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Su asunto real

Wallis&Edward
https://www.youtube.com/watch?v=aLbdhydSHd4

En 1936, Eduardo VIII de Inglaterra abdicó para casarse


con la mujer que amaba, Wallis Simpson, una
estadounidense de clase media y con mucha clase, dos
veces divorciada e independiente. El drama sigue su
curso mientras Edward, príncipe de Gales y heredero al
trono, se enfrenta a su familia y a la opinión pública, y
Wallis aún está casada con Ernest Simpson.
Esta relación fue descrita por los medios como el
romance del siglo. Una historia desoladora, enmarcada
en un heredero al trono caracterizado por su actitud
despreocupada e inmadura frente a su responsabilidad.
Wallis&Edward
El futuro rey mantuvo romances con decenas de
mujeres casadas de la alta sociedad de Londres, hasta
que en 1931 una de ellas le presentó a quien se
convertiría en el verdadero y único amor de su vida.
Wallis Simpson tenía entonces 34 años y venía de una
familia de clase media de los Estados Unidos. Aún
casada en el momento, ya se había divorciado antes
de un oficial de la Marina y vivía sola en un
apartamento que su segundo esposo le había cedido.
Tras la depresión de 1929, Wallis y su esposo, quienes
perdieron toda su fortuna en la crisis económica, se
asentaron en Londres viviendo separadamente pero
formando parte de la clase alta inglesa, llegando a
codearse con el entonces Príncipe de Gales.
Wallis&Edward
El autor del libro The Duchess of Windsor, Michael Bloch,
asegura en su publicación que en los siguientes años, el futuro
rey era una presencia constante en la vida de los Simpson,
quienes ya empezaban a pasar complicaciones financieras
debido a sus excesivos gastos y costoso estilo de vida que no se
adecuaba a su realidad económica.
Poco a poco, Wallis y el Príncipe fueron acercándose y
haciéndose cada vez más amigos. Él estaba encantado con el
carisma de la mujer y ella estaba fascinada con la oratoria de
él. En 1933, el romance entre el heredero y la divorciada ya era
un secreto a voces, a pesar de que siempre lo negaron.
Sin temor a romper reglas, al año siguiente partieron juntos y
solos en un crucero por la costa Dalmacia, donde fueron
fotografiados por los paparazzi de la época.
Wallis&Edward
“Cuando Edward y la entonces señora Simpson fueron al
crucero, salió una fotografía que le dio la vuelta al mundo e
impactó a la gente, porque de pronto se dieron cuenta de que
el futuro rey era en realidad un adúltero. La prensa británica no
escribió sobre ello. No había censura pública, podrían haberlo
hecho pero fue un acto de respeto hacia la familia real”: Lisa
Hilton, en el documental “The Royals”.
El ímpetu y entusiasmo del príncipe con su nueva relación lo
llevaron a presentar a Wallis a sus padres, quienes no
estuvieron nada contentos, pues si algo desaprobaba la
monarquía de la época era el divorcio. Por esta razón, además
de la personalidad fuerte, segura y extrovertida de Wallis, el
rey y la reina la veían como una amenaza. Pero cuando Edward
ascendió al trono, tras la muerte de su padre en febrero de
1936, el príncipe estaba empecinado en casarse con Wallis.
Wallis&Edward
Sin importar todas las leyes que se lo prohibían, ayudó a que los
trámites del divorcio de Wallis llegaran a su fin, gracias a su alegato
de adulterio en contra de su marido. La noticia se informó
ampliamente en la prensa mundial, lo que aumentó el asedio
contra Wallis, por lo que tuvo que ser llevada a escondidas al sur de
Francia. A finales de ese año, el rey informó formalmente al Primer
Ministro de la época, Stanley Baldwin, su decisión de casarse con su
amante y Baldwin le explicó las consecuencias que tendría tal
decisión, que incluso el parlamento inglés se oponía y que la única
alternativa que le quedaba era la abdicación al trono o terminar su
relación.
