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Título:

LOS CINCO SEXOS, REVISADO


(Artículo de portada)

Fuente: The Sciences, julio/agosto 2000, vol. 40, n° 4, p. 18, 6p, 1c, 2bw

Autor(es): Fausto-Sterling, Anne

Resumen:
Informe sobre la aparición de los intersexuales y la ambigüedad del género. El
concepto de la intersexualidad arraigado en las ideas de ser hombre y mujer.
Dependencia de los principios de manejo de casos para tratar la
intersexualidad. Aparición del activismo de los intersexuales. Protocolo de
tratamiento de los bebés intersexuales.

AN: 3368034
ISSN: 0036-861X
Cantidad de palabras del texto original: 3.463
Base de datos: búsqueda de textos académicos
Sección: Ensayos y comentarios

LOS CINCO SEXOS, REVISADO


El reconocimiento emergente de que las personas vienen en una impresionante variedad sexual
está poniendo a prueba los valores médicos y las normas sociales.

Cuando Cheryl Chase se puso al frente de la apretada sala de reuniones en el Hotel


Sheraton de Boston, las toses nerviosas hicieron que la tensión fuera audible. Chase,
una activista por los derechos de los intersexuales, había sido invitada para dirigirse a la
reunión de mayo del 2000 de la Sociedad de Pediatras Endocrinólogos de Lawson
Wilkins [LWPES, Lawson Wilkins Pediatric Endocrine Society], la organización de
especialistas en hormonas infantiles más grande de los Estados Unidos.Su discurso sería
la gran final de un simposio de cuatro horas sobre el tratamiento de la ambigüedad
genital en recién nacidos, bebés nacidos con una mezcla de la anatomía masculina y
femenina o con genitales que parecen diferir de su sexo cromosómico.El tema no era
nada nuevo para los médicos reunidos.

Sin embargo, la aparición de Chase en el grupo fue impresionante.Tres años y medio


antes, la Academia de Pediatría Estadounidense [American Academy of Pediatrics]
había rechazado su solicitud de una oportunidad para presentar el punto de vista de los
pacientes sobre el tratamiento de la ambigüedad genital, descartando a Chase y sus
partidarios como “fanáticos”.Cerca de dos docenas de personas intersexuadas habían
reaccionado lanzando un piquete.La Sociedad de Intersexuales de Estados Unidos
[ISNA, Intersex Society of North America] incluso emitió un comunicado de
prensa:“Hermafroditas se dirigen a doctores de niños”.

Le había hecho bien a mi corazón activista de los años sesenta.En el corto plazo, le dije
a Chase en ese momento, el piquete enojaría a la gente.Pero, con el tiempo, le aseguré,
las puertas que entonces se encontraban cerradas se abrirían.Ahora, cuando Chase
comenzó a dirigirse a los médicos en su propia convención, esa predicción se estaba
volviendo realidad.Su discurso, titulado “Ambigüedad sexual:enfoque centrado en el
paciente”, fue una crítica comedida a la práctica casi universal de realizar cirugía
“correctiva” inmediata a miles de bebés nacidos cada año con genitales ambiguos.

La misma Chase vive con las consecuencias de dicha cirugía.No obstante, su audiencia,
los mismos endocrinólogos y cirujanos a los que Chase estaba acusando de reaccionar
con “cirugía y vergüenza”, la recibieron con respeto.Lo que es incluso más
impresionante, es que muchos de los oradores que la habían precedido en la sesión ya
habían hablado de la necesidad de abandonar la prácticas actuales a favor de
tratamientos más centrados en la orientación sicológica.

¿Qué condujo a tan dramático revés de la fortuna?Ciertamente, el discurso de Chase en


el simposio de LWPES fue un reconocimiento a su persistencia en la búsqueda de
atención para su causa. Pero su invitación a hablar también marcó un hito en la
discusión en desarrollo sobre cómo tratar a los niños con genitales ambiguos.Y esa
discusión, a la vez, es la punta de un iceberg biocultural, el iceberg del género, que
continúa sacudiendo a la medicina y a nuestra cultura en el largo plazo.

