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De la Garza Castro Alison

Las aportaciones técnicas de la narrativa hispanoamericana de la


segunda mitad del siglo XX

En este trabajo se mencionarán las aportaciones técnicas en cuanto a la estructura


narrativa, de los autores Mario Vargas Llosa en su novela La ciudad y los perros (1962),
Gabriel García Márquez en Cien años de soledad (1967), Juan Rulfo en Pedro Páramo
(1959), y Miguel Ángel Asturias en Los hombres de maíz (1949), cada uno de ellos en
un apartado distinto; así mismo, se identificarán fragmentos en cada una de las
mencionadas obras, en los que se evidencien las respectivas aportaciones de los
autores mencionados.
Cada uno de ellos, pese a pertenecer a generaciones distintas y a países distintos,
ha sido reconocido internacionalmente por su genio literario y sus importantes
aportaciones e innovaciones literarias; tres de estos cuatro autores, Márquez, Vargas
Llosa y Asturias, han sido granjeados con el premio Nobel de literatura en momentos de
la historia un tanto alejados uno del otro, mientras que Juan Rulfo, por su parte, fue
galardonado con el premio Príncipe de Asturias de las letras.
Cada uno buscó mostrar una visión del mundo desde una particular perspectiva de
la realidad; ya sea García Márquez y Juan Rulfo con su realismo mágico, Asturias con
su especial mitificación, o Vargas Llosa con su realismo social, pero todos jugaron con
distintos elementos de la estructura narrativa tradicional, tales como: el tiempo, la
linealidad, la voz narrativa, la lógica convencional o los mismos personajes.
Fueron estas características y la forma tan bien lograda de estructurarlas en las
respectivas obras, lo que le granjeó a cada uno de ellos su trascendencia y
perdurabilidad hasta nuestros días.
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La ciudad y los perros – Mario Vargas Llosa

La ciudad y los perros es una obra excepcional, llena de elementos narrativos tales
como digresiones, diversidad de voces narrativas, descripción de espacios, de
sensaciones y emociones que provocan y evocan cientos de emociones en el lector, lo
mantiene intrigado y curioso en todo momento, y lo hace parte de la vida de cada uno
de los personajes.

La novela consta de dieciséis capítulos divididos en dos partes, y un epílogo.


Presenta tres líneas argumentales principales distintas, la vida de Alberto Fernández, el
poeta; la vida de Ricardo Arana, el Esclavo, y la vida del Jaguar; sin embargo, Alberto y
el Jaguar poseen mayor protagonismo en la historia, ya que, en primer lugar, son los
que aparecen con mayor frecuencia a lo largo de la misma e incluso el Jaguar adquiere
el papel de narrador cuando se trata de su historia, y en segundo, que ambos
sobreviven hasta el final de la obra, mientras que Arana muere.

Así mismo, durante la historia de Ricardo Arana, éste en ningún momento adopta
el papel de narrador, sino que allí interviene el omnisciente, al igual que con Alberto, por
ejemplo en la parte en que el esclavo va a confesarle al teniente Huarina lo del examen
de química: “Podía soportar la soledad y las humillaciones que conocía desde niño y
sólo herían su espíritu […] Estaba frente al cuarto del teniente…” (Vargas, s.f., p. 53). O
cuando se menciona la actitud de Alberto durante la ceremonia luctuosa de Arana:
“Alberto tampoco respondió y siguió caminando hacia la formación […] Varios le
preguntaron qué había ocurrido. Pero él no les hizo caso…” (Vargas, s.f., p. 102).

Este tipo de narrador, pese a encontrarse presente a lo largo de toda la obra,


constantemente conmuta por narradores en primera persona bajo las voces del Jaguar
o de Boa, según corresponda a la historia de quien se esté hablando, lo cual podemos
observar en los siguientes fragmentos:

Boa: “Cava tiene cara de serrano y de militar y ya le jodieron todo Pero yo no


hubiera roto el vidrio, hay que ser bruto para romper un vidrio” (Vargas, s.f., p. 67)
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El Jaguar: “Esa vez mi cumpleaños cayó en día de fiesta. Mi madre me dijo: anda
temprano donde tu padrino, que a veces se va al campo” (Vargas, s.f., p. 94).

