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Literatura Centroamericana

Literatura de Centroamerica

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Contenidos
Artículos
Literatura de Costa Rica 1
Literatura de Honduras 7
Literatura nicaragüense 9
Literatura de El Salvador 11
Literatura de Guatemala 19

Referencias
Fuentes y contribuyentes del artículo 22
Fuentes de imagen, Licencias y contribuyentes 23

Licencias de artículos
Licencia 24
Literatura de Costa Rica 1

Literatura de Costa Rica


La literatura de Costa Rica tiene antecedentes en la colonia y marcada influencia europea.
Al ser Costa Rica un país joven, su literatura también lo es, y se puede iniciar su historia hacia finales del siglo XIX.
Además ha tenido poca influencia más allá de las fronteras y, con algunas excepciones, ha carecido de estudios
suficientes.

Periodización
La periodización de la literatura ha provocado confusión en algunos casos, debido a los criterios usados para definir
los periodos y los nombres que se han utilizado. Para este artículo se ha tratado de hacer coincidir los mismos
nombres dados por distintos estudiosos (entre ellos Carlos Francisco Monge, Rogelio Sotela, Carlos Rafael
Duverrán), esto con el fin de lograr armonía entre los criterios.
Actualmente, la periodización de la literatura costarricense que tiene mayor vigencia es la propuesta por el profesor
Álvaro Quesada Soto. Según este autor, desde las primeras publicaciones literarias hechas en Costa Rica a finales del
siglo XIX, hasta la actualidad, pueden reconocerse cinco periodos, a los cuales tradicionalmente se les conoce con el
nombre de generaciones', aunque, en el sentido estricto, dichas agrupaciones no constituyen una generación en el
sentido que en literatura se le ha dado a este término.
Debe tenerse en cuenta que los distintos movimientos literarios en el mundo hispano llegan a Costa Rica
tardíamente, para prolongarse aun cuando estos habían sido superados en el resto de América; también se traslapan
con las nuevas modas y es común que un mismo escritor participe en varios de ellos.
Así pues, los periodos de la literatura costarricense son los siguientes:

1. La generación del Olimpo o Generación del 900 (1890-1920)


Así se suele llamar por muchos estudiosos, al grupo de literatos de finales del siglo XIX y principios del XX. Dicho
periodo corresponde al periodo de apogeo liberal y oligárquico, que provocó cambios importantes en las estructuras
A pesar de que esta narrativa coexiste durante el modernismo, escritores como Carlos Gagini y otros proponen una
narrativa de carácter, forma y contenido opuesto: con un fuerte carácter nacionalista (anti-imperialista), no busca
paisajes remotos, ni personajes de fábula y su contenido las convierte en las primeras obras de denuncia social,
contra la actitud moral y ética de los viejos valores del periodo oligarca y los nuevos valores importados por los
empresarios, especialmente estadounidenses, y el 'entreguismo' de los gobernantes locales, que comienzan a sentirse
en aquel entonces. Toda esta crítica no llega, sin embargo a tomar el cuerpo de oposición política.
Debe decirse que la literatura de esta época participa en el proceso de formación y consolidación de una conciencia
nacional.
Podemos señalar ejemplos claros como: "Las hijas del campo (1900)" y "El moto (1900)" de Joaquín García Monge,
novelas en las que se despelleja la vieja sociedad rural y oligárquica de gamonales; "El árbol enfermo" y "La caída
del águila" de Carlos Gagini, que advierte sobre el peligro de la influencia extranjera y vaticina su fin.
• Manuel Argüello Mora
• Manuel de Jesús Jiménez
• Pío Víquez
• Roberto Brenes Mesén
• Aquileo Echeverría
• Ricardo Fernández Guardia
• Carlos Gagini
• Manuel González Zeledón
Literatura de Costa Rica 2

• Joaquín García Monge

2. La generación del Repertorio Americano o Vanguardia (1920-1940)


Denominada de esta forma por encontrarse ligada a la revista Repertorio Americano de Joaquín García Monge.
Durante este período se da la crisis del régimen oligárquico liberal, por eso la literatura de esta época se caracteriza
por presentar nuevas formas discursivas, como el estilo grotesco, el humor feroz y corrosivo, la parodia y la sátira.
También es durante este periodo, hacia los años '30 y '40, que una nueva generación de escritores, sobre todo poetas,
marcará nuevos rumbos para las letras. Tal es el caso de los poetas Isaac Felipe Azofeifa y Eunice Odio. En general
la crítica sobre las letras hispanoamericanas habían desconocido el hecho de que también en Costa Rica hubo un
movimiento de vanguardia, si bien de menor alcance que los de otras latitudes y de escasa influencia internacional.
Junto a los nombres de Azofeifa y Odio se encuentran también algunos nombres de importancia: Max Jiménez, José
Marín Cañas, Francisco Amighett, Sebastian Bastos, entre otros más. Coincide su producción literaria con el
vanguardismo en las artes visuales, llevado adelante por artistas como Francisco Zúñiga, el mismo Amighetti, Juan
Manuel Sánchez, Juan Rafael Chacón.
• Joaquín García Monge
• Omar Dengo
• Carmen Lyra
• Mario Sancho
• Max Jiménez
• José Marín Cañas
• Francisco Amighetti
• Isaac Felipe Azofeifa
• Eunice Odio

3. La generación del 40 (1940-1960)


Durante esta época, se implanta la socialdemocracia en Costa Rica. Se crea el capítulo de "Las Garantías Sociales"
por Manuel Mora Valverde. Es una época de cuestionamientos y renovaciones, de importantes reformas sociales y
de un nuevo concepto de Estado. Los principales temas que tratan las obras literarias de este tiempo son la
problemática social, la distribución de la tierra y la dependencia de las compañías transnacionales.
El realismo será la consigna de estos escritores. Entre ellos vale la pena mencionar a Joaquín Gutiérrez (Puerto
Limón, Muramonos Federico, Te acordás hermano), Carlos Luis Fallas (Mamita Yunai), León Pacheco (Los
pantanos del infierno), José Marín Cañas (El infierno verde).
• José Basileo Acuña
• Isaac Felipe Azofeifa
• Fabián Dobles
• Carlos Luis Fallas
• Joaquín Gutiérrez
• Julián Marchena
• Yolanda Oreamuno
• José Marín Cañas
• Carlos Luis Sáenz
• Carlos Salazar Herrera
• Moisés Vincenzi
Literatura de Costa Rica 3

4. La generación urbana (1960-1980)


Durante este tiempo se concreta en Costa Rica un proceso de modernización e industrialización. En la literatura de
esta época aparece como temática predominante la ciudad.
EL Cículo de poetas turrialbeños, fue fundado por los poetas de la ciudad de Turrialba Jorge Debravo, Marco
Aguilar y Laureano Albán, a inicios de los años 60. Luego cambiaron su nombre a Círculo de poetas
costarricenses. Este grupo de poetas publicó el poco célebre, Manifiesto trascendentalista (1977), firmado por
Laureano Albán, Julieta Dobles, Carlos Francisco Monge y Ronald Bonilla. Sobre este mismo tema, Carlos
Francisco Monge escribió el ensayo "Un manifiesto veinte años después"(1997), incluido en su libro La rama de
fresno (1999). Dicho manifiesto propone un alejamiento de la poesía social, que tanto caracteriza a Jorge Debravo; a
cambio de una forma más ligera, abstracta y plena de metáforas; además se atreve a proponer el papel que debe
seguir el poeta. La puesta en práctica del método trascendentalista no ha logrado influir la literatura fuera del grupo
que la propuso, aun así este documento tiene el mérito de ser el primero de su tipo publicado en nuestro país. El
Círculo de poetas costarricenses sigue activo hasta la fecha.
B. En la década de los años 70, un grupo de novelistas criticaron el agotamiento del proyecto político llevado
adelante tras la fundación de la Segunda República que siguió al fin de la guerra civil de 1948. En algunos libros este
grupo de escritores es mentado como generación de los 70, e incluye a autores como:
• Carmen Naranjo
• Gerardo César Hurtado
• Quince Duncan
• Alfonso Chase
• Alberto Cañas Escalante
• Jorge Charpentier
• Daniel Gallegos
• Virginia Grutter
• Eunice Odio
• Samuel Rovinski
• José León Sánchez
• Laureano Albán
• Julieta Dobles
• Jorge Debravo
• Francisco Zúñiga Díaz