“Edward tuvo que elegir y eligió lo que muchos consideraron el
gesto más romántico de la historia. Amaba tanto a Wallis, que
–como dijo en su discurso de abdicación– no podía continuar
cumpliendo su deber sin la mujer que amaba a su lado”: L. Hilton.
Wallis&Edward
El 10 de diciembre se concretó su renuncia y realizó una breve
declaración pública al pueblo inglés, dando paso al reinado de su
hermano Jorge VI [El Discurso del Rey]:
“Tras larga espera, puedo al fin hacer una breve declaración
auténticamente personal. No he pretendido ocultar nada, pero por
respeto a la Constitución de mi país hasta ahora no me ha sido posible
hablar. Hace apenas unas horas cumplí mis últimos deberes como Rey
y Emperador de Inglaterra. Y ahora que he sido sucedido por mi
hermano, el duque de York, mis primeras palabras han de ser para
proclamar mi fidelidad hacia él. Así lo hago con todo mi corazón. Todos
ustedes conocen las razones que me han llevado a renunciar al trono
de Inglaterra. Quisiera hacerlos comprender que, al tomar esta
resolución, no he olvidado en absoluto a mi país ni al Imperio, a los
cuales, primero como príncipe de Gales y más tarde como Rey, he
dedicado 25 años de servicio. Pero pueden creerme cuando les digo…
Wallis&Edward
…que me ha resultado imposible soportar la pesada carga de la
responsabilidad y desempeñar mis funciones como Rey, en la forma en
que desearía hacerlo, sin la ayuda y el apoyo de la mujer que amo”.
Varios meses después de la abdicación de Edward, en junio de 1937, la
pareja contrajo matrimonio en Francia y pasaron a ser Los Duques de
Windsor, título concedido especialmente por Jorge VI. La boda se
realizó el mismo día del cumpleaños del padre de Edward, lo que fue
tomado como un agravio, y a ella no asistió ningún miembro de la
familia real. Tres meses después de la boda, el matrimonio se vio
envuelto en otra polémica: la pareja realizó una amistosa visita a la
Alemania Nazi. “Cuando Edward se casó con Wallis Simpson, se
convirtió en un exiliado de la Casa Real. Ambos se prepararon para ir a
cualquier lugar donde fueran bienvenidos. Causaron un gran alboroto
en Alemania, porque fueron tratados como la realeza que ya no eran y
eso los atraía mucho emocionalmente, y los unió mucho más”: Hilton.
Wallis&Edward
En medio de la Segunda Guerra Mundial, los duques vivieron en
diferentes zonas de Europa, mientras la relación entre Wallis y la
familia real empeoraba con el paso del tiempo, especialmente con su
concuñada, la reina Isabel I [madre de la actual reina].
En ese mismo periodo, La Duquesa de Windsor empezó a ser muy
criticada por sus excesivos gastos, que pagaba la corona inglesa en su
totalidad, y por desdeñar a Inglaterra, lo que muchos interpretaron
como una venganza contra el país que no la quiso hacer reina.
En 1950, ya Wallis se mostraba aburrida de su vida junto a Edward,
aunque permaneció a su lado hasta que él falleció. La relación del
matrimonio fue enfermiza y obsesiva desde el primer momento. Antes
de casarse y consciente de que la gente la odiaría por haber hecho
abdicar a un rey, Wallis intentó alejarse de Edward, pero según todos
los biógrafos del Duque, él la amenazó con suicidarse si ella lo dejaba.
Wallis&Edward
En la década del 60, la salud del ex monarca se deterioró y en 1971 fue
diagnosticado con cáncer de garganta, el cual terminó con su vida al
año siguiente. Edward de Inglaterra fue enterrado en el cementerio
real en Frogmore, detrás del Mausoleo Real de la Reina Victoria y el
príncipe Alberto, en una ceremonia a la que asistió gran parte de la
familia real.
