdote debe tener en cuenta estos aspectos1': por la culpa pasada, sino también a prevenir la futura, y que tiene también, por
- La satisfacción es una especie de virtud de justicia, por lo que a la pe-
tanto, un sentido medicinal y curativo: «Ex his ergo definitionem satisfactio-
nitencia se le llama también justicia (((satisfactio est species virtutis justitiae, nis colligito: Est enim satisfactio injunae Deo illatae cum proposito cavendi in
qua parte poenitentia justitia dicitur))), ya que consiste en poner igualdad en- futurum ad quandam aequalitatem iustitiae compensa ti^»^^.
- De todos modos, afirma Soto que la satisfacción no tiene como último
tre dos partes, y esto se hace, cuando se trata de cosas materiales, dando o re-
cibiendo, es decir, restituyendo ( ( d a aequalitas dicitur in rebus redditia et objetivo la compensación por la injuria cometida, sino el resarcir y recompo-
restitutio))), y cuando se trata de otro tipo de injurias al prójimo, reconcilián- ner la amistad, lo que implica la justicia. En cuanto que la satisfacción es par-
dose con la persona injuriada y procurando su amistad («sed altero modo te de la virtud de la justicia, supone también la restitución, y todo ello tiene
contingit, dum quis sponte pro injuria, quam alteri intulit.. . procurans in ami- como finalidad última el recuperar la amistad: «In satisfactione proximus fi-
citiam alterius reconciliari))). Y este tipo de satisfacción es el propio de la pe- nis est recompensatio illatae injuriae, ultimus autem per illam recompensatio-
nitencia («et haec proprie dicitur satisfactio, quae est pars poenitentiaen). En nem amicitiam resarcire.. . Et ideo satisfactio imperatur a chantate, quae mo-
esto se diferencia la justicia de la penitencia de la justicia vindicativa: aque- vet virtutem poenitentiae.. . Satisfactio est actus justitiae, ergo est idem quod
lla se hace espontáneamente, y por eso mismo es virtud; la otra, impuesta por . restitutio. Quoniam per unum ponitur medium in actione ad recuperandam
los jueces («satisfactio vero, quia fit ex electione poenitentis, per se dicitur amicitiam, per alterum ver0 in rebus ad cessandum in pe~cato))~'.
- Por otro lado, sabemos que Cristo, en cuanto Dios y hombre, ya ha sa-
~irtus)))'~.
- La restitución se distingue de la satisfacción en que en si no es parte de
tisfecho de modo perfecto por los pecados del mundo. En él y por él se dio la
la misma penitencia, sino su preludio o preámbulo, aunque la exige. La res- perfecta satisfacción por los pecados de los hombres («erat per se infinite gra-
titución trata sobre las cosas dadas o recibidas, mientras la satisfacción trata tus Deo, et infinite amicus tanquam naturalis filius: Jn 1 »). Pero aquí se trata
sobre los actos del penitente, y una cosa puede existir sin la otra, aunque al- de los hombres, y de la suficiente satisfacción u obras de penitencia para el
gunas veces coincidan, dependiendo, en todo caso, del tipo de injuria de que perdón de su culpa y de su pena (((quaestio intelligi potest ve1 de sufficienti re-
se tratei9. medio ad remissionem culpae, ve1 de solutione poenae, quae remissae culpae
- De cualquier modo, la restitución consiste en dejar de pecar («hinc ergo
debet~)~~.
- A la cuestión de por qué puede perdonarse la culpa y no se perdona
colligitur restitutionem non esse aliud quam cessare a peccato))),y por tanto se
permanece en el pecado mientras no se restituye lo que se ha detraído («non toda la pena2', responde explicando qué significa la participación del hom-
remittitur peccatum, nisi restituatur ablatum))).Esta es la principal satisfacción bre con la satisfacción: basta que el hombre haga lo que puede ( ( d a sat est
respecto a Dios, preámbulo de la satisfacción impuesta por la penitencia. Y et pro injuriis secundum vires nostras, et auxilium suum ei ~atisfacere)))~~.
también respecto al prójimo, ya que la satisfacción que se hace al prójimo se La satisfacción no es ningún precio que se paga a Dios. Todo lo que pode-
hace también a Dios, puesto que el pecado contra el prójimo es también una mos ofrecer es gracia de Dios. Y el perdón de la culpa es gracia de Dios, no
ofensa a Dios (((satisfactio quae fit proximo, fit Deo: quia omnis injuria pro- mérito de la justicia del hombre («at quia Deus infinitum vires nostras ex-
ximo illata, est ofensa Dei))). cellit, fit ut neque haec ratio justitiae ex nobis, nisi ex ejus gratia oriri pos-
- A partir de estas explicaciones, propone Soto su definición de «satis- sitn). Pero la forma de recibir la gracia, en cuanto que somos miembros del
facción)): «Es aquello que se ofrece a Dios, por la injuria cometida, con el pro- Cuerpo de Cristo, añade un determinado grado de justicia con nuestras sa-
pósito de evitarla en el futuro, que implica una compensación con cierta se- tisfacciones, unidas a la satisfacción que ya ofreció nuestra Cabeza, Cristo2S.
mejanza con la justicia)). Se trata de una justicia que tiende no sólo a resarcir Además, Dios actúa siempre con misericordia y no nos pide una recompen-

16. Ibid., p. 825: «Si satisfactio actus esset justitiae, consequens fieret ut satisfac- 20. Ibid., p. 827.
tio et restitutio eadem res essent, ve1 saltem restitutio esset satisfactionis pars: nam per 2 1 . Ibid.
satisfactionem homo, et Deo reconciliatur et proximo: per restitutionem vero rei ablatae 22. Ibid., p. 828-829.
reconciliatio fit cum proximo: consequens autem est falsum. quoniam satisfactio est 23. Ibid., p. 829: ((Sensus ergo quaestionis est, utrum remissa culpa, possit homo
pars sacramenti, restitutio ver0 minime)). poenam persolvere: narn hoc etiam proprie est satisfacere pro peccato: quandoquidem
17. Ibid., p. 825. quousque omnino solvatur poena, nondum perfecte peccaturn est remissum, eo quod
18. Ibid., p. 826. utrumque reatum includit, scilicet et culpae, scilicet et poenae. Quare haec satisfactio
19. Ibid.: ((Restitutio tantum a satisfactione differt, ut nec pars illius sit, sed paeam- est quae a contritione et confessione distinguitun).
bulum quoddam. Conclusio ... narn restitutio, ut diximus, fit in rebus datis et acceptis, 24. Ibid.
satisfactio vero in actionibus. Quare utraque potest absque alia reperiri, licet nonnun- 25. Ibid.: ((Modus hic recipiendi gratiam Dei per hoc, quod efficimur membra
quam ambae coeant)). Christi, peculiare quendam justitiae gradum adjungit satisfactionibus nostris.. . ratio illa
justitiae ex nostro in nos capite derivatur)).
330 Reflexión teológica Puesto d e la satisfacción en el sacramento d e la penitencia 331

sa equivalente a la injuria del pecado, ni nos exige más de lo que podemos dan más obligados que si pecasen contra los otros. Porque el que peca contra
ofrecer, teniendo en cuenta nuestra fragilidad humana26. los otros no queda obligado sino a penitencia; pero el que peca contra el sép-
También otros autores de la misma época, como Bartolorné d e Carranza timo está obligado a penitencia como los otros, y más a restitución, que es a
(1 503- 1576), insisten en este importante aspecto de la satisfacciónz7.Después tornar lo ajeno a su dueño; y si le hizo alguna injuria, a hacerle satisfacción de
de distinguir diversas clases de satisfacciónza,afirma que limpiar el alma y el ella; porque no hará efecto la penitencia si no se cumple con este precepto»31.
cuerpo de las reliquias que dejan los pecados no se consigue sino con mucho El autor reconoce además otros frutos de la satisfacción que explica en
ejercicio y tiempo, durante el cual, con remedios contrarios a los pecados, se otros lugares, como son: el que nos excusan ante Dios del castigo merecido;
mortifican estos y se cura el alma de las enfermedades que causaron. Esto lo nos limpian de las reliquias que dejan los pecados pasados; nos rev vienen de
mandaba hacer Juan Bautista cuando bautizaba en el Jordán (Mt 3 , s ) dicien- volver a los pecados pasados; testifican de la verdad de nuestra contrición; re-
do: ((Haced frutos dignos de la penitencia que mostráis)). San Juan Cnsóstomo paran también el mal causado a la Iglesia; damos ejemplo y prevenimos a los
sostiene que damos frutos dignos de penitencia cuando realizamos obras con- demás; satisfacemos a Dios con cierta ((justicia)) y nos configuramos con
trarias a 10s pecados pasados: ((Cuando el que ha tomado hacienda ajena no
Cristo3'.
solamente restituye a SU dueño, sino que da de la suya al pobre; y 10s que han En cuanto a Melchor Cano, baste con recordar algún punto de su pensa-
'
vivido lujuriosamente no solamente no se desordenan con personas ajenas, si- miento, en general muy coincidente con el de Domingo Soto y Bartolomé Ca-
no que se abstienen del uso del legítimo matrimonio y viven en continencia; r r a n ~ a )Nos
~ . recuerda cómo la penitencia supone la justicia respecto a Dios y
y el que ha sido desordenado en el comer y beber no sólo no se desordena, si- respecto a los hombres. Pero también cómo no se puede comparar la justicia de
no que castiga su cuerpo con ayunos y abstinencias: entonces se llevan y pro- hombre a hombre, con la justicia del hombre con respecto a Dios. Dios no bus-
ducen fmtos dignos de penitencia y se manifiestan ciertos testimonios de ca su honor ni su honra, sino nuestra conversión y nuestro bien («Deus.. . nem-
hombre penitente)) (san Juan Crisóstomo, In M a f f h .hom. 106, PG 57, 190)29. que non suma, sed nostram quaent utilitatem, quae videlicet in poenis volunta-
Más aún, la satisfacción lleva como exigencia la reparación o restitución rie pro peccatis assumptis maxima e s t ~ )La ~ ~penitencia
. extenor o satisfacción
al prójimo de aquella injusticia que con él se ha cometido: «El penitente ha de es una exigencia de la misma penitencia interior, y uno de los elementos de la
tener propósito, con ayuda de la gracia de Dios, de enmendar su vida y no tor- penitencia exterior es la satisfacción, como afirma el concilio tndentino. La sa-
nar más a los pecados pasados. Y si ha agraviado a algún prójimo suyo o ha si- tisfacción se debe cumplir por ayunos, limosnas y oración, y por otros ejercicios
do causa de algún daño que por él haya recibido en el cuerpo o en el alma, o El mismo Nuevo Testamento y la tradición de la lglesia han exigi-
en la honra o en la fama o en la hacienda, ha de tener propósito firme de ha- do siempre esta satisfacción, aplicando lo que predicaba Juan Bautista: «Dad
cerle entera satisfacción de ello en la manera y en el tiempo que le fuese frutos dignos de penitencia)) (Mt 3, 8). Pues la penitencia no consiste sólo en
sible. Con estas disposiciones puede y debe llegar a la confesión, porque le se- dejar de hacer el mal, sino también en dar frutos de buenas obras. Y el autor se
rá muy provechosa. Pero si va sin ellas, la confesión vocal (como los otros pregunta: ¿Cómo podemos dar frutos de buenas obras? Y responde: Haciendo
sacramentos tomados indignamente) le será en su condenación»30. lo contrario a lo que hicimos en el pecado: si hemos robado, devolviendo lo sus-
Esto supone que, cuando el penitente se prepara a la celebración del sa- traído; si fomicamos desde hace tiempo, privamos por un tiempo del uso del
cramento de la reconciliación, debe examinar cuidadosamente en qué aspec- matrimonio; si hemos injuriado, reparar con alabanzas el mal que hicimos. Y to-
tos del séptimo mandamiento había faltado, para ver cómo restituía los daños do ello porque no basta con sacar la espina clavada en el cuerpo: es preciso tam-
causados a los demás, pues el pecado contra el séptimo mandamiento es ma- bién curar la herida, para que haya verdadera sanación3'.
yor que contra los otros: «Los que pecan contra el séptimo mandamiento que-

3 1. Ibid., 340.
26. Ibid.. p. 830: «Non possumus Deo reddere aequivalens, aut pro beneficio aut 32. [bid. 11,282; Ibid. 111,491;J. A. Reig Pla, Elsacramento de lapenitencia. Edi-
pro ofensa.. . Nam etsi quidquid De0 pendere possimus totum ei debeamus, ipse tamen y estudio histórico-teológico de un texto inédito de Fr Bartolomé Carranza, Va-
non exkit a nobis tanquam necessarium, quantum nos facere possumus, quia secundum
lencia 1980, 129.
statum praesentis vitae, et nostram fragiIitatem, non esset nobis possibile totum nostmm 33. Melchor Cano, Relectio depoenitentiae sacramento, pars 11, en Melchioris Ca-
posse Dei cuItui ad referendum ei gratias impendere)).
ni Opera, Matnti 1760,540-541.
27. Bartolomé Carranza de Miranda, Comentarios sobre el Catechismo christiano 34. Ibid., 541.
11, ed. critica y estudio histórico por J. 1. Tellechea Idigoras, Madrid 1972,275-276; Id., 35. Ibid., pars 111, 547: «Facite (in quit Chnstus) fructus dignos poenitentiae. Quo
Comentarios sobre el Catechismo christiano 111, Introducción, Madrid 1999, 486. autem modo fnictificare poterimus? Si utique peccatis advera faciamus. Aliena rapuis-
28. Id., Comentarios sobre el Catechismo christiano 11,276; Ibid. 111,486, ti? Incipe donare jam propna; longo ex tempore fornicamus? A legitimo quoque usu
29. Citado por BartoIomé Carranza en Comentarios sobre el Catechismo christia- suspendere conjugii injuriam fecisti? Refer benedictionis verba conviciis. Neque enim
no 11, 277.
vulnerato sufficit ad salutem, tantum modo spicula de corpore evellere, sed etiam re-
30. Ibid. 111,463-464,
media adhibere vulnenbus~.
332 Reflexión teológica Puesto de la satisfacción en el sacramento de la penitencia 333

Ahora bien, Les necesario que la satisfacción incluya la restitución? A lo «La verdadera conversión se realiza con la satisfacción por los pe-
que responde que no es exactamente lo mismo, pero que la verdadera peniten-
cia implica «negative» el precepto de restituir, y excluye todo lo que es contra-
cados, el cambio de vida y la reparación de los daños)).Es decir, la sa-
n o a la misma penitencia, como sena el negarse a la restitución cuanto antes tisfacción debe entenderse como expresión realizante de la conversión,
(((rursus etiam, quotiescumque adest comoditas rem alienam domino suo res- en cuanto que manifiesta un cambio real de vida, el cual se demuestra
tituendi, toties denuo pecco non restituendo: etiamsi nullum actum possitiwm no en la evasión de las responsabilidades, sino en la reparación de los
habeam, quo rem alienam injuste velim apud me tenere»)36.No obstante las di- daños que hayan podido causarse.
ferencias, existen también semejanzas entre hacer penitencia y restituir. Porque «El objeto y cuantía de la satisfacción debe acomodarse a cada
si no existe una cosa y otra, no se pueden perdonar los pecados: «sed est tamen penitente, para que así cada uno repare el orden que destruyó y sea
similitudo utriusque praecepti et restituendi et poenitendi proportionalis du- curado con una medicina opuesta a la enfermedad que le afligió)).Le-
plex: Pnus, quod quemadmodum non dimittitur peccatum, nisi agatur poeni- jos de considerar la satisfacción como castigo de Dios o precio im-
tentia. Postenus etiam haec duo preacepta in hoc assimilantur, quod sicut non
puesto por el pecado, se insiste en su carácter de expresión de com-
restituere rem alienam injuste detentam habet malum statum peccatoris ane-
xum, ita et non poenitere de peccato conmisso. Quo fit, ut sive hic sive ille, ve1 promiso ante el mal causado y de medicina para una sanación de la
qui non restituit, ve1 qui non poenitet, in actum possitivum exeat, alter quo vult debilidad personal ante el pecado. Lo cual exige una acomodación a
non restituere, alter quo non poenitere, semper peccet novo peccaton3'. cada sujeto, por encima de las ((penitencias-eslóganes))en las que
Y todo ello se exige por nuestro propio bien y por el bien del prójimo a suele caerse.
quien se injurió. Pues, en realidad, no es Dios el que necesita nuestra com- ((Conviene, pues, que la pena impuesta sea realmente remedio del
pensación, sino nosotros, para nuestra salvación y nuestro bien espiritual. Y pecado cometido y de algún modo renueve la vida. Así el penitente,
este mismo es el fin de la corrección fraterna, como afirma san Agustín, una olvidándose de lo que queda atrás (Flp 3,13), se injerta de nuevo en el
corrección que ha de hacerse y recibirse en el momento oportuno38. ministerio de la salvación y se encamina de nuevo hacia los bienes fu-
Esta postura de los teólogos dominicos de Salamanca tiene mucho que ver
turos)).La satisfacción tiende así a ser remedio del pecado pasado, pe-
con el conflicto planteado en las llamada «conquista» o evangelización de
América. Es conocida la oposición de Bartolomé de Las Casas y de otros re-
ro sobre todo a ayudar para la renovación de la vida en el futuro. Esta
ligiosos dominicos y franciscanos, a las encomiendas, a la ocupación de tie- visión positiva, como estímulo para una renovación sostenida, en la es-
rras, a la esclavitud, a la explotación de los indios.. . Lo que provocó también peranza escatológica, tiene gran importancia.
que negaran la absolución a quienes procedían de esta manera. Es un caso Este texto de los Prenotandos del Ritual debe completarse, a nivel
muy significativo de la puesta en práctica de la relación penitencia-justicia, de aplicación pastoral, con el que ofrecen las ((Orientaciones doctri-
como hemos podido estudiar en otro lugaijg. nales y pastorales del episcopado español)) incluidas en el mismo Ri-
tual (n. 65), donde se hacen dos afirmaciones importantes: 1) que la
satisfacción debe recuperar su seriedad, superando el ((automatismo))
2. La satisfacción en los documentos actuales de la Iglesia del rezo de oraciones, pues «la oración es indudablemente una de las
formas de expresar y fortalecer la conversión; sin embargo, no debe
La comprensión y la enseñanza actual de la Iglesia sobre la satis- imponerse la recitación de oraciones, en mayor o menor cantidad,
facción presenta aspectos renovadores importantes. como recurso normal para la satisfacción, con un criterio simplista
Ya el Ritual de la penitencia modera algunas expresiones en el tex- de facilidad)); 2) que la satisfacción puede recuperar su puesto tradi-
to dedicado al tema y ofrece una visión más completa de la satisfac- cional dentro del proceso penitencial, volviendo a la estructura más
ción (cf. RP 6c): primigenia:
Algunas veces, y con las debidas explicaciones, la satisfacción podría
36. Ibid., pars 1\! 569.
37. Ibid. recuperar su primitivo y tradicional puesto en el proceso penitencial,
38. Ibid., 571. entre la confesión y la absolución, tanto en la reconciliación de un pe-
39. D. Borobio, Penitencia y justicia en Bartolomé de Las Casas, en Id. (ed.), Pri- nitente como en la de vanos. De esta forma, se verifica con mayor fuer-
mera evangelización deAmérica. Contexto-vclaves de interpretación, Salamanca 1992, za expresiva que la reconciliación no es un momento aislado en la vida
145-188. del cristiano, sino un proceso que tiene sus etapas significativas.
334 Reflexión teológ~ca Puesto de la satisfacción en el sacramento de la penitencia 335

El Código de derecho canónico dedica un canon a la satisfacción, como ((masoquista autopunición», sino expresión de nuestra solidari-
donde se dice: ((Según la variedad y el número de los pecados, pero te- dad con Cristo sufriente en la lucha contra el pecado del que somos
niendo en cuenta la condición del penitente, el confesor debe imponer responsables, pero del que sólo podemos liberarnos definitivamente
una satisfacción saludable y conveniente, que el penitente está obliga- por la gracia del amor redentor de Cristo.
do a cumplir personalmente)) (CIC 981). Como puede apreciarse, el - En tercer lugar, las obras de satisfacción «recuerdan que también
texto no hace sino recoger la sustancia de la doctrina de la Iglesia al después de la absolución queda en el cristiano una zona de sombra, de-
respecto. bido a las heridas delpecado, a la imperfección del amor en el arre-
En cambio, la Exhortación Reconciliatio et poenitentia, de Juan pentimiento, a la debilitación de las facultades espirituales en las que
Pablo 11, presenta la satisfacción de forma más significativa y com- obra un foco infeccioso de pecado, que siempre es necesario combatir
pleta. Comentamos sus afirmaciones más importantes (RyP 3 1-111): con la mortificación y la penitencia)). Se resalta el carácter histórico del
«La satisfacción es el acto final, que corona el signo sacramental pecado y la conversión, por lo que debe continuarse la lucha contra las
de la penitencia)). Con esta afirmación se insiste en que este acto per- consecuencias del mismo pecado que perduran como «foco infeccio-
tenece al signo sacramental, como momento terminal del mismo. Se so», y exigen una ascesis y vigilancia permanentes. Se tiene en cuenta
considera sólo la posibilidad más común de la satisfacción al final, pe- la estructura histórica y la antropología de la persona humana, y se in-
ro no se tiene en cuenta la posibilidad más tradicional de la satisfac- serta la satisfacción como elemento de continuidad sacramental.
ción en el medio, entre la confesión y la absolución, lo que hubiera si- En cuanto al Catecismo de la Iglesia católica, es de resaltar el
do de desear. acento que pone precisamente en la relación de la satisfacción con la
El significado de la satisfacción «no es ciertamente el precio que justicia, es decir, con la reparación y la restitución, aspecto que, en al-
se paga por el pecado absuelto y por el perdón recibido: porque ningún gunos casos, aparece demasiado mitigado, quizás por insistir de mo-
precio humano puede equivaler a lo que se ha obtenido, fruto de la do unilateral en la misericordia y bondad de Dios. Igualmente es de
preciosisima sangre de Cristo)). El texto quiere salir al paso de las fal- notar tanto el sentido dinámico que se atribuye a la penitencia (con la
sas interpretaciones de la satisfacción (lo que no es) y señala la del absolución no se remedian los desórdenes causados), como el recono-
((precio por el pecado)), a la que se puede añadir la del ((castigo vindi- cimiento de que la «plena salud espiritual)) no puede darse por alcan-
cativo)). El perdón, en definitiva, procede de la gracia de Dios y del zada con la liberación del pecado; el proceso hacia la plena salud re-
mérito de la sangre de Cristo. Sin embargo, «las obras de satisfacción clama continuidad. Baste con citar el texto:
quieren decir cosas importantes)): Muchos pecados causan daño al prójimo. Es preciso hacer lo posible
- En primer lugar, «son el signo del compromiso personal que el para repararlo (por ejemplo, restituir las cosas robadas, restablecer la
cristiano ha asumido ante Dios, en el sacramento, de comenzar una reputación del que ha sido calumniado, compensar las heridas). La sim-
existencia nueva (y por ello no deberían reducirse solamente a algu- ple justicia exige esto. Pero además el pecado hiere y debilita al peca-
nas fórmulas a recitar, sino que deben consistir en acciones de culto, dor mismo, así como sus relaciones con Dios y con el prójimo. La ab-
solución quita el pecado, pero no remedia todos los desórdenes que el
caridad, misericordia y reparación))). Como puede apreciarse, su pri- pecado causó (cf. C. de Trento: DH 17 12). Liberado del pecado, el pe-
mer sentido es el de expresar concretamente el compromiso que se cador debe todavía recobrar la plena salud espiritual. Por tanto, debe
asume ante Dios (y ante la Iglesia) de esforzarse por renovar la vida. hacer algo más para reparar sus pecados: debe ((satisfacer))de manera
Esta presentación hace más elocuente y aceptable la satisfacción a la apropiada o «expiar» sus pecados. Esta satisfacción se llama también
sensibilidad actual, en la que tanto cuenta la aplicación y compromi- «penitencia» (CCE 1459).
so en la vida.
- En segundo lugar, las obras de satisfacción ((incluyen la idea de
que el pecador perdonado es capaz de unir su propia mortificación fi-
sica y espiritual, buscada o al menos aceptada, a la Pasión de Jesús
que le ha obtenido el perdón)). Se trata del sentido ascético v sacrifi-
cial de la satisfacción, entendido no como simple «renuncia» y menos
2
INTERPRETACIONES TEOLÓGICAS ACTUALES

Son bastantes los autores que en los últimos años han tratado de
reinterpretar la satisfacción, teniendo en cuenta las ciencias humanas,
la sensibilidad social actual, y la misma verdad y estructura del sacra-
mento. Nos vamos a fijar en tres opiniones que consideramos espe-
cialmente significativas.