Chase hizo su primera aparición a nivel nacional en 1993, en estas mismas páginas,
anunciando la formación del ISNA en una carta que respondía a un ensayo que yo había
escrito para The Sciences, titulado “Los cinco sexos” [marzo/abril 1993].En ese artículo,
yo defendía que el sistema de dos sexos arraigado en nuestra sociedad no es adecuado
para englobar todo el espectro de la sexualidad humana.En su lugar, sugerí un sistema
de cinco sexos.Además de hombres y mujeres, incluí a los “herms” (llamados así por
los hermafroditas verdaderos, personas que nacen con un testículo y un ovario); los
“merms” (pseudohermafroditas masculinos, quienes tienen testículos y algunos aspectos
de los genitales femeninos); y los “ferms” (pseudohermafroditas femeninos, quienes
tienen ovarios y algunos aspectos de los genitales masculinos).

Mi intención era provocativa, pero también escribí medio en broma.De manera que me
sorprendí con la extensión de la controversia que desató el artículo.Los cristianos de
derecha estaban escandalizados y conectaron mi idea de los cinco sexos con la Cuarta
Conferencia Mundial sobre Mujeres subsidiada por las Naciones Unidas, que se celebró
en Beijing en septiembre de 1995. Al mismo tiempo, el artículo encantó a otros que se
sentían limitados por el actual sistema de sexos y género.

Claramente, había metido el dedo en la llaga.El hecho de que tanta gente se molestara
por mi propuesta de reformar nuestro sistema de sexos y géneros sugería que el cambio
podría avecinarse, pero también la resistencia. De hecho, muchas cosas han cambiado
desde 1993 y me gusta pensar que mi artículo fue un estímulo importante.Los
intersexuales se están materializando ante nuestros ojos como de la nada.Como Chase,
muchos se han vuelto organizadores políticos, que presionan a médicos y políticos para
cambiar las prácticas de tratamiento actuales.Pero en términos más generales, aunque
quizás de manera menos provocativa, los límites que separan lo masculino de lo
femenino parecen ser más difíciles de definir que nunca.Algunos encuentran que los
cambios que están teniendo lugar son muy alarmantes.Otros los encuentran liberadores.
¿Quién es intersexual y cuántos intersexuales hay?El concepto de intersexualidad está
enraizado en las ideas mismas de hombre y mujer.En el mundo biológico, platónico e
idealizado, los seres humanos se dividen en dos clases:una especie perfectamente
dimórfica. Los hombres tienen un cromosoma X y uno Y, testículos, un pene y todas los
conductos internos apropiados para llevar la orina y el semen al mundo externo.
También tienen características sexuales secundarias bien reconocidas, incluidas la
complexión muscular y el vello facial.Las mujeres tienen dos cromosomas X, ovarios,
todos los conductos internos para llevar orina y óvulos al mundo exterior, un sistema
para soportar el embarazo y el desarrollo fetal, y una variedad de características
sexuales secundarias.

Esa historia idealizada disimula muchas observaciones obvias:algunas mujeres tienen


vello facial, algunos hombres no tienen; algunas mujeres tienen voces profundas,
algunos hombres verdaderamente chillan.Menos conocido es el hecho de que, más de
cerca, el dimorfismo absoluto se desintegra incluso al nivel de la biología básica.Los
cromosomas, las hormonas, las estructuras sexuales internas, las gónadas y los genitales
externos varían más de lo que la mayoría de las personas creen.Aquellas personas que
nacen fuera del molde dimórfico platónico son llamadas intersexuales.

En “Los cinco sexos” informé de una estimación realizada por un sicólogo experto en el
tratamiento de intersexuales que sugería que cerca del 4% de todos los nacimientos de
niños vivos son bebés intersexuales.Luego, junto con un grupo de estudiantes de la
Universidad de Brown, comencé a conducir la primera evaluación sistemática de los
datos disponibles sobre las tasas de nacimiento de intersexuales.Revisamos la literatura
médica buscando las estimaciones de la frecuencia de las categorías de intersexualidad,
desde cromosomas adicionales a gónadas, hormonas y genitales mixtos.En el caso de
algunas condiciones pudimos encontrar sólo evidencia anecdótica; sin embargo, para la
mayoría, los números existen.Sobre la base de esa evidencia, calculamos que por cada
mil niños nacidos, diecisiete son intersexuales de alguna manera.Esa cantidad –1,7% –
es una estimación aproximada, no una cuenta precisa, aunque creemos que es más
exacta que el 4% que informé.

