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DONES Y FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO

¿Cuántos y cuáles son los Dones del Espíritu Santo?

El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que, al hablar de "dones" se refiere a aquellos "regalos" que nos da el
Espíritu Santo para ayudarnos a vivir en gracia de Dios.

La vida del cristiano es una existencia espiritual, una vida animada y guiada por el Espíritu hacia la santidad o
perfección de la caridad. Gracias al Espíritu Santo y guiado por Él, el cristiano tiene la fuerza necesaria para luchar
contra todo lo que se opone a la voluntad de Dios.

Para que el cristiano pueda luchar, el Espíritu Santo le regala sus siete Dones, que son disposiciones permanentes que
hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu.

1. Sabiduría: Nos hace comprender la maravilla insondable de Dios y nos impulsa a buscarle sobre todas las cosas y en
medio de nuestro trabajo y de nuestras obligaciones. Sabiduría es ver sabiamente las cosas, no sólo con la inteligencia
sino también con el corazón, tratando de ver las cosas como Dios las ve y comunicándolas de tal manera que los
demás perciban que Dios actúa en nosotros: en lo que pensamos, decimos y hacemos.

2. Inteligencia o Entendimiento: Con este Don nos permite conocer y comprender las cosas de Dios, la manera cómo
actúa Jesucristo, descubrir inteligentemente, sobre todo en el Evangelio, que su manera de ser y actuar es diferente al
modo de ser de la sociedad actual. El Don de la Inteligencia nos descubre con mayor claridad las riquezas de la fe; es
una luz especial que puede llegar a todas las personas y muchas veces tiene sus frutos en los niños y en la gente más
sencilla.

3. Consejo: Nos señala los caminos de la santidad, el querer de Dios en nuestra vida diaria, nos anima a seguir la
solución que más concuerda con la gloria de Dios y el bien de los demás. Nos ayuda a discernir y decidir a la luz de la
voluntad de Dios. El Don de Consejo nos ayuda a enfrentar mejor los momentos duros y difíciles de la vida, al mismo
tiempo que nos da la capacidad de aconsejar, inspirados en el Espíritu Santo, a quienes nos piden ayuda, a quienes
necesitan palabras de aliento y vida.

4. Fortaleza: Este Don concede al fiel ayuda en la perseverancia, es una fuerza sobrenatural que nos alienta
continuamente y nos ayuda a superar las dificultades que sin duda encontraremos en nuestro caminar hacia Dios. El
ejemplo de Jesucristo, su pasión y su muerte, debe ser para nosotros un auténtico testimonio de fortaleza que nos ha
de llevar a superar nuestra debilidad humana.

5. Ciencia: Es el Don del Espíritu Santo que nos permite acceder al conocimiento, a descubrir la presencia de Dios en el
mundo, en la vida, en la naturaleza, en el día, en la noche, en el mar, en la montaña. El Don de Ciencia nos lleva a
juzgar con rectitud las cosas creadas y a mantener nuestro corazón en Dios y en lo creado, en la medida en que nos
lleve a Él.

6. Piedad: El corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente. El calor en la fe y el cumplimiento del bien es el
Don de la Piedad, que el Espíritu Santo derrama en nuestras almas, permitiéndonos acercarnos confiadamente a Dios,
hablarle con sencillez, abrir nuestro corazón de hijo a un Padre Bueno del cual sabemos que nos quiere y nos perdona.

7. Temor de Dios: Nos induce a evitar el pecado porque ofende a Dios. Cuando se descubre el amor de Dios lo único
que deseamos es hacer su voluntad y sentimos temor de ir por otros caminos. En este sentido existe temor de fallarle
y causarle pena al Señor, no se trata de ninguna manera, de tenerle miedo a Dios, sino más bien de sentirse amado

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por Él y corresponderle. Con este Don tenemos la fuerza para vencer los miedos y aferrarnos al gran amor que Dios
nos tiene.

¿Qué son los Frutos del Espíritu Santo?

Cuando se ejercita la práctica de las virtudes, se adquiere facilidad para vivirlas. Se hace con gusto lo que antes se
hacía con sacrificio. A las virtudes le ocurre lo mismo que a los árboles: los frutos, cuando están maduros, ya no son
agrios, sino dulces y de agradable sabor; lo mismo loa actos de las virtudes, cuando han llegado a su madurez, se
hacen con agrado y se les encuentra un gusto delicioso. Estos actos de virtud se llaman frutos del Espíritu Santo.
Cuanto más santa es una persona, más cerca está de la felicidad. A quienes tienen la alegría del Espíritu Santo todo se
lo hace fácil.