1. Karl Rahner: interpretación más antropológica

Este autor' parte de la distinción entre ((naturaleza)) y ((persona)).


Mientras la persona es el centro de decisiones de la libertad, el núcleo
más íntimo de la personalidad humana, la naturaleza es la expresión
configuradora en actos y tendencias, constituida por múltiples niveles,
de la personalidad. El hombre objetiva el acto de su propia libertad en
hábitos y comportamientos que lo configuran, y que permanecen in-
cluso cuando ha cambiado la decisión primera que los ha producido.
Lo mismo sucede en el acto de la conversión. Aun cuando el nú-
cleo de la persona haya cambiado por la gracia de Dios y por un acto
intenso de la libertad, no se puede afirmar sin más que este acto ha-
ya cambiado la totalidad objetiva de la personalidad humana. Es po-
sible que esta transformación interna sea como un núcleo ardiente,
que sin embargo no logra disolver de un solo golpe la esclerosis de la
historia individual precedente, ni romper en un solo acto la dinámica
vital anterior. Aunque la conversión sea verdadera, no podemos, por
tanto, decir que hemos llegado al fin de nuestro camino, a la conver-
sión plena.

1. K. Rahner, krita dimenticate intorno al sacramento della penitenza (versión


cast.: krdades olvidadas sobre el sacramento de la penitencia, en Escritos de Teología
11, Madrid 1967, 147- 188); Trattatelloteologico su11 'indulgenza;Osservazioni sulla teo-
logía delle indulgenze;Sulla dottrina uficiale odierna dell'indulgenza, en La penitenza
della Chiesa. Roma 1968,73-128, 171-1 94, 195-229,23 1-276.
338 Reflexión feológica Interpretaciones leológicas actuales 339

La gracia de la conversión quiere en sí abarcar toda la persona y la ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuan-
naturaleza del hombre, incluso en sus dimensiones física, inconscien- to a la culpa, y que el fiel debidamente dispuesto y en determinadas
te, psicológica.. . de modo que todo el ser del hombre quede sanado y condiciones alcanza, por la intervención de la Iglesia, quien, como mi-
santificado. Pero no se puede afirmar que esto suceda en toda conver- nistro de la redención, dispensa autoritativamente y aplica el tesoro de
sión, aunque sea sincera. Puede suceder que mi «yo» permanezca to- las satisfacciones de Cristo y de los santos»2.Las indulgencias son, en
davía en muchos de sus aspectos mi «viejo yo», no convertido radi- definitiva, una expresión de la solidaridad de la Iglesia entera, que se
calmente, no transformado totalmente. La transformación plena y total une al pecador concreto en su lucha contra el pecado y sus consecuen-
puede significar una historia dolorosa y prolongada hasta llegar a su- cias. Lo afirma el mismo papa en otro documento: «Las indulgencias
perar las consecuencias del pecado, la inclinación pecaminosa, la con- no constituyen un expediente fácil para evitar la necesaria penitencia
figuración histórica personal viciada, el sufrimiento de la contradic- por los pecados, sino más bien la fortaleza que los fieles individuales,
ción.. . Esta es justamente la «pena» del pecado (((poena peccati est conscientes de su debilidad, encuentran en el Cuerpo místico de Cris-
ipsum peccatum))),este es el castigo que en cierto sentido engendra la . to, el cual coopera a su conversión con la caridad, con el ejemplo y con
culpa. Y contra esta «pena» debemos luchar de forma permanente, con la plegaria3. También en este caso la Iglesia aparece como «madre»,
una u otra intensidad. Ahora bien, ¿cómo luchar contra esta pena?, solicita y solidaria con sus miembros, desde la solidaridad en la gracia
¿cómo superar estas dolorosas consecuencias del pecado? De varias y los méritos de Cristo.
formas: El Catecismo de la Iglesia católica ha explicado más la relación de
- Por las obras de satisjacción, el esfuerzo ascético y la lucha per-
las indulgencias con «las penas del pecado» (cf. CCE 1472-1479).
manente del hombre contra el pecado. En este sentido, la satisfacción Afirma lo siguiente:
es el signo, el recordatorio vivo de que la lucha del hombre contra el
pecado continúa, convirtiéndose en tarea más o menos permanente, en Para entender esta doctrina y esta práctica de la Iglesia es preciso re-
cordar que el pecado tiene una doble consecuencia. El pecado grave
búsqueda de un despegamiento total de cuanto nos esclaviza. Situar la
nos priva de la comunion con Dios y por ello nos hace incapaces de la
satisfacción después de la absolución tendría la ventaja de expresar vida eterna, cuya privación se llama la «pena eterna» del pecado. Por
mejor esta continuidad de la celebración sacramental con la vida; in- otra parte, todo pecado, incluso venial, entraña apego desordenado a las
dicaría que la penitencia no sólo es un punto de llegada, sino también criaturas que tiene necesidad de purificación, sea aquí abajo, sea des-
un punto de partida; mostraría que la existencia pascua1 del cristiano pués de la muerte, en el estado que se llama Purgatorio. Esta purifica-
consiste también en una muerte permanente al pecado. ción libera de lo que se llama la (pena temporal)) del pecado. Estas dos
- En segundo lugar, la lucha se continúa con la gracia y lafuerza penas no deben ser concebidas como una especie de venganza, infligi-
de Dios, que capacita al hombre para superar estas consecuencias. La da por Dios desde el exterior, sino como algo que brota de la naturale-
transformación total de la persona no sólo depende de la buena volun- za misma del pecado (CCE 1472).
tad, sino también de esa gracia, de esa luz divina, de esa fuerza espiri-
tual que nos hace vencer el mal con el bien. Nosotros no somos, ni si- Por la comunión de los santos, el cristiano sabe que en su proce-
quiera en esto, dueños del cambio que deseamos. La fuerza decisiva so de purificación no se encuentra sólo, pues existe entre todos «un
de la transformación nos viene «dada» por alguien que supera nuestra constante vinculo de amor y un abundante intercambio de todos los
propia capacidad. bienes. En este intercambio admirable, la santidad de uno aprovecha
- En tercer lugar, esta lucha continúa con el apoyo de gracia, con a los otros, más allá del daño que el pecado pudo causar a los demás.
la solidaridad y fortaleza que los fieles encuentran en la comunión de Así, el recurso a la comunion de los santos permite al pecador contri-
los santos, en el Cuerpo místico de Cristo, es decir, en la Iglesia. Es to estar antes y más eficazmente purificado de las penas del pecado»
aquí donde deben encontrar su explicación las «indulgencias» de (CCE 1474-1475).
acuerdo con la interpretación más reciente.
Rahner sitúa acertadamente en este punto el sentido de las indul- 2. Pablo VI. Indulgentiamm doctrina, en Enchiridion Vaticanum, Bologna 1970,
2499.
gencias. El mismo Pablo V1 afirmaba: «La indulgencia es la remisión 3. Id., Carta Sacrosancla Portiunculae (14.7.1966):AAS 58 (1966) 631-634.
340 Reflexión teológica Interpretaciones teológicas actuales 341

2. Christian Duquoc: interpretación más social cuencias. Esta lucha debe realizarse a todos los niveles: personal, so-
cial, eclesial, político, económico.. . Por eso, la satisfacción incluye y
Este autof parte del principio de que la lucha contra las conse- exige, en primer lugar, la reparación del mal causado, de la injusticia
cuencias del pecado no sólo se establece a nivel personal, sino también perpetrada, del odio vivido.. . Y esta reparación supone no sólo volver
a nivel social y comunitario. Si el pecado tiene estas dimensiones, tam- al punto en el cual se encontraban las cosas antes del pecado, sino
bién ha de tenerlas la satisfacción, abarcando todas las realidades de la también promoverlas hasta el punto en que deberían encontrarse si en
vida afectadas por el mismo. Si no fuera así, habna que decir que se da vez de pecado hubiera habido bien, amor, justicia. Es entonces cuando
una separación verdadera entre la reconciliación sacramental y la re- podemos decir que la reconciliación o el perdón sacramental está uni-
conciliación real; habría que reconocer que la acusación de muchos do a la reconciliación real, lejos de todo ocultamiento, simple olvido o
acerca del carácter superfluo y evasivo de la penitencia es más que una cancelación del pasado. Instalar la penitencia en el pasado es olvidar
sospecha; se comprendería por qué quienes más quieren luchar por la sus verdaderas dimensiones para la reconciliación. Sólo empeñándose
reconciliación real, más se apartan de la reconciliación sacramental, y en el futuro de una nueva realidad reconciliada podemos comprender
prefieren la lucha social y política como forma más activa y compro- el sentido de la satisfacción.
metida de reconciliación. La opinión de Ch. Duquoc está en la línea de lo que nos propone la
Vivimos en un mundo desreconciliado, debido a que la paz, la fia- Reconciliatio etpoenitentia, en cuanto que se esfuerza por situar el sa-
ternidad, la justicia son realidades que todavía no se han realizado. Pa- cramento dentro de una dinámica y tarea de reconciliación. La Iglesia,
ra buscar la deseada reconciliación no basta con «cumplir unas peni- lo mismo que cada uno de los cristianos, ha de esforzarse por ser una
tencias)). Es preciso comprometerse en la lucha contra la violencia Iglesia reconciliada, necesitada de reconciliación y a la vez reconci-
establecida, contra la injusticia institucionalizada.. . Ante esta concep- liadora. La reconciliación real no puede separarse de la reconciliación
ción, a la que da apoyo la misma praxis actual del sacramento, ¿qué se sacramental, y esta compromete en la tarea reconciliadora permanen-
puede hacer? ¿Cómo revalorizar al mismo tiempo la reconciliación te (RyP 23)5.
real y la reconciliación sacramental? Sencillamente, tomando en serio
el mismo sentido de lo que se celebra.
Si el sacramento supone un reconocimiento del pecado, ello con- 3. Dionisio Borobio: interpretación más dinámica-sacramental
lleva ya un deseo de luchar no sólo contra la alienación personal, sino
también contra la social; una voluntad de responsabilizarse con cuan- Las interpretaciones de Rahner y Duquoc nos parecen plenamente
aceptables, pero incompletas. Rahner explica el sentido de la satisfac-
to daña la edificación personal, social y eclesial. Reconocer el pecado
es desenmascarar la mentira, superar la propia idolatría, proyectar la ción posterior a la absolución, pero no el de la satisfacción ((interne-
diau entre confesión y absolución; profundiza en el sentido antropoló-
vida hacia el futuro buscando la verdadera liberación.
gico de la satisfacción; clarifica la continuidad del sacramento por la
Lo mismo se deduce de la conversión y el perdón. La conversión
satisfacción, pero no concreta ni las obras de satisfacción ni los espa-
es transformación interior y exterior, siempre por realizar plenamente.
cios para realizarla, abarcando de hecho toda la vida. Duquoc destaca
El perdón no es aniquilación del pasado, sino instancia permanente a
su dimensión social, pero no la equilibra con su dimensión personal,
luchar contra el presente a que da lugar, es decir, contra las conse-
ni se preocupa de situar su realización en el tiempo intermedio, antes
cuencias personales y sociales del pecado.
de la absolución, como fue tradicional en la historia de la Iglesia; ade-
La satisfacción será la expresión simbólica más clara de un com- más, el compromiso y la lucha que carga sobre la satisfacción no son
promiso y una lucha permanente contra el pecado y todas sus conse-
específicos de este elemento penitencial (aunque deba integrarlos), si-
no propios del mismo ser e identidad del cristiano en el mundo, y se
4. Ch. Duquoc, Reconciliación real y reconciliación sacramental: Concilium 61
(1971) 24ss. En este sentido, cf. también G . Fourez, Lafiesta delperdón en medio de los
podrían derivar de modo parecido de cualquier sacramento.
conflictos, en Sacmmentos y vida del hombre, Santander 1983,119-143. Y no pocos teó-
logos de la liberación, comó R. Vidales, Desde la tradición de lospobres, ~ é x i c o1978, 5. Cf. D. Borobio, Lapenitencia como proceso. De la reconciliación real a la re-
207-220. conciliación sacramental, Madrid 2005, 7-58.
342 Reflexión teológica Interpretaciones teológicas actuales 343

Nuestra tesis, repetida en diversos lugaresh, propone la necesidad mayor fuerza expresiva que la reconciliación no es un momento ais-
de recuperar la satisfacción realizada antes de la absolución, como es- lado en la vida del cristiano, sino un proceso que tiene sus etapas
pacio histórico personal (spatium poenitentiae) para la autentificación significativas)).
y manifestación en obras de la conversión, y como disposición ade- Estamos convencidos de que una de las causas de la ((decadencia
cuada para la verdad y fructuosidad plenas del sacramento (veritas sa- penitencial)) es la reducción de la satisfacción a una simple ((caricatu-
cramenti). Creemos, por tanto, que el sentido de la satisfacción debe ra)) (fórmulas rituales, oraciones más o menos mecánicas.. .) y el olvi-
revalorizarse recuperando también su puesto histórico sacramental, de do práctico de su importancia en la vida. Por ella el penitente, a la vez
modo que no sólo sea sino que aparezca también su pertenencia a la que agradece a Dios la gracia de la conversión y del perdón, le ofrece
estructura del signo, aun buscando una continuidad en el compromiso el sacrificio y esfuerzo personal como signo de una respuesta sincera
penitencial que debe seguir a la celebración. y consecuente.
A esta postura nos mueven tanto razones históricas (este fue su Con el fin de responder a esta ((decadencia)), uno de los medios
puesto más original como tercer acto del penitente hasta Trento), más aptos y válidos seria la recuperación del orden más genuino y ori-
como razones teológicas (el tercer acto del penitente es parte inte- ginario del proceso penitencial, volviendo a dar vigor a aquella es-
grante y esencial del sacramento), razones sacramentales (no debe tructura que constituye la especificidad penitencial más propia desde
ser relegada una parte fundamental del signo a un momento poste- el principio. Consideramos, por consiguiente, que, al menos en deter-
rior a su celebración), razones antropológicas (la contrición o con- minadas circunstancias y casos, la satisfacción debería llevarse a cabo
versión requieren su historia o proceso que fortalezca y autentifique antes de la reconciliación, según este orden: confesión-satisfacción-
el cambio por las obras) o razones magisteriales (el valor del proce- absolución. Nos parece que este orden resulta posible en cualquiera de
so se reconoce en documentos de magisterio7). El Ritual de la peni- las formas que hoy nos propone la Iglesia, y aportaría las siguientes
tencia español, en las ((Orientaciones doctrinales y pastorales del ventajas:
episcopado español)) (n. 66), afirma refiriéndose a la satisfacción: - Seriedad: porque supondría una actio poenitentiae más prolon-
((Algunas veces, y con las debidas explicaciones, la satisfacción po- gada, más adaptada a la necesidad de los sujetos y más inserta en la vi-
dría recuperar su primitivo y tradicional puesto en el proceso peni- da, con verificación real de su incidencia en el cambio de vida, la re-
tencial, entre la confesión y la absolución, tanto en la reconciliación paración del daño, el compromiso social.
de un penitente como en la de varios. De esta forma se verifica con - Espacialidad: si la conversión tiene su historia, y necesita espa-
cio y tiempo, es preciso proponerlos dentro del mismo proceso peni-
6. Id., Estructuras de reconciliación de ayery de hoy: Phase 128 (1982) 123-125; tencial, de modo que el sentido se torne en forma y estructura posibi-
Id., Penitencia-reconciliación, Barcelona 1985,41-42.83-88; Id., Elperdón sacramen- litante, se respete la historicidad de la persona humana y se logre la
tal de los pecados: Concilium 204 (1986) 182- 184.192- 194; Id., La penitencia como maduración y autenticidad deseada.
proceso, 5 9 s . Otros autores también han escrito sobre este punto, manteniendo una
postura semejante: J. Aldazábal, La celebración de la penitencia en el itinerario cua- - Eclesialidad: para sacar a la penitencia de su individualismo y
resmal: Phase 128 (1982) 127-143; P. Tena, Celebración de la penitencia en etapas: recuperar verdaderamente su carácter comunitario y eclesial, no basta
Oración de las Horas 3 (1 977) 15-18. con reunir a los fieles en asamblea; es preciso que la solidaridad se
7. Recuérdese cómo en el Sínodo de obispos de 1983 ya se hizo esta proposición,
apoyada en las intervenciones de diversos obispos: «Se prevea la posibilidad de itinera- manifieste creando espacios para la oración, la corrección, la acogida
rios penitenciales, sobre todo en los casos de pecados escandalosos, para ayudar a la y el ejemplo de la comunidad por diversos miembros. Y para todo ello
conversión y la reconciliación.. . con una adecuada satisfacción que preceda a la abso- el espacio apto es el tiempo intermedio institucionalizado, el tiempo
lución. Hágase con gran discreción, salvando la reputación del penitente. Al mismo
tiempo, prepárese un itineario del penitente, a la luz de la pedagogía y de la fe, que in-
sacramental.
dique los pasos graduales del proceso de conversión, y que incluya un acompañamien- - Proporcionalidad: la proporción y adaptación de la satisfacción
to paciente del ministro)) (n. 49); F. Brovelli, Celebrare la riconciliazione oggi. Sinodo a las necesidades del sujeto puede verificarse mucho mejor en un
1983, un osservatorio significativo: Rivista Liturgica 79 ( 199 1) 606-6 18; G. Concetti, tiempo intermedio, también proporcionado, que impulse al penitente y
Riconciliazione e penitenza nella missione della Chiesa. Documenti uflciali della ses-
tu assemblea del sinodo dei vescovi. Sintesi originali degli interventi deipadri, Roma le posibilite para poner los medios que necesita, recobrando así pleno
1984, donde pueden encontrarse diversos testimonios al respecto. sentido su colaboración a la reconciliación.
344 Reflexibn teológica

- Dinamismo coherente: la recuperación del puesto originario de 3


la satisfacción da a la celebración un dinamismo, un carácter de pro-
gresividad y avance, en perfecta coherencia con el sentido. Ante el pe- CONCLUSIÓN: EL SIGNO SACRAMENTAL
cado reconocido se reacciona con la conversión manifestada y desea- DEL ENCUENTRO DE RECONCILIACI~N
da por la satisfacción.Y esta conversión, también fmto de la gracia, es
la disposición adecuada para el perdón y la reconciliación8.

