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¿Por qué crecen los países? Lo primero es constatar que lo hacen, y lo han hecho de modo
muy acentuado desde la llamada Revolución Industrial del siglo XIX. Los datos del economista
Angus Maddison indican que el crecimiento económico en los últimos 200 años ha sido
espectacular: la población mundial se multiplicó por cinco, la renta por persona lo hizo por
ocho, el PIB mundial por 40 y el comercio mundial por 540. En todo este período los mejores
años son los que van desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la crisis del petróleo en
la década de 1970. El segundo mejor período para el crecimiento fue de 1870 a 1913, y, el
tercero, el período actual hasta la crisis. Las cifras de los últimos dos siglos son muy superiores
a toda la historia anterior.
Los países que más crecen son los de Europa Occidental y sobre todo algunas de las antiguas
colonias como Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Algunos continentes
cambian de ritmo de crecimiento. Por ejemplo, Asia ha crecido mucho más rápido que África
en el último medio siglo (esto explica por qué África es ahora el continente de la pobreza).
Las razones del crecimiento económico son diversas, pero entre ellas destacan el progreso
técnico, la inversión y la acumulación de capital, tanto capital físico como humano. También
cuenta la apertura a los mercados exteriores y son de sobresaliente importancia las
características de lo que se llama el marco institucional: en esencia el mantenimiento de unos
mínimos imprescindibles en términos de seguridad física y jurídica, paz y libertad.
La teoría del crecimiento es la parte de la economía que analiza los determinantes del ritmo en
que crece la economía a través del tiempo. Por lo tanto, en una definición generalizada,
crecimiento de la economía significa el aumento de sus principales agregados económicos.
a) Teorías Magnas del Crecimiento Económico. Se constituyen como aquéllas que captan
la esencia de los procesos de crecimiento de todas las sociedades a través de la
historia; sus principales teóricos son Smith, Ricardo, Malthus, Mill y Marx.
b) Teorías del Desarrollo Económico. Aquéllas que pretenden aplicarse a problemas
específicos de los países que se encuentran en desarrollo.
c) Teorías Modernas del Crecimiento Económico. Son las teorías desarrolladas en épocas
relativamente recientes; tienen que ver no sólo con el tiempo, sino con un
determinado estilo y método de análisis.
Harrod (1939) planteó por lo menos tres conjuntos de cuestiones al analizar la problemática de
la economía del crecimiento:
Harrod indica que no existe ningún mecanismo seguro para evitar que una economía consiga
igualar las tasas natural y garantizada, al ser esta última básicamente inestable. Por su parte,
Domar señala que el problema radica en la existencia de una inversión con un nivel bajo para
las necesidades de la economía.
Posteriormente, la discusión acerca de las fuentes del crecimiento fue retomada por los
neoclásicos, siendo su máximo exponente Robert M. Solow, quien en su modelo de 1956, A
Contribution to the Theory of Economic Growth, desarrolla la hipótesis sobre la intensificación
del capital y su probable contribución a la productividad laboral, al eventual proceso de
inversión y al crecimiento.
Asimismo, en su modelo, Solow (1956) señala que los rendimientos decrecientes del capital
imponen un límite a la acumulación y al mismo crecimiento económico. Por lo tanto, sólo el
progreso técnico puede contrarrestar la tendencia decreciente del capital y propiciar que se
mantenga su crecimiento. El equilibrio en este modelo se establece cuando la tasa de
crecimiento del ingreso por habitante es igual a la tasa de progreso técnico, la cual depende
de la evolución de la tecnología y por tanto se fija fuera del modelo.
Antes de exponer los conceptos fundamentales que plantean las nuevas teorías del
crecimiento, habrá de comprenderse la noción “endógeno”.
Luego entonces, es el análisis de las fuentes endógenas lo que marca la diferencia del enfoque
teórico del crecimiento endógeno. Esta nueva forma de concebir el crecimiento económico
tiene su base en los progresos registrados en las teorías de la economía industrial y del
comercio internacional.
2. Investigación y Desarrollo
Básicamente se puede decir que la fuente endógena Investigación y Desarrollo, expresado en
la innovación tecnológica, se encuentra en los trabajos de Romer (1989) y de Aghion y Howitt
(1990).
