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Historias de hombres transgénero en Bogotá

Autora:

Vanessa Velásquez Mayorga

Tesis de grado para optar por el título de Comunicadora Social

Enfasis en Periodismo

Director:

Andrés Mauricio Páramo Izquierdo

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE

COMUNICACIÓN SOCIAL

Bogotá D.C, 14 de noviembre de 2017

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ARTÍCULO 23

“La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por los alumnos en sus

trabajos de grado, solo velará porque no se publique nada contrario al dogma y la moral

católicos y porque el trabajo no contenga ataques y polémicas puramente personales, antes

bien, se vean en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia”.

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F ormato P royecto T rabajo de G rado C arrera de C omunicación S ocial

Profesor Proyecto Profesional II: Diana


Losada

Fecha: 18 de mayo de 2017 Calificación:

Asesor Propuesto: Andrés Mauricio


Páramo Izquierdo

Vo.Bo. Coordinador de Campo (Opcional):

Fecha inscripción del Proyecto ante la Coordinación de


Trabajos de Grado:

I. D atos generales

Nombre(s):Vanessa Apellido(s):Velásquez Mayorga

Modalidad del trabajo:

Monografía teórica X Producto


Análisis de contenido Práctica por Proyecto
Sistematización de experiencias Asistencia en investigación

Título del Trabajo de Grado:

En tránsito: experiencias de cuerpo trans en Bogotá

Marque en qué línea de investigación se clasifica su trabajo:

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X Discursos y relatos Industrias culturales
X Procesos sociales Prácticas de producción innovadora

II. I nformación B ásica

A. Problema
1. ¿Cuál es el problema? ¿Qué aspecto de la realidad considera que merece
investigarse?

El espectro de lo trans* es enorme. Drag, travestismo, transgenerismo y transexualismo son


experiencias de cuerpo diferentes pero que tienen un elemento en común: una lucha por
reafirmar la identidad de la persona, una que va más allá del binario hombre/mujer como
única opción de identificación social. Sin embargo, lo trans y mucho de lo que con esto se
relaciona, es constantemente agredido e invisibilizado. Es como si la sociedad dijera, “como
no los entiendo, no los respeto. Para mi no existen”.

La intención de este trabajo de grado es, entonces, narrar diferentes experiencias de cuerpo en
Bogotá cuyo eje en común sea lo trans, pero que trascienden de eso. Las historias aquí
narradas no se centrarán en la lucha de la persona trans, sino en la cotidianidad del ser
humano detrás de la identidad de género para así evidenciar y resaltar cómo a pesar de estar
en una sociedad que los minimiza y excluye, han logrado exitosamente llevar una vida
normal.

2. ¿Por qué es importante investigar ese problema?

Dentro del deber ser del periodista, este es el encargado de visibilizar realidades, hacer
denuncias, legitimar creencias, ideas o estereotipos y otorgar una pluralidad de miradas y
voces. Teniendo esto en cuenta, es importante que un trabajo de grado en periodismo se
interese en darle voz de denuncia a una comunidad minoritaria cuyos derechos han sido
históricamente vulnerados en el país, como lo son el derecho a la libre expresión y a su
individualidad, entre otros. El producto final le apunta a contar la historia de cinco personas

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trans de la ciudad de Bogotá que, independiente de su experiencia de cuerpo, viven y
transitan la ciudad libremente. El carácter innovador de este acercamiento es que el foco está
no en la lucha, sino en lo conseguido por cada una de estas personas en sus distintas áreas de
ocupación, resaltando que a pesar de pertenecer a una comunidad constantemente vulnerada,
pueden ejercer el pleno de sus derechos.

3. ¿Qué se va investigar específicamente?

Voy a tomar mano de las teorías de género, resistencia social y derechos humanos para
plantear un marco teórico que me permita narrar las historias de mis sujetos seleccionados.
Estos son cinco hombres y mujeres trans que se desempeñan en el campo del derecho, la
gastronomía, la música y el activismo.

B. Objetivos

1. Objetivo General:
Narrar y evidenciar experiencias exitosas de cuerpo transgénero en Bogotá teniendo como
foco general su ejercicio normal de la ciudadanía.

2. Objetivos Específicos:
1) Comparar diferentes experiencias de vida de personas transgénero provenientes de
distintos contextos sociales.
2) Identificar y resaltar elementos comunes en las experiencias de vida de personas
transgénero y cisgénero.
3) Visibilizar a este grupo dentro de la sociedad bogotana.

III. F undamentación y M etodología

A. Fundamentación Teórica

1. ¿Qué se ha investigado sobre el tema?

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A la universidad Javeriana se han presentado trabajos de grado desde las facultades de
derecho, sociología, psicología y comunicación. Estas han trazado un marco histórico sobre
el movimiento LGBTI en Bogotá, han registrado los cambios constitucionales que benefician
a esta comunidad, han estudiado el comportamiento de las mujeres trans del barrio Santa Fé y
sus prácticas religiosas y redactado manuales periodísticos para el cubrimiento responsable
de los temas LGBT.

Textos que hablen de las personas trans en su condición como ciudadanos no he encontrado.
Una tesis de grado para comunicación presentada a finales de 2016 se acerca al propósito y
metodología de este trabajo, con la diferencia de que narra las experiencias de dos mujeres
trans y líderes sociales que fueron víctimas de desplazamiento forzado por su expresión de
género.

Para diferenciar mi trabajo de los ya presentados, voy a fundamentar mis hallazgos en teorías
de resistencia social, género y derechos humanos.

Para trabajar la teoría de género, me remitiré a las obras de Judith Butler y Eve Kosofsky
Sedgwick, y Katherine MacKinnon, quienes se destacaron por sus aportes a los estudios de
género, teoría queer, filosofía política y teoría crítica. También por esta línea está Dean
Spade, quien desde el derecho y su posición como activista trans hace un análisis sobre la
violencia administrativa y los límites del derecho al momento de tratar con las personas
transgénero.

Consulto, también, definiciones y tratados internacionales sobre los derechos de las


comunidades LGBT. Para esto, me remito a organizaciones como las Naciones Unidas,
Human Rights Watch, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Oficina del Alto
Comisionado de Derechos Humanos de la ONU y la OEA. El propósito de esto es trazar el
panorama legal de esta comunidad desde el marco más amplio posible, pues muchas de estas
normas y tratados tienen el suficiente peso como para permitirles combatir la vulneración de
sus derechos.

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Por último, a través de la historia de los movimientos sociales de resistencia pacífica espero
trazar un marco que me permita explicar cómo la comunidad LGBTI, en especial los T, han
logrado establecerse como miembros activos y validados de la sociedad, cuánto han avanzado
y qué les falta en el camino hacia el completo reconocimiento de sus identidades y sus
derechos.

2. ¿Cuáles son las bases conceptuales con las que trabajará?

Género: Según la OMS, el género se refiere a los conceptos sociales de las funciones,
comportamientos, actividades y atributos que cada sociedad considera apropiados para los
hombres y las mujeres. Las diferentes funciones y comportamientos pueden generar
desigualdades de género, es decir, diferencias entre los hombres y las mujeres que
favorecen sistemáticamente a uno de los dos grupos. Según MacKinnon, el género se halla
conformado por la sexualidad, mientras que la sexualidad se encuentra, si no totalmente,
determinada por el género. Por eso es la sexualidad la que determina el género y no a la
inversa.
Identidad de género: Grado en que cada persona se identifica como masculina, femenina o
trans; marco de referencia interno, construido a través del tiempo, que les permite las
personas organizar un autoconcepto y comportarse socialmente con relación a la
percepción de su propio género y cuerpo.
Transgenerismo: La CIDH lo define como término paragua -que incluye la subcategoría
transexualidad y otras variaciones- es utilizado para describir las diferentes variantes de la
identidad de género, cuyo común denominador es la no conformidad entre el sexo
biológico de la persona y la identidad de género que ha sido tradicionalmente asignada a
éste . Una persona trans puede construir su identidad de género independientemente de
intervenciones quirúrgicas o tratamientos médicos
Ciudadano de segunda categoría: persona que es sistemáticamente discriminada dentro de
un Estado o en otra jurisdicción política, a pesar de contar formalmente con derechos
dentro de este Estado. La ciudadanía de segunda clase generalmente es considerada como
una violación a los derechos humanos.
- Movimientos sociales: Según Alain Tourraine son conductas colectivas organizadas por un
actor luchando contra su adversario por la dirección social de la historicidad en una

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colectividad concreta.

B. Fundamentación metodológica

1. ¿Cómo va a realizar la investigación?

A través de la recopilación de relatos orales, quiero contar las historias de personas


transgénero en Bogotá desde un foco que los cobije como ciudadanos. Es decir, contaré sus
historias desde su cotidianidad, dejando de lado su identidad de género. Es muy importante el
carácter recopilatorio del ejercicio, que se realizará por medio de entrevistas y revisión
documental. Con la información se pretende escribir un perfil del personaje o una crónica
sobre un momento especial de su vida personal o profesional.

2. ¿Qué actividades desarrollará y en qué secuencia?

En este momento ya están redactadas las primeras versiones de la introducción y de una


primera crónica. Durante junio y julio, temporada de vacaciones, planeo hacer la reportería de
al menos dos capítulos más del producto, y el acercamiento a los dos personajes que aún
faltan por definir. Durante el tiempo de vacaciones, también, se presentarán los avances al
asesor de tesis para que haga sus correciones pertinentes.

Semana 1: Redacción primer borrador del tercer capítulo.


Semana 2: Revisión y edición del tercer capítulo. Redacción primer borrador del cuarto
capítulo.
Semana 3: Revisión y edición del cuarto capítulo. Reportería y trabajo con el del cuarto
personaje a entrevistar.
Semana 4: Entrega final del tercer y cuarto capítulo. Reportería y trabajo con el cuarto
personaje a entrevistar.
Semana 5: Redacción primer borrador del quinto capítulo.
Semana 6: Revisión y edición del quinto capítulo. Reportería y trabajo con el quinto y último
personaje a entrevistar.
Semana 7: Entrega final del quinto capítulo. Reportería y trabajo con el quinto y último

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personaje a entrevistar.
Semana 8: Redacción del primer borrador del sexto capítulo.
Semana 9: Revisión y edición del sexto capítulo.
Semana 10: Entrega final del sexto capítulo. Revisión y edición del producto completo.
Semana 11: Diseño y diagramación del producto completo.
Semana 12: Revisión y edición final del producto, ya con la diagramación y diseño incluidos.
Impresión del libro.
Semana 13: Se espera que con el trabajo realizado durante el periodo de vacaciones el
producto esté terminado con semanas de antelación, que podrían considerarse como tiempo
extra para agregar o modificar detalles del proyecto.

3. Bibliografía básica:
-Spade, D. Una vida “normal”: La violencia administrativa, la política trans crítica y los
límites del derecho. Edicions Bellaterra, Barcelona. 2015
- Werner Cantor, E. (2007), Los rostros de la homofobia en Bogotá des-cifrando la
situación de derechos humanos de homosexuales, lesbianas y transgeneristas.
- Chodorow, N. (1995). Gender as a personal and cultural construction. New York: Signs.
- Becerra, Antonio. 2003. La transexualidad, la búsqueda de una identidad. Barcelona.
- García, Andrea. 2010. Tacones, siliconas, hormonas. Teoría feminista y experiencias
trans en Bogotá. Tesis de maestría. Universidad Nacional de Colombia. Facultad de
Ciencias Humanas. Escuela de Estudios de Género.
- Butler, J. (2011). Judith Butler: Your Behavior Creates Your Gender
- Haig, D. (2004). The Inexorable Rise of Gender and the Decline of Sex: Social Change
in
Academic Tifies, 1945-2001. Archives of Sexual Behaviour.
-Corber, Robert & Valocchi, Stephen (Ed.) (2003) Queer studies. An interdisciplinary
reader. London, UK: Blackwell Publishing Ltd.
- Colombia Diversa (2011) Situación de los derechos humanos de lesbianas, hombres gay,
bisexuales y transgeneristas en Colombia 2008 - 2009.
- Escobar, M. (2011) Cuerpos en resistencia: corporalidad, resistencia y poder en los
movimientos sociales latinoamericanos -estudio comparativo México-Colombia-.. (Tesis
de Doctorado) México: Universidad Autónoma de México, Doctorado en Estudios

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Latinoamericanos.
- Mérida, R. (2002) Sexualidad transgresoras: una antología de estudios queer. Icaria
Editorial
- Soley-Beltran, Patricia (2003) Sexualidades Migrantes Género y Transgénero. Colección
Temas Contemporáneos . Feminaria Editora, Buenos Aires

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FORMATO RESUMEN DEL TRABAJO DE GRADO CARRERA DE COMUNICACIÓN
SOCIAL

Este formato tiene por objeto recoger la información pertinente sobre los Trabajos de Grado
que se presentan para sustentación, con el fin de contar con un material de consulta para
profesores y estudiantes. Es indispensable que el resumen contemple el mayor número de
datos posibles en forma clara y concisa.

I. FICHA TÉCNICA DEL TRABAJO

Título del Trabajo: Élfte): Historias de hombres transgénero en Bogotá

Autor:

Vanessa Velásquez Mayorga D.I. U018.471.069

Campo profesional: Periodismo

Asesor del Trabajo: Andrés Mauricio Páramo Izquierdo

Tema central: Experiencias de cuerpo transgénero en Bogotá desde la perspectiva de


hombres que han pasado por un proceso de tránsito.

Palabras Claves: Género, identidad, transgénero, hombre, masculinidad, periodismo


narrativo, perfil.

Fecha de presentación: 14/11/2017

No. Páginas: 65

II. RESEÑA DEL TRABAJO DE GRADO

i. Objetivos del trabajo: Este trabajo busca narrar desde la intimidad de cada uno de los

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personajes un proceso político de nuestro tiempo, uno que reúne a varios individuos que
llevan procesos aislados, pero que se encuentran en un mismo punto: la posibilidad de
construirse a sí mismos como hombres.
2. Contenido:
I. Coco Miranda; II. Hugo Badel; III. Pablo Durán

3. Autores principales
Colombia Diversa, organización que constantemente está haciendo publicaciones sobre el
estado de los Derechos Humanos de la población LGBT en Colombia.
Organización Mundial de la Salud y Corte Interamericana de Derechos Humanos, pues han
desarrollado un manual de términos para referirse a la comunidad LGBT que ha sido
construid y avalado por la misma comunidad.

4. Conceptos Clave: Género, identidad, testimonios,hombretransgénero.


5. Proceso metodológico: A travésde la recopilación derelatos orales, quiero contar las
historias de personas transgénero en Bogotá desde un foco que los cobije como ciudadanos.
Es decir, contaré sus historias desde su cotidianidad, dejando de lado su identidad de género.
Es muy importante el carácter recopilatorio del ejercicio, que se realizará por medio de
entrevistas exhaustivas. Con la información se pretende escribir un perfil del personaje o una
crónica sobre un momento especial de su vida personal o profesional.
6. Resumen del trabajo lü-fktf: historias de hombres transgénero en Bogotá es un libro
de perfiles que a través de tres personajes evidencia una versión de la comunidad transgénero
que normalmente no es tenida en cuenta: la de los hombres. Así, con cada narración se tocan
diferentes temas que aportan a la visibilización de estos hombres. Se habla de la construcción
de identidad, el papel del Estado en los procesos de transición y por último de cómo es la
vida después del tránsito. El trabajo le da el micrófono a estos hombres trans para que sean
ellos los encargados de contar sus historias.

III. PRODUCCIONES TÉCNICAS O MULTIMEDIALES ANEXAS

Si su trabajo incluye algún tipo de producción, Indique sus características:

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1. Tipo de producto: Libro periodístico diagramado
2. Cantidad y soporte: Archivo en PDF con la diagramación de un libro periodístico. El
día de la sustentación se entregará el libro impreso con las correcciones sugeridas
después de la lectura.
3. Link: El PDF puede encontrarse en este enlace: tp://bit.iy/2ie5K9w
4. Descripción del contenido de material entregado: Libro que contiene tres perfiles de
hombres transgénero que viven en la ciudad de Bogotá.

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Agradecimientos

A mi mamá por ser la mía.


A Coco, Hugo y Pablo por confiar en mi para contar su historia.
A Daniel Valencia, Gabriezzo Barbosa y Juan Rubio por darle identidad visual a este
proyecto.
A todos los que les alcanzó la paciencia.

Gracias.

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Indice

Introducción
Metodología
Producto
Coco Miranda
Hugo Badel
Pablo Durán
Conclusiones
Bibliografía

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La invisibilidad es inseparable de la visibilidad. Para los transexuales este no es un simple

acertijo filosófico. Puedes ser la diferencia entre la vida y la muerte.

Lana Wachowski, 2012. Discurso de aceptación del premio HRC a la visibilización LGBT

Introducción

Cuando inicié el proceso de plantear mi trabajo de grado me puse un reto: aprovechar este

espacio para prestarles mi voz a actores de la sociedad que normalmente no son escuchados.

Así llegué a la comunidad transgénero, tal vez la sigla más ignorada dentro de la comunidad

LGTBI, y me propuse servir de micrófono para que personas que se identifiquen dentro del

espectro trans pudieran contar sus experiencias de cuerpo y vida.

