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Cómo era en realidad
-Según los Místicos y los Evangelios-
1
Nada impuro lo tocó jamás, ni el menor desorden jamás fue
visto ni siquiera en Su cabello.
Cuando creció, estaba constantemente en oración.
Sus facciones y Sus palabras eran tan maravillosas y tan
agradables, que muchas personas, cuando tenían problemas,
solían decir: “Vamos al Hijo de María, Él nos consolará”.
A medida que creció en edad, Él trabajaba con Sus manos.
Hablaba con nosotros tan inspiradoramente acerca de Dios,
que continuamente nos llenaba de una alegría indescriptible.
Cuando teníamos miedo, por la pobreza y otros problemas,
Él no nos produjo ni oro ni plata, sino que nos instó a ser
pacientes; y siempre estuvimos maravillosamente protegidos.
Lo que a veces necesitábamos, nos lo daban personas
compasivas y devotas. Y a veces provenía de nuestro trabajo,
de modo que tuviéramos lo que necesitábamos para vivir,
nada superfluo, porque sólo buscábamos servir a Dios.
En casa, con amigos que nos visitaban, hablaba con
familiaridad sobre la Ley de Dios y sus significados.
Disputaba abiertamente con hombres cultos, de modo que
éstos quedaban atónitos y solían decir: “El Hijo de José
instruye a los escribas, ¡hay un gran espíritu en Él!”.
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Cómo era físicamente
Luego de 4 años transcurridos de la muerte de San José, dio comienzo
el ministerio público de Cristo, según María. Y así fue como se veía
Jesucristo según Su Santísima Madre:
No puedes ver a mi Hijo como Él está en el Cielo, pero déjame
que te describa su apariencia física, como fue en el mundo.
Cuando tenía 20 años, alcanzó su pleno crecimiento en
estatura varonil y fortaleza. No tenía carne superflua, sus
músculos estaban bien desarrollados. Él estaba construido
poderosamente.
Su cabello, cejas y barba eran de color marrón claro, su barba
medía el ancho de una mano. Su frente no era prominente,
sino recta y erecta. Su nariz estaba bien proporcionada, ni
grande ni pequeña. Sus ojos eran tan claros y puros, que
incluso sus enemigos disfrutaban mirándolo. Sus labios no
eran gruesos, sino de un rojo claro. Su barbilla era agradable
y finamente proporcionada. Sus mejillas estaban
moderadamente llenas y su tez era de un blanco claro,
mezclado con rojo fresco.
Se mantenía recto y erguido. No había una mancha en todo
su cuerpo.
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Una persona con gran vigor físico
y resistencia
Una mera consulta del mapa geográfico revela un enorme y diverso
terreno donde Jesús, Su familia y Sus apóstoles andaban rutinariamente.
Cada año, Jesús viajaba a pie aproximadamente 120 kilómetros hacia el
sur de Jerusalén y luego de regreso.
Sus viajes diarios lo llevaron por toda Galilea y hasta 55 kilómetros hacia
el norte: Tirón, Sidón, Cesárea de Filipos… El terreno en la zona era
difícil, escarpado, accidentado, incluso montañoso, alternando entre
tierras fértiles y extensos desiertos.
Jesús subió las colinas alrededor del mar de Galilea y montañas tan altas
como Tabor. Él, Su familia y Sus seguidores a menudo caminaban
durante muchos días en largos viajes, los cuales podían ser peligrosos
porque los bandoleros y ladrones esperaban el momento oportuno para
despojar de sus pertenencias a los viajantes.
Su subida a Jerusalén -más de 750 metros sobre el nivel del mar- era más
de 950 metros hacia arriba. A pesar de este difícil viaje, fue invitado esa
noche a la casa de Marta y María, donde fue ungido por María con un
costoso perfume de nardo y aceite de lavanda.
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Aquellos que hoy van a Tierra Santa y siguen los caminos que recorrió
Jesús, usualmente lo hacen en autobuses con aire acondicionado y todas
las comodidades, y terminan quejándose de las empinadas colinas que
deben subir a pie en Nazaret, Ein Karem y Jerusalén.
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Me contaba acerca de las bendiciones escondidas que habían
sido comunicadas a muchas almas.
En Su apariencia, mi Hijo mostraba tanta belleza, gracia, paz,
bondad y gentileza, y su manera de hablar era tan vívida y
fuerte que, con la ayuda de la Gracia Divina, muchas personas
decidieron abandonar su forma pecaminosa de vida. Así
llegaron a ser capaces de creer, de saber que el Mesías ya
había comenzado Su Reinado.
