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Materiales

para
ADVIENTO y NAVIDAD
Compilación elaborada por el P. Francisco Mejía Montoya
Director del Departamento de Catequesis
de la Conferencia Episcopal de Colombia

CONTENIDO

El Adviento: nos devuelve el horizonte de la esperanza. Ciclo A



1. El sentido del tiempo del Adviento 5
2. Adviento y liturgia 8
3. Sugerencias y propuestas para el Adviento 9
4. Una lectura del Adviento desde la Sagrada Escritura 13
5. Celebración de apertura del Adviento 15
6. La corona del Adviento en la Iglesia y en la casa 21
7. Los domingos del Adviento y las Solemnidades 25
7.1. Primer domingo del Adviento 25
7.2. Solemnidad de la Inmaculada Concepción
de la Santísima Virgen María 28
7.3. Segundo domingo del Adviento 30
7.4. Tercer domingo de Adviento 32
7.5. Cuarto domingo de Adviento 35
8. Celebración penitencial del Adviento 38
9. Oración universal - Hasta el 16 de diciembre - 45
10. Oración universal - Del 17 al 24 de diciembre - 49
11. Lucernario - En honor de la Inmaculada Concepción de María
7 de diciembre – 53
12. Novena en honor de Nuestra Señora de Guadalupe
- Patrona de América Latina - 58
13. Rosario guadalupano 62
14. Novena de Navidad 68
15. Cantos para el tiempo litúrgico del Adviento 91

La Navidad: Amor renovado que vence siempre. Ciclo A

1. Navidad y Epifanía 99
2. Navidad: algunas observaciones 103
3. Bendición del árbol de Navidad 106
4. Inauguración del pesebre 108
5. Vigilia para antes de la misa de medianoche 111
6. La calenda: El pregón de Navidad 114
7. Oración universal – 26 de diciembre al 12 de enero 115
8. Octava de Navidad: sugerencias para la homilía 124
9. Vigilia de fin de año 126
10. Celebración del fin de año 134
11. Noche vieja: año nuevo. Celebración cristiana en familia 136
12. Solemnidad Santa María Madre de Dios 139

EL ADVIENTO
Nos devuelve el horizonte de la esperanza
Ciclo A






















La Iglesia del Señor está llamada a dar gloria a su Dios.
Su misión es anunciar con la palabra,
la vida y el culto, la presencia de Dios en la Historia,
manifestar a Cristo glorioso en medio de las realidades del mundo,
celebrando visiblemente su triunfo sobre la muerte.
Ya lo decimos en nuestras celebraciones: Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús.

Al celebrar el Año Litúrgico, los creyentes recorremos
la Historia de la Salvación en un ciclo de memoriales,
de recuerdos vivos que se insertan en nuestra historia
y actualizan la presencia del Señor.

Celebramos nuestra fe, viviéndola como un ciclo cuyo referente principal
es la Pascua, la gloriosa victoria de Jesús.

Hacia ella nos encaminamos celebrando los distintos ciclos,
y a partir de la Pascua seguimos viviendo la experiencia de la fe
como testimonio de la resurrección de Cristo.


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1. El sentido del tiempo de Adviento



Adviento: el tiempo de la venida del Señor. Eso significa la palabra latina
adventus: venida, advenimiento. Una palabra que se aplicaba especialmente a la
llegada de algún personaje importante, y que ahora nosotros dedicamos al único
personaje realmente importante, Jesús.
Al inicio del año litúrgico, preparando
la celebración de la Navidad, dedicamos unas
semanas a contemplar esta venida: a esperarla, a
desearla, a prepararla en nuestras vidas y, en
definitiva, a celebrarla. Porque, ciertamente, al
tiempo que anhelamos que venga el Señor, y nos
queremos convertir para ser para él «un pueblo
bien dispuesto», ya podemos también vivir la alegría de su presencia en nuestras
vidas.
Porque esta venida del Señor no es la ficción de estar esperando como si
fuésemos los hombres y mujeres del Antiguo Testamento que no habían visto aún al
Mesías. Nosotros sí lo hemos visto, nosotros hemos conocido ya su venida en nuestra
historia, hace dos mil años, en Belén. Pero esta venida histórica, que conmemoramos
en la Navidad, deja en nosotros el anhelo de una venida más plena. Y por ello, decimos
que el Adviento celebra una triple venida del Señor: en primer lugar, la histórica,
cuando asumió nuestra misma carne para hacer presente en el mundo la Buena
Noticia de Dios; en segundo lugar, la que se realiza ahora, cada día, a través de la
Eucaristía y de los demás sacramentos, y a través de tantos y tantos signos de su
presencia, comenzando por el signo de los hermanos, y de los hermanos pobres; y
finalmente, en tercer lugar, la venida definitiva, al final de los tiempos, cuando llegará
a plenitud el Reino de Dios en la vida eterna.
Todo esto celebramos en el tiempo de Adviento. Y lo celebramos como en
una gradación: primero, los primeros días, el interés principal se dirige hacia la venida
definitiva al final de los tiempos, con la llamada a la vigilancia para estar bien
dispuestos; luego, nos centramos más en la venida cotidiana, que vemos marcada por
los anuncios del precursor Juan Bautista y su invitación a preparar el camino del
Señor; y finalmente, sobre todo a partir del día 17 de diciembre, nuestra mirada se fija
ya de lleno en la espera del nacimiento de Jesús en Belén, acompañados por la figura
amorosa de María y también de su esposo José. Y todo ello, acompañado a lo largo de
todo el tiempo por los oráculos de Isaías y de los demás profetas, que nos hacen vivir
en constante actitud de gozosa espera.

La organización del tiempo de Adviento
El tiempo de Adviento es el más tardío de todos los tiempos litúrgicos: no
existió hasta el siglo V o VI. La fiesta de Navidad nació a principios del siglo IV, y
consta por primera vez en un calendario del año 354; la de la Epifanía, quizá algunos
años antes. Y a partir de la existencia de esas fiestas, los cristianos quisieron dedica
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un tiempo a su preparación. Un tiempo, sin embargo, que tuvo distintas extensiones y


características según cada lugar, hasta que quedó fijado como ahora lo tenemos.
Actualmente, el tiempo de Adviento comienza el cuarto domingo antes de
Navidad. Ello conlleva que no tenga siempre la misma extensión. Porque como el día
de Navidad, el 25 de diciembre, no se corresponde con un día fijo de la semana, si
resulta por ejemplo que la Navidad cae en domingo, entonces el Adviento comienza el
27 de noviembre y tiene cuatro semanas justas; y en cambio, si cae en lunes, entonces
el cuarto domingo antes de la Navidad es el 3 de diciembre, y el Adviento tiene sólo
tres semanas y un día. Entre estas dos fechas, por tanto, el 27 de noviembre y el 3 de
diciembre, puede comenzar el Adviento.
Lo que marca, naturalmente, con mayor fuerza el sentido y la vivencia de
este tiempo son los domingos, con la distribución de sus lecturas en tres ciclos:
– En el evangelio, el primer domingo de los tres ciclos está centrado en la venida
definitiva del Señor al final de los tiempos, para realizar la plenitud de su Reino; el
segundo y tercer domingo, el protagonista es Juan Bautista, que nos invita a
preparar la venida del Señor; y el cuarto domingo, el evangelio nos presenta las
escenas preparatorias del nacimiento de Jesús (el sueño de José, la anunciación, la
visitación).
– En la primera lectura, leemos cada domingo textos de Isaías y de los demás profetas,
que nos anuncian la obra del Dios salvador y la venida de su Mesías: los tres
primeros domingos estas profecías evocan las grandes esperanzas de Israel,
mientras que el cuarto, en sintonía con el evangelio, presentan las promesas más
directas del nacimiento del Hijo de Dios.
– Y finalmente, están los textos de la segunda lectura, tomados de san Pablo o de las
otras cartas apostólicas, que nos exhortan a preparar y a vivir la venida del Señor.
Además de las lecturas de los domingos, cabe destacar también la gran
riqueza del leccionario ferial marcado por las dos grandes etapas en las que se divide
el tiempo: hasta el 16 de diciembre hablando de forma más general de la venida del
Señor, y a partir del 17 de diciembre, preparando más directamente el nacimiento de
Jesús.

Un tiempo de gracia
El Adviento es un tiempo de gracia. Todos los tiempos lo son, desde luego,
pero este quizá tiene un particular tono de calidez humana y cristiana que nos lo hace
especialmente próximo. La promesa de salvación de Dios se encuentra con lo más
valiosas y auténticas esperanzas humanas, y su fruto es el Reino que se abre paso en
medio de nosotros.
Merece la pena aprovechar y vivir este tiempo. Personajes especialmente
queridos nos acompañan en el trayecto: el profeta Isaías, el precursor Juan Bautista,
los últimos patriarcas como Zacarías, Isabel, José... y, sobre todo, naturalmente, la
Virgen María.
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San Carlos Borromeo lo propone de modo admirable en una de sus cartas


pastorales1:
Ha llegado, amadísimos hermanos, aquel tiempo tan importante y solemne, que,
como dice el Espíritu Santo, es tiempo favorable, día de la salvación, de la paz y de
la reconciliación; el tiempo que tan ardientemente desearon los patriarcas y
profetas y que fue objeto de tantos suspiros y anhelos; el tiempo que Simeón vio
lleno de alegría, que la Iglesia celebra solemnemente y que también nosotros
debemos vivir en todo momento con fervor, alabando y dando gracias al Padre
eterno por la misericordia que en este misterio nos ha manifestado.

El Padre, por su inmenso amor hacia nosotros, pecadores, nos envió a su Hijo único,
para librarnos de la tiranía y del poder del demonio, invitarnos al cielo e
introducirnos en lo más profundo de los misterios de su reino, manifestarnos la
verdad, enseñarnos la honestidad de costumbres, comunicarnos el germen de las
virtudes, enriquecernos con los tesoros de su gracia y hacernos sus hijos adoptivos
y herederos de la vida eterna.

La Iglesia celebra cada año el misterio de este amor tan grande hacia nosotros,
exhortándonos a tenerlo siempre presente.

A la vez nos enseña que la venida de Cristo no sólo aprovechó a los que vivían en el
tiempo del Salvador, sino que su eficacia continúa, y aún hoy se nos comunica si
queremos recibir, mediante la fe y los sacramentos, la gracia que él nos prometió, y
si ordenamos nuestra conducta conforme a sus mandamientos.

1 San Carlos Borromeo. Carta Pastoral Adviento: Acta Ecclesiae Mediolanensis, t. 2, Lyon 1683, 916-917.
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2. Adviento y Liturgia

La riqueza de la Liturgia se expresa en los signos:
• La Palabra de Dios desplegada en clima de confiada esperanza.
• Las oraciones del Misal llenas de sentido y comunicadoras de la intención de la
Iglesia que quiere marcar el tiempo de la espera.
• Los signos externos, en los que debe ser evidente la austeridad discreta y de
silencio orante, aunque entre nosotros
se evidencia la pérdida de esta
realidad, cuando “atiborramos” con
adornos, casi siempre de culturas
foráneas, nuestras casas y aún
nuestras iglesias.
• La riqueza de la Liturgia de las Horas
con los mejores textos patrísticos y
eclesiásticos.
• La insistencia en la virtud de la Esperanza unida a la Fe y a la Caridad.
• Las expresiones de la Religiosidad y de la Piedad: Pesebre, Corona de Adviento,
Fiesta de la Luz, Inmaculada, Árbol de Navidad.
• La música y el arte que enfatizan la cercanía del misterio del nacimiento de
Jesús.
• La presencia de la Madre de Jesús como modelo de toda esperanza.
• La reiterada alusión a las promesas proféticas que se han de cumplir y que la
liturgia proclama en las antífonas llamadas de la O: Emmanuel, Rex, Radix,
Adonái…
• Los “caminos”,”novenas”, “posadas” que deben orientarlo todo hacia la liturgia
que los valora y estima.
• El acompañamiento de los procesos de evangelización que en este tiempo
evalúan y planean sus acciones pastorales.


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3. Sugerencias y propuestas para el Adviento2



El Adviento es un tiempo especialmente agradable. Después del largo período del
tiempo ordinario, gusta encontrarse con la novedad de empezar algo diferente, y
experimentar el empuje espiritual que esta novedad aporta.
Pero también es agradable por más motivos. Lo que significa el Adviento y
la espiritualidad que invita a vivir están en un nivel muy cercano a la realidad humana,
a la vida de cada día: son, en el fondo, una invitación a vivir nuestra realidad (la de
cada uno de nosotros y la del mundo entero) de una manera atenta, intensa, con
objetivos. El Adviento nos dice: eso que vivimos, y eso que viven nuestros hermanos,
hombres y mujeres de todas partes, no es sólo lo que nosotros vemos, o hacemos, o
deseamos; es, también y sobre todo, lo que vive, y hace, y desea, Dios mismo. Porque
Dios viene a esta historia y se implica en ella, la vive con nosotros, y le pone delante,
como objetivos, sus mismos objetivos. Y ya sabemos cuáles son los objetivos de Dios:
la luz para todo el mundo, el amor para todo el mundo, la vida para todo el mundo.
Tres momentos
Primer momento: El Adviento es un tiempo que necesita ser saboreado,
que debe impregnar el alma. Es un tiempo que no puede ser seco, que ha de contener
una punta viva de emoción y de sentimiento. Sacerdotes, diáconos, monitores,
lectores, cantores, equipos de liturgia... necesitan muy especialmente tener espacios
(individuales o colectivos) para gustar las lecturas de la misa (dominicales y diarias),
o la liturgia de las horas, o un libro adecuado... para ejercer bien su misión.

Segundo momento: Desde el primer domingo de Adviento, e incluso


antes, el ambiente navideño se respira por todas partes: la televisión, las tiendas, las
calles... ponen en marcha el frenesí navideño. En este contexto, de poco sirve ponerse
en plan fustigador; más bien lo útil será ayudar a discernir. Y valorar todos los buenos
elementos que hay detrás de todo esto, recordar la llamada de Jesús, alegrarse de esta
llamada, invitar a vivir el ambiente con signos cristianos (por ejemplo, enviando
felicitaciones o llevando regalos a aquellos que no los tendrían, o promoviendo algún
proyecto solidario mediante aportaciones de muchos...). E invitando a luchar para no
dejarse atrapar (y, aquellos que tienen hijos pequeños, ayudándoles a que no queden
excesivamente atrapados) por todo lo que de perverso hay en este ambiente. Y,
finalmente, combatir el falso “espíritu navideño” consistente en simular que no hay
conflictos ni en casa ni en el mundo.

Tercer momento: La venida del Señor es la respuesta que Dios da a la


situación de este nuestro mundo. El Señor nos invita a dirigir la mirada hacia él, y a
prepararle el camino. Porque la venida del Señor no es una transformación mágica: él
viene para estar con nosotros, para hacer que caminemos hacia él y para hacer
caminar a la humanidad hacia él. Deberemos hablar de la salvación de Dios que viene
a nosotros mirando muy de cerca a nuestro mundo, y sintiendo como propias las
angustias que en él se viven (la vida dura para muchos en nuestro país) y también las
2 LLIGADAS SORRIBAS, Josep. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92.

Barcelona: España. 2001.


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esperanzas que avanzan (promovidas por cristianos o por quienes no lo son: ¡son
todas presencia del Señor!). Él viene, y su presencia se nota en todo amor que actúa, y
su presencia es llamada a la plenitud que tan sólo Él puede dar.
Para tener en cuenta:
La ambientación de la Iglesia. Que, al entrar, todo el mundo note que
iniciamos un tiempo nuevo. Eso, como dice el refrán, “vale más que mil palabras”. Un
póster grande y visible con una frase alusiva (“¡Ven, Señor Jesús!” u otra semejante),
austeridad en las flores (mejor una ornamentación de sólo plantas) y en las luces, un
gran paño morado (o verde, por la esperanza) colgado del techo, una música que al
entrar invite ya a la oración (el gregoriano es ideal para este tiempo)...

Los cantos. Un elemento clave para dar el tono de las celebraciones es el


tipo de cantos que se escogen. Cada tiempo litúrgico tiene sus cantos propios, que el
solo hecho de cantarlos hace penetrar ya en la sintonía del tiempo. De modo que
habría que procurar cantar cantos muy propios de Adviento. De un modo especial, eso
vale para el canto de entrada: un canto de entrada largo, que se repita los cuatro
domingos, ayudará mucho a situar la celebración desde el principio; en este sentido,
sería deseable aprender el canto de entrada de Adviento (“A ti, Señor, levanto mi
alma”); pero, naturalmente, si no se sabe este, se puede cantar cualquier otro canto
significativo de este tiempo. Recordemos también que en el Adviento se suprime el
Gloria. Y que sí se canta el Aleluya, aunque, si disponemos de dos melodías, bueno será
guardar la más vibrante para la Navidad y utilizar ahora la más sencilla.

La corona de Adviento. Este rito, importado del norte de Europa, se ha


ido introduciendo en nuestras celebraciones con buen acierto y contribuye a resaltar
la peculiaridad de este tiempo. Se trata, como se sabe, de una corona con ramas verdes
que se sitúa junto al ambón o en otro lugar adecuado, y en el que se fijan cuatro velas
vistosas. También puede utilizarse la imaginación y crear algún otro tipo de soporte
para las velas, siempre que sea digno y agradable. Al empezar la misa, se enciende el
número de velas correspondiente a aquel domingo (el primero una, el segundo dos...).
Pueden hacerlo cada domingo personas distintas: un matrimonio, un niño, una
religiosa, el celebrante...

La homilía. El Adviento es esperanza, agradecimiento, oración confiada,


alegría ante el Señor que se acerca a nosotros. Es, también, reconocimiento de que
necesitamos su salvación porque nosotros somos débiles y porque el mundo es
también débil, con mucho dolor e injusticia. Y es, finalmente, cambio en el corazón y
en las actitudes ante la vida, para que el Señor nos encuentre preparados para recibir
su salvación y para colaborar con él en su obra salvadora. La predicación será, por
tanto, intensa, convencida, vital... y, muy especialmente, amable.

Un salmo después de comulgar. Para ayudar al clima de oración propio


de este tiempo, puede introducirse la práctica de rezar, después del silencio de la
comunión y antes de la poscomunión, un salmo, entero o en parte. Puede recitarlo un
lector (sin introducción, sin que la asamblea se una con ninguna antífona, y sin gloria
final: la asamblea se une con su silencio), o puede recitarlo toda la asamblea.
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Repartir algún recuerdo-plegaria. Para marcar el primer domingo de


Adviento, se podría distribuir una estampa sencilla (media cuartilla hecha con
fotocopia), con una frase que diga “Adviento 2016” y el texto de la primera lectura de
este día, que en los tres ciclos es siempre un texto de mucha fuerza.
La Virgen María y san Juan Bautista. El Adviento es un tiempo mariano,
sobre todo en la segunda parte (desde el día 17). El domingo cuarto de Adviento
conviene que haya en el presbiterio, convenientemente resaltada, una imagen de
María madre; también podría estar colocada todos los domingos. E igualmente, los
domingos segundo y tercero podría destacarse una imagen o un póster de Juan
Bautista.
La misa diaria. La misa diaria, con su tono más pacífico, puede ayudar a
saborear más este tiempo: el saludo, las invocaciones del acto penitencial, la oración
de los fieles tendrían que escogerse adecuadamente; una breve homilía ayudará a ir
viviendo lo que este tiempo significa; rezar un salmo después de la comunión...

El rezo de Laudes o Vísperas. Una forma de destacar el clima de oración


puede ser introducir en este tiempo el rezo de Laudes o Vísperas, en la forma que
resulte más adecuada: los domingos o los días laborables, como una celebración
independiente o unidos a la misa, en una misa o en todas... En cada lugar se verá lo
más conveniente.

Un encuentro de oración. Puede ser una buena oferta invitar a un


encuentro de oración durante este tiempo. Se podría realizar de dos maneras. Una,
como el inicio de un encuentro periódico todo el año: por ejemplo, fijarlo
definitivamente el primer y tercer miércoles de cada mes. Otra, como una invitación
más intensiva sólo para este tiempo, por ejemplo una vez a la semana. En todos los
casos hay que avisar la hora de empezar pero también la de acabar (media hora puede
ser una buena duración), y ser fiel a ello. La plegaria puede consistir en algún salmo,
alguna lectura bíblica, algún texto de reflexión, espacios de silencio, algún canto si se
puede... Aunque venga poca gente, será útil.

Una catequesis sobre Isaías. El tiempo de Adviento es el tiempo de los


oráculos mesiánicos, sobre todo de Isaías. Los leemos cada domingo y también los
días laborables. Por eso, se podría pensar en convocar (mejor diversas parroquias
juntas) algunos encuentros de catequesis sencilla repasando estos oráculos. Estaría
bien leer los textos (más extensamente como figuran en el leccionario), comentar la
época (de los tres autores de Isaías) y el sentido primitivo, ver el sentido mesiánico y
el sentido cristiano, hacer alguna aplicación... No hace falta una exposición de
especialista, basta con una presentación hecha por alguien que se lo haya preparado
leyendo alguna introducción.

Retiros y encuentros de reflexión. Otra posibilidad: organizar un retiro


de una tarde o una mañana. Y otra, un encuentro de reflexión sobre las angustias y
esperanzas de nuestro mundo, u otro tema similar.
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Resaltar la segunda parte del Adviento. El 17 de diciembre comienza la


segunda parte del Adviento, “la semana santa que prepara la Navidad”. Se puede
resaltar de distintas maneras según los lugares, las posibilidades y las costumbres.

La colecta para los pobres. La colecta que se acostumbra a hacer a finales


de Adviento para los pobres (y que puede tomar distintas formas según los lugares) es
una de las grandes tradiciones de este tiempo, y conviene darle relieve. Porque esta es
una de las mejores maneras de recibir al Señor, que se manifiesta en el rostro de los
abandonados de este mundo.

Y en casa. Habría que sugerir, en las celebraciones litúrgicas, la


importancia de que en casa se note también el tiempo de Adviento. Colocar la corona
de Adviento en casa y encender las sucesivas velas mientras se reza una oración o se
canta un canto (adecuándolo en función de si hay niños pequeños o no) es una
práctica encomiable También, bendecir la mesa. Y, en la última semana, preparar el
pesebre.



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4. Una lectura del Adviento desde la Sagrada Escritura




1. Vendrá Iremos Reacción

1. Como árbitro de las naciones 1. Vigilantes (Mt 24) y en pleno 1. Vivan seguros los que te aman
(Is 2,1-5) día (Rm.13,11ss) (Sal 121)
2. Como sombra y refugio (Is 2. Confesando nuestra 2. Deseosos de todo bien (Sal
4,2-6) indignidad (Mt 8,5-11) 121)
3. Como Ungido (Is 11; Lc 10) 3. Gozosos (Lc 10) 3. Que florezca la justicia (Sal
4. Como consolador (Lc 21; Mt 4. Llorosos y hambrientos (Is 71)
15) 25; Mt 15) 4. Nada temo, porque vas
5. Como Roca perpetua (Is 26,1- 5. Bien cimentados (Mt 7,21.24- conmigo (Sal 22)
6) 27) 5. Dad gracias al Señor que es
6. Como luz (Is 29; Mt 9) 6. Ciegos (Is 29; Mt 9) bueno (Sak 117)
7. Como la descendencia (Gn 7. Alegres por haber creído (Lc 6. El Señor es mi luz (Sal 26)
3,9-15.20) 1,26ss), por haber sido elegidos 7. Un cántico nuevo (Sal 97)
(Ef. 1,3-6.11-12)






2. Viene Vamos Reacción

1. El Juez Salvador (Is. 11,1-10; 1. Con espíritu de conversión 1. Te doy gracias, porque me
Rm 15,4-9) (Mt 3,1-12) libraste (Sal 71)
2. Viene en persona (Is 35) 2. Vemos cosas admirables (Lc 2. Su justicia nos ha salvado (Sal
3. El consolador (Is 40) 5) 84)
4. El Poderoso (Is 40) 3. Pequeños (Mt 18) 3. Alégrese el cielo, goce la tierra
5. El Redentor (Is 41) 4. Cansados (Mt 11) (Sal 95)
6. El Legislador (Is 48) 5. El mayor y el pequeño (Mt 4. No olvides sus beneficios (Sal
7. Nuevo Elías (= "Mi Dios es el 11) 102)
Señor"; Ecls. 48) 6. No oímos (Mt 11) 5. Te ensalzaré, Dios mío, mi
7. No reconocimos a Elías (Mt Rey (Sal 144)
17) 6. Mi deleite es la Ley del Señor
(Sal 1)
7. Oh Dios, restáuranos (Sal 79)




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3. Se acerca Estamos Reacción


1. Viene en persona (Is 35,1ss) 1. Pacientes y firmes (St. 5,7-10) 1. ¡Ven, Señor, a salvarnos! (Sal
¿Quién es? (Mt 11) 2. Somos sus hermanos (Mt 1,1- 145)
2. El Hijo de David (Mt 1,18),Rey 17) 2. Su nombre sea eterno (Sal 71)
de Judá (Gn 49) 3. Con el Emmanuel (Mt 1,18- 3. Dios escucha nuestro clamor
3. El vástago justo (Jr. 23,5-8), 24) (Sal 71)
nacido de María (Mt, 1,18-24). 4. Sobrecogidos (Lc 1,5-25) 4. En el seno me apoyaba en ti
4. El hijo de la estéril (Jc 13,2- 5. Alegres y estupefactos (Lc (Sal 70)
7ss; Mt 1,18-24) 1,26-38) 5. ¿Quién puede subir a la casa
5. El Emmanuel, hijo de la 6. ¿Quién soy yo...? (Lc 1,39-45) del Señor? (Sal 23)
virgen (Lc 1; Is 7) 7. Agradecidos (1S 1,24-28; Lc 6. Un cántico nuevo (Sal 32)
6. Llega el Amado (Ct 2,8-14) 1,46-56) 7. Mi corazón se regocija por el
7. El Poderoso que hace obras Señor (1S 2)
grandes (1S Lc)





4. Llega Contemplamos Reacción
1. El hijo de la doncella (Is), de 1. Al Hijo de la estirpe de David 1. Va a entrar el Rey de la gloria
María (Mt 1,18-24) (Rm 1,1-7) (Sal 23)
2. El Sol que viene de lo alto (Lc 2. La entrañable misericordia de 2. Cantaré eternamente tu
1,67ss) / La casa de Dios entre nuestro Dios (Lc 1,67-79) misericordia (Sal 88)
nosotros (2S 7,1-5). 3. Vayamos a Belén y adoremos 3. Alégrese el cielo, goce la tierra
3. El Salvador, Ternura de Dios (Lc 2,15) (Sal 95)
(Lc 2; Tit 2,11-14)



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5. Celebración de apertura del Adviento3



a. Nuestras esperanzas y miedos
(ambiente: poca luz; silencio)
Voz 1: Señor, ¿por qué me has convocado esta tarde?
¿no tienes ojos para ver ni oídos para oír?
¿no oyes los lamentos de los que son golpeados por la vida y gritan:
nuestros huesos están secos y nuestra esperanza muerta?
Hay muchos que dicen: el Señor no hace nada, ni el bien ni el mal (So 1,12)

Voz 2: Señor, ¿por qué me has convocado esta tarde?


¿no tienes ojos para ver ni oídos para oír?
¿no ves que nuestras palabras se estrellan contra un muro?
Hay muchos que dicen con el salmista:
ya no hay ningún profeta,
y nadie sabe hasta cuándo durará esto (Sal 74,9).

Voz 3: Señor, ¿por qué me has convocado esta tarde?


¿no tienes ojos para ver ni oídos por oír?
¿no ves la confusión y el desánimo de tu pueblo?
¿no ves nuestras filas desordenadas,
las reformas frenadas
y las estructuras que ahogan tu evangelio?
Hay muchos que dicen dudosos:
sobrevivirá un pequeño resto?

Canto

LEVANTATE4
https://open.spotify.com/track/0NOlHtWX7DpdPyfVrSmHSs

Coro
Levántate que está llegando
el Señor viene ya (bis)

Nos traerá su resplandor,
nos traerá la luz, la paz (bis)

En el Señor confiaré
Él nos dará la salvación (bis)

Lo prometió, lo cumplirá
El Dios de amor nos salvará (bis)

3 ALDAZÁBAL, José. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona:

España. 2001. (Inspirado en “Spas” 54 y en “Paroisse et Liturgie).


4 Letra y música de Cesareo Gabaráin
16

(Aquí se puede tener un momento de reflexión personal: ¿cuáles son nuestras


ilusiones, nuestras esperanzas, nuestros miedos? y también, si se quiere, una
breve comunicación de las mismas).

b. Proclamación del mensaje de Adviento
Voz 4. Escuchen, ustedes, los sordos.
Miren y vean, ustedes los ciegos
¿quién es ese ciego, sino mi siervo
y quién es ese sordo, sino el que yo he enviado?
Has visto muchas cosas, pero sin atención.
Has oído demasiadas cosas, pero sin entenderlas.
¿Hay alguien entre ustedes que escuche?
¿quién presta atención para comprender el futuro? (Is 42).

Voz 5. Insensatos y lentos de corazón,


para creer lo que los profetas anunciaron.

Voz 6. Ya no recuerdan lo que sucedió antes,


ya no prestan atención a lo pasado.
Miren, he aquí que yo hago nuevas todas las cosas,
ya está brotando, ¿no lo notan? (Is 43).

Voz 4. Siempre he callado, he estado en silencio,


me he contenido.
Pero ahora voy a gritar como mujer parturienta,
soplaré y me desahogaré de repente (Is 42,14).

Voz 5. Huesos secos, escuchen la Palabra del Viviente.


Así habla el Señor, el viviente, a los huesos:
he aquí que haré penetrar el espíritu en ustedes y vivirán.
Les daré nervios y haré crecer la carne en ustedes.
Les haré salir la piel y les daré mi espíritu y vivirán.
Así descubrirán que yo soy el Viviente.
Así habla el Señor: ven, Espíritu, de los cuatro vientos,
sopla sobre estos muertos para que vivan.
He aquí que voy a abrir sus tumbas
y los haré salir de sus sepulcros, pueblo mío.
Les infundiré mi espíritu y vivirán (Ez 37).

Voz 6. No temas, pueblo mío,


no dejes caer tus brazos.
Tu Dios está en medio de ti como guerrero vencedor.
Él rebosará de júbilo por ti
y te renovará con su amor.
Bailará por ti con gritos de alegría
como en los días solemnes de fiesta (So 3).
17

Levántate y resplandece,
porque viene tu luz
y sobre ti se alza la gloria del Viviente (Is 60).

