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Abstract
Post-modern urbanists have argued that public space is disappearing. For them,
public spaces, defined as places of citizen construction and social encounter, have
been replaced by pseudo public spaces like the mall or the gated community. This
nostalgic view of a modern mythical past does not consider a historically precedent
and more representative characteristic of public space. As Foucault would argue;
public spaces are places where power is expressed and exercised. However, Foucault
certainly misses an aspect. This is, the possibility of social resistance to power,
expressed in the replacement or at least alteration of the meanings of urban order. It
is using this framework of power–resistance to power, that the concept of public space
and the discourse that defines it as a place of citizen construction should be re-
discussed.
Resumen
En las últimas décadas, los urbanistas post-modernos han argumentado que el es-
pacio público está desapareciendo. Para ellos los espacios públicos, definidos como
lugares de construcción de ciudadanía y encuentro social, han sido al menos par-
cialmente reemplazados por espacios pseudo-públicos, como el mall o la comunidad
enrejada. Esta nostálgica visión de un pasado moderno mítico no considera una
característica más representativa e históricamente precedente del espacio público.
Argumentando en una línea similar a la de Foucault, los espacios públicos son, ante
todo, lugares donde el poder se expresa y ejerce. Sin embargo Foucault, pierde de
vista un punto central. Este es la posibilidad de resistencia social al poder, expresa-
da en la posibilidad de reemplazar –o al menos transformar– el significado del orden
urbano. Es usando este nuevo marco "poder/resistencia al poder" que el concepto
de espacio público, y el discurso que lo define como espacio de construcción de
ciudadanía y encuentro social, debe ser rediscutido.
1
Sociólogo. PhD (c) University of Illinois, Chicago. Profesor de la Universidad Alberto Hurtado, Santiago de
Chile.rsalcedo@minsegpres.cl
Revista eure (Vol. XXVIII, Nº 84), pp. 5-19, Santiago de Chile, septimbre 2002
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Formación institucional y poder: investigando la construcción social de la ciudad
Hugo Marcelo Zunino E.
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El espacio público en el debate actual: una reflexión crítica sobre el urbanismo post-mpoderno
Rodrigo Salcedo Hansen
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El espacio público en el debate actual: una reflexión crítica sobre el urbanismo post-mpoderno
Rodrigo Salcedo Hansen
Con relación a la segunda premisa de los 3.1. Espacio público como una promesa
post-modernos, Fainstein (1994) sostiene que no cumplida de la modernidad
ella posee un ideal ideológicamente cargado
de lo que es "auténtico", quizá producto de A pesar de que Habermas nunca discute
una reminiscencia marxista que identifica lo el concepto de espacio público o su desarro-
real o auténtico con la producción: la fábrica llo, su análisis histórico de la aparición de la
y la habitación de los trabajadores. Así, de esfera pública es útil para desarrollar el con-
acuerdo con Fainstein, la evaluación de lo cepto de espacio público como lugar de for-
auténtico dependería en buena medida del mación de ciudadanía.
gusto del observador, por lo que la convic-
ción de que un barrio obrero es más auténti-
co que un McDonald’s es una reflexión nor- De acuerdo a Habermas (1991), la esfera
mativa sin conexión alguna con la realidad pública aparece definitivamente alrededor del
social. siglo XVII y puede concebirse como "la esfe-
ra de los privados juntándose como un públi-
co. Ellos pronto reclamaron la esfera pública
3. Integración y poder: Dos regulada desde arriba contra las autoridades
caras del espacio público públicas mismas, para incluirlos en un deba-
burgués te sobre las reglas generales que gobiernan
las relaciones en la básicamente privada pero
Las dos posiciones previamente descritas públicamente relevante esfera del intercam-
representan, de una forma u otra, un debate bio de mercancías y el trabajo societal. El
mucho más amplio sobre lo que el espacio medio de esta particular confrontación era
público realmente es. Esta discusión tiene un peculiar y sin precedente histórico: el uso por
componente discursivo y filosófico, pero a la parte de la gente de su racionalidad".