Según la OMS, el género se refiere a los conceptos sociales de las funciones,


comportamientos, actividades y atributos que cada sociedad considera apropiados para los
hombres y las mujeres. Las diferentes funciones y comportamientos pueden generar
desigualdades de género, es decir, diferencias entre los hombres y las mujeres que favorecen
sistemáticamente a uno de los dos grupos. Según Kate MacKinnon, el género se halla
conformado por la sexualidad, mientras que la sexualidad se encuentra, si no totalmente,
determinada por el género. Por eso es la sexualidad la que determina el género y no a la
inversa.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos define identidad de género como “la vivencia

interna e individual del género tal como cada persona la siente profundamente, la cual podría

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corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia

personal del cuerpo (2015)”.

Durante la ejecución de la tesis, me encontré con que eran cada vez más hombres transgénero

quienes me contactaban para participar en mi trabajo y estaban interesados en contarme sus

experiencias de cuerpo, con la esperanza de amplificar su mensaje: “nosotros existimos”. En

agosto de este año, el programa de opinión La Pulla, del periódico El Espectador, reunió a

dos hombres y dos mujeres trans para un capítulo en el que se exponen las constantes

violaciones a los derechos humanos que sufren las personas trans, y en el video, Camilo

Losada y Andrew Aguacía hablan sobre cómo, además de todo, los hombres trans están

invisibilizados. “Somos invisibles para todo el mundo”, dice Camilo, y Andrew “el Estado no

sabe quiénes somos, a las organizaciones y ONG se les olvida incluirnos en sus informes e

incluso la misma comunidad LGTB nos da la espalda”.

Así que, finalmente, decidí hablar de los hombres transgénero para aportar a la visibilización

de sus problemáticas.

Hablé con Pablo, Coco y Hugo, tres chicos transgénero que nacieron en la Costa Caribe,

pero que se vinieron a vivir a Bogotá, donde actualmente residen y llevan una vida normal

como hombres. Al hablar con ellos, me encontré con tres individuos que luchan por

reivindicar sus derechos a la identidad, al libre desarrollo de la personalidad, a la salud, a un

nombre, a un trabajo; tres personas que hacen todo esto desde sus oficios, lo cotidiano.

El ser humano es una especie establecida sobre la binariedad de los términos. Desde el

principio se estableció un modelo social y cultural que considera que el género se divide en

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dos categorías: hombre y mujer (CIDH, 2015). Hombre, aquel ser humano con pene; mujer,

aquel ser humano con vagina. Así se estableció, así se ha pretendido mantener. Pero no se

tuvo en cuenta que hay hombres sin pene y mujeres sin vagina.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos define la identidad de género como la

vivencia de género individual de cada persona, que puede o no corresponder al sexo de esta

(2015). Dentro de la comunidad LGBTI, la T corresponde a la comunidad Trans*, un término

que, según el mismo manual de la CIDH, acoge varias identidades, pero que incluye a todo

aquel que cuestiona el binario hombre/mujer como opción de identificación social. Dentro de

estos se encuentran las personas transgénero, que son aquellas que sienten una disonancia

entre el sexo que se le asignó al nacer y su identidad de género, y que por esto ha iniciado un

proceso de transición para que su cuerpo esté más de acorde con su identidad. El término

médico que se ha acuñado desde 1975 para explicar dicho fenómeno es “disforia de género”

(Money, John, 1975).

Ahora, ahondar en los motivos por los que se presenta la disforia de género es tarea

complicada, pues se entromete con la identidad y cultura individual de las personas y cómo

estas utilizan su cuerpo para expresarlas. Al establecimiento de los conceptos de hombre y

mujer le siguió el establecimiento de ciertas estéticas asignadas a cada género. El problema

trans es una inconcordancia física —“mi cuerpo no se ve como yo me siento”— y cuando el

individuo intenta acomodar su imagen corporal a lo que su cuerpo le pide, y si esa

apropiación individual implica apropiarse de códigos culturales del género al que pertenece,

el problema pasa de ser individual a colectivo.

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En Colombia, las personas trans son víctimas de violencia y discriminación. Es una

problemática que se presenta en todas las zonas del país, desde las grandes urbes hasta las

poblaciones más olvidadas del territorio nacional. En la última década ha habido un aumento

de organizaciones que se han preocupado por estudiar el tema de género en el país, como

Colombia Diversa, PARCES, Caribe Afirmativo y la Fundación Santa María, y cada vez se

han interesado más en ahondar en las problemáticas de la comunidad transgénero.

Sin embargo, todos estos estudios y casos parecen estar dirigidos de manera casi exclusiva a

las mujeres trans.

Hablar de hombres transgénero es difícil por varias razones. Primero, la transición de mujer a

hombre parece ser más natural o pasar “desapercibida”. En ese sentido, identificar a un

hombre trans es más complejo. Esta fue una de las observaciones en el proceso investigativo

de este trabajo de grado. Segundo, la caracterización de la población trans por parte de las

entidades del Estado encargadas, como el DAÑE, la Registraduría, las secretarías de Salud o

la Unidad de Víctimas, entre otras, no tienen mayor información sobre esta población. No

hay estadísticas precisas sobre un censo de personas transgénero, homicidios, hechos

victimizantes, u otro método de control estadístico que nos permita conocer el porcentaje de

población vulnerable, y de haberla, no diferencian entre la L (lesbianas), G (gays), B

(bisexuales) y *T (transexuales). Dentro de esta última categoría tampoco hacen la

diferenciación entre mujeres trans (esto es, hombres que transitan hacia lo femenino) y

hombres trans (mujeres que transitan hacia lo masculino). La falta de enfoque de género en

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las entidades del Estado y quienes la representan es solo una de las dificultades que tanto este

trabajo como sus protagonistas experimentan a la hora de realizar los trámites pertinentes

para poner sus documentos en orden.

Ahora, incluso entre la misma comunidad transgénero, entran a reñir las identidades

masculinas y femeninas, siendo los femeninos los sujetos favoritos a la hora de intentar

contar las historias de esta población. Sin embargo, y aunque con esto no pretendo desmeritar

la lucha diaria que deben mantener las mujeres trans, sus problemas, carencias y necesidades

difieren en muchas cosas de las de los hombres transgénero. (Colombia Diversa, 2010)

Pero hombres y mujeres transgénero por igual llevan años de batallas que les han dejado

valiosas victorias, como la aprobación del decreto 1227 de 2015 (MinJusticia, 2015), en el

que se eliminó el requisito de diagnóstico de “disforia de género” al momento de solicitar la

rectificación del componente de género en la cédula de ciudadanía, o la sentencia T-099/15

de la Corte Constitucional en la que se establecen parámetros justos sobre la situación militar

de hombres y mujeres transgénero.

Sin embargo, quedan muchas batallas por librar. Por ejemplo, la despatologización de la

disforia de género para que la identidad de esta comunidad deje de ser avalada por ser

considerada una enfermedad mental (Asociación Americana de Psiquiatría, 2016) o que el

acceso al trabajo es limitado tanto en hombres como en mujeres debido al limbo jurídico que

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les genera la desinformación sobre procesos como la expedición de la Libreta Militar o

corrección del componente de género en los documentos de identidad.

Este trabajo busca narrar desde la intimidad de cada uno de los personajes un proceso político

de nuestro tiempo, uno que reúne a varios individuos que llevan procesos aislados, pero que

se encuentran en un mismo punto: la posibilidad de construirse a sí mismos como hombres.

La pregunta de investigación que guía mi trabajo de grado es la siguiente: ¿qué semejanzas y

diferencias tienen las experiencias de cuerpo transgénero de estos tres hombres y cómo ellos

aportan a la visibilización de los hombres transgénero?

El objetivo principal de este proyecto es analizar, a través de tres perfiles de hombres

transgénero que viven en Bogotá, cómo, desde los saberes e intereses individuales, se puede

aportar a una comunidad entera.

Mis objetivos específicos son explorar los subgéneros del periodismo narrativo para contar

una historia desde el lado humano de los personajes, dándoles voz para expresar sus retos,

luchas y victorias. También, describir las experiencias de cuerpo transgénero de distintos

personajes para así evidenciar que aunque los tres estén realizando un mismo proceso de

tránsito entre géneros, cada experiencia es individual.

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Para una mejor comprensión del trabajo, vale la pena definir varios conceptos que serán

tratados en los perfiles de Coco, Hugo y Pablo.

Según la OMS, el género se refiere a los conceptos sociales de las funciones,


comportamientos, actividades y atributos que cada sociedad considera apropiados para los
hombres y las mujeres. Las diferentes funciones y comportamientos pueden generar
desigualdades de género, es decir, diferencias entre los hombres y las mujeres que favorecen
sistemáticamente a uno de los dos grupos. Según Catherine A. MacKinnon, el género se halla
conformado por la sexualidad, mientras que la sexualidad se encuentra, si no totalmente,
determinada por el género. Por eso es la sexualidad la que determina el género y no a la
inversa.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos define identidad de género como “la vivencia

interna e individual del género tal como cada persona la siente profundamente, la cual podría

corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia

personal del cuerpo (2015)”.

Metodología

A través de la recopilación de relatos orales, quiero contar las historias de hombres

transgénero en Bogotá desde un foco que los cobije como ciudadanos que luchan batallas

para construirse como individuos desde sus propios saberes e intereses. Es decir, contaré sus

historias desde su cotidianidad, procurando dejar de lado su identidad de género y

enfocándome en sus luchas.

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Es muy importante el carácter recopilatorio del ejercicio, que se realizará por medio de

entrevistas exhaustivas y el análisis del saber hacer de los personajes. Con la información

recolectada, se hará un libro que contenga los tres perfiles, cada uno abordando un tema

distinto.

El lenguaje testimonial permite pensar en los personajes no como sujetos pasivos que se

dejan estudiar, sino como sujetos activos que por medio de acciones aportan al diálogo que se

genera en tomo a la comunidad transgénero en Bogotá.

Producto

El(las): historias de hombres transgénero en Bogotá, es un libro que se vale de subgéneros

del periodismo narrativo como la crónica y el perfil para narrar, desde sus voces, las historias

de tres hombres transgénero que habitan la capital del país.

La historia de Coco Miranda, fotógrafo y artista visual, aborda el tema de la construcción de

identidad; Hugo Badel, realizador audiovisual, nos servirá como nave para narrar cómo el

Estado está configurado para ayudar o impedir la ejecución de los procesos de transición; por

último, a través de la historia de Pablo Durán, el chef, se busca demostrar que llevar una vida

normal y sana después del tránsito es completamente factible.

La versión diagramada del producto final, que verá la luz el día de la sustentación, puede

encontrarse en el siguiente enlace: http://bit.ly/2ie5K9w

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Élfla): Historias de hombres transgénero en Bogotá

I. Coco Miranda

Hay una pregunta que hacemos. Que nos hacen bastante seguido los que apenas nos conocen.

Una pregunta que contestamos sin pensarlo mucho, con una sola palabra:

—¿Quién eres? —me preguntaría alguien, cualquiera.

—Vanessa —contestaría yo.

Pero esa no siempre es una pregunta fácil de responder. Desde su área de experticia, muchas

ciencias y artes han tratado de darle respuesta a la misma pregunta. Si hablamos en términos

físicos, somos materia compuesta por átomos. Químicamente, somos un compuesto de

elementos orgánicos a base de carbón. La biología nos define como un conjunto de células

que forman tejidos. La filosofía creó una rama de estudios dedicada al ser y no ha llegado

todavía a un consenso. Para unos, ser es todo lo opuesto a no ser. O sea, lo opuesto a la nada;

para otros, ser es meramente una idea.

Yo creo que, más allá de una respuesta general, somos un montón de átomos de carbón

opuestos a la nada a la que le han dado un nombre para identificarse. Vanessa, en mi caso: no

hay una respuesta mejor.

Los artistas, por su parte, responden esa pregunta abordándola desde una perspectiva

personal, con el fin de contestar para ellos mismos.

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Eso hace Coco.

Antes de ser hombre o mujer, Coco es Coco. Y antes de ser Coco, fue Amparo.

Siempre ha sido artista.

A finales de 2014, Coco estaba terminando de montar su tesis de grado en el Centro de

Investigación Cinematográfica de Buenos Aires, en Argentina. Junto a nueve compañeros

debían hacer Chiquiero sin chanchos, una interpretación colectiva de la obra de teatro Orejas

caídas y hocico casi cilindrico, de Marcelo Bertuccio.

En la obra, el personaje está encerrado en un lugar lejano y tiene múltiples personalidades.

Esa condición implica que lo único que tiene para comer son sus cerdos. El problema es que

los quiere: ama a sus cerdos. Los marranos son su única compañía: les pone nombre, los

llama a lista a diario. El personaje, sin embargo, tiene que comer, así que una de sus

personalidades era la de un asesino de cerdos.

El ejercicio consistía en que, entre los diez estudiantes, cada uno a su manera, la obra

sucediera: que se llevara a cabo.

“A la conclusión que llegamos es que todos éramos la mente de una sola persona. Todos

sentíamos lo que los otros sentían y todos pensábamos de la misma manera. Lo importante es

que cada uno interpretara el papel como quisiera, creando su propia historia de vida al

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personaje, y yo creé la mía: me creé como un niño que estaba solo, que lo habían

abandonado. Un niño pequeño que no entendía lo que estaba pasando. Que, aunque no lo era,

se comportaba como un cerdo porque estaba rodeado de cerdos. Interpreté al personaje como

alguien que jugaba a ser otro para poder sobrevivir”.

La historia de vida de Coco comienza en Cartagena y se traslada a Bogotá. En su bautismo le

llamaron Amparo, pero siempre odió ese nombre porque no se identificaba con él.

Coco tenía algo claro desde el principio: no quería ser Amparo.

Pasaron los años, hasta que en 2013, en diciembre, se fue a Cartagena a pasar Navidad con

sus primas. “Un día —me dice— estábamos jugando volleyball en la piscina, y al momento

de hacer los equipos, con mi prima le pusimos ‘coco’ al nuestro, pensando en la fruta, que

además es la favorita de las dos. Y más allá de eso, fue un nombre que me quedó sonando por

los conceptos que carga para mí: la fruta, el mar, el caribe, mi costa. Me quedé pensando

bastante en ese nombre.

“Unos días después, mi mamá me dijo que me viera Coco antes de Chanel, la película

protagonizada por Audrey Tautou. Antes de verla igual me encantaba la figura de Coco

Chanel porque su vida marcó en dos la historia de la moda al demostrar y promover que las

mujeres se vistan de manera masculina sin dejar de ser mujeres y sin perder el estilo. Cuando

vi la película me conmoví mucho por el personaje y la historia, por la forma de ser de Coco

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Chanel, sus logros que son históricos y todo lo que representó. Además, mira todo el tiempo

que ha pasado y ella sigue siendo Coco. Me parece un nombre super simbólico.

“Además, en ese momento, aunque no tenía claro el hecho de ser un hombre transgénero, sí

sabía que no quería un nombre ni muy masculino, ni muy femenino. No me imaginaba

Josefina, Mariana, Natalia, pero tampoco Eduardo o Daniel. Coco es un nombre intermedio,

por eso lo elegí”.

El primero de enero de 2014, Coco tomó la decisión de hacer el cambio de nombre. Viajó a

Cartagena y fue a la Registraduría a hacer todos los trámites necesarios para dejar de ser

Amparo. Ese fue el paso fácil.

Lo difícil fue aceptar que era un hombre.

Coco siguió su vida como si nada hasta el día en que vio que su amiga Karen —una lesbiana

súper masculina, como me la describe— se cambió el nombre por el de Esteban. A pesar de

la empatia que sentía con dicho acto, nunca pensó en hacer lo mismo. Admiró a Esteban.

Hablaba de él con sus amigas. Sus amigas le preguntaban que si ella no era eso en realidad:

un hombre. Coco decía que no, que para nada, que uno debe aceptarse como nació. Y si bien

Amparo desde chiquita se vistió con la ropa del hermano, intentó salir con hombres sin éxito

y tenía una chispa latente adentro, le causaba indignación que le preguntaran.

“Hubo una noche en especial, en que estábamos tomando tequila y nos emborrachamos, y

una amiga volvió con el tema: ‘Coco, tú eres trans’. Me emputé mucho, pero me quedé

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pensando en eso. Decidí entonces ponerme a buscar información, porque aparte de lo que

mostraba Esteban en sus redes sociales, yo no sabía mucho de ser trans. Vi videos de chicos

trans que documentaban sus tránsitos, leí entrevistas, historias de vida, busqué mucha

información. Ya con estos ejemplos y estas historias, comencé a atar cabos y a entender

muchas cosas de mi vida. De una u otra forma comencé a darle nombre a mi rareza”.

Tuvieron que pasar dos años hasta comienzos de 2016, cuando Coco estaba con su mamá en

Cuba. Ya había tenido suficiente de videos e historias, era hora de teñir la realidad propia.

—¿Qué sentirías si te digo que quiero transitar? —le preguntó—.

—Yo te amo y por nada del mundo voy a dejar de hacerlo.

Allá en Cuba el vínculo entre madre e hijo terminó de soldarse, y aunque la idea del tránsito

de Coco la atemorizaba, Lilia lo veía venir.

“Una mamá siempre sabe”.

