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William Ernesto Tórrez Peralta

1
N Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I
347
T693 Torrez, William
Manual de derecho procesal penal /
William Torrez. -- 1a ed. -- Managua :
Lea Grupo Editorial, 2009.
375 p.

ISBN : 978-99924-77-21-2

1. DERECHO PROCESAL 2. PROCEDIMIENTO


PENAL 3. LEYES-NICARAGUA

Una publicación de Lea Grupo Editorial


© 2009 William Ernesto Tórrez Peralta

Todos los derechos reservados bajo convenciones internacionales de


derechos de autor. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo
ni en parte, ni registrada ni transmitida sin permiso escrito del autor.

Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense


Primera Edición
380 Págs.

© 2009 para la presente edición por Lea Grupo Editorial.


Managua, abril de 2009. Telefax: (505) 2670481
Email: leagrupoeditorial@gmail.com

Diagramación: Emigdio Rivera Reyes


Diseño de Portada: Carlos Pérez

Impreso en Managua, Nicaragua.


Impresión Comercial LA PRENSA.

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

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William Ernesto Tórrez Peralta

MANUAL
DE DERECHO PROCESAL CIVIL
NICARAGÜENSE

Tomo I

3
William Ernesto Tórrez Peralta


A mí Madre,
por su cariño.

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

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William Ernesto Tórrez Peralta

CONTENIDO

Abreviatura y siglas utilizadas 19


Prólogo 21
I. INTRODUCCIÓN AL DERECHO PROCESAL 25
1. Concepto del Derecho procesal
2. Acepciones del Derecho procesal
3. Denominaciones del Derecho procesal
4. Ramas del Derecho procesal
5. Fuentes del Derecho procesal
5.1. Concepto y clases
5.1.1. La Constitución
5.1.2. La Ley procesal
5.1.3. La costumbre
5.1.4. Los principios generales del Derecho
5.1.5. La jurisprudencia

II. LA ORGANIZACIÓN JURISDICCIONAL…………………….37


1. Introducción
2. Concepto de órganos jurisdiccionales
3. Clases de Juzgados y Tribunales
4. Atribuciones de los órganos jurisdiccionales
4.1. La Corte Suprema de Justicia
4.2. Los Tribunales de Apelaciones
4.3. Los Juzgados de Distrito
4.3.1. Los Juzgados de Distrito de lo Civil
4.3.2. Los Juzgados de Distrito de lo Penal
4.3.3. Los Juzgados de Distrito del Trabajo
4.3.4. Los Juzgados de Distrito de Familia
4.3.5. Los Juzgados Únicos de Distrito
4.3.6. Los Juzgados Penales de Distrito de Adolescentes
4.4. Los Juzgados Locales
4.4.1. Los Juzgados Locales de lo Civil
4.4.2. Los Juzgados Locales de lo Penal

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4.4.3. Los Juzgados Locales del Trabajo


4.4.4. Los Juzgados Locales de Familia
4.4.5. Los Juzgados Únicos Locales
5. Personal al servicio de la Administración de Justicia
5.1. Personal jurisdiccional
5.1.1. Selección y formación de los Jueces
5.1.2. Deberes de los Jueces y Magistrados
5.1.3. Derechos de los Jueces y Magistrados
5.2. Personal auxiliar de la Administración de Justicia
5.2.1. El Secretario Judicial
5.2.2. Los Médicos Forenses
5.2.3. Los Registradores Públicos
5.2.4. Los Peritos Judiciales
5.2.5. Otros Funcionarios Auxiliares
6. Legitimación del órgano jurisdiccional
6.1. Causas legítimas de implicancia y recusación
6.2. La implicancia
6.3. La recusación
6.4. Procedimiento de implicancia y recusación
7. Responsabilidad del órgano jurisdiccional
7.1. Clases de responsabilidad
7.1.1. Responsabilidad disciplinaria
7.1.2. Responsabilidad civil
7.1.3. Responsabilidad penal

III. LA JURISDICCIÓN.......................................................................71
1. Origen de la función jurisdiccional
2. Acepciones de jurisdicción
3. La potestad jurisdiccional
4. El ejercicio de la potestad jurisdiccional
5. Contenido y manifestación de la jurisdicción
5.1. Funciones jurisdiccionales de dirección, conocimiento,
de decisión declarativa, de ejecución, cautelar.
Función de documentación
5.2. Manifestaciones concretas de la potestad jurisdiccional

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5.3. La potestad de coerción y la potestad disciplinaria


5.4. La potestad gubernativa
6. Extensión y límites de la jurisdicción
6.1. Extensión y límites de la jurisdicción civil
7. La prejudicialidad
7.1. Clases de prejudicialidad
7.1.1. Prejudicialidad civil
7.1.2. Prejudicialidad penal
7.1.3. Prejudicialidad constitucional
8. Los conflictos de jurisdicción

IV. LA COMPETENCIA……………………………………………85
1. Concepto y fundamento de la competencia
2. Criterios de competencia
2.1. Criterio objetivo, jerárquico o vertical
2.2. Criterio territorial u horizontal
2.3. Criterio funcional
3. Tratamiento procesal de la competencia objetiva
3.1. Aspectos que comprende
3.2. Control de oficio
3.3. Control a instancia de parte
3.4. Modificación de la competencia objetiva por conexión
3.5. La competencia por razón de la materia
3.6. La competencia por razón de la cuantía
3.6.1. Reglas para determinar la cuantía de los juicios
4. Tratamiento procesal de la competencia territorial
4.1. Prorrogabilidad
4.2. Modificación de la competencia territorial por conexión
4.3. Control de la competencia territorial
4.4. Integración de la competencia territorial mediante
el auxilio judicial
4.5. Fueros en orden a la determinación de la competencia territorial
4.5.1. La sumisión tácita
4.5.2. La sumisión expresa
4.5.3. Fueros legales específicos

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

4.5.4. Fueros legales generales


4.5.5. El domicilio del demandado
5. Tratamiento procesal de la competencia funcional
6. Las cuestiones de competencia
6.1. La inhibitoria
6.1.1. Concepto
6.1.2. Sujetos intervinientes
6.1.3. Presupuestos
6.1.4. Procedimiento

V. LA ACTIVIDAD PROCESAL…………………………………..113
1. Los actos procesales
2. Régimen general de los actos procesales
2.1. Presupuestos de los actos procesales
2.2. Requisitos formales de los actos procesales
2.3. Eficacia de los actos procesales
3. Vicios de los actos procesales
3.1. Inexistencia del acto
3.2. Nulidad absoluta
3.3. Nulidad relativa
3.4. Anulabilidad
3.5. Irregularidad
3.6. Ilicitud
4. Clasificación de los actos procesales
4.1. Actos procesales de las partes
4.1.1. Actos de petición
4.1.2. Actos de alegaciones
4.1.3. Actos de prueba
4.1.4. Actos de conclusión
4.2. Actos procesales del Juez o Tribunal
4.2.1. Resoluciones judiciales
4.2.1.1. Autos
4.2.1.2. Sentencias
4.3. Actos de comunicación entre órganos jurisdiccionales
4.3.1. El auxilio judicial

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4.3.1.1. Concepto
4.3.1.2. Fundamento
4.3.1.3. Figuras procesales del auxilio judicial
4.3.1.4. Forma y contenido de la comunicación
4.3.1.5. Diligencias de los despachos de auxilio judicial
4.3.1.6. Cumplimiento de los despachos de auxilio judicial
4.3.2. El auxilio judicial internacional
4.4. Actos de comunicación del órgano jurisdiccional con
otros órganos públicos
4.5. Actos de comunicación del órgano jurisdiccional con las
partes y otros intervinientes
4.5.1. Las notificaciones
4.5.2. Las citaciones
4.5.3. Los emplazamientos
4.5.4. Los requerimientos
4.6. Actos del Secretario
4.6.1. Actos de documentación
4.6.2. Actos de instrucción
4.6.3. Actos de conservación y custodia

VI. LAS PARTES PROCESALES…………………………….........137


1. Determinación de las partes procesales
2. Los titulares del derecho a la jurisdicción como partes posibles
3. El ejercicio del derecho a la jurisdicción como determinación de
las partes en el proceso
4. Concepto de parte
5. Principios de dualidad e igualdad de las partes
6. Capacidad para ser parte y capacidad procesal
6.1. Concepto de capacidad jurídica procesal
6.2. Sujetos con capacidad jurídica procesal
6.2.1. Personas físicas
6.2.2. Personas jurídicas
6.3. Efectos procesales de la falta de capacidad para ser parte
6.4. Capacidad de obrar procesalmente
6.5. Comparecencia por representación

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

6.5.1. Representación legal o necesaria


6.5.2. Representación voluntaria
6.6. Justificación de la representación
6.7. Defectos de la comparecencia en juicio
7. La legitimación
7.1. Teoría general de la legitimación
7.2. Clases de legitimación
7.2.1. Legitimación ordinaria o directa
7.2.2. Legitimación extraordinaria o indirecta
7.3. Tratamiento procesal de la legitimación
8. La sustitución procesal
8.1. Concepto de sustitución procesal
8.2. Efectos de la sustitución procesal
9. La sucesión procesal
9.1. Concepto de sucesión procesal
9.2. Fundamento
9.3. Régimen jurídico
9.4. Hipótesis de sucesión procesal
9.4.1. Sucesión por fallecimiento de la parte o extinción
de la persona jurídica
9.4.2. Sucesión por transmisión entre vivos de la cosa litigiosa
9.4.3. Presupuestos y requisitos de la sucesión procesal
9.4.3.1. Litispendencia
9.4.3.2. Transmisión de los derechos sobre la cosa litigiosa
9.4.3.3. Audiencia de las demás partes
9.4.3.4. Aprobación judicial
9.5. Efectos de la sucesión procesal
10. Pluralidad de partes o litisconsorcio
10.1. Concepto de pluralidad de partes o litisconsorcio
10.2. Clases de litisconsorcio
10.2.1. Litisconsorcio activo, pasivo y mixto
10.2.2. Litisconsorcio voluntario, simple o facultativo
10.2.2.1. Presupuestos de litisconsorcio voluntario
10.2.2.2. Tratamiento procesal de litisconsorcio voluntario
10.2.3. Litisconsorcio necesario

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William Ernesto Tórrez Peralta

10.2.3.1. Hipótesis de litisconsorcio necesario


10.2.3.2. Tratamiento procesal de litisconsorcio necesario
11. Intervención de terceros en el proceso
11.1. Regulación de la intervención de terceros en nuestro
ordenamiento jurídico
11.2. Clases de intervención de terceros
11.2.1. Intervención principal
11.2.2. Intervención litisconsorcial
11.2.3. Intervención adhesiva simple

VII. EL PROCESO CIVIL………………………………………….175


1. Concepto de proceso
2. Naturaleza jurídica del proceso
3. El procedimiento
4. El factor tiempo en el proceso
4.1. Período ordinario de actividades de los Tribunales
4.2. Días y horas hábiles
4.3. Términos y plazos
4.4. La preclusión
5. Estructura del proceso civil
5.1. Clases de procesos civiles
5.2. Juicios civiles ordinarios y especiales
6. Principios informadores del proceso civil
6.1. Principios determinantes del poder de las partes
6.2. Principios determinantes de los poderes del Juez
6.3. Principios de organización del proceso
6.4. Garantía de la tutela judicial efectiva

VIII. EL OBJETO DEL PROCESO CIVIL……………………….193


1. Determinación del objeto del proceso
2. La tutela judicial y el objeto del proceso
3. Objeto del proceso declarativo civil (modalidades)
3.1. Objeto de condena de prestación
3.2. Objeto de mera declaración
3.3. Objeto declarativo constitutivo

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

4. Materia objeto del proceso declarativo


5. Elementos componentes del objeto del proceso civil
5.1. Los sujetos
5.2. El petitum
5.3. La causa petendi
6. Acción, pretensión y demanda
7. La acumulación de acciones
7.1. Concepto de acumulación de acciones
7.2. Clases de acumulación de acciones
7.3. Presupuestos de acumulación de acciones
7.4. Tratamiento procesal de las acciones acumuladas
8. La acumulación de autos
8.1. Concepto de acumulación de autos
8.2. Presupuestos de la acumulación de autos
8.3. Procedimiento de la acumulación de autos
8.3.1. Procedimiento de la acumulación cuando los autos penden
ante un mismo Juzgado
8.3.2. Procedimiento de la acumulación cuando los autos penden
ante Juzgados diferentes
8.4. Efectos de la acumulación de autos
8.4.1. Efectos de la solicitud
8.4.2. Efectos de la resolución

IX. DILIGENCIAS PRELIMINARES


Y EL ACTO DE MEDIACIÓN...................................................213
1. Las diligencias preliminares
1.1. Concepto
2. El acto de mediación
2.1. Concepto de mediación
2.2. Clases de mediación
2.2.1. Mediación previa al proceso
2.2.2. Mediación intraprocesal
2.3. Procedimiento del acto de mediación

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William Ernesto Tórrez Peralta

X. LA DEMANDA...............................................................................219
1. Concepto de demanda
2. Naturaleza de la demanda
3. Contenido de la demanda
4. Presentación de la demanda y efectos
5. Posturas del demandado
5.1. El allanamiento
5.2. La contestación a la demanda
5.3. La reconvención
5.4. La rebeldía
6. Escritos eventuales de réplica y dúplica
7. Posible escrito de ampliación
8. Las excepciones
8.1. Concepto de excepciones
8.2. Clasificación de las excepciones
8.2.1. Dilatorias y perentorias
8.2.2. Materiales y procesales
8.3. Excepciones concretas en el sistema positivo nicaragüense
8.3.1. Excepciones dilatorias
8.3.1.1. Procedimiento
8.3.2. Excepciones perentorias
8.3.2.1. Procedimiento
8.3.3. Excepciones mixtas o anómalas

XI. TEORÍA GENERAL DE LA PRUEBA......................................249


1. Concepto de la prueba
2. Objeto de la prueba
2.1. Hechos admitidos
2.2. Hechos notorios
2.3. Hechos imposibles
2.4. La prueba de la ley aplicable
3. Medios de prueba
4. La carga de la prueba
5. Recibimiento, proposición y práctica de la prueba
5.1. Petición del recibimiento a prueba

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

5.2. Recibimiento a prueba


5.3. Proposición de la prueba
5.4. Admisión de la prueba propuesta
5.5. Práctica de la prueba
6. Valoración de la prueba

XII. LA PRUEBA DOCUMENTAL..................................................267


1. Concepto de documento
2. Clases de documentos
2.1. Documentos públicos
2.2. Documentos impugnados
2.3. Documentos extranjeros
2.4. Documentos indubitados
2.5. Documentos constitutivos
2.6. Documentos privados
3. Práctica de la prueba documental
3.1. Aportación inicial de documentos
3.2. Aportación sucesiva de documentos
3.3. Disponibilidad del documento
4. Eficacia de la prueba documental
4.1. Valoración de la prueba documental
5. Impugnación del documento

XIII. LA PRUEBA POR CONFESIÓN JUDICIAL........................281


1. Concepto de confesión judicial
2. Clases de confesión
3. Práctica de la prueba por confesión
3.1. Proposición
3.2. Admisión
3.3. Realización
3.4. La obligación de confesar
3.5. La irrepetibilidad de la confesión
4. La eficacia de la confesión

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William Ernesto Tórrez Peralta

XIV. LA PRUEBA POR TESTIGOS................................................293


1. Concepto de testigo
2. Características de la prueba testifical
3. Lugar y tiempo de la prueba testifical
4. Procedimiento de la prueba testifical
5. La tacha de testigos
6. Valoración de la prueba testifical

XV. LA PRUEBA PERICIAL............................................................303


1. Concepto de perito
2. Características de la prueba pericial
3. Lugar y tiempo de la prueba pericial
4. Procedimiento de la prueba pericial
5. Valoración de la prueba pericial

XVI. LA PRUEBA POR RECONOCIMIENTO JUDICIAL..........313


1. Concepto de reconocimiento
2. Características del reconocimiento
3. Lugar y tiempo del reconocimiento
4. Procedimiento del reconocimiento
5. Valoración del reconocimiento

XVII. LA PRUEBA POR PRESUNCIONES....................................317


1. Concepto de presunciones
2. Características de las presunciones
3. Clases de presunciones
4. Procedimiento probatorio
5. Control de las presunciones

XVIII. LA FASE DE DECISIÓN.......................................................321


1. Conclusiones valorativas de las pruebas
2. Diligencias para mejor proveer
2.1. Concepto
2.2. Requisitos
2.3. Diligencias practicables

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

XIX. LA SENTENCIA........................................................................329
1. Concepto y requisitos de la sentencia
2. Clases de sentencias
3. Formación de la sentencia
3.1. Órganos unipersonales
3.2. Órganos colegiados
4. Notificación de la sentencia
5. Aclaración de la sentencia
6. Eficacia de la sentencia: La cosa juzgada
6.1. Concepto de cosa juzgada
6.2. Clases de cosa juzgada
6.2.1. La cosa juzgada formal
6.2.2. La cosa juzgada material
6.2.2.1. Fundamento
6.2.2.2. Extensión de la cosa juzgada
6.2.2.3. Límites de la cosa juzgada

XX. LA CONCLUSIÓN ANORMAL DEL PROCESO..................357


1. La renuncia
2. La transacción
3. El desistimiento
4. La caducidad de la instancia
5. La suspensión e interrupción del proceso

XXI. LOS GASTOS PROCESALES.................................................367


1. Las costas
2. La imposición de costas
3. Criterios para la imposición de costas
4. La imposición de costas en el proceso civil nicaragüense
5. La tasación de costas

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA...................................................377

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William Ernesto Tórrez Peralta

ABREVIATURA Y SIGLAS UTILIZADAS

art./arts: Artículo/Artículos
C: Código Civil
Cn: Constitución Política de la República
CSJ: Corte Suprema de Justicia
Ed: Editorial
ed: Edición
etc: Etcétera
inc: Inciso
LCJ: Ley de Carrera Judicial
LOPJ: Ley Orgánica del Poder Judicial
Nº: Número
ob. cit: Obra citada
pág./págs: Página/páginas
RLOPJ: Reglamento de la Ley Orgánica del Poder Judicial
Pr: Código de Procedimiento Civil
SCSJ: Sentencia de la Coste Suprema de Justicia
STSE: Sentencia del Tribunal Supremo Español
t: Tomo
Tít. Prel. C: Título Preliminar del Código Civil
vol: Volumen

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

20
William Ernesto Tórrez Peralta

PRÓLOGO

Se recoge en esta obra, una reflexión de conjunto sobre el siste-


ma procesal civil vigente en nuestro país, cuyo núcleo más importante
se encuentra regulado en el Código de Procedimiento Civil de 1906.
Por las noticias que corren, probablemente será ésta una de las últimas
oportunidades de un estudio de conjunto del actual sistema, antes de
la ya anunciada reforma, que se está gestando en los cenáculos de la
Corte Suprema de Justicia y que, ya esta puesto en escena un antepro-
yecto.

Como viene siendo habitual, es de esperar que la reforma se


convierta en centro de atención de la lucha política en un futuro próxi-
mo. Antes de que las aguas se agiten, puede ser un buen momento para
dejar introducida una reflexión en el umbral del cambio. El precedente
de lo hecho con el Código Procesal Penal de 2002 aconseja aportar al
debate cuestiones metodológicas. Lo relativo a las instituciones y al
fondo se contiene en el cuerpo de la obra.

El primer interrogante es diagnosticar el alcance que ha de te-


ner la reforma: ¿se ha de sustituir al Código de Procedimiento Civil por
un Código de nuevo cuño? La pregunta no tiene en este momento una
repuesta definitiva, porque falta por clarificar determinadas tomas de
posiciones en cuanto a temas que pueden condicionar la organización
del nuevo procedimiento civil.

La primera observación que arroja el examen externo del ac-


tual sistema es que existen algunos sectores o algunas instituciones
que funcionan bien, o relativamente bien. ¡Sería desde luego preocu-
pante que no hubiera un mínimo de justo en Sodoma! Si la hipótesis
se confirma, una vez identificados los instrumentos que trabajan co-
rrectamente, lo lógico es conservarlos tal cual o con las intervenciones
mínimas necesarias para aumentar, si cabe, su buena puesta en escena.

21
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

No sería sensato regular todo ex novo, por las dificultades que este tipo
de actuación genera a la hora de su recepción en la práctica.

Diagnosticadas las necesidades de cambio o de innovación, ha-


bría que tener presente nuestra tradición, antes de enterrarla sin pena
ni gloria. Las instituciones heredadas suelen tener un poco de sentido
común, que se ha incorporado a nuestro acervo cultural. Vale la pena
hacer un balance ecuánime del funcionamiento de nuestro sistema y
detectar, sin perjuicio preconcebidos, a qué se deben los errores.

En fin, dentro de las previstas reformas, no sería ocioso que


ésta tuviese en cuenta la realidad de efectivos e infraestructura con que
cuenta el sistema o las posibilidades reales de incremento de los mis-
mos. A menudo se propugnan soluciones irreales, a poco que se tome
en consideración el terreno que pisamos. Recortar las aspiraciones de
dogma y de academia, ajustándolas a los parámetros reales, no es nin-
gún desmerito, sino justo lo contrario: la tarea bien hecha que se espera
de un legislador procesal.

La obra que presento es el resultado del trabajo y experiencia


docente universitaria. El propósito que me ha guiado en su realización
ha sido ofrecer, por una parte, a los estudiantes de Derecho procesal
una obra general que contenga los conocimientos necesarios en esta
materia. En este sentido, la obra se ha estructurado como un Manual
de referencia para los alumnos de Derecho. Por otra parte, su consulta
también puede resultar de extrema utilidad para abogados, Jueces y
otros intervinientes o partícipes en el sistema jurídico procesal nicara-
güense.

El Manual consta de veintiún capítulos. El primer capítulo


contiene las nociones generales e introductorias de la disciplina. El
segundo trata de la organización jurisdiccional. El tercero y cuarto con-
tiene la jurisdicción y la competencia. El quinto trata de la actividad
procesal. El sexto de las partes procesales. El séptimo y octavo del
proceso civil. El noveno de las diligencias preliminares y del acto de
mediación. El décimo de la demanda. Del once al diecisiete de la teoría
general de la prueba y los diversos medios de prueba. El dieciocho de
la fase de decisión. El diecinueve de la sentencia. El veinte de la con-
clusión anormal del proceso. Y el veintiuno de los gastos procesales.

22
William Ernesto Tórrez Peralta

Conviene resaltar, a este respecto, que el libro surge desde una


experiencia docente previa y con la intensión explícita de apoyarla y
dejarse confrontar por ella.

No puedo cerrar esta presentación sin referirme al motivo fun-


damental que ha alentado la redacción de cada una de estas líneas que
siguen. No es otro que el de servir meditadamente a la causa de los es-
tudiantes y profesionales del Derecho, el de ser una pequeña expresión
de solidaridad activa con ellos.

Managua, dos de septiembre de 2008.

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

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William Ernesto Tórrez Peralta

I ― INTRODUCCIÓN
AL DERECHO PROCESAL

1. Concepto del Derecho procesal

El Derecho procesal regula la aplicación jurisdiccional del Derecho.


Esto es, disciplina, cómo se produce, desarrolla y concluye la actividad
necesaria para actualizar, en el caso concreto de que se trate, la eficacia
imperativa de las normas jurídicas, mediante el mandado determinado y
específico de la sentencia judicial1 .

La norma jurídica, en efecto establece las consecuencias jurídicas que


se siguen si se producen unos eventos, actos o abstenciones, considerados
con carácter de generalidad y de modo supuesto o hipotético. Ocurrido
el hecho jurídico o acontecida la conducta descrita por la norma jurídica,
habitualmente, los sujetos implicados en las relaciones jurídicas que
se traban, procuran el cumplimiento voluntario de lo ordenado por la
norma jurídica; pero, sucede, también, que la regla puede ser ignorada
o desobedecida, con las perturbaciones y perjuicios consiguientes a la
satisfacción de los derechos subjetivos e intereses legítimos.

Las eventualidades de los incumplimientos o inobservancias de las


normas jurídicas permiten, si la materia es de derecho dispositivo o de
disponibilidad reservada a los interesados, o exigen, si la materia es de
derecho imperativo, y así se establece, la intervención de los Jueces (u
órganos jurisdiccionales) para fijar y definir, una vez delimitado el caso,
cuál es el derecho aplicable (previa comprobación de la existencia de
los hechos) y ordenar su cumplimiento o acatamiento, por medio de
la sentencia. El cumplimiento, si es necesario, puede llevarse a cabo
forzosamente. La sentencia produce los efectos inherentes al caso juzgado
(irrevocabilidad de la decisión).

1- ALMAGRO NOSETE, J. y TOMÉ PAULE, J., Instituciones de Derecho Procesal,


Proceso Civil, t. II, 2ª ed., Ed. Trivium, Madrid, 1994, pág. 37.

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

2. Acepciones del Derecho procesal

De Derecho procesal se habla en dos acepciones principales: como


rama jurídica, el Derecho procesal es el conjunto de normas jurídicas
que regulan la aplicación jurisdiccional del Derecho; como ciencia, es
el conjunto de conocimientos sobre las normas jurídicas referidas. En
realidad, ambas acepciones expresan significaciones interdependientes,
aunque con acentos diferenciados.

La primera, en cuanto que supone una acotación de un campo


jurídico determinado, reclama unos criterios de conocimientos previos
que permiten a los juristas realizar el deslinde; la segunda, al efectuar
la ordenación sistemática, según criterios conceptuales y dogmáticos de
unas determinadas normas jurídicas, no pueden sustraerse a la observación
directa de la realidad normativa sobre la que actúa.

3. Denominaciones del Derecho procesal

Funcionalmente, el Derecho procesal es el Derecho regulador de una


actividad (la necesaria para la aplicación jurisdiccional del Derecho al
caso concreto). Esa actividad se inicia, desarrolla y finaliza por medio de
un instrumento denominado «proceso» o conjunto de actos producidos
sucesivamente en el tiempo, que tienen como fin normal a la obtención de
la sentencia. En este sentido, el proceso se revela como el método legal
para la válida producción de la sentencia. Así, pues, no es extraño que sea
el «adjetivo» procesal, derivado del proceso, el que califique o connote al
«sustantivo» Derecho, como señas de identidad terminológica de nuestra
disciplina, puesto que, en definitiva el Derecho procesal es el derecho que
regula el proceso.

Las referencias sitúan al Derecho procesal (que es Derecho público


puesto que uno de los sujetos de la relación jurídico-procesal es
insustituiblemente un órgano estatal), en la proyección del ideario sobre el
binomio persona-sociedad.

El Derecho procesal se revela, por tanto, como el conjunto de normas


que contienen y desarrollan las reglas, condiciones y límites de las garantías
constitucionales de los ciudadanos, en cuanto a la aplicación coercitiva
e imparcial de las leyes, por los órganos jurisdiccionales, referidas a

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William Ernesto Tórrez Peralta

situaciones concretas, formalizadas según las pretensiones de las partes


actuantes y decididas por medio de resoluciones imperativas, conforme a
un método jurídico preestablecido.

4. Ramas del Derecho procesal

La diversidad de objetos materiales sobre los que puede versar el proceso


y el carácter instrumental del mismo, en algún sentido, condicionado por
aquél, obliga a considerar separadamente las diversas ramas que integran
el Derecho procesal, que son: Derecho procesal civil, Derecho procesal
penal, Derecho procesal laboral, Derecho procesal administrativo y
Derecho procesal constitucional (hay también un Derecho procesal militar
como subrama del Derecho procesal penal).

Pero esta circunstancia de diversificación de la disciplina no impiden


que puedan estudiarse y exponerse conjuntamente una serie de temas
como Teoría general del Derecho procesal, cuya amplitud o intensidad
expositiva tiene dos límites; uno, el que impone su utilidad, que, a nuestro
entender, dentro de un ámbito prudencial, es de gran valor pedagógico para
todos los juristas y también para los legisladores y, otros, el que resulta
como consecuencia de la propia legislación positiva objeto de ordenación
y aplicación; en este punto, tanto la Constitución como la Ley Orgánica del
Poder Judicial representan ámbitos unificadores de determinadas materias
procesales que deben exponerse conjuntamente.

5. Fuentes del Derecho procesal

5.1. Concepto y clases

El vocablo «fuentes» se emplea en cuanto expresivo de los medios


y formas de manifestación de las normas jurídicas. La dogmática y la
regulación de las fuentes tiene, sin duda, carácter general, pero no obstante,
surgen matizaciones que conviene tener en cuenta al aplicar los criterios
genéricos a la realidad concreta del Derecho procesal.

Ley, costumbre y principios generales del Derecho como fuentes


autónomas y jurisprudencia como fuente complementaria, deben ser
examinadas en relación con el Derecho procesal, a cuyas normas jurídicas
también alcanza el principio de jerarquía normativa que dispone la

27
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

subordinación de las validez de las disposiciones de rango inferior a las de


rango superior determinando la inaplicabilidad de aquéllas si contradicen
a éstas.

Así lo establece la Constitución que garantiza la jerarquía normativa


(art. 182), el Código Civil que señala su contenido (art. XVII del Tít.
Prel.), el Código de Procedimiento Civil señala en su artículo 194 que:
«Los Tribunales y Jueces aplicarán de preferencia: 1. La Constitución. 2.
Las leyes y decretos legislativos; y 3. Los acuerdos y decretos ejecutivos»
y la Ley Orgánica del Poder Judicial (art. 4) que establece que: «La
Constitución Política es la norma suprema del ordenamiento jurídico y
vincula a quienes administran justicia, los que deben aplicar e interpretar
las leyes, los tratados internacionales, reglamentos, demás disposiciones
legales u otras fuentes del derecho según los preceptos y principios
constitucionales».

Las normas reglamentarias deben valorarse por los Jueces en razón de


las leyes que le prestan cobertura y pueden ser aplicadas o no aplicadas por
aquéllos, según el juicio que en cada caso les merezcan su conformidad
con la Constitución, con la Ley o con el principio de jerarquía normativa,
por lo que quedan fuera de las cuestiones de inconstitucionalidad.

Especial posición ocupa en el sistema de fuentes la Constitución que


vincula a los ciudadanos y poderes públicos en los términos que resultan
del artículo 183: «Ningún poder del Estado, organismo de gobierno
o funcionario tendrá otra autoridad, facultad o jurisdicción que la que
confiere la Constitución Política y las leyes de la República».

5.1.1. La Constitución

La Constitución es la norma suprema del ordenamiento jurídico y la


norma primera, por tanto, en el orden de la jerarquía normativa.

La Constitución es una norma, pero una norma cualitativamente


distinta de las demás, por cuanto incorpora el sistema de valores esenciales
que ha de constituir el orden de convivencia política y ha de informar todo
el ordenamiento jurídico. La Constitución, lejos de ser un mero catálogo
de principios de no inmediata vinculación y de no inmediato cumplimiento
hasta que sea objeto de desarrollo por vía legal, es norma jurídica, la

28
William Ernesto Tórrez Peralta

norma suprema de nuestro ordenamiento jurídico, y en cuanto tal, tanto los


ciudadanos como todos los poderes públicos, y por consiguiente también,
los Jueces y Magistrados integrantes del Poder Judicial están sujetos a
ella.

Sin embargo, esta sujeción debe entenderse producida a través de


normas intermedias, pues el hecho de que todos los ciudadanos y los
poderes públicos estén sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento
jurídico no supone que cualquier tipo de infracción de cualquier parcela
de esté último acarrea la inconstitucionalidad del acto en que se haya
producido tal infracción.

Debe, pues, evitarse una consideración simplista que lleve a la falsa


conclusión de una aplicabilidad directa e inmediata, sin necesidad de
ningún mecanismo intermedio, en los casos en que las leyes no sean
compatibles con los contenidos constitucionales.

La Constitución, en efecto, «vincula a todos los Jueces y Tribunales».


Pero la función de los órganos de la jurisdicción ordinaria no es la de
aplicar directamente la Constitución, sino la de aplicar las leyes: «La
Constitución es la norma suprema del ordenamiento jurídico y vincula
a quienes administran justicia, los que deben aplicar e interpretar las
leyes, los tratados internacionales y los reglamentos, demás disposiciones
legales u otras fuentes del derecho según los preceptos y principios
constitucionales» (art. 4 LOPJ).

La aplicación o interpretación de las leyes conforme a la Constitución


significa implícitamente una declaración de constitucionalidad de las
normas aplicadas, válida para el caso concreto en que ha sido objeto de
aplicación.

En cambio, planteada la incompatibilidad de una norma jurídica


inferior, con la Constitución, debe el órgano jurisdiccional proceder según
los supuestos siguientes:

1º. Incompatibilidad entre norma con rango de Ley anterior a la


Constitución y norma constitucional: puede, con eficacia referida al caso
concreto, considerar la ley derogada, en virtud de lo dispuesto en las
disposiciones finales y transitorias de la Constitución, pero también, tiene

29
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

la posibilidad de formular la consulta a la Corte Suprema de Justicia que


se examina en el apartado siguiente. En este caso si la CSJ estimará que,
efectivamente, existe la incompatibilidad objeto de consulta, la decisión
tiene eficacia erga omnes y no sólo en el caso concreto de que se trate.

2º. Incompatibilidad entre la norma con rango de Ley posterior a la


Constitución y norma constitucional. El órgano jurisdiccional no puede
inaplicar a la ley sin más. Tiene previamente que formular cuestión de
inconstitucionalidad ante la CSJ para que ésta decida acerca de la validez
constitucional de la norma legal y, en consecuencia, de la procedencia
de su aplicación en el caso concreto. Dice el artículo 5 párrafo 1° de la
Ley Orgánica del Poder Judicial: «Cuando en un caso sometido para su
conocimiento, la Autoridad Judicial considere en su sentencia que una
norma, de cuya validez depende el fallo, es contraria a la Constitución
Política, debe declarar su inaplicabilidad para el caso concreto…».

3º. Incompatibilidad entre normas de rango inferior a la Ley y


norma constitucional. Estas normas no deben aplicarse por los órganos
jurisdiccionales. Así resulta del artículo 4 de la LOPJ: «La Constitución
Política es la norma suprema del ordenamiento jurídico y vincula a
quienes administran justicia, los que deben aplicar e interpretar las leyes,
los tratados, reglamentos…».

5.1.2. La Ley procesal

Las leyes procesales son aquellas normas de Derecho público (normas


escritas) que regulan los órganos jurisdiccionales y el proceso y, en general,
todas las que hacen posible y complementan la válida constitución y
funcionamiento de aquellos órganos y las que determinan los presupuestos
procesales y regulan la iniciación, desarrollo y conclusión del proceso, así
como las referentes a pruebas y medios probatorios y cosa juzgada.

Tradicionalmente, atendiendo a la materia que regulan, se distinguen


las leyes procesales «orgánicas», que son aquellas que nombran los
órganos jurisdiccionales, y las leyes procesales strictu sensu o leyes de
procedimiento que son las que establecen las reglas de funcionamiento del
proceso.

30
William Ernesto Tórrez Peralta

La distinción entre leyes procesales y leyes materiales tiene


gran importancia a la hora de determinar los efectos que producen el
incumplimiento de las mismas y su repercusión dentro del proceso.
Jurisdicción, competencia, tipo de procedimiento, formas esenciales del
juicio, normas reguladoras de la sentencia, normas rectoras de los actos y
garantía procesales, constituyen materias, cuya infracción legal determina,
según los casos, nulidades que afectan al proceso y originan al dejar a
salvo el derecho a ejercitar de nuevo las pretensiones, la reposición de las
actuaciones al momento que se produjo la infracción o bien su observancia
en la nueva sentencia que haya de dictarse. En cambio, la infracción de las
normas materiales motivan una nueva sentencia. Estas peculiaridades son
de gran trascendencia en el recurso de casación.

Enumeramos como leyes procesales básicas las siguientes:

1º. Ley Orgánica del Poder Judicial. Ley que entro en vigencia el 15
de julio de 1998, deroga expresamente, la Ley Orgánica de Tribunales de
19 de julio de 1894 y sus reformas, excepto las disposiciones contenidas
en el Título XVI, artículos 288 a 291, ambos inclusive, y en el Título
XVIII, artículos 298 a 307, igualmente inclusive. Con independencia de
los juicios críticos que merezca, su necesidad se imponía ante la caótica
situación normativa derivada de los apaños (en muchos casos, desarreglos)
que durante más de un siglo se introdujeron, al compás de los cambios
políticos.

2º. Código de Procedimiento Civil de 1906 es el texto legal regulador


del proceso civil nicaragüense. Este Código centenario, ha sido objeto de
numerosas críticas. Se discute que es un Código anticuado, su inspiración
en el proceso escrito del derecho común, largo y dispendioso, la ausencia
de sistemática científica y la omisión de materias que deben regularse.

Hoy, el Código de Procedimiento Civil sean cuales sean sus virtudes


(que no deben negarse), resulta un instrumento inadecuado y obsoleto que
debe ser sustituido cuanto antes por un Código de Procedimiento Civil
nuevo que responda a las exigencias de la Constitución y de la doctrina
científica acorde con nuestro tiempo.

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

3º. Código Procesal Penal de 20012 es el texto regulador del proceso


penal. A diferencia de lo que ocurre con el Código de Procedimiento
Civil fue opinión común la que este cuerpo legal responde a un espíritu
progresista y, por tanto, muy adecuada a los tiempos actuales.

4º. El Libro Segundo del Código del Trabajo, Título I y siguientes,


Ley Nº. 185, publicada en la Gaceta Nº. 205 de 30 de octubre de 1996.
Que es la norma básica del proceso laboral que se encuentra recogida en
el texto del mismo Código.

5º. El Libro Tercero del Código de la Niñez y la Adolescencia de


1998, Ley N°. 287, publicada en la Gaceta N°. 97 de 27 de mayo de 1998,
que regula la justicia penal especializada de los adolescentes que tuvieren
trece años cumplidos y que sean menores de dieciocho años al momento
de la comisión de un hecho tipificado como delito o falta en el Código
Penal o leyes penales especiales.

6º. Código de Procedimiento Penal Militar, Ley Nº. 617 de 18 de abril


de 2007, publicado en las Gacetas Nº. 164 y 165 de 28 y 29 de agosto de
2007, la cual entró en vigencia el 21 de enero de 2008. Esta Ley regula
fundamentalmente el proceso penal militar, al igual que la jurisdicción
ordinaria adopta el sistema oral acusatorio, con las particularidades propias
de la institución castrense.

5.1.3. La costumbre

Aunque la costumbre rige en defecto de Ley aplicable, siempre que


no sea contraria a la moral o al orden público y que resulte probada
difícilmente se pueden originar y mantener, en los tiempos modernos,
costumbres procesales. El Derecho procesal es un derecho técnico, un
derecho de juristas y no un derecho popular, y encontrar difundida en una
colectividad un uso reiterado, con intencionalidad de obligar como norma
jurídica, parece modo más apropiado de formar el Derecho en comunidades
estables y primordialmente rústicas que en una clase social determinada
como es la clase forense, sometida, además, a una gran movilidad y
dominada por un espíritu legalista.

2- Ley Nº. 406, publicada en la Gacetas Nº. 243 y 244 de 21 y 24 de diciembre de 2001.

32
William Ernesto Tórrez Peralta

En otras épocas, la costumbre tuvo virtualidad para ordenar y regir


determinados modos de Administrar Justicia que hoy están garantizados
constitucionalmente. Así, el artículo 166 de la Constitución nicaragüense
reconoce que los ciudadanos pueden participar en la Administración de
Justicia por medio de los Tribunales.

Es verdad, también, que un uso jurídico (que no sea meramente


interpretativo de una declaración de voluntad), tiene la consideración de
costumbre. Quizá por este camino sea posible descubrir o alumbrar usos
procesales. Pero no cabe duda que exista una dificultad en deslindar los
usos forenses de las corruptelas procesales que nacen por la reincidencia
de abusos y como consecuencia de la malicia curialesca. Los usos forenses,
a su vez, deben distinguirse de las meras prácticas o hábitos que consisten
en el empleo de fórmulas que no tienen ninguna trascendencia jurídica.

En todo caso, ha de mantenerse que nunca la costumbre ni los usos


jurídicos con valor de costumbre, pueden ser tenidos en consideración
respecto del proceso penal. La garantía del principio de legalidad en el
Derecho penal se manifiesta como exigencia absoluta y con un sentido
diverso al que puede tener en otras disciplinas (por ejemplo, Derecho
administrativo) y se proyecta sobre el instrumento procesal que sólo puede
estar regido por Ley. En este sentido, resulta más estricta la declaración del
artículo 1 del Código Procesal Penal («Nadie podrá ser condenado a una
pena o sometido una medida de seguridad, sino mediante una sentencia
firme, dictada por un Tribunal competente en un proceso conforme a
los derechos y garantías consagrados en la Constitución Política, a las
disposiciones de este Código, y a los tratados, convenios y acuerdos
internacionales suscritos y ratificados por la República») que la del artículo
4 del Código de Procedimiento Civil que establece: «Las disposiciones
de este Código rigen el procedimiento de las contiendas civiles entre las
partes, y de los actos de jurisdicción no contenciosa cuyo conocimiento
corresponde a los tribunales de justicia».

5.1.4. Los principios generales del Derecho

Los principios generales del Derecho son normas de formulación


genérica y validez generalizada que actúan como criterios inspiradores del
ordenamiento jurídico. Los principios generales del Derecho procesal son,
por tanto, los criterios normativos inspiradores del ordenamiento jurídico

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

procesal. Estos criterios se forman por inducción al establecerse generales


por abstracción de los contenidos de normas concretas y se manifiestan
como exigencias que impone la razón y los valores de justicia que encarna
la conciencia social (son los principios de justicia o de derecho natural) o
son la expresión de las ideas jurídicas básicas que inspira la Constitución
(principios constitucionales). Así pues, los principios de Derecho
natural, los principios constitucionales y los principios inmanentes
de la legislación son grados de una misma realidad jurídica que no se
invalidan si son examinados desde sus perspectivas propias, atendiendo
a un principio presente en todo el ordenamiento (acogido en ocasiones
por las jurisprudencias extranjeras) que es el principio de racionalidad del
Derecho.

Como fuente formal, los principios generales aunque tengan ese


carácter informador del ordenamiento que admite el artículo XVII del
Título Preliminar del Código Civil, sólo se aplican en defecto de la Ley3 .

5.1.5. La jurisprudencia

La doctrina jurisprudencial es la que establece por medio de criterios


reiterados, en sus sentencias, la Corte Suprema de Justicia, completando
el ordenamiento jurídico al interpretar y aplicar la ley, la costumbre y los
principios generales del Derecho.

La jurisprudencia como interpretación judicial de las normas


jurídicas, establecidas por el órgano jurisdiccional superior en todos los
órdenes, ejerce una notable influencia de carácter indirecto, sobre toda la
interpretación jurídica y sobre la interpretación judicial de los demás órganos
jurisdiccionales. La jurisprudencia no vincula pero crea unos hábitos
interpretativos que tienden a procurar la unificación de la interpretación
judicial. Su mayor influencia deriva de la autoridad y prestigio alcanzado
por el Alto Tribunal. Tiene, pues, un valor de persuasión que se impone
por razonamientos y no por mandato.

3- El párrafo 2° del artículo 18 de la Ley Orgánica del Poder Judicial señala: «A falta
de norma jurídica pertinente, los Magistrados y Jueces deben resolver aplicando los
Principios y Fuentes Generales del Derecho, preferentemente los que inspiran el Derecho
nicaragüense…».

34
William Ernesto Tórrez Peralta

Pero, además, la jurisprudencia permite en determinadas materias y


según criterios que regulan las categorías de los casos, servir de fundamento
jurídico al medio extraordinario de impugnación que se denomina recurso
de casación, función específica de la Corte Suprema de Justicia. En este
sentido, la jurisprudencia cumple el cometido de fuente jurídica adicional
que garantiza (jurídicamente) la uniforme aplicación del Derecho,
conforme al principio de igualdad (en la aplicación de la ley).

Con todo, el sentido clásico de la jurisprudencia está llamado a una


transformación profunda, cuyas consecuencias aún no se han asimilado
completamente, ni avizorado, desde el conjunto las perspectivas de la
nueva actuación, debido al cambio de posición en el ordenamiento jurídico
de la Sala civil o penal de la Corte Suprema como Tribunal de casación,
en relación con su relevancia política, que cede ante la más eminente Sala
constitucional, y a las potencialidades contenidas en el reconocimiento,
con rango de Derecho fundamental, especialmente tutelado por el recurso
de amparo, del principio de igualdad ante la Ley que es, también, principio
de igualdad en la aplicación de la Ley (art. 27 Cn).

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

36
William Ernesto Tórrez Peralta

II — LA ORGANIZACIÓN
JURISDICCIONAL

1. Introducción

Según la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1998, el Estado de


Derecho al implicar, fundamentalmente, separación de los Poderes del
Estado, imperio de la Ley como expresión de soberanía popular, sujeción
de todos los Poderes públicos a la Constitución y al resto del ordenamiento
jurídico y garantía procesal de los derechos fundamentales y de las
libertades públicas, requiere la existencia de unos órganos que reciben el
nombre de órganos jurisdiccionales cuya finalidad esencial consiste en:

1°. Ejecutar y aplicar imparcialmente las normas jurídicas.

2°. Someter a todos los Poderes públicos al cumplimiento de la ley.

3°. Controlar la legalidad de las actuaciones administrativas.

4°. Ofrecer a todas las personas tutela efectiva en el ejercicio de los


derechos e intereses legítimos.

2. Concepto de órganos jurisdiccionales

Los órganos jurisdiccionales son, pues, aquellos Entes de carácter


público compuestos por un conjunto de personas que, con sede fija, se
dedican de una manera habitual y permanente y con exclusividad al ejercicio
de la potestad jurisdiccional en todo tipo de procesos, juzgando y haciendo
ejecutar lo juzgado, según las normas de competencia y procedimiento
que las leyes establezcan4 .

Estos órganos reciben el nombre genérico de Tribunales de Justicia,

4- ALMAGRO NOSETE, J. y TOMÉ PAULE, J., Instituciones…, op. cit., t. II, 2ª ed.,
1994, pág. 93.

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

expresión amplia que comprende los Juzgados y Tribunales que, en nuestro


sistema, se aplica a dos tipos de organismos distintos:

1º. Juzgados, nombre que se da a aquellos órganos jurisdiccionales en


los que la persona que decide es una sola, Que recibe el nombre de Juez.
Llevan el nombre de Juzgado en nuestro sistema orgánico:

a) Juzgados de Distrito Único y Local Único.

b) Juzgados de Distrito y Local de lo Civil.

c) Juzgados de Distrito y Local de lo Penal.

d) Juzgados de Distrito y Local del Trabajo.

e) Juzgados de Distrito y Local de Familia.

f) Juzgados Penales de Distrito de Adolescentes.

2º.Tribunales, nombre que se da a los órganos jurisdiccionales


colegiados en los que deciden varios Magistrados. Tienen este nombre en
nuestra organización judicial:

a) Los Tribunales de Apelaciones.

b) La Corte Suprema de Justicia.

3. Clases de Juzgados y Tribunales

Los Juzgados y Tribunales suelen clasificarse desde diversos puntos


de vista:

a) Teniendo en cuenta el número de personas que deciden el litigio,


los órganos se dividen en unipersonales (en los que decide un solo Juez)
y colegiados (en los que deciden tres o más Jueces). Como se ha dicho,
responden al concepto de órganos unipersonales los Juzgados, y al de
órgano colegiado los Tribunales de Apelaciones y la Corte Suprema de
Justicia.

38
William Ernesto Tórrez Peralta

b) Teniendo en cuenta el carácter técnico de los Jueces, se habla de


órganos técnicos y órganos «legos», nombre este último que se reservaba
a aquellos órganos judiciales en los que el Juez no necesita ser técnico en
Derecho.

En Nicaragua esta característica la reunían los Juzgados alejados de las


ciudades antes de entrar en vigencia la Ley Orgánica de Poder Judicial.

c) Teniendo en cuenta la naturaleza de las funciones que desarrollan


tenemos:

1º. Órganos jurisdiccionales civiles, que son los Juzgados Locales


Civiles, los Juzgados de Distrito Civiles, las Salas de lo Civil de los
Tribunales de Apelaciones y la Sala de lo Civil de la Corte Suprema de
Justicia.

2º Órganos jurisdiccionales penales: que son los Juzgados Locales


Penales, los Juzgados de Distrito de lo Penal, los Juzgados de Distrito de
Adolescentes, las Salas de lo Penal de los Tribunales de Apelaciones, y la
Sala de lo Penal de la Corte Suprema de Justicia.

3º Órganos jurisdiccionales de lo social, que son los Juzgados Locales


del Trabajo, los Juzgados de Distrito del Trabajo y la Salas de lo Laboral
de los Tribunales de Apelaciones.

d) Teniendo en cuenta el territorio sobre el que ejercen la jurisdicción,


hay órganos nacionales (Corte Suprema de Justicia), órganos que ejercen
sobre el territorio de una región (Tribunales de Apelaciones), órganos que
ejercen la jurisdicción sobre el territorio de una circunscripción judicial
(Juzgados de Distrito y Juzgados Locales)

4. Atribuciones de los órganos jurisdiccionales

4.1. La Corte Suprema de Justicia

Según el artículo 163 de la Constitución y el artículo 24 de la Ley


Orgánica del Poder Judicial, la Corte Suprema de Justicia con jurisdicción
en toda Nicaragua y sede en la ciudad de Managua, es el órgano
jurisdiccional superior a todos los demás órganos.

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Esta compuesto por un Presidente y un Vicepresidente, cuatro


Presidentes de Sala y el número de Magistrados que determinan la
Constitución Política de la República, que son dieciséis miembros5, un
Secretario y cuatro Secretarios de Sala y el personal auxiliar fijado en las
plantillas (asesores, asistentes, etc.).

La Corte Suprema de Justicia funciona en Pleno y en Salas (arts. 24,


25 y 31 LOPJ):

1) El Pleno de la Corte Suprema de Justicia es, como su nombre


indica, una asamblea formada por todos los miembros del Tribunal. La
competencia de Corte Plena es para conocer y resolver de (art. 27 LOPJ):

1º. Los recursos de inconstitucionalidad de la Ley.

2º. Los conflictos entre los distintos Poderes del Estado, en relación
al ejercicio de sus funciones, de conformidad con la Constitución Política
de la Republica y en ejercicio de la función de control constitucional que
le es inherente.

3º. Las acciones penales en contra de aquellos funcionarios que la


Constitución Política señale, previa privación de su inmunidad.

4º. Los recursos de apelación6 en contra de las resoluciones recaídas


en procesos especiales de responsabilidad con formación de causa que
por delitos propios de los funcionarios públicos, tengan lugar en contra
de los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia y de los Tribunales de
Apelaciones.

5º. La ratificación o no de la declaración de inconstitucionalidad,


declarada por sentencia firme en el caso concreto, de conformidad con la
Ley de Amparo y sin perjuicio de la cosa juzgada material en dicho caso.

6º. Los conflictos de competencia entre las Salas de la Corte Suprema


de Justicia.

5- Ver artículo 163 Cn.


6- Derogado por el articulo 424 del Código Procesal Penal.

40
William Ernesto Tórrez Peralta

7º. Las excusas por implicancias y recusaciones contra los Magistrados


de la Corte Suprema de Justicia.

8º. Los demás casos que establezca la Ley.

2) Las Salas de la Corte Suprema de Justicia, es el conjunto de


Magistrados integrantes del Tribunal que deciden cuestiones procesales
en un orden jurisdiccional concreto. Son los auténticos órganos judiciales
de la Corte Suprema de Justicia. Actualmente son cuatro: a) Sala de lo
Civil; b) Sala de lo Penal; c) Sala de lo Constitucional; y d) Sala de lo
Contencioso Administrativo (art. 31 LOPJ).

a) La Sala de lo Civil de la Corte Suprema de Justicia, conoce y


resuelve (art. 32 LOPJ):

1º. De los recursos de casación en asuntos civiles, agrarios, mercantiles


y de familia.

2º. De los recursos de hecho por inadmisión de la casación.

3º. De las solicitudes de auxilio judicial internacional, en materias


propias de su competencia.

4º. De la solicitudes de exequatur.

5º. De las excusas por implicancias y recusaciones contra los miembros


de la Sala.

6º. De los conflictos de competencia entre los Jueces y Tribunales de


lo civil, mercantil y laboral dentro del territorio nacional.

7º. De las demás atribuciones que la Ley le señale.

b) La Sala de lo Penal de la Corte Suprema de Justicia, conoce y


resuelve (art. 33 LOPJ):

1º. De los recursos de casación en asuntos penales, incluyendo los


provenientes de la jurisdicción militar.

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

2º. De los recursos de hecho por inadmisión de la casación en materia


penal.

3º. De la solicitudes de extradición de ciudadanos de otros países y


denegar la de los nacionales.

4º. De las solicitudes de auxilio judicial internacional en materia


penal.

5º. De las excusas por implicancias y recusaciones contra los miembros


de la Sala.

6º. De los conflictos de competencia entre los Jueces y Tribunales de


lo penal en todo el territorio de la República.

7º. De los conflictos de competencia entre Tribunales de Justicia


ordinaria de lo penal y los Tribunales militares.

8º. De primera instancia, de oficio o por acusación, de los procesos


especiales de responsabilidad con formación de causa que, por delitos
propios de los funcionarios públicos, tengan lugar en contra de los
Magistrados de la Corte Suprema de Justicia, previa privación de su
inmunidad, y de los Magistrados de los Tribunales de Apelaciones7.

9º. De segunda instancia de las causas por los delitos señalados en el


numeral anterior, cuando éstos fuesen cometidos por los Jueces de distrito,
Abogados y Notarios, Alcaldes y Presidentes de los Consejos Regionales
Autónomas de la Costa Atlántica8.

10º. De las demás atribuciones que la Ley señale.

c) La Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, conoce


y resuelve (art. 34 LOPJ):

1º. De los recursos de Amparo por violación o amenaza de violación


de los Derechos y Garantías establecidos en la Constitución Política.

2º. De los recursos de hecho por inadmisión de los recursos de


Amparo.
7- Derogado por el articulo 424 del Código Procesal Penal.
8- IDEN.
42
William Ernesto Tórrez Peralta

3º. De las excusas por implicancias y recusaciones contra los miembros


de la Sala.

4º. De los recursos de queja en contra de los Tribunales de Apelaciones


por el rechazo a los recursos de exhibición personal.

5º. De las resoluciones en materia de recursos de inconstitucionalidad


para que sean resueltos por la Corte Plena.

6º. De las demás atribuciones que la Constitución Política y la Ley


señale.

d) La Sala de lo Contencioso Administrativo de la Corte Suprema de


Justicia, conoce y resuelve (art. 35 LOPJ):

1º. De las acciones y recursos que en materia contencioso administrativo


establezca la Ley correspondiente.

2º. De los conflictos administrativos surgidos entre los organismos de


la Administración Publica y entre éstos y los particulares.

3º. De los conflictos que surjan entre las Regiones Autónomas o entre
éstas y los organismos del Gobierno Central.

4º. De los conflictos que surjan entre los Municipios, o entre éstos y
los organismos de las Regiones Autónomas o del Gobierno Central.

5º. De las excusas por implicancias y recusaciones contra los miembros


de la Sala.

6º. De las demás atribuciones que la Ley le señale.

4.2. Los Tribunales de Apelaciones

Los Tribunales de Apelaciones9 son órganos colegiados, creados por


la Ley Creadora de los Tribunales de Apelaciones de 9 de noviembre de

9- Antes de la década de 1980, se les conocía con el nombre de Cortes de Apelaciones.

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

1982, reiterados por la Constitución Política de la República de 1987 y por


la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1998, que ejercen jurisdicción civil,
penal y laboral sobre el territorio de una Región determinada.

Los Tribunales de Apelaciones extienden su jurisdicción al territorio


de la respectiva Región. Por ejemplo, el Tribunal de Apelaciones
Circunscripción las Segovias, comprende los departamentos de Nueva
Segovia, Madriz y Estelí. Es decir, éste Tribunal extiende su jurisdicción
sobre los territorios de los Departamentos mencionados.

Los Tribunales de Apelaciones, en el orden de la competencia de cada


Sala podrán conocer y resolver (art. 41 LOPJ):

1º. De segunda instancia de los recursos en contra de las sentencias


dictadas por los Juzgados de Distrito.

2º. De los recursos de hecho por inadmisibilidad de los recursos de


apelación contra sentencias de los Jueces de Distrito.

3º. De los recursos de Amparo y exhibición personal de conformidad


con la Ley de la materia.

4º. De los recursos de revisión en materia penal.

5º. Conocer en primera instancia, de oficio o por acusación, de los


procesos especiales de responsabilidad con formación de causa que, por
delitos propios de los funcionarios públicos, tengan lugar en contra de los
Jueces de Distrito, Abogados y Notarios en el ejercicio de sus funciones,
Alcaldes y Presidentes de los Consejos Regionales Autónomas de la Costa
Atlántica.10

6º. De segunda instancia, de los delitos señalados en el numeral


anterior cuando éstos fuesen cometidos por los Jueces Locales.11

7º. De los conflictos de competencia entre los Jueces que le están


subordinados territorialmente.

8º. De los incidentes de implicancias y recusaciones que se promuevan


contra sus miembros.
10- Derogado por el articulo 424 del Código Procesal Penal.
11- IDEM.
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William Ernesto Tórrez Peralta

9º. De las demás que la Ley determine.

4.3. Los Juzgados de Distrito

Los Juzgados de Distrito, son órganos unipersonales que ejercen


jurisdicción civil, penal, laboral y de familia en un determinado territorio.

El artículo 44 de la Ley Orgánica del Poder Judicial establece que «al


menos un Juzgado de Distrito en cada Departamento y Región Autónoma,
con sede en la cabecera del mismo. La Corte Plena puede acordar la
creación de nuevos Juzgados de Distrito en los lugares que ella determine,
de acuerdo a las necesidades para su creación estableciendo la competencia
que les corresponde».

4.3.1. Los Juzgados de Distrito de lo Civil

Los Juzgado de Distrito de lo Civil, son órganos unipersonales que


ejercen jurisdicción civil en la cabecera de un Departamento, Ciudad
importante y Regiones Autónomas del Atlántico. Estos Juzgados son
competentes para conocer y resolver (art. 47 LOPJ):

1º. De la cuantía establecida por la Ley, en primera instancia de


los procesos en materias de Derecho Civil, Mercantil, Agrario, y todos
aquellos que no sean competencia de un Juzgado específico dentro de la
misma jurisdicción territorial.

2º. De los recursos de Apelación interpuestos contra las sentencias


de los Jueces Locales de su misma jurisdicción territorial en las materias
establecidas en el inciso precedente.

3º. De los asuntos de jurisdicción voluntaria que la Ley determine.

4º. De los conflictos de competencia suscitados entre los Juzgados


Locales de lo Civil que le están subordinados territorialmente.

5º. De las demás que la Ley establezca12.

45
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

4.3.2. Los Juzgados de Distrito de lo Penal

Los Juzgados de Distrito de lo Penal, son órganos unipersonales que


ejercen jurisdicción penal en la cabecera de los departamentos, ciudades
importantes y Regiones Autónomas del Atlántico.

Los Juzgados de Distrito de lo Penal son competentes para conocer y


resolver (art. 48 LOPJ):

1º. De primera instancia de los procesos por delitos que merezcan


penas más que correccionales.

2º. De segunda instancia de los recursos de Apelación contra sentencias


dictadas por los Juzgados Locales de lo Penal.

3º. De la exhibición personal ante él mismo o ante su delegado, en el


caso de actos restrictivos a la libertad personal realizados por particulares,
conforme a lo dispuesto en la Ley de la materia.

4º. De las ejecuciones de las penas y el respeto a los derechos humanos


de los privados de libertad.

5º. De primera instancia, de oficio o por acusación, de los procesos


especiales de responsabilidad con formación de causa por delitos propios
de los funcionarios públicos, en contra de los Jueces Locales.

6º. De el sorteo y la integración del Tribunal de jurados de los procesos


bajo su conocimiento.12

7º. De instruir al jurado de los procesos bajo su conocimiento sobre


sus atribuciones, obligaciones y responsabilidades.

8º. De los conflictos de competencia suscitados entre los Juzgados


Locales de lo Penal, que le están subordinados territorialmente.

9º. De las demás que la Ley establezca.

12- Derogado por el articulo 424 del Código Procesal Penal.

46
William Ernesto Tórrez Peralta

4.3.3. Los Juzgados de Distrito del Trabajo

Los Juzgados de Distrito del Trabajo, son órganos unipersonales


que ejercen jurisdicción laboral en el territorio de un Departamento
correspondiente. Estos Juzgados son competentes para conocer y resolver
(art. 49 LOPJ):

1º. De los conflictos originados en la relación laboral, de conformidad


con la cuantía establecida por la Corte Suprema de Justicia.

2º. De los asuntos de previsión y seguridad social, con fundamento o


no en las relaciones laborales.

3º. De segunda instancia de los recursos de Apelación contra las


sentencias dictados en causas laborales de menor cuantía.

4º. De los conflictos de competencia suscitados entre los Juzgados


Locales de esta materia en su competencia territorial.

5º. De los demás que la Ley establezca.

4.3.4. Los Juzgados de Distrito de Familia

Los Juzgados de Distrito de Familia son órganos unipersonales


que, fueron creados por la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1998, su
estructura es exactamente igual que la de cualquier Juzgado de Distrito,
pero que actualmente sólo se han creado cuatro Juzgados en todo el país,
dos para la Ciudad de Managua, uno para la Ciudad de Matagalpa, y otro
para la Ciudad de Chinandega. Sus competencias son establecidas por la
Ley de la materia (art. 50 LOPJ).

4.3.5. Los Juzgados Únicos de Distrito

Los Juzgados Únicos de Distrito, son órganos unipersonales que


ejercen jurisdicción civil, penal, laboral y de familia (art. 51 LOPJ).

47
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

4.3.6. Los Juzgados Penales de Distrito de Adolescentes

Los Juzgados Penales de Distrito de Adolescentes son órganos


jurisdiccionales unipersonales que, por lo general existen en cada
Departamento del país y que ejercen las funciones que les atribuye el Código
de la Niñez y la Adolescencia para con los menores de 18 años y mayores
de 13 que hubieren incurrido en conductas tipificadas por la ley como
delitos o faltas (arts. 95 y 112 Código de la Niñez y la Adolescencia).

4.4. Los Juzgados Locales

Los Juzgados Locales son órganos unipersonales que ejercen


jurisdicción civil, penal, laboral y de familia. El artículo 52 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial dice que: «Se establece al menos un Juzgado
Local en cada Municipio del territorio nacional, con sede en la cabecera
del mismo.

La Corte Plena puede acordar la creación de nuevos Juzgados Locales


en los lugares que ella determine, de acuerdo a las necesidades para su
creación estableciendo la competencia que les corresponda».

4.4.1. Los Juzgados Locales de lo Civil

Los Juzgados Locales de lo Civil, son órganos unipersonales que ejercen


jurisdicción civil en cada Municipio de la cabecera de un Departamento
del país. Estos Juzgados son competentes para conocer y resolver (art. 55
LOPJ):

1º. De primera instancia según la cuantía establecida por la Ley, los


procesos en materias de Derecho Civil, Mercantil, y Agrario, y todos
aquellos que no sean competencia de un Juzgado especifico dentro de la
misma jurisdicción territorial.

2º. De los asuntos de jurisdicción voluntaria que la Ley determine.

3º. De la Administración de Justicia con los Jueces electos por las


Comunidades de la Costa Atlántica.

48
William Ernesto Tórrez Peralta

4º. De autorizar en calidad de Notario, contratos cuyo valor no exceda


de la cuantía que para su competencia haya fijado la Corte Suprema de
Justicia, sujetándose a las formalidades establecidas por la Ley para la
cartulación, siempre que en el lugar no haya Notario.

5º. De los demás que la Ley establezca.

4.4.2. Los Juzgados Locales de lo Penal

Los Juzgados Locales de lo Penal, son órganos unipersonales que


ejercen jurisdicción penal en la cabecera departamental o Municipio de
importancia y son competentes para conocer y resolver (art. 56 LOPJ):

1º. De primera instancia de los procesos por delitos que merezcan


penas correccionales y faltas.

2º. De prevención o por delegación, de las primeras diligencias de


instrucción por lo que hace a los delitos que merezcan penas más que
correccionales.

3º. De los demás que la Ley establezca.

4.4.3. Los Juzgados Locales del Trabajo

Los Juzgados Locales del Trabajo son órganos unipersonales que


ejercen jurisdicción laboral en el territorio de la cabecera departamental
o ciudades de importancia, es competencia de estos Juzgados conocer y
resolver los conflictos originados en la relación laboral, de conformidad con
la cuantía establecida por la Corte Suprema de Justicia (art. 57 LOPJ).

4.4.4. Los Juzgados Locales de Familia

Los Juzgados Locales de Familia, son órganos jurisdiccionales


unipersonales, que fueron creados por la Ley Orgánica del Poder Judicial,
y su competencias serán establecidas en la Ley de la materia (art. 58
LOPJ).

49
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

4.4.5. Los Juzgados Únicos Locales

Los Juzgados Únicos Locales son órganos unipersonales que, ejercen


jurisdicción civil, penal, laboral y de familia, que existen en los Municipios
del país donde no existan Juzgados Locales Civiles o Penales (art. 59
LOPJ).

5. Personal al servicio de la Administración de Justicia

5.1. Personal jurisdiccional

El personal que ejerce las funciones jurisdiccionales en los Tribunales


de justicia estar integrado exclusivamente por juristas, por personal lego o
por escribanos. Se comprende enseguida que, debido a la gran complejidad
de las leyes, la norma general en la materia sea la utilización de personal
con buena formación jurídica para la Administración de Justicia. Esta
norma se cumple para la mayor parte de las categorías de personal judicial,
como veremos.

En concreto, el personal jurisdiccional en nuestro país abarca los


siguientes tipos:

a) Los Jueces y Magistrados que forman la Carrera Judicial y que se


distribuyen en dos categorías: Magistrados del Tribunal de Apelaciones y
Jueces. Todos ellos han de ser abogados, accediendo a la Carrera Judicial
por una de las formulas previstas en la Ley Orgánica del Poder Judicial y
la Ley de Carrera Judicial.

b) Los Jueces suplentes, los que sirven plazas de Jueces en régimen


temporal. Se trata de una figura regulada por la Ley Orgánica del Poder
Judicial y la Ley de Carrera Judicial.

Al conjunto de este personal le están encomendadas todas la funciones


estrictamente jurisdiccionales que comporta la Administración de Justicia
en sus diversas ramas en nuestro país (art. 22 LOPJ).

Para desempeñar funciones judiciales se requiere ser nicaragüense,


mayor de edad, estar en pleno goce de los derechos civiles y político y ser
abogado (art 136, 137,138 y 139 LOPJ).

50
William Ernesto Tórrez Peralta

Están incapacitados para el ingreso en la Carrera Judicial los que


tengan impedimentos físicos o psíquicamente; los condenados por delitos
en tanto no sean absueltos y los que no estén en pleno ejercicio de sus
derechos civiles.

Incompatibilidades. El artículo 141 de la Ley Orgánica del Poder


Judicial establece que el cargo de Magistrado y Juez es incompatible:

1º. Con el ejercicio de cualquier otra función pública ajena a la del


Poder Judicial.

2º. Con cualquier cargo de elección o designación política del Estado


o el Municipio y de organismos dependientes de ellos.

3º. Con los empleos o cargos retribuidos por el Estado o los Municipios
y de organismos o empresas dependientes de éstos.

4º. Con cualquier clase de empleo en los Tribunales o Juzgados.

5º. Con cargo, empleo o profesión retribuida, salvo cargos académicos,


docencia o investigación jurídica, las actividades y creación literaria,
artística, científica y técnica, y las publicaciones derivadas de éstas.

6º. Con el ejercicio privado de la abogacía y del notariado.

7º. Con todo tipo de asesoramiento jurídico, sea o no retribuido.

8º. Con las funciones de Director, Gerente, Administrador, Consejero,


o cualquier otra que implique administración directa, en sociedades o
empresas mercantiles públicas, de cualquier género.

9º. Con la condición de miembro de Juntas Directivas nacionales,


departamentales o municipales de partidos políticos; si lo fueren, deberán
cesar en sus funciones partidarias al ser electos.

10º. Las demás señaladas por la Ley.

51
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Prohibiciones. Se prohíbe a todos los Magistrados y Jueces del Poder


Judicial (art. 144 LOPJ):

1º. Ejercer, fuera del Poder Judicial, la profesión por la que fueron
nombrados, aunque estén con licencia salvo causa propia.

2º. Facilitar o coadyuvar, de cualquier forma, para que personas no


autorizadas por la Ley ejerzan la abogacía, o suministrar a éstas datos o
consejos, mostrarles expedientes, documentos u otras piezas. Se exceptúan
a los estudiantes de Derecho que hayan aprobado al menos el tercer año de
su carrera cuando se trate de consultas o de investigaciones jurídicas.

3º. Aceptar de los litigantes o sus abogados, o por cuenta de ellos,


donaciones, obsequios, o asignaciones testamentarias a su favor o de su
cónyuge, ascendientes, descendientes o hermanos.

4º. Dirigir felicitaciones o censura a funcionarios y a corporaciones


públicas o privadas, por sus actos públicos.

5º. Cualquier participación en los procesos políticos electorales, salvo


el ejercicio de su voto en elecciones generales.

6º. Tomar parte activa en reuniones, manifestaciones y otros actos de


carácter político electoral o partidista, aunque sean permitidos a los demás
ciudadanos.

7º. Interesarse indebidamente, de cualquier modo que sea, en asuntos


pendientes en los Tribunales, o externar su parecer sobre ellos.

8º. Insinuar, aconsejar, sugerir o recomendar abogados a las partes


litigantes.

9º. Ausentare del lugar donde ejerce el cargo salvo el caso de


vacaciones, licencia o autorización respectiva.

10º. Actuar como consultores, apoderados o gestores de empresas


publicas o privadas, nacionales o extrajeras, en contrataciones de éstas con
el Estado. La violación a esta disposición anula las concesiones o ventajas
obtenidas y causa la perdida del cargo.

52
William Ernesto Tórrez Peralta

5.1.1. Selección y formación de los Jueces

Es éste talvez uno de los problemas que condiciona decisivamente el


éxito de la Administración de Justicia. La justicia, como es notorio, no
depende tanto de buenas leyes cuanto de unos buenos Jueces.

Para la selección de los Jueces y Magistrados se han utilizado varios


sistemas que fundamentalmente se reducen a dos, con diversas variantes
entre ellos: La elección popular, la designación por los demás Jueces. El
sistema vigente en Nicaragua es este último.

a) Ingreso en la judicatura. El acceso a las funciones jurisdiccionales


se puede producir en algunas de las siguientes formas:

1º. Mediante oposición libre y superación de un curso teórico-práctico


en el Centro de Estudios Judiciales (art. 11 LCJ).

2º. Mediante concurso de meritos entre juristas de reconocido


prestigio dentro del foro nacional, que satisfagan los requisitos formales
establecidos para la categoría a que se aspira, sin someterse al examen o
prueba especifica ni al curso teórico-práctico requerido para el ingreso
regular (art. 12 LCJ).

b) Promoción. La selección de destinos en la Carrera Judicial se


efectúa por medio de concurso en la forma prevista en la Ley Orgánica del
Poder Judicial y la Ley de Carrera Judicial.

1º. La promoción de Jueces de Distrito a la categoría de Magistrado


de Apelaciones se realiza mediante un sistema mixto de antigüedad y
concurso:

El artículo 49 de la Ley de Carrera Judicial establece que las vacantes


que no se hayan cubierto en la forma indicada en el artículo anterior, se
proveerán de la siguiente forma:

Jueces de Distrito: Las dos primera vacantes se cubrirán por los


Jueces Locales que, deseando optar a las mismas, tengan mejor puesto
en el escalafón y no tengan evaluación negativa o nota desfavorable en su
expediente profesional.

53
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Las dos siguientes vacantes que se produzcan se ofrecerán a ingreso


extraordinario.

La quinta vacante se ofertará en concurso de oposición a Jueces


Locales con más de tres años de servicio efectivo, y así sucesivamente se
operará con las siguientes vacantes que se produzcan.

En el caso de Magistrados de Tribunal de Apelaciones, el procedimiento


será de forma similar a lo anterior, con la salvedad de que en este caso se
formaran listas que incluirían como ingreso extraordinario a uno de cada
cinco propuestos, procediéndose por parte de la Corte a elegir al o a los
candidatos de entre las mismas listas.

5.1.2. Deberes de los Jueces y Magistrados

El artículo 143 de la Ley Orgánica del Poder Judicial establece que


son deberes de los Jueces y Magistrados:

1º. Resolver con celeridad y con sujeción a las garantías constitucionales


del debido proceso.

2º. Administrar justicia aplicando la norma jurídica pertinente,


aunque no haya sido invocada por las partes o lo haya sido erróneamente,
exceptuando el recurso extraordinario de casación en lo tocante a las
causales invocadas por el recurrente y las normas encasilladas dentro del
concepto lato de infracción, que no pueden ser suplidas.

3º. Convalidar los actos procesales verificados con inobservancia de


formalidades no esenciales, si han alcanzado su finalidad y no haya sido
impugnados, en los términos de Ley, por la parte a quien pueda afectar.

4º. Guardar absoluta reserva sobre los asuntos en los que interviene.

5º. Observar estrictamente el horario de trabajo establecido, así como


el fijado para cualquier otra diligencia. Su incumplimiento injustificado
conlleva responsabilidad disciplinaria.

6º. Dedicarse exclusivamente a la función judicial, o pudiendo ejercer


cargos académicos o la docencia en horas distintas de las que corresponde

54
William Ernesto Tórrez Peralta

al despacho, siempre y cuando su actividad docente no se manifieste en


perjuicio de su desempeño judicial.

7º. Residir en el lugar donde ejerce el cargo o en otro lugar cercano de


fácil e inmediata comunicación.

8º. Exigir a las partes precisión en sus pretensiones, cuando se advierten


deficiencias o confusiones, en base a la legislación procesal.

9º. Evitar la lentitud en el proceso, así como todos aquellos actos


contrarios a los deberes de lealtad, probidad, veracidad, honradez y buena
fe.

10º. Denegar los pedidos maliciosos y rechazar los escritos y


exposiciones que sean contrarios a la decencia o a la respetabilidad de
las personas, haciendo testar las frases inconvenientes, sin perjuicio de la
respectiva sanción.

11º. Presentar su respectiva declaración de probidad de conformidad


con la Ley de la materia, al asumir y al dejar el cargo, y anualmente durante
su ejercicio.

12º. Cumplir con las demás obligaciones señaladas por la Ley.

5.1.3. Derechos de los Jueces y Magistrados

De conformidad con el artículo 142 de la Ley Orgánica del Poder


Judicial, son derechos de los Jueces y Magistrados:

1º. La independencia en el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales.

2º. La inamovilidad y estabilidad en el cargo. Sólo podrán ser


removidos de sus cargos por las causas y en la forma que la Constitución
Política y la Ley establezcan.

3º. Ser trasladados a su solicitud, a otro órgano jurisdiccional de igual


materia y jerarquía, previa evaluación de la comisión de Carrera Judicial,
que la someterá a Corte Plena para su decisión.

55
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

4º. La protección y seguridad de su integridad física y la de sus


familiares.

5º. Percibir una remuneración acorde con su función, dignidad,


jerarquía y antigüedad que no podrá ser disminuida de manera alguna.
Para estos fines se tomará en cuenta lo que establezca la Carrera Judicial en
su Ley respectiva. Los Magistrados comprendidos en la Carrera Judicial,
titulares y suplentes que hubiesen desempeñado o desempeñen judicaturas
provisionalmente percibiendo remuneraciones correspondiente al cargo
titular, tienen derecho a que su tiempo de servicio sea reconocido y
considerado por el cómputo de la antigüedad en el cargo.

6º. Ser socio de una mutualidad, técnicamente organizada, en la


que participe el Estado, por medio de la Corte Suprema de Justicia, con
aportaciones de los funcionarios en régimen de Carrera Judicial, con
cobertura e indemnizaciones por muerte, incapacidad parcial o permanente,
enfermedades, educación de sus hijos, cirugías y otras circunstancias
similares, complementando los derechos que otorga la legislación en la
materia de seguridad social.

7º. Gozar del derecho a una jubilación digna; al efecto, la Corte Suprema
de Justicia tomará las previsiones pertinentes a fin de complementar
la atención por jubilación del régimen de seguridad social a que tenga
derecho el funcionario judicial hasta el 100 % de su último salario real.

8º. Gozar de todos los derechos y beneficios establecidos en la


legislación laboral vigente.

9º. Los demás que señalen las leyes.

5.2. Personal auxiliar de la Administración de Justicia

Dentro de la expresión «personal auxiliar» se comprende diversos


cuerpos de funcionarios estrechamente vinculados con la Administración
de Justicia, cuyo cometido es diverso. La Ley Orgánica del Poder Judicial
engloba bajo de denominación personal al servicio de la Administración
de Justicia a los Secretarios Judiciales, los Médicos Forenses, los
Registradores Públicos de la Propiedad Inmueble y Mercantil, Peritos
Judiciales y de Otros funcionarios auxiliares (art. 169 LOPJ).

56
William Ernesto Tórrez Peralta

5.2.1. El Secretario judicial

Los Secretarios judiciales son funcionarios de Carrera Judicial, ejercen


la fe pública judicial y asisten a los Jueces y Magistrados en el ejercicio de
sus funciones de conformidad con lo establecido en la presente Ley y en
las leyes de la materia.

En cada dependencia judicial habrá al menos un Secretario, el número


de Secretarios por dependencia judicial, será determinado por la Comisión
de Administración de la Corte Suprema de Justicia (art. 170 párrafo 1º
LOPJ).

Este personal está dividido en diversas categorías que son las


siguientes:

a) Categoría A:

1º. Secretario de la Corte Suprema de Justicia.

2º. Secretario de Sala de la Corte Suprema de Justicia.

b) Categoría B:

1º. Secretario del Tribunal de Apelaciones.

2º. Secretario de Sala de Tribunal de Apelaciones.

c) Categoría C:

1º. Secretario Receptor Judicial.

2º. Secretario de Juzgado de Distrito.

d) Categoría D:

1º. Secretario de Juzgado Local.

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

5.2.2. Los Médicos Forenses

Los Médicos forenses que tienen encomendadas las funciones propias


de su profesión en orden a las necesidades de la Administración de Justicia
y están a las órdenes inmediatas de los Jueces y Tribunales, de conformidad
con la Ley de la materia (art. 183 LOPJ).

Su intervención es mucho mas amplio en materia penal, en los casos


de delitos contra la vida e integridad física de las personas, en orden a
determinar las causas de la muerte, duración de la lesiones, etc.

Los Médicos forenses desempeñan funciones de asistencia técnica a los


Juzgados y Tribunales; a la Policía Nacional en investigaciones de delitos;
a la Fiscalía General de la República y a la Procuraduría de Derechos
Humanos, en las materias de su disciplina profesional, con sujeción, a lo
establecido en las leyes pertinentes.

También les corresponde la evaluación facultativa de los detenidos,


lesionados o enfermos que se hallaren bajo la jurisdicción de aquéllos o de
las autoridades penitenciarias en los supuestos y formas que determinen
las leyes (art. 184 LOPJ).

Los Médicos forenses se abstendrán de intervenir como particulares en


los casos que pudiesen tener relación con sus funciones (art. 185 LOPJ).

Los aspirantes al Cuerpo de Médicos forenses deberán ser Doctores


en Medicina, con especialidad en medicina forense o entendidos en dicha
especialidad (art. 186 LOPJ).

5.2.3. Los Registradores Públicos

Los Registradores Públicos de la Propiedad Inmueble y Mercantil


están a cargo de los Registros Públicos establecidos en cada uno de los
Departamentos y Regiones Autónomas del país.

La Corte Suprema de Justicia emitirá el Reglamento administrativo


y de funcionamiento que regulara los Registros Públicos de la Propiedad
Inmueble y Mercantil del país, el que deberá prever la sujeción a los
aranceles establecidos por Ley, el establecimiento de controles contables

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William Ernesto Tórrez Peralta

internos y la auditoria interna permanente, sin perjuicio del control


periódico por la Contraloría General de la República (art. 187 LOPJ).

Además de las atribuciones señaladas en la legislación de la materia


registral, los Registradores en atención a su especialidad, son competentes
para:

1º. Recoger los Protocolos de los Notarios que falleciesen o que se


encuentren suspensos en el ejercicio de su profesión o que se ausentaren
de la República para domiciliarse fuera de ella, en los casos y forma que
establezca la legislación de la materia.

Al año de su fenecimiento, recoger todos los expedientes civiles y


criminales concluidos por los Tribunales de Apelaciones, Jueces de Distrito
y Locales; para tal fin al finalizar cada año, los funcionarios señalados
elaborarán un inventario en triplicado de las causas fenecidas que entreguen
al Registrador, quien les devolverá dos copias del inventario una para ser
remitida a la Comisión de Administración de la Corte Suprema de Justicia
y otra que les quedará como recibo por la entrega.

La Corte Suprema de Justicia creará un Archivo Histórico Nacional


del Pode Judicial, que recibirá en depósito los protocolos de los Notarios,
los expedientes judiciales mencionados y otras piezas de interés del Poder
Judicial.

2º. Las demás que establezcan las leyes y reglamentos (art. 190
LOPJ).

5.2.4. Los Peritos Judiciales

Los peritos judiciales constituyen un cuerpo al servicio de la


Administración de Justicia (art. 191 LOPJ).

Los peritos judiciales deben reunir los requisitos que las leyes
procesales exigen, así como tener conducta intachable y aparecer en el
listado que al efecto emitirá anualmente la Corte Suprema de Justicia (art.
192 LOPJ).