vez se expresa en los trabajos e ideas de di-
versos planificadores y arquitectos. Ellos -y Esta visión enfatiza la idea de un espacio
los gobiernos que los han contratado- han (metafórico) de libertad, el cual existe entre
tenido diversas motivaciones para construir el Estado y los asuntos privados, y que cons-
espacios públicos, las que no siempre se re- tituye el punto de partida para un debate críti-
lacionan con el fomento de la sociabilidad y co-racional que presenta una pretensión para
el encuentro social, sino más bien con la ex el ejercicio legítimo del poder. Este debate
presión del poder en la sociedad. Esta dico- público, para no ser una simple simulación,
tomía puede ser descrita utilizando los escri- requiere el uso de la racionalidad humana y
tos y relatos históricos de Jürgen Habermas el encuentro y diálogo de diversos grupos
y Michel Foucault. sociales.
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bierno. Una vez que este desafío se presen- El espacio público aparece materialmen-
ta, aparecen nuevas instituciones (y también te entonces como un espacio propio de la era
espacios), que se convierten en centros de moderna, el cual se abre a diferentes motiva-
poder democrático y ciudadanía: conferen- ciones públicas y cuyo uso es discutido por
cias, espectáculos públicos, salones y pren- visiones y propósitos igualmente legítimos.
sa escrita. Pero al mismo tiempo es un espacio experi-
mentado como tal por la ciudadanía, y por
Todas estas instituciones -y el debate ra- ende el comportamiento y acciones de los ciu-
cional que generan- son, de acuerdo a dadanos en dicho espacio tienden a reflejar
Habermas, precondiciones necesarias para apertura y libertad.
un régimen democrático. Sin embargo, hasta
nuestros días la constitución de una esfera Pero aparte de glorificar la apertura del
pública realmente libre de las arbitrariedades espacio público moderno, los autores post-
del poder constituye una promesa incumpli- modernos tienden en su discurso a adoptar
da de la modernidad. En su Teoría de la ac- una posición crítica frente a la sociedad bur-
ción comunicativa (1984), Habermas señala guesa y el capitalismo, por lo que describen
que la esfera pública ha sido de alguna forma el espacio público como un sitio de resisten-
colonizada por la racionalidad instrumental ca- cia frente a la burguesía y el orden económi-
racterística de los sistemas de intercambio de co social que ella impulsa.
dinero y poder. El ideal histórico que está al
centro del concepto de esfera pública es a la En este sentido, existe un reconocimiento
vez una utopía, pues nunca ha existido en la respecto a que la segregación y la desigual-
historia humana, y una parte fundamental de dad siempre han existido en la ciudad, pero
lo que es propiamente humano. en la mítica modernidad, como afirma
Caldeira, "las a veces violentas apropiacio-
Esta promesa habermasiana de encuen- nes de los espacios públicos por diferentes
tros libres y diálogo racional entre diversos gru- grupos excluidos -siendo el más obvio ejem-
pos sociales ha sido llevada al plano de la dis- plo las barricadas construidas durante las re-
cusión espacial por muchos autores, y trans- beliones obreras- también constituían la es-
formada en el pilar de la conceptualización ur- fera pública y contribuían a su expansión"
banística post-moderna del espacio público. (Caldeira, 2000).