Tras la muerte de su marido, Wallis se radicó en Francia, en la casa
donde pasó la mayor parte del exilio de su marido. Hasta el último día
de su vida se mantuvo con la herencia que él le dejó, que según
fuentes de la Casa Real era bastante cuantiosa, y con una pensión de
por vida otorgada por la reina Isabel II. En los años siguientes, Wallis
perdió su habilidad para hablar y permaneció enclaustrada y solitaria
hasta el final de sus días. El 24 de abril de 1986, 14 años después de su
esposo, La Duquesa de Windsor falleció en su hogar, en París. Fue
enterrada junto a Edward. Su lápida: “Wallis, Duquesa de Windsor”.
Wallis
Tras su muerte, salieron a la luz varios documentos y cartas personales
que fueron usadas por diferentes autores para contar la historia desde
el punto de vista de ella.
Por ésta se sabe que Wallis siempre temió a la pobreza, pero que
cuando tuvo la riqueza que siempre deseó, se dio cuenta de que todo
aquello no le traía la felicidad que ella esperaba. En una de las misivas
a su ex marido, con quien siguió manteniendo una estrecha amistad
hasta su muerte, le aseguró que se sentía “atrapada” en su
matrimonio y que Edward era “un hombre débil que nunca tuvo las
armas para ser rey”. Además, le decía a Simpson que lo extrañaba. Y
añadía: “Mi nueva realidad no es la vida encantadora, dulce y simple
que parece”. Es posible que Edward no conociera los sentimientos de
su esposo, pues el hecho de que siguieran juntos durante décadas es
casi una prueba de que su esposo la seguía amando. En palabras de
Winston Churchill, su relación era “psíquica más que sexual”.
Wallis
¿Qué la retuvo al lado de Edward durante tantos años? ¿Las amenazas del
Duque de quitarse la vida si le abandonaba? Según sus amigos, los
millonarios Vanderbilt, “existieron esas amenazas, sin duda, pero
probablemente esa no fue la razón principal para que una mujer tan
decidida e independiente como Wallis se abandonara a un destino tan
amargo. Probablemente tuvo miedo, sin más”. Antes de la abdicación
[diciembre de 1936] Wallis le escribió en una carta a su ex marido Ernest
Simpson: “Me siento pequeña y machacada por todos”. En esa época vivía
bajo el temor a un atentado y se declaró varias veces “aterrorizada de estar
en la Corte cuando debo estar”. Por eso se radicó en Francia.
Sin duda, un nuevo divorcio la habría convertido en una paria social.
Además, sin la protección del apellido Windsor, la familia real británica
hubiera encontrado la oportunidad para saldar cuentas con “la ramera
yanqui”, como la llamaban en los corredores de Palacio. Edward significaba
seguridad, dignidad y fortuna. De modo que ambos afrontaron su situación:
a Edward le bastaba tenerla junto a él y responder a sus demandas sin
pedirle nada, y ella se conformaba con ser una Windsor espléndida.
La vida de los Duques

 En Inglaterra la antipatía hacia Wallis y el ex rey sigue existiendo, aunque ambos ya fallecieron.
 Muchos biógrafos coinciden en que la pareja “era muy rara”. Conformaron un matrimonio en el
que “la Duquesa llevaba los pantalones en la relación”.
 El Duque, siempre tan educado y fino, era como un niño pequeño, se dejaba dominar por la mujer
que lo embrujó, sólo hacía lo que ella finalmente aprobaba.
 Winston Churchill, el famoso ex primer ministro inglés, decía que en todas las ciudades del Reino
Unido deberían haberle hecho una estatua a Wallis Simpson, “por haber salvado a Inglaterra del
desastroso rey que hubiera sido Eduardo VIII el resto de su vida”.
