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Cinco Principios Espirituales Del Primer Paso de Los Doce Pasos
Cinco Principios Espirituales Del Primer Paso de Los Doce Pasos
Aquí cinco principios espirituales que practicas en el Primer Paso de los Doce Pasos:
3. Rendición. Es cuando dejas de luchar contra la adicción y admites sin reserva alguna, sin
condiciones, que no puedes controlar tu consumo o dependencia de alguna persona, lugar
o cosa.
4. Mente abierta. Es la buena voluntad o disposición que muestras cuando sigues las
sugerencias de tu padrino o del grupo y haces las cosas de una manera diferente.
5. Valor. Es cuando eres capaz de ser honesto, admites que tienes un problema, te
rindes ante esa realidad, buscas ayuda y haces las cosas de una manera diferente.
1. Esperanza. Fue cuando consideré la posibilidad de que algo más grande que yo tenía
poder para liberarme de mi obsesión y compulsión. Fíjate que se trataba sólo de
sostener la posibilidad, que ni siquiera se trataba de creer en un Poder Superior, sino de
que podía ser que sí, que de hecho existiera algo que capaz de trabajar en mi y
removerme la obsesión y la compulsión que caracterizaban la adicción que me mataba.
2. Honestidad. Siempre admití que creía sin creer, que actuaba “como si creyera” para ver
qué efecto tenía en mi y comprobar de esa manera si, como decían en la literatura y en
las reuniones, aquello de un Poder Superior funcionaba. Era importante reconocer mis
dudas para aclararlas.
4. Fe. “La creencia en algo intangible.” Así la define el It Works How and Why (1993), p. 20.
Imagínate, yo que no creía ni en lo que veía, que iba a creer en algo mas allá¡, intangible.
Pero la desesperación era grande y mi receptividad también. Estaba profundamente
rendido sin saberlo y si tenía que creer en algo y eso se llamaba fe pues, pa’lante como
decimos aquí. Así coloqué mi fe en un crucifijo y comencé a orar como si mi vida estuviera
en juego.
Aquí algunos de los principios espirituales que practiqué en el Tercer Paso de los Doce
Pasos, cuando le entregué mi vida y mi voluntad al Poder Superior.
2. Disposisión. Era evidente mi disposición, estaba agotado de controlar todos los sucesos
de mi vida y me salí del medio, solté el egocentrismo, esa manía de que todo giraba
alrededor mio y entregué el control al Poder Superior. Pensé que El sabría administrar mi
vida mejor que yo y estuve dispuesto a seguir su voluntad. Me sentí aliviado tan pronto lo
hice. Dejar mi vida y mi voluntad en las manos de Dios fue como desprenderme de un
peso inmenso que me oprimía y asfixiaba hacía años.
4. Rendición. La rendición del Primer Paso fue más profunda cuando reconocí en el
Tercer Paso que no sólo no podía contra la obsesión y la compulsión sino que
tampoco podía manejar mi vida. Bastó observar mi pasado inmediato para
reconocer que era incapaz de hacerlo. Puse mi vida en manos de Dios porque tenía que
hacerlo, sin saber qué iba a suceder o cómo iba a ser pero convencido de que yo no
podía más. ¡Eso fue soltar!
5. Libertad. Una cosa maravillosa que tienen los Doce Pasos es la libertad. En ningún
momento nadie me obligó a creer ni a entregar. Tomé la decisión de entregar mi vida y
mi voluntad a un Poder Superior, basado en lo que vi en mi vida, en lo que vi en la vida
de compañeros en recuperación y en lo que leí en la literatura de Doce Pasos. Asumí la
responsabilidad de creer y de poner mi vida y mi voluntad en las manos de un Poder
Superior que yo escogí.
Como puedes ver, hice el Tercer Paso motivado por el fracaso que me precedióy por la
necesidad de creer que tenía. No era una persona de fe pero estuve dispuesto a creer en el
Segundo Paso y a entregar en el Tercer Paso. Con el tiempo, con la práctica de los pasos
restantes, el Poder Superior se probó fiable y se convirtió en un gran amigo. Así, paso a paso le
entregue cada vez más de mi y de igual manera cada vez mi fe aumentó.
Creer es un proceso y no hay forma de hacer un paso perfecto. Los pasos los podrás practicar
una y otra vez toda tu vida de recuperación. Se trata de actuar constructivamente basado en
principios espirituales. Al ver los resultados aumentará tu fe.
Me ayuda muchísimo conocer, estar consciente, de los Principios Espirituales que he practicado y
que han pasado a formar parte de mi vida. Tengo que estar muy claro en ello porque en
ocasiones pienso que soy como era antes de entrar en recuperación y no es cierto. He
cambiado para bien y tener presentes los principios espirituales que practico ayuda
a mi autoestima.
A continuación señalo los Principios Espirituales que encontré en el It Works How and Why
(1993). Los defino según el texto y según mi experiencia cuando los practiqué en el Cuarto Paso:
1. Honestidad: La verdad sobre quién soy, lo que hago, lo que pienso y siento. La practiqué
en el Primer Paso con la admisión de mi impotencia ante la adicción y aumentó
dramáticamente con el conocimiento de mi mismo en el Cuarto Paso. Fue dolorosa,
agridulce, pero necesaria para mi recuperación. Tenía que conocer el problema para
solucionarlo y el problema era en un primer paso la adicción pero ella era sólo un síntoma
de una enfermedad mayor que era mi personalidad. En el Cuarto Paso comencé a conocer
mi personalidad, sus luces y sus sombras. Esto me hizo honesto, conocí mi verdad.
2. Fe: No podía verme sin la ayuda de Dios. Era muy difícil para mi atravesar la armadura
de la negación y la falsa identidad que había construido. Descansé en el Poder Superior
para que me diera la fortaleza necesaria para sobreponer estas barreras y así ver mi
verdad oculta tras ellas. Creí, sin saber porqué, que era necesario llevar a cabo un
inventario personal y que en efecto, esa era la voluntad de mi Poder Superior. Al hacerlo
aumenté la entrega que inicié en el Tercer Paso.
3. Buena Voluntad: Demostré con todo lo anterior, con mi honestidad y mi fe, que tenía la
mente abierta a nuevas ideas, que le daba la bienvenida a cosas distintas y diferentes
con
tal de cambiar y lograr una nueva vida. Si había que creer, creía, si tenía que tener fe, la
tenía, si valor, lo buscaba.
5. Amor: Dice en la literatura que el inventario es uno de los actos más amorosos que
podemos hacer hacia nosotros mismos. Es cierto. Al conocer mi verdad y descubrirla me
liberé de las garras de la adicción. Ella utilizaba el miedo para someterme. Con él
condujo mi vista hacia mis defectos, los agrandó y me hizo sentir incapaz e impotente.
