Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En pocas palabras, hasta esta nueva modificación de Basilea III los APR españolas eran
comparativamente más altos que los de otros países europeos. Al calcular las ratios de solvencia
se coloca en el numerador el capital de la entidad, y en el denominador los APR. Por tanto,
cuanto mayor sea el APR, menor solvencia se obtiene. Al reducir, para el caso de España, las
exigencias en cuanto a riesgo, el APR se reduce y, de manera inversa, la solvencia crece hasta
situarse cerca de la de los bancos vecinos en Europa.
Los APR son estimación del riesgo que determina el nivel mínimo de capital regulador que un
banco debe mantener para poder hacer frente a pérdidas inesperadas. Los APR engloban
diferentes tipos de riesgo, siendo los principales el riesgo de crédito, riesgo de mercado y riesgo
operacional. El riesgo de crédito es el más importante de todos, porque representa el riesgo de
sufrir una pérdida si un prestatario no puede amortizar una deuda total o parcialmente. Para
tener controlado este riesgo se utilizan dos tipos de métodos, el estándar y los métodos basados
en calificaciones internas.
Para no entrar demasiado en detalles técnicos, gracias a Basilea III se puede alcanzar una mejora
en el tratamiento del riesgo de crédito, algo que permitirá calcular los APR de manera más
prudente y creíble, alcanzádose así el objetivo marcado de favorecer la comparación entre
entidades de toda Europa.
Las revisiones a los métodos estándar para el cálculo de los riesgos de crédito, de mercado, de
ajuste de valoración del crédito y operacional consiguen mayor sensibilidad y comparabilidad,
mientras que el uso de los métodos internos está más restringido, de manera que haya una
variabilidad en el cálculo de los APR más justificada. Por ejemplo, la imposición de un suelo, o
un límite mínimo sobre los resultados agregados limita las ventajas para los bancos del uso de
esos modelos internos.
Como vemos, todos estos esfuerzos para disponer de un marco capaz de calcular la solvencia de
las diferentes entidades bancarias solo puede traer ventajas para todos. Al imponer mínimos
aplicables a bancos con actividad internacional y al existir un compromiso por parte de los
miembros para implementar y aplicar las normas dentro de unos plazos establecidos, se
construye un camino para fortalecer la confianza de todos en el sistema financiero, conteniendo
además las probabilidades de que surja una nueva crisis financiera internacional
LOS ACUERDOS DE BASILEA, LA REACCIÓN DE LOS SUPERVISORES A LA
CRISIS FINANCIERA DE 2008
Con el nombre de Basilea III se denomina a una serie de medidas promovidas por el Foro de
Estabilidad Financiera y el G20, cuyo objetivo es seguir fortaleciendo el sistema financiero tras
la crisis generada por las hipotecas subprime, en 2008, y que acabó con la quiebra de gigantes
como Lehman Brothers.
Se trata de una serie de medidas complementarias a las ya conocidas de Basilea I y II, que se
plasman en una Directiva (2013/36UE) y un Reglamento (575/2013) de requisitos de capital,
que entrarán en vigor el 1 de enero de 2022, tras sucesivos aplazamientos.
La crisis hipotecaria
Para entender lo que significan estas normas y qué es lo que llevó a su adopción, hay que
remontarse a la crisis de 2008. Una crisis que se originó por la ausencia de reservas suficientes
en el sector financiero para hacer frente a los riesgos derivados de la concesión de hipotecas a
clientes que carecían de la solvencia suficiente y que comenzaron a dejar de pagarlas conforme
se fueron quedando sin empleo.
Estas ayudas públicas legitimaron a los organismos reguladores internacionales para acometer
una intervención coordinada a gran escala en el sistema financiero, que se ha ido plasmando en
los sucesivos acuerdos denominados Basilea I, Basilea II y Basilea III.
El Acuerdo de Basilea III
El marco de Basilea III, que lleva negociándose desde 2010 y que comenzara a aplicarse el 1 de
enero de 2022, es una nueva respuesta del Comité de Basilea a la crisis financiera mundial.
Sirve para abordar una serie de deficiencias que se han identificado en el marco regulador
anterior a la crisis.