5. La generación del desencanto o Posmodernidad (1980-act.)


A partir de los años ochenta, surge un nuevo periodo en la literatura costarricense. Durante esta época se produce un
alejamiento de las tendencias que han caracterizado la literatura de Costa Rica desde sus inicios, en particular, se
abandona el realismo, lo cual repercute en la aparición de nuevas formas de escritura. Esto ha provocado que la
literatura costarricense actual presente una pluralidad de estilos, tiempos y espacios. Sin embargo, como la temática
de las obras parece enmarcase dentro de un mismo contexto: el desencanto con el modelo de Estado promovido por
los políticos costarricenses. Además los cambios políticos en el orbe han provocado cambios en la temática de fondo,
por llamarlo así. En esta literatura predomina el ambiente urbano, pero ya no plantea soluciones políticas ni sociales,
como lo hiciera el realismo social durante la época de la Guerra Fría. Dentro de los principales textos y temas
encontramos el deseo de exteriorizar el mundo interior y hacer el mundo exterior. Vemos una preocupación por las
minorías. Los “parias” de la sociedad costarricense (burócratas arruinados, criminales, homosexuales y prostitutas),
se hacen dueños de la narrativa de autores importantes.
Literatura de Costa Rica 4

• Entre los escritores nacidos antes de 1965 que han publicado obras después de 1990 se encuentran Jorge Arturo,
Tatiana Lobo, Adriano Corrales Arias, Anacristina Rossi, Francisco Rodríguez, Osvaldo Sauma, Guillermo
Fernández Álvarez, Rodrigo Soto, Carlos Cortés, Vernor Muñoz, Uriel Quesada, Ana Istarú, Fernando Contreras
Castro, José María Zonta, Hugo Rivas (fallecido), José Ricardo Chaves, Dorelia Barahona y Alexánder Obando.
Un narrador importante es Rodolfo Arias Formoso, que destaca con un estilo superior e innovador y con temas
centrados en los problemas, las expectativas de la clase media costarricense.
• Por otro lado, tenemos escritores nacidos después de 1965, y que han publicado con posterioridad a 1990. Entre
ellos se incluyen los siguientes poetas: Mauricio Molina Delgado, Luis Chaves, Melvyn Aguilar, Gustavo
Solórzano Alfaro, Alfredo Trejos, Joan Bernal, Mauricio Vargas Ortega, Alejandra Castro, Paula Piedra, Laura
Fuentes, Camila Schumaher, David Cruz, Alejandro Cordero, Vivian Cruz, William Eduarte y Luis Chacón.
Dentro del grupo de narradores nacidos con posterioridad a 1965 se puede mencionar a: Heriberto Rodríguez,
Mauricio Ventanas, Catalina Murillo, Manuel Marín, Alí Víquez Jiménez, Marco Castro, Mario León, Guillermo
Barquero, Antonio Chamu, Jesús Vargas Garita, Gustavo Adolfo Chaves, Carlos Alvarado, Albán Mora.

Inicios
Tal y como afirma el teórico literario Álvaro Quesada: "La formación de una literatura nacional en Costa Rica se
asemeja, en líneas generales, a la formación de otras literaturas nacionales en los países latinoamericanos y
particularmente los centroamericanos. Ese proceso forma parte de un esfuerzo más amplio, la construcción o
invención de la 'nación', como una 'comunidad imaginada' más que una realidad sustantiva: esfuerzo que a su vez,
responde a un proyecto de unificación y centralización del poder económico, político e ideológico, alrededor de un
grupo hegemónico criollo ligado a la exportación de productos agrícolas para el mercado internacional." (Uno y los
otros, San José: EUCR, 1998: 17.) Según esto, entonces, la conformación de la literatura costarricense fue similar a
la del resto de América Latina, especialmente la de Centroamérica. Y si bien ya desde el siglo XIX hay ejemplos de
autores que aún hoy gozan de reconocimiento, específicamente aquellos pertenecientes a la "Lira costarricense"
(recopilada por Máxximo Fernández entre 1890-1891), como Aquileo J. Echeverría o Lisímaco Chavarría; o los de
la "generación del Olimpo", como Carlos Gagini y Ricardo Fernández Guardia, no es sino hasta el siglo XX que se
puede hablar de una literatura más coherente y consolidada.
Durante el periodo colonial es poco lo que puede recopilarse de la literatura en aquel tiempo, la mayoría de los textos
no pasan de un mero carácter epistolar y prosa administrativa. En este colonial, por decreto de Felipe II se le
prohibió a los habitantes de las Indias Occidentales escribir sobre cualquier materia relacionada con la vida en la
colonia. Más tarde Carlos V, en 1543 censuró la lectura de "libros de romances, que traten de materias profanas
fabulosas, e historias fingidas, porque se siguen muchos inconvenientes"

Siglo XIX

Actividad intelectual
Las primeras apariciones serias de actividad literaria aparecen en 1813 cuando se funda la Casa de Enseñanza Santo
Tomás, cuyo primer rector, el nicaragüense, José Francisco Osejo, crea el primer periódico manuscrito en 1824.
También en este periodo aparecen los primeros textos de enseñanza escritos en el país.
En 1830, varios años después de la independencia, llega la primera imprenta y aparecen los periódicos: El Noticioso
Universal y La Tertulia. Con la actividad universitaria en 1844, se incrementó la importación de libros y 15 años
después San José contaba con dos librerías.
Se publican las obras de ficción de Manuel Argüello Mora (1834-1902), precursor de la narrativa costarricense.
Escribió varias novelas: Un hombre honrado, Un drama en el presidio de San Lucas, Las dos gemelas del Mojón
(1860) y El amor a un leproso (1900). En estas novelas intentó aprovechar la realidad histórica.
Literatura de Costa Rica 5

La polémica
A finales del siglo XIX es posible encontrar, aunque escasa, literatura costumbrista, anécdotas pintorescas, crónicas
y poemas sentimentalistas de tendencia romántica. Algunos poemas fueron recopilados en el libro la "Lira
costarricense" (1890-1891) compilada por Máximo Fernández.
En 1894, se desarrolla en Costa Rica una polémica sobre la identidad de la literatura costarricense, conocida como
"la polémica sobre el nacionalismo en literatura". Ricardo Fernández Guardia consideraba que los temas de los
escritores ticos bien podían estar inspirados en la tradición extranjera, básicamente europea; mientras que Carlos
Gagini consideraba que la literatura "tica" debía enfocar asuntos propios de los costarricenses.

El costumbrismo
Este movimiento estará vigente en este país desde mediados del siglo XIX y se prolongará hasta varias décadas del
XX. Inicialmente los escritores de aquella época, harán una narrativa descriptiva y focosa sobre sus vecinos y la vida
agrícola; esto debido a que la región central donde está ubicada la capital, no es un centro urbano e industrial, sino
una serie de pequeños barrios rodeados de solares y plantaciones de café. Luego el costumbrismo mostrará más
madurez con obras como "La propia" de Manuel González Zeledón (Magón) y "El moto" de Joaquín García Monge.
Esta última logra amalgamar el realismo con el costumbrismo, la elegancia del lenguaje literario con el lenguaje
local de los campesinos.

Siglo XX
A principios del pasado siglo la literatura costarricense tendrá un nuevo y fuerte empuje del modernismo, que
convivirá con el viejo costumbrismo y realismo. Terminado ese periodo, continuará influenciada por la literatura
europea y suramericana (Chile y Argentina).

El modernismo
La literatura de inicios de siglo marcará una nueva etapa en la producción costarricense. En este momento, la
influencia modernista hispanoamericano no fue muy fuerte a pesar de la brevísima estadía de Rubén Darío en el país,
donde trabajó, escribió poemas destacados y publicó artículos en la prensa local. El modernismo no fue tan
determinante como en otros países latinoamericanos; en todo caso, llegó con atraso especialmente en la poesía.
El modernismo se percibe mezclado con temas nacionalistas tanto en escritores que estaban en favor del modernismo
(Fernández Guardia) como en los que estaban en contra (Gagini y Magón por ejemplo). Es posible notar un giro en
el discurso de la literatura modernista de Costa Rica a partir de los años '20, cuando los nuevos escritores dejan de
lado la idealización de un mundo europeizado, que predicó la generación anterior y se centran en una realidada más
inmediata e interiorista. Así inicia el "post modernismo" o "modernismo tardío". Esto da como resultado que cada
vez sea más difícil encontrar ambientes y personajes la mitología grecoromana, germánica, etc., que anteriormente
fueron tan comunes. Los nuevos modernistas (post modernistas) continuaron usando el consabido estilo preciosista,
esta vez con otro contenido.
Sobresalen en este periodo poetas como Roberto Brenes Mesén, Rogelio Sotela, Lisímaco Chavarría, Rafael
Cardona, Rafael Estrada, Carlos Luis Sáenz y Julián Marchena. Este último uno de los más recordados a pesar de
haber escrito un único libro, llamado "Alas en fuga", publicado en 1941 y reeditado en 1965, cuando el modernismo
había perdido vigencia en el resto de países hispanos.
Literatura de Costa Rica 6

