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MODULO II - ACCIÓN

Bolilla 4
EJERCICIO DE LA ACCIÓN

1. Acciones públicas y privadas.

Para que pueda instaurarse ¨la pretensión punitiva¨, es necesario que previamente se lleven a cabo una serie de de actos
formalmente previstos por la ley procesal, y que constituyen el proceso penal.

Para que el proceso se inicie y válidamente se desarrolle, es preciso el acto de instancia que se denomina acción procesal.

Alsina: la acción es el derecho público subjetivo contra el Estado para obtener la tutela de un derecho. La acción existe en
función de la pretensión y es el medio o facultad o potestad de abrir y proseguir el desenvolvimiento procedimental, con
efectos proyectivos hacia el accionado y vinculando la respectiva actividad jurisdiccional.

Problemas particulares respecto de la acción penal

Según Leone, una aproximación a la acción penal desde una perspectiva empírica puede conducirnos a una caracterización del
instituto ene el sentido de una ¨actividad¨, ejercida por determinados sujetos del estado y encamainada a lograr por parte del
órgano jurisdiccional, una decisión, la que es tomada en relación a un hecho que constituye delito y que se supone cometido
por alguien. Tal actividad implica una manifestación de voluntad de investigar lo necesario para dar contenido a la pretensión
punitiva.

En consecuencia, para que se aplique a un caso concreto el Derecho Penal, es imprescindible el proceso pena, y para que este
pueda desenvolverse, se necesita de la acción.

Debe tenerse en claro que la acción no se identifica con la pretensión punitiva, sino que aparece como unrequerimiento
investigativo en torno a una determinada situación fáctica que en principio corresponde a la hipótesis descripta por la figura
penal que resulte pertinente.

No puede hablarse de autonomía de la acción ya que la misma depende por completo de la adecuación entre el hecho y el
derecho sustantivo.

Soler: dice que la acción no e más que momento dinámico de de una pretensión punitiva preexistente y estática, a la cual la
desencadena la comisión de un hecho que pone en funcionamiento el conjunto de las actividades procesales, las que se
encuentran previamente determinadas por las figuras sustantivas.

Hay un error en la identificación entre acción y pretensión punitiva, ya que la segunda es el posible contenido de la primera.

Es de evidencia que los diversos digestos procesales, distinguen en los procedimientos ordinarios, una etapa netamente
investigativa, cuya finalidad es dar contenido a la acusación, y otra de debate en la que se discute la procedencia de esa
pretención sancionatoria.1

Nuñez: tambien se inclina por un concepto material de acción, señalando que ante la ocurrencia del hecho delictivo, la
potestad represiva del Estado se concreta como una acción.

La acción penal es el mecanismo para generar la actividad pirocesa, y dentro del sistema penal la acción aparece como como el
necesario puente que enlaza a os sustantivo con lo aplicativo y que tiende a instrumentar la realización penal.

Clasificación:

El modo del ejercicio de la acción penal corresponde con el tipo de delito provocando la división de las acciones penales (art 71
C.P.) en PUBLICAS Y PRIVADAS; y las públicas por su promoción se subdividen en perseguibles de oficio y promovibles a
instancia privada. La regla general está constituida por las acciones públicas promovibles de oficio y promovibles a instancia
privada.

La regla general está constituida por las acciones públicas promovibles de oficio, los arts 72 y 73 enumeran taxativamente los
delitos que dan lugar a las categorías de excepción.

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1- ACCIONES PÚBLICAS:

1. PERSEGUIBLES DE OFICIO
2. PROMOVIBLES DE INSTANCIA PRIVADA

2- ACCIONES PRIVADAS

ACCIÓN PÚBLICA2

Es aquella en la cual la promoción de una investigación y juzgamiento penal se encuentra en manos del Estado, que actúa de
modo oficial y oficioso.

La acción pública, propia de la inquisición viene a sustituir formas de intervención ciudadana, ya fueren las de la acción privada
o de la popular.

Maier: el conflicto penal es sacado del ámbito de voluntad y control de sus protagonistas reales, para convertirlo en un asunto
estatal, que ejerce mediante la actividad punitiva la actividad punitiva oficial, un control directo o riguroso de los súbditos.

Los conflictos dejan de pertenecer a los interesados para transformarse en tema de estricta incumbencia de la autoridad oficial

El germen del sistema se encuentra dentro Derecho Romano Imperial. Allí se producen grandes cambios políticos que
modificanla estructura del poder. De tal forma y en lo que respecta a la justicia penal, el régimen republicano de puereza
acusatoria comienza a ser sustituido por el procedimiento extraordinario, dentro del cual, la persecusión penal de los delitos
públicos (intereses estatales), deja de encontrarse a mano de los particulares, para confiarse a funcionarios encargados de la
misma. Así, se crean formas regulativas donde los métodos inquisitivos se convierten en regla imperante.

Actualmente el Estado como titular de la potestad represiva, debe intervenir de diversos modos: antes de la infracción con
medidas de prevención de policía tendientes a impedirla; después que se presume cometido el delito dirigida a hacer actuar el
derecho. Precisamente porque es el titular de la acción represiva, no se puede limitar a juzgar, debe instalar órganos que se
encarguen de la investigación, de la acusación, asumiendo la función que el derecho penal le impone.

La acción penal es el instrumento jurídico por medio del cual se actúa el derecho del Estado (potestad represiva) de aplicar,
por la autoridad y con las garantías del poder jurisdiccional, las acciones jurídicas necesarias a la defensa y al mantenimiento
del orden social y de las condiciones externas de pacífica convivencia de los ciudadanos.

Acción pública promovible de oficio:

La persecución penal de oficio es el rasgo determinante de la acción pública, entendida como un derecho de la autoridad, que
actúa por sí, sin intervención ciudadana, ante la mera sospecha del quebramiento o desobediencia de las normas.

El derecho penal, aparece como una cuestión eminentemente ligada al poder estatal, en este sentido no puede dudarse de su
carácter público, que dentro del Estado constitucional democrático, implica límites racionales y mecanismos de control,
derivados de la propia legitimidad del sistema político. En consecuencia reconocer este carácter público (que no implica
desconocer la necesidad de formas de actuación privadas) deriva de entender la existencia de una autoridad institucional
ubicada para conducir a la actuación de las normas penales sustantivas, haciéndolo conforme a parámetros de objetividad y
racionalidad.

La significación actual de la acción penal pública es la de que la persecución penal es, por regla, promovida mediante la
actuación de órganos estatales constituidos al efecto.

De tal modo que, aunque el instituto deriva del sistema inquisitivo, la moderna evolución y correcta interpretación del modelo
constitucional, conducen a la conclusión de que si bien la promoción averiguativa penal es de índole oficial, esto es estatal,
debe estar claramente diferenciada de la función jurisdiccional, distinguiéndose así el órgano requirente del decisor, en una
mecánica de índole acusatoria.

Acción Pública dependiente de instancia privada3:


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El ofendido no tiene el ejercicio de la acción penal sino una facultad pre-procesal, anterior al proceso y también sustantiva,
que es la facultad de provocar la promoción.

El principio que afirma la primera parte del art. 714 CP, de que todas las acciones deben promoverse de oficio, salvo los casos
taxativamente enunciados, deriva de la propia naturaleza de la acción penal.

En estas acciones el ofendido juzga sobre la conveniencia y oportunidad de provocar el proceso penal: la ley deja a su arbitrio
la apreciación de los intereses familiares y sociales que pueden estar en pugna; le acuerda la facultad de instar la promoción
de la acción, no la promoción misma. El Estado condiciona así su potestad represiva. El silencio del ofendido consagra su
renuncia que se perfecciona en la prescripción.

La facultad del particular es singularísima pues se agota con su ejercicio; expresada su voluntad favorable a la iniciación del
proceso, su poder dispositivo perece, se extingue entera y definitivamente. En otros términos, salvado el obstáculo que se
opone a esa iniciación, promovida la acción, toda manifestación de voluntad, contraria al ejercicio de la misma es irrelevante.
Es decir que el Estado recobra incólume su potestad de reprimir, es que se trata en definitiva de una acción pública.

La acción penal pública dependiente de instancia privada, podrá promoverse cuando exista una clara voluntad del
directamente ofendido por el delito (titular del bien jurídico tutelado) o de las personas a las que la ley faculta en tal sentido,
en acto formal, como puede ser la denuncia documentada y comprende los delitos de acción pública dependientes de acción
privada. El art 72 del C.P. dispone:

Son acciones dependientes de instancia privada las que nacen de los siguientes delitos:

1º) Los previstos en los artículos 119, 120 y 130 del Código Penal cuando no resultare la muerte de la persona ofendida o
lesiones de las mencionadas en el artículo 91.

2º) Lesiones leves, sean dolosas o culposas.

Sin embargo, en los casos de este inciso se procederá de oficio cuando mediaren razones de seguridad o interés público.

3º) Impedimento de contacto de los hijos menores con sus padres no convivientes.

En los casos de este artículo, no se procederá a formar causa sino por acusación o denuncia del agraviado, de su tutor,
guardador o representantes legales. Sin embargo, se procederá de o 5ficio cuando el delito fuere cometido contra un menor
que no tenga padres, tutor ni guardador, o que lo fuere por uno de sus ascendientes, tutor o guardador.

