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Los Mundos

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Para comenzar a desarrollar este tema debemos necesariamente aludir, aunque sea en forma
muy breve, a la cosmología cabalista. De hecho, los cuatro mundos corresponden en ella a la
representación estructural de un cosmos que va más allá de lo físico y energético, a un cosmos
que involucra toda la Creación, o sea, lo que la Divinidad ha desarrollado a partir de El
Mismo. Esta creación así concebida conforma la Existencia Positiva. Para poder analizar
estas estructuras de existencia es necesario detenernos en su formación.

La Creación es el mayor de los misterios que el ser humano está llamado a descifrar porque,
si bien es cierto que él forma parte integrante d la manifestación, según la Cábala, tiene la
posibilidad de superarla, ya que su origen proviene de Aquel o Aquello que se mantiene tras
el velo de la existencia. El ser humano es el único ser que pertenece a esta creación y que al
mismo tiempo existía antes de que ésta se manifestara. Por lo tanto, la preexiste y por ello
puede llegar más lejos que nadie en su camino de evolución. Es más, según la Cábala
tradicional judía, el ser humano está llamado a ser la herramienta determinada por el Altísimo
para que, a través de su acción en el Universo material – nivel de existencia en donde de una
u otra forma se expresan todas las energías participantes de la creación – pueda llevarse a
cabo la labor de evolución de todo lo manifestado de modo que vuelva a su Origen.

Dios (aquello que está más allá de nuestra comprensión) decide crear un Universo, y
difícilmente podremos determinar por qué tomó esa decisión. Simplemente debemos aceptar
esta realidad. Y, aunque se pueda especular mucho al respecto, la tradición cabalista reconoce
que es imposible llegar a saberlo, aceptando que eso está vedado a nuestra realidad. Tratar
de explorarlo es lo mismo que intentar conocer a Dios en su Esencia. El ser humano puede
conocer todos los secretos de Su obra: su Creación. Ya esto es una tarea magnífica propia de
dioses, pero ir más allá está fuera de sus posibilidades.

Aceptamos que Dios decide crear una manifestación, y este es su gran maravilloso misterio.
Él crea, con lo que otorga una parte de Él mismo a esta manifestación por formarse, pero, al
mismo tiempo se mantiene incólume e inalterado. Crea, pero no se involucra en esta creación.
Dios está en la creación, pero la creación no es Dios. ¿Cómo realiza este prodigio? La Cábala
plantea que desde su Realidad la única y verdadera, llamada “la Existencia Negativa”
transciende a una nueva realidad ficticia llamada “la Existencia” o “Existencia Positiva” , en
la cual se concibe y conforma la manifestación.

Dios, en esencia, se mantiene aislado de esta creación a través de tres velos llamados por la
Cábala:

 Ein = Negatividad
 Ein Soph = Lo Ilimitado
 Ein Soph Aur = La Luz Ilimitada

Ellos permiten que Dios se exprese en la Creación y que a la vez se mantenga incólume y
aparte de ella. Estos tres velos se traducen en el término “Pargod” o cortina cósmica y a
partir de ella la creación comienza a manifestarse.

La Divinidad proyecta a través de la cortina una parte de su Realidad, plasmándola en el


primer estado de manifestación o existencia positiva, la que es conocida como Kéter,
(Corona). Partiendo de allí, toda la Existencia Positiva se expresa instantáneamente y la
Cábala la ordena en diez emanaciones: las Esferas (Sephiroth o Sephirah en singular), de las
cuales la primera es la ya mencionada Corona.

Ellas habrían surgido en forma instantánea y simultánea, por lo que no existe ninguna
superior a otra, todas son emanaciones divinas de igual magnitud e importancia. La única
diferencia que podría establecerse es que se manifiestan en diversa forma. Pero para fines
didácticos, la enseñanza de la Cábala ha establecido un orden, una jerarquía, entre las Esferas
(ya que nuestra comprensión y capacidad de intelectualizar este conocimiento es limitada)
estableciendo distintas estructuras para el estudio de las relaciones entre ellas. La más
universal y conocida es la del Árbol de la Vida.

Los Cuatro Mundos:


Para los cabalistas, esta estructura de estudio refleja especialmente las enseñanzas de la
Mercavah, las que, entre otras cosas, son interpretaciones cabalistas del libro de Ezequiel en
el Antiguo Testamento.

Los cuatro mundos son cuatro niveles de manifestación sobre la base de los cuales está
construida la creación:

 - El Plano Divino o Atziluth.


 - El Plano de la Creación o Briah.
 - El Plano de la Formación o Yetzirah.
 - El Plano de la Materia o Assiah.

Estos cuatro mundos o planos se ven representados en el citado libro bíblico en el Capítulo
I. La visión de las criaturas vivientes, corresponde al Plano Material; la visión de la bóveda
o firmamento al Plano de la Formación; la visión del trono como de zafiro al Plano de la
Creación y finalmente, la visión de la figura de apariencia humana al Plano Divino.

Estos cuatro mundos se pueden relacionar de diversas maneras con el Árbol de la Vida, pero,
básicamente podemos encontrar dos criterios de relación:

 - Cada mundo involucra un Árbol de la Vida completo, por lo tanto, cada Esfera posee
cuatro aspectos, de acuerdo a estos cuatro planos.
 - El Árbol de la Vida se puede dividir en los cuatro mundos o planos.

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