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Constantino V, hijo del anterior, tuvo una postura imperial todavía más firme,
escribió dos cortos tratados en los que describía la posición teológica de la
iconoclasia: demostrar la imposibilidad de representar iconográficamente a Cristo,
Dios y hombre, por lo que se concentraba en el símbolo de la cruz y en la Eucaristía,
como símbolos externos de la fe religiosa. El Concilio iconoclasta de Hierea (754),
con una participación exclusivamente oriental, decretó la supresión de los iconos
como testimonio de idolatría. Para aplicar sus doctrinas, Constantino adoptó
primero la persuasión, luego medidas administrativas como la secularización de
bienes monásticos y, sólo en última instancia, a partir de 766-767, la persecución.
PRIMERA VUELTA A LA ICONIDULIA
Con el II Concilio ecuménico de Nicea (787), durante el gobierno conjunto de
Irene y su hijo Constantino VI se da una primera vuelta a la iconodulia. El
patriarca Tarasio y la emperatriz evitaron una condena abierta y formal de la
iconoclasia como herejía.
2º PERIODO ICONOCLASTA
Pero la derrota ante los búlgaros en Constantinopla (813), hace que los bizantinos
se dirijan en masa a la tumba de Constantino V, y León V concluye que el fracaso
se debe a la cólera de Dios por haber retomado la iconodulia. La restauración
iconoclasta tuvo lugar en un Concilio celebrado en la capital (815). Sin embargo,
estos treinta años de persecución de las imágenes no fueron tan violentos: se evitó
la persecución de los monjes y ninguno de los tres emperadores tuvieron la talla y
autoridad de León III y Constantino V.
Teófilo (829-842):
Fue el más radical del 2º periodo iconoclasta. Sus campañas militares que preludian
la expansión posterior. Crea un sistema defensivo en los principales pasos
montañosos del Tauro (clisuras), frontera con territorio árabe. Divide los ejércitos de
los themas en bandas, grupos de 200 soldados, los cuales más adelante se
convertirán en unidades administrativas básicas, similar a condados, y que
favorecerán la defensa de Anatolia frente a árabes.
Nada más morir Teófilo su viuda Teodora, regente del niño Miguel, decidió volver a
la iconodulia ya que la iconoclastia era una postura contraria al sentir general. Los
iconódulos buscan el apoyo en Roma con una menor oposición monacal a la
primacía papal. Todo ello explica la facilidad de la vuelta a la ortodoxia el 843, tras
morir Teófilo.
El conflicto final surgiría con el problema búlgaro: El rey Boris solicita al papa
que reconozca la creación de un patriarcado búlgaro autóctono, independiente de
Constantinopla (866) a cambio de su fidelidad. La intromisión latina fue ofensa
imperdonable para Bizancio lo que hizo que se celebra un Concilio en
Constantinopla (867) donde se excomulga y declara depuesto a Nicolás I. En 877,
el papa Juan VIII, intenta reconducir el enfrentamiento y reconoce a Focio. Focio
insiste en el Filioque, y es excomulgado como sus sucesores Marino I y Esteban V.