Nuestra cifra representa todas las excepciones cromosómicas, anatómicas y hormonales


al ideal dimórfico; la cantidad de intersexuales que podrían, potencialmente, ser sujetos
probables de cirugía como bebés es más pequeña, quizás entre uno en mil y uno en dos
mil nacimientos.Además, debido a que algunas poblaciones con frecuencia tienen los
genes relevantes, la tasa de nacimiento de intersexuales no es uniforme en todo el
mundo.Consideren, por ejemplo, el gen para la hiperplasia suprarrenal congénita
(HSC).Cuando un bebé hereda el gen de la HSC de ambos padres, éste tiene dos
cromosomas X, genitales externos masculinizados y los órganos reproductivos internos
de una mujer potencialmente fértil.La frecuencia del gen varía ampliamente en el
mundo:en Nueva Zelanda, está presente en sólo cuarenta y tres niños por millón; entre
los esquimales yupik del sudoeste de Alaska, su frecuencia es de 3.500 en un millón.

La intersexualidad siempre ha sido en cierta medida una cuestión de definición.En el


siglo pasado, fueron los médicos los que definieron a los niños como intersexuales y los
que ofrecieron las soluciones.Cuando sólo los cromosomas son inusuales, pero los
genitales externos y las gónadas indican claramente si se trata de un hombre o una
mujer, los médicos no abogan por una intervención.Ciertamente, no está claro qué clase
de intervención podría defenderse en esos casos.Pero la historia es bastante distinta
cuando los bebés nacen con genitales mezclados o con genitales externos que no
coinciden con sus gónadas.La mayoría de las clínicas que ahora se especializan en el
tratamiento de bebés intersexuales se basan en principios derivados del manejo de casos
desarrollados en los años cincuenta por el sicólogo John Money y los siquiatras Joan G.
Hampson y John L. Hampson, todos de la Universidad John Hopkins de Baltimore,
Maryland.Money creía que la identidad de género es completamente maleable durante
cerca de dieciocho meses después del nacimiento.Entonces, defendía, cuando a un
equipo de tratamiento le presentan un bebé con genitales ambiguos, el equipo podría
asignar el género solamente sobre la base de lo que tendría más sentido en términos
quirúrgicos.Los médicos simplemente podrían animar a los padres a criar al niño según
el género asignado por medios quirúrgicos.Siguiendo ese curso, según la mayoría de los
médicos, se eliminaría el estrés sicológico tanto para los pacientes como para los
padres.De hecho, los equipos de tratamiento nunca usarían palabras como “intersexo” o
“hermafroditas”; en lugar de eso, tendrían que decirles a los padres que la naturaleza
quería que el bebé fuera el niño o la niña que el médico había determinado ser.A través
de la cirugía, los médicos estarían completando la intención de la naturaleza.

Aunque Money y los Hampsons publicaron estudios de caso detallados de niños


intersexuales que se habían adaptado bien a su asignación de género, Money pensó que
un caso en particular probaba su teoría.Era un ejemplo impresionante, ya que no
involucraba la intersexualidad para nada: uno de un par de gemelos perdió su pene
como resultado de un accidente durante la circuncisión. Money recomendó que “John”
(como comenzó a ser conocido en un estudio de caso posterior) se convirtiera en “Joan”
por medio de una cirugía y se criara como una niña.Con el tiempo, a Joan le empezaron
a encantar los vestidos y los peinados.Money proclamó orgullosamente que la
reasignación de sexo había sido un éxito.

Sin embargo, en su reciente libro As Nature Made Him [Como lo creó la naturaleza],
John Colapinto registra que Joan –ahora conocido como un adulto masculino llamado
David Reimer– con el tiempo rechazó su asignación femenina.Incluso sin un pene y
testículos funcionales (los que fueron extraídos como parte de la reasignación),
John/Joan buscó medicación masculinizadora y se casó con una mujer que tenía hijos (a
los que él adoptó).

Desde que la conclusión completa de la historia sobre John/Joan salió a la luz, se han
conocido otras personas a las que se les reasignó como hombres o mujeres después del
nacimiento, que luego rechazaron estas reasignaciones.También se han conocido casos
en que la reasignación ha funcionado, al menos cuando el sujeto tiene veinte años.Pero
incluso entonces las repercusiones de la cirugía pueden ser problemáticas.La cirugía
genital con frecuencia deja cicatrices que pueden reducir la sensibilidad sexual.La
misma Chase tuvo una clitoridectomía completa, un procedimiento que hoy en día es
menos frecuente entre los intersexuales.Pero las cirugías más recientes, que reducen el
tamaño del clítoris, aún disminuyen la sensibilidad en gran medida.