Canto (al comenzar el canto, encender todas las luces).


AMANECERÁ EL SEÑOR5
https://open.spotify.com/track/5a8tlZL9vnYbasPxIfQNN7

Amanecerá el Señor,
sobre ti Jerusalén
amanecerá el Señor,
amanecerá sobre ti Jerusalén
amanecerá el Señor,
amanecerá sobre ti Jerusalén.

1.- Sobre ti Jerusalén, amanecerá el Señor
amanecerá, levanta tu mirada
contempla su grandeza
tu salvador, tu salvador,
te viene a liberar.

2.- Sobre ti Jerusalén una estrella brillará,
amanecerá la luz de la mañana,
la aurora reluciente,
tu Salvador, tu Salvador,
te viene a liberar.

3. En Belén nos va a nacer;
la esperanza de Israel amanecerá.
Dará la vista al ciego, salud a los enfermos
tu Salvador, tu Salvador,
te viene a liberar.

Presidente: homilía (momentos de reflexión)

c. Oración
Invitación: El Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que escucha repite: Ven. Quien tenga
sed, venga. Quien quiera, tome gratuitamente el agua de la vida. Ven, Señor Jesús.


5 Letra y música de Mariano Fuertes


18

Canto:
VEN, VEN SEÑOR NO TARDES6
https://youtu.be/5iyrNb-KaHA

Ven, ven, Señor, no tardes,
ven, ven, que te esperamos.
Ven, ven, Señor no tardes,
ven pronto, Señor.

Invocaciones:
Uno. Vienes de noche
pero en nuestro corazón es siempre de noche,
por eso ven siempre, Señor.
Vienes en silencio,
pero nosotros nunca sabemos qué decirte,
por eso ven siempre, Señor.

Todos. Ven, ven, Señor, no tardes…

Uno. Vienes en la soledad,
pero nosotros siempre estamos solos,
por eso ven siempre, Señor.
Vienes como hijo de la paz,
pero nosotros no sabemos qué es paz,
por eso ven siempre, Señor.

Todos. Ven, ven, Señor, no tardes…

Uno. Vienes a liberarnos,
y nosotros nos sentimos esclavos,
por eso ven siempre, Señor.
Vienes a consolarnos,
y nosotros estamos siempre tristes,
por eso ven siempre, Señor.
Vienes a buscarnos,
y nosotros siempre estamos perdidos,
por eso ven siempre, Señor.

Todos. Ven, ven, Señor, no tardes…


(Aquí se podría encender, si se quiere, la primera de las velas o lámparas de la
“corona de Adviento”).

6 Letra y música: Cesareo Gabárain


19

Uno. Ven, luz que ahuyentas la oscuridad del corazón,


brilla en medio de nosotros y disipa la tiniebla del egoísmo.
Ven, paz serena, que anima al desilusionado,
cura nuestras heridas y desengaños.
Ven a socorrer a los que tiene miedo del mañana,
porque sin tu ayuda no podemos emprender el vuelo.
Ven amigo siempre fiel,
y danos tu mano a pesar de nuestra infidelidad.
Ven tú que moriste y resucitase para que nosotros vivamos.
Vuelve a liberarnos de nuestras esclavitudes.

Todos. Ven, ven, Señor, no tardes…



Presidente: A cuantos esperan la vuelta de tu Hijo,
concédeles, Padre de todos los vivientes,
que sepan discernir en el tiempo
los signos de tu incesante venida,
en cada árbol seco
la savia antigua que volverá a brotar;
la caña torcida no será cortada, sino que se revestirá de vida;
la luz tambaleante no será apagada,
sino que brillará con nueva fuerza;
los problemas de nuestra vida se superarán
con la esperanza que procede de ti y conduce a ti,
ahora y por siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Canto final:

LA VIRGEN SUEÑA CAMINOS7


https://open.spotify.com/track/3lyPJ2r7dV5Z8r7g2H3RlU

La Virgen sueña caminos, está a la espera;
la Virgen sabe que el niño, está muy cerca.
De Nazaret a Belén hay una senda;
por ella van los que creen, en las promesas.

Los que sueñan y esperan, la buena nueva,
abran las puertas al Niño, que está muy cerca.
El Señor, cerca está; él viene con la paz
El Señor cerca está; él trae la verdad.

En estos días del año, el pueblo espera
que venga pronto el Mesías, a nuestra tierra.
En la ciudad de Belén, llama a las puertas,
pregunta en las posadas, y no hay respuesta.

7 Letra y música de Carmelo Erdozáin


20


La tarde ya lo sospecha: está alerta.
El sol le dice a la luna, que no se duerma.
A la ciudad de Belén, vendrá una estrella,
vendrá con todo el que quiera, cruzar fronteras.



21

6. La corona de Adviento en la Iglesia y en la casa



El rito de la corona de Adviento se ha ido introduciendo acertadamente en
los distintos ámbitos de la vida cristiana, contribuyendo a resaltar la peculiaridad de
este tiempo. Se trata, como se sabe, de una corona de
ramas verdes (sin flores, que serán más propias de la
Navidad), en la que se fijan cuatro velas vistosas.
También podemos emplear la imaginación y crear
algún otro tipo de soporte, siempre que resulte digno
y agradable. Y cada semana se realiza el rito de
encender las velas correspondientes: el primer
domingo de Adviento una, el segundo dos, el tercero tres, el cuarto y último las cuatro.
Este itinerario, acompañado de alguna oración o canto, nos marcará los
pasos que nos acercan hasta la fiesta de la Navidad, y nos ayudará a tener más
presente el tiempo en que nos encontramos.

La corona en la Iglesia
En la Iglesia, la corona se puede poner sobre una mesa, o sobre un tronco
de árbol, o colgada del techo con una cinta elegante; no se pone encima del altar, sino
junto al ambón o en otro lugar adecuado.
El rito de encendido de la corona se hace en todas las misas dominicales
(incluyendo la vespertina del sábado). En las comunidades religiosas, en cambio, será
mejor hacerlo en la celebración que inaugure cada semana: primeras vísperas, laudes
o Eucaristía.
En la Eucaristía, se pueden encender las velas sencillamente durante el
canto de entrada, o bien con mayor relieve después del saludo y de una breve
monición. En este segundo caso, el mismo celebrante, o bien distintas personas de la
asamblea (una semana un niño, otra una religiosa, otra un matrimonio...) encienden la
vela o velas correspondientes. Y entretanto se canta alguna otra estrofa del canto de
entrada, o se dicen las invocaciones del acto penitencial, o se dicen las oraciones
siguientes (que puede recitar la asamblea conjuntamente, en una hoja previamente
repartida).

Primer domingo
Encendemos, Señor, esta luz,
como aquél que enciende su lámpara
para salir, en la noche,
al encuentro del amigo que ya viene.
En esta primera semana del Adviento
queremos levantarnos para esperarte preparados,
para recibirte con alegría.
Muchas sombras nos envuelven.
Muchos halagos nos adormecen.
22

Queremos estar despiertos y vigilantes,


porque tú nos traes la luz más clara,
la paz más profunda y la alegría mas verdadera.
¡Ven, Señor Jesús. Ven, Señor Jesús!

Segundo domingo

Los profetas mantenían encendida


la esperanza de Israel.
Nosotros, como un símbolo,
encendemos estas dos velas.

El viejo tronco está rebrotando,
florece el desierto.
La humanidad entera se estremece
porque Dios se ha sembrado en nuestra carne.
Que cada uno de nosotros, Señor,
te abra su vida para que brotes,
para que florezcas, para que nazcas
y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza.
¡Ven pronto, Señor. Ven, Salvador!

Tercer domingo
En las tinieblas se encendió una luz,
en el desierto clamó una voz.
Se anuncia la buena noticia: el Señor va a llegar.
Preparad sus caminos, porque ya se acerca.
Adornen su alma
como una novia se engalana el día de su boda.
Ya llega el mensajero.
Juan Bautista no es la luz,
sino el que nos anuncia la luz.
Cuando encendemos estas tres velas
cada uno de nosotros quiere ser
antorcha tuya para que brilles,
llama para que calientes.
¡Ven, Señor, a salvarnos,
envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!

Cuarto domingo
Al encender estas cuatro velas, en el último domingo,
pensamos en ella, la Virgen,
tu madre y nuestra madre.
nadie te esperó con más ansia,
con más ternura, con más amor.
Nadie te recibió con más alegría.
23

te sembraste en ella
como el grano de trigo se siembra en el surco.
En sus brazos encontraste la cuna más hermosa.
También nosotros queremos prepararnos así:
en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día.
¡Ven pronto, Señor. Ven a salvarnos!

La corona en casa
En casa, la corona se pone sobre una mesa, o colgada del techo, o en algún
otro lugar destacado. También se puede poner a los pies de una imagen de la Virgen.
El primer domingo de Adviento es el domingo que cae entre el 27 de
noviembre y el 3 de diciembre (o sea, cuatro domingos antes de la Navidad). Ese día,
antes de comer (o el sábado anterior por la noche, o en cualquier otro momento que
resulte adecuado), se enciende una vela de la corona; el segundo domingo dos; el
tercero tres; y el cuarto, las cuatro.
Este rito se acompaña de una oración, como la que aquí indicamos a
continuación; también se puede cantar un canto y la oración; o la oración, el
padrenuestro y el avemaría. También se puede leer la primera lectura de la misa de
aquel domingo, o el texto de reflexión que ofrecemos también aquí, o las oraciones
propuestas para el encendido en la Iglesia.
Si hay niños en casa, el rito de la corona les puede ayudar a vivir más
cristianamente la preparación de la Navidad. Y si no los hay, también será una buena
ocasión para la oración familiar adulta: o bien los esposos solos, o bien los esposos con
los hijos mayores u otros miembros de la familia.

Oración
Ven, Jesús,
hermano, Señor.
Queremos preparar tu venida.
Queremos recibirte.
Te esperamos,
para que transformes nuestras vidas
y nos des tu luz,
tu paz, tu amor. Amén.

Texto de reflexión
Desde muy antiguo, el profeta Isaías anunciaba:
– Vendrá el Señor,
y juzgará a los pobres con justicia,
y nunca más alzará la espada pueblo contra pueblo,
porque los corazones estarán llenos
del conocimiento del Señor.
24

Allí en el Jordán, el último profeta, Juan el Bautista, proclamaba:


– Preparen el camino del Señor,
allanen sus senderos.
Conviértanse,
porque está cerca el Reino de los cielos.

Y en Nazaret empezó todo:


– Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
No temas, María:
concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo,
y le pondrás por nombre Jesús.

Esta es la historia del amor de Dios. Y nosotros cada año, cada Adviento, la
recordamos y la renovamos.
– Como Isaías, deseamos un mundo nuevo, transformado, lleno de Dios, en el que no
haya mal, ni dolor, ni injusticia, ni pobreza, ni corazones cerrados;
– siguiendo la llamada de Juan Bautista, queremos preparar el camino del Señor:
queremos transformar nuestro corazón y queremos transformar nuestro mundo;
– y como María, con toda la confianza, con todo el amor, con un hondo espíritu de fe y
de oración, esperamos el nacimiento de aquel niño que renovará nuestras vidas;
aquel niño que nace en Belén y que nos llama a compartir un día su vida para
siempre.



25

7. Los domingos del Adviento y las solemnidades8



7.1. Primer Domingo de Adviento

En la fe y en la esperanza iniciamos el nuevo Año Litúrgico, camino de vida que
la Iglesia recorre en el tiempo de la humanidad.

Un clamor de esperanza se eleva desde el
drama del mundo en el que vivimos, la sed de una paz
estable, duradera y real nos convoca junto a la fuente
única, nos reúne en torno al manantial de la vida y de
la esperanza que es Cristo.

Un año nuevo en la liturgia se inicia con este
Primer Domingo de Adviento y por ello, de la mano
del Señor, mejor, siguiendo sus huellas abrimos esta etapa de nuestra historia,
llamamos a la puerta del Señor, le decimos: ven, Señor Jesús.

Iniciemos, con fe, definiendo este tiempo:

Adviento quiere decir, llegada, advenimiento. En el lenguaje de la fe se puede
hablar de Esperar a alguien que viene, que llega, aguardar la presencia abriendo el
corazón al que llega. Nosotros esperamos al Señor.

Lo esperamos con la confiada visión de Isaías que nos ofrecía la primera
lectura: De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada
pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, ven, caminemos a
la luz del Señor( Isaías 2,4).

Lo esperamos queriendo subir hasta la Jerusalén que canta el Salmo de la misa
de hoy (Salmo 121), lo esperamos con la intención de acoger la recomendación de San
Pablo (Romanos 13, 14ª) y que, probablemente, no será del todo escuchada por la
inmensa mayoría: Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno,
nada de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo.

Revestirnos de Jesucristo es como cuando de niños se nos llamaba a
disponernos para acoger una visita. Se nos recomendaba vestirnos para recibirla, para
esperarla con el corazón dispuesto.

Viene el Señor: San Mateo, cuyo evangelio leeremos este año, nos dice que, a la
hora menos pensada, llega el Señor (Cf. Mateo 24,44) y no podemos dejar que nos
sorprenda dormidos o entretenidos en lo que no salva ni edifica.

8 Textos elaborado por el P. Diego Uribe Castrillón, profesor Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín.
26

Una visita anunciada despierta inquietud. La de Cristo la miramos en tres


expresiones que nos dan su hondo significado: Vino, viene, vendrá el que es llamado
con las dulces palabras que ya empezamos a ensayar: “ Consuelo del triste, luz del
desterrado…mi constante amigo, mi Divino Hermano”.9

Pero sabemos que el Esperado ya vino. Vino, en cuanto recordamos aquellos
momentos llenos de ternura en los que contemplamos al Salvador en su infancia,
cuando “se cumplió la plenitud de los tiempos y envió Dios a su Hijo, nacido de mujer,
nacido bajo la ley”10

Sin embargo sabemos que este pasado añorado, se vuelve presente. Jesús viene,
porque la presencia del Señor es actual y viva. Sabemos que viene en la Eucaristía,
que viene en la gracia de la Palabra viva que acabamos de escuchar, que viene como
dice la Iglesia “ en cada hombre y en cada acontecimiento”11, sabemos que viene y que
también, podremos reconocerlo “donde un hombre trabaja y un corazón le responde”12

Pero la fe nos dice que Vendrá. Este futuro es la esperanza de la Iglesia que los
sabios y los santos llaman escatología, es decir: futura y gloriosa manifestación del
Señor.

Lo aguardamos con la certeza de que su llegada nos traerá la Paz tan soñada, la
verdad tan necesaria, la alegría tan ausente de la realidad de nuestras vidas.

Ven, Señor13, canta la Iglesia, cantan las canciones amorosas que empezamos a
entonar. Ven, decimos con signos de alegría y de esperanza: un árbol lleno de luces,
unas fiestas que se acercan, unas casas resplandecientes, un deseo de compartir con
los que sufren.

Ven, Señor, decimos mientras reconocemos que por no escuchar tus palabras el
mundo se ha llenado de odios, de guerras, de desesperación.

Hoy te rogamos que vengas. La Virgen que, como dice un canto sueña caminos,
ya emprendió el suyo, pionera de esperanza, abanderada de la alegría de estos días, y
se encamina hacia el eterno Belén en el que esperan todos los dolores del mundo que
quieren ser consolados por el príncipe de la paz que Ella lleva ya en sus purísimas
entrañas.

Amén.


9 Tradición Colombiana, Gozos de la Novena de Navidad. M. María Ignacia Samper. Siglo XIX.
10 Galatas 4,4
11 Misal Romano. Prefacio III de Adviento.
12 Liturgia de las Horas. Himno de la Hora Intermedia en el Tiempo Ordinario.
13 Apocalipsis 22,20.
27

Corona de Adviento

Primer Domingo

E
ncendemos esta luz
como aquel que enciende su lámpara
para salir en la noche
al encuentro del amigo que ya viene.
En esta primera semana del Adviento
queremos levantarnos para esperarte preparados,
para recibirte con alegría.
Muchas sombras nos envuelven,
muchos halagos nos adormecen,
queremos estar despiertos y vigilantes,
porque tú nos traes la luz más clara,
la paz más profunda, la alegría más verdadera.

Oración de los fieles

Presidente: Unidos en la fe y en la esperanza, presentemos nuestras súplicas
confiadas y, unidos a la Iglesia que aguarda y vela confiada, digamos:

R. Te rogamos, óyenos.

1. Te pedimos, Señor de la esperanza, por la Iglesia. Haz que confiada en ti pueda
llevar a todos los pueblos el evangelio de la vida y de la paz.

2. Te pedimos, Señor de la esperanza, por la paz de los pueblos. Haz que quienes
los dirigen sepan ofrecer las condiciones necesarias para la reconciliación en la
justicia y en la verdad.

3. Te pedimos, Señor de la esperanza, por todos los que sufren. Haz que este
tiempo iluminado por el gozo de tu presencia, traiga a todos consuelo, paz y la
verdadera alegría.

4. Te pedimos, Señor de la esperanza, por las necesidades e intenciones de
cuantos estamos en tu casa y de los que nos encomiendan sus necesidades.
Llénanos con tu fuerza y con tu presencia.

Oración conclusiva: Acoge, Dios bueno, la súplica que tu Iglesia eleva hasta ti. Danos
el gozo de vivir este tiempo en la confianza y en la esperanza.
Por Cristo, Nuestro Señor. R. Amén.


28

7.2. Solemnidad de La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María



La Inmaculada Concepción de María es una fiesta magnífica. En este Adviento
nos recuerda como en María se realizan las maravillas de Dios porque ella es la Señora
de la Fe. Ella, la reina, la madre, la Virgen, la Esposa, la Señora, viene a nuestro
encuentro. Viene con su lección de fe y de amor, viene a traer a este mundo la alegría
de su presencia, limpia, pura, bella, dulce, fiel, santa.

La Palabra Divina que ilumina esta fiesta nos hace
pensar en varias realidades. En primer lugar pensemos en
aquel momento en el que se nos anuncia la presencia de
una Madre que, con su obediencia y con su humilde
disponibilidad cambia las consecuencias de la
desobediencia y de la soberbia (I Lectura).

Dios nos hizo limpios, buenos. La condición original
del ser humano era la pureza del corazón y la rectitud de
intención. Pero nos hemos dejado seducir de tantas vanas
ilusiones de grandeza, de tantas tentaciones que terminan por esclavizarnos y
someternos a la opresión del mal.

Por eso al celebrar hoy la gloria de María Inmaculada, que maravilloso es poder
pensar que en este día nosotros miramos en la Madre del Redentor un ideal de vida,
es como la dignidad original del ser humano que se pone delante del mundo como
ejemplo de santidad y de belleza espiritual.

María, obediente y fiel, marca la diferencia. Dios la llama, la destina a un
ministerio excelente y magnífico y por ello, desde su origen, desde su primer aliento
de vida, la hizo digna de la misión que debía asumir. Que bello le cantaremos en el
Prefacio de la Misa de hoy:

Purísima había de ser, Señor,
la Virgen que nos diera el Cordero inocente
que quita el pecado del mundo.
Purísima a la que, entre los hombres,
es abogada de gracia,
y ejemplo de santidad14

Que la contemplación del misterio de nuestra Reina nos lleve a vivir la
integridad de la vida cristiana con alegría. Que las Virtudes de María puedan ser
vividas también por nosotros y que, unidos en la fe, configuremos nuestra vida con la
de Cristo, el Señor, que nace para nosotros del Seno Virginal de María y que nos llama
en estos días santos a buscar su presencia y a ser signos de su amor en el mundo.

14 Misal Romano. Prefacio de la Inmaculada Concepción


29

Esta semana que llega nos traerá el recuerdo de Nuestra Señora de Guadalupe.
El alma cristiana de América se acunó en los brazos de la Virgen Morena que,
amorosamente, piadosamente, visita a sus nuevos hijos para proponer el Evangelio de
la esperanza y de la libertad. Ella en las faldas del Tepeyac puso el sello a la primera
evangelización, diciéndonos como a San Juan Diego: ¿no estoy yo aquí, que soy tu
madre?15

De la mano de María, confiadamente, piadosamente, sigamos esta fiesta de
esperanza y de alegría y celebremos con gozo y con fe en la fiesta de la Reina
Inmaculada nuestra común vocación a la santidad y a la perfección.

Amén.

Oración de los fieles

Presidente: Oremos, hermanos, en esta solemnidad de la Virgen Santísima y
pidámosle a la madre Inmaculada que ruegue por nosotros, diciendo:

R. Que tu Santa Madre, Señor, Interceda por nosotros.

1. Dios siempre fiel, que nos has revelado en el misterio de la encarnación de tu
Hijo el esplendor de tu amor misericordioso, concede a tu Iglesia peregrina la
alegría de imitar a María y vivir para tu gloria.

2. Dios siempre fiel, que has preparado el corazón de María Santísima como Arca
de la Alianza, concede a todos los pueblos de la tierra el don de tu paz.

3. Dios siempre fiel, que nos regalas esta fiesta de esperanza, haz que, por
intercesión de la Madre Inmaculada, las mujeres del mundo asuman con gozo
su misión de ser madres y maestras de esperanza y de vida.

4. Dios siempre fiel, ayúdanos a trabajar con esperanza en favor de los que más
sufren, para que todos alcancemos la alegría de poder servirte con libertad y
alegría.

5. Dios siempre fiel, que nos has dado en María Santísima un ejemplo de
disponibilidad y de generosidad, haz que imitando las virtudes de la Madre
Inmaculada, seamos luz para todos y voz de esperanza para los que necesitan
aliento y fortaleza.

Oración conclusiva: Acoge, Dios fiel, la súplica confiada de tu pueblo y ayúdanos a
servirte como María, la madre inmaculada del nuestro Salvador, por Cristo nuestro
Señor.

15 Nican Mopuha. Relato de las apariciones de la Virgen en Guadalupe, citado en la Liturgia de las Horas.
30

7.3. Segundo Domingo de Adviento



Sigue nuestro camino del Adviento. Sigue el Señor proponiendo a los creyentes
una invitación que hace que los discípulos entendamos que también hemos sido
enviados, llamados a pregonar por el mundo el júbilo de la presencia del Señor.

Es el Profeta Isaías el que nos lleva al sentido inicial de este domingo, en el que
se anuncia la vida recobrada por un pueblo que fue esclavo. El brote del Tronco de
Jesé, el mismo que canta nuestra novena de Navidad16 se dispone a esparcir su aroma
de paz y de esperanza, de alegría y de consuelo.

Dios nos ha querido llamar de nuevo, nos hace recordar el tiempo en el que,
como dice el Salmo 71, la llegada del Rey de la justicia, inaugura una experiencia
sincera de paz y de verdad para todos.

En un mundo como el nuestro quiere el
corazón imaginar en este domingo de Adviento
una larga y jubilosa caravana que se acerca,
buscando en el Señor la vida y la alegría, una
justicia verdadera que florece y extiende por el
mundo su misericordia y su novedosa experiencia
de la paz (Salmo 71).

El Apóstol hoy nos exhorta a mantener la
esperanza, a descubrir en medio de este mundo, tantas veces agobiado por las
tristezas y decepciones, la alegría de la fe sabiendo hacer de la acogida un signo de
esperanza y de paz.

Y es que es en esta gozosa alegría en la que se mueve el Adviento, más aún, toda
la vida cristiana, pues el Señor viene a redimir y con su redención, con la fuerza de la
libertad que el nos consigue, nos descubre también su rostro amoroso y alegre.

Hoy queremos ser ese pueblo que saborea, con júbilo su realidad de redimidos.

Hoy, jubilosos, pero también llenos de fe, suplicamos al Señor que nos descubra
su rostro de bondad, que venga a compartir nuestra vida, que llegue a cada corazón,
que, así como en los tiempos históricos que nos narra San Mateo, las gentes
descubrieron su presencia y acogieron el anuncio del Bautista, nosotros allanemos los
caminos, quitemos los obstáculos del corazón, abramos las puertas de la vida al que
llega para salvarnos.

Aunque sean durísimos los adjetivos del Bautista, hemos de construir nosotros
un tiempo de vida y de alegría que le dé cabida al amor y a la paz, a la verdad que
salva, a la presencia de Dios que lo renueva todo.

16 “oh raíz sagrada de Jesé que en lo alto, presentas al orbe tu fragante nardo”. Novena de Navidad, Gozos.
31

Nos ayude a descubrir este camino la Madre del Señor. Ella, siempre fiel,
prepare nuestro corazón con su ejemplo y testimonio, Ella nos muestre al Salvador, el
que nos hará vivir la Paz en la esperanza y la alegría en la comunión de la fe.
Amén.

Corona de Adviento

Segundo Domingo

L
os profetas mantenían encendida
la esperanza de Israel.
Nosotros, como un símbolo,
encendemos estas dos velas.
El viejo tronco está rebrotando,
florece el desierto.
La humanidad entera se estremece
porque Dios se ha sembrado en nuestra carne.
Que cada uno de nosotros, Señor,
te abra su vida para que brotes,
para que florezcas, para que nazcas
y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza.
¡Ven pronto, Señor. Ven, Salvador!

Oración de los Fieles

Presidente: Unidos en la esperanza presentemos nuestras súplicas al Señor, diciendo
con fe:

R. Escúchanos, Señor.

1. Te pedimos, Dios de bondad, por la Iglesia extendida por el mundo. Haz que
pueda proclamar con libertad y alegría la llegada del reino de la vida y de la
paz.
2. Te pedimos, Dios de bondad, por cuantos dirigen los destinos de los pueblos.
Que la luz de este tiempo santo de esperanza les muestre el camino para servir
con amor a todos.
3. Te pedimos, Dios de bondad, por cuantos emprenden en estos días caminos de
evangelización. Haz que tus misioneros puedan llevar a todos una palabra de
esperanza y de consuelo.
4. Te pedimos, Dios de bondad, por esta comunidad reunida en tu nombre para
celebrar la fe. Haz que iluminados por la Palabra de Vida, seamos signos de tu
amor y de tu alegría para todos.

Oración conclusiva: Dios de la vida y de la paz, escucha las plegarias de tu pueblo y
concédenos alabarte con una vida santa. Por Cristo, Nuestro Señor. R. Amén.

32

7.4. Tercer Domingo de Adviento


GAUDETE

Hoy todo anuncia la fiesta cercana. Las Lecturas, el Salmo 147, que esta vez
toma su respuesta de la súplica de Isaías (cf. Is 35, 4): las oraciones, el canto que
despunta jubiloso, el día del Señor que se revela, sereno y majestuoso en la gozosa
fiesta de la Iglesia que, (vestida de rosa), aguarda a su Señor17.

Este domingo que se llama de Gaudete, es
decir del gozo, es la fiesta de la Alegría. Somos
peregrinos que caminamos al encuentro con toda la
gracia y el poder de Dios que se concentran, de
modo admirable y misterioso, en la ternura del Niño
de Belén.

Los cánticos, las plegarias, los pesebres, las
luces, se van convirtiendo para nosotros en un
camino, como si hiciéramos nuestras las palabras
del Beato Paulo VI, que tuvo la dicha de escribir una
Exhortación Apostólica sobre la Alegría Cristiana, en
la que son citadas las palabras de un filósofo, un hombre de ciencia pero también un
hombre de fe, allí se nos refiere del MEMORIAL DE PASCAL: “alegría, alegría, alegría,
lágrimas de alegría…una alegría eterna en contraste con un día de sufrimiento en la
tierra”18.

Toda la Iglesia, animada por la voz se Juan, el Precursor, que resuena en el
Evangelio de hoy, sabe que el Mesías llega comprometiéndonos a todos con la vida,
con la justicia, con la esperanza, con el amor, con la alegría. Es también la última etapa
del camino hacia Belén.

Hoy nos habla el apóstol Santiago, con una exhortación paternal a la esperanza,
mientras que el Evangelio nos muestra cómo los signos del Señor de la Gloria están
haciendo evidente la llegada del Reino de Dios.

Es la alegría del que recorre la inocencia de la Iglesia, la piedad humilde de los
pobres, la fe sencilla y deslumbrante de los niños y de los que tienen alma de niño, de
los que saben encontrar en las cosas sencillas la presencia de Dios.

Si, caminamos con José y María hacia Belén. Una hermosa canción musicalizada
por Ariel Ramírez, describe este camino de los santos peregrinos hacia Belén:

A la huella, a la huella José y María,
por las pampas heladas, cardos y ortigas.
A la huella, a la huella cortando campos,

17 Con toda razón este domingo se llama Gaudete, es decir regocíjense


18 B. Paulo VI En Gaudete in Dómino, citaba a Blaise Pascal, del famoso Memorial escrito el 23 de noviembre de 1654.
33

no hay cobijos ni fonda, sigan andando.



Florecita del campo, clavel del aire,
si ninguno te aloja, ¿adónde naces?
Dónde naces florcita que estás creciendo,
palomita asustada, grillo sin sueño19.

Es que la vida de todos, la nuestra, la de cada ser humano, es toda ella camino, a
veces salpicado, como el de Israel, como el del mismo Jesús, por tantos dolores, por
tantas frialdades, por tantas amarguras. En el camino que la Liturgia sigue en esta
semana que iniciamos, vendrán voces y palabras de profetas, cantos sencillos del
Pueblo Santo, anuncios jubilosos, alegría que crece. Por eso en el compromiso de la
vida que genera nuestra fe, hay también un camino que recorrer. Vamos hacia el
corazón de Cristo, vamos hacia la Iglesia entera, hacia cada uno de los que la
conformamos y le pedimos al Señor que Pastores y rebaño nos citemos delante del
pesebre y sigamos implorando la llegada del Reino y del Rey.

Abramos el corazón a la vida y que, junto a todos los hermanos, con las plegarias
seculares de la Iglesia, en esta semana se levante a implorar que el ADONAI poderoso,
la LLAVE DE DAVID, la FLOR DE JESÉ, el Salvador20, largamente añorado por Israel, pueda
ser contemplado en el regazo de la Virgen sin Mancha, la Gloriosa María, por todos los
hombres de buena voluntad.
Amén

Corona de Adviento

Tercer Domingo

E
n las tinieblas se encendió una luz,
en el desierto clamó una voz.
Se anuncia la buena noticia: el Señor va a llegar.
Preparad sus caminos, porque ya se acerca.
Adornen su alma
como una novia se engalana el día de su boda.
Ya llega el mensajero.
Juan Bautista no es la luz,
sino el que nos anuncia la luz.
Cuando encendemos estas tres velas
cada uno de nosotros quiere ser
antorcha tuya para que brilles,
llama para que calientes.
¡Ven, Señor, a salvarnos,
envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!