Los "frutos" son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición
de la Iglesia enumera doce.

1) Los frutos de caridad, de gozo y de paz.

Los tres primeros frutos del Espíritu Santo son la caridad, el gozo espiritual y la paz.

Caridad: El acto de amor de Dios y del prójimo.

Gozo espiritual: El que nace del amor divino y bien de nuestro prójimos.

Paz: Una tranquilidad de ánimo, que perfecciona este gozo.

Estos tres frutos están unidos y se derivan naturalmente uno del otro. La caridad o el amor ferviente nos da la
posesión de Dios; el gozo nace de esa posesión de Dios, que no es otra cosa que el contento que se encuentra en
el goce del bien poseído. La paz mantiene al alma en la posesión de la alegría contra todo lo que es opuesto.

La caridad es el primero entre los frutos del Espíritu Santo, porque es el que más nos acerca a la verdadera y
eterna felicidad y el que nos da un goce más sólido y una paz más profunda.

2) Los frutos de paciencia y mansedumbre.

Paciencia: Sufrimiento sin inquietud frente a la adversidad; moderar los excesos de tristeza.

Mansedumbre: Refrenar la ira y tener dulzura en el trato.

Los frutos anteriores disponen a la persona a la paciencia, mansedumbre y moderación. Es propio de la virtud de
la paciencia moderar los excesos de la tristeza, y de la virtud de la mansedumbre moderar los arrebatos de cólera.

La paciencia ve con alegría todo aquello que puede causar tristeza y cuando la paz está bien asentada en el
corazón, no le cuesta a la mansedumbre reprimir los movimientos de cólera.

C) Los frutos de bondad y benignidad.

Bondad: Dulzura y rectitud del ánimo; inclinación que lleva a ocuparse de los demás y a que participen de lo
que uno tiene.

Benignidad: Ser suave y liberal, sin afectación ni desabrimiento. Manejar a los demás con gusto,
cordialmente, con alegría.

Estos dos frutos miran al bien del prójimo. La bondad y la inclinación que lleva a ocuparse de los demás y a
que participen de lo que uno tiene. No tenemos en nuestro idioma la palabra que exprese propiamente el
significado de benígnitas y la palabra benignidad, se usa únicamente para, significar dulzura; y esta clase de
dulzura consiste en tratar a los demás con gusto, cordialmente, con alegría.

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El fruto de longanimidad.

Longanimidad o Perseverancia: Firmeza del ánimo en sufrir, esperando los bienes eternos. Impide el
aburrimiento o la pena que provienen del deseo del bien que se espera o de la lentitud y duración del bien
que se hace, o del mal que se sufre y no de la grandeza de la cosa misma o de las demás circunstancias.

E) El fruto de la fe.

Fe: Exacta fidelidad en cumplir lo prometido.

La fe como fruto del Espíritu Santo, es cierta facilidad para aceptar todo lo que hay que creer, firmeza para
afianzarnos en ello y seguridad de la verdad que creemos

Algunos entienden por la palabra fides, la fidelidad, la constancia en mantener las promesas hechas; otros, la
facilidad para creer todo lo que se refiere a las cosas humanas, sin, dejarse llevar por desconfianzas mal
fundadas, por sospechas y juicios temerarios.

F) Los frutos de modestia, de templanza y de castidad.

Modestia: La que modera y regula en el hombre sus acciones, palabras, sus gestos.

Templanza o Continencia: La que modera los deleites de los sentidos.

Castidad: La que refrena los deleites impuros.

La modestia es bastante conocida como virtud. Regula los movimientos del cuerpo, los gestos y las palabras.

Las virtudes de templanza y castidad atañen a los placeres del cuerpo, sublimando los actos ilícitos. La
templanza refrena la desordenada afición de comer y de beber, impidiendo los excesos que pudieran
cometerse; la castidad regula el uso de los placeres de la carne.

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Saldrá una rama del
tronco de Jesé y un
retoño brotará de sus
raíces. Sobre él
reposará el espíritu del
Señor espíritu de
sabiduría y de
inteligencia, espíritu de
consejo y de fortaleza,
espíritu de ciencia y de
temor del Señor. Is 11,
1-2

1) ENTENDIMIENTO:

Para poder comprender qué es lo que Dios quiere de cada uno de nosotros.

