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TEORIA ABSOLUTA
El presente trabajo tiene como fin ilustrar las llamadas "Teorías Absolutas de la Pena". Estas
teorías, sin atender en principio al tiempo histórico en el cual se implementaron, siempre
estuvieron relacionadas a la idea de castigo - justicia - igualdad - compensación. Valores cuyos
caudales de importancia variarían según los tiempos, pero siempre se encontrarían en las
justificaciones, ya sean religiosas, éticas - morales, jurídicas o filosóficas, para la imposición de una
pena por parte de una autoridad Sin embargo, pese al transcurso de los tiempos, fue imposible
justificar objetivamente la imposición de tales penas enmarcadas en teorías absolutas. Las
justificaciones que se conocieron para legitimar la aplicación como tal, siempre estaban
íntimamente ligadas a la necesidad de justificar una determinada forma de autoridad (conllevando
ello a una forma determinada de política, sociedad, economía).
Es así que al realizar el presente trabajo se consultó a varios autores tratantes del tema citado,
analizando la información suministrada por cada uno de ellos, surgiendo los puntos de partida
para la conclusión y corroboración de la hipótesis que a continuación se detalla.
El principal medio de que dispone el Estado como reacción frente al delito es la pena en el sentido
de "restricción de derechos del responsable". El orden jurídico prevé además las denominadas
"medidas de seguridad" destinadas a paliar situaciones respecto de las cuales el uso de las penas
no resulta plausible. De manera que el sistema de reacciones penales se integra con dos clases de
instrumentos; penas y medidas de seguridad. Desde la antigüedad se discuten acerca del fin de la
pena fundamentalmente tres concepciones que en sus más variadas combinaciones continúan hoy
caracterizando la discusión, así, para explicar estos remedios incluidos en la legislación penal se
ofrecen estas diversas teorías que parten de puntos de vista retributivos o preventivos, puros o
mixtos que se encargan de fundamentar de diverso modo y de explicar los presupuestos que
condicionan el ejercicio del "ius puniendi" y la finalidad perseguida por el Estado con la
incriminación penal.
Frente a la información obtenida y a un posterior análisis personal, la hipótesis trabajada se
circunscribe a determinar que las teorías absolutas de la pena, sea cual fuere el momento histórico
en que se aplicaron, y lejos de tener una finalidad la pena en sí misma, la finalidad surgía de una
necesidad de justificación para su aplicación. Esa necesidad de justificación, considero que se
realizó a través de un valor no absoluto como lo es la "justicia" y que indefectiblemente fue
moldeándose frente a las diferentes necesidades imperantes. Frente a este valor "justicia" que se
utiliza en los tres momentos para denotar la aplicación de estas teorías, este valor no absoluto
siempre estará moldeado por la necesidad de justificación del Estado/ autoridad, para la
concreción de sus objetivos.
A. CONCEPTUALIZACIÓN
Desde el comienzo de la humanidad, de diferentes formas existió el castigo aplicado por una
ofensa cometida contra una persona o autoridad. Ese castigo, esa necesidad de reacción contra el
agresor, con el correr de los tiempos se fortaleció con justificaciones normativas.
Si bien mucho se ha escrito sobre las formas de justificar la aplicación de la pena respecto de las
teorías absolutas, "(...) la historia de las teorías de la pena se revela como la historia del fracaso
por un derecho penal mejor”.