Por lo general, acompañado de María, Jesús visitaba a los enfermos y
afligidos, especialmente entre los pobres. Él restauraba la salud del
cuerpo a muchos y ayudaba a los moribundos, dándoles una verdadera
paz interior y exterior. María hacía lo mismo, particularmente entre las
mujeres.
Además, los Evangelios nos muestran que Jesús era un predicador fuerte
y nada tímido, aunque nunca fue autoritario.
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Era un predicador ruidoso
y desafiante
En aquellos días no había micrófonos, ni amplificación del sonido de
ningún tipo. Los predicadores de aquel tiempo no usaban un tono suave
y sugerente, no podían hacerlo, tenían que gritar su mensaje para que
fuera escuchado.
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Con una postura intransigente
Jesús vivía, hablaba y existía en el modo de los profetas; y los profetas
nunca eran los que decían cosas suaves, “políticamente correctas”; eran
comprometidos con su mensaje y no eran vagos ni dejaban lugar a
confusión con sus palabras; eran directos, explícitos y fuertes.
8
Una y otra vez, el verdadero Jesús advirtió del Infierno y
la necesidad de ser sobrios, prudentes y serios sobre el
Juicio.
9
No hay un tercer camino:
Advierte categóricamente:
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Declaró que, si alguien se avergonzaba de Él y de Sus enseñanzas,
entonces Él se avergonzaría de esa persona el Día del Juicio.
Pero Jesús, como todos los profetas, combinó un juicio abrasador sobre
los caminos mundanos junto con una insistencia intransigente, fuerte y
rotunda de que elijamos estar de Su lado.
Demostraba Su urgencia
Jesús tenía una determinación que muchos podrían interpretar como
una especie de inflexibilidad. A todos nos gusta discutirlo todo,
celebramos la colaboración y el trabajo en equipo, figurar en primer
lugar y liderar por encima de consideraciones humanas. Jesús no encaja
en esto, en absoluto.
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Él sabía exactamente lo que quería hacer y lo que vino a hacer. Envió
misioneros delante de Él, a cada ciudad, a cada población. No aceptó
ninguna corrección de aquellos que objetaban su discurso o del hecho
de que Él comía con los pecadores.
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Cuando Pedro trató de disuadirlo, Jesús se volvió hacia él con enojo,
desafió su pensamiento mundano y lo llamó Satanás.
Sólo brevemente, en el Huerto de los Olivos, Jesús expresó una leve duda
que resolvió rápidamente, superando la tentación: todo lo que el Padre
quisiera, recibiría Su asentimiento y entrega total.
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María fue testigo de lo que hacía Jesús,
a distancia
Durante la ausencia de Su Hijo, María pasaba casi todo el tiempo en
oración, según lo que los Místicos vieron. Los Santos Ángeles, a quienes
el Señor les había ordenado que la atendieran en forma visible, la
mantenían informada de todas las acciones y oraciones de Jesús, de
modo que ella podía orar con Él cada vez.
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Después de 40 días de oración ininterrumpida y de ayuno radical, ella
fue testigo presencial de la triple tentación de Satanás a Jesús. Y desde
su retiro, ella también entró en conflicto con el Enemigo, con el
Tentador. Cuando vio al Diablo llevando a Jesús de un lugar a otro, lloró
amargamente, pero pronto se regocijó con la victoria del Señor.
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Incluso antes de que ellos la conocieran, Jesús les imprimió en el
corazón su extraordinaria santidad, fortaleza y virtud.
En las primeras palabras del Maestro acerca de María, San Juan concibió
un santo amor y aprecio por ella.
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María ofrece a Su Hijo
Un día, cuando Jesús tenía 30 años, María escuchó una voz de poder
maravilloso que le decía: “María, hija mía y esposa mía, ofréceme a
tu Hijo como sacrificio”. Al darse cuenta de que había llegado el
momento de la Redención de la humanidad, a través de la Vida Pública
y la Muerte y Resurrección de Cristo, ella respondió generosamente:
“Rey Eterno y Dios Todopoderoso, Señor de todo, Él es Tuyo
y yo también lo soy. ¿Qué puedo ofrecerte a Ti que no es más
Tuyo que mío? Sin embargo, debido a que Él es la vida de mi
alma y el alma de mi vida, entregarlo en manos de Sus
enemigos a costa de Su vida es un gran sacrificio. Pero no
permitas que se haga mi voluntad, sino la Tuya. Ofrezco a mi
Hijo para que pague la deuda contraída por los hijos de Adán”.
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