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PESADILLA!
BeautifulGirlGrey♥ B e a u t i f u l G i r l Portada
G r e y ♥ Y o k e i s y F i g u e rYokeisy
a♥ Página 1
Figuera♥
Índice
Contenido
Portada........................................................................................................................................... 1
Índice ............................................................................................................................................. 2
Dedicatoria .................................................................................................................................... 3
Agradecimientos ........................................................................................................................... 4
Mini Historia ................................................................................................................................. 5
Dedicado a todas las mujeres que alguna vez sufrieron de maltrato físico, verbal y
psicológico por parte de sus cónyuges.
También quiero dedicarles este escrito a todas esas personas que me apoyan en mi
locura. ¡Son los mejores!
Ellas son luchadoras, echadas para adelante, bellas, poderosas, brillantes, esplendidas.
Lo negativo en ellas: el hombre por el que mueren, se desviven y dejan de ser valientes
para vivir bajos sus golpes y maltratos.
Pánico de conseguirlo de mal humor y que haga lo que se le pegue la gana conmigo.
Miedo a que me golpeé sin razón.
También está el hecho de que muy a mi pesar no soy nadie. Fui lo suficientemente
estúpida como para solo terminar mi bachillerato y no seguir con mi preparación
académica para dedicarme rotundamente a ser ama de casa después de la boda.
Ya hace un par de años, decidí rotundamente salir a trabajar para ayudarlo con los
gastos, y ayudarme a mí a escapar de mi vida con él.
Aun así, eso se arreglo cuando el muy enfermo me puso un par de guaruras detrás de mí
a toda hora. Él sabía hasta cuando iba al baño… ¡imagínense la pena que siempre llevo
encima en la oficina cuando los dos idiotas van detrás de mi como perros falderos!
Es terrible vivir así, pero no soy lo suficientemente valiente como para dejarlo ir.
El ascensor paro y abrió las puertas de golpe, suspire por el saltito que pegue por mis
nervios vivientes y salí de este arrastrando los pies. Entretenida en busca de las llaves
camine hasta la puerta de mi apartamento, que por cierto se encontraba en la última
planta del edificio.
Al dar la vuelta en el pasillo escuche voces y risas… risas que conocía muy bien, muy,
pero muy bien.
Cuando tuve el valor de tenerlos enfrente, él me miro con la arrogancia y desprecio más
grande de todos, yo sentí desfallecer cuando me miro así, me odiaba.
-“¿Quién te dijo que me había mudado?” –se despego de mí y me miro a los ojos con la
mayor emoción del mundo.
Yo estaba tan desconcertada de verlos juntos que lo que hice fue parpadear.
-“Mira, amiga, él es mi vecino” –me señalo a mi marido con la mano. –“Es tan amable”
–chillo y se acerco a mí en son de cuchicheo. –“Y me dijo que está soltero” –canturreo.
-“Ya lo conozco” –fue lo único que salió de mi boca, y fue lo más doloroso que había
dicho en mi vida.
Mis ojos se llenaron de lágrimas instantáneamente y lo único que hice fue verlo con la
mayor decepción de mi vida, él me mantuvo la mirada, con el relajo más descarado del
mundo, mientras que mi vida se iba cayendo a pedazos, él solo se relajaba.
-“Vendré luego a visitarte amiga, es mejor que me vaya” –le di una última mirada a él y
un abrazo a ella el cual me correspondió perdida en la situación.
No le preste atención a nada, solo gire sobre mis talones y me dirige al ascensor, entre
en el y marque el piso cuatro, donde vivía un amigo de la familia y amigo mío desde
que me vio nacer.
Cuando me detuve frente a la puerta y toque varias veces, rompí en llanto, un llanto
desgarrador. Mi amigo abrió y al verme me atrajo a él y me metió al departamento.
-“Mi marido lleva tiempo engañándome con otras y de paso me maltrata” –chille
alterada. –“Lo mejor que puedo hacer es morirme, no quiero verlo, no quiero ver su
maldita cara asquerosa restregándome a todas sus mujeres.”
-“¿Cómo que te maltrata?” –me pregunto entre dientes mientras su mirada lanzaba
llamas del enojo y lo entiendo, él es como mi padre.
-“Me dejé golpear como la idiota que soy y ahora ya no puedo detenerlo” –sollocé y me
agarre el cabello tirando de el con fuerza. –“Quiero morirme” –grite.
-“No” –me grité él de regreso y me agarro del mentón. –“tienes que denunciarlo, no
debes dejar eso así” –me alentó.