19 De la obra Navidad Nuestra. La letra es del poeta Félix Luna y la música la aporta Ariel Ramírez.
20 De las Antífonas de “la O” con las que la Iglesia ha enriquecido las vísperas del 17 al 24 de diciembre.
34

Oración de los Fieles



Presidente: Unidos en el gozo de la cercana llegada del Señor, presentemos nuestras
súplicas, diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.

1. Alegría de Israel, te pedimos para tu iglesia el don del gozo que llee de
esperanza el anuncio de la verdad y de la paz.

2. Gozo eterno, te rogamos que colmes con tu gracia a todos los pueblos, de modo
especial a los que más sufren, y regálanos a todos el consuelo y la fuerza para
vivir en tu amor.

3. Alegría de los pobres, te pedimos que llenes con tu bendición a cuántos en
estos días quieren compartir sus bienes y su vida con los más necesitados. Haz
que seamos fraternos y acogedores con todos.

4. Gozo que todo lo llena de bendición, haz que esta familia que celebra la Liturgia
del Adviento, pueda alabarte mientras construye una comunidad reconciliada
en la esperanza.

Oración conclusiva: Acoge, Dios de la esperanza, las súplicas confiadas de este
pueblo que todo lo aguarda de tu amor providente. Por Cristo, Nuestro Señor. R.
Amén.


35

7.5. Cuarto Domingo de Adviento



Este es el domingo de María.
Pero el evangelio habla del Sueño de José. Este hombre justo es la obediencia hecha
voluntad, la fidelidad hecha silencio, por lo que Dios escoge el estilo de los sueños para
hablarle en un lenguaje que ya conocían los lejanísimos antepasados acostumbrados a
este insólito modo de revelación.

Hay un humano temor en el corazón del Santo Patriarca. Por ello el ángel le
pide que se abandone en la voluntad de Dios y empiece a preparar el camino de amor
y de ternura que le llevará a Jesús, al que viene, al que llega en la humildad y en el
silencio, al que atraviesa los cielos para acogerse al cuidado del que ya había sido
proclamado como hijo de “una virgen”( I Lectura).

La primera lectura de este domingo tiene como
centro la Madre Virgen del Pastor. La Madre del que es al
tiempo PASTOR QUE APACIENTA Y CORDERO APACENTADO.

Ella nos ofrecerá el Emanuel, el Dios con nosotros,
porque lo posee, porque lo ha recibido con amor, lo
esperó con gozo, lo lleva, misionera a las montañas de
Judá, lo acompañará a Caná de galilea, lo seguirá en
silencio mirando con gozo las alabanzas que le dirigen y
comprobando como se cumplen una a una las profecías que anuncian sus glorias y sus
dolores, y lo seguirá entregando y ofreciendo hasta el supremo sacrificio de la cruz.

Que bien lo cantó Melitón de Sardes, un escritor antiguo que decía:

Este es el cordero sin voz; el cordero inmolado; el mismo que nació de María, la
hermosa cordera; el mismo que fue arrebatado del rebaño, empujado a la
muerte, inmolado de vísperas y sepultado a la noche; que no fue quebrantado en
el leño, ni se descompuso en la tierra; el mismo que resucitó de entre los
muertos e hizo que en el hombre surgiera desde lo más hondo del sepulcro21

Este es el que vendrá el domingo entrante y al que buscaremos en los brazos de
María en ese Belén eterno, en la humildad del Pesebre, en la simplicidad del
Nacimiento.

Pero hay también hoy un personaje excepcional: San José acoge la voz de Dios y
con fervorosa alegría recibe a Jesús y se dispone a “hacerse de su amor sagrario”22,
como dice bellamente la Novena de Navidad que resuena en todas partes en estos
días.

21 Melitón de Sardes. HOMILÍA SOBRE LA PASCUA.


22 Novena de navidad, Oración a San José.
36

Es el silencioso custodio del Sagrario del Espíritu santo que es María, será el
padre nutricio del que nos dará el pan del cielo, será el custodio celoso del que se hizo
hombre por nosotros. Que San José nos enseñe el silencio contemplativo, el trabajo
sereno y fecundo, la alegría de contemplar al Salvador.

La Navidad está a la puerta, hoy la esperamos con María, la Bendita porque ha
creído, porque esperó y porque pudo ofrecer el fruto bendito de su vientre23 a los que
ayer le aguardaron con amor y a los que en este tiempo lo esperemos “para nuestra
salud y remedio” como hemos empezado a rezar en la preciosa novena de navidad que
hoy rezaremos pidiendo y agradeciendo la bendición de Dios.

Corona de Adviento

Cuarto Domingo

A
l encender estas cuatro velas, en el último domingo,
pensamos en ella, la Virgen,
tu madre y nuestra madre.
nadie te esperó con más ansia,
con más ternura, con más amor.
Nadie te recibió con más alegría.
te sembraste en ella
como el grano de trigo se siembra en el surco.
En sus brazos encontraste la cuna más hermosa.
También nosotros queremos prepararnos así:
en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día.
¡Ven pronto, Señor. Ven a salvarnos!

Oración de los fieles

Presidente: Cercanísima la fiesta del nacimiento de Jesús, presentemos a Dios
nuestras súplicas rogando con humilde fe:

R. Oh Señor, escucha y ten piedad.

1. Dios de la vida, te pedimos por tu Iglesia. Concede al papa y a nuestros Obispos
la alegría de seguir anunciando la paz y la esperanza.

2. Dios de la paz, concede a todos los pueblos el regalo de la paz y haz que cuantos
viven en tinieblas y en sombras de muerte encuentren en tu amor consuelo y
gozo para sus vidas.

23 Lucas 1, 42.
37

3. Dios de la esperanza, sigue despertando en el corazón de todos la caridad


fraterna que nos permite compartir en estos días bienes y vida con los más
necesitados. Danos el gozo de servirnos con amor.

4. Dios siempre fiel, haz que cuantos ya gozan de tu reino nos acompañen con su
intercesión y nos motiven a seguir trabajando por la unidad y por la
reconciliación de todos.

Oración conclusiva: Acoge paternalmente nuestras súplicas, oh Señor de la
esperanza, y haz que estos días de alegría nos renueven en la fe. Por Cristo nuestro
Señor.



38

8. Celebración penitencial de Adviento 24



El esquema de celebración está especialmente pensado para los últimos días de
Adviento, en el umbral de la Navidad.
En muchos lugares era una arraigada costumbre: “confesarse” antes de Navidad.
En la realidad actual, estas celebraciones penitenciales pueden ser, además, como
un resumen/culminación de lo vivido durante el Adviento, abriéndonos a la
“gracia” de la Navidad (que es mucho más don sorprendente de Dios que esfuerzo
nuestro).
En algunos ambientes, con alto nivel de práctica –por ejemplo, comunidades
religiosas, asistentes a la misa diaria–, quizá podría organizarse esta celebración
penitencial de Adviento en dos partes: una invitatoria, inicial, en la primera
semana, dejando espacio para la conversión/renovación personal durante las
siguientes semanas, y la otra, conclusiva, más centrada en el don/perdón de Dios,
convocada en los últimos días prenavideños.

Esquema
ANHELAMOS Y PEDIMOS LA VENIDA DEL REINO DE DIOS

1. Ambientación (bueno será ambientar la celebración con alguna música de fondo –


¡no navideña!– que acoja a los que van llegando. Y colocar en la entrada y en el
presbiterio algún cartel/póster con una frase que sintetice lo que venimos a pedir).

2. Saludo. Hermanos: estamos al final de estas semanas esperanzadas de Adviento, en


el umbral de la celebración gozosa y agradecida de Navidad. Venimos para pedir el
perdón renovador de nuestro Padre Dios. Con mucha
esperanza en él, y también algo de buena voluntad por
nuestra parte. Por eso, permítanme que los reciba y
salude con estas palabras (pausa): La gracia, el perdón y
la paz renovadora de Dios, Padre de todos nosotros, y de
su hijo Jesús, el que siempre viene a nuestras vidas, esté
con todos ustedes.

3. Canto. Como introducción a esta celebración, cantemos juntos (y que el canto


exprese nuestro anhelo de renovación, de conversión):

24 GOMIS, J. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona: España.

2001.
39

VAMOS A PREPARAR 25
https://youtu.be/l5NzBkYW3KI

Vamos a preparar el camino del Señor,
vamos a construir la ciudad de nuestro Dios.
Vendrá el Señor con la aurora,
él brillará en la mañana, pregonará la verdad,
vendrá el Señor con su fuerza,
él romperá las cadenas, él nos dará la libertad.

El estará a nuestro lado, él guiará nuestros pasos,
él nos dará la salvación.
Nos limpiará del pecado, ya no seremos esclavos,
él nos dará la libertad.

Visitará nuestras casas, nos llenará de esperanza,
él nos dará la salvación.
Compartirá nuestros cantos, todos seremos hermanos,
él nos dará la libertad.

Caminará con nosotros nunca estaremos ya solos,
él nos dará la salvación.
Él cumplirá la promesa y llevará nuestras penas
Él nos dará la libertad.

4. Diálogo introductorio (leído, pausadamente, por dos asistentes; bueno será
adaptarlo a cada lugar):
– El tiempo de Adviento ha sido un constante y repetido anuncio: El Señor vendrá.
Pero, ¿nos abrimos nosotros a esta venida del Señor?
– La alegre celebración de la Navidad será un estallido de aquella afirmación tantas
veces repetida: “El Señor está con nosotros”. Pero, ¿nosotros estamos con el Señor?
– Jesús vino para anunciarnos la Buena Noticia: “El Reino de Dios está entre ustedes”.
Pero nosotros, ¿vivimos del Reino de Dios, lo anhelamos, trabajamos por su venida,
caminamos hacia él?
– El Reino de Dios es toda verdad, toda justicia, todo amor, toda belleza, toda bondad
que hay o podría haber entre nosotros. Nosotros, ¿nos damos cuenta de que
celebrar la venida del Señor significa descubrir más el Reino que ya tenemos ahora,
significa anhelar y luchar para que venga más a nosotros y a todos los hombres?
– Pero también nos hemos reunido para orar confiadamente al Padre, repitiendo una
vez más aquellas palabras del Padrenuestro: “Venga a nosotros tu Reino”. Por eso y
en primer lugar, escucharemos su Palabra para que reafirme nuestra esperanza.
Muy de verdad, muy hondamente.

25 Letra y música Carmelo Erdozáin


40

5. Oración
Oremos unidos.
Padre santo: Nos queremos preparar para celebrar de nuevo la constante venida de tu
Hijo Jesucristo a nuestra vida. Queremos abrirnos más a tu Reino, anhelarlo más,
empeñarnos más para que venga a nosotros. Pero sabemos y reconocemos que hay en
todos nosotros demasiados obstáculos, mucho miedo y egoísmo; reconocemos que
necesitamos que nos fecunde tu verdad, tu esperanza, tu amor. Por eso te pedimos
que nos ayudes a renovarnos: que venga a nosotros tu Reino. Te lo pedimos muy
confiadamente por Jesucristo, nuestro Señor.

6. Primera lectura: Isaías 11,1-10

Pero brotará un renuevo del tronco de Jesé,


y de su raíz florecerá un vástago.
Sobre él se posará el espíritu del Señor:
espíritu de sabiduría y entendimiento,
espíritu de consejo y fortaleza,
espíritu de conocimiento y temor del Señor.
Lo inspirará el temor del Señor.
No juzgará por apariencias
ni sentenciará de oídas;
juzgará a los pobres con justicia,
sentenciará con rectitud a los sencillos de la tierra;
pero golpeará al violento con la vara de su boca,
y con el soplo de sus labios hará morir al malvado.
La justicia será ceñidor de su cintura,
y la lealtad, cinturón de sus caderas.
Habitará el lobo con el cordero,
el leopardo se tumbará con el cabrito,
el ternero y el león pacerán juntos:
un muchacho será su pastor.
La vaca pastará con el oso,
sus crías se tumbarán juntas;
el león como el buey, comerá paja.
El niño de pecho retoza junto al escondrijo de la serpiente,
y el recién destetado extiende la mano
hacia la madriguera del áspid.
Nadie causará daño ni estrago
por todo mi monte santo:
porque está lleno el país del conocimiento del Señor,
como las aguas colman el mar.
Aquel día, la raíz de Jesé será elevada
como enseña de los pueblos:
se volverán hacia ella las naciones
y será gloriosa su morada. Palabra de Dios
41

7. Salmo 22
R. El Señor es mi pastor
El Señor es mi Pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.

8. Evangelio: Marcos 4,26-32

En aquel tiempo decía Jesús a la gente: «El reino de Dios se parece a un hombre que
echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla
germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola:
primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se
mete la hoz, porque ha llegado la siega». Dijo también: «¿Con qué podemos comparar
el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en
la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta
que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden
anidar a su sombra». Palabra del Señor.

9. Sugerencias para la homilía


En la primera lectura hemos escuchado el gran anuncio del Señor que
viene a nosotros para comunicarnos su Reino. Su Reino que está ya entre nosotros,
pero quiere crecer hasta llegar a su plenitud. Esta es nuestra fe, esta es nuestra
esperanza. El Reino –el amor, la vida– de Dios se nos ofrecen para que los acojamos y
los comuniquemos.
Pero, ¿vivimos nosotros del Reino de Dios? ¿lo sabemos descubrir presente
42

en nuestra vida, lo valoramos? ¿lo deseamos, lo pedimos? ¿nos abrimos a él, luchamos
por superar todo mal que en nosotros y en nuestra sociedad se le opone? De nada
serviría celebrar la venida de Jesucristo, si nos olvidamos de que él viene a anunciar y
trabajar por el Reino de amor, bondad y vida.
Lo que sucede es que quizá no creemos bastante en el Reino como don de
Dios. Como gracia renovadora y fortalecedora en nosotros. El Reino es más que lo que
nosotros hacemos (o quisiéramos hacer). Creer en el Reino significa abrirnos al don
siempre constante de Dios que viene, que se nos da, que está en nosotros. Que nos
fecunda y transforma. Por ello Jesucristo habla del Reino como de una semilla que
germina y va creciendo sin que sepa nadie cómo.
Si ahora deseamos reconocer unos ante otros, y todos ante Dios, nuestro
pecado que nos aleja del Reino, es necesario que reconozcamos que en nosotros está
también la gracia, el don de Dios: su Reino, semilla que germina y crece.

10. Silencio. Sin prisas. Mejor con música de fondo. Y, quizá, con la Iglesia en cierta
penumbra.

11. Confesión general
Confesemos ahora, juntos, que por nuestra falta de fe, de esperanza y de amor,
vivimos poco del Reino de Jesucristo. Y pidamos perdón diciendo:
R. Ven, Señor Jesús
– Porque creemos poco en la fecundidad de tu Palabra; porque no nos dejamos guiar
por tu Evangelio; porque no buscamos siempre la verdad, ni la defendemos
bastante, porque no la comunicamos; por nuestras mentiras y trampas...
humildemente te pedimos todos juntos: Ven, Señor Jesús.
– Porque tenemos una esperanza muy débil; porque no valoramos gozosamente todo
lo que de bueno nos das y no sabemos darte gracias por ello; porque nos
resignamos fácilmente a aquello que hay de mal en el mundo; porque no luchamos
para que aumente la justicia y la libertad; por nuestro miedo y nuestra pereza...
humildemente te pedimos todos juntos: Ven, Señor Jesús.
– Porque nos cuesta dejarnos transformar por tu amor; porque lo empequeñecemos
y lo traicionamos; porque hay en nosotros dureza, egoísmo, indiferencia; porque
utilizamos a los demás para descargar nuestro malhumor; porque no buscamos
sinceramente en tu Palabra y en tu Eucaristía la luz y la fuerza que necesitamos
para amar más y mejor... humildemente te pedimos todos juntos: Ven, Señor Jesús.

12. Padrenuestro
Hermanas y hermanos: como Cristo nos enseñó, pidamos al Padre que venga a
nosotros su Reino de verdad, de amor y de esperanza. Digamos (cantemos):


43

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

13. Oración presidencial
Dios todopoderoso en tu amor y eterno en tu perdón: en vísperas de la celebración del
Nacimiento de tu Hijo y hermano nuestro Jesús, te pedimos que, con la misma
generosidad sin límite con que enviaste al Señor Jesús a compartir su vida con
nosotros hasta entregarla hasta la muerte, renueves nuestro camino. Que en la noche,
surja la luz. Que la tibieza se convierta en decisión. Perdona nuestro pecado, nuestra
mediocridad, nuestras ambigüedades. Para poder acoger la venida del Niño que es
salvador, guía, fuerza renovadora.
Y así, juntos, con todos los cristianos del mundo y con todas las mujeres y los hombres
de buena voluntad, disponernos mucho más a trabajar por tu Reino aquí y ahora. Con
la esperanza de llegar a la inmensa alegría de la plenitud de tu Reino, después, en la
fiesta del cielo.
Te lo pedimos con sencillez, pero con toda confianza, por y con Jesucristo, nuestro
Señor. Amén.

14. Confesión y absolución (según el Ritual)



15. Satisfacción penitencial. (Como signo de la voluntad de conversión, se puede
proponer que cada uno ofrezca alguna limosna o ayuda a los necesitados en los
próximos días de Navidad).

16. Gesto de paz. Compartiendo la alegría del perdón que hemos recibido, hermanos,
démonos fraternalmente la paz.

17. Canto de alabanza. Y demos juntos gracias a Dios, con las palabras del cántico de
María. Porque el Señor ha hecho maravillas.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
44

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:


su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

18. Oración final
Dios y Padre nuestro,
tú perdonas nuestros pecados y nos das la paz;
haz que también nosotros,
gracias a la luz de tu Hijo hecho hombre,
seamos comunicadores de perdón y de paz
a todos nuestros hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

19. Bendición y despedida (sin canto final)


45

9. Oración Universal26
Hasta el 16 de diciembre
LUNES
Presidente: Mientras esperamos la venida definitiva del Señor, cuando acogerá en su
Reino a toda la humanidad redimida, oremos para que su amor, su paz, su luz,
transformen ya ahora nuestras vidas y las de todos nuestros hermanos. Oremos
diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Para que llegue un día en que todos los hombres y mujeres de toda la tierra, puedan
vivir en paz, con esperanza, confiados ante el futuro. Oremos.
2. Para que la luz y la fuerza del Evangelio haga desaparecer el egoísmo, la dureza de
corazón, la mentira. Oremos.
3. Para que los gobernantes, los políticos, los que tienen el poder económico o militar,
trabajen sinceramente por el bienestar de todos, y especialmente de los más pobres
y débiles. Oremos.
4. Para que el pueblo de Israel, que recibió desde muy antiguo la llamada del Señor, se
esfuerce en buscar la paz y muestre ante el mundo el rostro amoroso de Dios.
Oremos.
5. Para que la Iglesia entera, y cada uno de nosotros, vivamos con alegría nuestra fe y
la vida nueva que hemos recibido. Oremos.
Oración conclusiva: Señor Jesús, escucha nuestra oración. Ven y renuévanos, a
nosotros, a toda la Iglesia, y a la humanidad entera. Tú que vives y reinas por los siglos
de los siglos. R. Amén.

MARTES
Presidente: En este tiempo de preparación de la venida del Señor, oremos para que el
amor de Dios se derrame en nuestro mundo. Oremos diciendo:
R. Padre, escúchanos.
1. Por la Iglesia y por cada uno de los cristianos. Que seamos siempre portadores de
esperanza, de amor, de misericordia. Oremos.
2. Por todos los pueblos de la tierra. Que ningún pueblo alce ya más la espada contra
otro, y se terminen las guerras y las violencias. Oremos.
3. Por los que son víctimas de la violencia y de cualquier opresión. Que encuentren el
apoyo que merecen, para poder liberarse de esa injusticia. Oremos.
4. Por los niños. Que con nuestro ejemplo y nuestra palabra sepamos educarlos en la
generosidad, la sencillez, y el amor a Jesús. Oremos.

26 LLIGADAS SORRIBAS, Josep. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92.

Barcelona: España. 2001.


46

5. Por nosotros. Que en esta celebración de la Eucaristía vivamos con mucha fe la


venida del Señor a nuestras vidas. Oremos.
Oración conclusiva: Escucha, Padre, estas peticiones, y envíanos a tu Hijo, el salvador
del mundo. Él que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. R. Amén.

MIÉRCOLES
Presidente: A Jesús, la luz del mundo, el Príncipe de la paz, orémosle diciendo:
R. Ven, Señor Jesús
1. Por el papa, por nuestro obispo, por los sacerdotes y los diáconos, por los religiosos
y religiosas, por todos los que tienen responsabilidades en la comunidad cristiana.
Oremos.
2. Por todos los hombres y mujeres que se esfuerzan trabajando al servicio de los
demás. Oremos.
3. Por los que sólo piensan en sí mismos, por los que tienen el corazón cerrado a la
compasión, por los que buscan por encima de todo ser ricos y poderosos. Oremos.
4. Por las familias rotas, por los ancianos abandonados, por los niños que no conocen
el cariño de unos padres. Oremos.
5. Por nosotros y por todos los cristianos, que queremos abrir un camino al Señor en
nuestras vidas y preparar la llegada de su Reino. Oremos.
Oración conclusiva: Ven, Señor Jesús. Ven en medio de nosotros y da tu consuelo a
los afligidos, tu fortaleza a los que te queremos seguir, tu luz a los que no te conocen, y
un corazón nuevo a los que viven encerrados en el egoísmo. Tú, nuestro hermano y
nuestro Señor, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.

JUEVES
Presidente: Presentemos a Dios, el Padre, nuestros anhelos y deseos para el bien de
nuestros hermanos cristianos y de todos los hombres y mujeres del mundo entero.
Oremos diciendo:
R. Padre, escúchanos.
1. Para que este tiempo de Adviento sea un estímulo de renovación para la Iglesia, a
fin de que con sus palabras y sus obras transmita alegría y esperanza a toda la
humanidad. Oremos.
2. Para que el Señor, con su venida, nos dé ánimo para hacer realidad las grandes
aspiraciones humanas de un mundo más justo, más libre, más fraterno. Oremos.
3. Para que todos los que se sienten tristes y desanimados encuentren fortaleza en
Dios, y una mano amiga que les ayude a superar sus angustias y dolores. Oremos.
4. Para que los terroristas y todos los que actúan con violencia, se conviertan y
aprendan a amar a los demás como Jesús nos ama a todos. Oremos.
47

5. Para que todos nosotros tengamos viva conciencia de nuestra debilidad, y sintamos
la necesidad de que el Señor venga a salvarnos del pecado. Oremos.
Oración conclusiva: Escucha, Padre, nuestra oración. Transforma nuestros corazones
para que preparemos la venida de tu Hijo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

VIERNES
Presidente: A Jesús, que vino por primera vez en Belén, hecho hombre como
nosotros, y que vendrá de manera definitiva en la plenitud de los tiempos para
cumplir todas las esperanzas, pidámosle que venga ahora entre nosotros a
transformar nuestras vidas y la vida de la humanidad entera. Oremos diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por la Iglesia, por cada uno de los cristianos. Que demos ejemplo de comprensión y
acogida hacia los inmigrantes que vienen a nuestro país buscando una vida digna.
Oremos.
2. Por los que no comparten la fe de Jesucristo pero tienen el corazón abierto al amor
y al servicio a los demás. Que Dios venga a sus vidas, y puedan encontrar un día la
alegría y la luz del Evangelio. Oremos.
3. Por los que viven en los países ricos. Para que estén dispuestos a solidarizarse con
los países pobres. Oremos.
4. Por los más necesitados, por los que no tienen trabajo, por los enfermos. Que a
nadie le falte el apoyo y la ayuda necesaria. Oremos.
5. Por nosotros, que celebramos la Eucaristía en este tiempo de espera de la venida
del Señor. Que renovemos nuestra fe en la vida definitiva que Dios nos ofrece más
allá de este mundo. Oremos.
Oración conclusiva: Escucha, Señor, nuestra oración, y haz que sepamos descubrirte
y esperarte en todos los acontecimientos de la vida. Tú que vives y reinas por los
siglos de los siglos. R. Amén.

SÁBADO
Presidente: En este tiempo de Adviento experimentamos de un modo especial el
amor y la ternura de Dios para con nosotros. Él nos ama y nos envía a su Hijo, para
que nos acompañe en nuestro camino y nos dé fuerza y esperanza. Por eso podemos
acercarnos a él y presentarle nuestras peticiones. Así pues, oremos diciendo:
R. Padre, escúchanos.
1. Por nuestra parroquia, y por todos los que en ella dedican tiempo y esfuerzo al
servicio de la comunidad cristiana. Oremos
2. Por los distintos movimientos cristianos, de jóvenes y de adultos. Oremos.
3. Por los que se preparan para el sacerdocio y para la vida religiosa, y por sus
48

responsables y formadores. Oremos.


4. Por los enfermos, por los que más fuertemente experimentan la debilidad y el
dolor. Oremos.
5. Por los que no tienen trabajo, o tienen trabajos precarios que les hacen vivir en la
inseguridad y la angustia. Oremos.
6. Por nuestros familiares y amigos difuntos. Oremos.
Oración conclusiva: Escucha, Padre, nuestra oración, y haz que, como María,
tengamos el corazón bien dispuesto para recibir a tu Hijo Jesús. Que contigo vive y
reina por los siglos de los siglos. R. Amén.

49

10. Oración Universal


Del 17 al 24 de diciembre

DÍA 17
Presidente: Cuando están ya muy cerca las fiestas de Navidad, oremos con fe para
que la venida del Señor renueve a la Iglesia y a toda la humanidad. Oremos diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por la Iglesia, por todos los cristianos. Que seamos siempre portadores de amor y
de esperanza. Oremos.
2. Por el pueblo de Israel, el pueblo del que nació Jesús. Que quiera caminar siempre a
la luz del Dios salvador y misericordioso. Oremos.
3. Por los gobernantes de nuestro mundo. Que tengan como objetivo hacer posible
una justa distribución de la riqueza. Oremos.
4. Por los que trabajan en entidades y asociaciones al servicio de la justicia, la paz y la
igualdad. Que Dios les bendiga, y encuentren el apoyo que necesitan a su labor.
Oremos.
5. Por nosotros. Que vivamos con mucha fe las fiestas de Navidad. Oremos.
Oración conclusiva: Señor Jesús, ven entre nosotros, y renuévanos con tu luz. Tú, el
Hijo de Dios, nuestro hermano, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.

DÍA 18
Presidente: Con mucha fe y mucha esperanza, oremos diciendo:
R. Ven, Señor Jesús
1. Para que, como san José, todos los cristianos estemos abiertos a escuchar las
llamadas que Dios nos dirige. Oremos.
2. Para que los que se preparan para el sacerdocio o la vida religiosa vivan muy
unidos a Jesús para poder dar testimonio de él en nuestro mundo. Oremos.
3. Para que, en nuestro país y en todos los países, reinen la justicia y el derecho.
Oremos.
4. Para que las familias que sufren divisiones y rupturas, se esfuercen con buena
voluntad para superar los rencores y los agravios mutuos. Oremos.
5. Para que los que hoy nos hemos reunido en esta Eucaristía, nos preparemos de
todo corazón para las fiestas que se acercan. Oremos.
Oración conclusiva: Señor Jesús, Dios con nosotros, que vienes a salvar a tu pueblo
de los pecados, escúchanos y danos tu amor y tu gracia. Tú que vives y reinas por los
siglos de los siglos. R. Amén.


50

DÍA 19
Presidente: Llenos de alegría porque el Señor está cerca, oremos diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Para que la Iglesia, como Juan Bautista, anuncie la salvación de Dios y dé testimonio
de fe y de esperanza en el Señor que viene a nuestras vidas. Oremos.
2. Para que no falten en nuestro mundo profetas capaces de hacer que crezcan en
todos los corazones sentimientos de generosidad, de justicia y de fraternidad.
Oremos.
3. Para que los pobres sean protegidos y salvados de su dolor, y toda persona tenga lo
necesario para vivir. Oremos.
4. Para que los matrimonios que no pueden tener hijos vivan con paz y confianza.
Oremos.
5. Para que nuestra comunidad llegue a ser un pueblo bien dispuesto para recibir al
Señor. Oremos.
Oración conclusiva: Ven, Señor Jesús. Ven en medio de nosotros y da tu consuelo a
los afligidos, tu fortaleza a los que te queremos seguir, tu luz a los que no te conocen, y
un corazón nuevo a los que viven encerrados en el egoísmo. Tú, nuestro hermano y
nuestro Señor, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.

DÍA 20
Presidente: A Jesús, el Emmanuel, el Dios con nosotros, el hijo de María, orémosle
diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por la Iglesia, por cada uno de los cristianos. Para que seamos portadores de paz en
los conflictos, y nos esforcemos en la búsqueda de soluciones cuando se planteen
tensiones y problemas. Oremos.
2. Por todos los pueblos de la tierra. Para que las fiestas de Navidad hagan crecer la
justicia, la libertad, la paz. Oremos.
3. Por las madres y los padres que esperan el nacimiento de un hijo. Para que lo
puedan vivir con mucha felicidad, y el niño crezca sano de cuerpo y de espíritu.
Oremos.
4. Por los pobres y por todos los que vivirán estas fiestas en el dolor y la tristeza. Para
que reconozcamos en ellos la presencia del Dios hecho hombre, y les demos toda
nuestra ayuda. Oremos.
5. Por nosotros. Para que vivamos estos días de espera del nacimiento de Jesús con un
gran espíritu de fe y de oración. Oremos.
Oración conclusiva: Señor Jesús: A nosotros, que por el anuncio del ángel hemos
conocido tu encarnación, condúcenos, por tu pasión y tu cruz, a la gloria de la
51

resurrección. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.
DÍA 21
Presidente: El Señor está cerca. Con fe, con esperanza, orémosle diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por los obispos, por los sacerdotes, por los diáconos. Que, como María, que trajo la
alegría a la casa de Isabel, sean fuente de alegría para todo el pueblo cristiano.
Oremos.
2. Por los que dudan y los que desfallecen en la fe. Que estas fiestas de Navidad les
ayuden a encontrar al Dios que se ha hecho nuestro hermano. Oremos.
3. Por los que trabajan en los servicios sociales y la atención a los pobres, tanto en
instituciones civiles como en instituciones de Iglesia. Que Dios les dé la fortaleza y
el amor que necesitan para llevar a cabo su labor. Oremos.
4. Por los que sufren hambre y miseria, en nuestro país. Que reciban la ayuda y la
solidaridad que necesitan, por parte nuestra y de todas las personas de buena
voluntad. Oremos.
5. Por los que nos hemos reunido a celebrar la Eucaristía, en estos últimos días del
tiempo de Adviento. Que estemos siempre bien dispuestos para recibir al Señor que
viene a nuestras vidas. Oremos.
Oración conclusiva: Escúchanos, Señor, y ven a salvarnos. Tú que vives y reinas por
los siglos de los siglos. R. Amén.