Cuando existieren intereses gravemente contrapuestos entre algunos de éstos y el menor, el Fiscal podrá actuar de oficio
cuando así resultare más conveniente para el interés superior de aquél.

(Artículo sustituido por art. 14 de la Ley N° 25.087 B.O. 14/5/1999)

ACCIÓN PRIVADA6:

El artículo 71 afirma implícitamente el principio general de que la acción penal es pública lo que no habría tenido necesidad de
establecer si no instituyera la categoría excepcional de las acciones privadas.
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Para condicionar el ejercicio de la potestad represiva a la voluntad del ofendido y condecerle a éste el derecho de pretender,
lo ha erigido en titular exclusivo de la acción que denomina privada.

Este derecho subjetivo material que recae sobre el contenido sustancial del proceso, se pone en evidencia por los arts. 59 inc 4
―la acción penal extinguirá por renuncia del agraviado (dispone de la pretensión de la pena), respecto de los delitos de acción
privada; y 69 CP. ―que en casos el perdón de la parte ofendida extinguirá la pena. En el primer caso, la ley se refiere a la
pretensión, puesto que ésta y no la acción es la que se extingue a consecuencia de la renuncia del ofendido, en el segundo se
refiere a la extinción de la pretensión punitiva.

Ambas disposiciones demuestran que el Estado en estos casos no se limita a conceder al ofendido el poder jurídico de requerir
la actuación de la ley penal, sino que le acuerda un derecho que condiciona y enerva por completo la potestad pública. La
acción procesal le es concedida porque es el único medio de hacer valer el derecho sustancial que la ley le confiere: el
derecho de provocar la represión con exclusión de toda otra persona; cuando ejercita una “acción privada”, el querellante es
parte en sentido material (lo mismo que el actor civil ante la respectiva jurisdicción) porque tiene un poder dispositivo sobre la
pretensión represiva, sobre el contenido sustancial del proceso y comprende los delitos de acción privada. El art 73 C.P.
prescribe:

Son acciones privadas las que nacen de los siguientes delitos:

1) Calumnias e injurias;

2) Violación de secretos, salvo en los casos de los artículos 154 y 157;

3) Concurrencia desleal, prevista en el artículo 159;

4) Incumplimiento de los deberes de asistencia familiar, cuando la víctima fuere el cónyuge.

Asimismo, son acciones privadas las que de conformidad con lo dispuesto por las leyes procesales correspondientes, surgen de
la conversión de la acción pública en privada o de la prosecución de la acción penal por parte de la víctima.

La acción por calumnia e injuria, podrá ser ejercitada sólo por el ofendido y después de su muerte por el cónyuge, hijos, nietos
o padres sobrevivientes.

En los demás casos, se procederá únicamente por querella del agraviado o de sus guardadores o representantes legales.

(Artículo sustituido por art. 3° de la Ley N° 27.147 B.O. 18/06/2015)

En consecuencia la ley procesal solo puede disciplinar la forma en que este derecho puede ser ejercido mediante querella
(Córdoba, Mendoza, Corrientes, Formosa, Misiones).

Tanto en los delitos de acción pública perseguibles de oficio o a instancia privada y en los delitos de acción privada, esta debe
ser ejercida por un actor que se denomina genéricamente actor penal, y solo está legitimado a partir de la ocurrencia de un
hecho presuntamente delictivo y que debe ser corroborado racionalmente con elementos objetivos.

2. Rol constitucional del Ministerio Público Fiscal

SECCIÓN CUARTA: Del ministerio público

Artículo 120.- El Ministerio Público es un órgano independiente con autonomía funcional y autarquía financiera
que tiene por función promover la actuación de la justicia en defensa de la legalidad de los intereses generales
de la sociedad en coordinación con las demás autoridades de la República.

Está integrado por un procurador general de la Nación y un defensor general de la Nación y los demás miembros
que la ley establezca.

Sus miembros gozan de inmunidades funcionales e intangibilidad de remuneraciones.

La doctrina define al Ministerio Público Fiscal como una la corporación legalmente organizada de funcionarios públicos
instituida en general para la defensa de determinados intereses de la sociedad que deben ser o están sometidos a la decisión
de los jueces. Es un ente público que se manifiesta a través de sus integrantes atento a la intervención que asumen en los
procesos. Cada funcionario representa a la corporación en su integridad la que es manifestación pública del Estado. Su
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intervención en los procesos es acordada por la ley cuando puede estar comprometido un interés fundamental de la
colectividad o del Estado. De aquí que sea muy importante su intervención en los procesos penales. En general tiene una doble
función: a)- custodia los intereses patrimoniales del Fisco: es de naturaleza ejecutiva o de administración gubernamental, y
sirvió para darle el nombre; b)- custodia el interés social de justicia en la actuación del derecho: es función eminentemente
judicial, aunque no jurisdiccional, y se diversifica en dos aspectos: intervención en los procesos cuando se trata de cuestiones
donde puede estar afectado el orden público, dictaminado en calidad de consultor, y ejerciendo la acción cuando este ejercicio
es público, fundamentalmente en lo penal y calidad de órgano acusador, o sea, como agente.

En la CN después de la reforma del 94 quedó perfilado como órgano estatal con funciones requirentes específicas en lo penal,
estructurado en forma autónoma del Poder Judicial y de los otros Poderes, como garante de la legalidad institucional. En
materia penal tiene como fundamental misión excitar la actividad del órgano jurisdiccional, mediante el ejercicio de la acción.
Los funcionarios que lo integran hacen valer la pretensión penal para que los jueces satisfagan los casos concretos. Son
órganos de justicia que persiguen esa satisfacción y no tan sólo el castigo a ultranza del imputado. De aquí que también
ejerzan la acción penal cuando persiguen el sobreseimiento o la absolución. El principio de legalidad pone a sus funcionarios
en el imperativo de actuación, vedándoles todo poder discrecional. Su actuación solo puede ser condicionada en casos
expresos de la ley (art 72 CP7): principio de oficialidad. Este rasgo del MP lo distingue de los otros acusadores privados
(querellantes) y del público popular y profesional. En el proceso penal, las funciones más amplias que ejerce el MPF son las
vinculadas con la cuestión penal. Excepcionalmente algunos códigos le acuerdan también atribuciones referidas a la cuestión
civil.

El Ministerio Publico se compone de Agentes Fiscales, Fiscal de Cámara y Procuradores y Fiscal Adjunto y Fiscal o Procurador
General.

Los fines principales que se persiguieron con la creación del Ministerio Público fueron: en primer término, éste constituyó un
medio decisivo y definitivo para abolir el proceso inquisitivo. Al ser transferida de la función judicial de recolectar el material
probatorio en el procedimiento preliminar al Ministerio Público y confiar la administración de justicia a un juez imparcial, éste
alcanza por primera vez la posición de jugador neutral y desapasionado en cuanto al contenido de la acusación.

En segundo término y como el Ministerio Público no fue concebido para cumplir una función unilateral de persecución
redefinió su rol institucional de custodio de la ley. Ello significa que su tarea también consiste en velar a favor del imputado
para que se obtenga todo el material de descargo y que ninguno de sus derechos procesales sea menoscabado. Esta función
de protección fue particularmente la que consiguió el énfasis político de progresista a la exigencia de su introducción en el
movimiento reformista liberal de su tiempo.

En tercer término, el significado del Ministerio Público reside en el control sobre la policía, que (continúa Savigny): “en
momentos extremadamente difíciles, en especial en el caso de maquinaciones políticas y conspiraciones, el fiscal con sus
exigencias relativas a la observancia de las formas jurídicas puede paralizar y con eso obstaculizar la actividad policial toda. Y
por eso ha sido concebido como una columna del Estado de derecho y punto de apoyo de la libertad política”.

En las provincias argentinas y en Latinoamérica la tendencia admitida y que fuera la generalización es que el Ministerio Público
integre el Poder Judicial o bien, que el mismo se erija como órgano extra-poder: contando en ambos casos, con independencia
y autonomía orgánica funcional. Así el Ministerio Público habrá de ejercer sus funciones por medio de órganos propios de la
legalidad, imparcialidad, unidad de actuación y dependencia jerárquica. En su faceta estrictamente jurisdiccional, al Ministerio
Público Fiscal le incumbe el deber funcional de preparar, promover y ejercitar la acción judicial en defensa del interés público y
los derechos de las personas. Además de dirigir la política judicial.

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ARTICULO 72.- Son acciones dependientes de instancia privada las que nacen de los siguientes delitos:
1º) Los previstos en los artículos 119, 120 y 130 del Código Penal cuando no resultare la muerte de la persona ofendida o
lesiones de las mencionadas en el artículo 91.
2º) Lesiones leves, sean dolosas o culposas.
Sin embargo, en los casos de este inciso se procederá de oficio cuando mediaren razones de seguridad o interés público.
3º) Impedimento de contacto de los hijos menores con sus padres no convivientes.
En los casos de este artículo, no se procederá a formar causa sino por acusación o denuncia del agraviado, de su tutor,
guardador o representantes legales. Sin embargo, se procederá de oficio cuando el delito fuere cometido contra un menor
que no tenga padres, tutor ni guardador, o que lo fuere por uno de sus ascendientes, tutor o guardador.
Cuando existieren intereses gravemente contrapuestos entre algunos de éstos y el menor, el Fiscal podrá actuar de oficio
cuando así resultare más conveniente para el interés superior de aquél.
(Artículo sustituido por art. 14 de la Ley N° 25.087 B.O. 14/5/1999)
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El Ministerio Público como órgano predispuesto por la ley está conformado por los funcionarios que constitucionalmente
constituyen un órgano extra-poder, o integran el Poder Judicial, no existiendo vinculación funcional con el Poder Ejecutivo;
cuentan con la garantía de la inmovilidad mientras dure su buena conducta y solamente pueden ser removidos a través de
juicio legal.