Sin embargo, para estos autores, y contraria-
mente a la visión de Habermas, el encuentro Así, Caldeira termina argumentando, al
social y la yuxtaposición de usos en el espacio menos implícitamente, que el espacio públi-
público no es una promesa no cumplida, sino co fue creado por la burguesía en su lucha
la característica básica de la vida urbana mo- contra el orden anterior, pero éste se convier-
derna. Caldeira (2000), por ejemplo, señala: te, hasta cierto punto, en un arma utilizada
"La experiencia de la vida moderna incluye la por los excluidos para transformar el orden
primacía de la apertura de las calles, libre cir- social burgués. Esta explicación parece
culación, el encuentro impersonal y anónimo tributaria de la concepción marxista sobre el
entre peatones, el espontáneo disfrute y con- rol del proletariado en la transformación de la
gregación en las plazas, y la presencia de gen- sociedad, y del ideal habermasiano de res-
te de diferentes orígenes sociales mirándose, catar la modernidad de la racionalidad instru-
observando las vitrinas, comprando, sentán- mental, usando sus armas, la razón y en cier-
dose en cafés, uniéndose a manifestaciones ta forma la esfera pública. En este sentido, la
políticas, apropiándose de las calles para sus lucha por la expansión del espacio público y
festivales y demostraciones, y usando los es- por la democracia urbana es al mismo tiem-
pacios especialmente diseñados para la po, para autores post-modernos y post-estruc-
entretención de las masas". turalistas, una lucha por la transformación de
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la sociedad capitalista (Castells, 1977 y mirando desde y hacia el panóptico ojo del
Harvey, 1973). Por el contrario, la acción so- poder. Estar urbanizado significa ser un ad-
cial de los grupos privilegiados ha tendido a herente, un creyente en una cultura e ideolo-
oponerse a la expansión de la esfera y el es- gía colectiva enraizada en las extensiones de
pacio público, como queda demostrado en las la polis".
violentas represiones a las apropiaciones del
espacio urbano por obreros organizados, y Como Foucault señala, "aún no ha sido
las luchas sociales por la extensión de los de- escrita una historia completa sobre los espa-
rechos civiles y políticos en los siglos XIX y XX. cios, la cual será al mismo tiempo la historia
de los poderes" (Foucault, 1980). Desde el
La visión nostálgica del pasado es el foro romano, pasando por la plaza medieval
producto de una evaluación político ideológica -en la cual la realeza hacía públicos sus edic-
de la realidad: el conflicto social no se mueve tos y castigaba criminales- hasta el mall, la
en la dirección de favorecer a los excluidos, lógica es la misma: todos los espacios están
lo que lleva a la comparación con otros sujetos al poder del príncipe (real o metafóri-
tiempos en los que las clases oprimidas se co), y esos poderes sólo existen en público,
acercaban ineluctablemente hacia situaciones lo cual niega la distinción post-moderna en-
de poder social. tre espacios públicos y pseudo-públicos.
3.2. El espacio público como expresión A pesar de que, tal como se acaba de
de relaciones de poder mencionar, el espacio siempre ha reflejado
las relaciones de poder, su función específi-
Para los autores post-modernos, la dife- ca ha cambiado. Existe una distinción entre
rencia central entre el espacio público moder- espacios públicos pre-modernos y modernos,
no y los enclaves pseudo-públicos es que la cual está conectada con la distinción que
mientras el primero busca generar encuen- hace Foucault entre poder negativo y poder
tro, diálogo y ciudadanía, los segundos bus- disciplinario. Foucault defiende la idea de que
can expresar y expandir el diferencial en las el ejercicio del poder es, en última instancia,
relaciones de poder entre distintos grupos la motivación de la acción humana, y por ende
sociales. su ejercicio no está confinado al Estado, sino
que permea a todas las demás instituciones
sociales: escuela, familia, etc. "En cualquier
Sin embargo, al hacer la distinción públi- sociedad hay relaciones manifiestas de po-
co/pseudo-público, estos autores niegan una der que permean, caracterizan y constituyen
de las principales características del espacio el cuerpo social, y esas relaciones de poder
público, que históricamente precede a la ra- no pueden ser establecidas, consolidadas ni
cionalidad habermasiana; tal es la conceptua- implementadas sin la producción, acumula-
lización de este espacio como el lugar donde ción y funcionamiento de un discurso"
el poder se expresa y ejercita, la idea de que (Foucault, 1980).
