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Ponencia presentada en el II Congreso Nacional Lingüístico-Literario y II En-
cuentro Nacional de Estudiantes Delegados, Ayacucho, 10 de noviembre de 2005.
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Utilizo el concepto de mimesis en el sentido aristotélico. En efecto, la mimesis
es un proceso artístico-creativo en el que se crea un mundo textual compuesto tanto
por elementos de lo real fáctico como por elementos inventados que, sin embargo,
mantienen una relación de semejanza con lo real. En ese sentido, la mimesis no debe
ser entendida como copia fiel o idéntica de lo real ni como invención pura desconec-
tada de lo real.
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Utilizo el término (re)presentar básicamente en el sentido de «mostrar» la reali-
dad extratextual que sirve de base para la construcción del universo intratextual.
Desde mi punto de vista, en las obras de Arguedas no se puede separar el Campo de
Referencia Externo del Campo de Referencia Interno en términos de Benjamín Har-
shaw (1997).
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Jacques Lacan hace la distinción entre lo Real y la realidad. El primer término se
refiere a lo que es sensible y perceptible, a lo que existe y duele, pero que no se puede
decir. La realidad corresponde a todo lo que decimos de lo real con el lenguaje. Por lo
tanto corresponde al registro de lo simbólico. Yo utilizaré indistintamente los térmi-
nos porque no creo que haya una desconexión radical entre ellos.
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Existen diferentes teorías de la verdad como las pragmáticas, de la correspon-
dencia que se subdivide en semánticas y no semánticas, las pro-oracionales, las feno-
menológicas, las hermenéuticas, las coherenciales y las intersubjetivas. Para nosotros
la verdad (aletheia) es lo verdadero en el sentido de aquello que es auténtico, confia-
ble, fiel a la naturaleza de las cosas, digno de crédito y seguro. Es verdadero el discurso
que coincide, corresponde o adecua con lo que las cosas son. En ese sentido, la verdad
implica una (re)presentación adecuada de lo que es y no de lo que parece. Consúltese
el libro de Nicolás, Juan Antonio y María José Frápolli, Teorías de la verdad en el siglo
XX, Madrid, Tecnos, 1997.
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Un artículo representativo de esta posición le pertenece a Miguel Ángel Hua-
mán, «Un relato epistemológico sobre la aproximación entre literatura y filosofía:
¿Es la filosofía un género literario?», Logos Latinoamericano N° 3, Lima, 1998: 193-
212. Véase también Problemas de teoría literaria, Lima, Signo Lotófago, 2001: 21.
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La tipificación es un proceso por el cual se (re)presentan las características
permanentes, constantes, importantes y elementales de los estados, las personas y la
naturaleza en un sentido general que no necesariamente da cuenta de las particulari-
dades (Lukacs, 1955, 1958, 1963, 1965 y 1977).
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con lo real7. En otras palabras, hay una mimesis que no reclama una
igualdad sino más bien una semejanza con la realidad, una referen-
cialidad indirecta que conecta lo extratextual con lo intratextual.
Para los que trabajamos con este segundo paradigma, la exis-
tencia de un mundo ficcional evidencia la existencia de un mun-
do real de manera que el problema de la ficcionalidad es tam-
bién, como dije, un problema de (re)presentación y de mimesis.
En efecto, no se puede hablar de (re)presentación y de mimesis
sin considerar dos elementos muy importantes: el elemento re-
presentado y el elemento representante. El primero está conec-
tado con la referencialidad textual y el segundo con los medios
técnicos que permiten la (re)presentación. Es innegable que el
anhelo del sujeto, que quiere lograr la (re)presentación, es ir a
las cosas mismas, en la medida de lo posible, sin la mediación de
los signos. Esto, como sabemos, es todavía imposible por cuan-
to uno no puede hablar del objeto representado sin el objeto
representante. La idea que se desvanece mientras es dicha, la
estatua que no tiene movimiento, la fotografía sin calor humano,
las imágenes sin contextura ni peso, nos demuestran que algo de
lo real muere cuando se le (re)presenta. En esa lógica, toda
(re)presentación es un fantasma, un espectro, una sombra, un
simulacro, un residuo, un espíritu de lo real muerto.