3. MPF. Gestión del flujo de casos

CPPN. ARTÍCULO 88.- Funciones. El Ministerio Público Fiscal tiene a su cargo la investigación de los delitos y la
promoción de la acción penal pública contra los autores y partícipes.

Le corresponde la carga de la prueba y debe probar en el juicio oral y público los hechos que fundan su
acusación. Tiene la obligación de motivar sus requerimientos y resoluciones.

Todas las dependencias públicas estatales están obligadas a proporcionar colaboración pronta, eficaz y completa
a los requerimientos que formule el representante del Ministerio Público Fiscal en cumplimiento de sus
funciones, bajo apercibimiento de incurrir en las responsabilidades previstas en la ley.

La distribución de las funciones de los miembros del Ministerio Público Fiscal se realizará de conformidad a las
normas que regulan su ejercicio, procurando la especialización de la investigación y persecución penal mediante
fiscalías temáticas que tendrán a su cargo las causas que se correspondan a su materia.

El rol del ministerio público en el sistema acusatorio. Fiscal de investigación: la preparación de la acusación a cargo de un
órgano distinto del juez y con distintos poderes formales que surgen como consecuencia necesaria de la adopción de la forma
acusatoria: al separarse definitivamente la función requirente de la persona del juez, encomendándose al Ministerio Público
(órgano natural para ejercer la pretensión represiva) resulta claro que la tarea preliminar al eventual ejercicio de la acción
penal debe quedar en el manos del mismo órgano requirente. Sólo este modelo resulta acorde con los principios
constitucionales de juicio previo e inviolabilidad de la defensa en juicio consagrados por nuestra CN al asegurar que el juez
decida el litigio se mantenga extraño al conflicto que le ha sido planteado.

La necesidad de que la investigación penal preparatoria queda a cargo del Ministerio Público se infiere de su propia función
requirente. El carácter oficial de la acción pública significa que lo atinente a la iniciación del proceso está confiado y reservado
a órganos estatales predispuestos a tales fines y sujeto a los límites y condiciones derivadas del principio de legalidad.

La cuestión relativa a la iniciación del proceso penal ha ofrecido dificultades con respecto a la acción pública y por influencia de
la concepción inquisitiva ha presentado confusiones legislativa y doctrinariamente imperantes hasta poco tiempo atrás. Como
es sabido, se admitía la iniciación por la propia iniciativa del juez de instrucción, que se limitaba a anoticiar esta circunstancia el
fiscal. Los códigos modernos modificaron tal situación normando que la instrucción sólo podía comenzar por el sumario policial
o por el requerimiento fiscal. En la actualidad se entiende que el único actor promotor de la instrucción es el requerimiento
fiscal.

No ofrece dura que dentro del sistema de instrucción formal, es el magistrado a cargo de la misma el que a todos los efectos
aparece como sujeto preponderante, dotado de discrecionalidad investigativa e iniciativa probatoria apareciendo las partes en
un segundo nivel. Lo contrario sucede en los regímenes que disciplinan la investigación preparatoria a cargo del Ministerio
Público quién realiza de modo directo los actos investigativos pertinentes, sin perjuicio hacerlos saber al Juez de Garantías.

Lo propio del sistema mixto que la actividad inicial tiene un carácter preparatorio que, en lo básico, fundamenta el escrito de
apertura juicio.

Panorama actual en el sistema mixto: con asombro vemos agentes Fiscales en la estructura funcional del poder judicial con
una presencia exclusivamente formal, sin una participación protagónica, así el proceso en la faz instructoria, es prácticamente
desarrollada totalmente si la efectiva participación del funcionario del Ministerio Público, las diligencias que propone están al
final de la investigación y su papel cotidiano se limita casi, a actuar cuando el juez lo solicita. No investiga en forma autónoma y
llega al extremo de que en caso de tener noticias de un hecho presuntamente delictivo, previamente solicite al juez de
instrucción, quien sin avocarse, practique las diligencias que le resulten necesarias para el ejercicio de la acción penal del cual
es titular.

Esta situación es provocada por la confusión conceptual que trae aparejada una mixtura de roles, con los que aparentemente
está investido el juez de instrucción. Debemos definir con claridad, en este sistema el juez de instrucción debe dirigir la
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investigación, pero fundamentalmente debe ser el Ministerio Público, quien mediante el ejercicio activo, en uso de sus
facultades y en cumplimiento de sus funciones realice la investigación. Esta situación aparece clara de acuerdo a los
lineamientos generales del sistema mixto, pero la realidad presenta un juez de instrucción que debe hacer de todo: de
investigador, de garante de los derechos del imputado, de guardián de los intereses de la sociedad presentando: a) un juez
imparcial y b) un investigador acusador. La realidad le impone estos roles. Un juez que debe ser imparcial, estar en el justo
equilibrio del interés social y el individual no puede ser investigador y acusador.

La investigación exige una hipótesis necesaria que debe presentarse con alternativas, eso provoca una suerte de orientación
subjetiva, que se aleja de la imparcialidad, cualidad imprescindible de todo juez. El juez de instrucción es quién en definitiva
juzga, después de la etapa crítica instructoria, sobre la procedencia o no la acusación, evaluando su propia actuación. Investiga
durante la instrucción, luego cuando el estima que está concluido corre vista al fiscal para que acuse porque si considera que
no debe acusar, antes ya dicta el sobreseimiento o la prórroga extraordinaria.

La Investigación penal preparatoria tiene por objeto realizar las diligencias probatorias tendientes a verificar la hipótesis de
investigación para: a) formular y dar base a la acusación; b) desvincular y/o sobreseer al imputado. La investigación penal
preparatoria en el antiguo régimen se encontraba a cargo del juez de instrucción, instituto que desaparece y es sustituido por
el fiscal de investigación pero con el control del juez de garantías.

La investigación fiscal se produce mediante la realización de todas las diligencias preparatorias en forma autónoma, salvo
aquellas que deban realizarse con detrimento de alguna de las garantías constitucionales en la cual deberá contar con la orden
o intervención del juez de garantías. En ambos casos, la investigación penal preparatoria a cargo del fiscal de investigación o
del juez de garantías tendrá por objeto:

1) Comprobar si existe un hecho delictuoso mediante la realización de todas las diligencias preparatorias conducentes a
la verificación de la hipótesis de investigación que debe ser coincidente con alguna de las conductas típicas de la ley
sustancial. Este objetivo es el prioritario, la determinación de la probable existencia de un hecho típico, circunstancia
ésta que legitima la persecución penal a través de la investigación penal.
2) Establecer las circunstancias que determinan en su caso el agravamiento, atenuación o justificación de la pena, o
determine su punibilidad o inimputabilidad.
3) Individualizar a las personas vinculadas a la conducta típica, presupuesto de la investigación, en su calidad de autores,
cómplices o encubridores; verificando en su caso edad, educación, costumbres, condiciones de vida, medios de
subsistencia y sus antecedentes penales. Los motivos y condiciones que pudieron haber determinado su conducta
antijurídica como así también el estado y desarrollo de sus facultades mentales y todas otras circunstancias que sirvan
para evaluar su mayor o menor peligrosidad.
4) Comprobar mediante todas las diligencias conducentes, la extensión del daño causado por el delito aunque no se
hubiere ejercido la acción civil resarcitoria.

4. Criterios de oportunidad. Salidas tempranas. Acuerdos.

Principio de Oportunidad: Cafferata Nores lo define como la atribución que tienen los órganos encargados de la promoción de
la persecución penal, fundada en razones diversas de política criminal y procesal, de no iniciar la acción pública o de suspender
provisionalmente la acción iniciada, o de limitarla en su extensión objetiva y subjetiva, o de hacerla cesar definitivamente antes
de la sentencia, aun cuando concurran las condiciones ordinarias para perseguir y castigar.

El fundamento de este principio está en las razones de utilidad pública o interés social que se concretan en:

1. La escasa lesión social producida mediante la comisión del delito;


2. El estímulo a la pronta reparación a la víctima;
3. Evitar los efectos criminológicos de las penas privativas de libertad
4. La obtención de la rehabilitación del delincuente mediante su sometimiento voluntario a un proceso de readaptación
a cuyo cumplimiento queda condicionado el sobreseimiento por razones de oportunidad
5. La obtención de la reinserción social de presuntos terroristas y una mayor información de las bandas armadas

Podemos clasificar dos modalidades con relación a este principio:


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a) Oportunidad Libre: es las modalidad adoptada por el derecho anglosajón, en el que el fiscal, tiene libre y absoluta
disponibilidad para el ejercicio de la acción penal, que estará orientada fundamentalmente por la mayor o menor expectativa
de obtención de una condena contra el perseguido penalmente.

b) Oportunidad Reglada: rige en los países acordes al modelo europeo-continental, en los que partiendo de la vigencia del
principio de legalidad procesal, se admiten directa o indirectamente excepciones al mismo, fundadas en razones de
oportunidad, por lo que parece correcto afirmar que en nuestras legislaciones la regla es el principio de legalidad, con
excepciones que lo confirman, determinadas taxativamente por criterios de oportunidad.

