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EL

EVANGELIO MEDITADO.

i o ITI o i.
EL

EVANGELIO MEDITADO.
TRADUCIDO DEL FRAÜTES AL ITVI.IVYO
POR

D. J A C I N T O M A R Í A BLANCO,
SACERDOTE TÜRINÉS:

y del italiano al español

por

D. Juan Antonio Maldonado,


ABOGADO DE I O S REALES CONSEJOS, T CONTADOR DE LA CASA Y ESTADOS DEL
EXCELENTÍSIMO SEÑOR DUQUE DEL INFANTADO.
Varios Prelados de España han concedido 2 4 0 0 dias de indulgencia á
todos los que leyeren ú oyeren leer un capítulo ó página de cualquie-
ra de las publicaciones de la L I B R E R Í A RELIGIOSA.
TOMO I.

Con aprobación del Or


L ,
BARCELONA- c -
LIBRERÍA RELIGIOSA.-IMPRENTA D E B E L O
CALLE DEN ROBADOR, NÚM. 24 Y' Jmb^a uri erniaria
1861.

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A L EXCMO. SR.

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DON P E D R O DE ALCANTARA TOLEDO,


s s a A j a / í a í a OSWK?Í.I
DÜQCE D E L I N F A N T A D O , D E P A S T R A N A , DE L E R M A , E T C . , E T C .

Emento» Sr.f

La residencia en Italia por espacio de ocho años en el servicio


de la casa de V. E. me facilitó la ocasion de verja obra preciosa
del Evangelio meditado, ó segun la concordia de los Evangelistas,
distribuido en meditaciones para todos los dias del año, tradu-
cida á aquel idioma del original francés, y recibida en ambas na-
ciones con general aplauso y comunes aclamaciones; y habiéndome
dedicado, en los ratos que me han permitido otras precisas ocu-
paciones, á trabajar en su traducción al castellano, he resuelto
darla á la pública luz, por dictamen é instancias de varias per-
sonas no menos doctas que piadosas, y celosas del bien espiritual
de las almas, en cuyo caso me considero con la necesidad feliz de
dedicarla áV.E.,á quien, siendo mía ^pertenece por los lirismos
fuertes y legítimos títulos que me tienen absolutamente y por iodos
modos obligado en su servicio : dígnese, pues, V. E. de admitir
esta dedicatoria como un tributo debido de justicia á su grandeza
y beneficencia, y como una prenda de mi reconocimiento y amor,
concediendo así á la Obra su protección; y ¿efensq, que la,Harán
infinitamente mas estimable y recomendable, y á mí un nuevo ho-
nor que aumentará mi deuda y gratitud.
Así lo espero de la piedad y benignidad de V. E., cuya impor-
tante vida ruego á Dios guarde los muchos años que puede y he
menester.
PRÓLOGO DEL
»
TRADUCTOR
•I
ITALIANO.
Madrid 20 de jumo de 1196.
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« Excmo. Sr.:

Á L. P. D. V. E.
Su m a s humilde y favorecido criado, La corrupción de la masa común de los hijos de Adán ha sido
JUAN ANTONIO MALDONADO.
tan fecunda en todos tiempos de vicios y desórdenes, cuanto de
hombres impíos. Todas las edades del Cristianismo han visto es-
píritus soberbios y seductores, que concibiendo en sus corazones
absurdos contrarios á la religión católica,-y aun á la razón mis-
ma, los han producido y manifestado en medio de la Iglesia ca-
tólica, sembrando en los corazones de los fieles doctrinas impías,
engañosas y heréticas, y pretendiendo así por todas partes con
un aparente escepticismo someter el mundo entero á sus perver-
sas decisiones, y nuevos é inteligibles sistemas. Á estos autores
y fomentadores de la iniquidad ha mirado siempre con horror el
mundo católico, los ha detestado la Iglesia, y muchas veces, co-
mo á eaemigos jurados, los han desterrado de sus senos las ciu-
dades cristianas; pero en nuestros dias se ha dejado ver la im-
piedad cuási con semblante de distinción y de gloria: h a tomado
el título de honor y de saber, que quita, por decirlo así, hasta la
bajeza del nacimiento y la vergüenza de la ignorancia.
Celosa, pues, de los adelantamientos de la católica religión,
y llena de envidia de la salud espiritual del prójimo, introduce
furtivamente libros pestilentes, con algunas especiosas aparien-
cias, y vanas declamaciones de bondad, de humanidad y de vir-
tud que se leen en ellos, pretendiendo engañar una gran parte de
los fieles; y finge ofrecer homenaje á la razón, dejando aparte la
fe. De aquí con mayor audacia intenta derribar todos los reparos,,
todas las defensas y todas las leyes, despreciando hasta lo mas
8 PRÓLOGO D E L TRADUCTOR I T A L I A N O . 9

sagrado; eslo es, el Evangelio de Jesucristo, quitando así á los cion que habia oido! ¿Y qué otra cosa practicó la católica Iglesia
afligidos el mayor consuelo en sus miserias, y á los ricos y pode- en la sucesión de los siglos para contener el torrente de la iniqui-
rosos el solo freno de sus pasiones, arrancando los remordimien- dad, y. principalmente el funesto contagio de la herejía, que po-
tos del pecado, y la mas dulce esperanza de la virtud. De esta ner siempre á la vista de los. pecadores y de los incrédulos el
manera quería que le saliese bien (como por desgracia se ve fre- Evangelio de Jesucristo por medio de tantas homilías, paráfrasis
cuentemente) el establecer altamente el reino de las pasiones, y disertaciones de los santos Padres sobre el Evangelio mismo?
dispensarnos de todo culto, sacudir el yugo de toda autoridad, Y aun hoy en dia se sirven del Evangelio los Obispos, los Pasto-
desterrar la virtud, y justificar todas las inclinaciones y todos los res, los Curas de almas, y los Ministros del santuario, como de
vicios: quitarnos la libertad, y romper lodos los vínculos que nos un escudo poderoso contra los modernos sectarios, para reparar
tienen unidos á Dios, á la sociedad y á la patria. Despues de esto los golpes mortales del vicio y de la irreligión. Este mismo Evan-
no se avergüenzan estos impíos de gloriarse que son ellos los gelio, pues, será el que hasta la fin de los siglos triunfará de
bienhechores del género humano. Diria aun mas; pero temo man- cuanto puede vomitar desde la laguna horrible del infierno el co-
char el papel, y dejar estampado en él un escándalo para quien mún enemigo de los hombres.
lo ignora. Solo me baste decir al que lea estas Meditaciones, que Tiendo, pues, los infinitos desórdenes del presente siglo, d e -
estos impíos emplean hoy en dia con el mayor esfuerzo, para ex- seoso de la gloria de la casa de Dios y de la salvación de las al-
tender su corrupción, la elocuencia, la poesía, la historia, los mas, como llamado también á la suerte del Señor, no he encon-
romances, las conversaciones, las amistades y las conferencias: trado otro remedio proporcionado á la debilidad de mis fuerzas,
todo lo ponen en movimiento para envenenar los fieles y cor- que el de aplicarme á la traducción de esta Obra, porque en ella
romper las costumbres. se contiene el Evangelio de Jesucristo, propuesto en meditacio-
Ahora, pues, á un tal desorden ¿qué otro remedio mas eficaz nes, oponiéndolo como un muro impenetrable á la inundación
puede aplicarse que doctrina á doctrina? Así lo hizo Dios tantas de los vicios y déla impiedad.
veces, cuando los israelitas, despreciando la santa ley, se aban- Esta es una obra que pocos años há se dio á luz en lengua
donaban á los deseos desús corazones, siguiendo la impiedad de francesa por un dignísimo sacerdote. Apenas se publicó, fue no
las naciones extranjeras. Por medio de los Sacerdotes y Profetas solo en Francia, sino también en gran parte de Italia, recibida
presentaba y renovaba á su pueblo sus preceptos, los pactos de con singular gusto y aplauso, de manera que despues de la pri-
su alianza, las recíprocas promesas, los infinitos beneficios que mera se hicieron otras dos ediciones en la misma lengua france-
les habia hecho, y los estupendos milagros que á su favor habia sa: tantos eran los que de todas partes buscaban sus ejemplares.
obrado; y ¡oh, cuántas veces al solo oir la lección de los sagra- En traducirla no solo he seguido en cuanto me ha sido posible
dos Libros prorumpia el pueblo en un deshecho llanto, enviaba al las ideas y las reflexiones del autor, sino también el estilo propio
cielo gritos de.penitencia, y despues echaba por tierra los ídolos, de meditaciones. Estas son útiles á todos, porque están hechas
ponia fuego á los bosques consagrados á las falsas divinidades, para todos; y así cualquiera, tanto de la jerarquía eclesiástica,
desterraba las mujeres extranjeras, y purificado enteramente, se cuanto de la sociedad civil, puede encontrarlas adaptadas á s u
convertía á Dios su único Señor, frecuentaba el templo, santifi- propia dignidad, á su propio estado, á su propia condicion y á
caba los sábados, ofrecía sacrificios, y perseveraba en la obser- sus propias circunstancias, como se verá en el curso de ellas.
vancia de la ley, mientras no se borraba de su memoria la lec- Suplico, pues, á lodo cristiano que mire en esta Obra el Evan-
10 PRÓLOGO DEL TRADUCTOR I T A L I A N O .

gelio de Jesucristo, que lo medite, que lo estudie, que lo apren-


d a , y que ninguna otra cosa busque fuera de él, para empezar á
formarse en la tierra, como dice san Jerónimo, una habitación NOTA DEL TRADUCTOR ESPAÑOL.
del reino del cielo. Quiera Dios que se cumplan mis deseos y mis
esperanzas, y p e en recompensa de este poco trabajo que he
empleado por la salvación de las almas, participe también de la
bienaventurada suerte, destinada para aquellos que, como dice Las varias ediciones que se h a n hecho de esta Obra en su original f r a n c é s ,
Jesucristo, habrán obrado y enseñado. la traducción italiana que con tantos elogios ha sido recibida en toda I t a l i a , y
Jas reimpresiones que se han hecho ya en T u r i n , F l o r e n c i a , Milán y V e n e -
cia para satisfacer á la devocion y al gusto de los que la deseaban , acreditan
bien el aprecio que de ella hacen los Católicos; y la siguiente carta prueba la
estimación que han hecho hasta los P r o t e s t a n t e s . H e ha parecido traducirla
y ponerla en este p r i m e r tomo de la traducción e s p a ñ o l a , ya que el autor la
puso en f r a n c é s , y el traductor en i t a l i a n o .

Copia de la carta francesa de un ministro protestante al señor abate Duquesne


sobre el Evangelio meditado.

De la isla de Qaerneser U de abril de 1777.


« N o d u d o , señor m i ó , que encontraréis t a m b i é n e n t r e l o s P r o t e s t a n t e s a d -
m i r a d o r e s de vuestro Evangelio meditado. Y o , a u n q u e m i n i s t r o p r o t e s t a n t e ,
m e lisonjeo que m e haréis la justicia de c o n t a r m e entre los que han leido
vuestras Meditaciones con el mayor gusto y aun con entusiasmo. El c a m p o
sobre que habéis trabajado no puede ser m a s rico siendo d i v i n o ; p e r o t a m -
bién es cierto que vos en vuestro edificio no habéis puesto otra cosa que oro,
plata y piedras preciosas : todo en él es digno d e l H i j o de Dios, á quien dais
á conocer y á adorar. Todo corresponde á lo sublime de su doctrina y á la ex-
celencia de sus santos preceptos : vuestras reflexiones van al corazon, y p e r -
s u a d e n tanto por la solidez y b e l l e z a , cuanto por la m a n e r a de exponerlas,
que es bien digna de ellas m i s m a s . Todo en este libro es metódico, bien e n -
cadenado, simple é i n s t r u c t i v o ; y lo que m a s a u m e n t a su precio y estimación
es que todo está lleno de u n c i ó n . Ninguna cosa habéis omitido de las s u s t a n -
ciales. ¡ O h , qué bella análisis de las verdades evangélicas! ¡ Q u é socorros y
ayudas no encuentra un párroco e o v u e s t r o libro! Cuanto á m í , yo lo devoro ;
y no creo que haya alguno que leyéndolo no quede e n c a n t a d o , y desee con
m a s ardor la continuación del Nuevo T e s t a m e n t o de nuestro adorable y c o -
m ú n M a e s t r o , i n t e r p r e t a d o , parafraseado y explicado de este m o d o , que es
d e c i r , con aquel ó r d e n , con aquella expresión y con aquella alma que vos
sabéis dar á la palabra de D i o s .
« D e s p u e s de este elogio i m p e r f e c t o , pero s i n c e r o , que doy á vuestra exce-
lente Obra, pienso que no os sorprenderá si no m e ofendo del n o m b r e de he-
reje, que nos dais en m u c h o s lugares. Soy discípulo del célebre de Crousaz
que m e a m a b a t i e r n a m e n t e ; y he a p r e n d i d o en una tan docta escuela S n o
NOTA DEL TRADUCTOR ESPAÑOL.
calificar con este título sino á los viciosos y á los libertinos. Espero que su propia debilidad y su insuficiencia. Á Dios solo sea el honor, la alabanza y
m e concederéis este favor m i s m o en gracia del C r i s t i a n i s m o , que m e glorio la gloria. P e r m i t i d m e , p u e s , que t r i b u t e en obsequio á aquel Dios que solo
de profesar y predicar. Infinitamente m e desagradaría que con esto creye- m e r e c e ser alabado, la impresión que ha hecho en vuestro espíritu el Evange-
seis que tengo p e n s a m i e n t o s de entrar con vos en controversia : el caracter lio meditado, y que lo bendiga por haberos inspirado tales s e n t i m i e n t o s . P o r
de controversista lo miro yo mucho tiempo há como i n d . g n o d e u n cristiano. otra p a r t e , debeis saber que yo no he hecho otra cosa que poner en ejecución
M u c h a s veces s u c e d e , que disputando sobre la R e l i g i ó n , se pierde el r e s p e t o un plan a d m i r a b l e , y los preciosos m a t e r i a l e s que m e s u m i n i s t r ó m i augusto
debido á la Religión m i s m a . Los espíritus se inflaman en orden a los dogmas Prelado 1 , de los q u e es autor un h o m b r e célebre 2 . ¡Qué m a n a n t i a l , p u e s , de
sobre que no seremos juzgados; y después se ponen desgraciadamente bajo gracias no debe ser para vos aquel r e s p e t o , de que m e parece estáis p e n e -
los piés las m a s sagradas obligaciones, que decidirán de nuestra eterna sa - trado, por'lo sublime de la d o c t r i n a , y por la excelencia de los santos p r e c e p -
r a c i ó n . No quiero decir con esto que no sea necesario a m a r s i n c e r a m e n t e la tos que contiene este libro! Quiera el cielo que os acomodéis una vez á las
v e r d a d , v que la indiferencia en materia de religión no sea un horrible a n t i - m i r a s de la misericordia eterna que os p r e v i e n e , y que enjugueis las lágrimas
cristianismo. Las verdades que Dios nos ha revelado, y las que podemos d e s - de la Iglesia inconsolable p o r vuestra p é r d i d a , poniéndoos á los piés de su
cubrir con la luz de la r a z ó n , que para este fin se nos ha d a d o , se m e r e c e n t r i b u n a l , erigido por las m a n o s de nuestro adorable y común M a e s t r o , some-
todo nuestro respeto y nuestro a m o r , y no debemos omitir el i n s t r u i r n o s en tiéndoos á aquella autoridad visible y e n s e ñ a n t e , que Jesucristo ha dado por
e l l a s ; pero hay grande diferencia entre el a m a r l a s y buscarlas, y condenar freno á la debilidad de la r a z ó n , y que la debia dar según sus infalibles p r o -
como herejes á aquellos q u e nos parece que no han tenido la suerte de e n c o n - m e s a s . . . La buena fe ( p e r m i t i d m e que os lo d i g a ) , la buena fe de que estáis
t r a r l a s como nosotros. Sea de esto lo que se f u e s e , lo repito : poco m e i m - a n i m a d o , y la pena m i s m a que os causa el n o m b r e de hereje, que en todos
porta que se m e dé este n o m b r e , adherido invenciblemente á la doctrina de t i e m p o s se ha dado á los que abandonan el cuerpo de la Iglesia, dan valor á
J e s u c r i s t o m i Salvador, y Salvador de todos los h o m b r e s ; m e uno á ellos con la esperanza que he concebido, y fomento con grande complacencia.
todo mi corazon en aquello que tienen d e c o m ú n c o n m i g o ; y en esta d i s p o s i -
«Dignaos de llamar á vuestra m e m o r i a aquel pensamiento de san Agustín,
ción de á n i m o en que m e hallo m e seria m u y molesto el o p o n e r m e , y c o n t r a -
de que vosotros y nosotros nos servimos contra los judíos y contra los i n c r é -
decirles en aquello que los diferencia de m í . Espero obtener otro tanto de
dulos. La E s c r i t u r a santa es inaccesible al orgullo : ella es aquella espada de
vos; y pidiéndoos perdón de la libertad que m e he tomado en escribiros esta
dos filos, de que habla el E s p í r i t u S a n t o ; aquella columna m i s t e r i o s a , que
c a r t a , os suplico q u e la atribuyáis al indecible gusto que he tenido con la lec-
de una parte d e r r a m a una luz vivificante sobre los verdaderos israelitas, los
tura de vuestro piísimo y preciosísimo libro. Me haréis un favor muy c o n s i -
h u m i l d e s de corazon, y de otra esparce tinieblas vengadoras sobre los p r e t e n -
derable si m e participáis que tendré la satisfacción de ver una continuación
didos del siglo, que creyéndose la prosapia s a n t a , los herederos de la alianza
de Meditaciones sobre los H e c h o s de los Apóstoles, y de sus divinas Epístolas,
y los i n t é r p r e t e s de los sagrados oráculos, la leen s i e m p r e con un velo sobre
que tengo la osadía de esperar de vuestro celo verdaderamente cristiano. P e r -
los ojos.
mitiéndooslo vuestra s a l u d , ¿podréis hacer un uso mejor de vuestros talentos
« ¡ A h ! c r e e d m e , señor m i ó : el espíritu de la E s c r i t u r a , que solo puede d a r
y de vuestras luces q u e e m p l e a r l a s en favor de la Iglesia de J e s u c r i s t o ? E s t a
la vida, no ha sido prometido sino al cuerpo de la Iglesia establecida por J e -
quedará grandemente edificada ; y los verdaderos fieles, tanto r o m a n o s como
sucristo. Tampoco es intención mia entrar con vos en controversia : me debo
r e f o r m a d o s , os quedarán s i n c e r a m e n t e obligados. Excusad, s e ñ o r m i ó , estos
contentar con suplicar á aquel que es el c a m i n o , la verdad y la v i d a , que se
s e n t i m i e n t o s de mi corazon, que habla de la abundancia; ó por mejor d e c i r ,
digne de llamaros á s í , de i l u m i n a r o s y de vivificaros : m e c e ñ i r é solo ¿ o f r e -
excusad m i i n g e n u i d a d : ella no disminuye un punto la perfecta estima y s i n -
cerle fervorosas o r a c i o n e s , no cesaré dia y noche de encomendarle vuestra
gular veneración con que tengo el honor de protestarme
a l m a ; y haré aun m a s : m e ofreceré como san Pablo á ser anatema por vos.
« D e V . humildísimo y o b e d e n t í s i m o servidor, « S í , carísimo s e ñ o r , u n i r é m i s lágrimas á las que d e r r a m a la Iglesia sobre
el estado de un alma tan prevenida y tan enriquecida de dones como la v u e s -
ISAAC NALLAT, rector de la iglesia de San Pedro
tra : estos serán los ardientes votos q u e ofreceré al Altísimo por vuestra s a n -
en la isla de Quernesey de San Malo.»
tificación, que podrán moverlo á concederos la pura luz de ¡a fe católica : e s -
t o s , y no o t r o s , serán los medios que e m p l e a r é para implorar de Dios una tal
Respuesta del señor abate Duquesne al Sr. Isaac Nallat, ministro protestante. gracia. Ningún agradecimiento es n e c e s a r i o ; y todos son inútiles cuando se
t r a t a de hacer la obra del S e ñ o r . Supuesto este principio, que m e constituyen
« La carta con que m e habéis h o n r a d o , señor m i ó , es verdaderamente gra- incontrastable m i Religión y m i e x p e r i e n c i a , m e a t e n d r é solamente á los s o -
ciosísima y o b l i g a n t í s i m a ; y m e veria en la precisión de responder á todos los corros que podemos esperar de la oracion. T a m p o c o quiero prevalerme de
elogios que en ella m e d a i s , si creyese m e r e c e r alguna parte de e l l o s , ó si le 1
El ilustrisimo señor de Beaumont. arzobispo de París.
fuese lícito á un m i n i s t r o de J e s u c r i s t o el perder de vista por un solo momento « E l P . Girandean.
u n a contradicción q u e se ve en vuestra c a r t a , en q u e despues d e h a b e r dicho
q u e el Cristiano no será juzgado sobre los dogmas de su Religión, añadís dos
líneas m a s a b a j o , q u e la indiferencia por la verdad en materia de religión
es un horrible anticristianismo... No o s h a g o c o m e n t a r i o a l g u n o , y m e conten-
to con decir e n t r e m í á m í m i s m o , q u e no s e puede conciliar el E s p í r i t u Santo
con el e s p í r i t u p a r t i c u l a r ; y q u e para acercarse á Dios y estar p e n e t r a d o d e su
PRÓLOGO DEL AUTOR.
g r a c i a , es necesario humillar la propia razón b a j o el yugo sagrado de la auto-
r i d a d de la Iglesia.
« Acabo esta carta con r e s p o n d e r á aquello con q u e concluís la v u e s t r a . Me
propongo d a r una c o n t i n u a c i ó n al Evangelio meditado, y m e ocupo en t r a t a r
de la m i s m a m a n e r a los H e c h o s de los Apóstoles y s u s c a r t a s . E s t e ú l t i m o t r a -
b a j o r e q u i e r e m u c h o t i e m p o , m u c h a diligencia y m u c h a fatiga. Tengo el h o -
n o r d e s e r con la m a s perfecta e s t i m a Son muchos los que ya ha tiempo desean con ansia que se dé
« D e V . h u m i l d e y obligado s e r v i d o r . — E L ABATE DEQUBS.NE. á la luz una obra de meditaciones sobre el Evangelio, ó sea del
« P a r í s 23 d e abril de 1777.»
texto evangélico todo entero, y reducido por orden á meditacio-
nes. Los que han trabajado sobre todo el texto se han contenta-
do con hacer sobre cada versículo ciertas reflexiones desunidas,
y frecuentemente entre sí desemejantes, que no forman un todo,
ADVERTENCIAS.
y no suministran para cada dia materia de meditación fija y d e -
1.* Lo que en estos libros va notado á la márgen con esta señal« es el texto del
Evangelio hasta encontrar con esta otra...» Si no obstante esta prosiguen las comillas
terminada. Los que han dado á luz meditaciones sobre el Evan-
al márgen, es continuación del texto, ó del mismo Evangelista, ó de otro de los ci- gelio , se han ceñido á algunos pasos particulares que les han ofre-
tados al principio de la Meditación, que habla del mismo paso que allí se medita, y
que se pone para ajustar la concordia.
cido algunos versículos del sagrado texto, ó á los Evangelios que
I.» Habiendo innovado el traductor italiano en la traducción del texto de los Evan- se leen en la misa: de esta manera no presentan á la mente d e
gelistas , dejando la del autor francés y siguiendo la italiana que hizo el limo. Sr. Mar- los fieles otra cosa que retazos separados y reflexiones limitadas
tini, obispo que fue de Turin y despues arzobispo de Florencia, de toda la Escritura,
y por consiguiente de los Evangelios, ha parecido conveniente en esta traduócion es- sin orden ni conexion. Ni los unos ni los oíros han pensado en
pañola, sin entrar á preferir la autoridad de tan ilustres escritores, y menos á cen- explicar el sentido literal del Evangelio, en desatar las dificulta-
surarla, poner los textos del modo mas claro, perceptible y literal.
des que en él se encuentran, en seguir la concordancia de los
Evangelistas, en conciliar los textos que parecen opuestos, ni en
sacar de ellos verdades morales entre sí unidas y sucesivas. ¿Por
ventura les pareció esta empresa superior á sus fuerzas? Pues
¿cuánto mas debe ser á las mias? Y verdaderamente lo es en efec-
to. Pero confio en aquel que d a la sabiduría á los pequeños, y
fuerzas á los débiles; y me atrevo á esperar que no permitirá
que queden del todo inútiles mis esfuerzos.
No se debe, pues, confundir esta Obra con tantos libros de me-
ditaciones sobre la concordia, de meditaciones sobre el Evange-
lio , y de meditaciones para lodos los dias del año: es cosa clara
que nada tiene de común con aquellas: mi designio es no sola-
mente dar á los fieles todo el texto sagrado de los cuatro Evange- toma cuerpo y se' hace palpable. Así meditaban los sagrados Li-
listas para meditarlo, y ofrecerles asuntos de meditaciones tan ins- bros tantos hombres santos, y en ellos encontraban delicias tan
tructivas como interesantes, sino de presentarles unidas entre sí abundantes, que por atender á ellas, se lamentaban de que se
todas las ventajas que se hallan esparcidas en todos los otros li- les huian las noches con demasiada rapidez. No pensamos hacer
bros compuestos para explicar el Evangelio. el elogio de este libro, sí solo el del Evangelio, que se presenta
Se hallará en esta Obra la série de la historia evangélica, la á la meditación de los fieles, con decir, que leyéndolo el cristia-
concordancia de los cuatro Evangelistas, el análisis del texto con no, queda instruido en la religión y en las obligaciones que lle-
su explicación; se hallarán reflexiones morales, un comentario va consigo: que aprende á conocer á Dios Padre, y á Jesucristo
continuado, el sentido literal y espiritual explicado y reunido su Hijo, único Señor nuestro, y á pensar según el Espíritu de
bajo un mismo aspecto. Se dará cada paso particular declarado Dios: que se desengaña de los vanos errores de que están preo-
separadamente, dividido en sus puntos naturales, y subdividido cupados los mundanos: que se libra de las supersticiones y de
según el orden del texto y la oportunidad de la materia. Final- los vanos escrúpulos con que muchas veces se deshonra la ver-
mente, se hallarán aquí asuntos de homilías, de exhortaciones, dadera piedad: que el verdadero fiel se llena aquí de una viva fe,
de instrucciones familiares, de que cada meditacion es como un di- de la esperanza de los bienes eternos, y del amor para con el
seño, que cada uno podrá fácilmente aumentar y perfeccionar se- sumo Bien: que á su corazon le procura la verdadera paz y los
gún lo pidan las circunstancias. medios para adquirir aquel consuelo sólido que solo viene de Dios,
Por otra parte, es de mucho consuelo para un alma ó para que endulza todos los males, y que solo es capaz de sustentarnos
una familia cristiana pensar que haciendo cada dia la meditación, en todas las circunstancias críticas y dolorosas de nuestra vida.
ó solo un cuarto de hora de lección espiritual, habrá en el giro Todo el texto sagrado de los cuatro Evangelistas forma las pre-
del año recorrido todo el texto del Evangelio, y habrá leido to- sentes Meditaciones, y en ellas se encuentra cuási todo traducido;
das las acciones y las instrucciones de Nuestro Señor que han pero ó sea en la traducción, ó sea en la concordia, no lomo en
pasado hasta nosotros por medio de sus santos Evangelistas; y vista autor alguno particular. Muchas veces la necesidad de dar
este es el motivo por que he distribuido esta Obra de manera que á entender la energía de una expresión ha obligado á traducir
en ella se halle una meditación para cada dia del mes. mas literalmente de lo que se suele, y varias veces, para repre-
Muchas personas de piedad se lamentan de que experimentan sentar el texto de un Evangelista en toda su fuerza, se han omi-
sequedad en el ejercicio de la meditación. Pero ¡ah! que entre tido algunas particularidades de la concordia, que podrían oca-
otras muchas causas de esta sequedad, se puede en parte atri- sionar mas confusion que ventaja.
buir á los objetos mismos de sus meditaciones, por ser estos de- Como esta Obra se ha escrito sin prevención ni sistema, no
masiado estériles; y á la manera con que vienen propuestos, que hemos seguido interpretaciones particulares, sino la común de los
es ordinariamente muy abstracta. Aquí en cada objeto la materia intérpretes, habiendo añadido solo en ciertas ocasiones algunas
es abundante, y se encuentran las verdades mas sublimes, re- notas singulares.
vestidas de las circunstancias del tiempo, del lugar y de las per- En los libros como este, en que el texto de cada Evangelista no
sonas, lo que hace fijar la imaginación, impide las distracciones, se pone seguido, no se puede muchas veces saber dónde se en-
y suministra un espectáculo capaz de ocupar el espíritu sin afan cuentra algún paso que se quería consultar: para obviar este in-
y sin disgusto. Una verdad representada en acción, parece que conveniente se ha puesto en cada volumen, fuera del índice de
2
T. I.
las meditaciones, otro del texto, que señala en qué meditación
se emplea cada parte de aquel mismo texto.
Los que querrán servirse de este libro escogerán una medita- EL
ción para cada (lia: en ella se entretendrán, y de ella sola se ali-
mentarán , sin pasar á la que se sigue. Si no pareciese convenien-
te á la propia persona algún punto de meditación, podrá dejarlo,
EVANGELIO MEDITADO.
y pasar á otro; y si fuese una meditación entera la que no con-
viene, será bueno tomar alguna de las que ya se han meditado,
y no adelantarse curiosamente á anticipar la lección de la siguien-
te. Esta inquietud desconcertaría el orden prescrito, turbaría la MEDITACION PRIMERA.
paz del corazon, y presto se seguiría la saciedad, la náusea y el E X O R D I O D E SAN L U C A S S O B R E L A S D I S P O S I C I O N E S Q U E S E REQUIE-
disgusto. R E N PARA LA LECCION Y MEDITACION D E L SANTO E V A N G E L I O .

Ó sea que este libro se lea, ó sea que se medite, es necesario (LUC. I, 1 - 4 ) .

sobre todo estar á las palabras del texto, que son la pura pala- Considerarémos aquí cuatro de estas disposiciones, que f o r m a r á n los c u a -
bra de Dios; y solo detenerse en las palabras del hombre, en tro puntos de la presente meditación. Nos d i s p o n d r é m o s á la meditación del
cuanto ayudan á comprender la de Dios, de la que todo cristia- Evangelio con ardor, con f e , con exactitud y con confianza.

no debe llenar su corazon, su espíritu y su memoria.


PUNTO I .
Me doy priesa á concluir este libro, esperando con una suerte
Es necesario meditar el Evangelio con ardor.
de confianza entrar á parte de las oraciones de aquellos que sa-
carán de él algún provecho espiritual. Primeramente, el ejemplo nos debe inspirar este ardor... «Ya que
« m u c h o s , dice sau Lucas, se han esforzado á formar la relación de
«las cosas acaecidas entre nosotros, como nos las contaron los q u e
«desde el principio las vieron , y fueron ministros de la palabra...
« Me ha parecido á mí también, después de haberme informado m u y
«bien cómo pasaron desde el principio , escribírtelas por o r d e n , ó
«óptimo Teófilo, para que conozcas la verdad de las cosas q u e te
«se h a n enseñado...» San Lucas se movió á escribir su Evangelio
del ejemplo de los otros, ó sea de los santos evangelistas Mateo y Mar-
cos, q u e habian escrito antes que é l , pero que no lo habían escrito
todo; ó sea del ejemplo de los Evangelistas desechados en aquel tiem-
po por la Iglesia, y que no habian escrito guiados del Espíritu S a n -
to: también nosotros debemos animarnos á leer y meditar el E v a n -
gelio del ejemplo de los Santos, y aun de los mundanos. Ya que mu-
chos leen y meditan el Evangelio con tanta atención y frecuencia, y
encuentran en él tantas delicias, y sacan de su lección tanto f r u t o ;
¿por q u é no los imitaré y o ? Ya que muchos con tanta seriedad se
ocupan en una multitud de frivolos objetos; ya q u e yo mismo he per-
2*
las meditaciones, otro del texto, que señala en qué meditación
se emplea cada parte de aquel mismo texto.
Los que querrán servirse de este libro escogerán una medita- EL
ción para cada (lia: en ella se entretendrán, y de ella sola se ali-
mentarán , sin pasar á la que se sigue. Si no pareciese convenien-
te á la propia persona algún punto de meditación, podrá dejarlo,
EVANGELIO MEDITADO.
y pasar á otro; y si fuese una meditación entera la que no con-
viene, será bueno tomar alguna de las que ya se han meditado,
y no adelantarse curiosamente á anticipar la lección de la siguien-
te. Esta inquietud desconcertaría el orden prescrito, turbaría la MEDITACION PRIMERA.
paz del corazon, y presto se seguiría la saciedad, la náusea y el E X O R D I O D E SAN L C C A S S O B R E L A S D I S P O S I C I O N E S Q U E S E REQUIE-
disgusto. R E N PARA LA LECCION Y MEDITACION D E L SANTO E V A N G E L I O .

Ó sea que este libro se lea, ó sea que se medite, es necesario (LUC. I, 1 - 4 ) .

sobre todo estar á las palabras del texto, que son la pura pala- Considerarémos aquí cuatro de estas disposiciones, que f o r m a r á n los c u a -
bra de Dios; y solo detenerse en las palabras del hombre, en tro puntos de la presente meditación. Nos d i s p o n d r é m o s á la meditación del
cuanto ayudan á comprender la de Dios, de la que todo cristia- Evangelio con ardor, con f e , con exactitud y con confianza.

no debe llenar su corazon, su espíritu y su memoria.


PUNTO I .
Me doy priesa á concluir este libro, esperando con una suerte
Es necesario meditar el Evangelio con ardor.
de confianza entrar á parte de las oraciones de aquellos que sa-
carán de él algún provecho espiritual. Primeramente, el ejemplo nos debe inspirar este ardor... «Ya que
« m u c h o s , dice san Lucas, se han esforzado á formar la relación de
«las cosas acaecidas entre nosotros, como nos las contaron los q u e
«desde el principio las vieron , y fueron ministros de la palabra...
« Me ha parecido á mí también, después de haberme informado m u y
«bien cómo pasaron desde el principio , escribírtelas por o r d e n , ó
«óptimo Teófilo, para que conozcas la verdad de las cosas q u e te
«se h a n enseñado...» San Lucas se movió á escribir su Evangelio
del ejemplo de los otros, ó sea de los santos evangelistas Mateo y Mar-
cos, q u e habían escrito antes que é l , pero que no lo habían escrito
todo; ó sea del ejemplo de los Evangelistas desechados en aquel tiem-
po por la Iglesia, y que no habían escrito guiados del Espíritu S a n -
to: también nosotros debemos animarnos á leer y meditar el E v a n -
gelio del ejemplo de los Santos, y aun de los mundanos. Ya que mu-
chos leen y meditan el Evangelio con tanta atención y frecuencia, y
encuentran en él tantas delicias, y sacan de su lección tanto f r u t o ;
¿por q u é no los imitaré y o ? Ya que muchos con tanta seriedad se
ocupan en una multitud de frivolos objetos; ya q u e yo mismo he per-
2*
20 EL EVANGELIO MEDITADO.
dido tanto tiempo en lecciones, en pensamientos, en reflexiones in- mo falsos y apócrifos los otros Evangelios? ¿quién ha hecho el dis-
útiles v aun dañosas; ¿por qué ahora no haré por mi eterna salva- cernimiento de estas obras? La Iglesia, y con esto nos propone p a -
ción lo" que tantos otros, y yo mismo he hecho por el m u n d o y por ra considerar é imitar tres ejemplos.
la vanidad? ¡ A h ! Dios mió : me ha parecido también á mí, esto es. 1.° L'n ejemplo de su autoridad suprema é infalible en lo que toca á
he resuelto, y mi resolución será constante, aplicarme sériamente al la enseñanza y al depósito de la fe... Los falsos Evangelios han sido
estudio y á la meditación del santo Evangelio. proscritos y condenados por la Iglesia; y condenándolos no ha p o -
Lo l 0 " -Xa facilidad de este ejercicio encenderá mas y mas mi ardor; dido errar: d e otra suerte las promesas de Jesucristo hubieran sido
porque aquí no se t r a t a d e profundas y abstractas especulaciones: la vanas, y carecería de fundamento nuestra fe... Lo mismo debe decirse
historia de Jesucristo es conocida á todo el mundo, y con esta quiero de todos los libros que condena y q u e condenará hasta la fin de los
formar la materia de mis meditaciones, pues ella es el fundamento siglos... Jamás se le ha quitado esta a u t o r i d a d , y la conservará
de toda la Religión; materia fácil: no nos excusemos alegando nues- mientras q u e haya hombres que g u i a r , q u e instruir y que preser-
tra incapacidad de meditar. ¿Hay cosa mas fácil que leer una histo- var del error.
r i a , ocuparse en ella y reflexionar sobre lo mismo que se lee? Ma- 2.° La Iglesia nos propone el ejemplo de la sumisión de los prime-
teria también agradable: ¿ y nosotros pensarémos encontrar tédio y ros fieles á sus decisiones. ¿ E n q u é han parado los falsos E v a n g e -
disgusto en el meditar? La historia agrada á todo el m u n d o ;*y ¿ q u é lios?... La sumisión d e los primeros cristianos no ha permitido q u e
historia puede ser mas interesante, mas noble y mas sorprendente estos malos libros lleguen hasta nosotros; y lo mismo seria de todos
que la de un Dios hecho hombre, que vivió, que trabajó y q u e con- los otros que hasta hoy h a n producido y publicado tantos novato-
versó con nosotros? res, si se hubiera mantenido y perpetuado la misma sumisión... La
Lo 3.° La importancia de este ejercicio nos hará mas ardientes y fer- autoridad q u e ha juzgado y proscrito los falsos Evangelios tiene
vorosos en practicarlo... ¡Ah! me engañé, cuando miré el tiempo igualmente derecho de juzgar y de condenar los falsos sentidos q u e
dado á la meditación como u n tiempo perdido y pasado e n el ocio; se dan al verdadero Evangelio. Un libro recibe su estimación del sen-
cuando dije q u e mis ocupaciones no me permitían meditar. ¿No es tido q u e en sí contiene; pues recibir de las manos de la Iglesia el li-
•esta la ocupacion y el negocio d é l a mayor importancia?... Las co- bro del Evangelio, y darle sentidos reprobados por la Iglesia, seria
sas acaecidas entre nosotros. ¿No son estas las q u e se obraron por sin d u d a contradecirse y seguir efectivamente un falso Evangelio...
nosotros y por mí en particular ? ¿ No son estas la basa d e la Reli- Esté, p u e s , léjos de nosotros el derogar á un Evangelio q u e ha sido
gión , el objeto de mi fe, la regla de mis costumbres, el fundamento escrito según la tradición vocal, la palabra no escrita, la predicación
de mi esperanza, y el principio de la vida eterna que espero? Por otra evangélica y la enseñanza d e la Iglesia... Esta tradición h a prece-
parte, ¿cómo me"preservaré d e la corrupción del siglo sin estar pe- dido á la escritura, nos la h a enviado , la acompaña s i e m p r e , y la
netrado d e estas grandes verdades? ¿ I cómo lo estaré, sino con una explica. Esta tradición sube sucesivamente hasta aquellos q u e vie-
continua lección y meditación? ron las cosas desde el principio, y fueron ministros de la palabra : esto
es, no solo hasta los Apóstoles q u e fueron instruidos por Jesucristo,
PUNTO I I . y sobre quienes bajó el Espíritu Santo para dar fuerza y virtud á sus
instrucciones, sino también hasta la santísima Virgen y san José,
Es necesario meditar el Evangelio con fe. testigos irrefragables de cuanto acaeció en el nacimiento, en la n i -
La fe exige de nosotros q u e no recibamos otro Evangelio q u e el ñez y en la infancia de Jesucristo... ¡ Qué consuelo para los corazo-
q u e nos presenta la Iglesia; y que desechemos cualquier otro que la nes católicos! ¡Ah! ¿por q u é no entran también á la parte con nos-
Iglesia no recibe, ó que ha reprobado... «Muchos, dice san Lucas, sotros todos los cristianos?
« s e han esforzado á formar la relación de las cosas de Jesucristo...» 3.° La Iglesia propone por ejemplo la docilidad de los autores anó-
Ahora, p u e s , ¿quién nos ha dado como divinos é inspirados los c u a - nimos de hs falsos Evangelios... Es de presumir q u e estos n o se obs-
tro libros del Evangelio que poseemos; y ¿quién ha desechado c o - tinaron contra su autoridad: por lo menos no vemos que la hayan
22 EL EVANGELIO MEDITADO,
turbado con apologías y con defensas injuriosas, ni q u e hayan de- liarnos delante de Dios; á reconocer nuestra debilidad; á implorar
jado despues de sí defensores d e sus libros, y contumaces en este el socorro del Señor, y á ofrecerle nuestra pena. La oracion mas in-
p u n t o á sus decisiones. Y si los novatores de los siglos siguientes no terrumpida con las distracciones involuntarias es siempre mas m e -
han tenido la misma docilidad, guardémonos nosotros d e hacernos ritoria, por lo mismo q u e es mas penosa y mas humilde.
cómplices de su rebelión, de leer sus obras, y también de apartarnos Lo 3." Nuestra exactitud en meditar debe, sobre iodo, ganar nues-
de la obediencia de verdaderos fieles, para aumentar el número de tro corazon... El corazon lleva al mismo tiempo el peso del cuerpo
los partidarios del error. y la volubilidad del espíritu: como el cuerpo cae con su propio peso
hácia la tierra, y como el espíritu se exhala en mil deseos y afectos
PUNTO I I I . quiméricos. E s propio d é l a meditación levantarlo y fijarlo. La exac-
titud, ó sea la atención q u e debemos tener, consiste primeramente
Es necesario meditar el Evangelio con exactitud. en aficionarlo al sujeto q u e meditamos. Todo lo q u e se hace e n la
« Me ha parecido á mí también, despues de haberme informado meditación, se hace por el corazon; por moverlo, por enternecerlo
« m u y bien cómo pasaron desde el principio, escribírtelas.» Todo y por purificarlo... Enderecemos á este fin lodos nuestros pensamien-
bien nos viene de Dios, sin q u e nosotros lo merezcamos; pero n o tos y todas nuestras reflexiones. Si nuestro corazon no se mueve,
debemos abusar d e esta verdad , para fomentar nuestra pereza. S i son inútiles a u n las mas nobles ideas que puede formar nuestro es-
Dios ha querido q u e a u n los autores inspirados hayan usado toda píritu. Una sola palabra que penetre nuestro corazon, vale mas que
exactitud, y q u e hayan hecho todas sus diligencias para ser fieles á los pensamientos mas sublimes que no tengan la fuerza de excitarlo
las inspiraciones, ¿con cuánta mayor razón exigirá las nuestras para á algún sentimiento religioso. Esla exactitud consiste también en ha-
aprovecharnos de esta misma inspiración? Esta exactitud se debe ex- cer en el curso de la meditación otros muchos actos internos de d i -
tender á nuestro c u e r p o , á nuestro espíritu y á nuestro corazon. ferentes virtudes, según el asunto q u e se medita: estos actos son un
ejercicio del corazon, y este ejercicio lo pone en movimiento: poco
Primeramente, exactitud de nuestro cuerpo. Esta consiste en ser
á poco lo acalora, y á las veces lo enciende en el amor divino: este
fielmente exactos todos los días en la lección y meditación del santo
amor es el q u e sobre todo debemos encender y excitar en nosotros
Evangelio, a u n q u e á costa de nuestro reposo, de nuestros negocios,
mismos. El Evangelio es la ley del a m o r ; todo en él se endereza al
de nuestras ocupaciones, de nuestros placeres y d e nuestras p r o -
a m o r ; milagros, instrucciones", misterios, amenazas y promesas, to-
pias inclinaciones. Si nos cuesta algún poco, serémos despues a b u n -
do nos lleva al amor: san Lucas enderezándonos su Evangelio com-
dantemente recompensados.
prende todos los cristianos bajo el nombre d e Teófilo, q u e quiere
Lo 2.° Exactitud del espíritu... Tanto el espíritu cuanto el cuerpo
decir amador de Dios: en efecto, el q u e no ama á Dios, n o es cris-
tiene su pereza, q u e se debe v e n c e r , aplicándose sèriamente á la
. tiano, ó lo es solamente de nombre... Finalmente esta exactitud con-
meditación. El espíritu tiene una inconstancia increíble que se d e -
siste e n T e t e n e r alguna cosa de nuestra médilacion, q u e nos con-
b e fijar. Las distracciones lo sorprenden de todas parles... No admi-
m u e v a ; algún senlimiento afectuoso con que nuestro corazon pueda
tamos jamás las voluntarias ; porque Dios q u e las ve se dará por ofen-
santamente entretenerse en aquel dia, ó cualquiera resolución prác-
dido, y acaso nos castigará en el mismo instante con u n a sequedad
tica q u e nos corrija d e algún defecto, ó q u e nos haga ejercitar cual-
y u n disgusto, q u e comunicándose y extendiéndose á todos nuestros
quier virtud.
ejercicios de piedad, nos puede durar todo el tiempo d e nuestra vi-
da. El espíritu tiene una soberbia y u n secreto orgullo, y conviene
domarlo. Ye con pena y con disgusto que no es dueño de sí mismo; PUNTO I Y .
q u e no puede pensar en lo q u e q u i e r e , y que mil distracciones le Se necesita meditar el Evangelio con confianza.
hacen pensai- lo q u e no quiere. E n este caso, las distracciones invo-
luntarias no deben jamás hacernos abandona]' la meditación, n i oca- Nuestra confianza y nuestros deseos deben ser, de sacar de la lec-
sionarnos disgusto ó sorpresa : nos deben solamente mover á h u m i - ción y d e la meditación del Evangelio el fruto q u e Dios quiere q u e
MEDITACION IT. 2-5
saquemos; esto e s , el conocimiento de la verdad. «Para que t ú co- corazon, por haberme hecho llegar al conocimiento de vuestro divi-
«nozcas, dice san Lucas, la verdad de las cosas que te han sido en- no Evangelio. ¿Seré tan desgraciado q u e poseyendo u n bien tan
«señadas...» Nosotros estamos instruidos de la v i d a . de los miste- grande lo deje perecer en mis manos? ¿Ó lo poseeré solamente para
rios, de los milagros, de los discursos de Nuestro Señor, pero aquí mi vergüenza y para mi condenación? No, Señor: será el consuelo d e
se trata d e adquirir... mi corazon, el cotidiano alimento de mi alma y el apoyo de mi v i -
Lo 1 U n conocimiento mas exacto... Nosotros lo adquiriremos con d a . . . ¡ Oh santos Evangelistas ! vosotros q u e habéis sido escogidos
leer, meditar y unir la relación de los cuatro Evangelistas. Yerémos por Dios para enviarnos esta palabra de vida , y que la habéis e s -
el tiempo , el l u g a r , la ocasion y las circunstancias d e cada hecho crito con tanta diligencia, con tantas luces y con tanto celo; alcan-
evangélico. Este orden nos lo hará comprender mejor y retener mas zadme la gracia de meditarla fielmente, de imprirmirla p r o f u n d a -
fácilmente; nosotros entenderémos con mas seguridad las relaciones; mente en mi corazon, y de practicarla constantemente para vivir con
nuestro espíritu quedará mas iluminado, mas movido nuestro cora- vosotros eternamente. Amen.
zon, y nuestra piedad mas edificada.
Lo 2.° Un conocimiento mas profundo... No se puede leer el E v a n - MEDITACION II.
gelio sin admirarlo, aun caando se lean solo de paso sus hechos, y
sin particular atención: pero cuando cada dia un cristiano escoge u n APARICION D E L ÁNGEL G A B R I E L Á ZACARIAS PARA ANUNCIARLE EL

hecho ó un discurso en particular, se para, y fija en él su atención; N A C I M I E N T O DE UN H I J O , Q U E S E R A P R E C U R S O R D E L M E S Í A S .

lo considera despacio y á s u gusto bajo todas sus relaciones; lo m e - (LMC. 1 , 5 - 2 5 ) .

dita, se lo aplica, y exprime, por decirlo así, toda su sustancia: e n -


PUNTO I .
tonces descubre en él maravillas; encuentra gusto, luces y cosas tan
sublimes, que penetran el alma y la arrebatan: cosas todas que en Lo que precede ó esta aparición.
vano se buscarían en otra parte;"en una palabra, se halla obligado Tres cosas debemos considerar a q u í : La 1. a la data... «Hubo en
á confesar q u e todo en él es grande, noble, tierno, inspirado y di- «tiempo de Heredes, rey de Judea, u n sacerdote que se llamaba Za-
vino. « carias, d e la clase de Abías, y su mujer de las hijas de Aaron, y se
Lo 3.° Un conocimiento mas sólido y mas firme... La fe no puede «llamaba Isabel...» Esta data es una prueba de sinceridad. Un his-
vacilar en quien medita cristianamente el Evangelio de Jesucristo. tórico q u e da la fecha con esta precisión , q u e nombra las perso-
De hecho, meditando este sagrado libro, se halla obligado cada uno nas , q u e señala la familia y el origen, no quiere ciertamente en-
á gritar: esto no es de invención h u m a n a ; esto no puede ser falso. g a ñ a r , y muestra al mismo tiempo q u e no teme ser desmentido. De
Estos hechos y esta manera de contarlos son superiores al hombre, hecho los judíos de los primeros siglos jamás se atrevieron á acusar
y no pueden tener por autor á otro q u e á Dios. Y a l a verdad, ¿quién de falsedad á los Evangelistas en las épocas q u e notaron, ni en cuanto
jamás ha escrito con mayor grandeza y menos afectación? ¿ Q u é obra á las personas ilustres q u e tuvieron cuidado de nombrar... Si los i m -
enseñó jamás u n a doctrina mas elevada, y cuyo estilo, orden y com- píos modernos, q u e tan furiosos están contra el Evangelio, quieren
posición hayan tenido mayores caractéres de verdad, d e fuerza, de combatirlo con buen suceso, esta es la palestra en que deben ejer-
simplicidad y de elevación? Lo sobrenatural no se puede imitar; allí citarse... Porque gritar siempre contra los hechos milagrosos ó con-
no se ve ni arte, ni estudio, ni pasión; y los sucesos que en él se des- tra la incomprensibilidad de los misterios, no es otra cosa q u e u n a
criben llevan todos u n carácter de luz y de divinidad , q u e a n u n - vana declamación. Si el Evangelio es falso, que lo p r u e b e n , como
cia, y corresponde á la nobleza y á la majestad de aquel q u e es el se ha hecho con otros libros, aplicando para esto las reglas de u n a
sujeto. justa crítica, mostrando en él los errores de cronología y las contra-
dicciones. Pero ni los antiguos ni los nuevos enemigos del Cristia-
Petición y coloquio. nismo lo han hecho jamás, ni jamás lo harán. Esta data tan simple
Os doy infinitas gracias, ó Dios mió, con toda la extensión de mi y tan sincera que pone s a n Lucas es al mismo tiempo el cumpli-
26 EL EVANGELIO MEDITADO, MEDITACION I I . 2 7
miento de las profecías. Este Herodes es el primer rey extranjero que ventajas no sacarémos si asistimos con aquel respeto exterior é i n -
habían tenido los judíos. Era filisteo de nación, nativo de Ascalon, terior q u e exige este divino sacrificio? Y si nosotros mismos, en c u a -
puesto sobre el trono d e Judas por autoridad d e los Emperadores lidad de sacerdotes debemos ofrecerlo, ¿con q u é atención y con q u é
romanos... E l cetro , p u e s , habia salido ya de J u d a s , y habia lle- decencia debemos observar el orden y las ceremonias? ¿Con q u é re-
gado el tiempo señalado por el patriarca Jacob 1 para la venida del cogimiento de espíritu y pureza de corazon, con q u é fervor y amor,
Mesías. E r a igualmente fácil .contar las setenta semanas de Daniel 2 , y con q u é reconocimiento debernos celebrar la sacrosanta acción?
y ver q u e en aquel tiempo se debían cumplir... Adoremos la provi-
dencia de Dios, su soberana sabiduría y su fidelidad en mantener sus P U M O II.
promesas.
Lo que sucede en la aparición.
La 2. a El carácter de Zacarías y de Isabel... Estos eran nobles,
pero vivían sin orgullo y sin fausto... La nobleza da lustre y crédito Tres objetos se ofrecen aquí á nuestra vista. El 1 e l Ángel de Dios.
á la virtud ; pero sin virtud ¿ d e q u é sirve'la nobleza?... E r a n , Observemos primero s u visible presencia cerca del altar. « Y se le
pues, los dos justos delante de Dios : caminando irreprensibles en to- « apareció, dice el Evangelio, el Ángel del Señor puesto en pié á la
dos los mandamientos y en las leyes del Señor... Servían á Dios con « derecha del altar del incienso; y Zacarías al verlo se turbó, y el te-
u n corazon recto y sincero, sin respeto h u m a n o , v también sin h i - «mor lo sorprendió...» Un millón de Ángeles cercan el altar de J e -
pocresía: justos según la ley, y fieles observadores de todos los pre- sucristo. Si su presencia invisible no nos atemoriza, ¿debemos por
ceptos q u e esta les prescribía; y justos para con el prójimo, no ha- ventura estar con menor respeto, y tener menor amor y confianza?
biendo jamás dado materia de queja ni ocasion de escándalo... ¿ E s Admiremos en segundo lugar la bondad del espíritu celestial. Y el
tal nuestra justicia?... «Y no lenian hijo por ser Isabel estéril, y los Ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque ha sido oída tu oracion;
« dos de edad ya avanzada... » Estaban afligidos ; pero no se lamen- « y tu mujer Isabel le parirá un hijo, y le pondrás por nombre J u a n . . . »
taban : n o tenian hijos ; pero no se quejaban. Isabel llevaba el so- Es propiedad d e los buenos Ángeles el confortarnos; y todo aquello
brenombre de estéril, cosa de oprobio en su nación ; pero no se mos- que inspiran nos trae la paz del corazon y la confianza en Dios. Ob-
traban ofendidos... ¿ E s tal nuestra paciencia en las aflicciones?... servemos, por fin, el nombre, la dignidad, el empleo y el poder del
¡ Afortunados los matrimonios en q u e con la igualdad de la san- Ángel... «Y Zacarías dijo al Ángel: ¿Cómo comprenderé yo tal co-
gre, con fa conveniencia de la edad y con la uniformidad d e los ca- « sa? Porque y o soy viejo, y mi mujer está ya avanzada en edad...»
ractères se halla u n a virtud tan sólida! Zacarías muestra aquí alguna desconfianza sobre el cumplimiento de
La 3. a La circunstmcia del tiempo y de la acción... « Sucedió, pues. cuanto le anuncia el mensajero celestial... Y respondiendo el Ángel,
« q u e mientras hacia la función de sacerdote delante de Dios, por el le dijo: « Yo soy Gabriel, q u e estoy en la presencia de Dios, y h e
« orden de su t u r n o , según la costumbre del sacerdocio, le tocó en «sido enviado para hablarte y traerle esta b u e n a nueva...» E l Á n -
«suerte entrar e n el templo del Señor á ofrecerle el incienso; y to- gel, n o sin razón, declara aquí su nombre: Gabriel significa fuerza
« da la gente del pueblo oraba á la parte de afuera en la hora del in- de Dios. E s el mismo Ángel q u e reveló y explicó la profecía d e las
«cienso... » F u e , p u e s , en el templo en el momento de quemar el setenta semanas á Daniel; y que bien presto irá á anunciar á María
incienso y d e rezar las oraciones ordenadas por el rito sagrado de la el nacimiento del Salvador. ¿ Q u i é n o t r o , fuera q u e el Dios fuerte,
nación. F u e en el tiempo en q u e el pueblo oraba en él, según el uso. puede de esta manera ordenar los acaecimientos, anunciarlos y c u m -
v esperaba la bendición del sacerdote á su vuelta. ¡ Qué circunstan- plirlos?... Supliquemos á este santo Ángel q u e nos penetre d e estos
cia mas oportuna para obtener del cielo los mas señalados favores!... santos misterios, de q u e ha sido el ministro para con los hombres, y
Frecuentemos los templos, asistamosálas oraciones públicas, á los por decirlo así, el primer Evangelista. Su empleo es de llevar á los
oficios d e la Iglesia, y principalmente en las horas del sacrificio en hombres las órdenes de Dios; pero sin perder jamás su presencia...
q u e se ofrece á Dios el verdadero perfume, que es Jesucristo..; ¿Qué Así aquellos q u e sobre la tierra están encargados de anunciar al p u e -
1
G e n e s , s u s , 40. — 2
D a n . i x , 24. blo la voluntad del Señor, deben estar siempre unidos á Dios y v i -
28 EL EVANGELIO MEDITADO. MEDITACION I I . 29
vir entre los hombres una vida angélica. Los Ángeles son superio- temor... « S e turbó y le sorprendió el temor...» Si u n amigo d e
res en su poder á todas las humanas fuerzas: pueden hacerse visi- Dios se atemoriza á la vista de u n Ángel, ministro de la misericor-
bles ó invisibles; pueden' atemorizarnos y consolarnos; pueden so- dia del Señor, ¿cuál será el terror de los pecadores cuando verán á
corrernos y castigarnos... Respetemos á aquel q u e se nos ha dado Jesucristo rodeado de todos los Ángeles ministros de sus v e n g a n -
por guarda , y confiemos enteramente en él. Finalmente, debemos zas?.. . Consideremos en segundo lugar su oracion... « Porque ha si-
considerar en el ángel Gabriel la severidad que ejercita. Despues de «do oída tu oracion...» Otras veces había pedido u n hijo ; pero ya
haberse dado á conocer á Zacarías, le añadió... «Y mira q u e estarás habia mucho tiempo que no pedia otra cosa q u e ver al Mesías, q u e
« mudo, y no podrás hablar hasta el dia q u e esto suceda; porque no era la expectación de toda la nación, y cuya venida, según todas las
«has creído á mis palabras, las cuales se cumplirán á su tiempo...» profecías, no debia estar m u y léjos... Su oracion fue oida en el uno
¡ Por una palabra indiscreta nueve meses de silencio! Rien presto nos v en el otro p u n t o , y en una manera q u e sobrepasó todas sus espe-
enmendaríamos d e nuestros defectos, si con tanta severidad fuesen ranzas... Cuando nosotros somos solícitos en los intereses de Dios,
castigados por nosotros... Si el juicio de un Ángel es tan severo, ¿cuál Dios es solícito por los nuestros: cuando Dios no oye nuestros votos,
será el juicio d e Dios? ó cuando difiere el oírlos, es siempre para nuestro bien. E x a m i n e -
Lo 2.° Consideremos á san Juan, y volvamos á las palabras del An- mos en tercer lugar la culpade Zacarías... De una parte ella fue gran-
gel. . . « Y tu m u j e r Isabel, dijo á Zacarías, te parirá u n hijo, y le p o n - de, porque la autoridad d e Dios es u n motivo para creer contra las
« drás por n o m b r e Juan ; y te servirá á tí d e alegría y de jubilo , y apariencias de la razón y contra otro cualquier obstáculo d e la n a -
«muchos se alegrarán por su nacimiento; porque será grande d e - turaleza. Por otra parte su cualidad de sacerdote pedia de él una do-
«lante del S e ñ o r , y no beberá vino ni sidra y será lleno del E s - cilidad mas perfecta, y una fe q u e pudiese servir de modelo al !pue-
«píritu Santo desde el vientre de su madre. Y convertirá muchos d e blo... Y por otro lado esta culpa parecía excusable: ella fue solo d e
«los hijos de Israel al Señor su Dios; y él le precederá yendo delante un momento , y era u n momento de turbación y de temor. ¿Y c ó -
« con el espíritu y la virtud de Elias, para convertir el corazon de los mo excusar en nosotros tantas desconfianzas, tan continuas y t a n
«padres hácia los hijos, y los incrédulos á la sabiduría de los justos, voluntarias , dudas afectadas y deliberadas, una indocilidad y u n a
« para preparar al Señor un pueblo perfecto...» San Juan será grande incredulidad escandalosa?... Observemos finalmente el castigo de Za-
delante de Dios, no por la nobleza de su sangre, sino por las maravi- carías, cuando dijo al Ángel: «¿Cómo comprenderé yo tal cosa?...»
llas q u e el Señor obrará en su nacimiento; por los dones del Espíritu Deseaba sin duda una señal ó u n milagro que le confirmase la v e r -
Santo q u e le precederán, por la inocencia de su vida, por la austeri- dad d e las cosas q u e se le habian anunciado; y esta señal se le con-
dad de su penitencia; finalmente por el ardor, por la pureza, por la cedió : Quedó mudo; tal fue el efecto involuntario de su petición, q u e
constancia, por los trabajos, y por los sucesos de su celo... ¡ Cuán bien fue al mismo tiempo castigo de su culpa y prenda segura de la b o n -
conocía el Ángel la verdadera grandeza! No le era menos conocido dad del Señor para con él: y él aceptó con sumisión y reconocimiento
el corazon h u m a n o : y de hecho ¿ q u é cosa puede ser mas propia para su castigo. Dios muchas veces nos oye para castigarnos d e algunas
preparar al Señor u n pueblo perfecto, que el representar á los pe- peticiones indiscretas que le hacemos; pero sus castigos en este m u n -
cadores q u e es su Dios, q u e es su Salvador el q u e ellos abandonan; do, aunque á nosotros nos parezcan otra cosa, siempre son favores.
á los herejes q u e es la antigua ley la que ellos destruyen, y que d e -
generan de la simplicidad y de la rectitud de corazon d e s ú s padres; PUNTO I I I .
á los incrédulos , q u e son las primeras reglas de la prudencia mas Lo que sigue á la aparición.
c o m ú n , de donde se apartan, en el negocio mas importante del m u n -
do, y en q u e no hay otro partido que tomar, que aquel con que los Tres objetos se presentan aun á nuestra consideración... El 1 Z a -
c o m i d a el ejemplo de los verdaderos fieles? carías... «Y el pueblo estaba esperando á Zacarías, y se maravilla-
Lo 3.° Observemos á Zacarías... Consideremos primeramente su « b a n d e lo q u e se tardaba en el templo: y habiendo salido, no p o -
i Cierta bebida acre de zumo de m a n z a n a s , que causa embriaguez.
«dia hablarles; y entendieron que habia tenido una visión en el tem-
30 E L EVANGELIO M E D I T A D O . MEDITACION I I I . 3 1

«pío, y él se lo significaba por señas, y se quedó m u d o . . . I sucedió y principalmente cuando os agradará probarme. Seré mil veces m u -
« q u e habiéndose acabado los dias de su oficio se volvió á su casa...» cho mas feliz, si para poseeros me concedeis sufrir tanto, cuanto s u -
¡ Q u é fervor! Zacarías no se dispensa de acabar el tiempo de su ser- fren y padecen los pecadores, pero sin fruto y perdiéndoos. Sé que
vicio ni por su enfermedad, ni por el deseo q u e tenia de hacer par- me afligiréis en el tiempo para llevarme á Vos y perdonarme males
ticipante á Isabel del favor q u e se les habia prometido. ¡ Q u é humil- eternos. Los bienes q u e me negaréis en el orden de la naturaleza,
dad ! No teme manifestarse al pueblo y sufrir con resignación la h u - me los restituirá vuestra gracia con usura en el cielo. Castigad, pues,
millación d e su estado. ¡Qué amor por el retiro! No se detiene des- ¡oh justicia misericordiosa de mi Dios! castigad y corlad aquí en la
p u e s de haber acabado sus funciones: se vuelve á su casa, cuando tierra para perdonarme en el cielo. Amen.
ya no es necesario su ministerio. ¡ Cuántas lecciones para nosotros
en esta conducta!
Lo 2.° El pueblo merece también nuestra admiración. ¡Qué piedad! MEDITACION III.
No se queja de lo largo q u e h a sido el sacrificio, y se estuvo en ora- LA ANUNCIACION.

cion hasta q u e se acabó. ¡Qué circunspección! No insulta á la des- (Luc.i, 26-38).

gracia del ministro del altar. ¡ Qué caridad! No lo acusa, ni aun sos-
pecha de él alguna falsedad. ¡Qué respeto! Cree solamente que Za- PUNTO I .
carías ha tenido alguna visión del cielo ; y la enfermedad que en él El ángel Gabriel es enviado á María.
reconoce se lo hace siempre mas respetable... Delmismo modo debe-
mos nosotros respetar los afligidos, interpretarlo todo en buena parte, «Y el sexto mes fue enviado el ángel Gabriel por Diosá u n a c i u -
y j a m á s sospechar mal d e alguno, y mucho menos d e los ministros « dad de la Galilea llamada Nazaret, á una virgen desposada con u n
del Señor. «hombre de la casa de David llamado J o s é , y la virgen se llamaba
Lo 3.° Consideremos á Isabel... « I despues de estos dias concibió « María.»
«Isabel su m u j e r ; y por cinco meses se mantuvo escondida dicien - Primeramente, consideremos la solemnidad de esta embajada... E s
« d o : El Señor lo hizo así conmigo, cuando se volvió á mí para qui- Dios el q u e envia u n mensajero celestial hácia la tierra, es u n A n -
« t a r m e la ignominia de entre los hombres...» ¡Qué fe en esta santa gel del primer orden , es Gabriel, la fuerza de Dios, el q u e es e n -
m u j e r ! Zacarías la instruyó, sin d u d a , por escrito d e las misericor- viado ; y toda la celeste esfera está alenta á este grande aconteci-
dias del S e ñ o r : ella no dudó de creer, y su fe fue recompensada. miento , y espera las resultas. Estos preparativos deben verdadera-
¡ Qué humildad! Habiendo concebido, según la promesa del Angel, mente penetrarnos de un religioso temor.
n o se apresuró á mostrarse en el m u n d o ni á publicar su contento... Lo 2.° Meditemos el sujeto de esta embajada... Trátase d e la en-
De ella deben aprender las almas favorecidas de Dios á esconder las carnación del Yerbo en el casto seno de una Yírgen : trátase de la
gracias q u e les hace , y á no hablar d e ellas sino por obediencia, ó reparación del género h u m a n o . . . Representémonos a q u í , p u e s , la
por necesidad. ¡ Qué reconocimiento ! No cesaba de dar gracias al santísima Trinidad, q u e en presencia d e todos los espíritus bien-
Señor y d e admirar su providencia... Dios nos aflige y nos consuela aventurados dice, no como olra vez... «hagamosal h o m b r e á n u e s -
cuando le agrada, según los designios de su providencia y de su so- «Ira semejanza...» sino hagamos al Hombre-Dios, q u e reconcilie la
berana sabiduría. ¿Por qué, pues, inquietarnos en las manos de Dios tierra con el cielo, q u e repare al hombre perdido, que lo eleve has-
que todo lo p u e d e , que todo lo gobierna, y q u e nos ama? Démosle ta nosotros, y lo haga digno de ocupar el lugar de q u e se hicieron
gracias por lodo; y todo lo que hace se convertirá siempre en nues- indignos los ángeles rebeldes : cumplamos nuestros oráculos, y de-
tro mayor provecho. mos finalmente el Mesías y a por tan largo tiempo esperado... Mira
como concurren especialmente las tres Personas de la santísima Tri-
Petición y coloquio. nidad al cumplimiento de este prodigio de amor : el Padre da á los
Sí, ó Dios m i ó , os doy infinitas gracias, y os daré en todo tiempo hombres su Hijo, el Verbo consiente en hacerse hombre, y el Espí-
30 E L EVANGELIO M E D I T A D O . MEDITACION I I I . 3 1

«pío, y él se lo significaba por señas, y se quedó m u d o . . . I sucedió y principalmente cuando os agradará probarme. Seré mil veces m u -
« q u e habiéndose acabado los dias de su oficio se volvió á su casa...» cho mas feliz, si para poseeros me concedeis sufrir tanto, cuanto s u -
¡ Q u é fervor! Zacarías no se dispensa de acabar el tiempo de su ser- fren y padecen los pecadores, pero sin fruto y perdiéndoos. Sé que
vicio ni por su enfermedad, ni por el deseo q u e tenia de hacer par- me afligiréis en el tiempo para llevarme á Vos y perdonarme males
ticipante á Isabel del favor q u e se les habia prometido. ¡ Q u é humil- eternos. Los bienes q u e me negaréis en el orden de la naturaleza,
dad ! No teme manifestarse al pueblo y sufrir con resignación la h u - me los restituirá vuestra gracia con usura en el cielo. Castigad, pues,
millación d e su estado. ¡Qué amor por el retiro! No se detiene des- ¡oh justicia misericordiosa de mi Dios! castigad y cortad aquí en la
p u e s de haber acabado sus funciones: se vuelve á su casa, cuando tierra para perdonarme en el cielo. Amen.
y a no es necesario su ministerio. ¡ Cuántas lecciones para nosotros
en esta conducta!
Lo 2.° El pueblo merece también nuestra admiración. ¡Qué piedad! MEDITACION III.
No se queja de lo largo q u e h a sido el sacrificio, y se estuvo en ora- LA ANCNClACION.

cion hasta q u e se acabó. ¡Qué circunspección! No insulta á la des- (Luc.i, 26-38).

gracia del ministro del altar. ¡ Qué caridad! No lo acusa, ni aun sos-
pecha de él alguna falsedad. ¡Qué respeto! Cree solamente que Za- PUNTO I .
carías ha tenido alguna visión del cielo ; y la enfermedad que en él El ángel Gabriel es enviado á María.
reconoce se lo hace siempre mas respetable... Delmismo modo debe-
mos nosotros respetar los afligidos, interpretarlo todo en buena parte, «Y el sexto mes fue enviado el ángel Gabriel por Dios á una ciu-
y j a m á s sospechar mal d e alguno, y mucho menos d e los ministros « dad de la Galilea llamada Nazaret, á una virgen desposada con u n
del Señor. «hombre de la casa de David llamado J o s é , y la virgen se llamaba
Lo 3.° Consideremos á Isabel... « I despues de estos dias concibió « María.»
«Isabel su m u j e r ; y por cinco meses se mantuvo escondida dicien - Primeramente, consideremos la solemnidad de esta embajada... E s
« d o : El Señor lo hizo así conmigo, cuando se volvió á mí para qui- Dios el q u e envía u n mensajero celestial hacia la tierra, es u n A n -
« t a r m e la ignominia de entre los hombres...» ¡Qué fe en esta santa gel del primer orden , es Gabriel, la fuerza de Dios, el q u e es e n -
m u j e r ! Zacarías la instruyó, sin d u d a , por escrito d e las misericor- viado ; y toda la celeste esfera está atenta á este grande aconteci-
dias del S e ñ o r : ella no dudó de creer, y su fe fue recompensada. miento , y espera las resultas. Estos preparativos deben verdadera-
¡ Qué humildad! Habiendo concebido, según la promesa del Angel, mente penetrarnos de un religioso temor.
n o se apresuró á mostrarse en el m u n d o ni á publicar su contento... Lo 2.° Meditemos el sujeto de esta embajada... Trátase d e la en-
De ella deben aprender las almas favorecidas de Dios á esconder las carnación del Yerbo en el casto seno de una Yírgen : trátase de la
gracias q u e les hace , y á no hablar d e ellas sino por obediencia, ó reparación del género h u m a n o . . . Representémonos a q u í , p u e s , la
por necesidad. ¡ Qué reconocimiento ! No cesaba de dar gracias al santísima Trinidad, q u e en presencia d e todos los espíritus bien-
Señor y d e admirar su providencia... Dios nos aflige y nos consuela aventurados dice, no como otra vez... «hagamosal h o m b r e á n u e s -
cuando le agrada, según los designios de su providencia y de su so- «Ira semejanza...» sino hagamos al Hombre-Dios, q u e reconcilie la
berana sabiduría. ¿Por qué, pues, inquietarnos en las manos de Dios tierra con el cielo, q u e repare al hombre perdido, que lo eleve has-
que todo lo p u e d e , que todo lo gobierna, y q u e nos ama? Démosle ta nosotros, y lo haga digno de ocupar el lugar de q u e se hicieron
gracias por lodo; y todo lo que hace se convertirá siempre en nues- indignos los ángeles rebeldes : cumplamos nuestros oráculos, y de-
tro mayor provecho. mos finalmente el Mesías y a por tan largo tiempo esperado... Mira
como concurren especialmente las tres Personas de la santísima Tri-
Petición y coloquio. nidad al cumplimiento de este prodigio de amor : el Padre da á los
Sí, ó Dios m i ó , os doy infinitas gracias, y os daré en todo tiempo hombres su Hijo, el Verbo consiente en hacerse hombre, y el Espí-
32 EL EVANGELIO M E D I T A D O .

ritu Santo se ofrece á obrar este grande misterio. Humillémonos cía á María con el candor, con la noble simplicidad, con la exce-
profundamente llenos de respeto y de reconocimiento por u n bene- lencia de las virtudes de esta santa Virgen, y veremos lo que tiene
ficio tan señalado y por una caridad tan inmensa. el cielo de mas grande en las promesas del Ángel, y lo que puede
Lo 3.° Examinemos el término de esta embajada... El Ángel no tener la tierra de mas santo en las respuestas de María.
f u e enviado á las ciudades grandes, á los palacios de los príncipes, Lo 1.° El Ángel saluda á María, y María se turba... «Y e n t r a n -
á las bijas de los reyes vestidas d e p ú r p u r a y cubiertas de oro y de «do el Ángel á ella, le dijo : Dios te salve llena de gracia, el Señor
piedras preciosas: f u e enviado á Nazaret, pequeña ciudad de la Ga- «es contigo, bendita tú eres entre las m u j e r e s . . . » ¡Qué respeto!
lilea, á una joven virgen llamada María, esposa de José... Verda- ¡Qué sublimes elogios en esta salutación del Ángel v e n sus expre-
deramente los dos esposos eran d e la real casa de David; pero ya siones! L e da tres títulos de una incomprensible grandeza. El pri-
de mucho tiempo su familia habia decaído de su esplendor ; y Ma- mero respecto á ella misma : llena de gracia; esto e s , tú eres la mas
ría , á los ojos de los hombres, no estaba en otra estimación q u e de santa d e todas las criaturas: tú eres u n tesoro de todas las virtudes
esposa d e u n artesano. Y con todo eso á esta fue destinado el ém- por la inocencia de tus costumbres y por la pureza de tu vida... E l
bajador, y en esta quiere Dios obrar la maravilla mayor de su om- segundo respecto de Dios: el Setior es contigo; esto e s , tú eres de
nipotencia ; y para su ejecución le pide su consentimiento como si él acariciada, protegida y acompañada: él está en t i , él es contigo,
fuese necesario... No es el nacimiento, ni los dones de naturaleza, tú estás en todo gobernada por su espíritu... El tercero respecto á
a u n los mas raros, los q u e se llevan los ojos de Dios: el verdadero los hombres: bendita tú eres entre las mujeres; esto es, tú eres ben-
mérito á sus ojos es la modestia, la humildad, la inocencia de cos- dita, distinguida y ensalzada sobre todas las mujeres... ¿Habló, por
tumbres y el amor de la pureza. ventura, jamás un Ángel á una criatura en términos tan respetuo-
María n o está advertida de los designios de Dios sobre ella, ni de sosv tan magníficos?... ¿Con qué respeto enderezamos nosotros estas
la celestial embajada q u e se le envía : ¿cómo, p u e s , la recibirá y mismas palabrasáMaría?... «Lo q u e habiendo ellaoido, se t u r b ó á
corresponderá á ella?... Nuestros primeros padres vestidos de la ino- «sus palabras, y estaba pensando qué salutación fuese esta...» Ma-
cencia original estaban encargados de guardarla : solo les debia cos- ría responde solo con el silencio ; pero en este silencio ¡ oh y c u á n -
• lar u n acto de obediencia, y esto fue a u n mucho para ellos. Al pri- tas virtudes! 1. a ¡Qué humildad! S u corazon huye las alabanzas
mer ataque del ángel malvado se dejaron vencer, E v a ganada por que le d a n , nada se apropiaá sí misma, y toda la gloria la atribu-
la vanidad, y Adán por la complacencia... Zacarías advertido por ye á Dios. 2. a ¡Qué modestia! Las alabanzas mismas la inquietan,
el mismo Ángel, q u e es aquí diputado del futuro nacimiento de un la turban y la atemorizan. 3.a ¡Qué prudencia! Examina q u é cosa
hijo y de sus grandezas, quedó tan turbado y tan confuso, q u e de sea esta salutación, de dónde venga, y á dónde se enderece, se cau-
la turbación cayó en la infidelidad, q u e le mereció un ejemplar cas- tela, y está en advertencia... Si los elogios d e u n Ángel, q u e no
tigo. Ahora, p u e s , ¿cómo María en u n hecho tan fuera d e toda habla de otra cosa que de Dios, turban á María, ¿cuánto mas d e -
expectación llevará todo el peso de las grandezas q u e se le deben bemos temer las alabanzas de los hombres, q u e por lo común solo
anunciar? ¡Ah! sabrá bien ella hacerlo de una manera que se a r - tratan de las ventajas naturales y peligrosas, de la nobleza, del es-
rebatará las admiraciones del cielo y de la tierra... Seáis para siem- píritu , de los talentos ó d e la belleza? Debíamos en estas ocasiones
pre bendita, ¡óh digna Madre de Dios, oh divina Reparadora de llamar á nuestra memoria el ejemplo de María ; pero nosotros, por
todos nuestros males, oh verdadera Madre d e los vivientes, nuestro nuestra desgracia, oponemos á sus virtudes tres vicios contrarios.
remedio, nuestro consuelo y nuestra gloria! 1.° Un orgullo profundo. Nosotros no solo adoptamos las alaban-
zas, sino q u e creemos merecerlas; y la estima secreta que tenemos
PUNTO I I . de nosotros mismos es todavía superior á la q u e se nos muestra.
2." Una modestia fingida. Bien léjos de turbarnos con las alabanzas,
El Ángel trata con María.
nos complacemos de ellas, gustamos q u e nos alaben, y con las ala-
Confrontemos los sublimes favores que el espíritu celestial a n u n - banzas alimentamos y hartamos nuestro corazon; y si alguna vez ma-
3 T. i.
3-í E L EVANGELIO MEDITADO. MEDITACION I I I . 3 5
nifeslamos despreciarlas, lo hacemos solo para procurarnos otras... á los designios de Dios sobre Vos las disposiciones de vuestro cora-
3.° Una imprudencia y una seguridad fatal. Lejos de entrar en des- zon, mostrándoos con esto digna d e cuanto os ha anunciado el Á n -
confianza y de cautelarnos, nuestra confianza se hace esclava de la gel de Dios! El mismo obstáculo que Vos oponéis es un poderoso
adulación, y nosotros quedamos desarmados. ¡Av de mí! ¿ N o e s aliciente, tanto para el esposo q u e os está destinado, cuanto para el
este, por v e n t u r a , el artificio con que el espíritu del error y el es- divino Hijo que se os anuncia.
píritu impuro han engañado una infinidad de almas, y han triun- Lo 3." El Ángel explica el misterio inefable, y María consiente...
fado acaso de nosotros mismos? Una inquietud fundada sobre la mas escrupulosa virtud, y que sin
Lo I o El Ángel revela á Maña el grande misterio de la Encarna- alterar la simplicidad de la fe queria cuidar de la integridad de la
ción, y María le propone sus dificultades... «Y el Ángel le dijo : No inocencia, merecía alguna declaración. L a fe no destruye la razón
«ternas, María, p o r q u e has encontrado gracia delante de Dios: m i - con someterse, no prohibe al fiel el deseo de conocer y de ser ins-
a r a , concebirás y parirás u n hijo, y le pondrás por nombre Jesús. truido : esta es la situación de M a r í a : en su pregunta ni hay des-
«Este será g r a n d e , y será llamado hijo del Altísimo, y le dará el confianza ni duda. Para creer no pide como Zacarías u n a señal ó
« Señor Dios el trono de David, su padre, y reinará en la casa de una prueba para convencer su espíritu. Está dispuestaá creerlo to-
«Jacob e t e r n a m e n t e , y su reino no tendrá fin...» Para sosegar la do : pide solamente ser instruida. Por esto Gabriel se halló en la n e -
turbación d e María, el Angel la llama por su n o m b r e ; y despues cesidad : lo 1.° de explicarle menudamente la manera con q u e se
de haberle confirmado cuanto ya le ha dicho sobre la dignidad pre- debía obrar este gran misterio. « E l E s p í r i t u Santo, dijo, vendráso-
sente, le anuncia s u dignidad f u t u r a , le revela q u e ella debe ser la « bre t í , y la virtud del Altísimo te hará sombra ; y por eso también
Madre del Mesías, q u e tendrá por hijo el Hijo del Altísimo, que es- «lo Sanio que nacerá d e tí será llamado Hijo de Dios...» Lo 2.° E l
te Hijo reinará, y su reino no tendrá fin... María... ¡Oh María! Ángel revela á María lo que ha sucedido á santa Isabel. Nada debe
¡Cuántas grandezas para Yos! ¡Cuántas gracias para los hombres! ignorar la pura y la dócil María. «Y m i r a , le dijo, que Isabel tu
¡Qué gloria para vuestro divino Hijo! ¡Qué felicidad para el u n i - « parienta ha concebido también un hijo en su vejez, y y a está en
verso!... E a , María, daos priesa, volad al colmo de las grandezas «el sejüo mes la que se decía estéril...» María no dudaba ni tenia
á que vuestro Dios os llama... Pero María está suspensa, d u d a , y necesidad de ser asegurada con el ejemplo de este prodigio tan nue-
no ha dado aun s u consentimiento... María está unida á Dios, ella vo de la concepción del santo Precursor; pero el Angel quiso col-
lo a m a , y no a m a otra cosa q u e á D í o s : es p u r a , es virgen, no marla al mismo tiempo de esta doble alegría, y añadiendo á un mi-
quiere cesar de serlo, porque sabe que este estado le agrada á Dios lagro la relación de otro, quiso enseñarle q u e , ó sea que una m u -
que es la misma santidad... Entre tanto se le habla de ser madre, jer conciba en la vejez, ósea que una virgen tenga u n hijo sin per-
ella no quiere d a r su consentimiento á cuanto se le anuncia, sin sa- der su virginidad, la una cosa no es mas difícil q u e la otra á aquel
ber primero si todas estas grandezas se unirán con la virginidad que <jue todo lo puede en el cielo y en la tierra. Y por esto le añade lo
profesa, y que sabe ser tan agradable al Señor. « Y María dijo al Án- 3." « P o r q u e ninguna cosa será imposible á Dios...» Ello es cierto
« g e l : ¿Cómo se hará esto, porque no conozco varón?...» Yo sov que el Ángel se explica a s í , m a s para nosotros q u e para M a r í a ;
virgen, y Dios m e inspira que lo sea siempre... De lodos los senti- queriendo darnos á entender que no solo este misterio, sino todos
mientos de que entonces estaba llena la grande alma d e María, es- los otros del Hombre-Dios, están fundados sobre la omnipotencia de
te solo manifiesta y debe servir de auténtico testimonio de cuál fue- aquel q u e de nada crió todas las cosas. Por consiguiente vayan
se su extremado amor por la pureza... Esta es la primera palabra léjos de nosotros todos los razonamientos frivolos del espíritu h u -
q u e tantas grandezas h a sacado de la boca de María; palabra que mano : Nada es imposible á Dios... Esta es la respuesta á todas las
ha resonado en todo el universo, q u e ha formado y formará hasta objeciones de los impíos contra la Religión, y á todas las dificulta-
la fin de los siglos una infinidad de vírgenes y esposas á Jesucristo, des que pudiesen presentarse á nuestro espíritu para turbar nues-
y q u e ha merecido á María el glorioso título de Reina de las Vírge- tra f e : JSada es imposible á Dios. Yo creo, ¡oh Dios mió! yo creo
nes. .. ¡ Oh Virgen santa, oh Madre de pureza I ¡ cuán conformes son con una fe firme é inmoble lodo aquello que habéis revelado ávues-
3*
36 EL EVANGELIO MEDITADO.

tra santa Iglesia ; porque nada os es imposible, y yo soy incapaz de que por ellos se ofrece á cumplir todas las voluntades de su Padre,
concebir las maravillas que Yos podéis obrar. Yo las creo porque las á padecer la sentencia de muerte pronunciada contra el primer hom-
habéis dicho : yo no discurro sobre ellas, porque nada es imposible bre y todos sus descendientes: desde este momento la tierra le rinde
á Yos... Despues de esta declaración del Ángel, María da su con- á Dios un homenaje digno de él, á él igual, y que no puede r e h u -
sentimiento en dos palabras, en q u e resplandecen la fe mas viva, sar. El Mesías prometido á los hombres está ya concebido en el cas-
la humildad mas profunda, el amor mas tierno, la obediencia mas to vientre de María. ¿Y quién es este divino Mesías, qué cosa, pues,
sumisa, la aprobación mas simple, el deseo mas ardiente de coope- será él? Él es el llijo del Altísimo. E n esta cualidad tendrá todo el
rar á los designios de Dios, y finalmente el abandono mas p e r - poder en el cielo y sobre la tierra, será llamado Jesús, q u e signifi-
fecto en su divina voluntad. María entonces dijo: Mira aquí la ca Salvador. Ya corresponde v acabará de corresponder á toda la
siena del Señor: hágase en mí según tu palabra... ¡Oh palabras extension de este grande n o m b r e : Tendrá la silla de David su pa-
admirables de María que han formado la felicidad d e los hombres, dre, y aquella silla celestial, de q u e la de David era solo u n a figu-
han consumado el misterio d e la Encarnación, h a n cumplido las ra : Reinará sobre la casa de Jacob, sobre los verdaderos israelitas,
profecías y reparado la desobediencia de nuestros primeros padres herederos de la fe de A b r a h a n : reinará sobre sus corazones con su
y las dolorosas consecuencias del fatal coloquio q u e tuvo Eva con gracia en esta vida, y reinará con ellos en la gloria despues de su
el ángel de las tinieblas; palabras que por reconocimiento la Igle- muerte, y su reino no tendrá fin.
sia pone tres veces cada dia en la boca d e sus hijos; palabras dig- Lo 3.° De la parte de María... Despues q u e el Ángel se partió,
nas de repetirse con frecuencia, de meditarse y d e admirarse. Di- se siguió y se cumplió en ella lo q u e le habia dicho. De la sangre
gámoslas continuamente, y con los mismos sentimientos que María. mas pura de esta Virgen inmaculada el Espíritu Santo formó un
cuerpo, que animó con una alma perfectísima; y en el mismo ins-
PUNTO I I I . tante el Yerbo de Dios se unió sustancialmente y en unidad de per-
El Ángel se retira de María. sona á este cuerpo y á esta alma. Ahora María de sierva del Señor
viene á ser su Madre, verdaderamente Madre de Dios: pues q u e el
«Y el Ángel se partió d e ella...» Entonces se obró el inefable Niño que lleva, formado d e su sangre en sus castas entrañas, es
misterio d e la Encarnación del Yerbo : es propio d e las almas puras verdaderamente Dios..'. ¡Oh feliz obediencia que ha tenido la fuerza
contemplarlo en el silencio. de hacer bajar al seno de María el Criador omnipotente del cielo y
Lo 1.° De la parte de Dios... Dios Padre nos da su Hijo, q u e en de la tierra!
este momento se hace hombre en el casto seno de María por obra Petición y coloquio.
del Espíritu Santo. Las tres Personas de la santísima Trinidad con
María... Estos solos son los testigos de u n misterio purísimo y su- ¡Oh admirable Salvador, felicidad de los hombres, expectación
blimísimo , no admitiendo ni aun la presencia de u n Ángel. Este es de las naciones, nuestro Redentor y nuestro Maestro! mirad que fi-
el primer principio de la obra de la omnipotencia de Dios, el fin y nalmente Vos estáis en medio de nosotros. Recibid mis primeros ho-
la perfección d e todas sus obras, por medio del cual su bondad in- menajes, permitidme conocer vuestros pasos, seguirlos sobre la tier-
finita se comunica en una manera la mas noble, la mas perfecta y r a , y contemplar las maravillas q u e ilustran todos los instantes de
la mas digna de él. vuestra vida mortal... ¡Oh Madre de Dios! ¡oh Madre nuestra! ¡oh
Lo 2.° De la parte de Jesucristo... E n este momento el Hijo de Reina de los hombres y de los Ángeles! ¡de qué luces fue ilustra-
Dios es hombre : u n hombre es hijo de Dios: él mismo es Dios y do vuestro entendimiento, de qué sentimiento fue penetrado vues-
h o m b r e : Dios eterno, eternamente engendrado, existente en el se- tro corazon, de qué favores fue inundada vuestra alma en el m o -
no de su Padre, y niño escondido en el seno de su Madre. Este mo- mento adorable de la encarnación del Verbo! Este favor inefable,
mento de tan largo tiempo predicho ha finalmente llegado: desde esta augusta dignidad q u e , acercándoos y uniéndoos tan íntima-
este momento los hombres tienen u n Salvador, hombre como ellos, mente á Dios, os elevó sobre todas las puras criaturas, ha sido con-
38 EL EVANGELIO MEDITADO.
cedida á vuestra humildad, á vuestra pureza, á vuestra fe, á vues- habían llegado á ser madres por milagro, bien que de orden bien
tra sumisión... ¡Oh modelo admirable! ¡ cuan lejos estoy yo de vues- diferente. Las d&s llevan en sus vientres, la u n a al Mesías, y l a
tras virtudes! alcanzádmelas de aquel q u e se encarnó en vuestro otra al Precursor. ¿ Q u é nudos mas dulces podian formar una tier-
seno para nuestra santificación. Haced que despues de haber pre- na unión entre estas dos afortunadas madres?... Los Santos no son
parado mi corazon por medio d e su gracia y de su amor, se lo for- insensibles á los alicientes de una amistad fundada sobre la virtud,
me él mismo por medio de su espíritu, para q u e yo viva solo de él, sobre la semejanza de las gracias recibidas, y sobre la conformidad
en él y por é l ; v que no sea yo y a quien viva, sino q u e sea él en de la vocacion y del ministerio : antes son mas capaces de gustar
mí. A m e n . 4 sus dulzuras, y mas exactos en cumplir sus deberes... 3.° La cari-
dad es un nuevo motivo que empeñad María á hacer esta visita... Isa-
bel era mujer entrada en edad y avanzada en su preñez : en este
MEDITACION I V . estado y en la situación en que se hallaba su marido, tenia necesi-
MARÍA VISITA Á ISABEL. dad en casa de una persona de confianza que la pudiese ayudar y
(LUC. I, 39-55). consolar: este es el fin por que María emprende su viaje. Hasta aho-
ra el amor de Dios, el espíritu de la humildad, y la f r e c u e n c i a á l a
PUNTO I. oracion la habían tenido retirada en su casa ; pero la caridad con el
Parte María á la casa de Isabel. prójimo la hace salir de ella. Esta virtud sola la guia y la anima, y
no el amor de la disipación y del placer, no el deseo de ver y de
« Y María en estos mismos días partió con toda priesa á la rnon- ser vista, ni aquella curiosidad ó aquella ostentación, que son, por
«taña á u n a ciudad de J u d á . . . » Consideremos lo 1 l o s motivos que no decir mas, los frecuentes motivos de las visitas q u e nosotros ha-
resolvieron á María á hacer este viaje. Lo 2." las virtudes que prac- cemos...
ticó haciéndolo. Lo 2.° María parte; pero ¡oh cuántas virtudes muestra en su
Lo 1.° Tres motivos determinan á María á hacer este viaje... l . ° viaje! 1. a Una profunda humildad que nada puede conmoverla, y
La fidelidad á la inspiración divina... María no va á ver á Isabel por que no le permite considerar la eminencia de su dignidad, y la i n -
asegurarse d e cuanto el Ángel le había dicho : su fe es perfecta : finita diferencia q u e se halla entre el hijo q u e ella lleva y el q u e
mucho menos con intención d e participar á su parienta el miste- lleva Isabel. El cambiamiento q u e sucedió en su persona no perju-
rio q u e en ella se había obrado : lo esconde á su mismo Esposo, á dica á la simplicidad de su conducta. La sierva del Señor no cono-
quien parece que estaba obligada por tantas razones - mas atenta v ce aquellas leyes bizarras que la conveniencia y la dignidad han es-
dócil á los movimientos del Espíritu Santo q u e la guia en todo, si- tablecido, que la vanidad del mundo hace observar con tanta exac-
g u e simplemente la impresión q u e la lleva á visitar y ver á Isabel, titud y que las delicadezas de los hombres han hecho indispensa-
juzgando q u e el Señor tiene en esto sus designios. Los tenia en bles. Ella ignora aquellos derechos, aquellas etiquetas sobre la es-
efecto : quería santificar al Precursor, manifestar la gloria y el p o - fera que el amor propio ha imaginado, introducido, y q u e exige con
der d e su hijo desde los primeros momentos d e su concepción, y tanta severidad. Estaba bien léjos d e ella aquel orgullo q u e m u -
llenando á las madres de una n u e v a abundancia de gracias. hacer- chas veces nos impide cumplir nuestras obligaciones con el prójimo.
les gustar los mas dulces consuelos... E n los buenos movimientos 2. a María muestra un ánimo y un valor heroico q u e nada puede
que Dios nos inspira se hallan muchas veces designios particulares vencerlo, ni el rigor d é l a estación, ni la dificultad de los caminos,
para la manifestación de su gloria, para utilidad y provecho del ni los peligros de las montañas que con venia atravesar. Su situación,
prójimo, para nuestra perfección v p a r a nuestro consuelo. ¿Cuántas su j u v e n t u d , la delicadeza de su sexo no son para ella motivos d e
ventajas preciosas nos hace perder nuestra disipación y nuestra r e - dispensarse de cumplir la obra de Dios, y de volar donde el deber
sistencia con hacernos culpables?... 2.° La amistad es un motivo que la llamaba... La caridad luego q u e está en un corazon lo mueve y
determina el viaje de María... María é Isabel eran parientas: las dos lo estimula á hacer por el prójimo todos los servicios de que es ca-
£0 EL EVANGELIO MEDITADO.
paz, á 110 mirar á las propias penas ni á las propias inquietudes, v
sublimes misterios cumplidos en María : la encarnación del Yerbo y
sobre todo á unir á los buenos oficios y atenciones que pide la amis-
la divina maternidad. Intérprete de los sentimientos del hijo q u e lle-
tad , las miras nobles y sublimes d e la fe y de la Religion.
va en sus entrañas, hace por él el oficio de precursor y celebra las
Lo 3." María hace su viaje con tan admirable celeridad, que nin- grandezas de Jesús y de su Madre... Gracias tan extraordinarias
guna cosa puede detenerla. Ni la curiosidad puede hacerla desviarse, como estas que provienen de la visita de María, nos enseñan lo que
ni la fatiga tomar reposo : ninguna cosa puede moderar su activi- debemos esperar del cielo por su mediación, y cómo debemos ala-
dad y su fervor... Cuando se trata de nuestro placer ó de nuestra barla y suplicarle. La primera gracia comunicada á los hombres por
satisfacción, nada se encuentra de difícil: nosotros nos dejamos lle- el Yerbo encarnado, v el primer milagro q u e obró f u e desde el
var á ellos con ardor y con diligencia; pero si se trata de hacer bien, vientre, y por medio de María... ¡Oh Madre de gracia, cuán pode-
¡oh y cuántas dificultades, qué debilidad, qué vileza! Reformémo- rosa es vuestra voz! Hacedla sentir á m i corazon, ó á lo menos lía-
nos á ejemplo de María. cedía sentir á vuestro Hijo en favor rnio. ¡OhMadre divina! ¿cómo
podré yo jamás dignamente alabaros y celebraros? Lo aprenderé de
PUNTO I I . la boca de santa Isabel.
Llega María á casa de Isabel. Lo 2.° Y exclamó en alta voz, y dijo: «Bendita tú entre las m u -
«jeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Y de dónde á mí esto, que
Observemos lo primero la salutación que hace María á Isabel, y los «la Madre de mi Señor venga á m í ? Porque m i r a : apenas llegó á
efectos que produce... « I entró en casa de Zacarías, y saludó á Isa- «mis oidos el sonido de tu salutación, saltó por el júbilo en mi vien-
«bel...» Los que son mas favorecidos del Señor están siempre mas « t r e el niño. Y tú eres bienaventurada, q u e has creido. Porque se
prontos para prevenir al prójimo... María se presenta á su parienta: «cumplirán las cosas q u e el Señor le ha dicho...» Consideremos los
el Ángel previno á María, y María previene á Isabel... La verda- elogios y los tilulos q u e Isabel da á María... l . ° La llama bendita
dera caridad previene los intereses de los otros sin interés temporal entre las mujeres. El Ángel le había ya dado este título, é Isabel
alguno. Si la caridad de Dios no nos hubiese prevenido, y no nos añade : Y bendito el fruto de tu vientre, como si hubiera dicho : ¡olí
previniese todos los dias, ¿lo habríamos nosotros conocido?*¿Pensa- Virgen santa! ¿ q u é suerte de gracias podrá faltarle á ti, q u e llevas
ríamos en tributarle nuestros obsequios?... «Y sucedió que apenas en tu vientre el frulo, el autor, la fuente y el origen de todas las
«Isabel oyó la salutación de María, el niño saltó en su vientre, é bendiciones? Este elogio lo repite continuamente la Iglesia en la sa-
«Isabel fue llena del Espíritu Santo...» El Evangelio no nos dice en lutación angélica : ¿la rezamos nosotros con el espíritu de Isabel?...
qué términos fue concebida esta salutación; pero nos enseña los ¿Cómo, pues, se atreverá jamás la herejía á blasfemar de los ho-
maravillosos efectos que produjo : 1.° sobre san Juan. Apenas hubo nores q u e tributamos á María? ¿No son estos inspirados por el Es-
María hecho sentir su voz á Isabel, por el mayor de todos los mila- píritu Santo? ¿Y podrán acáso separarse d e los que debemos dar á
gros y por el favor mas singular, Jesús desde el vientre de su Ma- su hijo?... 2.° Isabel prosigue: « ¿ Y de dónde á mí esto, q u e la
dre obró ya sobre san Juan.Santifica su alma según la promesa del «Madre de mi Señor venga á mí?...» ¡Qué grandes verdades y lu-
Angel á Zacarías, se da á conocer á él, le hace conocer el ministe- ces esparcen en el espíritu de Isabel y en su corazon la presencia de
rio de Precursor á q u e está destinado, y a u n se lo hace ejercitar Jesucristo y la virtud d e María! Ella se muestra penetrada de los
¡por medio de Isabel: finalmente lo llena "de una alegría celestial que mismos sentimientos de modestia y de humildad d e que María fue
lo hace saltar... De la misma manera la presencia de Jesucristo en tan abundantemente prevenida. La santa Virgen ha tomado la cua-
el augusto Sacramento del altar obra los mas admirables efectos so- lidad d e sierva del Señor, y esto fue^puntualmente cuando llegó á
bre los verdaderos fieles, vellos reciben mayores ó menores fuerzas ser la Madre. Isabel reconoce la grandeza del Hijo de María, y lo
y gracias á proporcion de sus disposiciones... 2.° La salutación de llama su Señor justamente cuando el Señor la previene... ¿Tene-
María obra en Isabel un efecto milagroso... Esta santa mujer llena mos nosotros los mismos sentimientos por Jesucristo cuando nos vi-
del espíritu de Dios, é iluminada de lo alto, conoce y anuncia los sita?... S u divina presencia y su gracia en el adorable Sacramen-
to de su cuerpo y de su sangre ¿imprimen en nosotros los mismos zaret antes del parto de su parienta... Isabel estaba en el sexto mes
efectos de júbilo? Si nosotros tuviésemos la fe y la p i e d a d , l a h u - cuando María llegó á su casa. Estaba y a , pues, vecina al término
mildad y reconocimiento de Isabel, ¿con qué afectos exprimiríamos de su preñez, cuando esta santa Virgen, siempre atenta y fiel a las
nuestra "admiración, nuestro respeto v nuestro amor, y gritaríamos: impresiones del Espíritu Santo, se volvióáNazaret. Si no esperó el
«Y de dónde á mí esto, que mi Señor y mi Dios se digne d e venir nacimiento de san J u a n , como dicen los intérpretes y parece insi-
« á mí?» nuarlo el Evangelio, pueden considerarse tres razones, lomadas, la
Lo 3.° Isabel dijo á María: «Y tú eres bienaventurada p o r q u e 1.* De parte de María... La eminencia de su pureza. Por santa que
«has creido...» Ella se alegra con María por los dones preciosos de fuese Isabel y por santo q u e fuese el fruto que llevaba, no era cier-
la gracia y de la fe que ha recibido del cielo : y verdaderamente tamente , como María, exenta de la ley que condenaba las mujeres á
¿puede haber otra verdadera y sólida fortuna?... Muchas veces en los dolores y á las consecuencias del parto... No convenia, p u e s , á
el mundo se llama feliz una hija q u e ha encontrado un considera- la Virgen Madre de Dios hallarse al parto de su parienta... El esta-
ble partido en q u e colocarse; y se tiene compasion de o t r a , q u e do de la virginidad exige conveniencias que no se pueden violar
por una fe viva y generosa renuncia las mas grandes esperanzas del sin escándalo del prójimo, y muchas veces sin peligro de la propia
siglo por asegurarse por medio del retiro las recompensas p r o m e - persona... 2. a De parte de Isabel... El embarazo de la situación. E n
tidas á los discípulos de Jesucristo. Á esta virgen cristiana se podría el estado en q u e se debia hallar, tenia necesidad de los socorros de
con razón d e c i r : Bienaventurada tú, porque has creido á-las p r o - toda su casa. Las atenciones q u e se tenian por María, y que se le
mesas del Salvador: tú verás su cumplimiento entero en el ciento debían, hubieran acrecentado el embarazo ; y la caridad es atenta á
por uno q u e recibirás aquí en la tierra, y en el cielo q u e le está no hacerse pesadaé importuna... 3. a De parte de san Juan... La glo-
preparado. ria de su nacimiento. Las maravillas que se habían de obrar debían
PUNTO III. llamar sobre él todas las atenciones y hacerlo objeto de admiración al
pueblo ; cosa que no se hubiera podido hacer, á lo menos con d e -
La detención de María en casa de Isabel, y su vuelta á Nazaret. cencia, en presencia de aquel de quien traía toda su grandeza. J e -
«María, p u e s , se detuvo con ella cerca de tres meses, y se v o l - sucristo se retira por dejar á su Precursor toda la gloría de aquel d i a :
«vió á su casa...» Consideremos lo primero las ventajas q u e trajo vendrá el tiempo en q u e el Precursor liará lo mismo, retirándose para
su detención á la casa de Zacarías. dejar la gloria á su Maestro... Si nuestros pasos fueren regulados por
Bajo las apariencias de los servicios ordinarios, ¿qué ventajas no la razoné por la prudencia y por la voluntad de Dios, cada cosa ten-
procuró la presencia de María á la casa de Zacarías ? Si su primera drá su tiempo. La Providencia lo dispone todo con sabiduría : á nos-
llegada, si sus primeras palabras obraron en ella tantas m a r a v i - otros toca, á ejemplo de María, seguir sus miras y no turbar la sábia
llas, ¿ q u é abundancia de gracias, de consuelos y de bendiciones economía de sus designios con la demasiada viveza é impetuosidad de
no le produciría su demora por cerca de tres meses? Ella llevaba los nuestros... Aprendamos también de esta santa Virgen, que des-
en su corazon y en su vientre los dones mas excelentes, en su co- pues que Isabel no tuvo necesidad de su ministerio, se dió priesa
razon la plenitud de la gracia, en su vientre á Jesucristo, q u e es el para volverse á su retiro, q u e era su centro, á emplear en nuestras
autor y la fuente... ¡Oh casa afortunada q u e se halló digna de p o - visitas solo el tiempo necesario, á no multiplicar al infinito necesi-
seer tan largo tiempo un bien tan grande! Ventaja preciosa d e q u e dades imaginarias, y á llevar á ellas un espíritu de piedad y según
fueron participantes todos aquellos q u e frecuentaban la casa d e Za- Dios. Y si las disposiciones de aquellos que visitamos no nos permi-
carías ; aunque ignorasen el misterio de un Dios hecho h o m b r e en ten siempre tener discursos editicativos, suplámoslos con la modes-
el vientre de María, ¿podrían por ventura ver esta Virgen i n c o m - tia de nuestro exterior, con la moderación de nuestros sentimientos,
parable, hablarla y oiría sin quedar penetrados de respeto para con y con un cierto aspecto de decencia y de caridad, q u e muchas ve-
ella, y llenos de amor para con Dios? ces hace mas efecto sobre el espíritu de los otros que los mas piado-
Lo 2.° Observemos los motivos que tuvo María para volverse á Na- sos discursos.
«generaciones, porque me ha hecho cosas grandes el que es pode-
Petición y coloquio.
r o s o , y santo su nombre: y su misericordia de generación en ge-
Derramad, pues, sobre m í , ¡ oh Dios mío ! esta caridad viva y ar- n e r a c i ó n sobre aquellos que lo temen...»
diente : encendedine de aquel sagrado fuego de q u e llenásteis el Estas primeras palabras del cántico de María incluyen, lo 1.° los
corazon de María, y por medio de esta el de Isabel, para q u e en sentimientos de su reconocimiento... Mi espíritu, dice María, está ar-
adelante yo no me aplique á otra cosa que á lo que pueda procu- rebatado de admiración, y mi corazon transportado de a m o r : yo no
rar vuestra gloria, mi salvación y la de mis hermanos. Vos solo seáis soy y a mía : el Señor llena toda la capacidad de mi alma. ¡ Oh, y
el fin de mis compañías, el nudo d e mis amistades y el objeto de cuán grande es este Dios de bondad! Me ha colmado de favores ta-
mis visitas y conversaciones : vuestro espíritu sea en ellas el prin- les, q u e mi boca no puede ponderar bastantemente, porque mi co-
cipio, vuestra gracia el vínculo y vuestro amor el fruto. razon no puede comprender tanta felicidad. Yo era la mas descono-
¡Oh santa Madre de mi Salvador! alcanzadme alguna parte de cida, y la mas pequeña de sus siervas, y se ha dignado de dirigir á
aquel espíritu de santidad y de edificación que con tanta abundan- mí sus atenciones... ¡ Qué reconocimiento! ¡qué amor! Así exprime
cia derramasteis en aquella visita q u e hicisteis á Isabel. Sirva ella el alma verdaderamente humilde, fiel á las gracias de Dios y siem-
de modelo á todas las visitas que nosotros hagamos, las que bien pre penetrada de sus misericordias, su gratitud , ó sea que hable á
léjos de ser, como nos lo enseña vuestro ejemplo, actos y testimo- su Dios, ó sea que de él hable y discurra con el prójimo; sus trans-
nios de caridad, medios d e conservar y aumentar la union de nues- portes y sus sentimientos son de a m o r , y tal es el espíritu q u e ani-
tros corazones, ocasiones propias para edificar al prójimo ó para ser ma á María: su alma, transportada en el poder y en la bondad de su
de él edificados, son por el contrario y frecuentemente entre nos- Dios, reconoce sus dones, adora sus misericordias, y publica sus fa-
otros u n comercio recíproco d e inmorlificacion y vanidad, de disi- vores , y toda absorta en el júbilo no se alegra en sí misma, ni por
pación, de vicios y de pasiones que mutuamente se reciben y se co- sí m i s m a , sino solo en Dios, único autor de su felicidad. Léjos de
munican. Recompensad, ¡oh divina Madre! con los efectos de vues- gloriarse de sus propios méritos, no ve en sí otra cosa que abatimien-
tra poderosa protección nuestra fidelidad para imitaros en adelante. to y nada. Las bondades mismas de Dios la hacen aun mas humil-
Amen. de... Procuremos formar en nosotros estos sentimientos, y adquirir
estas disposiciones. Contra el falso esplendor y la ilusión de la g r a n -
MEDITACION Y. deza humana , digamos á nosotros mismos : alma m i a , reconoce á
Dios solo por grande, admíralo á él solo, y refiérelo todo á su glo-
CÁNTICO DE MARÍA.
ria... Contra las lisonjas de los placeres, digamos: en Dios solo está
(Lue. i, 46-55).
el contento sólido , los placeres puros y durables; y así mi espíritu
Habiendo I s a b e l , llena del Espíritu S a n t o , hablado á M a r í a , esta santa Vir- no reconocerá otros, ni deseará otros mi corazon... Contra el veneno
g e n , llena también del m i s m o E s p í r i t u , le respondió con este magnífico cán- de las alabanzas, y contra los artificios del amor propio , entremos
t i c o , que la Iglesia reza todos los d i a s , y q u e es el primero del Nuevo T e s t a -
m e n t o . . . María en él alaba á Dios, lo 1.° por lo que ha obrado en ella ; lo 2."
dentro de nuestra nada, y llamemos á nuestro corazon lo que no p u -
por lo que ha hecho contra los que oprimieron su p u e b l o , y lo 3.° por cuanto do hacer María, esto e s , la memoria de nuestros pecados.
ha hecho en favor de su Iglesia. Lo 2.° Las palabras de María contienen una profecía. Miradme,
dice, he venido á ser objeto de admiración para todos los siglos: d e
PUNTO I . edad en edad mi nombre será ensalzado entre los hombres: seré co-
María alaba á Dios por cuanto ha obrado en ella. nocida entre ellos como la mas afortunada de las mujeres... Si María
no hubiese sido inspirada de lo alto, ¿hubiera podido asegurar que
« Mi a l m a , dijo María, engrandece al Señor, y mi espíritu se re- todos los siglos la conocerían, la admirarían y la llamarían bienaven-
« gocijó en Dios, mi Salvador. Porque miró la bajeza d e su esclava: turada? Y ciertamente nosotros vemos el literal cumplimiento. Una-
«mira que desde este punto me llamarán bienaventurada todas las mos, pues, nuestra voz á la de la Iglesia y á la de todos los siglos;
«generaciones, porque me ha hecho cosas grandes el que es pode-
Petición y coloquio.
r o s o , y santo su nombre: y su misericordia de generación en ge-
Derramad, pues, sobre m í , ¡ oh Dios mio ! esta caridad viva y ar- n e r a c i ó n sobre aquellos que lo temen...»
diente : encendedme de aquel sagrado fuego de q u e llenásteis el Estas primeras palabras del cántico de María incluyen, lo 1.° los
corazon de María, y por medio de esta el de Isabel, para q u e en sentimientos de su reconocimiento... Mi espíritu, dice María, está ar-
adelante yo no me aplique á otra cosa que á lo que pueda procu- rebatado de admiración, y mi corazon transportado de a m o r : yo no
rar vuestra gloria, mi salvación y la de mis hermanos. Vos solo seáis soy y a mía : el Señor llena toda la capacidad de mi alma. ¡ Oh, y
el fin de mis compañías, el nudo d e mis amistades y el objeto de cuán grande es este Dios de bondad! Me ha colmado de favores ta-
mis visitas y conversaciones : vuestro espíritu sea en ellas el prin- les, q u e mi boca no puede ponderar bastantemente, porque mi co-
cipio, vuestra gracia el vínculo y vuestro amor el fruto. razon no puede comprender tanta felicidad. Yo era la mas descono-
¡Oh santa Madre de mi Salvador! alcanzadme alguna parte de cida, y la mas pequeña de sus siervas, y se ha dignado de dirigir á
aquel espíritu de santidad y de edificación que con tanta abundan- mí sus atenciones... ¡ Qué reconocimiento! ¡qué amor! Así exprime
cia derramasteis en aquella visita q u e hicisteis á Isabel. Sirva ella el alma verdaderamente humilde, fiel á las gracias de Dios y siem-
de modelo á todas las visitas que nosotros hagamos, las que bien pre penetrada de sus misericordias, su gratitud , ó sea que hable á
léjos de ser, como nos lo enseña vuestro ejemplo, actos y testimo- su Dios, ó sea que de él hable y discurra con el prójimo; sus trans-
nios de caridad, medios d e conservar y aumentar la union de nues- portes y sus sentimientos son de a m o r , y tal es el espíritu q u e ani-
tros corazones, ocasiones propias para edificar al prójimo ó para ser ma á María: su alma, transportada en el poder y en la bondad de su
de él edificados, son por el contrario y frecuentemente entre nos- Dios, reconoce sus dones, adora sus misericordias, y publica sus fa-
otros u n comercio recíproco d e inmorlificacion y vanidad, de disi- vores , y toda absorta en el júbilo no se alegra en sí misma, ni por
pación, de vicios y de pasiones que mutuamente se reciben y se co- sí m i s m a , sino solo en Dios, único autor de su felicidad. Léjos de
munican. Recompensad, ¡oh divina Madre! con los efectos de vues- gloriarse de sus propios méritos, no ve en sí otra cosa que abatimien-
tra poderosa protección nuestra fidelidad para imitaros en adelante. to y nada. Las bondades mismas de Dios la hacen aun mas humil-
Amen. de... Procuremos formar en nosotros estos sentimientos, y adquirir
estas disposiciones. Contra el falso esplendor y la ilusión de la g r a n -
MEDITACION Y. deza humana , digamos á nosotros mismos : alma m i a , reconoce á
Dios solo por grande, admíralo á él solo, y refiérelo todo á su glo-
CÁNTICO DE MARÍA.
ria... Contra las lisonjas de los placeres, digamos: en Dios solo está
(Lue. i, 46-55).
el contento sólido , los placeres puros y durables; y así mi espíritu
Habiendo I s a b e l , llena del Espíritu S a n t o , hablado á M a r í a , esta santa Vir- no reconocerá otros, ni deseará otros mi corazon... Contra el veneno
g e n , llena también del m i s m o E s p í r i t u , le respondió con este magnífico cán- de las alabanzas, y contra los artificios del amor propio , entremos
t i c o , que la Iglesia reza todos los d i a s , y q u e es el primero del Nuevo T e s t a -
m e n t o . . . María en él alaba á Dios, lo 1.° por lo que ha obrado en ella ; lo 2."
dentro de nuestra nada, y llamemos á nuestro corazon lo que no p u -
por lo que ha hecho contra los que oprimieron su p u e b l o , y lo 3.° por cuanto do hacer María, esto e s , la memoria de nuestros pecados.
ha hecho en favor de su Iglesia. Lo 2.° Las palabras de María contienen una profecía. Miradme,
dice, he venido á ser objeto de admiración para todos los siglos: d e
PUNTO I . edad en edad mi nombre será ensalzado entre los hombres: seré co-
María alaba á Dios por cuanto ha obrado en ella. nocida entre ellos como la mas afortunada de las mujeres... Si María
no hubiese sido inspirada de lo alto, ¿hubiera podido asegurar que
« Mi a l m a , dijo María, engrandece al Señor, y mi espíritu se re- todos los siglos la conocerían, la admirarían y la llamarían bienaven-
« gocijó en Dios, mi Salvador. Porque miró la bajeza d e su esclava: turada? Y ciertamente nosotros vemos el literal cumplimiento. Una-
«mira que desde este punto me llamarán bienaventurada todas las mos, pues, nuestra voz á la de la Iglesia y á la de todos los siglos;
46 E L EVANGELIO MEDITADO. MEDITACION" V. 4 7
y penetrados de la virtud, de las grandezas y de la felicidad de esta perimentado los Senaqueribes, los Holofernes, los Antíocos; pero ja-
Virgen santa, contribuyamos en cuanto podamos á su gloria. más ha hecho sentir el poder de su brazo terrible con mayor m a g -
Lo 3.° María hace un elogio perfecto de los atributos de Dios... Isa- nificencia que en el tiempo de Faraón, el primer perseguidor de Is-
bel le habia dicho: tú eres bienaventurada por haber creido á las pa- rael ; lo ha derribado de su trono, precipitándolo con toda su arma-
labras del Ángel; queriendo decir q u e su fe era la causa de su feli- da en los abismos del mar. Los hebreos al contrario , despreciados,
cidad. María añade á esta verdad otra mas profunda y mas p u r a : mi hollados, sin armas, sin defensa, sin expedientes y privados de todo
felicidad es grande, lo confieso; pero la debo á u n a gracia puramente socorro, han salido de la esclavitud gloriosos y vencedores. El sobe-
gratuita del Señor. Sola su voluntad es el origen de m i gloria y de rano Señor de todos los bienes ha despojado de los suyos á sus ricos
los favores con q u e le agradó prevenirme. Me ha escogido por efecto opresores; y estos pobres, á quienes fallaba aun lo necesario, se han
de su b o n d a d : esto es lo q u e forma toda mi grandeza, esto es lo que hallado enriquecidos con los despojos y con los tesoros del Egipto.
m e penetra y me arrebata de amor. S í , él es el soberano Señor, cu- La fuerza de los tiranos ha sido confundida, y la debilidad de Israel
yo nombre es santo, y su poder sin límites el q u e ha obrado en mí ha triunfado... Admiremos con María esta suprema grandeza. ¿Quién
tan grandes cosas... Su misericordia es infinita. ¡ Ah! si los hombres de nosotros no pondrá su confianza en aquel que con tanta facilidad
no cesasen d e adorarlo y de temerlo, verían pasar su magnificencia puede abatir al orgulloso, y se complace con tanta bondad en aliviar
de padres á hijos y extenderse d e generación en generación... Aquí al humilde de corazon?
María alaba particularmente los tres atributos q u e caracterizan to- Lo I o María predice las cosas venideras... Lo que esta Señora re-
das las obras del S e ñ o r , y nos enseña q u e todos los misterios y el fiere de Faraón es en su boca una profecía de cuanto debía suceder:
Evangelio mismo están fundados sobre la potencia, sobre la santi- ó sea á los judíos, q u e despues de haber hecho clavar en una cruz al
dad y sobre la misericordia de Dios. ¿Puede haber u n motivo mas Dios de la humildad , q u e combatía su orgullo, vieron en su ver-
grande de fe para una alma recta? Pero el espíritu soberbio desecha gonzosa dispersión destruida la vanidad de sus proyectos; ó sea á
los misterios de la potencia q u e no puede comprender; el corazon las naciones infieles, que habiéndose sublevado con furor contra Je-
corrompido resiste á los misterios d e la santidad que no puede g u s - sucristo y contra su religión, vieron reducirse á la nada los orgullo-
tar, y el hombre pecador abusa de los misterios de la misericordia, sos deseos de sus corazones, y vinieron ellas mismas áser la heredad
q u e extiende ó estrecha en favor de sus pasiones... Huyamos de una y la conquista de Jesucristo, que ha extendido y propagado su i m -
tan terrible desgracia. Demos gracias á Dios por cuanto ha hecho en perio en lodos los ángulos del universo... El Cristianismo ha tolera-
María, y démoselas con las palabras de la misma Señora por cuanto do y sufrido una persecución por parle de los tiranos mucho mas ex-
hace en nosotros cada vez que lo recibimos en la comunion, Sacra- tendida, mas larga y mas sangrienta q u e la q u e experimentaron en
mento inefable de su poder, de su santidad y de su misericordia. Egipto los hijos de Israel. Pero ¿tuvieron por ventura estos tiranos
una suerte mejor q u e Faraón ? Bajo la protección del mismo Dios
PUNTO I I . ¿no triunfaron los cristianos mas gloriosamente que los hebreos? ¿y
María alaba á Dios por cuanto ha hecho contra los opresores de quién no ve hoy en dia el cumplimiento literal de la predicción de
su pueblo. María, y exactamente verificadas todas sus expresiones? Los perse-
guidores de la Religión fueron derribados de su trono; y sobre el de
Añade María: «Hizo prodigios con su brazo : disipó á los sober- los Césares se colocó el Pontífice de los cristianos... Bendigamos al
« bios con los. pensamientos de su corazon: ha depuesto del trono á Señor con esta augusta Virgen por haber ejercitado una tal justicia
«los poderosos, y h a exaltado á los humildes. Ha colmado de bienes contra los enemigos d e su nombre.
«á los hambrientos, y envió vacíos á los ricos...» Lo 3.° María nos instruye de lo presente... ¿No parece, de hecho,
Lo 1.° María en estas palabras hace memoria de lo pasado. Parece que nos dice á cada u n o : cualquiera d e vosotros que se halle en al-
q u e quiere decir: Dios ha disipado en todos los tiempos las empre- g ú n grado de honor, de poder ó de riquezas, guárdese de prevalerse
sas que los malvados han formado contra su pueblo, como lo han ex- de él contra el débil y contra el necesitado? Tema al justo y pode-
•Í8 EL EVANGELIO MEDITADO. MEDITACION" VI. 49
roso vengador del inocente oprimido. Cualquiera que al opuesto gi- 3." La duración del cumplimiento... La promesa ha sido hecha pa-
me bajo injustos opresores, anímese, humíllese y ponga su esperan- ra siempre, para todos los siglos hasta la fin del mundo. La reli-
za en el Señor, seguro que aun cuando viniese á quedar debajo, al gión de Jesucristo no ha sido en efecto u n relámpago que haya des-
lin conseguirá una gloriosa victoria... Para ser ensalzados en los ojos lumhrado los pueblos por algunas generaciones: lavemos subsistir
de Dios debemos ser humildes: para gustar las delicias del p a n e u - ya por cerca de dos mil años, á pesar de los diferentes caractéres de
carístico debemos estar hambientos: para ser llenos de riquezas es- los pueblos que la profesan, y de las revoluciones que han ocurrido
pirituales debemos estar vacíos de nosotros mismos, y desearlas con en ellos, y á pesar de las persecuciones, d e las herejías, de los cis-
ardor. mas, de los abusos y de los escándalos. Todos los días, a u n hoy,
PUNTO I I I . nuevas naciones iluminadas abrazan la fe, y participan de las ben-
María alaba á Dios por cuanto ha hecho en favor de su Iglesia. diciones prometidas.

Prosigue María su cántico: «Acogió á Israel su siervo, acordán- Petición y coloquio.


«dose de su misericordia: conforme habló á nuestros padres, á Abra- Nosotros mismos, ¡ oh Señor! hemos recibido estas abundantes
«han y á sus descendientes por todos los siglos...» Para entender bendiciones, bien que fuésemos del número de las naciones idóla-
bien estas palabras conviene distinguir aquí tres tiempos. tras. ¡ Ahí no las retiréis d e nosotros, ¡ oh Dios mío ! por causa de
T.° El tiempo de las promesas... El antiguo Israel, ósea la Igle- nuestras infidelidades y de nuestras habituales prevaricaciones. An-
sia del Antiguo Testamento tuvo sus promesas... Por la fe á las pro- tes , hacednos el favor de conservárnoslas y de aumentárnoslas siem-
mesas, el judío ha honrado á Dios, ha merecido su protección y ob- pre mas por causa de vuestros siervos y de vuestras siervas fieles q u e
tenido la salud. La grande promesa hecha á Abrahan, y confirmada habitan en medio de nosotros. No abusaremos ya mas de ellas, y las
á los otros Patriarcas, era que de su sangre nacería un hijo, en quien dejaremos como en herencia á nuestros nietos y sucesores... La r e -
serian benditas todas las naciones de la tierra Ninguna cosa habia lación tan perfecta y tan fiel que vemos entre el efecto y las prome-
mas clara que esta profecía: por esto los judíos esperaban este hijo, sas encienda y confirme nuestra fe, y nos llene de reconocimiento y
el Mesías, el Cristo, el Ungido del Señor, con una entera unanimidad de amor. Vuestras misericordias, ¡oh Señor! se derramen particu-
de votos y d e deseos. ¡ Felices si lo hubieran reconocido con igual larmente sobre nuestra España y sobre todos los dilatados dominios
fidelidad! Pero al lin siempre es para nosotros de gran consuelo el de nuestro augusto y clementísimo Monarca, sobre su augusta per-
ver que ha estado prometido con tanta claridad y por tanto tiempo sona y familia para siempre. Amen.
antes de su cumplimiento.
2.° El tiempo del cumplimiento de las promesas... Ha llegado aquel
tiempo, y el nuevo Israel, la Iglesia de Jesucristo ya lo g o z a : ha MEDITACION VI.
venido el hijo de bendición, una Virgen lo lleva en su vientre, presto PRINCIPIO DE SAN JUAN BAUTISTA.
comparecerá, y se hará conocer, y cumplirá todo cuanto ha sido (Luc. i, 58-70).
profetizado de él. María misma nos lo anuncia: ella nos enseña que
la encarnación del Hijo de Dios y la venida del Mesías son elfinde PUNTO I
las promesas de la ley y el principio de las del Evangelio. Nosotros Nacimiento de san Juan.
vemos con nuestros ojos la ejecución de esta profecía. Las naciones
de la tierra han sido iluminadas con la luz de Jesucristo, y han re- «Y se cumplió para Isabel el tiempo de parir, y parió u n hijo. Y
nunciado el culto de los ídolos por adorar solo al verdadero Dios; y «los v ecinos y parientes de ella oyeron como el Señor habia señalado
por lo que respecta á nosotros, vemos alguna otra cosa aun mas sor- «con ella su misericordia, y se congratulaban con ella...»
prendente. Alegrarse con aquellos que Dios favorece, y por las ventajas q u e
1
Genes, XXH, 18. les concede, es lo 1 u n a obligación de humanidad que se debe cumplir
i T. I.
:>0 EL EVANGELIO MEDITADO.
MEDITACION VI. 51
con exactitud. E l júbilo que se manifiesta al prójimo por el bien que
recibe aumenta el suyo y completa el nuestro: la negligencia en cum- Lo 3.° Consideremos á Isabel... Ella sin duda se habría alegrado
plir este deber viene á ser algunas veces una ofensa. mas que ningún otro de ver revivir en su hijo el nombre de su ma-
Lo 2." Es una obligación de caridad que se debe cumplir con since- rido ; pero sabia q u e este hijo no era para el m u n d o , q u e estaba
ridad. Léjos, pues, de nosotros el esconder bajo palabras de enhora- destinado á un empleo todo divino, que habia nacido en gracia, y
b u e n a y de placer u n espíritu maligno y burlesco, ó u n corazon que nacia para anunciar á los hombres el Dios de la gracia, y por
triste y celoso. consiguiente que debia llevar un nombre que nada debiese á la car-
Lo 3.° Es una obligación de religión que se debe cumplir con piedad, ne y á la sangre, nombre conforme al privilegio de su nacimiento
refiriéndolo todo á Dios. Dios es el que da el bien, los talentos y los y á la grandeza de su destino : por esto sin explicarse sobre la cau-
sucesos prósperos: aplaudamos la distribución que hace de sus fa- sa y principio de sus luces, sin decir q u e habia sido instruida del
vores: honremos sus dones, y aquellos á quienes los c o m u n i c a , si nombre del niño con una revelación particular, ó por algún escrito
queremos ser participantes de sus misericordias. La sociedad de los de su marido, constantemente se opuso á la voluntad de los parien-
fieles forma u n mismo cuerpo, y las ventajas de cada particular son tes. «Y la madre de él respondió, y dijo : De ningún modo, sino
comunes á lodo él, y todos los miembros deben participar d e ellas. « q u e se llamará J u a n . . . » Juan en lengua hebrea significa Dios y
gracia... Los nombres q u e dan los hombres, ó nada significan, ó si
Lo i . ° Es para nosotros una obligación de humanidad, de caridad
significan alguna cosa, son ordinariamente mal sostenidos de quien
y de religión entrar á parte de las aflicciones que suceden á nuestro
los lleva...
prójimo, y de entristecernos con él... ¿Y cómo cumplimos nosotros es-
tas obligaciones? Los parientes de Isabel le dijeron: «No hay alguno de tu paren-
«tela que tenga tal nombre...» Pero ella estuvo firme y fiel á las
órdenes del cielo, á la luz de la fe, al espíritu del Evangelio y álos
PUNTO II.
movimientos de la gracia, de que su hijo debia ser el predicador y
Circuncisión de san Juan. el ministro, y sostuvo constantemente que se llamase J u a n . . . ¡Afor-
tunadas las madres que habiendo conocido bastantemente la voca-
«Y sucedió q u e al octavo dia fueron á circuncidar al infante...»
ción del cielo sobre sus hijos saben como Isabel sacrificar las incli-
Primeramente : Examinemos en esta ceremonia la persona de san
naciones de una ternura maternal á las órdenes supremas de la vo-
Juan. A u n q u e f u e sanliGcado desde el vientre de su m a d r e , n o se
luntad de Dios, y despreciar las quejas indiscretas, y las importu-
deja de circuncidarlo... Las gracias extraordinarias no dispensan de
nas representaciones de los amigos y de los parientes, que ven solo
la observancia d e la ley común.
con los ojos de la carne!
Lo 2.° Observemos los padres de san Juan... «Y lo llamaban Za-
Lo Consideremos á Zacarías. «Y preguntaron por señas á su
c a r í a s por el nombre de su padre...» Este nombre era amable en «padre, ¿cómo queria que se llamase? Y él pidiendo la tabla 1 e s -
la familia y de bendición para con el pueblo, porque el que lo tenia c r i b i ó a s i : Su nombre es Juan. Y todos quedaron maravillados. Y
lo había ilustrado con todas las virtudes que constituyen u n hombre «en aquel punto fue abierta su boca y desatada su l e n g u a , y h a -
santo á los ojos de Dios y respetable á los de los hombres. Por otra «biaba bendiciendo á Dios... Y Zacarías, su padre, fue lleno del
parte se seguía en esto el deseo inocente de la naturaleza y el sen- «Espíritu Santo, y profetizó...»
timiento común á lodos los padres, que desean vivir en sus hijos, y
Admiremos aquí en Zacarías su fidelidad en obedecer á las órde-
que no pueden sufrir que su nombre caiga en el olvido... Quisiera
nes del cielo, confirmandoásu hijo el nombre de J u a n : , s u impro-
Dios que los nombres propios sirviesen simplemente para conocer las
visa sanidad, recompensa d e su fidelidad y paciencia ; su reconoci-
personas, y no para hinchar la vanidad y fomentar el orgullo... Qui-
miento al Señor mediante el primer uso q u e hace de la facultad de
siera Dios que los nombres de los cristianos sirviesen para anunciar
hablar que Dios le concede, y finalmente el nuevo favor que el S e -
y defender la fe, y no para manifestar el espíritu y el carácter de la
1
pasión q u e muchas veces ha movido á los padres á ponerlos. La tabla cubierta de c e r a , sobre la cual con estilo de h i e r r o escribían los
antiguos. (MartiniJ.
4*
32 EL EVANGELIO MEDITADO. MEDITACION VII. 33

ñor le hace llenándolo d e su espíritu, y comunicándole el don de la soledad la ley del Señor y practicar en ella la perfección! ¡ Qué fru-
profecía... ¡Oh. y cuán bueno y misericordioso es el Señor! No se tos no producirá cuando "se digne el Señor manifestarlo al mundo!
deja vencer en liberalidad: somos nosotros enemigos de nosotros V ¡Québello ejemplo da san Juan á aquellos que viven separados
mismos, cuando somos ingratos para con Dios. del mundo! Quien vive en la soledad, santífiquela con el estudio y
Lo 5.° Contemplemos el pueblo... «Y fueron sobrecogidos del te- con la meditación de los Libros santos, con la oracionycon la m o r -
«mor todos los vecinos: y por toda la montaña de la Galilea se di- tificación.
« vulgaron todas estas cosas ; y todos aquellos que las habian oido, 3.° ¡Qué importante lección no suministra san Juan á aquellos que
«las ponderaban en su corazon, diciendo : ¿Qué niño será, pues, viven en el mundo! Quien vive en medio del siglo, sepa hacerse u n
«este? Porque la mano del Señor está con él...» Observemos en este retiro para practicar en él según su estado los ejercicios de religión,
pueblo los sentimientos de admiración, de respeto y de religión ála y obrar allí la propia santificación.
vista de todos estos prodigios: su celo en publicar las maravillas de Petición y coloquio.
que h a sido testigo; su fidelidad en conservar la memoria en su co-
razon , y en pensar y hablar frecuentemente de ellas... Admiremos Haced ¡ oh Dios mió! que no perdiendo jamás de vista este santi-
también tantas maravillas, demos gracias al Señor, concibamos la ficante retiro, en que san Juan se dió á los ejercicios de u n a vida
mas alta idea de san J u a n , y empleemos su intercesión para obte- austera, en q u e fue admitido á un íntimo comercio con Yos, y en que
ner la gracia de prepararnos á recibir á aquel que él ya anuncia con practicó la penitencia mas rigurosa, á ejemplo suyo cumpla yo con
los milagros estrepitosos de su nacimiento. fidelidad las obligaciones de mi estado con u n espíritu continuo de
conformidad y de unión con Yos, y q u e abrace y acaricie las cru-
PUNTO I I I . ces con q u e se digne vuestra augusta y adorable providencia favo-
recerme. Amen.
Retiro de san Juan.

«Y el niño crecía, y se fortificaba en el espíritu, y habitaba por MEDITACION Vil.