Podemos decir que las llamadas teorías absolutas de la pena según Reinhart Maurach son teorías
penales, descartando que sean teorías de los fines de la pena. Pueden darse dos fundamentos
para la aplicación de estas teorías; uno es el fundamento jurídico y otro es el fundamento
ideológico. El fundamento jurídico se encontraría en el sentido de la retribución misma, uniéndose
a la retribución el valor "justicia", "a través de la retribución se hace justicia al culpable de un
delito". El fundamento ideológico estaría dado en reconocer al Estado/ autoridad (Antiguo
Régimen ) como guardián de la justicia terrenal. Es decir que las teorías absolutas tienen por fin
(no la pena) realizar justicia en la tierra. Atendiendo a la hipótesis planteada, como veremos en el
desarrollo sucesivo del trabajo, la idea de "justicia" mantiene una vinculación constante para dar
sustento a estas teorías, sea la utilización del valor "justicia" en el Antiguo Régimen en relación a la
potestad divina, como la utilización del valor " justicia" que utiliza Immanuel Kant para la
justificación a través de la razón e incluso Hegel cuando justifica esta teoría a través de una
perspectiva más jurídica. La delimitación de estas teorías con valor de lo "absoluto" podría
encontrarse en la negación de subordinar la aplicación de la pena a determinados fines concretos,
sin más se niega una unión entre la esencia de la pena a la finalidad de la prevención del delito.
Como bien define Günther Jakobs " en una teoría de la pena se denominan absolutos aquellos
elementos cuyo contenido surge, sin consideración a la contribución de la
norma a mantener el orden social, exclusivamente de la circunstancia de que se ha lesionado una
norma". Eduardo Rabossi describe la concepción retribucionista en relación al merecimiento de
pena y culpabilidad ilustrándolo claramente; diciendo el citado autor que para los retribucionistas ,
aquellos que consideran la
aplicación del castigo (pena) escindiendo de toda finalidad a la misma, que el castigo que se inflige
a una persona se encuentra moralmente justificado por el hecho que dicha persona merece ser
castigada y lo merece cuando es culpable por haber cometido una ofensa. He aquí nuevamente,
tal vez frente a una construcción filosófica, que nos encontramos como bien detallé en la
introducción con valores asignados: castigo - ofensa -reparación - justicia por justificación.
Rabossi cita a F. H. Bradley cuando este manifiesta en su obra Ethical Studies "(...) el castigo es
castigo sólo cuando es merecido. Pagamos la ofensa porque la debemos y por ninguna otra
razón".
RETRIBUCIÓN DIVINA:
Aquí la relación delito - pena está dada por el orden moral de las cosas; el Estado es considerado
como una realización de la voluntad divina, la pena vence la voluntad que cometió el delito y violó
la ley suprema. Atendiendo a una ubicación temporal podemos citar la aplicación de esta
retribución divina en el
denominado Antiguo Régimen, "(...) abarca los efectos de la historia criminológica desde los
albores de la humanidad en monarquías teocráticas y castas sacerdotales gobernantes en el
Antiguo Egipto y Mesopotamia Asiática (...)" . He aquí tal vez la génesis de la aplicación de la
venganza por parte de la autoridad para impartir justicia y detentar el poder sobre la tierra,
cuestión que considero atendiendo a lo plasmado en aquellas primeras leyes establecidas en las
culturas del Oriente Antiguo.
Fueron los dioses quienes dictaron las leyes a los hombres, por eso, las leyes son sagradas. En este
caso es el dios Samash, el dios sol, dios de la Justicia, quien entrega las leyes al rey Hammurabi de
Babilonia (1790-1750 A. C.). De hecho, antes de la llegada de Hammurabi al poder, eran los
sacerdotes del dios Samash los que ejercían como jueces pero Hammurabi estableció que fueran
funcionarios del rey quienes realizaran este trabajo, mermando así el poder de los sacerdotes y
fortaleciendo el del propio monarca.
El código de leyes "Código de Hamurabi o Hammurabi" unifica los diferentes códigos existentes en
las ciudades del imperio babilónico. Pretende establecer leyes aplicables en todos los casos e
impedir así que cada uno tomara la justicia por su mano, pues sin ley escrita que los jueces
hubieran de aplicar obligatoriamente, era fácil que cada uno actuase como más le conviniera.
En el código no se distingue entre derecho civil y penal. Se regulan el comercio, el trabajo
asalariado, los préstamos, los alquileres, las herencias, los divorcios, la propiedad, las penas por
delitos de robo, asesinato, etc.
Respecto a la aplicación de pena para cada delito, se distingue si hay intencionalidad o no y cuál es
la "categoría de la víctima y la del agresor". Así la pena es mayor si se ha hecho adrede y menor si
ha sido un accidente; mayor si la víctima es un hombre libre, menor si es un esclavo.