En los capítulos anteriores hemos articulado nuestra exposición en


torno a los tres «personajes» que intervienen en el encuentro peniten-
cial (Dios, Iglesia, penitente), desarrollando el sentido fundamental y
peculiar de tal intervención en cada caso. La pregunta que ahora nos
planteamos es esta: ¿Cómo aparece en signo visible sacramental la
presencia y acción de estos «personajes»? ¿Cuál es en concreto el sig-
no sacramental de la penitencia?
La respuesta escolástica a esta pregunta sobre el signo partía de la
concepción hilemórfica tomista, y se concretaba en la determinación
de la «materia» y la «forma» del sacramento. Esta concepción es re-
cogida por el concilio de Florencia (a. 1439) en los siguientes térmi-
nos: «El cuarto sacramento es la penitencia, cuya cuasi-materia son
los actos del penitente, que se dividen en tres partes.. . La forma de es-
te sacramento la constituyen las palabras de absolución que pronuncia
el sacerdote cuando dice: Yo te absuelvo))(DH 1323).
Todos los teólogos posteriores justificarán y explicarán la peniten-
cia como sacramento a partir de este signo que se compone de: una
«materia lejana)), que son los pecados; una ((materia próxima)), que
son los actos del penitente (contrición, confesión, satisfacción); y de
una «forma», que son las palabras de la absolución. Como ejemplo,
podemos recoger la opinión de Domingo Soto. Este autor critica la
postura de Escoto, el cual afirma que el sacramento es sólo la absolu-
ción del sacerdote, ya que esto se opone a la enseñanza del concilio de
Florencia. En el sacramento de la penitencia, la materia son los actos
del penitente, pues aunque no se trate de agua (como en el bautismo)
o crisma (como en la confirmación), responden al mismo sentido de
«penitencia», en cuanto significapoenam tenere. Por lo mismo, resul-
1
ta contradictorio el querer reducir la penitencia sólo a la absolución.
8. Cf. una explicación más amplia, situando este proceso en el tiempo de la cua- Más aún, es preciso valorar esta «materia» en cuanto colaboración del
resma, y con sugerencias y materiales adecuados para su realización, en D. Borobio, La
penitencia como proceso, 117-207. mismo sujeto a la gracia del sacramento. Esto es lo especifico de la
346 Reflexión teológica El signo sacramental de la reconciliación 347

«materia» de la penitencia: que son los mismos actos del penitente los to es el encuentro interpersonal del hombre pecador con Dios miseri-
que, como tales, concurren también a la gracia como parte esencial del cordioso en la mediación de la Iglesia y a través de un signo concreto.
sacramento: Ahora bien, este signo visible no es una realidad material distinta a los
In sacramentis non sola forma est signum et causa gratiae sacramenta- «personajes», sino la misma expresión personal que se da en el en-
lis, sed etiam materia ratione formae: non enim sola forma baptismi, cuentro de estos personajes. Y esta expresión tiene dos vertientes: lo
sed absolutio ipsa est causa gratiae, materia vero poenitentiae sunt pec- que se hace y lo que se dice.
cata contrita et confessa: ergo et ipsi actus poenitentis concurrunt etiam En cuanto a lo que se hace, se articula en un doble movimiento de
ad gratiam tanquam pars sacramenti'. separación (ligare) y de encuentro. La separación (en caso de pecado
mortal) no aparece en la actualidad suficientemente significada, a no
La insistencia de Soto en el valor de la colaboración del penitente ser que consideremos como tal significación el apartarse de la comu-
con sus actos a la gracia del sacramento, le lleva también a ((relativi- nión eucarística y, en algunos casos, una cierta separación de la co-
zar» la confesión y a destacar la principalidad de la contrición2. El he- munidad; pero esta separación no aparece en la misma estructura de la
cho de que la materia esté determinada por la forma (en lo que insiste celebración sacramental, como sucedería si se situara la satisfacción
Durando) no quiere decir que la materia no tenga importancia, ya que entre la confesión y la absolución. El que la satisfacción se cumpla
la forma sola no es signo y causa de gracia, sino la forma unida a la después de la absolución no deja aparecer como sería de desear su per-
materia, por lo que, junto al poder de las llaves, se requieren los actos tenencia a la estructura del signo. En cambio el encuentro interperso-
del penitente3. LOSactos condicionan de alguna manera («in obliquo))) nal entre penitente y ministro sí aparece como elemento central de esta
la misma eficacia de la forma. estructura, ya que siempre (bien sea una celebración privada o comuni-
También el concilio de Trento, siguiendo esta concepción, afirmará taria) se trata de alguien que viene y alguien que recibe, alguien que
que la estructura del sacramento de la penitencia la constituyen la abso- reconoce su pecado y alguien que corrige desde la palabra de Dios, al-
lución del ministro, como parte principal, y los actos del penitente (con- guien que manifiesta su conversión por la confesión y alguien que
trición, confesión, satisfacción), como partes más secundarias, pero ne- proclama el perdón por la absolución, alguien que pide la caridad ecle-
cesarias para una «íntegra y perfecta remisión de los pecados)) (DH sial y alguien que le acoge en dicha caridad. El encuentro externo del
1673-1674). La «forma» no ofrecía dificultad alguna, pues la constitu- penitente con el ministro es en verdad aquella acción externa, acom-
yen las palabras esenciales que acompañan al signo, en este como en los pañada de sus correspondientes signos (ir al confesionario, ponerse de
demás sacramentos. En cuanto a la «materia», la dificultad estaba en rodillas.. . acoger, imponer las manos) que expresa el encuentro ver-
que en la penitencia no se trata de una materialidad sensible (por ejem- dadero del penitente con Dios Padre (hijo pródigo) en la mediación
plo, como el agua del bautismo), sino de los actos del penitente, que no ministerial de la Iglesia.
tienen este carácter material. De ahí que se les denomine no la «mate- En cuanto a lo que se dice, también podemos señalar cómo en ello
na», sino la «cuasi-materia)),en sentido más bien analógico. aparece el signo externo del encuentro interpersonal penitencial. En
En una visión personalista del sacramento, como la que propone- efecto, por la palabra se expresa de modo adecuado la presencia e in-
mos en nuestra exposición, no se plantea esta dificultad. El sacramen- tervención de los tres personajes:
- Por parte del pecador, el elemento oral más significante es la

1. D. Soto, In IVSenr., art. 1, p. 597. confesión de los pecados, con la que expresa su conversión interna y
2. Ibid.: cquod non solum confessio, verum et contritionis poenitenti concurrit ad su sinceridad, inscribe sus actos en la visibilidad eclesial y participa de
gratiam, non solum quatenus virtus, sed etiam quatenus pars materiae sacramenti. Unde modo activo en la misma celebración del sacramento.
si utramque rationem contritionis coniungas, ipsa per Dei auxilium principalior est ad
effectum gratiae)). - Por parte de la Iglesia, el elemento verbal más significante es la

3 . Ibid., p. 598: «Unde ad primum argumentum Scoti conceditur sacramentum es- corrección y las palabras de consuelo u oraciones que pronuncia el mi-
se id quod est signum et causa gratiae: negatur tamen, quod sola forma sit tale signum nistro en nombre de la misma Iglesia, y a través de las cuales acoge y
et causa, immo materia est signum ratione formae, ac perinde causa. Quare actus poe-
nitentis clavibus ecclesiae subiecti causa sunt sacramentalis gratiae. Atque adeo nomen sitúa los actos del penitente en el ámbito de la mediación y de la sa-
sacramenti pro ipso supponit connotando formam in obliquon. cramentalidad eclesial. La absolución es palabra eclesial, en la medi-
348 Reflexión feológica

da en que en ella la Iglesia compromete su verdad y expresa su fe en


eficacia del perdón divino.
- Por parte de Dios, la expresión verbal se manifiesta en la medi
CUARTA
PARTE
ción del ministerio eclesial, y tiene su momento significante en la p
clamación de la Palabra y sobre todo en la absolución sacramental. 4 CELEBRACIÓNY PASTORAL
absolución es al mismo tiempo palabra significante del don de Di*
misericordioso, palabra salvífica eficaz de reconciliación con Dios por
la cruz de Cristo, palabra manifestativa del amor pascua1 permanenM
de Dios a los hombres, palabra transformante y consoladora de la pre-
sencia viva del Espíritu.
En realidad, el signo sacramental de la penitencia no debe situarse
fuera, sino dentro de la celebración total del sacramento, en donde ad-
quiere todo su sentido. El planteamiento excesivamente reducido a la
((esencia del sacramento))o del signo (confesión individual y absolu-
ción), ha quedado en parte superado por la insistencia de los docu-
mentos actuales de la Iglesia en el carácter celebrativo de la peniten-
cia. El Catecismo es prueba de este deseo de comprender la estructura
del signo en un contexto más amplio de «actos del hombre que se con-
vierte)) y de «acción de Dios por el ministerio de la Iglesia)):
La estructura fundamental (del sacramento) comprende dos elementos
igualmente esenciales: por una parte, los actos del hombre que se con-
vierte bajo la acción del Espíritu santo, a saber, la contrición, la confe-
sión de los pecados y la satisfacción; y, por otra parte, la acción de Dios
por el ministerio de la Iglesia (CCE 1448).

Si la penitencia, lo mismo que todo sacramento, debe ser una ce-


lebración, es preciso que toda ella sea considerada como el signo, no
«mínimo», sino «pleno», del sacramento, con todos sus elementos: in-
troducción, Palabra, signos de perdón, participación activa, carácter
gozoso y festivo.
Hemos explicado el sentido teológico del sacramento de la peni-
tencia. Vamos a presentar ahora la celebración del sacramento en sus
diversas formas, según nos la presenta el Ritual de la penitencia, la
Exhortación Reconciliatio et poenitentia, el Catecismo de la Iglesia
católica y otros documentos recientes. Es en este momento cuando
podemos ver cómo el sentido adquiere expresión externa y el conteni-
do se ordena en estructura visible. La identidad penitencial de la Igle-
sia adquiere ahora todo su significado. Lo que la Iglesia piensa de sí
misma como Iglesia penitente se convierte en celebración viva. El sen-
tido se vuelve símbolo y celebración.
Sin duda, cuando más percibimos esto es en las grandes reformas
litúrgicas de la Iglesia, como sucede con la del Ritual de la penitencia.
En él podemos destacar como importantes aportaciones los siguientes
puntos:
- Insistencia en el carácter celebrativo de la penitencia. No se tra-
ta de un rito privado, sino de una celebración eclesial, en la que deben
aparecer y realizarse todos los elementos de dicha participación: Pala-
bra, asamblea, respuestas.. .
- Reconocimiento de la pluralidad de formas de celebración peni-

tencial, y distinción entre las formas sacramentales y no sacramentales.


Con ello se enriquece la aplicación y respuesta a las diversas situacio-
nes y necesidades, y se valoran los distintos aspectos celebrativos.
- Clarificación de la estructura celebrativa del sacramento, dis-

tinguiendo sus partes fundamentales: acogida, Palabra, rito, despedi-


da. De esta forma se destaca la dinámica del encuentro celebrativo y
se articulan los espacios que ha de ocupar cada elemento.
- Mayor claridad del signo sacramental al insistir en su aspecto

de encuentro (penitente y ministro en diálogo), al valorar más la inter-


vención del penitente con sus actos (contrición, confesión, satisfac-
ción), al explicitar la acción del sacerdote (exhortación, fórmula de la
absolución, signos) y al mejorar la totalidad simbólica de la celebra-
ción penitencial.
352 Celebración y pastoral

- Posibilidad de adaptación a las diversas circunstancias, no sólo

eligiendo entre las diversas formas de celebración, sino también adap-


tando los diversos elementos en aquello que es necesario y está permi- FUNDAMENTACI~NT E O L ~ G I C ADE LA
tido, de modo que pueda darse una mejor participación del penitente O
los penitentes.
DIVERSIDAD DE FORMAS PENITENCIALES

De entre todas las grandes aportaciones del Ritual nos parece que
la más importante es la variedad de formas penitenciales. Vamos a de-
cir una palabra que fundamente y explique su sentido.
La diversidad de formas responde no a un capricho de la Iglesia,
sino a la necesidad que tiene de expresar y celebrar lo que ella misma
cree del sacramento. Ahora bien, esta fe penitencial encierra diversos
aspectos fundamentales, que requieren una expresión celebrativa ade-
cuada, como son la conversión, la reconciliación y el perdón. Y nin-
guna forma es expresión integral o completa. De ahí que se requieran
diversidad de formas referidas y complementarias, como sucedió a lo
largo de la historia, sobre todo hasta el concilio de Trento.
Por otro lado, el cristiano debe vivir la penitencia en la totalidad de
dimensiones de su vida cristiana: desde su ser de cristiano, como opción
personal que afecta al centro de su vida; desde su existir en cristiano, co-
mo realidad vital permanente, que se extiende a su cotidiano vivir; des-
de su compartir lo cristiano, como miembro de una comunidad creyente'.
Si bien todo esto debe expresarse en la misma celebración del sa-
cramento de la penitencia, sin embargo es la totalidad de expresiones
penitenciales de la Iglesia la que mejor lo manifiesta. En este sentido
hemos de recordar los siguientes principios fundamentales:
1. Los diversos caminos penitenciales en la Iglesia no se reducen
al sacramento de la penitencia.
2. El sacramento de la penitencia o reconciliación no es el único
sacramento que perdona los pecados; también celebramos la conver-
sión y recibimos el perdón por el bautismo y la eucaristía.

1. Sobre la calidad de la celebración penitencial, cf. A. M. Triacca, Il sacramento


della penitenza, atto di culto. Contributo alla spiritualita sacramentale, en AA.VV, Va-
lore e attualita del sacramento dellapenitenza, Roma 1974,87-104; P. M. Gy, Les ba-
ses de lapénitence moderne: La Maison Dieu 117 (1974) 63-81; J. Burgaleta, Proble-
mas actuales de la celebración de la penitencia, Madrid 1986.
354 Celebración y pastoral

3. Aun siendo el sacramento de la penitencia el medio más signi- 2


ficante y cualificado de la reconciliación, admite diversidad de formas
para su celebración. LAS FORMAS ((COTIDIANAS))
Teniendo esto en cuenta podemos decir ahora que hay tres aspec- DE CONVERSI~N-RECONCILIACI~N
tos fundamentales de la fe penitencial de la Iglesia, que destacan y es-
tán exigiendo una expresión simbólica y ritual correspondiente: LA PENITENCIA EN LA VIDA
- La dimensión existencia1 de la penitencia cristiana o conver-

sión, que se realiza en la vida, pide y se expresa en unas ((formas co-


tidianas de penitencia)): caridad, corrección fraterna, oración, acepta-
ción de los sufrimientos de la vida.. .
- La dimensión personal del proceso penitencial, en cuanto que
implica un responsabilizarnos de nuestro pecado; una conversión per-
sonal o contrición verdadera que se manifieste en palabras (confesión)
y obras (satisfacción); y una absolución que exprese y realice el per- Ya dijimos que la conversión-reconciliación no es cosa de un mo-
dón de Dios. Lo que está exigiendo una «forma más personalizada o mento pasajero, sino actitud y tarea permanente de la vida. Pues bien,
individual de penitencia)),como puede ser la ((FormaA)) o «B)) de ce- esta actitud se expresa de múltiples formas en nuestro comportamien-
lebración sacramental. to personal y en la relación con los demás. La Escritura y la tradición
- La dimensión eclesial del sacramento, que requiere expresar de la Iglesia consideraron como formas cotidianas ejemplares de pe-
mejor la intervención de toda la Iglesia, no sólo por el ministro orde- nitencia el ayuno (por el que se expresa la relativización de sí mismo
nado, sino también por la presencia y participación de la comunidad, y se supera la propia idolatría, renunciando a aquello que nos satisfa-
que reconoce su pecado, escucha la Palabra, se mueve a la conversión ce), la limosna (por la que se atiende a los demás y se está dispuesto a
y pide perdón comunitariamente. Todo lo cual reclama unas «formas la justicia y a la comunicación de bienes) y la oración (por la que nos
comunitarias de celebración)), como pueden ser la «Forma B» o la dirigimos a Dios, reconociéndolo como el centro de nuestra vida).
«C» de celebración sacramental, o incluso la ((celebraciónlitúrgica co- Junto a estas formas, ya presentes desde el Antiguo Testamento, los
mún» de la penitencia, sin absolución. padres de la Iglesia (Orígenes, Agustín, Juan Crisóstomo.. .) señalaron
Todas las formas penitenciales deben tener un puesto en la vida otras muchas (el padrenuestro, el salmo miserere, la eucaristía, la con-
cristiana. No podemos separarlas o yuxtaponerlas, ni quedarnos sólo fesión de la fe, el sufrimiento, la confesión de laicos.. .)'. Y los teólo-
con una, despreciando las restantes. Sería empobrecer el sacramento, gos escolásticos y posteriores explicitaron las razones por las que se
deformar la imagen de lo que es la reconciliación2.Naturalmente, aun- concede valor a estas penitencias cotidianas: 1) porque la Iglesia ha re-
que todas las formas tienen un valor y una eficacia, no todas son ejer- cibido el poder de determinarlas, junto con el poder de perdonar los
cidas de la misma manera, ni a todas reconoce la Iglesia su valor es- pecados; 2) porque en ellas se realiza la penitencia como virtud per-
trictamente sacramental. Veamos, por orden, cada una de estas formas manente; 3) porque por ellas se nos perdonan los pecados veniales, y
penitenciales. para eso han sido previstas; 4) porque implican una cierta «virtud sa-
cramentaln (son sacramentales) y nos conducen al mismo sacramento.
2. Comisión teológica internacional, La reconciliación y la penitencia: Cuadernos En los últimos tiempos, en especial a partir del concilio de Trento,
Phase 154 (2005) 29-62, aquí 54.57: «Los diversos caminos de reconciliación no deben debido a su insistencia en la confesión sacramental, estas formas de
por ello llevarse a una concurrencia entre si, sino mas bien hay que exponer y hacer vi- penitencia no tuvieron de hecho gran importancia para la vida peni-
sible la interna unidad y la dinámica entre los modos concretos de realización.. . La cri-
sis actual de la penitencia y del sacramento de la penitencia no puede superarse por la
tencial de muchos cristianos, que concentraban casi toda práctica pe-
aceptación de una sola forma de penitencia, sino sólo por una concepción integradora
que tenga en cuenta la relación múltiple y la complementariedad recíproca de las fomlas 1. Cf., por ejemplo, M. F. Berrouard, Pénitence de tous les tours selon Saint Au-
concretas de penitencia*. En el mismo sentido, cf. por ejemplo P. Visentin, Molteplici gustin: Lumiere et Vie 13 (1964) 51-74; P. Visentin, Molteplici mediazioni e vie della ri-
mediazioni e vie della riconciliazionepenitenciale: Rivista Liturgica 83 (1996) 43-65. conciliazionepeniténciale, 43-50.
356 Celebración ypastoral Las,formas «cotidianas»de conversión-reconciliación 357

nitencial en el sacramento de la confesión y en el cumplimiento del con nuestra misión en la familia, la sociedad, la Iglesia; lapobreza vo-
precepto de confesar y comulgar una vez al año por Pascua. Hoy, des- luntaria y los gestos de solidaridad con los más pobres y oprimidos de
de una nueva actitud y perspectiva, volvemos a darnos cuenta de su la tierra; laparticipación en la tarea evangelizadora de la Iglesia; el es-
importancia y valor. Ha sido sobre todo el Catecismo de la Iglesia ca- fuerzo sincero por renovar la propia fe; el diálogo penitencial o recon-
tólica (n. 1434-1438) el documento que mejor ha valorado estas for- ciliación real entre esposos, padres e hijos, amigos.. .; la confesión a un
mas cotidianas. He aquí el texto: laico o el reconocimiento de las propias limitaciones ante otro, como
La penitencia interior del cristiano puede tener expresiones muy varia- signo de autenticidad y aceptación de la ayuda de los hermanos.. .
das. La Escritura y los Padres insisten sobre todo en tres formas: el ayu- Estas y otras formas pueden ser camino para la conversión sincera
no, la oración, la limosna (cf. Tob 12, 8; Mt 6, 1-18), que expresan la y la reconciliación real. ¿Acaso no expresamos con estas obras nuestro
conversión con relación a sí mismo, con relación a Dios y con relación esfuerzo por mejorar, nuestra lucha contra la mediocridad y el pecado?
a los demás. Junto a la purificación radical operada por el Bautismo o ¿No es así como se manifiesta nuestra fe, nuestro deseo permanente de
por el martirio, citan, como medio de obtener el perdón de los pecados, conversión? ¿Podemos pensar que Dios nos perdona en el sacramento,
los esfuerzos realizados para reconciliarse con el prójimo, las lágrimas si no nos hemos convertido y reconciliado con los hermanos en la vida?
de penitencia, la preocupación por la salvación del prójimo (cf. Sant 5, Debemos aprender a valorar como conviene todas estas formas, con
20), la intercesión de los santos y la práctica de la caridad, «que cubre
la conciencia clara de que Dios no limita su perdón al momento en que
multitud de pecados)) (1 Pe 4, 8).
La conversión se realiza en la vida cotidiana mediante gestos de reconci-
vamos a confesamos y recibimos la absolución en el sacramento. Ha-
liación, la atención a los pobres, el ejercicio y la defensa de la justicia y bíamos pensado con cierta exageración que para que Dios nos perdo-
del derecho (Am 5,24; 1s 1, 17), por el reconocimiento de nuestras faltas nara cualquier pecado era preciso pasar por el confesionario. Pero Dios
ante los hermanos, la corrección fratema, la revisión de vida, el examen viene también a nuestro encuentro y nos perdona a través de los mil ca-
de conciencia, la dirección espiritual, la aceptación de los sufrimientos, el minos de la vida, siempre que presentemos un corazón sincero. Todas
padecer la persecución a causa de la justicia. Tomar la cruz cada día y se- estas formas perdonan nuestros pecados y son eficaces a su modo. La
guir a Jesús es el camino más seguro de la penitencia (cf. Lc 9,23). Iglesia nunca ha dudado de que estas formas resultan suficientes para
Eucaristía y penitencia. La conversión y la penitencia diarias encuen- el perdón de los pecados veniales. Y, si se estuviera en pecado mortal,
tran su fuente y su alimento en la Eucaristía, pues en ella se hace pre- son también importantes para suscitar y movernos a una contrición o
sente el sacrificio de Cristo que nos reconcilió con Dios; por ella son
alimentados y fortificados los que viven de la vida de Cristo; «es el an-
conversión sincera, que ya puede suponer también el perdón, aunque en
tídoto que nos libera de nuestras faltas cotidianas y nos preserva de pe- este caso sea necesario el sacramento, en un momento posterior.
cados mortales)) (C. de Trento: DH 1638). Por tanto, todo lo anterior no quiere decir que el sacramento de la
La lectura de la sagrada Escritura, la oración de la Liturgia de las Horas penitencia no sea conveniente o necesario, especialmente cuando se
y del Padrenuestro, todo acto sincero de culto o de piedad reaviva en trata de pecados muy graves. Estas formas no están separadas ni limi-
nosotros el espíritu de conversión y de penitencia, y contribuye al per- tan el puesto del sacramento de la penitencia. Al contrario, están orien-
dón de nuestros pecados. tadas a la celebración plena del sacramento, por el que se expresa ecle-
Los tiempos y los días de penitencia a lo largo del año litúrgico (el sialmente la reconciliación con Dios y la comunidad. Son, de algún
tiempo de Cuaresma, cada viernes en memoria de la muerte del Señor) modo, el comienzo de la celebración sacramental y la expansión del
son momentos fuertes de la practica penitencial de la Iglesia (cf. SC
109-1 10; CIC can. 1249-1253; CCEO 880-883). Estos tiempos son par-
sacramento celebrado. Expresan la incidencia y encarnación del sa-
ticularmente apropiados para los ejercicios espirituales, las liturgias pe- cramento en la vida. Pero también significan que, para el perdón de
nitenciales, las peregrinaciones como signo de penitencia, las privacio- los pecados veniales, no es necesario celebrar el sacramento.
nes voluntarias como el ayuno y la limosna, la comunicación cristiana Cuando estas formas se saben valorar debidamente, entonces en-
de bienes (obras caritativas y misioneras). cuentra pleno sentido y recobra toda su seriedad el sacramento. Enton-
ces comprenderemos, quizá, que lo importante no es confesarse mu-
Estas formas pueden complementarse con las siguientes: el cumpli- chas veces, sino hacer de la reconciliación sacramental un verdadero
miento del deber, como expresión de nuestro deseo de ser honrados acontecimiento que marca nuestra vida.
3
LAS FORMAS ((LIT~RGICASH
DE CONVERSIÓN-RECONCILIACIÓN:
LAS CELEBRACIONES PENITENCIALES

La penitencia en la vida no excluye la celebración de la penitencia


en la liturgia' o en encuentro de conversión en comunidad. El cristia-
no no vive en solitario su actitud de conversión permanente. Junto a él
se hallan también otras personas, con la misma fe y el mismo amor,
que quieren convertirse y reconciliarse. ¿Por qué no unir, entonces,
nuestras fuerzas? ¿Por qué no reunimos para descubrir nuestro pecado,
para ayudarnos y animarnos mutuamente a la conversión, la reconci-
liación y el perdón? ¿No demostraría un cierto egoísmo religioso que-
rer vivir el esfuerzo de conversión en solitario? A esto quieren respon-
der lo que la Iglesia denomina ((celebraciones penitenciales)).
Las celebraciones penitenciales son aquellas celebraciones en las
que la asamblea congregada, movida por la Palabra de Dios y la invi-
tación divina, toma conciencia de su pecado, expresa su deseo de con-
versión y reconciliación por un acto (rito) penitencial, y pide perdón a
Dios y a los hermanos, a través de la oración de la Iglesia.
Aunque no han de confundirse con el sacramento de la reconcilia-
ción, estas celebraciones tampoco pueden separarse de él. La partici-
pación sincera en ellas manifiesta y perfecciona nuestra voluntad de
conversión, y nos reconcilia entre nosotros y con Dios.
¿Cuáles son, en concreto, las celebraciones penitenciales más im-
portantes en la vida de una comunidad? Podemos concretarlas en tres:
1) las celebraciones penitenciales comunes, 2) el rito penitencial de la
misa y 3) la celebración espaciada de la cuaresma.