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Cada año, en la primera quincena del mes de enero, la Comisión de


Carrera Judicial de la Corte Suprema de Justicia realizará una convocatoria
pública para la selección de peritos judiciales, de cada actividad u oficio
debidamente reconocida, para las jurisdicciones de cada dependencia
judicial.

Las Asociaciones de Profesionales, las Universidades y las Instituciones


representativas de cada actividad u oficio, están facultadas para remitir a
la Comisión de Carrera Judicial lista de personas que consideren idóneas
para el desempeño del cargo de perito judicial, sin detrimento de las
postulaciones individuales.

Los peritos judiciales deben residir dentro de la circunscripción de


cada dependencia judicial y reunir los requisitos exigidos por la Ley.

En el caso de las Regiones Autónomas de la Casta Atlántica, la


Comisión de Carrera Judicial de la Corte Suprema de Justicia, convocará
anualmente a la integración de un cuerpo permanente de peritos intérpretes
de las lenguas de las Comunidades de estas Regiones (art. 193 LOPJ).

5.2.5. Otros Funcionarios Auxiliares

Son cuerpos distintos de funcionarios que realizan tareas de auxiliar a


la Administración de Justicia. El artículo 206 de la Ley Orgánica de Poder
Judicial establece que a propuesta de la Comisión de Carrera Judicial,
la Corte Suprema de Justicia reglamentará las calidades, requisitos y
sistema de ingreso al Poder Judicial de los asesores, asistentes y demás
funcionarios que apoyen directamente, en el desempeño de sus funciones,
a los Magistrados del Tribunal Superior.

De igual forma, se reglamentará el sistema de ingreso al Poder Judicial


para el desempeño de los cargos de Alguaciles; Archiveros, Copiadores de
Sentencia y demás Funcionarios Auxiliares de los Juzgados y Tribunales
de todo el país (art. 206 LOPJ).

El personal al servicio de la Administración de Justicia señalado en


el artículo anterior estará sujeto a las disposiciones de la legislación en
materia laboral (art. 207 LOPJ).

60
William Ernesto Tórrez Peralta

6. Legitimación del órgano jurisdiccional

La Ley no se preocupa tan sólo de señalar unos requisitos generales de


capacidad para el desempeño de cargos judiciales y de exigir su concurrencia
a «priori», antes de nombrar a una persona Juez y encomendarle la
misión de juzgar. La Ley va más allá, pues se preocupa de garantizar en
todo momento, por todos los medios a su alcance, la imparcialidad y la
independencia de un Juez en relación con un asunto concreto.

Se habla en general de legitimación del órgano jurisdiccional para


referirse a esta aptitud de un Juez en relación con un asunto concreto,
en el sentido de no existir ninguna causa que les impida conocer con
imparcialidad de dicho asunto. La determinación, pues, de la legitimación
del órgano jurisdiccional se efectúa de una manera negativa, en atención a
la no concurrencia de una de las causas señaladas por la Ley.

La preocupación de la Ley es comprensible, pues se debe velar por


la mayor rectitud en la Administración de Justicia. Ahora bien, aunque
el sistema estático de causas que condicionan la legitimación del órgano
jurisdiccional puede decirse que es en mayor o en menor medida correcto,
su aplicación practica está condicionada por graves motivos sociológicos.

En otras palabras, no está bien visto el hecho de que se tenga que


recusar a un Juez máxime cuando un Abogado no tiene normalmente un
sólo asunto en el mismo Juzgado. No es sostenible tal corriente de opinión
bajo ningún punto de vista y, sin embargo, pesa decisivamente a la hora
de medir la eficacia del mecanismo de la recusación, máxime por causa
de notoria amplitud y matices como, por ejemplo, la amistad intima o la
enemistad manifiesta. Ello es así de hecho, pues no podemos olvidar que
la justicia es un problema humano esencialmente.

Los mecanismos que la Ley prevé para garantizar esta independencia


e imparcialidad del órgano jurisdiccional son de dos tipos: la implicancia
y la recusación. Ambos están establecidos en función de un mismo
tipo, variando únicamente el momento de denuncia y la iniciativa
correspondiente.

61
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

6.1. Causas legítimas de implicancia y recusación

La Ley enumera de manera taxativa, los motivos que ponen entre


dicho la imparcialidad del Juez y que deben inducir su abstención del
conocimiento del negocio, o bien de su recusación por iniciativa de las
partes. En general, dichos motivos, que están también consagrados por la
Ley con mayor o menor actitud en otros pasajes en relación con los testigos
y los peritos, se refieren a circunstancias de parentesco, interés y relación
del Juez con las partes y sus defensores o con el objeto del proceso.

El artículo 339 del Código de Procedimiento Civil establece que todo


Magistrado, Juez o Asesor, está implicado para conocer o dictaminar en
los casos siguientes.

1º. Cuando sea parte en el juicio o tengo en él interés personal.

2º. Cuando sea consorte, ascendiente, descendiente o hermano de


alguna de las partes.

3º. Cuando sea guardador de algunas de las partes o albacea de alguna


sucesión, o Procurador de alguna quiebra o concurso o administrador
de algún establecimiento o representante de alguna persona jurídica que
figure como parte en el juicio.

4º. Cuando haya sido abogado, apoderado, consejero de las partes de


la causa actualmente sometida a su conocimiento o dado su opinión sobre
el asunto.

5º. Cuando haya conocido en algunas de las instancias pronunciando


sentencia definitiva o interlocutoria con fuerza de tal.

6º. Cuando haya emitido dictamen sobre el pleito como letrado para
sentencia definitiva o interlocutoria con fuerza de tal, o para conocer como
Juez en el mismo asunto. Son causas de recusación (art. 341 Pr):

1º. El parentesco de consanguinidad dentro del cuarto grado civil o


segundo de afinidad con cualquiera de las partes que intervienen en el
juicio.

62
William Ernesto Tórrez Peralta

2º. El mismo parentesco dentro del segundo grado con el Abogado o


Procurador de alguna de las partes que intervengan en el juicio.

3º. Estar o haber sido denunciado o acusado por alguna de ellas como
actor, cómplice o encubridor de algún delito o como actor de una falta, con
anterioridad a la iniciación del juicio.

Si se intentase acusación por delitos oficiales, no será ella motivo de


recusación, sino cuando el superior respectivo haya estimado fundada la
acusación y pedido el informe correspondiente.

4º. Ser o haber sido acusador o denunciador del que recusa.

5º. Haber sido guarda de alguna de las partes que intervienen en el juicio,
siempre que no hayan sido aprobadas las cuentas de su administración.

6º. Haber estado en guarda de alguna de las partes que intervienen


en el juicio, siempre que no se hayan aprobado las cuentas de su
administración.

7º. Tener pleito pendiente con el recusante, él, su consorte, ascendiente


o descendiente. Cuando el pleito haya sido promovido por alguna de
las partes deberá haberlo sido antes de la instancia en que se intenta la
recusación.

8º. Tener enemistad contraída con anterioridad a la iniciación del


pleito.

9º. Ser deudor por más de doscientos pesos, heredero, fiador o socio de
alguna de las partes que figuren en el juicio. La deuda siempre debe constar
por escrito; pero la deuda, la fianza y la sociedad deben ser anteriores a la
iniciación del juicio.

10º. Ser el Juez superior que va conocer, pariente dentro del cuarto
grado de consanguinidad o segundo de afinidad del Magistrado, Juez o
Asesor que pronunció sentencia definitiva o interlocutoria con fuerza de
tal.

63
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

11º. Si el Magistrado, Juez o Asesor o su mujer o alguno de sus


parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad
de uno u otro, sostienen otro pleito semejante que les interesa la opinión
contraria del que recusa; o ser la parte contraria, Juez o Arbitro en negocio
que a la sazón tenga el recusado, su esposa o consanguíneos dentro del
cuarto grado o afines dentro del segundo.

12.º Si el padre, madre, hermano o cónyuge del Magistrado, Juez o


Asesor es consanguíneo dentro del cuarto grado o afín dentro del segundo
con el padre, madre, hermano o cónyuge del dueño del pleito.

13º. Es también motivo de recusación que el Magistrado, Juez o Asesor


o las personas indicadas en el inciso anterior, tengan asuntos ante el Juez
o Magistrado que es parte o alguna de las personas ligadas con él de la
manera dicha en el asunto de que aquellos conocen o van a conocer.

14º. Haber el Magistrado, Juez o Asesor, declarado como testigo de


una manera afirmativa sobre la cuestión principal.

15º. Haber el Juez, Magistrado o Asesor, su consorte o descendiente,


recibido después de comenzado el pleito servicios de importancia de
alguna de las partes.

16º. Haber intervenido como Fiscal, Síndico o Representante del


Ministerio Público o sido perito y dado su dictamen.

6.2. La implicancia

La presencia de una de dichas causas de implicancia hace sospechosa


la imparcialidad del Juez. Por ello la Ley, en presencia de uno de dichos
motivos, impone al Juez el deber de abstenerse, sin esperar a que lo recusen.
Las implicancias son verdaderas prohibiciones que impone el legislador al
Juez o Tribunal para intervenir en determinado asunto judicial.

El artículo 111 de la Ley Orgánica del Poder Judicial establece que


los Magistrados de los Tribunales de la República y los Jueces deben
excusarse en aquellos casos concretos, en los que concurran causales de
implicancia o recusación.

64
William Ernesto Tórrez Peralta

Toda excusa por implicancia y recusación que no fuese aceptada por


las partes, la cuestión incidental, será conocida y resuelta por el o los
Magistrados que quedan en la Sala o Tribunal, y si todos los miembros
fuesen los implicados, recusados o ejercieren el derecho a la excusa,
conocerán los supuestos, en los términos de la presente Ley.

Declarada con lugar cualquiera de estas causales de separación del


caso, se procederá a integrar Sala o Tribunal en la forma prevista en la
presente Ley.

Agregamos que sobre los Jueces pesa la obligación de hacer constar


en el proceso las causas legales de implicancia o recusación que puedan
afectarles. Si se trata de una implicancia, el Juez no sólo se limita a dejar
constancia, sino que además debe declararse inhabilitado para continuar
conociendo del asunto que pende de su resolución.

6.3. La recusación

En defecto de la abstención de oficio, la imparcialidad del órgano


jurisdiccional puede ser controlada a instancia de parte mediante el
mecanismo de la recusación. Se trata ésta de un expediente para denunciar
la concurrencia de una causa legítima que afecta a la imparcialidad del
Juez y conseguir su apartamiento del conocimiento del asunto.

6.4. Procedimiento de implicancia y recusación

La recusación debe proponerse tan luego como se tenga conocimiento


de la causa en que se funde. El artículo 351 Pr, establece que toda
recusación deberá interponerse con el primer escrito de apersonamiento, o
en la primera comparecencia, señalando de una manera clara y concreta la
causa en que se funde. El recusante acompañará además una constancia de
haber depositado en el Tesoro Municipal cincuenta pesos, si es un Juez de
Distrito y cien pesos por cada Magistrado, si se trata de éstos. Si es Juez
Local no habrá necesidad de depósito.

Si el recusante no cumple con lo dispuesto en el artículo anterior no se


le dará curso a su recusación y no podrá sino por nuevos motivos recusar
al Juez o Magistrado (art. 352 Pr).

65
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Interpuesta la recusación el Juez o Magistrado harán contar si es o no


cierta la causa en que se funda.

Si lo es, y la parte contraria no hace oposición, se tendrá por separado


el recusado, y se remitirán los autos, si es Juez, al que deba subrogarle y si
es Magistrado se llamará a quien corresponda (art. 353 Pr).

Si hay oposición o si el Juez recusado niega la causa, remitirá éste


el escrito dentro de veinticuatro horas y con noticia de las partes, al que
deba subrogarle, quien procederá como se ha dicho tratándose de las
implicancias.

Si se trata de Magistrados y éstos niegan la causa o hay oposición, se


observará lo prescrito al tratarse de implicancias (art. 354 Pr).

Si se trata de Jueces Locales u otros semejantes, se observará lo


establecido al tratarse de Jueces de Distrito (art. 356 Pr).

Solo por nuevos motivos o por ignorarse los existentes, cuando éstos
se justifiquen dentro de los términos ya dichos, pueden ser separados los
Jueces y Magistrados que están conociendo del asunto (art. 357 Pr).

Si después de pronunciada una sentencia hubiere cambio en el personal


de los Magistrados o del Juez, no podrá hacerse uso de la recusación,
cuando se trate de diligencias que fueren de mera ejecución (art. 361 Pr).

Las implicancias en su caso, y las recusaciones, se sustanciarán en


pieza separada; y el Juez o Magistrado subrogante a quien se deba pasar
el asunto, continuará en su conocimiento hasta que se haya resuelto la
implicancia o recusación (art. 363 Pr).

Contra los autos, providencias y resoluciones dictadas en los casos


de implicancia o recusación, no hay más recurso que el de acusación por
infracción a la ley (art. 364 Pr).

El que interpuso nueva recusación o se opuso a ella, una vez aceptada


por el funcionario respectivo o se opuso al motivo de implicancia, será
condenado en las costas y a pagar una multa igual, en su caso respectivo a
la que debe depositar el recusante (art. 365 Pr).

66
William Ernesto Tórrez Peralta

Cuando la recusación se refiera a un Juez delegado, conocerá de ella


el delegante, quien resolverá a más tardar dentro de tercero día de haberse
interpuesto.

Cuando se refiera a un auxiliar delegado, la resolverá éste en el término


indicado.

Las partes deberán interponer la recusación del delegado, al notificarse


el auto de delegación. Si no lo hacen así, se desechará la solicitud (art. 388
Pr).

Los autos practicados por un funcionario después de presentada la


recusación y durante su tramitación, son nulos (art. 367 Pr).

7. Responsabilidad del órgano jurisdiccional

La misión confiada a los Jueces los sitúa en un lugar preeminente,


en la cúspide del sistema jurídico de un país. Sus dictados constituyen en
última instancia la tarea jurídica de obligado cumplimiento para las partes.
Esta tarea, como cualquier otra, comporta unos determinados riesgos
susceptibles de determinar responsabilidad en un Juez o Tribunal. La
responsabilidad no es algo específico de los Jueces, sino que es un efecto
común que provoca la actuación de las personas en el campo jurídico.

7.1. Clases de responsabilidad

El problema presenta una triple manifestación en función del estatuto


jurídico del Juez y de la tarea que desempeña. El hombre-funcionario y el
hombre-Juez han de asumir la responsabilidad que genera su condición.
En cuanto funcionarios, los Jueces están sujetos a la responsabilidad
profesional de carácter disciplinario. En cuanto Jueces, su responsabilidad
se manifiesta en el orden disciplinario, en el orden civil y en el orden
penal. Por tanto, hablamos de tres responsabilidades.

7.1.1. Responsabilidad disciplinaria

La Ley Orgánica del Poder Judicial y la Ley de Carrera Judicial


establecen un sistema de responsabilidad disciplinaria de Jueces y
Magistrados (art. 164 LOPJ); tipificando y graduando las faltas, desde

67
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

leves a muy graves (art. 64 LCJ y arts. 65 a 81 RLOPJ); especificando las


sanciones que se pueden imponer y quien tiene competencia para ello (arts.
63, 65, 66, 67 y 68 LCJ); y regulando detalladamente el procedimiento
sancionador (arts. 69 a 73 LCJ).

Como es obvio, la responsabilidad dimana en todos los casos de la


inobservancia de deberes profesionales o jurisdiccionales.

7.1.2. Responsabilidad civil

El problema de la responsabilidad civil de los Jueces encierra en sí una


gran paradoja. Se apela al Juez para que delimite las relaciones jurídicas
entre las partes y luego está sometido a responsabilidad si su decisión
es inexacta. Pero ¿Quién ha de juzgar de la rectitud o ilegalidad de un
pronunciamiento jurisdiccional definitivo? ¿No es ésta acaso la propia
misión encomendada a la jurisdicción?

La verdad es que el tema supone un conflicto entre la independencia


judicial y la necesidad de fallar. Al Juez se le exige inexcusablemente
que falle, sin que pueda alegar insuficiencia u oscuridad de la Ley para
no hacerlo, y acto seguido se le exige también responsabilidad por la
decisión.

La verdad es que desde el punto de vista práctico las posibilidades


reales de perseguir la presunta responsabilidad de Jueces está bastante
recortada por la propia Ley y por los condicionamientos sociológicos del
tema.

La Ley Orgánica del Poder Judicial establece «que los Funcionarios de


la Carrera Judicial son responsables civilmente de los daños y perjuicios
que causan, con arreglo a las leyes de la materia» (art. 163 LOPJ).

7.1.3. Responsabilidad penal

La responsabilidad penal de Jueces y Magistrados está establecida en


relación con los diversos delitos previstos en los artículos 463 y siguientes
del Título XXI del Código Penal, tales como la prevaricación, retardo
malicioso en la Administración de Justicia, negativa a juzgar, etc.

68
William Ernesto Tórrez Peralta

Dice el artículo 163 de la Ley Orgánica del Poder Judicial que los
Funcionarios Judiciales «serán igualmente responsables por los delitos
que cometan en el ejercicio de sus funciones».

Es, por lo tanto, simple responsabilidad derivada de un delito,


como cualquier otro caso. Ahora bien, dadas las garantías que rodean a
la Administración de Justicia, se exige también un requisito previo de
procedibilidad para la admisión de una querella de este tipo. De ello se
ocupa la Ley de Carrera Judicial en sus artículos 74 y 75 al regular lo que
denomina «Conocimiento de las causas penales contra Jueces, Magistrados
de los Tribunales de Apelaciones y de la Corte Suprema de Justicia»,
necesario para exigir responsabilidad penal de los Jueces y Magistrados.

69
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

70
William Ernesto Tórrez Peralta

III — LA JURISDICCIÓN

1. Origen de la función jurisdiccional

Algunos antropólogos sociales han estudiado el origen y desarrollo


del Derecho en las sociedades primitivas sometidas a su investigación.
Se ha discutido, en este orden, entre sociedades que tienen «Tribunales y
Guardias» y las que no disponen de tales instituciones, aunque el fenómeno
de sociedades con normas de Derecho y sin normas procesales, no significa
que las infracciones jurídicas carezcan de sanción: la autodefensa, la
autocomposición, el ejercicio del derecho a la venganza contribuyen,
finalmente, por paradójico que parezca, a la reconciliación social13.

En realidad, una sociedad con Gobierno se caracteriza, no obstante,


por ejercer una autoridad centralizada, disponer de una Administración
territorial y mantener unas instituciones judiciales.

2. Acepciones de jurisdicción

Genéricamente, el vocablo jurisdicción expresa bien subjetivamente


una prerrogativa o cualidad de mando o poder político o bien, por
traslación objetiva, el ámbito territorial sobre el que se ejerce la autoridad
o mando. De modo específico, sin embargo, lo jurisdiccional es asimilable
a lo judicial; así que, función jurisdiccional y función judicial vienen a
representar una misma cosa: actividad del Estado ejercida por medio de
sus órganos propios (órganos jurisdiccionales o Jueces) para resolver, con
carácter definitivo, los conflictos jurídicos, entre ciudadanos, mediante
la eficaz aplicación de las normas jurídicas. La jurisdicción se identifica,
en este sentido, con la función de impartir o administrar justicia o, más
simplemente, con la «justicia», en tanto esta última palabra se refiere al
quehacer atribuido a determinadas autoridades estatales de resolver litigios
o conflictos jurídicos con arreglo o conforme a Derecho.

13- ALMAGRO NOSETE, J. y TOMÉ PAULE, J., Instituciones de Derecho…, op. cit., t.
II, 2ª ed., 1994, pág. 75.

71
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Sin embargo, con carácter más restringido dentro de una concepción


específica de la jurisdicción, función judicial y función jurisdiccional no
expresan en su totalidad contenidos equivalentes, pues cabe que los Jueces
desarrollen cometidos no estrictamente jurisdiccionales, por ejemplo,
cuando actúan en razón de los llamados actos de jurisdicción voluntaria.

3. La potestad jurisdiccional

La función jurisdiccional que han de desarrollar unos determinados


órganos jurisdiccionales se dinamiza o actúa en razón de un poder
específico, llamado «potestad» atribuido a los mismos. Definimos la
potestad como aquella cualidad de mando inherente a un órgano estatal
para originar, desarrollar y cumplir legítimamente las actividades que
generan sus atribuciones.

La potestad como cualidad de que goza el órgano público expresa


en este orden, también, una posición de superioridad frente a la posición
subordinada de quienes están sujetos a la misma. En consecuencia, la
potestad jurisdiccional se traduce en el poder-deber de carácter público que
corresponde exclusivamente a los Juzgados y Tribunales determinados en
la ley y que se ejercita «juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado» (art. 3
LOPJ).

4. El ejercicio de la potestad jurisdiccional

El artículo 159 párrafo 2º de la Constitución nicaragüense proclama que


«las facultades jurisdiccionales de juzgar y ejecutar lo juzgado corresponde
exclusivamente al Poder Judicial». Los principios de exclusividad e
integridad de la jurisdicción se complementan mutuamente, pues, mientras
el primero separa de la función de aplicar las leyes y ejecutar lo juzgado
a cualquier organismo o autoridad que no sea jurisdiccional, el segundo
afirma que sólo a éstas corresponde el desarrollo de dichas funciones.

Esta exclusividad e integridad de la jurisdicción también significa


que no pueden los Juzgados y Tribunales ejercer más funciones que las
jurisdiccionales. Por eso la Constitución, igualmente establece «que la
justicia emana del pueblo y será impartida en su nombre y delegación por
el Poder Judicial, integrado por los Tribunales de Justicia que establezca
la ley» (art. 158 Cn).

72
William Ernesto Tórrez Peralta

Externamente esta exclusividad se garantiza también, desde la


perspectiva del Poder Legislativo, pues aunque la Asamblea Nacional
puede nombrar comisiones de investigación sobre cualquier asunto de
interés público, sus conclusiones no son vinculantes para los Tribunales ni
afectan a las resoluciones judiciales (art. 138 inc. 18º Cn).

5. Contenido y manifestación de la jurisdicción

5.1. Funciones jurisdiccionales de dirección, conocimiento,


de decisión declarativa, de ejecución, cautelar. Función de
documentación

La función jurisdiccional se desarrolla mediante la potestad de dirigir y


conducir el proceso para conseguir el desarrollo de la función de instrucción
o conocimiento. Por el conocimiento llega el órgano jurisdiccional a
determinar qué los hechos son los invocados y qué consecuencias jurídicas
son las que se pretenden. En esta tarea de dirección procesal incumbe al
órgano jurisdiccional en relación con los hechos (aunque ésta es tarea
de aportación básicamente encomendada a las partes), la delimitación
definitiva del objeto del proceso que puede concretarse en algunas
funciones interventoras para establecer los hechos o para determinar el
sustrato fáctico de los presupuestos o requisitos procesales. También, en la
fase probatoria la iniciativa básica corresponde a las partes que tienen un
derecho a producir pruebas reconocido constitucionalmente, pero ello no
excluye la intervención jurisdiccional mediante la ordenación de aquellas
diligencias de prueba que necesite o considere conveniente, dentro,
siempre, de las facultades que, en cada caso, conceden las leyes procesales,
de diferente naturaleza, según el tipo de proceso en el que se desarrollen o
al que nos refiramos. Las pruebas, además, han de obtenerse lícitamente,
por lo que no surtirán efectos, las obtenidas, directa o indirectamente,
violentando los derechos y libertades fundamentales (art. 16 LOPJ).

Finalmente, tras esa función de conocimiento, el órgano jurisdiccional


desarrolla la función propiamente declarativa del derecho que se plasma
en la fase decisoria o sentencia donde se fijan o establecen los hechos y
se determinan las consecuencias jurídicas. Esta declaración del derecho
o función declarativa constituye la función primordial de la jurisdicción.
Pero, en esta función de declaración, no se agota todo el quehacer
jurisdiccional, ya que cabe que lo declarado no sea cumplido, bien porque

73
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

el cumplimiento necesite de una realización, conforme a unas normas


preestablecidas como ocurre en materia penal, bien porque no se cumpla
voluntariamente la sentencia y haya que «hacer ejecutar lo juzgado». Esta
función complementaria de ejecución está, también, incluida entre las
facultades legítimas del órgano jurisdiccional. La función de ejecución, en
el Derecho nicaragüense resulta claramente de naturaleza jurisdiccional,
según una tradición legislativa que ha consagrado la Constitución Política
y la Ley Orgánica del Poder Judicial.

También, durante el curso del proceso, cabe que se produzcan


situaciones que obliguen a tomar medidas de aseguramiento para evitar que
el proceso pueda conducir a una sentencia, que carezca de eficacia, porque
no se han adoptado antes medidas previas. En este sentido, se habla de una
función cautelar o preventiva en razón de la cual el órgano jurisdiccional
tiene potestad para acordar medidas aún antes de que se haya producido
la declaración definitiva del derecho, para asegurar la efectividad de la
sentencia.

Pero, además, el órgano jurisdiccional necesita de un poder propio


para la documentación o constancia de sus propios actos, y para ello, la
perdurabilidad de las actuaciones conviene se consigne por medio de la
escritura y por otros medios mecánicos. El artículo 127 de la Ley Orgánica
del Poder Judicial señala que: «La Corte Suprema de Justicia por medio de
su Comisión de Administración, dispondrá las medidas necesarias a fin de
adecuar el trámite de documentos, el manejo de los expedientes judiciales
y el archivo de las técnicas modernas administrativas».

5.2. Manifestaciones concretas de la potestad jurisdiccional

Todas las funciones que constituyen el contendido de la jurisdicción


están legitimadas por la potestad que inviste al órgano jurisdiccional
en su conjunto. Esta potestad jurisdiccional se manifiesta de diversos
modos, y en algunos casos, corresponde su ejercicio, en exclusiva, a
funcionarios judiciales distintos, en otros resulta compartida, o delegada,
con otros funcionarios que sirven al organismo jurisdiccional. Así, en
efecto, la función decisoria es exclusiva del Juez o Tribunal; en cambio,
la función de documentación es de potestad exclusiva del Secretario del
Juzgado o Tribunal. En la función de ordenación procesal que consiste
en la realización de todas aquellas actividades que tienen como finalidad

74
William Ernesto Tórrez Peralta

el desarrollo y curso del proceso, las potestades son compartidas, pues,


aunque, inicialmente, corresponde el ejercicio al Secretario, los actos
son revisables por la autoridad judicial; en un sentido más amplio al de
la ordenación procesal, que comprende también la dirección procesal,
la potestad, originalmente, residenciada en el Juez o Tribunal, aparece
delegada en el Secretario, que formula las propuestas de resolución, que
pueden ser conformadas por el Juez o Tribunal.

5.3. La potestad de coerción y la potestad disciplinaria

La potestad jurisdiccional se extiende a legitimar actividades


instrumentales necesarias o indispensables para el logro de los demás
cometidos. Así la potestad jurisdiccional se manifiesta en facultades de
coerción, de especial importancia en el proceso penal, pero que no son
ajenas al proceso civil. En este sentido corresponde a la Policía Nacional la
realización material de las actuaciones que exijan el ejercicio de la coerción,
así como garantizar el cumplimiento de las órdenes y resoluciones de la
autoridad judicial (art. 208 LOPJ).

También ejercen los órganos jurisdiccionales potestad disciplinaria


que se manifiesta en su aspecto específico, como aquella facultad de
coerción encaminada a conseguir el desarrollo normal del proceso,
mediante la imposición de sanciones. En este sentido, los Abogados que
intervengan en los pleitos y causas cuando incumplan las obligaciones que
les impongan la Ley podrán ser corregidos disciplinariamente, siempre
que el hecho no constituya delito (art. 15 párrafo 3° LOPJ).

5.4. La potestad gubernativa

Una potestad jurisdiccional, que carezca de poderes de autoorganización,


para el desenvolvimiento de sus funciones, carecería de virtualidad y no
serviría para nada; es decir, sería no una potestad, sino una función, que
dependería de otras potestades fuera de lo jurisdiccional. De aquí que,
aunque conceptualmente, se pueda distinguir una potestad gubernativa de
los Tribunales, diferenciada de la actividad estrictamente jurisdiccional,
es impensable una potestad jurisdiccional que no vaya acompañada de
determinadas actividades autoorganizatorias o de administración propia
o interna.

75
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Tradicionalmente los órganos jurisdiccionales han tenido determinadas


facultades en esta materia de organización y gobierno. El artículo 42 inc.
4º de la Ley Orgánica del Poder Judicial dispone que el Presidente de los
Tribunales de Apelaciones vigilarán el mantenimiento y administración
de las instalaciones físicas y demás bienes y recursos adscritos al Tribunal
correspondiente». Por lo tanto, tendrán en sus respectivos órganos
jurisdiccionales la dirección e inspección de todos los servicios y asuntos,
adoptarán las resoluciones que la buena marcha de la Administración de
Justicia aconseje.

Lo que no exige la distinción conceptual que establecíamos es que


toda la potestad gubernativa radique en el mismo órgano que ejerce la
potestad jurisdiccional. Quiere decir, pues, que la potestad de gobierno
de los Juzgados y Tribunales, aunque necesariamente debe radicar en el
propio Poder Judicial, puede encomendarse, en especial, a determinados
órganos jurisdiccionales. En nuestro ordenamiento, se ha creado un órgano
de gobierno específico del Poder Judicial, que no ejerce propiamente
funciones jurisdiccionales, sino exclusivamente gubernativas8 .

6. Extensión y límites de la jurisdicción

El artículo 10 de la Ley Orgánica del Poder Judicial establece el


principio general de que la jurisdicción se extiende a todas las personas, a
todas las materias y a todo el territorio nicaragüense, en la forma establecida
en la Constitución y en las leyes.

Al manifestar a «todas las personas», se refiere tanto a las personas


físicas como a las jurídicas, tanto en el supuesto que sean nicaragüenses
como extranjeros.

8- La Ley de Carrera Judicial, ha creado el Consejo Nacional de Administración y


Carrera Judicial que en su artículo 4 señala que «el Consejo, como organismo de la Corte
Suprema de Justicia, al que se le confiere autonomía técnica y funcional, para ejercer la
competencia de coordinar, planificar y ejecutar la política administrativa y financiera
del Poder Judicial, dirigir la Carrera Judicial y conocer, investigar y resolver en lo que
competa, las infracciones al régimen disciplinario en que incurran los profesionales del
Derecho y los funcionarios de Carrera Judicial, de conformidad con la Ley Orgánica del
Poder Judicial, la presente Ley y sus reglamentos». Ver también el art. 6 de la misma LCJ,
que establece las atribuciones del Consejo.

76
William Ernesto Tórrez Peralta

La indicación «todas las materias» ha de entenderse referida a las


cuestiones civiles, penales, laborales y contencioso-administrativas
dentro de la función de la jurisdicción, es decir, juzgar y hacer ejecutar lo
juzgado.

Por «territorio» nicaragüense ha de entenderse no sólo el espacio


territorial comprendido dentro de los límites de la nación nicaragüense,
sino el llamado mar territorial, el espacio aéreo, las islas, cayos y bancos
adyacentes, así como a las aguas interiores, y la plataforma continental
(art. 10 Cn).

En consecuencia con dicho precepto, el artículo 251 del Código


de Procedimiento Civil establece que la justicia ordinaria será la única
competente para conocer de los juicios que se susciten en territorio
nicaragüense, entre nicaragüenses, entre extranjeros y entre nicaragüenses
y extranjeros.

Establece, pues, la LOPJ y el Pr., exclusivamente el criterio de


territorialidad, en virtud del cual los Tribunales nicaragüenses conocen de
los juicios que se inicien aquí, cualquiera que sea la nacionalidad de las
personas intervinientes.

Se exceptúan los supuestos de inmunidad de jurisdicción y de ejecución


establecidos por las normas de Derecho interno e internacional público.
Son:

1°. El presidente y Vicepresidente de la República, pues según el


artículo 148 parte final de la Constitución, gozarán de inmunidad, de
conformidad con la Ley.

2°. Los Diputados que, según el artículo 139 de la Cn, estarán exentos
de responsabilidad por sus opiniones y votos emitidos en la Asamblea
Nacional y gozan de inmunidad conforme la Ley.

3°. Los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo


Supremo Electoral (arts. 162 y 172 Cn).

4º. Los Ministros y Viceministros también gozan de inmunidad de


conformidad con el art. 151 párrafo primero de la Constitución Política.

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

5°. En virtud de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas


de 18 de abril de 1961, gozan de inviolabilidad los Embajadores y los
Diplomáticos de otros Estados acreditados en Nicaragua, inviolabilidad
que en algunos casos se extiende a los miembros de sus familias y al
personal administrativo y técnico de las Misiones Diplomáticas.

6°. De acuerdo con la Convención de Viena de Relaciones Consulares


de 24 de abril de 1963, los Cónsules y los Funcionarios Consulares gozan
de exención respecto a los actos ejecutados en el ejercicio de las funciones
consulares, salvo los relativos al proceso civil.

7°. Determinados extranjeros que se consideran exentos en virtud de


normas consuetudinarias como son los Jefes de Estados y de Gobiernos
extranjeros, personas de sus familias, etc.

6.1. Extensión y límites de la jurisdicción civil

En el orden civil la extensión y los límites de esta manifestación


jurisdiccional viene reconocida en los artículos 251 a 259 del Código de
Procedimiento Civil.

El artículo 251 del Pr., determina que la jurisdicción civil es la única


competente para conocer de los negocios civiles que se susciten en territorio
nicaragüense, entre nicaragüenses, entre extranjeros, entre nicaragüenses
y extranjeros. Por negocios civiles hay que entender procedimientos
civiles.

Esta jurisdicción se extiende no sólo al conocimiento del pleito sino


también para la solución de todas las excepciones que en él se propongan,
para la reconvención, para la solución de las incidencias que surjan y para
la ejecución de las resoluciones y sentencias que se dictaren.

Para la atribución del conocimiento de asuntos civiles a los Juzgados y


Tribunales nicaragüenses, el Código de Procedimiento Civil sigue diversos
fueros:

a) Establece en primer lugar, un fuero exclusivo en virtud del cual,


compete a la jurisdicción nicaragüense:

78
William Ernesto Tórrez Peralta

1°. Que el conocimiento del juicio o de los actos en que intervengan,


éste atribuido por la ley a la autoridad que ejerzan.

2°. Que les corresponda el conocimiento del juicio o actos con


preferencia a los demás Jueces o Tribunales de un mismo grado (art. 252
Pr).

b) En segundo lugar, se estable un fuero general, según el cual los


Tribunales nicaragüenses son competentes cuando las partes se sometan
expresa o tácitamente a nuestros Tribunales, así cuando el demandado
tenga su domicilio en Nicaragua (art. 260 Pr).

7. La prejudicialidad

El principio informante de la organización judicial nicaragüense,


recogido en el artículo 11 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, es que
los Juzgados y Tribunales ejercerán su «competencia exclusivamente en
aquellos casos en que les venga atribuida por ésta u otra ley». Interpretando
el precepto determina que los órganos jurisdiccionales del orden civil
conocerán de las materias que le son propias, es decir, la solución de los
pleitos civiles que se susciten en territorio nicaragüense, los del orden penal
conocerán de las causas y juicios criminales; los del orden jurisdiccional
laboral, de las pretensiones que promuevan dentro de esta rama social del
Derecho.

De lo anterior quiere decir que, en principio, los Juzgados civiles sólo


pueden resolver pleitos civiles, los penales sólo causas criminales, los
laborales sólo conflictos de carácter laboral. Pero es perfectamente posible
y ocurre con frecuencia, que un Juez civil para sentenciar un pleito civil
haya de resolver previa o conjuntamente cuestiones penales o laborales
o un Tribunal penal para resolver una causa criminal haya de decidir
una cuestión civil con carácter previo. Piénsese, por ejemplo si en una
causa penal por hurto o robo se plantea el problema de si la cosa que se
dice robada es propiedad del acusado. Piénsese en el proceso penal por
parricidio en el que se discute el parentesco que lo tipifica.

«Las cuestiones prejudiciales, son aquellos puntos u objetos conexos


con el proceso, en relación lógica de decisión previa necesaria para la
formación del juicio principal, cuya resolución correspondería a otro

79
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

órgano jurisdiccional distinto del que enjuicia la cuestión principal, ya


sea, perteneciente al mismo orden jurisdiccional o a ordenes distintos.
Se llaman cuestiones prejudiciales a los objetos concretos que motivan la
necesidad del juicio previo al juicio sobre la cuestión principal»14 .

7.1. Clases de prejudicialidad

7.1.1. Prejudicialidad civil

En el proceso civil, cuando las cuestiones prejudiciales son también


de índole civil, el propio Juez o Tribunal la examina con carácter previo
a las demás cuestiones del pleito y, una vez resueltas falla el pleito según
lo que proceda. Este tipo de prejudicialidad interna pasa la mayor parte de
las veces desapercibida en el mecanismo del procedimiento y de la génesis
de la sentencia.

La cuestión prejudicial no siempre se plantea formalmente y dado


que las resuelve el mismo Tribunal Civil, su tratamiento procesal se
reduce a lo sumo a una prioridad cronológica a la hora del procedimiento
jurisdiccional. Pero también puede plantearse este tipo de prejudicialidad
civil en dos procesos distintos, de suerte que la cuestión debatida en uno de
ellos sea prejudicial respecto del otro. Por ejemplo, acciones en materia de
derecho de propiedad en relación con acciones en materia de servidumbres,
acciones de estado en relación con reclamaciones de herencia, alimentos,
etc.

La única norma que existe en el ámbito del Código de Procedimiento


Civil es el artículo 840 inc. 3º, que permite la acumulación de autos en
estos casos. Sin embargo, la norma es insuficiente para resolver todos lo
problemas prácticos, cuando no produce la acumulación de autos, ya que
no es posible suspender uno de los procesos. En estos casos, la cuestión
prejudicial que no constituye objeto expreso de uno de los procesos, o que
es resuelta sólo provisionalmente respecto del fallo principal, no queda
amparada por la cosa juzgada.

14- ALMAGRO NOSETE, J; GIMENO SENDRA, V; CORTES DOMÍNGUEZ, V. y


MORENO CATENA, V., Derecho Procesal, Parte General, Proceso Civil, t. I, vol. I, Ed.
Tirant lo Blanch, Valencia, 1991, pág.122.

80
William Ernesto Tórrez Peralta

7.1.2. Prejudicialidad penal

En ocasiones el sentido del fallo civil depende de la resolución de una


cuestión de índole penal, excluida por definición de la competencia de los
Tribunales civiles.

En estos casos, cuando la cuestión es realmente de influencia decisiva


en la resolución del proceso civil, éste se suspende a la espera de la
terminación del proceso penal.

Existe en estos casos una prejudicialidad devolutiva, por ser de otro


orden jurisdiccional el Tribunal que ha de resolver la cuestión prejudicial.
Los principales casos recogidos en nuestras leyes son los siguientes:

a) El artículo 426 del Código de Procedimiento Civil establece que:


Los Jueces y Tribunales, no podrán bajo ningún pretexto aplazar, dilatar ni
negar la resolución de las cuestiones que hayan sido discutidas en el pleito.
«No obstante lo dispuesto en el artículo anterior, cuando la existencia de un
delito hubiere de ser fundamento preciso de una sentencia civil o tuviere en
ella influencia notoria, podrán los Tribunales suspender el procedimiento
de ésta hasta la terminación del proceso criminal» (art. 427 Pr).

b) Igual ocurre en materia de falsificación de documentos: Cuando


una de las partes del pleito civil sostiene la falsedad de un documento que
puede ser de influencia notoria en el fallo. El artículo 1198 del Código
de Procedimiento Civil establece que «si antes de promoverse el juicio
civil, estuviese pendiente el juicio criminal sobre la falsedad de algún
documento publico o privado que alguno lo quiera hacerlo valer en el
primero, se suspenderá éste para mientras se resuelve el juicio criminal, si
el documento es indispensable para la prueba». También el artículo 1199
del Pr., ordena la suspensión del juicio civil a «solicitud de la parte; pero
la otra parte podrá oponerse a la suspensión, dando fianza APUD ACTA
de pagar lo juzgado y sentenciado».

c) El artículo 52 párrafo 1º del Código Procesal Penal, señala que si el


ejercicio de la acción penal depende de una condición de procedibilidad
o de la resolución de un antejuicio, se suspenderá su ejercicio hasta que
desaparezca el obstáculo.

81
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

7.1.3. Prejudicialidad constitucional

Como ya se ha dicho, la Constitución es la norma suprema del


ordenamiento jurídico, y vincula a todos los Jueces y Tribunales, quienes
han de interpretar y aplicar las leyes, los tratados internacionales,
reglamentos, demás disposiciones legales u otras fuentes del derecho según
los preceptos y principios constitucionales (art. 4 LOPJ). Por ello, cuando
un órgano judicial considere en algún caso concreto, que una norma con
rango de ley aplicable al caso, de cuya validez depende el fallo, puede ser
contraria a la Constitución, planteara la cuestión ante la Corte Suprema de
Justicia.

Así lo dispone el artículo 5 de la Ley Orgánica del Poder Judicial:


Cuando en un caso sometido para su conocimiento, la Autoridad Judicial
considere en su sentencia que una norma, de cuya validez depende el fallo,
es contraria a la Constitución Política, debe declarar su inaplicabilidad
para el caso concreto. En caso que una de las partes, haya alegado
la inconstitucionalidad de una norma, la Autoridad Judicial deberá
pronunciarse necesariamente sobre el punto, acogiendo o rechazando la
pretensión. Cuando no hubiere casación y por sentencia firme hubiese
sido resuelto un asunto con declaración expresa de inconstitucionalidad
de una ley, decreto o reglamento, la Autoridad Judicial en su caso, deberá
remitir su resolución a la Corte Suprema de Justicia. Si la Corte Suprema
de Justicia ratifica esa resolución de inconstitucionalidad de la ley, decreto
o reglamento, procederá a declarar su inaplicabilidad para todos los casos
similares, de conformidad con la Ley de Amparo.

8. Los conflictos de jurisdicción

Como señala GUASP, la existencia de distintas autoridades estatales,


cada una con una función específica, y la imposibilidad de trazar con
toda precisión la línea divisoria que entre ella debe existir, explica el
nacimiento de conflictos jurisdiccionales cuando dos o más órganos del
Estado pretenden conocer de un mismo asunto o cuando pretenden no
intervenir ni conocer de él.

Por conflictos de jurisdicción hay que entender, en sentido estricto,


el antagonismo, la pugna, la oposición o el combate entre los órganos
judiciales pertenecientes a órdenes jurisdiccionales distintos.

82
William Ernesto Tórrez Peralta

Esto es lo que ocurre, por ejemplo, cuando un órgano de la jurisdicción


civil discute con un órgano de la jurisdicción laboral quien debe conocer
de un asunto concreto, bien porque los dos órganos quieran conocer de
él (conflicto positivo) o bien porque los dos órganos creen que no deben
intervenir ni conocer de tal asunto (conflictos negativos). Sin embargo,
tal sentido estricto hoy no es aceptado ni por la doctrina ni por la propia
legislación que bajo el nombre de competencias de Corte Plena del
máximo Tribunal de Justicia y de las Salas de lo Civil y lo Penal de la
Corte Suprema de Justicia, de los Tribunales de Apelaciones y Juzgados
de Distrito comprende:

1°. La Corte Plena vela por la resolución oportuna, rápida y razonada


de los asuntos planteados ante la misma, conoce y resuelve de los conflictos
de competencia entre las Salas de la Corte Suprema de Justicia (art. 27 inc.
6º LOPJ).

2°. Corresponde a la Sala de lo Civil de la Corte Suprema de Justicia,


resolver, en su caso, los conflictos de competencia entre Jueces y Tribunales
de lo civil, mercantil y laboral, dentro del territorio nacional (art. 32 inc.
6º LOPJ).

3°. Corresponde a la Sala de lo Penal de la Corte Suprema de Justicia,


resolver, en su caso, los conflictos de competencia entre los Jueces y
Tribunales de lo penal en todo el territorio nacional (art. 33 inc. 6º LOPJ).
.
4°. Los Tribunales de Apelaciones, en el orden de la competencia de
cada Sala podrán, dirimir los conflictos de competencia entre los Jueces
que le están subordinados territorialmente (art. 41 inc. 7º LOPJ).

5°. Los Juzgados de Distrito son competentes para conocer y resolver


los conflictos de competencia suscitados entre los Juzgados locales que le
están subordinados territorialmente (arts. 47 inc. 4º, 48 inc. 8º, 49 inc. 4º
LOPJ).

83
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

84
William Ernesto Tórrez Peralta

IV — LA COMPETENCIA

1. Concepto y fundamento de la competencia

La función jurisdiccional está atribuida en general a los Tribunales de


Justicia. Dado que estos son más de uno, se hace preciso establecer diversos
criterios de distribución de los asuntos civiles entre ellos. Surge así el
concepto de competencia. Es un concepto extrínseco a la jurisdicción, que
viene exigido por razón de la estructuración y distribución de los diversos
organismos jurisdiccionales en el marco del Estado. Si existiera un solo
Tribunal serían superfluas las reglas de la competencia.

La competencia, pues, determina el conjunto de negocios que vienen


atribuidos a un Tribunal en exclusividad o con preferencia a otros.
Mediante ella, se establece cuál es el concreto Tribunal que ha de conocer
de un asunto determinado, sirviendo de pauta a las partes para saber a qué
órgano jurisdiccional deben dirigirse.

De estas manera se concreta por así decirlo, la «porción» de


jurisdicción que cada Tribunal ejerce y los límites dentro de los cuales la
puede ejercer. Viene a constituir, en definitiva, la medida de la jurisdicción
de un Tribunal15.

A este concepto manifiesta el Código de Procedimiento Civil cuando


indica que para los Jueces y Tribunales tengan competencia se requiere:

1º. Que el conocimiento del juicio o de los actos en que intervengan


esté atribuido por la Ley a la autoridad que ejerzan.

2º. Que les corresponda el conocimiento del pleito o actos con


preferencia a los demás Jueces o Tribunales de un mismo grado (art. 252
Pr).

15- RAMOS MÉNDEZ, F., Derecho Procesal Civil, t. I, Ed. José María Bosch, Barcelona,
1990, pág. 163.

85
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

2. Criterios de competencia

La distribución de asuntos entre los Tribunales se efectúa en base a


determinados criterios, que sirven para identificar el órgano jurisdiccional
que debe decidir un asunto concreto. Los criterios usuales, sin ser
completos, son los siguientes: a) Criterio objetivo, jerárquico o vertical; b)
Criterio territorial u horizontal; y c) Criterio funcional.

2.1. Criterio objetivo, jerárquico o vertical

El criterio objetivo, jerárquico o vertical, determina la elección del


órgano jurisdiccional por razón de su situación en la escala organizativa
de la justicia. Ello permite, por ejemplo, deslindar las atribuciones de
un Juzgado Local de las de un Juzgado de Distrito o de un Tribunal de
Apelaciones.

Este criterio se concreta de dos maneras distintas, y a veces


complementario. En unos casos el propio Código de Procedimiento Civil,
casuísticamente, indica el tipo de órgano jurisdiccional competente. Nos
encontramos así con un criterio de competencia objetiva por razón de la
materia. En otros casos, en ausencia de previsión expresa de la Ley, se
utiliza como baremo de distribución la cuantía litigiosa del asunto. Es este
el criterio de competencia objetiva por razón de la cuantía.

Estos dos criterios nos permiten determinar la competencia jerárquica


para entender de un asunto concreto, hablándose en general de la
competencia objetiva.

2.2. Criterio territorial u horizontal

Este criterio señala en abstracto el Tribunal competente por razón del


territorio. Existiendo Tribunales de la misma categoría y, por lo tanto,
jerárquicamente iguales, es preciso atenerse a alguna norma para la
distribución de los asuntos entre ellos.

Esta norma nos la proporciona la porción de territorio o demarcación


judicial que ocupan, cuya determinación depende de un criterio
administrativo y de organización, como sabemos. Mediante este criterio se
deslinda en abstracto la porción de asuntos que corresponden, por ejemplo,

86
William Ernesto Tórrez Peralta

a los Tribunales de Managua de los que corresponden a los de León dentro


de un mismo orden jerárquico. Se habla en este caso de competencia
territorial.

La competencia territorial permite discernir entre dos Jueces de igual


grado jurisdiccional cuál es el competente en abstracto para entender de
un asunto concreto. Encuentra su fundamento en la existencia de diversos
Tribunales del mismo grado a lo largo del territorio nacional. Tiene como
objetivo la distribución de los asuntos entre ellos, por razón del territorio,
en atención a diversos criterios. De esta manera se concreta en la mayoría
de los casos el Juez que ha de entender del asunto.

2.3. Criterio funcional

Este criterio deriva de su aprovechamiento integral de la organización


administrativa de la justicia, tanto en su aspecto jerárquico como en su
aspecto territorial. Determinados cometidos son atribuidos a un Tribunal
en virtud de la posición que ocupa respecto de otro en el aspecto
organizativo.

De esta manera se delimita, por ejemplo, el Tribunal competente para


entender de la segunda instancia en cada juicio, fijándose el órgano de la
primera instancia por los criterios objetivos y territoriales antes señalados.
Se trata, pues, de un criterio en principio residual para determinar la
competencia, que resulta de las funciones que competen a un Tribunal
respecto de otro. Por ello, se habla que en estos casos de competencia
funcional16.

3. Tratamiento procesal de la competencia objetiva

La disciplina procesal de este criterio de competencia ofrece las


siguientes características: a) Aspectos que comprende; b) Control de oficio;
c) Control de instancia de parte; y d) Modificación de la competencia
objetiva por conexión.

16- RAMOS MÉNDEZ, F., Derecho Procesal…, op. cit., t. I, 1990, pág. 166.

87
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

3.1. Aspectos que comprende

Como sabemos, la competencia objetiva se determina en base a dos


criterios: por razón de la materia y por razón de la cuantía. Mediante estos
dos criterios se individualizan los dos aspectos que comprende: el Tribunal
jerárquicamente competente y el procedimiento adecuado para tramitar el
juicio.

3.2. Control de oficio

En diversos preceptos establece el Código de Procedimiento Civil la


obligación de control de oficio por parte del Juez de su propia competencia
objetiva:

1º. En ningún caso se promoverán de oficio las cuestiones de


competencia en los asuntos civiles; pero el Juez que se crea incompetente
podrá abstenerse de conocer, previendo a las partes que usen de su derecho
ante quien corresponda. Este auto será apelable en ambos efectos (art. 303
Pr).

2º. La cuantía de lo que es objeto la demanda, fija la competencia


de los funcionarios de justicia para conocer de ella y el trámite que debe
seguirse (art. 1032 Pr).

3.3. Control a instancia de parte

No obstante, el deber de control de oficio por parte del Juez, las partes
también pueden denunciar la falta de competencia objetiva del órgano
jurisdiccional:

1º. Mediante los recursos ordinarios e incluso mediante el recurso


de casación fundado en el numeral 9° del artículo 2057 del Código de
Procedimiento Civil.

2º. Mediante el incidente de impugnación de la cuantía.

3º. Por vía de la excepción dilatoria del artículo 821 «la incompetencia
de jurisdicción» Pr.

88
William Ernesto Tórrez Peralta

3.4. Modificación de la competencia objetiva por conexión

La conexión influye de muy diversa manera y amplitud respecto de


los criterios de competencia. En este momento nos interesa señalar lo
siguiente:

1º. Como regla general los Jueces y Tribunales que tengan competencia
para conocer de un pleito, la tendrán también para conocer de las
excepciones que en él se propongan, para la reconvención en los casos que
proceda, para todas sus incidencias, para llevar a efecto las providencias y
autos que dictaren, y para la ejecución de las sentencias (art. 254 Pr).

2º. Un caso particular se da en el supuesto de acumulación de acciones:


Las acciones que por razón de la cuantía de la cosa litigiosa deban ejercitarse
en juicio verbal, podrán acumularse a las de mayor cuantía.

En estos casos se determinará la competencia del Juez, según fuere el


interés total de las acciones acumuladas (art. 833 Pr).

3.5. La competencia por razón de la materia

Es éste uno de los parámetros que integra el criterio de competencia


objetiva. Es el criterio más sencillo para determinar el Tribunal competente
por razón de su jerarquía. El propio Código de Procedimiento Civil señala,
caso por caso, específicamente, el Tribunal competente. Las razones que
abonan este criterio de estricta oportunidad (o inoportunidad) legislativa
son criticables por cuanto no permiten sentar regla general alguna en
la materia. Es un criterio altamente casuístico, cuyo campo abonado lo
constituye la materia de los proceso especiales.

En todos estos casos, al existir una norma legal que prevé expresamente
el Tribunal jerárquicamente competente puede decirse que la competencia
objetiva se determina automáticamente.

3.6. La competencia por razón de la cuantía


Sin embargo, las normas genéricas para determinar la competencia
objetiva de un Tribunal vienen concebidas en función de la cuantía del
objeto del proceso.

89
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Por ello el Pr., establece unas reglas para determinar la clase de juicio
utilizable, así como los incidentes a que puede dar lugar la impugnación
de la cuantía.

3.6.1. Reglas para determinar la cuantía de los juicios

Como regla general incumbe al actor fijar con precisión en la demanda


la cuantía objeto del pleito, conforme el baremo general y a las reglas
especificas que señala el Código de Procedimiento Civil, para concretarla
en casos particulares.

Estas reglas para calcular el valor de las demandas y determinar por


él la clase de juicio en que hayan de ventilarse son las siguientes (art. 285
Pr):

1º. En las acciones posesorias y reivindicatorias, se calculará el valor de


la cosa objeto del pelito por el que conste en la escritura más moderna de su
adquisición. A falta de escritura se estará a las disposiciones generales.

2º. En las obligaciones pagaderas a plazos diversos, se calculará el


valor por el de toda la obligación, cuando el juicio verse sobre validez del
título mismo de la obligación en la totalidad.

3º. Si se pidieren en la demanda los daños y los perjuicios juntos con


el principal, se tendrá por líquida la cuantía, si se expresare de un modo
determinado el valor de lo principal y de los daños y perjuicios. Si no se
hiciere así, no se tomará en cuenta más que el valor del principal, y no se
entenderán los daños y perjuicios.

4º. Para la fijación del valor de la demanda sólo se tomaran en cuenta


los frutos e intereses vencidos.

5º. Cuando varios créditos pertenecieren a diversos interesados y


procedieren de un mismo título de obligación contra un deudor común,
si cada acreedor o dos o mas acreedores entablaren por separado su
demanda, se calculará como valor, para determinar la cuantía, la cantidad
a que asciende la reclamación.

90
William Ernesto Tórrez Peralta

6º. El las demandas que comprendiere créditos o acciones contra el


mismo deudor, se calculará la cuantía por el valor de todos los créditos
reunidos.

7º. En las demandas de desahucio se estimará la cuantía de la acción


por el valor de la renta durante un semestre.

8º. Si el juicio versare sobre el derecho de exigir prestaciones periódicas


perpetua o por tiempo indeterminado, se considerará la acción como de
mayor cuantía.

9º. En los juicios para reclamar pago de cédulas hipotecarias, será Juez
competente el que lo sea atendido el monto de la obligación hipotecaria
porque fueron emitidos, inclusive los intereses vencidos, si los hubiere.

10º. Si el demandante no acompañare documentos, o si de ellos no


apareciere estar esclarecido el valor de la cosa y la acción entablada fuere
personal, se determinará la cuantía de la materia por la apreciación que el
demandante hiciere en su demanda verbal o escrita.

11º. Si la acción entablada fuere real y el valor de la cosa no apareciere


determinado del modo indicado en el inciso 1º de este artículo, se estará a
la apreciación que las partes hicieren de común acuerdo.

12º. Por el simple hecho de haber comparecido ante el Juez para


cualquier diligencia o trámite del juicio, todas las partes juntas o cada
una de ellas separadamente sin que ninguna haya entablado reclamo por
incompetencia nacida del valor de la cosa disputada, se presume de derecho
el acuerdo de que habla el inciso anterior y se establece la competencia del
Juez para seguir conociendo del litigio que ante él se hubiere entablado.

13º. Si el valor de la cosa demandada por acción real no fuere


determinado del modo que indican los incisos anteriores, el Juez ante
quien se hubiere entablado la demanda nombrará un perito para que avalúe
la cosa, y se reputará por el mero valor de ella para el efecto de determinar
la cuantía del juicio el que dicho perito fijare.

91
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

14º. Si lo que se demanda fuere el resto de una cantidad mayor que


hubiere sido antes pagada en partes, se atenderá para determinar la cuantía
de la materia, únicamente al valor del resto insoluto.

Las demandas cuya cuantía sea inestimable, como las que versan sobre
el estado civil y condición de las personas, son del conocimiento del Juez
de Distrito de lo Civil (art. 284 Pr).

Si el valor de la cosa disputada aumentaré o disminuyere durante


la instancia, no sufrirá alteración alguna la determinación que antes se
hubiere hecho con arreglo a la Ley (art. 286 Pr).

Tampoco sufrirá la determinación alteración alguna, en razón de lo


que se deba por intereses o frutos devengados después de la fecha de la
demanda, ni de lo que se deba por las costas o daños causados durante el
juicio.

Pero los intereses, frutos o daños debidos antes de la demanda, se


agregarán al capital demandado, y se tomarán en cuenta para determinar
la cuantía de la demanda (art. 287 Pr).

4. Tratamiento procesal de la competencia territorial

4.1. Prorrogabilidad

Como se ha señalado, en materia de competencia territorial, el Tribunal


competente no se determina tan solo por el criterio del territorio, sino
también por la decisiva voluntad de las partes. Esto permite calificar la
competencia territorial de prorrogable, respecto no obstante, en todos los
caso las normas de competencia objetivas. Así lo dispone el artículo 253
del Código de Procedimiento Civil: La jurisdicción civil podrá prorrogarse
a Juez o Tribunal que por razón de la materia, de la cantidad objeto de
litigio y de la jerarquía que tenga en el orden judicial, pueda conocer del
asunto que ante él se proponga.

Esto posibilita que las partes puedan elegir libremente el Tribunal que
ha de entenderse de un asunto en concreto y, entre otras manifestaciones,
la sumisión tácita y la sumisión expresa.

92
William Ernesto Tórrez Peralta

Pueden por ello las partes elegir cualquier Tribunal, prescindiendo


de que sea el competente en abstracto según las regla señaladas e
independientemente de que se promueva cuestión de competencia.

4.2. Modificación de la competencia territorial por conexión

Si se trata de varias acciones personales acumuladas, en principio hay que


aplicar el fuero general del artículo 265 inc. 1º del Código de Procedimiento
Civil. Sin embargo, cuando la demanda se dirija simultáneamente contra
dos o más personas que residan en pueblos diferentes y estén obligadas
mancomunada o solidariamente, no habiendo lugar destinado para el
cumplimiento de la obligación, será Juez competente el del domicilio de
cualquiera de los demandados, a elección del demandante (art. 265 inc.1º
párrafo final Pr).

Si se trata de una acumulación objetiva de acciones, hay que atender


a la acción principal, que puede ser la de mayor contenido económico o la
que afecte a un número mayor de interesados.

4.3. Control de la competencia territorial

Puesto que todos los Tribunales ofrecen las mismas garantías, en


principio es absolutamente indiferente el lugar en donde se presente una
demanda y el Juez que haya de resolverla. Ellos suponen lo siguiente:

a) Que está vedado al Tribunal el control de oficio de su competencia


territorial: En ningún caso se promoverán de oficio las cuestiones de
competencia en los asuntos civiles (art. 303 Pr).

b) Queda, pues, en manos de las partes el control de la competencia


territorial, a través de las cuestiones de competencia, que, como sabemos,
pueden formularse mediante la declinatoria y la inhibitoria.

c) Aun así, la cuestión de competencia territorial no supone discutir si


un Tribunal es o no competente en abstracto, sino, sólo decidir entre los
dos Tribunales implicados en la cuestión de competencia cuál de ellos es
el más competente según el orden de prelación de criterios que rige en la
materia.

93
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

4.4. Integración de la competencia territorial mediante el auxilio


judicial

La distribución del territorio entre los diversos Tribunales determina


el que cada uno sea el competente exclusivamente en su propio territorio
y no lo sea en el territorio de las demás Tribunales. Por ello, en el caso
de necesitar de cualquier actuación que haya de realizarse fuera de
su demarcación ha de acudir a la vía del auxilio judicial, recabando la
colaboración del Tribunal correspondiente (arts. 140 y 141 Pr).

Este principio pugna con un criterio de economía y eficacia en la


actividad jurisdiccional y responde a un mal entendido concepto de la
propia soberanía jurisdiccional. En efecto, no produce menoscabo alguno
en la competencia de un Tribunal el hecho de que la actuación se realice
directamente por el Tribunal que interviene de primera mano en el asunto.
Buena prueba de ello es el cumplimiento de los diversos despachos de
auxilio judicial siempre se inserta la coletilla «se acepta, sin perjuicio de
la propia competencia».

4.5. Fueros en orden a la determinación de la competencia


territorial

Por orden de prelación entre ellos, los criterios que sirven para
determinar la competencia territorial son los siguientes: a) La sumisión
tácita; b) La sumisión expresa, c) Fueros legales específicos; d) Fueros
legales generales; y e) El domicilio del demandado.

4.5.1. La sumisión tácita

La denominada sumisión tácita consiste en el efecto que la Ley otorga


a determinadas actuaciones de las partes procesales ante un Juzgado, en el
sentido de que dicha actividad equivale al reconocimiento implícito de la
competencia territorial del Juzgado. Es por lo tanto, el modo más simple
de determinación de este tipo de competencia.

Habitualmente se habla de la sumisión como una causa de modificación


de las reglas generales de competencia territorial de las partes. En realidad,
me parece que la opinión no es exacta por cuanto que la propia sumisión
constituye una regla general en este tipo de competencia, la regla preferente

94
William Ernesto Tórrez Peralta

por antonomasia. Se ha indicado que los criterios de competencia territorial


conjuga dos factores distintos: el territorio y la voluntad de las partes.

Será Juez competente para conocer de los pleitos a que dé origen


el ejercicio de las acciones de toda clase, aquél a quien los litigantes se
hubieren sometido expresa o tácitamente. Esta sumisión sólo podrá hacerse
a Juez que ejerza jurisdicción ordinaria y que la tenga para conocer de la
misma clase de negocios y en el mismo grado (art. 260 Pr).

En la sumisión tácita prima desde luego el factor voluntad, manifestada


en determinadas actuaciones de las partes. Voluntad que ha de ser
concurrente, es decir, bilateral, púes la actuación de una sola parte no
genera sumisión.

Según el artículo 262 del Código de Procedimiento Civil, se entenderá


hecha la sumisión tácita:

1º. Por el demandante, en el mero hecho de acudir al Juez interponiendo


la demanda.

2º. Respecto al demandado, en juicio ordinario o en otro que requiera


contestación, en el hecho de practicar cualquier gestión o presentar
cualquier solicitud antes de oponer la excepción de incompetencia, salvo
las que conduzcan a preparar o fundar dicha excepción.

3º. Respecto al demandado en cualquier clase de juicio o al citado para


actos prejudiciales por el hecho de no protestar contra los procedimientos
por incompetencia del Juez al siguiente día de la primera notificación que
se le haga. En este segundo caso, la prorroga de jurisdicción se entenderá
aún para el asunto principal.

4.5.2. La sumisión expresa

La sumisión expresa consiste en un acuerdo de los interesados,


bilateral y anterior al proceso, mediante el cual se determina el Juzgado
competente por razón del territorio para el caso de litigio sobre un problema
concreto.

95
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Es un acuerdo, por tanto supone capacidad en los que otorgan y


además consentimiento. No se presume, sino que ha de estar exteriorizado
formalmente, por regla general, por escrito.

Es bilateral, no se deja la determinación de la misma sólo a arbitrio de


una de las partes. Ello tiene trascendencia no sólo en cuanto a su validez,
sino también en cuanto a sus efectos. No vincula más que a las partes y a
sus causahabientes, sin que afecte a terceros.

Se concluye el acuerdo con anterioridad al proceso, pero proyectado


en función de un eventual proceso futuro. Su objeto es determinar el
Juzgado competente territorialmente para caso de litigio, para lo cual,
como veremos, se le exige un determinado contenido.

Según el artículo 261 del Código de Procedimiento Civil, se entenderá


por sumisión expresa la hecha por los interesados renunciando clara
y terminantemente a su domicilio propio, ya sea designando con toda
precisión el Juez a quien se sometieren o ya decidiendo que se sujetan
al que designe el actor o acreedor. En caso que el demandado hubiese
renunciado expresamente a su domicilio y se le hubieren secuestrado o
embargado bienes preventivamente, la acción correspondiente deberá
presentarse en el domicilio del demandado o del demandante. Ello implica
que el contenido de la sumisión expresa ha de ser doble:

1º. La renuncia al fuero propio, de manera clara y terminante, lo


que excluiría la renuncia implícita. Por fuero propio se ha de entender el
domicilio de los interesados.

2º. La designación del Juez a quien se someten, con toda precisión,


que ha de ser un Juez de la jurisdicción ordinaria. Dentro de la precisión,
son admisibles formulas varias de designación, siempre que no sean
arbitrarias.

La sumisión expresa exige normalmente un principio de prueba por


escrito. Normalmente puede consistir en una cláusula inserta en el contrato
original, pero no hay inconveniente en que figure en un documento
separado o accesorio, e incluso en las condiciones generales de los
llamados contratos de adhesión.

96
William Ernesto Tórrez Peralta

El principal efecto de la sumisión expresa es la prorrogación del


fuero, excluyendo precisamente el del domicilio de los interesados. Con
este criterio de competencia se determina por voluntad de las partes el
Juez competente territorialmente. De aquí que obligue a las partes y a sus
causahabientes, mientras el convenio no se revoque.

La sumisión expresa está sujeta a las siguientes limitaciones


principalmente:

1º. Es preciso respetar las normas de competencia objetiva, que son


inderogables por voluntad de las partes. Esta sumisión sólo podrá hacerse
a Juez que ejerza jurisdicción ordinaria y que la tenga para conocer de la
misma clase de negocios y en el mismo grado (art. 260 inc. 2º Pr).

2º. Hay que observar también las normas sobre competencia funcional,
la sumisión expresa o tácita a un Juzgado para la primera instancia, se
entenderá hecha para la segunda al superior jerárquico del mismo a quien
corresponda conocer de la apelación (art. 263 Pr). En ningún caso podrán
someterse las partes, expresa ni tácitamente, para el recurso de apelación
a Juez o Tribunal diferente de aquél a quien esté subordinado el que haya
conocido en primera instancia (art. 264 Pr).

3º. Hay que respetar asimismo las reglas del repartimiento de negocios.
En las poblaciones donde haya dos o más Jueces del mismo grado, el
repartimiento de los negocios determinará la competencia relativa entre
ellos, sin que puedan las partes someterse a uno de dichos Jueces, con
exclusión de los otros.

4.5.3. Fueros legales específicos

No mediando sumisión tácita ni sumisión expresa, hay que acudir a


los fueros que señala la Ley como criterios de competencia territorial.
Dentro de estos fueros legales tienen preferencia los específicos sobre los
generales.

El elenco de los fueros legales específicos contiene una diversidad de


supuestos en los que la competencia territorial está prevista caso por caso.
La enumeración de dichos fueros se contiene en el artículo 266 del Código
de Procedimiento Civil:

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

a) Fueros específicos en juicios especiales:

1º. En las demandas sobre estado civil, será, Juez competente el del
domicilio del demandado.

2º. En las demandas sobre rendición y aprobación de las cuentas que


deben dar los administradores de bienes ajenos, será Juez competente el
del lugar donde deban presentarse las cuenta, y no estando determinado, el
del domicilio del poderdante o dueño de los bienes, o el del lugar donde se
desempeñe la administración, a elección de dicho dueño.

3º. En los juicios de testamentaria o ab intestato, será competente el


Juez del lugar en que hubiere tenido el finado su último domicilio. Si lo
hubiere tenido en país extranjero, será Juez competente el del lugar de su
último domicilio en Nicaragua, o donde estuviere la mayor parte de sus
bienes.

4º. Se regirán también por la regla anterior los juicios de testamentaría


que tengan por objeto la distribución de los bienes entre los pobres,
parientes u otras personas llamadas por el testador, sin designarla por sus
nombres. Cuando el juicio verse sobre capellanías u otras fundaciones
antiguas, será Juez competente el de cualquiera de los lugares en cuya
jurisdicción estén situados los bienes, a elección del demandante.

5º. En las demandas sobre herencias, su distribución, cumplimiento


de los legados, reclamaciones de acreedores testamentarios y hereditarios,
mientras estuvieren pendientes los autos de testamentaría o ab intestato,
será Juez competente el que conociere de éstos juicios.

6º. En las demandas en que se ejerciten acciones de desahucio, será


Juez competente el del lugar en que estuviera situada la cosa litigiosa o el
del domicilio del demandado actual o último en la República, a elección
del demandante.

7º. En las acciones para retener y recobrar posesión, en las de obra


nueva y obra ruinosa y en los deslindes, será Juez competente el del lugar
en que esté situada la cosa objeto de la acción o deslinde.

98
William Ernesto Tórrez Peralta

8º. En las demandas en que se ejercitaren acciones relativas a la gestión


de la tutela, en las excusas de estos cargos después de haber empezado a
ejercerlos, y en las demandas de remoción de los guardadores, será Juez
competente el del lugar en que se hubiere administrado la guardaduría, o
el del domicilio del guardador.

b) Fueros específicos por conexión:

1º. En las demandas sobre obligaciones de garantía o complemento de


otras anteriores, será Juez competente el que lo sea para conocer, o esté
conociendo de la obligación principal sobre que recayere.

2º. En las demandas de reconvención será Juez competente el que esté


conociendo de la que es materia principal del litigio.

No es aplicable esta regla cuando el valor pedido de la reconvención


excediere de la cuantía a que alcance las atribuciones del Juez que
entendiere en la primera demanda, en cuyo caso éste reservara al actor de la
reconvención su derecho para que ejercite su acción donde corresponda.

c) Fueros específicos de medidas cautelares:

1º. En los secuestros y embargos preventivos será competente el Juez


de la circunscripción en que estuvieren los bienes que se hubieren de
embargar o secuestrar.

2º. En los depósitos de personas, será Juez competente el que conozca


del pleito o causa que lo motive. Cuando no hubiere autos anteriores, será
Juez competente el del domicilio de la persona que deba ser depositada.
Cuando circunstancias particulares lo exigieren, podrá decretar interina
y provisionalmente el depósito el Juez del lugar en que se encuentre la
persona que debe ser depositada, remitiendo las diligencias al Juez de
Distrito competente, y poniendo a su disposición la persona depositada.

3º. En las cuestiones de alimentos, cuando éstos se pidan


incidentalmente, en los casos de depósito de persona o en un juicio, será
Juez competente el del lugar en que tenga su domicilio aquél a quien se
pidan.

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

d) Fueros específicos de juicios concursales:

1º. En los concursos de acreedores y en las quiebras, cuando fuere


voluntaria la presentación del deudor en este estado, será Juez competente
el del domicilio del mismo.

2º. En los concursos o quiebra promovidos por los acreedores, el de


cualquiera de los lugares en que se esté conociendo de las ejecuciones.
Será entre ellos preferido el del domicilio del deudor, si éste o el mayor
número de acreedores lo reclamasen. En otro caso, los será aquél en que
antes se decretare el concurso o la quiebra.

e) Fueros específicos en materia de jurisdicción voluntaria:

1º. En el nombramiento y discernimiento del cargo de guardador para


los bienes y excusas de estos cargos, será Juez competente el del domicilio
del padre o de la madre, cuya muerte ocasionare el nombramiento, y en su
defecto, el del domicilio del menor o incapacitado, o el de cualquier lugar
en que tuviere bienes inmuebles.

2º. El nombramiento de guardadores para pleito, será competente el


Juez del lugar en que los menores o incapacitados tenga su domicilio, o el
del lugar en que necesitaren comparecer en juicio.

3º. En las diligencias para elevar a escritura públicas los testamentos


o memorias otorgadas verbalmente, o los escritos, sin intervención de
Notario público, y en las que hayan de practicarse para la apertura de los
testamentos cerrados, será Juez competente el del lugar en que se hubieren
otorgado dichos documentos o donde se abra la sucesión.

4º. En las informaciones para perpetua memoria, será Juez competente


el del lugar en que hayan ocurrido los hechos, o aquel en que estén, aunque
sea accidentalmente, los testigos que hayan de declarar. Cuando estas
informaciones se refieran al estado actual de cosas inmuebles, será Juez
competente el del lugar en que estuvieren situados éstos.

5º. En los casos de presunción de muerte por desaparecimiento, el


Juez del lugar en que el desaparecido hubiere tenido su último domicilio,
será competente para declarar la presunción de muerte y para conferir

100
William Ernesto Tórrez Peralta

la posesión provisional o definitiva de los bienes del desaparecido a las


personas que justifiquen tener derecho a ello (art. 267 Pr).

4.5.4. Fueros legales generales

Los fueros generales están establecidos en el artículo 265 del Código


de Procedimiento Civil, en función del tipo de acción ejercitada en la
demanda:

a) Fuero general de las acciones personales. En los juicios en que se


ejerciten acciones personales, será Juez competente el del lugar en que
deba cumplirse la obligación, y a falta de éste, a elección del demandante,
el del domicilio del demandado, o el del lugar del contrato, si hallándose
en él, aunque accidentalmente, pudiera hacérsele el emplazamiento.

Cuando la demanda se dirija simultáneamente contra dos o más


personas que residan en pueblos diferentes, y estén obligadas mancomunada
o solidariamente, no habiendo lugar destinado para el cumplimiento de la
obligación, será Juez competente el del domicilio de cualquiera de los
demandados, a elección del demandante.

b) Fuero general de las acciones reales. En los juicios en que se ejerciten


acciones reales sobre bienes muebles o semovientes, será Juez competente
el del lugar en que se hallen, o el del domicilio del demandado, a elección
del demandante.

Cuando la acción real se ejercite sobre varias cosa inmuebles, o sobre


una sola que esté situada en diferentes jurisdicciones, será Juez competente
el de cualquiera de los lugares en cuya jurisdicción estén situados los
bienes, a elección del demandante.

c) Fueros generales de las acciones mixtas. En los juicios que se


ejerciten acciones mixtas, será Juez competente el del lugar en que se hallen
las cosas, o el del domicilio del demandado, a elección del demandante.

101
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

4.5.5. El domicilio del demandado

En último lugar actúa como criterio de competencia territorial el


domicilio del demandado, que en realidad es un fuero general también y
no un fuero subsidiario.

Este criterio se tiene en cuanta unas veces el domicilio propiamente


dicho y otras la mera residencia del demandado:

a) «La mujer casada tiene el domicilio de su marido, aún cuando se


halle en otro lugar con su avenimiento. La que esté separada de su marido
por autoridad competente, conserva el domicilio de su dicho marido, si no
se ha creado otro. La viuda conserva el que tuvo su marido, mientras no
se establezca en otra parte» (art. 270 Pr). Considero que el domicilio legal
del matrimonio es el que los cónyuges hayan fijado de común acuerdo, o
el que haya fijado el Juez, en caso de discrepancia, teniendo en cuenta el
interés de la familia.

b) El domicilio de los hijos constituidos en potestad, será el de sus


padres. El de los menores o incapacitados sujetos a tutela o curatela, el de
sus guardadores.

c) El domicilio legal de los comerciantes, en todo lo concerniente a


actos o contratos mercantiles y a sus consecuencias, será el lugar donde
tuvieren el centro de sus operaciones comerciales. Los que tuvieren
establecimientos mercantiles a su cargo en diferentes circunscripciones
judiciales podrán ser demandados por acciones personales en aquel en que
tuvieren el principal establecimiento, o en el que se hubieren obligados, a
elección del demandante (art. 282 Pr).

d) El domicilio de las corporaciones, asociaciones, establecimientos


bancarios y demás reconocidos por la ley, es el lugar donde está situada su
dirección o administración salvo los que dispusieren sus estatutos o leyes
especiales, con tal que el domicilio que en ellos se determine, esté dentro
de la demarcación territorial sujeta al Código Civil (art. 279 párrafo 1º
Pr).

e) El domicilio de las agencias o sucursales de compañías o


instituciones extranjeras respecto de los negocios verificados en Nicaragua,

102
William Ernesto Tórrez Peralta

será el nicaragüense; y se reputaran como sus representantes legales los


apoderados o agentes constituidos en la República (art. 279 párrafo 2º
Pr).

f) El domicilio legal de los empleados y funcionario públicos será el


del lugar en que sirven su destino (art. 274 Pr).

g) El domicilio legal de los militares en servicio activo será el del


lugar en que están destinados (art. 275 Pr).

h) Fuero de la residencia. En los casos en que no esté señalado el


domicilio para surtir fuero competente, si el que ha de ser demandado no
lo tuviere en ningún punto del territorio nacional, será Juez competente el
de su residencia (art. 283 párrafo 1º Pr).

i) Los que no tuvieren domicilio y residencia fija, podrán ser


demandados en el lugar en que se hallen o en el de su última residencia a
elección del demandante (art. 283 párrafo 2º Pr).

5. Tratamiento procesal de la competencia funcional

En general, aunque las leyes silencien el problema, hay que pronunciarse


por un control de oficio por el propio Tribunal de su competencia funcional
para entender de la actuación de que se trate.

Puesto que es un criterio concebido en función de los restantes criterio


de competencia, su determinación es también automática, una vez sentado
dichos criterios. Así, fijando el Tribunal de primera instancia resulta
también determinado automáticamente el de la segunda instancia, sin que
sea posible acudir a un Tribunal distinto (arts. 263 y 264 Pr).

La infracción de una norma de competencia funcional puede también


ser denunciada por las partes a través de los recursos ordinarios e
incluso mediante la nulidad de actuaciones. Por la vía del artículo 821
«la incompetencia de jurisdicción» del Código de Procedimiento Civil.
Cualquier actuación que no respete el criterio de competencia funcional es
nula de pleno derecho.

103
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

La existencia de este criterio de competencia no está aprovechado al


máximo por el Código de Procedimiento Civil para establecer unas reglas
generales. Antes bien, el conjunto de normas de competencia funcional
puede decirse que son confusas y casuísticas y, desde luego, en gran
medida contrarias a cualquier principio de organización. A este estado de
cosas contribuye la inconsistente forma de legislar en materia orgánica a
lo largo de los últimos años.

Las principales manifestaciones de la competencia funcional son las


siguientes:

1ª. La atribución del conocimiento de la segunda instancia de un juicio


al Tribunal jerárquicamente superior al que conozca del asunto en primera
instancia.

2ª. La atribución del conocimiento de los recursos de casación a la


Corte Suprema de Justicia.

3ª. La atribución de la ejecución de una sentencia firme al Tribunal


que dictó la sentencia de primera instancia.

6. Las cuestiones de competencia

El control de la competencia territorial de un Tribunal está encomendado


a la iniciativa de las partes a través de las denominadas cuestiones de
competencia.

Este sistema legal vigente se asienta sobre las siguientes bases:

1º. En principio, según la terminología del Código de Procedimiento


Civil, dos son los caminos para plantear las cuestiones de competencia,
según se acuda al Tribunal considerado competente o incompetente:
Las cuestiones de competencia podrán promoverse por inhibitoria o por
declinatoria.

La inhibitoria se intentará ante el Juez o Tribunal a quien se considere


competente, pidiéndole que dirija oficio al que se estime no serlo, para que
se inhiba y remita los autos.

104
William Ernesto Tórrez Peralta

La declinatoria se propondrá ante el Juez o Tribunal a quien se


considere incompetente, pidiéndole que se separe del conocimiento del
negocio y remita los autos al tenido por competente (art. 301 Pr).

Sin embargo, esto no es exacto, porque en realidad verdadera cuestión


de competencia sólo existe en la inhibitoria.

2º. Las cuestiones de competencia positivas ante los Tribunales se han


de tramitar por el cauce de la inhibitoria, según el procedimiento que se
expondrá a continuación.

3º. Aunque la declinatoria es una forma para denunciar la incompetencia


territorial de un Tribunal, no constituye una verdadera cuestión de
competencia. Se sustancia bien como excepción dilatoria (art. 821 la
incompetencia de jurisdicción), bien como incidente (art. 309 párrafo final
Pr).

4º. Las cuestiones de competencia negativas se resuelven por el cauce


indicado en el artículo 335 del Código de Procedimiento Civil: Cuando
la cuestión de competencia entre dos o más Tribunales fuere negativa por
rehusar todos entender en un negocio, la decidirá el superior común o
la Corte Suprema en su caso, siguiendo para ellos los mismos trámites
prescritos para las demás competencias.

6.1. La inhibitoria

6.1.1. Concepto

La inhibitoria es en realidad la única fórmula en la que se produce


verdaderamente una cuestión de competencia positiva, una discusión entre
dos Tribunales sobre cuál de ellos es mas competente. Consiste como
sabemos, en la cuestión de competencia positiva entre dos Tribunales
promovida a instancia de parte ante el Tribunal que se considera competente
y que pretende conocer de un asunto del que está conociendo otro Tribunal,
considerado incompetente (art. 301 Pr).

105
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

6.1.2. Sujetos intervinientes

a) Partes.

La inhibitoria y la declinatoria podrán ser propuestas por los que sean


citados ante el Juez incompetente o que puedan ser parte legítima en el
juicio promovido (art. 302 Pr).

b) Los Tribunales.

Pueden promover y sostener, a instancia de parte legítima, las


cuestiones de competencia (art. 310 Pr):

1º. Los Juzgados Locales.

2º. Los Jueces de Distrito.

3º. La Corte Suprema y los Tribunales de Apelaciones.

Ningún Juez o Tribunal puede promover cuestiones de competencia


a su inmediato superior jerárquico, sino exponerle, a instancia de parte
las razones que tenga para creer que le corresponde el conocimiento del
asunto.

El superior sin más trámite resolverá dentro de tercero día, lo que estime
procedente, comunicando esta resolución al inferior para su cumplimiento
(art. 311 Pr).

