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qdd pro qog dr lo mris rígido y de lo más móvil, que reapa-

reliquias teológicas o, como los socialistas religiosos, dio un


rece en todas sus fues. I] coircepción de la
"O¡J¿aica'in- sentido trascendente a la profanidad. Más bien esperaba
móvil" pas.Lcala vgz. col mayor claridad a primirflñ.
únicamente de la radical y abierta profanización la posibili
l¿ conciliación del mito es'el tema de l" til"*fi"'J.8."- dad de la herencia teológica que se despilfarra en aquélla.
jamin. Pero, como en las buenas variaciones Áuri.¿.r,-ái
nunca se muestra abiertamente, sino que se mantiene ócd-
l¿ clave de estos jeroglíficos se ha perdido. Deben, como se
dice en el poema barroco sobre la melancolía, "hablar por
ta y desplaza
l. .*.g3 de su legitimacibn a U mlstiáiuáia,
cle la qqe había tenido noticia en su juventud a través de su
sí mismos"8. El procedimiento se asemeja al de Blague
Thorstein Veblen, que estudiaba lenguas extranjeras miran-
.anygg_Gerhard Scholem, importante investigador de la Cá- do fijamente cada palabra hasta que sabía lo que sigrrifica-
bala. No sabemos hasa qué'p,rnto r. h..i;;;; ba. Es evidente la analogía con Kafka, pero se diferencia del
S:as .q$gones neoplatbniias y "p"vr6ad
rndrómicornesiánicas. pragués, de más edad, en cuya extrema negatividad todaüa
rlay utdlctos que apunrrn.a que é1, que casi nunca ponía las
habitaba dgo rural, épico-tradicional, tanto en el 4nq¡l pro-
cartas sobre la mesq ,.nliró,-por énraizada opoiiclOn at
nunciado elemento de urbanidad como contraÉgura de lo
pensamiento amücar y la intelígencia
"flotanter ta i¿.niü a¡caico como en el hecho de que su pensamiento, en ürtud
de la pseudoepigrafia'muy popüar entrá ioimís6; ;-
tufalmente, sln sacaf a.relucir los textos-, para engañar
del rasgo ilustrado, se muestra infinitamente más inmune a
la regresión demoníaca que el de Kafka, para el que dtus abs-
con ella a laverdad, de la que sospechaba qrá era inaicesi-
condifus y demoniorse confundían. En su edad madura,
ble aI conoomrento autónoTo: h cudquiér caso, orientó Benjamin podía entregarse sin reseryas, ni siquiera menta-
por l?.9¿L4, su concepto de lo que ., to toto ,;SE"e; les, a sus conocimientos sociocríticos, y no se prohibió nin-
Para él,la Filosofia consistía esencialmente en comenário
v guno de sus impulsos. [¡ fuerza de su interpreación se apli
,id.?, y al lenguaie, como cristalización a.l áoÁUre", É có a penetrar las manifestacignss de la cultura burguesa
adscribía un derecho mayor qu{éfde ser portador del siáil
como jeroglificos de su tenebrósosecreto: como ideologías.
ficado y hCIta de la expresió:n. I¿ teláán de t, Fi;;8fi,
Ocasionalmente habló del ,q¡eneno materialista", que tenía
con cualquier opinión iloctrinal codificada oirt."t o*o que añadir a su pensamiento para sobreviür. Entre las ilu-
nos a,ena.a su gran tradición de lo que Benjamin podía
siones de las que se desemba¡azó para no tener que rendir-
creer. Escritos o partes de escritos centrales ¿.'¡ri"tát[lo
I-erbniz, de IGnt y de Hegel 56¡
, se estaba también [a de la figura monadológica, yacente en
"6¡ifr62s» no sólo impücí- sí rnisma, de la propia refleión, que medía incansablemen-
tas, como trabajo sobre problemas puestos sobre la mesa,
te, sin importarle el dolor del despojo, por la coactiva ten-
smo gomo conhontaciones especificas. Sólo cuando los fi-
dencia del colectivo. Pero de tal modo asimiló el elemento
reunidos en gremio p.idieron l".órt
19::fur -bi.áñ;;-
sar por st rusmos, cada uno pensó que tenía que protegese
ajeno a la experiencia propia que lo aprovechó para bien.
Las contraenergías ascéticas mantenían la bal,anza equili
comenzando por antes de licreación del muirdo'o dñ; brada con las de la invención renovada en cada objeto. lsto
g]o i* en Io posible.bajo su plgp¡a di¡ección. Frente a esto,
ayudó a Benjamin a hacer Filosofia contra la Filosofia. Esta
qfn aÍqn representó un .decidido aleiandrinismo, y coá no se representaría mal con las categorias que no se dan en
ello alzó contra él todos los afectos ñ¡riosamente eírnira-
ella: Su idiosincrasia contra palabras como personalidad da
dos.Traspso la idea del te¡ao sagrado a una Ilustración a la
una idea de ella. Su pensamiento se alza desde el principio
qu.e la misttca ¡udia se disponía a cambiar, tras las huellas
de
Scholem. Su ensayística es el tratamiento de los textos oro-
8 Ver
fanos como si fueran sagrados. En modo alguno se afeÉó a "La melancolía habla por sí misma", de Andreas Tscheming; cita-
da por Benjamin en El oigen fu la tragedia abmana (l (l),317).

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