A lo largo de la narración, se mantienen historias paralelas de las respectivas


vidas de los cadetes antes mencionados; es a través de dicho paralelismo que el autor
permite ver al lector a cada uno de los personajes desde su infancia en sus facetas más
inocentes y vulnerables, hasta su parte lóbrega en su evolución hacia la pubertad y su
posterior adolescencia; aquella parte en la que todo ser humano guarda celosamente
sus vicios, miedos y deseos más oscuros. Para intercalar el pasado de los cadetes (su
infancia) y su presente (su vida en el colegio), así como también para cambiar de un
personaje a otro, el autor se sirve de muchísimas digresiones, lo cual podemos ver
reflejado en el siguiente fragmento, en el que de una línea a otra se habla del mismo
personaje (en este caso del Jaguar) pero en dos momentos distintos de su vida,
narrados ambos en presente:

“Yo le iba a decir que era mi madre, pero pensé que a lo mejor me andaban
buscando los soplones y le dije: “no, sólo quería saber”.
-Hola – dijo el Jaguar…” (Vargas, s.f., p. 132)

Esta mezcla de voces narrativas representa ya una innovación por parte de


Vargas Llosa, pero la gran aportación que yo considero, es la manera de mezclar
dichas voces, puesto que cambia de narrador sin previo aviso y literalmente de una
línea a otra:

“-Sí – dijo Alberto. Apúrate o te dejamos.


-¿Y ella qué te dijo? – preguntó el flaco Higueras” (Vargas, s.f., p. 152).

Por lo cual el lector es quien tiene que deducir en un principio quien es el que
habla y prestar mucha atención a la historia para, posteriormente, al avanzar en la
misma, poder relacionar cada una de las partes antes narradas y poder seguir el hilo de
cada una de las diferentes historias, las cuales finalmente podría decirse que se cruzan
al haberse encontrado todos los personajes en el mismo colegio.

Un personaje que también funge como conector de los tres personajes principales,
es Teresa, puesto que llega a conocer a los tres e incluso a involucrarse
sentimentalmente (en diferentes grados) con cada uno de ellos. De igual modo, la
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intercalación de distintas pequeñas historias dentro de una misma gran historia, da un


poco la idea de las muñecas matrioshkas, lo cual sería otra aportación e innovación
sumamente relevante de la obra de Vargas Llosa.

Otra de sus innovaciones me parece que podría verse reflejada en el siguiente


fragmento: “-Y ahora se sentará, se pondrá a respirar como un caballo o como un perro,
la baba le chorreará por el pescuezo, sus manos se volverán locas…” (Vargas, s.f., p.
48).

Allí se relata una situación de manera hipotética dando la impresión de que eso
ocurría cotidianamente, pero a su vez, a través del uso del futuro simple, nos narra lo
que “estaría” pasando como algo que efectivamente ocurrió.

Podemos decir que esta obra enriqueció la literatura hispanoamericana con sus
diversas aportaciones tanto narrativas, como estructurales, estilísticas y estéticas, las
cuales en conjunto hacen de esta obra un verdadero motivo de deleite y entretenimiento
para el lector, a quien conmueve e involucra de tal manera en la misma, que lo hace
sentirse parte de ella.