-“Mi maldito marido es un maldito policía, nadie creerá en mi” –lo mire enojada y él
comprendió mi punto.
-“Alguien te creerá, yo te ayudaré” –me dijo con cariño y yo rompí a llorar de nuevo.
-“No entiendes” –dije entre el llanto. –“No entiendes lo aterrada que estoy, si digo algo
me mata, y eso está más que escrito” –lloriqueé.
Y así lo hice, tomando solo la llave del departamento subí decidida en el ascensor y para
mi mayor alivio no había nadie afuera, así que metí la llave en la cerradura y la abrí con
todo el cuidado del mundo, no quiero salir herida de aquí, solo quiero salir y no verlo
más nunca en mi vida.
Tengo que abrir los ojos y darme cuenta que un tipo tan cabrón como él no quiere a
nadie y que todo lo que alguna vez me dijo eran solo malditas mentiras.
Que decepción para mi mamá, tanto que me enseñó, me enseñó a no rebajarme por un
hombre, y mírenme ahora, arrastrada y engañada en mi propia casa, me doy asco.
Entre en la casa y solo lo veía a él en todos lados revolcándose con mi amiga y con
muchas mas mujeres. Yo tan estúpida pensando que él podía cambiar, mientras que él
solo se revolcaba con cualquiera en mi maldita cama.
Sentí nauseas y me mareé como tonta, tan solo imaginar las cochinadas que pudo haber
hecho él.
Pero esta noche tenía que ser fuerte. Así que respire con pesadez y me dirige a mi
cuarto, abrí la puerta y allí estaba él, plácidamente dormido.
Si solo me iba con él estando dormido, todo sería mejor y más fácil…
Pero como estamos hablando de mi asquerosa suerte, no todo puede ser perfecto. Él se
despertó y se me quedo mirando y yo a él, nuestras miradas no reflejaban nada, ya no
había nada que decirnos.
Yo salte en mi lugar y saque fuerzas de donde pensé que ya no había. –“Me voy” –le
respondí fría y seguí metiendo cosas en el maletín.
Quite mi mirada de su cuerpo rápidamente, pues luego de sentir tanto por él, ahora solo
verlo me da nauseas. –“Claro que puedo hacerlo, así como tú te revuelcas con todas en
mi cama” –solté grosera y él se acerco a mí amenazadoramente.
-“Cállate la maldita boca” –me grito en la cara, pero yo ni me moví de mi lugar, solo lo
mire fijamente. –“Tú nunca me dejaras” –volvió a gritar y en un suspiro, tenía una de
sus fuertes manos tirando de mi cabello con rudeza.
Me queje y trate de zafarme, pero el agarre era muy fuerte. –“Suéltame y déjame ir” –
chille. –“Basta, déjame ir” –le volví a pedir y con mucho dolor logre soltarme de él y
empujarlo lejos de mí.
Él me miro impresionado por mi osadía, esa la que él pensó que había perdido aquella
vez que me dio la primera bofetada, pero que, muy a su pesar, había vuelto. –“Tú me
perteneces y jamás te dejare ir” –me gruño y se volvió a acercar a mí. –“Eres mi maldito
bufón y solo te dejare ir cuando yo quiera, no cuando tú lo decidas” –me grito a todo
pulmón.
De verdad no me imagine que él iba a reaccionar así cuando le pegue, pensé que
podíamos hablar luego de que le dijera como me sentía cuando él lo hacía conmigo,
pero me equivoque, él no cambiaria nunca.
Con la fuerza que me quedaba, alce una de mis piernas y le patee el muslo clavándole el
tacón de aguja en el. Él me soltó rápidamente y grito de dolor, pues le había roto un
poco por la presión del zapato.
-“¿Estás loca?” –me grito mientras trataba de parar la sangre con la sabana de la cama.
-“Sí, lo estoy, malnacido, ¿no ves que me case contigo?” –le grite a todo pulmón. –“Mi
vida es una maldita pesadilla desde que estoy atada a tu lado, cabrón. No sabes lo
mucho que te odio y te deseo todo el mal del mundo” –le volví a gritar más fuerte.
-“Te estás pasando y no permitiré que me hables así” –me dijo entre dientes, mientras
aun se presionaba la sabana en la pierna.