***

Volvió a Bogotá con más preguntas que respuestas y se acercó a Liberarte, una organización

que busca hacer un acompañamiento psicológico integral a personas con orientaciones

sexuales e identidades de género diversas. Allá lo atendió Simón Torres, a quien solo le bastó

una sesión de terapia para darle un diagnóstico: disforia de género. En palabras simples, la

identidad de género de Coco no está alineada con su anatomía. Con este primer diagnóstico,

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Simón se ofreció a darle la remisión para comenzar la terapia hormonal inmediatamente, pero

Coco no quiso acelerarse. En cambio, se tomó su tiempo en terapias hasta que decidió dar el

paso.

“Durante un mes largo seguí yendo a terapias y comencé con el tránsito social”, me dice. El

tránsito social, recomiendan los expertos, es lo primero que debe hacerse al iniciar el proceso

de transición. Lo que busca es que la persona pueda compartir su identidad de género con su

familia, amigos y círculo cercano antes de comenzar con la hormonación o cirugías, para que

al momento de hacerlo ya cuente con la aceptación de todos. Y en esto, Coco ha contado con

muchísima suerte. “Durante todo este proceso la relación con la gente que quiero no ha

cambiado. Con los hombres, la confianza se afianzó, y aunque con las mujeres sí hubo un

leve cambio, no tuve ni una sola persona que me diera la espalda. Por eso me siento

privilegiado”.

El día que conocí a Coco, él llevaba un año y siete meses inyectándose una ampolleta de una

mezcla de testosterona inyectable que contiene cantidades variables de propionato de

testosterona y enantato de testosterona llamada Testoviron y producida por los laboratorios

Schering, ahora Bayer. La testosterona es la principal hormona sexual masculina, producida

en los testículos y encargada de regular varias características como el tono de voz, la

vellosidad en el cuerpo y el crecimiento en la masa muscular.

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El Testoviron es el mejor aliado de un hombre transgénero en su búsqueda por construir un

cuerpo que refleje lo que es.

Como paso de esta búsqueda, Coco entró al quirófano en junio de 2017 para realizarse una

mastectomía que le extirpara los senos. “Yo he sido muchas cosas. Fui Amparo, Amparito,

Ampix, Ampi, Amparo-Cocó, Coco-Amparo, hasta que con la operación pude dejar ir a

Amparo. Yo hice muchos rituales simbólicos en torno al género con la ropa, con recuerdos,

con muchas cosas, pero fue hasta el día que tomé la decisión de quitarme algo con lo que nací

y cuando desperté de la anestesia que sentí lo que realmente es la libertad. Ahí dejé ir por

completo a Amparo. A veces me cuesta mirarme al espejo y darme cuenta de que soy otra

persona, a veces me confunde porque recuerdo mi pasado como alguien más. Y también le

pasa a otros. Hace poco estaba almorzando con una amiga...

—Coco, te veo y eres tú, pero ya no veo a Ampix. Ya no la puedo a rescatar. La veo en

recuerdos que tenemos en común, pero es como si ya no estuviera aquí —me dijo.

Y yo le digo que es que Amparo ya no está aquí, que hay que dejarla ir”.

Coco te mira con ojos grandes y cafés y te habla con una seguridad que creo que Amparo no

tenía. Cuando te habla, se mueve con soltura y ves como su cuerpo fluye con las palabras. La

cabeza rapada está adornada con unas gafas de sol con lentes amarillos que me hacen pensar

en Hunter S. Thompson. Además de su sonrisa, no hay rastros de gestos femeninos en su

rostro.

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Sin embargo, en el tránsito Coco se reconectó con esa feminidad que Amparo no tenía. “Yo

hago mucho ejercicio, porque como la testosterona es pura grasa, es muy fácil que te

engordes. Además me volví súper estético. Tengo rituales larguísimos al arreglarme para

salir, o antes de acostarme. Me he vuelto super vanidoso. Es chistoso porque Amparo era

súper masculina, era muy chirri. A ella no le importaba cómo se veía, ni nada”. Pero de vez

en cuando Coco saca a pasear a Amparo. “Mi manera de rescatarla y traerla de nuevo es

cuando me visto de mujer, y lo hago con mis amigos porque quiero, porque sí. Es la manera

que tengo de sacar esa mujer que intenté ser, que mis papás quisieron que fuera: entaconada,

de pelo largo, una diva completa que nunca fui”.

***

Coco transgrede el concepto de identidad que se nos ha impuesto.

Al nacer nos inculcan un montón de derechos, deberes y formas de actuar: cómo ser hombre

o cómo ser mujer. Mientras vamos creciendo es posible destruir esas categorías.

“Ya cuando se es adulto se construye una propia concepción del mundo, y, por ejemplo, yo

durante el tránsito siempre estuve buscando hombres con quienes identificarme, modelos a

seguir para construir con base en sus ejemplos el hombre que quiero ser. Entonces, observaba

mucho a los hombres tanto gais como hétero, me fijaba en cómo hablan y cómo se mueven,

en los detalles de su ropa, su aroma, todo, hasta que un día me di cuenta de que no quiero

identificarme con nadie. Solo quiero ser yo mismo”.

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Todo esto ha llevado a que Coco se cuestione sobre qué es el género, qué hace que una

persona sea hombre o mujer: ¿son sus carencias o privilegios sociales? ¿Acaso es la habilidad

de parir? ¿Es lo que tiene entre las piernas?

Estando en Argentina, comenzó un curso de fotografía que continuó en Bogotá, en el que en

menos de una semana terminó gestando su proyecto artístico más grande hasta el momento.

Cuando le robaron la cámara análoga en la que tenía su proyecto de fin de semestre a dos

semanas de entregarlo, se vio en la obligación de sacar un producto de donde pudiera. “El

profesor me dijo que trabajara conmigo mismo, que trabajara desde mí. Se me ocurrió

entonces llamar a Leonardo, mi mejor amigo, y proyectar mi tránsito en él. Le tomé unos

cuatro rollos de fotos en los que retrataba como él era hombre entre semana y de noche era

Jessica, otra persona, cosa que me pasaba a mí cuando salía con mis amigas a rumbear a bares

gay. Entonces lo iba transformando: primero la ropa, después la peluca y por último el

maquillaje, y, mientras tanto, Leonardo completamente sumergido en el personaje, en Jessica.

Cuando mostré las fotos en la universidad el jurado me dio la mejor nota y así comenzó este

proyecto”.

Desde que comenzó, el proyecto fotográfico de Coco ha tenido varios nombres. Algunos

hombres tienen vagina y otros tienen pene; luego In-transit, pero al avanzar en él se dio

cuenta de que no solo quería retratar el tema de las identidades de género diversas, sino todo

el grandísimo espectro que abarca lo que se resume en la sigla de LGBTI. Coco tomó las

fotos, escribió la introducción del libro y junto con una amiga suya lo diseñó y lo diagramó.

El libro es interactivo, tiene forma de armario y, para poder ver las fotografías, debes

“sacarlas del armario”.

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En el índice del libro se leen los nombres de todas las personas que participaron en él y junto

a ellos ves un símbolo que representaba un grupo de la comunidad LGBTI. Las fotos están a

blanco y negro y en su mayoría retratan escenas muy íntimas de miradas o gestos sutiles que

Coco logró capturar. Cada una de las imágenes está acompañada de una frase rescatada de las

conversaciones que el fotógrafo tuvo con su modelo durante la sesión y que reflejan su

personalidad.

Coco es feliz.

Ya no se pregunta por qué no nació hombre y en cambio, día a día, se construye a sí mismo

sobre los cimientos fuertes de Amparo, Ampix, Amparito. Ya no llora ni le pega a las paredes

en busca de una respuesta que nunca va a obtener. En cambio, ya tiene más respuestas.

—¿Quién eres?

—Coco.

La respuesta, como yo misma, la da rápido.

Coco es caribe, el mar, la leyenda, el arte. Fue Amparo y la rescatará siempre.

Coco es por fin el hombre que siempre ha querido ser.

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II. Hugo Badel

Es martes. Hugo tiene que hacer vueltas en la EPS y sufre un cólico terrible. Es martes: Hugo

tiene la regla y no ha llegado a su casa y ha tenido que buscar un baño para cambiarse la

toalla higiénica.

Es martes: el baño de hombres tiene orinales en fila recta. Ni un solo inodoro.

Hugo tiene que comerse los nervios y luchar contra el pánico que se apodera de él mientras se

dirige al baño de mujeres del que muchas veces lo han sacado a la fuerza.

Esta es su última regla.

Después de meses de trámites y papeleos, Hugo recibió la llamada de su EPS avisándole que

le aprobaron la histerectomía por laparoscopia (una operación que remueve útero, trompas de

falopio y ovarios), la cual se llevará a cabo en la Clínica La Colina el 29 de noviembre de

2017.

Mientras celebra la noticia, se manda la mano al cuello y consiente la palabra que allí lleva

tatuada: “paciencia”.

—Paciencia es lo que le recomiendo a toda persona transgénero que quiera iniciar su tránsito.

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En octubre de 2015 fue publicada Una marca de honor rojo, la novela autobiográfica del

norcoreano Jang Yeong-jin, el primer detractor del régimen en declararse abiertamente

homosexual. En ella, Yeong-jin relata que a pesar de siempre haber sentido una atracción por

los hombres, y de no poder cuplir con su deber marital ante su esposa, fue hasta que salió de

su país que supo que era homosexual, un concepto que en Corea del Norte simplemente no

existe.

La historia le sirvió a Hugo de ancla para contarme la suya propia: para explicarme el

momento en que supo que era un hombre transexual.

Hijo de papá costeño y mamá paisa, nació en Corozal, Sucre, donde fue bautizado y

registrado bajo el nombre de Amanda Lucía, y donde vivió hasta los nueve años, pues la

familia Badel Castro se mudó finalmente a Bogotá, el lugar que escogieron los otros cuatro

hijos de la familia para cursar la universidad.

Trece años después, cuando Amanda recién cumplía los 22, vio un artículo sobre un hombre

transexual: leyó sobre su tránsito, la posterior vida normal que llevaba. En ese momento supo

que la transexualidad no era cosa exclusiva de mujeres, y que los hombres también pueden.

Así como Jang Yeong-jin al salir de Corea del Norte, Hugo estaba chocándose de frente con

el concepto que define su identidad.

Sabiéndolo posible.

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Sin embargo, encontrar respuestas a esas preguntas de las que no era consciente fue

problemático. “Yo soy un tipo muy directo. Con este tema en particular, lo que hice fue

contarle a mi familia que iba a iniciar el tránsito, así, sin pedirles permiso”.

La reacción de sus padres no fue la que él esperaba: como represalia a la bomba que les

estaba soltando, decidieron retirarle todos los apoyos. No má EPS. No más universidad.

Hugo estaba atrapado. No contaba con el apoyo de su familia ni con los recursos para iniciar

el proceso por su propia cuenta. Sufría de ataques de disforia constantemente y estaba

pasando por una depresión severa en la que a diario pensaba en suicidarse.

Hugo repasa el episodio: “todo ese dolor en ese momento fue necesario, porque entendí que

no hay hormonas ni cirugías que puedan reemplazar esa construcción de identidad que debe

hacerse, de amor propio, y es que eso va mucho más allá de lo físico —me dice—. Es que la

transición no se trata de cambiar el físico para convertirte en quien quieres ser, sino en hacer

cambios físicos para que tu exterior refleje lo que ya eres. Hay personas transgénero que

deciden no someterse a cambios físicos, y aunque yo sí quería esos cambios, en ese momento

no estaba en la capacidad de hacerlos. Entonces, decidí no dejarme morir y comencé a

construir a Hugo, sin hormonas ni cirugías, que el día de hoy me tienen en paz con mi cuerpo

y mis decisiones. Hoy espero con ansias las cirugías y comenzar la hormonación, pero estoy

tranquilo porque sé que esos cambios físicos no van a ser mi salvavidas”.

Hugo les pidió a su papás que le cambiaran el nombre. Ellos se negaron, me dice. Y me dice

también que el papá le quitaría el apellido si lo hacía. El eligió el nombre que le pondría al

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hijo que ya no podrá parir: esta nueva etapa, entonces, está llena de un cariño paternal por él

mismo.

***

Mucho es lo que escuchamos en estos tiempos sobre estar en paz con uno mismo para “atraer

cosas buenas”. Hugo inició su proceso de aceptación en medio del caos y recibió un puesto

en un proyecto audiovisual por el cual le pagaron diez millones de pesos. Tal vez la energía

no tuvo nada que ver, pero con ese dinero, él pudo irse de su casa y comenzar los procesos

médico-legales de su transición.

Encontró en arriendo una casita en Tenjo en la que vivió durante ocho meses, y fue ese

espacio el propicio para terminar de construir una buena relación consigo mismo cimentada

en los 22 años que vivió como Amanda. Encontró respuestas a preguntas como “¿quién soy?”

o “¿qué quiero para mi vida?”. En la casita de Tenjo vivió por fin Hugo, un hombre

transgénero de 23 años que no estuvo dispuesto a esperar a que comiencen los cambios para

amarse.

Fue también en esa casita en donde convivió durante un mes con Catalina, su ex pareja.

Gracias a la convivencia que tuvo con ella en ese pequeño paraíso privado fue que tomó una

decisión: hacerse la cirugía de reconstrucción de sexo.

Para poder llevar a cabo todas las transformaciones físicas era necesario un documento

básico: la cédula de ciudadanía. Con una rápida búsqueda en Google, Hugo encontró el

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decreto 1227 de 2015 sobre el “derecho a la corrección del componente sexo” en el registro

civil de nacimiento, cuyos parágrafos 1 y 2 establecen que “la declaración hará referencia a la

construcción sociocultural que tenga la persona de su identidad”, y también que “no se podrá

exigir ninguna documentación o prueba adicional” para realizar el cambio.

“Me alegró mucho saber que no necesitaba un diagnóstico de nada para poder tener mi

documentación correcta y al día. Además, me puse a leer el decreto y me di cuenta de que

este se logró gracias a las muchas tutelas que tuvieron que poner hombres y mujeres

transgénero antes de mí. Eso hizo que me preguntara, ‘¿cómo puedo yo aportar a que los

chicos o chicas trans que vengan detrás de mí puedan hacer las cosas fácil?’. Así que como

estudié medios audiovisuales, decidí comenzar a documentar los procesos y compartirlos en

YouTube con la gente que esté buscando información, y hasta el momento me ha ido bien”.

El canal de YouTube se llama Hugo Martin FTM. Las tres últimas siglas significan Female to

Male, el tipo de tránsito que está haciendo. Mientras hablamos sobre todos los procesos,

Hugo saca de su maleta una carpeta azul en la que lleva guardada los papeles de su vida

entera.

El primer paso es el más lógico: poner tus papeles en regla. Hugo enfatiza en que todos estos

procesos requieren de paciencia, porque, aunque en el papel todo se ve en orden y claro, es en

la práctica donde comienzan los problemas.

El primer paradero de Hugo fue una sede de la registraduría en Bogotá, en donde le dijeron

que debía ir primero a una notaría cualquiera y solicitar un formulario de cambio de nombre y

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componente. Con el formulario ya diligenciado, volvió a la notaría para entregar un original

de su registro civil, copia de la cédula y una declaración “extra proceso” realizada bajo la

gravedad de juramento. El cambio de nombre es algo que solo se puede hacer una vez en la

vida, así que se requiere un documento notarial que certifique que uno está 100% seguro de

realizar el cambio.

La escritura firmada debía ser llevada a la registraduría o notaría donde estuviera su registro

civil de nacimiento. Hugo nació en Corozal, pueblo donde aún viven las hermanas de su

papá. Viajar a la costa no era una opción para Hugo, así que le envió a una amiga de su

infancia todos los documentos más un poder autenticado para que ella pudiera terminar la

diligencia.

Pasaron unos días y Hugo recibió de vuelta su registro civil con el nombre y género

correctos. Con ese documento en mano, Hugo debía volver a la registraduría y pedir que se

iniciara un trámite de rectificación en la cédula. Para este, le asignaron una cita a la que debía

llevar una copia de su registro civil nuevo, cédula anterior, tres fotos y el recibo de la

consignación del trámite. A cambio, le entregan una contraseña, como promesa de que en

poco tiempo y tras mucha paciencia estará recibiendo su cédula con el nombre y género

correctos.

Tuvo paciencia.

La cédula era indispensable para poder actualizar los datos en la universidad y poder

graduarse, afiliarse a la EPS y sacar la libreta militar. Desde la primera visita de Hugo a la

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registraduría hasta el día en que tuvo la nueva cédula en sus manos, pasaron tres meses en los

que la contraseña no era un documento válido para proceder con ninguno de esos trámites.

Lo único que pudo hacer con la contraseña fue pedir en el colegio distrital del que es bachiller

un diploma actualizado con su nuevo nombre. Con este documento expedido, pudo solicitar

la cita en el Distrito Militar para obtener su libreta militar, trámite que se atrevió a hacer sin

tener la cédula en mano, pues sabía que este proceso tiende a demorarse más de dos meses.

También adelantó el proceso de afiliación a la EPS, un paso muy importante para el resto del

proceso. Ya cuando le entregaron la cédula, pudo validar el cambio de nombre en la

universidad y activar su afiliación a la EPS, comenzar el proceso clínico y sentirse con un

respaldo legal que avalara su identidad.

Y es que sin estos dos documentos (tarjeta militar y carné de la EPS) Hugo está en un limbo

laboral pues no puede firmar contratos con ninguna empresa. Además, debe también

actualizar todos sus datos en los lugares en que ha trabajado. Por esto, perdió un contrato con

Apple, pues al hacer la verificación de documentos encontraron varias referencias en donde

conocían exclusivamente a Amanda.

