Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La ciudad y los perros es una obra excepcional, llena de elementos narrativos tales
como digresiones, diversidad de voces narrativas, descripción de espacios, de
sensaciones y emociones que provocan y evocan cientos de emociones en el lector, lo
mantiene intrigado y curioso en todo momento, y lo hace parte de la vida de cada uno
de los personajes.
Así mismo, durante la historia de Ricardo Arana, éste en ningún momento adopta
el papel de narrador, sino que allí interviene el omnisciente, al igual que con Alberto, por
ejemplo en la parte en que el esclavo va a confesarle al teniente Huarina lo del examen
de química: “Podía soportar la soledad y las humillaciones que conocía desde niño y
sólo herían su espíritu […] Estaba frente al cuarto del teniente…” (Vargas, s.f., p. 53). O
cuando se menciona la actitud de Alberto durante la ceremonia luctuosa de Arana:
“Alberto tampoco respondió y siguió caminando hacia la formación […] Varios le
preguntaron qué había ocurrido. Pero él no les hizo caso…” (Vargas, s.f., p. 102).
El Jaguar: “Esa vez mi cumpleaños cayó en día de fiesta. Mi madre me dijo: anda
temprano donde tu padrino, que a veces se va al campo” (Vargas, s.f., p. 94).
“Yo le iba a decir que era mi madre, pero pensé que a lo mejor me andaban
buscando los soplones y le dije: “no, sólo quería saber”.
-Hola – dijo el Jaguar…” (Vargas, s.f., p. 132)
Por lo cual el lector es quien tiene que deducir en un principio quien es el que
habla y prestar mucha atención a la historia para, posteriormente, al avanzar en la
misma, poder relacionar cada una de las partes antes narradas y poder seguir el hilo de
cada una de las diferentes historias, las cuales finalmente podría decirse que se cruzan
al haberse encontrado todos los personajes en el mismo colegio.
Un personaje que también funge como conector de los tres personajes principales,
es Teresa, puesto que llega a conocer a los tres e incluso a involucrarse
sentimentalmente (en diferentes grados) con cada uno de ellos. De igual modo, la
De la Garza Castro Alison
Allí se relata una situación de manera hipotética dando la impresión de que eso
ocurría cotidianamente, pero a su vez, a través del uso del futuro simple, nos narra lo
que “estaría” pasando como algo que efectivamente ocurrió.
Podemos decir que esta obra enriqueció la literatura hispanoamericana con sus
diversas aportaciones tanto narrativas, como estructurales, estilísticas y estéticas, las
cuales en conjunto hacen de esta obra un verdadero motivo de deleite y entretenimiento
para el lector, a quien conmueve e involucra de tal manera en la misma, que lo hace
sentirse parte de ella.
Esta novela es la más conocida del escritor Juan Rulfo debido a su particular y
novedoso estilo literario, y a la fragmentación de la historia que allí se presenta.
Narra la historia de Juan Preciado y a la vez del padre de éste, a quien Juan va a
buscar al pueblo de Comala movido por los deseos de su madre. Una vez en el pueblo,
se encuentra con distintos seres un tanto extraños, los cuales posteriormente descubre
que están muertos y que en ese pueblo sólo habitan las ánimas de personas que
murieron sin saberlo.
Comala está de cierto modo sometida al poder del cacique Pedro Páramo, de
modo que, en cuanto éste se cruza de brazos y decide ya no hacer nada más por el
pueblo debido a que se enfureció cuando el funeral de su amada se convirtió en una
fiesta, Comala se va a la ruina. La historia de ambos personajes termina de manera
De la Garza Castro Alison
trágica, sin embargo, se narra primero la muerte de Juan Preciado, que es con quien
inicia la novela, y hasta el final de la historia se narra la de Pedro Páramo, que es con
quien cierra la novela.
Uno de los aspectos por los que destaca esta novela es el manejo del lenguaje, ya
que Rulfo cuidó todos los detalles respecto al mismo, tanto para reflejar lo más
fielmente posible su idea del pueblo de Comala (representando el lenguaje de los Altos
de Jalisco), como para darle verosimilitud al relato. Para ello, recurre a mexicanismos,
vocablos y expresiones populares que reflejan el lenguaje tradicional de un pueblo; así
mismo, emplea diversos diminutivos y pleonasmos, lo cual refleja el bajo nivel educativo
de dicho pueblo: “¿Ve aquella loma que parece vejiga de puercos? Pues detrasito de
ella está la Media Luna. Ahora voltié para allá..." (Rulfo, 1955, p. 5). No obstante, Juan
Preciado presenta un léxico más correcto, el cual refleja un nivel educativo un tanto
superior al de los personajes de Comala.
Dentro de la modalidad de la narración destaca también el monólogo interior, a
través del cual el autor permite al lector introducirse en la vida de los personajes, lo cual
observamos por ejemplo en el siguiente fragmento en el que Pedro Páramo se
encuentra en el baño cavilando: “Pensaba en ti, Susana. En las lomas verdes. Cuando
volábamos papalotes en la época del aire.” (Rulfo, 1955, p. 11).