Romer (1989) endogeniza el progreso tecnológico como consecuencia de considerar que los
investigadores buscan plantear nuevas ideas (constante innovación) y sacar provecho de las
mismas (ideas novedosas).
Al respecto, Romer señala que “... el cambio tecnológico –un mejoramiento de las
instrucciones para la combinación de las materias primas- se encuentra en la base del
crecimiento económico... El cambio tecnológico aporta el incentivo necesario para la
acumulación continua del capital, y la acumulación del capital y el cambio tecnológico en su
conjunto son responsables en gran parte del incremento del producto por hora trabajada”
(Romer, 1989: 1). De esta manera, si se quiere modelar el progreso tecnológico en forma
endógena se tiene que abandonar el mundo perfectamente competitivo y óptimo de Pareto
(que constituye la base de la teoría neoclásica) y propiciar la competencia imperfecta, ya que
una empresa en competencia perfecta no invertirá en investigación (su costo medio de
producir tecnología siempre sería mayor que el costo marginal).
3. Capital Humano
Robert E. Lucas (1988) define el capital humano individual como el nivel de capacitación
(calificación) general. Una ampliación a esta definición es la que señalan D. Guellec y P. Ralle
(1995): el capital humano define el stock de conocimientos valorizables económicamente e
incorporados en los individuos. No es solamente el nivel de calificación sino también (en
especial, en el caso de los países en vías de desarrollo) el estado de salud, la nutrición y la
higiene.
Para Lucas (1988), las fuentes de acumulación del capital humano son dos:
Otro enfoque en relación con el capital humano como fuente de crecimiento es el expuesto
por R. Nelson y E. Phelps (1966), para quienes la educación es la que permite aumentar la
capacidad individual, para innovar (crear actividades, productos y tecnologías nuevos) y para
adaptar las nuevas tecnologías, con las cuales se acelera la difusión tecnológica a través de la
economía.
Para Nelson y Phelps (1966) el nivel educativo tiene un papel fundamental, y en consecuencia
el nivel del capital humano en el crecimiento. Por lo tanto, el nivel de escolaridad de la
población y, en específico, el número de investigadores, son factores importantes para el
crecimiento de un país.
5. Comercio Internacional
Considerando una economía abierta, los modelos de crecimiento endógeno reconocen que no
solo existen intercambios de bienes, sino también intercambios de flujos de conocimientos
tecnológicos, patentes, habilidades laborales, los cuales pueden contribuir al crecimiento.
También la difusión (spillover) de tecnologías y de conocimientos entre los países engendra
externalidades positivas que favorecen el crecimiento económico de los países (Guzmán
Chávez, 2000).
Harrod, elaboró un modelo que explica el crecimiento económico a largo plazo, de manera
equilibrada (regular). Es decir, su teoría como el matrimonio entre "el principio de aceleración"
y la "teoría del multiplicador" expresando con esto su posición keynesiana. Debido a esto, es
necesario utilizar, el principio de Keynes, en el cual "la inversión juega una doble función en la
economía", porque determina el ingreso y la demanda global, y por su característica del
multiplicador que influya en la demanda y por su apariencia de oferta aumenta la capacidad de
producción. De manera que la condición para un crecimiento regular y equilibrado en la
economía se realiza cuando el crecimiento de la oferta es igual al crecimiento de la demanda.
Este modelo, pretende dar un enfoque dinámico al aporte de Keynes, y establece un modelo
que iba a ser punto de base para desarrollos posteriores, que intentaron mejorarlo a través de
la introducción de nuevas hipótesis o variables. El modelo de Harrod - Domar se realizó de
forma paralela e independiente, pero ambos planteamientos llegaron a conclusiones muy
similares, aunque con algunas diferencias.