«los desiertos hasta el tiempo de darse á conocer á Israel...» Ape-
C Á N T I C O DE ZACARÍAS.
nas san Juan salió de la infancia se retiró al desierto, donde habitó (LUC. I,6S-79).
escondido al mundo hasta la edad de treinta años. Este joven san-
tificado desde el viente de su madre huye el contagio del siglo; es- E s t e cántico tiene dos p a r t e s . E n la p r i m e r a Z a c a r í a s se d i r i g e á D i o s p a r a
ta alma inocente se sacrifica á los rigores de la penitencia; este hom- b e n d e c i r l o por h a b e r n o s dado u n Salvador, y p o r los bienes q u e e s t e Salvador
bre extraordinario espera la edad ordinaria para entrar en las fun- n o s ha d e p r o c u r a r . . . En la s e g u n d a se e n d e r e z a ú san J u a n , y d e s p u e s de h a -
ciones públicas; este Profeta, iluminado por la luz divina antes de b e r d a d o á conocer su alto d e s t i n o , se vuelve d e nuevo á los beneficios q u e
r e c i b i m o s del Salvador, lo q u e s u m i n i s t r a c u a t r o p u n t o s de m e d i t a c i ó n .
haber visto la luz del dia, se mantiene escondido ; esta voz del Yer-
bo eterno observa u n silencio de treinta años antes de dejarse oir.
PUNTO I .
¡ Qué éxito de sus predicaciones no anuncian estos preparativos y
estos preliminares!... Se habla eficazmente de la penitencia, cuan- Del Salvador que Dios nos da.
do constantemente se h a practicado. ¡Cuántas lecciones! ¡cuántos
ejemplos ofrece aquí san Juan para todas las edades y para todos los «Bendito el Señor Dios de Israel, porque ha visitado y redimido
estados! «su pueblo... Y ha ensalzado para nosotros el Príncipe de la salud
«(esto e s , nos ha suscitado un poderoso Salvador) en la casa d e
1 P a r a la juventud... Le enseña á crecer en la inocencia y á for- «David, su siervo... Conforme habló por boca de sus santos Profe-
tificarse en el verdadero espíritu de religión y de piedad... ¡Feliz «tas, q u e vinieron desde el principio de los siglos... Salud de nues-
aquel que despues de haber pasado de esta manera sus primeros años «tros enemigos, y de las manos de todos aquellos que nos ahorre-
se siente llamado de Dios, y se retira del mundo para meditar en la
«cen... para hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse de
«su testamento santo... Conforme al juramento con que juró á Abra- recen... Los judíos carnales esperaban del Mesías una felicidad solo
« h a n , nuestro padre, de darse á nosotros...» E n estas palabras temporal, y se han engañado siempre sobre las expresiones de los
considera Zacarías al Salvador : Profetas q u e anunciaban l a ruina de sus enemigos... Nuestros ver-
daderos enemigos son el demonio, el m u n d o y la carne, el pecado
Lo 1.° Como presente; esto e s , como recientemente bajado del
y la muerte. Unidos á nuestro Salvador y a no tenemos nada que
cielo y actualmente existente en la tierra, en la casa de David ; co-
temer de ellos: la gracia nos basta para vencer sus esfuerzos; p i -
mo si dijese: Bendito sea el nombre del Señor Dios que adora Is-
dámosla con ardor, y seámosle fieles.
rael , porque ha bajado d e lo alto del cielo para visitar á su pueblo
y rescatarlo de la esclavitud... De la sangre de David, su siervo,
PUNTO I I .
ha sido concebido el Mesías-Dios en el seno de una virgen : el Niño
que nacerá d e esta será el reparo y la salud q u e nosotros espera- De los bienes que nos procura el Salvador.
mos... Este santo hombre había tenido la dicha de ver y poseer
en su casa á la bienaventurada Virgen, hija de David, q u e en su « Para que libres de las manos de nuestros enemigos le sirvamos
vientre llevaba este Salvador fuerte y poderoso, pero no habia te- «sin temor, con santidad y justicia en su presencia por todos nues-
nido el consuelo de hablarle; ahora lo resarce con la efusión de su «tros dias...» Los bienes d e q u e somos deudores á nuestro Salva-
corazon. El y su esposa eran aun sobre la tierra los únicos q u e sa- vador consisten en esto, q u e con el socorro d e su gracia y sin q u e
bían este grande secreto. Zacarías lo publica, y se contenta con nom- algún enemigo nos lo pueda i m p e d i r :
brar la familia, sin nombrar la Madre del Salvador... Pero nosotros, Lo 1 V i v a m o s en la santidad y en la justicia; esto es, en el ejer-
q u e tenemos la suerte d e conocerla, alabémosla, y con Zacarías cicio de todas las virtudes y en el cumplimiento de todas nuestras
bendigamos á Dios por el grande beneficio ya comenzado de nues- obligaciones para con Dios y para con el prójimo.
tra redención. Lo 2.° Que practiquemos estas virtudes en la presencia de Dios.
La expresión de Cuerno de la salud [ que nosotros traducimos con ¡Av de m í ! ¡cuántos h a y q u e practican la virtud solo porque la
esta : Príncipe de la salud), de que el santo sacerdote se sirve para v e n , y porque la aprueban los hombres!
denotar al Salvador, significa fuerza, potencia, ángulo, v finalmen- Lo 3.° Que vitamos de esta manera por todos nuestros días... esto
te rayo de luz. Se sabe en q u é sentido estos tres significados con- e s , en todas las edades, en todas las circunstancias de nuestra v i -
vienen á Nuestro Señor... Jesús es la fuerza de Dios, porque él ha d a , y así perseveremos hasta la muerte... Lloremos, pues, aquí
hecho los siglos1... Jesús es la piedra del ángulo que mantiene todo el tantos dias y tantos años pasados, siguiendo la inclinación de nues-
edificio Jesús es la verdadera luz que ilumina al mundo 3... Es el tras pasiones y en el servicio del m u n d o , sin pensar en Dios nues-
esplendor de la gloria de su Padre y la imágen de su sustancia. tro Salvador. Comencemos desde ahora á vivir santamente, y en la
presencia del Señor, con u n a firme resolución de continuar así con
Lo 2.° Zacarías considera al Salvador como anunciado por los Pro-
el socorro de la gracia por todos nuestros dias.
fetas. Lo habia prometido Dios, dice él, de siglo en siglo por boca
de los santos Profetas, confidentes de sus secretos y depositarios de
PUNTO I I I .
sus oráculos... La santidad, la perpetuidad y la uniformidad del
testimonio de los Profetas es una prueba divina que condenará siem- Del alto destino de san Juan.
pre la incredulidad de los judíos y d e los impíos, y la debilidad de
la te de muchos cristianos. «Y t ú , niño, serás llamado profeta del Altísimo, porque prece-
«derás delante de la cara del Señor á preparar sus caminos: para
Lo 3.° Zacarías contempla al Salvador como vencedor de nuestros « dar á su pueblo la ciencia de la salud, para la remisión de sus pe-
enemigos. Estaba empeñado, continúa él, en librarnos del furor de «cados por las entrañas de la misericordia d e nuestro Dios...»
nuestros enemigos y de las persecuciones de aquellos que nos abor- Primeramente : Zacarías anuncia la dignidad de san Juan, lo lla-
1
Hebr. i , 1 , 2 , 3 . - « Psalm. x v u , 2 2 . - 3 Eebr. i , 3 . 9. ma el profeta del Altísimo : profeta desde el seno d e s u m a d r e :
profeta en su nacimiento, en su nombre, en toda su persona, v el nosotros los efectos de la bondad de nuestro Dios, q u e del cielo h a
mas grande de los Profetas, el último de los Profetas d e la ley an- bajado á visitarnos v á recibirnos en las entrañas de su misericordia...
tigua y el primero de la n u e v a ; y finalmente, según el oráculo Oh y cuán grande é infinita es la misericordia de Dios! El es e
mismo d e su Maestro: mas que profeta i . . . ¡Ahí ¡qué confianza ofendido, y con lodo eso es el q u e viene á traernos y ofrecernos el
debe excitar en nosotros una tan alta dignidad en los méritos y en perdón demuestras ofensas; ¿ y nosotros lo rehusaremos? Nos soli-
la intercesión de tan grande Santo! cita este Dios de bondad, por las entrañas de su misericordia, p o r -
Lo 2.° Zacarías declara el empleo de san Juan... Niño feliz, p a - q u e sabe lo q u e nosotros debemos á su justicia. ¡Ah! si lo com-
rece q u e quiere decir fruto de misericordia y de bendición : Tú se- prendiésemos bien, ¡con q u é ardor y con qué reconocimiento acep-
rás llamado profeta del Altísimo; y darás cumplimiento á tan glo- taríamos estas ofertas, v nos serviríamos de esta tierna y divina
rioso ministerio : Precederás y caminarás delante de la cara del Se- misericordia! ¡Oh misericordia inefable q u e tantas veces he expe-
ñor nuestro Mesías y nuestro Dios : tú le prepararás sus caminos: rimentado! ¿Seré yo tan desgraciado que vuelva otra vez a los p e -
tú dispondrás los israelitas t u s hermanos á reconocer y seguir al cados q u e ya he detestado y q u e Yos me habéis perdonado?
Doctor celestial, q u e debe venir sobre tus pasos á iluminarlos y á
instruirlos... No hay, se puede decir, en este mundo persona que PUNTO I V .
no tenga alguna parte en este divino empleo de Juan Bautista : no
solamente los Apóstoles, los pastores en orden á sus pueblos, sino De los beneficios del Salvador.
también los padres y las madres respecto de sus hijos, las cabezas
«Por las entrañas de la misericordia de nuestro Dios, por las cua-
de las familias en orden á sus criados, los maestros para con sus
«les nos ha visitado el Sol q u e nace de lo alto, para iluminar á aque-
discípulos, todos están encargados de preparar los caminos al Señor.
l l o s que yacen en las tinieblas y en la sombra d e la muerte, para
Ahora, p u e s , ¿con q u é celo n o debe cada u n o , á ejemplo de san
«guiar nuestros pasos en el camino d e la paz...» Zacarías acaba su
J u a n , cumplir este deber?
cántico con una relación la mas preciosa de los beneficios del Sal-
Lo 3.° Zacarías da testimonio de la doctrina del santo Precursor.
vador.
Lo llama la ciencia de la salud, la ciencia sola verdadera. Y de h e -
Lo 1.° Celebra la visita que nos hace. ¡Qué esperanza (parece q u e
cho, ¿ q u é sirve que lodos los otros conocimientos se perfeccionen
diga) hacen va resplandecer á nuestros ojos los primeros rayos del
entre nosotros, si este se olvida? Bienaventurado el pueblo, q u e ig-
Sol de justicia q u e comienza á alzarse sobre nuestra cabeza! De lo
norando todos los otros, posee solamente este. ¡Infelices aquellos
alto del cielo, del seno de su Padre baja á la tierra este Dios Salva-
que excelentes en todos los otros ignoran este! Y mil veces mucho
dor para visitarnos, hacerse hombre, vivir con nosotros, darse y
mas infelices aquellos que dotados de talentos para enseñar la cien-
morir por nosotros. ¡Qué elevación! q u é abatimiento! qué visita!
cia de la salud, enseñan el camino de la perdición con discursos ó
q u é misericordia! Pero lo q u e Jesucristo ha hecho u n a vez en la
con escritos q u e no inspiran otra cosa q u e impureza, herejía ó i r -
Encarnación, lo hace aun todos los dias en la Eucaristía. Aquí es
religión. ¡Genios sublimes, escritores bizarros de este siglo, q u é
d o n d e están particularmente las entrañas de su misericordia. ¡Cuan-
gloria, q u é méritos, qué consolaciones para vosotros si empleáseis
tos prodigios d e amor se incluyen en ella!
la penetración de vuestro espíritu y la dulzura d e vuestro estilo
Lo 2.° Otro de los prodigios del Salvador que nace es, dice san
para hacernos conocer y amar nuestro Criador y nuestro Salvador,
Juan, la luz que esparce. ¡ En q u é abismo de confusion, en q u é hor-
la Beligion y la virtud!
rible cáos estaban sumergidos los pueblos cuando compareció el Sol
Lo I o Zacarías predice el fruto de la misión de san Juan... ¡Oh de justicia y la luz de la verdad! Por todas partes reinaba la iniqui-
divino niño! (prosigue) darás á tu pueblo la ciencia de la salud,.. Mo- dad ; todos'los espíritus estaban pervertidos ó engañados ; la ley de
vidas de tus discursos las gentes correrán á la penitencia, v obten- Dios era ignorada ó q u e b r a n t a d a ; no habia otra cosa que hipocre-
drán el perdón de sus pecados. Por tu ministerio se esparcirán sobre sía en el culto, y en los sacrificios abominación : el templo y el a l -
1
M a t t h . x i , 9.
tar eran una piedra de escándalo... Á fuerza de seguir sus pasio-
58 EL EVANGELIO MEDITADO. MEDITACION VIII. '»9
nes y de abandonarse á ellas. babian perdido los hombres hasta la q u e otros, ¿soy acaso mas fiel á vuestra gracia? ¡ Ah! aquel fuego
voluntad de reprimirlas y de someterlas... Hechos vergonzosamen- divino que vinisteis á encender sobre la tierra excite é inflame m i
te esclavos del vicio, ya no conocían esta dignidad, de que habían corazon para que lodos mis deseos sean bien regulados, mis inclina-
caído, ni el verdadero bien q u e habían perdido : ya no conocían á ciones castas y mis acciones ¡nocentes, y para q u e en adelante sin te-
Dios, ni se conocían tampoco á sí mismos. El alma habia perdido mor, seguro de vuestro socorro y tranquilo bajo vuestra protección,
el conocimiento de su naturaleza ; su inmortalidad se reputaba ya pase mis dias en el fervor de vuestro servicio, haga obras dignas de
solo una pura opinion : el hombre se creía semejante á las bestias, mi f e , camine e n vuestra presencia en los caminos de la santidad, y
porque se contentaba con vivir como ellas. Ya no se encontraba vir- todos mis pasos me guien al término de una bienaventurada paz en
tud sólida, ni se formaban sentimientos verdaderos d e religión. Los las entrañas de vuestra misericordia. Amen.
mortales, acostumbrados á caminar en las tinieblas espesas del p e -
cado y de la corrupción, no se sorprendían por los mas vergonzo-
sos desórdenes. El vicio habia y a perdido su fealdad, y la iniqui- MEDITACION VIII.
dad se cometía sin escrúpulo. Tal era la sombra de la muerte, bajo
q u e estaban sentados, ó por mejor decir, tal era el remolino q u e se GENEALOGÍA DE JESUCRISTO POR PARTE DE SAN J O S É .
(Matth. i, 1-17).
habia tragado el género h u m a n o cuando Jesucristo vino á sacarlo
fuera ; y lo ejecutó haciéndose él mismo el camino, la verdad y la E n esta genealogía se m a n i f i e s t a n e v i d e n t e m e n t e la s a b i d u r í a , la b o n d a d y
vida. Ha mostrado el camino del reino de Dios con la pureza de s u la providencia d e D i o s .
doctrina y con la santidad de su vida, y fueron enderezadas y s e -
guidas las sendas d e la justicia. Todo era mentira y engaño en el PUNTO I .
hombre, y lodo ha venido á ser por Jesucristo luz v verdad. Todo
estaba corrompido en el hombre, todo estaba m u e r t o , y todo por La sabiduría de Dios.
Jesucristo ha sido lavado, puriíicadoy vivificado. S u Evangelio ha Lo 1.° La genealogía de Jesucristo hijo de David, hijo de Abra-
iluminado el universo, lo h a sacado de su ignorancia, de sus s u - han, prueba incontrastablemente la venida del Mesías : esta prueba se
persticiones y d e sus 1 vicios... Cuando Zacarías hablaba, apenas se fortifica y se afianza mas cada dia, y confundirá para siempre la
habia levantado este Sol d e justicia, y no resplandecía aun ; pero obstinación de los judíos ; porque cuanto mas esperan al Mesías, les
ahora que nosotros hemos visto su luminosa carrera, q u e estamos es mas difícil ó imposible el probar su generación d e parte de D a -
rodeados d e su luz y d e sus f u e g o s , ¡ q u é desgracia seria para nos- vid , habiéndose mucho tiempo há confundido las familias q u e tie-
otros si caminásemos aun en las tinieblas del pecado y del error, y nen en él su origen... Adoremos nosotros á Jesucristo, el verdade-
en los caminos de la perdición y de la muerte eterna ! ro Mesías que vino en el tiempo y en la manera que Dios habia pro-
Lo 3.° El último beneficio que Zacarías reconoce en el Salvador, metido ; y adoremos la sabiduría divina q u e dispone de lodos los
que está para nacer, es la paz que viene á darnos. Paz con Dios, paz acaecimientos del modo mas propio á sus designios eternos.
con el prójimo, paz con nosotros mismos, paz sobre la tierra, v p a z Lo 2.° Esta sabiduría se manifiesta en el cumplimiento y en la reu-
v reposo eterno en el cielo. nión de las dos profecías que parecía que mùtuamente se excluían.
La primera e r á , q u e el Mesías nacería de u n a virgen ; y la otra,
Petición y coloquio. que seria heredero del trono d e David, á que las mujeres no podían
¡Oh Dios mio! no obstante tantos beneficios recibidos por vues- adquirir derecho, ni darlo á su descendencia. Pero el matrimonio
tra divina v adorable Encarnación, ¡ cuántos entre nosotros, q u e han de José con María ha quitado y allanado esta dificultad. Siendo José
sido participantes de ellos, viven aun en una mortal ignorancia de cabeza del primer ramo d e l a familia real de David, y naciendo Je-
los designios de vuestra misericordia, de los favores de vuestra b o n - sús de la legítima esposa de José, es necesariamente el único y le-
dad v de las leves d e vuestra sabiduría! Yo mismo, mas instruido gítimo heredero de José. El orden sobrenatural y milagroso de la
58 EL EVANGELIO MEDITADO. MEDITACION VIII. '»9
nes y de abandonarse á ellas, babian perdido los hombres hasta la q u e otros, ¿soy acaso mas fiel á vuestra gracia? ¡ Ah! aquel fuego
voluntad de reprimirlas y de someterlas... Hechos vergonzosamen- divino que vinisteis á encender sobre la tierra excite é inflame m i
te esclavos del vicio, ya no conocían esta dignidad, de que habían corazon para que lodos mis deseos sean bien regulados, mis inclina-
caido, ni el verdadero bien q u e habían perdido : ya no conocían á ciones castas y mis acciones ¡nocentes, y para q u e en adelante sin te-
Dios, ni se conocían tampoco á sí mismos. El alma habia perdido mor, seguro de vuestro socorro y tranquilo bajo vuestra proleccion,
el conocimiento de su naturaleza ; su inmortalidad se reputaba ya pase mis dias en el fervor de vuestro servicio, haga obras dignas de
solo una pura opinion : el hombre se creia semejante á las bestias, mi f e , camine e n vuestra presencia en los caminos de la santidad, y
porque se contentaba con vivir como ellas. Ya no se encontraba vir- todos mis pasos me guien al término de una bienaventurada paz en
tud sólida, ni se formaban sentimientos verdaderos d e religión. Los las entrañas de vuestra misericordia. Amen.
mortales, acostumbrados á caminar en las tinieblas espesas del p e -
cado y de la corrupción, no se sorprendían por los mas vergonzo-
sos desórdenes. El vicio habia y a perdido su fealdad, y la iniqui- MEDITACION VIII.
dad se cometía sin escrúpulo. Tal era la sombra de la muerte, bajo
q u e estaban sentados, ó por mejor decir, tal era el remolino q u e se GENEALOGÍA DE JESUCRISTO POR PARTE DE SAN J O S É .
(Matth. i, 1-17).
habia tragado el género h u m a n o cuando Jesucristo vino á sacarlo
fuera ; y lo ejecutó haciéndose él mismo el camino, la verdad y la E n esta genealogía se m a n i f i e s t a n e v i d e n t e m e n t e la s a b i d u r í a , la b o n d a d y
vida. Ha mostrado el camino del reino de Dios con la pureza de s u la providencia d e D i o s .
doctrina y con la santidad de su vida, y fueron enderezadas y s e -
guidas las sendas d e la justicia. Todo era mentira y engaño en el PUNTO I .
hombre, y lodo ha venido á ser por Jesucristo luz y verdad. Todo
estaba corrompido en el hombre, todo estaba m u e r t o , y todo por La sabiduría de Dios.
Jesucristo ha sido lavado, purificado y vivificado. S u Evangelio ha Lo 1.° La genealogía de Jesucristo hijo de David, hijo de Abra-
iluminado el universo, lo h a sacado de su ignorancia, de sus s u - han, prueba incontrastablemente la venida del Mesías : esta prueba se
persticiones y d e sus 1 vicios... Cuando Zacarías hablaba, apenas se fortifica y se afianza mas cada dia, y confundirá para siempre la
habia levantado este Sol d e justicia, y no resplandecía aun ; pero obstinación de los judíos ; porque cuanto mas esperan al Mesías, les
ahora que nosotros hemos visto su luminosa carrera, q u e estamos es mas difícil ó imposible el probar su generación d e parte de D a -
rodeados d e su luz y d e sus f u e g o s , ¡ q u é desgracia seria para nos- vid , habiéndose mucho tiempo há confundido las familias q u e tie-
otros si caminásemos aun en las tinieblas del pecado y del error, y nen en él su origen... Adoremos nosotros á Jesucristo, el verdade-
en los caminos de la perdición y de la muerte eterna ! ro Mesías que vino en el tiempo y en la manera que Dios habia pro-
Lo 3.° El último beneficio que Zacarías reconoce en el Salvador, metido ; y adoremos la sabiduría divina q u e dispone de lodos los
que está para nacer, es la paz que viene á darnos. Paz con Dios, paz acaecimientos del modo mas propio á sus designios eternos.
con el prójimo, paz con nosotros mismos, paz sobre la tierra, v p a z Lo 2.° Esta sabiduría se manifiesta en el cumplimiento y en la reu-
y reposo eterno en el cielo. nión de las dos profecías que parecía que mùtuamente se excluían.
La primera e r á , q u e el Mesías nacería de u n a virgen ; y la otra,
Petición y coloquio. que seria heredero del trono d e David, á que las mujeres no podían
¡Oh Dios mio! no obstante tantos beneficios recibidos por vues- adquirir derecho, ni darlo á su descendencia. Pero el- matrimonio
tra divina y adorable Encarnación, ¡ cuántos entre nosotros, q u e han de José con María ha quitado y allanado esta dificultad. Siendo José
sido participantes de ellos, viven aun en una mortal ignorancia de cabeza del primer ramo d e l a familia real de David, y naciendo Je-
los designios de vuestra misericordia, de los favores de vuestra b o n - sús de la legítima esposa de José, es necesariamente el único y le-
dad v de las leves d e vuestra sabiduría! Yo mismo, mas instruido gítimo heredero de José. El orden sobrenatural y milagroso de la
00 EL EVANGELIO MEDITADO.
concepción de Jesús en el vientre de María Virgen, lejos de quitar- Nuestra mavor gloria es sin duda el pertenecer al Hombre-Dios:
le los derechos d e sucesión, mayormente se los confirma. pero esta gloria será verdadera y eficaz para nosotros cuando viva-
Lo 3.° La sabiduría de Dios aparece aun mas visiblemente en otras mos de una manera digna de esla nuesira divina adopcion.
ventajas que trajo el matrimonio de José con María. Con este ocul-
tó Dios por un tiempo á los demonios y á los hombres las maravi- PUNTO I I I .
llas de su divina obra : proveyó al honor de María, le procuró un La providencia de Dios.
alivio y un apoyo ; y puso el colmoálos favores-de san José... Ala- Lo 1.° Esta providencia se deja ver en los diferentes estados del
bemos al Señor en las obras de su sabiduría ; alegrémonos con san pueblo escogido. Este pueblo tuvo sucesivamente para que lo gober-
José y con María; y roguemos por la conversion de los incrédulos. n a r a n , patriarcas, capitanes, jueces, reyes y pontífices; pero to-
das estas mutaciones no pusieron el menor obstáculo á los designios
PUNTO I I . del Altísimo... E n todo lo q u e sucede los hombres tienen sus m i -
La bondad de Dios. ras, pero las de Dios siempre tienen su cumplimiento... Adoremos
la soberanía de aquel que hizo el cielo y la tierra. Reconozcamos y
Esta bondad de Dios resplandece, no solo por habernos dado su publiquemos que él hace cuanto le a g r a d a , y de todo dispone según
único Hijo, y porque el Ilijo, cuya generación es eterna é infalible, el consejo de su sabiduría ; y á todo hace servir para su gloria, si-
quiere tener u n a generación y genealogía humana ; sino también guiendo las leyes inviolables de su justicia y los sentimientos de su
por la elección q u e hizo d e los Patriarcas, de quienes ha querido bondad para con nosotros.
descender, entre los cuales, lo primero, hubo Santos para excitar Lo 2.° La providencia divina se demuestra en las revoluciones que
nuestro espíritu y nuestro á n i m o : Abrahan recomendable por la fe; experimentó la familia privilegiada de Jesucristo. Ya la vemos sobre
Isaac por la obediencia; Jacob por su bondad y por su constan- el trono, va entre cadenas, y ya finalmente en la oscuridad de u n a
cia , etc. Lo segundo, hubo pecadores penitentes para animar nues- vida privada v laboriosa... ¿Quién no hubiera creído trastornados
tra confianza, David, Manasés, etc. Lo tercero, hubo pecadores de mil veces los'designios de Dios? Pues aquello mismo q u e parecía
quienes se ignora la penitencia, para hacernos vivir con cautela... destruirlos es precisamente lo que acelera la ejecución. Estaba es-
¿Quién no temblará á vista de un Salomon idólatra, de quien no se tablecido en los supremos consejos de Dios q u e en un tiempo profe-
lee la conversion? tizado v anunciado el Verbo increado, Hijo del eterno P a d r e , con-
Entre las cuatro mujeres que se nombran en la genealogía de Je- sustancial á Dios su P a d r e , habia d e tomar cuerpo eu el vientre de
sucristo , dos son pecadoras, Ta mar y Betsabé; y dos extranjeras, una virgen ; que de esta unión adorable d e el Verbo con la carne
RahabyRut, para que entendamos q u e aunque extranjeros al pue- habia de resultar un Hombre-Dios, mediador entre Dios y los hom-
blo hebreo, y aunque pecadores, no somos excluidos de aquella re- bres , cabeza de todos los cristianos, autor y principio de un n u e -
dención q u e se obró por todos los hombres. No se glorien los judíos vo culto ; que este Hombre-Dios, Hijo único de Dios, seria hijo de
de ser los hijos de Abrahan, Isaac y J a c o b : nosotros somos los ver- Abrahan, Isaac y de Jacob ; q u e descendería d e David y de Salo-
daderos hijos de Abrahan y herederos de las promesas desde q u e mon ; q u e juntaría en su persona todos los derechos de la real fa-
pertenecemos á Jesucristo hijo de David y de Abrahan... Judas y inilia'de J u d a s ; pero ¿cuántos impedimentos para el cumplimiento
sus hermanos, que han sido las cabezas de las doce tribus, son la fi- de estas profecías? ¿Cuántas revoluciones en el discurso de dos mil
gura de los doce Apóstoles, padres de todas las iglesias cristianas... años? No importa: ninguna cosa podrá oponerse á la ejecución de
¡Qué alegría ver q u e Dios pensaba en nosotros en medio de los fa- la promesa; ni la vejez de Abrahan que tenia ya cien años cuando
vores q u e hacia á los judíos; y q u e d e tal suerte pensaba q u e las le fue prometido Isaac, ni la esterilidad de S a r a , ni la mala volun-
gracias v la bondad q u e usaba con ellos eran sombra solamente, tad de Ismael contra Isaac, ni el furor d e Esaú contra Jacob, ni el
y . u n a figura de los bienes q u e preparaba para nosotros! Démos- pecado de Judas, ni la larga detención y opresion de los israelitas
le infinitas gracias, y aprovechémonos de tan grande beneficio... en Egipto, ni la mala alianza de Salmón y Booz, ni el adulterio de
David, ni la idolatría de Saloman, ni la infidelidad de la mayor par- Petición y coloquio.
te d e sus descendientes, ni la esclavitud de Babilonia, ni la pobre- Sí, Señor : todo está establecido en los decretos de vuestra pro-
za á q u e se veia reducida la familia d e David, ni el imperio roma- videncia, lodo está regulado en ellos, todo está medido, eslá seña-
no , ni la impiedad d e Herodes rey de los judíos. El día del Señor lada la carrera que yo debo correr, y no pensaré ya en olra cosa
llega en las circunstancias y coyunturas profetizadas y dichas de an. * para cumplir lo q u e me mandéis, ¡oh Jesús mió! Haced q u e s e a
temano: en el tiempo señalado h a de nacer Jesús, esto e s , nuestro fiel á mis obligaciones y conforme áYos : s í , divino ejemplar mió,
Salvador, el Cristo q u e es el ungido del Señor, q u e debe hacemos huiré todo lo q u e Yos habéis huido, y no buscaré mas q u e a q u e -
participantes d e su santa unción ; el hijo de David que los judíos es- llo q u e Yos habéis buscado : buscaré, á vuestro ejemplo, la gForia
peraban como á quien debía restablecer el reino de sus p a d r e s ; el q u e viene de Dios : huiré aquella q u e viene de los hombres. Esté
hijo de Abrahan, en quien deben ser benditas todas las naciones, y lejos de mí el gloriarme de la cualidad del nacimiento de mis a n -
que en cualidad de Hijo único de Dios y de primogénito de los hijos tepasados, de alabar olra cosa eu ellos que lo q u e Yos habéis p r e -
de los-hombres, será su fiador y su víctima, para ser por eso su miado : esté lejos de mí el esconder la medianía de fortuna en q u e
pontífice, su juez y su rey. nací, ó acaso mi oscuro origen bajo nombres supuestos y fabulo-
. Lo 3.° La providencia divina resplandece en la circunstancia que es- sas grandezas. ¡Qué flaqueza y qué miseria seria esta, Dios mió,
cogió Jesucristo para su nacimiento. Debía nacer d e la familia r e a l ; para u n corazon hecho para Yos! ¡Qué desorden en m i , q u e soy
pero la sangre de David ya no estaba sobre el trono, ya se habia ro- cristiano, destinado para el cielo y llamado á poseer un trono, u n a
to el cetro de Judas y se habia abolido su soberanía; su gloria y sus corona y una gloria inmortal, si tuviera en mira otras glorias dis-
riquezas ya habian desaparecido ; no habia quedado ni se hallaba tintas de aquellas de mi nacimiento divino, de mi familia celestial
otra cosa q u e la v i r t u d , y esta es como la señal d e q u e ya está cer- y de mi cualidad eminente y sobrenatural de hijo de Dios! Haced,
ca el libertador. El trono temporal de David era la figura del trono Señor, que en cualquier estado que me halle corresponda á vuestra
espiritual del Mesías; y este es un carácter por q u e debia reconocer- sabiduría cumpliendo vuestras miras, á vuestra bondad sirviéndoos
se ; pues si se hallara en posesion de la gloria h u m a n a , hubiera si- con amor, y á vuestra providencia conformándome con vuestros d e -
do difícil el distinguir el reino temporal del espiritual, y aquellos signios, y concededme el hacer un santo uso de la prosperidad ó
q u e se hubieran hecho del partido de Jesucristo se hubieran podi- d e la adversidad, d e la exaltación ó de la humillación, por donde
do engañar á sí mismos sobre este punto. ¿Cómo habría podido J e - Yos queráis salvarme. Amen.
sucristo condenar la vanidad del mundo si hubiera nacido entre las
pompas del siglo? ¿Cómo predicarlos caminos del cielo y seguir los
de la tierra? ¿Cómo establecer con su doctrina el desprecio d e las MEDITACION IX.
cosas presentes, si su nacimiento, su vida y su ejemplo hubieran SAN JOSÉ ES INSTRUIDO POR UN ÁNGEL DE LA ENCARNACION DE
combatido lo que enseñaba? Esta es la causa de la decadencia de los JESUCRISTO.
antepasados y mas vecinos al tiempo del Mesías : este es el ejemplo (Maiih. i, 18-25).
y la ley que ha dejado á su posteridad; esto e s , á los cristianos y á
cada uno de nosotros en particular. De aquí aprenderémos lo q u e El Evangelio n o s e n s e ñ a a q u í c u a n t o m i r a á M a r í a , á J o s é y á J e s ú s . . .
debemos estimar y buscar. Adoremos aquella divina providencia que
gobierna todas las cosas, conservemos la paz del corazon en todos PUNTO I .
los accidentes de nuestra v i d a ; y ó sea que Dios nos consuele y nos De lo que mira á María,
ensalce, ó sea que nos abata y nos humille, recibámoslo con sumi-
sión y con reconocimiento á sus adorables disposiciones. Hijos de «La generación y el nacimiento de Jesucristo fue de este modo:
rey ó hijos d e artesanos, Jesús sea siempre nuestra p á u t a , -nuestro «Estando su Madre María desposada con J o s é , se descubrió haber
modelo y nuestro ejemplo: él h a sido uno y otro. « concebido en el vientre, del Espíritu Santo, antes que se juntasen...»
(J4 EL EVANGELIO MEDITADO. MEDITACION IX. 65

Eslas pocas palabras nos convidan á a d m i r a r e n María, l . ° s u exal- no duda q u e Dios quiera hacer por ella lo q u e ella no puede ejecu-
tación; 2.° su silencio en su exaltación; 3.° su confianza en Dios en tar. Tenia el ejemplo de Isabel su parienta, á quien el Señor habia
la circunstancia mas crítica. revelado la encarnación del Verbo. ¿ P o r ventura n o esperará que
Lo 1.° Exaltación de María... Por el misterio de la Encarnación hará otro tanto en favor de su Esposo, pareciendo mas necesaria que
contrae la unión mas íntima con las tres Personas d e la santísima la primera esta segunda revelación ?... ¿ N o debia ella pensar q u e las
Trinidad. misteriosas razones de su preñez debian ser reveladas por el cielo
Primero con Dios P a d r e , q u e en alguna manera se la asocia y la mismo, no siendo cosa natural q u e sea creída por su palabra y so-
hace participante de su divina fecundidad, viniendo á ser María Ma- bre su fe la persona misma interesada? Continúa, pues, á esperar
dre en el tiempo d e aquel d e quien él es Padre en la eternidad, y no v á c a l l a r , persuadida de la asistencia divina. No se cree encargada
comunicando con persona alguna sobre la tierra su divina materni- de revelar á los hombres el secreto que se le ha confiado. Solo el Se-
dad, así como el Padre en el cielo no c o m u n i c a con alguno su divi- ñor sabe el tiempo y la manera de descubrirlo , á quién, y cómo le
agradará. María confia en é l ; y n o piensa en otra cosa que en sus
na paternidad.
misericordias: adora la oscuridad misteriosa de sus miras sobre ella,
Con Dios Hijo, de quien es Madre en el sentido mas propio y mas
v e n t e r a m e n t e se abandona al cuidado de su providencia... ¡ O h c u á n
real: ella lo lleva en su vientre; y el mismo q u e es el único Hijo de
digna es esta Virgen q u e ha venido á ser madre de haber sido e s -
Dios, es el único Hijo de María.
cogida por Dios! ¡oh cuán digna es d e nuestros respetos, de n u e s -
Finalmente con el Espíritu Santo , que siendo el amor del Padre
tra confianza y de nuestra admiración!
v del Hijo , es como el nudo d e la augusta Trinidad , y es también
como el nudo, el vínculo y el autor de todo este misterio. María ha
concebido por sola su divina operacion: por esto queda virgen, a u n - P U N T O II.
que madre. El Hijo, que en la generación eterna no tiene otro p a - De lo que mira á san José.
dre q u e Dios sin m a d r e , no tiene en la generación temporal otra
madre que María sin padre... ¡ Ah! ¿quién podrá tener d e María Ahora, p u e s : «Y José , su marido, siendo justo, y no querien-
una idea q u e corresponda á lo elevado de su dignidad? S e a , pues, «do exponerla á la infamia, quiso dejarla secretamente. Pero mien-
para siempre bendita y ensalzada d e todos los pueblos de la tierra «tras estaba en este pensamiento , u n Ángel del Señor se le apare-
y de todos los ciudadanos del cielo esta Virgen gloriosa, esta bien- «ció en sueños, diciendo: José, hijo de David, no temas de admi-
aventurada Madre de Dios. «tir á María, tu consorte; porque lo q u e en ella ha nacido es del E s -
Lo 2.° Silencio de María en su exaltación... Silencio lleno de h u - « píritu Santo: y parirá u n hijo, á quien pondrás por nombre J e s ú s ;
mildad : ninguna cosa dijo ella de las grandes q u e Dios había obra- « porque él salvará á su pueblo de los pecados de ellos... Despertán-
do en su persona: ninguna confianza usó con san Joaquín su p a - «dose, pues, José del sueño, hizo lo que le habia ordenado el Á n -
dre , ni con santa Ana su madre , aun cuando supiese cuánto ellos «gel del Señor, y tomó consigo á su consorte...»Consideremos aquí :
se habían de interesaren esto... Silencio lleno de resignación... Ma- Lo 1.° La inquietud de san José... ¡Qué p r u e b a ! ¡ qué perplejidad
ría no debía temer ciertamente las murmuraciones del pueblo, ni para este hombre justo! Ve el estado en q u e está María; pero conoce
las reprensiones de su familia. La obligación contraída con José era su piedad. Está persuadido de la pureza de su corazon y de la san-
notoria á lodos; pero ¿podia vivir tranquila respecto á su casto Es- tidad de su vida: su conducta irreprensible lo asegura de su fide-
poso? ¿. Podia acaso dudar que su situación no lo habría puesto en lidad; pero su situación depone contra ella, y aun parece q u e su
una cruel agitación? El solo cuidado de su propio honor ¿ n o debia mismo silencio la acusa. No ve sobre qué absolverla, y no se atreve
obligarla á confiarle el misterio de su preñez? Y con todo no le dice á condenarla. Ver lo q u e no se puede pensar, ¡qué pena! ¡Qué ten-
ni una palabra: deja á la sabiduría de Dios el pensamiento d e ins- tación !... Así ¡ oh Dios mió! ponéis Vos á vuestros siervos en las mas
truirlo. duras pruebas y purgáis su virtud... José para satisfacer á u n tiempo
Lo 3.° Su confianza en Dios... E n esta crítica circunstancia María á la lev q u e le prohibe la compañía de una mujer adúltera, y á s u
O T. I.

«
66 EL EVANGELIO MEDITADO. MEDITACION IX. 6 7

inclinación de no deshonrar á M a r í a , forma la resolución d e aban- su casa, y en ella se mantuvo virgen el resto de sus dias; pero a u n -
donarla secretamente... E n la ignorancia y en l a alternativa cruel q u e virgen, llevaba e n su seno al Hijo de Dios: José no faltó á a l -
en q u e se hallaba este hombre justo, ¿ q u é cosa podia pensar ni mas g u n a de las atenciones q u e pedían las prerogalivas de la Madre y la
sabia ni mas moderada"?... ¡ Ah ! este ejemplo tan conforme al e s - dignidad del Hijo. ¿ Y por q u é no somos nosotros tan dóciles á la voz
píritu del Evangelio nos sirva de regla, si nosotros fuésemos asalta- de Dios, cuando con su gracia nos habla al corazon?
dos en nuestro honor, a u n d e la gente de bien, de nuestros herma-
nos y de nuestros prójimos, para callar, para gemir delante de Dios, PUNTO m .
y para poner en sus manos nuestros intereses, ó á lo menos para De lo que mira á Jesucristo.
lio defenderlos con calor. Y nos enseñe, cuando veamos el honor de
los otros asaltado, á suspender nuestro juicio, á g u a r d a r silencio y «Y todo esto sucedió para q u e se cumpliese cuanto eslaba dicho
á enderezarnos á Dios, q u e ilumina los espíritus y calma los cora- « por el Señor por medio del Profeta, que dice: Mira que la Virgen
zones exasperados y prevenidos. «concebirá y parirá u n hijo, y lo llamarán por nombre Manuel, q u e
Lo 2." La consolacion de José cuánto mas honrosa es y cuánto mas «se interpreta Dios con nosotros...»
abundante... Es \isilado de u n Ángel de parle del Señor, es admiti- Primeramente: Observemos como Jesucristo cumple las profecías...
do al secreto de un misterio ignorado de toda la tierra, es confirmado No solo es el cumplimiento de la ley y de los Profetas, sino q u e dictó
esposo de María por orden de Dios mismo, es constiluido cabeza de él mismo también como Dios á los Profetas lo q u e debían escribir. •
la santa familia, con todos los derechos de un padre sobre el Hijo de Él mismo reguló anticipadamente, é hizo anunciar todo aquello que
Dios, y en esta cualidad se le encarga ponerle el nombre de Jesús... quería ejecutar sobre la tierra. Él quiso decirlo lodo menudamente
j O h , y cuan bueno es el S e ñ o r ! Él mismo enjuga las lágrimas de de antemano para imprimir á su religión un sello q u e la mentira j a -
aquellos q u e ama , despues d e haberlos probado , y los consuela á más ha podido contrahacer... É l e s , p u e s , el que quiere nacer de
proporcion de cuanto han sufrido. Tiene por bien el obrar milagros una madre virgen, llena de gracia y exenta de toda m a n c h a , y el
antes que abandonar sus siervos en las necesidades, y es siempre q u e eligió todas las circunstancias de su nacimiento, de su vida y de
fiel en recompensar á aquellos q u e en sus penas no piensan en otra su muerte: y esto es lo q u e jamás debemos olvidar nosotros cuando
cosa q u e en cumplir su ley y en complacerle... leamos q u e las cosas han acaecido para cumplir las profecías; pero
Lo 3.° La fidelidad de José á las órdenes de Dios y al ministerio cuando las profecías miran los pecados d e los h o m b r e s , son efecto,
que se le ha confiado... Cree, sin poner la menor dificultad, el miste- no d e la elección de Dios, sino de su previsión y de su providencia...
rio que el Ángel le revela, obedece sin dilación á las órdenes del Se- Adoremos al Hijo de María, Hijo de Dios, absoluto Señor de los tiem-
ñor, y toma su mujer consigo. Le había sido sospechosa esta Virgen pos y d e los acontecimientos, fiel en cumplir sus promesas, y en el
santa, y ahora le es mucho mas respetable: la habia juzgado indig- verificar su palabra auunciada por los Profetas.
n a de s í , y ahora se juzga inferior á ella, y comprende hasta qué Lo 2.° Examinemos cuál es el nombre de Jesucristo en la profe-
punto debe, no solamente amarla, sino es honrarla. Es instruido por cía... Él es llamado Manuel; esto e s , Dios con nosotros. Pero con
el mensajero de Dios del secreto de la encarnación del Verbo, y des- nosotros ¿en cuántas maneras? Dios con nosotros en su encarnación,
de entonces conoce q u e nada tiene de común con las ordinarias alian- Dios unido á nuestra h u m a n i d a d , Dios-Hombre, Hombre-Dios. Dios
zas su unión con María, que delante d e los hombres él es el marido con nosotros por su nacimiento y por el curso de su vida mortal. Dios
de la V i r g e n , pero que en el orden de la Providencia debe solo te- con nosotros por medio de la gracia y de la adopcion q u e h a hecho
nerlo por compañero, por a y o , y por consolador. ¡ Con q u é celo y de nosotros. Dios con nosotros mediante su perpétua protección, que
con qué fidelidad cumpliría en adelante este santo ministerio! Cor- aleja todo error de su Iglesia, nuestra madre. Dios con nosotros en la
respondió al respeto, á la confianza y á la obediencia que le tuvo Eucaristía, en el santo sacrificio y por medio de la comunion. Dios
María con los sentimientos d e una veneración q u e se la hacia mirar con nosotros en el recogimiento, en la oracion, en la tentación, en
mucho mas como soberana q u e como esposa... Ella entró virgen en el sufrimiento, en la muerte y en la eternidad... ¡Cuántos favores!

«
- q u é misericordia! Queriendo Dios estar con nosotros de tantas m a -
neras, ¿será posible que nosotros no queramos estar con el?
MEDITACION X .
Lo 3 0 Consideremos cuál es el nombre de este Dios-Hombre en el
Evangelio. El nombre de Jesús, esto es, Salvador, nombre sagrado LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR.
q u e explica el de Manuel, y que nos hace c o m p r e n d e r por q u e Dios (Luc. ii. 1-7).
quiere ser u n Dios con nosotros, y por q u é viene á nosotros. No vie-
El E v a n g e l i o en la d e s c r i p c i ó n de e s t e m i s t e r i o n o s h a c e v e r : 1.° c o m o Dios
ne va para juzgarnos, condenarnos y castigarnos; viene para con- es inefable en s u p r o v i d e n c i a . . . 2 . ° c o m o J o s é y M a r í a s o n a d m i r a b l e s en s u s
solamos, para sostenernos, fortificarnos, defendernos, librarnos y v i r t u d e s . . . 3.° como J e s ú s es a d o r a b l e en s u p e s e b r e .
salvarnos... Ü n grande nombre trae mas bien deshonor cuando se
obtiene sin merecerlo, ó cuando se lleva sin sostenerlo. Jesucristo PUNTO I .
llena toda la idea del nombre del Salvador, y lo sostiene con el pre-
Dios inefable en su procidencia.
cio d e su sangre... Nombre lleno de graciav de verdad, q u e indica
no solo su persona, sino también la potencia y el ministerio de este «Sucedió en aquellos dias q u e salió u n edicto d e César Augusto
Dios Redentor. Viene á salvar su pueblo, esto e s , a los judíos y a « para que se empadronase todo el m u n d o : este primer padrón fue
todos los pueblos, q u e por haberlo aquellos desechado , y por una « hecho por Cirino, presidente de la Siria. Y iban todos á dar el nom-
disposición contraria á la de los judíos, entrarán en sus derechos. I o -
b r e cada uno á su ciudad...»
dos son llamados á la salud. Todos aquellos que querrán reconocer
Aquí vemos en Dios una procidencia: lo 1.° Segura en la ejecución
á Jesucristo , creer en él y obedecerle, serán lavados de sus peca-
por mas que parezca imposible... María estaba en su casa con su ma-
dos, libres de la esclavitud del demonio y del infierno, y gozaran de
rido y con todo eso para nuestra instrucción debe nacer su Hijo en
la vida eterna... ¿Y podrá aun hallarse e n t r e nosotros quien quiera
un establo. ¿Cómo podrá esto ejecutarse? María está establecida en
preferir el pecado al Salvador, la esclavitud á l a libertad, la propia
Nazaret, se acerca su parto sin q u e ella tenga el mas mínimo pen-
perdición á su salud, el demonio á Dios, y al cielo el infierno?
samiento d e dejar esta ciudad , y sin e m b a r g o , según el Profeta \
el Salvador debe nacer en Belen. ¿Cómo, pues, se podrá esto c u m -
Petición y coloquio. plir'' María es de una coudicion o s c u r a , mujer d e u n artesano, de
¡Jesús! ¡oh nombre lleno d e grandeza y de poder, lleno d e pla- una pequeña ciudad d e Galilea, y no obstante es necesario q u e su
cer y de dulzura! abatid con vuestro poder y confundid á mis ene- Hijo sea reconocido por el Mesías, y q u e se manifieste á los ojos
migos, penetrad con vuestra dulzura y ablandad mi corazon. ¡ Oh Je- del universo que es de la familia real d e David. ¿Cómo , p u e s , se
sús! ¡oh María! ¡oh José! ¡oh nombres preciosos y llenos de amor! compondrá esto? Pues todo puntualmente se compone y se cumple.
Seáis para siempre impresos en mi espíritu, y estampados en mi m e - La Providencia divina hace servir á sus designios u n edicto con q u e
moria : estad continuamente sobre mi lengua, y sed la última pala- solo intentaba el Emperador cumplir los provectos de una política
bra que pronuncien mis labios moribundos... Amen. del todo h u m a n a , satisfacer su vana curiosidad, y tener una noticia
exacta de las fuerzas y d e las riquezas de su imperio.
Lo 2.° Universal enlos medios mas propios y proporcionados... T o -
do en la tierra está subordinado á aquella h u m a n a potencia q u e todo
lo sujeta á sí, y q u e hace q u e todo contribuyaá la manifestación d e
su gloria. El edicto del Emperador conduce á María á Belen, y el
concurso de forasteros q u e como ella obedecían al edicto le impide
hallar u n alojamiento. Los mas grandes acontecimientos, como los
mas pequeños, los vicios y las virtudes, la vanidad de Augusto co-
i M i c h . v , 2.
70 E L EVANGELIO M E D I T A D O . -

mo la humildad y la obediencia de María, todo concurre a l a s miras perador que habia hecho el edicto: él era idólatra... A p r e n d a m o s á
de la Providencia y á la ejecución de sus designios... E l hombre no someternos á las potestades de la tierra, aunque sean rigurosos sus
puede imaginar cuáles son los medios q u e Dios ha previsto, y q u e mandatos; basta que no s e a n manifiestamente opuestos á los de Dios.
emplea para la ejecución d e aquello q u e ha establecido, y la piedad El verdadero fiel reconoce la orden del cielo en la del principe bajo de
exige que los adoremos sin querer penetrarlos. quien vive; sea él justo ó vicioso, pagano ó idólatra, hereje ó cató-
Y lo 3.° Profunda en sus miras, aunque cubiertas algunas veces con lico , le rinde sus homenajes y el tributo legítimo de su obediencia.
el velo del caso... Jesús nace en Belen para cumplir l a profecía q u e Lo 2.° Admiremos cuál fue la paciencia de María y de José en los
señala el lugar de su nacimiento. E s auténticamente registrado en desprecios que tuvieron que sufrir. Representémonos lo que natural-
los públicos registros del imperio, para que quede manifiesto á las mente debió sucederles en estas circunstancias. Habiendo llegado al
naciones d e la tierra cuál f u e el lugar y el tiempo de su nacimien- término en q u e esperan hallar reposo, encuentran en su lugar u n a
to , y que él es el hijo de Abrahan y el heredero de David. Nace en fatiga mas grande. Buscan al llegar á Belen u n a casa para alojarse,
un establo, y es colocado en u n pesebre para ser el fundador de un y no la encuentran: caminan mas adentro de la ciudad, recorren to-
imperio eterno, que debe sujetar todos los imperios y todos los mo- das las calles, todo está lleno: vuelven atrás, suplican, solicitan, todo
narcas de la tiérra á las leves de la humildad y del despego... Á los es inútil: parientes, amigos, personas conocidas, todos están sordos a
ojos de la carne todo parece aquí efecto del caso. Pero ¿ q u é cosa es sus voces: otra cosa no reciben que desprecios é insultos: el frío, la
el caso? Nombre vacío y quimérico. ¡ Á h , Dios mió! todo va r e g u - noche, el tumulto, el ruido d e una multitud de extranjeros, el con-
lado y dirigido por orden de vuestra providencia, y esta es santa curso público aumentan mas su pena, su embarazo y su fatiga. ¡ E n
y adorable. Son ciertamente ciegos los hombres tanto en sus juicios q u é estado se halla María! ¡ E n q u é inquietud se encuentra sumer-
como en sus proyectos. Por m í , S e ñ o r , en cualquiera l u g a r , y en gido José! Pero su paciencia es invencible: no sale de su boca u n a
cualquiera situación que me halle, siempre reconoceré vuestra m a - palabra, un sentimiento de queja, un lamento. M e j o r instruidos q u e
no , q u e gobierna el universo, y adoraré con sumisión las santas y otros hombres de los secretos de la conducta de Dios, saben bien q u e
augustas disposiciones de vuestra providencia. aquellos que él emplea en empresas grandes deben estar dispuestos
á las mas duras pruebas...
PUNTO I I . Lo 3.° Admiremos cuál es su resignación en el partido que se hallan
obligados á tomar. Excluidos de todas las casas por la multitud de los
José y Maña son admirables en sus virtudes. huéspedes, se retiran á u n establo. Aquí es donde Dios condúcelas
«Y fué también José de Nazaret, ciudad de la Galilea, á la ciu- dos personas mas santas y mas amadas de la tierra, María y José.
«dad de David, llamada Belen , en la J u d e a , por ser él de la casa Reconocen la mano que los dirige, la adoran con amor y resigna-
« y familia de David, á dar su n o m b r e , junto con María desposada ción. Y para recompensar su fidelidad el S e ñ o r , y para colmarlos
«con é l , q u e estaba en cinta: y sucedió q u e mientras allí se halla- de sus favores mas señalados les d a la felicidad de ser ellos solos los
« b a n le llegó el tiempo d e parir. Y parió á su Hijo primogénito, y primeros q u e tengan el gozo de ver al Verbo encarnado. E n este al-
«lo fajó, y lo reclinó en u n pesebre, porque n o había lugar en el bergue, pues, bien conveniente á u n niño destinado á morir u n día
«mesón...» sobre una cruz , un sábado 1 cerca de la media noche, María, sin
dolores, y sin perjuicio de su inviolable virginidad, echó al mundo
Admiremos aquí en María b primero su obediencia á las órdenes
su Hijo, cabeza, heredero y primogénito, según la c a r n e , d e la casa
del Emperador. Obedecen sin buscar pretextos d e exención, ni en
de David : exenta de las sujeciones c o m u n e s , lo había concebido
la nobleza d e su origen: ellos eran d e sangre r e a l ; ni en el santo
por obra -de Dios, v fue privilegiada y libre de la maldición de Eva.
misterio de q u e eran los ministros y los cooperadores: María lleva
Parió á Jesucristo sin alguna de las consecuencias humillantes y do-
en su vientre el Hijo de Dios; ni en la fatiga del viaje, este era lar-
lorosas q u e acompañan la maternidad de las otras m u j e r e s , y se
go y difícil; ni en el riesgo q u e corría esta Virgen santa: ella estaba
i 25 de diciembre del año de la fundación de R o m a 753.
en el nono mes, y en el rigor del invierno; ni en el carácter del E m -
7 2 E L EVANGELIO MEDITADO.
halló en estado de servirlo luego que nació. Ella misma lo envolvió va el rigor del frió, y se cubren de lágrimas sus ojos amables, no para
en los paños, y lo reclinó en el pesebre q u e le sirvió de cuna. Aquí llorar sus males, sino para lavar nuestros pecados. ¡Oh dulce Cor-
esta Señora le ofreció con su Esposo los primeros y los mas puros dero ! Yos habéis nacido en un establo, y no se pasará mucho tiempo
homenajes que jamás le ofreció la tierra. Alegrémonos con esta di- sin q u e seáis sacrificado por nosotros sobre el altar de la cruz.
vina Madre y san José, y á las suyas unamos nuestras alabanzas, y Lo 3.° Jesús recien nacido es nuestro Maestro y nuestro modelo. Si
procuremos sobre todo imitar s u resignación, su paciencia, su su- él nos d a u n precepto de obediencia, de humildad, de paciencia, de
misión y su fidelidad. mortificación , de desinterés y de pobreza desde los primeros pasos
q u e da en el m u n d o , ¿no nos da al mismo tiempo el ejemplo? Nace
PUNTO I I I . en un pesebre y en un establo, de q u e se sirve solo de prestado. ¡ Qué
Jesús adorable en el pesebre. voces tan elocuentes tienen este establo y este pesebre para enseñar-
nos á acariciar las virtudes q u e Jesús nos manda, y para inducirnos
¿Y quién es, p u e s , este Jesús que nace en un pesebre? E s nues- á aquel generoso y real desprecio de todo aquello q u e el mundo es-
tro Dios, nuestro Mediador y nuestro modelo. tima, y á la estima de todo aquello q u e el mundo desprecia!
Lo 1.° Es nuestro Dios... Es el Hijo de Dios igual al Padre por su
divinidad y semejante á nosotros por su humanidad. Es nuestro Dios; Petición y coloquio.
pero, como lo llama I s a í a s D i o s verdaderamente escondido. ¡Qué Yenid á m í , ¡ oh Salvador mió! dignaos d e nacer en mi corazon.
prodigios! ¡ El E t e r n o , niño de un día! ¡ El Yerbo de Dios, niño sin Haced que instruido d e vuestro ejemplo y ayudado de vuestra gra-
habla! El Omnipotente, un niño débil! ¡Oh gran Dios! a u n q u e es- cia sea pobre de espíritu, humilde de corazon, como extranjero so-
condido, la fe os revela á mi corazon, y os ofrezco mis mas profun- bre la tierra , mortificado y obediente, como sois Yos en vuestro pe-
dos homenajes. Si Yos escondeis el esplendor de vuestra majestad sebre. ¡ Yos hecho niño por mí para que yo venga á ser hombre per-
entre las delicadas sombras de la infancia, no sois ya por eso menos fecto! Yos ¡oh divino Jesús! habéis sufrido ser envuelto en las fajas
adorable, antes bien en ellas os mostráis mas amable. ¿Y qué? ¡El para desatarme d e todos los lazos del pecado: habéis querido yacer
Hijo de Dios aun antes d e nacer obedeceá un príncipe de la tierra! en u n establo para admitirme á vuestro altar aquí en la tierra, y á
¡El Mesías tan largo tiempo esperado y tan ardientemente deseado no vuestra gloria en la eternidad : habéis bajado á la tierra para ensal-
experimenta otra cosa de parle de los hombres q u e desprecios! ¡El zarme hasta los cielos. L a injuria y el desprecio q u e habéis sufrido
Rey de Israel, el Rey del cielo y de la tierra, nacido en u n establo, cuando se os negó u n lugar en las posadas, me asegura á mí mismo
yace sobre la paja! ¡ Ah! lo comprendo, Señor, vuestro reino no es una habitación permanente en vuestro paraíso. Finalmente, Yos os
de este m u n d o , vuestro reino es el reino de las virtudes sobre la tierra habéis hecho débil para fortificarme, y pobre para enriquecerme
y de la gloria en el cielo. • Haced, Señor , que tales gracias no vengan por su inutilidad á ser
Lo 2." Este Jesús es nuestro Mediador y nuestra víctima. Por una tantos títulos de condenación contra m í , sino que aprovechándome
parte encendido de amor para con Dios, su Padre, y lleno de celo por de ellas me lleven á la gloria. Amen.
su gloria, le rinde ya desde su pesebre adoraciones dignas de su m a - 1 I s a i . LV, 8 ; I I C o r . i , 9 .
jestad y grandeza, y se ofrece á cumplir todas sus voluntades: él es
sumamente amado de su P a d r e , y el objeto de sus mas tiernas com-
placencias. Por otra parle, encendido de amor para con los hombres,
y lleno d e celo por su salud, se les asocia, se hace su cabeza, y se
ofrece á sí mismo para satisfacer enteramente por ellos. Y por esto
¿cuánto debería ser amado? Ya su cuerpecilo tierno es ofendido y
molestado d é l a dureza del pesebre, sus delicados miembros sufren
1
I s a i . x i . v , 15.
MEDITACION X I . 7 5
sidad de nuestras luces ni d e nuestros razonamientos. Lo debemos
MEDITACION XI. adorar con simplicidad d e fe en el pesebre y en la Eucaristía si q u e -
ADORACION DE LOS PASTORES.
remos ser participantes de los frutos de estos dos grandes misterios.
(Luc.u, 8-20).
2.° ¿Cuálfue la conducta de los Ángeles? Improvisamente se vie-
ron estos pastores rodeados de una resplandeciente luz que penetró
El Evangelio distingue en este suceso t r e s tiempos diferentes : 1.° el tiempo las tinieblas de la noche. Con el favor d e este dia milagroso advir-
en que los pastores fueron avisados por el Ángel del nacimiento del S a l v a d o r ; tieron cerca de sí un Ángel del cielo, y al principio fueron sobrecogi-
2." el tiempo de su p a r t i d a , de su a r r i b o y de su demora en Belen ; 3." el
tiempo en que se vuelven á sus casas.
dos de un gran temor, pero les duró m u y poco. Su regocijo fue a u n
mucho mayor, y fué creciendo siempre, de modo q u e no tuvo otro
término q u e el de su vida... El Ángel les h a b l a , y ellos no le con-
PUNTO I. tradicen, por sorprendente q u e sea la nueva q u e les a n u n c i a : por esto
Los pastores son avisados por el Ángel del nacimiento del Salvador. su fe merece ser premiada y sostenida con nuevos prodigios... « Y
«de repente se unió con el Ángel u n ejército d e la celestial milicia
« Y habia en aquella región unos pastores que velaban, y hacían « q u e alababa á Dios...» ¡ Qué bella suerte para estos pastores ser co-
«de noche la ronda al rededor de s u rebaño... Cuando hé aquí q u e mo testigos del júbilo que en la gloria forma la bienaventurada clase
«llega cerca de ellos el Ángel del S e ñ o r , y u n resplandor divino los de los Ángeles y de los Santos, cuya ocupacion no es otra que b e n -
«cercó d e luz, y fueron sobrecogidos de gran temor... Y el Ángel les decir y alabar al Señor con cánticos y transportes eternos! Pero ¿ q u é
«dijo: No temáis, porque veisme aquí q u e vengo á traeros la n u e - nueva impresión no debió hacer en estos pastores la separación d e
« va de una grande alegría que tendrá todo el pueblo: porque os h a estos bienaventurados espíritus, que á un mismo tiempo todos j u n -
«nacido hoy á vosotros el Salvador, q u e es Cristo Señor, en la ciu- tos, y en una manera visible, se elevaron hacia el cielo para conti-
«dad de David, y esta será para vosotros la señal: encontraréis al nuar allí sus divinos cánticos"? ¡Qué espectáculo para sus ojos! ¡qué
«Niño envuelto en las fajas, reclinado en u n pesebre. Y de repente arrebatamiento para sus corazones!
«se unió con el Ángel una multitud d e la celestial milicia q u e ala- 3.° ¿Qué les dicen estos mensajeros del cielo ? El primero d e ellos
«baba á Dios, diciendo: Gloria á Dios en lo mas alto del cielo, y paz les anuncia el Salvador, se lo indica bajo unas señales tan seguras
«en la tierra á los hombres d e b u e n a voluntad. Y despues q u e los como sorprendentes, y todosá una celebran su nacimiento. «No te-
«Angeles se retiraron, etc...» « mais, les dijo el Ángel, porque veisme aquí á traeros la nueva de
1.° ¿Quién eran estos pastores? E r a n de u n a condicion pobre y « u n a grande alegría q u e tendrá todo el pueblo...»
oscura; y llamándolos el Salvador los primeros á su c u n a , hace ver Israel espera al Mesías. Hoy, en esta noche misma, pocos m o m e n -
q u e no desecha personas: vamos, p u e s , nosotros á él con confian- tos h á , este Niño tan deseado ha nacido en Belen, aquella ciudad d e
za... Eran laboriosos y estaban despiertos: vivían una vida inocen- donde era nativo David. Este Niyo es el Salvador, n o de los Ánge-
te, simple y conforme á su estado. E l ocio, la delicadeza v las o c u - les, sino vuestro : es el Salvador j no como aquellos q u e Dios fre-
paciones peligrosas son el origen y l a causa de los pecados q u e ale- cuentemente os ha enviado, y que eran solo figura d e este, sino el
jan de Dios y de sus favores... E r a n pastares: esta es la amable idea Salvador por excelencia, el Salvador de todos los h o m b r e s : este es
bajo la cual Nuestro Señor frecuentemente se ha representado á sí su ministerio y el exceso de su caridad : él es el Cristo , el Ungido
mismo , como el soberano Pastor d e nuestras almas, y amó en e s - del Señor; ha recibido la unción de la divinidad para ser R e v y S a -
tos la imágen de los Pastores de su Iglesia... Tenían u n corazon recto cerdote eterno: este mismo es el Señor del universo, de los Angeles
y dócil: esperaban al Mesías en el estado en q u e Dios quisiese dár- y de los hombres, el Autor de la naturaleza y de la gracia, el Dueño
selo, sin discurrir ni razonar sobre lo que debia ser, ó sobre lo q u e absoluto d e todas las cosas: esta es su grandeza y esta su potencia...
debía hacer ; por esto lo reconocieron y lo adoraron tal cual se les ¡ Qué vergüenza para nosotros! Los Ángeles entran á parle de u n
mostró... El Yerbo de Dios, q u e vieneáinstruirnos, no tiene nece- misterio cuyos frutos no son para ellos; y nosotros, para quien nace
76 . E L E V A N G E L I O MEDITADO.
el Salvador, nosotros que tan fácilmente nos entregamos á las ale- ¿ Qué cosa esla que anima á los pastores para ir á ver las ma-
grías insensatas y falsas, ¿estamos tan indiferentes y tan insensibles ravillas que les han anunciado? Primero el buen ejemplo... Se exci-
á la grandeza de esta? tan y se animan los unos á los otros á corresponder á la gracia q u e
Pero ¿ á q u é señal, dice el Ángel q u e reconoceréis vosotros el Dios les ha hecho ; y luego al punto tuvieron todos u n mismo cora-
Salvador tan caritativo y tan poderoso, y anunciado ya de tanto tiem- z o n , u n a misma a l m a , u n a misma voluntad, los mismos pensa-
po? «Encontraréis, prosigue, u n niño envuelto en fajas, reclinado mientos, las mismas palabras, los mismos sentimientos y la misma
« en u n pesebre...»Y este niño, este es el Mesías, aquel en quien re- acción de ir á ver á Jesucristo, autor de su salud... De la misma
siden los tesoros d e la sabiduría de Dios. Fajas, estas son las seña- m a n e r a las amistades, las compañías, las familias, todos los fieles
les de s u grandeza y de su potencia. Un pesebre, este es el trono de deberían m u t u a v continuamente excitarse con sus discursos y con
su gloria... Orgullo del m u n d o , ven á romperte y á hacerle pedazos sus ejemplos á la virtud, á la paciencia, a l a penitencia y á las bue-
contra este pesebre: hombre soberbio, reconoce que la humildad de nas obras. Deberíamos también nosotros animarnos á la piedad con
tu Salvador es el solo camino para volver á entrar en los bienes que el ejemplo de los Santos q u e nos han precedido, de tantas almas fer-
te ha hecho perder tu orgullo... vorosas que nos rodean, ó q u e esparcidas en toda la Iglesia nos gri-
Apenas este capí tan de los espíritus celestiales hubo anunciado el tan , y nos solicitan á unir á los suyos nuestros homenajes y nuestras
Mesías, «se le unió u n escuadrón de la milicia del cielo...» y ento- operaciones.
nó aquel divino cántico: Gloria, honor y acción de gracias sean da- Vienen también animados los pastores del término y del objeto a
das á Dios en lo mas alto de los cielos... Espárzase hoy la paz en el q u e se trata d e ir... Vamos hasta Belen á ver lo que ha sucedido allí...
nombre del Señor Dios d e Israel sobre los hombres de buena volun- El término es Belen, el objeto es su Dios, su Salvador, que ha n a -
tad, dispuestos á creer sus oráculos, á observar sus leyes, y á apro- cido allí. ¿Y á dónde somos nosotros solicitados y animados á i r ?
vecharse d e sus misericordias. ¿No es por ventura á nuestro Dios y á nuestro Salvador? ¿No es á
Gloria á Dios en lo mas alto de los cielos: á Dios, q u e es el autor Belen, q u e quiere decir casa del pan? ¿Al pan q u e bajó del cielo,
de este grande misterio , en q u e resplandecen su b o n d a d , su sabi- q u e es el alimento d e nuestras almas?
duría y su potencia: á Dios, q u e es el fin de este misterio por el que Finalmente, los pastores vienen excitados de la advertencia y d e
recibe una obediencia, una satisfacción y u n homenaje digno de su la instrucción que han recibido del Señor. «Vamos hasta Befen á ver
majestad y grandeza... Paz en la tierra á los hombres, paz entre ellos «lo que allí ha acaecido, como el Señor nos ha manifestado por m e -
por medio de la c a r i d a d , paz con Dios por medio d e una perfecta «dio de sus Ángeles...» ¿No es por ventura el Señor el q u e nos lla-
reconciliación, paz consigo mismos, paz del corazon, paz de la con- m a ? ¿Y será acaso inútil la educación cristiana que hemos recibido,
ciencia, paz deliciosa, y el mas precioso de todos los bienes, paz á los inútiles tantas instrucciones, tantas advertencias, tantas inspiracio-
hombres de buena voluntad, esto es, á los hombres dóciles á Dios, su- nes y tantos buenos movimientos? Animémonos, p u e s , ahora, p a r -
misos á su ley, q u e le dan contraseñas de b u e n a voluntad... tamos, andemos: ¿de qué sirven tantos deseos, tantos y tan bellos
proyectos como formamos para el tiempo venidero?
PUNTO I I . 2.° ¿Como van los pastores á Belen?... Caminan juntos todos há-
De la partida de los pastores, y de su arribo y demora en Belen. cia el establo con presteza, con toda la prontitud y con la priesa q u e
les inspira la nueva q u e han recibido. No esperan que venga el dia,
«Y despues q u e los Ángeles se retiraron d e ellos hácia el cielo, parten en la noche, corren con confianza, y abandonan sin inquie-
«los pastores empezaron á decir entre s í : vamos hasta Belen á ver tud su grey al cuidado de aquel q u e los llama... ¡ O h , y cuán léjos
«lo que h a acaecido allí, como el Señor nos h a manifestado: y fue- estamos nosotros del fervor de estos piadosos pastores! Caminemos,
«ron con presteza, y encontraron á María, á José, y al Niño recli- p u e s , con presteza sin pararnos. Cualquiera que quiera llegar á la
« nado e n el pesebre. Y cuando esto vieron, entendieron cuanto se perfección á que Dios lo llama, debe caminar con ardor y con pres-
«les habia dicho de este Niño...» teza. Avancémonos, p u e s , y corramos sin parar y sin temor en el
camino q u e el cielo nos muestra... Apoyados á los consejos del An-
gel del Señor, de u n sabio director, no temamos q u e la limosna sea P L N T O III.
d e perjuicio á nuestra fortuna, el fervor á nuestra salud, la oracion De la vuelta de los pastores á sus casas.
á nuestros empleos, y la piedad á nuestra reputación.
3.° ¿Quécosa encuentran los pastores en Belen?... «Encontraron «Y lodos los que lo oyeron se maravillaron: y también de lasco-
« á María, á José, y al N i ñ o . . . » Un semblante de inocencia y de asas q u e les referían los'pastores ; pero María conservaba todas es-
modestia distinguía la Madre. La bondad y la dulzura anunciaban a t a s cosas, confiriéndolas en su corazon : y los pastores se volvie-
aquel que comparecía el Padre. La debilidad, la enfermedad, la ne- «ron glorificando y alabando á Dios por todo lo q u e habían oido y
cesidad y la pobreza indicaban al Mesías, al Salvador por tanto « visto, conforme á lo q u e se les habia dicho...»
tiempo esperado. Ningún rayo de luz resplandecía sobre su rostro: Primeramente, consideremos aquí el espanto y la maravilla de la
n i n g u n a señal de divinidad se bacia sentir en medio de las sombras multitud. Muchos entendieron cuanlo habia sucedido aquella noche :
q u e lo rodeaban ; pero Dios ha hablado : estos pastores no hacen dis- los unos lo supieron de los pastores mismos, los otros de aquellos á
cursos sobre el objeto de la revelación, ni sobre las conveniencias quienes lo habian contado los pastores, lodos quedaron estrema-
del misterio: contemplan á su gusto y despacio al divino Niño, lo mente sorprendidos ; y ninguna olra cosa, en efecto, era m a s á pro-
a d m i r a n , lo adoran, le ofrecen las primicias de nuestros homena- pósito para causar una maravilla general. El nacimiento del Salva- ^
jes , reciben de él los primeros favores, y quedan encendidos de su dor de Israel en un establo, una aparición á unos pobres pastores,
amor. ¡ Oh suerte feliz I ¡ Oh espectáculo tierno y bien digno de en- u n cántico de alabanzas y de bendiciones cantado en su presencia
vidia!... Pero sin envidiar su suerte, aprovechémonos de la nues- por el coro de la milicia del cielo, todas estas circunstancias unidas
tra, q u e no cede á la de los pastores. y referidas por hombres simples, que no podian ser tenidos por sos-
Lo 1.° En el objeto de la fe. No ven otra cosa con los ojos del cuer- pechosos de malicia ó de inlerés, debieron causar en los judíos de
po q u e un niño débil y necesitado : si en este Niño ven su Dios y su los contornos de Belen un extraño t e r r o r ; pero se contentaron con
Salvador, lo ven con los ojos de la fe... Ahora, p u e s , ¿con la fe no hacer sus conjeturas y sus discursos por aquel instante, cada uno
vemos nosotros por ventura este mismo Dios, este mismo Salvador según la disposición de su corazon. ¿Y de q u é sirve una estéril ad-
e n su Sacramento? ¿No podemos tributarle los mismos homenajes y miración? ¿No debieran ellos haber corrido al establo, y adorar en
obtener los mismos favores? él al Salvador? ¿No debieran haber disputado entre sí el honor de
Lo 2.° Enel motivo de la fe. Habían sido instruidos por el Ángel de alojarlo y de tenerlo en sus casas? ¿Y de q u é nos servirá á nosotros
la persona de este Niño : la palabra del Ángel era para ellos palabra el haber admirado los misterios y la ley de Dios ó los discursos que
de Dios: esto es verdad ; mas la palabra del Ángel es para nosotros hemos oído sobre esta materia? Si esla admiración es vana y sin
lo mismo q u e para ellos, y además tenemos la palabra del mismo efecto, ¿ n o será ella contra nosotros u n título de condenación?
Dios, y la enseñanza de la Iglesia q u e nos revela el misterio, y nos Lo 2.° Consideremos á Alaría. Si los judíos carnales y materiales
dice q u é cosa es este pan. * estuvieron tan insensibles á unos prodigios tan dignos de su aten-
Lo 3.° En el apoyo de la fe. Yeian estos por lo menos su h u m a - ción, no los miró con esta indiferencia culpable María, aquella A íi-
nidad , y nosotros, es verdad, no tenemos esta dicha ; pero si nues- gen prudente, atenta y fiel. Los pastores le habian contado todas
tra fe viene mas ejercitada, también es mas gloriosa á Dios, y mas las circunstancias de la visión angélica que los habia conducido á
meritoria para nosotros: si en vez de la forma de u n niño no vemos Belen ; se alegró en el Señor. Alegrémonos con ella... Cada suceso
otra cosa que las apariencias de p a n , vemos por otra parte, en lu- nuevo llamaba y esculpía vivamente en su memoria los que habian
gar del establo y del pesebre, templos y altares q u e la fe de mas de precedido... Las palabras que el Ángel le habia dicho, los milagros
diez y siete siglos le ha erigido por toda la tierra... ¡Ahí nada falta de su concepción y de su parto, lo que habia oido de la boca de Isa-
á las pruebas de nuestra fe, y nada faltará á nuestra felicidad. bel, la manera con q u e Dios habia disipado las inquietudes de Jo-
s é , lo q u e habia oido decir álos pastores, todo c o n c u r r í a á u n mis-
80 EL EVANGELIO MEDITADO.

mo fin, todo le confirmaba la divinidad de su Hijo, se lo hacia siem-


p r e mas a m a d o , mas precioso y mas adorable. No cesaba de con- MEDITACION X I I .
frontar entre sí y reunir todas estas señales divinas; « pero María
LA C I R C U N C I S I O N DE NUESTRO SEÑOR.
«conservaba todas estas cosas, confiriéndolas y comparándolas en (Luc. ii. 21
« s u corazon...» Con ellas alimentaba su fe y crecía en el amor. Imi-
témosla... S e cree q u e de la misma Señora haya sabido san Lucas « Y cumplidos que fueron los ocho dias para hacer la circuncisión
todas estas cosas, y todo lo q u e pertenece á Jesucristo hasta el tiem- «del Niño, le fue puesto el nombre de Jesús, conforme habia sido
po de su vida p ú b l i c a : démosle por ello las gracias. «nombrado por el Ángel antes d e ser concebido...» E n este verso
Lo 3.° Consideremos á los pastores. «Y los pastores se volvieron tenemos tres objetos propios para nuestra meditación. l . ° La cir-
«glorificando y alabando á D i o s Salvador...» y bendiciendo sus mi- cuncisión ; 2.° el nombre de Jesús ; 3.° la renovación del año.
sericordias. Aquello que habíanoido de la boca d e los Ángeles, aque-
llo que habían visto con sus propios ojos-: la conformidad del hecho PUNTO I .
con lo q u e se les habia anunciado, y la distinción que el Señor ha- De la circuncisión.
bía hecho de ellos para admitirlos á su divina confianza, fueron en
adelantela felicidad de su estado y la materia d e sus discursos. ¿Con Lo 1.° Esta ceremonia habia sido ordenada por el mismo Dios.
q u é celo publicaron á su vuelta estas maravillas de Dios, é instruye- Habia dado el precepto de ella primero á Abrahan y despuesá Moi-
ron de ellas á otros?... ¿Lo hacemos nosotros así cuando volvemos sés para distinguir especialmente su pueblo. Jesús sujetándose,
del templo á nuestras casas? ¿cuando salimos d e la oracion, de la a u n q u e superior, á la ley, de q u e él mismo era el autor y el fin, nos
instrucción, del sacrificio, de la comunion? ¿Consideramos acaso con da ejemplo de la obediencia q u e nosotros debemos á la ley de Dios,
el mismo reconocimiento y con la misma satisfacción, en nuestra y condena aquellas dispensas, aquellas reservas y aquellas relaja-
santa Religión, las pruebas infalibles de su verdad, la relación de ciones que con tanta facilidad nos permitimos.
los dogmas con el estado presente del hombre , la conformidad de Lo 2.° La circuncisión era humillante... Jesús recibiéndola, a u n -
las profecías con los acontecimientos, la unión de cuanto vemos en q u e sea el Santo de los Santos, es confundido con los pecadores, y
nuestros dias y debajo d e nuestros ojos con cuanto leemos haber recibe sobre sí la señal de infamia y la pena del pecado... Ejemplo
sucedido en los tiempos pasados; y como todos los sistemas d e re- de humildad bien opuesto á nuestro orgullo : nosotros estamos c u -
ligión inventados por los hombres r e p u g n a n igualmente al pasado biertos de iniquidad, y nos adornamos con el exterior de la inocen-
que al presente? cia ; pretendemos tener sus privilegios no queriendo sufrir ni el re-
Petición y coloquio. medio ni la pena del pecado. El Dios de Abrahan, el Señor de t o -
¡ O h , y cuán adorable sois, Salvador m i ó , en vuestro sagrado das las cosas no parece en cosa alguna superior á los otros niños.
pesebre! Con el espíritu y con el corazon me u n o á estos piadosos ¡ O h , y cuán poco conformes somos á n u e s t r o divino m o d e l o O l v i -
pastores q u e en él os adoraron, y á los Ángeles del cielo q u e en él dados de lo q u e somos delante de Dios, buscamos solo comparecer
os glorificaron. ¿ Q u é cosa os daré yo por haberos dado todo á mí? delante de los hombres, hacernos superiores á los otros, y distin-
¡ Ah! yo m e doy y me consagro á mí mismo á Vos, para vivir siempre guirnos en todas las cosas.
solo de Yos y para Yos, d e vuestro espíritu y de vuestro amor... Ha- Lo 3.° La circuncisión era pesada... Imponía la obligación de ob-
ced , Señor, que no restringiéndome á una adoracion estéril y su- servar toda la ley de Moisés, y Jesús pone sobre sí el yugo para li-
perficial , conserve como María todas vuestras palabras en mi cora- brarnos de ella/Pero ha sustituido el -Bautismo á la circuncisión ;
zon y alimente con ellas m i a l m a : haced q u e estudiando al pié de y eximiéndonos de la circuncisión legal, nos ha obligado á la espi-
vuestro pesebre las virtudes de vuestra divina infancia, y vuestra ritual , esto es, al corte de todos los pensamientos malos y delibera-
vida humilde, mortificada, recogida y escondida, me haga confor- dos d e nuestro espíritu, de todos los afectos desreglados y volunla-
me á ella para ser u n dia participante de vuestra gloria. Amen. 1
Genes, x v n , 10.
0 »•!•
82 EL EVANGELIO MEDITADO.
MEDITACION XII. 8 3
ríos de nuestro corazon, y de todas las palabras malas ó inútiles de 3.° Nombre lleno de pureza y de santidad.,. Él ha venido del cie-
nuestra l e n g u a : en una palabra, de lodo aquello que le desagrada lo, es un Ángel el que lo ha traído, es María y José, dos esposos
en nuestra conducta, que participa del vicio de nuestro origen, y se vírgenes los que lo han impuesto. Ahuyenta los pensamientos i m -
encuentra contrario á las obligaciones de nuestro Bautismo. p u r o s , é inspira castos deseos. No tiene otros enemigos que los es-
Lo 4.° La circuncisión era (Morosa... Jesús teniendo solo ocho píritus inmundos y las almas carnales... Apliquémonos, p u e s , á una
dias sujeta su tierna é inocente carne al cuchillo de la circuncisión: perfecta pureza para hacernos dignos de las gracias anejas á este
experimenta e n ella los vivos dolores, su sangre se d e r r a m a , y la sanio nombre.
ofrece en primicias á su Padre por nuestra salud, y la derramará un Nombre lleno de amabilidad y de dulzura... El nombre de Je-
dia hasta la última gota... ¡Oh Jesús! Vos derramáis vuestra san- sús ó d e Salvador anuncia bondad en el q u e lo lleva, y nada m e -
gre por s a l v a r m e ; ¿ y yo por mi salud no quiero sufrir cosa algu- nos promete á los que lo aman q u e la remisión de sus pecados, ser
n a ? ¡Oh José! ¡oh María! Vosotros solos sobre la tierra conocéis el libres del infierno y la posesion del cielo. ¡Oh favores! ¡oh espe-
precio de esta sangre divina, mas q u e bastante desde entonces para ranzas ! ¡ oh bienes eternos! ¡ Q u é corazon podrá resistirse á vues-
la redención d e los hombres, si Dios hubiese querido contentarse tro atractivo! ¡ Ah! esté siempre en mis labios y sobre mi corazon
con ella. ¡ Q u é herida para vuestro corazon solo el verla gotear! el nombre dulcísimo d e Jesús : este endulzará mis penas, disipará
¡ Oh, cuánta priesa os dais, Salvador m i ó , á darme vuestra s a n - mis temores, m e fortificará en las desgracias, y me preservará de los
g r e ! ¿Diferiré yo aun el daros mi corazon? ¡Oh Dios tan ofendido peligros de la prosperidad : la muerte misma no tendrá con q u é ate-
por m í , recibid esta sangre preciosa en recompensa de mis pecados! morizarme : con el nombre d e Jesús en la boca dejaré sin pena la
¡Oh divino Jesús! aplicadme s u mérito y su virtud para q u e á lo tierra, lleno de confianza en aquel en quien he creído y á quien he
menos ya no os ofenda mas. Una gota de esta sangre adorable bas- invocado.
ta para ablandar la dureza de mi corazon. P e r o , ¡ay de mí! ¡que
yo la recibo toda entera en la Comunion, y no me enciendo ni m e PUNTO I I I .
consumo en vuestro a m o r ! Del primer dia del año.
« Y cumplidos que fueron los ocho dias para hacer la circuncisión
PUNTO II. «del Niño...» Estas palabras nos llaman á la memoria la brevedad,
Del nombre de Jesús. la incerlidumbre, el empleo y el fin del tiempo.
Primeramente, la brevedad... La mas larga série del tiempo c u a n -
«Le f u e puesto el nombre de Jesús...» l . ° Nombre lleno de ma- do y a ha pasado es nada. ¿ Q u é cosa es el año q u e ahora se acabó?
jestad y de grandeza... Á este nombre adorable se deben doblar to- ¿ Q u é cosa es el tiempo de toda nuestra vida pasada? ¿ Q u é cosa es
das las rodillas en el cielo, sobre la tierra y en los infiernos. Á este el tiempo q u e ha durado el m u n d o ? Todo ha pasado ; y en u n tiem-
nombre el cielo reconoce su Rey, la tierra su Libertadar y el infier- po pasado, u n siglo, u n a ñ o , ocho dias, u n dia son u n a misma
no su Vencedor... La Iglesia lo pronuncia siempre en sus oficios con cosa. El tiempo venidero no es d e u n a naturaleza diversa. El año
una señal singular de su respeto. ¿Cómo lo pronunciamos nosotros? que comienza, el tiempo q u e nos quedará de vida, todo lo que d u -
2.° Nombre lleno de fuerza y de poder... E s el solo nombre dado rará el m u n d o , pasará, y cuando habrá ya pasado será nada... P e -
á los hombres, por cuya virlud é invocación pueden ser s a l v o s i . ro la eternidad no pasa... Somos, p u e s , insensatos en apegarnos á
Este nombre solo h a abierto el cielo, ha cerrado el infierno, ha e n - los bienes del tiempo, que son tan poco duraderos, sin aspirar á los
cadenado al demonio, ha arruinado los ídolos y ha desterrado l a ido- eternos.
latría. Nada se niega d e cuanto se pide en el nombre d e Jesús : los 2.° La incertidumbre del tiempo... ¿Cuántos fueron de toda edad,
enfermos s a n a n , los muertos resucitan, y se ahuyentan los demo- de toda condicion, d e toda suerte d e complexiones los q u e vieron
nios.. . Invoquémoslo, p u e s , frecuentemente y con entera confianza. comenzar el último a ñ o , y q u e no lo han visto acabarse? Lo mismo
i A c t . i v , 12. sucederá en e s t e : acaso nosotros serémos de este n ú m e r o ; en este
6*
84 EL EVANGELIO MEDITADO. MEDITACION XIII. 8A
año no leñemos siquiera u n dia seguro, ni u n momento... Comen- época de una conversión invariable. Quiero emplear todos los ins-
cémoslo, pues, como si hubiese de ser el último para nosotros, co- tantes q u e q u e d a n , y recuperar con la viveza de mi amor cuanto
mo tal vez acaecerá: vivamos en cada dia como si debiese ser el úl- falta al número d e mis operaciones: áVos voy con confianza y con
timo para nosotros. las lágrimas, ¡oh adorable víctimaV q u e derramásteis en vuestra
3.° Empleo del tiempo... La m a n e r a con q u e habrémos empleado circuncisión las primeras gotas de vuestra sangre, y que me asegu-
el tiempo decidirá d e nuestra suerte en la eternidad... Examinemos ráis el derramamiento de toda la demás. Á vista d e vuestra obe-
cómo hemos empleado el año pasado : si no hemos caido en los mas diencia á u n a ley que no os obligaba, quedo inmoble en la s u m i -
grandes desórdenes, demos gracias á Dios, y confesemos por lo me- sión eterna que os debo. Á vista de las primeras venganzas q u e so-
nos nuestra tibieza en el servicio del Señor, nuestra disipación en bre Vos ejercita la justicia divina por la sola apariencia del pecado,
la oracion, nuestra negligencia en el uso de los Sacramentos, y tan- de que os habéis vestido, concibo cuál debe ser mi aversión á él, y
tos otros defectos en todas nuestras acciones. ¿Cuántas culpas ha- como me debo alejar del q u e por ligero q u e pueda ser, será siem-
bríamos podido evitar; cuántas buenas obras podríamos haber he- pre u n mal infinito. Vuestra circuncisión legal ¡oh divino Jesús!
cho ; cuántas ocasiones hemos perdido de hacer bien, de ejercitar la será para mí u n motivo poderoso y siempre nuevo para mortificar
caridad, la paciencia, el celo, la humanidad y la mortificación? mi carne, circuncidar mis sentidos, crucificarme y cortar todo a q u e -
Lloremos amargamente t a n grandes pérdidas, y pidamos perdón á llo q u e agrada á la naturaleza: para alejarme constantemente de
Dios. Veis aquí u n año nuevo q u e él nos concede para repararlas. todo lo que contenta los deseos, huir eternamente de lodo lo q u e
¡Ahí si lo concediese á las ánimas réprobas y a u n á las almas del puede pervertir el corazon. separarme de las pompas, de las deli-
purgatorio, ¿cómo lo emplearían? cias y de las vanidades á q u e renuncié en mi Bautismo, y finalmen-
4.° El fin del tiempo... Al fin del tiempo nada nos queda d e las te para morir al m u n d o y á mi mismo, y vivir solo en Vos ¡oh Sal-
penas y deleites que hemos tenido en é l : el tiempo en su huida lo- vador mió! Tales son mis resoluciones; pero ¿seré yo fiel? Para
do lo lleva consigo. El penitente y el voluptuoso cuando llegan á su apoyo d e mi debilidad m e bastará vuestro nombre, ¡oh Jesús! y
última hora se hallan iguales; quiero decir, q u e las mortificaciones este nombre tan terrible al infierno, cuya potencia ha humillado, lo
del uno y las delicias del otro se h a n acabado i g u a l m e n t e ; no les emplearé contra el enemigo de mi salvación.
queda otra cosa q u e sus operaciones, eslo e s , sus méritos ó demé-
ritos. ¡Qué consuelo para el uno! ¡qué sentimiento para el otro! MEDITACION XIII.
¡ Qué satisfacción experimentaríamos hoy si hubiéramos pasado el
D E LA ADORACION DE LOS MAGOS.
último año en la santidad y en el fervor! Nada nos quedaría de las ¡Matlb. ii. 1-13).
penas q u e hubiésemos sufrido. ¿Y q u é nos queda ahora de los pla-
ceres q u e d e ellas nos han desviado? Lloremos u n tiempo tan pre- C o n s i d e r e m o s con el s a g r a d o h i s t o r i a d o r : 1.° la p a r t i d a de los M a g o s de
cioso y tan mal empleado. Demos gracias á Dios por habernos con- O r i e n t e ; 2.° s u a r r i b o , y la m a n e r a como se regulan en J e r u s a l e n ; 3.° s u c o n -
ducta en B e l e n ; 4 . ° s u vuelta á la p a t r i a .
servado hasta este momento, y porque no ha llegado a u n para nos-
otros el fin del tiempo; pero pensemos que nos vamos acercando á PUNTO I .
él, y que presto lo encontraremos. ¿Cuáles serán entonces nuestros
Los Magos parlen del Oriente.
sentimientos? Lo q u e no quisiéramos haber hecho entonces, y que
va no dependerá de nosotros, depende bien ahora : seamos pruden- «Habiendo nacido Jesús en Belen de J u d á , reinando el rey Ile-
tes , y aprovechémonos de u n aviso que acaso será el último para «rodes, h é aquí q u e los Magos llegaron del Oriente á Jerusalen,
nosotros. «diciendo : ¿Dónde está el q u e ha nacido Bey de los judíos? P o r -
Petición y coloquio. « q u e hemos visto su estrella en el Oriente, y venimos á adorarle...»
S í , ¡oh Dios mió! no habrá ya mas dilación. ¡Ah! bien conozco Lo 1.° Observemos en estos Magos su atención á considerar la nue-
el peligro y el engaño. Este dia, este momento ha de ser para mí la va estrella, y á penetrar lo que significaba... ¿Cuántos la vieron sin
84 EL EVANGELIO MEDITADO. MEDITACION XIII. 8A
año no leñemos siquiera u n dia seguro, ni u n momento... Comen- época de una conversión invariable. Quiero emplear todos los ins-
cémoslo, pues, como si hubiese de ser el último para nosotros, co- tantes q u e q u e d a n , y recuperar con la viveza de mi amor cuanto
mo tal vez acaecerá: vivamos en cada dia como si debiese ser el úl- falta al número d e mis operaciones: áVos voy con confianza y con
timo para nosotros. las lágrimas, ¡oh adorable víctimaV q u e derramásteis en vuestra
3.° Empleo del tiempo... La m a n e r a con q u e habremos empleado circuncisión las primeras gotas de vuestra sangre, y que me asegu-
el tiempo decidirá d e nuestra suerte en la eternidad... Examinemos ráis el derramamiento de toda la demás. Á vista d e vuestra obe-
cómo hemos empleado el año pasado : si no hemos caido en los mas diencia á u n a ley que no os obligaba, quedo inmoble en la s u m i -
grandes desórdenes, demos gracias á Dios, y confesemos por lo me- sión eterna que os debo. Á vista de las primeras venganzas q u e so-
nos nuestra tibieza en el servicio del Señor, nuestra disipación en bre Vos ejercita la justicia divina por la sola apariencia del pecado,
la oracion, nuestra negligencia en el uso de los Sacramentos, y tan- de que os habéis vestido, concibo cuál debe ser mi aversión á él, y
tos otros defectos en todas nuestras acciones. ¿Cuántas culpas ha- como me debo alejar del q u e por ligero q u e pueda ser, será siem-
bríamos podido evitar; cuántas buenas obras podríamos haber he- pre u n mal infinito. Vuestra circuncisión legal ¡oh divino Jesús!
cho ; cuántas ocasiones hemos perdido de hacer bien, de ejercitar la será para mí u n motivo poderoso y siempre nuevo para mortificar
caridad, la paciencia, el celo, la humanidad y la mortificación? mi carne, circuncidar mis sentidos, crucificarme y cortar todo a q u e -
Lloremos amargamente t a n grandes pérdidas, y pidamos perdón á llo q u e agrada á la naturaleza: para alejarme constantemente de
Dios. Veis aquí u n año nuevo q u e él nos concede para repararlas. todo lo que contenta los deseos, huir eternamente de lodo lo q u e
¡Ahí si lo concediese á las ánimas reprobas y a u n á las almas del puede pervertir el corazon. separarme de las pompas, de las deli-
purgatorio, ¿cómo lo emplearían? cias y de las vanidades á q u e renuncié en mi Bautismo, y finalmen-
4.° El fin del tiempo... Al fin del tiempo nada nos queda d e las te para morir al m u n d o y á mi mismo, y vivir solo en Vos ¡oh Sal-
penas y deleites que hemos tenido en é l : el tiempo en su huida lo- vador mió! Tales son mis resoluciones; pero ¿seré yo fiel? Para
do lo lleva consigo. El penitente y el voluptuoso cuando llegan á su apoyo d e mi debilidad m e baslará vuestro nombre, ¡oh Jesús! y
última hora se hallan iguales; quiero decir, q u e las mortificaciones este nombre tan terrible al infierno, cuya potencia ha humillado, !o
del uno y las delicias del otro se h a n acabado i g u a l m e n t e ; no les emplearé contra el enemigo de mi salvación.
queda otra cosa q u e sus operaciones, eslo e s , sus méritos ó demé-
ritos. ¡Qué consuelo para el uno! ¡qué sentimiento para el otro! MEDITACION XIII.
¡ Qué satisfacción experimentaríamos hoy si hubiéramos pasado el
D E LA ADORACION DE LOS MAGOS.
último año en la santidad y en el fervor! Nada nos quedaría de las ¡Matlb. ii, 1-13).
penas q u e hubiésemos sufrido. ¿Y q u é nos queda ahora de los pla-
ceres q u e d e ellas nos han desviado? Lloremos u n tiempo tan pre- C o n s i d e r e m o s con el s a g r a d o h i s t o r i a d o r : 1.° la p a r t i d a de los M a g o s de
cioso y tan mal empleado. Demos gracias á Dios por habernos con- O r i e n t e ; 2.° s u a r r i b o , y la m a n e r a como se regulan en J e r u s a l e n ; 3.° s u c o n -
ducta en B e l e n ; 4 . ° s u vuelta á la p a t r i a .
servado hasta este momento, y porque no ha llegado a u n para nos-
otros el fin del tiempo; pero pensemos que nos vamos acercando á PUNTO I .
él, y que presto lo encontraremos. ¿Cuáles serán entonces nuestros
Los Magos parlen del Oriente.
sentimientos? Lo q u e no quisiéramos haber hecho entonces, y que
va no dependerá de nosotros, depende bien ahora : seamos pruden- «Habiendo nacido Jesús en Belen de J u d á , reinando el rey Ile-
tes , y aprovechémonos de u n aviso que acaso será el último para «rodes, h é aquí q u e los Magos llegaron del Oriente á Jerusalen,
nosotros. «diciendo : ¿Dónde está el q u e ha nacido Bey de los judíos? P o r -
Petición y coloquio. « q u e hemos visto su estrella en el Oriente, y venimos á adorarle...»
S í , ¡oh Dios mió! no habrá ya mas dilación. ¡Ah! bien conozco Lo 1.° Observemos en estos Magos su atención á considerar la nue-
el peligro y el engaño. Este dia, este momento ha de ser para mí la va estrella, y á penetrar lo que significaba... ¿Cuántos la vieron sin
86 EL EVANGELIO MEDITADO.
comprender el misterio? ¿Cuántos accidentes serian para nosotros «mente los Magos, se informó de ellos m e n u d a m e n t e , en q u é tiem-
estrellas luminosas, si nuestra continua disipación no nos impidie- « p o les hubiese aparecido la estrella. Y enviándolos á Belen, les
se poner en ellos la atención? «dijo : Id v buscad con diligencia este N i ñ o ; y cuando lo hayais en-
Lo 2.° Consideremos las reflexiones que de ellos pedia este nuevo «contrado, me lo haréis saber para que yo también vaya á adorar-
fenómeno... Bien comprendieron q u e si el cielo les anunciaba el «lo... Ellos, oidas las palabras del Rey, se partieron: y h e aquí,
nacimiento del Rey d e los judíos, no era para satisfacer su curiosi- « q u e la estrella que habían visto en el Oriente, iba delante d e ellos,
d a d , sino para que lo buscasen y lo adorasen... Las luces q u e Dios «hasta q u e llegando sobre el lugar donde estaba el Niño, se paro.
nos da servirán para nuestra condenación, si no nos servimos de «Y vista la estrella se llenaron d e u n a grande alegría...» Cuatro
ellas para su servicio y para nuestra salvación. suertes de personas están aquí propuestas á nuestra consideración.
Lo 3.° Examinemos su determinación de ir á Jerusalen para in- Herodes, los príncipes d e los sacerdotes y los doctores délos judíos,
formarse del lugar donde ha nacido el nueco Rey... Dios no nos ins- el pueblo de Jerusalen, v los Magos.
truye de todo por sí m i s m o ; pero nos da maestros depositarios de Primeramente, observemos á Herodes. Su perturbación: u n Niño
las Escrituras é intérpretes d e su verdadero sentido: es nuestro de- lo hace temblar. El impío no está jamás tranquüo a u n q u e este so-
ber el consultarlos... bre el trono... Su crueldad... Desde este momento este Rey usurpa-
Lo Meditemos su fidelidad en obedecer ú cuanto Dios les orde- dor y extranjero ha determinado y decretado la muerte del Niño :
na, y que parece que exige de ellos... Obediencia pronta y animosa, pero Dios se burla de los proyectos de los malvados... Su inquieta
q u e no teme las fatigas ni los peligros de u n largo y penoso viaje, curiosidad... Esta no sirve de otra cosa q u e de atormentarlo, m a -
ni los discursos, ni las burlas d e los hombres... ¿Es acaso esta la nifestar la gloria del recien nacido é instruir aquellos q u e lo b u s -
manera con q u e obedecemos á Dios? Los Magos salen de su país so- c a n . . . Su disimulo y su hipocresía... Bien presto se verá quien es el.
bre la fe de una estrella ; y para obtener d e nosotros el mas ligero y vendrá á ser para siempre la execración de los h o m b r e s : esta es
sacrificio por Jesucristo, nada hay q u e sea suficiente; no la pala- la suerte d e los hipócritas.
b r a de Dios, no su invencible f u e r z a , no s u autoridad, no su luz... Lo 2.° Consideremos los príncipes de los sacerdotes y los doctores
Estos extranjeros caminan á u n a mínima s e ñ a l ; y nosotros, á quie- de los judíos, i Oh, cuánta es su ceguedad! Buscan en la Escritura
nes el Señor llama constantemente á s í , nosotros, á pesar de sus al Mesías, lo encuentran, lo muestran á los otros, señalan el lugar
advertencias, de sus inspiraciones y de sus órdenes, nos quedamos de su nacimiento; pero n o van ellos mismos á adorarlo. Triste pre-
inmobles. ¿Quién es el q u e nos detiene? ¡Ah! temamos q u e la pie- sagio de la ceguedad en q u e los vemos aun en nuestros días... F u -
dad , la obediencia y la fidelidad de estos Magos n o se levanten un nesta lección para aquellos q u e muestran el camino á los otros, y
dia contra nosotros, y confundan nuestra indiferencia, nuestra ti- ellos mismos voluntariamente se apartan y se alejan ; pero sea el
bieza y nuestra rebelión. q u e se fuese su extravío, los fieles, á ejemplo d e los Magos, deben
aprovecharse de sus lecciones.
PUNTO I I . Lo 3.° Examinemos elpueblo de Jerusalen... Su ligereza... Se tur-
ba sin saber el motivo, y solo porque Herodes se turba. Los gran-
Los Magos en Jerusalen. des inspiran sos sentimientos y sus pasiones á aquellos mismos que
«Oyendo el rey Herodes tales cosas, se t u r b ó , y con él toda Je- los aborrecen y los censuran... Su necedad... S e turba de lo q u e de-
«resalen : y juntando todos los príncipes de los sacerdotes y los es- bería llenarlo de júbilo, siendo el cumplimiento d e lo q u e por tan-
«cribas del pueblo, les preguntó dónde debia nacer el Cristo. Ellos to tiempo se deseaba v el objeto d e la común expectación... Funes-
«le respondieron: E n Belen d e J u d á ; porque así fue escrito por el ta disposición que anuncia lo q u e hará u n dia este pueblo endure-
« Profeta: Y t ú , Belen, tierra de J u d á , no eres la mínima entre las cido... ¡Cuántos entre los cristianos se turban al acercarse las gran-
«principales de J u d á ; porque d e tí saldrá el caudillo q u e goberna- des solemnidades de la Iglesia, porque entonces conviene cumplir
« r á á Israel mi pueblo. Entonces Herodes, llamados á sí secrela- ciertas obligaciones d e religión, q u e son la alegría d e los verdade-
ros fieles!
88 EL EVANGELIO MEDITADO.
Lo 4.° Observemos en los Magos... l . ° Su ánimo y su valor en La simplicidad del lugar q u e habita, y la pobreza que lo rodea no
preguntar por el Rey nuevamente nacido, en publicar lo q u e han los desvian: caen á sus piés, y lo adoran, no solo como a Rey d e
visto en el cielo, y en declarar que ellos lo buscan sobre la tierra pa- los judíos, sino como áDios y Salvador de todos los h o m b n s . ¿Cual
ra adorarlo, sin atención á turbar l a ambición del q u e entonces rei- es el arrebatamiento de estos primeros adoradores del Rey de los re-
naba sobre los judíos... 2.° Su constancia en no dejarse mover de las ves? ¿Cuál su contemplación sublime al verlo? ¿Qué idea conciben
dificultades, ni d e las oposiciones y obstáculos que debieron encon- de él 9 ¿Qué sentimiento de la mas profunda veneración? ¿Que res-
trar hasta recibir las luces y declaraciones q u e buscaban. 3.° Su pa- petos, q u é homenajes? ¿ Q u é sincera oferta de sí m i s m o s ? ferta por
ciencia en soportar las preguntas y acaso las befas que debieron su- la que n o solo le someten sus cuerpos y sus cabezas humilladas si-
frir, tanto en la corte como en la ciudad... 4.° Sus pruebas y tenta- no también sus espíritus y sus corazones anonadados. Jesucristo los
ciones. Quedaron sorprendidos de que en la capital de la Judea no llena interiormente d e la unción de su gracia y del fuego d e su ca-
se tuviese alguna noticia del nacimiento del Mesías: de q u e los e n - ridad ; v esta celestial unción, y este sagrado fuego se manifiestan
derezasen hácia Belen,'lugar desconocido, despreciable y sin nom- exteriormente esparciendo dulces y abundantes lágrimas ¡Que es-
bre ; y finalmente, de q u e no obstante u n a nueva tan importante pectáculo! ¿Quién no se habría enternecido? ¿Cuánto debieron h a -
como la que ellos anunciaban, ninguno saliese de Jerusalen para berse alegrado estos Magos de haber emprend.do este viaje, h a -
seguirlos. 5.° Finalmente, el júbilo y la alegría q u e tuvieron cuan- llándose tan bien recompensados de sus penas y de sus t a n g a s . . . .
do al salir de aquella ciudad ingrata volvieron á ver la estrella, y ¡ Av d e mí! este es el mismo Dios que nosotros tenemos sobre n u e s -
que no solamente les apareció como en Oriente, sino q u e fué d e - tros altares. ¡ Ah! ¿ y por q u é no le hacemos las mismas ofertas?
lante de ellos y les enseñó el camino... ¡ Ah, y cuán bueno es el Lo ^ 0 Observemos cuál es la idea que este misterio nos debe dar aei
Señor! ¡Cuán solícito en consolar á aquellos q u e hacen alguna co- niño Jesús... ¿No podemos con algunas reflexiones decirnos aquí a
sa por él, y cuánto mas abundantes son sus consolaciones! E l es- nosotros mismos... ¡Ah! ¿Quién es este Niño que así se hace a n u n -
píritu de Dios no abandona jamás las almas dóciles. Si parece que ciar de las estrellas en el cielo, y de los Profetas sobre la tierra; q u e
alguna vez se aleja dejándolas en oscuridad, bien presto se mues- desde su cuna llama los sábios del Oriente y se hace adorar de ellos:
tra á ellas; y entonces ¡ cuán dulces y de cuánto consuelo son aque- ( I ue ciega los orgullosos depositarios de la Escritura en medio de la
llos momentos!... Adoremos con temor y con reconocimiento la jus- luz • turba al impío aun sobre su trono , y llena d e sus mas dulces
ticia de Dios y su misericordia. Ya empiezan los judíos á cegarse, y consolaciones el corazon de sus adoradores? ¿Qué hará p u e s cuando
los infieles, los extranjeros y los gentiles, d e quienes los Magos son comparecerá sobre el trono de su gloria y con todo el aparato de su
como las primicias, comienzan á conocer la luz. majestad? i Ah 1 felices entonces los que habrán creído en el, y os
( I ue lo habrán adorado cuando a u n estaba escondido bajo los vetos
de la fe Pero ¿ qué será d e aquellos q u e no lo habrán querido c o -
PUNTO I I I .
nocer , y de aquellos q u e lo habrán despreciado, ofendido y perse-
Los Magos en Belen. ^uido
«Y entrando en la casa, encontraron al Niño con María su Ma- " U ¡ 0 °3 0 Consideremos la naturaleza de los tenes gue los Magos ofre-
« d r e , y postrándose lo adoraron; y abiertos sus tesoros le ofrecie- cen al niño Jesús... L e ofrecen oro , incienso y mirra F u e sin duda
«ron los dones, oro, incienso y mirra...» de su parte una señal de respeto por el Rey que se les había anun-
ciado la elección d e estos dones; pero f u e ella guiada por el Señor.
Lo 1.° Examinemos la idea que los Magos concibieron del niño Je-
No hav d u d a q u e habia misterios en estos dones, y la Iglesia siem-
sús, y juzguémosla de su conducta... Llegan á Belen... La estrella
nre los ha reconocido. L e ofrecen oro como á su Rey, incienso c o -
q u e los guia se p a r a , y se baja sobre el lugar donde está Jesucris-
mo á su Dios, mirra como á h o m b r e . . . Reconozcamos tambiéni n w -
to , para darles á entender ser aquel donde deben ellos también p a -
o t r o s á Jesucristo bajo estas tres cualidades. Adorémosle como nues-
rarse : hecho esto desapareció. A esta señal entraron en la casa se-
tro Dios, sigámosle como nuestro R e y , y amémosle como nuestro
ñalada, y en ella encontraron el Niño entre los brazos de su Madre...
Salvador.
Ofrezcamos á Jesús el oro de una caridad pura y ardiente para con Lo 4 0 La vuelta á su país... Nuestra patria es el cielo, de donde
Dios y eficaz para con nuestro prójimo : el incienso d e u n a oracion nos hemos alejado por el pecado; no podemos volver á él por otro
continua y fervorosa; la mirra de una mortificación verdadera y con- camino q u e por el de la penitencia v de la práctica d e todas las vir-
tinua. Apliquemos estos símbolos á las diferentes obras de piedad. tudes de q u e nos ha dado ejemplo nuestro Salvador.
Contribuir al establecimiento d e los templos, al adorno de los alta-
res, al esplendor del servicio divino, es ofrecer incienso á J e s ú s : so- Petición y coloquio.
correr los pobres en sus necesidades, es ofrecerle o r o : proveer á la Los Masos postrados á vuestros piés ¡ oh Salvador mió ! son las
sepultura de los fieles, procurar los Sacramentos álos moribundos, primicias d e la gentilidad. Os doy gracias mil veces por su vocacion;
y rogar á Dios por los muertos, es ofrecerle mirra. ella fue una prenda de la m i a : pero ¿soy y o tan fiel en correspon-
Estos tres dones son también símbolos naturales de los tres votos deros como estos primeros apóstoles de la religión , mis verdaderos
d e religión: el del o r o , del de la pobreza, q u e despoja de las rique- modelos v mis padres en la fe? ¡ Ah 1 Señor, resucitad en mi el es-
zas y d e toda propiedad ; el del incienso, del de obediencia, cuyas píritu de esta vocacion divina, de aquella gracia preciosa, cuya m e -
obras son mas agradables á Dios q u e el incienso y los sacrificios; y moria se me renueva con la adoracion de los Magos, de aquella gra-
el d e la m i r r a , del de castidad , q u e nos pone en u n a especie de cia inestimable, de q u e va me favorecisteis con una predilección es-
m u e r t e , y cuyo cumplimiento es el ejercicio d e u n a mortificación pecial á pesar de m i indignidad, y q u e muchas veces h e merecido
continua. perder despues de haberla recibido.
PUNTO IV. La memoria de mi vocacion al Cristianismo sea el motivo en ade-
lante ¡oh Dios mió! de mi mas vivo reconocimiento. Las máximas y
Los Magos vuelven á su país. las obligaciones que me impone sean la regla de mi conducta. Amen.
« Y habiendo estado avisados en sueños d e n o volver á pasar por
« H e r o d e s , por otro camino se volvieron á su país...» Observemos MEDITACION XIV.
aquí en los Magos:
Lo 1. 0 Su progreso en las luces de Dios... Una estrella les habia en- LA PURIFICACION DE LA SANTÍSIMA
(Luc. n , 2 2 - 2 4 ) .
VÍRGEN.

señado q u e anduviesen, y la Escritura el lugar donde debían ir; y


ahora Dios mismo se encarga de regular su vuelta. Míralos aquí ad- E n esta santa c e r e m o n i a el texto sagrado nos propone t r e s objetos á, la con-
mitidos á las comunicaciones divinas, las mas íntimas y las mas sin- sideración. 1.« La santa Familia ; 2.° el viejo Simeón ; 3." A n a la profetisa.
Esta será la materia de la treS meditaciones siguientes.
gulares. Justa recompensa de su fidelidad e n seguir á Jesucristo...
Si nuestras luces no crecen, es porque no somos bastantemente fie- LO QDE MIRA Á LA SANTA FAMILIA.
les á las q u e Dios nos comunica. N o s o t r o s h e m o s de m e d i t a r a q u i t r e s c o s a s : 1.« l a P u r i f i c a c i ó n d e M a r í a ; 2 . » l a P r e -
Lo 2.° La generosidad de su obediencia... Ponen en práctica aquel s e n t a c i ó n d e J e s ú s ; 3 . a la p r e s e n c i a d e J o s é .
precepto tan importante, y algunas veces tan difícil, d e ser mejor
obedecer á Dios q u e á los hombres. ¿Cuántas veces nos lo ha hecho PUNTO I .
quebrantar el respeto h u m a n o ? Aprendamos á desconfiar de un mun- La purificación de María,
do q u e nos llama á sí d e nuestros ejercicios de religión bajo el pre-
texto de q u e quiere adorar con nosotros á Jesucristo; pero efectiva- « Y habiendo llegado el tiempo de la purificación (de María) s e -
mente solo pretende quitárnoslo y sofocarlo en nuestra corazones. « e u n la lev de Moisés, lo llevaron á Jerusalen para presentarlo al b e -
Lo 3." La mudanza de su camino... Vuelven por otro camino. Pero « ñ o r , según lo que está escrito en la ley del Señor todo varón p n -
respecto d e nosotros ¿no es u n o siempre el q u e andamos? ¿La mis- «mogénito será consagrado al Señor. Y para hacer la oferta confor-
m a tibieza, la misma negligencia, la misma disipación, el mismo « m e está escrito en la ley del Señor, u n par d e tortolas, o dos p a -
disgusto en la oracion y el mismo amor propio con q u e nos busca- «lomos...»
mos á nosotros mismos?
92 EL EVANGELIO MEDITALO.

Observemos lo 1 e n María su obediencia... Ella obedece á u n a ley, -encia con qué atención, con q u é ternura os llevan!... Así debiera
cuyas palabras en su propio sentido parece q u e la exceptúan, pues yo llevaros también ¡oh Dios m i ó , divino Jesús! cuando tengo la
denotan positivamente la mujer q u e haya concebido y parido según grande dicha de recibiros en la comunion.
el curso ordinario de la naturaleza ; pero María por amor de la lev Lo 2.° Jesucristo es ofrecido en el templo... La l e y 1 ordenaba o f r e -
de Dios, y por evitar el escándalo del prójimo, q u e ignoraba el gran cer á Dios todos los primogénitos, como especialmente consagrados
misterio obrado en su favor, n o se sirve de sus privilegios; observa á él en memoria de haber hecho morir lodos los del Egipto para li-
el precepto, y cumple todas las órdenes hasta el mas mínimo punto... brar á su pueblo, y de haber reservado los de los hebreos. Las p a -
¿Obedecemos acaso nosotros á Dios con u n amor semejante, con se- labras de la lev parece q u e comprendían también solamente los lu-
mejante fervor v con semejante puntualidad? ¡ Ay de mí ! ó quebran- ios que nacían según el curso ordinario de la naturaleza, y excep-
tamos formalmente su lev, ó solo la observamos imperfectamente. tuaban formalmente el Hijo de la Madre siempre virgen; pero Jesu-
Lo 2.° Consideremos en María su humildad... Ella sacrifica á los cristo , el señor de la lev, quiere cumplirla en lodas sus parles Mana,
ojos de los hombres su virginidad, d e q u e fue tan celosa en la pre- p u e s , estando va purificada y José llevan á Jesús al segundo atrio
sencia del Ángel y delante de Dios. Se queda en el primer atrio del' para ofrecerlo al Señor. Recibió entonces Diosensu templo una ofer a
templo, como una mujer i n m u n d a , q u e no puede entrar en el se- digna de si é igual á él, el Primogénito de todas las criaturas, aquel,
g u n d o antes de ser purificada. Esta sagrada Virgen á los ojos de Dios finalmente , que cumplía la figura de las ofertas de la antigua ley,
es la misma pureza; esto le b a s t a : no la inquietan los juicios de los q u e debia ser la oferta perpétua de la ley nueva, y q u e debía elevar
hombres... ¡Oh, y cuan diferentes somos nosotros! No nos inquieta á una dignidad divina todo aquello que se ofrecería en su nombre,
el estar manchados álos ojos de Dios, y estamos solo atentos á com- v unido á su sacrificio... ¡ Qué espectáculo fue para el cielo esta santa
parecer puros delante de los hombres. oblación! ¡Qué honor para José y María, por cuyas manos se hizo!
Lo 3.° Admiremos en María su espíritu de pobreza... S e g ú n la ¡Qué favor para la tierra, por quien se ofrece esta augusta victima.
l e y 1 la madre debia ofrecer u n cordero y una tórtola ; ó si su esta- Unámonos á esta divina oferta, consagrémonos á Dios con Jesucristo
do no lo permitía, debia presentar dos tórtolas ó dos palomos. Ma- continuamente sin reserva, enteramente, en vida y en la muerte, en
ría elige esta última disposición, que era conformeá su estado pre- el tiempo v en la eternidad.
sente. No se avergüenza de parecer pobre á los ojos del m u n d o , y Lo 3.° Jesús es rescatado del templo... Los primogénitos consagra-
en la casa del Señor... ¡ Ah! en este santo lugar cabalmente se deja dos al Señor debian quedarse para el servicio del templo; pero h a -
ver bien frecuentemente nuestra vanidad con mayor ostentación y hiendo Dios destinado para este fin toda la tribu de Leví, ordenaba
lujo. la lev 2 que lodos los de las otras tribus fuesen rescatados al precio
de cinco siclos de plata. Jesús no estaba destinado á servir en el tem-
PUNTO I I . plo- era él mismo el templo vivo q u e se debía destruir, y despues
La presentación de Jesús. de tres dias refabricarse. El templo y los sacrificios debían ser para
Jesucristo es llevado al templo ; y allí es ofrecido y rescatado. siempre destruidos... Debian suceder un nuevo aliar y nuevos sa-
crificios , v durar hasta la fin de los siglos... Al precio, pues, de cinco
Primeramente Jesucristo es llevado al templo... Lo llevaron á J e r u -
siclos de plata fue rescatado el divino Jesús, el que debía rescatar-
salen... Consideremos este tierno Cordero llevado del establo al al-
nos del infierno al precio de toda su sangre, q u e vendría a derra-
tar , como u n a víctima destinada al sacrificio. Contemplemos este
marse por las cinco llagas de su sagrado cuerpo... ¡Oh divino Sal-
divino Niño ahora en los brazos d e María y ahora en los d e José...
vador mió 1 por estas sacrosantas llagas, V por toda vuestra preciosa
¡Oh dulce peso, q u e dais la fuerza á aquelíos q u e os llevan, llevan-
sangre que por mí habéis derramado, no permitáis q u e me sea i n -
do Vos mismo en vuestras manos el universo ! María y José alter-
útil vuestra redención.
nativamente os sostienen para satisfacer á su a m o r , dividir su feli-
2
cidad, y aumentarla comunicándosela m ù t u a m e n t e . ¡Con q u é dili- 1 E s o d . XIII. — N u m . m , 47; x v u i , 16.
1
Levit. x n , 8.
MEDITACION XV. 95
Consumid las imperfecciones de mi alma con el fuego de vuestra ca-
PUNTO I I I . ridad para q u e merezca u n día ser presentado á Vos con u n cora-
La presencia de José. zon puro en el templo de vuestra gloria. Amen.

José comparece aquí como cabeza d e la familia, como esposo de MEDITACION XV.
María, y como padre d e Jesús. CONTINUACION DE LA PURIFICACION D E MARÍA.

Lo 1.° Como cabeza de k familia, él ordena toda la ceremonia,


provee á cuanto es necesario, y vela por el entero cumplimiento de DEL SANTO VIEJO SIMEON.

la ley... Así debe velar la cabeza de todas las familias cristianas para (Luc. 11, 2 5 - 3 5 ) .
que exactamente se observe en s u casa la ley de Dios: debe enco-
mendar á su divina Majestad, y poner bajo d e su protección todos M e d i t e m o s : l . ° s u fe; 2." su c á n t i c o ; 3.° su profecía...
aquellos q u e de él dependen ; debe particularmente ofrecerle todos
sus hijos, y consagrarlos al altar cuando el Señor los llama, y no vio- PUNTO I .
lentarlos cuando no son llamados por Dios. La fe de Simeón.
Lo 2.° Como esposo de María, José participa d e su sacrificio, de
su fervor, de sus humillaciones, d e su pobreza, d e sus consolacio- « Había entonces en Jerusalen u n hombre llamado S i m e ó n : y
nes , de sus penas, d e sus méritos y de sus virtudes. El marido de « este hombre justo y timorato esperaba la consolacion d e Israel: y
u n a piadosa esposa, bien léjos de inquietarla en su piedad, debe ani- «estaba en él el Espíritu Santo : y habia recibido respuesta del Es-
m a r l a , avudarla, sostenerla é imitarla. «piritu Santo que n o veria la muerte antes de ver al Cristo del Se-
«ñor. Y vino por espíritu al templo: y cuando los Padres introdu-
Lo 3 / Como padre de Jesús, José tiene la dicha de ofrecerse á
«jeron en él al niño Jesús para hacer por él según la costumbre d e
Dios juntamente con María. No es el verdadero padre de Jesús, pero
«la l e y , él lo cogió en sus brazos, y bendijo al Señor...»
tiene la gloria de hacer las funciones y de llevar el nombre. El Evan-
Lo 1.° Admiremos en el santo viejo Simeón cuál fue su fe á las pro-
gelio se lo d a , ó sea nombrándolo con María, ó sea nombrándolo se-
mesas de la ley y de los Profetas... Simeón esperaba el Redentor pro-
paradamente d e ella; este es el nombre q u e los hombres le dieron
metido; suspiraba continuamente aquel feliz momento q u e debia
durante su v i d a , y con q u e sin d u d a el mismo Jesucristo lo llamó.
formar toda la felicidad y toda la alegría del pueblo d e Dios. Con
Petición y coloquio. este deseo, y con esta expectación del Mesías, vivía en la justicia, en
¡ Gran Santo! María es nuestra M a d r e ; sed Vos también nuestro el temor del Señor, y el Espíritu Santo estalla con él... Si nosotros
P a d r e , sed particularmente mi guia en los caminos del Señor, sed tuviéramos una verdadera fe en las promesas del Evangelio, si es-
peráramos v erdaderamente los bienes que nos están prometidos, no
mi protector mientras viva, y mi amparo en la hora de mi muerte.
tendríamos dificultad en vivir en la santidad, y en conservar en nues-
Amen. tros corazones al Espíritu Santo; pero una fé débil, una vida m u n -
Y Yos, Virgen p u r a , divina Madre de la misma pureza, q u e no d a n a , tibia y disipada nos priva de las consolaciones de Dios, apaga
habéis tenido jamás necesidad d e purificación, alcanzadme de Dios en nosotros la esperanza, y nos hace mirar la otra vida y la segun-
aquel sagrado fuego q u e purifica todo lo q u e puede desagradarle en da venida de Jesús con temor y con espanto.
mi alma. Amen. Lo 2.° Observemos cuál fue la fe de Simeón á la revelación del Es-
Y Vos ¡ oh divino Jesús! q u e os ofrecisteis á vuestro eterno Padre píritu Santo... Este espíritu de Dios le habia revelado q u e no mori-
como la víctima sola capaz de purificarnos, aceptad la oferta que os ría sin haber visto al Mesías: n o veía la hora q u e llegase este dichoso
hago de mí mismo, a u n q u e imperfecto; pero con aquella consagra- momento; y ciertamente debia ver á Jesús solo en la enfermedad d e
ción que conviene á una víctima. Sacrificadme Vos mismo á vues- su carne mortal, y luego inmediatamente morir. Nosotros al contra-
tra gloria con aquellas mortificaciones q u e os agradará imponerme.
MEDITACION XV. 95
Consumid las imperfecciones de mi alma con el fuego de vuestra ca-
PUNTO I I I . ridad para q u e merezca u n día ser presentado á Vos con u n cora-
La presencia de José. zon puro en el templo de vuestra gloria. Amen.

José comparece aquí como cabeza d e la familia, como esposo de MEDITACION XV.
María, y como padre d e Jesús. CONTINUACION DE LA PURIFICACION DE M A R Í A .
Lo 1.° Como cabeza de k familia, él ordena toda la ceremonia,
provee á cuanto es necesario, y vela por el entero cumplimiento de DEL SANTO VIEJO SIMEON.

la ley... Así debe velar la cabeza de todas las familias cristianas para (Luc. i i , 2 5 - 3 5 ) .
que exactamente se observe en s u casa la ley de Dios: debe enco-
mendar á su divina Majestad, y poner bajo d e su protección todos M e d i t e m o s : l . ° s u fe; 2." su c á n t i c o ; 3.° su profecía...
aquellos q u e de él dependen ; debe particularmente ofrecerle todos
sus hijos, y consagrarlos al altar cuando el Señor los llama, y no vio- PUNTO I .
lentarlos cuando no son llamados por Dios. La fe de Simeón.
Lo 2.° Como esposo de María, José participa d e su sacrificio, de
su fervor, de sus humillaciones, d e su pobreza, d e sus consolacio- « Había entonces en Jerusalen u n hombre llamado S i m e ó n : y
nes , de sus penas, d e sus méritos y de sus virtudes. El marido de « este hombre justo y timorato esperaba la consolacion d e Israel: y
u n a piadosa esposa, bien léjos de inquietarla en su piedad, debe ani- «estaba en él el Espíritu Santo : y habia recibido respuesta del Es-
m a r l a , ayudarla, sostenerla é imitarla. «piritu Santo que n o veria la muerte antes de ver al Cristo del Se-
«ñor. Y vino por espíritu al templo: y cuando los Padres introdu-
Lo 3.°* Como padre de Jesús, José tiene la dicha de ofrecerse á
«jeron en él al niño Jesús para hacer por él según la costumbre d e
Dios juntamente con María. No es el verdadero padre de Jesús, pero
«la l e y , él lo cogió en sus brazos, y bendijo al Señor...»
tiene la gloria de hacer las funciones y de llevar el nombre. El Evan-
Lo 1.° Admiremos en el santo viejo Simeón cuál fue su fe á las pro-
gelio se lo d a , ó sea nombrándolo con María, ó sea nombrándolo se-
mesas de la ley y de los Profetas... Simeón esperaba el Redentor pro-
paradamente d e ella; este es el nombre q u e los hombres le dieron
metido; suspiraba continuamente aquel feliz momento q u e debia
durante su v i d a , y con q u e sin d u d a el mismo Jesucristo lo llamó.
formar toda la felicidad y toda la alegría del pueblo d e Dios. Con
Petición y coloquio. este deseo, y con esta expectación del Mesías, vivia en la justicia, en
¡ Gran Santo! María es nuestra M a d r e ; sed Vos también nuestro el temor del Señor, y el Espíritu Santo estalla con él... Si nosotros
P a d r e , sed particularmente mi guia en los caminos del Señor, sed tuviéramos una verdadera fe en las promesas del Evangelio, si es-
peráramos verdaderamente los bienes que nos están prometidos, no
mi protector mientras viva, y mi amparo en la hora de mi muerte.
tendríamos dificultad en vivir en la santidad, y en conservar en nues-
Amen. tros corazones al Espíritu Santo; pero una fé débil, una vida m u n -
Y Yos, Virgen p u r a , divina Madre de la misma pureza, q u e no d a n a , tibia y disipada nos priva de las consolaciones de Dios, apaga
habéis t e n i d o j a m á s necesidad d e purificación, alcanzadme de Dios en nosotros la esperanza, y nos hace mirar la otra vida y la segun-
aquel sagrado fuego q u e purifica todo lo q u e puede desagradarle en da venida de Jesús con temor y con espanto.
mi alma. Amen. Lo 2.° Observemos cuál fue la fe de Simeón á la revelación del Es-
Y Vos ¡ oh divino Jesús! q u e os ofrecisteis á vuestro eterno Padre píritu Santo... Este espíritu de Dios le habia revelado q u e no mori-
como la víctima sola capaz de purificarnos, aceptad la oferta que os ría sin haber visto al Mesías: n o veia la hora q u e llegase este dichoso
hago de mí mismo, a u n q u e imperfecto; pero con aquella consagra- momento; y ciertamente debia ver á Jesús solo en la enfermedad d e
ción que conviene á una víctima. Sacrificadme Vos mismo á vues- su carne mortal, y luego inmediatamente morir. Nosotros al contra-
tra gloria con aquellas mortificaciones q u e os agradará imponerme.
96 E L EVANGELIO MEDITADO,
r i o , debemos verlo despues de la muerte en el esplendor de la glo- mesas. ¡Oh! ¿Y de cuánto consuelo es el seros fiel, y el serviros?
ria, cuando se habrán acabado nuestras penas, y cuando ya no q u e - ; Oh, si ngsotros pudiésemos despues de cada comunion, si pudié-
dará otra cosa q u e reinar eternamente con él; y este pensamiento nos semos á la muerte, despues de haber recibido el santo Viático, g u s -
angustia y nos espanta. Espíritu divino, venid á mi corazon para tar una semejante paz y desear morir en el Señor!
despegarlo de todo lo que hay en la tierra, y hacerle suspirar el di- Lo 2.° Simeón celebra las grandezas de Jesús... « El Salvador dado
choso momento d e su libertad y de su verdadera felicidad. «por tí... (continúa) el cual has expuesto á la vista de todos los p u e -
Lo 3.° Consideremos cuan grande fue la fe de Simeón á la presen- «blos: luz para iluminar las naciones, y para gloria de tu pueblo
cia de Jesús Salvador... Conducido por el espíritu de Dios vino al tem- «Israel...» Á este deben mirar todos los pueblos como al Autor de
plo , cuando se debía introducir en él el divino Niño para presenr la gracia y al Reparador de su salud: él es la salud que Dios ha dado
tarlo al Señor. Lo vio, lo contempló, é interiormente lo adoró. Aca- á los hombres, y por él solo pueden ser reconciliados con Dios, a g r a -
bada la ceremonia no pudo contenerse : se acercó á é l , lo cogió en dar á Djos y reunirse á Dios. E n vano busca en otra parte su salud
sus brazos, lo apretó sobre su corazon, y manifestó los transportes d e una impura y orgullosa filosofía. Jesús es l a salud ofrecida y pre-
su júbilo, d e su reconocimiento y de su amor... Si nosotros tuviése- sentada á los a o s de todos los pueblos, prometida al principio del
mos una fe mas viva, no envidiaríamos su feliz suerte. Nosotros co- m u n d o , concedida en medio de los siglos, y anunciada por toda la
nocemos, nosotros tenemos al mismo Jesús, lo abrazamos mas ínti- tierra... Jesús es la luz para iluminar las naciones. Por él los genti-
mamente, y mas absolutamente lo poseemos en su divino Sacramen- les han salido de las tinieblas de la idolatría, y han abierto los ojos
to: ¿no podemos por ventura tener los mismos sentimientos?... E x a - á la luz del Evangelio... Demos gracias á Dios por habernos hecho
minemos si es el espíritu de Dios el que nos guia al altar y al tem- nacer en medio de esta resplandeciente luz. Pero ¿caminamos nos-
plo, ó si es acaso por lo común el espíritu de vanidad, de curiosidad otros en el claro dia de esta luz? ¿No andamos aun por ventura tras
ó de interés, ó la costumbre, el respeto h u m a n o , ó cualquier otro las máximas del demonio? ¿No practicamos todavía las obras d é l a s
motivo indigno y pecaminoso. tinieblas?
Jesús es la gloria del pueblo de Israel, por quien este pueblo h a
PUNTO I I . sido reconocido de los gentiles por pueblo de Dios. Feliz, si la m a -
El cántico de Simeón. yor parte d e esta nación, con una obstinada ceguedad , q u e no se
puede suficientemente comprender, ni bastantemente llorar, no se
El santo Viejo llevando á Jesucristo entre sus brazos, y mucho hubiese merecido las desgracias predichas por los Profetas... Pero un
mas a u n en su corazon, se abandona al exceso q u e lo anima, y b e n - nuevo Israel ha sido sustituido en su lugar; nosotros somos este n u e -
diciendo en alta v o z á Dios, manifiesta el júbilo de su corazon, cele- vo pueblo: pongamos, pues, toda nuestra gloria en conocerá J e s u -
bra las grandezas de J e s ú s , y tira sobre sí la admiración de José y cristo, en seguirlo y en amarlo.
de María. Lo 3.° El lenguaje del santo Viejo arrebató la admiración á José y
Lo 1.° Manifiesta el júbilo de su corazon. « Ahora dejaréis ¡oh Se- á María... « Y el Padre y la Madre de Jesús quedaban maravillados
« ñ o r ! dice en alta v o z , q u e se vaya en paz vuestro siervo, según «de las cosas que de él se decían...» El discurso extático de Simeón
« t u p a l a b r a : porque mis ojos han visto el Salvador dado p o r tí...» era un completo sumario, y encerraba toda la sustancia de la doctri-
Sí ¡oh Dios mió! estoy cercano á dejar la tierra, y conozco q u e m e na de los Patriarcas y de los Profetas. Parece, pues, que aun cuando
llamais á Vos. Yo la dejo sin sentimiento. ¿Y qué haré yo aquí mas fuesen sublimes sus expresiones, nada debían contener de nuevo, ó
largo tiempo, y a que, según vuestras promesas, habéis satisfecho á de sorprendente para María y para José; y no obstante ellos se d e -
mis deseos? He visto con mis ojos aquel q u e yo esperaba, aquel Me- jaron transportar de una grande admiración y júbilo, porque tal es
sías que habéis enviado para ser el Salvador del mundo. ¡Oh cuán el carácter d e un amor vivo , tierno y respetuoso. Ninguno se cree
dulce me será el morir despues d e una tal alegría! Vos me lo habéis bastantemente instruido de cuanto respecta á una persona cuya glo-
prometido, Señor, y yo lo poseo. Vos sois verdadero en vuestras pro- ria le pertenece: oye con gusto repetir lo q u e ya sabe, y sobre todo
7 T. i .
98 E L EVANGELIO MEDITADO,
MEDITACION XV. 99
cuando se a m a á Jesucristo. Por mas que el cristiano lo conozca, se someterse á su espíritu, y á su doctrina propuesta por la Iglesia, y
complace de oir contar sus grandezas: en esto encuentra siempre con no reglar las costumbres según sus máximas y su ley. ¡ Ay de
materia de enternecerse; y las cosas q u e lo interesan son siempre m í ! Toda mi vida ¿no ha sido hasta ahora una continua contradic-
tan nuevas , q u e no cesan jamás de serie admirables... No obstante ción al Evangelio? ¿ I proseguiré viviendo aun en este estado?
q u e estemos instruidos en los misterios de la Religión , escuchemos Lo 2.° Respectó de María... Simeón le predice las pruebas que aun
V aprovechémonos de las luces que nos presentan las instrucciones debe sufrir. « Y el cuchillo 1 del mismo traspasará tu alma...» Ma-
d e nuestros pastores, y procuremos seguir los ejemplos que la fe, la ría debe ver el corazon d e su Hijo traspasado de una lanza, y debe
piedad y la caridad del prójimo nos dan. tener también el suyo traspasado d e dolor... ¡ Oh gran Dios! ¿no
bastaba que María fuese destinada á este cruel tormento, sin hacér-
PUNTO I I I . selo anunciar también treinta años antes? Alimentad con diligencia
La profecía de Simeón. este amado Hijo ¡ oh Virgen santa! crecerán con él vuestros dolores:
vuestro martirio durará t a n t o , cuanto dure su vida; y aun crecerá
El santo Viejo, habiendo dado otra vez á María y á José el santo cada dia á medida que este tierno Cordero se irá acercando al tiempo
niño J e s ú s , q u e hasta entonces había tenido entre sus brazos, les destinado para su sacrificio... ¡ Ah ! ojalá q u e pudiese mi vida pa-
anunció á los dos gracias proporcionadas á la felicidad de q u e g o - sarse como la vuestra en el retiro, en el dolor y en las lágrimas, con
zaban , y los bendijo, esto e s , enderezó por ellos al Señor sus votos
la memoria de los dolores de m i Salvador y de los" vuestros.
y sus súplicas: despues volviéndose á María, Madre d e Jesús, dis-
tinguiéndola d e José, que no era el propio P a d r e , le enderezó per- Lo 3.° Respecto á los hombres... « Áfinde que, añade Simeón, se
sonalmente las palabras, y se explicó en términos q u e fueron otras « manifiesten los pensamientos de muchos corazones...» El hierro de
tantas profecías respecto de Jesús, respecto de ella, y respecto délos la persecución abre los corazones, y hace conocer en ellos las mas
hombres. secretas disposiciones. Entonces cae la máscara, se rasga el velo, y
no se pueden esconder, ni á los otros, ni á nosotros mismos nues-
Lo 1." Respecto de Jesús... « E l Niño que has dado al m u n d o , le tros verdaderos sentimientos... Examinemos aquí nuestro amor para
«dijo, mira q u e está puesto para ruina y para resurrección de mu- con Dios y nuestro apego á la Religión: examinemos nuestro cora-
«chos en Israel: y para señal á que se hará contradicción...» Ha ve- zon... ¿Está él dispuesto á perder los bienes, el reposo, la reputa-
nido al mundo para ser su Salvador, y será verdaderamente el orí- ción y la vida? ¡ A i ! j cuánto sufre á la sola pérdida de u n placer,
gen y principio de su salvación para muchos que participarán de su de u n interés, y á la mas ligera contradicción!
redención, por la fe á sus palabras, y por la correspondencia á sus
gracias; pero para otros muchos, incrédulos á su voz y rebeldes á sus Petición y coloquio.
llamamientos, vendrá á ser , aunque contra su intención y á pesar
Aseguraos ¡ oh Dios mió! de esle débil corazon: no permitáis que
de sus sinceros votos, una piedra de escándalo y ocasion "de caída.
me engañe, ó que yo apruebe jamás sus rebeldías contra Vos. Ha-
Un día vendrá en que por los israelitas y por lodos los hombres será
ced antes bien que yo sea contradicho del mundo, y traspasado por
condenado á la muerte mas ignominiosa y vergonzosa: en este es-
vuestro amor del cuchillo del dolor : haced que quede traspasado á
tado d e flaqueza y de dolores será para muchos un sujeto d e con-
la vista de mis iniquidades , y que purificándome este dolor me h a -
tradicción... Esta es la tercera profecía del Evangelio, de q u e nos-
ga digno d e tener parle en vuestra gloria. No permitáis q u e yo ja-
otros vemos el cumplimiento. Jesucristo ha estado contradicho, y lo
más me oponga á las máximas, á los ejemplos, al espíritu, á la doc-
es a u n : esto no nos sorprenda, ni nos conmueva, porque ha estado
trina de vuestro divino Hijo. Dadme esta fidelidad constante y g e -
predicho. Aquellos que le contradicen se llevan sobre sí su perdición;
nerosa q u e me haga declararme su discípulo delante de Jos hombres,
aquellos que lo siguen se aseguran su propia salvación. ¡Qué felici-
para q u e en el último dia no me deseche delante de Vos. Amen.
dad para estos! ¡Qué desgracia para aquellos! ¿De qué número so- 3
De la contradicción, oprobios, t o r m e n t o s y dolores.
mos nosotros? No nos engañemos: se contradice á Jesucristo con no
temer que una vida tan austera pudiese dañar á su salud , ó abre-
viar sus dias... ¡Oh, cuántas delicias goza u n a vida casta, mortifi-
MEDITACION XYI. cada v aplicada á la oracion! Estas delicias serian mucho mas desea-
FIN DE LA PURIFICACION. das si fuesen mas conocidas. La oracion , la mortificación y la p u -
reza están unidas con los lazos mas indisolubles y mas estrechos. Sin
DE SANTA ANA L A PROFETISA. la oracion es imposible la mortificación; sin la mortificación la ora-
(Luc. 11, 36-39). cion es insípida; sin la oracion y la mortificación la castidad es tra-
gil, y raramente se sostiene.
Observemos con el Evangelista: 1.° el carácter de la Profetisa ; 2.° su p r e -
sencia en el templo ; 3.° la vuelta de la santa Familia á N'azaret.
PUNTO I I .
P U N T O I. Ve la presencia de la santa Profetisa,
0
El carácter de la santa Profetisa. Lo 1 Admiremos su piedad... «Y esta llegando á aquel mismo
«tiempo alababa también al Señor...» Cuando Jesús, Maríay José
Lo 1 S a n Lucas nos habla de la nobleza de su familia...«Y estaba estaban a u n en el templo, llegó á él la santa Viuda. ¡Cuanto le h u -
«allí también una profetisa, A n a , hija de F a n u e l , de la tribu d e biera desagradado faltar en u n momento tan precioso como era aquel
« Aser...» El Evangelista nombra por honor el padre y la tribu de en que el santo Viejo, teniendo aun en sus brazos á Jesús, profeti-
santa Ana, para darnos á entender que no siendo esta del común del zaba la suerte del Hijo y d e la Madre! ¡Qué favores no le mereció
pueblo, sino d e una familia conocida y distinguida, su nacimiento su piedad áesta virtuosa israelita 1 Vió aquel Dios m n o , lo contem-
da peso y valor al mérito de sus costumbres. De hecho una persona pló y penetró el misterio escondido bajo las apariencias comunes de
ilustre q u e une la práctica de la virtud á la nobleza de la sangre puede su adorable persona. ¡ Cuál fue su júbilo, su respeto y su amor! Hizo
contribuir mucho á favor de la Religión; pero al contrario ¡oh cuán comparecer su embelesamiento: se desahogó rindiendo gracias y
culpable es esta, y cuán deplorable su desgracia si no lo ejecuta así, bendiciones, y dió públicamente gloria á Dios y testimonio á su Hijo.
y antes hace servir la autoridad de su esfera para acreditar el error, Si esta insigne profetisa de Jerusalen se hubiese descuidado en ir al
y hacer mas audaz el vicio con descrédito d é l a virtud! templo e n aquella hora, se habría privado de un favor tan inefable...
Lo 2.° El Evangelio alaba la viudez de santa Ana... «Esta se hallaba Dios une sus gracias á ciertos momentos y á ciertas ocasiones: ob-
« m u y avanzada en edad , y habia vivido siete años con su marido, servemos con atención estos momentos preciosos, y no les dejemos
«desde su virginidad. Y... habia permanecido viuda hasta los ochen- huir... Aquel ejercicio de piedad, aquel acto de religión que hemos
«ta y cuatro años...» Quedó viuda a u n siendo joven, y perseveró en omitido seria acaso el tiempo escogido por Dios para hacernos algún
su viudez constantemente, santamente y largamente. Una viudez tan particular favor... Imitemos el amor d e Ana por el culto del Señor.
perfecta merecía los elogios del Espíritu Santo. Feliz, de hecho, es ¡ Con q u é sentimientos, con q u é respeto debemos adorar á Jesucristo
este estado, q u e despues del d e la virginidad es el mas propio para en sus templos! Pero ¡ay d e mí 1 La manera con q u e en ellos esta-
las divinas comunicaciones. mos ¿ n o lees las mas veces injuriosa? ¿No es una condenación con-
Lo 3.° El sagrado texto hace el elogio de lajsantidad de la Profe- tra nosotros mismos? ¿No descubre nuestra poca fe y nuestro poco
tisa... «Y no salia del templo, sirviendo á Dios noche y dia con ora- respeto á su divina persona?
«ciones y ayunos...» Esta santa V i u d a , verdadero modelo de l a s
Lo 2.° Observemos el celo de la Profetisa... «Y hablaba de él á to-
personas libres ó separadas del siglo. habia elegido un tenor de vida
« dos aquellos que esperaban la redención de Israel...» Ella ya ejer-
regulado sobre la perfección de'su estado. Todos sus dias eran san-
cita el empleo de apóstol... Llena de gozo de haber visto al Mesías,
tificados por el ayuno, y todas las horas del dia y de la noche divi-
se cree obligada á participarlo á todos los fieles israelitas q u e cono-
didas en varios ejercicios de piedad. Su habitación mas ordinaria era
ce en Jerusalen. Les habla de él con u n tono profético é inspirado
el templo: allí pasaba su vida en la mortificación y en la oracion, sin
Í02 E L EVANGELIO MEDITADO,
que persuade, y con aquel fuego apostólico q u e enciende los cora- Lo 1 0 Se vuelven sin precipitación... No salen del templo sinodes-
zones. Si el amor de Jesús reinase en nuestras almas,. su grandeza pues de haber cumpüdo enteramente cuanto ordenaba la ley, y de
y sus beneficios serian el objeto de nuestros discursos-: no contentos haber escuchado cuanto Dios quería darles á conocer por boca d e
de conocer y de amar á Jesucristo , nos interesaríamos también en Simeon v Ana... Nuestra precipitación á salir de la iglesia uego
hacerlo conocer á otros y en hacerlo amar. qne se acaba una misa, luego despues de la comumon o de cualquier
Lo 3." Hagamos una reflexión sobre su prudencia... ¿Á quién da ella otro ejercicio de piedad; nuestra priesa y nuestro deseo de concluii
á conocer á Jesucristo? « Á todos aquellos que esperaban la redención v dejar estos actos de religion nos privan muchas veces del fruto q u e
«de Israel...» Todos los judíos esperaban el Libertador prometido: hubiéramos podido sacar... Demos fin á nuestros actos de devocion
los unos con las falsas ideas de u n a grandeza m u n d a n a y de u n a con emplear algún tiempo en el recogimiento, en el cual podemos
libertad temporal; los otros con la mayor indiferencia: solo u n pe- escoger y llevar con nosotros algún buen sentimiento y algún r e -
queño número lo esperaba con el ardor y con el espíritu q u e con- cuerdo saludable. .
venia á los verdaderos israelitas. Á estos solos dirige esta santa Viuda Lo 2 0 Se retiran sin disipación en un projundo silencio... a s i l e n -
las palabras de la salud, y cuenta cuanto ha visto y cuanto le ha d a - cio de María y de José por todo el tiempo de esta ceremonia m e
do á conocer el Espíritu Santo. Hubiera sido imprudencia y aun parece m u y di-no de observarse y admirarse. San Lucas no dice de
cosa peligrosa hablar indiferentemente á todo el m u n d o , principal- ellos, como liabiadicha délos pastores, que se volvieron alabando a
mente en una ciudad donde reinaba un i m p í o , y el mas cruel ene- Dios... ; O h , v cuán profundo es este silencio! ¡Oh, y q u e admira-
migo del Salvador... E n t r e nosotros todos se dicen cristianos, todos ble' ¿No hemos gustado jamás nosotros las dulzuras en la oracion
se dicen católicos; pero poquísimos hay que se interesen por el Cris- ó en la comunion? ¿No nos hemos hallado jamás en este feliz estado
tianismo, q u e deseen sinceramente el establecimiento del reino de de silencio, en que el alma se abisma y se pierde delante d e ta ma-
Dios, y la verdadera redención d e Israel. Poquísimos con quienes jestad de Dios á vista de sus beneficios? T a n raro es sin d u d a este
se pueda hablar de la redención eterna q u e esperamos, y de los m e - con Dios, cuanto precioso; pero esle es ordinariamente el premio y
dios necesarios para conseguirla. la recompensa de la perfecta observancia de la ley, y requiere siem-
pre la uiavor fidelidad para conservarse. n «
PUNTO I I I . Lo 3.° Partieron luego que fue terminado el oficio de Dios... No
De la vuelta de la santa Familia. se detuvieron en Jerusalen á lomar reposo, ó para gozar de la e s -
timación q u e les habian conciliado tantas maravillas. Se vuelven
«Y habiendo cumplido todo aquello que ordenaba la ley del S e - a su casa sin perder u n momento, para asistir allí a su ordinario
« ñ o r , se volvieron á la Galilea, y á su ciudad de N a z a r e t 1 . . . » trabajo... Ejemplo admirable para los padres y madres d e familias,
1
Hablando aquí san L u c a s de la vuelta á Galilea, no habla de la que se
que deben emplear su vida en unir y cumplir las obligaciones do-
hizo i n m e d i a t a m e n t e despucs de la P u r i f i c a c i ó n , sino de la que se hizo cuando mésticas v las de la Religion; y q u e para conservar los sentimientos
la santa Familia volvió del E g i p t o , como verémos en la meditación X V I I I , de piedad que les inspira el servicio divino, no deben dejarse dis-
en que haremos otra vez m e m o r i a de este verso... E s , p u e s , probable que traer de vanos entretenimientos y frivolas conversaciones; sino deL
después de la Purificación la santa F a m i l i a se volviese á B e l e n , donde tuvo
la órden de partir para Egipto. P e r o como san Lucas no babia de hablar de los
templo volv erse á sus casas para cumplir en ellas las obligaciones de
Magos ni del E g i p t o , ha seguido el método de los Evangelistas, que es contar su estado, y sucesivamente ejercitarse en la práctica de las demás
por órden y unir los hechos distantes u n o s de otros cuando el E s p í r i t u Santo obras de piedad.
no los movia á escribir los i n t e r m e d i o s : nosotros verémos m u c h o s ejemplos...
Sabemos muy bien que se puede poner en otro órden la Adoracion de los M a - Petición y coloquio.
gos, la Purificación de M a r í a , y la h u i d a á Egipto; pero como esta diversidad
de órden. no i n t e r e s a la p i e d a d , y no p u e d e deducirse claramente del texto, ¡ Ay de m í ! Señor, el tiempo es breve: y ¿ q u é uso he hecho de
hemos seguido el órden q u e se halla m a s conforme á las fiestas de la Iglesia,
los que ordenan los hechos de otra m a n e r a . E s t e plan es el que seguiremos
sin q u e r e r entrar ni tomar ningun p a r t i d o , y mucho menos condenar á a q u e -
en toda esta o b r a .
104 EL EVANGELIO MEDITADO,
él hasta ahora para m i santificación?... Hacedme conocer hoy toda de ser mas honrada q u e con las humillaciones de su Hijo; humilla-
su importancia, para que yo conozca el uno necesario, y para que á ciones conformes por otro lado á los oráculos de los Profetas. Esta .
ejemplo de Ana, ocupado noche y dia en el negocio de mi salvación, orden no solamente es gloriosa á Dios, sino también útil para el
cuasi jamás salga de vuestro templo ó de vuestra divina presencia. hombre que puede hallar en ella, meditándola, de que instruirse en
¡ Ahí cuánto me aflige el tiempo que el mundo me ha quitado! Re- el c a m Í Q O de la salud, d e q u é consolarse en sus desgracias, y de
suelvo, pues, en este momento ¡oh Dios mió! servirme de todos los qué edificarse en las persecuciones que jamás faltan a la Iglesia, a
instantes que Yos me concederéis de vida: quiero trabajar por mi sus ministros y á sus Santos. , _
alma todos los dias q u e me concederéis, y otra cosa no temeré en Lo 2.° ¿A quién va enderezada esta orden?... A José. ¡Que suerte
adelante, sino q u e siendo estos breves, no se hallen aun llenos de- para este verdadero justo! É l es confidente d e los secretos de Dios,
lante de Yos para merecerme vuestra recompensa. Amen. el hombre de su diestra, y el instrumento d e su autoridad: el tiene
comercio con los espíritus bienaventurados, q u e están encargados
de anunciarle las voluntades del Señor sobre la tierra: tiene las ve-
MEDITACION XVII. ces de Dios P a d r e , es la cabeza de la santa Familia, el depositario
' »
DE LA PERSECUCION DE HERODES. de Jesús v de María, v tiene el derecho de mandarles. ¡Que honor,
(Matth. íi, 1 3 - 2 3 ) . ¡ q u é e m p l e o ! ¿Hahabido por ventura otro mas santo, mas elevado
El Evangelio nos presenta aquí tres objetos á la consideración: 1.° la huida
y mas importante?... ¡Cuán grande es el de los sacerdotes, en c u -
de la santa Familia á Egipto ; 2.° su demora en Egipto ; 3.° su vuelta de vas manos ha puesto Dios los fieles para salvarlos y sacarlos de E g i g -
Egipto. t o , y á quienes ha confiado y entregado á Jesucristo para alimentar
PUNTO I. los verdaderos hijos de Israel! , 7 ,
Lo 3 ¿ C ó m o se ejecuta la orden de Dios?...1.°Por parte de Jesús.
La huida á Egipto. Penetremos con la fe sus internos sentimientos... ¿Con q u ^ j e -
«El Ángel del Señor apareció en sueños á José, y le dijo: Le- lídad, con q u é amor se sometió á las órdenes de su Padre? 2 / Por
v á n t a l e , y toma al Niño y á su Madre, y huye á Egipto, y eslate parte de María. Examinemos su corazon. La cualidad de Madre de
« allí hasta que yo le lo diga. Porque ha de aconlecer que Herodes Dios no le hace olvidar que es Esposa de José. ¿Con q u é exactitud
« b u s q u e al Niño para hacerlo morir. Y él levantándose tomó alNi- obedece á sus órdenes? 3.° Por parte de José. ¡Qué sumisión! Obe-
« ño y á su Madre d e noche, y se retiró á Egipto; y allí se estuvo diencia ciega v sin réplica, pura V sin dilación, exacta y sin o m i -
«hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliese lo q u e habia sion, constante y sin limitación de algún tiempo. Admiremos como
« dicho el Señor por el Profela, q u e dice: Del Egipto he llamado á María y José se disponen á esta huida sin afan y sin precipitación,
« m i Hijo Dios da aquí una orden para la conservación de los sin inquietud sobre los peligros y sobre las fatigas del viaje, sin r e -
dias de s u Hijo. plica, sin discursos, sin lamentarse y sin quejas, ni contra el rigor
Examinemos lo 1.° cuál es esta orden... Es humillante para Jesu- de una orden tan humillante y penosa, ni contra las circunstancias
cristo : es una orden de h u i r , de huir de su patria, de huir á Egipto, del tiempo, que es la noche; del lugar, q u e es el Egipto, nación ido-
de huir de Herodes, de huir con la cualidad y con el nombre de Sal- latra ; ni contra Herodes, aquel injusto perseguidor. Estos santos Es-
vador. ¿ U n Dios debe huir la cólera de un hombre? ¿Una tal orden posos dejan obrar al Señor: solo piensan obedecer, y están solamente
conviene á la grandeza del soberano Señor? N o , sin d u d a , si se con- atentos á tener cuidado del divino Niño q u e se les encarga librar
sultan las ideas del m u n d o : milagros, prodigios, hechos esclareci- de la persecución... ¡Oh, y cuán verdaderamente son dignos el uno
dos serian de mayor guslo para nosotros... Aprendamos á reformar del otro, v el uno y el otro de Jesús!... ¿ C u á n d o , pues, me haré
nuestras ideas sobre las de Dios. Esta orden, por humillante que pa- vo fuerza ,"y procuraré hacerme digno de imitar sus virtudes, esto es,
rezca , es infinitamente gloriosa á Dios, porque su grandeza no p u e - con una ciega obediencia, con una fe firme, con una paciencia cons-
1
Osee, x i , l .
tante, y con una confianza perfecta?
orejas de Augusto. Los santos Inocentes adquirieron una vida eter-
PUNTO U . na v Dios recibió en estos tiernos corderos las primicias de una sangre
Demora de la santa Familia en Egipto. preriosacon que la tierra será bien presto bañada y purificada... i al
ha sido v tal será siempre el efecto de todas las persecuciones con r a
El Historiador sagrado 110 solo nos instruye acfuí de cuanto suce- Jesucristo y contra su Iglesia./. Ellas harán ver la debilidad de las
de en Egipto, sino también e n Belen y en Jerusalen. potencias d é l a tierra, cumplirán las profecías, extenderán el cono-
Lo 1.° Lo que sucede en Egipto... Aquí la santa Familia vive po- cimiento de la verdad, y formarán la felicidad eterna de aquellos
bre, oscura, incógnita; pero preciosa á los ojos de Dios, y tierno que serán las víctimas. ¡Oh cuán digna es d e envidia la suerte de
objeto de sus complacencias. Vive en medio de la superstición y de estos niños sacrificados por Jesucristo, y de aquellos q u e mueren
la idolatría; pero dando ¿Dios el culto mas puro y el homenaje mas despues del Bautismo! ¡Qué favor el ser salvos antes de haber t e -
perfecto: aquí vive e n medio de toda suerte de pecados y de escán- nido el uso de la libertad! Si nosotros hacemos b u e n uso de la nues-
dalos ; pero aquí hace resplandecer los ejemplos d e todas las virtu- tra nuestra suerte será aun mas felizy mas gloriosa paraDios.Le-
des. E n cualquiera parte, en cualquier estado, en cualquier fami- jos pues, de dolemos, demos gracias al Señor por habernos con-
lia q u e nosotros vivamos, estémonos escondidos, humildes y reco- servado para u n a tan grande felicidad. Reguemos y velemos, n o
gidos con nuestro Salvador. Resistamos á los escándalos, seamos por sea q u e por nuestra culpa la perdamos.
todas partes el buen olor de Jesucristo, y la edificación del próji- Lo 3." Lo que sucede en Jerusalen... Consideremos aquí u n u s u r -
mo. .. Pero ¿ q u é seria sí en la misma casa de Dios, si en el seno del pador sobre el trono, entregado á todas las pasiones, sumergido en
Cristianismo y en la Religión, si e n el sagrado ministerio, si en m e - toda suerte de delitos, impío, ambicioso, astuto, cruel, sin mas re-
dio de los buenos ejemplos nosotros mismos fuésemos u n sujeto d e ligión que la d e su política, que se alimenta de las lágrimas d e s ú s
escándalo? súbditos, q u e tiene por juego el derramar sangre, y no perdona aun
Lo 2.° Lo que sucede en Belen... « Entonces lTerodes viéndose b u r - la de sus propios hijos: un delincuente atormentado de sus delitos,
«lado de los Magos se enoja fuertemente, y mandó matar todos los presa de su a f a n , del despecho y de la cólera; agitado de sospechas,
«niños que habia en Belen y en todos sus confines, desde la edad de temores y de inquietudes; aborrecido y detestado de sus pueblos;
«de dos años para abajo, según el tiempo q u e habia averiguado d e la execración del universo: u n impío herido de la mano de Dios, roí-
«la relación d e los Magos. Entonces se cumplió cuanto habia sido do d e gusanos, infestando su propio palacio, insoportable á sí mis-
«predicho por el profeta Jeremías \ q u e dice : Una voz se lia oido mo, moribundo en su impiedad, y dictando a u n mientras que es-
«en R a m á , grandes llantos y grandes alaridos; Raquel que lloraba pira las sentencias d e u n a crueldad q u e ya no se debia temer 1 . . .
«sus hijos, y no quiso admitir consolacion. porque ya no son...» Hé Finalmente. consideremos á Herodes muerto como habia vivido ene-
aquí toda la potencia h u m a n a , q u e armada contra unos niños dé- migo de Dios, y teniendo siempre á Dios por enemigo: á Herodes,-
biles emplea toda su f u e r z a , ejercita todo su f u r o r , y lo llena lodo que ha llegado á ser víctima eterna d e u n Dios vengador, precipi-
de sangre y de estragos; pero Dios, sin q u e parezca que obre, des- tado en u n abismo de azufre y d e fuego... E n esto, p u e s , pararon
truye todos los proyectos de los hombres, y hace q u e todo coopere la astucia, las intrigas y l a gloria toda de este famoso Monarca. E l
á la ejecución d e sus propios designios... '¡Prudencia h u m a n a , tú mundo no ha dejado de darle el sobrenombre de Grande. Pero ¡oh
eres del todo inútil contra la sabiduría de Dios! Herodes hace m a - cuán diferentes son de los del m u n d o los juicios del Señor! jAhí
tar u n a multitud de niños por hacer q u e perezca uno solo, el objeto ¿ q u é sirve ser grande á los ojos del m u n d o , siendo al mismo tiem-
de s u f u r o r ; y este Niño á quien él teme, este solo se le huye. Se po de abominación á los ojos d e Dios?
cumplen las profecías: el nacimiento del Mesías es anunciado en to- 1 J o s e f o , De bello Jud. 1 . 1 , c. 2 0 ; et X V I I , c. 8 .
do el m u n d o : los gritos de las madres y la sangre de los niños son
una voz q u e ha resonado hasta en las colinas de R o m a , hasta las
1
J e r e m . x x x i , 23.
la prudencia de san José. Examinemos bien los lugares donde v a -
PUNTO III. mos las personas que allí se hallan, y quiénes son los que allí man-
Vuelta de Egipto de la santa Familia. dan Finalmente, su autoridad. Todas las incumbencias van apo-
yadas' á José: Jesús y María callan, y se dejan guiar observando
« Muerto Herodes, hé aquí q u e el Ángel del Señor aparece en sue- las leyes de la mas exacta subordinación. ¿Con cual pretexto q u e r -
« ños á José en Egipto, y le dijo: Despiértate, y coge el Niño y su remos nosotros dispensamos de ellas?
« M a d r e , y v é a l a tierra de Israel, porque han muerto los q u e bus- Lo 3 0 ¡Cuál es el término de la vuelta de la santa Familia?... ts
« caban la vida del Niño. Y él despertándose cogió al Niño y la Ma- Nazaret, pequeña ciudad de Galilea, para e l de lo
c u m p l i n n e n t e
« d r e , y fué á la tierra de Israel. Pero habiendo oido q u e Arquelao q u e han dicho los Profetas, que Jesucristo seria llamado Nazareno
«reinaba en la Judea en lugar de Herodes su p a d r e , temió de ir Este nombre tiene tres significados. Significa consagrado, santi-
« allá; y advertido en sueños se retiró á la Galilea, donde habiendo ficado, como lo llaman los Profetas. Esto es lo que es Jesucristo es-
«llegado, habitó en la ciudad llamada Nazaret, para q u e se cuin- o es lo que es todo cristiano por su bautismo. ¿Lo somos también
« pliese lo que habia sido predicho de los Profetas: Él será llamado nosotros con nuestras costumbres? 2.° Significa flor y renuevo. J e -
«Nazareno...» sús es esta flor y este renuevo del ramo de J e s é y de David de que
Lo 1 O b s e r v e m o s en qué circunstancia se hace esta vuelta... Se ha- frecuentemente hablan los Profetas, principalmente Isaías Nos-
ce luego que muere Herodes... Dios regula todos los acaecimientos, otros hemos estado ingertos en él, y de él h e m o s s , d o adoptados.
y quiere que los esperemos con paciencia y sumisión, sin inquietud ; Vivimos de una manera digna de esta adopc.on? 3. Significa ha-
y sin quejas, y que nos aprovechemos de ellos con discreción y sa- bitante de Nazaret. Es tradición recibida de los Profetas, que el Me-
biduría. El poder de los hombres, sus favores y sus furores tienen sías debia en este sentido ser llamado Nazareno. Jesucristo ha s u -
su tiempo, como lo tiene su vida. Todo muere: Jesucristo solo no frido que los j u d í o s , los idólatras y los impíos lo hayan nombrado
muere ya m a s : temamos, p u e s , á él solo, á él solo amemos, y es- por desprecio, ya Nazareno, del nombre de la cuidad, ya Galileo,
temos á él solo unidos. Todos los perseguidores han muerto, y los del nombre de la provincia, para mostrar á sus siervos que han de
Mártires viven y reinan para siempre con Jesucristo. sufrir con júbilo los nombres injuriosos que se les dan y por los
Lo 2.° ¿De qué manera se hace esta vuelta ?... Por orden de Dios, que se esfuerza el m u n d o á hacerlos odiosos y despreciables. Bien-
siempre enderezada á José, que en su conducta nos presenta aquí aventurado aquel que por su amor sabe practicar esta lección.
de nuevo para admirar su obediencia, su prudencia y su autoridad...
Su obediencia. No da paso a l g u n o , no toma alguna determinación si- Petición y coloquio.
no por orden de Dios, y en esto es el verdadero modelo de las almas El justo no está sin pruebas; pero Vos no lo abandonais ¡oh Dios
interiores, q u e deben continuamente escuchar la voz de Dios q u e m i ó ' Los perseguidores y la persecución pasan; pero no pasa el fru-
les habla, ó sea en orden á las obligaciones de su estado, de q u e de- to de la persecución bien sufrida. Lo habéis experimentado A os mis-
ben estar instruidas, y que deben cumplir, ó sea en orden á la Igle- mo ¡oh divino Jesús! en aquel estado de humillación y de dependen-
sia y á los superiores, á quienes deben estar perfectamente sujetas, cia á que os ha reducido vuestro amor por mí. ¿Tendre yo aun co-
ó sea en orden á los piadosos pensamientos, buenos deseos y santas razon, despues de tales motivos y u n tal ejemplo, para lamentarme
inspiraciones que deben seguir... Su prudencia. Teme volver á Be- de las tribulaciones que s u f r o , y de las q u e aun me esperan? ¡ A i .
len. donde habia estado por el parto de María, porque Arquelao, Señor, haced q u e para ser participante de vuestra gloria no me ol-
sucesor de Herodes su padre en el reino de J u d e a , se habia ya da- vide jamás de que es necesario ser también participante de vuestros
do á conocer por su crueldad... Dios quiere que hagamos uso de trabajos v de vuestras penas, sabiendo q u e seré mas ensalzado en
nuestra razón cuando no se nos revela su voluntad, y que sepamos el cielo, cuanto mas participe de ellas en la tierra. Amen.
temer, dudar y consultarle, porque entonces no dejará de iluminar-
« Isai. xi, 2.
nos. Si queremos conservar á Jesús en nuestro corazon, imitemos
110 EL EVANGELIO ¡«EDITADO. MEDITACION XVIII. ^

culo... Soportemos esta injusticia siempre q u e se nos h a g a , no turbe


MEDITACION XVIII. la paz de nuestro corazon, v no caminar ala perfección.
n o s i m p i d a

Lo 3.° La demora de Jesucristo en Nazaret le trajo insultos y ul-


DE LA INFANCIA DE JESUCRISTO HASTA LOS DOCE AÑOS.
trajes... ¡Cuántas veces por befa fue llamado -Nazareno y Galileo!
(LAC. II, 3 9 - 4 1 ) .
El primer nombre f u e puesto e n el título q u e le pusieron sobre la
El Espirita Santo ninguna otra cosa nos enseña de la vida p r i v a d a , escon- cruz; v el segundo f u e el nombre con q u e por desprecio lo nombra-
dida y humilde de Jesucristo sino q u e : 1.° s e crió en N a z a r e t ; 2.° que allí cre- ba el apóstata Juliano: se sirvieron también de estos nombres los
cía y se fortificaba estando lleno de sabiduría ;'3.° que asistía á los ejercicios
públicos de la religión. M e d i t e m o s con atención y con f r u t o verdades tan p r e -
Apóstoles y los cristianos; pero fue por respeto para sanar enfermos,
ciosas. v para echar los d e m o n i o s . . . Deseemos ser humillados, despreciados
é insultados con Jesucristo, para ser ensalzados, glorificados y co-
PUNTO I .
ronados con él...
El niño Jesús se cria en Nazaret.
PUNTO I I .
« Y se volvieron á la Galilea, á s u ciudad de Nazaret...» ¡Qué
gran ocasion de humillación fue para Jesucristo el habitar en esta El niño Jesús crece en la casa paterna .
ciudad. «El Niño crecía, y se fortificaba lleno de sabiduría, y la gracia
Lo 1.° Le acarreó continuos desprecios... Nazaret era u n lugar « d e Dios eslaba en él...»
despreciado por sí m i s m o , y por estar en la provincia de Galilea : Lo 1.° Jesucristo crecía, y se fortificaba según el cuerpo... ¡ O h .
esta ciudad parecía q u e comunicase su bajeza y su oscuridad á sus era una victima q u e crecia para ser sacrificada á la gloria de su eter-
habitadores, y este mismo desprecio recayó en Jesucristo en m u - no P a d r e , v por nuestra salud: q u e se fortificaba para llevar el pe-
chas circunstancias d e su vida... Jesucristo en todo nos predica la so de nuestros pecados, y la pena debida por ellos; y nosotros cre-
humildad, y nosotros por todo la huimos, y hacemos q u e todo sirva cemos v nos fortificamos para multiplicar nuestras culpas, sin pensar
á la vanidad. ¿ E l lugar d e nuestro nacimiento es de cualquiera con- jamás en crecer para amar á Dios, y tomar fuerzas para servirlo...
sideración? Luego nos hacemos u n título para estimarnos, y para Jesús crecia en sabiduría: estaba de ella lleno, era la sabiduría mis-
despreciar á los otros. ¿Hemos nacido en un lugar poco conocido v m a , la sabiduría eterna d e Dios; pero la manifestaba solo á propor-
despreciado? Luego nos avergonzamos de nuestra patria, la a b a n - ción del número de sus años para ser el modelo de todas las edades.
donamos , y buscamos u n teatro mas luminoso, sin temer siquiera Modelo que los padres deben incesantemente presentar á sus hijos.
los peligros á q u e nos expone nuestra vanidad. ¡ A h í dejémonos Jesucristo en N a z a r e t , desconocido en el humilde retiro de san J o -
guiar de la Providencia, mantegámonos firmes en nuestro estado, sé: pero q u e se distinguía con aquellos tratos de dulzura, de s u m i -
y si nos es libre hacer alguna elección por gusto y por amor de Dios, sión . de docilidad y de prudencia q u e lo hacían amable á los ojos
antepongamos el mas oscuro y el m a s humillante á los ojos de los de Dios y de los hombres. Este es el espectáculo divino q u e les de-
hombres. ben ofrecer.
Lo 2.° La demora de Jesucristo en Nazaret hizo nacer contra él pre- Lo 2.° Jesucristo crecia en la gracia... «La gracia de Dios estaba
juicios poco ventajosos El m a s sincero acaso de sus discípulos, «en él...» Gracia,exterior en la proporción de su persona, q u e lo
cuando oyó hablar de él como del Mesías, preguntó sí de Naza- hacia, como dice el Profeta 1 , el mas bello entre los hijos de los hom-
ret podía salir alguna cosa b u e n a . Esto es lo q u e pensaban los mis- bres. Se descubría en su s e m b l a n t e a n su compostura, en sus dis-
mos galileos : pues ¿ q u é deberían pensar los habitadores de Judea. cursos, una modestia y una dignidad q u e arrebataban. Gracia i n -
para quienes toda la Galilea era un objeto de desprecio?... Los pre- terior de que él mismo era el origen y el principio: era el autor
juicioS de los hombres sobre los lugares, sobre las provincias y so- de la gracia, y venia á comunicarla; pero solo la manifestaba por
bre las naciones contienen una cierta injusticia y u n absurdo ridí- grados. Los padres y las madres emplean sus atenciones en procu-
1
1
J o a n , i , 46. Psalra. c x l i v , 3.
112 EL EVANGELIO MEDITADO.

rar á sus hijos las gracias exteriores q u e los hacen m a s amables á Lo 3.° ¿Con qué espíritu nosotros mismos asistimos al santo sacri-
los ojos de los hombres: ¿ y usan la misma diligencia para conser- ficio, y celebramos las fiestas y las solemnidades de la Iglesia*!... ¿No
var y cultivar en ellos la gracia d e Dios? ¡ Ah! sucede frecuente- faltamos por .ventura nosotros muchas veces á asistir al servicio di-
mente que los hijos apenas han llegado á la edad de la razón ya han vino , á las oraciones y á las instrucciones? ¡ Oh, y cuántas veces nos
perdido la inocencia ; y antes d e haber salido de la infancia son ya dispensamos sin justo" motivo, y d e esla manera nos privamos de la
grandes pecadores, y se hallan sumergidos en hábitos viciosos que comunion de los santos! Y si asistimos á las juntas de piedad, á la
vienen ordinariamente á hacerse mas fuertes con el tiempo. celebración de los santos misterios, ¡ a h , con qué aire de violencia,
de impaciencia y de disipación! Con una frecuencia puramente ex-
PUNTO I I I . terior y judaica" q u e justifica verdaderamente lo que dice el Após-
tol, q u e no puede haber unión entre Jesucristo yBelial, entre el es-
El niño Jesús es llevado á los ejercicios públicos de religión.
píritu d e Dios y el espíritu del mundo.
« Y sus Padres iban todos los años á Jerusalen para el dia solem- Petición y coloquio.
« ne de la Pascua...» La ley de Moisés 1 ordenaba á lodos los hom-
bres y á todos los hijos varones el ir tres veces al año á Jerusalen ¡ Ay d e m í ! ¡ Me he alejado de vuestra tierna piedad, ó divino Je-
á ofrecer sus votos y sacrificios al Señor ; esto es, en la fiesta de Pen- sús mío! ¡ He huido de vuestros ejemplos, ó precioso modelo de mis
tecosles, en la fiesta de los Tabernáculos, y en la grande solemni- acciones! Á la medida que Vos crecíais en edad y en fuerza, hacíais
dad de la Pascua. Hay apariencia de q u e la santa Virgen y san Jo- ver vuestros progresos en la ciencia, en las luces, en la sabiduría y
sé fuesen con el niño Jesús todos los dias señalados, aunque san en la virtud; yo cada dia me avanzo en edad, y me alejo de vues-
Lucas solo hable aquí de la Pascua, con ocasion dèi hecho que quie- tra divina sabiduría por seguir y gustar la vanidad del m u n d o :
re contarnos, acaecido en esta fiesta. cuanto mas vivo, obro mas de insensato, ni pienso de dónde vengo,
Lo 1 C o n s i d e r e m o s la frecuencia con que Jesucristo era conducido ni á dónde voy, ni al tiempo y uso q u e de él debo hacer, ni á la
á Jerusalen en las grandes solemnidades... Si el temor de Arquelao, eternidad, y suerle que en ella me espera. ¡Oh sabiduría increada,
dice san Agustín, impedía á la sania Familia el habitar en aquella escondida bajo los velos de la niñez, iluminadme y guiadme, haced
grande ciudad, el temor de Dios no le impedia el intervenir á so- que yo me vuelva uiño por la humillación, por la inocencia y pol-
lemnizar las grandes fiestas2. E s u n deber esencial para los padres la docilidad á vuestras santas leyes. ¡Oh divino Jesús! por la san-
y las madres acostumbrar sus hijos á asistir con frecuencia y con tidad de vuestra santa niñez, perdonadme los desórdenes d é l a mia,
modestia al sanio sacrificio y á l o s otros oficios d e la Iglesia, no so- y todos los pecados de los demás dias de mi vida. ¡ Oh Niño adora-
lo empeñándolos con su ejemplo; sino llevándolos ellos mismos, y ble! creced, y crezca mi amor para con Vos, y fortifiqúese incesan-
destilando en ellos aquel espíritu d e respeto, de atención y d e ora- temente hasta el último d e mis dias. Amen.
cion que exige la presencia de Jesucristo.
Lo 2.° Observemos con qué espíritu iba Jesús al templo... Iba á él MEDITACION XIX.
con júbilo, estaba en él con respeto, v allí ofrecía con amor sus sú- JESÚS DE DOCE AÑOS P R O P O N E C U E S T I O N E S Á LOS DOCTORES.
plicas á Dios su Padre. Allí sobre lodo celebraba la Pascua, mirán- (Luc. u , 4 2 - 5 0 ) .

dose á sí mismo como la verdadera Pascua q u e debía suceder á la T r e s circunstancias en este paso de la Escritura merecen nuestra a t e n c i ó n :
antigua. Se ofrecia á su Padre como el verdadero cordero que bien 1. a J l a i í a y J o s é pierden á J e s ú s ; 2. a lo hallan ; 3. a le hablan.
presto debia ser sacrificado, y cumplir la figura délos sacrificios an- PUNTO I .
tiguos , y establecer uno nuevo. único y perpètuo... Es también obli- María y José pierden á Jesús.
gación de los padres instruir á sus hijos sobre la grandeza del sacri-
ficio que la Iglesia ofrece y de las fiestas que celebra. « Y cuando llegó á la edad de doce años, habiendo ellos ido á Je-
1
Deul. x v i , 16. — 2
De Concor. Evang. 1. I I , c. 20.
r u s a l e n , según la costumbre d e aquella solemnidad, pasados los
8 T. i.
J | | E L EVANGELIO M E D I T A D O . MEDITACION X I X .

