Está en la página 1de 5

Basilea III: marco regulatorio internacional para bancos

Basilea III es un conjunto de medidas internacionalmente acordado desarrollado por el Comité


de Supervisión Bancaria de Basilea en respuesta a la crisis financiera de 2007-09. Las medidas
apuntan a fortalecer la regulación, supervisión y gestión de riesgos de los bancos.
Como todos los estándares del Comité de Basilea, los estándares de Basilea III son requisitos
mínimos que se aplican a los bancos activos internacionalmente. Los miembros se comprometen
a implementar y aplicar estándares en sus jurisdicciones dentro del plazo establecido por el
Comité.
Noticia
El Comité de Supervisión Bancaria de Basilea (BCBS por sus siglas en inglés) anunció el
pasado mes de diciembre la finalización de la revisión del marco de Basilea III que permitirá
afrontar mejor las crisis financieras. Los nuevos estándares, que entrarán en vigor en enero de
2022, deberían ayudar a clarificar y traer mayor estabilidad al marco regulatorio global.
El pasado 7 de diciembre, el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea anunció la finalización
de la revisión del marco regulatorio de Basilea III que incorpora reformas que deberían ayudar a
los bancos a afrontar, con mayores garantías, una posible crisis financiera.
Como señalan Santiago Muñoz y Pilar Soler de BBVA Research en su informe Basel III End
Game se trata de un anuncio bienvenido. Después de casi una década de negociaciones, este
acuerdo permitirá que el sistema bancario y los mercados tengan una mayor claridad sobre el
marco prudencial que será aplicable a los bancos.
En primer lugar, Basilea III trata de fortalecer el capital para asegurar que las entidades cuenten
con suficientes fondos para cubrir las pérdidas potenciales de su actividad. Para ello exige:
Más capital y de mayor calidad. Aunque se mantiene el requerimiento mínimo del 8%
establecido en Basilea I y II, se modifica la composición de ese capital, exigiendo mayor peso
del capital de alta calidad.

 Un colchón de conservación del capital, con el objetivo de aumentar el capital en


momentos de crecimiento económico para poder hacer uso de él en caso de incurrir en
pérdidas. Si no se cumple, se imponen límites a la distribución de beneficios.
 Un colchón contra cíclico de capital, requiriendo más capital en los casos de
crecimiento excesivo del crédito para evitar la formación de “burbujas”.
 Además, se establecen medidas para evitar el riesgo sistémico. A las grandes
instituciones financieras se les exigirá capital adicional.
Por otra parte, Basilea III es pionera en aplicar requerimientos mínimos de liquidez. Para ello
define dos nuevas ratios, la ratio de cobertura de la liquidez (LCR) y la ratio de financiación
neta estable (NSFR), con el objetivo de evaluar la supervivencia de las entidades ante problemas
de liquidez a corto y largo plazo, respectivamente.
En resumen, Basilea III nace con el objetivo de proporcionar las medidas y herramientas
necesarias para mejorar la capacidad de respuesta del sistema bancario ante perturbaciones
económicas y financieras y conseguir así una mayor estabilidad financiera mundial.
En el 2010 nace Basilea iii el ultimo conjunto integral de reformas elaborado por el comité para
fortalecer la regulación la supervisión y la gestión de riesgo del sistema bancario
-trata de fortalecer el capital para asegurar que las entidades cuenten con suficiente capital para
cubrir las pérdidas potenciales de su actividad
Para ello exige más capital y de mayor calidad aunque se mantiene el requerimiento capital
mínimo del 8 % establecido en Basilea 1 y 2 se modifica la composición de este capital
exigiendo mayor peso del capital de alta calidad
Un colchón de conservación de capital con el objetivo de aumentar el capital en momentos de
crecimiento económico para poder dar uso de en caso de incurrir en pérdidas sino se cumple se
impone límites a la distribución de beneficios
Un colchón contra cíclico de capital requiriendo más capital en casos de crecimiento excesivo
de crédito para evitar la formación de burbujas
Además se establece medidas para evitar el riesgo sistémico a las grandes instituciones
financieras se les exigirá capital adicional
Por otra parte Basilea 3 establece
Requerimientos mínimos de liquidez

 Ratio de cobertura de liquidez


 Ratio de financiación neta estable
Con el objetivo de valuar la supervivencia de las entidades ante problemas de liquidez a corto y
largo plazo respectivamente
Por tanto Basilea 3 nace con el objetivo de proporcionar las medidas y herramientas necesarias
para mejorar la capacidad de respuestas del sistema bancario ante perturbaciones económicas
financieras y conseguir así una mayor estabilidad financiera mundial
¿Qué aportan las nuevas normas de Basilea III?
Con un nuevo paquete de normas, Basilea III sigue evolucionando para conseguir que las ratios
de solvencia y los niveles de riesgo de los bancos de la zona euro puedan ser comparables, lo
que ayudará a mejorar la confianza en sus niveles de capital. Anteriormente, los APR (activos
ponderados por riesgo) variaban dependiendo del país que se tomara en cuenta, y para España
suponía en cierta medida una desventaja, pues los ratios de solvencia y riesgo no se podían
comparar con otros bancos europeos.

En pocas palabras, hasta esta nueva modificación de Basilea III los APR españolas eran
comparativamente más altos que los de otros países europeos. Al calcular las ratios de solvencia
se coloca en el numerador el capital de la entidad, y en el denominador los APR. Por tanto,
cuanto mayor sea el APR, menor solvencia se obtiene. Al reducir, para el caso de España, las
exigencias en cuanto a riesgo, el APR se reduce y, de manera inversa, la solvencia crece hasta
situarse cerca de la de los bancos vecinos en Europa.