Para llegar a las cirugías y terapias de hormonación Hugo tenía dos caminos: hacerlos de

manera particular y privada, que sería lo más fácil, o decidirse a iniciar un proceso de

muchísimos pasos, trámites y documentos en la EPS para que le autorizaran los tratamientos.

“Cuando fui a la EPS para darle inicio a mi proceso me di cuenta de que, aunque me trataron

bien y resolvieron todas mis inquietudes, son conscientes de que hay muchos vacíos en los

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procedimientos, porque aunque en el papel todo funciona, en la práctica no es así. Eso lo viví

en cada uno de los trámites que hice, y creo que es porque los funcionarios encargados no

tienen la suficiente capacitación para saber cómo tratar con estos temas. Entonces, a la EPS

tuve que llegar con toda la convicción y seguridad a contarles que me afiliaba a ellos, pues

quería comenzar mi tránsito, y necesitaba psicólogos, psiquiatras, endocrinólogos,

ginecólogos y cirujanos que estuvieran dispuestos a trabajar conmigo. En Sura encontré todo

esto, además estuvieron súper pendientes de todo el tema de la cédula para poder comenzar lo

más pronto posible con el tránsito”.

Además de la disposición de la EPS para ayudarle con su proceso, Hugo rescata que al

hacerlo de esta manera está ayudando a abrir el camino para que las personas transgénero que

vendrán después de él a comenzar su tránsito puedan hacerlo con más facilidad,

encontrándose con personas que, aparte de estar dispuestas a colaborarles, tengan ya un

conocimiento previo de cómo poder llevar a cabo los procesos.

“Pienso en esto como en una bola de nieve. Lo mismo pasó con el decreto que facilitó el

cambio de nombre. Llegó una tutela, luego otra, luego otras más, se fueron acumulando, se

fue agrandando el número de personas que querían llevar a cabo ese proceso y así fue que se

logró este decreto. Quiero imaginarme que todas las vueltas que estoy haciendo en la EPS

para que me aprueben las cirugías y la hormonación se están juntando con otros procesos de

personas trans, hasta el punto de que ya seamos tantos que no nos pongan trabas ni nos den

malas informaciones”.

Y esto no es solo con la EPS.

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En octubre, Hugo tuvo la cita en el Distrito Militar para solucionar su situación militar.

Después de los exámenes de rutina, fue considerado como no apto, pero el motivo no tuvo

nada que ver con su transición, sino con una enfermedad que tiene en los ojos. Sin embargo,

aprovechó su visita al Distrito para hacer muchas preguntas sobre el proceso de otros

hombres transgénero y cómo justifican su inhabilidad para prestar el servicio.

¿De qué se pegan para declarar no apto a un hombre trans que no ha iniciado la hormonación

ni se ha sometido a cirugías, y además no tiene ninguna enfermedad que lo inhabilite? En el

caso de Hugo, de no haber sido rechazado por el problema de sus ojos, le hubiera pospuesto

la expedición de la tarjeta hasta que se hiciera la primera cirugía o comenzara la

hormonación.

En este momento, Hugo está en proceso de liquidación de la tarjeta y debe esperar unos tres

meses hasta que se la den. Mientras tanto, se enfocó en lograr que aprobaran su histerectomía.

Desde julio de 2017, cuando quedó activo como usuario de Sura, ha tenido un aproximado de

10 citas médicas con todo tipo de especialista.

Primero necesita que un médico general lo vea para remitirlo a las otras especialidades, y

como siempre ha sabido lo que quiere, conseguir sus remisiones no ha sido difícil. “Doctor,

vine porque quiero que me remita a psiquiatría para que me aprueben la terapia de

hormonas”, dice allá. O “doctor, quiero hacerme la histerectomía. Así que, por favor, necesito

una remisión a ginecología”. Y Hugo es un tipo con suerte, pues en su primera cita de

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psiquiatría dio con una doctora que aprobó sus terapias y cirugías sin haberle dado un

diagnóstico de disforia de género. Gracias a esta doctora, para la EPS los cambios que Hugo

estaba pidiendo no eran a raíz de una enfermedad mental.

Y esto es un logro.

“Todos los procesos que he podido hacer son gracias a gente que lo hizo antes que yo. Que

no me hayan diagnosticado con disforia de género es una esperanza de que cada vez sean

menos los doctores que se refieran a esto como una enfermedad mental al momento de tratar

a otros pacientes. Es el granito de arena que puedo aportar”, dice.

El primero de noviembre de 2017 recibió la llamada: le dieron la orden para realizarse la

histerectomía radical por laparoscopia. Después de dos años, por fin comenzará a modificar

su cuerpo para que refleje lo que él es. Lo que siempre ha sido.

Documentar todos estos procesos hacen que el acto de Hugo tenga un tinte pretendidamente

pedagógico: “no solo puedo ponerme en la tarea de abrirles el camino a los que vienen detrás

de mí, también puedo enseñarles cómo hacerlo. Puede que muchas de las personas que vean

mis videos lo hagan porque no tienen acceso a otro tipo de información. No pueden

profundizar en los procesos, así que por eso me pongo en la tarea de explicarlo todo paso por

paso, porque yo lo sufrí sin que nadie me lo explicara. Es otra manera de aportar”.

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Desde que comenzó a subir los videos, Hugo recibe muchos mensajes de gente de todo el

mundo que está pensando en transicionar o recién está comenzando el proceso que le hace

preguntas de todo tipo. Algunas de esas le han servido de inspiración para grabar videos que

no necesariamente hablen de procesos legales, como en el que explica por qué decide

documentar su tránsito: allí cuenta cómo fue el momento en que supo que era un hombre

trans, o cuáles han sido los cambios más grandes que ha notado desde que comenzó su

tránsito. Pero compartir este tipo de historias atrae otro tipo de comentarios.

“A veces me llegaban mensajes de personas que me cuentan sus historias, y no siempre son

las mejores. Son personas que están pasando por muy malos momentos, que están muy

deprimidos y que me escriben para desahogarse, pero también para que les de consejos. Y yo

tengo muy claro que cada tránsito es individual y personal, y que tengo que ser muy

cuidadoso al momento de hablar de ciertos temas, porque lo que me funciona a mi no le va a

funcionar a los otros”, dice. Abrumado por la cantidad de mensajes que recibía al día, Hugo

decidió cancelar su plan de datos. “No podía estar disponible las 24/7 para ayudar a otros sin

perderme en el intento, así que aunque decidí no cortar el canal de comunicación con mis

suscriptores, me limité a contestar mensajes durante una hora al día. Así sigo ayudando sin

cargarme demasiado”.

Para Hugo, este canal es el proyecto más importante de su vida en este momento, uno que lo

hace feliz y al que quisiera dedicarle todo el tiempo del mundo.

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“Al video que más ansias le tengo es al de la histerectomía, no solo porque es un

procedimiento del que pocos saben y documentarlo implica muchos retos, sino porque

después de todo este tiempo por fin estoy dando ese primer paso hacia mí”.

Hugo no tendrá la regla el mes que viene.

III. Pablo Durán

Pablo llegó a mi apartamento un martes, calmado y sonriente. Pablo tiene unos ojos claros y

grandes separados por una nariz delgadita y delineada. Sus labios son delgados y la voz que

sale de ellos es suave. Acentúa bien las palabras.

Pablo no hace bulla. No le gusta.

Pablo, como hoy lo conocemos, nació a inicios de 2013. Como ser humano, registrado por el

Estado colombiano, nació el 9 de agosto de 1985 en Sincelejo y fue la primera de tres

hermanas del matrimonio Durán Vallejo: a Pablo lo bautizaron Catalina y lo criaron como

una mujer.

Catalina, sin embargo, no existe más. Nunca más. Catalina murió cuando Pablo comenzó a

dejarse ver. Corría el 2013 y después de haber terminado con quien fue su novia durante tres

años, Pablo se lanzó al vacío y decidió construirse a sí mismo como siempre había soñado.

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Durante toda su vida como Catalina se sintió distinto, incluso cuando salió del closet en 2004

algo no encajaba.

Con la gasolina del desamor, Pablo decidió encontrar respuestas. En primer lugar, fue a un

sexólogo. “Hombre, yo no me siento bien. Me gustan las mujeres, pero hay algo que no

funciona del todo”, le dijo al sexólogo. “Eso no es conmigo, mi querida Catalina. ¿Por qué no

vas donde un psiquiatra?”. Fue a donde un psiquiatra.

El proceso con Tomás Rueda, especializado en temas de género, fue largo. Desde la primera

consulta el diagnóstico fue “disforia de género”. Durante sus terapias, que duraron unos ocho

meses, Rueda se encargó de conocer a Pablo, saber quién era, qué tanto se distanciaba de

Catalina. Juntos y por medio de terapias alternativas, como regresiones e hipnosis, viajaron

en el tiempo para corroborar lo que Pablo siempre ha sabido.

Una sesión corriente de hipnosis es grabada. Después del viaje, tú y el psiquiatra se sientan

juntos a ver lo que pasó durante el tiempo que estuviste inducido. Lo que vieron fue a un

Pablo alterado, atrapado en su pasado remoto. Aún en Sincelejo, en el baño fresco de

baldosas blancas, Catalina lloraba, se daba golpes en el pecho. Gritaba. Le exigía una

respuesta a alguien, a Dios, le pedía con todas las fuerzas de su cuerpo de niña de ocho años

que le explicara por qué nació mujer, por qué se siente así. “Dios, ¿por qué no soy un niño?

¿por qué?”.

Hoy Pablo ya no se hace esta pregunta.

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Lo que siguió al diagnóstico fue una remisión a endocrinología en la que a Pablo le

ofrecieron dos caminos.

El tránsito hormonal entre géneros tiene dos maneras de hacerse que difieren en intensidad y

dosificación. Se puede comenzar con un tránsito no invasivo en el que se utilizan parches de

testosterona pegados al cuerpo. De esta manera, el tránsito se hace de un modo más amable

para el cuerpo, con efectos secundarios menos intensos y negativos, y toma más tiempo para

que se vean los resultados.

La segunda opción, la terapia invasiva, le da más duro al organismo. Consta de una inyección

de un compuesto de testosterona que va directo al torrente sanguíneo. La hormona entra y se

esparce por el cuerpo, cambiando todo a su paso de manera inmediata. El efecto adverso más

común es una reacción alérgica, de esas que te cierra la garganta y no te deja respirar, por la

que tienes que correr a la clínica más cercana para buscar una solución.

A Pablo le hicieron exámenes de sangre para determinar, previo a la terapia hormonal, su

curva de testosterona. “La curva de una mujer debe estar centrada o tirada a la izquierda y

con valores entre los 15 y los 70 nd/Dl en el cuerpo. Ese día me entregaron mis exámenes y

sin haber comenzado la terapia, mi curva de testosterona estaba completamente tirada a la

derecha, con resultados que normalmente se encontrarían en hombres. El cuerpo funciona de

maneras increíbles”.

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Los resultados de las pruebas hicieron que fuera más fácil tomar la decisión de qué tipo de

terapia comenzar. “Yo quería comenzar con el proceso de una, no dilatarlo más. Me decidí

por la terapia invasiva y en mayo de 2013 me pusieron la primera inyección”.

Respirar. Después de que en la clínica le inyectaran dos dosis más de Testoviron para que su

cuerpo creara el antígeno para esta sustancia, Pablo, renacido como Pablo, respiró por vez

primera como un hombre.

“Lo primero fue la ira. Sentía mucha ira, quería darme en la jeta con todo el mundo. Comencé

a perder el control sobre mi cuerpo. Me pasaba que salía con mis amigos y jodiendo me

pegaban, no sé, un gato. Y yo les contestaba con rabia, les pegaba a matar”, cuenta. Con la ira

vinieron los cambios físicos. Quince días después de la primera inyección se olvidó de lo que

era la regla.

La voz comenzó a engrosarse. Las manos eran las de alguien más. El, que tenía un negocio de

catering en el que la habilidad manual era imprescindible, tuvo que volver a aprender a

utilizar su cuerpo. “Servía una copa y si la apretaba muy duro se rompía. Yo trabajo mucho

en los detalles a la hora de servir. Terminaba espichándolo todo, haciendo un reguero

impresionante”.

Luego fue la piel. “Se me comenzó a endurecer el cuero, a notarse más la porosidad de la

piel”, cuenta. Y aunque la barba se demoró más de ocho meses en salirle completa, él estaba

feliz.

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Después de la transición vino la primera cirugía. El 21 de febrero de 2014, Pablo entró al

quirófano para quitarse uno de los mayores pesos de encima. “Yo siempre, desde que

comencé con el tránsito, hablaba con mis amigos de quitarme las tetas”. La mastectomía fue

para Pablo casi tan importante como ese primer trago de aire después del Testoviron. “Ese ha

sido el mejor día de mi vida. Ese día perdí una carga, me solté por completo. Me quité el

complejo de no verme al espejo como de verdad quería verme”.

En los próximos meses, Pablo planea volver al quirófano, esta vez para extirpar el útero y los

ovarios. “Aunque con la histerectomía no tengo tanto afán, es importante hacerla. No es tan

chévere confundir al cuerpo inyectándote una hormona completamente opuesta a la que este

produce”. Además, otro de los factores que lo ha detenido, es el tema económico. “Todas las

terapias y cirugías me las he costeado yo. No me gusta la bulla, no me interesa llenar mil

hojas de papeleo, poner tutelas para que se autorice una intervención, pedirle ayuda a nadie.

Por eso, ahorita ando ahorrando para lo que se venga”.

Hay quienes creen en el destino y quienes dudan de la existencia de este. Personas que

piensan que la vida es una serie de azares que se acomodan uno tras otro, simplemente

porque así debe ser.

Los azares de Pablo han sido curiosos.

A los quince años, tras la separación de sus padres, Pablo (Catalina en ese entonces) y sus dos

hermanas se mudaron con su mamá desde Sincelejo a Bogotá buscando un nuevo comienzo.

52
Así, las hermanas Durán Vallejo terminaron en uno de los colegios femeninos más

prestigiosos de la capital: el Gimnasio Los Portales. Irónico, ¿no? Catalina, quien desde

pequeña en Sincelejo sabía que no era la chica convencional, terminó encerrada en una

institución dedicada a formar “mujeres integrales, responsables con la sociedad”, como canta

el himno del colegio.

Y de esto puedo dar fe. La primera vez que vi a Pablo fue por allá en el 2000 cuando

presentaron a Catalina como la personera del colegio en el que cursaba transición. Nuestros

caminos se cruzaron en Los Portales hace 17 años, a la fuerza y sin intención alguna.

Catalina Ruiz Navarro fue mi profesora en Portales, y en una columna para el Espectador en

2012 contó una anécdota de algo que pasaba seguido en la institución. Todas las mañanas la

rectora nos reunía a todas en el patio de pre-escolar a hacer su famosa reflexión de la mañana.

Para esto, hacíamos filas por cursos, la escuchábamos hablar sobre cuál fuera el tema del día,

y finalizábamos el ejercicio orando. En la columna, Catalina narra que hubo un tiempo en que

trabajó “como profesora de bachillerato en un colegio femenino. Recuerdo especialmente una

fría madrugada en la que la rectora le recomendó a sus alumnas, de pie en formación, con los

cerebros somnolientos, que fueran “niñas apetecibles”, pues sus amigas le habían dicho “que

ya no tenían con quién casar a sus hijos” y por eso las chicas del colegio debían intentar ser

ese tipo de señorita con la que toda madre casaría a su prole. Como sugerencia de un modelo

a seguir, había un retrato de la Virgen María en cada salón” (El Espectador, 29 de febrero de

2012 ).

Imagínense. A ese tipo de colegio fue a dar Pablo, pero él no se queja.

53
La etapa escolar no tuvo gran incidencia en la creación de su identidad, sino en su sexualidad.

Más o menos. Pablo recuerda que, incluso desde cuando vivía en la costa, su relación con las

mujeres era algo extraña. “Yo celaba a mis amigas, estaba pendiente de sus cosas. En la costa

estudié en un colegio mixto donde mi relación con los hombres era excelente, eran mis

parceros y nada más. En cambio con las niñas, aunque las veía como amigas, siempre hubo

un interés más allá. Yo llegué a Portales y era el bicho raro del colegio. Llegué a esta cantera

de niñas super bonitas y me convertí en el niñito del salón”, cuenta. Y rodeada de ellas, siguió

sintiéndose extraño. “Yo sabía que ellas eran mis amigas, pero hasta ahí. Pensaba que sí,

había algo raro, pero que no podía ser tan raro”.

Catalina se graduó y entró a la Universidad Javeriana a estudiar ecología, aunque no terminó

la carrera. Sin embargo, estando en la Javeriana conoció a Alejandra, quien fue su primera

novia.

Por la forma en la que escuchas hablar a Pablo te das cuenta de que es un tipo que evita al

máximo llamar la atención, pero que no sirve para andar yéndose por las ramas. Aunque aún

tenía más preguntas que respuestas, aprovechó una comida familiar para contarle a todos:

—Familia, me gustan las mujeres.

Lo que siguió a su confesión fue una oleada de amor y comprensión por parte de su familia

que tal vez no esperaba. Ese fue el primer paso para todo lo que se venía.