Criterios de oportunidad en la legislación Argentina: en los últimos años los legisladores argentinos han ido dando, en
diferentes casos puntuales, instrumentación práctica a criterios de oportunidad. Así en las normas de fondo se pueden citar:
Ley 23.733 art 18: prevé la posibilidad de la suspensión del proceso a favor del imputado adicto a la droga que acepte
someterse a tratamiento. Si lo concluye con éxito se dicta su sobreseimiento.
Artículo 29 bis y ter contempla la figura del arrepentido, el que bajo ciertas circunstancias puede beneficiarse con una
reducción de la pena o inclusive con la eximición total de ella.
Ley 24.316 -Código Penal- art 76 bis y siguientes: instituye la suspensión del juicio a prueba para delitos leves cometidos por
delincuentes primarios quienes en caso de cumplir las condiciones que le son impuestas son sobreseídos por extinción de la
pretensión penal.
Ley 23.077: art 14 el participe en algún atentado contra la seguridad de la nación que lo denuncie antes de consumarlo o si
después de hacerlo su denuncia facilita el arresto de los cómplices, puede quedar exento de la sanción penal.
Ley 24.769: penal tributaria art 16 dispone la extinción de la acción penal para el infractor de evasión simple que acepte y
satisfaga la pretensión fiscal o previsional.
Leyes 2278 y 22.803: concernientes al régimen de la minoridad. Autorizan al juez interviniente a atenuar o eximir de pena al
menor imputable (16 a 18 años) cuando ello se considere conveniente atendiendo los antecedentes personales, características
del hecho cometido y a los resultados del tratamiento previo que le debe ser impuesto por un año.
Ley 25.087: el artículo 132 del Código Penal prevé como causal extintiva de la acción penal el avenimiento entre víctima e
imputado. Cafferata Nores cree que negar la posibilidad de avenimiento significaría una sustitución autoritaria de la voluntad y
del interés de la víctima, por un presunto interés público.
Ley 25.241: art. 2 y 3 permiten una importante reducción de la escala penal aplicable a quién con su información colabore con
la investigación de hechos de terrorismo.

Actualmente, el CP y legislaciones procesales penales, nacionales y provinciales, están dando cabida a diversos institutos en los
que se puede ver la proyección de criterios de oportunidad. Así:
a) La suspensión del juicio a prueba: abre el camino a las llamadas medidas alternativas a la pena, priorizando la posibilidad de
hallar una solución real al conflicto. A través de ellos, por razones de política criminal (de oportunidad o conveniencia) se
faculta a los órganos encargados de la persecución penal a no iniciar la acción pública, a suspender provisionalmente la acción
iniciada, a limitarla en su extensión subjetiva y objetiva, o a hacerla definitivamente antes de la sentencia. En líneas generales
esta modalidad de proceso especial, consiste básicamente en la suspensión del juicio por un periodo determinado, dentro del
cual el imputado debe reparar el daño en la medida de lo posible y cumplir las reglas de conducta que se le impongan a modo
de ―prueba‖. Si al vencimiento del término establecido se verifica el cumplimiento regular de las condiciones impuestas en la
resolución que ordenó la suspensión del juicio, la acción penal se extingue.
Las condiciones de procedencia se hallan regladas en el art 76 bis del CP.

b) Juicios Abreviados: La característica central del juicio abreviado es que no hay juicio, no hay plenario. Tiene sus
antecedentes en el país en el Código Procesal de Córdoba, Tucumán y el de la Provincia de Buenos Aires.
Implica el reemplazo del principio de verdad real por el de verdad consensuada, porque depende de la voluntad de las partes.
Se introdujo por el dictado de la Ley 24.825, en el Libro III, Título 2do. del Código Procesal Penal de la Nación, en el Capítulo IV
denominado "Juicio Abreviado", como un juicio especial siguiendo el antecedente de la Provincia de Córdoba y de Buenos
Aires.
Pero, no es un juicio especial como el correccional, el de menores y el de acción privada, sino un procedimiento especial de
conclusión de la causa, sin plenario.

Mediación: La mediación es un procedimiento de resolución de disputas donde un tercero neutral, el mediador, conduce un
proceso de negociación asistiendo a las partes para que puedan poner de manifiesto sus verdaderos intereses y necesidades y
así lograr un acuerdo que favorezca a ambas sin llegar al ámbito de los tribunales. Se señalan como características de la
mediación penal, entre otras, las siguientes:
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-Neutralidad: el mediador deberá dar igual trato a todas las partes del conflicto, aunque su manejo de situaciones y la
capacidad psicológica que debe desplegar no le deben hacer perder de vista el hecho de que una de esas partes -la víctima- no
buscó ni quiso verse involucrada en la controversia.
-Voluntariedad: ambos protagonistas deberán expresar desde el inicio hasta concluir el procedimiento su voluntad de
someterse a él.
-Confidencialidad nada de lo dicho ocurrido en la diferentes secuencias puede trascender de quienes participan en la
mediación; únicamente el acuerdo al que eventualmente arriben deberá darse a conocer. De no lograrse ningún hecho
acaecido podrá derivar en contra del imputado al sustanciarse el juicio respectivo.
-Informalidad: es ésta una nota distintiva al procedimiento, pues la actividad del mediador y de los intervinientes en él no está
sujeta a ningún tipo de reglamentación como una forma de garantizar la libre actuación de todos, ya que sólo así sin esquemas
rígidos ni términos perentorios y absolutos puede pensarse en el éxito de este instituto.

Es más que obvio que la mediación no puedo ser pensada como un método apto para ser aplicado a cualquier tipo de
controversia penal ni a todo sujeto involucrado en un hecho prima facie delictivo. Ella está acotada a determinado ámbito por
factores de diversa naturaleza. No advierto la posibilidad de su uso en materia federal donde por el tipo más frecuente de
ilícito (contrabando, droga) la víctima es el Estado. Dentro de los delitos comunes tampoco sería aplicable a aquellos casos en
que están comprometidos el interés, la seguridad o la salud pública o se ven afectados intereses difusos y en general no es
recetada para los delitos violentos o cuya comisión revela condiciones especiales de peligrosidad en sus autores. Ha habido un
resultado positivo del uso de este instituto en experiencias de delincuencia juvenil, delitos culposos y contra la propiedad.

CPPN
ARTÍCULO 30.- Disponibilidad de la acción. El representante del Ministerio Público Fiscal puede disponer de la acción penal
pública en los siguientes casos:
a. criterios de oportunidad;
b. conversión de la acción;
c. conciliación;
d. suspensión del proceso a prueba.
No puede prescindir ni total ni parcialmente del ejercicio de la acción penal si el imputado fuera funcionario público y se le
atribuyera un delito cometido en el ejercicio o en razón de su cargo, o cuando apareciere como un episodio dentro de un
contexto de violencia doméstica o motivada en razones discriminatorias. Tampoco podrá en los supuestos que resulten
incompatibles con previsiones de instrumentos internacionales, leyes o instrucciones generales del Ministerio Público Fiscal
fundadas en criterios de política criminal.

ARTÍCULO 31.- Criterios de oportunidad. Los representantes del Ministerio Público Fiscal podrán prescindir total o
parcialmente del ejercicio de la acción penal pública o limitarla a alguna de las personas que intervinieron en el hecho en los
casos siguientes:
a. si se tratara de un hecho que por su insignificancia no afectara gravemente el interés público;
b. si la intervención del imputado se estimara de menor relevancia, y pudiera corresponder pena de multa, inhabilitación o
condena condicional;
c. si el imputado hubiera sufrido a consecuencia del hecho un daño físico o moral grave que tornara innecesaria y
desproporcionada la aplicación de una pena;
d. si la pena que pudiera imponerse por el hecho careciera de importancia en consideración a la sanción ya impuesta, o a la
que deba esperarse por los restantes hechos investigados en el mismo u otro proceso, o a la que se impuso o se le impondría
en un procedimiento tramitado en el extranjero.

ARTÍCULO 32.- Efectos. La decisión que prescinda de la persecución penal pública por aplicación de criterios de oportunidad
permitirá declarar extinguida la acción pública con relación a la persona en cuyo favor se decide, salvo que se proceda de
acuerdo a lo establecido en el último párrafo del artículo 219.

ARTÍCULO 33.- Conversión de la acción. A pedido de la víctima la acción penal pública podrá ser convertida en acción privada
en los siguientes casos:
a. si se aplicara un criterio de oportunidad;
b. si el Ministerio Público Fiscal solicitara el sobreseimiento al momento de la conclusión de la investigación preparatoria;
c. si se tratara de un delito que requiera instancia de parte, o de lesiones culposas, siempre que el representante del Ministerio
Público Fiscal lo autorice y no exista un interés público gravemente comprometido.
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En todos los casos, si existe pluralidad de víctimas, será necesario el consentimiento de todas, aunque sólo una haya
ejercido la querella.