2) PIEDAD:

Para que sepamos mirar en nuestro corazón, amar a Dios y a todas las personas.

3) CONSEJO

Para poder encontrar palabras justas y momentos oportunos.

4) FORTALEZA

Para poder seguir a Jesús, aunque nos cueste.

5) CIENCIA

Para poder distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. Por eso, el Espíritu nos ayudará a vivir
el deseo firme de estar cerca de él.

6) TEMOR DE DIOS

Para que nos inquiete estar alejados de Dios. Por eso, el Espíritu nos ayudará a vivir el deseo firme
de estar cerca de él.

FRUTOS

1. Fidelidad – Felicidad - Alegría


2. Amor – Bondad - Paciencia
3. Paz – Amabilidad - Serenidad

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Fiesta de Pentecostés

Originalmente se denominaba “fiesta de las semanas” y tenía lugar siete semanas después de la fiesta de
los primeros frutos (Lv 23 15-21; Dt 169). Siete semanas son cincuenta días; de ahí el nombre de
Pentecostés (= cincuenta) que recibió más tarde. Según Ex 34 22 se celebraba al término de la cosecha de
la cebada y antes de comenzar la del trigo; era una fiesta movible pues dependía de cuándo llegaba cada
año la cosecha a su sazón, pero tendría lugar casi siempre durante el mes judío de Siván, equivalente a
nuestro Mayo/Junio. En su origen tenía un sentido fundamental de acción de gracias por la cosecha
recogida, pero pronto se le añadió un sentido histórico: se celebraba en esta fiesta el hecho de la alianza y
el don de la ley.

En el marco de esta fiesta judía, el libro de los Hechos coloca la efusión del Espíritu Santo sobre los
apóstoles (Hch 2 1.4). A partir de este acontecimiento, Pentecostés se convierte también en fiesta cristiana
de primera categoría (Hch 20 16; 1 Cor 168).

(Vocabulario Bíblico de la Biblia de América)


Comisión Nacional de Pastoral Bíblica

PENTECOSTÉS, algo más que la venida del espíritu...

La fiesta de Pentecostés es uno de los Domingos más importantes del año, después de la Pascua. En el
Antiguo Testamento era la fiesta de la cosecha y, posteriormente, los israelitas, la unieron a la Alianza en el
Monte Sinaí, cincuenta días después de la salida de Egipto.

Aunque durante mucho tiempo, debido a su importancia, esta fiesta fue llamada por el pueblo segunda
Pascua, la liturgia actual de la Iglesia, si bien la mantiene como máxima solemnidad después de la
festividad de Pascua, no pretende hacer un paralelo entre ambas, muy por el contrario, busca formar una
unidad en donde se destaque Pentecostés como la conclusión de la cincuentena pascual. Vale decir como
una fiesta de plenitud y no de inicio. Por lo tanto no podemos desvincularla de la Madre de todas las fiestas
que es la Pascua.

En este sentido, Pentecostés, no es una fiesta autónoma y no puede quedar sólo


como la fiesta en honor al Espíritu Santo. Aunque lamentablemente, hoy en día,
son muchísimos los fieles que aún tienen esta visión parcial, lo que lleva a
empobrecer su contenido.

Hay que insistir que, la fiesta de Pentecostés, es el segundo domingo más


importante del año litúrgico en donde los cristianos tenemos la oportunidad de vivir
intensamente la relación existente entre la Resurrección de Cristo, su Ascensión y
la venida del Espíritu Santo.

Es bueno tener presente, entonces, que todo el tiempo de Pascua es, también, tiempo del Espíritu Santo,
Espíritu que es fruto de la Pascua, que estuvo en el nacimiento de la Iglesia y que, además, siempre estará
presente entre nosotros, inspirando nuestra vida, renovando nuestro interior e impulsándonos a ser testigos
en medio de la realidad que nos corresponde vivir.

Culminar con una vigilia:

Entre las muchas actividades que se preparan para esta fiesta, se encuentran,
las ya tradicionales, Vigilias de Pentecostés que, bien pensadas y lo
suficientemente preparadas, pueden ser experiencias profundas y significativas
para quienes participan en ellas.