"una relación de poder sostiene la existencia
del equipamiento colectivo y su funcionamien-
to" (Fourquet y Murard, 1976). Lo que se transformó con la llegada de la
modernidad no es la naturaleza humana y su
vocación de poder, sino las características del
Respecto de las primeras ciudades, Soja discurso de este poder. En términos espacia-
(2000) señala que ellas eran diseñadas para les, y hablando sobre arquitectura, Foucault
"anunciar, ceremonializar, administrar, hace la siguiente distinción: "La arquitectura
aculturar, disciplinar y controlar". De una for- comienza a finales del siglo dieciocho a
ma foucaltiana, argumenta: "La ciudad conti- involucrarse en problemas de población, sa-
núa siendo organizada a través de dos pro- lud y la cuestión urbana. Previamente, el arte
cesos interactivos: vigilancia y adherencia;
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era mantener el orden público y debilitar los rializaron sin aporte estatal, la mantención de
movimientos revolucionarios entre las clases ciertas relaciones de poder estaba en el cen-
populares. Tal como señala Cerdá (1996), el tro de los proyectos. En este sentido, hablan-
arquitecto de la reforma de Barcelona, "hay do de la reforma de Chicago llevada a cabo
un imperativo en las ciudades modernas, uno por Burham, un importante banquero y pro-
que nunca se puede dejar de considerar, el pietario de tierras de la ciudad señalaba: "La
cual es la defensa interior y el orden público, misión del urbanista es eliminar los lugares
primera garantía de las naciones civilizadas. donde la enfermedad, la pobreza moral, la
Esto hizo necesario para el emperador infelicidad y el socialismo crecen" (Hall, 1988).
Napoleón abrir avenidas anchas, destruyen-
do el confuso laberinto del antiguo París". Estas ideas reformistas implicaban la cons-
trucción de una ciudad segura para la clase
La misma reflexión guió a Cerdá en la re- media, ideal que fue mantenido incluso en los
forma de su propia ciudad. Señala: "Las ca- días gloriosos del espacio público, en las dé-
lles no son sólo vías de circulación, son me- cadas del sesenta y setenta. Incluso Jane
dios estratégicos, las cuales deben siempre Jacobs (1961), una importante defensora de
ser tan largas y derechas como sea posible". los espacios públicos, argumenta a favor del
Como "hoy es imposible destruir todo elemen- control y la vigilancia en dichos espacios para
to perturbador, es fundamental para el gobier- que ellos puedan ser apropiadamente disfru-
no poseer todos los medios para contener en tados (¿por las clases medias y acomoda-
sus orígenes todo intento de insurrección" das?). Señala: "La seguridad en las calles, por
(1996). Por esto Cerdá propone un modelo vigilancia y mutuo control, suena mal en teo-
de calles abiertas conectadas a plazas, tal ría; en la vida real no es un mal". Así, termina
como se ve en la América hispana, en la cual argumentando que la vigilancia es central para
"las luchas de barricada, tan frecuentes en mantener la apertura y el uso público de las
nuestras laberínticas calles, son completa- calles, y señalando que "el requisito básico
mente desconocidas". para que esa vigilancia exista es una cantidad
sustantiva de tiendas y otros espacios públi-
Los proyectos de reforma urbana llevados cos a lo largo de las veredas de un distrito".
a cabo en la ciudad imperial del siglo XIX eran
guiados desde el Estado, y su objetivo cen- Finalmente, un análisis de la modernidad
tral nada tenía que ver con la construcción de urbana no puede dejar de lado la referencia a
ciudadanía o el diálogo social. El Emperador los regímenes totalitarios de los años ‘30 y
Francisco José I lo señala claramente en un ‘40. En principio estos regímenes criticaban
edicto de 1857: "Es mi voluntad que se debe la vida urbana haciendo una apología de la
empezar lo antes posible el ensanche de la vida simple del campesino (en especial la Ale-
ciudad de Viena, para asegurar las conexio- mania nazi). Sin embargo, en la práctica se
nes con los suburbios y considerando el or- preocupaban sobremanera por el desarrollo
den, regulación y embellecimiento de mi ciu- urbano, el cual, al igual que la ciudad impe-
dad residencial y capital de mi imperio" rial del siglo XIX, debía reflejar la grandeza
(Braunfels, 1983). del Estado. En este sentido, Mussolini seña-
laba: "Mis ideas están claras, mis órdenes
Asimismo, los proyectos de embelleci- precisas. En cinco años Roma debe ser vista
miento y saneamiento de los sectores margi- bella por el mundo –grande, ordenada, pode-
nales en los EE.UU de comienzos del siglo rosa–, como en los tiempos de Augusto (...)
