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El yaraví arequipeño es el género literario-musical típico y originario de la provincia

de Arequipa, en el departamento de Arequipa, Perú. Cultivado desde inicios


del Virreinato (siglo XVI), ha evolucionado y pasado por varias etapas hasta llegar a ser el
“yaraví” actual. Este género proviene de la fusión de dos culturas musicales: la inca, la cual
aportó el género “Jarawi”, y la hispánica, que los criollos rebautizaron como “Yaraví”,
mezclándola con la trova española del siglo XVI que llevaron los conquistadores españoles.
Se caracteriza por ser de canto melancólico cuya temática fundamental es la fatalidad y
la tragedia que revela una eminente queja por el amor perdido o no correspondido.
Esencialmente, su interpretación se realiza a dos guitarras y a dos voces. El principal
exponente de este género es el poeta Mariano Melgar, a quien se le concede el mérito de
haberlo recogido de las picanterías, haberle agregado su prolífica poesía y haberlo llevado a la
ciudad, permitiendo su difusión en todos los estratos de la sociedad de aquella época.

Índice

 1Etimología
 2Etapas del yaraví
o 2.1El harawi inca
o 2.2El yaraví criollo
o 2.3El yaraví de Melgar
o 2.4El yaraví Arequipeño
 3Referencias
o 3.1Videos

Etimología[editar]
Yaraví es una deformación castellanizada de la palabra quechua “jarawi” o “harawi” que
significa “poema”. A su vez, “harawi” tiene su fundamento en dos raíces: el “arawi” o “araví”,
que se refiere a la poesía triste, muy utilizada en las despedidas y entierros incas, que eran
cantos melancólicos que se mezclaban con las quejas y los plañidos de las mujeres en el
momento de un funeral, y era acompañado por quenas y antaras. Y, asimismo, tiene su raíz
en el “qarawi”, que eran cantos más alegres, que acompañaban a los hombres que trabajaban
en las siembras y las cosechas. Eran pues, en la época pre-inca, cantos más rituales que
temáticos.

Etapas del yaraví[editar]


El harawi inca[editar]
El “Yaraví” primitivo, entonces “jarawi” o “harawi”, hasta la llegada de los conquistadores en
el siglo XVI, no era un género musical, ni literario, era más bien una expresión espontánea de
tristeza que se manifestaba con ayes y lamentos. Uno de los “arawis” más célebres que se
conoce es aquél que entonara el pueblo cusqueño en el éxodo obligado por Huáscar hacia
el Paititi (en la selva de Madre de Dios) en 1533, conformado por hombres, mujeres y niños
que cantaban y lloraban al unísono el “arawí”: “Ama llakikuichischu, ama huaccacuichischu,
kallanc’an paikikin jinan, Ccosco jinan, paikikin joj llacta, joj jatun llacta” que traducido
al castellano dice: “No sientan pena, no lloren, ha de haber uno igual al otro, como el Cusco,
igualito al Cusco, una gran ciudad”. Según el testimonio de los cronistas Cristóbal de
Molina, Martín de Morúa, Bernabé Cobo, Huamán Poma de Ayala, Inca Garcilazo de la Vega y
otros, los “harawis” eran expresiones de todo aquello que significara una pena profunda, tanto
individual como colectiva. Asimismo, cuenta la historia que la conquista terminó por someter a
los pueblos autóctonos a las más duras penas de la servidumbre y otras formas
de explotación. Los “harawis” de los sometidos fueron constriñendo su temática para expresar
la pesadumbre y la tristeza de sus creadores. Esta reducción de su temática expresiva fue
acompañada por el cambio morfológico de la palabra “harawi” que se convirtió en la
castellanizada “Yaraví”. En la actualidad aún superviven algunos Jarawis que han terminado
por asociarse con la música litúrgica andina, como el APU YAYA JESUCRISTRO, o el APU
TAYTAYKU, canciones de mucho sentimiento cantadas en toda la serranía, no sólo del Perú,
sino de Bolivia y Argentina.

