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De esta manera, los poemas modernistas tendían al lenguaje culto, a valorar los temas americanos e
indígenas, pero al mismo tiempo profesaban una devoción por París y por la cultura cosmopolita, así
como por la mujer y el amor idealizado.
Algunos teóricos mencionan que el inicio del modernismo se suele ubicar en 1888 con la publicación
del poemario Azul… del poeta nicaragüense Rubén Darío, sin embargo, este inicio también se ha
encontrado en la obra poética de José Martí y Manuel Gutiérrez Nájera escrita años antes, entre 1875 y
1882.
En vez de dejarse guiar por los modelos españoles de la época, los modernistas hispanoamericanos fueron
muy influidos por dos corrientes francesas: el simbolismo y el parnasianismo.. Inicialmente, el término
con que se designó a los seguidores de esta corriente (“modernistas”) fue empleado peyorativamente,
pero a medida que fue empleado con orgullo insolente por estos poetas, terminó convirtiéndose en el
nombre del movimiento.
La lista de autores y obras modernistas es sumamente extensa, ya que todos los países
hispanoamericanos participaron del movimiento, así como la misma España. Sin embargo, unas listas
de los más conocidos incluyen a:
El vanguardismo
La literatura vanguardista estuvo influenciada por una serie de movimientos artísticos conocidos como
“vanguardias”. Éstas corrientes de expresión proseguían fines comunes de introspección y ruptura de
convencionalismos y órdenes preestablecidos.
Origen
El comienzo del siglo XX estuvo marcado por la violencia. Cuando las sociedades europeas parecían
estar en una calma que les auguraba crecimiento y progreso, es asesinado el archiduque Francisco
Fernando de Austria y su muerte es la bandera que da paso al desastre bélico. Bajo esa estrella nace el
vanguardismo.
Con este ruin escenario el hombre entra tambaleante a los 1900. Las artes empiezan a ser el medio de
escape a las realidades colectivas y las ideas que surgen se cobijan bajo este vocablo francés,
“vanguardias”. “Adelante, a guarecer el alma”, se escucha en cada poema nacido, en cada estructura que
se quiebra.
La literatura vanguardista no fue propia de un lugar, era un hecho mundial, un sentir globalizado. La
conciencia de espacio de todos desató un frenesí creativo-reactivo en los autores. Las obras denotan un
desarraigo de las ideas y culturas, el ser se presenta a sí mismo como un todo, como nación del
pensamiento.