La vida de los Duques
 Dicen que simpatizaban con Hitler, quien le besó la mano a Wallis
cuando la conoció en una visita que la pareja realizó a Alemania en
1937, poco después de la abdicación.
 Por décadas, llevaron una vida superflua y muy frívola, bastante inútil,
residiendo de manera super-lujosa en una mansión en las afueras de
París, su ciudad amada. Viajaban de país en país, como correspondía a
los miembros de la café society y asistían a fiestas, torneos de golf,
conciertos de ópera y reuniones privadas con mandatarios. Al Duque le
pagaban por jugar en los más exclusivos campos de golf del mundo,
por asistir a las fiestas de los country clubs más selector y por
engalanar las fiestas de las celebridades de Hollywood.
 Nadie en ese mundo frívolo los criticaba; al contrario, las invitaciones
aumentaban y los regalos se multiplicaban, por lo que vivían de forma
casi gratuita. Wallis compartía con el Duque su amor por las joyas.
La vida de los Duques

 El Duque disfrutaba regalándole las más costosas y exclusivas joyas a su esposa, además las
diseñaba y eran creadas por los joyeros más famosos del mundo. Wallis adoraba las de Cartier, Van
Cleff & Arpells y Boucheron. Muchas de sus creaciones no le fueron cobradas al Duque.
 Wallis Simpson, poco femenina, sin curvas ni pechos, y con un físico muy poco sensual, de joven
era considerada una tomboy [marimacho]. Quizás por eso nunca salió embarazada.
 Su amigo Herman Rogers afirmó al final de su vida que Wallis le había confesado que “con sus
maridos nunca tuvo relaciones sexuales tradicionales”.
 Como fuera, el Duque vivió cautivado por Wallis hasta el último día de su vida. Ella era poco
respetuosa, le hacía bromas, le daba órdenes y a veces lo trataba con burla e ironía.
La vida de los Duques

 Wallis le contó a su amiga Kitty DeVotto, quien la refugió en París por varios meses mientras el
Duque abdicaba, que “el Duque dormía con un osito que era su juguete fetiche desde la niñez”.
 Mientras más independiente y fuerte era ella, él más la quería y deseaba que ella estuviera siempre
a su lado. No se le despegaba y en las fiestas se sentaba pegado completamente a ella.
 ¿Qué tenía esta mujer, aparentemente simple aunque muy elegante, para inspirar tan rara
devoción? ¿Por qué hay hombres que adoran vivir en el rol de amantes-esclavos? Probablemente la
respuesta se encuentre en la crianza que tuvo el Duque de Windsor, sin afecto, fría y lejana. O
quizás, en el encanto bien trabajado y sabiamente expuesto de la Duquesa durante toda su vida.
 Por muy exótica, romántica e ideal que pareciera, la de Wallis fue una vida llena de sombras…
La vida de Wallis
…según la última biografía que acaba de salir [La señora Simpson]:
 No era guapa, pero sí tenía clase y algo especial. En su vida nunca le
faltaron amantes, ni siquiera después de casarse con el hombre que
renunció al trono de Inglaterra por ella.
 Su existencia estuvo marcada por la ambición y el esnobismo, pero
también por la frustración y el fracaso.
 Hija de católicos de la clase trabajadora, nunca fue bautizada, lo que le
hubiera servido para anular sus dos matrimonios religiosos.
 Su madre no la quería, esperaba un varoncito en vez de una niña y
cuando nació Wallis, que era la adoración de su padre, no la quiso
mirar por varios meses; una nodriza se hizo cargo de ella.
 Quienes la conocieron en su infancia, la describen como “una niña
alegre, precoz y fascinada por la moda y la alta sociedad”.
La vida de Wallis
 Poco a poco fue desarrollando su extraordinario carácter y esa
impertinencia que la caracterizaron toda la vida.