No se puede acceder a lo real sin el signo que le es necesario.
Por imperfecta que sea la mimesis, los signos siguen siendo el úni-
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Asumo que no toda narración es ficcional siguiendo la interesante clasificación
que hace Andrzej Zgorzelsky, «On differentiating fantastic fiction: Some Supragenolo-
gical Distinctions in Literatura», Poetics Today, 5, 2, 1984, pp. 299-307. Para este autor hay
(a) una literatura mimética cuando el lector reconoce que la literatura copia la realidad,
(b) una literatura paramimética si es que el orden ficcional es trasladado alegórica-
mente al empírico por un lector que conoce la realidad efectiva, (c) una literatura
antimimética si es que el autor crea una nueva realidad de carácter mágico o sobrena-
tural que funciona como verdadera realidad empírica, (d) una literatura fantástica
cuando el lector confronta el orden fantástico con otro orden, representados ambos
en el propio texto, y (e) una literatura no-mimética cuando se especula sobre otros
mundos posibles que no pueden ser confrontados con la realidad empírica.
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Un desarrollo exhaustivo del tema se encuentra en Corinne Enaudeau, La
paradoja de la representación, Buenos Aires, Paidós, 1999.
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Hay una serie de categorías que pertenecen a la denominada Teoría de la Traduc-
ción y Traductología que son útiles para esta reflexión. Así tenemos conceptos como:
aceptabilidad, adaptación, adecuación, ajuste, calco, compensación, doblaje, equiva-
lencia, extrañamiento, familiarización, filtro, generalización, modulación, paráfrasis,
particularización, préstamo, sincronización, transposición, transferencia o naturali-
zación. Para una mejor comprensión de los mismos revísese: Ovidi Carbonell i Cortés,
Traducir al otro. Traducción, exotismo, poscolonialismo, Cuenca, Ediciones de la Universi-
dad de Castilla-La Mancha, 1997; Amparo Hurtado Albir, Traducción y traductología.
Introducción a la traductología, Madrid, Cátedra, 2001; Peter Newmark, Manual de tra-
ducción, Madrid, Cátedra, 1999; George Steiner, Después de Babel. Aspectos del lenguaje
y la traducción, México D. F., Fondo de Cultura Económica, 1980; Esteban Torre,
Teoría de la traducción literaria, Madrid, Síntesis, 2001.
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El libro de Félix Martínez Bonati, La ficción narrativa. Su lógica y ontología,
Santiago de Chile, 2001, es fundamental para aquellos que quieran trabajar en torno
al segundo paradigma planteado en este texto.
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Entiéndase por mundo posible la construcción semiótica de un mundo hipoté-
tico que difiere del mundo real, es decir, como una de las maneras en las que nuestro
mundo pudo haber sido. Para una mejor comprensión de la teoría de los mundos
posibles remito al lector a LubomírDolezel
Doleel , Heterocósmica. Ficción y mundos posibles,
Madrid, Arco/Libros, 1999.
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Umberto Eco conceptúa el mundo real como el mundo actual: «El llamado
mundo actual es el mundo al que nos referimos más o menos justamente como
mundo descrito por la Enciclopedia Espasa-Calpe o por El País (un mundo en que
Madrid es la capital de España, Napoleón murió en Santa Elena, dos más dos son
cuatro, es imposible ser padres de sí mismos, y Pinocho nunca existió, excepto como
personaje literario)» (1992: 218).
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Entiendo la ficción como la construcción de un mundo semiótico inventado
pero gobernado por las mismas leyes y principios que gobiernan el mundo real. Un
buen panorama para comprender este concepto lo encontramos en Antonio Garrido
Domínguez, comp., Teorías de la ficción literaria, Madrid, Arco/Libros, 1997.