54
Catalina y Alejandra fueron pareja durante tres años, hasta el momento en que Alejandra

decidió dar fin a la relación. “Ella fue mi primera novia, mi primera relación. Ella me terminó

porque decía que me faltaba mundo, me faltaba vivir y conocer más cosas”. Y en parte tenía

razón.

El fin de esta relación fue fácil. Desde entonces, romper vínculos no ha sido fácil para Pablo.

Catalina toca la batería y la guitarra, y en pleno inicio de milenio, cuando el auge del tropipop

se estaba tomando la capital de Colombia, se unió a una banda. Por allá en 2006, Catalina dio

con un grupo de amigos que cualquier joven colombiano estaría dichoso de tener, porque

además de permitirle ser él mismo, pasaban mucho tiempo dedicándose al trago, a las viejas y

a la música.

Entre semana, Julián, Camo, Juan, Viviana, Catalina y Juancho, los integrantes de Código

Directo, se reunían a ensayar, tomar y pasar el rato. Era un grupo inseparable, de esos que te

recuerda al Central Perk de Friends, pero con guaro en lugar de café.

Y claro, la complicidad entre los chicos era muy grande, tanto así que eran casi hermanos. No

pasaba fin de semana que no estuvieran juntos, no había problema que no se pensara entre

todos, no había secreto que alguno desconociera. Mentiras, había uno. Catalina ya pensaba en

Pablo.

55
Entonces se distanció.

La banda ya no fue más, pero los lazos entre los miembros se mantenían. Aunque Pablo ya no

se veía con ellos tres veces a la semana, se mantenía en contacto, llamándolos, invitándolos a

verse de vez en cuando. En este momento, cerca al 2010, Pablo (Catalina todavía), estaba en

una relación con Jessica, con quien duró unos tres años, montó el negocio de catering que hoy

en día maneja y hasta consideró casarse.

A Pablo no le gusta la bulla, y todo el drama identitario decidió pasarlo solo. Durante estos

tres años de relación con Jessica él comenzó el tránsito social. De a pocos comenzó a contarle

a sus amigos, a sus compañeros de banda, que si bien siempre tuvieron una buena aceptación

con su sexualidad, no fue igual el recibimiento con la noticia de su identidad de género.

Tal vez esto porque simultáneamente estaban acompañando el proceso de Tomás, quien sí

hizo un poco más de bulla al iniciar su tránsito.

—Tomás fue el primero, ¿no?— pregunta Julián, quien conoció a Pablo cuando era Catalina

y a Tomás cuando era Viviana recién se formó Crédito Directo.

—No. La diferencia es que Tomás lo gritó a los cuatro vientos, pero un año y medio después

que yo.

Y la distancia que tomó del grupo, de alguna manera él la asume. “Yo me borré del mapa

mucho tiempo porque necesitaba entenderme, conocer bien qué es lo que me estaba pasando,

qué es esta vaina”. Sin shows ni drama, sin bulla, Pablo dio un paso al costado, pero en

56
dirección hacia sí mismo. “Cuando regresé al mapa vi una aceptación muy bonita de gente

que no esperaba. En cambio, de mis amigos recibí un rechazo indirecto que me dolió mucho”,

cuenta en voz baja, como evitando despertar a la bestia que fue esa sensación de desprecio.

Además de eso, un corazón roto. “Yo duré con ella tres años, estábamos viviendo juntos,

montamos la empresa, nos íbamos a casar y a los 15 días me puso los cachos”, me cuenta. En

ese momento él no había comenzado el tránsito. “Ya tenía la idea, pero no el empuje, y de

alguna manera ella no me estaba brindando el apoyo necesario”. Sin embargo, con ella o sin

ella, Pablo no podía seguir viviendo una vida basada en preguntas e inseguridades.

Pablo y Jessica terminaron en febrero de 2013 y en mayo él comenzó su tránsito.

El 9 de agosto de 2013 Pablo no celebró su cumpleaños. Laura, su hermana menor, estaba en

trabajo de parto, y él, como el excelente tío que es, no se podía perder el nacimiento de Juan

José. Con tan solo tres meses desde el inicio de su terapia hormonal, podría decirse que Pablo

también está comenzando su vida.

Y algo más nació ese día.

Inspirado por el orgullo de ser tío y el cansancio de todo un día del hospital, Pablo subió una

foto a Instagram en la que se veía un tetero junto a una lata de RedBull. Luego una

notificación: “a @totopiedrahita le gusta tu publicación”.

57
Totó se llama María Camila. Ella y Pablo se conocieron en 2008 cuando Totó estaba

cuadrada con Kate, amiga de los años musicales de Pablo. Cuando Totó y Kate terminaron,

Pablo no volvió a hablar con ella hasta el día que nació Juan José.

Pablo la invitó a tomarse un café y hablar de lo que había pasado en sus vidas desde la época

de la banda. Totó acababa de graduarse de derecho en la Javeriana, y se ofreció a ayudarle

con la liquidación de la empresa que montó con Jessica. Pronto, la química entre Totó y

Pablo se convirtió en física, y de ser viejos amigos pasaron a ser pareja.

Y fue en un buen momento. Pablo estaba en medio de la terapia hormonal, de un aislamiento

autoimpuesto y Totó estuvo ahí para él, dándole todo su apoyo posible y no dejándolo

desfallecer en ningún momento. Porque momentos para darse por vencido hubo varios. “Con

esto se pierden muchas cosas, pero a la vez se ganan otras más profundas y más cheveres. De

alguna manera, transicionar forja el carácter, más cuando uno está aprendiendo a conocerse”.

A conocerse a sí mismo y dónde están las lealtades de los otros.

El 2014 comenzó bien para Pablo. Con Totó a su lado y todo el apoyo de su familia y amigos

durante su transición, en febrero entró al quirófano para realizarse una mastectomía. Ese año,

también, compró su apartamento propio y fortaleció su negocio de catering.

Durante su transición, aunque se distanció de sus amigos de banda, el lazo que tenía con tres

de sus compañeros de vida, que lo han acompañado desde Sincelejo, desde Catalina, se

fortaleció. Sin embargo, sus amigos de tantas noches de buenos tragos y canciones

58
terminaron por irse de su vida. “De un día a otro me dejaron de llamar. Cuando los llamaba

yo me contestaban, todo bien. Me contaban que estaban reunidos todos tomando café o una

pola, pero no me decían tampoco que cayera. Me invitaron una vez al cumpleaños de alguno

y fui con todas las ganas y me encontré con un parche mucho más unificado en el que yo

sentía que sobraba”.

Lo bueno es que la vida siempre balancea las cargas, y si te quita algo, aunque puede tomarse

un poco de tiempo, te recompensa. Hoy Pablo cuenta con un grupo de amigos que parece más

un grupo de hermanos. Son cuatro, “las cuatro patas de la mesa”, y juntos se han mantenido

estables.

Pero la naturaleza noble de Pablo se vio reflejada cuando a finales de 2014, Julián, uno de sus

ex compañeros de banda, lo llamó en busca de un roommate.

— Pablo, lo llamo porque ando con ganas de ya independizarme y estoy buscando a alguien

con quien compartir un apartamento.

— Veámonos y me cuenta.

Pablo llevaba un par de meses solo en su apartamento de tres alcobas. Aunque nunca había

pensado en compartir su espacio con nadie, le abrió las puertas a Julián, su amigo, con quien

vivió durante seis meses. Coordinaron el pago del apartamento, servicios y administración.

Ambos estaban en una relación, y pasaba que algún fin de semana el plan era quedarse en

casa tomándose unas polas, o hacían plan cada uno con su parche y se respetaban los

espacios. “Fue una convivencia chévere, así que cuando me dijo que se iba a vivir con la

59
novia, aunque me alegré mucho por él, me dio un poco de tristeza. Igual, me ofrecía a

ayudarle con el trasteo, movimos todo en la camioneta de mi negocio.

— Parce, no nos perdamos. Que esto no signifique que no nos veamos más ni pasemos

tiempo juntos.

— Todo bien, hermano. Muchas gracias por todo.

Hasta el día de hoy no han vuelto a hablar. Se vieron una vez, o no, Pablo los vio una vez en

el grado de un amigo en común. Pablo se encargó del catering y mientras organizaba toda la

comida, Crédito Directo llegó, junto, como si fueran a tocar de nuevo. “Yo no me quise

quedar, ¿a qué me quedaba? Verlos juntos me partió el corazón porque era un grupo muy

chevere del que yo ya no era parte”, cuenta Pablo mientras mira al suelo con nostalgia.

— Pero todo bien, después de eso vino mi compromiso a mediados de 2016. Ese día me

encargué de que Totó se pusiera muy brava conmigo. No le contesté en todo el día, le decía

estupideces. La idea era que cuando ella llegara a la casa, emputadísima, se encontrara con

todos nuestros amigos.

Cada uno de los amigos de Pablo y Totó invitados a esa noche especial tenían una letra

recortada en foamy que en conjunto escribían “¿Se quiere casar conmigo?”. Durante los tres

años más difíciles de su vida, Totó estuvo a su lado, pero para entender un poco de su

relación, le daré la palabra a Pablo:

60
“La gran valentía y fortaleza que yo saqué para enfrentarme al mundo como una nueva

persona fue saberme al lado de ella. Yo pasé por muchas cosas, pasamos por muchas cosas, y

ella nunca se fue de mi lado. Con la terapia de testosterona, por ejemplo, uno se pone como

loco porque le estás metiendo una hormona sexual al cuerpo. Incluso con eso a mi no me dio

por ser perro ni nada, ¿para qué? Yo no tenía que buscar nada en otro lado, tenía junto a mi

todo lo que quería. Ella se aguantó toda mi mierda sin decir nada, estuvo apoyándome en

todas mis decisiones. Yo no podía pensar en dejarla ir. No lo hice y no lo voy a hacer. Esa es

la mía, con la que me quiero casar”.

Y ella dijo que sí.

61
Anexos

Anexo 1. Diagramación del libro íü-fktf: Historias de hombres transgénero en Bogotá

Anexo 2. Fotografía tomada por Gabriezzo Barboza a Coco Miranda, utilizada en la portada

de lü-fktf: Historias de hombres transgénero en Bogotá

Anexo 3. Ilustración de Coco Miranda, realizada por Daniel Valencia Cossio, utilizada para

iniciar el capítulo 1 de lü-fktf: Historias de hombres transgénero en Bogotá

Anexo 4. Ilustración de Hugo Badel, realizada por Daniel Valencia Cossio, utilizada para

iniciar el capítulo 2 de lü-fktf: Historias de hombres transgénero en Bogotá

Anexo 5. Ilustración de Pablo Durán, realizada por Daniel Valencia Cossio, utilizada para

iniciar el capítulo 4 de lü-fktf: Historias de hombres transgénero en Bogotá

Conclusiones

• Si bien el punto de partida fue escribir perfiles de hombres y mujeres tmas, se ratificó

posteriormente que la narrativa de lo transgénero en Bogotá está construida desde una

visión femenina. Así, los hombres transgénero se ven relegados dentro de una lucha

que comparten con sus contrapartes femeninas, consiguiendo una poca o nula

visibilización ante los demás actores de la sociedad.

• Como se planteó desde el principio, se encontró que, efectivamente, el proceso de

tránsito de cada individuo es personal, no importa si los tres sujetos estuvieran

haciendo una misma transición, es decir, de hombre a mujer.

• No todos los tránsitos requieren de cambios físicos extremos para ser válidos. Hay

personas transgénero cuya realidad no les permite acceder a los cambios físicos que

desean para que su cuerpo refleje su identidad.

62
• La reglamentación en tomo al derecho a la rectificación del componente de género y

cambio de nombre en la Registraduría, así como la expedición de la Libreta Militar,

funcionan en el papel. En la práctica, en cambio, quien quiera llevar a cabo este

proceso encuentra trabas en el camino producto de la falta de información y

probablemente falta de capacitación que se hace en las entidades a quienes intervienen

en estos procesos.

• A pesar de la desinformación y de tener la opción de llevarlos a cabo de manera

particular, es valioso que los procesos médico-legales de la transición se lleven a cabo

en las EPS para así, desde la práctica, hacer que los protocolos se cumplan.

• Hay muchas maneras válidas de abordar y aportar a la lucha de género sin acercarse a

las instancias políticas y legales. El arte, por ejemplo, cumple un papel fundamental

para que estos personajes puedan, desde su saber hacer, aportar a la visibilización de

los hombres transgénero en Bogotá.

• La necesidad del diagnóstico de disforia de género está siendo retado por médicos

psiquiatras, como la que atendió a Hugo. Esto es un paso importante hacia la

despatologización de la realidad transgénero.

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65
él(la)
Créditos

él(lst)
historias de hombres transgénero en Bogotá, 2017
Bogotá, Colombia

D iseño y diagramación:
J uan F elip e R ubio

Fotografía de portada:
G a b r iezzo B arbo sa

Ilustraciones:
D a n ie l Va l en c ia

Edición :
A n d r és M au r icio Páramo
él(la)
Historias de hombres
transgénero en Bogotá.

Vanessa Velásquez Mayorga


A mi mamá, por ser la mía.
A Coco, Hugo y Pablo, por confiar en mí
para contar su historia.
A Daniel Valencia y Gabriezzo Barbosa, por darle
identidad visual a este proyecto.
A todos los que les alcanzó la paciencia.

Gracias.
1 2

In tro d u cc ió n C oco
pág io M ira n d a
p á g 12

índice ¿/(k)
3 4

H ugo P a b lo
B aael D u rá n
p á g 30 pá g 4 8
Introducción
Cuando inicié el proceso de plantear mi trabajo de grado me
planteé un reto: aprovechar este espacio para prestarle mi voz a
actores de la sociedad que normalmente no son escuchados. Es
así como llegué a la comunidad transgénero, tal vez la sigla más
ignorada dentro de la comunidad LGTB1, y me propuse prestar
mi voz para que personas que se identifiquen dentro del espectro
trans pudieran contar sus experiencias de cuerpo y vida.
Durante la ejecución del trabajo me encontré con que eran
cada vez más hombres transgénero quienes me contactaban
para participar en mi trabajo. Muchos más hombres
transgénero de los que conocía. De hecho, al comenzar este
trabajo, yo no conocía a ningún hombre transgénero, por lo que
decidí enfocarme en ellos para mi trabajo de grado.
Hablé con Pablo, Coco y Hugo, tres chicos transgénero
que nacieron en la Costa Caribe, pero que se vinieron a vivir a
Bogotá, donde actualmente residen y llevan una vida normal. Al
hablar con ellos me encuentro con tres individuos que luchan
por reivindicar sus derechos a la identidad, al libre desarrollo de
la personalidad, a la salud, a un nombre, a un trabajo, y lo hacen
desde sus oficios y desde lo cotidiano.
Este trabajo busca narrar desde la intimidad de cada uno de
los personajes un proceso político de nuestro tiempo, uno que
reúne a varios individuos que llevan procesos aislados, pero que
se encuentran en un mismo punto: la posibilidad de construirse
a sí mismos como hombres.
2

Cocó Miranda
Hay una pregunta que hacemos. Que nos hacen bastante
seguido los que apenas nos conocen. Una pregunta que
contestamos sin pensarlo mucho, con una sola palabra:

—¿Quién eres? —me preguntaría alguien, cualquiera.

—Vanessa —contestaría yo.

Pero esa no siempre es una pregunta fácil de responder.


Desde su área de experticia, muchas ciencias y artes
han tratado de darle respuesta a la misma pregunta. Si
hablamos en términos físicos, somos materia compuesta
por átomos. Químicamente, somos un compuesto de
elementos orgánicos a base de carbón. La biología nos
define como un conjunto de células que forman tejidos.
La filosofía creó una rama de estudios dedicada al ser y no
ha llegado todavía a un consenso. Para unos, ser es todo
lo opuesto a no ser. O sea, lo opuesto a la nada; para otros,
ser es meramente una idea.

Yo creo que, más allá de una respuesta general, somos un


montón de átomos de carbón opuestos a la nada a la que
le han dado un nombre para identificarse. Vanessa, en mi
caso: no hay una respuesta mejor.

Los artistas, por su parte, responden esa pregunta


abordándola desde una perspectiva personal, con el fin de
contestar para ellos mismos.

H
Eso hace Coco.

Antes de ser hombre o mujer, Coco es Coco. Y antes de


ser Coco, fue Amparo.

Siempre ha sido artista.

A finales de 2014, Coco estaba terminando de montar


su tesis de grado en el Centro de Investigación
Cinematográfica de Buenos Aires, en Argentina. Junto a
nueve compañeros debían hacer Chiquiero sin chanchos,
una interpretación colectiva de la obra de teatro Orejas
caídas y hocico casi cilindrico, de Marcelo Bertuccio.

En la obra, el personaje está encerrado en un lugar


lejano y tiene múltiples personalidades. Esa condición
implica que lo único que tiene para comer son sus cerdos.
El problema es que los quiere: ama a sus cerdos. Los
marranos son su única compañía: les pone nombre, los
llama a lista a diario. El personaje, sin embargo, tiene que
comer, así que una de sus personalidades era la de un
asesino de cerdos.

él( la) - Coco Miranda


El ejercicio consistía en que, entre los diez estudiantes,
cada uno a su manera, la obra sucediera: que se
llevara a cabo.