La revelación de casos donde la reasignación ha fallado y el surgimiento del activismo


intersexual han llevado a un número de endocrinólogos, urólogos y sicólogos
pediátricos cada vez mayor a reexaminar los conocimientos sobre cirugía genital
temprana.Por ejemplo, en un discurso que precedió al de Chase en la reunión de la
LWPES, el médico especialista en ética Laurence B. McCullough del Centro de Ética
Médica y Políticas de Salud del Colegio de Medicina de Baylor en Houston, Texas,
introdujo un marco ético para el tratamiento de niños con genitales ambiguos.Debido a
que el fenotipo sexual (la manifestación de las características sexuales genética y
embriológicamente determinadas) y la presentación del género (el rol sexual proyectado
por el individuo en la sociedad) son altamente variables, defiende McCullough, las
formas variadas de la intersexualidad deberían definirse como normales.Todas caen en
la variabilidad estadísticamente esperada de sexo y género.Además, aunque algunos
estados producidos por ciertas enfermedades pueden acompañar ciertas formas de
intersexualidad y pueden requerir intervención médica, la condición de intersexual no es
una enfermedad en sí misma.

McCullough también defiende que en el proceso de asignación de género, los médicos


deberían minimizar lo que él llama asignaciones irreversibles:tomar medidas como la
remoción o modificación quirúrgicas de las gónadas o genitales que el paciente algún
día podría querer revertir.Finalmente, McCullough llama a los médicos a abandonar su
práctica de tratar el nacimiento de un niño con ambigüedad genital como una
emergencia médica o social.En lugar de eso, deberían tomarse el tiempo para realizar un
trabajo médico cabal y compartir todo con los padres, incluidas las incertidumbres sobre
el resultado final.En otras palabras, el mantra de tratamiento debería ser terapia, no
cirugía.

Creo que tenemos cerca un nuevo protocolo de tratamiento para los bebés intersexuales,
parecido al esbozado por McCullough.El tratamiento debería combinar algunos
principios médicos y éticos básicos con un enfoque práctico pero menos radical en el
nacimiento de un niño de sexo mixto.Como primera medida, sólo se debería realizar
cirugía para salvar la vida del niño o para mejorar sustancialmente su bienestar
físico.Los médicos pueden asignar un sexo –masculino o femenino– a un bebé
intersexual sobre la base de la probabilidad de que la condición particular del niño
conducirá a la formación de una identidad de género particular.Sin embargo, al mismo
tiempo, los médicos deberían ser lo suficientemente humildes como para reconocer que
a medida que el niño crezca, él o ella pueden rechazar la asignación y deberían ser lo
suficientemente sabios para escuchar lo que el niño tiene que decir.Más importante aún,
los padres deberían tener acceso a toda la información y las opciones disponibles para
ellos.

La asignación de sexo realizada poco después del nacimiento sólo es el comienzo de un


largo viaje.Consideren, por ejemplo, la vida de Max Beck:nacido intersexual, a Max le
asignaron el sexo femenino quirúrgicamente y lo criaron como tal.Si su equipo médico
lo hubiera seguido hasta sus primeros veinte años, habrían juzgado su asignación como
un éxito, porque estaba casada con un hombre(se debe tomar en cuenta que el éxito en
la asignación de género tradicionalmente se ha definido como vivir según ese género
como heteresexual).Sin embargo, en pocos años, Beck se convirtió en una lesbiana
ahombrada; después, cuando tenía más de treinta años, se volvió hombre y se casó con
una compañera lesbiana, quien (gracias a los milagros de la tecnología reproductiva
moderna) dio a luz a una niña recientemente.