XX parecen en principio más democráticos y Crearán espacios que rodeen al teatro de
menos guiados por los intereses del Estado Marcelo, la colina del Capitolio y el Panteón.
que la reforma europea. Sin embargo, a pe- Todo lo que ha crecido en estos siglos de
sar que los proyectos de inversión se mate- decaimiento debe desaparecer" (Hall, 1988).
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En términos espaciales, esta argumenta- "La vida de las grandes ciudades no pue-
ción se traduce en una constatación del po- de ser simplemente programada como un
der de los ciudadanos (¿dominados?) en cual- computador por poderosas fuerzas socio-eco-
quier situación social y estructural para trans- nómicas o intereses políticos, incluso dentro
formar críticamente los usos y significados del de contextos capitalistas extremos y desigua-
espacio propuestos por los productores. Esta les. La vida urbana es más diversa, variada e
re-apropiación sería un continuo histórico y impredecible que lo que las distopias urba-
geográfico: en la modernidad se puede ex nas basadas en la situación de EE.UU. su-
presar en la protesta callejera -tal como por gieren".
ejemplo la describe Caldeira (2000)-, y en la
post modernidad, en la constante apropiación El argumento de De Certeau (1984) cons-
de un enclave pseudo-público como es el mall tata la existencia de prácticas alternativas,
por parte de grupos de adolescentes, o en la pero ciertamente les pone límite, así como
lucha entre mendigos y fuerzas de seguridad también a la diversidad de usos que puede
en las burbujas turísticas. A pesar de que se adoptar el espacio. La resistencia no está al
puede concordar con los urbanistas post- nivel de las prácticas dominantes; aun más,
modernos que las condiciones de control y ella está condicionada por éstas. Las distin-
opresión en los tiempos actuales son mayo- tas apropiaciones del espacio no deben en-
res, al menos en estos enclaves pseudo-pú- tenderse en términos de una competencia
blicos, la resistencia y la discusión de los es- entre dos proyectos alternativos, sino como
pacios siguen existiendo, eso sí, adaptadas el resultado de interacciones sociales que
a las nuevas circunstancias. ocurren en el espacio vivido y que pueden dar
lugar a diversos significados y propósitos.
Las prácticas disciplinarias pueden no sólo
ser evitadas alterando sus significados, sino Así, Gramsci (1971) sostiene que los sec-
además, y de forma más radical, abandonan- tores dominantes ejercen una hegemonía
do los espacios represivos pseudo-públicos. social sobre la vida y acciones de las perso-
Así, para el caso de los turistas, Judd (2003) nas, la que se traduce en un consentimiento
sostiene que en algunos contextos, como el espontáneo de las masas hacia la dirección
centro de Detroit o Atlantic City, puede ser de la vida social impuesta sobre ellos. Estas
difícil escapar los enclaves disciplinarios prácticas hegemónicas imponen ciertas regu-
pseudo-públicos. Pero el escape es fácil y laciones a la vida cotidiana de todos los miem-
muchas veces promovido en la mayoría de bros de la sociedad, mientras las prácticas
las ciudades, las que buscan entregar al visi- dominadas o subalternas trabajan acomodán-
tante una experiencia particular sólo obtenible dose, reemplazando significados, negocian-
al experimentar la urbe en su conjunto, tal do -y en algunos casos-, a través de una re-
como lo hacen en sus promociones la mayo- sistencia activa (a veces violenta) frente al
ría de las ciudades europeas. orden espacial impuesto.