1 . Sobre la diversidad de formas litúrgicas, cf. P. Jounel, La liturgie de la réconci-


liation: La Maison Dieu 117 (1974) 7-37; Z. Alszeghy, La rijorma dellapenitenza ec-
clesiale: Civilta Cattolica 125 (1974) 544-554; B. D. Marlianges, El abanico actual de
las formas de celebración, en AA.VV, Penitencia .v reconciliación hoy, Madrid 1975,
105-1 11; J. Schmitz, Theologische Durchblicke. Die Vieijait der Versonung mit Gott in-
nerhalb und ausserhalb der Betchte: Theologie der Gegenwart 35 (1992) 194-207.
3 60 Celebración y pastoral Las,formas «litÚrgicas)) de conversión-reconciliación 361

1 . Las celebraciones penitenciales comunes cados, o darles tanto valor que lleguemos a pensar que ya no es nece-
sario el sacramento. Debemos valorarlas sencillamente como lo que
Estas celebraciones tienen un puesto y están recomendadas por el son: un encuentro de hermanos para la conversión o reconciliación y
Ritual de la penitencia. Se diferencian del sacramento de la reconci- el perdón. Pero un encuentro eficaz y verdadero. Algo semejante a la
liación en que en ellas no se da un rito penitencial sacramental en sen- ((revisiónde vida», aunque a un nivel distinto.
tido estricto, es decir, no hay una manifestación individual del pecado
ni una absolución.
La estructura o ritmo de estas celebraciones es muy sencillo: en- 2. Rito penitencial y celebración dentro de la eucaristía
cuentro o reunión de los participantes; proclamación y reflexión co-
mún (con diálogo o sin él) sobre la Palabra; acto penitencial por el que Constituye este rito una forma abreviada de celebración peniten-
se reconoce el pecado y se pide perdón; rezo del padrenuestro y ora- cial. Aunque en relación con las otras partes centrales de la eucaristía
ción conclusiva.. . tiene un valor secundario, no por eso debe olvidarse su fundamento
Las ventajas de estas celebraciones son importantes: expresan el histórico (cf. 1 Cor 11,27s; Didajé 14, l), su evolución a partir del si-
aspecto comunitario y social del pecado, la conversión y la reconcilia- glo VI1 (es cuando se elaboran fórmulas y comienza a configurarse),
ción; manifiestan la voluntad y el esfuerzo común por ayudarse, ani- su variedad de formas (más o menos oraciones, incluyendo una cierta
marse, convertirse.. .; fortalecen el espíritu y la actitud penitencial y confesión de culpa o sin ella, situado al principio de la misa, o después
contribuyen a una educación de la conciencia cristiana; alimentan la fe de la homilía, o antes de la comunión). También debe recordarse que,
y la conciencia de pertenencia eclesial,junto con la responsabilidad en durante largos siglos, se concedió a este acto cierto valor ((sacramen-
la misión cristiana y el testimonio; ofrecen una mayor flexibilidad y tal» para el perdón de los pecados, como indican las mismas fórmulas
una participación más espontánea, pudiendo incluir otros elementos; que se empleaban (((Misereatur...», ((Indulgentiam...») y los gestos
no es obligatorio que las dirija un sacerdote: también puede dirigirlas que acompañaban (inclinación, golpes de pecho, volver la cabeza ha-
un seglar preparado; nos ayudan a comprender que, para celebrar la cia el con~elebrante)~.
conversión-reconciliación,no siempre es necesario el sacramento, ya El Vaticano 11 (Ordo missae y Ordo poenitentiae) ha preferido si-
que a veces nos movemos por un afán exagerado de absolución. tuar el rito penitencial al principio de la misa, estructurar10 de modo
Es cierto que, tras la reforma del Ritual de la penitencia, en mu- que se evite la ((confusión))con el sacramento de la penitencia, hacer-
chos lugares estas celebraciones han dejado de tener el vigor de que lo más elocuente para el pueblo y enriquecerlo con variedad de for-
gozaron en los tiempos inmediatos al Vaticano 11. Sin embargo, he- mas. Pero esto no quiere decir que disminuya su valor de reconcilia-
mos de reconocer que sus ventajas son grandes, sobre todo en aque- ción y perdón de los pecados veniales, y también de los mortales,
llos lugares y comunidades (hoy muy abundantes) en los que no hay siempre que suponga una verdadera y sincera conversión.
sacerdote y sólo se ofrece la oportunidad de una celebración del sa- Por otro lado, el valor penitencial de este rito no debe separarse de
cramento en raras ocasiones. ¿No deben tener estas comunidades una los restantes elementos o momentos penitenciales de la misa: la litur-
celebración que mantenga vivo el deseo de conversión, que exprese la gia de la Palabra que nos recuerda la misericordia de Dios y llama a la
voluntad de reconciliación y manifieste la esperanza del perdón? In- conversión; la memoria del sacrificio de reconciliación de Cristo, que
cluso en aquellas comunidades donde hay sacerdote podría preverse se actualiza para nuestra reconciliación; el padrenuestro, que pide el
un día al mes (siempre existieron días penitenciales) en el que se ofrez- perdón mutuo; el rito de la paz, que expresa la superación de toda di-
ca esta celebración para quienes lo deseen. Esto exigiría que se prepa- visión; la misma comunión, que significa y realiza la unión con Cris-
rara y designara a alguien de la comunidad que, en coordinación con
el sacerdote, asumiera esta función, contando con materiales apropia- 2. Cf. J. Jungmann, El sacrzficio de la misa, Madrid 1963, donde recuerda las fór-
mulas empleadas en el rito penitencial, entre las que destaca: ((Indulgentiam, absolutio-
dos y según un ritmo adecuado a la situación concreta. nem et remissionem omnium peccatorum tuorum tributa Dominus Omnipotens Deus));
Hay que evitar, en todo caso, dos peligros: considerar estas cele- cf. también N. Martin Ramos, La eucaristía, misterio de reconciliación: Communio 1
braciones sin valor en sí, porque en ellas no se nos absuelve de los pe- (1990) 31-73; 2 (1990) 209-248; 3 (1990) 333-354.
362 Celebmción y ~astoral Situación actual del sacramento de la penitencia 363

to y con su Cuerpo, que es la Iglesia. Con todo, es en el momento ini- - Esto no quiere decir, sin embargo, que en algunas circunstan-

cial de la misa donde la comunidad reconoce más explícitamente su cias especiales no pudiera ser conveniente celebrar el sacramento de la
pecado, manifiesta su voluntad de conversión y pide perdón a Dios, penitencia dentro de la eucaristia, por las razones siguientes: 1) existe,
disponiéndose a celebrar el sacrificio de reconciliación. como sabemos, una conexión teológica entre penitencia y eucaristía,
El rito penitencial no puede considerarse como una celebración au- que quedaría mejor expresada de este modo; 2) históricamente, la re-
tónoma dentro de la celebración eucanstica, sino como la parte rnhs conciliación de penitentes a lo largo del año solía tener lugar dentro de
penitencialmente expresiva de la misma. Para valorarlo, se pueden una celebración eucarística; 3) litúrgicamente, sigue siendo un ideal el
proponer algunas pautas de acción que resalten más su sentido y su fi- que todos los sacramentos, incluso el de la penitencia, encuentren su
nalidad. 1) Creemos, en primer lugar, que a este rito no se le debe dar forma «típica» de celebración dentro de la eucaristía; 4) el que la pe-
excesiva importancia dentro del conjunto. 2) En ocasiones, o según un nitencia, por ser reiterable, no pueda celebrarse siempre dentro de la
ritmo proporcionado (por ejemplo, cada mes para la misa dominical, eucaristía, no quiere decir que no haya que celebrarla nunca; 5) pasto-
cada viernes para la eucaristía diaria), es bueno realzar este rito con el ralmente, es indiscutible que, en algunas circunstancias (por ejemplo,
fin de suscitar o promover el sentido penitencial de la comunidad. 3) pueblos pequeños donde el sacerdote sólo va de vez en cuando a cele-
Esta valoración exige que se superen los automatismos y que se utili- brar la eucaristia; atención a personas que no tienen otro momento pa-
cen las posibilidades y libertad que ofrece la misma Iglesia (introduc- ra celebrar el sacramento debido a situaciones personales, trabajo,
ción más amplia, uso de los diversos formularios, comentario y rezo etc.), esta celebración viene a ser la posibilidad de que algunos cris-
de un salmo penitencial, expresión comunitaria de pecado, gestos fra- tianos puedan expresar su conversión y celebrar la gracia sacramental
ternos de reconciliación, etc.). del perdón.
En situaciones normales, no debería convertirse este momento en - Pero tal celebración sólo debería darse con las siguientes condi-

ocasión para dar la absolución sacramental general a todos los presen- ciones, que la sitúan de modo adecuado: 1) No se trataría de seguir
tes; no se puede ni dar la absolución «sin más)) a quienes van a cele- con la praxis de ((confesardentro de la misa», sino de convertir la pri-
brar la eucaristía, ni caer en nuevos automatismos improcedentes, ni mera parte de la eucaristía en una verdadera celebración penitencial,
reducir el sacramento de la reconciliación a la proclamación de la ab- que culminaría con la absolución después de la homilía y antes de las
solución. La aplicación de la ((forma C» requiere, en principio, otro ofrendas. 2) La comunidad debería haber sido informada y preparada
contexto y otras circunstancias extraordinarias. con antelación de algún modo, de forma que la participación en esta
La costumbre, extendida durante los últimos años en algunos luga- celebración penitencial-eucarística fuera libre y consciente, evitando
res, de celebrar el sacramento de la penitencia dentro de la eucaristia, todo tipo de sorpresa o incomprensión. 3) Según las circunstancias y
incluyendo el rito sacramental después de la liturgia de la Palabra, necesidad, habría que aplicar el esquema de la «Forma B» o de la «For-
debe examinarse o revisarse con objetividad desde los siguientes ma C» del sacramento, procurando en todo caso que cada una de las
criterios: partes de la celebración total fuera realizada con la debida dignidad y
- Aunque penitencia y eucaristía están relacionados de modo es- sosiego, desarrollando todas las posibilidades de participación. 4) En
pecial y los dos son sacramentos de reconciliación, debe ponerse de ningún caso debe ser ésta la única forma de celebrar la penitencia que
relieve su propia especificidad en celebraciones distintas, como co- se propone a la comunidad, ni tampoco debería convertirse en la forma
rresponde a la estructura propia del signo y al sentido pleno que en «normal». Junto a ésta, en la medida de lo posible, deben ofrecerse
ella se manifiesta. Un sacramento reiterable como es la penitencia no otras formas de celebración, como lo propone el Ritual.
debe celebrarse normalmente dentro de la eucaristia, para evitar diver- Así pues, eucaristía y penitencia no están ni tan unidas que se pue-
sos peligros de concepción y praxis, como que el pueblo venga a con- dan confundir, ni tan separadas que se puedan ignorar mutuamente. La
siderar la absolución como condición necesaria para comulgar, en to- penitencia no debe celebrarse siempre dentro de la eucaristía, pero
dos los casos; que se olvide el carácter reconciliador de la misma tampoco debería haber oposición a que se celebrara alguna vez. De es-
eucaristia; que se desfigure la propia identidad de la penitencia en re- te modo, aparecería igualmente que la eucaristia es lugar privilegiado
lación con la eucaristía. de reconciliación y punto culminante de una vida reconciliada. La efi-
364 Celebración ypastoral Situación actual del sacramento de la penitencia 365

cacia que el rito penitencial recibe del sacrificio de reconciliación, se- nidad y con un rito penitencial: la imposición de la ceniza; 2) durante
ría aquí la eficacia del mismo sacramento de reconciliación, en cuan- la cuaresma somos invitados más insistentemente a escuchar la pala-
to tiene como fuente a aquel mismo sacrificio al que prepara a cele- bra de Dios y convertimos (lecturas bíblicas, ejercicios, encuentros de
brar. Hay dos formas de expresar la reconciliación, pero una única reflexión y revisión.. .); 3) a lo largo de este tiempo la Iglesia nos pi-
fuente y causa de reconciliación: el amor misericordioso de Dios ma- de obras de penitencia: ayuno, limosna, abstinencia, oración, cari-
nifestado en el sacrificio de Cristo, que, de manera diversa, se hace dad.. .; 4) toda la cuaresma es como una celebración pascual, en la que
presente en uno y otro sacramento. procuramos reconciliarnos y se nos proclama la reconciliación desde
De este modo, se realizaría también lo que afirma en general el la cruz.
Catecismo, pensando sobre todo en la ((FormaB»: que «el sacramen- Tal vez para algunos haya perdido sentido la cuaresma y para otros
to de la penitencia puede también celebrarse en el marco de una cele- sea algo trasnochado. Pero su sentido sigue interpelando a todos cuan-
bración comunitaria, en la que los penitentes se preparan a la confe- tos nos decimos creyentes en Cristo. Creemos que hay varias posibili-
sión y juntos dan gracias por el perdón recibido. Así, la confesión dades, enraizadas en la misma historia del sacramento y de la cuares-
personal de los pecados y la absolución individual están insertas en ma, que permitirían una renovación. Son la ((peregrinaciónpenitencial))
una liturgia de la Palabra de Dios, con lecturas y homilía, examen de adaptada y el ((procesocuaresmal)) renovado4.
conciencia dirigido en común, petición comunitaria del perdón, rezo
del Padrenuestro y acción de gracias en común. Esta celebración co-
munitaria expresa más claramente el carácter eclesial de la penitencia)) a) La peregrinación penitencial
(CCE 1482).
Fue una de las formas de peregrinación (existen otras de devoción,
de promesa.. .) que formaba parte del sistema penitencial medieval, y
3. La celebración espaciada de la cuaresma o ((itinerario que ponía el acento en la ascesis del peregrinar como medio eficaz pa-
penitencial)) ra obtener el perdón de los pecados, cual variedad auténtica de la pe-
nitencia sacramental. Se le llamaba la ((penitenciapública no solem-
La cuaresma ha sido considerada siempre por la Iglesia como un n e ~Es ~ cierto
. que la situación y circunstancias han cambiado mucho
((sacramento)),a través del cual el cristiano reconoce su pecado, se es- entre aquel ayer y este hoy. Pero es preciso reconocer que, bien plan-
fuerza por convertirse y reconciliarse con Dios y con los demás. La teada y vivida, es una de las formas que unen de modo peculiar las
peculiaridad de la cuaresma tiene un doble aspecto: por una parte, se obras de penitencia (caminar, ascesis, sacrificio) con la conversión in-
trata de un proceso comunitario, ya que toda la comunidad se empeña terior, el aspecto personal y el comunitario, el proceso penitencial y el
y compromete en el proceso penitencial; por otra parte, se trata de un acto de reconciliación6.Creemos que es posible la aplicación al mo-
proceso espaciado, que indica una marcha por etapas, hacia la recon- mento actual (diócesis, parroquias, comunidades), siguiendo estas se-
ciliación plena, que hace posible la celebración digna de la fiesta de la cuencias: 1) convocatoria y preparación para la ((peregrinación))a un
resurrección. santuario o lugar sagrado; 2) celebración de la Palabra con predicación
La cuaresma constituye y significa la marcha de un pueblo pere- y examen de conciencia; 3) entrega de un símbolo y despedida por
grinante y penitente hacia la resurrección. Es como un gran sacra-
mento de la penitencia para toda la comunidad eclesial. Por eso tiene dazábal, La celebración de la penitencia en el itinerario cuaresmal: Phase 128 (1982)
127- 143; D. Borobio, Penitencia-reconciliación (CPL 1 9 , Barcelona 1985, 50-5 1.
una estructura litúrgica3: 1) se inicia con una convocación a la comu- 4. Cf. ampliamente expuesto y desarrollado todo esto en D. Borobio, Lapenitencia
como proceso. De la reconciliación real a la reconciliación sacramental, Madrid 2005,
3. En relación con el ((itinerariopenitencial))(recuérdense los artículos ya citados en 125-172.
otro lugar), cf. A. Nocent, Aspects célébrntqs de la réconciliation dans la tradition litur- 5. Recuérdese lo que decíamos en la segunda parte de este libro al hablar de las
gique occidentale: Ephemerides Liturgicae 3-4 (1983) 360s; P. de Clerck, Célébrer la formas históricas de penitencia. Sobre este punto en concreto, cf. C. Vogel, Lepéléri-
pénitence ou la réconciliation? Essai de discernement théologique á propos du nouveau nagepénitenciel: Revue des Sciences Religieuses 38 (1964) 1 13-153.
Rituel: Revue théol. de Louvain 13 (1982) 387-424, aquí 416; A. González, Pour une cé- 6. Recuérdese todo lo que supuso y supone el ((Caminode Santiago)),con sus ritos fi-
lébmtion du sacrement depénitence: Communautés et Liturgies 4 (1976) 195-204; J. Al- nales: símbolos, llegada y beso al santo, botafumeiro, rito penitencial de reconciliación...
366 Celebración ypastoral Situación actual del sacramento de la penitencia 367

parte del sacerdote; 4) marcha o ((peregrinación)),que puede durar una Este proceso penitencial puede vivirse y realizarse bien sea en gru-
tarde, una jornada, tres días.. ., según las circunstancias; 5) durante es- po o comunitariamente (lo que sería mejor), bien sea individualmente,
te tiempo (por el camino) puede ofrecerse la oportunidad de confesar- siempre que se den las condiciones para ello.
se a quien lo desee; 6) llegada al santuario y culminación de la cele- - Individualmente: el penitente procura tener el encuentro-confe-

bración, normalmente con la ((FormaB»; 7) retorno de carácter festivo sión al principio de la cuaresma. Una vez clarificada su situación de pe-
y gozoso, como expresión de alegría y acción de gracias. cado, se marcha para madurar su conversión en la vida, mediante obras
de justicia y caridad, aplicando una ((medicina))adaptada a su situa-
ción, a lo largo del tiempo cuaresmal; finalmente, vuelve al sacerdote
b) El proceso penitencial durante la cuaresma antes del Jueves santo, para tener un diálogo penitencial, recibir la re-
conciliación o absolución, y dar gracias. En alguna medida, se aseme-
Nuestra propuesta se fundamenta en la praxis penitencial de la
jaría al ((proceso de sanación)), que ya desde los primeros siglos se
Iglesia, bajo formas diversas, hasta el concilio de Trento, y sobre todo
practicó en las Iglesias de Oriente.
en la praxis de la ((penitenciapública solemne))durante la Edad Me-
- Comunitariamente: un grupo de personas o pequeña comuni-
dia7. Esta penitencia tenía lugar en situaciones de pecado especial-
dad, después de haberse informado y preparado, inicia su proceso pe-
mente grave y escandaloso. Comenzaba el miércoles de ceniza con el
nitencial al principio de la cuaresma; una vez a la semana, tienen un
rito de la ((entradaen penitencia)),acompañado de signos diversos; se-
encuentro para escuchar la Palabra, dialogar, reflexionar y orar juntos,
guía una segunda etapa de cumplimiento de la penitencia y autentifi-
ayudándose mutuamente a la conversión y reconciliación; durante es-
cación de la conversión, que duraba toda la cuaresma; y culminaba
te tiempo procuran confesarse, a la vez que profundizar y autentifi-
con una tercera etapa de reconciliación el Jueves santo, expresando de
car su conversión con obras adecuadas de satisfacción. Este proceso
modo muy elocuente la reconciliación y comunión con Dios y con la
culmina antes del Jueves santo con la celebración comunitaria de la
Iglesia. Este proceso, que se realiza según la estructura más originaria reconciliación.
del sacramento de la penitencia, puede adaptarse de la siguiente for-
mas: 1) Debe preceder una preparación e información adecuadas de la
comunidad, indicando cuál es la razón y el sentido del proceso, de ma-
nera que se incorporen a él quienes libre y conscientemente lo deseen.
2) Se inicia el proceso el miércoles de ceniza, con una celebración en
la que, además de los signos propios, se entrega un ((vademécum))que
explica el sentido y los pasos sucesivos. 3) Las etapas del proceso las
marcan las semanas (cada miércoles tiene lugar un encuentro) y el
contenido sobre el que versa cada una (la primera, sobre el pecado; la
segunda, sobre la conversión; la tercera, sobre la confesión; la cuarta,
sobre la mutua reconciliación; la quinta, sobre el perdón de Dios mi-
sericordioso; la sexta, sobre la celebración gozosa de la reconcilia-
ción). 4) Al final del proceso, uno de los días de la semana santa (a po-
der ser el martes o miércoles), tiene lugar la celebración sacramental
de la reconciliación.