Cuando algún Juez o Tribunal entienda en negocios que sean de


las atribuciones y competencia de su inmediato superior o del Tribunal
Supremo, se limitarán éstos a ordenar a aquel, también a instancia de
parte, que se abstenga de todo procedimiento o le remita los antecedentes
(art. 312 Pr).

En los casos de los dos artículos anteriores, los Jueces y Tribunales


darán siempre cumplimiento a la orden de su inmediato superior, sin
ulterior recurso, cuando éste sea la Corte Suprema. Contra las resoluciones
de los Tribunales de Apelaciones, y sin perjuicio de su cumplimiento, las
partes que se crean agraviadas, podrán recurrir dentro de tercero día a la

106
William Ernesto Tórrez Peralta

Corte Suprema. Esta pedirá informe con justificación, o reclamando los


autos del Tribunal que hubiere dictado la resolución, resolverá dentro de
seis días lo que estime conveniente (art. 313 párrafo 1º Pr).

c) Tribunales que deciden la inhibitoria.

La regla general la establece el artículo 328 del Código de Procedimiento


Civil: Cuando los Jueces o Tribunales entre quienes se empeñe la cuestión
de competencia tuvieren un superior común, a éste corresponderá dirigirla,
y en otro caso, a la Corte Suprema.

Corresponde, por tanto:

1º. A los Jueces de Distrito, decidir las competencias que se promuevan


entre los Jueces Locales de su respectiva jurisdicción.

2º. A las Salas respectivas de los Tribunales de Apelaciones, las que se


promuevan entre los Jueces de Distrito y los Jueces Locales.

3º. A la Corte Suprema de Justicia en los demás casos.

6.1.3. Presupuestos

a) Pendencia de un proceso.

A este presupuesto se refiere el Código de Procedimiento Civil cuando


indica que no podrá promoverse ni proponerse cuestión de competencia en
los asuntos judiciales terminados por auto o sentencia firme (art. 306 Pr).

b) No mediar sumisión al Tribunal que conozca del asunto.

Resulta expresamente del artículo 305 del Código de procedimiento


Civil: No podrá proponer la inhibitoria ni la declinatoria el litigante que
se hubiese sometido expresa o tácitamente al Juez o Tribunal que conozca
del asunto.

c) No haber formulado previamente la declinatoria.

El que hubiere optado por uno de los medios señalados en el artículo

107
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

301 del Pr., no podrá abandonarlo ni recurrir al otro, ni emplear ambos


simultáneamente o sucesivamente, debiendo pasar por el resultado de
aquel a que hubiere dado la preferencia (art. 307 Pr).

El que promueva la cuestión de competencia por cualquiera de los


dos medios antes dicho, expresará en el escrito en que lo haga no haber
empleado otro medio.

Si resultare lo contrario, por ese solo hecho será condenado en las


costas del incidente aunque se decida a su favor la cuestión de competencia
(art. 308 Pr).

6.1.4. Procedimiento

a) Interposición.

Las inhibitorias se propondrán siempre por escrito (art. 314 Pr). De


dicho escrito se ha de indicar también que no sea utilizada la declinatoria
(art. 308 Pr).

El Juez o Tribunal mandará por medio de auto librar oficio inhibitorio


o resolver que no ha lugar al requerimiento de inhibición (art. 315 Pr).

El auto declarando no haber lugar al requerimiento de inhibición


será apelable en ambos efectos, si lo hubiere dictado un Juez Local o de
Distrito.

Contra lo que dicten las Salas de los Tribunales de Apelaciones,


haciendo la misma declaración, tanto en apelación como en primera
instancia, sólo se dará en su caso el recurso de casación por quebrantamiento
de forma (art. 316 Pr).

b) Discusión judicial.

Con el oficio requiriendo la inhibitoria se acompañará testimonio del


escrito en que haya pedido, del auto que hubiere dictado, y de lo demás
que el Juez o Tribunal estime conducente para fundar su competencia (art.
317 Pr).

108
William Ernesto Tórrez Peralta

Luego que el Juez o Tribunal requerido reciba el oficio de inhibición,


ordenará la suspensión del procedimiento, y oirá a la parte o partes que
hayan comparecido en el juicio (art. 318 Pr).

La audiencia de las partes de que trata el artículo anterior será sólo por
el término de dos días, pasado el cual sin devolver los autos se recogerán
de oficio con escrito o sin él, y el Juez o Tribunal dictará auto inhibiéndose
o negándose a hacerlo (art. 319 Pr).

Contra el auto en que los Jueces o Tribunales se inhibieren del


conocimiento de un asunto, podrán entablarse los recursos expresados en
el artículo anterior (art. 320 Pr).

Consentido el auto en que los Jueces o Tribunales se hubieren inhibido


del conocimiento de un negocio, se remitirán los autos al Juez o Tribunal
que hubiere propuesto la inhibitoria con emplazamiento de las partes
por término de tres días para que puedan comparecer ante él a usar de su
derecho (art. 321 Pr).

Si se negare la inhibitoria se comunicará el auto dentro del tercero día


al Juez o Tribunal que la hubiese propuesto, con testimonio de los escritos
de los interesados y de los demás que se crea conveniente (art. 322 Pr).

En el oficio que el Juez o Tribunal requerido dirija en el caso del


artículo anterior, exigirá que se le conteste para continuar actuando, si se
le deja en libertad o remitir los autos a quien corresponda para la decisión
de la competencia. El término para contestar es de tres días (art. 323 Pr).

Recibido el oficio expresado en el artículo que precede, el Juez


o Tribunal requirente dictará auto sin más sustentación en el término
indicado en el artículo anterior, insistiendo en la inhibitoria o desistiendo
de ella (art. 324 Pr).

Contra el auto desistiendo de la inhibitoria se darán los recursos


expresados en el artículo 316 (art. 325 Pr).

Consentido el auto en que el Juez o Tribunal requirente desiste de la


inhibitoria, lo comunicara dentro de tercero día por medio de oficio, al

109
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

requerido de inhibición, remitiéndole lo actuado para que pueda unirlo a


los autos y continuar el procedimiento (art. 326 Pr).

Si el Juez o Tribunal requirente insistiere en la inhibitoria, lo comunicará


dentro de tercero día aunque hubiere sido requerido de inhibición, y ambos
remitirán por el primer correo sus respectivas actuaciones originales al
superior a quien corresponda dirimir la contienda (art. 327 Pr).

La remisión de los autos se hará siempre con emplazamiento a las


partes por el término de tercero día para ante quien se remite (art. 330
Pr).

c) Decisión.

El procedimiento que haya de resolver la cuestión de competencia es


el siguiente:

1º. Recibidos los autos en el Juzgado, dentro de tercero día el Juez


dictará sentencia aunque no hayan concurrido las partes.

2º. Si éstas se apersonaren, en el escrito de apersonamiento harán las


alegaciones que estimen convenientes.

3º. En los tres días siguientes dictará sentencia, decidiendo la


competencia. Contra esta sentencia, cuando fuere pronunciada por un Juez
de distrito no se dará recurso alguno (art. 331 Pr).

4º. Contra las sentencias de las Salas de los Civil en que se decidan
cuestiones de competencias, sólo se dará recursos de casación, por
quebrantamiento de forma, después de fallado en pelito en definitiva.

Contra la sentencia de la Corte Suprema de Justicia no habrá ulterior


recurso (art. 332 Pr).

d) Efectos.

Nos referimos aquí a los efectos de la proposición y decisión de la


inhibitoria:

110
William Ernesto Tórrez Peralta

1º. Las inhibitorias y las declinatorias suspenderán lo procedimientos


hasta que se resuelva la cuestión de competencia (art. 336 Pr).

Durante la suspensión, el Juez o Tribunal requerido de inhibitoria


podrá practicar, a instancia de parte legítima, cualquiera actuación que a
su juicio sea absolutamente necesaria y de cuya dilación pudiera resultar
perjuicio irreparable (art. 337 Pr).

2º. Todas las actuaciones que se hayan practicado hasta la decisión


de la competencia serán válidas, sin necesidad de que se ratifiquen ante el
Juez o Tribunal que se haya declarado competente (art. 338 Pr).

3º. El Juez o Tribunal que haya resuelto la competencia, remitirá el


pleito y las actuaciones que hayan tenido a la vista para decidirla, con
certificación de la sentencia al Juez o Tribunal declarado competente y lo
pondrá por medio de oficio en conocimiento del otro.

También cuidará de que se haga efectiva la condenación en costas


que hubiere impuesto, librando al efecto, previa su tasación, las ordenes
oportunas (art. 334 Pr).

e) Costas.

La Corte Suprema de Justicia podrá condenar al pago de las costas


causadas en la inhibitoria, al Juez o Tribunal y a la parte que la hubiese
sostenido o impugnado con notoria temeridad, determinando en su caso la
proporción en que deban pagarlas o si han de ser solamente de cuenta de
las partes o del Juez.

Cuando el que haya promovido la competencia se halle en el caso del


párrafo segundo del artículo 308, se le impondrán todas las costas.

Las mismas declaraciones pueden hacer las Salas de lo Civil y los


Jueces de Distrito, cuando decidan cuestiones de competencia.

Cuando no hicieren especial condenación de costas cada parte pagará


las causadas a su instancia (art. 333 Pr).

111
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

112
William Ernesto Tórrez Peralta

V — LA ACTIVIDAD PROCESAL

1. Los actos procesales

La actividad que desarrollan los sujetos que participan en el proceso,


Juez, partes y terceros intervinientes, se concreta en actos procesales que,
en conjunto, componen el proceso. El acto procesal es una especie del
acto jurídico, es decir, una expresión de la voluntad humana cuyo efecto
jurídico y directo tiende a la constitución, desenvolvimiento o extinción de
la relación jurídico-procesal.

Junto a los actos procesales, se estudian también los hechos procesales,


o hechos jurídicos, es decir, acaecimientos o eventos, no dominados por
una voluntad jurídica, que, sin embargo, proyectan su influencia en el
proceso (muerte de una parte, amnesia de un testigo, guerra, intimidación
o fuerza ejercida sobre el Juez, etc.).

Sin duda, que al ser el proceso un producto conciente y querido de la


voluntad humana, los actos procesales, tanto por su frecuencia como por
su importancia, son más relevantes en el estudio del proceso.

2. Régimen general de los actos procesales

La única referencia que existe en el Código de Procedimiento Civil al


régimen general de los actos procesales, se encuentra en el artículo 4: «Las
disposiciones de este Código rigen el procedimiento de las contiendas
civiles entre las partes, y de los actos de jurisdicción no contenciosa cuyo
conocimiento corresponde a los tribunales de justicia».

A partir de esta escueta previsión se elabora la teoría general de lo


actos procesales.

La disciplina dogmática del acto procesal se puede estructurar


de acuerdo con los siguientes extremos: a) Presupuestos de los actos
Procesales; b) Requisitos formales de los actos procesales; y c) Eficacia de
los actos procesales.

113
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

2.1. Presupuestos de los actos procesales

El acto procesal viene sometido a determinadas circunstancias fácticas


o jurídicas que son determinantes de la existencia del acto y por lo tanto,
de su admisibilidad. Dichas circunstancias son los condicionamientos que
se tienen que cumplir o que tienen que concurrir para que sea posible
el propio acto y están previstos expresamente por las normas procesales.
Así, por ejemplo, cuando la Ley habla de que para decretar un embargo
ejecutivo será necesario que con la solicitud se presente un documento
(título ejecutivo) del que resulte la existencia de la deuda y que la obligación
sea exigible (art. 1693 Pr), esta disponiendo un presupuesto del embargo
ejecutivo.

Estos presupuestos determinan a veces la persona que ha de realizar


el acto, por ejemplo, la reconvención es un acto exclusivo del demandado
(art. 1052 Pr); los autos son resoluciones típicamente judiciales (art. 415
Pr). Otras veces describen el hecho que tiene que ocurrir para hacer lo
posible, así cuando enumera las causas que hacen posible la recusación
(art. 341 Pr).

2.2. Requisitos formales de los actos procesales

La producción de los actos procesales está sometida también a


determinados requisitos formales, que, en general, son los siguientes:

a) Oralidad y escritura. La forma escrita u oral, como medio de


expresión externa del acto. En cada caso según el momento y el tipo de
proceso, la Ley prescribe una u otra fórmula. La demanda, por ejemplo,
se formula por escrito; las vistas de los pleitos en cambio, se celebran
oralmente (art. 101 LOPJ). El principio general es que las actuaciones
sean predominantemente orales, sobre todo en materia penal, sin perjuicio
de su documentación (art. 34 inc. 11 párrafo 2º Cn y 14 párrafo 2º LOPJ).

Sobre el idioma a utilizar en el proceso, el artículo 17 de la Ley


Orgánica del Poder Judicial ha desarrollado los artículos 11 y 34 inc.
6º de la Constitución Política en el campo procesal: Las actuaciones
judiciales deben realizarse en idioma español y en la lengua de las
Regiones Autónomas cuando las actuaciones se realicen en el ámbito de
su competencia territorial y algún interesado así lo requiera.

114
William Ernesto Tórrez Peralta

Cuando el idioma o lengua de la parte sea otro de aquél en que se


realizan las diligencias, las actuaciones deben realizarse ineludiblemente
con presencia de traductor o interprete. Por ningún motivo se puede impedir
a las partes el uso de su propio idioma o lengua. La asistencia del traductor
o intérprete es gratuita y será garantizada por el Estado de acuerdo con la
Ley (art. 17 LOPJ).

b) Copia de los escritos y documentos. Hay que distinguir entre los


autos originales y el traslado de cada parte, formado a base de copias
de los escritos y actuaciones que se produzcan. Los autos originales se
conservaran en la Secretaría del Juzgado, donde podrán examinarlos las
partes o sus defensores durante las horas de despacho, siempre que les
convenga, sin que por esta exhibición devengue derechos el actuario.

Sólo se comunicaran o entregaran los autos originales a las partes en los


casos expresamente determinados por la Ley (art. 99 Pr). Por el contrario,
los traslados se evacuaran, y las demás pretensiones se deducirán en vista
de las copias de los escritos, documentos que cada parte conservará en su
poder, o por examen directo de los originales en la Secretaría.

En el caso de haberse entregado a las partes algún documento, si no


fuere devuelto dentro del término correspondiente, se procede al apremio
(art. 100 Pr).

Las copias de los escritos y documentos se entregaran a la parte o


partes contrarias al notificarles el auto que haya recaído en el escrito
respectivo, o al hacérsele la citación o emplazamiento que proceda (art.
125 párrafo 3º LOPJ).

c) Lugar de los actos procesales. En cuanto al lugar de los actos


procesales, éstos se practican en la sede del órgano jurisdiccional,
ordinariamente. No obstante, los Juzgados y Tribunales pueden constituirse
en cualquier lugar del territorio de su jurisdicción, cuando fuere necesario
o conveniente para la buena Administración de Justicia.

Pero incluso, las actuaciones procesales pueden desarrollarse fuera de


la circunscripción del Tribunal y en territorio extranjero. En estos últimos
casos se acude a la vía del auxilio judicial, por medio de los actos de
comunicación, como veremos más adelante.

115
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

d) Autorización y firma de las actuaciones judiciales. Las actuaciones


judiciales deberán ser autorizadas, bajo pena de nulidad, por el funcionario
público a quien corresponda dar fe o certificar el acto (art. 178 párrafo final
Pr).

Los Secretarios de los Juzgados y Tribunales pondrán nota del día y


hora en que le fueren presentados los escritos (art. 179 Pr).

e) Tiempo de los actos procesales. Por último, los actos procesales han
de producirse en los términos señalados por la Ley al efecto, bajo el riesgo
de preclusión.

2.3. Eficacia de los actos procesales

Un acto procesal producido regularmente produce sus efectos en el


proceso, contribuyendo a su progresivo desarrollo. La eficacia normal es la
mera producción del acto, su realización, púes no es en vano el proceso es
sucesión de actividades de los sujetos procesales. Es la existencia del acto
en el proceso la que permite a su vez los actos procesales posteriores.

Normalmente el cumplimiento de los presupuestos y requisitos


formales es suficiente para la producción regular del acto y para su eficacia.
Pero en determinadas ocasiones, por su especial significación, la Ley exige
la ratificación del sujeto sobre el acto ya producido (por ejemplo, art. 893
Pr). En este caso, la ratificación señala el momento del inicio de la eficacia
normal del acto procesal o la perduración de sus efectos.

3. Vicios de los actos procesales

La falta de algún presupuesto o requisito formal en la producción de los


actos procesales repercute desde luego en su eficacia normal. Pero no todos
lo vicios del acto procesal tienen la misma trascendencia. Normalmente el
acto defectuoso supone infracción de la norma que lo regula y, en general,
del artículo 4 Pr. Ahora bien, no todos los presupuestos y requisitos tienen
la misma significación en cuanto a la eficacia del acto. La graduación se
extiende desde la inexistencia a la mera irregularidad del acto. La distinción
tiene su reflejo en las consecuencias y efectos que cabe predicar del acto
viciado.

116
William Ernesto Tórrez Peralta

Por ello, se pueden distinguir los siguientes supuestos: a) Inexistencia


del acto; b) Nulidad absoluta; c) Nulidad relativa; d) Anulabilidad; e)
Irregularidad; y f) Ilicitud.

3.1. Inexistencia del acto

No se trata tan siquiera de un defecto de un acto procesal, sino del


hecho de no haberse cumplido ninguno de los presupuestos que le dan vida:
La sentencia pronunciada por un particular sin que haya sido designado
árbitro, por ejemplo, es una actividad extraprocesal. En estos casos en
que ni siquiera llega a haber actividad procesal externamente, el acto es
completamente irrelevante. Se puede prescindir de él sin más, porque en
realidad para el proceso no existe.

3.2. Nulidad absoluta

La nulidad absoluta se produce cuando falta algún presupuesto esencial


del acto procesal, según las prescripciones de las normas de procedimiento.
La Ley Orgánica del Poder Judicial y el Código de Procedimiento Civil
no ha creado los supuestos de nulidad de pleno derecho, pero creo que
es necesario y tenerlas en cuenta en la futura reforma procesal, en los
siguientes casos:

1º. Cuando se produzcan con manifiesta falta de jurisdicción o de


competencia.

2º. Cuando se realicen bajo violencia o bajo intimidación racional y


fundada en un mal inminente y grave.

3º. Cuando se prescinda total y absolutamente de las normas esenciales


de procedimiento establecidas por la ley con infracción de los principios
de audiencia, asistencia y defensa, siempre que efectivamente se haya
producido indefensión.

En cuanto a los efectos de los actos nulos de pleno derecho, es obvio


que según los principios dogmáticos, dichos actos son inoperantes de
forma radical y no admiten por tanto subsanación. El control, de estos
casos, se efectúa tanto de oficio como a instancia de parte.

117
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

3.3. Nulidad relativa

Este defecto deriva también de la falta de un presupuesto esencial del


acto procesal, que por ello resulta nulo. Ahora bien, en algunos casos la
misma Ley señala la posibilidad de subsanar el defecto a «posteriori»,
quedando así desvirtuada la nulidad inicial.

Un supuesto típico es el previsto en el artículo 137 del Código


de Procedimiento Civil: Serán nulas las notificaciones, citaciones y
emplazamientos que no se practiquen con arreglo a lo dispuesto en este
título.

Sin embargo, el artículo 125 del mismo cuerpo de leyes establece


que: «Aunque no se hubiere verificado notificación alguna o se hubiere
efectuado en otra forma que la legal, se tendrá por notificado un decreto,
providencia o resolución, desde que la parte a quien afecte haga en el
juicio cualquier gestión que suponga conocimiento de dicha resolución,
sin haber antes reclamado la falta o nulidad de la notificación; pero no por
esto quedará relevado el notificador de la multa que se le impondrá de diez
a veinte pesos».

En supuestos como el indicado se le atribuye la actuación concreta de


la parte la posibilidad de desvirtuar la nulidad «pristina» del acto. Como
principio general, la subsanación deberá caber siempre que con ello no se
atentaré a las garantías fundamentales del procedimiento y siempre que
sea posible.

3.4. Anulabilidad

Se encuadran aquí aquellos defectos del acto procesal que pueden


determinar su invalidación, siempre que así se solicite por la parte interesada.
Por ejemplo, la incongruencia de una resolución, la incompetencia
territorial del Juzgado.

Estos defectos una vez consentidos, impiden que prospere la petición


de anulación. Por lo tanto, encuentran un límite en cuanto a su posibilidad
de subsanación: la instancia de parte y que el recurso prospere.

118
William Ernesto Tórrez Peralta

3.5. Irregularidad

La irregularidad afecta desde luego a la corrección del acto en su


producción formal. Sin embargo, no obstante en el vicio, el acto produce
sus efectos como si se hubiera realizado correctamente. Sólo puede
acontecer por falta de algún requisito formal del acto y cuando la Ley no
prevea una sanción más grave para tal defecto.

No obstante, la denuncia de parte o la apreciación de oficio de la


irregularidad el acto permanece. La única sanción prevista en la Ley son las
correcciones disciplinarias (arts. 158 y 159 Pr), e incluso la responsabilidad
civil.

3.6. Ilicitud

Esta última categoría ya trasciende la propia teoría general de los actos


procesales en sentido estricto y se encuadra dentro del ámbito penal. Con
ella se quiere llamar la atención sobre la posibilidad de fraudes penales
en el orden procesal, es decir, subsumibles en alguna de las tipificaciones
delictivas del Código Penal. En estos casos, obviamente, el acto es también
nulo y no produce efecto alguno en el proceso. Pero a la vez genera
responsabilidad penal respecto de las personas causantes del mismo. Por
este camino se llega a construir la teoría del dolo procesal.

4. Clasificación de los actos procesales

Tradicionalmente se pueden adoptar dos grandes criterios de


clasificación: un criterio subjetivo que atiende el origen personal de los
actos, tomando en consideración los sujetos de donde provienen y un
criterio funcional, que atiende a la finalidad del acto en orden al devenir
del proceso.

Según el primer criterio, se suelen distinguir dos grandes grupos de


actos: actos de las partes y actos del órgano jurisdiccional.

Según el criterio funcional, se distinguen los actos que integran


cada una de las etapas del proceso: actos de iniciación, de desarrollo, de
conclusión, de impugnación, de ejecución, cautelar, etc.

119
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

4.1. Actos procesales de las partes

La actividad procesal de las partes puede tener diversas finalidades,


que son las que dan lugar a varios grupos de actos. En general, los actos de
las partes se concretan en alegaciones, entendidas como aportaciones de
datos fácticos y jurídicos. Entre los que tenemos: a) Actos de petición; b)
Actos de alegaciones; c) Actos de prueba; y d) Actos de conclusión.

4.1.1. Actos de petición

Es una de las actividades típicas de la parte en el proceso. La actividad es


petición de derecho en definitiva. Pero, en su devenir procesal se desarrolla
a través de peticiones concretas. La petición tal vez más importante de la
parte es la propia demanda, momento desde el cual quedan configurados
los límites del proceso.

Pero además de la demanda existen otras muchas peticiones a lo


largo del proceso: Unas son de contenido eminentemente procesal. Otras
contienen además peticiones de fondo, como por ejemplo, la interposición
de un recurso, etc., ambos tipos de petición son la forma genuina de
expresión de la instancia de parte en el proceso civil.

4.1.2. Actos de alegaciones

Mediante dicha actividad las partes aportan al proceso los elementos


fácticos y jurídicos que han de determinar la resolución definitiva del
proceso. Las alegaciones en su componente fáctico y jurídico configuran
asimismo el objeto del proceso; devienen objeto de la prueba, si son
controvertidas, e incluso configuran el alcance de la carga subjetiva de
la prueba y de su reparto; finalmente, una vez depurado el resultado
probatorio, pasan a convertirse en el soporte fáctico de la sentencia.

4.1.3. Actos de prueba

Se trata del conjunto de actividades encaminadas a demostrar la realidad


de las alegaciones efectuadas por las partes para lograr el convencimiento
del Juez e influir sobre el resultado del proceso. Comprenden tanto
la solicitud de recibimiento a prueba del proceso, como los actos de
proposición y práctica de la prueba.

120
William Ernesto Tórrez Peralta

4.1.4. Actos de conclusión

Son los actos que tienden a resumir el desarrollo del juicio, presentado
al Juez los extremos que resultan de la actividad procesal. Los hechos
que aparecen fijados, las pruebas que los corroboran y en definitiva
las consecuencia jurídica que de ello se derivan para la resolución del
proceso.

4.2. Actos procesales del Juez o Tribunal

La actividad personal del Juez o Tribunal no es ni más ni menos


que el ejercicio de la jurisdicción. La actividad jurisdiccional se produce
básicamente a través de resoluciones. Estas pueden adoptar diversas
fórmulas, según su complejidad, y pueden tener asimismo diversa
finalidad.

4.2.1. Resoluciones jurisdiccionales

Atendiendo a su grado de complejidad, se denominan las resoluciones


de los Juzgados y Tribunales de carácter jurisdiccional en: a) Autos; y b)
Sentencias.

4.2.1.1. Autos

Se utiliza esta denominación cuando se dictan para arreglar o dirigir la


sustanciación del juicio (art. 415 Pr).

Los autos serán siempre fundados y contendrán los hechos y los


razonamientos jurídicos y, por último, la parte dispositiva. Serán firmados
por el Juez, y Secretario o Magistrados que los dicten.

4.2.1.2. Sentencias

El artículo 413 del Código de Procedimiento Civil señala que la


sentencia es la decisión legítima del Juez o Tribunal sobre el pleito o causa
ante él controvertible. Las sentencias son definitivas o interlocutorias.
Sentencia definitiva es la que se da sobre el todo del pleito o causa y que
acaba con el juicio, absolviendo o condenando al demandado.

121
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Sentencia interlocutoria con fuerza definitiva, es la que se da sobre un


incidente que hace imposible la continuación del juicio.

Sentencia interlocutoria o simplemente interlocutoria, es la que decide


solamente un artículo o incidente del pleito (art. 414 Pr).

4.3. Actos de comunicación entre órganos jurisdiccionales

Son actos de comunicación aquellos a través de los cuales se transmiten


las actuaciones de los Tribunales entre sí, coordinando el sistema de todos
los organismos y personas empeñados en la Administración de Justicia.
Estos actos tienen por destinatarios a los propios Tribunales de Justicia, a
fin de integrar armónicamente la organización de Juzgados y Tribunales.
Su fundamento estriba en el principio de cooperación jurisdiccional.

4.3.1. El auxilio judicial

4.3.1.1. Concepto

El auxilio judicial, es un acto que tiene por destinatarios a los propios


Tribunales de Justicia, a fin de integrar armónicamente la organización de
Juzgados y Tribunales.

4.3.1.2. Fundamento

Su fundamento estriba en el principio de cooperación jurisdiccional


(art. 113 LOPJ), según el cual los Jueces y Tribunales están obligados a
prestarse recíproco auxilio en las actuaciones y diligencias que habiendo
sido ordenadas por uno, requieren la colaboración de otro para su práctica
(art. 140 Pr). De aquí que estos actos se denominen también genéricamente
comisiones o despachos de auxilio judicial.

Su utilización viene impuesta siempre que las actuaciones hayan de


efectuarse fuera de la circunscripción del Juzgado o Tribunal o, dentro
de ella, por uno distinto del que las hubiese dispuesto, así como también
cuando el acto haya de realizarse fuera de la localidad en que el Juzgado o
Tribunal tenga su sede, si hay causa que la justifique (art. 141 Pr).

122
William Ernesto Tórrez Peralta

Por razones de organización y economía se evita el desplazamiento


del órgano jurisdiccional, acudiendo a la colaboración de los Tribunales
del lugar en donde ha de practicarse la diligencia. Con ello se integra la
competencia territorial de un determinado Tribunal, no sólo en el ámbito
nacional, sino también en el ámbito internacional.

Estos actos, por su propia naturaleza, no se limitan a la mera


colaboración entre los Tribunales, sino que implica verdadera coordinación
entre los mismos para la práctica de actividades que exceden del territorio
de un determinado Juez.

Independientemente de la posibilidad de acudir al auxilio judicial, la


Ley Orgánica del Poder Judicial ha sentado un principio que permite la
intervención directa del Juez más allá de la demarcación, superando la
concepción feudal de la jurisdicción.

El artículo 113 párrafo 1º de la LOPJ establece que «Los Jueces y


Tribunales de la República están en el deber de auxiliarse recíprocamente,
en el cumplimiento de los actos procesales concretos y determinados
que, por su situación de competencia territorial, no puedan realizarse
personalmente».

Esta facultad pone de relieve la verdadera naturaleza del auxilio. Este


está concebido como fórmula de cooperación y no como obstáculo que
limite la competencia del Juez.

4.3.1.3. Figuras procesales del auxilio judicial

El artículo 113 párrafo 2º de la Ley Orgánica del Poder Judicial


comprende las siguientes figuras procesales del auxilio judicial: a)
Despacho o carta orden; b) Exhorto; y c) Suplicatorio.

a) El despacho o carta orden «es la forma de auxilio judicial utilizada


por un superior para recabar la ayuda de un inferior que le está subordinado»
(art. 114 párrafo 1º LOPJ).

b) El exhorto «es la figura del auxilio judicial que se usa entre jueces o
tribunales de un mismo grado» (art. 114 párrafo 2º LOPJ).

123
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

c) El suplicatorio «es la forma de auxilio que se usa de un inferior a un


superior a quien esta subordinado» (art. 114 párrafo 3º LOPJ).

4.3.1.4. Forma y contenido de la comunicación

El auxilio es exigible del órgano jurisdiccional más idóneo para


prestarlo, independientemente de su jerarquía o ubicación. En este sentido
debe interpretarse el artículo 142 del Código de Procedimiento Civil:
Corresponderá prestar el auxilio al órgano jurisdiccional de igual grado, o,
en defecto, al inferior en grado más próximo, salvo que el contenido de las
actuaciones determine la intervención de otro distinto.

El instrumento para prestar el auxilio entre órganos jurisdiccionales


es únicamente el exhorto dirigido al órgano que deba prestarlo y que
contendrá:

1º. La designación del órgano jurisdiccional exhortante.

2º. La del órgano exhortado.

3º. Las actuaciones cuya práctica se interesa.

4º. El término o plazo en que habrá de practicarse la misma (art. 142


Pr).

También, en el caso de que la actuación requerida se considere de


urgente práctica, podrá formularse la petición por telex, telégrafo, teléfono
o por cualquier otro medio bajo la fe del Secretario, sin perjuicio de
confirmarla en despacho ordinario que habrá de remitirse el mismo día o
el siguiente (art. 122 LOPJ).

4.3.1.5. Diligencias de los despachos de auxilio judicial

Los exhortos, como actos de comunicación entre los Tribunales, se


remiten directamente (art. 115.2 LOPJ), en principio, al órgano exhortado,
que ha de acusar recibo al exhortante. Pero también puede la parte a quien
interesa exigir su remisión por conducto personal, en cuyo caso se le
entrega bajo su responsabilidad para que cuide de su tramitación (arts. 146
y 147 Pr).

124
William Ernesto Tórrez Peralta

Como ya venia siendo usual en la práctica, en la resolución que ordene


librar el exhorto puede designarse, a instancia de parte, persona o personas
para que intervengan en su diligenciado, con expresión del alcance de su
intervención y del plazo para su comparecencia ante el órgano exhortado,
expresando si su incomparecencia determina o no la caducidad del exhorto
(art. 145 Pr).

La parte a cuya instancia se libre exhorto queda obligada a satisfacer


los gastos que se originen para su cumplimiento, que pagarán tan pronto
como se reciba la cuenta de ellos, y los demás que puedan originarse por
la vía de apremio, se empleará para exigírselos si dentro de los ocho días
no acredita haberlos satisfechos (art. 147 y 149 Pr).

4.3.1.6. Cumplimiento de los despachos de auxilio judicial

El cumplimento de los despachos de auxilio judicial se rige por las


siguientes normas:

a) Los exhortos serán admitidos por el Juzgado y Tribunal exhortado,


sin exigir poder a la persona que los presente o que haya de intervenir en
su diligenciamiento (art. 146 Pr).

b) El órgano jurisdiccional que recibe el exhorto dispondrá su


cumplimiento y lo necesario para que se practiquen las diligencias que
en él se interesen, devolviéndolo directamente al exhortante una vez
cumplimentado, salvo que se designe a una persona o personas para la
tramitación, en cuyo caso se le entregarán bajo su responsabilidad para
que se cuide de su devolución dentro del término de cuarenta y ocho horas
como máximo.

Cuando así lo haya interesado el exhortante se le comunicará su


resultado por correo, teléfono telégrafo, telex o cualquier otro medio (art.
148 Pr). Cuando el exhorto haya sido remitido a un órgano diferente al
que deba prestar el auxilio, el que lo reciba lo enviará directamente al que
corresponda, si es que le consta cuál sea éste, dando cuenta de su remisión
al exhortante (art. 149 Pr).

Las resoluciones que se dicten para el cumplimiento del exhorto se


notificarán a la persona que intervenga en su diligenciamiento en los

125
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

siguientes casos:

1º. Cuando el exhorto prevenga que se practique alguna diligencia con


su citación, intervención o concurrencia.

2º. Cuando sea necesario requerirlo para que proporcione datos o


noticias que puedan facilitar el cumplimento del despacho (art. 150 Pr).

El exhorto deberá cumplimentarse en el tiempo previsto en el mismo.


De no ocurrir así, se recordará la urgencia del cumplimento de oficio o a
instancia de la parte interesada.

Si, a pesar del recuerdo, continuase la misma situación, el Juez o


Tribunal que haya solicitado el auxilio lo pondrá en conocimiento del
superior inmediato del que deba cumplimentarlo, para que adopte las
medidas pertinentes a fin de obtener el cumplimento (art. 151 Pr).

4.3.2. El auxilio judicial internacional

El auxilio judicial internacional se produce cuando un órgano


jurisdiccional de un Estado se dirige a otro Estado, a fin de practicar alguna
diligencia judicial (art. 123 LOPJ). Las normas generales en la materia
están recogidas en el artículo 123 de la Ley Orgánica del Poder Judicial y
en los artículos 156 y 157 del Código de Procedimiento Civil.

Las peticiones de cooperación internacional son elevadas por conducto


de la Corte Suprema de Justicia y el Ministerio de Relaciones Exteriores,
el cual las hace llegar a las Autoridades competentes del Estado requerido,
bien por la vía Diplomática o Consular o bien directamente si así lo prevén
los Tratados internacionales (art. 123 LOPJ y 156 párrafo 1º Pr).

Como regla especial se señala que en el caso de que la diligencia vaya


dirigida a un demandado nicaragüense, residente en el extranjero podrá
ser ejecutada por el Jefe de la Oficina Consular o, en su caso, el jefe de la
Misión Diplomática de la demarcación donde deba practicarse, siempre
que a ello no se opongan las leyes del país de residencia (art. 123 in fine
LOPJ).

126
William Ernesto Tórrez Peralta

Si el demandante fuera extranjero, las copias de la demanda y de los


documentos irán redactadas en español (art. 156 Pr).

En el tráfico internacional, a la inversa, los Juzgados y Tribunales


nicaragüenses prestan a las autoridades judiciales extranjeras la cooperación
que les soliciten para el desempeño de sus funciones jurisdiccionales, de
conformidad con lo establecido en los Tratados y Convenios internacionales
en los que Nicaragua sea parte y, en su defecto, en razón de la reciprocidad
según lo previsto en el artículo 542 párrafo 2º del Código de Procedimiento
Civil.

Si se acredita la existencia de reciprocidad o se ofrece ésta por la


autoridad judicial extranjera requirente, la prestación de cooperación
internacional sólo será denegada por los Juzgados y Tribunales
nicaragüenses:

1º. Cuando el proceso de que dimane la solicitud de cooperación sea


de exclusiva competencia de la jurisdicción nicaragüense.

2º. Cuando el contendido del acto a realizar no corresponda a las


atribuciones propias de la autoridad judicial nicaragüense.

3º. Cuando la comunicación que contenga la solicitud de cooperación


no reúna los requisitos de autenticidad suficiente o se halle redactada en
idioma que no sea el español.

4º. Cuando el objeto de la cooperación solicitada sea manifiestamente


contrario al orden público nicaragüense.

La determinación de la existencia de reciprocidad con el Estado


requirente corresponderá al Gobierno, a través de la Procuraduría General
de la República.

4.4. Actos de comunicación del órgano jurisdiccional con otros


órganos públicos

Junto al principio de cooperación jurisdiccional y como complemento


del mismo se señala la existencia de un principio de auxilio a la justicia
referente a la colaboración que todos los particulares, autoridades,

127
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

organismos de carácter público y funcionarios de orden no jurisdiccional


deben prestar a los Tribunales jurisdiccionales para el cumplimiento de
sus funciones.

El principio está hoy constitucionalizado: «Las resoluciones judiciales


son de ineludible cumplimiento para la autoridades del Estado, las
organizaciones y las personas naturales o jurídicas. En ningún caso pueden
restringirse los efectos o limitar los alcances del pronunciamiento, bajo las
responsabilidades disciplinarias, civiles o penales que la ley determine. En
el curso del proceso y en la ejecución de lo resuelto, todas las personas y
entidades públicas o privadas, están obligadas a prestar, en la forma que
la ley establezca, la colaboración efectiva que le sea requerida por los
Jueces y Tribunales. Las autoridades judiciales pueden requerir el auxilio
de la fuerza pública en el curso del proceso y para el cumplimento de sus
sentencias o resoluciones, el que debe ser concedido de inmediato, por la
autoridad a quien se solicite, bajo apercibimiento de las sanciones de ley»
(art. 12 LOPJ).

Una de las formas típicas de colaboración es la que se concreta en las


comunicaciones a funcionarios17. Los despachos previstos en las leyes de
procedimiento para hacer efectivo ese auxilio, son el mandamiento judicial
y los oficios o exposiciones. Aunque sus destinatarios son en principio
personal no jurisdiccional, el principio no se cumple estrictamente, ya
que se utilizan también para comunicaciones judiciales: 326, 849 del
Código de Procedimiento Civil, por ejemplo. Por regla general, estos actos
también entrañan algo más que la mera comunicación: Imponen el deber
de colaboración del órgano requerido en la práctica de la diligencia que se
le encomienda.

En cuanto al contenido y forma no hay nada previsto con carácter


general en el Código de Procedimiento Civil, existen indicaciones mínimas
que deben contener estos despachos: La identificación del Tribunal
comitente, la identificación del destinatario, la identificación del proceso
en el que se ordena la diligencia y la enumeración precisa y clara de las
diligencias a practicar.

17- Ver artículo 114 párrafos 4º y 5º de la Ley Orgánica del Poder Judicial.

128
William Ernesto Tórrez Peralta

Los mandamientos, oficios y exposiciones se cursan para su


cumplimiento directamente por el Juez o Tribunal que los hubiere librado.
La comunicación directa se establece en relación con el destinatario, no con
el medio que se emplee para llegar a él. Por ello no debe existir obstáculo
a utilizar un portador, en caso necesario o en que así se solicite. También
cabe la utilización de cualquier medio de comunicación para llegar al
destinatario, que debe acusar recibo inmediatamente (art. 155 Pr).

Todas las comunicaciones judiciales aludidas entrañan el deber de


cumplimiento de las mismas por parte de los funcionarios a que van
destinadas. El único límite oponible a esta obligación es el respeto a la
normativa vigente para la realización del acto concreto preceptuado por
el despacho judicial. Por otro lado, el cumplimiento de los despachos por
parte de auxiliares de Tribunales y Juzgados, está asegurado bajo la pena
de corrección disciplinaria (art. 166 inc. 10 LOPJ).

4.5. Actos de comunicación del órgano jurisdiccional con las


partes y otros intervinientes

Estos actos tienen por objeto hacerles conocer las diversas resoluciones
de un Tribunal, que pueden servir de base o condicionar su actuación
posterior. El fundamento de este grupo de actos hay que buscarlos en la
propia dinámica del proceso. El proceso exige la mutua interacción entre
las partes y el Juez. Los actos de parte están destinados al Juez y a la otra
parte. Las resoluciones judiciales tienen como destinatarios a las partes y a
otros sujetos llamados al proceso. Nuestro Código de Procedimiento Civil,
establece como actos de comunicación entre las partes y otros intervinientes:
a) Las notificaciones; b) Las citaciones; c) Los emplazamientos; y d) Los
requerimientos.

4.5.1. Las notificaciones

El Código de Procedimiento Civil efectúa una detenida regulación de


las notificaciones en sentido estricto. Dichas reglas generales son también
aplicables a las citaciones, emplazamientos y requerimientos, salvadas sus
características especiales (art. 127 Pr).

a) Funcionario que ha de efectuar la notificación.

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

El funcionario que ha de efectuar las notificaciones es el Secretario


del respectivo Tribunal y, en su caso, por delegación, al Oficial de la
Sala autorizado para ello (art. 114 Pr). No obstante, con la entrada en
vigencia de la Ley Orgánica del Poder Judicial, se ha creado la Oficina
de Notificaciones en Managua y en algunos departamentos del país, por
tanto, donde no exista dicha Oficina, pues la notificación la realiza el
Secretario.

b) Destinatarios de las notificaciones.

Los destinatarios directos de las notificaciones son todos los que


sean parte en el juicio (art. 110 Pr). Claro está que si la parte comparece
representada por Abogado, la notificación puede hacerse y de hecho se
efectúa a los representantes.

En efecto, mientras continúe el Abogado en su cargo, oirá y firmará


los emplazamientos, citaciones, requerimientos y notificaciones de toda
clases, incluso las de sentencias que deban hacerse a su parte durante el
curso del pleito y hasta que quede ejecutada la sentencia, teniendo estas
actuaciones la misma fuerza que si interviniere en ella directamente el
poderdante, sin que le sea lícito pedir que se entiendan con éste.

Se exceptúan: 1º. Los emplazamientos, citaciones y requerimientos


que la ley disponga se practiquen a los mismos interesados en persona;
2º. Las citaciones que tengan por objeto la comparecencia obligatoria del
citado (art. 69 Pr).

También pueden ser destinatarios de las notificaciones las personas a


quienes se refieran o puedan parar perjuicio, cuando así se mande (art. 110
párrafo 2º Pr).

c) Lugar de las notificaciones.

Las notificaciones podrán hacerse en el oficio del Secretario o en la


casa del despacho del Juez o Tribunal, en la habitación del notificado, o
en el lugar donde se encuentre o donde ordinariamente ejerce su industria,
profesión o empleo (art. 116 párrafo 1º Pr).

130
William Ernesto Tórrez Peralta

Sin embargo, los Jueces y Magistrados no podrán ser notificados en


el local en que desempeñen sus funciones o en donde están ejerciéndolas
(art. 116 párrafo 2º Pr)18.

d) Tiempo de las notificaciones.

Todas las providencias, autos y sentencias se notificarán en el mismo


día de su fecha o publicación y no siendo ello posible, en el siguiente, a
todos los que sean parte en el juicio (art. 110 párrafo 1º Pr).

e) Práctica de las notificaciones.

Cuando sea urgente realizar alguna diligencia, puede librarse la


comisión por telégrafo, cable, radiograma, facsímil u otro medio análogo,
por cuenta del interesado, previa comprobación de su autenticidad,
cumpliéndose en todos los casos lo dispuesto en los artículos precedentes
(art. 122 LOPJ).

Si por la mucha extensión de la providencia o resolución no fuese


posible sacar copia en el plazo expresado en el artículo 114, se dará ésta,
a más tardar, dentro de cinco días; pero la notificación surte sus efectos
desde la fecha en que se hizo (art. 115 Pr).

Las notificaciones se harán contar en el proceso por diligencia que


suscriban el notificado y notificador; y si el primero no pudiese o no quisiere
firmar, se dejará testimonio de este hecho en las mismas diligencias.

Se expresará además, el lugar en que se verifique el acto y la fecha,


con indicación de la hora, a lo menos aproximada (art. 117 Pr).

En las notificaciones, citaciones y emplazamientos no se admitirá


ni consignará respuesta alguna del interesado, a no ser que se hubiese
mandado en la providencia.

18- Lo reitera la Corte Suprema al decir que «las notificaciones a Magistrados y Jueces no
deben ser hechas en el lugar donde desempeñan sus funciones» (SCSJ de 24 de septiembre
de 1973).

131
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

En los requerimientos se admitirá la repuesta que le diere el requerido


consignándola sucintamente en la diligencia (art. 133 párrafo 2° Pr).

Las cédulas para las notificaciones, citaciones y emplazamientos se


extenderán en papel común (art. 135 Pr).

f) Efectos de las notificaciones.

Las notificaciones efectuadas regularmente hacen llegar a conocimiento


de los interesados una resolución del Tribunal. Por ello su efecto principal
es el efectivo cumplimiento del principio de audiencia de los interesados en
relación con las alegaciones de la otra parte y las decisiones del Tribunal.

Dicho momento determina asimismo el nacimiento de nuevas


expectativas y cargas procesales respecto de la parte notificada. Entre
otras cosas debido a la dinámica del proceso, la notificación marca el día
para el cómputo de los términos y plazos procesales.

Por el contrario las notificaciones en cuya práctica no se observen las


prescripciones legales, son nulas (art. 137 Pr).

g) Clases de notificaciones.

1º. Notificaciones personales. En principio las notificaciones se


procuran efectuar directa y personalmente a los propios interesados (o a sus
representantes procesales) en la Secretaría del Tribunal o lugar destinado a
notificaciones (art. 116 Pr).

2º. Notificación por cédula. Es la fórmula a la que se acude, de no ser


posible la notificación personal:

Cuando sea conocido el domicilio del que deba ser notificado, si a la


primera diligencia en su busca no fue hallado en su habitación, se le hará la
notificación por cédula en el mismo acto sin necesidad de mandato judicial
(art. 118 Pr).

Las cédulas para las notificaciones contendrá: 1º. La expresión de la


naturaleza y objeto del pleito o negocio y el nombre y apellido de los
litigantes; 2º. El nombre y apellido de la persona a quien deba hacerse la

132
William Ernesto Tórrez Peralta

notificación; 3º. Copia literal de la providencia o de la parte resolutiva de


la sentencia que haya de notificarse; 4º La expresión del lugar, fecha y
hora de la notificación; y 5º. La firma del notificante con expresión de su
cargo (art. 119 Pr).

Dicha cédula se entregará a cualquier persona mayor de quince años


que se hallare habitando en la casa del que hubiere de ser notificado, al
vecino más próximo que fuere habido, o será fijada en la puerta de la misma
casa, si no se encontrare a quien entregarla o se negaren a recibirla.

Esta diligencia se acreditará en los autos y será firmada por el notificante


y por la persona que reciba la cédula, en su caso. La persona que se negare a
recibir la cédula o no la entregare oportunamente, o que se negare a firmar
la diligencia, queda incursa en una multa de diez a veinticinco pesos; pero
valdrá siempre la notificación. Si no supiere firmar, se expresará así (art.
120 Pr).

3º. Notificación por edictos. Están previstas para el caso de que se


desconozca el domicilio de la persona que debe ser notificada: «Cuando
no conste el domicilio de la persona que deba ser notificada, o por haber
mudado de habitación se ignorase su paradero, se consignará por diligencia,
y el Juez mandará que se haga la notificación por cédula que se fijará en
la tabla de avisos del Juzgado o Tribunal e insertándola en alguno de los
periódicos de la localidad, si los hubiere. También podrá acordar que se
publique la cédula en el Diario Oficial» (art. 122 Pr).

4.5.2. Las citaciones

Las particularidades de estos actos de comunicación con respecto al


régimen general de las notificaciones son las siguientes:

Las citaciones o emplazamientos de los que sean o deban ser parte


en el juicio, se harán personalmente, cuando tengan por objeto la primera
gestión judicial.

Si no están en su casa, pero en el lugar, se verificará de la manera


prevenida en el artículo 120 (art. 128 Pr).

133
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Las citaciones de los testigos, peritos y demás personas que no sean


parte en el juicio, se harán personalmente o por cédula.

La cédula de citación contendrá: 1º. El Juez o Tribunal que haya


dictado la providencia, la fecha de ésta y el negocio en que haya recaído;
2º. El nombre y apellido de la persona a quien se haga la notificación;
3º. El objeto de la citación y la parte que la hubiese solicitado; 4º. Lugar,
día y hora en que deba comparecer el citado; y 5º. La prevención de que
si no compareciere le parará el perjuicio a que hubiere lugar en derecho,
terminando con la fecha y la firma del Secretario o notificador.

Cuando deba ser obligatoria la comparecencia se la hará esta prevención


y si por no haber comparecido fuese necesaria segunda citación, se le
prevendrá en ella que si no comparece ni alega justa causa que se lo impida,
será procesado por el delito de desobediencia a la autoridad (art. 130 Pr).

4.5.3. Los emplazamientos

La cédula de emplazamiento contendrá los requisitos 1º, 2º y 3º y


fracción 1º del inciso 5º del artículo anterior, expresando además en ella
el término dentro del cual deba comparecer el emplazado y el Juzgado o
Tribunal ante quien deba verificarlo (art. 131 Pr).

Por su significación, los emplazamientos para el juicio sólo pueden


practicarse en la forma ordinaria y no por correo.

La omisión del emplazamiento para juicio da lugar a quebrantamiento


de una de las garantías constitucionales del proceso.

4.5.4. Los requerimientos

Los requerimientos se harán en la forma prevenida en la providencia


en que se mande, expresando el notificante en la diligencia haberle hecho
el requerimiento en aquella ordenada (art. 132 Pr).

En los requerimientos se admitirá la repuesta que diere el requerido


consignándola sucintamente en la diligencia (art. 133 párrafo 2º Pr).

134
William Ernesto Tórrez Peralta

4.6. Actos del Secretario

Entre el personal auxiliar de la Administración de Justicia hay que


destacar forzosamente la actividad del Secretario Judicial. En realidad se
trata de la persona que mediatiza toda la actividad procesal, ya que se
encuentra presente en todas las fases del procedimiento desarrollando las
funciones que le son propias.

La Ley Orgánica del Poder Judicial ha revitalizado enormemente la


figura del Secretario Judicial, dotándole de nuevas funciones que tienden
a descargar al Juez de la ordenación del proceso. Entre los actos del
Secretario tenemos: a) Actos de documentación; b) Actos de instrucción;
y c) Actos de conservación y custodia.

4.6.1. Actos de documentación

Es ésta una actividad de constancia de las actuaciones judiciales y por


ello dicho funcionario es el representante de la fe pública procesal. Así lo
dispone el artículo 170 de la Ley Orgánica del Poder Judicial:

Los Secretarios Judiciales son funcionarios de Carrera Judicial, ejercen


la fe pública judicial y asisten a los Jueces y Magistrados en el ejercicio
de sus funciones de conformidad con lo establecido en la presente Ley y
en las demás de la materia. En cada dependencia judicial habrá al menos
un Secretario, el número de Secretarios por dependencia judicial, será
determinado por la Comisión de Administración de la Corte Suprema de
Justicia.

Como consecuencia de ello le incumbe extender en los autos, las


certificaciones y las constancias referentes a las actuaciones judiciales;
librar certificaciones de las actuaciones de los expedientes judiciales y
autorizar, con el Juez o Presidente del Tribunal o de la Sala en su caso, las
solicitudes de auxilio judicial a nivel nacional e internacional (art. 174 inc.
5º y 6º LOPJ).

4.6.2. Actos de instrucción

Los actos de instrucción, son actos típicos para ordenar e impulsar el


curso del proceso. Corresponde a los Secretarios:

135
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

a) Autorizar todas las providencias, despachos y autos emanados de


las autoridades judiciales.

b) Firmar la razón de recibido de los escritos, documentos y copias que


presenten las partes, haciendo constar la hora y fecha de la presentación,
la persona que lo haga y una descripción exacta de los documentos
acompañados y del número de copias.

c) Dar cuenta diariamente al Juez de las solicitudes que presenten las


partes, así como las quejas relativas al servicio.

d) Mostrar los expedientes a quienes tienen derecho en los asuntos


privados y en los casos de procedimiento penal, a todos aquellos que lo
soliciten, siempre que su acceso no haya sido restringido por el Juez,
de conformidad a los casos previstos por la Constitución Política y las
leyes; los Secretarios no permitirán que los expedientes sean sacados del
despacho, excepto en los casos legalmente señalados (art. 174 inc. 1º, 8º,
9º y 10º LOPJ).

4.6.3. Actos de conservación y custodia

Corresponde a los Secretarios la guarda y custodia de los documentos


del despacho; el archivo y la conservación de los expedientes, así como
los bienes y objetos relacionados a estos; el debido depósito, en las
instituciones legales, de cuantas cantidades de valores, consignaciones y
fianzas se produzcan (art. 174 inc. 2º, 3º y 4º LOPJ).

136
William Ernesto Tórrez Peralta

VI — LAS PARTES PROCESALES

1. Determinación de las partes procesales

El artículo 27 de la Constitución establece que «todas las personas


son iguales ante la ley y tienen derecho a igual protección. No habrá
discriminación por motivos de nacimiento, nacionalidad, credo político,
raza, sexo, idioma, religión, opinión, origen, posición económica o
condición social. Los extranjeros tienen los mismos deberes y derechos
que los nicaragüenses, con la excepción de los derechos políticos y los que
establezcan las leyes; no pueden intervenir en los asuntos políticos del país.
El Estado garantiza los derechos reconocidos en la presente Constitución
a todas las personas que se encuentren en su territorio y estén sujetos a su
jurisdicción».

La mención de «todas las personas», sin distinción entre personas


físicas y jurídicas, nacionales o extranjeras, determina inicialmente el
conjunto de sujetos que pueden promover la actividad jurisdiccional y
contra quien se puede promover la misma, aunque el sujeto pasivo frente
al que se ejercita el derecho a la jurisdicción sea el Estado.

El derecho a la jurisdicción, cuyo sustrato jurídico material es el poder


de defender los derechos e intereses legítimos, constituye patrimonio del
derecho de gentes; de aquí, una consideración del mismo que sobrepasa el
ámbito de la ciudadanía nacional e incluso una instrumentación técnica de
su ejercicio que salta sobre la propia construcción del concepto de persona
al mejor servicio, precisamente, de los derechos e intereses de la persona
(naturales o físicas, se entiende).

2. Los titulares del derecho a la jurisdicción como partes


posibles

Son sujetos activos titulares del derecho a la jurisdicción los


nicaragüenses, los extranjeros, las personas jurídicas nacionales y
las personas jurídicas extranjeras, se entiende referida a la defensa del
conjunto de derechos y obligaciones que son armónicos con sus fines o
coherentes con sus «status» respectivo. (En relación con los extranjeros
debe tenerse en cuenta, que el artículo 27 párrafo 2° de la Constitución

137
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Política establece que los extranjeros gozan en Nicaragua de los derechos


y libertades reconocidos en el Título I de la Constitución, en los términos
que establece la ley referida y en aquellas leyes que regulen el ejercicio de
cada uno de estos derechos).

El objeto de este derecho es la «obtención de la tutela efectiva»


sobre los derechos e intereses (de carácter jurídico material) que se dicen
necesitados de tutela ya sea para conseguir su reconocimiento judicial, ya
sea para pedir la ejecución forzosa.

Sujetos pasivos del derecho son los órganos jurisdiccionales del


Estado. El obligado en realidad es el Estado que actúa por medio de los
órganos integrados en el Poder Judicial. La vinculación expectante y el
deber genérico que tienen todos los órganos jurisdiccionales respecto de los
titulares del derecho a la jurisdicción se transforma en obligación concreta
de prestación jurisdiccional, cuando se ejercita el expresado derecho.

A su vez, los sujetos activos del derecho a la jurisdicción, cuando


actúan su derecho, porque se origina un conflicto que motiva el ejercicio,
se convierten en partes actuantes del proceso o método que regula la
actividad jurisdiccional.

3. El ejercicio del derecho a la jurisdicción como determinación


de las partes en el proceso

El concepto de «parte» presupone la idea de intereses contrapuestos,


originadores del conflicto que mueve al actor a ejercitar el derecho a la
jurisdicción mediante la deducción ante el órgano jurisdiccional de la
pretensión contra el demandado. Pero así como el actor o promovente
inicial de la actividad jurisdiccional, mediante el acto incoador del proceso,
se determina asimismo en cuanto actúa, constituyéndose así en parte,
la determinación del demandado que adquiere así la condición de parte
contrapuesta corresponde potestativamente el actor o demandante. La
sujeción de aquél por ministerio legal a las resultas del proceso entablado
en su contra no le compele necesariamente al ejercicio del derecho a la
jurisdicción que, no obstante, puede ejercitarse también, potestativamente,
para oponerse a las pretensiones del actor. Aunque el demandado no actúe,
mantiene su carácter de parte (parte no personada frente al concepto de
parte personada o actuante). Su posición institucional le confiere por el

138
William Ernesto Tórrez Peralta

mero hecho de ser demandado un derecho a la absolución si la pretensión


del actor no es admisible ni resulta fundada. Esto no quiere decir que tenga
que adoptar una actitud pasiva. Puede comparecer y oponerse, utilizando
los medios alegatorios y probatorios a su alcance y puede, también, aceptar
las pretensiones del actor por medio del allanamiento (salvo en los casos
en que no éste permitido).

4. Concepto de parte

Las nociones previstas expuestas sirven para definir a las partes como
los sujetos del proceso que pretenden la tutela jurisdiccional, concretada
al objeto del mismo y aquéllos contra quienes se reclama la referida tutela.
La parte que pretende inicialmente la tutela jurisdiccional en el proceso se
denomina parte actora o simplemente actor y también demandante, puesto
que por medio de la demanda introduce su pretensión.

La parte contra quien se pretende la aplicación de la Ley en función del


caso concreto planteado en la demanda se llama por esta razón demandado
o parte demandada y también en las antiguas fuentes «reo»19, aunque
este término, más tarde, se reservó exclusivamente para el imputado en
el proceso penal y aun puede decirse que incluso con este carácter está
cayendo en desuso (quizá por la carga peyorativa que acompaña a la
semántica del vocablo a causa de este último uso).

Las partes, debido a la consecuente organización del proceso, como


método de debate y en razón de la propia naturaleza de la relación jurídica,
son necesarias al menos en cuanto al mínimo inicial que requiere la
conformación o estructura del proceso.

Configurado el proceso según dos posiciones que asumen


institucionalmente el carácter de antagónicas o antitéticas (posición de
demandante, posición de demandado), representativas de intereses de parte
o parciales, la posición del Juez, como sujeto imparcial, se supraordena a
las partes durante el curso del proceso.

19- En numerosos preceptos el actual Código de Procedimiento Civil, sigue utilizando este
término.

139
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

5. Principios de dualidad e igualdad de las partes

En efecto, el principio de dualidad de parte expresa una característica


inherente a la naturaleza del proceso como reflejo de una cualidad que
trasciende al método jurisdicente, en cuanto proyecta la nota de relación
entre personas, o alteridad, determinante de la esencia de los jurídico, es
decir, los dos aspectos, activo o de exigencia y atribución y pasivo o de
deber u obligación que dan razón del doble sujeto (pretensor y obligado)
de la relación jurídica.

Ni siquiera en los casos que se consideran como supuestos de


«relaciones unisubjetivas» cabe concebir la ausencia de la alteridad (al
menos subsiste en dos planos temporales o patrimoniales diferenciados).

Sin embargo, esta razón no justifica por sí misma el principio de


dualidad de parte, aunque sea un «prius» del mismo. Su necesidad se
complementa por el surgimiento del conflicto que enfrenta formalmente a
los sujetos. Es decir, el principio de dualidad de parte es consecuencia de
la contenciosidad.

Puede ocurrir que la contenciosidad resulte establecida por ministerio


de la ley según sucede claramente en el proceso penal y también en el
proceso civil inquisitivo, pero esto no priva a la obligada dualidad de
partes de sus iniciales y radicales fundamentos.

Al tiempo, la contenciosidad que significa trasunto de lucha o combate


para exponer desde cada posición de parte, argumentos y razones, en
debate dialéctico, sobre los que debe decidir, según el caso concreto, el
órgano jurisdiccional, no estaría gobernada por una norma de justicia si las
partes no dispusieran de oportunidades equivalentes para alegar y probar
sus razones en relación con lo que piden.

Esta exigencia de justicia se traduce en el principio de igualdad


de partes que debe de inspirar una regulación procesal en la que no se
admitirán ventajas injustificadas, en pro de alguno de los adversarios y en
las que el reparto de derechos, deberes, cargas y oportunidades guarde su
proporcionalidad que asegure la equivalencia de trato legal e incluso de
trato judicial.

140
William Ernesto Tórrez Peralta

6. Capacidad para ser parte y capacidad procesal

6.1. Concepto de capacidad jurídica procesal

Capacidad para ser parte es expresión sinónima de capacidad jurídica,


aunque contemplado este último concepto desde una vertiente jurídico-
procesal. Si la capacidad jurídica significa aptitud genérica para ser sujeto
de derechos y deberes, la capacidad para ser parte, como manifestación
peculiar de aquélla, coincide con la misma en cuanto que todo sujeto apto
para ser titular de derechos y deberes tiene, consecuentemente, aptitud
para ser titular, ya sea como demandante ya sea como demandado, de los
derechos, deberes y cargas que originan y dimanan del proceso o de la
constitución, desarrollo, desenvolvimiento y finalización de la relación
jurídico-procesal.

Explicado ya el carácter netamente procesal del concepto de parte,


parece ocioso instar en que capacidad para ser parte no es reflejo de la
capacidad jurídica para ser efectivamente sujeto titular o sujeto obligado
de la relación jurídico-material, deducida como objeto de juicio, sino
expresión concreta del fenómeno más general de la personalidad. Por ello,
capacidad para ser parte es igual a capacidad jurídico procesal.

No contiene el Código de Procedimiento Civil ninguna referencia a


esta noción. Sin embargo, la necesidad del concepto y su dependencia
de las leyes civiles resulta indirectamente de lo que dispone el artículo
59 Pr., al distinguir a propósito de los litigantes (igual a partes) entre los
que pueden comparecer por sí en juicio y los que no pueden comparecer
directamente sino por medio de sus representantes legítimos.

6.2. Sujeto con capacidad jurídica procesal

El Derecho moderno reconoce a todo ser humano la consideración de


personas en sentido jurídico. Pero junto a los seres humanos o personas
físicas, el Derecho otorga personalidad a entidades que reconocen en
distinto grado e intensidad la dimensión social de los seres humanos,
configurándolas como centro jurídico de imputación de actividades,
nacidas de voluntades comunes de un grupo de personas físicas o
generadas por voluntad de adscripción de determinados medios al servicio
de determinados fines: Son a las personas jurídicas a las que se les atribuye

141
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

por el ordenamiento capacidad jurídica (y tiene por ende, capacidad para


ser parte) adecuada al cumplimiento de los objetos y fines que justifican
sus actividades. En consecuencia, la agrupación de los sujetos que tienen
capacidad jurídica procesal se efectúa en dos grandes apartados: a)
Personas físicas; y b) Personas jurídicas.

6.2.1. Personas físicas

Adquiere según los artículos 5 y 20 del Código Civil, personalidad,


el ser humano que nace vivo, tiene figura humana y vive totalmente
desprendido del claustro materno durante veinticuatro horas (garantía no
tanto de que la criatura sea vividera como de aseguramiento de que nació).
La personalidad de la persona física se extingue con la muerte (art. 46 C).
No obstante, la muerte de la parte no extingue por regla general el proceso,
sino que lo interrumpe en espera de la sucesión procesal de la parte.

A determinados efectos, el ser humano no nacido (el embrión o feto)


goza de unas expectativas de derechos que se reconocen jurídicamente.
Dispone el Código (art. 19) que al «nasciturus» o concebidos se les tenga
por nacido para todos los efectos que le sean favorables, siempre que
nazca en las condiciones necesarias para ser persona. Así pues, en relación
con los efectos favorables, sea cual sea la construcción jurídica que quiera
darse a la eficacia de los mismos, el «nasciturus» tiene capacidad para ser
parte.

6.2.2. Personas jurídicas

Las personas jurídicas son entidades organizadas, con fundamento


en la realidad social, a las que el ordenamiento jurídico otorga capacidad
jurídica.

Las distinciones básicas ordenadoras de la compleja fenomenología de


la persona jurídica, cuya manifestaciones y modalidades se multiplican a
diario sobre todo en el campo del Derecho público, a tienden a la naturaleza
pública o privada de las mismas, que se hace depender de su pertinencia
o no de la organización estatal en sentido amplio, y a su estructura (con
predominio de los elementos personales o asociacionales o societaria o
con predominio de los elementos materiales al servicio de una voluntad
fundadora o necesidad social de carácter institucional).

142
William Ernesto Tórrez Peralta

El Código Civil que contempla las corporaciones, asociaciones,


fundaciones y sociedades, se contiene, de manera ciertamente amplia y
genérica, una práctica enumeración de carácter abstracto sobre los tipos
posibles de personas jurídicas, que incluyen los supuestos de personalidad
pública, de personalidad privada, de organizaciones basadas en colectivos
personales, de organizaciones apoyadas en reglas fundacionales o
institucionales, y de entidades cuyas actividades revisten interés público
o interés privado. Las referencias a la capacidad de las mismas indican
las fuentes que la establecen: «ninguna asociación o corporación tiene
entidad jurídica, si no se ha sido creada o autorizada por la ley» (art. 76 C);
«las asociaciones o corporaciones que gozan de entidad jurídica, pueden
ejercer todos los derechos civiles relativos a los intereses legítimos de su
instituto» (art. 77 C).

Invita el Código Civil, como consejo práctico, a indagar en presencia


de una pretendida persona jurídica, la norma legal o estatutaria (dentro del
marco legal que sea propio) que establece su naturaleza y capacidad.

Así, en el orden del Derecho privado, debe tenerse en cuenta el Código


Civil en todo lo referente al contrato de sociedad; el Código de Comercio
en todo lo relativo a sociedades mercantiles en general, y modalidades que
regulan las sociedades mercantiles: Ley de Sociedades Anónimas; Ley de
Sociedades de Responsabilidad Limitada; Ley General de Cooperativas,
etc. Y, en el orden del Derecho público, entre otras disposiciones son
importantes: la Ley de Contrataciones del Estado, etc.

El dato más relevante de la aconsejada investigación en busca de la


regulación concreta de cada persona jurídica viene dado por el resultado
que se obtenga, cuando de cada persona jurídica de Derecho público se
trata, sobre el carácter de las actividades que desarrolla, pues acontece que
determinados sujetos de Derecho público actúan, igualmente, como sujetos
de Derecho privado, o bien, lo que también ocurre, que determinadas
entidades de creación estatal actúen, exclusivamente, en sus relaciones
negociales como sujetos de Derecho privado.

Las indicadas especificaciones sobre la naturaleza de la actividad


y de la persona jurídica que las desarrolla son de gran importancia a la
hora de elegir la vía civil (regulación previa a la acción civil), a la vía
administrativa (reclamación previa a la acción contencioso-administrativa)

143
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

en relación con los diferentes ordenes jurisdiccionales (civil, laboral y


contencioso-administrativo). La complicación en estas materias ha llegado
a un punto que raya con la seguridad jurídica, lo que obligaría a producir
normas jurídicas que establezcan reglas claras y sencillas en la materia,
para impedir, al «socaire» de la dudosa personalidad pública o privada en
relación con la actividad, indefensiones u obstáculos al acceso a la justicia
que serían inconstitucionales, con el apoyo incluso de las normas legales.

6.3. Efectos procesales de la falta de capacidad para ser parte

La capacidad para ser parte constituye un presupuesto procesal de


carácter absoluto, del que depende la válida constitución de la relación
jurídico-procesal. Su falta determina la ausencia de un requisito
indispensable para la validez del acto emanado del sujeto.

El Código de Procedimiento Civil no se refiere en concreto a este


concepto, sino al de «personalidad» (que tiene un alcance más amplio).
Las partes pueden alegar la falta como excepción (excepción 2ª del art. 821
Pr) o como ausencia de un presupuesto en la comparecencia necesaria del
juicio ordinario. También motiva recurso de casación por quebrantamiento
de las formas esenciales del juicio, al amparo del inc. 10º del art. 2058
Pr). En la actualidad, el órgano jurisdiccional conforme a lo dispuesto en
materia de nulidades de actos por la Ley Orgánica del Poder Judicial tiene
poderes para declararlo de oficio.

La extinción de la personalidad por causa sobrevenida no produce,


generalmente, la extinción de la relación jurídico-procesal. En el caso de
las personas físicas, dentro del proceso civil, la continuidad del mismo está
en función de la transmisión de las «acciones» a los herederos. Y tampoco
la extinción de las personas jurídicas produce automáticamente la pérdida
total de la capacidad, pues continúan después de la disolución manteniendo
su responsabilidad como sociedades o entidades en liquidación.

6.4. Capacidad de obrar procesalmente

La capacidad de obrar procesalmente, equivale a la capacidad de obrar


de la persona en el Derecho. Presupone la capacidad jurídica y consiste en
la aptitud del sujeto para decidir la conducta procesal a seguir o asumir en
nombre propio o ajeno la responsabilidad de la gestión del proceso y de los

144
William Ernesto Tórrez Peralta

actos procesales de parte, así como las consecuencias jurídico-materiales.


La capacidad de obrar procesal, que exige cualidades racionales y volitivas,
sólo la tienen las personas físicas. En general, esta capacidad se adquiere
con la mayoría de edad.

La capacidad de obrar procesalmente permite la válida comparecencia


en juicio y la continuidad de la actuación procesal en concepto de parte. Se
confiere por el Código de Procedimiento Civil a quienes estén en el pleno
ejercicio de sus derechos civiles (art. 937 Pr) que son conforme a las leyes
civiles, todas las personas mayores de edad, no incapacitadas y los menores
emancipados. La comparecencia en juicio puede producirse, también a
título de vincular a una persona que carece de aptitud para tener capacidad
de obrar procesal, mediante la representación en sus dos modalidades de
representación necesaria (cuando se trate de personas físicas que no estén
en el pleno ejercicio de sus derechos o de corporaciones, sociedades y
demás entidades jurídicas) o representación voluntaria, cuando, en virtud
del apoderamiento que permite el Derecho privado, uno ostenta poder
suficiente de otro para actuar procesalmente en defensa de sus derechos
o intereses.

6.5. Comparecencia por representación

6.5.1. Representación legal o necesaria

Es distinto el fundamento de la representación en los casos de


incapacidad de la persona física y en los casos de imposibilidad de las
personas jurídicas. En ambos supuestos falta una voluntad humana que
actúe como soporte físico de imputación de los actos jurídicos, aunque la
responsabilidad de las consecuencias jurídicas se anuden a la persona física
o jurídica en cuyo nombre se actúa. Pero, en el primer caso, la situación
revela una anormalidad o insuficiencia del sujeto representado, mientras
que en el segundo la representación es el único mecanismo jurídico posible
de hacer valer los derechos y obligaciones de la persona jurídica.

1) Los menores de edad no emancipados (la mayoría de edad se


adquiere a los veintiún años cumplidos) son representados por los padres
que ejerzan la patria potestad (art. 244 C). Pueden los padres comparecer
en nombre del hijo, conjunta o separadamente, cualquiera de ellos con el
consentimiento expreso o tácito del otro.

145
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

En caso de desacuerdo, el Código Civil arbitra una solución judicial y


establece reglas para los supuestos de ausencia, incapacidad e imposibilidad
de uno de los padres o de separación.

Siempre que en algún asunto el padre o la madre tengan un interés


opuesto al de sus hijos no emancipados se nombrará a éstos un defensor
que los represente en juicio y fuera de él. El artículo 245 del Código Civil
contiene casos de conflictos de intereses.

La extinción o pérdida de la patria potestad determina la sujeción a


tutela de los menores no emancipados que no estén bajo aquélla. Asimismo
están sujetos a tutela los menores que se hallen en situación de desamparo,
la que se produce de hecho a causa del incumplimiento o del imposible o
inadecuado ejercicio de los deberes de protección establecidos en las leyes
para la guarda de menores, cuando éstos queden privados de la necesaria
asistencia moral o material (arts. 268 y 269 C).

2) Los menores de edad emancipados, con independencia de las


limitaciones que concurren en el menor para la válida realización de
determinados actos contractuales, en la actualidad no tienen ninguna
restricción para comparecer por sí solos en juicio (art. 272 C).

3) Las personas jurídicas son representadas por quienes de acuerdo


con las leyes que la regulan, resultan autorizados como órganos sociales
o representantes legítimos para actuar en nombre de la corporación,
asociación, sociedad civil o mercantil o entidad jurídica con personalidad,
de que se trate (art. 76 Pr). Pero, además, puede ocurrir que los
representantes legítimos, si tienen facultades para ello, deleguen en otros
para que actúen en nombre de la persona jurídica con sujeción a las reglas
de la representación voluntaria.

Como escasos especiales aludidos al tratar la capacidad para ser parte


hay que señalar que la representación de la herencia yacente corresponde
al administrador del abintestato, o de la testamentaria o albacea, en las
circunstancias y con las limitaciones que establece la ley y de las masas
de bienes en supuestos de concursos o de quiebras, al depositario o
procuradores.

146
William Ernesto Tórrez Peralta

6.5.2. Representación voluntaria

La figura de la representación se inserta en el ámbito del Derecho


privado con características propias determinadas por la autonomía de la
voluntad. Siempre es posible dentro del contenido del contrato de mandato,
o de las figuras similares de Derecho mercantil, que incluso confieren
apoderamiento típico de carácter legal, construir a efectos externos un
apoderamiento de acuerdo con las facultades que tenga el poderdante
para ser representado en su calidad de parte procesal, ya sea activa o
pasivamente.

6.6. Justificación de la representación

La representación, ya sea legal (de personas físicas incapacitadas),


necesaria (de personas jurídicas) o voluntaria (de personas físicas
capaces o de personas físicas o de personas jurídicas por intermedio de su
representante necesario), debe justificarse acompañado con la demanda o
contestación a la demanda, el documento acreditativo de la representación
(art. 1029 párrafo 1º del Pr). Aunque nada diga de la representación
voluntaria, su concepto está comprendido en la expresión general del
precepto.

6.7. Defectos de la comparecencia en juicio

Los defectos en la capacidad procesal requieren trato diverso según


los casos.

Los defectos que se observan en la capacidad procesal de quien actúa


en nombre propio como parte, se fundan en impedimentos para la válida
continuación del proceso, pues, a mi entender, la capacidad procesal es de
orden público procesal, y su ausencia determina nulidad; en este sentido,
se instituye en presupuesto de la de regular constitución de la relación
jurídico-procesal. Su denuncia se realiza por medio de las excepciones
segundas de los artículos 821 y 1736 del Código de Procedimiento Civil.

En principio, estos defectos de capacidad son insanables, pero puede


ocurrir que el grado de incapacidad no excluya el derecho material la
posibilidad de ratificación o confirmación sanatoria del acto realizado por
el incapaz, ya sea por él mismo al desaparecer la causa que originaba su

147
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

incapacidad, ya sea por sus representantes legítimos; en estos supuestos,


cabría la subsanación convalidatoria de los actos procesales nulos,
en relación con el objeto litigioso que admita aquella confirmación o
subsanación.

Los defectos en la capacidad procesal del representante son sanables,


en principio, pues basta con sustituirlo por persona capaz. Pero si su
actuación ha producido indefensión a la parte representada, debe producirse
una reposición de las actuaciones que evite aquélla. Cabe invocarse,
denunciarse y revelarse por los mismos medios.

Finalmente, los defectos que afectan a la representación,


exclusivamente, son sanables cuando afectan a formalidades extrínsecas
que pueden ser remediadas y que no implican sustitución de la persona
que ejerce la representación, o sanables, en principio, aunque impliquen
sustitución del representante; pero en estos casos, si la parte representada
no tiene culpa, puede pedir la reposición de las actuaciones si se produjo
la indefensión para la misma.

7. La legitimación

7.1. Teoría general de la legitimación

Ni la capacidad para ser parte, ni la capacidad procesal, ni el


cumplimiento de los requisitos sobre la postulación que en el número
siguiente se examinan, ni la introducción del objeto litigiosos ante el Juez
competente, vinculan al órgano jurisdiccional a dictar una sentencia sobre
el fondo del asunto debatido propiamente dicho. Es preciso, además, que
concurra la cualidad complementaria pero indispensable de la legitimación
en el sujeto promovente. La llamada legitimación activa o simplemente
legitimación. La legitimación pasiva carece de interés procesal porque la
cuestión se impregna en el derecho a la absolución sobre el fondo que
tiene el demandado no legitimado pasivamente20.

20- ALMAGRO NOSETE, J. y TOMÉ PAULE, J., Instituciones de Derecho…, t. II, 2ª


ed., op. cit., 1994, pág. 236. En el mismo sentido, RAMOS MÉNDEZ, F., Derecho…, t. I,
op. cit., 1990, pág. 251.

148
William Ernesto Tórrez Peralta

Considerado el derecho a la jurisdicción como un derecho general de


accionar, es decir, un derecho a promover, continuar y agotar la actividad
jurisdiccional en relación con un caso concreto; o bien, un derecho
general de excepcionar, o sea, un derecho a reclamar tal actividad con
una finalidad contraria, falta por establecer la razón jurídica que mueve al
órgano jurisdiccional competente a decidir sobre los derechos o intereses
legítimos cuya tutela se solicita. Esta razón jurídica que es donde radica el
efectivo poder ciudadano para vincular al Juez competente a que dicte una
sentencia de fondo, es la legitimación.

El concepto de legitimación no está formulado explícitamente en el texto


constitucional con referencia al derecho a la jurisdicción ordinaria, aunque
aparece en otros pasajes a propósito de la jurisdicción constitucional. Sin
embargo, implícitamente subyace tras la formulación del artículo 34 de la
Constitución. En efecto, el derecho a la jurisdicción no se reconoce por la
Constitución para que se pueda reclamar a los órganos jurisdiccionales,
la tutela de derechos e intereses sobre los que ninguna disposición tenga
el sujeto. Este derecho se reconoce para que cada sujeto pueda defender
sus derechos e intereses legítimos. Ocurre, no obstante, que sin poderse
determinar de antemano si tal disponibilidad es conforme al ordenamiento
jurídico que, a efectos procesales, baste con que el titular del derecho a la
jurisdicción alegue un interés o derecho, y el órgano jurisdiccional contaste
si la posición subjetiva que la ley atribuye a quien afirme ese concreto
interés o derecho es jurídicamente suficiente para pedir las consecuencias
jurídicas que se pretenden.

El régimen de legitimaciones establecido por un determinado sistema


jurídico varía según los condicionamientos políticos de una sociedad
dada, y en especial, según el alcance que tenga el Derecho privado y el
grado de colaboración ciudadana que quiera reconocerse para conseguir la
observancia general del ordenamiento jurídico.

Una teoría general de la legitimación, para que sea fructuosa, pasa (a


mi juicio) necesariamente por las siguientes fases:

1) Reconocimiento de un derecho general de accionar, de carácter


abstracto o derecho a la jurisdicción, que explica por medio del concepto
complementario de legitimación la vinculación del Juez competente a
dictar una sentencia de fondo, sea esta estimatoria o absolutoria.

149
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

No es de extrañar, mientras se mantenga un concepto de la acción en


sentido concreto, como derecho a una sentencia favorable o simplemente
de fondo, que la acción se confunde con la legitimación y que este último
pueda considerarse un concepto inútil.

2) Consideración de la legitimación como una condición jurídica de


orden público procesal (por lo tanto, apreciable de oficio), cuyo cumplimiento
se exige al titular del derecho a la jurisdicción para vincular en un proceso
concreto donde ejercite este derecho al órgano jurisdiccional competente
a dictar una sentencia de fondo, sea ésta favorable o desfavorable al sujeto
legitimado.

3) Estimación de que el contenido de esta condición consiste en la


alegación de un interés jurídicamente relevante al que el Derecho erige en
razón justificativa de las consecuencias jurídicas que se pretenden.

Este interés puede considerarse como obvio en la propia dinámica de


las relaciones jurídicas, de manera que la afirmación de la titularidad de
un derecho subjetivo presupone aquél. En otros casos el interés no dimana
de ninguna relación jurídica preexistente sino que se relaciona con una
situación jurídica originadora de algún perjuicio o privativa de algún
beneficio.

4) Insuficiencia de la alegación del interés legítimo para considerar


cumplida la condición impuesta, pues es preciso que el órgano jurisdiccional
constate si la posición subjetiva es jurídicamente suficiente para pedir los
efectos jurídicos que se pretenden.

5) Finalmente, necesidad de considerar que el tema de la legitimación


comporta siempre una quaestio iuris y no una quaestio facti, que aunque
afecta a los argumentos jurídicos de fondo, puede determinarse con carácter
previo a la resolución del mismo, pues únicamente obliga a establecer
si, efectivamente, guarda coherencia jurídica la posición subjetiva que se
invoca en relación con las peticiones que se deducen.

En el Derecho procesal civil, la legitimación inicialmente sólo puede


reconocerse a quien afirma la titularidad de un derecho. La legitimación está
en función de la afirmación de un derecho pero, también, de la coherencia
jurídica entre la titularidad que se afirma y las consecuencias jurídicas

150
William Ernesto Tórrez Peralta

que se pretenden. No basta la afirmación de un interés. No obstante, en


ocasiones el interés familiar (por ejemplo, parientes legitimados para
pedir la declaración de incapacidad por demencia, o cuando de cualquier
persona que tenga interés en la declaración de nulidad del matrimonio,
excepto determinados casos) se convierten, excepcionalmente, en razones
legitimadoras ante la jurisdicción civil.

En definitiva, la legitimación en el proceso civil se reduce por regla


general a un problema de consistencia jurídica (por decirlo de otra manera,
de adecuación entre la titularidad jurídica que se afirma y el objeto jurídico
que se pretende por ejemplo, la alegación de la condición de codepositante
no solidario, no autorizado para pedir al depositario la devolución integra
de la cosa; en consecuencia carece de legitimación según el artículo 3472
del C).

7.2. Clases de legitimación

Las clases de legitimación en el Derecho procesal dependen en la


mayor o menor amplitud que se reconozca o conceda a los justiciables
para defender sus derechos o tutelar sus intereses.