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Lo fantástico puede ser entendido, en líneas generales, como la construcción de
un mundo semiótico que viola algunas o todas las leyes y principios del mundo real.
El concepto puede ser revisado en David Roas, comp., Teorías de lo fantástico, Madrid,
Arco/Libros, 2001.
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Sobre los postulados del realismo literario remito al lector a Darío Villanue-
va, Teorías del realismo literario, Madrid, Biblioteca Nueva, 2004.
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Sobre la teoría de los Campos de Referencia (CR) puede consultarse a Benjamín
Harshaw, «Ficcionalidad y campos de referencia», en A. Garrido Domínguez, 1997:
123-157.
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Los MR pueden ser entendidos también como entornos cognitivos mutuos,
conjunto de supuestos, concepciones teóricas, sistemas literario-sociológicos, ideolo-
gías, marcos discursivos, weltanschauung, representaciones sociales colectivas o indivi-
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Para Williams, el primer nivel de correspondencia es el homológico; el segun-
do, el analógico; y el tercero, el de las conexiones desplazadas. Por lo tanto, es
necesario hacer la diferencia entre los conceptos de homología, analogía e
(in)correspondencia. Estos conceptos son variantes sofisticadas de la teoría del refle-
jo. En efecto, la literatura no es homóloga a lo real porque la homología se refiere a
la relación que se establece entre figuras, cuerpos o estructuras por cuanto el cuerpo
del lenguaje es diferente al cuerpo del objeto real descrito por el lenguaje. La literatu-
ra y el arte en general si puede representar lo real en su sentido analógico, es decir,
en relación de semejanza entre dos cosas distintas que cumplen las mismas funciones
aunque no sean absolutamente iguales o distintas sino relacionadas entre sí. La
literatura, en gran medida, guarda una relación de correspondencia analógica con lo
real en el sentido de proporción de una cosa con otra. Por último, es muy difícil
encontrar un CRI totalmente desconectado con el CRE o, dicho de otro modo, es
difícil encontrar un mundo posible que no tenga relación con el mundo real.
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Lo implícito puede estar definido en oposición a lo explícito como parte manifies-
ta de un enunciado, frase o discurso. Lo implícito corresponde a la parte no manifiesta,
pero directa o indirectamente implicada en el enunciado producido. En ese sentido lo
explícito es la parte perceptible o «visible», mientras que lo implícito es lo escondido con
una mayor carga de sentido que el de la simple enunciación explícita. En lingüística los
implícitos son entendidos como «sobreentendidos» y se refieren a los elementos llama-
dos paralingüísticos como los gestos o las actitudes corporales. También como las
significaciones provenientes del contexto extralingüístico o de la situación en la que se
produce el enunciado. Lo implícito puede también definirse como lo no verbalizado o
lo no dicho. El procedimiento corriente de la implicación se llama elipsis y el de la
explicación catálisis. Ahora bien, lo implícito sólo es aprehensible como una red rela-
cional y, más precisamente, como un conjunto de presupuestos lógicos. Desde el punto
de vista de la gramática generativo-transformacional, lo implícito corresponde a las
estructuras profundas de los enunciados y lo explícito a las estructuras superficiales. La
noción de implicación está vinculada a la de inclusión. No todo lo que se dice está
explícito, mucha de la información queda implícita o está incluida en los enunciados
porque depende del contexto o de la situación.
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Un presupuesto es un contenido no afirmado, no manifiesto, que está so-
brentendido, es o son más bien significados adicionales que están implícitos en
ciertas expresiones o enunciados a los que se llega por procedimientos de inferen-
cia a partir del universo intelectual que aprisiona a los interlocutores.
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BIBLIOGRAFÍA
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Entiéndase por contrato de verosimilitud a las cualidades cooperativas del
lector que le permiten reconocer algo como fáctico o como contrafáctico
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El contrato de ficcionalidad permite relativizar la asociación del CRE y el CRI.
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