Autores destacados
En la literatura costarricense destacan entre otros,
• Roberto Brenes Mesén, con sus poemas de En el silencio
• Carmen Lyra, escritora de Cuentos de mi Tía Panchita, En una silla de ruedas
• Carlos Luis Fallas Sibaja, con novelas como Mamita Yunai y Marcos Ramírez
• Fabián Dobles, con la novela El sitio de las abras
• Joaquín Gutiérrez, con novelas como Puerto Limón, Muramonos, Federico y Te acordás, hermano
• Yolanda Oreamuno con su novela La ruta de su evasión
• Carlos Salazar Herrera, con Cuentos de angustias y paisajes
• Eunice Odio, con su poemario Tránsito de fuego
• Isaac Felipe Azofeifa, con Cima del gozo
• Julián Marchena con su poemario único Alas en fuga
• José León Sánchez, con varias novelas, entre ellas La isla de los hombres solos
• Jorge Debravo con poemarios como Nosotros los hombres
• y Laureano Albán con textos como Herencia del otoño.
De los autores cuyas obras empiezan a aparecer entre los setentas y los ochentas, destacan algunos como:
• Rodrigo Quirós (1944-1997)
• Anacristina Rossi
• Carlos Cortés
• Rodrigo Soto
• Ana Istarú
• Osvaldo Sauma
• Rodolfo Arias Formoso
• Carlos Francisco Monge
• Mía Gallegos
• Milton Zárate (1956 - 2009)

Bibliografía
Bonilla, Abelardo. Historia de la literatura costarricense. San José, Editorial Universidad de Costa Rica, 1957.
Corrales Arias, Adriano. Sostener la palabra. Antología de poesía costarricense contemporánea. San José, Editorial
Arboleda, 2007.
Monge, Carlos Francisco Monge. Antología crítica de la poesía de Costa Rica. San José, Editorial Universidad de
Costa Rica, 1993.
Monge, Carlos Francisco. El vanguardismo literario en Costa Rica, Editorial Universidad Nacional, 2005.
Ovares, Flora, Margarita Rojas, María Elena Carballo y Carlos Santander. La casa paterna. Escritura y nación en
Costa Rica. San José, EUCR, 1993.
Ovares, Flora y Margarita Rojas. El sello del ángel. Ensayos sobre literatura centroamericana. Heredia, Editorial
Universidad Nacional, 2000.
Rojas, Margarita Álvaro Quesada, Flora Ovares y Carlos Santander. En el tinglado de la eterna comedia. El teatro
costarricense (1890-1930). Heredia, Editorial Universidad Nacional, 1995.
Rojas, Margarita y Flora Ovares. Cien años de literatura costarricense. San José, Farben, 1995.
Rojas, Margarita y Flora Ovares, En el tinglado de la eterna comedia. El teatro costarricense (1930-1950). Heredia,
Editorial Universidad Nacional, 1995.
Rojas, Margarita. La ciudad y la noche. Narrativa latinoamericana contemporánea. San José, Farben, 2006.
Literatura de Costa Rica 7

Valldeperas Acosta, Jorge. Para una nueva interpretación de la literatura costarricense. San José, Editorial Costa
Rica, 1978.
Duverran, Carlos Rafael. Notas para una reseña de la literatura costarricense. Revista Letras / 2, Universidad
Nacional, 1979.
Chase, Alfonso. "Narrativa contemporánea de Costa Rica". San José, MCJD, 1975.

Literatura de Honduras
La literatura hondureña es aquella desarrollada en Honduras o por hondureños
La literatura en el territorio de la actual Honduras se remonta a hace más de mil quinientos años, fue desarrollada por
la civilización maya en la ciudad de Copán, la Escritura maya de nuestros antepasados que empleaba logogramas y
glifos silábicos la literatura maya se encuentra conservada en las estelas, pirámides y templos en Copán. La ciudad
de Copán alberga la pirámide más informativa de América, la pirámide de los jeroglíficos que cuenta con más de
2.500 glifos.
Entre los escritores más notables de Honduras están Froylán Turcios Juan Ramón Molina, Rafael Heliodoro Valle,
Antonio José Rivas, Clementina Suárez, Ramón Amaya Amador, Marco Antonio Rosa, Roberto Sosa, Lucila
Gamero de Medina, Roberto Quezada, Armando García, Helen Umaña, Alberto Destephen, Argentina Díaz Lozano
y Julio Escoto.
La literatura de Honduras cuenta con poetas, novelistas y narradores de notable calidad en diferentes períodos de
la historia de ese país centroamericano.

Historia de la literatura hondureña


A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, descatan escritores como Froylán Turcios y el poeta modernista,
Juan Ramón Molina. Lucila Gamero (1873-1964) es la novelista más relevante del romanticismo en Honduras. En
tanto que, Prisión verde, de Ramón Amaya Amador, es la novela por excelencia con la que se inaugura la literatura
del realismo social dentro del país. Los poetas Óscar Acosta, Roberto Sosa, Rigoberto Paredes, José Adán Castelar,
Alexis Ramírez y José Luis Quesada, junto a narradores como Julio Escoto, Eduardo Bähr - libro de cuentos, El
cuento de la guerra - y Ernesto Bondy Reyes - "La mujer fea y el restaurador" - entre otros y otras, son los escritores
que abren nuevas perspectivas -literaria y generacionales- en el modo de hacer y enfrentar el hecho literario nacional
a partir de los años 60, 70 y la actualidad. No se puede obviar a los renombrados escritores Oscar Amaya con su
última producción de cuentos "El Prodigio de los príncipes"; Galel Cárdenas con su última novela "Pared del agua";
la novelista Denia Nelson Moncada, con un destacado estilo realista con un toque mágico muy innovador en su
novela "El Regreso de una Wetback", basada en un testimonio galardonado en Australia; en esta novela, por
primera vez en la literatura hondureña, se hace uso de algunos términos del Spanglish.
Helen Umaña es una de las pocas escritoras hondureñas que ha enfocado su labor literaria hacia el ensayo y la crítica
literaria, aparte de la historiadora Leticia de Oyuela, quien ha escrito ensayos sobre pintura y ha publicado diferentes
libros sobre la historia de Honduras.
En la literatura hondureña del presente se puede hablar de escritores que incursionan tanto en la poesía como en la
narrativa, Marta Susana Prieto (Melodía de Silencios) cuento (Animalario) novela histórica (Memoria de las
Sombras) ésta última merecedora de una Distinción de Casa de las Américas de Cuba. Entre otros autores César
Lazo, Glenn Lardizábal Navarro escritor de cuentos cortos ("Tentando el Vació" y "La Voz en Off") Felipe Rivera
Burgos, Efraín López Nieto, Jorge Miralda, Elisa Logan, Rebeca Becerra, Rubén Izaguirre, Mario Berríos, Alberto
Destephen, Débora Ramos, Aleyda Romero,Dorita ZapataSoledad Altamirano, Samuel Trigueros, Israel Serrano,
Fabricio Estrada, Heber Sorto, Salvador Madrid, David Fortín, Melissa Merlo, Oscar Sierra, Rolando A. Vega
Literatura de Honduras 8

Jordán, Gustavo Campos, Giovanni Rodríguez, Murvin Andino Jiménez, Otoniel Natarén, entre otros, y quienes
además de su producción individual, figuran en importantes antologías hondureñas y extranjeras.
Roberto Quesada, con su novela, Los barcos, novelista y cuentista, es una de las tres figuras más descollantes de la
literatura hondureña actual, junto a los dos escritores que, al igual que él, se abren paso en Estados Unidos y Europa
respectivamente, como la poeta y editora Amanda Castro y el escritor y dramaturgo Javier Abril Espinoza, autor del
libro Un ángel atrapado en el huracán y de Cuentos para niños y niñas. El narrador Nery Alexis Gaitán y el poeta
José González, de diferentes generaciones, son otros de los escritores hondureños dignos de ser considerados, del
mismo modo que no pasa inadvertido, por su fina ironía satírica, el escritor olanchitense Armando García. También
tenemos a Juan Ramón Saravia. Nació en Santa Barbara, Honduras, en 1951. Poeta, dramaturgo, editor, escritor. Ha
publicado los siguientes libros: Poesía: "Paisajes Bíblicos (Ida y vuelta)", 1985; "Puntos Cardinales", 1988; "Solo
para una mujer", 1990; "Alta es la noche", 1992; "Entre todas las mujeres", 1996. Teatro: "Hasta nunca, sangre azul";
"El círculo del domingo"; y "Se nos quema el dulce". Ha recibido los siguientes reconocimientos: Premio Casa de las
Américas, Cuba (1988) compartido con cuatro poetas latinoamericanos y publicado por ediciones Casa de las
Américas, La Habana, 1988, en la Colección Premio, bajo el título de "Cinco Puntos Cardinales", junio de 1989.
En septiembre del 2006, J. H. Bográn publicó, a través de Chippewa Publishing LLC, un libro escrito enteramente en
inglés titulado "Treasure Hunt". Esta novela tiene la distinción de ser la primera obra publicada en formato
electrónico (e-book) por un autor hondureño. En 2007 publicó su primera novela en español titulada "Heredero del
Mal", (Letra Negra Editores, Guatemala).

