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Fuente: The Sciences, julio/agosto 2000, vol. 40, n° 4, p. 18, 6p, 1c, 2bw
Resumen:
Informe sobre la aparición de los intersexuales y la ambigüedad del género. El
concepto de la intersexualidad arraigado en las ideas de ser hombre y mujer.
Dependencia de los principios de manejo de casos para tratar la
intersexualidad. Aparición del activismo de los intersexuales. Protocolo de
tratamiento de los bebés intersexuales.
AN: 3368034
ISSN: 0036-861X
Cantidad de palabras del texto original: 3.463
Base de datos: búsqueda de textos académicos
Sección: Ensayos y comentarios
Le había hecho bien a mi corazón activista de los años sesenta.En el corto plazo, le dije
a Chase en ese momento, el piquete enojaría a la gente.Pero, con el tiempo, le aseguré,
las puertas que entonces se encontraban cerradas se abrirían.Ahora, cuando Chase
comenzó a dirigirse a los médicos en su propia convención, esa predicción se estaba
volviendo realidad.Su discurso, titulado “Ambigüedad sexual:enfoque centrado en el
paciente”, fue una crítica comedida a la práctica casi universal de realizar cirugía
“correctiva” inmediata a miles de bebés nacidos cada año con genitales ambiguos.
La misma Chase vive con las consecuencias de dicha cirugía.No obstante, su audiencia,
los mismos endocrinólogos y cirujanos a los que Chase estaba acusando de reaccionar
con “cirugía y vergüenza”, la recibieron con respeto.Lo que es incluso más
impresionante, es que muchos de los oradores que la habían precedido en la sesión ya
habían hablado de la necesidad de abandonar la prácticas actuales a favor de
tratamientos más centrados en la orientación sicológica.
Chase hizo su primera aparición a nivel nacional en 1993, en estas mismas páginas,
anunciando la formación del ISNA en una carta que respondía a un ensayo que yo había
escrito para The Sciences, titulado “Los cinco sexos” [marzo/abril 1993].En ese artículo,
yo defendía que el sistema de dos sexos arraigado en nuestra sociedad no es adecuado
para englobar todo el espectro de la sexualidad humana.En su lugar, sugerí un sistema
de cinco sexos.Además de hombres y mujeres, incluí a los “herms” (llamados así por
los hermafroditas verdaderos, personas que nacen con un testículo y un ovario); los
“merms” (pseudohermafroditas masculinos, quienes tienen testículos y algunos aspectos
de los genitales femeninos); y los “ferms” (pseudohermafroditas femeninos, quienes
tienen ovarios y algunos aspectos de los genitales masculinos).
Mi intención era provocativa, pero también escribí medio en broma.De manera que me
sorprendí con la extensión de la controversia que desató el artículo.Los cristianos de
derecha estaban escandalizados y conectaron mi idea de los cinco sexos con la Cuarta
Conferencia Mundial sobre Mujeres subsidiada por las Naciones Unidas, que se celebró
en Beijing en septiembre de 1995. Al mismo tiempo, el artículo encantó a otros que se
sentían limitados por el actual sistema de sexos y género.
Claramente, había metido el dedo en la llaga.El hecho de que tanta gente se molestara
por mi propuesta de reformar nuestro sistema de sexos y géneros sugería que el cambio
podría avecinarse, pero también la resistencia. De hecho, muchas cosas han cambiado
desde 1993 y me gusta pensar que mi artículo fue un estímulo importante.Los
intersexuales se están materializando ante nuestros ojos como de la nada.Como Chase,
muchos se han vuelto organizadores políticos, que presionan a médicos y políticos para
cambiar las prácticas de tratamiento actuales.Pero en términos más generales, aunque
quizás de manera menos provocativa, los límites que separan lo masculino de lo
femenino parecen ser más difíciles de definir que nunca.Algunos encuentran que los
cambios que están teniendo lugar son muy alarmantes.Otros los encuentran liberadores.
¿Quién es intersexual y cuántos intersexuales hay?El concepto de intersexualidad está
enraizado en las ideas mismas de hombre y mujer.En el mundo biológico, platónico e
idealizado, los seres humanos se dividen en dos clases:una especie perfectamente
dimórfica. Los hombres tienen un cromosoma X y uno Y, testículos, un pene y todas los
conductos internos apropiados para llevar la orina y el semen al mundo externo.
También tienen características sexuales secundarias bien reconocidas, incluidas la
complexión muscular y el vello facial.Las mujeres tienen dos cromosomas X, ovarios,
todos los conductos internos para llevar orina y óvulos al mundo exterior, un sistema
para soportar el embarazo y el desarrollo fetal, y una variedad de características
sexuales secundarias.