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rísticas de las prácticas dominantes y políti- una representación del espacio imagi-
cas de regulación espacial también cambian, naria, reflexiva y simbólica.
dependiendo de los efectos internos de la dis-
tribución espacial y las condiciones sociales c) Espacio vivido (tercer espacio): Incorpo-
externas dadas por la correlación de fuerzas ra los dos aspectos anteriores, pero abre
y las necesidades de los distintos programas las posibilidades para una mayor com-
e intereses. Entonces, la idea del espacio plejidad en el análisis. "El espacio, se-
público integrador corresponde a un estado ñala Soja, es simultáneamente real e
del desarrollo capitalista, tal como los encla- imaginado, actual y virtual, lugar de es-
ves pseudo-públicos y la ciudad fragmenta- tructuras individuales y de experiencia
da corresponder a otra fase. En términos es- y acción colectivas".
paciales, el cambio en las prácticas de domi-
nación implica además la alteración de las
prácticas de resistencia, lo que cambia la na- Antes de la era moderna, el espacio per-
turaleza de lo que muchas veces acríticamen- cibido y el concebido trabajaban en conjun-
te llamamos espacio público. to para crear un espacio público cuya fun-
ción central era expresar el poder del sobe-
rano, la Iglesia o el Estado. Incluso en la
5. Hacia una reconceptualización Grecia clásica, el lugar de nacimiento de la
del espacio público democracia, la Acrópolis era un enclave for-
tificado en el cual la elite dominante (ciuda-
Para rediscutir el concepto de espacio danos atenienses) tomaba decisiones e im-
público se requiere un análisis histórico y ponía su poder sobre el resto de la pobla-
material. Como argumentaría Foucault (1977 ción. El diálogo socrático, al tiempo que
y 1980), se necesita una arqueología del es- discursivamente democrático, era el privile-
pacio público. gio de una minoría, y el espacio público es-
taba fundamentalmente orientado a proteger
el derecho de esa minoría a gobernar. Usan-
Una buena aproximación hacia la discu- do la terminología de Foucault, podemos
sión sobre el espacio público, bajo el marco señalar que con anterioridad a la moderni-
poder/resistencia al poder, consiste en hacer dad no se requería de discursos disciplina-
uso de la distinción propuesta por Soja (1996) rios sobre el espacio público, dado que el
entre los espacios percibidos, concebidos y
poder del soberano y el uso que éste hiciera
vividos. Soja, construyendo sobre la argumen-
del espacio público no era disputado, al me-
tación de Lefebvre (1991), afirma que los pro- nos en el plano de las ideas.
cesos de producción del espacio son la ex
presión combinada de tres aspectos interre-
lacionados: El espacio público estaba destinado a ex
presar y ejercer el poder sobre grandes po-
blaciones, las cuales no cuestionaban este
a) Espacio percibido (primer espacio): "Un
derecho, por lo que su comportamiento y ac-
conjunto de prácticas materiales que tra-
ciones en dichos espacios se basaban en un
bajan articuladamente para producir y profundo respeto –si no miedo– por el sobe-
reproducir las formas concretas de la rano, ya sea físico o metafórico.
vida urbana". Se refiere esencialmente
a lo que es "real", a las "cosas en el es-
pacio". Pero en la modernidad la clase revolucio-
naria, la burguesía, inició un cuestionamiento
al poder del soberano, presionando por ser
b) Espacio concebido (segundo espacio): parte de las decisiones políticas que afecta-
Puede ser definido como los "pensa- ban a la nación. Una manifestación de dicha
mientos sobre el espacio", y se refiere a presión fue la ocupación de los espacios pú-
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blicos para comerciar, discutir o protestar, y optó por la negociación (explícita o implícita)
la creación de una esfera de libertad entre el con la nueva clase y sus representantes (sin-
Estado y lo privado, la esfera pública, tal como dicatos o partidos populares), ampliando la
es descrito por Habermas (1991). Este es el esfera pública y abriendo los espacios públi-
momento en que un discurso sobre el espa- cos a los trabajadores. Con todo, el uso del
cio público se hace necesario, cuando –de espacio por los oprimidos no estuvo exento
acuerdo con Foucault (1980)– la arquitectura de conflicto, y muchas veces el discurso de
se hace cargo de la seguridad, la salud y otras la apertura fue abandonado y reemplazado
preocupaciones sociales; no para alterar las por la represión directa.
relaciones de poder, sino para mantenerlas.