El yaraví criollo[editar]
Con la llegada de los españoles en 1540 y la castellanización de la ciudad de Arequipa en
el siglo XVII, la concepción del “arawí”, y más propiamente del “jarawi”, cambió al ser
absorbida totalmente por la música trovadoresca española que trajeron principalmente los
soldados de Diego de Almagro que se afincaron en los alrededores de la ciudad, situación que
dio origen paralelamente a los criollos del campo o “lonccos” y al “yaraví” como expresión
musical propia de esta clase social. Con el destierro casi absoluto de los indios hacia las
minas, Arequipa, se convirtió, según apunta Víctor Andrés Belaúnde, en el primer centro de
población blanca en el Perú durante la Colonia, cosa que propició en mejoramiento de la
técnica en la interpretación de este género: Se convierten en canciones amorosas que
adoptan formas métricas y estróficas específicas, cuya melodía,
generalmente pentafónica en compases de ¾ y 3/8 y en tonos menores, armonizan para
expresar el fatalismo y la tristeza de sus creadores, y son cantadas ad libitum por dúos de
voces. Los criollos españoles o “lonccos” avecindados en el campo, fueron los que aportaron
entonces a este nuevo género el canto versado y el acompañamiento
con guitarra, vihuela o bandurria. Dado que la mayoría provenían de la región española
de Andalucía, como Granada, Cádiz y Sevilla, estos eran expertos fabricantes de instrumentos
de cuerdas, principalmente guitarras, situación que favoreció la creación de diversos talleres
que producían este nuevo instrumento, que inclusive fue exportado hacia Bolivia, el norte
de Argentina (Tucumán) y Ecuador (Guayaquil), fenómeno que con el tiempo se convirtió en
un medio importante de difusión de este género.

El yaraví de Melgar[editar]
El “Yaraví”, hasta la aparición del poeta Mariano Melgar a inicios del siglo XIX, ya en las
postrimerías de la Colonia, se había convertido en un género musical propio de los “lonccos”
que acompañaba a sus bohemias en las diversas picanterías de la “Chimba” principalmente
en las de Cayma, Yanahuara y Sachaca. Habiendo participado en innumerables ocasiones de
las, denominadas por él mismo, “Terturlias Literarias” en la Quinta Tirado de la Pampa de
Miraflores, Melgar sabe que ahora necesitaba plasmar su poesía en cantos que expresen el
dolor que sentía por las decepciones sufridas: Primero, de Manuela Paredes “La Pérfida
Melisa” y luego de María Santos Corrales “Silvia”, para quien terminó desbordando todo su
caudal amoroso y poético. A mediados de 1813, estando ya apasionado por esta musa, viaja
a Lima donde apenas puede vivir un año sufriendo angustiosamente por el amor lejano, para
luego regresar en 1814 para la boda de su hermano, sufriendo los desdenes de Silvia. Muy
acongojado se retira a la campiña de Majes, no sin antes haber pasado por las “picanterías”
de la Chimba donde casualmente encuentra las melodías que andaba buscando para sus
composiciones. Vive, junto con los lonccos, un corto período de bohemia, tiempo en el cual
finalmente fusiona su poesía con el Yaraví. Para entonces el Yaraví adopta su temática
definitiva: “La melancolía fundada en la fatalidad por el amor jamás correspondido”, que se
puede apreciar en el que muchos cultores consideran como el mejor de los yaravíes
de Melgar: Amor Infame:
En lo frondoso de un verde prado, a un desdichado la voz le oí.
Y entre sus ayes y sus lamentos, con triste acento cantaba así:
Amor infame dime hasta cuando quieres cruel mando tener en mí.
Por todas partes cruel me persigue, siempre me sigue, siempre ¡Ay de mí!
El yaraví Arequipeño[editar]
Como última etapa de evolución de este género propio de Arequipa,
aparece Benigno Ballón Farfán en la década de 1930, quien como el más
preclaro músico arequipeño, inicia una nueva, prolífica y última era, en la que
el Yaraví es arreglado, traducido al pentagrama musical, orquestado y
grabado para su conservación. Gracias a ello, se han salvado las principales
melodías de los yaravíes de Melgar, como: "Delirio", "Ruegos", "La
Despedida", "Resolución", "Amor infame", "Paloma Blanca", entre otros. A la
tarea emprendida por Benigno Ballón Farfán le han seguido, desde entonces,
innumerables dúos, tríos y cuartetos que han plasmado en el disco de
vinilo los más memorables yaravíes. Estos conjuntos, todos ya desaparecidos
y que han salvado el Yaraví Arequipeño de su extinción son: “El dúo Cerpa y
Llosa” (con el “Torito Muñoz” como “Trío Yanahuara”), “Los Hermanos
Delgado”, “Los Payadores Mistianos” (padre y tío de los Hnos. Neves), “Los
Hermanos Portugal”, “Los Hermanos Neves Bengoa”, “Los Hermanos
Dávalos”, “El dúo Paucarpata”. Más recientemente, “Los Hermanos
Aspilcueta”, “Los Canarios de Melgar”, “Los Cáliz de Yura”, “Atilio”, y como
último exponente de este género, llevando una antología del Yaraví al video-
clip: Arturo García “El Chacarero”.