 Su nombre de pila: Bessie Wallis Warfield. Nació el 22 de mayo de
1895. Llegó al mundo precedida por el escándalo, como hija ilegítima
de los descendientes desheredados de dos familias acomodadas de
Baltimore, Estados Unidos. Sus padres no estaban casados.
 Como no podía ser menos, empezó a perseguir a los chicos
desarrollando una estrategia para ligarse al más rico de la ciudad.
Asistió a un campamento de verano a los 16 años y halagando su
vanidad, se convirtió en una experta en fútbol americano.
 En la base militar de Florida, la que visitó con una amiga, conoció a su
primer marido [Earl Winfield Spencer Jr.], un piloto que parecía tenerlo
todo, incluida una gran fortuna, pero que era un alcohólico.
 Divorciada de Winfield, viajó a Londres en la navidad de 1926…
La vida de Wallis
…y entonces conoció al que sería su segundo marido, Ernest Simpson, que
estaba casado en aquel momento. Socio de una empresa dedicada a
comprar y vender barcos, resolvió los problemas económicos de Wallis y se
la llevó a vivir a Londres, dándole gusto en todo y comprándole ropa y joyas
carísimas, y cenando con ella casi a diario en los restaurantes de moda.
 La llegada a la capital británica no fue fácil: estuvo marcada por la
soledad y la tristeza, hasta que Thelma Furness apareció en su vida. Era
la amante oficial del príncipe de Gales y cumplía dos de los requisitos
que más le gustaban a él: estaba casada y era americana. Thelma
describió al Duque como “pésimo amante, mal dotado, frívolo y
caprichoso, aficionado a los clubes y demasiado preocupado por su
propia imagen; comía una vez al día y en realidad era bisexual”.
 Gracias a Thelma, Wallis conoció al príncipe de Gales. Lo primero que
ella le dijo es que la había decepcionado. Sería el inicio de una relación
marcada por la ambición de ella y el deseo de ser dominado de él.
La vida de Wallis
 Más adelante, cuando se convirtió en su amante, ella lo regañaba
frecuentemente y le obligaba a hacerle masajes en los pies.
 Sir Dudley Forwood, ayuda de cámara del Duque, describió así la relación
de la pareja: “Las técnicas sexuales que Wallis practicaba no superaron
por completo la extrema falta de virilidad del Duque. No está claro que él
y Wallis mantuvieran una vida sexual activa en el sentido habitual de la
expresión, pero sí que logró aliviarle bastante. A petición de él, se
enzarzaban en unos sofisticados juegos eróticos y Wallis sabía
complacerlo muy bien en la cama, con sus fetiches”.
 La relación de la pareja se fue estrechando. Thelma le despejó el camino
a Wallis cuando viajó a los Estados Unidos durante unas vacaciones y le
pidió a su amiga que le cuidara a su príncipe “para evitar que haga
travesuras”. No tenía ni idea del error que acababa de cometer. La
obsesión del príncipe por Wallis fue haciéndose cada vez mayor.
La vida de Wallis
 La llamaba continuamente o se le presentaba a cualquier hora en su
casa, sin tener en cuenta al Sr. Simpson.
 Empezó a meterla en Palacio, en contra de sus padres, quienes no
tardarían en encargar a los servicios secretos averiguar todos los detalles
del pasado de Wallis, hasta reunir un grueso expediente.
 Un día Wallis cometió uno de sus peores errores: empezó a imitar a
Isabel, esposa del príncipe Bertie, entonces Duquesa de York; la futura
reina la pilló y nunca más pudo perdonarla.
 En enero de 1936, lo primero que hizo Eduardo VIII al subir al trono fue
encargar un Buick lujosísimo para su amante. Wallis, por su parte, tomó
las riendas de la casa y empezó a despedir a empleados indiscretos.
 Entonces el rey se obsesionó con la idea de que reinaba con Wallis o
renunciaba al trono. E hizo que Ernest Simpson aceptara el divorcio.