7. Cf. al respecto el capítulo de la historia, supra, p. 124ss. También D. Borobio, La


penitencia como proceso, 129-134; E. Mazza, El remedio de la penitencia. La celebm-
ción de la penitencia en la liturgia bizantina y en Occidente: Cuadernos Phase 124
(2003) 35ss.
8. Cf. más ampliamente los detalles y concreciones, así como el contenido de las eta-
pas y el material adecuado para el proceso en D. Borobio, La penitencia como proceso,
129s.
LAS FORMAS ((SACRAMENTALES))
DE CONVERSIÓN-RECONCILIACIÓN:
EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA

El cristiano busca convertirse y reconciliarse no sólo en la vida y


en el encuentro con los demás, sino también y sobre todo en la cele-
bración más específica de la reconciliación cristiana: el sacramento de
la penitencia'.
En la vida del hombre las cosas importantes, los acontecimientos
decisivos, reciben la consagración de un símbolo o un rito. Se celebran
y se hacen fiesta. También la conversión y la reconciliación han de ce-
lebrarse. También ellas cuentan con un rito propio, una liturgia que las

1. De entre los comentarios a las formas sacramentales segun la renovación del Va-
ticano 11, podemos destacar: K. Rahner, Bussandacht und Einzelbeichte: Stimmen der
Zeit 97 (1972) 362-372; K. Lehmann, Generalabsolution, Einzelbeichte, Bussgottes-
dienst: Intern. Kath. Zeitschnft 1 (1972) 474-478; AA.Vi!, El nuevo Ritual del sacra-
mento de la penitencia: Phase 79-80 (1974); AA.VV., La penitenza. Studi teologici e
pastorali. II nuovo rito de la riconciliazione, Torino 1976; AA.VY, Pénitence et récon-
ciliation: La Maison Dieu (1974); J. Burgaleta-M. Vidal, Sacramento de lapenitencia:
críticapastoml al nuevo ritual, Madrid 1975; F. Sottocornola, II nuovo Ordo Poeniten-
tiae: Notitiae 90 (1974) 63-79; D. Fernández, El sacramento de la penitencia según el
nuevo ritual, Valencia 1977; J. L. Larrabe, Nueva lectura teológico-pastoral del Ritual
de la penitencia: Communio 11 (1978) 377-390; A. Ziegenaus, Umkehr, Versohnung,
Friede. Zu einer Theologisch veraniworteten Praxis von Bussgottesdienst und Beichte,
Freiburg 1975, 238-250; L. Vencser, Bewertung der Generalabsolution in Lichte der
Bussgeschichte: Studia Moralia 15 (1977) 469-482; P. Visentin, Penitencia, en Nuevo
Diccionario de Liturgia, Madrid 1987, 1600-1624; E. Aliaga, Penitencia, en D. Borobio
(ed.), La celebración en la Iglesia 11. Sacramentos, Salamanca 1988,437-496; F. Bro-
velli, Celebrare la riconciliazione oggi. Sinodo 1983, un ossen>atoriosignificativo: Ri-
vista Liturgica 79 (1991) 7 4 s ; AA.Vi!, La celebrazione della penitenza cristiana. Atti
della IXSettimana di Studio del1 'Associazione Professori di Liturgia, Marietti 1981; Z.
Herrero, Las Normas pastorales y el nuevo Ritual del sacramento de la reconciliación:
Estud. Agust. Sep.-Oct. (1974) 375-394; J. Medina, El nuevo Ordo Poenitentiae: Teolo-
gía y Vida 15 (1974) 185-2 14; P. Tena, Experiencia ypedagogia del Ritual de lapeni-
tencia: Phase (1989) 503-507; J. L. Larrabe, Nueva lectura teológico-pastoral del Ritual
de lapenitencia: Communio 11 (1978) 377-390.
3 70 Celebración ypastoral Las formas «sacramentales» de conversión-reconciliación 371

expresa y las realiza en la comunidad. Este rito, esta liturgia, es el sa- cuado algunos de los aspectos de la penitencia, complementando así lo
cramento de la reconciliación. que en las restantes queda menos perfectamente significado. Intente-
Celebramos el sacramento de la penitencia para expresar y recibir mos ahora explicar brevemente en qué consisten cada una de estas for-
el perdón de nuestros pecados, para poner de manifiesto eclesialmen- mas de celebración del sacramento.
te la reconciliación y para alegrarnos juntos porque Dios nos ama, nos
renueva y nos da su vida. La fiesta de la reconciliación es el medio por
el que el proceso penitencial sale de su posible ambigüedad y viene a 1. Forma A: reconciliación de un penitente en particular
ser algo constatable, ante la comunidad de los hermanos.
El sacramento de la reconciliación no es ajeno a ninguna de las for- Esta forma expresa de un modo más claro el carácter personal de
mas de penitencia señaladas, pero no se identifica con ninguna de ellas. la conversión y del perdón; el encuentro y el diálogo en referencia a
Constituye el punto culminante de un esfuerzo penitencial manifestado una situación particular; la necesaria responsabilización de unos com-
de mil maneras. Significa visible y eficazmente la reconciliación con promisos de cara a la lucha contra el pecado2.
Dios y con la Iglesia manifestada por la intervención del ministro, que Sin embargo, en ella aparecen menos perfectamente significados
garantiza y proclama irreversiblemente el perdón que Dios nos conce- el carácter de celebracion que tiene el sacramento y los aspectos CO-
de. Es el punto de concentración de la penitencia cotidiana y de las otras munitarios del mismo. Podemos caer fácilmente en una privatización,
formas de celebración penitencial, la máxima expresión del esfuerzo de que pierda de perspectiva la presencia y mediación de la comunidad
conversión del penitente y la misión reconciliadora de la Iglesia. eclesial.
El sacramento especifico de la reconciliación cristiana es uno y El Ritual ha querido darle a esta forma de celebración un carácter
único. Sin embargo, aunque no hay diversos sacramentos de peniten- de verdadero encuentro penitencial. Nada más alejado de su intención
cia, si hay diversas formas de celebrar el mismo sacramento. La histo- que el reducirlo a un rápido cumplimiento ritual o a una especie de
ria es testigo elocuente de esta pluralidad de formas, y la Iglesia, por «protocolo penitencial)). Por eso, afirmaba ya la Constitución de Litur-
lo mismo, no duda en reconocerlo, consciente de que ninguna de estas gia: «El hecho de que ésta haya sido durante muchos siglos la única
formas expresa en plenitud la totalidad del sentido y de que todas forma penitencial en ejercicio, hace que la revisión sea más necesaria
ellas, en su conjunto y complementariedad, manifiestan mejor el mis- para recuperar y conservar los valores que indudablemente contiene))
terio que celebran. ¿No es acaso la variedad signo de riqueza? (RP 73).
Así pues, la Iglesia, consciente de que tal diversidad no sólo no La Exhortación Reconciliatio et poenitentia, además de recordar
empobrece u oculta el sentido del sacramento, sino que lo enriquece y que esta forma «constituye el único modo normal y ordinario de la ce-
posibilita la expresión litúrgica de su imagen plena, nos propone tres lebración sacramental)) y que en ella se destacan los aspectos persona-
formas de celebrarlo: les comprendidos en el ((itinerario penitencial)), quiere ver en ella una
Forma A: Rito para reconciliar a un solo penitente. posibilidad para salir de la apatía, asumiendo a veces la forma de «di-
Forma B: Rito para reconciliar a muchos penitentes con confe- rección espiritual», aunque no se pueda reducir a ello (RyP 32).
sión y absolución individual. El Catecismo de la Iglesia católica resume claramente cuáles son las
Forma C: Rito para reconciliar a muchos penitentes con confe- secuencias de esta forma de celebracion, que, en definitiva, son las que
sión y absolución general. corresponden también a las otras formas de celebración sacramental:
Estos tres ritos o formas litúrgicas de celebrar el sacramento man- Como todos los sacramentos,la penitencia es una acción litúrgica. Ordi-
tienen una unidad fundamental de contenido y de estructura. Las tres nariamente los elementos de su celebración son: saludo y bendición del
son celebraciones, las tres significan el encuentro de reconciliación sacerdote, lectura de la Palabra de Dios para iluminar la conciencia y
entre Dios y el hombre por el ministerio o intervención de la Iglesia. suscitar la contrición, y exhortación al arrepentimiento;la confesión que
En las tres permanece el mismo signo sacramental: acogida, Palabra,
rito de reconciliación (confesión-absolución), compromiso y acción 2. Cf. algunas sugerencias importantes respecto a que ésta sea la ((únicaforma or-
de gracias. Con todo, cada una de ellas expresa de un modo más ade- dinaria))de celebrar el sacramento en P. Kramer,Einzelbeichte-einzige oder eine Form
des Busssakramentes?: Trierer Th. Zeitschrift 3 (1998) 21 1-229.
3 72 Celebración ypastoral Las formas «sacramentales» de conversión-reconciliación 3 73

reconoce los pecados y los manifiesta al sacerdote; la imposición y la ilumina nuestra vida, nos llama y nos convierte, nos hace ver en qué
aceptación de la penitencia; la absolución del sacerdote; alabanza de ac- consiste nuestro pecado, cuál debe ser nuestra conversión y cuál es su
ción de gracias y despedida con la bendición del sacerdote (CCE 1480).
misericordia. Para facilitar la lectura de la Palabra, se puede disponer
de una Biblia en el lugar donde se preparan los penitentes a la cele-
Veamos ahora la estructura del rito, el sentido de sus partes y la bración; o bien un sencillo folleto que recoja los pasajes bíblicos pe-
forma de realización. nitenciales más importantes, con una breve reflexión; o bien puede in-
cluirse esta Palabra en los diversos «modelos de examen)) que pueden
a) Acogida del penitente proponerse a los fieles, como ayuda y preparación.
Esto supuesto, la lectura puede realizarse de diversos modos:
Indica el momento de encuentro entre el penitente y el ministro o - La puede hacer el sacerdote, bien leyendo directamente de la
sacerdote. Es lógico que, por ambas partes, haya un saludo y una aco- Biblia o recordándonos de memoria un texto.
gida fraternal y humana, sencilla. No es necesario que el penitente co- - La puede hacer el mismo penitente, que antes ha elegido un tex-
mience diciendo: «Ave, María purísima)), ni otra fórmula semejante, to porque le resulta especialmente significativo.
aunque puede hacerlo con libertad. Podemos saludarnos también di- - Lo ideal es que esta lectura se haga en el momento de la cele-
ciendo: «Buenos días», «buenas tardes))... Lo ideal sería que el sacer- bración. Pero, dada la estructura actual de muchos confesionarios, a
dote y el confesor se conocieran. Esto favorecería el diálogo peniten- veces es dificil. Por eso, cabe contar con varias posibilidades: hacer la
cial y la ayuda mutua. Pero con frecuencia son desconocidos el uno lectura individual e inmediatamente antes del encuentro con el sacer-
para el otro. En tal caso, sería conveniente que el sujeto se presentara dote, indicando, llegado el momento, cuál ha sido el texto que se ha
con breves palabras. leído; en caso de haber un grupo de penitentes que desean confesarse,
Naturalmente, estamos hablando de celebración. No ha de confun- puede leerse y ser comentado ante todos algún texto de la Escritura an-
dirse, pues, este momento con un diálogo cualquiera. La estructura del tes del encuentro penitencial. Esto podría hacerlo un seglar. Esta lec-
confesionario o el lugar de la celebración pueden facilitar este diálogo. tura puede ir acompañada de algunas sugerencias o modelo de exa-
Es lógico que comencemos con el signo de la cruz, por ejemplo, y que men. Es claro que estas dificultades no se plantearán del mismo modo
en un momento determinado el ministro nos exhorte a la confianza en si la celebración tiene lugar en una sala o local destinado para ello.
Dios y nos invite a escuchar su Palabra.
Por otro lado, el penitente no se ha de extrañar si el sacerdote le in-
vita o sugiere pasar a un despacho o a la capilla penitencial para cele- c) Confesión de los pecados
brar allí la reconciliación. Se trata de hacer posible un encuentro más
El penitente, si lo tiene por costumbre, puede comenzar rezando el
humano y fraternal. Y la Iglesia lo permite y recomienda. La estructu-
«Yo confieso)).Pero no es necesario. Normalmente, en la declaración
ra de los confesionarios deberá ir cambiándose poco a poco, de mane-
de los pecados ha de ser el penitente quien lleve la iniciativa, pues es
ra que sea posible la realización normal de las partes del rito. En cual-
quien de verdad conoce su situación y además se supera así la sensa-
quier caso, el ideal seria que en cada comunidad existieran diversas
ción de «interrogatorio» más o menos mecánico de este momento. El
posibilidades de confesarse, de modo que los fieles, teniendo en cuen-
sacerdote no tiene la función de investigar en la conciencia del pecador,
ta la meta de «celebración», pudieran elegir libremente aquella en la
sino la misión de ayudarle a descubrir la raíz de su pecado y a conver-
que mejor se expresan.
tirse. El sacerdote debe creer en la sinceridad del penitente, consciente
de que, cuando el penitente ha manifestado aquello que considera su
b) Lectura de la palabra de Dios pecado, es verdaderamente su pecado lo que ha confesado. En ocasio-
nes, conviene que el sacerdote ayude al penitente a examinar su vida,
Es éste un elemento «nuevo» en esta forma de celebración del sa- recordándole las más importantes dimensiones desde las que debemos
cramento. Tiene gran importancia y nunca debería faltar, a no ser por analizar nuestra vida como cristianos: 1) relación con Dios (querer
graves razones. Sencillamente porque, a través de su Palabra, Dios cumplir su voluntad, oración y participación eucarística.. .); 2) relación
3 74 Celebración y pastoral Las formas «sacramentales» de conversión-reconciliación 375

con uno mismo (aceptación y respeto del propio cuerpo, cumplimien- gravedad del pecado. La situación de pecado es el punto de partida pa-
to del deber o misión.. .); 3) relación con los demás (justicia, respeto, ra la determinación de la satisfacción. Si nuestro pecado es la injusti-
igualdad responsabilidad...); 4) relación con el mundo (uso de los cia, el odio, el egoísmo en las relaciones familiares.. . la satisfacción
bienes, respeto de la naturaleza, responsabilidad ciudadana.. .). debe encarnarse en esas situaciones para superarlas.
Este momento suele ser el más dificultoso para el penitente, a ve- Ya hemos hablado en otro momento de la importancia y seriedad
ces por una imperfecta comprensión de cómo debe comportarse, otras de la satisfacción. El penitente no ha de extrañarse si el confesor le su-
por la dificultad en reconocer dónde está su pecado o qué es lo que tie- giere la posibilidad de marchar a madurar su proceso de conversión a
ne que confesar. Conviene que tengamos en cuenta varias cosas: través de las obras (= satisfacción) antes de darle y recibir la absolu-
- Sólo es necesario confesar los pecados mortales, es decir, aque- ción, que tendría lugar después de un periodo de tiempo. Más aún, el
llo que consideramos subjetivamente que es muy grave y que nos penitente debe estar dispuesto a pedir él mismo, en ocasiones, esta su-
constituye realmente en pecadores. cesión espaciada y más originaria del proceso penitencial.
- No es necesario, aunque puede resultar conveniente, que confe- A veces resulta dificil determinar la satisfacción: ¿qué hacer en es-
semos nuestros pecados veniales. ta situación concreta?, ¿qué es lo más conveniente? Para facilitar esta
- Tampoco es necesario que nuestra confesión sea minuciosa y tarea sugerimos algunas pistas que nos parecen muy importantes:
detallada, declarando el número y las circunstancias (a no ser que ha- - La satisfacción ha de orientarse preferentemente en la línea de
ya alguna que cambia la «especie» del pecado) hasta el punto de vol- la caridad y la justicia: reparar el daño, hacer justicia donde hemos si-
vernos obsesivos y escrupulosos. do injustos, solidarizarnos con gestos y acciones donde nos hemos
- Mejor es describir en pocas palabras la actitud fundamental y mostrado egoístas.. . No hemos de olvidar que la satisfacción implica
culpable y aquellos hechos más significativos que la encarnan, que no la reparación real de las injusticias y daños cometidos.
repetir mecánicamente nuestros actos de pecado. - También ha de orientarse a hacer más auténtica nuestra vida
En una palabra, debemos procurar en todo momento confesarnos cristiana: promoviendo el estudio, la reflexión, el diálogo, el conoci-
con sinceridad conscientes, por un lado, de que una ((confesiónmuti- miento de la palabra de Dios, la oración.. .
lada))no es verdadera confesión que pueda curarnos plenamente, y de - Puede orientarse hacia una participación más intensa en las ta-
que el sacerdote no duda ni tiene por qué dudar de nuestra palabra. A reas de la comunidad: servicio a los más pobres, catequesis, educación
través de esta manifestación hemos de darnos cuenta de que colabora- de fe, compromisos de la comunidad.. .
mos también a la verdad del sacramento y a la sinceridad de nuestra - A veces convendrá que se centre en actos de vencimiento per-
conversión, que encuentra así su manifestación más plena. sonal: dominarse en situaciones irritantes, mostrarse sencillo en vez de
autosuficiente en el trato con los demás, aceptar la opinión de los otros
d) Determinación y aceptación de la satisficción en vez de imponer la propia.. .
- Puede ser de gran ayuda el proponer o aceptar una satisfacción

Después de la confesión se determina la satisfacción, que ha de que se prolongue durante cierto tiempo, de modo que recordemos que
considerarseno como un castigo, sino como un medio o medicina con- la reconciliación no es un acto pasajero, sino que reclama continuidad.
tra las secuelas del pecado, como un signo de renovación y de conti- Por ejemplo, visitar a una persona enferma una o dos veces a la sema-
nuidad de la penitencia en la vida, de compromiso en la lucha contra el na, o durante un mes; leer cada día un pasaje de un evangelio O de una
pecado y el mal. carta apostólica; hacer durante siete días cinco minutos de oración.. .
Aunque la impone el ministro, nada impide que pueda sugerirla el
mismo penitente, el cual conoce mejor que nadie su propia vida y di- e) Manifestación del arrepentimiento por el penitente y absolución
ficultades, o bien que sea establecida por ambos. Para que esto suceda
así, es preciso que el penitente se acostumbre a profundizar en su vida, Se trata de una oración sencilla, mediante la cual el penitente ma-
viendo la raíz de su pecado y los medios más eficaces para luchar con- nifiesta y pide la verdadera conversión, la contrición de los pecados.
tra el mismo. La satisfacción ha de ser adaptada y proporcionada a la Algo semejante al antiguo ((Señormío, Jesucristo». El penitente pue-
3 76 Celebración y pastoral Las formas ccsacramentales» de conversión-reconciliación 377

de servirse de unas fórmulas que propone el Ritual para el caso. Pero de ayuda para superarlo, y recibiendo la reconciliación con Dios y con
también puede hacer una oración espontánea expresando su conver- la Iglesia, a la que también había ofendido con su pecado. Nos recuer-
sión y pidiéndola a Dios. da el Catecismo:
Mientras recita esta oración, el sacerdote escucha. No se trata de
un acto simultáneo con la absolución, sino de un acto antecedente. Se- La confesión individual e íntegra y la absolución continúan siendo el
guidamente, el sacerdote extiende ambas manos o, al menos, la dere- único modo ordinario para que los fieles se reconcilien con Dios y la
Iglesia, a no ser que una imposibilidad física o moral excuse de este
cha sobre la cabeza del penitente y pronuncia la fórmula de absolu- modo de confesión (Ritual 3 1). Y esto se establece así por razones pro-
ción, por la que se significa la reconciliación con la Iglesia y con Dios. fundas. Cristo actúa en cada uno de los sacramentos. Se dirige perso-
La fórmula que nos propone el Ritual es nueva y muy rica de con- nalmente a cada uno de los pecadores: ((Hijo, tus pecados están per-
tenido: donados)) (Mc 2, 5); es el médico que se inclina sobre cada uno de los
- Encuadra el sacramento de la reconciliación en la obra recon- enfermos que tienen necesidad de e1 (cf. Mc 2,17) para curarlos;los res-
ciliadora llevada a cabo por Dios a lo largo de la historia de la sal- taura y los devuelve a la comunión fraterna. Por tanto, la confesión per-
vación. Expresa la iniciativa de Dios Padre, la mediación de Cristo y sonal es la forma más significativa de la reconciliación con Dios y con
la transformación en la fuerza del Espíritu, que acontece en y por el la Iglesia (CCE 1484).
sacramento.
- Manifiesta de un modo claro la dimensión eclesial del sacra- Es muy conveniente que se celebre también bajo esta forma el sa-
mento, que se realiza a través de la intervención y ministerio de la cramento cuando se trata de pecados que, sin suponer una ruptura to-
Iglesia, y nos reconcilia con la misma Iglesia. tal de nuestra orientación fundamental y de nuestras relaciones con
- Indica claramente la gracia y el efecto del sacramento, que es la Dios y los demás, sí suponen una lesión seria de nuestra opción y un
reconciliación con Dios y con la Iglesia, el perdón y la paz. debilitamiento de la misma. Se trata de aquellos casos que, aun siendo
El penitente ha de escuchar con actitud humilde, con gozo y grati- fruto de nuestra debilidad, pueden apartarnos del amor a Dios y a los
tud estas palabras que proclaman el perdón de un modo eficaz. Su par- hermanos, bien sea por la reincidencia, o por la gravedad de la mate-
ticipación la expresa respondiendo «Amén» al final. No debe, por tan- ria, o por el peligro que entrañan.
to, rezar por su cuenta ninguna oración durante este momento. En todos los demás casos, cada penitente deberá decidir con liber-
tad y sinceridad si le conviene celebrar el sacramento de esta forma.
La confesión frecuente puede ser provechosa, pero nunca se ha de
f ) Acción de gracias y despedida del penitente considerar como una cura psicológica o como el simple cumplimiento
de una costumbre, sino como la expresión de una mayor fidelidad al
Aunque siempre se ha considerado la acción de gracias como la evangelio y al Espíritu, en la lucha diaria contra el pecado.
conclusión lógica del sacramento, este elemento tiene ahora su pues-
to propio dentro de la misma celebración. El Ritual propone varias
fórmulas para la acción de gracias. Pero nada impide que se empleen 2. Forma B: reconciliación de muchos penitentes con confesión y
otras, de un modo más espontáneo. Lo importante es que tenga su pues- absolución individual
to en la celebración. De este modo concluye el rito, que supone la des-
pedida del confesor y del penitente. Esta forma de celebrar el sacramento viene a ser como una síntesis
Podríamos preguntamos ahora, antes de concluir la explicación de de las otras dos. Pretende unir en conveniente equilibrio dos aspectos
esta ((FormaA»: ¿en qué situaciones conviene o se debe celebrar la pe- fundamentales del proceso penitencial: persona y comunidad, afirma-
nitencia bajo esta forma? ción de la dimensión eclesial del sacramento y de la responsabilidad
Cuando se trata de una situación de pecado mortal, la Iglesia pide personal del sujeto.
que se personalice el proceso penitencial de este modo. Sólo en estos La misma estructura de la celebración quiere manifestar esta doble
casos es necesario y obligatorio el encuentro individual con el sacer- vertiente de la conversión-reconciliación.Por una parte, la presencia y
dote, manifestando la situación de pecado, acogiendo la exhortación participación de la comunidad, significa la dimensión social y eclesial
3 78 Celebración y pastoral Las formas «sacramentales» de conversión-reconciliación 3 79

del pecado, la necesidad de que toda la comunidad se arrepienta y re- dote con el que se confesaron), al final de la celebración, pues además
nueve, el apoyo mutuo y el perdón fraterno, la reconciliación con la de ganar el rito en unidad y dinamismo, podría proclamarse con más
Iglesia. calma y unción. Por otro lado, si así fuera, se solucionaria la dificultad
Por otra parte, la confesión y absolución individuales quieren re- de quienes no van a confesarse porque creen no necesitarlo, y no obs-
saltar la necesaria personalización del proceso, el personal ofreci- tante desearían recibir la absolución para sus imperfeccionesjunto con
miento del perdón de Dios y de la reconciliación con la Iglesia, la res- todos los que celebran el sacramento.
ponsabilización individual con el propio pecado. Esta personalización La estructura del rito es como sigue:
quiere evitar igualmente el posible peligro de anonimato o masifica- - Reunión de la comunidad y ritos iniciales: acogida, oración.. .

ción, que nos conduciría a deformar la imagen del sacramento. - Palabra de Dios: lecturas bíblicas, homilía, examen de conciencia.