En “Los cinco sexos” informé de una estimación realizada por un sicólogo experto en el
tratamiento de intersexuales que sugería que cerca del 4% de todos los nacimientos de
niños vivos son bebés intersexuales.Luego, junto con un grupo de estudiantes de la
Universidad de Brown, comencé a conducir la primera evaluación sistemática de los
datos disponibles sobre las tasas de nacimiento de intersexuales.Revisamos la literatura
médica buscando las estimaciones de la frecuencia de las categorías de intersexualidad,
desde cromosomas adicionales a gónadas, hormonas y genitales mixtos.En el caso de
algunas condiciones pudimos encontrar sólo evidencia anecdótica; sin embargo, para la
mayoría, los números existen.Sobre la base de esa evidencia, calculamos que por cada
mil niños nacidos, diecisiete son intersexuales de alguna manera.Esa cantidad –1,7% –
es una estimación aproximada, no una cuenta precisa, aunque creemos que es más
exacta que el 4% que informé.
Sin embargo, en su reciente libro As Nature Made Him [Como lo creó la naturaleza],
John Colapinto registra que Joan –ahora conocido como un adulto masculino llamado
David Reimer– con el tiempo rechazó su asignación femenina.Incluso sin un pene y
testículos funcionales (los que fueron extraídos como parte de la reasignación),
John/Joan buscó medicación masculinizadora y se casó con una mujer que tenía hijos (a
los que él adoptó).
Desde que la conclusión completa de la historia sobre John/Joan salió a la luz, se han
conocido otras personas a las que se les reasignó como hombres o mujeres después del
nacimiento, que luego rechazaron estas reasignaciones.También se han conocido casos
en que la reasignación ha funcionado, al menos cuando el sujeto tiene veinte años.Pero
incluso entonces las repercusiones de la cirugía pueden ser problemáticas.La cirugía
genital con frecuencia deja cicatrices que pueden reducir la sensibilidad sexual.La
misma Chase tuvo una clitoridectomía completa, un procedimiento que hoy en día es
menos frecuente entre los intersexuales.Pero las cirugías más recientes, que reducen el
tamaño del clítoris, aún disminuyen la sensibilidad en gran medida.
Creo que tenemos cerca un nuevo protocolo de tratamiento para los bebés intersexuales,
parecido al esbozado por McCullough.El tratamiento debería combinar algunos
principios médicos y éticos básicos con un enfoque práctico pero menos radical en el
nacimiento de un niño de sexo mixto.Como primera medida, sólo se debería realizar
cirugía para salvar la vida del niño o para mejorar sustancialmente su bienestar
físico.Los médicos pueden asignar un sexo –masculino o femenino– a un bebé
intersexual sobre la base de la probabilidad de que la condición particular del niño
conducirá a la formación de una identidad de género particular.Sin embargo, al mismo
tiempo, los médicos deberían ser lo suficientemente humildes como para reconocer que
a medida que el niño crezca, él o ella pueden rechazar la asignación y deberían ser lo
suficientemente sabios para escuchar lo que el niño tiene que decir.Más importante aún,
los padres deberían tener acceso a toda la información y las opciones disponibles para
ellos.
Los transexuales, las personas que tienen un género emocional que no concuerda con su
sexo físico, una vez se definieron en términos de absolutos dimórficos: hombres
atrapados en cuerpos de mujer o viceversa.Como tales, buscaban alivio sicológico a
través de la cirugía.Aunque muchos de ellos aún lo hacen, algunos supuestos
transgenerizados hoy en día están satisfechos con habitar una zona más ambigua.Un
transexual que era hombre y ahora es mujer, por ejemplo, puede volverse lesbiana.Jane,
que nació como hombre, ahora tiene más de treinta años y vive con su esposa, con quién
se casó cuando su nombre aún era John.Jane toma hormonas para feminizarse, pero
éstas aún no han intervenido en su capacidad de tener relaciones sexuales como
hombre.En su mente, Jane tiene una relación lesbiana con su esposa, aunque ella
considera sus momentos íntimos como un cruce entre una lesbiana y una heterosexual.