La vida de Wallis
 Hasta el último momento intentó que Edward no abdicara.
 Hubiera preferido seguir ejerciendo el poder en la sombra y por eso le
sugirió al rey un matrimonio morganático [unión realizada entre dos
personas de rango social desigual, príncipe/plebeya, en el cual se impide
que ella obtenga títulos, privilegios y propiedades del noble].
 La familia real y el gobierno estaban en contra del matrimonio.
 Eduardo VIII abdicó menos de un año después de haber subido al trono.
 La pareja inició una nueva vida a partir de ese momento, en el exilio y
marcada por una preocupación constante: el dinero. Dicen que eso y
enterarse de que se iba a quedar sin buena parte de sus rentas fue lo
único que casi frena al rey y evita su abdicación. Aunque quedaron con
una fortuna suficiente para vivir tranquilos como una pareja acomodada
y luego la pensión vitalicia de Isabel II para Wallis, en caso de enviudar.
Las cartas de Wallis
En 2011 se descubrieron 15 cartas inéditas que la esposa de Eduardo VIII
escribió entre 1936 y 1937 a su ex marido Ernest Simpson.
El canal Channel 4 emitió un documental basado en el libro “Esa mujer: la
vida de Wallis Simpson, Duquesa de Windsor”, de la periodista y escritora
Anne Sebba, que tuvo acceso a un lote de cartas inéditas que la esposa de
Eduardo VIII escribió a su ex marido, al que había abandonado por su
romance con el rey de Inglaterra.
Ella, la frívola y ligera divorciada que hizo temblar la estabilidad de la
Corona británica; ella, que tuvo que soportar el deshonroso título de “la
ramera yankee”; ella que estrechó la mano de Hitler, resulta que no era tan
superficial ni tan hedonista; quizás era una mujer equivocada, que pudo
reconocer su error cuando ya era demasiado tarde.
“Me siento pequeña y machacada por todos”. Wallis tuvo que convivir con el
temor a un atentado y se sentía asustada: “Estoy aterrorizada en la Corte”.
Las cartas de Wallis
Eclipsada por una relación que se había convertido en algo “desordenado,
decepcionado y vacío”, aseguró a su ex marido en una carta fechada el 30
de noviembre de 1936: “Quiero escapar del país, quizás para siempre”.
En otras misivas, le confesó que “me siento endulzada por Edward, él tiene
40 años y me siento reafirmada con esta relación, descubrí que todavía sigo
resultando atractiva para los hombres”. La relación con el futuro rey de
Inglaterra le permitió enriquecer su ego y le dio acceso a la alta sociedad
británica, lo cual a ella le fascinaba, porque le temía a la pobreza.
Los sentimientos de Edward fueron mucho más allá y llegaron a ser
obsesivos: abdicó a favor de su hermano y amenazó a Wallis con quitarse la
vida si lo abandonaba. A pesar de que la divorciada de Baltimore vivió junto
a él hasta sus últimos días, parece que esos sentimientos no eran
recíprocos. Ella seguía amando a su ex marido, Ernest Simpson, como se lo
confesó en una carta: “Lo que vivimos tú y yo nunca morirá, y lo extraño”.
Las cartas de Wallis
Durante su luna de miel con el Duque de Windsor, Wallis le escribió a su ex
esposo: “Pienso muchísimo en nosotros, aunque trato de no hacerlo”.
También hay una carta a Ernest de su viaje a Alemania: “Donde quiera que
estés, puedes estar seguro de que no pasa un solo día en el que no piense
durante unas horas en ti”. En una de las epístolas, llegó a pedir disculpas a
su ex pareja: “Discúlpame, no te he comprado aún el regalo de Navidad, no
he podido escapar de mi prisión”.
Todos los hombres y las mujeres reconocían en Wallis esa seducción innata
que desprendía. Quien la conocía inmediatamente quedaba prendado de
ella. Y ella lo sabía: “Sé que Edward está conmigo por lo mismo que muchos
quieren estar conmigo, tal vez sea una obsesión”.