Pero luego del inventario pude ver no sólo su manipulación y su astucia sino también la
otra parte de mi: mis sueños, mis ilusiones, mi bondad. Era una buena persona con
una terrible enfermedad y luego del inventario podría dejar atrás algunos de
mis defectos y emprender el camino hacia mis ilusiones y mis sueños.
7. Integridad: Al descubrir mis valores, lo que valía la pena para mi, estuve dispuesto a
practicarlos. Con el Poder Superior recién adquirido no tenía ya razón para evadir la vida y
participar de ella orgulloso de ser quien era con mis defectos y virtudes. Entonces mis
acciones fueron coherentes con mis valores y descubrí el valor de ser de una sola pieza
por dentro y por fuera. Ya no tenía que avergonzarme pues era coherente.
8. Libertad: Cuando descubrí qué me limitaba y cómo me traicione una y otra vez pude
ser libre de lo que me había sujetado hasta entonces.
¿Cómo te fue a ti con esos Principios Espirituales? ¿Fue el Cuarto Paso, el inventario personal
un acto de amor hacia ti? Comparte tu experiencia en los comentarios.
Con el Quinto Paso profundicé los Principios Espirituales trabajados hasta ese momento en
los pasos anteriores.
3. Entrega. Cada vez que iba a compartir con mi padrino me puse en las manos de mi Poder
Superior y “eché pa’lante”. Admití la naturaleza exacta de mis errores con otro, sin
entender por qué debía ser así y dudando mucho sobre la efectividad de hacerlo. Me
bastó con saber por la literatura que esa era la voluntad de Dios para mi y que
probaba mi entrega a El con actos. Éste era uno de ellos.
5. Buena voluntad y disposición. Esperé lo mejor del Programa de Doce Pasos y de Dios.
Di por sentado que el cambio era bueno y necesario para mi y estuve dispuesto a
trabajarlo como fuera necesario.
6. Humildad. Admití ante otro ser humano, ante mi, y ante Dios mi realidad, mi verdad, mis
motivaciones ocultas y encontré que no era tan grande ni tan importante como yo
pensaba. Era más bien temeroso, vulnerable y necesitaba mucho amor.
7. Pertenencia, hermandad. Cuando descubrí que era otro ser humano más, con defectos
y virtudes, y que mi padrino me aceptaba tal y como era, experimenté la compasión y me
sentí por primera vez en mi vida parte de la raza humana. Comprendí que para
intimar tenía que dejarme ver como era, sin máscaras. El beneficio de
sobreponerse al miedo y ser honesto era la relación, la salida de la soledad y la
aislación, algo que nunca antes hice, algo nuevo para mi.
La experiencia de compartir con otro ser humano y con Dios la naturaleza exacta de mis
defectos de carácter marcó un cambio de paradigma, un giro total, en mi vida. Gracias al amor
que recibí de mi padrino, que fue una recompensa valiosísima, vi lo absurdo del temor que me
agarraba a la mentira de pretender ser otro y me mantenía solo y aislado. Desde entonces he
sido valiente al compartir mi verdad y siempre, pero siempre, he recibido tremendas
recompensas como premio por ser honesto y verdadero. Las mayores: la intimidad, los buenos
amigos, la paz.
Estaba desesperado por cambiar. Lo que descubrí de mi en el Cuarto Paso y luego compartí
con mi padrino en el Quinto Paso, me avergonzó. El Sexto Paso fue como un detente, una
parada en el camino, para verificar mi disposisión para cambiar, la medida de mi rendición. ¿No
tenía reservas? ¿Estaba dispuesto a todo? ¿Quería entregarle a Dios mis defectos de carácter?
¿Era
esa mi disposisión? No sabía. Por un lado quería otra vida, por otro, conocía la que tenía.
¿Cómo sería vivir de otro modo? ¿Tenía fe? ¿Era más grande mi temor?
En el Cuarto Paso descubrí que estaba avergonzado de mi. Por eso me resentí ante cualquier
cosa o persona que “cuestionara” mi valor o se burlara de mi. Temí que develara mi más
profundo secreto, mi poco valor. Por eso también temí fallar y quise ser perfecto: para encubrir lo
que entendí era mi nada, mi cero valor. Por eso tambien me aislé y evité intimar. No quise a
nadie muy cerca de mi. ¡Me iba a descubrir!
Así me moví por años entre la ausencia de valor que sentí y la grandeza y perfección
que asumí. Podía dar razones por las cuales era así pero, ese no era el punto del Cuarto Paso,
eso era lo que siempre había hecho, justificar mi manera de ser y señalar hacia mis
circunstancias. Se trataba de asumir mi responsabilidad e independientemente de lo que
pasara hacerme dueño mi, evaluando qué de mi personalidad me era dañino para entonces
dejarlo
atrás. En el Sexto Paso verficaba mi disposisión para seguir con mi compromiso del Tercer Paso.
¿Le entregaría todo a Dios? ¿Hasta mis defectos?
Tenía que escoger entre el dolor conocido y una felicidad posible pero desconocida para mi
Me debatí entre una opción u otra por par de semanas. Fue angustioso y agotador. Pero yo no
quería ser como había sido, eso lo sabía y, aunque no sabía cómo iba a ser de otro modo,
tenía que entregar mi ser a Dios y que El hiciera lo que fuera conmigo. Yo, en
definitiva, había demostrado que era muy mal administrador de mi vida y no podía más. Lo que
fuera no podía ser peor de lo que había sido. Así nació mi disposisión. Más por necesidad que
por fe.
Terminado el Sexto Paso y dispuesto a entregar a Dios mis defectos de carácter me puse de
rodillas y Te dije, “¡Por favor, quítame ésto, Señor!”. Pero ya sabes, un silencio absoluto de Tu
parte no ayudó mi naciente fe. Sí ayudó mi absoluta necesidad de creer que aquello me iba a
funcionar y de que de algún modo, ese Poder Superior / Dios / Tú, que los Doce Pasos
nombraban me iba a remover lo que tanto daño me hizo durante mi vida, los llamados defectos
de carácter.
Repetí mi entrega una y otra vez. A veces de rodilla, otras de pies, sentado o caminando y nunca
escuché un “Sí, tranquilo, ya te escuché, mañana te quito ésto y pasado lo otro, descansa.” Pero
yo fui constante en mi entrega. Puse una y otra vez en Tus manos mi miedo, mi arrogancia, mi
deshonestidad, mi aislación, mi deseo de perfección, mis resentimientos… Tantas actitudes
negativas que tanto daño me hicieron. Una y otra vez, la entrega, repetida. Con intensidad, “con
el corazón en la mano”, como dicen por ahí.
Pasé meses en ésto. No exagero. Entregué y observé a ver si algo en mi cambiaba, a ver si algo
me habías quitado Tú. Nada.