Estos valores son reconocidos por el Ritual y por la Exhortación - Rito de reconciliación: confesión general, canto o letanía, ora-
Reconciliatio et poenitentia, donde se dice: ción del Señor, confesión y absolución individual, satisfacción.
- Acción de gracias y despedida: canto-oración de acción de gra-
La segunda forma de celebración, precisamente por su caracter comu-
cias, bendición, envío de los participantes en la asamblea.
nitario y por la modalidad que la distingue, pone de relieve algunos as-
pectos de gran importancia: la Palabra de Dios escuchada en común tie-
¿Cuándo y cómo celebrar la penitencia bajo esta forma? Propone-
ne un efecto singular respecto a su lectura individual, y subraya mejor mos algunas sugerencias al respecto. Por regla general, el penitente ha
el caracter eclesial de la conversión y de la reconciliación (RyP 32). de tender a dar a esta forma un puesto prevalente en su vida. Es la for-
ma ideal, sobre todo cuando el número de penitentes no es muy am-
Y el Catecismo, describe esta ((FormaB» del siguiente modo: plio y la celebración se desarrolla con el debido sosiego y ritmo. De-
bemos proponernos como meta el hacer las cosas bien, no el hacerlas
El sacramento de la penitencia puede también celebrarse en el marco de simplemente. Si la celebración resulta más larga, seamos comprensi-
una celebración comunitaria, en la que los penitentes se preparan a la vos. Un ritmo adecuado nos parece el de ofrecer y celebrar así.
confesión y juntos dan gracias por el perdón recibido. Así la confesión in-
Cualquiera que sea nuestra situación de pecado, hemos de consi-
dividual de los pecados y la absolución individual están insertadas en una
liturgia de la Palabra de Dios, con lecturas y homilía, examen de con- derar que esta forma de celebración responde adecuadamente a las
ciencia dirigido en común, petición comunitaria del perdón, rezo del Pa- exigencias requeridas. La confesión habrá de realizarla de distinta ma-
dre nuestro y acción de gracias en común. Esta celebración comunitaria nera el que tiene un pecado mortal que el que sólo tiene pecados de
expresa más claramente el carácter eclesial de la penitencia (CCE 1482). debilidad o veniales. Por otra parte, la participación en la celebración
no implica necesariamente la confesión individual.
Hay que señalar, no obstante, algunas limitaciones que presenta: la Por eso, la Reconciliatio etpoenitentia la recomienda de modo es-
dificultad muy frecuente de encontrar sacerdotes suficientes para la pecial para los pecados veniales cuando dice:
confesión; la impresión de que se rompe el ritmo cuando llega el mo- Aun sabiendo y enseñando que los pecados veniales son perdonados
mento de la confesión; el nerviosismo y la impaciencia que puede pro- también por otros modos (piénsese en los actos de dolor, en las obras de
ducirse en sacerdotes y fieles ante la excesiva duración del acto; la caridad, en la oración, en los ritos penitenciales), la Iglesia no cesa de re-
precipitación con que se tiende a realizar el encuentro de la confesión, cordar a todos la riqueza singular del momento sacramental también con
dando la impresión de que se trata de un «pasar» más o menos proto- referencia a tales pecados (RyP 32).
colario o ritual. Algunas de estas limitaciones son inevitables, si tene-
mos en cuenta, por ejemplo, que es dificil prever el número de peni- El penitente ha de adoptar una actitud de verdadera participación
tentes que van a participar y, por tanto, el número de confesores que se consciente y plena, desde el principio hasta el final de la celebración.
requieren. La mera presencia pasiva no asegura la autenticidad de la conversión.
Con todo, pensamos que en parte se aliviarían estas dificultades si Es preciso entrar en la dinámica de la misma celebración, para inte-
se diera la absolución a todos, personalizada por la imposición de ma- riorizar en la propia experiencia todos los elementos que la integran:
nos individual (los penitentes se acercan en procesión hacia el sacer- fraternidad y solidaridad comunitaria, escucha reverente y acogedora
380 Celebración y pastoral Las,formas «sacramentales» de conversibn-reconciliacibn 381

de la Palabra que nos convierte, sinceridad para reconocer nuestra pro- lida como las otras dos, se quiere responder a aquellas situaciones pas-
pia verdad de pecado en el examen de conciencia, petición personal y torales extraordinarias, que constituyen una ((grave necesidad^^.
comunitaria del perdón, personalización del proceso penitencial con la Tanto el Código de derecho canónico como la Reconciliatio etpoe-
confesión y absolución. Esta participación ha de manifestarse a lo lar- nitentia insisten en su carácter de excepcionalidad, con el fin de ((evi-
go de la celebración entera, superando el posible peligro de considerar tar todo tipo de interpretación arbitraria)): si bien es verdad que por
todos los otros elementos como una simple preparación a la confesión motivos de orden pastoral y en ciertas circunstancias «se puede hacer
individual. Es todo el conjunto celebrativo realizado en comunidad el uso de la tercera forma de celebración, no se debe olvidar, sin embar-
que constituye la especificidad de esta ((Forma B». go, que ésta no puede convertirse en forma ordinaria, y que no puede
Todo ello exige un esmerado cuidado «del aspecto celebrativo, con ni debe usarse si no es en casos de grave necesidad9. El Catecismo re-
particular referencia a la importancia de la Palabra de Dios, leída, re- coge esta misma doctrina cuando explica cómo «en casos de necesi-
cordada y explicada, cuando sea posible y oportuno, a los fieles y con dad grave se puede recurrir a la celebración comunitaria de la recon-
los fieles, lo que contribuirá a vivificar la práctica del sacramento y a ciliación con confesión general y absolución generah6.Acerca de la
impedir que caiga en la formalidad o rutina.. . Este cuidado por la ce- ((gravenecesidad)), en la Carta apostólica Misericordia Dei se dice:
lebración llevará también a fijar en cada Iglesia los tiempos apropia- Se trata de situaciones que objetivamente son excepcionales, como las
dos para la celebración del sacramento, y a educar a los fieles, espe- que pueden producirse en territorios de misión o en comunidades de
cialmente a los jóvenes y niños)) (RyP 32). Es preciso, pues, preparar fieles aisladas, donde el sacerdote sólo puede pasar una o dos veces al
con esmero las lecturas elegidas, el examen que se propone, las inter- año, o cuando lo permitan las circunstancias bélicas, meteorológicas u
venciones de los diversos servicios (cantos, música, moniciones, testi- otras parecidas.. . Así pues, se debe tener presente el conjunto de las
monios, otros textos, símbolos.. .), de manera que la celebración sea circunstancias de los penitentes y de la diócesis, por lo que se refiere a
verdaderamente adaptada y participada. su organización pastoral y la posibilidad de acceso de los fieles al sa-
El penitente no ha de extrañarse si en alguna ocasión se sugiere la cramento de la penitencia7.
posibilidad de una celebración espaciada. Nada impide que, en deter-
minadas ocasiones, se proponga a los fieles, debidamente catequiza- Ahora bien, para que se dé esta grave necesidad se requieran las si-
dos, una celebración de este tipo en tres tiempos: el primero, acogida guientes condiciones:
y Palabra (incluso confesión); el segundo, maduración de la conver-
sión y satisfacción con posibilidad de confesarse libremente cuando 4. Sagrada congregación para la doctrina de la fe, Normas Pastorales para dar la
absolución sacramental general, Ciudad del Vaticano 6.5.1972; cf. ClC 962, 1.
uno desee; el tercero, reunión de los penitentes para la reconciliación 5. ClC 32, 113. Dos opiniones diferentes sobre la valoración y posibilidades de la
y acción de gracias.. . absolución general pueden encontrarse en F. J. Antón Olalla, Le celebrazioni comunita-
rie con confissione e assoluzione generale nel recente magistetv: Rivista Liturgica 78
(1 991) 61 9-644; AA.VV., Sobre el sacramento de la penitencia y las absoluciones ge-
nerales, Pamplona 1976; A. Ducay Real, La posibilidad y los límites de la absolución
3 . Forma C: reconciliación de muchos penitentes con confesión y colectiva en la Iglesia y en la litemtum feológica del siglo XY,Roma 1990; S. Cañardo,
absolución general Los obispos españoles ante el sacramento de la penitencia (1966-1991). Principales
cuestiones teológicas vpastorales, Salamanca 1993; D. Fernández, Dios ama y perdona
sin condiciones. Posibilidad dogmática y conveniencia pastoral de la absolución sacra-
La Iglesia, siguiendo una tradición existente pero olvidada duran- mental comunitaria sin confesión individualprevia, Bilbao 1989.
te algún tiempo, ha reconocido a esta forma de celebrar el sacramen- 6. CCE 1483: ((Semejante necesidad grave puede presentarse cuando hay un peligro
to un puesto dentro del RituaP. Por esta forma, tan sacramental y vá- inminente de muerte sin que el sacerdote o los sacerdotes tengan tiempo suficiente para
oir la confesión de cada penitente. La necesidad grave puede existir también cuando, te-
niendo en cuenta el número de penitentes, no hay bastantes confesores para oír debida-
3. Recuérdese cuanto explicábamos en la segunda parte, dedicada a la historia de mente las confesiones individuales en un tiempo razonable, de manera que los peniten-
la penitencia, sobre todo lo referido a la Edad Media. Igualmente, cómo ya la Sagrada tes, sin culpa suya, se venan privados durante largo tiempo de la gracia sacramental o de
penitenciaría apostólica (6.2.1915; 7.12.1940; 25.3.1944) había permitido estas absolu- la sagrada comunión. En este caso, los fieles deben tener, para la validez de la absolu-
ciones generales, refiriéndose sobre todo a los casos de guerra, etc. Cf. los textos reco- ción, el propósito de confesar individualmente sus pecados en su debido tiempo)).
gidos en Cuadernos Phase 154 (2005) 63-73. 7. Juan Pablo 11, Caria apostólica Misericordia Dei (7.4.2002). n. 4.
382 Celebración y pastoral Las,formas «sacramentales» de conversión-reconciliación 383

- Insuficiencia de sacerdotes. - Los penitentes han de arrepentirse sinceramente de sus pecados


- Afluencia correlativamente numerosa de penitentes. y estar decididos a enmendarse. La conversión sincera, el cambio ra-
- Privación de la gracia del sacramento o de la sagrada comunión dical e íntimo son absolutamente necesarios; la absolución sirve de
de los fieles, sin culpa propia. bien poco si no existe conversión.
- Asimismo, han de estar dispuestos a reparar los escándalos y
La Iglesia confia a los obispos la determinación, para sus Iglesias daños que hubiesen ocasionado, pues la reconciliación no puede pro-
locales, de aquellos casos en que se dan las condiciones requeridas y piciar una evasión de nuestras responsabilidades ante la Iglesia, la
en los que se permite celebrar el sacramento bajo esta formas. De to- sociedad.. .
dos modos, conviene que sepamos apreciar los valores que entraña es- - Al mismo tiempo, para que se nos conceda el perdón, se requie-
ta forma de celebración: re el propósito de confesar individualmente, en cuanto sea posible, los
- Responde a una situación pastoral real y al deseo de la Iglesia pecados mortales que en las presentes circunstancias no se han podido
de que nadie quede privado de la gracia del sacramento por causas aje- confesar. Esta manifestación se ha de procurar hacer antes de recibir
nas a su voluntad. una nueva absolución general y, en todo caso, en la confesión anual. Si
- Significa de un modo cualificado la responsabilidad común en
la Iglesia obliga a esto no es porque los pecados mortales no se hayan
el pecado y, en general, los aspectos comunitarios de la reconciliación. perdonado con la absolución general, sino porque considera necesario
- Acentúa de un modo más claro la acción divina, su iniciativa
que manifestemos nuestra conversión de este modo para ofrecernos
misericordiosa y la gratuidad de la reconciliación, al tiempo que ex-
una ayuda personal en nuestra lucha permanente contra el pecado.
presa mejor, por la fórmula de absolución que se emplea, la fe peni-
- A quienes presentan tales disposiciones y desean recibir la abso-
tencial de la Iglesia.
lución sacramental, se les pide en la celebración que manifiesten con
- El mismo penitente es urgido de un modo especial a responsa-
un signo este deseo (por ejemplo, arrodillándose,inclinando la cabeza,
bilizarse de su pecado y su conversión, que deberá manifestar indivi-
acercándose procesionalmente al lugar de la presidencia.. .); con dicho
dualmente en otro momento si ha cometido pecados mortales.
signo la Iglesia quiere hacer posible la identificación de los penitentes,
- Por lo mismo, implica cierta procesualidad, al no dar por con-
cluido el proceso penitencial hasta su plena expresión en el encuentro en cuanto personas; quiere concretar y evitar al mismo tiempo una ab-
personal en el que se reconoce el pecado concreto, se acepta la ayuda solución indiscriminada, sin referencia a una petición concreta.
y se manifiesta de forma individual la reconciliación con la Iglesia.
Esta nueva forma de penitencia ha suscitado en los últimos años
Naturalmente, también debemos evitar algunospeligros o aprecia- algunos serios interrogantes: ¿Puede darse la absolución sin confesión
ciones deficientes a que puede dar lugar: 1) considerar que esta forma particular de los pecados mortales, siendo que esto se considera nece-
de celebración es una forma «fácil» donde se concede el perdón «a pre- sario? Y si la absolución general perdona los pecados, ¿qué sentido
cio más barato)), excusándonos de una verdadera conversión y com- tiene la obligación de confesarlos posteriormente? ¿Qué pasa si al-
promiso; 2) quedarnos sólo con esta forma de celebración, marginando guien recibe la absolución general, pero luego no confiesa sus pecados
las restantes y minusvalorando los aspectos positivos de la confesión perdonados? Sin pretender una respuesta plena, vamos a ofrecer algu-
individual; 3) pensar que lo único que importa es recibir la absolución, nos principios en busca de claridad.
- La obligación de confesar los pecados no la entiende la Iglesia
sin valorar debidamente los otros elementos de la celebración sacra-
mental y, sobre todo, la seriedad y exigencias que implica. como obligación absoluta (siempre y en cualquier caso), sino relativa
Las condiciones y la actitud con las que el penitente ha de partici- (en la medida en que se puede y supeditada a otros bienes mayores).
par en esta celebración las indica el mismo Ritual: Además, tal obligación afecta sólo a los pecados mortales. He aquí una
gran dificultad: determinar cuándo existe un pecado mortal.
- En caso de pecado mortal, que supone separación de Dios y de
8. Cf. J. Ratzinger, Historia y contenido de las normas pasiorales del sacramento
de la penitencia (intervención en el Sínodo de obispos de 1983): Cuadernos Phase 154 la Iglesia, para que haya sacramento pleno se requiere una interven-
(2005) 2 1-28; Juan Pablo 11, Misericordia Dei. ción eclesial que discierna y juzgue sobre la situación de pecado, de
384 Celebración y pastoral Las formas «sacramentales» de conversión-reconciliación 385

modo que, poniendo los medios adecuados para la conversión, pueda - Aceptar la corrección, ayuda o consejo de los hermanos, expre-

reconciliar y absolver al penitente. Es claro que con la absolución sa- sando que uno no es el último juez sobre si mismo.
- Continuar la lucha contra el pecado y sus consecuencias, mani-
cramental no se da ni una confesión personalizada del pecado ni un
discernimiento eclesial concreto. festando el sentido dinámico del sacramento. Como dice la Reconci-
- Es preciso reconocer también que esta forma de celebración im-
liatio etpoenitentia, «ni el uso excepcional de la tercera forma de ce-
plica un considerable «desorden» de la dinámica y elementos inte- lebración deberá llevar jamás a una menor consideración, y menos al
grantes del proceso penitencial, pues lo que debena darse al principio abandono, de las formas ordinarias, ni a considerar esta forma como
(confesión individual de los pecados mortales) se da al final (después alternativa a las otras dos» (RyP 32).
de la absolución), y lo que debena darse al final (absolución) se da al Tanto los pastores cuanto los fieles deben elegir, según los crite-
principio (como el primer acto constitutivo), quedando la satisfacción rios de la doctrina y disciplina eclesiales, aquella forma que mejor
en un intermedio sin aplicación concreta a la situación particular de responde a las circunstancias y necesidades. Supuesta la complemen-
tariedad de las formas penitenciales, esta confesión posterior no de-
cada penitente. La personalización del proceso queda, pues, sin una
bería constituirproblema alguno. En el momento en que se celebra la
manifestación adecuada, y los diversos elementos del sacramento apa-
penitencia en la forma más individual, se confiesan, junto con otros
recen desordenados y como alejados de la estructura del signo en
pecados, aquellos que ya fueron perdonados. La absolución, entonces,
cuanto acto celebrativo.
no es por los pecados ya perdonados (si no ha habido reincidencia),
- Sin embargo, hay que reconocer que la «absolución general)) es
sino por los demás. Así, una persona podna recibir una o varias abso-
una praxis con larga tradición en la Iglesia, en casos de grave necesi-
luciones generales al año, pero en este mismo periodo también tendría
dad. Y que el «desorden» indicado también se da, en alguna medida, que confesarse al menos una vez. El dinamismo del sacramento y la
en el bautismo de niños, ya que el niño recibe la gracia del sacramen- complementariedad de formas son la clave para la solución de no po-
to antes de que haya venido a una fe personal, y se le perdonan los pe- cos problemas.
cados antes de que haya existido ningún acto libre y consciente de Concluyamos ya diciendo que esta forma de celebración del sa-
conversión personal. Esta es una obligación y tarea que tendrá que rea- cramento puede, y a veces debe, tener un puesto en la vida de la co-
lizar posteriormente, con la ayuda de la comunidad cristiana. Por eso, munidad. Todos necesitamos apreciarla en su justo valor. Será nece-
no debemos extrañarnos de que, si se dan las circunstancias exigidas, sario evitar tanto un afán desmesurado de recibir muchas veces la
se pueda aplicar esta forma de celebración sacramental reconocida absolución general, cuanto una timidez y duda sobre si realmente se
oficialmente por la Iglesia. nos habrán perdonado los pecados. Cualquier cristiano tiene derecho a
Entonces, ¿qué valor tiene la absolución general? Tiene el valor participar en esta celebración sacramental, para el perdón y la recon-
de responder a una urgencia, de adelantar y expresar la gratuidad del ciliación, sean sus pecados mortales, graves o leves. Y cualquier cris-
perdón de Dios, de acoger eclesialmente la sinceridad de la conver- tiano que sinceramente ha celebrado así el sacramento, puede ir a co-
sión, de situarnos en plena dinámica penitencial-sacramental. Con mulgar con plena tranquilidad de conciencia.
otras palabras, la absolución tiene el valor de acoger la conversión y Los hombres solemos poner, a veces, excesivas condiciones al per-
de expresar el perdón. Pero la absolución no es todo, sino parte del sa- dón de Dios. Pero Dios, que ve el corazón de las personas y conoce
cramento. Falta un discernimiento más completo, una intervención nuestra sinceridad, sabe perdonarnos, a pesar de nuestras limitaciones.
eclesial más personalizada, que plenifique lo que ya se ha significado Siempre será preferible una praxis de ((celebración de la penitencia
terminalmente en la absolución. Justamente por eso se exige el deseo- con muchos penitentes, con confesión y absolución sacramental gene-
propósito (votum) de confesar, en un momento posterior, los pecados ral>>,a nada, es decir, a la desaparición práctica de toda forma de ce-
mortales, de modo que el signo sacramental llegue a su plenitud. Es- lebración de la penitencia.
te reconocimiento personal posterior del pecado tiene la siguiente
finalidad:
- Responsabilizarse personalmente del propio pecado ante la

Iglesia.
5
PASTORAL DEL SACRAMENTO
DE LA PENITENCIA

Nos fijaremos ahora en algunas aplicaciones pastorales que se de-


ducen de todo cuanto anteriormente hemos afirmado. Conviene re-
cordar que por «pastoral» entendemos el arte de aplicar los principios
a las situaciones reales de la vida, instmmentando los medios ade-
cuados para, con una recta pedagogía, superar las dificultades o pro-
blemas existentes y hacer posible la realización del ideal en las per-
sonas concretas. Ello supone que la Iglesia, a través de sus agentes de
pastoral, no titubea en presentar el ideal, ofrece los medios adecuados
para su realización, articula los dispositivos en orden a un fin, atien-
de a las situaciones concretas. La pastoral no sólo exige a los fieles,
sino también (y sobre todo) a los pastores de la Iglesia. Y no se en-
cierra en lamentar o corregir, sino que busca sobre todo ofrecer me-
dios adecuados y prevenir'.