Ahora bien, el acuerdo entre la elite domi-
A comienzos de la modernidad, con una nante y los obreros industriales no incluía a
burguesía no hegemónica, el discurso provi- otros segmentos de marginados, como bri-
no del soberano, con grandes reformas de la llantemente lo analiza Fainstein (1994). Mi-
ciudad, la construcción de parques, caminos, norías étnicas o sexuales y los segmentos
avenidas, etc. Este es el periodo de los reyes más desposeídos de la población fueron ex
ilustrados, los que entendieron la necesidad cluidos del espacio público moderno, abierto
de construir instituciones sociales que les y democrático. Estos grupos, que experimen-
permitieran aumentar su base de apoyo al taban el espacio público moderno sólo como
interior de las burguesías nacionales. El dis- lugares de ejercicio de poder, comenzaron
curso comenzó a describir el espacio público prácticas espaciales de resistencia. Los po-
como un espacio no controlado, o al menos bres y marginales se apropiaron de los par-
mínimamente controlado, lo que hizo más vi- ques, los afro-americanos iniciaron revueltas
sible la apropiación del espacio por los ciuda- callejeras, y las minorías sexuales comenza-
danos. El espacio público vivido se hizo en- ron a crear sus propios enclaves para evitar
tonces más democrático. la discriminación.
Una vez que la burguesía ganó control Una vez que el poder político y económi-
político y económico sobre la sociedad, ese co de los trabajadores industriales decae de-
discurso de un espacio público como lugar bido a las transformaciones tecnológicas y los
de construcción de ciudadanía se hizo hege- cambios en la economía capitalista (Castells,
mónico. El espacio público se convirtió en- 1996), el discurso y las características del
tonces en el lugar para manifestar opiniones espacio público también se modifican. La bur-
sin temor a la represión, el lugar donde la vo- guesía necesita menos de la legitimidad de-
luntad pública proclamada por Rousseau se mocrática dada por los trabajadores industria-
manifestaba; todo ello a pesar de que al mis- les para mantener el sistema en funciona-
mo tiempo, este espacio consideraba la se- miento, por lo cual el acuerdo sobre el uso
guridad, el control y el mantenimiento del or- del espacio fue alterado.
den público como requisito de viabilidad. Todo
dependía de quién fuera el usuario del espa- Los grupos dominantes están siendo ca-
cio y la forma en que éste se adscribía a los paces, hoy en día, de excluir al resto de los
significados y propósitos propuestos por la actores sociales del uso de ciertos espacios,
burguesía dominante. a través de la creación de enclaves en los
que el discurso del espacio público como lu-
Sin embargo, años más tarde, la burgue- gar de encuentro social y construcción de ciu-
sía presenció la aparición de una nueva cla- dadanía se mantiene, pero se restringe sólo
se que amenazaba su hegemonía: el prole- a ciertos segmentos de la sociedad. Este es
tariado industrial. Para mantener dicha hege- en parte el discurso de los espacios pseudo-
monía, la burguesía, junto con la represión públicos, de las nuevas comunidades enreja-
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das creadas por los neo-urbanistas como terialista, los urbanistas post-modernos aco-
Andrés Duany, el de la industria del mall y el gen el idealismo habermasiano convirtiendo
de los empresarios de la entretención. El es- al espacio público de la modernidad en un
pacio pseudo-público es entonces abierto ideal normativo -sin falencias- que debe ser
pero seguro, atento a la comunidad pero co- adoptado acríticamente en cualquier circuns-
mercial, libre y espontáneo pero al mismo tancia histórica. Así, el espacio público bur-
tiempo controlado y producido. El espacio pú- gués se convierte no sólo en un espacio de
blico post-moderno es un lugar de expresión construcción de ciudadanía, sino además en
y ejercicio del poder, pero es experimentado una herramienta imprescindible para derro-
como tal sólo por los oprimidos; para el resto, tar el orden capitalista.