Algún día te sorprenderás cuando tus defectos ya no estén y actúes de otra manera
En algún momento varios meses después, me encontré siendo más tolerante hacia los
“defectos” de otros. Noté que le huía al resentimiento también. Cosas que me atemorizaban, las
enfrenté. Hablaba menos. Escuchaba mejor. Era más atento. Una paz sobrenatural flotaba sobre
mi. Era extrañísimo. Algo nuevo para mi. Experimenté la felicidad. Sentí agradecimient. Tal y
como me prometieron los Doce Pasos, hiciste por mi lo que yo nunca antes pude hacer: ¡caerme
bien a mi mismo!
Como la entrega pareció funcionar, creí en la efectividad del programa de Doce Pasos y en la
existencia del Poder Superior. Definitivamente, estuve seguro, algo pasó cuando entregué mis
defectos a Dios. Era inexplicable pues yo no hice ningún esfuerzo consciente por cambiar. Es
decir, yo no me obligué a ser de una manera u otra, no apliqué la fuerza de voluntad,
no, fue algo casi mágico, inexplicable y a la vez sencillo : sólo puse mis defectos en
manos de Dios y El hizo el resto. Mi trabajo fue identificar y entregar. El hizo lo
demás.
Serás libre
Mi fe en el programa de Doce Pasos y en Dios aumentó mucho a partir del Séptimo Paso. La
obsesión y la compulsión ya no eran dueñas de mi vida, tampoco lo erá el resentimiento y el
temor. Estaba comenzando a ser una persona libre, responsable y productivo. Eso me
gustó.
Cuando decidí hacer mi lista de enmiendas Eddie había muerto y tenía un nuevo padrino. Este
padrino creía mucho en “poner el foco en uno”, en asumir responsabilidad. Eso me ayudó mucho
al hacer la lista de enmiendas. Al igual que en el Cuarto Paso, el inventario, No se trataba de
si estaba justificado o no el daño, sino de asumir responsabilidad por mi parte en él,
de “limpiar mi lado de la acera”.
La lista de enmiendas se desprende del inventario que hiciste en el Cuarto Paso
Revisé el Cuarto Paso. Me dí cuenta de que el daño que causé a otros no fue por robar, mentir,
agredir, matar o actos dramaticos que me hicieron un gran criminal. No, yo causé daño por mi
actitud generalizada hacía la vida y hacia los demás. Era tal y como compartí en el Quinto
Paso, un egocéntrico, experto en ver siempre la culpa de otro y tras de ella esconder mi
responbsabilidad y justificar mis faltas de respeto, mis malascrianzas, mi deshonestidad. Un
montón de tonterias que causaban mucho daño y que eran reflejo de un niño malcriado y
engreido: la víctima.
Yo hice hecho daño a mi familia: a mi esposa, a mis padres, mis hermanas, mi tía y a mis
primas. Yo hice daño a mis compañeros de trabajo y a mis patronos. Hice daño a compañeros
de estudio y a profesores. Hice daño a mi colegio, a mi iglesia y a mi pais. Todo por el odio
generalizado que sentía y porque siempre pensaba en lo supuestamente ellos me habían hecho
antes a mi.
¿Quería enmendar? ¿Quería dejar de dañar a otros? Lo cierto es que no deseaba seguir
aplastando a los mios, no lo toleraba. Por otra parte tampoco quería ser un profesional que para
lograr sus metas destruyera a todos los que se encontraba en su camino. Tampoco quería ser
indiferente al dolor de mis compañeros de estudio o un jefe tirano. Yo de verdad, añoraba ser
uno más en el mundo, ser parte de él, no más ni menos.
En el Octavo Paso descubrí que tenía poco que restituir en términos materiales. Csi todas mis
enmiendas requerían que yo fuera otro. Si deseaba enmendar, actuaría de otro modo. Esa era
la única y mejor enmienda que podía hacer. Las promesas no servían de nada, sólo los actos
contaban.
En las pocas ocasiones tuve que ir a donde quien había dañado para hacer una enmienda. quedé
sorprendido por los resultados. Nunca fue como preví.
En una enmienda particular, después de haber planificar cómo la haría, fui a donde una persona
a la que había causado daño. Esta persona me había tratado malísimo y me había hecho
muchísimo mal. Pero este no era el punto del Noveno Paso de los Doce Pasos. El punto era
asumir la responsabilidad de mi parte en la situación que causó daño. Eso tenía que
estar claro.
La llamé para hablar con ella y acordamos un día y la hora. Recuerdo que fue en su lugar de
trabajo. Llegué a la hora acordada y ella me recibió sorprendida e intrigada. Me senté frente a
ella y le dije que estaba allí porque le había causado daño y quería excusarme. Ella se hechó
a llorar. Yo me sonreí sorprendido.
Me excusé con ella y luego hablamos sobre otros asuntos. En ningún momento mencioné lo
que ella me había hecho a mi. Me fui de allí habiendo cumplido mi propósito. Excusarme
por lo que hice. Algo muy sencillo, breve y claro. Nada más importaba.
A veces era una imprudencia enmendar. Había personas que sencillamente no querían saber
de mi. Ir donde ellas iba a reabrir heridas y les iba a causar más daño. Esas enmiendas no las
hice. En esos casos también tuve que sobreponerme a mi interés y respetar el de ellos.
Nuevamente eso requería de humildad en contra del egocentrismo. No todo era yo. El otro
era más importante que yo.
Te toca a ti
¿Has tenido que enmendar con alguien? ¿Cómo te fue? ¿Crees que ganaste al enmendar? Me
interesa tu opinión, déjame saber en los comentarios.
El inventario diario me permitió vivir libre de mis defectos de carácter, un día a la vez.
Todos los días durante la mañana al levantarme y por la noche antes de acostarme, revisé
por una parte, cuáles eran mis planes para el día y por otra, cómo me había ido durante el
día. Cuando descubrí alguna falta o mala actitud, la enmendé tan pronto como pude.
Eso creó en mi dos hábitos que me cambiaron la vida: el hábito de estar vigilante
ante a mis pensamientos y actitudes y, por otro lado, el hábito de no acumular
basura emocional desprendiéndome de lo que me hacía daño rápidamente.
Los Doce Pasos me mostraron el dolor de vivir con los defectos de carácter y el inventario la
posibilidad de vivir sin ellos.
Los pasos anteriores, desde el Cuarto Paso pasando por el Quinto Paso, y terminando en el
Octavo Paso y el Noveno, fueron verdaderas “cirugías del espíritu”. Con ellos descubrí cuán
profundo era mi problema y vi que era mucho más que una sustancia, era una
personalidad: una serie de actitudes negativas que causaban y me causaban mucho
dolor. El egocentrismo, la culpa y la verguenza acompañadas del resentimiento causaron
estragos en mi vida. Me llevaron a aislarme, a encerrarme en mis problemas, viviendo sin
comunicarme siendo un misterio para otros y para mi.