Notas y referencias

Bibliogafía
• Umaña, Helen (2000), Estudios de Literatura Hondureña, Tegucigalpa: Editorial Guaymuras, pp. 392, ISBN
9992615559
• Umaña, Helen (2003), La Novela Hondureña, Ciudad de Guatemala: Letra Negra, pp. 484, ISBN 99926422501
Literatura nicaragüense 9

Literatura nicaragüense
La literatura nicaragüense, se encuentra en constante crecimiento, y se remonta desde antes de la llegada de los
españoles a América.

Inicios
Tiene sus comienzos en la era prehispánica, en el Canto al Sol de los nicaraguas, escrito en idioma náhuatl, que se ha
preservado oralmente:[1]

Cuando se mete el sol, mi señor,

Me duele, me duele el corazón.

Murió, no vive el sol,

el fuego del día.

Te quiero, yo te quiero,

fuego del día, no te vayas,

no te vayas fuego.

Se fue el sol.

[2]
Mi corazón llora.

También se conservan lamentos chorotegas, de la era colonial, que cantan sobre los extenuantes trabajos que debían
realizar al servicio de los españoles conquistadores:

Aquéllos son los caminos

por donde íbamos a servir a los cristianos;

y aunque trabajábamos mucho,

volvíamos al cabo de algún tiempo

a nuestras casas

y a nuestras mujeres

e hijos;

pero ahora vamos sin esperanza

de nunca más volver,'

[3]
ni de verlos, ni de tener más hijos.

También de la época colonial es la obra el Güegüense (el Viejo, en náhuatl) , o Macho Ratón.[4] De autor anónimo,
es una comedia bailada, la única obra teatral de origen prehispánico que se conserva hasta la actualidad, que trata
sobre un drama dinástico Maya del siglo XV.[5] Cantada originalmente en náhuatl, fue evolucionando, incluyendo
partes en castellano, y expresa en las versiones posteriores el rechazo local a la dominación hispana, de manera
burlesca y creativa:[6]
[...]
60. Güegüence: Pues, ¿qué es lo que quiere, señor Capitán Alguacil Mayor?
61. Alguacil: Reales de plata, Güegüence.
62. Güegüence: ¡Ah!, redes de plato. ¡Ah!, muchachos: ¿allí están las redes de plato que trajimos de la Conchagua?
63. Don Forcio (hijo de Güegüence): Ahí están, papito.
Literatura nicaragüense 10

64. Güegüence: Señor Capitán Alguacil Mayor: tenemos muchos platos. ¿De qué clase los quiere: de china o de
barro.
65. Alguacil: Ni de china ni de barro. Yo no quiero platos, Güegüence.
66. Güegüence: ¿Y qué cosa, pues, señor Capitán Alguacil Mayor?
[...][4]
La obra es considerada un símbolo de identidad por el pueblo nicaragüense, llegando a ser declarada opr la
UNESCO Patrimonio Vivo, Oral e Intangible de la Humanidad.[5] En la actualidad se representa en las calles,
durante la tercera semana de Enero, durante la celebración de San Sebastián.[6] En 1942 fue recopilado e impreso en
un libro por primera vez, siendo sus canciones fueron grabadas en 1950.[6]

Colonia
Aunque tuvo un comienzo excepcional, la literatura nicaragüense no se desarrolla de la misma manera que sus
pueblos vecinos. Se mantiene eminentemente rural y oral, destacándose las leyendas y los cuentos de camino (como
el del Tío Coyote y el tío Conejo), donde los animales antropomorfizados protagonizan historias claramente
relacionadas con las deidades indígenas.[7]
La literatura escrita se mantuvo casi exclusivamente en manos de extranjeros, que narran sus viajes por la región. En
este sentido se puede destacar Décadas del Nuevo Mundo, de Pedro Mártir de Anglería, escrito entre 1494 y 1526,
Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1552), de Fray Bartolomé de las Casas,[7] y Los viajes de Tomas
Gage por La Nueva España (1648), escrito por el fraile irlandés Tomás Gage,[8][7]

Siglo XIX
En un periodo en que la mayoría de la población es analfabeta,[7] nace en Nicaragua uno de los más grandes
escritores de habla hispana: Rubén Darío, que inicia el movimiento modernista.[9] Darío inició su carrera literaria en
Chile, al publicar en 1888 uno de sus más importantes libros, Azul....[7]

Siglo XX
Un poeta importante es Pablo Antonio Cuadra (1912), dinamizador de la revista Vanguardia desde 1928, y cuya
obra, a partir de sus Canciones de pájaro y señora (1929 - 1931), se extiende hasta los años setenta con Poemas
nicaragüenses (1930 - 1933), Canto temporal (1943), Himno de horas a los ojos de Nuestra Señora (1946 - 1954),
Poemas con un crepúsculo a cuestas (1949 - 1956 y Cantos de Cifar (1971). Ernesto Cardenal (1925), sacerdote
profundamente vinculado al sandinismo, es autor de una poesía inspirada en ideales revolucionarios, Hora cero
(1956), Salmos (1964), Homenaje a los indios americanos (1970) y Canto Nacional.

Referencias
[1] Nicaragua: Literatura (http:/ / www. enciclonet. com/ documento/ nicaragua:+ literatura/ ). Enciclonet. Consultado el 20 de abril de 2009.
[2] Versión recogida por Angel María Garibay, citado por Jorge Eduardo Arellano, Antología general de la poesía nicaragüense, Managua,
1984, tomado del sitio Cantos indígenas (http:/ / www. dariana. com/ Panorama/ PTeorico/ cantos_indigenas. html). Panorama de la
literatura nicaragüense. Consultado el 20 de abril de 2009.
[3] Tomado de Bartolomé de las Casas, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, 1522, citado por Jorge Eduardo Arellano, Antología
general de la poesía nicaragüense, Managua, 1984, tomado del sitio Cantos indígenas (http:/ / www. dariana. com/ Panorama/ PTeorico/
cantos_indigenas. html). Panorama de la literatura nicaragüense. Consultado el 20 de abril de 2009.
[4] Gloria M. Sánchez Zeledón de Norris. [ El Güegüense]. Consultado el 20 de abril de 2009.
[5] UNESCO declara al Güegüense patrimonio oral de la humanidad (http:/ / impreso. elnuevodiario. com. ni/ 2005/ 11/ 25/ variedades/ 6567). El
Nuevo Diario, 25 de noviembre de 2005. Consultado el 20 de abril de 2009.
[6] El Güegüense o Macho Ratón (http:/ / vianica. com/ sp/ go/ specials/ 21-el-gueguense-macho-raton. html). Vianica. Consultado el 20 de abril
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[7] Sergio Ramírez. Enciclopedia de Literatura Nicaraguense (http:/ / www. nicaraguaportal. de/ index. php?id=2361). Nicaraguaportal.
Consultado el 21 de abril de 2009.
Literatura nicaragüense 11

[8] Gustavo Adolfo Montenegro. Penurias coloniales (http:/ / www. prensalibre. com/ pl/ domingo/ archivo/ revistad/ 2005/ mayo05/ 220505/
dhistoria. shtml). Revista D, 2004. Consultado el 21 de abril de 2009.
[9] Rubén Darío (http:/ / www. los-poetas. com/ a/ biodario. htm). Los Poetas. Consultadio el 23 de abril de 2009.