DÍA 22
Presidente: Unidos con María, que canta la alegría de la salvación, y dispuestos, como
ella, a llevar a Jesús a nuestros hermanos, oremos diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por la Iglesia. Que esté siempre a favor de los pobres y los débiles, y se oponga a los
opresores. Oremos.
2. Por los creyentes de las religiones no cristianas: judíos, musulmanes, budistas,
hinduistas. Que Dios les ilumine en la búsqueda del bien y del amor. Oremos.
3. Por todos los que, en cualquier lugar del mundo, trabajan al servicio de la justicia y
la igualdad entre los hombres. Que sus esfuerzos sean eficaces, y den fruto para el
bien de todos. Oremos.
4. Por los maestros y los educadores. Que con su labor ayuden a construir un mundo
de hombres y mujeres libres, conscientes y generosos. Oremos.
5. Por nosotros. Que sepamos reconocer agradecidos las maravillas que el Señor obra
en nuestras vidas. Oremos.
Oración conclusiva: Ven, Señor Jesús, y danos tu amor inagotable. Tú, el Hijo de Dios,
nuestro hermano, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.
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DÍA 23
Presidente: A las puertas ya de la Navidad, cuando está a punto de nacer entre
nosotros aquel que nos muestra la bondad de Dios y su amor a todos los hombres y
mujeres del mundo entero, orémosle diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Para que pronto llegue la unidad de todos los cristianos bajo la guía del único
pastor, Jesús, el Hijo de Dios. Oremos.
2. Para que en el corazón de todas las personas crezcan sentimientos de amor, de
generosidad, de perdón. Oremos.
3. Para que todos los niños y niñas tengan casa, escuela, y una familia que les quiera.
Oremos.
4. Para que aquellos que viven pensando sólo en sí mismos, se conviertan y aprendan
a amar. Oremos.
5. Para que todos nosotros nos preparemos para la celebración de la Navidad
mediante la oración y el amor sincero. Oremos.
Oración conclusiva: Señor Jesús, ayúdanos a vivir estos días con los ojos muy
abiertos a nuestro alrededor, sin escondernos de los problemas, y con ganas de poner
en ellos todo el amor de que seamos capaces. Te lo pedimos a ti, hombre como
nosotros, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.
DÍA 24
Presidente: Ya se cumple el tiempo en el que Dios envió a su Hijo a la tierra. Con fe, le
decimos:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por todos los pueblos de la tierra. Que la luz del Evangelio siembre en ellos semillas
de esperanza, de fe y de amor. Oremos.
2. Por los países que sufren la tragedia de la guerra. Que la venida del Príncipe de la
paz transforme los corazones y sea posible alcanzar soluciones de justicia y de
concordia. OREMOS:
3. Por los pobres y por todos los que vivirán estas fiestas en el dolor y la tristeza. Que
reconozcamos en ellos la presencia del Dios hecho hombre, y les demos toda
nuestra ayuda. OREMOS:
4. Por la Iglesia. Que sea siempre testimonio transparente del amor y la bondad de
Dios que hemos conocido en Jesús, el Niño de Belén. OREMOS:
5. Y por todos nosotros. Que la alegría de la Navidad transforme nuestros corazones.
Que, como María, la Madre de Dios, vivamos estas fiestas poniendo a nuestro
alrededor todo el amor de que seamos capaces. OREMOS:
Oración conclusiva: Ven, Señor Jesús, y no tardes, para que tu venida consuele y
fortalezca a los que esperan todo de tu amor. Tú, la Palabra hecha carne, el Hijo de
Dios, nuestro hermano, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.
53

11. Lucernario27
En honor de la Inmaculada Concepción de María
7 de diciembre



Se disponen en el presbiterio, cerca al altar la Imagen de la Virgen Santísima con dos o más candeleros, El celebrante,
revestido de alba y estola y también pluvial blanco o azul (allí donde esté concedido), venera el altar y va a la sede
desde donde dice:

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
R. Amén.

El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

Amados hermanos en la fe:
Hemos venido a honrar al Señor de la gloria, luz de luz, y a recordar la bondad de Dios
en este signo humilde de las luces que se encienden en la vigilia de la Solemnidad de la
Inmaculada.

En Éfeso, la ciudad a la que San Pablo dirigió su carta y la que fue protagonista
de tantos sucesos en el Nuevo Testamento, durante el año 431 se celebraba el Concilio
Ecuménico en el que, entre importantísimas definiciones, se proclamó la Maternidad
Divina de María, esto es, que la Santísima Virgen María es madre de Dios, y que al dar
a luz al Salvador, Dios y hombre verdadero, debe ser honrada con especial afecto por
la Iglesia con éste título único y glorioso.

Los habitantes de Éfeso, para animar a los Obispos del Concilio y para hacer
sentir su voz, la que asegura la vinculación del Pueblo de Dios a las definiciones de los
dogmas de la Iglesia, encendieron en sus casas luces con las que indicaban su adhesión
a la verdad revelada en la que se apoya la afirmación de María como Madre de Dios.

Llena la ciudad de las luces de los fieles, resonó luego la definición dogmática
con la que se proclamaba la Maternidad Divina.

El Papa Pío Noveno, quiso retomar este signo la víspera de la definición del
Dogma de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 1854.

27 Texto elaborado por el P. Diego Albero Uribe Castrillón, profesor Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín.
54

Pero ya el pueblo fiel, especialmente en España y en América Latina,


retomando la costumbre de los pueblos antiguos, había hecho de las luces encendidas
un modo de proclamar su fe.

Ahora también nosotros, queriendo honrar a la Madre del Señor, vamos a
bendecir y encender estas luces que nos recuerdan la Misericordia de Dios realizada
de modo admirable en María Virgen.

Unámonos con fe y con devoción.

ORACIÓN COLECTA

D
ios y Padre nuestro,
que, por la maternidad de la Virgen María,
quisiste revelar al mundo el esplendor de tu gloria,
concédenos poder celebrar con fe íntegra
y generosa entrega el admirable misterio
de la Encarnación de tu Hijo.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.
R. Amén.

Lectura de la Palabra de Dios

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 28-30

Hermanos: Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que
lo aman, de aquellos que él llamó según su designio. En efecto, a los que Dios conoció
de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el
Primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, también los llamó; y a
los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.
Palabra de Dios.

Salmo Sal 97, 1. 2-3b. 3c-4 (R.: 1a)

R. Canten al Señor un canto nuevo,


porque él hizo maravillas.

Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria. R.

El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
55

en favor del pueblo de Israel. R.



Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos. R.

Aleluia Cf. Lc 1, 28

Aleluia.
¡Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo,
bendita tú eres entre las mujeres!
Aleluia.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 39-47

María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de
Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría
en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:«¡ Bendita eres entre todas las
mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que venga a visitarme
la madre de mi Señor? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Dichosa
tu que has creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.»
María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece
de gozo en Dios, mi Salvador.» Palabra del Señor.

Alabanzas a la Madre de Dios

El Celebrante dice ahora una de las siguientes alabanzas a la Madre de Dios:



San Efrén de Ciro28 cantaba así a la Madre del Señor:

«El Señor vino a ella para hacerse siervo.
El Verbo vino a ella para callar en su seno.
El rayo vino a ella para no hacer ruido.
El pastor vino a ella, y nació el Cordero,
que llora dulcemente.
El seno de María ha trastocado los papeles:
El que creó todas las cosas las posee, pero en la pobreza.
El Altísimo vino a ella (María), pero entró humildemente.
El esplendor vino a ella, pero con vestido de humildad.
El que lo da todo experimentó el hambre. El que da de beber a todos sufrió la sed. El
que todo lo reviste (de belleza)
salió desnudo de ella»

28 San Efrén de Ciro Himno De Nativitate 11, 6-8.


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O bien,

San Cirilo de Alejandría29 le dice:

«Te saludamos, María, Madre de Dios, tesoro digno de ser venerado por todo el orbe,
lámpara inextinguible, corona de la virginidad, trono de la recta doctrina, templo
indestructible, lugar propio de aquel que no puede ser contenido en lugar alguno,
madre y virgen, por quien es llamado bendito, en los santos evangelios, el que viene en
nombre del Señor.

Te saludamos, a ti, que encerraste en tu seno virginal a aquel que es inmenso e
inabarcable; a ti, por quien la santa Trinidad es adorada y glorificada; por quien la
cruz preciosa es celebrada y adorada en todo el orbe; por quien exulta el cielo; por
quien se alegran los ángeles y arcángeles; por quien son puestos en fuga los demonios;
por quien el diablo tentador cayó del cielo; por quien la criatura, caída en el pecado, es
elevada al cielo; por quien toda la creación, sujeta a la insensatez de la idolatría, llega
al conocimiento de la verdad; por quien los creyentes obtienen la gracia del bautismo
y el aceite de la alegría; por quien han sido fundamentadas las Iglesias en todo el orbe
de la tierra; por quien todos los hombres son llamados a la conversión».

O bien,

Santa Laura Montoya30, en sus obsequios a María Inmaculada, dice:

«Gloria a Vos tan bella!
Amada Madre, poderosa Reina,
sonrisa de la vida humana!
Amanecer del claro día de la fe!
Flor del campo, Rosa de Jericó,
caricia de los cielos, hechizo de corazones,
oriente de nuestra esperanza,
consuelo en las tristezas de este mundo,
Maná del alma sedienta de ternura,
Medicina del enfermo corazón…
Perfumado huerto que nos produjo a Jesús,
Puerto de los náufragos del pecado,
retoño de Adán que encierra el Cielo,
Cielo del mismo Cielo…»





29 San Cirilo de Alejandría, Homilía en el Concilio de Éfeso,


30 Santa Laura Montoya, Obsequios a María Inmaculada. Manual de Oraciones.
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ORACIÓN DE BENDICIÓN DE LAS LUCES



El sacerdote, enciende uno de los cirios y luego pasa la luz a los fieles. Luego, con las manos extendidas, dice:

Oremos.
Dios que eres luz, mira la humilde ofrenda y
Ben+dice con tu gracia la luz de estas velas
que encendemos hoy y recibe amoroso
nuestro deseo de amarte y glorificarte con nuestra vida.
Que con la intercesión de María Inmaculada,
sigamos preparando el corazón
para que se encienda la luz de Jesús, tu Hijo,
en el corazón de los discípulos misioneros del Salvador,
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos.
R. Amen.

Luego asperja las velas con agua bendita. Luego toma de las luces encendidas y enciende los cirios junto a la Imagen
de la Virgen Santísima.

CANTO DE LA SALVE
Toma luego el incensario y tras incensar la Cruz que preside el Presbiterio, inciensa también la Imagen de María
mientras que entona la Salve. Terminada la Salve bendice al pueblo diciendo:

El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

El Dios de toda gracia, que los ha llamado en Cristo a su eterna gloria, los afiance y los
conserve fuertes y constantes en la fe.
R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
del Padre, del Hijo + y del Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
R. Amén.

Pueden ir en Paz.
R. Demos gracias a Dios.

Y se concluye todo con un canto apropiado.


58

12. Novena en honor de Nuestra Señora de Guadalupe


Patrona de América Latina



Señal de la Cruz.

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser vos
quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos
ofendido. Propongo enmendarme y confesarme a su tiempo y ofrezco cuanto hiciere
en satisfacción de mis pecados, y confío en vuestra bondad y misericordia infinita, que
me perdonéis y me des gracia para nunca mas pecar. Así lo espero por intercesión de
mi Madre, nuestra Señora la Virgen de Guadalupe. Amén.

Hágase la petición...

Récese cuatro Salves en memoria de las cuatro apariciones y luego se reza la oración
de cada día.

Primer Día

Oh Santísima Señora de Guadalupe! Esa corona con que ciñes tus sagradas cienes
publica que eres Reina del Universo. Lo eres, Señora, pues como Hija, como Madre y
como Esposa del altísimo tienes absoluto poder y justísimo derecho sobre todas las
criaturas. Siendo esto así, yo también soy tuyo; también pertenezco a tí por mil títulos;
pero no me contento con ser tuyo por tan alta jurisdicción que tienes sobre todos;
quiero ser tuyo por otro título mas, esto es, por elección de mi voluntad. Ved que, aquí
postrado delante del trono de tu Majestad, te elijo por mi Reina y mi Señora, y con este
motivo quiero doblar el señorío y dominio que tienes sobre mí; quiero depender de tí
y quiero que los designios que tiene de mí la Providencia divina, pasen por tus
manos. Dispón de mí como te agrade; los sucesos y lances de mi vida quiero que todos
corran por tu cuenta. Confío de tu benignidad, que todos se enderezarán al bien de mi
alma y honra y gloria de aquel Señor que tanto se complace en todo el mundo. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
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Segundo Día

Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Que bien se conoce que eres Abogada nuestra en
el tribunal de Dios, pues esas hermosísimas manos que jamás dejan de beneficiarnos
las juntas ante el pecho en ademán de quien suplica y ruega, dándonos con esto a ver
que desde el trono de gloria como Reina de Ángeles y hombres haces también oficio
de abogada, rogando y procurando a favor nuestro. Con qué afectos de
reconocimiento y gratitud podré pagar tanta fineza? Siendo que no hay en todo mi
corazón suficiente caudal para pagarlo. A tí recurro para que me enriquezcas con los
dones preciosos de una caridad ardiente y fervorosa, de una humildad profunda y de
una obediencia pronta al Señor. Esfuerza tus súplicas, multiplica tus ruegos, y no ceses
de pedir al Todopoderoso me haga suyo y me conceda ir a darte las gracias por el feliz
éxito de tu intermediación en la gloria. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.

Tercer Día

Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Qué puedo creer al verte cercada de los
rayos del sol, sino que estás íntimamente unida al Sol de la Divinidad, que no hay en tu
casa ninguna cosa que no sea luz, que no sea gracia y que no sea santidad! Qué puedo
creer sino que estás anegada en el piélago de las divinas perfecciones y atributos, y
que Dios te tiene siempre en su corazón! Sea para bien, Señora, tan alta felicidad. Yo,
entre tanto, arrebatado del gozo que ello me causa, me presento delante del trono de
tu soberanía, suplicándote te dignes enviar uno de tus ardientes rayos hacia mi
corazón: ilumina con su luz mi entendimiento; enciende con su luz mi voluntad; haz
que acabe yo de persuadirme de que vivo engañado todo el tiempo que no empleo en
amarte a Tí y en amar a mi Dios: haz que acabe de persuadirme de que me engaño
miserablemente cuando amo alguna cosa que no sea mi Dios y cuando no te amo a Tí
por Dios. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.

Cuarto Día

Oh Santísima María de Guadalupe! Si un ángel del cielo tiene por honra tan grande
suya estar a tus pies y que en prueba de su gozo abre los brazos y extiende las alas
para formar con ellas repisa a tu Majestad, qué deberé yo hacer para manifestar mi
veneración a tu persona, no ya la cabeza, ni los brazos, sino mi corazón y mi alma para
que santificándola con tus divinas plantas se haga trono digno de tu
soberanía? Dígnate, Señora, de admitir este obsequio; no lo desprecies por indigno a
tu soberanía, pues el mérito que le falta por mi miseria y pobreza lo recompenso con
la buena voluntad y deseo. Entra a registrar mi corazón y verás que no lo mueven
otras alas sino las del deseo de ser tuyo y el temor de ofender a tu Hijo divinísimo.
Forma trono de mi corazón, y ya no se envilecerá dándole entrada a la culpa y
haciéndose esclavo del demonio. Haz que no vivan en el sino Jesús y María. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
60


Quinto Día

Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Qué otro vestido le correspondía a quien es
un cielo por su hermosura, sino uno todo lleno de estrellas? Con qué podía adornarse
una belleza toda celestial, sino con los brillos de unas virtudes tan lucidas y tan
resplandecientes como las tuyas? Bendita mil veces la mano de aquel Dios que supo
unir en ti hermosura tan peregrina con pureza tan realzada, y gala tan brillante y rica
con humildad tan apacible. Yo quedo, Señora, absorto de hermosura tan amable, y
quisiera que mis ojos se fijaran siempre en Tí para que mi corazón no se dejara
arrastrar en otro afecto que no sea el amor tuyo. No podré lograr este deseo si esos
resplandecientes astros con que estás adornada no infunden una ardiente y fervorosa
caridad, para que ame de todo corazón y con todas mis fuerzas a mi Dios, y después de
mi Dios a Tí, como objeto digno de que lo amemos todos. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.

Sexto Día

Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Que bien dice a tu soberanía ese tapete que
la luna forma a tus sagradas plantas! Hollaste con invicta planta las vanidades del
mundo, y quedando superior a todo lo creado jamás padeciste el menguante de la mas
ligera imperfección: antes de tu primer instante estuviste llena de gracia. Miserable de
mí, Señora, que no sabiéndome mantener en los propósitos que hago, no tengo
estabilidad en la virtud y solo soy constante en mis viciosas costumbres. Duélete de
mí, Madre amorosa y tierna; ya que soy como la luna en mi inconstancia, sea como la
luna que está a tus pies, esto es, firme siempre en tu devoción y amor, para no padecer
los menguantes de la culpa. Haz que esté yo siempre a tus plantas por el amor y la
devoción, y ya no temeré los menguantes del pecado sino que procuraré darme de
lleno a mis obligaciones, detestando de corazón todo lo que es ofensa de mi Dios.
Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.

Séptimo Día

Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Nada, nada veo en este hermosísimo retrato
que no me lleve a conocer las altas perfecciones de que dotó el Señor a tu alma
inocentísima. Ese lienzo grosero y despreciable; ese pobre pero feliz ayate en que se
ve estampada tu singular belleza, dan claro a conocer la profundísima humildad que le
sirvió de cabeza y fundamento a tu asombrosa santidad. No te desdeñaste de tomar la
pobre tilma de Juan Diego, para que en ella estampase tu rostro, que es encanto de los
ángeles, maravilla de los hombres y admiración de todo el universo. Pues, cómo no he
de esperar yo de tu benignidad , que la miseria y pobreza de mi alma no sean
embarazo para que estampes en ella tu imagen graciosísima? Yo te ofrezco las telas de
mi corazón. Tómalo, Señora, en tus manos y no lo dejéis jamás, pues mi deseo es que
no se emplee en otra cosa que en amarte y amar a Dios. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
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Octavo Día

Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Qué misteriosa y que acertada estuvo la mano del
Artífice Supremo, bordando tu vestido con esa orla de oro finísimo que le sirve de
guarnición. Aludió sin duda a aquél finísimo oro de la caridad y amor de Dios con que
fueron enriquecidas tus acciones. Y quién duda, Señora, que esa tu encendida caridad
y amor de Dios estuvo siempre acompañada del amor al prójimo y que no, por verte
triunfante en la patria celestial, te has olvidado de nosotros? Abre el seno de tus
piedades a quien es tan miserable; dale la mano a quien caído te invoca para
levantarse; traete la gloria de haber encontrado en mí una miseria proporcionada,
mas que todas, a tu compasión y misericordia. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria


Noveno Día

Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Que cosa habrá imposible para tí, cuando
multiplicando los prodigios, ni la tosquedad ni la grosería del ayate le sirven de
embarazo para formar tan primoroso tu retrato, ni la voracidad del tiempo en mas de
cuatro siglos ha sido capaz de destrozarle ni borrarle? Que motivo tan fuerte es este
para alentar mi confianza y suplicarte que abriendo el seno de tus piedades,
acordándote del amplio poder que te dio la Divina Omnipotencia del Señor, para
favorecer a los mortales, te dignes estampar en mi alma la imagen del Altísimo que
han borrado mis culpas! No embarco a tu piedad la grosería de mis perversas
costumbres, dígnate solo mirarme, y ya con esto alentaré mis esperanzas; porque yo
no puedo creer que si me miras no se conmuevan tus entrañas sobre el miserable de
mí. Mi única esperanza, después de Jesús, eres tú, Sagrada Virgen María. Amén.
Hágase la petición...
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.











62

13. Rosario guadalupano




PRIMER MISTERIO
Se medita en la primera aparición.

1. El 9 de diciembre de 1951 Juan Diego iba a México a oír Misa y estudiar la
Doctrina. AVE MARÍA.

2. Al pasar por El Tepeyac, oyó en la cumbre una música que semejaba el canto de
muchos pajaritos. AVEMARÍA.

3. Juan Diego sube a la cumbre del cerrito. AVE MARÍA.

4. Allí ve una princesa resplandeciente de luz hermosísima. AVE MARÍA.

5. Que le dice: Hijito mío, Juan Diego, a quien amo como a tiernecito y delicado. AVE
MARÍA.

6. Yo soy la Madre de Dios, ve al Señor Obispo y dile que “es mi deseo que en este
lugar se me edifique una templo”. AVE MARÍA…

7. “En el que me mostraré Madre tuya y de tus semejantes”. AVE MARÍA…

8. Juan Diego, obediente, va a ver al Señor Obispo. AVE MARÍA…

9. Después de mucho trabajo es conducido a presencia del Señor Obispo. AVE
MARÍA…

10. Ya en su presencia le da el recado de la Santísima Virgen. AVE MARÍA…

Gloria al Padre etc.

SEGUNDO MISTERIO
Se medita en la Segunda Aparición

1. El Señor Obispo no le da crédito a Juan Diego. AVE MARÍA.
63


2. El indio, desconsolado, se regresa a su pueblo la tarde de ese mismo día. AVE
MARÍA.

3. Al pasar por el cerrito, en el mismo lugar vuelve a ver a la Santísima Virgen. AVE
MARÍA.

4. Le comunica lo sucedido. AVE MARÍA

5. Y le ruega que envíe con el Señor Obispo a otra persona de más representación.
AVE MARÍA.

6. La Santísima Virgen le ordena que vuelva él mismo. AVE MARÍA

7. Lo que hace el indio al día siguiente, 10 de diciembre, después de oír Misa. AVE
MARÍA

8. El Señor Obispo examina bien a Juan Diego. AVE MARÍA

9. Y no se resuelve a poner manos a la obra. AVE MARÍA.

10. Le exige una señal como prueba de su misión. AVE MARÍA.

Gloria al Padre etc.

TERCER MISTERIO
Se medita en la Tercera Aparición

1. Juan Diego se retira del palacio episcopal. AVE MARÍA

2. El Señor Obispo manda a dos personas que lo vigilen. AVE MARÍA

3. Al llegar al cerrito, Juan Diego se les pierde. AVE MARÍA

4. Los espías lo acusan con el Señor Obispo de brujo y hechicero. AVE MARÍA

5. Entre tanto el indio sube al cerito. AVE MARÍA

6. Allí ve por tercera vez a la Santísima Virgen. AVE MARÍA

7. Le dice que el Señor Obispo pide una señal. AVE MARÍA

8. La Santísima Virgen dice al indio que vuelva al día siguiente para darle la señal.
AVE MARÍA

9. Pero sucedió que Juan Diego, no pudo volver. AVE MARÍA
64


10. Debido a la enfermedad de su tío Juan Bernardito. AVE MARÍA

Gloria al Padre etc.

CUARTO MISTERIO
Se medita en la Cuarta Aparición

1. Juan Diego tiene necesidad de volver a México. AVE MARÍA

2. Para buscar a un Sacerdote que auxilie a su tío. AVE MARÍA

3. Como va de prisa toma otro camino. AVE MARÍA

4. Pero la Santísima Virgen le sale al encuentro. AVE MARÍA

5. Juan Diego avergonzado se disculpa con la enfermedad de
su tío. AVE MARÍA

6. La Virgen no le reprende, le dice que su tío en ese
momento está sano. AVE MARÍA

7. En ese momento al Virgen se le aparece a Juan Bernardito
y lo sana. AVE MARÍA

8. Y le dice que envió a su sobrino a México con el Señor Obispo. AVE MARÍA

9. A llevarle unas flores a una Imagen en tilma, como señal. AVE MARÍA

10. Y que dijese él, al Señor Obispo, que la Imagen había que llamarse Santa María
de Guadalupe. AVE MARÍA

Gloria al Padre, etc.

QUINTO MISTERIO
Se medita que la Santísima Virgen se quedó estampada en la Tilma de Juan
Diego.

1. La Santísima Virgen mandó a Juan Diego llevar la señal al Señor Obispo. AVE
MARÍA

2. La Señal consistía en una rosas y flores que mandó cortar a Juan Diego, en las
rocas donde se le apareció la primera vez. AVE MARÍA

3. Aunque Juan Diego sabía que en aquel lugar no había rosas fue a buscarlas. AVE
MARÍA
65


4. En las peñas habían brotado hermosísimas rosas y flores. AVE MARÍA

5. Juan Diego las corta, las pone en su Tilma y vuelve a presentárselas a la
Santísima Virgen. AVE MARÍA

6. La Santísima Virgen toma algunas rosas y vuelve a ponerlas en la Tilma diciendo:
que ellas eran la señal. AVE MARÍA

7. Juan Diego se va a llevar las flores al Señor Obispo y con trabajo logra hablar con
él. AVE MARÍA

8. Ya en su presencia del Señor Obispo, Juan Diego desdobla la Tilma y al caer las
rosas queda estampada la Virgen María de Guadalupe. AVE MARÍA

9. El Señor Obispo sorprendido se arrodilla ante la Augusta Imagen. AVE MARÍA

10. Este prodigio se verificó entre 9 y 10 de la mañana del martes 12 de diciembre
de 1531. AVE MARÍA

Gloria al Padre etc.


LETANÍAS

Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros. Cristo ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Trinidad Santa que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Santa María de Guadalupe, Ruega por nosotros y por el mundo entero.

Reina de México, Ruega por nosotros.
Sol de Anáhuac, Ruega por nosotros.
Rosa del Tepeyac, Ruega por nosotros.
Baluarte de nuestra fe, Ruega por nosotros
Faro de nuestra esperanza, Ruega por nosotros
Llama viva de ardiente caridad, Ruega por nosotros
Patrona de las Naciones Latinoamericanas, Ruega por nosotros
Madre de los Mexicanos., Ruega por nosotros
Tú que te dignaste descender a nuestro suelo, Ruega por nosotros
Tú que te dignaste descender a nuestro suelo, Ruega por nosotros
Tú que te apareciste a Juan Diego, Ruega por nosotros
Tú te mostraste circundada del sol, Ruega por nosotros
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Tú que con luz eclipsaste la luna, Ruega por nosotros


Tú que tienes por peana un querubín, Ruega por nosotros
Tú que vistes la usanza india, Ruega por nosotros
Tú que quisiste volverte morena y mexicana, Ruega por nosotros
Tu a cuyo contacto los nopales y piedras se miraron brillantes como el oro,
Ruega por nosotros

Tú que quisiste que se te edificara un templo, Ruega por nosotros
Tú que dijiste que serías Madre del Indio y de todos sus semejantes y de todos los que
te invoquen, Ruega por nosotros
Tú que prometiste escuchar nuestros ruegos, Ruega por nosotros
Tú que hiciste brotar rosas en las áridas rocas del Tepeyac, Ruega por nosotros.
Tú que enviaste al Señor Obispo las Rosas, Ruega por nosotros
Tú que quedaste estampada en la Tilma de Juan Diego, Ruega por nosotros
Tú ante quien se postró el Sr. Obispo, Ruega por nosotros
Tú que quisiste llamarte Santa María de Guadalupe, Ruega por nosotros
Tú que volviste la salud a Juan Bernardino, Ruega por nosotros
Tú que disipaste las tinieblas de la idolatría, Ruega por nosotros
Tú que trajiste la fe a nuestro suelo, Ruega por nosotros
Tú que en Dolores fuiste Bandera de Nuestro Pueblo, Ruega por nosotros

Tú que fuiste esperanza de los insurgentes, Ruega por nosotros
Tú que fuiste venerada por nuestros mayores, Ruega por nosotros
Tú a quien nuestros padres nos enseñaron a llamarte Madre, Ruega por nosotros
Tú que eres la patrona del indio, Ruega por nosotros
Tú que eres patrona de los mexicanos, Ruega por nosotros
Tú que eres patrona de los latinoamericanos, Ruega por nosotros
Tú que eres patrona de los filipinos, Ruega por nosotros
Tú que eres más hermosa que las rosas de castilla, Ruega por nosotros
Tú que tienes tus ojos maternales, inclinados hacia nosotros, Ruega por nosotros
Tú de quien dependen nuestras felicidades, Ruega por nosotros
Tú que has permanecido con nosotros desde hace 500 años, Ruega por nosotros
Tú que no nos abandonarás nunca, Ruega por nosotros
Tú que eres la gloria del Anáhuac, Ruega por nosotros
Tú que eres la esperanza de México, Ruega por nosotros
Tú de quien Benedicto XIV dijo que no habías hecho cosa igual con otra nación,
Ruega por nosotros

Tú a quien tanto hemos ofendido, Ruega por nosotros
Tú que siempre nos has perdonado, Ruega por nosotros
Tú que detienes el brazo justiciero de tu Hijo, Ruega por nosotros
Tú que escuchas nuestros ruegos, Ruega por nosotros
Tú que eres nuestro iris de Alianza, Ruega por nosotros
Tú que eres nuestra medianera con Dios, Ruega por nosotros
Tú que intercedes siempre por nosotros, Ruega por nosotros
Tú que nos amas tiernamente, Ruega por nosotros
67

Tú que serás nuestra defensora en el tribunal de Dios, Ruega por nosotros


Tú que conducirás nuestras almas al cielo, Ruega por nosotros
Tú a quien contemplaremos eternamente, Ruega por nosotros

Cordero de Dios que quietas los pecados del mundo.
Ten misericordia de México (Colombia) y del mundo entero
Cordero de Dios que quietas los pecados del mundo.
Perdona a México (Colombia) y al mundo entero.
Cordero de Dios que quietas los pecados del mundo.
Salva a México (Colombia) y al mundo entero.



68

14. Novena de Navidad 2016


“Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz…”
(Lc 2,14)

ORIGEN DE LA NOVENA DE NAVIDAD



Las novenas o novenarios son una costumbre muy antigua que tiene sus raíces
en la época colonial. Se utilizaban como un elemento para evangelizar a las
comunidades y preservar el fervor religioso. La novena forma parte importante de las
costumbres religiosas de los católicos y se dedican a la Virgen María o algún santo. Su
nombre proviene precisamente porque durante nueve días, generalmente de noche,
los vecinos se reúnen para rezar el Rosario y entonar cantos de alabanza y súplica.