«diascuando se volvían se quedó en Jerusalen el niño J e s ú s , y no tándole Jesús no experimenta este tormento y estas agitaciones, no
«lo advirtieron» sus Padres. Y pensando q u e estuviese con los com- le ama. ¿ E n q u é peligro se halla de no volverlo á encontrar? ¡ Ay
«pañeros, caminaron una jornada, y lo iban buscando entre los pa- de mí! ¡Cuántas veces os h e perdido, ó Jesús mió, sin experimen-
«rientes v'conocidos; y no habiéndolo encontrado , volvieron á J e - tar ni sentir esta pena! ¡Cuánto tiempo h e vivido sin Yos, y sin ha-
«rusalen á buscarlo...» ber tenido esta inquietud! ¿ Q u é cosa hubiera sido de m í , si Yos mis-
P r i m e r a m e n t e , estas palabras nos enseñan la manera con quema- mo por vuestra divina bondad no me hubiéseis buscado el primero ?
ría y José perdieron á Jesús. No fue ciertamente por su c u l p a , sino Lo 3.° ¿Cuál fue el ardor de María y de José en buscar á Jesús?
por designio formal de la sabiduría de Dios. Si Jesús se quedó sin Despues de haberlo buscado inútilmente toda la tarde, la siguiente
saberlo ellos en el templo de Jerusalen, su objeto e r a de u n a parte mañana luego q u e vino el día se pusieron en camino, y volvieron á
el preparar los judíos á reconocer en él u n a sabiduría sobrenatural Jerusalen, informándose de él por todo el camino, sin poder tener
y toda divina, y de otra el despertar en José y María la idea d e su noticia a l g u n a ; y no obstante toda su diligencia, llegaron ya larde á
divinidad y d e su independencia, y de hacer al uno y á la otra el Jerusalen: inmediatamente sin tomar reposo buscaron á Jesús ; pero
modelo, el refugio y consuelo de las almas visitadas con internas de- inútilmente también. El siguiente dia hicieron por mucho tiempo
solaciones... Jesús algunas veces se esconde á las almas m a s favo- nuevas diligencias para buscarlo, q u e igualmente fueron inútiles...
recidas y fervorosas para instruirlas y perfeccionarlas, para q u e com- Cuando se busca á Jesús es necesario buscarlo con ardor y con con-
prendan q u e las dulzuras sensibles "de la devocion son dones de Dios, fianza. Este divino Salvador ve los movimientos y los deseos de nues-
que no les son debidos, y para q u e dén p r u e b a d e su fidelidad y de tra a l m a , y sabe los momentos de calmarla y consolarla.
su a m o r , y se acostumbren á servir á Dios por sí mismo, y no por PUNTO I I .
sus dones. Estas pruebas ni son ordinariamente largas ni f r e c u e n - María y José hallan á Jesús.
tes , v son siempre meritorias cuando de ellas se hace un santo uso;
pero "sucede muchas veces que nosotros p e r d e m o s las dulzuras'de la «Y sucedió q u e despues de tres dias lo hallaron en el templo, q u e
presencia d e Jesús por nuestra culpa, por n u e s t r a s imperfecciones, «estaba sentado en medio de los doctores, y los escuchaba, y les pre-
por nuestra disipación, y por nuestros pecados. «gunlaba. Y todos los q u e lo oian quedaban atónitos por su sabi-
Lo 2.° ¿Cuál fue el dolor de María y de José por haber perdido á «duría y respuestas...» María y José encuentran á Jesús: pero ¿des-
Jesús ? Hicieron u n a jornada entera de c a m i n o , sin tener a l g u n a sos- pues de" cuánto tiempo? ¿en q u é l u g a r , y en q u é circunstancia?
pecha de la falla de su Hijo, creyendo q u e iria acompañado de algu- Lo 1 ¿ Despues de-cuánto tiempo?... E l tercer dia despues de h a -
nos d e los habitadores de Nazaret, parientes s u y o s , ó sus amigos, berlo perdido : como si hubiese querido Jesús con esto anunciarles
y q u e á la tarde lo encontrarían. Pero á la l a r d e , cuando se trató de el misterio de su Resurrección... No toca á nosotros regular el tiem-
juntarse por familias, y de reunirse para pasar la noche, Jesús no po de las pruebas. Dios lo abrevia ó lo prolonga, según las miras de
parece: comienzan á temer y á asustarse: p r e g u n t a n p o r él, lo bus- su sabiduría, siempre relativas á nuestras necesidades y á nuestro
can, y ninguno lo ha visto. ¡Oh María y J o s é ! ¿Cuál f u e entonces espiritual aprovechamiento.
vuestra inquietud*? ¿Cuál el exceso de vuestro dolor? ¿Cómo pasás- Lo 2.° ¿En qué lugar? E n el templo... Jesús se debe buscar, no
leis aquella noche cruel? ¡Cuántos temores! ¡cuántas reflexiones! en el tumulto ó en el gran m u n d o , sino en la iglesia , en la casa de
¡ cuántas quejas cada uno de vosotros no se dió á sí mismo! N i n g u - Dios, y en el lugar de la oracion... Sean las q u e se fuesen las luces
na cosa semejante á esta os hizo experimentar el furor d e Herodes, y el talento d e los que nos instruyen en la iglesia, es siempre la pa-
y los peligros de Egipto. Entonces teníais c o n vosotros á Jesús, y labra de Dios la que allí se oye. Cuando nosotros asistimos á ella con
ahora y a no lo teneis. ¡Oh Madre desolada! habéis perdido la luz este espíritu, siempre quedamos edificados; y muchas veces basta
divina", la vida de vuestra a l m a , aquel q u e Yos amais mil veces mas una palabra para conmover el corazon mas endurecido, y para res-
que á Yos misma; ¿dónde, pues, se halla? ¿ Q u é es lo q u e h a s u - tituir la serenidad al alma mas desolada, y hacerle recobrar el bien
cedido? ¿Dónde buscarlo? dónde encontrarlo?... U n alma q u e fal- que ha perdido.
8*
I L 6 EL EVANGELIO MEDITADO.

Lo 3.° ¿En qué circunstancia María y José encuentran á Jesús?... « m e buscabais vosotros? ¿No sabíais q u e en las cosas q u e tocan á
En el tiempo de la instrucción pública, en que presenta á su ternu- « mi Padre debo yo ocuparme? Y ellos no comprendieron lo q u e les
ra u n espectáculo capaz de arrebatarlos de admiración. Era uso a n - «habia dicho...» .
tiguo en Jerusalen que los doctores se hallasen en ciertos dias en al- Lo 1.° Consideremos la queja de María... Habiéndose acabado la
guno de los atrios exteriores de la casa de Dios: aquí sentados en si- instrucción pública, José y María se acercaron á Jesús. Parecía que
llas elevadas formaban una especie de semicírculo, en cuyo centro fuese María la que tenia derecho de hablarle, como de hecho le en-
había u n numeroso concurso de gente que escuchaba sus discursos: derezó sus palabras. Ella se dolió con una ternura respetuosa de su
entre esta gente se hallaba Jesús. ¡ Qué júbilo para María y J o - ausencia, de haberle escondido sus designios, y de haberlos dejado
sé cuando descubrieron aquel Hijo amado, cuya ausencia les h a - sumergidos en lin mar de inquietudes... Si n o s o t r o ^ n nuestras pe-
bía causado tanto dolor! ¡ Q u é b i e n recompensadas fueron del júbi- nas supiéramos llevar nuestros gemidos y nuestros lamentos única-
lo las fatigas, y cuánto se aumentó su consuelo al verlo servirse de mente á los piés de Jesucristo, encontraríamos en él el consuelo que
la libertad concedida á todos en esta instrucción, para preguntar á no nos pueden dar aquellos con quienes frecuentemente nos des-
los maestros y proponerles sus dudas! ¡ Cuál f u e su admiración ahogamos. .
cuando lo oyeron proponer cuestiones sólidas, responder con clari- Lo 2.° Observemos la respuesta de Jesús á María... ¿Por q u e aili-
dad á las q u e le proponían, explicar los textos d e la Escritura, d e - giros y buscarme, le dijo? ¿No debíais vosotros juzgar q u e siendo
clarar su verdadero sentido con propiedad y precisión, y replicar á Dios,"como yo lo soy, y enviado por mi Padre para hacer su obra,
las respuestas de los doctores con u n aire de modestia, y con u n a debo atender á mi misión?... Esta es la primera palabra q u e el Evan-
manera tan sublime, q u e quedaba arrebatada toda la asamblea! Es- gelio nos refiere de Jesús... Esta palabra es la declaración del mis-
te grande auditorio y los maestros en Israel quedaron igualmente terio de la Encarnación, del fin d e este misterio, y de la consagra-
sorprendidos de ver u n niño de doce años unir á la amabilidad de ción d e Jesús á la gloría de su Padre y á nuestra salvación. Esta
su persona, á la dulzura de su voz y á la modestia de su edad tan- palabra es una instrucción para los hijos que Dios llama al servicio
tas luces, tanta sabiduría y tanta erudición. Todo el mundo quería de los altares, para aquellos q u e ya están consagrados, y para los
ver este Niño prodigioso: cada uno se informaba d e su nombre, d e padres mismos, que deben reconocer sobre sus propios hijos el d e -
su familia, de su país y de su educación. Al salir de la asamblea no recho de una paternidad superior á la suya... Esta palabra es u n a
se hablaba de otra cosa que de la maravilla de que todos habian si- instrucción para todo cristiano, que debe frecuentemente decirse á si
do testigos. ¿Cuáles debieron ser en esta ocasion los sentimientos de mismo, y si fuese necesario también á los otros: estoy en este m u n -
María y de José? Sabían el uno y la otra que Jesús era la sabiduría do para servir al Señor, para trabajar por m i eterna salvación.
increada: todo lo que veian nada podia añadir á la idea que tenian Lo 3.° Meditemos como María y José se aquietaron con las pala-
de su persona; pero lo que los sorprendió, sin duda, fue verlo mos- bras de Jesús... La santa Virgen, hablando al divino Salvador habia
trarse así en sus primeros años á los hombres, cuando hasta enton- nombrado á José su padre: pero Jesucristo, respondiendo al uno y
ces no habia hecho otra cosa q u e obedecerles, callar y estarse es- á la otra les habla de su verdadero P a d r e , que es Dios: subleva su
condido... ¡Oh Jesús! doctor de nuestras almas, haced oir á m i c o - espíritu sobre lo q u e ellos ven en él, enseñándoles q u e debían ya
razon vuestra voz, q u e yo os escucharé: á Yos solo admiraré, y de acostumbrarse, a u n q u e estuviese todavía, en cuanto h o m b r e , en la
Vos solo gustaré. infancia, á verlo obrar por los intereses de Dios su Padre. E s , pues,
probable que María y José comprendiesen m u y bien de q u é padre
PUNTO I I I . hablaba Jesús; pero no comprendieron en particular cuáles fuesen
Marta y José hablan á Jesús. las cosas que miraban al servicio del Padre celestial, en q u e debía
«Y habiéndolo visto (sus Padres) se maravillaron. Y su Madre le ocuparse, ni cuándo, ni cómo debia emplearse. No le hicieron des-
« dijo: Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira q u e tu Padre y yo, pues ninguna instancia ni otra pregunta, ni mostraron curiosidad
«llenos de dolor, te andábamos buscando. Y él les dijo: ¿Por qué de saber mas... Recibamos con respeto la palabra de Dios, aun c u a n -
118 • E L EVANGELIO MEDITADO,
do n o comprendamos todos los misterios q u e ella encierra. Conten-
témonos con las luces que Dios nos d a , sin desear otras, q u e léjos PUNTO I .
de ser útiles á nuestra alma, le serian acaso dañosas, y practique- Humildad de la vida escondida de Jesucristo.
mos fielmente lo q u e ahora pide Dios de nosotros, sin querer pene-
trar un tiempo venidero, que esconde los designios de la Providen- Primeramente: Su condicion en Nazaret... Eslá reputado por hijo
cia, q u e debemos solo adorar. de u n artesano, y él á ninguno desengaña: Jesús llama a José su
padre, y José llama á Jesús su hijo.
Petición y coloquio. Lo 2 o Su casa... Esta es de un artesano, y conveniente a su pro-
Haced ¡ oh divino J e s ú s ! q u e yo me aproveche de vuestras luces fesión- por consecuencia p o b r e , estrecha, desaviada, desproveída
con sumisión, q u e recoja vuestras gracias con fidelidad, que admire de muebles y de muchas cosas necesarias. El mismo juicio se pue-
vuestra sabiduría con f r u t o ; y si yo he tenido la desgracia d e per- de hacer de "sus vestidos y d e su alimento.
deros, tenga á lo menos el júbilo de encontraros para siempre. T e n - Lo 3 0 Sus ocupaciones... Estas eran conformes á la condicion de
dré sin cesar mis ojos fijos en Yos para ejecutar vuestras órdenes á aquel q u e estaba reputado por su p a d r e : sus manos divinas, q u e sus-
la primera señal de vuestra voluntad; y cuando se tratare de vues- tentan el cielo vía tierra, se empleaban en las necesidades de los hom-
tro servicio, nada me podrá dispensar d e obedeceros, y de obedece- bres con trabajos penosos v obras puramente mecánicas... ¡ Oh Dios.
ros hasta la muerte. Finalmente, hacedme de tal suerte dueño d e m i ¡oh Sabiduría increada! ¿Podíais darnos una lección mas sorpren-
espíritu y de mi corazon, que lodo cuanto se encuentre en mí contri- dente d e h u m i l d a d ? ¿ C ó m o , pues ¡ohdivino Jesús! siendo nosotros
b u y a á v uestra gloria, y á la ejecución de vuestra voluntad. Amen. vuestros discípulos podemos aun dejarnos dominar del orgullo \ de
la vanidad? ¿Y por q u é andamos a u n en busca d e la gloria y del
MEDITACION XX. lustre, deseando siempre parecer mas de lo q u e s o m o s ? ¿ Y p o r q u e
nos eslimamos superiores á nuestro estado y á nuestra condicion?
VIDA ESCONDIDA DE JESÚS DESDE LOS DOCE AÑOS HASTA LOS TREINTA.

(Luc. i i , 5 I , 52). P I NTO H .


Una piadosa curiosidad desearía una larga y exacta relación de las La obediencia de la vida escondida de Jesús.
palabras y de las acciones del Salvador hasta la edad en q u e c o -
menzó á predicar públicamente su Evangelio ; pero el Dios-Hom- ¿ Q u é cosa hizo Jesucristo desde los doce hasta los treinta años?
b r e que debia instruir el mundo con su doctrina, y salvarlo con el El Evangelio nos lo enseña en una sola palabra: estaba sujeto á ellos.
precio de su m u e r t e , a u n q u e para él hubiese llegado el tiempo d e Estaba sujeto á José v á María, hacia cuanto estos le mandaban. ¿No
hablar y de sufrir, no ha querido hacer otra cosa en el principio, q u e es esto justamente lo q u e Dios pide d e nosotros? La obediencia sola
edificarlo con el retiro de su vida escondida, y con el ejemplo de sus debe establecer el precio de todas nuestras operaciones, no deján-
domésticas virtudes. Su santa Madre, q u e penetraba perfectamente donos el ejemplo de Jesucristo algún pretexto d e dispensa, princi-
sus designios, nada mas enseñó al sagrado Historiador q u e tuvo la palmente si nosotros la pedimos. Consideremos:
suerte de recoger sus memorias, sino en dos palabras, q u e á su vuel- Lo 1.° ¿Quién es el que obedece? Es el Hijo único de Dios, la S a -
ta de Jerusalen en edad de doce años, «se fué con ellos: volvió á biduría eterna, el Criador y Señor del m u n d o , el Salvador de los
«Nazaret, y estaba sujeto á ellos. Y su Madre conservaba todas es- hombres.
«tas cosas en su corazon. Y Jesús crecia en sabiduría, en edad y Lo 2.° ¿ Á quién obedece? Á sus propias criaturas, á un hombrey
«en gracia para con Dios y para con los hombres...», á u n a m u j e r , á aquellos á quienes él sobrepuja infinitamente, y ,
Estas, a u n q u e precisas palabras, si queremos internarnos en ellas sin el mas mínimo grado de igualdad, en grandeza, en sabiduríay
nos enseñan : lo 1.° cuál fue la humildad; 2.° la obediencia; 3.° el en poder.
progreso; í.° la duración de la vida escondida de Jesucristo. Lo 3.° ¿En qué obedece? E n las cosas mas simples, mas vites y
120 EL EVANGELIO MEDITADO.
mas penosas, como son aquellas q u e ocurren en la casa de u n a r - Lo 3 0 Jesús crecía en sabiduría y en gracia con la práctica de las
tesano. obligaciones mas comunes... Nuestro adelantamiento no depende d e
Lo 4.° ¿Cómo obedece? Mirando la voluntad de María y de José a naturaleza de nuestras operaciones sino del espmtu m t e n o q u
como la voluntad misma de Dios su Padre, animando interiormente Jas anima. No nos lamentemos d e no hallarnos en estado d e hacer
su obediencia con el amor, con el respeto y con la sumisión de su grandes cosas por Dios: Jesús nos da el ejemplo d e u n a — <1
corazon, y haciéndola edificante en lo exterior con la prontitud y conforme á nuestra capacidad ; y que por escondida es mas se n
exactitud de la operacion. ra y mas preciosa: pensemos solamente, caminando a nueslio t e r -
Lo 5." ¿Por qué obedece? Por reparar la gloria de su Padre ofen- mino , en no decir jamás basta...
dido con la desobediencia de nuestros primeros padres, para darnos PUNTO I Y .
ejemplo con q u e podamos volver á entrar en el camino de la sumi-
La duración de la vida escondida de Jesucristo. (Luc. ra, 2 3 ) .
sión que debemos á Dios, y obedeciendo á los hombres por amor s u -
yo, y por ensalzar el mérito d e nuestra obediencia, y consagrarlo en Jesús tenia cerca de treinta años cuando comenzó á mostrarse en
su persona... ¡Qué importante lección! ¡qué ejemplo! ¡qué mode- público ¿Por q u é Jesucristo debiendo estar treinta y tres anos so-
lo!... Obedezcamos á nuestros superiores, como Jesucristo obedecia bre la tierra. pasa los treinta en una vida escond.da y o s c u r a , y so-
á José y á María: mandemos á nuestros inferiores, como José y Ma- lo emplea tres en las funciones públicas de su misión !
ría mandaban á Jesús. Lo 1 0 Por conformarse al uso de los judíos, según el cual n i n -
guno entraba en las funciones públicas antes de l a edad de tre.n a
PUNTO I I I . años... Si lodos estuvieran animados del espíritu de Jesucristo, mas
Los progresos de la vida escondida de Jesús. raramente se pedirían dispensas d e la edad.

Á medida de lo q u e crecía en edad, lo veían conciliarse las com- I o 2 0 Para hacernos comprender las ventajas de la vida esconai-
placencias de Dios su Padre con la plenitud de la sabiduría delante da y hacérnosla amable... Cuando se trata d e enseñarnos a hacer
de los hombres; con los dones de la gracia delante de Dios, y con la grandes cosas, y aun á padecer y sufrir mucho a los ojos del p u -
práctica d e las obligaciones mas comunes. blico testigo v admirador de nuestras acciones, se puede decir q u e
Lo 1." Jesús crecía en sabiduría delante de los hombres, á la me- la o-racia y aun que la naturaleza nos sostengan sin trabajo ; pero
dida que se avanzaba en edad; esto e s , hacia comparecer proporcio- para hacernos agradable alguna vez u n a vida oscura y u n retiro
nada á su edad la sabiduría, como el sol, que aun cuando siempre desconocido, principalmente si estamos adornados de grandes t a -
igualmente luminoso en sí mismo, resplandece no obstante, y nos lentos v de singulares cualidades, era necesario u n modelo divino .
ilumina m a s , á medida de lo q u e se eleva sobre nuestro horizonte: , A v de" mí! Treinta años de la vida d e Jesucristo pasados en este
así Jesucristo, el sol verdadero de justicia, pero escondido bajo la estado ¿no bastan aun para contener el ardor de nuestro amor pro-
figura de u n niño, enviaba mas léjos sus rayos, hacia parecer mas pio enmascarado frecuentemente con el nombre de celo ; para n a -
viva y mas resplandeciente la grandeza de su sabiduría y de sus vir- cernos gustar las virtudes opuestas á nuestro orgullo, á nuestra va-
tudes, según los diversos grados de su fuerza y de su edad... Modelo nidad y á nuestra ambición ; esto e s , la humildad, el abatimiento
divino, q u e continuamente se debe proponer á la juventud, para v el despego de las cosas del m u n d o ?
que con Jesucristo crezca en edad, v a l mismo tiempo en sabiduría. " Lo 3 0 Para enseñar á aquellos que se quieren dedicar al ministe-
Lo 2.° Jesús crecía en gracia delante de Dios; esto es, las virtudes rio evangélico á no encargarse d e un empleo tan divino, sin haberse
que en él comparecieron eran sinceras y verdaderas á los ojos d e ejercitado primero algunos años en las virtudes solidas y escon-
Dios... ¿De q u é sirve regular nuestro exterior y tenerlo compues- didas y sin haber domado el orgullo y el amor propio, q u e tacil-
to delante los hombres, si crecen y se multiplican sin fin nuestros mente ¿e visten de la apariencia de la piedad, del fervor y de la ca-
pecados delante de Dios, y solo tenemos virtudes aparentes, fingi- ridad, y que regularmente no buscan otra cosa que la propia satis-
das é hipócritas? facción" en el esplendor de las funciones apostólicas.
m E L EVANGELIO MEDITADO. MEDITACION X X I .
123

Petición y coloquio. PUNTO I .


¡ Oh Divino Jesús! q u e creciste, ó por mejor decir, q u e parecía Motivos para fortificarnos en ¡a fe.
q u e crecías en sabiduría y en gracia delante de Dios y de los hom-
bres. ¡ Ay d e mí! ¡cuan diverso ha sido hasta ahora mi proceder! Primer motivo : Los hechos evangélicos probados con su data y con
Al paso q u e he crecido en los años, h e crecido en malicia : al paso su publicidad,.. E l Cristianismo n o es u n a religión de sistema filo-
q u e Vos multiplicásteis mis dias, y en mí vuestros beneficios, yo he sófico • está f u n d a d o sobre hechos históricos; manera de instruir los
multiplicado mis pecados y mis ingratitudes. Mi cuerpo, mi espíri- hombres la mas digna de la grandeza de Dios, y la mas convenien-
t u , mi corazon, mis sustancias, mi salud y mis talentos, todos es- te á nuestra debilidad v flaqueza. La religión cristiana no es una de
tos beneficios y estos bienes en mis manos han sido instrumentos de aquellas tradiciones populares que no tienen origen o que se pier-
iniquidad. Hacedme la gracia ¡oh Señor! de que por lo menos en den en una desconocida y fabulosa antigüedad ; y menos u n a de
adelante sean instrumentos de justicia y de penitencia. .¡Oh María! aquellas fábulas paganas ó mahometanas q u e no han tenido testi-
q u e tan de cerca imitasteis los ejemplos de vuestro Hijo, y con tan- gos v de que n o se encuentran testimonios. La religión cristiana
ta atención conservasteis en vuestro corazon sus palabras, alcan- ha tenido u n principio , y se nos muestra con una data y con unos
zadme la gracia de poderlo imitar como Vos. ¡Oh José! que tuvisteis' testimonios los mas grandes, los mas esclarecidos y los mas univer-
la dicha de acabar vuestros dias en el ejercicio de las mas sublimes sales
virtudes, y de morir lleno d e méritos entre los brazos de Jesús y de Veamos como san Lucas señala la é p o c a : «Mas el año décimo-
María. ¡Oh poderoso protector de las almas interiores y de los fie- « quinto del imperio de Tiberio César, siendo procurador de a J u -
les agonizantes! obtenedme una vida y una muerte semejante á la « d e a Poncio Pilato, v H e r e d e s 1 tetrarca de la Galilea, v l e l i p e s u
vuestra. Amen. « hermano tetrarca de Iturea y de la Tracouítide, y Lisanias tetrar-
«ca de Abilena, bajo los pontífices Anás y Caifas *, el Señor hablo
MEDITACION XXI. «á J u a n , hijo d e Zacarías, en el desierto ; y él vino, y corno por
«todo el país en las regiones del J o r d á n , predicando el bautismo de
PRINCIPIO D E LA PREDICACION EVANGÉLICA DE SAN JUAN BAUTISTA.

(Matth. m , I , 2 , 3 ; Harc. i , 1 - 4 ; Luc. m , 3 , 4).


«la penitencia para el perdón de los pecados...» E n esta dala se ven
señalados los tiempos, los lugares y las personas con la mayor cla-
El principio de la predicación de san Juan Bautista es el princi- ridad. La predicación evangélica, p u e s , empezó bajo los primeros
pio del Evangelio de Jesucristo, como dice san Marcos: « Principio Césares, y bajo de ellos se obraron todos los hechos evangélicos so-
«del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios... J u a n estaba e n e l d e - bre que'está fundado el Cristianismo : en u n siglo el mas ilumina-
«sierto bautizando y predicando el bautismo de la penitencia para do v mejor conocido ; én la Judea á la vista de u n gobernador ro-
«el perdón de los pecados...» El bautismo q u e daba san Juan era mano , v por decirlo así, bajo los ojos de los emperadores y de todo
una cierta prenda ó empeño q u e el bautizado tomaba sobre sí para el imperio r o m a n o , y por consiguiente bajo los ojos de lodo el mun-
hacer penitencia y disponerse á recibir el perdón de los pecados; do entero ; ¿se puede desear una prueba mas auténtica y mas p ú -
pero con dar el santo Precursor su bautismo, anunciaba otro mas blica?... ¿ I podrán por ventura pocas palabras de befa, de b u r l a y
perfecto q u e efectivamente los debia p e r d o n a r ; decia: «Haced p e - de desprecio destruir unos hechos d e esta naturaleza, y q u e llevan
«nitencia, porque se h a acercado el reino de los cielos...» Con es- u n carácter tan sensible de grandeza v de verdad?
tas expresiones anunciaba la venida del Mesías, Hijo de Dios, que i E s t e H e r o d e s f u e h i j o d e l o t r o q u e h i z o m o r i r á l o s N i ñ o s i n o c e n t e s , y el
venia á predicar el Evangelio, á fundar su Iglesia, á formarse un m i s m o que m a n d ó degollar á san J u a n Bautista, y á quien envió Pilatos á
nuevo pueblo, á reconciliar los hombres con Dios, y á hacerlo rei- N u e s t r o S e ñ o r . A l s n n a s veces es llamado r e y ; p e r o - h a b l a n d o con propiedad

nar en sus corazones. Nosotros hallaremos a q u í : lo í . ° motivos para n o e r a m a s q u e t e t r a r c a ; esto e s , s o b e r a n o de u n a c u a r t a p a r t e del p a í s .


s H a b i a e n t o n c e s dos J P o n t i ü c e s , q u e a l t e r n a t i v a m e n t e ejercitaban el p o n -
fortificarnos en l a f e ; lo 2.° motivos para humillarnos examinando
t i f i c a d o , ó c a d a u n o e n su a ñ o .
nuestra conducta.
1 2 4 E L EVANGELIO MEDITADO.
Segundo motivo de fortificar nuestra fe : Los hechos evangélicos
consigo algún cambiamiento, y por eso los hombres no han tenido
probados por su uniformidad con los libros proféticos.
empeño ó interés particular en examinarlos, en admitirlos ó repro-
Los libros proféticos ni son supuestos, ni han sido alterados por
barlos. Llamo hechos importantes aquellos que los hombres no han
los cristianos, porque son mucho mas antiguos que el mismo Cris-
podido creer sin mudar del lodo las ideas y manera de pensar, y sin
tianismo ; y por una admirable providencia se hallan en las manos
renunciar á u n cullo en q u e se habían criado por abrazar uno nue-
de los judíos, enemigos declarados del nombre cristiano. Los libros
vo , reformando las propias costumbres, combatiendo las propias in-
proféticos son divindfc, habiendo anunciado con tan particulares cir-
clinaciones, y exponiéndose á perder la reputación, la h o n r a , los bie-
cunstancias y con tanta certidumbre los hechos, q u e solo debían su-
nes, el reposo v la misma vida. Tales son los hechos evangélicos :
ceder muchos siglos despues de la predicción. Finalmente, los h e -
estos se han creído en lodo el mundo : se creyeron desde el princi-
chos evangélicos son divinos, y la religión cristiana fundada sobre
pio ; v si no se hubieran creído al principio no hubiera llegado s u
ellos es divina. Las profecías empezaron á cumplirse desde el prin-
fe hasta nosotros. Si se creyeron al principio, son verdaderos, por-
cipio de la predicación evangélica, como nos hacen observar aten-
que no hubieran podido los hombres creerlos sin examinarlos y ase-
tamente los cuatro Evangelistas... «San Juan aparece en las ribe-
gurarse bien, por motivo de su gravedad é importancia, y d e las
«ras del J o r d á n , conforme está escrito en el libro d e los sermones
consecuencias q u e debian llevar consigo ; y también porque exami-
« d e Isaías profeta. Voz de uno q u e clama en el desierto, preparad
nándolos no han podido errar por su gran l u z , por su autenticidad
«el camino del Señor, enderezad sus sendas... así como está escri-
v por su notoria verdad. Yo los creo ¡ oh Dios mió! y recibo con una
«to en el profeta Isaías : Mira q u e yo envió delante de tí mi Ángel,
perfecta creencia vuestro Evangelio : Evangelio q u e quiero meditar
« q u e preparará tu camino...» Desde el primer paso el Evangelio se
y practicar con firme esperanza de encontrar el perdón d e mis p e -
halla conforme á la profecía, y desde este primer paso quedan aba-
cados v la recompensa eterna que en él se me promete.
tidos todos los engañadores que en diversos tiempos h a n ido a p a -
reciendo en el mundo. Á ninguno de ellos precedió aquella voz que Cuarto y último motivo de afianzarnos en la fe : Los hechos evan-
grita en el desierto : ni ellos, ni los falsos dogmas que han publi- gélicos probados con la santidad de aquellos que los anunciaron y de
cado han tenido jamás algún principio cierto, algún apoyo sólido, aquellos que los lian creído.
ni concatenación alguna ; y están muy lejos de subir hasta el p r i - ¿Quiénes son los primeros predicadores, los primeros historíeos,
mer origen del m u n d o , como la verdadera Religión... Á solo Dios los primeros que siguieron el Evangelio, y los primeros pastores q u e
pertenece poner en sus obras esta íntima conexion que enlaza todas nos lo han ido enviando sucesivamente de mano en mano de padres
las parles desde la creación d e los siglos hasta su consumación. á hijos? Santos eminentes en lodo género de virtud, hombres que se
Bendita sea para siempre ¡oh Dios mió! vuestra inefable sabidu- alimentaban de la penitencia, criados en la soledad de los desiertos,
ría que ha puesto una unión tan admirable entre Vuestros dos Tes- mandados y autorizados por Dios, llenos de su espíritu, y dotados
tamentos, y los ha sellado con el sello inviolable d e vuestra divina de los mas preciosos dones del cielo y aun del don de hacer mila-
autoridad. Vos solo ¡ oh gran Dios! sois el Dueño de los tiempos y de gros. ¿Quiénes son los apóstoles que nos envia por delante la n u e -
los acaecimientos: Vos solo podéis decir tan anticipadamente lo q u e va filosofía? Filósofos llenos de sí mismos, q u e únicamente atien-
debe suceder, y hacer q u e suceda lo q u e habéis predicho. Á esto no den á conseguir gloria, siempre en guerra entre sí por disputarse
llega ni puede llegar la prudencia ó la malicia humana : aquí se la gloria y la estimación d e los hombres; copleros, versificadores y
deja sentir la majestad y el poder de vuestra palabra, q u e ni los fabricadores de romances, de bufonerías, de comedias; autores lle-
demonios ni los hombres podrán falsificar jamás. nos de licencia, de obscenidad; moralistas q u e no buscan ni predi-
can otra cosa que los placeres y la delectación de los sentidos. Estos
Tercer motivo para asegurarnos en la fe : Los hechos evangélicos
son los que saliendo, no del desierto, sino de los teatros, de los lu-
probados por su importancia y por la fe que siempre se les ha dado.
gares de impudicicia, se nos presentan para abrirnos los ojos y a d -
Hay y ha habido algunos hechos que fácilmente se han podido
vertirnos q u e el Cristianismo es un puro prejuicio y u n fanatismo.
creer, porque no eran de alguna consecuencia, y no debian traer
¡ Oh Dios mió! ¡á qué tiempos hemos llegado! ¡cuán grande es hoy
126 E L EVANGELIO MEDITADO,

la ceguedad de los hombres! Se leen libros q u e nuestros padres h u - nuestras obligaciones para con Dios y para con el prójimo. Emplee-
bieran despreciado con horror : se escuchan como doctores ilumi- mos útilmente nuestro tiempo, y cumplamos exactamente nuestras
nados unos hombres que ellos hubieran juzgado dignos de despre- obligaciones, así las que nos impone la Religión como las q u e lle-
cio. ¡Funesta docilidad! ¡ojalá que la nuestra á nuestra fe se fuera va de suyo nuestro estado : de esta manera habrémos llenado los
como la que los mundanos dan á sus patriarcas y á sus filósofos! valles. Pero es también necesario que todos los montes y los collados
se abajen; esto e s , que se abata lodo orgullo : orgullo de espíritu,
PUNTO H . orgullo de corazon, orgullo en el trato, en las pretensiones, en las
conversaciones; y sobre todo es necesario abatir lodo orgullo, t o -
Motivos de humillarnos examinando nuestra conducta. dos los montes y'todos los collados á los pies del ministro de la p e -
Cuatro nos presenta el Evangelio : el i . ° la penitencia que -nospe- nitencia, y no disimular cosa alguna d e cuantas nos pueden h u -
dia sanJum. Y á la verdad, ¿ q u é penitencia hacemos nosotros? millar.
¿ Q u é proporcion ponemos entre nuestros pecados y nuestra peni- También es necesario que las sendas torcidas se enderecen, y q u e
tencia? ¿Cuál es nuestra frecuencia en recibir el Sacramento de nues- todo el camino esíé nivelado. Dios viene á nosotros cuando lo b u s -
tra reconciliación? ¿Cómo nos preparamos para recibirlo? ¿ Q u é fru- camos con una intención recia, cuando obramos solo por agradar-
to sacamos? ¿Cómo practicamos las penitencias que nos impone l a le, y cuando le ofrecemos todas nuestras acciones : todo lo demás es
Iglesia de ayunos, de vigilias y de abstinencias? ¿Cómo aceptamos dar vueltas, alejarnos de la línea recta, y torcer el camino: el que
aquellas que nos envía Dios de cruces, de trabajos, de aflicciones y así camina, malgasta mucho tiempo, emplea en balde su fatiga,
de incomodidades? ¡Ah! pensemos q u e el fruto de la penitencia es trabaja sin algún provecho ; y anles d e llegar al término se le hará
el perdón de los pecados. Comprendamos bien una vez el precio d e de noche, y le saldrá al encuentro la muerte. Y en fin, es necesa-
este favor. Los réprobos lo c o n o c e n ; pero p a r a ellos y a no hay rio que toda desigualdad y aspereza se iguale y se allane. ¡ O h , cuán-
perdón. tas desigualdades hay en nuestro espírilu, en nueslra conducta y
El 2.° La cercanía del reino de Dios que san Juan nos anuncia. aun en nuestras mismas devocionesl ¡ Cuánta aspereza, cuánta d u -
Decia: «Haced penitencia, porque el reino de Dios está vecino...» reza y cuánta dificultad en nuestro trato, en nuestras palabras y aun
El reino de los cielos de la Iglesia militante ha llegado ya para nos- en nuestro celo! Allanemos y corrijamos estas faltas si queremos
otros ; nosotros somos sus miembros, y por decilio así, los subditos preparar el camino del Señor para q u e pueda venir á nosotros.
natos de este reino ; pero el reino d e los cielos de la Iglesia triun- El í . ° y último.: La vista del Salvador que san Juan anunciad to-
fante se avecina. No está léjos el momento que debe decidir si s e - dos los hombres. « Y verá todo hombre la salud de Dios.» El Salva-
rémos admitidos en este reino ó excluidos de él. Ya por ventura es- dor enviado por Dios ha venido para todos los hombres, á todos ha
tamos cerca. Veamos, p u e s , si estamos dispuestos, ó por lo menos sido anunciado, y sin embargo no lodos lo han recibido, ni lo h a n
s i n o s preparamos. ¿Ignoramos acaso que puede venir cada hora, reconocido, ni lo" han seguido ; pero vendrá u n dia en que lodos lo
y que vendrá cuando menos lo pensemos, y cuando menos lo espe- verán como Juez. ¡ Av de aquellos que no habrán querido verlo co-
remos? mo Salvador!... ¿Cómo lo vemos nosotros? ¿Con qué docilidad r e -
El 3.° El camino del Señor que san Juan nos advierte que prepa- cibimos su ley? ¿Con q u é sumisión obedecemos á su Iglesia? ¿Con
remos. « S e sentirá, dice, la voz del que clama en el desierto : pre- q u é fe lo adoramos en su augustísimo Sacramento y en el divino
«parad el camino del Señor, enderezad sus sendas...» Así como se sacrificio? ¿Con q u é deseos y con q u é pureza lo recibimos? ¿Con
prepara el camino por donde h a d e pasar un r e v ó u n poderoso per- q u é amor reconocemos sus beneficios, y con q u é ardor esperamos
sonaje del siglo, así bajo d e esta alegoría nos ordena el Profeta q u e sus promesas?
preparemos el camino del Señor. E s necesario que primero se llenen Petición y coloquio.
todos los valles. Estos valles son la figura de nuestra vida, vacía de
buenas obras, y de las faltas q u e cometemos en el cumplimiento de Enderezad Vos mismo, Señor, mi corazon, hacedlo mas átenlo
128 EL EVANGELIO MEDITADO,
á vuestra voz, que siempre le advierte sus desórdenes, y que siem-
Lo 2." ¿Cuál fue el celo de san Juan en el ejercicio de su ministe-
pre le grita para q u e enderece el camino y las sendas por donde
rio? F u e en primer lugar un celo lleno d e fortaleza contra los sec-
quereis volver á é l : despertad en él u n santo deseo de conoceros,
tarios poseídos de orgullo y d e presunción. «Habiendo visto á m u -
ya que con tanta caridad os manifestáis; hacedlo digno d e q u e se
«chos de los fariseos y de ios saduceos 1 que venian á su bautismo,
aproveche de vuestras misericordias, iluminadlo ypurificadlo de to-
«les dijo : Generación v raza de víboras, ¿quién os ha enseñado á
das aquellas manchas q u e pueden ofender vuestros purísimos ojos;
«huir de la ira venidera?...» Vosotros, q u e infestáis á lodos con el
y sino criad en mí Vos mismo, Jesús m i ó , u n corazon nuevo, e n -
veneno de vuestra doctrina y de vuestras falsas interpretaciones,
derezad mis malas inclinaciones, allanad mis desigualdades, cor-
malvados hijos de padres malvados, ¿con q u é espíritu venís á m í ?
regid mis extravagancias, abatid mi orgullo, humillad mi amor pro-
¿Os habéis acaso atemorizado y entristecido? Muestren vuestras
pio , cortad y reformad cuanto en él os desagrada, á fin que os sea
obras que detestáis sinceramente vuestros desórdenes. Penitentes de
abierto y llano el camino para venir á reinar en mi alma y poseer-
buena fe, haced frutos dignos de penitencia... Lo mismo decía tam-
la para siempre. Amen. ,
bién al pueblo cuando no descubría en él mejores disposiciones q u e
las de los fariseos y saduceos: los amenazaba con elocuencia , p r o -
MEDITACION XXII. curaba convertir sus corazones humillando su espíritu , y siempre
PREDICACION- DE SAN JUAN BAUTISTA.
era su conclusion : haced penitencia, abandonad los caminos de l a
(Matth. 111,4-12; Marc. i, 5 - 8 ; Luc. ui, 7 - 2 0 ) .
iniquidad, y aplacad á Dios con vuestras buenas obras, porque se
acerca el tiempo d e sus venganzas. S u celo estaba lleno de dulzura
El Evangelio trata a q u í : lo 1." de la persona de san J u a n B a u t i s t a ; 2.° de la para con los pecadores humillados, q u e buscaban ser instruidos d e
m a n e r a de su predicación ; 3.° de sus sentimientos acerca de Jesucristo. cuanto debían hacer para calmar la cólera del S e ñ o r : se acomoda-
ba al estado d e los verdaderos israelitas, y entraba en sus persona-
PUNTO I . les disposiciones: no les decia ya, vosotros sois indignos del perdón
De la persona de san Juan Bautista. y de misericordia, ó para merecerla conviene vivir como yo en el
desierto, no : con estos se revestía d e u n semblante de bondad con
P r i m e r a m e n t e : ¿Cuál fue la preparación al santo ministerio? E n q u e acababa d e ganar privadamente á aquellos q u e venian movidos
primer lugar fue la inocencia. É l fue santificado en el vientre de su de su predicación pública. De ellos no quería otra cosa que la j u s -
madre... E l q u e nunca ha estado manchado del pecado tiene m u - ticia , la limosna y la exacta observancia de las obligaciones d e su
chas ventajas para combatirlo. 2." La soledad, llabia pasado cuasi estado. Y las t u r b a s s le preguntaban diciendo : ¿ Q u é es lo q u e he-
treinta años en el desierto... Se necesita haber meditado mucho mos d e hacer? Y él les respondía: «El q u e tiene dos túnicas, déla
tiempo en el silencio antes d e empezar á hablar. 3.° La vocacion. « u n a al que no la tiene; y lo mismo haga el q u e tiene cosas c o -
No salió del desierto ni de la soledad hasta que se lo ordenó la voz «mestibles: y acudían también á él los publícanos para ser bauti-
de Dios; pero luego que la oyó, no lo dilató u n momento. í.° El «zades, y le dijeron : Maestro, ¿ q u é es lo que hemos de hacer? Y él
conocimiento de la ley y de las costumbres. Conocimiento que se de- «les d i j o : No habéis d e pedir mas que lo que está lasado: y le pre-
b e adquirir en el r e t i r o ; y sin el cual no se puede decir á cada uno «gunlaban también los soldados diciendo : ¿Y nosotros qué debe-
lo q u e conviene á s u estado^ Finalmente, la penitencia. «Ahora el «mos hacer? Y les dijo : No hagais mal á ninguno, ni le quitéis por
« mismo san J u a n , dice el sagrado texto, estaba vestido de pelos de «fuerza ni con fraude lo que es suyo ; contentaos con vuestra p a -
«camello y u n a faja de piel á la cintura... y comía langostas y miel «ga...» Finalmente, su celo era incansable. El virtuoso solitario ja-
«silvestre...» La penitencia q u e practicaba era mucho mas severa
q u e la q u e predicaba : la una y la otra condenan nuestro poco áni- 1
Los fariseos eran hipócritas, que hacían profesion de austeridad y r i g o r ;
m o , nuestra vida delicada y sensual, y toda exterioridad mundana y los saduceos impíos, que negaban la inmortalidad del alma y la resurrección
y disipada. de los cuerpos.
i
Multitud de gente desordenada y confusa.
9 T. I .
1 3 0 E L EVANGELIO MEDITADO. MED1TACION X X I I . 1 3 1

más se mostraba cansado de sus trabajos, ni manifestaba disgusto rabie, sabemos q u e no hemos hecho cosa alguna para ello. Vivir
alguno por la rudeza de aquellos q u e venían á proponerle multi- enemigo vuestro ¡ oh Dios mio ! es el estado m a s horrendo : pues
plicadas cuestiones: á todos respondía y satisfacía á todo el mundo. ¿cómo h e podido yo vivir hasla allora en él? ¡Oh santa penitencia!
Seria largo el referir todas sus instrucciones. «Y predicaba otras ¿Quién me enseñará á recurrir á vos? Bienaventurados aquellos que
((muchas cosas al pueblo, instruyéndolo...» le conocen y q u e se abandonan á tus santos rigores.
Lo 3.° ¿Cuál fue su humildad en el feliz éxito de su ministerio? El segundo motivo que alega san Juan Bautista para la penitencia
« Entonces salia á él Jerusalen, y toda la J u d e a , y todo el país ve- es lo, severidad del juicio de Jesucristo. « S u criba está en su mano,
«cino al J o r d á n , y eran bautizados en el J o r d á n , confesando sus « y limpiará su era ; y juntará el grano en su granero, y quemará
«pecados...» ¡ Bello y editicativo espectáculo ver u n numeroso con- «las pajas en fuego q u e jamás se apagará...» Esto es, á manera de
curso de pueblo convertido. y va satisfecho volverse á sus casas ben- u n labrador diligente aparecerá con la criba en la m a n o , limpiará
diciendo á Dios! Los mismos enemigos de la verdad no se atrevían su e r a , juntará el trigo en sus graneros, recibirá en su Iglesia los
á distinguirse entre la multitud, y eran tratados como los d e m á s ; y fieles q u e siempre han perseverado en ella, y los pasará al descan-
si no se convertían, su misma inquietud interna y su despecho les so de la eterna felicidad... Y la paja, símbolo natural de los hombres
servia de castigo á su dureza y rebeldía... Y faltó poco para q u e las inconstantes ó incrédulos, hará arder en el fuego inextinguible.
cosas se avanzasen demasiado ; esto e s , que la estimación concebi- ¡Oh q u é terrible dia será aquel en q u e se hará la distribución délos
da de san J u a n no indujese á sus o y e n t e s á u n engaño. « Y estando bienes y de los males, de los casligos y de las recompensas de J e -
«el pueblo en expectación, pensando lodos en su corazon, si acaso sucristo! Ninguna cosa se esconderá entonces á su vista, ninguna
« Juan seria el Cristo , Juan respondió, y dijo á todos : Por lo q u e doblará su justicia, nadie resistiráásu poder. Bienaventurado aquel
«toca á m í , yo bautizo con agua ; pero viene uno mas poderoso q u e á quien la penitencia dará la seguridad aquel dia, y que se hallará
«yo...» Es decir, yo no soy el Mesías q u e esperáis; es verdad q u e digno d e ser colocado en el cielo para reinar eternamente.
os distribuyo u n bautismo de agua exhortándoos á la penitencia ; Finalmente, el rigor y la eternidad de las penas del infierno, últi-
pero de aquí no pasa mi ministerio : yo soy enviado solo para pre- mo motivo de q u e se servia el Bautista para empeñar los hombres á
parar el camino á otro. El que vendrá despues de m í , y q u e bien la penitencia. El fuego del infierno es u n fuego inextinguible... Á
presto veréis en medio de vosotros, está revestido de un poder infi- aquel q u e medita bien lo q u e es el fuego del infierno, ¿ q u é peni-
nitamente superior al mió. Apenas veia san J u a n q u e el pueblo se tencia le parecerá rigurosa y d u r a ? Á quien medita bien q u é cosa
inclinaba á é l , empezaba inmediatamente á hablar de Jesucristo, es el suplicio del fuego, ¿ q u é penitencia le podrá parecer larga?
exaltaba su grandeza, y se valia de todas las ocasiones para dar tes- Cuando se trata de una eternidad ¿se podrá decir excesiva cualquie-
timonio de é l : u n celo tan iluminado, tan fervoroso y lan humilde ra seguridad q u e se quiera tomar? Y para animaros en vuestros te-
merecía justamente la gloria de mártir de q u e f u e coronado. mores, prosigue san Juan : « No teneis q u e decir, tenemos á Abra-
« h a n por padre : en consideración de su siervo, Dios nos librará ;
PUNTO I I . « porque yo os digo, q u e puede Dios de estas piedras hacer hijos de.
«Abrahan.» Esto e s , el Omnipotente, que formó á Adán de la tier-
La materia de la predicación de san Juan Bautista.
r a , puede hoy destruir todos los hombres, y trocar las piedras que
Todos sus discursos parecían reducidos á estas tres palabras: Es veis en este desierto en otros nuevos que por su obediencia y por su
necesario hacer penitencia: es necesario hacerla bien; y no es conve- •fe serian con mayor razón q u e vosotros hijos de Abrahan... E n va-
niente dilatarla. no el filósofo se gloria d e conocer á Dios, si no reconoce á aquel q u e
Lo 1.° Es necesario hacer penitencia; y alega tres motivos : 1.° la Dios ha enviado para salvar los hombres, Jesucristo su Hijo: en
cólera y enojo de Dios. «¿Quién os ha enseñado á huir la ira que os vano el judío se nombra hijo de Abrahan, si no cree en Jesucristo,
«amenaza?...» ¡Ay de mí! nosotros hemos ofendido á Dios ; pero en quien Abrahan creyó y por quien fue justificado : en vano el
no sabemos si lo hemos aplacado, y antes s í , lo que es mas deplo- cristiano se dice discípulo d e Jesucristo, si con la herejía corrompe
9*
1 3 2 E L EVANGELIO MEDITADO.

su doctrina: en vano el eclesiástico y el religioso se fian de la san- q u e en ellas se celebran; frecuentemos mas y mas los Sacramentos,
tidad d e su estado si n o conforman con él sus costumbres. v con mejores disposiciones. Respecto al prójimo : ejercitemos las
No digáis que Dios nos ha criado para perdernos. No : en esto no obras de misericordia; hagamos limosna según la posibilidad de
hay d u d a , porque él mismo nos ofrece la penitencia. Y ¿por qué nuestro estado. Respecto de nosotros mismos : tratemos nuestro
no la abrazamos nosotros? Ni tampoco digáis q u e por este princi- cuerpo con u n santo r i g o r ; desterremos de nosotros el ocio , las de-
pio todo el mundo se condenará: no por cierto. Á pesar d e nues- licias y la sensualidad ; observemos los ayunos y abstinencias de la
tra grande corrupción tiene y tendrá siempre Jesucristo u n gran nú- Iglesia, no por costumbre, sino con verdadero espíritu de peniten-
mero de fieles adoradores. Y ¿por qué nosotros no acrecentamos este cia, sin mitigar su severidad fuera del caso de necesidad ; suframos
número? Mas cuando la corrupción fuese general en el lugar d o n - con' paciencia las penas de nuestro estado, las aflicciones que Dios
de nos hallamos, debemos tener por cierto q u e Dios puede suscitar nos envia, los disgustos q u e nos vienen de parle de los hombres,
hijos dóciles en los países mas bárbaros y en las tierras mas incul- las enfermedades, los dolores y los horrores de la muerte ; mortifi-
tas ; hijos verdaderos cuya salvación recompensará nuestra pérdida, quemos nuestros sentidos con voluntario rigor, proporcionado a
y cuyo fervor condenará nuestra indocilidad y nuestra apostasía. nuestros pecados, siguiendo siempre los movimientos é impulsos
Lo 2.° Es necesario hacer bien la penitencia que piden nuestros pe- del Espíritu Santo y los consejos de un sábio director.
cados. « H a c e d , p u e s , dice san Juan, frutos digos de penitencia.» Lo 3.° No es conveniente dilatar la penitencia, por cuatro razones.
Para hacer estos frutos dignos es necesario : lo primero, detestar lo La 1." porque el tiempo es breve y la muerte está vecina. «La se-
pasado ; esto e s , examinar con diligencia nuestros pecados, llorar- « g u r está va á la raíz del árbol, decia san Juan; el árbol, pues,
los amargamente, aborrecerlos sinceramente y confesarlos exacta- « q u e no hace frutos buenos será cortado y echado al fuego...» Ame-
mente... Pero ¿cómo satisfacemos nosotros á esta primera parte de naza general para naciones enteras que Dios reprueba y echa .de sí,
la penitencia? Es necesario también examinar lo presente; esto es, como reprobó á los judíos. Amenaza particular y que Dios hace to-
nuestro estado actual, tanto respecto á Dios como respecto al mun- dos los dias á los pecadores, quitándolos del m u n d o y condenándo-
do. ¿Estamos nosotros en la verdadera fe, en la verdadera religión, los al fuego del infierno. Ya la debilidad de nuestra complexión,
en la verdadera Iglesia, la Iglesia católica, apostólica, romana? Si las enfermedades y la vejez anuncian á unos una cercana muerte :
no estamos, no nos tengamos por seguros ni estemos tranquilos : y la sanidad, las fuerzas y el vigor de la edad no aseguran larga
no nos c e g u e m o s ; busquemos quien nos instruya : fuera de la Igle- vida á los otros. Aprovechémonos, p u e s , del poco tiempo q u e nos
sia todo es inútil para nuestra salvación. Si por la misericordia de q u e d a para llevar buenos frutos y hacer buenas obras.
Dios estamos dentro de su Iglesia, procuremos siempre fortificar- La segunda razón para no dilatar la penitencia es porque cuanto
nos m a s , y pidamos á su Majestad gracia para serle fieles. E x a m i - mas presto la empecemos á hacer, la encontraremos mas dulce: el
nemos también nuestro estado respecto al m u n d o . ¿ E s legítimo? consuelo de no haber esperado á los últimos dias de la vida nos ani-
¿Tiene alguna cosa en si que se oponga á la ley de Dios? ¿Cómo m a r á : el hábito d e hacerla bien nos la hará fácil, y estaremos satis-
cumplimos nuestras obligaciones? ¿No pedimos m a s ganancia en fechos de la paz de u n a buena conciencia. ¡ Ah! ¡ Una vida como esta
nuestros tratos q u e la justa? ¿Buscamos acaso mayores convenien- es mil veces mas dulce que aquella q u e se pasa en el pecado, en los
cias, mayor descanso, mayores placeres q u e aquellos q u e permi- remordimientos de la conciencia y en los continuos temores de con-
ten las obligaciones q u e nos están anejas? ¿Seguimos prácticas y denarse! ¿Y por qué diferimos el abrazarla? La tercera razón de so-
máximas contrarias á la justicia? ¿Hacemos mal á alguno? Final- licitar nuestra penitencia es, porque cuanto mas la dilatamos se nos
mente , conviene regular también nuestras acciones y nuestra vida hace mas difícil; cuanto mas se gustan los deleites prohibidos, tanto
para el tiempo f u t u r o , tanto respecto á Dios, como respecto al pró- mas crece el deseo, y jamás nos sacian; cuanto mas cedemos y s e -
jimo y á nosotros mismos. Bespecto á Dios: practiquemos los ejer- guimos las pasiones, tanto mas débiles quedamos para resistirlas;
cicios d e Religión, la oracion y la meditación con mayor fervor ; cuanto mas dilatamos la conversión, tanto mas queremos dilatarla:
tengamos mas respeto á las iglesias ; asistamos á los divinos oficios el hábito de obrar mal v el hábito de diferir el obrar bien se hacen
134 E L EVANGELIO MEDITADO,
cada dia mas fuertes. La vejez , q u e quita las fuerzas. no quila los dio«;- pero aquel que vendrá despues de m í , por medio del bautis-
vicios, ni trueca el corazon... Finalmente, la cuarta razón de no re- mo que establecerá , como enviado de Dios , derramara el Espíritu
tardar la penitencia es, porque dilatándola nos exponemos á riesgo Santo en el alma de aquellos q u e creerán en él, y los purificara co-
de no hacerla jamás, j Oh, y cuántos han sido engañados de este mo- mo las cosas q u e pasan por el fuego. -
do! Cortaron aquel árbol infructuoso, murió aquel pecador impe- El bautismo de Juan era solo un bautismo d e agua, que signib-
nitente; ¿ y cuál habrá sido su suerte? ¡Oh arrepentimiento , que caba la penitencia, v empeñaba á ella; pero el bautismo de Jesucris-
llegaste tarde! ¡Oh desesperación inútil! ¿Será esta acaso mi suer- to bajo el símbolo de agua, comunica el Espíritu Santo q u e es u n
te? No lo permitáis, Salvador mió ; desde hoy comienzo una vida fuego divino: espíritu de p u r e z a , que como fuego purifica al alma,
nueva. ¡Oh santo Precursor de Jesucristo, doctor y verdadero ejem- consume v limpia en ella todas las manchas, y la hace resplandecer de
plar de penitencia! Alcanzadme q u e sea dócil á vuestras instruccio- una -loria toda celestial: espíritu d e a m o r , que como un fuego b e -
nes, y fiel á vuestros ejemplos y á mis resoluciones. néfico hace penetrar en el corazon u n calor suave y dulce que lo ca-
lienta lo enternece y lo enciende en vivas llamas: espíritu de luz,
PUNTO I I I q u e como u n fuego resplandeciente alumbra nuestro entendimien-
Sentimientos de san Juan Bautista respecto á Jesucristo. to nos persuade, y nos hace conocer y gustar el misterio d e Dios,
v los designios y conducta de su providencia, nos instruye en nues-
Estos sentimientos miran su persona , su bautismo, y su último tras obligaciones, en lo nada que son t o d a s l a s cosas de la tierra, en
juicio. la importancia de nuestra salvación, y en la solidez de los bienes
Lo 1.° La persona de Jesucristo. « Cuanto á mí, deciasan Juan al eternos ¡ Oh, y q u é afortunados somos por haber recibido ei Bau-
« pueblo, yo os bautizo con agua para la penitencia; pero aquel que tismo 1 ¡Y cuán infelices por haber perdido la inocencia! Seriamos
«viene despues de mí es mas poderoso q u e yo, de quien no soy digno ciertamente dignos de compasion si la bondad de Jesucristo no nos
«de llevar sus sandalias, él os bautizará con el Espíritu Santo y con hubiera preparado un segundo bautismo, u n bautismo de dolor en
«el fuego...» Con estas palabras muestra san J u a n la divinidad de el sacramento de la Penitencia, en el que por la virtud de s u san-
Jesucristo: porque siendo Dios el Espíritu Santo; y comunicándolo are p o d e m o s aun reparar nuestra pérdida. Lleguémonos, pues con
Jesucristo por medio de su bautismo , conviene que él mismo sea confianza, llevando las debidas disposiciones; recibámoslo con fre-
Dios... Manifiesta también su poder. Jesucristo , como señor de la c u e n c i a , y conservemos su precioso fruto.
naturaleza, debia mudar las leyes á su arbitrio, y obrar prodigios Lo 3." ¿Cuáles fueron los sentimientos de san Juan Bautista en or-
inauditos. San J u a n no debia hacer algún milagro ; y aun cuando den ai juicio de Jesucristo?... Haciendo reconocer al Mesías, lo r e -
lo hubiera hecho, lo debia hacer en virtud del poder de Jesucristo. presentaba como dispensador y distribuidor de bienes y d e mates,
En una palabra. J u a n era un puro h o m b r e , y Jesucristo era u n de castigos y de premios, á quien Dios ha dado todo el poder de juz-
Hombre-Dios. Jesucristo es el Señor, el Cristo, el Dios Salvador, y gar á todos los hombres. Juicio figurado en el trigo que juntara en
J u a n por santo q u e fuese era solo el siervo, el precursor. De hecho, süs trojes el labrador y en la paja q u e arrojará al fuego eterno^ Jui-
despues de haber reconocido en Jesucristo un poder infinitamente cio competente, porque Jesucristo lo ejercita, como soberano benor
superior al s u y o , añade q u e no es digno de postrarse á sus p i é s , y del mundo. La tierra y sus habitadores le pertenecen por derecho de
desatar las correas desús zapatos... ¿ Y d e q u é serémos dignos nos- creación v de conquista: esta es la era donde se hallan unidos el
otros pecadores? Y cuando el Señor nos permite q u e nos acerque- grano v l a paja, los buenos v los malos, aquellos que recibieron la
mos á él y al tabernáculo, ¿cómo nos presentamos ? ¿ Con q u é in- ley con docilidad, y los que no la quisieron admitir ó la rechazaron...
ternos sentimientos de veneración y respeto nos llegamos á su pre- Juicio igual, porquese hará justicia á cada uno, según el estado pre-
sencia ? sente en que se hallará. La paja será entregada á las llamas, v se con-
Lo 2." ¿ Qué pensaba Juan Bautista de Jesucristo en orden á su bau- servará el grano. Los malos serán castigados, y premiados los b u e -
tismo ? Yo os bautizo con a g u a para la penitencia, decía á los j u - nos. porque cada uno será juzgado según el uso libre q u e habra he-
136 EL EVANGELIO MEDITADO.

cho del tiempo, y de los dones q u e habrá recibido de Dios: los ma- -briosa visita q u e se le habia prometido. Ilabia sentido en el vien-
los habiendo podido ser buenos, y los buenos habiendo podido ser tre d e santa Isabel la presencia de J e s ú s , escondido aun en el de
malos ; porque será juzgado cada uno en particular del bien y del María • pero despues q u e los dos nacieron no se habían visto a u n ; \
mal q u e habrá hecho, teniendo que sufrir mas tormentos el q u e hu- 'san Juan no conocía al Salvador en la forma humana. Pero Dios e n -
biere sido mas culpado ; y mayores recompensas y premios el que viándolo á bautizar, le habia prometido q u e en el curso de sus fun-
habrá sido mas santo, debiendo ser igualmente eternos los castigos ciones lo veria; y le habia enseñado cómo lo había de conocer. An-
de los unos y los premios d e los otros... Finalmente , juicio eficaz, d a , le dice el Señor, establece u n bautismo de a g u a para empeñar
q u e no podrá suspenderse con apelaciones, q u e n i n g ú n artificio po- mi pueblo á la penitencia; pero advierte que este bautismo nóvale
drá entretenerlo, q u e ninguna dádiva podrá corromperlo, que nin- cosa alguna en comparación del de mi Hijo: «Este es el que bautiza
g u n a súplica podrá doblarlo , y que n i n g u n a potencia podrá resis- «en el Espíritu Santo...» Cuando t e s e presente quiero q u e puedas
tirlo. ¡ Ay de mi! ¿ Q u é podrá hacer la paja contra el q u e la siega? distinguirlo de los otros, y mostrarlo á tus discípulos: « ^ e r a s bajar
¿Y esperarémos nosotros en paz este juicio sin prevenirnos? ¡ A y ! « v ponerse sobre él el Espíritu Santo.» No podrás entonces dudar;
Prevengámoslo con no juzgar á aquellos sobre quienes no tenemos y dirás á los judíos q u e estarán contigo: Mirad el Hijo de Dios, mi-
jurisdicción: consolémonos. Si los hombres forman de nosotros jui- rad aquel cuyo bautismo d a l a gracia del Espíritu Santo Instruido
cios falsos, estos se reformarán aquel dia. de este modo"el Precursor, suspiraba por ver presto el deseado de
las naciones y de su corazon. Esta dulce esperanza alimentaba su
Petición y coloquio. espíritu, lo animaba, v lo s o s t e n í a en sus trabajos... ¡Con que ardor
Vuestras p a l a b r a s , augusto Precursor, y mucho m a s vuestros v fervor deseaba este dia feliz! Tal es el deseo q u e nosotros debemos
ejemplos, m e enseñan á huir el rigor del juicio de Jesucristo con la tener d e la comunion ; y para merecer este favor ninguna cosa nos
práctica de la penitencia: alcanzadme la fuerza y el ánimo q u e n e - debe parecer difícil, dura y penosa.
cesito para hacer frutos dignos de penitencia; esto es, para vivir en Lo 2." ¿Cuál fué la alegría de san Juan Bautista viendo a Jesucris-
u n amor sincero de Dios y del prójimo, en u n estremo horror al pe- to? S u esperanza ni se dilató, ni fue engañada. «Y el mismo Jesús
cado, en una sed ardiente de la justicia, en la morlificacion, en la « empezaba á tener cerca de treinta años... Entonces vino de la U -
humildad y en el cumplimiento exacto de todas mis obligaciones, «lilea al Jordán á J u a n para ser bautizado por él...» San J u a n lo co-
para que merezca por estas buenas obras hallarme en la h o r a d e mi noció fácilmente entre la multitud por la señal q u e Dios le había d a -
m u e r t e con el buen grano q u e el Señor debe guardar para la eter- do. ¿Cuál fue entonces el exceso de alegría del santo Precursor, tes-
nidad. Amen. tigo solo del prodigio? ¿Con qué atención, con q u é respeto, c o n q u e
alegría interior consideró el espectáculo con q u e lo favorecio el cielo?
MEDITACION XXIII. Contempló el Verbo encarnado, aquel divino Mesías cuya sola pre-
sencia lo habia hecho saltar de alegría y júbilo en el vientre de su
JESÚS ES BAUTIZADO POR SAN JUAN BAUTISTA. madre. ¿Cuál será nuestro contento cuando lo veamos en el cielo >
(Matih. m , M 7 ; Marc. i , 9 - H ; Loe. 111, 21-23; Joan. i , 31 -33).
¡ Ah! alimentémonos en este valle de lágrimas con esta dulce espe-
A p l i q u é m o n o s á declarar con el sagrado texto todas las circunstancias de ranza !
este hecho. l . ° J e s u c r i s t o se presenla al b a u t i s m o ; 2.° Jesucristo recibe e I Lo 3.° ¿Cuál fue la sorpresa de san Juan cuando vio que Jesucristo
b a u t i s m o ; 3.° J e s u c r i s t o sale de las aguas del b a u t i s m o .
se adelantaba hácia él para recibir el bautismo? «Entonces llegó J e -
s u c r i s t o para ser bautizado por é l ; pero J u a n se le opuso, dicien-
PUNTO I . « d o : ¿ Yo debo ser bautizado por tí, y tú vienes á mí? Jesús le res-
Jesucristo se presenta al bautismo. « pondió, diciendo: Deja ahora, porque así nos conviene cumplir toda
Lo 1.° Consideremos el ardiente deseo que tenia san Juan de ver á «justicia. Entonces lo dejó...» ¿ N o d e b e s e r mas grande nuestra a d -
•Jesucristo. Suspiraba con una santa impaciencia el momento de esta miración y nuestro temor viendo venir á Jesús para ser nuestro ali-
138 EL EVANGELIO MEDITADO,
mentó? ¿Y q u é , Señor, le debemos decir: Vos venís á mí? Retiré- nos avergonzamos de recibir el remedio: Jesús revestido de nuestra
monos viendo nueslra indignidad; pero acerquémonos por obedien- enfermedad, v cargado de nuestros pecados, recibe el baut.smo d e
cia : cedamos al exceso de su caridad; y porque nos lo m a n d a , r e - penitencia, para que en el Sacramento q u e q u e n a instituir pudié-
cibámoslo, pero con aquella confusion y con aquella humildad con ramos nosotros vestirnos de é l , de su justicia, de su fortaleza y de
q u e lo bautizó san J u a n . su santidad.
PUNTO I I . PUNTO I I I .
Jesús recibe el bautismo. Jesús sale de las aguas del bautismo.
«Y fue bautizado por J u a n en el J o r d á n . . . » ¿ P o r q u é quiso J e - ¡Cuántas maravillas se obraron en aquel momento en que Jesús
sucristo ser bautizado? Podemos considerar tres causas. de ó las riberas del rio! Pasó por medio d é l a multitud, y se apar o
La 1. a Por honrar el bautismo de su Precursor, y acreditarlo co- á hacer oracion : entonces el cielo se abrió , bajó el Espíritu Santo
mo instituido por orden de su Padre. La ley escrita venia de Dios, y sobre él en forma d e paloma, se oyó la voz del Padre celestial, y el
anunciaba la ley de gracia. El bautismo d e san J u a n tenia una es- bautismo de la nueva ley fue señalado con estos prodigios.
pecie de medio entre la una y la otra ley., y anunciaba la segunda 1 0 Habiendo recibido Jesús el bautismo, y estando en oracion. La
en una manera m a s próxima y con mayor distinción. J e s ú s , q u e oracion es donde comunica Dios sus favores; pero nunca los comu-
quería sujetarse á todas las órdenes de la ley antigua antes d e ins- nica con mas abundancia q u e cuando á la oracion h a precedido al-
tituir la nueva, quiere recibir el bautismo de Juan antes de estable- g ú n acto grande de virtud. ,
cer el s u y o , para cumplir con toda la justicia. Quiere acreditarlo, ' 9 0 Apenas Jesús se puso en oracion, se abrió el cielo a su vista.
como instituido para la pública utilidad, y contribuir con su ejem- « Habiendo sido bautizado J e s ú s , y estando en oracion, se abrieron
plo al fervor y á la edificación del pueblo, queriendo aun en esto sa- «los cielos...» ¡Oh vista agradable! ¡ oh objeto digno d e nuestros
tisfacer á toda la justicia. También el cristiano q u e piensa sólida- deseos! ¡ Av de m í ! va de mucho tiempo estaban cerrados los cie-
mente, quiere frecuentarlas devociones populares cuando son de los* Vos'solo, Jesús m i ó , habéis merecido q u e se abran. Esta es
edificación, y no están viciadas con algún abuso: por este mismo vuestra heredad , este es el precio de vuestros trabajos, esta es la
principio se escriben algunos con gusto en algunas cofradías, insti- recompensa q u e Vos destináis á los que fielmente os sirven. ¿Quien
tuidas por inspiración de Dios para mantener el fervor en el pueblo, podrá á este precio rehusar el serviros?
especialmente cuando no han degenerado de su primitiva simplici- 3 0
Y vio al Espíritu de Dios que bajaba como paloma, y que ve-
dad, y conservan el espíritu de su primer instituto. nia sobre él. Jesús recibe de u n a manera sensible el Espíritu Santo,
La 2. a Jesús quiso ser bautizado por Juan á fin de preparar, san- como cabeza de los hombres, para comunicarlo á sus miembros, y
tificar y disponer las aguas, para q u e fueran materia del divino b a u - santificarlos, como doctor y maestro délos hombres, para instruir-
tismo q u e debia establecer, y dejarnos, consagrándolo, por decirlo los é iluminarlos... La paloma es símbolo de la dulzura, de la sim-
a s í , y constituyéndolo con el contado de su carne inmaculada, ca- plicidad , de la pureza y del tierno llanto ó gemido: pidamos al Es-
paz d e purificar nuestras almas. De esta m a n e r a buscaba Jesús en píritu Santo que nos comunique estas virtudes, pues es el dador de
todas sus acciones la gloria de su Padre y nuestra salvación. ¿Cuál estos bienes. ' ,
debe ser nuestra gratitud por tales y tantos beneficios? í 0 « Y vino esta voz del cielo: T ú eres mi Hijo amado: en ti me h e
La 3. a El designio de Jesucristo en recibir el bautismo de san Juan «complacido...» Esta voz era del Padre celestial enderezada á su n.jo,
fue darnos u n a sorprendente lección en este grande ejemplo de h u - único objeto de su amor: esta voz fue dirigida á la tierra toda, y a
mildad con q u e quería acabar su vida privada y empezar la públi- todas las criaturas inteligentes, á todos los hombres y a todos los
ca: asi vino á cumplir toda justicia... Jesús en medio de los pecado- siglos, para enseñarles q u e nada hay digno de Dios sino J e s ú s , en
res recibe como ellos el bautismo de la penitencia; y nosotros llenos Jesús v por Jesús.
de orgullo y d e soberbia, despues d e haber pecado sin vergüenza, o.° El bautismo de la nueva ley fue claramente delineado en el bau-
140 EL E V A N G E L I O M E D I T A D O .

tismo que Jesús recibió de Juan. Aquí por la primera vez se mani- San Maleo descendiendo d e Abrahan hasta José esposo de María,
festó Dios en toda su majestad; y las tres Personas de la santísima habla de los hijos con toda propiedad por via de generación: « Abra-
Trinidad se hicieron sensiblemente presentes: el Padre con s u voz. « han engendró á Isaac, Isaac engendró á Jacob, etc.» Pero san L u -
el Hijo con su humildad, y el Espíritu Santo por medio de la palo- cas subiendo desde Jesús hasta Dios mismo , habla de hijos propios
m a . Jesús recibiendo en el a g u a el bautismo de J u a n , h a indicado v de hijos impropios: se sirve d e u n a expresión indeterminada,^di-
y santificado la materia del suyo. E n su oracion nos h a mostrado la ciendo : « Y el mismo Jesús comenzaba á tener cerca de tremía anos,
forma : con la presencia d e las tres Personas de la santísima Trini- «hiio, como se creia de José, q u e fue de Helí, el cual fue de Ma-
d a d nos ha hecho ver los efectos; pues por el bautismo se nos abrió «lat ele.» O u e san Lucas no hable siempre de los hijos propios
el cielo, nos hacemos miembros y hermanos d e Jesucristo, sus he- por via de generación, aparece claramente en el primero y en el ul-
rederos é hijos adoptivos de s u Padre. timo q u e n o m b r a ; porque Jesús era solo hijo putativo de José; por-
q u e José era esposo de María Madre de Jesús: y Adán era solo hijo
Petición y coloquio. de Dios por via de creación. Despues de esta observación, conviene
¡ Afortunado desierto, q u e has resonado al eco de la voz del Pa- conocer en la genealogía descrita por san Lucas dos hijos impropia-
d r e celestial, y has sido testigo d e tantas maravillas obradas en el mente dichos; esto e s , dos yernos en lugar de hijos. Como los h e -
bautismo de Jesucristo! ¿ Y por q u é no se m e l i a concedido á mí el breos no computaban las mujeres en sus genealogías; cuando aca-
pasar mi vida en tu soledad para meditar despacio y á mi gusto fuera baba u n a familia en u n a hija, en vez de nombrar la hija en a genea-
d e la disipación y tumulto del m u n d o la bondad de mi Dios, la glo- logía se nombraba el yerno q u e tenia por suegro el padre de su m u -
ria de m i adopcion, y la grandeza de mis esperanzas? ¡Ah! pueda j e r los dos vernos q u e necesitamos conocer en san Lucas, son José
vo á lo menos formarme en mi corazon u n desierto y u n a soledad yerno d e HeU, v Salatiel yerno d e Nerí. Esta sola nota basta para
p r o f u n d a , donde no pierda jamás d e vista estas grandes verdades, quitar toda la dificultad : José hijo de Jacob, como dice san Mateo,
donde me aplique á hacerme agradable al Padre celestial, q u e no fue verno de Helí, como dice san Lucas: y Salatiel hijo de Jecontas,
puede amar sino en Jesús y por Jesús. ¡ Oh Hijo ! único objeto de como dice san Maleo, fue yerno de Nerí, como dice san Lucas. Des-
las complacencias del divino Padre, ¿cómo no lo sois también de las pues se compone lo demás perfectamente.
mias? ¿ Q u é cosa puedo yo hallar en otra parte q u e os iguale en po- María era hija de Helí, llamado así por brevedad en lugar de LUa-
der, en grandeza, en riquezas y en bondad, q u e sea mas digna de cin q u e en hebreo es lo mismo q u e Joacin, ó Joaquín. José hijo de
m i corazon y mas capaz de hacerlo feliz? ¡Oh tierno Salvador mió. Jacob y María hija de Helí lenian u n origen común : eran ambos
unidme á Vos 1 Presentadme á vuestro Padre: haced q u e él os vea descendientes d e Zorobabel. José de Abiud el primogénito, y Marta
á Y os en m í , y á m í en Vos, para q u e por Yos pueda merecer ser de Resa el segundo génito: por eso los dos descendían de David por
amado, y amarlo eternamente. Amen. dos ramos distintos; esto es, el ramo real, de q u e Salmón era la ca-
beza y el otro ramo, de q u e era cabeza Natan. Por medio de Sala-
tiel padre d e Zorobabel é hijo d e Jeconías, José y María descendían
MEDITACION XXIV.
de Salomon, hijo y heredero de David, y por medio dé la mujer d e
GENEALOGÍA DE JESUCRISTO DE PARTE DE MARÍA SANTÍSIMA. Salatiel, madre de Zorobabel, é h i j a de Nerí, del cual Nen-Salatiel
(Luc. m , 2 3 - 2 8 ) . fue yerno José y María descendían de Natan, otro lnjode David: de
manera que Jesús Hijo de María reunia en sí toda la sangre de David.
E s fácil el concordar esta genealogía según san Lucas con la de San Maleo extiende su genealogía de Jesucristo solo hasta A b r a -
san Mateo. Entre las muchas maneras como se pueden unir los dos han • esta era la promesa del Mesías hecha á los judíos; pero san L u -
Evangelistas, nos serviremos aquí de la mas fácil y mas simple: po- cas lleva esta genealogía hasla A d á n : esta es la promesa hecha a lo-
demos verificar esta unión confrontando las dos genealogías con lo dos los hombres; v este será el sujeto de nuestra meditación en q u e
q u e aquí dirémos. considerarémos á Jesucristo como hijo de Adán, prometido al primer
142 E L EVANGELIO M E D I T A D O .

hombre y á su posteridad. Jesucristo como semejante á A d á n , s u - Lo 3.° Promesa de Jesucristo manifestada á nuestros ojos por un
jeto á la sentencia de muerte fulminada al primer hombre y á su especial beneficio de Dios... Hijo de Adán como nosotros y como todos
descendencia: finalmente, Jesucristo, como nuevo Adán, reparador los hombres os hallais ¡ oh Jesús mío! sobre la tierra. Dios habia se-
de los males q u e el primero trajo sobre sí y sobre toda su posteridad. ñalado en los decretos de su sabiduría, por qué generaciones, en q u é
tiempo , y en q u é circunstancias habíais d e venir al mundo. Cual-
PUNTO I . quiera distinción ó clase q u e ocupe nuestra familia importa poco:
Jesucristo hijo de Adán prometido al primer hombre y á su nuestra obligación es de agradecer á Dios el q u e nos haya hecho na-
posteridad. cer en medio del Cristianismo, en el seno de la Iglesia católica y en
un tiempo en q u e vemos el cumplimiento, no solo de las profecías
Prim eramente: Promesa hecha de una manera digna de Dios... Digna hechas sobre el Mesías, sino también de las q u e ha hecho él mismo
de su bondad: ella fue hecha desde el principio del mundo para q u e sobre el establecimiento de su Iglesia, sobre su duración, sobre sus
sirviese de consolacion á Adán y á todos sus descendientes... Digna combates y persecuciones, y sobre sus victorias, y en u n tiempo en
de su sabiduría : esta promesa se fué renovando y haciendo á los prin- que podemos gozar de lodos los méritos del Mesías, de todos los
cipales sujetos ascendientes de este divino Mesías... Entre los hijos dones que ha hecho á los hombres, y de todas las admirables inven-
de Adán y d e Noé, Abrahan f u e el primero, y fue constituido padre ciones de su amor. ¡ A h ! ¡ q u é felicidad si supiéramos aprovechar-
de los creyentes : despues Isaac, Jacob y J u d a s ; el último f u e Da- nos! ¡ Y qué mayor infelicidad si todas estas diligencias del amor di-
vid , para que despues no se pudiese errar sobre la persona del Me- vino fuesen para nosotros inútiles!
sías, y se conociese la preeminencia de su carácter... Finalmente,
promesa digna de la grandeza de Dios, fue anunciada y diferida por PUNTO I I .
cinco mil años y mas, para q u e así se ejercitara la fe de los hombres, Jesucristo, semejante á Adán, sujeto á la sentencia de muerte fulmina-
y para hacerles comprender q u e u n tal Mesías era una gracia, y una da al primer hombre y á su posteridad.
gracia grande, que merecía ser por largo tiempo deseada y ardien- Sentencia que han tolerado todos los que nos han precedido, q u e
temente pedida. Adoremos, y demos gracias á Dios, Señor d e los experimentaremos nosotros dentro d e poco , y á q u e Jesucristo se
tiempos y árbitro soberano de los deslinos. sujetó.
Lo 2.° Promesa cumplida con fidelidad... Jesús hijo de María une Primeramente: Sentencia que han tolerado todos los que nos han pre-
en sí solo toda la sangre de David, y va subiendo d e generación cedido. ¿ Qué se han hecho todas aquellas naciones de que tenemos
en generación hasta Adán por el camino q u e Dios mismo habia deli- las historias, aquellos hombres de quienes leemos los nombres, y los
neado en las Escrituras, y que ningún otro podía delinear. Esta genea- que vivieron con ellos? Solo ha quedado de ellos, que fue: esto solo
logía d e Jesucristo, hecha sobre monumentos públicos, ha sido r e - se puede decir de ellos: ¿ q u é queda ahora de sus obras, d e sus ha-
conocida verdadera por todos aquellos q u e vivieron en aquellos tiem- zañas , de sus proyectos, de sus g u e r r a s , y de sus victorias? Todo
pos y en aquellos lugares. T los enemigos de Jesucristo, persegui- esto fue, lodo esto ya no es.
dores de sus discípulos, no se han atrevido á tacharla de falsedad. Lo 2.° Sentencia que sufrirán todos aquellos que viven y nacerán, y
Este es el motivo porque Jesucristo se llama frecuentemente á sí mis- que dentro de poco experimentaremos nosotros mismos. Todo lo q u e
mo Hijo del hombre, q u e es lo mismo que Hijo de Adán. Y de h e - se acaba es breve: Adán y otros muchos vivieron novecientos años;
cho, este nombre lleva consigo su prueba : Hijo de Adán; esto es, esto se pasó: el tiempo del Mesías esperado por tantos siglos llegó
Hijo prometido á Adán, y descendiente de Adán por generaciones finalmente, y ya ha cuási dos mil años que vino : así vendrá el fin
señaladas, predichas y profetizadas... ¿Quién olro fuera de u n Dios del m u n d o , y toda su duración parecerá un instante... Conturbé-
podia hacer y cumplir una promesa como esla? Reconozcamos y ado- monos despues de esto por las cosas de este mundo, apeguémonos al
remos á nuestro divino Salvador, y consagrémonos enteramente á su mundo, y ocupémonos por el mundo. ¡ A h ! pensemos en la eterni-
servicio. dad , huyamos del pecado, y preparémonos para la muerte.
144 EL EVANGELIO MEDITADO.
Lo 3.° Sentencia á que Jesucristo mismo se sujetó. Con eslo ha que-
rido satisfacer á la justicia divina para hacernos comprender cuán Petición y coloquio.
grande mal es el pecado: ha querido con esto santificar nuestra muer- ¿Con q u é actos de amor ¡olí Jesús mío! podré yo daros muestras
te , y endulzar sus a m a r g u r a s : finalmente ha querido con esto ani- de mi reconocimiento? Lo liaré con despojarme del hombre viejo, de
marnos y enseñarnos la manera de morir bien. ¿Nos deberá parecer , sus errores, de sus vicios y de sus deseos corrompidos, para vestir-
dura la muerte á nosotros, que somos pecadores, habiéndola sufrido me del hombre nuevo 1 ; eslo es, de vuestra virtud, de vuestra jus-
Jesucristo, que es la misma inocencia? ticia y de vuestra santidad. ¡Oh Jesús divino, Salvador mió! Yos os
hacéis semejante á nosotros para hacernos semejantes á Yos: Yos to-
PUNTO ra.
máis la naturaleza h u m a n a para comunicarnos vuestra naturaleza
Jesucristo, nuevo Adán, reparador de los males que el primer hombre divina: Yos participáis de nuestros males para q u e yo participe de
trajo sobre sí y sobre toda su posteridad. vuestra v i r t u d : seguiré, pues, vuestras leyes, é imitaré vuestros
Jesucristo reparador de estos males: 1.° como vencedor de la muer- ejemplos á fin de participar de vuestra gloria. Amen.'
te ; 2.° como autor d e una nueva filiación; 3.° como origen de una
nueva vida. MEDITACION XXV.
Lo 1.° Jesús vencedor de la muerte. Jesucristo se sujetó á la m u e r -
DE LA ENCARNACION DEL VERBO.
te , como todos los descendientes de Adán ; pero salió de la muerte
(Joan.i, 1 - 1 8 ) .
vencedor. Como Hijo del hombre bajó al sepulcro ; pero como Hijo
de Dios salió de él al tercero dia. No venció ya á la muerte por sí, El apóstol san J u a n c o m i e n z a su E v a n g e l i o e n s e ñ á n d o n o s : lo 1.° c u á l e s s o u
los m i s t e r i o s del Y e r b o c o n s i d e r a d o s en o r d e n á sí m i s m o ; 2.° c u á l e s son los
sino por nosotros, por todos los hombres, por todos aquellos q u e
m i s t e r i o s del V e r b o e n c a r n a d o c o n s i d e r a d o s en orden á los h o m b r e s ; 3.° cuál
creen en él y mueren con él: no se puede decir de Jesucristo que fue: e s el f u n d a m e n t o de n u e s t r a fe en orden á estos m i s t e r i o s ; 4 . ° cuál h a sido y
Cristo es, ayer, hoy, y en todos los siglos: lo mismo es de todos aque- a u n es a h o r a la infidelidad de los h o m b r e s en ó r d e n á e s t o s m i s m o s m i s t e r i o s .
llos q u e mueren en su fe, en su gracia y en su amor. Unámonos,
pues, á aquel q u e no m u e r e , y por quien solamente podemos no PUNTO I .
morir. De los misterios del Verbo considerados en orden á si mismo.
Lo 2.° Es el autor de una nueva filiación. Hijos d e Adán por g e -
neración , hemos nacido en la desgracia de Dios, en el pecado ori- Lo 1.° El evangelista san Juan nos representa al Verbo en Dios: y
ginal, y fuimos despojados d e los bienes q u e la bondad del Criador primeramente su eternidad: « E n el principio era el Yerbo...» Cuan-
nos habia destinado desde el principio; pero regenerados por Jesu- do fue criado el mundo el Yerbo ya e r a : si ya era en el principio,
cristo, y purificados en las aguas del Bautismo, se ha trocado nues- era antes del principio ; y si era antes del principio, no ha tenido nin-
tra suerte y nuestra condicion en otra infinitamente superior á aque- g ú n principio : es eterno. Lo 2.° su subsistencia, ó sea su persona
lla d e que hubiéramos gozado. Adoptados en Jesucristo venimos á distinta: «El Yerbo era cerca de Dios, ó con Dios...» Dios Padre, por
ser hijos de Dios y sus coherederos. ¡ Qué -favor! Olvidémonos de quien h a sido engendrado y producido por via de entendimiento, ó
aquello q u e somos en Adán, para acordarnos de lo que somos en Je- de conocimiento. Dios Padre, que es la primera persona en la natu-
sucristo. raleza divina, se conoce á sí mismo , y forma con su conocimiento
Lo 3.° Este divino Salvador repara todos nuestros males, como orí- una imágen perfecta de su sustancia ; este es el Yerbo , sú Hijo , y
gen de una nueva vida. Vida santa por la justicia: vida sobrenatural u n a persona realmente distinta del Padre. Lo mismo es también del
por la gracia : vida divina por la comunicación del Espíritu Santo, Espíritu Santo, de quien el Evangelio no habla aquí, porque su in-
y por el alimento celestial d e s u santísimo cuerpo y de su preciosa tento principal es dar á conocer á Jesucristo. El Padre y el Hijo se
sangre; y finalmente, vida inmortal en el seno de Dios por la par- aman con u n amor infinito: este amor es el Espíritu Santo, q u e p r o -
ticipación de sus méritos. 1
Colos. I I I , 9 ; E p h e s . i v , 21.
10 x. i.
144 EL EVANGELIO MEDITADO.
Lo 3.° Sentencia á que Jesucristo mismo se sujetó. Con eslo ha que-
rido satisfacer á la justicia divina para hacernos comprender cuán Petición y coloquio.
grande mal es el pecado: ha querido con esto santificar nuestra muer- ¿Con q u é actos de amor ¡oh Jesús mió! podré yo daros muestras
te , y endulzar sus a m a r g u r a s : finalmente ha querido con esto ani- de mi reconocimiento? Lo liaré con despojarme del hombre viejo, de
marnos y enseñarnos la manera de morir hien. ¿Nos deberá parecer , sus errores, de sus vicios y de sus deseos corrompidos, para vestir-
dura la muerte á nosotros, que somos pecadores, habiéndola sufrido me del hombre nuevo 1 ; eslo es, de vuestra virtud, de vuestra jus-
Jesucristo, que es la misma inocencia? ticia y de vuestra santidad. ¡Oh Jesús divino, Salvador mió! Yos os
hacéis semejante á nosotros para hacernos semejantes á Yos: Yos to-
PUNTO ra. máis la naturaleza h u m a n a para comunicarnos vuestra naturaleza
Jesucristo, nuevo Adán, reparador de los males que el primer hombre divina: Yos participáis de nuestros males para q u e yo participe de
trajo sobre sí y sobre toda su posteridad. vuestra v i r t u d : seguiré, pues, vuestras leyes, é imitaré vuestros
Jesucristo reparador de estos males: 1.° como vencedor de la muer- ejemplos á fin de participar de vuestra gloria. Amen.'
te ; 2.° como autor d e una nueva filiación; 3.° como origen de una
nueva vida. MEDITACION XXV.
Lo 1.° Jesús vencedor de la muerte. Jesucristo se sujetó á la m u e r -
DE LA ENCARNACION DEL VERBO.
te , como todos los descendientes de Adán ; pero salió de la muerte
(Joan.i, 1-18).
vencedor. Como Hijo del hombre bajó al sepulcro ; pero como Hijo
de Dios salió de él al tercero dia. No venció ya á la muerte por sí, El apóstol san J u a n c o m i e n z a su E v a n g e l i o e n s e ñ á n d o n o s : lo 1.° c u á l e s s o u
los m i s t e r i o s del V e r b o c o n s i d e r a d o s en o r d e n á sí m i s m o ; 2.° c u á l e s son los
sino por nosotros, por todos los hombres, por todos aquellos q u e
m i s t e r i o s del V e r b o e n c a r n a d o c o n s i d e r a d o s en orden á los h o m b r e s ; 3.° cuál
creen en él y mueren con él: no se puede decir de Jesucristo que fue: e s el f u n d a m e n t o de n u e s t r a fe en orden á estos m i s t e r i o s ; 4 . ° cuál h a sido y
Cristo es, ayer, hoy, y en todos los siglos: lo mismo es de todos aque- a u n es a h o r a la infidelidad de los h o m b r e s en ó r d e n á e s t o s m i s m o s m i s t e r i o s .
llos q u e mueren en su fe, en su gracia y en su amor. Unámonos,
pues, á aquel q u e no m u e r e , y por quien solamente podemos no PUNTO I .
morir. De los misterios del Verbo considerados en orden á si mismo.
Lo 2.° Es el autor de una nueva filiación. Hijos d e Adán por g e -
neración , hemos nacido en la desgracia de Dios, en el pecado ori- Lo 1.° El evangelista san Juan nos representa al Verbo en Dios: y
ginal, y fuimos despojados d e los bienes q u e la bondad del Criador primeramente su eternidad: « E n el principio era el Yerbo...» Cuan-
nos habia destinado desde el principio; pero regenerados por Jesu- do fue criado el mundo el Yerbo ya e r a : si ya era en el principio,
cristo, y purificados en las aguas del Bautismo, se ha trocado nues- era antes del principio ; y si era antes del principio, no ha tenido nin-
tra suerte y nuestra condicion en otra infinitamente superior á aque- g ú n principio : es eterno. Lo 2.° su subsistencia, ó sea su persona
lla d e que hubiéramos gozado. Adoptados en Jesucristo venimos á distinta: «El Yerbo era cerca de Dios, ó con Dios...» Dios Padre, por
ser hijos de Dios y sus coherederos. ¡ Qué -favor! Olvidémonos de quien h a sido engendrado y producido por vía de entendimiento, ó
aquello q u e somos en Adán, para acordarnos de lo que somos en Je- de conocimiento. Dios Padre, que es la primera persona en la natu-
sucristo. raleza divina, se conoce á sí mismo , y forma con su conocimiento
Lo 3.° Este divino Salvador repara todos nuestros males, como ori- una imagen perfecta de su sustancia ; este es el Yerbo , sú Hijo , y
gen de una nueva vida. Vida santa por la justicia: vida sobrenatural u n a persona realmente distinta del Padre. Lo mismo es también del
por la gracia : vida divina por la comunicación del Espíritu Santo, Espíritu Santo, de quien el Evangelio no habla aquí, porque su in-
y por el alimento celestial d e s u santísimo cuerpo y de su preciosa tento principal es dar á conocer á Jesucristo. El Padre y el Hijo se
sangre; y finalmente, vida inmortal en el seno de Dios por la par- aman con u n amor infinito: este amor es el Espíritu Santo, q u e p r o -
ticipación de sus méritos. 1
Colos. I I I , 9 ; E p h e s . i v , 21.
10 x. i.
MEDITACION XXV. 147
cede del Padre y del Hijo por via de espiración de a m o r ; y que hace placpr que se encuentra en el amor de las criaturas no se encontrará
la tercera Persona de esta adorable Trinidad. Y lo 3.° su divinidad: en el amor del Criador? ¿Creen acaso que la preferencia que darán
« Y el Yerbo era Dios...» Ninguna cosa hay en Dios que no sea eter- al Criador sobre las criaturas quedará sin recompensa, ó que la in-
na, y ninguna cosa hay en Dios q u e no sea Dios. E l Padre, el Yer- digna preferencia q u e dan á las criaturas sobre el Criador se q u e -
bo' y el Espíritu Santo son tres personas q u e tienen una misma na- dará sin castigo?
turaleza, y u n a misma divinidad... Si la naturaleza del hombre es Lo 3.° San Juan nos representa al Verbo en la encarnación: «Y el
incomprensible al h o m b r e , ¿cómo no lo será la naturaleza divina?... «Yerbo se ha hecho carne, y habitó entre nosotros ' . » El Yerbo se
Postrémonos con respeto delante d e esta Majestad infinita é incom- hizo hombre semejante á nosotros, tomó cuerpo y alma como nos-
prensible. Adoremos estas tres Personas q u e hacen u n Dios ; y por otros ; de modo q u e Jesucristo, aquel hombre q u e se vió habitar
recompensa d e nuestra fe esperemos la felicidad d e verlas algún dia entre los hombres y conversar con los hombres, es la segunda per-
cara á cara. sona de la santísima Trinidad, es el Verbo de Dios encarnado, es el
* Lo 2.° San'Juan nos representa al Verbo en la creación del mun- Hijo de Dios, Dios y hombre á u n mismo tiempo, el Criador del
do : « Por medio d e él fueron hechas todas las cosas ; y sin él nada universo y el Salvador de los hombres. E n Jesucristo una sola per-
( fse hizo de todo lo q u e se ha hecho...» Todo f u e criado y hecho sona, q u e es la del Verbo, y dos naturalezas, la divina y la huma-
por medio del Verbo. El Evangelio no excluye las otras Personas de n a . . . Misterio adorable é incomprensible, y q u e se renueva en a l -
la Trinidad santísima, y solamente pretende hacer conocer siempre g u n a manera lodos los días sobre nuestros altares, á los q u e baja
mas y mas la divinidad "del Verbo. Todo aquello que Dios obra fue- Jesucristo para habitar entre nosotros, en nosotros y en nuestros
r a d e sí es igualmente obra de las tres Personas... Cuando entre corazones... ¡Oh amor d e nuestro Dios! ¿Con q u é amor podré ja-
las obras de Dios se considera el poder, se acostumbra, según el más corresponderos?
lenguaje de la Escritura, atribuirlo al Padre ; cuando se considera ¡Qué grandeza, q u é verdad en la religión cristiana!... Mira el
la sabiduría, se atribuye al Hijo, y cuando se considera la santidad compendio : Antes del tiempo el Verbo era Dios, al principio de los
v el amor, se atribuye al Espíritu Santo ; pero las tres Personas tiempos el Verbo crió el m u n d o , á la mitad de los tiempos el Verbo
siempre concurren igualmente... ¿ Q u é sentimientos no debe inspi- encarnó, al fin de los tiempos el Verbo encarnado, Jesucristo Dios
rar en nosotros para con Dios la creación del m u n d o ? Sentimientos y hombre, juzgará el m u n d o , y no quedará otra cosa q u e la eterni-
de admiración : ¡Qué poder! De magnificencia: ¡ Qué grandeza! q u é dad. ¡ Av de aquellos que en vez de elevar su espíritu y de encen-
multitud d e objetos! q u é fecundidad! q u é variedad! q u é sabidu- derse en amor con estas verdades se inquietan y disgustan!
ría! q u é orden! q u é proporcion! q u é solidez! q u é duración! q u é
providencial... Sentimientos de reconocimiento : Dios lo ha hecho PUNTO I I .
lodo, me h a hecho á mí mismo, de él he recibido lodos los bienes
De los misterios del Verbo encarnado considerados respecto á los
que tengo... Sentimientos de sumisión y de dependencia : Yo no soy
hombres.
mío, soy d e aquel q u e me ha hecho ; no puedo emplearme ni ser-
virme de mí sino según su santísima voluntad. E n cuanto á las cria- Lo 1.° Misterios de vida y de luz. « E n él estaba la vida, y la v i -
turas debo abstenerme d e aquellas q u e me son prohibidas, debo « da era la luz de los h o m b r e s : hubo u n hombre enviado por Dios,
servirme de aquellas q u e me son permitidas con respeto, con m o - « q u e se llamaba Juan ; este vino como testigo para d a r testimonio
deración y con sobriedad; y si algunas me son prohibidas y me cau- «á la luz, para q u e por su medio todos creyesen : él no era la l u z ;
san alguna pena ó algún dolor, no me debo quejar... Sentimientos « pero vino á d a r testimonio de la luz : aquel era la verdadera luz
de a m o r : ¡Insensatos aquellos q u e h a n adorado las criaturas sin « q u e ilumina á lodo hombre q u e viene á este mundo...» Renacien-
reconocer á su Autor! ¡Y mas insensatos los q u e conociendo al Cria- do por el Bautismo, recibimos una nueva vida interior, por la cual
dor ponen su felicidad en las criaturas, en ellas colocan sucorazon, 1
Lo que contiene el verso 4 y siguientes hasta el 14 está dicho por u n a
y á ellas limitan su amor! ¿Por ventura se persuaden estos q u e el especie de anticipación.
10*
148 E L EVANGELIO MEDITADO, MEDITACION X X V . 1 4 9

vivimos para Dios de la vida d e Jesucristo, de la caridad habitual sucristo á Juan Bautista ó á Moisés. Él ha venido despues; pero era
q u e el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones, recibimos antes q u e ellos, y ha venido para ejercitar u n ministerio infinita-
una nueva luz interior, en la cual vivimos, por la cual creemos y mente superior al suyo : todos los bienes espirituales los hemos r e -
esperamos, y con la cual dirigimos nuestros pasos, distinguimos los cibido del Yerbo encarnado, de la plenitud de Jesucristo. De él he-
objetos, vemos las cosas como son en s í , la brevedad del tiempo y mos recibido la gracia, una gracia en cambio de otra gracia; esto es,
la importancia de la eternidad, la belleza de la virtud y la enormi- gracia, como gracia, q u e es puramente gratuita, que en n i n g u n a
dad del pecado, lo que agrada á Dios y lo que le ofende: nuestras manera nos es debida, que es diferentemente distribuida según la
acciones, nuestros pensamientos y nuestros deseos, nuestras m a s voluntad de Dios y los designios de su sabiduría, y una gracia m a -
secretas y ocultas intenciones reguladas por esta luz forman u n a yor q u e otra. Gracia de la misma naturaleza q u e la de Jesucristo,
vida pura y santa, una vida d e luz que no busca las tinieblas y q u e sobrenatural y divina, gracia con todo eso diferente de la d e J e s u -
no teme la claridad del día. Jesucristo es aquella luz esencial y aquel cristo , según la proporcion y diferencia q u e hay entre la p u r a cria-
sol de justicia que nos ilumina interiormente con su gracia y exte- tura y el Hombre-Dios. E n él gracia de filiación natural, gracia
riormente con su doctrina, con sus ejemplos y con sus milagros... llena" gracia imperdible: en nosotros gracia d e adopcion, gracia
¿Es por ventura mi vida una vida de luz ó una vida de tinieblas?... m e s u r a d a , gracia que podemos recibir cuando se nos ofrece, y gra-
Jesús es también el Criador de la luz corporal q u e resplandece á cia que podernos perder por nuestra culpa despues d e haberla r e -
nuestros ojos ; y finalmente, es el q u e ilumina lodos los espíritus, cibido.
tanto en el orden natural como en el sobrenatural... ¡Oh Jesús! oh De Jesucristo solo hemos recibido la verdad : el mundo no esotra
vida mia! oh luz mía! haced q u e yo conozca solo á Yos, y que de cosa q u e mentira. La filosofía vanidad, las diferentes sectas erro-
Vos solo viva. res, y la ley d e Moisés u n a figura: Jesucristo solo nos ha dado la
Lo 2.° El misterio del Verbo encarnado es para nosotros un miste-' gracia y la verdad. Verdad en sus misterios, en sus Sacramentos,
rio de regeneración y de nueco nacimiento. «Mas á lodos los q u e lo en su doctrina y en sus promesas. La gracia y la verdad que habia
«recibieron les dió potestad d e hacerse hijos de Dios á aquellos que antes de él igualmente venia de sus méritos futuros y previstos...
«creen en su nombre, los cuales no por via de sangre, ni de vo- ¿Con q u é reconocimiento, con q u é amor y con q u é respeto debe-
«lunlad d e la carne, ni por voluntad del hombre, sino de Dios son mos llegarnos á esta nuestra divina cabeza, y unirnos con ella?
«nacidos...» Por la fe y por el Bautismo de Jesucristo somos nos-
otros regenerados y hechos hijos de Dios y herederos de su reino. PUNTO I I I .
La carne y la sangre no han tenido parte en esta regeneración, si- Fundamento de nuestra fe en orden á estos misterios.
no solamente la fe y la aplicación d e los méritos de Jesucristo...
¿Tenemos nosotros los sentimientos nobles y elevados que nos debe Adoptando nosotros estos misterios, creemos lo q u e ha sido visto
inspirar un nacimiento tan glorioso, ó los bajos y terrenos q u e nos y atestiguado : 1.° por Jesucristo, q u e ha visto los misterios invisi-
inspira nuestro primer origen? bles de Dios; 2.° por los Apóstoles, que vieron los misterios visibles
Lo 3 E l Verbo por su encarnación obra á nuestro favor un mis- de Jesucristo ; 3.° por los cristianos, q u e vieron los misterios de la
terio de gracia y de verdad, «Y hemos visto su gloria como del Uni- Iglesia.
«génito del P a d r e , lleno de gracia y de verdad: Juan da teslimo- Lo 1.° Jesucristo ha visto los misterios invisibles de Dios. Los mis-
« nio de él, y clama diciendo : Este es aquel de quien yo decía : el terios de la fe son d e dos m a n e r a s : unos intelectuales, interiores é
« q u e vendrá despues de mí es mayor que yo, porque era antes q u e invisibles, como son aquellos d e q u e arriba hemos hablado ; y otros
«yo ; y de la plenitud de él todos hemos recibido, y una gracia en consisten en hechos visibles y sensibles: « Ninguno ha visto jamás
« cambio de otra gracia, porque Moisés nos dió la ley : la gracia y «á Dios, dice san Juan: el unigénito Hijo, q u e está en el seno del
«la verdad fue dada por Jesucristo...» Ahora ya estamos nosotros « P a d r e , este es el que nos lo ha revelado...» Si se nos pregunta,
bien instruidos para no comparar ni pensar en comparar con J e - ¿de dónde sabemos los misterios invisibles de Dios? nuestra res-
150 E L EVANGELIO MEDITADO,

puesta está pronta : de Jesucristo. Y ¿quién podría jamás enseñar- ra asi, me lo i m a g i n o ; pero esta no es u n a prueba. Á fuerza d e
nos misterios tan santos y tan profundos? ¿ Q u é hombre h a visto desear que fuese así, te persuades q u e así e s ; pero esta tampoco es
jamás á Dios en sí mismo, y penetrado el abismo de aquel ser i n - prueba. ¿ Q u é tienes mas que decir? ¿Algunas razones metafísicas
comprensible? en que te pierdes? j Ahl tratándose d e misterios tan sublimes y de
Lo 2.° Los Apóstoles vieron los misterios visibles de Jesucristo. Si un negocio de tanta importancia, y para destruir pruebas de hecho
se nos pregunta : ¿ d e quién hemos aprendido los misterios visibles se requieren otros fundamentos, no bastan puros razonamientos h u -
y sensibles? dirémos q u e d e aquellos que han sido testigos. Sin ha- manos. Nuestra Religión n o puede ser refutada ni combatida con
blar de Moisés, cuya ley es toda figura de Jesucristo ; sin hablar de ideas puramente arbitrarías: ella está apoyada sobre sublimísimos
los Profetas q u e lo h a n anunciado; ni de san Juan Bautista q u e fundamentos.
lo h a mostrado, y q u e ha publicado su divinidad, declarando q u e PUNTO I Y .
aquel q u e venia despues de él era mas q u e é l , y que existía antes
q u e é l : nosotros tenemos por testigos los Apóstoles, los discípulos Infidelidad de los hombres respecto á estos misterios.
y los primeros cristianos que han visto su gloria, como de unigénito Esta infidelidad se manifestó en el tiempo de la venida de Jesu-
del Padre: su gloria en sus milagros, en su transfiguración, en su cristo, antes d e la venida de Jesucristo, y mucho mas se ha mani-
resurrección, e n su ascensión, y en la sensible efusión d e su divino festado despues de la venida de Jesucristo.
espíritu. ¥ todos estos testigos han sellado su testimonio con su pro- Primeramente : Al tiempo de la venida de Jesucristo. «Y la luz.
pia sangre. «dice san Juan, resplandecía en las tinieblas, y las tinieblas no la
Lo 3." Todos los cristianos han visto y nosotros mismos vemos los «comprendieron...» La luz resplandeció en medio de las tinieblas, v
misterios de la Iglesia. Entre los 1 cristianos unos vieron los milagros las disipó; pero las tinieblas voluntarias, q u e son el pecado y el
de los Apóstoles, y su martirio, y formarse la Iglesia, y sostenerse afecto al pecado, han resistido á la luz. Los hombres esclavos de sus
según la predicción y las promesas de Jesucristo. Otros vieron la pecados no han querido recibir la vida, la santidad, ni á Jesucris-
virtud de los milagros, el espíritu del apostolado y del martirio to : «Él estaba en el m u n d o , y el mundo no lo conoció...» Esta ver-
perpetuarse, y crecer la Iglesia, no obstante las herejías y las per- dadera luz apareció en el mundo para iluminar todos los hombres;
secuciones. Nosotros mismos vemos que ha continuado hasta nos- y el m u n d o , q u e era obra s u y a , léjos d e conocerla, la persiguió :
otros, y q u e subsiste invariable en sus dogmas y en su moral. Y e - «Yino en su propia c a r n e , y los suyos no lo recibieron...» Jesu-
rnos los libros q u e contienen el principio, el progreso, la perfección cristo ha predicado á la nación en la cual quiso nacer, y su propia
de esta grande obra y la historia del prodigioso cambiamiento q u e nación léjos de recibirlo, lo ha pedido para la muerte... ¡Hombres
sucedió en todas las partes del mundo : la historia de cien pueblos ingratos y pérfidos! ¿Podréis atribuir vuestra infidelidad á Dios?
diversos q u e en diferentes tiempos han abrazado el Cristianismo, y ¿Os ha faltado acaso la l u z , ó fuisteis vosotros los q u e faltásteis á
en todo vemos el mismo espíritu d e santidad, de prodigios y de ella?
martirio... ¡Oh ciudad santa! ¡son ciertamente estables tus f u n d a - Lo 2.° Se manifestó la infidelidad á la luz antes de la venida de Je-
m e n t o s ! S o n , Señor, irresistibles vuestros testimonios, y.dignos sucristo. « El Yerbo encarnado ha sido siempre la luz verdadera que
de fe. «ilumina todo hombre q u e viene á este mundo...» Ha hablado con
Ahora preguntemos al libertino : cuando u n impío, bajo el nom- la voz de los Patriarcas q u e tuvieron cuidado de instruir sus hijos;
bre de filósofo, quiere asegurarme q u e Dios, despues de haber cria- pero la mayor parte d e ellos desecharon sus saludables instruccio-
do á los hombres y de haberlos dolado de inteligencia y de razón, nes : despues de haber sido hijos malvados, fueron malvados p a -
no procura ya mas por ellos, y que con la vida presente acaba lodo, dres d e hijos mas malvados q u e ellos. Habló con l á voz interior de
que despues d e esta no hay otra, y por consiguiente ni hay recom- la conciencia ; pero ellos hicieron todos los esfuerzos posibles para
pensa para la virtud ni castigo para los vicios, pregunto : ¿De sofocarla... Habló con la voz muda de la naturaleza y del mundo
dónde sabes tú esto? ¿quién te lo ha dicho? T ú quisieras q u e f u e - entero ; pero por u n deplorable trastorno amaron mas á las cria-
152 E L EVANGELIO MEDITADO,
turas, hasta adorarlas, sin reconocer al Criador sino para perseguir- vida, haced q u e el espíritu d e vuestro santo Evangelio sea la n o r -
lo. Habló despues también con la voz del ejemplo: largo tiempo
m a d e mis operaciones, haced en fin, q u e yo solo viva de Yos.
despues del diluvio hubo también algunos justos esparcidos sobre
Amen.
la tierra : finalmente se formó una nación numerosa que hacia pro-
fesión de adorar á Dios y de esperar el Redentor : sus Profetas: mil MEDITACION XXVI.
prodigios obrados en su favor : su templo, la admiración del uni-
DE LA TENTACION DE NUESTRO SEÑOR.
verso ; todo eslo, léjos d e mover los pecadores, animó mas su f u -
(Matth. ir, I II ; Marc.i, 1 2 , 1 3 ; Luc. iv, 1-13).
ror celoso contra la nación santa, y (lo q u e es mas deplorable) has-
ta la idolatría misma penetró mas de una vez en esta nación privi- E n la tentación que experimentó J e s u c r i s t o verémos nosotros : 1 . ° la p r e p a -
legiada para perseguir á los justos y á los Profetas. ración que d e b e m o s llevar á las tentaciones ; 2.° la m a n e r a como debemos
c o m b a t i r l a s ; 3.° los motivos que t e n e m o s de v e n c e r l a s .
Lo 3.° Despues de la venida de Jesucristo. ¿Cuántos infieles hay
aun en las tinieblas? Los Apóstoles fueron enviados á todas las n a - PL'NTO I .
ciones á llevar la l u z : y ¿de quién proviene q u e no todas las n a -
ciones se iluminaron?... Fueron muertos los Apóstoles. Fueron per- La preparación que debemos llevar á las tentaciones.
seguidos sus discípulos, y se puede atribuir á un milagro del O m - Lo 1.° Debemos prepararnos para la tentación á ejemplo de Jesu-
nipotente la subsistencia actual de la luz. Los sucesores de los Após- cristo por medio del desierto ó del retiro. «Entonces Jesús f u e lleva-
toles hallaron por todas partes la misma resistencia y los mismos «do por el espíritu al desierto para ser tentado del diablo...» Jesús
suplicios... Quedan aun herejes y cismáticos: estos recibieron el nom- despues de haber recibido el Espíritu Santo, siempre lleno de su
bre d e Jesucristo, y desecharon la enseñanza de su Iglesia, como si virtud y guiado de su inspiración, dejó el Jordán, y se internó en el
Jesucristo no la hubiera fundado sobre la firme piedra para q u e fue- desierto... ¡Felices aquellos á quienes el Espíritu Santo inspiró la
se la coluna inmoble de la verdad. Prefieren las opiniones humanas generosa resolución de renunciar enteramente el m u n d o , y q u e fie-
de algunos particulares doctores á los dogmas universales definidos les á su vocacion, cierran la entrada en su corazon á todas las ideas
por la cabeza de los pastores legítimos. Lasóla historia debiera bas- del siglo y á todos los vicios que reinan en él! Si nosotros no hemos
tar para desengañarlos ; pero las tinieblas de estos incrédulos son sido llamados á este feliz estado, procuremos á lo menos lodos los
tanto mas densas, cuanto son mas voluntarias. La infidelidad de años suspender todo el comercio del siglo con u n retiro d e algunos
una nación puede poco á poco disiparse ; pero un pueblo, u n a vez dias, ó con dar á la soledad u n dia de cada mes. Pero u n desierto
empeñado en el cisma ó en la herejía , no reconoce ya mas alguna habitual é indispensable para nosotros es la separación del mundo,
luz para volver al verdadero camino... Finalmente, hay aun impíos de modo q u e vivamos solo en él por necesidad, despreciemos sus
é incrédulos : estos últimos, aun mas culpables q u e los otros, nada pompas, nos apartemos de sus espectáculos, y detestemos sus máxi-
ven en medio de la luz : admiten ellos mismos sus tinieblas, se glo- s
mas. Demás de esto, es necesario huir las ocasiones q u e conocemos
rian , se obstinan cuanto pueden en ellas ; y bien léjos de buscar la I S r para nosotros peligrosas, y u n recogimiento interior por el cual
luz, la aborrecen y la h u y e n , a u n cuando algunas veces contra su guardemos exactamente nuestros sentidos, y velemos sobre todos
voluntad resplandece á la presencia de sus ojos. ¡Oh ceguedad i n - los movimientos de nuestro corazon. Sin estas precauciones no e s -
comprensible 1 peremos resistirá las tentaciones del enemigo : caerémos ciegamen-
te en sus lazos, y frecuentemente serémos vencidos cuando ni a u n
Petición y coloquio.
creamos ser tentados. ¡ Ay de m í ! ¡cuántas veces el Espíritu Santo
¡ Ay de mí! ¡ oh Salvador mió! Si mis pecados no me han lleva- nos ha movido hácia este desierto, y cuántas desgracias nos trajo
do á semejante abismo, lo debo solamente á vuestra misericordia. consigo nuestra resistencia!
¡Maldito pecado! ¡cuánto debo temerte! ¡Oh qué terribles son las Lo 2.° Debemos prepararnos al combate de la tentación como Je-
tinieblas q u e esparces! ¡Oh Jesús! iluminadme, sed mi luz y mi sucristo con los ejercicios del desierto. «Y habiendo ayunado cuaren-
154 EL EVANGELIO MEDITADO,
MEDITACION XXVI. 1 5 5
«la dias y cuarenta noches, despues tuvo h a m b r e . . . » E l primer
te de maneras : con malicia y con violencia ; con sugestiones inte-
ejercicio del desierto es el ayuno y la mortificación. Nuestro Señor
riores del espíritu malicioso, y con el ministerio exterior de los hom-
ayunó cuarenta dias y cuarenta noches sin tomar alimento alguno,
bres por medio de nosotros mismos, y d e todos los objetos q u e nos
por un prodigio q u e solo se habia visto en Moisés promulgador de
rodean, por medio de la sanidad y de la enfermedad, de la prospe-
la ley, y en Elias cabeza d e los Profetas, y que se debia renovar en
ridad y de la adversidad, de la alegría y de la tristeza, de la con-
aquel que venia á cumplir la ley y los Profetas... Para honrar, pues,
fianza y del temor, del odio y del amor, de la ciencia y de la igno-
este ayuno d e Nuestro Señor, celebra la Iglesia el santo tiempo de
rancia... ¿Cómo, p u e s , ó Dios m i ó , podríamos esperar resistir á
la Cuaresma... fuera de la observancia exacta d e los avunos y de
tantos asaltos, si revistiéndoos Yos de nuestra debilidad no nos hu-
las abstinencias que son de precepto, u n cristiano debe huir de to-
biérais prometido el socorro d e vuestra fuerza? E n este divino so-
da delicadeza y de toda sensualidad en el alimento, en el vestido y
corro, ó Jesús mió, ponemos nuestra confianza, y con él nos ani-
en el reposo ; domar la carne con aquellos piadosos rigores de que
mamos.
se sirven los Santos ; sustentar el propio cuerpo como por fuerza y
como á un esclavo q u e toma fuerzas para rebelarse contra nosotros PUNTO I I .
y perdernos, q u e durante nuestra vida está siempre en liga con La manera con que debemos combatir las tentaciones.
nuestros enemigos, y q u e solamente mirará nuestros intereses, cuan-
Hay tentaciones del corazon, tentaciones del espíritu, y tentacio-
do habrá mudado forma en las entrañas de la tierra y saldrá resu-
nes de los sentidos: aprendamos de Jesucristo cómo debemos resis-
citado.
tirles.
El segundo ejercicio del desierto es la oracion y la meditación.
P r i m e r a m e n t e : Hay tentaciones del corazon q u e nos asaltan li-
Estos fueron los santos ejercicios en que Nuestro Señor pasó los c u a -
sonjeando nuestra inclinación, y d e ligeros principios nos llevan á
renta dias. Mas ¡ay d e mí! entre nosotros se huye la soledad, y nos
los mayores desórdenes. Nuestro Señor al fin de cuarenta dias, h a -
da fastidio, porque no se ama la oracion..No tenemos ánimo para
biendo querido experimentar la h a m b r e , se le presentó el demonio
debilitar nuestro cuerpo con la mortificación, porque no tenemos
en forma humana para tentarlo ; y viéndolo descaecido, le propuso
cuidado d e alimentar el alma con la meditación.
u n medio pronto para remediar su necesidad. « T ú sufres, le dijo,
El tercer ejercicio del desierto es el estudio d e la Religión y de la «la hambre ; y este desierto árido y estéril no te ofrece cosa a l g u n a ;
santa Escritura, según la proporcion y fuerzas d e cada u n o , y se- « pero tú sabes lo q u e Dios p u e d e , tú sabes lo q u e e r e s : si eres Hijo
g ú n nuestra condicion y estado : el estudio d e las máximas de pie- « d e Dios, di que estas piedras se hagan panes...» Mira como el de-
dad y de los ejemplos de virtud q u e nos dejaron los Santos, y el de monio aprovechándose de nuestra situación, d e nuestra flaqueza y
las obligaciones propias de q u e necesitamos estar instruidos para de nuestras necesidades, examinando nuestro temperamento, n u e s -
cumplirlas exactamente. De aquí nace la obligación de no tener ni tros humores, nuestras inclinaciones y nuestra pasión dominante,
leer otros libros q u e los q u e tratan de piedad para instruirnos, y cu- nos excita á gozarla y á satisfacer nuestros deseos. Parece q u e al
ya lección podamos enderezar y ofrecer á Nuestro Señor. principio nos propone solo u n alivio necesario, una cosa permitida,
Lo 3." Ños debemos preparar á la tentación esperando el combate. u n placer honesto ; pero ¿cuántos por haber escuchado esta prime-
Nuestro Señor entró en el desierto para ser tentado. Nosotros veni- ra sugestión han caido poco á poco y por grados en los mas horri-
mos al m u n d o para ser probados con la tentación, y dar á Dios bles desórdenes?
pruebas d e nuestra fidelidad : con que es necesario q u e esperemos El demonio se sirve de su espíritu y de sus luces para asaltar al
ser tentados. Lo primero, en todo l u g a r : en el desierto, en el m o - Salvador, y el Salvador se sirve de la palabra de Dios para defen-
nasterio , en e l templo y en el sacerdocio, y con mas violencia a u n derse ; pero él respondiendo dijo : «Está escrito, no de solo el p a n
en el monte y en el gran mundo. Lo segundo, en todo tiempo : si « vive el hombre, mas de toda palabra que sale de la boca de Dios 1 ...»
el demonio vencido se alejó d e Jesucristo, fue solo hasta otro tiem- Esto e s , lo q u e hace vivir al hombre no es el alimento solo que to-
po, y para volver á él con mayor furor. Finalmente, d e toda suer- 1
D e u t . v i » , 3.
Ia6 E L EVANGELIO M E D I T A D O .

m a , sino también la voluntad de Dios q u e debe seguir... Á ejem- seducción las razones mas sencillas y mas comunes de la infalibilidad
plo d e Jesucristo respondamos al tentador, sin turbarnos, con la Es- y de la visibilidad d e la Iglesia, de la bondad de Dios y de su equi-
critura y con las máximas d e la s a l u d : ¿quiere él por ventura i n - dad para con todos los h o m b r e s : contengámonos en los límites de
ducirnos á los placeres? digámosle : ó artificioso demonio, ¿ n o hay la humildad, q u e piden la fe y nuestro estado. No tentemos á Dios
otros placeres que el satisfacer las propias pasiones? ¿hay solo ale- queriendo penetrar los misterios y entrar en cuestiones superiores á
gría y gusto en el tumulto del m u n d o ? ¿hay solo contento en u n a nuestra capacidad; y menos nos gloriemos de despreciar ó d e de-
vida delicada y sensual? ¡ Ah! este placer, este gusto se encuentra sechar los oráculos de la Iglesia.
en la palabra de Dios, en s u amor, en la obediencia á las leyes, en Lo 3.° nay tentaciones de los sentidos q u e nos lisonjean aluci-
la victoria d e las pasiones, en la oracion y en la frecuencia de S a - nándonos con las mas altas esperanzas, y nos llevan á las mas ini-
cramentos ; en estos ejercicios se halla dulzura mil veces mayor q u e cuas y mas vergonzosas vilezas... «De nuevo lo llevó el diablo so-
en lo que tú me sugieres.' « b r e u n monte elevado, y le mostró todos los reinos del mundo y
Lo 2.° Hay tentaciones de espíritu q u e nos asaltan lisonjeando « su magnificencia, y le dijo : Todo eslo te daré si postrado me ado-
nuestro orgullo, y nos guian al error y á la presunción... El d e - «ras...» El demonio", y a mas furioso por la resistencia que le hacia
monio, desconcertado con la sábia respuesta que le dió Jesucristo, el lenlado, lo llevó sobre u n alto monte, donde en u n momento
no pudo esconderse por mas tiempo. Dejando la figura q u e fingida formó u n a imágen engañosa d e lodos los reinos del m u n d o , y le
y maliciosamente había tomado, valiéndose del poder q u e Dios le hace ver la grandeza, la gloria y la magnificencia: todo eslo es mío.
habia dado, y con u n atentado digno de su furor cogió al Señor, y y m e toca á m í , le añadió el demonio : yo soy el señor q u e puedo
lo llevó á la ciudad santa, y lo puso sobre la cima del templo. J e - disponer de todas estas cosas : lodo lo renuncio en tí, y te lo doy si me
sucristo le habia respondido con la santa Escritura : este padre de la adoras... ¡Qué blasfemia tan horrible! q u é mentira! q u é perfidia!
mentira se atrevió á emplear esta misma palabra de verdad y de q u é propuesta! De semejantes vanos fantasmas, de semejantes qui-
santidad para enseñar el error y persuadir el pecado. « S i tú "eres méricas esperanzas y falaces ilusiones se sirve el demonio para alterar
«Hijo Dios, le dijo, échale d e aquí abajo, porque está escrito que nuestra imaginación y turbar lodos nuestros sentidos. ¡Oh cuántas
«mandó á sus Ángeles acerca de lí, y ellos te llevarán en las m a - promesas nos hace! Riquezas, poder, autoridad, placeres, delicias,
«nos para que nunca tropieces con tu pié en la piedra...» El d e - perfecla felicidad, todos nuestros deseos serán satisfechos si una vez
monio puede ponernos á la orilla del precipicio y aconsejárnoslo ; á lo menos nos dejamos llevar de sus promesas, si nos queremos
pero no puede precipitarnos : puede sugerirnos caminos extraordi- desprender del yugo del Señor. ¡ Ah! si fuese tal nuestra desgracia
narios q u e lisonjeen nuestro orgullo, y sendas particulares q u e nos q u e lo creyésemos, bien presto sentiríamos cuán d u r o , cuán ver-
distingan de los demás. ¡ Ay de nosotros si nos apartamos del c a - gonzoso y" cuán pesado es su y u g o , y cuán falaces sus promesas.
mino común de la humildad y de la obediencia debida á nuestros Nos veria luego con desprecio postrados y humillados á sus pies,
superiores y á la Iglesia! Aquí es donde únicamente se encuentra deshonrados con mil vilezas, y gemir bajo el peso de las cadenas con
la seguridad, y se ha empeñado Dios en preservarnos de lodo error; q u e nos tendría aprisionados r , y triunfaría entonces su perfidia de
en otra parle todo lo que se halla es precipicio. nuestra credulidad: su orgullo crece con nuestra humillación, y su
Nuestro Señor sin detenerse á hacer conocer que el espíritu m a - odio se apacienta de nuestras miserias.
ligno truncaba el paso d e la Escritura y dejaba estas palabras : En Jesucristo respondió primero con u n a palabra de enojo : « Yéte,
lodos tus caminos; le respondió con otra máxima sacada también d e «Satanás...» con semejante fuerza se deben rebatir las mas violen-
la Escritura: «Está también escrito : no tentarás al Señor Dios t u - tas tentaciones, si no queremos dejarnos alucinar de sus encantos...
«yo 1 ...» Dejemos á los Doctores de la Iglesia el cuidado de mostrar Nuestro Señor añadió : «Porque está escrito, adorarás á Dios tu Se-
el abuso q u e el demonio y los novatores hacen de los textos de la «ñor, y á él solo servirás 1 . . . » Palabras verdaderamente dignas de
Escritura y de los santos P a d r e s : ccntentémonos con oponer á la ser escritas en nuestros corazones con caractéres indelebles. El rei-
1
D e u t . v i , 16.
» Deut. v i , 13.
MEDITACION" XXVI. LO9
1 5 8 EL EVANGELIO MEDITADO.

n o , la grandeza, la gloria y la felicidad se hallan en servir á Dios y perdición : que seamos nosotros felices ó infelices sobre la tierra, no
en amarlo. Examinemos, p u e s , si es Dios solo á quien nosotros ado- le importa ni lo inquieta ; su principal empeño es q u e no llegue-
ramos y servimos: sepamos q u e el servir al mundo y sus pasiones, mos á la posesion del cielo q u e él ha perdido, y que seamos cóm-
suspirar por sus bienes, por sus riquezas, por sus grandezas y por plices de su rebelión y compañeros d e su suplicio. Este es el único
sus placeres es adorar al demonio á costa de la adoracion y del amor objeto q u e se ha propuesto... Finalmente, él es enemigo de Dios.
que debemos á solo Dios. Y ¿nosotros lendrémos corazon para alistarnos bajo de sus bande-
r a s , y para hacer guerra á nuestro Criador y á nuestro Salvador?
PUNTO III. Lo" I o Motivos de vencer las tentaciones, tomados de parte de nues-
tro propio interés, y primeramente nuestro espiritual adelantamiento.
Motivos que tenemos para vencer las tentaciones. La tentación sufrida con fidelidad purifica nuestra virtud, y la a u -
Estos motivos pueden ser de parte de Jesucristo, d e parle d e la menta haciéndonos practicar fervorosos y multiplicados actos: nos
tentación, d e parle del tentador, y de parte de nuestro propio i n - hace conocer nuestra debilidad, miseria y corrupción, y hace q u e
crezca en nosotros la humildad. Nos u n e mas estrechamenteáDios,
terés.
y nos alcanza mayores gracias. 2.° Nuestra satisfacción presente.
Lo 1.° Motivos de parte de Jesucristo. S u ejemplo debe consolar-
Cuando Nuestro Señor hubo sostenido todas las tentaciones «luego
nos en nuestras tentaciones. No creamos que todo se ha perdido v a
«el diablo lo dejó, y ved aquí q u e se le acercan los Ángeles y lo
para nosotros porque somos tentados, ó porque nuestras tentacio-
«sirven...».Esto e s , le trajeron d e comer. No hay manjar lan deli-
nes son frecuentes, violentas y sobre objetos a b o m i n a b l e s ; pues
cioso como la satisfacción q u e prueba el alma despues de haber
Nuestro Señor quiso para nuestro consuelo probar semejantes ten-
resistido valerosamente á una viva lenlacion. ¿Con q u é confianza se
taciones... También nos debe sostener el poder d e Jesucristo; él es
llega entonces al pan de los Ángeles, á la divina Eucaristía? ¿ Q u é
nuestra cabeza, y h a vencido para merecernos la gracia de vencer.
fuerza y q u é dulzura encuentra? ¿ S e podrán por ventura comparar
Y ¿serémos nosolros lan cobardes q u e no venceremos con é l ? ¿Le
con estos bienes los falsos con q u e la lenlacion nos convida?
harémos u n a tal injuria? ¿ L e privaremos d é esta gloria?
Lo 2.° Motivos de venerar las tentaciones, tomados de parte de la 3.° Nuestra eterna suerte, q u e depende de la manera con q u e
misma tentación. Ella no es invencible. Dios n o permite jamás q u e nos habremos porlado resistiendo á la lenlacion : reinar en el cielo
seamos tentados con violencia superior á nuestras fuerzas. Sirvá- con Jesucristo y los Ángeles, ó arder en el infierno con los demo-
m o n o s , p u e s , de las fuerzas q u e nos da la gracia, y pidamos al Se- nios ; lo uno será el premio d e nuestra victoria, lo otro el castigo
ñor las q u e im tenemos... La tentación no es c o n t i n u a : cuando se de nuestra vileza.
resiste al demonio, él finalmente se cansa, se retira, y aun nos t e - Petición y coloquio.
m e : nos deja á lo menos algunos intervalos, y nos da tiempo p a -
r a respirar. «Y acabadas las tentaciones, dice san Lucas, el diablo Concededme, Señor, q u e yo me aparte de lo uno y que merezca
«se apartó d e él, y lo dejó hasta otro tiempo...» Finalmente, la ten- lo otro ; ó antes bien, sed Yos mismo, Jesús mió, mi fortaleza en
tación no es eterna, se acaba con la vida, y acaso y a estarémos al las tentaciones. La humildad me conserve en el lemor y en una pru-
fin de nuestros d i a s : animemos, p u e s , nuestro coraje, peleemos dente circunspección. Yuestra gracia m e conserve en vuestros c a -
otro poco, y serémos para siempre vencedores. minos, haciéndome triunfar de mis enemigos visibles é invisibles,
y me guie al término á q u e aspiro, q u e es el templo eterno de vues-
Lo 3.° Motivos de vencer las tentaciones, lomados de parte del ten-
tra gloria. Amen.
tador. El demonio es u n astuto q u e solo pretende engañarnos: ape-
nas habrém os caido en sus lazos, cuando nos reconocerémos con
confusion presas s u y a s , él nos insultará con desprecio; cuando si
lo hubiéramos vencido, podríamos nosotros despreciarlo é insultar-
lo... El tentador es nuestro enemigo, y solo busca y desea nuestra
MEDITACION X X V I I . 1 6 1
conveniente á su bautismo q u e fue el territorio llamado Betania, q u e
MEDITACION XXVII. quiere decir el pasaje; lugar no m u y distante de la aldea del mis-
PRINCIPIO DE LA PREDICACION DE JESUCRISTO EN GALILEA. mo nombre, mucho m a s cercana á Jerusalen. Aquí tuvo su celo
(Matth. IT, 12; Marc. i , i í : Luc. i r . 14, 15). mejor acogida, y le mereció la veneración d e aquellos q u e habían
intentado hacerle temblar.
l . ° el lugar donde Jesucristo comienza á predicar ; 2.° la m a n e r a con que Lo 2." Fue en Galilea, donde Jesucristo se retiró, para dar prin-
predica ; 3." los p r i m e r o s sucesos de su predicación. cipio á sus lecciones, mostrar sus ejemplos, y esparcir sus milagros.
i• Esta porcion de la Tierra Santa f u e su ordinaria habitación y como
PUNTO I . el centro d e s ú s misiones... ¡Infeliz Jerusalen! ¡ desgraciada J u d e a !
Perseguiste al Precursor, y pierdes la presencia del Salvador. ¡ Di-
Del lugar donde Jesucristo comienza á predicar. chosos galíleos, si supiérais aprovecharos de vuestra suerte! Aquí se
Lo 1 E l lugar escogido por Jesucristo para dar principio á su pre- ve como la infidelidad de unos les sirve de ventaja á otros... ¡Infe-
dicación no fue Jerusalen ni la Judea... « I cuando oyó Jesús q u e liz de m í ! ¡cuánto me hubiera yo adelantado en la perfección, si
« J u a n habia sido pueslo en prisión, se retiró á la Galilea.» Jesús, hubiera sido fiel á todas las gracias que he recibido! Y ¿dejaré q u e
por impresión del Espíritu de Dios q u e lo g u i a b a , difirió á u n pasen siempre á otros los'favores q u e á mí se me ofrecen?
tiempo menos tempestuoso el manifestarse por la primera vez en Lo 3." Jesús por impulso del espíritu colmó á la Galilea. El Espí-
la J u d e a , para q u e fuesen mas útiles sus trabajos. La persecución ritu Santo, que es el espíritu de Jesucristo, lo habia conducido al
q u e se excitó en Jerusalen contra J u a n Bautista y el tumulto r e - desierto para que allí fuese tentado, y ahora lo conduce á la Gali-
ciente que con esta ocasion se levantó, determinaron al Salvador á lea para empezar su misión... Al Espíritu Santo pertenece el pres-
volverse á la Galilea. Quiso enseñar con esto á los varones apostó- cribirnos el tiempo y los lugares, y enseñarnos cuándo debemos
licos á no irritar la persecución con su presencia; antes á llevar á huir la persecución ó salirle al encuentro : escondernos en el desier-
otra parte la palabra d e la salud que se les encargó anunciar. Los to, en el retiro, ó aparecer en el público, hablar ó callar. ¡Qué co-
Evangelios no nos enseñan en q u é consistiese esta persecución sus- sas tan grandes haríamos por la gloria de Dios, por nuestra salva-
citada contra J u a n Bautista : dicen solamente q u e Juan f u e pues- ción y la del prójimo, si fuéramos fieles á no determinarnos de otra
to en la prisión. Entregado sin duda á los príncipes de los sacerdo- suerte que por impulso y mocion interior del Espíritu Santo y por
tes por los escribas y fariseos, que molestados ya de oirlo tan f r e - las órdenes de la obediencia! Pero lo que cuási siempre nos deter-
cuentemente y con tanta libertad declamar contra los públicos des- mina es el amor propio, el amor del reposo, el placer, la vanidad,
órdenes , especialmente contra los escándalos d e q u e ellos mismos la ambición y el interés. ¡ Cuántas y cuán grandes pérdidas para
estaban culpados, lo citaron al Consejo del gran sacerdote, donde nosotros y para los prójimos, de q u e tendrémos q u e dar estrecha
tuvo la gloria de sufrir los mayores ultrajes por su Maestro. Lo que cuenta á Dios!
no tiene duda e s , q u e esta tropelía y este castigo dirigidos á aco-
bardar al santo Precursor con el temor de alguna pena mayor, fue- PUNTO I I .
ron para él, como ordinariamente lo son para los verdaderos m i - Jesucristo entrando en la Galilea no se fijó en ningún pueblo ó lugar
nistros de Jesucristo, el alimento del fuego de amor divino q u e lo determinado.
consumía. Convencido de q u e era necesario obedecer á Dios, no Solo, como hacían los Profetas, no teniendo aun discípulos, dis-
obstante ia resistencia de los hombres, no renunció á s u ministerio, curría las aldeas y las ciudades, predicando el Evangelio del reino
a u n despues q u e fue puesto en libertad. Solamente dejó los desier- de Dios... Enseñaba en aquellas sinagogas donde los escribas y doc-
tos de la J u d e a : pasó el J o r d á n , y fué á exponerse á nuevos peli- tores de la ley tenían por costumbre hacer sus lecciones al pueblo ;
gros , predicando la penitencia, y anunciando la venida del Mesías á iba á las asambleas que tenían en los lugares por donde pasaba, y
los judíos establecidos en la otra parte del rio. Escogió un lugar en todas partes y en lodos tiempos instruía en la virtud del Espíri-
11 * T. i . _
MEDITACION X X V I I I . 163

tu Sanio, esto e s , predicaba con simplicidad, dando ejemplo y ha- Lo 2.° Alabanza referida á Dios por Jesucristo. Toda alabanza
q u e por razón de su objeto no puede referirse á Dios por aquel q u e
ciendo milagros.
la d a , es falsa, frivola, y aun pecaminosa : toda alabanza que no s e
Lo 1 C o n simplicidad, sin adornar sus discursos con llores (le una refiere á Dios por el que la recibe, es para él u n veneno, una usur-
elocuencia m u n d a n a : hablaba el lenguaje del Espíritu Santo ; len- pación de la gloria de Dios., y por lo ordinario uno de los mayores
guaje que es tanto mas fuerte, cuanto mas sencillo y sincero, y que V mas grandes obstáculos para la conversión ó para el adelanta-
u n e á una bella simplicidad mucha nobleza y grandeza... Los libros miento espiritual. Examinémonos sobre las alabanzas q u e damos v
de piedad que llevan esle carácter deben agradarnos mas que otros, recibimos.
v debemos preferirlos á los demás.
Lo 2.° Dando ejemplo, haciendo ver en sí mismo la unión de to- Petición y coloquio.
das las virtudes q u e el Espíritu Sanio inspira, y cuya práctica r e - ¡Oh Jesús! la alabanza es una tentación peligrosa : ¿cómoresis-
comendaba á los otros, no dando lugar á sospechar q u e fuese ani- tiré sin vuestra ayuda? d a d m e , pues, Vos mismo un alma humil-
mado de algún otro motivo q u e del celo por la gloria d e Dios y pol- d e , un espíritu muerto ; pero como es necesario estar muerto del
la salud d é l a s almas. ¿ E s acaso esle el molivo q u e nos mueve á todo para no sentir el olor del incienso que por nosotros se quema,
instruir, á reprender y á corregir? hacedme morir á mí mismo con u n despego universal y perfecto, v
Lo 3.° Haciendo milagros, Jesucristo predicaba en la virtud del con las pruebas mas humillantes, para que pueda resistir al fuerte
Espíritu Santo... esto e s , con el poder de los milagros... Confirma- atractivo de la adulación y á los engaños del amor propio... Amen.
ba la verdad de s u palabra con las obras de poder del Espíritu S a n -
to , con u n número infinito d e prodigios y de sanidades milagrosas.
MEDITACION XXVIII.
A u n q u e aquí no s e explique algún milagro, veremos despues q u e
obró u n gran n ú m e r o , especialmente en Ca/arnaum y en sus con- JESUCRISTO ASISTE EN NAZARET Á LA SINAGOGA DE LOS NAZARENOS.

tornos. ¡Oh Jesús! divino celador de las almas, hablad á mi cora- (I-uc. I». 16-30).
zon en la virtud del Espíritu Sanio : obrad en mí el milagro de mi Jesucristo excita la admiración de los nazarenos. Confunde su i n j u s t i c i a , y
conversión : imprimid en mí las verdades q u e anunciásteis. huye de su f u r o r .

PUNTO III. PUNTO I.