“A la conclusión que llegamos es que todos éramos


la mente de una sola persona. Todos sentíamos
lo que los otros sentían y todos pensábamos de la
misma manera. Lo importante es que cada uno
interpretara el papel como quisiera, creando su
propia historia de vida al personaje, y yo creé la
mía: me creé como un niño que estaba solo, que
lo habían abandonado. Un niño pequeño que no
entendía lo que estaba pasando. Que, aunque no lo
era, se comportaba como un cerdo porque estaba
rodeado de cerdos. Interpreté al personaje como
alguien que jugaba a ser otro para poder sobrevivir”.

La historia de vida de Coco comienza en Cartagena


y se traslada a Bogotá. En su bautismo le llamaron
Amparo, pero siempre odió ese nombre porque no se
identificaba con él.

16
Coco tenía algo claro desde el principio: no quería
ser Amparo.

Pasaron los años, hasta que en 2013, en diciembre, se fue a


Cartagena a pasar Navidad con sus primas. “Un día —me
dice— estábamos jugando volleyball en la piscina, y al
momento de hacer los equipos, con mi prima le pusimos
‘coco’ al nuestro, pensando en la fruta, que además es la
favorita de las dos. Y más allá de eso, fue un nombre que
me quedó sonando por los conceptos que carga para mí:
la fruta, el mar, el caribe, mi costa. Me quedé pensando
bastante en ese nombre.

“Unos días después, mi mamá me dijo que me viera


Coco antes de Chanel, la película protagonizada por
Audrey Tautou. Antes de verla igual me encantaba la
figura de Coco Chanel porque su vida marcó en dos la
historia de la moda al demostrar y promover que las
mujeres se vistan de manera masculina sin dejar de
ser mujeres y sin perder el estilo. Cuando vi la película
me conmoví mucho por el personaje y la historia, por
la forma de ser de Coco Chanel, sus logros que son
históricos y todo lo que representó. Además, mira
todo el tiempo que ha pasado y ella sigue siendo Coco.
Me parece un nombre super simbólico.

él( la) - Coco Miranda


“Además, en ese momento, aunque no tenía claro
el hecho de ser un hombre transgénero, sí sabía que
no quería un nombre ni muy masculino, ni muy
femenino. No me imaginaba Josefina, Mariana,
Natalia, pero tampoco Eduardo o Daniel. Coco es un
nombre intermedio, por todo eso lo elegí”.

El primero de enero de 2014, Coco tomó la decisión de


hacer el cambio de nombre. Viajó a Cartagena y fue a la
Registraduría a hacer todos los trámites necesarios para
dejar de ser Amparo. Ese fue el paso fácil.

Lo difícil fue aceptar que era un hombre.

Coco siguió su vida como si nada hasta el día en que vio


que su amiga Karen —una lesbiana súper masculina,
como me la describe— se cambió el nombre por el de
Esteban. A pesar de la empatia que sentía con dicho
acto, nunca pensó en hacer lo mismo. Admiró a Esteban.
Hablaba de él con sus amigas. Sus amigas le preguntaban
que si ella no era eso en realidad: un hombre.
Coco decía que no, que para nada, que uno debe aceptarse
como nació. Y si bien Amparo desde chiquita se vistió
con la ropa del hermano, salió con hombres y tenía una
chispa latente adentro, le causaba indignación que le
preguntaran.

18
“Hubo una noche en especial, en que estábamos
tomando tequila y nos emborrachamos, y una amiga
volvió con el tema:

'Coco, tú eres trans'.


Me emputé mucho, pero me quedé pensando en
eso. Decidí entonces ponerme a buscar información,
porque aparte de lo que mostraba Esteban en sus
redes sociales, yo no sabía mucho de ser trans.
Vi videos de chicos trans que documentaban sus
tránsitos, leí entrevistas, historias de vida, busqué
mucha información. Ya con estos ejemplos y estas
historias, comencé a atar cabos y a entender muchas
cosas de mi vida. De una u otra forma comencé a
darle nombre a mi rareza”.

Tuvieron que pasar dos años hasta comienzos de 2016,


cuando Coco estaba con su mamá en Cuba. Ya había
tenido suficiente de videos e historias, era hora de teñir
la realidad propia.

—¿Qué sentirías si te digo que quiero transitar?


—le preguntó—,

—Yo te amo y por nada del mundo voy a


dejar de hacerlo.

él( la) - Coco Miranda


Allá en Cuba el vínculo entre madre e hijo terminó
de soldarse, y aunque la idea del tránsito de Coco la
atemorizaba, Lilia lo veía venir.

“Una mamá siempre sabe”.

Volvió a Bogotá con más preguntas que respuestas y se


acercó a Liberarte, una organización que busca hacer un
acompañamiento psicológico integral a personas con
orientaciones sexuales e identidades de género diversas.
Allá lo atendió Simón Torres, a quien solo le bastó una
sesión de terapia para darle un diagnóstico: disforia de
género. En palabras simples, la identidad de género de
Coco no está alineada con su anatomía. Con este primer
diagnóstico, Simón se ofreció a darle la remisión para
comenzar la terapia hormonal inmediatamente, pero
Coco no quiso acelerarse. En cambio, se tomó su tiempo
en terapias hasta que decidió dar el paso.

“Durante un mes largo seguí yendo a terapias y


comencé con el tránsito social”, me dice. El tránsito
social, recomiendan los expertos, es lo primero que

20
debe hacerse al iniciar el proceso de transición. Lo
que busca es que la persona pueda compartir su
identidad de género con su familia, amigos y círculo
cercano antes de comenzar con la hormonación o
cirugías, para que al momento de hacerlo ya cuente
con la aceptación de todos. Y en esto, Coco ha
contado con muchísima suerte. “Durante todo este
proceso la relación con la gente que quiero no ha
cambiado. Con los hombres, la confianza se afianzó,
y aunque con las mujeres sí hubo un leve cambio, no
tuve ni una sola persona que me diera la espalda. Por
eso me siento privilegiado”.

El día que conocí a Coco, él llevaba un año y siete


meses inyectándose una ampolleta de una mezcla de
testosterona inyectable que contiene cantidades variables
de propionato de testosterona y enantato de testosterona
llamada Testoviron y producida por los laboratorios
Schering, ahora Bayer. La testosterona es la principal
hormona sexual masculina, producida en los testículos y
encargada de regular varias características como el tono

él( la) - Coco Miranda


de voz, la vellosidad en el cuerpo y el crecimiento en la
masa muscular.

El Testoviron es el mejor aliado de un hombre


transgénero en su búsqueda por construir un cuerpo que
refleje lo que es.

Como paso de esta búsqueda, Coco entró al quirófano


en junio de 2017 para realizarse una mastectomía que le
extirpara los senos.

“Yo he sido muchas cosas. Fui Amparo, Amparito,


Ampix, Ampi, Amparo-Cocó, Cocó-Amparo, hasta
que con la operación pude dejar ir a Amparo. Yo hice
muchos rituales simbólicos en torno al género con
la ropa, con recuerdos, con muchas cosas, pero fue
hasta el día que tomé la decisión de quitarme algo
con lo que nací y cuando desperté de la anestesia
que sentí lo que realmente es la libertad. Ahí dejé ir
por completo a Amparo. A veces me cuesta mirarme
al espejo y darme cuenta de que soy otra persona, a
veces me confunde porque recuerdo mi pasado como
alguien más. Y también le pasa a otros. Hace poco
estaba almorzando con una amiga...

— Coco, te veo y eres tú, pero ya no veo a Ampix.


Ya no la puedo a rescatar. La veo en recuerdos

22
que tenemos en común, pero es como si ya no
estuviera aquí — me dijo.

Y yo le digo que es que Amparo ya no está aquí, que


hay que dejarla ir”.

Coco te mira con ojos grandes y cafés y te habla con una


seguridad que creo que Amparo no tenía. Cuando te
habla, se mueve con soltura y ves como su cuerpo fluye
con las palabras. La cabeza rapada está adornada con unas
gafas de sol con lentes amarillos que me hacen pensar
en Hunter S. Thompson. Además de su sonrisa, no hay
rastros de gestos femeninos en su rostro.

Sin embargo, en el tránsito Coco se reconectó con


esa feminidad que Amparo no tenía. “Yo hago mucho
ejercicio, porque como la testosterona es pura grasa,
es muy fácil que te engordes. Además me volví súper
estético. Tengo rituales larguísimos al arreglarme para
salir, o antes de acostarme. Me he vuelto super vanidoso.
Es chistoso porque Amparo era súper masculina, era
muy chirri. A ella no le importaba cómo se veía, ni nada”.
Pero de vez en cuando Coco saca a pasear a Amparo.

“Mi manera de rescatarla y traerla de nuevo es


cuando me visto de mujer, y lo hago con mis amigos
porque quiero, porque sí. Es la manera que tengo

él( la) - Coco Miranda


“A veces me cuesta
mirarme al espejo
y darme cuenta
de que soy otra
persona, a veces
me confunde
porque recuerdo
mi pasado como
alguien más. ”
24
de sacar esa mujer que intenté ser, que mis papás
quisieron que fuera: entaconada, de pelo largo, una
diva completa que nunca fui”.

Coco transgrede el concepto de identidad que se


nos ha impuesto.

Al nacer nos inculcan un montón de derechos, deberes


y formas de actuar: cómo ser hombre o cómo ser mujer.
Mientras vamos creciendo es posible destruir esas
categorías.

“Ya cuando se es adulto se construye una propia


concepción del mundo, y, por ejemplo, yo durante
el tránsito siempre estuve buscando hombres
con quienes identificarme, modelos a seguir para
construir con base en sus ejemplos el hombre que
quiero ser. Entonces, observaba mucho a los hombres
tanto gais como hétero, me fijaba en cómo hablan
y cómo se mueven, en los detalles de su ropa, su
aroma, todo, hasta que un día me di cuenta de que

él( la) - Coco Miranda


no quiero identificarme con nadie.
Solo quiero ser yo mismo".
Todo esto ha llevado a que Coco se cuestione sobre qué es
el género, qué hace que una persona sea hombre o mujer:
¿son sus carencias o privilegios sociales? ¿Acaso es la
habilidad de parir? ¿Es lo que tiene entre las piernas?.

Estando en Argentina, comenzó un curso de fotografía


que continuó en Bogotá, en el que en menos de una
semana terminó gestando su proyecto artístico más
grande hasta el momento. Cuando le robaron la cámara
análoga en la que tenía su proyecto de fin de semestre a
dos semanas de entregarlo, se vio en la obligación de sacar
un producto de donde pudiera.

“El profesor me dijo que trabajara conmigo mismo,


que trabajara desde mí. Se me ocurrió entonces
llamar a Leonardo, mi mejor amigo, y proyectar mi
tránsito en él. Le tomé unos cuatro rollos de fotos en
los que retrataba como él era hombre entre semana
y de noche era Jessica, otra persona, cosa que me
pasaba a mí cuando salía con mis amigas a rumbear a
bares gay. Entonces lo iba transformando: primero la
ropa, después la peluca y por último el maquillaje, y,

26
mientras tanto, Leonardo completamente sumergido
en el personaje, en Jessica. Cuando mostré las fotos
en la universidad el jurado me dio la mejor nota y así
comenzó este proyecto”.

Desde que comenzó, el proyecto fotográfico de Coco ha


tenido varios nombres. Algunos hombres tienen vagina y
otros tienen pene; luego ln-transit, pero al avanzar en él se
dio cuenta de que no solo quería retratar el tema de las
identidades de género diversas, sino todo el grandísimo
espectro que abarca lo que se resume en la sigla de LGBT 1.
Coco tomó las fotos, escribió la introducción del libro y
junto con una amiga suya lo diseñó y lo diagramó. El libro
es interactivo, tiene forma de armario y, para poder ver las
fotografías, debes “sacarlas del armario”.

En el índice del libro se leen los nombres de todas las


personas que participaron en él y junto a ellos ves un
símbolo que representaba un grupo de la comunidad
LGBT 1. Las fotos están a blanco y negro y en su mayoría
retratan escenas muy íntimas de miradas o gestos sutiles
que Coco logró capturar. Cada una de las imágenes está
acompañada de una frase rescatada de las conversaciones
que el fotógrafo tuvo con su modelo durante la sesión y
que reflejan su personalidad.

él( la) - Coco Miranda


Coco
es
feliz.
Ya no se pregunta por qué no nació hombre y en cambio,
día a día, se construye a sí mismo sobre los cimientos
fuertes de Amparo, Ampix, Amparito. Ya no llora ni le
pega a las paredes en busca de una respuesta que nunca va
a obtener. En cambio, ya tiene más respuestas.

—¿Quién eres?

—Coco.

La respuesta, como yo misma, la da rápido.

Coco es caribe, el mar, la leyenda, el arte. Fue Amparo y la


rescatará siempre.

Coco es por fin el hombre que siempre ha querido ser. ¿w

él( la) - Coco Miranda


3

Hugo Badel
Es martes. Hugo tiene que hacer vueltas en la EPS y sufre
un cólico terrible. Es martes: Hugo tiene la regla y no ha
llegado a su casa y ha tenido que buscar un baño para
cambiarse la toalla higiénica.

Es martes: el baño de hombres tiene orinales en fila recta.


Ni un solo inodoro.

Hugo tiene que comerse los nervios y luchar contra el


pánico que se apodera de él mientras se dirige al baño de
mujeres del que muchas veces lo han sacado a la fuerza.

Esta es su última regla.


Después de meses de trámites y papeleos, Hugo recibió
la llamada de su EPS avisándole que le aprobaron
la histerectomía por laparoscopia (una operación
que remueve útero, trompas de falopio y ovarios), la
cual se llevará a cabo en la Clínica La Colina el 29 de
noviembre de 2017.

Mientras celebra la noticia, se manda la mano al cuello y


consiente la palabra que allí lleva tatuada: “paciencia”.

—Paciencia es lo que le recomiendo a toda persona


transgénero que quiera iniciar su tránsito.

32
En octubre de 2015 fue publicada Una marca de honor
rojo, la novela autobiográfica del ñor coreano Jang
Yeong-jin, el primer detractor del régimen en declararse
abiertamente homosexual. En ella, Yeong-jin relata que
a pesar de siempre haber sentido una atracción por los
hombres, y de no poder cuplir con su deber marital ante
su esposa, fue hasta que salió de su país que supo que
era homosexual, un concepto que en Corea del Norte
simplemente no existe.

La historia le sirvió a Hugo de ancla para contarme la suya


propia: para explicarme el momento en que supo que era
un hombre transexual.

Hijo de papá costeño y mamá paisa, nació en Corozal,


Sucre, donde fue bautizado y registrado bajo el nombre de
Amanda Lucía, y donde vivió hasta los nueve años, pues
la familia Badel Castro se mudó finalmente a Bogotá, el
lugar que escogieron los otros cuatro hijos de la familia
para cursar la universidad.

Trece años después, cuando Amanda recién cumplía


los 22, vio un artículo sobre un hombre transexual: leyó
sobre su tránsito, la posterior vida normal que llevaba.
En ese momento supo que la transexualidad no era cosa
exclusiva de mujeres, y que los hombres también pueden.

él(la) - Hugo Badel


“...la transición no
se trata de cambiar
el físico para
convertirte en quien
quieres s, sin
en hacer cambios
físicos para que tu
exterior refleje lo
que ya ”
34
Así como Jang Yeong-jin al salir de Corea del Norte, Hugo
estaba chocándose de frente con el concepto que define
su identidad.

Sabiéndolo posible.

Sin embargo, encontrar respuestas a esas preguntas de las


que no era consciente fue problemático.

“Yo soy un tipo muy directo. Con este tema en


particular, lo que hice fue contarle a mi familia que
iba a iniciar el tránsito, así, sin pedirles permiso”.

La reacción de sus padres no fue la que él esperaba:


como represalia a la bomba que les estaba soltando,
decidieron retirarle todos los apoyos. No más EPS.
No más universidad.

Hugo estaba atrapado. No contaba con el apoyo de


su familia ni con los recursos para iniciar el proceso
por su propia cuenta. Sufría de ataques de disforia
constantemente y estaba pasando por una depresión severa
en la que a diario pensaba en suicidarse.

Hugo repasa el episodio: “todo ese dolor en ese


momento fue necesario, porque entendí que no
hay hormonas ni cirugías que puedan reemplazar
esa construcción de identidad que debe hacerse,

él( la) - Hugo Badel


de amor propio, y es que eso va mucho más allá de
lo físico —me dice—. Es que la transición no se trata
de cambiar el físico para convertirte en quien quieres
ser, sino en hacer cambios físicos para que tu exterior
refleje lo que ya eres. Hay personas transgénero que
deciden no someterse a cambios físicos, y aunque yo
sí quería esos cambios, en ese momento no estaba en
la capacidad de hacerlos. Entonces, decidí no dejarme
morir y comencé a construir a Hugo, sin hormonas
ni cirugías, que el día de hoy me tienen en paz con
mi cuerpo y mis decisiones. Hoy espero con ansias
las cirugías y comenzar la hormonación, pero estoy
tranquilo porque sé que esos cambios físicos no van a
ser mi salvavidas”.

Hugo les pidió a su papás que le cambiaran el nombre.


Ellos se negaron, me dice. Y me dice también que el papá
le quitaría el apellido si lo hacía. Él eligió el nombre que
le pondría al hijo que ya no podrá parir: esta nueva etapa,
entonces, está llena de un cariño paternal por él mismo.