Pedro Páramo – Juan Rulfo

Esta novela es la más conocida del escritor Juan Rulfo debido a su particular y
novedoso estilo literario, y a la fragmentación de la historia que allí se presenta.
Narra la historia de Juan Preciado y a la vez del padre de éste, a quien Juan va a
buscar al pueblo de Comala movido por los deseos de su madre. Una vez en el pueblo,
se encuentra con distintos seres un tanto extraños, los cuales posteriormente descubre
que están muertos y que en ese pueblo sólo habitan las ánimas de personas que
murieron sin saberlo.
Comala está de cierto modo sometida al poder del cacique Pedro Páramo, de
modo que, en cuanto éste se cruza de brazos y decide ya no hacer nada más por el
pueblo debido a que se enfureció cuando el funeral de su amada se convirtió en una
fiesta, Comala se va a la ruina. La historia de ambos personajes termina de manera
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trágica, sin embargo, se narra primero la muerte de Juan Preciado, que es con quien
inicia la novela, y hasta el final de la historia se narra la de Pedro Páramo, que es con
quien cierra la novela.
Uno de los aspectos por los que destaca esta novela es el manejo del lenguaje, ya
que Rulfo cuidó todos los detalles respecto al mismo, tanto para reflejar lo más
fielmente posible su idea del pueblo de Comala (representando el lenguaje de los Altos
de Jalisco), como para darle verosimilitud al relato. Para ello, recurre a mexicanismos,
vocablos y expresiones populares que reflejan el lenguaje tradicional de un pueblo; así
mismo, emplea diversos diminutivos y pleonasmos, lo cual refleja el bajo nivel educativo
de dicho pueblo: “¿Ve aquella loma que parece vejiga de puercos? Pues detrasito de
ella está la Media Luna. Ahora voltié para allá..." (Rulfo, 1955, p. 5). No obstante, Juan
Preciado presenta un léxico más correcto, el cual refleja un nivel educativo un tanto
superior al de los personajes de Comala.
Dentro de la modalidad de la narración destaca también el monólogo interior, a
través del cual el autor permite al lector introducirse en la vida de los personajes, lo cual
observamos por ejemplo en el siguiente fragmento en el que Pedro Páramo se
encuentra en el baño cavilando: “Pensaba en ti, Susana. En las lomas verdes. Cuando
volábamos papalotes en la época del aire.” (Rulfo, 1955, p. 11).
Desde el inicio de la obra se ve alterada la cronología de los hechos, ya que, por
ejemplo, cuando Juan Preciado se encuentra con Abundio, el arriero, primero aparecen
los diálogos de Juan con éste, y posteriormente se narra cómo fue que se encontró con
él:

"—¿Y qué trazas tiene su padre, si se puede saber?


—No lo conozco —le dije—. Sólo sé que se llama Pedro Páramo.
[...] Oí otra vez el «¡ah!» del arriero.
Me había topado con él en Los Encuentros, donde se cruzaban varios caminos. Me
estuve allí esperando, hasta que al fin apareció este hombre". (Rulfo, 1955, p. 4).

Con respecto al tiempo en la novela, éste transcurre de manera distinta para los
vivos que para los muertos, ya que estos últimos se mantienen inmutables, el tiempo no
pasa para ellos, a diferencia de los vivos, para quienes éste sí es perceptible; por otro
lado, el paso del tiempo se hace principalmente evidente en el pueblo de Comala, ya
que se observa el drástico cambio entre la Comala poblada de los tiempos de Pedro
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Páramo, y la Comala desolada y olvidada de cuando Juan Preciado va a buscar a su


padre.
Por otro lado, Rulfo eligió este pueblo como espacio narrativo para crear el mundo
desesperanzado en el que se desenvolverían sus personajes. A pesar de que Comala
es un pueblo que en realidad existe, éste no tiene nada que ver con la Comala de Rulfo;
él dice que eligió ese nombre por
“la referencia al «comal» en el que se calientan las tortillas y, por tanto, a su cercanía
al fuego— no es una metáfora del inframundo o del Hades; se trata, por el contrario,
de algo peor: un sitio intermedio, una orilla, una especie de trampa en la que algunas
almas continúan penando, incapaces de encontrar consuelo o, de menos, la
certidumbre del castigo eterno” (Volpi, s.f., s.p.)

Rulfo crea de este modo “un verdadero espacio literario, captado por la
imaginación, por medio de imágenes míticas, mágicas, líricas e irracionales”
(Valenzuela, 1989, pp. 2 – 3).
Otra de las aportaciones de Rulfo a la literatura, es el discurso polifónico que
maneja. En un inicio, identificamos al narrador que aparece en primera persona bajo la
voz del personaje Juan Preciado, quien sería un narrador homodiegético al formar parte
de la historia que está narrando, pero no es del todo el protagonista de la misma debido
a que no sólo se cuenta su historia, ni se cuenta tampoco sólo desde su perspectiva,
sino también desde la de su padre y a la vez la historia del mismo. Éste lleva el nombre
de Pedro Páramo, en quien encontramos igualmente una voz narrativa en primera
persona y quien sería el otro protagonista de la historia, lo cual al principio causa una
cierta confusión en el lector.
Así mismo, al cambiar de la primera persona de Juan Preciado a la de Pedro
Páramo, interviene un narrador omnisciente, extradiegético en tercera persona:

"—Estoy cansado —le dije (voz narrativa de Juan Preciado).