Bandera[editar]
El color carmesí de la bandera de la ciudad, ha sido objeto de discusión entre historiadores, en
el año de 1940 diversas publicaciones científicas de historiadores como Francisco
Mostajo y Víctor M. Barriga ratifican de manera contundente el color carmesí del estandarte,
en contraposición al color azul reconstruido por el historiador Víctor Benavente y que coincide
con el color usado en las actividades deportivas por la ciudad.41 El 2 de setiembre el doctor
Mostajo dirige un oficio al señor Alcalde de la Ciudad insistiendo en sus puntos de vista acerca
del color del Estandarte de Arequipa, basando sus afirmaciones en el «Acta de la jura del Rey
Carlos III» del 11 de agosto de 1788. El 23 de setiembre del mismo año el Padre Víctor M.
Barriga a través del diario católico «El Deber» se publica un importante documento que
contiene entre otros datos una descripción del estandarte real de Arequipa hallado en el «Acta
de 3 de setiembre de 1789».42
En ambos documentos se expresa que el color del estandarte es carmesí y cuyos orígenes se
remontan al estandarte de origen colonial de la ciudad, que es descrito como se cita:43
«Para la celebración de las fiestas reales de proclamación y jura del rey don Carlos IV, había mandado
el Ilustre Cabildo hacer con anticipación un nuevo estandarte de terciopelo carmesí, con los escudos de
Arreas Reales y de la Ciudad, guarnecido de sobrepuesto de oro, el cual estaba asido de una asta
primorosamente labrada, rematando ésta en una lengüeta de espolón, desde cuya garganta pendían
dos cordones de seda carmesí con sus borlas, que hacían primoroso juego. Un dosel, paños de sitial,
cojines y sobrebancas con flecos y rapacejos de oro.»

Juramento, proclamación y fiestas populares que hicieron celebrar en esta ciudad el Intendente D.
Antonio Álvarez y Jiménez y el Alférez Real D. Manuel Flores del Campo en homenaje al Rey Carlos IV,
con motivo de su exaltación al trono de España44
Himno[editar]
El himno de la ciudad es el denominado «Himno del IV Centenario, la letra del himno
pertenece a Emilio Pardo del Valle y la música a Aurelio Díaz Espinoza quienes ganaron el
concurso para la creación de la letra y música del himno de la ciudad convocado en 1939 por
el cabildo de la ciudad. El premio se otorga en 1940 y el himno es desde entonces entonado
en todos los actos cívicos realizados en la ciudad. Además es cantado por la hinchada del
FBC Melgar, cuando este juega contra equipos procedentes de Lima.45

Política[editar]
Arequipa, durante el periodo virreinal no tuvo nunca un estatus oficial importante, pero en
cambio se impuso por su sobresaliente papel económico. En efecto, muy temprano supo
aprovechar de su situación de encrucijada continental en la ruta de la plata en tiempos
coloniales y la ruta de la lana después de la independencia. Esta posición privilegiada le
permitió acumular funciones administrativas, comerciales e industriales, y forjar clases
sociales locales comprometidas con el porvenir de la ciudad.19 Es así que Arequipa tiene un
rol particular a la hora de analizar el surgimiento de los partidos y las tendencias políticas que
han jugado un papel central en el Perú. A diferencia de la mayoría de ciudades, Arequipa
aportó no sólo cuadros políticos o personajes notables a la política nacional,46 sino que fue el
escenario del surgimiento de varios movimientos políticos importantes que alcanzaron
vigencia nacional.47
A partir de la segunda década del siglo XIX hasta finales de la misma década se forjó una
sociedad de transición en el Perú,48 asimismo los pilares económicos sobre los que la ciudad
basaba su sostenimiento — la manufactura de la lana y el Ferrocarril del Sur — comienzan a
decaer y por esta y otras razones, Arequipa comienza a producir una serie de líderes políticos
conformados por una creciente clase media de profesionales, intelectuales y tecnócratas,
quienes tendrán participación en la defensa de la legalidad y la estabilidad económica.49 En
esta etapa es durante la cual la ciudad adquiere un incremento poblacional significativo, y por
otro lado una participación política destacada, consolidándose como la segunda ciudad del
país, y como una ciudad en continuo desafío frente a Lima.50
En este periodo de transición surgen grupos intelectuales como el «Grupo Aquelarre»,
movimiento cuyas demandas se limitaron a una descentralización política, desvinculándose de
demandas relacionada con la justicia social y la reforma económica, como la reforma agraria,
y que fracasaron en un final abrupto como consecuencia de la Gran Depresión.51 Surgen
también líderes destacados, Víctor Andrés Belaunde y José Luis Bustamante y Rivero,
dejando su huella como constitucionalistas de carácter fuerte a principios de 1930, y de 1945 a
1948 José Luis Bustamante y Rivero quien sirvió como presidente del Perú.49
En 1950 el abogado Francisco Mostajo (prominente liberal arequipeño desde 1901) encabeza
una revolución en Arequipa contra Odría, en 1956 el «arequipeño» Fernando Belaunde Terry
logra obtener un gran bloque de la votación de la clase media y en 1962 y 1963 Acción
Popular de Belaunde Terry con el apoyo de otro partido originario de Arequipa, Democracia
Cristiana, tuvo un apoyo tan fuerte que fue suficiente para obtener la presidencia del Perú.
Con un tercio del electorado se alió con el APRA, el vestíbulo de Arequipa y sus partidarios en
Lima y en otras partes del país se tornaron invencibles en 1945; tiempo después al diferir
claramente las ideologías de estos demócratas de centro-derecha con el APRA, la alianza
rápida y permanentemente se vino abajo.