Este descubrimiento de quién en verdad era me marcó y me propuse nunca más ser lo que fui.
Por eso, la idea de vivir en bases diarias, vigilante ante mis defectos de carácter y de
enmendar rápidito cuando fuera necesario fue un sueño hecho realidad para mi. En el
inventario diario vi la posibilidad de vivir libre de resentimientos, vergüenza y culpa. Por eso, me
comprometí con él inventario y la práctica diaria de él.
El inventario diario reveló cómo se activaban mis defectos de carácter y me dió poder sobre
ellos.
Con el inventario diario fui conociéndome mejor. Identifiqué qué situaciones, personas o lugares
activaban mis defectos de carácter e hice ajustes para que no fuera así. Casi siempre se
trataba de cambiar mi forma de ver, mis modelos de pensamiento.
Así, poco a poco, con el inventario diario al hacerme responsable de cómo pensaba y
actuaba mi calidad de vida mejoró. No fui perfecto , que conste. Pero cometí muchos menos
errores y cargué mucho menos dolor. La culpa y la verguenza se desvanecieron y me sentí por
primera vez en mi vida, libre de aquellos defectos de carácter que tanto daño me causaron
antes.
¿Tienes tú algúna práctica que te permita examinar tus pensamientos y actitudes diariamente?
Si la tienes, ¿podrías dejarme saber sobre ella? Me interesa saber de ti.
ESCUCHAR
PRINCIPIO CLAVE: Válgase de la oración y de la meditación para conocer la voluntad del Señor y
tener la fuerza para aplicarla en su vida.
Al estudiar y practicar los pasos de la recuperación, nos familiarizamos con una vida basada en
la humildad y la aceptación de la voluntad de Dios, y nos acomodamos a ella. Atrás quedaron
los momentos de confusión y enojo cuando, si orábamos, lo hacíamos con una actitud de
obstinado egoísmo o de quejumbrosa autocompasión. Comenzamos a vivir de modo que nuestra
vida reflejara el profético consejo del presidente Ezra Taft Benson:
“La pregunta que siempre debemos tener presente y hacer constantemente, la que debe
guiarnos en todos nuestros pensamientos y acciones, es: ‘Señor, ¿qué quieres que yo haga?’
(Hechos 9:6). La respuesta sólo nos puede llegar por medio de la Luz de Cristo y el Espíritu
Santo. Afortunados son los que viven de modo tal que son llenos de ambos” (“Los dones del
Señor”, Liahona, abril de 1977, pág. 23).
En el paso 11 concertamos un compromiso para toda la vida de conocer día tras día la voluntad
del Señor y tener el poder de llevarla a la práctica. Nuestro mayor deseo era mejorar nuestra
capacidad para recibir la guía del Espíritu Santo y conducir nuestras vidas en consonancia. Este
deseo contrastaba enormemente con las actitudes que teníamos cuando nos hallábamos
perdidos en nuestras adicciones.
Usted estudia las Escrituras porque testifican de Él en todo momento, especialmente el Libro de
Mormón. Testimonio tras testimonio, los profetas de ese libro describen cómo buscar y lograr
una mejor comprensión del Padre a través del Espíritu Santo. Usted ha experimentado con las
Escrituras y ha sentido que son verdaderas. La oración y la meditación son ahora la savia de su
nueva vida. Antes, la oración y la meditación solían ser una obligación que se desatendía; ahora,
su corazón abriga el deseo de arrodillarse ante su Padre, por lo menos por la mañana y por la
noche, y derramar su corazón con gratitud por Jesucristo y el Espíritu Santo.
Con el paso 11 se dará aún más cuenta de que recibirá conocimiento o revelación de la voluntad
del Padre para usted por medio del Espíritu Santo, y que mediante la Expiación recibirá el poder
(o la gracia) para ponerla en práctica. Sabrá que será bendecido y contará con el respaldo de
tres seres glorificados (Dios el Padre, Jesucristo y el Espíritu Santo) que son uno en poder
y propósito: llevar a cabo su inmortalidad y vida eterna.
Aumentará su capacidad para resistir la tentación a medida que estudie las Escrituras, ore y
medite en ellas. Aprender a recibir revelación requiere tiempo y paciencia y usted puede
prepararse para ello estudiando las palabras de los profetas y apóstoles e intentando vivir de
acuerdo con sus enseñanzas. Dispóngase a recibir, escribir, pensar y seguir la guía que reciba.
Cuando dé gracias al Señor por las bendiciones que ha recibido, aumentará su capacidad para
recibir orientación.
Al mantenerse libre de sus adicciones, estará más capacitado para recibir la guía del Espíritu
Santo. El élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles enseñó:
“El Espíritu Santo nos protegerá de ser engañados, pero a fin de recibir esa maravillosa
bendición, siempre debemos hacer lo necesario para retener ese Espíritu. Debemos guardar los
mandamientos, orar pidiendo guía, asistir a la Iglesia y tomar la Santa Cena todos los
domingos. Y nunca debemos hacer nada que aleje al Espíritu. En particular, tenemos que eludir
la pornografía, el alcohol, el tabaco y las drogas, y evitar siempre, siempre violaciones a la ley
de castidad. Nunca debemos tomar en nuestro cuerpo ni hacer con él nada que aleje al Espíritu
del Señor y nos deje sin protección espiritual del engaño” (“No se dejen engañar”, Liahona,
noviembre de 2004, pág. 46).
La oración y la meditación son poderosos antídotos contra el miedo y la depresión. Usted “no
[ha] llegado hasta aquí sino por la palabra de Cristo, con fe inquebrantable en él, confiando
íntegramente en los méritos de aquel que es poderoso para salvar” (2 Nefi 31:19). Su progreso
y crecimiento espiritual están supeditados a que usted acuda al Padre por medio de Jesucristo,
en Su nombre y teniendo Su Espíritu con usted. El paso 11 representa el compromiso vitalicio de
mejorar su relación con Dios a través de la búsqueda diaria de Su guía y la obediencia a los
mandamientos.
Pasos a seguir
Una vez concluidos esos preciados momentos de meditación en privado, no deje de orar. La
oración silenciosa en lo más recóndito de su corazón y de su mente se convertirá en una manera
constante de pensar. Busque el consejo del Señor cada vez que se relacione con otras personas,
cuando tenga que tomar decisiones o al enfrentarse a sus emociones y tentaciones. Busque e
invite a Su Espíritu para que esté siempre con usted y le guíe para hacer lo justo (véase Salmos
46:1; Alma 37:36–37; 3 Nefi 20:1).