1 . Los agentes de pastoral

Hay que incluir entre tales agentes a todas aquellas personas que
tienen una responsabilidad respecto a la comunidad cristiana y en lo
que se refiere a la acción penitencial. Los más importantes son sin du-
da los presbíteros.

l . Sobre pastoral penitencial, cf. M. Brulin, Orienfationspastorales de lapéniten-


ce dans diverspa-vs: La Maison Dieu 117 (1974) 38-62; AA.VV, La penitenza. Studi
teologicipastorali. Il nuovo rito de la riconciliazione, Torino 1976; E. Feifer (ed.), Bus-
se, Busssakmrnent, Busspraxis, München 1975; K . Stadel, Theologische Aspekte zur
Busssakmmentkatechese: Lebendige Katechese 1 (1979) 9-15; S. Camba, Renovación y
pastoral de la conjesión, Madrid 1971; P.Visentin, Penitencia, en Nuevo Diccionario de
Liturgia, Madrid 1987, 161 2-1624; D. Borobio, Penitencia-reconciliacihn (CPL 1 9 ,
Barcelona 1985,63-74;A. González Fuente, Presente yjutum della celebrnzione del sa-
cramento dellapenitenza: Angelicum (1996) 255-304; A. Blanco, Prassi sacramentale
della riconciliazione e uso del confesionale: Anales Theologici (1997) 3-65.
388 Celebración y pastoral
Pastoral del sacramento d e ku prnilencia 389

a) Las tentaciones de los pastores


que ha creado comportamientos y mecanismos de acción en las perso-
Puede afirmarse que, la mayoría de las veces, no es el pueblo el nas.. . no puede cambiarse o renovarse en un momento; pasar a vivir la
que se resiste a la renovación, sino aquellos que, por una causa u otra, misma penitencia con actitudes y formas nuevas no es cuestión de un día,
desde su responsabilidad y con sus actitudes y comportamientos, im- sino tarea de años. Es importante lo que indica al respecto el Catecismo:
piden que tal renovación se lleve a cabo. En ello tienen mucho que ver El confesor no es dueño, sino el servidor del perdón de Dios. El minis-
lo que aquí llamamos ((tentacionesde los pastores)), que, a nuestro jui- tro de este sacramento debe unirse a la intención y a la caridad de Cris-
cio y entre otras, serían las siguientes: to (cf. OP 13).Debe tener un conocimientoprobado del comportamien-
- Continuar con la praxis antigua, admitiendo sólo pequeñas va- to cristiano, experiencia de las cosas humanas, respeto y delicadeza con
riaciones. el que ha caído; debe amar la verdad, ser fiel al magisterio de la Iglesia
- Realizar los ritos con automatismo, pero sin aplicarlos a las cir- y conducir al penitente con paciencia hacia la curación y su plena ma-
cunstancias ni llenarlos de vida. durez. Debe orar y hacer penitencia por él confiándolo a la misericordia
- Reducir toda la renovación a ofrecer de vez en cuando alguna del Señor (CCE 1466).
celebración comunitaria.
- Inventar, sin más, formas nuevas, porque no convencen las que A estas actitudes deben acompañar medios apropiados, de manera
propone el Ritual, desconociendo la estructura fundamental del sa- que pueda realizarse o alcanzarse el objetivo. Entre otros, creemos que
cramento. los medios más importantes son:
- No proceder según una pedagogía y un proyecto de reconcilia- La predicación y la catequesis a todos los niveles, según una pen-
ción penitencial, que tenga en cuenta las situaciones reales de la co- sada programación y aprovechando las ocasiones del año litúrgico:
munidad. tiempos fuertes, preparación a celebraciones comunitarias, predica-
- Querer, en fin, renovar la conducta de los fieles sin haber pro- ción homilética cuando el tema se presta a ello.. .
curado antes el cambio de su actitud y su mentalidad mediante expli- Anuncio ypublicidad, de manera que el pueblo se entere de las ce-
caciones y catequesis adecuadas. lebraciones que existen en la comunidad de los horarios y característi-
cas de las mismas, del momento en que puede encontrar al sacerdote.. .
Realización práctica: al anuncio debe corresponder la digna ofer-
b) Actitudes y medios para la renovación pastoml ta de la celebración, donde se ponga en juego el conjunto de los ele-
Nos parece que algunas de las actitudes más importantes en los mentos requeridos para que todo se desarrolle de la mejor forma po-
pastores para renovar la penitencia son, como señala el Ritual: sible: ministerios litúrgicos, participación, ambiente.. .
Ciencia y preparación: para apreciar el valor de la renovación pe- No podemos olvidar en ningún momento que el éxito de la pasto-
nitencial que la Iglesia ha puesto en marcha, para ejercer la función de ral depende de tres condiciones fundamentales: conocer los objetivos
discernimiento, para celebrar con dignidad para mejorar la ((oferta que se persiguen, desde un proyecto coherente; poner los medios ade-
penitencial)). .. cuados, en proporción a dichos objetivos y para conseguirlos; ser ca-
Servicio y solidaridad: el pastor debe mostrarse penitente con los paces de revisar tanto los objetivos como los medios, en orden a un
penitentes, hermano entre hermanos, pecador entre pecadores, espe- permanente mejoramiento. Con otras palabras, objetivos-dispositivos-
cialmente en las celebraciones comunitarias; pues, «en la medida en correctivos son las condiciones para un buen planteamiento pastoral,
que somos penitentes, en esa medida podemos presidir la penitencia)). tanto en el caso de éste como de los demás sacramentos de la Iglesia.
Flexibilidad y adaptación: sólo cuando se sabe interpretar el rito,
sin desnaturalizarlo, a tenor de las circunstancias y edades, Ilenándo-
2 . Ejemplo celebrativo y eficacia pastoral
lo de vida, sólo entonces es posible que la penitencia pueda ser no al-
go extraño y aséptico, sino cercano y gozoso.
Sacerdotes y religiosos, en cuanto ministros responsables de una
Constanciaypaciencia: lo que constituía la conciencia y mentalidad
adecuada pastoral de penitencia, deben adoptar las actitudes y medios
penitencial del pueblo, lo que durante siglos ha venido siendo «así», lo
que conduzcan a una renovación del sacramento.
3 90 Celebración y pastoral Pastoral del sacramento de la penitencia 391

a) Vivirpara celebrar 1. Celebración en la comunidad religiosa


Tanto el sacerdote secular como el religioso, para poder celebrar La comunidad religiosa será capaz de convocar a la penitencia en
bien la penitencia con los demás, necesitan vivirla en sí mismos; para la medida en que ofrezca signos creíbles de reconciliación. Y estos
poder ayudar a los penitentes, necesitan hacerse penitentes; para poder signos, al menos en parte, los percibirá y verificará en sus propias ce-
ser reconciliadores de verdad, necesitan estar reconciliados. Si la Igle- lebraciones. Estas pueden ser: 1) La celebración de la misma eucaris-
sia, «para ser reconciliadora, ha de comenzar por ser una Iglesia re- tía, en la que, un día a la semana (por ejemplo, viernes), se da especial
conciliada))(RyP 9), lo mismo sucede con el ministro. Por eso, añade importancia a los elementos penitenciales: rito penitencial, palabra de
Juan Pablo 11, «el sacerdote -incluso para ser un ministro bueno y efi- conversión, padrenuestro y rito de la paz.. . e incluso, en el rito peni-
caz de la penitencia- necesita recurrir a la fuente de gracia y santidad tencial, puede ofrecerse la oportunidad de hacer declaración pública
presente en este sacramento.. . En cambio, este ministerio perderá mu- de culpabilidad y pedir perdón. 2) La ((celebracióncomún» de la pe-
cho de su eficacia si de algún modo dejáramos de ser buenos peniten- nitencia (RP 36-37), que, teniendo una verdadera estructura litúrgica
tes» (RyP 3 1). (reunión-Palabra-rito-despedida),permite incluir el examen o revisión
¿Cómo vivir cotidianamente esta penitencia? La Iglesia ha señala- de vida y hacer experiencia de la solidaridad en el pecado, la conver-
do desde siempre numerosos medios que, aplicados a la situación, po- sión y reconciliación, aun sin incluir la absolución sacramental. Esta
drían concretarse en la entrega al propio ministerio de la Palabra, los celebración podría ordenarse una vez al mes. 3) La celebración sacra-
sacramentos, la caridad, la dirección en la unidad; el diálogo fraterno mental comunitaria, con confesión y absolución individual (Forma B),
entre sacerdotes y religiosos, unido a la revisión de vida y a los com- que, unas tres o cuatro veces al año (adviento, cuaresma, Pentecostés),
promisos de fraternidad; la corrección y la reconciliación fraternas, no puede realizarse en comunidad religiosa, invitando a otros sacerdotes
sólo entre quienes comparten la vida religiosa o sacerdotal, sino tam- y religiosos para que participen. Estas celebraciones en algunos casos
bién con los fieles y responsables de la comunidad; la oración, la me- podrían hacerse coincidir con las grandes vigilias o con otras festivi-
ditación y la contemplación, como diálogo sincero con Dios, que con- dades importantes.
fronta la propia vida con el ideal y mueve a la conversión; la entrega
preferencial a los más pobres y oprimidos, para promoverlos, ayudar- 2. Celebración en la «pequeña comunidad eclesial))
los en su liberación integral, anunciarles la buena noticia y dejarse
también evangelizar por ellos. Teniendo en cuenta la existencia y vida de muchas pequeñas co-
Cuando estas y otras formas se viven con la sinceridad y apertura munidades (se les llame de «base» o no), algunas de las tareas más im-
de corazón adecuadas, se está más capacitado para convocar, presidir portantes de los religiosos serían:
y celebrar la penitencia con la comunidad cristiana. - Revalorizar en ellas el puesto y las formas de celebración peni-
tencial, sobre todo (y dado que en muchas no hay sacerdotes o no los
hay suficientes) las comunitarias: revisión, reconciliación fraterna, com-
b) Celebrar para vivir
promiso común de reconciliación en la vida, ((celebracióncomún)).
La penitencia (conversión, reconciliación, perdón) es un existen- - Ofrecer periódicamente, no sólo a un grupo sino a los diversos
cial cristiano permanente, que no necesita esperar espacios y tiem- grupos o comunidades del lugar, la posibilidad de celebrar el sacra-
pos para vivirla: creemos en Dios convirtiéndonos y nos convertimos mento en su diversas formas (A, B, C) segun el Ritual y las posibili-
a Dios creyendo. Pero, para tener esta fuerza de vivir, hay que tener dades que ofrece.
la capacidad de celebrar. Lo cual debe hacerse según la situación - Introducir, con la debida explicación y complementariedad, so-

personal y las circunstancias comunitarias. Pensando sobre todo en bre todo durante la cuaresma, la forma «espaciada» o «procesual))de
la comunidad de religiosos, distinguimos diversas circunstancias y celebrar el sacramento en tres secuencias o tiempos: a) la primera con-
celebraciones: siste en la acogida, la liturgia de la Palabra, el examen y confesión (sin
absolución); b) la segunda consiste en un espacio intermedio de satis-
facción, profundización o autentificación de la conversión en la vida
392 Celebración y pastoral Pastoral del sacramento de la penitencia 393

(siete, quince o treinta días), que debe ir acompañado de seguimiento sea comunicarse desde la profundidad de su ser, la amargura, la sole-
y reuniones ...; c) la tercera consiste en la reunión de todos para la dad, el problema o la esperanza.. . es este uno de los mejores servicios
fiesta de la reconciliación y la proclamación del perdón, al modo co- que las casas religiosas deberían ofrecer. 2) En las grandes fiestas de
mo se celebró durante aproximadamente quince siglos.
religiosidad popular o en santuarios, donde se congrega gran núme-
- Finalmente, es importante preparar a los laicos para que sean
ro de personas, puede ofrecerse una celebración sacramental (Forma
responsables en el ejercicio de su servicio o ministerio de reconcilia-
B o C, según circunstancias) bien preparada, que suscite una verda-
ción en la vida, en las situaciones sociales y políticas diversas; y tam-
dera participación del pueblo y permita a todos cuantos están bien
bién para que, sobre todo cuando no hay sacerdotes, puedan dirigir
dispuestos recibir la gracia de los sacramentos. 3) En los casos de pe-
una ((celebración común)) de la penitencia (sin absolución) en las co-
regrinación, podría pensarse también en la ((peregrinaciónpenitencial)),
munidades que lo necesitan. Como bien señalaron algunos obispos la-
acompañando los diversos actos (Palabra, predicación, símbolos, ges-
tinoamericanos en el Sínodo de 1983: «Los laicos tienen el deber de
transformar y perfeccionar el orden temporal en el Espíritu del Evan- tos de penitencia, posibilidad de confesión, sacrificios), culminando al
gelio, de sanar las estructuras, para que se construya un mundo más final en el santuario con la proclamación de la reconciliación, según las
humano, más fraterno, más justo.. .» (Mons. A. Suárez Rivera, Méxi- circunstancias.
CO)~. «El Sínodo debería ocuparse de la función importantísima del En conclusión, creemos que es urgente recuperar el ministerio de
laico como ministro de la penitencia no sacramental, dar normas cla- la reconciliación penitencial. Para ello es preciso devolverle su presti-
ras, teóricas y practicas, sobre su contenido, reconocer ante todos los gio y su credibilidad. Y esto sólo puede conseguirse si, integrando los
grandes méritos de los laicos en este campo, por ejemplo en el caso de aspectos renovadores que la Iglesia nos propone, sabemos evangelizar
algunos médicos, enfermeras, asistentes pastorales, animadores de las realizando la reconciliación en la vida, gritando un mensaje de espe-
comunidades de base, líderes religiosos...)) (Mons. F. B. Madersba- ranza, apostando por la verdadera justicia y paz, creando una civiliza-
cher, B~livia)~. Es necesario «valorar el trabajo que desarrollan los mi- ción del amor y la acogida mutua.. . Pero sólo en la medida en que nos
nistros laicos de la Palabra y pensar en un ministerio más específico hacemos penitentes con los penitentes podremos apreciar la peniten-
respecto a la reconciliación» (Mons. R. López Ardón, Ni~aragua)~. cia. Sólo celebrando bien el sacramento podremos proponer «verda-
deras)) celebraciones sacramentales. Sólo apreciando la variedad de
3. Celebración en la gran comunidad formas para la diversidad de circunstancias podremos responder a la
necesidad concreta de reconciliación. Somos conscientes de que ni
Es evidente que las formas señaladas en el punto anterior, sobre nuestras sugerencias son universalizables, ni las formas indicadas son
todo las tres sacramentales previstas por el Ritual, deberían ofrecer- transportables. Pero la comunicación desde la objetiva posibilidad y
se según circunstancias y posibilidades a la gran comunidad. Pero, planteamiento siempre puede ayudar a mejorar la realidad.
además, pensamos en estas posibilidades más adaptadas: 1) En las
ciudades podría ser una de las casas o parroquias de religiosos un ver-
dadero ((centro de acogida para el diálogo penitencial)) o la confesión, 3. Lugares y tiempos de la celebración
abierto en determinadas horas del día para quien lo deseara, y aten-
dido por religiosos de las diversas casas de la ciudad que, debida- a) Lugares de la celebración penitencial
mente preparados y coordinados (distribución de días, tiempos), pres-
tan este servicio penitencial supraparroquial. En un mundo en que a Hemos dicho en otros momentos que la penitencia no esta separa-
veces es tan difícil encontrar a alguien que escuche y acoja al que de- da de la vida, y que de algún modo comienza a celebrarse en la vida,
con la conversión personal, la reconciliación real, el perdón mutuo.. .
2. G. Concetti, Riconciliazione epenitenza nella missione della Chiesa. Documenti
uflciali della sesta assemblea del sinodo dei vescovi. Sintesi originali degli interventi
Desde aquí comprendemos que, al hablar de «lugares» de celebración,
deipadri, Roma 1984, 127. no partimos de un concepto sacra1 que suponga separación con la vi-
3. Ibid., 125-126. da, sino de una necesidad de expresión en el espacio y el tiempo que
4. Ibid., 163; también Mons. Magrassi afirmaba algo parecido: ibid., 201.
implique la relación con la vida. Con todo, es lógico y comprensible
394 Celebración .v pastoral Pastoral del sacramento de la penitencia 395

que el penitente busque un lugar propicio para la celebración que fa- los textos bíblicos; cuidando los símbolos que acompañan; procedien-
cilite la interiorización, que lleve al encuentro de sí mismo y de los de- do sin precipitaciones; evitando tiempos muertos.
más, que haga posible la manifestación de su pecado y su conversión. Preparación del ((escenario))o lugar: es importante el ambiente
Naturalmente, el lugar que se requiere será distinto según el tipo de que se cree en el lugar de la celebración. Originalmente era la sede del
celebración que se desea o se ofrece. obispo; después surgieron los confesionarios; hoy se propone mejor la
El confesionario: desde los tiempos postridentinos fue el único lu- capilla penitencial o un lugar adaptado a las exigencias de la celebra-
gar para la penitencia sacramental. Creemos que no se debe exaltar ni ción, que puede ser ofreciendo la posibilidad de confesarse a través de
despreciar, sino más bien renovar, de manera que permita el cumpli- la rejilla o en diálogo abierto cara a cara. De cualquier modo, es im-
miento normal de aquellos elementos integrantes de la celebración del portante que el lugar sea acogedor, limpio, iluminado y hasta decora-
sacramento. No es el momento de proponer las diversas formas de re- do, para crear un ambiente propicio.
novación material o externa. Baste recordar que el confesionario debe Valoración de los símbolosy gestos: los símbolos que pueden estar
estar colocado a poder ser en la capilla penitencial, o en aquel lugar presentes son: un icono, una imagen bíblica, un crucifijo, una Biblia,
que mejor se adapte a su función. un «oracional» con oraciones apropiadas o seleccionadas. En cuanto a
El locutorio penitencial: llamaríamos así al pequeño despacho o los gestos y expresión externa, es conveniente que el sacerdote se re-
local en que el penitente puede encontrarse con el confesor para con- vista con el signo que lo identifica (al menos la estola); que la absolu-
ducir un diálogo penitencial. Esta posibilidad debe ser también ofreci- ción se pronuncie con cierta solemnidad (por ejemplo, poniéndose de
da a los fieles con plena libertad. Las posibilidades son diversas, se- pie); que el gesto de la imposición de las manos resulte significativo.
gún los lugares y la misma estructura del templo. Por eso, conviene Elementos de ayuda: para que -sobre todo la ((FormaA»- sea una
moderar aquellas expresiones que tienden a la generalización. verdadera celebración, se requiere que se ofrezcan algunos elementos
La capilla penitencial: nos parece importante que, allí donde es po- de ayuda a los penitentes. Por ejemplo, disponer sobre una pequeña es-
sible (sobre todo en los nuevos templos), se destine una capilla al en-
tantería en un lugar contiguo a la celebración una Biblia; un folleto sen-
cuentro penitencial. En esta capilla, o contiguos a ella, estarían los con-
cillo que contenga una selección de lecturas bíblicas penitenciales; va-
fesionarios y el locutorio penitencial. La ventaja que ofrece es grande:
rios modelos (que pueden presentarse en una cartulina plastificada) de
desde la decoración y símbolos hasta los medios que se ofrecen (lectu-
examen y diversos ejemplos de oración penitencial, e incluso sugeren-
ras, modelos de examen, oraciones, cuadros.. .) estarían centrados en la
cias para pensar en la satisfacción más apropiada a la situación perso-
penitencia o reconciliación; el lugar permitiría la celebración de la pe-
nal; un breve esquema de las partes de la celebración: saludo, Palabra,
nitencia en grupos; no se molestaría a quienes se encuentran en el espa-
confesión, satisfacción, absolución, acción de gracias, despedida.. .5
cio de la gran asamblea; favorecería la participación de los penitentes.. .
El templo: por supuesto, también el templo es lugar de reconcilia-
ción. Pero creemos que debería utilizarse el lugar de reunión de la c) Tiempos y ritmo de celebración penitencial
gran asamblea sólo en las ocasiones en que se trata de grandes asam-
bleas de celebración, como suele suceder, por ejemplo, en el tiempo de Nos parece que es preciso crear un calendario o ritmo penitencial
cuaresma o en otras ocasiones especiales. que tenga en cuenta el tipo de comunidad, el ritmo de la vida, la inten-
sidad de los momentos (tiempos litúrgicos, fiestas.. .), la prioridad a
dar a algunas celebraciones (comunitarias), la edad de las personas
b) Sugerencias prácticas para la celebración que celebran (niños, jóvenes.. .). En toda parroquia o comunidad de-
Algunas sugerencias prácticas respecto a la celebración, que com- bería programarse la celebración de la penitencia, teniendo en cuenta
pleten lo anteriormente indicado, pueden ser las siguientes: todas estas circunstancias. De este modo, se evitaría tanto el olvido co-
Verdadera celebración: sea cual sea el tipo de celebración de que
5. P. Farnés, La celebración individual del sacramento de la penitencia y sus ges-
se trata, es preciso que se procure salvar este carácter celebrativo de la tos litúrgicos: Oración de las Horas 20 (1989) 279-287; Id., Los gestos litúrgicos de la
penitencia: expresando un sentido acogedor y gozoso; eligiendo bien celebración de la penitencia: Oración de las Horas 21 (1990) 69-84.
396 Celebracióny pastoral

mo la improvisación o la acumulación. Teniendo en cuenta lo que he- BIBLIOGRAF~AEN CASTELLANO