Desde mucho tiempo atrás, San Francisco de Asís impulsó la devoción al Niño
Dios, cuando en el año de 1224 celebró una pintoresca Navidad en Greccio, un pueblo
de la Umbría – Italia. Instaló rústicas imágenes de la Sagrada Familia en un pesebre,
donde un asno y un buey descansaban y ante ellas él mismo cantó el Evangelio de la
Natividad.

Ya en nuestro continente, la devoción navideña se incrementó por obra de Fray


Fernando de Jesús Larrea, un franciscano, nacido en Quito en 1700. Luego de su
ordenación sacerdotal, en 1725, ejerció como predicador en muchos lugares del
Ecuador y de Colombia.

A este misionero le debemos la primera novena de Navidad que circuló en


nuestras tierras. Escrita, según parece, por petición de doña Clemencia Caicedo,
fundadora del convento de las religiosas de La Enseñanza (Compañía de María), en la
capital colombiana. Dicho texto fue después adaptado por la madre María Ignacia
(Bertilda Samper), religiosa de la misma orden de doña Clemencia.

Con el correr del tiempo, la Novena de Aguinaldos ha sido objeto de variados


retoques, para adaptarla a los tiempos y las circunstancias de los fieles. Cada año se
puede reflexionar sobre un tema y desarrollarlo en la oración de los nueve días.

Para este año, las reflexiones de cada día se desarrollan en torno a un elemento
común: Artesanos para el perdón, la reconciliación y la paz. En efecto, las mismas
palabras del Evangelio nos dan cuenta de la estrechísima relación entre el nacimiento
del Hijo de Dios y el don de la paz para la humanidad: Gloria a Dios en el cielo y en la
tierra paz.


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METODOLOGÍA

Se sugiere que para cada día de la novena se sigan los siguientes pasos:

1. Villancico

2. Ambientación

• Disponer previamente el lugar donde se va a realizar la novena y favorecer un
clima comunitario y de confianza.
• Preparar con anticipación un signo que ayude a la reflexión de cada día.
• Brindar a los participantes una bienvenida afectuosa y cordial en la que
perciban la cercanía y el ambiente de familia en el que se desarrollará la
novena de Navidad.

3. Oración para todos los días

4. Lectura de la Palabra de Dios

5. Meditación

6. Gozos

7. Oraciones: a la Virgen María, a san José y al Niño Jesús.

8. Compromiso

9. Villancicos

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste
en tu hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una
virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo en nombre de todos los
mortales te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él te
ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por
sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que
derramó en el pesebre, dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con
amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga
en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
(3 veces).



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ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad,
mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma
prepares y dispongas de mi alma y de la de todos los que en este tiempo hagan esta
novena, para el nacimiento de tu adorable Hijo.

¡Oh dulcísima madre! comunícame algo del profundo recogimiento y divina


ternura con que le agradaste tu para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y
adorarle por toda la eternidad. Amén.

(Se reza tres veces el Ave María)

ORACIÓN A SAN JOSÉ

¡Oh Santísimo José! Esposo de María y padre putativo de Jesús. Infinitas gracias
doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los
dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te ruego por el amor que le tuviste al
divino Niño, me abraces en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente
mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.

(Se reza el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria al Padre)

ORACIÓN AL NIÑO JESÚS



Acuérdate ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! que dijiste a la venerable Margarita del
Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan
consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: "Todo lo que
quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia, y nada te será negado".

Llenos de confianza en Ti ¡Oh Jesús, que eres la misma verdad! venimos a
exponerte toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una
eternidad bienaventurada.

Concédenos, por los méritos infinitos de tu Encarnación y de tu infancia, la
gracia, de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a ti ¡Oh Niño omnipotente!
seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de tu
divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
(3 veces).




71

GOZOS

Dulce Jesús mío, mi Niño adorado,
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

¡Oh Sapiencia suma del Dios soberano,
que a infantil alcance te rebajas sacro!
¡Oh Niño divino, ven para enseñarnos
la prudencia que hace verdaderos sabios!

¡Oh, Adonaí potente que a Moisés hablando,
de Israel al pueblo diste los mandatos!,
Ah, ven prontamente para rescatarnos,
y que un niño débil muestre fuerte brazo.

¡Oh raíz sagrada de Jesé que en lo alto
presentas al orbe tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño que has sido llamado
lirio de los valles, bella flor del campo!

¡Llave de David que abre al desterrado
las cerradas puertas del regio palacio!
¡Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano,
de la cárcel triste que labró el pecado!

¡Oh lumbre de oriente, Sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas, tu esplendor veamos!
Niño tan precioso, dicha del cristiano,
luzca la sonrisa de tus dulces labios.

Espejo sin mancha, Santo de los santos,
sin igual imagen del Dios soberano.
Borra nuestras culpas, salva al desterrado
y en forma de niño da al mísero, amparo.

Rey de las naciones, Emmanuel preclaro,
de Israel anhelo, Pastor del rebaño.
¡Niño que apacientas, con suave cayado,
ya la oveja arisca, ya el cordero manso!

¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto,
bienhechor rocío como riego santo!
¡Ven, hermoso Niño, ven, Dios humanado!
¡luce, hermosa estrella! ¡brota, flor del campo!

72

Ven, que ya María, previene sus brazos,


do su Niño vean en tiempo cercano.
Ven, que ya José, con anhelo sacro,
se dispone a hacerse de tu amor sagrario.

¡Del débil auxilio, del doliente amparo,
consuelo del triste, luz del desterrado.
Vida de mi vida, mi dueño adorado,
mi constante amigo, mi divino hermano!

¡Véante mis ojos, de ti enamorados!
¡Bese ya tus plantas! Bese ya tus manos.
Prosternado en tierra te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases, te dice mi llanto.

¡Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos;
ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

Día primero: 16 de diciembre
PORTADORES DE JESÚS, LUZ DEL MUNDO

Signo: La luz

Lectura de la Palabra de Dios Jn 5,33-36

Ustedes enviaron mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No
es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que ustedes se
salven. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y ustedes quisieron gozar un instante
de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el
Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el
Padre me ha enviado. Palabra del Señor.

Meditación

“Luz del desterrado”, dice en nuestros gozos de la Novena de Navidad, cuando
se anuncia que Jesús viene para disipar las tinieblas del corazón humano y para abrir
a todos un corazón lleno de luz y de esperanza.

El Evangelio ilumina la vida y la cultura humana. En estos días la luz llena las
ciudades con su espléndida belleza, y esa luz que también encendíamos en la “noche
de las velitas”, sigue llegando al corazón de tantos seres humanos a través del mensaje
fiel y cercano de nuestros evangelizadores.

En la común tarea de construir una nueva Colombia, hemos de ser portadores
de Jesús-Luz del mundo. Su palabra predicada con fidelidad, nos debe enseñar a
iluminar los caminos, con la misma tarea del que lleva la luz siempre hacia adelante,
73

abriendo paso entre las tinieblas del odio y de la incomprensión a una vida renovada
en el amor y en la esperanza.

No podemos permitir más que las sombras del pecado, de la violencia, de la
muerte, nos envuelvan y nos encierren en su círculo de venganzas y de odios
fratricidas, porque un día en nuestro bautismo nuestros padres y padrinos recibieron
la luz para que el amor y la esperanza que nacen de Jesús nos hiciera a la vez testigos
de vida y de paz.

Jesús sigue encendiendo en el corazón del mundo su luz de esperanza. Cada
servidor del Evangelio que levanta su voz, es lámpara que ilumina y le ayuda al
hermano a vencer el miedo y a abrir el corazón al amor reconciliador que seguiremos
predicando con amor y con esperanza. Como San Juan Bautista, citado hoy en el
Evangelio, seamos lámparas vivas que al tiempo que iluminan dan calor de vida y de
alegría a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte.

Luz de las naciones, Jesús amado: ven a nuestras almas, ven, no tardes tanto.

Día segundo: 17 de diciembre
TODOS SERVIDORES DE LA PAZ

Signo: Manos solidarias

Salmo 71

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.

Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.
Dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad.

Baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.
En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.

En su presencia se inclinen las tribus del desierto; sus enemigos muerdan el polvo;
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los reyes de Tarsis y de las islas


le paguen tributo.
Los reyes de Sabá y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
póstrense ante él todos los reyes,
y sírvanle todos los pueblos.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;
él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.

Que viva y le traigan el oro de Arabia,
recen por él continuamente
y lo bendigan todo el día.
Y habrá trigo abundante en los campos,
y ondeará en lo alto de los montes;
darán fruto como el Líbano,
y brotarán las espigas como hierba del campo.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso
todas las razas de la tierra.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!

Meditación

El salmo que hemos citado para este segundo día de la novena anuncia a Israel
un tiempo de bendición. La bellísima expresión del salmista ha de resonar en
Colombia en esta Navidad que se acerca: “Que los montes traigan la paz…” que se
despierte de verdad entre nosotros un aire renovador y solidario que nos convoque,
que nos reúna en comunidades vivas y cercanas, que ponga en las heridas de tantos
hermanos “el aceite del consuelo y el vino de la esperanza” del que nos habla el prefacio
del domingo del Buen Samaritano (cfr. Misal Romano, prefacio común VIII).

Miremos con fervor humilde y con atento corazón lo que nos narran las
jornadas que en tantos lugares se celebran en estos días. Hay una pareja ejemplar de
75

esposos que ha recibido del Cielo el anuncio más grande de la historia: la llegada del
Mesías.

María recibe al anuncio de la llegada de su Hijo, que viene para romper las
cadenas del odio y del rencor y para inaugurar el reinado de la esperanza y de la paz.
José es invitado a recibir en su casa a la Madre del Señor y al Señor mismo,
ofreciéndoles con generoso afecto no sólo el techo cálido sino también el trabajo
honesto con el que sus manos solidarias pondrán en las manos del Señor de la Historia
el pan de cada día.

La paz que se va construyendo en el esfuerzo de cada día sólo podrá ser estable
y duradera cuando integremos al esfuerzo común de los hermanos la fuerza del
perdón, la alegría de la reconciliación, la cercanía de la caridad, la justicia que
trasciende la venganza y se vuelve verdad y misericordia.

Que florezca pues la justicia, que llenemos el corazón de cuantos aún
experimentan las huellas dramáticas del terror y de la violencia con la consoladora
palabra que el salmista vuelve canto de vida y de esperanza.

“Del débil auxilio, del doliente amparo”, ven a nuestras almas, ven no tardes
tanto.

Día tercero: 18 de diciembre
ARTESANOS DE PAZ CON TESÓN Y PERSEVERANCIA

Signo: Un bastón

Lectura de la Palabra de Dios Mt 1, 18-24

La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con
José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado.
Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor
que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura
que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre
Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta:
«Miren: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que
significa “Dios-con-nosotros”». Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el
ángel del Señor y acogió a su mujer. Palabra del Señor.

Meditación

Decíamos ayer que en la Novena de Navidad son bellas y frecuentes las
anunciaciones.
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José, el varón justo del Evangelio, procede de una noble estirpe, su lejanísimo
antepasado se llamaba Jesé, sí, el mismo que cantamos en los gozos de la Novena y del
que decimos que florece exhalando el fragante aroma del nardo que representa la vida
y la paz.

A esa familia, según la ley (Cfr. Gálatas 4,4) va a pertenecer Jesús. Dios señala
para su cuidado la vida y la nobleza de un Artesano de Nazaret que jamás hizo alarde
de su noble estirpe, que se acogió con obediente silencio y generosa alegría a la
invitación que, en sueños, así como habló Dios a sus antepasados, se le hacía para que
asumiera el honor de ser Custodio del Redentor.

Pero no podemos ignorar que en la vida de José hay también sombras
dramáticas: pertenece a una dinastía que ha sido sustituida por un tirano terrible y
cruel llamado Herodes, está en Nazaret porque en su tierra propia no le era ni posible
ni seguro vivir. Allí, en los designios divinos, encuentra a María, la elegida de Dios, la
escogida desde siempre y, acogiendo la llamada de Dios, la recibió con la más honda
reverencia y con la más delicada piedad porque ella era “el Sagrario del Espíritu
Santo”, Arca nueva de la Alianza definitiva de Dios, templo santo en el que tiene su
morada el Enmanuel prometido.

Fiel y obediente, San José recorre caminos, acompaña y cuida a su Santísima
Esposa, vigila en las encrucijadas para que no los sorprenda la amenaza de la
persecución. No podemos olvidar que con Jesús y María, comparte el destino de los
desplazados. Vive la incertidumbre de los sin techo, de los extranjeros y exiliados. Por
eso cambió la vara florecida del poético anuncio del pasado (Isaías 11, 1) por el
bastón del peregrino para ir delante de la Madre y del Niño, abriendo los caminos
hacia la libertad.

Que San José, en estos días de esperanza, se haga modelo para todos y nos
ayude a construir una comunidad fraterna que apoyada en la vara de la justicia que
florece como misericordia, haga de Colombia un pueblo nuevo en la libertad y en la
esperanza.

Oh raíz sagrada de Jesé, ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.

Día cuarto: 19 de diciembre
ORAR ES ENTRAR EN EL CORAZÓN DEL DIOS DE LA PAZ

Signo: El incienso

Lectura de la Palabra de Dios Lc 1,5-17

En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote de nombre Zacarías, del turno
de Abías, casado con una descendiente de Aarón, cuyo nombre era Isabel. Los dos eran
justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No
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tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada. Una vez que
oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según la costumbre de los sacerdotes,
le tocó en suerte a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la
muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso. Y se le
apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías
se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor. Pero el ángel le dijo: «No temas, Zacarías,
porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por
nombre Juan. Te llenarás de alegría y gozo, y muchos se alegrarán de su nacimiento.
Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu
Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos hijos de Israel al Señor, su Dios. Irá
delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los
padres hacia los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, para preparar al
Señor un pueblo bien dispuesto». Palabra del Señor.

Meditación

En el cuarto día de nuestro peregrinar hacia Belén, vamos en oración hacia el
Templo de Jerusalén.

Qué esplendor el de la Santa Casa en la que los Israelitas han cifrado su orgullo.
El Templo se asentaba sobre una colina de Jerusalén y el mismo nombre de la ciudad
habla de paz. Allá “suben las tribus” porque el Salmo 121 por lo menos en tres de sus
versos dice que en ella hay paz.

Pero ahora nos ocupa un signo: un anciano sacerdote, Zacarías, entra al
Santuario para ofrecer el Incienso. San Lucas, aunque artista, no detalla el ritual con el
que se ofrecía, sino que nos cuenta que una visión interrumpe la plegaria para
anunciar la llegada del Mesías y de su Precursor.

Delante del Príncipe de la Paz vendrá primero un profeta que abrirá caminos y
que buscará en Israel lo que ahora necesita nuestra patria: La Reconciliación. Afuera el
pueblo esperaba que el anciano cumpliera su tarea de intercesor. Adentro, entre el
aroma del incienso, el Arcángel habla del Precursor.

Hoy, cuando está tan cercana la Noche Santa, queremos aprender a orar.
Queremos que el dolor de Colombia y las lágrimas de tantos años se transformen en
granos perfumados en el sacrificio, para que suban como aroma hacia el Reino de la
Justicia y de la Esperanza. Estas novenas de Navidad son oración. Sabemos que su
rumor de plegaria llena todo el país con súplicas fervorosas por la paz, por la
reconciliación, por el reencuentro de los hijos de la misma madre que se han
distanciado por años de terror y de violencia.

Es aquí donde a lección del Anciano Zacarías nos llega en este día: hay que
volver a entrar en el camino de la oración. Hay que acercarse a la fuente de la vida y de
la esperanza para pedir unos por otros, para rogarle a Dios que nos sane tantas
heridas y tantos dolores, para ofrecerle a Dios el sacrificio de tantos hermanos, para
78

recoger tantas lágrimas y para pedir que la vida vuelva a florecer en el corazón de la
Patria.

Orar es más que repetir bellas plegarias, es entrar en el corazón de Dios de la
mano de los hermanos que claman al Señor unos tiempos nuevos de vida y de
esperanza.

“Prosternado en tierra te tiendo mis brazos”, ven a nuestras almas, ven no
tardes tanto.

Día quinto: 20 de diciembre
LA MUJER, ARTESANA DEL PERDÓN, LA RECONCILIACIÓN Y LA PAZ

Signo: una llave

Lectura de la Palabra de Dios Lc 1, 26-38

En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada
Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el
nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena
de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se
preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has
encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás
por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el
trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no
tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?». El ángel
le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su
sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente
Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril,
porque para Dios nada hay imposible». María contestó: «He aquí la esclava del Señor;
hágase en mí según tu palabra». Palabra del Señor.

Meditación

María, la purísima, la fiel, la virgen de Nazaret protagoniza este día de nuestra
novena en todos los sentidos: Ella ilumina con su belleza espiritual el Evangelio de la
Misa de este día, Ella ha sido invocada por San Bernardo en el Oficio Divino de hoy con
estas palabras:
“Abre, Virgen santa, tu corazón a la fe, tus labios al consentimiento, tu seno al
Creador. Mira que el deseado de todas las naciones está junto a tu puerta y llama. Si te
demoras, pasará de largo y entonces, con dolor, volverás a buscar al que ama tu alma.
Levántate, corre, abre. Levántate por la fe, corre por el amor, abre por el consentimiento.
Aquí está -dice la Virgen- la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” ( San
Bernardo, II Lectura del Oficio Divino).

Es María la “llave de la fe” la que abre las cerradas puertas del dolor, la que con
79

su Sí rompe el silencio de los siglos para que florezca en todo su esplendor el reino del
Señor de la vida.

María es la corona de una larga y venerada serie de mujeres gloriosas de Israel:
Eva, Sara, Rebeca, Raquel, Rut, Judit, Ester… Ella es la síntesis de las virtudes de la
mujer que, exaltadas en la Señora de la Esperanza, nos recuerdan la misión y el
compromiso de todas las mujeres en la construcción de la paz.

El genio femenino del que hablaba San Juan Pablo II, será siempre la bandera
más bella y más comprometida en la búsqueda de la paz. Es en la sensibilidad delicada
y a la vez fuerte y firme de su corazón en el que se aprende como en la mejor escuela,
que la paz es el camino, que la reconciliación es la oportunidad, que la comunión
fraterna es el espacio en el cual hemos de fundar la Colombia nueva que todos
queremos.

María, Madre y Mujer gloriosa, sorteó con tanta fe y con tanta fuerza los
embates del dolor y de la violencia. Huyendo a Egipto escuchó el desgarrador grito de
las madres de los inocentes y lo hizo suyo, en el silencio de su vida, escuchó el clamor
de justicia de su pueblo, junto a la cruz no se amilanó ante el terrible espectáculo del
Señor torturado sino que acogió con amor aquella palabra que la hizo para siempre
Madre de los Discípulos.

Que Ella les ayude a las mujeres de Colombia a seguir ofreciendo la lección de
fidelidad y de esperanza. Que ella nos recuerde ahora en este día en que todo la
recuerda, que la paz la tejen las manos tiernas y fuertes de las mujeres que, como son
madres, saben como ninguno del dolor y de la esperanza de sus hijos.

Llave de David…, abre las cerradas puertas del regio palacio, ven a nuestras
almas, ven no tardes tanto.

Día sexto: 21 de diciembre
LA CULTURA DEL ENCUENTRO: ES TU HERMANO Y TE ESTÁ ESPERANDO

Signo: Manos unidas

Lectura de la Palabra de Dios Lc 1, 39-45

En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la
montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció
que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó
Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y
bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.
Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
Palabra del Señor.

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Meditación

La Visitación es un misterio tan simple y a la vez tan elocuente. Es el encuentro
de dos amores, de dos mujeres gloriosas, del Mesías esperado y del Precursor que lo
ha de señalar luego como el Cordero que quita el pecado del mundo.

Encuentros bíblicos que son propuesta y anuncio de tantos y tan urgentes
encuentros que debemos propiciar en el mundo en el que vivimos: encuentro de
culturas, encuentro de personas, encuentro de hermanos distanciados, encuentros de
reconciliación, de paz y de esperanza, encuentros que permitan descubrir la sabiduría
del otro y la grandeza de los diversos modos de ver la vida.

La llegada del Salvador es inminente. Él quiere salir al encuentro de su pueblo y
por eso, la visita que María realiza a su parienta en las montañas de Judea encierra el
espíritu de encuentro que Dios quiere también en la hora presente de la historia.
María va a la montaña. Hay una voluntad de ir al encuentro de su pariente, como para
indicarnos que también debemos desarraigarnos de nosotros mismos y liberarnos
para ir presurosos en búsqueda de los hermanos.

Hay un intercambio de saludos, por lo que en muchos cuadros se ve el abrazo
de dos personas que se han reconocido y que quieren entablar ahora un diálogo
fecundo en el que la alabanza generosa de Isabel es respondida con una página
magistral de misericordia y de esperanza.

Es en esta fraternal confianza en la que debemos inspirar nuestra voluntad de
salir y buscar al otro, de aprender la lección que el Papa Francisco nos ha repetido
constantemente: promover el encuentro de las personas y de las culturas para que en
un diálogo respetuoso y cordial se construya la paz y se generen espacios para
concertar caminos de reconciliación, de perdón, de mutua colaboración en la
búsqueda del bien común.

Que los brazos abiertos de María y de Isabel nos estimulen para abrir el
corazón a la alegría del encuentro y para seguirlo propiciando en el hogar, en el
trabajo en la vida diaria en la que tanto necesitamos ver en el hermano los rasgos
inconfundibles del Señor de la vida que viene a buscarnos para salvarnos.

Ven, Sapiencia suma del Dios soberano, ven a nuestras almas, ven no tardes
tanto.

Día séptimo: 22 de diciembre
CAMBIA DE CORAZÓN Y DÉJATE RECONCILIAR CON EL PADRE

Signo: Un corazón



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Lectura de la Palabra de Dios Lc 1, 46-56



María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humildad de su esclava.
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán
y su descendencia por siempre».
María se quedó con ella unos tres meses
y volvió a su casa. Palabra del Señor.

Meditación

El corazón de María se abre en la jubilosa página del Magníficat, que ella
articula inspirada en las voces lejanas de Israel y en la cercanía del amor de Dios que
ella experimenta.

La página magistral que el Espíritu Santo le dicta a Nuestra Señora y que ella
proclama indica la obra consumada de Dios en el corazón de la Virgen. Ella se ha
dejado iluminar por el amor de Dios y ha comprendido que el Poderoso está dispuesto
a acercarse con amor profundo a todos, que ha decidido hacer propia la causa de los
pequeños, de los últimos, que ha querido derribar el orgullo de los omnipotentes para
exaltar la simplicidad y la alegría del corazón de los que no cuentan para el mundo.

En este camino hacia Belén le hemos pedido al Señor de tantos y tan bellos
modos, que “disponga nuestro corazón” para que en él brille la aurora de la paz y de la
alegría que cada Navidad le promete al mundo.

Es éste el milagro que le pedimos al Señor “por los méritos de su infancia”: un
corazón nuevo y bien parecido al de Jesús en su capacidad de amar, de perdonar, de
entregarse con generosidad a la construcción de un mundo renovado en el amor, a la
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reconstrucción de la comunidad que cree en Dios pero que a veces está tan distante
del ideal que el Señor de la vida le propone.

La promesa de Dios no cesa nunca. Por eso en el Cántico de María, Dios quiere
que entendamos que un corazón nuevo sabe perdonar, que un corazón nuevo es capaz
de remover los escollos que impiden la reconciliación de la humanidad. Un corazón
nuevo, como el de María, puede exultar de gozo por las obras de Dios, puede anunciar
el tiempo de la misericordia que llega, puede transformar la historia haciendo que
surjan con toda su fuerza la verdad, la justicia, la paz misma.

Un corazón nuevo se vuelve misionero de la paz y artesano de la reconciliación
porque, como ha experimentado a Dios tan de cerca, sabe cómo actúa el que perdona y
da la vida, el que no quiere más el desangre de la humanidad, el que quiere para todos
la verdadera paz que incluye un reajuste de los sentimientos para que sea el amor la
luz, la fuente y la meta de nuestra vida.

Rey de las Naciones, Enmanuel preclaro, ven a nuestras almas, ven no tardes
tanto.

Día octavo: 23 de diciembre
LA FAMILIA, SERVIDORA DE LA PAZ

Signo: La familia

Lectura de la Palabra de Dios Lc 1, 57-66

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y
parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.
A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su
padre; pero la madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan». Y le dijeron:
«Ninguno de tus parientes se llama así». Entonces preguntaban por señas al padre cómo
quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se
quedaron maravillados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a
hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos
estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban
diciendo: «Pues ¿qué será este niño?». Porque la mano del Señor estaba con él. Palabra
del Señor.

Meditación

En el Evangelio de la Misa de este día se nos cuenta la alegría de una familia.
Zacarías e Isabel están dichosos con su pequeño niño. Es como si en este día tan
inmediato a las fiestas navideñas, Dios mismo nos quisiera decir lo que para Él
significa la familia como célula primera y fundamental de la sociedad humana. La
familia de la que hoy nos habla la liturgia de la Iglesia, será la escuela de fe y de vida
para un testigo del amor de Dios, San Juan Bautista. En cada hogar hay también una
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escuela de fe y de vida en la que son esenciales las tareas diversas y complementarias


de quienes la conforman.

Padre y madre son a la vez diversos pero complementarios. Qué bello es
cuando la responsabilidad y la ternura, la constancia y la fidelidad se vuelven escuela
de valores para unos hijos que ven en su padre y en su madre el reflejo del amor de
Dios. Es en el hogar en el que se imparten las lecciones imborrables del respeto, de la
tolerancia, de la capacidad de perdón, de la urgencia de corregir los errores con una
combinación de amor y control que permita mantener en la familia una armonía a
pesar de las diferencias de edad y de los distintos modos de asumir la vida.

Así como en la escuela aprendemos a leer, en el hogar se nos enseña a leer la
vida con los ojos de Dios. Así como en la escuela aprendemos a escribir, es en el hogar
donde se aprende a grabar con letras de oro en el corazón la urgencia de una paz que
sólo es posible cuando empieza a construirse en la fraternidad y en el calor del hogar.

Como en muchos hogares persisten las huellas del dolor y de la incomprensión,
o se viven situaciones dolorosas de violencia, de impaciencia, de falta de diálogo, sea
nuestra intención en estos días en los que la bondad de Dios nos asegura de que “nada
nos será negado”, pedirle al que todo lo puede que nos permita hacer de cada hogar la
mejor escuela de la paz y que cada familia, como decía una bella canción de nuestra
amada Colombia, sea “un templo sagrado donde se comulgue con hostias de amor”.

Niño tan precioso, dicha del cristiano, Ven a nuestras almas, ven no tardes
tanto.

Día noveno: 24 de diciembre
EL AMOR ES EL CAMINO PARA SER ARTESANOS DEL PERDÓN

Signo: Un camino

Lectura de la Palabra de Dios Lc 1, 67-79

Entonces Zacarías, su padre, se llenó de Espíritu Santo y profetizó diciendo:
«Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra
de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
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y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación
por el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz». Palabra del Señor.

Meditación

En estos días en el pesebre familiar, se ha trazado un caminito. No hay Pesebre
sin caminito, por el que se dirigen al portal los pequeños, los humildes, los pobres, los
pastores, los Misteriosos magos de oriente. Es el camino de la paz. Es un sendero que
representa el anhelo de todos por una Colombia llena de vida y de esperanza.

Junto al camino del pesebre en muchos nacimientos hay también
representación de artesanos que labran la tierra, que cuidan ovejas, que modelan
vasijas de barro, que trabajan a la sombra del Portal de Belén en el que hoy
resplandece el Niño Jesús acompañado por su Madre Santa, por San José y por dos
animalillos que también trabajan pero que ahora velan el sueño del Salvador.

Que en Colombia todos seamos artesanos de la paz. Que labremos el campo
para que a la par broten los frutos de la tierra y la alegría; que cuidemos el rebaño
para que, en comunión de pastores y fieles laicos, sigamos la voz de quienes Dios ha
puesto como guías de la fe del pueblo, que modelemos las vasijas en las que podamos
conservar la verdad, la justicia, la esperanza. Que lleguemos hasta Jesús con las manos
colmadas pero no con oro, incienso y mirra, sino con misericordia, caridad, perdón.

En la gruta donde está Jesús hay también un Ángel que despliega un letrero que
dice “gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra”. Que este cántico que escucharemos en
el Evangelio de la Noche Santa y que también cantaremos en las misas del tiempo
santo de Navidad, se vuelva programa de vida para todos.

Luzca la sonrisa de tus dulces labios, ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.






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VILLANCICOS

A LA NANITA NANA

A la nanita nana, nanita nana, nanita ea,
mi Jesús tiene sueño, bendito sea, bendito sea.

Fuentecilla que corres clara y sonora
ruiseñor que en la selva cantando lloras
callad mientras la cuna se balancea
a la nanita nana, nanita ea.

A la nanita nana, nanita nana...

Manojito de rosas y de alelíes
¿qué es lo que estás soñando que te sonríes?
cuales son tus sueños, dilo alma mía
más, ¿qué es lo que murmuras? Eucaristía.

A la nanita nana, nanita nana...

Pajaritos y fuentes, auras y brisas
respetad ese sueño y esas sonrisas
callad mientras la cuna se balancea
que el niño está soñando, bendito sea

EL TAMBORILERO

El camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió
los pastorcillos quieren ver a su Rey,
le traen regalos en su humilde zurrón
rom pom pom pom rom pom pom.
Ha nacido en un portal de Belén
El Niño Dios.

Yo quisiera poner a tus pies
algún presente que te agrade, Señor,
mas tú ya sabes que soy pobre también,
y no poseo más que un viejo tambor,
rom pom pom pom rom pom pom.
¡En tu honor frente al portal
tocaré con mí tambor!

El camino que lleva a Belén
yo voy marcando con mi viejo tambor,
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nada mejor hay que yo pueda ofrecer,


su ronco acento es un canto de amor,
rom pom pom pom rom pom pom.
Cuando Dios me vio tocando ante él, me sonrió.

VAMOS PASTORES

Vamos pastores, vamos,
vamos a Belén,
a ver en ese Niño
la gloria del Edén (bis).
Si, la gloria del Edén.