La mayoría de las penas que aparecen en el código son pecuniarias (multas), aunque también
existe pena de mutilación e incluso pena de muerte. En algunos casos la ley opta por aplicar talión,
es decir, hacer al agresor lo mismo que él hizo a su víctima, siempre que ambos sean de la misma
"categoría", valor a tener en cuenta para la medición del castigo igualdad (opinión que me
pertenece).
Hay mucha información histórica sobre pueblos del "Antiguo Régimen", pero lejos está en este
trabajo el desarrollo extensivo de ello, más sí el intento de demostrar la aplicación del castigo en
forma de retribución, encontrando la justificación en este caso en una cuestión de origen divino.
Cuando Hamurabi establece las leyes
traspasa sin más ese poder divino de "castigo" implementado en la tierra a través de los
sacerdotes y al monarca estableciendo la relación directa entre Dios - monarca para castigar.
Hamurabi establece el límite a la justicia por mano propia e incorpora la igualdad para la aplicación
del castigo que se basará en la justicia detentada por el monarca, que no es otra que la que
deviene de Dios.
Por cuanto que la potestad pública de castigar es un derecho divino, Zaffaroni expresa en el
Tratado de Derecho Penal "que la filosofía medieval está transitada de Dios, y por ende teñida de
teología..."Los valores destacados son los de: poder - justicia - retribución - igualdad - orden.
RETRIBUCIÓN MORAL:
RETRIBUCIÓN JURÍDICA
Se atribuye a Hegel esta doctrina en la cual el Estado persigue el mantenimiento del orden
jurídico. El delito causa una aparente destrucción del derecho que la pena inmediatamente
establece.
Así, el carácter retributivo de la pena se justifica por la necesidad de restablecer la vigencia de la
"voluntad general" representada por el orden jurídico, que resulta negada por la "voluntad
especial" del delincuente. Si la "voluntad general" es negada por la voluntad del delincuente,
habrá que negar esta negación a través del castigo penal para que surja de nuevo la afirmación de
la voluntad general. Por cuanto el método dialéctico hegeliano; "la voluntad general" es la tesis, la
negación de la misma por el delito es la antítesis, y la negación de esta negación será la síntesis,
que tendrá lugar mediante el castigo del delito.
Por cuanto la pena se concibe como reacción que mira al pasado (al delito y al restablecimiento
del orden jurídico) y no como instrumento de fines utilitarios posteriores. En el modelo hegeliano
denotando la retribución jurídica, podría decirse que la pena para es la manifestación del delito.
En la medida en que es manifestación del delito, la pena es expresión de justicia, como el derecho
del delincuente es expresión de libertad. Hegel utiliza para fundamentar la pena el concepto de
Derecho, interpretando el hecho punible como "algo negativo", como vulneración del derecho en
el sentido de su negación, surgiendo la pena como "restablecimiento del Derecho".
En otro orden de cosas, la teoría hegeliana plantea aunque pretenda disimularlo una concepción
organicista de la humanidad, atendiendo así a la burguesía europea nórdica. Concluyendo la pena
entendida como retribución, tiene lugar en un modelo social dado, sea en los tres momentos
antes analizados, no puede ningún autor del delito quedar sin punir, se neutraliza mal por el mal
mismo. De ninguna manera puede aplicarse la equidad. El sentido de la Ley del Talión está insita
en las teorías absolutas, sea en el mundo antiguo, en el sentido racional de Kant y en la negación
del derecho de Hegel, como base para el castigo. Si bien a estas teorías absolutas no se le asigna
función a la pena, considero que la función
que sí puede atribuírsele es la realización de la justicia, en relación a una exigencia religiosa, moral
o jurídica de justicia. Esta realización de justicia basada en una filosofía de política liberal, ve en la
concepción absoluta de la
pena un límite de garantía para el ciudadano, necesario para ese mundo naciente liberal.
CONCLUSIÓN