-“¿Yo me estoy pasando?” –le grite. –“¿Te estás escuchando?” –me señale la oreja y
entrecerré los ojos en su dirección. –“¿Quién te crees que eres para tratarme como
basura?” –le grite a todo pulmón y me acerque a él con actitud defensiva. –“¿Pensaste
que iba a seguir permitiendo que me maltrataras?” –eso se lo dije en su cara, ya a esta
distancia sentía su respiración acelerada. –“Me destruiste e hiciste conmigo lo que
mejor te pareció” –lo empuje por el pecho. –“Dijiste que me amabas y luego lo que
hiciste fue golpearme” –lo volví a empujar hasta que cayó sentado al pie de la cama.
-“Yo te amé” –lo dijo apretando los dientes por el dolor en la pierna. –“Nunca dudes en
eso, yo sí te amé” –me grito.
-“¿Y de qué me sirve que me lo digas ahora, imbécil?” –le grite de vuelta. –“¿De qué
mierda me sirve?” –susurre con lagrimas en mis ojos. Me enoje tanto por no obtener
respuesta que por solo un momento me imagine asesinándolo. –“¡Contéstame!” –le grite
en la cara. –“¿De qué sirve decir eso ahora?” –levante los brazos al aire y los baje con
pesadez.
-“No sirve de nada” –respondió viéndome a los ojos. –“De nada sirve porque los dos
hemos cambiado” –susurro.
-“No puedes dejarme” –me dijo a mis espaldas. –“No puedes” –medio grito.
-“Sí puedo y lo voy hacer” –le conteste alzando los hombros restándole importancia.
-“Te conseguiré a donde seas que vayas y te haré regresar conmigo” –se levanto de la
cama y se acerco a mi cojeando. –“Te perseguiré y no dejare que rehagas tu vida,
porque tu destino es estar conmigo” –me susurro en amenaza mientras se apegaba a mí
y tomaba mi cintura en su gran mano, pego su pecho en mi espalda y su entrepierna a
mi trasero soltando un gruñido.
Yo deje de respirar por un segundo y me imagine que era el hombre que una vez amé,
me deje llevar por su cercanía y su respiración en mi cuello. Me queje un poco y él solo
se quedo allí parado, solo pegado a mí, abrazándome como nunca lo había hecho.
-“Tú me odias” –le dije con dolor. –“Me odias y me maltratas” –seguí y solloce un
poco.
-“No puedo dejarte ir” –gruñó y siguió repartiendo besos por mi cuello.
-“Tú deja de envenenar la mente y suéltame” –intente separarme de él, pero nada. Trate
clavándole las uñas en sus manos, y él para no dejarse, clavo sus dientes en la piel
sensible de mi cuello haciéndome gemir de dolor.
Él no tiene tacto, todo lo hace de forma sanguinaria, hasta creo que me rompió.
Solloce por el dolor y con toda la fuerza que tenia me separe de él y le di la cara. –
“Basta” –le grite. –“Eres una basura que solo me ha hecho sufrir, ya basta de esto” –
volví a gritarle.
-“No” –le grite. –“Eres un idiota egoísta” –seguí con mis gritos. –“¿Por qué mierda me
pegas tú a mí, joder?, si los golpes te los mereces tú por toda la basura que me has
hecho vivir” –le grite y con osadía me acerque a él y le estampe otra bofetada, esta vez
sin medir para nada mi fuerza.
-“Tú te lo buscaste, perra” –gruño y se acerco de nuevo a mí, tomándome del cabello y
está vez estampando su puño en mi boca… de nuevo.
Les juro que sentí que el labio se me desgarraba rápidamente y sentía la sangre bajando
a chorros por mi barbilla. Yo llore, patalee y lo arañe para que me soltara de una buena
vez por todas.
-“Suéltame” –grite hasta casi quedarme sin voz mientras le daba manotazos en la cara.
Cuando vio que no podía más me soltó el pelo y me empujo hasta que me hizo sentar
bruscamente en el suelo y me soltó una patada que frene por reflejo con mis manos.
Ya basta de maltratos, si iba a golpearme, yo también lo iba hacer con él, y si era de
matarnos, pues íbamos a morir los dos de la peor manera.
Se lanzó contra mí y se puso a horcadas sobre mi cadera para darme la bofetada más
fuerte que jamás me iba dado. Yo gemí de dolor y le lance un puñetazo a su abdomen,
se quejo un poco pero eso no lo freno, está vez me dio un puñetazo en la quijada como
si estuviera peleando con un hombre.
-“Maldición” –grite y me tape la cara con las manos para tratar de frenar sus puñetazos.
“Te voy a matar” –me grito y me jalo por la nuca hasta estrellar sus labios con los míos.