Enlaces externos
• Sólo literatura: Listado de escritores nicaragüenses: A-G (http://www.sololiteratura.com/autnicaraguaag.htm),
H-O (http://www.sololiteratura.com/autnicaraguaho.htm), P-Z (http://www.sololiteratura.com/
autnicaraguapz.htm)
• Antología de la poesía nicaragüense (http://www.dariana.com/Panorama/Panorama.html)

Literatura de El Salvador
La literatura salvadoreña es la acaecida a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Con anterioridad a esa fecha, el
actual territorio salvadoreño formaba parte de otras entidades políticas, razón por la que carece de sentido hablar de
una identidad propia que aspirara a expresarse literariamente. No fue sino a partir del triunfo liberal que una élite de
intelectuales asumió la función de la conciencia nacional y, con ello, fundó el espacio de una cultura nacional donde
la literatura tendrá una participación protagónica.

Orígenes de la literatura salvadoreña

La literatura durante la colonia


En los siglos correspondientes a la colonia hubo un florecimiento literario considerable en la metrópoli ibérica;
reflejo de lo cual, también en las posesiones americanas se verificó un notable cultivo de las artes, especialmente la
arquitectura, la plástica y la música. Existieron, empero, obstáculos importantes para un despunte comparable en la
literatura. Entre ellos resaltaba el celo con que la autoridad religiosa controlaba las vidas de sus feligreses recién
convertidos al cristianismo. El cultivo de la palabra debía estar al servicio de la fe y bajo el cuidadoso escrutinio de
sus guardianes. A pesar de ello tuvo lugar una vida literaria secular de importancia en las cortes virreinales de
México y Lima. Esta literatura cortesana tendía a reproducir de forma mimética los cánones metropolitanos, aunque
ocasionalmente nutría una voz original y memorable como la de sor Juana Inés de la Cruz, la poeta mexicana.
El territorio salvadoreño se encontraba lejos de los centros de cultura. Se puede conjeturar que la literatura habría
gozado de adeptos entre reducidos círculos de criollo cultos, pero de ello apenas existe evidencia, y cuando la hay,
confirma que su cultivo tuvo una carácter esporádico, efímero y hasta accidental. Ejemplo de los últimos es el caso
del andaluz Juan de Mestanza, quien ocupó la Alcaldía Mayor de Sonsonate entre 1585 y 1589, mencionado en "El
Viaje al Parnaso" de Miguel de Cervantes.[1] Las investigaciones de Pedro Escalante y Carlos Velis revelan que en
los años de la Colonia hubo una considerable actividad teatral, parte central del entretenimiento popular en las
festividades de los asentamientos de regular importancia. Durante estas fiestas se representaban piezas de tema
religioso o comedias de propósito educativo, aunque de vez en cuando se representase la creación del origen
americano según las versiones indígenas.
Literatura de El Salvador 12

Literatura religiosa
La importancia de la literatura religiosa no es en
absoluto despreciable. La fe católica y sus ritos eran
el punto común en una sociedad heterogénea y
fuertemente estratificada. Había expresiones
literarias ligadas a las representaciones dramáticas
en torno a lo religioso, escenificadas durante las
festividades de pueblos y barrios. Por otro lado,
también se encontraba una literatura dirigida a un
público lector mucho más reducido y selecto. En
ese grupo se encontraban obras de carácter piadoso,
hagiografías (vidas de santos y beatos) y tratados
teológicos, escritos por religiosos nacidos en el
país, pero publicadas usualmente en Europa.

Dentro de esta última categoría, sobresale Juan


Antonio Arias, jesuita nacido en Santa Ana, autor
de tratados como Misteriosa sombra de las
primeras luces del divino Osiris y Jesús recién
nacido. Otro jesuita, el padre Bartolomé Cañas,
asilado en Italia a raíz de la expulsión de su orden
de los territorios españoles, escribió en Bolonia una
Disertación apologética que llegó a imprimirse.
Fray Diego José Fuente, franciscano oriundo de San
Salvador, publicó varias obras religiosas en España. Facsímil de la primera página del primer libro impreso en El Salvador.
Fray Juan Díaz, originario de Sonsonate, fue autor
de la biografía Vida y virtudes del venerable fray Andrés del Valle".

Literatura secular
Una obra alejada de la temática religiosa, fue el manual para la manufactura del añil, El puntero apuntado con
apuntes breves, de Juan de Dios del Cid, quién fabricó por cuenta propia una rudimentaria imprenta para publicar su
obra, que cabe decir fue la primera impresa en territorio salvadoreño.[2] El documento tiene por fecha de impresión
1641, pero Luis Gallegos Valdés, crítico literario salvadoreño, sostiene que esta fecha se debe a un error tipográfico,
pues algunas referencias históricas lo sitúan en el siglo siguiente. Además, puede hablarse de la Carta de Relación,
escrita por el conquistador extremeño Pedro de Alvarado con fines eminentemente prácticos; en ella, haciendo gala
de sus escasas letras, narra episodios importantes de la conquista de estas tierras.

Literatura durante la independencia


En las últimas décadas del dominio ibérico ya existía en Centroamérica una considerable actividad cultural de
carácter secular. Su centro era la Universidad de San Carlos, en Guatemala. Allí, y en poblaciones de regular tamaño,
algunos criollos educados se congregaban para debatir e intercambiar las ideas de la Ilustración. Esto animó el
nacimiento de una literatura de orientación más política que estética, manifestada principalmente en la oratoria y la
prosa argumentativa, polémica y doctrinal, donde los autores hacían gala de su ingenio y de su formación retórica
clásica.
En esa época destacaron personalidades de origen salvadoreño, algunas de ellas protagonistas de las posteriores
gestas independentistas. Cabe recordar aquí la célebre homilía del padre Manuel Aguilar (1750-1819) en la que
Literatura de El Salvador 13

proclamó el derecho a la insurrección de los pueblos oprimidos, lo cual provocó escándalo y censura entre las
autoridades. También dentro de esta modalidad de literatura oratoria se situó la intervención del sacerdote José
Simeón Cañas (1767-1838) en la Asamblea Constituyente de 1823. En una pieza oratoria de gran pasión y
elocuencia reclamó la liberación de los esclavos. También gozó de gran reputación la oratoria y la prosa forense del
presbítero y doctor Isidro Menéndez (1795-1858), oriundo de Metapán y autor de buena parte de la legislación
salvadoreña.
La estética en la literatura salvadoreña de aquella época no gozaba de un protagonismo comparable al del discurso
elocuente o a la redacción periodístico. Se limitaba a usos de ocasión, como es el caso de versos anónimos dedicados
a comentar satíricamente sucesos políticos del momento, o de otras composiciones poéticas que celebraban el buen
nombre y las hazañas de personalidades de relieve. Puede citarse a Miguel Álvarez Castro (1795-1856), autor de
poesía laudatoria, entre la que resalta su oda Al ciudadano José Cecilio del Valle (1827). Parecido carácter y función
tenía la célebre Tragedia de Morazán, escrita por Francisco Díaz (1812-1845), pieza en prosa que registra la gesta
del héroe liberal y centroamericanista, publicada hasta 1894.
La patente debilidad del Estado, la exigua vida urbana y la consecuente inexistencia de una infraestructura cultural
limitaban considerablemente las posibilidades de existencia de una vida literaria autónoma. Bajo estas condiciones
existía una actividad artística dependiente del patrocino privado y orientada a servir gustos y necesidades de
prestigio social de círculos bastantes reducidos.

Etapa del liberalismo y la modernización cultural


Para poder comprender el nacimiento de, propiamente dicho, la literatura salvadoreña, hay que situarla en el contexto
histórico donde se dio. Fue con la llegada al poder en 1876 de Rafael Zaldívar que los liberales lograron imponerse a
sus rivales conservadores. De esta manera asumieron la fundación de un Estado nacional prácticamente desde los
cimientos, dando alguna relevancia al interés por la literatura.