Los transexuales, las personas que tienen un género emocional que no concuerda con su
sexo físico, una vez se definieron en términos de absolutos dimórficos: hombres
atrapados en cuerpos de mujer o viceversa.Como tales, buscaban alivio sicológico a
través de la cirugía.Aunque muchos de ellos aún lo hacen, algunos supuestos
transgenerizados hoy en día están satisfechos con habitar una zona más ambigua.Un
transexual que era hombre y ahora es mujer, por ejemplo, puede volverse lesbiana.Jane,
que nació como hombre, ahora tiene más de treinta años y vive con su esposa, con quién
se casó cuando su nombre aún era John.Jane toma hormonas para feminizarse, pero
éstas aún no han intervenido en su capacidad de tener relaciones sexuales como
hombre.En su mente, Jane tiene una relación lesbiana con su esposa, aunque ella
considera sus momentos íntimos como un cruce entre una lesbiana y una heterosexual.

Podría parecer natural considerar a los transexuales y a los transgenerizados como gente
que vive entre los polos hombre y mujer.Pero hombre y mujer, masculino y femenino,
no pueden analizarse como una clase de continuo.El sexo y el género pueden más bien
conceptualizarse como puntos en un espacio multidimensional.Por algún tiempo, los
expertos en el desarrollo del género han distinguido entre el sexo a nivel genético y
celular (expresión genética específica del sexo, cromosomas X e Y); a nivel hormonal
(en el feto, durante la niñez y después de la pubertad); y a nivel anatómico (genitales y
características sexuales secundarias).La identidad de género probablemente emerge de
todos aquellos aspectos corpóreos a través de la interacción mal entendida con el
ambiente y la experiencia.Lo que cada vez es más claro es que se pueden encontrar
niveles de masculinidad y femineidad en casi todas las permutaciones posibles. Un
hombre (o una mujer) cromosómico, hormonal y genital puede revelarse con una
identidad de género femenina (o masculina).O una mujer cromosómica con hormonas
fetales masculinas y genitales masculinizados –pero con hormonas de la pubertad
femeninas– puede desarrollar una identidad de género femenina.

Las comunidades médica y científica todavía tienen que adoptar un lenguaje que sea
capaz de describir esa diversidad.En su libro Hermaphrodites and the Medical Invention
of Sex [Los hermafroditas y la invención médica del sexo], la historiadora y experta en
ética médica Alice Domurat Dreger de la Universidad Estatal de Michigan en Lensing
del este documenta la aparición de los sistemas médicos actuales para clasificar la
ambigüedad genérica.El uso actual sigue enraizado en el enfoque victoriano del sexo.La
estructura lógica de los términos comúnmente usados “hermafrodita verdadero”,
“pseudohermafrodita masculino” y “pseudohermafrodita femenino” indica que sólo los
supuestos hermafroditas verdaderos son una mezcla genuina de hombre y mujer.Los
demás, sin importar cuán confusas puedan ser sus partes íntimas, son en realidad
hombres o mujeres ocultos.Debido a que los hermafroditas verdaderos son escasos –
posiblemente sólo uno en 100.000–, un sistema de clasificación tal fomenta la idea de
que los seres humanos son una especie absolutamente dimórfica.

A comienzos del siglo XXI, cuando la variabilidad de género parece tan visible, es
difícil mantener esa posición.Y aquí, también, el antiguo consenso médico ha
comenzado a desmoronarse.Hace un tiempo, el urólogo pediátrico Ian A. Aaronson de
la Universidad Médica de Carolina del Sur, en Charleston, organizó la Comisión
Norteamericana de Intersexualidad (NATFI, North American Task Force on
Intersexuality) para revisar las respuestas clínicas a la ambigüedad genital de
bebés.Algunas asociaciones médicas clave, como la Academia Estadounidense de
Pedriatría, han aprobado la NATFI.Especialistas en cirugía, endocrinología, sicología,
ética, psiquiatría, genética y salud pública, así como también grupos que defienden a los
pacientes intersexuales, se han unido a sus filas.

Uno de los objetivos de la NAFTI es establecer una nueva nomenclatura de sexos.Una


de las propuestas en consideración reemplaza al sistema actual con una terminología
emocionalmente neutral que enfatiza los procesos de desarrollo más que categorías
genéricas preconcebidas.Por ejemplo, los intersexos Tipo I se originan de influencias
virilizantes anómalas; el Tipo II resulta de alguna interrupción de la virilización; y en el
caso del Tipo III, las gónadas mismas pueden no haberse desarrollado de la manera
esperada.