Los APR son estimación del riesgo que determina el nivel mínimo de capital regulador que un
banco debe mantener para poder hacer frente a pérdidas inesperadas. Los APR engloban
diferentes tipos de riesgo, siendo los principales el riesgo de crédito, riesgo de mercado y riesgo
operacional. El riesgo de crédito es el más importante de todos, porque representa el riesgo de
sufrir una pérdida si un prestatario no puede amortizar una deuda total o parcialmente. Para
tener controlado este riesgo se utilizan dos tipos de métodos, el estándar y los métodos basados
en calificaciones internas.

Para no entrar demasiado en detalles técnicos, gracias a Basilea III se puede alcanzar una mejora
en el tratamiento del riesgo de crédito, algo que permitirá calcular los APR de manera más
prudente y creíble, alcanzádose así el objetivo marcado de favorecer la comparación entre
entidades de toda Europa.

Las revisiones a los métodos estándar para el cálculo de los riesgos de crédito, de mercado, de
ajuste de valoración del crédito y operacional consiguen mayor sensibilidad y comparabilidad,
mientras que el uso de los métodos internos está más restringido, de manera que haya una
variabilidad en el cálculo de los APR más justificada. Por ejemplo, la imposición de un suelo, o
un límite mínimo sobre los resultados agregados limita las ventajas para los bancos del uso de
esos modelos internos.

Como vemos, todos estos esfuerzos para disponer de un marco capaz de calcular la solvencia de
las diferentes entidades bancarias solo puede traer ventajas para todos. Al imponer mínimos
aplicables a bancos con actividad internacional y al existir un compromiso por parte de los
miembros para implementar y aplicar las normas dentro de unos plazos establecidos, se
construye un camino para fortalecer la confianza de todos en el sistema financiero, conteniendo
además las probabilidades de que surja una nueva crisis financiera internacional
LOS ACUERDOS DE BASILEA, LA REACCIÓN DE LOS SUPERVISORES A LA
CRISIS FINANCIERA DE 2008

Con el nombre de Basilea III se denomina a una serie de medidas promovidas por el Foro de
Estabilidad Financiera y el G20, cuyo objetivo es seguir fortaleciendo el sistema financiero tras
la crisis generada por las hipotecas subprime, en 2008, y que acabó con la quiebra de gigantes
como Lehman Brothers.

Se trata de una serie de medidas complementarias a las ya conocidas de Basilea I y II, que se
plasman en una Directiva (2013/36UE) y un Reglamento (575/2013) de requisitos de capital,
que entrarán en vigor el 1 de enero de 2022, tras sucesivos aplazamientos.
La crisis hipotecaria
Para entender lo que significan estas normas y qué es lo que llevó a su adopción, hay que
remontarse a la crisis de 2008. Una crisis que se originó por la ausencia de reservas suficientes
en el sector financiero para hacer frente a los riesgos derivados de la concesión de hipotecas a
clientes que carecían de la solvencia suficiente y que comenzaron a dejar de pagarlas conforme
se fueron quedando sin empleo.

Esas hipotecas, denominadas “subprime”, fueron agrupadas, titulizadas y convertidas en


productos estructurados que los bancos de inversión ofrecieron a inversores de todo el mundo,
originando una reacción en cadena.
En cuanto comenzaron los impagos, el sistema se desplomó: las pérdidas de los inversores
fueron millonarias y los bancos comenzaron a quebrar. Primero lo hicieron las sociedades
hipotecarias que habían concedido alegremente aquellos créditos (las estadounidenses Fanny
Mae y Freddie Mac), hasta que la reacción en cadena llegó a un gigante de la inversión como
Lehman Brothers, al que la Reserva Federal de EEUU se negó a rescatar y cuya quiebra, en
septiembre de 2008, se considera el inicio de la crisis.
Dada la gravedad de la situación, los estados se vieron obligados a intervenir para atajar la
situación y reducir los daños colaterales, estableciendo multimillonarios planes de rescate con
fondos públicos, que las entidades aún están devolviendo.

Estas ayudas públicas legitimaron a los organismos reguladores internacionales para acometer
una intervención coordinada a gran escala en el sistema financiero, que se ha ido plasmando en
los sucesivos acuerdos denominados Basilea I, Basilea II y Basilea III.
El Acuerdo de Basilea III
El marco de Basilea III, que lleva negociándose desde 2010 y que comenzara a aplicarse el 1 de
enero de 2022, es una nueva respuesta del Comité de Basilea a la crisis financiera mundial.
Sirve para abordar una serie de deficiencias que se han identificado en el marco regulador
anterior a la crisis.

Estas reformas se han llevado a cabo en dos tramos:

En 2010 se encaró la necesidad de restablecer la credibilidad del cálculo de los activos


ponderados por riesgo, que sirven para determinar el capital mínimo, que sirven para determinar
el capital mínimo que cada banco debe tener en sus reservas para poder hacer frente a pérdidas
inesperadas.
Posteriormente, en 2017, se aprobaron nuevas reformas, ya que se había detectado la existencia
de una enorme variedad en los activos ponderados por riesgo de las diferentes entidades
financieras, que dificultaba la comparación de los coeficientes de capital entre ellas,
poniéndolos en duda.
Además, estas reformas de 2017 también han limitado el uso de modelos internos por parte de
los propios bancos para el cálculo del capital regulador, ya que se habían detectado estimaciones
de riesgos erróneas en algunas entidades

También podría gustarte