Este precioso Niño
yo me muero por él
sus ojitos me encantan,
su boquita también,
el Padre le acaricia,
la Madre mira en él,
y los dos extasiados
contemplan aquel ser (bis)

Es tan lindo el chiquito
que nunca podrá ser
que su belleza copien
el lápiz y el pincel;
pues el eterno Padre
con inmenso poder.
Hizo que el Hijo fuera
excelso como El (bis).

Yo pobre pastorcillo,
al niño le diré,
no la buenaventura:
eso no puede ser.
Le diré me perdone
lo mucho que pequé
y en la mansión eterna
un ladito me dé (bis).

TUTAINA

Tutaina tuturumá
tutaina tuturumaina
tutaina tuturumá turumá
tutaina tuturumaina
87


Los pastores de Belén
vienen a adorar al Niño,
la Virgen y San José
los reciben con cariño.


Tres reyes vienen también
con incienso, mirra y oro,
a ofrendar a Dios su bien
como el más grande tesoro.

Vamos todos a cantar
con amor y alegría,
porque acaba de llegar
de los cielos el Mesías

ZAGALILLOS DEL VALLE

Zagalillos del valle venid,
pastorcitos del monte llegad,
la esperanza de un Dios prometido,
ya vendrá, ya vendrá, ya vendrá.

La esperanza, la gloria y la dicha,
la tendremos en él; quien lo duda,
desdichado de aquél que no acuda,
con la fe que le debe animar.

Nacerá en un establo zagala,
pastorcillos venid, adoremos;
hoy venimos y luego volvemos,
y mañana nos puede salvar.

ANTON TIRULIRULIRU

Anton tiruliruliru
anton tirulirurá.
Anton tiruliruliru
anton tirurilurá
Jesús al pesebre vamos a adorar (bis).

Duérmete niño chiquito
que la noche viene ya
cierra pronto tus ojitos
que el viento te arrullará.
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Duérmete niño chiquito
que tu madre velará
cierra pronto tus ojitos
porque la entristecerás.

SALVE REINA Y MADRE

Salve reina y madre, salve dulce amor,
del jardín del cielo la más bella flor.
Salve reina y madre, salve dulce amor,
del jardín del cielo la más bella flor.

En una colina, con la nieve fría
reposa la noche, la Virgen María (bis)

La malvada mula, con sus finos dientes
le comió la paja, al niño inocente (bis)

PASTORES VENID

Pastores venid,
pastores llegad,
adorad al Niño, (bis)
que ha nacido ya.

San José al Niño Jesús,
un beso le dio en la cara,
y el Niño Jesús le dijo,
"Que me pinchas con las barbas".

En el portal de Belén,
hay estrellas sol y luna,
la Virgen y San José,
y el niño que está en la cuna.

Ábreme tu pecho niño,
ábreme tu corazón
que hace mucho frío afuera,
y en ti solo hallo calor.

El niño miró a la virgen,
a la Virgen San José,
el niño miró a los dos,
y se sonrieron los tres.

89

HACIA BELÉN VA UNA BURRA, RIN, RIN



Hacia Belén va una burra, rin, rin,
yo me remendaba yo me remendé
yo me eché un remiendo yo me lo quité,
cargada de chocolate;
lleva en su chocolatera rin, rin
yo me remendaba yo me remendé
yo me eché un remiendo yo me lo quité,
su molinillo y su anafre.

María, María, ven a acá corriendo,
que el chocolatillo se lo están comiendo.
En el portal de Belén rin, rin
yo me remendaba yo me remendé
yo me eché un remiendo yo me lo quité,
han entrado los ratones;
y al bueno de San José rin, rin,
yo me remendaba yo me remendé
yo me eché un remiendo yo me lo quité,
le han roído los calzones.

María, María... ven acá corriendo,
que los calzoncillos los están royendo.
En el Portal de Belén rin, rin,
yo me remendaba yo me remendé
yo me eché un remiendo yo me lo quité,
gitanillos han entrado;
y al niño que está en la cuna rin, rin
yo me remendaba yo me remendé
yo me eché un remiendo yo me lo quité,
los pañales le han cambiado.
María, María ven acá volando,
que los pañalillos los están lavando.

NOCHE DE PAZ

Noche de paz, noche de amor
todo duerme en derredor
sólo suenan en la oscuridad
armonías de felicidad
armonías de paz,
armonías de paz.

Noche de paz, noche de amor
ha nacido Jesús
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pastorcillos que oís anunciar


no temáis cuando entrés a adorar
que ha nacido el amor (bis).

Noche de paz, noche de amor
todo duerme en derredor
sólo velan María y José
duerme el niño y durmiendo se ve
todo el cielo en su faz (bis).

CANTAD, CANTAD

Cantad, cantad, cantad
que la nochebuena
¡ya se llegó, ya se llegó, ya se llegó!
qué linda, linda noche tan serena
jamás se vio, jamás se vio,
jamás se vio, jamás.

Quién nace en esta noche,
noche de amor? JESÚS.
Quién llena cielo y tierra
de resplandor? JESÚS.

Jesús, Jesús, encanto de mi vida,
que naces hoy en un pesebre
por mi amor;
tus ojos son luceros que hechizan
y roban, ¡ay! con su mirar
mi corazón, JESÚS.

Qué pides Niño amado,
con tu reír? Amor.
Qué pides Niño amado,
con tu llorar? Amor.
Amor, amor, amor,
mira Niño amado,
todo mi amor, todo mi amor
es para Ti.
Amarte quiero siempre y sin medida,
ir al Edén (bis) y amarte allí sin fin.



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15. Cantos para el tiempo litúrgico de Adviento



LEVANTATE
Cesáreo Gabaráin
https://open.spotify.com/track/0NOlHtWX7DpdPyfVrSmHSs

Coro
Levántate que está llegando
el Señor viene ya (bis)

Nos traerá su resplandor,
nos traerá la luz, la paz (bis)

En el Señor confiaré
Él nos dará la salvación (bis)

Lo prometió, lo cumplirá
El Dios de amor nos salvará (bis)


AMANECERÁ EL SEÑOR
Mariano Fuertes
https://open.spotify.com/track/5a8tlZL9vnYbasPxIfQNN7

Amanecerá el Señor,
sobre ti Jerusalén
amanecerá el Señor,
amanecerá sobre ti Jerusalén
amanecerá el Señor,
amanecerá sobre ti Jerusalén.

Sobre ti Jerusalén, amanecerá el Señor
amanecerá, levanta tu mirada
contempla su grandeza
tu salvador, tu salvador,
te viene a liberar.

Sobre ti Jerusalén una estrella brillará,
amanecerá la luz de la mañana,
la aurora reluciente,
tu Salvador, tu Salvador,
te viene a liberar.

En Belén nos va a nacer;
la esperanza de Israel amanecerá.
Dará la vista al ciego, salud a los enfermos
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tu Salvador, tu Salvador,
te viene a liberar.

LA VIRGEN SUEÑA CAMINOS
Carmelo Erdozáin
https://open.spotify.com/track/3lyPJ2r7dV5Z8r7g2H3RlU

La Virgen sueña caminos, está a la espera;
la Virgen sabe que el niño, está muy cerca.
De Nazaret a Belén hay una senda;
por ella van los que creen, en las promesas.

Los que sueñan y esperan, la buena nueva,
abran las puertas al Niño, que está muy cerca.
El Señor, cerca está; él viene con la paz
El Señor cerca está; él trae la verdad.

En estos días del año, el pueblo espera
que venga pronto el Mesías, a nuestra tierra.
En la ciudad de Belén, llama a las puertas,
pregunta en las posadas, y no hay respuesta.

La tarde ya lo sospecha: está alerta.
El sol le dice a la luna, que no se duerma.
A la ciudad de Belén, vendrá una estrella,
vendrá con todo el que quiera, cruzar fronteras.


CANTEMOS TODOS, CANTEMOS
Alfredo A. Morales FSC, Benjamín Núñez
https://open.spotify.com/track/6tJRd9XkrTGKaQv11Gt8vn

Cantemos todos, cantemos,
cantemos con entusiasmo,
cantemos al Rey del cielo
que pronto vendrá a salvarnos. (Bis)

Señor: tu pueblo te espera,
te espera con alegría;
preparándonos estamos
para cuando llegue el día.

Señor: aquí estamos todos,
de rodillas hoy estamos
pidiéndote, Señor nuestro,
que vengas pronto a salvarnos.
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PREPAREN EL CAMINO DEL SEÑOR


Fernando Rodríguez
https://open.spotify.com/track/0bS1lDbp70IIW28VKyNvXT

Preparen el camino del Señor,
preparen el camino del Señor.

Juan proclama en el desierto:
Ya se oye el pregón
Cambien ya todos sus vidas
que ya viene el Salvador.

Voz de Juan que clama fuerte
Vengan a pedir perdón,
dejen todos sus pecados y reciban al Señor.

Renunciemos las envidias, odios, celos y rencor,
perdonemos al hermano como Dios nos da el perdón.

Hay que construir el reino de justicia paz y amor,
construyendo un mundo nuevo, mientras venga el redentor.

JESUCRISTO, PALABRA DEL PADRE
Antonio Alcalde
Francisco Malgosa
https://open.spotify.com/track/2BEKsh9gl2W5RavpgASfFe

Jesucristo, Palabra del Padre,
luz eterna de todo creyente:
ven y escucha la súplica ardiente,
ven, Señor, porque ya se hace tarde.

Cuando el mundo dormía en tinieblas,
en tu amor tú quisiste ayudarlo
y trajiste, viniendo a la tierra,
esa vida que puede salvarlo.

Ya madura la historia en promesas,
sólo anhela tu pronto regreso;
si el silencio madura la espera,
el amor no soporta el silencio.

Con María, la Iglesia te aguarda
con anhelos de esposa y de Madre,
y reúne a sus hijos en vela,
para juntos poder esperarte.
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Cuando vengas, Señor, en tu gloria,


que podamos salir a tu encuentro
y a tu lado vivamos por siempre,
dando gracias al Padre en el reino. Amén.

VEN, VEN SEÑOR NO TARDES
Cesareo Gabaráin
https://youtu.be/5iyrNb-KaHA

Ven, ven, Señor, no tardes
Ven, ven, Señor, no tardes.
Ven, ven, que te esperamos.
Ven, ven, Señor, no tardes,
ven pronto, Señor.

El mundo muere de frío,
el alma perdió el calor,
los hombres no son hermanos,
el mundo no tiene amor.

Envuelto en sombría noche,
el mundo, sin paz, no ve;
buscando va una esperanza,
buscando, Señor, tu fe.

Al mundo le falta vida,
al mundo le falta luz,
al mundo le falta el cielo,
al mundo le faltas tú.

CAMINAMOS HACIA EL SOL
Letra: F. Palop y J.A. Espinosa. Música J.A. Espinosa
https://youtu.be/Akvg8ZQZdv0

Caminamos hacia el sol
esperando la verdad.
la mentira, la opresión,
cuando vengas cesarán.

Llegará con la luz
la esperada libertad.(bis)

Construimos hoy la paz
en la lucha y el dolor,
nuestro mundo surge ya
a la espera del Señor.
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Te esperamos, tú vendrás
a librarnos del temor.
la alegría, la amistad,
son ya signos de tu amor.

ESPERABA, ESPERABA
Letra y Música P. Máximo Pérez
https://youtu.be/ttTvQDQGmSE

Esperaba , esperaba, la niña de Nazaret,
esperaba, esperaba y no conocía qué,
sabía que su dueño siempre era fiel,
y por eso esperaba, esperaba con fe.

Dios que a la puerta llama, ¿quién abrirá?
todos los hombres callan dormidos ya.
La Virgen vigilante despierta está,
puso aceite en la lámpara, que brilla más.

Dios que a los hombres dice “quiero venir”,
los hombres que contestan, “no hay sitio aquí”.
Pero la Virgen niña responde así:
Que esa palabra tuya se cumpla en mí.

Cuando mi niño venga ¿qué haré con Él?
El se me ha dado todo y yo a Él también.
Quiero darlo a los hombres, para ellos es,
salgamos de camino hacia Belén.

SI TU NO VIENES JESÚS
Letra y Música P. Máximo Pérez
https://youtu.be/jYRBMAeKuPo

Si Tú no vienes, Jesús,
seguirán nuestros pecados. (2)
Cómo seremos los hombres
una familia de hermanos
si desde el fondo del alma,
Señor, no nos amamos. (2)

A Ti se elevan hoy nuestras manos
nuestras pobrezas te presentamos.
Jesús que salvas, no tardes tanto
tu pueblo somos, ya te esperamos.

96

Si Tú no vienes, Jesús,
seguirán nuestros pecados. (2)
Cómo podremos los hombres
a la verdad abrir paso,
si de apariencias vivimos,
Señor, ilusionados. (2)

Si Tú no vienes, Jesús,
seguirán nuestros pecados. (2)
Cómo podremos los hombres
dar a tu cruz un abrazo
si todo lo que nos duele,
Señor, lo rechazamos.

VAMOS A PREPARAR
Letra y música Carmelo Erdozáin
https://youtu.be/l5NzBkYW3KI

Vamos a preparar el camino del Señor,
vamos a construir la ciudad de nuestro Dios.
Vendrá el Señor con la aurora,
él brillará en la mañana, pregonará la verdad,
vendrá el Señor con su fuerza,
él romperá las cadenas, él nos dará la libertad.

El estará a nuestro lado, él guiará nuestros pasos,
él nos dará la salvación.
Nos limpiará del pecado, ya no seremos esclavos,
él nos dará la libertad.

Visitará nuestras casas, nos llenará de esperanza,
él nos dará la salvación.
Compartirá nuestros cantos, todos seremos hermanos,
él nos dará la libertad.

Caminará con nosotros nunca estaremos ya solos,
él nos dará la salvación.
Él cumplirá la promesa y llevará nuestras penas
Él nos dará la libertad.

VEN, SALVADOR
Letra y música Carmelo Erdozáin
https://youtu.be/pgJvyDFy3FY

Ven, Salvador, ven sin tardar: danos tu gracia y tu paz.
Ven, Salvador, ven sin tardar, danos tu fuerza y verdad.
97


Nos diste tu palabra, es firme nuestra espera;
iremos tras tus huellas, sabemos que vendrás.

Los hombres de mi pueblo esperan que Tu vengas,
que se abran horizontes por donde caminar.

Vendrás con los que luchan por una tierra nueva.
vendrás con los que cantan: justicia y hermandad.

LA NAVIDAD
Amor renovado que vence siempre
Ciclo A

99

1. Navidad y Epifanía31

Lo mejor del Adviento es la Navidad. Desde el Adviento a la Epifanía y el


Bautismo del Señor, hay un único movimiento: la celebración de la
venida del Señor, que se prepara en la espera del Adviento, se celebra
en su inauguración de Navidad y en sus primeras manifestaciones o
epifanías, y se intenta siempre vivir en nuestra existencia cristiana,
camino de la manifestación definitiva del final de los tiempos.
Navidad y Epifanía celebran el mismo misterio. La Navidad
acentúa sobre todo el nacimiento: Dios se ha hecho hermano nuestro.
La Epifanía pone más énfasis en la manifestación de su divinidad, sobre
todo a los magos de Oriente, acontecimiento que la liturgia une al del
Bautismo de Jesús en el Jordán y las bodas de Caná con su primer
milagro.

El sacramento de la Navidad
Lo que celebramos los cristianos en estas dos o tres semanas del tiempo de
Navidad es el misterio de Cristo que se nos comunica sacramentalmente.
Cuando afirmamos que la Navidad es un sacramento queremos significar
que la gracia del Nacimiento del Hijo de Dios se nos hace presente y se nos comunica
en la celebración de esta fiesta. No se trata sólo de un recuerdo pedagógico,
aleccionador, del acontecimiento de Belén, entrañable por demás.
En estos días oímos muchas veces –en las oraciones, prefacios y antífonas
de la celebración– la palabra hoy: «hoy nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor»;
«hoy una gran luz ha bajado a la tierra»; «hoy ha nacido Jesucristo, hoy ha aparecido el
Salvador, hoy en la tierra cantan los ángeles, hoy saltan de alegría los justos».
Lo mismo sucede en la fiesta de la Epifanía, en la que también se recuerda
el Bautismo de Jesús y las bodas de Caná: «hoy has revelado en Cristo, para luz de los
pueblos, el verdadero misterio de nuestra salvación»; «hoy la estrella condujo a los
magos, hoy el agua se convirtió en vino, hoy Cristo fue bautizado»; «hoy la Iglesia se ha
unido a su celestial Esposo».
No es sólo un aniversario. Es actualización y nueva presencia del misterio
salvador de un Dios que se ha hecho de nuestra familia. De alguna manera nos
hacemos contemporáneos del nacimiento de Cristo y de su manifestación. El Señor
Resucitado ha roto las barreras del tiempo y actualiza la gracia de su Encarnación
para nosotros.
Entre el ayer de Belén y el mañana de la parusía está el hoy de cada
Navidad, el Dios-con-nosotros que nos quiere comunicar su vida, su luz, su alegría.
En concreto, la gracia de la Navidad aparece descrita repetidas veces como

31 ALDAZÁBAL, José. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona:

España. 2001.
100

«nacer de Dios», ser sus hijos. Más aún, es la gracia de compartir con Jesús su
divinidad, ya que él ha querido compartir nuestra humanidad: «que renazca tu pueblo,
Señor, al conmemorar el nacimiento de tu Hijo»; «a los que le recibieron les dio el poder
de hacerse hijos de Dios»; «concédenos compartir la vida divina de aquél que hoy se ha
dignado compartir con el hombre la condición humana»

Los prefacios de la Navidad
Durante el tiempo de la Navidad y Epifanía, se proclaman unos prefacios
que nos ayudan a centrar nuestra gratitud en el misterio de ese Dios que ha querido
venir a nuestra historia.

Prefacio I de Navidad: Cristo, luz del mundo


La Navidad es la fiesta de la luz, como lo es también la Epifanía. Por eso se
centra la acción de gracias en esta luz verdadera que Dios nos ha enviado.
En las lecturas del Adviento, el profeta Isaías ya nos había anunciado al
futuro Salvador como la luz que iba a iluminar a todos los pueblos. Ahora, en Cristo,
agradecemos a Dios que nos haya dado la luz definitiva. En la noche de la Navidad le
decimos a Dios: «has iluminado esta noche santa con el nacimiento de Cristo, la luz
verdadera».
La luz de Dios ya estaba entre nosotros, por la creación. Pero ahora, «por el
misterio de la Palabra hecha carne», esta luz brilla ante nuestros ojos «con nuevo
resplandor».
En la noche de Pascua, en la solemne Vigilia, volveremos a cantar a Cristo
como luz, simbolizado por el cirio pascual. La Navidad y la Pascua celebran el único
misterio de Cristo, Luz del mundo.

Prefacio II de Navidad: La restauración del universo en la Encarnación


Es densa la teología de esta oración. Está construida a base de binomios
antitéticos, que ayudan a entender el misterio de la Encarnación: el que ya existía
antes, como Dios, se nos hace presente como hombre; el que era invisible, ahora se
nos hace visible y cercano; el que es eterno, ha querido entrar en nuestra historia.
La finalidad de esta Encarnación se dice que es: para asumir en sí todo lo
creado; para reconstruir y restaurar lo caído; para llamar al pecador de nuevo al reino
de los cielos.
Alabamos a Dios por la reconciliación y la paz, por la restauración cósmica
y humana que ha realizado de modo admirable en la venida de Cristo en la Navidad y
en la plenitud de su Pascua.
Una de las bendiciones del formulario solemne de la Navidad, desea que “el
que por la encarnación de su Hijo reconcilió lo humano y lo divino, os conceda la paz a
vosotros, amados de Dios”.
101

Prefacio III de Navidad: El intercambio realizado en la Encarnación del Verbo


El intercambio que sucede en la Navidad –hoy, en esta Navidad– es en
verdad admirable, y plenamente favorable a nosotros. Dios se hace hombre (“el Verbo
se hizo carne”) y el hombre es hecho partícipe de la divinidad (“a los que le recibieron
les dio el ser hijos de Dios”).
Cristo Jesús asume nuestra debilidad, nuestra frágil condición, y así nos da
una dignidad divina y eterna. Tenemos motivos para dar gracias a Dios por el
ministerio de esta Navidad.

Las lecturas de la Navidad
Las lecturas de estas semanas quieren conducirnos a descubrir a Dios en
ese niño nacido en Belén y manifestado progresivamente a los hombres. Y a la vez, que
descubramos el valor del hombre, nuestro hermano, dado que Dios se ha querido
hacer de nuestra familia. El admirable intercambio de la Navidad.
Los aspectos fundamentales de este misterio se leen en las fiestas y
domingos: la Navidad, la Epifanía, el 1 de enero con la fiesta de Santa María, la Sagrada
Familia, el segundo domingo, el Bautismo de Jesús. Son los temas centrales como el
Nacimiento, la luz, la manifestación a los magos, la circuncisión, el episodio del niño
perdido y hallado en el Templo, las diversas reacciones de las personas (María y José,
los pastores, los magos, las autoridades y sabios de Jerusalén).
Las lecturas de las ferias, son un complemento de las festivas, para que
lleguemos a profundizar gradualmente en el don de ese Hijo de Dios que se ha hecho
hermano nuestro, y sepamos asumir las consecuencias que este acontecimiento
comporta para nuestras vidas.

La primera carta de Juan


Durante el tiempo de la Navidad, desde el 27 de diciembre hasta el 12 de
enero (aunque los últimos días a veces se omitan, porque el domingo del Bautismo del
Señor cae antes de esa fecha), leemos en lectura prácticamente continuada la primera
carta de Juan.
Es un escrito de fines del siglo primero, una carta de reflexión teológica y
espiritual, que denuncia las corrientes gnósticas que no han sabido ver en toda su
profundidad el misterio de Jesús. Hay falsos doctores que se creen sabios, pero no han
captado la seriedad del amor de Dios encarnado en Jesús, ni sus consecuencias
vivenciales para nosotros: la comunión de vida con Dios y el amor a los hermanos.

Los evangelios
En el tiempo de Navidad los evangelios tienen dos temas: la infancia de
Jesús y el inicio de su ministerio. O sea, sus progresivas manifestaciones como Mesías.
Naturalmente, las escenas principales las leemos en las fiestas: Navidad, Sagrada
Familia, Epifanía, Inocentes.
En la octava de la Navidad, además de los evangelios que se refieren a san
102

Esteban y san Juan, escuchamos relatos de la infancia de Jesús, la presentación en el


Templo, con el testimonio de Simeón y de Ana, y la vuelta a Nazaret.
A continuación, y empezando por el día 31 de diciembre con su prólogo (y
así terminamos el año civil con este magnífico resumen de todo el misterio de Cristo y
de nuestra fe), se nos proclama antes de la Epifanía el primer capítulo del evangelio de
Juan, con el testimonio del Bautista y la llamada de los primeros discípulos por parte
de Jesús.
En las ferias después de la Epifanía, del 7 al 12 de enero, escuchamos las
primeras manifestaciones del Mesías en el inicio de su ministerio: multiplicación de
panes, calma de la tempestad, etc. Y así nos damos cuenta de que no sólo celebramos
en estos días el nacimiento de un niño, sino el inicio de un camino de Buena Nueva.

El tiempo mariano por excelencia
Si ya en el Adviento, sobre todo en sus últimos días, nuestra oración tenía
muy presente a la Virgen María, durante el tiempo de la Navidad es todavía más
intensa esta acentuación.
La que podemos llamar «Santa María de la esperanza», la maestra de la
espera del Adviento, es sobre todo la Madre del Mesías, la que le dio a luz y lo
manifestó al mundo en la persona de los pastores y de los magos: la Maestra, por
tanto, de la Navidad y de la Epifanía, la que le acogió y la que mejor evangelizó al
mundo mostrándole al Salvador.


103

2. Navidad: algunas observaciones32




Preparar la misa del gallo
La preparación de la misa del gallo es una buena ocasión para reunir y
hacer intervenir a gente diversa de la parroquia. No se trata, desde luego, de reunirse
como si todo tuviera que ser inventado de nuevo, sino que la preparación incluirá un
primer momento explicativo que ayude a los asistentes a conocer mejor cómo se
configura la celebración. Esto facilitará que todos entiendan el sentido de lo que
celebramos, y les dará pie a sugerir detalles y aspectos que acercarán la misa a la vida
de la comunidad que la celebra. También se concretará lo que se hará, se distribuirán
servicios, se detallarán horarios para preparar las cosas, etc.
Donde sea apropiado, puede realzar la fiesta alguna vigilia breve
introductoria de la misa: puede ser el Oficio de Lectura, puede ser una vigilia ya
preparada, u otra creada por los miembros de la parroquia. E incluso algo más
sencillo: un canto y una poesía que acompañen la colocación del Niño Jesús antes de la
entrada del celebrante y los ministros.
También habría que potenciar la ornamentación de la Iglesia a partir de
diversas posibilidades: dibujo de un póster navideño, montar el pesebre, adornar el
presbiterio... e incluso organizar una brigada extraordinaria de voluntarios para hacer
una limpieza general especial.
Después, claro está, está la propia celebración, que merece todas las
atenciones. En este día se han de poner en juego todas las posibilidades y capacidades:
ministros suficientes para acompañar al presidente, cantos abundantes y conocidos,
homilía bien pensada y transmisora de la Buena Noticia... También la proclamación de
la Calenda. Y al acabar, la adoración del Niño Jesús con villancicos.
Potenciar el canto litúrgico y el canto popular
Un aspecto importante a tener en cuenta en la preparación de las
celebraciones es el tipo de cantos que se van a utilizar. En el tiempo de Navidad, ello
implica saber distinguir entre los cantos de contenido adecuado para la Eucaristía y
las canciones populares navideñas, o sea los villancicos. Y tener, por tanto, el
suficiente y adecuado repertorio de cantos para la Eucaristía, que ayuden a entrar en
el sentido del misterio de la Navidad: cantos que sean conocidos, y que ya de entrada y

32 LLIGADAS SORRIBAS, Josep. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92.

Barcelona: España. 2001.


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sin mucha dificultad ayuden, año tras año, a revivir los sentimientos de fe y de amor
con los que recibimos la venida entre nosotros del Dios hecho hombre. Sin temor a
repetir cada año esos mismos cantos, y al mismo tiempo con ganas de ampliar, cuando
sea necesario, el repertorio.
Pero ello no quita que también sean muy importantes los villancicos.
Porque ocurre que, como actualmente tenemos tanta música por todas partes, cada
vez cantamos menos nosotros. Y, durante estos días, la cabeza se nos llena de
canciones más o menos navideñas pero desnaturalizadas a través de la televisión o de
los altavoces de los grandes almacenes. O sea que sería muy conveniente promover en
la parroquia o comunidad el canto de los villancicos de siempre, e invitar también a
cantarlos en las familias, en la escuela, etc. Se puede editar una hoja con las letras y
repartirla, y cantar villancicos al terminar las misas, y aprenderlos en las catequesis, e
incluso convocar, uno de los días del tiempo de Navidad, un encuentro festivo para
tomar algo juntos y cantar.

Después del día de Navidad
Es una constatación casi universal que las celebraciones cristianas del
tiempo de Navidad parece que se agoten el mismo día 25 de diciembre. Allí se
orientan todos los esfuerzos y capacidades de celebración del nacimiento del Hijo de
Dios. Y después, en la quincena de Navidad-Epifanía se nota muchísimo como baja el
tono.
Los motivos son varios. Uno, que el protagonismo se lo llevan las diversas
celebraciones “civiles”: la fiesta familiar de Navidad y los encuentros navideños de
grupos diversos, el Año Nuevo, los regalos de Reyes... demasiadas cosas llaman la
atención y hacen difícil estar atentos a las celebraciones cristianas. Otro, el ambiente
de vacaciones (aunque mucha gente no haga), que invita a la dispersión. Y otro, aún, la
sensación de “objetivo cumplido” que se tiene el día de Navidad, después de la
preparación del Adviento.
Eso no quiere decir, no obstante, que las celebraciones de estos días
queden abandonadas: no quedan abandonadas, sino que se mantiene la
ornamentación festiva, los cantos navideños, la comunicación amable del misterio que
celebramos.
Las celebraciones no quedan abandonadas, pero sí se tiene la sensación de
que tienen poca vida. Y esa sensación, aunque es justificada, no debe obsesionarnos.
Hay que seguir ofreciendo unas celebraciones dignas, intentando organizar que en la
medida de lo posible no falten monitores, lectores y cantores, transmitiendo un tono
de contemplación gozosa y agradecida del Hijo de Dios hecho hombre para llevar a la
máxima dignidad a toda la familia humana...
Y también se podrían, quizá, imaginar algunas actividades concretas, como
por ejemplo:
− Una convocatoria festiva, durante la quincena de Navidad. Puede consistir en
una plegaria sencilla y después un refrigerio con villancicos.
105

− Una vigilia de oración de final de año. El día 31 a las 10 de la noche, por


ejemplo (para que la gente pueda después ir a celebrar “civilmente” el cambio
de año).
− Sugerir que en las celebraciones familiares de Año Nuevo, un poco antes de la
hora de las uvas, se haga una breve oración de acción de gracias y petición (el
padrenuestro y un canto).
− Una “misa mayor” de Epifanía. No estaría mal intentar, el día de la Epifanía,
concentrar todos los esfuerzos en una misa, haciéndola más solemne y más
preparada, invitando a todos a asistir a ella.


106

3. Bendición del árbol de Navidad




El Árbol navideño, más que una costumbre que para muchos no es cristiana, es un signo
de la vida que florece y se ilumina porque Cristo llena con su gozo la historia de la
humanidad.

Las luces alegran, los adornos hablan de fiesta, la estrella que lo corona es signo de Jesús,
luz del mundo.

En familia, la cabeza del hogar dice, con fe:

Oremos
Bendito seas, Señor y Padre nuestro, que nos concedes recordar con fe en estos días
de Navidad los misterios del nacimiento del Señor Jesús. Concédenos, a quienes hemos
adornado este árbol y lo hemos embellecido con luces, con la ilusión de celebrar la
navidad del Salvador, que podemos vivir también a la luz de los ejemplos de la vida de
tu Hijo y ser enriquecidos con las virtudes que resplandecen en su santa infancia.
Gloria a Él por los siglos de los siglos.
R. Amén.

Al final, todos los presentes, santiguándose, dicen:

En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén

Invocación para encender las luces de la Vigilia de la Solemnidad de la
Inmaculada Concepción.