De los primeros sucesos de la predicación de Jesucristo. Jesús excita la admiración de los nazarenos con el esplendor de su re-
putación.
« Se esparció por lodo el país la fama de él, y enseñaba en todas
«las sinagogas, y era aclamado d e todos...» Se sabian en Nazaret las grandes maravillas que Jesucristo des-
Lo 1.° Alabanza bien merecida por Jesucristo. No es de maravi- pues de su bautismo habia obrado en toda la Galilea y particular-
llarse que la reputación de u n hombre tan sencillo, tan majestuoso mente en Cafarnaum. San José habia muerto y a ; y es probable q u e
en su lenguaje, lan grave y tan afectuoso en sus discursos, tan ge- cuando Jesucristo fué á la Judea para ser baulizado, la santísima
neroso en sus sentimientos, tan augusto en su persona, y tan pode- \ ¡rgen hubiese ya dejado su habitación q u e tenia en Nazaret para
roso en sus obras, se esparciese tan rápidamente en los contornos de establecerse en otra parte, y acaso seria en Caná, ciudad de la Ga-
todos los lugares q u e honraba con su presencia... Unámonos con lilea. Sea de esto lo q u e se fuese, Jesucristo en'el curso de su m i -
todos estos pueblos para alabar á nuestro Salvador, por haber que- sión no se olvidó de su patria. « S e fué á Nazaret, donde se habia
rido empezar de esta manera la grande obra d e nuestra redención «criado, y entró según su costumbre el sábado en la sinagoga...»
y salud. Inspiremos en otros los mismos sentimientos, y trabaje- Todo el pueblo quedó arrebatado, sin d u d a , al ver á Jesucristo en
mos con todo nuestro poder para extender siempre mas la gloria de su asamblea; y ciertamente debía haber mucho gusto en oír hablar
su santo nombre. á este hombre, de quien se conlaban tantos prodigios... ¿Es acaso
ir
MEDITACION XXVIII. 1 6 5

semejante á este el deseo y la esperanza con q u e nosotros vamos a esto es, que cuanto habían oido decir de él, era precisamente lo que
aquellos lugares donde está Jesucristo, y principalmente a las con- habia leido en el Profeta. Este es el testimonio q u e dará lodo espí-
, i - a c i o n e s cristianas en q u e se fomenta y sustenta la piedad con ritu racional que confronte fielmente los Evangelistas con los Pro-
el buen ejemplo, y en q u e la oracion es mas eficaz por el concierto fetas... Los incrédulos afectan muchas veces oponer á las palabras
v unión de los que oran y r u e g a n ? • del Cristianismo las pruebas que favorecen las falsas religiones. Aquí
Lo 9." Jesucristo se hace admirar de los de Nazaret por la ama- cesa todo cotejo. El Cristianismo solo está señalado con el sello de
bilidad de su persona y por la gravedad de sus discursos. Luego q u e las profecías; sello divino que ninguna fuerza podrá arrancar, ni
llegó la hora de la instrucción, fué á presentarse al superior d e la artificio alguno contrahacer... ¡Oh Salvador mió! si yo pudiera con
asamblea, para explicar, según se acostumbraba, cualquier paso de la viveza de mi fe y con la sinceridad de mi testimonio recompen-
la Escritura. Se levantó en pié para hacer su lección, y le dieron el sar los ultrajesqueos hacen tantos discursos y tantos libros impíos!
libro de Isaías p r o f e t a 1 ; v abierto este, encontró el paso donde esta Los nazarenos no podían menos d e admirar á Jesús : «adinira-
escrito • «El espíritu del Señor sobre m í : por lo que me ha ungido « b a n las palabras de gracia q u e salían d e su boca...» Y ¿ q u é ? ¿Se
«para evangelizar á los pobres, m e ha enviado á curar aquellos debían contentar con esto? ¿Por ventura al carácter lleno de santi-
« q u e tienen el corazon contrito, á anunciar á los esclavos la liber- dad , de poder y de bondad que de Jesucristo habia pintado el Pro-
t a d v á los ciegos para q u e recobren la vista : á restituir la h - feta, y q u é tan bien le conviene, no debían ellos el mas jirofundo
«bertad á los oprimidos, á predicar el año aceptable del Señor y el respeto, el mas sincero, tierno y generoso amor?... Yos sois, ó Sal-
« dia de la redención. Y cerrado el libro, lo volvió á entregar al mi- vador m i ó , el Santo de los Santos, la misma santidad : Yos habéis
«nistro • y se sentó: y todos los d e la sinagoga teman fijos los ojos recibido la plenitud del Espíritu Santo y unción de la divinidad : Yos
«en él » Jamás se excitó con tanta viveza la curiosidad d e este venís únicamente para curarnos de nuestros males y llenarnos d e
auditorio. U n joven profeta en la flor de su edad con aquel sem- vuestros bienes: á anunciarnos las misericordias de Dios, y prepa-
blante de nobleza, de dulzura y d e modestia q u e resplandecía en rarnos para el dia de su justicia. ¡Oh médico caritativo, poderoso
toda su persona, debia arrebatar todos los corazones. La voz llena libertador y reniunerador justo! Y ¿bastará solo admiraros? ¿Cómo
de u n dulce atractivo, la autoridad majestuosa, y el porte respetuoso podré yo suficientemente agradaros y amaros? Perfeccionad, Señor,
con q u e habia leído, hacían desear que diese la explicación.. - ¡Ahí en mí vuestra obra : instruidme, consoladme, libradme, iluminad-
si supiéramos nosotros fijar nuestras miradas en Jesucristo, sin vol- m e , sanadme y sanlificadme.
verlas á otros mil objetos frivolos q u e nos disipan, sin duda senti-
ríamos en nuestro corazon su voz ; ¿ y q u é dulzura y qué luces no PUNTO I I .
experimentaríamos? Jesús confunde la injusticia de los nazarenos.
Lo 3.° Jesucristo se concilio la admiración de los nazarenos con la
explicación de la Escritura. «Y empezó á decirles, hoy habéis visto l . ° Confunde sus desprecios con su silencio; I o sus quejas con
«el cumplimiento d e esta Escritura que habéis oido...» Para expli- la Escritura; 3.° su cólera con su paciencia.
car este divino Doctor su texto, no tuvo necesidad d e otra cosa q u e Primeramente: Las desprecios con el silencio. La belleza de los dis-
de mover á los nazarenos á confrontar las palabras de Isaías q u e h a - cursos d e Jesucristo, la solidez de sus instrucciones, el esplendor de
bían oido leer, con lo q u e habían oido ya publicar del mismo. La los sucesos prodigiosos que se contaban y publicaban de él, no p u -
relación era sensible, y el cumplimiento de la profecía evidente y ma- dieron borrar una mala prevención. Al asombro con que parecía es-
nifiesto. E l Espíritu Santo habia bajado en forma visible sobre J e - taban sorprendidos los nazarenos sucedió en pocos momentos el des-
precio. Apenas dejó el Señor de hablar, se preguntaron los unos á
sucristo , y despues de aquel tiempo habia cumplido todo lo que h a -
los otros: « ¿No es este el hijo de José?...» ¡ Oh y q u é insensatos q u e
bia anunciado y predicho el Profeta. No era fácil refutar u n a prue-
sois! ¿Y q u é importa de quién sea hijo,.ó que su nacimiento sea
ba tan evidente. Los nazarenos la examinaron, y todos lo aprobaron>
oscuro, si son luminosas y esclarecidas sus obras? Al contrario d e -
i Isai. LXI.
1 0 6 EL EVANGELIO MEDITADO. MEDITACION XXVIII. 1 6 7

bíais entenderlo; q u e siendo, según vosotros, su nacimiento oscu- «grande carestía por toda la tierra; y á n i n g u n a de ellas fue envia-
ro , lo q u e veis en él os debia parecer sobrenatural y divino. ¿Có- «do Elias, sino á una mujer viuda de Sarepta, del territorio de Si-
mo , pues, pasais tan rápidamente d e una justa admiración al mas « d o n ; y muchos leprosos habia en Israel en tiempo de Eliseo p r o -
injusto desprecio? Creed á sus obras n o obstante la aparente oscu- «feta, y ninguno fue limpio d e la lepra, sino Naaman Siró...» Los
ridad de su nacimiento, y bien presto sabréis q u e ese q u e vosotros nazarenos hacían u n grande asunto sobre el nombre de la patria:
pensáis ser hijo de J o s é , es el Hijo del Altísimo, y que n o tiene otro creian que por su respeto, y por ilustrarla, habia de emplear Jesu-
Padre q u e Dios mismo. Pero n o : u n discurso extravagante, u n a cristo lodos sus talentos y lodo su poder; pero el Señor les mostró
falsa y ridicula chanza, oscurece para los impíos el resplandor de la que Dios juzga de una suerte bien diversa, y que sus dones y g r a -
luz mas brillante: á hombres determinados a n o creer por su o r g u - cias no se reparten con las miras q u e locan á la carne ó á la sangre:
llo y por sus pasiones todo sirve para hacerles permanecer incré- q u e él ve el corazon, y sobre este conocimiento rehusa á unos los b e -
dulos. De este modo, en todos tiempos la humildad de Jesucristo ha neficios que concede á otros; y finalmente que no se debían m a r a -
sido u n escándalo para los espíritus frivolos y orgullosos, sin q u e villar , que mirándolo ellos como hijo de José, y los cafarnaitas co-
el resplandor de sus obras y la manifestación de su gloria hayan po- mo enviado de Dios, obrase mas prodigios á favor de eslos que de
dido jamás vencer su injusta prevención. E n nuestros dias, y aun ellos. Les hizo ver que la patria de uu profeta es ordinariamente el
en medio del Cristianismo, nosotros mismos lo hemos oido nombrar lugar donde los espíritus están menos dispuestos á aprovecharse de
hijo d e un carpintero, con una blasfemia q u e no podemos llorar bas- sus instrucciones, y á merecer el socorro de los milagros, y q u e ellos
tante , y que debemos procurar reparar con nuestros mas profundos mismos eran u n a prueba presente... Ame cada uno su patria, san-
obsequios. tificándose en ella, edificándola y sirviéndola: amemos á aquellos
Lo 2.° Jesús confunde sus quejas con la Escritura... Este divi- q u e la gobiernan, y no entremos jamás á parle de los discursos que
no Salvador no dió respuesta al desprecio q u e los nazarenos mos- se tienen, y de las conjeturas q u e contra ellos se forman.
traron con sus palabras; pero les hizo ver bien claro que era mas Lo 3.° Jesús confunde la cólera de los nazarenos con su paciencia.
que hijo de José, respondiendo á las internas quejas q u e a u n no Su discurso lleno de fuerza y de u n a santa libertad, y el conoci-
habían manifestado: penetró sus pensamientos, les previno sus dis- miento que mostraba de los secretos de los corazones, indicaban sin
cursos; «Y les dijo: cierto q u e vosotros me diréis aquel prover- duda que él era el Mesías, cuanto pudieran indicarlo los milagros
b i o : Médico, cúrate á tí mismo; todas aquellas cosas q u e hemos que le pedían; pero no lo entendieron así en la Sinagoga: se escan-
«oido, hechas en Cafarnaum, hazlas también en tu patria...» T a - dalizaron de que pretendiese el lítulo de Mesías un hombre que creian
les eran los pensamientos que giraban actualmente en lo interior hijo de u n pobre artesano de la ciudad: se ofendieron al verse t a -
del espíritu de los nazarenos... ¡ Oh y q u é ciegos q u e sois! Si creeis chados como hombres indignos de los beneficios y de los milagros
los milagros hechos en Cafarnaum, ¿ q u é necesidad teneis d e otros de Jesucristo; y principalmente los dos ejemplos de la Escritura q u e
milagros? Y si no los creeis sobre la relación de tantos testigos irre- habia alegado les parecieron una comparación odiosa y ultrajante.
prensibles q u e los han visto, ¿mereceréisque Jesucristo los haga á «Y al oir estas cosas todos los de la Sinagoga se llenaron de indig-
vuestros ojos? E n vano los impíos d e nuestro tiempo tienen el mis- «nación, y se levantaron, y lo echaron fuera de la ciudad, y lo He-
mo lenguaje q u e los nazarenos. No se alcanzan los milagros pidién- te varón hasta la cumbre del monle sobre q u e estaba fabricada s u
dolos en u n modo insultante, y con espíritu de incredulidad. «ciudad...» Regularmente ninguna cosa prueba m e j o r í a justicia
Al proverbio de los nazarenos opuso Jesucristo una sentencia que de una reprensión, cuanlo la manera con q u e se recibe: aquella con
se h a verificado en todos tiempos: añadió, p u e s , el S e ñ o r : « En ver- que los nazarenos interpretaron el discurso de Jesucristo podia ser-
«dad os digo, q u e ningún profeta es bien recibido en su patria...» vir siempre para,confirmarla mas, y justificaba plenamente cuanto
v i o probó con dos ejemplos tomados d e la Escritura: « E n verdad les habia dicho sobre la mala disposición d e su corazon. Eslos des-
« os digo, q u e habia muchas viudas en Israel al tiempo de Elias, graciados ciegos de su resentimiento, no queriendo, ni reconocerse
«cuando el cielo estuvo cerrado tres años y seis meses; y hubo una á sí mismos, ni ser conocidos, se dejaron llevar d e su orgullo y d e
MED1TACION X X I X . 1 6 9
sus celos; y lejos de entrar en sí mismos, y reconocerse indignos de
pulos llenos de su espíritu, incapaces de temor, y deseosos de la glo-
los beneficios de Dios; léjos de admirar en Jesucristo el don divino
ria del martirio.
de penetrar los corazones, su sabiduría y su celo, y léjos de reco-
Lo 3.° Furor rigurosamente castigado. La menor pena de su atenta-
ger las verdades q u e salían de su boca, se enojaron y se irritaron
do fue la confusion de que quedaron llenos, y ver q u e de un Profeta
contra el médico caritativo q u e pretendía sanarlos. Á las expre-
tan grande, su conciudadano, no habían merecido otro milagro que el
siones, ímpetus y esfuerzos de su cólera contrapuso Jesucristo una
que fue necesario obrar para librarse de sus manos sanguinarias y
paciencia invencible. Se deja llevar, y deja q u e lo destierren de su
parricidas... Otro castigo infinitamente mayor fue la pérdida que
patria, y q u e lo lleven donde quieran, sin la menor resistencia...
hacia su patria, con partirse Jesucristo de ella; y el mayor de todos
Pedían milagros, y este es uno nuevo de dulzura y de paciencia;
los castigos fue la dureza d e corazon q u e los hizo insensibles á to-
pero si no se rinden á este, verán bien presto otro que reconocerán
das las cosas.
por fuerza: felices ellos si supiesen aprovecharse.
Petición y coloquio.
PUNTO I I I . ¿No soy yo mismo, ó Señor, el que h e caido en esta misma d u -
Jesucristo huye de su furor. reza? Bien se la han merecido mis pecados. Tengo justísimas razo-
nes de temerlo, por mi insensibilidad á lodo aquello que me pudiera
Furor extremo, furor inútil, furor rigurosamente castigado. mover. Con todo eso, ó Dios m í o , el temor mismo en q u e vivo me
Primeramente: Furor extremo, que llega hasta querer hacer morir hace esperar que no se han agolado aun vuestras misericordias pa-
con sus manos á aquel que un momento antes era el objeto de su r a con mi alma. No me abandonéis, Jesús mió, si alguna vez e m -
admiración: « Lo condujeron hasta la extremidad del monte sobre pezare á formarse en mí esle funesto endurecimiento, no permi-
« q u e estaba fabricada su ciudad para precipitarlo...» ¿ Q u é ha he- táis q u e llegue á completarse. Disipadlo y alejadlo de m í ; enterne-
cho, p u e s , Jesucristo, que merezca l a muerte? ¿Cuál es su delito? ced mi corazon. hacedlo sensible á vuestra bondad y dócil á vuestras
¿De q u é lo han acusado? ¡ Qué! ¿Sin pretexto alguno, sin observar
instrucciones. Amen.
alguna ley, sin tener algún orden de proceso, sin q u e ninguno i m -
plore la justicia, se corre de esta manera en tumulto, y se arrastra
al inocente al suplicio?... ¿Solo contra Yos, Jesús mió, y contra vues- MEDITACION XXIX.
tros siervos es tan ciego el furor y tan precipitado? Ya lo entiendo:
Yos lo quisisteis probar primero para consuelo de vuestros discí- JESÚS VA DE NAZARET Á CAFARNAUM, DONDE FIJA EL CENTRO DE

pulos. SUS MISIONES.

(Maith. 1 3 - 1 7 ; Marc. i, 15).


Lo 2.° Furorinútil. «Pero él pasando por medio de ellos se iba...»
Estos furiosos no pudieron ni a u n atemorizar á aquel q u e querían Consideremos aquí con el sagrado texto : 1.° la demora de Jesucristo en Ca-
f a r n a u m ; 2.° la profecía que anunciaba s u d e m o r a en Cafarnaum ; 3.° su pre-
hacer morir. Jesús pasó por medio d e ellos sin que pudiesen dete- dicación en Cafarnaum y sus c o n t o r n o s .
nerlo : ó sea q u e se hiciese invisible á sus ojos, ó que los hiciese in-
mobles, ó q u e les quitase el poder d e hacerle daño, ó que su po-
der obrase en sus almas y sobre la pasión q u e los dominaba, no PUNTO I .
les dejó otra cosa q u e la vergüenza de haber hecho esfuerzos inúti- La demora de Jesucristo en Cafarnaum,
les para perderlo... Mil veces han evitado de esta manera los m á r -
« Y dejando la ciudad de Nazaret, se f u é á habitar á Cafarnaum,
tires , y huido por milagro la rabia d e los tiranos; y cuando h a n
«ciudad marítima á los confines d e Zabulón»..» Aquí vemos u n a
quedado víctimas de su f u r o r , sus almas victoriosas volaron desde
suslitucion y una traslación de gracias. Ninguna cosa hay en la Es-
s u s manos al cielo, donde para siempre gozarán con Jesucristo de
critura mas frecuente y de mas terribles consecuencias en el orden
la bienaventurada inmortalidad... Jesucristo tendrá siempre discí-
de la salvación que el casligo d e Dios, en que se ven unos sustituí-
1 7 0 EL EVANGELIO MEDITADO, 1 1
MEDITACION XXIX. '
dos á otros; y las gracias destinadas á estos pasar á aquellos por la
ced que vuestra santa religión sea siempre entre nosotros amada
prevaricación é infidelidad de los primeros. El Evangelio nos sumi-
tiernamente y respetada.
nistra ejemplos de cuatro maneras.
1.° De provincia en provincia. Hemos visto ya á Jesús dejar la PUNTO I I .
J u d e a , y pasar á la Galilea para comenzar allí su divino ministerio,
y llevar la luz del Evangelio por la persecución q u e se levantó con- De la profecía que anunciaba esta demora de Jesucristo en Cafarnaum.
tra Juan Bautista... • Av de los superiores y cabezas que mandan en « P a r a q u e se cumpliese lo q u e habia dicho el profeta Isaías. La
las provincias, si por su condescendencia, por su ejemplo y por su «tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí, camino del m a r , á la otra
violencia contribuyen á la perdición y ruina d e la f e , y a la cor- «parte del Jordán. La Galilea de las naciones: el pueblo q u e cami-
rupción de las costumbres! « naba en las tinieblas ha visto una grande luz, y se apareció la luz
2.° De ciudad en ciudad. Yernos aquí Cafarnaum sustituido á N a - «á aquellos q u e habitaban en la región d e la sombra de la m u e r -
zaret, y sabemos por qué excesos esta última ciudad se ha merecido «te...» Esta profecía señalaba: Lo 1.° el lugar donde el Mesías d e -
tan riguroso castigo... Amemos, según Dios, la ciudad ó lugar don- bía empezar á predicar. Lo 2.° la situación de Jos israelitas de es-
de vivimos: roguemos por todos aquellos que habitan con nosotros; tos países. Lo 3.° el estado de los gentiles de esta misma tierra y sus
y contribuyamos s e g ú n nuestro estado y nuestro poder á la conser- contornos. Lo 4.° el carácter del Mesías.
vación de la fe y al mantenimiento de las buenas costumbres, de Lo 1.° El lugar donde el Mesías debia abrir y empezar su ministe-
la piedad y de las sanas máximas. rio. La ciudad de Cafarnaum estaba situada en los confines de la tri-
3.° De. un particular á otro particular. Luego verémos el apos- bu de Zabulón y de Neftalí, vecina á un gran lago, á q u e daban el
tolado del traidor J u d a s pasar á las manos d e san Matías. ¡Oh! y nombre de m a r ; y se llamaba unas veces el lago de Genesaret, otras
cuánto nos debe hacer temblar este ejemplo! ¡ Cuántos otros hay que el m a r de Tiberiades ó de Galilea. La profecía comprende, no solo
nosotros no conocemos! Quedaríamos asombrados si viéramos la la ciudad de Cafarnaum, sino también los lugares cincunvecinos don-
multitud de gracias que hemos perdido por nuestra c u l p a , y q u e se de Jesucristo iba á anunciar el Evangelio. Este país se llamaba la
han pasado á otros que han hecho mejor uso, y se han aprovecha- Galilea superior ó Galilea de los gentiles, porque los gentiles poseían
do de ellas. S í , aquella tierna devocion, aquel recogimiento pro- allí muchas ciudades. Salomon habia cedido veinte á Hiram rey de
fundo , aquel amor á la oracion y á la mortificación q u e veo en este Tiro... No dejemos de admirar como los Profetas han anunciado to-
y e n el otro, eran acaso favores q u e estaban destinados para m í ; q u e dos los hechos particulares del Mesías; y como Jesucristo, siguiendo
se los gocen ellos en hora b u e n a , no m e lamento: h e merecido el con fidelidad su carrera señalada por su Padre, no da u n paso sin
ser privado; pero, Señor, el tesoro de vuestras misericordias es in- cumplir las profecías.
íjnito; no me quitéis los que a u n me han quedado: procuraré ser- Lo 2.° Isaías habia señalado la situación de los israelitas de este
virme de ellos en adelante tan b i e n , que podré empeñaros á volver- país. 4< Caminaban en las tinieblas...» No solo porque estaban los mas
me los q u e m i infidelidad os ha obligado á quitarme. distantes de Jerusalen y del santo templo, sino también porque v i -
í.° De nación en nación. Ninguna cosa mas manifiesta q u e la vían en una suma ignorancia de su religión y de sus propias obli-
reprobación d e los judíos y la vocacion de los gentiles sustituidos gaciones, y su conducta era mas semejante á l a délos paganos q u e
en su lugar. Sirvamos, pues, al Señor con temor: temamos el rigor vivían al rededor y en medio de ellos, q u e la que debían tener co-
de sus juicios; roguemos para q u e no nos castigue su cólera con mo hijos de Jacob y adoradores del verdadero Dios. Con todo esto,
privarnos de la fe; y si no podemos detener la corriente de sus ven- son los primeros que logran las ventajas de ver esta gran luz q u e
ganzas, si es necesario q u e la fe perezca , perezcamos nosotros con viene á iluminar el m u n d o entero; y Jesucristo establece entre ellos
ella, permaneciendo fieles hasta la muerte. S í , Señor, tales son mis su habitación... Concibamos cuán afortunada es s u suerte, y consi-
sentimientos: espero q u e me ayudaréis á mantenerme en ellos, y deremos que'es solo u n a sombra ó imágen de la nuestra.
no permitiréis que yo vea este efecto de vuestra indignación, y ha- Lo 3.° La profecía habia indicado el estado de los gentiles de Ca-
1 7 2 EL EVANGELIO MEDITADO.

farnaumyde los contornos. ¿Podría el Profeta por ventura pintar me- 1 0 El cumplimiento del tiempo. El tiempo señalado para la veni-
jor los pueblos idólatras q u e no habían tenido aun el conocimiento da del Mesías está cumplido. Las setenta semanas del profeta D a -
de Dios, y cuya vida estaba manchada de muchas abominaciones, niel están para espirar; el cetro, según la profecía del patriarca„a-
que con decir « que estaban sepultados en la región y en la oscuri- cob, ya n o está en la casa de J u d a s , .ya pasó á manos d e extran-
«dad de la muerte?» Y con todo eso nació y se levantó sobre ellos
la divina luz que habia venido para los hijos de Israel. Yieron á Je- ]G
Digamos también respecto á nosotros: E l tiempo se cumplió ya
sús , lo oyeron, fueron testigos de sus milagros; y los mismos que el tiempo en q u e Dios queria ponerme sobre la tierra, ya vino; el
habían venido de Tiro y de Sidon lograron ser curados de sus en- tiempo q u e queria que yo respirase, está m u y avanzado, y acaso pres-
fermedades. ¡ Oh y cuánto tiempo habrá acaso que yo estoy sepulta- to acabará. ¡ Ay de mí! ¿ E n qué lo he empleado yo? Podemos tam-
do en esta oscura región de muerte, viviendo, aunque cristiano, una bién decirnos á nosotros mismos: El tiempo de la inconstancia y de
vida de pagano, no reconociendo otro Dios que mis placeres, no si- la necedad, el tiempo d e la disipación y del pecado v a se paso para
guiendo otra ley q u e la de mis pasiones, tranquilo y sin remordi- mí • estov resuelto, quiero empezar una vida santa y cristiana, y re-
mientos en el abismo del pecado y en el estado miserable de con- nuncio para siempre cuanto me ha alejado hasta ahora de Dios y d e
denación! ¿ Q u é seria de mí si esta divina luz no hubiera venido á mi salvación. .
alumbrarme? Me habría estado en esta funesta situación hasta la 2 0 Esta predkacionnos anuncia que está ya cerca el reino de Dios;
muerte; y de esta sombra de muerte hubiera pasado como otros m u - esto es, la institución del Cristianismo: de hecho no podía estar mas
chos á los suplicios de una muerte eterna. ¡ Oh misericordia divi- cercano el establecimiento de la ley evangélica: dentro de pocos días
na! ¿ q u é cosa podré yo hacer para mostrarme agradecido á u n tan empezará Jesucristo á juntar discípulos, y echará los fundamentos
señalado amor y á u n tan grande beneficio? á la Iglesia: también oirémos bien presto al mismo Señor promul-
Lo 4.° £1 Profeta habia pintado el carácter del Mesías. Lo habia gar en el monte los principales artículos de su Evangelio. Nosotros .
llamado la grande luz; y en esto conviene perfectamente con el Evan- hemos tenido la suerte feliz de nacer en tiempo en q u e ya esta esta-
gelista, que así lo n o m b r a : «Verdadera luz q u e alumbra á todo hom- blecido este reino, v se conserva pacífico. ¿Cómo nos aprovechamos
« b r e q u e viene á este m u n d o . . . » Jesús es la grande y verdadera de tan grande beneficio?¿Somos miembros vivos de la Iglesia? ¿Rei-
luz que ha disipado todas las tinieblas, y h a eclipsado cualquiera na Dios en nosotros con su a m o r , y mediante la exacta observancia
otra l u z ; luz llena que nos ha enseñado todas las verdades necesa- , í e su ley ? Hagámonos cargo que hay a u n para nosotros otro remo
rias para nuestra perfecta felicidad; luz p u r a , sin mezcla d e alguna de Dios .'que también está vecino, y que presto se decidirá si Jesu-
sombra de dudas, de errores ó de mentiras; luz gratuita q u e se ofre- cristo deba darnos un trono en él, ó condenarnos á u n suplicio eter-
ce á nuestros ojos, sin que nosotros pudiéramos presentarnos áella, no en el infierno. .
ó merecer q u e viniese á nosotros; luz eterna que nos ilumina aquí 3.° Esta predicación nos anuncia la necesidad de la penitencia, l a
en la tierra para llevarnos al grande dia de la luz perfecta de la eter- la habia predicado el Precursor d e Jesucristo; pero este divino Sal-
nidad. ¡ Oh Jesús! sed mi luz, haced que yo solo esta conozca, y que vador nos la predica él mismo, como u n medio necesario para pre-
sea esta sola la que siga. pararnos árecibir el reino de los cielos... ¡ Ah! cuánto mas necesa-
ria es para m í , que admitido en este reino de la Iglesia, he obrada <
PUNTO I I I . hasta ahora como subdito rebelde, habiendo quebrantado muchas
veces todas las leyes y profanado toda la santidad! No es ya J u a n
De la predicación de Jesucristo en Cafarnaum y sus contornos. Bautista; es Jesucristo mismo, mi Salvador, mi J u e z , el q u e me ex-
«Desde entonces comenzó Jesús á predicar y á decir: haced p e - horta v me solicita á hacer penitencia, porque sin ella no puedo p a r -
«nitencia... y creed el Evangelio...» Esta predicación, a u n q u e bre- ticipar de su redención, ni evitar el rigor de su juicio. ; Qué motivo
ve y simple, nos representa cuatro objetos interesantes para m e - para acomodarme á llevar el y u g o ! •
ditar. 4.° Finalmente, esta predicación de Jesucristo nos conduce á creer
1 7 4 EL E V A N G E L I O MEDITADO. MEDITACION XXX. 175
el Evangelio... Todos nosotros faltamos en materia d e fe: unos por-
q u e no la tienen, otros porque no tienen la q u e basta, ó porque no MEDITACION XXX.
animan la poca q u e tienen, ó porque no piden el cumplimiento de
P R I M E R T E S T I M O N I O Q U E DA JUAN BAUTISTA DE J E S U C R I S T O Á L O S
la que les falta... Creed el Evangelio, dice Jesucristo á lodos... Dis-
DIPUTADOS DE LOS JUDÍOS.
cípulos de Moisés, creed el Evangelio: leedlo con atención; vosotros
(Joan, i , 19-28).
veréis en él cumplidas las figuras, y ya venido el Mesías q u e espe-
rabais... Cismáticos, herejes, sectarios de cualquiera especie q u e El sagrado texto nos enseña a q u í : 1. a cuáles fueron los motivos de esta d i -
seáis, creed el Evangelio: vosotros veréis á q u é autoridad os suje- putación • 2.° cuáles fueron las preguntas que hicieron ú J u a n Bautista , y las
respuestas que dió ; 3.° q u é preguntas nos debemos hacer á nosotros m . s m o s .
táis; y bien presto os uniréis á la Iglesia... Deistas; filósofos, es-
céplicos, ó d e cualquier otro nombre q u e os llaméis, creed el Evan- P U N T O I.
gelio: vosotros encontraréis el fin de vuestras d u d a s , de vuestra per-
plejidad y d e vuestras inquietudes; y convendréis en q u e solo el El motivo de la diputación de los judíos á Juan Bautista.
Evangelio tiene fuerza para convencer y tener sujeto á.sí todo es- «Y este es el testimonio q u e dió J u a n cuando los judíos enviaron
píritu racional... Pecadores endurecidos en el hábito del pecado, «de Jerusalen los sacerdotes y levitasá él para preguntarle: ¿quién
creed el Evangelio: meditadlo con atención; y bien presto romperéis «eres tú?...» Tal pregunta hecha en estas circunstancias significa-
vuestras cadenas, y bendeciréis á vuestro Libertador... Almas ti- b a : ¿eres tú el Cristo, el Mesías? También J u a n la tomó en este
bias , perezosas y disipadas, creed el Evangelio: internaos en él, h a - sentido, como se ve en su respuesta; pero ¿por qué esta pregunta?
cedlo materia de vuestras reflexiones; y bien presto os sentiréis mo- ¿ Q u é motivos tuvo la diputación para hacerla? Se pueden conje-
vidas á caminar con fervor y alegría por el camino difícil de la per- turar cuatro principales. _ '
fección... P o b r e s , débiles, afligidos, perseguidos, desesperados, 1." El respeto humano... «Estas cosas sucedieron en Betania á la
seáis quien fuéseis, creed el Evangelio: en él encontraréis vuestro «parte de allá del Jordán, donde estaba J u a u bautizando...» El s o -
alivio y vuestra consolacion. E s vuestro Dios, es vuestro Salvador berano Consejo de Jerusalen habia ya maltratado á J u a n Bautista
mismo el q u e os exhorta, creed el Evangelio. Este santo Precursor habia solo mudado l u g a r , sin desistir de sus
funciones, y las hacia d e nuevo con tanta libertad, como si nada
Petición y coloquio. • • hubiera padecido s u reputación; y el número de sus oyentes y de
Creo vuestro Evangelio, ó divino Jesús, sostened m i fe. ¡ Oh ver- sus discípulos crecia lodos los dias. El pueblo m i s m o de Jerusalen lo
dadera luz del m u n d o ! ¿Podré yo por ventura preferirá Vos las ti- miraba como un profeta, y esta idea causaba una mancha ignomi-
nieblas? No cerraré, Dios m i ó , jamás los ojos á los rayos de vues- niosa en los autores de la'primera persecución q u e habia sufrido
tra gracia, ni las puertas de m i corazon á su atractivo. ¡ Oh Dios de Parece á primera vista que el fin de esta solemne diputación, com-
m i vida! Sed también el Dios de mi espíritu, solo pensaré en Yos; puesta de sacerdotes y de levitas hecha por el Consejo de Jerusalen,
sed el Dios d e mi corazon, obraré solo por Yos; sed el Dios de m i fuese para purgarse de aquella mancha... Se ven también algunas
alma* por Yos solo ella vivirá en el tiempo para vivir con Yos e n la veces los impíos retractarse, explicarse, justificarse y protestar su res-
gloria. Amen. peto por la Religión; pero solo por borrar delante de los hombres el
oprobio de la impiedad que han manifestado.
2.° La vanidad... Los sacerdotes estaban m u y satisfechos de po-
der manifestar con su diputación una apariencia de celo, y de hacer
así ver que eslabau atentos á todo aquello q u e interesaba la reli-
gión, y prontos á reconocer el Mesías, siempre que compareciese.
Con esto daban también á entender q u e á ellos solos locaba el dere-
i Meditación X X V I I .
174 EL EVANGELIO MEDITADO. MEDITACION XXX. 175
el Evangelio... Todos nosotros faltamos en materia d e fe: unos por-
q u e no la tienen, otros porque no tienen la q u e basta, ó porque no MEDITACION XXX.
animan la poca q u e tienen, ó porque no piden el cumplimiento de
P R I M E R T E S T I M O N I O Q U E DA JUAN BAUTISTA DE J E S U C R I S T O Á L O S
la que les falta... Creed el Evangelio, dice Jesucristo á lodos... Dis-
DIPUTADOS DE LOS JUDÍOS.
cípulos de Moisés, creed el Evangelio: leedlo con atención; vosotros
(Joan, i , 19-28).
veréis en él cumplidas las figuras, y y a venido el Mesías q u e espe-
rabais... Cismáticos, herejes, sectarios de cualquiera especie q u e El a g r a d o texto nos enseña a q u í : 1. a cuáles fueron los motivos de esta d i -
seáis, creed el Evangelio: vosotros veréis á q u é autoridad os suje- putación • 2.° cuáles fueron las preguntas que hicieron á J u a n Bautista , y las
respuestas que dió ; 3.° q u é preguntas nos debemos hacer á nosotros m . s m o s .
táis; y bien presto os uniréis á la Iglesia... Deístas; filósofos, es-
cépticos, ó d e cualquier otro nombre q u e os llaméis, creed el Evan- PUNTO I.
gelio: vosotros encontraréis el fin de vuestras d u d a s , de vuestra per-
plejidad y d e vuestras inquietudes; y convendréis en q u e solo el El motivo de la diputación de los judíos á Juan Bautista.
Evangelio tiene fuerza para convencer y tener sujeto á.sí todo es- «Y este es el testimonio q u e dió J u a n cuando los judíos enviaron
píritu racional... Pecadores endurecidos en el hábito del pecado, «de Jerusalen los sacerdotes y levitasá él para preguntarle: ¿quién
creed el Evangelio: meditadlo con atención; y bien presto romperéis «eres tú?...» Tal pregunta hecha en estas circunstancias significa-
vuestras cadenas, y bendeciréis á vuestro Libertador... Almas ti- b a : ¿eres tú el Cristo, el Mesías? También J u a n la lomó en este
bias , perezosas y disipadas, creed el Evangelio: internaos en él, h a - sentido, como se ve en su respuesta; pero ¿por qué esta pregunta?
cedlo materia de vuestras reflexiones; y bien presto os sentiréis mo- ¿ Q u é motivos tuvo la diputación para hacerla? Se pueden conje-
vidas á caminar con fervor y alegría por el camino difícil de la per- turar cuatro principales. _ '
fección... P o b r e s , débiles, afligidos, perseguidos, desesperados, 1." El respeto humano... «Estas cosas sucedieron en Belania á la
seáis quien fuéseis, creed el Evangelio: en él encontraréis vuestro «parte de allá del Jordán, donde estaba J u a n bautizando...» El s o -
alivio y vuestra consolacion. E s vuestro Dios, es vuestro Salvador berano Consejo de Jerusalen había ya maltratado á J u a n Bautisla
mismo el q u e os exhorta, creed el Evangelio. Este sanio Precursor habia solo mudado l u g a r , sin desistir de sus
funciones, y las hacia d e nuevo con tanta libertad, como si nada
Petición y coloquio. • • hubiera padecido s u reputación; y el número de sus oyenles y de
Creo vuestro Evangelio, ó divino Jesús, sostened m i fe. ¡ Oh ver- sus discípulos crecía lodos los dias. El pueblo m i s m o de Jerusalen lo
dadera luz del m u n d o ! ¿Podré yo por ventura preferirá Vos las ti- miraba como un profeta, y esta ¡dea causaba una mancha ignomi-
nieblas? No cerraré, Dios m i ó , jamás los ojos á los rayos de vues- niosa en los autores de la'primera persecución q u e habia sufrido
tra gracia, ni las puertas de m i corazon á su atractivo. ¡ Oh Dios de Parece á primera vista que el fin de esta solemne diputación, com-
m i vida! Sed también el Dios de mi espíritu, solo pensaré en Yos; puesta de sacerdotes y de levitas hecha por el Consejo de Jerusalen,
sed el Dios d e mi corazon, obraré solo por Yos; sed el Dios de m i fuese para purgarse de aquella mancha... Se ven también algunas
alma* por Yos solo ella vivirá en el tiempo para vivir con Yos e n la veces los impíos retractarse, explicarse, justificarse y protestar su res-
gloria. Amen. peto por la Religión; pero solo por borrar delante de los hombres el
oprobio de la impiedad que han manifestado.
2.° La vanidad... Los sacerdotes estaban m u y satisfechos de po-
der manifestar con su diputación una apariencia de celo, y de hacer
asi ver que eslabau atentos á todo aquello q u e interesaba la reli-
gión, y prontos á reconocer el Mesías, siempre que compareciese.
Con esto daban también á entender q u e á ellos solos locaba el dere-
i Meditación X X V i l .
176 EL EVANGELIO MEDITADO,
cho de decidir sobre el verdadero Mesías, que pertenecía á ellos el dolor de que fue penetrado su corazon, viendo que se hubiese po-
proponerlo al pueblo, y q u e el mismo Mesías no podia pretender ni dido cometer tan grande yerro, confundiendo su persona con la de
exigir obediencia, sin tener primero sus votos y su permiso... Pero su Maestro... desechó esta proposicion con fuerza, y dijo alta y cla-
¡ oh! ¿ y cuan opuestos eran á estas quiméricas pretensiones los orá- ramente q u e no era él el Mesías... El verdadero humilde, cuando se
culos proféticos? le dan alabanzas, títulos ó cualidades q u e no merece, entra en u n a
3.° Los celos... J u a n no habia recibido de ellos su misión, y especie de indignación... El falso humilde las desecha de u n modo
en el ejercicio de su ministerio no habia reconocido su autoridad. q u e hace creer que le convienen, y que desechándolas tiene el m é -
Este parece q u e fue su primer delito, y el pretexto de la persecu- rito de la-humildad...
ción q u e habia padecido... Por otra parte, los malos tratamientos 2. a Se informan de Juan Bautista, si él es Elias ó el Profeta...
del Consejo no habían desacreditado este santo Profeta: acaso se bus- «Y ellos le preguntaron: y ¿pues q u é , eres tú Elias? Y él respon-
caba aun bajo la apariencia de u n a honrosa diputación u n a oca- «dio : no lo soy. ¿Eres tú profeta? Y él respondió: no.» El verda-
sion de sorprenderlo en sus respuestas, y u n medio mas eficaz para dero humilde en las alabanzas, en los títulos y en las cualidades q u e
hacerle perder su crédito... ¡Malvada política! no son otra cosa tus se le dan sabe siempre hallar u n sentido en que no las merezca...
caminos q u e mentiras y artificios. El que no busca á Dios con u n J u a n era Elias, según el espíritu: era Elias q u e debia preceder la
corazon recto y simple, es castigado con no poderlo hallar jamás, ni primera venida del Mesías; pero no era el antiguo Elias q u e debe
reconocerlo en lugar alguno. preceder la última venida... J u a n era profeta, y a u n mas q u e pro-
Lo í." El temor de encontrar al Mesías... El pueblo habia ya sos- feta , porque anunciaba la llegada y la potencia d e aquel á quien se
pechado que fuese Juan Bautista, y no disimulaba sus sospechas... refieren todas las profecías; pero no era profeta, en cuanto que no
El tiempo en q u e debia venir este enviado de Dios se acordaba bien anunciaba un acontecimiento distante y fuera de la vista de los hom-
con el deseo q u e d e él se tenia; y cuanto se decia de Juan Bautista, bres. A todas estas preguntas responde Juan una sola palabra, por-
de su semblante, d e su penitencia, d e su predicación y de su b a u - q u e le urge el hablar de Jesucristo... El verdadero humilde luego
tismo, era muy propio á confirmarlo. Hubiera sido cosa m u y afrento- corta todo lo que puede caer en gloria propia, y busca modo de tor-
sa para los sacerdotes q u e se hubiese hallado ser efectivamente el cer el discurso, y hacerlo caer sobre aquel q u e solo es grande y
Mesías aquel q u e ellos habian maltratado, y que obraba con tanta digno de toda alabanza.
independencia... Este f u e , pues, uno de los motivos q u e los empe- 3. a Es preguntado Juan Bautista sobre lo que piensa de sí mis-
ñaron á enviar esta diputación para saber si lo fuese, ó para ase- mo.. . « Le dijeron por t a n t o ¿ q u i é n eres t ú , para que podamos dar
gurarse de que no lo era... ¡ Triste situación aquella en que uno es- «respuesta á los q u e nos han enviado? ¿ q u é dices de tí mismo?...»
tá obligado á temer aquello q u e mayormente debía desear! ¿Cuán- Le convino finalmente explicarse... «Yo soy, dijo, la voz de aquel q u e
tos hay semejantes á estos judíos? ¿cuántos no examinan la Religión, «clama en el desierto: enderezad el camino del Señor, como ha di -
solo por temor de encontrarla verdadera; y estiman mas persuadír- «cho el profeta Isaías 3 .» Juan no podia decir menos; pero habría
sela falsa desde la primera dificultad que encuentran en ella? podido decir mas, y añadir q u e él era especialmente enviado de Dios.
Esto no obstante, bastante dijo, para dar á entender que las profe-
PUNTO I I . cías autorizaban su misión, y que comenzaban á cumplirse; y q u e
Las preguntas hechas á Juan Bautista, y su humildad en lo que res- este cumplimiento anunciaba la próxima venida del Señor... El ver-
ponde. dadero humilde, si es obligado á hablar d e s í , lo hace en los térmi-
Se hacen á J u a n cuatro preguntas diferentes... nos mas simples y mas sucintos, y siempre refiriéndolo lodo al A u -
1. a Se le pregunta quién sea él. « ¿Quién eres t ú ? ¿Eres tú el Cris- tor de todo bien.
« t o , el Mesías? y él confesó, y no negó: y confesó, no soy yo el 4. a Finalmente se le preguntaba á Juan Bautista, por qué bauti-
«Cristo...» De estas palabras repetidas se conoce la sorpresa y la za... « Y estos enviados eran de la secta de los fariseos...» Esto e s .
1
confusion en que puso esta pregunta al santo Precursor, ó acaso el Isai. XL, 3.
12 T. i.

%
/
MEDITACION XXX. 179
hombres iluminados, pero por otra parte despreciantes y críticos; dignidad? ¿Cómo cumplimos sus deberes? Bespedo á los vicios y á
todo debía sujetarse á su censura, según su gusto nada era útil, si- la virtud, ¿ q u é somos nosotros? Coléricos, vengativos, maldicien-
no lo que ellos mismos h a d a n , ó lo q u e venia autorizado por ellos. tes ó caritativos, compasivos, sobrios, castos. En la vida espiritual
La instrucción mas ventajosa al pueblo de Dios la reprobaban ó la ¿somos flojos ó fervorosos, recogidos ó disipados, mortificados ó sen-
suprimían, si el que la presentaba no estaba sujeto á sus órdenes, suales? ¡ Av de m i l ¿No podemos por ventura decirnos á nosotros
v no se declaraba uno de sus discípulos y alumnos. Finalmente, mismos con mas verdad que san Bernardo: yo soy la quimera de
el espíritu de orgullo y de dominar, que constituía el carácter de mi siglo; yo soy un monstruo del m u n d o ; yo soy eclesiástico, reli-
esta s e d a , les persuadía q u e nada se h a c i a legítimamente, fuera de gioso, ó cristiano de nombre, pero vivo una vida .pagana, ó por lo
lo que emanaba de su autoridad. Por esto con un tono imperioso y menos una vida disipada?En mi puesto, en mi estado serían nece-
despreciante, tan familiar en ellos, de nuevo «le preguntaron di- sarias todas las virtudes; y ciertamente en mi conducta lodo es vicio.
«ciéndole: ¿ C ó m o , p u e s , tú bautizas, s i n o eres el Cristo, ni Elias, 2. a ¿Quédecimos de nosotros mismos?... Y primeramente: ¿ q u é
«ni el Profeta"?...» Estos diputados, siendo ellos mismos sacerdotes nos decimos á nosotros mismos?... ¡Ay de mí! ¡qué secreta estima
y levitas, habían podido entender bien de la ultima respuesta de de nuestro propio mérito! ¡qué orgullo! ¡ q u é vanidad!
Juan que él era el precursor del Mesías anunciado por Isaías, y que ¿Quédecimos de nosotros á los otros?¿No hablamos por ventura
en esta cualidad tenia mas derecho de bautizar q u e Elias ó alguno frecuentemente de nosotros mismos? ¿Y no es siempre para dar la
de los Profetas; mas el verdadero humilde nada responde á las in- razón á nuestro mérito, á nuestra conducta, atribuyendo á otros si
jurias que se le oponen, y no busca modos de justificarse ni de ha- hay en ella algún defecto? ¿No es siempre para alabarnos y vitupe-
cer valer sus derechos... J u a n habla de su bautismo; pero con m o - rar al prójimo? ¿ Q u é decimos de nosotros en el sagrado tribunal de
destia y en dos palabras, y extendiéndose con complacencia sobre la penitencia? ¿no ocultamos cosa alguna? ¿disimulamos? ¿enmas-
las grandezas de J e s u c r i s t o . . . « J u a n les respondió diciendo: Yo bau- caramos nuestros hechos? ¿los explicamos con claridad, y nos damos
« tizo con a g u a ; pero está en medio de vosotros uno q u e vosotros á conocer tales cuales somos? ¿No damos á conocer por ventura m u -
«no conocéis. Este es aquel que vendrá despues de m í , el cual es cho mas á los otros que á nosotros mismos?
«mucho mas q u e y o , de quien yo no soy digno de desatar las cin- 3. a ¿Por qué nos tomamos el cuidado de lo que no nos toca?...
«tas de los zapatos...» Un testimonio tan ilustre, dado por unhorn- «¿Cómo bautizas t ú , si no eres profeta?» Esto es, vosotros no sois
' fere como era J u a n Bautista, y en semejantes circunstancias, era ca- pastores, ni doctores de la Iglesia, ¿por q u é habíais y razonais so-
paz de hacer impresión en los diputados, y sobre aquellos q u e los bre ia Religión en vez de practicarla? Vosotros no sois ministros de
habían enviado, silos unos y los otros hubieran tenido rectas inten- Estado, ni generales de a r m a d a , pues ¿por qué criticáis todas las
ciones; pero se contentaron con saber que J u a n no era el Mesías, providencias que s e d a n ? Vosotros no estáis encargados del cuidado
v no pensaron mas en un hombre de quien veían que nada lenian de vuestro prójimo, pues ¿por qué censurarlo, publicar sus defec-
que temer. De esta manera se comenzó á formar la ceguedad de los tos , y reprobar su conducta?
judíos, por el desprecio q u e hacían de los primeros rayos de luz Ia ¿Qué se dice, qué se piensa, qué se puede decir de nosotros?...
q u e los iluminaban. Huyamos de esta terrible ceguedad haciendo La crítica del pueblo puede ser una lección útil á quien sabe apro-
u n santo uso de la luz q u e nos rodea. vecharse de ella; pero dejando este punto á nuestro exámen parti-
cular, no podría san J u a n decir á lodos en general: Jesucristo está
PUNTO III. en medio de vosotros: vosotros no lo conocéis; y si lo conocéis, ¿dón-
de está vuestro respeto, vuestro amor y vuestro celo por él? ¿Obe-
Las preguntas que nos debemos hacer á nosotros mismos. deceis á su ley? ¿imitáis s u s virtudes?"
Primera: ¿Quién somos?... Si la Providencia nos ha puesto en el
orden civil, ¿cuáles son nuestros empleos, y cómo los ejercitamos?... Petición y coloquio.
Si la gracia nos ha puesto en el orden eclesiástico, ¿cuál es nuestra ¡Oh Dios mió, cuán miserable sov! ¿Cuántos defectos hav q u e
12*
180 EL EVANGELIO MEDITADO, MEDITACION XXXI. 181
corregir en m í ? ¿cuántas virtudes q u e conseguir? ¿cuántos moti- sucristo en el seno de Dios... Jesús, habiendo solamente comparecido
vos d e humillación? Ayudadme, Señor, á mudar mi corazon, á re- y dejádose ver, se retiró luego, y entonces J u a n añadió: « Este es de
formar mis discursos, y á regular toda mi conducta. Confundid p a - « quien yo he dicho , despues de mí viene uno que es mas que y o ;
r a siempre todos aquellos pensamientos orgullosos que tengo de mí «porque era primero q u e y o . . . » Jesucristo , aunque como hombre
mismo: llamadme sin cesará la memoria la bajeza de mi origen, la fuese seis meses mas joven q u e san J u a n , y hubiese comenzado des-
vergüenza de mis prevaricaciones; y no permitáis que jamás me ol- pues d e él su ministerio público ; no obstante , como Dios era pri-
vide déla nada de q u e me habéis sacado, y de aquello á que m e l l a mero que san Juan, y engendrado del Padre por toda la eternidad:
reducido el pecado, ó si estoy obligado á confesar que Yos habéis y como Hombre-Dios por la divinidad de su Persona y por la g r a n -
hecho en mí alguna cosa g r a n d e , sea esto para hacer admirar la deza de su ministerio era superior á san Juan.
grandeza d e vuestro poder y la magnificencia de vuestros dones, y Lo 3.° Juan Bautista predice la excelencia del Bautismo de Jesu-
para merecer la recompensa- q u e habéis destinado en vuestra gloria cristo. ..«Pero el que me envió á mi á bautizar en el a g u a , me dijo:
á la verdadera humildad. Amen. « Sobre quien verás bajar y pararse el Espíritu, aquel es el q u e b a u -
«tiza en el Espíritu Santo...» ¡ Ah ! q u é favor para mí haber reci-
MEDITACION XXXI bido el bautismo de Jesucristo ! No lo conocía yo cuando lo recibí.
SEGUNDO TESTIMONIO QUE DA SAN JUAN BAUTISTA AL PUEBLO AL
¡ Av de mí! he estado tanto tiempo sin conocerlo... Ahora lo conoz-
VER Á JESUCRISTO.
co, ó Salvador m i ó , hacedme la gracia d e q u e en adelante os sea
(Joan, i, 29-34).
mas fiel.
Lo 4." Juan Bautista anuncia la filiación divina de Jesucristo... «Y
N o hay t e s t i m o n i o m a s c u m p l i d o , m e n o s s o s p e c h o s o , ni m a s a u t o r i z a d o «yo h e visto y he dado testimonio como él es el Hijo de Dios...» Esta
es u n a declaración bien formal en san J u a n : declaración q u e mere-
PUNTO I . cerá u n dia á s a n Pedro, por parle de Jesús , ser establecido y cons-
Testimonio cumplido. tituido piedra fundamental de su Iglesia; y que hará q u e los judíos
dén la muerte al mismo Jesucristo... A u n cuando yo mismo debiese
J u a n Bautista con este testimonio ha anunciado: 1.° El sacrificio y sufrir la muerte mas cruel por Yos, ó divino Salvador mió, he r e -
la muerte de Jesús por los pecados de los hombres. «El día despues cibido vuestro santo Bautismo; no desmentiré mis promesas, y con-
«vio J u a n á Jesús q u e venia á encontrarlo, y dijo : Mirad el Cordero fesaré por toda mi vida q u e Vos sois el Hijo de Dios q u e habéis ba-
« d e Dios: mirad el q u e quita los pecados del mundo...» El dia des- jado del cielo y muerlo por nosotros... Haced, ó Jesús, que la p u -
pues de la embajada de los judíos, habiendo llegado Jesús d e Ca- reza de mi vida corresponda á la sinceridad de m i fe.
farnaum á Betania, compareció en las riberas del J o r d á n , y se es-
tuvo quieto por algunos momentos en u n sitio en que pudo ser visto PUNTO I I .
de J u a n y d e toda la gente que lo oia. El Precursor viendo al Me-
Testimonio no sospechoso.
sías lo mostró á su auditorio, y les dijo:«Mirad el Cordero de Dios...»
Como si les hubiera dicho: mirad aquel que es mucho mas eficaz que Lo 1.° Porque en este testimonio no se podia sospechar adulación
todas nuestras víctimas, y está cargado de las iniquidades del mundo ni amistad natural... « Y yo no lo conocía, dicesan J u a n ; pero para
para borrarlas con su sangre... Han de ser abolidos los antiguos sa- « que él fuese conocido en Israel, he venido á bautizar en el agua...»
crificios ; mirad esta sola víctima digna de Dios, y capaz de paci- Esto es, no me hallaba yo inclinado á favor suyo por algún motivo
ficar su cólera. ¡ Oh Jesús! vuestro sacrificio se renueva todos los h u m a n o : ninguna cosa me tiraba hácia su persona; no tenia yo con
dias en vuestra Iglesia: ya q u e tengo la dicha de asistir á él, ¡ ojalá él algún vínculo... Su mismo semblante m e era desconocido antes
la tuviera d e aprovecharme! que se presentase para recibir m i bautismo. Yo lo habría bautizado
Lo 2.° Juan Bautista con su testimonio anuncia la eternidad de Je- sin distinción como á cualquier otro israelita del vulgo, si Dios, que
182 EL EVANGELIO MEDITADO. MEDITACION XXXÍ. 183
rae ha enviado para mostrar al pueblo de Israel este Hombre-Dios, piracion, por la cual el uno todo lo cedía al otro. y de la q u e los dos
su Salvador y su Rey, no me hubiese prevenido á su favor con se- no podían sacar otra cosa q u e trabajos, suplicios y muerte? Si h u -
ñales que he visto cumplirse sobre él... De hecho, J u a n Bautista es- biera sido la ambición el móvil principal de todo este artificio, lees-
taba aun en el seno de su madre cuando sintió la presencia de J e - taba mejor á san J u a n el darse á conocer por Mesías: su familia, co-
sucristo ; despues. pasó su vida en el desierto basta los treinta años, mo sacerdolal, era mas conocida actualmente, y de mas considera-
sin haber visto jamás á Jesucristo. Durante toda su vida le habló solo ción que la de Jesús: él estaba en posesion de la estimación y de la
una vez y en pocas palabras ; y solamente lo vio tres veces , d e las admiración pública, antes q u e Jesucristo hubiese comparecido: el
cuales esta es la s e g u n d a : pero si no tuvo la suerte d e tratarlo con pueblo pensaba que Juan fuese el Mesías: la Sinagoga le habia en-
mas frecuencia, tuvo la de pensar solo en é l , de hablar solo de él, viado diputados para preguntarle si lo era verdaderamente; y este
y de obrar solo por él... ¡ Cuán feliz hubiera yo sido si hubiese tenido hombre ambicioso se humilla y se abate para ensalzar á Jesús, á
la misma dicha! Tiempo precioso, pero irreparablemente perdido ha quien ninguno todavía conoce. Estas no son por cierto estratagemas
sido d e cierto aquel en que me h e empleado en otras cosas fuera d e de ambición. El testimonio de Juan es superior á toda sospecha: la
Yos, ó Dios mió. ¡ Ahí no perderé ya por lo menos el que me con- humildad y la sinceridad se hacen sensibles á todos; y es solo el es-
cedáis en adelante. píritu de Dios, el espíritu de v e r d a d , el q u e h a podido causar esta
Lo 2.° Porque no habia en el testimonio de Juan Bautista alguna admirable unión entre el Precursor y el Mesías... Demos gracias á
mira de interés. S u s trabajos eran continuos y no lucrosos... La vida Dios por las innumerables pruebas que nos da su providencia de la
austera que pasaba le hacia encontrar fácilmente el vestido y el ali- verdad d e la Religión.
mento sin el socorro de aquellos que instruía. Ninguna cosa espe-
raba sobre la tierra de aquel á quien consagraba tantas penas y tanta PUNTO I I I .
austeridad: y de hecho , ¿ q u é consiguió de la fidelidad á su minis-
Testimonio autorizado.
terio? trabajos, prisión y muerte.
Lo 3.° Porque ni tampoco en su testimonio podía haber algún moti- Lo 1.° Con la venida del Espíritu Santo... «Y Juan dió testimonio
vo de vanagloria... J u a n habla del Salvador para humillarse: ensal- «diciendo: Porque he visto el Espíritu bajar del cielo en forma de
za la virtud del Bautismo de Jesucristo para disminuirla del s u y o : « paloma, y se paró sobre él... n E s , pues, el Espíritu Santo el que por
formaba discípulos solo para Jesucristo : instruía los pueblos para boca de J u a n da testimonio de Jesucristo. San J u a n ha visto esta pa-
aficionarlos á Jesucristo. « He sido enviado, dice, para hacerlo co- loma, y h a sido instruido del misterio q u e se escondía; y dice sola-
«nocer á Israel...» ¡Cuán dignamente cumplió su misión! Cumpla- mente lo q u e ha visto: debo, pues, dar mas fe á él que á unos hom-
mos también nosotros el fin para q u e Dios nos ha puesto en este mun- bres vanos que no alegan mas que necedades para destruir los he-
do, para q u e nos ha hecho cristianos, y para que nos ha colocado chos...
en este puesto q u e ocupamos. ¿ Cumplimos nuestras obligaciones Lo 2.° Testimonio de Juan autorizado por la voz de Dios Padre...
con igual pureza, con ingual desinterés y con igual humildad? «Y yo no lo conocía ; pero el q u e me envió á bautizar en el agua.
Lo I o Porque el testimonio de Juan Bautista no podia ser sospe- « me dijo : Aquel sobre quien veas bajar y pararse el Espíritu, este
choso de engaño ó de ambiciosa conjuración... No se podia sospechar «es el que bautiza en el Espíritu Santo...» Esto e s , verás mi Uni-
sin un absurdo palpable q u e Jesucristo y san J u a n hubiesen cons- génito que vendrá á presentarse á t í , para recibir el bautismo que
pirado á una, y formado entre sí la trama ambiciosa de q u e el uno te he mandado establecer. Yerás el Espíritu Santo que baja y se para
hiciese pasar al otro por Mesías, é Hijo de Dios. Fuera de que ellos sobre su cabeza bajo un símbolo sensible: entonces sabrás que aquel
no se habían visto jamás, y de q u e J u a n habia pasado toda su vida q u e se humilla delante de tí es el Salvador de Israel, que por la vir-
en el desierto; cosa q u e ninguno ignoraba, mientras Jesucristo ha- tud de su Bautismo, bien diferente del t u y o , comunicará la gracia
bia pasado toda la suya en la casa de sus Padres en Nazaret, y bajo y los dones del Espíritu Santo... San Juan nos refiere simplemente
los ojos del pueblo; ¿cuál habría sido el fruto de una semejante cons- lo q u e le ha revelado el mismo Dios. ¿ Podia por ventura decir que
184 EL EVANGELIO MEDITADO.
no conocía esta voz del Padre q u e hablaba en él y lo instruía? L u e -
go el testimonio de J u a n es testimonio de Dios. MEDITACION XXXII.
Lo 3 T e s t i m o n i o autorizado por el carácter del mismo san Juan... JESUCRISTO COMIENZA Á LLAMAR DISCÍPULOS.
¿ Q u é hombre era, p u e s , este santo Precursor? S u concepción , s u (Joan. 1,36-42).
nacimiento, s u vida solitaria, su vida pública, todo es en él m a r a -
-Vquí el sagrado historiador nos hace v e r : lo 1.° la vocacion de los dos discí-
villoso, y él mismo es u n prodigio. Sus palabras son oráculos, s u s
pulos de san J u a n B a u t i s t a ; lo 2.° la acogida que les hizo Jesucr.sto ; y ' l o 3 .
aserciones verdades, y su testimonio una prueba incontrastable. el celo de los dos discípulos, que condujeron el tercero á su nuevo M a e s t r o .
Lo 4.° Finalmente, testimonio de san Juan autorizado por el voto
del pueblo... E l público estaba en estado de conocer á san J u a n , y te- PUNTO I .
nia de él tan alta estima, que no se habría atrevido á decir u n a sola
palabra contraía reputación de este grande hombre. Jesucristo mis- Vocacion de los dos discípulos de san Juan Bautista.
mo dió testimonio de él, y ni aun sus mas furiosos enemigos se atre- Consideremos lo 1.° el fervor de estos dos discípulos, que los detuvo
vieron á desecharlo... Esta estima extraordinaria y universal d e q u e con su maestro san Juan. «El dia siguiente, hallándose Juan de n u e -
gozaba san J u a n , se ha perpetuado de edad en edad, y se ha espar- «vo con dos de sus discípulos...» Y a s e había hecho tarde y decli-
cido en todas las naciones, aun entre los pueblos q u e no tienen la fe naba el dia; san Juan despidió el pueblo, y sus discípulos habían tam-
de Jesucristo. ¿Cómo, pues, se podrá poner en duda lo q u e u n tal bién pensado en retirarse; pero su fervor los detenía con su maes-
hombre nos asegura q u e ha visto ? « Yo lo he visto , y he afirmado tro sin q u e ellos hubieran jamás podido pensar la suerte leliz que
« q u e es el Hijo de Dios...» ¿Se merecerán mas crédito ciertos va- les esperaba... La perseverancia en los ejercicios de piedad jamas
nos habladores que nada han visto, y que publican las extravagan- queda sin recompensa... La constancia de estos dos discípulos les
cias de su imaginación y las quimeras de su corazon corrompido? mereció la gracia del apostolado , y la gloria de haber sido los dos
primeros discípulos d e Jesucristo.
Petición y coloquio. Lo * 0 Cuángrande fue su fortuna viendo á Jesucristo... Juan vien-
Os doy las gracias ¡ oh Padre eterno! por haberme hecho vues- do á Jesucristo que pasaba les dijo: « Mirad el Cordero de Dios... »>
tra verdad tan sensible. ¡ Oh divino Salvador! Cordero de Dios q u e El Salvador queria t r a e r á sí estos dos discípulos del Bautista; pero
quitas los pecados del mundo , á quien el deseo d e mi salvación ha era necesario que primero empezaran á dar muestras de su fervor y
puesto en una cruz, y á quien la caridad ha sacrificado; haced q u e de su fidelidad: se contentó el Señor con pasar por delante de sus
yo os ame, y m u e r a por vuestro nombre y por vuestra gloria. ¡ Oh ojos v hacer que su maestro les advirtiese q u e él era el Cordero de
Espíritu Santo! que os mostrasteis en la figura de u n a paloma; bajo Dios'... ¡ Qué favor para estos discípulos! ¡qué gracia! ¡que ocasion
de este símbolo me representásteis aquella dulzura, aquella pureza, mas favorable! También á nosotros se nos muestra algunas veces co-
aquella ternura y aquel amor q u e debo tener para con Dios. Haced- mo de paso, y por medio de u n movimiento , de u n deseo o de un
me, con vuestra gracia, dulce, p u r o , simple, pacífico, caritativo y cierto susto de la v i r t u d , que se deja sentir en nuestra a l m a , y la
fervoroso. Amen. conmueve: u n a luz interior nos dice entonces: mira a Jesús; mira
á aquel en quien se encuentran todos los bienes: afortunados n o s -
otros si supiéramos aprovecharnos d e estos felices momentos.
Lo 3.° Examinemos cuál fue su fidelidad en seguir á Jesús. «Y
« overon las palabras (de Juan) los discípulos, y siguieron á Jesús...»
Bien comprendieron estos el pensamiento de su maestro y la impor-
tancia de aquel momento en q u e Jesús pasaba: sabian q u e el día a n -
tecedente este divino Salvador se habia dejado ver solo y de paso, y
que luego habia desaparecido ; pero no sabian si volvería á dejarse
186 EL EVANGELIO MEDITADO.
ver otra vez del mismo modo , y q u e el- dia siguiente se habia de d a d : Les respondió, venid, y veréis. Venid; palabra llenadeamor, q u e
restituir á Galilea: y así luego lo siguieron, resueltos á no perder llena estos discípulos de júbilo y de consolacion; palabras q u e Jesu-
esta ocasion de hablarle y ofrecérsele... ¡ Áv de m í ! ¡ Cuántos por cristo no cesa de decir sobre la tierra, y q u e repetirá el último dia en
dejar pasar una ocasion han faltado y perdido su vocacion, su per- favor d e aquellos que lo habrán escuchado y seguido. ¿Resistiremos
fección, su conversión y su salvación! nosotros s i e m p r e á u n llamamiento tan tierno?
Lo 3.° Jesucristo detuvo consigo los dos disápubs loque faltaba de
PUNTO H . aquel dia: «fueron, y vieron donde habitaba, y se estuvieron aquel
Acogida que Jesucristo hizo á estos dos discípulos de san Juan Bautista. « d i a ; era ya cási la hora décima : » esto e s , faltaban a u n d e aquel
dia como dos horas, q u e ellos se detuvieron con Jesucristo... ¿Quién
Primeramente: Zos previene, y les habla él primero... Los dos dis- podrá explicar cuáles fueron las delicias d e aquel dulce coloquio?
cípulos d e J u a n caminaban detrás de Jesucristo con impaciente de- ¡cómo fueron veloces los momentos! ¡Oh vosotros, que temeis se-
seo de hablarle; pero el respeto les impedia acercársele... ¡ O h , y guir á Jesucristo, y d e entreteneros con é l , venid, y veréis! Haced
cuán bueno es Jesús! Conoce perfectamente las disposiciones de la experiencia, probad por vosotros mismos si en el seguirlo y es-
aquellos que lo buscan; y ¡oh cuánto le agradan estas disposiciones cucharlo no se encuentran dulzuras mil veces mayores q u e en el vi-
cuando las acompaña el a m o r , el respeto y el deseo d e instruirse! vir disipadamente, y en seguir y frecuentar e l m u n d o . ¡ Oh Jesús! re-
Jesús previene su temor; y volviéndose á ellos, y viendo q u e lo se- tened con Yos mi corazon: favorecedlo con algún momento de vues-
guían, les dijo con semblante lleno de dulzura y de bondad: «¿Qué tra conversación; y estoy cierto q u e no sentirá jamás pena ni dis-
«buscáis vosotros? Y ellos le respondieron: Rabbi ( q u e quiere de- gusto en seguiros.
«cir maestro), ¿dónde estátu habitación?» Mostraron bastantemente PUNTO I I I .
con estas pocas palabras el deseo q u e tenian de recibir sus instruc-
ciones , y de aprovecharse de ellas... Aquí se ofrecen á nuestra re- Celo de los dos discípulos en conducir otro tercero á Jesús.
flexión dos importantes p r e g u n t a s : la una, de Jesús á nosotros; y la Este tercer discípulo fue san Pedro. Pero ¿quiénes eran los dos
otra, q u e nosotros le debemos hacer á Jesús. La que él nos hace es primeros? El uno de los dos se llamaba Andrés, hermano de Simón
esta: ¿Que buscáis vosotros? Esto es : ¿ q u é buscáis en aquellos l u - P e d r o : «Andrés, hermano d e Simón Pedro, era uno délos dos q u e
gares donde andais; en aquellas compañías que frecuentáis; en aque- «habian oído las palabras d e J u a n , y lo habían seguido...»El otro
llos discursos q u e teneis; en aquellos negocios en q u e os ocupáis; discípulo n o se n o m b r a ; pero es fácil d e entender que era san J u a n
en aquellas obras q u e practicáis? ¿ E s por ventura la gloria de Dios, el Evangelista. Este q u e escribe esto, por modestia ocultó su n o m -
el reino de los cielos, la edificación del prójimo , vuestra santifica- b r e : la relación tan m e n u d a y tan circunstanciada d e todo lo acae-
ción , vuestra salvación; ó es vuestro amor propio, vuestra sensua- cido á san Juan Bautista en Betania hace Creer bastantemente q u e
lidad , vuestro interés y vuestros placeres? Esto es sobre lo q u e a l - él era uno de sus discípulos, y uno de los mas estrechamente u n i -
g ú n dia tendrémos q u e responderle... La pregunta que nosotros d e - dos á él.
bemos hacerle es la de los dos discípulos: Maestro, ¿dónde está tu Andrés, habiendo dejado á Jesús, el primero con quien se encon-
habitación? ¡ Oh Jesús! ¿dónde habitais? No en el tumulto de los ne- tró f u e su hermano Simón , y le dijo : « Hemos encontrado al Me-
gocios del m u n d o ; no en las asambleas profanas: vuestra habitación «sías, que quiere decir el Cristo, y lo llevó á Jesús; y Jesús, habien-
está en los cielos, en el tabernáculo, en el retiro, en la oracion, en «do fijado en él los ojos, le dijo : T ú eres Simón, hijo d e Jonás: tu
el recogimiento y en la práctica de la virtud. Lo sé; y con todo eso, « t e llamarás Cefas (que se interpreta piedra).» Consideremos pues:
yo.no os busco en estos lugares, no me entretengo con Yos, no os Lo 1.° Que Pedro fue avisado y llevado á Jesús. Los dos discípu-
escucho. los se volvieron con él juntos llenos d e consuelo, luego q u e Andrés
Lo 2." Jesús convida á los discípulos áir á su casa... Este divino encontró á su hermano Simón. La fe de q u e estaba penetrado, el
Salvador habitaba en un lugajejo vecino ó en las cercanías de la ciu- celo q u e lo inflamaba, y el deseo q u e tenia de juntar discípulos para
188 EL EVANGELIO MEDITADO.
MEDITACION XXXIII. 189
su Maestro , lo movieron á decir á su hermano : hemos encontrado
tribunal d e Jesucristo; pues él mismo os ha dado el nombre de Pe-
al Mesías; J u a n Bautista nos lo ha mostrado; nosotros le hemos h a -
dro, esto e s , d e fundamento sobre q u e está fabricado el edificio d e
blado , y justamente ahora venimos d e estar con él... Á. esta nueva
la Iglesia? Haced, ó Jesús, q u e fielmente unido á la fe, á la disci-
Simón se alegró en extremo; era naturalmente vivo é impetuoso v
plina, al espíritu y á la cátedra de Pedro, ponga todo mi gozo y toda
no pudo dilatarlo u n momento. Andrés impaciente también d e m o s -
mi felicidad en creer lo que ella enseña, en practicar lo que orde-
trarle el bien q u e había encontrado, y que Pedro deseaba conocer,
na , en amar lo q u e ella ama, y en caminar y llegar por medio de ella
lo condujo á Jesús. E s creíble q u e el compañero de Andrés, que s u -
á la eternidad de la gloria... Amen.
ponemos ser san J u a n , no lo desamparase; y que los tres volviesen
juntos á buscar al Salvador. E n l r e tanto el día se hacia tarde; pero
MEDITACION XXXIII:
los discípulos se imaginaron , y bien , que el Maestro aprobaría su
fervor, y q u e s u bondad excusaría su importunidad... El que dilata OTROS DOS DISCÍPULOS SE UNEN Á LOS TRES PRIMEROS.
para mañana no tiene verdaderos deseos; y corre riesgo de p e r d e r á (joau, 1,43-51).
Jesús y sus favores. San Felipe nos da el m i s m o ejemplo de fidelidad y de celo que nos ha mos-
Lo 2.° Que Jesús mira á Pedro... Y Jesús fijando en él la vista... trado san A n d r é s : sigue á J e s ú s luego que lo conoce, y se acelera por hacerlo
¿Quién podrá explicar cuál fue la primera mirada del Salvador sobre conocer á Natanael.
un hombre q u e destinaba para ser el príncipe de los Apóstoles. el
pastor d e sus ovejas, el doctor d e s ú s discípulos, el ecónomo d e s ú s PUNTO I .
tesoros, y su vicario en la tierra ? ¿De q u é amor no encendería el co- La vocacion de Felipe.
razon del nuevo discípulo? ¿De q u é consuelo no lo llenaría? ü n día Lo 1.° Felipe es llamado por Jesús... «El dia siguiente quiso ir á
vendrá que u n a mirada semejante lo colmará de dolor y le hará der- «la Galilea, y encontró á Felipe, y le dijo Jesús: sigúeme.» El Sal-
r a m a r u n torrente de lágrimas, cuyo manantial no se secará jamás... vador dejaba á Betania', para volverse á la Galilea con los primeros
¡Oh Jesús! dignaos de poner sobre mí vuestros divinos ojos con una discípulos Pedro, Andrés v J u a n , todos tres galileos como él. C u a n -
mirada semejante á e s t a , para hacerme llorar mis pecados, y para do encontró á Felipe, sigúeme, le dijo; y no fue necesaria otra cosa
encenderme en vuestro amor. para aficionárselo... Tal es la eficacia de la palabra de Dios sobre las
Lo 3.° Que Jesús muda el nombre de Simón en el de Pedro... « T e almas sencillas, inocentes y fieles... ¿Cuántas veces Jesucristo nos
«conozco, le dice: tú eres hijo de Jonás, y te llamas Simón : ven- ha dicho en el fondo de nuestro corazon esta palabra llena de dul-
« d r á u n d i a , y no está léjos, en q u e tendrás el nombre d e Cefas: zura y de a m o r : sigúeme? Sigúeme á mí, y no á la carne; á mí, y
«esto e s , Pedro.» E l Salvador le dijo mucho en estas pocas palabras no al m u n d o ; á mí, y no á tus pasiones, á tus caprichos, a tu ava-
á su discípulo; pero ni él ni sus dos compañeros comprendieron ricia á tu ambición; á mí, y no á otros mil objetos que vanamente
entonces el misterio de esta mutación... Mas nosotros q u e lo sabe- le ocupan, y que jamás te podrán hacer feliz... ¿Resistiremos nos-
mos, honrando bajo este nombre al Príncipe de los Apóstoles, este- otros siempre á esta orden tan absoluta y tan caritativa?
mos inviolablemente unidos á esta Iglesia, de quien despues de Je- Lo 2.° Felipe se animó con el ejemplo de sus compatriotas... «Fe-
sucristo es él la piedra fundamental; á esta Iglesia, q u e por una sé- «lipe era de Betsaida, patria de Andrés y de Pedro...» Si lodos es-
rie no interrumpida d e Sumos Pontífices sube á é l , y lo reconoce taban en Betania, eran sin duda discípulos de san Juan Baulisla. No
por primer Vicario d e Jesucristo en la tierra. parece que Jesucristo haya tenido olro designio en venir á esle l u -
gar que el de escoger discípulos formados en la escuela de esle gran
Petición y coloquio. maestro. Felipe habia oido los lestimonios que el Bautista había dado
Os honramos, ó afortunado Apóstol, en vuestros sucesores; á Vos de Jesucristo; veia á sus dos paisanos ya en su compañía, y oía que
obedecemos, sometiéndonos á las decisiones d e la Iglesia. ¡ A y de el mismo Señor lo convidaba á que lo siguiese..: ¿Podría resistirse
mí! si yo alguna vez me separase de Vos, ¿ qué excusa llevaría al á u n llamamiento tan dulce ? ¿Cuántos conocemos nosotros de núes-
188 EL EVANGELIO MEDITADO.
MEDITACION XXXIII. 189
su Maestro , lo movieron á decir á su hermano : hemos encontrado
tribunal d e Jesucristo; pues él mismo os ha dado el nombre de Pe-
al Mesías; J u a n Bautista nos lo ha mostrado; nosotros le hemos h a -
dro, esto e s , d e fundamento sobre q u e está fabricado el edificio d e
blado , y justamente ahora venimos d e estar con él... Á. esta nueva
la Iglesia? Haced, ó Jesús, q u e fielmente unido á la fe, á la disci-
Simón se alegró en extremo; era naturalmente vivo é impetuoso v
plina, al espíritu y á la cátedra de Pedro, ponga todo mi gozo y toda
110 pudo dilatarlo u n momento. Andrés impaciente también d e m o s -
mi felicidad en creer lo que ella enseña, en practicar lo que orde-
trarle el bien q u e habia encontrado, y que Pedro deseaba conocer,
na , en amar lo q u e ella ama, y en caminar y llegar por medio de ella
lo condujo á Jesús. E s creíble q u e el compañero de Andrés, que s u -
á la eternidad de la gloria... Amen.
ponemos ser san J u a n , no lo desamparase; y que los tres volviesen
juntos á buscar al Salvador. E n t r e tanto el día se hacia tarde; pero
MEDITACION XXXIII:
los discípulos se imaginaron , y bien , que el Maestro aprobaría su
fervor, y q u e s u bondad excusaría su importunidad... El que dilata OTROS DOS DISCÍPULOS SE UNEN Á LOS TRES PRIMEROS.
para mañana no tiene verdaderos deseos; y corre riesgo de p e r d e r á (joau, 1,43-51).
Jesús y sus favores. San Felipe nos da el m i s m o ejemplo de fidelidad y de celo que nos ha mos-
Lo 2.° Que Jesús mira á Pedro... Y Jesús fijando en él la vista... trado san A n d r é s : sigue á J e s ú s luego que lo conoce, y se acelera por hacerlo
¿Quién podrá explicar cuál fue la primera mirada del Salvador sobre conocer á Natanael.
un hombre q u e destinaba para ser el príncipe de los Apóstoles. el
pastor d e sus ovejas, el doctor d e s ú s discípulos, el ecónomo d e s ú s PUNTO I .
tesoros, y su vicario en la tierra ? ¿De q u é amor no encendería el co- La vocacion de Felipe.
razon del nuevo discípulo? ¿De q u é consuelo no lo llenaría? ü n día Lo 1.° Felipe es llamado por Jesús... «El dia siguiente quiso ir á
vendrá que u n a mirada semejante lo colmará de dolor y le hará der- «la Galilea, y encontró á Felipe, y le dijo Jesús: sigúeme.» El Sal-
r a m a r u n torrente de lágrimas, cuyo manantial no se secará jamás... vador dejaba á Betania', para volverse á la Galilea con los primeros
¡Oh Jesús! dignaos de poner sobre mí vuestros divinos ojos con una discípulos Pedro, Andrés v J u a n , todos tres galileos como él. C u a n -
mirada semejante á e s t a , para hacerme llorar mis pecados, y para do encontró á Felipe, sigúeme, le dijo; y no fue necesaria otra cosa
encenderme en vuestro amor. para aficionárselo... Tal es la eficacia de la palabra de Dios sobre las
Lo 3.° Que Jesús muda el nombre de Simón en el de Pedro... « T e almas sencillas, inocentes y fieles... ¿Cuántas veces Jesucristo nos
«conozco, le dice: tú eres hijo de Jonás, y te llamas Simón : ven- ha dicho en el fondo de nuestro corazon esta palabra llena de dul-
« d r á u n d i a , y no está léjos, en q u e tendrás el nombre d e Cefas: zura y de a m o r : sigúeme? Sigúeme á mí, y no á la carne; á mí, y
«esto e s , Pedro.» E l Salvador le dijo mucho en estas pocas palabras no al m u n d o ; á mí, y no á tus pasiones, á tus caprichos, a tu ava-
á su discípulo; pero ni él ni sus dos compañeros comprendieron ricia á tu ambición; á mí, y no á otros mil objetos que vanamente
entonces el misterio de esta mutación... Mas nosotros q u e lo sabe- le ocupan, y que jamás te podrán hacer feliz... ¿Resistiremos nos-
mos, honrando bajo este nombre al Príncipe de los Apóstoles, este- otros siempre á esta orden tan absoluta y tan caritativa?
mos inviolablemente unidos á esta Iglesia, de quien despues de Je- Lo 2.° Felipe se animó con el ejemplo de sus compatriotas... «Fe-
sucristo es él la piedra fundamental; á esta Iglesia, q u e por una sé- «lipe era de Betsaída, patria de Andrés y de Pedro...» Si lodos es-
rie no interrumpida d e Sumos Pontífices sube á é l , y lo reconoce taban en Betania, eran sin duda discípulos de san Juan Baulisla. No
por primer Vicario d e Jesucristo en la tierra. parece que Jesucristo haya tenido otro designio en venir á este l u -
gar que el de escoger discípulos formados en la escuela de este gran
Petición y coloquio. maestro. Felipe habia oido los testimonios que el Bautista había dado
Os honramos, ó afortunado Apóstol, en vuestros sucesores; á Vos de Jesucristo; veia á sus dos paisanos ya en su compañía, y oía que
obedecemos, sometiéndonos á las decisiones d e la Iglesia. ¡ A y de el mismo Señor lo convidaba á que lo siguiese..: ¿Podría resistirse
mí! si yo alguna vez me separase de Vos, ¿ qué excusa llevaría al á u n llamamiento tan dulce ? ¿Cuántos conocemos nosotros de núes-
190 E L EVANGELIO M E D I T A D O ,
tra misma nación, de nuestra misma patria, nuestros vecinos y pa- seamos el instrumento de la salvación de los otros: los maestros para
rientes que se han consagrado á Dios, que lo sirven con fidelidad y con sus discípulos, los pastores para con sus ovejas, los padres y las
con fervor? Si sentimos, p u e s , y conocemos q u e el Señor nos llama madres para con sus hijos, los amigos para con sus amigos, y así de
con ellos, su ejemplo nos debe animar; de otra manera temamos no los demás. Este sagrado vínculo q u e se forma sobre la tierra ¿con
sea q u e algún dia nos condene. q u é amor mira en el cielo los corazones de los escogidos entre sí?
Lo 3.° Felipe sigue á Jesús... ¡ Qué docilidad! E n el momento q u e Pero al contrario, el vínculo fatal q u e únelos impíos sobre la tierra
Jesucristo lo llama, lo deja todo, y le sigue... E n materia de la sal- ¿de q u é odio no llenará el corazon de los réprobos, cuando los unos
vación todo depende de esta prontitud en obedecer... ¡Ali! ¿ p r o b a - se podrán echar en cara á los otros que ellos han sido la causa de
mos nosotros y experimentamos en nosotros mismos las ventajas que su elerna condenación? ¡ Ah! encienda nuestro celo este pensamiento
hay en esta obediencia?-Vengamos, veamos y gustemos cuán dulce para procurar la salvación de los oíros, y háganos vivir circunspec-
es el Señor tos para no dar jamás á ninguno motivo de escándalo.
Lo 2.° Observemos cuál fue la prevención de Natanael. Al solo nom-
PUNTO I I . bre de Nazaret parece q u e se disgustó, y dijo... « ¿Por ventura puede
Vocacion de Natanael-. « salir cosa buena de Nazaret?...» Tales son los hombres: Jerusalen
Lo 1.° Consideremos en esta vocacion el celo de Felipe. Apenas es despreciaba las demás ciudades; la J u d e a despreciaba la Galilea; en
discípulo de Jesucristo, q u e á ejemplo de san Andrés ya viene á ser Galilea se despreciaba á Nazaret, y en Nazaret se despreciaba la fa-
un apóstol. Tenia u n amigo q u e se llamaba Natanael; era este uno milia de José. E n el hombre carnal todo es prevención contra J e s u -
de aquellos verdaderos fieles q u e esperaban la consolacion de Israel. cristo ; pero prevención d e las tinieblas contra la l u z , d e las pasio-
Felipe corre á darle parle de su nueva vocacion: lo busca con l a m a - nes contra la virtud , del extravío contra el camino derecho, de la
yor diligencia de un amigo q u e quiere hacer feliz á otro amigo digno mentira contra la verdad, y de la muerte contra la vida.
de serlo. Felipe encontró á Natanael, y le d i j o : « H e m o s encontrado Lo 3.° Meditemos la respuesta de Felipe á Natanael. Nalanael le
«aquel de quien escribió Moisés en la ley y los Profetas: Jesús de a r g ü í a , al parecer, con fuerza; pero él respondió con solas estas p a -
«Nazaret, hijo de José.» ¿Tenemos nosotros el mismo ardor por la labras: Ven, y verás... De hecho este es el mejor medio para destruir
salvación d e nueslros amigos? Los libertinos y los herejes están ani- prevenciones... No es prevención en nosotros el no querer examiuar
mados de celo para engañarnos y pervertirnos, comunicándonos to- lo q u e la Iglesia ha condenado; es docilidad. Pero fuera de este caso,
do aquello q u e puede contribuir á mantenernos en el pecado y en ¿cuántas prevenciones hay injuslas contra la Iglesia y contra a q u e -
el error: ¿ y por qué nosotros no tenemos á lo menos el mismo celo llos que están á ella estrechamente unidos, contra la virtud y contra
para salvar á nuestros hermanos? ladevocion? No formemos juicio alguno de los discursos y prejui-
Admiremos aquí el orden de la Providencia, q u e hace que unos cios de otros: antes de juzgar examinemos, probemos, veamos. Así
lo hizo Natanael: él tenia el corazon recio, y así no se obstinó, y si-
1
Psalm. x x x n i , 7.
2
guió á Felipe. Sigamos nosotros con docilidad los consejos de aquel
E s t e Natanael se cree sea san Bartolomé. Bartolomé no es n o m b r e pro-
p i o : es u n n o m b r e q u e significa hijo de T e l e m e i , como en san Pedro Barjona,
amigo, de aquel director iluminado que no busca otra cosa q u e nues-
hijo de J o n á s . Los t r e s Evangelistas lo llaman s i e m p r e B a r t o l o m é ; tal vez el tra salvación y curarnos d e nuestras prevenciones.
uso hizo este n o m b r e m a s c o m ú n en él; pero san J u a n lo llama s i e m p r e N a t a -
n a e l , que es su propio n o m b r e ; y entre otros apóstoles lo nombra en el c a p í - PUNTO I I I .
tulo x x i , verso 2 . Ni es creíble que de los cinco primeros discípulos que J e -
sucristo juntó estando en B e t a n i a , que todos eran galileos, discípulos de san Discurso de Natanael con Jesucristo.
J u a n B a u t i s t a , Natanael hubiese sido excluido del apostolado; y m a s habien-
do sido él solo alabado por J e s u c r i s t o : solo él el que confesó luego su divi- Lo 1.° En este discurso Jesucristo hace ver que conoce el fondo de
n i d a d : y finalmente, habiéndo sido este á quien J e s u c r i s t o enderezó sus p a -
l a b r a s , cuando prometió á los cinco discípulos que verían las maravillas de
todos los corazones... « Yió Jesús á Natanael q u e venia á encontrarlo,
s u santísima h u m a n i d a d . « y dijo de é l : Mirad u n verdadero israelita, en quien n o hay dolo,
•J92 EL EVANGELIO M E D I T A D O . MEDITACION XXXIV. 1 9 3
« n i f r a u d e . . . » ¡Qué bello elogio en pocas palabras! ¿ Y e Dios esta to, para q u e pueda seguiros á ejemplo de este fiel discípulo, veros
rectitud, esta franqueza, esta sinceridad enemiga de todo artificio y y alabaros eternamente con él y con vuestros Ángeles en el cielo...
ficción en m i corazon , en mis palabras , en m i conducta? ¡ Ay de Amen.
mi! ¡qué doblez, por el contrario, q u é disimulo, q u é hipocresía!
s>} jesús hace conocer que ve en todos los lugares... Natanael acer- MEDITACION XXXIV.
cándose á Jesucristo, oia lo q u e decía de él; y tomándole la palabra
D E L M I L A G R O Q U E J E S U C R I S T O O B R Ó EN L A S B O D A S D E CANÁ D E
con aquella franqueza é inocencia q u e justificaba el retrato q u e el
GALILEA.
Salvador habia hecho d e él, le dijo: « ¿ P u e s d e dónde me conoces
(Joan, u , 1 - H ) .
« t ú ? Respondió Jesús, y le dijo: Antes q u e Felipe te llamara, le vi
«cuando estabas bajo de la higuera... Á estas palabras sorprendido Este milagro nos debe: lo 1.° e m p e ñ a r á imitar los esposos de Caná ; lo 2 . °
«Natanael, le respondió, y dijo : Maestro, tú eres el Hijo d e Dios; nos debe a n i m a r á poner nuestra confianza en Muría santísima , y lo 3.° nos
debe asegurar en la fe de J e s u c r i s t o .
« t ú eres el Rev de Israel...» ¡ Oh gran R e y , cuán dulce cosa es el
serviros! Yos veis todo lo que se hace por Vos; y también lo q u e se
PUNTO I .
desea hacer por Yos; y recompensáis hasta nuestros buenos deseos.
Yos me veis en todo lugar, y no me puedo esconder á vuestro divi- Este milagro nos debe empeñar á imitar los esposos de Caná.
no rostro. ¡ Ah! cómo he podido yo haceros traiciones bajo de vues- Lo 1 O b s e r v e m o s estos esposos antes del convite... Convidan á J e -
tros mismos ojos; ofenderos y quebrantar el juramento de fidelidad sús y á María... « Tres dias despues hubo unas bodas en Caná de Ga-
q u e os tengo hecho, y serviros finalmente con tanta frialdad! «lilea, y estaba allí la Madre de Jesús, y fue también conv idado J e -
Lo 3.° Jesucristo nos hace ver que él es el Señor de todas las cosas... «sús con sus discípulos á las bodas...»
« Jesús le respondió, y dijo : Porque te he dicho q u e te he visto bajo Jesucristo acompañado délos cinco discípulos que habia escogido
« de la higuera, tú crees: verás aun cosas mayores q u e esta.» Y en- en Betania, se encaminó rio arriba por la orilla del Jordán, y al ter-
derezando de aquí las palabras á sus discípulos, porque lo q u e iba a cer dia llegó á Caná de Galilea, á la parte superior del lago de G e -
decir les tocaba á todos, les dijo con autoridad de maestro q u e quiere nesaret: aquí un particular de la ciudad que celebraba la fiesta de
ser creido: « E n verdad, en verdad os digo q u e veréis abierto el cielo, las bodas, lo convidó... Jesucristo prometió asistir y llevar también
« y los Ángeles de Dios ir y venir sobre el Hijo del Hombre...» Dehecho, consigo sus discípulos... Imitemos á estos esposos convidando á Jesús
estos Ángeles consolaron á Jesús en el huerto de las Olivas; se vie- y á María á todas las cosas que hagamos: antes de emprender a l g u -
r o n en su sepulcro dando testimonio de su resurrección, y aparecer na, y principalmente antes de abrazar un nuevo estado, r o g u e m o s á
en su gloriosa Ascensiop. S e puede decir también que en el tiempo Jesús que nos ilumine y á María que nos asista.
de su predicación, y principalmente cuando obraba milagros, q u e Lo 2.° Consideremos la conducta de los esposos durante el convite...
no cesó de hacer, los Apóstoles vieron siempre, por decirlo así, abier- Jesucristo no solo asistió aquí para autorizar la santidad del matri-
to el cielo sobre él. Nosotros mismos en el último dia verémos el cielo monio, contra el que algún dia los herejes habían de vomitar sus blas-
abierto, bajar los Ángeles y los Santos, y volver á subir siguiendo femias ; sino también para enseñar á los cristianos á observar en este
á su Rey. ¿Serémos nosotros de este n ú m e r o ? género de fiestas las reglas de la modestia y de la templanza. E s -
tos esposos y sus convidados estaban en la presencia de Jesús y d e
Petición y coloquio. María, y por consiguiente la decencia no podia padecer ni ser t u r -
La rectitud sola de m i corazon, ó divino Jesús, me puede mere- bada de alguna acción inmodesta, ni la pureza de algún discurso li-
cer ser testigo y dar testimonio de vuestra gloria, y de participarla. cencioso, la templanza de algún exceso, la caridad de alguna m u r -
Pero ¿quién me puede dar esta rectitud sino Yos, ó Salvador mió, muración, ni la tranquilidad de gritos ni de q u e j a s : en fin, todo se
q u e se la disteis á Natanael? Echad igualmente sobre mí los ojos de ejecutó con una alegría modesta, pura é inocente... Jesucristo no nos
vuestra misericordia: criad en mí un corazon puro y u n espíritu rec- prohibe lodos los placeres ; nos permite los inocentes; él mismo n o
13 T . i.
1 9 4 EL EVANGELIO MEDITADO, MEDITACION X X X I V . 1 9 5

rehusa entrar á parte con nosotros, cuando sean racionales y se con- no hará cuando enderecemos á ella nuestras súplicas, y le pidamos
tengan entre sus justos límites... Sirvámonos de ellos; pero con Je- que interceda por nosotros?
sús? en su presencia, y según su espíritu; que de esta manera nos Finalmente la Virgen previene á los sirvientes de lo que deben h a -
serán tanto mas deliciosos, cuanto serán no solo inocentes, sino t a m - cer, sin que lo pidan. « Dijo la Madre á aquellos que servían, haced
bién santificados. ¡ «lo q u e él os dirá...» María piensa en todo; su caridad lo previene
Lo 3.° Pongamos nuestra atención en lo que sucede á los esposos ca- todo, y quita los impedimentos q u e podrían estorbar que los espo-
si al fin del convite... Estos experimentaron los efectos de la omnipo- sos lograsen el efecto de su petición. Esta divina Madre nos advierte
tencia de Jesucristo y la ternura de la bondad de María. ¡Qué con- á nosotros ahora lo mismo: si queremos q u e Jesucristo la oiga c u a n -
solacion debió causarles el fin d e este convite, tanto por la vista de do interceda por nosotros, escuchémosla, oigámola cuando nos dice
u n estrepitoso milagro , cuanto por la seguridad con q u e quedaron que obedezcamos á su H i j o , que hagamos lo que nos manda , q u e
de u n a protección continua sobre sí!... No sucede así ciertamente vivamos santamente, y como fieles cristianos; entonces nos podemos
en los placeres tumultuosos y culpables con q u e nos embriaga el prometer todos los favores de su mediación.
m u n d o . Los principios parecen bellos, lisonjeros, deliciosos ; pero Lo 2.° Confianza en María fundada en su poder... ¡Cuántas cir-
¡ oh! ¿ v cuánta es la amargura q u e se les sigue? ¡ Qué remodimien- cunstancias se unen aquí para probárnosla! Primera, lo que pide esta
tol ¡ q u é c o n f u s i o n ! ¡qué desesperación! ¿Y qué será cuando lodos soberana Madre... Ella pide para obtener u n milagro en u n a oca-
acaben con la vida? ¿Cuánto mas contentos debieron estar estos es- sion que parecía no merecer un prodigio de la divina omnipoten-
posos por haber convidado á Jesús y á María? Serian ciertamente cia ; porque aquí no se trataba de restituir un hijo único á una viuda
felices los matrimonios, y con buen ánimo y resignación se vence- desamparada, de sanar u n enfermo cruelmente atormentado, ó de
rían sus penas inseparables, si se celebrasen con Jesús y María con socorrer u n infeliz en una extrema necesidad. Pero es María la que
intención pura y cristiana, y no con miras paganas y carnales, m i - pide y obtiene... S e g u n d a , la manera con que se hace la petición, y
ras de ambición y de avaricia. se recibe... Se acercó al Hijo ; no le muestra viveza en el deseo, ni
inquietud ; solo le dice en dos palabras: Estos no tienen vino.. ¿Qué
PUNTO II. necesidad tenia esta bendita Madre de decir mas? Esta súplica res-
petuosa, cubierta con la sombra de una narración sincera, bastaba...
El milagro de las bodas de Caná debe animarnos á poner nuestra con- Jesús sabe bien y conoce lo q u e desea: ella es su Madre ; y le res-
fianza en María. ponde: «¿Qué me importa á mí y á tí? No ha llegado a u n m i h o r a . . . »
Lo 1.° Confianza fundada en su bondad... «Y habiendo faltado el Mariano hizo mayor instancia. Los asistentes, q u e no sabian de qué
«vino, dijo la Madreá Jesús: Estos no tienen vino...» La santísima trataban, no tardaron mucho tiempo en ser iluminados... Jesús em-
Virgen María conoció Ja necesidad en que se hallaban los esposos, pezaba entonces á dejarse ver con discípulos: les quería hacer cono-
sin que ninguno se la advirtiese... Lo que esta Señora hizo enton- cer q u e en las funciones del apostolado no se h a de mirar á la car-
ces , lo hace también ahora todos los dias: esta divina Madre tiene ne y sangre.
siempre abiertos los ojos a u n sobre nuestras mismas necesidades: Por otra parteel Señor habia determinado y señaladoel (¡empopara
¿ d e cuántos peligros nos aleja que nosotros no tememos? ¿ d e cuán- manifestar y hacer resplandecer su poder á sus ojos; y este tiempo n o
tas desgracias nos preserva q u e nosotros no prevemos? ¿cuántas habia llegado aun ; y esto es lo que quiso dar á entender á la san-
"gracias nos alcanza que nosotros no pedimos? tísima Virgen; como si le hubiese dicho: ¿Temes tú que aquel q u e
" Despues habla María á su Hijo, sin que ninguno se lo pida. Ella me ha env iado no sepa señalarme el momento en que será preciso
estaba en la mesa á su lado: conocía su poder: no ignoraba q u e para q u e manifieste su gloria y la m í a ? Aunque el tiempo de que habla
hacer un milagro bastaba quererlo hacer: tampoco dudaba q u e quer- Jesucristo estuviese ya muy cerca, con lodo eslo dice á la santísima
ría, sí ella se lo pedia; y se lo pidió con efecto... Si M a r í a solicita de Virgen: No ha llegado aun mi hora: mostrando con esto su religiosa
este modo los favores de su Hijo, sin que ninguno le suplique, ¿ q u é 13*
196 EL EVANGELIO MEDITADO. MEDITACION X X X I V . 1 9 7

atención á los momentos de la gracia, y la pureza d e su celo por la sion, q u e se ofreció por disposición s u y a , se comenzó á manifestar la
gloria de su Padre. gloria de Jesucristo; á creer en él sus discípulos, y estos fueron con-
Esperaba, dice san Agustín, q u e todos los convidados supiesen firmados en la fe. ¿ Q u é otra cosa desea ahora esta divina Madre, sino
que va no había vino , y q u e la falta y la necesidad fuese constante atraernos á nosotros al conocimiento y al amor de su Hijo, nuestro
v manifiesta, para q u e se conociese el poder del Hijo y la gloria del Salvador y nuestro Dios?
Padre. La hora no habia llegado, dice este Padre, cuando Mana le PUNTO I I I .
habló en favor de los convidados; pero habia llegado ya cuando hizo
el milagro. Por otra parle Jesucristo, concediendo á María lo q u e le El milagro'de las bodas de Caná nos debe afianzar á nosotros en la fe
parecía q u e no debía haberle pedido, nos hace comprender la aten- de Jesucristo.
ción que tiene para con su Madre, V cuan poderosa es con él su in- Lo 1.° De este milagro no se puede dudar por la naturaleza misma
tercesión. , del milagro... El agua mudada en vino era u n prodigio inaudito y
Finalmente, la manera con que fue oída la petición... Despues de único: en él se reconoce el Criador de todas las cosas, el Dueño de
la respuesta de Jesucristo, que acaso habia sorprendido á los asisten- los elementos y de toda la naturaleza : en él se ve manifiestamente
tes al convite , María no se alteró ni se desanimó: estuvo tan cierta la gloria y el poder del Hijo d e Dios. ¡ Oh ! y qué bien concuerda
y tan segura de q u e su Hijo habia condescendido á sus ruegos, q u e este primer milagro público de Jesucristo con el último de su vida
llamó á los sirvientes, y les dijo: Haced lo que él os dirá... Apenas mortal, cuando mudó el pan en su cuerpo y el vino en su sangre...
la Señora hubo dado esta orden, concedió el Hijo la petición d e la Creyendo este primero, ¿ q u é dificultad puede haber para creer el
Madre. « Habia allí puestas seis tinajas de piedra, según usaban para último ?... Yo creo los dos, ó Dios mío, y los creo todos; adoro vues-
«su purificación los judíos, q u e -cada u n a cabia dos ó tres metre- tro soberano poder; me alegro de vuestra gloría, y os doy infinitas
«tas Jesús les dijo: Llenad e s t a s tinajas de a g u a ; y ellos las llena- gracias por la bondad infinita q u e usáis para conmigo.
«ron hasta la boca: y Jesús les dijo: Sacad ahora, y llevadle al maes- Lo 2.° Este milagro es estrepitoso por la manera con que se obró...
«tresala, y le llevaron. Apenas el maestresala gustó el agua conver- F u e hecho sin alguna ceremonia, sin aparato alguno, sin súplicas,
«tida en vino, q u e no sabia de dónde lo hubiesen sacado, lo q u e sa- sin oraciones, sin invocación. Jesucristo, sin moverse del lugar en
«bian m u y bien los sirvientes que las habían llenado de agua, llamó que estaba, dijo á los sirvientes: «Llenad aquellas tinajas de a g u a .
«al esposo, y le dijo : Todos sirven al principio del convite el mejor «Ellos las llenaron, y añadió: sacad ahora y llevad al maestresala.»
«vino ; y cuando la gente se ha saciado dan de otro inferior , pero Este hizo el elogio del vino, como el mas delicado y generoso: esta
«tú has guardado el mejor vino para ahora...» ¿ Q u é no debemos es- mutación se hizo en las manos de los sirvientes; y por decirlo así, por
perar de una tan grande protectora como María? Ayudados de su su propio ministerio, sin que apareciese q u e Jesucristo hubiese te-
socorro , y fieles á seguir sus ejemplos,. ¿ podremos nosotros temer nido a¡Jí parte... El hereje, el pretendido reformador no podrá con-
que nos falte alguna cosa? tradecir á la evidencia de u n tal milagro; y con todo eso ¿no querrá
Lo 3." Confianza en María, fundada sobre su gloria... «Así Jesús creer que la mutación del pan y del vino en cuerpo y sangre de Je-
« e n Caná d e Galilea dió principioáhacer milagros; y manifestó su sucristo, que realmente se hace por la virtud del mismo Jesucristo,
«gloria, y creyeron en él sus discípulos...» Aquí resplandece la glo- y por obra del Espíritu Santo , se puede hacer por el ministerio de
ria de María. 1.° Por haber hecho Jesucristo á petición suya el pri- los sacerdotes, q u e para esto han recibido el poder de Jesucristo, y
mero de sus milagros públicos, despues de haber empezado á juntar la vocacion del Espíritu Santo ? ¡ Ah I ¡ que el querer consultar los
discípulos. 2.° Porque parece que Jesucristo, á petición suya y por propios prejuicios, despreciando la voz de la Iglesia , muestra una
su respeto, anticipó el tiempo de obrar milagros; y empezó de este grande corrupción de espíritu y una obstinada ceguedad!
modo las funciones de su ministerio público. 3.° Porque en esta oca- Lo 3.° Este milagro está confirmado por la multitud de los testigos...
Medidas de tre* arrobas castellanas cada una. Ninguna cosa hay mas cierta q u e el que fue puesta el agua en las
tinajas: la habian llevado los sirvientes de c a s a ; los asistentes al
198 EL EVANGELIO M E D I T A D O . MEDITACION XXXV. 1 9 9

convite la habian visto, y todos fueron testigos nada sospechosos: y nistro del Evangelio motivos para establecer allí su m o r a d a : él no
ile q u e fuese realmente vino lo q u e antes habia sido a g u a , y vino el debe reconocer otro lugar por propio, que aquel á donde lo llaman
mas precioso que hubiese podido salir de tinajas , el q u e ordenó el las funciones d e su ministerio.
convite, los esposos, los discípulos de Jesucristo y todos los asisten- Lo 2." María madre de Jesús lo siguió á Cafarnaum: lo mismo
Ies fueron los j u e c e s ; y no habia medio ni modo de poderse enga- hicieron sus hermanos, esto es , sus parientes y sus discípulos... E l
ñar sobre la verdad... Consideremos cómo deberían mirar en ade- celo de u n ministro del Evangelio debe animarlo á renunciar aun á
lante los discípulos á su Maestro , ó por mejor decir , consideremos su misma familia por seguir su vocacion. No debe apartarse de s u
cómo lo debemos mirar nosotros; qué fe debemos tener en su poder, ministerio por ir á habitar con sus parientes: vayan estos si quie-
q u é confianza en su bondad , q u é respeto á su persona, qué deseo ren á buscarlo, á encontrarlo y á seguirlo donde lo ha destinado la
de agradarle, de llegarnos á él y de servirlo por toda nuestra vida. obediencia.
Lo 3." Jesucristo se detuvo poco tiempo en Cafarnaum; porque se
Petición y coloquio. acercaba ya la Pascua, y quería ir á celebrarla á Jerusalen ; como
¡ Oh divino Jesús ! mostrad a u n ahora vuestro poder y vuestra de hecho fué : es necesario disponer las cosas de modo que poda-
bondad á favor mió, mudando mi corazon, ó sustituyendo en lugar mos en losdias de fiesta mas solemnes cumplir las obligaciones p ú -
de esta flaqueza y debilidad q u e lo domina la fuerza y la alegría de blicas d e religión, y atender á la edificación del prójimo. Jesús se
vuestro espíritu. Haced q u e santamente embriagado del vino nuevo preparaba para ir á Jerusalen, n o para celebrar allí la Pascua co-
de vuestra caridad no tenga ya mas gusto en las falaces delicias del mo un mero particular, sino para manifestarse en cualidad de Me-
siglo; q u e suceda á la frialdad que en él reina el fuego de vuestro sías, anunciar el Evangelio, y empeñar esta grande ciudad con sus
divino a m o r , y finalmente, que siempre dócil á seguir vuestras ór- milagros y con sus beneficios á q u e creyese en é l , y á q u e reci-
denes, y hacer todas las cosas según vuestra voluntad y en su p r o - biese las palabras de la salud q u e le llevaba... Bien conozco, ó J e -
pio tiempo, reciba despues el premio e n el dia de la recompensa. sús m i ó , q u e es el celo d e las almas d e que estáis siempre lleno el
Amen. que os hace dejar la ciudad de Caná, partir de Cafarnaum, y llamar
otra vez vuestros discípulos para q u e sean testigos, y despues imi-
MEDITACION XXXV. tadores d e vuestro celo... Vos empleáis todos vuestros pasos, y diri-
gís lodos vuestros designios por nuestra salvación, mientras- q u e
JESUS SE DISPONE PARA IR Á J E R U S A L E N Á CELEBRAR LA PASCÜA. nosotros no pensamos en aprovecharnos, y nos empleamos en co-
(Joan. II. 12, 13; Matlh. ir. 18-22; Marc. i , 16-20). sas muy diversas y a u n opuestas.
I.° J e s ú s desde Caná se vuelve á C a f a r n a u m ; 2.° llama de nuevo j i Pedro y
A n d r é s ; 3.° llama también para que lo sigan á Jacobo y J u a n . PUNTO II.
PUNTO I . Jesús llama de nuevo á Pedro y Andrés.
Vuelve Jesús á Cafarnaum. Luego q u e Jesús llegó á C a f a r n a u m , permitió á sus discípulos
«Despues de esto, fué con su M a d r e , con sus hermanos y con sus q u e se retirasen á sus casas hasta q u e los volviese á llamar. Si N a -
«discípulos á Cafarnaum : aquí permanecieron por poco tiempo; y tanael no se quedó en Caná, q u e era el lugar de su habitación, se
«estaba y a cerca la Pascua de los j u d í o s , y subió Jesús á Jerusa- volvió allá. Felipe se retiró á Betsaida su patria. J u a n era de Ca-
«len...» farnaum ; y a u n q u e Pedro y Andrés eran naturales d e Betsaida,
Lo 1.° Jesús deja la ciudad de Caná, no obstante q u e allí fue ilus- tenían su domicilio y habitación en Cafarnaum. Jesús, p u e s , q u e -
trada s u gloria por el milagro, q u e habia hecho : la reputación q u e riendo ir á Jerusalen acompañado de algunos discípulos, llamó pri-
se adquiere en u n lugar, la gratitud q u e en él se encuentra, ó cual- mero á Pedro y Andrés.
quiera otra ventaja temporal q u e pueda resultar, n o son á u n m i - Primeramente: Examinemos aquí quién son estos que Jesucristo
200 EL EVANGELIO M E D I T A D O .

llama... «Y caminando Jesús por la ribera del mar de Galilea vio aquel que habiéndola comprendido la desprecia, difiere el obede-
«dos hermanos, Simón llamado Pedro, y Andrés su hermano, q u e cer, espera q u e se la repitan, y sofoca la memoria, ó para no res-
«echaban en el mar las redes (porque eran pescadores)...» Eran ponder á ella, ó para retirarse vilmente despues de haber respon-
pescadores, gente de mar, sin letras, sin crédito, sin autoridad y dido! ¿Cuántas veces nos ha llamado Jesús para que lo sigamos, y
sin bienes de fortuna, á excepción de u n a barca y unas r e d e s ; p e - para que lo sirvamos con u n a fervorosa y santa vida, sin q u e nos-
ro por otra parte personas sencillas y de una vida inocente y labo- otros nos hayamos dignado de responder á u n tan dulce y tan hon-
riosa, y ocupados actualmente en el trabajo de su oficio y de su es- roso llamamiento? ¿No es verdad q u e siguiendo á Jesucristo, y
tado... Estos son los q u e Dios prefiere á los grandes, á los ricos, á estando en sus divinas manos, hubiéramos tal vez sido unos santos
los sabios, y á los hombres vanos, ociosos y voluptuosos. y acaso unos instrumentos de que se hubiera servido para la salva-
Lo 2.° Observemos el fin para que Jesucristo los llama... «Y les ción y santificación d e muchos? ¡Qué pérdida! q u é desgracia! P e -
« dijo : Venid detrás de m í , y os haré pescadores de hombres...» Era ro no hay que desesperar: nos llama a u n ; escuchemos su voz : em-
costumbre del Salvador hacer en sus discursos esta especie d e alu- pecemos hoy, a u n q u e tarde, á seguir este divino Maestro ; y pro-
siones por medio de objetos sensibles á las cosas espirituales: se- metámosle seguirlo en adelante con fidelidad y con constancia.
g u i d m e , p u e s , dice á Pedro y Andrés, vosotros sois pescadores de
peces ; lo sé : yo pesco hombres ; venid conmigo, y os enseñaré es- PUNTO I I I .
te arle divino. No comprendieron ellos ciertamente toda la exten- Jesús llama á Jacobo y á Juan para que lo sigan.
sión de estas palabras. Y ¿quién jamás se habría imaginado q u e
gente d e esta clase, simple, rústica y de tan poco talento, debia u n «De allí caminó adelante ; vio otros dos hermanos, Jacobo de Ze-
dia hacer mudar d e semblante al universo , destruir la idolatría, y « bedeo, y Juan su hermano en una barca juntos, con su padre que
hacer reconocer á Jesucristo crucificado por Hijo de Dios? Hayan «componían las redes; y los llamó... y ellos dejando las redes, le
dicho, en hora b u e n a , en otro tiempo u n Juliano Apóstala, un P o r - «siguieron...» Consideremos:
firio , un Celso ; y díganlo también en nuestros dias los libertinos y Lo 1.° Como Jacobo y Juan obedecieron con alegría: Juan habia
los impíos si quieren : que la elección de Jesucristo fue por políti- contado á Jacobo su hermano mayor y á su padre Zebedeo el m i -
ca , y q u e escogió gente r u d a y simple, porque no pudo hacer que lagro que Jesús habia hecho en Caná, y de q u e él habia sido testi-
lo siguiesen los sábios y la genle de espíritu ; pero sepan q u e si Je- g o , y otros milagros hechos en Cafarnaum. Este tierno padre esta-
sucristo no pudo hacer q u e lo siguiesen sino gente simple y hom- ba fuera de sí con tañías maravillas, y con la alegría de q u e el mas
bres ignorantes : estos simples y estos ignorantes se han hecho se- joven de sus hijos hubiese ya sido admitido en el número délos dis-
guir de los sábios de la tierra los m a s iluminados; estos simples y cípulos del Mesías. El mas grande, Santiago ó Jacobo, estaba lleno
estos ignorantes han convertido el universo, las ciudades, las pro- de una sania envidia de su hermano, cuando Jesús los llamó á los
vincias y aun las naciones mas cultas y mas bien instruidas d e lodo dos... ¡Cuál fue la alegría d e estos dos hermanos! ¡Cuál el júbilo
el mundo. Los antiguos jmpíos nada han podido oponer á esta ver- de los cuatro amigos al verse reunidos en la compañía de Jesús, su
dad ; y los modernos jamás podrán destruirla. ¿No es este u n h e - común Maestro 1 El q u e 110 mira la vocacion de Dios como u n i n -
cho auténtico anunciado por Jesucristo en aquel mismo tiempo en signe favor comienza á hacerse indigno, y corre riesgo de ser pres-
q u e ni a u n era verisímil, y cuya certeza ha pasado de siglo en si- to infiel... Zebedeo su padre, que se vio de u n golpe privado de sus
glo hasta nosotros que estamos viendo su cumplimiento? dos hijos, bien léjos de lamentarse, dió gracias al Señor porque mul-
3.° Consideremos como Jesucristo llama á Pedro y Andrés con tiplicaba sobre él sus favores y sus beneficios... Un padre cristiano
una sola palabra y de paso ; y ellos luego al punto, abandonadas las ¿podrá mirar de otra suerte la vocacion de sus hijos al estado ecle-
redes, lo siguieron. ¡ Ay d e aquel á quien la pasión ó la distracción siástico ó religioso?
impide oir esta palabra 1 ¡ Ay de aquel q u e habiéndola oido no quie- Lo 2." Como Jacobo y Juan obedecieron con generosidad... Se se-
re comprenderla, la disimula, la restringe, la modifica! ¡Ay de pararon de u n padre tiernamente amado ; no van ni á despedirse
202 EL EVANGELIO MEDITADO.
(le su m a d r e , de quien también conocían la ternura ; dejan, como su vida pública. Hasta este tiempo no se había dejado ver en la ca-
los dos primeros, la barca y las redes en manos de los mozos y de pital. Era en ella conocido solo por el testimonio d e su Precursor,
su padre, sin saber cuándo ó si en algún tiempo las volverán á to- v por el estrépito de los milagros q u e habia ya hecho en Galilea.
m a r ; y finalmente lodos abandonan u n género d e vida á que esta- Esto, sin d u d a , era suficiente para disponerla á aprovecharse de la
ban acostumbrados y la ocupacion q u e formaba todas sus rique- presencia de Jesucristo, y á prevenirla en favor de su doctrina, si su
zas... Pero acaso dirá alguno q u e todo era poco : ¡ay d e mí! yo obstinación no hubiera sido siempre insuperable. Jesús entró en ella
respondo q u e aquello q u e impide seguir á Jesucristo con u n a fi- algunos dias antes d e la Pascua seguido de cuatro discípulos q u e
delidad completa y entera, y lo que Dios nos manda dejar por su habia llamado, pasando á la ribera del mar de Tiberíades, Pedro,
amor, seguramente es en sí cualquier cosa de menos, y con todo Andrés, Jacobo y J u a n . Habiendo llegado, se fué luego al templo,
eso no podemos resolvernos á dejarlo. donde quiso darse á conocer con u n acto d e autoridad q u e debió
Lo 3.° Obedecen con prontitud: luego, en un momento, sin dila- ser de grande estrépito, echando d e la casa de Dios los profanado-
ción, al primer eco de la voz, lo abandonan todo... Modelo perfecto res que la deshonraban, y q u e los sacerdotes y a de mucho tiempo
de obediencia religiosa. La prontitud, segundo indicio del fervor, sufrían, sin pensar en remediar esle desorden...
hace el principal mérito de la obediencia, q u e para ser digna de Dios Lo 1:° Consideremos quiénes eran estos profanadores... «Y e n -
no debe ser menos pronta q u e la de las criaturas inanimadas, q u e c o n t r ó en el templo gente q u e vendia bueyes, ovejas y palomas,
obedecen sin dilación á la voz de su Criador : ella debe ser seme- « y banqueros q u e estaban sentados...»
jante á aquella q u e ó de grado ó por fuerza tendrémos en la muer- Estos profanadores eran en parte judíos interesados q u e tenían
te cuando nos llame ; obediencia q u e no se podrá retardar entonces una especie de mercado en el primer atrio del templo, vendiendo
un momento, ni por negocios comenzados, ni por otra ninguna las cosas necesarias para los sacrificios; y en parte eran banqueros
causa q u e tengamos entre manos. q u e por la pública comodidad hacían u n comercio m u y lucroso,
dando con cierta ganancia monedas de metal bajo en cambio de las
Petición y coloquio. de oro y de plata q u e se les suministraban... ¿Cuáles son ¡ a y d e
Sí, ¡ oh Dios mió! cuando se tratare de vuestro servicio, no m e mí! los profanadores de nuestras iglesias infinitamente m a s respe-
dejaré entretener de algún otro interés : renunciaré, si es necesario, tables por la presencia sacramental y real de Jesucristo q u e el t e m -
cuanto mas eslimo en esle m u n d o , y abrazaré lo q u e sea mas difí- plo de Jerusalen? Son personas q u é vienen solo por ver y ser vis-
cil por obedecer á vuestras órdenes y por mostraros mi docilidad. tas ; que entran hasta los pies de los altares con mucho menos res-
Sostened esta resolución con vuestra gracia, ó Señor, para q u e yo peto y compostura q u e en la casa de u n grande del m u n d o ; q u e
sea vuestro en el tiempo y en la eternidad... Amen. comparecen con tanto fauslo, orgullo, inmodestia é indecencia co-
mo si fueran á presentarse en una asamblea profana; q u e allí hablan
MEDITACION XXXVI. con mas libertad q u e en u n a sala de espectáculo ; q u e en el tiempo
mismo en q u e parece q u e quieren en lo exterior dar á Dios a l g ú n
P R I M E R V I A J E D E J E S Ú S Á J E R U S A L E N P A R A LA F I E S T A D E L A P A S C U A .
(Joan. 11, 1 3 - 2 5 ) .
obsequio, tienen el corazon y el espíritu ocupados con objetos inúti-
les ó malos; y que finalmente salen con mayor disipación y a g r a -
1." J e s ú s echa f u e r a del templo los profanadores del lugar santo ; 2.° r e s - vados de mayor número d e pecados q u e cuando entraron. ¿No soy
p o n d e á los judíos q u e se lamentan de esto ; 3.° p e n e t r a el fondo de los c o r a -
v o , acaso, también d e este n ú m e r o ?
zones.
PUNTO I . Lo 2." Observemos cómo Jesucristo trata estos profanadores... S u
escandalosa profanación se toleraba; habia pasado á uso y costum-
Echa fuera del templo los profanadores. bre , y ya no se hacia caso de ella. Era vista de todos la negociación,
« I estaba cerca la Pascua de los judíos, y Jesús subió á Jerusa- y ninguno la reprobaba. Jesucristo no pudo sufrir este escándalo ;
«len...» Esta era la primera Pascua despues de haber comenzado se indignó: el lugar santo q u e se profanaba con tan poco miramien-
202 EL EVANGELIO MEDITADO.

<le su m a d r e , de quien también conocían la ternura ; dejan, como su vida pública. Hasta este tiempo no se había dejado ver en la ca-
los dos primeros, la barca y las redes en manos de los mozos y de pital. Era en ella conocido solo por el testimonio d e su Precursor,
su padre, sin saber cuándo ó si en algún tiempo las volverán a l o - v por el estrépito de los milagros q u e habia ya hecho en Galilea.
m a r ; y finalmente lodos abandonan u n género d e vida á que esta- Esto, sin d u d a , era suficiente para disponerla á aprovecharse de la
ban acostumbrados y la ocupacion q u e formaba todas sus rique- presencia de Jesucristo, y á prevenirla en favor de su doctrina, si su
zas... Pero acaso dirá alguno q u e todo era poco : ¡ay d e mí! yo obstinación no hubiera sido siempre insuperable. Jesús entró en ella
respondo q u e aquello q u e impide seguir á Jesucristo con u n a fi- algunos dias antes d e la Pascua seguido de cuatro discípulos q u e
delidad completa y entera, y lo que Dios nos manda dejar por su habia llamado, pasando á la ribera del mar de Tiberíades, Pedro,
amor, seguramente es en sí cualquier cosa de menos, y con todo Andrés, Jacobo y J u a n . Habiendo llegado, se fué luego al templo,
eso no podemos resolvernos á dejarlo. donde quiso darse á conocer con u n acto d e autoridad q u e debió
Lo 3.° Obedecen con prontitud: luego, en un momento, sin dila- ser de grande estrépito, echando d e la casa de Dios los profanado-
ción, al primer eco de la voz, lo abandonan todo... Modelo perfecto res que la deshonraban, y q u e los sacerdotes y a de mucho tiempo
de obediencia religiosa. La prontitud, segundo indicio del fervor, sufrían, sin pensar en remediar esle desorden...
hace el principal mérito de la obediencia, q u e para ser digna de Dios Lo 1:° Consideremos quiénes eran estos profanadores... «Y e n -
no debe ser menos pronta q u e la de las criaturas inanimadas, q u e c o n t r ó en el templo gente q u e vendía bueyes, ovejas y palomas,
obedecen sin dilación á la voz de su Criador : ella debe ser seme- « y banqueros q u e estaban sentados...»
jante á aquella q u e ó de grado ó por fuerza tendrémos en la muer- Estos profanadores eran en parte judíos interesados q u e tenían
te cuando nos llame ; obediencia q u e no se podrá retardar entonces una especie de mercado en el primer atrio del templo, vendiendo
un momento, ni por negocios comenzados, ni por otra ninguna las cosas necesarias para los sacrificios; y en parle eran banqueros
causa q u e tengamos entre manos. q u e por la pública comodidad hacían u n comercio m u y lucroso,
dando con cierta ganancia monedas de metal bajo en cambio de las
Petición y coloquio. de oro y de piala q u e se les suministraban... ¿Cuáles son ¡ a y d e
Sí, ¡ oh Dios mió! cuando se tratare de vuestro servicio, no m e mí! los profanadores de nuestras iglesias infinitamente m a s respe-
dejaré entretener de algún otro interés : renunciaré, si es necesario, tables por la presencia sacramental y real de Jesucristo q u e el t e m -
cuanto mas eslimo en esle m u n d o , y abrazaré lo q u e sea mas difí- plo de Jerusalen? Son personas q u é vienen solo por ver y ser vis-
cil por obedecer á vuestras órdenes y por mostraros mi docilidad. tas ; que entran hasta los pies de los altares con mucho menos res-
Sostened esta resolución con vuestra gracia, ó Señor, para q u e yo peto y compostura q u e en la casa de u n grande del m u n d o ; q u e
sea vuestro en el tiempo y en la eternidad... Amen. comparecen con tanto fausto, orgullo, inmodestia é indecencia co-
mo si fueran á presentarse en una asamblea profana; q u e allí hablan
MEDITACION XXXVI. con mas libertad q u e en u n a sala de espectáculo ; q u e en el tiempo
mismo en q u e parece q u e quieren en lo exterior dar á Dios a l g ú n
P R I M E R V I A J E D E J E S Ú S Á J E R U S A L E N P A R A LA F I E S T A D E L A P A S C U A .
(Joan. 11, 1 3 - 2 5 ) .
obsequio, tienen el corazon y el espíritu ocupados con objetos inúti-
les ó malos; y que finalmente salen con mayor disipación y a g r a -
1." J e s ú s echa f u e r a del templo los profanadores del lugar santo ; 2.° r e s - vados de mayor número d e pecados q u e cuando entraron. ¿No soy
p o n d e á los judíos q u e se lamentan de esto ; 3.° p e n e t r a el fondo de los c o r a -
v o , acaso, también d e este n ú m e r o ?
zones.
PUNTO I . Lo 2." Observemos cómo Jesucristo trata estos profanadores... S u
escandalosa profanación se toleraba; habia pasado á uso y costum-
Echa fuera del templo los profanadores. bre , y ya no se hacia caso de ella. Era vista de todos la negociación,
« I estaba cerca la Pascua de los judíos, y Jesús subió á Jerusa- y ninguno la reprobaba. Jesucristo no pudo sufrir este escándalo ;
«len...» Esta era la primera Pascua despues de haber comenzado se indignó: el lugar santo q u e se profanaba con tan poco miramien-
204 EL E V A N G E L I O M E D I T A D O ,
to era la habitación de su P a d r e , y á él tocaba tomar la venganza.
« Y hecho como un látigo d e cuerdecillas de junco, á todos los echó PUNTO I I .
«del templo, y las ovejas, y los bueyes ; y echó por tierra el dine- Jesús responde á los judíos.
«ro de los banqueros, y derribó los bancos. Á los que vendían las
«palomas dijo: Quitad de aquí estas cosas, y n o queráis hacer la Primeramente examinemos la pregunta que le hacen los judíos...
« casa de mi Padre casa de negociación...» ¡ Cuántas cosas q u e nos- «Respondieron, p u e s , los judíos, y le dijeron : ¿Con q u é señal m a -
otros mismos excusamos en nosotros, y miramos como ligeras y co- «nifiestas el poder hacer estas cosas?»
mo autorizadas, ó á lo menos toleradas con el uso y con el ejemplo Estos judíos tenian sin duda alguna autoridad en el templo, c o -
de los otros, no son miradas por Jesucristo con semejantes ojos! La mo los sacerdotes, los escribas y levitas. S u pregunta da á enten-
Iglesia es casa de Dios. Y nosotros somos templos vivos del Espíritu der por lo menos en ellos mucha animosidad, envidia é increduli-
Santo. Examinemos si en nuestros corazones hay alguna cosa que dad. Para remediar, decian ellos, los abusos públicos es necesaria
quitar, que pueda ofender los ojos de Jesucristo, y traer sobre nos- la pública autoridad ; u n a misión extraordinaria del cielo : mués-
otros el rigor de sus castigos. Aprendamos, pues, á regular nues- tranos , p u e s , tu poder, y las señales de una legítima autoridad q u e
tra conducta y nuestros juicios, no sobre el uso de los hombres, si- justifiquen lo que has hecho ; ó si eres profeta y enviado de Dios,
no según la norma de la santidad d e Dios á quien servimos. da pruebas de esta cualidad haciendo aquí algún prodigio : danos
Lo 3.° Consideremos el celo que mostró Jesucristo en esta ocasion; una señal de tu misión obrando algún milagro... Pero la acción
celo profetizado, celo abrasador... Celo profetizado. Los cuatro dis- q u e Jesucristo habia hecho ¿no era en sí u n a señal sensible d e su
cípulos, testigos del suceso, y que habían visto siempre en J e s u - divino poder, y una prueba de su autoridad? Cuatro galileos rudos,
cristo un aire y semblante d e bondad y de dulzura, quedaron sor- discípulos de Jesucristo, habían reconocido en esto el cumplimiento
prendidos á vista del rigor de esta acción. Se acordaron que está es- de una profecía que mira al Mesías; y estos sábios de Jerusalen no
crito en el salmo 1 que frecuentemente se rezaba en sus sinagogas : ven aquí cosa alguna grande, y antes se escandalizan... Mas si pa-
El celo de tu casa me ha consumido, y vieron q u e esta profecía se ve- ra ellos se necesitaba otra prueba ú otra señal, no era necesario q u e
rificaba perfectamente en la persona de su Maestro... Este oráculo esta se diese con un milagro. Los testimonios de Juan Bautista, d e
se debe también cumplir en todos aquellos que Jesús ha llamado á q u e ya habían oido hablar, ¿no eran otras tantas pruebas en su f a -
su ministerio. vor? Cuando ellos mismos enviaron diputados al santo Precursor,
Celo d e Jesucristo, celo abrasador y devorante, q u e tenia por estaban dispuestos, según decian, á creerlo si les hubiese dicho q u e
principio á Dios solo. Este divino Salvador estaba penetrado de la él era el Mesías; ahora, p u e s , ¿no era Juan por ventura mucho mas
grandeza de Dios su P a d r e , y lo amaba con u n amor perfecto : d e digno de fe, cuando les nombró otro, sabiendo todos q u e el Mesías
esto nacía aquel celo vivo y ardiente de q u e estaba animado... ¡ Ah! indicado por J u a n era Jesucristo? ¿Por q u é , p u e s , pedirle ahora un
si tuviéramos por Dios nuestro Padre los mismos sentimientos d e milagro?... Y finalmente, si era necesario u n milagro ; el suceso
respeto y de amor, ¡cuánto mas ardiente, sabio, iluminado y eficaz de la acción hecha por Jesucristo ¿no lo era ya de esta naturaleza?
seria nuestro celo! El celo q u e tiene por principio la pasión, que es ¿Cómo u n hombre solo, si no estuviese autorizado por Dios, habria
nacido de u n espíritu silvestre y crítico, de u n temperamento a r - podido emprender y ejecutar u n semejante proyecto, sin que entre
diente é inquieto, de la cólera, de la antipatía y del odio del p r ó - tantos interesados en oponérsele, ni uno solo se atreviese á hablar-
jimo, del orgullo y del deseo de hacerse visible; u n tal celo se ma- le ni á defenderse? ¿Cómo todos estos vendedores y todos estos b a n -
nifiesta por sí mismo, se hacedespreciable, y exaspera los culpados... queros se habrían dejado tratar de esta m a n e r a , si no hubiesen sen-
Pero el q u e viene de Dios está lleno de decencia en sus movimien- tido la impresión d e la divinidad q u e estaba en Jesucristo? ¿No es
tos, de santidad en sus palabras, de gravedad en sus órdenes, y de u n milagro, dice san Jerónimo, q u e u n hombre solo, sin compa-
autoridad y majestad en la persona que de él está llena. Á u n celo recer revestido de alguna autoridad, hubiese hecho, sin la mas mí-
semejante todo conviene que c e d a ; y nada hay que pueda resistir. nima resistencia, lo q u e habia hecho Jesucristo? Conviene, pues,
1
P s a l m . L x v n i , 10.
decir dice este P a d r e , q u e un fuego celestial resplandeció en sus discurrir sobre el templo material en que se hallaban; á calcular
ojos v q u e vieron en su frente la majestad divina... Y si se reque- eruditamente cuánto tiempo se habia empleado en construirlo y po-
r i a n ' a u n mas milagros, ¿ignoraban acaso estos judíos los q u e J e - nerlo otra vez en el estado en que e s t a b a ; á deducir que la palabra
sucristo babia hecho en la Galilea? Los mismos que los habían visto del Salvador incluía una contradicción manifiesta; y finalmente se
no se hallaban entonces en Jerusalen puntualmente para celebrar retiraron mas incrédulos de lo que habian venido... Justo castigo
l a Pascua? ¿No los habian contado? ¿Qué? ¿ E r a n estos tan insen- de su orgullo y de su voluntaria ceguedad. Él, pues, hablaba del
satos ó tan malintencionados? ¡Av de vosotros, endurecidos! Jesu- templo de su cuerpo... De aquel cuerpo divino q u e los judíos habian
cristo los hará en Jerusalen ; vosotros los veréis, pero 110 los cree- de clavar en la c r u z , y q u e despues debia ser sepultado , y á los
réis... Cuando el corazon está enajenado por una pasión, ninguna tres dias resucitar... ¡Oh cuerpo adorable! Vos sois efectivamente
cosa hay poderosa p a r í ganarlo. Se necesitaría, según los incrédu- el verdadero templo de Dios ; en Vos reside la plenitud de la divi-
los, q u e Dios hiciese un milagro para cada uno de ellos en parti- nidad, y por Vos nos acercamos á Dios, y nos unimos á él, reci-
cular, v q u e lo hiciese en la especie y en la manera q u e ellos lo biéndoos en el divino Sacramento.
quisiesen. ¡Ahí no lo usa hacer así el Autor del universo. El no Lo 3.° Consideremos qué efecto produjo despues la respuesta de Je-
puede aceptar la ley de sus criaturas ; sus caminos son mas eleva- sucristo... Esta respuesta era una predicción con la que el Salvador
dos, mas majestuosos, mas dignos de él y mas independientes. No deciaá los judíos : Vosotros sacrificáis el templo de mi Padre á vues-
concede prodigios á aquellos q u e están empeñados en pedirlos pol- tra avaricia, y del mismo modo Sacrificaréis mi cuerpo á vuestra
la incredulidad ó por la malignidad ; porque con semejantes dispo- envidia. Y ¿qué sucederá? Que aquel mismo poder que ha obrado
siciones no se piden para convencerse, sino para impugnarlos. lo que ahora os ocasiona escándalo y confusion, hará al fin un pro-
Lo 2.° Observemos cuál fue la respuesta de Jesucristo, y ai qué sen- digio q u e vosotros no sabréis comprender, y bajo cuyo peso queda-
tido la tomaron los judíos... «Les respondió Jesús, y les dijo : Des- réis oprimidos. Este prodigio es la resurrección de mi c u e r p o , que se
« haced este templo, v yo en tres días lo volveré á poner en pié. Di- hará á los tres dias que seguirán á la destrucción que habréis h e -
« j e r o n , p u e s , los judíos: este templo fue fabricado en cuarenta y cho. Yo entonces seré vencedor de la muerte, y mi resurrección es-
«seis a ñ o s , y ¿ l ú lo volverás á poner en pié en tres dias?...» Este tablecerá perfectamente la verdad de mi misión... Esta predicción
mismo es el "temperamento de nuestros espíritus fuertes, que en las tuvo su efecto en el tiempo destinado... «Esto es, entonces cuando
cosas de religión lo toman todo en un sentido grosero y p u r a - « resucitó de la muerte se acordaron sus discípulos como él habia
mente material. Y ¿ q u é ? Judíos q u e se gloriaban de estar ins- «dicho esto ; y c r e y e r o n á l a Escritura y á las palabras de Jesús...»
truidos, que estaban acostumbrados á los sentidos figurados , a los Así la misma palabra cegó á los judíos indóciles, y ocasionó la m u e r -
e n i g m a s , á las parábolas, ¿no sospechaban alguna cosa semejante te á J e s ú s ; consoló á los discípulos de este divino Salvador, y ase-
en las palabras de Jesucristo? Cuanto mas imposible les parecía la guró su fe cuando vieron su cumplimiento ; convirtió á los gentiles,
cosa, tanto mas debieran juzgar q u e no se debían tomar los térmi- y los convenció de la divinidad del Mesías... ¡Oh sabiduría divina,
nos de la respuesta como sonaban. Debian, pues, pedirle al que la y cómo con una palabra sola castigais vuestros enemigos, os sa-
dió, q u e les declarase en qué sentido la entendiese, ó si no se atre- crificáis por nosotros, formáis vuestra Iglesia, y consoláis á los que
vían a pedírselo, debian, como lo hicieron los Apóstoles, esperar á creen en Vos!
q u e el tiempo les revelase el misterio, y les diese la explicación... PUNTO III.
Lo mismo debemos hacer nosotros cuando encontramos oscuridad Jesús penetra el fondo de los corazones.
en la Escritura, en nuestros misterios y en la conducta de Dios p a -
ra con los hombres. Seamos siempre igualmente fieles á Jesucristo, Lo 1." Conoce á los que no creen en él... « E n el tiempo, p u e s ,
v sumisos á su Iglesia. Dios tiene sus momentos; y el tiempo lo «que estuvo en Jerusalen por la Pascua y por la solemnidad. niu-
descubrirá todo... Pero este partido es demasiado humilde y dema- «chos creyeron en su nombre viendo los milagros que h a c i a . . . » J e -
siadamente cuerdo para los sabios orgullosos... Estos comenzaron á sús no rehusó dar al pueblo, q u e habia concurrido entonces á J e r u -
MEDITACION X X X V I . 2 0 9
208 E L EVANGELIO MEDITADO.
salen, la grande prueba de su misión. Los judíos le habian pedido que sobre las exteriores apariencias. Y ¿ q u é cosa hay mas expuesta
un solo milagro, y él hizo tantos y tan grandes, q u e muchos creye- á engaños? Aun aquellas apariencias q u e deberían echarse á b u e -
ron en él... ¡Ah! ¿por qué no creyeron todos? Por su obstinación. na parte por la caridad, ¿no se echan las mas veces á mala por la
Jesús los conocía. Conoce también ahora á todos los q u e no creen perversidad? Por esto en orden á nueslro prójimo, sobre quien no
en él. Él solo conoce hasta qué punto cada u n o d e ellos es culpable; tenemos algún derecho, no hagamos de él jamás juicio alguno s o -
porque él solo conoce la medida de las gracias y d e las luces á q u e bre el testimonio de los hombres. Creamos caritativamente el bien
han hecho resistencia. Pero sin examinar hasta q u é punto son cul- q u e de él se dice, edifiquémonos, y no demos fe alguna al mal q u e
pables , cosa q u e no toca á nosotros, compadezcámonos de ellos; de él se puede decir... Respecto de aquellos de quien tenemos d e -
roguemos por ellos, y consideremos q u e nosotros mismos seríamos recho de informarnos ; en el recibir el testimonio de los hombres,
culpables si tuviéramos la desgracia de ser del número de los q u e consultemos la caridad, la prudencia y la justicia; implorando a l
no creen. mismo tiempo las luces de aquel q u e n o tiene necesidad del testi-
Lo 2.° Jesús conoce los que creen en él... «Pero Jesús no se íiaba monio de alguno. Finalmente,respecto de nosotros mismos, h a g a -
« d e ellos porque los conocía á lodos...» E n el corazon de aquellos mos poco caudal de los discursos y de los pensamientos de los h o m -
judíos volubles é inconstantes q u e fueron arrebatados d e la admira- bres. No debemos ensoberbecernos por las ideas favorables q u e s e
ción de los milagros de Jesucristo, mas q u e del amor por la verdad puedan tener d e nosotros, ni inquietarnos por cuanto puedan a l -
y de la estimación de su persona, leia el Salvador claramente q u e gunos pensar y decir en contra. Jesús ni nos conoce, ni nos juzga
un dia pedirían su sangre, y que entre ellos no había seguridad al- por el leslimonio de nuestros amigos, ni por el d e nuestros enemi-
g u n a para él. Conocía q u e aquellos hombres que entonces parecían gos. E n el bien que d e nosotros se dice debemos hallar de qué h u -
tan dedicados á él y q u e creian también en é l , estando rodeados de millarnos, y en el mal de q u é instruirnos ; y referirlo lodo á aquel
aquellos que no creian, no habian de tener por la mayor parle una que nos ve en nosotros mismos, sin solicitar merecer la aprobación
fe baslanle firme para resistir al ejemplo, á la autoridad, á los a r - de otro q u e de él mismo.
tificios y á las calumnias de estos. Estaba por tanto resuelto á n o Petición y coloquio.
fiarse del afecto presente que le manifestaban, ni de la admiración
improvisa de q u e los veia sobrecogidos... Nosotros creemos en J e - ¡ Ay de mil Señor, ¿ q u é es lo que he hecho cuando h e buscado
sucristo ; y en ciertos tiempos renovamos los sentimientos d e peni- la estimación de los hombres? He procurado engañarlos sin pensar
tencia que edifican la Iglesia ; pero ¡av d e mí! ¿ P u e d e Jesucristo q u e me engañaba á mí mismo, y q u e no podia evitar la penetra-
hacer cuenta con nosotros y fiarse de nuestras promesas? ¿«Ve en ción y la severidad de vuestra vista. ¿ Q u é es lo que he hecho c u a n -
nosotros aquella generosa determinación de observar su ley en t o - do me he conturbado por el desprecio q u e de mí hacian los h o m -
das las cosas, de superar todas las dificultades, de vencer todas las bres? Me h e olvidado q u e merecía los vuestros, y q u e los de los
tentaciones, de despreciar lodos los respetos h u m a n o s , de resistirá hombres sufridos por vuestro amor podian servirme para satisfacer
lodos los malos ejemplos, de evitar lodos los escándalos, y de huir por mis pecados, y para purificarme á vuestros ojos. S e d , ó Jesús
todas las ocasiones d e ofenderlo? ¿No ve al contrario en la mayor m i ó , el único testigo de mi vida, el solo de quien tema los despre-
parle de nosotros, fieles sin f e , corazones sin piedad, voluntad sin cios, y el solo de quien reciba los consuelos, las complacencias y
acción, ó á lo menos una fe tan débil y tan lánguida, que presto ó los favores. Amen.
tarde cede, y sigue el torrente, la multitud, la política y el m u n d o ?
Lo 3." Jesús conoce el hombre en el hombre mismo, sin el testimo-
nio de alguno... «Y porque no tenia necesidad d e q u e alguno diese
«testimonio del otro. Porque por sí mismo sabia lo q u e habia en el
«hombre...» ¡Oh! ¡y cuán ciego es el testimonio de los hombres!
No pueden pensar, juzgar, hablar y dar testimonio de los otros, mas
14 T. I.
210 EL EVANGELIO MEDITADO. MEDITACION XXXVII. 211
los juicios de los h o m b r e s , y para vencer nuestros propios hábitos.-
MEDITACION X I I V 1 I . G u a r d é m o n o s , p u e s , de dilatar á u n tiempo tan incierto y á u n a
edad tan débil la ejecución d e los buenos -deseos q u e el cielo n o s
CONFERENCIA DE JESÚS CON NICODEMÜS.
inspira. Es ciertamente m u y larde empezar en esta edad á instruir-
(Joan. ni. 1-21).
se en la propia religión, á creer y á emprender la m u d a n z a del c o -
E s t a conferencia nos e n s e ñ a que hay obstáculos para la fe difíciles de v e n c e r , razon , y á disponerse á una n u e v a vida, principalmente cuando s e
de los que triunfó N i c o d e m u s . . . 1.° por parte del m u n d o ; 2.° p o r parte del
ha pasado la j u v e n t u d en el libertinaje, y se h a llenado el espíritu
espíritu^ 3.° por parte del corazon.
de dudas y d e ciertas quejas insípidas sobre la Religión. Nicodemus
PUNTO I. no se hallaba en esta situación : pero leyendo la ley no habia e s t u -
diado su espíritu.
Obstáculos por parte del mundo vencidos por Nicodemus. Los obstáculos de q u e hemos hablado eran g r a n d e s ; y cierta-
«Y liabia i m hombre de los fariseos, llamado N i c o d e m u s , d e los mente Nicodemus los venció. S e f u é á Jesucristo, pero no sin m a -
«principales enlre los judíos : este se f u é d e noche á J e s ú s , y le di- nifestar a l g u n a flaqueza... Tenia el corazon recto, y ' á pesar d e s ú s
ajo : Maestro, sabemos q u e has sido enviado por Dios para enseñar, prejuicios, quedó sorprendido de los prodigios de Jesucristo : de he-
« p o r q u e n i n g u n o puede hacer los prodigios q u e t ú haces, si no tie- cho era difícil el no sentir su impresión. Y ¿cómo todos los judíos
« n e á Dios consigo...» ¡Cuántos obstáculos á la fe y á la piedad se de aquel tiempo y todos los .incrédulos del nuestro pueden sostener
encuentran a u n en el m u n d o q u e fueron vencidos p o r Nicodemus! su esplendor sin caer á los piés de Jesucristo? Nicodemus f u é á e n -
Lo 1.° Los vínculos con un partido acreditado... Nicodemus era de contrar al Salvador, pero de noche... ¡ O h temor del m u n d o ! oh
la secta de los fariseos. Esta secta hacia profesion d e u n a moral s e - respeto h u m a n o ! ¡cuántas conversiones has impedido! cuántos re-
vera y de u n a observancia rigurosa de la ley : pero al mismo tiem- probos has hecho! No se atreve, p u e s , ¡oh Sabiduría divina! no se
po era supersticiosa, hipócrita, orgullosa é i n d ó c i l ; habia y a m a - atreve á hablaros e n medio del dia, ni á declararse abierlamenle p o r
nifestado su odio contra el Precursor, y no escondía la aversión q u e Vos. U n grande del m u n d o s e reputaría deshonrado ¡ oh R e y d e
tenia á Jesucristo... ¡ O h ! ¡ y c u á n importante es q u e cada u n o la gloria! si fuese hallado conversando con Yos, y recibiendo vues-
considere bien con q u é compañías se e m p e ñ a , y con q u é personas tras instrucciones. ¡Oh J e r u s a l e n , q u e tienes e n tal esclavitud t u s
hace liga! , • habitadores! ¿ q u é diluvio de pecados y d e desgracias por ellos n o
Lo 2.° La altura de una clase distinguida... Nicodemus e r a u n o tiras sobre ti? Nicodemus mostró a u n m a s flaqueza e n s u s senti-
de aquellos q u e se llamaban príncipes de los j u d í o s , ó sea cabezas mientos q u e en s u proceder... x<Maestro, dijo al hablar á Jesucris-
de familia, q u e eran miembros del soberano Consejo de la nación... « t o , nosotros conocemos q u e has sido enviado por Dios para e n s e -
El fausto y las riquezas q u e acompañan la cualidad, los honores y « ñ a r , porque n i n g u n o p u e d e hacer aquellos prodigios q u e tú haces,
las dignidades del siglo, difícilmente se c o n c u e r d a n con la h u m i l - «si no tiene á Dios consigo...» E r a esta, á la verdad, u n a c o n f e s i o n
dad q u e es la basa del Cristianismo. Puesta u n a persona en alta je- principiada q u e hacia de la divinidad de Jesucristo, pero no u n a c o n -
rarquía fácilmente creería bajarse demasiado, si viese lo mismo q u e fesion decisiva. Mejor habian pensado y hablado de Jesucristo los pri-
ve el p u e b l o , si se moviese de lo q u e s e m u e v e el p u e b l o , si pro- meros discípulos del Salvador, antes d e haber visto a l g ú n milagro.
fesase la misma religión que profesa el pueblo. « A n d r é s dijo á su hermano : Hemos encontrado al Mesías... Felipe
Observemos lo B.° El crédito de una edad avanzada... L a m a d u - «dijo á N a t a n a e l : Hemos encontrado aquel de quien escribió Moi-
rez de los años de Nicodemus no sufría q u e oyese las lecciones de «sés en la ley y los Profetas...» Natanael, á u n a sola palabra q u e
u n h o m b r e á quien no se daban a u n cuarenta años... Cuanto m a s le dijo J e s ú s , gritó : Maestro, tú eres el Hijo de Dios... Hé aqui á
adquirimos de crédito y autoridad por nuestra edad respetable, dónde los habia guiado el testimonio d e J u a n , v í a circunstancia
tanto mas observada es nuestra conducta ; tanto mas se m u r m u r a n del tiempo señalado por los Profetas p a r a la venida del Mesías; y
nuestros cambiamientos; y tenemos menos fuerza para despreciar hé aquí dónde no llega este g r a n d e , este docto, este fariseo q u e de-
14*
212 EL EVANGELIO MEDITADO.
Lia estar mejor instruido q u e ios discípulos, y q u e además Labia « g o , el que no renacerá por medio del agua y del Espíritu Santo,
sido testigo de tantos prodigios... Con todo Jesucristo no lo des- «no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es engendrado de la
echó, tuvo compasion de su flaqueza, no desdeñó sus anticipadas «carne, es carne ; y lo q u e es-engendrado del espíritu, es espíritu.
protestas, aprobó sus primeros esfuerzos, lo acogió con bondad, y « No te maravilles si te h e dicho : es necesario que nazcas de n u e -
lo instruyó también de los mas altos misterios d e una manera pro- «vo...» Como si Jesucristo le hubiese dicho : E s necesario q u e el
porcionada á su situación ; pero sin tener demasiada atención á su hombre renazca, no del vientre de su m a d r e , sino por medio del
delicadeza y á sus prejuicios... Cualquiera obstáculo ó impedimen- agua y del Espíritu Santo. Y como el primer nacimiento que viene
to que se nos ponga por delante en orden á nuestra salvación , no de la carne, da una vida carnal y a n i m a l ; así el segundo, q u e vie-
desesperemos; recurramos á Jesús por grande q u e sea nuestra fla- ne del Espíritu Santo, da una vida espiritual, santa y divina. No te
queza y nuestra debilidad, r e p r e s e n t é m o s l a y hagamos algún e s - maravilles y a , pues, d e lo q u e te he dicho, que es necesario un s e -
fuerzo de nuestra parte : él es la misma b o n d a d ; nos recibirá, nos gundo nacimiento para entrar en el reino de Dios : yo te hablo de
fortificará, y nos instruirá. una nueva regeneración espiritual q u e te ensalza sobre la ley de
Moisés mucho mas de l o q u e la ley te ensalza sobre la naturaleza...
PUNTO I I . Nosotros hemos recibido este segundo nacimiento del agua y del E s -
Obstáculos de parte del espíritu de que fue librado Nicodemus. píritu Saulo, por el cual hemos venido á ser hijos de Dios y de la
Iglesia... Demos gracias al Señor por tan grande beneficio. T e n e -
Primer obstáculo para la fe... Un espíritu fuerte que entiende ma- mos en nosotros las dos vidas: la primera, que hemos recibido del
terialmente las cosas, y nada cree... «Respondió Jesús, y le dijo : primer A d á n , vida terrestre y del pecado ; la segunda, q u e hemos
« E n verdad, en verdad te digo, q u e cualquiera que no nacerá de recibido del segundo Adán, esto es, de Jesucristo, por obra de su es-
« n u e v o , 110 puede ver el reino de Dios... Dijole Nicodemus: ¿Có- píritu ; vida celestial, vida interior, vida de retiro, de mortificación,
« mo puede ser q u e u n hombre nazca de nuevo, cuando ya es vie- vida d e recogimiento y de oracion, vida de unión con Dios, vida d e
«jo? ¿Puede é l , por ventura, volver á entrar en el seno de su ma- fe, de esperanza y de amor... ¿De cuál de estas dos vidas vivimos
«dre y renacer?...» El docto fariseo, tomando las palabras del Sal- nosotros? ¡Av de m í ! apenas conocemos la segunda.
vador'en u n sentido material y grosero , y sin pedir alguna decla- Segundo obstáculo á la fe... Un espíritu presuntuoso que pide razón
ración , empezó por si mismo á explicar lo q u e era necesario para de todo, y que nada concibe... Nicodemus reconoció su error ; pero
recibir este segundo nacimiento d e q u e se le hablaba. Habria sido tenia aun muchas dificultades, y estaba aun m u y léjos d e la sumi-
necesario, según su manera d e pensar, q u e u n hombre, a u n q u e sión que pide la fe... Jesús para sosegar y calmar su espíritu sobre
avanzado en e d a d , entrase otra vez en el vientre d e su m a d r e , y la posibilidad de este segundo nacimiento y de esta segunda vida,
volviese á salir d e nuevo por la segunda vez ; de donde concluía, bien que invisible, le hizo esta comparación S y le dijo : El espíri-
pero sin decirlo, sino dándolo suficientemente á entender, q u e l a tu inspira donde quiere. El viento sopla, sin q u e alguna potencia
cosa era imposible, y q u e en sí contenia contradicción... Hé aquí có- h u m a n a pueda suscitarlo, calmarlo, dirigirlo ó pararlo... Tú oyes
mo lo piensan nuestros espíritus fuertes, toman el equívoco en t o - el sonido, tú sientes la impresión, tú sabes que él existe; pero n o
das las c o s a s : tienen ideas bajas y viles; no ven otra cosa en el lo ves... Y no sabes de dónde venga, dónde haya tenido su princi-
hombre q u e m a t e r i a ; prejuicio en la virtud y en el vicio ; en la pio, ni á dónde va, ni á dónde irá á terminar: así le sucede á cual-
Iglesia no ven m a s q u e política, en el orden del universo no ven quiera que ha nacido del espíritu; como si le hubiese dicho : este r e -
otra cosa q u e caso, y en los designios de la creación nada mas que nacimiento ó segundo nacimiento, de que te hablo, q u e se hace por
el siglo presente;-de lo q u e concluyen, que cuanto se dice en orden obra del Espíritu Santo, no se ve con los ojos, pero no es menos
á lo mas noble y á lo mas elevado r e p u g n a , y es imposible... Jesús, real. El viento, que no se v e , y cuyo sonido se oye, y se ven s u s
q u e habia visto el yerro de Nicodemus, y q u e queria q u e sirviese 1
E s t a comparación es tanto m a s bella y m a s e n é r g i c a , cuanto en la l e n -
para su conversión, le respondió : « E n verdad, en verdad yo te di- gua original la m i s m a palabra significa el viento y el espíritu.
E L
214 evangelio meditado.