[...]
Ahora de vez en cuando la brisa sacudía las ramas del granado haciéndolas chorrear
una lluvia espesa, estampando la tierra con gotas brillantes que luego se
empañaban (voz narrativa de un narrador omnisciente). [...]
—¿Qué tanto haces en el excusado, muchacho?
—Nada, mamá [...]
«Pensaba en ti, Susana... (voz narrativa de Pedro Páramo)" (Rulfo,1955, pp. 10 - 11).
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En cuanto a los personajes, observamos que todos giran en torno a Pedro


Páramo; éste se presenta como el causante del hundimiento de Comala, y según el
grupo de figuras considerado tradicionalmente por la novela hispanoamericana,
representaría “el cacique que explota a los campesinos” (Volpi, s.f., s.p.). Pedro Páramo
se muestra como un personaje frustrado, ya que su única ilusión fue conseguir el amor
de Susana San Juan, y una vez que al fin logra conseguirlo, ella enloquece y
posteriormente muere.
Así mismo, los personajes muestran, en ocasiones, reacciones distintas a las
esperadas, por ejemplo cuando Abundio le dice a Juan Preciado que Pedro Páramo
también es su padre; uno esperaría que Juan se sorprendiera al conocer a un hermano
suyo, o al menos le preguntase algo sobre su vida, sin embargo a Juan parece no
importarle, puesto que no hace ningún comentario al respecto.
En el otro eje narrativo tenemos a Juan Preciado, un personaje abandonado en
busca de su padre; en un inicio, Juan parecería el protagonista de la historia, hasta que
posteriormente nos damos cuenta que comparte protagonismo con su padre; incluso se
narra la muerte de Juan antes que la de Pedro, aunque anteriormente se haya
mencionado que Pedro estaba muerto (de nuevo vemos una alteración en la cronología
de los hechos).
Los personajes Dolores y Abundio, por su parte, fungen como conectores entre
padre e hijo, mientras que Damiana Cisneros, Eduviges Dyada y Dorotea, la Cuarraca,
fungen como informantes de Juan, como sus guías y acompañantes a través de su
viaje por el mundo de los muertos.
Finalmente podríamos decir que la alternancia entre monólogos y diálogos es uno
de los principales aspectos que destacan en esta novela, además de la mezcla entre la
realidad y la ficción y varios otros aspectos, los cuales permiten clasificarla como “una
de las novelas más trabajadas y a la vez fragmentadas de la literatura
hispanoamericana.” (Volpi, s.f., s.p.).
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Cien años de soledad – Gabriel García Márquez

Esta novela es considerada como una de las más emblemáticas de la cultura


latinoamericana; en mi opinión, esto se debe no sólo a su innovación respecto al género
del realismo mágico, sino por el manejo de la historia y la atención y memoria que exige
al lector para recordar los nombres de cada uno de los miembros de la familia Buendía,
así como las acciones de los mismos y no perder el hilo de la historia.
La novela narra la historia de siete generaciones de la familia Buendía en el pueblo de
Macondo, el cual es fundado por Úrsula Iguarán y José Arcadio Buendía, quienes se
casan pese a ser primos y temen que al tener hijos éstos nazcan con cola de cerdo
debido a una antigua leyenda de su familia. Pareciera como si la degradación del
pueblo se correspondiera con la de la familia, ya que éste desaparece en cuanto muere
el último descendiente de la estirpe de los Buendía.
En esta obra, al igual que en la anterior, se ve alterada la cronología de los
hechos, lo cual podemos observar desde las primeras líneas de la novela: “Muchos
años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de
recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo” (Márquez,
1967, p. 7).
En un inicio, el lector desconoce completamente tanto al personaje de Aureliano
Buendía, como lo que ocurrió antes para que éste se encontrase frente al pelotón de
fusilamiento, y no es sino hasta que el lector avanza en la narración, que se entera de
lo que se le dijo anteriormente.
Debido a esto, podríamos decir que el autor anticipa los hechos a lo largo de toda
la narración, es decir, menciona lo que ocurrió y posteriormente narra la manera en que
ocurrió, por ejemplo cuando se menciona lo del hijo de Meme: “Los acontecimientos
que habían de darle el golpe mortal a Macondo empezaban a vislumbrarse cuando
llevaron a la casa al hijo de Meme Buendía”. (Márquez, 1967, p. 306). En el momento
en que el lector lee esto, aún no sabe ni siquiera cómo fue que el hijo de Meme llegó a
esa casa, ni que Meme había tenido un hijo siquiera, de lo cual se entera
posteriormente tras continuar la lectura.
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Nos encontramos con un narrador omnisciente en tercera persona, el cual no