2) La fuerza de trabajo crece a una tasa constante, pero sin que ello suponga la existencia
de rendimientos decrecientes, sino que por el contrario, son constantes; con esto
Harrod se aparta de los supuestos clásicos. Teniendo en cuenta esta circunstancia, se
establece que la eficacia laboral, es decir, el número de trabajadores en unidades de
eficiencia, aumenta a una tasa n ', lo que implica que:
3) Se supone que existe una única combinación de capital (K) y de trabajo (L) dentro de la
función de producción, no existiendo, además, progreso técnico que pudiese alterar
dicha relación, ni siquiera depreciación en el capital;
Donde ahora v sería la relación marginal capital - producto, por lo que se podría considerar
como el aumento efectivo en el stock de capital en un determinado período, dividido entre el
incremento efectivo de la producción.
Teniendo en cuenta este supuesto y el anterior, nos encontramos con que el stock de capital
que se genera debe ser aquel que los empresarios consideran adecuado en función de las
necesidades que se derivan del nuevo nivel de producción y de renta. Además, al no existir
depreciación, nos encontramos con que la tasa de variación del capital K sería igual al nivel de
inversión, por lo que la ecuación K=vY queda de la siguiente forma:
Ahora, teniendo en cuenta estos supuestos, podemos desarrollar el modelo propuesto por
Harrod. Para ello, hay que considerar la condición de equilibrio según la cual el ahorro es igual
a la inversión, es decir, I = S. Por tanto,
Donde Y / Y es la tasa de crecimiento de la renta nacional, que debe ser igual a la relación que
existe entre la propensión media al ahorro y la relación capital - producto, v, siempre y cuando
se desee que la economía mantenga el equilibrio entre la inversión y el ahorro a lo largo del
tiempo. A este tipo de crecimiento (Y / Y) se le denomina como tasa de crecimiento efectiva
(G). En el caso de que se suponga que s y v sean constantes también lo sería G.
Denominando ahora a s / r v como la tasa de crecimiento garantizada (Gw) que según Galindo
y Malgesini (1994) es: "aquel ritmo de crecimiento que de alcanzarse, dejará a los empresarios
en una actitud que les predispondrá a mantener una evolución similar". Al disponer de dos
tipos de tasa de crecimiento, lo que nos interesa saber es la relación que existe entre G y Gw,
que se expresa de la siguiente forma:
Así pues, para que ambas tasas de crecimiento coincidan, alcanzando un cierto equilibrio,
resulta necesario que se cumpla que v = r v. Ello implica que al crecer a un ritmo Gw, entonces
el incremento del stock de capital realizado por los empresarios debe ser igual al requerido, de
tal forma que consideren que el stock de capital obtenido sea el apropiado para satisfacer las
necesidades del nivel de renta. En definitiva, según Galindo y Malgesini (1994), de esta manera
se consigue que el stock de capital que se posee se ajuste al deseado, cuando la producción
aumenta siguiendo una tasa garantizada. Bajo estos supuestos se llega a que la tasa de
crecimiento de la renta nacional, debe ser igual a la relación que existe entre la propensión
media al ahorro y la relación marginal capital - producto.
De acuerdo al modelo de Harrod, el tipo de medidas que se podrían aplicar para mejorar el
crecimiento de una economía, no debe partir de una política mixta, es decir, la combinación de
medidas monetarias y fiscales. Lo principal, según este modelo, para generar una senda de
crecimiento sostenida en el largo plazo es disminuir el ahorro, en otras palabras, evitar la
existencia de un nivel de ahorro que esté por encima de las necesidades que la economía
presenta para conseguir el pleno empleo e introducir las innovaciones tecnológicas, ya que, el
proceso de Innovación tecnológica posibilita combinar las capacidades técnicas, financieras,
comerciales y administrativas y permiten el lanzamiento al mercado de nuevos y mejorados
productos o procesos.
Con respecto a la política fiscal, Harrod sugiere distribuir mejor el nivel de ahorro dentro de la
economía. El sector público tiene que ahorrar, si los agentes privados no lo hacen y llevar a
cabo las inversiones necesarias con un bajo volumen de dicha variable necesaria sin tener que
incurrir en una inflación de demanda derivada de una política fiscal expansiva.