7.2.1. Legitimación ordinaria o directa

Es la común, consistente en la alegación de la titularidad de un derecho


subjetivo propio acorde con las peticiones que se deducen. Los hechos
son ajenos en el caso de la representación, pero en definitiva, como el
representante actúa por el representado y anuda las consecuencias jurídicas
de sus actos a la titularidad de aquel, no se ofrece ningún problema.

7.2.2. Legitimación extraordinaria o indirecta

Es la que en algunos casos concede el ordenamiento jurídico,


autorizando excepcionalmente la gestión de derechos ajenos en beneficio
propio. Dentro de este concepto caben multitud de figuras, con mayor o
menor propiedad.

a) Sustitución procesal.

151
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Se considera por antonomasia la figura típica de la legitimación


extraordinaria. Según la terminología clásica se produce la figura en
aquellos casos en que no coinciden el titular del derecho material y la parte
procesal. Por ejemplo, la acción subrogatoria del artículo 1870 del Código
Civil: el que ejercita esta acción está actuando en el proceso en nombre e
interés propio, pero por un derecho ajeno.

b) Sucesión procesal.

Es propiamente un caso de legitimación sucesiva. Ya que el derecho


litigioso no deja por ello de tener un valor económico, cualquier acto
traslativo que afecte al mismo tiene la suficiente importancia como
para repercutir en el status de las partes procesales. El desplazamiento
de la legitimación puede operar tanto por fallecimiento de la parte como
transmisión inter vivos de la cosa litigiosa. Como se verá en su momento,
el cambio de partes sólo se opera mediante la aprobación judicial. La
entrada del sucesor en el proceso supone también una legitimación propia
u ordinaria: Al fin y al cabo es el titular de los derechos sobre la cosa
litigiosa.

c) Litisconsorcio.

El fenómeno de la pluralidad de partes no supone más que la existencia


de una pluralidad de personas legitimadas, según el criterio general.
Únicamente hay que llamar la atención aquí sobre aquellos casos en que
se exige la presencia simultánea de varias personas en el proceso para,
por así decirlo, integrar la legitimación. A estos casos se hará referencia
después al tratar del litisconsorcio necesario.

d) Intervención de terceros.

El tercero, por definición, no figura como parte desde el inicio del


proceso, sino sólo en un momento posterior, cuando interviene. Su
legitimación es también sucesiva. Como los grados que justifican la
intervención son distintos (intervención principal, litisconsorcial y adhesión
simple), aquí se toma en consideración en interés del tercero en su relación
con el fondo del asunto para justificar su intervención. Mientras que en
la intervención principal hay un interés propio y autónomo del tercero
contrapuesto al de las demás partes, en la intervención litisconsorcial hay

152
William Ernesto Tórrez Peralta

también un interés directo compartido con alguna de las partes y en la


intervención adhesiva simple tan sólo un interés indirecto para evitar los
efectos reflejos de la sentencia.

7.3. Tratamiento procesal de la legitimación

La legitimación tal como la concebimos es un presupuesto no


procedimental pero sí preliminar al fondo, es decir, difícilmente puede
en el Derecho procesal civil tratarse la legitimación como una cuestión
con tratamiento procesal previo que excluya la posibilidad de que el Juez
examine el problema antes de entrar a decidir sobre el fondo.

El hecho de que sea difícil no quiere decir que sea imposible; en


algunos casos, el tema legitimatario puede ser tratado con independencia
de la cuestión de fondo; así ocurre en todos aquellos supuestos en que
la circunstancia legitimatoria no se hace depender del derecho mismo
afirmado, pues es muy difícil separar la atribución subjetiva del derecho
de las consecuencias objetivas del mismo. En cambio, el problema puede
aislarse y tratarse con relativa independencia de la cuestión de fondo
en aquellos otros en que la razón legitimadora es un interés de carácter
jurídico y por supuesto legítimo.

En orden a la diferenciación de conceptos sobre legitimación y afines


y tratamiento procesal es interesante señalar que:

1º. Que el término legitimación y sus aspectos conceptuales y clases son


de elaboración doctrinal y no figuran reconocidos expresa o directamente
en el Código de Procedimiento Civil.

2º. Que en lo que concierne a las especies de legitimatio ad processum


y legitimatio ad causam, se suele hacer coincidir con la primera de los
conceptos de capacidad procesal o capacidad de obrar procesalmente,
de manera, que la denuncia de su defectuosa o nula concurrencia debe
hacerse al amparo, en lo que concierne al actor del número 2 del artículo
1737 Código de Procedimiento Civil (falta de capacidad del demandante
o personería o representación legal del que comparezca en su nombre),
mientras que en la segunda que consiste en la adecuación normativa entre
la posición jurídica que se atribuye el sujeto y el objeto que demanda,
en términos que, al menos en abstracto, justifican preliminarmente

153
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

el conocimiento de la petición de fondo y resolver sobre el mismo por


imperativo del ordenamiento jurídico material, puede ser tratada bajo la
rubrica del mismo número (esto es, si no se acredita el carácter con el
que se reclama, en relación con lo dispuesto en el artículo 1737 inc. 2º),
aunque la estimación previa de la excepción sólo limita a aquellos casos
en que sea manifiesta su falta, debiéndose en los otros resolverse con el
fondo, de donde las dudas sobre su exacto encaje ya como dilatoria ya
como perentoria y las teorías sobre los supuestos de legitimación indirecta
y legitimación directa.

8. La sustitución procesal

8.1. Concepto de sustitución procesal

La sustitución procesal no es más que la existencia de una parte


procesal que, obrando en nombre e interés propio en el proceso, ejercita
un derecho material ajeno.

Los supuestos que pueden señalarse, como los más representativos,


son los siguientes:

1) La acción subrogatoria y revocatoria: «Los acreedores, después de


haber perseguido los bienes de que esté en posesión el deudor para realizar
cuanto se les deba, pueden ejercitar todas las acciones y derechos de éste
con el mismo fin, exceptuando los que sean inherentes a su persona; pueden
también impugnar los actos que el deudor haya realizado en fraude de sus
derechos» (art. 1870 C).

2) La reclamación por parte del usufructuario de los créditos que


formen parte del usufructo si tuviese dada o diere la fianza correspondiente
(art. 1519 C).

8.2. Efectos de la sustitución procesal

En principio, el sustituto no es parte procesal. Esto resulta de la propia


idiosincrasia de la sustitución, que, de alguna manera, supone litigar por el
derecho de un tercero o en relación con el mismo. Normalmente, pues, no
figurará el sustituto como parte procesal, sino que su posición será la de un
tercero ajeno al proceso.

154
William Ernesto Tórrez Peralta

Ahora bien, del hecho de su «ajenidad» al proceso no se puede deducir


la falta de interés del sustituto en intervenir en el mismo, sino más bien
todo lo contrario.

En definitiva, al discutirse un derecho propio del sustituido, éste


resulta ser el principal interesado en el resultado del pleito. Ello justifica
su intervención en el proceso, intervención que debe ser calificada como
litisconsorcial y que en alguna manera parece intervenir en el proceso
la importancia de las respectivas partes. Es decir, parece que, a partir de
su intervención, asume el papel de parte más importante en el proceso,
quedando relegado el sustituto a un segundo término. Hay que entender,
no obstante, que esto es una forma gráfica de hablar y de entender el
complejo fenómeno de la sustitución. Pero las cosas no se pueden llevar a
tal extremo, ya que, en definitiva, el que actúa en virtud de la sustitución
procesal tiene también una legitimación propia para hacerlo.

Un tema interesante respecto del mecanismo de la sustitución procesal


es el que atañe al capítulo de las excepciones. No cabe duda de que el
demandado puede oponer al sustituto cualquier excepción que tenga contra
él. Pero el problema estriba en determinar si es posible oponerle al sustituto
excepciones de tipo personal que competan sólo contra el sustituido
(por ejemplo, la compensación). El problema no puede ser solucionado
unívocamente en todas las hipótesis y habría que pronunciarse caso por
caso.

Otro tanto podría decirse respecto del tema de la reconvención, que


podría verse sobre temas ajenos por completo al conocimiento del sustituto
y personales del sustituido. Dadas las amplias facultades de reconvenir
que la ley procesal concede, parece que en principio no podrían ponerse
límites a una reconvención en tal sentido. La única solución aconsejable
es la intervención provocada del propio sustituido en casos tales, aun sin
existir hasta el presente ninguna norma que la apoye expresamente, pero
que tampoco la prohíba.

Dificultades parecidas derivan del examen de los medios de prueba


de tipo procesal sobre todo cuando el sustituido permanece el margen del
proceso. La declaración del sustituido en ese caso no puede obtenerse
directamente por la vía de la confesión en juicio, salvo el caso, extraño por
lógica, de que el confesante y el sustituido procedan de consuno y aquél se

155
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

acoja a la facultad de absolver posiciones por medio de tercero que otorga


el artículo 1210 del Código de Procedimiento Civil. Pero en los demás
casos, tan sólo es posible la declaración del sustituido a través de la prueba
testifical.

Ahora bien, al respecto nos encontramos con las dificultades a primera


vista insalvables de las incapacidades legales para testificar y, en concreto,
con la detener interés directo en el pleito (art. 1317 inc. 10º Pr). Si se
mantiene a ultranza el régimen de incapacidades del Código Procedimiento
Civil en el sentido que impiden la declaración de una persona como testigo
en un pleito por el hecho de concurrir dichas causas, entonces se veda toda
la posibilidad de declaración del sustituido.

9. La sucesión procesal

9.1. Concepto de sucesión procesal

Se entiende por sucesión procesal la sustitución en un proceso


pendiente de una parte por otra persona que ocupa su posición procesal
por haber devenido titular de los derechos sobre la cosa litigiosa.

En realidad, esta institución no supone más que aprovechar la


mecánica general del fenómeno sucesorio aplicado al proceso. En este
sentido el hecho de la sucesión procesal consiste en que una persona ajena
en principio al proceso deviene parte procesal en sustitución de la que
figuraba primitivamente y como tal continúa el proceso ya iniciado. Por
virtud de la propia sucesión, le alcanza la eficacia de los actos válidamente
realizados por su causante, debiendo asumir el proceso en el estado en
que se encuentre y pudiendo aprovechar, a partir de dicho momento, las
oportunidades procesales no transcurridas.

La causa que da origen a la sucesión en el proceso es que una persona


distinta de las que figuran como demandantes o como demandados
devenga titular de los derechos sobre la cosa litigiosa, lo cual puede ocurrir
evidentemente por cualquiera de los modos de transmisión del derecho,
tanto por acto entre vivos como por causa de muerte. A raíz de esto, el
problema estriba en tutelar adecuadamente, el interés de la contraparte
procesal en orden a evitar los fraudes que eventualmente pudieren
producirse.

156
William Ernesto Tórrez Peralta

Por ello, mientras al primero se le concede la posibilidad de ingresar


en el proceso pendiente, superando los obstáculos del principio de la
perpetuatio legitimationis propio de la litispendencia, al segundo se le
da audiencia en todo caso y, además, se subordina la aprobación de la
sucesión a la decisión judicial.

Como resultado del mecanismo de la sucesión se produce, pues, un


cambio de partes en el proceso, efecto que no es exclusivo de la sucesión,
sino común a otras muchas figuras.

9.2. Fundamento

La institución que examinamos tiene fundamento jurídico y económico


a la vez.

La sucesión en el proceso por causa de muerte tiene en general el mismo


fundamento que la sucesión hereditaria y no es más que una aplicación
particular de la regla genérica del artículo 933 del Código Civil, en virtud
de la cual los herederos suceden al difunto en los procesos pendientes en
el momento de producirse el fallecimiento.

La sucesión en el proceso por transmisión entre vivos de la cosa


litigiosa resuelve un problema de interferencia del poder dispositivo de las
partes y la pendencia del proceso, regulando el conflicto de intereses que
se produce entre las varias partes implicadas en el mismo. Al adquirente
de la cosa litigiosa se le tutelan sus intereses pendientes y reemplazar a su
causante en el litigio.

A la contraparte se le otorga audiencia en orden a la aceptación de la


entrada del sujeto en el proceso y el apartamiento de la parte primitiva.
El enajenante, en fin, puede quedar apartado del proceso, que en adelante
se sigue frente al sucesor. La resolución judicial garantiza, en definitiva,
la corrección del mecanismo sucesorio y la tutela de todas las partes a la
vez.

A la par, existe un fundamento de tipo económico para la sucesión


procesal: el aprovechamiento de la actividad procesal desplegada por el
causante de la sucesión, con el consiguiente ahorro temporal en la duración
y en el coste del proceso.

157
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

9.3. Régimen jurídico

La sucesión en el proceso por causa de muerte, por ser un


acontecimiento imprevisible e inevitable en cuanto a su origen, excluye
toda posibilidad de fraude intencionado en sí misma. En consecuencia,
por el hecho del fallecimiento de un litigante sólo pueden plantearse dos
soluciones extremas: o extinguir el proceso o continuarlo. Descartada la
primera solución en todos los ordenamientos jurídicos por injusta, se hace
posible siempre la reanudación del proceso por parte de los herederos del
difunto o frente a ellos.

En cambio, la sucesión por transmisión entre vivos de la cosa litigiosa se


puede prestar a mayores fraudulencias por el carácter voluntario de la misma.
Las soluciones en abstracto posibles son varias: Prohibir radicalmente los
actos dispositivos sobre las cosas litigiosas. Permitir la transmisión de
las cosas litigiosas, pero sin que dicho acto tenga trascendencia alguna
respecto del proceso pendiente. O bien, libertad de disposición de las cosas
litigiosas y regulación de sus repercusiones procesales. Hay que decir que
esta última solución es la que impera en todos los ordenamientos jurídicos
contemporáneos, si bien con regulaciones diversas.

En nuestro ordenamiento jurídico esta institución no está expresamente


regulada. Ahora bien, está manifestado uno de sus efectos externos y
visibles, y, con base en el mismo, no ha tenido inconveniente alguno en
construir una adecuada teoría de la institución.

El efecto externo al que me refiero está recogido en el artículo 78 del


Código de Procedimiento Civil que dice: «Siempre que por muerte o por
cualquier otra causa termine el mandato, el mandatario continuará con la
representación del mandante mientras la persona que lo sustituya no se
haya apersonado en el juicio y tenido como tal.

En caso de muerte, los herederos o sucesores harán la designación (art.


3351 Código Civil) y si no lo verifican dentro del plazo señalado por el juez
o tribunal, lo harán estos. Si la causa de la expiración del mandato fuere la
renuncia del procurador, estará éste obligado a ponerla en conocimiento
de su mandante, junto con el estado del juicio, y se entenderá vigente el
poder hasta que se haya apersonado y tenido como representante el que le
sustituya».

158
William Ernesto Tórrez Peralta

A partir de este dato, si se quiere insignificante, se construye toda la


teoría de la sucesión procesal. La que se tiene como causa el fallecimiento
de las partes se funda en el párrafo segundo de dicho artículo; la que se
origina por acto entre vivos, con base en el párrafo tercero de la mencionada
norma.

9.4. Hipótesis de sucesión procesal

9.4.1. Sucesión por fallecimiento de la parte o extinción de la


persona jurídica

En este grupo de hipótesis, amparado en el artículo 78 del Código de


Procedimiento Civil, se pueden incluir supuestos como los siguientes:

a) La sucesión del heredero a título universal en los pleitos del difunto,


como una consecuencia de la aplicación de los artículos 932 y 933 del
Código Civil.

b) La sucesión de las personas que litiguen por sí misma en cualquier


tipo de proceso civil (art. 60 Pr).

c) La sucesión en procesos que versen sobre acciones de filiación, el


artículo 209 del Código Civil prevé con carácter general que, a la muerte
del actor, sus herederos podrán continuar las acciones ya entabladas.

d) Como causa paralela al fallecimiento de la parte, también puede tener


lugar la sucesión en el proceso por extinción de una persona jurídica.

En el terreno de la práctica, ello es una hipótesis eventual pues en


muchos casos se establece un período de liquidación durante el cual
la persona jurídica conserva su personalidad hasta el término de las
operaciones de disoluciones.

9.4.2. Sucesión por transmisión entre vivos de la cosa litigiosa

Dicha sucesión, puede traer su origen de hipótesis como las


siguientes:

a) Cualquier tipo de transmisión negocial, y, por antonomasia, el

159
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

contrato de compraventa. Es una hipótesis confirmada incluso expresamente


por el Código Civil al referirse a la posibilidad de rescisión de contratos
sobre cosas litigiosas celebrados por el demandado sin conocimiento y
aprobación de las partes litigantes o de la autoridad judicial competente, lo
cual no hace sino confirmar la doctrina de la sucesión procesal.

b) Las transmisiones de créditos, como puede deducirse del retracto


de créditos litigiosos previsto en el Código Civil. También la subrogación
convencional y la cesión de contratos.

9.4.3. Presupuestos y requisitos de la sucesión procesal

La sucesión procesal está fundada en unos determinados presupuestos


y subordina su efectividad al cumplimiento de determinados requisitos,
tal como se desprende de su regulación indiciaria en el artículo 78 del
Código de Procedimiento Civil. Dichos presupuestos y requisitos son los
siguientes: a) Litispendencia; b) Transmisión de los derechos sobre la cosa
litigiosa; c) Audiencia de las demás partes; y d) Aprobación judicial.

9.4.3.1. Litispendencia

La litispendencia o estado de litigiosidad es un presupuesto


indispensable para la sucesión procesal. Es decir, el fenómeno sucesorio tan
sólo tiene relevancia a nuestros efectos cuando se produzca en el curso de
un proceso pendiente, no cuando éste no exista o ya esté terminado. Durará
la posibilidad de sucesión en el proceso mientras dure la litispendencia.

Importa destacar aquí la incidencia de la sucesión procesal en el propio


principio de litispendencia. Según es sabido, este principio descansa en la
ficción de que durante el curso del proceso la situación fáctica permanece
inmutable, o, al menos, dichos cambios extraprocesales son irrelevantes
para el proceso.

De aquí que entre las consecuencias de este principio se señale el


fenómeno de la perpetuatio legitimationis. Con ello se alude a lo que el
proceso toma en cuenta para fundar la legitimación de la parte que en él
figura, pues su legitimación ha quedado definitivamente establecida desde
el inicio de la litispendencia.

160
William Ernesto Tórrez Peralta

Como se comprende, al descansar dicho principio en una ficción,


las necesidades prácticas imponen la quiebra del mismo o al menos que
sufra ciertas actuaciones en función de la realidad. Y esto es lo que ocurre
con la sucesión procesal. La transmisión del derecho litigioso puede dar
lugar a la entrada de un nuevo litigante en el proceso, si se cumplen los
demás requisitos de la sucesión procesal. La perpetuatio legitimationis no
conserva su eficacia más allá de la aprobación judicial de la sucesión en
el proceso.

9.4.3.2. Transmisión de los derechos sobre la cosa litigiosa

Este presupuesto es el que posibilita asimismo el fenómeno sucesorio.


Transmisión equivale a cambio de titularidad y tal fenómeno funda el
derecho del sucesor a devenir parte procesal. Para ello es preciso que
la transmisión recaiga precisamente sobre el derecho controvertido,
que sea posible la transmisión de éste por no existir ninguna regla de
intransmisibilidad, y que la transmisión sea eficaz desde el punto de vista
del derecho.

Como es obvio, se debe poner de relieve asimismo la transmisión en


el proceso pendiente para que adquiera relevancia en éste y posibilite la
sucesión.

En otro caso nos hallaríamos en otras hipótesis también frecuente


en la realidad de transmisión de los derechos sobre la cosa litigiosa sin
correlativa sucesión procesal.

9.4.3.3. Audiencia de las demás partes

La audiencia de las demás partes viene exigida con carácter


imperativo en el artículo 78 del Código de Procedimiento Civil respecto
de la transmisión entre vivos, aunque en el terreno de la práctica se viene
realizando en todas las hipótesis. Tiene como finalidad la protección de
los intereses de la contraparte, es decir, de aquel sujeto que en principio es
ajeno al fenómeno sucesorio, y está encaminada a su defensa.

La audiencia se realizará de ordinario dando traslado a la parte


del escrito en que se solicita la sucesión y de los documentos que se
acompañen.

161
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Puede, por lo tanto, la contraparte adoptar al respecto cualquiera de


las expectativas procesales posibles: no efectuar ninguna manifestación al
respecto, consentir el cambio de partes, oponerse a la sucesión por motivos
de fondo, denunciar defectos procesales que afecten al sucesor, e incluso
aportar cualquier otro tipo de datos que puedan ser interesantes para su
defensa o intereses.

9.4.3.4. Aprobación judicial

Requisito previsto expresamente para la sucesión entre vivos por


el artículo 78 del Código de Procedimiento Civil, aunque también está
implícitamente exigido para la sucesión por causa de muerte, ya que la
entrada en el proceso del heredero del difunto debe forzosamente ser
sancionada judicialmente.

La aprobación judicial debe recaer después de apreciar el Juez la


existencia de los presupuestos de la sucesión procesal y del cumplimiento
de todos los requisitos exigidos por la ley para cada una de las hipótesis.
En este cometido el órgano judicial goza de una amplia autonomía e
independencia a la hora de sancionar la sucesión en el proceso.

Una vez recaída la aprobación judicial, se homologa judicialmente la


sucesión procesal, se produce la excepción al principio de la perpetuatio
legitimationis operando el desplazamiento de la misma al sucesor y
normalmente se determina asimismo la cesación del Procurador en su
representación.

9.5. Efectos de la sucesión procesal

El fenómeno sucesorio incide fundamentalmente sobre las facultades


y poderes de las partes implicadas en el evento. Sin que aquí sea posible
referirse detalladamente a todas las repercusiones de la sucesión procesal,
se apuntarán los problemas principales:

1) El transmitente, o parte que ha desencadenado la sucesión, una


vez consumada ésta, desaparece de la escena procesal, y, por lo tanto, su
posibilidad de actuación en el proceso no existe en definitiva.

162
William Ernesto Tórrez Peralta

Únicamente en aquellos casos anómalos, pero reales, en los que ha


pesar de la transmisión de los derechos sobre la cosa litigiosa, continúa el
enajenante como parte procesal, puede admitirse la actuación de éste.

No obstante, siempre existirán problemas, a veces de difícil solución,


en materia de negocios dispositivos.

Otra cosa distinta es la suerte que ha de correr la actividad procesal del


transmitente hasta el momento de su apartamiento del proceso.

La regla general es que conservan eficacia todos los actos realizados


mientras era parte procesal. Problemas interesantes se plantean en torno
a la prueba de confesión por juicio, según estuviera ya efectuada dicha
prueba o no, y respecto de la prueba testifical.

En esta última se vuelve a plantear el tema de la posibilidad de


declaración como testigo del transmitente apartado del proceso, no
obstante, la presunta incapacidad del artículo 1317 inc. 10º del Código de
Procediendo Civil.

2) El sucesor, como adquirente de los derechos sobre la cosa litigiosa,


obtiene su protección adecuada mediante el mecanismo de la sucesión
procesal, y no mediante el expediente de la intervención de terceros,
solución de otros ordenamientos extranjeros.

Pero la eficacia de la propia sucesión, asume el proceso en el momento


en que se encuentra y toda la actividad desarrollada con anterioridad a su
ingreso en el mismo despliega su actividad frente a él. Por ello sólo puede
aprovechar las oportunidades procesales no transcurridas, pero eso sí, en
toda su amplitud.

Como consecuencia del cambio de partes operado, todas aquellas


instituciones procesales que de alguna manera toman en cuenta la identidad
y circunstancia de uno de los litigantes sufren modificaciones más o menos
importantes. Así el fenómeno repercute en los actos de comunicación, en la
competencia, en el beneficio de la justicia gratuita, abstención y recusación
del Juez, acumulaciones y prueba de confesión en juicio y testifícal.

163
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Pero, además, se plantea asimismo el problema de si se pueden hacer


valer excepciones de tipo personal frente a la contraparte y, dada la amplitud
con que se admite la reconvención en nuestro derecho, el dilucidar si el
fenómeno sucesorio engloba o no lo que es objeto de reconvención.

3) La contraparte, o sujeto que ha permanecido ajeno al fenómeno


sucesorio, en principio no sufre alteración en su status procesal: sigue
ostentando el mismo que tenía al inicio del pleito. Ahora bien, el hecho de
la sucesión no le es desde luego indiferente, sobre todo cuando la sucesión
se produce en la postura procesal de parte de demandante.

Como consecuencia de la sucesión, resultan repercusiones importantes


en los temas de las excepciones, sobre todo de tipo personal, frente al
sucesor o al causante, y, en concreto, la de compensación (art. 2153 C), y,
respecto de la reconversión, cuando lo discutido en ella no ha sido objeto de
sucesión o se refiere a un tema que afecta personalmente al enajenante.

10. Pluralidad de partes o litisconsorcio

10.1. Concepto de pluralidad de partes o listisconsorcio

En el proceso civil rige como es sabido, el principio de dualidad


de partes, que se manifiesta en dos posturas antagónicas: la de la parte
demandante y la de la parte demandada. Ahora bien, ambas posturas
pueden estar integradas por una pluralidad de personas o sujetos distintos,
es decir, varios demandantes o varios demandados. Cuando este hecho
ocurre, se habla de pluralidad de parte o litisconsorcio.

Litisconsorcio, como su propio nombre lo indica, es la pluralidad


de sujetos demandantes (litisconsorcio activo) o de sujetos demandados
(litisconsorcio pasivo) o la pluralidad de unos y de otros (litisconsorcio
doble, denominación esta última preferible a la de litisconsorcio mixto).

10.2. Clases de litisconsorcio

10.2.1. Litisconsorcio activo, pasivo y mixto


Esta clasificación tiene en cuenta la postura procesal de parte en que
ocurre el fenómeno. Se habla de litisconsorcio activo, cuando la pluralidad

164
William Ernesto Tórrez Peralta

de partes se produce en la posición del demandante; litisconsorcio pasivo,


cuando el hecho afecta a la parte demandada; y litisconsorcio mixto,
cuando existe pluralidad de demandantes y demandados.

10.2.2. Litisconsorcio voluntario, simple o facultativo

El litisconsorcio voluntario, simple o facultativo consiste en que


una pluralidad de personas actúa en un mismo proceso, por razones de
oportunidad o conveniencia. Por su propio fundamento, persigue un
tratamiento conjunto y unitario de un problema o varios frente a una
pluralidad de personas en un solo proceso.

Doctrinalmente se distingue entre un litisconsorcio propio y un


litisconsorcio impropio, según el mayor o menor grado de conexión entre
las acciones subjetivamente acumuladas. Cuando concurren los elementos
de conexión que según el artículo 834 del Código de Procedimiento
Civil justifican la acumulación subjetiva de acciones, el litisconsorcio se
denomina propio. Cuando por el contrario no existen dichos elementos
de identidad pero existe cierta homogeneidad, se habla de litisconsorcio
impropio.

10.2.2.1. Presupuestos de litisconsorcio voluntario

El litisconsorcio voluntario recibe en el Derecho procesal nicaragüense


el tratamiento de una acumulación subjetiva de acciones y por lo tanto,
tendrá sus mismos presupuestos:

a) Debe existir una conexión subjetiva: «Podrán acumularse y


ejercitarse simultáneamente las acciones que uno tenga contra varios
individuos, o varios contra uno…» (art. 834 Pr).

b) Las acciones deben nacer de un mismo título o fundarse en la misma


causa de pedir (art. 834 Pr).

c) Además las acciones han de ser compatibles entre sí. Son


incompatibles cuando se excluyen mutuamente o sean contrarias entre
sí, cuando el Juez sea incompetente objetivamente y cuando deban de
ventilarse en juicios de diferente naturaleza (art. 832 Pr).

165
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

10.2.2.2. Tratamiento procesal de litisconsorcio voluntario

El litisconsorcio voluntario presenta las siguientes particularidades en


cuanto a su disciplina procesal:

a) El proceso con pluralidad de partes se ventila en un mismo juicio y


se resuelve en una sola sentencia (art. 836 Pr).

b) Si son varios los demandados y es distinto el domicilio de cada uno


de ellos pueden resultar afectadas las reglas de competencia territorial:
Cuando la demanda se dirija simultáneamente contra dos o más personas
que residen en pueblos diferentes y estén obligados mancomunada o
solidariamente, no habiendo lugar destinado para el cumplimiento de la
obligación, será Juez competente el del domicilio de cualquiera de los
demandados, a elección del demandante (art. 265 inc. 1º párrafo 2º Pr).

c) No obstante, en la unidad del proceso, cada litisconsorte conserva


su independencia en lo relativo a su actividad procesal. La diligencia o
negligencia en el aprovechamiento de las expectativas o cargas procesales
tan sólo favorece o perjudica en principio al litisconsorte concreto.

Sin embargo, en muchos casos, dada la identidad del objeto del proceso,
pueden extenderse a los demás litisconsorte los resultados favorables de
su actividad.

10.2.3. Litisconsorcio necesario

El litisconsorcio necesario consiste en una pluralidad de demandantes o


demandados en un mismo proceso, cuya presencia simultánea en el mismo
viene exigida por el carácter único e indivisible del objeto del proceso.

Es decir, es el que viene impuesto por vinculaciones subjetivas,


de carácter inescindible, que resultan del objeto del Derecho material,
deducido en juicio.

Estas vinculaciones las determina el Derecho Civil, según principio


general, por la divisibilidad o indivisibilidad de las obligaciones o de las
cosas mismas que deban ser objeto de prestación.

166
William Ernesto Tórrez Peralta

En este caso no es un criterio de oportunidad el que permite que varias


partes actúen conjuntamente en el proceso, sino es un criterio de necesidad
el que impone la presencia de varios litigantes en el mismo juicio.

10.2.3.1. Hipótesis de litisconsorcio necesario

Se pueden señalar, como casos que imponen el litisconsorte necesario


debido a la pluralidad común de interesados en una misma relación
jurídica, los siguientes:

a) Las acciones de estado, tales como las referentes al matrimonio


o filiación, ya que abarca a la pluralidad de personas que forman la
comunidad familiar.

b) Las acciones que persiguen la nulidad de un acto, de un contrato o


de cualquier negocio jurídico en el que estén interesados una pluralidad
de personas.

10.2.3.2. Tratamiento procesal de litisconsorcio necesario

Debemos referirnos a un triple aspecto: A la posibilidad de denunciar


la falta de litisconsorcio necesario, a la posible integración en el proceso de
los litisconsortes pretendidos y al desarrollo del proceso litisconsorcial.

a) La excepción del litisconsorcio necesario. Cuando por el demandante


se ha omitido la citación al proceso de un litisconsorte pasivo necesario,
cualquiera de los demandados puede utilizar como medio de defensa la
excepción de falta de litisconsorcio pasivo necesario, denunciando dicha
omisión. Esta excepción, determina, si es estimada, la absolución del
proceso en la instancia.

b) La integración del proceso. No cabe duda que la solución que


comporta la excepción de litisconsorcio pasivo necesario, con la absolución
de la instancia, es realmente antieconómica, por lo que se han de buscar
soluciones que redunden en una mayor eficacia del proceso. En efecto,
si el litisconsorcio es activo, la falta de uno de los litisconsortes podrá
subsanarse mediante el mecanismo de la intervención de terceros.

167
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

La persona pretendida en el proceso puede utilizar la intervención


litisconsorcial para incorporarse al mismo en calidad de parte. Siendo
el litisconsorcio pasivo, existe la misma posibilidad a través de una
intervención provocada. Pero no estando regulada expresamente en la ley,
la jurisprudencia, no ha acogido dicha solución.

Por esta razón, la única fórmula de conseguir actualmente la presencia


en el proceso de uno de los litisconsortes pasivos preteridos es mediante
el expediente de la acumulación de autos: Planteando una demanda contra
dicho litisconsorte y solicitando la acumulación de procesos al amparo del
artículo 840 inc. 6º del Código de Procedimiento Civil en relación con el
artículo 841 inc. 3º del mismo cuerpo de leyes, solución que desde luego
tampoco es económica.

c) Desarrollo del proceso litisconsorcial. En general, son aplicables al


litisconsorcio necesario todas las especialidades de procedimiento que se
explicaban del litisconsorcio voluntario.

Únicamente hay que destacar que la colegialidad de los afectados por


decisión del litigio impone a la vez actos o actuaciones colectivas en el
ámbito procesal, dentro de ciertos límites.

11. Intervención de terceros en el proceso

La noción de tercero procesal se construye de hecho en oposición


al concepto de parte. Pero ello tan sólo alcanza, como se verá, a una
configuración meramente externa, eso si suficiente para el estudio de la
disciplina procesal de la intervención de terceros.

La noción de parte, como dijimos, sólo tiene significación en el proceso:


Son parte aquellas personas que figuran expresamente como demandantes
o como demandados en el proceso. Pues bien, por exclusión, se considera
terceros a todas aquellas personas que no figuran como demandantes y
como demandados en un proceso pendiente.

Es por lo tanto un concepto meramente negativo y relativo que sólo


tiene en cuenta la situación subjetiva de un proceso pendiente para indicar
quien no figura como parte en el mismo.

168
William Ernesto Tórrez Peralta

Esta noción meramente negativa es suficiente en principio para


reflexionar sobre la suerte que en relación con un proceso pendiente
pueden correr terceras personas no litigantes y, de hecho la institución de
intervención de terceros se basa precisamente en esta reflexión previa.

En efecto un tercero que no litigue puede encontrarse respecto de un


proceso pendiente en una de las siguientes situaciones:

1) Ser completamente ajeno e indiferente respecto de lo que se discute


en dicho proceso y, por lo tanto, estar absolutamente despreocupado de la
suerte del resultado del mismo.

2) Tener un interés de mero hecho en el resultado del proceso pendiente,


por las repercusiones, por ejemplo, de tipo económico, de solvencia de un
deudor, de precedente de una relación jurídica similar, que la sentencia
dictada en dicho proceso pueda suponer para el tercero.

3) Tener una prestación absolutamente incompatible con la que se


discute en el proceso pendiente, pero de alguna manera conexa con ella,
por lo que una resolución conjunta de las mismas puede asimismo resultar
económica.

4) Ser cotitular en mayor o menor medida del derecho deducido en


el proceso, de manera que, aunque permanezca al margen del proceso, la
sentencia desplegará contra este tercero su eficacia directa.

A la vista de estas situaciones, parece que tan sólo en la primera de ellas


nos encontramos ante una persona verdaderamente indiferente respecto del
curso y resultado de un proceso pendiente, de un tercero ajeno al litigio.
En los demás casos, la postura extraprocesal del tercero no significa más
que este dato externo de que no es parte todavía en el proceso.

Su situación en estos casos exige la posibilidad de defensa de sus


intereses tomando parte en el proceso pendiente, esto es, interviniendo. Y
lo importante del caso es que en el plano procesal, a esa persona, una vez
que ha intervenido, ya no cabe considerarla tercero, sino sólo parte, una
parte más. Se puede decir que el tercero deja de ser tal, tan pronto como se
integra en el proceso pendiente. No caben situaciones intermedias.

169
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Por lo tanto, la noción de tercero, en el sentido en que es relevante en


este momento hace referencia a aquellos sujetos que inicialmente no son
parte en el proceso, pero a los que el resultado de éste no es completamente
indiferente y por ello necesitan de una adecuada protección.

11.1. Regulación de la intervención de terceros en nuestro


ordenamiento jurídico

Como otras muchas instituciones procesales relativas a la teoría


general de las partes, la intervención de terceros no está muy bien regulada
en nuestro Derecho positivo.

Ello no significa que los supuestos de intervención y los problemas


inherentes a la misma no existan en realidad. Lo que falta es una regulación
de tipo general y ello a la hora de la verdad se traduce en discrepancias en
cuanto a las soluciones concretas.

11.2. Clases de intervención de terceros

Para enumerar las diversas categorías de intervención de terceros se


atiende fundamentalmente a dos criterios: la posición del tercero en cuanto
a las repercusiones que se derivan para él del proceso pendiente y a la
iniciativa en cuanto a la intervención.

Atendiendo al primer criterio, se distingue entre intervención principal


e intervención adhesiva simple. Si se toma en cuenta el segundo criterio,
se contrapone la intervención voluntaria a la intervención provocada,
forzosa, coactiva. A su vez esta última puede ser provocada a instancia
de parte. Ambos criterios pueden concurrir en supuestos concretos de
intervención.

11.2.1. Intervención principal

Consiste la intervención principal en la introducción en un proceso de


un tercero que formula una pretensión conexa con la que en él se discute,
pero incompatible con ella. Obedece desde luego, a un criterio de economía
procesal que permite al tercero aprovechar la pendencia del proceso para
oponer su pretensión frente al demandante y al demandado a la vez.

170
William Ernesto Tórrez Peralta

Son presupuestos de la intervención principal: a) La pendencia del


proceso; b) Ser un tercero distinto de las partes que ya figuran en él o sus
sucesores; c) Formular una pretensión conexa con la que se discute en el
proceso; y d) Tratarse de una pretensión incompatible con la deducida en
el proceso.

Mediante la intervención principal, se amplía el objeto del primer


proceso. Al introducirse una nueva pretensión incompatible con lo que ya
se discute en él, de hecho se persigue el evitar sentencias contradictorias
sobre un mismo problema.

A la vez, se da lugar a un proceso con pluralidad de partes. De esta


configuración se deriva el tratamiento de la intervención principal como
una acumulación mixta de acciones.

Nuestro sistema positivo establece que pueden intervenir los terceros


como:

a) Coadyuvantes. El tercero puede coadyuvar con el demandante o


con el demandado. Se adhiere a la demanda del actor o a la excepción o
defensa del demandado. No llega a entablar nueva demanda o a oponer
una nueve excepción; litiga sobre las invocadas21. El tercer coadyuvante
puede hacer alegaciones, presentar pruebas, etc.

El artículo 954 del Código de Procedimiento Civil señala que el


tercer opositor coadyuvante se reputará por una misma persona como el
principal que litiga, debiendo tomar causa en el estado en que se hallare. Y
el artículo 955 de la misma ley procesal dice: «No puede hacerla retroceder
ni suspender su curso, excepto para prueba de algún hecho importante, a
juicio del juez, y que no hubiere sido propuesto por el principal. Tampoco
puede alegar ni probar lo que estuviere prohibido a este por ser pasado el
término o por cualquier otros motivo».

b) Excluyentes. El tercero excluyente esgrime derechos incompatibles


con el demandante y el demandado. El artículo 950 del Pr., señala que el

21- ESCOBAR FORNOS, I, Introducción al Proceso, 2ª ed. Ed. Hispamer, Managua,


1998, pág. 225.

171
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

tercer opositor es aquel cuya pretensión se opone a la del actor o a la de


los dos: en los dos primeros casos se llama opositor coadyuvante, y en el
tercero, excluyente.

Al no estar muy bien regulada la intervención principal en nuestro


Derecho, se discrepa en cuanto a la configuración de los supuestos que hay
que considerar como de intervención principal. En general puede señalarse:
Las tercerías de dominio, prelación y pago, reguladas en los artículos 1797
a 1808 del Código de Procedimiento Civil, que pueden producirse en el
proceso de ejecución.

A la hora de la ejecución, puede comparecer un tercero alegando la


propiedad de los bienes embargados al deudor, o bien alegando un derecho
a ser reintegrado de su crédito con preferencia al acreedor ejecutante. En
el primer caso su intervención da lugar a una tercería de dominio, en el
segundo a una tercería prelación o mejor derecho. El proceso sigue entre
el tercerista, ejecutante y ejecutado y una sola sentencia resuelve las
pretensiones contrapuestas por las partes.

11.2.2. Intervención litisconsorcial

La intervención litisconsorcial como categoría autónoma resulta de


la introducción al juicio en un proceso pendiente de un tercero que es
cotitular en alguna medida del derecho ya deducido en el proceso y cuya
intervención viene motivada porque le alcanzarán los efectos directos de
la sentencia que en dicho proceso recaiga.

Sus presupuestos son los siguientes: a) La pendencia de un proceso,


b) La cualidad de tercero, distinto de las partes procesales; c) Ser titular
en alguna medida del derecho discutido en el proceso, es decir, alegar
la cotitularidad del derecho litigioso; y d) Resultar directamente afectado
por la sentencia que se dicte en dicho proceso, aun en el caso de no
intervenir. De aquí deriva el interés directo que justifica la legitimación
del interviniente litisconsorcial.

La intervención litisconsorcial supone una pluralidad de partes


sucesiva. El tercero hubiera podido o hubiera debido figurar inicialmente
como parte en el proceso pues su legitimación le permitía instar el proceso
autónomamente. Es más, el ser cotitular del derecho litigioso es algo que

172
William Ernesto Tórrez Peralta

conlleva para él el resultar afectado por la eficacia directa de la sentencia,


aunque no litigue. De aquí que con su intervención se suma a la defensa que
de dicho derecho ya se venia haciendo en juicio, pero su intervención no es
meramente adhesiva: El tercero litisconsorte goza de completa autonomía
en su actuación procesal como corresponde al ejercicio de su derecho.

Al no estar regulada directamente la figura en nuestro Derecho, los


supuestos que se señalan están extraídos del Derecho positivo, o bien,
son figuras admitidas en ordenamientos extranjeros, con posibilidades de
aplicación en nuestro ordenamiento:

a) El litisconsorte pasivo necesario. En todos los casos en que existe


litisconsorcio necesario, una de las fórmulas idóneas para integrar el
proceso constituido sin la presencia de algún litisconsorte es la intervención
de terceros, que precisamente será litisconsorcial.

Ya se señaló anteriormente que en la práctica tal posibilidad es


presumible únicamente en la postura de la parte activa, ya que al no estar
sancionada la intervención provocada, el defecto de un litisconsorte pasivo
es raro solucionarlo por la vía de una intervención voluntaria, máxime
cuando la existencia de dicho defecto determinará la absolución en la
instancia.

b) La misma hipótesis se presenta en el caso de la sustitución procesal.


En estos casos, la intervención del sustituido (por ejemplo, la del deudor
de la acción subrogatoria) debe ser calificada también de litisconsorcial,
porque la cotitularidad del derecho discutido en el proceso le corresponde
también a él.

11.2.3. Intervención adhesiva simple

Se denomina intervención adhesiva simple la introducción en un


proceso pendiente de un tercero que alega un interés propio en evitar un
perjuicio jurídico que se le seguirá de los efectos reflejos de la sentencia que
se dicte en dicho proceso. El tercero inicialmente es ajeno al litigio. Ahora
bien, de la resolución que recaiga en éste pueden seguírsele a él perjuicios
jurídicos reflejos o indirectos, bien por razones de prejudicialidad, o por
alguna conexión existente con las relaciones jurídicas entre las partes y el
interviniente.

173
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

El fundamento de esta intervención es evitar dichos perjuicios y no


cabe duda de que la actuación procesal del tercero no está encaminada a
coadyuvar y defender a la otra parte, sino primordialmente a defenderse a
sí mismo.

Son presupuestos de la intervención adhesiva simple: a) La pendencia


del proceso; b) La cualidad del tercero; y c) Tener interés en evitar los
efectos reflejos de la sentencia, que, en definitiva, es la que legitima la
actuación del interviniente adhesivo.

Como es obvio, en este tipo de intervención no hay ninguna hipótesis


predeterminada de antemano en la ley. Los supuestos se han producido
casuísticamente a lo largo de las diversas resoluciones jurisprudenciales,
que han recogido un caso de intervención adhesiva simple. A título de
ejemplo, se pueden citar:

a) La intervención del subarrendatario en los pleitos seguidos por el


propietario o arrendador contra el arrendatario.

b) La intervención del Notario en un proceso en que se impugnaba por


defecto la forma de testamento.

c) La intervención del asegurador que cubre los daños en el proceso


seguido contra un asegurado en la reclamación de daños y perjuicios.

174
William Ernesto Tórrez Peralta

VII — EL PROCESO CIVIL

1. Concepto de proceso

El proceso, o actividad reglada desarrollada en el tiempo, en orden a la


aplicación judicial de las normas jurídicas al caso concreto, es instrumento
imprescindible, en las sociedades civilizadas para la realización o
efectividad del Derecho y la satisfacción de los derechos subjetivos e
intereses legítimos.

Consiste el proceso en un conjunto de actos de los sujetos interesados


o partes y del órgano jurisdiccional (en sentido amplio, Juez, Secretario
y Auxiliares), con intervención, a veces, de terceros (peritos, testigos),
organizados, según su secuencia, cuyas finalidades son la determinación
del caso justiciable, la prueba de las afirmaciones que se hacen y,
esencialmente las pretensiones deducidas ante la autoridad judicial, con
virtud, en su caso, para que se ordene su cumplimiento, incluso, por medios
de realización forzosa.

2. Naturaleza jurídica del proceso

El problema de la naturaleza jurídica del proceso viene históricamente


ligado a la moderna construcción de nuestra ciencia desde finales del siglo
XIX.

Aunque hoy en día ha dejado de ser el tema de nuestro tiempo, no


puede ignorarse su extremada importancia por el cúmulo de cuestiones que
a su amparo se suscitaron. El suceder histórico de las principales teorías ha
seguido los siguientes pasos:

En un primer momento se acudió a las categorías privatistas del


contrato (POTHIER, DEMOLOMBE) y del cuasicontrato (CONDE DE
LA CAÑADA, DE VICENTE y CARAVANTES). Fue BÜLOW quien
en 1868 en un famoso libro enunció la teoría de la relación jurídico
procesal, construcción que ha hecho fortuna a través de las formalizaciones
sucesivas de KOHLER, HELLWING, WACH, CHIOVENDA y que aún
siguen teniendo la suficiente utilidad científica como para ser defendida

175
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

entre otros por autores de la talla de GÓMEZ ORBANEJA, DE MIGUEL


y MORON PALOMINO. Esta teoría supone la primera construcción
unitaria seria del proceso.

Paralelamente GOLDSCHMIDT, con su teoría de las situaciones


jurídicas procesales, llamó la atención sobre la inexistencia de derechos
y deberes en el proceso y enucleó unas categorías nuevas (expectativas,
posibilidades, cargas) que han hecho fortuna desde el punto de vista del
tratamiento realista del proceso.

Además de estas dos grandes orientaciones, es de destacar en el Derecho


de habla hispana la teoría de las instituciones, formulada por GUASP y
seguida entre otros, por VIADA, MARTÍNEZ BERNAL y GORDILLO, y
en la doctrina italiana la concepción del proceso fundamentalmente como
acto, como procedimiento (FURNO, FAZZALARI).

Desde el punto de vista de nuestras leyes y de nuestra experiencia


no hace falta mucho esfuerzo para hacer caso de la célebre admonición
de CARNELUTTI: «actus procedendi in iudicio», esto es, en fórmula
descriptiva, la sucesión temporal de la actividad de los sujetos procesales,
con arreglo a normas técnico-jurídicas de procedimiento, en orden al juicio
jurisdiccional. Esto quiere decir que el proceso que es objeto de nuestra
disciplina obedece a los siguientes rasgos:

1º. Es una secuencia de actos (processus), que se suceden uno detrás


de otro. De aquí su dimensión temporal y su necesaria duración: el proceso
no es algo instantáneo.

2º. Los actos procesales proviene fundamentalmente de dos fuentes,


como ya se ha señalado en anteriores capítulos: las partes y el Juez. La
interacción entre la actividad de las partes (acción) y la actividad del Juez
(jurisdicción) da origen a la dinámica del proceso.

3º. La actividad procesal no es libre, sino reglada, organizada, por


las normas de procedimiento que se encargan de regularlas y encausarlas
previamente.

4º. La meta del proceso es el juicio jurisdiccional, en donde confluye


toda actividad procesal, con el hallazgo de las repuestas al problema

176
William Ernesto Tórrez Peralta

jurídico planteado. El juicio por su parte, es la expresión de la creación


del derecho.

3. El procedimiento

Interesa ahora destacar el papel del procedimiento en relación con


el proceso. Desde el punto de vista externo, es el procedimiento lo que
viene señalado como objeto y contenido del Derecho procesal. Pero ello,
obviamente, no es así.

Según lo señalado, el devenir de los actos procesales no es libre y


espontáneo, sino reglado y organizado en cauces predeterminados.
Precisamente son las normas de procedimiento las que someten a
disciplina el proceso: señalan los cauces a utilizar, establecen el orden de
las actuaciones, miden en unidades de tiempo su duración. Todas estas
reglas son técnicas, es decir, vienen concebidas en función de la mayor
utilidad para el proceso. Estas reglas son también jurídicas que prescriben
su observancia, precisamente como garantía. Son en definitiva «las reglas
del juego» a que hay que someterse en el campo procesal.

Ahora bien, como norma general, la regla de procedimiento, no puede


sustanciarse, es decir, convertirse en fin propio por sí misma. Ello conduce
al formalismos, defecto que debe ser firmemente rechazado por convertir
en fin lo que no es más que un medio. Está claro que el proceso, dado su
carácter reglado no puede prescindir de las formas y que incluso éstas,
en determinados casos, se convierten en presupuestos necesarios de un
determinado acto procesal. De aquí que uno de los conflictos más graves
que se plantea cada día en la mecánica del procedimiento es el de lograr el
justo equilibrio en la utilización de sus normas, sin atropellar las garantías
que suponen, pero también sin exagerar su interpretación literal.

4. El factor tiempo en el proceso

La dimensión temporal del proceso deriva del hecho de estar constituido


por una sucesión de actos y es objeto de atención en un doble plano. Desde
un primer punto de vista se estudia la organización del tiempo en el proceso
a través de las normas de procedimiento. Ello da lugar al estudio de los días
y horas hábiles y de los términos y plazos, en general. Desde un segundo
punto de vista los autores tienden al desenvolvimiento efectivo del proceso

177
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

en la realidad, es decir, a su duración, y valoran su dimensión temporal en


términos de lentitud o aceleramiento del proceso. Esta perspectiva toma en
consideración, pues, uno de los principales parámetros que repercute en la
eficacia del proceso.

La disciplina temporal del proceso se articula en los siguientes


extremos: a) El período ordinario de actividades de los Tribunales; b) Días
y horas hábiles; c) Términos y plazos; y d) Preclusión.

4.1. Período ordinario de actividades de los Tribunales

El primer elemento a considerar dentro de la disciplina del factor


tiempo en el proceso es el año judicial. El artículo 88 de la Ley Orgánica
del Poder Judicial señala que «La actividad jurisdiccional en el Poder
Judicial comprende todo el año calendario. No se interrumpe por
vacaciones, licencia u otro impedimento de los Magistrados o Jueces, ni
de los auxiliares que interviene en el proceso». Este es el período ordinario
de actividades de los Tribunales y se extiende desde el siete de enero, hasta
el día veintitrés de diciembre de cada año natural (art. 90 LOPJ).

Vacan por lo tanto, los Tribunales durante el período comprendido


entre el día veinticuatro de diciembre y el seis de enero, de cada año. Ello
sin perjuicio de no interrumpir el servicio de la Administración de Justicia
en los asuntos que así lo requieran (art. 91 LOPJ).

4.2. Días y horas hábiles

Lo que sean días hábiles se define de forma negativa: Son inhábiles los
domingos, los días de fiesta nacional y los festivos a efectos laborales en la
respectiva Ciudad o localidad (art. 89 LOPJ y art. 171 Pr).

También son inhábiles los días del veinticuatro de diciembre a seis de


enero, y del sábado de Ramos al lunes de Pascua (art. 90 LOPJ).

Independientemente de dichas reglas generales, los días y horas


inhábiles pueden habilitarse por el Juzgado y Tribunal (art. 89 párrafo
2º LOPJ), tal como dispone el Código de Procedimiento Civil: Los
Jueces y Tribunales podrán habilitar los días inhábiles, a instancia de
parte, cuando hubiere causa urgente que lo exija. Para éste efecto se

178
William Ernesto Tórrez Peralta

considerarán urgentes las actuaciones cuya dilación puedan causar grave


perjuicio a los interesados, o hacer ilusoria una providencia judicial. El
Juez o Tribunal apreciará la urgencia de la causa, y resolverá lo que estime
conveniente sin más trámite que la solicitud y sin ulterior recurso, salvo el
de responsabilidad (art. 173 Pr).

Además, todos los días del año y todas las horas son hábiles para la
instrucción de causas penales, sin necesidad de habilitación especial (art.
89 párrafo final LOPJ).

Son horas hábiles desde las seis de la mañana hasta las siete de la tarde
(art. 172 Pr).

4.3. Términos y plazos

Desde luego, conceptualmente se puede distinguir entre término y


plazo: El término es en definitiva el fin de un plazo; y el plazo es el espacio
de tiempo concedido para realizar una determinada actuación judicial. Sin
embargo, por traslación del lenguaje se utiliza la palabra término en el
sentido de plazo y así sucede en el Código de Procedimiento Civil.

Lo importante es destacar que en el proceso cada actuación y diligencia


judicial se ha de practicar dentro de los términos señalados para cada una
de ellas y, cuando no se fije término, se entenderá que ha de practicarse
dentro de veinticuatro horas de dictadas (art. 158 párrafos 1º y 2º Pr).
Sin embargo, es útil distinguir entre los plazos impropios, que por regla
general organizan la actividad jurisdiccional (plazo para notificaciones,
señalamientos, dictar las resoluciones, etc.), de los plazos propios, que
regulan la actividad de las partes en el proceso.

La inobservancia de los primeros genera tan sólo responsabilidad


disciplinaria: Dicho evento será corregido disciplinariamente según la
gravedad del caso, sin perjuicio del derecho de la parte agraviada para
reclamar la indemnización de perjuicios y demás responsabilidades que
procedan (art. 158 párrafo 3º Pr). A tal efecto los Jueces y Tribunales
impondrán, en su caso, dicha corrección disciplinaria a sus auxiliares
y subalternos, sin necesidad de petición de parte, y si no lo hicieren,
incurrirán a su vez en responsabilidad. También la impondrán a los Jueces
y Tribunales que le están subordinados, cuando por apelación u otro

179
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

recurso conozcan de los autos en que se hubiesen cometido la falta, o en


virtud de queja justificada sumariamente de cualquiera de los litigantes.
Contra la resolución de los Jueces y Tribunales no habrá más recurso que
el de reposición (art. 159 Pr).

En cuanto al cómputo de los plazos procesales, el régimen vigente


sigue pues las siguientes reglas:

1ª. Los términos judiciales empezarán a correr desde el día siguiente


al en que se hubiere hecho el emplazamiento, citación o notificación, y se
contará en ellos el día del vencimiento (art. 160 párrafo 2º Pr).

2ª. Si fueren dos o más las personas notificadas, emplazadas o citadas,


el término empezará a contarse desde el siguiente día al en que se hubiere
hecho la última notificación. El término será común para todas ellas (art.
161 Pr).

3ª. Los plazos se contarán de la manera establecida en el artículo


XXVI del Título Preliminar del Código Civil. Es decir, los términos
señalados por meses o años se computarán de fecha a fecha. Cuando en el
mes de vencimiento no hubiere día equivalente al inicial del cómputo, se
entenderá que el plazo expira el último del mes.

En cuanto al carácter prorrogable de los plazos procesales. El artículo


164 del Código de Procedimiento Civil señala que: Serán prorrogables los
términos cuya prorroga no esté expresamente prohibida por la ley. Para
otorgarla será necesario: 1º. Que se pida antes de vencer el término; y 2º.
Que se alegue justa causa, a juicio del Juez o Tribunal, sin que sobre la
apreciación que se haga de ella se dé recurso alguno.

4.4. La preclusión

El hecho de estar ordenado el proceso en unidades de tiempo


computadas en plazos, supone que cada actuación procesal habrá de ser
realizada dentro del tiempo señalado al efecto bajo el riesgo de no poder
ser realizada con posterioridad. Esto es, los plazos procesales, propiamente
dichos, abren expectativas y oportunidades, cuyo transcurso es fatal: por
regla general no cabe restitución del término. Esto es lo que se denomina
preclusión y tiene su explicación en la propia naturaleza del proceso.

180
William Ernesto Tórrez Peralta

El principio de preclusión impone, pues, la carga de aprovechar


libremente las oportunidades procesales en el término que tienen señalados
para su producción.

Así lo expresa el artículo 165 del Pr: No podrá concederse más de una
prorroga, la cual se otorgará por el tiempo que el Juez o Tribunal estime
prudente; pero en ningún caso excederá de la mitad del término señalado
por la ley para el término que se prorrogue.

Transcurridos los términos judiciales, si se hallaren los autos en la


Secretaría, a instancia de parte se le dará el curso que corresponda.

Si los autos se hallaren en poder de alguna de las partes, a petición de la


contraria se mandará a aquella que los devuelva dentro de las veinticuatro
horas, bajo apercibimiento de que quedará incurso en una multa de tres
a seis pesos por cada día que deje transcurrir sin devolverlos. Esta multa
se exigirá personalmente del procurador cuando intervenga, a no ser que
justifique su inculpabilidad.

Si transcurrieren las veinticuatro horas sin devolverse los autos,


procederá el Secretario u oficial notificador a recogerlos de quien los
tenga, bajo su responsabilidad y sin necesidad de nueva providencia. Si
aún así no le fuesen entregados, podrá proceder al apremio corporal del
procurador o la parte, si ésta los recibió, para lo cual requerirá el auxilio
de la fuerza pública, si fuere necesario (art. 166 Pr).

5. Estructura del proceso civil

El proceso civil se estructura en nuestra experiencia concreta en una


serie de fases sucesivas que responden básicamente al siguiente esquema:

a) Un período de preparación del proceso integrado por actividades o


diligencias de preparación o preliminares.

b) Una fase de alegaciones en la que fundamentalmente se aportan al


pleito los materiales de hecho que configuran el proceso, a través de actos
como la demanda, contestación, réplica, dúplica.

181
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

c) Un período de prueba en el que a través de los medios de prueba se


constatan las afirmaciones controvertidas de ambas partes y se depura el
material fáctico del proceso.

d) Un período de conclusiones en el que se llega a la resolución del


proceso normalmente a través de la fórmula de la sentencia, o de otras
fórmulas eventuales (renuncia, transacción, etc.). Aquí concluye lo que se
denomina primera instancia del proceso.

e) A partir de este momento se abre el período de impugnaciones


mediante los recursos, que normalmente respecto de resoluciones
definitivas, introduce la segunda instancia. Durante la misma se revisa,
con limitaciones, el material producido durante la primera instancia. Al
término de esta instancia se llega a obtener una sentencia firme.

f) Sucesivamente puede procederse a la ejecución de la sentencia hasta


dar cumplimiento efectivo al fallo, según los tipos de pronunciamientos que
contenga. Aquí, obviamente, el embargo y todos los actos que componen
el procedimiento de apremio.

Esta estructura tipo se repite con ligeras variantes, fundamentalmente


de procedimientos, en todos los juicios civiles. El examen detenido de
cada uno de los actos que integran las diversas fases del proceso es objeto
de los capítulos que siguen.

5.1. Clases de procesos civiles

En nuestro sistema, tenemos las siguientes clases de procesos:

1) El proceso declarativo o de declaración. La principal función judicial


es la de declarar el Derecho aplicable en cada caso. La sentencia establece,
con carácter imperativo, la certidumbre de las relaciones jurídicas concretas
que han sido objeto del debate y fija las consecuencias jurídicas que derivan
de la misma, según lo pedido. El proceso que sirve al cumplimiento de esta
función se denomina proceso declarativo. La declaración, a veces, por sí
misma, satisface a la parte reclamante, por ejemplo, declaración negatoria
de servidumbre, declaración de dominio sobre una finca, en este caso, el
proceso tiene carácter mero declarativo o simplemente declarativo. Por lo
general es que no baste con la declaración de los derechos sino que sea

182
William Ernesto Tórrez Peralta

necesaria la imposición de obligaciones concretas a la parte demandada


que exijan comportamientos de dar, hacer o no hacer; en suma, lo que
se pide no es sólo la declaración del Derecho sino también la condena al
demandado a cumplir determinadas prestaciones o exigir comportamientos
exigibles; el proceso entonces tiene carácter declarativo de condena. La
declaración judicial puede, en algunos casos, venir configurada por la Ley,
como condición de derecho indispensable para que nazcan los efectos
jurídicos pretendidos a partir de la sentencia, por ejemplo, declaración
judicial de divorcio; la declaración reviste así la naturaleza constitutiva y
se habla del proceso declarativo constitutivo.

2) Proceso de ejecución. La función jurisdiccional no se agota


en la declaración judicial del Derecho aplicado al caso concreto, sino
que se extiende según la potestad que lo legitima (reconocida, además
constitucionalmente) «a hacer ejecutar lo juzgado». Esto es, la facultad,
en supuestos de incumplimiento de lo obligado y condenado, por la
sentencia, a que, por medio del proceso, se continúe una actividad de
ejecución para conseguir la satisfacción plena, en términos jurídicos, de
las condenas declaradas, sea por aprehensión y apoderamiento de bienes
y realización económica de los mismos con pago forzosos, sea por la
imposición de otras conductas de manera coercitiva o constreñidas por
sanciones. Esta actividad procesal que sigue, eventualmente, a la sentencia
firme, constituye el proceso de ejecución que, en realidad, supone la
continuación del proceso ya entablado y finalizado por sentencia, ante el
órgano judicial competente, con aquella finalidad ejecutiva. En ocasiones,
la actividad ejecutiva no nace directamente de la ejecución de una sentencia
declarativa de condena, sino de títulos que se equiparan en fuerza a la
misma (hipotecas, prendas, laudos arbitrales, etc.) que eliminan, una vez
comprobadas su autenticidad y fuerza legal, la fase de declaración del
proceso y abren directamente la ejecución procesal.

3) Procedimiento cautelar. Algunos autores hablan de un tercer


género de proceso, el proceso cautelar; es decir, aquel en el que se adoptan
medidas cautelares. Estas medidas de carácter provisorio y dependiente de
la sentencia cuya efectividad salvaguardan se adoptan, según los casos en
que legalmente proceden, antes, o durante el curso del proceso declarativo
correspondiente para evitar la ineficacia de la decisión judicial principal,
derivada del periculum in mora a causa de los cambios perjudiciales que
pueden producirse pendientes aquél. Sin embargo, la adaptación de estas

183
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

medidas que se produce, según las normas procesales, aun de carácter


autónomo, no tienen entidad suficiente para configurar un proceso de
categoría propia en atención a los rasgos de subordinación ya indicados
respecto del principal.

5.2. Juicios civiles ordinarios y especiales

También hay que señalar por último que al lado de los juicios tipo,
que se denominan ordinarios (juicios de mayor cuantía y verbal), existen
otros juicios civiles previstos para problemas o situaciones concretas que,
en contraposición, se denominan juicios especiales. A partir de esta mera
enumeración ya comienzan las discrepancias en cuanto a las características
y significado de dichos juicios especiales.

Basta por el momento señalar que la proliferación de estos últimos


es realmente alarmante y que constituyen una intrincada maraña de
procedimientos, en su mayoría, sin justificación lógica alguna. Ello se
traduce en la necesidad de estudiar asimismo cada uno de dichos juicios
en particular, como si de supuestos autónomos se tratara, porque acaban
por predominar las reglas especiales sobre los principios generales.

Para tener una idea del alcance del problema me remito a la simple
enumeración de los principales juicios especiales en los capítulos
correspondientes.

6. Principios informadores del proceso civil

Observando los tipos de proceso, los actos que lo componen y las


reglas que lo disciplinan, se extraen, a partir de determinados rasgos
de su configuración, criterios generales que, en este sentido, son pautas
inspiradoras de su regulación.

Estos criterios, contrapuestos a sus contrarios, ofrecen, con su


dialéctica, posibilidades de reflexión y de verificar su grado de aceptación
o de cumplimiento, según las especies procesales, tanto en el Derecho
interno como en el Derecho comparado.

Sirven, también, como orientaciones para el diseño de posibles reformas


y, en ocasiones, alcanzan, incluso, reconocimiento constitucional, o legal,

184
William Ernesto Tórrez Peralta

como directivas a las que debe sujetarse, en su realización, la legalidad


procesal o los actos procesales, en particular.

6.1. Principios determinantes del poder de las partes

Las partes, en el proceso civil, tienen unos poderes de disposición


sobre el objeto del proceso, muy acusados, a causa, sin duda, de la propia
configuración del ordenamiento jurídico privado y de la naturaleza de
los derechos subjetivos como ejercitables y renunciables, en general, a
voluntad de sus titulares.

Este poder dispositivo se manifiesta en lo que concierne al actor, por


la libertad de decisión qué tiene en cuanto al accionar, ejercitando o no su
derecho a la jurisdicción; y en cuanto a la elección de la oportunidad del
momento para hacerlo, limitado en el tiempo, eso sí, por la prescripción de
la acción; también se manifiesta, una vez incoado el proceso, en su poder
de disposición sobre la pretensión, a la que puede renunciar o sobre la que
puede transigir. El demandado, a su vez, tiene libertad, para comparecer o
no en el proceso allanándose a la pretensión o transigir con el demandante
(arts. 56, 193 Pr).

En estrecha relación con estos poderes, que inciden directamente


sobre el contenido iusmaterial del proceso, se hallan otros, de alcance
más específicamente procesal, que se consideran, por algunos autores,
con independencia, como son los principios de justicia rogada y
aportación de parte; pero si se examinan, con abstracción de la función
técnica que cumplen, en su raíz política, obedecen a una razón pareja de
autorresponsabilidad de las partes. Conforme al primero, el actor con su
petición determina la incoación del proceso nemo iudex sine actore (art.
509 Pr). Conforme al segundo, cada parte asume la carga de la aportación
de los elementos de hecho y jurídicos y la petición que determinan su
pretensión.

No obstante, las normas jurídicas invocadas por las partes no vinculan


al Juez, a diferencia de lo que ocurre con los hechos aportados, dentro,
se entiende, de los límites que tolera la pretensión. Del mismo modo,
incumbe a las partes la carga de la prueba de los hechos alegados (a
excepción de las providencias para mejor proveer), teniendo en cuenta que
la diferente posición, entre demandante y demandado, hace que la carga del

185
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

demandado o no exista, si se ha limitado, simplemente, a negar los hechos,


si simplemente, se limita a desvirtuar la prueba contraria, aunque respecto
de los hechos que introduzca por medio de las excepciones le incumbe,
también, la respectiva carga probatoria. Colorario de estos poderes es el
principio de congruencia, que exige una repuesta judicial por medio de
la sentencia, ajustada a lo pedido por las partes, sin decidir sobre más o
menos de lo pedido.

6.2. Principios determinantes de los poderes del Juez

Según el principio de impulso oficial que la ley disponga otra cosa,


el órgano jurisdiccional da de oficio al proceso el curso que corresponda
dictando al efecto los proveídos necesarios (art. 14 LOPJ).

El Juez nicaragüense tiene ciertos poderes de actuación ex officio, en


relación con la observancia de los presupuestos y requisitos procesales
(principio de vigilancia oficial de los presupuestos y requisitos procesales),
al menos, en los escritos de conclusión y sentencia en la que puede apreciar
«de oficio» cuando lo crea conveniente, mandará oír verbalmente a los
litigantes antes de citar para sentencia definitiva (art. 1403 Pr).

De análogo modo, la Ley Orgánica del Poder Judicial ha ampliado


y reconocido, expresamente, el principio de declaración de oficio de la
nulidad de los actos procesales; facultades de oficio que completan otras
clásicas como la de declararse incompetente por falta de jurisdicción o
de competencia objetiva (art. 303 Pr); la de rechazar pruebas inútiles o
impertinentes (art. 1083 Pr).

La operación judicial de valoración de las pruebas practicadas se


rige, generalmente, por el principio de libre valoración de la prueba; la
convicción judicial se obtiene, pues, empleando las normas de razonabilidad
del criterio humano o «reglas de la sana crítica».

En determinadas condiciones, sin embargo, la prueba documental y


la prueba de confesión judicial se hallan sujetas al principio de valoración
legal. En materia probatoria tiene el órgano judicial, además notables
poderes de intervención mediante las providencias de pruebas para mejor
proveer.

186
William Ernesto Tórrez Peralta

6.3. Principios de organización del proceso

Los principios que se tratan, bajo este apartado, son los que determinan
la constitución «interna» del proceso y los que muestran su forma
«externa», pero nos equivocaríamos si pensáramos que las apariencias no
son, en este caso, expresión de una dimensión más profunda que afecta
a la ordenación y organización del proceso (por ejemplo, la oralidad o
la escritura como forma externa de manifestarse el proceso, síntomas de
diferencias estructurales de gran calado).

El principio de contradicción o de audiencia bilateral y, aun antes, el


principio de dualidad de partes, expresan los fundamentos del proceso,
como método dialéctico que se estructura sobre un necesario estereotipo
de dos partes enfrentadas con intereses contrapuestos, aunque en cada caso
concreto, consientan o acepten planteamientos del contrario, que permite
el juego de las afirmaciones y negaciones respectivas y de la construcción
y destrucción correlativa de demostración acerca de lo afirmado u opuesto,
todo ello mediante una comunicación permanente del acto de cada parte
a la contraria y de los actos emanados del órgano jurisdiccional a ambas
partes para que éstas, a su vez, puedan ser oídas acerca de las cuestiones
que en el proceso suceden dentro de un exquisito respeto a la equivalencia
de oportunidades o principio de igualdad de partes (arts. 27 Cn, 14 párrafo
1º LOPJ y 23 Pr).

El principio de oralidad, enseña frente al de escritura, la forma verbal


prevalente en que se producen o exteriorizan los actos procesales, al margen
de su constancia o de documentación, generalmente, escrita por medio de
actas que extiende el Secretario. Pero tras el planteamiento aséptico de una
cuestión que parece meramente ritual se esconden problemas de índole
política y técnica que han ocasionado apasionadas disputas doctrinales.

El proceso del Derecho común, largo y dispendioso, fue un proceso


básico escrito que mediaba entre el Juez y las partes, alejando aquél de
éstas. Tras la reforma procesal de Franz Klein (ZPO austriaca de 1895)
comenzaron a exaltarse las virtudes procesales de oralidad, por las
ventajas que proporcionaban los principios parejos de inmediación, o de
presencia en el acto y apreciación directa por el órgano jurisdiccional de
las alegaciones de las partes y de las declaraciones de testigos y peritos
y de los propios interesados (arts. 186 y 187 Pr), y de concentración,

187
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

que permite la reunión, en una o pocas audiencias, de actos procesales


diversos que deben realizarse, so pena de nulidad, durante las sesiones
que establezcan (principio de unidad de acto). A sus ventajas técnicas para
facilitar una mejor impartición de justicia, se unen, también, las derivadas
de una moralización del proceso, pues, elimina o reduce las corruptelas,
propiciadas por la intermediación y la burocratización del proceso.

El proceso civil nicaragüense tipo, el juicio ordinario de mayor cuantía


del Código de Procedimiento Civil, es hijo directo del proceso romano-
canónico del Derecho común, esto, es, un proceso predominantemente
escriturario; y, por ello, sometido a las críticas de quienes confían en la
regulación de la oralidad como modo de conseguir un modelo procesal,
más moderno, y en línea de progreso, con una conveniente adaptación del
proceso a los justiciables, al servicio de los fines de justicia que pretende
(art. 93 párrafo 1º Pr).

Otros tipos procesales, como los juicios verbales contienen mayores


dosis de oralidad. No obstante, la tradición procesal de la escritura está
fuertemente arraigada en la práctica, y, no es extraño que procesos de
estructura oral, como los indicados, se transformen en procesos escritos.

Tampoco es infrecuente que en el principio de inmediación no se


observe en la recepción y práctica de las pruebas que, muchas veces, se
ejecutan sin la presencia del Juez, ante el Secretario.

Con todo, la Constitución nicaragüense elevó al máximo rango


normativo la vigencia del principio de oralidad estableciendo que el
procedimiento penal deberá ser público (art. 34 Cn).

Otros principios procesales que guardan relación con la organización


del proceso son los de orden legal de los actos procesales y el de preclu-
sión. Son principios de ordenación que dan consistencia metodológica al
proceso: supone el primero la necesidad de que cada acto procesal se cele-
bre o ejecute dentro de la fase temporal que establece por Ley al efecto; y
el segundo, que transcurrida la oportunidad que se otorgó para realizar el
acto, una vez que concluye el plazo o pasa el día y la hora señalado para
la celebración del mismo, caduca o precluye aquella oportunidad, que no
se repite.

188
William Ernesto Tórrez Peralta

El aprovechamiento de la oportunidad que se brinda a la parte, dentro


de un plazo, obliga, a veces, a permitir la acumulación de actos de objeto
diferente o peticiones, incluso contradictorias o subsidiarias unas de otras
(principio de eventualidad), para atenuar el rigor de la preclusión. Estos
principios despliegan su máxima rigidez y efectividad en los procesos
escritos, pero a ellos no son ajenos los procesos orales, pues como ya
se ha consignado obedecen a una idea de orden, necesaria en cualquier
regulación del proceso.

Hermanado históricamente a la oralidad, aparece también el principio


de publicidad, referido a la posibilidad de control de los actos por los
terceros asistentes a las sesiones que se celebran en la Sala o local del
Tribunal o Juzgado en que se desarrollan coram populo las actividades
procesales (art. 192 Pr). La publicidad resulta así una garantía política
más del proceso, reconocida como derecho a un «proceso público» por el
artículo 34 de la Constitución política.

No quiere decirse, con ello, que determinadas actuaciones en


procesos con predominio escrito no puedan ser públicas, ni que no haya
otra vertiente del principio de publicidad, de los actos de las partes y el
órgano y, necesaria, como imprescindible elemento del mecanismo de
contradicción. Pero la publicidad, opuesta al secretismo, como garantía
del control democrático o popular es la reseñada en primer término.
La publicidad de las actuaciones judiciales figura reconocida, como la
oralidad en el artículo 34 de la Cn («el proceso penal deberá ser público.
El acceso de la prensa y el público en general podrá ser limitado, por
consideraciones de moral y orden público»).

Por último, debe recogerse como un principio de gran significación,


como es el de motivación de las sentencias, que obliga a los Jueces y
Tribunales a explicar y mostrar los razonamientos jurídicos que, en
función de las pruebas practicadas, y de su examen crítico, conducen al
establecimiento de sus decisiones (art. 13 párrafo 1º LOPJ: «So pena de
anulabilidad, toda resolución judicial, a excepción de las providencias
de mero trámite, debe exponer claramente los motivos en los cuales está
fundamentada, de conformidad con los supuestos de hecho y normativos
involucrados en cada caso en particular, debiendo analizar los argumentos
expresados por las partes en defensa de sus derechos»).

189
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

6.4. Garantía de la tutela judicial efectiva

La Constitución Política no sólo rodea de garantías el instrumento por


medio del cual se obtiene la tutela jurisdiccional, sino que además trata
de asegurar que el proceso cumpla el fin para el que esta previsto. En el
momento final del proceso es precisamente cuando se somete a prueba el
funcionamiento de todas las garantías procesales.

La perspectiva del resultado que se obtiene o que se produce como


consecuencia de una actuación procesal ha servido para describir y
confirmar muchas garantías fundamentales del instrumento de tutela
jurisdiccional. El principio lo ha enunciado la Constitución señalado que la
tutela otorgada por los Jueces y Tribunales ha de ser efectiva y razonándolo
con la prohibición de que en ningún caso se produzca indefensión (art. 34
Cn). Este principio constitucional de eficacia del proceso tiene una doble
vertiente operativa:

a) Prohibición de indefensión. El proceso nunca puede llegar a su fin a


costa del derecho de defensa de las partes. Cualquier resultado lesivo que
provenga de una inobservancia o de una incorrecta aplicación de las reglas
de procedimiento está descartado por la Constitución. En prevención
de estos resultados aleatorios o para corregir los desvíos ya producidos
en casos concretos, se ha apelado a los principios de igualdad de parte,
audiencia y contradicción, derecho a tener un Abogado, producción de
pruebas pertinentes y publicidad. En definitiva, todas estas garantías
del instrumento están pensadas para que éste se adecue a los objetivos
constitucionales de justicia. Respecto de dichos principios, resulta
asimismo inviable hablar de indefensión, aunque la decisión del proceso
sea desfavorable para una parte. La indefensión no tiene nada que ver
con el contenido favorable o adverso de la sentencia, sino con el camino
seguido hasta llegar a ella.

b) Eficacia del proceso. La garantía constitucional no se limita a este


aspecto negativo de prohibición de indefensión, sino que va más allá.
Desde un punto de vista positivo, la garantía significa que el proceso ha de
ser eficaz. Este contenido constitucional de eficacia es todo un programa
y un reto para revisar si el proceso, en todas sus fases, cumple con los
fines que se le han asignado en nuestro ordenamiento y que el ciudadano,
razonablemente, espera obtener. Este principio constitucional de eficacia

190
William Ernesto Tórrez Peralta

comporta, como mínimo, las siguientes consecuencias:


1º. Ante todo, el que el libre acceso a los Tribunales de justicia sea real
y posible y no se vea frustrado antes de iniciar el proceso por imposibilidad
de servirse de él, o a posteriori por el deficiente funcionamiento práctico
de la institución procesal.

En este mismo orden de cosas hay que situar la expectativa de que los
Tribunales de justicia funcionen con normalidad, estando dotados de los
medios humanos y materiales necesarios y haciendo uso de ellos, como
corresponde a un servidor público.

2º. Sucesivamente, el proceso debe tener duración razonable, que, por


definición, debe ser señalada por los Códigos procesales. Expresamente se
ha referido la Constitución a este problema al proclamar el derecho a un
proceso sin dilaciones indebidas (art. 34 inc. 2º Cn). Dilaciones indebidas
son todas las que exceden de los plazos legales, conducen a una justicia
retrasada y provocan, aparte de la indefensión, daños.

3º. El proceso debe tener, asimismo, un coste económico soportable,


de tal manera que su resultado sea rentable. Ello debe incidir tanto en la
aplicación de los criterios sobre la imposición de las costas, como, en su
caso, en el otorgamiento del beneficio de justicia gratuita a las personas
que carezcan de recursos para litigar.

4º. En fin, tras el proceso, la fase de ejecución debe, asimismo, otorgar


al litigante victorioso satisfacción cumplida de cuanto le ha concedido
la sentencia. Resulta sintomático que nuestra Constitución Política haya
reforzado este principio, que es obvio, con norma expresa: «Los fallos y
resoluciones de los Tribunales y Jueces son de ineludible cumplimiento
para las autoridades del Estado, las organizaciones y las personas naturales
y jurídicas afectadas» (art. 167 Cn).

En el mismo sentido se pronuncia el artículo 12 párrafos 2º y 3º de la


Ley Orgánica del Poder Judicial: En el curso del proceso y en la ejecución
de lo resuelto, todas las personas y entidades públicas o privadas, están
obligadas a prestar, en la forma que la Ley establezca, la colaboración
efectiva que le sea requerida por los Jueces y Tribunales.

Las autoridades judiciales pueden requerir el auxilio de la fuerza

191
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

pública en el curso del proceso y para el cumplimiento de sus sentencias


o resoluciones, el que debe ser concedido de inmediato, por la autoridad a
quien se solicite, bajo apercibimiento de las sanciones de Ley.

Bastaría, pues, como se puede comprobar, con estas garantías de tutela


judicial efectiva para resumir, en esencia, todas las que deben calificar el
proceso jurisdiccional desde el punto de vista de la Constitución.

192
William Ernesto Tórrez Peralta

VIII — EL OBJETO
DEL PROCESO CIVIL

1. Determinación del objeto del proceso

Constituye objeto del proceso el tema (o conjunto de temas) que


debe resolver el órgano jurisdiccional. Son los titulares del derecho a la
jurisdicción ―o derecho a la tutela judicial efectiva― en cuanto actúan
como promotores de la actividad jurisdiccional, quienes introducen estos
«temas» al incoar el proceso mediante el ejercicio de aquel derecho
(acción).

Precisamente el contenido de la acción (pretensión) se manifiesta en la


petición dirigida al órgano jurisdiccional para que aplique la Ley frente a
quien resulte obligado a su observancia, conforme a ciertos acaecimientos
que estiman amparados por aquélla, en cuanto productores de unos efectos
jurídicos determinados.

Esta propuesta inicial proporciona un principio de identidad sustancial


al proceso en cuestión (o principio de inmutabilidad del proceso) que,
pese a las variaciones o modificaciones legalmente permitidas según
cada ordenamiento jurídico, configura y sella su unidad durante su
desenvolvimiento y desarrollo hasta su finalización.

El objeto del proceso se completa en el curso del procedimiento con


los temas que introducen tanto los adversarios procesales como el propio
órgano jurisdiccional. Con todo, estos complementos o modificaciones no
pueden romper la conexión jurídica que desde el comienzo se establece
entre todos los temas que pueden ser debatidos dentro de un mismo
proceso.

No sólo, pues, la pretensión como contenido de la acción sino también


la contraprestación como contenido de la excepción (ejercicio del derecho a
la jurisdicción de los llamados procesos) y las manifestaciones del ejercicio
de los poderes de oficio, conferidos al órgano jurisdiccional, contribuyen
a la definitiva formalización del objeto del proceso como delimitador de la
repuesta judicial, prestación jurisdiccional o sentencia.

193
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

2. La tutela judicial y el objeto del proceso

La estructura y dinámica de cada tipo de proceso se adapta en


términos generales al orden jurisdiccional respectivo (civil, penal, laboral
y contencioso-administrativo) y depende de los criterios de política
legislativa que lo inspiran. No son iguales los poderes de intervención que
corresponden al órgano en un proceso civil que en un proceso penal; ni
dentro del orden civil es lo mismo un proceso dispositivo que un proceso
inquisitivo.

Lógicamente, estas regulaciones concretas y diferenciadas matizan


las funciones que corresponde a las partes y al órgano en cada clase de
proceso, y, por lo tanto, en relación con el objeto mismo.

Pero, con alcance general, se puede establecer que al ser el proceso


el método juridicente, es decir, el instrumento para conseguir la tutela
efectiva, consagrada en el artículo 34 de la Constitución Política, su objeto
en sí mismo trasciende a la obtención de una sentencia sobre los temas
jurídicos-materiales debatidos (sentencia de fondo). La obtención de una
sentencia de fondo no es siempre posible, pues depende del cumplimiento
de determinados requisitos exigidos por las leyes procesales.