El proyecto liberal
El proyecto nacional confiaba en que el desarrollo de una economía orientada hacia la exportación agrícola —con el
café como principal producto— permitiría el salto desde la "barbarie" —para los liberales sinónimo de caudillismo,
religión cristiana católica y masas incultas— hacia la "civilización", sinónimo de los logros políticos y sociales de
las naciones más adelantadas de Europa.
Tras realizarse gran cantidad de reformas al Estado y a su estructura, el país iba perdiendo su identidad cultural
indígena y se formaba en un nuevo proyecto, cambiando parámetros y concepciones de la cultura y las costumbres.
Para tal efecto, era necesaria la formación de una élite ilustrada capaz de impulsar el nuevo status quo. Encarrilando
la formación académica, en 1841 se fundó la Universidad de El Salvador y en 1870 se creó la Biblioteca Nacional,
dotada de una colección de comentarios a textos clásicos grecolatinos comprada por decreto oficial al cardenal
italiano Lambrushini. Posteriormente el acervo de esta institución se fue enriqueciendo con obras científicas y
literarias de corte más moderno. A finales del siglo XIX la Biblioteca Nacional se había fortalecido notablemente y
patrocinaba la edición de obras de autores nacionales, además de contar con una revista propia. Se formó asimismo
otra institución de carácter semi oficial, la Academia Salvadoreña de la Lengua, que se constituyó nominalmente en
1876, aunque no entraró en funciones hasta 1914.
De forma paralela tuvo lugar una actividad cultural independiente entre miembros de las élites. Esta actividad se
congregó en una serie de sociedades científico-literarias, la mayoría de breve existencia. Excepción a esta regla fue
la sociedad "La Juventud", nacida en 1878. Pese a su composición minoritaria fue un foro muy activo de recepción
de las últimas tendencias de las ciencias y el arte. Así fue tomando cuerpo una élite intelectual compuesta en
particular por individuos provenientes de los rangos de la élites económicas.
Literatura de El Salvador 14

En el terreno científico, ésta fue la época de los primeros intentos de numerar y explicar la realidad y el pasado
histórico del país. En las ciencias naturales sobresalió el trabajo del médico y antropólogo David J. Guzmán, autor de
la Oración a la Bandera Salvadoreña. En geografía e historia, Santiago I. Barberena aportó una obra considerable.
Aunque el énfasis del trabajo de esta época recayó en el terreno científico, sus miembros concedieron un papel muy
importante a la cultura estética, en especial a la literatura. Para las élites liberales, el dominio de la palabra y la
familiaridad con las últimas manifestaciones de la literatura europea —en particular la francesa— constituían las
marcas inequívocas e inexcusables de superioridad espiritual. Curiosamente, esta peculiar relación con el ámbito
estético contribuyó a valorar el estatus del poeta y hacer de la literatura un elemento importante en la legitimación
del poder y del Estado.

Modernismo y modernización literaria


La historia del modernismo se remonta en El Salvador a las polémicas sobre el influjo del romanticismo que tuvieron
lugar en el seno de "La Juventud". Allí se denunciaba el magisterio del español Fernando Velarde, quien había
permanecido en el país en la década de 1870, impactando a las jóvenes generaciones cultas con una poesía sonora y
grandilocuente. Fruto de ese magisterio había sido la producción de una obra poética profundamente influida por un
romanticismo de cuño ibérico, es decir, retórico y folklorista. A este romanticismo se suele asociar los nombres de
Juan José Cañas (1826-1918), autor de la letra del himno nacional, Rafael Cabrera, Dolores Arias, Antonio Guevara
Valdés, Isaac Ruiz Araujo y otros.
Todavía adolescentes, Rubén Darío (1867-1916) —el celebre poeta nicaragüense que residía por esos años en San
Salvador— y Francisco Gavidia (1864-1955) arremetieron contra la poesía de Velarde y llamaron la atención sobre
el modelo de la poesía francesa simbolista y parnasiana. Ambos la estudiaron con rigor y entusiasmo, tratando de
desentrañar sus intrincados mecanismos constructivos y verterlos a la lengua castellana.
Francisco Gavidia asumió la empresa de fundar una literatura nacional. Esta preocupación está más o menos presente
a lo largo de una voluminosa obra que evidencia una erudición portentosa, aunque no siempre afortunada en la
concreción artística. Francisco Gavidia representa la expresión más decantada del espíritu liberal en el terreno del
arte. Su visión de la literatura salvadoreña abogaba por la vocación universal y el dominio de la tradición de
Occidente, aunque no olvida la necesidad de rescatar y conocer lo autóctono.
Otros autores importantes del período fueron Vicente Acosta, Juan José Bernal, Calixto Velado y Víctor Jerez.
Algunos de ellos participaron en la publicación literaria La Quincena, que jugaró un importante papel en la difusión
de la estética finisecular.

Literatura en el Siglo XX
Durante las primeras décadas del siglo XX el influjo del modelo literario modernista siguió predominando, aunque
se vislumbraban nuevos rumbos. El modelo de modernización cultural liberal pareció consolidarse bajo el efímero
gobierno de Manuel Enrique Araujo, presidente que gozaba de apoyo entre la intelectualidad y que parecía
comprometido con una política de fomento científico y artístico. Araujo intentó dar una base institucional más sólida
al modelo de sociedades científico-literarias con la fundación del Ateneo de El Salvador (asociación para el estudio
de la historia y las letras nacionales),[3] pero este impulso se truncó con el atentado que le costó la vida en 1913.
Con sus sucesores, la dinastía Meléndez-Quiñones, el camino hacia el progreso apareció ensombrecido por el retorno
de males de tiempos pasados: nepotismo, intolerancia y clientelismo; persiguiendo especialmente a la clase
intelectual.
Literatura de El Salvador 15

El costumbrismo y la mirada introspectiva


Una literatura preocupada hasta entonces por la pertenencia a un espíritu estético cosmopolita estaba poco dotada
para encarar la nueva realidad política del país. Sin responder necesariamente a un programa estético explícito,
literatos de variada filiación ideológica comenzaron a atenderlas. Como resultado proliferó el cultivo de distintas
modalidades de retrato de costumbres donde, bien de manera satírica, bien con espíritu analítico, se dirigió la
atención a dimensiones hasta entonces excluidas del arte. En el costumbrismo sobresalen el general José María
Peralta Lagos (1873-1944), ministro de Guerra de Manuel Enrique Araujo y escritor de gran popularidad por los
artículos polémicos y de sátira social que publicaba bajo la rúbrica de T.P. Mechín. Su obra narrativa y su drama
Candidato se caracterizó por la captación jocosa de aspectos típicos de los ambientes provincianos. Otros
costumbristas de importancia fueron Francisco Herrera Velado y Alberto Rivas Bonilla.
La popularidad que vivió el relato de costumbres se apoyaba en la creciente importancia del periodismo. Este medio
de difusión proveía algunas bases para un actividad literaria más independiente y, en consecuencia, más crítica con
respecto al estado de cosas en el país. Es oportuno mencionar la propaganda político hecha por la prensa; el
personaje más relevante del ramo fue Alberto Masferrer (1868-1932), quien escribió además una considerable obra
en la categorí de ensayo. Aunque de intención más política y moral que artística, la producción de Masferrer
contribuyó de manera considerable a crear el clima que orientó a un cambio de rumbos en el quehacer literario.
Característica de todos los autores de este período fue la relativa subordinación del aspecto estético a lo ideológico,
lo cual no sucedió con Arturo Ambrogi (1985-1936), quien llegó a ser el escritor viviente más leído y prestigioso de
El Salvador. En su juventud había publicado unos relatos de muy baja calidad, pero a los largo de una vida de
dedicación al arte literario llegó a dominar con maestría la crónica y el retrato, publicando en 1917 un volumen de
crónicas y relatos titulado El libro del trópico. Lo verdaderamente original de Ambrogi fue que el vuelco temático
hacia la exploración de lo autóctono iba acompañado de una búsqueda formal. Ello lo condujo a un hallazgo
importante, señalado por Tirso Canales: la síntesis entre el lenguaje literario y el dialecto vernáculo.
La representación del hablar popular estaba ampliamente presente en el relato costumbrista y era uno de los
elementos que decididamente otorgaba el "color local" y que caracterizaba a los personajes "ignorantes"; por su
parte, Ambrogi propuso algo bastante novedoso; incorporó al discurso voces populares, jugando con sus
posibilidades literarias. De esta manera elaboró un propuesta estética de considerables consecuencias. Si el lenguaje
del pueblo es capaz de producir poesía, no toda la cultura vernácula es barbarie e ignorancia.
Parecida significación puede atribuirse a la obra lírica de Alfredo Espino (1900-1928), en la que temas y lenguajes
populares acababan transformados en materia poética. Ello constituyó un suceso de gran importancia en la historia
literaria salvadoreña, por mucho que esta poesía parezca anacrónica y pueril a las generaciones posteriores.
El período que comprendió las primeras décadas del siglo XX fue importante porque marcó el paso a una cultura
nacional que se vio obligada a recurrir a lo "autóctono" para definirse. Este dato revela que la vida nacional estaba
dejando de ser una preocupación exclusiva de las élites "europeizadas" y estaba arrastrando sectores sociales más
heterogéneos.