tal como en la modernidad, es el espacio de
construcción ciudadana y diálogo social. Por otra parte, esta corriente de pensa-
miento descarta como inauténticas y exclu-
Curiosamente, como la nueva economía yentes todas las formas urbanas propiamen-
funciona apelando a la distinción (Bourdieu, te post-modernas (pseudo-públicas), como lo
1984) y a la creación de identidad a través son los mall o las comunidades enrejadas, sin
del consumo, ciertos grupos excluidos del siquiera intentar explicarse su surgimiento ni
acuerdo entre burguesía y trabajadores indus- proponer alternativas para transformar su fun-
triales tienen hoy en día más oportunidades cionamiento o características. Así, el urbanis-
de incorporarse al espacio público social mo post-moderno abandona la historicidad
(Fainstein, 1994). Entonces, no es hoy extra- como criterio de análisis, convirtiéndose en
ño presenciar apropiaciones del espacio por una corriente estática que trabaja con cate-
las minorías raciales o sexuales, las cuales - gorías universales o trans-históricas, que sólo
se puede argumentar- se encuentran menos tienen realidad en la mente del investigador.
excluidas que hace cincuenta años. Esta apro-
piación es sólo aceptada, sin embargo, si los Así, mis desencuentros con el urbanismo
usuarios se atienen y respetan los límites plan- post-moderno no están, en general, al nivel
teados por el espacio post-moderno y el nue- de su proyecto político, sino en los sacrificios
vo acuerdo sobre el uso social del espacio: teóricos y simplificaciones en el análisis que
comercialización, control y vigilancia. hace para reafirmarlo.
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ce, como categoría central de investigación. totalizantes que nos propongan un conjunto
En este sentido, la matriz analítica de Foucault de prácticas completamente diferente, basa-
aparece especialmente relevante. Foucault do en premisas y valores diferentes a los
nos propone un análisis material del espacio, hegemónicos.
es decir, conectado con las condiciones so-
ciales en las que el poder es ejercido. Su dis- 6.3. La valorización de la historicidad de
tinción entre poder negativo y disciplinario es los fenómenos sociales y de la
fundamental para la comprensión de las trans- construcción del espacio
formaciones espaciales de la modernidad.
Finalmente, quiero dejar en claro la impor-
Sin embargo, el uso que hagamos de tancia de la historicidad. Muchos urbanistas
Foucault ha de ser selectivo. Para él, los hom- post-modernos como Soja (1996 y 2000) han
bres estamos constituidos en relaciones de propuesto entregar más importancia a la es-
poder de las cuales no tenemos posibilidad pacialidad en desmedro de la temporalidad
de escapar. Su preocupación central, como en el análisis social. Lo que yo planteo, por el
ya lo señalé, es la microfísica del poder, de- contrario, es valorizar lo espacial sin renegar
jando de lado el problema de la resistencia. del análisis histórico.
Así, una apropiación dogmática de Foucault
nos llevaría, al igual que el urbanismo post-
moderno, a un análisis espacial basado en Es así como para entender los espacios
universales trans-históricos que no pueden pseudo-públicos de la post-modernidad se
ser alterados. El espacio es el lugar donde el requiere analizar con una perspectiva históri-
poder sería ejercido, independiente de la vo- ca los procesos socio-espaciales que les die-
luntad de los hombres, y su transformación ron origen, no sólo en su dimensión estética
sólo se relacionaría con alteraciones en las o urbanística, sino también con relación a la
necesidades sociales de éste. función social que ellos cumplen.
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El espacio público en el debate actual: una reflexión crítica sobre el urbanismo post-mpoderno
Rodrigo Salcedo Hansen
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