Tendencia política[editar]
El punto de partido del camino político seguido por Arequipa está marcado por la nueva
burguesía nacional, que aparece para desafiar a la élite burguesa ya existente en el Perú; en
donde existía un estrato importante y creciente de personas en Perú con intereses
profesionales, administrativas y comerciales.52
Desde los años 1900 el espíritu rebelde arequipeño, renace de la pluma de un grupo de
intelectuales, una nueva generación de liberales caracterizados por el anticlericalismo en una
sociedad sumamente católica y por su oposición al centralismo económico y político del
país,53 esta oposición arequipeña a la centralización política y económica del país condujo de
forma natural a una posición constitucionalista en la década de 1930 y la subsecuente
adopción de ideologías Demócrata-Cristianas en las décadas de 1940 y 1950. Los abogados y
la iglesia proyectaron una fuerte influencia en la política arequipeña, así como también la clase
media que obtuvo mayor participación al declinada la prosperidad económica en el sur del
país.49
Estos nuevos intereses toman estructura política con mayor claridad en el interior del país
cuya estructura política más fuerte era la ciudad de Arequipa, y sus puntos fuertes de este
potencial electoral a nivel nacional que se vio reflejada por fortaleza en la candidatura
de Fernando Belaúnde Terry en las elecciones presidenciales de 1956. La región sur,
dominada por la ciudad de Arequipa tiene una larga historia de separatismo con la República
del Perú, y la clase alta arequipeña del siglo XX ha conservado una distintiva identidad
regional.49

Levantamientos[editar]

Revolución de 1856, desde su destierro en Chile Vivanco conspiró epistolarmente contra el segundo
gobierno de Castilla, y, proclamado jefe supremo por una revolución iniciada en Arequipa (1 de
noviembre de 1856), retornó para ponerse al frente. Fue el inicio de una larga guerra civil, quizás la más
grave que ha sufrido la República Peruana.

A lo largo de la historia política de Arequipa se han suscitado múltiples levantamientos que le


valieron a la ciudad el adjetivo de «El León del Sur».54 Según Leslie Bethell de la Universidad
de Cambridge «si Arequipa fue la capital del liberalismo las otras regiones del Perú solo
promovieron sus propios intereses a través de sus ideologías».55 otros autores concluyen que
las revoluciones no fueron desarrolladas bajo intereses personales, ni los políticos que los
incentivaban, sino por pasión por el derecho y la Justicia, por su fe religiosa y por su honor.54
Leslie Bethell destaca la importancia de las revoluciones de Arequipa afirmando:
«None of the numerous «aprista» insurrections in the three decades, including that in Trujillo in 1932,
secured as much politicial leverage as these three Arequipa-based movements.» «Ninguna de las
numerosas insurrecciones apristas en las tres décadas, incluyendo la de Trujillo en 1932, han
garantizado una gran influencia política como estos tres movimientos surgidos en Arequipa.»
Leslie Bethell, «The Cambridge History of Latin America: Latin America since 1930 55)

Esta fama revolucionaria conocida todavía entre los peruanos se la ganó a través de
numerosas rebeldías en donde casi totalidad de las revoluciones, algunas con impacto
nacional, se armaron para defender la autonomía local, frente a una capital más y más
centralizadora tomando las armas en las siguientes revoluciones:56

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