Todos tendemos, por naturaleza, a ser indisciplinados, pero al acudir a Jesucristo y al contemplar
Su ejemplo, hallará la humildad que precisa para seguir sometiéndose al Padre y cada día podrá
decir con toda sinceridad, al igual que el Salvador: “Hágase tu voluntad” (Mateo 26:42). La luz de
Cristo le guiará y preparará para recibir la compañía del Espíritu Santo, que será cada vez más
constante, con lo que aumentará su capacidad para reconocer la verdad y testificar de ella.
Estudio y comprensión
Estudie los siguientes pasajes de las Escrituras y las citas de los líderes de la Iglesia, pues
contribuirán a su comprensión y le ayudarán a aprender. Válgase de los pasajes, de las citas y
de las preguntas para sus meditaciones, su estudio personal y los análisis en grupo.
ALLÉGUESE AL SEÑOR
LA GRATITUD
“Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en
Cristo Jesús. No apaguéis el Espíritu” (1 Tesalonicenses 5:17–19).
Cuando recuerde sentir gratitud por todas las cosas de su vida, incluso por aquellas que
no comprende, podrá mantenerse en contacto continuo con Dios, orando “sin cesar”,
como dijo Pablo. Intente dar gracias a Dios durante todo el día. ¿Qué relación hay entre
esta práctica y su proximidad al Espíritu?
“Los ángeles hablan por el poder del Espíritu Santo; por lo que declaran las palabras de Cristo.
Por tanto, os dije: Deleitaos en las palabras de Cristo; porque he aquí, las palabras de Cristo os
dirán todas las cosas que debéis hacer” (2 Nefi 32:3).
Nefi enseñó en este versículo que cuando usted se deleita en las palabras de Cristo, ellas
le guían en todo lo que precisa saber y hacer. Imagínese cómo sería tener a Jesucristo
hablándole y caminando a su lado durante todo el día. Escriba sobre los sentimientos que
tiene al meditar en esa idea.
REVELACIÓN PERSONAL
“El Salvador dijo: ‘Hablaré a tu mente y a tu corazón por medio del Espíritu Santo’ (D. y C. 8:2;
cursiva agregada) . . . “Una impresión a la mente es algo muy específico. Se pueden sentir, oír
y escribir palabras concretas como si las estuvieran dictando. La comunicación al corazón es
una impresión más general” (Richard G. Scott, “Helping Others to Be Spiritually Led”, Doctrine
and Covenants and Church history symposium, 11 de agosto de 1998, pág. 2).
“He aquí, os digo que el Santo Espíritu de Dios me… hace saber [las cosas de las que he
hablado]. He aquí, he ayunado y orado muchos días para poder saber estas cosas por mí mismo.
Y ahora sé por mí mismo que son verdaderas; porque el Señor Dios me las ha manifestado por
su Santo Espíritu; y éste es el espíritu de revelación que está en mí” (Alma 5:46).
Alma testificó que el ayuno y la oración aumentaron su capacidad para recibir revelación.
La abstinencia de su adicción puede considerarse una especie de ayuno. Escriba sobre
cómo dicha abstención ha fomentado su capacidad para tener el espíritu de revelación.
“La idea de que la lectura de las Escrituras conduce a la inspiración y la revelación, abre la
puerta a la verdad de que un pasaje de las Escrituras no se limita a su significado original,
sino que también puede incluir otro para el lector actual. Es más, la lectura de las Escrituras
puede conducir hacia una revelación actual sobre cualquier cosa que el Señor desee
comunicar al lector. No exageramos cuando decimos que las Escrituras pueden ser un Urim y
Tumin para ayudarnos a recibir revelación personal” (Dallin H. Oaks, “Scripture Reading and
Revelation”, Ensign, enero de 1995, pág. 8).
Aprender el idioma de las Escrituras es muy parecido a aprender un idioma extranjero: la
mejor manera de aprenderlo es sumergirse en él, leerlo y estudiarlo cada día. Escriba
sobre un pasaje de las Escrituras cuyo significado se haya desplegado ante usted,
convirtiéndose en una revelación personal.
“No procuréis aconsejar al Señor, antes bien aceptad el consejo de su mano. Porque he aquí,
vosotros mismos sabéis que él aconseja con sabiduría, con justicia y con gran misericordia sobre
todas sus obras” (Jacob 4:10).
Puede que nuestras oraciones no hayan tenido eficacia en el pasado debido al tiempo que
pasamos aconsejando al Señor, diciéndole lo que queríamos, en vez de procurar Su
voluntad sobre nuestras decisiones y nuestra conducta. Piense en alguna experiencia
reciente con la oración. ¿Estuvo repleta de consejos al Señor o del Señor? Escriba sobre su
disposición de escucharle y recibir Su consejo.
ESCUCHAR
El servicio le ayudará a crecer en la luz del Espíritu por el resto de sus días. En el paso 10
aprendió a evaluar su vida diariamente y a responsabilizarse por sus acciones. En el paso 11
aprendió a recordar al Salvador en cada momento a fin de contar con la guía del Espíritu Santo
tan continuamente como le fuera posible. El paso 12 (el brindar servicio al prójimo) constituye el
tercer ancla que nos asegura una recuperación continua y la remisión de nuestros pecados.
Para seguir libre de la adicción, debe olvidarse de sí mismo y servir. El deseo de ayudar a
otros es una consecuencia natural del despertar espiritual.
Usted tiene un mensaje de esperanza para otros adictos, para toda persona afligida o
atormentada que esté dispuesta a considerar un enfoque espiritual para cambiar su vida, y para
cualquiera que busque la verdad y la rectitud. Este mensaje nos dice que Dios es un Dios de
milagros, como siempre lo ha sido (véase Moroni 7:29), y su vida es una prueba de ello. Usted se
está convirtiendo en una persona nueva gracias a la expiación de Jesucristo. El servicio a su
prójimo constituirá la mejor manera de compartir este mensaje, y a medida que lo haga, su
comprensión y conocimiento de este proceso se reforzarán y profundizarán.
Compartir el testimonio que usted tiene de Su misericordia y Su gracia es uno de los servicios
más importantes que puede brindar. Llevar las cargas de su prójimo a través de actos de
bondad y servicio desinteresado es parte de su nueva vida como seguidor de Jesucristo (véase
Mosíah
18:8). El presidente Ezra Taft Benson enseñó:
“Aquellos que le entregan su vida al Señor verán que Él puede hacer con ella algo mucho más
productivo que ellos mismos. Él hará que su gozo sea más profundo, su visión más amplia, su
mente más alerta, su cuerpo más fuerte; elevará su espíritu, multiplicará sus bendiciones,
aumentará sus oportunidades, reconfortará su alma y derramará sobre ellos su paz. Quienquiera
que pierda su vida en el servicio al Señor, encontrará vida eterna” (“Los dones del Señor”,
Liahona, abril de 1977, pág. 25).