36
Mucho es lo que escuchamos en estos tiempos sobre
estar en paz con uno mismo para “atraer cosas buenas”.
Hugo inició su proceso de aceptación en medio del caos y
recibió un puesto en un proyecto audiovisual por el cual le
pagaron diez millones de pesos. Tal vez la energía no tuvo
nada que ver, pero con ese dinero, él pudo irse de su casa y
comenzar los procesos médico-legales de su transición.

Encontró en arriendo una casita en Tenjo en la que


vivió durante ocho meses, y fue ese espacio el propicio
para terminar de construir una buena relación consigo
mismo cimentada en los 22 años que vivió como
Amanda. Encontró respuestas a preguntas como “¿quién
soy?” o “¿qué quiero para mi vida?”. En la casita de Tenjo
vivió por fin Hugo, un hombre transgénero de 23 años
que no estuvo dispuesto a esperar a que comiencen los
cambios para amarse.

Fue también en esa casita en donde convivió durante un


mes con Catalina, su ex pareja. Gracias a la convivencia que
tuvo con ella en ese pequeño paraíso privado fue que tomó
una decisión: hacerse la cirugía de reconstrucción de sexo.

Para poder llevar a cabo todas las transformaciones


físicas era necesario un documento básico: la cédula
de ciudadanía. Con una rápida búsqueda en Google,

él( la) - Hugo Badel


Hugo encontró el decreto 1227 de 2015 sobre el “derecho
a la corrección del componente sexo” en el registro civil
de nacimiento, cuyos parágrafos 1 y 2 establecen que
“la declaración hará referencia a la construcción
sociocultural que tenga la persona de su identidad”, y
también que “no se podrá exigir ninguna documentación
o prueba adicional” para realizar el cambio.

“Me alegró mucho saber que no necesitaba


un diagnóstico de nada para poder tener mi
documentación correcta y al día. Además, me
puse a leer el decreto y me di cuenta de que este
se logró gracias a las muchas tutelas que tuvieron
que poner hombres y mujeres transgénero antes
de mí. Eso hizo que me preguntara, ¿CO m O
puedo yo aportar a que los chicos o
chicas trans que venqan detrás de
mí puedan hacer las cosas fácil?'.
Así que como estudié medios audiovisuales, decidí
comenzar a documentar los procesos y compartirlos
en YouTube con la gente que esté buscando
información, y hasta el momento me ha ido bien”.

El canal de YouTube se llama Hugo Martin FTM. Las


tres últimas siglas significan Female to Male, el tipo de
tránsito que está haciendo. Mientras hablamos sobre
todos los procesos, Hugo saca de su maleta una carpeta
azul en la que lleva guardada los papeles de su vida entera.

El primer paso es el más lógico: poner tus papeles


en regla. Hugo enfatiza en que todos estos procesos
requieren de paciencia, porque, aunque en el papel todo
se ve en orden y claro, es en la práctica donde comienzan
los problemas.

El primer paradero de Hugo fue una sede de la


registraduría en Bogotá, en donde le dijeron que debía
ir primero a una notaría cualquiera y solicitar un
formulario de cambio de nombre y componente. Con
el formulario ya diligenciado, volvió a la notaría para
entregar un original de su registro civil, copia de la
cédula y una declaración “extra proceso” realizada bajo
la gravedad de juramento. El cambio de nombre es algo
que solo se puede hacer una vez en la vida, así que se
requiere un documento notarial que certifique que uno
está 100% seguro de realizar el cambio.

La escritura firmada debía ser llevada a la registraduría o


notaría donde estuviera su registro civil de nacimiento.
Hugo nació en Corozal, pueblo donde aún viven las
hermanas de su papá. Viajar a la costa no era una opción
para Hugo, así que le envió a una amiga de su infancia

él( la) - Hugo Badel


todos los documentos más un poder autenticado para que
ella pudiera terminar la diligencia.

Pasaron unos días y Hugo recibió de vuelta su registro


civil con el nombre y género correctos. Con ese
documento en mano, Hugo debía volver a la registraduría
y pedir que se iniciara un trámite de rectificación en la
cédula. Para este, le asignaron una cita a la que debía
llevar una copia de su registro civil nuevo, cédula anterior,
tres fotos y el recibo de la consignación del trámite. A
cambio, le entregan una contraseña, como promesa
de que en poco tiempo y tras mucha paciencia estará
recibiendo su cédula con el nombre y género correctos.

Tuvo p d C Í 6 n C Í 3 .

La cédula era indispensable para poder actualizar los


datos en la universidad y poder graduarse, afiliarse a la
EPS y sacar la libreta militar. Desde la primera visita de
Hugo a la registraduría hasta el día en que tuvo la nueva
cédula en sus manos, pasaron tres meses en los que la
contraseña no era un documento válido para proceder
con ninguno de esos trámites.

Lo único que pudo hacer con la contraseña fue pedir


en el colegio distrital del que es bachiller un diploma

40
actualizado con su nuevo nombre. Con este documento
expedido, pudo solicitar la cita en el Distrito Militar para
obtener su libreta militar, trámite que se atrevió a hacer
sin tener la cédula en mano, pues sabía que este proceso
tiende a demorarse más de dos meses.

También adelantó el proceso de afiliación a la EPS, un


paso muy importante para el resto del proceso. Ya cuando
le entregaron la cédula, pudo validar el cambio de nombre
en la universidad y activar su afiliación a la EPS, comenzar
el proceso clínico y sentirse con un respaldo legal que
avalara su identidad.

Y es que sin estos dos documentos (tarjeta militar y carné


de la EPS) Hugo está en un limbo laboral pues no puede
firmar contratos con ninguna empresa. Además, debe
también actualizar todos sus datos en los lugares en que
ha trabajado. Por esto, perdió un contrato con Apple, pues
al hacer la verificación de documentos encontraron varias
referencias en donde conocían exclusivamente a Amanda.

Para llegar a las cirugías y terapias de hormonación


Hugo tenía dos caminos: hacerlos de manera particular
y privada, que sería lo más fácil, o decidirse a iniciar un
proceso de muchísimos pasos, trámites y documentos en
la EPS para que le autorizaran los tratamientos.

él( la) - Hugo Badel


“Cuando fui a la EPS para darle inicio a mi proceso
me di cuenta de que, aunque me trataron bien y
resolvieron todas mis inquietudes, son conscientes de
que hay muchos vacíos en los procedimientos, porque
aunque en el papel todo funciona, en la práctica
no es así. Eso lo viví en cada uno de los trámites
que hice, y creo que es porque los funcionarios
encargados no tienen la suficiente capacitación
para saber cómo tratar con estos temas. Entonces,
a la EPS tuve que llegar con toda la convicción y
seguridad a contarles que me afiliaba a ellos, pues
quería comenzar mi tránsito, y necesitaba psicólogos,
psiquiatras, endocrinólogos, ginecólogos y cirujanos
que estuvieran dispuestos a trabajar conmigo. En
Sura encontré todo esto, además estuvieron súper
pendientes de todo el tema de la cédula para poder
comenzar lo más pronto posible con el tránsito”.

Además de la disposición de la EPS para ayudarle


con su proceso, Hugo rescata que al hacerlo de esta
manera está ayudando a abrir el camino para que las
personas transgénero que vendrán después de él a
comenzar su tránsito puedan hacerlo con más facilidad,
encontrándose con personas que, aparte de estar
dispuestas a colaborarles, tengan ya un conocimiento

42
previo de cómo poder llevar a cabo los procesos.

“Pienso en esto como en una bola de nieve. Lo mismo


pasó con el decreto que facilitó el cambio de nombre.
Llegó una tutela, luego otra, luego otras más, se
fueron acumulando, se fue agrandando el número de
personas que querían llevar a cabo ese proceso y así
fue que se logró este decreto. Quiero imaginarme que
todas las vueltas que estoy haciendo en la EPS para
que me aprueben las cirugías y la hormonación se
están juntando con otros procesos de personas trans,
hasta el punto de que ya seamos tantos que no nos
pongan trabas ni nos den malas informaciones”.

Y esto no es solo con la EPS.

En octubre, Hugo tuvo la cita en el Distrito Militar para


solucionar su situación militar. Después de los exámenes
de rutina, fue considerado como no apto, pero el motivo
no tuvo nada que ver con su transición, sino con una
enfermedad que tiene en los ojos. Sin embargo, aprovechó
su visita al Distrito para hacer muchas preguntas sobre el
proceso de otros hombres transgénero y cómo justifican
su inhabilidad para prestar el servicio.

¿De qué se pegan para declarar no apto a un hombre trans


que no ha iniciado la hormonación ni se ha sometido

él( la) - Hugo Badel


a cirugías, y además no tiene ninguna enfermedad
que lo inhabilite? En el caso de Hugo, de no haber
sido rechazado por el problema de sus ojos, le hubiera
pospuesto la expedición de la tarjeta hasta que se hiciera
la primera cirugía o comenzara la hormonación.

En este momento, Hugo está en proceso de liquidación


de la tarjeta y debe esperar unos tres meses hasta que
se la den. Mientras tanto, se enfocó en lograr que
aprobaran su histerectomía.

Desde julio de 2017, cuando quedó activo como usuario


de Sura, ha tenido un aproximado de 10 citas médicas
con todo tipo de especialista.

Primero necesita que un médico general lo vea para


remitirlo a las otras especialidades, y como siempre ha
sabido lo que quiere, conseguir sus remisiones no ha
sido difícil.

“Doctor, vine porque quiero que me remita a


psiquiatría para que me aprueben la terapia de
hormonas”, dice allá. O “doctor, quiero hacerme
la histerectomía. Así que, por favor, necesito una
remisión a ginecología”.

Y Hugo es un tipo con suerte, pues en su primera cita


de psiquiatría dio con una doctora que aprobó sus

44
terapias y cirugías sin haberle dado un diagnóstico de
disforia de género. Gracias a esta doctora, para la EPS los
cambios que Hugo estaba pidiendo no eran a raíz de una
enfermedad mental.

Y esto es un logro.

“Todos los procesos que he podido hacer son gracias


a gente que lo hizo antes que yo. Que no me hayan
diagnosticado con disforia de género es una esperanza
de que cada vez sean menos los doctores que se refieran
a esto como una enfermedad mental al momento de
tratar a otros pacientes. Es el granito de arena que puedo
aportar”, dice.

El primero de noviembre de 2017 recibió la llamada: le


dieron la orden para realizarse la histerectomía radical
por laparoscopia. Después de dos años, por fin comenzará
a modificar su cuerpo para que refleje lo que él es. Lo que
siempre ha sido.

Documentar todos estos procesos hacen que el acto de


Hugo tenga un tinte pretendidamente pedagógico:

él( la) - Hugo Badel


“no solo puedo ponerme en la tarea de abrirles el
camino a los que vienen detrás de mí, también puedo
enseñarles cómo hacerlo. Puede que muchas de las
personas que vean mis videos lo hagan porque no
tienen acceso a otro tipo de información. No pueden
profundizar en los procesos, así que por eso me
pongo en la tarea de explicarlo todo paso por paso,
porque yo lo sufrí sin que nadie me lo explicara. Es
otra manera de aportar”.

Desde que comenzó a subir los videos, Hugo recibe


muchos mensajes de gente de todo el mundo que está
pensando en transicionar o recién está comenzando el
proceso que le hace preguntas de todo tipo. Algunas de
esas le han servido de inspiración para grabar videos
que no necesariamente hablen de procesos legales,
como en el que explica por qué decide documentar su
tránsito: allí cuenta cómo fue el momento en que supo
que era un hombre trans, o cuáles han sido los cambios
más grandes que ha notado desde que comenzó su
tránsito. Pero compartir este tipo de historias atrae
otro tipo de comentarios.

“A veces me llegaban mensajes de personas que me


cuentan sus historias, y no siempre son las mejores.
Son personas que están pasando por muy malos
momentos, que están muy deprimidos y que me
escriben para desahogarse, pero también para que les
de consejos. Y yo tengo muy claro que cada tránsito
es individual y personal, y que tengo que ser muy
cuidadoso al momento de hablar de ciertos temas,
porque lo que me funciona a mi no le va a funcionar
a los otros”, dice. Abrumado por la cantidad de
mensajes que recibía al día, Hugo decidió cancelar su
plan de datos. “No podía estar disponible las 24/7 para
ayudar a otros sin perderme en el intento, así que
aunque decidí no cortar el canal de comunicación
con mis suscriptores, me limité a contestar mensajes
durante una hora al día. Así sigo ayudando sin
cargarme demasiado”.

Para Hugo, este canal es el proyecto más importante de


su vida en este momento, uno que lo hace feliz y al que
quisiera dedicarle todo el tiempo del mundo.

“Al video que más ansias le tengo es al de la


histerectomía, no solo porque es un procedimiento
del que pocos saben y documentarlo implica muchos
retos, sino porque después de todo este tiempo
por fin estoy dando ese primer paso hacia mí”.

Hugo no tendrá la regla el mes que viene. ^

él( la) - Hugo Badel


4
Pablo Durán
Pablo llegó a mi apartamento un martes, calmado y
sonriente. Pablo tiene unos ojos claros y grandes separados
por una nariz delgadita y delineada. Sus labios son delgados
y la voz que sale de ellos es suave. Acentúa bien las palabras.

Pablo no hace bulla. No le gusta.

Pablo, como hoy lo conocemos, nació a inicios de 2013.


Como ser humano, registrado por el Estado colombiano,
nació el 9 de agosto de 1985 en Sincelejo y fue la primera
de tres hermanas del matrimonio Durán Vallejo: a Pablo
lo bautizaron Catalina y lo criaron como una mujer.

Catalina, sin embargo, no existe más. Nunca más.


Catalina murió cuando Pablo comenzó a dejarse ver.
Corría el 2013 y después de haber terminado con
quien fue su novia durante tres años, Pablo se lanzó al
vacío y decidió construirse a sí mismo como siempre
había soñado. Durante toda su vida como Catalina se
sintió distinto, incluso cuando salió del closet en 2004
algo no encajaba.

Con la gasolina del desamor, Pablo decidió encontrar

50
respuestas. En primer lugar, fue a un sexólogo. “Hombre,
yo no me siento bien. Me gustan las mujeres, pero hay
algo que no funciona del todo”, le dijo al sexólogo. “Eso
no es conmigo, mi querida Catalina. ¿Por qué no vas
donde un psiquiatra?”. Fue a donde un psiquiatra.

El proceso con Tomás Rueda, especializado en temas


de género, fue largo. Desde la primera consulta el
diagnóstico fue “disforia de género”. Durante sus terapias,
que duraron unos ocho meses, Rueda se encargó de
conocer a Pablo, saber quién era, qué tanto se distanciaba
de Catalina. Juntos y por medio de terapias alternativas,
como regresiones e hipnosis, viajaron en el tiempo para
corroborar lo que Pablo siempre ha sabido.

Una sesión corriente de hipnosis es grabada. Después


del viaje, tú y el psiquiatra se sientan juntos a ver lo que
pasó durante el tiempo que estuviste inducido. Lo que
vieron fue a un Pablo alterado, atrapado en su pasado
remoto. Aún en Sincelejo, en el baño fresco de baldosas
blancas, Catalina lloraba, se daba golpes en el pecho.
Gritaba. Le exigía una respuesta a alguien, a Dios, le
pedía con todas las fuerzas de su cuerpo de niña de ocho
años que le explicara por qué nació mujer, por qué se
"Dios, ¿por qué no soy un niño?
siente así.
¿por qué?".

é/(la) - Pablo Durán


Hoy Pablo ya no se hace esta pregunta.

Lo que siguió al diagnóstico fue una remisión a


endocrinología en la que a Pablo le ofrecieron dos caminos.

El tránsito hormonal entre géneros tiene dos maneras de


hacerse que difieren en intensidad y dosificación. Se puede
comenzar con un tránsito no invasivo en el que se utilizan
parches de testosterona pegados al cuerpo. De esta manera,
el tránsito se hace de un modo más amable para el cuerpo,
con efectos secundarios menos intensos y negativos, y
toma más tiempo para que se vean los resultados.

La segunda opción, la terapia invasiva, le da más duro al


organismo. Consta de una inyección de un compuesto
de testosterona que va directo al torrente sanguíneo.
La hormona entra y se esparce por el cuerpo, cambiando
todo a su paso de manera inmediata. El efecto adverso
más común es una reacción alérgica, de esas que te cierra
la garganta y no te deja respirar, por la que tienes que
correr a la clínica más cercana para buscar una solución.

A Pablo le hicieron exámenes de sangre para determinar,


previo a la terapia hormonal, su curva de testosterona.

“La curva de una mujer debe estar centrada o


tirada a la izquierda y con valores entre los 15 y los
70 nd/Dl en el cuerpo. Ese día me entregaron mis

52
exámenes y sin haber comenzado la terapia, mi
curva de testosterona estaba completamente tirada
a la derecha, con resultados que normalmente se
encontrarían en hombres. El cuerpo funciona de
maneras increíbles”.

Los resultados de las pruebas hicieron que fuera más fácil


tomar la decisión de qué tipo de terapia comenzar.

“Yo quería comenzar con el proceso de una, no


dilatarlo más. Me decidí por la terapia invasiva y en
mayo de 2013 me pusieron la primera inyección”.

