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La Generación Literaria de 1938, conocida también como Generación Literaria de 1942, evidenció

el interés de los creadores por reflexionar sobre temas sociales, históricos y políticos. Ricardo
Latcham y Hernán Díaz Arrieta bautizaron a este grupo con el nombre de generación neocriollista
del 40, influidos por las características más destacadas de estas producciones literarias: criollista,
por su delectación en lo nacional; nueva, por su actitud doctrinal, distanciada de la generación
anterior en cuanto a que las realidades enfocadas en las obras carecen de la polaridad o
deformación anteriores.

La segunda Guerra Mundial (1939), el estallido de la Guerra Civil española en 1936 y el


advenimiento del Frente Popular, fueron factores determinantes para los escritores de esta
generación. Este grupo nació en medio de los turbulentos cambios políticos de las campañas del
año 1920. Hugo Montes, destacado estudioso de la literatura nacional, en su libro Historia de la
literatura chilena, describió esta generación: "En 1938, como un anuncio de triunfos posteriores
auténticos, llegó al poder un vigoroso sector de extracción media, originando una eclosión de fe
popular, traducida por los escritores en un naturalismo constructivo en que se integran
significativamente las capas sociales en descomposición y las fuerzas promisorias de los grupos en
ascenso. No se trata ahora de una recreación estética de un ambiente de autenticidad discutible,
sino de un hondo hurgar en busca de las causas infraestructurales que originan el proceso que
angustia y oprime las clases desposeídas o grupos laborantes. Este naturalismo proletario, esta
verdadera épica social, como alguien señaló, produjo un 'ansia apasionada de cambiar la vida
nacional... de dar al obrero y al campesino... un sitio de dignidad'. Y así vemos el nacimiento de
una literatura de mayor resonancia vital que no gira en torno al paisaje, sino al hombre
comunitario".

En este sentido, los creadores de este movimiento pertenecieron al mundo popular y se sintieron
cercanos al marxismo -a lo menos un gran número de ellos-, sus obras pusieron el énfasis en la
problemática social, propiciaron la apertura de parcelas literarias en las regiones del país, el centro
de sus creaciones fue el hombre y la constante lucha contra la naturaleza y la explotación humana.
Aun cuando estas características fueron compartidas por los miembros de la Generación Literaria
de 1938, un sector importante de la crítica especializada afirmó que estuvo dividida en dos
grupos. El primero, de mayor sentido social, lenguaje más directo, apegado al realismo y con un
claro acento regionalista. El segundo, buscó mayor novedad en los motivos literarios, fue más
esteticista y subjetivo, formado en su mayoría por poetas impactados por el surrealismo y
el creacionismo.

Entre los escritores adscritos a este grupo literario destacan Nicomedes Guzmán, Gonzalo
Drago, Andrés Sabella, Francisco Coloane, Volodia Teitelboim, Eduardo Anguita, Teófilo Cid y
algunos miembros del grupo La Mandrágora, entre otros escritores.
En los años de la dictadura, la actividad literaria se vio afectada por una censura generalizada y un
consecuente decaimiento del mercado editorial. Los autores de este período sufrieron enormes
obstáculos para su escritura, teniendo a veces como única opción la producción clandestina.
Señala al respecto Diamela Eltit, que durante la dictadura "no había editoriales, desmantelaron,
cortaron la relación entre publicación y lector porque los mecanismos aledaños estaban
intervenidos, universidades, periódicos, la televisión, etc. Los libros estaban editados muy secreta
y misteriosamente. Con la dictadura los canales de difusión se cortaron y eso produce
paradójicamente algo interesante: surge la diversidad, es decir al no haber un mercado que
pidiera, que exigiera, surge igualmente literatura" (Rossi, Alejandra. "Yo no quiero cambiar el
imaginario, yo quiero poner en el imaginario lo oculto", Mercado Negro, (11): 21-24, oct-nov,
2001).

Puesto que el gobierno militar estableció entre sus objetivos inmediatos la eliminación del acervo
intelectual, los libros se limitaron a circular entre amigos y conocidos. Así, una vez restaurada la
democracia resultó muy difícil la reactivación del flujo editorial.