actúa en ningún momento en los sucesos de la obra.
En cuanto al género del realismo mágico, éste es abordado de una increíble
manera en su obra. Fue un género metalingüístico y literario de mediados del siglo XX,
el cual se entiende como el afán por mostrar lo fantástico, irreal o extraño, como parte
de la cotidianeidad.
En la novela podemos verlo claramente en algunos pasajes, por ejemplo cuando
Remedios, la bella, se eleva al cielo repentinamente:
“Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y
las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los
encajes de sus pollerines y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el
instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse" (Márquez, 1967, pp. 249 -
250).

O bien, cuando Amaranta predice su muerte y acepta ésta con toda calma y
tranquilidad: "anunció sin el menor dramatismo que moriría al atardecer" (Márquez,
1967, p. 293).
Respecto a la soledad, ésta aparece como un lugar común no sólo en Macondo y
en los personajes de Cien años de soledad, sino en nuestra vida misma; caminamos
entre multitudes sin conocer a nadie, estando internamente solos aunque físicamente
no lo estemos, “La soledad es un producto de relaciones humanas que niegan la
articulación productiva que crea y mantiene a los grupos humanos vivos sobre la tierra”
(Cordero, 2003, p. 2).
La soledad en la novela parece ser hereditaria, es como una maldición de la
familia Buendía; el coronel Aureliano Buendía, por ejemplo, nace con un aire solitario
que conservará toda su vida: “La adolescencia le había quitado la dulzura de la voz y lo
había vuelto silencioso y definitivamente solitario…” (Márquez, 1967, p. 47). Respecto a
los diecisiete aurelianos se menciona que “Llevaron niños de todas las edades, de
todos los colores, pero todos varones y todos con un aire de soledad que no permitía
poner en duda su parentesco” (Márquez, 1967, p. 162).
Por otro lado, García Márquez utiliza un lenguaje culto pero coloquial,
perfectamente comprensible por el lector, mezclándolo con figuras retóricas como la
metáfora, la hipérbole y el símil.
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En cuanto a los personajes, observamos que se repiten los nombres en cada


generación, así como también patrones de conducta, lo cual dificulta en cierto modo la
lectura y a la vez exige al lector mucha atención para no confundir a un personaje con
otro.
Son muchas las características que hacen de esta novela una gran obra, no sólo su
excelente manejo del realismo mágico, sino la coherencia y cohesión que mantiene
entre todos los elementos narrativos a lo largo de toda la obra, de modo que no resulta
sorprendente que se galardonara a García Márquez con el premio nobel por esta
increíble novela.

Hombres de maíz - Miguel Ángel Asturias

Esta novela es considerada como la mejor del escritor Miguel Ángel Asturias. A
diferencia de la novela anterior, en la que se abordaba el realismo mágico, en ésta se
mezclan el mito y la realidad. Si bien el mito posee un cierto carácter mágico, éste es
muy distinto al del realismo mágico, ya que se basa precisamente en la cosmovisión e
ideología de los mayas, presentando un carácter más bien fantástico.
Algunas características típicas de los mitos indígenas que se presentan en esta
obra, en las que quizá podríamos decir que existe cierto “realismo mágico”, es por
ejemplo cuando al personaje de Machajón lo queman las luciérnagas, ya que es un
hecho que ocurre cotidianamente en la historia sin que a nadie esto le cause estupor.
Por otro lado, la aparición de los nahuales de Nicho Aquino y el curandero (el
venado de las siete-rozas), es una característica típica de los mitos, de modo que, al
estar relacionada directamente con una cosmovisión, no correspondería a lo
considerado como “realismo mágico”.
El tema de la novela lógicamente gira en torno al maíz. Los de “la montaña” contra
los de “la montada”, los primeros defienden el maíz de ser cortado y comercializado por
los segundos, ya que lo consideraban sagrado al ser no sólo el sustento del hombre
para vivir, sino también de lo que el hombre está hecho.
La novela narra la historia de distintos personajes, sin embargo, lo único que los
relaciona parece ser el conocimiento y temor de los brujos de las luciérnagas, así como
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también el reconocimiento del personaje de María Tecún, pues todos parecen