La humilde belleza de las pequeñas luces que arden pensando en la Madre de Jesús, nos
comprometen a recordar que del Vientre purísimo de la Reina Inmaculada nació el
Señor.

Que la Señora de la Navidad prepare nuestros hogares para que llegue a todos la luz de
Dios.

En familia, la cabeza del hogar dice, con fe:

107

Dios que eres luz, mira la humilde ofrenda de estas velas que encendemos hoy y
recibe amoroso nuestro deseo de amarte y glorificarte con nuestra vida. Que con la
intercesión de María Inmaculada sigamos preparando el corazón para que se encienda
la luz de Jesús en cada corazón, en esta familia que hoy proclama su esperanza, en el
mundo entero sediento de paz.

Al final, todos los presentes, santiguándose, dicen:
En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén


108

4. Inauguración del Pesebre33




El pesebre no debería faltar en ningún hogar. Pequeño o grande, más artístico o más
elemental, el pesebre es el signo más visible de las fiestas del nacimiento del Hijo de Dios.
El solo hecho de tener el pesebre en casa ya es mucho, pero si además rezamos ante él,
mucho mejor. Aquí ofrecemos algunos modelos y posibilidades, según las distintas
situaciones.
Inauguración del pesebre
Se puede hacer el mismo día en que lo hayamos puesto, o bien en la Nochebuena. Aquí
proponemos leer una lectura, decir una oración y cantar algún villancico.

Lectura del evangelio según san Lucas 2, 4-7
En aquel tiempo, José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de
Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse
en el censo con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaba allí le llegó el
tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en
un pesebre, porque no tenían sitio en la posada. Palabra del Señor.
Oremos (breve pausa de silencio).
Dios, Padre nuestro: tanto amaste al mundo que nos has entregado
a tu único Hijo Jesús, nacido de la Virgen María,
para salvarnos y llevarnos a ti.
Te pedimos que con tu bendición estas imágenes del nacimiento
nos ayuden a celebrar la Navidad con alegría
y a ver a Cristo presente en todos los que necesitan nuestro amor.
Te lo pedimos en nombre de Jesús, tu Hijo amado,
que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.

Para terminar se canta un villancico (o varios). Y todos pueden acercarse a dar un beso
al niño Jesús.

33 LLIGADAS SORRIBAS, Josep. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92.

Barcelona: España. 2001.


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La oración de los niños


El pesebre da pie a ayudar a los niños a conocer más a Jesús. De todos modos, al explicar
lo que el belén significa, hay que procurar no mezclar historias fantásticas o ramplonas,
que desfigurarían la fe y podrían llevar al niño a dejarla de lado en cuanto creciera. Hay
que resaltar lo básico, adaptándolo a su capacidad de comprensión: a nuestro Dios lo
reconocemos en un niño que nace pobre, sus padres María y José son grandes ejemplos
de fe y de amor, los primeros que lo adoran son una gente sencilla (los pastores), luego
vienen unos sabios de países lejanos que representan a todos los pueblos de la tierra (los
magos)...
El pesebre también ofrece una ocasión para rezar. Por ejemplo, todas las noches, antes
de ir a dormir, se puede decir esta oración y darle un beso al niño Jesús. De vez en
cuando, cantarle algún villancico. Y otras posibilidades que la imaginación sugiera.
Jesús, tú has venido a vivir aquí, con nosotros;
tú nos quieres mucho.
Tú estás aquí, muy cerca de nosotros,
con tus padres, con María y con José.
Yo también te quiero,
y quiero amarte más,
y quiero aprender a ser como tú. Amén.

La oración de los adultos


No sólo para los niños: también para los adultos el pesebre ofrece una buena ocasión
para rezar. Individualmente, o en pareja, o toda la familia, o cuando un grupo se reúne
por el motivo que sea.
Puede rezarse la siguiente oración y se puede además leer un texto del evangelio (de los
dos primeros capítulos de Mateo o Lucas), cantar algún villancico, etc.
La luz de la Navidad nos llama también a nosotros,
Jesús, hermano, hijo de María, Hijo de Dios.
Nos llama como llamó a los pastores desconcertados,
y como llamó a los magos
para hacerles emprender aquel largo camino.
Porque en Belén, en tu carne tan débil,
en tu rostro de niño que aún no ha aprendido a mirar al mundo,
nosotros vemos reflejado todo el amor de Dios.
En tu carne, está aquel amor, aquella ternura, aquella esperanza confiada
que sólo Dios es capaz de dar.
En tu carne, Dios se ha hecho uno de los nuestros,
y eso es lo más grande que nadie
haya podido nunca llegar a soñar.
Contemplándote aquí, acostado en el pesebre,
acompañado del amor de María y José,
queremos poner en tus manos
nuestras ilusiones y nuestros temores,
110

nuestro deseo de fidelidad y también nuestro mal.


Y queremos poner también al mundo entero:
a los que más queremos y a los que no conocemos,
a los de cerca y a los de lejos;
y sobre todo, a lo que más sufren.
Jesús, hermano, hijo de María, Hijo de Dios,
danos el calor de tu amor,
llena el mundo entero con el calor de tu amor.

Bendición del pesebre

Es ya inmemorial la costumbre de instalar en las casas un “nacimiento”, llamado
también “Pesebre” que recuerda y ayuda a vivir el misterio de la Navidad. Para dar más
sentido religioso para significar su inauguración puede hacerse este momento de
oración familiar, que signifique el comienzo de, las solemnes fiestas navideñas.

Reunida la familia, el padre o la madre dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén

Amada familia:
Durante estos días contemplaremos asiduamente en nuestro hogar este pesebre y
meditaremos el gran amor del Hijo de Dios, que ha querido habitar con nosotros.
Pidamos pues a Dios que el pesebre colocado en nuestro hogar avive en nosotros la fe
cristiana y nos ayude a celebrar más intensamente estas fiestas de Navidad.

Escuchemos con fe las palabras del santo Evangelio según san Lucas (Lc 2, 4-7a)

En aquellos días José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de
Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse
con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del
parto, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un
pesebre. Palabra del Señor.

Oración de bendición

Señor Dios, Padre nuestro, que tanto amaste al mundo que nos entregaste a tu Hijo
único nacido de María la Virgen, dígnate bendecir este nacimiento y a la comunidad
cristiana, nuestra familia, que está aquí presente, para que las imágenes de este
Nacimiento nos ayuden a profundizar en la fe a los adultos y a los niños y a vivir las
virtudes del Hogar en que Jesús fue acogido con amor. Te lo pedimos por Jesús, tu Hijo
amado, que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén
Al final, todos los presentes, santiguándose, dicen:
En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén

111

5. Vigilia para antes de la misa de medianoche


(o para algún día antes de Navidad)

Habrá que tener dispuesto en lugar visible el pesebre sin el niño, o simplemente la cuna.
Y repartir a los asistentes algún elemento para ornamentarlo (ramas pequeñas,
piedrecitas, papeles de colores) que se utilizarán cuando se indique. También habrá que
repartir una hoja con los cantos y el texto del Magnificat.
Desde el principio estarán encendidas las cuatro velas de la corona de Adviento.

1. Ven, ven, Señor, no tardes. Ven, ven, que te esperamos.


Ven, ven, Señor, no tardes. Ven pronto, Señor.
El mundo muere de frío, el alma perdió el calor,
los hombres no son hermanos, el mundo no tiene amor.
Envuelto en sombría noche, el mundo, sin paz, no ve;
buscando va una esperanza; buscando, Señor, tu fe.
Al mundo le falta vida, al mundo le falta luz;
al mundo le falta el cielo, al mundo le faltas tú.

2. Lector 1: Desde muchos siglos atrás, desde el fondo de los tiempos, la llama de una
esperanza ha guiado el camino de la humanidad. Una llama encendida en el corazón
de hombres y mujeres de todo tiempo y lugar. Los hombres y mujeres de Israel, que
habían conocido al Dios liberador y habían creído en él, y los hombres y mujeres
que, guiados en el silencio de su corazón por el mismo Espíritu de Dios, habían
sabido descubrir también que hay un amor más fuerte que todo el mal y el dolor y
el pecado, un amor capaz de renovarlo todo y llenarlo todo de vida.
Lector 2: Desde muchos siglos atrás, desde el fondo de los tiempos, la llama de una
esperanza ha guiado el camino de la humanidad. Y ahora, en la plenitud de los
tiempos, esa llama se ha hecho carne humana, carne nuestra, en el vientre de una
muchacha, allí en Nazaret, un pueblo lejano, casi desconocido.
Lector 1: Dios se ha hecho carne humana, carne nuestra, y todo ha cambiado. Dios
se ha hecho carne débil, carne pobre, y todo ha cambiado. Por eso nosotros hoy,
preparándonos para celebrar con toda la alegría el nacimiento del Dios hecho
hombre, nos unimos a María de Nazaret, y alabamos la fuerza y la gracia del Dios
que viene en medio de nosotros. Digamos todos unidos:
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
112

Él hace proezas con su brazo:


dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

3. Lector 1. Las palabras de María son nuestras palabras. Todos los grandes anhelos,
todos los buenos anhelos, tienen ahora una nueva fuerza, una fuerza distinta: ahora
son los anhelos de Dios, porque Dios mira la debilidad, Dios muestra su
misericordia, Dios dispersa a los soberbios, Dios colma de bienes a los pobres, Dios
protege a su pueblo.
Las palabras de María son nuestras palabras. Y hoy, cuando nos disponemos a
celebrar la Navidad, son una invitación a mirar a nuestro alrededor y a
comprometernos como el propio Dios se ha comprometido.
Lector 2: En silencio, recordemos nuestro mundo, nuestro país, nuestro (pueblo,
barrio, ciudad). Ahí nace nuestro Dios. Recordémoslo y renovemos nuestra
voluntad de contribuir a que haya mejor convivencia, más justicia, más paz, más
esperanza, más fe, más amor.
Silencio, con música suave de fondo.

4. Lector 1. Dice el profeta Isaías: “Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y
sobre él se posará el espíritu del Señor. Juzgará a los pobres con justicia, con
rectitud a los desamparados. Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará
con el cabrito. Nadie hará daño, nadie hará mal, porque el país estará lleno de
conocimiento del Señor, como las aguas colman el mar” (11,1-9).
Toda la tierra espera el Salvador:
viene a traer a los hombres la verdad,
a sembrar por el mundo semillas de amor.
A todos los pobres su brazo salvará.
Dice el profeta al pueblo de Israel:
Pronto la luz del Mesías brillará,
Dios se acerca a nosotros: su nombre, Emmanuel;
germine la tierra amor y libertad.
Lector 2. Ese es Jesús, el Hijo de María. Él es el Emmanuel, el Dios con nosotros. Con
él la esperanza, el deseo de vida nueva, el esfuerzo al servicio del amor, se hacen
fuertes, vivos, plenos. Y todo se llena de alegría.
Lector 1. Nosotros queremos que la Navidad sea una fiesta verdadera, auténtica.
113

Queremos vivir la alegría de Jesús. Y queremos que eso se note en todas nuestras
actuaciones: en la amabilidad, en el servicio, en la ayuda a los pobres, en todo. Y
queremos, muy especialmente, agradecerle a Jesús la fortaleza que nos da, el amor
que nos da, la salvación que nos trae.
Lector 2: Para significar esa voluntad vamos a hacer ahora un pequeño signo. Nos
acercaremos a la cuna del niño Jesús aún vacía y dejaremos junto a ella la rama, la
piedrecita, el papel de colores que todos tenemos, como para darle ya desde ahora
nuestra bienvenida agradecida.
Durante la procesión se puede poner música navideña (mejor sin texto, sólo
instrumental).

5. Terminada la procesión, si el acto tiene lugar inmediatamente antes de la misa del


gallo, se puede leer algún poema navideño (o varios). Si es otro día, se lee un relato
evangélico escogido entre los de las ferias de la última semana de Adviento (por
ejemplo Mateo 1,18-24; Lucas 1,26-38; Lucas 1,39-45) y se puede hacer una breve
homilía.

6. Invoquemos ahora a Jesús que nace entre nosotros. Responderemos a cada grupo
de invocaciones: R. Te adoramos oh divino Niño
– Jesús, luz del mundo; Jesús, sol de justicia; Jesús, estrella de la mañana.
– Jesús, camino hacia el Padre; Jesús, nuestra vida; Jesús, nuestra verdad.
– Jesús, buen pastor; Jesús, puerta de las ovejas; Jesús, que nos conoce y nos ama
personalmente.
– Jesús, nuestra paz; Jesús, nuestra alegría; Jesús, nuestra esperanza.
– Jesús, imagen del Dios invisible; Jesús, reflejo de la gloria del Padre; Jesús,
Palabra hecha carne.
– Jesús, el primero y el último, el que vive para siempre; Jesús, alfa y omega; Jesús,
principio y fin.
– Jesús, hermano; Jesús, amigo; Jesús, compañero.
– Jesús, Cordero de Dios; Jesús, Hijo de Dios; Jesús, Dios con nosotros.

Si la vigilia tiene lugar inmediatamente antes de la misa del gallo, ahora puede
haber un espacio de música mientras se encienden los cirios del altar, y
seguidamente empieza la celebración con el canto de entrada y la salida de los
ministros. En cambio, si tiene lugar algún día antes de la Nochebuena, al terminar
se podría compartir un pequeño refrigerio.


114

6. La Calenda: El pregón de Navidad34


Un buen elemento para la solemnización de la Navidad es la proclamación en todas las


misas (de la noche y del día) de este pregón, que proviene de la antigua liturgia romana.
En las comunidades religiosas, la Calenda puede tener su lugar propio en las primeras
vísperas.
Este pregón se puede proclamar de distintas maneras. Por ejemplo esta: 1) entrada de
los ministros con un canto de entrada largo y vivo; 2) saludo del celebrante; 3) sube un
lector y crea un breve silencio expectante; 4) el lector proclama, con la solemnidad
adecuada, el pregón. Y la misa prosigue con el Gloria, sin ninguna monición inicial del
celebrante (suficiente monición es ya el pregón...).En las misas en las que sea difícil
encontrar un lector adecuado, será mejor que lo lea el mismo celebrante.

Les anunciamos, hermanos, una buena noticia,
una gran alegría para todo el pueblo;
escúchenla con corazón gozoso.
Habían pasado miles y miles de años
desde que, al principio, Dios creó el cielo y la tierra
e hizo al hombre a su imagen y semejanza;
y miles y miles de años desde que cesó el diluvio
y el Altísimo hizo resplandecer el arco iris,
signo de alianza y de paz;
en el año 752 de la fundación de Roma;
en el año 42 del imperio de Octavio Augusto,
mientras sobre toda la tierra reinaba la paz,
en la sexta edad del mundo,
hace 2016 años,
en Belén de Judá, pueblo humilde de Israel,
ocupado entonces por los romanos,
en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada,
de María virgen, esposa de José,
de la casa y familia de David,
nació Jesús,
Dios eterno,
Hijo del eterno Padre y hombre verdadero,
llamado Mesías y Cristo,
que es el Salvador que los hombres esperaban.


34 CENTRE DE PASTORAL LITÚRGICA. Adviento y Navidad, sugerencias y materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona: España. 2001.
115

7. Oración Universal35

26 de Diciembre. San Esteban
Presidente: Oremos, hermanos, por las necesidades de la Iglesia y del mundo,
confiando en que san Esteban, que en su martirio vio el cielo abierto, lleve nuestras
súplicas hasta la presencia de Dios. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos
1. Por la Iglesia. Que, guiada por la luz de la mirada de Cristo y con las armas de la
caridad, avive la llama de la fe en toda la tierra. Oremos.
2. Por los pastores del pueblo de Dios. Que el Espíritu Santo ponga en toda ocasión en
sus labios las palabras adecuadas para anunciar a Cristo Redentor. Oremos.
3. Por los pueblos de toda la tierra. Que en todos haya paz, y en todos se pueda
predicar con libertad el mensaje del Evangelio. Oremos.
4. Por todos los que sufren. Que Cristo, que ha asumido nuestra debilidad, mire su
dolor y sea su roca salvadora. Oremos.
5. Por nosotros. Que nuestra vida responda de verdad a nuestro nombre de cristianos,
y que nuestras obras alaben a aquel que nos hace dignos de llevarlo. Oremos.
Oración conclusiva: Oh Dios, escucha la oración de tu Iglesia que en el mártir san
Esteban te hizo ofrenda de las primicias de la fe. Y, por su intercesión, concede a tu
pueblo tu constante protección. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

27 de Diciembre. San Juan Evangelista
Presidente: Oremos, hermanos, al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su
Hijo nos concede gracia tras gracia, y digamos:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia. Que, por la unidad y la comunión entre todos sus hijos, dé testimonio
de la vida que Cristo ha traído al mundo. Oremos.
2. Por los que gobiernan las naciones. Que se esfuercen por alcanzar, en la paz y la
justicia, el progreso de los hombres y de los pueblos. Oremos.
3. Por los que no tienen lo necesario para vivir. Que Cristo, que ha abierto nuestros
ojos a la luz de la fe, abra nuestro corazón a las necesidades de los hermanos.
Oremos.
4. Por nosotros. Que vivamos la alegría de saber correr hacia donde Cristo, en la
humildad de Belén o en el silencio de un sepulcro vacío, se nos da a conocer como
salvador. Oremos.

35 URDEIX, J. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona: España.

2001.

116

Oración conclusiva: Dios y Padre nuestro, escucha las súplicas de los que veneramos
la memoria de aquel apóstol que reclinó su cabeza en el pecho de Jesús; y concédenos,
por su intercesión, vivir siempre seguros en el seno de tu Iglesia. Por Jesucristo
nuestro Señor. R. Amén

28 de Diciembre. Los Santos Inocentes
Presidente: Hermanos: invoquemos la ayuda del Señor, que en su Hijo Jesucristo nos
ha iluminado con la luz de su mirada. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Para que la Iglesia, en medio de las dificultades de su peregrinar en este mundo,
experimente la constante protección de Dios. Oremos.
2. Para que los que gobiernan las naciones realicen la tarea que tienen encomendada,
de manera que el mundo avance por los caminos de la voluntad de Dios. Oremos.
3. Para que los niños cristianos, con la bendición de Dios, crezcan hasta alcanzar la
madurez de la fe. Oremos.
4. Para que todos los niños que, en cualquier lugar del mundo, sufren por las guerras,
el hambre o las injusticias, sean liberados de su dolor. Oremos.
5. Para que todos nosotros caminemos siempre a la luz de la fe que profesamos.
Oremos.
Oración conclusiva: Escucha, Señor, la oración de tu Iglesia, que se alegra del triunfo,
en el martirio, de los santos niños de Belén; y a nosotros, que invocamos tu nombre,
haznos experimentar el don de tu misericordia, para que, a pesar de nuestra fragilidad
humana, nos mantengamos firmes y confiados en la misericordia divina. Por
Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

29 de Diciembre
Presidente: Hermanos: con la alegría en el alma, porque el cielo y la tierra se alegran
del nacimiento del Salvador, oremos a Dios por la Iglesia y por todos los hombres.
Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia. Que en toda ocasión bendiga a Dios por el salvador que le ha sido
dado, y lo presente a todas las naciones como luz verdadera. Oremos.
2. Por los pueblos de toda la tierra. Que encuentren, en Cristo, la paz que es el anhelo
de toda la familia humana. Oremos.
3. Por los ancianos. Que puedan vivir su ancianidad rodeados del afecto de los suyos y
con la alegría de tener los ojos puestos en el Señor. Oremos.
4. Por todos nosotros. Que, siguiendo el ejemplo de la caridad de Cristo, sepamos
amar de corazón a nuestros hermanos, para no andar nunca en la oscuridad.
Oremos.
117

Oración conclusiva: Oh Dios, tú quisiste que Cristo, nacido en Belén, se manifestase


como luz de las naciones. Concédenos caminar siempre a la luz de tu Hijo y dar
testimonio de él ante el mundo. Por Jesucristo nuestro Señor.

30 de Diciembre
Presidente: Hermanos, oremos a Dios para que la abundancia de su gracia dé fruto en
la Iglesia y en el mundo de nuestros días. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia. Que, dando gracias a Dios por el don de la redención, anuncie al
mundo entero la venida del Salvador. Oremos.
2. Por todos los pueblos de la tierra. Que sus habitantes progresen en la paz y la
justicia y se sientan movidos a reconocer la grandeza de Dios y a venerar su
nombre. Oremos.
3. Por los pobres y los desvalidos. Que nuestro amor fraterno nos lleve a ayudarlos, y
a hacerlo con toda sencillez. Oremos.
4. Por todos nosotros. Que la Palabra de Dios habite en nuestros corazones y por ella
aprendamos a cumplir la voluntad del Padre, para tener vida para siempre.
Oremos.
Oración conclusiva: Dios omnipotente y eterno, escucha nuestras súplicas. Tú nos
has concedido que tu Hijo, nacido de la Virgen María, participase de nuestra condición
humana; concédenos también participar de su divinidad en el reino de la gracia. Por
Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

Cuando el día 30 de diciembre se celebra la fiesta de la Sagrada Familia, la oración


universal es la siguiente:
Presidente: Hermanos, oremos a Dios y supliquémosle que derrame los dones de su
amor sobre los hijos de la Iglesia y sobre todos los que forman la gran familia humana.
Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia, la familia de los hijos de Dios. Que el Señor la bendiga y acoja con
amor sus súplicas. Oremos.
2. Por toda la familia humana. Que Dios le conceda el don de la paz que Jesús ha
venido a traer al mundo. Oremos.
3. Por las familias cristianas y por todas las familias del mundo. Que, siguiendo el
ejemplo de la santa familia de Nazaret, progresen en el amor que todo lo une y
perfecciona. Oremos.
4. Por las familias que se encuentran lejos de su tierra, por las que no tienen casa y
por las que pasan necesidad. Que reciban la ayuda fraterna y solidaria que
necesitan. Oremos.
118

5. Por los difuntos de nuestras familias. Que, como la Virgen María y los justos de
todos los tiempos, puedan contemplar, en la casa del cielo, la luz de la gloria de
Dios. Oremos.
Oración conclusiva: Oh Dios, que como buen Padre cuidas de todos nosotros;
escucha nuestras súplicas y haz que, por tu gracia, todos los hombres, ya que tenemos
el mismo origen, formemos una sola familia en la paz y vivamos unidos por el amor
fraterno. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

31 de Diciembre
Presidente: Hermanos: oremos por el bien de la Iglesia y del mundo que el Hijo de
Dios ha venido ha iluminar con la claridad de su luz, diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia. Que anuncie fielmente, día tras día, que la salvación se encuentra sólo
en Jesucristo. Oremos.
2. Por la paz y la concordia en todos los pueblos. Que, en el nuevo año que estamos a
punto de empezar, los hombres y mujeres del mundo entero se sientan movidos a
trabajar por el bien común más que por sus propios intereses. Oremos.
3. Por los que viven angustiados por las tribulaciones del mundo presente. Que
encuentren, en la luz de Cristo, el norte que les guíe en su camino y les dé la
fortaleza que necesitan. Oremos.
4. Por todos nosotros. Que la contemplación de la gloria de Cristo, que ha puesto entre
nosotros su morada, nos haga vivir con el corazón levantado hacia el Señor nuestro
Dios. Oremos.
Oración conclusiva: Escucha, Señor, la oración de tu pueblo. Protégelo y llénalo de la
abundancia de tu gracia durante todo el año que nos disponemos a empezar; para que
el consuelo de contemplar tu presencia visible entre nosotros, nos lleve a amarte con
todo nuestro corazón. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

2 de Enero
Presidente: Hermanos, oremos a Dios, en este principio de año, para que su nombre
sea alabado en toda la tierra por la salvación que ha derramado con el nacimiento de
Jesús. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia. Que dé a conocer a todos los pueblos la promesa de vida eterna que
ha recibido de Jesucristo. Oremos.
2. Por los que viven consagrados a Dios en la vida monástica. Que, siguiendo el
ejemplo de san Basilio y san Gregorio, dediquen su corazón a la virtud y a vivir
según la esperanza futura. Oremos.
3. Por los que gobiernan las naciones. Que lo hagan con espíritu de servicio, por el
119

bien de su propio pueblo y de todos los pueblos. Oremos.


4. Por los que no tienen trabajo y por los que sufren a causa de la pobreza. Que
encuentren la ayuda que necesitan, tanto de las personas que tienen a su alrededor
como de las instituciones. Oremos.
5. Por los que estamos aquí reunidos celebrando la Eucaristía. Que la fuerza de este
sacramento nos mantenga siempre unidos a Cristo y fieles al Espíritu que de él
hemos recibido. Oremos.
Oración conclusiva: Mira, Señor, al pueblo que te suplica confiado en tu amor de
Padre. Concédele los dones que de ti espera y haz que, bajo tu guía, te complazca en
todo. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

3 de Enero
Presidente: Hermanos, oremos a Dios, que en Jesucristo nos ha dado prueba de su
amor, y presentémosle nuestras necesidades y las de todos los hombres. Oremos
diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Para que la Iglesia muestre a Cristo, en nuestros días, como el Cordero de Dios que
toma sobre sí el pecado del mundo. Oremos.
2. Para que en todo el mundo se progrese en la colaboración entre las naciones y se
vaya borrando la diferencia entre los países ricos y los países pobres. Oremos.
3. Porque los que sufren a causa de las injusticias humanas se vean liberados de su
situación. Oremos.
4. Para que todos nosotros manifestemos nuestra esperanza en Jesucristo, viviendo
una vida digna del Evangelio. Oremos.
Oración conclusiva: Señor y Dios nuestro, por el misterio de la encarnación de tu
Hijo, sé clemente con nosotros, escucha nuestras súplicas, y enséñanos a pedirte lo
que es agradable a tus ojos. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

4 de Enero
Presidente: Hermanos, con la confianza que nos da nuestra condición de hijos de
Dios, pidamos por el bien de la Iglesia y por la salvación de todos. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Para que la Iglesia siembre sin cesar en el mundo la buena semilla del Evangelio.
Oremos.
2. Para que el bienestar de los pueblos se fundamente cada vez más en la paz y la
concordia entre todos los hombres y mujeres del mundo entero. Oremos.
3. Para que los que sufren en la soledad o se sienten desamparados, experimenten la
protección divina. Oremos.
120

4. Para que todos nosotros, conservando la semilla de la fe plantada en nuestro


corazón, vivamos siempre atentos a las enseñanzas de Cristo y practiquemos las
buenas obras propias de los hijos de Dios. Oremos.
Oración conclusiva: Dios y Padre nuestro, escucha misericordioso nuestras súplicas.
Y así como por el Salvador del mundo nos has concedido el don de la filiación divina,
concédenos también por él la gracia de la inmortalidad. Por Jesucristo nuestro Señor.

5 de Enero
Presidente: Hermanos, oremos a Dios, que en su Hijo nos ha mostrado el verdadero
amor, y confiémosle a su bondad de Padre las necesidades de todos los hombres.
Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Para que la Iglesia dé testimonio del amor de Dios, anunciando la entrega de su Hijo
por nosotros. Oremos.
2. Para que el amor, la paz, la justicia y la verdad fundamenten el progreso de los
pueblos de toda la tierra. Oremos.
3. Para que todos los que tienen lo suficiente para vivir sean sensibles para ayudar
generosamente a los que pasan necesidad. Oremos.
4. Para que todos los niños puedan vivir con ilusión y alegría la fiesta de Reyes; y
puedan participar también de la bendición que Jesús da a todos los que se le
acercan con corazón sincero. Oremos.
5. Para que la sinceridad de nuestra vida cristiana sea una llamada que acerque a los
hombres a Jesús, y puedan reconocerlo como Hijo de Dios y Salvador. Oremos.
Oración conclusiva: Dios todopoderoso, mira misericordioso a tu pueblo y escucha
nuestras súplicas. Que la luz que ha resplandecido en el mundo con la venida de tu
Hijo aleje de nosotros la tiniebla del pecado y llene nuestros corazones de la verdad
salvadora. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén

7 de Enero
Presidente: Hermanos, elevemos nuestras súplicas a Dios, que quiere que todos los
hombres se salven y compartan la misma herencia de Jesucristo. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la santa Iglesia de Dios. Que guíe a todas las naciones hacia la luz de Cristo, y
reúna a todos los pueblos en su paz. Oremos.
2. Por los que aún no han recibido la luz de la fe. Que también ellos lleguen a
reconocer a Jesucristo y lo adoren como Dios verdadero. Oremos.
3. Por los enfermos y por los que sufren. Que el Señor les acompañe, alivie su dolor, y
les haga experimentar el gozo de su bondad. Oremos.
121

4. Por nosotros, y por todos los que creen en Cristo. Que, iluminados por la fe,
corramos hacia la meta de la perfección cristiana. Oremos.
Oración conclusiva: Oh Dios, tú, por medio de tu Hijo, has iluminado a todas las
naciones con tu luz eterna. Escucha nuestras súplicas y concede a tu pueblo reconocer
la gloria de su Redentor y llegar, por su gracia, a la luz que nunca se apaga. Por
Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén

8 de Enero
Presidente: Oremos, hermanos, para que Dios, que tanto nos ama, llene con la
abundancia de sus dones a la Iglesia y a toda la familia humana. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia. Que ofrezca amorosamente a toda la humanidad los tesoros de gracia
que el Señor le ha confiado. Oremos.
2. Por todos los pueblos de la tierra. Que Cristo, luz de las naciones, haga florecer en
toda la tierra la paz y el bienestar. Oremos.
3. Por los que sufren en el cuerpo o en el espíritu. Que sus necesidades sean atendidas
por nuestra caridad fraterna. Oremos.
4. Por nosotros. Que todo el mundo nos reconozca como discípulos de Cristo por
nuestro amor mutuo. Oremos.
Oración conclusiva: Dios y Señor nuestro, que nos has iluminado con la claridad de
tu Hijo, pastor de nuestras almas; escucha nuestras súplicas y haz que, alimentados
con los dones de su gracia, tengamos vida en su nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén

9 de Enero
Presidente: Hermanos: unidos por la fe en Cristo y movidos por el amor, oremos a
Dios por nosotros y por todos los hombres. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Para que la Iglesia, con maternal sabiduría, ayude a todos los cristianos a
comprender profundamente las palabras y los hechos de Jesús. Oremos.
2. Para que el Evangelio de Cristo sea proclamado a todos los pueblos y traiga la paz a
toda la humanidad. Oremos.
3. Para que Dios, en su misericordia, tenga piedad de los pobres y de los débiles.
Oremos.
4. Para que el Espíritu Santo que hemos recibido fortalezca en nosotros la comunión
con Dios y con los hermanos. Oremos.
Oración conclusiva: Dios y Padre nuestro, escucha las súplicas de los que creemos
que tu Hijo es el Salvador del mundo, y concédenos dar siempre testimonio de él por
122

la integridad de nuestra fe y nuestra caridad sincera. Por Jesucristo nuestro Señor. R.