Después de divorciado, Ernest terminó casándose con una amiga de Wallis,
Mary Kirk, a quien le había encargado que le cuidara a su marido mientras
ella viajaba con Edward. Wallis nunca perdonó a Mary que la traicionara.
Las cartas de Wallis
“Tu matrimonio con Mary es una herida que jamás cerrará”, le
escribió Wallis a Ernest cuando se enteró de la nueva relación de
su ex marido. Hasta el final de su vida se lamentó por ello.
Al final, Wallis había aprendido que su matrimonio con el
príncipe azul “no es la vida encantadora, dulce y simple que
supuse”. Se lamentaba con su ex marido de que “a dos personas
que se llevaban tan bien, ahora las cosas no se les dan”. Las
cartas revelan, así, a una mujer sensible, ingeniosa, con un gran
gusto por la escritura, y alejada de la imagen superficial y frívola
que se le ha atribuido históricamente.
Vivió siempre con el peso del odio del pueblo británico que la
detestaba por haberles arrebatado a un príncipe guapo y
encantador “al que todos adoraban”. Sólo una periodista la visitó
en su mansión de París, en el Bois de Boulogne, Bárbara Walters,
ya retirada de la TV. A sus colegas les contó entonces…
Wallis
“Igual de elegante, con estilo y garbo, a sus 89 años no hablaba,
su mirada perdida en la lejanía, tranquila; se notaba en ella el
efecto de haber pasado por el siglo XX codeándose con la
realeza, los políticos y los representantes de la alta sociedad
europea, siempre con la cabeza bien alta y con esa dignidad
natural que tenía y que tanta admiración despertaba”.
Wallis quería mucho a Bárbara era una frecuente visita en su
casa cuando el Duque vivía y después, cuando enviudó. Solían
pasar horas enteras hablando del mundo, la política y las artes
mientras tomaban el té en la terraza de la hermosa casa de la
Duquesa. Bárbara decía que la Duquesa era una mujer muy culta
y de un profundo nivel intelectual, con quien se podían sostener
interesantes conversaciones y debates sobre los temas del
mundo y de la actualidad. Walters afirma que en una
conversación Wallis le respondió ante la pregunta ¿qué sientes
cuando te acusan de nazi por haber saludado a Hilter?...
Wallis

“Me da igual. Siempre van a hablar. ¿Pero cómo iba a seguir o admirar a un loco de esa talla, una
figura ridícula y teatral?”.
Bárbara siempre admiró a la Duquesa, “especialmente a la Wallis Simpson que vivía dentro de la
Duquesa, porque soportó con elegancia y gran inteligencia todo el ambiente enemigo a su alrededor,
pero por sobre todo soportó con donaire la convivencia con un hombre que tenía múltiples traumas:
huérfano de amor paterno y materno, arrastrando problemas de anorexia nerviosa, con tics y manías
de niño malcriado, cuyo reloj se detuvo en una eterna adolescencia, de carácter despreocupado e
infantil, un ´bon vivant´ atractivo, delgado y deportista hasta lo patológico, bebedor y vago en los
asuntos laborales, un pequeño dandy de 1,70 de estatura, que necesitaba amor y atención”.
Wallis
Bárbara responde a la pregunta de uno de sus
colegas: ¿la Duquesa nunca lo amó en
realidad?
“Con una clase de amor que era más una
amistad íntima, que incluye lealtad y afecto. No
parecía ser un amor apasionado como el que
se creía entonces, cuando se creó el mito
romántico. Siempre hablaba de Ernest con un
cariño especial y mucha nostalgia”.
Por su casa desfilaron estrellas de cine,
estadistas, fotógrafos de moda, artistas y
periodistas de alto nivel. Onassis y Callas,
Marlene Dietrich, Gloria Swanson y Gore Vidal,
quien los retrató más cruelmente que Bárbara:
Wallis
“Banalidad absoluta de su conversación.