ARTÍCULO 34.- Conciliación. Sin perjuicio de las facultades conferidas a los jueces y representantes del Ministerio Público Fiscal
en el artículo 22, el imputado y la víctima pueden realizar acuerdos conciliatorios en los casos de delitos con contenido
patrimonial cometidos sin grave violencia sobre las personas o en los delitos culposos si no existieran lesiones gravísimas o
resultado de muerte. El acuerdo se presentará ante el juez para su homologación, si correspondiere, en audiencia con la
presencia de todas las partes.
La acreditación del cumplimiento del acuerdo extingue la acción penal; hasta tanto no se acredite dicho cumplimiento, el
legajo debe ser reservado. Ante el incumplimiento de lo acordado, la víctima o el representante del Ministerio Público Fiscal
podrán solicitar la reapertura de la investigación.

ARTÍCULO 35.- Suspensión del proceso a prueba. La suspensión del proceso a prueba se aplicará en alguno de los siguientes
casos:
a. cuando el delito prevea un máximo de pena de TRES (3) años de prisión y el imputado no hubiere sido condenado a pena de
prisión o hubieran transcurrido CINCO (5) años desde el vencimiento de la pena;
b. cuando las circunstancias del caso permitan dejar en suspenso el cumplimiento de la condena aplicable;
c. cuando proceda la aplicación de una pena no privativa de la libertad.
En caso de tratarse de una persona extranjera, también podrá aplicarse cuando haya sido sorprendida en flagrancia de un
delito, conforme el artículo 184 de este Código, que prevea pena privativa de la libertad cuyo mínimo no fuere superior a TRES
(3) años de prisión. La aplicación del trámite previsto en este artículo implicará la expulsión del territorio nacional, siempre que
no vulnere el derecho de reunificación familiar. La expulsión dispuesta judicialmente conlleva, sin excepción, la prohibición de
reingreso que no puede ser inferior a CINCO (5) años ni mayor de QUINCE (15).
El imputado podrá proponer al fiscal la suspensión del proceso a prueba. Dicha propuesta podrá formularse hasta la
finalización de la etapa preparatoria, salvo que se produzca una modificación en la calificación jurídica, durante el transcurso
de la audiencia de juicio, que habilite la aplicación en dicha instancia.
El acuerdo se hará por escrito, que llevará la firma del imputado y su defensor y del fiscal, y será presentado ante el juez que
evaluará las reglas de conducta aplicables en audiencia.
Se celebrará una audiencia a la que se citará a las partes y a la víctima, quienes debatirán sobre las reglas de conducta a
imponer.
El control del cumplimiento de las reglas de conducta para la suspensión del proceso a prueba estará a cargo de una oficina
judicial específica, que dejará constancia en forma periódica sobre su cumplimiento y dará noticias a las partes de las
circunstancias que pudieran originar una modificación o revocación del instituto.
La víctima tiene derecho a ser informada respecto del cumplimiento de las reglas de conducta.
Si el imputado incumpliere las condiciones establecidas, el representante del Ministerio Público Fiscal o la querella solicitarán
al juez una audiencia para que las partes expongan sus fundamentos sobre la continuidad, modificación o revocación del juicio
a prueba. En caso de revocación el procedimiento continuará de acuerdo a las reglas generales. La suspensión del juicio a
prueba también se revocará si el imputado fuera condenado por un delito cometido durante el plazo de suspensión.
Los extranjeros en situación regular podrán solicitar la aplicación de una regla de conducta en el país.

CPP MISIONES

ARTÍCULO 60.- Criterios de oportunidad. Las partes pueden solicitar, durante la sustanciación de la causa, y hasta la resolución
que fija la fecha de audiencia de debate, que se suspenda total o parcialmente la persecución penal, que se limite a alguna o
varias infracciones o a alguna de las personas que participaron en el hecho cuando:

a) el Código Penal o las leyes penales especiales lo establecen o permiten al Tribunal a prescindir de la pena;

b) se trata de hechos que por su insignificancia no afectan gravemente el interés público, salvo que sean cometidos por un
funcionario público en el ejercicio o en razón de su cargo;

c) las consecuencias del hecho sufridas por el imputado tornan innecesaria o desproporcionada la aplicación de una pena,
salvo que medien razones de seguridad o interés público;

d) la pena en expectativa carece de importancia con relación a la pena ya impuesta por otros hechos;
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e) existe conciliación entre los interesados, y el imputado reparó los daños y perjuicios causados en los hechos delictivos
con contenido patrimonial cometidos sin violencia física o intimidación sobre las personas, o en los delitos culposos, salvo que
existan razones de seguridad, de interés público o se encuentre comprometido el interés de un menor de edad;

f) existe conciliación entre los interesados y el imputado en los delitos culposos, lesiones leves y/o amenazas, salvo que existan
razones de seguridad, de interés público o se encuentre comprometido el interés de un menor de edad;

g) el imputado se encuentra afectado por una enfermedad incurable en estado terminal, según dictamen pericial o tiene más
de setenta (70) años de edad, y no existe mayor compromiso para el interés público.

ARTÍCULO 61.- Criterios de oportunidad. Otros casos. En los casos de delitos con violencia, originados en conflictos
intrafamiliares o de convivencia, no puede disponerse la aplicación de criterios de oportunidad.

En los casos de delitos con violencia fuera del ámbito familiar o de convivencia, o se trate de delitos basados en una relación
desigual, de poder o por abuso de poder debe previamente cesar la situación del mismo. No puede disponerse la suspensión
de la persecución penal en los casos de reiteración de iguales delitos.

En los supuestos de los Incisos b), c) y f) del Artículo 60 es necesario que el imputado haya reparado los daños y perjuicios
ocasionados, en la medida de lo posible, o firmado un acuerdo con la víctima en ese sentido, o afianzado suficientemente esa
reparación.

Si el Tribunal admite la solicitud para aplicar un criterio de oportunidad, debe dictar un auto en que así lo estime,
produciéndose la suspensión de la persecución penal con respecto al autor o partícipe en cuyo beneficio se dispuso.

Si la decisión se funda en la insignificancia, sus efectos se extienden a todos los que reúnen las mismas condiciones.

El imputado puede oponerse a la suspensión y solicitar que continúe el trámite de la causa.

Si se produce la reiteración de un ilícito, el Agente Fiscal puede solicitar al Tribunal, que se deje sin efecto la suspensión
dispuesta, caso contrario cumplido los tiempos de prescripción se procede al dictado del auto o sentencia que corresponda.

5. Derechos de las víctimas. Querella. Acción civil resarcitoria.

La Víctima

CPPN TÍTULO III - La víctima

Capítulo 1 - Derechos fundamentales

ARTÍCULO 78.- Calidad de víctima. Este Código considera víctima:

a. a la persona ofendida directamente por el delito;

b. al cónyuge, conviviente, herederos, tutores o guardadores en los delitos cuyo resultado sea la muerte de la
persona con la que tuvieren tal vínculo, o si el ofendido hubiere sufrido una afectación psíquica o física que le
impida ejercer sus derechos;

c. a los socios, respecto de los delitos que afecten a una sociedad, cometidos por quienes la dirigen, administren,
gerencien o controlen;

d. a las asociaciones o fundaciones, en casos de crímenes de lesa humanidad o de graves violaciones a los
derechos humanos siempre que su objeto estatutario se vincule directamente con la defensa de los derechos
que se consideren lesionados y se encuentren registradas conforme a la ley;

e. a los pueblos originarios en los delitos que impliquen discriminación de alguno de sus miembros, genocidio o
afecten de un modo directo sus derechos colectivos reconocidos constitucionalmente.

ARTÍCULO 79.- Derechos de las víctimas. La víctima tendrá los siguientes derechos:

a. a recibir un trato digno y respetuoso y que sean mínimas las molestias derivadas del procedimiento;

b. a que se respete su intimidad en la medida que no obstruya la investigación;


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c. a requerir medidas de protección para su seguridad, la de sus familiares y la de los testigos que declaren en su
interés, a través de los órganos competentes; y a ser asistida en forma especializada con el objeto de propender
a su recuperación psíquica, física y social;

d. a intervenir en el procedimiento penal, conforme a lo establecido por este Código;

e. a ser informada de los resultados del procedimiento;

f. a examinar documentos y actuaciones, y a ser informada verbalmente sobre el estado del proceso y la
situación del imputado;

g. a aportar información durante la investigación;

h. a ser escuchada antes de cada decisión que implique la extinción o suspensión de la acción penal, siempre que
lo solicite expresamente;

i. a ser notificada de las resoluciones que puedan requerir su revisión;

j. a requerir la revisión de la desestimación, el archivo, la aplicación de un criterio de oportunidad o el


sobreseimiento, solicitado por el representante del Ministerio Público Fiscal, aún si no hubiera intervenido en el
procedimiento como querellante;

k. a participar en el proceso en calidad de querellante.

La víctima será informada sobre sus derechos cuando realice la denuncia o en su primera intervención en el
procedimiento.

ARTÍCULO 80.- Asesoramiento técnico. Para el ejercicio de sus derechos, la víctima podrá designar a un abogado
de su confianza. Si no lo hiciere se le informará que tiene derecho a ser asistida técnicamente y se la derivará a la
oficina de asistencia a las víctimas, conforme lo dispuesto en la Ley Orgánica del Ministerio Público.