conocerla e incluso al final de la novela se da a entender que María Tecún era en
realidad la Vaca Manuela Machojón.
En lo que respecta al autor, éste juega con el lenguaje erróneamente escrito, lo
cual es una característica propia de las clases bajas y dificulta en ocasiones la lectura:
"donde lo dejara en la casa de la novia iba a güeler ocho días".
"—Por eso digo yo que no es pior castigo el que lo afusilen a uno —" (Asturias,
1949, por. 46 - 47).

Encontramos un narrador omnisciente en tercera persona, extradiegético.


Este narrador está presente a lo largo de toda la novela, pero refiriéndose a distintos
personajes, por ejemplo, narra la historia de Gaspar Ilóm, de Goyo Yic, de Nicho
Aquino, entre otros:
"El Gaspar Ilóm deja que a la tierra de llora le roben el sueño de los ojos"
(Asturias,1949, p. 9).
"[...] gritaba sin respiro el Goyo Yic, cansado de indagar con las manos, el olfato y el
oído..." (Asturias, 1949, p. 351).
"Se huyó la mujer del señor Nicho, el correo...". (Asturias, 1949, p. 553).

En cuanto la estructura de la obra, podríamos decir que se trata de una novela


anisocrónica, ya que, de los cuatro capítulos que la componen, los primeros tres
abarcan la mitad del libro, mientras que el último ocupa la otra mitad.
En esta obra, Miguel Ángel Asturias supo hacer patente “mediante la íntima
imbricación de los aportes socioculturales del pueblo maya y del reflejo de una realidad
social determinada, ese profundo desgarro que aqueja a tantos pueblos de nuestro
universo”, (Thiercelin, 1971, p. 7) lo cual podría considerarse como una especie de
protesta social, y por lo cual Hombres de maíz es considerada como una extraordinaria
novela.

Todos los autores aquí abordados, a excepción de Vargas Llosa, crean lugares
ficticios como espacio en el que se desenvolverán sus personajes: Comala (Rulfo),
Macondo (Márquez) y Psigüilito (Asturias). No obstante, pese a que Vargas Llosa alude
a lugares reales (el colegio militar Leoncio Prado, Lima, Perú, entre otros) éstos son
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ficcionalizados con sus personajes y con la narración de acontecimientos que nunca


ocurrieron en realidad allí.
Finalmente todos y cada uno de los autores aquí abordados presentan diversas
características novedosas para la literatura, ya que juegan con la estructura narrativa
tradicional en cuanto al tiempo, la linealidad, el discurso, el espacio, entre varios otros
aspectos, lo cual les ha granjeado el reconocimiento de su valor literario a nivel
internacional y su trascendencia y prevalencia hasta nuestros días.

Referencias

Asturias, Miguel A. (1949). Hombres de maíz, Piolín.


Cordero, Gloria, (2003), En torno al sentido de Cien años de soledad, recuperado de:
www.biblioteca.org.ar/libros/88463.pdf
García M. Gabriel, (1967). Cien años de soledad, Diana, México
Rulfo, Juan, (s.f.). Pedro Páramo, recuperado de:
https://www.cch.unam.mx/bibliotecadigital/libros/Juan%20Rulfo/Pedro%20Paramo.pdf
Thiercelin, Raquel, (1971). La estructura social en hombres de maíz, recuperado de:
www.cervantesvirtual.com›descargaPdf
Valenzuela, Fajardo, (s.f.). Pedro Páramo o la inmortalidad del espacio, recuperado de:
https://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/44/TH_44_001_102_0.pdf
Vargas Ll., Mario, (s.f.). La ciudad y los perros, recuperado de:
https://aplicacionesbiblioteca.udea.edu.co/multi/material/pdf/Vargasllosa04.pdf.
Volpi, Jorge, (s.f.). Personajes de Pedro Páramo, recuperado de:
http://www.pedroparamo.org/personajes-de-pedro-paramo/

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