Cuando los defectos de estos requisitos no pueden ser subsanados, la


decisión judicial no puede entrar en el fondo. Así, el artículo 18 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial dispone que los «Jueces y Tribunales deben
resolver siempre sobre las pretensiones que se les formulen, no pudiendo
excusarse alegando vacíos o deficiencias de normas. A falta de norma
jurídica pertinente, los Magistrados y Jueces deben resolver aplicando
los Principios y Fuentes Generales del Derecho, preferentemente los que
inspiran el Derecho nicaragüense, la jurisprudencia y los establecidos en
la legislación procesal nacional».

3. Objeto del proceso declarativo civil (modalidades)

Dentro del orden jurisdiccional civil, la tutela judicial puede tener como
fines la declaración o reconocimiento de derechos e intereses legítimos
determinados; la ejecución de estos derechos, en cuanto definitivamente
ciertos, o la adopción de medidas cautelares que aseguren la efectividad de
un eventual procedimiento judicial.

194
William Ernesto Tórrez Peralta

Estas modalidades de tutela se traducen en diferentes tipos procesales:


proceso de declaración, proceso de ejecución y proceso cautelar. El
proceso de declaración es, sin duda, el que suscita mayor interés a estos
efectos porque constituye el núcleo genuino de la actividad jurisdiccional
(las demás son complementarias de la principal) y, en consecuencia, en
su seno, se producen los fenómenos procesales de cuyo análisis surgen
proyecciones hacia los otros.

El objeto del proceso declarativo lo constituye, inicialmente, la


pretensión del actor o demandante. La pretensión tiene sentido en cuanto
por medio de la misma se solicita el reconocimiento de unos determinados
derechos o intereses legítimos, ya sea pidiendo simplemente frente a
quienes lo desconozcan o perturben la declaración de la existencia de un
derecho o hecho o situación con trascendencia jurídica, ya sea pidiendo que
sea condenado el demandado a cumplir alguna prestación que sea debida
en razón del reconocimiento del derecho y consiguiente obligación.

A su vez, la declaración solicitada del derecho subjetivo puede


consistir en un mero reconocimiento de un derecho preexistente
(suspendido en su virtualidad por no ser pacífico su reconocimiento) o
la creación de un derecho o status que se determina, cambia, cancela
o resuelve, precisamente, por medio de la sentencia que se erige así en
presupuesto de derecho material indispensable para que aquella creación
se produzca. Surgen así los tres tipos de objetos del proceso declarativo:
objeto declarativo de condena, objeto mero declarativo y objeto declarativo
constitutivo. Esta clasificación de los objetos corresponde, también, con la
de las acciones o pretensiones en sentido general y los tipos de procesos
declarativos, porque en definitiva están haciendo en todo caso referencia a
una misma línea conceptual.

3.1. Objeto de condena de prestación

El actor pretende la condena del demandado, lo que exige que las


alegaciones del mismo se refieran al reconocimiento de un derecho que
impone al deudor demandado la obligación de realizar determinadas
prestaciones a favor del mismo, ya consistan en dar, hacer o no hacer.
La prestación en que la condena que se pide consiste, no es preciso que
esté determinada, aunque tienen que facilitarse los elementos para su
determinación.

195
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

La sentencia, en efecto, cuando la condena se refiera a frutos, intereses,


daños o perjuicios, contendrá su equivalente importe en cantidad líquida
o establecerá las bases para con arreglo a las cuales deba hacerse la
liquidación. Incluso se permite que, de no ser posible ni lo uno ni lo otro,
se haga condena a reserva de fijar su importe en la ejecución de la sentencia
(art. 425 Pr).

3.2. Objeto de mera declaración

El actor pretende una declaración de certeza jurídica concretada a


los derechos o relaciones jurídicas que pide sean reconocidos a su favor,
sin que tal reconocimiento exija ninguna prestación, aunque, de suyo, la
declaración suponga un respeto especial de aquél o aquéllos contra quienes
se actúa como demandados.

La denominada acción mero declarativa o simplemente declarativa


no está regulada con carácter general en nuestras leyes. El Código de
Procedimiento Civil ni la menciona. No obstante, la doctrina extranjera
se ha esforzado en su construcción y hoy en día está admitida plenamente,
especialmente en lo que se refiere a la acción declarativa de dominio
que no requiere actos de ejecución sobre la cosa a diferencia de la
acción reivindicatoria. Y es que, efectivamente, la utilidad de la acción
declarativa se puede ver más clara en relación con los derechos reales o
con aquellos derechos de carácter permanente que originan un estado, lo
cual no excluye que puedan presentarse otros casos en las que aparezcan
como útil o necesaria.

Determinadas acciones relativas al estado civil o condición de las


personas tienen este carácter. Quizá la razón de esta ausencia de regulación,
como regla general, de acciones declarativas se deba a la consideración que
dimanaba de estas acciones, dada su eficacia para terceros no litigantes,
que recibían, precisamente, por esta causa el nombre en el Derecho clásico
de «acciones perjudiciales» porque «perjudicaban» a quienes no habían
sido oídos. Por supuesto que, salvo expreso reconocimiento de ley a favor
de esta extensión de la cosa juzgada a terceros, la generalización de las
acciones declarativas, en ningún caso significa que la eficacia de la cosa
juzgada en cuanto al reconocimiento de los derechos tenga mayor alcance
subjetivo que el referido a las partes litigantes.

196
William Ernesto Tórrez Peralta

El planteamiento de la acción declarativa exige la clara determinación


del interés en la declaración de la sentencia (motivada por actos de
perturbación o por un principio de litigio) justificativos de la utilidad de la
declaración. Este interés se entiende, en cambio, implícito en las acciones
declarativas de condena, pues resulta de la violación o inobservancia de las
normas cuyo cumplimiento concreto se pide en virtud de las afirmaciones
que se realizan.

3.3. Objeto declarativo constitutivo

Cuando los efectos jurídicos que se pretenden no pueden ser


consignados por voluntad de los interesados o por acto unilateral, sino
que requieren, necesariamente, de la sentencia judicial como condición
impuesta por el Derecho para que aquellos efectos se produzcan, nos
encontramos, en sentido propio, con un objeto declarativo constitutivo
(así, por ejemplo, la acción de divorcio o la nulidad de matrimonio o la
incapacitación).

4. Material objeto del proceso declarativo

Así pues, la materia del objeto del proceso declarativo versa sobre
derechos e intereses legítimos de naturaleza civil o mercantil. Obviamente,
estos derechos se insertan en relaciones jurídicas que se afirman existentes
o susceptibles de ser establecidas. En consecuencia, las afirmaciones han
de referirse a una relación social, es decir, entre personas, tutelada por el
Derecho objetivo, en cuyo seno se desenvuelve el derecho subjetivo, lo
cual significa que, en último extremo, han de referirse a hechos, puesto que
las relaciones jurídicas están sometidas a las vicisitudes de la existencia
en cuanto nacen, se ejercen, se modifican y se extinguen, siempre en
razón de un hecho que produce tales fenómenos. De aquí la importancia
de los acontecimientos y sucesos, soporte o sustrato de los derechos, ya
provengan éstos de la naturaleza (hecho jurídico en sentido estricto), ya de
la voluntad (actos u omisiones).

5. Elementos componentes del objeto del proceso civil

La acción ejercitada se identifica con la ayuda de tres elementos: a)


Los sujetos (quien pide y frente a quien se pide); b) El petitum (lo que se
pide); y c) La causa petendi (razón por la que se pide).

197
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

5.1. Los sujetos

El proceso civil de acuerdo con el principio de dualidad, queda


delimitado subjetivamente por la existencia de dos partes enfrentadas:
el actor y el demandado, que pueden estar compuestos por una o más
personas. Ambas partes deben ser identificadas, con la mayor precisión
posible, en la demanda que da inicio al proceso. Son los sujetos que se
dicen titular del derecho o interés legítimo y obligado, respectivamente,
en virtud de la relación jurídica afirmada como existente. Estas personas
pueden coincidir o no con los sujetos que comparecen en el proceso, en
razón del fenómeno de la representación en su más amplio sentido.

5.2. El petitum

Tal vez su consideración más exacta sea tan sólo una intuición del
lenguaje: aquella expresión que utiliza el artículo 1021 del Pr., cuando
indica que la demanda «debe contener la cosa, cantidad o hecho que se
pide». Aunque en otros artículos de nuestras leyes se habla de la cosa
litigiosa, en ningún caso se define lo que es el petitum. Su configuración
obedece a los siguientes rasgos:

a) Del sentido de nuestra legislación y jurisprudencia, la expresión


«la cosa que se pide», es decir, el petitum, no tiene un significado
técnico-dogmático de petición, esto es, de BEGEHREN frente a la de
RECHTSBEHAUPTUNG. Está más bien usado en un sentido neutro que
de manera intuitiva hace referencia a lo que es objeto del proceso. Ahora
bien, también es pacífico en la doctrina extranjera, particularmente, la
española, que el petitum por sí solo no constituye el objeto del proceso.
Se utilizan por lo tanto las expresiones petición o afirmaciones jurídicas
sin la carga polémica que los términos tienen en el ámbito de la doctrina
germánica, por ejemplo.

b) Por regla general son insuficientes meros criterios naturalísticos


para determinarlo. Es decir, la descripción de las circunstancias fácticas y
externas de cualquier episodio o bien de la vida son por sí solas insuficientes
para caracterizar el petitum.

c) El petitum se delimita por las necesarias referencias al derecho


que se quiere hacer valer, o cuya génesis procesal se busca. No basta con

198
William Ernesto Tórrez Peralta

reivindicar una casa, o pedir 10.000 córdobas, sin más. Es preciso que esa
petición sea ejercicio de una acción jurídica. Ello está en correspondencia
con los hechos alegados en la demanda bajo un determinado punto de vista
jurídico.

d) En principio, el petitum está en correspondencia con los hechos


alegados en la demanda bajo un determinado punto de vista jurídico, que es
objeto de afirmación. Pero ello no significa que el petitum se corresponda
con los hechos y la causa petendi con los fundamentos de derecho. Por lo
que respecta al petitum ya sea señalado que las meras circunstancias de
hecho no son exclusivamente relevantes para configurarlo.

e) Son admisibles variaciones que afectan exclusivamente al petitum


de la demanda, siempre que no se modifiquen las que son objeto principal
del pleito.

5.3. La causa petendi

Tampoco este elemento está definido por nuestras leyes, que se refieren
a ella bajo la expresión «causa de pedir». Para la doctrina la causa petendi
es el elemento histórico o de hecho de la acción, o bien los acontecimientos
de la vida en que se apoya la pretensión, que no la justifican, sino que la
delimitan.

Pudiera pensarse que en nuestra experiencia jurídica la causa petendi


consiste en la mera referencia a los fundamentos de derecho de la demanda.
En absoluto, se observa una tendencia a identificar la causa de pedir con
la acción ejercitada.

Este elemento del objeto del proceso necesita para su delimitación del
concurso de los hechos alegados por las partes, en su dimensión espacial
y temporal. Sobre el alcance de los hechos en la configuración de la causa
petendi, las fuerzas se reparten entre dos teorías: la de la individualización
y la de la sustanciación. El problema estriba en determinar si la causa
petendi consiste en la relación jurídica afirmada por el actor, con la
consecuencia de que la variación de los hechos no implica variación de la
causa petendi (teoría de la individualización), o bien en la alegación de los
hechos constitutivos, de tal manera que el cambio de relación jurídica no
implica cambio de la causa petendi (teoría de la sustanciación).

199
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Predomina hoy en día una postura moderna de equilibrio entre ambas


teorías. Según el tipo de proceso y el tipo de acción, adquiere mayor o
menor relevancia la fundamentación fáctica o jurídica de la causa petendi,
según se ha podido comprobar en los problemas citados anteriormente.

Aunque la causa petendi contiene una afirmación jurídica, la mera


calificación jurídica de los hechos no constituye la causa petendi. Un mismo
supuesto de hecho puede admitir pluralidad de disposiciones jurídicas que
lo disciplinen (concurso de leyes). En consecuencia, la mera variación de
la calificación jurídica no supone variación de la causa petendi. La causa
de pedir varía tan sólo cuando el supuesto de hecho de la norma jurídica
aplicable al caso concreto es distinto.

6. Acción, pretensión y demanda

Los términos acción, pretensión y demanda designan distintas


realidades, aunque muchas veces se utilizan como sinónimo. La acción es
un derecho subjetivo de carácter público a obtener una sentencia favorable.
Se ejercita en el proceso no como un derecho existente, sino como un
derecho afirmado, que el Tribunal debe examinar. La pretensión designa
el acto por medio del cual se afirma la acción en el proceso. Finalmente,
la demanda constituye el vehículo formal de este acto, que consiste en
afirmar una acción y pretende una concreta tutela jurisdiccional.

Para comprender el modo en que tiene lugar la promoción de la


actividad jurisdiccional civil por parte de los justiciables es preciso
diferenciar los siguientes derechos: a) El derecho subjetivo material, que
es independiente y se halla fuera del proceso; b) El derecho de acceso a los
Tribunales, que se satisface con cualquier actividad jurisdiccional; c) El
derecho al proceso o a la instancia, o derecho a que, al afirmar un derecho,
tal derecho sea examinado por los Tribunales a través del proceso y se
dicte una sentencia sobre el fondo; y d) El derecho de acción, que es el
derecho a obtener la tutela judicial mediante una sentencia favorable que
se ejercita en el proceso no como derecho existente, sino como un derecho
afirmado, que el Tribunal debe examinar.

De estos cuatro derechos, en el ámbito procesal interesan


fundamentalmente los dos últimos: el derecho a la instancia y el derecho
de acción.

200
William Ernesto Tórrez Peralta

Así el derecho a la instancia es un derecho cuyos presupuestos,


requisitos y condiciones vienen determinados por el Derecho procesal.
Tales condicionamientos afectan en gran medida a la jurisdicción y
competencia de los Tribunales, a la personalidad de las partes y a los
presupuestos procesales.

El derecho de acción, por su parte, o derecho a obtener la tutela


pretendida, es un derecho que no debe confundirse con el derecho
subjetivo material, ya que éste es un presupuesto de carácter material de
la acción, pero para que la acción dé vida al proceso, basta con que se
afirme la existencia del derecho. Ambos derechos, en el proceso civil, se
hacen valer mediante el acto de pretender la tutela jurisdiccional concreta
o pretensión, que tiene como contenido la afirmación de la acción, esto es,
del derecho a obtener la tutela que pretende, y el ejercicio del derecho a la
instancia, es decir, del derecho al proceso y a una sentencia de fondo22.

7. La acumulación de acciones

7.1. Concepto de acumulación de acciones

La acumulación de acciones es el ejercicio simultáneo en una sola


demanda, entre uno o varios litigantes, de diversos objetos litigiosos a
fin de que se tramiten en un solo proceso y se resuelvan en una única
sentencia. Se diferencia de la acumulación de autos de que habla el Código
en que ésta consiste en la reunión física de varios procesos por diversas
razones.

La acumulación de acciones supone objetos litigiosos diversos, tanto


porque sean diferentes el petitum y causa petendi, como un sólo de estos
elementos. No hay acumulación de acciones en cambio, cuando tan sólo
existe concurso de normas o variaciones accidentales del petitum de las
que no modifican el objeto del proceso.

Tal vez el efecto más visible de la acumulación de acciones sea el que

22- RIFÁ SOLER, J.M; RICHARD GONZÁLEZ, M. y RIAÑO BRUN, I., Derecho
Procesal Civil, vol. II, Ed. Publicaciones del Instituto Navarro de Administración Pública,
Pamplona, 2006, págs. 46 y 47.

201
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

externamente se tramitan todas en un solo proceso.


De aquí que a esta acumulación inicial se le fije un límite temporal
en cuanto a su posibilidad: la contestación a la demanda (art. 835 Pr).
Sin embargo si en alguna cosa es pacífico el asentimiento doctrinal es
en que internamente la acumulación de acciones origina una pluralidad
de procesos. Ello explica que cada acción, no obstante, puede resolverse
todas en una única sentencia, sea susceptible de un tratamiento autónomo,
pudiendo correr diversa suerte.

En fin, el fundamento de la acumulación de acciones se encuentra


en la conveniencia del propio litigante por razones de economía procesal
y de simplificación en el tratamiento de diversos objetos litigiosos
conjuntamente. Aun este fundamento está subordinado en la ley a la mera
iniciativa del litigante, ya que no se exige ningún criterio de conexión, ni
de homogeneidad, entre las diversas acciones a acumular.

7.2. Clases de acumulación de acciones

Los criterios metodológicos que se tienen en cuenta son diversos:

1) Atendiendo al momento procesal en que se produce la acumulación


se distingue entre acumulación originaria o inicial y una acumulación
sobrevenida o sucesiva. La primera alude al planteamiento inicial de
las acciones acumuladas en la misma demanda; la segunda se refiere a
la inserción de nuevas acciones una vez ya planteada la demanda. A su
vez la acumulación sobrevenida puede producirse por inserción de nuevas
acciones (ampliación de demanda), o por reunión de diversos procesos
también.

2) Atendiendo a las diversas modalidades que puede presentar el


petitum de la demanda, se distingue entre una acumulación de acciones
simple, alternativa o subsidiaria. En la acumulación de acciones simple
se ejercitan todos los objetos del proceso cumulativamente, a fin de que
el Juez se pronuncie sobre todos ellos a la vez e independientemente
del tratamiento que reciba cada uno. En la acumulación alternativa se
plantearía al Juez un dilema para que resolviese sobre una de las dos
peticiones que conjuntamente se le formulan, desechando la otra. Por
último, en la acumulación eventual o subsidiaria se plantean diversas
peticiones conjuntamente, pero escalonadas en cuanto al examen por

202
William Ernesto Tórrez Peralta

el Juez: La segunda petición o subsiguientes se formulan con carácter


subsidiario para el caso de que el Juez no estimare la primera. Este modo
de proceder es correcto para agotar las posibilidades de decisión sobre
uno o varios objetos litigiosos y el Juez, por razones de congruencia, se ve
obligado a resolver sobre dichas peticiones subsidiarias cuando desestima
la principal.

3) Atendiendo a los presupuestos en que se funda la acumulación de


acciones, se habla de acumulación subjetiva y de acumulación causal. En
el primer caso (art. 831 Pr) la acumulación se basa fundamentalmente en
la existencia de un nexo subjetivo entre las acciones, aunque sus causas
de pedir sean diversas; en el segundo caso (art. 834 Pr) las acciones tienen
en común su causa de pedir, aunque los vínculos subjetivos sean diversos.
Desde otro punto de vista, se habla en el primer caso de una acumulación
exclusivamente objetiva, puesto que los litigantes son únicos; en el
segundo caso, en cambio, existe una acumulación objetiva-subjetiva, pues
a la pluralidad de acciones se añade la pluralidad de litigantes.

La acumulación subjetiva está recogida en el artículo 831 del Código


de Procedimiento Civil: El actor podrá acumular en su demanda cuantas
acciones le competan contra el demandado, aunque procedan de diferentes
títulos, siempre que aquellas no sean incompatibles entre sí.

La acumulación causal viene regulada en el artículo 834 del mismo


cuerpo de leyes: Podrán acumularse y ejercitarse simultáneamente las
acciones que uno tenga contra varios individuos o varios contra uno,
siempre que nazcan de un mismo título o se funden en una misma causa
de pedir.

7.3. Presupuestos de acumulación de acciones

a) Instancia de parte. Es un presupuesto común a ambos tipos de


acumulación. En nuestro derecho en ningún caso se decreta la acumulación
de oficio, sino por mera conveniencia de parte. La acumulación, como acto
de parte, puede provenir tanto del actor, como del demandado (mediante la
reconvención), o de terceros (mediante intervención de terceros).

b) Es presupuesto necesario de la acumulación subjetiva que «las


acciones no sean incompatibles entre sí», aunque procedan de diversos

203
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

títulos (art. 831 Pr).


Son incompatibles las acciones y por lo tanto, no pueden acumularse:

1º. Cuando se excluyan mutuamente, o sean contrarias entre sí, de


suerte que la elección de la una impida o haga ineficaz el ejercicio de la
otra (art. 832 inc. 1º Pr).

2º. Cuando el Juez que deba conocer de la acción principal sea


incompetente por razón de la materia o de la cuantía litigiosa, para conocer
de la acumulada (art. 832 inc. 2º Pr)23.

3º. Cuando, con arreglo a la ley, deban ventilarse y decidirse las acciones
en juicios de diferente naturaleza (art. 832 inc. 3º Pr). En estos casos la
heterogeneidad del procedimiento supondría un serio inconveniente para
la tramitación acumulada de las diversas acciones.

c) Es presupuesto necesario de la acumulación causal de las acciones


que éstas se funden en la misma causa de pedir (art. 834 Pr), no obstante,
la diversidad subjetiva. Sin embargo, aun a pesar del silencio de la ley, por
lógica debe exigirse además la compatibilidad de las acciones para recibir
el tratamiento unitario que se persigue con la acumulación.

7.4. Tratamiento procesal de las acciones acumuladas

Respecto del momento límite para el ejercicio inicial de acciones


acumuladas, la ley fija el de la contestación a la demanda: No se permitirá
la acumulación de acciones después de contestada la demanda, quedando
a salvo el derecho del actor para ejercitarlo por separado en el juicio
correspondiente (art. 835 Pr).

Cuando se trata de una acumulación sucesiva de acciones, se produce

23- Sin embargo, para facilitar la acumulación la regla no se lleva hasta las últimas
consecuencias, sino que se permite la modificación de las normas de competencia en virtud
de la conexión existente entre las diversas acciones. A este fin responde la regla del artículo
833: Las acciones que por razón de la cuantía de la cosa litigiosa deban ejercitarse en juicio
verbal, podrán acumularse a las de mayor cuantía. Es estos casos queda determinada la
competencia del Juez, según fuere el interés total de las acciones acumuladas.

204
William Ernesto Tórrez Peralta

una modificación lógica del plazo para contestar a la demanda.


Aunque el Código de Procedimiento Civil silencia al respecto.
Considero que esto es oportuno.

La acumulación subjetiva de acciones opera como causa de


modificación de la competencia por conexión entre las mismas (art. 833
Pr).

No obstante, el efecto principal de toda acumulación de acciones, que


en buena medida justifica su existencia, es el tratamiento procesal unitario
que debe recibir y su resolución conjunta: La acumulación de acciones
cuando proceda y se utilice oportunamente por el actor, producirá el efecto
de discutirse todas en un mismo juicio y resolverse en una sola sentencia
(art. 836 Pr). Ello no significa que todas las acciones deban correr la misma
suerte. Como se ha dicho, tratándose de objetos procesales autónomos,
cada uno es objeto de atención particular por el Juez y por lo tanto, recibe
una solución particular. Lo único que impone la acumulación es la unidad
de acto, tanto en la tramitación, como en la resolución.

8. La acumulación de autos

8.1. Concepto de acumulación de autos

En contraposición a la acumulación de acciones el Código de


Procedimiento Civil regula la acumulación de autos. El criterio que tiene
en cuenta la ley procesal para esta enumeración es exclusivamente el físico,
esto es, la reunión de diversos procesos en uno solo. La acumulación de
autos consiste por lo tanto en la reunión en uno sólo proceso de dos o más
que se han iniciado separadamente, en base a que existe un criterio de
conexión entre ellos. No obstante, este efecto externo de reunión física de
dos procesos, es mucho más importante el efecto interno que se produce y
que en definitiva es el que cualifica la institución. No cabe duda de que al
reunirse varios procesos se acumulan sus objetos litigiosos y por lo tanto
la institución se convierte en un supuesto más de acumulación de acciones.
Se trataría de un caso de acumulación sucesiva por reunión de diversos
objetos litigiosos en un solo proceso. Esto es, en definitiva, desde el punto
de vista dogmático, la acumulación de autos (procesos) es tan sólo una
hipótesis de acumulación de acciones calificada por el momento en que se
produce y por el hecho de haberse iniciado los procesos separadamente.

205
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

8.2. Presupuestos de la acumulación de autos

a) Instancia de parte. Tampoco la acumulación de autos puede decretarse


de oficio, sino que es precisa la iniciativa de parte: La acumulación de autos
se decretará a petición de parte; pero si los procesos se encuentran en un
mismo Juzgado o Tribunal, podrá éste ordenarla de oficio. Se considerará
parte legítima para solicitarla todo el que hubiere sido admitido como
parte litigante en cualquiera de los juicios cuya acumulación se pretenda
(art. 842 Pr).

b) Conexión entre los procesos. La acumulación de autos se funda


no sólo en criterios de economía procesal, sino también de armonía:
soluciones homogéneas para los mismos problemas. De ahí que se exija
un criterio de conexión entre los procesos que han de acumularse, que
justifique su tratamiento unitario. Estos criterios pueden ser más o menos
rígidos en orden a la exigencia de la acumulación. Las causas establecidas
en el Código de Procedimiento Civil son las siguientes:

1ª. Prejudicialidad. «Siempre que la sentencia que haya de pronunciarse


en un juicio deba producir la excepción de cosa juzgada en otro» (art. 840
inc. 3º Pr).

2ª. Litispendencia. «Cuando la acción o acciones entabladas en un


juicio, sean iguales a las que se hubieren deducido en otro o cuando unas
y otras emanan directa o indirectamente de unos mismos hechos» (art. 840
inc. 1º Pr).

3ª. Vía atractiva de determinados procesos. Es ésta una característica


de determinados procesos, denominados universales o concursales, que
atraen hacía sí todo el conjunto de pleitos que de una u otra manera les
afecten. Se trata de los procesos concursales: «Cuando exista un juicio de
concurso o de quiebra, al que se halle sujeto el caudal contra el que se haya
formulado o formule cualquier demanda» (art. 840 inc. párrafo 4º Pr).

4ª. Comunidad de elementos identificadores del proceso. Dos


procesos son asimismo acumulables cuando tienen en común alguno de
los elementos que lo identifican. A ello alude el Código de Procedimiento
Civil con terminología clásica: «Cuando de seguirse separadamente los

206
William Ernesto Tórrez Peralta

pleitos se divida la continencia de la causa» (art. 840 inc. 6º Pr).


Se entiende dividirse la contienda de la causa:

1) Cuando los procesos tengan en común dos elementos identificadores:


sujeto y petitum: Cuando hay identidad de personas y cosas, aún cuando
la acción sea diversa (art. 841 inc. 1º Pr). Sujetos y causa petendi: Cuando
hay identidad de personas y acciones aún cuando las cosas sean distintas
(art. 841 inc. 2º Pr). Petitum y causa petendi: Cuando haya identidad de
acciones y de cosas, aunque las personas sean distintas (art. 841 inc. 5º
Pr).

2) Cuando los procesos tengan en común un solo elemento identificador:


la causa petendi: Cuando las acciones provengan de una misma causa,
aunque sean diversas las personas y las cosas (art. 841 inc. 4º Pr). A esta
hipótesis puede reducirse asimismo el supuesto previsto en el artículo 841
inc. 3º del Pr: Cuando las acciones provengan de una misma causa, aunque
se den contra muchos y haya por consiguiente, diversidad de personas,
ya que en definitiva es el elemento causal el que justifica la acumulación,
independientemente de que concurra también identidad de petitum, en
cuyo caso nos hallaríamos ante la hipótesis prevista en el artículo 841 inc.
5º Pr.

c) Homogeneidad entre los procesos que se han de acumular. Viene


exigido este presupuesto para que sea factible la economía que pretende
conseguirse con la acumulación: Para que pueda tener lugar la acumulación
se requiere que los juicios se encuentren sometidos a una misma clase
de procedimiento y que la sustanciación de todos ellos se encuentre en
instancias análogas (art. 843 Pr).

d) Momento procesal hábil. El artículo 846 Pr., señala que: La


acumulación se podrá pedir en cualquier estado del juicio antes de la
sentencia definitiva; y si se trata de juicios ejecutivos, antes del pago de la
obligación. Deberá solicitarse ante el Juez o Tribunal a quien corresponda
continuar conociendo de conformidad con el artículo 844.

8.3. Procedimiento de la acumulación de autos

El procedimiento es diferente según que los autos estén pendientes


ante el mismo Juzgado o ante Juzgados diversos. En el primer caso, el

207
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

procedimiento es sencillo y técnicamente correcto; en el segundo caso el


procedimiento es superabundante y con la discusión judicial que se origine,
los recursos que cabe formular en cada caso y la posible decisión del tema
por el superior común, se producen en la práctica dilaciones desmesuradas,
que no están en absoluto justificadas.

8.3.1. Procedimiento de la acumulación cuando los autos penden


ante un mismo Juzgado

Si un mismo Juez o Tribunal conoce de los pleitos cuya acumulación


se pide, decretará sin más trámite lo que estime procedente. Este auto es
apelable en ambos efectos (art. 847 Pr).

8.3.2. Procedimiento de la acumulación cuando los autos penden


ante Juzgados diferentes

a) Solicitud.

Si los pleitos se siguieren en Juzgados o Tribunales diferentes, se


observará lo siguiente:

Del escrito pidiendo la acumulación se dará traslado por tercero día a


las otras partes litigantes en el mismo pleito en que se pida, a fin de que
puedan impugnar la pretensión, si les conviniere (art. 848 párrafo 2º Pr).

b) Juez competente para conocer de los autos acumulados.

Si los juicios estuvieren pendientes ante Juzgados o Tribunales de


iguales jerarquías, el más moderno se acumulará al más antiguo; pero en
el caso de que las jerarquías fueren desiguales, su acumulación se hará
sobre aquel que estuviere sometido al Juzgado o Tribunal Superior (art.
844 Pr).

c) Resolución del Juzgado ante el que se insta la acumulación.

Transcurrido el término antedicho, háyanse presentado o no escritos


de impugnación, sin más trámite el Juez o Tribunal, dentro de tercero día,
dictará resolución estimado o denegando la acumulación (art. 848 párrafo
3º Pr).

208
William Ernesto Tórrez Peralta

Contra la resolución en que la estime no se concederá recurso alguno.


Contra la que deniegue se admitirá el de apelación en un solo efecto (art.
848 párrafo final).

d) Reclamación de los autos a acumular y discusión judicial.

Cuando se estime procedente la acumulación, se mandará en la misma


resolución dirigir exhorto al Juez o Tribunal que conozca del pleito,
reclamándole los autos. En este exhorto se insertarán los antecedentes
que sean bastantes para dar a conocer la causa porque se pretende la
acumulación (art. 849 Pr).

Recibido el exhorto por el otro Juez o Tribunal, se dará vista de todo al


que ante él haya promovido el pleito, por el término de tres días.

Pasado dicho término, el Juez o Tribunal dictará resolución, otorgando


o denegando la acumulación.

La resolución en la que se otorgare será apelable en un solo efecto;


contra la que la deniegue no se dará recurso alguno (art. 850 Pr).

Otorgada la acumulación, se remitirán los autos al Juez o Tribunal que


la haya pedido, con emplazamiento de las partes, para que dentro de tres
días, más el término de la distancia, ocurran ante él a usar de sus derechos
(art. 851 Pr).

Denegada la acumulación, el requerido lo comunicará sin dilación al


requirente, insertando en su exhorto los antecedentes que estime necesarios
para justificar su resolución, y exigiendo que le conteste para continuar
actuando si se le deja en libertad, o remitir los autos a quien corresponda
decidir la cuestión (art. 852 Pr).

El Juez o Tribunal que haya pedido la acumulación, luego que reciba


dicho exhorto, desistirá de su pretensión, sin más trámites, si encuentra
fundados los motivos porque le haya sido denegada, contestando sin
dilación al requerido para que pueda continuar procediendo. Esta resolución
será apelable en un solo efecto (art. 853 Pr).

209
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Cuando el Juez requerido se niegue a la remisión de los autos por


creer que la acumulación debe hacerse a los que penden ante él, recibido
el exhorto, el requirente dictará sin más trámite la resolución que estime
procedente (art. 854 Pr).

En el caso del artículo anterior, si el Juez o Tribunal que hubiere


pedido la acumulación estima que ésta debe hacerse a los autos pendientes
en el otro Juzgado o Tribunal, lo llevará a efecto en la forma ordenada en
el artículo 851. La resolución en que así se acuerde será apelable en un
solo efecto (art. 855 Pr).

Si el Juez que hubiere pedido la acumulación no creyere bastante los


fundamentos de la negativa o pretensión del requerido, remitirá los autos
al Superior correspondiente con emplazamiento de las partes, avisándolo
al otro Juez para que haga igual remesa de los suyos. Se entiende por dicho
Superior, el que lo sea para decidir las competencias (art. 856 Pr).

e) Remisión del procedimiento de las cuestiones de competencia.

En el caso de persistir el desacuerdo entre los Jueces o Tribunales, las


actuaciones sucesivas de este incidente se acomodarán a lo prevenido para
las competencias (art. 857 Pr).

8.4. Efectos de la acumulación de autos

8.4.1. Efectos de la solicitud

La solicitud de acumulación no suspende por sí sola el curso de los


pleitos a que se refiere, a menos que el solicitante rinda fianza de persona
abonada o constituya garantía hipotecaria para responder por las costas, en
su caso, y de los daños y perjuicios causados, si se rechazare definitivamente
el incidente de acumulación (art. 858 Pr).

Siempre que tenga lugar la acumulación, el curso de los juicios que


estuvieren más avanzados se suspenderá hasta que todos lleguen a un
mismo estado. Esta regla no es aplicable a las acumulaciones que se hagan
a los juicios universales a cuya tramitación se acomodarán desde luego los
que se acumulen a ellos (art. 845 Pr).

210
William Ernesto Tórrez Peralta

En los casos en que ninguno de los Jueces desista de su propósito, no se


alzará la suspensión hasta que el Superior correspondiente haya resuelto.
Se entenderá sin embargo alzada la suspensión, cuando se hubiere dictado
alguna de las resoluciones que con arreglo a los artículos anteriores son
apelables en un solo efecto, sin perjuicio de lo que proceda luego que se
hubiere dictado ejecutoria a consecuencia del recurso interpuesto (art. 859
Pr).

8.4.2. Efectos de la resolución

Aunque el Código de Procedimiento Civil no dice nada al respecto,


aplicando el artículo 836, de la acumulación de acciones, se puede decir
que en virtud de la acumulación, los autos acumulados se seguirán en un
solo juicio y serán tramitados por una misma sentencia.

211
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

212
William Ernesto Tórrez Peralta

IX ― DILIGENCIAS PRELIMINARES
Y EL ACTO DE MEDIACIÓN

1. Las diligencias preliminares

1.1. Concepto

Las diligencias preliminares tienen por finalidad la preparación del


proceso y consisten en unas diligencias que tienen por objeto obtener
información sobre distintos aspectos del futuro demandado o el objeto
litigioso, que resultan necesarios para la presentación de la demanda24.

De entre estas actuaciones, unas están reguladas expresamente por la


Ley; en otras, en cambio, carecen de regulación positiva y ello no obstante,
son imprescindibles para el buen éxito del asunto. Unas y otras constituyen
las actividades preparatorias del proceso, que en algunos casos incluso
llegan a evitarlo.

Unas vienen aconsejadas por la prudencia jurídica o la práctica


profesional: las entrevistas con el cliente y con la parte contraria y sus
abogados, las gestiones previas para la resolución amistosa del asunto,
por ejemplo. Otras son absolutamente imprescindibles para un correcto
planteamiento técnico del asunto: la recogida de documentos y la gestión
de aquéllos que se encuentran en oficinas públicas, ya que en general la
prueba documental hay que presentarla con los escritos de alegaciones.
Otras, en fin, tratan de asegurar al máximo la eficacia del proceso: la
preparación y selección de las pruebas existentes, el cálculo del coste del
proceso, los informes sobre la solvencia de la parte contraria, etc.

En todas estas actuaciones se procede libremente y sin sujeción a


trámites prefijados por la Ley, de acuerdo con los usos profesionales y las
necesidades técnicas o tácticas del futuro proceso.

24- RIFÁ SOLER, J.M.; RICHARD GONZÁLEZ, M; y RIAÑO BRUN, I., Derecho
Procesal…, op. cit., vol. II, 2006, pág. 63.

213
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Del resultado de estas gestiones depende en buena medida el éxito o


el fracaso del proceso y, cómo no, la posibilidad de soslayarlo. De aquí la
gran trascendencia práctica que tiene estas actividades.

2. El acto de mediación

Si bien es cierto que nuestra Constitución Política, en su artículo 159


párrafo 2º atribuye, en exclusiva, al Poder Judicial, la función de juzgar y
ejecutar lo juzgado, y si bien es también cierto, que juzgar y hacer ejecutar
lo juzgado es una forma de resolver conflictos intersubjetivos de intereses,
no es menos cierto que juzgar no es la única forma de resolver conflictos.

En efecto, el ejercicio exclusivo de la jurisdicción que monopolizan


los órganos del Poder Judicial, no excluye, de ninguna manera, que los
conflictos que surjan entre los ciudadanos puedan ser resueltos por vías
diferentes de la jurisdiccional.

2.1. Concepto de mediación

La mediación es un proceso que se emplea a un tercero neutral ―el


mediador― para facilitar las negociaciones entre las partes en conflicto
con el fin de llegar a una solución mutuamente aceptable25.

La mediación constituye una forma de solución de conflictos por


medio del cual son las propias partes las que consiguen poner fin al mismo
mediante un acuerdo adoptado tras una negociación en el cual el mediador
únicamente intentará aproximar las posiciones o incluso proponer el
acuerdo, pero, en ningún caso la solución al conflicto es decidida, ni mucho
menos impuesta a las partes, por el mediador26.

25- BENNETT, G., Mediation Practice Guide, traducción de VITALE, G., Ed. American
Bar Association, Buenos Aires, 2001, pág. 16.
26- MEJÍA GÓMEZ, J.F., «Sistemas Alternativos de Resolución de Conflictos», en
Cuadernos de Derecho Judicial, Ed. Publicaciones Consejo General del Poder Judicial,
Madrid, 1998, pág. 322.

214
William Ernesto Tórrez Peralta

De lo anterior, podemos decir, pues, que la mediación es una forma


alternativa, pacífica de resolución de conflictos, en las que las partes
enfrentadas, ayudadas por un mediador puedan resolver sus disputas, en un
foro justo y neutral, hasta llegar a una solución consensuada, que se traduce
en un acuerdo satisfactorio y mutuamente aceptado por las partes.

La mediación en nuestro ordenamiento jurídico, viene establecida


en el artículo 94 párrafo 1º de la Ley Orgánica del Poder Judicial que
establece: «En todos los casos en que se presenten demandas de Familia,
Civiles, Mercantiles, Agrarias y Laborales en los juzgados respectivos,
previo a cualquier actuación o diligencia, el Juez convocará dentro del
sexto día a un trámite de mediación entre las partes las que podrán ser
asistidas por abogados».

2.2. Clases de mediación

2.2.1. Mediación previa al proceso

La mediación previa al proceso, constituye una actuación facultativa


que la parte puede utilizar, según sus conveniencias, antes de acudir al
pleito.

2.2.2. Mediación intraprocesal

La mediación intraprocesal es una figura nueva introducida por la Ley


Orgánica del Poder Judicial en su artículo 94 y circunscrita a los procesos
de familia, civiles, mercantiles, agrarios y laborales. En la presentación
de la demanda en estos procesos, la primera actuación es el intento de
mediación.

Con ella se pretende dar por terminado el proceso anticipadamente: El


Juez durante este trámite citará a las partes y las invitará a que solucionen
amigablemente la pugna, haciéndoles la reflexión acerca del tiempo y
recursos que intervendrán en el proceso judicial.

Se abstendrá de emitir opinión en referencia a quien le asiste o no la


razón e insistirá en aclararles que su cometido es el de reconciliarlos (art.
94 párrafo 3º LOPJ).

215
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

2.3. Procedimiento del acto de mediación

a) Competencia.

En la actualidad corresponde al Juez donde se interpone la demanda.


Recepcionada la demanda, y si llena los requisitos para ser admitida, el
Juez convoca a las partes dentro del sexto día a la realización del trámite
de mediación (art. 94 párrafo 1º LOPJ).

b) Citación de las partes.

La citación para el trámite de mediación se hará mediante cédula judicial


que debe contener: 1º Nombre del Juzgado; 2º Nombre y domicilio del
destinatario; 3º Nombre y domicilio del promotor de la acción; 4º Acción
que se pretende; 5º Indicación del día, hora y lugar de la celebración de
la audiencia; 6º Firma del Secretario que autoriza y sello del Juzgado; y
7º Información de las consecuencias legales de la instancia a la audiencia
(art. 40 RLOPJ).

c) Comparecencia de las partes.

A la comparecencia asistirán las partes personalmente o asistidas


por sus Abogados en el día y hora señalada (art. 94 párrafo 1º LOPJ). La
audiencia de mediación es una y comprende la sesión o sesiones necesarias
para el cumplimiento de los fines y objetivos de dicho trámite (art. 41
párrafo 1º RLOPJ).

No obstante, el artículo 43 del Reglamento de la Ley Orgánica del Poder


Judicial señala: «Que cuando la primera audiencia no pueda celebrarse
por motivos justificados, el Juez deberá convocar a otras audiencias en
un plazo no mayor de diez días contados a partir de la fecha en que debió
celebrarse la primera.

Si el trámite no puede efectuarse por la no comparecencia de


cualquiera de las partes a la segunda audiencia, el Juez levantará el Acta
correspondiente dejando constancia de ello, lo que se entenderá como falta
de acuerdo».

216
William Ernesto Tórrez Peralta

d) Celebración del acto.

El acto de mediación se celebrará en presencia del Juez, quien actuará


como mediador o amigable componedor, haciéndoles ver el tiempo y
recursos que invertirán en el proceso judicial, pero se abstendrá de emitir
opinión acerca de a quien le asiste o no la razón, insistiendo en aclararles
que su cometido es el de reconciliarlos (art. 94 párrafo 3º y 4º LOPJ).

Las actuaciones del trámite de mediación son confidenciales. Todo


lo propuesto o sostenido durante el proceso de mediación carece de valor
alguno en el proceso judicial, aún en aquéllos que se originen hechos
distintos a los que dieron origen a la controversia de mediación (art. 44
RLOPJ).

e) Documentación del acto.

De lo actuado en el trámite se levantará un acta, en la cual se reflejará


la voluntad de las partes. El acta de mediación deberá contener al menos lo
siguiente: 1º Nombre del Juzgado en que se celebra el trámite de mediación;
2º Lugar y fecha en la que suscribe el acta; 3º Nombres, identificaciones
y domicilio de los participantes; 4º Descripción de la controversia; 5º
Acuerdo alcanzado durante el trámite, sea total o parcial, estableciendo
de manera precisa los derechos, deberes u obligaciones ciertas, expresas y
exigibles, o en su caso, la falta de acuerdo o la inasistencia de las partes a
la audiencia; y 6º Firma de los participantes y del Juez. En el caso de las
personas que no saben firmar, bastará su huella digital (art. 45 RLOPJ).

Se extenderá sucintamente el acta de mediación en un libro especial


para tal efecto (art. 49 RLOPJ).

Se dará certificación a las partes, librada por el Juez correspondiente


de haberse realizado un previo trámite de mediación entre las partes,
constituirá un requisito formal para la admisibilidad de la demanda.

En caso que una o ambas partes se hubiesen negado a concurrir al


trámite de mediación, su negativa se entenderá como falta de acuerdo y así
se expresará en la certificación correspondiente (art. 94 párrafo 5º LOPJ).

217
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Cuando se logre acuerdo en un trámite de mediación, el Juez dictará


un auto en el que haga constar tal circunstancia y mandará a archivar las
diligencias, que contendrán el acta correspondiente.

En caso negativo, se agregará al expediente el acta en que conste la


falta de acuerdo y se dará trámite al proceso judicial (art. 46 RLOPJ).

f) Efectos del acto.

De llegar las partes a un avenimiento, lo acuerdo y resuelto se


consignará en un acta judicial, la que prestará merito ejecutivo, teniendo el
carácter de cosa juzgada. Deberá cumplirse, lo acordado, sin excusa alguna
por las partes, y no cabrá recurso alguno (art. 94 párrafo 4º LOPJ).

El mismo órgano judicial que haya conocido de la mediación,


ordenará la ejecución, cuando incumpla lo acordado, aplicándose la misma
normativa que en la ejecución de sentencias (art. 47 RLOPJ).

218
William Ernesto Tórrez Peralta

X — LA DEMANDA

1. Concepto de demanda

El medio normal de iniciación de un proceso civil recibe, entre nosotros,


el nombre de demanda, que puede definirse como el acto procesal escrito
y formal de la parte actora por la que se solicita del órgano jurisdiccional
que se inicie un proceso concreto contra la persona o personas que se
denominan demandado o demandados27.

2. Naturaleza de la demanda

Del anterior concepto se recogen las notas que caracterizan la


naturaleza de este importante medio de iniciación procesal:

a) Es un acto procesal puesto que va dirigido a producir efectos


netamente procesales, como son la iniciación y tramitación de un
proceso.

b) Es un acto procesal de parte. Es quizá el más genuino ―y uno de los


más importantes― actos procesales del actor. Hay que aclarar, no obstante,
que el demandado también puede adoptar la postura de demandante en
virtud del mecanismo de la reconvención que luego estudiaremos.

c) Es un acto procesal escrito y formal, no sólo porque siempre ha


de formularse por escrito, pues el Derecho nicaragüense no permite que
un proceso civil se inicie por comparecencia verbal, sino que siempre es
formal, ya que ha de ajustarse al contenido marcado por el Código de
Procedimiento Civil.

27- PRIETO-CASTRO Y FERRÁNDIZ, la define como el acto procesal escrito de la


parte actora, en el cual se ejercita la acción procesal solicitando del Tribunal un acto de
tutela jurídica frente al demandado. GUASP DELGADO, la define como el acto típico y
ordinario de iniciación procesal que consiste en una declaración de voluntad de una parte
por la cual ésta solicita que se dé vida a un proceso y comience su tramitación. El Código
de Procedimiento Civil, considera que la demanda «es la petición que se hace al Juez o
Tribunal para que mande dar, hacer o dejar de hacer alguna cosa» (art. 1032).

219
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

d) La característica esencial de la demanda es que mediante la misma


se pide al órgano jurisdiccional que incoe un proceso concreto contra la
persona o personas que se designan como demandados. Es decir, con ella
no sólo ejercita el derecho a la tutela judicial efectiva que la Constitución
nicaragüense concede a los ciudadanos en todas las meterías, incluidas
como es lógico, la naturaleza civil o mercantil, sino que se facilita el
derecho de defensa reconocido también en la Constitución.

3. Contenido de la demanda

El artículo 1021 del Código de Procedimiento Civil afirma que la


demanda debe contener:

1º. El nombre del actor.

2º. El del demandado.

3º. La cosa, cantidad o hecho que se pide.

4º. La causa o razón por qué se pide, y pueden unirse muchas causas
para mayor seguridad de los derechos.

Sin embargo, como fácilmente puede observarse, el precepto es


insuficiente, ya que quedan fuera de él otros requisitos que tiene que
contener la demanda, entre los que cabe señalar:

1º. La invocación del Juzgado. Es la indicación del órgano jurisdiccional


al que se dirige la demanda y que se pone en el encabezamiento de la misma
(art. 1022 Pr). Si la demanda se presenta en Juzgado Único, basta con
decir: «Juzgado Local Único de El Jícaro, Nueva Segovia». Si hay más de
un Juzgado se dirige «Juzgado Primero Civil de Distrito de Managua».

2º. La expresión del nombre y apellido del demandado o como dice


el Código de Procedimiento Civil fijación de la persona contra quien se
interpone la demanda. Pero no basta con fijar la persona, es necesario
determinar todas las circunstancias personales que sean conocidas
y, especialmente, el domicilio, que es el lugar donde debe ser citado o
emplazado.

220
William Ernesto Tórrez Peralta

Estos datos son esencialísimos y la confusión casual o dolosa de los


mismos puede originar la nulidad del proceso, si el emplazamiento no se
hace en la forma y lugar necesario para que sea efectivo.

3º. La designación del proceso que se inicie es otro requisito impuesto


por la práctica que se materializa diciendo «Que por medio de la presente
demanda formulo juicio declarativo de menor cuantía (o juicio ejecutivo,
o procedimiento interdictal, etc.) contra Don…».

4º. La exposición sucinta y enumerada de los hechos viene expresamente


exigida por el artículo 1021. Es de transcendental importancia, ya que
estos hechos, junto con los que el demandado pueda introducir en su
oposición, van a determinar el objeto del proceso. Son muy escasas las
posibilidades de alterarlos o complementarlos, ya que aunque el Código de
Procedimiento Civil permite que se podrán ampliar, adicionar, o modificar
las pretensiones y excepciones que se hayan formulado en la demanda o en
la contestación, exige en todo caso que no se pueden alterar los que sean
objeto principal del pleito.

En la redacción de los hechos el Abogado tiene libertad absoluta.


Normalmente se sigue un orden cronológico y se suele indicar al final del
correspondiente relato del documento que se presenta y lo justifica.

5º. Los fundamentos de Derecho es otro de los requisitos exigidos por


el artículo 1026 que, igualmente, impone que se expongan sucintamente y
enumerados. También en su redacción se conoce perfectamente la técnica
del buen Abogado, aunque esta materia ni vincula al Juez, a diferencia de
los hechos, ni impide al mismo aplicar la norma que crea conveniente,
ya que en virtud del principio iura novit curia que, para que se entienda,
lo traducimos como el Juez conoce el derecho, el Juzgador es libre para
aplicar la norma jurídica que crea oportuna sea o no la expuesta por las
partes.

En la práctica suele distinguirse en la redacción de estos fundamentos,


las de carácter jurídico procesal (en las que se recogen las normas jurídicas
sobre la competencia, capacidad procesal, legitimación, postulación y
procedimiento elegido) y a continuación las normas de derecho material,
apoyadas en la doctrina jurisprudencial y en la doctrina científica que el
Abogado crea aplicables apara justificar la petición que va a formular.

221
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

6º. La editio actionis, es decir, la expresión de la acción que se ejercita,


es otro de los requisitos que el artículo 1021 del Código de Procedimiento
Civil exige, pero no con carácter absoluto sino sólo cuando ella ha de
determinarse la competencia, circunstancia hoy de escasa aplicabilidad.

7º. La fijación de la cuantía del pleito no viene recogida en el artículo


1021, pero sí en el 1032, donde se dispone que «la cuantía de lo que es
objeto de la demanda, fija la competencia de los funcionarios de justicia
para conocer de ella y el trámite que debe seguirse».

Para que se concrete la cuantía, el artículo 1033 da determinadas


reglas que es necesario seguir, ya que con arreglo a esa cuantía no sólo
se determina el juicio declarativo que ha de seguirse, sino que en otras
ocasiones la admisibilidad o no de un recurso depende de la cuantía del
pleito, aparte de que en muchos supuestos los honorarios de los Abogados
se fijan teniendo en cuenta el valor de la demanda.

Hay, pues, pleitos de cuantía determinada, pleitos sin cuantía (por


ejemplo, los relativos a los derechos honoríficos) y pleitos de cuantía
inestimable, que son aquellos en que, la cuantía no puede determinarse,
ni aun de forma relativa, por las reglas que establece el Código de
Procedimiento Civil.

8º. El lugar y fecha de la demanda, aunque tampoco está recogido en


la ley procesal, es un requisito que se cumple con normalidad. Hay que
indicar que carece de importancia, ya que la fecha que determina los efectos
de la demanda es la de su presentación en el órgano jurisdiccional.

9º. La firma del demandante y la de su Abogado son también requisitos


ignorados por el artículo 1021 que, necesariamente han de cumplirse.

10º. Para hacer peticiones accesorias se utiliza la fórmula clásica del


«otrosí digo», en la que se pide la devolución del poder, la entrega de
exhorto para el emplazamiento del demandado, la anotación preventiva de
la demanda, el recibimiento a prueba, etc.

11º. La demanda debe ir acompañada de los documentos que el Código


de Procedimiento Civil exige con carácter preceptivo, como son poder
que acredite la representación del Abogado, el documento que acredite

222
William Ernesto Tórrez Peralta

el carácter con que el litigante se presenta en juicio y el documento o


documentos en que la parte funde su derecho (arts. 1027 y 1029 párrafo
1º Pr).

De todo ello han de presentarse tantas copias cuantas sean las partes
litigantes, ello con carácter absoluto, ya que la demanda no será admitida
si no se acompañan las copias del escrito y documentos (art. 125 in fine
LOPJ).

4. Presentación de la demanda y efectos

Para que pueda producir sus efectos, es necesario que la demanda se


presente ante el órgano jurisdiccional al que va dirigida, o a la oficina de
Reparto en el caso que existan varios Juzgados de la misma clase en la
localidad.

Los Juzgados de Managua tienen una Oficina de Recepción y


Distribución de Causas que es la que se encarga de distribuir los asuntos
que se presentan entre los Juzgados de primera instancia de la localidad,
siguiendo unos turnos preestablecidos y aprobados por la Corte Suprema
de Justicia.

Presentada la demanda con las copias prevenidas surge en el Juzgado


la obligación de resolver sobre su admisión o inadmisión:

a) La inadmisión de la demanda, llamada inadmisión ad limine,


cuenta con pocas simpatías en la práctica nicaragüense que mantienen que
únicamente se decretará en aquellos supuestos concretos determinados por
la Ley. Esto es lo que ocurre cuando se dejan de presentar las copias de la
demanda, solución extrema difícilmente justificable.

En otros casos el Código de Procedimiento Civil permite no dar curso


a la demanda hasta tanto no se subsane el defecto observado. Es lo que
ocurre si no se acompaña el poder del Procurador (art. 66 Pr).

El Código de Procedimiento Civil ordena que «el Juez de oficio no


dará curso a la demanda que no contenga las indicaciones ordenadas en los
tres primeros números del art. 1021 o cuando sea ininteligible u oscura»
(art. 1035 Pr).

223
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

b) Lo normal es la admisión a la demanda, es decir, que el Juez dicte una


resolución en la que se tiene por solicitada la incoación de un proceso, se
tenga por parte al Abogado en la representación acreditada, se acuerda dar
un número de registro al proceso que se incoa y se ordena el emplazamiento
del demandado o la citación en caso de los juicios verbales.

Precisamente estos actos de comunicación son, como sabemos, los


medios que impone el Código para que se haga saber al demandado o
demandados que se ha incoado un proceso en su contra, para que se le
entreguen las copias de la demanda y documentos presentados y para que se
le diga la forma como puede comparecer en el proceso para defenderse:

1º. El emplazamiento supone la concesión de un plazo por el cual el


demandado puede comparecer. Es el modo que se utiliza en los juicios
ordinarios (art. 1038 Pr), en los sumarios (art. 1038 Pr) y en general en
los juicios de tramitación escrita, salvo en el juicio ejecutivo en el que
el emplazamiento recibe el nombre de citación para remate, de profunda
raigambre histórica (art. 1039 Pr).

2º. La citación consiste en que al demandado, al hacerle saber la


existencia del pleito incoado contra él, se le señala un lugar, un día y una
hora para que acuda a defenderse. Esto se hace en el juicio verbal (art.
1960 Pr).

Admitida la demanda, el Juez acuerda el emplazamiento del demandado


o de los demandados. El plazo normal que se concede es: «en los juicios
ordinarios seis días; en los juicios sumarios tres; en los verbales ordinarios
se fijará en el Título respectivo» para comparecer, plazo que se amplía si
los demandados o algún demandado no residen en el lugar del juicio, ya
que el Juez podrá aumentar el plazo concediendo el que estime necesario,
pero sin que el aumento pueda exceder de un día por cada 30 kilómetros
de distancia (art. 29 Pr).

En todo caso, hay que tener en cuenta que si los demandados son
varios el plazo para comparecer comenzará a correr y contarse respecto a
todos el día siguiente en el que el último hubiere sido emplazado.

Transcurrido el plazo concedido, el demandado podrá haber adoptado

224
William Ernesto Tórrez Peralta

alguna de las opciones siguientes:

1ª. Comparecer, es decir, personarse en forma valiéndose de Abogado.


En este caso el órgano jurisdiccional le concede un plazo determinado
dependiendo del tipo de juicio para que conteste a la demanda28. Este
plazo es común para todos los demandados cuando sean varios (art. 1038
Pr), ya litiguen unidos o bajo direcciones de Abogados distintos.

2ª. No comparecer. En este supuesto el Secretario acreditara mediante


diligencia la incomparecencia y en la resolución que dicte el Juez habrán
de distinguirse tres supuestos:

1º. Si el Juzgado observa que en el emplazamiento no se han cumplido


las solemnidades y formalidades legales, mandará repetirlo, pudiendo
imponer al funcionario culpable, por vía de corrección disciplinaria, una
multa, sin perjuicio de que se le puedan exigir los perjuicios y gastos que
se hayan ocasionado por su culpa.

2º. Si el emplazamiento se hubiere hecho en la persona del demandado


o en persona mayor de quince años que se hallare habitando en la del
que hubiere de ser notificado, al vecino más próximo que fuere habido,
o será fijada en la puerta de la misma casa, si no se encontrare a quien
entregarla o se negaren a recibirla, transcurrido el plazo concedido, se dará
por contestada la demanda y notificada esta providencia, se le declarará en
rebeldía.

Admitida la demanda, el proceso comienza a producir uno de sus


efectos más característicos: el de litispendencia o pendencia del litigio.
Durante algún tiempo se discutió el momento en que la litispendencia
producía sus efectos, hoy puede considerarse pacífica la doctrina y la
jurisprudencia que estiman que se produce desde la presentación de la
demanda siempre que la misma fuere admitida.

Desde ese momento se producen efectos materiales (por ejemplo,

28- Ver art. 1038 Código de Procedimiento Civil.

225
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

pueden comenzar a devengarse intereses legales a favor del actor), y


efectos procesales (por ejemplo, se impide que se inicie otro proceso sobre
la misma cuestión).

5. Posturas del demandado

Una vez que el demandado ha comparecido en el proceso puede


adoptar diversas posiciones, algunas de ellas no recogidas expresamente
en el Código de Procedimiento Civil.

En el orden cronológico tales posiciones son: a) El allanamiento; b) La


contestación a la demanda; c) La reconvención; y d) La rebeldía.

5.1. El allanamiento

Es la actitud que adopta el demandado cuando comparece en un proceso


pendiente contra él manifestando que se conforma, total o parcialmente,
con la petición formulada en la demanda. Pese a la importancia y
trascendencia de este acto procesal el Código de Procedimiento Civil no
lo trata de manera general aunque hace algunas referencias esporádicas.

El allanamiento supone una declaración de voluntad que, en la


mayoría de los casos, es vinculante para el Juez. No puede confundirse
con el reconocimiento expreso de los hechos, ya que el allanamiento es
más, puesto que el demandado, además de reconocer los hechos alegados
por el actor, reconoce sus consecuencias jurídicas y acepta la petición que
el actor hace al Juez, es decir, acepta la condena que el actor solicita.

El allanamiento puede ser total o parcial. Es total cuando el demandado


acepta todas y cada una de las peticiones formuladas por el actor. Y es
parcial cuando acepta algunas peticiones y rechaza otras. Sólo el total es el
que produce su genuino efecto de hacer innecesario el proceso y permitir
al Juez que dicte la sentencia solicitada por el actor. El parcial el efecto
que produce es que sobre las peticiones a las que el demandado se allana
se resolverán en la sentencia final sin necesidad de prueba, o sea, hay una
sola sentencia en la que se estima la petición allanada y el Juez resuelve y
decide sobre los restantes.

En el supuesto de pluralidad de los demandados (pluralidad que

226
William Ernesto Tórrez Peralta

siempre se da en los juicios de tercerías) la doctrina coincide en que el


allanamiento prestado por un demandado no puede perjudicar al otro.

El allanamiento puede producirse en cualquier momento del proceso y


puede, incluso, plantearse después de haber contestado la demanda.

El efecto fundamental del allanamiento total es que el Juez debe dictar


la sentencia solicitada por el actor (art. 1049 Pr). Pero si bien este efecto es
el normal, tanto la jurisprudencia como la doctrina admiten sin vacilación
que tal efecto únicamente puede producirse cuando con tal sentencia no
viole la ley.

Finalmente nos queda por analizar el problema de la forma del


allanamiento. El Código de Procedimiento Civil permite que se haga por
escrito o por simple comparecencia.

5.2. La contestación a la demanda

El medio normal de defensa del demandado en los procesos escritos


lo constituye la contestación a la demanda, que puede ser definida como el
escrito que formula el demandado dentro del plazo que se le concede para
oponerse a las pretensiones del actor ejercitando el derecho de defensa que
las leyes le conceden (art. 1041 Pr)29.

Decimos, en primer lugar, que la contestación a la demanda es un


escrito, escrito de carácter formal. Así se deduce del artículo 1041 del
Código de Procedimiento Civil cuando exige que el demandado formulará
la contestación en los términos prevenidos para la demanda, precepto que
no sólo se refiere a la forma, sino al contenido.

La contestación a la demanda ha de presentarse dentro del plazo


concedido para ello, hasta el punto que de no hacerlo el demandado
pierde la oportunidad de este importante medio de defensa. El artículo

29- «La demanda y la respectiva contestación sirven para plantear definitivamente el pleito,
a fin de que cada una de las partes sepa cuál es el fundamento de la pretensión contraria en
cuanto al punto de que se va a debatir, y a qué extremos debe dirigir la prueba» (SCSJ de
3 de febrero de 1939).

227
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

1042, ordena que si no se presentare la contestación dentro del plazo


concedido para ello, se dará a los autos el curso que corresponda, es decir,
se continuará el procedimiento pese a que el demandado no haya podido
o querido defenderse.

De todas formas, teniendo en cuenta que la privación de este derecho


al demandado puede suponer un claro caso de indefensión procesal que
puede dar al traste con todo el proceso, el órgano judicial adoptará una
decisión de este tipo sólo cuando le conste de manera clara la voluntad del
demandado de no querer defenderse.

El contenido normal de la contestación a la demanda es la oposición


a las peticiones del actor, oposición que puede adoptar variadas formas ya
que el demandado:

1º. Puede oponerse alegando exclusivamente excepciones de carácter


procesal. A estas excepciones se refiere el artículo 821 Pr., cuando al
precisar el contenido de la contestación señala que el demandado deberá
hacer uso de las excepciones dilatorias en el plazo señalado para la
contestación del pleito a que ya aludimos. Lógicamente la utilización de
estas excepciones de carácter procesal no impide que el demandado pueda
utilizar las excepciones de otro tipo.

2º. Puede oponer excepciones de otro tipo, llamadas por el Código


de Procedimiento Civil, excepciones perentorias (arts. 820 y 825 Pr),
nombre equívoco pero que debe comprender cualquier otro tipo de
defensa, desde la negociación del hecho básico hasta la alegación de otros
hechos impeditivos de los efectos del primero; desde la afirmación total o
parcial de los hechos alegados por el demandante (llamada en la práctica
reconocimiento del o de los hechos) hasta la alegación de otros hechos
extintivos, etc.

Con la contestación a la demanda se ejercita el derecho a la defensa


procesal que nuestra Constitución concede a todos los ciudadanos.

Según el Código de Procedimiento Civil en la contestación a la


demanda el demandado deberá:

1º. Hacer uso de las excepciones perentorias que tuviera. Si no lo hace

228
William Ernesto Tórrez Peralta

ya no podrá proponerlas con posterioridad (art. 824 Pr). El Código de


Procedimiento Civil ordena que las excepciones se discutan en la misma
forma que la cuestión principal del pleito, con la única salvedad de la
alegación de cosa juzgada, considerada por el legislador como excepción
perentoria, ya que si es la única que se objeta en la contestación y si lo
pide el demandado se podrá sustanciar por los trámites establecidos para
los incidentes, es decir, con carácter previo y sustanciándose el proceso
principal hasta que esta excepción quede resuelta por resolución firme.

2º. Hacer uso de todas las excepciones dilatorias (art. 827 Pr).

3º. Plantear la reconvención en los casos en que proceda (art. 1052


Pr).

4º. Solicitar el recibimiento a prueba en el caso que le interese, tal


como le faculta el artículo 1042 párrafo 1º Pr.

La forma de la contestación se ajusta a la demanda, pero con algunas


diferencias que conviene señalar:

1ª. La contestación se dirige al Juzgado concreto que entiende del


asunto. La demanda, como se recordará, se dirige a la Oficina de Recepción
y Distribución de Causas o al Juzgado que por turno corresponda.

2ª. Se encabeza con el nombre del demandado, con la indicación de


que actúa en nombre y representación de la persona física o jurídica de
que se trate.

3ª. Ha de identificarse el proceso en que comparece.

4ª. Los hechos y fundamentos de Derecho tienen el mismo contenido.


Es práctica corriente el que se enumeren de forma paralela a los de la
demanda.

5ª. El suplico debe redactarse con la misma precisión y claridad que


se exigía para el de la demanda, y la exigencia del lugar, fecha y firmas es
común a la de aquélla.

A la contestación a la demanda se han de acompañar los documentos

229
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

que acrediten la representación y aquellos en que el demandado funde


su derecho y de todo debe aportarse una copia para su entrega al
demandante.

5.3. La reconvención

Es la actitud que el demandado adopta en la contestación a la demanda


en la que, aprovechando la ocasión que le brinda el proceso contra él
iniciado, demanda a su vez al actor30.

Supone, pues, la reconvención una ampliación del objeto del proceso,


ya que al objeto inicial hay que añadir el nuevo objeto introducido por la
acción reconvencional.

La reconvención se basa, fundamentalmente, en razones de economía


procesal, ya que en un solo procedimiento se ventilan las dos cuestiones
que, en Derecho nicaragüense, no tienen el porqué ser conexas, es decir,
no tienen el porqué existir conexión alguna entre la acción principal y la
acción reconvencional.

En principio es exigencia de la práctica y de la jurisprudencia que


la reconvención se plantee sólo contra el actor no contra un tercero,
posibilidad esta última que la Corte Suprema de Justicia negó en sentencia
de 9 de marzo de 1967.

En cambio, lo que creemos que es posible es que no se dirija contra


todos los actores, en el supuesto de litisconsorcio activo, sino sólo contra
alguno de ellos.

En el supuesto de litisconsorcio pasivo (pluralidad de demandados) es


obvio que la reconvención no tienen que formularla todos los demandados,
sino sólo aquellos a quienes interese ejercitarla.

30- PRIETO-CASTRO Y FERRÁNDIZ, la define como una demanda que el demandado


articula contra el actor aprovechando la oportunidad del proceso iniciado por éste.

230
William Ernesto Tórrez Peralta

El momento de interponer la reconvención está sometido en nuestro


Derecho a un plazo y a una oportunidad rígidos: sólo puede interponerse
en la misma contestación a la demanda y dentro del plazo concedido
para ello, de tal forma que después de la contestación a la demanda no
podrá hacerse uso de la reconvención, quedando a salvo al demandado
su derecho, que podrá ejercitar en el juicio correspondiente (arts. 1052 y
1053 Pr)31.

Respecto a la forma de la reconvención, la doctrina admitía dos tipos:


la explicita, que es aquella que se formula a continuación de la contestación
de los hechos, fundamentos de Derecho y suplico distintos; y la implícita,
que es aquella que se deducía de los propios términos de la contestación.

El Código de Procedimiento Civil no dice nada en cuanto a la


reconvención implícita, pero opinamos que dicha reconvención debe
rechazarse, ya que si el órgano jurisdiccional no da al actor la oportunidad
de defenderse se produciría un autentico caso de indefensión procesal que
impediría resolver el objeto de la reconvención.

En la contestación a la reconvención, el actor hará uso de todas las


excepciones que tuviere, tanto perentorias como dilatorias. Lo que no
permite nuestro Derecho, es la reconvetio reconventionis, es decir, que
el actor en la contestación a la reconvención formulada por el demandado
pueda a su vez volver a reconvenir contra el demandado.

El efecto fundamental de la reconvención es que su objeto se discute


al propio tiempo y en la misma forma que la cuestión principal del pleito,
siendo resuelta en la misma y única sentencia (art. 1054 párrafo 1° Pr).

No dice nada el Código en relación a las costas. El sistema que se


debe aplicar es el general del artículo 2109 Pr., pero debiendo el Juez
distinguir en la sentencia entre las costas de la cuestión principal, o sea, las
originadas por la demanda, y las costas de la acción reconvencional.

31- «Si el demandado reconviene se dará traslado por tres días al actor para que replique y
de lo que éste exponga se dará traslado por el mismo término al demandado que reconviene,
para que duplique» (SCSJ de 9 de julio de 1921).

231
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

5.4. La rebeldía

La rebeldía es la situación procesal declarada judicialmente, en la que


se coloca el demandado que, debidamente emplazado, no comparece en un
proceso tramitado contra él32.

La rebeldía es una situación que se produce ante la incomparecencia


del demandado en un proceso concreto y determinado (art. 1061 Pr). Hoy
se parte de la base de que el demandado tiene un derecho a comparecer o
no en el proceso y que lo ejercita según sus particulares intereses.

No fue así en los procesos históricos, donde en algunas ocasiones hubo


una autentica obligación de comparecer, cuyo incumplimiento originaba
sanciones procesales contra el demandado, como pudieron ser el tenerlo
por allanado a la petición del actor o el tener por reconocidos los hechos
en que la demanda se fundaba, y en otras sanciones de otro tipo como pudo
ser la puesta en posesión del actor sobre los bienes del demandado que
permitía el Derecho germánico.

Pero aunque hoy en día el demandado comparece o no en el proceso,


según tenga por conveniente, no cabe duda que a esta situación se llega
por dos causas:

1ª. Cuando el demandado realmente no se entera del proceso seguido


contra él, lo que originaría la rebeldía involuntaria.

2ª. Cuando el demandado que conoce la existencia del proceso no


comparece porque no quiere o porque no conviene a sus intereses el
comparecer: es la rebeldía voluntaria.

La distinción tiene importancia en nuestro Derecho pero sólo a


los efectos de que el rebelde involuntario pueda ejercitar el recurso de
audiencia que la ley le otorga.

32- Para el máximo Tribunal de Justicia: «La rebeldía equivale a contestación negativa de
la demanda» (SCSJ de 22 de marzo de 1962).

232
William Ernesto Tórrez Peralta

La rebeldía tiene que ser declara judicialmente. Es decir, que no basta


con que transcurra el plazo para comparecer que se le concede al demandado
al emplazarlo: es necesario, además, que el Juez dicte una resolución que,
ante el hecho de la incomparecencia, declare esa rebeldía33. Así lo dispone
el artículo 1063 párrafo 1º del Código de Procedimiento Civil, ya que
cuando el demandado no comparece en el término del emplazamiento, se le
declarará rebelde; y el artículo 1064 señala que «también que se declarará
rebelde al demandado; cuando habiendo sacado los autos en traslado,
deja pasar el término señalado para la contestación de la demanda, hasta
restituirlos por apremio sin contestación». Declarada la rebeldía por autos,
las notificaciones sucesivas se harán solamente al actor, salvo lo dispuesto
en el artículo 136; pero no por esto se permitirá que éste entable o active
sus gestiones antes de vencer los términos legales (art. 1065 Pr).

Esta declaración se hace de oficio, sin necesidad de que el actor acuse


la rebeldía o haga cualquier otro tipo de petición.

Ante la incomparecencia, el Secretario ha de acreditar el hecho mediante


la correspondiente diligencia y tras comprobar que el emplazamiento se ha
hecho con las formalidades y exigencias legales (ello es indispensable,
pues una irregularidad de este tipo puede acarrear una grave indefensión
procesal) dictar una de las dos siguientes resoluciones:

1ª. Si el emplazamiento se hizo en la persona del demandado o en la


de cualquier persona mayor de quince años se dicta providencia teniendo
por contestada la demanda. Esta providencia se notifica al demandado y, a
continuación, se dicta otra resolución análoga declarándosele en rebeldía.

2ª. Si el emplazamiento se hizo de otra forma, se acuerda hacer un


segundo llamamiento, y si no comparece a este segundo emplazamiento
se dicta providencia declarándose en rebeldía y teniendo por contestada la
demanda. Esta providencia ya se notifica en la tabla de avisos del Juzgado
(art. 136 Pr).

33- «La rebeldía debe ser declarada conforme lo que conste en el juicio sin que pueda
considerarse eximente de que el Juez tenga conocimiento extrajudicial» (SCSJ de 26 de
julio de 1974).

233
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

La rebeldía únicamente puede afectar al demandado. Nunca al


demandante, aunque algunos autores, teniendo en cuenta las consecuencias
de la incomparecencia del actor al juicio verbal, llegaron a pensar lo
contrario.

La rebeldía produce efectos importantes en nuestro Derecho, ya que


una vez declarada por el Juez competente:

1º. Todas las providencias que después de la declaración recaigan en


el pleito se notifican en la tabla de aviso del Juzgado (art. 136 Pr). Ésta
es una notificación totalmente ficticia, aunque no es constitucionalmente
ilícita.

2º. Los autos y sentencias que se notifiquen en estrados se publican


por edictos que se fijan en el tablón de anuncios de los Juzgados (arts. 136
y 1070 Pr).

3º. La declaración de rebeldía no impide que el demandado comparezca


en cualquier momento del pleito y que se le tenga por parte desde su
comparecencia sin que en ningún caso pueda retroceder la sustanciación
del proceso (art. 1066 Pr). Ello implica que el rebelde no puede contestar
a la demanda, pero en cambio puede pedir y practicar prueba si no ha
concluido su término.

4º. En la sentencia el Juez debe resolver lo más justo según el resultado


de los autos. La sentencia se notifica mediante edictos que se fijan en
el tablón de anuncios y se insertan en la Gaceta Diario Oficial cuando
las circunstancias del caso lo exigieran. A efectos de mayor economía,
los edictos que se publican recogen sólo el encabezamiento y la parte
dispositiva de la sentencia.

6. Escritos eventuales de réplica y dúplica

En la gran mayoría de los procesos de tramitación preferentemente


escrita, la fase de alegaciones se integra exclusivamente con la demanda
y la contestación. Así ocurre en el juicio verbal y en el procedimiento de
los incidentes.

234
William Ernesto Tórrez Peralta

Excepción a esta regla lo constituye el juicio ordinario de mayor


cuantía en el que la fase de alegaciones, además de por la demanda y la
contestación, se complementa con un nuevo escrito para el actor: el de
réplica, y un nuevo escrito para el demandado: el de dúplica.

El escrito de réplica es el medio que el Código de Procedimiento Civil


concede al actor en el juicio ordinario para que pueda impugnar las defensas
utilizadas por el demandado en la contestación, para que se oponga a la
reconvención planteada y para que fije concreta y definitivamente los
puntos de hecho y de derecho objeto del debate:

a) Es, pues, una posibilidad de oposición a la contestación, una


oportunidad de defensa con que cuenta el actor para poder rebatir los
hechos y fundamentos de derecho alegados por el demandado. Para ello,
el Código de Procedimiento Civil dispone que de la contestación a la
demanda se dé traslado al actor para réplica, por un plazo de tres días (art.
1059 Pr).

b) Pero esta nueva oportunidad de defensa es renunciable por el actor,


con el efecto de que de producirse tal renuncia no se permitirá al demandado
el escrito de dúplica. Esta renuncia puede ser expresa o tácita, consistiendo
la expresa en la manifestación escrita del actor en este sentido, y la tácita
en dejar transcurrir el plazo concedido sin presentar el escrito.

c) En el escrito de réplica el actor puede contestar y oponerse a las


alegaciones fácticas y jurídicas y al suplico hecho por el demandado
reconviniente. Por esta razón en el juicio de mayor cuantía, a diferencia de
los otros procedimientos, el Código de Procedimiento Civil no contemplo
un plazo específico para contestar a la reconvención.

d) Pero lo que debe ser el objeto fundamental de la réplica es la


fijación concreta y definitiva y en párrafos enumerados de los puntos de
hecho objeto del debate, pudiendo el actor ampliar, adicionar o modificar
las pretensiones que haya formulado en la demanda, pero sin que puedan
alterar las que sean objeto principal del pleito.

e) Pero con el fin de que se facilita la fase probatoria que está a punto
de iniciarse el Código de Procedimiento Civil exige en el artículo 1059

235
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

que el actor confiese o niegue llanamente los hechos que le perjudiquen


de lo articulados por la contraria facultando al Juez para que estime como
confesados en la sentencia el silencio o las repuestas evasivas.

f) Tanto en la réplica como en la dúplica, las partes piden que se falle


el pleito sin necesidad de prueba (mejor sin necesidad de que se abra el
período probatorio) o que se reciba el pleito a prueba.

Si el escrito de réplica se presenta, del mismo se da traslado al


demandado para dúplica también por un plazo de tres días (art. 1059 Pr).
El escrito de dúplica es, pues, la oportunidad que concede el Código de
Procedimiento Civil al demandado para que conteste a las alegaciones,
modificaciones, adiciones o concreciones formuladas por el actor en la
réplica. Por tanto, si no hay réplica no se permite el escrito de dúplica.

Salvo en la contestación a la reconvención en el resto del contenido y


la forma, la dúplica es semejante a la réplica.

7. Posible escrito de ampliación

El Código de Procedimiento Civil en su artículo 1110 permite se


complete el objeto del proceso mediante un escrito al que se le da el
nombre de ampliación y mediante el cual pueden alegarse durante el plazo
ordinario de prueba (de hasta veinte días en las causas ordinarias y de ocho
en las sumarias como máximo concedido por el Juez, art. 1090 Pr) hechos
nuevos de influencia notoria en la decisión del pleito, siempre y cuando:

1º. Que el pleito se haya recibido a prueba, ya que si no se recibió


el pleito a prueba no hay término hábil para admitir un escrito de
ampliación.

2º. Que se trate de hechos ocurridos después de los escritos de réplica


y dúplica.

3º. Que si se trata de hechos anteriores jure la parte que presenta el


escrito no haber tenido conocimiento del mismo antes de esos escritos.

Del escrito de ampliación se da traslado a la parte contraria para que

236
William Ernesto Tórrez Peralta

en tres días confiese o niegue llanamente el hecho o hechos alegados,


pudiendo además, alegar otros que aclaren o desvirtúen los articulados en
la ampliación (art. 1111 Pr).

El efecto fundamental es que estos hechos pueden ser objeto de prueba


y que debe decidirse sobre los mismos en la sentencia, ya que constituyen
un punto más que ha sido objeto del debate.

8. Las excepciones

8.1. Concepto de excepciones

En sentido amplio excepción equivale a defensa u oposición a la


demanda. Sin embargo, en sentido estricto, las excepciones son sólo hechos
excluyentes de la pretensión del actor. La excepción no niega la existencia
de la relación jurídica del actor, pero la excluye precisamente en base al
hecho que funda la excepción. Si el demandado no alega la excepción y la
prueba, el Juez no la puede estimar de oficio. Es, pues, también, un medio
de defensa que el demandado ha de hacer valer expresamente.

Con todo, a pesar de este concepto dogmático de las excepciónes,


nuestras leyes no utilizan un concepto único, sino que designan con este
nombre diversas formas de oponerse a la demanda, es decir, un concepto
amplio y genérico de excepción carente de todo rigor dogmático. En él se
incluyen tanto defectos procesales, como de fondo, hechos impeditivos,
extintivos y excluyentes. Como muestra real de esta situación puede
tomarse el artículo 1737 del Código de Procedimiento Civil en el que,
bajo la nomenclatura de excepciones, se incluyen: defectos procesales
(incompetencia del tribunal), la existencia de hechos constitutivos (falsedad
del título) la existencia de hechos impeditivos (la concesión de esperas) y
extintivos (pago, transacción) y verdaderas excepciones en sentido estricto
(prescripción, compensación).

Esta falta de rigor dogmático repercute también en la clasificación de


las excepciones a que luego se aludirá. Ello se traduce, desde el punto de
vista positivo, en que el problema de la excepción hay que solucionarlo
casuísticamente, de acuerdo con la norma legal vigente. Cualquier
construcción rigurosamente dogmática encuentra múltiples escollos en el
Derecho positivo.

237
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

8.2. Clasificación de las excepciones

Existen fundamentalmente dos tipos de clasificación acuñados por la


tradición, que se utiliza tanto en el terreno dogmático como en el terreno
práctico pero con diverso significado y alcance:

8.2.1. Dilatorias y perentorias

Dogmáticamente, el concepto y la distinción es clara. Son excepciones


dilatorias las que retrasan el examen de una acción hasta que desaparezca
el obstáculo que lo impide y, por lo tanto, sólo temporalmente. En cambio,
son excepciones perentorias las que excluyen la acción a perpetuidad.

En el primer sentido, los obstáculos pueden provenir tanto de un


problema de fondo (la espera, el pacto o promesa de no pedir), como de un
problema procesal (la incompetencia de jurisdicción).

Sin embargo, la distinción en nuestro Derecho positivo tiene un


significado muy diferente por la falta de rigor dogmático del Código de
Procedimiento Civil. La clasificación está aludida en el artículo 819 Pr:
Las excepciones son perentorias, dilatorias, mixtas o anómalas, reales y
personales.

8.2.2. Materiales y procesales

Está distinción tiene su fundamentación evidente en una concepción


dualista de las relaciones entre derecho y proceso. Con la terminología
«excepciones materiales» se suele aludir a los problemas derivados del
fondo del asunto, frente a los problemas de tipo puramente procesal que
corresponderían a la categoría de este nombre.

La distinción es tal vez pedagógica. Sin embargo, parece obvio que


toda excepción es procesal, que sólo tiene vida en el proceso: con este
nombre sólo se designa el sentido de la actividad de una de las partes
procesales, el demandado, al oponerse a la demanda.