Cuando por fin me soltó me dio una gran sonrisa que me provocaba borrársela de un
coñazo, y así hice, agradezco haberme puesto mis anillos extravagantes hoy, porque era
con eso que le hacía daño.
-“Antes amabas que te besara y no te soltara” –me dijo volteando la cara para escupir la
sangre a un lado en el piso.
-“Lo importante es que te lo creas tú” –sollocé y lleve una de mis manos a su labio para
limpiarle la sangre.
-“Y aun así quieres que te perdone y te diga te amo” –le dije con burla. –“Después de
marcarme para siempre” –lo mire con odio.
-“Perdóname” –susurro.
-“Mátame” –susurre con dificultad. –“Yo ya estoy muerta” –me eche a reír sin ganas.
-“Debería sentirme alagada” –le dije y me eche a reír está vez con ganas.
-“Alagada porque me vas a matar con tu arma favorita” –lo mire con desprecio. –“Por
fin usas algo que te gusta conmigo aunque supongo que el golpearme también te
encanta, pero en fin, me siento totalmente alagada” –le sonreí con malicia y como pude
me levante del suelo y lo enfrente.
Si me iba a matar, que lo hiciera rápido y sin dolor, ya había sufrido demasiado
viviendo con él como para tener una muerte lenta y dolorosa… ¡Me merezco morir
rápido!
-“Mátame ya, estoy cansada de sufrir, lo menos que puedes hacer por mi es matarme y
liberarme de este yugo” –le sonreí resignada y él me miro con pánico. –“Hazlo, no te
frenes ahora, ya has llegado muy lejos, cariño” –lo alenté con ternura.
-“Lo dice el que me está apuntando con un revólver” –contraataque con gracia.
Él negaba con la cabeza mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, su pulso temblaba y
si no fuera por mi mano que sostenía la de él, ya fuera soltado hasta el arma.
-“No” –negó con su cabeza como loco y como pudo se soltó de mi agarre y esta vez
volteo el arma, tomando el cañón con la mano y pasándomela a mí, yo lo mire asustada
y negué, dando un par de paso atrás. –“Hazlo” –gruño y yo negué muriéndome por
dentro, no sé si fuera capaz de hacerlo. –“Si me dejas vivo iré por ti y te matare” –
susurro e hizo algo que nunca pensé que haría; sollozo desgarradoramente y yo le seguí.
-“No” –chille. –“No puedo, no se mata a lo que se ama” –le grite. –“Tú me odias,
mátame tú a mi” –le susurre.
Él se echo a reír. –“No puede ser que estemos peleándonos por no matarnos” –me
agarro la mano con firmeza y puso el mango de la Magnum en ella e hizo que apretara
el agarre. –“Lo bueno es que te enseñe a disparar” –susurro y me miro directamente a
los ojos.
Yo llore como una idiota y cerré mis ojos tratando de despertar de esta pesadilla, mi
pesadilla personal. Pero lo único que sentí fue su cálido tacto en mi mejilla maltratada y
luego sus brazos envolviéndome, pegue mi cara en su pecho y sollocé en el.
-“Lo que te pido es que no me sigas odiando después de mi muerte” –susurro y me beso
la coronilla.
-“Lo sé nena, yo te amo tanto como tú a mí, pero también te quiero hacer daño, y vivir
así no es posible teniendo a una mujer tan grandiosa a mi lado, te mereces algo mucho
mejor que yo” –su sinceridad me daba mareos.
-“La única es matándome” –me acaricio el dorso de la mano con delicadeza. –“Hazlo”.
-“No puedo” –chille con frustración e intente bajar el arma, pero él no me lo permitió.
-“Te amo” –susurro. –“te amo” –repetía cada vez y eso se metía en mi mente como si
fuera una serpiente enrollándose en sí misma y mordiéndose la cola. –“Hazlo” –repetía
también. –“hazlo o te daré caza hasta conseguirte y matarte” –me amenazaba. Sus
cambios me daban muchísimo miedo y realmente no estaba dispuesta a vivir así, no
estaba dispuesta a vivir huyendo.
-“Lo sé” –me sonrió con los labios juntos. –“Supérate, nena, crece, has todo lo que no
hiciste por estar atada a mi” –se quejo pero aun así mantuvo firme el agarre del arma en
su frente.
Mi pulso dejo de temblar y él poco a poco bajo su mano, dejando solo la mía
apuntándole.
Le disparé.
Me deje caer de rodillas en el suelo y rompí a llorar frente a su cuerpo sin vida.