Podría parecer natural considerar a los transexuales y a los transgenerizados como gente
que vive entre los polos hombre y mujer.Pero hombre y mujer, masculino y femenino,
no pueden analizarse como una clase de continuo.El sexo y el género pueden más bien
conceptualizarse como puntos en un espacio multidimensional.Por algún tiempo, los
expertos en el desarrollo del género han distinguido entre el sexo a nivel genético y
celular (expresión genética específica del sexo, cromosomas X e Y); a nivel hormonal
(en el feto, durante la niñez y después de la pubertad); y a nivel anatómico (genitales y
características sexuales secundarias).La identidad de género probablemente emerge de
todos aquellos aspectos corpóreos a través de la interacción mal entendida con el
ambiente y la experiencia.Lo que cada vez es más claro es que se pueden encontrar
niveles de masculinidad y femineidad en casi todas las permutaciones posibles. Un
hombre (o una mujer) cromosómico, hormonal y genital puede revelarse con una
identidad de género femenina (o masculina).O una mujer cromosómica con hormonas
fetales masculinas y genitales masculinizados –pero con hormonas de la pubertad
femeninas– puede desarrollar una identidad de género femenina.
Las comunidades médica y científica todavía tienen que adoptar un lenguaje que sea
capaz de describir esa diversidad.En su libro Hermaphrodites and the Medical Invention
of Sex [Los hermafroditas y la invención médica del sexo], la historiadora y experta en
ética médica Alice Domurat Dreger de la Universidad Estatal de Michigan en Lensing
del este documenta la aparición de los sistemas médicos actuales para clasificar la
ambigüedad genérica.El uso actual sigue enraizado en el enfoque victoriano del sexo.La
estructura lógica de los términos comúnmente usados “hermafrodita verdadero”,
“pseudohermafrodita masculino” y “pseudohermafrodita femenino” indica que sólo los
supuestos hermafroditas verdaderos son una mezcla genuina de hombre y mujer.Los
demás, sin importar cuán confusas puedan ser sus partes íntimas, son en realidad
hombres o mujeres ocultos.Debido a que los hermafroditas verdaderos son escasos –
posiblemente sólo uno en 100.000–, un sistema de clasificación tal fomenta la idea de
que los seres humanos son una especie absolutamente dimórfica.
A comienzos del siglo XXI, cuando la variabilidad de género parece tan visible, es
difícil mantener esa posición.Y aquí, también, el antiguo consenso médico ha
comenzado a desmoronarse.Hace un tiempo, el urólogo pediátrico Ian A. Aaronson de
la Universidad Médica de Carolina del Sur, en Charleston, organizó la Comisión
Norteamericana de Intersexualidad (NATFI, North American Task Force on
Intersexuality) para revisar las respuestas clínicas a la ambigüedad genital de
bebés.Algunas asociaciones médicas clave, como la Academia Estadounidense de
Pedriatría, han aprobado la NATFI.Especialistas en cirugía, endocrinología, sicología,
ética, psiquiatría, genética y salud pública, así como también grupos que defienden a los
pacientes intersexuales, se han unido a sus filas.
Lo que está claro es que desde 1993, la sociedad moderna se ha desplazado más allá de
los cinco sexos a un reconocimiento de que la variación genérica es normal y, para
algunas personas, un campo de juguetona exploración.Al analizar mi propuesta de
“cinco sexos” en su libro Lessons from the Intersexed [Lecciones de los intersexuados],
la sicóloga Suzanne J. Kessler de la Universidad Estatal de Nueva York en Purchase
hace entender este punto eficazmente:
Ahora concuerdo con la evaluación de Kessler.Sería mejor para los intersexuales y sus
partidarios desviar la atención de los genitales.En su lugar, como sugiere Suzanne, uno
debería estar consciente de que las personas vienen en un surtido aun más amplio que
las identidades y características sexuales de lo que unos simples genitales pueden
distinguir.Algunas mujeres pueden tener “clítoris grandes y labios fusionados”, mientras
que algunos hombres pueden tener “penes pequeños y escrotos deformes”, como dice
Kessler, “fenotipos sin un significado clínico o de identidad en particular”.
Tan claro como el programa de Kessler, y a pesar de los avances realizados en los
noventa, nuestra sociedad aún está lejos de ese ideal.La persona intersexual y
transgenérizada que proyecta un género social, lo que Kessler llama “genitales
culturales”, en conflicto con sus genitales físicos todavía puede morir por la
transgresión.De ahí que las personas cuyos genitales culturales y físicos no coincidan
necesiten protección legal durante la transición actual a un mundo más diverso en
términos de género.Un paso fácil sería eliminar la categoría de “género” de los
documentos oficiales como licencias de conducir y pasaportes.Ciertamente, los atributos
más visibles (como la altura, complexión y color de ojos) y menos visibles (como las
huellas digitales y los perfiles genéticos) serían más convenientes.
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De Anne Fausto-Sterling
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http://www.neiu.edu/~lsfuller/5sexesrevisited.htm