ARTÍCULO 81.- Asesoramiento especial. La víctima podrá solicitar que sus derechos y facultades sean ejercidos
directamente por una asociación registrada conforme a la ley, de protección o ayuda a las víctimas, de defensa
de intereses colectivos o difusos, de defensa de los derechos humanos o especializada en acciones de interés
público, si fuera más conveniente para la defensa de sus intereses. Formalizada la delegación, estas asociaciones
ejercerán todos los derechos de la víctima, a quien deberán mantener informada.

La necesidad de la presencia de la víctima en el proceso penal comienza tras la celebración en septiembre de 1973 en
Jerusalén el 1er. Simposio Internacional de Victimología, que definió quienes son las víctimas y cuál es su misión en el proceso.

Asimismo, la ONU ha sido uno de los organismos internacionales que también se dedicó a la prosperidad del tema. Es por ello
que una de las definiciones de VICTIMA más completas que existen en la legislación comparada pertenece a las UN.

La Declaración de Naciones Unidas en su resolución de noviembre de 1985 define que:

Se entenderá por “víctimas” a las personas que, individual o colectivamente, hayan sufrido daños, inclusive lesiones físicas o
mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de los derechos fundamentales, como
consecuencia de acciones y omisiones que violen la legislación penal vigente en los Estados Miembros, incluida la que
proscribe el abuso de poder, incluyéndose en su caso, a los familiares o personas que tengan relación inmediata con la víctima
directa y a las personas que hayan podido sufrir daños al intervenir para asistir a la víctima en peligro.”

MARCHIORI sostiene que la víctima es la persona que padece un sufrimiento físico, psicológico y social a consecuencia de la
violencia de una conducta agresiva antisocial.

Se han expresado distintas fórmulas para referirse a éste sujeto: se habla de víctima, parte agraviada, persona agraviada y
perjudicada.

GARRO habla indistintamente de personas ofendidas, damnificadas, el particular lesionado y la persona particularmente
ofendida.
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BIDART CAMPOS, en “La Legitimación del querellante” menciona al damnificado por un presunto hecho delictuoso.

CAFFERATA NORES expresa que la víctima es el ofendido por el delito.

D' ALBORA indistintamente utiliza las expresiones: particular ofendido, ofendido o damnificado al referirse al acusador
particular.

RODRÍGUEZ MANZANERA tratando de buscar precisión en el lenguaje dice que el sujeto pasivo es el titular del bien
jurídicamente protegido, el ofendido es el que sufre un perjuicio en el acaecimiento del delito y que tiene derecho a la
reparación del daño, mientras que el perjudicado es el que sufre un perjuicio por el acaecimiento del delito aunque no tenga
participación en el ilícito. Para éste, perjudicados serían los familiares del delincuente, los familiares del sujeto pasivo del delito
serían ofendidos.

CLARIÁ OLMEDO sostiene que se advierte una confusión entre ofendido y damnificado, prefiriendo utilizar el término
damnificado para las cuestiones civiles y la palabra ofendido para los asuntos penales.

MILL DE PEREYRA dice que por víctima del delito, a los fines procesales, puede entenderse:

a) al sujeto pasivo de la infracción, es decir, la persona sobre la que recae el accionar delictivo en forma directa;

b) los perjudicados directos que son quienes, sin ser titulares del bien jurídico protegido, reciben directamente los efectos del
delito, como los familiares de aquel y

c) los perjudicados indirectos, que sin estar en las primeras categorías, deben soportar consecuencias indirectas del delito,
tales como familiares o dependientes del sujeto pasivo que sufran daños al intervenir para asistir a la víctima en peligro o para
prevenir la victimación.

ALEGRE expresa que como forma de zanjar las discrepancias en torno al concepto de víctima prefiere hacer una simple
construcción de ideas: Si un delito se estructura, en base, a un bien jurídicamente protegido y justamente por el hecho
delictuoso es vulnerado o violado, la víctima del delito será el titular del bien jurídicamente protegido.

Es una manera de que, sin perder precisión con la definición, nos permite eludir el uso de términos como damnificado,
perjudicado, etc.

Es la persona que, de modo especial, singular, individual y directo se presenta afectada por el daño o peligro que el delito
comporta.

Hoy en día se procura ampliar el concepto de víctima buscando captar los llamados bienes o intereses jurídicos colectivos
atacados por nuevas manifestaciones delictivas (vgr. delitos ambientales), permitiéndose que actúen como tales, en
coordinación con el Ministerio Público Fiscal a aquellas asociaciones intermedias cuyo objetivo sea la defensa de ese bien o
interés.

MILL DE PEREYRA señala que los códigos procesales penales de última generación, tanto en nuestro país como en los vecinos,
hacen enunciaciones suficientemente abarcativas de quiénes deben quedar comprendidos en la categoría de víctimas del
delito.

El renacido interés por la víctima dentro del derecho procesal penal, ha llevado a que el Derecho comparado recepte una serie
de aspectos referentes a su intervención y sus derechos en el proceso que son los que, en general, se acogen en las modernas
legislaciones con variantes acomodadas a la idiosincrasia y necesidades locales. Se pueden enunciar:

1. el fortalecimiento del derecho de información de la víctima;


2. la protección frente a la ―segunda victimización‖ (declaración en audiencia privada, declaración en ausencia del
imputado o por video, derecho de hacerse acompañar por un abogado);
3. concesión de derechos de control del ejercicio de la acción penal pública (querellante adhesivo: procedimiento para
forzar la acción, querellante conjunto, derecho a recurrir, derecho de participación de las asociaciones de protección
de intereses difusos);
4. protección de testigos frente a amenazas y agresiones físicas (prisión preventiva por peligro de obstaculización o de
reiteración, programas de protección de testigos);
5. programas de asistencia a las víctimas;
6. indemnización estatal en delitos de carácter violento;
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7. búsqueda de la reparación, aun con prioridad sobre la pena;
8. fomento de la conciliación víctima-autor.

En orden a este último punto no podemos dejar de reconocer que la cultura del litigio, propia de nuestro esquema mental de
reconocida raíz autoritaria es ideológicamente opuesta a la cultura de la conciliación. Es quizás ésta la razón, dice MILL DE
PEREYRA que nos impide aceptar como posible la aplicación de soluciones alternativas para resolver los conflictos sociales,
particularmente cuando ellos incursionan en el ámbito del derecho penal.

También vemos como surge cada día con mayor ahínco la corriente que trata de acordarle alguna posibilidad de
condicionamiento o determinación en la solución final del caso penal, prefiriendo la reparación del daño causado por el delito
más que su represión. Estamos hablando de aquella concepción que ve al delito no como una infracción sino como un conflicto
entre partes. Pero consideramos que para que esto se llegue a dar habría que modificar alguno de los principios procesales
que hoy en día están sólidamente afianzados.

ALEGRE sostiene que, sentada ya la definición de víctima, y participando de aquella corriente que piensa que la víctima no era
un convidado de piedra o la cenicienta del cuento dentro del proceso, ya que su actividad dentro del mismo no podía sólo
reducirse a una cuestión marginal sino que debía permitírsele un mayor protagonismo, como hoy nos impone la Constitución
Nacional, en la mayoría de los casos, es la que se encuentra en mejor posición para brindar datos y la vivencia misma del hecho
delictivo.

Legitimación. Consideraciones Generales: En la conciencia de todos existe una reflexión imposible de ser cuestionada,
necesitamos modernizar, cambiar nuestro sistema de represión penal, en la legislación de fondo, como en la de forma, afirma
ALEGRE.

La víctima del delito fue, desde el comienzo de la persecución penal, la más legitimada para ser titular de la acción, así en la
primitiva regla penal de la Ley de Talión, ojo por ojo, diente por diente se pretendía causar al autor, el mismo daño que hubo
causado. A partir de ahí el ejercicio de la acción penal, pasó por diversas etapas hasta que ante la inoperancia de los
particulares, el Estado, monopolizó el ejercicio de las acciones penales en los delitos de acción pública, delitos que por el bien
jurídico que protege, son considerados ataques a la estructura misma del Estado de Derecho, pero que a pesar de ello, en
algunos, en definitiva es el hombre en su integridad psíquica o física o de las cualidades o atributos de su personalidad, quien
recibe en forma directa el ataque dañoso de la conducta penal.

Así entonces se da una tendencia legislativa moderna, por llamarlo de alguna manera, de la revalorización de la víctima como
integrante del proceso penal.

En Europa, se ha institucionalizado en décadas pasadas y en el derecho americano desde hace mucho tiempo, la protección
integral a la víctima de delitos. Ya no podemos, de ninguna manera desconocer la reivindicación total del protagonismo de la
víctima en el sistema penal, eclipsado por mucho tiempo, por el argumento sin sentido, de que la venganza debe ser
erradicada del proceso penal, porque ella es imposible en el Estado de Derecho que sólo permite la reparación del perjuicio
causado para restablecer el orden quebrado por el delito.

Los Códigos de la Nación; de Córdoba, de Tucumán y otros han incorporado a la víctima en el conflicto penal (objeto del
proceso) como de intervención necesaria, como actor civil, o querellante conjunto o simplemente como víctima a quien se le
informa los derechos que como consecuencia del daño sufrido por el delito es posible ejercitar: también están dispuestas su
protección y la recompensa o indemnización de los gastos que provoque el desarrollo del proceso.

Querellante

En nuestro derecho es querellante el particular que produce querella para provocar un proceso penal o que se introduce en un
proceso en trámite como acusador, estando legalmente legitimado.