Para que el Estado pueda ahorrar más debe detraer fondos de los agentes privados, por lo que
su demanda será menor y, en definitiva, los empresarios obtendrán menos ingresos. En esta
situación, según Galindo y Malgesini (1994), puede ocurrir que aquéllos no estén dispuestos a
invertir más, por lo que el esfuerzo habrá sido inútil.
Sin embargo, hay que tomar en cuenta que, la planificación va más allá de la mera predicción o
pronóstico. Con la planificación no se pretende tan sólo anticipar el futuro, sino también labrar
el porvenir, esto es, transformar el futuro esperado en un futuro deseado. Según el plazo u
horizonte temporal, la planificación puede ser a corto, a medio y a largo plazo. Según la
naturaleza de sus objetivos, la planificación puede ser estratégica o táctica. Desde el punto de
vista geográfico o territorial, la planificación puede ser de ámbito nacional, regional, local,
etcétera La actividad humana, en general, y la actividad económica, en particular, es
esencialmente una actividad planificadora.
Bajo estos planteamientos, se deduce que la política fiscal y la política monetaria, unidas,
pueden asegurar un crecimiento de la demanda agregada acorde con el potencial de oferta de
la economía; pero no siempre pueden hacerlo sin llevar a una inflación de demanda, es en este
sentido, donde la planificación indicativa tal vez sea capaz de lograrlo.
La política fiscal es una rama de la política económica que configura el presupuesto del
Estado, y sus componentes, el gasto público y los impuestos como variables de control para
asegurar y mantener la estabilidad económica, amortiguando las oscilaciones de los ciclos
económicos y contribuyendo a mantener una economía creciente, de pleno empleo y sin
inflación alta.1 El nacimiento de la teoría macroeconómica keynesiana puso de manifiesto que
las medidas de la política fiscal influyen en gran medida en las variaciones a corto plazo de la
producción, el empleo y los precios.
La política monetaria es una rama de la política económica que usa la cantidad de dinero como
variable para controlar y mantener la estabilidad económica. Para ello, las autoridades
monetarias usan mecanismos como la variación del tipo de interés, y participan en el mercado
de dinero.
Las similitudes que presentan los modelos de Harrod y Domar, serían las siguientes:
1. En ambos casos se intenta dinamizar las ideas expuestas por Keynes. No aceptan
los postulados neoclásicos.
2. Ambos modelos implican la existencia de una serie de dificultades a lo largo del
tiempo que perjudican la posibilidad de alcanzar un crecimiento equilibrado con
pleno empleo. Harrod indica que no existe ningún mecanismo seguro para evitar
que una economía consiga igualar las tasas natural y garantizada, al ser esta última
inestable. Por su parte Domar, señala que el problema radica en la existencia de
una inversión con un nivel bajo para las necesidades de la economía.
3. Ambos incorporan una cierta inestabilidad en sus modelos. Para Harrod son las
expectativas y su influencia sobre la función de inversión las que dan lugar a dicha
inestabilidad. En el caso de Domar las limitaciones se ciernen sobre los incentivos
para invertir.
4. Ambos economistas llegan a la misma conclusión, según la cual nos encontramos
en una evolución de los países y de los acontecimientos que pueden conducirnos a
una situación de depresión a largo plazo que genere un volumen de desempleo
cada más elevado junto con una infrautilización de los recursos.
Frente a estos elementos similares en ambos modelos, se ha señalado también que existen
algunos aspectos diferentes, principalmente, el hecho que Harrod le interesa la propensión
media a ahorrar, en cambio en el modelo de Domar se considera a la propensión marginal
como relevante; Domar no determina de una forma implícita la función de inversión, mientras
que Harrod desarrolla la teoría a través del acelerador.
Respecto al período de largo plazo, los dos autores plantean dos dificultades distintas a
las que se tienen que enfrentar las economías. Para Harrod, va a ser la escasez de la mano de
obra la que puede perjudicar el crecimiento. En cambio, para Domar es la escasez de inversión
la que puede llegar a ser perjudicial. Finalmente, la visión respecto a la situación económica es
también diferente.
Mientras que para Harrod el paro es una de las situaciones habituales y el objetivo básico a
eliminar, para Domar va a ser la capacidad productiva no utilizada de forma eficaz la que
perjudica la evolución del país.