efectos, es una imágen de este Espíritu S a n t o , q u e no se ve obrar « blase cosas del cielo?» Jesucristo no da en rostro aquí á Nicode-
dentro del hombre donde espira cuándo le agrada y cómo le agra- mus con que n o concibe ; sino con que no sabe y con q u e no cree.
da : pero q u e ciertamente, hablando por lo regular, no obra sin q u e Debería saber de hecho, q u e frecuentemente en la Escritura 1 se h a -
d e él se vean efectos exteriores... N o podia Jesús haber escogido bla de u n espíritu recto y renovado , d e u n corazon puro y criado
mejor figura ni mejor ejemplo. Entre todos los fenómenos de la natu- de nuevo, y de una agua pura q u e debe borrar todas las manchas
raleza, el viento, por su irregularidad, por su fuerza y por su i n - del pecado... Nosotros no podemos concebir los misterios de nues-
visibilidad es u n o de los mas propios para dar á conocer la poten- tra fe ; pero debemos saberlos, creerlos, adorarlos, y callar. Si este-
cia de Dios y la incomprensibilidad d e s ú s obras, y para hacer per- mos encargados y con la obligación de enseñar, debemos también
cibir al hombre su debilidad y su dependencia. E l ejemplo no tenia tener u n conocimiento mas particular ; debemos saber en q u é tér-
réplica para uno que hubiese" querido c r e e r ; pero Nicodemus q u e - minos los propone la Escritura, y en qué términos hablan de ellos
ría comprender, y respondió : ¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo? y los santos P a d r e s : en qué sentido se deben entender los términos
¿por q u é ? h é aquí el escollo en q u e en todos tiempos h a ido á r o m - de la Escritura y de los P a d r e s : q u é errores ha condenado la Igle-
perse la presunción, y por el q u e ha n a u f r a g a d o . . . No puedo creer, sia sobre eslos misterios, y qué puntos ha decidido... Pero el o r g u -
dice el impío, lo que" no concibo. ¡Á.h impostor! crees ciertamente, llo excede todos los límites, y reúne en' sí una extrema audacia con
sin conocerlos, los fenómenos d e l a naturaleza por sola la relación una profunda ignorancia. El orgulloso habla d e todo, y de n a d a s e
de tus sentidos; ¿ y no puedes creer cosa alguna por la relación del instruve. Ignora aun los primeros elementos de la doctrina cristia-
que h a criado la naturaleza y le h a dado los sentidos?... Crees m d na , y decide sobre las cuestiones mas espinosas. ¿No somos por ven-
absurdos q u e se contienen en t u s sistemas, y los crees por la rela- tura" nosotros de este número?.!. ¿No ignoramos acaso lo q u e tene-
ción y autoridad de quien te los vende, a u n q u e no los entienda me- mos obligación de enseñar, y pretendemos enseñar lo q u e no debe-
jor q u e tú y sin darte prueba a l g u n a ; ¿ y no crees sobre la autori- mos saber, y lo que efectivamente ignoramos?
dad del Hijo único de Dios, q u e h a visto lo q u e te anuncia, y q u e Si la reconvención hecha á Nicodemus fue mortificante, fue tam-
h a probado su misión con muchos y estrepitosos prodigios? Empie- bién saludable. El fariseo humillado no respondió ya m a s : su si-
za á creer : este es el camino mas seguro y el mas digno de la g r a n - lencio fue prueba de su docilidad ; y por ella mereció q u e Jesucris-
deza de tu Dios y el mas proporcionado á tu debilidad. EL filósofo to continuase á revelarle los misterios mas sublimes 2 , y q u e al fin
mismo cree los fenómenos q u e se fatiga en comprender, y d e q u e de la conferencia quedase consolado.
busca los principios y las causas ; y si alguna vez Dios hace gustar
la verdad d e sus misterios, y descubre su economía y su belleza, PUNTO I I I .
lo hace á u n corazon humilde y sumiso q u e los cree ; y no á un es- Obstáculos por parte del corazon de que fue preservado Nicodemus.
píritu presuntuoso q u e antes "de creerlos pide la razón y la inteli-
gencia. El mismo Jesucristo distingue aquí estos obstáculos, y dice: que
entre los hombres hay algunos que huyen la l u z ; otros que prefie-
Tercer obstáculo á la fe... Un espíritu altanero que dogmatiza so-
ren las tinieblas á la "luz, y otros que vienen á la luz.
bre todo, y nada sabe... Habia quedado aun en Nicodemus u n resi-
Lo 1.° Hay algunas que huyen la luz: « y la condenación, dice
duo de orgullo farisáico y era necesario humillarlo. Jesús habia con-
« Jesucristo, está en esto ; q u e vino al mundo la luz, y los hombres
ducido el espíritu de su discípulo al punto q u e era necesario, para
«amaron mas las tinieblas que la luz ; porque sus obras eran mal-
que pudiese sufrir con humildad unaoperacion tan delicada. " R e s -
avadas...» Jesús es la l u z , el Cristianismo es u n a religión d e luz,
pondió J e s ú s , y le dijo : T ú eres maestro en Israel, ¿ y no entien-
el Evangelio es una ley de luz. La fe católica nos descubre lo q u e
des estas cosas? E n verdad, en verdad te digo, q u e nosotros habla-
debemos temer y esperar en la otra vida, y lo que en esta debemos
r n o s de aquello q u e sabemos, y atestiguamos aquello q u e hemos
«visto, y vosotros no creeis nuestras aserciones. Si yo h e hablado 1 P s a l m . L; Ezech. x i , 19; x x x v i , 2 3 .
2
Véase la meditación siguiente.
« d e cosas de la tierra, y no me creeis; ¿cómo me creeréis si os ha-
216 • E L EVANGELIO MEDITADO.
huir y buscar. Todas las otras pretendidas religiones, todas las sec- está también con Dios... ¿No sentimos nosotros mismos q u e nos
tas, lodos los sistemas de los incrédulos son tinieblas. La luz ha ve- acercamos á Dios con confianza, cuando hemos seguido santamen-
nido al m u n d o , resplandece en todas las partes; si en el mundo hay te su ley, cuando hemos obedecido á sus inspiraciones, cuando
pocos fieles, no es por falta de pruebas y de conocimiento : el mal hemos hecho resistencia á nuestras pasiones y conservado nuestras
está en el corazon y en la voluntad. Los hombres han amado m a s resoluciones? Pero s i , al contrario, nuestra conciencia nos repren-
las tinieblas que la luz ; han preferido libremente las tinieblas á la de ; nosotros nos sentimos alejar de é l ; experimentamos una cier-
luz, y hé aquí el motivo de su condenación... ¡Oh! ¡ v c u á n culpa- ta pena al ponernos en su presencia y al practicar nuestros ordi-
ble es delante de Dios esta preferencia! ¡ Cuántas veces yo mismo narios ejercicios de piedad. E n este estado, volvamos á entrar pron-
me he hecho culpable! tamente en los caminos de la verdad ; acusémonos, humillémonos,
Lo 2.° Hay otros que prefieren las tinieblas ala luz. Y ¿por q u é ? busquemos la luz que nos hará conocer nuestra culpa, y encontra-
porque sus obras son malvadas... « P o r q u e , dice Jesucristo, el que remos en nuestra humillación la paz y la confianza que hemos per-
« hace mal aborrece la luz, y no se acerca á la luz, para que no sean dido.
«reprendidas sus obras...» ¿Cuál es, pues, la causa de u n a tan in- Nicodemus no era de estos corazones corrompidos q u e tienen su
justa preferencia? Por la mayor parte sus obras, sus pecados y su interés en aborrecer y huir la luz ; tuvo el consuelo de reconocerse
apego á la maldad : obras vergonzosas y obras de las tinieblas. Se en el retrato q u e Jesucristo hacia de aquellos q u e la buscaban. S e
aborrece y se huye una luz importuna que nos da en rostro con ellas. alegró de haberla encontrado, y á ella estuvo constantemente unido.
La naturaleza enseña á esconderlas á los ojos de los h o m b r e s ; cada Si usó alguna circunspección d u r a n t e l a vida del Salvador, usó m e -
u n o procura esconderlas á sí mismo, excusándolas ó no conociendo nos despues de su muerte, y mucha menos, sin duda, despues de la
la ley que las prohibe, ó que exige una confesion humilde y since- venida del Espíritu Santo, cuando ya la profesion déla fe vino á s e r
ra ; y se imagina, con no creer n a d a , q u e las esconde al conoci- tan necesaria para la salud como la misma fe.
miento del mismo Dios y al rigor de su justicia. No nos maraville-
mos, pues, no nos escandalicemos de ver tantos impíos q u e des- Petición y coloquio.
echan la fe, y tantos apóstatas. Si estos están abandonados á las obras ¡ A h ! no permitáis, S e ñ o r , q u e por la multitud de mis pecados
de las tinieblas ; esta es la causa por que huyen la luz. E n vano los caiga en esta incredulidad del impío, q u e le hace amar sus tinieblas
incrédulos exclaman contra este juicio: él ha salido de la boca de y temer la luz. Dadme, ó Dios mió, aquella fe viva que hace abor-
la misma Verdad ; y sin embargo de sus hipócritas discursos, la obs- recer las tinieblas, buscar, hallar y seguir vuestra luz: creo, ó d i -
cenidad de que están llenos sus libros sirve para confirmarlo mas. vino Salvador mío , vuestros misterios incomprensibles ; no quiero,
Temamos, pues, y huyamos el pecado, que puede por grados dis- para creerlos, otro fiador de su verdad que vuestra palabra. ¡Ahí
minuir y al fin apagar en nosotros todas las luces de la fe. La se- ¿quién soy yo para examinar su profundidad? Aumentad mi fe, ó
ducción y el engaño en materia d e religión empieza y acaba siem- S e ñ o r : hacedme la gracia de q u e viva según mi fe, para que p u e -
pre por caidas vergonzosas. da ver en el cielo lo q u e solo puedo creer y adorar sobre la tierra.
Lo 3.° Hay otros que vienen á la luz. «Mas el q u e obra según la Amen.
«verdad, se acerca á la luz ; para que sean manifiestas sus obras,
«porque están hechas según Dios...» Los que obran según la ver-
dad ; esto es, los q u e obran bien, ó se arrepienten y se acusan del
mal q u e han hecho, a m a n la luz. El que no ha sido corrompido del
vicio, y que ha seguido la ley de Dios estampada en todos los cora-
zones ; ó que habiendo seguido sus pasiones, gime bajo el peso de
sus pecados, y se p u r g a de sus desórdenes, recibe con júbilo la luz
del Evangelio : p o r q u e estando de acuerdo con su conciencia, lo
216 • E L EVANGELIO MEDITADO.
huir y buscar. Todas las otras pretendidas religiones, todas las sec- está también con Dios... ¿No sentimos nosotros mismos q u e nos
tas, lodos los sistemas de los incrédulos son tinieblas. La luz ha ve- acercamos á Dios con confianza, cuando hemos seguido santamen-
nido al m u n d o , resplandece en todas las partes; si en el mundo hay te su ley, cuando hemos obedecido á sus inspiraciones, cuando
pocos fieles, no es por falta de pruebas y de conocimiento : el mal hemos hecho resistencia á nuestras pasiones y conservado nuestras
está en el corazon y en la voluntad. Los hombres han amado m a s resoluciones? Pero s i , al contrario, nuestra conciencia nos repren-
las tinieblas que la luz ; han preferido libremente las tinieblas á la de ; nosotros nos sentimos alejar de é l ; experimentamos una cier-
luz, y hé aquí el motivo de su condenación... ¡Oh! ¡ v c u á n culpa- ta pena al ponernos en su presencia y al practicar nuestros ordi-
ble es delante de Dios esta preferencia! ¡ Cuántas veces yo mismo narios ejercicios de piedad. E n este estado, volvamos á entrar pron-
me he hecho culpable! tamente en los caminos de la verdad ; acusémonos, humillémonos,
Lo 2.° Hay otros que prefieren las tinieblas ala luz. Y ¿por q u é ? busquemos la luz que nos hará conocer nuestra culpa, y encontra-
porque sus obras son malvadas... « P o r q u e , dice Jesucristo, el que remos en nuestra humillación la paz y la confianza que hemos per-
« hace mal aborrece la luz, y no se acerca á la luz, para que no sean dido.
«reprendidas sus obras...» ¿Cuál es, pues, la causa de u n a tan in- Nicodemus no era de estos corazones corrompidos q u e tienen su
justa preferencia? Por la mayor parte sus obras, sus pecados y su interés en aborrecer y huir la luz ; tuvo el consuelo de reconocerse
apego á la maldad : obras vergonzosas y obras de las tinieblas. Se en el retrato q u e Jesucristo hacia de aquellos q u e la buscaban. S e
aborrece y se huye una luz importuna que nos da en rostro con ellas. alegró de haberla encontrado, y á ella estuvo constantemente unido.
La naturaleza enseña á esconderlas á los ojos de los h o m b r e s ; cada Si usó alguna circunspección d u r a n t e l a vida del Salvador, usó m e -
u n o procura esconderlas á sí mismo, excusándolas ó no conociendo nos despues de su muerte, y mucha menos, sin duda, despues de la
la ley que las prohibe, ó que exige una confesion humilde y since- venida del Espíritu Santo, cuando ya la profesion déla fe vino á s e r
ra ; y se imagina, con no creer n a d a , q u e las esconde al conoci- tan necesaria para la salud como la misma fe.
miento del mismo Dios y al rigor de su justicia. No nos maraville-
mos, pues, no nos escandalicemos de ver tantos impíos q u e des- Petición y coloquio.
echan la fe, y tantos apóstatas. Si estos están abandonados á las obras ¡ A h ! no permitáis, S e ñ o r , q u e por la multitud de mis pecados
de las tinieblas ; esta es la causa por que huyen la luz. E n vano los caiga en esta incredulidad del impío, q u e le hace amar sus tinieblas
incrédulos exclaman contra este juicio: él ha salido de la boca de y temer la luz. Dadme, ó Dios mió, aquella fe viva que hace abor-
la misma Verdad ; y sin embargo de sus hipócritas discursos, la obs- recer las tinieblas, buscar, hallar y seguir vuestra luz: creo, ó d i -
cenidad de que están llenos sus libros sirve para confirmarlo mas. vino Salvador mío , vuestros misterios incomprensibles ; no quiero,
Temamos, pues, y huyamos el pecado, que puede por grados dis- para creerlos, otro fiador de su verdad que vuestra palabra. ¡Ahí
minuir y al fin apagar en nosotros todas las luces de la fe. La se- ¿quién soy yo para examinar su profundidad? Aumentad mi fe, ó
ducción y el engaño en materia d e religión empieza y acaba siem- S e ñ o r : hacedme la gracia de q u e viva según mi fe, para que p u e -
pre por caidas vergonzosas. da ver en el cielo lo q u e solo puedo creer y adorar sobre la tierra.
Lo 3.° Hay otros que vienen á la luz. «Mas el q u e obra según la Amen.
«verdad, se acerca á la luz ; para que sean manifiestas sus obras,
«porque están hechas según Dios...» Los que obran según la ver-
dad ; esto es, los q u e obran bien, ó se arrepienten y se acusan del
mal q u e han hecho, a m a n la luz. El que no ha sido corrompido del
vicio, y que ha seguido la ley de Dios estampada en todos los cora-
zones ; ó que habiendo seguido sus pasiones, gime bajo el peso de
sus pecados, y se p u r g a de sus desórdenes, recibe con júbilo la luz
del Evangelio : p o r q u e estando de acuerdo con su conciencia, lo
MEDITACION X X X V I I I . ' 2 1 9
218 EL EVANGELIO MEDITADO.
cielo... Ha bajado por medio de su encarnación, cuando este Verbo
MEDITACION XXXVIII. divino ha sido hecho carne, y revestido de esta carne ha habitado e n -
tre nosotros. Ha bajado, porque su santa humanidad, bien que u n i -
D E OTROS MISTERIOS QUE JESUS R E V E L Ó Á NICODEMUS. da sustancialmente al Verbo, no dejaba de estar sobre la tierra, de
E s t o s m i s t e r i o s son : 1.° la divinidad de J e s u c r i s t o , f u n d a m e n t o de nuestra vivir y de conversar con los hombres; y este hombre q u e se veia so-
f e ; 2." la m u e r t e d e J e s u c r i s t o , principio d e n u e s t r a e s p e r a n z a ; 3,° el a m o r bre la" tierra n o era otra cosa q u e el Verbo d e Dios q u e se habia
de Dios p a r a con los h o m b r e s , m o t i v o de n u e s t r o a m o r para con D i o s . encarnado tomando sobre la tierra u n cuerpo y u n alma como nos-
otros.
PUNTO I .
Lo 3.° Con estas palabras Jesucristo nos enseña como él está aun en
De la divinidad de Jesucristo, fundamento de nuestra fe. el cielo... Estaba en él cuando hacia este discurso , y todo el tiempo
Para acabar Jesús de someter el espíritu de Nicodemus, y obtener q u e se mostró sobre la tierra; porque el Verbo encarnándose habia
u n a fe perfecta, despues de haberle dicho: si lo q u e te he enseñado salido del seno de su Padre sin abandonarlo; habia bajado del cielo
de la regeneración espiritual, que se hace sobre la tierra, y d e que sin cesar de estar en éL Estaba en él, porque a u n q u e su santa h u m a -
te he dado u n ejemplo palpable, no lo crees; ¿cómo me creerás, si nidad estuviese sobre la tierra, estaba siempre sustancialmente é in-
te revelo lo q u e se hace en el seno d e Dios, si te descubro los secre- separablemente unida al Verbo la segunda Persona d e la santísima
tos del cielo, d e q u e aun n o ha sido favorecida la tierra? añadió: Trinidad, y su alma gozaba siempre de la clara visión de Dios... Hé
« N i n g u n o subió al cielo, fuera d e aquel q u e bajó del cielo. El Hijo aquí quién es el autor y el fundamento de nuestra fe. ¿.Harémos,
«del hombre q u e está en el cielo...» Como si le hubiese dicho: n i n - pues , nosotros mal en creer sobre su palabra todo aquello q u e nos
guno puede enseñarte estas verdades celestiales, sino el primogénito ha revelado, y en sujetarnos enteramente á el? ¿harémos mal en es-
entre los hombres; porque ninguno subió al cielo para sacar de allí la tar dispuestos, como los Mártires, á derramar nuestra sangre por to-
ciencia d e Dios, fuera de aquel que bajó del cielo, para la instrucción das las verdades que nos h a enseñado ? Los impíos , p u e s , q u e se
y la salud del m u n d o ; y q u e conversando y viviendo sobre l a tier- complacen de comparar nuestros misterios y nuestras prácticas con
ra, n o deja de estar actualmente en el cielo. las fábulas y con las supersticiones de los idólatras , vayan u n a vez
P r i m e r a m e n t e : Con estas palabras el Salvador nos enseña como él hasta el origen. Pregunten á aquellos sobre qué. fundamento creen
ha subido al cielo... Por el cielo, q u e nosotros miramos como el tro- y obran; y despues confronten su respuesta con lo q u e forma el f u n -
no d e Dios, Jesucristo entiende el seno mismo de la divinidad; esto damento de nuestra fe.
e s , las tres divinas Personas , q u e realmente distintas entre sí, tie- Despues de su ascensión Jesucristo está siempre sentado á la dies-
nen una misma naturaleza, y son u n solo Dios, Es allá al seno mismo tra de Dios su P a d r e , d e la q u e no bajará hasta el último dia para
de la divinidad á donde como hijo del hombre Jesucristo ha subido, juzgar los vivos y los muertos. Nosotros decimos,, es verdad, q u e baja
cuando por su encarnación su santa humanidad,"concebida enelseno ahora todos los dias del cielo sobre nuestros altares en la divina E u -
de la Virgen por obra del Espíritu Santo, fue unida al Verbo de Dios caristía ; pero lo hace con multiplicar su presencia, y no con dejar
en unidad d e persona. Desde entonces en Jesucristo, Hijo único de el cielo.
Dios, el hombre es Dios, y Dios es hombre: desde entonces el alma PUNTO I I .
santa de Jesucristo fue admitida á la vista intuitiva de Dios y á to-
De la muerte de Jesucristo, principio de nuestra esperanza.
dos los consejos de su sabiduría en u n a manera jamás concedida á
criatura alguna, y ella h a recibido todas las gracias, todos los cono- Primeramente de laprediccion de esta muerte... Jesucristola a n u n -
cimientos y todo el poder q u e convenia á su dignidad de Hijo de Dios, cia: «Y así como Moisés, dijo á Nicodemus, alzó en el desierto la ser-
y á su cualidad de Señor , de Salvador y de Juez de todo el uni- ie píente; de la misma manera es necesario q u e sea levantado el Hijo
verso. „ N
«del hombre...»
Lo Con estas palabras Jesucristo nos enseña como ha bajado del l.° La muerte de Jesucristo fue pi-edicha, anunciada y figurada
»20 EL EVANGELIO MEDITADO.
por el Legislador de la nación judaica. Los israelitas en el desierio, favores de su divina misericordia... Fue necesario de parte de los hom-
habiendo sido mordidos por u n a multitud de serpientes en castigo bres. Esta muerte era el medio mas propio para hacerles conocer la
de sus pecados \ Moisés por orden de Dios alzó u n a serpiente de grandeza de Dios, la enormidad del pecado, y los terribles castigos
bronce; la puso sobre un palo, y mirándola los israelitas sanaron de que merece: para hacerles conocer la necesidad en que están de cru-
sus heridas. Figura de Jesucristo alzado sobre una cruz para librar- cificarse á sí mismos, y animarlos á hacerlo con resolución y valor á
nos de la serpiente infernal y del pecado... 2,° La muerte de Jesu- imitación d e su Salvador; y para unirlos á Dios y á su Redentor con
cristo fue también predicha, aun con las mas menudas circunstancias, los lazos de la mas perfecta confianza, del mas vivo reconocimiento
por los Profetas. Jesucristo en su m u e r t e , como en su vida, fue el V del amor mas tierno... Fue necesario finalmente de parte de Jesu-
cumplimiento fiel y literal de la ley y de los Profetas... 3.° Esta muerte cristo... Una muerte tan ignominiosa y tan dolorosa podia solo sa-
de Jesucristo fue anunciadapor el Precursor, cuando de él dijo: « Yeis tisfacer al amor infinito con que amaba á su P a d r e , y al deseo a r -
«aquí el Cordero de Dios q u e quila los pecados del mundo 2 ...» diente q u e lenia de rescatarnos de la manera mas a b u n d a n t e , mas
í.° Finalmente ha sido predicha por Jesucristo mismo. Desdcel primer gloriosa á Dios y mas úlil para nosotros. Esta muerte sola podia pro-
viaje que hizo á Jerusalen anunció su muerte en público y en par- curarle aquella gloria inmensa de q u e quería coronarlo su Padre,
ticular , en el templo y en la casa, el dia y la noche. Esto es lo q u e estableciéndolo mediador entre él y los hombres. ¡ Oh qué gloria para
dijo á los judíos que se habian juntado al rededor de él en el t e m - este divino Salvador haber reconciliado el cielo y la tierra, y haberlo
plo, añadiéndoles la predicción de su resurrección, despues de tres hecho de una manera lan generosa! Si el espíritu de Jesús estuviera
dias. Aquí también habla y especifica á Nicodemus el género de su en nosotros, comprenderíamos q u e es necesario, q u e es úlil, y que
muerte, q u e será el suplicio d e la cruz por la salvación de los hom- es glorioso para nosotros el que seamos crucificados con él. Esla ver-
bres : la anunciará a u n otras veces, señalará las circunstancias, y dad nos libraría de muchas penas; sofocaría en nosotros muchas que-
nombrará los autores. Una muerte así predicha y así sufrida, y por jas, y las convertiría en júbilo y en acción d e gracias.
un fin tan noble, ¿es por ventura una flaqueza, una debilidad? ¿ d e - Lo 3.° De los frutos de esta muerte... Jesucristo los predice: «para
bería ser para los judíos u n escándalo y u n a necedad para los gen- « q u e cualquiera que en él crea, no perezca, sino q u e tenga la vida
liles? ¿no debiera ser para los unos y para los oíros un objeto de a d - «eterna...» El primer fruto de esla muerle es impedirnos el perecer
miración, de amor y de reconocimiento, y el principio de una sólida librándonos de la esclavitud eterna q u e incurrimos por el pecado d e
esperanza y d e la mas entera confianza? nuestro primer padre y por los nuestros. El segundo e s , habernos
Lo 2.° De la necesidad de esta muerte... «De esta misma manera merecido una vida eterna con todas las gracias y todos los socorros
«es necesario que sea levantado el Hijo del hombre...» Es necesario necesarios para llegar á ella.-.. ¡Oh amadores de la vida! ¿por qué
que la malicia , la incredulidad d e su pueblo lo eleve en alto sobre despreciáis vosotros una que es eterna por estar pegados á una tran-
la cruz, y q u e en ella muera... Es necesario de parle de Dios, de parte sitoria y mortal? Pecadores oprimidos bajo el peso enorme de peca-
de los hombres, y de parte de Jesucristo mismo... De parte de Dios: dos sin n ú m e r o , ¿por q u é obstinaros en pecar? Alzad los ojos, m i -
bien podia, sin duda, salvar á los hombres de otras muchas m a n e - rad á Jesús en la c r u z ; su muerte ha pagado por vosotros, no pere-
ras ; pero ha escogido y determinado esta; porque ninguna otra m a - ceréis, viviréis eternamente. Creed solamente en él: aplícaoslos m é -
nera de salvar los hombres habria tan plenamente reparado el ultraje ritos d e su s a n g r e , recibiendo los Sacramentos q u e él ha estableci-
que le habia hecho el pecado: n i n g u n a olra habria publicado tan al- do. Creed en él: escuchadlo como vuestro Maestro; obedecedle co-
tamente su grandeza, su justicia, su santidad, y el odio que lenia al mo á vuestro S e ñ o r ; imitadlo como á vuestro modelo; confiad en él
pecado: ninguna otra habria tan claramente manifestado su bondad como en vuestro Salvador... Creed en él, y contad desde luego con
y su misericordia; y ninguna otra habria hecho resplandecer con la vida eterna q u e os promete, y que os ha merecido con su m u e r -
tanta luz su gloria y su sabiduría ; porque en esta sola muerte ha te... Almas cristianas, ¿para q u é todas esas inútiles inquietudes que
sabido reunir todos los derechos de su justicia irritada, con todos los sin haceros mejores no hacen otra cosa q u e turbaros y alejaros de
vuestro Libertador? Yuestros temores lo deshonran, y vuestras des-
1 2
N u m . x x i , 9. — Joan, i , 29.
MEDITACION X X X V I I I . 2 2 3
222 EL E V A N G E L I O M E D I T A D O .
confianzas lo u l t r a j a n : despues de haber moralmente hecho d e vues- nos disteis á vuestro Hijo único para salvarnos, y Yos lo entregás-
tra parte lo posible , si os dejais a u n sorprender de ciertos temores teis á la muerte por todos nosotros sin excepción
Lo 3.° Examinemos como nos ha dado Dios su Hijo enteramente...
y p e n a s , esto n o procede d e q u e hayais pecado, sino d e q u e teneis
El don que Dios nos ha hecho es sin reserva. Jesús lodo entero es
poca fe.
nuestro, sus gracias, sus méritos, su vida, sus trabajos, su sangre,
PUNTO III. su muerte , su gloria y su misma divinidad. Jesús es nuestro Rey,
para gobernarnos; nuestro Maestro, para enseñarnos; nuestra guia,
Del amor de Dios para con los hombres, motivo de nuestro amor para para conducirnos; nuestra cabeza, para animarnos: Jesús es nues-
con Dios. tra fuerza, nuestra luz, nuestro consuelo, nuestro tesoro, nuestro
júbilo y nuestra vida. Jesús en el pesebre se ha hecho nuestro m o -
« P o r q u e Dios (continúa Jesucristo hablandoá Nicoderaus) ha ama-
delo ; sobre la cruz nuestro precio ; sobre el altar nuestra víctima;
«do al mundo d e tal s u e r t e , q u e h a dado su Hijo unigénito , para
en la sagrada mesa nuestro alimento , y en el cielo nuestra recom-
«que el q u e crea en él n o perezca, sino q u e téngala vida eterna...»
pensa. ¡Oh amor divino, infinito é incomprensible!
Consideremos lo 1.° que Dios nos ha dado en la persona de su Hijo
Lo í . ° Examinemos á qué fin nos ha dado Dios su Hijo... Para
ímico el objeto de su ternura y de sus complacencias 1 . Cuando Dios
salvarnos y hacernos gozar de una felicidad y de una vida eterna...
nos hubiese dado todos los Ángeles y el universo entero, ¿ q u é pro-
«Porque ciertamente, añadió Jesucristo, no ha enviado Dios al m u n -
porción hay entre estos dones y el q u e nos ha hecho dándonos á J e -
«do su Hijo para condenar al mundo , sino para q u e por medio d e
sucristo?.." Dándonos su unigénito Hijo, nos ha dado todas las co-
« él el mundo se salve. El q u e cree en él no está condenado, pero el
sas... Este Hijo es el único heredero del P a d r e 2 . E l P a d r e , dándo-
« q u e no cree ya ha sido condenado , porque no cree en el nombre
nos su Hijo, sabia m u y bien q u e este heredero liberal y magnífico
«del unigénito Hijo de Dios...»Dios no ha enviado al mundo su Hijo
nos dejaría su herencia; y justamente por esto nos lo ha dado. Dán-
«para juzgarlo, condenarlo y castigarlo, como lo merecía, sino para
donos su Hijo nos ha dado el cielo y la misma divinidad, de que nos
salvarlo. El q u e cree en él está libre de la condenación , y ya nada
ha hecho participantes este Hijo a m a d o , procurándonos la adopcion
tiene que t e m e r ; pero el q u e rehusa creer no tiene necesidad de ser
de hijos de Dios... ¡ Q u é sublimes verdades! ¡ q u é bondad! ¡qué
condenado, ya lo está, y persiste en su condenación, supuesto q u e
a m o r ! Ó Dios mío, si yo m e debo todo á Tos por el beneficio de la
no quiere reconocer al único Hijo de Dios, que solo podría librarlo.
creación, ¿ q u é os d a r é , ni q u é os puedo d a r por ebbeneficio de la
Este nuevo pecado es el mas grande de todos, y pone el colmo á lo-
redención, v d e una tal redención?
dos los demás.
Lo 2.° Observemos á quién ha dado Dios su Hijo... Al m u n d o , á
los hijos de u n padre prevaricador; ellos mismos prevaricadores , y Petición y coloquio.
manchados d e mil culpas; á u n m u n d o rebeldeá su Señor, enemi-
go de su Bienhechor, dado á la idolatría y á todas las abominaciones, No permitáis, ó Dios mió, q u e yo sea del número de estos ingra-
oue son su natural consecuencia... No lo habéis hecho así, óDios mió, tos. ¡ Ah! repararé antes bien con la eficacia, con el celo y con el
con los ángeles rebeldes: apenas completaron su desobediencia por ardor de mi corazon los ultrajes q u e ellos hacen á vuestro divino
u n solo pecado de pensamiento y d e u n instante, no teniendo algún amor, naced que con obras animadas de la caridad, hechas en Yos
miramiento á s u número, á la excelencia de su naturaleza, á los m u - y por Yos, merezca finalmente poseeros. Yo me reconozco pecador
chos males q u e ocasionaría su desesperación, ni á los grandes bie- y el mas grande de todos los pecadores; pero aunque tan g r a n d e -
nes que pudiera haber traido su conversión; los precipitasteis de lo mente culpable me arrojo con confianza en vuestros brazos. El pre-
alto del cielo á u n infierno eterno. ¿Quién os impedia tratarnos con cio de vuestra muerte no tiene límites, es en mucho superior á mis
la misma severidad? ¿ Y dónde estaríamos nosotros si lo hubierais ofensas. Espero en Yos, ó Jesús, aumentad m i confianza : creo en
hecho? Pero en lugar de un castigo tan justamente merecido, Y os Vos, ó adorable Salvador mió , aumentad mi f e : os amo á Vos, ó
1
I ROM. VI». - 2 Hebr. I, 2; ROM. viu, LO. ROM.VIU,32.
224 EL EVANGELIO MEDITADO.
divino Redentor m í o , aumentad mi amor para que pueda veros y
él. Tales son los caractéres ó sea los funestos efectos de la envidia:
amaros eternamente en el cielo. Amen.
1.° ella se extiende en amargas quejas. Los q u e habian sostenido el
bautismo de Jesucristo no se lamentaban de J u a n : despues de h a -
MEDITACION XXXIX. ber defendido su causa se estuvieron tranquilos, y no le hablaron al
TERCERO Y ÚLTIMO TESTIMONIO QCE DA DE JESUCRISTO Salvador. Aquellos que hablan sin cesar contra los q u e n o lo hacen
JUAN BAUTISTA. así con ellos, dan bastante á conocer q u e favorecen la pasión, y no
(Joan, u i , 22-25). el buen derecho. Guardémonos de escuchar, y mucho mas de creer
á estos continuos murmuradores: reprendámoslos, ó á l o menos ha-
«Despues de esto vino Jesús con sus discípulos á la Judea, y allí gamos con nuestro ejemplo que callen. 2.° La envidia se manifiesta
«se detuvo con ellos, y bautizaba. Y J u a n estaba también bautizan- por medio de u n desprecio afectado... Se habla con desprecio d e
« do en E n n o n , cerca de Salim: porque allí había muchas aguas, y aquel cuya gloria nos ofusca. Una reputación merecida, luminosa,,
«la gente concurría, y eran bautizados. Porque no habia sido aun universal, irrita un corazon envidioso, q u e se venga por medio de los
« Juan puesto en prisión. Y nació disputa entre los discípulos de Juan desprecios que se esfuerza á manifestar en todas las ocasiones, y q u e
« y los judíos en orden á la purificación.» inspira en los otros. Maestro, dijeron los discípulos de J u a n , aquel
Jesucristo, despues de haber ganado á la fe á Nicodemus, aquel que estaba contigo á la otra parte del Jordán, q u e era como uno de
grande d e Jerusalen, y aquel sabio de la S i n a g o g a , se alejó de la tus discípulos, que vivia con tus discípulos, mira que este ahora se
capital: era despues de la fiesta d e la Pascua. No dejó la J u d e a , se iguala á t í , usurpa tu empleo , y bautiza como tú... Ni siquiera se
detuvo allí algún tiempo, y comenzó á bautizar, no ya él mismo, si- dignan de nombrarlo; ya no conocen á aquel q u e delante de sus ojos
no por mano de sus discípulos. J u a n Bautista ya no estaba entonces sanó tantos enfermos, y obró diferentes milagros. 3.° La envidia se
en Betania sobre la ribera del J o r d á n ; y los escribas y fariseos lo ha- desahoga con interpretaciones malignas, q u e vuelven contra aquel
bían verisímilmente forzado á retirarse á la J u d e a , donde se detu- que persiguen cuanto pudiera serle favorable. Esto algunas veces es
vo , y bautizó en una ciudad dependiente de Herodes Telrarca, de efecto d e pura malignidad. En los discípulos de Juan lo era á lo m e -
quien hasta entonces no habia recibido algún maltratamiento. Aho- nos de un grosero error. Aquel de quien tú diste testimonio... Pensa-
ra el bautismo d e Jesucristo vino á ser una materia de disputa e n - ban q u e Jesucristo tuviese tanto mayor culpa cuanto mostraba m a -
tre los judíos y algunos discípulos del Bautista. Sostenían aquellos yor ingratitud con aquel q u e habia dado de él tan honorífico testi-
el bautismo de Jesucristo, que se administraba en su país y que aca- monio... No, ninguna cosa puede hacer impresión sobre un corazon
so habian ellos recibido: y los discípulos del Bautista defendían el envidioso. Si se reuniesen en favor dealguno todaslas voces, los g r a n -
de su maestro, temiendo que padecería su reputación, y q u e su mi- des, los pequeños, los reyes y los pueblos, el sacerdocio y el impe-
nisterio vendría á desacreditarse insensiblemente. Llenos, pues, de rio ; y se conviniese también con estos el m u n d o entero en darle u n
este espíritu de envidia, corrieron al Precursor con intención de dar- ventajoso testimonio , el envidioso le imputa á delito a u n el mismo
le las quejas. ventajoso testimonio. Ambición, estratagema, cábala, maldad i n a u -
PUNTO I . dita... ¡ O h , y qué ciega es la envidia ! ¿Y sucederá algunas veces
q u e aun personas, por otra parle de bien, se dejen sorprender de
Quejas que llevan á Juan Bautista sus discípulos.
ella? Examinemos nuestro corazon sobre este punto, y no nos lison-
Estas quejas tenían tres objetos: la persona de Jesucristo, su b a u - jeemos. Si nosotros mismos fuésemos el objeto, no nos inquietemos:
tismo, y sus discípulos. ¿cómo podremos lamentarnos despues q u e Jesucristo mismo ha q u e -
Lo 1.° La persona de Jesucristo... Los discípulos celosos acercán- rido el primero ser la víctima?
dose á J u a n Bautista, le dijeron con calor: « Maestro, mira que aquel Lo 2.° Las quejas de los discípulos de Juan tenian por objeto el bau-
« que estaba contigo á la otra parle del Jordán, de quien tú diste tes- tismo de Jesucristo. « Mira, decían, q u e él bautiza...» ¿Con qué sen-
«limonio. bautiza...» Todo el mundo corre hacia é l . y todos van á timientos y con qué miras refieren ellos este hecho para animar al
15 T. I.
226 E L EVANGELIO M E D I T A D O . MEDITACION XXXIX. 2 2 7

santo Precursor contra el Mesías, y empeñarlo á declararse contra los discípulos de J u a n temían ser abandonados, daban á entender
este nuevo bautismo q u e ellos miraban como una injusta usurpación bastantemente á su Maestro q u e él mismo también debia temerlo.
del ministerio d e su maestro?... De esta manera, ó Jesús, la primera Con este artificio la envidia se extiende bien léjos, y comunica su ve-
práctica d e religión y primer Sacramento q u e habéis instituido ha neno á aquellos que por su estado debieran estar exentos... ¡ Ah!
experimentado las oposiciones d e u n celo falso, ciego y precipitado. guardemos nuestro corazon de u n vicio tan vil: observemos nues-
Así también a h o r a , cuanto emprenden vuestros siervos por vuestra tros discursos, y veamos si la envidia tiene en ellos alguna parle: fi-
gloria debe estar señalado con el sello de la contradicción. Guardé- nalmente guardémonos contra las insinuaciones de los otros.
monos d e criticar las obras de piedad q u e vemos emprender á otros,
v no dejemos de emprenderlas nosotros mismos por temor de la crí- PUNTO I I .
tica. F i n a t a e n t e suframos con paciencia, sin rebatir injuria con in- Respuesta de san Juan Bautista á sus discípulos.
-juria, sin aborrecer, y sin declamar contra aquellos que contra nos-
otros ejercitan u n a crítica injusta. Si estos hombres celosos hubiesen sido discípulos de los fariseos,
¿De q u é sentimientos de júbilo no fue penetrado el corazon de J u a n hubieran sido verisímilmente durante toda su vida enemigos y per-
Bautista cuando oyó la relación q u e le hicieron sus discípulos: Mira seguidores d e Jesucristo; pero por fortuna suya su maestro era san
que este bautiza? ¡ Oh! ¡y cuán agradable f u e esta nueva para él que J u a n Bautista, q u e supo instruirlos sin exacerbarlos. Su respuesta
ya de largo tiempo anunciaba este divino bautismo! Sentimientos de se funda sobre tres puntos.
alegría con que debemos nosotros mismos oir estas palabras. ¡ Oh fe- l . ° Sobre lo que mira á él mismo: y de esla primera parle de su
liz anuncio para todos los hombres! Finalmente Jesús bautiza; y con respuesta se pueden deducir cuatro máximas para preservarnos de
su bautismo nos da un nuevo nacimiento; borra todos nuestros pe- la envidia... Primera máxima: Todo bien viene del cielo... «Respon-
cados ; nos libra de toda la pena en que habíamos incurrido, y nos «dió san J u a n , y dijo : No puede el hombre tener cosa alguna si no
hace hijos de Dios y herederos del cielo. «le viene del cielo...» Como si hubiese dicho: Aquel, de quien vos-
Lo 3.° Los discípulos de Juan se lamentan con él de que muchos si- otros me habíais, tiene u n poder q u e no pueden dar los hombres,
guen á Jesús, todos van á él. Esto, según ellos, era u n gran desor- y que ha recibido del cielo... Riquezas, honores, autoridad, crédi-
den, v san J u a n no podia emplear mejor la autoridad q u e se había to , talentos, sucesos, todo viene de Dios, que dispone de eHo como
adquirido, que en contener el mal y desengañarlos pueblos... Des- le a g r a d a , sin que ninguno pueda apropiarse por sí cosa alguna con-
pues de haber examinado los funestos efectos de la envidia, obser- tra su suprema voluntad, é independientemente de su providencia.
vemos también los artificios y los medios. Primer artificio... La exa- Lo que tenemos nosotros Dios nos lo ha dado: lo q u e tienen los otros
geración... Se exageran el poder, el crédito, la industria, las rique- Dios igualmente se lo ha dado. ¿No es Dios, por ventura, el dueño
zas d e aquellos á quienes se tiene la envidia para hacerlos odiosos. de sus dones? ¿Y quién somos nosotros para oponernos á él y cen-
Los ojos d e la envidia multiplican las ventajas ajenas, para ser á u n surarlo?... Segunda máxima... Cada uno debe contenerse en los lími-
mismo tiempo el tormento del envidioso y el medio d e q u e se sirve tes de su rocacion y de su estado, y gloriarse de ello: « Vosotros mis-
para desacreditar á aquellos cuyos sucesos lo hieren... Segundo a r - « mos me sois testigos, como dije: no soy yo el Cristo, sino que he
tificio... La disimulación... E l interés q u e hace hablar al envidioso «sido enviado á precederlo:» como su precursor para prepararle el
es lo q u e esconde él con mayor cuidado. La boca dice: todo el mun- camino... Esto e s , vosotros decís que yo he dado teslimonio á Jesús,
do va con él, y el corazon dice: ninguno viene con nosotros. E l envi- y por él vosotros mismos reconocisteis que él es mas q u e yo, porque
dioso no se atreve á lamentarse d e lo q u e le falta; el manifestarlo le mi teslimonio conlenia dos cosas: 1 q u e yo no era el Mesías; 2." que
haría poco honor; pero lamentándose de lo q u e tienen los otros, no yo era su precursor: veis aquí lo que de "hecho es él, y lo que yo no
es sensible á otra cosa que á lo q u e él no tiene... Tercer artificio... soy... Tercera máxima... JSo se debe tener otra cosa á la vista que la
JM insinuación... Se ingenia el envidioso para mover y estimular á gloria de Dios, el interés de Jesucristo, y el bien de las almas... « E s -
otros, por el mismo motivo de interés d e q u e él está animado... Si te poso es aquel, dice san J u a n , q u e tiene la esposa; pero el amieo-
15*
228 . E L EVANGELIO MEDITADO.

« del esposo que está en pié á oirlo, se llena de gozo á la voz del es- do; esto e s , que sabe con u n a ciencia cierta y divina; y apoya s u
«poso. Tal gozo, p u e s , propio de m í , lo tengo cumplidamente...» testimonio en obras milagrosas, que no pueden ser de otro que d e
Esto e s , Jesús es el esposo, á quien se ha dado la Iglesia por espo- Dios. Con todo, ninguno, añade, da fea su testimonio: la perversidad
sa. Ahora que vosotros me anunciais que la voz del esposo se deja de los hombres es tan grande , q u e bien pocos se encuentran que
y a sentir, que él mismo habla á su esposa, q u e la instruye, que la estén convencidos de su testimonio hasta hacer profesión de creer en
santifica... Tal gozo propio de mí lo tengo cumplidamente... Tales serán él... ¡Oh cuán diferente es el lenguaje de la envidia del de el amor!
los sentimientos de cualquiera que será amigo del esposo, como san Los discípulos de J u a n se lamentaban q u e lodo el mundo iba á J e -
J u a n ; se alegrará de todo lo q u e se hará por las ventajas de la Igle- s ú s ; pero quien a m a á Jesús como san J u a n , ¿podrá contenerse de
sia, por la edificación- de los fieles, y por la salvación délas almas, exclamar con el santo Precursor que ninguno sigue á Jesús, siendo
por cualquiera q u e se haga este bien... Cuarta máxima... Es nece- tan pequeño el número de los q u e están verdaderamente unidos á él?
sario alegrarse de la gloria de Jesucristo, aun cuando esta venga pro- «El q u e ha recibido su testimonio, prosigue san Juan, este depone
curada con menoscabo déla nuestra... Él debe crecer y yo bajar. Tales « que Dios es verdadero...» ¿Dudaremos nosotros acaso certificar esta
eran los generosos sentimientos de J u a n Bautista... Conviene que verdad ? Los Mártires la han sellado con su sangre: sellémosla nos-
Jesucristo crezca por l a celebridad de su nombre, por el éxito de sus otros á lo menos con nuestras buenas o b r a s , con una viva f e , con
trabajos, por el esplendor de sus milagros, por lo sublime de su doc- u n a tierna devocion, con una caridad ardiente y con u n amor per-
trina y por el concurso délos pueblos; y que vosea oscurecido, ol- fecto... Tercer carácter... Losublime de ladoctrina... « P o r q u e el q u e
vidado, sobrepujado y anonadado... Con tales sentimientos u n cris- «ha sido enviado por Dios, habla palabras de Dios...» S u doctrina
tiano es inaccesible á la envidia, y se hace capaz de curarla en otros. es tan superior á la de los hombres, cuanlo es superior su origen y
2.° San Juan se explica sobre lo que pertenece á Jesucristo... « E l á la tierra el cielo. Él nos anuncia los secretos y los atributos d e la
« q u e viene de arriba es sobre todos: y el q u e viene de la tierra, á Divinidad, como poseyéndolos en propiedad: nos descubre las pro-
«la tierra pertenece , y habla de la tierra ; el que viene del cielo es fundidades de Dios impenetrables é inaccesibles hasta nuestros tiem-
«sobre todos...» Como si hubiese dicho: vosotros hacéis entre Jesús pos, y nos vemos en necesidad de confesar que es un Dios el que h a -
v mi, una comparación q u e lo deshonra, y me confunde. El Mesías bla... Cuarlo carácter... La excelencia de los dones que ha recibido,
es u n hombre que viene del cielo; y yo soy u n hombre que viene de supuesto que Dios no le da el espíritu con medida y con reserva. El
la tierra. Este IIombre-Dios, q u e viene d e allá arriba, es superior á Padre ama de tal suerte á su Hijo unigénito, que con el poder de
Abrahan y á los Patriarcas, á Moisés y á los Profetas; en una palabra, santificar los hombres, de salvarlos y de gobernarlos, le ha dado el
es sobre todos, por cuatro caractéres que lo distinguen: Primer carác- de enseñarles los misterios del reino de Dios. El Padre ama al Hijo
ter... La divinidad de su origen... Los hombres por grandes q u e sean con un amor eterno, infinito, esencial y necesario; comunica al Hijo
son hijos de la tierra; pero Jesucristo, q u e habita en el seno de la di- como Dios toda la esencia de la divinidad, y lo produce igual á él; y
vinidad, que es Dios y hombre, el Hijo único de Dios, que es, en una á este Hijo, como hombre, subsistente en el Yerbo, y haciendo con
palabra, el Yerbo encarnado, viene de allá arriba, viene del cielo, él una sola persona, ha comunicado el Espíritu Santo sin medida,
donde estaba desde la- eternidad antes de comparecer sobre la tierra, y le ha dado toda la plenitud. « E n sus manos ha puesto todas las
v no puede compararse con algún hombre. Segundo carácter... La « c o s a s , » y le ha concedido u n poder sin límites. E n el orden d e la
fuerza de su testimonio... El hombre ignora los misterios escondidos en gracia y en el de la naturaleza: un poder soberano sobre los cora-
el seno de Dios, y habla solo según la capacidad de su espíritu, q u e zones y sobre los espíritus, sobre los cuerpos y sobre las almas, so-
a u n ayudado de las luces de la fe es siempre infinitamente limitado: bre las sustancias corporales y espirituales, en el tiempo y en la eter-
pero aquel que viene de arriba tiene toda la plenitud de las luces di- nidad... ¡ Qué bella suerte conocer á Jesús, y ser uno del número de
vinas, que ha sacado del seno de la divinidad, y goza de un conoci- los q u e lo siguen! ¡qué felicidad recibirlo, poseerlo, unirse á él, y
miento perfecto é inmediato de todos los misterios del cielo... Ahora servirlo con fidelidad! ¡Ah! ¡Cuánto es digno de nuestros respetos,
Jesucristo, continúa san J u a n , atestigua cosas que ha visto y ha oi-
¿30 EL EVANGELIO MEDITADO.

de nuestras adoraciones, de nuestros servicios, de nuestra obedien- mió por salvarme , v por librarme de esta muerle eterna? Prome-
cia y de nuestro amor! sas amenazas, b o n d a d , a m o r , ternura, lodo lo habéis puesto y lo
ponéis aun en obra para atraerme á Yos. ¿Será posible que lodo esto
Lo 3.° Juan se explica sobre aquellos que creen en Jesucristo, y so-
no haga impresión alguna sobre mi corazon? ¡ Ah! haced q u e aquel
bre los que no creen en él... El que cree en el Hijo, enviado para ins-
espíritu vuestro q u e h e recibido en el Bautismo, pero q u e he profa-
truir y salvar los hombres, tiene la vida eterna: esto e s , tiene y a en
nado, espire en mí de nuevo y sobre m í ; me libre de mi corrupción,
sí la semilla de la vida eterna; pero el que niega la fe al Hijo enviado
y m e ' d é u n corazon nuevo y una nueva vida... Ó santo Bautismo,
del Padre, se priva de la felicidad prometida á los fieles, no verá la
establecido por Jesucristo y perpetuado hasta nosotros sin embargo
vida, y tira sobre sí la indignación de Dios. Y así entre el que cree
de la distancia de los lugares y del intervalo de tantos siglos; me ale-
v n o cree se pueden considerar cuatro diferencias. Primera... El mé-
gro d e haberos recibido. Si he tenido la desgracia de violar los e m -
rito... El que cree da gloria á Dios, reconociendo su soberana vera-
peños contraídos recibiéndoos, hoy los renuevo con todo el fervor de
cidad, por la q u e es incapaz de engañarnos. El q u e al contrario rehu-
que soy capaz. Renuncio al demonio y á sus o b r a s , á la carne y á
sa creer, hace injuria á Dios, como si Dios no hubiese hablado bas-
sus concurrencias, al mundo y á sus pompas... Quiero siempre creer
tantemente claro; ó q u e pudiese engañarnos en las cosas q u e revela
y unirme para siempre á Yos solo, ó Dios mió, Salvador mío. Amen.
ó en las pruebas que nos da de las revelaciones... S e g u n d a diferen-
cia... El estado actual... El que cree tiene la vida eterna, la vida d e
la gracia , que lo hace amigo d e Dios, digno del cielo , y tiene en MEDITACION XL.
t
sí Ta prenda, la semilla, y el principio de la vida de la gloria... El COLOQUIO DE JESUCRISTO CON L A SAMARITANA.
q u e no cree está en la muerte y en el pecado, q u e lo constituye ene- (Joan. iT, 1 . 26).
migo de Dios, y el objeto de su indignación y d e su cólera... T e r -
El sagrado historiador nos hace conocer cuáles fueron los medios que usó
cera diferencia... El estado futuro... E n el otro m u n d o el q u e cree, la Providencia para conducir bien este coloquio : divide despues este coloquio
gozará d e la vida en el cielo , con aquel en quien h a creído, y esta en dos partes : en la p r i m e r a la S a m a r i t a n a reconoce á J e s u c r i s t o por un pro-
vida será la unión de lodos los placeres y el colmo d é l a felicidad... feta ; en la segunda J e s ú s descubre á la S a m a r i t a n a que él es el Mesías.
El q u e no cree no tendrá parte alguna en esta vida : será excluido
del cielo ; y este , q u e no podia en la presente vida privarse de u n PUNTO I .
momento de placer terreno, será para siempre privado d e i a d u l z u r a
De los medios que usó la Providencia para conducir bien este coloquio.
de los placeres celestiales, y sumergido en una muerte eterna, q u e
será la unión de todos los tormentos... Cuarta diferencia... La eter- Lo 1.° Jesús se vió obligado á dejar la Judea... «Mas cuando J e -
nidad. .. Atendamos bien á aquel que habla, y que nos envia su Hijo; «sús supo que los fariseos habían entendido q u e iba juntando mas
á aquel que nos pide nuestra fe, nuestra obediencia y nuestro amor. «discípulos, y bautizaba mas q u e J u a n (aunque Jesús no bautizase,
Pensemos que es u n Dios eterno, q u e promete eternidad, q u e ame- «sino sus discípulos), dejó la Judea, y fué otra vez á l a Galilea...»
naza eternidad, y q u e n o tiene otros designiosqueparalaelernidad... Jesús entendió de los discursos d e los hombres lo q u e sabia por
Eternidad bienaventurada para el que cree; pero para el q u e no cree el conocimiento que tenia del secreto de los corazones; esto es, q u e
eternidad infeliz, donde será el objeto de la cólera eterna que se afir- los fariseos estaban informados de cuanto hacia. Persuadido y cierto
mará y agravará sobre él. Esta cólera desde ahora está y a sobre él, de que despues d e haber insultado y maltratado á su discípulo J u a n
y él no la siente; pero si por su infelicidad muere en ella, se dejará Bautista, no lardarían de emplear contra el Maestro u n a violencia
sentir sobre él con suplicios horribles y eternos. mas declarada; viendo formarse y a la tempestad, y debiendo d a r
cumplimiento á la obra de su P a d r e , antes de padecer, tomó el p a r -
Petición y coloquio. tido de dejar la Judea, y volverse á la Galilea, acompañado solamente
de los cuatro-discípulos que había escogido, Pedro, Andrés, Jacobo
¿Qué cosa no habéis hecho, y q u é cosa no hacéis aun ahora, ó Dios
y J u a n . . . ¡ Providencia de mi Dios! ¡ tus mismos enemigos contri-
¿30 E L EVANGELIO MEDITADO.
de nuestras adoraciones, de nuestros servicios, de nuestra obedien- mió por salvarme , y por librarme de esta muerte eterna? Prome-
cia y de nuestro amor! sas amenazas, b o n d a d , a m o r , ternura, lodo lo habéis puesto y lo
ponéis aun en obra para atraerme á Yos. ¿Será posible que lodo esto
Lo 3.° Juan se explica sobre aquellos que creen en Jesucristo, y so-
uo haga impresión alguna sobre mi corazon? ¡ Ah! haced q u e aquel
bre los que no creen en él... El que cree en el Hijo, enviado para ins-
espíritu vuestro q u e h e recibido en el Bautismo, pero q u e he profa-
truir y salvar los hombres, tiene la vida eterna: esto e s , tiene y a en
nado, espire en mí de nuevo y sobre m í ; me libre de mi corrupción,
sí la semilla de la vida eterna; pero el que niega la fe al Hijo enviado
y m e ' d é u n corazon nuevo y una nueva vida... Ó santo Bautismo,
del Padre, se priva de la felicidad prometida á los fieles, no verá la
establecido por Jesucristo y perpetuado hasla nosotros sin embargo
vida, y tira sobre sí la indignación de Dios. Y así entre el que cree
de la distancia de los lugares y del intervalo de tantos siglos; me ale-
v n o cree se pueden considerar cuatro diferencias. Primera... El mé-
gro d e haberos recibido. Si he tenido la desgracia de violar los e m -
rito... El que cree da gloria á Dios, reconociendo su soberana vera-
peños contraídos recibiéndoos, hoy los renuevo con todo el fervor de
cidad, por la q u e es incapaz de engañarnos. El q u e al contrario rehu-
que soy capaz. Renuncio al demonio y á sus o b r a s , á la carne y á
sa creer, hace injuria á Dios, como si Dios no hubiese hablado bas-
sus concurrencias, al mundo y á sus pompas... Quiero siempre creer
tantemente claro; ó q u e pudiese engañarnos en las cosas q u e revela
y unirme para siempre á Yos solo, ó Dios mió, Salvador mío. Amen.
ó en las pruebas que nos da de las revelaciones... S e g u n d a diferen-
cia... El estado actual... El que cree tiene la vida eterna, la vida d e
la gracia , que lo hace amigo d e Dios, digno del cielo , y tiene en MEDITACION XL.
t
sí Ta prenda, la semilla, y el principio de la vida de la gloria... El COLOQUIO DE JESUCRISTO CON L A SAMARITANA.
q u e no cree está en la muerte y en el pecado, q u e lo constituye ene- (Joan. it, 1 . 26).
migo de Dios, y el objeto de su indignación y d e su cólera... T e r -
El sagrado historiador nos hace conocer cuáles fueron los medios que usó
cera diferencia... El estado futuro... E n el otro m u n d o el q u e cree, la Providencia para conducir bien este coloquio : d i v i d e despues este coloquio
gozará d e la vida en el cielo , con aquel en quien h a creído, y esta en dos partes : en la primera la Samaritana reconoce á Jesucristo por un pro-
vida será la unión de lodos los placeres y el colmo d é l a felicidad... feta ; en la segunda Jesús descubre á la Samaritana que él es el Mesías.
El q u e no cree no tendrá parte alguna en esta vida : será excluido
del cielo ; y este , q u e no podia en la presente vida privarse de u n PUNTO I .
momento de placer terreno, será para siempre privado d e i a d u l z u r a
De los medios que usó la Providencia para conducir bien este coloquio.
de los placeres celestiales, y sumergido en una muerte eterna, q u e
será la unión de todos los tormentos... Cuarta diferencia... La eter- Lo 1.° Jesús se vió obligado á dejar la Jadea... «Mas cuando J e -
nidad. .. Atendamos bien á aquel que habla, y que nos envia su Hijo; «sús supo que los fariseos habían entendido q u e iba juntando mas
á aquel que nos pide nuestra fe, nuestra obediencia y nuestro amor. «discípulos, y bautizaba mas q u e J u a n (aunque Jesús no bautizase,
Pensemos que es u n Dios eterno, q u e promete eternidad, q u e ame- «sino sus discípulos), dejó la Judea, y fué otra vez á l a Galilea...»
naza eternidad, y q u e n o tiene oíros designiosqueparalaelernidad... Jesús entendió de los discursos d e los hombres lo q u e sabia por
Eternidad bienaventurada para el que cree; pero para el q u e no cree el conocimiento que tenia del secreto de los corazones; esto es, q u e
eternidad infeliz, donde será el objeto de la cólera eterna que se afir- los fariseos estaban informados de cuanto hacia. Persuadido y cierto
mará y agravará sobre él. Esta cólera desde ahora está y a sobre él, de que despues d e haber insultado y maltratado á su discípulo J u a n
y él no la siente; pero si por su infelicidad muere en ella, se dejará Bautista, no lardarían de emplear contra el Maestro u n a violencia
sentir sobre él con suplicios horribles y eternos. mas declarada; viendo formarse y a la tempestad, y debiendo d a r
cumplimiento á la obra de su P a d r e , antes de padecer, tomó el p a r -
Petición y coloquio. tido de dejar la Judea, y volverse á la Galilea, acompañado solamente
de los cuatro-discípulos que habia escogido, Pedro, Andrés, Jacobo
¿Qué cosa no habéis hecho, y q u é cosa no hacéis aun ahora, ó Dios
y J u a n . . . ¡ Providencia de mi Dios 1 ¡ tus mismos enemigos contri-
232 E L EVANGELIO M E D I T A D O ,
MEDITACION X L . 233
b u v e n conlra sus mismas intenciones al cumplimiento de tus desig- y misericordia divina: en pocos momentos verás en tí una mudanza
nios! Los doctores de la capital obligan á su Salvador á salir de la g r a n d e : volverás á entrar en la ciudad bien diferente de aquella q u e
J u d e a ; y una pecadora va disponiéndoseá empeñar u n a ciudad de saliste. ¡ Ah 1 ¡ si se volviese mi corazon tan dócil como está para serlo
Saiuaria á abrirle sus puertas, cásuplicarle q u e entre, y recibirlo... el tuyo por las lecciones de nuestro común Maestro!
Lo 2.° Jesús se halla obligado á pasar por Samaría... Debía por
esto pasar por la, Samaría,.. Jesús de intento se habia internado en PUNTO I I .
la Judea, de manera que debia necesariamente pasar por el país de La Samaritana reconoce á Jesucristo por un profeta en la primera
S a m a r í a , á no ser que hubiese hecho u n grande rodeo q u e las cir- parte del coloquio.
cunstancias de u n a próxima persecución no le permitían... De esta Lo 1.° Jesús le pide de beber; y ella le responde con una palabra de
manera parecía que Jesús huyese solo la persecución d e sus enemi- burla. «Jesús le dice: dame de beber... Y le dijo aquella mujer sa-
gos; pero el Señor corría por la conversión de una pecadora, y con « m a r i t a n a , ¿cómo siendo tú judío me pides de b e b e r á mí q u e soy
ella á la d e todo un pueblo. « m u j e r samariiana? Porque no se comunican con los samaritanos
Lo 3.° Jesús se halló en la precisión de sentarse cerca del pozo de «los judíos...» La sed que estimulaba á Jesucristo no era del calor
Jacob... « Vino, pues, J e s ú s á la ciudad de Samaría, llamada Sicar, del viaje, ó de la fatiga, como de la conversión de esta m u j e r . . . ¡Ay
«cerca d e la posesion que dió Jacob á su hijo J o s é , y allí estaba la de mí! nosotros somos si no miuistros, á lo menos discípulos de Je-
« f u e n t e de Jacob: y Jesús cansado del viaje estaba así 1 sentado so- sucristo; ¿dónde están nuestros viajes, nuestros sudores y nuestras
« b r e la f u e n t e : y era ya cerca d e la hora sexta.» fatigas por la salud de nuestros hermanos? ¿Cuál es nuestra pacien-
Jesús, habiendo caminado toda la mañana, y en una estación c a - cia y nuestra dulzura con ellos? ¿ q u i é n de nosotros ha experimen-
lidísima, llegó cerca del mediodía con sus cuatro discípulos á las tado u n a sed semejante á la del Hijo del h o m b r e ? . . . Luego q u e la
cercanías de una ciudad de la Samaría llamada Sicar, antiguamente Samaritana sacó el agua, Jesucristo quiso humillarse hasta pedírse-
S i q u e m : se halló tan fatigado del camino, q u e le fue preciso sentarse la, para tomar de allí ocasion de hablarla, de instruirla, y conver-
cerca del pozo , que no estaba léjos de la ciudad , y se llamaba la tirla. Ella no se la niega; pero reconociendo por su hábito y por el
fuente de Jacob... Tos os faligais, ó buen Pastor, corriendo tras la lenguaje que era judío, le dijo como motejándole: ¿Cómó, siendo tú
oveja perdida, y empleáis el tiempo de vuestro reposo en ganarla, y judío, y conociéndome á mí por una mujer samaritana, me pides de
en instruirla. ¡Oh fatiga d e J e s ú s ! ¡ y q u é poderosa eres! ¡ Oh r e - beber, cuando los judíos n o tienen comunicación con los samarita-
poso de J e s ú s ! ¡y cuán fecundo sois de gracia y de misericordia! nos *? Ella no sabia que estaba hablando con quien bien presto de-
Lo 4.° Los discípulos de Jesucristo se hallaron necesitados á ir ála bia reunir el samaritano con el j u d í o , y el judío y samaritano con el
ciudad para comprar laprovision de aquel dia, y le dejaron solo. «Por- gentil, y formar d e todos los pueblos de la tierra un solo pueblo fiel:
« q u e los discípulos fueron á la c i u d a d á c o m p r a r que comer...» Los no sabia que ella misma debia estar m u y presto dentro de este p u e -
discípulos, viendo al Señor tan cansado, se fueron juntos á comprar blo escogido.
q u e comer á la ciudad para venir despues á comer con él. Esta s o - Lo 2.° Jesucristo le prometió una agua viva, y ella le pregunta de
ledad en que lo dejaron no era efecto del acaso. Jesús la habia dis- dónde la ha de sacar... Jesús no responde á cuanto el discurso de la
puesto, y entraba sin duda en los designios de su sabiduría... Á Dios mujer tiene de picante: la llama á pensamientos mas sérios, estimu-
s e gusta en la soledad ; y ninguno h a y tan ocupado, q u e si quiere lando poco á poco su curiosidad. «Respondió Jesús, y le dijo: Si s u -
no pueda encontrar algunos momentos para entretenerse con Jesús.
i Los samaritanos aceptaban de la sagrada Escritura solo los cinco libros
Lo 5.° La Samaritana se halló con necesidad de ir á sacar agua, de Moisés: rehusaban ir á Jerusalen á adorar á Dios en el templo; y mezcla-
«Vino una mujer samaritana á sacar a g u a . . . » Yen, mujer dichosa: ban varias supersticiones en el culto que daban á Dios. Los judíos los mira-
tu Salvador te espera: te parecerá al principio ver u n acaso y u n ban como paganos; y no les era permitido tener algún trato con ellos: é igual-
mente Ies era prohibido recibir de ellos cosa alguna, ni tampoco podían usar
encuentro fortuito; pero todo está en él dispuesto por la providencia
1
de su hábito, ni comer á una misma m e s a , ni beber en un mismo vaso: pero
Por esto, ó por esta causa ó motivo. la ley no se eitendia á prohibirles el tráfico y el comercio con ellos.
«pieras el don de Dios, y quién es el q u e te dice, dame de beber, a»ua divina , que no es otra cosa q u e la gracia del Espíritu Santo,
«tú por ventura le hubieras pedido , y habria dado á tí una agua deseémosla, pidámosla; no para librarnos de las necesidades de esta
«viva...» ¡Ah! si lo conociésemos bien nosotros mismos, no le ne- vida, sino para purgarnos y purificarnos de nuestros pecados; para
garíamos aquello poco que nos p i d e , aquella pequeña violencia, apagar el ardor de nuestras pasiones; para librarnos de la sed délos
aquella débil sujeción á nuestras obligaciones, aquello que desde el placeres y de los bienes de este m u n d o ; para que nos impida volver
principio exige ; y nos pondríamos sin duda en estado de recibir la otra vez á los lugares funestos á nuestra inocencia y á aquellos ob-
abundancia y plenitud de los dones celestiales que nos prepara. jetos que nos manchan, q u e nos disipan, q u e nos hacen perder in-
Las palabras de Jesucristo le hicieron a l a Samaritana juzgar que útilmente el tiempo, que nos consumen las fuerzas, y q u e en vez de
era algo mas de lo que ella al principio habia creído: y de hecho, en apagar y calmar nuestra sed no hacen otra cosa q u e irritarla.
adelante ya siempre le dio el título de Señor; y como deseaba saber Lo 4.° Jesucristo le dice que taya, y llame á su mando: y ella le
quién fuese, y sospechaba algún misterio en sus palabras, le repli- responde que no lo tiene... Esperaba la Samaritana con impaciencia
có en manera de empeñarlo á explicar lo uno y lo otro: «le dijo la el cumplimiento de las magníficas promesas q u e Jesús le habia h e -
« m u j e r : Señor, tú no tienes con q u é sacar a g u a , y el pozo está pro- cho, cuando le dijo: «Yes, y llama á tu marido, y vuelve acá...» E n
« f u n d o ; ¿cómo tienes esta agua viva? ¿eres tú acaso mayor q u e Ja- un sentido ella tenia ciertamente un marido; pero en otro no lo te-
«cob nuestro padre, q u e dio á nosotros el pozo, y él mismo bebió de nia, porque el que tenia no era legítimo. Esta m u j e r , por satisfacer
« é l , y sus hijos y sus ganados?...» Las razones y la dificultad q u e el deseo grande que tenia de recibir de esta a g u a viva q u e le habia
aquí propone la Samaritana representan al vivo los frivolos pretex- prometido el Salvador, le respondió con priesa: «y le dijo: No tengo
tos que alegan los pecadores y los obstáculos que se proponen á sí «marido...» Ella decia la verdad, sin quererla decir; y no pensaba
mismos y oponen á los movimientos de la gracia y á los remordi- aun en confesar su pecado, ni en reconocer su mala conducta... Y
mientos saludables de su conciencia. ves aquí, como queriendo callar la verdad, la verdad misma se m a -
Lo 3.° Jesús le explica las cualidades del agua de que le habla, y ella nifiesta ; y muchas veces cuando nosotros procuramos sofocarla y
le suplicay pide queseladé... Jesucristo dejó también pasar la com- esconderla, nuestras mismas acciones y nuestras palabras la revelan.
paración q u e esta mujer hacia de él con Jacob, no queriendo exacer- Lo 5.° Jesús le habla de sus desórdenes, y ella lo reconoce por un
bar una persona q u e quería ganar, y le responde solo indirectamente profeta: « v Jesús le dijo: Has dicho bien, no tengo marido: porque
explicándole la diferencia que habia entre el a g u a del pozo de Jacob, «has tenido cinco, y el q u e ahora tienes no es marido tuyo ; en esto
y la q u e él le prometía... « Respondió Jesús, y le dijo: Todo a q u e l . «has dicho la verdad...» Una tal declaración, q u e la Samaritana es-
« que bebe de esta a g u a vuelve á tener sed: pero aquel q u e bebiere taba bien léjos de esperar, la sorprendió en extremo ; pero el agua
« del a g u a q u e yo le daré, no tendrá jamás sed: antes bien el agua viva q u e habia pedido sin conocerla; esto es, la gracia, comenzaba
« q u e yo le daré se hará en él fuente de a g u a , q u e brotará hasta la ya á derramarse en ella , y á penetrarle el corazon : reconoció q u e
«vida eterna...» ¡Oh ! ¡ y cuánta pena experimenta una alma car- era una grande pecadora, y q u e el q u e le hablaba era u n profeta.
nal en comprender las cosas de Dios! No se puede imaginar q u e h a - Cesó de porfiar, y no respondió mas q u e estas palabras: « Señor, veo
ya otros bienes fuera de aquellos q u e lisonjean la naturaleza... Si la « q u e tú eres u n profeta...» ¡ Ah! ¡ y q u é profeta! ¡ Cuanto mas pe-
Samaritana no comprendió todo el sentimiento de estas palabras, no netrantes son sus luces, tanto mas amable es su dulzura! De hecho,
dejó de entrever en ellas un misterio de q u e ardientemente deseaba ó sea q u e los cinco maridos q u e habia tenido la Samaritana fuesen
la explicación. F u e bastante para el Señor hacerla desear de esta legítimos, ó que no lo f u e s e n , como el sexto, ella pasaba una vida
agua , y resolverla á pedirla : «díjole la mujer : S e ñ o r , dame esta desordenada. No obstante esto ¿Jesucristo la reprende , ó le r e p r e -
« a g u a para q u e yo no tenga ya mas sed, ni necesidad de venir aquí senta con dureza la enormidad de sus culpas? N o , al contrario, to-
« á sacarla...» La Samaritana le pide al Salvador de esta a g u a viva; m a ocasión de alabarla por haber dicho la verdad : hace u n elogio
pero no conoce a u n su verdadera virtud, y habla solo con miras las de su sinceridad; y lo hace en dos diferentes ocasiones. ¡ Oh bondad
mas ordinarias y groseras... Nosotros, q u e conocemos mejor esta infinita 1... Así traíais Yos al pecador cuando se humilla y confiesa
s u s pecados: parece que os olvidáis de lodos sus desórdenes por solo
del cisma con la destrucción del templo y abolicion d e la ley d e los
ver y oir la sinceridad de su confesion.
judíos. Ya no se buscaba otra cosa q u e creer en Jesucristo, y entrar
en su Iglesia.
PUNTO I I I . Lo 2.° Respuesta de Jesucristo...«Jesús le dijo: Créeme, ó mujer,
Jesús le descubre que él es el Mesías en la última parte del coloquio. «que ha llegado ya el tiempo en q u e ni en este monte , ni en J e -
«rusalen adoraréis al Padre...» Ahora no es tiempo d e ocuparte en
Lo 1.° Pregun ta de la Samaritana sobre la religión de los judíos y
estas contiendas; bien presto cesará enteramente el motivo de esta
de los samaritanos... La pecadora de Sicar comprendió la mudanza
división entre los judíos y samaritanos: no se pasará mucho sin que
q u e experimentaba en su corazon , y que se le babia concedido el
se acabe la cuestión d e vuestro templo y del de Jerusalen en orden
a g u a q u e habia pedido ; y no le hizo"ya sobre esto mas preguntas,
á adorará Dios. No habrá ya sobre la tierra lugar fijo para ofrecerle
pero le propuso u n a cuestión: Cuando u n alma se convierte á Dios
el culto q u e se le debe. Ello es cierto (ya q u e quieres saberlo) q u e
de sus malas costumbres, no vive ya tranquila en el partido del er-
los judíos tienen la preferencia sobre vosotros para hacer las ceremo-
ror... Esta m u j e r , q u e al principio del coloquio se burlaba del es-
nias públicas de la religión en el lugar q u e el Señor ha escogido, y
crúpulo de los judíos, comenzó á tenerlo sobre la religión de los sa-
(¡ue en esto obran conforme á la revelación divina; porque « vosotros
maritanos... ¿ Y á quién podia ella recurrir mejor, y proponer sus
« adorais lo que no conocéis: nosotros adoramos lo que conocemos,
dudas, q u e á aquel q u e con tan justo título se habia merecido su con-
«porque la salud viene de los judíos...» Vosotros adorais á Dios en
fianza, y obrado en ella tan grande mutación? « Señor, le dijo la m u -
vuestro templo , sin ser autorizados por alguna señal manifiesta de
«jer , veo q u e tú eres u n profeta...» Y ya que tienes luces tan se-
la voluntad de Dios, y no sabéis por q u é lo hacéis. Nosotros al con-
g u r a s , dígnate de iluminarme sobre el punto de religión ; sobre la
trario conocemos la voluntad de Dios, y obramos según sus divinos
cuestión q u e nos iiene separados d e los judíos, y que mantiene una
oráculos. Vosotros ni conocéis al Padre, ni al Hijo; porque no reci-
aversión escandalosa entre los siervos de u n mismo Señor : instru-
bís los libros de los Profetas, que os harían conocer al uno v a l otro,
yeme, porque estoy resuella á abrazar el bien perdido , y asegurar
y os enseñarían que el flijo de Dios, el Salvador del mundo, debe n a -
mi salud. « Nuestros padres han adorado (á Dios en este monte), y vos-
cer del pueblo de los judíos. E s verdad que el culto judáico es aun
o t r o s decís q u e el lugar donde es necesario adorarlo es en Jerusa-
en sí mismo un culto tosco, material y figurativo , q u e anuncia al
« l e n . . . » ¿Sobre qué fundáis y sosteneis que Jerusalen es la ciudad
Salvador: «pero vendrá el tiempo, y es ahora cuando los verdade-
ó que el templo fabricado sobre el monte de Sion es solo el lugar
«ros adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque
q u e Dios h a escogido, y donde le agradan las víctimas q u e se le sa-
«tales son los adoradores que busca el Padre...» El tiempo viene en
crifican? Por lo que toca á nosotros, tenemos por cierto q u e es so-
q u e ya no se sacrificarán víctimas legales ; en q u e ninguno estará
bre el monte de Garizim, q u e está a q u í á vuestra presencia, y en el
obligado á escoger ciertos tiempos y lugares; en que no se derramará
templo q u e está fabricado en su c u m b r e , y tenemos por prueba el
sangre de cabras ni de toros: las hostias carnales que Dios m a n d ó s e
ejemplo de los Patriarcas , q u e son nuestros p a d r e s , y de quienes
le ofreciesen , eran solo una sombra de u n culto mas perfecto q u e
descendemos. De esta manera los samaritanos persistían en su cis-
ahora pide ; de un culto verdadero , sincero , interno y espiritual
ma, solo por hábito y por prejuicio. De esta manera los herejes aun
q u e se deberá manifestar con el sacrificio del espíritu y del corazon:
hoy se apoyan sobre el ejemplo de sus padres, que han fabricado y
« porque Dios es espíritu, y aquellos que lo adoran lo deben adorar
frecuenlan sus templos; pero si quisieran consultar su primer orí-
«en espíritu y en verdad...»
gen, hallarían á sus padres en las mismas iglesias, asistentes como
nosotros al mismo sacrificio. El cisma de los padres no sirve de e x - Nosotros vemos con nuestros ojos el cumplimiento de esta profe-
cusa á los hijos , q u e continuándolo se hacen cómplices de sus p a - cía. .. Ya subsiste la Iglesia de Jesucristo por el espacio de diez y ocho
dres. L a Samaritana no tenia actualmente aquella obligación ; por- siglos: los templos de Samaría y de Jerusalen fueron destruidos, sin
q u e habiendo venido el Mesías y su reino , debia quitar la ocasion que la malicia de un emperador 1 haya podido reedificar este, ni el
J J u l i a n o Apóstata.
furor de otros muchos destruir aquella. Nosotros vivimos en este fe- labra que penetra y mueve nuestro corazon; por medio de aquel po-
liz tiempo, en que al culto judaico ha sucedido u n culto perfecto, y bre q u e implora nuestro socorro, de aquella enfermedad, de aquella
á los sacrificios carnales de la ley u n a hostia divina. ¿Y somos nos- aflicción y de aquella desgracia q u e nos humilla. Si nosotros f u é r a -
otros de los verdaderos adoradores q u e busca el Padre celestial? ¿Ado- mos dóciles á esta voz divina, ¿ d e q u é consuelo no se llenaría nues-
ramos á Dios en espíritu y en verdad? ¿Á la preciosa víctima q u e le tro corazon?
ofrecemos unimos el sacrificio sincero de nuestros espíritus, de nues- Lo 5.° Los discípulos de Jesús llegaron, y se retira ¡a Samaritana...
tros corazones, de nuestra vida, y d e todo lo que somos? Luego que esta mujer oyó aquella palabra de Jesucristo : «Yo soy,
Lo 3.° La Samaritana declara que ella espera al Mesías... Sabia « q u e hablo contigo...» ¿quién podrá decir los sentimientos de júbi-
que era el tiempo en que se esperaba : no ignoraba la fama que se lo, d e admiración , de respeto y de amor q u e se levantaron en su
habia esparcido d e q u e ya habia venido , y q u e se manifestaba en corazon? Pero no tuvo tiempo de manifestarlos. Llegaron en el m o -
la Judea y en la Galilea por medio de estrepitosos milagros. E n esta mento los discípulos, y ella se retiró, ó por mejor decir, voló hácia
disposición de espíritu ¿podia ella oireste último discurso d e Jesu- la ciudad para exhalar el fuego sagrado de q u e ardia su corazon.
cristo, y reflexionar á cuanto le habia dicho primero, sin tener sos-
pechas vehementes d e q u e el q u e le hablaba era acaso el Mesías? Petición y coloquio.
Ahora, ¿qué favor, q u é honor no hubiera sido para ella el haber apa- Señor, vuestra victoria es completa; vuestra conquista es segura:
gado su sed , y haber tenido con él un particular coloquio ; de h a - de una pecadora y d e una infiel habéis hecho u n a apóstola: obrad
berle confesado sus pecados, y de haber probado los atractivos de su de esta manera en m i alma pecadora; haced de ella una penitente,
dulzura? Pero por otra parte no se atrevía álisonjearse hasta aquel cristiana y fervorosa. ¡ Oh J e s ú s ! yo soy culpable á vuestros ojos
punto. ¿Por ventura el Mesías (diria dentro de sí) se habría entre- de ciertos pecados, en u n sentido, mas enormes que los de la S a m a -
tenido con una pecadora como yo, y la habría tratado con tanta dul- ritana; porque he tenido mayores socorros, mayores gracias y m a -
zura y con tanta circunspección? Dividida, pues, entre la esperan- yores luces que ella para evitarlos: pero si he tenido la desgracia de
za y el temor; y no permitiéndola el respeto descubrirle su embarazo, ofenderos, procuraré á lo menos con la sinceridad de mi confesion
tomó el expediente d e mudar de discurso, para ser iluminada sobre merecer de Yós aquel elogio y aquel perdón q u e ella mereció con
un punto que para ella era de s u m a importancia: «Le dice la m u - deciros la verdad. Dadme como á ella, ó divino Salvador, de a q u e -
« j e r : sé que viene el Mesías, q u e quiere decir Cristo ; cuando este lla agua viva que purgue mi corazon de todo afecto terreno; que t o -
«venga nos lo enseñará todo...» dos mis pensamientos se eleven al cielo ; y q u e la vida eterna, q u e
Lo í.° Jesús descubre á la Samaritana que él es el Mesías... ¡Afor- Vos prometeis, sea el único término de todos mis deseos. Amen.
tunada m u j e r ! tu Salvador conoce y sabe perfectamente cuanto
tienes en el corazon; conoce el artificio de q u e te sirves; pero por- MEDITACION XLI.
q u e ve q u e te lo ha sugerido la humildad y el amor, quiere satisfa-
L O QUE P R E C E D E Á LA CONVERSION D E LOS SAMARITANOS DE SICAR.
cer á tus deseos, y apagar toda tu curiosidad. Está a t e n t a : escu- (Joan, iv, 2 7 - 3 8 ) .
cha bien esta palabra q u e forma la alegría del cielo y la esperanza
Cuatro objetos deben fijar nuestra atención en este lugar... l . ° la a d m i r a -
de la tierra; palabra que no ha salido aun de la divina boca q u e va
ción de los A p ó s t o l e s ; 2." el celo de la Samaritana : 3.° la caridad de J e s ú s ;
á pronunciarla: «Le dice Jesús: yo soy, q u e hablo contigo...» ¡Oh 4.° la instrucción que J e s ú s h a c e á sus discípulos.
palabra deliciosa!... Jesús no cesa aun de enderezarla á nosotros:
¿pero nosotros estamos a t e n t o s á e l l a ? ¡Av de mí! en mil ocasiones PUNTO I .
nos habla; pero nosotros no queremos reconocer su v o z : el mismo La admiración de los Apóstoles.
Señor es el que nos habla con aquellos remordimientos que senti- Lo 1.° Esta maravilla es de mucho honor para Jesús... « Y enton-
mos dentro de nosotros; con el disgusto del mundo q u e experimen- «ees llegaron sus discípulos, y se maravillaban q u e discurriese con
tamos; con aquellos discursos,-conaquella lectura, con aquella pa- « u n a mujer.»
240 EL EVANGELIO MEDITADO.

Esla sorpresa de los discípulos nos muestra cuan léjos estuvo siem- el ardor de aquella caridad pura q u e Jesucristo ha encendido en su
pre Jesucristo de comunicar en particular con las mujeres... Ella nos corazon. Todo es vivo, y todo es animado en las almas que tienen
enseña q u e los pastores son m u y expuestos á la censura y al juicio la dicha de acercarse á Dios, y de escuchar con humildad las pala-
de los hombres ; q u e su conducta suministra al público la materia bras interiores que s u espíritu hace sentir en sus corazones.
ordinaria de sus reflexiones, y q u e deben usar toda la diligencia po- Lo 2.° Celo humilde... La Samaritana no usa de un tono doctri-
sible para evitar aquellas frecuentes conversaciones , q u e son ordi- nal. Sus palabras nada tienen q u e pueda dar sospecha, engañar ni
nariamente poco útiles, muchas veces escandalosas, y siempre peli- prevenir. No alega por autoridad los sublimes conocimientos q u e se
grosas. La conducta de Jesucristo nos enseña también q u e u n celo le han comunicado, ni los profundos secretos que se le han revela-
sabio é iluminado debe en este caso señalar los límites fijando algu- do : habla solamente d e la manifestación que se le ha hecho de sus
nas reglas. Las conferencias q u e se tendrán con las mujeres serán ni propias acciones y de sus culpas. El pudor y la vergüenza, senti-
demasiado frecuentes, ni demasiado largas, siempre q u e sean: lo mientos q u e tienen lanía fuerza é imperio sobre los pecadores ; el
1.° tan raras, q u e causen admiración y sorpresa; lo 2.° en lugar tan orgullo, el temor y la eslima de los hombres, de q u e están domi-
público y abierto, que no dén sospecha a l g u n a ; y lo 3.° sobre mate- nadas las almas m u n d a n a s ; todos eslos poderosos motivos son des-
rias tan santas, q u e sus consecuencias puedan justificarlas. preciados, y sacrificadas todas las mas vivas pasiones. Todo cede á
la grandeza de su fe y de su celo... El ejemplo de la Samarilana
Lo 2.° Admiración respetuosa hacia Jesús... « Pero ninguno le di-
sirve d e terrible juicio contra la prudencia de la carne, y contra el
« j o : ¿ q u é buscas tú , ó q u é hablas con ella?...» Los discípulos n o
vil temor de aquellos pecadores que viven en el desorden, y temen
se atrevieron á preguntarle sobre lo q u e había dado motivo á su sor-
verse descubiertos, q u e han perdido el temor de Dios, y no pueden
presa. .. Las ovejas no deben jamás juzgar de la conducta de los pas-
perder el funesto temor del mundo.
tores ni detenerse en las apariencias. Lo q u e parece que les s u m i -
nistra materia para discurrir, debe obligarlas antes á callar, porque Lo 3.° Celo prudente... Ella no dice que aquel hombre es el Me-
es m u y fácil el dejarse sorprender d e la admiración. Aprendamos á sías, y que lo ha asegurado él mismo ; se contenta con referir la
deponer un tal espíritu de curiosidad, naturalmente opuesto á la pie- circunstancia mas sorprendente del coloquio que ha tenido con é l ;
dad , y tan contrario á la simplicidad de la fe como á la inocencia y con animar aquellos con quienes habla á que vayan á ver y j u z -
de la caridad : aquel hábito de hablar y de decir mal q u e se obser- gar por sí mismos, si él es verdaderamente el Mesías... Cuanto mas
va en las-personas de piedad igualmente q u e en las m u n d a n a s , y ridicula se hace u n a mujer, cuando pretende dogmatizar sobre la
aquella malignidad tan común en nuestros dias, dispuesta siempre Religión, por mas hábil que se suponga, tanto mas honor se a d -
á juzgar mal de todo, y á interpretarlo lodo en la peor parle. quiere, y puede hacer del bien, cuando para mantener la fe é ins-
pirar la piedad emplea los atractivos de una dulce é ingeniosa i n -
sinuación.
PUNTO I I .
Lo 4.° Celo eficaz... «Salieron, pues, de la ciudad, y fueron á
El celo de la Sainaritana. «él...» Á esta voz de la Samaritana : venid á ver u n hombre q u e
me ha dicho cuanto yo he hecho, toda la ciudad se conmovió, y u n
«Pero la m u j e r dejó su cántaro y se fué á la ciudad, y dijo á a q u e -
gran número de habitadores*se dispuso á ir á ver... Y ¿por qué no
«los hombres: Venid, y veréis u n hombre que m e ha dicho todo lo
se rinden á este convite nuestros incrédulos? ¡ Ah! rindámonos á lo
« q u e yo h e hecho: ¿es él acaso el Cristo?...» ¡Qué ardor, q u é h u -
menos nosotros: vamos y veamos, esto e s , contemplemos á J e s u -
mildad, q u é prudencia, qué eficacia en el celo d e la Samarilana!
cristo , sus acciones y sus palabras, y veamos cuán digno es d e
Lo 1.° Celo ardiente, q u e le hace olvidarse de ir á comer, p o r
nuestro amor, de nuestro respeto y de nuestra confianza.
publicar en toda la ciudad el feliz encuentro q u e habia tenido... El
celo de la fe, el amor de la verdad, el deseo, la alegría, la sorpre-
sa y el reconocimiento la a n i m a n , la mueven y la transportan...
Corre, y está solo atenta á seguir los movimientos d e la gracia, y
16 T. I.
MEDITACION X L I . 243
Respondamos con Jesucristo, yo tengo un manjar para alimentar-
PUNTO I I I . m e que vosotros no sabéis, y q u e tiene para mí unas delicias q u e
La caridad de Jesús. m e hacen desabridas y fastidiosas las que vosotros me presentáis.
Lo 3.° La caridad empeña á Jesucristo á hacer una instrucción á
Lo 1.° La caridad le impide tomar el alimento... «Y en aquel sus Apóstoles... «Los discípulos por esto se decian el uno al otro :
«tiempo le rogaban los discípulos, y le decian: Maestro, come...» «¿habrá venido alguno que le haya traído de comer?...» La Sama-
Mientras la Samaritana seguía el ardor de su celo, y llamaba los ritana no comprendió al principio el misterio del agua celestial, de
habitantes de Sicar, los discípulos de Jesucristo le pusieron delante que le hablaba el Hijo de Dios ; pero no están mas iluminados los
lo que habian traído de la c i u d a d , y viendo q u e no comia, lo exhor- discípulos sobre la naturaleza, y sobre las circunstancias y cualida-
taban á que tomase algún alimento. Hé aquí lo q u e ocupaba los des del alimento divino de que les hablaba Jesucristo. Jamás habian
discípulos; y hé aquí lo q u e ocupaba á Jesucristo, Á pesar de la sentido otra hambre q u e la corporal. No conocían la hambre de la
fatiga del viaje, del calor del dia, de la hora ya avanzada y del verdad y la sed ardiente de la justicia. Por esto, no entendiendo
cansancio de este divino Salvador, á otra cosa no atendía q u e á la por qué Jesucristo difiriese el lomar alimento, se imaginaron q u e en
obra de Dios que habia comenzado, que la Samaritana continúa, y su ausencia alguno le hubiese traído de comer... El hombre es
q u e él quiere perfeccionar... Ó J e s ú s , vuestra ardiente caridad y el siempre esclavo de los sentidos si el espíritu de Dios no lo eleva y
cuidado de nuestra salud os hacen olvidar vuestras propias nece- le enseña á pensar dignamente de é l ; y esto es lo q u e empeñó al
sidades, mientras nosotros, por necesidades imaginarias y por v a - divino Salvador á instruir sus discípulos sobre las obligaciones del
nos entretenimientos, olvidamos nuestra salud y la de nuestros h e r - apostolado... ¡Oh caridad inmensa é incansable! de esta manera, ó
manos. Felices los pastores y los hombres apostólicos que á vuestro Jesús, prefiriendo las necesidades del prójimo á las vuestras p r o -
ejemplo olvidan el cuidado de sus cuerpos por trabajar en la salud pias, mostrándoos mas solícito de la salud de los samaritanos q u e
de las almas. Felices los fieles q u e á ejemplo de vuestros discípulos de la hambre y de la sed que os estimulaban, enseñásteis, no solo á
dan á los pastores los socorros y las ayudas que les son necesarias. los pastores, sino también á los fieles, á no dejar las obras de cari-
Lo 2.° La caridad alimenta d Jesucristo de un alimento desconoci- d a d , de piedad y de misericordia q u e les presenta la Providencia ;
do... Solicitándolo los discípulos á que comiese, les respondió : «Yo y á no preferir las necesidades de la vida y del cuerpo á los socor-
«tengo un manjar para alimentarme q u e vosotros no sabéis...» El ros q u e se deben dar á los pecadores, y que pueden llevar sus al-
Salvador se servia de todas las ocasiones para instruir y para edifi- mas á la vida de la gracia. Hay siempre tiempo para alimentar el
car... El agua, q u e le habia pedido la Samaritana, lo habia condu- cuerpo ; pero no siempre se ofrecen las ocasiones favorables para
cido á hablarle del agua de la gracia q u e brota hasta la vida eter- salvar al prójimo.
na , y el alimento que le presentaron sus discípulos le sirvió de m a - PUNTO IV.
teria para u n a instrucción apostólica... El alimento de Jesucristo es
nuestra santificación. Del mismo modo nosotros le presentamos un La instrucción que Jesucristo hace á sus discípulos sobre las obliga-
alimento celestial, cuando somos dóciles á los impulsos de la g r a - ciones del apostolado.
cia, y se lo rehusamos cada vez q u e indóciles á ella seguimos nuestras Lo 1.° Jesucristo les explica cuál es el alimento de que ha habla-
pasiones... Acordémonos de esta palabra de Jesucristo: «Yo tengo do... «Les dijo Jesús : mi comida es hacer la voluntad de aquel que
« u n manjar de que me alimento que vosotros no sabéis...» cuan- « m e ha enviado, y de cumplir.su obra...» Como si les hubiese di-
do ciertos amigos demasiadamente caritativos nos exhortan á mi- cho : No os sorprenda, si no atiendo á las necesidades de mi cuer-
tigar y aflojar en alguna de nuestras prácticas de piedad, de m o r - po : la gracia, que mi Padre ha hecho á esta Samaritana , y el es-
tificación y de celo ; y acordémonos sobre todo cuando el demonio, tado feliz eii que la veo, me arrebatan y me sostienen. ¿No es, por
la carne y el m u n d o nos ofrecen aquellos manjares envenenados, v e n t u r a , u n a cosa correspondiente al buen orden que el cuerpo ce-
que dan la muerte al a l m a , lisonjeando los sentidos y las pasiones. da al espíritu? La salvación de un alma ¿no se debe preferir al pan
16*
244 E L EVANGELIO M E D I T A D O .

material? Si esta preferencia es debida á una alma sola, ¿con cuán- nes bastaría algunas veces una sola palabra para hacerles entrar d e
ta mayor razón lo.será á la salvación de toda una ciudad y d e toda nuevo en sí mismos y convertirlos. Obremos en su provecho, h a -
una nación? Yeis aquí lo que Dios quiere q u e yo haga : haré su vo- blemos y reguemos por ellos... Segundo motivo... La recompensa
luntad , cumpliendo la obra de caridad q u e h e comenzado ; y veis del trabajo... «Y aquel que siega, recibe la merced, y junta fruto
aquí mi comida... Cuando nosotros trabajamos por la salud del pró- «para la vida eterna : para q u e al mismo tiempo goce el q u e siem-
jimo ; cuando cumplimos las obligaciones d e nuestro ministerio; « b r a y el q u e siega...» Esta recompensa es la vida eterna y la dul-
cuando e n el cumplirlas tenemos que padecer y q u e sufrir, consi- ce satisfacción de ver en la posesion de ella á aquellos para quienes
deremos q u e cumplimos la voluntad d e Dios. Obremos, pues, con aquí en la tierra hemos sido instrumentos de salud... ¡Qué alegría,
ardor y con alegría ; y gustemos la paz y la consolacion q u e se ha- qué amor reinará entre las almas bienaventuradas de los predesti-
llan en hacer sobre ía tierra lo que Dios pretende de nosotros... nados ; entre aquellos q u e se han salvado por ministerio de los otros;
Pensemos que es obra del Señor, y apliquémonos á darle toda su aquellos q u e en cualquier manera habrán contribuido á la salva-
perfección... Co meneémosla y acabémosla con una entera pureza de ción del prójimo, y aquellos q u e en diferentes tiempos y con diver-
intención, sin q u e nos quite la mas mínima parte, ó algún respeto sas ocupaciones habrán concurrido á formar aquella Iglesia triun-
h u m a n o ó nuestro amor propio. Haciéndolo así, hallaremos en el fante!... Y ¿tendrémos nosotros corazon, despues de esto, para m i -
cumplimiento de la voluntad divina u n m a n j a r delicioso que forti- rar tanto p o r nuestras comodidades y por nuestros intereses ; sin
ficará nuestra a l m a , la hará crecer en v i r t u d , y la conducirá á la aprovecharnos con ardor de todas las ocasiones que se ofreciesen de
perfección. trabajar por la salvación de las almas? Y al contrario, ¿cuál será el
Lo 2.° Jesús explica á sus discípulos un proverbio que no conviene odio, la rabia y el furor d e que estarán animados los réprobos con-
al apostolado... «¿No decís vosotros, hay a u n cuatro meses, y d e s - tra aquellos que con sus ejemplos, con sus discursos y con sus escri-
« p u e s viene la siega? Yeis a q u í , que yo os d i g o , alzad los ojos, y tos habrán concurrido á su reprobación? ¡ Ah! este pensamiento de-
« mirad los campos que ya blanquean por la miés...» S e decía por bería hacer dejar la pluma á aquellos impíos y sacrilegos autores q u e
proverbio : Hay cuatro meses desde el trabajo de la sementera hasta emplean su talento en destruir la fe y corromper las costumbres.
el de segar la miés... Queria decirles con esto, q u e no estaban siem- Lo 3.° Jesús explica á sus discípulos otro proverbio que se debe
pre obligados á trabajar ; sino q u e hay u n tiempo de reposo y otro aplicar al apostolado... « P o r q u e en esto se verifica aquel proverbio,
para el trabajo : los Apóstoles habrían podido creer q u e ellos esta- « u n o es el q u e siembra, y otro es el que siega...» l . ° Este prover-
b a n solo en el tiempo de los trabajos de sembrar, habiendo de s u - bio se verifica en el sentido propio y natural, y nos advierte dos co-
ceder despues el del reposo ; pero Nuestro Señor les declara q u e es- s a s : La primera, q u e no se necesita hacer u n gran capital d e la
tán en el tiempo propio de los trabajos de segar y de recoger la miés; propia vida.. Muchas veces unos se aprovechan del trabajo d e los
y que era necesario comenzarlos luego sin d e m o r a , y continuarlos otros; comienzan unos una obra, y cogiéndolos repentinamente la
sin interrupción ; y los anima alegándoles dos motivos: el prime- m u e r t e , la acaba o t r o : nosotros trabajamos y sembramos, y no
ro,.. La necesidad en q u e están los pueblos y su disposición... Al- permitiéndonos la muerte el gozar los frutos, otro siega y los reco-
zad los ojos, les dice , mostrándoles los habitadores de Sicar q u e ge. La segunda, q u e no liemos de trabajar para nosotros solos...
corrían en tropas, mirad los campos y a rubios q u e esperan la hoz Los q u e nos han precedido h a n trabajado para nosotros: debemos
del segador. Las ciudades, las villas y los lugares están dispuestos dar gracias á Dios, y rogar por ellos ; pero es obligación nuestra
á recibiros. Ya ha llegado el tiempo en q u e les lleveis la luz del trabajar también para los q u e nos seguirán.
Evangelio... Alcemos los ojos, y veamos léjos de nosotros naciones 2.° Este proverbio se verifica aplicándolo á las funciones d e los
enteras q u e piden ser instruidas para recibir la fe. Felices aquellos Apóstoles... «Yo os he enviado á recoger lo q u e vosotros no habéis
que Dios les envia, reguemos por ellos; supliquemos al Señor que «trabajado ; otros h a n trabajado, y vosotros habéis entrado en s u
aumente el número. Veamos al rededor de nosotros cuántos igno- «trabajo...» Los Patriarcas y los Profetas, y los santos doctores d e
rantes q u e suspiran por ser instruidos, y cuántos pecadores á quie- la ley habían sembrado, esto e s , dispuesto de largo tiempo los es-
246 EL EVANGELIO M E D I T A D O . MEDITACION X L I I . 24i

píritus á recibir el Mesías. Cuando los Apóstoles lo anunciaban y da- para creer en é l , solo les bastaba el testimonio de la Samaritana...
ban su Bautismo, segaban el campo sembrado por otros. Este testimonio no era sospechoso ; ella no podia engañarse sobre
3.° Este proverbio se verifica aplicándolo á las funciones apos- lo que habia oido al Señor, que le reveló hasta las cosas mas secre-
tólicas de nuestro tiempo. Los Apóstoles y sus sucesores trabajaron tas de su v i d a : por otro lado no tenia intención ni voluntad de e n -
el terreno inculto de las naciones, y lo sembraron : sus trabajos fue- gañar á sus conciudadanos ; ni para esto tenia interés alguno : y
ron regados con su sangre y con la de los Mártires ; de esta mane- todos la conocían que era de u n carácter incapaz de pensar en es-
ra ha llegado hasta nosotros la fe... E s también verdad, respecto á to... Todos aquellos q u e buscan cándidamente la verdad, y sin al-
los particulares, q u e uno siembra, y otro c o g e : uno instruye, otro g ú n designio de impugnarla, presto quedan persuadidos y conven-
hace nacer los buenos pensamientos, y otro acaba de convertir. cidos.
Uno dirige en el camino de una vida santa, otro recoge los últimos La s e g u n d a , fe operativa... « I viniendo á él los samaritanos, le
suspiros de una muerte preciosa. De este modo la predicación evan- «suplicaron, que se detuviese en aquel lugar ; y se detuvo allí dos
gélica forma como dos cadenas q u e parten de Jesucristo ; d e las dias...» Muchos salieron de la c i u d a d , y vinieron con la Samarita-
cuales la u n a sube hasta el principio del m u n d o , y la otra baja has- na á encontrar á Jesús para suplicarle que entrara, y se detuvie-
ta nosotros, y se extenderá hasta la consumación de los siglos, has- r a en ella algún tiempo. Condescendió el Señor con sus deseos:
ta el tiempo de la siega última, q u e será el dia del juicio final. f u é con ellos" y se detuvo allí dos dias... ¡Oh! ¡y cuan caritativo
es Jesucristo! Y a - c o n gusto ; se detiene dos dias, y conversa de
Petición y coloquio. b u e n a gana con aquellos q u e lo llaman con espíritu d e verdadera
¡ Oh Dios m i ó , cuán admirables son vuestras obras! Bienaventu- fe v d e amor. ¿Quién podrá jamás explicar cuál fue el júbilo de es-
rados los q u e habrán caminado en los caminos d e vuestra miseri- tos'nuevos prosélitos? ¿Con q u é diligencia vinieron á recibirlo los
cordia y trabajado para cumplir vuestros designios, ó J e s ú s , si de la ciudad? Y t ú , celante Samaritana, ¿con q u é sentimientos ves
Vos os olvidáis del mantenimiento d e vuestro cuerpo por alimenta- el éxito feliz de tu apostolado? ¿Con q u é satisfacción viste á tu Maes-
ros de la voluntad de vuestro Padre que es mi santificación ; ¿cuán- tro divino recibido, como en triunfo, por tus conciudadanos? ¿Con
to debo yo emplearme en ella? me resuelvo, ó Jesús m i ó : estad q u é ardor, lo seguiste por todos los lugares por donde andaba?
conmigo para fortificarme, y bendecid mis esfuerzos. Amen. La tercera, fe atenta... « Y muchos mas creyeron en él, en virtud
« d e su palabra...» Muchos se apresuraron para oir á Jesús. Y, ¡oh
MEDITACION XLII. con q u é gusto se puso el Señor á instruir unos corazones tan bien
dispuestos! De hecho creció el número d e los q u e creyeron en él...
CONVERSION DE LOS SAMARITANOS DE SICAR.
Entonces comprendieron sin duda los Apóstoles d e q u é comida y
(Joan, iv, 3 9 - 4 5 ) .
de q u é siega les habia hablado J e s ú s ¡ Ah! ¡y cuán al contrario
Consideremos con el sagrado h i s t o r i a d o r : lo 1.° la docilidad de esta g e n t e ; van las cosas entre nosotros! Cada dia se disminuye el número de
lo 2.° su perfección, y lo 3.° la eminencia de su fe. los creyentes , y se debilita la fe, porque no se escucha á Jesucris-
to ; y porque en lugar de leer libros d e piedad y de meditar el Evan-
PUNTO I . gelio, se leen y se oyen cosas que lisonjean las pasiones, y encien-
jDocilidad de su fe. den una vana y peligrosa curiosidad.
Tres cualidades admirables d e la fe d e los samaritanos se deben
considerar desde el principio de su conversión. PUNTO I I .
La primera, fe pronta... «De los samaritanos d e aquella ciudad Perfección de su fe.
«muchos creyeron en él por las palabras de aquella m u j e r , q u e ase-
«guraba : él me ha dicho todo lo q u e yo he hecho...» Los samari- Lo 1.° Su fe es perfecta en el motivo... Creen sobre la palabra de
1
tanos de Sicar estaban persuadidos á q u e ya estaba cerca el Mesías: Véase la meditación a n t e c e d e n t e , p á g . 242, 243 y 244.
Jesucristo : los habitadores de Sicar sentían y conocían el precio de Despues de haberse detenido dos dias en Sicar, partió J e s ú s ; pero
la verdadera fe, y se alegraban de haberla recibido. La Samaritana no se desvanecieron despues de su partida los frutos de su predica-
quería participar y gozar de cuanto sucedía; y así se hallaba siem- ción. Separándose Jesús de los sicaritas, Ies dejó su espíritu, su
p r e en compañía de los mas fervorosos... «Y le decian á la mujer. gracia v su amor. ¿Quién podrá jamás decir con qué sentimien-
« nosotros no creemos ya por respeto á tus palabras, nosotros mis- tos, con qué protestas de fidelidad, con qué acciones de gracias
«mos lo hemos oído.» acompañaron estos fervorosos neófitos el último adiós que dieron a
Aquí se ve como las instrucciones de Jesucristo, despreciadas en Jesús? ¿Podrían ellos jamás olvidar el favor q u e les había hecho,
Jerusalen, son respetadas en Samaría... El samaritano abre los ojos las instrucciones q u e les habia d a d o , y las gracias de que los había
al primer rayo de la luz divina; cree en Jesucristo al oir sus dis- colmado?
cursos, y el judío no cree en él, a u n cuando le ve hacer milagros:
PUNTO III.
así se ve muchas veces vacilar en la fe un cristiano en medio de las
luces mas vivas ; mientras q u e el bárbaro, á la voz sola de un m i - Eminencia de la fe de los samaritanos.
sionero, de un varón apostólico, cree y vive según su fe. Lo 1.° Fe eminente, que condena la infidelidad de Nazaret, y la re-
La Samaritana no respondió á las palabras de sus conciudada- beldía y dureza de Jerusalen... La primera de estas ciudades habia oi-
nos ; y bien léjos de ofenderse de lo q u e le dijeron, queda satisfe- do á J e s ú s : la segunda habia visto sus milagros. La primera era r e -
cha de q u e solo se atienda á Jesucristo. a u n q u e -no hagan caso de putada patria de Jesús, porque en ella se habia criado : la segunda
sus palabras... Tal es el carácter del verdadero celo, siempre lleno de lo era efectivamente, porque era la capital de la J u d e a , donde h a -
amor y de desinterés. Por grande q u e haya sido la humildad de esta bia nacido. Pero viendo que ni la una ni la otra correspondían a sus
mujer, siempre será verdad q u e si ella no hubiera creído primero, fatigas, quiso de nuevo tomar la determinación q u e ya había se-
no habría anunciado á sus conciudadanos el Mesías; y estos acaso guido despues de su bautismo. Se fué hacia la Galilea, donde los
no hubieran sido iluminados con la luz del Evangelio. ¡ Admirable pueblos estaban bien dispuestos á recibirlo y á oirlo. Se alejó de Je-
concatenación de gracias! La salvación y la perfección de muchos, rusalen, y no fué á Nazaret, «porque el mismo Jesús había afirma-
frecuentemente depende de la conversión de uno solo... La prime- «do que no se conciba respeto un profeta en su patria...»
ra gracia recibida con fidelidad, ó rechazada con obstinación, es Lo 2.° Fe de los habitadores de Sicar eminente y muy superior á la
por lo común el principio, ó de una perfecta santidad, ó de una fe de- los galileos...«Luego que llegó á la Galilea, fue bien recibido
terrible reprobación. « d e l o s galileos, que habían visto todo lo q u e habia hecho en Jeru-
Lo 2.° La fe de los habitadores de Sicar es perfecta en su objeto... «salen en el dia de la fiesta : porque ellos también habían ido á la
« Nosotros mismos lo hemos oido ; y hemos conocido q u e este es ver- «fiesta...»
«daderamente el Salvador del m u n d o . . . » ¡Oh! ¡y cuántas verda- No fue exenta de todo motivo humano la fe con q u e los galileos
des se ven unidas en estas palabras! Comprenden "todo lo q u e for- recibieron á Jesús. Lo miraban ellos como de su misma patria ; y
m a el objeto de nuestra f e : porque si Jesucristo es el Salvador del juzgaban q u e la gloria de sus milagros debiese recaer sobre ellos
m u n d o , es necesario creer todo aquello que nos ha revelado y que mismos, y hacerlos superiores á los judíos, q u e estaban acostum-
la Iglesia nos enseña... ¡ Afortunados sicarítas! vosotros sois los pri- brados á despreciarlos. Los sicarítas al contrario, bien que extran-
meros q u e habéis pronunciado sobre la tierra este nombre divino de jeros respecto de Jesucristo, habian creído en él con una fe perfec-
Salvador, despues de haberle anunciado el Ángel á los pastores de ta, solo por haberlo oido y sin haber visto algún maravilloso efec-
Belén : vosotros experimentáis y probáis que él verdaderamente es to | á lo menos exterior, de su divina potencia.
Salvador, no solo de los judíos, sino también vuestro y de todos los Lo 3.° Fe de los sicaritas eminente, y que condena la debilidad y la
hombres del mundo. imperfección de la nuestra... « ¡ Av de mí! nosotros tenemos la pala-
Lo 3.° La fe de los samaritanos es perfecta en su duración... « P a - bra de Jesús, conocemos sus prodigios, y vemos el cumplimiento de
«sados, p u e s , los dos dias, se partió de allí, y se f u é á la Galilea...» sus oráculos, y con todo eso, si defendemos la causa de Jesucristo
250 EL EVANGELIO M E D I T A D O .
ó d e su Religión, y si nos decimos cristianos, muchas veces lo ha- mos por la salvación de nuestra alma este mismo cuidado y esta
cemos estimulados de nuestra propia gloria y por no deshonrarnos. misma diligencia que tuvo este padre por la sanidad d e su hijo, á
su tiempo nos informaríamos de cuanto puede contribuir á nuestra
Petición y coloquio.
perfección y santificación, y no tendríamos por tan difíciles aquellos
Afortunados habitadores de Sicar, vuestra fe será el modelo déla medios q u e son á propósito para encontrar á Jesús, y en él nuestro
mia. ¡Oh Jesús! estos fieles samaritanos os reconocieron por su Sal- socorro y el alivio de nuestros males.
vador ; y no solo s u y o , sino también de lodo el mundo entero : yo Lo 2.° Consideremos el viaje que emprende este afligido padre...
os reconozco por el mió en particular ; y no quiero ya otra ciencia, Con el temor de q u e Jesús llegue tarde á C a f a r n a u m , se determina
otra felicidad ni otra consolacion q u e serviros y adoraros en el tiem- irle al encuentro para suplicarle q u e apresurase su camino. Para
po para poderos glorificar en la eternidad. Amen. esto no se fia d e alguno, deja su hijo por ir á buscarle el socorro ;
parte sin que puedan detenerlo, ni lo largo del camino, ni la fati-
MEDITACION XLIII. g a del viaje... No es esta nuestra conducta cuando se trata de nues-
tra salvación. Cada cosa, por pequeña q u e sea, nos espanta, y nos
JESÚS ESTANDO EN CANÁ S A N Ó A L HIJO DE CN SEÑOR, ENFERMO
dejamos vencer aun d e la mas mínima dificultad.
EN CAFARNAUM.
Lo 3.° Veamos cuál es la humildad de su súplica... «Y le rogaba
(Joan. IT, SG-5Í).
« q u e fuese á sanar á su hijo q u e estaba moribundo...»
Admiremos : lo 1.° la solicitud y cuidado de este p a d r e ; lo 2.° su f e ; lo 3." Encontró á Jesús en Caná, corrió á contarle el motivo de su aflic-
los beneficios que recibió de Jesucristo.
ción, vsolicitó su curación con confianza y con humildad... Si esta
PUNTO I . oracioii fue defectuosa por ciertos respetos, f u e no obstante respe-
tuosa y fervorosa... ¡Ah! tengan sobre todo las nuestras estas dos
La solicitud de este padre. cualidades.
Lo 1." Observemos su atención en informarse dónde está Jesucris- ' Lo 4.° Admiremos la perseverancia de este extranjero... Su fe im-
to, y qué camino lleva... « F u é , pues (Jesús) de nuevo á Cana de perfecta tenia necesidad d e instrucción. Jesús lo instruyó, y dis-
« Galilea, donde habia convertido el a g u a en vino, y habia u n cier- puesto á concederle lo q u e pedia, no quiso manifestarle su volun-
«to régulo 1 e n Cafarnaum el cual tenia u n hijo enfermo : y h a - tad ; antes lo reprendió diciéndole: «Vosotros si no veis milagros y
«hiendo oido decir q u e Jesús habia venido de la J u d e a á l a G a f i l e a , «prodigios, no creeis...»
«se fué á él...» Debemos reflexionar q u e Jesucristo, antes de obrar en lo externo
Este señor tenia u n hijo, objeto de sus ternuras, enfermo en Ca- los prodigios, tuvo siempre en mira el cambiamiento del corazon ;
farnaum. E l mal era tan violento, q u e ya no se esperaba remedio por lo cual dijo también á este régulo : vosotros, hombres honrados
sin u n milagro. Jesús en esta ciudad habia hecho u n gran n ú m e r o ; en el mundo por vuestro nacimiento, ó por vuestras dignidades, n o
pero entonces estaba a u s e n t e : ¡triste situación para u n padre afli- recurrís á mí sino impelidos d e vuestras necesidades personales : si
gido y en punto d e perder lo q u e mas amaba en este m u n d o ! Pre- no concedo milagros á vuestra curiosidad, ninguna otra cosa es ca-
g u n t a , se informa dónde está Jesús, está atento á todo lo que de él paz d e persuadiros q u e soy el Mesías; y pretendeis señales extraor-
se dice, y finalmente le d a n la noticia de que habia partido de la dinarias q u e os distingan en presencia de los hombres, ó q u e se
Judea ; y q u e pasando por Samaría, iba á la Galilea... Si luviéra- os concedan prodigios según vuestras necesidades. Si quedáis satis-
fechos, creeis: de otra m a n e r a , ni siquiera pensáis e n instruiros.
1
San J e r ó n i m o lo llama palatino, esto e s , cortesano del rey Herodes A n - ¡ Ay d e mí! ¿no es por ventura esta nuestra conducta? ¿No son las
t i p a , llamado rey de los galileos por adulación. Muchos intérpretes s o n d e
opinión, que Herodes Tetrarca habia dado á este s e ñ o r , según las aparien-
aflicciones temporales las q u e nos hacen recurrir á Dios? ¿No hace
cias gentil, el gobierno perpétuo de la Galilea con su territorio; y por eso se mas impresión en nosotros una desgracia ó u n accidente que n u e s -
llamó régulo ó pequeño rey. tros espirituales desórdenes y el peligro de perdernos eternamente?
»52 EL EVANGELIO MEDITADO.
Humilló Jesús con esta reprensión el orgullo del régulo ; pero no no ven... ¿No e s , por v e n t u r a , tal nuestro juicio? ¿No se oye a u n
dejó de encenderle sus deseos, de a n i m a r su esperanza y de ejerci- 'algunas veces entre nosotros: quisiera ver un milagro? Palabra d e
tar su fe ; y tanto mas la ejercitaba, cuanto q u e diciendo estas p a - infidelidad capaz de irritar al Señor : señal de u n a fe lánguida, y
labras , no daba señales de disponerse á partir : contaba todos los acaso enteramente muerta. Aprendamos de este grande á creer sin
momentos este desconsolado p a d r e , y siempre temia q u e viniese ya haber visto : en esto consiste el mérito de la fe ; y en esta debemos
larde el remedio. No obstante esto, bien léjos de disgustarse, se colocar nuestra fidelidad y nuestra confianza.
humilla, y renueva sus instancias. «Respondióle el régulo: Y e n , S e - Lo 3." La perfección de su fe... Consolado con la firme persuasión
« ñ o r , antes q u e mi hijo se m u e r a , m i hijo está ya á los extremos; de que su hijo estaba sano, luego al punto se partió... Continuó el
«daos priesa antes que se m u e r a . . . » Afortunado p a d r e , tu perse- dia siguiente su viaje, revolviendo sin duda en su pensamiento lo
verancia será coronada mas aun d e lo q u e tú esperas... Ves, tu hijo q u e Jesucristo le habia dicho... «Y cuando volvía le salieron al e n -
vive. De hecho, en el momento mismo Jesús lo sanó en Cafarnaum... cuentro los criados...» testigos de la repentina sanidad: « y le die-
Aprendamos una vez á conocer el Señor á quien servimos. Si nos «ron la noticia de q u e el hijo vivía...» Á esta nueva, sus expresio-
reprende, si parece que nos desecha, si dilata el oirnos, es siempre nes no fueron de una vana alegría... No cuidándose d e sí mismo,
su amor el que le hace obrar, y siempre para provecho nuestro. P i - fijó sus pensamientos sobre su bienhechor, y quiso examinar con
dámole con resignación los bienes temporales, el éxito de nuestros diligencia el suceso, que podia teúer consecuencias m u y importan-
negocios, la sanidad del c u e r p o ; y cuando por nuestro bien nos los tes de la salud d e su hijo. «Les preguntó por tanto á q u é hora h a -
n i e g u e , inclinemos humildemente la cabeza á su santísima volun- «biacomenzado á estar m e j o r : y ellos le respondieron: Ayer á la
tad. Pero los bienes espirituales pidámoslos con instancia y con «hora séptima lo dejó la c a l e n t u r a : » esto e s , á una hora despues
perseverancia, q u e él nos dará siempre mas de lo q u e le pidamos. del mediodía. «Reconoció en esto el padre q u e aquella era la hora
«misma en q u e Jesús le habia dicho: tu hijo vive;y creyó. . . » C o m -
PUNTO II. prendió q u e Jesús no solo habia predicho la sanidad de su hijo, si-
La fe de este padre. no que también la habia obrado. Sobrecogido, y con razón, de u n
poder tan divino, n o solamente creyó á la palabra de Jesús, sino
Consideremos lo 1.° El principio é imperfección de su fe... Este también en el mismo Jesús. Creyó q u e él era el Hijo d e Dios y el
señor, según las apariencias, gentil y descendiente d e los antiguos Mesías esperado, á quien se debia seguir para conseguir la salud.
tiranos establecidos en la Galilea, habia concebido p o r lo que se le Lo V El celo de su fe... «Y creyó é l , y toda su casa...» La ver-
habia dicho en Cafarnaum u n a idea imperfectísima d e Jesús. Creia, dadera fe no está privada d e celo; u n a fe viva no está m u d a y ocio-
es verdad, que podia sanar á s u hijo ; pero pensaba q u e no pudie- sa. E l padre instruyó á su hijo y á toda su casa sobre las obliga-
se hacerlo, sin verlo, tocarlo y hablarle... No sabia que podia obrar ciones q u e tenian á" Jesús, y les habló con tal eficacia, q u e empeñó
sus milagros igualmente desde léjos q u e desde cerca : q u e no era toda su familia á creer en él... Debemos imitar un tal ejemplo, y prin-
necesaria su presencia , y q u e bastaba u n solo acto de su voluntad. cipalmente las personas constituidas en dignidad, los padres y los se-
Estaba m u y léjos d e creer q u e Jesucristo fuese el Hijo d e Dios, ñores : todos los cristianos tienen en sus sentidos externos é internos
Criador y Señor del universo... ¿ E s esta la idea q u e nosotros tene- u n a especie d e casa y de familia q u e gobiernan, y q u e deben con-
mos de Jesucristo? ¿La tenemos como nos la representa y como nos tener en las reglas d e la verdadera fe. Estando, p u e s , nosotros, ó
la pide la fe? en compañía ó solos; hallándonos en cualquier l u g a r ; haciendo cual-
Lo 2.° El progreso de su fe... La reprensión q u e Jesucristo le dió, quiera cosa, nuestros ojos, nuestras orejas, nuestra l e n g u a , nues-
hizo impresión en su corazon ; y c u a n d o lo oyó pronunciar con to- tra postura, nuestro semblante, nuestra i m a g i n a c i ó n , nuestra m e -
no de autoridad : Ves, tu hijo vive, creyó á su palabra, y se fué : moria, nuestro espíritu, nuestro corazon, nuestros pensamientos y
creyó este milagro sin verlo, y dió á conocer que no era del n ú m e - nuestros deseos; nuestros designios, nuestras empresas, nuestro tra-
ro d e aquellos d e quienes habia dicho el Salvador, que no creen si bajo y nuestro reposo; todo en suma debe estar ordenado por la f e ;
MEDITACION XLIV. 255
todo en nosotros debe anunciar u n hombre que cree, y en quien to- persuadidos de que cuanto viene de su divina mano es siempre p a -
do cree. r a nosotros el mayor bien.
«Este fue el segundo milagro, que hizo d e nuevo Jesús, despues
« q u e volvió de la Judea á la Galilea... E l segundo milagro que Je- , Petición y coloquio.
« sús hizo en Cana de Galilea...» Si nosotros hiciésemos reflexión so- Hacedme, ó Señor, la gracia de conocer esta verdad, y de apro-
bre los infinitos acaecimientos d e la vida, encontraríamos en ellos vecharme de ella: haced q u e me sirva santamente de cuanto Vues-
con que alimentar nuestra fe y nuestro amor para con Dios; vería- tra sabiduría y vuestra bondad dispondrán para m i mayor venta-
mos en ellos sensiblemente los efectos admirables de la bondad de ja. No miréis* Señor, á mis inclinaciones ni á mis repugnancias:
Dios, de s u providencia y d e su poder. ¡Ay de m i l nosotros solo antes bien sostened mi debilidad, cuando os opongáis á mis propios
pensamos en gozar délos bienes de Dios, sin reflexionar sobre aquel deseos. Acrecentad mi fe, hacedla firme, operativa y perfecta, c o -
de quien los recibimos. mo lo hicisteis con el régulo del Evangelio. Dadme el celo q u e él t u -
vo, para daros á conocer y amar. Dignaos d e hacerme oir aquella
PUNTO I I I .
palabra digna de Yos, llena de consolacion: Tu alma está ya sana:
Los beneficios recibidos por este Padre. t u alma vive con la vida de la gracia; y despues de haberla librado
1.° La sanidad de su hijo... ¿Cuántas veces nos h a sanado Dios de sus enfermedades, dignaos también d e conservarla reconocida,
á nosotros y á nuestros prójimos de graves enfermedades? ¿Le h e - amante y fiel hasta el último momento de sus combates sobre la tier-
mos dado por ello las debidas gracias? ¡Ahí acaso el beneficio fue ra. Amen.
recibido y olvidado al mismo tiempo.
2." El don de la fe, infinitamente m a s precioso q u e la vida... MEDITACION XLIV.
También nosotros liemos recibido este inestimable beneficio: ¡ahí
LIBRA JESÚS UN ENDEMONIADO EN CAFARNACM.
no cesemos de darle gracias al Señor...
(Mire. i , 2 t - 2 8 ; L o e . i t , 3 1 - 3 7 ) .
3." La severidad con que fue tratado por Jesús... L e reprendió
públicamente su poca fe, es verdad; pero con esto lo hizo humilde, Consideremos: lo 1.° la persona de J e s u c r i s t o ; lo 2," las astucias del d e m o -
y entrar en sí mismo. Rehusó conformarse con su petición, siguién- nio, que Jesucristo echa fuera de aquel infeliz; lo 3." la conducta del pueblo,
dolo á Cafarnaum, pero obró en su favor un milagro, y mas g r a n - testigo de este m i l a g r o .

d e , y para él mas útil de lo q u e pedia. PUNTO I .


í." La enfermedad misma de su hijo... ¿ Q u i é n no se hubiera La persona de Jesucristo.
compadecido de este padre afligido, viéndolo próximo á perder un
hijo q u e tan tiernamente amaba? Y con lodo, esto mismo, q u e lan Lo 1.° Su celo en instruir: « y bajó á Cafarnaum 1 , ciudad de la
digno de compasiou lo hacia á los ojos de los hombres, lo debia con- «Galilea... y entrando el sábado en la sinagoga enseñaba...» E r a
ducir á Jesús; no solo á é l , sino también á toda su casa; y ponerlos Cafarnaum,"como ya hemos dicho, el centro de las misiones de J e -
á todos en el camino d e la salud... ¡ Ah! no tenemos u n a justa idea, sucristo. Este divino Salvador, acompañado de sus cuatro discípu-
ni u n justo conocimiento de nuestros verdaderos intereses, cuando los, habia ido á Caná, donde hizo el segundo milagro d e sanar el
nos lamentamos d e Dios, ó cuando m u r m u r a m o s contra las dispo- lujo del régulo, cortesano del rey Herodes Antipa, á quien los g a -
siciones de su providencia. ¡Ahí adoremos su profundidad y su sa- lileos p o r adulación llamaban rey; volvió de allí á Cafarnaum, y
biduría. Imitadores d e este p a d r e , aprovechémonos de las enferme- sin tomar u n poco d e tiempo para su reposo, empezó á enseñar.
dades y de las aflicciones para unirnos á él, y para despegarnos del F u e r a de las instrucciones q u e hacia privadamente todos los dias,
m u n d o . . . Si nos parece que el Señor usa con nosotros de algún ri- las hacia también públicamente en la sinagoga todos los sábados;
gor, que rehusa concedernos nuestras peticiones, no nos desanime- i Se decia bajar á C a f a r n a u m , porque esta ciudad era m a r í t i m a ; y subir á
mos ; miremos, antes b i e n , como favores sus rigores, y estemos bien J e r u s a l e n , porque esta se hallaba situada sobre u n a m o n t a ñ a .
256 E L EVANGELIO M E D I T A D O .
porque el pueblo se juntaba á orar y á oir la explicación de la sa- lo el crédito q u e se habia adquirido Jesús; y todos debían recono-
grada Escritura... Buen ejemplo para los cristianos q u e no quie- cer por las señales d e bondad y de poder q u e él era el Libertador
ren i r los dias d e fiesta á las parroquias á oir la palabra de Dios y q u e Dios habia prometido al m u n d o . . . Me alegro, ó Salvador mió,
la explicación d e la doctrina cristiana, tan recomendada por la Igle- que empiece vuestro nombre á hacerse conocer: bien presto lo lle-
sia y por varios concilios; privándose de los socorros de la gracia de varán vuestros Apóstoles hasta los últimos fines de la tierra. ¡ A h !
Jesucristo, que nos dió ejemplo, y nos convida con su asistencia á ¡adórenlo lodos los pueblos! ¿ Y por q u é no puedo yo contribuir á
estas sagradas funciones. extender y áacrecenlar vuestra gloria?... Haced, Señor, por lo m e -
2." La autoridad de Jesucristo en su enseñanza... « Y se pasina- nos que os glorifique en mí mismo; q u e medite vuestras g r a n d e -
« ban de su doctrina, porque los enseñaba como uno que tiene a u - zas; que goce solo d e Yos; q u e piense solo en Yos; q u e espere s o -
t o r i d a d , y no como los escribas...» Los escribas enseñaban á la lo en Vos, y q u e os ame solo á Vos.
manera de los hombres, cuya costumbre es referir con ostentación
los sentimientos de otros; y cuyos discursos contienen mas dudas y PUNTO II.
conjeturas q u e verdades sólidas y ciertas. No enseñaba así J e s ú s ;
porque ó revelaba misterios, ó explicaba las profecías, ó daba reglas Del demonio.
ciertas d e moral y de costumbres: lo hacia sin ostentación y sin faus- 1.° Sus quejas... «¿Qué tenemos nosotros que hacer contigo, ó
to , con seguridad, con precisión, y en tono de legislador y de maes- «Jesús Nazareno? ¿Has venido tú para perdernos?...»Esto es: no nos
tro, y con una dignidad y majestad mas q u e de hombre... Así d e - quieras quitar la posesion q u e ya tenemos; no nos inquietes: ¿ q u é
bía hablar el Hijo de Dios á los hombres, y así conviene q u e n o s - tenemos nosotros que hacer contigo? ¿por q u é te empeñas tanto e n
otros anunciemos su doctrina. perdernos y en hacérnosla g u e r r a ? . . . Semejantes son también aho-
3 ."La potestad de Jesucristo sobre los demonios... «Y habia allí ra las quejas del demonio, especialmente del de la impureza y de la
«en la sinagoga u n hombre poseído del demonio, y del espíritu i n - herejía, contra el celo que las persigue; calificado por ellos de a m a r -
« m u n d o , el cual exclamó diciendo: ¿ Q u é tenemos q u e hacer nos- g o , inquieto y excesivo: y los q u e las combaten son lachados de
« otros contigo, Jesús Nazareno ? ¿Has venido á perdernos? Sé quién hombres inquietos y peligrosos, q u e solo buscan satisfacer su odio,
« e r e s , el Santo de Dios: y Jesús le gritó diciendo: E n m u d e c e , y su envidia y su ambición con el pretexto de celo, y q u e bajo la a p a -
«sal del hombre... Y maltratándolo fuertemente el espíritu i n m u n - riencia de destruir los vicios tiran á perder las personas. Pretenden
« d o , y dando grandes alaridos, salió de él...» Siente mucho el es- v gritan q u e se deje el m u n d o tranquilo, q u e cada u n o obre según
píritu inmundo salir del corazon de un pecador. Antes de salir y de- su capricho, y crea como mejor le parezca, ¿nacemos acaso, dicen,
jar al miserable q u e poseia, le hizo experimentar violentos retorci- en esto mal á nadie? ¿dejamos d e ser por eso buenos ciudadanos,
mientos , convulsiones horribles, y dar grandes gritos: y lo tiró en súbditos menos fieles, y miembros menos útiles á la sociedad?...
tierra en medio d e la multitud con tal vehemencia, q u e hizo creer Callad, pérfidos demonios; la pérdida de las almas q u e precipitáis
q u e lo habia m u e r t o ; pero f u e impotente su rabia: el hombre se ha- en el infierno ¿no es bastante motivo para encender el celo, y h a -
lló sin heridas, sano y b u e n o , tanto en el cuerpo como en el alma. cerlo sordo á vuestros gritos?
¡Oh Jesús! adoro vuestro divino poder, dignaos de ejercitarlo sobre 2.° Las astucias del demonio... «Despues de esta queja empezó el
m í : haced callar, y echad d e m i corazon el espíritu d e q u e j a , de «demonio á confesar á Jesucristo, y á ensalzar su santidad.» l o sé
crítica, de maledicencia de que estoy poseído: haced callar, y echad quién eres, Santo de Dios... Quejas y alabanzas, amenazas y a d u -
de nosotros los demonios d e la impureza y de la herejía, que no ce- laciones, todo lo empeña el demonio para engañarnos... ¿Quién mas
san d e seducir las almas q u e Vos habéis formado para q u e os sir- alaba la bondad de Dios y sus misericordias q u e el demonio y el
van y amen. espíritu de la impureza? ¿Quién hay que hable con lenguaje m a s
4.° La estimación que Jesucristo se adquirió en todo el país... « I devoto, y q u e haga mayor pompa de las expresiones d e la Escritu-
« corrió luego s u fama por todo el país de la G a l i l e a ; » e r a bien jus- ra y de los santos P a d r e s , y que se glorie mas de estar versado en
17 " t . i.
2O8 EL EVANGELIO MEDITADO. « MEDITACION X L I V . 2 5 9

el conocimiento d e las cosas d e la Religión q u e el demonio de la bres, sino de una manera divina é inefable. Aquí es donde, sin re-
herejía? Callad, demonios engañadores; estas santas expresiones en velarnos otras verdades q u e aquellas q u e nos enseña la fe, nos ha-
vuestra boca son otras tantas blasfemias, porque vosotros las inter- ce sentir el precio, la belleza, la riqueza y la importancia; y nos las
pretáis en mal sentido; porque vosotros sacais malas consecuencias, hace concebir, gustar y a m a r .
v porque usáis de ellas para u n perverso fin. 2.° jEl aturdimiento del pueblo por el endemoniado... « Y todos se
3.° jEl furor del demonio... Obligado el demonio por el imperio «atemorizaron...» Y á la verdad, ¿ q u é espectáculo podia ser mas
de Jesucristo á callar y á abandonar la presa, da á enteñder, en espantoso q u e este endemoniado, que se veía agitado de crueles con-
el obedecer, su rabia y su crueldad... Imágen natural d é l o que ha- vulsiones, y daba horribles gritos? ¡ Ay de mí! mas horror causa el
ce sufrir á u n pecador q u e piensa echarlo de su corazon y conver- estado d e u n alma en pecado mortal, en q u e reina el demonio: ¿ y
tirse... ¡Oh cuánto le cuesta el i r á declarar sus vergonzosas caídas, qué cosa será el infierno, en q u e se hallarán unidos todos los demo-
y á confesar haber faltado y seguido el error! ¡ Cuánto conviene que nios y lodos los réprobos?
combata para romper sus hábitos, para renunciar á sus prácticas, y 3.° La admiración del pueblo á la vista del poder de Jesucristo:
para sacrificar aquella pretendida felicidad c o n q u e la ilusión lo des- « y todos quedaron admirados...» Habia y a visto el pueblo que J e -
l u m h r a ! . . . Coraje, almas cristianas, estos son los últimos esfuerzos sucristo en Cafarnaum mismo, aun sin estar presente, como sucedió
de un enemigo cruel, cuyo y u g o debeis sacudir: sea en hora buena en l a sanidad del hijo del régulo, ejercitaba u n soberano poder so-
grave, sea difícil cualquiera pena que tengáis q u e sufrir; acabad d e , bre todas las especies de enfermedades; pero no lo habían visto aun
romper los hierros d e esas cadenas, que en vuestra libertad encon- mandar al demonio. Esla manera de enseñar parecía tanto mas nue-
traréis vuestra felicidad. va, cuanto q u e jamás se habia oido decir que algún profeta hubiese
4.° La impotencia del demonio... E n vano se atormentó, en vano ejercitado semejante imperio. El modo con q u e habia obrado este
se agitó; le fue preciso obedecer: en vano al dejarlo lo echó con fu- prodigio no era menos admirable que el prodigio mismo. No obstan-
ria en tierra en medio de la g e n t e ; él no le pudo hacer mal alguno: te sus grilos espantosos, sus quejas y sus adulaciones, el espíritu in-
sus esfuerzos y sus gritos no sirvieron de otra cosa que d e hacer mundo , con dos palabras solas de Jesucristo, tuvo á bien callar y
mas manifiesta su flaqueza y su desesperación... Somos nosotros de- abandonar la presa.
masiadamente dichosos en tener u n Salvador tan poderoso: sea, pues, 4.° Los discursos del pueblo sobre lo acaecido... « S e pregunta-
cruel el demonio: ¿tendrémos q u e temer si estamos unidos á J e - « b a n unos á otros: ¿ q u é cosa es esla? ¿ q u é nueva doctrina es es-
sucristo? « t a ? pues él manda con autoridad aun á los espíritus inmundos, y
PUNTO m . «le obedecen...» Esto es: este hombre predica diversamente de nues-
tros escribas y fariseos: él es poderoso, tanto en las obras como en
Del pueblo. las palabras: los milagros acompañan sus discursos; y tan fácil le
l . ° Su admiración sobre la doctrina de Jesucristo: « y quedaban es hacerse obedecer del infierno, como mostrar el camino del cielo...
«maravillados de su doctrina...» Las máximas q u e enseñaba J e s u - Estas cosas hicieron tal impresión en el pueblo, que no se hablaba
cristo eran las mas p u r a s , y l a santidad de su vida correspondía á ya de otra cosa que de la grandeza y del poder de Jesucristo; por
la de sus discursos. Esto es lo q u e sorprendía grandemente á los g a - lo q u e se divulgó luego la fama de él por todo el país de la Galilea...
lileos. No estaban acostumbrados á ver una semejante conducta en ¡ Ay de mí! ¿cuáles son nuestros razonamientos? ¿Por qué la g r a n -
sus doctores, para convencer y convertir. Estos sabian bien predi- deza, la bondad y la potencia de Jesucristo n o suministran jamás
car é instruir, y lo hacían con ostentación y con fausto: pero J e - materia á nuestros discursos y á nuestras reflexiones?
cristo anunciaba y persuadía sin afectación y sin estrépito las m a s
sublimes verdades... Si nosotros escucháramos atentamente cuando Petición ¡/coloquio.
Jesucristo nos dicta al corazon, quedaríamos aturdidos como los g a - Haced, ó Jesús mió, q u e todo el m u n d o piense en Vos; que toda
lileos. El corazon es el lugar donde él nos enseña, no como los hom- la tierra os conozca, v q u e toda mi alma sea penetrada de Yós: sed,
17*
260 E L EVANGELIO M E D I T A D O .

ó Jesús mió, el solo objeto de mi admiración y d e mi amor. ¡Qué miramos, en una palabra, como nuestro sumo bien nuestra suma
suerte para mí mas feliz q u e teneros por maestro!... Instruidme siem- miseria.
pre mas, y hacedme la gracia de ser m a s fiel á practicar vuestras Lo 2.° Consideremos el estado á que nos reducen nuestras pasiones.
divinas lecciones. Renovad en mí, ó poderoso Libertador, las obras Á manera de las calenturas, nos ponen en u n estado lastimoso de
de vuestra misericordia: echad de mi corazon el poder del demo- debilidad, de hastío, y de impotencia de tomar un poco de reposo: y a
nio; libradme d e su tiranía; concededme que triunfe, y no permi- no tenemos fuerzas para combatir á los enemigos de la salud; y sin
táis que sea su víctima en el infierno; antes bien haced que sea con- resistencia alguna nos dejamos llevar d e todos los caprichos de las
quista vuestra en el cielo. Amen. mismas pasiones: el u s o , el respeto humano y la hipocresía son
los únicos motivos para hacer aun alguna cosa b u e n a ; y experimen-
tamos u n fastidio positivo para lodo aquello q u e mira á la verdad
MEDITACION XLV. y á la perfección, y q u e nos hace bien presto abandonar la lección,
SANA J E S U S LA SUEGRA DE SAN PEDRO. la meditación, el exánien de la conciencia, la confesion y la comu-
» (Marc. i , 29-31 ;Luc.iv, 38, 3 9 ; Mitih. m i , U , e t c . ) . nión ; y finalmente nos lleva á u n estado en q u e ya no sabemos q u é
cosa es el dulce reposo q u e gusta u n alma fervorosa en la oracíon,
Las tres cosas que nos propone el sagrado texto para esta meditación, son:
en el recogimiento interno, en el ejercicio de la presencia de Dios,
1.° la enfermedad de la suegra de san Pedro ; 2.° su sanidad milagrosa ; 3.° el
uso que hizo de ella. en la resignación en su santísima voluntad, y en la confianza en su
divina providencia: V en este estado ¿cuántos pecados no se c o -
PUNTO I . meten?
Lo 3.° Consideremos la mudanza que causan en nosotros las pasio-
Su enfermedad.
nes... No desfiguran tanlo á una persona unas largas y continuas ca-
«Y saliendo Jesús de la sinagoga... Entró en casa d e Simón y de lenturas , como desfigura una viva pasión, por mas que se busquen
«Andrés: y la suegra de Simón estaba en cama con calentura...» todos los medios de ocultarla... Se admiraba antes en aquel joven una
Las calenturas del alma son las pasiones: la a m b i c i o n a o s place- dulzura amable, una obediencia pronta, u n fervor exacto, una mo-
res , el interés, la cólera, la maledicencia, la envidia, la avaricia, el destia jovial, u n gusto de piedad y de devocion q u e edificaba. ¡Ay
orgullo, el amor, el odio; todas estas son calenturas que destruyen de mí I ya no es mas aquel q u e era: ya se encuentra de u n humor
la sanidad del a l m a , y le quitan la vida de la gracia... Examinemos impaciente é inquieto: se le oye hablar en tono áspero: h a tomado
de cuál de estas calenturas está enferma nuestra a l m a , ó de cuántas u n aire arrogante, una manera despreciante: insulta en sus discur-
de estas especies d e calentura está ella atormentada. ¡ Ah! gimamos sos : ahora se ve sumergido en u n a profunda melancolía; despues
y lloremos por nuestra desgracia, para animarnos á desear nuestra en una alegría insolente, y al fin en una extrema desesperación...
curación. ¡Oh alma! ¡poco há tan bella, tan p u r a , y ahora lan vergonzosa-
Lo 1.° Consideremos los males que nos ocasionan las pasiones... mente desfigurada! Conoce por lo menos de dónde te viene el mal,
Á manera de calenturas violentas nos atormentan con continuas agi- para buscar prontamente el remedio.
taciones : ya nos dejan helados de temor, ya nos llenan de sospechas, Lo Consideremos la obstinación y la perseverancia de las pa-
ya de desesperación; ahora nos encienden de cólera, de despecho, siones... No h a y calentura tan obstinada y difícil de curar como
de amor, de odio; luego de llamas de impureza, de estériles deseos, una pasión que ya ha lomado posesion del corazon. Hubiera sido
de esperanzas quiméricas. Algunas veces se combaten entre sí mis- fácil resistirá los primeros asaltos del vicio; hubiera sido posible ex-
mas, nos destrozan sin piedad, y nos tienen en u n violento potro, tirparlo al mismo nacer: conocía el vicioso entonces q u e podia; se
en un martirio. Todo el mundo conoce nuestra desgraciada situa- lisonjeaba que podria también despues; iba diciendo, q u e al fin al
ción ; y nosotros solos estamos ciegos: ya llamamos bien al m a l , h o - fin algún dia lo extirparía; pero ahora el infeliz se halla en la pre-
nor á la insolencia, libertad á la esclavitud, y placer al tormento: cisión de mudar de lenguaje: ya exclama contra la inutilidad de sus
260 E L EVANGELIO M E D I T A D O .