Al considerar cómo puede usted servir, ore siempre para recibir la guía del Espíritu Santo. Con
la disposición correcta, hallará numerosas oportunidades de compartir los principios espirituales
que ha aprendido. Tendrá ocasión de compartir su testimonio con otras personas y
oportunidades de servirles de diversas maneras. Al servir a su prójimo conservará su humildad
ya que se mantendrá centrado en los principios y las prácticas del Evangelio que haya
aprendido. Sólo entonces tendrá la certeza de que sus motivos e intenciones son buenos.
Asegúrese de dar libremente, sin esperar un resultado especial. Respete el albedrío de los
demás y recuerde que la mayoría de nosotros tuvo que “tocar fondo” antes de estar preparado
para estudiar y aplicar esos principios, y lo mismo sucederá con la mayoría de las personas a las
que desee ayudar.
Cuando sepa de otras personas que afrontan la adicción en su propia vida o en la de sus seres
queridos, tal vez desee darles a conocer esta guía y el Programa para la Recuperación de
Adicciones de los Servicios para la Familia SUD. Si tuvieran la necesidad de hablar, deje que lo
hagan y comparta alguna experiencia personal para que sepan que entiende sus circunstancias.
No les dé consejos ni intente arreglar esa situación; simplemente limítese a informarles del
programa y de los principios espirituales que han bendecido su vida.
Tal vez descubra que si un adicto no está preparado para aceptar esos principios espirituales,
quizás un familiar o un amigo del mencionado adicto se muestre receptivo. Prácticamente
cualquier persona que vive en estos tiempos tan peligrosos podría beneficiarse del aprendizaje y
de la aplicación de los principios del Evangelio. En ocasiones se sentirá inspirado a compartir una
copia de esta guía con alguien junto con un ejemplar del Libro de Mormón. Cuando así sea,
estará compartiendo las herramientas que le han ayudado a reconstruir su vida en Cristo.
Cuando haga algo por otra persona o comparta el mensaje de esperanza y recuperación, no
permita que esa persona dependa excesivamente de usted. Su responsabilidad se limita a
animar a otras personas que estén luchando, a que se vuelvan a nuestro Padre Celestial y al
Salvador en busca de guía y poder. Además, no deje de instarles a que acudan también a los
siervos autorizados del Señor, pues los poseedores de las llaves del sacerdocio pueden ser una
fuente de grandes bendiciones del Señor. Al tratar de ayudar a otras personas, entienda que
les resultará difícil permanecer en la fase de recuperación si no cuentan con el apoyo de sus
familiares o no comprenden que la recuperación requiere tiempo. Sin embargo, cualquier
persona puede recuperarse, independientemente de la reacción de los demás, incluso sus seres
más queridos.
Cuando comparta con otras personas el mensaje de la recuperación por medio de los principios
del Evangelio, sea paciente y sumiso. En su nueva vida no hay lugar para el ego ni otro
sentimiento de superioridad. Nunca olvide de dónde viene ni cómo fue rescatado por la gracia de
Dios. Jesucristo hará lo mismo “en todos los casos” por aquellos que se arrepientan y se vuelvan
a Él (Mosíah 29:20).
Los principios que usted ha aprendido y puesto en práctica para superar su adicción son los
mismos que le guiarán en todos los aspectos de su vida para obrar según el plan del Salvador.
Válgase de estos principios del Evangelio para perseverar hasta el fin, como el Señor ha
mandado, y hacerlo con gozo.
Pasos a seguir
Su testimonio del amor y la misericordia de nuestro Padre Celestial y Su Amado Hijo, Jesucristo,
ya no es algo teórico, sino que se ha convertido en una realidad viva. Usted lo ha experimentado
por sí mismo. Y al percibir el amor de Dios por usted, también percibió Su amor por las demás
personas.
Comparta su testimonio con frecuencia en las noches de hogar, las oraciones familiares y
durante el estudio familiar de las Escrituras. Testifique durante los proyectos familiares de
servicio y al llevar una vida cristiana. También puede dar su testimonio en la Iglesia, al servir
en ella, en las reuniones de ayuno y testimonio o en las clases.
Aunque antes le hubiera parecido imposible, ahora puede imaginarse entrando por las
puertas del santo templo, respirando profundamente la paz que allí reina y sintiéndose cerca
del Señor
en Su casa. El templo le proporcionará poder espiritual para seguir adelante con su recuperación.
El élder Joseph B. Wirthlin, del Quórum de los Doce, testificó: “El participar de la obra del templo
con regularidad nos da fortaleza espiritual. Puede ser un apoyo en nuestra vida diaria, una
fuente de guía, protección, seguridad, paz y revelación” (véase “Busquemos lo bueno”, Liahona,
julio de 1992, pág. 96).
El Programa para la Recuperación de Adicciones de los Servicios para la familia SUD, brinda
numerosas oportunidades de servicio. Usted puede servir, apoyar y fortalecer a otras personas
con su presencia en las reuniones y compartiendo su experiencia, su fe y su esperanza.
Al haber puesto en práctica los principios del Evangelio, ha aprendido que la Expiación se aplica
a cada aspecto de la vida. El presidente Boyd K. Packer, del Quórum de los Doce Apóstoles,
testificó:
“Por alguna razón pensamos que la expiación de Cristo se aplica solamente al final de la vida
mortal para redimirnos de la Caída, de la muerte espiritual, pero es mucho más que eso. Se
trata de un poder en constante vigencia al que podemos recurrir a diario. Cuando estamos
siendo atormentados, atribulados o torturados por la culpa o agobiados por las tribulaciones, Él
puede sanarnos” (“El toque de la mano del maestro”, Liahona, julio de 2001, pág. 26).
Comparta este mensaje con otras personas a través de su ejemplo y sus palabras de aliento.
Salude con una sonrisa a las personas con las que se relacione a lo largo del día y exprese
gratitud por lo que hacen. Cuando se presente la oportunidad, comparta su testimonio de la
esperanza que se obtiene por medio de la expiación de Jesucristo.
Estudio y comprensión
Los siguientes pasajes de las Escrituras y las enseñanzas de los líderes de la Iglesia le
ayudarán en el proceso de su recuperación. Estudie los pasajes y las citas siguientes y válgase
de ellos para sus meditaciones, su estudio personal y los análisis en grupo.
CONVERSIÓN Y RECUPERACIÓN
¿Qué piensa sobre el fortalecer a otras personas que se recuperan de una conducta
adictiva?
“No os canséis de hacer lo bueno, porque estáis poniendo los cimientos de una gran obra. Y de
las cosas pequeñas proceden las grandes” (D. y C. 64:33).
Escriba cómo se siente al pensar en vivir estos principios en todos los aspectos de su vida.
¿Cómo le ayuda a darse cuenta de que las grandes obras se llevan a cabo mediante
pequeños pasos?
FORTALEZCA A SU PRÓJIMO
“Ésta es mi gloria, que quizás sea un instrumento en las manos de Dios para conducir a
algún alma al arrepentimiento; y éste es mi gozo.
