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Rasgos principales de las Corrientes pictóricas de los Países Bajos en el

siglo XVII.
Para poder acercarnos al análisis de las corrientes pictóricas de los Países Bajos
en el siglo XVII partiremos de una descripción del contexto histórico, político y social que
determinará, en gran medida su producción artística; en segundo lugar, abordaremos
las diferencias trayectorias artísticas de los territorios del norte y del sur que se
traducirán en una concepción distinta de la obra pictórica, no sólo en sus temáticas, sino
también en sus funcionalidades y características estéticas y estilísticas. Para finalizar,
presentaremos una selección de obras de los artistas que consideramos más
representativas de este período con un brevísimo comentario. En un contexto europeo
de división religiosa, tras el triunfo de la Reforma Protestante y las guerras de religión,
la firma en 1609 de una tregua de doce años entre los Países Bajos del Norte
(defensores de la reforma protestante) y los del Sur (fieles al la ortodoxia católica)
determina su división política y también una clara diferenciación social y cultural que se
traducirá en la existencia de dos ámbitos artístico bien diferenciados: el Holandés
(Provincias del Norte) y el Flamenco (Provincias del Sur). La Paz de Westfalia, en 1648
puso fin a la guerra de los 30 años y supuso el reconocimiento oficial de independencia
de las 7 provincias holandesas de la Corona española. Esta ruptura política y religiosa
de los Países Bajos va a traducirse en el ambiente artístico en un claro antagonismo
entre las provincias del Norte y del Sur. Flandes se convierte en el baluarte de la
Contrarreforma Católica, frente a la protestante Holanda (principal provincia del Norte)
donde triunfan modelos artísticos promovidos por una burguesía comercial, cada vez
más enriquecida, y una nueva clase política, convirtiéndose en la clientela principal de
una creciente demanda artística, al margen del gran poder ejercido por la iglesia y la
Corona Española. Esta nueva situación política y social dio origen a una clara
diferenciación de las corrientes pictóricas entre Flandes y Holanda.
En las Provincias Unidas del Norte ya no será la Iglesia, ni el monarca o su corte
quienes decidan la funcionalidad del arte, sino una nueva burguesía comercial que
tendrá cada vez mayor responsabilidad política. Este gusto burgués privado se
mantiene totalmente libre de toda influencia oficial y pública y comienza a sustituir los
encargos públicos por los privados. Además de esta burguesía, los principales clientes
van a ser los poderes municipales, corporaciones o asociaciones ciudadanas. En este
contexto sociológico, triunfa una pintura realista, marcada por lo cotidiano con unas
temáticas que se alejan de la exaltación del espíritu religioso; además del retrato
individual y en grupo, proliferan las naturalezas muertas o bodegones, las vistas de
paisajes y las escenas de género. Incluso el pueblo llano, a un nivel mucho menor,
compró también pinturas para sus casas. La obra artística se sitúa en la realidad
doméstica, que se convierte en el objeto primordial de representación. Resulta difícil
realizar una selección de pintores y obras que reflejen las principales características de
la corriente pictórica de las Provincias Unidas del Norte, así del gran maestro
Rembrandt Van Rijn, hemos selecciona una obra de temática histórica: “Retrato de
Aristóteles contemplando el busto de Homero” (1653), (Metropolitan Museum,
Nueva York). En esta pintura quedan claramente marcadas las características de su
estilo en el uso del color, la pincelada suelta y difuminada, la simplicidad en la
composición y el tratamiento del claroscuro a través de unos juegos de iluminación entre
mágica y misteriosa. “El Molino de Wijk” (1670), (Rijksmuseum, Amsterdam), obra de
Jacob Van Ruisdael supone también la introducción de la temática del paisaje,
engrandeciéndolo con un punto de vista bajo y con una composición en diagonal
,fundiendo los reflejos del agua y del cielo, la horizontalidad se rompe con el elemento