ó Jesús mió, el solo objeto de mi admiración y d e mi amor. ¡Qué miramos, en una palabra, como nuestro sumo bien nuestra suma
suerte para mí mas feliz q u e teneros por maestro!... Instruidme siem- miseria.
pre mas, y hacedme la gracia de ser m a s fiel á practicar vuestras Lo 2.° Consideremos el estado á que nos reducen nuestras pasiones.
divinas lecciones. Renovad en mí, ó poderoso Libertador, las obras Á manera de las calenturas, nos ponen en u n estado lastimoso de
de vuestra misericordia: echad de mi corazon el poder del demo- debilidad, de hastío, y de impotencia de tomar un poco de reposo: y a
nio; libradme d e su tiranía; concededme que triunfe, y no permi- no tenemos fuerzas para combatir á los enemigos de la salud; y sin
táis que sea su víctima en el infierno; antes bien haced que sea con- resistencia alguna nos dejamos llevar d e todos los caprichos de las
quista vuestra en el cielo. Amen. mismas pasiones: el u s o , el respeto humano y la hipocresía son
los únicos motivos para hacer aun alguna cosa b u e n a ; y experimen-
tamos u n fastidio positivo para lodo aquello q u e mira á la verdad
MEDITACION XLV. y á la perfección, y q u e nos hace bien presto abandonar la lección,
SANA J E S Ú S LA SUEGRA DE SAN PEDRO. la meditación, el exánien de la conciencia, la confesion y la comu-
» (Marc. i , 29-31 ;Luc.iv, 38, 39;M«tlh. m i , U , e t c . ) . nión ; y finalmente nos lleva á u n estado en q u e ya no sabemos q u é
cosa es el dulce reposo q u e gusta u n alma fervorosa en la oracíon,
Las tres cosas que nos propone el sagrado texto para esta m e d i t a c i ó n , s o n :
en el recogimiento interno, en el ejercicio de la presencia de Dios,
1.° la enfermedad de la suegra de san Pedro ; 2.° su sanidad milagrosa ; 3.° el
uso que hizo de ella. en la resignación en su santísima voluntad, y en la confianza en su
divina providencia: y en este estado ¿cuántos pecados no se c o -
PUNTO I . meten?
Lo 3.° Consideremos la mudanza que causan en nosotros las pasio-
Su enfermedad.
nes... No desfiguran tanlo á una persona unas largas y continuas ca-
«Y saliendo Jesús de la sinagoga... Entró en casa d e Simón y de lenturas , como desfigura una viva pasión, por mas que se busquen
«Andrés: y la suegra de Simón estaba en cama con calentura...» todos los medios de ocultarla... Se admiraba antes en aquel joven una
Las calenturas del alma son las pasiones: la a m b i c i o n a o s place- dulzura amable, una obediencia pronta, u n fervor exacto, una mo-
res , el interés, la cólera, la maledicencia, la envidia, la avaricia, el destia jovial, u n gusto de piedad y de devocion q u e edificaba. ¡Ay
orgullo, el amor, el odio; todas estas son calenturas que destruyen de mí 1 ya no es mas aquel q u e era: ya se encuentra de u n humor
la sanidad del a l m a , y le quitan la vida de la gracia... Examinemos impaciente é inquieto: se le oye hablar en tono áspero: h a tomado
de cuál de estas calenturas está enferma nuestra a l m a , ó de cuántas u n aire arrogante, una manera despreciante: insulta en sus discur-
de estas especies d e calentura está ella atormentada. ¡ Ah! gimamos sos : ahora se ve sumergido en u n a profunda melancolía; despues
y lloremos por nuestra desgracia, para animarnos á desear nuestra en una alegría insolente, y al fin en una extrema desesperación...
curación. ¡Oh alma! ¡poco há tan bella, tan p u r a , y ahora tan vergonzosa-
Lo 1.° Consideremos los males que nos ocasionan las pasiones... mente desfigurada! Conoce por lo menos de dónde te viene el mal,
Á manera de calenturas violentas nos atormentan con continuas agi- para buscar prontamente el remedio.
taciones : ya nos dejan helados de temor, ya nos llenan de sospechas, Lo Consideremos la obstinación y la perseverancia de las pa-
ya de desesperación; ahora nos encienden de cólera, de despecho, siones... No h a y calentura tan obstinada y difícil de curar como
de amor, de odio; luego de llamas de impureza, de estériles deseos, una pasión que ya ha tomado posesion del corazon. Hubiera sido
de esperanzas quiméricas. Algunas veces se combaten entre sí mis- fácil resistirá los primeros asaltos del vicio; hubiera sido posible ex-
mas, nos destrozan sin piedad, y nos tienen en u n violento potro, tirparlo al mismo nacer: conocía el vicioso entonces q u e podia; se
en un martirio. Todo el mundo conoce nuestra desgraciada situa- lisonjeaba que podria también despues; iba diciendo, q u e al fin al
ción ; y nosotros solos estamos ciegos: ya llamamos bien al m a l , h o - fin algún dia lo extirparía; pero ahora el infeliz se halla en la pre-
nor á la insolencia, libertad á la esclavitud, y placer al tormento: cisión de mudar de lenguaje: ya exclama contra la inutilidad de sus
esfuerzos: de ahí comienza á g e m i r ; despues al fin se desespera, y coja como por la m a n o , y lo toque con su gracia para sacarlo f u e -
hace inútiles todos los tentativos... No desesperemos nosotros: tene- r a del estado en que se halla... ¡Feliz aquel q u e tocado y sanado se
mos un médico caritativo y omnipotente; recurramos á él con con- emplea en manifestar con la práctica de las buenas obras sus sen-
fianza, redoblemos nuestros esfuerzos, y será cierta nuestra sa- timientos de gratitud!
nidad. PUNTO 111.
PUNTO II. El uso que hace la suegra de san Pedro de la sanidad.
Sana Jesucristo la suegra de san Pedro.
1.° La ocupacion... «Y ella se alzó, y los servia...» Hallándose
Lo 1.° Observemos la intercesión de los Apóstoles... « Y encomen- perfecta y repentinamente sana, luego se levantó, lúzo preparar la
d a r o n á é l la enferma...» No ignoraba Jesucristo el estado de esta comida, y tuvo la consolacion de servir á Jesucristo á l a mesa á q u e
m u j e r ; pero era conveniente que sus discípulos, informados de su estaba sentado con sus cuatro discípulos. Grande ejemplo nos da es-
poder y testigos de sus prodigios, lo previniesen, y le diesen una ta mujer en el uso q u e hace de la salud luego que la recuperó. E m -
prueba de su fe, pidiéndole un milagro. De hecho, con aquella con- " pleaba en servir á Jesús aquella misma sanidad que la había resti-
fianza que Jesucristo deseaba de ellos intercedieron por ella... E m - tuido... También nosotros nos debemos servir de los dones del Se-
pleemos para nosotros la intercesión de estos santos Apóstoles y de ñor para su servicio v para su gloria. Pero ¡ay de mí! ¿empleamos
todos los Santos del cielo con Jesucristo: encomendémonos á las sú- la salud del Cuerpo que nos ha restituido, y la sanidad del alma
plicas de los justos que viven sobre la tierra; y roguemos por n u e s - q u e hemos recuperado con el perdón de nuestros pecados, en ser-
tros prójimos y por nosotros mismos. Pidamos á Jesucristo, lo pri- virlo con nuevo fervor? El servicio de Dios consiste principalmente
mero, la sanidad del alma; y despues, si lo tuviese por conveniente en amarlo sobre todas las cosas, y en observar sus preceptos: des-
á su gloria y á nuestra salvación, la del cuerpo. Y si no nos la con- pues en servir al prójimo, en consolar los afligidos, en sostener los
cede, pidámosle paciencia y la gracia de hacer un buen uso de la débiles, en instruir los ignorantes, en asistir á los enfermos, en so-
enfermedad. correr los pobres, en trabajar por la Iglesia, y en cumplir perfecta-
Lo 2.° Observemos la bondad de Jesús... «Y acercándose á l a e n - mente las obligaciones de nuestro estado.
«ferma la cogió por la mano, y la alzó... Y inclinándose hácia ella, 2.° La diligencia de esta mujer... «Y se levantó y los s e m a . . . »
«mandó á la calentura; y la calentura la dejó...» Adoro para siem- Si nuestro cuerpo goza de salud, ¿por q u é pudiendo emplearla en
pre el divino poder de Jesucristo; pero aquí admiro singularmente a l g ú n trabajo útil, la consumimos en u n ocio vergonzoso? Si esta
su infinita bondad... Vos lo sabéis, ó Dios mió: cuantas veces me sana nuestra alma mediante una sincera conversión, ¿de dónde nace
habéis visto en el exceso de mis p a s i o n e s , Vos os habéis llegado á aquella tibieza en obrar y en abrazar los ejercicios de piedad? ¿ d e
mí con vuestra gracia, y yo me he retirado de Vos con mi resisten- dónde aquella lentitud en la práctica de las buenas obras? Luego
cia : Vos procurasteis mover mi corazon con fuertes remordimientos, ella se levantó, porque se trataba de servir á Jesús. ¡ Ahí cuando se
y yo los he sofocado con mi disipación y con nuevos pecados: Vos trata de servir al m u n d o , cuando se trata de algún interés nuestro,
me alargábais la mano para sacarme del abismo, y yo en vez de va- de algún placer, sabemos usar de toda la diligencia posible, nos ha-
lerme de esta mano piadosa he retirado la mia para sumergirme de llamos llenos de a r d o r , estamos fuertes y gozamos de salud. ¿Con
nuevo en el desorden. q u é solo cuando se trata de servir á Jesucristo nos hemos de hallar
Lo 3.° Observemos los sentimientos de la enferma... ¡Cuál f u e su perezosos, indolentes, débiles y descuidados?
consolacion cuando oprimida de los dolores vio en su casa al Salva- 3.° La atención de esta mujer... Ello es cierto q u e debiendo ella
dor de Israel! ¡Cuál su esperanza cuando sintió la impresión de servir á Jesús, usó toda la diligencia posible para hacerlo bien: que
aquella mano omnipotente q u e la tocaba! ¡Cuál su júbilo cuando estuvo atenta á todo para q u e nada faltase, y q u e finalmente, a u n
oyó la orden dada para su sanidad, y se halló enteramente libre!... cuando tuviese sumo gusto en oir las palabras del Salvador, no se
E s necesario q u e Jesucristo se acerque el primero al pecador, lo paró á escucharlas, cuando su ministerio se requería en otra parte;
MEDITACION XLVI. 265
pero cuando sin perjuicio de su deber podia oirías, no le perdió nin- tender vuestra adorable m a n o , á daros á m i todo Vos mismo, y con
g u n a , teniendo siempre su espíritu ocupado en ellas, mientras que Vos la prenda segura de una vida inmortal. Hablad entonces, m a n -
sus manos estaban diligentes á servirlo... Con una atención seme- dad, ó divino Salvador m i ó ; á vuestro mandato, desalada mi alma
jante y con el mismo ardor se debe levantar u n pecador converti- de los lazos de su cuerpo, limpia ya de sus pecados, libre de sus do-
do. Por medio de continuas buenas obras debe reconocer las g r a - lores, y victoriosa de la muerte, os verá sin sombras y sin nubes, y
cias recibidas. Y si verdaderamente ha resucitado y vive, lo debe vivirá eternamenle con Vos. Dia feliz ¿cuándo vendrás? Y ¿dónde
manifestar con movimientos animados y regulados d e la caridad, de encontraré yo alivio mientras te veo tan léjos? ¡Ah! sabré bien ser-
la humildad y de la oracion, y con todas aquellas santas obras que virme de la libertad q u e a u n me queda para ir á encontraros, ó
pide una vida cristiana. J e s ú s ; quiero siempre recibiros con aquellos mismos sentimientos
4.° El afecto de esta mujer... ¿Quién jamás podrá comprender q u e deseo tener en aquel último dia d e m i vida. Amen...
con qué amor sirvió á Dios y á sus discípulos? Lo tuvo á mucho ho-
n o r , considerando la grandeza d e aquellos á quienes servia: juzgó
q u e era obligación suya por los benelicios q u e habia recibido; y ha- : MEDITACION XLVI.
lió en servir al Señor una satisfacción sensible, considerando la bou- MUCHAS SANIDADES OBRADAS EN LA TARDE DEL MISMO DIA.
dad con q u e acompañaba sus favores... ¿No servimos nosotros al (Marc. i, 32-34; Luc-.ir, 40, 41 ; Matth. vui, 16, 17).
mismo Señor, y tenemos los mismos motivos para servirlo? pues
¿ p o r q u é no lo servimos con el mismo afecto?... Cuando sesirvecon Jesucristo sana los enfermos, libra los endemoniados, y cumple con estos
milagros la profecía de Isaías.
a m o r , el servicio es mas exacto, mas dulce y mas meritorio. Sin es-
te afecto se hace mal aquello q u e se hace; ó se hace con pena, con
PUNTO I .
caimiento, con náusea, con fastidio, con impaciencia, y con mil
quejas y lamentos; de m a n e r a , q u e un tal servicio merece ser a n - Sana Jesús los enfermos.
tes castigado q u e premiado. Resolvámonos, p u e s , una vez á obrar
«Y á la larde, puesto ya el sol, toda la ciudad se habia juntado
siempre por Jesús y por su a m o r , animemos nuestra fe, y no nos
« á la puerta... Le presentaron muchos endemoniados : y echaba con
será difícil el encender también nuestro fervor.
«la palabra los espíritus... y curó muchos afligidos de varios m a -
Petición y coloquio. níes... Y imponiendo á cada uno d e ellos las manos, los sanaba.»
l . ° La hora tarda del dia no le da fastidio á Jesús... Á poco tiem-
Estoy resuelto, ó Dios m i ó , á tener siempre á la visla en mi con-
po despues de haber sanado la suegra de san Pedro, se puso el sol,
ducta aquel amor q u e viene inspirado d e u n a fe humilde y labo-
y con el dia cesó la obligación del reposo mandado por todo el s á -
nososa; á no resistir jamás á vuestros llamamientos, y á seguir en
b a d o , q u e según el uso constante de los hebreos se computaba d e
adelante con fidelidad todas las impresiones de vuestra*gracia. Pero
u n a tarde á la otra. Todos los afligidos q u e esperaban socorro d e -
mandad Vos mismo, ó Jesús m i ó , á las pasiones q u e me dominan:
seaban con impaciencia este momento; y apenas llegó, estuvieron
extended vuestra m a n o : socorredme y g u i a d m e : sacadme del lodo
prontos y solícitos, ó para llevar á Jesús sus enfermos, ó para pre-
en que hasta ahora he vivido, y ayudadme y sostenedme para rom-
sentarse á sus piés con sus propios males. Este divino Salvador, de-
per mis malos hábitos, rebatir las tentaciones, y mortificar mis de-
jándose llevar de los movimientos d e su caridad, impuso á cada uno
seos terrenos y carnales, sin q u e tenga respeto*alguno á los juicios
d e ellos las manos, y los sanó... No necesitamos nosotros esperar los
de los hombres, ni á mí mismo. Levantadme hasta Vos, para q u e siem-
momentos en que Jesucristo quiera escucharnos para pedirle gracias:
pre viva unido á Vos. ¡Ah! haced q u e algún diasean mis sentimien-
en todas las horas lo hallamos, de noche y de dia; todos los tiempos
tos semejantes á los de la suegra de san Pedro, cuando en mi últi-
le son oportunos para recibirnos, para escucharnos y para atender-
ma enfermedad os dignaréis, ó Jesús, d e venir á aliviarme en mis
nos : para su caridad no hay hora alguna importuna... ¿Es, pues, de
dolores, á visitarme en vuestro Sacramento, y no contento con e x -
este carácter nuestra caridad? ¿Nos vamos á Jesús á todas horas?
266 EL EVANGELIO MEDITADO.
¿Recibimos á nuestro prójimo en cualquier h o r a q u e recurre á nos-
otros? PUNTO I I .
2.° Jesucristo no es molestado por la multitud de pueblo... Casi t o - Jesús libra los endemoniados.
da la ciudad se habia juntado al rededor de l a casa de san Pedro, y
tenían sitiada la p u e r t a ; de lodos los ángulos d e la ciudad de Cafar- 1." Le presentaron los endemoniados: « y echaba con la palabra
n a u m venían conducidos los enfermos paTa presentarlos á Jesús... «los espíritus...» El Salvador, q u e sanaba las enfermedades locan-
No fue violenlado é l , ni se disgustó por la m u l t i t u d . La importuni- do los enfermos, echaba los demonios con sola su palabra, para dar
dad y abundancia de los suplicantes no pudieron resfriar el poder á entender, y hacer sentir á estos espíritus orgullosos el absoluto im-
y la voluntad q u e tenia de contentarlos; antes bien estaba tanto mas perio q u e tenia sobre ellos. ¡ Oh y cuan poderosa es la palabra d e
satisfecha su b o n d a d , cuanto mayor campo se le presentaba de der- Jesús! Si con ella alimentamos nuestros corazones, estaremos siem-
ramar sus beneficios. Esta multitud del p u e b l o , q u e venia con fe pre dispuestos para oponerla á las sugestiones del demonio, q u e con
para recibir alivio á sus males, era para s u corazon u n espectáculo todos sus terrores no podrá resistir á una arma tan poderosa.
bien agradable... Este espectáculo se r e n u e v a a u n en nuestros dias; 2.° Los demonios se ven obligados á confesar á Jesucristo... «Y
nosotros vemos el pueblo fiel correr en tropas á los templos para ado- «salían de muchos los demonios gritando, y diciendo: T ú eres el Hi-
rar á Jesús y pedirle gracias. Unámonos con esta fervorosa multi- «jo de Dios...» ¿ Q u é significa, p u e s , esta confesion de los demo-
t u d ; hagámonos su g u i a , animémosla con nuestro ejemplo, ó á lo nios, unida á los espantosos gritos que dan? Son de opinion m u -
menos edifiquémosla con nuestra modestia y con nuestro recogi- chos santos Padres q u e su pecado fue el no haber reconocido el mis-
miento. terio de la Encarnación del Verbo, y haber rehusado el someterse al
3.° La diversidad de las enfermedades no excede el poder de Je- Hijo de Dios, q u e en la plenitud de los tiempos debiahacerse h o m -
sús... Todos los q u e le presentaron fueron sanados, a u n q u e sus en- b r e . . . Ahora lo reconocen, pero ya m u y tarde; experimentan los
fermedades y sus males fuesen grandes, envejecidoséincurables... efectos de su poder, lo publican, y lo detestan... Impíos, incrédulos,
«Y curó muchos afligidos de varios males, dice san Marcos: todos herejes, pecadores de todas las suertes, será doloroso para vosotros,
« aquellos, dice san Lucas, q u e tenían enfermos de este, ó el otro mal, aunque demasiadamente larde, el reconocer y confesar á Jesucris-
«los l l e v a b a n á é l , y puestas en cada uno las m a n o s , los sanaba...» to , cuando para siempre os echará de su reino y de su presencia.
Modelo de la caridad que deben tener los fieles entre s í , y del c e - 3.° Los demonios son obligados acallar... «Pero él gritándoles, no
lo q u e deben tener los ministros, siempre dispuestosá visitar enfer- «les permitía decir cómo sabian q u e él era el Cristo.»
mos , á asistir á los pobres, y á consolar á los afligidos. Toma Jesucristo con los demonios un tono de amenaza propio d e
•í.° La multitud de los enfermos no desanímala bondad de Jesús... un señor irritado, y les impone silencio, porque es demasiado m a l -
Habría podido, con u n solo acto de su v o l u n t a d , con u n solo de sus vado su designio en lo q u e h a c e n : si alaban, lo hacen por inspirar
mandatos absolutos, sanar lodos los enfermos, pero no lo hizo: quie- sentimientos de vanagloria, y alejarnos de Dios con hacernos cóm-
re imponer sus manos sobre cada uno de ellos en particular; quiere plices de su orgullo: si estimulan áhacer algún bien, sus miras son
oir sus súplicas, las unas despues de las o t r a s ; quiere d a r á lodos de oponerse á las disposiciones de Dios; cuando por el contrario el
el consuelo de poderlo ver, y de ser vistos y tocados por él, aun cuan- Espíritu Santo todo lo regula con sabiduría y dulzura. Jesús sabia
do por sí misma fuese fastidiosa y r e p u g n a n t e esta función... Esta en qué tiempo y á quién debia manifestar su divinidad, y disponía
es la caridad con que quiere él q u e sus ministros nos escuchen en par- insensiblemente los espíritus á recibir esta grande verdad. El demo-
ticular para romper con u n a particular absolución las ligaduras de nio al contrario, habría querido precipitarlo todo, descomponer el
nuestros pecados, y reconciliarnos con él. Con la misma bondad se orden y la concatenación d e una tan sábia economía, é impedir que
da él todo entero á cada uno de nosotros en el Sacramento de su cuer- el edificio de la Iglesia se elevase sobre este sólido fundamento...
po sagrado, para servirnos de manjar y sanarnos, para santificar- Tal es el artificio q u e usa el demonio cuando no puede retraer u n a
nos , y para unirnos á él: ¡ qué bondad! alma del servicio de Dios; la embiste con la indiscreción, le presenta
268 EL E V A N G E L I O MEDITADO,
la idea d e una santidad y de u n a virtud q u e n o conviene á su es- «dijo: Él mismo tomó nuestras enfermedades, y cargó con nuestras
tado; le inspira los deberes de una penitencia superior á sus f u e r - «dolencias...»
zas, á fin de disgustarla y echar por tierra d e este modo el edificio Tan digna es de admiración la manera con que el Profeta predi-
de la perfección. Guardémonos d e un tal engaño: vivamos depen- ce nuestra redención, como la q u e tiene Jesucristo en cumplir la
dientes de los avisos de u n sabio director; sigamos con simplicidad profecía. Jesús viene á librarnos del pecado, y d e nuestras espiri-
los caminos que nos enseña la gracia; dejémonos guiar del espíritu tuales enfermedades; de la cólera de Dios, d e la esclavitud del d e -
de Dios, y contentémonos con caminar poco á poco, según el gra- monio, v del infierno: esta redención y libertad tan preciosa para
do de luz que se nos comunica. Apliquémonos ante todo á kfe obli- nosotros*era invisible á nuestros ojos, y por esto mas propia para
gaciones de nuestro estado, y á l a s sólidas virtudes de la humildad, hacer impresión sobre nuestros corazones; pero se hizo sensible con
de la obediencia, de la caridad y de la mortificación , no fiándonos sanar las enfermedades del c u e r p o , y con remediar los males tem-
de cualquiera deseo vivaz y activo q u e nos estimule á obrar sin re- porales, q u e son la primera pena del pecado. Anuncia, p u e s , el
flexión y sin consejo. Profeta la redención de estos males sensibles, y Jesús la comienza
í.° Los demonios son confundidos en su, ciencia... «Y no les p e r - con librarnos de ellos. Dentro d e poco verémos al mismo cargarse
«mitia decir q u e lo conocían...» S a b i a n , es v e r d a d , los demo- de nuestros dolores; aquí vemos q u e los quita... Nosotros lo vemos
nios q u e Jesús era el Cristo; pero no tenian u n conocimiento tan ejercitar u n absoluto imperio sobre toda suerte de enfermedades, s a -
seguro y exacto de este misterio como lo tenemos nosotros por m e - nar enfermos, librar endemoniados, y darnos con esto u n a prueba
dio de la f e , su ciencia estaba solo apoyada sobre conjeturas. T e - sensible de ser nuestro Redentor y nuestro Salvador. Ahora loca á
nian fuertes persuasiones de la divinidad de Jesucristo, porque no nosotros reconocer las obligaciones q u e le tenemos, y comprender
ignoraban las promesas, las profecías y el tiempo d e su cumpli- bien en q u é manera nos ha librado de aquellos males q u e sufrimos
miento ; pero su incertidumbre era tal, q u e miraban este divino Sal- a u n , y de que tanto nos lamentamos.
vador como capaz de pasiones, de vanagloria, de ambición, de te- Lo 1.° Jesús nos ha librado de nuestros males, con haberles muda-
m o r , d e disidencia y de pusilanimidad. Por esto intentaron, a u n - do la naturaleza por medio de sus méritos... Nuestras penas, sin J e -
q u e en vano, en todo el tiempo de su vida hacer pruebas de su vir- sús, eran puras penas: suplicios q u e castigaban nuestros pecados sin
tud : siempre quedaron confundidos, y todos sus esfuerzos sirvieron purgarlos, y atormentaban al pecador sin purificarlo; pero este d i -
para manifestar mas su divinidad. En esta y en todas las demás oca- vino Salvador, con cargárselas, las ha elevado, ennoblecido y divi-
siones contribuyeron sus mismas perversas intenciones á su mayor nizado. Por sus méritos, son u n preservativo contra el pecado, q u e
gloria, ó sea con las palabras q u e el furor arranca de su boca, ó m u y frecuentemente se cometería, y una satisfacción por el pecado
sea con el silencio q u e son forzados á observar. ¡ Somos nosotros m u y cometido: son el homenaje mas puro que podemos ofrecer á Dios,
dichosos en tener u n tal Salvador! ¡Qué desgracia seria la nuestra y el origen de muchos méritos que podemos adquirir en su presen-
si saliese bien á los demonios, que no tienen sobre él poder alguno, cia... ¡Oh santas aflicciones, quién h a b r á , p u e s , q u e no os estime,
el separarnos de él, y arrebatarnos consigo!... Mas estemos bien se- q u e n o os desee, y que n o os b u s q u e ! No sufrimos ya como hijos
guros d e q u e serán siempre impotentes sus esfuerzos, si nosotros de A d á n , sino como miembros de Jesucristo. Estando ya libres por
velamos sobre nosotros mismos, y estamos unidos á Jesucristo: si él de nuestras penas, ¿por qué las volveremos otra vez á tomar? Sien-
por desgracia venimos á perdernos, la culpa es nuestra. do ya por él hijos de Dios, ¿por qué volveremos otra vez á la dura
condicion d e esclavos? Pudiendo por él sufrir con tanta gloria, ¿por
PUNTO I I I . q u é sufrirémos aun sin espíritu de religión, sin v irtud y sin mérito?
Jesús cumple la profecía de Isaías. Lo 2.° Jesús nos ha librado de nuestros males, con haberles qui-
tado el oprobio con su ejemplo... Habiendo él sufrido por nosotros, es
« P a r a q u e se cumpliese lo q u e fue dicho por Isaías profeta 1 . que para nosotros cosa gloriosa el sufrir como él y por él. ¿ Q u é penas
1
Isai. LUÍ, 4. del cuerpo y del espíritu podemos tener nosotros, q u e Jesucristo no
MEDITACION XLVII. Zil
haya sufrido, y aun m a c h o mayores? Despues del ejemplo de este licidad comprada con vuestra s a n g r e , y prometida á todo cristiano
Dios hecho víctima por nosotros, en vez d e lamentarnos de sufrir virtuoso y paciente en las tribulaciones. Amen.
mucho, ¿no debemos antes dolemos de que no sufrimos bastante? Si
para con el m u n d o es despreciable la pobreza y l a humillación, este MEDITACION XLVII.
es el desprecio y el oprobio q u e sufrió Jesucristo, y de q u e un cris-
tiano debe gloriarse; porque este sufrimiento le procura la mas per- JESÚS RECORRE LA GALILEA.
fecta semejanza q u e puede tener con el Hijo de Dios... ¡Bienaventu- (i!«rc. 1,35-39; Luc. ir, 4 2 4 4 ; Matih. i r . 23-25).

rado el que conoce este misterio! Pidamos nosotros su inteligencia 1.° Jesucristo se dispone á su misión con !a oracion ; 2.° se despide de los
al q u e es su divino Autor. c a f a r n a i t a s , que se oponian á su misión ; 3.° da principio á su misión.
Lo 3." Jesús nos ha librado de nuestros niales, con haber endulzado
PUNTO I .
su rigor con su gracia... Nuestras penas, sin Jesús, eran u n peso gra-
voso, bajo del q u e estaban oprimidas nuestras fuerzas... Jesús,con Jesús se dispone á su misión con la oracion.
cargárselas, nos ha merecido la gracia que nos fortifica y nos hace « Y levantándose bien presto por la m a ñ a n a ; salió, y se fué á u n
capaces de sufrirlas con paciencia, con resignación, y a u n con ale- « l u g a r solitario,y allí hacia oracion...»
gría. T - j a h ! ¿ q u é fuerzas comuníca la gracia, a u n á los mas débi- 1.° Jesús se alza muy temprano por la mañana para orar... La
les? ¿ q u é unción esparce sobre las cruces mas pesadas? ¿ q u é dul- mañana es el tiempo mas propio para la oracion; el que pierde en
zura hace gustar en el cáliz mas amargo á la naturaleza? El mundo el sueño las horas de la m a ñ a n a , no recogerá el maná del cielo.Se
no lo puede creer; pero lo saben por experiencia los amigos de Je- presentan las distracciones; las ocupaciones mundanas nos solicitan;
sucristo ; y el m u n d o mismo se ve algunas veces forzado á confesar falta el tiempo, y de aquí viene q u e se experimenta despues náusea
esta verdad en tantos hechos d e q u e es testigo, y en tantos ejem- para la oracion. El jornalero, el artesano, el hombre constituido en
plos q u e admira. empleo, y el literato, se levantan por la mañana estimulados d e su
Lo 4." Jesucristo nos ha librado de nuestros males, habiéndolos he- d e b e r , d e la necesidad, del interés, ó del placer. El hombre de ora-
cho de poca duración... Nuestras penas, sin Jesús, hubieran sido eter- cion debe estar animado de todos estos motivos, y mucho mas .aun
n a s ; pero con cargárselas las ha mudado en temporales. Las abre- del ejemplo d e Jesucristo. El levantarse es la primera acción del
via también algunas veces en esta vida, cuando sensible á nuestras d i a ; la manera con que la hacemos decide ordinariamente del f e r -
súplicas nos restituye la sanidad. Las abrevia también poniendo fin vor ó de la frialdad de todas las demás. Este es el primer homenaje
á nuestra vida, con la q u e acaban todas las p e n a s de aquellos que q u e debemos ofrecer á nuestro Criador, el cual, sacándonos del sue-
tan bien se han servido de ellas, q u e ya nada les queda q u e p u r - ñ o , nos saca, por decirlo así, d e la n a d a : nos da de nuevo la vida ;
gar. Las abrevia finalmente en la otra vida, p o r q u e si a u n quedan nos restituye á nosotros mismos; y parece que cria de nuevo el m u n -
algunas q u e sufrir, los méritos de Jesucristo aplicados á aquellas do para nosotros: démonos priesa á gozar de sus beneficios, á mos-
santas almas, por medio de los sufragios de la Iglesia, apresuran su trarle nuestro reconocimiento.
libertad y la posesion de su eterna felicidad. 2.° Jesús se retira al desierto para orar... Se levanta antes que el
sol, y saliendo de la casa de Pedro al vislumbre de los crepúsculos,
Petición y coloquio. se interna en u n lugar desierto, donde léjos del tumulto de la ciu-
¡ Oh Jesús! persuadido yo de esta verdad, va no os pediré prodigios dad se abandona enteramente al fervor de su oracion... Se puede
para librarme d e mis aflicciones; solo os pediré vuestra gracia para orar en todos los lugares, aun en medio délas ordinarias ocupacio-
servirme bien d e ellas. S í , ó Señor, estoy dispuesto á sufrir aquí nes, mediante el interno recogimiento, la atención á la presencia de
en la tierra cuanto os a g r a d e , con tal que'con vuestro divino socor- Dios, la rectitud de la intención , y fervorosas aspiraciones... Pero
ro haga un santo uso de mis sufrimientos, y con tal q u e pueda evi- hay una oracion á q u e cada dia se debe destinar u n tiempo mas con-
tar los suplicios del infierno q u e he merecido, y gozar la eterna fe- tinuado, y para esta se debe buscar el desierto. Nosotros lo encon-
MEDITACION X L V I I . 273
trarémos en nuestros templos abiertos desde la mañana p a r a l a o r a - ñaña al rededor de la casa de Pedro, donde suponían que estuviese
cion. Lo podemos hallar en nuestras casas, y allí atender á la ora- aun Jesús; pretendiendo y pidiendo verlo con toda aquella eficacia
cion antes de darnos á otras ocupaciones; y sobre todo lo debemos que les inspiraban, ó sus necesidades, ó su reconocimiento... Lo bus-
buscar en nuestro corazon... No orarémos jamás como se d e b e , si no caban con amor; no tienen ya en mira sus temporales intereses ó la
formamos en nuestro corazon u n desierto, una soledad, desemba- sanidad de sus enfermedades, sino deseosos de su doctrina, quieren
razándolo de toda inquietud, de todo pensamiento y de todo objeto oirlo y aprovecharse de sus lecciones... Lo buscan con constancia...
extraño, para que solo pueda entretenerse con Dios"sobre las nece- Jesús no estaba ya en la casa... Pedro lo buscó, y no hallándolo, por
sidades del alma y sobre el objeto d é l a oracion; presentándonos de- fortuna conjeturó que lo podría descubrir en la soledad. Llevó con-
lante de Dios como si solo 61 y nosotros existiésemos en el univer- sigo á su hermano Andrés y á los otros discípulos para dar cuenta
so. Pero ¡ay de mí! cuántos se ponen en la oracion, rezan ciertas al Salvador de cuanto sucedía en C a f a r n a u m ; mas la turba lo siguió;
oraciones, y a u n las de obligación, y por falta de estas disposiciones y saliendo á tropas de la ciudad, tomó la resolución de buscar t a m -
se puede decir con verdad q u e no o r a n ! bién con ellos á Jesús, sin perdonar atención ni fatiga, y determina-
3." Jesús ora en el desierto... Luego que Jesús llegó al desierto pa- da á no volver áentrar sin haber hallado primero á su bienhechor...
só todo el tiempo q u e se detuvo allí en la oracion... Bienaventura- ¿Es este acaso el deseo con que nosotros buscamos á Jesús? Cuan-
dos aquellos q u e separados del mundo viven en el desierto de la r e - do se busca con la diligencia q u e hemos admirado en los eafarnai-
ligión, si en ella atienden á la oracion... Nosotros salimos de nues- tas, es imposible que no se encuentre...
tras casas, vamos al templo, allí nos estamos ; pero ¡ah! ¿ q u é hace- Lo 2.° Los eafarnaitas encuentran á Jesús... Lo encuentran si-
mos allí si no oramos? Nos hallamos algunas veces en la soledad sin guiendo á san Pedro. El ardor del pueblo era grande ; pero el d e
ocupaciones: ¿ y por q u é n o nos aprovechamos de esta comodidad Pedro era mucho mas vivo. Él no se engaña en orden al lugar del
para orar? ¡somos ciertamente insensatos! Queremos mas a n g u s - desierto donde se hallaba Jesús: vuela el primero á la frente de los
tiarnos y comunicar á otros nuestros afanes, buscar distracciones y otros apóstoles, Andrés, Jacobo y J u a n , y el pueblo lo sigue... Para
entretenimientos frivolos, q u e gustar en la soledad las dulzuras de encontrar á Jesús conviene seguir esta cabeza visible de la Iglesia;
la oracion... Ó divino J e s ú s , ¿ por qué os disteis tanto á la oracion es necesario estar unido á ella: fuera de este camino , fuera de la
en el desierto? Por mí y por mi salvación, para merecerme la gra- Iglesia , erramos sin guia en el desierto, y nos formamos mil dife-
cia q u e necesito, y para darme ejemplo; á vuestro ejemplo, pues, nin- rentes caminos á la medida de nuestros caprichos, pero sin q u e al-
g u n a cosa emprenderé sin orar, y á ejemplo vuestro seré exacto, r e - guno d e ellos nos guie á Jesús.
cogido, constante y fervoroso en mis oraciones. Lo 3 L o s eafarnaitas se esfuerzan á detener á Jesús... Lo ven dis-
puesto á dejarlos, y no lo pueden consentir: le suplican q u e no los
PUNTO I I . abandone, y aun usan una especie de violencia: y ¡ oh! ¡ cuán agra-
Jesús se despide de los eafarnaitas que se oponían á su misión. dable f u e esta al corazon de Jesús! Y si no se rindió, supo no obs-
tante recompensarla. ¡ Ah ! seria ciertamente mayor nuestra felici-
«Y Simón lo siguió , y los q u e estaban con é l , v encontrándolo, dad , si tuviésemos la misma propensión y el mismo apego á este di-
«le dijeron: Todos te buscan, y él les dijo: vamos"por las aldeas v vino Salvador; si tuviésemos el mismo deseo de tenerlo con nosotros
« ciudades vecinas, para q u e también allí predique; porque para este y de estar siempre con él... E n vano este pueblo reconocido suplicó
«fin he venido... Y las turbas lo buscaban; y llegaron hasta donde á Jesús q u e no lo dejara: no me detengáis, les dijo: las aldeas y las
«él estaba: y lo detenían porque no se partiese de ellos; y les dijo: ciudades vecinas me esperan; yo debo predicar á ellas como á vos-
«es necesario q u e a u n en otras ciudades evangelice yo el reino de otros la palabra de Dios, deben también ellas participar de mi m i -
«Dios; porque para esto h e sido enviado...» sión... Yamos, d i j o á s u s Apóstoles: venid conmigo, recorrámoslas
Lo 1 L o s eafarnaitas buscan á Jesús; lo buscan con diligencia... ciudades y las aldeas , para que yo predique en ellas el Evangelio;
Del mismo modo q u e la tarde antecedente, se juntaron por la m a - para esto h e venido al mundo, á este fin he sido enviado... Esta es
MEDITACION XLVI1I. 2 7 o
¡a regla que debemos tener también nosotros. ¿Para qué, pues, he-
mos sido enviados? ¿ á qué fin hemos venido al m u n d o ? ¡ Ah ! no ternamente afligidos, ¿ n o harén)os por nuestras almas lo q u e estos
debemos regular nuestra conducta sobre la estima, sobre el amor, pueblos hicieron por conseguir la sanidad de sus cuerpos?
Lo 3.° Los sucesos de Jesucristo... « Y lo. siguió una gran turba de
sobre la aprobación de los hombres; sino sobre la voluntad de Dios^
«la Galilea, d e la Decapóleos, y de Jerusalen, y de Judea, y del país
sobre el íin de nuestra vacación, y sobre los deberes de nuestro es-
«de la otra parle del Jordán...»
tado , sin tener miramiento alguno á nuestras comodidades, á nues-
¡ Qué espectáculo tan tierno ver todos estos pueblos unidos entre
tro reposo, á nuestros intereses ni á nuestra gloria.
si, ir detrás d e Jesucristo, y seguirlo en tropas para oir sus divinas
Oida la respuesta de Jesús, se volvió el pueblo á la ciudad sin ha-
instrucciones! Vamos también nosotros, unámonos á esta turba de
cer mayor instancia, esperando ver en ella dentro de poco su bien-
fieles, sigamos á Jesús, y acrecentemos la gloria de su triunfo...
hechor, y quedaron con Jesús los cuatro discípulos para acompañarlo
en su misión... Por mas necesarias q u e nos parezcan para nuestra Petición y coloquio.
perfección las luces de un director, dejaría de ser inocente nuestra
A Vos v o y , ó Jesús, resuelto á seguiros, y á no abandonaros ya
adhesión á él, cuando se opusiese á las órdenes de Dios y de la obe-
jamás. Dadme u n espíritu atento para escuchar vuestras lecciones y
diencia , y cuando llevásemos á mal que su celo se extendiese á otros,
un corazon dócil para practicarlas. Os doy mil gracias, ó divino Sal-
queriéndolo estrechar para nosotros solos.
vador , por las penas y fatigas q u e sufristeis por anunciarnos el Evan-
gelio. .. Bienaventurados aquellos que están encargados por Vos para
PUNTO I I I . continuar vuestros trabajos, y que en las ciudades v en las campi-
Jesús comienza su misión. ñas están ocupados en instruir los pueblos. Dadles,'Señor, la g r a -
cia de imitaros, y á mí la de trabajar según m i estado, para gloria
Consideremos lo 1.° sus trabajos...«I Jesús andaba rodeando to- vuestra, con practicar las leyes de vuestro santo Evangelio: me uno
«da la Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el y me agrego, ó Jesús, á aquella turba de enfermos q u e Vos sanás-
«Evangelio del reino... Y echaba los demonios...» teis: yo soy , lo confieso , el mas miserable d e todos ellos. Mi alma
Jesús desde el principio d e su ministerio pasó toda su vida en el se halla agravada de toda suerte de males y de enfermedades; Vos
trabajo y en la oracion... De la misma manera el hombre verdade- solo la podéis sanar. Adoro vuestro poder , R e d e n t o r adorable. i n -
ramente apostólico debe sostener su misión con el ejercicio continuo voco vuestra caridad; ¿seré yo por ventura el único q u e Vos no s a -
de su caridad y de su celo; emplearse con el mismo gusto en las f u n - néis? Miradme, ó Señor; mi sanidad manifestará vuestra potencia, v
ciones oscuras que en las luminosas ; trabajar con la misma inten- contribuirá á vuestra gloria. Amen.
ción para la salvación del pobre q u e para la del rico; y haciendo
guerra al demonio, echarlo d e todos los corazones: su celo se debe
extender á todo lugar y á toda persona. MEDITACION XLVIII.
Lo 2.° Los milagros de Jesucristo... «Y se esparció la fama de él PREDICACION DE J E S U C R I S T O , Y PESCA M I L A G R O S A E N LA BARCA D E

«por toda la Siria; y le presentaron todos aquellos q u e estaban i n - SAN P E D R O .


( L a c . r , 1-11).
«dispuestos y afligidos d e diversos males y dolores; y los endemo-
«niados, y lunáticos, y los paralíticos; y los sanó...»' 1." J e s u c r i s t o predica en la barca de san P e d r o ; 2.° sobre la palabra de J e -
sucristo san P e d r o hace u n a pesca milagrosa ; 3.° J e s u c r i s t o indica el grande
La fama del Salvador voló de la Galilea á la Siria, y se esparció m i s t e r i o escondido bajo de e s t e hecho.
en toda aquella provincia. A u n de este país, cuyos habitadores eran
cási todos paganos, le llevaron diversos enfermos, que todos fueron PUNTO I .
curados. ¿ Y serémos nosotros solos los que no recurrirémos á J e - Jesiís predica en la barca de san Pedro.
sucristo para que nos libre de nuestras enfermedades? Nosotros ins-
«Y mientras lo cercaba u n a multitud de pueblo por oiría palabra
truidos de la fe, nosotros que sabemos de cuantos males estamosin-
«de Dios, se mantenía cerca del lago de Genesaret; y vio dos b a r -
18*
MEDITACION XLVI1I. 2 7 o
¡a regla que debemos tener también nosotros. ¿Para qué, pues, he-
mos sido enviados? ¿ á qué fin hemos venido al m u n d o ? ¡ Ah ! no ternamente afligidos, ¿ n o harémos por nuestras almas lo q u e estos
debemos regular nuestra conducta sobre la estima, sobre el amor, pueblos hicieron por conseguir la sanidad de sus cuerpos?
Lo 3.° Los sucesos de Jesucristo... « Y lo. siguió una gran turba de
sobre la aprobación de los hombres; sino sobre la voluntad de Dios^
«la Galilea, d e la Decapóleos, y de Jerusalen, y de Judea, y del país
sobre el íin de nuestra vacación, y sobre los deberes de nuestro es-
«de la otra parle del Jordán...»
tado , sin tener miramiento alguno á nuestras comodidades, á nues-
¡ Qué espectáculo tan tierno ver todos estos pueblos unidos entre
tro reposo, á nuestros intereses ni á nuestra gloria.
si, ir detrás d e Jesucristo, y seguirlo en tropas para oír sus divinas
Oida la respuesta de Jesús, se volvió el pueblo á la ciudad sin ha-
instrucciones! Vamos también nosotros, unámonos á esta turba de
cer mayor instancia, esperando ver en ella dentro de poco su bien-
fieles, sigamos á Jesús, y acrecentemos la gloria de su triunfo...
hechor, Y quedaron con Jesús los cuatro discípulos para acompañarlo
en su misión... Por mas necesarias q u e nos parezcan para nuestra Petición y coloquio.
perfección las luces de un director, dejaría de ser inocente nuestra
A Vos v o y , ó Jesús, resuelto á seguiros, y á no abandonaros ya
adhesión á él, cuando se opusiese á las órdenes de Dios y de la obe-
jamás. Dadme u n espíritu atento para escuchar vuestras lecciones y
diencia , y cuando llevásemos á mal que su celo se extendiese á otros,
un corazon dócil para practicarlas. Os doy mil gracias, ó divino Sal-
queriéndolo estrechar para nosotros solos.
vador , por las penas y fatigas q u e sufristeis por anunciarnos el Evan-
gelio. .. Bienaventurados aquellos que están encargados por Vos para
PUNTO I I I . continuar vuestros trabajos, y que en las ciudades y en las campi-
Jesús comienza su misión. ñas están ocupados en instruir los pueblos. Dadles,*Señor, la g r a -
cia de imitaros, y á mí la de trabajar según m i estado, para gloria
Consideremos lo 1.° sus trabajos...«I Jesús andaba rodeando to- vuestra, con practicar las leyes de vuestro santo Evangelio: me uno
«da la Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el y me agrego, ó Jesús, á aquella turba de enfermos q u e Vos sanás-
«Evangelio del reino... Y echaba los demonios...» teis: yo soy , lo confieso , el mas miserable d e todos ellos. Mi alma
Jesús desde el principio d e su ministerio pasó toda su vida en el se halla agravada de toda suerte de males y de enfermedades: Vos
trabajo y en la oracion... De la misma manera el hombre verdade- solo la podéis sanar. Adoro vuestro poder ,*Redentor adorable. i n -
ramente apostólico debe sostener su misión con el ejercicio continuo voco vuestra caridad; ¿seré yo por ventura el único q u e Vos no s a -
de su caridad y de su celo; emplearse con el mismo gusto en las f u n - néis? Miradme, ó Señor; mi sanidad manifestará vuestra potencia, v
ciones oscuras que en las luminosas ; trabajar con la misma inten- contribuirá á vueslra gloria. Amen.
ción para la salvación del pobre q u e para la del rico; y haciendo
guerra al demonio, echarlo d e todos los corazones: su celo se debe
extender á todo lugar y á toda persona. MEDITACION XLVIII.
Lo 2.° Los milagros de Jesucristo... «Y se esparció la fama de él PREDICACION DE J E S U C R I S T O , Y PESCA M I L A G R O S A E N LA BARCA D E

«por toda la Siria; y le presentaron todos aquellos q u e estaban i n - SAN P E D R O .


( L a c . r , 1-11).
«dispuestos y afligidos d e diversos males y dolores; y los endemo-
«niados, y lunáticos, y los paralíticos; y los sanó...»* 1." J e s u c r i s t o predica en la barca de san P e d r o ; 2.° sobre la palabra de J e -
sucristo san P e d r o hace u n a pesca milagrosa ; 3.° J e s u c r i s t o indica el grande
La fama del Salvador voló de la Galilea á la Siria, y se esparció m i s t e r i o escondido bajo de e s t e hecho.
en toda aquella provincia. A u n de este país, cuyos habitadores eran
cási todos paganos, le llevaron diversos enfermos, que todos fueron PUNTO I .
curados. ¿ Y serémos nosotros solos los que no recurrirémos á J e - Jesiís predica en la barca de san Pedro.
sucristo para que nos libre de nuestras enfermedades? Nosotros ins-
«Y mientras lo cercaba u n a multitud de pueblo por oiría palabra
truidos de la fe, nosotros que sabemos de cuantos males estamosin-
«de Dios, se mantenía cerca del lago de Genesaret; y vio dos b a r -
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MEDITACION X L V I I I . 2 7 7
«cas en la ribera del lago... Los pescadores habían salido á lavar las
« r e d e s : entró en una barca , que era la d e Simón ; le pidió q u e se prema dignidad á q u e lo debia elevar algún dia en su Iglesia... Q u e -
«alejase u n poco de la tierra, y sentado, enseñaba desde la barca á ría con esto enseñarnos que la Iglesia simbolizada en esta b a r c a , y
«las t u r b a s . . . » gobernada por los sucesores de Pedro, seria hasta la consumación
Lo 1.° Consideremos la solicitud y la ansia del pueblo: estando el de los siglos la silla y el centro de la verdad... ¿Recibimos nosotros
Señor en la ribera del lago de Genesaret, se halló cercado de una nuestra enseñanza de esta silla y de esta barca de Pedro ? Los dis-
multitud del pueblo, que hambriento de su doctrina, se habia j u n - cursos que hacemos, los predicadores de que nosotros gustamos, los
tado d e varias parles ; y por todas lo estrechaban y lo oprimían... libros de religión q u e leemos, ¿están sellados con el sello de esta a u -
¡Oh! ¡y cuánto era edificante y agradable á Jesucristo este concur- toridad?... Sin esto, ó sean luminosas las máximas q u e se nos a n u n -
so !... ¿ T e n e m o s nosotros el mismo ardor p o r leer, por meditar la cian, ó sublimes los sentimientos, ó afectuoso el lenguaje q u e se usa
palabra d e Dios , y por oir hablar d e Dios? ¡ Ah! muchos cristianos para instruirnos y persuadirnos, no se podrá jamás decir q u e J e s u -
estiman mas leer y oir cosas inútiles, frivolas, peligrosas y m a l a s : cristo es quien nos enseña ; será el maestro de las tinieblas, de los
examinemos nuestro corazon, y determinémonos áreformarlo. errores y de la mentira q u e pretende envenenarnos y engañarnos,
Lo 2.° Admiremos la bondad de Jesús... El alboroto era tan grande,
q u e solo podia ser oído de los pocos que estaban m a s vecinos á él! PUNTO I I .
Quiso remediar el desorden sin disgustar á estos fervorosos oyentes Sobre la palabra de Jesucristo, san Pedro hace una pesca milagrosa.
q u e s e llevaba tras sí su persona , y que con lauto valor correspon-
dían á los secretos movimientos de la gracia, Yió dos barcas que es- Lo 1.° Observemos la obediencia de san Pedro. « l l u e g o q u e a c a -
taban paradas en la ribera del lago. Los pescadores habían saltado á «bó de h a b l a r , dijo á Simón : Guia mas adentro, y echad vuestras
tierra, y se empleaban en lavar sus redes. U n a de las barcas era de « redes para pescar, y Simón le respondió, y dijo: Maestro, nos h e -
P e d r o . . . Jesús entró en ella... «mos fatigado toda la noche para pescar, y nada hemos cogido. Con
E s probable que Jesús hubiese llegado el dia antecedente á Bel- «todo eso, sobre tu palabra echaré la red...» Obediencia ciega, p o r
saida, ciudad puesta cerca del lago, y patria d e Pedro: acaso se h a - la q u e Simón sacrifica sus propias luces... Siendo práctico en el mi-
llaba ya allí algunos días antes, lo q u e h a b r á dado ocasion á Pedro nisterio , sabia q u e el mediodía no era tiempo tan favorable para pes-
y á los dos hermanos, Jacobo y J u a n , de ir á pescar. E s también p r o - car como el tiempo d e noche: sabia por experiencia de muchas ve-
bable q u e Andrés se hallase con Pedro su h e r m a n o , a u n q u e aquí no ces q u e en aquella parte de mar no habia peces; pero cuando se trata
se nombra. Habiendo , pues , subido en la barca de Pedro, le pidió de obedecer no sirven los discursos... Obediencia llena de confianza:
que se alejase un poco de la tierra. El Salvador se senló en la barca, si san Pedro expuso al Señor sus sentimientos y sus reflexiones, n o
de donde, como de la cátedra de la verdad, instruyó la multitud del lo hizo por empeñarlo á revocar la orden , sí solo por mostrarle l a
pueblo q u e se habia puesto en filas en la r i b e r a , y q u e despues se confianza que tenia en él y en su palahra. Con lodo esto, le dijo, s o -
volvió bendiciendo á Dios. ¡ Qué bondad y q u é dignación de J e s u - bre tu palabra, voy seguramente á echar la red... Esto no quiere de-
cristo para contribuir á la satisfacción é instrucción de este pueblo!... cir voy á hacerlo por obedeceros porque Yos lo mandais. Esta seria
La misma tiene ahora para nosotros por medio de tantos discursos una obediencia de acción, y n o de juicio y de voluntad: quería, sí,
de piedad como se hacen en su Iglesia... Pero ¿asistimos nosotros? decir: voy á hacerlo sobre vuestra palabra, persuadido q u e o b r a n -
¿Buscamos nosotros lo que nos pueda edificar y corregir de nues- do en vuestro nombre y por orden vuestra no será inútil, vano y
tros defectos? ¿ Ó pensamos solo al l e n g u a j e , al estilo, ó á lo que sin provecho mi trabajo... Finalmente, obediencia pronla: dichas es-
puede lisonjear nuestro espíritu? tas palabras, echaron la red Pedro y sus compañeros, sin esperar del
Salvador r e s p u e s t a , explicación, nuevas órdenes ni nueva seguri-
Lo 3.° Meditemos la suerte feliz de Pedro... De las dos barcas es-
dad.. . ¿Es tal nuestra obediencia á los superiores que sobre la tierra
cogió Jesucristo la de Pedro. Desde esta barca enseñaba, v con esto
hacen las veces de Jesucristo?
anunciaba á este Apóstol, en una manera oculta y misteriosa, la su-
Lo 2.° Observemos el éxito de la obediencia de san Pedro... « Y h a -
«hiendo hecho esto, encerraron una gran cantidad de peces, y se sucristo, por respecto á su grandeza, y conservar al mismo tiempo un
«rompía su red. T hicieron señas á los compañeros q u e estaban en tierno amor por su persona, son los medios mas seguros para no se-
« l a otra barca para que fuesen á ayudarles; y fueron, y llenaron las pararnos jamás de él.
«dos barcas, de manera q u e cási se iban á fondo.»
Apenas echaron la red, advirtieron que habían cogido una gran PUNTO III.
cantidad de peces; temieron q u e se rompiese en sus manos, y deses-
peraron de sacarla sin ayuda : hicieron señal á los pescadores de la Jesiis indica el misterio escondido bajo este hecho.
otra barca para que vinieran á ayudarles; estos se acercaron, y se «Y Jesús dijo á Simón, no temas, de ahora en adelante pescarás
halló la pesca, tan abundante, que las dos barcas llenas cási se h u n - « de los hombres.» Esto es, no te aturdas; no solo no te has de alejar
dían... ¿No nos debe empeñar esta maravilla á no desconfiar jamás de m í , sino que de esto has de comprender q u e este es el tiempo de
de nuestro Dios, y asimismo á obedecerle con prontitud? abandonarlo lodo y de seguirme. Esto q u e has visto es solo una fi-
Lo 3.° Observemos los sentimientos que inspira este milagro... Visto gura de lo q u e vo'quiero obrar por vuestro ministerio: de ahora en
por Simon Pedro, se echó á los piés de Jesucristo, diciendo: «Apar- adelante, de pescadores de peces debeis mudaros en pescadores de
e a o s de m í , Señor, porque yo soy un hombre pecador: porque él, hombres... Por estas palabras quedaron tan fortificados los primeros
« y cuantos estaban con él quedaron pasmados de la pesca q u e h a - discípulos del Salvador, « q u e tiradas á tierra las barcas, lo dejaron
«bian hecho de peces, y lo mismo le sucedió á Jacobo y J u a n , hijos «todo,-y lo siguieron...» Con estas palabras nos hace también Jesús
«del Zebedeo , compañeros de Simon : y Jesús le dijo I Simon , no comprender que esta pesca f u e , no solo un milagro , sino también
.((temas...» u n a figura y una predicción de otro m a y o r ; esto es, de la propaga-
Habían visto los discípulos obrar muchos milagros á su Maestro; ción del Evangelio por medio de los Apóstoles y de sus sucesores:
pero este los llenó de espanto. Siendo ellos pescadores de profesión predicción q u e debe sumamente consolar á los q u e vemos su literal
eran mas capaces de comprender la grandeza. Pudieron ver sin te- cumplimiento.
m o r á su Maestro mandar en tierra á los demonios y á las enferme- 1 E n la abundancia de esta pesca espiritual... Todas las partes del
dades , y hacerse obedecer de ellos; pero cuando vieron su poder pe- m u n d o , todos los reinos de la tierra, todas las naciones, todos los
netrar hasta los abismosdelmar, llamar los peces, y unirlos á su g u s - climas, todas las lenguas han recibido el Cristianismo. La barca de
to , se pasmaron de f o r m a , q u e ellos v todos sus compañeros que- Pedro ha atravesado todos los mares : sus redes misteriosas se han
daron como mudos é inmobles del terror, y ni siquiera se atrevían á extendido de una extremidad del m u n d o á la otra, de Oriente á Oc-
levantar los ojos para mirar á su bienhechor": Pedro, q u e en sus senti- cidente, del Septentrión al Mediodía: en ellas se han unido á tropas
mientos era mas vivo y mas resuelto sin comparación q u e todos los los habitadores del mundo antiguo y del nuevo; y este pescador de
d e m á s , venció su t e m o r , y recobradas todas sus fuerzas se arrojó peces se ha convertido en doctor de todas las naciones... ¿Pudiéra-
a los prés de Jesús, y le dijo : Señor, no merezco yo teneros en mi mos nosotros creer un tal prodigio si no lo viéramos con nuestros
compañía ni en mi barca: apartaos de un pecador'como v o : no sov mismos ojos?
digno de poseeros... ¡ Olí santidad admirable! ¿cómo osamos nos- 2.° Cumplimiento de la predicción de Jesucristo en la manera con que
otros ponernos en vuestra presencia? 0 por mejor decir: ¿cómo nos se ha hecho esta pesca... Esta se ha hecho en una manera que pare-
presentamos á Vos con tan poco respeto y con tan poco t e m o r ? . . . cía la menos propia para un éxito feliz... Se hizo al mediodía; esto
Jesús dijo á Simón, no temas... Con q u e yo , Señor, debo decir q u e e s , se presentó al mundo la religión cristiana tal cual es en sí mis-
vuestra bondad es igual á vuestra potencia, v que la u n a y la otra m a , sin doblez, sin artificio, sin disimulo. Ha propuesto á la sabi-
son infinitas. No se deben ya alejar de Vos los qiíe os temen, ni los duría del mundo la excelencia de sus dogmas, sin discursos: y ha
que os aman, a u n q u e sean pecadores: humillándose ellos con cora- opuesto á la corrupción la severidad de su m o r a l , sin mitigarla en
zon sincero delante'de Vos, Vos les disipáis sus temores, v los ase- parte alguna : á la superstición la unidad de su culto, y á la perse-
guráis que les concederéis vuestros favores... Creerse indianos de Je- cución la verdad de su fe; y á pesar de este mediodía, con estasim-
plicidad y con esta ingenuidad ha vencido al m u n d o , lo ha traído á
su seno, lo ha ganado, y h a triunfado. « s e ñ a b a , diciendo : » despues de la pesca milagrosa de san Pedro,
Jesús, acompañado de sus cuatro discípulos, continuó su carrera
3.° Cumplimiento de la predicción de Jesucristo en aquellos por quie-
apostólica. Corrían d e todas partes las gentes á tropas por verlo y
nes fue hecha esta pesca. Esto e s , en Pedro y sus colegas en el apos-
oírlo: hallándose u n dia oprimido de la multitud, se subió sobre u n
tolado... De esta manera se ha figurado y cumplido en la pesca de
monte, y sentado abrió su boca para enseñar.
los hombres la predicción y la figura encerrada en la pesca d e los
Consideremos lo 1.° quién enseña: es Jesús, el Yerbo de Dios hecho
peces... Con tales instrucciones ponia el Salvador bajo los ojos de sus
h o m b r e , la Sabiduría increada, Dios mismo.... Escuchémoslo con
discípulos en una manera sensible la historia de su Iglesia la série
respeto y con atención.
de los trabajos, la regla de sus obligaciones, y la imágen d e sus s u -
cesos... A Dios solo conviene esta manera de enseñar. No ha sido ja- Lo 2.° Consideremos el lugar donde enseña: enseña sobre u n monte
mas secta alguna participante de este milagro, ni jamás ha produ- visible á todo el mundo... La ley antigua se publicó sobre u n mon-
cido apostoles, estando separada de la Iglesia y de la comunion ro- te; y sobre un monte también empieza Jesucristo á publicar la n u e -
mana. Los novatores, es verdad, han podido pervertir los cristianos • va : pero esta no es como aquella del Sínai acompañada de truenos
pero jamás lo han hecho. Bajo pretexto de pretendida reforma han po- y relámpagos: todo aquí respira amor y quietud. ¡Oh Jesús mió!
dido enganar los catóbcos; pero su celo, siempre de acuerdo con sus ¡ oh amable Legislador mió!
pasiones y con sus intereses, no los ha empeñado á abandonarlo todo Lo 3.° Consideremos á quién enseña: son todos aquellos que lo si-
por la predicación del Evangelio. No hav iglesia cristiana, a u n q u e guen y quieren escucharlo... Sentado Jesús, se le acercaron sus dis-
hoy heretica o cismática, q u e no reconozca por su apóstol primero á cípulos; esto e s , no solo Pedro, Andrés, Jacobo y J u a n , sino t a m -
alguno enviado por Pedro ó por alguno de sus sucesores en la Silla bién otros muchos q u e hacían profesión de ser sus discípulos, y d e
apostólica. seguirlo en todas partes; detrás estaba el pueblo, y todos lo oian con
silencio... Nada nos impide el ir á Jesús; y estaremos tanto mas cerca
Petición y coloquio. de él cuanto mas dispuestos estemos para escucharlo y practicar su
doctrina.
Os doy infinitas gracias, ó Dios mió, por h a b e r m e hecho nacer en
Lo 4." Consideremos la manera con que enseña... Se digna de e n -
vuestra santa Iglesia; n i n g u n a cosa rae separará de ella: multipli-
cad los operarios evangélicos, reunid á ella todas las naciones y ha- señar él mismo... Á los primeros hombres les habia hablado por m i -
ced q u e entren de nuevo aquellos q u e por su desgracia la han a b a n - nisterio de Ángeles: á los judíos en el desierto por el de Moisés: á
donado : haced, en una palabra, q u e se forme u n a grey, u n solo r e - Moisés por el de u n Ángel: en el Antiguo Testamento abrió la boca
nano bajo u n solo pastor... Amen. de los Profetas , y despues la de sus Apóstoles; pero aquí habla él
mismo. Los oráculos q u e hemos de meditar fueron pronunciados por
su misma divina boca. ¡ Qué bondad d e Jesús! Y ¿ q u é derecho no
MEDITACION XLIX. tiene él para exigir nuestro reconocimiento y docilidad?
SERMON DE JESUCRISTO EN EL MONTE. Lo o.° Consideremos la doctrina que enseña: es el camino de la
(Matth. y, 1 - 4 ) . verdadera felicidad y de la perfección... Habla Jesús, no para d a r -
nos aquellos vanos conocimientos, q u e no hacen otra cosa q u e fo-
Observemos p r i m e r o cuál fue la preparación para e s t e s e r m ó n : y despues
meditemos las dos p r i m e r a s bienaventuranzas. mentar la curiosidad de los hombres sin saciarla, y q u e no nos p u e -
den contentar ni hacer virtuosos: si bien para darnos la idea d e la
PUNTO I . verdadera felicidad y los medios de adquirirla... ¿ Y q u é otra cien-
Preparación para el sermón. cia nos puede interesar mas á nosotros q u e esta? Becibamos, pues,
con ansia y con atención sus divinas instrucciones: jamás ha podido
«Y viendo Jesús las turbas, subió á u n m o n t e ; y habiéndose sen- la sabiduría humana inventar otras semejantes. Suministran ellas la
«tado, se acercaron á él sus discípulos: y abierta su boca, los e n - prueba mas convincente y la apología mas bella de nuestra santa
282 , E L E V A N G E L I O MEDITADO.

Religión contra sus enemigos. Tales leyes, tal doctrina y tantos se- primeros son los bienes del cuerpo, como la belleza, la sanidad. Los
cuaces prueban que el legislador es el Hijo y el enviado d e Dios. segundos son los bienes naturales del alma, como la ciencia, las l u -
ces , los talentos, y aquello q u e por medio d e estos adquieren los
PUNTO I I .
hombres, como el crédito, el amor y la estimación. Los terceros son
Primera bienaventuranza.
los bienes sobrenaturales del alma, q u e no son necesarios para nues-
«Bienaventurados (dijo Jesucristo) los pobres de espíritu, porque tra perfección; como las consolaciones espirituales, los gustos sen-
« de ellos es el reino de los cielos...»Unos son pobres de espíritu res- sibles , las dulzuras de la devocion... Como un pobre recibe con re-
pecto de los bienes q u e hay fuera de! hombre... Otros respecto á los conocimiento la limosna de las manos de su bienhechor, debemos r e -
bienes que hay en el hombre. Examinemos estas dos cosas, y des- cibirlos d e las de Dios, cuando nos los conceda: debemos poseerlos
pues meditemos las ventajas q u e nos traen estos diversos bienes. con h u m i l d a d , como propios d e Dios, y no nuestros: nos debemos
Lo 1." Los pobres d e espíritu respecto á los bienes q u e hay fuera servir d e ellos con temor, y siempre á gloria d e Dios: debemos s u -
del hombre se dividen en tres clases. Unos son pobres por elección, frir su pérdida con resignación, y pensar q u e no fueron criados para
otros por necesidad, y otros por afecto. nosotros sino para Dios; á Dios solo nos hemos de apegar, y no á sus
Los pobres p o r elección , que se llaman pobres voluntarios, son dones... Si nosotros nos esforzamos á adelantarnos cada dia mas e n
aquellos q u e con libre renuncia se han despojado de sus bienes, y se esta pobreza d e espíritu , en esta entera privación de nosotros mis-
han obligado con voto á no poseer jamás sobre la tierra cosa alguna inos, mayor será entonces nuestro aprovechamiento en la perfección
en propiedad, y á servirse solo de ellos con dependencia. Si aquellos y en los caminos de Dios.
sentimientos de despego d e las cosas del mundo, d e humildad y de ' L o 3.° De la felicidad de los pobres de espíritu... Son bienaven-
mortificación con que se debió hacer una tan generosa renuncia per- turados los pobres de espíritu, porque d e ellos es el reino d e los
severan a u n en ellos, estos se pueden llamar verdaderamente pobres cielos... El reino puede significar :
de espíritu. Lo 1.° En el cielo: la posesion de Dios y d e toda su gloria, d e
Los pobres por necesidad son aquellos que por la condicion de su todas sus delicias, de toda su eternidad, á la q u e los pobres de e s -
nacimiento, ó por algún accidente ordenado por la Providencia, ha- píritu tienen u n derecho asegurado por el mismo Dios... ¡Qué ven-
llándose escasos d e bienes, ó privados del todo de ellos, viven en es- taja! qué cambio! U n poco d e tierra, cuya inquieta posesion dura
trechez, ó experimentan los rigores de la necesidad. Si estos conten-
u n momento con u n reino eterno.
tos con sn suerte la sufren con humildad y resignación, sin desear
Lo 2.° En nuestros corazones: la gracia santificante, la justicia
trocarla, y sin envidiar la de los ricos, se pueden llamar también po-
bres de espíritu. habitual, el estado de la gracia, por quiert reinan en nosotros Dios,
s u amor y su justicia, este es el reino q u e poseen los pobres d e es-
Finalmente los pobres por afecto son aquellos q u e por u n a espe- píritu , en q u e procuran cada dia establecerse m a s , perfeccionarse
cie d e necesidad se hallan en medio de las riquezas: si estos las po- y enriquecerse por medio de las obras de piedad, d e virtud, y con
seen sin apego delcorazon, sin orgullo, y sin inquietud por a u m e n - el santo uso de los Sacramentos, mientras q u e los ricos del siglo,
tarlas; si están dispuestos á perderlas con paciencia; si se sirven de apegados á los bienes de la tierra, viven olvidados de Dios, y con
ellas con temor, con sobriedad y moderación; si las emplean en so- u n a conciencia por lo común cargada de pecados y de injusticias.
corro del prójimo, en la propagación de la fe, en el servicio de Dios, Lo 3.° En la Iglesia : el Evangelio de Jesucristo... Este reino d e
y no en el fausto, ni en el lujo, ni en las delicias de una vida vicio- Dios ha sido anunciado á los pobres de espíritu : ellos solos lo h a n
sa, estos se pueden llamar con razón pobres de espíritu... ¿En qué recibido, y con simplicidad conservan la fe... Pero al contrario, el
clase de estos pobres estamos nosotros? a m o r de las riquezas, el temor de perder su fortuna, ¡ oh! ¡ y á cuán-
Lo 2.° Hay pobres de espíritu en orden á los bienes que están den- tos paganos ha impedido el abrazar el Cristianismo! ¡á cuántos h e -
tro del hombre... Tres especies de bienes se pueden considerar den- rejes el volver al gremio de la santa Iglesia! ¡Y cuántos q u e se glo-
tro del h o m b r e , de que lo debe despegar la pobreza de espíritu. Los rian d e católicos, por el desreglado afecto á los bienes d e la tierra,
descuidan de todo aquello q u e mira á la fe. no toman por ella al- dria algún mérito. Segundo : se alega por excusa el propio n a t u -
g ú n interés, y no la defienden aun cuando están en la,actualidad
ral ; yo soy, dice u n o , naturalmente vivo. Pero ¿ q u é ? ¿Pretende-
estrechamente obligados! ¡Desgraciadas riquezas! ¿quién habrá q u e
mos ,"acaso, nosotros practicar las máximas de Jesucristo, solo c u a n -
no os tema y no os aborrezca? ¡Santa pobreza! ¿quién habrá q u e
do son conformes á nuestro natural? Él nos pide q u e venzamos este
no os a m e , os busque y os desee? ¡ Feliz y santo despego de c u a n -
to no es Dios!... Mirad, cristianos; esta es l a primera máxima de re- n a t u r a l ; que pongamos un freno á nuestras pasiones; que nos mo-
ligión q u e Jesucristo anuncia , la primera bienaventuranza q u e nos deremos en nuestros prontos; que se destruyan los malos hábitos, y
propone. Puestos en posesion de esta, con facilidad conseguirémos que se sustituyan los buenos : para esto es necesario usar violencia;
las otras. no haciéndola', en vano nos lisonjeamos de ser sus discípulos y de
tener parte en su recompensa... Tercero : el celo por el b u e n orden;
PUNTO I I I . mas el verdadero celo está lleno de mansedumbre... Si alguna vez
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra. toma u n tono severo, lo hace sin ímpetu de cólera y sin a m a r g u r a . . .
¡ A h í no despreciemos u n a virtud q u e Jesucristo pone aquí en u n
El segundo carácter de un cristiano fiel es la m a n s e d u m b r e : grado el mas elevado : virtud tantas veces recomendada; y de q u e
aprendamos á conocerla en toda su extensión.
él mismo ha dado tan esclarecidos y perfectos ejemplos. Se lisonjean
Lo 1.° Consideremos en qué consiste la práctica de esta virtud: v algunos que el faltar á esta virtud sea solo culpa ligera ; pero se
primeramente cuál es la manera de practicarla : ella debe ser cris- e n g a ñ a n , porque no ven el escándalo q u e causa un espíritu auste-
tiana ; tener por principio la caridad y la humildad ; no el genio, ro : no ven la llaga mortal q u e hace en el corazon del prójimo una
el temperamento, el interés, el deseo de a g r a d a r é de engañar"; de-
palabra d u r a , áspera y mortificativa.
be ser sincera, y no fingida ni aparente ; debe mostrarse en toda la
persona; en el semblante, en los gestos, en las palabras, en el to- Lo 3.° Meditemos el premio prometido á la mansedumbre... Bien-
no de la voz ; y sobre todo debe tener su asiento en el corazon... aventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra... Esto es,
La mansedumbre que nosotros practicamos ¿tiene este carácter?... la tierra de los vivientes, la tierra prometida ; el cielo donde en una
I o ¿En q u é ocasiones se debe practicar?... Estas son frecuentes y eterna paz gustarán las dulzuras de un perfecto amor. Poseerán
cotidianas. La mansedumbre se debe ejercitar tanto en las cosas p e - también la tierra, esto es, el imperio de su corazon. Nuestro cora-
queñas como en las grandes q u e o c u r r a n ; sufriendo cualquiera cosa zon es en cada uno de nosotros una tierra, un reino en q u e con-
adversa y desagradable sin alterarse y sin irritarse. Preveamos, tinuamente se sublevan mil sediciosos movimientos, los cuales r e -
p u e s , estas ocasiones, y estemos siempre dispuestosápracticarla... primidos desde el principio de la m a n s e d u m b r e , podemos poseer en
3.° ¿Con q u é personas debemos nosotros ejercitar la m a n s e d u m b r e ? paz nuestra a l m a , y en el alma al Dios de la paz... Si esta paz no
Con nuestros superiores, con nuestros inferiores, con nuestros i g u a - reina en nuestro corazon, no puede reinar el espíritu de Dios, con
les, con los grandes, con los pequeños, con todos los hombres en cuvo socorro conseguimos la victoria de nuestras pasiones : con ra-
general, y con cada uno en particular. Todos tienen derecho á q u e zón , p u e s , Jesucristo se ha servido de esta expresión, ellos posee-
nosotros suframos cuando nos molestan y nos causan algunos dis- rán la tierra. Sí, sobre esta tierra q u e nosotros habitamos, por m e -
gustos, porque del mismo modo nosotros queremos q u e nos sufran dio de la mansedumbre, podemos granjear las ventajas q u e en va-
los otros. no buscarémos en otra p a r t e : ¿cuántas conversiones estrepitosas,
cuántos establecimientos religiosos ha obrado la m a n s e d u m b r e , los
Lo 2.° Examinemos cuáles son las excusas con que pretendemos cuales, sin ella, no se hubieran podido esperar? ¿No es la manse-
cubrir los defectos de la mansedumbre. P r i m e r a m e n t e : el objeto que d u m b r e la q u e ha puesto al Cristianismo en la posesion de toda la
nos molesta ; él es tan desagradable y tan incómodo, q u e nos pa- tierra, poseída tanto tiempo por los paganos?
rece imposible, ó á lo menos difícil el poderlo s u f r i r : pues con to-
d o , el carácter de la mansedumbre es vencer las dificultades: sin Petición y coloquio.
ellas la mansedumbre no seria virtud, y por consiguiente no ten-
Sed en adelante, ó Jesús m i ó , mi modelo; enseñadme á ser, co-
286 E L E V A N G E L I O MEDITADO. MEDITACION L . 2 8 7

mo Yos, manso y humilde de corazon ; á poseer m i a l m a , y á des- sus pecados; llegando hasta sufrirlas con amor, y reconociendo q u e
terrar d e m i espíritu la inquietud y la aspereza d e mis p a l a b r a s : Dios los castiga y los p u r g a , haciéndolos semejantes á su Hijo.
dadme una afabilidad enemiga d e las contiendas, de las quejas , la Consideremos lo tercero, en q u é son bienaventurados los q u e
mansedumbre q u e se gana todo el m u n d o : dadme u n a paciencia así lloran. Son bienaventurados « p o r q u e serán consolados....» Lo
que jamás se canse : concededine también q u e me despoje d e todas serán en el cielo, de donde está desterrado todo motivo de aflic-
las cosas, á lo menos en el afecto, para practicar la pobreza evan- ción, y donde poseerán en Dios u n a perfecta felicidad... Lo serán
gélica , para quien Vos reserváis ios tesoros de vuestra misericordia. sobre la tierra, por medio de las internas consolaciones, de las g r a -
Amen. cias particulares, por las cuales conocen q u e tiene Dios pesadas sus
lágrimas, y medidas sus aflicciones ; y porque viven seguros q u e
MEDITACION L . están contados por Dios todos sus suspiros , y porque esperan q u e
serán abundantemente premiados... Lo serán también sobre la tier-
CONTINUACION DEL DISCURSO DE JESUCRISTO EN E L MONTE.
r a , por medio de consolaciones exteriores ; porque si Dios los aflige
(Matlh. t , 5 - 7 ) .
por una parle , multiplica por otra sus favores; pues Dios ordina-
riamente no permite q u e todas las aflicciones vengan d e u n golpe
PUNTO I .
y por lodas partes sobre una persona. Pero ¡ ingratos de nosotros,
Tercera bienaventuranza. q u e nos lamentamos de él, por los bienes d e q u e nos priva ; y l é -
«Bienaventurados los q u e lloran, porque ellos serán consola- jos de agradecerle los bienes de que nos colma, abusamos»de ellos
«dos...» E n la opinion de los hombres las lágrimas son la porcion para ofenderle y condenarnos!
de los infelices ; pero en el juicio del Hijo de Dios son el indicio d e 2. a De las lágrimas de la Religión... Y en primer lugar, ¿quién
la felicidad... Conviene, p u e s , examinar de q u é origen dimanan son aquellos q u e por la Religión están condenados á l a s lágrimas?...
estas, para saber cuándo se tiene derecho á esta bienaventuranza : Primeramente, son lodos los cristianos que en virtud délas prome-
para esto se pueden distinguir tres diferentes lágrimas : 1. a lágri- sas hechas en el santo Bautismo h a n renunciado á las pompas, á
mas de la naturaleza ; 2. a lágrimas d e la Religión ; 3. a lágrimas de las fiestas, á las alegrías y á las vanidades del m u n d o ; despues
la oracion. aquellos, enlre los crisiianos, que ó viviendo en el siglo, ó habién-
1. a Le las lágrimas de la naturaleza... Consideremos primero dose por elección d e estado separado de él, profesan una vida mas
quién son aquellos q u e por la naturaleza están condenados á las lá- santa y mas perfecta...
grimas. ¡ A y d e m í ! todos los h o m b r e s , ninguno e x c e p t u a d o ; el E n segundo lugar, ¿ q u é cosa deben practicar estos para ser bien-
m u n d o está lleno de afligidos q u e lloran. Las lágrimas brotan p o r aventurados?... Son eslos bienaventurados, si instruidos de! espíri-
todas p a r t e s : y ¡oh! ¡de cuántos y cuán diferentes motivos vienen tu de su vocaciou, y conservándolo, detestan las felicidades munda-
exprimidas! La pérdida de los bienes, del honor, de l a salud ; la nas , aborrecen el fausto, el orgullo del siglo ; huyen los placeres,
muerte de los parientes y d e los a m i g o s ; la envidia de los con- las alegrías y las delicias del m u n d o ; y entablan, por el contrario,
currentes, la persecución de los enemigos, y otros mil motivos d e u n a vida séria, retirada, ocupada, laboriosa y penitente.
aflicción hacen derramar en todas las condiciones de personas l á - En tercer lugar, ¿en qué son estos bienaventurados?... Son bien-
grimas a m a r g a s . q u e solo se pueden endulzar por la Religión. aventurados «porque serán consolados...» Serán consolados en el
Consideremos lo segundo, q u é medios deben practicar para'ser cielo, donde gozarán una alegría pura y proporcionada á su peni-
bienaventurados aquellos que lloran por la necesidad de la natura- tencia, á s u fervor y á sus lágrimas... Serán consolados sobre la
leza... Estos son bienaventurados si se sirven de sus aflicciones tierra, gustando cuanto liene de consolante u n a buena conciencia
para apartarse d e las criaturas y unirse con Dios; si reconociendo en todos aquellos q u e cumplen las obligaciones del Cristianismo y
sus penas como venidas d e la mano de Dios, las sufren con pacien- de la perfección... Y serán consolados también sobre la tierra, por
cia y resignación; con espíritu d e penitencia, y para satisfacer por la estimación, por la confianza y por el amor q u e se concillarán d e

>
288 E L EVANGELIO MEDITADO,
MEDITACION L . 2 8 9
las personas honestas y b u e n a s ; esto les dará coraje y ánimo para
el hábito de todas las virtudes y el cumplimiento de todas nuestras
sufrir el peso, y para soportar el rigor, sin q u e por esto sea el mo-
obligaciones. Nosotros la llamamos santidad, perfección, gracia s a n -
tivo ó la recompensa de su virtud.
tificante , amor de Dios y union con Dios. Y así como se puede crecer
3. a De las lágrimas de la oracion... ¿Cuáles son estas lágrimas?...
cada dia en esta justicia, debemos desear adquirirla vcrecer en ella en
Innumerables son los manantiales que nos abre la oracion... Lágri-
cada dia. La justicia lomada en este sentido es nuestro único bien : él
mas de celo, á vista d e los males q u e sufre la Iglesia, de los escán-
solo es el que nos pertenece; y q u e es todo entero, intrínseco é inhe-
dalos que se cometen , d e los ultrajes q u e se hacen á Dios por los
rente á nuestra alma, la cual recibe de ella la nobleza, la grandeza,
pecadores ; á vista del número infinito de almas q u e se abandonan
la belleza y la riqueza. Todos los otros bienes están fuera de nosotros;
á una vida desordenada, y se condenan para siempre... Lágrimas
nosotros podemos ser despojados de ellos á pesar de nosotros mismos :
de penitencia, á vista de nuestros pecados y de nuestra cotidiana
tal es la ciencia m i s m a ; tales son los talentos de que el alma tiene
infidelidad... Lágrimas de tristeza, considerando la duración, la
solo el uso transitorio: el capital está como en depósito en los órganos
miseria y los peligros de nuestro destierro... Lágrimas d e compa-
del cuerpo, del cual una sola fibra q u e se desconcierte, basta para per-
sión, meditando las penas, los tormentos y el sufrimiento d e Jesu-
derlo todo, y hacerlo desaparecer... La justicia es u n bien puro y sin
cristo... Lágrimas de devocion, adorándolo e n la Eucaristía... Lá-
mezcla ; todos los otros traen consigo su veneno : la ciencia hincha;
grimas de ternura, recibiéndolo en laComunion... Lágrimas de amor,
los placeres nos hacen afeminados; los honores nos deslumhran ;
contemplando la suma amabilidad de Dios, la grandeza y la inmen-
las riquezas nos endurecen el corazon : pero la justicia encierra en
sidad de sus beneficios... Pero ¿quién podrá contar todos los m a -
sí todas las virtudes, y se opone á todos los vicios... Finalmente la
nantiales d e lágrimas que el Espíritu Santo hace brotar en u n co-
justicia es u n bien eterno, incorruptible , pero no imperdible. ¡Ay
razon fiel y dócil á sus operaciones?
de mí! muchas veces se pierde, y siempre por nuestra culpa, sien-
Son bienaventurados todos aquellos q u e derraman tales lágrimas,
do de su naturaleza eterno é incorruplíble... La muerte nos despo-
«porque serán consolados...» E n el cielo, donde se enjugarán to-
jará de todos los otros bienes, sin que nos quede cosa alguna ; p e -
das las lágrimas, y donde plenamente y para siempre gozarán del
ro la muerte nos dejará nuestra virtud toda entera, y aun la hará
Dios de toda consolacion... E n la m u e r t e , la cual será para ellos lle-
mas perfecta. Pues ¿no es una grande locura el afanarnos y desear
na de d u l z u r a , y q u e será un ensayo de los bienes eternos que tan-
con tanta constancia y ardor los bienes de la tierra. y no desear los
to han suspirado... Serán también consolados en sus mismas lágri-
solos verdaderos de nuestra santificación y d e nuestra perfección?
mas. ¡ Ah! ¿quién podrá decir cuál es la dulzura de las lágrimas
Lo 2.° ¿Qué cosa es el deseo de la justicia, y cuál debe ser?... Es-
q u e hace correr el amor divino? Si conociéramos su precio y su
te deseo debe ser vivo y ardiente, como la hambre y la sed : debe
amabilidad, no tendríamos dificultad de arrojar de nuestro corazon
formar toda nuestra ocupacion, seguirnos en todo l u g a r , y arder
toda vana alegría, p o r solo llorar: á las lágrimas consagraríamos
en nuestro corazon dia y noche. Debe sofocar todos los deseos con-
todos los momentos libres de nuestras ocupaciones; ellas serian
trarios, y dominar todo aquello q u e no se puede unir con él. Este
nuestro manjar por el dia, y por la noche nuestra bebida ; ellas se-
deseo debe ser operativo y eficaz como la hambre y la s e d : debe ha-
rian todas las delicias d e nuestra vida.
cernos estar atentos á todas las ocasiones que se nos pueden p r e -
sentar de santificarnos ; solícitos á buscarlas, y prontos á cogerlas y
PUNTO I I . aprovecharnos de ellas. Se debe hallar en t o d a s W s t r a s acciones, en
Cuarta bienaventuranza. todas nuestras palabrasven todas nuestras empresas y acciones. ¿ Q u é
no se hace, qué no se resuelve por poder satisfacer y apagar la h a m -
«Bienaventurados aquellos q u e tienen hambre y sed de justicia. bre y la sed? Finalmente este deseo debe ser bien regulado y racio-
« porque ellos serán hartos.» nal, como la hambre y la sed son en un hombre sano. No nos d e -
Consideremos lo 1.° Qué cosa se debe entender por este bien de la bemos formar ideas quiméricas d e una santidad q u e no nos convie-
justicia que tanto se debe desear... La justicia en este lugar significa ne : se debe restringir á la esfera de nuestro estado; y entonces.
MEDITACION L. 291
practicando todos los dias las mismas buenas obras, podremos to- hambre, y se apagará su sed á proporcion de la hambre y sed con
dos los dias crecer en santidad v e n perfección. Ni debemos tampo- q u e llegue. Dilatemos, p u e s , nuesiros deseos: cuanto estos serán
co desear vivamente dones sublimes y extraordinarios, como son los mas grandes, tanto mas satisfechos quedarán. Á la medida de nues-
raptos, las revelaciones y los gustos sensibles; sino limitarnos al tros deseos seremos participantes del bien que se nos presenta: ja-
mas precioso de todos los dones, que es hacer la voluntad de Dios, más podremos agolarlo, siendo infinito. ¡ Oh feliz deseo I oh hambre!
y hacerla todos los dias en una manera la mas generosa, la mas in- oh sed deliciosa! devorad mi alma para q u e pueda saciarse á su
terna y la mas pura. Finalmente no debemos pretender, a u n ejer- guslo en este manantial infinito de bienes y de delicias. Finalmen-
citando las virtudes de nuestro estado, llegar á ser impecables: te se hallará esta h a r t u r a , esta saciedad en el cielo, donde exentos
deseemos, sí, y procuremos huir de todo pecado, y aun de toda im- para siempre del pecado, separados para siempre de los pecadores,
perfección ; pero si cayésemos en alguna c u l p a , como caerémos ca- y admitidos á la compañía de los justos, viviremos con ellos en el
da dia, no nos conturbemos, no desesperemos : humillémonos, con- reino de la justicia, y poseeremos, sin temor de perderlo, al Dios
denémonos á la penitencia, purifiquémonos, estemos atentos sobre autor de .toda justicia.
nosotros mismos, y continuemos á desear la justicia con mayor
ardor. P U N T O III.
Lo 3.° ¿Qué cosa es, y dónde se halla la saciedad y la hartura de Quinta bienaventuranza,
la justicia?... Se encuentran en el deseo mismo de la justicia... Los « Bienaventurados.los misericordiosos, porque ellos alcanzarán mi-
deseos profanos atormentan é inquietan el corazon q u e se abando- «sericordia...» Se puede socorrer al prójimo: 1.° en sus necesidades
na á ellos; porque su objeto está a u s e n t e , está lejos, es difícil y al- corporales; 2.° en sus necesidades espirituales; 3." en sus defectos.
g u n a s veces imposible de conseguirse, y siempre incapaz de satisfa- Lo 1. De la misericordia con el prójimo en sus necesidades corpo-
cer aun cuando se posee. El deseo de la justicia, por el contrario, rales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, ves-
llena al alma de consolacion, porque contiene y suministra su ob- tir al desnudo, visitar los encarcelados, asistir á los enfermos, dar
jeto : deseando a m a r á Dios y unirse con él, ya lo amamos y ya nos posada á los peregrinos, rescatar los cautivos y enterrar los m u e r -
hemos unido á él. ¡Feliz deseo, q u e es la posesion del bien que se tos, son las obras de misericordia. Y ¿ d e qué manera las ejercita-
desea! Deseemos, pues, sin cesar crecer en la justicia y en la per- mos nosotros? ¿Nos aprovechamos de las ocasiones q u e se ofrecen
fección, q u e sin cesar nosotros creceremos en ellas: en todos los ac- para ejercitarlas? ¿Las practicamos nosotros según nuestra posibi-
cidentes y en todas las acciones de la vida se halla esta saciedad, es- lidad y según la necesidad del prójimo, como quisiéramos que se
ta hartura. Procurando nosotros santificarnos en todas las cosas, en hiciese con nosotros si nos halláramos en sus mismas circunstancias,
todas nos santificaremos. Ninguna cosa en el m u n d o nos lo puede y como deseamos que Dios lo haga con nosotros? Ahora, p u e s , ¿có-
i m p e d i r ; antes todo puede contribuir y todo nos puede ayudar. mo ejercita Dios con nosotros las obras de misericordia? Nos ha pro-
Hállase esta hartura en la doctrina del Evangelio, tal cual la ha veído de bienes, nos ha dado con q u e alimentarnos, con q u e ves-
recibido la Iglesia y nos la explica á nosotros. E n ella encuentra el tirnos ; gozamos de salud y de libertad, y nos ha dado habitación
alma recta y que busca la justicia de q u é satisfacerse plenamente. en que alojarnos, y acaso con magnificencia: pues demos á Dios gra-
Encuentra la verdadera idea de la santidad, sus reglas, motivos, cias porque nos ha colmado de tantos bienes, y reflexionemos q u e
medios y perfecto modelo. Ninguna cosa fuera de elía puede satis- no nos los da para nosotros solos; q u e no se puede hallar en ellos
facer, ni poner tranquila el alma, ni en esta, ni en la otra vida. Se felicidad mayor, ni podemos sacar de ellos mayores ventajas, que
halla esta hartura en el uso de los Sacramentos, fuentes de las gracias con hacer participantes también á los infelices," y corresponder de
y de la justicia, y sobre todo en el sagrado convite de la Eucaristía, esta manera á sus designios: esto es, imitando su bondad, acre-
en que recibimos al Justo por excelencia, q u e quiere él mismo ser centando nuestro mérito, y mereciendo para nosotros la a b u n d a n -
nuestra justicia. ¡ Bienaventurada una alma hambrienta de este man- cia de sus gracias.
jar divino y sedienta de esta preciosa bebida! Aquí se saciará su Lo 2.° De la miserimdia en socorrer al prójimo en las necesida-
19*
MEDITACION L I . 2 9 3
des espirituales... Las obras d e misericordia espirituales son princi- Lo 3." De la misericordia en sufrir al prójimo en sus defectos...
palmente , corregir con prudencia y caridad al que y e r r a , instruir Muchas cosas debemos sufrir en el prójimo y d e parte del prójimo.
á los ignorantes, consolar á los afligidos, dar buen consejo al que Hay injurias atroces, y faltas de atención considerables, á q u e se
lo ha menester, rogar á Dios por los vivos y por los difuntos... ¿Có- debe conceder u n generoso perdón ; mas frecuentes son las faltas li-
mo ejercitamos nosotros estas obras? ¿Cuántas veces dejamos de geras, y se necesita olvidarlas y sufrirlas ; se deben disimular otros
reprender por vileza y por respetos h u m a n o s , ó solo lo hacemos por muchos defectos, d e genio, de modales enfadosos y desagradables.
capricho, por espíritu de crítica y con aspereza? ¿Estamos nosotros Y ¿cómo ejercitamos nosotros estas obras de misericordia? ¿Perdo-
atentos para instruir á aquellos q u e dependen de nosotros? Si no los namos las injurias con sinceridad y sin deseo de venganza? ¿Olvi-
instruimos, ¿tenemos cuidado á lo menos de hacerlos instruir en los damos las ofensas sin fomentar la memoria en nuestro espíritu, sin
misterios de la Religión y en sus obligaciones para con Dios? ¡ Ay exagerarlas en nuestra imaginación, sin exasperar nuestro resenti-
de mí! ¡ cuántos se contentan solo con verlos instruidos en las cien- miento en el corazon, sin hacer mención de ellas en nuestros dis-
cias profanas v e n la ciencia del m u n d o ! Presentándose las ocasio- cursos , y sin dar parte á aquellos que juzgamos poder indisponer
nes, ¿damos nosotros lecciones d e piedad, de virtud ; ó por el con- contra quien nos ofende?... ¿Soportamos los defectos del prójimo,
trario, lecciones de vanidad, de impiedad, d e irreligión y de liber- sin notarlos afectadamente, sin hacerlos ver con ojos malignos, y sin
tinaje? Y ¿cómo escuchamos nosotros las aflicciones d e nuestros hablar con desprecio? ¿Creemos nosotros q u e jamás ofendemos á
prójimos? ¿Quién sabe si en lugar de consolarlos, no los desecha- nadie, y que no tenemos defectos q u e nos sufran los otros? ¡Ah!
mos y acrecentamos su aflicción?... Los consejos q u e nosotros d a - ¡cuánta necesidad tenemos d e q u e Dios ejercite con nosotros su m i -
mos ¿son según el m u n d o , ó según el Evangelio ; para la salva- sericordia !
ción ó para la ruina de las almas? Finalmente ¿satisfacemos en nues- Petición y coloquio.
tras oraciones, y con las q u e podemos granjear de otros, á las obli- ¡ Oh Dios mío! ¡ dónde estaría yo y a en este punto sin vuestra di-
gaciones q u e tenemos para con los difuntos y para con los q u e aun vina bondad!... Enormes delitos y sin número , ofensas multiplica-
viven? ¡ Ay de m í ! en vez de esta misericordia tan expresamente das todos los dias, defectos considerables, continuas imperfeccio-
repetida y recomendada en el Evangelio, cuánta crueldad y cuánta nes , maneras desagradables y opuestas á vuestra santidad, forman
inhumanidad en toda nuestra conducta!... Pero ¿ d e q u é manera el plan de toda mi v i d a ; y esto es lo q u e me arrojaría en los horro-
ejercita Dios con nosotros estas obras de misericordia?... Nos re- res de la desesperación, si no supiese q u e vuestra misericordia es
prende con remordimientos saludables y llenos de dulzura. Y nos- infinita. Para derramar sobre mí todos sus efectos, solo me pide q u e
otros ¡cuántas veces hemos buscado todos los medios para sofocar- yo use d e misericordia con los otros. Vos me lo perdonaréis todo si
los en nosotros, y acaso también en otros! Nos ha hecho nacer en yo todo lo perdono. Yos mismo me lo habéis asegurado : y ¿quién
el seno de la Iglesia, y en ella nos ha rodeado d e luces y de ins- soy yo para compararme con Yos? ¡ Oh dulce ley! oh ventajosa con-
trucciones. Pero ¡oh Dios! las hemos despreciado por dedicarnos á dición! ¡oh Jesús! quiero ejercitar en toda su extensión la miseri-
las ciencias frivolas é inútiles; ó acaso por recibir lecciones del cordia para participar de vuestra eterna misericordia. Amen.
m u n d o , del error y d e la impiedad. Dios está siempre dispuesto á
oirnos y consolarnos en nuestras aflicciones; pero si no recurrimos
á él, sino á las criaturas, y en estas buscamos el consuelo, ¿no ten-
MEDITACION L I .
drá moiivo de lamentarse? Mil inspiraciones nos iluminan todos los CONTINUACION DEL DISCURSO DE JESUCRISTO EN E L MONTE.
(Matth. T, 8 - 1 2 ) .
días, y nos excitan al bien. Mas ¿cuál es nuestra fidelidad en se-
guirlas? ¡ Ah! demos gracias á Dios porque hasta ahora no ha reti- PUNTO I .
rado enteramente de nosotros su misericordia, aun á vista de nues- Sexta bienaventuranza.
tra ingratitud; y para merecerla siempre m a s , estemos siempre
«Bienaventurados los d e limpio corazon, porque ellos verán á
atentos á ejercitarla con nuestros prójimos.
«Dios...» ¿ Q u é cosa es la pureza del corazon? ¿cuáles son los pre-
juicios q u e se forraau contra esta v i r t u d ? Y ¿cuáles serán finalmen- é infeliz... Pues q u é , ¿nuestra felicidad puede venirnos del peca-
te sus recompensas? Examinemos por partes esta materia. d o , de las pasiones ó de las criaturas? ¿Acaso no son estos los prin-
Lo 1.° ¿Qué cosa es, y en qué consiste la pureza de corazon?... cipios y el origen de todas nuestras penas, de todos nuestros afanes
Tres grados se distinguen en la pureza de corazon... El primero es y de todas nuestras desgracias? ¿No nace de este cruel imperio la
el estado de gracia que pertenece á la vida purgativa. E n este pri- funestísima y durísima esclavitud q u e experimentamos? ¡Oh Dios!
mer grado un corazon puro es u n corazon acrisolado y purgado de ¡ q u é dulzura gusta un alma que ha roto sus lazos, q u e se ha puesto
la mancha del pecado mortal, y apartado de todo afecto al pecado en libertad, y que solo está unida á Vos!... Segundo prejuicio...
venial; de m a n e r a , q u e reina en él el amor de Dios , y en él habi- Una tan continua atención es cási imposible... Pero la gracia ¿no ha-
ta la gracia santificante: esto se llama ser justo. ce todas las cosas posibles? Hubo Santos, hubo almas puras de to-
El segundo grado es un estado de virtud q u e pertenece á la vida das las condiciones, y aun de aquella en que nosotros nos hallamos,
iluminativa. E n este segundo estado está un corazon p u r o , del cual que siguieron una vida semejante; es verdad que se encuentran di-
se han extirpado los hábitos malos para sustituir otros santos ; de ficultades, y que para adquirir esta pureza de corazon se requie-
manera, q u e en él ya están mortificadas y sujetas las pasiones, y ren atenciones y aplicación; pero sin dificultades no se consigue
con facilidad practica la virtud : esto se llama ser virtuoso. bieu alguno. Tienen su dificultad las ciencias y las artes ; mas las
El tercer grado es un estado de santidad que pertenece á la vida dificultades no impiden el adquirirlas y aprenderlas. Estas dificul-
unitiva. En este tercer grado un corazon puro es un corazon des- tades se allanan á proporcion de ios progresos que se hacen ; y en
pegado de todas las criaturas y u n i d o solo á Dios. Ninguna criatu- fin el gusto de haberlas vencido recompensa la fatiga q u e ha costa-
ra lo puede mover ; solo Dios ío m u e v e : no halla otro gusto ni otro do el vencerías. Lo q u e al principio parece imposible, se hace fácil,
placer, otra consolacion, otro dolor, otra tristeza, otro deseo, otro con el uso. Por otra parle, estas dificultades nos suministran un
iemor, otro afecto y amor, q u e s e g ú n Dios, por Dios, y por el cum- medio de dar á Dios testimonio de nuestro amor, y por difícil que
plimiento de su santísima voluntad : esto se llama ser santo. sea lo que viene mandado por el amor es dulce y fácil... Tercer
Contentarse con el primer g r a d o , ó verdadero ó pretendido, sin prejuicio... Esta perfecta pureza de corazon no es de precepto... A n -
aplicarse eficazmenteáadquirir los otros dos, se llama estado de ti- tes es de precepto indispensable ; y de precepto que esencialmente
bieza, estado peligrosísimo en el negocio de la salud. Nuestro co- deriva de la grandeza y de la santidad de Dios. De hecho, ¿no bas-
razon es como un centro donde todo va á parar. Nuestros sentidos ta u n a , a u n q u e mínima, impureza para cerrarnos el cielo, donde
exteriores se complacen en extenderse por todas partes, y llenarse nada entra ni puede entrar manchado? y para purgar nuestra al-
de mil impuros objetos q u e penetran despues hasta el. corazon : es m a ¿se requiere algo menos q u e las llamas del purgatorio? ¡Ahí
necesario tener en esclavitud los sentidos, y encadenarlos para po- entonces se comprenderá cuál ha sido la locura de cambiar algunas
der permitirles solo lo necesario. Nuestro espíritu, nuestra imagi- penas ligeras, q u e purificándonos a q u í , hubieran también aumen-
nación y nuestra memoria son facultades inquietas que sin cesar tado nuestra corona con aquellos suplicios q u e se sufren allá, co-
envían mil vapores cuya malignidad va á parar al corazon. mo puro castigo, sin q u e le agraden á Dios, y sin mérito alguno
Es necesario tenerlas sujetas, y a h u y e n t a r con imperio todo pen- nuestro.
samiento , toda imaginación y todo recuerdo, no solo desreglado ó Lo 3.° ¿Cuáles son las recompensas para tos puros de corazon?...
peligroso, sino también inútil. El corazon finalmente es un terreno Aquellos q u e tienen puro el corazon verán á Dios. Lo verán en sus
ingrato, q u e las mas veces produce solo espinas y veneno , afectos obras; en el establecimiento y conservación de su Iglesia; en los san-
desordenados, deseos injustos, intenciones pecaminosas: conviene tos libros q u e contienen sus oráculos, y en todos los acaecimientos
arrancar sin compasion, hasta la última fibra, estas impuras pro- que son efecto de su providencia: le verán en sus internos favores;
ducciones , y desarraigarlas tantas c u a n t a s veces renacen. sí, las luces, las consolaciones, las delicias sobrenaturales, de que
Lo 2.° ¿ Cuáles son los prejuicios que se forman contra la pureza de Dios se complace de tiempo en tiempo inundar un corazon puro, tie-
corazon?... Primer prejuicio : Vivir de esta manera es un vivir triste nen tanto de divino y de inefable, q u e en su comparación son hor-
rores y tormentos todas las delicias de la carne y del mundo. Final-
toda la tierra, nada nos impedirá el tenerla en nuestro corazon con
mente lo verán en sí mismo en el cielo. Entonces, cuando los dolo-
nosotros mismos y con Dios.
res de la última enfermedad, los Sacramentos, las preces y oracio-
Lo 2.° ¿Cuáles son las obligaciones del hombre pacífico en orden á
nes de la Iglesia habrán acabado de purgar esta alma; entonces
la vida privada y doméstica?... Debe, en primer lugar, estar atento á
cuando una muerte santa habrá sellado con la perseverancia final su
no turbarla por sí mismo, á reprimir su índole, á medir sus palabras
fidelidad, vendrá ella á ser admitida á ver á Dios cara á cara, á go-
y á regular sus acciones, de manera q u e no falte á alguna de las obli-
zar de el, y á amarlo con un amor beatífico y eterno. ¡ Oh recompensa
gaciones de respeto, de urbanidad, de caridad, debidas al prójimo.
digna de la bondad de un Dios!... ¿Creeré yo q u e hago mucho por
E n segundo lugar, necesita tener celo para contribuir al restableci-
mas que haga para poseerla? ¡ Oh pureza de corazon, q u é preciosa
miento de la paz entre aquellos q u e la han perdido , celo lleno de
eres, y qué digna de todas mis atenciones!
dulzura y de caridad, para sosegar los espíritus, unirlos, reconci-
liarlos. Lleno de prudencia, para no entrar en quejas, q u e de nada
PUNTO I I . sirven para el bien de la paz. E n tercer lugar, debe hacer sacrificios
Séptima bienaventuranza. para conservar la paz con aquellos que la turban ; sacrificio de sus
intereses, de sus derechos, de su reputación y del punto de honor.
«Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de No ama la paz quien nada quiere sacrificar al bien de la paz... ¡ Ah!
«Dios...» Examinemos cuáles son las obligaciones del hombre pací- De ahora en adelante tengamos por regla el 110 responder á cada pa-
hco, tanto por lo que m i r a á la paz pública, cuanto á la paz priva- labra, el no dar fe á ciertas relaciones, el no atender á los malos tra-
da y domestica, y en qué consiste su bienaventuranza. tamientos, el no resentimos de las ofensas, y el no hacer alguna r e -
Lo 1.° ¿Cuáles son las obligaciones del hombre pacifico, por lo que sistencia á las prelensiones. Nos mirará, acaso, el mundo como ne-
toca a la paz pública?... El amor de la pública paz exige, en primer cios y sin espíritu, como viles é insensatos, como culpables y vicio-
u g a r , atención para no turbarla nosotros mismos. Para no turbar sos ; pero ¡ah! dejemos decir al mundo, y pensemos en las palabras
la paz y tranquilidad del Estado, de una c i u d a d , de una comunidad de Jesucristo.
obedezcamos á las leyes y á aquellos q u e mandan, sin quejarnos, sin Lo 3.° ¿Cuál es la felicidad de aquelbs que son pacíficos?... Son
criticar, y sin lamentarnos. Para no turbar la paz de la Iglesia some- felices, lo 1.° porque son hijos de Dios, de quien cumplen la v o l u n -
támonos a sus leyes y á las decisiones de sus pastores, sin buscar ca- tad, siguen el ejemplo, y hacen bendecir su nombre. Los q u e turban
v ilaciones y equívocos. Para no turbar la paz del público, no lo im- la paz son al contrario hijos del demonio, de quien siguen las incli-
portunemos con nuestras particulares quejas, con escritos y con ma- naciones , imitan las obras, y promueven los designios. Lo 2.° son fe-
nifiestos con apologías ó sátiras, que no sirven de otra cosa q u e de lices , porque serán reconocidos por hijos de Dios, no solo sobre la
desunir los espíritus, y fomentar partidos. E n segundo lugar, el amor tierra por las personas honestas y de bien , cuyo juicio es siempre
de la publica paz pide celo para restablecerla, cuando está turbada, de u n a grande consolacion, sino también por los malos y por los per-
r a r a contribuir a esto debemos no lomar algún partido entre los par- versos el día del juicio final. Estos son, dirán, aquellos que hemos mal-
ticulares . declararnos siempre á favor de la obediencia y de la s u - tratado y despreciado, que mirábamos y reputábamos como insensatos,
mision debida a la potestad legítima ; y finalmente p r o c u r a r , ofre- ¡ de qué gloria están rodeados! Miradlos ahora en el número de hijos
ciéndose la ocasion, y según el grado de nuestra autoridad, dulci- de Dios. ¡ Ah! nos engañamos, nosotros somos los insensatos. Lo 3."
ficar los espíritus, y hacerlos entrar otra vez en su deber v en los ca- son felices, porque serán tratados como hijos de Dios y admitidos á
P a Z la heredad del Padre celestial, donde gozarán u n a paz perfecta, de-
- E í t e r c e r l u g a r ' e I a m o r d e I a P ú b l i ¿ a P a z pide liciosa y eterna; mientras q u e aquellos q u e la habrán turbado ten-
pac encía y oracion. No pudiendo nosotros contribuir en cosa alguna
F a s u r e s l a b b m . e n l o , contentémonos con gemir, suplicaráDios drán por habitación u n lugar de horror y de suplicio, donde reinará
n 1QUllles n u e s t r o s IameQt u n a guerra eterna y u n eterno desorden.
LZa ° s , estemos en silencio, y
^ u s e m o s en sacrificarnos. A u n cuando la paz fuese desterrada de
P U N T O III. Lo 2.° Persecución del mundo contra el celo de tos Apóstoles...«Bien-
Octava bienaventuranza. a v e n t u r a d o s sois (continúa Jesucristo) cuando os maldijeren , y os
«persiguieren, y dijeren todo mal contra vosotros mintiendo por cau-
«Bienaventurados los q u e padecen persecución por la justicia,
« sa mia...» Las otras bienaventuranzas las propone Jesucristo en u n a
«porque de estos es el reino d e los cielos...» Examinemos en qué
palabra; pero en esta insiste y la declara, porque era de suma im-
consiste esta persecución del m u n d o , ó sea contra la virtud de los
portancia para su Iglesia, é igualmente necesaria á los Apóstoles para
j u s t o s , ó sea contra el celo de los Apóstoles, y meditemos las ven-
sostenerse en su ministerio, y á los fieles para reconocer á los Após-
lajas de esta persecución para los hombres apostólicos.
toles. ¡Infeliz Jerusalen, que perseguiste é hiciste morir los Profetas,
Lo 1.° Persecución del mundo contra la virtud de tos justos... Hay
tu endurecimiento ya se completó, y es irremisible! ¡Ah! g u a r d é -
varias especies de esta persecución. 1. a Persecución abierta, para la
monos de hacernos participantes de su pecado: honremos á aquellos
q u e se emplean amenazas, violencias y malos tratamientos para in-
que padecen y sufren por Dios, por la Religión, y por los intereses
ducir al pecado y alejar de la virtud y de la piedad, ó hacer aban-
de la virtud, y cuando sea necesario defendamos su causa. Bienaven-
donar la profesión de una vida retirada y perfecta. Persecución ma-
turados nosotros si de algún modo nos hacemos participantes de sus
ligna, porque se desacredita, se hace ridicula, y se exponen al des-
oprobios.
precio la virtud v los virtuosos... Persecución hipócrita, por la que,
bajo el pretexto de oponerse á los defectos y á los abusos, se declama Lo 3.° Las ventajas de la persecución para tos hombres apostólicos.
contra la devocion y contra los devotos: poniéndose de aquí las mi- «Gozaos y alegraos (continúa Jesucristo), porque vuestra recompensa
ras contra los eclesiásticos y los religiosos. ¡ A h ! si estos declama- « es m u v grande en los cielos; pues así han perseguido también á los
dores tuvieran verdaderamente compasion, ¿ cómo publicarían los « Profetas, q u e fueron antes que vosotros...» La primera ventaja q u e
defectos q u e á las veces se hallan aun en las personas buenas? Ge- trae la persecución á los varones apostólicos es de preservar su vir-
mirían antes q u e hablar, ó hablarían en otros términos, en otros si- tud de los escollos de la vanidad y del amor propio, de la disipación
tios, en otro tono, y de una m a n e r a menos injuriosa y menos gene- v del amor del m u n d o , de la seguridad y de la relajación... La se-
ral. 2. a Observemos la gravedad de los delitos de los perseguidores: g u n d a ventaja es de aumentar y acrecentar su recompensa. ¡Oh! y
ultrajan los amigos de Dios, cuyas oraciones debieran solicitar. Mas cuán grande será ella en el cielo! Felices perseguidos, alegraos sin
¿creerán ellos que Dios no tomará venganza? Son ministros del de- término solo de pensar en una tan grande felicidad : os convida J e -
monio y cooperadores de su odio y de su envidia contra los hombres, sucristo mismo á q u e os alegreis. ¡Oh! y cuán digna es de envidia
ocasionando la ruina de las a l m a s , entre las cuales muchas no tie- vuestra suerte!... La tercera ventaja es de poner el colmo á su glo-
nen ánimo para entrar en el camino de la virtud, y otras para per- ria. La persecución ha hecho á los Apóstoles semejantes á los Profe-
severar. Se cierran á sí mismos el paso para volver á Dios, y se po- tas, y hace á los hombres apostólicos semejantes no solo á los Profe-
nen en u n estado de endurecimiento, de q u e no habrá cosa alguna tas y á los Apóstoles, sino también á Jesucristo... No os desaniméis,
q u e pueda retirarlos. ¡ A h ! guardémonos de ser de este número. Si pues, en vuestras persecuciones, ministros del verdadero Dios; m i -
no tenemos ánimo para ser fervorosos, no tengamos á lo menos la radlas como glorioso patrimonio de vuestra misión; porque si de este
flaqueza de aborrecer á aquellos que lo son; antes bien procuremos os priva... ¡ A h ! temed q u e esta calma funesta sea efecto de vuestra
amarlos y estimularlos, y cuando se presente ocasion seguir su par- flojedad y ociosidad, y de vuestras complacencias por el mundo, por
tido. 3. a ¿Cuál es la felicidad de los perseguidos? No os desaniméis sus vicios y por sus errores. Temed que sea para vosotros ocasion de
vosotros q u e sois el objeto de la persecución del m u n d o ; antes ale- relajación y de corrupción: temed q u e el mundo, q u e si no os p e r -
graos , porque ella establece en vosotros el reino de Dios y de su gra- sigue, será* porque vosotros no le contradecís, bien presto os despre-
cia ; os asegura la posesion del Evangelio, cuvas leyes seguís; os da ciará ; y finalmente el Señor irritado de vuestra vileza sustituirá otros
derecho al reino de los cielos, á donde se llega por el camino del pa- operarios mas fieles q u e lomen sobre sí las persecuciones que vos-
decer, y finalmente porque ya os toca á vosotros este reino. otros rehusáis, y os quiten la corona q u e no habéis tenido el valor de
merecer.
Petición y coloquio. Los Apóstoles y los pastores son la sal de la tierra para que nos pre-
serven de la corrupción del pecado con la sabiduría de sus consejos,
¡Oh Dios mió! con qué para vivir en vuestro santo temor y en la
de sus exhortaciones y de sus correcciones, con la predicación y con
piedad, ¿debo esperar el pasar mi vida en el desprecio del m u n d o ?
la administración de los Sacramentos. E s sublime su empleo , pero
¡ qué gloria para m í , si tengo por enemigos solo los vuestros! ¡ oh
no deja por eso de ser para ellos peligroso; porque si cae el pastor,
Jesús mió! ¡ feliz si puedo sufrir alguna cosa por Yos que tanto ha-
¿quién lo levantará? si falta ¿quién lo corregirá? si se extravia ¿quién
béis sufrido por mí! Todos los males q u e yo puedo sufrir sean siem-
lo volverá otra vez á entrar en camino? si pierde el guslo á su estado
pre. ó Señor, el efecto de mi fidelidad y d e mi amor por la justicia,
y á s u deber ¿quién se lo volverá?... ¿ N o s e r á , p u e s , este arrojado
pero no el efecto de vuestra justicia divina... Dadme el espíritu de paz
de Dios y despreciado de los hombres como una sal fatua, insípida,
para con los enemigos mismos de la paz": u n espíritu de bondad, de
inútil, q u e debería arrojarse en los caminos para que fuese pisada
afecto, de cuidado y de ternura para con todos los hombres; u n es-
por los pasajeros? ¡Oh! y cuán difícil es la conversión d e un sacer-
píritu de u n i ó n , que me aplique incesantemente á reunir los corazo-
dote q u e ha abandonado á Dios! Á sus primeras caidas se seguirá la
nes y los espíritus, á desterrar la discordia, á componerlas diferen-
ceguedad y la dureza del corazon. Mas si quieren estos vivir en el
cias , y á sofocar la zizaña. Finalmente dadme, no solo con los otros,
temor v e n la humildad, mediten las amenazas de Jesucristo. Nues-
sino a u n también conmigo mismo, aquella paz que sobrepuja lodo
tra obligación es examinar con qué docilidad, con qué diligencia, y
entendimiento, y q u e no puede dar el mundo. Purgad con vuestro
con qué reconocimiento recibimos esta sal q u e no se nos niega, y q u é
sanio espíritu mi corazon, ó Diosmio: encended en él elfuegode vues- fruto sacamos.
tro a m o r : haced q u e siempre ilustrado con su l u z , é inilamado de Lo 2.° Jesucristo ha confiado á sus Apóstoles y á los pastores su doc-
su ardor, siga en mis costumbres y en mi vida aquella inocencia y trina para enseñar. «Vosotros sois la luz del m u n d o ; no puede e s -
aquella pureza de alma q u e solo es digna de vuestro amor aquí en la «tar escondida una ciudad edificada sobre u n m o n t e : ni se encien-
tierra, y que sola debe poseeros para siempre en el cielo. Amen. « d e la antorcha, y la melen bajo del celemín, sino sobre el cande-
«lero, para q u e dé su luz á toda la genle de casa...» Los Apóstoles
MEDITACION L I I . y los pastores son la luz del m u n d o ; luz segura que guia los hom-
DEL CUMPLIMIENTO DE LA LEY...
bres á su fin, á Dios, á la verdad, á la felicidad eterna... Toda otra
(Matih. v, 13-20).
luz q u e venga de otra parte, que tenga otro origen, es error, es t i -
nieblas, y guia seguramente al precipicio; luz universal que ilumi-
J e s u c r i s t o nos e n s e ñ a a q u í : 1.° cuáles son los medios ; 2.° cuál es la obli-
gación ; 3.° los motivos de cumplir con la ley.
na lodo el m u n d o , y q u e deben seguir todos los hombres; luz p u r a
q u e no sufre división ni mezcla; luz sublime, elevada sobre los sen-
PUNTO I . tidos, sobre los prejuicios, sobre la razón; luz resplandeciente, v i -
sible á todos los ojos q u e la quieran ver, y que solo no ven los que
Medios para cumplir la ley.
se distraen con obstinación por no verla. El cuerpo de los primeros
Los medios para cumplir con la ley se sacan del ministerio délos pastores, la doctrina católica y apostólica : la Iglesia que enseña es
Apóstoles y de los pastores. Las órdenes q u e Jesucristo ha encarga- aquí comparada por Jesucristo á una ciudad situada sobre un monte
do á sus ministros y los privilegios con q u e los ha honrado, son to- q u e no se puede esconder. No podrán jamás llegar á ella los torbe-
dos á nuestro favor, y los medios q u e se deben emplear para c u m - llinos de polvo que el mundo se esfuerza á levantar contra ella. Es-
plir las órdenes recibidas miran también á nosotros mismos. tos n o sirven de otra cosa que de cegar á aquellos q u e los levantan.
Lo 1.° Jesucristo ha revestido de su autoridad á sus Apóstoles para Cualquiera que tenga el corazon recto no puede deslumhrarse: ve
corregir y aprender. « Vosotros sois la sal d e la tierra, q u e si la sal sin oscuridad la Iglesia fundada por Jesucristo ; sigue constante y
« s e desvaneciere, ¿con q u é será salada? Ya n o es buena para cosa sin dudar su enseñanza, y se sujeta sin restricciones á sus órdenes.
« a l g u n a , sino para ser echada f u e r a , y pisada por los hombres...» Cada Iglesia particular viene comparada en este lugar a u n a casa, y
Petición y coloquio. Los Apóstoles y los pastores son la sal de la tierra para que nos pre-
serven de la corrupción del pecado con la sabiduría de sus consejos,
¡Oh Dios mió! con qué para vivir en vuestro santo temor y en la
de sus exhortaciones y de sus correcciones, con la predicación y con
piedad, ¿debo esperar el pasar mi vida en el desprecio del m u n d o ?
la administración de los Sacramentos. E s sublime su empleo , pero
¡ qué gloria para m í , si tengo por enemigos solo los vuestros! ¡ oh
no deja por eso de ser para ellos peligroso; porque si cae el pastor,
Jesús mió! ¡ feliz si puedo sufrir alguna cosa por Yos que tanto ha-
¿quién lo levantará? si falta ¿quién lo corregirá? si se extravia ¿quién
béis sufrido por mi! Todos los males q u e yo puedo sufrir sean siem-
lo volverá otra vez á entrar en camino? si pierde el gusto á su estado
pre. ó Señor, el efecto de mi fidelidad y d e mi amor por la justicia,
y á s u deber ¿quién se lo volverá?... ¿ N o s e r á , p u e s , este arrojado
pero no el efecto de vuestra justicia divina... Dadme el espíritu de paz
de Dios y despreciado de los hombres como una sal fatua, insípida,
para con los enemigos mismos de la paz": u n espíritu de bondad, de
inútil, q u e debería arrojarse en los caminos para que fuese pisada
afecto, de cuidado y de ternura para con todos los hombres; u n es-
por los pasajeros? ¡Oh! y cuán difícil es la conversión d e un sacer-
píritu de u n i ó n , que me aplique incesantemente á reunir los corazo-
dote q u e ha abandonado á Dios! Á sus primeras caidas se seguirá la
nes y los espíritus, á desterrar la discordia, á componerlas diferen-
ceguedad y la dureza del corazon. Mas si quieren estos vivir en el
cias , y á sofocar la zizaña. Finalmente dadme, no solo con los otros,
temor v e n la humildad, mediten las amenazas de Jesucristo. Nues-
sino a u n también conmigo mismo, aquella paz que sobrepuja lodo
tra obligación es examinar con qué docilidad, con qué diligencia, y
entendimiento, y q u e no puede dar el mundo. Purgad con vuestro
con qué reconocimiento recibimos esta sal q u e no se nos niega, y q u é
santo espíritu mi corazon, ó Díosmio: encended en él elfuegode vues- fruto sacamos.
tro a m o r : haced q u e siempre ilustrado con su l u z , é inflamado de Lo 2.° Jesucristo ha confiado á sus Apóstoles y á los pastores su doc-
su ardor, siga en mis costumbres y en mi vida aquella inocencia y trina para enseñar. «Vosotros sois la luz del m u n d o ; no puede e s -
aquella pureza de alma q u e solo es digna de vuestro amor aquí en la «tar escondida una ciudad edificada sobre u n m o n t e : ni se encien-
tierra, y que sola debe poseeros para siempre en el cielo. Amen. « d e la antorcha, y la melen bajo del celemín, sino sobre el cande-
«lero, para q u e dé su luz á toda la genle de casa...» Los Apóstoles
MEDITACION L I I . y los pastores son la luz del m u n d o ; luz segura que guia los hom-
DEL CUMPLIMIENTO DE LA LEY...
bres á su fin, á Dios, á la verdad, á la felicidad eterna... Toda otra
(Matih. v, 13-20).
luz q u e venga de otra parte, que tenga otro origen, es error, es t i -
nieblas, y guia seguramente al precipicio; luz universal que ilumi-
J e s u c r i s t o nos e n s e ñ a a q u í : 1.° cuáles son los medios ; 2.° cuál es la obli-
gación ; 3.° los motivos de cumplir con la ley.
na lodo el m u n d o , y q u e deben seguir todos los hombres; luz p u r a
q u e no sufre división ni mezcla; luz sublime, elevada sobre los sen-
PUNTO I . tidos, sobre los prejuicios, sobre la razón; luz resplandeciente, v i -
sible á todos los ojos q u e la quieran ver, v que solo no ven los que
Medios para cumplir la ley.
se distraen con obstinación por no verla. El cuerpo de los primeros
Los medios para cumplir con la ley se sacan del ministerio délos pastores, la doctrina católica y apostólica : la Iglesia que enseña es
Apóstoles y de los pastores. Las órdenes q u e Jesucristo ha encarga- aquí comparada por Jesucristo á una ciudad situada sobre un monte
do á sus ministros y los privilegios con q u e los ha honrado, son to- q u e no se puede esconder. No podrán jamás llegar á ella los torbe-
dos á nuestro favor, y los medios q u e se deben emplear para c u m - llinos de polvo que el mundo se esfuerza á levantar contra ella. Es-
plir las órdenes recibidas miran también á nosotros mismos. tos n o sirven de otra cosa que de cegar á aquellos q u e los levantan.
Lo 1.° Jesucristo ha revestido de su autoridad á sus Apóstoles para Cualquiera que tenga el corazon recto no puede deslumhrarse: ve
corregir y aprender. « Vosotros sois la sal d e la tierra, q u e si la sal sin oscuridad la Iglesia fundada por Jesucristo ; sigue constante y
« s e desvaneciere, ¿con q u é será salada? Ya n o es buena para cosa sin dudar su enseñanza, y se sujeta sin restricciones á sus órdenes.
« a l g u n a , sino para ser echada f u e r a , y pisada por los hombres...» Cada Iglesia particular viene comparada en este lugar á una casa, y
«

3 0 2 E L EVANGELIO M E D I T A D O . MEDITACION L I I . 3 0 3
está sujeta á s u pastor, cuya enseñanza es la antorcha q u e debe es- La escribió despues Dios de su misma mano en las tablas q u e dió á
tar sobre el candelero para alumbrar á toda la gente d e casa. ¡ Ay Moisés; pero los israelitas descuidaron de su lección y de su prácti-
del pastor que por temor tiene escondida la luz bajo del celemín 1 ¡ ay ca : los Profetas autorizados por Dios frecuentemente renovaban su
si la deja a p a g a r , con no conservar la comunicación con el cuerpo memoria, explicaban sus obligaciones, y tuvieron cuidado de dejar
de los pastores, que es la luz del m u n d o ! Pero esta siempre subsiste en sus escritos estos testimonios d e s u celo... Estos preceptos de la
y basta para iluminarnos: ahora bien, ¿caminamos nosotros al res- moral son invariables, contenidos en la ley, explicados por los P r o -
plandor d e esta luz? ¿seguimos esta doctrina? fetas, á q u e Jesucristo frecuentemente llama la ley y los Profetas; y
Lo 3.° Jesucristo ha comunicado á los Apóstoles y á los pastores su esta divina ley, tomada en este sentido, es la que Nuestro Señor no
santidad para edificar. « Así resplandezca vuestra luz delante de los ha venido á desatar, y de la que encarga aquí la entera observancia.
« hombres, para q u e vean vuestras buenas obras y glorifiquen á vues- Lo 2.° Ley cristiana; esto es, renovada por Jesucristo en su E v a n -
«tro Padre q u e está en los cielos...» No habría tenido éxito feliz la gelio, explicada y establecida por Jesucristo en toda su extensión,
predicación de los Apóstoles, a u n q u e acompañada de milagros, si no en. toda su pureza y en toda su santidad , y aun perfeccionada por
hubiera ido acompañada también de la santidad. ¿ Q u é éxito, pues, el mismo Jesucristo, para proporcionarla al culto mas perfecto que
tendrá la predicación de u n pastor d e almas, d e un ministro de la ha establecido entre los hombres... Con razón, pues, dice Jesucris-
Iglesia, si privada de la compañía d e los milagros, lo está también to, que no ha venido á destruir la ley divina, sino á proponérnosla
de la virtud? El gran medio de persuadir es dar buen ejemplo; mas en toda su plenitud, en toda su extensión y en toda su perfección.
el precepto d e edificar con una vida santa no se ha dado solamente Lo 3.° Ley invariable é indispensable... «Porque en verdad os digo,
á los pastores : también á los p a d r e s , á las madres, á los señores y « q u e si no pasa el cielo y la tierra, no caerá u n ápice solo de la ley
señoras, y también á todos los fieles en particular... ¿ C ó m o , pues, «hasta que lodo se c u m p l a . . . » Mientras lanío q u e subsistirán los
imitamos nosotros á los Apóstoles y á los Santos? ¿Cómo nos apro- cielos y la lierra, mientras tanto que habrá bajo del cielo y sobre la
vechamos de los buenos ejemplos q u e nos d a n ? ¿ Cuáles son los ejem- tierra hombres capaces de conocer á Dios, subsistirá y obligará la
plos que nosotros damos? En nuestras buenas obras ¿tenemos siem- divina ley de Jesucristo : tendrá fieles observadores hasta el fin de
pre en mira la gloria de nuestro Padre celestial, ó acaso aquella que los siglos; y ni uuo de sus preceptos, a u n q u e sea el mas ligero, será
nos podemos merecer para nosotros mismos? quebrantado impunemente... Jesucristo protesta q u e ninguna cosa
de su ley se pasará en olvido; y con todo eso, ¡oh! ¡y cuántas i n -
PUNTO I I . fidelidades ! i cuántas prevaricaciones! dice la verdad JesuCrislo, él
Obligación de cumplir la ley. es el autor absoluto é invariable, y su palabra será infalible. Pues si
deben perecer los cielos y la lierra antes que su ley, antes q u e su pa-
Esta obligación se funda sobre la naturaleza de la misma ley, que labra y antes que su voluntad, temblemos; y si queremos librarnos
es una ley divina, cristiana é invariable. de u n a pérdida inevitable, abracemos y ejecutemos cuanto él nos
Lo 1.° Ley divina. « N o habéis d e creer (dice Jesucristo) que he manda.
« venido á desalar la ley ó los Profetas: no he venido á desalarla, sino PUNTO I I I .
« á cumplirla...» Esta ley tiene su origen en Dios, y no puede venir
de otra p a r t e ; porque solo Dios conoce perfectamente lo que el hom- Motivos de cumplir con la ley.
b r e debe á Dios, lo que debe á sí m i s m o , y lo q u e debe á aquellos Estos motivos se sacan: 1 d é l a desgracia que experimentan aque-
con quienes el Criador le ha ordenado q u e habite... Esta ley l a ha llos que habrán quebrantado la lev y enseñado á otros á q u e b r a n -
revelado Dios á los Patriarcas, y la ha estampado en el corazon de to- tarla; 2.° d e la felicidad de aquellos que habrán observado la ley y
dos los h o m b r e s ; pero los hijos de los hombres se olvidaron de la re- enseñado á otros á observarla; 3.° de la insuficiencia de las virtudes
velación, y borraron en sí mismos la estampa para quebrantarla con mundanas.
mayor audacia, con mayor insolencia y con mayor tranquilidad... Lo 1.° Desgracia de aquellos que habrán quebrantado la ley y en-
MEDITACION LIII. 305
304 EL EVANGELIO MEDITADO.
•señado á otros áquebrantarla... « Por tanto, cualquiera que q u e b r a n - mo. Finalmente era hipócrita, buscando solo la estimación d e los
te tara uno de estos mandamientos mínimos, y así enseñara á los h o m - hombres, y descuidando de la de Dios. Pedían y estimaban ser vis-
«bres, será llamado mínimo en el reino de los cielos...» Aquí por rei- tos ; querían ser saludados con respeto, recibidos con honor, y q u e
no de los cielos entienden todos los intérpretes el juicio final. Ahora en las concurrencias los honrasen con los primeros asientos... Con
pues, si en el juicio será desechado en el último lugar y debajo aun esta virtud no se entra en el reino de los cielos... ¿Es la nuestra mas
de los simples transgresores el q u e habrá quebrantado y enseñado perfecta, mas interior, mas esencial, mas humilde? ¡ Ay de mí! ya
á quebrantar el mas ligero precepto; ó por mejor decir, uno de aque- no tenemos escribas y fariseos q u e corrompan la ley; pero tenemos
llos preceptos que el mundo mira como ligeros; ¿ q u é será de aque- cristianos mundanos que la reducen á una aparente y superficial bon-
llos que habrán quebrantado ó enseñado á quebrantarlos mas esen- dad; y q u e á las máximas del Evangelio sustituyen las del m u n d o ,
ciales mandamientos; aquellos que aun el mismo paganismo se ha que están ya mas corrompidas que las de los fariseos. Virtud de m u n -
creído obligado á observar? ¿Cuál será la vergüenza de estos e n g a - do , virtud d e pompa, virtud insuficiente para entrar en el reino d e
ñadores cuando verán millones de almas corrompidas por sus dis- los cielos; virtud fingida q u e oculta y esconde vicios verdaderos, y
cursos, por sus libros, por sus teatros y por sus pinturas, y las v e - digna de eterna reprobación.
rán condenadas? ¿ Q u é suplicio deberán esperar, no solo estos, sino Petición y coloquio.
también aquellos q u e habrán cooperado á sus pecados, vendiendo,
despachando, llevando, comunicando y publicando estas infames pro- ¡Ah Dios mió! quiero aplicarme con vuestra santa gracia á prac-
ducciones? ¿Y aquellos q u e revestidos de autoridad no habrán teni- ticar las verdaderas virtudes q u e pedís de m í , observando vuestra
do suficiente vigilancia ni suficiente severidad para impedirlo? santa ley en toda su extensión según la letra y según el espíritu, con
pureza de intención y con entera fidelidad. ¡ Oh ley santa y adora-
Lo 2.° Felicidad de aquellos que habrán observado la ley y ense-
ble! ¡cuán dichoso soy yo d e conocerte! Pero ¡infeliz, por haberos
ñado á los oíros á observarla... « Pero aquel q u e habrá obrado y en-
quebrantado tantas veces! Perdonad, Señor, mis pecados, dadme el
«señado, este será tenido por grande en el reino de los cielos...»
amor de vuestra santa ley, para q u e en adelante ponga en ella todo
Aquellos q u e habrán observado la ley y enseñado á otros, ó sea con
mi cuidado y sea la única regla de m i conducta. Amen.
su ejemplo, ó sea con sus discursos, serán grandes en aquel último
dia. ¡ Oh grandeza digna de envidia! ¡ Quién habrá q u e dotado de
algún talento se haga insensible á esta gloria sólida é inmortal! E s - aiEDITACION LIII.
forcémonos , según nuestro estado , no solo á practicar la l e y , sino CONTINUACION DEL DISCURSO DE JESUCRISTO EN E L MONTE.
también á enseñarla, y á contribuir, según todas nuestras fuerzas, á (Malth. r , 2 1 - 3 7 ) .
establecer en todos los corazones el amor de esta divina ley; q u e se-
Explicación de los t r e s preceptos de la ley de D i o s , que pertenecen al h o -
g ú n la medida de nuestros trabajos y d e nuestro celo participaré- micidio , al adulterio y al j u r a m e n t o .
mos de la gloria y de la recompensa de los Apóstoles.
Lo 3.° Insuficiencia de las virtudes mundanas... «Porque yo os digo PUNTO I.
«que si vuestra justicia no fuese mas abundante q u e la de los escri- El homicidio.
' «bas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos...» Tres defec-
1." De los pecados prohibidos con el homicidio. « Oísteis que fue di-
tos tenia la justicia, esto es, la virtud de los escribas y fariseos, c o -
«cho á los antiguos, no matarás; y quien matare será reo enjuicio:
mo se infiere de la reprensión q u e m a s adelante les hizo el Señor.
« pero yo os digo, q u e todo aquel q u e se enoja contra su hermano,
Ella era del todo exterior, sin darles cuidado alguno lo interno: lim-
«será reo en juicio: y el q u e dijere á su hermano raca \ será reo e n
piaban lo exterior déla taza, y tenían llenas de injusticia las manos.
«el concilio: y quien dijere tonto, será reo de la G e h e n n a 2 del f u e -
Se atacaba á las cosas menudas y á las observancias ligeras, y des-
1
cuidaba de las esenciales: pagaban la décima de la yerba b u e n a y Raca quiere decir h o m b r e insulso ó ligero.
2
Gehenna ó Geennom era un valle a m e n o cerca de J e r u s a l e n en la falda
del tomillo, y no tenian caridad para con Dios ni para con el próji-
20 • T. i .
306 EL EVANGELIO MEDITADO. MEDITACION LUI. 307
«go...» Con esle precepto se prohiben los pecados de obra, como el « g u n a cosa contra tí, deja allí tu oferta delante del altar, y v é s á r e -
m a t a r , cortar algún miembro, herir, y dar de golpes á alguno sin «concillarle primero con tu h e r m a n o , y despues vuelve á hacer tu
derecho, sin autoridad, por motivo de cólera, de bruialidad, dé odio, «oferta...» Si has hecho alguna injuria á tu prójimo en sus bienes;
de venganza ó de capricho... Se prohiben también los pecados de p a - si retienes alguna cosa s u y a , si le has ocasionado alguna pérdida, si
l a b r a , palabras de.maledicencia, d e calumnia, de desprecio, de i n - le has hecho algún d a ñ o , se necesita restituir é indemnizarlo ente-
sulto y de ultraje, proferidas por odio, por malicia ó por cólera. T a m - ramente... Si has hecho algún daño á su reputación, á su honor, á
bién se prohiben los pecados puramente internos ; como los movi- su crédito, se necesita hacer lodos los esfuerzos para restituirlo en el
mientos d e la cólera, de enfado y de odio, por los q u e interiormente grado primero d e estimación y de honor... Si le has ultrajado, ofen-
nos airamos contra el prójimo, nos alegramos de sus desgracias, de- dido ó mortificado, se necesita aplacarlo y darle satisfacción: final-
seamos hacerles mal ó q u p l e s venga. Todos estos pecados, sino que mente si crees q u e tu prójimo tiene alguna cosa contra tí, a u n q u e
venga la malicia disminuida por cualquiera circunstancia, son g r a - tú no tengas culpa, a u n q u e tú no le hayas dado algún motivo , n o
vísimos en el tribunal d e Dios. Observemos los grados que aquí pone debes perdonar diligencia alguna para quitar su prevención, destruir
Jesucristo. sus sospechas, disipar ias sombras, que pueda haber, y para resta-
Explicando los escribas y fariseos este precepto de la l e y , habla- blecer la caridad en su corazon, y hacer revivir entre vosotros dos la
ban solo del homicidio. Todos lo miraban como pecado capital y dig- unión y la buena armonía. Sin haber procurado de tu parle una sin-
no del juicio. Ahora Jesucristo quiere q u e la simple cólera q u e está cera reconciliación, no esperes q u e Dios reciba tus súplicas ni tus sa-
en el corazon, sin manifestarse con palabras ni con alguna acción, crificios : no pienses que serás admitido al Sacramento de la reconci-
sea mirada con los mismos ojos q u e miraban los fariseos el h o m i - liación , y menos presumas recibir en la santa Comunion el Dios de
cidio; q u e es decir, como digna de juicio; esto es, d e ser llevada y la paz y de la caridad, que nos ha impuesto esla ley y esta obligación.
presentada á los tribunales de los superiores, que tenian autoridad 3." De la obligación de reparar inmediatamente la injuria hecha al
para condenar á muerte. Quiere también q u e una palabra injuriosa, prójimo... « Acomódate presto con tu contrario, mientras estás con él
a u n q u e solo contenga u n a mediana injuria, cuando se dice con có- « en camino: no sea que ¡u contrario le entregue al j u e z , y el juez te
lera, se mire como uno de los mayores delitos que eran juzgados por «entregue al ministro, y seas puesto en la cárcel...» Has de acomo-
el Consejo, ó sea gran Sinedrio, q u e podia solo conocer délos come- d a r , si puede ser en el mismo dia, la diferencia que hay entre tí y el
tidos contra el Estado y contra la Religión... Finalmente quiere que prójimo; has de reparar el daño luego: cuanto mas lo dilates, tanto
una palabra que incluya una injuria atroz se mire como u n delito, será mas grande y mas difícil de satisfacer, y mas considerable, mas
para cuyo conocimiento n o baste la justicia h u m a n a , y p a r a cuyo profunda y mas difícil de curar la llaga... Guárdale de diferirlo á l a
castigo no sean suficientes todos los suplicios temporales... Así d e - m u e r t e , q u e lal vez te vendrá de sorpresa; y entonces por lo regular
cide y pronuncia Jesucristo, soberano Juez del universo. ¿Qué cosa te ocuparán oíros pensamientos, y ó no tendrás toda la libertad y co-
será, p u e s , en su presencia el homicidio? Velemos con mas escru- modidad para cumplir esla obligación, ó no lo podrás hacer perfecta-
pulosa atención , no solo sobre nuestras operaciones , sino también mente. Tú y el ofendido sois como dos litigantes q u e se encaminan á
sobre todas nuestras palabras, para no ofender á n i n g u n o : regulemos enconlrar su común juez: antes de llegar componte con tu contrario:
también todos nuestros movimientos interiores y a u n los mas escon- mientras estáis en el camino, podéis acomodar vuestras diferencias
didos en los senos d e nuestro corazon. mejor de lo q u e hará la justicia cuando llegue á conocer vuestra
2.° De la obligación de reparar enteramente todo el mal que se ha causa. ¡Oh! ¡y con qué rigor te juzgará! Si tuvieses la desgracia ó
ocasionado al prójimo... «Si t ú , pues, estás ya para hacer tu oferta la imprudencia de dilatar esta obligación hasta la muerte, en aquel
«en el altar; y allí te viene á la memoria q u e tu hermano tiene al- punió, á lo menos, n o seas tan temerario q u e dés u n paso así ter-
del monte Moría, donde en algún tiempo sacrificaron los hebreos al ídolo de
rible sin poner primero en orden un negocio tan esencial. Piensa que
Baal sus propios hijos, consumiéndolos con el fuego; y de-aquí se tomó la se traía de u n lodo para tí: q u e el tiempo aprieta, q u e los derechos
costumbre de aplicar la misma voz al fuego eterno del infierno. que has atropellado de tu prójimo te acusarán en el tribunal de
20*
308 E L EVANGELIO M E D I T A D O .
Dios vuestro juez, y que te condenará con todo el rigor de su jus-
líos intervalos en q u e se deja oir la razón, no pueden por menos d e
ticia.
despreciarse, de aborrecerse, y de detestarse mùtuamente... A u n
Del castigo de aquellos que mueren sin haber reparado el mal los mismos libertinos, que á las veces se glorian de no tener pudor
que han hecha al prójimo... « Te digo en verdad (continúa Jesucristo) ni vergüenza, se llenarían de confusion si el público supiese la his-
«que no saldrás de allí hasta q u e pagues el último cuadrante...» La toria de los horrores á que se han abandonado. E l ateista y el deista,
sola idea de la prisión hace temblar y estremece: pero ¡ay d e m í ! a u n q u e insensibles á tantos otros oprobios de q u e están cubiertos,
¿ qué cosa son las mas horribles prisiones en comparación de aquella no lo son á este; y se querrían persuadir q u e este vergonzoso vicio
de fuego á que condenará á los culpados la justicia divina? Si vues- no tiene nada que ver con su irreligión. Ahora, pues, si este peca-
tra culpa es venial, no saldréis de la prisión antes de haber satisfe- do es tan infame álos ojos de los hombres, ¿ q u é cosa será á l o s ojos
cho á todo el rigor de la justicia divina; pero si fuese mortal, ¡ oh y de Dios? ¿Qué cosa será á los ojos de Dios u n alma manchada de es-
cuán poco es necesario para hacerla tal álos ojos del soberano Juez! tos pecados q u e causan horror á los pecadores mismos.
J a m á s , jamás saldréis de aquella prisión y de aquel fuego d e que
2.° Cuán poco basta para hacernos culpables de impureza 'á los ojos
está llena; porque no llegaréis jamás á pagar vuestra d e u d a , ni ja-
de Dios... «Pero os digo, q u e cualquiera q u e mira u n a mujer para
más estaréis en estado de satisfacer por ella.
«desearla, ya ha cometido en su corazon el adulterio con ella...»
PUNTO I I . Bastan para llevar el adulterio en el corazon u n pensamiento dete-
nido con complacencia ó con reflexión, u n deseo consentido, ó u n a
Del adulterio.
mirada acompañada d e deseos; mas si es adúltero el q u e mira d e
l.° ¡ Cuán vergonzosos son aun á los ojos de los hombres los peca- esta suerte, ¿será inocente aquella q u e de propósito provoca á q u e
dos de la impureza... «Habéis oido q u e se dijo á los antiguos, no la miren? ¡ Ay de mí ! ¡cuántos pecados secretos hay q u e se descui-
«cometerás adulterio...» Los que están culpados del pecado de la dan y sofocan en nosotros mismos!... El orgullo, el deseo de c o n -
impureza ¿no admitirían sufrir cualquiera cosa antes que ver des- servar nuestra reputación, el temor de comparecer imprudentes y
cubiertas sus prácticas y revelado su pecado? Si por acaso se des- desarreglados, serán acaso el motivo ; pero si el temor de Dios n o
cubre el secreto con q u e buscan ocultarlo , ¡qué vergüenza! ¡qué penetra nuestra carne y sujeta todos nuestros sentidos, nuestro c o -
escándalo para el público! ¡qué confusion! ¡qué infamia para ellos! razon bien presto quedará culpado; y manchado el corazon, v a h e -
¡Cuánto se procura evitar semejante deshonor! ¡Á qué excesos no mos perdido la inocencia v el honor á los ojos de aquel que ve lodo
llegan algunas madres á las veces por cubrir su pecado! Olvidadas el corazon.
de la dulzura de su sexo y de la propia cualidad de madres, a u n -
3.° El sacrificio que se debe hacer para preservarse de la impure-
q u e á riesgo de la propia vida, no tienen reparo de llegar á un bár-
za... «Y si tu ojo derecho te escandaliza, sácatelo, v arrójalo de t í ;
baro parricidio... ¿ Q u é otro pecado mas q u e este hace las confesio-
« porque es mejor para tí q u e perezca uno de tus miembros, q u e el
nes y comuniones sacrilegas? ¡ Cuántos, atormentados de su con-
«que sea arrojado todo tu cuerpo en el infierno: y si tu mano d e -
ciencia, y no pudiendo sufrir el secreto oprobio de q u e se sienten
«recha te escandaliza, córlatela, y arrójala léjos de t í ; porque es
cubiertos, van hasta los piés del sacerdote sin tener aliento para
« mejor para tí que perezca uno de tus miembros, q u e el q u e vaya
descubrir la profundidad d e s ú s llagas! ¡Cuántos, aun al descubrir
« todo tu cuerpo al infierno... » Esto es, á cualquiera costa, por g r a n -
sus pecados, suprimen por vergüenza circunstancias esenciales, y
de que sea, debes renunciar con un generoso sacrificio á todo aque-
hacen inútil la ya comenzada pero imperfecta acusación! ¡Cuántos,
llo que es de tu estimación, y te es mas necesario en el m u n d o , si
combatidos entre el temor de Dios y la vergüenza, han cedido vil-
en ello hubiese ocasion de caída y de escándalo ; y esto aunque f u e -
mente á esta, y se han alejado de los Sacramentos antes que a n i -
se, por decirlo a s í , tu ojo ó tu mano derecha. ¿ T e atemoriza, p o r
marse á hacer la necesaria confesion de sus abominaciones! Los cóm-
v e n t u r a , esta proposicion? ¡Ah! advierte y reflexiona q u e se trata
plices mismos entre sí, y en el secreto de sus desórdenes, se aver-
de evitar el infierno. E n semejante caso ¿se deberá tener respeto á
g ü e n z a n de su prostitución y de sus excesos. Ellos mismos en aque-
lo mas amado y á lo mas necesario? Aquí se trata d e procurarle
una vida eterna: ¿á este precio podrás hallar alguna cosa q u e sea
tigo de una criatura q u e desobedece á su Criador, q u e desprecia
m u y difícil? ¿ N o te debe por el contrario parecer todo ligero? T u
igualmente su autoridad, su a m o r , sus recompensas y sus a m e -
sacrificio no solo debe ser generoso, sino también entero. No s e d e -
nazas. Dios solo conoce la fuerza q u e se necesita oponer á nuestra
be poner alguna demora, ni tener algún respeto... Arráncate el ojo,
depravación; y ¡ qué amenazas se deben hacer para aterrar á los pe-
cúrtate la mano. Esto es, arranca de tu corazon aquellas inclinacio-
cadores! ¡ A h í ¡cuántos Santos son deudores al terror, q u e inspira
nes, aquellos objetos que las f o m e n t a n , y pierde hasta la memoria
el pensamiento del infierno, de haber llegado á la posesion del sumo
de ellos... Rompe aquellos empeños, aquellos lazos; corta aquellos
Bien, ó por u n a entera inocencia ó por u n a sincera penitencia! Y
placeres , aquellos divertimientos; huye aquellas compañías q u e son
¿por qué nosotros no los imitamos? ¿Por qué no nos privamos de
el escollo de la inocencia... Finalmente, tu sacrificio debe ser irre-
aquellos placeres de q u e conocemos la nada y la brevedad, para
vocable, de suerte que va en adelante no tengas la libertad de re-
preservarnos de aquellos suplicios, que según nosotros son tan des-
tractarlo. Arrancado de su lugar el ojo, cortada la m a n o , es necesa-
proporcionados? ¿ P o r q u é no nos aplicamos á merecernos la recom-
rio arrojarlos lejos de tí... No basta quitar de los ojos del prójimo
pensa eterna que nos está prometida, y que ciertamente tiene tam-
aquellos libros, aquellos versos, aquellas canciones, aquellas pin-
bién poquísima proporcion con los sacrificios q u e de nosotros pide
t u r a s : es necesario echarlos al fuego. Si el mundo entero te escan-
Dios, a u n cuando á nosotros nos parezcan de grande peso?
daliza, pon entre tí y el mundo u n a muralla insuperable. ¡Ahí ¿no
será mejor para tí vivir eternamente en el cielo, despues de haber es- PUNTO III.
tado en el m u n d o desconocido y mortificado, que arder eternamen- Del juramento.
te en el infierno, despues de haber gozado en el mundo de tu liber-
l . ° Del juramento por el santo nombre de Dios... « Además oísteis
t a d , de tus placeres, ó por mejor decir, despues de haber estado en
« (continúa Jesucristo) que se ha dicho á los antiguos, no p e r j u r a r á s :
el m u n d o esclavo de tu pretendida libertad, y despues de haber si-
« m a s cumplirás al Señor tus juramentos.» Pero yo os digo, q u e d e
do la víctima de tus pretendidos placeres?
n i n g ú n modo juréis... Yeamos primero lo q u e prohibía á este pro-
L° Con cuánta severidad castiga Dios la impureza... No hablamos pósito la ley antigua... Cuanto al juramento q u e mira á lo pasado ó
de las penas con que la castiga en este m u n d o ; son gravísimas, y al presente, ó por el q u e se asegura que una cosa es, ó fue, la ley
muchas veces se hacen públicas, como el oprobio y la infamia, q u e prohibía en términos formales el tomar el nombre de Dios en vano...
suelen redundar en toda una familia, la disipación de los bienes, v esto es, el p e r j u r a r , ó jurar en falso por el nombre de Dios. Cuan-
la total ruina de una casa, las enfermedades y males horribles, q u e to al juramento q u e mira á lo futuro, por el que se promete ó se ase-
despues de haber cruelmente y por largo tiempo atormentado el g u r a q u e una cosa será, prohibía el faltar á los votos q u e se habían
c u e r p o , lo llevan á la t u m b a ; el castigo mas severo está reservado hecho al Señor, ó á las promesas hechas al prójimo con juramento,
para cuando comparezca en el tribunal de Dios un corazon m a n c h a - cuando estas obligaciones no contenían algo de injusto ó de irracio-
do de u n a impureza mortal, y ¡ay de mí! es condenado para ser nal... De hecho, en estos dos casos el juramento falso es uno de los
arrojado en las llamas del infierno, para arder allí eternamente... delitos mas graves q u e se puedan cometer; porque se trae con él á
Tiembla y se horroriza á esta palabra el deshonesto, se t u r b a , gri- Dios por testigo y fiador, ó por decirlo mejor, por cómplice de la
t a , y pregunta... ¿ Q u é proporcion hay entre un suplicio eterno y falsedad... Es un delito q u e a u n en esla vida ordinariamente lo cas-
un gusto momentáneo?... Por esta razón de proporcion entre el gus- tiga Dios severamente. Yeamos ahora lo q u e á este propósito prescribe
to y la p e n a , seria también necesario negar la existencia de las pe- la ley de Jesucristo.
nas temporales que se originan de la impureza; pues estas exce- La ley nueva da á la antigua toda su extensión y toda su fuerza, y
den con mucho á los placeres q u e se han gustado: y con todo, es- ordena lo primero no jurar absolutamente: esto es, no solo el no hacer
tas penas existen y destruyen este especioso argumento. Mas los de- juramentos falsos, pero ni tampoco inútiles, aunque sea verdad lo que
cretos de Dios no van regulados por la débil luz de la razón: Dios se j u r a ; porque es un fallar al respeto debido á la majestad de Dios
solo conoce de qué naturaleza es el pecado, y cuál debe ser el cas- emplear la autoridad de su nombre sin necesidad, ó por decir cosas va-
ñas, ó (lo q u e será mucho peor) malas éilícilas... Ordena lo segundo cion, por la cual nos sacrificamos á los castigos y á l a muerte, si d e -
no jurar absolutamente: esto es, no solo por el santo nombre de Dios, cimos la falsedad; y esto justamente está prohibido, porque nosotros
sino también por las criaturas; porque jurar por las criaturas es j u - no somos d e nosotros mismos, sino de Dios nuestro Señor: y el s a -
rar por las obras de Dios, y esto es jurar en algún modo por el mis- crificarnos de tal manera, es disponer d e nosotros mismos, cosa q u e
mo Dios, como continúa despues á explicar Nuestro Señor. Ordena » no podemos hacer sino en el caso que la ley permite.
lo tercero no jurar en algún modo; pero esto no quiere decir q u e no 3.° De la idea de las criaturas relativamente á la contemplación...
sea jamás lícito el j u r a r : no podían tomar en este sentido las palabras La idea bajo la cual nos representa el Señor la relación de las cria-
de Jesucristo los q u e las oian, sabiendo por otra parte que la Escri- turas con Dios es tan noble y tan magnífica, que puede servir no solo
tura q u e él les explicaba lodos los dias ordena jurar cuando es n e - para hacernos conocer la naturaleza del j u r a m e n t o , sino también
cesario p o r el nombre del Señor, y que alaba á aquellos q u e juran para elevarnos á Dios por medio de la mas sublime contemplación.
cuando la necesidad lo pide. N i n g u n o , fuera d e algunos herejes 1 , l . ° El cielo es el trono de Dios: allí está sentado Jesucristo á la diestra
han podido sostener este sentido. Estos, leyendo la Escritura sin guia, del Padre omnipotente; allí está la santísima Trinidad, el Dios eter-
é interpretándola á su gusto, han encontrado su ruina donde d e - no y único manifestando toda su gloria, y comunicando toda su
berían encontrar su edificación: justo castigo de Dios por su temeri- felicidad á sus criaturas... respetemos, p u e s , aquella bienaventu-
dad : deberían haber tenido atención al ejemplo de san Pablo. el cual rada mansión... 2.° La tierra es el escabel de sus piés: mientras
toma á las veces á Dios en testimonio de la verdad que anuncia: de- q u e vivimos sobre ella, estamos continuamente á los piés del tro-
berían haber creído á la iglesia, que aprueba el uso de los tribuna- no de Dios: al pié d e este trono fue sacrificado el Cordero sin m a n -
les, en q u e se pide el juramento á l o s testigos que son preguntados, cha , fue derramada su sangre, y se derrama aun lodos los dias ofre-
y que ella misma pide para asegurarse de la obediencia y de la fe cida en sacrificio perpétuo; allí podemos hacer que se oigan n u e s -
de aquellos q u e eleva á alguna dignidad... Se o p o n d r í a á l a doctri- tras plegarias, podemos aplacar la justicia del Altísimo, y traer so-
na de la Iglesia el que osase afirmar que ninguna cosa es mas con- bre nosotros su misericordia: allí se concede el perdón, y allí se
traria al Espíritu de Dios y á la doctrina de Jesucristo que estos m u l - distribuyen las gracias... Pues ¿cómo nos atrevemos á profanar u n
tiplicados juramentos. tal lugar con el juramento y con nuestros desórdenes? 3.° Jerusakn
2.° Del juramento por las criaturas... «Pero yo te digo, q u e no es la ciudad del gran Rey... Jerusalen era el asiento de los reyes de
«jures de modo alguno, ni por el cielo, porque es el trono de Dios: .Tudá, y en esta cualidad le pertenecía á Jesucristo; ella poseia el s o -
«ni por la tierra, porque es el escabel de sus piés: ni por Jerusa- lo y único templo del universo destinado al culto legítimo del ver-
« l e n , porque es la ciudad del gran Rey... Ni jurarás por tu cabe- dadero Dios, y como tal era la ciudad santa y el centro de la Reli-
« z a , pues no puedes hacer blanco ó negro uno d e tus cabellos...» ' gion: todo aquello, pues, q u e pertenece á Dios, nos debe inspirar
Las criaturas nos representan á Dios y sus divinas perfecciones: es- un santo y religioso respeto... Siendo nosotros dependientes de Dios
ta es la relación que tienen cuando se emplean en el j u r a m e n t o : no é impotentes d e volver blanco ó negro uno solo de nuestros cabellos,
pudiendo las criaturas por sí mismas dar testimonio d e la verdad ,, no podemos ni aun jurar por nuestra cabeza, porque vendríamos á
que nosotros afirmamos, el jurar por ellas es jurar por el nombre proferir un juramento v a n o , inútil, é injurioso á la Majestad divina.
y por la verdad del mismo Dios; por esto está prohibido lo uno v i o l.° De la simplicidad de nuestros discursos... « S e a , pues, vues-
otro; y en el uno y otro caso es necesario seguir las mismas reglas... «tro hablar, sí, sí: n o , n o : porque lo demás viene de cosa mala...»
Siendo de otra naturaleza el juramento q u e hacemos por nosotros No solamente debemos evitar el juramento formal, sino también
mismos, está también prohibido por una razón diferente. El j u r a - cuanto se le puede asemejar, como muchas palabras en q u e falla
mento hecho por el nombre de Dios, ó por las criaturas, es una sim- solo una sílaba ó u n acento para ser u n juramento; otras muchas
ple aseveración por la verdad de q u e tomamos á Dios por testigo. El que ofenden las orejas religiosas, y q u e ordinariamente se llaman
juramento por nosotros mismos, á la aseveración añade la impreca- juramentos, y finalmente, todas las expresiones que llevan consigo
1
Los anabaptistas y wiclifistas. la exageración: debemos evitar aquella redundancia d e palabras,
31Í EL EVANGELIO MEDITADO,

porque en ella siempre hay algó d e malo, d e peligro y de escán- hibe á todo hombre privado la ley del talion; y sustituye reglas d e
dalo; porque ella viene del espíritu maligno, y de nuestro enemigo perfección, que en ciertos casos llegan á s e r de estrecha obligación...
que busca todas las ocasiones de hacernos caer; y porque procede La ley llamada del talion, por la q u e se hacia padecer al reo el mis-
de u n mal principio q u e hay en nosotros: esto es", del orgullo, del mo mal q u e él habia hecho á los otros, fue establecida por Moisés
fausto, de la presunción, de la cólera, de la obstinación, del amor para regular el juicio d e los magistrados; pero la autoridad que
propio, d e la avaricia y del interés... Examinemos, p u e s , nuestras daba esta ley á los tribunales d e la justicia, fue usurpada por los
palabras, y regulémoslas escrupulosamente con la celestial doctrina particulares: cada uno se arrogaba el derecho dé poder hacer al pró-
de Jesucristo, en cuyo tribunal debemos dar cuenta estrecha, sin jimo todo el mal que habia recibido de él. Á este abuso opuso J e -
que u n a sola se pueda escapar d e s u conocimiento y de su justicia. sucristo el precepto de no resistir á la injusticia y á la violencia. Es
verdad q u e esta nueva ley de Jesucristo no prohibe indiferentemen-
Petición y coloquio. te en todos los casos ni á todos los cristianos el recurrir á la auto-
Inspiradme, ó Dios m i ó , un religioso respeto á vuestro santo n o m - ridad pública para pedir justicia. Esta ley miraba especialmente á
bre , y á todo aquello que pertenece á Vos. ¡ Ah! ¿por q u é no puedo los Apóstoles y á los cristianos perseguidos, q u e muchas veces se
yo reparar con mis obsequios y con mi amor todas las blasfemias y han visto en la obligación de practicarla literalmente; y aun hoy dia
todos los falsos juramentos q u e os deshonran, tanto en vuestro san- se pueden hallar en la misma obligación los sucesores de los Após-
to n o m b r e , como en vuestras criaturas? Haced q u e honrándoos en toles y los mismos cristianos. La obligación, pues, q u e mira á t o -
Vos m i s m o , y en aquellas cosas q u e os representan, esté atento so- dos es de revestirse del espíritu de esta ley, y de guardarse sobre
bre todas mis palabras, de las cuales ninguna haya q u e no os glo- todo d e dar en los extremos opuestos... ¿No adoptamos nosotros por
rifique. Concededme que os sirva con u n cuerpo casto, y q u e evite ventura las máximas q u e Jesucristo quiere aquí destruir? ¿No es-
todas las ocasiones de pecar, para q u e me haga agradable á vuestros tamos acaso habitualmente dispuestos á dar mal por mal? ¿ C u á n -
ojos con la pureza de mi corazon. Hacedme la gracia de sofocar d e n - tos hay que conservan la memoria de las ofensas hasta que se ofre-
tro d e mí hasta los mas mínimos movimientos d e cólera y d e aver- ce la ocasion d e vengarse? Y ¿quién sabe si nos contentamos con
sión. Imprimid en mi alma una ley de inalterable d u l z u r a : dadme dar según la medida del mal recibido, a u n en los términos de la lev-
la resolución de humillarme para reparar mis culpas: perdonadme a n t i g u a , ojo por ojo, diente por diente? ¡ Ah! se siguen por lo c o -
todo aquello q u e he hecho, dicho, ó pensado contra la caridad, y m ú n las impresiones ciegas de la pasión y del odio, que n o se con-
concededme u n a exacta atención para serviros en adelante. Amen. tentan jamás con los términos d é l a moderación... Examinemos a q u í
nuestro corazon, y reformémonos según la ley del Evangelio, por-
MEDITACION LIV. q u e por ella serémos juzgados. Nuestro Señor despues de haberla
propuesto así en general, la aplica á tres diferentes casos, y la ex-
CONTINUACION DEL DISCURSO EN EL MONTE.
(Matth. v, 38 et seq.).
plica con tres ejemplos.
1." Cuando seamos ultrajados hasta con golpes... «Mas si alguno
DE LAS OBLIGACIONES DE EN C R I S T I A N O P A R A CON EL PRÓJIMO EN T R E S
D I F E R E N T E S OCASIONES.
« t e hiriere en el carrillo derecho, preséntale también el otro...» Con-
Cuáles sean las obligaciones de u n cristiano para con el p r ó j i m o i n j u s t o y
frontemos con esta máxima nuestra paciencia: si los ultrajes y m a -
violento : para con el prójimo indiscreto ó i m p o r t u n o ; y para con el prójimo los tratamientos de q u e nos quejamos son de esta naturaleza, v e a -
enemigo y p e r s e g u i d o r : a p r e n d á m o s l a s de J e s u c r i s t o m i s m o . mos con qué generosidad los debemos sufrir; pero sise trata de una
palabra, de un gesto, de u n mal semblante, de una cosa d e nada
PUNTO I. que nos ofende, avergoncémonos de vernos tan distantes de la per-
Obligaciones del cristiano para con el prójimo injusto y violento. fección del Evangelio, y de tener sentimientos tan opuestos á los de
« Habéis oido que se ha dicho, ojo por ojo, diente por diente. Pe- Jesucristo.
« r o yo os d i g o , q u e no resistáis al mal...» La ley evangélica pro- 2.° Cuando seamos despojados de nuestros bienes hasta dejarnos
3 1 4 EL EVANGELIO MEDITADO,

porque eu ella siempre hay algó d e malo, d e peligro y de escán- hibe á todo hombre privado la ley del talion; y sustituye reglas d e
dalo; porque ella viene del espíritu maligno, y de nuestro enemigo perfección, que en ciertos casos llegan á s e r de estrecha obligación...
que busca todas las ocasiones de hacernos caer; y porque procede La ley llamada del talion, por la q u e se hacia padecer al reo el mis-
de u n mal principio q u e hay en nosotros: esto e s , del orgullo, del mo mal q u e él habia hecho á los otros, fue establecida por Moisés
fausto, de la presunción, de la cólera. de la obstinación, del amor para regular el juicio d e los magistrados; pero la autoridad que
propio, d e la avaricia y del interés... Examinemos, p u e s , nuestras daba esta ley á los tribunales d e la justicia, fue usurpada por los
palabras, y regulémoslas escrupulosamente con la celestial doctrina particulares: cada uno se arrogaba el derecho dé poder hacer al pró-
de Jesucristo, en cuyo tribunal debemos dar cuenta estrecha, sin jimo todo el mal que habia recibido de él. Á este abuso opuso J e -
que u n a sola se pueda escapar d e s u conocimiento y de su justicia. sucristo el precepto de no resistir á la injusticia y á la violencia. Es
verdad q u e esta nueva ley de Jesucristo no prohibe indiferentemen-
Petición y coloquio. te en todos los casos ni á todos los cristianos el recurrir á la auto-
Inspiradme, ó Dios m i ó , un religioso respeto á vuestro santo n o m - ridad pública para pedir justicia. Esta ley miraba especialmente á
bre , y á todo aquello que pertenece á Vos. ¡ Ah! ¿por q u é no puedo los Apóstoles y á los cristianos perseguidos, q u e muchas veces se
yo reparar con mis obsequios y con mi amor todas las blasfemias y han visto en la obligación de practicarla literalmente; y aun hoy dia
todos los falsos juramentos q u e os deshonran, tanto en vuestro san- se pueden hallar en la misma obligación los sucesores de los Após-
to n o m b r e , como en vuestras criaturas? Haced q u e honrándoos en toles y los mismos cristianos. La obligación, pues, q u e mira á t o -
Vos m i s m o , y en aquellas cosas q u e os representan, esté atento so- dos es de revestirse del espíritu de esta ley, y de guardarse sobre
bre todas mis palabras, de las cuales ninguna haya q u e no os glo- todo d e dar en los extremos opuestos... ¿No adoptamos nosotros por
rifique. Concededme que os sirva con u n cuerpo casto, y q u e evite ventura las máximas q u e Jesucristo quiere aquí destruir? ¿No es-
todas las ocasiones de pecar, para q u e me haga agradable á vuestros tamos acaso habitualmente dispuestos á dar mal por mal? ¿ C u á n -
ojos con la pureza de mi corazon. Hacedme la gracia de sofocar d e n - tos hay que conservan la memoria de las ofensas hasta que se ofre-
tro d e mí hasta los mas mínimos movimientos d e cólera y d e aver- ce la ocasion d e vengarse? Y ¿quién sabe si nos contentamos con
sión. Imprimid en mi alma una ley de inalterable d u l z u r a : dadme dar según la medida del mal recibido, a u n en los términos de la ley
la resolución de humillarme para reparar mis culpas: perdonadme a n t i g u a , ojo por ojo, diente por diente? ¡Ahí se siguen por lo c o -
todo aquello q u e he hecho, dicho, ó pensado contra la caridad, y m ú n las impresiones ciegas de la pasión y del odio, que n o se con-
concededme u n a exacta atención para serviros en adelante. Amen. tentan jamás con los términos d é l a moderación... Examinemos a q u í
nuestro corazon, y reformémonos según la ley del Evangelio, por-
MEDITACION LIV. q u e por ella serémos juzgados. Nuestro Señor despues de haberla
propuesto así en general, la aplica á tres diferentes casos, y la ex-
CONTINUACION DEL DISCURSO EN EL MONTE.
(Malth. v, 38 et seq.).
plica con tres ejemplos.
1." Cuando seamos ultrajados hasta con golpes... «Mas si alguno
DE LAS OBLIGACIONES DE ÜN C R I S T I A N O P A R A CON EL PRÓJIMO EN T R E S
D I F E R E N T E S OCASIONES.
« t e hiriere en el carrillo derecho, preséntale también el otro...» Con-
Cuáles sean las obligaciones de u n cristiano para con el p r ó j i m o i n j u s t o y
frontemos con esta máxima nuestra paciencia: si los ultrajes y m a -
violento : para con el prójimo indiscreto ó i m p o r t u n o ; y para con el prójimo los tratamientos de q u e nos quejamos son de esta naturaleza, v e a -
enemigo y p e r s e g u i d o r : a p r e n d á m o s l a s de J e s u c r i s t o m i s m o . mos con qué generosidad los debemos sufrir; pero sise trata de una
palabra, de un gesto, de u n mal semblante, de una cosa d e nada
PUNTO I. que nos ofende, avergoncémonos de vernos tan distantes de la per-
Obligaciones del cristiano para con el prójimo injusto y violento. fección del Evangelio, y de tener sentimientos tan opuestos á los de
« Habéis oido que se ha dicho, ojo por ojo, diente por diente. Pe- Jesucristo.
« r o yo os d i g o , q u e no resistáis al mal...» La ley evangélica pro- 2.° Cuando seamos despojados de nuestros bienes hasta dejarnos
316 EL EVANGELIO MEDITADO. MEDITACION L I V . 3 1 7

'perdidos y arruinados... « Y á aque! q u e te quiere poner pleito, y cion de nuestro empleo ó de nuestro estado, ó una consecuencia de
«quitarte la túnica, cédele también el manteo...» Comparemos nues- los empeños q u e hemos contraído; como si u n acreedor nos pide
tra conducta con esta máxima. Si los agravios q u e nos hacen lle- aquello que le es debido, u n criado q u e pide su salario, u n opera-
gan á este exceso, aprendamos con qué desinterés los debemos m i - rio ó u n mercader q u e piden su paga.
r a r ; pero si nos dejamos llevar de nuestro n a t u r a l , y p r o r u m p i m o s 2.° En orden á dar prestado, esta es la ley de Jesucristo: « y no
en injurias por una palabra q u e ofende en u n punto nuestro h o - « vuelvas, ni apartes la cara de aquel que te pide prestada cualquiera
nor ó nuestra vanidad, ó por una pequeña pérdida, por un daño li- «cosa...» ¡ Cuántos pretextos, cuántos rodeos, cuántas falsas excu-
gero, por la privación de una pequeña ganancia, que n o nos quita sas para desembarazarnos de aquellos q u e nos piden prestado! E n
aun nuestras comodidades; si hacemos formar procesos por cosas de todas estas excusas ¡ cuántas mentiras! ¡ qué mala voluntad! El pres-
poco valor, ó por u n derecho de ninguna consecuencia, ¡ ah! reco- tar á usura es para el avaro u n manantial de injustas riquezas; mas
nozcamos cuán léjos estamos de Jesucristo. el préstamo hecho según el espíritu del Cristianismo puede llegar á
3.° Cuando seamos molestados hasta ser tratados como esclavos... ser para el hombre fiel u n manantial de méritos, cuyos productos
«Y si uno te obligare á correr por una milla, vés con él otras dos...» serán tanto mas a b u n d a n t e s , cuanto son mas frecuentes las ocasio-
Comparemos nuestros sentimientos con esta máxima: si se nos h a - nes de prestar; y tanto mas seguros, cuanto menos lisonjea esta b u e -
cen vejaciones como esta, aprendamos con q u é dulzura las debemos na obra el amor propio y la vanidad.
sufrir; pero si aquello q u e se nos m a n d a , nos viene impuesto p o r 3.° En otras muchas cosas tenemos aun obligación de sufrir la in-
la legitima autoridad; si es conforme á nuestro estado y nuestro discreción y la importunidad del prójimo: seamos, p u e s , compasivos
empleo; si nos es cosa honorífica; si tiene por objeto el bien públi- y suaves; pues así nos lo enseña la ley de Jesucristo... No temamos
co , la gloria de Dios, y el alivio del prójimo; con lamentarnos co- ser e n g a ñ a d o s ; porque si alguna vez llegamos á experimentar a l -
mo solemos hacer, damos bien á entender que hasta ahora nada h e - g ú n daño, nos lo recompensará el mismo Señor que dió la ley. Cuan-
mos aprendido en la escuela d e Jesucristo. do nos hallamos en la imposibilidad d e d a r al prójimo lo que nos
pide, mostrémosle á lo menos nuestra b u e n a voluntad de servirlo
PUNTO II. y el dolor q u e tenemos d e no poderlo hacer. Comencemos con no
desecharlo con aspereza; guardémonos aun mas de darle en rostro
Obligaciones del cristiano para con el prójimo indiscreto é importuno.
con su indiscreción, ó de hablar y lamentarnos con otros: en u n a
l . ° Cuando se nos pide alguna cosa, esta es la ley d e Jesucristo palabra, entendamos bien el espíritu d e esta ley de a m o r : regulé-
que debemos observar: da á cualquiera que te pida... A u n cuando monos en todas las ocasiones con el prójimo, como con u n hermano
tu prójimo te pidiese u n bien que fuese útil para t í , si él juzga que tiernamente amado: este es el espíritu d e Jesucristo; vistámonos d e
es conveniente para él, dáselo... T u desinterés, tu caridad, y la o b - él si queremos ser sus discípulos y participantes de s u s mas ínti-
servancia de la ley de Jesucristo serán para tí u n bien infinitamen- mos favores.
te mas precioso q u e aquello q u e le has dado; pero si solo te pide u n PUNTO I I I .
servicio, u n socorro, u n consejo, u n a palabra, u n a audiencia fa-
Obligaciones del cristiano para con el prójimo enemigo y perseguidor.
vorable, un momento d e atención, ¿cómo tienes corazon para n e -
gárselo? Examinemos ahora cuántas repulsas damos cada dia con- « Habéis oido (continúa Jesucristo) q u e fue dicho, amarás á tu pró-
tra el espíritu de esta ley de desinterés y de paciencia que aquí nos j i m o , y aborrecerás á tu enemigo... mas yo os digo: a m a d á v u e s -
da Jesucristo; y reflexionemos q u e nuestros desvíos son a u n mas «tros enemigos...» Se abusaba de la ley a n t i g u a , que ordenaba des-
contra la ley de la c a r i d a d , si aquello que se nos pide es algún ali- truir las naciones enemigas é idólatras, aplicándola á las privadas
vio necesario á la pobreza, al embarazo, ó á la angustia en que se enemistades... La ley no mandaba aborrecer ni aun á los pueblos
halla el prójimo. Consideremos q u e estos son a u n mucho mas con- con quienes se hacia la guerra... La ley de Jesucristo no prohibe á
tra la ley de la justicia, si aquello q u e se nos pide es u n a obliga- los pueblos cristianos el armarse para las guerras justas y necesa-
318 E L E V A N G E L I O MEDITADO. MEDITACION L I V . 3 1 9

rías: pero prohibe el aborrecer á a l g u n o : manda amar á todos los Lo 3.° ¿Cuál es el modelo del cristiano para llegar á esta perfec-
hombres, aunque sean enemigos. ción?... Lo 1.° debe imitar u n modelo divino: «para q u e seáis h i -
Lo 1.° Un cristiano de nadie debe ser enemigo: la enemistad p u e - «jos de vuestro Padre celestial q u e está en los cielos, el cual hace
de estar en el corazon, en las acciones y en las palabras. En el co- «nacer su sol sobre buenos y malos; y llueve sobre justos é injus-
razon, cuando tenemos odio, antipatía, aversión y desprecio: cuan- «tos...» ¡ Ah! nosotros, que nos lamentamos de la dificuliad de c u m -
do nos alegramos del m a l , d e la aflicción, ó de la humillación d e plir la lev que nos intima Jesucristo de amar á nuestros enemigos,
una persona: cuando nos entristecemos del bien q u e se le hace, d e pensamos que somos cristianos, hijos de Dios, adoptados por J e s u -
su contento, y del éxito feliz d e s ú s n e g o c i o s . . . Al levantarse en nos- cristo. ¿Será acaso mucho el pedirnos que imitemos á nuestro S a l -
otros estos sentimientos contra alguno, combatámoslos con fuerza, vador? Pues veamos con q u é bondad este tierno Padre hace resplan-
y no estemos tranquilos hasta q u e del todo los hayamos extirpado decer su l u z , y esparce su rocío igualmente en favor de aquellos q u e
de nuestro corazon... En las acciones, persiguiendo, afligiendo, mor- lo sirven y de aquellos q u e lo ofenden... ¿No murió Jesucristo por
tificando , destruyendo en cuanto es posible á aquel q u e no se ama. sus enemigos? ¿no ha rogado por los q u e lo crucificaron? ¿Hasta
¿ H a y alguno q u e de esta m a n e r a sea el objeto de nuestra persecu- cuándo hemos de hablar de nuestra flaqueza, sin hacer jamás c u e n -
ción?... En las palabras, contradiciendo, tratando descortés ó inci- ta con los socorros de la gracia?
vilmente, ofendiendo, criticando, censurando todo aquello q u e hace, Lo 2.° El cristiano debe exceder un modelo humano... « P o r q u e si
dice ó emprende u n a persona q u e aborrecemos; descubriendo sus «amais á aquellos que os a m a n , ¿ q u é premio tendréis? ¿No h a -
defectos, hablando de ellos, publicándolos, exagerándolos, ó calum- «cen lo mismo a u n los publícanos? Y si saludais solo á vuestros
niándola de otra manera... Cuando hablemos de a l g u n o , p r e g u n - «hermanos, ¿ q u é cosa hacéis d e m a s ? ¿No hacen esto mismo los
témonos á nosotros mismos: ¿hablaría yo así si este fuera u n amigo «gentiles?...» ¡Oh! ¡qué modelo y q u é ejemplar nos pueden ser
á quien yo amase? Haciéndolo así, de nadie seremos enemigos. Si los paganos, los gentiles y los publícanos!... Con todo eso, con-
alguno nos creyese su enemigo, hagamos todos nuestros esfuerzos frontémonos y comparémonos con ellos, y hallaremos acaso q u e no
para desengañarlo; y no nos persuadamos con facilidad que alguno somos mas q u e ellos... Nosotros a m a m o s á aquellos q u e nos a m a n ;
nos tiene aversión. tenemos buen modo con los q u e hacen lo mismo con nosotros; f á -
cilmente hacemos bien al q u e nos lo hace, ó.de quien lo esperamos.
Lo 2.° Un cristiano á nadie debe tratar como á enemigo: «haced
Ahora, p u e s , obrando de esta m a n e r a , solo por nosotros mismos,
«bien á aquellos q u e os aborrecen; y rogad por aquellos q u e os p e r -
solo por el mundo, y nada por Dios, ¿ q u é recompensa esperamos?
«siguen y calumnian...» Esto e s , si teneis u n enemigo que no po-
y ¿ q u é ? ¿ n a esperamos, por v e n t u r a , a l g u n a ? ¡Ah! no hemos lle-
déis ganar, q u e manifiesta su odio contra vosotros, q u e os persigue,
gado aun á este estado ; pero ello es cierto, por lo menos, q u e si
q u e os calumnia; su injusticia n o debe alterar en vosotros l a cari-
nosotros esperamos nuestra fortuna de los hombres, bajo la condi-
dad ; esta es vuestra obligación: en el corazon debeis amarlo: os d e -
ción de amar al enemigo, nada nos costaría el amarlo : y ¿ n o h a r á
beis afligir de su m a l , os debeis alegrar de su b i e n , y desearle otros
impresión alguna en nosotros a n a recompensa eterna q u e podemos
mayores: en vuestras acciones debeis hacerle b i e n , si se ofrece la
adquirir de Dios al mismo precio? ¡Oh! reflexionemos q u e si somos
ocasion, ayudarlo, socorrerlo, prevenirlo, tratarlo siempre con buen
insensibles á las recompensas eternas q u e nos promete Jesucristo
m o d o : en vuestras palabras, solo el bien debeis hablar de é l ; jamás
no podremos evitar los castigos eternos con que nos amenaza.
lamentaros de su mal proceder con vosotros: hablando con él lo de-
beis hacer con dulzura y en términos que obliguen: finalmente d e - Lo 3.° El cristiano en todas sus cosas se debe proponer un modelo
beis rogar á Dios por él, no solo por su conversión, en lo cual p u e - universal... «Sed vosotros perfectos, como es perfecto vuestro P a -
de acaso haber alguna ilusión, sino también por su salud, por su pros- « d r e q u e está en los cielos...» Debemos tener siempre delante d e
peridad , por el feliz suceso d e sus negocios. ¡ Ah! si se observase si- los ojos las perfecciones infinitas de nuestro Padre celestial, no solo
quiera una d e las dos partes d e estas reglas, ¡cuántas enemistades en esta materia, sino también en todas las demás virtudes, para
cesarían! obrar, juzgar y querer como é l ; y por esta conformidad d e accio-
320 EL EVANGELIO MEDITADO,
MEDITACION LV. > 321
nes, de juicio y de voluntad, hacernos en todo semejantes á él. ¡ Oh!
vive bien hay siempre muchas obras buenas que no se pueden e s -
esta sí q u e es una ley verdaderamente d u l c e , divina, y digna del Hijo
conder Por otra parte, aun en las buenas obras, q u e se deben h a -
de Dios que nos la da.
cer publicamente para edificar ó para evitar el escándalo, no se ne-
Petición y coloquio. cesita buscar la propia gloria, sino únicamente la gloria de Dios y
la edificación del prójimo. Ahora, p u e s , el medio m a s eficaz para
Todo es posible con vuestra gracia, ó Dios m í o , dádmela : yo os
asegurarse en estas ocasiones de la rectitud de nuestras intenciones,
seré fiel ayudado d e vuestros divinos auxilios; vuestra misma p a -
y de hacer muchas buenas obras en secreto entre Dios v nosotros,
ciencia será la regla de la mia. No solo sufriré sin resistencia, sin
y tuera de la vista de los hombres, es el q u e enseña Jesucristo..!
quejas, sin amargura todo el mal que se m e h a g a , sino q u e estaré
« Cuando haces la limosna, no suenes la trompeta delante de tí, c o -
dispuesto á despojarme, á dar prestado, á dar y á amar también á
« m o hacen los hipócritas en las sinagogas y en las plazas, para ser
aquellos q u e m e habrán hecho mal. Los amaré a u n en el mismo
«honrados de los hombres ; os digo en verdad que estos va han r e -
tiempo que mas vivamente me muestren su odio : los amaré con u n
«cihido su premio : mas cuando tú hagas limosna, no sepa tu s i -
amor sincero y de afecto ; les haré lodo el bien q u e pueda, r o g a n -
«niestra lo que hace tu derecha, para que tu limosna sea secreta :
do á Dios q u e también se lo haga... ¿ Q u é hombre me podrá pare-
« y tu l a d r e que ve en lo oculto te recompensará por esto...»
cer odioso, cuando Vos os interesáis en q u e yo lo ame? Y ¿creeré
1 • Se necesita hacer la limosna... Jesucristo supone que nosotros
yo acaso q u e hago en esto mucho, á trueque d e hacerme digno
conocemos este precepto, y que lo cumplimos; pero consideremos
de pertenecer á Yos, como á mi Padre, por medio de la caridad q u e
aqu. con atención cómo lo cumplimos : la limosna q u e nosotros
es el verdadero espíritu de los hijos d e Dios? Así sea...
hacemos ¿corresponde á nuestras fuerzas? Consideremos primera-
mente q u e todo lo q u e tenemos nos lo ha dado Dios, Padre común
MEDITACION L Y . de todos los hombres. Sea, pues, mucho ó poco lo q u e él nos ha
CONTINUACION DEL DISCURSO DE JESUCRISTO EN EL MONTE. d a d o , el quiere q u e demos parte de lo q u e tenemos á aquellos her-
(Matth. TI, 1-18). manos nuestros q u e tienen a u n menos q u e nosotros, y que están
necesitados. Si nos ha llenado de bienes, no es va para que los con-
DE T R E S SUERTES DE OBRAS B U E N A S .
sumamos en el lujo, en el j u e g o , en los placeres, y en mil cosas su-
l . ° Respecto al p r ó j i m o , el sacrificio de n u e s t r o s bienes con la l i m o s n a ;
pertiuas, mientras nuestros hermanos están en necesidad y en la
2.° respecto á Dios, el sacrificio de nuestro espíritu con la oracion ; 3.° r e s -
pecto á nosotros m i s m o s con el sacrificio del a y u n o .
miseria. ¡Oh! ¡y cuántos gastos inútiles pudiéramos excusar si qui-
siéramos socorrer á los pobres! Nada debíamos gastar para nosotros,
PUNTO I . sin hacer participantes de ello á los pobres... Segundo... Dios r e -
Respecto al prójimo, el sacrificio de nuestros bienes con la limosna. compensa la limosna ; él ve lo q u e damos, ve aquello de q u e nos
privamos, ve la manera y la generosidad con que lo damos... E s
«Mirad que no hagais vuestras buenas obras en la presencia d e infinita y eterna la recompensa que nos destina. Ninguno premiará
«los hombres con el fin de ser vistos por ellos; de otra manera no ios gastos que hacemos para nosotros ; estos van perdidos, perece-
«seréis premiados por vuestro Padre q u e está en los cielos...» esto rán todas nuestras riquezas, y conservaremos solo aquello q u e h u -
es, huid atentamente los escollos d e la vanidad. Las buenas obras biésemos dado á Dios y por Dios... ¿Practicamosuna obra tan exce-
q u e hacéis, como la limosna, la oracion y el a y u n o , no las hagais lente. ¿Estimulamos también á practicarlaáaquellos que dependen
en presencia de los hombres para ser vistos y para haceros notar : de nosotros? ¿Les hacemos conocer sus ventajas? Deben los padres
d e otra manera serán para vosotros perdidas, y no os merecerán al- cristianos acostumbrar á sus hijos desde la primera edad á dar la li-
guna recompensa d e vuestro Padre q u e está en los cielos... Este mosna : no son capaces d e otra cosa entonces aquellas tiernas m a -
precepto no es opuesto al otro que arriba dio Jesucristo, de edificar nos q u e de esta buena obra ; y su.corazon no será jamás tan capaz
al prójimo con nuestras buenas o b r a s ; porque en u n hombre q u e de recibir sentimientos de compasion por las miserias del prójimo.
T. I,
E L MEDITACION LV. 3 2 3
322 EVANGELIO MEDITADO.