mos dicho, creemos que podrían distinguirse estos ritmos:
Semanal: es el ritmo de penitencia que se expresa sobre todo en la SOBRE LA PENITENCIA
eucaristía dominical, para quienes participan sólo los domingos, o en
la feria1 de un día determinado (por ejemplo, los viernes), para quienes
participan todos los días.
Mensual: un día al mes debería ponerse un especial acento en la
penitencia, bien dando relieve al rito penitencial de la misa (monición,
silencio, salmo penitencial, algún símbolo), bien ofreciendo una me-
lebración penitencial común))en un día de la semana (sin absolución
sacramental), bien proponiendo de modo interparroquial (pensamos Ordenamos la bibliografía temática y cronológicamente.
en ciudades) una celebración comunitaria según la ((Forma B» los ú1- .
timos viernes del mes.
Trimestral: en una parroquia de tipo medio, y siguiendo el ritmo de 1. Fuentes
los tiempos litúrgicos, no debería faltar una oferta de celebración pe-
nitencial según la ((Forma B», cada tres meses aproximadamente. La Sagrada Escritura.
constancia y la buena preparación de estas celebraciones permitiría un Documentos del Concilio Vaticano 11.
ritmo adecuado para quienes toman en serio su fe y su vida cristiana. H . Denzinger-P. Hünemann, El magisterio de la iglesia: enchiridion symbo-
Semestral: este ritmo obedecería a circunstancias especiales, como lorum definitionum et declarationum de rebus fidei et morum, Barcelona
pueden ser la cuaresma o las fiestas de la comunidad parroquial.. . Se 22000.
Ritual de la penitencia, Madrid 1975.
trataría de ofrecer, si hay lugar a ello, una celebración sacramental se-
Código de Derecho Canónico, Madrid 1983.
gún la ((Forma C», o bien una celebración sacramental dentro de la ce- Juan Pablo 11, Exhortación Reconciliatio et Poenitentia, 1984.
lebración de la eucaristía (Forma B o C). En tal caso, deberían tener- Juan Pablo 11, Encíclica Dives in misericordia, 1980.
se en cuenta los criterios antes enunciados y comentados. Juan Pablo 11, Carta apostólica Misericordia Dei, 2002.
Anual: el ritmo anual viene a tener en cuenta la disciplina eclesial Conferencia Episcopal Española, Dejaos reconciliar con Dios: Ecclesia 2429
de «una vez al año» y sobre todo la articulación de las diversas formas (1989) 12-42.
penitenciales, junto con su complementariedad. Respetando siempre Catecismo de la Iglesia católica, Madrid 1992.
la absoluta libertad del sujeto y la oferta permanente de los pastores,
pensamos que una vez al año debería proponerse de forma especial la
celebración de la penitencia en su forma mas individual (Forma A), 2. Escritura
bien como encuentro-dialogo, bien como proceso espaciado en algún
tiempo (confesión-satisfacción-absolución). R. Schnackenburg, Existencia cristiana según el Nuevo Testamento, Estella
No queremos concluir sin antes insistir de nuevo en la absoluta ne- 1970.
cesidad de buscar la complementariedad de formas, sobre todo sacra- J. Murphy-O'Comor, Pecado y comunidad en el Nuevo Testamento,en AA.m,
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AA.VV, Sacramentaria speciale 11. Penitenza, unzione degli injermi, Bologna Alcuino: 1 16 Buenaventura: 12 1,2 18,295
2003. Aldazábal, J.: 23, 162,342 Bussini, Fr.: 27.41
Alejandro de Hales: 121
Alejandro 111: 2 17 Calvino: 127
Aliaga, E.: 182 Camba, S.: 387
Alszeghy, Z.: 119.2 18,296, 308, 326, Cano, M.: 10, 127, 130-136, 138-141,
359 197,222-225,256, 277, 290,295,
Amann, E.: 119 309, 310,313,326,331
Amato, A,: 126, 129, 131-134, 137,221 Cañardo, S.: 21,42, 381
Ambrosio de Milán: 110 Carra de Vaux Saint-Cyr, B.: 209
Anciaux, P.: 119, 121, 124, 218, 226, Carrier, H.: 274
285,324 Castro, A,: 127, 130
Andrieu, M.: 145 Casiodoro: 301
Antón Olalla, F. J.: 38 1 Catarino, Card.: 135
Arendt, H. P.: 131 Cesáreo de Arles: 112
Arranz, M.: 80 Cipriano: 107
Aubin, P.: 273 Clemente Romano: 105
Clerck, P. de: 162, 364
Bacciochi, J. de: 181 Coenen, L.: 262
Bandino: 2 18 Coetzmann, J.: 262
Baquiario: 2 14 Concetti, G.: 17, 162, 172,247,342,392
Bardy, G.: 272 Congar, Y. M.: 2 1
Beccatelli, Arzb.: 1 37 Cothenet, E.: 88,92,278
Becker, K. J.: 308 Couto, J. A. do: 132
Behm, J.: 262 Curran. C. R.: 3 11
Bériou, N,:121
Bernhard, J.: 99 Dallen, J.: 24 1
Berrouard, M. F.: 105 Deiss, K.: 2 12
Bietenhard, H.: 262 Delfino, G. A.: 133, 134
Beyreuther, E.: 262 Denis, Ph.: 127
Bogtle, A,: 92 Dietrich, E. K.: 83
Boismard, M. E.: 269 Díez Macho: 92
Bommer, J.: 3 10 Dolger, F. J.: 99
Bomard, P.: 92, 99 Dominguez del Val, U.: 214
Borobio, D.: 17, 28. 51, 61, 98, 108, Doskocil, W.: 101
113, 124, 131, 139, 154, 177, 181. Ducay Real, A.: 381
187, 193,203, 212-216, 230,238, Dujarier, M.: 272
272,281,332,344,369,387 Durnont, C.: 209
autores índice de autores 40 7

Dupont, J.: 65,268 Jedin, H.: 308 Martin, H.: 126 Rey-Mermet, Th.: 326
Duquoc, Ch.: 181,340,341 Johnstone, Bnan V: 273 Martín Ramos, N,: 181, 184 Rigaux, B.: 98
Duval, A.: 132, 136, 308 Jounel, P.: 359 Martínez. G.: 114 Rincón, R.: 109
Jeremias, J.: 92 Martínez de Osma, P.: 126 Roberto de Flamesbury: 124
Emeis, P.: 17 Juan Crisóstomo: 130 Martínez Sierra, A,: 214 Rocchetta, C.: 174
Escoto: 295, 345 Juan Pablo 11: 22, 3 1, 37, 171, Massaut, J. P.: 126 Roche, E.: 268
Escudé Casáis, G.: 131 195, 197, 226,228,243, 248, Massi, P.: 181 Rolando Bandinelli: 2 17
381,390 Michaud-Quantin, P.: 126 Rouillard, Ph.: 147,22 1
Falsini, R.: 181 Jundt, P.: 127 Michelis, R.: 266 Ruf, A. K.: 142
Farnés, P.: 395 Jungmann, J.: 123,212 Millán, F.: 98, 226
Feifer, E.: 387 Mollat, D.: 269 Savornin, G.: 28
Felici, S.: 238 Karpp, D. H.: 106, 108, 182 Mongillo, D.: 278 Scheifler, J. R.: 262
Fernández, A,: 17 Kasper, W.: 42, 209,272 Morsdorf: 84 Schillebeeckx, E.: 226
Fernández, D.: 308, 369 Kilpatrick, G. D.: 92 Mühlsteiger, J.: 113,212,217, 2 18,303 Schilling, H.: 316
Finniano: 1 16 Klein, L.: 126 Murphy-O'Connor, J.: 87, 92, 103, Schmitt, J.: 92
Flick, M.: 308, 326 212,278 Schmitz, J.: 194
Flórez, E.: 98 Murphy, T.: 17 Schnackenburg, R.: 91,268,269
Lacan, M. F.: 262
Floristán, C.: 272 Schloser, F.: 303
Lange, W.: 268 Siricio (papa): 1 12
Fontaine, J.: 2 13 Langemeyer, B.: 209 Nausea, F.: 127
Fourez, G.: 28, 340 Nectario: 136 Soto, D.: 127, 173, 177, 187,250,256.
Larrabe, J. L.: 98, 128, 209 276, 288, 295, 302, 3 12, 325, 326,
Frank, S.: 303 Nikolasch, F.: 3 10
Laubach, F.: 262 331,345
Frattallone, R.: 273 Nicolau, M.: 133, 174
Laurentin, A,: 272 Soto, P.: 256
Fries, H.: 262, 282 Nocent, A,: 117, 124, 162,181,364
Laynez, D.: 127 Sottocornola, F.: 369
Funk, F. X.: 109 Nock, A. D.: 263
Le Du, J.: 41 Ntedika, K.: 137 Sozomeno: 136
Leandro: 2 16 Stadel. K.: 387
Galtier, G.: 108,212
Galtier, P.: 98 Legaut, M.: 209 Olabe, M.: 134
Garcia Alonso, 1.: 178 Lemaitre, N,: 303 Tanghe, D. A.: 181
Gelasio: 112 Léon-Dufour, X.: 263 Pablo VI: 338 Tapper, R.: 127, 135, 137
Giblet, J.: 263 León Magno: 123, 130, 136,244 Paciano de Barcelona: 111, 2 13-215, Tentler, T. N,: 126, 22 1
Gietl, A. M.: 217 León X: 127 238 Teodulfo de Orleans: 116
Girault, R.: 273 Ligier, L.: 79, 145 Pedro Comestor: 2 18 Ternant, P.: 268
González, A,: 162, 364 Lipinski, E.: 80, 263 Pedro Lombardo: 12 1,2 17. 220 Tertuliano: 107, 174, 179
Graciano: 13 1, 136 Lehmann, K.: 369 Perarnau, J.: 2 12 Thyen, H.: 84
Grelot, P.: 263 Lohse, E. B.: 221 Pesch, O. H.: 142 Tillard, J. M.: 28, 181, 186, 193
Grolla, V: 17 López de Salamanca, J.: 126 Pesch. R.: 85 Tomás de Aquino: 121, 124, 125, 133,
Gropper, J.: 127 López González. P.: 98,226 Pesch. W.: 99, 266,268 177, 184,218,251,324
Guillermo de Augvernia: 287 López Martín, J.: 181 Peter,C.: 131, 132 Tosato, A.: 262
Gy, P. M.: 123, 353 Losada, J.: 209 Peter, J.: 133, 308 Triacca, A. M.: 238,316, 353
Lozano, F. J.: 1 13,213 Petnis Cantor: 120 Trilling, W.: 92, 263
Halitgario: 1 16 Lozano Zafra. J. E.: 131, 308 Pianazzi, G.: 316 Turck, A,: 209
Heggen, F. J.: 3 10 Luis de León, Fray: 187 Pinell, J.: 216
Herrero, 1.: 212 Lutero, M.: 127, 130, 133, 135, Poschmann, B.: 92, 108, 122,226,324 Unciti, M.: 21
Herrero, Z.: 17 221,280,283,291 Potel. J.: 17
Himerio de Tarragona: 112 Vaux, R. de: 8 1
Hoffmann, P.: 262,267 Maertens, Th.: 272 R a 4 G. von: 80 Velasco, M.: 274
Hohn, A,: 17 Magrassi, Mons.: 392 Rahner,K.: 92, 98, 107, 110, 113, 121, Vencser, L.: 124,369
Hugo de San Victor: 286 Marcel Rooney, Fr.: 151 133,209, 212,226,296,310, 316, Vidal, M.: 369
Margerie, B. de: 142, 209 337,341,369 Vidales, R.: 340
Ildefonso de Toledo: 2 15 Marín, T.: 1 14 Ramos Regidor, J.: 92, 98, 176, 181, Visentin, P.: 354, 369
Isidoro de Sevilla: 215,222,281, 301 Marlianges, B. D.: 359 202,209 Vitoria, F. de: 173,287
408 índice de autores

Vives, J.: 114, 123,216 Würthwein, E.: 262 ÍNDICE GENERAL


Vogel, C.: 98, 101, 108, 114, 119, 122,
124, 178, 182,212,220,226,365 Xiberta, B.: 98,212, 218, 225
Vorgrirnler, H.: 84, 90. 97, 104, 126,
133,212,234,308 Zalba, M.: 18 1
Ziegenaus, A,: 90, 103, 1 17, 126, 176,
Wasserschleben, F. W.: 1 16 234,369 Introducción .........................................................................................
Werbick, J.: 5 1 Zurnstein, J.: 92 Siglas y abreviaturas............................................... ..............................

Primera parte
ENSAYO ANTROPOL~GICO

1. Situación actual del sacramento de la penitencia ..........................


1. Verdad de una renovación .......................................................
2. Interrogantes que piden respuesta ...........................................
3. Entre la donación y la recepción .............................................
4. Los nombres y la identidad del sacramento ............................
2. Experiencia humana y reconciliación ............................................
l. Nivel personal-antropológico: experiencia personal de desre-
conciliación ..................... ........................................................
2. Nivel socio-político: experiencia social de desreconciliación ..
3. Nivel eclesiológico comunitario: experiencia eclesial de des-
reconciliación ..........................................................................
3. Auto-reconciliación y hetero-reconciliación .................................
1. Crisis de los presupuestos antropológicos para la reconciliación .
2. Elementos para una interpretación antropológica de las partes
del sacramento .........................................................................
3. La auto-reconciliación como camino para la reconciliación ...
4. La hetero-reconciliación como posibilidad de reconciliación
plena ........................................................................................
5 . El sacramento de la penitencia como símbolo de reconciliación .
6. El sacramento de la penitencia en el conjunto del organismo
sacramental ..............................................................................
4. Experiencia humana, situación vital y sacramento de la reconci-
liación ...................................................................,.......................
1. Situación vital del sacramento de la penitencia ......................
2. La especificidad de la situación penitencial ............................

Segunda parte
EXPERIENCIA HIST~RICA

1. ELEMENTOS .......
REFERENCIALES DE SENTIDO DESDE LA ESCRITURA

l. El salmo «Miserere» (Sal 5 1/50) como modelo del proceso peni-


tencial en el Antiguo Testamento ...................................................
410 indice general Índice general

a) Contexto .................................................................................. a) Doctrina de los Reformadores sobre la penitencia ...........


b) Dinámica del proceso penitencial ........................................... b) Respuesta del concilio de Trento ......................................
c) Identificación del modelo tridentino de confesión ...........
2 . La parábola del «hijo pródigo)) (Lc 15) como paradigma del pro- 1. Confesión necesaria ....................................................
ceso penitencial en el Nuevo Testamento ...................................... 2 . Confesión íntegra ........................................................
a) Contexto .................................................................................... 3 . Confesión «iure divino)) .............................................
b) Introducción (v. 1-3) ................................................................ 4. Confesión «condicionada» .........................................
c) Las dos parábolas «gemelas>>.................................................. 5 . Confesión secreta ........................................................
d) La parábola del «hijo pródigo)) (Lc 15. 11-32) ....................... 6. Confesión anual ..........................................................
d) Interpretación «abierta» de este modelo de confesión ......
11. ESTRUCTURAS
DE RECONCILIACIÓN DE AYER Y DE HOY ..................... 3. Praxis penitencial desde Trento al Vaticano 11 ........................
4 . La penitencia en otras Iglesias cristianas ................................
1 . Estructura de excomunión: disciplina penitencial en la Escritura ..
a) Iglesias de Oriente ............................................................
1. Antiguo
. Testamento ................................................................. b) Iglesia anglicana e Iglesias de la Reforma ........................
a) Distinción de pecados y penitencia ...................................
b) Pecado y penitencia en la literatura extrabíblica ............... 4 . Estructura de reconciliación: concilio Vaticano 11 .........................
2 . Nuevo Testamento ................................................................... 1 . Nueva clave de comprensión del sacramento ..........................
a) La novedad penitencial de Jesús ....................................... a) Fundamento en la Escritura ..............................................
b) Una Iglesia de santos y pecadores .................................... b) Fundamento en la tradición y el magisterio ......................
c) Diversidad de praxis penitenciales .................................... 2 . Estructura de reconciliación ....................................................
d) El poder de perdonar procede de Cristo ............................ 3. ¿Correspondencia o desarmonía entre sentido y estructura? ..
e) Este poder se extiende a todos los pecados ....................... 4 . Hacia una renovación mas coherente de estructuras y formas
f ) La Iglesia ejerce el poder ((perdonandoy reteniendo)) (Jn penitenciales ............................................................................
20. 21-23) .......................................................................... a) Estructura de «conversión penitencial)) ............................
g) La forma o procedimiento concreto para el perdón es «atar b) Estructura de «reconciliación eclesialn .............................
y desatar)) (Mt 18. 15-18) ................................................. c) Estructura de ((perdón misericordioso» ............................
h) Contextos para la interpretación .......................................
i) Interpretaciones de Mt 18. 18: «atar» y «desatan) ............ Tercera parte
j) La verificación práctica de la praxis de excomunión (1 Cor REFLEXION TEOLOGICA
5. 1-13) ..............................................................................
. .
3 . Conclusion ............................................................................... 1. ACCION
DE DIOS:DIOSMISERICORDIOSO AL ENCUENTRO DEL HOMBRE

2 . Estructura de penitencia: siglos 111-VI1 (XIII) .............................. PECADOR .........................................................................................


1 . De los orígenes al siglo 11 ........................................................ 1 . Historia salvadora de reconciliación y sacramento de la penitencia ..
2 . Siglo 111: consolidación de una disciplina penitencial ............ I . Una economía de reconciliación .............................................
a) En la Iglesia occidental ..................................................... 2. La penitencia. continuación de la obra reconciliadora ............
b) En la Iglesia oriental .........................................................
3. Siglos IV-VII: la ((penitencia canónica)) .................................. 2 . La penitencia. sacramento específico de reconciliación ...............
4 . Siglos VIl-XIII: la ((penitencia tarifada)) ................................. 1. La penitencia es una celebración .............................................
2 . Bautismo y penitencia .............................................................
3. Estructura de «confesión»: siglos XIII-XX ................................... 3 . Eucaristía y penitencia ............................................................
1 . Del siglo XIII al concilio de Trento ........................................ a) Una relación sacramental reconocida de modo permanen-
a) Una nueva estructura penitencial ...................................... te en la Iglesia ...................................................................
b) Dos fenómenos paralelos: la confesión de laicos y las ab- b) Relación eucaristía-penitencia a partir del Vaticano 11 .....
soluciones colectivas ......................................................... c) La eucaristía. centro y fuente de la reconciliación ............
c) Tres formas oficiales de penitencia .................................. d) Semejanzas y diferencias con el sacramento de la recon-
2 . Del concilio de Trento a nuestros días .................................... ciliación penitencial ..........................................................
412 indice general indice general

3. Estructura trinitaria de la reconciliación ....................................... 3. La conversión segunda ............................................................


1. Unidad de acción, diversidad de funciones ............................. 4. El misterio y la praxis de la conversión ..................................
2. Expresión litúrgica de la estructura trinitaria .......................... 3. La conversión segunda como proceso y acto eficaz para el perdón ..
3. Reconciliación y actualizacion del misterio pascua1 ............... 1. Atrición y contrición, o el proceso hacia la conversión plena y
4. Reconciliación y renovación en el Espíritu ............................. eficaz .......................................................................................
2. Explicaciones históricas de atrición y contrición ....................
11. M E D I A C IDE
~ NLA IGLESIA:
ECLESIALIDAD Y MINISTERIALIDAD DEL 3. Necesidad de una conversión o contrición verdadera .............
SACRAMENTO DE LA PENITENCIA ...................................................... 4. Conversión, justificación y sacramento: dos opiniones clásicas ..
1. Etapas de una comprensión histórica ............................................ 5. Reflexión y explicación actuales .............................................
1 . Antecedentes bíblicos ..............................................................
2. Tradición hispánica ................................................................. B) Confesión .......................................................................................
3. De la escolástica al concilio de Trento .................................... 1. Puesto histórico de la confesión en el sacramento ........................
4. Trento y los teólogos de Trento ............................................... 1. Puesto y valor diversificados ..................................................
5. Renovación del Vaticano 11 y de los documentos posteriores .. 2. La confesión en los recientes documentos de la Iglesia ..........
2. Aspectos integrantes de la dimensión eclesial del sacramento de 2. Valoración teológico dogmática de la confesión oral ....................
la penitencia ................................................................................... 1 . Verdad de fe coherente con la revelación ................................
1. La relación con la Iglesia, centro de la estructura penitencial .. 2. Importante norma disciplinar de la Iglesia ..............................
2. El derecho y el deber de la Iglesia de intervenir en el proceso 3. Exigencia condicionada de la confesión oral para la celebra-
. .
penitencial ............................................................................... ción plena del sacramento .......................................................
3. La Iglesia sujeto, mediación y objeto de reconciliación .........
a) La Iglesia sujeto necesitado de reconciliación .................. 3. Valoración sacramental y antropológica ........................................
b) La Iglesia mediadora de reconciliación ............................ 1. Valoración litúrgico-sacramental .............................................
c) La Iglesia objeto de reconciliación ................................... 2. Valoración antropológica y psicológica ..................................
3. Valoración pastoral ..................................................................
3. Eclesialidad y ministerialidad ........................................................
1. Mediación ministerial plural ...................................................
C) Satisfacción ...................................................................................
2. Mediación eclesial cualificada: el presbitero ..........................
3. Mediación ministerial signal-sacramental ............................... 1. Puesto histórico de la satisfacción en el sacramento de la peni-
tencia ..............................................................................................
111. PARTICIPACI~NDEL PENITENTE: EL HOMBRE PECADOR AL ENCUEN- 1. Unidad y variedad ...................................................................
TRO DEL DIOSMISERICORDIOSO ...................................................... 2. La satisfacción en los documentos actuales de la Iglesia ........
.,
A) Conversion ..................................................................................... 2. Interpretaciones teológicas actuales ..............................................
1. Karl Rahner: interpretación más antropológica ......................
1. Conversión en la Biblia ................................................................. 2. Christian Duquoc: interpretación más social ..........................
1. Pecado y conversión ................................................................ 3. Dionisio Borobio: interpretación más dinámica-sacramental ..
2. Vocabulario bíblico de la conversión ......................................
3. La llamada profética a la conversión ....................................... 3. Conclusión: el signo sacramental del encuentro de reconciliación ..
4. Mensaje de Jesús y nuevo contenido de conversión ................
5. Conversión en la comunidad primitiva .................................... Cuarta parte
2. Conversión en la vida cristiana y en la reflexión teológica ........... CELEBRACIÓN Y PASTORAL
1. La conversión primera .............................................................
a) Conversión primera y bautismo ........................................ 1. Fundameniaciónteológica de la diversidad de formas penitenciales .
b) Características de la conversión primera ........................... 2. Las formas ((cotidianas))de conversión-reconciliación: la peniten-
2. La conversión permanente ...................................................... cia en la vida ..................................................................................
414 Índice general

3. Las formas «litúrgicas» de conversión-reconciliación: las celebra-


ciones penitenciales .......................................................................
1. Las celebraciones penitenciales comunes ...............................
2 . Rito penitencial y celebración dentro de la eucaristía .............
3. La celebración espaciada de la cuaresma o ((itinerario peni-
tencial)) ....................................................................................
a) La peregrinación penitencial .............................................
b) El proceso penitencial durante la cuaresma ......................
4 . Las formas «sacramentales» de conversión-reconciliación: el sa-
cramento de la penitencia ..............................................................
1. Forma A: reconciliación de un penitente en particular ...........
a) Acogida del penitente .......................................................
b) Lectura de la palabra de Dios ...........................................
c) Confesión de los pecados ..................................................
d) Determinación y aceptación de la satisfacción .................
e) Manifestación del arrepentimiento por el penitente y ab-
solución .............................................................................
f ) Acción de gracias y despedida del penitente ....................
2 . Forma B: reconciliación de muchos penitentes con confesión
y absolución individual ...........................................................
3. Forma C: reconciliación de muchos penitentes con confesión
..
y absolucion general ................................................................
5 . Pastoral del sacramento de la penitencia .......................................
1. Los agentes de pastoral ...........................................................
a) Las tentaciones de los pastores .........................................
b) Actitudes y medios para la renovación pastoral ................
2 . Ejemplo celebrativo y eficacia pastoral ..................................
a) Vivir para celebrar .............................................................
b) Celebrar para vivir ............................................................
1. Celebración en la comunidad religiosa .......................
2 . Celebración en la «pequeña comunidad eclesial» ......
3. Celebración en la gran comunidad .............................
3 . Lugares y tiempos de la celebración .......................................
a) Lugares de la celebración penitencial ...............................
b) Sugerencias prácticas para la celebración .........................
c) Tiempos y ritmo de celebración penitencial .....................

Bibliografía en castellano sobre la penitencia ....................................


Indice de autores ..................................................................................

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