Amén

10 de Enero
Presidente: Hermanos: oremos a Dios, que en su Hijo nos ha manifestado el amor
verdadero, y confiemos a su bondad de Padre las necesidades de todos los hombres.
Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por los obispos, los sacerdotes y los diáconos. Que, como Jesús, y llenos del Espíritu
del Señor, lleven la Buena Noticia a los pobres y anuncien la gracia de Dios para
todos. Oremos.
2. Por todos los que trabajan y sufren por la paz, por la reconciliación y por los
derechos humanos. Que su esfuerzo no sea en vano, sino que puedan lograr los
frutos que desean. Oremos.
3. Por los que son marginados por nuestra sociedad. Que, por nuestra caridad, se vean
atendidos y socorridos en sus necesidades. Oremos.
4. Por los que estamos aquí reunidos celebrando la Eucaristía. Que la fuerza de este
sacramento nos mantenga siempre unidos a Cristo y fieles al Espíritu que de él
hemos recibido. Oremos.
Oración conclusiva: Mira, Señor, al pueblo que te suplica confiado en tu amor de
Padre. Concédele los dones que de ti espera y haz que, bajo tu guía, te complazca en
todo. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

11 de Enero
Presidente: Oremos, hermanos, a Dios nuestro Padre, y pidámosle que bendiga
abundantemente a su Iglesia y muestre su salvación a todos los pueblos. Oremos
diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia. Que se afane en dar a conocer a todos los pueblos la salvación de
Dios, para que su nombre sea venerado en toda la tierra. Oremos.
2. Por la paz del mundo. Que el esfuerzo por eliminar las causas de la pobreza, que
oscurecen nuestra sociedad, ayude a la edificación de una paz verdadera en todos
los pueblos y naciones. Oremos.
3. Por los enfermos, por los ancianos, por los que están solos y por todos los que
sufren. Que encuentren, en nuestra ayuda y en nuestra caridad, el consuelo que
esperan recibir en sus necesidades. Oremos.
4. Por todos nosotros. Que seamos capaces de manifestar a todos la nueva luz que
Cristo ha encendido en nuestras vidas. Oremos.
123

Oración conclusiva: Dios omnipotente, escucha nuestras súplicas y haz que nuestro
Salvador nazca en nuestros corazones y los renueve constantemente. Por Jesucristo
nuestro Señor. R. Amén

12 de Enero
Presidente: Hermanos, oremos a Dios, que quiere salvar a todos los hombres, y
supliquémosle que derrame sobre nosotros y sobre toda la tierra los dones de su
gracia. Oremos diciendo:
R. Te rogamos, óyenos.
1. Por la Iglesia, el pueblo de los bautizados. Que, bajo la guía del Espíritu, dé siempre
testimonio de la vida nueva que ha recibido de Jesucristo. Oremos.
2. Por todos los pueblos de la tierra. Que el Señor les conceda vivir en paz y concordia,
y los ilumine con el Evangelio de la salvación. Oremos.
3. Por los que sufren a causa de las injusticias humanas. Que Dios les muestre su
misericordia y mueva nuestros corazones en su ayuda. Oremos.
4. Por nosotros. Que, a través de nuestro amor a Dios y a los hermanos, sepamos
corresponder al don de la fe que hemos recibido. Oremos.
Oración conclusiva: Oh Dios, tú quisiste que Cristo, nacido en Belén, se manifestase
como luz de las naciones. Concédenos caminar siempre a la luz de tu Hijo y dar
testimonio de él ante el mundo. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

124


8. Octava de Navidad: Sugerencias para la homilía36
Día 26: San Esteban, protomártir
– El día siguiente del nacimiento del Hijo de Dios, celebramos la muerte del primer
mártir. Y es que este Niño que nace es aquel que, por fidelidad al camino de Dios,
llegará hasta la cruz; y como él, sus seguidores son llamados a ser testigos
(“mártires”) de la Buena Noticia con la totalidad de su vida.
– Este martirio, no obstante, lo celebramos como una fiesta gozosa: la muerte de
Esteban es su “nuevo nacimiento”, es la participación de la Pascua de Jesús.
– Recordamos hoy también quién fue Esteban y por qué lo mataron: él es el hombre
abierto que comprende que la Buena Noticia de la fe cristiana significa apertura a
todo el mundo, rompiendo el círculo de normas y leyes del judaísmo. Y eso, los
“fundamentalistas” de su tiempo no se lo podían tolerar.
– Y Esteban destaca también porque personalmente creía y vivía totalmente el
mensaje de Jesús: él, como Jesús, hace aquello tan difícil de amar a los enemigos (la
oración nos hace pedir que también nosotros lo sepamos hacer).

Día 27: San Juan, apóstol y evangelista


– El evangelio nos presenta lo que es fundamental de los apóstoles: seguidores de
Jesús, testigos de la resurrección, creyentes en Jesús resucitado y en todo su
camino. Hoy, mientras contemplamos al Niño de Belén, somos invitados a vivir esta
misma fe plena.
– Juan (1. lectura) es testigo de lo que Jesús vivió e hizo, y nos invita a reconocer en
Jesús la Palabra del Padre. Y escribe su evangelio “para que creamos y tengamos
vida”. Vale la pena que valoremos la presencia de Jesús entre nosotros, a través de
la Escritura. Y también todas las demás presencias. Y que así tengamos alegría.
– Juan, en sus escritos, nos habla del amor-comunión de Dios con nosotros, y del
amor que hemos de tener a los hermanos. Que la fiesta de hoy nos ayude a revivirlo.

Día 28: Los santos Inocentes, mártires


– Como el día de san Esteban, nuevamente hoy contemplamos la dureza del camino
de Jesús. La fuerza de mal que hay en el mundo envuelve a Jesús desde el comienzo
de su vida, y acabará clavándolo en la cruz.
– La actuación de Herodes muestra el daño que puede hacer la defensa del propio
poder sin pensar en nada más, y las tragedias que eso provoca en los que están a
merced de la voluntad incontrolada de los poderosos: “¡Un grito se oye en Ramá,
llanto y lamentos grandes!”.
– Pero lo que más destaca en la fiesta de hoy es la fuerza del Dios que es más fuerte
que todo el mal que los hombres podamos hacer: los Inocentes, sin saberlo, han
compartido la muerte de Jesucristo y ahora comparten por siempre su gloria. En

36 LLIGADAS SORRIBAS, Josep. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92.

Barcelona: España. 2001.


125

Dios, todo es gracia. Y al final del camino humano está su vida.


Día 29: Día quinto dentro de la octava


– El evangelio nos trae ecos nuevamente de la Navidad. Jesús nos aparece
plenamente encarnado en la condición humana: es un niño que tiene que ser
llevado en brazos como cualquier otro niño, y su familia ha de someterse a la Ley
como toda familia. Y es pobre: hace la ofrenda de los pobres.
– En esta condición humana normal, somos llamados a reconocer, como Simeón, al
Salvador de todos los pueblos. Eso quiere decir que Jesús es la luz de nuestra vida, y
que vale la pena creer en él; que el camino de la salvación está en el Evangelio, en lo
que Jesús dirá y hará; y que vale la pena hacer conocer esta luz a todo el mundo.
– La 1. lectura reafirma uno de estos aspectos: allí donde se verifica si conocemos y
amamos a Jesucristo, es en el caso que hacemos de lo que él ha dicho y hecho: es
decir, si amamos a los hermanos; si no, todo es comedia.

Día 30: Día sexto dentro de la octava


– La figura de Ana, que parece no tener relevancia alguna, nos puede hacer pensar en
la dedicación callada a Dios, en el espíritu atento a sus llamadas y manifestaciones,
en la alegría de la salvación que siempre se nos muestra. Y también en lo que todos
podemos aprender de los ancianos.
– El final del evangelio nos hace mirar a Jesús que va creciendo y aprendiendo. Los
largos años de Nazaret son años de camino oculto: aprendiendo de sus padres y
maestros, yendo a la sinagoga, llenándose de Dios. Es una vida normal como la
nuestra, que vale la pena vivir como él la vivió.
– La 1. lectura invita a revisar nuestros criterios en la vida normal: vencer al Maligno,
conocer al Padre, guiarse por aquello que viene del Padre y no por lo que viene del
mundo.

Día 31: Día séptimo dentro de la octava


– El final del año resuena en nuestra celebración. El nacimiento de Jesús es “el
principio y la plenitud de toda religión”, dice la oración colecta; y el evangelio nos
muestra a Jesús como punto de referencia único de la historia. Hoy podemos hablar
de que todo nuestro tiempo, en la vida humana y en la fe, tiene un único centro y
criterio: Jesús.
– El evangelio nos invita a contemplar a ese Jesús: en él está toda la gracia y el amor
de Dios; y esta gracia y amor los hemos visto en su hacerse hombre, en su “carne”.
Sólo en la vida concreta de Jesús podemos encontrar la gloria de Dios, el sentido de
todo.
– Podemos dar gracias por el año que acaba, por la salvación que Dios nos ha
continuado dando; y pedir perdón por lo que hay de “anticristo” en nosotros (1.
lectura): somos anticristos cuando tenemos criterios de “mentira”, criterios que no
son los de Jesús.
126

9. Vigilia de fin de año37



Esta vigilia probablemente lo mejor sea convocarla a las 9 o las 10 de la noche del día
31, de modo que después pueda ir cada uno a celebrar la fiesta de fin de año en familia.
La vigilia la puede presidir un sacerdote o diácono, o también celebrarse sin presidencia.
No indicamos aquí cuando hay que estar de pie o sentados: en cada lugar se verá lo más
conveniente, y se indicará en su momento (durante los silencios y las lecturas, será mejor
estar sentados).
1. Canto
HOY SEÑOR, TE DAMOS GRACIAS

Hoy Señor, te damos gracias
por la vida, la tierra y el sol.
Hoy Señor queremos cantar
las grandezas de tu amor.

Gracias Padre, mi vida es tu vida,
tus manos amasan mi barro;
mi alma es tu aliento divino,
tu sonrisa en mis ojos está.

Gracias Padre, tu guías mis pasos,
tú eres la luz y el camino;
conduces a ti mi destino
como guías los ríos al mar.

Gracias, Padre, me hiciste a tu imagen,
y quieres que siga tu ejemplo;
brindando mi amor al hermano,
construyendo un mundo de paz.

2. Introducción: Estamos terminando este año 2016. Un año que ha marcado, como
todos los años, tanto la vida social como la vida de cada uno de nosotros. Un año en el
que hemos podido descubrir luces y oscuridades, alegrías y tristezas. Cada uno de
nosotros hemos caminado por el camino de nuestra vida, hemos trabajado y hemos
descansado, hemos sido felices y hemos sufrido, nos hemos esforzado en el
seguimiento de Jesucristo y hemos caído también en la desidia y la infidelidad.
Y a nuestro alrededor, también, hemos visto caminar a nuestros hermanos, a todos los
hombres y mujeres: desde los más cercanos, los de nuestra familia, nuestros amigos,
hasta los más lejanos. Todos ellos, todos, forman parte de nuestra vida. Y hoy, al
terminar el año, es bueno recordarlos. De todos hemos podido aprender, todos han

37 LLIGADAS SORRIBAS, Josep. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92.

Barcelona: España. 2001.


127

sido para nosotros, de un modo u otro, estímulos para nuestra vida. Recordemos, de
todos ellos, las pequeñas y grandes felicidades vividas, y también las tristezas y
dolores. Y de un modo especial, porque de ninguna manera podríamos olvidarlos,
recordemos los rostros de dolor de nuestros hermanos que sufren por la guerra, por
el hambre, por todas las crueldades que los hombres sembramos o permitimos en este
mundo.
Ahora, en silencio, oremos y pidamos perdón por todo lo que nosotros hemos
contribuido, a lo largo de este año, por acción o por omisión, a hacer más dolorosa la
vida de los demás.

3. Silencio prolongado

4. Petición de perdón
Oremos ahora juntos, reconociendo nuestro pecado y pidiendo perdón. (Se dice el “Yo
confieso” o se canta un canto de perdón).

Yo confieso ante Dios Todopoderoso,
y ante ustedes hermanos que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor. Amén.

5. Oración
Padre, en esta noche del último día del año estamos aquí, ante ti. Queremos compartir
un rato de paz, un encuentro de familia contigo. Somos tus hijos, y nos da felicidad
tenerte a ti como Padre. Te queremos agradecer este año que hoy termina, con todo lo
que hemos vivido, lo bueno y lo malo, porque en todo podemos experimentar la
llamada de tu amor. Y te queremos agradecer también todo lo que tenemos ante
nosotros, nuestro futuro en este mundo y nuestro futuro en el Reino que tú nos
prometes.
Padre, al terminar este año de 2016, y disponiéndonos a empezar un nuevo año, te
queremos pedir que estés siempre con nosotros y con todos nuestros familiares y
amigos. Y te queremos pedir, muy especialmente, que muestres tu rostro lleno de
ternura a todos los que sufren por la guerra o por el hambre, por la falta de justicia o
de libertad; y a todos aquellos que viven hundidos en el dolor o en el mal. Libéralos,
Padre, y haznos a nosotros colaboradores de esta liberación. Te lo pedimos por
Jesucristo, nuestro hermano, tu Hijo, que vive y reina contigo por los siglos. Amén.




128

6. Salmo 84
(Se recita a dos coros, habiendo repartido previamente el texto a todos)
Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.

Restáuranos, Dios Salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?
¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón».
La salvación está cerca de los que le temen,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
y sus pasos señalarán el camino.

7. Lectura de Isaías 9,1-6
Escuchemos ahora la palabra de los profetas. Es el anuncio de un niño que abrirá un
camino nuevo en la vida de los hombres. Es el anuncio de Jesús, el Mesías.
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande;
habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló.
Acreciste la alegría, aumentaste el gozo;
se gozan en tu presencia, como gozan al segar,
como se alegran al repartirse el botín.
Porque la vara del opresor, el yugo de su carga,
el bastón de su hombro, los quebrantaste como el día de Madián.
129

Porque la bota que pisa con estrépito


y la túnica empapada de sangre
serán combustible, pasto del fuego.
Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado:
lleva a hombros el principado, y es su nombre:
«Maravilla de Consejero, Dios fuerte,
Padre de eternidad, Príncipe de la paz».
Para dilatar el principado, con una paz sin límites,
sobre el trono de David y sobre su reino.
Para sostenerlo y consolidarlo
con la justicia y el derecho, desde ahora y por siempre.
El celo del Señor del universo lo realizará. Palabra de Dios

8. Salmo 71
El salmo podría hacerse cantado. Puede cantar las estrofas un solista y la
asamblea responder con la antífona, o cantarlo todos todo. También puede leer las
estrofas un lector e ir intercalando la asamblea el canto de la antífona.

Tu reino es vida, tu reino es verdad;
tu reino es justicia, tu reino es paz;
tu reino es gracia, tu reino es amor:
venga a nosotros tu reino, Señor;
venga a nosotros tu reino, Señor.

Dios mío, da tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud;
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.

Que los montes traigan la paz,
que los collados traigan la justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
que socorra a los hijos del pobre;
que él defienda a los humildes del pueblo
y quebrante al explotador.

Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como rocío que empapa la tierra.
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna.

130

Librará al pobre que suplica,


al afligido que no tiene protector;
se apiadará del humilde e indigente,
y salvará la vida de los pobres;
salvará de la violencia sus vidas,
pues su sangre es preciosa ante sus ojos.

Que su nombre sea eterno,
que su fama dure como el sol;
que sea bendición para los pueblos;
que las naciones los proclamen dichoso.
Bendito eternamente su nombre,
que su gloria llene la tierra.

9. Lectura de 1 Juan 1,1–2,3
Escuchemos ahora la palabra de los apóstoles. Juan, el apóstol que Jesús más quería, nos
da su testimonio: ahí, en nuestra vida de hombres y mujeres débiles, se ha hecho presente
alguien que nos ha transformado. Alguien que no es un sueño ni una idea, sino una
persona como nosotros. Alguien que nos llama a reconocer nuestra situación marcada
por el mal y el pecado, pero que al mismo tiempo nos empuja a seguir en el camino de la
fidelidad a su Evangelio.
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros
propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca del Verbo de la
vida; pues la Vida se hizo visible, y nosotros hemos visto, damos testimonio y les
anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó. Eso que
hemos visto y oído se los anunciamos, para que estén en comunión con nosotros y
nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Les escribimos esto, para
que nuestro gozo sea completo. Palabra de Dios.

10. Lectura del Magisterio
La no-violencia es una política para la paz (Mensaje Mundial del Papa Francisco
para la Jornada de la Paz 2017)

11. Canto
DANOS UN CORAZÓN38
Danos un corazón ,grande para amar
Danos un corazón, fuerte para luchar.

Pueblos nuevos, creadores de la historia
Constructores de nueva humanidad.
Pueblos nuevos, que viven la existencia

38 Letra y música de Juan A. Espinosa


131

como riesgo de un largo caminar.



Pueblos nuevos, luchando en esperanza,
caminantes, sedientos de verdad.
Pueblos nuevos, sin frenos ni cadenas,
pueblos libres que exigen libertad.

Pueblos nuevos, amando sin fronteras,
por encima de razas y lugar.
Pueblos nuevos, al lado de los pobres,
compartiendo con ellos techo y pan.

12. Introducción al silencio
Vamos a hacer ahora un tiempo de silencio. Será un tiempo de oración personal en el
que podemos repasar dentro de nosotros este año que estamos acabando, y poner
ante Dios el camino que hemos recorrido, las personas con las que hemos compartido
la vida, los acontecimientos que nos han marcado, y dar gracias por todo ello. Y, al
mismo tiempo, pedir su bondad y su amor para el nuevo año. Para nosotros, y para
toda la gente que conocemos, y para todos los que sufren.

13. Silencio, a ser posible con música de fondo

14. Plegarias. (Respuesta cantada: “Señor, ten piedad”)
– Por cada uno de nosotros, por nuestras familias, por nuestros amigos.
– Por nuestro crecimiento en la fe y en la fidelidad al Evangelio.
– Por nuestros compañeros de trabajo y de estudio, por todos aquellos con quienes
compartimos nuestra vida.
– Por nuestra ciudad, nuestro pueblo y nuestro barrio y por todos los que aquí
vivimos.
– Por los pobres, los tristes, los abandonados que hay entre nosotros.
– Por nuestra parroquia, por nuestra diócesis, por la Iglesia entera.
– Por todos los hombres y mujeres, por todos los ancianos, los niños, los jóvenes; por
todos los pueblos de la tierra.
– Por todos los que, en cualquier lugar del mundo, sufren la guerra o la violencia.
– Por todos los que, en cualquier lugar del mundo, sufren la tragedia del hambre.
– Para que la paz y el amor de Dios transformen nuestro mundo.

15. Padrenuestro
Como hijos de Dios, como hermanos de todos los hombres, oremos como Jesucristo
nos enseñó:
132


Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

16. Gesto de paz
Con los mejores deseos para el año que comienza, hermanos, démonos fraternalmente
la paz.

17. Cántico de María
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

18. Despedida
Si preside un sacerdote o diácono, desea a todos un feliz año nuevo y da la
bendición solemne de Año Nuevo. Si no, el que haya dirigido la vigilia desea a todos
un feliz año nuevo.

133

19. Canto final


ANUNCIAREMOS TU REINO, SEÑOR

Anunciaremos tu reino, Señor,
tu Reino, Señor, tu Reino.

Reino de paz y justicia,
Reino de vida y verdad,
tu Reino, Señor, tu Reino.

Reino de amor y de gracia,
Reino que habita en nosotros,
tu Reino, Señor, tu Reino.

Reino que sufre violencia,
Reino que no es de este mundo,
tu Reino, Señor, tu Reino.

Reino que ya ha comenzado,
Reino que no tendrá fin,
tu Reino, Señor, tu Reino.


134

10. Celebración del fin de año39



En torno al 31 de diciembre y 1 de enero, muchas comunidades organizan una
celebración en la que se reflexiona a la luz de Cristo sobre el año que empieza. Y su
reflexión se convierte en oración.
El énfasis debería ponerse en la acción de gracias y en la esperanza cara al nuevo
año. Todos necesitamos ánimos, visión optimista de la historia.
Esta celebración quiere compartir la esperanza cristiana, con una visión cristiana
del correr del tiempo y de la tarea que a todos nos toca en la historia.

1. Saludo del presidente. Motivación. Invitación.

2. Canto de entrada: “Marcha de la Iglesia”, “Juntos para soñar”, “Juntos como


hermanos” (un largo caminar), “Exodo y liberación” (peregrino, ¿a dónde vas?),
“Iglesia peregrina de Dios”, “Hacia ti, morada santa”... Si se quiere dar un tono mariano
a la celebración: “Santa María del camino” (ven con nosotros al caminar...), “Santa
María de la esperanza” (mantén el ritmo...).

3. Profecía o pregón de año nuevo.


4. Lectura bíblica: elegir una que refleje la marcha de la historia, la plenitud que ésta
adquiere en Cristo, o la confianza en Dios, conductor de la vida y del tiempo...
Proponemos éstas:
– Ef 1,3-14 (nos ha bendecido... antes de la creación... el designio que ha decidido
realizar en la plenitud de los tiempos...).
– Col 1,13-20 (Cristo, la imagen perfecta del Padre, plenitud de toda la historia...).
– Mt 5,1-12 (las bienaventuranzas).
– Mt 6,25-34 (fe en la providencia; no andar preocupados por el mañana...).
– Lc 12,16-48 (parábola del hombre rico y sus sueños... recomendación de confiar en
la providencia... parábola de los siervos vigilantes... parábola del administrador
infiel...).
– Eclo 18,1-14 (Dios dirige el universo... los días del hombre son contados... el Señor
comprende, tiene paciencia...).
– 2 Pe 3,1-18 (la historia y la promesa de la vuelta; nuevos cielos y nueva tierra...
vivir en la paz).

5. Pausa de silencio y meditación. Posible canto de respuesta, si parece oportuno:


Salmo 64 (Oh Dios, tú mereces un himno en Sión...), Salmo 89 (Señor tú has sido
nuestro refugio... los siembras año por año...). Si se elige el salmo 64, mejor alternar las

39 ALDAZÁBAL, José. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona:

España. 2001.
135

estrofas cantadas con otras leídas o proclamadas: por ej. “coronas el año con tus
bienes...”.

6. Aspectos esperanzadores del año que termina. Entre dos, enumerar brevemente
los acontecimientos y las direcciones más optimistas de la historia de este año:
a nivel mundial
a nivel nacional
a nivel de Iglesia
a nivel de la propia comunidad

7. Canto de acción de gracias. Salmo 135: Porque su amor no tiene fin... O bien el
“Magníficat”.

8. Aspectos deficientes del año que termina, en clima de petición de perdón: todos
somos solidarios de la culpa. Entre dos, enumerar brevemente los acontecimientos y
las direcciones más lamentables del año, a los mismos niveles que los positivos de
antes.

9. Canto de petición de perdón. Salmo 50: Perdón, Señor, perdón.

10. Reflexión personal: balance de la vida de cada uno en el año que termina:
aspectos positivos y negativos. ¿En silencio? ¿en diálogo de comunicación?

11. Oración final


– litánica, con intervenciones libres,
– oración presidencial (con o sin Padrenuestro)
– terminar con la bendición solemne del Misal Romano para el comienzo del año.


136

11. Noche vieja: año nuevo40


Celebración cristiana en familia
La despedida del año viejo y la entrada en el nuevo suele ser un acontecimiento
muy emotivo en una familia, en un grupo o una comunidad.
Se crea un ambiente entrañable. Evitando el lujo y la ostentación, y también el
tono un tanto parrandero al que a veces nos parece invitar el ambiente, es muy
bueno que este clima de alegría humana y familiar sea en verdad comunicativo y
feliz, tanto para los mayores como para los jóvenes y niños.
Pero para una familia o comunidad cristiana, el paso al Año Nuevo es bueno que
tenga además un color claramente cristiano. Aparte de que se pueda participar en
esa tarde/noche en las Vísperas o en la Eucaristía (algunos grupos organizan esta
noche una hora de Adoración al Señor Eucarístico), aquí ofrecemos para el
ambiente de familia un esquema que se puede realizar en poco más de cinco
minutos.
Se trata de un momento sencillo de oración, que en el clima familiar y en un
momento tan significativo puede resultar muy expresivo de nuestra fe.

1. Acción de gracias por el año que acaba
Monición (dicha por el padre o la madre)
Señor nuestro, Padre que estás en el cielo. Nos hemos reunido aquí, momentos antes
de terminar este año y empezar el nuevo. Queremos darte gracias por tantas cosas
buenas que han sucedido este año: para la humanidad, para la Iglesia, para nuestro
país, para nuestra familia, para cada uno de nosotros. Sabemos que estamos en tus
manos de Padre y te lo agradecemos (se pueden enumerar algunos de estos
acontecimientos del año).

Se puede elegir entre el canto o la oración de acción de gracias.


HOY SEÑOR, TE DAMOS GRACIAS
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Hoy Señor, te damos gracias
por la vida, la tierra y el sol.
Hoy Señor queremos cantar
las grandezas de tu amor.

Gracias Padre, mi vida es tu vida,
tus manos amasan mi barro;
mi alma es tu aliento divino,
tu sonrisa en mis ojos está.

40 ALDAZÁBAL, José. Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad. Sugerencias y Materiales. Dossiers CPL 92. Barcelona:

España. 2001.
137

Gracias Padre, tu guías mis pasos,


tú eres la luz y el camino;
conduces a ti mi destino
como guías los ríos al mar.

Gracias, Padre, me hiciste a tu imagen,
y quieres que siga tu ejemplo;
brindando mi amor al hermano,
construyendo un mundo de paz.

GRACIAS SEÑOR
Lector 1
Gracias Señor por todo cuanto me diste en el año que termina,
gracias por los días de sol y los nublados tristes,
por las tardes tranquilas y las noches oscuras.
Gracias por la salud y por la enfermedad,
por las penas y las alegrías.

Lector 2
Gracias por todo lo que me prestaste y luego me pediste.
Gracias Señor, por la sonrisa amable y por la mano amiga,
por el amor y por todo lo hermoso y por todo lo dulce,
por las flores y las estrellas, por la existencia de los niños
y de las almas buenas.

Lector 3
Gracias por la soledad, por el trabajo, por las inquietudes,
por las dificultades y las lágrimas.
Por todo lo que me acercó a Ti.
Gracias por haberme conservado la vida,
y por haberme dado techo, abrigo y sustento
Gracias Señor. Gracias Señor. Señor.

Lector 4
¿Qué me traerá el año que empieza?
Lo que Tu quieras Señor, pero te pido fe para mirarte en todo,
esperanza para no desfallecer, y caridad para amarte cada día más,
y para hacerte amar entre los que me rodean.
Dame paciencia y humildad, desprendimiento y generosidad,
dame Señor, lo que tu sabes que me conviene y yo no sé pedir.
Que tenga el corazón alerta, el oído atento, las manos y la mente activas,
y que me halle siempre dispuesto a hacer tu Santa Voluntad.
Derrama Señor, tus gracias sobre todos los que amo
y concede tu paz al mundo entero. Así sea.

138

Gracias Señor. Gracias Señor.



Todos rezan despacio el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria al Padre.
En un momento de silencio pensamos en los que ya han partido a la casa del Padre.

3. Las doce uvas, no faltaría más, puntualmente. Comerlas sin prisa.

4. Oración de año nuevo

Señor Dios, dueño del tiempo y de la eternidad.


Tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.

Al empezar un año mas,
detenemos nuestra vida ante el nuevo calendario, aun sin estrenar,
y te presentamos estos días que solo Tu sabes si llegaremos a vivirlos.

Hoy te pedimos para todos la paz y la alegría,
la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.

Queremos vivir cada día con optimismo y bondad,
llevando a todas partes un corazón lleno de compresión y paz.

Cierra tus oídos a toda falsedad; nuestros labios o palabras mentirosas,
egoístas, mordaces o hirientes.

Abre, en cambio, nuestro ser a todo lo que es bueno.
Que nuestro espíritu se llene solo de bendiciones y las derrame a mi paso.

Cólmanos de bondad y de alegría
para que cuantos conviven con nosotros o se acerquen,
encuentren en nuestra vida un poquito de Ti.
Danos un año feliz, y enséñanos a repartir felicidad. Amen.

4. La copa de champán, con el oportuno brindis.

5. El abrazo y el beso con todos los presentes, para empezar el año con un compromiso
de fraternidad y, si hace falta, de perdón. Con un voto de confianza a todos. Olvidando lo
desagradable del año viejo y empezando “de cero”.

6. Y luego, seguir la fiesta. Dichosa la familia que sabe divertirse a sí misma.




139

12. Solemnidad Santa María, Madre de Dios


Jornada de la Paz



ORACIÓN POR LA PAZ

Padre, Tú eres un océano de paz y nos regalas por medio de tu Hijo Jesucristo y
por la acción del Espíritu Santo este don, y lo siembras en nuestro corazón por medio
de la conversión y la reconciliación.

Tú nos confías la paz a nuestra responsabilidad, convirtiéndonos en artesanos
de la paz, para construirla con “pasión, paciencia, experiencia y tesón”.

Tú quieres que nuestras familias sean escuelas de paz donde te escuchemos,
acojamos y te sigamos mejor y, así germinen palabras y gestos de perdón, escucha,
diálogo, ternura, amor y reconciliación. Que los niños y jóvenes se conviertan en
protagonistas de un futuro de paz.

Acompáñanos en las responsabilidades que tenemos en nuestra vida social,
política, económica, cultural y eclesial. Haz que difundamos el respeto por la vida, las
personas y la creación; que seamos solidarios, fraternos, justos y trabajadores del bien
común.

Acoge en tu casa a quienes murieron víctimas de la guerra fratricida, mueve el
corazón de los actores violentos para que vuelvan a Ti y sean también ellos
constructores comprometidos de la paz. Fortalece a las víctimas en su dignidad y
otórgales valentía para ofrecer el perdón.

Que María Reina de la paz, nos ayude a desarmar el corazón, a vivir la justicia,
el perdón, la reconciliación y la paz, para que nazca en Colombia la civilización del
amor. Amén

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