La herencia mas preciosa q u e se les puede dejar es formar en su mente cuando estemos en el lugar de la oracion, y en postura de
corazon la caridad , hacerla crecer en ellos con los años, y hacerles quien ora ; d e otra m a n e r a , nosotros engañamos..! Para evitar el
aprender el uso mas glorioso y mas útil de las riquezas. respeto humano , oremos porque estamos en la presencia de Dios,
2." Se necesita hacer la limosna, sin buscar en ella la estimación y y no porque nos ven los h o m b r e s ; de otra manera perdemos todo
¡os aplausos de los hombres... Comprar la estimación de los hombres el fruto de nuestras oraciones. ¡Oh! ¡ y cuántas oraciones perdidas f
al precio de la limosna, es comprarla bien c a r a ; pues es comprar- ¡cuántas oraciones hipócritas! Oraciones d e presencia, oraciones de
la al precio del cielo mismo, que debia ser la recompensa de la li- cuerpo, oraciones de lengua, en q u e el corazon no tiene parte algu-
mosna. ¡Oh! ¡cuántas buenas obras nos hace perder el veneno d e na : fantasmas de oracion, pura ilusión, tiempo perdido, recompen-
la vanidad q u e en ellas se introduce! Examinemos cuántas cosas sa perdida. ¡Ah! reparemos lo pasado con sinceras y verdaderas ora-
ciones.
hacemos para ser estimados y aplaudidos d e los hombres : reflexio-
nemos que todo esto está ya perdido para nosotros, sin q u e jamás 2.° La disipación... «Cuando tú harás oracion entra en tu apo-
podamos esperar recompensa alguna de Dios. ¡ Ah! ¡qué pérdida! «sentó, y cerrada la puerta ora á tu Padre en secreto : y tu Padre
¿No es una necedad hacer en sí toda la obra de virtud, y perder al « q u e ve en lo secreto, te dará la recompensa...» Ó sea q u e oremos
mismo tiempo todo el mérito? en casa, ó sea q u e oremos en la iglesia , se debe evitar toda disi-
3.° Se necesita hacer la limosna sin tener vanidad en nosotros pación y distracción. Queriendo orar en casa, elijamos u n tiempo
mismos...Escondamos á nuestros propios ojos nuestras buenas obras, libre, entremos en nuestra cámara, cerremos la p u e r t a , y aquí so-
no reflexionando sobre ellas y olvidándolas; ó pensemos en ellas so- los con Dios, no pensando en otra cosa, despues de ponernos en su
lo para reprendernos de lo poco que hacemos por Dios, la frialdad presencia, como si en el m u n d o estuviera solo él y nosotros, no te-
con que lo hacemos, y el poco amor con q u e animamos nuestras niendo otra cosa delante de nuestros ojos, enderecémosle nuestras
operaciones: busquemos por testigo d e nuestras obras solo á aquel súplicas; hablémosle con el mayor secreto y con lo mas íntimo de
q u e ha de ser el juez : si nosotros ahora las tenemos escondidas, nuestro corazon... ¿Quién sabe si jamás hemos probado á orar de
aquel Padre celestial, q u e todo lo ve y todo lo premia con liberalidad, este modo? ¡ Ah! ¿cuántas horas, en q u e no tenemos ó sabemos qué
las hará conocer el dia d e la recompensa á todo el universo junto ; hacernos, ó q u e empleamos inútilmente, podríamos consagrar á un
y entonces cuanto menos de gloría hubiésemos buscado en la tier- ejercicio tan santo? El tiempo no se habría perdido: Dios nos vería
r a , la recibiremos con mayor abundancia e n el cielo. en esta soledad, y nos prepararía una recompensa en el cielo, y nos
daria u n gusto anticipado sobre la tierra por medio de las internas
PUNTO I I . consolaciones de q u e habría inundado nuestra alma... Orando en
el lugar público de la oracion, entremos en el secreto d e nuestro
Respecto á Dios, el sacrificio de nuestro espíritu con la oración. corazon; cerremos todas las puertas de nuestros sentidos, no oyen-
do nuestros oidos otra cosa q u e el servicio divino , no viendo "otra
Tres defectos q u e debemos evitar en la oracion. l . ° La hipocre-
cosa nuestros ojos que las sagradas ceremonias que lo acompañan,
sía... « Y cuando hagais oracion no seréis como los hipócritas, q u e
no profiriendo otra cosa nuestra lengua que las alabanzas divinas
« aman el orar en pié en las sinagogas y en las esquinas de las pla-
q u e se cantan : aquí nos verá nuestro Padre celestial, aquí nos dis-
« zas para ser vistos por los hombres : en verdad os digo, q u e ya
tinguirá, aquí nos recompensará. ¡Oh! ¡y cuán comunes son las
«han recibido su premio...» La hipocresía incluye la singularidad,
quejas, áproporcion de las distracciones q u e nos sobrevienen en el
la ficción y el respeto h u m a n o . Para evitar la singularidad hagamos
tiempo de la oracion! Pero ¿ q u é hacemos nosotros para impedirlas?-
las oraciones públicas en los lugares destinados para esto ; regue-
Nos ponemos en oracion sin preparación, sin precaución, y aun sin
mos con u n semblante y con un exterior modesto, como lo hacen las
pensar en lo q u e vamos á h a c e r ; pensando solo en hacer todo lo
personas de sólida piedad, sin afectación y sin alguna de aquellas
posible por desocuparnos d e una obligación q u e nos p e s a : vamos á
maneras capaces de llamar sobre nosotros los ojos y la atención de
la oracion con u n corazon todo disipado, lleno d e mil profanos ob-
otros... Para evitar la ficción tengamos cuidado de orar efectiva -
21* »
MEDITACION L V . 3 2 5
jelos que de ninguna manera procuramos desechar de nuestro e s -
confianza para nosotros! Finalmente, a u n q u e Dios conoce nues-
píritu ; en el lugar d e la oracion nos tomamos la libertad de verlo
tras necesidades, y quiere librarnos de ellas, pretende con lodo eso
todo, de notarlo todo; allí nos atrevemos á hablar, allí entablamos
q u e le supliquemos, para tenernos en u n a dependencia saludable,
conversación, y despues nos lamentamos de las distracciones. ¡Ahí
para conservar en nosotros la humildad por medio del conocimien-
lamentémonos de nosotros mismos. Nuestro Padre conoce, s í , c o -
to que debemos adquirir de nuestras mismas necesidades, á fin d e
noce nuestra debilidad, y excusa las distracciones que no tenemos
exponerlas, y para establecer entre él y nosotros u n comercio lleno
enteramente libertad de "evitar; pero aquellas q u e provienen d e
de fe, de amor, d e confianza y de acción de gracias. Oremos, pues,
nuestra flojedad, de nuestro poco respeto y de nuestro poco amor á
con fervor y con perseverancia.
él, no podrán jamás excusarse e n su presencia.
3.° La multitud de nuestras palabras... «No queráis en vuestras NOTA. La oracion del Padre nuestro la reservamos para la meditación s i -
«oraciones usar de muchas palabras, como los gentiles, q u e piensan guiente.
« q u e por mucho hablar serán oidos...» Nos prohibe Nuestro Señor
en estas palabras la abundancia de las palabras en nuestras parti- PUNTO I I I .
culares peticiones, como contrarias al espíritu de la misma oracion. Respecto á nosotros mismos, el sacrificio de nuestro cuerpo con el
Un corazon humilde y aniquilado habla poco ; cuanto mas se habla ayuno.
menos se ora. No saliendo del corazon las palabras que se pronun-
cian , es lo mismo q u e si no se orase : el discurso y la oracion son «Y cuando ayunéis, no os pongáis tristes como los hipócritas ;
dos cosas m u y diferentes; aquel es obra d e la imaginación y d e ^ s - «porque desfiguran sus rostros para dar á entender q u e a y u n a n .
p í r i t u , esta del corazon, y de u n corazon que siente sus necesida- « E n verdad os digo, q u e han recibido su galardón : mas tú c u a n -
des. La oracion debe estar principalmente compuesta de sentimien- « do ayunas unge tu cabeza, y lava tu cara , para q u e tu ayuno no
tos mas q u e de palabras. Por otra parte, la petición es sola una parte «sea manifiesto á los hombres, sino á tu Padre celestial, el cual está
del ejercicio q u e se llama oracion. La oracion, fuera de esto, con- « en el secreto : y el Padre celestial q u e lo ve en el secreto te dará
tiene alabanzas, ofrecimientos, adoracion, acción de gracias ; esto «la recompensa...» Tres suertes de tristeza se deben aquí h u i r :
se hace con el canto de los salmos, y de los himnos y de los Libros 1. a Tristeza de vanidad, para ser alabados por la penitencia que
santos, con toda la liturgia ó el oficio de la Iglesia: la prohibición de hacemos... Queremos hacer saber á los hombres q u e ayunamos ; ó
Jesucristo no se debe aplicar á la oracion tomada en este sentido, si el ayuno es público y de precepto, queremos hacer ver que nos
sino á aquella q u e cada uno hace á Dios para pedirle aquellas c o - cuesta mucho , q u e somos generosos y mortificados, y q u e tenemos
sas que necesita ó alguna gracia particular; esto es, Nuestro Señor fervor y mérito en ayunar. De esta manera con la mortificación mis-
prohibe el multiplicar las palabras con ideas semejantes á a q u e - m a q u e inspira la vanidad sacrificamos nuestro cuerpo al demonio.
llas de los paganos. Los paganos no tenían de sus falsos dioses a q u e - ¿ Q u é cosa ve, p u e s , el divino Criador en este cuerpo desfigurado
llas ideas que nosotros debemos tener del verdadero Dios... Creían por satisfacer al orgullo y ganarse la estimación d e los hombres? No
que sus dioses podían estar ausentes y m u y léjos d e ellos; no los ve otra cosa que u n a i m á g e n orgullosa del demonio, un espíritu do-
consideraban informados de sus necesidades, y siempre dispuestos ble, u n corazon infiel, una alma d e un hipócrita.
á socorrerlos y á aliviarlos. Pensaban, pues, de darse á entender á 2. a Tristeza de fingimiento y disimulo, para hacer que nos dispen-
fuerza de palabras para moverlos y alcanzar de ellos el efecto de sus sen de la penitencia... Nos mostramos débiles y abatidos á los ojos
súplicas. Pero no es así de nuestro Dios, d e nuestro P a d r e : él está, de los hombres, para q u e juzguen q u e estamos inhábiles para a y u -
siempre presente, él oye en todo lugar, ve nuestros deseos, conoce nar y necesitados d e dispensa... Tenemos fuerzas para abandonar-
nuestras necesidades y quiere socorrernos. «No seáis, añade J e s u - nos á los placeres tumultuosos, mas á propósito para desconcertar-
«cristo, como estos, porque vuestro Padre sabe antes q u e le pidáis nos la salud q u e el mas austero ayuno : entonces nos perfumamos,
«de qué cosa teneis necesidad...» ¡Qué bello motivo de amor y d e disimulamos nuestra edad, la propia vejez y la debilidad; y esta-
mos enfermos y lánguidos cuando la ley nos manda que ayunemos...
¿2G EL EVANGELIO MEDITADO.

Hipocresía de una nueva especie, de la q u e mas que de la primera


se dejan engañar hoy en dia los cristianos. MEDITACION LVI.
3. a Hay también una tristeza de sensualidad, para no experimentar CONTINUACION DEL DISCURSO DE JESUCRISTO EN EL MONTE.
el peso de ta penitencia... No^ lamentamos de la multitud de los a y u - (Hatlh. v i , 9 - 1 5 ) .
nos y de las abstinencias d e la Iglesia; nos lamentamos de la esca-
de l a oracion dominical, ó sea el padre nuestro.
sez de los manjares que contentarían- nuestro gusto ; nos lamenta-
Antes de examinar las tres primeras peticiones que miran á Dios, y las otras
mos de cuanto puede mortificarnos en el ayuno ; á las veces se trueca
cuatro que miran á nosotros mismos, consideremos los sentimientos con que
la naturaleza del a y u n o , y se le hace q u e sea una ocasion de d e - debemos rezar esta oracion.
licia y de sensualidad. Esto es a y u n a r delante d e los hombres, p e -
ro n o delante de Dios. El ayuno q u e Dios quiere, y que premia, es PUNTO I .
una verdadera mortificación acompañada del espíritu de penitencia, De los sentimientos con que debemos rezar la oracion del Padre
de un corazon contrito y humillado : es aquel q u e se hace con i n - nuestro.
tención d e satisfacer á la justicia d e Dios, de castigarnos por n u e s -
tras culpas, y de sujetar una carne rebelde que ha sido la causa de 1.° Reconocimiento y fidelidad respecto á aquel que nos ha enseña-
ellas ; es aquel con que nos privamos de los placeres de los sentidos do esta oracion: « Vosotros, pues, orad asi...» Admiremos la b o n -
para hacernos mas capaces de gustar d e los del espíritu, y con que dad infinita de Nuestro Señor ,-pues nos ha enseñado él mismo los
nos apartamos de las satisfacciones de este m u n d o para suspirar con términos con q u e quiere que le pidamos; y por haber extendido él
mayor ardor por los bienes del cielo... ¡ Oh! ¡ cuántos ayunos, c u á n - mismo, por decirlo asi, la súplica que quiere que le presentemos...
tas abstinencias perdidas! Porque en vez de hacerlas delante de Dios Y ¿dudaremos aun despues d e esto que no querrá recibirla, y q u e
y con espíritu de penitencia, las hacemos delante d e los hombres, no querrá oírnos?... Esta oracion, teniendo un Dios por autor, no
por costumbre, por respetos h u m a n o s , y por no aparecer hombres puede dejar de ser perfecta. Ella e s , en efecto, el compendio de to-
sin fe y sin religión. do el Evangelio : incluye todo aquello que Dios ha pensado por nos-
otros , y todo aquello q u e debemos hacer por él. Contiene todas
Petición y coloquio. nuestras obligaciones y todas nuestras necesidades. Esta oracion
¡ Ah Señor! porque teneis tanta bondad de tener en considera- debe regular todos nuestros pensamientos, nuestra vida y todos
ción las mortificaciones q u e me impone vuestra ley, no perderé ya nuestros movimientos; d e manera que nuestro corazon debe s u s -
jamás el fruto de mis penas : lo poco q u e yo h a g o , lo haré á lo me- pirar incesantemente por los objetos que en ella pedimos ; y los de-
nos con u n a intención recta de agradaros y d e santificarme; m e be desear continuamente sin tener otros deseos.
aplicaré á orar bien ; esto e s , con fe, con atención, con a m o r ; asis- 2.° Amor y confianza en aquel Señor á quien enderezamos esta ora-
tiré á mis hermanos en sus necesidades ; y no tendré, en cuanto esté cion... Nosotros la enderezamos á Dios; pero ¿con q u é nombre se
de mi parte, mas testigo que Yos solo de mis limosnas, de mi ora- nos manda que lo llamemos en nuestro socorro y en nuestra a y u d a ?
cion y de mi penitencia, para merecer así el premio y la recompen- No ya con el nombre de Señor, de Criador, de J u e z , d e Omnipo-
sa en el cielo. Amen. tente, sino con el nombre de Padre. Vosotros, pues, orad así: Pa-
dre nuestro. ¡Oh nombre lleno de dulzura y de amabilidad! Llama-
mos á Dios nuestro P a d r e : Jesucristo mismo nos lo m a n d a ; él mismo
nos da el derecho. Todas las veces que el Señor mismo habla de Dios
en orden á nosotros, lo llama siempre : «Vuestro Padre... vuestro
«Padre os ve... vuestro Padre os recompensará... vuestro Padre
«conoce vuestras necesidades...» ¡Qué gloria! qí$-felicidad! q u é
motivo de confianza!
¿2G EL EVANGELIO MEDITADO.

Hipocresía de una nueva especie, de la q u e mas que de la primera


se dejan engañar hoy en dia los cristianos. MEDITACION L V I .
3. a Hay también una tristeza de sensualidad, para no experimentar CONTINUACION DEL DISCURSO DE JESUCRISTO EN EL MONTE.
el peso de la penitencia... No^ lamentamos de la multitud de los a y u - (Hatlh. v i . 9 - 1 5 ) .
nos y de las abstinencias d e la Iglesia; nos lamentamos de la esca-
DE LA ORACION D O M I N I C A L , Ó SEA EL P A D R E NUESTRO.
sez de los manjares que contentarían- nuestro gusto ; nos lamenta-
Antes de examinar las tres primeras peticiones que miran á Dios, y las otras
mos de cuanto puede mortificarnos en el ayuno ; á las veces se trueca
cuatro que miran á nosotros mismos, consideremos los sentimientos con que
la naturaleza del a y u n o , y se le hace q u e sea una ocasion de d e - debemos rezar esta oracion.
licia y de sensualidad. Esto es a y u n a r delante d e los hombres, p e -
ro n o delante de Dios. El ayuno q u e Dios quiere, y que premia, es PUNTO I .
una verdadera mortificación acompañada del espíritu de penitencia, De los sentimientos con que debemos rezar la oracion del Padre
de un corazon contrito y humillado : es aquel q u e se hace con i n - nuestro.
tención d e satisfacer á la justicia d e Dios, de castigarnos por n u e s -
tras culpas, y de sujetar una carne rebelde que ha sido la causa de 1.° Reconocimiento y fidelidad respecto á aquel que nos ha enseña-
ellas ; es aquel con que nos privamos de los placeres de los sentidos do esta oracion: « Vosotros, pues, orad asi...» Admiremos la b o n -
para hacernos mas capaces de gustar d e los del espíritu, y con que dad infinita de Nuestro Señor ,-pues nos ha enseñado él mismo los
nos apartamos de las satisfacciones de este m u n d o para suspirar con términos con q u e quiere que le pidamos; y por haber extendido él
mayor ardor por los bienes del cielo... ¡ Oh! ¡ cuántos ayunos, c u á n - mismo, por decirlo asi, la súplica que quiere que le presentemos...
tas abstinencias perdidas! Porque en vez de hacerlas delante de Dios Y ¿dudaremos aun despues d e esto que no querrá recibirla, y q u e
y con espíritu de penitencia, las hacemos delante d e los hombres, no querrá oírnos?... Esta oracion, teniendo un Dios por autor, no
por costumbre, por respetos h u m a n o s , y por no aparecer hombres puede dejar de ser perfecta. Ella e s , en efecto, el compendio de to-
sin fe y sin religión. do el Evangelio : incluye todo aquello que Dios ha pensado por nos-
otros , y todo aquello q u e debemos hacer por él. Contiene todas
Petición y coloquio. nuestras obligaciones y todas nuestras necesidades. Esta oracion
¡ Ah Señor! porque teneis tanta bondad de tener en considera- debe regular todos nuestros pensamientos, nuestra vida y todos
ción las mortificaciones q u e me impone vuestra ley, no perderé ya nuestros movimientos; d e manera que nuestro corazon debe s u s -
jamás el fruto de mis penas : lo poco q u e yo h a g o , lo haré á lo me- pirar incesantemente por los objetos que en ella pedimos ; y los de-
nos con u n a intención recta de agradaros y d e santificarme; m e be desear continuamente sin tener otros deseos.
aplicaré á orar bien ; esto e s , con fe, con atención, con a m o r ; asis- 2.° Amor y'confianza en aquel Señor á quien enderezamos esta ora-
tiré á mis hermanos en sus necesidades ; y no tendré, en cuanto esté cion... Nosotros la enderezamos á Dios; pero ¿con q u é nombre se
de mi parte, mas testigo que Yos solo de mis limosnas, de mi ora- nos manda que lo llamemos en nuestro socorro y en nuestra a y u d a ?
cion y de mi penitencia, para merecer así el premio y la recompen- No ya con el nombre de Señor, de Criador, de J u e z , d e Omnipo-
sa en el cielo. Amen. tente, sino con el nombre de Padre. Vosotros, pues, orad así: Pa-
dre nuestro. ¡Oh nombre lleno de dulzura y de amabilidad! Llama-
mos á Dios nuestro P a d r e : Jesucristo mismo nos lo m a n d a ; él mismo
nos da el derecho. Todas las veces que el Señor mismo habla de Dios
en orden á nosotros, lo llama siempre : «Vuestro Padre... vuestro
«Padre os ve... vuestro Padre os recompensará... vuestro Padre
«conoce vuestras necesidades...» ¡Qué gloria! qütí-felicidad! q u é
motivo de confianza!
MEDITACION LVI. 329
3.° Caridad fraterna en orden á nosotros que hacemos esta ora- particular, mas favorecido de vuestras gracias, os sirva con tanto
cion... Nosotros somos todos hijos de Dios por la creación, pero fue- temor, religión y vigilancia, q u e en mis obras, hechas á gloria vues-
ra de este beneficio común á todos los hombres, somos hijos de Dios tra y de vuestro santo n o m b r e , se conozca q u e adoro en Yos el ver-
por un título aun mas particular y mas eminente ; esto es, por la dadero Dios, el Dios santo, el Dios omnipotente... La gloria, pues,
adopcion en Jesucristo. Por este título, en cualidad de cristianos, so- del Señor, que es el objeto de esta petición, debe ser el primer ob-
mos todos hermanos en Jesucristo : formamos con él, que es el pri- jeto de nuestros deseos. Pero ¡ah! ¿ q u é celo tenemos nosotros por
mogénito de todos los hombres, una sola familia de quien todos los esta gloria de Dios? ¿ q u é hacemos nosotros para procurarla? ¿ E m -
intereses son comunes, y comunes también deben serlas peticiones. pleamos todas nuestras fuerzas para hacer conocer al Señor, para
¿ S e puede desear entre nosotros un vínculo mas fuerte, mas estre- hacerlo servir y amar, y para conocerlo, servirlo y amarlo nosotros?
cho y mas sagrado, de la mas tierna y mas sincera caridad? 2.° Segunda petición... Venga á nos el tu reino... Esto es, el rei-
L° Despego de la tierra, y deseo del cielo en atención al lugar donde no del Evangelio; de vuestra Iglesia en todos los países de la tier-
hacemos y á donde enderezamos esta oracion... «Padre nuestro que ra. Reconozcan todos los pueblos aquel q u e Vos les habéis dado por
«estás en los cielos...» Hasta aquel trono de vuestra gloria eleva- Mesías, por R e y , por Salvador y por Juez... Venga á nuestros co-
mos nuestros pensamientos y nuestros votos, ó tierno P a d r e , q u e razones el reino de vuestra gracia : reinad en ellos de soberano; to-
nos habéis formado á vuestra imágen, q u e nos habéis dado la vida do se os rinda, todo se os sujete, nada se os resista... Venga des-
de la gracia, que siempre habéis tenido cuidado de proveer á n u e s - pues de esta vida el reino de vuestra gloria : no nos priven de él
tras necesidades: en cualidad de hijos vuestros, ¡oh! ¡quérespeto, nuestros pecados. La penitencia nos vuelva á poner en el camino
q u é obediencia, q u é ternura, q u é temor, q u é amor os debemos! q u e á ella nos g u i a ; y vuestra misericordia, concediéndonos el per-
¡Oh I'adre omnipotente que reináis en lo mas alto de los cielos! don y el don de la perseverancia final, nos ponga en la posesion de
¿ q u é cosa es la tierra en vuestra presencia? ¿ Q u é cosa pueden to- aquel reino pacífico y bienaventurado, donde sumergidos en el m a r
das las criaturas contra Vos y contra aquellos que Yos protegeis? de las delicias de una vida eterna, gocemos de la abundancia de
O Padre mío, tened piedad de vuestros hijos q u e están aun sobre toda suerte de bienes; esto es, de bienes dignos de Vos, ó Dios mío,
la tierra. ¿Cuándo me llamaréis de mi destierro, ó Padre caritativo dignos de nuestro nacimiento divino, y de la santidad de nuestro
y compasivo, para admitirme en mi verdadera patria? ¿Cuándo me estado. Tales son sin duda nuestros deseos; pero hagamos también
reuniréis á mis hermanos q u e están con Yos, para no separarme ya todos nuestros esfuerzos para establecer en los otros, y principal-
j a m á s ; á mis hermanos que reinan con Vos en el cielo, para reinar mente en nosotros mismos, el reino de Dios, y destruir el reino del
yo también con ellos para siempre? m ú n d o , el reino del pecado, el reino del amor propio y de las p a -
siones.
PUNTO II. 3.° Tercera petición... Hágase tu voluntad, así en la tierra como
De las tres primeras peticiones que miran á Dios. en el cielo... Humíllense y ríndanse á vuestra voluntad todos los hom-
bres sin distinción, judíos y gentiles... Hágase tu voluntad sobre la
1." Primera petición: Santificado sea el tu nombre... Adorado, tierra por todas las criaturas q u e os conocen, como la hacen en la
glorificado, con culto público y uniforme de todas las naciones. Re- feliz mansión de la bienaventuranza los Ángeles y los bienaventu-
nunciando todas ellas á sus supersticiones, no reconozcan ni ado- rados... Desterrad, Señor, al profundo del infierno toda injusticia,
ren otro Dios que Yos. Sea santificado con la pureza de costumbres toda ingratitud, toda rebelión, y no haya otra cosa sobre la tierra,
de aquellos q u e os conocen, y con la santidad de su vida : sea san- como en el cielo, q u e corazones sumisos á vuestra ley... Yo en par-
tificado de todas las l e n g u a s : todas lo alaben, todas lo bendigan en ticular os someto el mió ; abrazo, adoro y me resigno con toda m i
a adversidad y en la prosperidad : ninguna lo ultraje, ninguna lo alma al cumplimiento de vuestra suprema voluntad, la cual sin per-
blasfeme, n i n g ^ a lo deshonre: conózcaos todo hombre, ámeos to- juicio de la libertad de los hombres sobre la tierra, como en el cie-
do corazon, y sírvaos como mereceis ser servido. Haced que yo en lo , gobierna todas las cosas, todo lo hace servir á los designios de
330 EL EVANGELIO MEDITADO, MEDITACION L V I .
sn gloria y á las miras de su providencia : en todos los aconteci- resurrección de nuestro cuerpo, para la vida eterna del uno y de la
mientos, aun los mas funestos de la vida, reconoceré, ó Dios mió, otra... Examinemos aquí cuál es nuestro ardor y cuál nuestro g u s -
vuestra adorable voluntad ; q u e se cumpla sin ser menos santa y to para estas tres suertes de p a n e s ; y si estamos encargados por la
menos adorable en aquello q u e permite sobre la tierra que en a q u e - Providencia para distribuirlo á otros, observemos con qué atención
llo q u e manda en el cielo... Esta continua mira de la voluntad d e lo hacemos...
Dios, q u e fue siempre la mira dominante de Jesucristo, debe ser el 2.° Quinta petición... Y perdónanos nuestras deudas, así como
principio de nuestros deseos y de nuestras acciones... Pero ¿son así nosotros perdonamos á nuestros deudores... La mas urgente de mis
nuestros sentimientos? Rezamos estas palabras r pero ¿cuántas ve- necesidades, ó Dios mió, es el ser librado de las inmensas deudas
ces hacemos lo contrario de lo q u e pedimos?... E n el cielo todo obe- q u e he contraído con Vos por el pecado : me atrevo á rogaros e n -
dece á Dios con prontitud, con exactitud, con puntualidad, con j ú - carecidamente q u e m e lasperdoneis como yo perdono sinceramen-
bilo, con a m o r : ¿es esta la manera con q u e nosotros le obedece- te todas aquellas que mis hermanos han contraído conmigo. Sé q u e
mos? ¿Hacemos así su voluntad, cumpliendo sus preceptos ó los de no hay proporcion alguna entre mis pecados y las injurias que p u e -
aquellas personas q u e nos gobiernan en su lugar? ¡Av de m í ! do yo haber recibido... Y ¿ q u é cosa es esta indulgencia de q u e yo
nuestra voluntad, respecto á la s u y a , está como la carne respec- sov capaz en comparación de vuestra infinita bondad?... Con estas
to al espíritu en u n a manifiesta oposicion, en una funesta y con- palabras pronunciamos nosotros la sentencia de nuestra absolución
tinua contradicción... ¡Oh propia voluntad sin la cual no hubie- ó de nuestra condenación... Dios quiere perdonarnos todas nuestras
ra infierno! ¿Cuándo te someterás á aquella voluntad s u m a m e n - ofensas por grandes q u e sean, y perdonarnos enteramente, olvi-
te amable y perfectamente a m a d a , que hace el mérito d e los fieles darse , abolir y borrar todos nuestros pecados; quiere perdonarnos
sobre la tierra, y la felicidad d e los bienaventurados en el cielo?... todos los días, porque todos los días lo ofendemos; quiere perdo-
E n estas tres peticiones podemos reconocer el misterio de la santísi- narnos luego que nosotros se lo pidamos, y aun nos previene con su
ma Trinidad, y enderezar cada una de ellasácada Persona divina: gracia y por medio de sus ministros ; y es el primero q u e nos soli-
la primera al P a d r e , como á la fuente d e toda santidad ; la s e g u n - cita para q u e volvamos á él... Con q u e nosotros de nuestra parte
da al Hijo, que ha establecido sobre la tierra el reino d e Dios ; la debemos perdonar... Esto lo prometemos;} 7 á esto nos empeñamos
tercera al Espíritu Santo, q u e es la voluntad y el amor del Padre y rezando esta oracion... Perdonemos tambiénálos que nos han ofen-
del Hijo. A estas tres peticiones podemos también referir los actos dido ; perdonémoslo todo sin excepción alguna ; perdonemos ente-
de las Ires virtudes teologales: mirando la primera como relativa á ramente ; olvidémonos, sepultemos en el silencio, borremos de n u e s -
la fe, la segunda á la esperanza, y la tercera á la caridad. tro corazon las ofensas q u e perdonamos, sin conservar resentimien-
tos ni m e m o r i a ; obligándonos á n o hablar, ni menos á dolemos
PUNTO I I I .
ni quejarnos; perdonemos todos los dias, sin que llegue á cansarse
Las otras cuatro peticiones que pertenecen á nosotros.
nuestra paciencia, ni á restringirse nuestra caridad; perdonemos
í . ° Cuarta petición... El pan nuestro de cada dia dánosle hoy...
luego que el prójimo reconoce su propia falla; facilitémosle t a m -
Esto e s , 1 e l pan terreno y material para la vida temporal de nues-
bién la reconciliación ; prevengámoslo nosotros mismos...
tro c u e r p o : danos, no riquezas, n o comodidades de la vida, sino lo
necesario para sustentarnos; tanto cuanto exige la necesidad , sin 3.° Sexta petición... Y no nos dejes caer en la tentación... Alejad
l u j o , sin abundancia... Os lo pedimos solamente para hov, porque de nosotros las ocasiones que nos suscita el demonio, y de q u e fre-
cuentemente se sirve para perdernos: son estas á las veces tan p e -
¿de qué sirve inquietarnos hoy para m a ñ a n a , á que no estamos se-
ligrosas, y hay circunstancias tan críticas, que apenas las pueden
guros de llegar?..,. 2.° Danos el p a n espiritual de la palabra en la
sostener y resistir los mas fuertes y los mas valerosos. Yos solo, ó
instrucción, en la lección, en la meditación, en la oracion para la
Dios mío, Yos solo con vuestra gracia y vuestra providencia podéis
vida espiritual de nuestra alma... 3.° Danos finalmente el p a n c e -
alejar d e nosotros esta suerte de tentaciones: no permitáis q u e sea-
lestial de la Eucaristía para el sustento d e nuestra a l m a , para la mos espuestos á ellas... Hay tentaciones inevitables, y q u e vuestra
providencia permite que las encontremos: sean estas de la natura-
leza que se fuesen, ¡ ali! no nos abandonéis en ellas; no permitáis que Petición y coloquio.
entren en nuestra alma escuchándolas y cediendo. Haced, Señor, que ¡ Ah! no me presentaré ya jamás, ó Señor, á la oracion con u n
luego que las notemos nos retiremos, q u e nos defendamos, que pe- corazon exasperado. Para q u e Vos deis oidos á vuestra infinita b o n -
leemos, que resistamos, y las desechemos... Haced también que la d a d , yo mismo cumpliré con mi deber. Caritativo y compasivo para
tentación vencida así con vuestra gracia redunde en ventaja n u e s - con mis hermanos, experimentaré q u e Yos sois u n Padre lleno d e
tra, y aumente nuestro mérito, nuestra confianza y nuestra humil- bondad y de misericordia: Yos me hacéis en cierta manera árbitro
dad... Haciéndoos, ó Dios mió, esta petición, os prometemos huir de mi suerte; y quereis recibir de mí la medida de vuestra indul-
nosotros mismos la tentación, examinar las ocasiones, los lugares gencia. Yo me mostraré fácil á ceder á las injurias q u e me hicie-
y las personas q u e puedan ser para nosotros de ocasion, y q u e ya ren mis hermanos; injurias ligeras en comparación de aquellas que
acaso lo han sido para nuestra r u i n a : prometemos huirlas absoluta- yo he cometido contra Vos... Con esta disposición, ó Padre celes-
mente y con todas nuestras fuerzas... Os prometemos n o provocar tial , haré frecuentemente la oracion q u e me enseñó vuestro divino
ni traer alguno á la tentación, ni ser á otro motivo de caídas, oca- Hijo. Cada dia y sin cesar pediré con f e , con amor y con atención
sion de escándalo, ni hacer, ni decir, ni escribir, ni atender cosa la santificación d e vuestro nombre, la venida de vuestro reino, el
q u e pueda perjudicar á la salvación ó á la perfección d e otros. cumplimiento perfecto d e vuestra santa voluntad, los bienes q u e
4.° Séptima petición... Mas líbranos de mal... Del mal tempo- necesito para el cuerpo y para el a l m a , el perdón de mis pecados,
ral... No nos envieis aflicciones ó calamidades q u e sean para nos- la gracia para no cometerlos ya jamás; y que me libréis de la mala
otros ocasion de pecar, ó que puedan producir en nuestro espíritu inclinación que me lleva á ellos, y d e todas mis miserias, mediante
olvido ó negligencia para cumplir nuestras obligaciones... No nos una santa muerte y u n a gloriosa resurrección. Amen.
reduzcáis á una extrema pobreza q u e nos provoque á quejas, q u e
nos precipite en u n a desesperación, ó q u e altere nuestra fe... L i -
MEDITACION LVII.
bradnos de los castigos temporales que merecemos por el abuso d e
vuestros beneficios: libradnos sobre todo d e los castigos espiritua- CONTINUACION DEL DISCURSO DE JESUCRISTO EN EL MOSTE.

les, del mal del pecado, del mal del infierno: libradnos del espíritu . (Matih. TI, 19-34).

maligno, del demonio, y del hombre escandaloso y engañador, q u e DEL DESPEGO DE LOS B I E N E S DE LA T I E R R A , Y D E L CCIDADO DE ENRIQUECERSE
hace el oficio del demonio: libradnos de la tiranía d e nuestras pro- DE LOS B I E N E S D E L CIELO.
pias pasiones; y hacednos dignos de entrar en aquel feliz estado d e Consideremos: lo 1.° la diferencia que se h a l l a entre los bienes de la tierra
libertad y d e paz, destinado á vuestros hijos; estado dichoso en q u e y los del cielo ; lo 2.° cuál es el engaño ordinario sobre este p u n t o ; lo 3 . ° el
ya no habrá vicios, no habrá pecados, ningún escándalo, ninguna pretexto de que algunos se sirven para excusar este e n g a ñ o .

caída; en que la virtud será p u r a , la piedad dominante, la santidad


perfecta, y la felicidad segura... Queda una dificultad que suele nacer PUNTO I .
sobre la petición quinta del Padre nuestro... He pecado, dice a l g u - La diferencia que se halla entre los bienes de la tierra y los del cielo.
n o , ¿pero me habrá ya perdonado Dios! ¡Cruel incertidumhre! Es- La diferencia de estos bienes se halla en su misma naturaleza, en
cuchemos á nuestro divino Salvador, y admiremos su bondad: él su adquisición, en su conservación, en su posesion, y en el gozar
mismo nos encarga que calmemos nuestras inquietudes, y nos ani- de ellos.
ma... «Porque si (prosigue) perdonáis á los hombres sus pecados, l . ° En su naturaleza... «No queráis acumular tesoros sobre l a
«vuestro Padre celestial os perdonará igualmente vuestros pecados; «tierra, donde el orin y la polilla los consumen; y donde los ladro-
«pero si vosotros no perdonáisá los hombres, tampoco vuestro P a - «nes los desentierran y los roban; procurad acumular tesoros en el
«dre os perdonará vuestros pecados...» ¿Cómo, pues, podemos nos- «cielo, donde el orin y los gusanos n o los consumen, y donde los
otros no perdonar? Y perdonando ¿cómo podrémos no esperar? «ladrones no los desentierran ni los roban...» Los tesoros déla tier-
MEDITACION LVII. 338

ra consisten en oro, plata, en piedras preciosas, en ricas ropas, en cabala; los placeres se turban con la censura, con los celos y con
hábitos pomposos, en magníficos ornamentos y muebles, en tierras, la infidelidad, ó se desconciertan con la pobreza ó con la enferme-
en casas, en espléndidas habitaciones, y en vastas posesiones... Aho- dad : caen por sí mismas las grandezas, el peso solo de su propia
r a , pues', ¿ q u é cosa es todo esto? Tierra y lodo. ¿ Q u é cosa son to- vanidad basta para abatirlas; y cuando no bastase esto, lo que han
dos los otros bienes de la tierra, la gloria, la reputación, los hono- levantado unas pasiones, otras lo destruyen; y por lo menos ¿ c u á n -
res, los placeres? Viento, h u m o , n a d a , y origen d e corrupción... tas inquietudes n o traen consigo el temor d e todos estos peligros y
Los tesoros del cielo consisten en actos d e v i r t u d , d e mortificación, el cuidado de evitarlos?... El que tiene su tesoro en el cielo está li-
de templanza, de paciencia, d e caridad, de sumisión á la l e y , de bre de estos cuidados; seguro de lodo accidente, nada mas tiene q u e
resignación en la voluntad de Dios, en obras de misericordia, en li- temer q u e á s í mismo.
mosnas, en oraciones: estos son los verdaderos bienes del hombre 4.° Estos bienes se diferencian en su posesion... La posesion de los
dignos d e ser colocados en el cielo. ¿ Q u é bienes son los q u e nosotros bienes de la tierra debilila el corazon. El corazon participa de la
tenemos en mira? naturaleza d e los bienes q u e ama. « Porque en donde eslá tu tesoro
2.° Estos bieyies se diferencian entre sí, en su adquisición y en su «allí está también tu corazon...» ¿ Q u é cosa es u n corazon q u e po-
aumento... Los bienes de la tierra son difíciles de adquirir, se nece- ne su felicidad en los bienes d e la tierra? Un corazon servil, mate-
sita negociar, se requieren talentos, buenas ocasiones, y muchas rial, bajo, terreno, vil, despreciable, q u e solo se alimenta de q u i -
veces nos faltan todas estas cosas: no se p u e d e n adquirir sin privar meras y de ligerezas, ¿ f u e acaso criado para eslo?... Al contrario,
á otro d e ellos, y muchas veces otros los a d q u i e r e n , y nos privan á un corazon que trabaje solo por Dios, y que tiene su tesoro en el
nosotros... Los bienes del cielo están á nuestra disposición; para ad- cielo, es un corazon noble, generoso, elevado, sublime, celestial y
quirirlos basta q u e r e r : la gracia se obtiene con la oracion: en todos divino... ¿Queremos, p u e s , saber dónde eslá nuestro tesoro? Exa-
los instantes de la vida se nos presentan por sí mismas las ocasiones minemos dónde está nuestro corazon, examinemos hácia qué ob-
de practicar la virtud... La atención á enriquecernos de estos b i e - jetos se deja llevar por sí mismo, y como naturalmente; de q u é ob-
nes no perjudica á ninguno, y ninguno s e puede lamentar de que jetos se ocupa con mas gusto y mas tiempo, si son del cielo ó de
le perjudicamos... Los bienes del cielo y d e la tierra se diferencian la tierra... La posesion d e los bienes de la tierra ciega el espíri-
en su aumento: el corazon es igualmente insaciable, ó sea q u e se tu y la razón: «la antorcha de tu cuerpo es tu ojo; si tu ojo fuere
deje llevar del amor de los bienes celestiales, ó del amor d e los bie- «sencillo, todo tu cuerpo será luminoso; pero si tu ojo fuere malo,
nes de la tierra: incesantemente desea aumentarlos en lo que hace «todo tu cuerpo será tenebroso... Pues si la luz que hay en tí son
q u e consista su felicidad: el q u e desea solo los bienes del cielo tiene «tinieblas, ¿cuán grandes serán las mismas tinieblas?...» Eslo es,
la consolacion de poder aumentarlos todos los dias y todos los instan- vuestro espíritu, vuestro juicio, vuestra razón son para vuestra a l -
tes del dia: un suspiro, un deseo, un simple pensamiento aumenta m a lo que vuestra alma es para vuestro cuerpo. Si teneis los ojos
su tesoro; sano, enfermo, velando, d u r m i e n d o , nada puede impe- sanos, puros, y no viciados por algún cuerpo extraño, todo vues-
dir el enriquecerse siempre m a s : cualquiera cosa que haga ó sufra, tro cuerpo será iluminado. Vos sabéis cómo estáis, dónde ponéis el
si obra y sufre por Dios, todo se le reputa por mérito. Somos, pues, pié, dónde meteis la m a n o , lo q u e debeis hacer, y lo q u e debéis
insensatos en buscar otros bienes, y no los del cielo. evitar y h u i r ; en una palabra, vos estáis y vos trabajais en la luz,
3.° Estos bienes se diferencian en su conservación... ¡Obi ¡ á q u é y vivís seguros. Tal es la suerte d e a q u e í q u e trabaja por el cielo.
desgracias, y á q u é accidentes están expuestos los bienes de la tier- Este experimenta q u e se halla y camina en la luz, q u e ha lomado
r a ! El orin los consume, los gusanos los roen, la vejez los destruye, el buen partido, que no eslá fuera del camino: velas cosas como son
los ladrones los r o b a n , los incendios los devoran, los naufragios se en sí, y las estima por lo que valen... Pero si vuestro ojo eslá vicia-
los tragan, los pleitos los a g o t a n , y otros mil accidentes aniquilan d o , si no es simple, si está, por decirlo así, cubierto de una espe-
cada dia las mas luminosas fortunas. No son m a s sólidos los otros sa n u b e , ¿cómo discernirá los objetos? ¡Ay de mí! ¡cuál es la c e -
bienes: la gloria se deslustra con la calumnia d e la envidia y d e la guedad de quien ama solo los bienes de la tierra! ¿Cómo ve estelos
336 EL E V A N G E L I O MEDITADO. ' . MEDITACION L V I I . 337
objetos á que da la preferencia? Gusta solo, solo estima los bienes Lo 1.° Nuestro amor... Nosotros tenemos un amor solo, y este no
de la tierra: duda si habrá otros, si habrá otra vida, un paraíso, puede ser de dos objetos al mismo tiempo, y principalmente de dos
u n a gloria y un infierno; y se persuade a u n algunas veces q u e no objetos tan diferentes como son Criador y criatura, el cielo y la tier-
los hay. Pues si su razón, q u e se le ha dado para regularlo y diri- r a , la vida presente y la vida f u t u r a , la virtud y el vicio, la cali-
girlo, está oscurecida con estas especies de tinieblas, ¿ q u é será de dad y la codicia: no se puede amar el uno sin aborrecer el otro. Lo
las demás potencias del a l m a , q u e por sí mismas están ciegas y no sabemos por nuestra propia experiencia.
tienen luz, ni pueden gobernarse d e otro modo q u e por la de la ra- Lo I o Nuestra estimación y aprecio... Tampoco podemos dividir
zón?... ¿ E n qué abismo d e pecados no lo precipitan la concupis- entre estos dos señores nuestra estimación y aprecio, ó darla á los
cencia, la inclinación al m a l , y todas las pasiones y afectos desre- dos al mismo tiempo: quien mira como felices áaquellos que viven
glados de su corazon? E n vano hace ostentación de una pretendida entre la abundancia, en el l u j o , en los honores y en los placeres,
bondad; una razón ciega de las pasiones no reconoce otra bondad ¿ q u e caso podrá hacer de la pobreza voluntaria, de una vida h u m i l -
q u e el arte de esconder sus delitos. ¡Oh! ¡y cuán importante es el de , escondida y mortificada? La mira con desprecio, v le parece una
purificar continuamente el ojo de nuestra a l m a , el fortificarlo con verdadera necedad.
la luz de la Religión y de la fe, y no dejarlo oscurecer de las máxi- Lo 3.° Nuestra obediencia y nuestros servicios... E s a u n mas sen-
mas del mundo, de las sugestiones del demonio, y de los engaños de sible y perceptible la imposibilidad de dividir nuestros servicios v
las pasiones!... nuestra obediencia entre estos dos señores; porque las leves que nos
5.° También se diferencian estos bienes en el gozar de ellos... Los dan son enteramente opuestas: el avaro no conoce la ley de la j u s -
bienes de la tierra se gozan solo pendiente la vida: poco importa que ticia, pues ¿cómo obedecerá á la ley de la caridad y de la limosna?
se gocen toda la vida, que se gocen plenamente, tranquilamente, y El ambicioso no conoce la ley de la modestia, pues ¿cómo obedece-
en una manera capaz de hacer que el hombre esté verdaderamente rá a la ley de la humildad? El voluptuoso no conoce la ley de la mo-
contento... Gozo imperfecto, inquieto y brevísimo. L a muerte lo deración y déla conveniencia, pues ¿cómo obedecerá á la ley de la
acabará todo, nos acabará á nosotros y todas las cosas... Al contra- mortificación y de la penitencia?
rio , el gozo que acompaña los bienes celestiales será perfecto, eterno, Lo 4.° Nuestra complacencia y nuestro gusto... No se pueden gus-
y seguro de s u eternidad... ¡Qué miseria! ¡qué infelicidad es ape- tar las cosas del cielo y al mismo tiempo las de la t i á r a , compla-
garse á los bienes de la tierra, á unos bienes transitorios, mientras cerse en Dios y agradar al mundo. Nos lamentaremos tal vez de no
q u e podemos adquirir el cielo y una eterna felicidad!... sentir gusto en nuestros ejercicios de piedad, de no encontrar a q u e -
lla dulzura en la práctica de la devocion; pero no nos debemos mara-
PUNTO II. v ufar: esto procede de querer servir á dos señores, dividir entre ellos
Le un engaño ordinario sobre este articulo. nuestros servicios, y seguir alternando sus leyes. Desengañémonos-
renunciemos al m u n d o , á la tierra, á nuestras pasiones, ánosotros
Este engaño consiste en querer hacernos á u n mismo tiempo u n mismos para unirnos únicamente á Dios; entonces gustarémos t o -
tesoro sobre la tierra y u n tesoro en el cielo. Servir á Dios y al m u n - do aquello q u e le pertenece á él y á su servicio.
do , ser felices en este mundo y en el otro, gozar durante la vida de Lo o.° Nuestras atenciones y nuestros pensamientos... D é l a misma
los'bienes de este m u n d o , y en la vida futura de los del otro m u n d o : fuente nace aquella multitud de pensamientos q u e nos cercan v
en una palabra, servir á dos señores opuestos, lo que absolutamen- nos importunan en la oracion. Nos lamentamos de nuestras distrac-
te no se puede hacer de modo a l g u n o , « ninguno puede servir á dos ciones. ¡Ah! lamentémonos antes de nuestra ilusión. Queremos s e r -
«señores, porque ó aborrecerá al uno, y amará al otro; ó al uno su- vir a dos señores, q u e es cosa imposible: si sirviéramos á uno solo
«frirá, y al otro despreciará... No podéis servir á Dios y á las rique- si a Dios solo quisiéramos agradar, si en él solo reuniéramos todo
«zas...» Esto es imposible, porque cada uno de estos señores pide nuestro amor, nuestro aprecio, nuestros servicios y nuestro gusto
de nosotros cosas que nosotros no podemos dividir entre los dos. nuestras complacencias, nuestras atenciones y nuestros pensamien-
2 2
* T. i .
MEDITACION L V I I . 3 3 9
tos, en él solo encontraríamos nuestra felicidad por el tiempo y por talento? ¿Vosotros para quien ha destinado u n a vida inmortal y
la eternidad. bienaventurada? ¡ A h í ¿Dónde está vuestra fe?
Lo 3.° Este pretexto viene de un corazon pagano que no confia en
PUNTO m Dios, y nada espera...« Porque tales son los cuidados de los gentiles...
- « Vuestro Padre sabe de q u é cosas teneis necesidad...» ¿Creéis vos-
De un pretexto de que algunos se sirven en esta materia.
otros q u e el Dios q u e adoramos es como el Dios de los paganos, u n
El temor de quedar desproveídos de los bienes d e la tierra es el Dios ciego, impotente, insensible? ¡ Ah! él es Padre, y Padre mas
pretexto ordinario para excusar el cuidado excesivo de procurárnos- q u e otro alguno. ¿ Y no lendrémos jamás con él sentimientos de con-
los; pero esto nace de nuestra depravación. fianza propios de hijos? ¿Es por ventura u n vano título aquel dulce
Lo 1 D e un corazon ingrato que olvidado de los beneficios ya re- nombre de Padre que todos los dias le damos?
cibidos no ve que ellos mismos son una prenda de aquellos que debe- Lo 4.° Este pretexto viene de un corazon orgulloso que confia en sí
mos esperar... « P o r tanto os digo (añade Jesucristo): No os afanéis, mismo, y que no hace otra cosa que atormentarse inútilmente... Pero
«por aquello con q u e habéis de sustentar la vida, ni por aquello con « ¿quién hay entre vosotros q u e , con todo su pensar, pueda añadir á
«-que habéis d e vestir al cuerpo: ¿ n o vale mas la vida q u e el ali- « su estatura un codo?...» E n efecto, ¿dónde van á parar todas nues-
« m e n t ó ; y el cuerpo no vale mas q u e el vestido?...»Dios nos ha da- tras inquietudes? ¿Tenemos, por ventura, algún poder sóbrela n a -
do el alma y el c u e r p o : al cuerpo h a unido nuestra a l m a , y en esto turaleza? ¿De qué sirven todas esas reflexiones, todos esos discur-
consiste nuestra vida presente. ¿Cómo podemos temer despues de sos sobre las estaciones, sobre los vientos y sobre las lluvias? Dis-
esto q u e quiera q u e nos falte el alimento para sustentar nuestra vi- cursos supérfluos que solo sirven de hacer ver nuestro apego á los
d a , y el vestido para cubrir nuestro cuerpo? bienes de la tierra. ¡Ah! reconozcamos nuestra impotencia, y el s o -
Lo 2.° Este pretexto nace de un corazon distraído que no reflexio- berano poder de quien ha criado y gobierna el m u n d o ; y pongamos
na sobre los milagros de la Providencia que el mundo ofrece á nues- en él toda nuestra confianza. El tiempo que perdemos en reflexio-
tros ojos... «Mirad (prosigue el Señor) las aves del cielo q u e no siem- nes quiméricas seria mucho mejor emplearlo en la oracion, y en
« b r a n , ni siegan, ni llenan sus graneros, y vuestro Padre celestial pensar en nuestra santificación.
«las alimenta: ¿por ventura no sois vosotros mucho mas que ellas? Lo S.° Este pretexto viene de un corazon irracional que busca aque-
« ¿v por q u é os angustiáis por el vestido ?... Considerad cómo crecen llo que no depende de sus diligencias, y no busca lo que depende de
«los lirios del c a m p o , no t r a b a j a n , ni hilan: y yo os digo, q u e ni ellas... «Buscad, pues, en primer lugar el reino de Dios v su j u s -
«Salomon con toda su esplendidez se vistió jamás como uno de es- «ticia; y se os añadirán todas estas cosas: no andéis cuidadosos por
«los... Pues si al heno del cam po q u e hoy es, y mañana viene á pa- « el dia de m a ñ a n a , porque el dia de mañana á sí mismo se traerá
« r a r en u n horno, viste Dios asi, ¿ cuánto mas á vosotros, gente de «su cuidado: bástale al dia su propio afan...» Pensemos únicamen-
«poca fe? No queráis ser demasiadamente solícitos diciendo ¿ q u é te en santificarnos; trabajemos por merecer el reino de Dios q u e se
«comeremos ó q u é beberémos, ó d e q u é cosa nos vestiremos?...» nos ha prometido; practiquemos las obras de justicia; enriquezcá-
Mirad con q u é cuidado tan particular alimenta Dios las avecillas q u e monos de los bienes del cielo, y no nos faltarán los de la tierra.
vuelan por el aire; mirad con q u é magnificencia, con q u é variedad Ninguno fue arruinado jamás por el pensamiento de trabajar por su
y hermosura ha sabido vestir las (lores que cubren la tierra, y que propia salvación y por hacer todas las obras buenas que le son posi-
ño deben durar mas que u n d i a ; y con lodo eso, ni ha dado á a q u e - bles. Lo que arruina muchas veces es la envidia, la codicia y el deseo
llas la fuerza para sembrar, ni p a r a recoger'; ni á estas la industria de ganar mucho, el lujo, el juego, el ocio, y la disolución. llagamos
para urdir, ni para hilar; ¿ y pensáis vosotros que os olvidará Dios, cada dia lo que debemos hacer y lo que de nosotros depende, sin in-
que no solamente es vuestro C r i a d o r , sino también vuestro Padre? quietarnos por lo que vendrá. Á cada dia le basta su afan, su aten-
¿Vosotros por quien ha hecho lodo aquello q u e hay en el cielo y en ción y su trabajo. No se nos prohibe por esto una providencia sábia
la tierra? ¿Vosotros á quien ha dotado de r a z ó n , de industria y de y moderada; lo que se prohibe es una inquietud inútil que nos dis-
22 *
340 E L EVANGELIO MEDITADO?

traiga de nuestras presentes obligaciones, y que llegue hasta per- «seáis juzgados: porque según vuestro juzgar seréis vosotros j u z -
turbar nuestra alma, y á que no nos contengamos en unos justos «gados; y con la medida que midiéreis seréis medidos vosotros. ¿ Y
límites. E l que nos prohibe la demasiada solicitud, nos manda que «por qué ves la paja en el ojo de tu hermano, y no ves la viga e n
trabajemos. «tu ojo?...» No juzguemos ni condenemos las acciones y las pala-
Petición y coloquio. bras de nuestros hermanos, si no queremos ser juzgados nosotros
¡Ah! Señor, ¿podré yo aun tener tanto cuidado, tanta solicitud y condenados. Interpretemos y echemos á buena parte aquello q u e
v tanta actividad por las necesidades de la vida, y por los bienes fri- pueda ser así interpretado. No condenemos lo que podamos excu-
volos y falsos de la tierra? No: todas mis miras, todos mis pensa- sar , no examinemos la conducta del prójimo q u e no está á n u e s -
mientos en adelante se convertirán hácia el cielo, hácia aquellas ver- tro cuidado, no penetremos sus intenciones, supongamos siempre
daderas riquezas, cuya posesion debe ser eterna, y llenar para siem- que son buenas, excusemos sus defectos, y pensemos en nosotros.
pre mis deseos. Él cielo: allí estará m i tesoro, y por consiguiente Esta es la razón d e esta obligación. El juicio de nuestra parte es in-
mi corazon. Por medio d e buenas obras, puras y santas, me enri- competente, porque no hemos sido constituidos jueces de los otros:
queceré para mi verdadera y eterna patria. Dos señores incompati- de parte del prójimo nuestro juicio es siempre injusto, porque su
bles no dominarán ya jamás en mi corazon; no estaré ya mas tiem- causa nos es desconocida, y no podemos saber lo que él tiene en el
po indeciso y suspenso, Dios mío: no hay imperio mas dulce, mas corazon: de parte de Dios nuestro juicio es injurioso, porque j u z -
justo y mas racional q u e el de vuestro amor; no hay imperio mas in- gando usurpamos sus derechos... Juicio que también tiene una e s -
justo , mas cruel, mas ciego que el del amor de las riquezas del m u n - pecie de rebelión; porque siendo nosotros culpables nos m e l e m o s á
do y de mi mismo. Esté léjos de mí aquel amor de la vida, y d e jueces, y emprendemos el juzgar á aquellos que dependen como nos-
todo aquello que ella pide... me mantendré sin inquietudes con so- otros de u n mismo tribunal, y q u e por lo común son menos culpa-
lo lo necesario. Si me abandono á vuestra providencia, ¿podrá ella dos que nosotros... La recompensa ó el castigo del cumplimiento ó
abandonarme? Despues de u n trabajo y de u n cuidado razonable, quebrantamiento de esta obligación es este: si nosotros no juzgamos
reposaré tranquilo, en orden á mis necesidades, sobre vuestro cora- ni condenamos á nuestro prójimo, si lo excusamos en todas las co-
zon paterno. Soy vuestro hijo, hijo q u e habéis formado á vuestra sas, tampoco nosotros serémos juzgados ni condenados; serémos ex-
i m á g e n , y destinado á una eterna felicidad. S í : Yossois mi Padre, cusados y tratados con indulgencia. Al contrario, si condenamos con
y sabéis mis necesidades, y así no me podrá faltar cosa a l g u n a , á rigor y severidad á nuestro prójimo, serémos tratados de la misma
no ser que me haga indigno d e vuestros cuidados con mi descon- manera. Está en nuestra libertad escogerla manera con q u e quere-
fianza. No pensaré en otra cosa q u e en merecer el cielo, y en a d - mos ser tratados por Dios; porque él medirá su conducta con la nues-
quirir las virtudes q u e me puedan asegurar su posesioh. Amen. tra. Si somos jueces favorables para con los otros, lo encontraremos
lleno de indulgencia para con nosotros; si somos críticos severos y
MEDITACION LVIII. censores sin piedad, esperemos u n juicio sin misericordia. Esta obli-
gación, q u e mira á las personas privadas entre sí, no quita derecho
CONTINUACION DEL DISCURSO DE JESUCRISTO EN EL MONTE.
(Matth. n i , 1 - 1 4 ) .
alguno á aquellos q u e por su oficio ó por su estado están encarga-
dos de juzgar á oíros. La Iglesia y los magistrados tienen este d e -
TRES COSAS QUE SE R E Q U I E R E N ESENCIALMENTE P A R A LA SALUD.
recho en una manera diferente, y cada uno debe conformarse con
E s t a s s o n : 1.° respecto del prójimo, la caridad; 2.° respecto de Dios, la ora- el juicio de aquellos que sentencian con autoridad.
cion ; 3.° respecto de n o s o t r o s m i s m o s , la mortificación.
Lo 2.° Guardémonos de dañar y molestar al prójimo con nuestras
PUNTO I . palabras, reprendiéndole sus defectos... « Ó ¿cómo dices á tu herma-
Respecto del prójimo, la caridad. « n o , deja , sacaré la paja de tu ojo, y se está viendo una viga en el
Lo 1.° Guardémonos de perjudicar al prójimo, y de ofenderlo con « t u y o ? Hipócrita, sácate tú primero la viga de tu ojo, y entonces
pensamientos juzgando mal de él... «No queráis juzgar para q u e no «verás para sacar la paja del ojo de tu hermano...» No ños propa-
340 EL EVANGELIO MEDITADO?

traiga de nuestras presentes obligaciones, y que llegue hasta per- «seáis juzgados: porque según vuestro juzgar seréis vosotros j u z -
turbar nuestra alma, y á que no nos contengamos en unos justos «gados; y con la medida que midiéreis seréis medidos vosotros. ¿ Y
límites. E l que nos prohibe la demasiada solicitud, nos manda que «por qué ves la paja en el ojo de tu hermano, y no ves la viga e n
trabajemos. «tu ojo?...» No juzguemos ni condenemos las acciones y las pala-
Petición y coloquio. bras de nuestros hermanos, si no queremos ser juzgados nosotros
¡Ah! Señor, ¿podré yo aun tener tanto cuidado, tanta solicitud y condenados. Interpretemos y echemos á buena parte aquello q u e
v tanta actividad por las necesidades de la vida, y por los bienes fri- pueda ser así interpretado. No condenemos lo que podamos excu-
volos y falsos de la tierra? No: todas mis miras, todos mis pensa- sar , no examinemos la conducta del prójimo q u e no está á n u e s -
mientos en adelante se convertirán hácia el cielo, hacia aquellas ver- tro cuidado, no penetremos sus intenciones, supongamos siempre
daderas riquezas, cuya posesion debe ser eterna, y llenar para siem- que son buenas, excusemos sus defectos, y pensemos en nosotros.
pre mis deseos. Él cielo: allí estará m i tesoro, y por consiguiente Esta es la razón d e esta obligación. El juicio de nuestra parte es in-
mi corazon. Por medio d e buenas obras, puras y santas, me enri- competente, porque no hemos sido constituidos jueces de los otros:
queceré para mi verdadera y eterna patria. Dos señores incompati- de parte del prójimo nuestro juicio es siempre injusto, porque su
bles no dominarán ya jamás en mi corazon; no estaré ya mas tiem- causa nos es desconocida, y no podemos saber lo que él tiene en el
po indeciso y suspenso, Dios mió: no hay imperio mas dulce, mas corazon: de parte de Dios nuestro juicio es injurioso, porque j u z -
justo y mas racional q u e el de vuestro amor; no hay imperio mas in- gando usurpamos sus derechos... Juicio que también tiene una e s -
justo , mas cruel, mas ciego que el del amor de las riquezas del m u n - pecie de rebelión; porque siendo nosotros culpables nos m e l e m o s á
do y de mí mismo. Esté léjos de mí aquel amor de la vida, y d e jueces, y emprendemos el juzgar á aquellos que dependen como nos-
todo aquello que ella pide... me mantendré sin inquietudes con so- otros de u n mismo tribunal, y q u e por lo común son menos culpa-
lo lo necesario. Si me abandono á vuestra providencia, ¿podrá ella dos que nosotros... La recompensa ó el castigo del cumplimiento ó
abandonarme? Despues de u n trabajo y de u n cuidado razonable, quebrantamiento de esta obligación es este: si nosotros no juzgamos
reposaré tranquilo, en orden á mis necesidades, sobre vuestro cora- ni condenamos á nuestro prójimo, si lo excusamos en todas las co-
zon paterno. Soy vuestro hijo, hijo q u e habéis formado á vuestra sas, tampoco nosotros serémos juzgados ni condenados; serémos ex-
i m á g e n , y destinado á una eterna felicidad. S í : Yossois mi Padre, cusados y tratados con indulgencia. Al contrario, si condenamos con
y sabéis mis necesidades, y así no me podrá faltar cosa a l g u n a , á rigor y severidad á nuestro prójimo, serémos tratados de la misma
no ser que me haga indigno d e vuestros cuidados con mi descon- manera. Está en nuestra libertad escogerla manera con q u e quere-
fianza. No pensaré en otra cosa q u e en merecer el cielo, y en a d - mos ser tratados por Dios; porque él medirá su conducta con la nues-
quirir las virtudes q u e me puedan asegurar su posesioh. Amen. tra. Si somos jueces favorables para con los otros, lo encontraremos
lleno de indulgencia para con nosotros; si somos críticos severos y
MEDITACION LVIII. censores sin piedad, esperemos u n juicio sin misericordia. Esta obli-
gación, q u e mira á las personas privadas entre sí, no quita derecho
CONTINUACION DEL DISCURSO DE JESUCRISTO EN EL MONTE.
(Matth. t u , 1 - 1 4 ) .
alguno á aquellos q u e por su oficio ó por su estado están encarga-
dos de juzgar á oíros. La Iglesia y los magistrados tienen este d e -
TRES COSAS QÜE SE R E Q U I E R E N ESENCIALMENTE P A R A LA SALUD.
recho en una manera diferente, y cada uno debe conformarse con
E s t a s s o n : 1.° respecto del prójimo, la caridad; 2.° respecto de Dios, la ora- el juicio de aquellos que sentencian con autoridad.
cion ; 3.° respecto de n o s o t r o s m i s m o s , la mortificación.
Lo 2.° Guardémonos de dañar y molestar al prójimo con nuestras
PUNTO I . palabras, reprendiéndole sus defectos... « Ó ¿cómo dices á tu herma-
Respecto del prójimo, la caridad. « n o , deja , sacaré la paja de tu ojo, y se está viendo una viga en el
Lo 1.° Guardémonos de perjudicar al prójimo, y de ofenderlo con « t u y o ? Hipócrita, sácate tú primero la viga de tu ojo, y entonces
pensamientos juzgando mal de él... «No queráis juzgar para q u e no «verás para sacar la paja del ojo de tu hermano...» No ños propa-
E L
EVANGELIO MEDITADO.

.sernos á reprender á otros sin autoridad; mucho menos á conde- te en pedirá Dios su gracia. Debemos pedirla con ardor, porque te-
narlos, censurarlos ó criticarlos en su ausencia: el celo, q u e es el nemos una grandísima necesidad: con humildad, porque somos i n -
ordinario pretexto de una semejante censura, es u n celo hipócrita; dignos, y Dios no está obligado á dárnosla: con perseverancia, por-
porque esconde la malignidad de u n corazon depravado; porque que es un bien precioso, y merece ser constantemente solicitado, y
se alegra del mal del otro; porque se deleita en hacerlo común; por- porque muchas veces hemos abusado de ella, desechándola cuan-
que esconde un orgullo secreto, el cual se complace de ver al otro do se nos ofrecía. Esta obligación de orar consiste en buscar el rei-
humillado, y él se ensalza á la medida q u e oprime al prójimo, v no de Dios; esto e s , pidiéndole á Dios la gracia, debemos de nues-
que quiere hacer creer q u e él está tan libre de defectos, cuanto es tra parte, con la gracia q u e él nos da, hacer cuanto depende de nos-
mas ardiente y atrevido en reprender los ajenos; y porque esconde otros : buscar los medios de agradarle, de practicar su ley, de vencer
una ceguedad deplorable, por la que vemos u n hilo de paja en el nuestras pasiones, d e santificarnos y salvarnos... Busquemos este
ojo del prójimo, mientras no advertimos q u e tenemos una viga en reino de Dios en la meditación, en la lección de los libros devotos, en
el nuestro. ¡ Hipócritas! si tenemos celo, comencemos á sacar la v i - la práctica de las buenas obras, en la frecuencia de Sacramentos: bus-
ga q u e nos ciega; despues verémos cómo se ha de sacar la paja q u e quémoslo en la iglesia, en el retiro, en la compañía délas personas
nos desagrada en el ojo del prójimo... Sea esta, p u e s , nuestra re- devotas y piadosas. Pero ¡ a h ! . . . ¿dónde buscamos nosotros, y q u é
gla : cuando nuestro empleo ó la caridad nos obliga á reprender á buscamos? Buscamos el distraernos y el contentarnos, y no el santi-
otro, antes d e reprenderlo echemos la vista sobre nosotros mismos, ficarnos. El hombre está en u n a continua agitación; se ve q u e bus-
y no se nos hará difícil el reprenderlo con dulzura y con caridad. ca ; pero ¿ q u é es lo q u e halla? ¡ Cuántos pensamientos, cuántos m o -
Lo 3.° Guardémonos de dañar al prójimo con nuestras acciones, vimientos por la fortuna, por los placeres, por la gloria! Y ¿por qué
haciendo cosas que lo pongan en ocasion de ofender áBios;]más ha- no se busca así la salud? Nos lamentamos de nuestras pasiones,.de
gamos cosa q u e pueda ser á otros ocasion d e hacer m a l , ó de ha- nuestros malos hábitos, q u e decimos no podemos vencer, ¿pero bus-
cerse peores de lo que son... «No queráis dar las cosas santas á los camos los medios de vencerlos? Antes bien ¡ay! se busca todo aque-
«perros; y no arrojéis vuestras perlas á los puercos, no sea q u e las llo que puede fomentarlos, mantenerlos é inflamarlos... Finalmen-
«pisen con sus pies', y vueltos hácia vosotros os hagan pedazos...» te , la obligación d e la oracion consiste en llamar á la p u e r t a ; esto
Toca á la prudencia regulada por la luz divina distinguir los j u i - es, en solicitar constantemente q u e se nos abra para entrar á la co-
cios malignos y temerarios d e los pensamientos y sentimientos del municación con Dios; para podernos entretener con él en una m a -
celo y de la obligación q u e pide el Señor; discernir aquellos q u e con- nera la mas íntima, y con una especie de familiaridad... Este Dios
viene apartar de los sagrados misterios, y conocer las ocasiones en de bondad nos llama á u n tan alto grado de honor, y se ofrece á ad-
q u e es necesario callar para no irritar los pecadores, y aquellas en mitirnos á su confianza,si nosotros tenemosábien el desearla. P a -
q u e es necesario hablar a u n con peligro d e la propia vida... Nos- rémonos , pues, como los cortesanos, en esta puerta misteriosa de
otros entre tanto no imitemos aquellos furiosos animales inmundos, q u e habla Jesucristo; parémonos sobre todo en la oracion y en la co-
suframos con humildad los saludables desvíos que se nos hacen, es- munión con u n profundo recogimiento, esperando el feliz momento
cuchemos con docilidad los avisos caritativos que se nos d a n , y apro- en q u e se nos abra... Llamemos con respeto por medio de ardientes
vechémonos de las preciosas instrucciones que se nos hagan. deseos, d e gemidos llenos de a m o r ; perseveremos con constancia ;
guardémonos atentamente de alejarnos y de distraernos, a u n q u e
poco, por el temor de perder el momento favorable. Finalmente,
PUNTO I I .
abierta ya la puerta, entremos con confianza; gocemos de los favo-
Respecto á Dios, la oracion. Examinemos el objeto, el motivo y la res de nuestro Dios; gustemos con reconocimiento las dulzuras de
condicion de esta obligación. sus palabras, y no salgamos, á no ser que sea con nuevo deseo de
volver bien presto, y de llamar de nuevo. Sean como se fuesen las
1 El objeto de la oracion... «Pedid y se os d a r á : buscad y en-
luces que el Señor nos comunique, y sea el q u e se fuese el grado de
«contraréis; llamad y se os abrirá...» La obligación de orar consis-
314 EL E V A N G E L I O MEDITADO, MEDITACION L V I I I . 3 4 5
confianza á que nos admita, siempre hemos de ir adquiriendo mas, Dios se empeña en oir nuestras oraciones, pero con la condicion q u e
y adelantándonos, por consiguiente, siempre á llamar hasta que se además de esta segunda obligación de la oracion para con Dios c u m -
abra la puerta misma del cielo. ¡ Ah! si supiéramos d e q u é bienes plamos también la primera, esto es, la caridad con el prójimo, c o n
inefables goza u n alma en estas divinas comunicaciones, renuncia- nuestros hermanos, con la condicion de que el prójimo obtenga d e
ríamos con gusto al mundo y á nosotrog mismos por poderlas par- nosotros aquello q u e nos pida; q u e encuentre en nosotros el socorro
ticipar. que nos pida; que se le abra la puerta cuando locare á ella. En u n a
Lo 2.° El motivo que debe animarnos á cumplir con la obligación de p a l a b r a , tratando al prójimo como nosotros mismos queremos "ser
la oracion es la certidumbre del éxito: la certidumbre de obtener tratados de los otros hombres y de Dios mismo. Estas dos obligacio-
cuanto pidamos, de hallar cuando busquemos, y de entrar siempre nes están esencialmente unidas entre sí: todo lo que queremos q u e
q u e llamemos... «Porque todo el q u e pide recibe; y el que busca hagan con nosotros los hombres, hagámoslo nosotros también por
«.halla; y al que llama se le abre...» Esta certidumbre se funda so- ellos. Esta máxima es breve, pero es el compendio de todas nuestras
bre la promesa de Jesucristo; pues suyas son estas palabras. Está obligaciones para con el prójimo : comprende todo lo que la ley ha
fundada sobre la bondad d e Dios; siendo Dios el sumo bien, l a su- prescrito y han anunciado los Profetas sobre esta materia. Examine-
m a bondad, pide extenderse continuamente, y comunicarse: está mos cómo practicamos nosotros esta l e y , ó en cuántas maneras la
f u n d a d a sobre la calidad de padre, d e que Dios se reviste en orden quebrantamos cada dia... Quiere Dios q u e esta máxima , que es el
á nosotros: « ó ¿quién de vosotros es el hombre (dice Jesucristo) que vínculo que entre sí une los hombres, sea también el vínculo q u e
«pidiéndole su hijo pan le dé una piedra? ó si le pidiere un pez, una los hombres con é l : esta es la condicion que pone á todas las
« ¿por ventura le dará u n a serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, promesas que nos hace. ¡ Oh ! no la perdamos de vista : la pide en
« sabéis dar cosas buena que se os han dado á vuestros hijos; ¿cuán- calidad de Padre de todos los hombres, y jamás nos dispensará.
«to mas vuestro Padre que está en los cielos dará bienes á los q u e
«se los p i d a n ? » Dios es u n padre mas tierno y mas lleno d e amor PUNTO I I I .
por sus hijos q u e cualquier otro padre que pueda haber sobre la tier-
Ta: pues ¿cuándo hemos de tener en él aquella confianza que con- Respecto de nosotros, la obligación de la mortificación.
viene á unos hijos ? ¿ Por q u é le miramos siempre como un dueño « Entrad por la puerla estrecha: porque es ancha la puerta y e s -
absoluto, como un juez inexorable, como u n vengador severo, y no «pacioso el camino q u e conduce á la perdición, y son muchos los
como u n padre tierno y benéfico ? ¡ A h ! nosotros sabemos q u e so- « q u e van por él. ¡Cuán angosta es la puerla, y cuán estrecho el ca-
mos hijos rebeldes, ingratos, indóciles: pues volvámonos hijos obe- « mino q u e llevaála vida; v c u á n pocos son los que la encuentran!...»
dientes y sumisos, y entonces recurramos á é l con confianza: pida- Tienen los hombres delante de sí y á su elección dos caminos opues-
mos, busquemos, llamemos, q u e nosotros encontraremos, se nos dará tos, uno estrecho y otro espacioso.
lo que pidamos, y se nos abrirá la puerla. ¡ Ah! si fuese así con el 1 ¿ Cuál es el camino espacioso? ¿ Cuál es la puerta cuya entrada
m u n d o , ¿ q u é diligencias no haríamos? Pero no es así: se pide, v na- es grande ? Este camino y esta puerta es por donde se entra fácil-
die da: se b u s c a , y nada se encuentra; se llama, y todas las puer- mente, sin incomodidad, y aun casi sin advertirlo: por aquí se entra
tas se quedan cerradas. ¡ Oh e n g a ñ o ! Corremos tras los bienes q u e siguiendo las propias inclinaciones, las propias ideas, las propias p a -
se niegan á nuestras diligencias, y huimos de aquellos q u e se nos siones. E n este camino se anda como se ha entrado ; sin incomodi-
presentan: privados d e este modo de los unos y de los otros, estima- dad, sin mirar á dónde se va, sin pensar en lo que se hace. ¡ Ah! se
mos mas vivir en la miseria y en el disgusto , q u e recurrir á aquel piensa, se habla, se obra siempre como se quiere; y como este c a -
que solo puede enriquecernos, glorificarnos, v hacernos felices. mino es tan frecuentado, la multitud de los que caminan por él hace
Lo 3." Cuál es la condicion de la oracion; ó por mejor decir, d e su que se autoricen y se justifiquen los unos con el ejemplo de los oíros;
éxito... « Haced, pues, á los hombres todo aquello que quereis que que vivan entre sí seguros sobre los peligros q u e tal vez se presen-
«hagan con v o s : porque en esto está toda la lev y los Profetas...» tan al espíritu; que se animen los u n o s á los otros; q u e se exciten,
346 E L E V A N G E L I O MEDITADO I MEDITACION L V I I I . 3 Í 7
y aun q u e se arrastren por adelantarse á grandes pasos en un cami- gan á la vida... Esta es -una verdad ¡ av de m í ! demasiadamente
no tan gustoso, donde todo rie y está sembrado d e llores; pero fi- palpable y visible, que un gran número entre los hombres busca solo
nalmente este camino conduce y lleva á la perdición... ¡ Oh insen- el saciarse en el breve espacio de la vida presente, con desprecio de
satos!... ¿No llegará jamás esta verdad á herir en vuestros corazo- la ley de Dios y de su Evangelio, y que poquísimos son los q u e vi-
nes? ¿No servirá jamás de materia á vuestras massérias reflexiones? ven habitualmente en gracia.
¿ i dónde corréis? ¿ E n q u é vendrán á parar estos gustos, estos pla- Segundo... No nos deben escandalizar las palabras de Jesucristo...
ceres , esta fortuna, esta grandeza? ¿Cuál será el término de una vida Dice el pecador: ¿Luego se condenará todo el mundo? N o : hay m u -
toda llena de pecados y delitos?... Será la perdición, el infierno, u n chos que nosotros v e m o s : hay otros muchos que no vemos é igno-
suplicio eterno... ¿ Q u é os servirá entonces haber vivido según vues- ramos q u e hallan el medio de salvarse; y su salvación justificará la
tras inclinaciones perversas, haber sido felices algunos dias q u e des- sabiduría de Dios, y condenará la necedad del pecador... Dice mas...
aparecerán como u n sueño, y el haberos precipitado en una miseria ¿Habrá criado Dios tantos hombres para condenarlos? N o : porque él
q u e no tendrá fin? no cesa de iluminarlos, de advertirlos, de estimularlos, y d e solici-
Lo 2.° ¿Cuál es el camino estrecho? ¿Cuáles la puerta cuya entra- tarlos al bien; pero al mismo tiempo condena al infierno á cualquiera
da es angosta?... Es aquella en q u e para entrares necesario abajar- que haciéndose gravemente culpado de pecado mortal, muere en
s e , incomodarse , humillar el propio espíritu bajo el yugo d e la fe, ese estado y en su desgracia. Y no importa que sea tan grande el n ú -
restringir las propias inclinaciones en los límites d e la ley : en este mero d e los prevaricadores; antes por lo mismo son mas aborreci-
camino no se camina á la b u e n a y con descuido; se requiere aten- bles, como por el contrario el pequeño número de los justos los hace
ción en cada p a s o , á fin de no salir fuera de él. Las pasiones opri- mas amables. ¡ Ah! sin este pequeño número que detiene el rayo de
midas y estrechadas hacen u n continuo esfuerzo para restablecerse; su ¡ra, exterminaría á todos los pecadores de la tierra.
y para contenerlas es necesario u n a vigilancia y u n a fuerza conti- Tercero... No deben desanimarnos las palabras de Jesucristo... Aun-
nua. E n este camino el espíritu prueba consolaciones; pero la n a - q u e sea pequeño el número de aquellos q u e se salvan , y a u n q u e
turaleza está atormentada. Este camino es frecuentado de pocos; hay fuera menor, nosotros podemos ser de este número. Dios nos llama
muchos q u e ni aun lo conocen, ni se cuidan de conocerlo, n o saben á él; solo está en nosotros el seguir su voz y corresponder á su g r a -
dónde está, ni en q u é consista. Pocos entran, y poquísimos son los cia. Al contrario , cuanto mas pequeño será el n ú m e r o , tanto mas
que perseveran. Algunos comienzan bien; pero presto, cansados de glorioso será estar en él; y la misma dificultad nos debe dar ánimo
la violencia, se vuelven á su antigua libertad, é insensiblemente se y esfuerzo. Ya q u e se aman tanto las distinciones sobre la tierra,
van metiendo en el camino ancho, y allí perecen... Finalmente este ¿ p u e d e haber mejor ocasion de distinguirse para la eternidad? ¡Ahí
camino conduce á la vida. Pero ¿ q u é vida? Á la verdadera vida, vida avergoncémonos de confundirnos con esta tropa d e hombres perdi-
por excelencia; á la vida, en cuya comparación la vida presente es dos, que por encenagarse en el pecado se olvidan d e Dios. Pongá-
u n a muerte continua. La vista de esta vida beata y eterna forma los monos d e la parte del pequeño número q u e tiene valor para consa-
fervorosos, los sostiene en este mismo camino, les hace caminar y grarse á la virtud, y declararse por Dios en medio de la perversidad
perseverar en él con alegría y con gozo... Tantos como se cansan, del siglo q u e ha llegado á ser y a cási general.
pierden la constancia y lo a b a n d o n a n , es porque viven olvidados de Cuarto... Las palabras de Jesucristo solo deben instruirnos y caute-
esta vida eterna... ¡ Ah! ¡y c u á n dulce es á la hora de la muerte ha- larnos... Aprendamos d e ellas á no regular nuestra conducta sobre
ber caminado por el camino estrecho! Las penas se habrán pasado, la multitud, á distinguir los dos caminos, v á escoger con acierto...
la recompensa jamás se acabará. Si alguno me ofende, luego al punto se levanta en mi corazon el de-
Lo 3.° Hagamos reflexión sobre lo que Jesucristo dice de estos dos seo d e la venganza si lo sigo: este es el camino ancho : si lo repri-
caminos... Primero... No nos deben sorprender las palabras del SeTwr mo , lo perdono, y olvido la ofensa, esta es la virtud, este es el c a -
sobre estos dos caminos: esto e s , sobre el gran número de aquellos mino estrecho. Así se puede hablar de otras ocasiones de huir el mal
q u e van á la perdición, y sobre el corto número de aquellos q u e lle- y de practicar el bien... Aprendamos también de estas divinas pala-
3 4 8 EL EVANGELIO MEDITADO,
MEDITACION L I X . 3 4 9
bras á vivir siempre en la humildad y en la desconfianza de nosotros tia. S u exterior es edificante y compuesto; pero bajo d e u n hábito
mismos. Muchos son los que se pierden, puedo yo también perder- tan simple, tan despreciable y tan mortificado, esconden u n espíritu
m e . . . No puedo tener seguridad: todo depende de mi fidelidad, de de f u r o r : llevan por todas partes la desolación, la división: son l o -
mi constancia y de mi perseverancia; ¿por q u é , pues, soy siempre bos rapaces en medio de u n a grey. Las ovejas deben huirlos: los
débil, voluble é inconstante? pastores deben desviar las ovejas de ellos... Se excusan con decir q u e
Petición y coloquio. ellos no se meten ni se empeñan en disputas de religión; pero esto
m u e s t r a , ó que no conocen dos cosas bien diferentes, ó que hacen
Vos solo, ó Salvador mió, sois la misma fortaleza: me llego á Yos, poca cuenta de su salvación y de su religión... No están todos obli-
y de Vos no quiero separarme. ¡Av de mí! ¡no me abandonéis por gados á entrar en la sustancia de las materias disputadas entre los
u n solo momento! ¡ no os pierda yo de vista! dirigid todos mis pa- católicos y los herejes; pero todos están obligados á guardarse y no
sos , regulad todas mis acciones y todos los movimientos de m i c o - fiarse de los falsos profetas; á n o seguir una doctrina condenada, y
razon: espero con el socorro de vuestra gracia q u e seré del pequeño reprobada por la Iglesia como falsa y contraria á la fe d e Jesucris-
número q u e estará unido estrechamente con Vos durante la vida, y to... Este es u n precepto de Jesucristo. Si por falta de esta atención
que os alabará durante la eternidad. Amen. viene alguno á ser engañado, es inexcusable... Decir que no se quie-
re hacer juicio de alguno es tomár en contrario sentido las palabras
MEDITACION LIX. del Señor, y no reflexionar q u e en el mismo capítulo en que ha pro-
CONTINUACION DEL DISCURSO DE JESUCRISTO EN EL MONTE.
hibido el j u z g a r , manda estar con atención.
(Match, TII, 15-27).
Lo 2.° Jesucristo nos enseña el medio de conocer los falsos profe-
tas... « P o r sus frutos los conoceréis: ¿por ventura cogen uvas d e
DE T R E S SUERTES DE ENGAÑOS EN EL NEGOCIO DE LA SALUD.
«los espinos, ó higos de los abrojos? Así todo árbol bueno lleva b u e -
l . ° E n g a ñ o s en la doctrina ; 2.° engaños en las obras ; 3." engaños en los « nos frutos, y el mal árbol lleva malos frutos: no puede el árbol b u e -
conocimientos.
« no llevar frutos malos; ni el árbol malo llevar frutos buenos...» No
PUNTO I . están todos en estado de conocer el artificio que reina en los discur-
Engaños en la doctrina. sos y en los escritos de los falsos profetas: por otra parte no pueden
los pastores notar y especificar todos los libros malos, ni todos los
Lo 1 J e s u c r i s t o nos impone la obligación de estar atentos para huir falsos doctores; cuando lo hacen no hay peligro de engaño. Quien
de los falsos profetas... «Guardaos délos falsos profetas q u e vienen no obedece entonces á los pastores, no corre riesgo de ser engaña-
« á vosotros con vestidos de ovejas, y dentro son lobos rapaces...»El do ; lo está ya... Pero ¿cómo se han d e distinguir los falsos profetas
artificio y la malicia délos falsos profetas nos obliga á esta atención. q u e están escondidos aun y enmascarados? Quien tiene el corazon
Temen de mostrarse tales cuales son, temen descubrir sus designios recto encuentra un medio facilísimo... Se conoce el árbol por sus f r u -
y exponer francamente sus pensamientos y sus dictámenes: se es- tos. Considérese el fruto de su doctrina, dónde van á p a r a r sus dis-
conden, se enmascaran, y se cubren con la piel de las ovejas: se ven- cursos: si las palabras afectadas, si u n semblante de piedad, y u n a
den por hijos de la Iglesia, sumisos á todas sus decisiones; pero no continua dirección tienen por fin el libertinaje, la corrupción, el in-
dejan d e servirse de equívocos, de mentiras y de algunas palabras terés, y la avaricia u n a vida delicada y sensual; si un espíritu de r e -
engañosas q u e se dejan caer. Colocan la Iglesia donde mejor les pa- forma, un lenguaje de la mas pura caridad, u n celo austero y r i g u -
rece, y no reconocen otras decisiones que aquellas que no tocan á sus roso conducen á la independencia y al desprecio de los legítimos pas-
errores. Hacen ostentación de no trabajar sino únicamente por Dios; tores ; ó si por el contrario máximas cómodas, reglas fáciles hacen
se venden por enviados de é l , y prometen conducir la gente á la caminar por un camino ancho y espacioso, y poco conforme al E v a n -
salud; confirman sus promesas con la austeridad de la vida; se a u - gelio, en q u e se dejan quietas y pacíficas las pasiones: mírelo bien:
torizan á sí mismos con la regularidad, con el celo, con la modes- este es, ya se ha quitado el velo: se le cavó la máscara, está cono-
380 E L EVANGELIO M E D I T A D O . MEDITACION L I X . 3 5 1
cido el artificio. E n este caso son engañados solo los q u e q u i e r e n : Dios: para que estas sean buenas realmente deben ser hechas: 1.° se-
tales frutos no pueden venir sino de u n árbol inalo. Al contrario, u n g ú n la voluntad de Dios; 2.° por Dios; 3." en el amor de Dios.
cuidado sumo d e la pureza, una continua vigilancia sobre nosotros 1.° Nuestras obras deben ser hechas según la voluntad de Dios...
m i s m o s , u n trabajo continuo á hacernos violencia y mortificarnos, Esto es, en la Religión q u e Dios ha dado álos hombres, en el esta-
la humildad de corazon y la sumisión del espíritu á toda legítima do que Dios ha destinado á cada uno, con las reglas de la obediencia
autoridad, u n a caridad real, un celo prudente y benigno, una d u l - debida á los superiores legítimos. De aquí se sigue q u e las obras mas
zura inalterable, el silencio en las injurias, la paciencia en las afren- santas en sí mismas, las mas penosas, las mas heroicas, si se hacen
tas y contradicciones; estos, estos son frutos nada sospechosos, y q u e con perjuicio de las obligaciones de nuestro estado contra las reglas
no pueden proceder sino de un árbol bueno. de la obediencia, sin una especial misión , según nuestro capricho,
Lo 3.° Jesucristo nos manifiesta el castigo de los falsos profetas y y no según la voluntad de Dios, serán tantas obras inútiles para el
de sus secuaces... Tendrán estos la suerte de u n árbol malo... «Todo cielo, ó serán malas, y no se podrá esperar de ellas algún premio. Al
«árbol q u e no lleva fruto bueno, será cortado y echado al fuego...» contrario, quien se estrecha exactamente a l a voluntad de Dios a u n -
Los falsos profetas tienen sus partidarios q u e los alaban y canonizan; que haga las cosas mas comunes y escondidas á los ojos de los h o m -
pero Jesucristo los r e p r u e b a : son los ídolos d e sus discípulos ; pero bres y á los del a m o r propio, este entrará en el reino d e los cielos,
están bajo el anatema de la Iglesia, y serán presa del infierno. ¿ Q u é y recibirá u n a recompensa completa. ¡ Verdad bien instructiva y
les servirá el haber turbado la tierra y el haber triunfado de un p u e - consolante!
blo ignorante y débil, cuando ellos, q u e habrán sido las cabezas de 2." Debemos hacer nuestras obras por Dios... «Muchos me dirán
la rebelión, y todos sus secuaces, después de pagar el común débito «en aquel dia, Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre,
de la m u e r t e , arderán en las llamas eternas? ¡ Ah ! si pensaran e s - «no hemos echado en tu nombre los demonios , y n o hemos hecho
tos sériamente en aquel fuego terrible q u e debe ser la porcion de los «en tu nombre muchos milagros? Y entonces yo les diré claramente:
que mueren fuera de la Iglesia, no triunfarían de los males de esta « n u n c a o s conocí...» Predicar, escribir, reprender, corregir las cos-
afligida madre, n o la insultarían en sus trabajos, y no abandonarían tumbres, convertir los pecadores, hacer obras de caridad, y a u n m i -
el tronco sólido é inmoble de este árbol inmortal por unirse á las r a - lagros, si todo esto se hace por vanidad, por interés, por ambición,
mas cortadas, áridas y destruidas de jugo. ¡ A h ! digámoslo de u n a vez por amor propio, todo será perdido para aquellos q u e no habrán t e -
claro , estemos atentos , pensemos las consecuencias, guardémonos nido otro motivo en sus operaciones... Jesucristo les responderá q u e
de los falsos profetas: Nuestro Señor nos ha enseñado á conocerlos, no los conoce, q u e n o los ha tenido jamás en su servicio, q u e jamás
y nos lo repite a u n . «Los reconoceréis por sus frutos...» hicieron cosa alguna por é l , y que nunca los ha conocido. Ai con-
trario, reconocerá por suyos aquellos q u e en lo poco que habrán h e -
PUNTO I I . cho habrán tenido sola la mira de agradarlo, de cumplir sus obliga-
Engaños en las obras. ciones, de hacerlo conocer y amar, y de procurar su gloria.
Se necesita hacer buenas obras... « N o todo el que me dice, Se- 3.° Debemos hacer nuestras obras por el amor de Dios, y en estado
« ñ o r , Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el q u e hiciere la de gracia... Basta u n a pasión q u e se cebe e n nuestro corazon, u n a
«voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese entrará en el reino impureza secreta, u n amor desordenado, un apego vicioso, u n sen-
« d e los cielos...» Reconocer á Jesucristo por Señor y Dueño, enviar timiento de odio, de aversión, d e envidia contra el prójimo, una m a -
algunos suspiros hacia el cielo, invocarle algunas veces, y pedirle su ledicencia grave, u n a calumnia, un daño considerable q u e se debe
gracia, no basta: es necesario con esta gracia poner mano á las obras: reparar; en una palabra, basta u n solo pecado mortal q u e no se haya
no nos abrirán la puerta del cielo los suspiros, los gemidos ociosos, aun perdonado para corromper y aniquilar todo el bien que por otra
ni una estéril invocación; conviene juntar las buenas obras: no nos parte se pueda hacer, sin q u e obra alguna pueda contrapesarlo. Todo
engañemos sobre la naturaleza de estas obras: muchas parecen bue- lo demás lo reputará Jesucristo en su juicio por nada. E n medio de
nas á nuestros ojos y á los de los hombres, y no lo son á los ojos de todas estas buenas obras q u e nos deslumhran discernirá él este pe-
352 EL EVANGELIO MEDITADO. MEDITACION L I X . 3 5 3
cado, y 110 verá, por decirlo así, otra cosa q u e este pecado q u e cons- los ataques, tolera todas las tempestades, y permanece inmoble. Tal
tituirá nuestro estado de pecador y de réprobo... Esto supuesto, es la suerte de quien pone en práctica las palabras de Jesucristo.Jien
llagamos capital de las obras hechas en este estado: presentémonos pueden llover sobre él adversidades y desgracias; bien pueden s u -
con ellas á Jesucristo , q u e esta será la respuesta que él mismo nos blevarse y bramar al rededor de éWas pasiones y las persecuciones;
asegura que nos dará. « Apartaos de mí vosotros que cometeis la ini- bien pueden desencadenarse los demonios, y emplear contra él su r a -
«quidad...» ¡ Ah! ¡cuántos se engañan y se ciegan al presente q u e b i a ; pero su fe, su religión, su virtud, son el edificio fundado sobre
en aquel dia serán desengañados! Pero ¡ ay! será ya tarde; pues des- la piedra, esto e s , sobre la práctica constante de las máximas de J e -
engañémonos ahora, a u n tenemos tiempo de corregir nuestro error. sucristo ; y nada lo podrá mover, ni a u n la muerte lo echará por tier-
ra, antes servirá para fortificarlo, para consagrarlo, y para ponerlo
PUNTO I I I .
al seguro para siempre de todos los asaltos.
Engaños en los conocimientos. Lo 3." Cuál es la necedad del que conoce, y no practica la ley de
Lo 1.° Cuan grande es la necesidad de conocer y de saber la ley de Jesucristo... « Y todo el q u e oye estas mis palabras, y no las cumple,
Jesucristo... « P o r tanto , todo aquel q u e oye estas mis palabras...» « será semejante á un hombre necio q u e edificó su casa sobre la arena,
Son nada todos los conocimientos, si no se hacen servir para la sal- « y vino la lluvia, la inundaron los rios, y soplaron los vientos, y se
vación y para la gloria de Dios. Cada uno , según su estado , debe « enfurecieron contra ella, y cayó, y fue grande su ruina...» Con q u e
cultivar las artes y las ciencias; pero si para a q u í , si en estas pone escuchar las palabras d e Jesucristo sin aprovecharse de ellas , y oir
toda su satisfacción , toda su felicidad , toda su gloria, y olvida la sus máximas sin practicarlas, es lo mismo q u e hacerse semejante á
ciencia de la salud que Jesucristo vino á enseñarnos; ¡ oh! ¡ y en qué u n necio q u e edifica su casa sobre la a r e n a : viene la lluvia, la i n u n -
deplorable engaño cae! ¡ Cuántos se consumen por el estudio, y por dan los torrentes, y los vientos soplan; la casa q u e está sin cimién-
lucir, q u e no querrán d a r u n momento á la meditación de la ley d e tos cae, y no representa otra cosa que ruinas: ¡ tristes reliquias! ¡ q u é
Dios, á la lección del Evangelio, ó de un libro de piedad! ¡ Sois cie- pérdida para este infeliz! ¡ q u é necedad! ¡ a y ! mucho mas grande es
gos si os gloriáis de vuestras luces estando en las tinieblas! La muerte mil veces la necedad y locura del q u e oye las palabras de Jesucristo,
os quitará todos esos pensamientos frivolos y transitorios, y os hará del q u e conoce su ley, y no la cumple ni la practica: sin tener quien
comprender q u e la ciencia q u e habéis despreciado era la única q u e lo sostenga, las adversidades con su peso lo oprimen; y sin tener f u e r -
merecía vuestras atenciones: comprenderéis entonces q u e el uso q u e za para resistir, el hervor de las pasiones lo arrastra^ y los artificios
debiérais haber hecho del espíritu q u e Dios os dió, era de estudiar del demonio lo engañan. ¡Oh Dios! ¡cuántas caidasf ¡cuántos p e -
su ley, de meditarla, de profundizaren ella, de ocuparos de ella, y cados! Bien presto pierde la fe y la esperanza, y se aplica solo á s o -
de hacer de ella todas vuestras delicias. focar algunos remordimientos q u e a u n le quedan, y c o n que pudiera
Lo 2.° Cuál es la sabiduría del que conoce y practica la ley de Je- todavía, si los escuchara, salvarse; pero solo le sirven para su tormen-
sucristo... « P o r tanto, todo aquel que oye estas mis palabras, y las to, y le anuncian su total ruina, porque los combate y los desecha...
« practica, será comparado á un sábio q u e fundó su casa sobre la pie- ¡ Ay de mí! ¿no somos nosotros, por ventura, semejantes á este i n -
« d r a ; y cayó la lluvia, crecieron los ríos, los vientos soplaron, y se sensato? Se nos explica todos los dias la ley de Dios; se nos repiten
« enfurecieron contra ella, y no cayó, porque estaba fundada sobre la las palabras de Jesucristo; nos anuncian su voluntad, sus castigos
«piedra...» No basta conocer la ley de Dios, es necesario practicar- y sus premios; asistimos á las instrucciones; las oimos, y con todo
la : no se trata aquí de uno de aquellos conocimientos d e especula- eso salimos tan frios como si no nos tocara lo q u e se ha dicbo... O c u -
ción ó de ostentación; se trata de una ciencia práctica. El q u e escu- pados en mil frivolos objetos, nos agitamos, trabajamos, y edificamos
cha al Salvador, el que arregla su vida sobre la doctrina q u e predicó, sobre la arena; ¡insensatos ! La muerte destruirá todos'estos vanos
es semejante á aquel que fundó su casa sobre l a piedra... Caen las edificios que se alzaron con tan grande costo, y no quedará otra cosa
lluvias, la inundan los ríos, soplan los vientos, todo se u n e para a r - que la vergüenza de haber sido engañados y el dolor de no poder
ruinarla ; pero porque está fundada sobre la piedra, sostiene todos ya remediar la falla.
filial, con la mas tierna confianza, con el deseo continuo de a g r a -
Petición y coloquio. darle, y de hacer su voluntad.
¡ Oh deplorable miseria! ¡ cuándo comenzaré á ser sábio y á f a - Lo 2.° Doctrina perfecta: porque ilumina todo el hombre... No
bricar sobre la piedra sólida! ¡ » d e mí! ^soy ciertamente misera- solo le enseña todas sus obligaciones, sino q u e también le hace co-
ble ! ¡Conozco, Dios mió, vuestra ley, la adoro, consiento en ella; pro- nocer la nobleza de su origen, que es Dios mismo su Criador... la
pongo, y os prometo practicarla; pero en el momento de la acción, en miseria de su caída, y consiguientemente su corrupción, su natural
el instante de la práctica, escucho mi pasión, satisfago mi inclinación, debilidad, y su esclavitud bajo el imperio del demonio, las ventajas
m e olvido de mis resoluciones, y quebranto mis promesas! ¿ Q u é m e de la redención, su fin y su glorioso destino.
diréis, ó Jesús m i ó , cuando seré presentado á vuestro juicio? ¿Cuál Lo 3.° Doctrina perfecta: porque fortifica todo el hombre firman-
será m i suerte? ¿Será aquella del árbol estéril q u e no ha producido do la ligereza de su espíritu con las reglas inmutables de l a fe, ani-
algún f r u t o , ó si ha producido alguno ha sido malo ? Vos, pues, ten- mando su corazon con motivos proporcionados á su estado y á sus
dréis derecho de desechadme, como cargado solo de obras de iniqui- necesidades; motivos d e temor, pero de u n temor capaz de arrestar
dad. ¡ A h ! y cómo es cierto q u e toda m i vida está llena y tejida d e el curso de las mas fuertes pasiones, y de apagar todo su fuego con
ellas! ¿ Q u é s e r á , pues, d e m í , ó divino Salvador, si Yos no teneis la idea de un mal tan terrible q u e no se puede pensar sin horrori-
• piedad de m í ? ¡ Oh! iluminad mi espíritu, cautivad mi corazon para zarse; motivos d e esperanza, y de u n a esperanza capaz d e hacernos
q u e verdaderamente contrito repare mis desórdenes, y para q u e des- emprenderlo todo y sufrirlo todo con la idea d e u n a felicidad infi-
engañado de mis falsas virtudes comience á practicar las verdade- nita y eterna, cuya posesion nos está prometida y asegurada si so-
ras, aquellas q u e serán reconocidas por Yos en la eternidad. A m e n . mos fieles; motivos de amor, y de un amor ardiente y generoso, bas-
tante á sostenernos en cualquiera ocasion , porque otra cosa no es,
MEDITACION L X . q u e Dios mismo , el objeto de este a m o r ; u n Dios Criador, infinito
en todo género de perfecciones; u n Dios Salvador, hecho como uno
FIN DEL DISCURSO DE JESUCRISTO EN EL MONTE. de nosotros para hacerse nuestra cabeza y darnos ejemplo; un Dios
(Matth. TU, 2 8 , 2 9 ) . Santificador, q u e esparce la caridad en nuestros corazones, nos sos-
admiracion de las turbas. tiene y nos anima con la fuerza interior de su gracia... ¡Oh doctri-
E s t a a d m i r a c i ó n tiene por objeto: lo 1.° la doctrina que J e s u c r i s t o enseña ; na celestial! ¿quién podrá no admiraros? ¿quién podrá no amaros?
lo 2.° la autoridad con que e n s e ñ a , y lo 3.° la m a n e r a con que e n s e ñ a . ¿ Q u é cosa es la doctrina de los hombres, de los filósofos, de los i m -
píos en comparación de esta? Doctrina mostruosa q u e deja al hom-
PUNTO I . bre en su debilidad; lo abandona á sí mismo, y sin algún socorro:
Admiración de la doctrina de Jesucristo. q u e deja al hombre en sus tinieblas sin enseñarle á dónde va, ni para
q u é fin ha sido puesto en este m u n d o : q u e deja al hombre en su to-
«Y sucedió q u e habiendo Jesús acabado d e hablar, las turbas se
tal corrupción, y mayormente lo sepulta en ella; lo hace audaz para
«admiraban de su doctrina...» El primer objeto de la admiración de
cometer toda suerte d e delitos, de pecados, de infamias; lo debilita
este pueblo fue la doctrina de Jesucristo: admirémosla también nos-
y lo degrada aun mas abajo de la condícíon de bestia; y doctrina de-
otros para seguirla siempre con mayor empeño.
testable, q u e solo puede hallar secuaces entre hombres "perversos, di-
Lo 1.° Doctrina perfecta: porque regula y hace perfecto todo el
solutos, sin pudor, ó hipócritas de profesion...
hombre... Y primeramente, respecto de sí mismo, le enseña á des-
preciar y á echar de sí todo aquello que pueda desanimarlo y cor-
romperfo. Forma un h o m b r e verdadero, sólido, constante, generoso, PUNTO 11.
casto y desinteresado... Respecto al prójimo, lo hace dulce, modes- Admiración de la autoridad con que enseña.
to, h u m i l d e , sumiso, sociable, compasivo, benéfico, afable, g e n e - «Porquelos enseñaba como quien tiene autoridad...» El segundo
roso y sincero. Finalmente, respecto á Dios, lo u n e á él con u n amor objeto delaadmiracion del pueblo fue la autoridad con que enseñaba.
23* "
filial, con la mas tierna confianza, con el deseo continuo de a g r a -
Petición y coloquio. darle, y de hacer su voluntad.
¡ Oh deplorable miseria! ¡ cuándo comenzaré á ser sábio y á f a - Lo 2.° Doctrina perfecta: porque ilumina todo el hombre... No
bricar sobre la piedra sólida! ¡ » d e mí! ^soy ciertamente misera- solo le enseña todas sus obligaciones, sino q u e también le hace co-
ble ! ¡Conozco, Dios mió, vuestra ley, la adoro, consiento en ella; pro- nocer la nobleza de su origen, que es Dios mismo su Criador... la
pongo, y os prometo practicarla; pero en el momento de la acción, en miseria de su caida, y consiguientemente su corrupción, su natural
el instante de la práctica, escucho mi pasión, satisfago mi inclinación, debilidad, y su esclavitud bajo el imperio del demonio, las ventajas
m e olvido de mis resoluciones, y quebranto mis promesas! ¿ Q u é m e de la redención, su fin y su glorioso destino.
diréis, ó Jesús m i ó , cuando seré presentado á vuestro juicio? ¿Cuál Lo 3.° Doctrina perfecta: porque fortifica todo el hombre firman-
será m i suerte? ¿Será aquella del árbol estéril q u e no ha producido do la ligereza de su espíritu con las reglas inmutables de l a fe, ani-
algún f r u t o , ó si ha producido alguno ha sido malo ? Vos, pues, ten- mando su corazon con motivos proporcionados á su estado y á sus
dréis derecho de desechadme, como cargado solo de obras de iniqui- necesidades; motivos d e temor, pero de u n temor capaz de arrestar
dad. ¡ A h ! y cómo es cierto q u e toda m i vida está llena y tejida d e el curso de las mas fuertes pasiones, y de apagar lodo su fuego con
ellas! ¿ Q u é s e r á , pues, d e m í , ó divino Salvador, si Yos no teneis la idea de un mal tan terrible q u e no se puede pensar sin horrori-
• piedad de m í ? ¡ Oh! iluminad mi espíritu, cautivad mi corazon para zarse; motivos d e esperanza, y de u n a esperanza capaz d e hacernos
q u e verdaderamente contrito repare mis desórdenes, y para q u e des- emprenderlo todo y sufrirlo todo con la idea d e u n a felicidad infi-
engañado de mis falsas virtudes comience á practicar las verdade- nita y eterna, cuya posesion nos está prometida y asegurada si so-
ras, aquellas q u e serán reconocidas por Yos en la eternidad. A m e n . mos fieles; motivos de amor, y de un amor ardiente y generoso, bas-
tante á sostenernos en cualquiera ocasion , porque otra cosa no es,
MEDITACION L X . q u e Dios mismo , el objeto de este a m o r ; u n Dios Criador, infinito
en todo género de perfecciones; u n Dios Salvador, hecho como uno
FIN DEL DISCURSO DE JESUCRISTO EN EL MONTE. de nosotros para hacerse nuestra cabeza y darnos ejemplo; un Dios
(Matth. TU, 2 8 , 2 9 ) . Santificador, q u e esparce la caridad en nuestros corazones, nos sos-
admiracion de las türbas. tiene y nos anima con la fuerza interior de su gracia... ¡Oh doctri-
E s t a a d m i r a c i ó n tiene por objeto: lo 1.° la doctrina que J e s u c r i s t o enseña ; na celestial! ¿quién podrá no admiraros? ¿quién podrá no amaros?
lo 2.° la autoridad con que e n s e ñ a , y lo 3.° la m a n e r a con que e n s e ñ a . ¿ Q u é cosa es la doctrina de los hombres, de los filósofos, de los i m -
píos en comparación de esta? Doctrina mostruosa q u e deja al hom-
PUNTO I . bre en su debilidad; lo abandona á sí mismo, y sin algún socorro:
Admiración de la doctrina de Jesucristo. q u e deja al hombre en sus tinieblas sin enseñarle á dónde va, ni para
q u é fin ha sido puesto en este m u n d o : q u e deja al hombre en su to-
«Y sucedió q u e habiendo Jesús acabado d e hablar, las turbas se
tal corrupción, y mayormente lo sepulta en ella; lo hace audaz para
«admiraban de su doctrina...» El primer objeto de la admiración de
cometer toda suerte d e delitos, de pecados, de infamias; lo debilita
este pueblo fue la doctrina de Jesucristo: admirémosla también nos-
y lo degrada aun mas abajo de la condicion de bestia; y doctrina de-
otros para seguirla siempre con mayor empeño.
testable, q u e solo puede hallar secuaces entre hombres "perversos, di-
Lo 1.° Doctrina perfecta: porque regula y hace perfecto todo el
solutos, sin pudor, ó hipócritas de profesion...
hombre... Y primeramente, respecto de sí mismo, le enseña á des-
preciar y á echar de sí todo aquello que pueda desanimarlo y cor-
romperfo. Forma un h o m b r e verdadero, sólido, constante, generoso, PUNTO 11.
casto y desinteresado... Respecto al prójimo, lo hace dulce, modes- Admiración de la autoridad con que enseña.
to, h u m i l d e , sumiso, sociable, compasivo, benéfico, afable, g e n e - «Porquelos enseñaba como quien tiene autoridad...» El segundo
roso y sincero. Finalmente, respecto á Dios, lo u n e á él con u n amor objeto delaadmiracion del pueblo fue la autoridad con que enseñaba.
23* "
MEDITACION L X . 3 5 7
356 E L EVANGELIO MEDITADO.
Lo 1 A u t o r i d a d de Jesucristo incontestable... Ella está fundada so- Lo 1.° Simple y popular, sin ornamentos estudiados, sin elocuen-
bre títulos divinos. «Yo os digo... Yo os mando... Yo y a os he d i - cia afectada, sin fausto, sin orgullo. Hacia sensible é inteligible todo
«cho... Pero vo os digo...,» etc. Autoridad de mediador entre Dios aquello que decia, y lo acomodaba á la capacidad de todo el mundo. .
y el mundo , á quien deben unirse todos los hombres. «Sois bien- Lo 2.° Era noble y afectuosa, llena de majestadydesentimientos...
a v e n t u r a d o s cuando los hombres os maldecirán... y dirán de vos- Lo 3.° Era clara y precisa, sin rodeos, sin equívocos, sin dispu-
«otros falsamente todo mal por causa mía... Pedid, y se os d a - tas, sin controversias... Sobre este modelo se formaron los Apósto-
«rá...,» etc. Autoridad de Hijo de Dios... «Aquel que hace la vo- les, y se deben formar también los predicadores del Evangelio... no
«luntad de mi Padre q u e está en los cielos, este entrará en el remo enseñaban así los escribas y fariseos... F u e r a de que no podían anun-
« d é l o s cielos...» Autoridad de Juez soberano de lodos los hombres. ciar una doctrina tan sublime, ni hablar con la misma autoridad; no
«Muchos me dirán en aquel dia, etc. Y entonces yo protestaré á ellos se explicaban con aquella nobleza, con aquella simplicidad, con
«que jamás los h e conocido, retiraos de mí...» aquella claridad, con aquella elevación de sentimientos, con aquella
unción divina, q u e hacían amar en Jesucristo al predicador que e n -
Lo 2.° Autoridad inimitable... Ningún hombre ha hablado jamás señaba y la virtud q u e persuadía ; no se veia otra cosa en sus dis-
sobre la tierra con u n a autoridad como la de Jesucristo; ni aquellos cursos q u e debilidad en el razonar, incerteza y variación en la doc-
que Dios ha enviado á instruir á los hombres, como Moisés, ni aque- trina, y afectación y vanidad en el lenguaje : y esto es justamente
llos que han comparecido para engañar á los hombres, como tantos lo que se halla también ahora en los escritos de los herejes y d e los
seductores q u e han formado diferentes sectas. Ninguno de estos, no impíos; un lenguaje florido y elegante hace lodo su precio: del resto
obstante el gran deseo que han tenido de adquirirse crédito, ha sido solo se hallan sofismas, falsos razonamientos, disimulación, equívo-
tan atrevido que se haya usurpado títulos tan gloriosos que al fin cos, insinuaciones artificiosas, sátiras amargas y moles indecentes:
110 hubiera podido sostener, y q u e antes hubieran contribuido á des- el fruto, pues, de su lección es inquietud en el alma, indecisión en
truir q u e á establecer su autoridad. Si en el curso de los siglos se ha el espíritu, alejamiento de Dios, disgusto á la virtud, aversión al bien,
visto cualquier fanático atreverse á imitar algunos rasgos de este di- y desprecio prác ico d e toda suerte de obligaciones.
vino lenguaje, se vió disiparse con ellos y aun antes su extravagan-
cia... Yos solo, ó Jesús mió, habéis podido tomar estos divinos títulos Petición y coloquio.
y sostener su gloria. Vuestra Religión fundada sobre ellos ha resistido
¡ Ah! alejad d e m í , ó Señor, estos hombres peligrosos, estos li-
á la discusión de los filósofos y á la persecución de los tiranos; bajo
bros sediciosos y engañadores q u e halagan y lisonjean los oidos, solo
de estos títulos os rindo mis obsequios, me llego á Yos, escucho solo
para corromper el espíritu y el corazon. No escucharé jamás á estos
vuestras palabras, y quiero conformarme en todo á.vuestra santa ley.
hombres frivolos; no leeré jamás sus obras perversas. Haced q u e en
Lo 3.° Autoridad incomparable... ¿Y quién son aquellos que en adelante guste solo d e vuestra santa palabra, y de los maestros q u e
nuestros dias osaron sublevarse contra Yos, ó Jesús, y contradecir me la expliquen con aquella autoridad q u e viene de Vos, y que solo
á vuestra doctrina? ¿De dónde vienen estos? ¿Cuáles son sus títulos? puede darla vuestra Iglesia : á este enseñamiento divino , simple,
¿cuál es su autoridad? Ni comparecen siquiera, ni se atreven á ma- preciso, seguro é invariable, someto, Dios mió, mi espíritu y mi co-
nifestar su nombre. ¿Y serán estos los doctores que he de escuchar? razon; y con el socorra de vuestra gracia estoy resuelto á uniformar
¿y me fiaré de ellos? ¿Es posible, ó Luz divina, q u e tengamos cora- á él toda mi conducta. Amen.
zon para abandonaros á Vos por seguir maestros tan oscuros y tan
despreciables, sin nombre, sin autoridad, y vagamundos?