Antimodernismo
A finales de la década de 1920 y principios de la siguiente la sociedad salvadoreña sufrió varias sacudidas sociales y
políticas que desbarataron la ya endeble sociedad literaria. En el terreno económico, la crisis de Wall Street se
tradujo en un drástico desplome de los precios del café. El presidente Pío Romero Bosque había iniciado un proceso
de retorno a la legalidad institucional que permitió convocar las primeras elecciones libres de la historia salvadoreña.
En ellas resultó electo el ingeniero Arturo Araujo llevando un programa reformista inspirado en las ideas de Alberto
Masferrer, quien de hecho había apoyado de manera activa la campaña electoral de Araujo. La crisis económica y el
conflicto político resultante hicieron fracasar en cuestión de meses la gestión del mandatario y dieron paso a seis
décadas de autoritarismo militar que reprimió de manera drástica la proliferación literaria.
Literatura de El Salvador 16

En el terreno de la actividad artística se registró una activa búsqueda de alternativas frente al Occidente moderno
como ideal de civilización. El modernismo dariano abundaba en condenas retóricas al prosaísmo de los nuevos
tiempos, pero a la vez estaba deslumbrado por la opulencia y el refinamiento de la Europa finisecular. El
modernismo condenaba la vulgaridad de los nuevos ricos, pero no mostraba disposición a renunciar a los objetos
artísticos que la riqueza producía. Entre las nuevas generaciones literarias esta actitud cambió; ya no se trataba de
quejarse de las enfermedades del siglo, sino de rechazar la modernidad en su fundamento mismo.
Desde su cargo de cónsul en Amberes, Alberto Masferrer observó la atrocidad de la crisis; Alberto Guerra Trigueros
(1898-1950), como escritor salvadoreño, también plasmó en sus escritos la tendencia hacia la alteridad del modelo
de progreso.
Esta búsqueda de alternativas llevó a muchos a hacer un largo y accidentado periplo por senderos tan distintos que
incluyen el misticismo oriental, las culturas amerindias y un primitivismo que veía en las formas de vida
tradicionales la plena y valedera antítesis de la modernidad desencantada.
En El Salvador, gozaron de particular popularidad la teosofía y otras adaptaciones sui generis de las religiones
orientales. Estas ideas tuvieron un notable poder de cohesión en una nutrida promoción literaria que contó con
talentos con los de Alberto Guerra Trigeros, Salarrué (1899-1975), Claudia Lars (1899-1974), Serafín Quiteño, Raúl
Contreras, Miguel Ángel Espino, Quino Caso, Juan Felipe Toruño y otros. Estos escritores encontraron su credo
estético y su profesión de vida en un arte definido como antagonista radical de la modernidad social.
Guerra Trigueros fue el artista con formación teórica más sólida de este grupo y el más familiarizado con las
corrientes intelectuales y estéticas de Europa. Además de ser autor de una obra destacada, jugó un papel importante
como difusor de las nuevas ideas estéticas. En sus ensayo abogó por una redefinición radical del lenguaje y los temas
poéticos hasta entonces muy dominados por la estética modernista. Promovió el verso libre y una poesía de tono
coloquial, proclamando así una poesía "vulgar", en el sentido de redimir la cotidianidad. Estas ideas se hicieron más
visibles en las generaciones posteriores (en la de Pedro Geoffroy Rivas, Oswaldo Escobar Velado o Roque Dalton),
ya que sus contemporáneos elaboraron una expresión lírica siguiendo moldes más bien clásicos, aunque ya distantes
del modernismo.

Populismo y autoritarismo
A inicios de la década de 1930, la narrativa salvadoreña tiene su centro en la obra de Salarrué, la cual es tan diversa
como voluminosa y al mismo tiempo desigual, es la continuación y culminación de la síntesis entre el lenguaje
literario culto y el habla popular iniciada por Ambrogi. Sus Cuentos de barro (1933), que podría considerarse el libro
salvadoreño más publicado y leído, tienen interés por ser una de las inclinaciones literarias más logradas hacia la
utilización del habla popular y por elevar el primitivismo de la sociedad campesina al estatuto de utopía nacional.
También frecuentó los temas fantásticos y los relacionados con su religiosidad orientalista.
Aunque cabe decir que los miembros de esta promoción de literatos no siempre tuvieron vínculos directos con la
dictadura militar entronizada en 1931, su concepción de la cultura nacional como negación del ideal ilustrado no
dejó de proporcionar cierta utilidad a la legitimación del nuevo orden. La idealización del campesino tradicional de
su vínculo solidario son la naturaleza, permitía asociar el autoritarismo y el populismo, ingredientes indispensables
del discurso de la naciente dictadura militar.

La generación de 1944 y la lucha antiautoritaria


En la década de 1940 alcanzó su madurez un grupo de escritores entre quienes se cuentan Pedro Geoffroy Rivas
(1908-1979), Hugo Lindo (1917-1985), José María Méndez (1916), Matilde Elena López (1922), Julio Fausto
Fernández, Oswaldo Escobar Velado, Luis Gallegos Valdés, Antonio Gamero y Ricardo Trigueros de León. Pedro
Geoffroy Rivas produjo una obra lírica marcada por la vanguardias y, además, desarrolló una importante labor de
rescate de las tradiciones indígenas y de la lengua popular. La poesía de Oswaldo Escobar Velado tiene una delatada
preocupación existencial y un componente esencial de denuncia de las injusticias sociales. José María Méndez y
Literatura de El Salvador 17

Hugo Lindo exploraron nuevas fronteras de la narrativa.


Numerosos escritos de esta generación jugaron un papel muy activo en el movimiento democrático que puso fin de
la dictadura del general Hernández Martínez. Sin embargo, algunos de ellos colaboraron activamente con el régimen
del coronel Óscar Osorio.
Dentro de un proyecto de modernización del Estado, Osorio promovió una de las políticas culturales más ambiciosas
en la historia de El Salvador. Para citar un ejemplo, a través del Departamento Editorial del Ministerio de Cultura
(posteriormente Dirección de Publicaciones del Ministerio de Educación), bajo la enérgica dirección del escritor
Ricardo Trigueros de León se desarrolló una labor editorial de gran alcance, la cual constituyó, a la vez, un paso
decisivo en sentar las bases del canon de la literatura salvadoreña.
De forma paralela, tuvo lugar un proceso que había de afectar el desarrollo de la literatura; el auge y la
universalización de la industria de la cultura. Hacia 1950 resultaba bastante claro que los medios de difusión masiva
estaban desplazando a las bellas artes y a la cultura popular tradicional como generadores de referentes imaginarios
de la población. Ante esa situación la literatura fue quedando relegada a una incómoda marginalidad. Esta debilidad
hizo del trabajo artístico un fácil rehén del régimen militar, cada vez más deslegitimado por la corrupción y la
ausencia de libertades políticas.

Literatura durante la guerra civil


El letargo literario durante la dictadura militar fue acabando al acercarse la guerra civil de los años 1980; ya que era
casi imposible lograr que la milicia continuara al poder del Estado.

Lista de escritores salvadoreños


• Alberto Masferrer (1868-1932)
• Alfonso Quijada Urías (n. 1940)
• Alfredo Espino (1900-1928)
• Arturo Ambrogi (1874-1936)
• Aída Elena Párraga (n. 1966)
• Carlos Alberto Soriano (n. 1971)
• Álvaro Menen Desleal (1932-2000)
• Carmen González Huguet (n. 1958)
• Claribel Alegría (n. 1924)
• Claudia Hernández (n. 1975)
• Claudia Lars (1899-1974)
• David Escobar Galindo (n. 1943)
• Edwin Ernesto Ayala (n. 1966)
• Francisco Andrés Escobar (n. 1942)
• Francisco Gavidia (1863-1955)
• Horacio Castellanos Moya (n. 1957)
• Hugo Lindo (1917-1985)
• Héctor Ismael Sermeño (n. 1954)
• Italo López Vallecillos (1932-1986)
• Jacinta Escudos (n. 1961)
• Javier Alas (n. 1964)
• José María Peralta Lagos (1873-1944)
• José Roberto Cea (n. 1939)
• Juan Felipe Toruño (n. 1989)
• Juan Carlos Recinos (n. 1989)
Literatura de El Salvador 18

• Krisma Mancía (n. 1980)