Lo que está claro es que desde 1993, la sociedad moderna se ha desplazado más allá de
los cinco sexos a un reconocimiento de que la variación genérica es normal y, para
algunas personas, un campo de juguetona exploración.Al analizar mi propuesta de
“cinco sexos” en su libro Lessons from the Intersexed [Lecciones de los intersexuados],
la sicóloga Suzanne J. Kessler de la Universidad Estatal de Nueva York en Purchase
hace entender este punto eficazmente:

La limitación de la propuesta de Fausto-Sterling es que…todavía da a los genitales… un


estado de significancia fundamental e ignora el hecho de que en la palabra cotidiana
„género‟ se hacen atribuciones sin tener acceso a la inspección genital.... Lo que tiene
importancia en la vida diaria es el género que se realiza, independientemente de la
configuración de la carne bajo la ropa.

Ahora concuerdo con la evaluación de Kessler.Sería mejor para los intersexuales y sus
partidarios desviar la atención de los genitales.En su lugar, como sugiere Suzanne, uno
debería estar consciente de que las personas vienen en un surtido aun más amplio que
las identidades y características sexuales de lo que unos simples genitales pueden
distinguir.Algunas mujeres pueden tener “clítoris grandes y labios fusionados”, mientras
que algunos hombres pueden tener “penes pequeños y escrotos deformes”, como dice
Kessler, “fenotipos sin un significado clínico o de identidad en particular”.

Tan claro como el programa de Kessler, y a pesar de los avances realizados en los
noventa, nuestra sociedad aún está lejos de ese ideal.La persona intersexual y
transgenérizada que proyecta un género social, lo que Kessler llama “genitales
culturales”, en conflicto con sus genitales físicos todavía puede morir por la
transgresión.De ahí que las personas cuyos genitales culturales y físicos no coincidan
necesiten protección legal durante la transición actual a un mundo más diverso en
términos de género.Un paso fácil sería eliminar la categoría de “género” de los
documentos oficiales como licencias de conducir y pasaportes.Ciertamente, los atributos
más visibles (como la altura, complexión y color de ojos) y menos visibles (como las
huellas digitales y los perfiles genéticos) serían más convenientes.

Un programa que va mucho más allá es el que se presentó en el Proyecto Internacional


de los Derechos de Género [International Bill of Gender Rights], aprobado en 1995 en
la cuarta Conferencia Internacional sobre Derecho Transgenérico y Políticas de Empleo
[International Conference on Transgender Law and Employment Policy] en Houston,
Texas.Se enumeran diez “derechos de género”, incluidos el derecho a definir el propio
género, el derecho a cambiar el género físico propio si uno lo elige así y el derecho a
casarse con quien uno desee.Las bases legales para dichos derechos se están negociando
en los tribunales en este mismo instante y, más recientemente, a través de la clase
dirigente, en el estado de Vermont, las asociaciones domésticas entre personas del
mismo sexo.
Nadie podría haber previsto estos cambios en 1993. Y la idea de que tuve algún papel,
sin importar lo pequeño, en la reducción de la presión de la comunidad médica y de la
sociedad en general para allanar la diversidad de los sexos humanos en dos campos
diametralmente opuestos me da un cierto placer.

A veces la gente me sugiere, un poco horrorizada, que estoy defendiendo un mundo de


tonos pasteles en donde reina la androginia y los hombres y las mujeres son latamente lo
mismo.A mi parecer, sin embargo, los colores fuertes coexisten con los pasteles.Hay y
seguirá habiendo personas muy masculinas allá afuera; lo único que pasa es que algunas
de esas personas son mujeres.Y resulta que algunas de las personas más femeninas que
conozco son hombres.

FOTO (BLANCO Y NEGRO):De LaGrace Volcano, Jack Unveiled, 1994

FOTO (A COLOR):Janine Antoni, Mom and Dad, 1994

FOTO (BLANCO Y NEGRO):Arthur Tress, Hermaphrodite, 1973

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De Anne Fausto-Sterling

Anne Fausto-Sterling es profesora de biología y estudios de las mujeres en la


Universidad de Brown.Algunas partes de este artículo se adaptaron de su reciente libro
Sexing the Body (Basic Books, 2000).

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individual. Fuente:Sciences, julio/agosto 2000, vol. 40, n° 4, p. 18, 6p, 1c, 2bw.

http://www.neiu.edu/~lsfuller/5sexesrevisited.htm

Preguntas y respuestas acerca de Temas sobre género e


intersexualidad
http://www.isna.org/node/101

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