Una vigilia, que significa “Noche en vela” porque se desarrolla de noche, es un


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acto litúrgico, una importante celebración de un grupo o una comunidad que vigila y reflexiona en oración
mientras la población duerme. Se trata de estar despiertos durante la noche a la espera de la luz del día de
una fiesta importante, en este caso Pentecostés. En ella se comparten, a la luz de la Palabra de Dios,
experiencias, testimonios y vivencias. Todo en un ambiente de acogida y respeto.
Es importante tener presente que la lectura de la Sagrada Escritura, las oraciones, los cantos, los gestos,
los símbolos, la luz, las imágenes, los colores, la celebración de la Eucaristía y la participación de la
asamblea son elementos claves de una Vigilia.

En el caso de Pentecostés centramos la atención en el Espíritu Santo prometido por Jesús en reiteradas
ocasiones y, ésta vigilia, puede llegar a ser muy atrayente, especialmente para los jóvenes, precisamente
por el clima de oración, de alegría y fiesta.

Algo que nunca debiera estar ausente en una Vigilia de Pentecostés son los dones y los frutos del Espíritu
Santo. A través de diversas formas y distintos recursos (lenguas de fuego, palomas, carteles, voces
grabadas, tarjetas, pegatinas, etc.) debemos destacarlos y hacer que la gente los tenga presente, los
asimile y los haga vida.

No sacamos nada con mencionarlos sólo para esta fiesta, o escribirlos en hermosas tarjetas, o en lenguas
de fuego hechas en cartulinas fosforescentes, si no reconocemos que nuestro actuar diario está bajo la
acción del Espíritu y de los frutos que vayamos produciendo.

Invoquemos, una vez más, al Espíritu Santo para que nos regale sus luces y su fuerza y, sobre todo, nos
haga fieles testigos de Jesucristo, nuestro Señor.

Eduardo Cáceres Contreras


Instituto de Catequesis

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Qué es Pentecostés:

El Pentecostés es una festividad de carácter religioso que se celebra cincuenta días después de la
Pascua, poniendo término al periodo pascual. Como tal, es celebrado tanto en la religión judía como en la
cristiana.
Para los judíos, el Pentecostés supone la celebración de la entrega de la Ley a Moisés en el monte Sinaí,
cincuenta días después del éxodo, mientras que para los cristianos es la conmemoración del descenso del
Espíritu Santo sobre los Apóstoles de Jesucristo, que marca el nacimiento de la Iglesia.
Etimológicamente, la palabra proviene del latín Pentecoste, y esta a su vez del griego πεντηκοστή,
(pentecosté), que significa ‘quincuagésimo’, haciendo alusión, precisamente, a los cincuenta días que
transcurren desde la Pascua hasta el Pentecostés. Por tratarse de una festividad sagrada, la palabra debe
escribirse con mayúscula inicial.
Vea también Pascua.
En la religión judía

Los judíos celebran el Pentecostés cincuenta días después de la Pascua del Cordero para conmemorar el
encuentro entre Dios y Moisés en el monte Sinaí, y la entrega de la Ley al pueblo de Israel, que
simboliza el nacimiento del judaísmo. Este evento, según es narrado en el libro del Éxodo, en el Antiguo
Testamento, ocurrió cincuenta días después de la salida del pueblo hebreo del cautiverio de Egipto.
Como tal, el Pentecostés también está históricamente asociado a la Fiesta de las Semanas o la Fiesta de
las Mieses, una celebración que tenía lugar siete semanas después de la Pascua, en la que se daba gracias
a Dios por el fruto de las cosechas.

En la religión cristiana

Los cristianos celebran en el Pentecostés la Venida del Espíritu Santo, que tuvo lugar, según la Biblia, el
quincuagésimo día después de la Resurrección de Jesucristo.
El Nuevo Testamento relata el descenso del Espíritu Santo durante una reunión de los Apóstoles en
Jerusalén (Hechos de los Apóstoles, II), acontecimiento que marcaría el nacimiento de la Iglesia
cristiana y la propagación de la fe de Cristo.
Por ello, la Iglesia dedica la semana del Pentecostés en honor al Espíritu Santo, pero también celebra la
Consagración de la Iglesia, cuyo principio lo marca esta epifanía. Para la liturgia católica, el Pentecostés es
la cuarta fiesta principal del año y, según el calendario, puede celebrarse entre el 10 de mayo y el 13 de
junio.

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