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Ricardo Crisorio
Centro Interdisciplinario de Metodología de las Ciencias Sociales
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
rcrisori@fahce.unlp.edu.ar
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Crisorio, Ricardo, “Educación Física e identidad: conocimiento, saber y verdad” en Crisorio, R. y
V. Bracht (coord.) La Educación Física en Argentina y en Brasi: identidad, desafíos y perspectivas,
La Plata, Al Margen/Campinas, Autores Associados, 2003.
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Cf. Metafísica A 980a 21-982a 3.
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que preguntan por las causas (aitiai), procuran la comprensión de los principios
que determinan las cosas, que sólo puede obtenerse por la inteligencia superior,
que opera con relaciones abstractas y lenguaje (logos). Esto distingue a un sabio:
el conocimiento de los principios generales, la posesión de un saber que puede
enseñar mediante la palabra. El saber poiético o productivo busca lo verdadero –
es decir, los principios generales válidos- en relación con todo aquello que
podemos producir o transformar (desde la agricultura hasta la ingeniería o la
retórica). El saber práctico procura lo verdadero en relación con lo que puede
hacernos más o menos felices, justos o perfectos, es decir, en relación con la
acción como fin en sí misma, como es el caso de la política o de la ética.
Finalmente, el saber teorético pregunta por la verdad, por los principios generales
válidos de la physis y de las entidades matemáticas, como el ritmo de los planetas
o las relaciones entre los números, cosas de las que sólo podemos ser
espectadores y respecto de las cuales nada podemos hacer3 (de allí el apelativo
“teorético”, contemplativo: de theoreim, mirar).
3
Cf., por ejemplo, Metafísica K, 1064a 10, Ética Nicomaquea Z, 1139a 27.
4
Introducción a la teoría pragmatista del conocimiento, págs. 22-23.
5
Las estructuras clínicas a partir de Lacan, pág. 27.
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para decirlo con Fensterseifer.6 Edgar Morin, incluso, plantea que estamos
atravesando por lo menos un tercer orden del conocimiento, puesto que no sólo
examinamos (y debemos examinar) los presupuestos de las teorías científicas
sino los de las epistemologías en que se sustentan.7 Boaventura Santos –citado
por Fensterseifer- afirma que “las ciencias naturales son todavía hoy diferentes de
las ciencias sociales, pero se aproximan cada vez más a estas y es previsible que,
en un futuro no muy distante, se disuelvan en ellas”.8 No sé si Santos tiene razón,
o su optimismo lo desborda, ni cuán distante o cercano está ese futuro que él
prevé, si es que en verdad existirá, pero sus razones son atendibles: “Si todo
conocimiento es social en su constitución y en las consecuencias que produce,
sólo el conocimiento científico de la sociedad permite comprender el sentido de la
explicación del mundo ‘natural’ que las ciencias naturales producen. En otras
palabras, las ciencias sociales proporcionan la comprensión que da sentido y
justificación a la explicación de las ciencias naturales. Sin tal comprensión no hay
verdadera explicación y, por esto, las ciencias sociales son epistemológicamente
prioritarias respecto de las ciencias naturales”.9 Su coraje es admirable. Tampoco
sé si estamos transitando un conocimiento de tercer orden, o de cuarto, si
admitimos, como creo que hay que admitir, un primer orden de construcción del
mundo realizado por el sentido común. Sin embargo, nuestras investigaciones nos
han llevado a ver que la interpretación no puede acabarse nunca, “simplemente
por que no hay nada que interpretar. No hay nada de absolutamente primario que
interpretar porque, en el fondo, todo es ya interpretación; cada signo es en sí
mismo no la cosa que se ofrece a la interpretación, sino interpretación de otros
signos’”.10 [...] “el signo es ya una interpretación que no se da por tal. Los signos
son interpretaciones que tratan de justificarse, y no a la inversa”. [...] Por eso, “la
6
“Conhecimento, epistemologia e intervenção”, pág. 171.
7
Cf. Morín, Edgar, La cabeza bien puesta, pág. 17.
8
Introdução a uma Ciência Pós-Moderna, pág. 51-2, en “Conhecimento, epistemologia e
intervenção”, pág. 177.
9
Ibid., pág. 68, citado en pág. 178.
10
Foucault, Michel, Nietzsche, Freud, Marx, pág. 43, en Crisorio, Ricardo, “De una semiótica a una
hermeneútica en la investigación de las prácticas corporales”, ponencia presentada en el 7mo.
Congreso Argentino y 2do. Latinoamericano de Educación Física y Ciencias, La Plata, mayo de
2007.
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Ibid., pág. 46 y 47.
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Cf., Nietzsche, Freud, Marx, pág. 47.
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educación física. Más allá del tozudo empeño de ésta en situarse en el campo de
las ciencias biológicas –empeño que sólo se explica considerando las relaciones
entre epistemología y política o, más claramente, entre la construcción del saber y
del poder- ya en 1925 Georges Hébert advertía que las ciencias médicas aportan
datos fragmentarios pero ningún perfeccionamiento a la educación física.
3. Como indica Paulo Fensterseifer, las cuestiones instaladas por quienes se han
dedicado a la actividad epistemológica en el campo de la educación física son del
tipo ¿de qué habla la educación física? ¿existe un objeto específico que la
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“Educación física e identidad: conocimiento, saber y verdad”, en La educación Física en
Argentina y en Brasil: identidad, desafíos y perspectivas.
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Cf. “Educación física e identidad: conocimiento, saber y verdad”, pág. 23.
18
Genealogía del racismo, pág. 17. Traducción del curso de 1976 “Hay que defender la sociedad”.
19
Cf. Crisorio, Ricardo, , “Educación física e identidad: conocimiento, saber y verdad”, págs. 28-31.
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La crítica local, la que expresa lo que hacen, piensan, dicen, los profesores y
profesoras en las escuelas, en los clubes, en los gimnasios, se efectúa, creo, a
través de “retornos de saber”, produce, me parece, “la insurrección de los saberes
no-sujetados”. Cuando dice “saberes no-sujetados”, Foucault entiende dos cosas.
En primer lugar, quiere “designar contenidos históricos, que fueron sepultados o
enmascarados dentro de coherencias funcionales o sistematizaciones formales.
[...] los saberes no-sujetados eran estos bloques de saber históricos que estaban
presentes y enmascarados dentro de conjuntos funcionales y sistemáticos, y que
la crítica ha podido hacer reaparecer a través del instrumento de la erudición”. En
segundo lugar, entiende “toda una serie de saberes que habían sido
descalificados como no competentes o insuficientemente elaborados: saberes
ingenuos, jerárquicamente inferiores, por debajo del nivel de conocimiento o
cientificidad requerido”. Foucault llama “genealogías” al acoplamiento del saber
erudito con el saber de la gente, y sostiene que sólo pudieron hacerse a condición
de eliminar “la tiranía de los discursos globalizantes con su jerarquía y todos los
20
Genealogía del racismo, pág. 17.
21
Cf. Genealogía del racismo, pág. 17.
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24
Cf. Genealogía del racismo, págs. 19-20.
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Cf. Genealogía del racismo, pág. 20.
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26
Cf. La arqueología del saber, págs. 33-35.
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Bibliografía
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