Oquedad de dos seres sin alma, sostenidos a
golpe de alcohol y humo de cigarrillo.
Obsesionados con la flacura. Sólo parecieron
reservar afecto para sus dos perros”.
La mujer que costó un reino, a quien cerraron
el paso al trono de Inglaterra, la que conquistó
el corazón de un rey, que vivió como una
apátrida y una mujer marcada, descansa hoy
junto a la tumba del Duque, en el Cementerio
Real de Balmoral. Bárbara Walters confirma
que “Wallis nunca quiso ser reina y tampoco
quería casarse con Edward, sólo quería seguir
viviendo como su amante sin que nadie la
molestara. La abdicación la sorprendió”.
En su hogar parisino, el palacete del
siglo XIX situado en el No 4 de la Rue des
Champs d´Entrainement, en el Bosque
de Boloña, la Duquesa se encargó
personalmente de la decoración, todo
en aquel azul claro que ya se conoce
como “azul Windsor”, combinado con
gris o azul oscuro. Cada sala de la casa
tenía un aroma distinto gracias a las
fragancias que emanaban de los
pebeteros de Guerlain, dispuestos con
disimulo en los rincones
Wallis era la mujer más retratada
en las revistas de moda y la más
solicitada en las fiestas de la alta
sociedad londinense y americana
Tras su definitivo asentamiento en París, los
Duques de Windsor se convirtieron en un
elemento fundamental de la alta sociedad
francesa y en el filón favorito de la prensa rosa
del momento. Liberados de obligaciones
oficiales y protocolarias, se embarcaron en una
vida de glamour, estadías en Cannes y Saint
Möritz, Deauville y Palm Beach
Wallis con la Reina de Inglaterra, el
Príncipe de Gales y el Duque de
Edimburgo, en 1972, frente a la
Villa Windsor en Londres
Los días de recibo se colocaban en el vestíbulo el
libro de invitados, donde éstos dejaban estampada
su firma, y un diagrama con la disposición de los
comensales. El salón comedor azul y plateado se
iluminaba con la temblorosa luz de las velas. Los
magníficos arreglos florales, la colección de cajas
Fabergé del Duque, los regios muebles Luis XVI y el
ambientador de Guerlan Extrait de Pot Pourri
contribuían a crear una atmósfera de lujo y
afabilidad que siempre rodeó a los Duques
Wallis ocupó durante décadas muchas portadas de
Vogue y las mujeres se apresuraban a copiar su estilo
de líneas depuradas y clásicas, mientras el Duque se
convertía en el prototipo de aristócrata dandy;
tartanes y cachemires de colores vivos marcaban una
tendencia que décadas después sigue llevando el
nombre de su ducado: “estilo Windsor”
Se dice que aprendió a satisfacer a Eduardo con técnicas para retrasar el orgasmo y relajarlo antes de
hacer el amor. A pesar de no cautivar por su belleza, cautivó por sus modales impecables y el arte de
adular el ego masculino. Con paciencia fue desenredando el ovillo que era Eduardo VIII de Inglaterra;
se enteró de los problemas de impotencia sexual que aquejaban a su presa y logró descifrar uno de
los puntos más débiles del Príncipe: su necesidad de sentirse dominado por las mujeres que amaba.
Su única amiga íntima fue Gloria Vanderbilt, quien ha aclarado siempre que Wallis nunca estuvo
enamorada del Duque, pero le tenía cariño y estableció con él una vida en el formato “nana/nene”, donde
ella dominaba y él se sometía. El Príncipe siempre le quedó eternamente agradecido por esto y por ello
dependió siempre de ella. Intelectualmente tenían mucho en común, ya que ambos eran amantes del
buen arte y de la buena literatura. Wallis llegó a controlar totalmente la voluntad del Príncipe.

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