PUNTO I I I .
Admiración de la manera con que Jesucristo enseña.
«Porque él los instruía... no como sus escribas y fariseos...» Su
manera d e enseñar e r a :
MEDITACION L X I . 3 5 9

chados, se aumenta cada dia mas nuestro m a l , comunicando con


MEDITACION L X I . las inmundicias d e los otros. ¡ Ay d e mí! ¡ cuántos pecados nos co-
munican los otros, sin aquellos que nacen del fondo de nuestro co-
SANA J E S U C R I S T O UN' LEPROSO.
razon, y sin aquellos q u e comunicamos nosotros! Llenos d e confu-
(Mailh. » m , !—4; Marc. i , 40-44; Luc. v, 1 2 - 1 4 ) .
sión confesemos delante del Señor q u e son innumerables todos estos
M e d i t e m o s : lo 1.° el estado d e este l e p r o s o ; 2.° su conducta; 3.° lo sana J e - diferentes pecados, por los q u e nuestra alma se halla en el estado
sucristo ; 4.° lo que se sigue á e s t e milagro. T o d a s estas cuatro circunstancias mas peligroso, si el médico celestial no se m u e v e á compasion.
se merecen n u e s t r a c o n s i d e r a c i ó n .
Lo 4.° La lepra era un mal humillante para el que le padecía, por-
PUNTO I . que era excluido de todo comercio con los demás hombres... No era lícito
á u n leproso habitar ó entrar en la ciudad, y estaba prohibido á to-
Estado del leproso. dos el tocarlo : obligado á andar errante por las campiñas, h u y e n -
«Y habiendo bajado del m o n l e , lo siguieron muchas turbas... y do d e él lodo el m u n d o , apenas encontraba de q u e sustentarse, y
«vino á él un leproso...» N i n g u n a cosa representa mejor el estado era necesario arrojarle desde léjos lo que se le queria d a r por cari-
del pecado que el estado d e la lepra. E n la enfermedad de este i n - dad... ¡Ahí si me hubieran d e hacer á mí justicia, ¿no debería yo
feliz podemos reconocer la d e nuestra alma. ser tralado también de este modo? ¿no debería ser echado y arro-
Lo 1." La lepra es un mal horrible en sí mismo. El miserable, d e jado de la sociedad de los hombres, como contagioso, despreciado
quien hablamos, estaba todo c u b i e r t o : causaba horror á todo el y aborrecido de todo el m u n d o ? ¡ Ah! bien conozco q u e con m i ma-
m u n d o , y se lo causaba á sí m i s m o , d e suerte que no se podia s u - la conducta he obligado á tantos hombres justos y virtuosos á sepa-
frir... Siendo todo pecado u n a mancha del a l m a , debo reconocer que rarse d e mí. Mis sentimientos sobre la Religión, mis discursos con-
estoy del lodo cubierto, porque mi vida es una cadena d e pecados. tra el pudor y la caridad, mi índole altiva, extravagante y colérica,
¡Oh! ¡qué cosa seria yo á mis ojos, si pudiese ver las inmundicias mi manera de vivir m u n d a n a y disipada, y otros mil vicios d e q u e
que desfiguran mi a l m a ! ¡ q u é cosa seria á los ojos de los hombres soy esclavo, ¡ah! bien conozco q u e alejan cada dia las almas timo-
si las pudiesen conocer! ¿ Y q u é seré á l o s ojos d e Dios que las está ratas de tener comunicación conmigo.
viendo, y conoce toda su deformidad? ¿ Y me quedaré siempre en
este estado, sin recurrir al médico que me c u r e ? PUNTO II.
Lo 2.° La lepra era un mal contagioso para los otros; pero lo es La conducta del leproso.
aun mas el pecado. Este se comunica por los ojos, por las palabras*
por las acciones y por los ejemplos, sin hablar aquí de aquellos p e - «Y h é a q u í , q u e viniendo u n leproso lo adoraba... Y puesto d e
cados enormes q u e deshonran la razón, y son tan comunes en el «rodillas, le dijo... Señor, si quieres, me puedes limpiar.»
m u n d o ; ¿pensamos nosotros acaso que nuestra disipación, nuestra Examinemos menudamente estas circunstancias : 1. a El leproso
inmodestia, nuestra inmortificacion, nuestra irregularidad, nues- m á Jesús... E n esto precisamente no consiste su mérito ; fue u n
tras impaciencias, nuestras quejas, nuestras antipatías, nuestras efecto de la bondad del Salvador, q u e con ofrecerse á la vista de
aversiones, nuestras m u r m u r a c i o n e s , nuestros apodos, nuestras sá- aquel infeliz lo previno ; su mérito consistió en considerar en Jesu-
tiras y nuestra crítica nada tienen de contagioso para los prójimos? cristo aquel que por u n a multitud de curaciones venia anunciado
Lo 3.° La lepra es un mal menos funesto que el pecado en su con- por el Mesías y por el Hijo d e Dios : consistió en creer y esperar en
tagio. Lo primero, porque el leproso comunicando su mal álos otros él, y en comprender la felicidad q u e conseguiría con solo poder
no aumenta el suyo propio ; y por el pecado, todos los q u e ocasio- acercarse á él. Nosotros tenemos esta dicha, pero ¿cómo la com-
namos en otros, son tantas suciedades que de nuevo caen sobre nos- prendemos, y "cómo nos aprovechamos? Jesús nos previene con m i -
otros. S e g u n d o , porque el leproso no aumenta s u mal comunican- radas , con los rayos d e su divina luz, con vivas inspiraciones, y por
do con otros leprosos; y por el pecado, a u n q u e ya estamos m a n - medio del santo deseo d e dársenos se nos ofrece. ¡Ah! no aparte--
360 E L EVANGELIO M E D I T A D O .

mos los ojos de él para no verlo. É l es nuestro médico y nuestro


PUNTO I I I .
Salvador : no pongamos la vista en otros objetos; él solo y ningún
otro nos puede salvar, purificar y hacer felices. Sana el Señor al leproso.
2. a El leproso va á Jesús... Apenas lo vió, se fué á él... ¿ Q u é «Y Jesús movido á compasion... extendió su m a n o , y tocándole
pensamientos tenemos nosotros de ir á Jesucristo, de visitarlo, de «le dijo : Quiero, está sano; y repentinamente desapareció de él la
estarnos con él en sus templos, y d e recibirlo en su Sacramento? «lepra...» Observemos aquí en Jesucristo sus sentimientos, su a c -
de llamarlo en nuestra ayuda en las tentaciones? ¿ Q u é cuidado , cion, sus palabras, y el milagro q u e obra.
tenemos d e recurrir á sus ministros, á quienes ha confiado su o m - Lo 1.° Los sentimientos de Jesucristo... El sentimiento de Jesús á
nipotencia para sanarnos? ¡ Ay de mí! en vez de ir á buscarlos, hui- la vista del leproso no fue de horror, d e desprecio ni de exlrañeza,
mos d e ellos, ó por lo menos vamos dilatando de dia en dia el r e - sino de la mas tierna compasion. ¡ Ah! aprendamos á conocer á Je-
currir á su ministerio. E n vez d e ir á Jesucristo, andamos por lo- sucristo : confusos y turbados por nuestras miserias temblamos a l -
dos aquellos lugares por donde sabemos bien" q u e n o le encontra- g u n a s veces de ir á é l , porque sabemos q u e es santo y que es jus-
rán os. * . to ; pues sepamos a u n mucho m a s , y e s : q u e es tierno, q u e es
3. a El leproso adora á Jesucristo... Acercándose al Salvador, se compasivo, y que inspira los mismos sentimientos á sus ministros
postró y puso de rodillas delante d e él para adorarlo... ¿Cómo e s - cuando ven un penitente que da pruebas de un verdadero dolor de
tamos nosotros en la presencia de Jesucristo en sus templos, delan- sus pecados y de un verdadero deseo de ser purificado d e ellos. Va-
te de su tabernáculo, ó cuando privadamente oramos y le suplica- mos, pues, y enderecémonos á ellos llenos de confianza en las m i -
mos? ¿Pensamos que estamos en la presencia de nuestro Dios, d e sericordias d e nuestro Dios.
aquel de quien solo podemos y debemos esperar nuestra salvación? Lo 2." La acción de Jesucristo... «Extendió su mano, y tocó al le-
4. a El leproso suplicad Jesús... « Y poniéndose de rodillas, dijo: «proso...» ¡Oh mano poderosa! ¡oh tocamiento saludable! ¡qué
«Señor, si quieres, m e puedes limpiar...» ¡Breve, pero fervorosa impresión hiciste sobre este-miserable suplicante! Se llenaron de j ú -
oracion! ¡Cuántos sentimientos en estas pocas palabras! ¡qué fe en bilo sus carnes y sú corazon. ¿No era bastante, ó Señor, el sanar-
la presencia del Salvador! ¡qué confianza en su bondad! ¡qué h u - lo? ¿ E r a necesario también q u e vuestra sagrada mano locase u n a
mildad! ¡ q u é sumisión á s u santísima voluntad! S e reconoce i n - carne inficionada de la lepra, q u e ni aun se podía ver sin horror?
digno d e la gracia q u e pide, la espera d e la pura liberalidad de Je- ¡Oh! ¡y cuán grande es vuestra b o n d a d , ó Dios mió! Ella os e m -
sucristo, cree que puede concederla, q u e le basta solo quererla, y peña aun ahora á venir ánosotros, a u n q u e miserables, n o solo para
espera q u e lo querrá... ¿Por q u é no oramos nosotros así para ob- tocarnos, sino también para unirnos á Vos, y servirnos d e alimento.
tener la pureza d e nuestra a l m a , principalmente en las tentaciones Lo 3.° Las palabras de Jesucristo... « J e s ú s , tocándolo, le dijo :
q u e padecemos? Despues de estas pocas palabras el leproso siempre «Seas sano...» Nuestra salvación es cierta, luego q u e queramos y
postrado á ios piés de Jesucristo esperaba la decisión de su suerte. hagamos de nuestra parle todo aquello que Dios nos pide, porque
¡Oh! ¡qué sentimientos se excitarían entre tanto en su corazon! estamos ciertos de parte de Jesucristo de su voluntad ; porque su vo-
Sentimientos d e un dulce gozo, ocasionado de la firme esperanza luntad es omnipotente, y porque no poniendo nosotros obstáculo,
de quedar sano y de verse bien presto purificado d e su m a l ; sen- obtiene siempre su efecto. Serémos, p u e s , infinitamente culpables,
timientos de u n tierno amor de aquel Señor de quien esperaba su si léjos de aprovecharnos de eslas disposiciones de nuestro divino
s a l u d , con u n a resolución firme d e no separarse jamás de él y de Salvador para sanarnos, limpiarnos, santificarnos y salvarnos a b u -
servirlo ; sentimientos d e temor á vista de su indignidad, como r e - samos de ellas resistiendo, ó dilatándolo.
gularmente se experimenta cuando se espera una gracia grande que Lo í.° El milagro que obra Jesucristo... Al pronunciar solo esta
no se merece ; pero la bondad d e Jesucristo no le hizo esperar m u - palabra lo quiero, sé sano, desapareció la lepra : aquel q u e se había
cho tiempo. postrado leproso se levantó puro y limpio, sin m a n c h a , y tan sano
como si jamás hubiera tenido lepra... También nosotros quedaría-
302 EL EVANGELIO MEDITADO, MEDITACION LXII. 363
mos purificados de este modo de nuestro orgullo, de nuestro apego ver por un momento las honras q u e se le d a n , y esconde con dili-
á los bienes de la tierra y á los placeres del m u n d o , d e nuestra i n - gencia el bien q u e hace por la gracia de Dios.
mortificacion, de nuestras impaciencias ; en una palabra, d e la l e - Lo 3.° Retiro de Jesucristo y su oracion... Los pueblos venían d e
pra d e nuestros pecados, si con humildad y confianza nos encami- todas partes para recibir las instrucciones y la sanidad de sus m a l e s ;
náramos á Jesucristo, si le suplicáramos y pidiéramos q u e nos m i - pero Jesús no se rindió á sus deseos, y se retiró á la soledad para
rase, q u e tuviese compasion de nosotros, q u e nos locase y q u e nos atender allí á la oracion. Los superiores y los pastores traen muchas
hablase. mas veces las gracias necesarias á sus subditos y á sus rebaños por
PUNTO I Y . medio de la oracion, que por el de sus discursos; ¿y dónde se pue-
de orar mejor y con mayor fruto q u e en el silencio y en el retiro?
De lo que acaeció despues de sanar al leproso.
Lo í." Caridad y celo de Jesucristo... Cuando el pastor deja su pue-
«Y le mandó q u e no lo dijese á alguno... Y le dice : Guárdate de blo por atender á la oracion, el pueblo ni se escandaliza, ni se des-
« decirlo á nadie, mas v é , y preséntate al príncipe de los sacerdo- anima , antes recurre á él con mayor confianza y con mayor dili-
t e s , y ofrece por tu limpieza lo q u e mandó Moisés en testimonio gencia... Por mas profunda que fuese la soledad donde se retiró el
«para ellos... Pero él luego q u e salió empezó á publicar y á divul- Salvador, el pueblo se f u é á encontrarlo ; y Jesús, q u e habia pasa-
« g a r el hecho... Y mucho mas se extendía su f a m a , de suerte q u e do la noche en oracion, empleó el dia en la instrucción y en sanar
« n o podía entrar descubiertamente en la c i u d a d , sino que se esta- enfermos ; d e este modo empleó Jesucristo toda su vida por nos-
« b a fuera en lugares solitarios é iban d e todas partes á buscarlo... otros, y proveyó á todas nuestras necesidades. Instruía igualmente
«Y se juntaban muchas lurbas para oírlo, y para q u e los sanase de con sus discursos y con sus ejemplos.
«sus enfermedades, mas él se retiraba al desierto á o r a r . » Jesucris- . IÍ •
to nos da aquí un maravilloso ejemplo de su obediencia y subordi- Petición y coloquio.
nación á la ley, de su modestia en huir sus alabanzas, de su retiro, ¡ Oh Dios mió! mi alma está desfigurada de una lepra mucho mas
de su oracion, d e su caridad y de su celo. horrible q u e la del leproso del Evangelio. Señor, si quereis, me po-
Lo 1.° Obediencia y subordinación de Jesucristo á la ley... E l l e - déis sanar. Extended, pues, vuestra mano poderosa y saludable;
proso quería seguir á su bienhechor y no abandonarlo j a m á s ; pero tocad mi corazon, y haced q u e no os resista ya mas : haced sentir á
Jesús n o se lo permitió, antes le habló en tono severo, le amenazó, mi alma aquellas palabras llenas d e consuelo : Zo quiero, sé sano.
y le obligó á retirarse, para ir á presentarse al sacerdote, q u e por Amen.
orden del sumo sacerdote, y en su lugar, estaba encargado d e ve-
rificar la sanidad de los leprosos y de restituirlos á la sociedad civil. MEDITACION LXII.
Le mandó también que hiciera la oferta que prescribia la ley, para
q u e sirviera de teslimonio á los sacerdotes y á todo el pueblo, d e SANA JESUCRISTO A L CRIADO DEL CENTURION.
(Mallh. yin, 5 - 1 3 ) .
que la sanidad era perfecta.
Lo 2.° Modestia de Jesucristo, y su atención á huir las alaban- M e d i t e m o s : lo 1.° las palabras del C e n t u r i ó n ; lo 2.° las palabras de J e s u -
zas... L e prohibió q u e dijese á alguno de quién ni cómo habia sido cristo á los c i r c u n s t a n t e s , y lo 3.° las palabras de Jesucristo al Centurión.
curado de la lepra... Pero el leproso, obligado á obedecer á l a orden
PUNTO I .
de retirarse, no se creyó igualmente obligado á la d e callar; m a -
nifestó su reconocimiento publicando por todas partes el milagro, y Palabras del Centurión á Jesucristo.
este hecho hizo tanto r u i d o , q u e Jesús por aquel tiempo no se d e - Estas palabras están llenas d e caridad, d e confianza, de h u m i l -
jaba ver en la ciudad porevilar los aplausos y aclamaciones de u n a dad y de fe.
gran tropa de admiradores... El Salvador n o temia la oslentacion, Lo 1.° Llenas de caridad... «Y habiendo entrado (Jesús) en Ca-
pero quería darnos u n ejemplo d e aquella humildad q u e no puede « f a r n a u m , salió á encontrarlo u n centurión, rogándole y diciendo:
364 E L E V A N G E L I O MEDITADO.
« S e ñ o r , mi muchacho está paralítico, y es malamente atormenta- ño v señor á las enfermedades y á toda la naturaleza, y que basta
«do...» Jesús, despues d e su retiro, entró en Cafarnaum, y u n abrir la boca para ser obedecido... ¿Y no concebiremos jamás nos-
centurión, esto e s , un oficial romano que mandaba u n a compañía otros una idea semejante d e Jesucristo? Pues ¿por q u é nos endere-
de cien hombres, vino á implorar su socorro : lo hizo con aquella zamos á él siempre con u n a timidez, con u n a desconfianza y con
simplicidad y franqueza ordinaria q u e las personas militares tienen una secreta inquietud q u e nos estrecha el corazon? ¡Ah! esto es
en puntos de religión y d e fe, y con aquella nobleza y naturalidad porque no conocemos su poder ni su bondad, porque n o tenemos
q u e se ganan el corazon de los hombres, y aseguran para con Dios fe en el u n o , ni confianza en la otra. Aprendamos hoy á conocer á
el éxito d e su súplica. L a caridad animaba su petición; no pedía nuestro Salvador ; comencemos á creer en é l , esto es, á poner en él
para s í , sino para su criado q u e estaba en cama con u n a parálisis toda nuestra confianza.
que lo atormentaba. ¿Tenemos nosotros la misma caridad para con
nuestros criados, para con nuestros hermanos, y para con nuestros PUNTO I I .
inferiores? ¡ Ah! tengámosla á lo menos para con nuestra alma. ¡ Oh Palabras de Jesucristo á los circunstantes.
cuánto tiempo há q u e ella está como paralítica y sin movimiento Estas palabras están llenas de, elogios para el Centurión, de con-
para las cosas del cielo y para las obras buenas, mientras está b u e - suelo para los gentiles, de terror para los judíos, y de amenazas p a -
n a , viva y ardiente para las cosas de la tierral ra los malos cristianos. ' •
Lo %Palabras del Centurión llenas de confianza en la bondad de Lo 1 L l e n a s de elogios para el Centurión... « Jesús, oidas estas
Jesucristo... Nada le p i d e ; se contenta con exponer el estado del « palabras, se maravilló, y dijo á los q u e lo seguían : E n verdad os
enfermo, y esto basta para el corazon de Jesús. Representémosle « digo, que no he encontrado una fe tan grande en Israel...» ¿ C u á n -
con la misma confianza nosotros las enfermedades de nuestra alma, do daremos nosotros á Jesucristo esta satisfacción de ver y de alabar
sus llagas, su flaqueza, sus pecados y su tibieza, que él la sanará. en nosotros una fe viva y perfecta? ¡ Un extranjero tiene mas fe q u e
Lo 3.° Palabras del Centurión llenas de humildad... « I Jesús le u n israelita! ¡ u n hombre empeñado en el m u n d o , en la profesion
«dijo : Yo iré, y lo sanaré...» Pero el Centurión lleno de confusion de las armas, tiene tal vez mas fe q u e aquellos q u e están consagra-
respondió diciendo : ¡Ah Señor! no me atrevo á pretender seme- dos al retiro y al servicio del altar! Cuanto es mas glorioso para los
jante honor ; no os pido, 110, que vavais á mi casa : «yo no soy u n o s , es de mayor humillación para los otros semejante contraste.
« digno d e q u e entreis bajo de mi lecho, mas di solo u n a palabra, Si estamos retirados del m u n d o , aprovechémonos de la felicidad d e
« y mi muchacho será sano...» Palabras admirables q u e la Iglesia nuestro estado, y no nos dejemos sobrepujar de aquellos que no go-
pone en la boca d e s ú s hijos en el punió de la comunion: digámos- zan de las mismas ventajas ; reunámonos todos en la caridad por
las entonces con los sentimientos del mas profundo respeto á la per- medio de una santa emulación, y animémonos los unos á los otros
sona adorable de Jesucristo nuestro Salvador y nuestro Dios. á dar á nuestro Salvador testimonio de nuestra fe y de nuestro amor.
Lo 4.° Palabras del Centurión llenas de fe en el poder de Jesús... Lo 2.° Palabras de Jesucristo llenas de consuelo para los gentiles...
Sin salir del lugar en q u e estáis, ó Señor, prosiguió él, dignaos so- «Y os digo, q u e muchos vendrán d e Oriente y de Occidente, y se
lamente de decir una palabra, que los males mas obstinados os obe- «sentarán con A b r a h a n , Isaac y Jacob en el reino de los cielos...»
decerán, y el enfermo será sano ; «porque también yo soy u n hom- El objeto de la profecía q u e hace aquí Nuestro Señor somos nosotros.
« bre subordinado á otro, y tengo bajo de mí soldados; y digo á esle, Nosotros vemos el dichoso cumplimiento de esta predicción. N o s -
« ves, y v a ; y á otro v e n , y viene; y á mi criado, haz la tal cosa, y otros estamos asociados á la fe de estos santos Patriarcas; pero ¿lo
«la hace...» Se habia formado el Centurión u n a justa idea de la po- serémos á su felicidad? ¡ Ah! ¡qué desgracia, si despues de tantos
tencia de Jesucristo. E s noble y viva la manera con que manifiesta favores venimos por nuestra culpa á ser privados de ella!
su pensamiento. ¡Qué profesion de fe para u n gentil! Da á enten- Lo 3.° Palabras de Jesucristo llenas de terror para los judíos...
der á Jesucristo, q u e teniendo u n poder soberano, independiente é «Mas los hijos del reino serán arrojados á las tinieblas exteriores;
ilimitado, puede en u n a manera absoluta y eficaz mandar como due- «allí será el llanto y el crujir de dientes...» Los hijos del reino q u e
3 8 6 EL EVANGELIO MEDITADO, MEDITACION LXIII. 3 6 7
deben ser arrojados á las tinieblas exteriores, donde serán alimen- demos desfallecer en el estado peligroso en q u e se halla nuestra a l -
tados d e lágrimas, donde será el rechinar de dientes, tormento y m a , teniendo un Salvador tan amable, t a n condescendiente, t a n
desesperación, son los judíos infieles, q u e habiendo tenido la dicha misericordioso y tau solícito para aliviarnos?
de nacer en el seno de la verdadera Religión, de estar prevenidos Lo 2.° Palabras de Jesucristo llenas de poder... «Y dijo Jesús al
para el Evangelio por medio d e la ley y de los Profetas, y de serlos « Centurión : V é , y hágase conforme has creído ; y en aquella hora
primeros llamados y destinados á vivir bajo el imperio d e Jesucris- «el criado sanó...» ¡Oh poder de Jesucristo! Vos sois no menos ama-
t o , no lo han conocido, y lo han desechado. Nosotros vemos en q u é ble q u e admirable, Vos estáis siempre en atención para colmarnos
densas y palpables tinieblas vive esta nación incrédula: no pueden de bienes y librarnos de los males.
disipar su ceguedad ni el cumplimiento de las profecías, ni la vista Lo 3.° Palabras de Jesucristo llenas de condescendencia... Si nos-
de todas las naciones reunidas p o r medio d e Jesucristo al culto de otros mostramos deseos de q u e v e n g a , se ofrece á v e n i r ; si q u e r e -
un solo Dios. Digamos mas : no p u e d e n ablandar su dureza, ni abrir mos q u e se esté quieto, consiente estarse : está siempre contento, si
sus ojos un prolongado y vergonzoso destierro, ni u n castigo de cuási puede darnos pruebas de su amor ; satisfecho, si puede curar nues-
dos mil años... ¿Cuál s e r á , p u e s , en el infierno el suplicio de estos tras llagas , y enamorado, sí puede hallar en nosotros una gran fe.
infelices? ¿Cuál su desesperación al verse desechados de aquel rei- y la ocasion de recompensarla.
no de luz q u e estaba destinado para ellos, y q u e será poseído de los Lo 4.° Palabras de Jesucristo llenas de instrucción... Diciendo al
paganos y délos idólatras sinceramente convertidos, y sustituidos en Centurión : «Hágase conforme has creído,» nos enseña que el efec-
su l u g a r ? to d e nuestra oracion depende de nuestra f e ; y q u e por ella se r e -
Lo 4." Palabras de Jesucristo lie ñas de amenazas para los malos cris- gula el fruto q u e sacamos de las buenas obras, d e la frecuencia de
tianos... Apliquemos á nosotros mismos estas amenazas de nuestro Sacramentos, y del ejercicio d e la Religión. Si de todas estas cosas es
Salvador : sustituidos nosotros hijos del reino en lugar de los judíos, poco ó ninguno el fruto q u e sacamos ; si experimentamos solo ti-
guardémonos d e perder la f e , las luces, las obras, las recompen- bieza, disgusto y tédio, apliquemos el remedio donde está el mal,
sas ; guardémonos d e dejar pasar á otras manos por nuestra infide- animemos nuestra fe, obremos según nuestra fe, y obtendremos á
lidad la herencia. ¡Qué desesperación será para los réprobos c u a n - proporcion d e su extensión, d e su eficacia y de su medida.
do sean confrontados con los bienaventurados del cielo! Católicos
de nacimiento con salvajes n u e v a m e n t e convertidos; grandes con Petición y coloquio.
sus criados y con sus subditos ; ricos y sábios con pobres é ignoran- Creo ¡ oh Salvador mío! como el Centurión, q u e con una sola pa-
tes ; sacerdotes y religiosos con legos"y seculares. ¡Ahí ¡quién no labra m e podéis sanar : decidme, p u e s , como á é l : Vé, y hágase
temblará á s o l o este pensamiento! S e a , p u e s , para nosotros este te- conforme has creído. E n el momento en q u e pronunciéis esta pala-
mor motivo de u n fervor nuevo y d e una vigilancia mas exacta. bra de salud, recobraré mis fuerzas, y saliendo de la inacción á q u e
por la parálisis está reducida mi a l m a , correré por el camino de
PUNTO III. vuestros mandamientos. Amen.
Palabras de Jesucristo al Centurión.
Lo 1.° Estas palabras están llenas de bondad... Apenas hubo ex- MEDITACION LXIII.
puesto el Centurión el estado d e s u criado, sin darle tiempo de h a -
P A R T E JESÚS PARA EMBARCARSE Y PASAR Á LA OTRA PARTE DEL
blar m a s , y sin esperar á q u e le rogase ó le pidiese, le responde el
LAGO.
Señor : «Yo iré y lo sanaré...» ¡ Q u é bien q u e se manifiesta aquí la
( M a t t h . TTIT, 1 8 - 2 2 ) .
disposición de Jesucristo para aliviar nuestros males! ¿Y por q u é
no tenemos nosotros los mismos deseos por la salud d e nuestras al- «Viendo Jesús las muchas turbas q u e lo cercaban, manda pasar
mas? ¡Oh! ¡y cuán fácil le seria o b r a r l a , si se la pidiéramos since- «á la otra ribera del lago...» La vida presente es un viaje : el m u n -
ramente! ¿Cómo es posible q u e n o s falte cosa a l g u n a ? ¿cómo p o - do es u n mar famoso por sus naufragios. Consideraremos en estela-
3 8 6 EL EVANGELIO MEDITADO, MEDITACION LXIII. 3 6 7
deben ser arrojados á las tinieblas exteriores, donde serán alimen- demos desfallecer en el estado peligroso en q u e se halla nuestra a l -
tados d e lágrimas, donde será el rechinar de dientes, tormento y m a , teniendo un Salvador tan amable, t a n condescendiente, t a n
desesperación, son los judíos infieles, q u e habiendo tenido la dicha misericordioso y tau solícito para aliviarnos?
de nacer en el seno de la verdadera Religión, de estar prevenidos Lo 2.° Palabras de Jesucristo llenas de poder... «Y dijo Jesús al
para el Evangelio por medio d e la ley y de los Profetas, y de serlos « Centurión : V é , y hágase conforme has creido ; y en aquella hora
primeros llamados y destinados á vivir bajo el imperio d e Jesucris- «el criado sanó...» ¡Oh poder de Jesucristo! Vos sois no menos ama-
t o , no lo han conocido, y lo han desechado. Nosotros vemos en q u é ble q u e admirable, Vos estáis siempre en atención para colmarnos
densas y palpables tinieblas vive esta nación incrédula: no pueden de bienes y librarnos de los males.
disipar su ceguedad ni el cumplimiento de las profecías, ni la vista Lo 3.° Palabras de Jesucristo llenas de condescendencia... Si nos-
de todas las naciones reunidas p o r medio d e Jesucristo al culto de otros mostramos deseos de q u e v e n g a , se ofrece á v e n i r ; si q u e r e -
un solo Dios. Digamos mas : no p u e d e n ablandar su dureza, ni abrir mos q u e se esté quieto, consiente estarse : está siempre contento, si
sus ojos un prolongado y vergonzoso destierro, ni u n castigo de cuási puede darnos pruebas de su amor ; satisfecho, si puede curar nues-
dos mil años... ¿Cuál s e r á , p u e s , en el infierno el suplicio de estos tras llagas , y enamorado, sí puede hallar en nosotros una gran fe.
infelices? ¿Cuál su desesperación al verse desechados de aquel rei- y la ocasion de recompensarla.
no de luz q u e estaba destinado para ellos, y q u e será poseído de los Lo 4.° Palabras de Jesucristo llenas de instrucción... Diciendo al
paganos y délos idólatras sinceramente convertidos, y sustituidos en Centurión : «Hágase conforme has creido,» nos enseña que el efec-
su l u g a r ? to d e nuestra oracion depende de nuestra f e ; y q u e por ella se r e -
Lo 4." Palabras de Jesucristo lie ñas de amenazas para los malos cris- gula el fruto q u e sacamos de las buenas obras, d e la frecuencia de
tianos... Apliquemos á nosotros mismos estas amenazas de nuestro Sacramentos, y del ejercicio d e la Religión. Si de todas estas cosas es
Salvador : sustituidos nosotros hijos del reino en lugar de los judíos, poco ó ninguno el fruto q u e sacamos ; si experimentamos solo ti-
guardémonos d e perder la f e , las luces, las obras, las recompen- bieza, disgusto y tédio, apliquemos el remedio donde está el mal,
sas ; guardémonos d e dejar pasar á otras manos por nuestra infide- animemos nuestra fe, obremos según nuestra fe, y obtendremos á
lidad la herencia. ¡Qué desesperación será para los réprobos c u a n - proporcion d e su extensión, d e su eficacia y de su medida.
do sean confrontados con los bienaventurados del cielo! Católicos
de nacimiento con salvajes n u e v a m e n t e convertidos; grandes con Petición y coloquio.
sus criados y con sus subditos ; ricos y sábios con pobres é ignoran- Creo ¡ oh Salvador mió! como el Centurión, q u e con una sola pa-
tes ; sacerdotes y religiosos con legos"y seculares. ¡ Ah! ¡quién no labra m e podéis sanar : decidme, p u e s , como á é l : Vé, y hágase
temblará á s o l o este pensamiento! S e a , p u e s , para nosotros este te- conforme has creido. E n el momento en q u e pronunciéis esta pala-
mor motivo de u n fervor nuevo y d e una vigilancia mas exacta. bra de salud, recobraré mis fuerzas, y saliendo de la inacción á q u e
por la parálisis está reducida mi a l m a , correré por el camino de
PUNTO III. vuestros mandamientos. Amen.
Palabras de Jesucristo al Centurión.
Lo 1.° Estas palabras están llenas de bondad... Apenas hubo ex- MEDITACION LXIII.
puesto el Centurión el estado d e s u criado, sin darle tiempo de h a -
P A R T E JESÚS PARA EMBARCARSE Y PASAR Á LA OTRA PARTE DEL
blar m a s , y sin esperar á q u e le rogase ó le pidiese, le responde el
LAGO.
Señor : «Yo i r é y i o sanaré...» ¡ Q u é bien q u e se manifiesta aquí la
( M a t t h . TTIT, 1 8 - 2 2 ) .
disposición de Jesucristo para aliviar nuestros males! ¿Y por q u é
no tenemos nosotros los mismos deseos por la salud d e nuestras al- «Viendo Jesús las muchas turbas q u e lo cercaban, manda pasar
mas? ¡Oh! ¡y cuan fácil le seria o b r a r l a , si se la pidiéramos since- «á la otra ribera del lago...» La vida presente es un viaje : el m u n -
ramente! ¿Cómo es posible q u e n o s falle cosa a l g u n a ? ¿cómo p o - do es u n mar famoso por sus naufragios. Consideraremos en estela-
368 E L EVANGELIO M E D I T A D O .

go, de q u e habla el Evangelio, u n a figura del camino estrecho d e nada mas que u n dia ó u n instante ; en una palabra, ella tiene u n
la vida retirada, santa, regular y penitente q u e deben seguir los fin, y se le sigue u n a eternidad interminable ; de cualquier modo
verdaderos cristianos y las almas fieles. Ahora, pues, ¿ y en q u é que pasemos nuestra vida ella se ha d e acabar. El voluptuoso y el
manera se debe emprender el pasaje de este lago figurado y miste- penitente encuentran igualmente el fin ; el uno de sus placeres, y
rioso? Lo 1.° con confianza ; 2.° con valor; 3.° sin dilación. Este es el otro de sus penas. Los dos entran igualmente en u n a eternidad
el plan de la meditación presente. sin fin, para el uno d e suplicios, y para el otro de bienes. ¡ Ah!
pensemos sériamenie en esta eternidad feliz ó infeliz, donde llega-
PUNTO I . remos bien presto, y hagamos aquella elección, porque podamos
Con confianza. bendecir á Dios eternamente.
Primeramente debe animar nuestra confianza el dejar una grande
multitud en la playa... Esta multitud es el m u n d o , esto e s , aquel PUNTO II.
mundo tantas veces desterrado, condenado y herido con terribles Con valor.
anatemas por Jesucristo ; aquel mundo que camina por el camino Lo 1.° Se requiere valor para empezar... Habiendo Jesucristo o r -
ancho d e los placeres y d e las pasiones, y q u e corre á la perdición. denado q u e se preparase lo necesario para pasar el lago, « y lle-
Esta vida q u e conduce la multitud de los m u n d a n o s , ó encanta, ó «gándose u n escriba, le dijo : Maestro, yo te seguiré á cualquiera
nos fastidia : si nos agrada , estamos en peligro evidente de perder «parte q u e vayas...» De estas palabras se comprende q u e en este
nuestra salvación, y no serán jamás excesivas todas nuestras p r e - escriba solo había un buen movimiento, u n santo deseo, una bella
cauciones para evitarlo ; si al contrario esta vida tumultuosa nos resolución, pero no había comenzado a u n . Estaban a u n en tierra,
fastidia y disgusta, ¡ah! renunciémosla de una vez, y tomemos el y Jesucristo no se habia embarcado aun. Ofrezcámonos á Jesús con
partido d e la piedad, de la devocion, del retiro, de la penitencia y las palabras de este escriba, formemos buenos propósitos, tengamos
de la santidad : separémonos desde ahora de la multitud ; separé- santas resoluciones, esto va bien ; pero reflexionemos q u e hasta este
monos á lo menos con el corazon, si queremos ser separados por punto nada hay aun de hecho. Nada cuestan los proyectos para lo
Dios el dia de su juicio. porvenir, se trata d e empezar y poner mano á la obra. E l empezar
Lo 2.° jDebe animar nuestra confianza la compañía escogida que se- es lo que cuesta, y es justamente d e aquellos q u e h a n comenzado
guirémos... Jesús es nuestro capitan y nuestra cabeza, ¿ q u é cosa bien de quienes se puede decir que ya h a n hecho la mitad ; pero
podemos temer? ¿No es él bastante poderoso para sostenernos y del q u e propone, del q u e promete, de quien proyecta y no comien-
bastante bueno para quererlo? Unámonos á él sin temor, él mismo za, se puede asegurar q u e nada ha hecho , y q u e según todas las
nos convida, sus discípulos lo acompañan y caminan con él. ¡Oh apariencias nada hará jamás. ¡ Cuántos se han muerto en este e s -
q u é felicidad será la nuestra el ser de este n ú m e r o ! ¡ Cuántas almas tado sin haber comenzado jamás á servir á Dios! Temamos ser d e
santas lo siguen con fervor! De estas conocemos m u c h a s ; ¿ y nos este n ú m e r o , si hasta hoy no hemos dado principio.
contentaremos solo con admirarlas? ¿Acaso no podemos nosotros lo Lo 2.° Se requiere ánimo para continuar y sostener las pruebas...
que ellas pueden? Pues ¿por q u é no las imitamos? ¡ Ah! anime su Mucho se prometía de su celo el escriba ó doctor d e la ley. Quiso
ejemplo nuestra confianza, y excite en nosotros u n a santa emula- Jesucristo probarlo, y bien presto se desengañó. ¿Sabes tú (pare-
ción ; porque de otra manera serán ellas u n dia para nosotros mo- ce que le dice el Señor), sabes tú quién soy yo? ¿Has hecho m a d u -
tivo d e condenación. ra reflexión de lo q u e me prometes? Aprende cuál es m i tenor de
Lo 3." Lo corto del pasaje que hemos de hacer debe animar nues- vida. «Las zorras tienen sus cuevas, y los pájaros del aire nidos ;
tra confianza... Este es breve, y debe conducir á un estado q u e no «pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza...» Yo,
tendrá fin. Hemos experimentado ya la velocidad con q u e pasa es- el primogénito de todos los hombres, no tengo u n alojamiento ni
ta vida; y fuera de esto, por lo común ella se acaba cuando se creia un lugar propio mio donde poder descansar ; en cualquiera parte
q u e aun debia durar mucho tiempo, y la mas larga es en sí misma donde me hallo ó me retiro, sov extranjero : esto es lo q u e soy s o -
24 T. i.
bre la tierra, y esto es lo que deben ser los q u e me siguen : mira sus órdenes, y nos hace conocer nuestras obligaciones; pero no nos
ahora v consulta tu valor... La vida cristiana (no es necesario di- espera, ni se sujeta á nuestros caprichos. Podemos, sí, engañarnos
simularlo) tiene sus penas ; pero ¿no las tiene también el m u n d o ? á nosotros mismos, y cubrir nuestra relajación con los m a s l n g e n i o -
¿Y qué diferencia entre las unas y las otras? En las penas q u e e x - sos pretextos; pero ninguno puede e n g a ñ a r á Dios, que ve el fondo
perimenta la vida penitente, de cualquiera naturaleza que ellas sean, de nuestros corazones. ¿Tendremos acaso, razones mas plausibles
nos precede Jesucristo, y va delante de nosotros, y seguramente no que las de este discípulo para diferir nuestra conversión? Y con todo
nos pondrá jamás á pruebas tan d u r a s , cuanto fueron aquellas por eso á los ojos de Jesucristo eran un falso pretexto... No era necesa-
donde él mismo quiso pasar por nuestro amor. Cada una de n u e s - rio que este discípulo se hallara presente á la sepultura de su pa-
tras penas en particular está presente á sus ojos, y él mismo nos dará dre: dejemos q u e los muertos, esto es, las gentes del mundo m u e r -
despues cuenta fiel: bien podrémos nosotros olvidarnos de ellas; tas á la gracia entierren sus muertos, pongan en orden sus n e g o -
pero el Señor jamás las olvidará, y n i n g u n a se quedará sin recom- cios, dén fin á sus contiendas, y ajusten sus pleitos: nosotros p e n -
pensa y sin premio. Con la vida se acabarán nuestras penas, pero semos solo en aprovecharnos de la gracia y en darnos á Dios. Si
jamás se acabará la felicidad q u e se seguirá. ¡ Ah! no será así por tenemos negocios indispensables, en vez de"empezar con acabarlos
cierto con las penas del m u n d o , q u e son el fruto del pecado y de para convertirnos despues, comencemos primero con la conversión,
las pasiones. y así estaremos en mejor disposición para concluirlos.
Lo 3.° Se requiere valor para perseverar hasta el fin... Sin esta Lo 2.° La voluntad... Este discípulo estaba resuelto, es ver-
perseverancia todo es i n ú t i l : pidámosla, p u e s , á Dios todos los dias, d a d , á unirse á Jesús despues de haber dado sepultura á su p a -
que no nos la negará : seamos vigilantes de nuestra parte ; exami- dre ; pero ¿quién le había asegurado que persistiría en esta resolu-
nemos nuestros progresos; y si alguna vez encontramos cualquier ción? Despues de haber dado sepultura á su padre, ¿ n o se halla-
relajamiento en nuestros ejercicios y en la virtud, no descansemos, ría en el empeño de la división de los bienes y en el exámen de
no respiremos hasta q u e volvamos á aquel punto de donde hemos sus intereses ? Habiendo quedado dueño y señor de su patrimo-
caido: oremos, lloremos, g i m a m o s , y temamos las consecuencias nio, ¿habría conservado el gusto de la pobreza de Jesucristo, h a -
funestas de la mas mínima tibieza en nuestro fervor; porque en- bría pensado en volver á acompañarlo? Esto es lo que no sabemos:,
tonces justamente empieza á huir de nosotros la perseverancia, y si lo que sabemos, y la experiencia nos lo muestra todos los dias, es
110 ponemos pronto remedio la perderemos del todo. q u e un negocio llama tras sí otro; q u e á un obstáculo se sucede otro
segundo; q u e pendientes todas estas dilaciones, se pierden las m a s
1
PUNTO III. bellas resoluciones, y que una conversión que se dilata, es cuási
Sin dilación. siempre una conversión que nunca se efectúa, y cuási siempre se
desvanece y va á mal.
Tres cosas, esto es: la gracia, la voluntad y la vida h u y e n con Lo 3." La vida... En el diferir se pasa la vida: el demonio está
tanta rapidez, q u e no nos permiten diferir un solo momento nues- sobre nosotros alerta, y nosotros no lo advertimos. Yendo este dis-
tra conversión. cípulo á dar sepultura á su padre, ¿no podía él morir? ¡ Ah! fija-
LoX.° La gracia... «Y otro d e s ú s discípulos le dijo: S e ñ o r , d é - mos un tiempo para nuestra conversión con tanta certidumbre co-
(tjame ir primero á enterrar á mi padre; pero Jesús le dijo: sígue- mo si fuéramos dueños de él. Llegado el tiempo destinado, autori-
(cme, v deja que los muertos entierren á sus muertos...» Jesús en zamos la primera imprudencia, y cometemos otra mas peligrosa,
este instante se iba acercando al mar para embarcarse, y no se po- destinando la conversión para otro mas distante; y de este modo la
día perder un momento, ó era necesario ir con él, ó dejar y r e n u n - vida se pasa en hacer proyectos y en diferir, hasta q u e una muerte
ciar el seguirlo. ¿Podria acaso esperar este discípulo q u e Jesús por no esperada pone fin á todos estos incautos é insensatos proyectos
esperarlo había de dejar ó suspender su viaje, ó que había de difer y á estas temerarias dilaciones.
rir el embarcarse? La gracia nos estimula, nos solicita, nos intima
MEDITACION LXIV. 3 7 3

debemos hacer, nada debemos emprender sin implorar el divino


Petición y coloquio. auxilio, la protección d e los santos Angeles, la intercesión de n u e s -
¡Oh desgracia irreparable! ¡oh desesperación eterna! ¿Y he te- tros santos abogados, y particularmente la de la Reina de los Á n -
nido hasta hoy corazon para exponerme á esta desventura? ¡Ah Se- geles y de los Santos. ¡Qué temeridad vivir entre tantos peligros con
una conciencia manchada del pecado! ¡empeñarse en viajes y p e -
ñor! estoy resuelto. Haced sentir de nuevo á mi corazon aquel dul-
ligros del mar ó de la guerra en estado de pecado!
ce llamamiento: sigúeme. Ya no lo dilato m a s : ninguna cosa me pue-
Lo 2.° ¿Cuál debe ser nuestra conducta en el peligro?... «Y mien-
de apartar d e vuestro servicio: ninguna cosa m e separará de Y o s :
«tras navegaban, se durmió... Y se levantó una grande tempestad
á pesar d e todos los obstáculos y de todas las pruebas con q u e q u e -
« e n el mar... Y u n torbellino de viento se levantó en el lago d e t a l
ráis ejercitarme, asistido de vuestra gracia, ó adorable Salvador
«suerte, q u e la barca estaba cubierta d e las olas, y estaban en p e -
m i ó , seré vuestro sin dilación, sin variación en el tiempo y en la «ligro... Y él se estaba en la popa durmiendo sobre u n a almoha-
eternidad. Amen. «da... Entonces se acercaron á é l , y lo despertaron diciendo: Maes-
MEDITACION LXIV. « t r o , ¿no te se da nada q u e perezcamos?... Señor, sálvanos, nos
«perdemos... Y levantándose, les dijo: ¿por q u é temeis, hombres
TEMPESTAD CALMADA.
« d e poca f e ? »
(Slatth. m i , 2 3 - 2 7 ; Marc. iv, 3 5 - 4 0 ; Luc. raí, 2 2 - 2 5 ) .
E n el peligro es preciso obrar con íirmeza, y hacer aquello q u e
peligros de la vida presente. depende de nosotros por medio de votos religiosos, de sinceras pro-
E s t o s peligros miran á n u e s t r o c u e r p o , á nuestra a l m a , y á la Iglesia. mesas : orar é interesar al cielo en nuestro favor, esperar en la b o n -
dad y en el poder de aquel que se invoca, someternos á las órdenes
PUNTO I .
de la Providencia y á la voluntad del soberano Señor. Si alguna
Peligros que miran á nuestro cuerpo. enfermedad peligrosa nos hace temer el fin de nuestros dias; si al-
Consideremos lo 1 ¿ Cuál debe ser nuestra conducta antes del peli- g u n a persecución turba nuestra tranquilidad y nuestros bienes, obre-
gro?... Jesucristo se iba adelantando insensiblemente hacia la ribe- mos , oremos, sometámonos, y esperemos.
r a , dando útiles lecciones á sus discípulos... Cuanto mas se acerca- Lo 3." ¿ Cuál debe ser nuestra conducta despues del peligro?...« P e -
ba al m a r , tanto mas y con mas ardor lo rodeaban. Ya se había he- «ro él levantándose amenazó al viento, y dijo al m a r : calla, e n m u -
cho tarde, y sin pararse jamás. «Y subiendo á la barca, lo siguie- «dece. Y cesó el viento, y sucedió la bonanza, y les dijo: ¿ P o r q u é
r o n sus discípulos, y les dijo: p a s e m o s á l a otra ribera del lago... «temeis? ¿no teneis a u n fe? ¿dónde está vuestra fe? Y temieron con
«Y despedido el pueblo, lo llevaron como estaba en la barca, y otras « u n temor grande, y se decían el uno al otro ¡ ¿ Q u i é n e s este... q u e
«barcas iban también con él.» « manda al viento y al mar... á quien obedecen los vientos y el m á r ? »
¿Quién se hubiera podido imaginar jamás q u e esta navegación Despues del peligro debemos mostrar nuestro reconocimiento por
q u e se emprende por orden del Hijo único de Dios, del Salvador del medio de alabanzas y de agradecimientos unidos á la admiración,
m u n d o , habia de venir á ser u n a navegación peligrosa? Pues de al temor y al amor para con quien nos ha librado. Lo debemos m o s -
hecho, estos navegantes se creyeron de una vez" perdidos... La vida trar con una pronta y exacta fidelidad en cumplir las promesas q u e
y los bienes no solo en el m a r están en peligro: todos los elementos, hayamos hecho; pero principalmente con u n santo uso de la vida y
toda la naturaleza, mil accidentes nos amenazan de todas partes, y de la tranquilidad q u e se nos ha concedido. ¿Quién hay entre nos-
nos vienen á asaltar cuando menos lo esperamos, y así debemos per- otros q u e no se haya hallado en algún urgente peligro, en ocasio-
severar constantemente en la gracia de Dios, y estar siempre pron- nes ó en negocios críticos d e que ha salido libre como por u n a e s -
tos á comparecer delante d e él. Debemos encomendar todos los dias pecie de milagro? Traigamos aquí á la memoria los beneficios p a r -
á la protección del Dueño de todos los acaecimientos nuestra vida, ticulares q u e Dios nos ha hecho. ¿ Q u é reconocimiento le hemos mos-
nuestros bienes y las personas por quienes nos interesamos. Nada trado hasta ahora? Él nos ha conservado y conserva nuestros d i a s ;
3 7 4 EL EVANGELIO MEDITADO,
pues ¿por qué le ofendemos? ¿por q u é vivimos una vida desarre- líos pensamientos, aquellas imágenes importunas: cerremos aquel
glada? ¡Oh ingratos! ¿Lo hemos invocado en los peligros? L e he- libro: apartemos los ojos d e aquel o b j e t o : dominemos sobre todos
mos prometido serle fieles en la guarda y cumplimiento d e s u ley, nuestros sentidos: si nos detenemos ó nos descuidamos, a u n q u e sea
si nos libraba; él nos h a librado, y nosotros nos hemos olvidado por poco tiempo. la tentación entrará e n nuestro corazon, ó por me-
tanto d e nuestras promesas como de s u s beneficios, j Ah ingratos! jor decir, entraremos nosotros mismos en la tentación, y seremos
vencidos. 2.° E s necesario orar: sin e m b a r g o de nuestra poquísima
PUNTO II. fuerza, no dejemos de orar a u n c u a n d o no hagamos otra cosa q u e
De los peligros que miran á nuestra alma. repetir con frecuencia los nombres de Jesús y de María, ó decir con-
tinuamente : Señor, sálvame que yo perezco. 3.° Se necesita tener con-
Consideremos lo 1.° ¿ Cuál debe ser nuestra conducta untes del pe- fianza: la tentación no durará siempre, volverá la c a l m a , y e n t o n -
ligro ?... l . ° Se debe temer, porque aquí se trata de un todo por el ces ¿ q u é consolacion no será para nosotros haber resistido y haber
peligro q u e hay d e perder la gracia, la devocion, la inocencia, la sido fieles á Dios? E n el furor de la tempestad parece q u e todo se
f e , el a l m a , l a eternidad... E l menor peligro q u e amenace nuestra ha perdido, y q u e no queda otro remedio q u e abandonarse á la pro-
vida, nos hace temblar: n o es necesario exhortarnos á temerlo: lo pia desgracia. Guardémonos de dar oidos á semejante sugestión del
tememos muchas veces a u n con exceso; mientras nada tememos el tentador: mientras falta nuestro consentimiento nada hay perdido,
peligro q u e nos puede quitar la vida d e la gracia, y precipitarnos y no hemos recibido aun daño a l g u n o : si acaso hemos incurrido en
en una desgracia eterna. 2.° E s necesario temer el peligro, porque alguna flaqueza, si hemos condescendido en algo con nuestro ene-
pocos escapan, y la mayor par-te perece en él: h u y a m o s , p u e s , los migo , guardémonos de cederle mas, renovemos y avivemos nues-
l u g a r e s , aquellas personas, aquellas amistades peligrosas: echemos tro valor; y si nuestra victoria no fuese completa, h a g a m o s á l o me-
al fuego aquellos libros, aquellas canciones, aquellas estatuas, aque- nos de manera q u e no quedemos enteramente vencidos y deshechos.
llas pinturas indecentes: renunciemos á los espectáculos, á los jue- Lo 3.° ¿Cuáldebeser nuestra conducta despues del peligro? 1 H u -
gos , á las conversaciones escandalosas. Al prever cualquier peligro millémonos, pidamos perdón áDios d e las culpas que hemos podi-
para nuestra a l m a , temblemos, huyamos: si de nuestra plena y pro- do cometer en la tentación, ó sea con habernos expuesto, ó sea con
pia voluntad nos exponemos al peligro, si lo amamos, si lo busca- haber resistido con flojedad y sin valor. 2.° Demos gracias á Dios por
m o s , ya estamos medio vencidos, nosotros perecerémos. 3.° Se en- habernos guardado y sostenido en el peligro, y por no haber per-
c u e n t r a n los peligros en todas partes, y por lo regular donde tene- mitido q u e perezcamos en él. 3." Finalmente, hagamos una buena
mos motivo de sospecharlos: si no estamos continuamente velando, resolución, y tomemos sábias precauciones para en adelante, p o r -
nos hallaremos acometidos d e ellos y engañados a u n antes d e ad- q u e lo q u e no nos ha sucedido e n este peligro, nos puede suceder
vertirlo. 4.° Finalmente es necesario orar, porque Dios solo, y nin- en otros muchos. La penitencia, el recogimiento, la oracion, el tra-
g ú n otro puede alejarnos d e todos los peligros: pidámosle todos los bajo, el temor, huir las ocasiones, el amor á Jesús, la unión con
dias esta gracia para nosotros y para aquellos por quien nos inte- Dios y la frecuencia d e Sacramentos, nos han d e servir d e preser-
resamos: pidámosla antes de emprender cualquiera cosa, al princi- vativos y d e remedios contra los peligros.
pio y en el progreso d e todas nuestras acciones.
Lo I o ¿Cuál debe ser nuestra conducta en el peligro?... l . ° E s ne- PUNTO I I I .
cesario al principio, ó h u i r ó combatir generosamente. Si acaso nos De los peligros que miran á la Iglesia.
hallamos improvisadamente empeñados en algunos pasos peligrosos La barca de san Pedro es la figura de la Iglesia. i.° La Iglesia,
para nuestra a l m a , guardémonos de internarnos mas en ellos, y de como la barca de san Pedro, está expuesta á las mas terribles tem-
mantenernos tranquilos á la orilla del precipicio: retirémonos al prin- pestades, y muchas veces se ve en punto de ser tragada de las olas.
cipio con horror, como d e la vista de uua serpiente insidiosa: r o m - ¿Quién no la habria ya creído mil veces destruida por el hierro, su-
pamos aquella práctica: salgamos de aquel l u g a r : desechemos aque- mergida por el error, disipada por el cisma, dada al través por los
MEDITACION LXV. 377
delitos, aniquilada por la política? Pero ella subsiste en medio de la abismo y naufragio! Ó sea q u e yo le vea tranquila, ó sea q u e le
tempestad. Los males q u e sufre afligen á sus hijos; mas no se es- vea agitada, en tu seno quiero vivir y morir. ¡ Ay d e m í , si h a -
candalizan ni se desaniman por ello: gocen enhorabuena las falsas biendo tenido la dicha de ser admitido en él, viniese algún dia á sa-
religiones su tranquilidad entre los hombres, q u e hallan en ellas d e lir, ó si gloriándome d e estar aun en él, no participase de la gloria
qué lisonjear las propias inclinaciones, y de q u é fomentar las pro- q u e tú gozas, ó de los males q u e te afligen!... Guiadla, ó divino
pias ilusiones: esto no sorprende, como ciertamente nada tiene de Jesús, guiad esta barca privilegiada, esla Iglesia militante al puerto
sorprendente el ver q u e en medio de tales hombres la Iglesia, q u e de la eternidad, á pesar de las tempestades y las persecuciones q u e
enseña la verdad, sea atacada, combatida y perseguida; pero que incesantemente la combalen. Todo l o q u e experimenta y prueba la
con todo esto la Iglesia asaltada por todas partes, y contra quien se Iglesia esposa vuestra, ó Jesús, lo pruebo y lo experimento yo per-
u n e n y se desencadenan todos los errores y todas las pasiones, s u b - sonalmente: dentro y al rededor me acometen y me asaltan muchí-
sista y continúe su curso á pesar d é l a s olas y los vientos contrarios, simas tentaciones: hablad Vos, y se disipará la tempestad: mandad
esto es un prodigio que no podrémos jamás admirar bastante. sobre todo q u e se calmen las pasiones q u e destrozan mi corazon,
2.° La Iglesia tiene siempre consigo á Jesucristo... Jesús está siem- para q u e pueda seguir únicamente las dulces y pacíficas impresio-
pre presente en la Iglesia, como en la barca de Pedro. Él cono- nes de vuestro amor. Amen.
ce los asaltos que ha d e sostener, y regula el esfuerzo y la d u r a -
ción: si por algún intervalo d e tiempo aparece, ó sin poder, ó sin
MEDITACION X L Y .
•movimiento, ó sin acción; si parece q u e cierra los ojos á los i n -
sultos que se hacen á su Esposa, lo hace por purgarla, por p r o - DE LOS ENDEMONIADOS DE GERASA.

bar su fe, y mostrarle despues con mas magnificencia su ternura y (Matth. vil!, 2 8 - 3 2 ; Marc. T, 1 - 1 3 ; Luc. v m , 26-33).

su amor. Jesús se despierta con la oracion, pero con u n a oracion figura de la impureza.
llena d e caridad, de tranquilidad y de confianza. El verdadero cris- Meditemos: lo i.° el estado infeliz de estos dos miserables desgraciados, víc-
tiano no conoce otras armas para la defensa de la Iglesia: expone timas del demonio ; lo'2.° su libertad de tan cruel tirano.
con sinceridad y simplicidad las verdades q u e ella enseña: las d e -
fiende sin exacerbarse, sin inquietarse: á estas vive unido sin res- PUNTO I .
peto h u m a n o , sufre sin lamentarse ni quejarse, muere bendiciendo Estado de estos infelices endemoniados.
á quien lo condena, y abrazando al que lo hiere. «Y habiendo pasado al otro lado del lago, al país de los gerase-
3.° La Iglesia está segura de recobrar la calma cuando le será pro- « n o s , q u e está enfrente d e la Galilea; y luego q u e saltó á tierra, le
vechosa... E n la Iglesia, como en la barca d e Pedro, Jesús cuando «vinieron al encuentro dos endemoniados q u e salían d e las sepul-
le agrada, y según el orden de los decretos d e s u infinita sabiduría, «turas, y eran tan furiosos, q u e ninguno podía pasar por aquel c a -
hace que suceda la mas profunda calma á las mas horribles tempes- «mino... El uno era poseído del espíritu inmundo, y no llevaba ves-
tades, á la noche mas oscura el dia mas sereno; ó por medio de es- «tido, ni habitaba en las casas sino en los sepulcros.» San Marcos
tupendos prodigios, ó con la unción secreta de su gracia cambia el y san Lucas hablan de un solo endemoniado, sin duda porque siendo
corazon de los pueblos y el de los reyes: aquellos se someten á la uno de los dos, de quien habla san Mateo, el mas furioso, no creye-
Iglesia, y estos se hacen sus protectores. De esta manera los Cons- ron necesario hablar mas q u e d e este. Consideremos lo 1.° cuál fue-
tantinos, los Clodoveos, los Carlomagnos, los san Luises, los san se el demonio de quien estaban poseídos estos dos hombres. 2.° Cuál
Fernandos y otros muchos monarcas han procurado á l a Iglesia, no fuese la naturaleza d e estaopresion. 3.° Cuál fuese su estado, y el
n o solo la paz y la libertad, sino también la dignidad y el esplendor. tiempo q u e fueron poseídos.
Lo 1.° ¿Cuál era el demonio de quien estaban poseídos?... E r a u n
Petición y coloquio. espíritu i m p u r o , bien que todos los demonios sean espíritus i m p u -
i Oh santa Iglesia! ¡oh barca misteriosa, fuera de la que todo es ros ; por los caractéres especiales que este representa, se puede f á -
MEDITACION L X V . 3 7 7
delitos, aniquilada por la política? Pero ella subsiste en medio de la abismo y naufragio! Ó sea q u e yo le vea tranquila, ó sea q u e le
tempestad. Los males q u e sufre afligen á sus hijos; mas no se es- vea agitada, en tu seno quiero vivir y morir. ¡ Ay d e m í , si h a -
candalizan ni se desaniman por ello: gocen enhorabuena las falsas biendo tenido la dicha de ser admitido en él, viniese algún dia á sa-
religiones su tranquilidad entre los hombres, q u e hallan en ellas d e lir, ó si gloriándome d e estar aun en él, no participase de la gloria
qué lisonjear las propias inclinaciones, y de q u é fomentar las pro- q u e tú gozas, ó de los males q u e te afligen!... Guiadla, ó divino
pias ilusiones: esto no sorprende, como ciertamente nada tiene de Jesús, guiad esta barca privilegiada, esla Iglesia militante al puerto
sorprendente el ver q u e en medio de tales hombres la Iglesia, q u e de la eternidad, á pesar de las tempestades y las persecuciones q u e
enseña la verdad, sea atacada, combatida y perseguida; pero que incesantemente la combaten. Todo l o q u e experimenta y prueba la
con todo esto la Iglesia asaltada por todas partes, y contra quien se Iglesia esposa vuestra, ó Jesús, lo pruebo y lo experimento yo per-
u n e n y se desencadenan todos los errores y todas las pasiones, s u b - sonalmente: dentro y al rededor me acometen y me asaltan muchí-
sista y continúe su curso á pesar d é l a s olas y los vientos contrarios, simas tentaciones: hablad Vos, y se disipará la tempestad: mandad
esto es un prodigio que no podrémos jamás admirar bastante. sobre todo q u e se calmen las pasiones q u e destrozan mi corazon,
2.° La Iglesia tiene siempre consigo á Jesucristo... Jesús está siem- para q u e pueda seguir únicamente las dulces y pacíficas impresio-
pre presente en la Iglesia, como en la barca de Pedro. Él cono- nes de vuestro amor. Amen.
ce los asaltos que ha d e sostener, y regula el esfuerzo y la d u r a -
ción: si por algún intervalo d e tiempo aparece, ó sin poder, ó sin
MEDITACION X L Y .
•movimiento, ó sin acción; si parece q u e cierra los ojos á los i n -
sultos que se hacen á su Esposa, lo hace por purgarla, por p r o - DE LOS ENDEMONIADOS DE GERASA.

bar su fe, y mostrarle despues con mas magnificencia su ternura y (Matth. viu, 2 8 - 3 2 ; Marc. T, 1 - 1 3 ; Luc. v m , 26-33).

su amor. Jesús se despierta con la oracion, pero con u n a oracion figura de la impureza.
llena d e caridad, de tranquilidad y de confianza. El verdadero cris- M e d i t e m o s : lo i . ° el estado infeliz de estos dos m i s e r a b l e s d e s g r a c i a d o s , víc-
tiano no conoce otras armas para la defensa de la Iglesia: expone t i m a s del demonio ; lo 2.° su libertad de tan cruel t i r a n o .
con sinceridad y simplicidad las verdades q u e ella enseña: las d e -
fiende sin exacerbarse, sin inquietarse: á estas vive unido sin res- PUNTO I .
peto h u m a n o , sufre sin lamentarse ni quejarse, muere bendiciendo Estado de estos infelices endemoniados.
á quien lo condena, y abrazando al que lo hiere. «Y habiendo pasado al otro lado del lago, al país de los gerase-
3.° La Iglesia está segura de recobrar la calma cuando le será pro- « n o s , q u e está enfrente d e la Galilea; y luego q u e saltó á tierra, le
vechosa... E n la Iglesia, como en la barca d e Pedro, Jesús cuando «vinieron al encuentro dos endemoniados q u e salían d e las sepul-
le agrada, y según el orden de los decretos d e s u infinita sabiduría, «turas, y eran tan furiosos, q u e ninguno podía pasar por aquel c a -
hace que suceda la mas profunda calma á las mas horribles tempes- «mino... El uno era poseído del espíritu inmundo, y no llevaba ves-
tades, á la noche mas oscura el dia mas sereno; ó por medio de es- «tido, ni habitaba en las casas sino en los sepulcros.» San Marcos
tupendos prodigios, ó con la unción secreta de su gracia cambia el y san Lucas hablan de un solo endemoniado, sin duda porque siendo
corazon de los pueblos y el de los reyes: aquellos se someten á la uno de los dos, de quien habla san Mateo, el mas furioso, no creye-
Iglesia, y estos se hacen sus protectores. De esta manera los Cons- ron necesario hablar mas q u e d e este. Consideremos lo 1.° cuál fue-
tantinos, los Clodoveos, los Carlomagnos, los san Luises, los san se el demonio de quien estaban poseídos estos dos hombres. 2.° Cuál
Fernandos y otros muchos monarcas han procurado á l a Iglesia, no fuese la naturaleza d e estaopresion. 3.° Cuál fuese su estado, y el
n o solo la paz y la libertad, sino también la dignidad y el esplendor. tiempo q u e fueron poseídos.
Lo 1.° ¿Cuál era el demonio de quien estaban poseídos?... E r a u n
Petición y coloquio. espíritu i m p u r o , bien que todos los demonios sean espíritus i m p u -
i Oh santa Iglesia! ¡oh barca misteriosa, fuera de la que todo es ros ; por los caractéres especiales que este representa, se puede f á -
378 E L E V A N G E L I O MEDITADO, MEDITACION L X V . 3 7 9
cilmente conocer el demonio de la impureza. l . ° Por su crueldad... impúdicos, de dia y de noche, en la campaña y en la soledad, en ca-
No contento con atormentar á aquellos que poseia, se arrojaba tam- sa y en el templo, en lodo lugar y en todo tiempo llevan consigo su
bién con furor sobre los pasajeros... El impúdico busca por todas pasión, en ella se ocupan, y por ella son atormentados. ¡ Oh! ¡ q u é
partes victimas de su incontinencia y cómplices d e sus desórdenes. continuación de delitos, q u é multitud de pecados! 3." Opresion cruel...
¡ Desdichado aquel que pasaba por el camino donde estaban estos «Gritando y hiriéndose con las piedras...» E s a u n m a s cruel la p a -
endemoniados! El impúdico es a u n mucho mas d e temer... ¡ Ay de sión de un impúdico, y lo despedaza con mas impiedad, con r e -
aquel q u e se le acerca, d e aquel q u e lo frecuenta, d e aquel q u e se mordimientos, con l a vergüenza, con los celos, con la infidelidad,
le familiariza!... Estad atentos, padres y madres de familias, si amais con el deshonor, con hacerle malgastar la hacienda, con las enfer-
á vuestros hijos. 2.° Se conoce por su f u e r z a . . . « Y ni aun con cadenas medades, y con el justo temor d e una eternidad d e castigos. ¡Oh
« habia quien pudiese tenerlo atado, porque habiendo estado arnarra- pasión cruel! Nada s o n , y nada valen los gustos y los placeres que
«do con cadenas y con hierros á los piés, habia despedazado las cade- prometes en comparación de los tormentos q u e haces sufrir.
« ñas, y roto los hierros, y ninguno podia domarlo...» ¿ Y quién es el Lo 3.° ¿Cuál fue el estado de estos infelices todo el tiempo que es-
que puede domar un impúdico? ¿quién puede contenerlo? Ni la pér- tuvieron poseídos del demonio? l.° Estaban desnudos como bestias...
dida de su reputación, ni la ruina de su salud, ni el oprobio de su fa- «1 no llevaban vestido...» No podian sufrir sobre sus cuerpos n i n -
milia, ni los vínculos d e la amistad y d e la sangre, ni los votos de g ú n género de vestido: este es el estado vergonzoso á q u e los habia
la Religión, ni el carácter d e los sagrados órdenes, ni las enferme- reducido el demonio. El demonio de la impureza ¿no es a u n todos
dades, ni la visla d e una muerte próxima, podrán contener la f u - los dias el demonio d e la desnudez? ¡ Ah! ¿no es este el q u e la ha
ria de sus deseos desenfrenados. No hay otra cosa q u e pueda echar introducido en los adornos femeniles, en la escultura, en la pintu-
del corazon u n demonio tan fuerte y tan obstinado q u e un milagro r a , en las estatuas? ¿No ha inventado este tantas modas indecentes
de la gracia de Jesucristo. 3." Este se reconoce por su nombre... «Y y contrarias á la modestia cristiana? La desnudez es la librea del de-
« l e p r e g u n t ó , ¿ q u é nombre tienes? Y le respondió: mi nombre es monio: el q u e la lleva pertenece á él: el q u e se apacienta y se d e -
« L e g i ó n , porque somos muchos...» Legión es el verdadero nombre leita con su visla, se alista bajo de sus leyes, y se sujeta á su i m -
del demonio de la i m p u r e z a : él n o va jamás solo; detrás de sí lleva perio. Apartemos, p u e s , con horror la vista de ella, arrojemos y
y arrastra todos los vicios: se enseñorea de todos los sentidos, de to- desterremos léjos d e nuestras casas eslas señales d e estar poseídos
das las facultades del a l m a , y posee todo el hombre entero. ¡ A h ! del demonio, eslas señales de reprobación. Observemos, ó sea en
temblemos d e pensar solo en u n demonio tan detestable. Si acaso público, ó sea en particular, ó sea respecto d e nosotros, ó respecto
por nuestra desgracia hemos sido presa s u y a , reconozcamos una de los otros, u n a modestia severa y exacta. 2." Estos desgraciados
vez s u carácter: si hemos sido preservados ó librados, ¡oh! y cuan vrnan en los sepulcros, en los lugares tenebrosos y hediondos... ¿No se
obligados debemos estar á nuestro libertador! ve por ventura el impúdico en las casas de la disolución, de la pros-
Lo 2. ü ¿Cuál era la naturaleza de esta opresion? l . ° Era muy an- titución, con pecadores muertos ya d e mucho tiempo, hediondos y
tigua... « P o r q u e ya d e mucho tiempo lo poseia...» Cuando u n cris- corrompidos como él de los mismos vicios, y q u e como él son s e -
tiano comienza á abandonarse á la deshonestidad, se lisonjea de ha- pulcros blanqueados? S u conciencia está llena de pecados y de hor-
cerlo solo por u n cierto y determinado tiempo. Algunas veces llega ribles inmundicias, y su cüerpo consumido de la disolución, y m u -
á restringirse á cometer solo u n a culpa; pero despues la primera trae chas veces mas corrompido q u e los cadáveres q u e están e n las se-
consigo otras mil: el tiempo q u e ha fijado para convertirse, pasa, pulturas. 3." Estos desgraciados andaban vagueando por los monu-
se va dilatando, y conduce muchas veces hasta la edad decrépita, mentos y por las montañas, llenando el aire de horribles alaridos...
y finalmente hasta la t u m b a . Si alguna vez se levanta, luego r e - Imágen sensible del aspecto vago, inquieto y feroz q u e el impúdico
cae por años enteros, y últimamente para no levantarse y a jamás. suele manifestar, del humor agreste q u e lo domina y lo hace inso-
2.° Opresion continua...«Y estaba siempre dia y noche por los mo- ciable, y de los gritos y suspiros q u e la pasión, aun contra su vo-
«numentos y por las m o n t a ñ a s . . . » Esta misma es la suerte de los luntad, le arranca del corazon. ¡ Qué vida, ó Dios mió, q u é vida para
380 E L EVANGELIO M E D I T A D O .
un cristiano! ¿Son estos los placeres q u e el demonio hace gustar vechar de los preciosos frutos de vuestra sangre adorable! Las mis-
á los q u e lo siguen? ¡ Ah engañador! ¿Y es esto lo q u e tú has pro- mas quejas hace todos los días el demonio por boca del impúdico.
metido? Se duele de que Dios se oponga á sus desórdenes... ¿Qué mal
PUNTO I I . hago y o , grita este? Yo no hago mal ni perjuicio á nadie... Como
si el espíritu de Dios no fuese esencialmente opuesto al espíritu i m -
Los libra Jesucristo de tan grande mal. puro : como si el precepto esencial del amor de Dios pudiese ser com-
Se reconoce aquí también el demonio de la impureza en su pro- patible con u n amor pecaminoso y con llamas impúdicas.
ceder , en sus q u e j a s , y en lo q u e pretende. 2.° Se duele de los hombres... ¿Por q u é , p u e s , dice é l , atormen-
Lo 1.° Proceder forzado... Y viendo desde léjos á Jesús, corrió, tar los corazones, poner en sujeción las inclinaciones, y limitar las
«se postró delante d e é l , y lo adoró...» Apenas tocó la tierra Jesu- obligaciones? Á las sagradas leyes del pudor virginal y de la fide-
cristo sintió el demonio, a u n q u e contra su voluntad, q u e estaba cer- lidad conyugal opone otras del todo contrarias, q u e v a esparcien-
ca su vencedor. No pudo parar en sus tenebrosos subterráneos, u n a do en muchos libros, q u e publica en los teatros, y q u e insinúa por
fuerza invisible lo sacó de ellos con violencia, y lo citó, por decirlo medio d e sus cantos... Quien lee estas obras, quien asiste á estos
así, al tribunal d e s u Juez... Corrió á encontrarlo, y viéndolo este espectáculos, quien repite estas canciones, ¿á quién piensa que per-
espíritu feroz , á quien ninguna fuerza h u m a n a habia podido domar, tenece, á Jesús ó al demonio ? Finalmente se lamenta de aquellos
se hizo dócil, y temblando cayó á sus piés, reconoció á su Señor, y q u e tienen celo por las almas. Represéntesele al impúdico la enor-
lo adoró... Adoracion forzada que le sacó solo el temor, y q u e no midad de sus delitos, búsquese el medio d e excitar e n él remordi-
p u e d e agradar á Jesucristo... Así también sucede q u e a u n el m a s mientos saludables, elude todas las diligencias, diciendo que lo i n -
abominable i m p ú d i c o , forzado tal vez de sus remordimientos, se quietan antes de tiempo... ¡Juventud desgraciada! ¿ d e esta manera
postra delante d e Dios, se da golpes de pecho, reconoce su desen- te dejas engañar? ¿Llegarás acaso á ese tiempo q u e tú te prometes?
voltura y sus descaminos... Buen principio, loable conducta; pero Y demos caso q u e llegues, ¿110 serás aun entonces, y hasta la suma
¡cuántas veces encuentra el demonio medios de hacerla inútil! vejez, el juego y la presa del demonio que acaricias?
Lo 2.° Quejas injuriosas... Y exclamando en alta voz, dijo... Lo 3 S ú p l i c a s malvadas... « Y le rogaban mucho q u e no los echa-
« ¿ Q u é tengo yo contigo, J e s ú s , Hijo de Dios altísimo? ¿Has veni- «se d e aquel país... q u e no les mandase ir al abismo... Y había una
«do tú aquí antes de tiempo para atormentarnos?... T e conjuro por « m a n a d a de muchos puercos q u e se apacentaban... al rededor del
«Dios que no me atormentes, porque le decia: sal, espíritu ininun- « m o n t e . . . y le rogaban que les permitiese entrar en ellos... dicien-
«do, del hombre...» « d o . . . Si nos echas de a q u í , envíanos á aquella manada de p u e r -
El demonio se lamenta de q u e Jesús se declare su enemigo, y de «cos... para que entremos en ellos... Y saliendo los espíritus i n -
que venga á turbarlo y á atormentarlo antes de tiempo. ¿Sobre qué « m u n d o s entraron en los puercos, y con furia grande la manada,
se fundan todas sus quejas? Sobre la orden que le da este Dios sal- « que era de cerca de dos mil, se precipitó en el m a r . . . y murieron
vador de salir de los cuerpos q u e poseia... Jesús en mandárselo no « e n las aguas...»
quiere forzarlo á q u e luego al punto salga para darle tiempo á que El demonio pide lo primero quedarse en el país. ¿ Y p a r a q u é ?
manifieste su malicia y su insolencia, y á nosotros ocasion de cono- Para hacer allí mal... Despues pide no ser precipitado en el abismo,
cerla y detestarla. ¿ E s , pues, atormentarte, ó espíritu impuro y cruel, donde debe caer al fin del m u n d o : pide quedarse siempre en esta
el mandarte ó el impedirle q u e nos hagas m a l ? ¿ T e imaginabas región terrena, ¿ y para q u é ? Para ejercer aquí su furor, para p o -
acaso que te se habia d e dejar el poder hasta el fin del m u n d o ? No, der tentar y perder á los hombres... Quitarle este p o d e r , es lo que
n o : Jesucristo h a venido y nos h a librado de u n yugo tan odioso, y llama él atormentarlo. Finalmente pide q u e le sea permitido entrar
tú ya no tendrás en adelante dominio sino solo sobre aquellos que en los puercos q u e pacían en aquellos contornos: ¿ p a r a qué? Para
te se quieran sujetar... Gracias inmortales os tributen todos los hom- precipitarlos en el m a r . y hacer ál Salvador odioso en todo el país...
bres , ó divino Redentor. ¡ Ay d e aquellos q u e no se quieren apro- Jesús le concede esta última petición... E n la meditación siguiente
3 8 2 EL EVANGELIO MEDITADO, MEDITACION L X Y I . 3 8 3

verémos las razones del por q u é ; pero reconozcamos aquí los secre- brado u n pecador q u e se convierte, quedaríamos también sobreco-
tos votos y los íntimos deseos de los impúdicos. ¿ Q u é desean estos gidos de espanto; y para darnos de esto una prueba sensible, con-
con tanta ansia? ¿ q u é piden? El no ser precipitados al infierno. cedió Jesucristo al demonio el efecto de s u petición.
Querrían estos evitarlo, sin poner fin á sus desórdenes: querrían Lo 2.° El temor absurdo de los gerasenos... «Y luego t o d a l a c i u -
q u e no hubiese justicia en Dios, ni castigo para el pecado: querrían «dad salió al encuentro á Jesús... á ver q u é era aquello q u e había
finalmente ser semejantes á las bestias; envidian su suerte, inten- «sucedido. Y habiendo llegado donde estaba J e s ú s , vieron al que
tan persuadirse q u e no son d e condicion diversa de ellas, y algunas «habia sido atormentado del demonio, q u e estaba sentado, vestido,
veces permite Dios por justo castigo q u e se lo persuadan, ó q u e vi- « y de mente sana á los piés de él,, y se atemorizaron... Y les con-
van como si verdaderamente estuvieran persuadidos. «taron también aquellos que lo habian visto, de q u é manera habia
«sido librado de la legión... Y el hecho de los puercos. »
Petición y coloquio. F u e tan grande la multitud de los que concurrieron á aquel l u -
¡Ah Señor! os hago hoy u n a petición bien diferente d e aquella gar para instruirse d e cuanto habia sucedido, q u e se dijo q u e to-
del impúdico. No permitáis q u e yo venga á ser semejante á las bes- da la ciudad se habia unido para saber las circunstancias. Vieron á
tias, antes hacedme semejante á Vos. Si es necesario para librarme Jesús y á sus discípulos, y á los piés de Jesucristo los dos obsesos,
del demonio y de mis pasiones perder todo aquello que poseo; si principalmente el mas furioso de los dos, vestido, tranquilo, y con
es necesario abandonar el placer en que estoy, salir del seno de mi su juicio s a n o , escuchando al Salvador q u e los instruía. Este e s -
familia, renunciar al m u n d o , ó Dios mió, estoy pronto á sacrificar- pectáculo causó en los habitadores de Gerasa mas temor q u e respe-
me todo antes que perderme , y q u e vivir en vuestra desgracia... to : se imaginaron q u e se habian perdido sus manadas de puercos;
Sostenedme, ó divino Jesús, en estas resoluciones, y fortificadme tuvieron temor de la pérdida de aquellos animales ; pues a u n q u e la
contra mis enemigos y los vuestros. Amen. ley les prohibía alimentarse de ellos, no juzgaban (jue les era pro-
hibido el criarlos para el comercio. La fe de este pueblo se dejó ven-
MEDITACION I X V I . cer de u n vil interés : si hubieran ellos sufrido con resignación esta
prueba de su fe q u e Jesucristo les habia suministrado, se hubieran
D E LO QUE SUCEDIÓ D E S P U E S QUE EL SEÑOR LIBRÓ LOS DOS
asegurado su felicidad... ¿Ncf es aun hoy por ventura este espíritu
ENDEMONIADOS DE GERASA.
de interés y de avaricia, este apego á los bienes d e la tierra el q u e
(Matt'n. TU!. 3 3 , 3 1 ; Marc. v, 14-21; Luc. vin, 3 4 - 4 0 ) .
predomina'nuestro corazon, y el que nos pierde?
Consideremos aquí: 1." la conducta de los g e r a s e n o s ; 2.° la conducta de los Lo 3.° La súplica insensata de los gerasenos... « Y lodo el pueblo
obsesos; 3.° la conducta de J e s u c r i s t o .
«del país de los gerasenos le suplicó q u e se retirase d e ellos, p o r -
«que estaban sobrecogidos de temor grande ; y él subiendo en la
PUNTO I. « b a r c a , se volvió...» ¡Insensatos! ¿de q u é os priváis vosotros? De
Conducta de los gerasenos. aquel q u e hubiera librado todos vuestros obsesos, que hubiera c u -
Lo 1 L a huida de aquellos que Uceaban á apacentar los puercos... rado todos vuestros enfermos ; de aquel q u e os hubiera anunciado
« Y los que los apacentaban h u y e r o n , y lo contaron en la ciudad y la verdad y os hubiera colmado de gracias y de bendiciones. ¡ Ay
«en los campos... Y contaron todas aquellas cosas, y el caso délos de mí! ¡cuántos dicen lodos los d i a s á J e s ú s : «retiraos de m í , n o
«que habían estado poseídos de los demonios...» Los q u e estaban «vengáis á m í , » no por respeto y por humildad, sino por no d e s -
encargados de guardar los puercos, se huyeron cada uno hácia su pojarse de aquello q u e desagrada á Jesucristo! De esta manera se
respectivo a m o , los unos á Gerasa, y los otros á las aldeas vecinas, dejan huir los momentos d e salud, cuando la gracia que nos m u e -
donde espacieron la nueva d e u n hecho tan sorprendente. ¿Y quién ve no se acomoda con nuestros intereses. De esta m a n e r a , por no
no se hubiera espantado al ver semejante espectáculo? Si nosotros mortificar las pasiones q u e acariciamos, desechamos las visitas del
pudiéramos ver la multitud d e pecados y de demonios de que es l i - cielo, y despreciamos los llamamientos del Salvador.
MEDITACION L X V I . 385
«empezó á predicar por toda la Decápoles cuanto le habia hecho el
PUNTO I I . «Señor, y todos se maravillaban...» Corrió toda la Decápoles como
Conducta de los dos endemoniados. un apóstol, dejándose ver en todas parles como prueba subsistente
del poder del Salvador: llenó d e asombro y de admiración todas las
Cuál f u e la conducta de estos: 1.° Cuando fueron librados. ciudades v todas las aldeas, y las dispuso "para recibir bien preslo
2.° Cuando Jesucristo quiso retirarse d e ellos. 3.° Cuando se vol- el Evangelio... E n todas las condiciones de gentes forma la grati-
vieron á sus casas. tud apóstoles... Y ¡oh! ¡cuántas conquistas baria para Dios esta
Lo 1.° Cuando fueron librados... Habiendo permitido Jesús al de- excelente virtud, si todos aquellos que son colmados de sus gracias
monio q u e entrara en los puercos, los espíritus inmundos salieron y de sus beneficios tuvieran u n corazon reconocido! Procuremos,
de los cuerpos de los dos obsesos. E n el mismo instante se hallaron p u e s , nosotros tener el nuestro penetrado de una semejante grati-
estos libres y con el juicio sano ; y habiendo vuelto en si, se vistie- tud y d e u n semejante amor, y sin ser apóstoles ¿cuántas obras
ron decentemente, quedaron perfectamente en calma y tranquilos, apostólicas no harémos?
y se sentaron á los pies de Jesucristo... Tal es la imágen d e u n al-
m a convertida y penitente. Todo se m u d a en ella: sus ideas, sus
afectos, su persona, sus modales, sus vestidos, sus muebles, su PUNTO I I I .
mesa y sus gastos... Ninguno ve ya en ella su mal humor, ningu- Conducta de Jesucristo.
na señal de sus antiguas pasiones ; ella pone lodo su consuelo en
«Y lodos se maravillaban...» Admiremos también nosotros: Lo
estar á los piés de Jesucristo su salvador y su libertador; su reco-
1.° La potencia de Jesús, q u e cita al demonio, le pregunta, y lo
nocimiento la liene allí quieta, y su amor la llena allí de delicias.
echa de aquel hombre... El espíritu impuro hizo daño en aquefios
Lo 2.° Conducta de los obsesos cuando Jesús quiere retirarse... animales viles, s í ; pero fuedespues de haber obtenido una expre-
¡ Qué separación tan amarga para unos corazones penetrados d e re- sa permisión del Salvador. ¿ Q u é tenemos, p u e s , q u e temer n o s -
conocimiento! Aquel que había sido mas atormentado del demonio otros con Jesucristo? Seámosle fieles, y n i n g u n a cosa nos podrá ve-
no pudo resolverse á esta separación : se ofreció á Jesucristo, y le nir en contra.
pidió q u e le diera u n puesto entre sus discípulos, protestándole con Lo 2.° Admiremos la sabiduría de Jesucristo, que en esle suceso
sinceridad que no se separaría jamás de su bienhechor; pero Jesu- nos hace conocer el carácter, la m a l i c i a b a fuerza y la debilidad del
cristo movido d e su reconocimiento lo deslinó á otro empleo, esto enemigo de nuestra salud, que prueba á los gerasenos con la p é r -
es, á anunciar las misericordias de Dios , empleo á.que satisfizo con dida de u n bien pequeño, y q u e no quiere admitir al ministerio del
fidelidad. «Y habiendo subido á la barca, comenzó aquel que ha- Evangelio á aquellos á quienes u n a mancha pública, aunque i n -
«bia sido vejado del demonio á r o g a r l e q u e le dejase estar con él... culpable, y q u e ya no subsiste, no deja gozar una reputación sana v
« Pero Jesús le despidió, y dijo : Yete á tu casa á los tuyos, y cuén- entera.
«tales cuanto h a hecho el Señor por t í , y como te h a mirado con
Lo 3.° Admiremos su bondad, q u e libra estos dos desgraciados, y
«misericordia...»
procura á sus familias la consolacion de volverlos á ver y poseerlos."
Lo 3." Conducta de los obsesos vueltos á sus casas... Jesús les ha- Su bondad, que les hace retirarse del país de los gerasenos sin que-
bía ordenado q u e volviesen á sus casas, q u e se restituyesen á sus jarse, y dejándoles también u n remedio saludable en la orden q u e
familias, y q u e publicasen los beneficios que habían recibido deDios... da á los obsesos de publicar sus misericordias. Finalmente su b o n -
¿Quién podrá, p u e s , decir con qué celo y con qué conocimiento lo dad , que satisface á los vivos deseos del pueblo fiel q u e lo espera
hicieron, principalmente aquel q u e habia sido mas desgraciado? «Y con impaciencia á la otra orilla del lago... «Y habiendo pasado J e -
«fué por toda l a ciudad publicando cuantas cosas le habia hecho Je- «sús otra vez con la barca á la ribera opuesta, se juntó al rededor
«sús.» Y no contenlo con haber manifestado á su familia y á toda «de él una grande multitud... pues era esperado de todos... y e s -
la ciudad de Gerasa la potencia y la gloria de Jesús... «se f u é , y «taba cerca del mar...» ¡Oh! ¡ y c u á n bueno es Jesús! ¡Bienaven-
2o T. i .
386 EL E V A N G E L I O MEDITADO.
turados aquellos q u e en su ausencia suspiran porque vuelva! ¡ bien- Lo I o Celos de los fariseos... « Y aconteció u n dia, q u e él estaba
aventurados aquellos q u e lo acogen con amor! «sentado enseñando, y estaban sentados algunos fariseos y docto-
r e s de la ley, q u e habian venido de todos aquellos pueblos de la
Petición y coloquio. ce Galilea, y de la J u d e a , y de Jerusalen, y la virtud del Señor obra-
Inspiradme, Señor, este santo ardor, este vivo deseo de vuestra « b a para sanarlos...» El pueblo iba á Jesús para q u e lo sanase de sus
santa palabra : hablad á m i corazon, y será sano. Ó divino Jesús, males ; pero los doctores iban á contrastar sus milagros, y á criti-
hablad, mandad al demonio vuestro enemigo y mió, y se disiparán car la doctrina del q u e los hacia, y desacreditarlo con el pueblo... No
y ahuyentarán todas las potestades de las tinieblas que ponen a s e - tuvieron estos j a m á s mejor ocasion q u e esta para conocer á Jesús,
chanzas á m i espíritu, y todas las pasiones que reinan en m i cora- aquel hombre tan célebre q u e á ellos les hacia tanta sombra... Este
zon. Abridme los o j o s , desengañadme, ó caritativo Salvador m i ó , y divino Salvador estaba sentado en casa, y ellos estaban también
no permitáis q u e y o corra á m i perdición como aquellos animales sentados cerca de é l : lo vieron, lo oyeron, y lo censuraron ; pero
viles é irracionales. Hacedme sentir el gusto que se experimenta en no sacaron otra cosa q u e confusion, y la obstinada resistencia á la
poseeros, y la pérdida que se hace en perderos. Finalmente habitad evidencia de los hechos sirvió para aumentar su ceguedad, para
en m i , ó Dios iuio, despues de haber tomado posesion; y haced q u e obstinarlos mas en su d u r e z a , y para animar contra Jesucristo un
sea vuestro e n el tiempo y en la eternidad. Amen. odio q u e desde esle punto f u e siempre implacable... Justo castigo
de aquellos q u e oyen ó leen la palabra de Dios, ó que examinan sus
MEDITACION LXVII. maravillosas obras con las mismas disposiciones que los fariseos.
Lo 3.° La caridad de aquellos que presentaron el paralitico... «Y
SANA JESÚS UN PARALÍTICO EN P R E S E N C I A DE LOS FARISEOS. «vinieron á él los q u e conducían un paralítico... que venia en su
(Marc. II, 1-12; Luc. r , 17-26; .Matth. I I . 1-8). «cama... llevado por cuatro personas... y buscaban el modo d e en-
l . ° lo q u e p r e c e d e á e s l e m i l a g r o ; 2 . ° la m a n e r a c o n q u e l o o b r a ; 3 . ° l o q u e «trarlo dentro de la casa para presentárselo...» Caridad laboriosa...
le s i g u e . Este desgraciado estaba tullido de todos sus miembros, y eran nece-
sarias cuatro personas para llevarlo acostado en su c a m a , y al pun-
PUNTO I .
to se hallaron personas caritativas que lo llevaron : la caridad no es-
Lo que precede á este milagro. tá en las palabras, sino en los hechos y en los efectos... Caridad
Lo 1." La docilidad del pueblo... «Y despues de algunos dias en- perseverante... El enfermo y los que lo llevaban estaban bien persua-
«tró nuevamente e n Cafarnaum... Y se supo q u e estaba en la casa, didos q u e si pudiesen romper por la multitud de la gente y a c e r - .
« y se juntó m u c h a g e n t e , d e modo q u e no cabian ya ni en el es- carse á Jesucristo, se seguiría el conseguir la salud ; pero la difi-
« pació que habia al rededor de la puerta, y les hablaba la palabra...» cultad estaba en poder acercarse. No obstante todos los esfuerzos
Los vivos deseos d e esle pueblo serán bien presto recompensados: q u e hicieron, despues de haber intentado por largo tiempo abrirse
el Salvador lo h a r á testigo de u n milagro estrepitoso que lo llena- camino por medio d e la gran multitud, no pudieron ni aun acer-
r á de la mas dulce consolacion... Jesús es la vida y la luz ; él solo carse á la p u e r t a ; pero con todo esto no se desanimaron. La verda-
puede iluminarnos y,sanarnos, y está pronto á d e r r a m a r sobre nos- dera caridad aumenta su vigor entre los mismos impedimentos, per-
otros los dones d e s u misericordia, que nos comunicará á p r o p o r - mitiéndolo Dios para hacerla mas resplandeciente... Caridad indus-
cion de nuestros deseos y de nuestra docilidad para con é l . . . L a - triosa... «Y no hallando el camino de introducirlo... y presentarlo.. .
mentémonos con nosotros de nosotros mismos, si vivimos siempre á « á causa de l a t u r b a , subieron sobre el lecho, y hecha una aber-
ciegas y siempre enfermos... Tenemos la dicha de estar en l a casa « t u r a , bajaron la cama en q u e estaba tendido eí paralítico... en me-
donde enseña Jesús y obra sus maravillas, esto e s , en su Iglesia ; «dio delante de Jesús.» No pudiendo abrirse el paso, rompiendo
mientras tantos vienen á ella de todas parles á recibir las gracias q u e por la mucha gente que sitiaba la p u e r t a , tomaron u n medio tér-
necesitan, no n o s estemos nosotros en ella inútilmente. mino , y acercándose á la casa por otra parte, llevaron al enfermo por
r
2o*
386 EL E V A N G E L I O MEDITADO.
turados aquellos q u e en su ausencia suspiran porque vuelva! ¡ bien- Lo I o Celos de los fariseos... « Y aconteció u n día, q u e él estaba
aventurados aquellos q u e lo acogen con amor! «sentado enseñando, y estaban sentados algunos fariseos v docto-
r e s de la ley, q u e habian venido de todos aquellos pueblos de la
Petición y coloquio. ce Galilea, y de la J u d e a , y de Jerusalen, y la virtud del Señor obra-
Inspiradme, Señor, este santo ardor, este vivo deseo de vuestra « b a para sanarlos...» El pueblo iba á Jesús para q u e lo sanase de sus
santa palabra : hablad á m i corazon, y será sano. Ó divino Jesús, males ; pero los doctores iban á contrastar sus milagros, y á criti-
hablad, mandad al demonio vuestro enemigo y mió, y se disiparán car la doctrina del q u e los hacia, y desacreditarlo con el pueblo... No
y ahuyentarán todas las potestades de las tinieblas que ponen a s e - tuvieron estos j a m á s mejor ocasion q u e esta para conocer á Jesús,
chanzas á mí espíritu, y todas las pasiones que reinan en m i cora- aquel hombre tan célebre q u e á ellos les hacia lanta sombra... Este
zon. Abridme los o j o s , desengañadme, ó caritativo Salvador m i ó , y divino Salvador eslaba sentado en casa, y ellos estaban también
no permitáis q u e y o corra á m i perdición como aquellos animales sentados cerca de é l : lo vieron, lo oyeron, y lo censuraron ; pero
viles é irracionales. Hacedme sentir el gusto que se experimenta en no sacaron otra cosa q u e confusion, y la obstinada resistencia á la
poseeros, y la pérdida que se hace en perderos. Finalmente habitad evidencia de los hechos sirvió para aumentar su ceguedad, para
en m í , ó Dios rnio, despues de haber tomado posesion; y haced q u e obstinarlos mas en su d u r e z a , y para animar contra Jesucristo un
sea vuestro e n el tiempo y en la eternidad. Amen. odio q u e desde esle punto f u e siempre implacable... Justo castigo
de aquellos q u e oyen ó leen la palabra de Dios, ó que examinan sus
MEDITACION LXVII. maravillosas obras con las mismas disposiciones que los fariseos.
Lo 3.° La caridad de aquellos que presentaron el paralítico... «Y
SANA JESÚS UN PARALÍTICO EN P R E S E N C I A DE LOS FARISEOS. «vinieron á él los q u e conducían un paralitico... que venia en su
(Marc. II, 1-12; Luc. r , 17-26; ¡\Iatth. I I . 1-8). «cama... llevado por cuatro personas... y buscaban el modo d e en-
l . ° lo q u e p r e c e d e á e s l e m i l a g r o ; 2 . ° la m a n e r a c o n q u e l o o b r a ; 3 . ° l o q u e «trarlo dentro de la casa para presentárselo...» Caridad laboriosa...
le s i g u e . Este desgraciado estaba tullido de todos sus miembros, y eran nece-
sarias cuatro personas para llevarlo acostado en su c a m a , y al pun-
PUNTO I .
to se hallaron personas caritativas que lo llevaron : la caridad no es-
Lo que precede á este milagro. tá en las palabras, sino en los hechos y en los efectos... Caridad
Lo 1." La docilidad del pueblo... «Y despues de algunos dias en- perseverante... El enfermo y los que lo llevaban eslaban bien persua-
t r ó nuevamente e n Cafarnaum... Y se supo q u e estaba en la casa, didos q u e si pudiesen romper por la multitud de la gente y a c e r - .
« y se juntó m u c h a g e n t e , d e modo q u e no cabian ya ni en el es- carse á Jesucristo, se seguiría el conseguir la salud ; pero la difi-
« pació que habia al rededor de la puerta, y les hablaba la palabra...» cultad eslaba en poder acercarse. No obstante todos los esfuerzos
Los vivos deseos d e esle pueblo serán bien presto recompensados: q u e hicieron, despues de haber intentado por largo tiempo abrirse
el Salvador lo h a r á testigo de u n milagro estrepitoso que lo llena- camino por medio d e la gran multitud, no pudieron ni aun acer-
r á de la mas dulce consolacion... Jesús es la vida y la luz ; él solo carse á la p u e r t a ; pero con lodo esto no se desanimaron. La verda-
puede iluminarnos y,sanarnos, y está pronto á d e r r a m a r sobre nos- dera caridad aumenta su vigor entre los mismos impedimentos, per-
otros los dones d e s u misericordia, que nos comunicará á p r o p o r - mitiéndolo Dios para hacerla mas resplandeciente... Caridad indus-
cion de nuestros deseos y de nuestra docilidad para con é l . . . L a - triosa... «Y no hallando el camino de inlroducirlo... y presentarlo...
mentémonos con nosotros de nosotros mismos, si vivimos siempre á « á causa de l a t u r b a , subieron sobre el lecho, y hecha una aber-
ciegas y siempre enfermos... Tenemos la dicha de estar en l a casa « t u r a , bajaron la cama en q u e eslaba tendido eí paralítico... en me-
donde enseña Jesús y obra sus maravillas, esto e s , en su Iglesia ; «dio delante de Jesús.» No pudiendo abrirse el paso, rompiendo
mientras tanlos vienen á ella de todas parles á recibir las gracias q u e por la mucha gente que siliaba la p u e r t a , tomaron u n medio tér-
necesitan, no n o s estemos nosotros en ella inútilmente. mino , y acercándose á la casa por otra parte, llevaron al enfermo por
r
2o*
388 EL EVANGELIO MEDITADO.

u n a escalera sobre el techo, q u e según el uso de la Palestina era u n lores, que según los Profetas un carácter esencial del Mesías era ser
terrado : allí hicieron una grande abertura, bajaron al paralítico en Hijo de Dios, el mismo Dios, Dios con nosotros, y que por consi-
su cama, y lo presentaron en medio de la turba á los piés de J e s u - guiente debia tener, según ellos, el poder de perdonar los pecados?
cristo... Imaginémonos cuál fue la sorpresa de los circunstantes, y Con q u e Jesucristo en esta ocasion obraba como verdadero Mesías.
.sobre todo su expectación. La prueba era fuerte, un engañador se Es verdad que u n impostor podia usurpar este lenguaje, y q u e m u -
hubiera hallado en u n grande e m b a r a z o ; los q u e había fuera d e la chos lo han hecho ; pero tratándose de d a r las pruebas, n o les ha
casa no estaban menos solícitos por saber cuál seria el éxito de a q u e - salido bien... S e necesitaba por lo menos suspender el juicio y es-
llos q u e habían entrado dentro... Jesucristo aumentó a u n mas la perar la prueba ; pero esto no lo hacen los impíos. Blasfeman con-
expectación d e los unos y de los otros, y les dejó algún tiempo para tra la Religión q u e no quisieron jamás entender, y separan siempre
q u e ejercitaran su fe, sus conjeturas y su crítica, difiriendo el s a - sus misterios incomprensibles de las p r u e b a s que los hacen percep-
narlo , ó por mejor decir, anunciando el milagro con otras maravi- tibles, y q u e los insinúan en los espíritus mas sencillos. Comparez-
llas mas secretas y de u n orden superior. can aquí estos pretendidos genios; y si n o están enteramente e n d u -
recidos, esperen el éxito, y se convencerán y se rendirán.
PUNTO l i . Segundo milagro. El conocimiento de los corazones... «Y habíen-
La manera con que se obró el milagro. «do visto Jesús sus pensamientos, dijo : ¿Por q u é pensáis m a l en
«vuestro corazon?...» Llenos los escribas y fariseos de la idea d e q u e
Jesucristo en vez de u n milagro obró tres ; d e los cuales el pri- Jesucristo había blasfemado, se prometían poderse servir de esta co-
mero fue el mas grande ; el segundo fue sorprendente, a u n q u e se- y u n t u r a para desengañar los pueblos d e l a alta opinion que habiau
creto , y el tercero fue el mas perceptible, y la prueba de los otros concebido de la santidad del nuevo Profeta. No se atrevían á decla-
dos. rarse públicamente, por temor de sublevar los q u e estaban presen-
Primer milagro. El perdón de los pecados... «Y vista por Jesús la tes, y esperaban el milagro ; mas sin e m b a r g o de sus precauciones
« fe de ellos, dijo al paralítico : Hijo, te son perdonados t u s peca- leía Jesucristo en el fondo de sus corazones... ¿Cuáles son vuestros
« dos... » Consideremos aquí : 1 L a s instrucciones que Jesús nos da... pensamientos? les dijo. ¿ Q u é sospechas formáis vosotros interior-
Él nos d a á conocer q u e todas las enfermedades humanas tienen mente contra mí? ¿Por qué pensáis mal e n vuestro corazon? Pala-
su origen e n el pecado ; q u e el mayor de nuestros males, y d e que bra bien precisa, y que jamás debemos olvidar nosotros. ¿ Q u é nos
debemos primero pedir ser librados, es el pecado ; q u e las afliccio- sirve fingir y escondernos á los ojos de los hombres? Jesús ve nues-
nes corporales se deben sufrir para satisfacer por el pecado , y fi- tro corazon, y lo que él ve será despues'la materia d e nuestro j u i -
nalmente , q u e en el ejercicio del celo y en todas las acciones se ne- cio : ve los pensamientos de q u e nos complacemos ; pensamientos
cesita obrar según Dios con una santa libertad, y sin respeto á cier- de vanidad, d e ambición, de sensualidad, de impureza ; ve a q u e -
to escándalo farisàico d e algunos espíritus impíos y malignos. llas sospechas contra el prójimo, aquellos juicios temerarios y pre-
Observemos lo 2.° La consolacion del paralítico... ¡De q u é júbilo cipitados, aquellas quejas, aquellas impaciencias; v e aquellos m o -
f u e penetrado su corazon cuando oyó estas tiernas palabras : «Hijo, tivos que nos hacen obrar, motivos de vanagloria, d e respetos h u -
«confia!...» Son ciertamente motivo de júbilo, de admiración v de manos, de interés, de amor propio ; aquellos motivos demasiada-
amor la remisión q u e logra de sus pecados, y el precioso y a u g u s - mente terrenos y frecuentemente viciados ó en todo ó en parte. Exa-
to nombre d e hijo que Jesús le dió. minemos aquí nuestro corazon, y procuremos tenerlo en adelante
Lo 3.° Reflexionemos sobre el escándalo de los fariseos... Buscaban siempre puro e n la presencia de aquel q u e lo ve.
estos ser escandalizados, y verdaderamente lo fueron. « Y estaban ( Tercer milagro. Sana al paralítico... Estad atentos, escribas y fa-
«allí sentados algunos de los escribas y fariseos... q u e decian en su riseos... este es el momento decisivo e n q u e os será fácil conocer
« interior : ¿Por qué habla así este? ¿quién puede perdonar los peca- quién es el q u e ha blasfemado, si J e s ú s , ó vosotros. No se trata ya
« dos sino solo Dios?... Este blasfema...» ¿Debian ignorar estos doc- de teneros suspensos, se trata sí de disponeros á lo q u e debe seguir,
y ya se os ha anunciado... Juzgad de la eficacia de las primeras pa- Lo I o Las aclamaciones del pueblo, á que nos debemos juntar tam-
labras que Jesucristo ha dicho á este paralítico para curar su alma, bién nosotros... «T viendo esto las turbas, se atemorizaron... todos
por la de aquellas que quiere decirle para sanar su cuerpo ; y si con « quedaron sorprendidos, y glorificaron á Dios que tanta potestad
una palabra le sana el cuerpo, confesad que él tiene la potestad que «dió á los hombres... Y fueron todos llenos de temor, diciendo :
se atribuye de curar el alma y de perdonar los pecados ; y por con- «Maravillas hemos visto hoy... jamás hemos visto cosa semejante...»
secuencia que él es Dios, el Salvador de los hombres, el Rey de I s - Cuando los que estaban en la casa vieron alzarse el paralítico y
rael y el Mesías esperado... Continuando Jesús su d i s c u r s o l e s di- cargar la cama ; cuando los que estaban fuera lo vieron salir y pa-
jo : « ¿ Q u é cosa es mas fácil de decir: te son perdonados tus peca- sar por medio de todos ellos, se oyó u n grito universal por la glo-
« d o s , ó d e c i r : levántate y camina? Pues para que sepáis que el ria de Dios y de Jesucristo. Las aclamaciones de los circunstantes se
«Hijo del hombre tiene potestad sobre la tierra de perdonar los pe- unieron y se confundieron con las del paralítico ; por todas partes
«cados, dijo entonces al paralítico : Levántate, pilla tu cama, y véte se gritaba: no, no, jamás ha obrado el Señor maravillas semejan-
«á tu casa... v e n el mismo instante se levantó en presencia de ellos, tes ni mas estrepitosas en medio de su pueblo. Este verdaderamen-
«cogió la cama en que estaba acostado, y se fué á su casa glorifi- te es el dia en que Dios se manifiesta á los hombres por medio de
« c a n d o á D i o s . . .» Démosle á Jesucristo infinitas gracias por el g r a n - los prodigios que vemos... ¡Bendito sea Dios por haber comunicado
de milagro que obra, y por la manera con que lo obra. ¡ Oh! ¡y cuán un poder tan divino á nuestra débil y mortal naturaleza! Bendiga-
glorioso es para él este día, y cuán feliz para nosotros; pues en él mos también nosotros á este Dios de misericordias; porque ¿qué
confundió sus enemigos, probó su divinidad, alivió los miserables, cosa seria de nosotros, miserables pecadores, si no hubiera dado á
alegró el cielo, y consoló la tierra! los hombres sobre la tierra la potestad de perdonar pecados? ¿si J e -
sucristo no la hubiera dejado á los Apóstoles, y los Apóstoles á sus
P U N T O III. sucesores? Este divino poder es nuestro remedio en nuestras caídas,
Lo que se siguió al milagro. nuestra consolacion en nuestras penas, y nuestra seguridad en nues-
Lo 1 L a conducta del paralítico que debemos imitar... Á la orden tras inquietudes. ¡Infelices de aquellos que han abandonado una
que le dió el Salvador, se levantó solo, y sin que nadie le ayudase, . Iglesia colmada de tantos favores por seguir sectas impotentes y pri-
á vista de todos, cargó su cama, y tomó"el camino de su casa, p u - vadas de este divino poder!
blicando las misericordias de Dios... Cuando Jesucristo con la voz Lo 3.° El silencio de los fariseos que debemos detestar... ¿Cómo
de su ministro nos concede el perdón de nuestros pecados ¿ m a n i - habrían podido estos jamás apartar á este pueblo de una pretendida
fiesta nuestra conducta la sanidad y nuestro reconocimiento? ¿nos ilusión, ó de formar sus justas aclamaciones? No se tomaron este
levantamos de la tierra? ¿salimos de nuestros malos hábitos v de inútil trabajo; el hecho era del todo evidente - , y hablaba bien claro...
nuestra relajación, de nuestra tibieza y de nuestra parálisis? ¿es- ¿Cómo, pues,'con su voz no hicieron eco á la del pueblo? Este es
tamos firmes en nuestras resoluciones? ¿no volvemos á recaer mas el efecto de la ceguedad voluntaria, de los celos y del odio, y de
en nuestras mismas enfermedades, en el mismo amor del reposo una determinación tomada por pasión en que uno se obstina, y que
y del ocio, en el mismo apego á las criaturas? ¿tenemos fortaleza no quiere abandonar : tal es aun la conducta de nuestros incrédu-
para apartar y hacer que desaparezcan todas las señales de nuestra los. Desengáñennos estos de nuestro e r r o r : muéstrennos por qué
enfermedad, todos los objetos que nos han engañado, todas las oca- camino de seducción y de engaño ha llegado hasta nosotros el Evan-
siones que nos han hecho caer? ¿somos tan generosos, que triun- gelio tal cual él es, y en qué siglo se ha pretendido engañar al gé-
tando de ellas, levantemos u n trofeo ánuestro libertador? ¿nos reti- nero humano para hacerle creer la historia evangélica... No ha sido
ramos á nuestras casas? ¿nos estamos en ellas en el silencio, en el ciertamente en el nuestro: nosotros creemos puramente aquello que
retiro, en el recogimiento, en la oracion? ¿Glorifican al Señor to- se creia en los siglos pasados ; y así de mano en mano lo que se Greia
das nuestras acciones y toda nuestra vida? ¿Las consagramos á su al principio del Cristianismo : y si entonces las cosas hubieran sido
gloria y á nuestra salvación? . falsas, ¿hubieran sido creídas, y hubieran llegado hasta nosotros?'
392 EL EVANGELIO MEDITADO.

Pero n o , no se toman ellos el trabajo de desengañarnos, se restrin-


gen solo á decir que respecto á ellos no están convencidos. Pero si Lo 1.° ¿Quién es aquel que Jesucristo llama?... Un publicano, u n
vosotros no lo estáis, es señal q u e no raciocináis. ¿Estáis convenci- hombre empleado en los estancos, y ocupado en recoger el dinero
dos y bien seguros de los nuevos y singulares dogmas q u e publi- público y los tributos impuestos por los romanos : profesión odiosa
cáis? ¿ q u e todo se acaba con la vida ; q u e vuestra alma es m a t e - para los judíos, q u e contra su voluntad sufrían el dominio de los
rial , y q u e muere con vuestro cuerpo? ¿Son vuestras pruebas evi- romanos ; profesion lucrosa, pero q u e , de ordinario, multiplicando
dentes y que no admiten réplica? Manifestadlas ¡ ciegos é insensatos! las riquezas, aumenta la sed, apega el corazon á la tierra, y guia
Vosotros creeis sin pruebas los absurdos y las mentiras q u e lison- al olvido de Dios; profesion peligrosa por la facilidad que suminis-
jean vuestras pasiones, y desecháis la verdad apoyada sobre prue- tra d e hacer injusticias, y porque estas en semejantes empleos se
bas sensibles, que ni aun os atrevéis á impugnar sino con negarlas, pueden cometer impunemente... U n hombre de esta profesion es el
v c o n esta inconsecuencia corréis hasta la t u m b a , v s e abre para q u e Jesucristo llama al apostolado, á la práctica y á la predicación
vosotros la eternidad. de la pobreza y del desprecio d e las cosas del mundo. ¡Oh! ¡ y c u á n
profundos s o n , Dios mió, y c u á n impenetrables vuestros designios!
Petición y coloquio. ¡ cuán poderosa vuestra gracia! ¡ y c u á n inefable vuestra bondad!
Ó Jesús, yo os reconozco y os adoro por m i Salvador y por m i No desesperemos d e nadie, ni j u z g u e m o s á ninguno ; aquellos q u e
Dios: que se la tomen los fariseos con esta palabra : « T e son p e r - juzgamos estar léjos del reino de D i o s , y q u e acaso despreciamos,
« donados tus pecados.» Por mí creo y confieso q u e Vos solo h a - pueden ser algún día unos santos, y servirnos de condenación.
béis podido pagar por mis pecados y satisfacer por ellos con vues- Lo 2." ¿En qué manera llama Jesucristo al publicano?... Lo llama
tra s a n g r e : q u e Vos solo c o n u n a soberana autoridad podéis per- pasando : Jesús no pierde algún m o m e n t o . . . Sale de Cafarnaum, y
donarlos con vuestra gracia. Vuestra misericordia, ó divino Jesús, va á la ribera del mar... Caminando instruye al pueblo q u e lo si-
haga sentir á mi corazon estas palabras d e consuelo: « Hijo, confia : g u e , y pasando llama á u n publicano, y lo hace u n apóstol... Las
« t e son perdonados tus pecados.» Amen. mayores gracias dependen muchas veces d e u n instante pasajero...
¡Ay d e aquel q u e deja huir este precioso momento! Jesucristo lla-
m a á Maleo cuando actualmente estaba sentado en el banco... E l
MEDITACION LXVIII. momento de la conversión es el d e l a gracia, y el momento d e la
VOCACION DE SAN MATEO. gracia no pende de nosotros. Muchas veces toca Dios al corazon e n
(Luc. 2 7 - 3 2 ; Marc. n , 1 3 - 1 7 ; Malih. ¡ t , 9 - 1 3 ) . el tumulto de los negocios, en la m a y o r disipación, en medio de los
placeres, en el acto mismo del p e c a d o , y lo llama á sí... Dilatar el
Jesucristo llama á san Mateo ; 2.° convite en la casa de san Mateo;
rendirse no es esperar ocasion mas favorable, es perder el tiempo
S a h a d 0 r 4 reSp
fariseos ^ '° °nde á la m a l e d i c e n d a d e
' 'os de la gracia, y acaso para no recobrarlo jamás... Jesucristo l l a m a á
Maleo con u n a sola p a l a b r a : « S i g ú e m e . » ¡Oh palabra poderosa!
PUNTO I . ¡ oh palabra adorable para quien conoce el precio! ¡ Cuántas veces
Jesús llama á san Mateo. la h e oido yo! ¡cuántas veces h e hecho cuenta de no oiría, ó por
mejor decir, cuántas veces h e tenido la desgracia de resistirle abier-
«Y despues de esto salió... y se fué de nuevo hácia el mar Y ve- tamente !
« m a n á el todas las turbas, ylas enseñaba... Y pasando vió á Leví,
Lo 3.° ¿Cómo es obedecido Jesucristo?... E s obedecido prontamen-
«hijo d e Alfeo... publicano... llamado Mateo... q u e estaba sentado
te... Á esta sola palabra : « S i g ú e m e . . . » Mateo se levanta, sin q u e
« e n el banco, y le dijo : Sigúeme, y abandonando todas las cosas,
algún negocio ó interés, ó alguna otra consideración ó respeto h u -
«se levanto y lo siguió...» Observemos lo 1.° Quién es aquel que
mano lo puedan detener u n momento... Jesucristo es obedecido sin-
Jesucristo llama ; 2.° la manera como lo llama: 3.° cómo es obede-
ceramente y efectivamente: este rico lo abandona todo, se despoja
de todo, y nada reserva de sus b i e n e s , si no es el uso de lo que n e -
394 E L EVANGELIO M E D I T A D O ,
cesitaba para poder manifestar una sola veza su Maestro su humil-
Lo 2.° Observemos cuál fue el júbilo del banquete... l . ° Fue puro,
de y perfecto reconocimiento. Deja grandes bienes y grandes espe-
porque con u n a honesta libertad reinaban en él la templanza, la
ranzas ; pero bienes y esperanzas terrenas, cuya posesion y gozo se
modestia, la paz, la dulzura y la caridad. 2 F u e santo, porque
hubiera pasado presto por adquirir los bienes celestiales de q u e ahora
todos tenían los ojos fijos en Jesucristo, escuchaban sus discursos,
goza a u u , y gozará para siempre. ¿Y por qué no hacemos nosotros
y hablaban solo de cosas d e edificación. 3.° JFue perfecto, porque
una elección semejante? Jesucristo es obedecido generosamente... El
al mismo tiempo q u e el cuerpo tomaba su alimento, se alimen-
nuevo discípulo sigue á su Maestro en todo el curso de su v i d a ; lo
taban mil veces mas delicadamente el alma y el corazón... De esta
predica despues d e su muerte j escribe su historia; es el primer sa-
manera celebraban los primeros crislianos sus agapes ; y así deben
grado escritor d é l a n u e v a alianza, y finalmente confirma lo q u e ha
ahora celebrar los crislianos sus convites.
escrito y predicado con derramar su sangre. ¡ Oh santo Apóstol! oh
santo Evangelista, fiel imitador de nuestro Maestro! pedidle para Lo 3.° Examinemos cuáles fueron los frutos de este banquete...
nosotros la gracia d e aprovecharnos d e vuestra predicación q u e se Eueron gracias abundantes q u e encendieron en el corazon d e los
contiene en vuestros escritos, y aquel espíritu de despego, d e f e r - convidados u n nuevo fervor p o r el servicio de Dios, u n nuevo a r -
vor y de humildad d e q u e nos habéis dado el ejemplo. dor por oir su palabra, y u n nuevo esfuerzo para seguir á Jesús y
declararse por él. Mateo entre los otros fue el mas favorecido. Des-
PUNTO I I . de este momento renunció á todo, se resolvió á seguir al Salvador,
Jesucristo es convidado en casa de san Mateo. y jamás lo abandonó despues. Si queremos ser participantes d e e s -
tos favores, no pudiendo ya alimentar á Jesucristo en su persona,
«Y le hizo Leví u n gran banquete en su casa... Y acaeció q u e es-
alimentémoslo en sus m i e m b r o s q u e son los pobres.
«tando á la mesa en la casa de él vinieron muchos publícanos y pe-
«cadores, y se sentaron con Jesús y con sus discípulos.» PUNTO I I I .
Consideremos lo 1.° Los preparativos del banquete... El nuevo Maledicencia de los fariseos contra Jesucristo.
discípulo, habiendo d e tener el honor de recibir e n su casa á s u
«Y los fariseos y los escribas... al verlo comer con los publícanos
Maestro, puso toda la atención en tratarlo d e m a n e r a q u e pudiese
«y los pecadores... m u r m u r a b a n , diciendo á sus discípulos : ¿Por
mostrarle su adhesión y s u amor. Consideró este dia como el mas
« q u é coméis y bebeis con los publícanos y los pecadores...? ¿Por
feliz y el mas glorioso de toda su vida : solícito d e participar con
« q u é vuestro Maestro come con los publícanos y con los pecado-
otros su alegría, convidó á sus parientes, á sus amigos, y á l o s p u -
a r e s . . . ? » La maledicencia d e los fariseos tenia su origen en los ce-
blícanos empleados con él, ó á él subordinados, hombres "todos que
los , cuyos caractéres son la curiosidad, la malignidad y la vileza.
los judíos llamaban pecadores, porque no hacían ostentación de vivir
Lo l"° La curiosidad... ¿De dónde, p u e s , sabían los fariseos q u e
con grande r e g u l a r i d a d , a u n q u e por otra parle no estaban m u y l é -
Jesucristo comia en casa d e Mateo, y con quiénes comia? El celoso
jos del remo d e Dios, y entre ellos habia muchos q u e v a habían
lo explora todo, todo lo v e , todo lo examina, tiene los ojos en todo.
empezado a seguir á Jesucristo... Estuvo atento á q u e nada faltase
¡Miserable curiosidad q u e turba la paz, destruye la caridad, é i m -
para la solemnidad d e este grande d i a , y el banquete fue espléndi-
p u g n a á las veces la Religión y la conducta del mismo Dios! ¡ A h !
do... ¿ E s esta la preparación q u e nosotros llevamos para recibir al
¿ q u é nos i m p o r t a á n o s o t r o s lo q u e hace el tal, sobre cuya conduc-
mismo Jesucristo, no y a hombre mortal sobre la tierra, sino reinan-
t a no nos toca velar? ¿ q u é nos importa á dónde v a , á quién habla,
te en el cielo, y presente en la Eucaristía; no para darle d e comer,
con'quién se acompaña? ¿ q u é nos importa lo q u e no podemos i m -
sino para alimentarnos d e él nosotros m i s m o s ; no para tenerlo en
pedir ni nos toca remediar? Pensemos en nosotros, y dejemos á los
nuestra casa, sino dentro de nuestro cuerpo v d e nuestra alma?
otros en paz.
6 Conocemos nosotros cuánta gloria y cuánta felicidad nos trae un dia
de comunión? ¿ cuántas atenciones y cuánta vigilancia se requieren Lo 2.° La malignidad... « ¿ P o r q u é (decíanlosfariseos á losdiscí-
para coger los f r u t o s ? «pulos) vuestro Maestro y vosotros mismos coméis con los pecado-
« r e s . . . ? » E l celoso en todas las cosas encuentra intenciones y mis-

t
terios, lodo lo echa á mala parle, y se escandaliza de todo. E n vez de
suponer en los otros buenas intenciones, como muchas veces las tie- citar la misericordia. Es mas agradable á mis ojos una obra de ca-
nen, en vez de mirar las cosas, á lo menos como indiferentes y de ridad para con el prójimo que la obra mas santa de la ley, cual es
ninguna consecuencia, como lo son de ordinario, todo lo convierte la inmolación de las víctimas... Meditemos estas palabras, éinterpre-
en m a l , y en todo encuentra abusos, delitos y escándalos. lemos bien su sentido. Si Dios prefiere las obras de misericordia á
Lo 3.° La vileza... Los fariseos no representaron sus quejas á Je- los sacrificios y á todas las obras de p i e d a d , servirse del pretexto de
sucristo , sino á sus discípulos... El celoso no asalta personalmente á la devocion para dispensarse de los oficios de la caridad es un abuso.
aquellos q u e son el objeto de sus celos, y que se hallarían en estado Creer q u e se agrada á Dios con prácticas de piedad, conservando en
de responderle: solo m u r m u r a en secreto, y en su ausencia con sus el propio corazon indiferencia, desprecio, dureza ú odio con el pró-
amigos y con aquellos que por algún lado le pertenecen: á estos les jimo , es un engaño. Dejar á Dios por el prójimo, por socorrerlo, por
inspira sus desconfianzas, insinúa sus sospechas, y procura comuni- aliviarlo, y por reducirlo de sus malos pasos al camino de la salud,
car su veneno. No se atreve tampoco el impío á proponer sus dudas es dejar á Dios por Dios, y obrar según el corazon deDios. Tan grande
y sus blasfemias á hombres de un cierto carácter, sino s o l o á a q u e - es el amor q u e nos tiene, y tanto estima nuestros verdaderos inte-
llos que sabe q u e no están bastantemente instruidos para confutar- reses; y esto es l o q u e nos enseña la Escritura, y lo q u e nos enseña
los : en presencia de estos habla y m u r m u r a , y en la de los otros se Jesucristo con sus palabras y con sus ejemplos.
está en silencio. Pero Jesucristo todo lo o y e , ño abandona su cau- Lo 3.° Jesucristo saca su respuesta del fin de su misión sobre la tier-
sa ui la de sus discípulos, y suscila también hombres capaces de ra... « P o r q u e no he venido á llamar á l o s justos, sino a los pecado-
confundir la calumnia y de iluminar á aquellos que desean ser ilu- « res... á penitencia.» Esto es, con traer á mí á aquellos que vosotros
minados; y un dia vengará descubiertamente su d o r i a v la de sus llamais pecadores, y con ganarlos á m i Padre con mis beneficios cum-
siervos. plo la Escritura, prefiero las obras de misericordia. Los pecadores
tienen mas necesidad q u e los justos; y así como soy enviado al m u n -
PUNTO IV. do para hacerles abrazar la penitencia y practicar el Evangelio, de
Respuesta de Jesucristo á los fariseos. que están mas léjos que los justos, veis aquí por qué mi ministerio
se extiende menos á los justos q u e á los pecadores.
Jesucristo saca su respuesta: lo 1.° de una comparación; lo 2.° de
u n texto de la Escritura, y lo 3.° del fin de su misión. Petición y coloquio'.
Lo 1.° De una comparación... «Lo que habiendo oido Jesús, les
«dijo: No tienen necesidad de médico los que están sanos, sino los ¡ Oh bondad infinita de Dios! nosotros éramos todos pecadores, y
«enfermos...» ¡Oh médico caritativo! Vos, Señor, ejercitáis aquí este es el motivo porque habéis puesto sobre nosotros los ojos de vues-
principalmente el oficio á favor de vuestros mismos enemigos: no tra misericordia : s í , por todos nosotros y por mí en particular h a -
les dais en rostro con su enfermedad, a u n q u e voluntaria: no os ir- béis venido. ¡ Ah divino Jesús! Vos quereis los pecadores; aquí te-
ritáis contra ellos, a u n q u e culpados, ni menos les representáis su in- neis el mas grande de lodos. Por este título tengo derecho á vues-
justicia y malignidad: con dulzura los instruís: solo pretendeis sa- tras grandes misericordias: veisme aquí delante de Vos humillado y
narlos y ganarlos. ¡Oh médico poderoso! ¡ Ah í si os consultáramos contrito : Vos me llamais á la penitencia, yo la abrazo con todo mi
en nuestras enfermedades, gozaríamos una perfecta salud, y nos ase- corazon; sostened mi resolución, romped mis lazos y mis prisiones
guraríamos u n a vida eterna. para q u e os siga con la prontitud y con el amor que os mostró san
Mateo. Destruid mis afectos siempre pecaminosos y siempre vivos,
Lo I o Jesucristo saca su respuesta de un texto db la Escritura... para q u e perseverando en vuestra gracia como, este santo Apóstol,
« A n d a d , p u e s , y aprended q u é cosa es yo amo la misericordia, y pueda esperar que del seno de la penitencia me llamaréis á Vos al
«no el sacrificio...» E s t o e s , igualmente ¿stá mandada lamisericoi- seno de vuestra gloria. Amen.
( ae el
I . sacrificio; pero en la concurrencia de estos dos preceptos
y en la imposibilidad de conciliarios debeis dejar el sacrificio por ejer-
fariseos... ¿Por q u é motivo le d i j e r o n , nosotros y los fariseos, f u e -
MEDITACION LXIX. r a de los ayunos prescritos por la ley , hacemos otros muchos mas,
RESPONDE JESUCRISTO Á LAS QUEJAS DE LOS FARISEOS Y D E LOS mientras vuestros discípulos no observan ayuno alguno? Pero ¿ c ó -
D I S C Í P U L O S D E JUAN BAUTISTA. mo es esto que los discípulos de J u a n , del precursor del Salvador,
(Malth. I I , u . 1 5 ; Marc. u , 1 8 - 2 0 ; Luc. Y, 3 3 - 3 5 ) . hombre el mas humilde y el menos c e n s o r , se atreven á unirse aquí
1 . " l a q u e j a d e l o s f a r i s e o s , y d e l o s d i s c í p u l o s d e J o a n ; 2 . ° la r e s p u e s t a d e
con los mayores enemigos de Jesucristo para criticarlo á él y á sus
Jesucristo á esta queja. discípulos? ¿Cómo hablan aquí el lenguaje mismo q u e el de u n a secta
reprobada, q u e únicamente se f u n d a b a sobre su propia soberbia y
PUNTO I. sobre el propio orgullo? ¡ Av! y c u á n t a s veces se ven a u n hoy m u -
Queja defosfariseos y de los discípulos de Juan. chos cristianos y católicos hacer eco e n muchos puntos á los impíos,
á los libertinos y á los herejes, oponiendo las mismas cosas q u e estos
«Entonces se acercaron á él los discípulos d e J u a n . . . Y los fari-
á la Iglesia, á sus pastores; á sus ministros, y á aquellos que la de-
«seos q u e ayunaban... Y ellos le dijeron: ¿por q u é motivo los dis-
fienden para insultarlos! Se ven personas regulares en su conducta
« cípulos de J u a n a y u n a n frecuentemente y hacen oracion, y lo mis-
hablar contra las personas devotas, religiosas ó eclesiásticas , como
« mo los de los fariseos, y los tuyos comen y beben... y no ayunan?»
hablan los mundanos y los incrédulos.
Lo 1." Observemos la inconsecuencia quesehalla eneírazonamiento de
Lo 3.° Examinemos la desconveniencia que se halla en la queja de
los fariseos... Jesucristo habia justificado su conducta con los peca-
los fariseos y de los discípulos de Juan.
dores, y habia concluido con decir: que habia v e n i d o á l l a m a r á los
1.a desconveniencia; porque manifiestan en ella su propio orgullo...
pecadores á penitencia. Á esto responden los fariseos; y ved aquí la
Los unos y los otros practicaban m u c h o s ayunos; y ciertamente nin-
consecuencia de su discurso: ¿cómo podéis Vos decir que llamais los
g u n a cosa hay d e mas edificación: pero ¿por q u é venir á publicar-
pecadores á penitencia , cuando vuestros discípulos no hacen peni-
los y gloriarse? No contentos con h a b e r hablado d e sus ayunos en
tencia alguna?... Se ven los discípulos de Juan q u e se sujetan á f r e -
tercera persona, se nombran y se señalan á sí mismos: «nosotros
cuentes ayunos y á largas penitencias y oraciones, v los discípulos
«ayunamos frecuentemente...» Yo , yo practico la tal v i r t u d , yo
de los fariseos siguen las mismas reglas ; pero los vuestros beben y
tengo la tal devocion, yo no tengo el tal defecto... ¡Cuántavanidad
comen con libertad, sin temor de desagradaros, y Yos ni les impo-
y desconveniencia en estas palabras! ¡ Ah! ¿cuándo la necesidad po-
néis ayunos ni oraciones... De este modo argüían contra Jesucristo,
drá obligar á hablar así ? Las astucias y los pretextos que se toman
y pretendían cogerlo en inconsecuencia y contradicción consigo mis-
para hablar y decir bien de sí mismos, á nadie podrán engañar: el
mo, como si la penitencia no consistiese esencialmente en la mudanza
orgullo y la vanidad luego se manifiestan, y todos lo advierten.
del corazon, en la detestación del pecado, en el amor de Dios, v en
la observancia de su ley, en el despego de las cosas del m u n d o v e n 2. a desconveniencia; porque se muestra desprecio de los otros... Nos-
la docilidad... Las austeridades y las maceraciones son las aparien- otros ayunamos, y vosotros no ayunais : nosotros ayunamos ; ¿por
cias d e la penitencia, y estas no convienen siempre á toda suerte de q u é motivo no ayunais vosotros ? ¡ Cuántas personas condenan la
personas, y muchas veces corrompen el mérito... De este mismo m o - conducta de los fariseos, y la imitan todos los dias! Algunos se com-
do es a u n cada dia asaltado Jesucristo. Pretenden algunos mostrar paran con los otros, comparación odiosa: se prefieren á los otros,
contradicción en los d o g m a s , en los libros, en las decisiones, v en preferencia pecaminosa: pretenden anteponerse á los otros en el m o -
la historia de la Religión, porque se equivocan en los términos, CUYO do de pensar y d e obrar, pretensión injusta. Pensemos en nosotros
sentido no se dignan penetrar. ' " mismos, y no observemos lo que los otros hacen: si los otros no prac-
tican aquella buena obra ó aquella v i r t u d , practican otras q u e nos-
Lo 2.° Consideremos la imprudencia que se manifiesta en la unión otros ignoramos, y q u e acaso delante de Dios los hacen superiores á
de los discípulos de Juan con los fariseos... Entonces los discípulos d e nosotros. Cada uno tiene su gracia particular: la humildad inlerna
J u a n se acercaron á Jesucristo, y le dieron la misma queja que los es necesaria á todos: esla es el fundamento de todas las virtudes.
3. a desconveniencia; porque en ella se esconde la malignidad... Con MEDITACION LXIX. ¿01

este discurso pretendían solo los fariseos desacreditar para con el pue- luminosa del amor de Jesucristo, ¿cómo p u e d o yo olvidaros? La Igle-
blo á u n hombre que les hacia sombra. Y aun los mismos discípu- sia celebra todos los dias la memoria, ¿ c ó m o debo yo asistir á ella?
los de Juan no estaban acaso exentos d e toda envidia, y en esto no Vendrán los dias en q u e estos mismos fariseos que h o y , ó Salvador
tenían bien conocido el espíritu de su Maestro, y estaban bienléjos 11110, os hacen estas preguntas; sí, v e n d r á n estos días, y no están va
de sus sentimientos. El origen de todos aquellos discursos q u e se tie- m u y léjos, en q u e pedirán vuestra muerte, v la conseguirán. Vos mo-
nen en perjuicio del prójimo, y q u e se procuran cubrir con tan di- riréis, ó tierno Esposo, y privarán d e Vos á vuestra Esposa; pero
ferentes pretextos, es esta maligna envidia. Examinemos aquí nues- por un prodigio de vuestra sabiduría, d e vuestro poder y d e vues-
tras palabras, é internémonos á conocer nuestro corazon. tro a m o r , mientras vuestros enemigos le quitarán vuestra presencia
visible, Vos os daréis á ella, y con ella os estaréis, con una presen-
cia real, bien q u e invisible, de la q u e no podrá privarla jamás el f u -
PUNTO I I . ror de los judíos, d e los tiranos, de los h e r e j e s , y q u e será su con-
Respuesta de Jesucristo. solacion sobre la tierra hasta el dia en q u e t é n g a l a felicidad de ve-
ros entre los resplandores de vuestra g l o r i a , y de participar con Vos
«Jesús les dice, ¿por ventura podéis hacer que a y u n e n los hijos 1 de las delicias d e vuestro reino eterno.
«del Esposo?... ¿Pueden por ventura estar tristes entre tanto que el Lo 3 J e s ú s anuncia el estado futuro de su Iglesia... « Entonces por
«Esposo está con ellos?... No pueden... Mas vendrán dias en q u e «aquel tiempo a y u n a r á n . . . » Despues d e l a muerte de Jesucristo, d e
«les sera qu.tado el Esposo, y entonces ayunarán en aquellos días » su ascensión al cielo y de la venida del Espíritu Santo. La vida de
E n esta respuesta declara Jesucristo su calidad d e Esposo predice los cristianos vino á ser u n a vida de a y u n o s , de oraciones, de aflic-
su muerte, y anuncia el estado futuro de su Iglesia. ' ciones y de lágrimas, de despego del m u n d o , y de suspiros por el
Lo 1 J e s ú s declara su cualidad de esposo... La Iglesia es la esposa cielo... «Por aquel tiempo ayunarán...» Estos dias deben durar hasta
que el se adquirió con el precio de su sangre , y con quien reinará el fin del m u n d o : por todo este tiempo l a Iglesia suspirará por s u
eternamente. Los Apóstoles y san J u a n eran los amigos del Esposo Esposo, continuará sobre la tierra su sufrimiento, y cumplirá la vo-
¡Oh! y cuán grande es este misterio, y de cuánta consolacion' ' luntad de su Esposo, y de este modo se liará digna de él... Nosotros
La m u t u a un.on de u n esposo y de una esposa es la figura de la union estamos en estos dias de a y u n o , de aflicción, de separación, y de
de Jesucristo con su Iglesia, y con cada una de las almas justas que destierro. ¿Cuáles son nuestros a y u n o s , nuestras mortificaciones,
hay en ella. ¡Oh alma m i a ! ¿comprendes tú bien cuál es tu dicha nuestros sufrimientos, nuestras oraciones, nuestras lágrimas v nues-
y cual tu gloria? T ú eres la esposa de Jesús. ¡ Oh Esposo divino lle- tros suspiros ?
no de amor y d e dulzura! ¿ y por qué no puedo yo corresponder á
toda vuestra t e r n u r a ? ¡ Ah! hacedme digno de Vos, transformadme Petición y coloquio.
en Vos ¿ P u e d o yo por ventura a m a r , ó puedo estimar algún otro ¡Oh Esposo divino de mi alma! ¿ c u á n d o te veré, cuándo te p o -
objeto fuera d e Vos? ¿Habrá cosa alguna q u e me pueda parecer di- seeré ? Separado d e Vos ¿puedo gustar a l g ú n bien, ó algún placer
fícil cuando se trata de agradaros? ¡ Qué desgracia si alguna vez me en la tierra? ¡ Ah! no puedo tener otro q u e el de amaros, de servi-
separase el pecado de Vos! , q u é desesperación si m e separase para r o s , de unirme á Vos, de humillarme, y d e sufrir por Vos. Esto es,
MvlIlUl c I Esposo divino, lo q u e de mí pedís, esto e s lo q u e vo prometo, y esto
Lo 2.° Jesús predice su muerte... Jesús debia adquirir su esposa, será lo q u e me lleve á vuestra gloria. A m e n .
y merecer todas las gracias d e que queria favorecerla con su m u e r -
I 1 ? ? " P r e f n t e e S l a m u e r t e > l a d ^ e a b a ardientemente,
y de ella hablaba en todos sus discursos... Muerte preciosa, prueba
1
H e b r a í s m o con que se llamaban los familiares ó amigos del esnoso trac
P
con v a n a s demostraciones de alegría celebraban las bodas! ' Q
t . i.
MEDITACION LXX. 4 0 3

m a mezcla hacen los pecadores cuando recibiendo el Ev angelio cor-


MEDITACION L X X . tan algunos preceptos, ó pretenden sujetar algunas de sus reglas al
JESUS CONFIRMA SU RESPUESTA PRECEDENTE CON TRES
arbitrio de su conciencia errónea. Los dogmas y los preceptos q u e
COMPARACIONES.
la Iglesia ha recibido de Jesucristo, y q u e ella nos enseña, son en
(Matth. i i , 16, 1 7 : Marc. n , 2 1 , 2 2 : L u c . v. 3 6 - 3 9 ; .
cierta manera aquel p a ñ o , aquel vestido nuevo de q u e debemos ves-
tirnos, y al q u e nada es lícito cor tai-; pues cortándole no se compone
O b s e r v e m o s a q u í p r i m e r o los m i s t e r i o s q u e se p u e d e n c o n s i d e r a r b a j o el
el viejo q u e se quiere conservar, y nos hacemos culpables por haber
v e l o d e e s t a s t r e s c o m p a r a c i o n e s ; y d e a q u í l a r e s p u e s t a á la q u e j a d e l o s f a -
riseos que en ellas se puede d e s c u b r i r ; y finalmente las reglas d e c o n d u c t a q u e
echado á perder el nuevo q u e se nos h a dado, ofendemos á quien
de las t r e s c o m p a r a c i o n e s se p u e d e n sacar.
nos lo d i ó , y provocamos contra nosotros lodo el peso de su cólera.
2. a comparación. Del vino nuevo, el cual no se echa en pieles viejas,
PUNTO I . sino nuevas... « Y ninguno echa el vino nuevo en pellejos viejos; por-
De los misterios que se pueden considerar bajo el velo de estas tres « q u e de otra manera el vino romperá las pieles, el vino se derra-
comparaciones. « m a r á , y las pieles se p i e r d e u ; mas el vino nuevo se debe echar en
«pellejos nuevos... v i o uno y los o tros se conservan...» Bajo de esta
Jesucristo anunciaba algunas veces los mas profundos misterios comparación podemos reconocer el espíritu de la nueva ley, y los
bajo el velo d e las comparaciones m a s familiares. La piedad exige Sacramentos q u e se dividen en Sacramentos de vivos y Sacramen-
que penetremos estas profundas verdades para edificarnos con ellas, tos de muertos. El Espíritu S a n t o , de q u e fueron llenos los Após-
y no para mover disputas sobre el sentido d e las palabras del Sal- toles el día-de Pentecostes, n o se les dió para ellos solos, sino tam-
vador. S e comprenden suficientemente cuando de ellas se saca ins- bién para q u e lo comunicasen á los fieles. Pero para recibir este es-
trucción y edificación. Jesús estaba siempre lleno d e la idea d e su píritu nuevo , este espíritu d e fuego y de a m o r , era necesario q u e
grande obra, q u e era el establecimiento de la Iglesia. También ahora ellos y los fieles, despues de haber sido instruidos en los dogmas y
se declaró su esposo, como lo hemos visto; y parece q u e en las s i - en los preceptos de la nueva ley, hubiesen sido regenerados y h e -
guientes comparaciones continúe á relevar sus ventajas sobre la Si- chos nuevas criaturas por medio del Bautismo. Es necesario también
nagoga, y anunciar sus div inos privilegios. que el cristiano q u e ha perdido la gracia del Bautismo la recupe-
1. a comparación. De un paño ó de un vestido nuevo, del que nin- r e , se p u r g u e , y se renueve en el sacramento de la Penitencia a n -
guno corta un pedazo para acomodar otro usado y viejo... «Ninguno tes de recibir alguno de los otros Sacramentos, que lodos confieren
«pone á u n vestido viejo remiendo de paño nuevo; de otra m a n e r a por sí mismos la gracia del Espíritu Santo. De otra manera el S a -
«el nuevo rompe el viejo... El nuevo quita de lo viejo, y se hace peor cramento viene profanado, y deshonrado el Espíritu Santo, puesta
«la rotura.» bajo de los piés su gracia; y el temerario que en este estado de hom-
Bajo de esta comparación ó semejanza se puede entender la ley bre viejo ha recibido el Sacramento, lo ha recibido para su perdición
nueva ; la q u e no es permitido desfigurar, por decirlo así, cortán- y para su condenación. Al contrario , si recibe este nuevo don con
dole alguna cosa... Algunos judíos desde el principio del Cristianis- u n corazon nuevo y p u r g a d o , todo va.bien regulado, y lodo se con-
mo , como se lamenta san Pablo en sus espístolas, pretendían hacer serva.
esta mezcla de retener la circuncisión y las figuras de la antigua ley 3. a comparación. Del vino nuevo, á que no se puede adaptar luego
con las verdades del Evangelio. Mahoma hizo esta mezcla, y q u e - un hombre acostumbrado al vino viejo... « Y ninguno que bebe el vino
riendo unir algunas verdades de la ley nueva con la ley antigua, cor- «viejo quiere á un mismo tiempo del nuevo, porque dice: mejor es
rompió la una y la otra, é hizo un monstruo de religión: los herejes «lo añejo.»
hacen esta mezcla, siguiendo muchos dogmas de la ley nueva, y Lo 1." Podemos reconocer bajo de esta comparación él sacrificio
corlando otros para conciliarios con los antiguos prejuicios de una ra- de la nueva l e y , y el sacramento de la Eucaristía. Este vino nuevo
zón ciega, y q u e se pierde en los sistemas q u e ella fabrica... Esta mis- es la misma sangre de Jesucristo, derramada u n a vez por todos,
26*
ofrecida lodos los dias, y de que nosotros igualmente participamos, habiendo juzgado de las cosas solo según el gusto desarreglado de su
recibiéndolo, ó bajo la especie de p a n , ó bajo la especie de vino. Este corazon, ¿cómo es posible que pierda todos sus hábitos sin experi-
cáliz del Nuevo Testamento ha sucedido á todos los sacrificios del An- mentar dificultad'y repugnancia?
tiguo , en que la sang're de los animales era solo la figura de la de Es necesario en "un director mucha prudencia para usar tempera-
Jesucristo contenida en este cáliz. Pero no se abolieron luego todos mento para moderar la ley de la penitencia, y contener también en
los antiguos sacrificios... Los judíos, q u e estaban acostumbrados á sus limites con su autoridad el primer fervor de un alma penetrada
ellos, h u b i e r a n rehusado el vino nuevo, y se hubieran atenido á solo de los extravíos y desórdenes de su v i d a ; de otra manera la conti-
el viejo. F u e necesario, p u e s , según el lenguaje de los santos P a - nuación de una tal conversion podría ser funesta, y u n a tal mudanza
dres, enterrar con honor la Sinagoga, y tolerar aun por algún tiempo de vida tener un fin infeliz. El hábito de u n comercio m u n d a n o se
los a n t i g u o s sacrificios. La desgracia de los judíos despues de la des- ha de vencer con el hábito del retiro; pero de un retiro q u e tenga su
trucción del templo y de la abolicion de los sacrificios, es de perse- comercio, v en q u e el pecador renaciendo en las lágrimas de la p e -
verar en su obstinación, y de atenerse siempre á aquel vino viejo q u e nitencia , encuentre ejemplos de virtud y una compañía santa y edi-
ya no existe. La desgracia de los herejes, despues de la palabra ex- ficante. Si los penitentes fuesen privados de todo aliciente, de todo
presa de Jesucristo, es de atenerse a u n al vino viejo, de reconocer entretenimiento sensible, ¿como podrían vencer todos los halagos del
en la n u e v a alianza solo un vino natural y figurativo, de admitir u n a m u n d o , de q u e sienten la impresión y la dulzura? Tal fue la c o n -
comunion sin realidad y una religión sin sacrificio. La desgracia de ducta prudente y caritativa de Jesucristo con sus discípulos... E s
los pecadores, despues "de las promesas y las amenazas de Jesucris- grande imprudencia de u n pastor el permitir que u n a de sus ove-
to , es de atenerse al vino viejo de sus pasiones y de sus malos h á - juelas, q u e se convierte de sus extravíos, emprenda grandes auste-
bitos, y al encanto de sus envenenados placeres, que les ocasionan ridades con pretexto de ciertos halagos q u e las mas veces no son otra
la muerte, antes que llegarse al cáliz de la salud, que da la vida, y cosa que asechanzas del demonio y u n engaño del amor propio. Un
u n a vida eterna. Y la desgracia de los relajados y de los tibios es de W d i c o experimentado ordena á su enfermo remedios q u e pueda s o -
beber este vino nuevo con disgusto é indiferencia, conservando a u n portar. No hace caso de la hambre voraz de un hombre convaleciente.
el gusto por el vino viejo de su amor propio, de sus gustos, y de s u Lo que es el apetito respecto del cuerpo, lo son respecto del alma el
disipación... ¡Oh sangre preciosa! ¡oh vino nuevo bajado del cielo! ardor y el aliciente. Dar á un penitente reglas de conducta superior
Caed sobre mi a l m a , p u r g a d l a , santificadla, forlificadla y embria- á sus fuerzas es empeñarlo á dejarlo todo: no se puede pasar de u n
gadla, para que en u n a tan santa embriaguez no tenga ya otro gusto golpe de la vivacidad de las pasiones á los ápices del amor puro y
q u e por Vos, ni otro amor que por aquel q u e os ha derramado por perfecto de u n a caridad consumada.
mí, y ha sabido prepararme u n a bebida tan deliciosa. PUNTO I I .
Lo 2.° Bajo de esta comparación se puede reconocer también el De la respuesta á la queja de los fariseos, que se puede descubrir en es-
pasaje de una vida desastrada á una vida bien arreglada y mortifi- tas Ir es comparaciones.
cada. Ninguna cosa hay á la verdad de mayor consuelo, ni mas a g r a -
dable q u e vivir una vida arreglada. No, no hay cosa alguna tan dulce Los discípulos de Jesucristo no eran de u n a complexion mas d é -
q u e p u e d a igualarse con la paz de u n a buena conciencia, y este es bil q u e la de los de Juan para orar y para a y u n a r ; pero por e n t o n -
el estado á q u e nos conduce u n a vida verdaderamente cristiana. E s ces se hallaban en una diferente situación: esto es lo que ya explicó
verdad por otro lado que una alma q u e comienza á m u d a r de vida Jesucristo bajo la figura simbólica del Esposo; mas en adelante d e -
no siente luego al punto de una vez las dulzuras de la paz y el gusto bían tener un diferente destino; y esto es lo q u e Jesucristo esconde
q u e se halla en vivir con Dios. La piedad tiene sus rigores, y esto es bajo de estas tres comparaciones. La respuesta q u e en ellas se con-
lo que al principio experimenta el pecador... Acostumbrado á l o s tiene es u n a confirmación de la que ya ha d a d o , y en ella se debe
placeres de una vida sensual y m u n d a n a , esclavo de las pasiones y hallar el sentido mismo, cubierto de la misma oscuridad para los ene-
del hombre viejo, habiéndose siempre dejado guiar de sus deseos, .y migos de Jesucristo.
406 EL EVANGELIO MEDITADO.

Lo 1.° No se acomoda un vestido viejo con un pedazo de un vestido para animar su confianza sin lisonjearlos, y para hacerles conocer su
ó de un paño nuevo... Esto e s : mis discípulos pertenecen á u n a ley miseria sin desanimarlos! ¡Cuánta sabiduría se requiere en la elec-
nueva, y están destinados á publicarla y á establecerla. Esta ley d e ción de los medios para proporcionarlos á la flaqueza de la persona,
amor y de unión tendrá sus oraciones y sus propios ayunos, porque sin destruirlo todo con obras demasiado severas, con practicas d e -
tendrán nuevos motivos de orar y de ayunar. Cuando mis discípu- masiado penosas, v por decirlo así, demasiado nuevas para ellos!
los habrán ya publicado esta nueva ley, la harán recomendable por 2 0 S e puede aplicar la segunda comparación a los principiantes
sus virtudes, por la santidad y por la austeridad de su vida. No quiero v á los nuevamente convertidos q u e conviene dirigir. Su t e n o r es
yo, pues, retraerlos de su destino para sujetarlos á las prácticas co- por lo común imprudente, no conocen la propia debilidad, y quie-
munes de la antigua ley , ni exigir de ellos q u e la sostengan en su ren hacer mas de lo q u e pueden. E s necesario moderarlos: su ter-
vejez con ejercicios de mortificación y de piedad, queriendo q u e es- vor es ambicioso: se dejan llevar de cnanto han leído en las vidas de
tos se reserven para el tiempo de la lev nueva. los Santos, v quieren luego imitarlos. E s necesario primero tundar-
Lo 2." No se echa vino nuevo en los pellejos viejos... Esto es: mis los en la h u m i l d a d , y no prevenir los movimientos de la gracia: su
discípulos, destinados á recibir el espíritu de la nueva l e y , espíritu fervor es pasajero é inconstante: u n medio de establecer o y h a -
de celo y de mortificación, d e amor y de unión con Dios, no tienen cerlo mas sólido es el negarles en parte, y d i f e r i r d e proposito lo q u e
necesidad de llenarse del espíritu de la ley antigua y de practicar sus desean con ardor. Por falta de esta se han visto desvane-
p r e c a u c i ó n

obras: conviene q u e se conserven para recibir el espíritu n u e v o ; y cerse bien presto los mas bellos principios, y almas m u y fervorosas
cuando lo habrán recibido y lo comunicarán á otros, entonces a y u - volver á los excesos d e una vida licenciosa.
narán v orarán. 3 0 Se puede aplicarla tercera comparación á las personas piado-
Lo 3.° Un hombre acostumbrado al vino viejo no pide luego al punto sas q u e conviene adelantar. Hay muchas q u e limitan su piedad a evi-
vino nuevo... Esto es: mis discípulos, destinadosábeber y distribuir tar el pecado mortal, á frecuentar los Sacramentos, y á conservar al-
á los otros el cáliz de la nueva alianza, cáliz d e sangre y d e sufri- g u n a s prácticas de devocion; con todo esto siempre viven en u n mis-
miento , de sacrificio y de martirio, no tienen necesidad de acostum- mo estado, sin dar algún paso en l a vida espiritual y en la victoria
brarse al cáliz y á las mortificaciones de la antigua alianza: seria esto de sus pasiones. Tienen siempre el mismo amor propio,, la misma
un obstáculo á mis designios sobre ellos, y tendrían ellos mayor d i - sensibilidad, el mismo apego á los objetos terrenos la misma disi-
ficultad en acostumbrarse al vino nuevo, al cáliz q u e yo les desti- pación v las mismas imperfecciones: no piensan en adelantarse en el
no... Veis a q u í , pues, cuál era el destino d e los Apóstoles; ¿no es amor de Dios y en la unión con él, en el conocimiento y en la imi-
también por ventura el nuestro ? Nosotros hemos recibido la nueva tación de Jesucristo. No se aplican á mortificar sus sentidos, a ele-
ley, su espíritu y su cáliz, ¿ pero corresponde nuestra vida á los d o - var sus miras, á purificar sus intenciones, á destacar su corazon a
nes recibidos y á las obligaciones q u e hemos contraído recibiéndolos? aumentar su f e , á animar su esperanza y á perfeccionar su c a n d a d :
no gustan estas de D i o s , ni las dulzuras q u e comunica a las almas
interiores: no pueden pensar sin espanto en la muerte, y sirven a
PUNTO I I I . Dios mas por espíritu de temor q u e por amor. Conviene usar de celo
De las reglas de conducta que se pueden ~sacar de estas tres com- para no dejarlas perecer en este e s t a d o ; se requiere una grande pru-
paraciones. dencia para poderlas sacar y retirarlas poco á poco d e el, acostum-
brándolas primero á meditar, á recogerse d e tiempo en tiempo, y a
1 S e puede aplicar la primera á los pecadores q u e queramos con- vencerse en las cosas fáciles. Insensiblemente tomarán gusto a estos
vertir, y cuya conciencia debemos p u r g a r . . . ¡Oh! y cuánta pacien- nuevos ejercicios, v á medida q u e harán progresos en ellos, adquiri-
cia es necesaria para examinar y conocer el estado miserable en q u e rán nuevas graciasV nuevo ardor, y hallarán en este vino nuevo una
estos se hallan, y todos los daños q u e ha padecido la vestidura de la fuerza deliciosa q u e les hará despreciar el viejo q u e ellas creían no
inocencia de que estuvieron vestidos 1 ¡ Cuánta dulzura y destreza se poder abandonar.
necesita para conservar aquellos pocos sentimientos que les q u e d a n ,

\
ÍNDICE
Petición y coloquio.
Concededme esta gracia, ó Dios mió : dadme u n corazon nuevo, DEL TEXTO EMPLEADO EN LAS MEDITACIONES DE ESTE
que sea á propósito para recibir el vino nuevo de vuestro Evange- PRIMER TOMO.
lio, y q u e pueda gustar las máximas mas elevadas. Reformadme y
renovadme, derramando sobre mí con abundancia vuestro divino es-
píritu. Vos me lo habéis merecido y alcanzado con el precio de vues- E asterisco * indica el fin del capítulo.
tra s a n g r e : yo pertenezco ya á la nueva alianza, dadme una perfecta
San Mateo.
inteligencia de ella, para q u e practicando vuestra doctrina en su per-
fección , y conformándome con el espíritu de la nueva ley, pueda te- Cap. i...., v. 1 - 1 7 . . . M e d i t a c i ó n Y I I I , p. 59.
ner mas amor por el sufrimiento , mayor gusto por la "austeridad y v. 18-23 \ M e d i t a c i ó n I X , p . 63.
Cap. n . . . , 1 - 1 2 . . . M e d i t a c i ó n X I I I , p . 83.
u n a íntima unión con Yos en el tiempo y en la eternidad. Amen.
v. 13-23 *. M e d i t a c i ó n X V I I , p . 105.
Cap. n i . . , v . 1 - 3 . . . . M e d i t a c i ó n X X I , p . 122.
v. 4-12... M e d i t a c i ó n X X I I , p . 128.
v. 13-17*. Meditación X X I I I , p . 136.
Cap. IT.., v . 1-11— Meditación X X V I , p . 133.
v . 12 M e d i t a c i ó n X X V I I , p . 160.
v . 13-17... M e d i t a c i ó n X X I X , p . 169.
v. 18-22... Meditación X X X V , p . 198.
v. 23-23 *. Meditación X L V I I , p . 271.
Cap. v . . . , v . 1 - 4 . . . . M e d i t a c i ó n X L I X , p . 280.
v. 3 - 7 . . . . M e d i t a c i ó n L , p . 286.
v. 8 - 1 2 . . . M e d i t a c i ó n L I , p . 293.
v . 13-20... M e d i t a c i ó n L I I , p . 300.
v. 21-37... Meditación L U I , p . 303.
v . 38-47 *. M e d i t a c i ó n L I V , p . 314.
F I N DEL TOMO PRIMERO.
Cap. v i . . , v . 1 - 1 8 . . . Meditación L V , p . 320.
v. 9-13... Meditación L V I , p . 327.
v. 19-34 *. M e d i t a c i ó n L V I I , p . 333.
Cap. vil., v. 1 - 1 4 . . . M e d i t a c i ó n L V I I I , p . 340.
r . 13-27... M e d i t a c i ó n L I X , p . 348.
v . 28,29 *. M e d i t a c i ó n L X , p . 334.
Cap. v u i , v . 1-4 M e d i t a c i ó n L X I , p . 338.
l
« . 5 - 1 3 . . . Meditación L X I I , p . 363.
v. 14,15... M e d i t a c i ó n X L V . p . 260.
v. 16,17... M e d i t a c i ó n X L V I , p . 263.
v. 18-22... M e d i t a c i ó n L X I I I , p . 367.
v . 23-27... M e d i t a c i ó n L X I V , p . 372.
v. 28-32... M e d i t a c i ó n L X V , p . 377.
v. 3 3 - 3 4 * . Meditación L X V I , p . 382.
Cap. i x . . , v . 1-8 Meditación L X V I I , p . 386.
t. 9-13... Meditación L X V I I I , p . 392.
v. 14,15... Meditación L X I X , p . 398.
v. 16,17... Meditación L X X , p . 402.
ÍNDICE
Petición y coloquio.
Concededme esta gracia, ó Dios mió : dadme u n corazon nuevo, DEL TEXTO EMPLEADO EN L A S M E D I T A C I O N E S DE ESTE

que sea á propósito para recibir el vino nuevo de vuestro Evange- PRIMER TOMO.
lio, y q u e pueda gustar las máximas mas elevadas. Reformadme y
renovadme, derramando sobre mí con abundancia vuestro divino es-
píritu. Vos me lo habéis merecido y alcanzado con el precio de vues- E asterisco * indica el fin del capítulo.
tra s a n g r e : yo pertenezco ya á la nueva alianza, dadme una perfecta
San Mateo.
inteligencia de ella, para q u e practicando vuestra doctrina en su per-
fección , y conformándome con el espíritu de la nueva ley, pueda te- Cap. i...., v. 1 - 1 7 . . . M e d i t a c i ó n Y I I I , p. 59.
ner mas amor por el sufrimiento , mayor gusto por la "austeridad y v. 18-23 \ M e d i t a c i ó n I X , p . 63.
Cap. n . . . , 1 - 1 2 . . . M e d i t a c i ó n X I I I , p . 83.
n n a íntima unión con Yos en el tiempo y en la eternidad. Amen.
v. 13-23 *. M e d i t a c i ó n X V I I , p . 105.
Cap. n i . . , v. 1 - 3 . . . . M e d i t a c i ó n X X I , p . 122.
v. 4-12... M e d i t a c i ó n X X I I , p . 128.
v. 13-17*. Meditación X X I I I , p . 136.
Cap. i v . . , v . 1-11— Meditación X X V I , p . 133.
v . 12 M e d i t a c i ó n X X V I I , p . 160.
v . 13-17... M e d i t a c i ó n X X I X , p . 169.
v. 18-22... Meditación X X X V , p . 198.
v. 23-23 *. Meditación X L V I I , p . 271.
Cap. v . . . , v . 1 - 4 . . . . M e d i t a c i ó n X L I X , p . 280.
v. 5 - 7 . . . . M e d i t a c i ó n L , p . 286.
v. 8 - 1 2 . . . M e d i t a c i ó n L I , p . 293.
v . 13-20... M e d i t a c i ó n L I I , p . 300.
v. 21-37... Meditación L U I , p . 303.
v . 38-47 *. M e d i t a c i ó n L I V , p . 314.
F I N DEL TOMO PRIMERO.
Cap. v i . . , v . 1 - 1 8 . . . Meditación L V , p . 320.
v. 9-13... Meditación L V I , p . 327.
v. 19-34 *. M e d i t a c i ó n L V I I , p . 333.
Cap. vil., v. 1-14... M e d i t a c i ó n L V I I I , p . 340.
r. 15-27... M e d i t a c i ó n L I X , p . 348.
v. 28,29 *. M e d i t a c i ó n L X , p . 334.

l Cap. VIII, v. 1-4 Meditación L X I , p . 358.


«. 5-13... Meditación L X I I , p . 363.
v. 14,15... Meditación X L V . p . 260.
v. 16,17... Meditación X L V I , p . 265.
v. 18-22... Meditación L X I I I , p . 367.
v. 23-27... Meditación L X I V , p . 372.
v. 28-32... Meditación L X V , p . 377.
v. 33-34*. Meditación L X V I , p . 382.
Cap. i x . . , v . 1-8 Meditación L X V I I , p . 386.
t. 9-13... Meditación L X V I I I , p . 392.
v. 14,15... Meditación L X I X , p . 398.
v. 16,17... Meditación L X X , p . 402.
San Marcos. v. 38,39... M e d i t a c i ó n X L V , p. 260.
v. 40,41... M e d i t a c i ó n X L V I , p. 265.
Cap. i . . „ , v . 1 - 4 . . . . . Meditación X X I , p . 122.
v . 42-44*. M e d i t a c i ó n X L V I I , p . 271.
v. 5-8 Meditación X X I I , p. 128.
Cap. V..., v. 1-11... Meditación X L V I I I , p . 275.
v . 9-11... Meditación X X I I I , p. 136.
v. 12-14... Meditación L X I , p. 358.
t>. 1 2 , 1 3 . . . Meditación X X Y I , p. 153.
t;. 17-26... Meditación L X V I I , p. 386.
v. 14 Meditación X X V I I , p . 160.
v. 27-32... Meditación L X V I I I . p . 392.
v. 13 Meditación X X I X , p. 169.
v. 33-35... Meditación L X I X , p . 398.
v. 16-20... Meditación X X X V , p. 198.
v. 36-39*. Meditación L X X , p. 402.
v. 21-28... Meditación X L I V , p . 235. •, •
v. 29-31... Meditación X L V , p . 260. San Juan.
v. 32-34... Meditación XLVI, p.265.
Cap. 1...., t>. 1-18... Meditación X X V , p . 143.
v. 35-39... Meditación X L Y I i . p . 271.
v. 19-28... Meditación X X X , p. 173.
v. 40-44... Meditación L X I . p . 338.
t>. 29-34... Meditación X X X I , p . 180.
Cap. ii..., v. 1-12... Meditación L X V I f , p . 386.
v. 33-42*. Meditación X X X I I , p. 183.
v. 13-17... Meditación L X V I I Í , p . 392.
Cap. » . . . . v. 1-11... M e d i t a c i ó n X X X I V , p. 193.
v. 18-20... Meditación L X I X , p . 398.
t . 13-25*. Meditación X X X V I , p. 202.
v. 21,22... Meditación L X X , p . 402.
Cap. m . . , v . 1-21... Meditación X X X V I I , p. 210.
San Lucas. v. 22-25 *. Meditación X X X I X , p . 224.
Cap. i . . . . , t;. 1-4 Meditación I , p . 19. Cap. i v . . , v . 1-26... Meditación X L , p. 231.
v. 5 - 2 3 . . . Meditación I I , p. 23. v. 39-45... Meditación X L l I , p . 256.
v. 26-38... Meditación I I I , p. 31. v. 46-54 *. Meditación X L I I I , p . 250.
v. 39-45... Meditación I V , p. 38.
v . 46-55... J l e d i t a c i o n V, p. 44.
•o. 56 Meditación I V , p. 38.
v. 57-67... Meditación V I , p . 49.
v. 68-79... Meditación V I I , p. 53.
v- 80 * Meditación V I , p . 49.
Cap. i i . . . , v. 1-7 Meditación X , p. 69.
v. 8-20... Meditación X I , p . 74.
v. 21 Meditación X I I , p. 81.
v. 22-24... Meditación X I V , p. 91.
t>. 25-35... Meditación X V , p . 95. ,
v. 36-39... Meditación X V I , p. 100.
. v. 39-41... Meditación X V I I I , p. l i o .
v. 42-50... Meditación X I X , p. 113.
v. 51,52*. Meditación X X , p . 118.
Cap. n i . . , v. 1-6.... Meditación X X I , p . 122.
v. 7-20... Meditación X X I I , p. 128.
v. 21,22... Meditación X X I I I , p . 136.
v. 23-38 *. Meditación X X I V , p. 140.
Cap. i v „ , v. 1-13... Meditación X X V I , p. 153.
t>. 14,15... Meditación X X V I I , p . 160.
v. 16-30... Meditación X X V I I I , p. 163.
v. 31-37... Meditación X L I V , p . 25o.
INDICE
TOMO.
DE LAS MEDITACIONES D E E S T E PRIMER

Prólogo del T r a d u c t o r i t a l i a n o
Nota del T r a d u c t o r e s p a ñ o l

Meditación' L Exordio d e s ' a n L u c a s s ó b r ¿ las d i s p o s i c i o n e s q u e se r e -


a m e r e n p a r a la lección y m e d i t a c i ó n del s a n t o E v a n g e l i o . . . . .
M e d i t a c i ó n I I . A p a r i c i ó n del ángel G a b r i e l 4 Z a c a r í a s p a r a a n u n u a r l e
el n a c i m i e n t o d e u n h i j o , q u e s e r á p r e c u r s o r del M e s í a s
Meditación 1 0 . La Anunciación
M e d i t a c i ó n I V . M a r í a v i s i t a á Isabel
Meditación Y. Cántico de M a r í a
Meditación VI. Principio de san J u a n Bautista
M e d i t a c i ó n V I I . Cántico d e Z a c a r í a s . . . . •
M e d i t a c i ó n V I I I . G e n e a l o g í a de J e s u c r i s t o
M e d i t a c i ó n I X . San J o s é es i n s t r u i d o p o r u n A n g e l de la E n c a r n a c i ó n
de Jesucristo
M e d i t a c i ó n X . L a N a t i v i d a d de N u e s t r o S e ñ o r
M e d i t a c i ó n X I . A d o r a c i o n de los p a s t o r e s . .
Meditación X I I . L a Circuncisión de Nuestro Señor
M e d i t a c i ó n X I I I . D e la a d o r a c i o n d e los M a g o s . . . . • • • •
M e d i t a c i ó n X I V . L a P u r i f i c a c i ó n de la s a n t í s i m a V i r g e n
M e d i t a c i ó n X V . Del s a n t o viejo S i m e ó n .
M e d i t a c i ó n X V I . D e s a n t a A n a la P r o f e t i s a .
Mpditacion X V I I . De la p e r s e c u c i ó n d e H e r o d e s .
M e d a on X V I I I . D e la i n f a n c i a de J e s u c r i s t o b a s t a los d o c e a n o s . .
Meditación X I X . J e s ú s de doce a ñ o s p r o p o n e c u e s t i o n e s á os d o c t o r e s .
Meditación X X . V i d a e s c o n d i d a de J e s ú s d e s d e los d o c e a n o s h a s t a l o s

M e d i t a c i ó n X X I . P r i n c i p i ó d'e la p r e d i c a c i ó n eva'ngélióa de s a n J u a n

Bautista '
Meditación X X 1 L P r e d i c a c i ó n d e s a n J u a n B a u t i s t a . . . • • •
M e d i t a c i ó n X X I I I . J e s ú s es b a u t i z a d o p o r s a n J u a n B a u t i s t a . . . .
M e d i t a c i ó n X X I V . G e n e a l o g í a de J e s u c r i s t o de p a r t e de M a n a s a n t í -

sima ' " "


M e d i t a c i ó n X X V . D e la E n c a r n a c i ó n del V e r b o .
M e d i t a c i ó n X X V I . D e la t e n t a c i ó n d e N u e s t r o S e ñ o r
Meditación X X V I I . Principio de la predicación de Jesucristo en G a - Meditación LVI. Continuación del discurso en el m o n t e : de la Ora-
lilea 160 ción dominical, ó sea el Padre nuestro
Meditación X X V I I I . J e s u c r i s t o asiste en Nazaret á la sinagoga de los Meditación L V I I . Continuación del discurso en el m o n t e : del despego
nazarenos 163 de los bienes de la t i e r r a , y del cuidado de e n r i q u e c e r s e de los b i e -
Meditación X X I X . J e s ú s va de Nazaret á Cafarnaum, donde fija el cen- nes del cielo
tro de sus misiones 169 Meditación LV1II. Continuación del discurso en el m o n t e : t r e s cosas
Meditación X X X . P r i m e r testimonio que da J u a n Bautista de J e s u - que se requieren esencialmente para la salud
cristo á los diputados de los judíos 175 Meditación L I X . Continuación del discurso en el m o n t e : de t r e s suer-
Meditación X X X I . Segundo testimonio que da san J u a n Bautista al tes de e n g a ñ o s en el negocio de la salud
pueblo al ver á Jesucristo 180
Meditación L X . F i n del discurso de J e s u c r i s t o en el m o n t e : a d m i r a -
Meditación X X X I I . Jesucristo comienza á llamar discípulos. . . . 18o
ción de las turbas
Meditación X X X I I I . Otros dos discípulos se unen á los t r e s primeros. 189
Meditación L X I . Sana J e s u c r i s t o un leproso. . . .
Meditación X X X I V . Del milagro que J e s u c r i s t o obró en las bodas de
Meditación L X I I . Sana J e s u c r i s t o al criado del Centurión
Caná de Galilea 193
Meditación L X I I I . P a r t e J e s ú s para e m b a r c a r s e y pasar á la otra parte
Meditación X X X V . J e s ú s se dispone para ir á Jerusalen á celebrar la del lago
Pascua. 198 Meditación L X I V . Tempestad c a l m a d a : peligros de la vida presente.
Meditación X X X V I . P r i m e r viaje de J e s ú s á Jerusalen para la fiesta Meditación L X V . De los e n d e m o n i a d o s de G e r a s a : figura de la i m p u -
de la Pascua 202 reza
Meditación X X X V I I . Conferencia de J e s ú s con Nicodemus 210 Meditación L X V I . De lo q u e sucedió despues que el Señor libró los
Meditación X X X V I I I . D e otros misterios que J e s ú s reveló á N i c o - dos endemoniados de Gerasa
demus 218 Meditación L X V I I . Sana J e s ú s un paralítico en presencia de los f a -
Meditación X X X I X . T e r c e r o y último testimonio que da de J e s u c r i s - riseos
to J u a n Bautista 224 Meditación L X V U I . Vocacion de san Mateo '
Meditación X L . Coloquio de J e s u c r i s t o con la Samaritana 231 Meditación L X I X . R e s p o n d e J e s u c r i s t o á las quejas de los fariseos y
Meditación X L I . Lo que precede á la conversión de los samaritanos de de los discípulos de J u a n Bautista
Sicar 239 Meditación L X X . J e s ú s confirma su respuesta precedente con tres
Meditación X L Ü . Conversión de los samaritanos de Sicar 246 Comparaciones
Meditación X L I I I . J e s ú s estando en Caná sanó al hijo de un señor, en-
fermo en Cafarnaum 250
Meditación X L I V . Libra J e s ú s un endemoniado en Cafarnaum. . . 255
Meditación X L V . Sana J e s ú s la suegra de san Pedro 260
Meditación X L V I . M u c h a s sanidades obradas en la tarde del m i s m o
,,dia . 265
Meditación X L V I I . J e s ú s r e c o r r e la Galilea 271
Meditación X L V I I I . Predicación de J e s u c r i s t o , y pesca milagrosa en
FIN D E L Í N D I C E .
la barca de san Pedro 275
M e d i t a c i ó n X L I X . Sermón de Jesucristo en el m o n t e 280
M e d i t a c i ó n L . Continuación del discurso de Jesucristo en el m o n t e . . 286
Meditación LT. Continuación del discurso de Jesucristo en el m o n t e . . 293
Meditación LII. Del c u m p l i m i e n t o de la ley 300
M e d i t a c i ó n L U I . Continuación del discurso de Jesucristo en el m o n t e . 305
Meditación L1V. Continuación del discurso en el m o n t e : de las obli-
g a c i o n e s de un cristiano para con el prójimo en t r e s d i f e r e n t e s o c a -
J ™ * 314
Meditación L V . Gontinuacion del discurso en el m o n t e : de t r e s s u e r -
tes de obras b u e n a s . .
CAPILLA A L F O N S I N A
U. A. N. L.

Esta publicación deberá ser devuelta


antes de la última fecha abajo indi-
cada.

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