Desde el inicio de la obra se ve alterada la cronología de los hechos, ya que, por
ejemplo, cuando Juan Preciado se encuentra con Abundio, el arriero, primero aparecen
los diálogos de Juan con éste, y posteriormente se narra cómo fue que se encontró con
él:
Con respecto al tiempo en la novela, éste transcurre de manera distinta para los
vivos que para los muertos, ya que estos últimos se mantienen inmutables, el tiempo no
pasa para ellos, a diferencia de los vivos, para quienes éste sí es perceptible; por otro
lado, el paso del tiempo se hace principalmente evidente en el pueblo de Comala, ya
que se observa el drástico cambio entre la Comala poblada de los tiempos de Pedro
De la Garza Castro Alison
Rulfo crea de este modo “un verdadero espacio literario, captado por la
imaginación, por medio de imágenes míticas, mágicas, líricas e irracionales”
(Valenzuela, 1989, pp. 2 – 3).
Otra de las aportaciones de Rulfo a la literatura, es el discurso polifónico que
maneja. En un inicio, identificamos al narrador que aparece en primera persona bajo la
voz del personaje Juan Preciado, quien sería un narrador homodiegético al formar parte
de la historia que está narrando, pero no es del todo el protagonista de la misma debido
a que no sólo se cuenta su historia, ni se cuenta tampoco sólo desde su perspectiva,
sino también desde la de su padre y a la vez la historia del mismo. Éste lleva el nombre
de Pedro Páramo, en quien encontramos igualmente una voz narrativa en primera
persona y quien sería el otro protagonista de la historia, lo cual al principio causa una
cierta confusión en el lector.
Así mismo, al cambiar de la primera persona de Juan Preciado a la de Pedro
Páramo, interviene un narrador omnisciente, extradiegético en tercera persona:
O bien, cuando Amaranta predice su muerte y acepta ésta con toda calma y
tranquilidad: "anunció sin el menor dramatismo que moriría al atardecer" (Márquez,
1967, p. 293).
Respecto a la soledad, ésta aparece como un lugar común no sólo en Macondo y
en los personajes de Cien años de soledad, sino en nuestra vida misma; caminamos
entre multitudes sin conocer a nadie, estando internamente solos aunque físicamente
no lo estemos, “La soledad es un producto de relaciones humanas que niegan la
articulación productiva que crea y mantiene a los grupos humanos vivos sobre la tierra”
(Cordero, 2003, p. 2).
La soledad en la novela parece ser hereditaria, es como una maldición de la
familia Buendía; el coronel Aureliano Buendía, por ejemplo, nace con un aire solitario
que conservará toda su vida: “La adolescencia le había quitado la dulzura de la voz y lo
había vuelto silencioso y definitivamente solitario…” (Márquez, 1967, p. 47). Respecto a
los diecisiete aurelianos se menciona que “Llevaron niños de todas las edades, de
todos los colores, pero todos varones y todos con un aire de soledad que no permitía
poner en duda su parentesco” (Márquez, 1967, p. 162).
Por otro lado, García Márquez utiliza un lenguaje culto pero coloquial,
perfectamente comprensible por el lector, mezclándolo con figuras retóricas como la
metáfora, la hipérbole y el símil.
De la Garza Castro Alison
Esta novela es considerada como la mejor del escritor Miguel Ángel Asturias. A
diferencia de la novela anterior, en la que se abordaba el realismo mágico, en ésta se
mezclan el mito y la realidad. Si bien el mito posee un cierto carácter mágico, éste es
muy distinto al del realismo mágico, ya que se basa precisamente en la cosmovisión e
ideología de los mayas, presentando un carácter más bien fantástico.
Algunas características típicas de los mitos indígenas que se presentan en esta
obra, en las que quizá podríamos decir que existe cierto “realismo mágico”, es por
ejemplo cuando al personaje de Machajón lo queman las luciérnagas, ya que es un
hecho que ocurre cotidianamente en la historia sin que a nadie esto le cause estupor.
Por otro lado, la aparición de los nahuales de Nicho Aquino y el curandero (el
venado de las siete-rozas), es una característica típica de los mitos, de modo que, al
estar relacionada directamente con una cosmovisión, no correspondería a lo
considerado como “realismo mágico”.
El tema de la novela lógicamente gira en torno al maíz. Los de “la montaña” contra
los de “la montada”, los primeros defienden el maíz de ser cortado y comercializado por
los segundos, ya que lo consideraban sagrado al ser no sólo el sustento del hombre
para vivir, sino también de lo que el hombre está hecho.
La novela narra la historia de distintos personajes, sin embargo, lo único que los
relaciona parece ser el conocimiento y temor de los brujos de las luciérnagas, así como
De la Garza Castro Alison
Todos los autores aquí abordados, a excepción de Vargas Llosa, crean lugares
ficticios como espacio en el que se desenvolverán sus personajes: Comala (Rulfo),
Macondo (Márquez) y Psigüilito (Asturias). No obstante, pese a que Vargas Llosa alude
a lugares reales (el colegio militar Leoncio Prado, Lima, Perú, entre otros) éstos son
De la Garza Castro Alison
Referencias