Respirar. Después de que en la clínica le inyectaran dos


dosis más de Testoviron para que su cuerpo creara el
antígeno para esta sustancia, Pablo, renacido como Pablo,
respiró por vez primera como un hombre.

“Lo primero fue la ira. Sentía mucha ira, quería


darme en la jeta con todo el mundo. Comencé a
perder el control sobre mi cuerpo. Me pasaba que
salía con mis amigos y jodiendo me pegaban, no sé,
un gato. Y yo les contestaba con rabia, les pegaba
a matar”, cuenta. Con la ira vinieron los cambios
físicos. Quince días después de la primera inyección
se olvidó de lo que era la regla.

é/(la) - Pablo Durán


La voz comenzó a engrosarse. Las manos eran las
de alguien más. Él, que tenía un negocio de catering
en el que la habilidad manual era imprescindible,
tuvo que volver a aprender a utilizar su cuerpo.
“Servía una copa y si la apretaba muy duro se
rompía. Yo trabajo mucho en los detalles a la hora
de servir. Terminaba espichándolo todo, haciendo
un reguero impresionante”.

Luego fue la piel. “Se me comenzó a endurecer el cuero, a


notarse más la porosidad de la piel”, cuenta. Y aunque la
barba se demoró más de ocho meses en salirle completa,
él estaba feliz.

Después de la transición vino la primera cirugía. El 21 de


febrero de 2014, Pablo entró al quirófano para quitarse
uno de los mayores pesos de encima. “Yo siempre, desde
que comencé con el tránsito, hablaba con mis amigos
de quitarme las tetas”. La mastectomía fue para Pablo
casi tan importante como ese primer trago de aire
después del Testoviron.

“Ese ha sido el mejor día de mi vida. Ese día perdí una


carga, me solté por completo. Me quité el complejo de
no verme al espejo como de verdad quería verme”.

54
Pablo,
renacido
como Pablo,
respiró por
vez primera
como un
hombre.
é/(la) - Pablo Durán
En los próximos meses, Pablo planea volver al quirófano,
esta vez para extirpar el útero y los ovarios. “Aunque
con la histerectomía no tengo tanto afán, es importante
hacerla. No es tan chévere confundir al cuerpo
inyectándote una hormona completamente opuesta a la
que este produce”. Además, otro de los factores que lo ha
detenido, es el tema económico.

“Todas las terapias y cirugías me las he costeado yo.


No me gusta la bulla, no me interesa llenar mil hojas
de papeleo, poner tutelas para que se autorice una
intervención, pedirle ayuda a nadie. Por eso, ahorita
ando ahorrando para lo que se venga”.

Hay quienes creen en el destino y quienes dudan de


la existencia de este. Personas que piensan que la vida
es una serie de azares que se acomodan uno tras otro,
simplemente porque así debe ser.

Los azares de Pablo han sido curiosos.

5<5
A los quince años, tras la separación de sus padres,
Pablo (Catalina en ese entonces) y sus dos hermanas
se mudaron con su mamá desde Sincelejo a Bogotá
buscando un nuevo comienzo. Así, las hermanas Durán
Vallejo terminaron en uno de los colegios femeninos
más prestigiosos de la capital: el Gimnasio Los Portales.
Irónico, ¿no? Catalina, quien desde pequeña en Sincelejo
sabía que no era la chica convencional, terminó
encerrada en una institución dedicada a formar “mujeres
integrales, responsables con la sociedad”, como canta el
himno del colegio.

Y de esto puedo dar fe. La primera vez que vi a Pablo fue


por allá en el 2000 cuando presentaron a Catalina como
la personera del colegio en el que cursaba transición.
Nuestros caminos se cruzaron en Los Portales hace 17
años, a la fuerza y sin intención alguna.

Catalina Ruiz Navarro fue mi profesora en Portales, y


en una columna para el Espectador en 2012 contó una
anécdota de algo que pasaba seguido en la institución.
Todas las mañanas la rectora nos reunía a todas en
el patio de pre-escolar a hacer su famosa reflexión
de la mañana. Para esto, hacíamos filas por cursos, la
escuchábamos hablar sobre cuál fuera el tema del día, y
finalizábamos el ejercicio orando. En la columna, Catalina

é/(la) - Pablo Durán


narra que hubo un tiempo en que trabajó “como profesora
de bachillerato en un colegio femenino. Recuerdo
especialmente una fría madrugada en la que la rectora le
recomendó a sus alumnas, de pie en formación, con los
cerebros somnolientos, que fueran “niñas apetecibl es”,
pues sus amigas le habían dicho “que ya no tenían con
quién casar a sus hijos” y por eso las chicas del colegio
debían intentar ser ese tipo de señorita con la que toda
madre casaría a su prole. Como sugerencia de un modelo
a seguir, había un retrato de la Virgen María en cada
salón” (El Espectador, 2g de febrero de 2012).

Imagínense. A ese tipo de colegio fue a dar Pablo, pero él


no se queja.

La etapa escolar no tuvo gran incidencia en la creación de


su identidad, sino en su sexualidad. Más o menos. Pablo
recuerda que, incluso desde cuando vivía en la costa, su
relación con las mujeres era algo extraña. “Yo celaba a mis
amigas, estaba pendiente de sus cosas. En la costa estudié
en un colegio mixto donde mi relación con los hombres
era excelente, eran mis parceros y nada más. En cambio
con las niñas, aunque las veía como amigas, siempre hubo
un interés más allá. Yo llegué a Portales y era el bicho raro
del colegio. Llegué a esta cantera de niñas super bonitas y
me convertí en el niñito del salón”, cuenta. Y rodeada de


ellas, siguió sintiéndose extraño. “Yo sabía que ellas eran
mis amigas, pero hasta ahí. Pensaba que sí, había algo
raro, pero que no podía ser tan raro”.

Catalina se graduó y entró a la Universidad Javeriana


a estudiar ecología, aunque no terminó la carrera. Sin
embargo, estando en la Javeriana conoció a Alejandra,
quien fue su primera novia.

Por la forma en la que escuchas hablar a Pablo te das


cuenta de que es un tipo que evita al máximo llamar la
atención, pero que no sirve para andar yéndose por las
ramas. Aunque aún tenía más preguntas que respuestas,
aprovechó una comida familiar para contarle a todos:

—Familia, me gustan las mujeres.

Lo que siguió a su confesión fue una oleada de amor


y comprensión por parte de su familia que tal vez no
esperaba. Ese fue el primer paso para todo lo que se venía.

Catalina y Alejandra fueron pareja durante tres años,


hasta el momento en que Alejandra decidió dar fin a la

é/(la) - Pablo Durán


relación. “Ella fue mi primera novia, mi primera relación.
Ella me terminó porque decía que me faltaba mundo, me
faltaba vivir y conocer más cosas”. Y en parte tenía razón.

El fin de esta relación fue fácil. Desde entonces, romper


vínculos no ha sido fácil para Pablo.

Catalina toca la batería y la guitarra, y en pleno inicio de


milenio, cuando el auge del tropipop se estaba tomando
la capital de Colombia, se unió a una banda. Por allá en
2006, Catalina dio con un grupo de amigos que cualquier
joven colombiano estaría dichoso de tener, porque
además de permitirle ser él mismo, pasaban mucho
tiempo dedicándose al trago, a las viejas y a la música.

Entre semana, Julián, Camo, Juan, Viviana, Catalina y


Juancho, los integrantes de Código Directo, se reunían a
ensayar, tomar y pasar el rato. Era un grupo inseparable,
de esos que te recuerda al Central Perk de Friends, pero
con guaro en lugar de café.

Y claro, la complicidad entre los chicos era muy


grande, tanto así que eran casi hermanos. No pasaba
fin de semana que no estuvieran juntos, no había
problema que no se pensara entre todos, no había
secreto que alguno desconociera. Mentiras, había uno.
Catalina ya pensaba en Pablo.

60
Entonces se distanció.

La banda ya no fue más, pero los lazos entre los miembros


se mantenían. Aunque Pablo ya no se veía con ellos tres
veces a la semana, se mantenía en contacto, llamándolos,
invitándolos a verse de vez en cuando. En este momento,
cerca al 2010, Pablo (Catalina todavía), estaba en una
relación con Jessica, con quien duró unos tres años,
montó el negocio de catering que hoy en día maneja y
hasta consideró casarse.

A Pablo no le gusta la bulla, y todo el drama


identitario decidió pasarlo solo. Durante estos tres años
de relación con Jessica él comenzó el tránsito social. De a
pocos comenzó a contarle a sus amigos, a sus compañeros
de banda, que si bien siempre tuvieron una buena
aceptación con su sexualidad, no fue igual el recibimiento
con la noticia de su identidad de género.

Tal vez esto porque simultáneamente estaban


acompañando el proceso de Tomás, quien sí hizo un poco
más de bulla al iniciar su tránsito.

— Tomás fue el primero, ¿no?- pregunta Julián,


quien conoció a Pablo cuando era Catalina y a Tomás
cuando era Viviana recién se formó Crédito Directo.

é/(la) - Pablo Durán


— No. La diferencia es que Tomás lo gritó a los cuatro
vientos, pero un año y medio después que yo.

Y la distancia que tomó del grupo, de alguna manera


él la asume.

“Yo me borré del mapa mucho tiempo porque


necesitaba entenderme, conocer bien qué es lo que
me estaba pasando, qué es esta vaina”. Sin shows ni
drama, sin bulla, Pablo dio un paso al costado, pero
en dirección hacia sí mismo. “Cuando regresé al
mapa vi una aceptación muy bonita de gente que no
esperaba. En cambio, de mis amigos recibí un rechazo
indirecto que me dolió mucho”, cuenta en voz baja,
como evitando despertar a la bestia que fue esa
sensación de desprecio.

Además de eso, un corazón roto.

“Yo duré con ella tres años, estábamos viviendo juntos,


montamos la empresa, nos íbamos a casar y a los 15
días me puso los cachos”, me cuenta. En ese momento
él no había comenzado el tránsito. “Ya tenía la idea,
pero no el empuje, y de alguna manera ella no me
estaba brindando el apoyo necesario”. Sin embargo,
con ella o sin ella, Pablo no podía seguir viviendo una
vida basada en preguntas e inseguridades.

62
Pablo dio
un paso al
costado, pero
en dirección
hacia sí
mismo.
é/(la) - Pablo Durán
Pablo y Jessica terminaron en febrero de 2013 y en mayo él
comenzó su tránsito.

El 9 de agosto de 2013 Pablo no celebró su cumpleaños.


Laura, su hermana menor, estaba en trabajo de parto,
y él, como el excelente tío que es, no se podía perder el
nacimiento de Juan José. Con tan solo tres meses desde
el inicio de su terapia hormonal, podría decirse que Pablo
también está comenzando su vida.

Y algo más nació ese día.

Inspirado por el orgullo de ser tío y el cansancio de todo


un día del hospital, Pablo subió una foto a lnstagram
en la que se veía un tetero junto a una lata de RedBull.
"a @totopiedrahita le
Luego una notificación:
gusta tu publicación".
Totó se llama María Camila. Ella y Pablo se conocieron
en 2008 cuando Totó estaba cuadrada con Kate, amiga
de los años musicales de Pablo. Cuando Totó y Kate
terminaron, Pablo no volvió a hablar con ella hasta el día
que nació Juan José.

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Pablo la invitó a tomarse un café y hablar de lo que
había pasado en sus vidas desde la época de la banda.
Totó acababa de graduarse de derecho en la Javeriana,
y se ofreció a ayudarle con la liquidación de la empresa
que montó con Jessica. Pronto, la química entre Totó
y Pablo se convirtió en física, y de ser viejos amigos
pasaron a ser pareja.

Y fue en un buen momento. Pablo estaba en medio de


la terapia hormonal, de un aislamiento autoimpuesto y
Totó estuvo ahí para él, dándole todo su apoyo posible
y no dejándolo desfallecer en ningún momento. Porque
momentos para darse por vencido hubo varios. “Con
esto se pierden muchas cosas, pero a la vez se ganan
otras más profundas y más cheveres. De alguna manera,
transicionar forja el carácter, más cuando uno está
aprendiendo a conocerse”. A conocerse a sí mismo y
dónde están las lealtades de los otros.

El 2014 comenzó bien para Pablo. Con Totó a su lado


y todo el apoyo de su familia y amigos durante su
transición, en febrero entró al quirófano para realizarse
una mastectomía. Ese año, también, compró su
apartamento propio y fortaleció su negocio de catering.

é/(la) - Pablo Durán


Durante su transición, aunque se distanció de sus
amigos de banda, el lazo que tenía con tres de sus
compañeros de vida, que lo han acompañado desde
Sincelejo, desde Catalina, se fortaleció. Sin embargo, sus
amigos de tantas noches de buenos tragos y canciones
terminaron por irse de su vida.

“De un día a otro me dejaron de llamar. Cuando los


llamaba yo me contestaban, todo bien. Me contaban
que estaban reunidos todos tomando café o una pola,
pero no me decían tampoco que cayera. Me invitaron
una vez al cumpleaños de alguno y fui con todas
las ganas y me encontré con un parche mucho más
unificado en el que yo sentía que sobraba”.

Lo bueno es que la vida siempre balancea las cargas,


y si te quita algo, aunque puede tomarse un poco de
tiempo, te recompensa. Hoy Pablo cuenta con un grupo
de amigos que parece más un grupo de hermanos. Son
cuatro, “las cuatro patas de la mesa”, y juntos se han
mantenido estables.

Pero la naturaleza noble de Pablo se vio reflejada cuando


a finales de 2014, Julián, uno de sus ex compañeros de
banda, lo llamó en busca de un roommate.

— Pablo, lo llamo porque ando con ganas de ya

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independizarme y estoy buscando a alguien con quien
compartir un apartamento.

— Veámonos y me cuenta.

Pablo llevaba un par de meses solo en su apartamento de


tres alcobas. Aunque nunca había pensado en compartir
su espacio con nadie, le abrió las puertas a Julián, su
amigo, con quien vivió durante seis meses. Coordinaron
el pago del apartamento, servicios y administración.
Ambos estaban en una relación, y pasaba que algún
fin de semana el plan era quedarse en casa tomándose
unas polas, o hacían plan cada uno con su parche y se
respetaban los espacios. “Fue una convivencia chévere,
así que cuando me dijo que se iba a vivir con la novia,
aunque me alegré mucho por él, me dio un poco de
tristeza. Igual, me ofrecía a ayudarle con el trasteo,
movimos todo en la camioneta de mi negocio.

Parce, no nos perdamos. Que esto no signifique que no


nos veamos más ni pasemos tiempo juntos.

Todo bien, hermano. Muchas gracias por todo.

Hasta el día de hoy no han vuelto a hablar. Se vieron una


vez, o no, Pablo los vio una vez en el grado de un amigo
en común. Pablo se encargó del catering y mientras

é/(la) - Pablo Durán


organizaba toda la comida, Crédito Directo llegó, juntos,
como si fueran a tocar de nuevo.

“Yo no me quise quedar, ¿a qué me quedaba? Verlos


juntos me partió el corazón porque era un grupo muy
chevere del que yo ya no era parte”, cuenta Pablo
mientras mira al suelo con nostalgia.

— Pero todo bien, después de eso vino mi


compromiso a mediados de 2016. Ese día me
encargué de que Totó se pusiera muy brava
conmigo. No le contesté en todo el día, le decía
estupideces. La idea era que cuando ella llegara
a la casa, emputadísima, se encontrara con todos
nuestros amigos.

Cada uno de los amigos de Pablo y Totó invitados a esa


noche especial tenían una letra recortada en foamy que en
conjunto escribían “¿Se quiere casar conmigo?”. Durante
los tres años más difíciles de su vida, Totó estuvo a su
lado, pero para entender un poco de su relación, le daré la
palabra a Pablo:

“La gran valentía y fortaleza que yo saqué para


enfrentarme al mundo como una nueva persona fue
saberme al lado de ella. Yo pasé por muchas cosas,
pasamos por muchas cosas, y ella nunca se fue de mi
lado. Con la terapia de testosterona, por ejemplo,
uno se pone como loco porque le estás metiendo
una hormona sexual al cuerpo. Incluso con eso a mi
no me dio por ser perro ni nada, ¿para qué? Yo no
tenía que buscar nada en otro lado, tenía junto a mi
todo lo que quería. Ella se aguantó toda mi mierda
sin decir nada, estuvo apoyándome en todas mis
decisiones. Yo no podía pensar en dejarla ir. No lo
hice y no lo voy a hacer. Esa es la mía, con la que me
quiero casar”.

Y ella dijo que sí. ¿,(la)


él{ la) recoge las historias de tres hombres
transgénero que viven en la ciudad de Bogotá.

La historia de Cocó Miranda, fotógrafo y artista


visual, aborda el tema de la construcción de
identidad; Hugo Badel, realizador audiovisual,
nos servirá como nave para narrar cómo el
Estado está configurado para ayudar o impedir
la ejecución de los procesos de transición;
por último, a través de la historia de Pablo
Durán, el chef, se busca demostrar que llevar
una vida normal y sana después del tránsito es
completamente factible.

Estos perfiles testimoniales hablan de sus


vidas, de sus luchas y de sus resistencias diarias
en el proceso que transitan hacia convertirse
en los hombres que siempre han querido ser,
y cómo desde sus propias áreas de interés
aportan a que la visibilización de los hombres
transgénero, sus carencias y necesidades, sea
cada vez mayor.
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