“Y he aquí, cuando veo a muchos de mis hermanos verdaderamente arrepentidos, y que vienen
al Señor su Dios, mi alma se llena de gozo; entonces recuerdo lo que el Señor ha hecho por mí,
sí, que ha oído mi oración; sí, entonces recuerdo su misericordioso brazo que extendió hacia mí”
(Alma 29:9–10).
“[Si] estáis dispuestos a llorar con los que lloran; sí, y a consolar a los que necesitan de consuelo,
y ser testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar en que estuvieseis,
aun hasta la muerte, para que seáis redimidos por Dios, y seáis contados con los de la primera
resurrección, para que tengáis vida eterna;
“os digo ahora, si éste es el deseo de vuestros corazones, ¿qué os impide ser bautizados en el
nombre del Señor, como testimonio ante él de que habéis concertado un convenio con él de que
lo serviréis y guardaréis sus mandamientos, para que él derrame su Espíritu más
abundantemente sobre vosotros?” (Mosíah 18:9-10).
Su experiencia con la adicción le ayuda a identificarse con los que luchan contra ella y su
experiencia en el proceso de la recuperación le permite confortarlos. Escriba sobre su
creciente deseo y su capacidad para ser un testigo de Dios desde que comenzó con los
pasos de la recuperación.
A veces nos preguntamos si estamos preparados para compartir nuestra recuperación con
otras personas porque aún no somos perfectos en la aplicación de estos principios. ¿Cómo
calma sus temores el conocimiento de que el Salvador obra por medio de gente
imperfecta?
“Porque no me avergüenzo del evangelio de Cristo; porque es poder de Dios para salvación
a todo aquel que cree; al judío primeramente y también al griego” (Romanos 1:16).
Escriba sus pensamientos y sentimientos al mirar atrás y considerar que fue necesaria
una experiencia espiritual para ayudarle a superar su adicción. Escriba sobre cualquier
sentimiento de renuencia a decir a otras personas que fue sanado al aplicar los principios
del Evangelio de Jesucristo.
“Sigue tu camino, doquier que sea mi voluntad, y el Consolador te indicará lo que has de hacer
y a dónde has de ir.
“Sé fiel hasta el fin y, he aquí, estoy contigo. Estas palabras no son de hombre ni de hombres,
sino mías, sí, de Jesucristo, tu Redentor, por la voluntad del Padre” (D. y C. 31:11–13).
Las Escrituras están llenas de consejos para quienes deseen tener un modo de vida
espiritual que les guíe de regreso a Dios. ¿Qué consejo específico halla usted en estos
versículos?
Mi experiencia con los Principios Espirituales de los Doce Pasos
Aquí los principios espirituales según el Funciona Cómo y Por Qué de Narcóticos Anónimos y mi
experiencia con ellos trabajando los Doce Pasos.
El amor propio puede ser un reto. Para nosotros que hemos vivido la mayor parte de
nuestras vidas rechazádonos puede resultarnos muy difícil. Es más cómodo, pensamos, no
optar por el amor propio antes de cambiar. Parece extraño y hasta enfermizo, pero la
dependencia a sustancias es una enfermedad y la falta de aceptación de nuestras personas
es parte de ella. Queremos sanar y la autoaceptación es salud. Tenemos que sentir amor por
nosotros si queremos recuperarnos.
Renunciar a las dependencias es el primer paso hacia una nueva vida. El inventario de
defectos de carácter la asegura. Pero, el hasta el mismo inventario que pretende liberarnos,
puede ser convertido en otra oportunidad para esclavizarnos. Tenemos que estar claros: no
llegamos a los doce pasos para seguir sufriendo. Vamos a ver nuestros defectos de
carácter para eliminarlos, no para revolcarnos en ellos. Queremos liberarnos de todo aquello
que nos ha
causado daño y la falta de autoaceptación nos hace daño, no podemos seguir siendo esclavos de
ella.
Imagen de Toly.
Amor. Una
palabra que aparece mucho en este blog. Cualquiera podría decir que este es el tema
de Principios Espirituales y sabes, no estaría equivocado. El amor cambió mi vida, lo dije en
una entrada anterior, aunque en esa ocasión mentí. Dije que en mi vida no había amor cuando
en realidad lo que faltaba era la conciencia del amor.
Para concientizarme sobre el amor fui a una escuela muy particular: los grupos de doce pasos .
En ellos fui amado incondicionalmente y, aunque al principio me resistí, el grupo fue insistente,
me amaron hasta yo que yo me dejé amar.
Dejándome amar por un poder superior y luego por el padrino, llevé a cabo unalimpieza
interior minuciosa, removí actitudes que nublaban mi percepción para entonces descubrir lo que
era
el amor propio, la autoestima. La lección más importante de este proceso fue esta: el amor
siempre había estado presente en mi vida pero yo no lo reconocía.
Para ver el amor, estar consciente de lo amables que somos y del mucho amor que nos rodea es
necesario cambiar la manera de ver.
Los lentes que traía eran inútiles y tuve que cambiarlos. El proceso de los doce pasos fue
incómodo, pero ha valido la pena. Este caminar no termina, siempre descubro cosas nuevas,
¡hasta el cáncer se ha convertido en una celebración de amor!
Fue el servicio que otros me rindieron cuando no conocía nada del amor lo que cambió mi vida.
Sin ese marco de amor nada de lo que he escrito hubiera sido posible. El servicio a otros es
la puerta a la libertad y el camino hacia la felicidad . El amor es la puerta de entrada, el camino y
el fin de los doce pasos. ¿Qué te parece?
editada. Intimidad
A mi me costó mucho trabajo dejar que otros se asomarán a mi mundo interno. No fue hasta
que me asfixiaba por el peso de mil ilusiones ahogadas en el silencio, cuando abandoné mi
hermetismo y comencé a comunicar mi intimidad a otros. Al principio no fue fácil pero, tuve
suerte, mi primer verdadero amigo fue un ser especial que respetó mi intimidad y me confió la
de él. Mi padrino Eddie fue un ser verdaderamente amoroso y un excelente modelo de lo que es
un gran amigo. A partir de esa primera experiencia se me hizo mucho más fácil lograr
intimidad y puedo decir que tengo buenos amigos que me conocen verdaderamente y cuidan de
mi.
Durante esta nueva vida de apertura y comunicación he aprendido varias cosas. La más
importante es que la única manera de lograr que nuestras ilusiones se hagan realidad
es comunicándolas. Nada se puede lograr sin otros. Para satisfacer lo que más nos
importa necesitamos amigos íntimos, ellos son indispensables para nuestra felicidad.
Piénsalo, es hermoso.