238
William Ernesto Tórrez Peralta

8.3. Excepciones concretas en el sistema positivo nicaragüense

8.3.1. Excepciones dilatorias

Una de las posibilidades mas expeditas que tiene el demandado para


oponerse a la demanda es alegar una excepción dilatoria. El concepto de
excepción dilatoria está estrechamente vinculado al tema de los presupuestos
procesales. Necesitando el proceso de la concurrencia de determinados
presupuestos para su valida constitución, la ausencia de éstos determina
un defecto que impide el desarrollo de la actividad procesal y por lo tanto,
hasta que dicho defecto desaparezca o se subsane, si es posible, el proceso
no puede seguir su curso.

Una de las fórmulas para poner de relieve dichos defectos es


precisamente la excepción dilatoria que recibe el nombre de tal porque
impide entrar a resolver sobre el fondo del asunto hasta que desaparezca
el defecto denunciado.

Sin embargo ya sabemos que, en general, también un problema de


fondo puede producir efectos dilatorios en el proceso, por ejemplo, en
no estar vencida la deuda. En este caso, no obstante, tal hecho no impide
entrar en el fondo del asunto ni determina la suspensión del curso del
proceso.

Por ello, en el ámbito del Código de Procedimiento Civil, el concepto


de excepción dilatoria está reservado para la denuncia de ciertos defectos de
naturaleza exclusivamente procesal. Ahora bien, ni todos los presupuestos
procesales se controlan a través del mecanismo de las excepciones dilatorias,
ni éstas son la única forma de control de los defectos que denuncian.

Lo primero se comprende si se tiene en cuenta que la perspectiva de


la excepción sólo supone un medio de defensa del demandado. Mantener
que con la excepción dilatoria se controla en exclusiva la existencia de
presupuestos procesales equivaldría a negar toda posibilidad de control al
demandante respecto de aquéllos que deben concurrir en el demandado.

Tampoco la excepción dilatoria es la única forma de control de los


defectos que se denuncian. Respecto de algunos presupuestos, como la

239
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

jurisdicción por ejemplo, existe obligación de control de oficio por parte del
Tribunal. En este caso, a pesar de la enumeración, no existe una verdadera
excepción en sentido estricto, ya que su posibilidad de estimación no
depende de que el demandado la haga valer. Existiendo un defecto como
el apuntado, el Tribunal debe considerarlo de oficio.

En fin, tampoco están recogidos entre las excepciones dilatorias


del Código de Procedimiento Civil todos los defectos de tipo procesal
susceptibles de impedir una resolución sobre el fondo.

El artículo 821 del Pr., establece: que «son excepciones dilatorias,


la incompetencia de jurisdicción, la falta de legitimidad en las personas,
la excusión, la oscuridad en la demanda, la acumulación de acciones
contrarias o inconexas, la petición antes de tiempo o de modo indebido, el
derecho de citar de evicción y cualquier otra que tenga por objeto diferir o
suspender el curso de la acción».

En consecuencia, nuestra ley reconoce dos grupos de excepciones


dilatorias: el primero, constituido por las siete primeras excepciones
dilatorias taxativamente numeradas; y el segundo por aquellas que,
participando de las características señaladas en la parte final del articulo,
pueden ser encasilladas en dicho número.

Es por ello que se afirma con fundamento que la enumeración de las


excepciones dilatorias, contenidas en el artículo 821 ya trascrito, no es
taxativa.

La clasificación de la excepciones dilatorias en los dos grupos antes


señalados no tiene importancia alguna, púes todas ellas están sometidas a
una misma reglamentación.

Solamente que las del primer grupo presentan la ventaja de que, estando
contempladas expresamente en la ley, con el carácter de dilatorias, no darán
margen a dificultades, en la práctica, al esgrimirlas como tales; en cambio,
las pertenecientes al segundo grupo, al ser opuestas, podrán originar una
cuestión previa destinada a constatar si tienen las características señaladas
en la parte final del artículo 821 del Código de Procedimiento Civil y, por
consiguiente si son o no legalmente excepciones dilatorias.

240
William Ernesto Tórrez Peralta

Procederemos a analizar particularmente cada una de las excepciones


dilatorias:

1º. La incompetencia de jurisdicción. Esta excepción recogida en el


artículo 821 Pr., denuncia la incompetencia de uno de los presupuestos
procesales imprescindibles en el proceso. Pero por está misma razón
muchos de los defectos que se pueden denunciar a través de la misma
no constituyen una verdadera excepción en sentido estricto. A través del
mecanismo la excepción dilatoria se pueden denunciar:

a) La incompetencia de jurisdicción en sentido estricto. Este defecto


es apreciable de oficio por el Juez y por lo tanto no nos hayamos aquí ante
una excepción en sentido estricto. Por está vía se pone de relieve ante el
Juez que está conociendo de un asunto la existencia de límites subjetivos,
por ejemplo, en litigios con elemento extranjeros.

b) La falta de competencia por razón de la materia, no obstante, el


obligado control de oficio por parte del Juez (art. 303 párrafo 1º Pr).

c) La falta de competencia territorial: es la declinatoria de jurisdicción


a que alude el artículo 309 Pr.

d) La falta de competencia funcional.

2º. La falta de legitimidad en las personas. Está excepción, recogida


en el artículo 821 Pr., es un medio para denunciar determinados defectos
procesales en la postura de la parte actora y la parte demandada. Constituye
el contenido de está excepción la falta de legitimidad en el actor por carecer
de las cualidades necesarias para comparecer en juicio o por no acreditar
el carácter o representación con que se reclama. Al amparo de la misma
se pueden denunciar ciertos defectos relativos a la legitimación del actor
y en concreto:

a) El carecer de cualidades necesarias para comparecer en juicio: Falta


de capacidad para ser parte y de capacidad procesal.

b) El no acreditar la representación legal, necesaria o voluntaria,


cuando sea preciso dicho modo de suplir la falta de capacidad procesal.

241
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

En cuanto a la postura de la parte demandada es mucho mas limitada


que el del anterior: La falta de personalidad en el demandado, por no tener
el carácter o representación con que se le demanda. Tampoco se trata aquí
de ningún problema de falta de legitimación pasiva o falta de acción, sino
tan sólo de determinados defectos del demandado.

3º. La excusión. El beneficio de excusión es la facultad que tiene el


fiador para exigir que «no puede ser compelido a pagar al acreedor sin
hacerse antes excusión de todos los bienes del deudor» (art. 3696 C). «El
fiador tiene derecho a oponer todas las excepciones que sean inherentes
a la obligación principal, y no las que sean personales del deudor» (art.
3695 C). «La excusión no tiene lugar: 1º Cuando el fiador haya renunciado
expresamente a ella. 2º Cuando se haya obligado solidariamente o como
deudor principal. 3º En caso de quiebra o concurso. 4º Cuando éste no
pueda ser demandado judicialmente en la República» (art. 3697 C). Por
caducidad de la fianza debe entenderse la extinción de ella por algunos de
los medios que señalan los artículos 3722 y siguientes del Código Civil.
Las excepciones consistentes en el beneficio de excusión y en la caducidad
de la fianza, deberán estudiarse a la luz de las disposiciones del Código
Civil.

Como se comprende, esta excepción dilatoria se hará valer por el fiador


en el pleito que le siga el acreedor, y su finalidad u objetivo es paralizarlo,
entre tanto el acreedor no agote los medios judiciales en contra del deudor
principal, y en las hipotecas o prendas que éste hubiere presentado para
caucionar la deuda misma.

Si con estas nuevas acciones interpuestas por el acreedor, no obtiene el


pago de su crédito, no habrá más camino que reiniciar el juicio que había
seguido primitivamente en contra del fiador, el cual se hallaba paralizado,
en virtud del beneficio de excusión hecho valer en forma de excepción
dilatoria.

4º. La oscuridad en la demanda. Se entenderá que existe este defecto


cuando no se llenen en la demanda los requisitos a que se refiere el artículo
1021 del Código de Procedimiento Civil. Por consiguiente, el libelo es
inepto cuando le falta algunos de los requisitos de forma específicos
señalados por la ley como obligatorios del escrito de demanda.

242
William Ernesto Tórrez Peralta

Recordemos que si al escrito de demanda le falta alguno de los tres


primeros requisitos señalados en artículo 1021, el Juez puede de oficio no
darle curso a la demanda, expresando el defecto de que adolece (art. 1035
Pr).

5º. La acumulación de acciones contrarias o inconexas. «La acumulación


de acciones contrarias consiste en la exclusión por contrariedad, lo
que implica que de admitirse una de las acciones acumuladas la otra
debe rechazarse por ser su ejercicio incompatible con el ejercicio de la
primera»34.

6º. La petición antes de tiempo o de modo indebido. Cuando así lo


exigen las leyes constituye excepción dilatoria la falta de reclamación
antes de tiempo o de modo indebido (art. 821 Pr). Ello supone agotar la
vía extra judicial con carácter previo al proceso, tal como exigen las leyes
correspondientes.

7º. El derecho de citar de evicción. Excepción dilatoria también recogida


en el artículo 821 del Código de Procedimiento Civil. ¿Qué se entiende
por citación de evicción? Recordemos que las obligaciones del vendedor
se reducen en general a dos: la entrega o tradición y el saneamiento de la
cosa vendida (art. 2582 C).

La obligación de saneamiento, a su vez, comprende dos objetos:


amparar al comprador en el dominio y posesión pacífica de la cosa vendida
y responder de sus defectos ocultos llamados vicios redhibitorios (arts.
2599 y 2630 C). Hay evicción, cuando un acto del Poder Legislativo o del
Poder Ejecutivo privare al comprador en virtud de un derecho preexistente
(art. 2604 C).

Ahora bien, el comprador a quien se demanda la cosa vendida, por


causa anterior a la venta, debe citar al vendedor para que comparezca a
defenderla en los términos señalados en el Código de Procedimiento Civil
(art. 2612 C).

34- RUIZ ARMIJO, A., Derecho Procesal Civil, t. I, Ed. Publicaciones Facultad de
Ciencias Jurídicas, Universidad Centroamericana, Managua, 2007, pág. 188.

243
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

El adquirente de la cosa no ésta obligado a citar de evicción y


saneamiento al enajenante que se la transfirió, cuando haya habido otros
adquirentes intermediarios. Puede hacer citar al enajenante originario, o a
cualquiera de los enajenantes intermediarios (art. 2613 C).

Verificada la evicción, el vendedor debe restituir al comprador el


precio recibido por él, sin intereses aunque la cosa haya disminuido de
valor, sufrido deterioros o pérdidas en parte, por caso fortuito o por culpa
del comprador (art. 2620 C). El vendedor está obligado también a las
costas del contrato, al valor de los frutos, cuando el comprador tiene que
restituirlos al verdadero dueño, y a los daños y perjuicios que la evicción
causare (art. 2621 C).

La citación de evicción, por lo tanto, es el acto en cuya virtud el


comprador pone judicialmente en conocimiento del vendedor que ha sido
demandado respecto de la cosa comparada por causa anterior a la venta, y
con el objeto que comparezca a defenderla.

8.3.1.1. Procedimiento

La manera de hacer valer las excepciones dilatorias es oponiéndolas


dentro del término ordinario señalado para la contestación a la demanda,
y pasado dicho término no se admitirá ninguna salvo como las que
versen sobre nulidad absoluta insubsanable y las que procedan de causas
supervinientes (art. 824 párrafo 1º).

Del escrito en que se propongan excepciones dilatorias se dará traslado


al actor. Evacuado este traslado se sustanciara y decidirá en la forma
establecida para los incidentes (art. 827 párrafo 1º Pr).

Si la excepción dilatoria alegada es desestimada, el proceso reanuda su


curso de oficio: Notificando el auto en que se desestimen las excepciones
dilatorias.

Si la excepción dilatoria alegada es estimada, se mantiene la


paralización del curso de la demanda hasta que se renueva dicho obstáculo
procesal.

244
William Ernesto Tórrez Peralta

8.3.2. Excepciones perentorias

Como sabemos las excepciones perentorias, son aquellas que miran el


fondo del juicio y que tienen por objeto enervar la acción deducida.

El Código de Procedimiento Civil en su artículo 820 señala que


son excepciones perentorias: «Pago, cosa juzgada, dolo, miedo grave,
transacción, remisión, pacto de no pedir, prescripción y cualquiera otra
que acredite la falta de acción en el demandante».

En consecuencia, al igual que las excepciones dilatorias el Código


de Procedimiento Civil reconoce dos grupos de excepciones perentorias.
El primero, constituido por las ocho primera excepciones perentorias
taxativamente enumerada; y el segundo, por aquellas que, participando
en las características señaladas en la parte final del artículo 820, puede ser
catalogada de perentoria.

Procedamos a examinar cada una de las excepciones perentorias que


señala nuestra ley procesal:

1º. El pago. Es un modo de extinguir las obligaciones que consiste en


la prestación de lo que se debe (art. 2006 C). Para estudiar la procedencia
de esta excepción es menester atenerse a las reglas que sobre el pago da el
Código Civil. A ellas nos remitimos.

2º. La cosa juzgada. No corresponde hacer aquí el estudio particular


de la cosa juzgada y de los efectos que produce.

3º. Dolo. En sentido amplio, la palabra dolo es sinónimo de mala fe,


pero en sentido estricto significa la maquinación o artificio de que se sirve
uno de los contratantes para engañar al otro35. El Código Civil dice que:
«Hay dolo, cuando con palabras o maquinaciones insidiosas de parte de
alguno de los contratantes, es inducido el otro a celebrar un contrato que,
sin ellas, no hubiera hecho» (art. 2469 C).

35- PUIG BRUTAU, J., Fundamentos de Derecho Civil, Doctrina General del Contrato.
T. II, vol. I, 3° ed., Ed. Bosch, Barcelona, 1988, pág. 92.

245
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

4º. Miedo grave. El artículo 2457 del Código Civil señala que:
«También es anulable el contrato en que se consienta por fuerza o miedo
grave». Y el artículo 2459 del mismo cuerpo legal dice «para que la fuerza
o intimidación vicien el consentimiento, no es necesario que la ejerza
aquel que es beneficiado: basta que se haya empleado por cualquier otra
persona, con el objeto de obtener el consentimiento».

5º. Transacción. «Toda cuestión esté o no pendiente ante los tribunales


puede terminarse por transacción» (art. 2176 C). En esta excepción sus
requisitos deben estudiarse a la luz de las disposiciones del Código Civil.

6º. Remisión. También llamada condonación de la deuda es también


otro modo de extinguir las obligaciones cuyo requisitos y modalidades son
propios del Derecho civil.

7º. Pacto de no pedir. Mediante el pacto de no pedir, las partes


convienen en que el acreedor no exigirá al deudor pago de la deuda o el
cumplimiento de la obligación.

8º. Prescripción. Respecto de la prescripción de la deuda, debemos


estar a lo que el Código Civil dispone sobre la prescripción extintiva de las
acciones y derechos ajenos.

8.3.2.1. Procedimiento

El artículo 825 del Código de Procedimiento Civil, establece que


«Las excepciones perentorias deben oponerse junto con la contestación
de la demanda. También podrán oponerse después de la contestación, en
cualquier estado del pleito y en cualquiera de las instancias antes de la
sentencia definitiva, protestando el que las opone, que hasta entonces no
han llegado a su noticia».

Las excepciones perentorias deben oponerse junto a la contestación a


la demanda, puesto que, como lo hemos oportunamente señalado, éste es
el objetivo fundamental de dicho escrito.

Sin embargo, el legislador permite que las excepciones perentorias, en


razón de la naturaleza jurídica, puedan oponerse en cualquier estado del
juicio, antes de dictar sentencia definitiva (art. 825 párrafo 2° Pr).

246
William Ernesto Tórrez Peralta

Ahora bien, para que sean admitidas a tramitación antes de dictar


sentencia definitiva, se requiere: que el que las opone alegue, que hasta
entonces no habían llegado a su noticia.

En su tramitación, el Juez las resolverá en la sentencia definitiva (art.


827 párrafo 1º Pr).

8.3.3. Excepciones mixtas o anómalas

Las excepciones mixtas o anómalas las estipula el artículo 822 del


Código de Procedimiento Civil, al disponer: «Son excepciones anómalas:
la transacción, la cosa juzgada y el finiquito».

Se trata, en consecuencia, de tres excepciones de carácter perentorio,


pues miran el fondo de la acción deducida y no a la corrección del
procedimiento, las cuales por su importancia, pueden oponerse y tramitarse
como dilatorias. De ahí también su nombre de mixtas o anómalas.

Esta disposición se funda, evidentemente, en razones de economía


procesal, ya que carece de objeto entrar al fondo del juicio, cuando de
antemano se sabe que la demanda será desestimada, en caso de que el
demandado, al contestarla, oponga cualquiera de estas tres excepciones
perentorias. Es preferible, pues, darle al demandado la oportunidad de
hacerlas valer en forma previa sin los esfuerzos que significa contestar
sobre el fondo.

Ahora bien, una vez opuestas y tramitadas estas excepciones perentorias


como si fueran dilatorias, esto es, en un mismo escrito, dentro del término
de emplazamiento, y conferido traslado por tres días al actor, el Juez puede
optar dos aptitudes:

a) Fallarlas de inmediato, sin perjuicio de haber abierto un término


probatorio dentro del incidente, si cree que es necesario recibirlo a
prueba.

b) Mandar a contestar la demanda, reservándolas para ser falladas en


la sentencia definitiva.

247
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

248
William Ernesto Tórrez Peralta

XI ― TEORÍA GENERAL
DE LA PRUEBA

1. Concepto de la prueba

En el proceso no basta con alegar unos hechos. Es necesario, además,


que se acredite la existencia, realidad y veracidad de esos hechos. Esta
acreditación puede realizarse en el proceso por diversos medios. El primero
de los cuales es el reconocimiento o conformidad de la parte contraria,
reconocimiento o conformidad a que alude el Código de Procedimiento
Civil en su artículo 1082.

Pero como es posible y frecuente que tal reconocimiento o conformidad


no se preste, las partes, en uso del derecho de defensa que le otorga la
Constitución, han de contar con la posibilidad de poder acreditar los
extremos en que se basen las posiciones en el proceso. Para ello existe una
fase procesal, importantísima, que recibe el nombre de fase probatoria, en
la que se practican aquellos medios idóneos para que las partes puedan
acreditar en el proceso determinado que tramitan todos aquellos extremos
fácticos que sirvan de base y justificación de sus pretensiones.

En esta fase probatoria, la actividad procesal desarrollada es,


fundamentalmente, la práctica de la prueba.

Ahora bien ¿Qué es la prueba? De esta materia hay tantas definiciones


como autores. Por ello, más que dar un concepto de la institución, conviene
precisar las notas que caracterizan su esencia:

a) La prueba es una actividad eminentemente procesal: Se produce en


el proceso y para que produzca efectos en un proceso. Es verdad que hay
pruebas (especialmente documentos) que surgen fuera del proceso, pero
para que tengan valor procesal, y por tanto, carácter procesal, es necesario
que se aporten al proceso.

b) La prueba procesal es una actividad subsidiaria, sólo debe admitirse


cuando el hecho no haya sido reconocido por la parte a quien perjudique.

249
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

c) Con la prueba procesal, únicamente se puede pretender acreditar los


hechos fijados definitivamente por las partes.

d) La actividad probatoria se desarrolla no sólo con el Juez y las partes,


sino con el Secretario y terceros que pueden ser llamados al proceso.

e) La prueba procesal pretende siempre convencer al Juez de algo que


puede ser la verdad o existencia de un hecho, o la falsedad o certeza de
una afirmación.

f) La prueba procesal pretende, además, fijar unos hechos a los efectos


de que puedan ser examinados por otros Jueces distintos a aquél con cuya
intervención se practica.

g) El derecho a la prueba tiene hoy dimensión constitucional. Es


un derecho fundamental el utilizar los medios de prueba pertinentes en
cualquier proceso en que el ciudadano se vea involucrado; este derecho
fundamental, inseparable del derecho mismo a la defensa, consiste en que
las pruebas pertinentes propuestas sean admitidas y practicadas por el Juez
o Tribunal.

El concepto de prueba se complementa con el análisis de las clases


muy variadas, de prueba que estudia la doctrina:

1º. Teniendo en cuenta quién las propone, hay pruebas que se practican
a instancia de parte (que son las más numerosas) y pruebas que se practican
a instancia del Juez o Tribunal (que son las acordadas por diligencias para
mejor proveer).

2º. Atendiendo al medio que se utiliza para lograr la convicción


judicial, hay pruebas personales y pruebas reales (GUASP). En la prueba
personal el medio es una persona (la parte, un testigo, un perito). En la
prueba real, el medio es una cosa (documento, reconocimiento judicial).

3º. Si atendemos a su finalidad, hay pruebas directas y pruebas


indirectas. La prueba directa se destina a acreditar directamente los hechos
alegados, la indirecta pretende fijar por deducción los hechos discutidos.

250
William Ernesto Tórrez Peralta

Por ejemplo, en el proceso sobre rescisión del contrato de arrendamiento


por no uso, prueba directa será la testifical o la de confesión en que se
acredite el tiempo que la vivienda o local lleva cerrado; prueba indirecta
será la presentación de los certificados de Enitel, Unión Fenosa o de Enacal
que acrediten que el arrendatario no consume nada de estos servicios.
La primera pretende probar directamente el no uso, la segunda acredita
circunstancias que, indirectamente, pueden acreditar ese no uso.

4º. Según el tipo de convicción que aporte, hay pruebas lógicas y


pruebas procesales (PRIETO-CASTRO Y FERRÁNDIZ).

La primera es la que aporta una convicción real basada en la lógica (el


contenido de un documento). La segunda está basada en razones de utilidad
y conveniencia en virtud de la cual el Juez puede conceder a una actitud
de la parte la consideración de prueba. Es la llamada ficta confessio en la
confesión judicial36, o el silencio o repuesta evasivas ante la exigencia de
concreción de los hechos.

5º. Hay además otras clases de pruebas como principal (la que acredita
los hechos de las partes) y contraprueba (la que pretende destruir la
veracidad de los hechos alegados por la contraria); prueba preconstituida
(la realizada antes del proceso, por ejemplo, documentos) o prueba procesal
(la realizada en el proceso, ejemplo, testifical, confesión, etc.).

2. Objeto de la prueba

El problema del objeto de la prueba, es decir, qué afirmaciones o


negaciones, o qué hechos deben ser probados en el proceso, viene regulado
en el artículo 1082 del Código de Procedimiento Civil según el cual «las
pruebas deben ser pertinentes, ciñéndose al asunto de que se trata, ya en lo
principal, ya en los incidentes, ya en las circunstancias importantes».

36- El litigante que no comparece a confesar o que compareciendo se niega a declarar o da


repuestas evasivas puede ser, previo el oportuno apercibimiento, declarando confeso de los
hechos por los que se le pregunta (arts. 1206 y 1208 Pr).

251
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Son, pues, objeto de prueba, los hechos fijados y alegados en la fase


expositiva del proceso37.

Pero no todos los hechos alegados pueden ser objeto de prueba, ya


que, por lo general, no necesitan ser probados ni los hechos admitidos o
reconocidos por las partes, ni los hechos notorios, ni los hechos que sean
imposibles, ni las normas legales o consuetudinarias aplicables al caso.

2.1. Hechos admitidos

Tiene la conceptuación de hechos admitidos aquellos que son


aceptados por las partes a quien perjudiquen. Son, según la versión del
artículo 1049, aquellos que han sido confesados llanamente por la parte a
quien perjudiquen.

El efecto que produce esta admisión es que, en el supuesto de que


alguna de las partes pretendiese probarlos, los Jueces deben de rechazar
de oficio las pruebas que se pretenden tal como ordena el artículo 1083 del
Código de Procedimiento Civil.

La admisión puede ser total o parcial. La admisión parcial de hechos


no impide que se abra la fase probatoria y que se utilice cualquier medio
probatorio para probar los hechos no admitidos. La admisión total, es
decir, la de la totalidad de los hechos alegados por una de las partes, da
lugar a que se falle en el pleito sin necesidad de prueba.

La admisión, aunque sea total, debe distinguirse de la confesión


judicial y del allanamiento. De la confesión se distingue en que ésta es un
medio de prueba en la que el litigante contesta a las preguntas (posiciones
según el Pr) que le formula la contraria. Del allanamiento, en que en éste
el demandado no sólo acepta los hechos sino lo pedido por el actor.

37- La doctrina suele completar el mandato legal acudiendo a los datos de hecho (GUASP)
a las afirmaciones de hecho o afirmaciones fácticas (DE LA OLIVA), a las alegaciones que
las partes hacen en el proceso (CORTÉS DOMÍNGUEZ), etc.

252
William Ernesto Tórrez Peralta

2.2. Hechos notorios

Son aquellos, también llamados de fama pública, que por pertenecer a


la ciencia y al arte, a la vida social, a la historia y, en general, a las nociones
que se manejan en el trato social de la gente son conocidos y tenidos por
cierto por un círculo más o menos grande de personas de cultura media
(PRIETO-CASTRO Y FERRÁNDIZ).

Esta notoriedad puede ser universal, nacional o local, según que el


hecho sea generalmente conocido por todo el mundo, por toda una nación
o por toda una localidad.

La caída del Muro de Berlín, el Huracán Félix y la contaminación del


Lago de Managua son sucesos que pueden encuadrarse en los distintos
tipos de notoriedad.

La extensión probatoria de estos hechos viene recogida en el aforismo


clásico notoria non egent probatione. El Código de Procedimiento Civil
no alude a los hechos notorios.

Los dos problemas que puede plantear el hecho notorio son: El


primero, si el Juez puede dar como probado un hecho de este tipo del que
no se ha practicado prueba. La repuesta debe ser afirmativa aunque sea por
aplicación de la doctrina de que nadie puede vetar al Juez de su ciencia
privada.

El segundo es qué debe hacer el Juez si la parte le pide prueba sobre


un hecho notorio. La respuesta es que de ser una prueba inútil debe
rechazarse de plano, pues así se lo ordena el artículo 1083 del Código de
Procedimiento Civil.

2.3. Hechos imposibles

Son aquellos que adolecen de falta de posibilidad real de haber ocurrido.


Como es lógico, pueden englobarse dentro de los hechos notorios y el Juez
debe rechazarlos, ya que se trata igualmente de pruebas inútiles.

253
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

2.4. La prueba de la ley aplicable

En principio la existencia del Derecho aplicable a la solución del caso


concreto no está sometido a prueba. Así lo entiende con unanimidad la
doctrina con base a la fórmula da mihi factum, dabo tibi ius y iura novit
curia.

El Derecho nicaragüense recoge el principio ya que en el artículo 1082


del Pr., limita y concreta la prueba que se practique a los hechos fijados
definitivamente y no a los fundamentos de Derecho que exige se citen
separadamente en los escritos de alegaciones.

3. Medios de prueba

Por medios de prueba, según el sentido que se da a este concepto tanto


el Código de Procedimiento Civil (art. 1117) como el Código Civil (art.
2357), hay que entender las cosas o actividades que pueden utilizarse en
un proceso para convencer al Juez de la veracidad o falsedad de los hechos
alegados.

La determinación de los medios de prueba en nuestro Derecho se


hace tanto en el Código de Procedimiento Civil como en el Código Civil,
siguiendo una duplicidad criticada por algunos autores nicaragüense que
tenía su base en el C español. Critica justa, pues la prueba es una actividad
procesal que únicamente debe ser reglamentada en las leyes procesales.

Según el artículo 1117 del Código de Procedimiento Civil los medios


de prueba de que podrá valer en juicio son:

1º. La cosa juzgada.

2º. Los documentos.

3º. La confesión.

4º. La inspección del Juez.

5º. Los dictámenes de peritos.

254
William Ernesto Tórrez Peralta

6º. La deposición de los testigos.

7º. Las presunciones e indicios.

Por su parte en el artículo 2357 del Código Civil se establece que


«los medios de prueba son: 1º La cosa juzgada; 2º Los documentos; 3º La
confesión; 4º La inspección del Juez; 5º Los dictámenes de peritos; 6º La
deposición de testigos; 7º Las presunciones e indicios».

En relación con ambos preceptos es necesario destacar:

1º. Que el artículo 2357 del Código Civil está incluido en el Capítulo
I (de las disposiciones generales) del Título VI (de la prueba de las
obligaciones) del Libro III (de las obligaciones y contratos) del C. En
cambio, el artículo 1117 del Código de Procedimiento Civil está incluido
en el Título XIX (de los medios de prueba) del Libro III del Pr., dedicado
a la jurisdicción contenciosa.

De aquí podría derivarse que mientras las normas del Código Civil
únicamente deben aplicarse a la prueba de las obligaciones, las del Código
de Procedimiento Civil han de aplicarse a todos los procesos.

Pero si bien la segunda conclusión es indiscutible, la primera no puede


mantenerse, ya que hay muchos preceptos del Código Civil que se aplican
a la prueba de otras materias.

2º. El hecho de que el Código de Procedimiento Civil hable de


confesión y el Código Civil hable también de confesión, ha de darse el
valor que realmente tiene, ya que el C y el Pr., aluden tanto a la confesión
judicial como a la extrajudicial, y así lo dicen los artículos 1200 Pr., y
2413 C: La confesión que un deudor hace ante su acreedor y dos testigos
sobre que es en deber una cosa o cantidad de valor de cien pesos, una vez
que haya sido justificada con la deposición de testigos a cuya presencia se
hizo, es válida y produce todos los efectos legales. En los demás casos, la
confesión extrajudicial se considera como un hecho sujeto a la apreciación
de los Tribunales, según las reglas establecidas sobre las pruebas. Esa
confesión ya se incorpora al proceso como documento que, lógicamente,
debe ser convenientemente valorado por el Juez.

255
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

3º. En ambos textos legales, es decir, el Código Civil y el Código de


Procedimiento Civil ocupa lugar preferente la prueba de cosa juzgada, es
intrascendente: responde exclusivamente al respeto de la sistemática que
ambos textos mantienen.

La verdad es que la enumeración es lo suficientemente amplia para


poder comprender cualquier otro objeto o actividad, pero sería preferible
que en una futura reforma del Código de Procedimiento Civil se incluyesen
esos medios modernos de averiguación de la verdad.

Hoy las cintas magnetofónicas, pueden acreditar la veracidad o


falsedad de un hecho procesal. Y, en caso de duda, o en el caso de esa falta
de fiabilidad a la que se puede aludir se complementan con las pruebas
periciales o con la que haga falta.

De todas formas hay que tener en cuenta, ante la posible utilización de


estos medios modernos, que el artículo 16 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial establece que no surtirán efectos las pruebas obtenidas directa o
indirectamente violentando los derechos o libertades fundamentales.

4. La carga de la prueba

El problema de la carga de la prueba se regula o se pretende regular


en el artículo 2356 del Código Civil, según el cual «todo aquel que intente
una acción u oponga una excepción, está obligado a probar los hechos en
que descansa la acción o excepción».

Sin embargo, el precepto del C, como fácilmente puede observarse es


defectuoso e incompleto.

Ese defectuoso, pues se refiere sólo a la prueba de las obligaciones


cuando la verdad es que regula la carga de toda la prueba en todo tipo de
procesos.

Y es incompleto, pues se refiere sólo a los hechos constitutivos de la


obligación de la que se reclama su cumplimiento y a los hechos extintivos,
cuando en el proceso hay, además, hechos impeditivos y modificativos
que pueden y deben ser probados.

256
William Ernesto Tórrez Peralta

Como quiera que los Jueces y Tribunales tienen el deber inexcusable


de resolver en todo caso los asuntos de que conozcan (art. 18 párrafo 1º
LOPJ), el problema de la carga de la prueba consiste en determinar qué parte
es la obligada a probar la existencia o inexistencia de un hecho o de una
actividad concreta y cuáles son las consecuencias procesales que produce
el que la parte interesada no haya sido capaz de probar adecuadamente los
hechos en que basa su pretensión u oposición.

En este sentido, podemos señalar que:

1º. Que incumbe al actor probar los hechos normalmente constitutivos


de su pretensión38, es decir, el que reclama el pago de una deuda debe
acreditar fehacientemente que la deuda se contrajo. El que reclama frente
al poseedor la entrega de la cosa de su propiedad ha de probar que es el
propietario.

En consecuencia, es que si el actor no puede probar estos extremos,


el demandado es absuelto (art. 1079 Pr). Así se expresaba ya en el viejo
aforismo actore no probante, reus absolvitur.

2º. Que incumbe al demandado el probar los hechos impeditivos,


extintivos y excluyentes de la pretensión actora. Si el deudor al que se le
reclama el pago de la deuda afirma que la ha pagado, debe probar haber
realizado el pago reclamado.

Si el demandado se opone al pago reclamado por mantener que la


cantidad recibida fue un donativo, debe probar este extremo.

3º. En el caso de la reconvención, es al demandado al que incumbe


probar los extremos fácticos en que base la demanda reconvencional, y
al demandante principal al que corresponde probar los hechos extintivos,
excluyentes o impeditivos que oponga a la acción reconvencional.

38- Así lo ha reiterado la Corte Suprema «la obligación de probar corresponde al actor»,
SCSJ de 5 de diciembre de 1918.

257
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

5. Recibimiento, proposición y práctica de la prueba

En la mecánica procedimental de la prueba es necesario distinguir


diversos momentos:

1º. Petición del recibimiento del pleito a prueba.

2º. El recibimiento del pleito a prueba.

3º. La proposición de la prueba.

4º. La admisión de la prueba propuesta.

5º. La práctica de la prueba.

Es necesario resaltar que el Derecho permite, y en muchos casos


exige, que determinadas pruebas documentales se aporten juntamente con
la demanda y contestación.

Esto es lo que ocurre con los documentos que acreditan el carácter con
que el litigante se presenta en juicio (art. 1026 Pr) y con los documentos
en que la parte interesada funde su derecho. En estos casos la finalidad
probatoria se consigue con la unión del documento a la demanda o a la
contestación, sin necesidad de recibimiento a prueba.

5.1. Petición del recibimiento a prueba

Se entiende por petición de prueba la declaración de voluntad del


litigante dirigida al órgano jurisdiccional para que reciba el pleito a prueba
con el fin de practicar los medios que se propongan y resulten admitidos.

5.2. Recibimiento a prueba

Es la resolución del órgano jurisdiccional en la que accediendo a la


petición de una o de las dos partes, se inicia la fase probatoria del proceso.
Esta resolución adopta en la práctica la forma de auto.

258
William Ernesto Tórrez Peralta

5.3. Proposición de la prueba

La proposición es la declaración de voluntad de las partes dirigidas al


Juzgado o Tribunal por la que solicitan la práctica de uno o varios medios
de prueba concretos o determinados.

Esta actividad es distinta y sucesiva a la petición de prueba: aquélla es


una petición genérica. En la proposición el actor o demandado ya piden,
por ejemplo, que se practique una confesión, que se proceda a un dictamen
pericial o que se proceda a la petición de un documento determinado.

El artículo 1090 del Código de Procedimiento Civil divide el término


de prueba al establecer que «el término probatorio no pasará de veinte
días en las causas ordinarias ni de ocho de las sumarias, si la prueba ha de
hacerse dentro del departamento en que se sigue el juicio».

5.4. Admisión de la prueba propuesta

Es la decisión que adopta el Juez ante la proposición efectuada por las


partes. Esta decisión se adopta conforme se van presentando los escritos
de proposición de prueba.

Esta decisión puede tener un doble contenido: o aceptar la prueba


propuesta o rechazarla.

La admisión se decreta por providencia contra la que no cabe recurso


alguno (art. 1083 párrafo 3° Pr).

La inadmisión es la declaración del Juez repeliendo uno, varios o la


totalidad de los medios de prueba solicitados. Es la decisión que ha de
tomar el Juez cuando la prueba solicitada:

1º. Se refiera a hechos confesados llanamente por la parte a quien


perjudiquen.

2º. Cuando se trate de pruebas impertinentes, es decir, que no vengan


al caso.

259
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

3º. Cuando se trate de pruebas inútiles, es decir, que no puedan servir


de provecho o interés al proceso, que se pretende utilizar. La denegación
también se decreta por providencia, contra la que cabe reposición dentro
de los cinco días, y si el Juez no lo estimase, podrá la parte reproducir la
misma petición en la segunda instancia (art. 1038 párrafo 2° Pr).

4º. Lógicamente el Juez podrá admitir una parte y rechazar otra. En


este caso, el régimen de cada decisión (aunque forme parte de una misma
resolución) se ajusta a lo antes dicho.

5.5. Práctica de la prueba

Es la actividad colectiva que realizan conjuntamente el órgano


jurisdiccional, las partes y terceros para llevar a cabo las pruebas propuestas
por las partes y admitidas por el Juez.

La práctica de la prueba admitida se ejecutará dentro del término


ordinario de prueba, que recibe ese nombre, y que en el juicio ordinario el
plazo no puede exceder de veinte días ni de ocho en los juicios sumarios
(art. 1090 Pr).

Pero además de este término ordinario de prueba, el Código de


Procedimiento Civil permite que se conceda un término extraordinario de
práctica para aquellas pruebas que hubieren de ejecutarse dentro y fuera
del territorio nacional y que es de seis meses si la prueba hubiere ejecutarse
en Centroamérica (arts. 1092 y sigs. Pr).

Para que las partes puedan beneficiarse de estos plazos extraordinarios


es necesario que el Juez lo otorgue mediante una resolución motivada que
adopta forma de auto y contra el que cabe apelación que no suspende el
curso del pleito (art. 1097 Pr).

Para que pueda otorgarse este término se requiere (art. 1094 Pr):

1º. Que se pida dentro del plazo ordinario de la prueba y no después.

2º. Que los hechos que se quieran probar hayan ocurrido en el país
donde se intenta hacer la prueba (salvo que se trate de testigos residentes
fuera).

260
William Ernesto Tórrez Peralta

3º. Que si se trata de prueba testifical se den todas las circunstancias


personales del testigo, así como su residencia.

4º. Que en caso de prueba documental se expresen los archivos donde


se hallen los documentos que hayan de testimoniarse.

De la petición se da traslado a la parte contraria, que en dos días puede


alegar lo que estime oportuno (art. 1096 Pr).

El plazo extraordinario de prueba comienza a contarse desde el día


siguiente al de la notificación del auto que se concedió (1098 Pr).

Si no se ejecutare la prueba dentro del plazo extraordinario concedido,


el Juez puede en la sentencia definitiva condenar al litigante que lo solicitó
por las costas, daños y perjuicios causados por la demora, salvo que aprecie
que no fue por su culpa (art. 1099 Pr).

Las leyes no son taxativas en cuanto al plazo ordinario de práctica


de la prueba, ya que admiten que algunas puedan practicarse antes de la
iniciación del plazo probatorio o después de concluido el mismo:

a) El Código de Procedimiento Civil permite al actor que puede pedir y


practicar prueba anticipada o adelantada antes de la iniciación del período
probatorio; y al demandado antes del período de proposición y práctica.

Pero esta posibilidad únicamente se concede en relación con la prueba


testifical y sólo para el caso de que por la edad avanzada del testigo, peligro
inminente de su vida, proximidad de ausencia a punto con el cual sean
difíciles o tardías las comunicaciones u otro motivo poderoso se pueda
exponer el actor a perder su derecho por falta de justificación.

El examen de estos testigos se hace de forma ordinaria determinada


por la ley.

b) En relación con los documentos fundamentales del artículo 1026 del


Código de Procedimiento Civil, ya hemos hecho referencia a la necesidad
de que se presenten con la demanda o contestación.

261
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

c) Después de finalizado el plazo de práctica de la prueba, el Código de


Procedimiento Civil permite la admisibilidad de determinados documentos
y la práctica de la confesión judicial.

Los documentos pueden admitirse hasta la citación para la sentencia


(momento anterior a la sentencia cuando ya han concluido las fases de
alegación y de prueba), si bien deben ser documentados de fecha posterior
o anterior en que la parte jure que no los conoció o cuando no pudo acceder
a los mismos, aunque en estos casos para su admisibilidad ha de darse
traslado a la parte contraria para que lo impugne y una resolución del Juez
que habrá de tener en cuenta, además, la contestación del presentante del
documento a la impugnación de su contrario. La confesión judicial puede
practicarse hasta la citación para la sentencia (art. 1203 Pr).

d) La práctica de las pruebas se realiza ajustándose a unas normas que


varían, lógicamente, según el medio probatorio que se pretende utilizar.
En relación con los que utilizan medios personales pueden señalarse unas
características generales del procedimiento:

1º. Que se han de celebrar en el día y hora señalada por el Juez, bajo
su presencia y con asistencia del Secretario judicial que da fe del acto (art.
1087 Pr).

2º. Que en todo caso han de ser citadas todas las partes, al menos con
veinticuatro horas de antelación (art. 1086 Pr).

3º. Que toda diligencia de prueba se practica en audiencia pública,


salvo que el Juez acuerde que se practiquen a puerta cerrada cuando
puedan producir escándalo u ofensa a la moral (art. 1113 Pr).

4º. Que las partes y sus defensores puedan acudir a cualquier


diligencia de prueba, si bien se limitarán a presenciarlas sin permitirles
otra intervención que la que se expone en cada clase de prueba (art. 1114
Pr).

5º. Que de cada diligencia de prueba se levantará acta que firmará el


Juez con los asistentes y el Secretario.

262
William Ernesto Tórrez Peralta

e) La práctica de las pruebas personales se realizan en la sede del


órgano jurisdiccional que tramite el pleito, si bien también el Código de
Procedimiento Civil admite excepciones:

1º. Si la prueba consiste en la declaración de una persona que vive fuera


del lugar donde se tramita el pleito, se libra exhorto al Juez o Tribunal de
su residencia (art. 1115 Pr).

2º. Si el litigante al que se exige confesión judicial estuviere enfermo


o afectado por otra circunstancia especial, el Código de Procedimiento
Civil permite que el Juez y el Secretario se constituyan en su domicilio a
recibirle la declaración, si bien en este caso no se permite la asistencia de
la parte contraria, a la que se le da vista de la confesión para que pueda
pedir la aclaración de algún punto decisivo (art. 1216 Pr).

3º. En el reconocimiento judicial se permite que se practiquen


simultáneamente el informe pericial y la declaración de los testigos en el
mismo lugar en que se practique el reconocimiento (art. 1257 Pr).

f) Para la prueba de cada una de las partes deberá formarse pieza


separada, que se unirá a los autos una vez que se concluya el período de
práctica.

Esto quiere decir que se pueden guardarse los autos principales y


formar pequeños tomos de actuaciones que son donde van coleccionando
las pruebas que practiquen cada una de las partes.

6. Valoración de la prueba

La valoración de la prueba, es una función intelectual exclusiva del


Juez, en la que analizando los medios de prueba practicados en el proceso,
fija los hechos que considere probados a los efectos de que aplicándoles las
reglas jurídicas que considere procedentes, resuelva la cuestión litigiosa
que le ha sido planteada.

Al decir que es función exclusiva del Juez recalcamos que se trata de


un acto personalísimo.

263
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Es cierto que las partes cuentan con medios de alegación y de defensa


para hacer un estudio de los resultados de las pruebas practicadas. Son
los llamados escritos de conclusiones o vistas cuya finalidad, según el
artículo 1399 del Código de Procedimiento Civil, es hacer un breve y
metódico resumen de las pruebas que a juicio de cada parte justifiquen
o contradigan los hechos objeto de debate así como la apreciación de la
prueba contraria.

Pero, a pesar de ello, el Juez es el que aprecia y valora la prueba


practicada, sin sometimiento alguno a las alegaciones o afirmaciones que,
en este sentido, hagan las partes.

La fijación de los hechos que se consideren probados o la fijación de


los hechos que se consideren no probados es indispensable también en
la sentencia civil. Una cosa es que el Juez tenga que dar probados o no
probados unos hechos (lo que ha de hacer siempre) y otra muy distinta
es que tenga que consignar expresamente en la sentencia que considera
probados, lo que aunque no es exigible en la sentencia civil, no quiere
decir que este prohibido.

Sobre estos hechos ha de aplicar las normas legales pertinentes (sean o


no alegadas por las partes) para llegar al fallo de las sentencias.

Para la valoración de la prueba se han seguido a través de la historia del


proceso sistemas contradictorios: el llamado sistema de la prueba tasada
o legal y el llamado sistema de la prueba libre o de la libre valoración de
la prueba:

a) El sistema de la prueba legal vincula al Juez para la concesión o


privación a la prueba realizada de una eficacia predeterminada. Es decir, al
Juez se le dice «si se prueba así este hecho hay que darle este valor».

Es lo que hace el Código Civil en su artículo 2406 cuando ordena


lacónicamente «que la confesión hace prueba contra su autor».

Es lo que hace el artículo 1202 del Código de Procedimiento Civil


cuando prescribe que la confesión presentada bajo juramento decisorio
(hoy prácticamente inaplicable) hace prueba plena, no obstante, cualquier
otra.

264
William Ernesto Tórrez Peralta

Es igualmente los que inspira el artículo 2374 del Código Civil cuando
dice que los documentos públicos hacen prueba, aun en contra de terceros,
«del hecho que motiva su otorgamiento y de la fecha de éste», efecto que
también puede producirse en relación con el documento privado, aunque
aquí sólo desde el día en que hubiese sido incorporado o inscrito en un
Registro Público, desde la muerte de los que firmaron o desde el día que
se entregase a un funcionario público por razón de su oficio (art. 2386 C).

Este sistema era propio del Derecho histórico donde existieron infinidad
de normas legales de valoración probatoria que han hido desapareciendo
poco a poco.

b) Para el sistema de la prueba libre el Juzgador es libre (por su puesto


no arbitrario) para determinar la eficacia de la prueba realizada. Es el
sistema que impera en los procesos modernos y que viene reconocido, de
manera más o menos contundente, en las leyes procesales:

1) Es el sistema que sigue el Código de Procedimiento Civil en relación


con la prueba documental cuando en su artículo 1183 ordena que «el Juez
hará por sí mismo la comprobación después de oír a los peritos, y apreciará
el resultado de esta prueba conforme a las reglas de una buena crítica sin
tener que sujetarse al dictamen de aquellos».

2) Es también lo que la ley procesal dispone respecto a la prueba pericial


cuando el artículo 1285 ordena que los Jueces y Tribunales apreciarán la
prueba pericial según las reglas de la sana crítica, sin estar obligados a
sujetarse al dictamen de los peritos.

3) Es igualmente lo que el artículo 114 inc. 4º del Código de


Comercio establece al concretar que el valor probatorio de los libros de
los comerciantes y demás documentos contables será apreciado por los
Tribunales conforme a las reglas generales del Derecho.

Como vemos, pues, coexisten en nuestro Derecho normas tasadas de


prueba legal y normas expresas de valoración libre. Pero quedan fuera
de estas regulaciones otros muchos supuestos a los que, lógicamente,
ha de aplicarse el sistema de la libre valoración por ser el más propio
de la función judicial. Seguimos, pues un sistema mixto pero con claro
predominio del sistema de la libre valoración de la prueba.

265
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Pero ese sistema se acrecienta aún más con la llamada apreciación


conjunta de la prueba, según la cual el Juez o Tribunal debe valorar la
totalidad de la prueba en su conjunto.

El Derecho nicaragüense se ajusta hoy, pues, al sistema de apreciación


conjunta de la prueba íntimamente unido al de libre valoración.

Es, indudablemente, el sistema más correcto, lo que no quiere decir


que no puede originar abuso de algunos Jueces y Tribunales que se
escudan en él para no hacer un estudio meticuloso de cada uno de los
medios utilizados.

Apreciación conjunta sí, pero deducida del análisis detallado de todos


y cada una de las pruebas utilizadas.

266
William Ernesto Tórrez Peralta

XII — LA PRUEBA
DOCUMENTAL

1. Concepto de documento

El concepto del documento se elabora a través de diversas


posiciones doctrinales que tienen en cuenta los elementos que consideran
fundamentales para su definición:

1) Una primera dirección de naturaleza tradicional es la que se fija


en la estructura del medio probatorio en que el documento consiste y lo
califica como escrito, es decir, reproducción del pensamiento humano
mediante signos permanentes del leguaje39.

2) Una segunda dirección se centra en la consideración de la función de


este medio de prueba haciendo de él un objeto representativo, es decir, una
cosa que intencionadamente reproduce o refleja el dato a probar (GÓMEZ
ORBANEJA).

3) Una tercera posición tiene en cuenta la movilidad del objeto físico


y considera documentos todas aquellas cosas muebles que pueden ser
llevadas a la presencia del Juez (GUASP).

4) Otra posición tiene en cuenta para la conceptuación del documento


los dos elementos ya analizados; el de la cosa mueble en el que aparece
incorporado y el de la representación material que se contiene (NUÑEZ
LAGOS).

5) Ni el Código Civil (que trata de los documentos a los que llama


instrumentos en los artículos 2364 a 2404) ni el Código de Procedimiento
Civil (que los trata en los artículos 1125 a 1199) dan una definición del
documento.

39- PRIETO-CASTRO Y FERRÁNDIZ, lo define como el objeto o materia en el que


consta, por escrito, una expresión del pensamiento. DE LA OLIVA, lo conceptúa, como el
objeto material de un pensamiento.

267
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Pero no cabe duda alguna que de sus términos se de deduce que la


primera característica del documento es que sea un escrito.

Con frecuencia y en diversos artículos se alude a la escritura40, ahora


bien, no todo lo escrito es documento, ni todo documento tiene que estar
escrito:

a) No es documento el escrito grabado sobre un objeto que no tenga


movilidad, y por tanto, no pueden ser documentos ni las vallas publicitarias,
ni las inscripciones contenidas en las cruces o panteones mortuorios, ni los
rótulos unidos permanentemente a un inmueble. Estos hechos podrán ser
objeto de prueba de reconocimiento, pericial, testifical, etc.; pero no son
documentos en sí. Podrán ser descritos en un testimonio o en un acta, pero
entonces el documento será el papel escrito donde se contengan.

Pero no basta con esa exigencia de movilidad, es necesario además


que la cosa donde esté el escrito pueda ser aportada a los autos. Por ello
no son documentos los anuncios pintados en autobús, ni los reclamos
publicitarios grabados en la estructura externa un avión o barco.

b) No todo documento tiene que estar escrito, entendiendo la escritura


como la utilización de los signos normalmente usados. Cualquier otro
medio de grabación es perfectamente válido, y por ello hoy puede ser
documento y puede utilizarse como prueba documental una fotografía, el
documento escrito con el sistema de los ciegos, etc.

c) Si bien el papel es hoy la cosa que, normalmente, se utiliza para


reproducir ideas, imágenes o hechos, no hay inconveniente en admitir no
sólo las cosas que se utilizaron históricamente (el ladrillo, el mármol, el
papiro, el cuero, el pergamino, etc.) sino las que se utilizan modernamente
(el cartón, la tela, el plástico, las marcas de fabrica, los discos, etc.).

El artículo 127 de la Ley Orgánica del Poder Judicial permite utilizar


cualquier medio técnico de documentación y reproducción, siempre que
ofrezcan las debidas garantías de autenticidad.

40- Para el Código Civil la «escritura» es el papel donde se escribe un contrato o negocio
jurídico.

268
William Ernesto Tórrez Peralta

d) Si bien es cierto que ni el Código de Procedimiento Civil ni el


Código Civil se refieren a la representatividad, la idea no escapa a los
cuerpos legales.

Para que una cosa pueda conceptuarse como documento es necesario


que represente algo. Así se habla de la declaración que en ellos se contienen,
de las escrituras hechas para desvirtuar otras anteriores, escrituras de un
acto o contrato.

e) En conclusión, podemos definir el documento como el escrito


grabado sobre una cosa mueble susceptible de ser aportado a un proceso
que representa cualquier representación de pensamiento o cualquier acto o
hecho que puede tener trascendencia procesal.

2. Clases de documentos

Son múltiples los tipos de documentos de los que se habla en las leyes
y en la práctica.

2.1. Documentos públicos

Son documentos públicos, según el artículo 2364 del Código Civil


«los autorizados por un notario o empleado público competente, con las
solemnidades requeridas por la ley».

Según el artículo 1125 del Código de Procedimiento Civil bajo la


denominación de documentos públicos se comprende:

1º. Las escrituras públicas otorgadas con arreglo a derecho.

2º. Las certificaciones expendidas por los Corredores de Comercio


y agentes de Bolsa, con referencia al Libro registro de sus respectivas
operaciones, en los términos y solemnidades que prescriban el Código de
Comercio y leyes especiales.

3º. Los documentos expendidos por los funcionarios públicos que estén
autorizados para ello, en lo que se refiera al ejercicio de sus funciones.

269
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

4º. Los libros de actas, estatutos, ordenanzas, registros, catastros y


demás documentos que se hallen en los archivos públicos o dependientes
del Estado o de los municipios, y de las copias sacadas y autorizadas por
los Secretarios y archiveros por mandato de la autoridad competente.

5º. Las ordenanzas, estatutos y reglamentos de sociedades,


comunidades o asociaciones, siempre que estuvieren autorizadas por
autoridades públicas, y las copias autorizadas en la forma prevenida en el
número anterior.

6º. Las ejecutorias y las actuaciones judiciales de toda especie.

7º. Los despachos telegráficos y los telefonemas extendidos con las


formalidades prescritas en el Código Civil.

Estos documentos se suelen clasificarse en:

a) Documentos notariales que son los del número 1º del artículo 1125
del Código de Procedimiento Civil y que se rigen por la legislación notarial
(art. 2365 C).

b) Documentos referentes al tráfico mercantil que son los recogidos en


el número 2º del artículo 1125 del Código de Procedimiento Civil.

c) Documentos administrativos que son los recogidos en los números


3º, 4º y 5º de la ley procesal.

d) Documentos judiciales son los recogidos en los números 6º y 7º del


artículo 1125 del Código de Procedimiento Civil.

2.2. Documentos impugnados

Los documentos impugnados, son aquellos que la parte a quien


perjudiquen discute al poner en duda su autenticidad o exactitud.

Para que estos documentos sean eficaces en juicio es necesario que se


cotejen con los originales, previa citación de la parte contraria.

270
William Ernesto Tórrez Peralta

No será necesario este cotejo, y serán eficaces en juicio, salvo prueba


en contrario (art. 1127 Pr):

1º. Las ejecutorias y las certificaciones o testimonios de sentencias


firmes expedidas en forma legal por el Juez o Tribunal que las hubiere
dictado.

2º. Las escrituras públicas antiguas que carezcan de protocolo o matriz


y todas aquellas cuyo protocolo o matriz hubiere desaparecido.

3º. Cualquier otro documento público que por su modelo carezca de


original o registro con el que pueda comprobarse.

2.3. Documentos extranjeros

Los documentos extranjeros son los otorgados en otras naciones que


tienen el mismo valor que los autorizados en Nicaragua si reúnen los
siguientes requisitos (art. 1129 Pr):

1º. Que el asunto o materia del acto o contrato sea lícito o permitido
por las leyes de Nicaragua.

2º. Que los otorgantes tengan aptitud y capacidad legal para obligarse
con arreglo a las leyes de su país.

3º. Que en el otorgamiento se hayan observado las formas y


solemnidades establecidas en el país donde se han verificado los
documentos o contratos.

4º. Que el documento sea corroborado con una certificación al pie,


del Ministro Diplomático o Agente Consular del Gobierno de Nicaragua,
o en su defecto del Ministro de negocios extranjero del Gobierno de
donde emanan dichos documentos, sobre las firmas del funcionario que
la autoriza.

A estos documentos hay que acompañar la correspondiente traducción


que puede ser privada, pero que habrá de ser la oficial en caso de
impugnación de la parte contraria (art. 1132 Pr).

271
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

2.4. Documentos indubitados

Los documentos indubitados, son los documentos indiscutibles a


efectos de su autenticidad. El Código de Procedimiento Civil se refiere
a los mismos al hablar de cotejo de letras, es decir, la comparación que
hacen los peritos entre el documento de autenticidad discutida y el que se
considera indiscutible.

Según el artículo 1182 del Código de Procedimiento Civil se consideran


indiscutibles:

1º. Los documentos que las partes reconozcan como tales de común
acuerdo.

2º. La escritura matriz.

3º. Los documentos privados, cuya letra o firma hayan sido reconocidas
en juicio por aquel a quien se atribuye la dudosa.

4º. El escrito impugnado, en la parte en que reconozca la letra como


suya aquel a quien perjudique.

A falta de estos medios, la parte a quien se atribuya el documento


impugnado o la firma que lo autorice podrá ser requerida a instancia
de la contraria para que forme un cuerpo de escritura que en el acto le
dictará el Juez. Si se negare a ello, se le podrá estimar por confesa en el
reconocimiento del documento impugnado (art. 1182 párrafo 2° Pr).

2.5. Documentos constitutivos

Los documentos constitutivos son aquellos esenciales para la validez


del acto que representan, es decir, aquellos en que el negocio jurídico
representado carece de validez si no se hace constar en documento
público.

Es lo que ocurre con la escritura de hipoteca (art. 3772 C), la donación


de inmueble (art. 2768 C).

272
William Ernesto Tórrez Peralta

2.6. Documentos privados

Como ni el Código de Procedimiento Civil ni el Código Civil definen


el documento privado suele decirse que es aquel que no esta autorizado por
funcionario público competente con arreglo a las solemnidades exigidas
por la ley. Todos los que no tengan el carácter de público tendrán la
consideración de documentos privados. Serán de este tipo los documentos
librados entre particulares sin intervención de funcionario público, pero
también los documentos públicos defectuosos (art. 2380 C).

No se exige ningún requisito de forma para el documento privado, ni


siquiera la firma. No cabe duda de que éste es un elemento importante,
si existe, en orden a su reconocimiento. Pero no exclusivamente, ya que
incluso las simples notas, facturas, albaranes, etc., pueden ser objeto de
adveración. Existe por tanto un número ilimitado de documentos privados,
aunque el Código de Procedimiento Civil no especifica ninguno.

3. Práctica de la prueba documental

La práctica de la prueba documental presenta unas características


especiales en el proceso civil, debido que, por indiscutible razones de
defensa procesal, el Código de Procedimiento Civil exige que con la
demanda o contestación se presenten determinados documentos, permite
que otros sean presentados antes de la citación para sentencia y posibilita
que dentro del período probatorio puedan aportarse o reclamarse otros
documentos que puedan cooperar con la actividad probatoria que se
desarrolla en el proceso.

Son, pues, tres los momentos procesales en que se practica la prueba


documental.

3.1. Aportación inicial de documentos

Los artículos 1026 y 1029 del Código de Procedimiento Civil exigen a


toda demanda o contestación deberán acompañarse necesariamente:

1º. El documento o documentos que acrediten el carácter con que el


litigante se presenta en juicio.

273
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

2º. El documento o documentos en que la parte interesada funde su


derecho.

La no presentación de estos documentos nunca puede originar la


inadmisión de la demanda o contestación. Ello es lógico. La dificultad se
plantea al determinar si pueden o no ser admitidos después de estos escritos.
La inadmisión puede suponer la indefensión por el que los presenta; la
admisión en cambio, puede suponerla para la parte contraria.

3.2. Aportación sucesiva de documentos

Las reglas generales que contiene el Código de Procedimiento Civil


es que después de la demanda y de la contestación no se admitirán al actor
ni al demandado ningún documento fundamental. Únicamente se permite
que desde aquellos escritos hasta la citación para sentencia (prácticamente
el momento final del pleito), se admitan los documentos que se hallen en
alguno de los casos siguientes que reconoce el Código de Procedimiento
Civil:

1º. Ser de fecha posterior a dichos escritos, es decir, que los que
presente el actor sean de fecha posterior a la demanda y los que presente el
demandado sean de fecha posterior a la contestación.

2º. Los anteriores (es decir, los de fecha anterior a tales escritos),
respecto de los cuales jure la parte que los presenta no haber tenido antes
conocimiento de su existencia.

3º. Los que no hayan sido posible adquirir con anterioridad por causas
que no sean imputables a la parte interesada, siempre que en tales escritos
se haya designado el archivo o lugar en que se encuentren los originales y
se hubiere presentado copia simple de los mismos.

La oportunidad que concede el Código de Procedimiento Civil es que


tales documentos pueden aportarse durante el período probatorio.

Esta posibilidad se lleva a cabo de tres formas distintas:

1ª. Aportando el documento de que se trate junto con el escrito de


proposición de prueba.

274
William Ernesto Tórrez Peralta

2ª. Solicitando del Juzgado o Tribunal que se libre oficio o mandamiento


a la Autoridad o funcionario competente para que se expida o se envíe el
documento para su unión a los autos.

3ª. Solicitando del propio Juzgado que se expidan los testimonios


deseados para su unión al pleito en que se solicitan.

Además de estas opciones, los Abogados en sus escritos de proposición


de prueba suelen pedir que se tenga por reproducido lo aportado con sus
escritos, petición innecesaria, pero de muy frecuente utilización.

3.3. Disponibilidad del documento

Para poder aportar al proceso un documento, es necesario disponer del


mismo, es decir, que el actor o el demandado que pretendan utilizarlo lo
tenga a su disposición.

Con el fin de facilitar la defensa de la parte, el Código de Procedimiento


Civil permite no sólo que se acompañen copias simples de los documentos
sino que para el caso de que no los tenga a su disposición basta con designar
el archivo o lugar donde se encuentren los originales, pero con el fin de
facilitar la defensa de la parte contraria se prescribe que se entiende que el
actor (y, en su caso, el demandado) tienen a su disposición los documentos
y, por ello, deberá acompañarlos con la demanda (o con la contestación)
siempre que existan los originales en un protocolo o archivo público del
que puedan pedir y obtener copias fehacientes de ellos:

a) La disponibilidad de los documentos no ofrece dificultad alguna


cuando los mismos están en poder de la parte que pretende utilizarlos o
cuando ésta puede obtener las copias fehacientes necesarias. El litigante
tiene derecho a presentarlos en el tiempo y en la forma ordenada por la
ley, sin perjuicio de las objeciones e impugnaciones que pueda hacer la
parte contraria.

b) Pero el problema se agudiza cuando el documento se halla en poder


de la parte contraria. En estos casos el Derecho nicaragüense no concreta,
en ningún momento, la posibilidad de obligar al litigante poseedor a que lo
presente en juicio. Pero el que existe esta obligación se deduce del artículo
1112 del Código de Procedimiento Civil que permite el reconocimiento de

275
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

libros y papeles de los litigantes estableciendo que no se citará previamente


para el reconocimiento a la parte a quien pertenezcan (posiblemente
para evitar su ocultación), pero ordenando que este registro se verificará
siempre en presencia del interesado o su representante, en su defecto de
dos testigos vecinos del mismo lugar.

Se establece aquí un registro domiciliario o de la oficina de cualquiera


de las partes que puede tener la finalidad de buscar el documento que su
poseedor no quiere aportar al proceso. El Código de Procedimiento Civil
ni regula la forma de realizar la diligencia ni determina las consecuencias
de falta de hallazgo del documento buscado ni concreta la forma de
aportación a los autos del documento encontrado o de su contenido.

c) Más explicito es el Código de Procedimiento Civil cuando el


documento se halla en poder de un tercero, es decir, de una persona que
no es litigante en el proceso en que se pretende utilizar el documento. El
artículo 1166 del Pr., parte de la prohibición de obligar a los que no litiguen
a la exhibición de los documentos privados de su exclusiva propiedad.

4. Eficacia de la prueba documental

Dentro del epígrafe relativo a la eficacia del medio de prueba que


estudiamos, debe comprenderse tanto el valor que las leyes dan a los
documentos aportados en el proceso como a los medios de defensa con que
cuenta el litigante contrario para eliminar las consecuencias que contra él
puedan producir los documentos aportados por la otra parte.

4.1. Valoración de la prueba documental

Al tratar de valorar la prueba documental nuestra legislación distingue


entre el documento público, el documento privado y los libros de los
comerciantes:

a) Los documentos públicos hacen prueba, aun contra terceros, de


hecho que motiva su otorgamiento y de la fecha de éste.

También harán prueba —añade el párrafo 2º del mismo artículo


2374 C— contra los contratantes y sus causahabientes en cuanto a las
declaraciones que en ellos hubieran hecho los primeros.

276
William Ernesto Tórrez Peralta

Es decir, el documento público hace prueba contra todos, de la fecha y


del hecho que lo motiva, o sea, la comparencia de las partes ante Notario o
el Corredor de Comercio, o que hacen las manifestaciones que lo fedatarios
recogen.

Pero en relación con las declaraciones que en ellos hagan (por ejemplo,
que son dueño de la cosa que quieren vender, que ha recibido a precio,
etc.) sólo hace prueba contra los contratantes y sus causahabientes.

b) El documento privado reconocido legalmente tendrá el mismo


valor que la escritura pública, entre los que hubiesen suscrito y sus
causahabientes según el artículo 2385 del Código Civil. Ello quiere decir
que en este tipo de documentos el contenido puede hacer prueba entre las
partes siempre que:

1º. La parte a quien perjudique lo hubiere aceptado como legítimo al


fijar los hechos en sus escritos de contestación, réplica o dúplica.

2º. En otro caso, lo hubieran reconocido bajo juramento a la presencia


judicial y a solicitud de la parte contraria. Este reconocimiento, que
normalmente se hace en la prueba de confesión, puede ser expreso o tácito,
ya que según el artículo 2386 del Código Civil la resistencia sin justa causa
a presentar la declaración sobre la autoría de la firma podrá ser estimada
por los Tribunales como confesión de la autenticidad del documento.

El Código Civil permite que este reconocimiento se haga por el obligado


o por el que firmo el documento o por sus herederos causahabientes.

En relación con la fecha del documento el Código Civil establece


que no se constará respecto a terceros, sino desde el día en que hubiere
sido incorporado o inscrito en un Registro Público, desde la muerte de
cualquiera de los que lo firmaron, o desde el día en que se entregase a
un funcionario público por razón de su oficio (art. 2387 C), precepto que
no impide que pueda tenerse por eficaz la fecha del documento privado
cuando se corrobora con otras pruebas, ya que el artículo 2387 del C no
es aplicable cuando existen otras pruebas que acrediten la realidad de la
fecha que en él aparece.

277
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

c) En relación con los libros de los comerciantes que, se llevan con los
requisitos legales, el artículo 114 inc. 4º del Código de Comercio establece
que será apreciado por los Tribunales con arreglo a las reglas generales
del Derecho, especialmente las referentes a los documentos privados,
naturaleza a la que corresponden estos libros.

5. Impugnación del documento

El Código de Procedimiento Civil establece un sistema variado


tendente a conceder a la parte que pueda considerarse perjudicada por la
presentación de un documento el derecho a su impugnación.

Esta impugnación presenta diversas modalidades ya que hay: a)


Impugnación de su exactitud; b) Impugnación de su autenticidad; c)
Impugnación por su falsedad; y d) Impugnación de su presentación
extemporánea.

a) La impugnación de la exactitud del documento se prevé en el


artículo 1126 del Código de Procedimiento Civil para los documentos
públicos que hayan sido traídos al pleito sin citación contraria. Este tipo
de impugnación se arbitra exclusivamente en aquellos supuestos en que el
documento público se aporte al proceso por copia y el original existe en
un archivo o protocolo.

La verificación de la exactitud o inexactitud se lleva a cabo mediante


una diligencia que recibe el nombre de cotejo de documentos que según
el Código de Procedimiento Civil, es la confrontación de la copia de los
documentos públicos con sus originales. Se lleva a cabo mediante la
comparación del texto de la copia unida a los autos con el texto del original
obrante en el registro, archivo o protocolo correspondiente.

La actuación, de carácter exclusivamente judicial, se lleva a cabo por el


Secretario (también la puede hacer el Juez cuando lo estime conveniente)
que se constituye en el archivo o local donde se halle el original en
presencia de las partes y de sus defensores, si concurriesen. Para asegurar
el derecho de asistencia de éstos, el Código de Procedimiento Civil ordena
que se señale previamente el día y la hora en que se vaya a verificar, y,
lógicamente, que se cite a las mismas para la práctica de esta prueba (art.
1128 Pr).

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William Ernesto Tórrez Peralta

b) La impugnación de la autenticidad procede cuando la parte a quien


perjudique niegue o ponga en duda la autenticidad de un documento
privado o la de cualquier documento público que carezca de matriz y no
pueda ser reconocido por el funcionario que lo hubiere expedido.

Este tipo de impugnación se lleva a efecto mediante una actuación


eminentemente pericial, que recibe el nombre de cotejo de letras que
consiste en la comparación que se hace entre la letra y la firma del
documento discutido con las existentes en otro documento que, por su
carácter de indiscutible, recibe el nombre de documento indubitado (art.
1180 Pr).

Esta comparación se realiza por peritos que aún siguen recibiendo en el


Código de Procedimiento Civil el nombre de peritos revisores y la prueba
se ha de ajustar a las normas y procedimientos de la prueba pericial, si bien
con algunas especialidades:

1ª. Que la persona que pide el cotejo ha de designar el documento o


documentos indubitados con el que deba hacerse (art. 1181 Pr).

2ª. Que si no existiesen documentos indubitados el Juez puede requerir


al interesado a que forme un cuerpo de escritura que en el acto le dictará
(art. 1182 párrafo 2º Pr).

3ª. Que si el interesado (es decir, el autor de la escritura o de la firma


que se pretende cotejar) se niega, será apercibido de que se le podrá estimar
por confeso en el reconocimiento del documento impugnado (art. 1182
párrafo 2º Pr).

4ª. Que después de oír a los peritos, el Juez hará por sí mismo la
comprobación (art. 1183 Pr).

5ª. El Juez no tiene por qué someterse al dictamen pericial sobre el


cotejo, pues ha de apreciar el resultado de esta prueba conforme a las
reglas de la sana critica (art. 1183 Pr).

c) La impugnación por falsedad de un documento público o privado


que puede ser de influencia notoria en el pleito lleva como consecuencia,
según el artículo 1199 del Código de Procedimiento Civil, la suspensión

279
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

del pelito civil en el estado en que se hallase, hasta que recaiga sentencia
firme en la causa criminal (art. 427 Pr). Pero para que pueda decretarse
este trascendental efecto suspensivo, es preciso:

1º. Que el que sostenga la falsedad del documento entable la acción


criminal en descubrimiento del delito y su autor. Se exige en el Código de
Procedimiento Civil que se presente la oportuna querella.

2º. Que el Juez admita la querella, lo que ha de acreditarse ante el


Juzgado que tramite el proceso civil.

3º. Que la suspensión se decrete mediante providencia, contra la que


no cabe recurso alguno.

d) La impugnación por extemporaneidad sólo procede cuando se


admite la presentación de un documento fundamental fuera de los supuestos
contemplados en el Código de Procedimiento Civil. En este caso el único
efecto legal es que el Juez en la sentencia definitiva adoptará la decisión
que estime procedente.

280
William Ernesto Tórrez Peralta

XIII — LA PRUEBA
POR CONFESIÓN JUDICIAL

1. Concepto de confesión judicial

La confesión judicial es un medio de prueba procesal en la que una de


las partes declara ante el Juez y bajo juramento contestando las preguntas
que le formulen41.

La confesión consiste en la declaración que una de las partes formula a


la otra las preguntas (posiciones) que el Juez le hace. En ella, por tanto, el
litigante responde a las cuestiones que el Juez le plantea. Esta contestación
ha de hacerse, bajo juramento, por expresa exigencia legal, si bien hoy se
admite que se haga bajo promesa de decir la verdad.

Ha de tenerse en cuenta que en el sistema nicaragüense las posiciones


las formulara siempre el Juez, si bien las puede redactar el propio Juez
(en algunas diligencias para mejor proveer) la parte contraria (que es el
supuesto normal) o un litisconsorte.

La confesión es un acto procesal colectivo y público. En el interviene


necesariamente el Juez y el Secretario, el confesante (nombre que se da
al litigante que declara) y las partes que asistan al acto que, por expresa
disposición legal, ha de hacerse en audiencia pública.

La confesión judicial, al igual que otros medios de prueba, esta


reglamentada en el Código Civil (arts. 2405 a 2416) y en el Código de
Procedimiento Civil y a la que dedica los artículos 1200 a 1236.

La confesión judicial es distinta a la admisión de los hechos, que es la


actitud que adoptan las partes en un escrito de alegación, que consiste en
la conformidad total o parcial con los hechos alegados por el contrario, y

41- PRIETO-CASTRO Y FERRÁNDIZ dice que es la declaración que hace una parte,
en virtud del interrogatorio formulado por escrito acerca de hechos controvertidos del
proceso. Para GUASP la confesión es cualquier declaración de las partes que desempeña
una función probatoria dentro del proceso.

281
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

del allanamiento que es la conformidad del demandado con la pretensión


ejercitada por el actor.

2. Clases de confesión

El Código de Procedimiento Civil y el Código Civil, en sus artículos


1200 y 2405 respectivamente, aluden a dos clases de confesión: la judicial
y la extrajudicial.

La judicial es la que se hace por una de las partes del proceso y ante el
órgano jurisdiccional que tramita el mismo (art. 2409 C).

La extrajudicial es la que se hace fuera del proceso y que se considera


como un hecho sujeto a la apreciación del Tribunal, según las reglas
establecidas sobre la prueba (art. 2413 in fine C).

Como condiciones comunes para ambos tipos de confesiones, el


artículo 2405 del Código Civil exige:

1º. Que recaiga sobre hechos personales del confesante.

2º. Que el confesante tenga capacidad para hacerla.

Para el Código Civil, la confesión hace prueba contra su autor, salvo


cuando con ella se pretende eludir el cumplimiento de las leyes o cuando
se prueba que al hacerla se incurrió en error de hecho (art. 2406 C).

El Código Civil, como fácilmente puede observarse, restringe


la confesión a la admisión por el confesante de hechos que puedan
perjudicarle.

El Código Civil y el Código de Procedimiento Civil hablan de dos


tipos de confesión judicial: la hecha bajo juramento decisorio y la hecha
bajo juramento indecisorio.

El juramento se exige con carácter general (art. 2409 C) pero la opción


indicada se adoptara a elección de la parte que pide la confesión, y, en
general, al litigante contrario.

282
William Ernesto Tórrez Peralta

El juramento decisorio que tiene su entronque con los juramentos del


Derecho histórico es aquel que decide el pleito, ya que como aún señala
el artículo 1202 del Código de Procedimiento Civil hace prueba plena, no
obstante cualquiera otra. Es una forma de resolver el juicio sometiéndose
a la palabra de una de las partes.

El juramento indecisorio es una garantía formal que refuerza el acto


de la confesión en juicio. La confesión vale en cuanto perjudique al
confesante.

Teniendo en cuenta el sujeto que provoca la confesión, puede aludirse


a tres tipos de confesión:

1º. La confesión pedida por el litigante contrario. Es la confesión más


propia y a la que responde la regulación legal. Y es a la que se refiere el
artículo 1202 del Código de Procedimiento Civil cuando prescribe que «la
confesión puede hacerse en los escritos o en la declaración bajo promesa
de ley ante un Juez competente».

2º. Pero admitida hoy la posibilidad de que un litisconsorte declare


a petición de otro litisconsorte, la prueba de confesión puede venir del
colitigante. Si bien hay que tomar en cuenta que el Código de Procedimiento
Civil no regula ni la eficacia de esta prueba (que por ello está sujeta a la
libre valoración del Juez) ni las consecuencias de la negativa del confesante
a no contestar las preguntas de su colitigante.

3º. Según el artículo 213 inc. 2º del Código de Procedimiento Civil


pueden los Jueces y Tribunales acordar para mejor proveer exigir confesión
judicial a cualquiera de los litigantes sobre hechos que estimen de influencia
en la cuestión y no resulten probados. En estos casos es el Juez no sólo
quien provoca la confesión sino el que puede determinar las preguntas
que han de hacerse al confesante, lo que no es obstáculo para admitir que
al amparo de estas diligencias el Juez puede exigir la contestación de
las posiciones formuladas por el contrario o por el colitigante cuando la
prueba no pueda practicarse en el momento idóneo.

Teniendo en cuenta la forma de presentar la declaración se habla de


confesión oral, que es el supuesto normal, y de confesión por escrito (art.
1202 Pr).

283
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

La confesión oral es aquella en la que el declarante contesta verbalmente


a las preguntas que el Juez le formula (posiciones) en presencia de sus
defensores y del Secretario que autentifica el acto (art. 1206 Pr).

La confesión por escrito únicamente se admite en los pleitos en


que sea parte el Estado o alguna corporación del mismo (Municipios,
Departamentos, Regiones Autónomas). En estos supuestos no se piden
posiciones ni al Ministerio Público ni a quien represente a estas partes
públicas (por ejemplo abogados del Estado). Para estos supuestos, la parte
a quien interese la confesión propone las preguntas que quiera hacer,
las cuales serán contestadas por vía de informe por los empleados de la
Administración a quienes conciernen los hechos (art. 1221 párrafo 1º Pr).

Estas comunicaciones se dirigirán por conducto de los representantes


del Estado o Corporaciones que quedan obligados a presentar la contestación
dentro del término que el Juez le señale (art. 1221 párrafo 2º Pr).

No obstante, el artículo 1222 del Código de Procedimiento Civil


establece, que «cuando el Ministerio Fiscal o representante de corporación,
tenga conocimiento de un hecho por intervención personal en él, podrá ser
obligado a absolver posiciones».

3. Práctica de la prueba por confesión

3.1. Proposición

La proposición de la prueba de confesión ha de hacerse por un litigante


personado en autos. Así se deduce de la equívoca exigencia del artículo
2409 del Código Civil que impone que se halle personada en autos aquel
a quien ha de aprovechar. Si el derecho a personarse en autos es hoy
una facultad que conserva el demandado, quizá no pueda explicarse la
exigencia del C que responde a otras concepciones ya superadas.

Salvo los supuestos de prueba anticipada, esta petición ha de hacerse


por escrito que ha de presentarse en el órgano judicial dentro del período
probatorio, es decir, dentro del período de proposición de prueba.
Normalmente esta petición se formula en el mismo escrito con el que se
proponen los restantes medios probatorios (art. 1204 Pr). El Código de
Procedimiento Civil concede al solicitante la opción de que pueda presentar

284
William Ernesto Tórrez Peralta

las preguntas en sobre cerrado con el escrito de petición o bien que se


reserve su presentación para el momento de iniciarse la comparecencia
para absolverlas (art. 1205 párrafo 1º Pr).

El Código de Procedimiento Civil llama pliego de posiciones al escrito


en que se contiene el interrogatorio de preguntas que debe contestar el
litigante declarante. Estas preguntas han de formularse por escrito, con
claridad y precisión, en sentido afirmativo y deberán concretarse a hechos
que sean objeto de debate (art. 1204 Pr).

Las posiciones son, por tanto, las preguntas que una parte formula a
la otra.

Las exigencias de que se formulen por escrito responden al hecho de


que es el Juez el que lee las preguntas admitidas para que sean contestadas
por el confesante. No se admite en el proceso civil que tales preguntas sean
formuladas por el litigante o por su Abogado. Excepcionalmente el Código
de Procedimiento Civil permite una especie de careo civil en el artículo
1213, ya que si ambos litigantes comparecen al acto de la confesión de
uno de ellos pueden hacerse recíprocamente, por sí mismo, sin mediación
de sus abogados, y por medio del Juez, las preguntas y observaciones que
éste admita como convenientes para la averiguación de la verdad de los
hechos, pero sin atravesar la palabra ni interrumpirse.

La exigencia de claridad y precisión responde a la seriedad de la


prueba impidiendo que el litigante plantee preguntas confusas, engorrosas
o imposibles de contestar o de entender.

El que se hagan en sentido afirmativo es un requisito histórico, hoy ya


no del todo justificado, pues exige el utilizar el formalismo «Diga Usted
que es cierto que…» o «Diga ser cierto que…».

La última exigencia de que las preguntas se concreten a hechos que


sean objeto de debate es común a todo tipo de prueba.

Es excepción de la regla general de que todos los escritos que se


presenten en el pleito se ha de acompañar copia, la del pliego de posiciones
ya que, según el artículo 1204 del Código de Procedimiento Civil del
interrogatorio que las contenga no se acompañarán copias.

285
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

La excepción legal está justificada, ya que lo que se pretende es impedir


que el confesante lleve preparadas las repuestas que ha de dar comienzo el
acto de la declaración tampoco hay que acompañar copia del mismo.

3.2. Admisión

La admisión de la petición de confesión presenta un doble aspecto: la


admisión de la petición de la prueba y la admisión de las preguntas que se
pretenden formular al litigante, que es facultad que se atribuye al Juez sin
intervención de la parte contraria (art. 1205 Pr).

La admisión de este tipo de pruebas es regla general en el proceso


civil, lo que quiere decir que los Jueces aceptan siempre su proposición.

Las posiciones han de ser examinadas previamente por el Juez en el


acto de la comparecencia, tanto en el supuesto de que en el mismo acto
se presente el pliego como el caso de que se hubieren presentado con
anterioridad en sobre cerrado que el Juez ha de conservar en su poder. En
este caso, el Juez repele de oficio (es decir, sin petición ni intervención
del confesante) las preguntas (posiciones) que no reúnan los requisitos
señalados por la ley (art. 1204 Pr).

3.3. Realización

La prueba de confesión goza en el Código de Procedimiento Civil de


un claro privilegio en cuanto al tiempo de su práctica, ya que la misma
puede practicarse antes de la iniciación del pleito, durante el período
probatorio o después de finalizado el mismo (art. 1203 Pr).

Antes de iniciado el pleito el Código de Procedimiento Civil concede al


que pretende iniciar un pleito poder preparar el mismo pidiendo declaración
jurada el que pretende demandar a aquel contra quien se propone dirigir
la demanda acerca de algún hecho relativo a la personalidad de éste, y
sin cuyo conocimiento no podrá entrarse en juicio. Se trata aquí de una
diligencia preliminar limitada al objeto concreto que señala el Código de
Procedimiento Civil y que no puede extenderse a ningún otro supuesto ya
que, según el mismo cuerpo de leyes, fuera de este caso no podrá el que
pretende demandar pedir posiciones.

286
William Ernesto Tórrez Peralta

La absolución de las posiciones durante el período de práctica de la


prueba es el supuesto más normal.

Pero el Código de Procedimiento Civil permite que la confesión pueda


celebrarse válidamente «en toda clase de juicios y en cualquier estado en
que él se encuentre» (art. 1203 Pr) por cual hay un auténtico alargamiento
del período de práctica de esta prueba por imperativo del artículo 1100 del
Pr.