Alcancé nuestra foto de recién casados que estaba en la mesita de noche de mi lado de
la cama y me la lleve al pecho mientras seguía llorando sin consolación.
Este momento me marcaria de por vida, nunca olvidaría todo el dolor que me hizo
sentir, nunca olvidaría el amor que le tuve hasta el último momento, nunca lo olvidaría a
él y a su espantosa manera de quererme.
Grite de dolor al verlo allí sin vida y mentalmente me pregunte cómo rayos haría para
seguir con mi vida después de esto.
-“Te amé tanto” –le dije a su cuerpo y me rompí a llorar más de lo que ya estaba
haciendo.
-“Policía, ¿hay alguien?” –el grito de ese hombre resonó por toda la casa pero aun así no
hice nada para moverme de mi lugar junto a él. –“¿Hay alguien?” –volvieron a gritar, y
siguieron moviéndose sigilosamente por todo el apartamento, eran como seis personas
como mucho.
Entraron tres policías altamente armados y mucha gente más detrás de ellos, al verme
corrieron hacia mí y mientras uno se acuclillaba frente a mi haciéndome preguntas que
ni siquiera escuchaba, otro le tomaba el pulso a mi marido, nunca aparte la mirada de él,
así que me di cuenta cuando el que le tomo el pulso negaba repetidas veces al otro que
estaba de pie. Se decían cosas, pero yo no era capaz de escuchar nada que no fuera las
últimas palabras de mi esposo.
-“Señora, señora” –el policía frente a mi me movía por los hombros, pero yo no
mostraba nada, estaba en estado de shock. –“Esta en un trance, jefe, ¿Qué hacemos?” –
le pregunto alterado a su superior.
-“Ya nada, ella hizo todo” –señalo al cuerpo de mi esposo con la cabeza. –“Ya lucho
demasiado, llama a los familiares para llevarla a un hospital y luego a la comisaria” –le
ordeno el jefe al curso que estaba frente a mí como idiota acuclillado tratando de que
reaccionara.
-“Tenemos que sacarte de aquí, cariño” –me dijo el jefe de los policías mientras
adaptaba la misma posición que el curso frente a mí. Lo único que hice fue asentir. –
“Muy bien” –me sonrió con los labios juntos. –“Ahora suelta esa pistola que te hace ver
fea y vámonos de aquí” –yo volví a sollozar y solté el arma con asco y mire al policía a
los ojos y le trasmití todo el dolor que sentía con mi mirada.
-“Fuiste una mujer muy valiente” –me alentó y me tendió la mano para que yo la
agarrara, me ayudo a levantar y como todo un caballero, se quito la chaqueta negra con
Ni siquiera me había fijado tampoco que mi camisa blanca estaba hecha añicos. Morí de
la vergüenza internamente al pensar que todos esos policías vieron los feos moretones
que tengo en mi cuerpo.
De un momento a otro me acorde que cuando solté el arma, también solté la fotografía
de nosotros del día de nuestra boda.
-“Al fin habla” –me dijo el policía. –“¿Quieres decirme algo de lo sucedido antes de
llegar al hospital?” –me alentó.
-“Ninguna, ya sáqueme de aquí, por favor” –le conteste sin ningún sentimiento.
-“Como desee, señora” –me dijo comprensivo y seguimos el camino hasta salir de mi
casa.
Cuando estuvimos afuera, estaban todos mis vecinos a la expectativa de saber qué había
pasado detrás de esa puerta. Mi rostro herido y maltratado no tenía ningún sentimiento y
A mitad del camino un cuerpo se estrello contra a mí en un abrazo efusivo y como pude,
a pesar del dolor de todo mi cuerpo me separe.
-“Amiga, lo siento, yo no sabía…” –se calló al verme la cara toda manguñada. –“Por
Dios” –gimió y trato de tocarme, pero yo evite que lo hiciera, ella no tenía la culpa, pero
aun así no quería ni verla. –“Yo no sabía…” –trató de decir algo, pero levante la mano
haciéndola callar.
-“Tenia un anillo en su dedo anular de su mano izquierda, tenias que estar ciega o muy
estúpida como para no verlo” –le dije con odio. –“Aléjate de mí” –le gruñí y seguí mi
camino escoltada por el policía.
Sin mirar a más nadie, nos dirigimos a la salida de este maldito edificio, directo al
hospital y luego a la comisaria para darle inicio al papeleo estúpido que confirme que
maté a mí marido maltratador.
Nunca borraría de mi mente todo lo que pasó está noche. Nunca olvidaría todo lo que
me dijo. Nunca volveré a ser la misma.