vertical del molino que remite a la fertilidad y riqueza de sus tierras. Frans Hals realiza
un retrato grupal en su obra “Banquete de los oficiales de la milicia de San Jorge en
Harlem” (1616), (Frans Hals Museum, Harlem), reflejando la visión de una nueva
sociedad en la que el individuo tiene un gran protagonismo como miembro de una
colectividad, su pincelada suelta , abocetada, dota al conjunto de un cierto dinamismo y
vitalidad. Pero quizás el pintor que mejor refleja las características pictóricas del Norte
es Joahannes Vermer (Vermeer de Delft) , en su pintura “El Geógrafo” (1668-
9),(Instituto Städel, Frankfurt) reproduce los interiores burgueses llenos de objetos, en
ocasiones alegóricos, dando una sensación de cotidianidad e intimismo que se
transmite al espectador a través de sus composiciones equilibradas, una estudiada y
delicada iluminación, una sutil gradación de las tonalidades en una paleta de colores
muy personal. Sus pinturas nos invitan a la reflexión y al silencio como si fuéramos
capaces de penetrar en las atmósferas así creadas. Sus obras son auténticos
testimonios de la vida cotidiana y de las actividades de la burguesía holandesa del
momento. Por último en el género de bodegón, destacamos la figura Balthasar van der
Ast con sus pinturas de flores y frutas acompañadas de objetos exóticos, procedentes
de países lejanos.
Frente a las Provincias Unidas del Norte, en Flandes asistimos al predominio de
la Iglesia Católica y del estado monárquico de los Archiduques de la casa de Austria. La
ciudad de Amberes se convierte en su centro artístico, siendo los principales clientes la
Iglesia, los propios Archiduques y la aristocracia cortesana. La creación artística se
destinará a satisfacer las exigencias del poder político y de la influyente Iglesia Católica,
fortalecida tras el Concilio de Trento. Las temáticas más desarrolladas por los pintores
flamencos serán temas históricos, relacionados con el triunfo de los monarcas, temas
mitológicos de carácter alegórico y el retrato cortesano; también abundan pinturas de
género, naturalezas muertas o escenas de paisaje, demandadas por la burguesía
comercial cada vez más influyentes. La figura que mejor sintetiza las características de
la pintura barroca flamenca es sin lugar a dudas Peter Paul Rubens, en su ingente
obra, salida del principal taller de Amberes, encontramos una gran variedad de
temáticas desde el retrato, el paisaje, pasando por temas mitológicos, históricos o
religiosos. A diferencia del carácter intimista y reflexivo de la pintura holandesa, la
pintura de Rubens es todo movimiento, grandeza, colorido y en muchas ocasiones
también sensualidad y exageración compositiva. “El descedendimiento de Cristo”
(1612-1614), Catedral de Amberes), es un claro reflejo del arte marcado por el espíritu
de la contrarreforma católica, una composición en diagonal dibujada por el cuerpo de
Cristo que se está siendo desprendo de la cruz, la iluminación blanquecina marcando la
diagonal, acentuada por el color blanco de la sábana y el propio cuerpo de Cristo, la
tensión dramática captada en la inmediatez del momento y las expresiones de dolor y
contención en los rostros de los diferentes personajes, son propias de sus obras
religiosas. “La caída de Faetón” (1605) Galería Nacional de Arte, Washington), una de
las obras de tema mitológico más representativas del barroco por su tremendo
movimiento, los espectaculares escorzos, la iluminación y la exageración dramática. De
entre los retratos, destacamos por su enorme calidad pictórica el de su hija “Clara
Serena” ( 1616, Lienchestein Museum), usando el color con grandes pinceladas
dotando así de una enorme expresividad al rostro de la niña. Finalmente como pintura
histórica “El desembarco de María de Médicis en el puerto de Marsella”. (1622-
1625), Museo del Louvre, Paris), en el que confluyen historia y alegorías mitológicas
reflejando el ejercicio del poder de la reina regente, madre de Luis XIII.

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