La prueba de confesión se celebra en la sede del órgano jurisdiccional,


en audiencia pública, con asistencia del Juez que formula las preguntas y
dirige el acto, las partes y de sus defensores si lo desean y del Secretario
que documenta el acto y levanta el acta consignando su resultado (art.
1206 Pr).

Sin embargo, el Código de Procedimiento Civil admite dos excepciones


a esta regla general:

1ª. Celebración de la confesión en el domicilio del confesante. Esto se


permite cuando el Juez lo considera oportuno en caso de enfermedad del
confesante o cuando concurran en él otras circunstancias especiales. En
estos casos se constituyen el Juez y el Secretario en la casa del confesante
para recibirle la declaración, pero sin que permita la concurrencia de la
parte contraria. Para respetar su derecho a la defensa se le da vista del
resultado de la confesión y se le permite que pida en veinticuatro horas
que se repita la confesión para aclarar algún punto dudoso sobre el cual no
haya sido categórica la contestación (art. 1216 Pr).

2ª. Celebración de la confesión en un Juzgado distinto al que tramita el


procedimiento. El Código de Procedimiento Civil permite que el litigante
que resida fuera de la circunscripción judicial no tenga que comparecer
ante el Juzgado que tramite el procedimiento para prestar su confesión
judicial. Y lo mismo ocurre cuando reside dentro de la circunscripción
judicial (pero en distinta población) y exista justa causa que le impida
comparecer.

En estos casos el examen se realiza ante el Juzgado de su domicilio


por medio de exhorto al que se le acompaña en sobre cerrado el pliego de
posiciones. Este pliego previamente ha de ser aprobado por el Juez que

287
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

conoce del pleito, expresión con la que se indica que la declaración de


pertinencia o impertinencia hace por este Juez, limitándose el exhortado
a abrir el sobre cerrado y hacer las preguntas que vienen acotadas como
pertinentes (arts. 1115 y 1223 Pr).

Admitida la prueba, el Juez señala el día y la hora en que hayan de


comparecer las partes para la celebración de esta prueba, mandando que
se cite a las mismas, es decir, se cita tanto al litigante que ha de confesar
como a la parte que solicita la prueba.

Respecto a la citación del que va a ser interrogado se exige que se cite


con un día de anticipación por lo menos (art. 1206 párrafo 2º Pr).

El acto de la contestación a las preguntas formuladas por el otro litigante


recibe en la práctica judicial el nombre de absolución de posiciones.

Se celebra en el día y hora señalada, en audiencia pública como ya


se indicó. Puede asistir cualquier persona y, por supuesto, el litigante
que la propone y los Abogados de ambas partes. Como excepción a esta
publicidad hay que señalar la posibilidad de que el Juez decida que el acto
se celebre a puerta cerrada (art. 1113 Pr) y la prevención de que los demás
colitigantes hayan de declarar sobre unas mismas posiciones el Juez puede
adoptar, a petición de las partes, las precauciones necesarias para que no
puedan comunicarse ni enterarse previamente del contenido de aquéllas.

Comprobada la asistencia del confesante, el Juez procede —como


se indicó— a examinar el pliego de posiciones declarando impertinentes
las preguntas que no se ajusten a la ley, exige el juramento o promesa
solicitada y a continuación examina, es decir, pregunta, y por cada una de
las admitidas al litigante.

El declarante responde por sí mismo, de palabra y sin poder valerse


de ningún borrador de repuestas, aunque el Juez le podrá permitir que
consulte en el acto simple notas o apuntes que sean necesarios para auxiliar
la memoria (art. 1207 Pr).

Las contestaciones han de ser afirmativas o negativas pudiendo el


confesante añadir las explicaciones que estime convenientes o las que el
Juez le pida (art. 1208 párrafo 1º Pr).

288
William Ernesto Tórrez Peralta

De todo lo ocurrido el Secretario extiende acta en la que se insertará


la declaración que hubiere hecho el confesante. Esta acta podrá ser leída
por el mismo, y en caso de no hacerlo, se lee por el Secretario. El Juez ha
de preguntar al confesante si se ratifica lo contenido en el acta o, si por el
contrario, tiene algo que añadir o variar, extendiéndose a continuación lo
que dijere. El acta es firmada por el confesante, por los asistentes y por el
Secretario que lo autoriza (art. 1214 párrafo 1º Pr).

3.4. La obligación de confesar

Cuando la parte contraria lo exige, todo litigante está obligado a


declarar. Existe pues una auténtica carga procesal que el litigante podrá
asumir o no, carga que no sólo conlleva la obligación de declarar, sino la
de comparecer y la de contestar en la forma exigida por la ley.

Las consecuencias del incumplimiento de esta obligación, si bien han


sido muy diversas a lo largo de la historia, hoy están concretadas por la
ley:

a) Si el llamado a declarar no comparece ni alega justa causa que se


lo impida, se le hace un segundo llamamiento con el apercibimiento, en
esta ocasión, de tenerlo por confeso si no se presentase (art. 1206 párrafo
2º Pr).

Si no comparece a la segunda citación sin justa causa, podrá ser tenido


por confeso en la sentencia definitiva, es decir, el Juez podrá considerar
que ha declarado en el sentido pedido por el solicitante, declaración que,
es potestativa para el Juez.

b) Si el declarante comparece, pero se niega a declarar, el Juez (de


oficio) le apercibe en el acto de tenerle por confeso si persiste en su
negativa y, lo mismo que en el caso anterior, podrá ser tenido por confeso
en la sentencia definitiva (art. 1208 párrafo 2º Pr).

Se exceptúa del apercibimiento y de la consecuencia indicada y se


concede al confesante el derecho a no contestar las preguntas cuando no
se refieran a hechos que no sean personales del que haya de absolverlas
(art. 1210 párrafo 1º Pr).

289
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Sólo en este caso puede admitirse la absolución de posiciones por


medio de un tercero que esté enterado personalmente de los hechos por
haber intervenido en ellos a nombre del litigante interrogado, si éste lo
solicita, aceptando la responsabilidad de la declaración (art. 1210 párrafo
2º Pr).

c) Si el confesante comparece y declara pero da repuestas evasivas, el


Juez, de oficio o a instancia de la otra parte, «le apercibirá igualmente de
tenerle por confeso sobre los hechos respecto a los cuales sus respuestas
no fueren categóricas y terminantes», y en este caso si persistiere en no
responder afirmativa o negativamente, a pesar del apercibimiento que se
le haya hecho, podrá ser tenido por confeso en la sentencia definitiva lo
mismo que en los supuestos anteriores (art. 1208 párrafo 3º Pr).

3.5. La irrepetibilidad de la confesión

La consideración de la confesión como medio de admisión y hechos


perjudiciales (que subsisten en el Código Civil y en el Código de
Procedimiento Civil) y no como medio de prueba más sometido a la libre
valoración del Tribunal, hace que el legislador se muestre reacio a esa
repetición de la misma confesión, es decir, a la posibilidad de que como
litigante tenga que comparecer dos o más veces a prestar su confesión.

La primera consecuencia viene taxativamente determinada en el párrafo


1º del artículo 1220 del Código de Procedimiento Civil cuando dispone
que «no podrán exigirse nuevas posiciones sobre hechos que hayan sido
una vez objeto de ellas». Ello quiere decir que aunque de otras pruebas
aparezca la inexactitud o la insuficiencia de lo declarado por el confesante,
ya sobre el mismo hecho no se le puede volver a exigir confesión. Ello, a
nuestro entender, supone un auténtico atentado a la verdadera finalidad de
la prueba, atentado que pueda ser atenuado por el Juez en las diligencias
para mejor proveer en las que se le permite exigir confesión sobre hechos
que considere no probados, prescindiendo de que hayan sido o no ya objeto
de posiciones.

La segunda consecuencia viene recogida en el párrafo 2º del mismo


precepto: «tampoco podrán exigirse más de una vez por cada parte después
del término ordinario de prueba», lo cual, interpretado correctamente, quiere
decir que durante el período probatorio (en sus dos fases de proposición

290
William Ernesto Tórrez Peralta

y práctica) pueden exigirse varias confesiones sobre nuevas posiciones;


pero una vez transcurrido el período probatorio sólo puede exigirse una
vez. La comodidad del confesante parece ser la razón de esta prohibición.

4. La eficacia de la confesión

La prueba de confesión tiene un valor probatorio fijado en la ley que


se produce con independencia del criterio de valoración que pueda tener
el Juez que la recibe. Sabemos que el artículo 2406 del Código Civil
expresamente indica que la confesión hace prueba contra su actor.

Esta norma, rectamente interpretada, impone una valoración tasada


de la prueba de confesión de modo tal que cualquier declaración sobre
hechos perjudiciales al confesante debe tenerse como criterio único de
fijación de esos hechos en la sentencia. En definitiva, en ella, se recoge
implícitamente la máxima experiencia que, como criterio de valoración,
determina que nadie miente para perjudicarse, por lo que no es caprichoso
ni arbitrario, antes al contrario es sumamente lógico, concluir aceptando
que la declaración desfavorable a los propios intereses debe tomarse como
verdad, o más exactamente, debe quedar fijada en la sentencia.

La imposición por la ley de esa máxima de experiencia42, como


criterio único de valoración, es la que igualmente determina la falta de
valor probatorio de las declaraciones favorables a la posición procesal del
confesante, pues si bien es verdad que nadie miente para perjudicarse, es
igualmente cierto que normalmente se miente para obtener una ventaja o
un beneficio.

42- «Cuanto más moderno es el precepto jurídico más fácil es encontrar una técnica
legislativa en donde las normas expresan su supuesto de hecho apelando al conocimiento
que puede tener el Juez de lo cual es usual o es técnico. El Juez necesita para interpretar y
aplicar la norma jurídica lo que llamamos máximas de experiencia, es decir, definiciones
o juicios hipotéticos de contenido general procedentes de la experiencia. Se determina
mediante esas máximas experiencias que son, por decirlo de alguna manera, medidas con
las que el Juez debe juzgar lo alegado por las partes. Esas máximas de experiencia no
siempre hay que probarlas, lo que sucede cuando el Juez es conocedor de los conceptos
o de los juicios de valor contenidos en el supuesto de hecho de las normas, bien porque
siendo tan generales estén en el general y acervo cultural de la persona, bien porque siendo
especiales los conozca» CORTES DOMÍNGUEZ, V.

291
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

La aplicación de tal máxima de experiencia tiene, no obstante, las


siguientes limitaciones:

a) No es aplicable cuando se ha incurrido en el momento de la


declaración en error de hecho (art. 2408 C). Ello quiere decir, que si bien la
ley no permite ningún remedio jurídico que incida en la ineficacia jurídica
de la declaración efectuada o que persiga esa ineficacia, es consiente que
la máxima de experiencia no se puede aplicar cuando falta la base esencial
de su utilización: si la declaración se hace con error de hecho es indudable
que se están fijando hechos inexistentes, por tanto, hechos sobre los cuales
la parte no ha podido fijar en ningún caso su posición procesal, aun cuando
ésta fuera desfavorable a sus intereses.

b) En segundo lugar, la máxima de experiencia no es utilizable en


los supuestos en que su aplicación daría como resultado una división
de la propia confesión (art. 2407 C). Ello significa que la declaración
normalmente afecta a un núcleo fáctico complejo que no es posible
racionalmente deslindarlo o dividirlo, so pena de destruirlo.

El carácter tasado de la valoración de la prueba de confesión viene


siendo negado por la doctrina jurisprudencial de muchos países. Por
ejemplo, el Tribunal Supremo español ha establecido que la prueba de
confesión no tiene un valor superior a cualquier otra. Con ello lo que nos
quiere decir es que es posible que la prueba de confesión ceda su eficacia
probatoria frente a cualquier otra que se haya podido practicar en el proceso
y que haya llegado a conclusiones distintas.

Es evidente que de forma consistente se quiere sustituir la máxima


de experiencia impuesta por la Ley por aquellas otras que en cualquier
momento hayan podido servir al Juez en la valoración de otros medios
probatorios; hay, pues, una deliberada política jurisprudencial de primar
la utilización libre de las máximas de experiencia dejando de lado la
utilización de aquellas que vienen impuestas por la Ley. Esta política
jurisprudencial se ha visto reforzada con la nueva Ley de Enjuiciamiento
Civil de 2000.

292
William Ernesto Tórrez Peralta

XIV — LA PRUEBA
POR TESTIGOS

1. Concepto de testigo

El testigo es la persona física que sin ser parte en un proceso comparece


ante el órgano jurisdiccional a presentar declaración contestando a las
preguntas que el Juez le formule sobre hechos de trascendencia en el
proceso42. La prueba testifical es la suministrada por testigos43.

2. Características de la prueba testifical

a) La prueba de testigos es una prueba procesal de carácter personal.


Es, lo mismo que las restantes pruebas que venimos examinando, una
institución perteneciente al Derecho procesal.

b) La caracterización esencial del testigo viene dada porque la


declaración se hace por una persona que no es parte en el proceso. No
puede ser ni el actor ni el demandado, ni un litisconsorte activo o pasivo.

c) La prueba testifical propiamente dicha es la que se practica en el


proceso concreto de que se trate. La practicada en otro proceso civil o
en un proceso penal que se incorpora al proceso no tiene el carácter de
testifical sino de documental.

d) El testigo tiene que ser necesariamente una persona física. Aunque


ningún precepto legal concreta esta característica se deduce de la propia
ley. La persona jurídica ya sea de carácter público (Estado, Alcaldías,
etc.) o de carácter privado (Sociedad, Asociaciones, Comunidades, etc.)
nunca pueden ser testigos. Ello no quiere decir que los conocimientos

42- GUASP lo define como la persona que, sin ser parte emite declaraciones sobre
datos que no habían adquirido, para el declarante, índole procesal en el momento de su
observación con la finalidad, común a toda prueba, de provocar la convicción judicial en
un determinado sentido.
43- PRIETO-CASTRO Y FERRÁNDIZ define la prueba testifical como la suministrada
por personas que han presenciado o han oído los hechos sobre los cuales se les interroga.

293
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

que tengan de hechos de relevancia en el proceso no puedan aportarse al


mismo. Podrán ser llevados a conocimiento del Juez mediante la llamada
prueba de informes que, si bien no está regulada en nuestro Derecho, su
admisibilidad es indiscutible.

El Código de Procedimiento Civil en su artículo 1308 sienta la regla


general de que pueden ser testigos todas las personas de uno u otro sexo
que no fueran inhábiles por incapacidad natural o disposición de ley.

Para el artículo 1313 del Código de Procedimiento Civil son inhábiles


por incapacidad natural:

1º. El ciego, el sordomudo y el demente. Esta incapacidad que es


plenamente aplicable a los testigos instrumentales (véase arts. 1041, 1055,
1070 y 1081 C) no es aplicable totalmente al proceso. Únicamente las
personas que tengan falta absoluta de facultades intelectuales podrán estar
incursos en la incapacidad, y tal circunstancia puede no declararse en los
legalmente incapacitados ni en los vulgarmente considerados como locos.
En estos casos la prueba debe admitirse y en su valoración es donde debe
desarrollarse al máximo la capacidad de discreción del Juez.

2º. El que adolece de enfermedad habitual que le impida el ejercicio


de la razón.

Pero al lado de estos preceptos, de difícil aplicación al campo procesal,


el artículo 1317 habla de los que no pueden ser testigos en determinados
juicios, por su relación con los litigantes, entre los que incluye a los que
tienen interés directo en el pleito, a los parientes próximos, a los que están
obligados a guardar secretos por estado o profesión en los asuntos relativos
a su profesión o estado, y especialmente inhabilitados.

La obligación de guardar secreto a que hacen referencia los núms.


5º y 12º del artículo 1317 del Código de Procedimiento Civil es la causa
en la que se basan algunos autores por mantener que ni los funcionarios
del órgano judicial ni los defensores representantes de las partes puedan
actuar como testigo en el asunto que hayan tenido conocimiento por razón
de su profesión.

294
William Ernesto Tórrez Peralta

El Código de Procedimiento Civil en su artículo 1316 establece que no


son testigos idóneos por falta de probidad:

1º. El deudor alzado.

2º. El vago, sin ocupación u oficio conocido, con tal que no tenga
rentas de que vivir.

3º. El ebrio habitual, calificado conforme el Código de Policía.

4º. El que haya sido declarado testigo falso, o falsificador de


documentos, sello o moneda, o tenga auto de prisión por alguno de estos
delitos.

5º. El que haya sido condenado por falso testimonio ó soborno.

El testigo presta su colaboración al proceso contestando a las


preguntas que el Juez le hace. En este sentido hay que aclarar que aunque
los interrogantes los formule el Juez, la redacción de su contenido obra de
las partes.

El Código de Procedimiento Civil llama preguntas a las cuestiones


que la parte que lo propone pide que conteste el testigo, e interrogatorio de
preguntas al pliego escrito en que se contienen. Las preguntas se formularán
con claridad y precisión, han de ir numeradas y han de concretarse a los
hechos que sean objeto del debate. Es sometido a la revisión del Juez que
admitirá las preguntas que sean pertinentes y desechará las que estime que
no lo son (arts. 1320, 1321 y 1322 Pr).

El interrogatorio de preguntas se acompañará, necesariamente, con


escrito solicitando la admisión de la prueba testifical. Del interrogatorio
hay que acompañar copia que ha de entregarse a la parte contraria (art.
1322 Pr).

Se llama repreguntas a las preguntas que formula la otra parte de


los testigos propuestos por la contraria. Es un medio por el cual la parte
contraria se aprovecha de los testigos de la otra o pretende eliminar las
consecuencias de sus declaraciones (art. 1323 Pr).

295
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

El interrogatorio de repreguntas puede presentarse en cualquier


momento anterior a la declaración. Puede presentarse en sobre cerrado
o en pliego abierto que queda en poder del Juez que también revisa las
repreguntas aprobando las que estime pertinentes y desechando las que no
lo sean (art. 1326 Pr).

Del sistema normal de formulación de preguntas y repreguntas


separaran las que puedan hacer los defensores de las partes en el momento
de la declaración ya que el artículo 1347 del Código de Procedimiento
Civil, después de prohibir a las partes y sus defensores que interrumpan
al testigo, permite que al término de declaración le hagan las preguntas o
repreguntas no formuladas en respectivos interrogatorios y que consideren
necesarias, siempre y cuando el Juez las considere pertinentes (art. 1348
Pr).

Es excepción también a la regla general, las preguntas que el Juez


puede hacer a los testigos que acuerde oír en las diligencias para mejor
proveer que el autoriza el artículo 213 del Código de Procedimiento Civil.
En este caso es el Juez el que formula las preguntas sin necesidad de
someterse a ningún interrogatorio de partes44.

Es normal en el Código de Procedimiento Civil que sobre los hechos


probados por confesión judicial no se permitirá para comprobarlos prueba
de testigos en contrario (art. 1325 Pr), lo que implica que ni en las preguntas
ni en las repreguntas pueden incluirse hechos ya confesados. Como pone
de relieve la doctrina, el precepto es de muy difícil aplicación práctica, ya
que al formularse las preguntas o repreguntas lo normal es que aún no se
haya practicado la confesión judicial.

3. Lugar y tiempo de la prueba testifical

El testigo declara en la sede del órgano jurisdiccional, en audiencia


pública y en acto al que ha de asistir el Juez, el Secretario y en el que
pueden estar presentes los defensores y representantes de las partes.

44- En la práctica, sin embargo, es frecuente que con estas diligencias se reciba declaración
a testigos propuestos por las partes que no pudieron declarar en el período probatorio, en
cuyo caso se le formulan las preguntas y repreguntas hechas a las partes.

296
William Ernesto Tórrez Peralta

La asistencia a prestar la declaración puede ser voluntaria. Pero


cuando el testigo reside en la circunscripción judicial rehúsa presentarse
voluntariamente, es citado judicialmente por cédula con dos días de
antelación si lo pide la parte interesada.

El Juez puede igualmente acordar, a instancia de parte, los apremios


que estime conducentes para obligar a comparecer al testigo inobediente.
El artículo 1327 del Código de Procedimiento Civil permite, incluso, que
puedan ser conducidos por la fuerza pública.

Pero hay supuestos en los que el testigo declara en sitio distinto:

1º. Puede presentar declaración en su domicilio cuando por enfermedad


o por otro motivo que el Juez considere justo, el testigo no pueda acudir a
la sede del Juzgado (art. 1216 Pr).

2º. En el caso de que el testigo resida fuera del lugar del juicio, se le
recibe declaración en el Juzgado de su domicilio. Al exhorto que se dirija
se acompañará el interrogatorio de preguntas o repreguntas, este último en
sobre cerrado que abrirá el Juez exhortado al dar inicio el acto (art. 1349
Pr).

La pertinencia o impertinencia de esas preguntas o repreguntas


se decreta por el Juez que tramita el pleito, no por el que recibe la
declaración.

3º. También la declaración puede presentarse en el lugar del


reconocimiento judicial, a continuación del mismo, cuando lo pide la
parte y el Juez estime que la vista del lugar contribuye a la claridad del
testimonio (art. 1258 Pr).

La prueba testifical se propone en el período de proposición de prueba


y se práctica en el período probatorio. Esta es la regla general que sin
embargo, también admite excepciones:

a) Cuando por la edad avanzada del testigo, peligro inminente de su


vida, proximidad de una ausencia a punto con el cual sean difícilmente
tardías las comunicaciones u otro motivo poderoso pueda exponerse al actor
a perder su derecho por falta de justificación, el Código de Procedimiento

297
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Civil permite que pueda recibirse declaración al testigo o testigos que se


hallen en esas circunstancias.

En estos casos a petición del actor el Juez decreta examen anticipado


del testigo en la forma establecida, uniéndose a los autos las declaraciones
una vez que se presente la demanda.

b) También puede practicarse la declaración de testigos después de


finalizado el período de prácticas de prueba, si el Juez acuerda como
diligencia para mejor proveer examinarlos.

4. Procedimiento de la prueba testifical

La petición de la prueba testifical ha de hacerse por escrito que se


presentará en el Juzgado dentro del período de proposición de prueba. A
este escrito debe acompañarse, como ya se indicó, el pliego de preguntas
acerca de las cuales el solicitante desea que declare el testigo.

En cambio, lo que no es necesario presentar con este escrito es la


lista de testigos, las cuales deben de presentarse dentro de los diez días
siguientes a la admisión de la prueba. Esta lista no es más que una relación
de los testigos de que la parte intenta valerse con expresión del nombre y
apellidos de cada uno, profesión, oficio, domicilio, etc41.

De la lista se acompañará copia que se entrega a la parte contraria.


Los litigantes pueden valerse de cuantos testigos estimen convenientes
sin limitación de número, pero los gastos que excedan de seis por cada
pregunta útil serán de cuenta de la parte que los haya presentado.

La admisión de esta prueba es facultad del Juez que la repelará de


oficio si no se concreta a los hechos fijados en los escritos de alegaciones
que no hayan sido confesados llanamente (admitidos) por la parte quien
perjudique (art. 1083 Pr). Igualmente el Juez admitirá las preguntas y
repreguntas que estime pertinentes y desechará las que considere que no
lo son (art. 1348 Pr).

45- Las listas de testigos suelen presentarse con el escrito de petición de esta prueba.

298
William Ernesto Tórrez Peralta

El señalamiento para la práctica de las declaraciones ha de hacerse


con tres días de antelación cuando menos y para el acto de la declaración
deben ser citadas todas las partes.

El acto comenzará en el día y hora señalados, examinándose separada


y sucesivamente y por el orden de la lista a cada uno de los testigos. El
Juez podrá alterar ese orden y adoptar las medidas necesarias para que los
testigos que vayan declarando no se comuniquen con los que aún no lo
han hecho.

Antes de declarar, el testigo presentará juramento (o promesa) y el


Juez instruirá al testigo de las penas con las que se castiga el delito de
falso testimonio en pleito civil si el testigo manifestare ignorarlos (art.
1328 Pr).

El interrogatorio comienza formulando al testigo las llamadas


preguntas generales de ley (art. 1337 Pr) que son:

1º. Su nombre, apellido, edad, estado, profesión y domicilio.

2º. Si es pariente, por consanguinidad o afinidad, y en qué grado, de


alguno de los litigantes.

3º. Si tiene interés directo o indirecto en el pleito o en otro semejante.

4º. Si es enemigo de alguno de los litigantes.

Estas preguntas han de formularse necesariamente aun en el supuesto


de que no se contenga en el interrogatorio (art. 1337 Pr). También lo será
igualmente en las repreguntas, si se hubiesen presentado y admitido.

Seguidamente se procede a examinarlo acerca de cada una de las


preguntas declaradas pertinentes y de las repreguntas que, igualmente,
hayan sido admitidas, es decir, la repregunta se formula a continuación de
la pregunta a que se refiera (art. 1330 Pr).

Como reglas generales a la práctica de esta prueba el Código de


Procedimiento Civil señala:

299
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

1º. Que en cada una de las contestaciones (es decir, tanto, a las
preguntas como a las repreguntas) el testigo ha de expresar la razón de
ciencia de su dicho, es decir, ha de contestar el porqué sabe lo que contesta
(art. 1334 Pr).

2º. Que el testigo ha de responder por sí mismo y de palabra sin valerse


de ningún borrador, aunque si la pregunta se refiere a libros o papeles,
podrá permitírsele que los consulte (art. 1346 Pr).

3º. Que la declaración de cada testigo se extiende por separado, pero a


continuación las unas de las otras.

4º. Que el Juez, de oficio o a petición de las partes, podrá pedir al


testigo cuantas explicaciones crea convenientes para el esclarecimiento de
los hechos acerca de las cuales hubiese sido examinado (art. 1330 Pr).

Del resultado de las diligencias se extiende la correspondiente acta por


escrito en la que se consignará la declaración. Esta acta puede ser leída por
el testigo y si no quiere por el Secretario, y el Juez le preguntará si ratifica
la declaración o tiene algo que variar, consignándose en el acta lo que
manifestare (art. 1332 Pr). El acta es firmada por el testigo si sabe, por el
Juez y por el Secretario y los demás asistentes (art. 1333 Pr)46.

5. La tacha de testigos

El Código de Procedimiento Civil permite que la parte contraria a la


que propuso la prueba testifical pueda poner en conocimiento del Juez
determinados hechos ocultados por el declarante, que pueden poner en
duda la veracidad de la declaración.

El procedimiento de esta especie de impugnación o de denuncia recibe


el nombre de tacha de testigos y procede cuando el testigo oculta algunas
de las generales de ley (art. 1368 Pr)47.

46- «No tienen valor las declaraciones no firmadas por el Juez y Secretario» (SCSJ de 15
de mayo de 1956).
47- «Para que la tacha produzca efectos legales es necesario que se presente una petición
especial con tal objeto, puntualizando la tacha» (SCSJ de 30 de junio de 1929).

300
William Ernesto Tórrez Peralta

Según el Código de Procedimiento Civil, cada parte podrá tachar los


testigos de la contraparte en quienes concurra alguna de las causas que
establecen los artículos 1316 y 1317.

La tacha se planteará por escrito que ha de presentarse en el plazo


de tres días siguientes al que se hubiesen terminado las declaraciones de
testigos de parte, y en él se propondrá, por medio de otrosí, la prueba para
justificarla.

Del escrito se da traslado a la otra parte que podrá impugnarlo en tres


días y proponer igualmente prueba.

Si ninguna de las partes propone prueba, el escrito de tacha y la


contestación se unen a los autos para tenerlos presente en la sentencia.

Si se propone prueba y se admite se procede a su práctica dentro de las


reglas comunes (art. 1375 Pr) y si no hubiere suficiente se podrá prorrogar
hasta diez días.

Practicada la prueba se une a los autos y se decide lo que se estima


oportuno en la sentencia. Es decir, la tacha no exige una decisión específica.
Es el Juez quien en la sentencia definitiva la valorará junto con la prueba
testifical de acuerdo a las reglas de la sana crítica (arts. 1376, 1377 y 1378
Pr).

6. Valoración de la prueba testifical

El Código Civil establece que la fuerza probatoria de las declaraciones


de los testigos será apreciada por los Tribunales con forme a lo establecido
en la ley procesal (art. 2430 C).

Y el artículo 1353 del Código de Procedimiento Civil mantiene el


principio general de que los Jueces y Tribunales apreciarán la fuerza
testimonial por la verdad de las declaraciones y por la imparcialidad del
número de testigos. Por tanto, «sólo pueden ser testigos en juicio, la persona
capaz de responder con libertad y conocimiento acerca de los hechos sobre
que se le interrogue» (art. 1308 Pr). «No puede ser testigo en juicio el
que tuvo un impedimento físico cuando ocurrió el hecho; o es inhábil por
cualquier causa cuando presta su declaración» (art. 1309 Pr).

301
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Por tanto, la prueba testifical es de libre valoración del Juez o


Tribunal.

De conformidad con el artículo 1354 del Código de Procedimiento


Civil son legalmente verdaderas:

1º. Las declaraciones de dos o más testigos idóneos, presénciales y


contestes sobre los hechos y circunstancias esenciales.

2º. Las de los testigos idóneos y contestes que dan razón de su dicho o
demuestran que tiene motivo particular para saber lo que declaran, aunque
no sean presénciales.

3º. Las declaraciones de los testigos que se apoyen en el concepto que


han formado por sus conocimientos especiales en la materia del pleito.

Para valorar la decisión de un testigo, el Juez tendrá en consideración


las circunstancias siguientes (art. 1364 Pr):

1º. Que le testigo no sea inhábil de las causas ya señaladas.

2º. Que por su edad, capacidad e instrucción, tenga el criterio necesario


para juzgar el acto.

3º. Que por su probidad, por la independencia de su posición y por sus


antecedentes personales, tenga completa imparcialidad.

4º. Que el hecho de que se trate sea susceptible de ser conocido por
medio de los sentidos, y que el testigo lo conozca y no por inducciones ni
referencias a otras personas.

5º. Que la declaración sea clara y precisa, sin dudas, ni reticencias, ya


sobre la sustanciación del hecho, ya sobre las circunstancias esenciales.

6º. Que el testigo no haya sido obligado por fuerza o por miedo, ni
impulsado por engaño, error o soborno.

302
William Ernesto Tórrez Peralta

XV — LA PRUEBA PERICIAL

1. Concepto de perito

El perito es la persona que sin ser parte comparece en el proceso con


el fin de emitir un dictamen con finalidad probatoria para cuya elaboración
sean necesarios o convenientes conocimientos científicos, artísticos o
prácticos48.

2. Características de la prueba pericial

La prueba de peritos es una prueba procesal de carácter personal que


se diferencia de las otras pruebas personales del mismo carácter:

1) Se diferencia de la confesión judicial en que ésta es la declaración


que emite una parte a petición de la otra, mientras que el perito nunca
puede ser parte. Ha de ser un tercero, lo mismo que el testigo: es decir,
no puede ser ni el actor ni el demandado, ni un litisconsorte necesario o
voluntario, ni un coadyuvante.

2) Lo mismo que los restantes medios de prueba, nuestra legislación


regula la prueba de peritos tanto en el Código Civil (arts. 2420 a 2422 se
agrupan bajo la rúbrica de «De la prueba de Peritos») como en el Código
de Procedimiento Civil (arts. 1263 a 1294 bajo la rúbrica «Dictámenes
de peritos»), si bien lo que hay resaltar aquí es la escasa atención que
el Código Civil presta a este mecanismo ya que se limita a determinar
su objeto (en términos muy semejantes a los del Pr) y a remitir a la ley
procesal la materia de valoración de la prueba.

48- GÓMEZ ORBANEJA define al perito como la persona con conocimientos


especializados llamados al proceso para aportar las máximas experiencias a fin de facilitar
la percepción y la apreciación de hechos concretos objetos del debate. DE LA OLIVA
dice que la prueba pericial es la actividad procesal desarrollada a instancia de las partes
en virtud de la cual una o varias personas expertas en materias no jurídicas elaboran y
transmiten al Juez información especializada dirigida al conocimiento y apreciación de los
hechos y circunstancias fácticas relevantes en el proceso.

303
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Pero pese a esta escasa regulación hay que afirmar que coexiste el
perito extraprocesal (por ejemplo, el que recoge el artículo 3043 C) y el
perito procesal que es el que estudiamos aquí.

A diferencia del testigo, el perito puede ser tanto una persona física
como una persona jurídica.

En relación con el primer supuesto, el artículo 1267 del Código de


Procedimiento Civil exige que «los peritos deberán tener el título de
tales en la ciencia o arte a que pertenezca el punto sobre el que han de
dar su dictamen, si su profesión está reglamentada por las leyes o por
el Gobierno»49. Pero la exigencia legal es muy rigurosa, ya que si la
profesión no esta reglamentada o si no hubiesen peritos técnicos en el
lugar de residencia del Juez, las partes podrán optar en designarlos de otras
circunscripciones o nombrar a cualquier persona entendida aun cuando
tenga título.

La admisibilidad del perito persona jurídica se basa en el artículo 1284


del propio Código de Procedimiento Civil que faculta al Juez a pedir, a
instancia de cualquiera de las partes, informe a la Academia, Colegio o
Corporación oficial que corresponda «cuando el dictamen pericial exija
operaciones o conocimientos científicos especiales», de cuyo requisito
se deduce que no procede actuación de una persona jurídica cuando para
apreciar el hecho básico con conocimientos prácticos, ni en los supuestos
comunes en que no exijan conocimientos especiales. Estas personas
jurídicas pueden ser tanto de carácter público como de carácter privado.

En estos casos el informe se une a los autos y produce sus efectos a


que se dé o reciba transcurrido el plazo probatorio, y en su presentación
intervengan las partes como ocurre en el dictamen del perito persona
física.

49.- Los peritos deberán estar en posesión del título que les habilite para desempeñar la
función pericial que les ha sido confiada. Entre otras, se encuentran especialmente regladas
para ejercer como peritos los titulares de profesiones tales como: arquitectos, ingenieros,
médicos, geólogos, topógrafos, economistas, auditores, bibliotecarios, delineantes, ópticos,
archiveros, anticuarios, agentes de la propiedad inmobiliaria, tasadores de muebles, joyas y
ropas, tasadores de seguro, etc., no cabe sin embargo pericia en materia de Derecho, ya que
la aplicación e interpretación del Derecho compete exclusivamente al Juez.

304
William Ernesto Tórrez Peralta

El perito presenta su colaboración al Juez emitiendo un informe escrito


u oral que recibe el nombre de dictamen pericial y que ha de ajustarse al
objeto concreto de la prueba (art. 1279 Pr).

El objeto se fijará con claridad y precisión por la parte que propone la


prueba, pero la parte contraria podrá exponer brevemente en los tres días
siguientes al que se le entrega la copia del escrito de proposición de la
prueba pericial lo que estime oportuno sobre su pertinencia o ampliación
(arts. 1264 y 1265 Pr).

Pero es el Juez el que, teniendo en cuenta lo pedido por el proponente


y las alegaciones, objeciones, oposición o ampliación pedida por la otra
parte, decide si la prueba es pertinente y, por tanto, procede su práctica,
o la declara impertinente, en cuyo caso la deniega. En el caso de que
la considere pertinente decide en el mismo auto «lo que haya de ser
objeto del reconocimiento pericial», y a este objeto se ha de concretar el
reconocimiento y posterior dictamen (art. 1283 Pr).

La regla general en el Código de Procedimiento Civil es que los peritos


sean uno o varios. En este sentido en el escrito de proposición de la prueba
el solicitante manifestaría el número que prefiere y la parte contraria podrá
exponer brevemente lo que quiera en relación con el mismo (art. 1265
Pr).

El Juez accederá a lo que de común acuerdo hayan propuesto las partes


y, en caso de que no haya acuerdo, resolverá sin ulterior recurso lo que crea
conveniente, teniendo en consideración la importancia del reconocimiento
y la cuantía del pleito (art. 1266 Pr).

3. Lugar y tiempo de la prueba pericial

La prueba pericial comprende dos extremos que pueden ser


discontinuos: el reconocimiento pericial y la emisión del dictamen.

1) El reconocimiento es el análisis que el perito realiza sobre la cosa


objeto del informe pericial. Se realiza, por lo general, en el lugar donde
está situada la cosa, si bien en el caso de que la cosa sea mueble puede
hacerse en la propia sede del órgano jurisdiccional, o en el lugar donde
estuviere depositada la misma.

305
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Esta función de reconocimiento ha de realizarse conjuntamente por


el perito o peritos y con la posibilidad de intervención de las partes, que
pueden concurrir al acto con sus defensores y hacer a los peritos las
observaciones que estimen oportunas.

A estos efectos se señalará día y hora para el principio de la operación


si alguna de las partes lo pidiere, lo que indica que cuando no hay petición
no habrá que hacer el señalamiento y los peritos realizarán la diligencia de
reconocimiento sin asistencia de las partes y cuando lo estimen oportuno
dentro del plazo probatorio. Este reconocimiento no se puede repetir
aunque se alegue la insuficiencia del practicado o no haya resultado
acuerdo o dictamen de la mayoría (arts. 1278, 1282 y 1283 Pr).

2) El dictamen razonado es el informe que los peritos emiten una vez


practicado el reconocimiento, contestando a las cuestiones que han sido
sometidas a su consideración.

Puede hacerse por escrito u oralmente en forma de declaración. Si se


hace por escrito ha de ratificarse ante el Juzgado y es en este momento
o en el de la declaración si se hace oralmente, cuando los defensores
pueden pedir al Juez que exija al perito las explicaciones oportunas para el
esclarecimiento de los hechos (art. 1279 Pr).

Si los peritos son varios y estuvieren de acuerdo, el dictamen es


único. Si no existiera tal acuerdo se harán tantos dictámenes escritos o
declaraciones cuantos fueren los pareceres.

La declaración o ratificación se presenta en la sede del Juzgado, en


audiencia pública, con la intervención del Juez y del Secretario y con el de
las partes si asistieren, que deben ser citadas para el acto con veinticuatro
horas de antelación cuando menos.

El reconocimiento pericial puede practicarse simultáneamente con


el reconocimiento judicial cuando se acuerden ambos medios de prueba
sobre una misma cosa, si bien deben cumplirse las reglas establecidas para
cada una de ellas (art. 1257 Pr).

El tiempo para la práctica de la prueba pericial es exclusivamente


el del período probatorio. Excepcionalmente puede el Juez para mejor

306
William Ernesto Tórrez Peralta

proveer y antes de dictar sentencia no sólo ordenar la práctica de cualquier


informe pericial que considere necesario, sino exigir que se amplíe el que
ya se hubiese hecho.

4. Procedimiento de la prueba pericial

Dentro del procedimiento para la práctica de esta prueba pueden


verse los siguientes momentos: a) Petición; b) Oposición; c) Admisión;
d) Nombramiento de peritos; e) Recusación; f) Reconocimiento; y g)
Emisión del dictamen.

a) La petición de la prueba pericial ha de hacerse por escrito que ha de


presentarse en el período probatorio o de proposición. En el escrito se ha
de proponer con claridad y precisión el objeto sobre el como ha de recaer
el reconocimiento pericial y se ha de manifestar si se desea que sea un
perito o varios los que emitan el dictamen (arts. 1263 y 1264 Pr).

b) De este escrito se da traslado a la otra parte mediante entrega de sus


copias. Ésta podrá, dentro de los tres días siguientes a tal entrega, exponer
brevemente lo que estime oportuno sobre su pertinencia o ampliación a
otros extremos y sobre si han de ser uno o varios los peritos (art. 1265
Pr).

Es decir, el legislador pretende una participación directa de la parte


contraria en esta prueba y por ello dentro de esos tres días, le permite:

1º. Oponerse a la realización de la prueba por considerarla


impertinente.

2º. Admitir la pertinencia de la prueba, pero solicitando que el dictamen


se amplíe a otros extremos que detallará en su escrito.

3º. Aceptar que la prueba se practique por el número de peritos


solicitado por la parte proponente.

4º. Impugnar el número de peritos, solicitando o pidiendo que se


haga por uno cuando el proponente pide varios, o por varios cuando el
proponente pide uno.

307
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Estas peticiones deben hacerse por escrito presentado dentro del plazo
concedido y con el razonamiento propio de todo escrito judicial.

c) Presentado el escrito de oposición o ampliación, o transcurriendo


el plazo de los tres días indicado, el Juez decide por medio de auto lo que
juzgue procedente sobre la admisión de dicha prueba (art. 1266 Pr):

1º. Si la considera impertinente la deniega.

2º. Si la considera pertinente, en el mismo auto designará lo que haya


de ser objeto de reconocimiento pericial y si éste ha de practicarse por uno
o varios peritos.

Lógicamente para la determinación del objeto ha de tener en cuenta


tanto lo pedido por el proponente como las ampliaciones solicitadas por la
parte contraria.

En la propia resolución se fija día y hora para que comparezcan las


partes o sus representantes, dentro de los seis días siguientes, con el fin de
que se pongan de acuerdo en el nombramiento de perito o peritos, con la
advertencia de que la parte que no comparezca se entiende que se conforma
con los designados por la contraria.

d) El nombramiento del perito o peritos se realiza, pues, en una


comparecencia hecha ante el Juzgado o Tribunal a la que asiste el Juez y el
Secretario y los litigantes que lo consideren oportuno. Para la designación
del perito o peritos se siguen las siguientes reglas:

1ª. Si hay acuerdo entre las partes, el Juez designa al perito o peritos
que ambas partes le proponen.

2ª. Si no hay acuerdo, el Juez insacula en el mismo acto tres nombres


de cada uno de los que hayan de ser elegidos.

3ª. Si no hubieren dicho número, queda a elección del Juez el


nombramiento del perito o peritos que deberá designarlo en los dos días
siguientes a la comparecencia.

Si alguna de las partes recusase a alguno de los peritos insaculados

308
William Ernesto Tórrez Peralta

para la elección, el Código de Procedimiento Civil dispone sin más que no


se incluyan en el sorteo.

Hecha la elección es necesario que en el nombramiento se le haga


saber al perito o peritos designados «para que acepten el cargo y juren
desempeñarlo bien y fielmente» dentro del plazo que el Juez le señale.
Esta actuación se lleva a cabo en el propio Juzgado donde acuden los
designados aceptando y jurando (o prometiendo) lo que el Código de
Procedimiento Civil les exige.

De esta circunstancia, recogida en el artículo 1270 Pr., se desprende


que la aceptación no es obligatoria. Para el caso de que no se acepte el
cargo por todo o algunos de los elegidos, volverá a repetirse la operación
hasta que se consiga la aceptación.

Al aceptar, el perito no sólo se obliga a hacer algo cuyo incumplimiento


acarrea responsabilidad, sino que adquiere el derecho a percibir honorarios
por su actuación, honorarios que habrá de pagar el litigante que solicito la
práctica de la prueba que, en su caso se incluirán en la tasación de costas
(art. 369 Pr) y que pueden ser impugnados por la parte obligada al pago
cuando los considere excesivas.

e) Recusación. Una de las características del peritaje en el Código de


Procedimiento Civil es que los peritos designados pueden ser recusados
por las partes.

La recusación supone la denuncia que una de las partes hace al Juez


de la existencia de alguna circunstancia que haga dudar la imparcialidad
del perito:

1) Están legitimados para la recusación las partes del proceso.

2) La recusación ha de hacerse por escrito firmado por el Abogado en


el que se ha de expresar la causa de la recusación y medios para probarla.

3) El escrito de recusación ha de presentarse dentro del plazo


establecido por la ley que será:

1º. Si la recusación se basa en una causa posterior al nombramiento,

309
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

único caso en que es posible, cuando los peritos se designaron de común


acuerdo, el plazo dura hasta cualquier momento anterior al señalado para
el reconocimiento.

2º. Si la recusación se basa en causas que existían con anterioridad al


nombramiento, el escrito de recusación ha de presentarse en los dos días
siguientes a la notificación del nombramiento.

4) Son causas legítimas de recusación (art. 1273 Pr):

1º. Ser el perito pariente dentro del cuarto grado de consanguinidad o


segundo de afinidad, de la parte contraria.

2º. Haber dado anteriormente sobre el mismo asunto dictamen contrario


a la parte recusante.

3º. Ser dependiente o socio del litigante contrario.

4º. Tener interés directo o indirecto en el pleito o en otro semejante o


participación en sociedad, establecimiento o empresa contra la cual litigue
el recusante.

5º. Enemistad manifiesta, anterior al nombramiento.

Presentado el escrito de recusación el Juez puede adoptar alguna de las


dos decisiones siguientes:

1ª. Rechazarlo de plano, lo que hará cuando la recusación no se funde


en alguna de las causas legales o cuando no se hubiere presentado con las
formalidades o dentro de los plazos señalados (art. 1274 Pr).

2ª. Admitir el escrito, en cuyo caso se exige al perito recusado que en


el acto de la notificación y ante el Secretario jure si es o no cierta la causa
en que la recusación se funde (art. 1275 párrafo 1º Pr).

Si jura que es cierta, sin más trámite se les tiene por recusado y el Juez
designa al perito que haya de sustituirle (art. 1275 párrafo 2º Pr).

310
William Ernesto Tórrez Peralta

Si el perito niega la certeza de la causa, comienza el trámite de una


incidencia especial cuyo acto fundamental es una comparecencia a la
que pueden asistir los Abogados de las partes y en las que de no lograrse
acuerdo se practican pruebas, decidiendo el Juez lo que considere oportuno
y, designado, en su caso, el perito que haya de sustituir al recusado (art.
1276 Pr).

Si se desestima la recusación, el recusante es condenado al pago de


las costas del incidente y a una indemnización que no podrá exceder de
cincuenta córdobas (art. 1277 Pr).

f) El reconocimiento es el estudio que los peritos realizan de la cosa


objeto del peritaje con el que da a conocer los datos y las consecuencias
que han de tener en cuenta en su dictamen.

Éste puede ser un acto exclusivo de los peritos o del perito, pero
puede ser un acto en el que participen las partes, ya que el Código de
Procedimiento Civil permite que si alguna de éstas lo solicitare el Juez
señalará día y hora para el comienzo de la operación. En este caso las
partes y sus defensores pueden concurrir al acto del reconocimiento y
hacer a los peritos las observaciones que estimen justas (art. 1278 Pr).

g) El dictamen es la información que proporcionan al Juez los peritos,


contestando al objeto concreto que se les ha planteado. El Pr., exige que
este dictamen sea razonado, o sea, que los peritos justifiquen con sus
conocimientos científicos, artísticos o prácticos las conclusiones a las que
llegan.

Este informe puede hacerse bien por escrito o verbalmente «según la


importancia del asunto» frase que hay que entender según la importancia del
dictamen que emiten (art. 1279 Pr). No lo dice el Código de Procedimiento
Civil pero son los peritos lo que determinan la forma que eligen.

Si el dictamen se presenta por escrito, el Código de Procedimiento


Civil exige que se ratifique judicialmente, con juramento o promesa. Si
se hace verbalmente en la correspondiente comparecencia, también ha de
hacerse bajo juramento (o promesa). El Código de Procedimiento Civil
quiere que la ratificación o la comparecencia verifique acto continuo del
reconocimiento; pero como esto no es palpable en la mayoría de los casos,

311
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

lo que suele hacerse es señalar un día y hora para tales actos, señalamiento
que debe notificarse a las partes las que se citará para el mismo acto con el
fin de que puedan hacer uso de sus derechos que les conceden.

En la comparecencia los peritos ratificarán sus informes o el informe y


harán la declaración contestando a los puntos objeto del peritaje.

En este acto, las partes, si asistieren, podrán solicitar que el Juez exija
al perito o peritos las explicaciones oportunas para el esclarecimiento de
los hechos, explicaciones que podrán ser exigidas de oficio por el Juez
aunque el Código de Procedimiento Civil no aluda a esta posibilidad.

El reconocimiento y el consiguiente dictamen pericial no se repetirá


aunque se alegue la insuficiencia del practicado o no haya resultado
acuerdo o dictamen de la mayoría.

5. Valoración de la prueba pericial

El problema de la valoración de la prueba pericial, lo resuelve el Código


Civil afirmando que el valor de esta prueba es objeto de las disposiciones
del Código de Procedimiento Civil (art. 2421 C) y, en efecto el artículo
1285 párrafo 1º de éste ordena que «los jueces y los tribunales apreciarán
la prueba pericial según las reglas de la buena crítica sin estar obligados a
someterse al dictamen de los peritos»50.

Esto lo reitera el artículo 196 de la Ley Orgánica del Poder Judicial que
señala: «Los Jueces y Tribunales apreciarán la prueba pericial en base a las
normas de valoración del sistema de la Sana Critica, excepto en materia de
avalúos en los que el monto dado por los peritos será obligatorio».

50- La doctrina jurisprudencial ha dicho que «la prueba pericial no debe acogerse sin
reserva sino que debe examinarse conforme las reglas de la sana critica» (SCSJ de 22 de
julio de 1921). «Cuando no se trata de valorar una sola cosa, sino de justipreciar los daños
y perjuicios, los Tribunales no están obligados a aceptar su totalidad el dictamen pericial
y sólo pueden aprovechar los datos que suministra para resolver con equidad y acierto o
apreciar el dictamen conforme las reglas de la buena critica como prescribe el artículo 1285
Pr» (SCSJ de 24 de septiembre de 1914).

312
William Ernesto Tórrez Peralta

XVI — LA PRUEBA POR


RECONOCIMIENTO JUDICIAL

1. Concepto de reconocimiento

El reconocimiento judicial es el medio de prueba consistente en el


examen directo por parte del Juez, de las exterioridades del sitio o la cosa
litigiosa, cuando sea necesario para el esclarecimiento de los hechos.

2. Características del reconocimiento

1) El reconocimiento judicial es una prueba de carácter eminentemente


procesal. Quizá la prueba exclusivamente procesal por excelencia. No
obstante, ello también se regula en el Código Civil bajo el nombre de
inspección personal del Juez, si bien de una manera muy escasa, ya que se
limita a establecer en su artículo 2417 que la prueba de inspección personal
del Juez sólo será eficaz en cuanto claramente permita al Tribunal apreciar,
por las exterioridades de la cosa inspeccionada, el hecho de que se trate de
averiguar, y, el artículo 2418 C que el reconocimiento practicado por un Juez
puede ser apreciado por otro «siempre que el primero hubiera consignado
con perfecta claridad en la diligencia los detalles y circunstancias de la
cosa inspeccionada», preceptos de indudable carácter procesal.

La regulación detallada de este medio de prueba se hace en los artículos


1255 a 1262 del Código de Procedimiento Civil.

2) Es además una prueba de carácter real porque recae sobre «algún


sitio o la cosa litigiosa», según precisa el artículo 1255 del Código de
Procedimiento Civil.

El Código de Procedimiento Civil se refiere, sin duda alguna, al examen


mediante la vista de cosas físicas, es decir, bienes muebles o inmuebles y
lugares. Ello plantea dos problemas:

a) El de si una persona puede ser objeto de reconocimiento judicial. La


solución ha de ser afirmativa, porque pueden obtenerse datos relevantes de
ese reconocimiento.

313
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Piénsese en un proceso de filiación en el que es importante la


determinación del color del demandado para considerarlo progenitor.

b) La utilización del sentido de la vista es el medio de percepción


normalmente utilizado por el Juez en el reconocimiento. El Juez
inspecciona, examina y se ve por sí mismo «las exterioridades de la cosa
inspeccionada» (art. 2417 C).

Pero si bien esto es lo normal, no hay inconveniente alguno en admitir


que el Juez pueda percibir por cualquier otro de sus sentidos. La utilización
del olfato puede ser determinante para la resolución de un pleito sobre
malos olores de una fábrica, etc.

3) El reconocimiento es una prueba de uso limitado ya que el Código


de Procedimiento Civil sólo la permite cuando el Juez la estime necesaria
para el esclarecimiento y apreciación de los hechos, sin permitirla en el
caso de conveniencia como ocurre con otras pruebas (art. 1255 párrafo 1º
Pr).

3. Lugar y tiempo del reconocimiento

El lugar donde se practica el reconocimiento puede ser la propia sede


del órgano judicial cuando la inspección se realiza sobre personas y cosas
que puedan llevarse a la presencia del Juez, o en el sitio o cosa litigiosa
donde haya de realizarse la percepción, en otro caso (art. 1255 Pr).

Respecto al tiempo, la prueba de reconocimiento ha de practicarse


durante en el período de práctica de prueba, sin que respecto a esto haya
más excepciones que la posibilidad que el artículo 213 del Código de
Procedimiento Civil, concede al Juez de que antes de dictar sentencia
acuerde para mejor proveer practicar cualquier reconocimiento que resulte
necesario, o que amplíen los que ya se hubieren hecho (art. 1262 Pr).

4. Procedimiento del reconocimiento

Dentro del procedimiento para la práctica de este medio probatorio


pueden verse los siguientes momentos: a) Petición; b) Admisión; c)
Señalamiento; d) Realización; y e) Documentación.

314
William Ernesto Tórrez Peralta

a) La petición ha de hacerse por escrito que se presentará dentro del


período de proposición de prueba. Puede pedirlo cualquiera de las partes
y en su escrito deben alegar la necesidad de su práctica. Pueden pedirlo
una sola o las dos partes. En este último caso debe practicarse un solo
reconocimiento, no uno distinto para cada parte.

b) La admisión la decretará el Juez sin presentar audiencia a la parte


contraria. Si se considera que no es necesaria la rechazará.

c) El Juez en la misma resolución que la admite señalará el lugar, día


y hora en que haya de practicarse, que será durante el período de práctica
ordinario de prueba o del extraordinario, en su caso (art. 1262 Pr) cuidándose
el Código de Procedimiento Civil de ordenar que el señalamiento se haga
con tres días de anticipación por lo menos.

Esta resolución ha de ser notificada a las partes, que, además, deben


ser citadas para la práctica del reconocimiento (art. 1255 párrafo 2º Pr).

d) El reconocimiento se celebrará en el lugar, día y hora señalados. Al


acto pueden acudir las partes, los representantes y Abogados, que podrán
hacer de palabra las observaciones que estimen oportunas (art. 1256
párrafo 1º Pr).

Como es lógico la diligencia recaerá sobre los puntos que sean objeto
o que tengan interés para el litigio, lo que conlleva una facilidad de la
prueba, ya que por expresa disposición del Código Civil, sólo puede
consistir en las «exterioridades de la cosa inspeccionada» (art. 2417 C).
No obstante, la realización de la diligencia puede complicarse en los
siguientes supuestos:

1º. Cuando acompañen a cada parte una persona práctica en la materia.


En este caso —permitido por el artículo 1256 párrafo 2º Pr— si el Juez
estima conveniente oír las declaraciones u observaciones de estos prácticos,
les recibirá previamente juramento (o promesa) de decir verdad.

Ello también procederá cuando la persona práctica la presente una


sola de las partes. Esta persona práctica es un perito conocedor, por su
experiencia práctica, de algún extremo de los hechos litigiosos.

315
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

2º. Cuando se acuerde el reconocimiento judicial y el pericial de una


misma cosa, el Código de Procedimiento Civil ordena que se practiquen
simultáneamente estos medios de prueba, si bien en ambos casos han de
cumplirse las reglas establecidas para cada uno de ellos (art. 1257 Pr).
En este caso lo ideal es que pueda emitir su informe acto continuo del
reconocimiento, pero si ello no fuese posible, en el momento en que el
Juez le señale.

3º. También el Código de Procedimiento Civil autoriza a que la


parte a quien interesa pedir y el Juez decretar que acto continuo del
reconocimiento judicial puedan ser examinados los testigos del mismo
sitio, cuando la inspección o vista del lugar contribuya a la claridad de
su testimonio (art. 1258 Pr). Este examen ha de realizarse cumpliendo,
igualmente las formalidades de esta prueba y, por tanto, el Juez exigirá
juramento (o promesa) a los testigos, los interrogará sobre las generales
de ley y les exigirá que tras cada respuesta expliquen la razón de ciencia
de sus dichos.

e) Del resultado de la diligencia del reconocimiento extenderá el


Secretario la oportuna acta, que firmarán los concurrentes, consignándose
también en ella las observaciones pertinentes hechas por una u otra parte y
las declaraciones de los prácticos (art. 1256 in fine Pr).

Pero, además, el Juez está obligado a consignar con perfecta claridad


los detalles y circunstancias de la cosa inspeccionada, pues así lo exige
el artículo 2418 del Código Civil y el artículo 1261 del Código de
Procedimiento Civil.

5. Valoración del reconocimiento

Ni el Código de Procedimiento Civil ni el Código Civil hacen referencia


a este extremo, pero la lógica nos dice que: el Juzgador valorará libremente
la prueba realizada. Esta prueba se ha de conjugar con las demás no tiene
preferencia sobre las otras.

316
William Ernesto Tórrez Peralta

XVII — LA PRUEBA
POR PRESUNCIONES

1. Concepto de presunciones

La presunción es una operación intelectual del Juez que, en el caso


de falta de pruebas directas, deduce de la existencia de unos hechos
acrecentados procesalmente otro hecho distinto de importancia en el
proceso51.

2. Características de las presunciones

a) Decimos, en primer lugar, que la presunción es una actividad


intelectual del Juez y, por tanto, un medio de prueba que el Código Civil
le asigna en su artículo 2357 inc. 7º. En este sentido está más acertado
el Código de Procedimiento Civil para el que la presunción «es la
consecuencia que la ley o el Juez deducen de un hecho conocido para
averiguar la verdad de otro desconocido: la primera se llama LEGAL y la
segunda HUMANA» (art. 1379 Pr). Al ser una operación intelectual del
Juez, tiene carácter procesal.

b) La presunción únicamente se admite en los casos en que no hace


prueba directa. Sea dicho que la presunción es un medio supletorio de
prueba, a falta de prueba directa.

c) En la presunción se tiene en cuenta dos hechos distintos:

1º. El hecho base, según el artículo 2432 del Código Civil, es el hecho
del que ha de deducirse la presunción. El Código exige qué «el que invoca
un presunción legal debe probar la existencia de los hechos que le sirven
de base».

51- SERRA DOMÍNGUEZ dice que es la actividad intelectual probatoria del Juzgador
por la que afirma un hecho distinto del afirmado por las partes a causa del nexo casual o
fáctico entre ambas afirmaciones. Para GUASP es aquella prueba que emplea un cierto
acaecimiento para convencer al Juez de la verdad o falsedad de un dato procesal.

317
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Es decir, que la presunción requiere la apreciación de un hecho claro


y acreditado.

2º. El hecho consecuencia o deducido, es el hecho que el Juzgador


deduce de la existencia del acreditado. Por ejemplo, si en un proceso
sobre rescisión de un arrendamiento, por no uso de la cosa arrendada, se
acredita que el arrendatario no consume agua, ni luz, ni teléfono, el Juez
deducirá, es decir, sentará la presunción de que el inquilino no reside y
tiene abandonada la vivienda.

La apreciación entre el hecho básico y el deducido es la de la


incumbencia del Juzgador.

3. Clases de presunciones

La doctrina y el Código de Procedimiento Civil distingue dos tipos


de presunciones: presunciones establecidas por la ley; y presunciones
formadas por el Juez. Otros autores las llaman presunciones legales o
presunciones judiciales.

1) Las presunciones legales, según los artículos 2432 y 2433 del


Código Civil, dispensan de toda prueba a los favorecidos por ellas, si bien
pueden destruirse por la prueba en contrario.

En el Código Civil existen supuestos concretos de presunciones de


este tipo, que no constituyen pruebas sino eliminación de la carga de la
prueba, reglas de forzoso cumplimiento por el Juzgador.

El artículo 1380 del Código de Procedimiento Civil establece que «hay


presunción legal: 1º Cuando la ley la establece expresamente; 2º Cuando
la consecuencia es inmediata y directamente de la ley».

2) Las presunciones judiciales (presunciones no establecidas por la


ley, según la terminología del Código Civil) se establece que para que
sea apreciable como medio de prueba es indispensable que en el hecho
demostrado y aquel que se trate de deducir haya un enlace preciso y directo
según las reglas del criterio humano (arts. 2434 C y 1381 Pr).

318
William Ernesto Tórrez Peralta

Estas son las auténticas deducciones que el Juzgador hace en la


sentencia y que supone no sólo la consideración de probado el hecho base,
sino el del hecho deducido sea indispensable para la fundamentación del
fallo.

4. Procedimiento probatorio

La presunción judicial no tiene procedimiento propiamente dicho.


Pero no hay obstáculo alguno a que la parte en sus escritos de proposición
de pruebas solicite que se tenga en cuenta alguna presunción concreta,
solicitud que, incluso, puede venir ya formulada en los escritos de
alegación. Pero lo que sí ha de ser objeto de prueba y de contraprueba de
la parte contraria es la acreditación del hecho base.

Lógicamente, en los escritos de conclusión, es donde es visto, el


resultado de las pruebas practicadas, ambas partes podrán solicitar la
estimación de las presunciones que les favorezcan o la desestimación de
las que pueden perjudicarles.

El artículo 1382 del Código de Procedimiento Civil establece que


el que tiene a su favor una presunción legal, sólo está obligado a probar
el hecho en que se funda la presunción. Y el artículo 1383 del mismo
cuerpo de leyes dispone que no se admite prueba contra la presunción
legal: 1) cuando la ley lo prohíbe expresamente; 2) cuando el efecto de la
presunción es anular un acto o negar una acción.

Se exceptúa de lo dispuesto en el número dos del artículo 1383, el caso


en que la ley haya reservado el derecho de probar (art. 1384 Pr).

El Código de Procedimiento Civil establece que contra las demás


presunciones legales y contra las humanas es admisible la prueba (art.
1385 Pr).

Así mismo, el artículo 1386 del mismo Código manifiesta que las
presunciones humanas no servirán para probar aquellos actos que conforme
a la ley deben constar por escrito.

Cuando fueren varias las presunciones con que se quiere probar un


hecho, han de ser además concordantes; esto es, no deben modificarse

319
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

ni destruirse unas a otras, y deben tener tal enlace entre sí y con el hecho
probado, que no puedan dejar de considerarse como antecedentes o
consecuencias de éste.

5. Control de las presunciones

No cabe duda alguna que la jurisprudencia de la Corte Suprema de


Justicia, mantiene una desconfianza del uso de las presunciones por parte
de los Juzgadores de instancia52.

Las deducciones que el Juzgador de instancia haga y las presunciones


que admita pueden ser objeto de impugnación en la apelación.

Las presunciones legales de que trata el artículo 1383 hacen plena


prueba (art. 1390 Pr). Las demás presunciones legales hacen prueba plena
mientras no se pruebe lo contrario (art. 1391 Pr).

El artículo 1392 del Código de Procedimiento Civil establece que «los


jueces apreciarán en justicia el valor de las presunciones humanas, según
la naturaleza de los hechos, la prueba de ellos, el enlace natural más o
menos necesario que exista entre la verdad conocida y la que se busca, y
a la aplicación más o menos exacta que se pueda hacer de los principios
consignados en los artículos 1386 y 1387 de este Código».

52- «La apreciación de las presunciones, en general, son de competencia soberana de los
Tribunales de instancia, sin que puedan dar motivo al recurso de casación, sino en casos
muy determinados, como cuando no existe enlace alguno entre el hecho ocurrido y la
deducción del Tribunal» (SCSJ de 15 de enero de 1947).

320
William Ernesto Tórrez Peralta

XVIII — LA FASE DE DECISIÓN

1. Conclusiones valorativas de las pruebas

Terminada la fase probatoria del proceso, se entra en una tercera que


recibe el nombre de fase de decisión caracterizada porque en ella el Juez
dicta la sentencia resolviendo los puntos que han sido objeto de litigio.

Pero esta fase está precedida, en el juicio ordinario, de las actuaciones


previas de las partes encaminadas a valorar las pruebas practicadas a su
instancia y a atacar las pruebas practicadas por la contraria.

En otros procedimientos, en cambio, transcurrida la fase de prueba se


pasa directamente a dictar sentencia: es lo que ocurre en el juicio verbal
(art. 1967 Pr), mientras que en otros juicios, por ejemplo, en el de los
incidentes, o en el ejecutivo, es facultativo de las partes el pedirse que se
señale vista para tal finalidad:

a) En el juicio ordinario, las partes pueden optar entre hacer por escrito
el resumen de las pruebas o hacerlo oralmente en la correspondiente vista
pública (art. 1403 Pr).

Esta opción ha de ejercitarse por cualquiera de las partes durante los


tres días siguientes a la notificación de la providencia que el Juzgado, de
oficio, ha de dictar uniendo a los autos las pruebas practicadas, resolución,
que ha de dictarse una vez que haya transcurrido el plazo de práctica de
pruebas o luego que constituidas han practicado todas las propuestas,
bien entendido que si ninguna de las partes solicita durante ese plazo de
tres días de celebración de vista pública, se entiende que optan por las
conclusiones escritas.

En este momento, pues, pueden darse las cuatro siguientes


situaciones:

1º. Que ninguna parte pida la celebración de vista pública: las


conclusiones se hacen por escrito.

2º. Que ambas partes pidan vista pública: se acordará su celebración.

321
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

3º. Que una de las partes pida la vista y la otra se conforme con
la celebración: lo mismo que en el caso anterior, el Juez acuerda su
celebración.

4º. Que una parte pida la celebración de la vista y la otra se oponga o no


preste su conformidad: en este caso, el Juez accederá o no a la celebración
según estime conveniente mediante resolución irecurrible en la que tendrá
en consideración la índole e importancia del pleito.

El Código de Procedimiento Civil, al menos en el juicio ordinario,


concede una preferencia indiscutible a las conclusiones escritas, por lo
cual impone que una vez transcurrido el plazo para pedir la vista pública,
o cuando se decide no haber lugar a su celebración, se entreguen los autos
originales a las partes por su orden (es decir, primero al actor y después al
demandado), por un plazo no mayor de seis días para que concluyan por
escrito (art. 1398 Pr).

Una vez que el plazo concedido termina, se recogen los autos de la


parte que los tiene, con el escrito o sin él, y se entregan al demandado a los
mismos efectos (art. 1400 Pr).

El escrito de conclusiones tendrá el siguiente contenido, según el


artículo 1399 del Código de Procedimiento Civil:

1º. En párrafos enumerados se expresarán con claridad, y con la


posible concisión, cada uno de los hechos que hayan sido objeto del debate,
haciendo un breve y metódico resumen de las pruebas que a juicio de cada
parte lo justifiquen o lo contradigan.

2º. En párrafos también enumerados y breves, y siguiendo el mismo


orden de los hechos, se apreciará la prueba de la parte contraria.

3º. Se consignará después lisa y llanamente, si se mantiene, en todo


o en parte, los fundamentos de derecho alegados respectivamente en la
demanda y contestación y, en su caso, en la réplica y dúplica.

Podrán alegarse también en este lugar otras leyes o doctrinas legales


en que pueda fundarse la resolución de las cuestiones debatidas en el
pleito; pero limitándose a citarlas sin comentarios ni otra exposición que

322
William Ernesto Tórrez Peralta

la del concepto positivo que se estimen aplicables al caso. Sin ningún otro
razonamiento se concluirá para sentencia.

El Código de Procedimiento Civil no concreta el contenido de la vista


pública. Se limita a decir que el Juez entregará los autos a las partes por su
orden para instrucción por un plazo que también será de seis días para que
concluyan (art. 1398 párrafo 2º Pr).

En este caso no se permite a las partes conclusiones escritas, sólo


devolver los autos originales indicando que se han instruido, es decir, que
han tomado conocimiento de los mismos (art. 1400 Pr).

Devueltos los autos se señala día y hora para la vista dentro de los
ocho días siguientes. En el acto se oirá a los defensores de las partes que
se presenten. Lógicamente estos informes versarán sobre los extremos
reseñados en el artículo 1399 del Código de Procedimiento Civil (art. 1401
Pr). Este momento marca el término preclusivo definitivo para cualquier
aportación de parte al proceso.

b) En el juicio verbal también el Juez, en el siguiente día a aquel en


que finalice el período de prueba o cuando se hayan practicado todas las
propuestas, mandará que se unan a los autos las pruebas practicadas y
que se convoque a las partes para ponerles de manifiesto las pruebas en la
Secretaría del Juzgado. Terminado el período de prueba, el Juez resolverá
dentro de cuatro días (art. 1967 Pr).

Dentro de un plazo razonable, las partes pueden presentar al Juzgado


un escrito con el resumen de las pruebas redactando en la forma indicada
para el del juicio ordinario en el artículo 1399 del Pr. Transcurrido el plazo,
háyanse presentado o no los escritos, el Juez dictará sentencia dentro de
los cuatro días siguientes.

c) En el procedimiento que para los incidentes regulan los artículos


237 a 250 del Código de Procediendo Civil, la unión de las pruebas a los
autos se ordena conjuntamente con la citación de las partes para sentencia
y la decisión del Juez de que se traiga los autos a la vista.

En este caso y si cualquiera de las partes lo pidiera, se señala, a la


posible brevedad, el día para la vista en la que se oyen a los defensores de

323
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

las partes y que va precedida de la puesta de manifiesto a las partes de las


pruebas practicadas para instrucción, por todo el plazo que medie desde el
señalamiento hasta el día de la vista.

Como ven en este caso ya no hay posibilidad de hacer el resumen de


pruebas por escrito.

2. Diligencias para mejor proveer

2.1. Concepto

Las llamadas en la práctica y en el Código de Procedimiento Civil


«diligencias para mejor proveer», son actos de instrucción o actos de
aportación de pruebas al proceso realizados por iniciativa del Juez
o Tribunal, cuando para formar su propia convicción, las considera
indispensable para dictar una correcta sentencia (art. 213 Pr).

Como se recalca en la definición, estas diligencias se practican a


iniciativa del Juez o Tribunal sin necesidad de que haya petición concreta
de ninguna parte. Es decir, corresponde exclusivamente al órgano
jurisdiccional.

Las diligencias para mejor proveer no pueden extenderse hasta el caso


de introducir en el proceso hechos nuevos, ni para suplir la inactividad de las
partes; no puede suplantar el quehacer probatorio de los litigantes ni servir
para que los Tribunales formen su convicción sobre hechos no alegados o
alegados extemporáneamente por lo que se impone moderación en su uso,
en evitación de que por ellas se sustituya o suplante la negligencia de la
parte.

Es frecuente que estas diligencias se pidan para suplir la imposibilidad


de ejecutar cualquier medio de prueba que no pudo realizarse por la parte
diligente, durante el plazo probatorio, pero siempre queda sometida a la
decisión y a la voluntad del juzgador la apreciación de la diligencia de la
parte y la necesidad de su práctica.

324
William Ernesto Tórrez Peralta

2.2. Requisitos

a) Los Jueces y Tribunales pueden acordar la práctica de estas


diligencias «después de la vista o de la citación para sentencia, y antes
de pronunciar su fallo», según expresa el artículo 213 del Código de
Procedimiento Civil.

b) La forma que han de adoptar es la de providencia (art. 213 Pr).

c) Contra la providencia en que se decreta una diligencia de este tipo


no cabe recurso alguno, salvo el de responsabilidad (art. 213 in fine Pr).

2.3. Diligencias practicables

Según el artículo 213 del Código de Procedimiento Civil, los Jueces y


Tribunales pueden acordar al amparo de este precepto:

1º. Traer a la vista cualquier documento que crean conveniente para


esclarecer el derecho de los litigantes. Es lo mismo que sean documentos
públicos o privados, siguiéndose para su aportación al proceso los trámites
formales que el Código de Procedimiento Civil, da para la aportación de
documentos49.

2º. Exigir confesión judicial a cualquiera de los litigantes sobre hechos


que estimen de influencia en la cuestión y que no resulten probados. En
este caso el órgano judicial señalará día y hora para la práctica de la
prueba y citará al confesante. Se ha discutido si se pueden o deben hacer
los apercibimientos de tenerlo por confeso previstos. A mí entender la
repuesta es afirmativa.

3º. Practicar cualquier reconocimiento o avalúo que resulte necesario


o que se amplíen los que ya se hubieren hecho. Aunque con imperfecta
terminología el Código de Procedimiento Civil alude en su número 3 tanto
al reconocimiento judicial como al reconocimiento pericial.

53- Al amparo de este número1 es posible que el Juez decrete el cotejo de documentos o
solicite la exhibición de los Libros de los Comerciantes si fuere posible, sin que sea preciso
en este caso la citación de los interesados.

325
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

En este último sentido el Juez puede decretar no sólo que se tase o


valore una cosa (que es el avalúo según el propio Pr) sino que se practique
o complete cualquier dictamen pericial.

4º. Traer a la vista cualesquiera autos que tengan relación con el pleito,
actuación que podrá ejercitarse o bien con la entrega al Juzgado de los autos
originales, o cuando no fuera posible, con la aportación de testimonios o
de los testigos, pues el Pr., exige que su nombre conste en autos.

5º. La inspección personal del objeto de la cuestión. Es decir, el Juez


puede inspeccionar el objeto que se encuentra en el pleito.

6º. El informe de peritos.

7º. La comparecencia de testigos que hubieren declarado en el juicio,


para que aclaren o expliquen sus dichos oscuros o contradictorios.

Las diligencias para mejor proveer practicadas por el órgano


judicial tienen el mismo valor legal y la misma fuerza probatoria que las
practicadas a instancia de las partes dentro del período probatorio, criterio
que se ratifica en relación con los documentos que podrán ser valorados en
conjunto con los demás.

El plazo para practicar las diligencias acordadas al amparo del artículo


213 del Código de Procedimiento Civil será no superior al establecido en el
proceso en que se acuerde para la práctica de la prueba. Plazo variable, por
tanto, pero de todas formas se prescribe que el Juez o la Sala del Tribunal
cuidarán de que lo acordado se ejecute sin demora, ordenándoseles que
adopten, de oficio, las medidas necesarias para ello (art. 215 Pr).

La forma de practicar las diligencias acordadas se ajustará a la práctica


ordinaria del medio de prueba que se trate, pero teniendo en cuenta que «en
la práctica de esta prueba se dará intervención a las partes», intervención
que consistirá en que las partes presencien o intervengan en cada uno
de los medios probatorios en la forma que les autoriza el Código de
Procedimiento Civil, y, además, en la necesidad de que se conozcan sus
resultados.

326
William Ernesto Tórrez Peralta

Practicadas las pruebas el Código de Procedimiento Civil exige que se


pongan de manifiesto a las partes los resultados de las diligencias durante
los tres días siguientes, durante los cuales las partes podrán alegar por
escrito cuanto estimen conveniente acerca de su alcance o importancia
(art. 215 Pr).

El efecto procesal que la providencia para mejor proveer produce es la


suspensión del plazo para dictar sentencia durante el tiempo que se tarde
en practicarla (art. 216 Pr).

327
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

328
William Ernesto Tórrez Peralta

XIX — LA SENTENCIA

1. Concepto y requisitos de la sentencia

La sentencia es la resolución formal y motivada de los Jueces y


Tribunales que deciden definitivamente el pleito en cualquier instancia o
recurso. Esta definición se deduce de los artículos 13 de la Ley Orgánica
del Poder Judicial y 413 del Código de Procedimiento Civil que exigen el
análisis de los siguientes elementos50:

a) La sentencia es una resolución exclusiva del Juez o de los Magistrados


que componen el Tribunal. Es el tipo de resolución judicial más importante
y trascendente, en cuanto que en ella se hacen las declaraciones que exijan
las pretensiones deducidas oportunamente en el pleito, se condena o se
absuelve al demandado y se deciden todos los puntos litigiosos que hayan
sido objeto del debate.

Es por ello el medio normal de terminación del proceso de declaración


o cognición pues supone el acto final decisorio del mismo.

b) La sentencia es una resolución de carácter formal eminentemente


procesal. Es una resolución procesal, ya que se produce en el proceso y va
dirigida directamente a producir efectos procesales, aunque estos efectos
irradien fuera del proceso, y es eminentemente formal en cuanto que ha de
ajustarse a los requisitos de tiempo y forma establecidos por la ley.

c) En relación con el tiempo, las leyes procesales fijan los plazos

54- GÓMEZ ORBANEJA dice que la sentencia es la resolución que decidiendo la contienda
entre las partes, actor y demandado, pone término a la instancia y cuando sea impugnable o
no sea impugnada, se convierte en firme, cierra la relación jurídico-procesal.
Para RIFÁ SOLER, la sentencia es el modo normal y ordinario de finalización del proceso.
La sentencias se constituye en la resolución judicial que resuelve de forma definitiva sobre
la acción ejercitada condenando o absolviendo al demandado y resolviendo todos los puntos
litigiosos que hubieren sido objeto del debate. La emite el órgano jurisdiccional y consiste
en la emisión de un juicio sobre las peticiones solicitadas por las partes, de conformidad
con el Derecho material y la declaración de voluntad sobre estas mismas peticiones, como
medio de cumplir el mandato constitucional de hacer justicia.

329
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

dentro de los cuales los Jueces y los Magistrados de los Tribunales deben
de dictar las sentencias, plazos que varían según el tipo de procedimiento
seguido y, en algunos casos, la mayor o menor complejidad del asunto
(art. 416 Pr):

1º. En los juicios ordinarios dentro de los quince días contados


desde que las partes hayan evacuado sus traslados de conclusión o buena
prueba.

2º. En los juicios sumarios, dentro de tres días de concluidas las


diligencias, prorrogables hasta ocho, si el asunto fuere complicado o
excediere de sesenta hojas útiles.

3º. En los juicios ejecutivos, dentro de los mismos términos de los


sumarios. En los juicios verbales ejecutivos dentro de cuatro días de
concluidos, sea cual fuere el número de hojas.

4º. En los demás juicios o diligencias que no tengan carácter fijo dentro
de cinco días de concluidos.

d) En relación con la forma, las sentencias deben ajustarse a las


prescripciones legales. En este sentido el artículo 436 del Código de
Procedimiento Civil establece que la sentencia civil ha de contener los
siguientes extremos:

1º. La designación de las partes litigantes, su domicilio, profesión


u oficio, el carácter con que litiguen, los nombres de sus Abogados o
Procuradores y el objeto del pleito.

2º. La enumeración breve de las peticiones o acciones deducidas por


el demandante y sus fundamentos. Es decir, se consignarán con claridad
y con la concisión posible, las pretensiones de las partes y los hechos en
que se fundan, que hubieran sido alegados oportunamente y que estén
enlazados con las cuestiones que hayan de resolverse.

3º. Igual enunciación de las excepciones o defensa alegada por el


demandado.

330
William Ernesto Tórrez Peralta

4º. Las consideraciones de hecho o de derecho que sirven de fundamento


a la sentencia. Se aprecian los puntos de derecho fijados por las partes,
dando las razones y fundamentos legales que se estimen procedentes
para el fallo que haya de dictarse, y citándose las leyes o doctrinas que se
consideren aplicables al caso.

5º. Las leyes en que se funden, y en su defecto lo que les ha servido


de base o apoyo. En el último fundamento se apreciarán los defectos
u omisiones que se hubieren cometido en la sustanciación del juicio,
exponiendo, en su caso, la doctrina que conduzca a la recta aplicación del
Código de Procedimiento Civil.

6º. La decisión del asunto controvertido. Esta decisión deberá


comprender todas las acciones y excepciones que se hubieren hecho valer
en el juicio; pero podrá omitirse la resolución de aquellas que fueren
incompatibles con las aceptadas. Esto no es más que el fallo, que condenará
o absolverá al demandado y decidirá todos los puntos litigiosos objetos del
debate (art. 424 párrafo 1º Pr).

Cuando hubiere condena de frutos, intereses, daños y perjuicios, se


fijará su importe o, por lo menos, se fijarán las bases con arreglo a las
cuales haya de hacerse la liquidación pudiendo, si ello no fuera posible,
reservar la determinación de su importe a la ejecución de la sentencia (art.
425 Pr).

Igualmente en el fallo se harán las prevenciones necesarias para


corregir las faltas que se hubieran cometido en el procedimiento, si bien
si éstas merecieran corrección disciplinaria podrán imponerse en acuerdo
reservado cuando así se estime conveniente.

También aunque el artículo 436 del Código de Procedimiento Civil no


lo precise, en la sentencia debe hacerse pronunciamiento sobre las costas.

e) Otros requisitos formales de la sentencia son la escritura, la firma y


la publicación (art. 434 Pr):

1º. La sentencia es un acto escrito en cuanto que para su validez y


eficacia ha de ser trascrito al documento procesal que la contiene.

331
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

El escrito en que se contiene la sentencia original no se une a los autos,


sino que se pasa a formar parte del libro de sentencias en el que bajo la
custodia del Secretario respectivo se incluyen ordenadas correlativamente
no sólo las sentencias definitivas sino los autos de igual carácter y los
votos particulares que se hubieren formulado. Al procedimiento se une
una certificación literal de la sentencia expedida por el Secretario (art. 446
Pr).

No obstante, la Ley Orgánica del Poder Judicial autoriza que las


sentencias puedan dictarse de «viva voz» cuando lo autorice la ley,
excepción que no afecta al proceso civil pero sí al penal, donde sus
respectivas leyes autorizan en algunos casos, la sentencia in voce (art. 102
LOPJ).

2º. Las sentencias tienen que ser firmadas por el Juez, Magistrado
o Magistrados que las dicten, firma que indica la autoría de las más
importantes resoluciones judiciales (art. 429 Pr).

En los Juzgados la sentencia la redacta y firma el Juez (art. 428 Pr). En


los Tribunales, la sentencia se firma por todos los Magistrados no impedidos
dentro del plazo establecido para dictarlas, firma que se exige incluso al
Magistrado que disiente de la mayoría. Para el caso de que después de
fallado un pleito se incapacitase un Magistrado de los que votaron y no
hubiesen podido firmar, el que hubiese presidido el Tribunal lo hará por
él, expresando el nombre del Magistrado por el que firma después de las
palabras «votó en Sala y no pudo firmar» (arts. 429 y 430 Pr).

La promulgación o publicación de la sentencia consiste en una lectura


de la misma en un acto solemne como es el de la audiencia pública,
diligencia que en la gran mayoría de los casos y dada su inutilidad no se
realiza, si bien en los autos queda constancia autorizada por el Secretario
de su realización.