Querella es la instancia introductiva del querellante, producida ante el órgano jurisdiccional de acuerdo con las formalidades
de ley, por la que formula una imputación tendiente a iniciar un proceso penal. Es un acto imputativo que puede contener ya
la acusación o estar dirigido a provocar la obtención de los elementos que sirvan para fundamentarla.

El querellante es siempre un acusador privado

Para ser legitimado es de regla que se trate del ofendido, o sea el titular del bien jurídico que el delito afecta, y puede
extenderse al representante legal y a los herederos. Queda excluido el simple damnificado, o sea, el que por el hecho sufre
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solamente un detrimento patrimonial o moral. Lo común es que el damnificado sea a su vez el ofendido, pero hay casos en
que esa superposición no se da.

El directamente damnificado, conforme limita la Jurisprudencia al damnificado, es en realidad el particularmente ofendido por
un delito de acción pública. Pueden ser ofendidas las personas jurídicas, y por ello querellar por sus representantes legales,
salvo el Estado, que ya lo hace en su función de ente público.

Clases

a) QUERELLANTE EXCLUSIVO: para un número reducido de delitos, la ley penal sustantiva establece un ius persequendi de
excepción, prohibiendo el ejercicio de la acción penal por el órgano del Estado en forma absoluta. Su ejercicio corresponde al
ofendido por el delito, y en algunos casos a sus herederos forzosos, guardadores o representantes legales, para el caso de las
denominadas acciones privadas (Art 73 CP, calumnias e injurias, violación de secretos, concurrencia desleal, incumplimiento a
los deberes de asistencia familiar, cuando fuere víctima el cónyuge).

Los titulares de esta acción privada podrán ejercerla ante los tribunales penales haciendo uso del derecho de querella, vale
decir, acusando en forma exclusiva.

En ese sentido, el Estado permite al particular que pretenda penalmente en estos casos, limitando a esa pretensión el interés
punitivo. En función de este límite, el Estado conserva el poder de acción, pero delega su ejercicio en el particular interesado
en la punición. De allí que, si bien, el particular dispone de la pretensión, no puede transar o negociar sobre ella.

El titular de la querella es el querellante exclusivo. Legalmente estamos frente a un sujeto esencial del proceso penal.

Si en un proceso actúan varios querellantes, los Códigos suelen imponer que se unifique la representación; litisconsorcio
activo, podría decirse, pero limitado a su eficacia procesal.

En el aspecto sustancial, es exigencia del non bis in idem: la acumulación de procesos por el mismo hecho que ofende a varios,
para evitar que esté pendiente más de una persecución, y la extensión de la cosa juzgada a cualquier ofendido por el mismo
hecho tratado, para evitar una segunda persecución.

En cuanto a su mantenimiento en el proceso, implica la vida del proceso mismo.

El desistimiento aparece como figura procesal, pero su eficacia es sustantiva. Artículo 84 CPPN.

El abandono de la querella (art. 87 CPPN) implica renuncia a las pretensiones que se hubiesen hecho valer en el proceso. Si no
se ejerció la acción civil, el renunciante debe dejar expresa reserva de hacerlo en sede civil, para conservar la pretensión.

Para CLARÍA OLMEDO el querellante exclusivo es el sujeto particular principal que interviene en el proceso como único
acusador en los delitos perseguibles por acción de ejercicio privado, entablando la correspondiente querella ante el tribunal
penal, y haciendo valer eventualmente la pretensión civil.

b) QUERELLANTE CONJUNTO o adhesivo: presupone la intervención del Ministerio Fiscal, por cuanto actúan -ejerciendo a la
par la acción penal- en los delitos perseguibles por acción de ejercicio público (CP art 71 y 72) teniendo el carácter de sujeto
eventual en el proceso.

Se ha debatido en nuestro país si en los procesos por delitos perseguibles por acción de ejercicio público, es conveniente o
perjudicial permitir la intervención del particular ofendido en calidad de querellante.

El CPP de Ctes fue el primero en legislarlo, según Mendiaz; lo admiten la Nación, Córdoba, Tucumán, entre otros.

Se lo llama conjunto, porque el titular del derecho de querella interviene en el proceso ejercitando, a la par del Ministerio
Fiscal, la acción penal.

Puede ejercer conjuntamente la acción civil, y es lo más común que ocurra, cuando a su vez ha sido damnificado por el hecho
de la imputación. Pero como sujeto procesal es eventual, por cuanto no puede faltar la intervención como accionante del
Ministerio Público.
16
Esencialmente, el titular del derecho de querella ha de ser, en estos casos, el sujeto pasivo del delito incriminado. Su
constitución en el proceso puede hacerse provocando su iniciación con la querella, o introduciéndose después, o sea, en un
proceso en marcha e iniciado por distinto medio o por otro querellante.

En la actualidad el dcho de querella se encuentra regulado en el art. 82 del CPPN. Es un derecho personalísimo, no pasa a los
herederos. Además, la constitución no puede operarse admisiblemente una vez producida la acusación del Ministerio Fiscal o
de haber requerido éste el sobreseimiento luego de la clausura del sumario. Si desiste o abandona la instancia no cumpliendo
la actividad impuesta, queda definitivamente apartado del proceso.

CLARÍA OLMEDO entiende que el querellante conjunto es el sujeto particular y eventual que se introduce en el proceso penal a
la par del Ministerio Fiscal haciendo valer contra el imputado una pretensión penal y eventualmente civil, fundada en el mismo
hecho imputado por el acusador público.

Forma y contenido de la querella

CPPN - Capítulo 2 - Querella

Sección 1ª - Normas comunes

ARTÍCULO 82.- Forma y contenido de la querella. La pretensión de constituirse en parte querellante se formulará por escrito,
con asistencia letrada, en forma personal o por mandatario especial que agregará el poder y deberá contener:

a. datos de identidad, domicilio y firma del querellante y, en su caso, también del mandatario;

b. datos de identidad y domicilio del querellado o, si se ignora, cualquier descripción que sirva para identificarlo;

c. una relación clara, precisa y circunstanciada del hecho, con indicación del lugar y el momento en que se ejecutó;

d. las pruebas que se ofrezcan, indicando en su caso los datos que permitan llevar adelante su producción. Si se trata de
testigos o peritos, además de los datos personales y domicilio, se deberán indicar los puntos sobre los que deberán ser
examinados o requeridos;

e. la acreditación de los extremos de personería que invoca, en su caso.

La presentación se deberá acompañar con una copia del escrito para cada querellado.

Si se omitiere alguno de los requisitos establecidos en este artículo, deberá intimarse a quien efectuó la presentación para que
en el plazo de TRES (3) días corrija el error u omisión, bajo apercibimiento de inadmisibilidad.

ARTÍCULO 83.- Oportunidad y unidad de representación. La querella se deberá formular ante el representante del Ministerio
Público Fiscal en la investigación preparatoria.

Si el representante del Ministerio Público Fiscal considerase que el interesado carece de legitimación para constituirse en
querellante, deberá solicitar al juez que decida al respecto.

Si los querellantes constituidos fueren varios, y hubiere identidad de intereses entre ellos, deberán actuar bajo una sola
representación, la que se ordenará de oficio si ellos no se pusieren de acuerdo. No procederá la unidad de representación
entre particulares y entidades del sector público, asociaciones o fundaciones, salvo acuerdo de los querellantes.

ARTÍCULO 84.- Desistimiento. El querellante podrá desistir de su intervención en cualquier momento, quedando obligado por
las costas que su actuación hubiere causado.

Se considerará que ha renunciado a su intervención en los siguientes casos:

a. si no concurriere a prestar declaración testimonial o a realizar cualquier medida de prueba para cuya producción sea
necesaria su presencia;

b. si no formulare acusación en la oportunidad procesal legalmente prevista;

c. si no concurriere a la audiencia de debate o no presentare conclusiones.


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En los casos de incomparecencia, la existencia de justa causa deberá acreditarse. El desistimiento será declarado por el juez
a pedido de parte.

Sección 2ª - Querellante en delitos de acción pública

ARTÍCULO 85.- Querellante autónomo. En los delitos de acción pública, la víctima o su representante legal, podrán provocar la
persecución penal o intervenir en la ya iniciada por el representante del Ministerio Público Fiscal.

La participación de la víctima como querellante no alterará las facultades concedidas por la ley al representante del Ministerio
Público Fiscal, ni lo eximirá de sus responsabilidades.

Las entidades del sector público podrán ser querellantes conforme las leyes y reglamentos que así lo habiliten.

Sección 3ª - Querellante en delitos de acción privada

ARTÍCULO 86.- Acción penal privada. Toda persona que se considere ofendida por un delito de acción privada tendrá derecho a
presentar querella y a ejercer conjuntamente la acción civil resarcitoria. Si se tratase de delitos de acción privada en perjuicio
de una persona incapaz, podrá interponer la querella su representante legal.

En caso que el abogado cumpla la calidad de representante podrá ejercer directamente las facultades del querellante, salvo las
de carácter personal o cuando exista una reserva expresa en la ley o en el mandato. Regirán análogamente las reglas previstas
para el defensor del imputado.