• Luis Alvarenga (n. 1969)
• Manlio Argueta (n. 1935)
• Melitón Barba (1925-2001)
• Miguel Huezo Mixco (n. 1954)
• Miguel Ángel Espino (1903-1967)
• Nora Méndez (n. 1969)
• Pedro Geoffroy Rivas (1908-1979)
• Rafael Góchez Sosa (1927-1986)
• Rafael Francisco Góchez (n. 1967)
• Rafael Menjívar Ochoa (n. 1959)
• Ricardo Lindo Fuentes (n. 1947)
• Ricardo Trigueros de León (1917-1965)
• Roberto Armijo (1937-1997)
• Roque Dalton (1935-1975)
• Salvador Salazar Arrué (Salarrué) (1899-1975)
• Susana Reyes (n. 1971)
• Vladimir Amaya (n. 1985)
• Waldo Chávez Velasco (1933-2005)
• Jorge Ismael García Corleto
• Yanira Soundy (n.1964)
• Reina Isabel Arias de Paniagua (N. 1963)

Organismos e instituciones de promoción literario


• Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (CONCULTURA)
• Dirección de Publicaciones e Impresos (DPI)
• La Casa del Escritor

Movimientos literarios
• Modernismo en El Salvador
• Generación Comprometida

Referencias
[1] Adda Montalvo (20 de diciembre). « Mi amigo Miguel de Cervantes (http:/ / www. elsalvador. com/ noticias/ 2004/ 12/ 20/ escenarios/ esc12.
asp)». El Diario de Hoy. Consultado el 8 de abril de 2008.
[2] Imprenta Nacional (2005). « Historia - Imprenta Nacional (http:/ / www. imprentanacional. gob. sv/ historia/ imprenta. htm)». Consultado el 8
de abril de 2008.
[3] Asociación Infocentros (2001). « Los primeros periódicos y el renacer literario salvadoreño (http:/ / www. infocentros. org. sv/ article.
php?sid=47)». Consultado el 8 de abril de 2008.
Literatura de Guatemala 19

Literatura de Guatemala
Se denomina 'literatura de Guatemala' a la escrita por autores guatemaltecos, ya sea en cualquiera de los 23 idiomas
que conforman el canon lingüístico del país, o en español. Aunque con toda probabilidad existió una literatura
guatemalteca anterior a la llegada de los conquistadores españoles, todos los textos que se conservan son posteriores,
y están además transliterados a caracteres latinos.

Literatura en lenguas mayenses

El Popol Vuh
La obra más significativa de la literatura guatemalteca en idioma quiché, y una de las más importantes de la literatura
hispanoamericana precolombina. Se trata de un compendio de historias y leyendas mayas, destinado a conservar la
memoria de las tradiciones de la raza. La primera versión conocida de este texto data del siglo XVI, y está escrita en
idioma quiché transcrito en caracteres latinos. Fue traducida al español por el dominico Fray Francisco Ximénez a
comienzos del siglo XVIII.
Las leyendas incluidas en el Popol Vuh pueden dividirse en cuatro partes:
• Creación del mundo y de los primeros seres humanos
• Historias de Hunahpú e Ixbalanqué
• Creación de los "hombres de maíz"
• Listado de generaciones posteriores
La importancia del Popol Vuh radica en su carácter de compendio histórico-religioso, aunque con preponderancia del
segundo elemento sobre el primero. Por esta conjunción de lo mítico y lo religioso, ha sido denominado la Biblia
maya, y es un documento fundamental para conocer la cultura de la América precolombina.

El Rabinal Achí
El Rabinal Achí, en el original Xajooj Tun o "Baile del Tun", es una obra dramática, consistente en bailes y textos,
que se conserva y se representa tal y como se debió representar originalmente. Se supone que data del siglo XV, y en
él se narran los orígenes míticos y dinásticos del pueblo Kek'chi', y sus relaciones con los pueblos vecinos. La
historia cuenta cómo el príncipe de los Kek'chi' lucha contra las tribus vecinas y, aunque inicialmente las derrota,
posteriormente es capturado y llevado ante el rey Job’Toj, quien le concede volver a su pueblo para despedirse y
bailar con la princesa por última vez.
El Rabinal Achí se representa durante la fiesta de Rabinal, el 25 de enero, día de San Pablo. Fue declarado Obra
Maestra de la tradición Oral e Intangible de la Humanidad por la Unesco en 2005.

La literatura guatemalteca tras la colonización española

Época colonial: siglos XVI-XIX


Los primeros escritores naturales de Guatemala que emplearon el idioma español en sus creaciones datan del siglo
XVII. Entre ellos cabe mencionar a Sor Juana de Maldonado, a quien se considera la primera poetisa y dramaturga
colonial de Centroamérica, o el historiador Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán.
El jesuita Rafael Landívar (1731-1793) es considerado como el primer gran poeta de Guatemala. Obligado a
exiliarse por la orden del expulsión dictada por Carlos III, viajó a México primero, y a Italia después, donde falleció.
Escribió originalmente en latín su Rusticatio Mexicana, de gran éxito, así como sus poesías de elogio al obispo
Figueredo y Victoria.
Literatura de Guatemala 20

En el campo de la poesía es de suma importancia el cultivo de formas poéticas tradicionales escritas para ser
cantadas. Entre estas destaca especialmente el villancico destinado a los oficios de vísperas de las principales fiestas
del año litúrgico. Esta era la única ocasión litúrgica en la que era permitido cantar en idiomas vernáculos, mientras
todas las demás celebraciones eran exclusivamente en latín. En Guatemala como en todo el imperio español se
compusieron sainetes, jácaras, tonadas, cantatas y villancicos sobre letras en castellano. Entre los autores de estos
poemas, que fueron puestas en música por ellos mismos, sobresalen Manuel José de Quirós (ca. 1765-1790), Pedro
Nolasco Estrada Aristondo, Pedro Antonio Rojas y Rafael Antonio Castellanos (ca. 1725-1791). Este último es uno
de los más importantes en el mundo hispano y en la música de Guatemala.
Durante el siglo XVIII la literatura guatemalteca recibió la influencia del Neoclasicismo francés, como demuestran
las obras didácticas y filosóficas de autores como Rafael García Goyena o Fray Matías de Córdoba.

La literatura guatemalteca tras la independencia: siglo XIX


Guatemala logró la independencia de España en el año 1821, en su deseo por establecer relaciones políticas y
comerciales con otros países además de la metrópoli. La literatura durante esta época está muy marcada por las
luchas políticas, por lo que predominan el ensayo y el discurso como géneros literarios. Además, esta época ve el
nacimiento del periodismo en Guatemala, con figuras como Antonio José de Irisarri.
Durante el siglo XIX comienza a desarrollarse la literatura guatemalteca independiente de la española, aunque
siguieron recibiéndose importantes influencias europeas. Entre los escritores de esta época cabe mencionar a María
Josefa García Granados y José Batres Montúfar (conocido simplemente como "Pepe Batres"), quienes escribieron
conjuntamente el "Sermón para José María Castilla", una obra que resultó escandalosa para la época. El segundo es
además autor del poema "Yo pienso en ti", uno de los más conocidos de la literatura guatemalteca.
En la segunda mitad del siglo XIX triunfa el género novelesco, merced en especial a José Milla y Vidaurre,
considerado como el "padre de la novela guatemalteca", que firmó algunas de sus obras con el seudónimo de
"Salomé Jil", anagrama de su nombre. Entre sus obras destacan La hija del Adelantado (1866), Los Nazarenos
(1867), El visitador (1867) y El libro sin nombre.
El modernismo hispanoamericano, heredero del simbolismo y del parnasianismo franceses e impulsado por el
nicaragüense Rubén Darío, también tuvo sus representantes en Guatemala. En el campo de la poesía, cabe mencionar
a Domingo Estrada, Máximo Soto Hall o María Cruz. Enrique Gómez Carrillo, escritor polifacético, representa el
modernismo en la prosa.

Siglo XX
En el siglo XX, la literatura de Guatemala alcanza un nivel comparable al de las demás literaturas de
Hispanoamérica, gracias a la aparición de varias generaciones de escritores, y en especial a cuatro escritores
fundamentales: el novelista Miguel Ángel Asturias (Premio Nobel de Literatura en 1967), autor de novelas como El
Señor Presidente u Hombres de Maíz; el poeta Luis Cardoza y Aragón; el cuentista y novelista Augusto
Monterroso (Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2000) y el dramaturgo Carlos Solórzano. En general, la
literatura guatemalteca del siglo XX tiene una fuerte influencia de la vida política, como prueba el hecho de que sus
principales autores debieran exiliarse durante las sucesivas dictaduras y guerras civiles que sufrió Guatemala.
Suele dividirse la literatura guatemalteca del siglo XX por generaciones o décadas. Las más importantes son:
• La generación de 1910 o "del Cometa"
• La generación de 1920
• La generación de 1930 o "Grupo Tepeus"
• La generación de 1940 o "Grupo Acento"
• El Grupo Saker-ti (1944-1954)
• La "Generación comprometida" (después de 1954)

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