Escritores tales como Jaime Collyer, Carlos Franz, Darío Oses, Ramón Díaz Eterovic, Gonzalo
Contreras, Marco Antonio de la Parra y Diamela Eltit, entre otros, pertenecieron a esa generación
de nuevos escritores que crecieron en la claudicación y la sumisión, huérfanos de modelos y
editores, obligados a la marginalidad. Es la llamada nueva narrativa chilena, generación que nació
y creció literariamente durante la dictadura y que recién pudo difundir masivamente sus obras una
vez suprimida la censura.

Los resultados en los tópicos fueron evidentes. Primero, debido a esta suerte de subterraneidad
literaria los escritores se unieron en una temática de violencia y personajes marginados. Luego, el
escepticismo, la nostalgia y la desconfianza en las verdades absolutas impregnaron todas sus
producciones.

Por su parte, Diamela Eltit abordó la situación de la dictadura desde una escritura cifrada. La
descripción del cuerpo y la sangre, dieron cuenta de una lectura propia e internalización lúcida de
los sucesos que estaban aconteciendo: "Leer analíticamente ese poder militar central, aliado a un
sector considerable de fuerzas civiles y aún de fuerzas internacionales, como una explosión de
incalculables proporciones frente a la cual se trastocaban las lógicas, leer en medio de esa
explosión desmesurada de poder, que parecía injustificable, como, sin embargo, se erigía un
discurso (político) que sostenía los desmanes y los avalaba mediante una retorcida retórica"
(Lértora, Juan Carlos. "Diamela Eltit, convergencias", Taller de Letras (32): 179-185, 2003).
Se denomina Generación de 1960 a los narradores y poetas que nacieron entre los años 1936 y
1945 y publicaron preferentemente entre 1966 y 1973. Algunos de los narradores fueron: Antonio
Avaria, Roberto Baeza, Poli Délano, Luis Domínguez, Ariel Dorfman, Carlos Olivárez, Eugenia
Echeverría, Manuel Miranda, Guido Eytel, Fernando Jerez, Ramiro Rivas, Antonio Skármeta, José
Leandro Urbina y Mauricio Wacquez. Por otra parte, uno los autores que tangencialmente formó
parte de este grupo fue Alfonso Alcalde, poeta y cuentista.

Esta promoción abordó tempranamente las obras de escritores europeos: Franz Kafka, Fedor
Dostoievski, León Tolstoi, Dylan Thomas, Herman Hesse y William Shakespeare. Más adelante, la
influencia provino tanto de autores nacionales como Nicanor Parra y Manuel Rojas, como de los
escritores del llamado boomliterario latinoamericano y de la generación beat norteamericana. Así
lo reconoció el cuentista Carlos Olivárez: "Aquí y en la quebrada del ají, no se puede escribir
cuentos sin pensar que hay un señor que se llama Julio Cortázar, que toca más o menos la
trompeta; que hay un Parrón generoso plantado en La Reina; que hay un yugoeslavo que nació en
Antofagasta, que dale con subirse en pelotas al techo; que existe un par de mexicanos, que
obedecen a los nombres de José Agustín y de Gustavo Sainz; y que está por estos lados Jorge
Guzmán. Además de algunos yanqui go home tales como Mailer, Salinger, Faulkner y Kerouac"
(Mariano Aguirre. "Uno de los nuevos: Carlos Olivárez", Evidencia, (4): 25, febrero, 1970).

Por su parte, la gran mayoría de los autores de esta generación se confesaron fanáticos de
Vladimir Nabokov: "Destruimos de tanto leer, el único ejemplar de Lolita de Nabokov que llegó a
la biblioteca del pueblo. Guerra entre los fans de Neruda y de Rokha" (Carlos Olivárez en Aguirre,
Mariano. "Uno de los nuevos: Carlos Olivárez", Evidencia, (4): 24, febrero, 1970).

Debe destacarse que los integrantes de este grupo siempre reconocieron su estrecho vínculo. Esto
se evidencia claramente en las palabras de Antonio Skármeta: "Pertenezco a una generación
irónica contra los ampulosos manipuladores del vacío burgués. Pertenezco a una generación de
escritores que ama su oficio y no lo bastardean. Pertenezco a una generación que entiende el
lenguaje de los hippies, de los yippies, de los jóvenes de Mayo de Francia. Pertenezco a una
generación que creó la mejor música del siglo. Pertenezco a una generación que no abomina de la
alegría de vivir" (Ramiro Rivas. "La Novísima generación o generación del 70", Pluma y Pincel, (14):
72, abr-mayo, 1984).

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