ARTÍCULO 87.- Abandono de la querella. Además de los casos generales previstos en este Código, se considerará abandonada
la querella de acción privada en los siguientes casos:

a. si el querellante no instara el procedimiento durante TREINTA (30) días;

b. si el querellante no concurriera a la audiencia de conciliación sin justa causa;

c. si fallecido o incapacitado el querellante, no concurriera a proseguir el procedimiento quien esté autorizado para ello según
la ley, dentro de los SESENTA (60) días siguientes de la muerte o la incapacidad.

ACCIÓN CIVIL

La acción civil en nuestro derecho:


Art. 29 del C.P prescribe: ―la sentencia condenatoria podrá ordenar:
1- la reposición al estado anterior a la comisión del delito, en cuanto sea posible, disponiendo a ese fin las restituciones y
demás medidas necesarias.
2- La indemnización del daño material y moral causado a la víctima, a su familia o a un tercero, fijándose el monto
prudencialmente por el juez en defecto de plena prueba.
3- El pago de las costas.

CPPN - Capítulo 2- Acción civil

ARTÍCULO 40.- Acción civil. La acción civil para la reparación o indemnización de los daños y perjuicios causados
por el delito, sólo puede ser ejercida por el perjudicado o sus herederos, en los límites de la cuota hereditaria, o
por los representantes legales o mandatarios de ellos, contra el autor y los partícipes del delito.

ARTÍCULO 41.- Ejercicio. La acción civil puede ser ejercida en el procedimiento penal, conforme a las reglas
establecidas por este Código.

ARTÍCULO 42.- Acción civil (condiciones). Para ejercer la acción resarcitoria emergente del delito, su titular
deberá constituirse como querellante y ejercerla contra el imputado conjuntamente con la acción penal.

TÍTULO V - El actor civil

ARTÍCULO 92.- Constitución en parte. Para ejercer la acción civil emergente del delito en el proceso penal, su
titular deberá constituirse en actor civil.
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Las personas que no tengan capacidad para estar en juicio, no podrán actuar si no son representadas,
autorizadas o asistidas en las formas prescriptas para el ejercicio de las acciones civiles.

ARTÍCULO 93.- Demandados. Si en el proceso hubiere varios imputados y civilmente demandados, la acción
podrá ser dirigida contra uno o más de ellos.

Pero si lo fuera contra los segundos deberá obligatoriamente ser dirigida, además, contra los primeros.

Si el actor no mencionare a ningún imputado, se entenderá que se dirige contra todos.

ARTÍCULO 94.- Forma. Oportunidad y trámite. La constitución de parte civil podrá hacerse personalmente o por
mandatario, antes de que se presente la acusación, mediante un escrito que contenga las condiciones
personales y el domicilio legal del accionante, a qué proceso se refiere y los motivos en que se funda la acción.
La inobservancia de los requisitos hará inadmisible la solicitud.

La oportunidad y trámite de la instancia de constitución se rige por lo dispuesto en los artículos 82 y 83.

Si se rechazare la intervención del actor civil, será condenado por las costas de la incidencia.

ARTÍCULO 95.- Demanda. El actor civil deberá concretar su demanda y ofrecer la prueba en el plazo de CINCO (5)
días desde que se le comunique la acusación.

La demanda se formulará por escrito, con las formalidades exigidas en el Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación y será comunicada de inmediato al civilmente demandado.

ARTÍCULO 96.- Desistimiento. El actor podrá desistir de la acción en cualquier estado del proceso, quedando
obligado por las costas que su intervención hubiere causado.

El desistimiento importa renuncia de la acción civil. Se lo tendrá por desistido si:

a. no concretara su demanda en la oportunidad procesal prevista;

b. regularmente citado, no compareciera a la audiencia de control de la acusación sin causa justificada;

c. no concurriera a la audiencia del juicio oral o no presentare conclusiones;

d. se ausentara de la audiencia del juicio oral sin autorización de los jueces.

La acción civil resarcitoria

Cuando el hecho delictivo causa a otra persona un perjuicio susceptible de apreciación pecuniaria 8 hace nacer la obligación de
reparar el perjuicio causado, es decir, genera responsabilidad civil. En tales situaciones, la misma conducta humana, se
muestra como fuente de dos acciones de distintas especies: una de naturaleza criminal y otra de naturaleza civil. El mismo
hecho genera diferentes ámbitos de responsabilidad, reglados por principios distintos que deben ser armónicamente
interpretados.

Con el daño que causa el delito, nace el derecho subjetivo del damnificado de reclamar su reparación por tratarse un interés
individual, respecto del cual rige el principio de la autonomía de la voluntad, el particular damnificado puede o no hacer valer
su pretensión; de modo que la actuación del derecho está condicionada la manifestación de voluntad de la persona que ha
sufrido el daño o de su representante legal.

Para analizar los presupuestos sustanciales de la pretensión que encierra la acción resarcitoria debemos recurrir al código civil.
Los presupuestos sustanciales de la pretensión resarcitoria sustancialmente requiere la convergencia de 3 presupuestos: que
exista un delito penal; que el delito genere un daño privado cierto; y que medie una relación de causalidad entre ambos.

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CC 1068 – CCYC ARTÍCULO 1737.- Concepto de daño. Hay daño cuando se lesiona un derecho o un interés no reprobado por
el ordenamiento jurídico, que tenga por objeto la persona, el patrimonio, o un derecho de incidencia colectiva.
ARTÍCULO 1739.- Requisitos. Para la procedencia de la indemnización debe existir un perjuicio directo o indirecto, actual o
futuro, cierto y subsistente. La pérdida de chance es indemnizable en la medida en que su contingencia sea razonable y
guarde una adecuada relación de causalidad con el hecho generador.
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El resarcimiento del daño alcanza la indemnización del daño material (patrimonial) y del daño moral (extrapatrimonial) por
vía de esta acción se procura la íntegra reparación del daño causado por el delito.

Cuando la acción civil se introduce al proceso penal se tramita en forma paralela y simultánea con la acción penal; cada una de
ellas se rige por sus propios principios, pero las dos se debaten en el mismo juicio y se dirimen en el mismo pronunciamiento
jurisdiccional. En la sentencia el tribunal debe resolver primero la cuestión penal, que fuera el objeto principal del proceso, y
luego la civil que constituyera su objeto accesorio. Por regla de la accesoriedad de la acción civil instaurada en el proceso penal
sólo puede ser ejercida mientras está en trámite la acción principal. El carácter accesorio de la acción se mantiene hasta la
finalización del juicio momento en el que la cuestión civil puede adquirir carácter principal, ya que el rechazo a la acción penal
no impide que el tribunal haga lugar a la acción civil instaurada.

En nuestro derecho se llama actor civil al sujeto secundario del proceso penal que, por sí o por representante, hace valer una
pretensión integradora patrimonial con fundamento en la afirmación del daño causado por el hecho que es objeto del
proceso. Se ubica en posición activa frente a la cuestión civil que él mismo introduce como objeto secundario del proceso, y su
intervención es accesoria, por cuanto el proceso no se afecta con su ausencia. Se diferencia del querellante porque no tiene
injerencia en la cuestión penal sino en la medida en que interesa para fundamentar su acción privada. La calidad del sujeto
particular comprende tanto a las personas física como a las jurídicas, y entre estas al Estado mismo, debe tratarse de quien
afirma o en cuyo nombre se afirma haber sufrido en su patrimonio el daño que se pretende reintegrar: damnificado, o el
heredero de éste, y pueden constituirse en parte directamente ellos, o por medio de representante o mandatario. Dirige la
pretensión contra quien deba responder por ese daño, conforme a las normas del derecho privado.

Concepción clásica: Según esta concepción, la reparación del daño causado por el delito, constituye un derecho subjetivo del
damnificado, de modo que si este no ejercita tal derecho, el Estado carece de potestad para ordenar la reparación, en razón
de que esta no puede asimilarse a la pretensión punitiva emergente de la acción penal.

Por otro lado el CC dispone que la acción penal no involucra a la civil, es decir que se trata de dos pretensiones jurídicas
distintas. No obstante ello, el CC no impide el ejercicio de la acción civil en sede penal ya que la prohibición normativa se
circunscribe al dcho material.

Vélez Mariconde explica que la acción resarcitoria es independiente de la acción penal en un sentido sustancial, así como la
reparación del delito no está comprendida en la pena, en razón de que se trata de acciones que no se involucran mutuamente,
difieren en su contenido y en sus titulares.

Concepción positivista: sostiene que la reparación del daño causado por el delito debe ser considerada, al mismo tiempo,
como una obligación del delincuente hacia la persona damnificada, como una sanción que ha de sustituir a la pena privativa de
la libertad en casos de delitos leves cometidos por delincuentes ocasionales, y como función social que el Estado debe cumplir
en interés del perjudicado y de la defensa social.

El argumento más fuerte en contra de esta tesis encuentra en los principios enunciados en la C.N. Si la reparación no ha sido
materia del juicio, no puede imponérsela de oficio en fallo condenatorio, ya que de hacerlo se afectaría el principio de
correlación entre acción y sentencia, con lo que inevitablemente se vulneraría la garantía de la inviolabilidad de la defensa
consagrada en el art. 18 de la CN. Esta solución propia del sistema inquisitivo, políticamente opuesto al paradigma
constitucional, implica la confusión de los poderes de acción y jurisdicción, anulando el derecho de defensa.

6. Estrategias compositivas y competitivas.

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