Otra cosa que aprendí es que pedir ayuda hace mucho más fácil la vida. Cuando comunicas algo
que necesitas, te sorprenderá la cantidad de personas que querrán ayudarte. De esto se
desprende que cuando te duele algo, si lo haces saber, se hace más pequeño tu dolor, se
disminuye, otros lo cargarán contigo. Por otra parte, también he aprendido que tus alegrías se
maximizan cuando otros las celebran. Trátalo, funciona. Si deseas, lee mi entrada anterior y
pregúntate ¿cómo me sentí al leer tanto apoyo?
Hay algo que he reservado para el final pero es fundamental. Sí, hay quienes pueden
desilusionarte y traicionarte, pero así mismo hay quienes te atienden sin juicio y apuestan a
ti. Debes ser prudente: escoge al que te ama evita al que te juzga. ¿Como sabes cuál es cual?
Observa, tómate un tiempo, no te lances. Luego que identifiques a alguien que te parece
confiable, ve poco a poco. Si prueba ser una persona amorosa, confíale tu intimidad.
En mi vida no había amor, solo dolor y miedo. Estaba desesperado. Ya no funcionaban las
sustancias, las personas y las cosas que utilizaba para escapar de mi infierno. Había llegado el
momento cuando usaba por usar, porque no podía dejar de hacerlo aun cuando no me servía de
nada salvo para generar dolor y mi terror. Mi angustia era insoportable. Pedí entonces ayuda a
Dios. No sé por qué, no tenía ninguna fe y sin embargo me funcionó. Su amor cambió mi vida.
Aquello fue para mi inexplicable, pero desde entonces, desde el preciso momento cuando
pedí ayuda mi vida cambió, pero más incomprensibles fueron sus resultados: a las dos
semanas
era otra persona. De algún modo misterioso el José Nelson de antes murió aquella noche del
cuatro de abril de 1994. Una semilla de amor propio se sembró en mi aquella madrugada.
Todo lo que era me resultó desconocido desde entonces pero, aunque lo nuevo era bueno y
me traía paz, como no lo entendía y me era extraño, tenía mucho miedo. Pensé que estaba
enloqueciendo porque lo que sucedía no era normal, era un fenómeno, un suceso inexplicable.
Fue con el paso del tiempo que me acostumbré a mi nueva persona, la amé, comencé a
disfrutarla y sentí una paz que siempre anhelé y nunca tuve. Fue entonces, con la aceptación de
un nuevo modo de vida, que pude admitir quesuceden en nuestras vidas innumerables hechos
que no pueden explicarse y llamamos accidentes, coincidencias o milagros.
Para mi aquello fue un milagro porque dentro de la cadena de eventos que le sucedieron a mi
pedido de ayuda hubo cierta lógica de crecimiento personal y bienestar interior que no puedo
enteramente explicar racionalmente y que sin embargo tuvo sentido. Por eso creo en un poder
superior amoroso que trabaja para nuestro bienestar si se lo pedimos. El amor está cerca. Los
milagros de amor, existen.
Ayer me llamó un amigo que por años usó drogas. Las dejó hace muchísimo, lo hizo por su
cuenta, pero todavía bebe, fuma marihuana, vive solo y se aisla con regularidad. Su existencia es
muy limitada. Le conté de mi vida y me dijo que debía estar bien agradecido pues tenía una
nueva vida. “Yo no tengo vida”, me dijo. Esto me recordó aquello de la “alegría de vivir” y de
como, hace unos veinte años estaba en una reunión de Narcóticos Anónimos cuando una
compañera que quería muchísimo y tenía más tiempo que yo me preguntó: “¿No has leído las
Doce Promesas?”. Le contesté que no sabía a qué se refería y asombrada me dijo. “Búscalas, son
de AA”. Esa misma noche en el Libro Grande de Alcohólicos Anónimos encontre las promesas:
1. Vamos a tener una nueva visión de la libertad y la felicidad
6. Desaparecerá como por encanto la sensación de inutilidad y compasión propia que antes se
encerraba en nuestro fuero interno.
10.Dejaremos de tener miedo a la gente que nos rodea y no nos desesperaremos ante
la inseguridad económica.
11. Instintivamente sabremos hacernos cargo de las situaciones complicadas que antes solían
abrumarnos.
12. Muy pronto comprenderemos que Dios está haciendo por nosotros lo que no pudimos
hacer por nosotros mismos.
Esto me pareció interesante pero imposible para mi. “Ojalá algún día tenga eso, pero ahora
estoy bien lejos”, pensé.
Tenía un padrino que decía que “el programa de Doce Pasos es una puerta a la vida”. Se refería
a que debemos salir y más alla de las juntas y los compañeros, practicar los Principios
Espirituales contenidos en los Doce Pasos en cada aspecto de nuestras vidas. No se si fueron
sus palabras las que me motivaron o la literatura de Doce Pasos, pero yo desde el comienzo de
mi recuperación tenía presente vivir de otra manera y apliqué a cada situación que encontré los
principios que había practicado previamente en los Doce Pasos. Veinte años después me
encontré con cáncer y para mi sorpresa lo tomé como una oportunidad para acercarme a mi
Poder Superior y lograr ciertas cosas que nunca antes había hecho. Confundido ante mi propia
actitud al enfrentar una enfermedad terminal me pregunté “¿Qué es esto?” y buscando y
rebuscando en la literatura de Doce Pasos me topé nuevamente con las Doce Promesas, las releí
y quedé atónito. “Cada una de ellas es realidad en mi vida presente. Yo disfruto de la alegría de
vivir”
La lista indica los defectos de carácter según ustedes mismos los describieron, por orden de
votos obtenidos y la cantidad de votos correspondiente a cada uno.
Orgullo 37
Soberbia 34
Lujuria 33
Baja Autoestima 30
egoísmo 28
Falta de fe 26
Deshonestidad 23
Terquedad 22
Pereza 22
Ira 18
Egocentrismo 17
Negación 13
Envidia 11
Infidelidad 10
Miedo 8
Gula 6
Grandeza 5
Conmiseración 4
Autoengaño 3
Codependiente 3
Resentimientos 3
Postergación 3
Celos 3
Vanidad 3
Apego 2
Culpa 2
Autosuficiencia 2
Búsqueda de aceptación 2
Manipulación 2
Comodidad 2
Desconfianza 1
Falta de agradecimiento 1
Posesividad 1
Irritabilidad 1
Apatía 1
Desorden 1
Falta de confianza 1
Perfeccionismo 1
Mal genio 1
Ego 1
Aislamiento 1
Control 1
Intolerancia 1
Imprudencia 1
Inconstancia 1
Necedad 1
Depresión 1
Inseguridad 1
vergüenza 1
Seriedad 1
Pasiva 1
Sencillez 1
Frialdad 1
Pertenencia 1
Confiar rápido 1
Sentimiento de soledad 1
Negatividad 1
Desorganización 1
Candidez 1