Por su parte la Ley Orgánica del Poder Judicial prescribe que los
Juzgados y Tribunales celebren audiencia pública todos los días hábiles
para la práctica de ciertas diligencias, entre las que se puede citar la
publicación de sentencias (arts. 102 y 103 LOPJ).

332
William Ernesto Tórrez Peralta

f) Las sentencias, como dice el artículo 13 de la Ley Orgánica del


Poder Judicial, «serán siempre motivadas», es decir, han de contener los
fundamentos en que el Juez se basa para dictar el fallo.

En este sentido, la sentencia que no contiene apreciaciones de los


puntos de derecho fijados por las partes, ni las razones y fundamentos
legales que se estimen procedentes para el fallo, ni la cita de leyes y
doctrinas legales consideradas aplicables al caso, vulnera los artículos 34
y 160 de la Constitución de la República.

g) Pero no basta con los requisitos externos que las leyes exigen y con
la motivación que la Constitución y la Ley Orgánica del Poder Judicial
imponen. Las sentencias, además, deben cumplir determinados requisitos
internos que para el proceso civil vienen recogidos en el artículo 424 del
Código de Procedimiento Civil, que exige:

1º. Que las sentencias sean claras. Con ello el Pr., exige que el texto de
las sentencias sea comprensible por cualquier persona.

2º. Que las sentencias sean precisas, es decir, que se limiten a contener
los razonamientos estrictamente necesarios para fundamentar el fallo,
sin desviarse al razonamiento de cuestiones que no afecten al caso, ni
en discusiones doctrinales que nada tengan que ver con la cuestión a
resolver.

3º. Pero la exigencia más trascendente que exige el artículo 424 del
Código de Procedimiento Civil es que las sentencias sean congruentes con
las demandas y con las demás pretensiones deducidas oportunamente en
el pleito.

La congruencia es la correlación que debe exigir entre las pretensiones


objeto del proceso y el fallo de la sentencia. Es la conformidad que debe
existir entre la pretensión o pretensiones deducidas en el momento oportuno
y la sentencia.

Esta congruencia es la necesaria relación, conformidad o adecuación


que debe existir entre dos actos procesales variables no sólo en el tiempo
en que se producen sino por los autores de los mismos.

333
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

El primer acto delimitador de la congruencia lo origina el objeto


del proceso, es decir, las peticiones que el actor hace en su demanda
y el demandado en su contestación o reconvención. Y el segundo acto
lo constituye la sentencia, acto final del proceso que realiza el Juez,
exclusivamente, y que según el Código de Procedimiento Civil ha de
hacer todas las declaraciones que las pretensiones de las partes exijan, han
de condenar o absolver al demandado y han de decidir todos los puntos
litigiosos que hayan sido objeto del debate (art. 424 Pr).

La congruencia exige:

1º. Que el fallo no contenga más de lo pedido por la parte. Esto supone
la incongruencia por exceso. Es lo que ocurre cuando el actor pide 500 y se
le conceden 800 o cuando el actor pide el principal sin intereses y el Juez
condena al pago de los intereses no pedidos.

Supone también este tipo de incongruencia cuando el Juez resuelve


sobre cuestiones planteadas de nuevo en los escritos de conclusiones, o
cuando resuelve problemas que no han sido planteados por los litigantes.

En cambio, no es incongruencia el que se conceda menos de lo pedido:


por ejemplo, se pide el principal con intereses y se condena sólo aquél; se
pide 500 y se conceden 200.

2º. Que el fallo no condene a menos de lo admitido por el demandado,


que es lo que se conoce con el nombre de incongruencia por defecto.

3º. Que el fallo no resuelva todos los puntos litigiosos que hayan sido
objeto del pleito: ne eat iudex citra petita partitum, llamada por GUASP
incongruencia negativa.

4º. Que el fallo no contenga algo distinto de lo pedido por las partes: ne
eat iudex extra petita partium. Es la incongruencia mixta según GUASP.

Según la doctrina española, este tipo de incongruencia se refiere a que


no puede el Juez o el Tribunal alterar o modificar los términos del debate
judicial, aclarando que no puede decidir sobre cosa distinta, derivada de
la modificación, alteración o sustitución del presupuesto de hecho. Para
PRIETO-CASTRO Y FERRÁNDIZ un Tribunal no puede resolver, a

334
William Ernesto Tórrez Peralta

menos que incurra en incongruencia, más cuestiones jurídicas ni menos


que aquellas que le son formuladas por las partes, estándole igualmente
vedado alterar los términos del debate.

Para la jurisprudencia española, la prohibición de incongruencia


extra petitum no impone sino una racional adecuación del fallo a las
pretensiones de las partes y a los hechos que la fundamentan, pero no
una literal concordancia. Este ajuste entre el fallo y las pretensiones
no ha de ser literal, sino racional y flexible ya que lo que no es justo al
juzgador es establecer el pronunciamiento fuera de los concretos términos
solicitados55.

La incongruencia no supone la nulidad absoluta de la sentencia, supone


la posibilidad de su anulación con el ejercicio de los recursos ordinarios
que procedan contra la misma.

2. Clases de sentencias

La clasificación de las sentencias suele darse desde distintos puntos


de vista:

1) Desde el punto de vista de su contenido se habla de sentencias


declarativas, constitutivas y de condena:

a) Sentencias declarativas o meramente declarativas son aquellas que


se limitan a constatar una situación jurídica preexistente sin posibilidad de
ejecución propia. Por ejemplo, constancia de la resolución en Registros
Públicos.

b) Sentencias constitutivas, que son aquellas que crean, modifican o


extinguen una situación jurídica. Entran dentro de este grupo, por ejemplo,
las sentencias que declaran la nulidad de un contrato o las sentencias de
nulidad matrimonial o divorcio que extingue la situación jurídica anterior
(el contrato anulado o el matrimonio disuelto).

55- SSTSE de 29-11-85; 21-3-1986 y 8-5-1990.

335
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

También las sentencias de filiación, en cuando crean una nueva


situación jurídica56.

c) Sentencias de condena son aquellas que imponen una sanción de


carácter civil al demandado. Éstas constituyen el grupo más numeroso de
las sentencias civiles, entre las cuales cabe incluir:

1º. Sentencias que condenan al pago de una cantidad de dinero líquida


(en el caso del juicio ejecutivo aún recibe el nombre histórico de sentencia
de remate).

2º. Sentencia que condenan al pago de una cantidad ilíquida, bien


procedente de daños y perjuicios sin fijar su importe o bien procedente de
frutos, rentas, utilidades o productos de cualquier clase y cuya característica
es que la determinación y liquidación se hace en su ejecución.

3º. Sentencias que condenan a una obligación de hacer.

4º. Sentencias que condenan a una obligación de no hacer.

5º. Sentencias que condenan a la entrega de una cosa determinada


mueble o inmueble.

2) Teniendo en cuenta su objeto, hay sentencias que deciden el fallo


del asunto (sentencia de fondo) y sentencias que no entran a decidir el
fondo del asunto porque estiman la exigencia de un defecto o falta de
presupuesto procesal que se lo impidan. Éstas reciben el nombre de
sentencias de absolución en la instancia.

56- Las sentencias declarativas y las constitutivas, no son susceptibles de ejecución


forzosa ya que la mera declaración del derecho o la transformación de la situación jurídica
satisfacen por si solas la tutela judicial solicitada y en ningún caso precisan de ejecución
en sentido estricto. Dichas actuaciones son generalmente de carácter registral, tendentes a
dar publicidad a la declaración o al cambio jurídico producido. Por ejemplo, la inscripción
de las resoluciones judiciales en las que se declara la capacidad legal para administrar,
ausencia, divorcio, fallecimiento, cancelación de anotación registral, etc.

336
William Ernesto Tórrez Peralta

3) Las sentencias sobre el fondo pueden ser estimatorias o


desestimatorias, según que estimen todas las pretensiones del actor o las
desestimen. Y en uno y otro caso pueden ser totales (si la desestimación o
desestimación es total) o parciales.

4) Teniendo en cuenta el órgano que las dicta suele distinguirse en


sentencias de instancia (que son dictadas por los Juzgados de primera
instancia), sentencias de apelación (las dictadas por los Tribunales de
Apelaciones y Juzgados de Distritos) y sentencias de casación (las dictadas
por la Sala de lo Civil de la Corte Suprema de Justicia).

5) Teniendo en cuenta su impugnabilidad suele hablarse de:

1º. Sentencias firmes, que son aquellos contra la que no cabe recurso
alguno ordinario o extraordinario, bien porque la ley no lo admite o porque
se han dejado transcurrir los plazos concedidos para ellos (art. 438 Pr).

2º. Sentencias impugnables, que son aquellas contra las que cabe
recurso en el plazo fijado por la ley.

3º. Sentencias recurridas, que son aquellas contra las que se ha


interpuesto y admitido un recurso autorizado y admitido por la ley.

6) Teniendo en cuenta la clasificación que establece el Código de


Procedimiento Civil, las sentencias pueden ser:

1º. Definitivas, que son las que se dan «sobre el todo del pleito o causa
y que acaba con el juicio, absolviendo o condenando al demandado» (art.
414 párrafo 1º Pr).

2º. Interlocutoria con fuerza definitiva, «es la que se da sobre un


incidente que hace imposible la continuación del juicio» (art. 414 párrafo
2º Pr).

3º. Interlocutoria o «simplemente interlocutoria, es la que decide


solamente un artículo o incidente del pleito» (art. 414 párrafo 3º Pr).

337
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

3. Formación de la sentencia

3.1. Órganos unipersonales

En los Juzgados la formación de las sentencias sigue un procedimiento


sencillo, originado por el hecho de que la resolución es redactada,
exclusivamente, por el Juez que la dicta (art. 428 Pr). Pero la redacción
exige como es lógico, un estudio profundo de las actuaciones practicadas
a lo largo del pleito, pero que en el momento final del proceso asume una
especial relevancia. El estudio del Juez exige:

1º. Un análisis de los hechos alegados por las partes y una determinación
de cuáles de esos hechos han de considerarse suficientemente probados.
Mientras en los hechos alegados el Juez está sometido a la actividad de las
partes, ya que no puede decidir sobre hechos distintos, en la determinación
de cuáles han de considerarse probados o no, obra con arreglo a su libre y
responsable libertad, o como dicen las leyes, con arreglo a la sana critica.

2º. Un estudio de las normas aplicables a la solución del conflicto


planteado y a los hechos que ha considerado probados. Esta labor es
también exclusiva del Juez en cuanto ha de determinar el derecho aplicable,
sea o no alegado y esgrimido por las partes.

3º. Un juicio de valor, exclusivo del Juez, mediante el cual elige las
normas que considera aplicables y las aplica a la decisión del caso concreto,
condenando o absolviendo al demandado y resolviendo los puntos objetos
del litigio.

3.2. Órganos colegiados

En los Tribunales la redacción de la sentencia corresponde al Magistrado


Ponente, pero la sentencia es obra de los tres o más Magistrados (por ello
la firman) que componen la Sala juzgadora. La sentencia, en estos casos,
exige la formación de la voluntad colectiva que le caracteriza, formación
en la que la que hay que distinguir los siguientes momentos: 1º. Estudio. 2º.
Deliberación. 3º. Votación, y 4º. Fallo, a los que se refiere la Ley Orgánica
del Poder Judicial y el Código de Procedimiento Civil.

338
William Ernesto Tórrez Peralta

a) Para el estudio de los autos, estudio que corresponde tanto las


actuaciones practicadas en los órganos inferiores como las practicadas por
el Tribunal juzgador, la Ley Orgánica del Poder Judicial dispone que el
Ponente tendrá a su disposición los autos y aun cuando el Presidente o
cualquiera de los restantes competentes del Tribunal pueden examinarlos
en cualquier tiempo, esa Ley dispone que una vez concluida la vista
podrá cualquiera de los Magistrados pedirlos para su estudio, siendo el
Presidente el encargado de fijar el plazo que haya de tenerlos cada uno,
de modo que pueda dictarse la sentencia dentro del tiempo fijado para ello
(art. 106 LOPJ).

El estudio supone, pues, el análisis de todas las actuaciones practicadas


que puede y debe hacerse por todos y cada uno de los Magistrados
integrantes del Tribunal juzgador.

b) La deliberación es la discusión que realizan los miembros de las


Salas, inmediatamente después de la vista, y si ello no fuera posible, en
el día que el Ponente señale que estará comprendido dentro del plazo
señalado para dictar la resolución (art. 107 LOPJ). Estas deliberaciones
son secretas (arts. 217 Pr y 106 LOPJ) y en ellas el Ponente justificará y
alegará las razones que tiene para mantener su postura y el resto de los
Magistrados las razones que tengan para impugnarla o apoyarla.

Ésta es la función que justifica la existencia de los Tribunales


colegiados, indispensable para la formación colectiva de la sentencia.
Según el artículo 219 del Código de Procedimiento Civil, el Presidente
someterá a la deliberación de la Sala los puntos de hecho, las cuestiones o
fundamentos de derecho y la decisión que deba comprender la sentencia.

c) La votación sigue a la deliberación y en ella cada Magistrado


integrante de la Sala juzgadora vota a favor o en contra de las propuestas
del Ponente. Esta votación está sometida a las siguientes reglas que recogen
la Ley Orgánica del Poder Judicial y el Código de Procedimiento Civil:

1ª. La votación podrá ser unitaria, es decir, comprensiva de todos los


problemas planteados en el pleito, o separada para cada uno de los distintos
pronunciamientos de hechos o de derechos que hayan de hacerse, parte de
la decisión que haya de dictarse. Ello se decide por el Presidente.

339
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

2ª. Vota primero el Ponente y de último el Presidente (art. 225 Pr).

3ª. La votación no puede interrumpirse, sino por causa mayor (art. 105
LOPJ).

4ª. Los Magistrados que fueren separados o suspensos no podrán votar


ni en los pleitos a cuya vista hubieren asistido (art. 220 Pr)57.

5ª. La votación es personal y secreta (art. 106 LOPJ). No obstante, si


después de la vista se imposibilitare alguno de los Magistrados juzgadores,
dará voto por escrito, fundado y firmado.

Y si ello no fuera posible, extenderá su voto ante un Secretario de


Sala. Cuando el que tenga impedimento no pudiera votar ni aun de este
modo, se votará el asunto por los no impedidos (art. 227 Pr y 108 párrafo
1º LOPJ).

6ª. Si no hubiese votos suficientes para construir la mayoría, se vota


de nuevo el asunto, sustituyéndose el impedimento en la forma establecida
por la ley (art. 229 Pr)58.

d) El fallo es la decisión que adopta el Tribunal resolviendo todos los


puntos objeto del pleito. En este momento pueden darse las siguientes
situaciones:

1ª. Que voten a favor de la propuesta del Ponente todos los que
componen la Sala. En este caso se redactará y se firmará la sentencia.

2ª. Que voten a favor de la propuesta del Ponente la mayoría, es decir,


si el Tribunal está compuesto por tres, que vote uno a favor del Ponente
otro en contra.

57- Es nula la sentencia dictada por Magistrados que no asistieron a la vista del juicio
(SCSJ de 24 de julio de 1984).
58- En todo órgano judicial colegiado la sentencia ha de ser necesariamente dictada por
los mismos Magistrados que asistieron a la vista, que son los únicos que tienen el deber de
deliberar y votar.

340
William Ernesto Tórrez Peralta

En este caso la sentencia queda formada y es firmada por todos


los Magistrados, pero el disidente formulará un voto particular en
extendiéndolo, fundándolo e insertándolo con su firma al pie, dentro de las
veinticuatro horas siguientes en el Libro de votos respectivos (arts. 431 y
109 LOPJ).

3ª. Que voten en contra del Ponente la mayoría de los componentes de


la Sala: en este caso la propuesta de aquél no puede convertirse en sentencia.
El problema se resuelve designando el Presidente otro Magistrado que se
encargue de la redacción de la sentencia, y el ponente formulará su voto
particular (art. 432 Pr).

4ª. Que no resultase mayoría de votos sobre cualquiera de los


pronunciamientos que hayan de hacerse59. En estos casos se procede a
una nueva discusión y votación y si tampoco se logra acuerdo, el asunto se
resuelve por una Sala de Discordia (arts. 236 Pr y 110 LOPJ).

Esta Sala se compone por los mismos Magistrados que no lograron


ponerse de acuerdo más otros dos que se añaden y ante cuya Sala se procede
a celebrar una nueva vista. Si tampoco se reuniese mayoría en los puntos
de discordia, se procede a una nueva votación, sometiendo sólo a ésta los
dos pareceres que hayan obtenido mayoría de votos en la precedente (art.
235 Pr).

4. Notificación de la sentencia

La sentencia, una vez firmada por todos los Magistrados y publicada


por el Juez o Ponente, se notifica a las partes personadas. A los declarados
en rebeldía se les notificará personalmente, si pudieren ser habidos y, si
ello no fuese posible, se publican por edictos que se fijan en el tablón
de anuncios del Juzgado. La parte dispositiva de la sentencia se notifica,
además, insertándola, en los periódicos oficiales señalados por la ley (art.
446 párrafo 5º y art. 1070 Pr).

59- Para que comprendan mejor la situación les pongo un ejemplo de proceso penal:
Piénsese en una Sala de un Tribunal de Apelaciones en que un Magistrado vote que se
condene por robo, otro porque se condene por hurto y el tercero por la absolución.

341
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Al notificar la sentencia hay que indicar a las partes si la misma es o


no firme y, en su caso, los recursos que procedan, órgano ante el que deba
interponerse.

5. Aclaración de la sentencia

Es principio general del Derecho procesal nicaragüense manteniendo


ya en el artículo 451 del Código de Procedimiento Civil y reiterado en el
artículo 13 de la LOPJ, que los Jueces y Tribunales no podrán variar ni
modificar las sentencias después de firmadas.

Pero la regla no es exclusivamente rígida, ya que las leyes han permitido


siempre aclarar algún concepto oscuro o suplir cualquier omisión que
contengan (arts. 451 Pr y 13 párrafo 2º LOPJ).

Actualmente combinando los preceptos citados y teniendo en cuenta


las últimas orientaciones doctrinales se pueden sentar como reglas
reguladoras de la materia:

1ª. Que los errores materiales manifiestos y los aritméticos podrán ser
ratificados en cualquier momento (art. 451 Pr)61.

2ª. La aclaración de conceptos oscuros o el suplir cualquier omisión


sobre puntos discutidos en el proceso, puede hacerse de oficio como a
instancia de parte (arts. 451 y 453 Pr).

3ª. Es posible que la aclaración se haga aunque haya cambiado el Juez


que dictó la sentencia.

4ª. La aclaración de las sentencias no puede recaer sobre lo esencial


sino sobre accidentes determinados como por ejemplo, omisiones de daños
y perjuicios, intereses, costas y frutos (art. 451 Pr)60.

60- Piénsese en la sentencia del juicio ejecutivo que al sumar las dos letras de cambio,
objeto del mismo, sufre un error. Éste podría ser subsanado en cualquier momento que el
Juez la observase.
61- El máximo Tribunal de Justicia ha dicho que «no puede accederse a la aclaración si el
punto a que se refiere no fue propuesto en el juicio e implica una reforma de la sentencia en
lo principal» (SCSJ de 18 de julio de 1919).

342
William Ernesto Tórrez Peralta

5ª. En los casos en que se aclare la sentencia el plazo para interponer


el recurso que proceda contra la sentencia se contará desde la notificación
del auto en que se haga o deniegue la aclaración (art. 455 Pr).

6. Eficacia de la sentencia: La cosa juzgada

6.1. Concepto de cosa juzgada

La cosa juzgada es el efecto procesal más trascendental que produce la


sentencia judicial y en virtud del cual el resultado obtenido con la sentencia
no puede ser modificado, alterado ni desconocido con posterioridad62.
De este modo, las resoluciones judiciales deben alcanzar la eficacia
otorgada por el ordenamiento jurídico, lo que supone el derecho a que
las resoluciones judiciales se ejecuten en sus propios términos, así como
el respeto a su firmeza y a la intangibilidad de las situaciones jurídicas en
ellas declaradas.

La fuerza de cosa juzgada es una de las proyecciones del derecho a la


tutela judicial efectiva reconocida en los artículos 34 y 160 de la Constitución
Política nicaragüense, que se manifiesta tanto en la ejecutoriedad de las
sentencias como en la imposibilidad de volver a planear el asunto en
un nuevo proceso. Se garantiza, de este modo, la seguridad jurídica del
litigante, que no debe ser interpelado nuevamente, cuando ya se hubiere
resuelto el litigio por sentencia dictada en un proceso anterior entre las
mismas partes.

62- PRIETO-CASTRO Y FERRÁNDIZ la define como la cualidad que adquiere una


resolución cuando la ley la declara no susceptible de impugnaciones o la parte interesada
no la impugna, usando el correspondiente medio que la ley le concede, con el efecto de
vincular sus pronunciamientos al Juez y a las partes del proceso, y el de obligatoriedad para
todos, incluidas autoridades y en especial los órganos jurisdiccionales. Para GUASP es la
fuerza que el Derecho atribuye normalmente a los resultados procesales. RIFÁ SOLER
dice que la cosa juzgada, en sentido amplio, es un efecto de las resoluciones judiciales
firmes por el que éstas devienen inatacables y vinculantes para el Tribunal y las partes que
deberán cumplir con lo ordenado o resuelto, sin perjuicio de la posibilidad de impugnación
por algún medio de rescisión de resoluciones firmes.

343
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

6.2. Clases de cosa juzgada

6.2.1. La cosa juzgada formal

Es la imposibilidad de que contra una sentencia judicial puedan


interponerse los recursos ordinarios y extraordinarios establecidos por la
Ley.

Este efecto viene establecido en el artículo 439 del Código de


Procedimiento Civil, según el cual «transcurrido los términos para
preparar, interponer o mejorar cualquier recurso sin haberlo utilizado,
quedará de derecho consentida y pasada en autoridad de cosa juzgada la
resolución judicial a que se refiera, sin necesidad de declaración expresa
sobre ello»63.

Teniendo en cuenta lo dispuesto en este artículo y, completando


algunas omisiones que contiene, puede señalarse que una resolución
judicial adquiere el carácter de cosa juzgada formal:

1º. Cuando la ley no permite recurso contra la misma.

2º. Cuando permitiendo recursos se deja transcurrir el plazo concedido


para interponerlo.

3º. Cuando interpuesto el recurso dentro del plazo no se persona el


recurrente a mejorarlo cuando así lo prescribe la ley64.

4º. Cuando interpuesto, admitido y mejorado el recurso se separa o


desiste del mismo el recurrente65.

63- Ver artículo 438 del Pr.


64- El artículo 2005 del Código de Procedimiento Civil exige que el apelante se persone en
forma ante el Tribunal dentro del plazo del emplazamiento, prescribiendo para el caso de
que no se haga que se declare desierto el recurso y que de derecho quede firme la sentencia
o auto apelado sin ulterior recurso.
65- El artículo 2011 del Código de Procedimiento Civil permite al apelante separarse
del recurso, pagando las costas causadas con este motivo a su contrario, criterio que los
artículos 391 y 392 amplían a cualquier otro recurso y el artículo 2068 al de casación.

344
William Ernesto Tórrez Peralta

5º. Cuando interpuesto, el órgano judicial lo declara inadmisible.

Como fácilmente puede observarse el artículo 439 del Código de


Procedimiento Civil, no sólo se refiere a las sentencias, sino a cualquier
otro tipo de resolución judicial, aunque habrá de tenerse en cuenta que en
la jurisdicción voluntaria el Juez podrá variar o modificar las providencias
que dictare sin sujeción a los plazos y formas establecidas por la jurisdicción
contenciosa66.

6.2.2. La cosa juzgada material

La cosa juzgada material es la imposibilidad de obtener en otro proceso


un resultado contrario al obtenido en una sentencia judicial firme67. Esta
imposibilidad puede lograrse de dos formas distintas:

1ª. Impidiendo que pueda plantearse un nuevo proceso sobre la cuestión


ya resuelta. A ello responde el aforismo non bis in ídem. El Derecho no
puede permitir que sobre un mismo asunto haya pleitos sucesivos. Y en
este sentido la cosa juzgada opera como una excepción. Es lo que hace
el artículo 820 del Código de Procedimiento Civil que califica a la cosa
juzgada como excepción perentoria.

2ª. Obligando a cualquier órgano jurisdiccional que pueda volver a


conocer del mismo asunto que no pueda dictar otra sentencia que altere o
modifique o se oponga a lo ya resuelto en firme.

A lo primero suele llamarse función positiva de la cosa juzgada


mientras que al efecto segundo se le llama función negativa.

66- El artículo 1119 del Pr., señala que «las resoluciones dictadas en las diligencias de
jurisdicción voluntaria, no adquieren el carácter de cosa juzgada para el efecto de que no
pueda redargüirse o impugnarse lo establecido en dichas resoluciones».
67- GUASP la define como la inatacabilidad indirecta o mediata de una resolución procesal,
que cierre toda posibilidad de que se emita por la vía de al apertura de un nuevo proceso,
ninguna decisión que se oponga o contradiga a la que goza de esta clase de autoridad. Para
PRIETO-CASTRO Y FERRÁNDIZ es la exclusión de la posibilidad de volver a tratar y
decidir sobre el mismo objeto ya resuelto firme, o preclusión definitiva de nueva discusión
y decisión sobre el mismo objeto.

345
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

A ambos efectos se refiere de manera categórica la doctrina


jurisprudencial española que afirma que cualquiera que sea la naturaleza
de la cosa juzgada, es obligado afirmar que la eficacia vinculatoria que
comporta es insoslayable, así como la obligada preclusión de todo ulterior
juicio sobre el mismo objeto, y la imposibilidad de decidir de manera
distinta a como se hizo en el fallo precedente (STS de 1-2-1999).

6.2.2.1. Fundamento

El fundamento de la inalterabilidad e inatacabilidad de la cosa juzgada


ha pretendido ser explicado por diversas posiciones jurídicas:

1º. Una primera dirección mantenía que lo dicho en la sentencia es


autentica verdad. Lo dicho en la sentencia es inmutable porque es verdadero.
A ello respondía el apelativo de santidad con que se acompañaba a la cosa
juzgada (GUASP).

2º. Ello no podía mantenerse. Y por eso se acudió a la idea de ficción de


la verdad. En este sentido se asignó a la cosa juzgada la naturaleza de medio
de prueba. Este nombre aún se da en nuestro Código de Procedimiento
Civil y Código Civil donde el artículo 2358 de este último establece que
«la cosa juzgada hace legalmente cierta la existencia o la no existencia de
la relación jurídica que ella declara»68 .

3º. Superadas las posiciones que basaban la fuerza de la sentencia en


las ficciones indicadas, surge modernamente la llamada teoría material
(o teoría jurídico-material según otros autores) según la cual la sentencia
creará en cada caso el derecho que ha de regir entre las partes de manera
que si la sentencia es justa, confirmará la situación extraprocesal o
material proporcionándole un nuevo título de adquisición o extinción, y si
la sentencia es injusta constituye otra situación nueva (PRIETO-CASTRO
Y FERRÁNDIZ).

68- Ver artículos 1119 a 1124 del Código de Procedimiento Civil.

346
William Ernesto Tórrez Peralta

Como se pone de relieve la doctrina dominante en España (PRIETO-


CASTRO Y FERRÁNDIZ, GUASP, DE LA OLIVA) saltan a la vista los
inconvenientes de esta concepción no sólo porque desconoce la existencia
de sentencias injustas o erróneas, sino porque convierte a todas las
sentencias en constitutivas, es decir, creadoras, modificadoras o extintivas
de situaciones jurídicas.

4º. Hoy predomina la llamada teoría procesal de la cosa juzgada. Con


arreglo a la cual la cosa juzgada es una institución estrictamente procesal
que se basa en la necesidad y conveniencia de que la sentencia firme
vincule a todos los Tribunales e impida que la cuestión ya resuelta pueda
volver a discutirse en otro proceso. Es, como enseña GUASP, un efecto
necesario del proceso, una consecuencia imprescindible de la idea básica
de la institución procesal.

En definitiva, soy del criterio que la cosa juzgada tiene su fundamento


en razones de seguridad jurídica e incluso en la confianza y prestigio de
la Justicia.

6.2.2.2. Extensión de la cosa juzgada

1º. La cosa juzgada se produce únicamente con la sentencia firme que


pone término al proceso.

2º. Pero no todas las sentencias firmes producen este efecto ya que
quedan fuera del mismo las llamadas sentencias de absolución en la
instancia, es decir, en que no entra a resolver sobre el fondo del asunto por
estimar la existencia de un defecto o de la falta de un presupuesto procesal
que lo impide. Pero en estos casos, si bien se admite la posibilidad de
iniciar otro proceso sobre la misma cuestión, la doctrina jurisprudencial
española exige la subsanación del defecto o el cumplir el presupuesto
procesal olvidado69.

69- La sentencia recaída en el juicio anterior en que no se decidió la cuestión de fondo


porque de legitimación activa no puede deducir situación de cosa juzgada en relación con
juicio posterior en que sí se entra en el examen de fondo (STSE de 14-4-1989).

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

3º. También quedan fuera de la cosa juzgada las sentencias decisorias


de los juicios sumarios en los que por disposición legal la sentencia dictada
en los mismos no impide la iniciación de un juicio declarativo posterior.
Esto está previsto en el juicio ejecutivo (art. 1752 Pr); en la querella de
restablecimiento (art. 1663 Pr); en los interdictos especiales (art. 1681 Pr).
En estos casos considero que esas sentencias producen la cosa juzgada en
relación con los extremos discutidos y resueltos en el juicio sumario.

4º. Tampoco produce cosa juzgada en el proceso civil las sentencias


dictadas en un proceso penal. En este sentido mantengo que la sentencia
penal no impide en absoluto el pronunciamiento del órgano jurisdiccional
civil sobre una cuestión no planteada con anterioridad sin que haya de
operar la cosa juzgada, además que las resoluciones de la jurisdicción penal
no produce esta excepción en el orden civil, ante el que sólo tiene valor, con
fuerza vinculante, la relación de hechos de la sentencia condenatoria y la
absolutoria cuando declara la inexistencia del hecho del que la acción civil
hubiese podido nacer. En cambio, la sentencia que recaiga en el proceso
penal en la que se condene a la pena y a la indemnización correspondiente
impide que pueda volverse a promover un juicio civil sobre los mismos
hechos.

No obstante, en nuestro Derecho procesal existe influencia de la cosa


juzgada penal en materia civil; y el legislador la ha resuelto haciendo una
distinción, que es fundamental, entre sentencias penales condenatorias y
absolutorias.

Las sentencias penales condenatorias siempre producen cosa juzgada


en materia civil. Esta afirmación la hacemos en presencia de lo que dispone
el artículo 1122 del Código de Procedimiento Civil: «En los juicios civiles
podrán hacerse valer las sentencias dictadas en un proceso criminal siempre
que condenen al reo».

La demostración de que produce cosa juzgada una sentencia


condenatoria frente al proceso civil, se encuentra en el artículo 1124 del
Pr., cuando dice que «siempre que la sentencia criminal produzca cosa
juzgada en el juicio civil, no será lícito en éste tomar en consideración
pruebas o alegaciones incompatibles con lo resuelto en dicha sentencia o
con los hechos que le sirvan de necesario fundamento». Y particularmente,
en el artículo 121 párrafo 1º del Código Penal, se señala que «toda persona

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William Ernesto Tórrez Peralta

penalmente responsable de un delito o falta lo es también civilmente si del


hecho se derivan daños o perjuicios. Si son dos o más los responsables de
un delito o falta los jueces o tribunales señalarán la cuota por la que deba
responder cada uno».

En consecuencia, cada vez que el procesado es condenado como


responsable de delito dentro del proceso penal respectivo, en el juicio
civil correspondiente no se discutirá más sobre la efectividad del hecho
constitutivo del delito, ni menos sobre su culpabilidad.

Estas materias estarán ya resueltas por sentencia ejecutoriada, que


produce cosa juzgada; la controversia en el juicio civil se reducirá, pues,
a la especie y monto de los perjuicios reclamados por el ofendido con el
delito; y las pruebas que también se rindan expresarán relación con estos
últimos particulares, y no con aquéllos.

Las sentencias penales absolutorias en los juicios civiles, es


diametralmente opuesta a las condenatorias. La regla general es que la
sentencia penal absolutoria no produzca cosa juzgada en los juicios
civiles; pero como toda regla general, tiene sus excepciones; es decir,
habrá supuestos en que una sentencia penal absolutoria, también produce
cosa juzgada en materia civil.

Que las sentencias penales absolutorias, por regla general, no


producen cosa juzgada en los juicios civiles, lo encontramos establecido
en el artículo 1123 párrafo final del Código de Procedimiento Civil: «Las
sentencias absolutorias o sobreseimiento en materia criminal relativas a los
guardadores, albaceas, síndicos, depositarios, tesoreros y demás personas
que hayan recibido valores u objetos muebles por un título de que nazca
obligación de devolverlos, no producirán en ningún caso cosa juzgada en
materia civil».

Esta disposición permite, pues, que el ofendido por delito cometido por
alguna de las personas antes nombradas, persiga la indemnización de los
perjuicios sufridos con ocasión del delito, por la vía civil correspondiente,
aun cuando el responsable del mismo haya sido absuelto o sobreseído,
pudiendo al efecto rendir nuevas pruebas para demostrar la existencia del
hecho materia del delito y la culpabilidad del reo.

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Se trata, como se observa, de una disposición legal excepcional,


tendiente a proteger civilmente a las victimas de delitos contra la propiedad
y en los que interviene el factor uso de confianza.

Pero, existen excepciones al respecto:

1ª. «No existencia del delito o cuasidelito que ha sido materia del
proceso» (art. 1123 inc. 1º Pr). Al efecto se distinguen cuatro situaciones:

a) La sentencia penal o el sobreseimiento resuelven que no haya delito o


cuasidelito penal «porque los hechos en que se funden no existen». En este
caso, no cabe la menor duda de que esas sentencias penales producen cosa
juzgada en materia civil, pues, no sería lógico que para una jurisdicción
no exista un determinado hecho, y para otra sí. Por ejemplo, se acusa a
Juan como responsable del delito de lesiones ante la justicia penal y ésta
lo absuelve, en atención a que no existen tales lesiones. Posteriormente, se
le demanda ante los Tribunales civiles, cobrándole indemnización por los
daños y perjuicios que ocasiono con dichas lesiones. A esta demanda civil
Juan puede legalmente oponer la excepción de cosa juzgada.

b) La sentencia penal o el sobreseimiento resuelven que no hay delito


o cuasidelito penal «porque, si bien los hechos existen y están probados,
ellos no están sancionados por la ley penal». En este caso, esas sentencias
penales no producen cosa juzgada en materia civil, puesto que un hecho
que no reviste carácter de delito o de cuasidelito penal no excluye la
posibilidad de que constituya, en cambio, un delito o un cuasidelito civil,
esto es, un hecho cometido con dolo o culpa y que cause daño.

Por ejemplo, se acusa a Juan como responsable de delito ante la justicia


penal por haber dado una alarma falsa de incendio y se le absuelve, porque,
si bien se comprobó su participación en ese hecho, no está castigado por
la ley penal. Posteriormente, se le demanda ante la justicia civil por el
Cuerpo de Bomberos respectivos, cobrándosele indemnización por los
daños que le causo con esa llamada falsa. A esta demanda civil Juan no
puede legalmente oponer la excepción de cosa juzgada.

c) La sentencia penal o el sobreseimiento resuelven que no hay delito


o cuasidelito penal «porque, si bien los hechos existen y están castigados
en la ley penal, la intervención del responsable de ello ha sido causal».

350
William Ernesto Tórrez Peralta

En este otro caso, esas sentencias penales absolutorias producen cosa


juzgadas en materia civil, pues no sería lógico que para una jurisdicción
un determinado hecho hubiese sido ejecutado en forma casual, y para otra,
con dolo o culpa. Por ejemplo, se acusa a Juan ante los Tribunales penales
como responsable del delito de lesiones y ésta lo absuelve, en atención a
que, si bien causo esas lesiones, lo fue por caso fortuito o fuerza mayor.

Posteriormente, se le demanda ante la justicia civil, cobrándosele


indemnización por los daños o perjuicios que ocasiono con dichas lesiones.
A esta demanda civil, Juan puede legalmente oponer la excepción de cosa
juzgada.

d) La sentencia penal o el sobreseimiento resuelven que hay delito


o cuasidelito penal «porque los hechos están probados y castigados en
la ley penal, pero debe absolverse o sobreseerse debido a que concurre
una circunstancia eximente de responsabilidad penal». En este último
caso, esas sentencias penales no producen cosa juzgada en materia civil;
pues la responsabilidad penal por la comisión de un hecho no implica
forzosamente la responsabilidad civil del mismo.

Así también lo entendió el legislador, al establecer en el inciso 1º


del artículo 1123 del Código de Procedimiento Civil: «No se entenderán
comprendidos en este número los casos en que la absolución o
sobreseimiento provengan de la existencia que eximan de la responsabilidad
criminal». Por ejemplo, se le acusa a Juan ante los Juzgados penales como
responsable del delito de lesiones y este lo absuelve, en atención a que, si
bien causo esas lesiones, lo hizo en defensa propia. Posteriormente, se le
demanda ante la justicia civil, cobrándosele indemnización por los daños
que causo con esas lesiones. A esta demanda civil no podría legalmente
oponer la excepción de cosa juzgada.

2ª. «No existencia de relación alguna entre el hecho que se persigue


y la persona acusada». Esta segunda excepción a la regla general de que
las sentencias penales absolutorias no producen cosa juzgadas en materia
civil, está contemplada en nuestra ley procesal en la siguiente forma: Las
sentencias que absuelvan de la acusación o que ordenen el sobreseimiento
definitivo, sólo producirán cosa juzgada en materia civil, cuando se funden
en alguna de las siguientes circunstancias: 2º No existir relación alguna
entre el hecho que se persigue y la persona acusada, sin perjuicio de la

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

responsabilidad civil que pueda afectarle por actos de terceros o por daños
que resultaren de accidentes en conformidad a los establecido en el Código
Civil (art. 1123 párrafo 1º inc. 2º Pr).

En otros términos, las sentencias que absuelven de la acusación o


que ordenan el sobreseimiento definitivo, en razón de no existir relación
alguna entre el hecho que se persigue y la persona acusada, producen
cosa juzgada en materia civil. Por ejemplo, se acusa a Juan ante la justicia
penal por el delito de lesiones, y en el curso de la investigación resulta
que el responsable de este delito es otra persona y se absuelve a Juan.
Posteriormente, se demanda a Juan ante los Tribunales civiles cobrándosele
indemnización por los daños que esa otra persona causó con el delito de
lesiones. A esta demanda civil, Juan le opondría legalmente la excepción
de cosa juzgada.

Pero hay dos casos en que, si bien la sentencia absuelve de la acusación


o se dicta sobreseimiento definitivo en la causa, en atención a que no hay
relación alguna entre el hecho que se persigue y la persona acusada, no
producen cosa juzgada en materia civil, es decir, se vuelve a la regla
general. Se trata de la responsabilidad civil por actos de terceros, o por
accidentes a que se refiere el Código Civil. Por ejemplo, se acusa a Juan
ante la justicia penal como responsable del delito de lesiones; pero luego se
le absuelve, porque el responsable de tal delito era un pupilo que vive bajo
su dependencia y cuidado, a quien, en cambio, se condena. Posteriormente,
se demanda a Juan ante la justicia civil cobrándosele indemnización por
los daños que su pupilo causó con tal delito. No podría Juan oponer en
esta demanda civil excepción de cosa juzgada, pues, si bien fue absuelto
penalmente, su responsabilidad civil por acto de tercero subsiste.

Otro ejemplo, sería un accidente de tráfico, mi automóvil causo


lesiones a un peatón y se me procesa por cuasidelito de lesiones; pero de
la investigación resulta que el automóvil era conducido por mi chofer,
por lo cual soy absuelto. Posteriormente, el peatón me demanda en la vía
civil cobrándome los perjuicios causados por dicho accidente. No podría
oponer la excepción de cosa juzgada, pues, si bien fui absuelto ante la
justicia penal, mi responsabilidad civil, por acto de tercero, en el accidente
en cuestión, del que resulto el daño, subsiste.

352
William Ernesto Tórrez Peralta

3ª. «No existencia en autos de indicio alguno en contra del acusado».


Esta tercera y última excepción a la regla general de que las sentencias
penales absolutorias no producen cosa juzgada, en materia civil, está
contemplada expresamente en nuestro Código de Procedimiento Civil en
la siguiente forma: Las sentencias que absuelvan de la acusación o que
ordenan el sobreseimiento definitivo, sólo producirán cosa juzgada en
materia civil, cuando se funde en alguna de las circunstancias siguientes:
3º. No existir en autos indicio alguno en contra del acusado, no pudiendo en
tal caso alegarse la cosa juzgada sino respecto de las personas que hubiesen
intervenido en el proceso criminal como partes directas o coadyuvantes
(art. 1123 párrafo 1º inc. 3º Pr).

Aquí la sentencia absolutoria o el sobreseimiento definitivo han


tenido que pronunciarse exclusivamente por falta de prueba, en cuanto a
la participación culpable del acusado. Se ha probado en autos la existencia
del hecho materia del delito; ese hecho está castigado por la ley penal; pero
no se ha probado que en ese hecho punible le haya cabido participación al
acusado. Es natural, que esas sentencias penales produzcan cosa juzgada
en juicio civil posterior. Se observa, sin embargo, la atención acerca de que
esa cosa juzgada solamente podrá invocarse en contra de las personas que
hayan intervenido en calidad de partes en el juicio penal respectivo, y no
en contra de otras. Por ejemplo, se acusa a Juan ante la justicia penal como
responsable del delito de lesiones. El proceso se inició en virtud de querella
deducida por persona distinta de la víctima u ofendida con ese delito. En
el proceso penal no se logra probar que Juan fue el responsable de esas
lesiones; luego, se le absuelve o sobresee definitivamente. Enseguida, la
victima del delito demanda a Juan ante los Tribunales civiles, cobrándole
indemnización por los daños que le causo con las lesiones. Juan no puede
oponer la excepción de cosa juzgada, y podrá incluso probar ante la justicia
civil que fue él el responsable de esas lesiones. En cambio, si la victima
del delito hubiera sido el querellante en el juicio penal primitivo, en el
juicio civil posterior podría oponerle la excepción de cosa juzgada, porque
fue parte en aquel primer juicio.

6.2.2.3. Límites de la cosa juzgada

El artículo 2361 del Código Civil establece: «Para que una sentencia
tenga autoridad de cosa juzgada, es necesario: 1º. La identidad de las
partes. 2º. La identidad del objeto. 3º. La identidad de la causa».

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

El artículo 2361 recoge los límites de la cosa juzgada siguiendo la


llamada doctrina de las tres identidades (GUASP), según la cual para que
el fallo que goza de este tipo de autoridad afecte o impida un proceso
posterior es necesario que entre el primer pronunciamiento y el nuevo
proceso se dé una triple concurrencia: los mismos sujetos, el mismo objeto
y la misma causa o razón de pedir:

a) Según el límite subjetivo, la cosa juzgada afecta solamente cuando


en ambos procesos concurren perfecta identidad entre las personas de
los litigantes y la calidad con que lo fueron. Es decir, no sólo se exige
identidad física sino identidad jurídica.

b) El Código Civil también exige que entre los dos procesos haya
identidad de las cosas, o sea, el bien de la vida que se pretende en el
proceso (GUASP).

c) Y finalmente, el Código Civil exige también la más perfecta


identidad de la causa, es decir, el fundamento o razón de pedir.

Ahora bien, cabe preguntarse: para que la sentencia penal produzca


cosa juzgada en juicio civil posterior ¿es necesario que concurra la triple
identidad legal antes señalada? Evidentemente, no.

Los artículos 1122 y 1123 del Código de Procedimiento Civil


constituyen verdaderas excepciones a la regla consignada en el artículo
2361 del Código Civil. Esto, por lo demás, por una razón de lógica. Las
partes en los juicios difieren de las que intervinieren en los juicios civiles:
los primeros generalmente se inician de oficio por el propio Tribunal; o bien,
mediante denuncia en que no hay legalmente una parte actora. Además, la
cosa pedida y la causa a pedir en la acción penal están representadas por el
castigo del culpable en razón de la infracción penal cometida; en cambio,
en la acción civil, como tuvimos oportunidad de verlo, la cosa pedida es el
beneficio jurídico que se solicita por medio de la demanda, y la causa de
pedir, el fundamento inmediato del derecho deducido en juicio.

Los juicios penales y civiles, en resumen, tienen objetivos y finalidades


enteramente diversos; de suerte que si se exigiera la concurrencia de la
triple identidad legal para poder alegar la cosa juzgada penal en un juicio
civil, jamás podríamos valernos de la mencionada excepción.

354
William Ernesto Tórrez Peralta

En un solo caso, para poder alegar la excepción de cosa juzgada que


emana de una sentencia penal en un juicio civil posterior, es preciso que
haya identidad legal de personas: se trata de aquel en que la sentencia
o el sobreseimiento se fundan en la no existencia de indicio alguno en
autos en contra del acusado; pues, en este evento, la cosa juzgada sólo
podrá invocarse respecto de las personas que intervinieron como parte en
el proceso penal respectivo (art. 1123 párrafo 1º inc. 3º Pr).

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

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William Ernesto Tórrez Peralta

XX — LA CONCLUSIÓN
ANORMAL DEL PROCESO

Como se dijo antes la forma normal de terminar un proceso es la


sentencia y la forma ideal para que concluya es la sentencia de fondo que
resuelve de manera definitiva la cuestión debatida entre las partes.

En Derecho existen, sin embargo, medios de terminación anormal del


proceso sin necesidad de que se dicte sentencia: éstas son: la renuncia,
transacción, desistimiento, caducidad de la instancia y suspensión e
interrupción del proceso.

1. La renuncia

La renuncia es un concepto generalmente aplicable a muchas


instituciones y que incluso en el ámbito procesal puede tener diversas
significaciones, según sea su contenido. En ocasiones, aun siendo una
declaración de voluntad positiva, su único efecto es la preclusión. Así
ocurre con la renuncia, aun expresa, a actuaciones procesales concretas.
Sin embargo, cuando se considera desde la perspectiva de la conclusión
eventual del proceso, nos estemos refiriendo a la manifestación de voluntad
en el sentido de abandonar lo pretendido en el proceso, de hacer dejación
del objeto litigioso por cualquier razón.

Claro está, con ello se está determinado el contenido de la sentencia a


dictar en el proceso. Al renunciar se deja de pedir el derecho por el que se
litigaba, lo cual comporta, en definitiva, la desestimación de la demanda.

La renuncia es un acto estrictamente procesal y no un negocio jurídico


de derecho privado. Independientemente de cuál sea su posible motivación,
la renuncia afecta tan sólo a la res litigiosa: lo que constituía el objeto del
proceso, lo que era la cuestión litigiosa, deja de serlo en virtud de una
declaración expresa de la parte en este sentido.

A pesar de no estar regulada en el Código de Procedimiento Civil, no


cabe duda alguna de la posibilidad de utilizar esta expectativa.

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Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

La renuncia tiene sentido e interés en la medida en que suponga un


abandono definitivo e irrevocable del objeto litigioso. La pura renuncia
al proceso constituye tan sólo desistimiento. Ello explica las diferencias
entre ambas instituciones, que en la práctica suelen ir juntas: la renuncia
es unilateral, el desistimiento exige la bilateralidad; la renuncia impide el
planteamiento del objeto litigioso en un nuevo proceso; el desistimiento,
no; aquélla versa sobre el objeto litigiosos; éste sólo sobre el proceso.

La renuncia es un acto exclusivo del actor, en justa correspondencia al


allanamiento como acto propio del demandado. Ambas instituciones son
de signo contrario y constituyen la diferencia perspectiva de un mismo
problema: la disposición sobre el objeto litigioso por las partes.

Los presupuestos de la renuncia son los siguientes:

1º. La renuncia exige tan sólo capacidad procesal para efectuarla, en


cuanto que es un acto procesal. Requiere ratificación expresa de la parte,
autorización en el representante legal.

2º. Es un acto puro, unilateral, que no precisa de la intervención del


demandado para su producción. Puede efectuarse en cualquier momento
del proceso.

3º. Tiene como límites clásicos el interés o el orden público y que no


sea en perjuicio de tercero.

En cuanto al efecto, la renuncia determina el contenido de la


sentencia. Esto forzosamente ha de ser absolutorio para el demandado.
En consecuencia, el objeto litigioso queda amparado por la fuerza de la
cosa juzgada y no puede volver a producirse la cuestión en un ulterior
proceso.

2. La transacción

Según indican los artículos 2176 y 2177 del Código Civil, toda
cuestión, esté o no pendiente ante los Tribunales, puede terminarse por
transacción. La transacción se rige por la regla general de los contratos en
los que no esté expresamente previsto en este Título. En estas normas se
alude a las dos clases posibles de transacción: la judicial y la extrajudicial.

358
William Ernesto Tórrez Peralta

Esta tiene un carácter extraprocesal y es un contrato o negocio jurídico


de derecho privado, aquélla es un acto procesal que supone precisamente
poner término a un pleito judicial y, para que pueda hablarse de transacción,
las prestaciones han de ser recíprocas.

Por su marcado carácter negocial, que ha llevado incluso a algún actor


a considerarla estrictamente un negocio jurídico privado (GUASP), le
son aplicables a la transacción judicial las disposiciones del Código Civil
relativas a la transacción extrajudicial.

Los presupuestos de la transacción son:

a) Se exige capacidad para transigir, ya que este tipo de actos, aun


siendo procesales, suponen disposiciones sobre el objeto litigiosos. De
aquí que el tutor no puede transigir sobre derechos de la persona que
tiene en guarda sino en la forma prescrita en los artículos 251 y 252 del
Código Civil (art. 2182 C). El padre, y en su caso la madre, puede transigir
sobre los bienes y derechos del hijo que tuvieren bajo su potestad previa
autorización judicial (arts. 2182, 251 y 253 C).

b) Desde el punto de vista objetivo, la transacción no comprende sino


los objetos expresados determinadamente en ella, o que, por una inducción
necesaria de sus palabras, deben reputarse comprendidos en la misma (art.
2181 C).

La renuncia general de derechos se entiende sólo de los que tienen


relación con la disputa sobre que ha recaído la transacción (art. 2181
C). No se puede transigir sobre el estado civil de las personas, ni sobre
la validez del matrimonio; más, si la transacción importa adquisición o
pérdida del estado, si puede transigirse sobre los derechos pecuniarios
que de la declaración del estado civil pudieran deducirse a favor de una
persona. Tampoco puede transigirse sobre derechos irrenunciables (art.
2185 C).

Se puede transigir sobre la acción civil proveniente de un delito; pero


no por eso, si el delito es de orden público, se extingue la responsabilidad
criminal ni se da por probado el delito. Tratándose de delitos que el
Derecho penal califica de privados, la transacción puede extenderse a
ambas responsabilidades: la civil y la penal (art. 2184 C).

359
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

En cuanto a los efectos, podemos decir que:

a) La transacción supone regular de nuevo las relaciones entre las


partes. Por ello el Código Civil habla impropiamente de que la transacción
tiene para las partes la autoridad de cosa juzgada70, efecto propio de la
sentencia firme, entre otras razones, porque la transacción es revocable.

b) La transacción judicial da lugar a la terminación del proceso sin


sentencia, mediante auto que recoge y aprueba la transacción. En la
práctica no siempre se acude a esta vía para la conclusión del proceso (art.
2180 C).

c) La transacción tiene respecto de las partes, la misma eficacia y


autoridad que la cosa juzgada (art. 2193 C). Es decir, la transacción judicial
constituye título suficiente para abrir el procedimiento de ejecución.

d) La transacción es esencialmente revocable: «Es nula la transacción


que verse sobre delitos, dolo o culpa futura y sobre la acción civil que
nazca sobre ello; sobre las sucesión futura o sobre la herencia, antes de
abrirse la testamentaria del causante. También es nula la transacción sobre
el derecho de recibir alimentos, pero se podrá transigir sobre las pensiones
alimenticias ya debidas» (art. 2186 C)71.

El descubrimiento de nuevos títulos o documentos no es causa para


anular o rescindir la transacción, si no ha habido mala fe en la otra parte,
por haber ésta conocido y ocultado los títulos (art. 2189 C). La transacción
celebrada con presencia de documentos que después se han declarado
falsos por sentencia judicial es nula.

Es nula la transacción sobre cualquier negocio que esté decidido


judicialmente por sentencia irrevocable ignorado por los interesados o por
uno de ellos (art. 2187 C).

70- Artículo 2193 del Código Civil.


71- Ver artículo 2457 del Código Civil.

360
William Ernesto Tórrez Peralta

3. El desistimiento

El desistimiento es la renuncia por parte del actor al proceso, es decir,


la declaración de voluntad del demandante en el sentido de apartarse del
seguimiento del proceso. Es la declaración de voluntad del actor por la
que tiene por abandonado el proceso, sin renunciar a la acción. Tanto el
acto como su contenido son estrictamente procesales. No afectan para
nada al objeto del proceso, a diferencia de la renuncia. Como tal puede
tener lugar en cualquier momento del proceso. Ahora bien, sus efectos
son radicalmente distintos según el momento procesal en que ocurra. En
particular, es diferente el desistimiento durante la primera instancia del
proceso, del desistimiento de un recurso, que presupone una resolución
previa.

El Código de Procedimiento Civil regula la figura del desistimiento en


los artículos 385 a 396 a partir de estos indicios se construye lo siguiente:

a) A pesar de ser un acto de trascendencia exclusivamente procesal, se


aplica el requisito general de poder especial en el representante, o que el
interesado se ratifique en el escrito (art. 73 Pr)72.

b) En cuanto a la oportunidad de desistir de la demanda, nuestro


Código de Procedimiento Civil, sobre este particular, hace una distinción
fundamental. En efecto distingue según si el desistimiento se ha planteado
antes de notificada la demanda o después de la notificación:

1º. «Antes de notificar al demandado el auto de emplazamiento o


citación». Podrá retirarla el actor sin trámite alguno, y se considera como
no presentada (art. 386 Pr). Quiere decir entonces que en esa oportunidad,
o sea, antes de notificada la demanda, el desistimiento no se somete a
tramitación alguna; se trata de un simple retiro material de la demanda y

72- El artículo 3357 del Código Civil establece que «en virtud del poder judicial para
todos los negocios el mandatario puede apersonarse como actor o como reo, a nombre
de su poderdante en cualquier negocio que interese a éste; seguir el juicio, sus incidentes
e incidencia como las tercerías o contra demandas: usar todos los recursos ordinarios y
extraordinarios que la ley establece; pero necesita autorización especial: 4º. Para desistir y
aceptar desistimiento en cualquier instancia».

361
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

que no produce efecto procesal alguno, al disponer el Código que se tiene


como no presentada. Esto es lógico, desde el momento en que mientras
ello no ha sido notificada, no se ha producido entre las partes relación
procesal alguna.

2º. «Si ella se hace después de notificado el auto de emplazamiento,


se dará traslado a la parte contraria para que dentro de tercero día conteste
lo que tenga a bien». Aquí sí que estamos en presencia de un verdadero
desistimiento de la acción, el cual una vez aceptado por sentencia
ejecutoriada, producirá todos los efectos legales que le son propios. La
notificación de la demanda ha tenido la virtud de hacer nacer la relación
procesal, y si se desea poner término a esta relación, habrá que someterse
ese deseo a tramitación previa, y luego declararlo en forma solemne
en una resolución judicial que acepta tal desistimiento (art. 387 Pr). El
desistimiento, aun siendo pura iniciativa del actor exige audiencia del
demandado. El principio de bilateralidad, se fundamenta en la especie de
difamación judicial que produce la demanda y en el que el demandado
no tiene porque verse continuamente solicitado y agravado por la posible
reiteración del proceso.

Mediante el desistimiento, se producen los siguientes efectos:

a) La terminación del proceso sin sentencia, ya que precisamente el


actor renuncia al seguimiento del mismo (art. 388 Pr).

b) La resolución que dicte el órgano jurisdiccional, «tendrá como tal


la fuerza de cosa juzgada» (art. 388 Pr).

c) «La sentencia que acepta el desistimiento haya o no habido


oposición, extinguirá las acciones a que él se refiera, con relación a las
partes litigantes y a todas las personas a quienes habría necesariamente
afectado la sentencia del juicio a que se pone fin, no pudiendo intentarlas
de nuevo» (art. 389 Pr).

d) El desistimiento de las peticiones que se formulen por vía de


reconvención, se entenderá aceptado sin declaración expresa, por el hecho
de proponerse; salvo que la parte contraria deduzca oposición dentro de
tercero día después de notificada. En este caso se tramitará la oposición
como se ha dicho en el artículo 389 (art. 390 Pr).

362
William Ernesto Tórrez Peralta

e) Cuando el juicio se encuentre en apelación o casación, el


desistimiento puede ser de la demanda o del recurso. En el primer caso la
sentencia en que se admite el desistimiento es la ejecutoria, y la que como
tal tiene fuerza de cosa juzgada. En el segundo, lo es la sentencia de que
se reclamó (art. 391 Pr).

Por regla general, el desistimiento implica la condena en costas al


actor (arts. 2011 y 2068 Pr).

4. La caducidad de la instancia

La caducidad de la instancia es la extinción del proceso por inactividad


de las partes durante los plazos señalados por la ley. La institución está
pensada para librar a los Tribunales de una litispendencia indefinida y
cerrar definitivamente los juicios que han permanecido inmóviles durante
un plazo más o menos largo.

La caducidad puede sobrevenir en cualquier estado del proceso,


pero las consecuencias son diversas, según el momento procesal en que
ocurra.

Los presupuestos de la caducidad de la instancia son los siguientes:

a) Transcurso de los plazos señalados por el Código de Procedimiento


Civil: «La instancia se entiende abandonada y caducará de derecho cuando
todas las partes que figuran en el juicio, de cualquier clase que éstas sean,
no instan por escrito su curso dentro de los siguientes términos:

1º. Dentro de ocho meses, si el pleito se hallare en primera instancia.

2º. Dentro de seis meses, si estuviere en segunda instancia.

3º. Dentro de cuatro meses, si estuviere pendiente de recurso de


casación.

Tratándose de juicios verbales o de menor cuantía, los términos de


los ordinales 1º y 2º se interrumpirán con solo la gestión oral, que deberá
hacerse constar en el acta respectiva.

363
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

En todo caso, los términos se contarán desde la última providencia que


se hubiere dictado en la causa» (art. 397 Pr).

b) Inexistencia de causa suficiente para motivar la paralización: «no


procederá la caducidad de la instancia por el transcurso de los términos
señalados en el artículo anterior, cuando el pleito hubiere quedando sin
curso por fuerza mayor o por cualquiera otra circunstancia independiente
de la voluntad de las partes.

En estos casos se contarán dichos términos desde que los litigantes


hubieren podido instar el curso de los autos» (art. 398 Pr).

En cuanto a los efectos de la caducidad de la instancia podemos decir


lo siguiente:

a) La caducidad opera de oficio: Será obligación del Secretario, en


cuyo oficio radiquen los autos, dar cuenta al Juez o Tribunal respectivo,
luego que transcurran los términos señalados en el artículo 397, para que
se dicte de oficio la providencia correspondiente (art. 399 Pr).

b) Los efectos que el Código de Procedimiento Civil atribuye a la


caducidad son diferentes, según la instancia en que se hallare el pleito:
Si los autos se hallaren en primera instancia y resultare de ellos que han
transcurrido los ocho meses sin que ninguna de las partes haya instado en
su curso, pudiendo hacerlo, se tendrá por abandonada la instancia, y el
Juez mandará archivarlos sin ulterior recurso.

En este caso serán de cuenta de cada parte las costas causadas a su


instancia (art. 400 Pr).

Cuando los autos se hallaren en segunda instancia o en recurso de


casación, luego que transcurran los términos respectivos, se tendrá por
abandonado el recurso y por firme la sentencia apelada o recurrida,
mandando devolver los autos al Tribunal o Juez inferior, con certificación
de la resolución en que se hubiere declarado el abandono, para los efectos
consiguientes.

En estos casos, las costas de la instancia caduca, serán de cuenta del


apelante o recurrente (art. 401 Pr).

364
William Ernesto Tórrez Peralta

De las resoluciones a que se refieren los dos artículos anteriores, podrá


el demandante, apelante o recurrente, pedir reposición si creyere que se ha
procedido con equivocación al dejar transcurrir el término legal, en cuya
virtud se hubiere tenido por caduca la instancia o se hallare en el caso del
artículo 398.

No podrá fundarse la pretensión en ningún otro motivo. Este recurso


se sustanciará conforme a lo previsto para los incidentes y habrá apelación
o casación, en su caso, si la resolución es dictada en la primera o segunda
instancia (art. 402 Pr).

c) La caducidad de la primera instancia no extingue la acción, la cual


podrá ejercitarse de nuevo en el juicio correspondiente, entablando nueva
demanda, si dicha acción no hubiere prescrito, con arreglo a derecho (art.
404 Pr).

La caducidad en segunda instancia o recurso de casación determina la


firmeza de la sentencia de instancia y, por lo tanto, ésta pasa en autoridad
de cosa juzgada.

d) La caducidad de la instancia pone asimismo término al proceso,


extinguiéndolo.

5. La suspensión e interrupción del proceso

No existe una definición clara de lo que deba entenderse por suspensión


e interrupción del proceso. Al lado de estas expresiones se utilizan además
las de paralización del proceso, o detención del curso del procedimiento.
Tampoco el Código de Procedimiento Civil utiliza con rigor una
denominación unitaria. De aquí que cada autor se vea en la necesidad de
definir previamente los conceptos, según su particular estimación. En mi
modesta opinión, pueden efectuarse las siguientes observaciones:

1ª. En muchas ocasiones, al hablar de suspensión del proceso se efectúa


una transposición del lenguaje. Las incidencias que ocurran a lo largo del
mismo tienen también señalado un cauce específico para su tramitación.
No es, por lo tanto, que el proceso suspenda su curso, sino que efectúa un
rodeo en su caminar.

365
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Lo que puede sufrir retraso o incluso detención es el examen de


la cuestión principal es a lo que se refiere muchas veces el Código de
Procedimiento Civil, cuando habla de suspensión del proceso, por ejemplo,
observar el artículo 336, de la ley procesal civil.

2ª. En otros casos, la suspensión supone la detención del curso del


proceso en un determinado día del plazo que corría. La reanudación del
proceso presupone tan sólo la continuación del mismo a partir del momento
en que se suspendió. La expectativa procesal sólo podrá producirse en el
resto del plazo que queda por transcurrir: por ejemplo, paralización del
curso del proceso en un determinado momento por acuerdo de las partes.
Se suele hablar en estos casos de suspensión en sentido estricto.

En aplicación de la doctrina de la paralización en sus diversos


significados puede contabilizarse los siguientes casos:

a) La suspensión del curso del proceso a petición de todas las partes


litigantes.

b) La fuerza mayor.

c) La suspensión del proceso en virtud de un incidente que exija


pronunciamiento previo (art. 242 Pr), entre otros, los derivados de las
cuestiones de competencia (art. 336 Pr) y acumulaciones (art. 858 Pr).

d) La suspensión del proceso civil por prejudicialidad penal (art. 427


párrafo 1º y 2º y art. 1199 párrafo 1º Pr)73.

73- La prejudicialidad son cuestiones conexas de distinta naturaleza jurídica que las que
constituyen el objeto del proceso y que deben ser resueltas previamente para resolver
el juicio. Al momento de dictar un pronunciamiento el Juez puede encontrarse con
determinados problemas o cuestiones jurídicas que cuya resolución previa dependa el fallo
que ha de dictarse. Según la solución que adopte respecto de dichas cuestiones, dictará un
fallo u otro. En estos casos se habla de que existe prejudicialidad, es decir, de que dichos
extremos requieren un pronunciamiento previo.

366
William Ernesto Tórrez Peralta

XXI — LOS GASTOS PROCESALES

1. Las costas

Desde un punto de vista amplio puede considerarse a las costas como


el conjunto de gastos generales que lleva consigo el proceso.

Desde un punto de vista más estricto y restringido por costas se entiende


el conjunto de gastos que ha de satisfacer la persona que interviene en un
proceso74.

En relación con el conjunto de gastos generales que lleva consigo el


proceso, lo normal en los sistemas judiciales modernos es que los mismos
corran a cargo de los Presupuesto Generales del Estado.

Éste es el sistema actual en Nicaragua. Frente a él han existido el


que el importe de los gastos corrieran a cargo de los litigantes de una
manera total, propio de épocas históricas hace tiempo superadas; o bien
que corrieran a cargo de una manera parcial de tal forma que el litigante
abonaba impuestos a tasas especiales por la utilización del servicio de la
Administración de Justicia.

Este último sistema ha tenido una gran aceptación en Nicaragua, pues,


hasta casi la primara mitad del siglo XX los Secretarios judiciales, con
cargo a los aranceles que percibían de los litigantes, abonaban el importe
de los sueldos de los funcionarios que, bajo sus órdenes, trabajaban en
los Juzgados y Tribunales, y de los gastos de material que las oficinas
judiciales exigían. Fue también el sistema en el que se inspiró las llamadas
tasas judiciales.

74- GUASP DELGADO, J., Los define como aquellos gastos que debiendo ser pagados
por las partes de un determinado proceso reconocen a este proceso como causa inmediata y
directa de su producción. PRIETO-CASTRO Y FERRÁNDIZ, L., Dice que son el conjunto
de desembolsos necesarios que se producen dentro de un proceso de una actuación judicial
para la persecución o la defensa del proceso.

367
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

La tasa judicial era el impuesto que el litigante abonaba por la tramitación


del pleito y que tenía en cuenta tanto la cuantía del procedimiento como
la clase del mismo.

Pero la tasa judicial y el reintegro de las actuaciones fueron suprimidas


en Nicaragua, por la Ley Orgánica del Poder Judicial, por lo que actualmente
todos los gastos derivados de la construcción y mantenimiento de los
edificios judiciales, gastos de las oficinas judiciales y pago de los sueldos
de todos los funcionarios judiciales corren a cargo del Estado, que los
incluye en el Presupuesto General de la República (arts. 21 y 96 LOPJ y
art. 159 párrafo 1º Cn).

Desde el punto de vista restringido, tienen el concepto de costas


procesales:

1º. Los honorarios de los Abogados de las partes, que como regla
general intervienen en la mayoría de procesos75.

Estos honorarios, en principio, se satisfacen por la parte a quien


defienden, si bien la misma puede recuperarlos de la contraría, si hubiere
condena en costas.

No están sometidos a aranceles, aunque las Asociaciones de


Abogados suelen aprobar, con carácter orientador, tarifas de honorarios
recomendados76.

2º. Los honorarios de los Peritos que intervienen en el proceso. Estos


honorarios (que no están sometidos a aranceles sino a tarifación libre)
pueden suponer hoy cantidades elevadas dado el carácter científico, técnico
o profesional de los intervinientes.

El pago corresponde, en principio, a la parte que lo propone sin perjuicio


de lo que decida el Juez en la sentencia en relación con la imposición de
costas.

75- Ver arts. 63 y 65 del Pr.


76- Art. 91 Pr.

368
William Ernesto Tórrez Peralta

El pago de los honorarios de los Peritos suele originar graves


problemas no sólo por el elevado de las minutas (que son impugnables
tanto por excesivas como por indebidas) sino porque la parte contraria a
la que lo propone puede aprovecharse de la prueba, pidiendo ampliación
del dictamen, o interviniendo en reconocimiento, en el número y elección
de los Peritos y pudiendo exigir explicaciones en el acto de la emisión o
ratificación del informe.

Las dificultades se agravan cuando es el Juez el que acuerda para


mejor proveer el informe pericial propuesto por una parte y que no puede
realizarse en el plazo normal de prueba, pues en este caso se consideran
por lo general costas comunes y deben ser satisfechas por ambas partes
lo que, en muchos supuestos, pueden constituir una notoria injusticia.
Lo procedente es que el Juez en la sentencia resuelva sobre esta materia
teniendo en cuenta las particularidades de cada caso concreto.

3º. También entran dentro del concepto de costas los gastos que
hicieren los testigos y los que tienen derecho según los artículos 1340,
1341 y 1342 del Código de Procedimiento Civil.

En principio, estos gastos se abonan por el litigante que los propone,


sin perjuicio de lo que se resuelva en materia de costas.

Nuestras leyes en algunos supuestos exigen que las decisiones


judiciales se publiquen en el Diario Oficial del Estado (La Gaceta)77.

En esta materia el legislador (que tanto se preocupó por la gratitud


de la justicia para eliminar las tasas judiciales) se ha quedado corto, pues,
tales periódicos deberían ser de utilización gratuita. No obstante, hay que
resaltar el gran paso dado por el legislador ya que la Ley Orgánica del
Poder Judicial elimina la necesidad de que los edictos judiciales se inserten
en periódicos no oficiales (art. 97 LOPJ), lo que ha supuesto un importante
abaratamiento de este medio de comunicación procesal que, en muchas
ocasiones, sigue siendo de escasísima eficacia.

77- Edictos anunciando subastas de bienes embargados, ver artículo 1760 del Pr., por
ejemplo. Cédulas de notificación, emplazamiento a personas de domicilio desconocido
(art. 122 Pr), también por ejemplo.

369
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

4º. Además de los señalados existen otros gastos procesales que


pueden ser incluidos en el concepto de costas: los derechos de los
Notarios, Registradores de la Propiedad o de cualquier otro tipo, así como
funcionarios administrativos que perciben honorarios por cumplir los
encargos que el órgano jurisdiccional les hace.

Las costas judiciales se devengan desde el momento de su producción.


Es lo que ocurre en relación con el pago de los honorarios de los Peritos78,
las indemnizaciones a los testigos, pagos de derechos a Notarios, abono
de costos de los edictos, etc. No obstante, en relación con los Abogados y
Procuradores el Código de Procedimiento Civil para la percepción de sus
derechos sigue el sistema de períodos. Así se hace en los aranceles de los
Procuradores y en las normas orientadoras de los honorarios profesionales
de Abogados o Letrados, donde el primer período comprende la fase
expositiva (demanda, contestación) hasta la apertura de la prueba, y el
segundo desde la apertura del período probatorio hasta el final (arts. 91 y
376 Pr).

2. La imposición de costas

Se conoce con el nombre de imposición de costas la decisión que adopta


el Juez en la que, estimando la petición de la parte contraria, condena a una
de las partes al pago de todas las costas producidas en el proceso.

La decisión de imponer es exclusiva del Juez o Tribunal que la adopta


bien en la sentencia resolviendo la instancia o el recurso, o bien en la
sentencia o auto resolutorio de un incidente.

Para que proceda la imposición de costas es necesaria la petición de


parte ya que el Juez o Tribunal no puede conceder más de lo pedido por la
parte so pena de caer en incongruencia.

Esta condena supone una obligación de carácter netamente procesal


que se impone al condenado a su pago, y que, en esencia, consiste en que

78- La Corte Suprema de Justicia ha declarado que el Perito no tiene necesidad de esperar
a que la sentencia sea firme para cobrar sus honorarios (SCSJ de 19 de noviembre de
1956).

370
William Ernesto Tórrez Peralta

además del pago de las costas a él correspondientes ha de reintegrar al


litigante contrario los gastos que hizo en el proceso, es decir, ha de pagar
los honorarios de su Abogado, los derechos de los Peritos y los restantes
gastos que hizo.

La no imposición de costas supone que cada parte ha de abonar los


gastos por ella originados y los comunes ―si los hubiere― por mitad.

La imposición de costas se hace normalmente a una de las partes


en el proceso, es decir, al actor o al demandado. Pero el Código de
Procedimiento Civil permite en contadas excepciones, que tal imposición
afecte a personas que no son parte. En el supuesto normal que las costas
se impongan a las partes, estas costas pueden afectar al litigante vencido
(que es lo más corriente) pero en algunas ocasiones pueden imponerse al
vencedor.

El único supuesto que admiten nuestra legislación en que se pueden


imponer las costas a personas que no son parte, son en realidad, muy
escasas y de poquísima aplicación:

El Código de Procedimiento Civil permite que la Corte Suprema


de Justicia condene al pago de las costas al Juez o Tribunal que hubiere
sostenido con notoria temeridad una inhibitoria (art. 333 párrafo 1º Pr),
facultad que igualmente ostenta el Tribunal de Apelaciones y los Jueces
de Distrito, cuando decidan cuestiones de competencia (art. 333 párrafo
3º Pr).

Pero lo normal es que la condena en costas se imponga a la parte


vencida totalmente, aunque también en algunos supuestos se imponen al
vencedor. En el Derecho nicaragüense esta posibilidad está permitida en
dos supuestos:

1º. Cuando un litigante plantea conjuntamente la declinatoria y la


inhibitoria, es condenado en las costas del incidente, aunque se decida a su
favor la cuestión de competencia (art. 308 Pr).

2º. En el caso de la audiencia al rebelde, pues se le imponen las costas


aun cuando la parte «litigue con información de pobreza o que goce de
este beneficio por disposición de ley» (art. 1072 Pr).

371
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Al rebelde no se le admitirá excusa alguna para no satisfacer las costas


de la rebeldía; y mientras no lo verifique, continuará rebelde.

Verificándolo en el curso del asunto, pagará también todas las costas


causadas en el curso del juicio durante su rebeldía (art. 1073 Pr).

3. Criterios para la imposición de costas

Los sistemas para la imposición de costas giran en torno a dos criterios


fundamentales: el criterio subjetivo que tiene en cuenta la actitud del sujeto
condenado durante el proceso, y el criterio objetivo que tiene en cuenta el
resultado del proceso. Analizamos cada uno de ellos:

a) El criterio subjetivo presenta dos variedades ya que justifica la


imposición de costas por considerarla como pena o bien como el medio de
resarcir al vencedor de los perjuicios que le ha originado el proceso.

Las posiciones que consideraban a las costas como una pena fueron
propias del Derecho histórico y hoy han de considerarse superadas.

Para la otra posición el fundamento de la condena en costas ha de


hallarse en la necesidad de resarcir al vencedor los daños que le ha causado
el vencido al acudir al proceso, daños producidos por la actividad dolosa
o culposa del que obliga a acudir a un proceso para que se le reconozca
el derecho al contrario. Es el criterio de temeridad, propio del Derecho
histórico nicaragüense, es el sistema que ha seguido la práctica judicial
hasta la fecha.

Hasta el día de hoy la práctica judicial nicaragüense es que, salvo en


los casos en que la ley diga otra cosa, las costas se imponen al litigante
vencido. «Podrá con todo el Juez o Tribunal examinarlas de ella, cuando
aparezca que ha tenido motivos racionales para litigar, sobre lo cual hará
declaración expresa en la sentencia» (art. 2109 Pr).

Esta práctica, en defecto de norma concreta, se basó en el artículo 2509


del Código Civil según el cual todo aquel que por dolo, falta, negligencia o
imprudencia o por un hecho malicioso causa a otro un daño, está obligado
a repararlo junto con los perjuicios.

372
William Ernesto Tórrez Peralta

b) Para el criterio objetivo, las costas, han de imponerse en todo caso


al vencido, prescindiendo de que en su actuación haya habido temeridad
o mala fe. Es una forma de reconocer al vencedor el derecho discutido
en su integridad sin tener que abonar las costas y los gastos que le ha
ocasionado su vencimiento, pero el criterio de vencimiento admite también
dos variantes ya que frente al vencimiento absoluto surge el criterio más
aceptable del vencimiento atenuado según el cual el Juez puede dejar de
imponer las costas al vencido cuando estime que existen razones para la
no imposición (art. 2109 párrafo 1º Pr).

El criterio absoluto rige en el Derecho nicaragüense en muchas


ocasiones. Así ocurre en el juicio ejecutivo (art. 1745 Pr).

4. La imposición de costas en el proceso civil nicaragüense

El proceso civil nicaragüense no ha mejorado mucho en la regulación


de la materia de costas, ya que pueden considerarse como absolutamente
confuso, innecesariamente complicado e irracionalmente variado.

En efecto, en una materia en el que la sencillez debía ser la tónica


general, es necesario distinguir para su estudio las costas en primera
instancia (y dentro de ello separar la fase de declaración de la de ejecución),
en la apelación y en la casación; aparte de que hay que tener en cuenta que
en ciertos procesos especiales se dan normas concretas sobre la materia.

Para los juicios declarativos el Código de Procedimiento Civil


no establece nada, por lo que tenemos que recurrir a interpretaciones
doctrinales; ya que la doctrina moderna distingue entre el vencimiento
total y parcial:

a) Para el vencimiento total, sigue el criterio objetivo del vencimiento


atenuado que realmente es el criterio más perfecto de los aplicables, ya que
las costas de la primera instancia se impondrán a la parte cuyas pretensiones
hubieren sido totalmente rechazadas, salvo que el Juez, razonándolo
debidamente, aprecie la concurrencia de circunstancias excepcionales que
justifiquen su no imposición79.

79- Criterio que sigue el art. 2109 del Pr.

373
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

Es decir, se impone al vencido, pero el Juez puede, fundadamente y


razonándolo, no hacer esa imposición (art. 2109 Pr).

Es un criterio justo, que huye de automatismos improcedentes, y que


permite al Juez juzgar sobre la necesidad o el capricho de ir al proceso o
de formular la oposición o defensa.

b) Para el vencimiento parcial, se establece que cada parte abone las


costas causadas a su instancia y las comunes por mitad, a no ser que el Juez
estime que hay mérito para imponerlas a una de ellas por haber litigado
con temeridad.

En el proceso de ejecución el artículo 541 del Código de Procedimiento


Civil sigue el criterio de vencimiento absoluto pues las costas corren a
cargo del condenado en la sentencia que se ejecute.

Únicamente se exceptúan las de los incidentes que surjan de la


ejecución, sobre cuyo extremo deberán decidir los Jueces al resolverlos.

En el recurso de apelación el Código de Procedimiento Civil impone


las costas al apelante en el caso que se declare desierto el recurso (art.
2008 Pr) o separarse de la apelación (art. 2011 Pr).

Para el recurso de casación, el párrafo 4º del artículo 2087 Pr.,


establece que si se declara improcedente el recurso, se devolverán los autos
al Tribunal que pronuncio la resolución de que se interpone casación, a
costa de quien lo promovió y con testimonio de lo resuelto por el Tribunal
Supremo.

En los procesos especiales e incidentes de carácter declarativos estará


a las normas que en cada proceso suelen existir, pero de no ser así ha de
aplicarse el artículo 368 y siguientes del Pr.

5. La tasación de costas

Se conoce con el nombre de tasación en costas la operación procesal


que práctica el Secretario del Juzgado o Tribunal para determinar la
cantidad líquida que debe reintegrar el condenado a su pago a la parte
contraria.

374
William Ernesto Tórrez Peralta

Viene regulada en los artículos 368 a 384 del Código de Procedimiento


Civil que son aplicables a cualquier tipo de proceso de ejecución o
declaración, ordinario o especial.

Son reglas generales que regulan la materia:

1º. Que para la tasación se exige que la sentencia sea firme y ejecutoria.
Así lo ordena el artículo 368 y siguientes del Código de Procedimiento
Civil.

2º. Que la tasación únicamente se practica cuando la parte condenada


a su pago no las hubiere satisfecho voluntariamente antes que la contraria
la solicite. Pero esto no exige un previo requerimiento de pago, sino una
actitud voluntaria y espontánea de la parte condenada.

3º. La tasación se pide por escrito.

4º. Los derechos de las profesiones sometidos a aranceles se regulan


con sujeción a las cuantías vigentes (art. 376 Pr).

La tasación de costas se practica en los Juzgados y Tribunales por el


Secretario (art. 370 Pr).

El artículo 372 del Código de Procedimiento Civil ordena que no


se incluya en las tasaciones los derechos correspondientes a escritos,
diligencias y demás actuaciones que sean inútiles, superfluas o no
autorizadas por la ley.

Hecha la solicitud de tasación, el Secretario respectivo la notificará


y procederá a tasarlas dentro de las cuarenta y ocho horas, y una vez
verificada, la notificará a los apoderados o a las partes si no lo tuvieren,
para que dentro de tres días de notificados, el que no estuviere conforme
pida la revisión. Pasado éste término sin ninguna observación se tendrá
por firme (art. 374 Pr).

Si alguna de las partes hubiere pedido revisión, el Secretario remitirá


a su superior respectivo la tasación, dentro de veinticuatro horas, oyendo
a las partes por tercero día, si se presentaren, resolverá lo que crea de
justicia.

375
Manual de Derecho Procesal Civil Nicaragüense - Tomo I

De ésta resolución podrá interponerse recurso de revisión para ante


el Juez o superior respectivo, y la resolución que éste dictare sin trámite,
causará ejecutoria. Si el recurrente fuere la parte que debe la tasación, y el
Juez o Tribunal que prevé en definitiva juzgare que no ha habido motivos
razonables para el recurso, impondrá al mismo recurrente una multa del
diez al veinticinco por ciento del valor de la tasación definitiva a favor del
acreedor (art. 375 Pr).

Es decir, el condenado al pago, dentro de estos tres días, puede o


aceptar la tasación o impugnarla. Si no impugna o la acepta expresamente,
el Juez o Tribunal aprueba la tasación mediante propuesta de auto, que
tiene fuerza ejecutiva, es decir, permite la apertura de la vía de apremio
para la exacción del importe aprobado.

Las partes pueden cobrar el valor de sus escritos, agencias y gastos


aunque ellos no hayan pagado cosa alguna (art. 377 Pr).

Las partes pueden convenir en que dos peritos o uno solo tasen las
costas. Faltando convenio, no podrá hacerse la tasación de esa manera.

En contra de la resolución de los peritos no se admite recurso, salvo


que se impugne la tasación por haber sido hecha contra lo dispuesto en el
artículo 3364 C (art. 379 Pr).

Una vez firme la tasación se hará efectiva en la forma de las sentencias


(art. 380 Pr).

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William Ernesto Tórrez Peralta

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