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DEL SENTIMIENTO NATIVISTA O TERRÍGENA A LA POESÍA INDIGENISTA DE FLORIÁN

Arguedas, en 1938 presentó traducciones de poesía quechua con el nombre de Canto Kechua. En
quechua actual ha publicado un "haylli" en homenaje a Nuestro Padre Creador Túpac Amaru (Túpac Amaru
Kamac Taytanchisman). La versión quechua va acompañada de otra castellana. Como en los viejos
ayataquis, Arguedas ha compuesto un digno y fuerte canto, donde el sentimiento social, que constituye el
nervio del poema, va envuelto en un hermoso lenguaje. El autor ha separado la parte fundamental ideológica
de la intensamente lírica: "Al helado lago que duerme, al negro precipicio, / a la mosca azul que ve y anuncia
la muerte, / a la luna, las estrellas y la tierra, / al suave corazón del hombre, / a todo ser viviente y no viviente,
/ que está en el mundo en el que alienta / o no alienta la / sangre, hombre o paloma, piedra o arena, / haremos
que se regocijen, que tengan luz infinita / Amaru, Padre mío"... Es ésta una poesía de antiguas vetas
estrictamente peruanas que vienen filtrándose desde las cepas precolombinas. Poema es también su relato
- pleno de lirismo- que titula La Agonía de Rasu Ñiti

Habría que citar aparte a Luis Valle Goycochea (1909-1954), formado en los mismos años que los
anteriores, pero con una poesía ingenua, de sucesos poetizados de la infancia, más elementales que los
poemas de Eguren, más inmediatos, menos elaborados, a ras de ingenuidad, sin la pesadilla angustiosa de
aquél.

En Las Canciones de Rinono y Papagil aparecerá la pequeñita Rarra; el pajarito Rinono que no
volvió jamás. "Clarita" que "teje / blancos zapatitos" para el Niño Jesús. Y, muy especialmente, la Madre, que
preside, asimismo, El Sábado y la Casa:

Madre esta no es mi cartilla, que la mía


no tiene la A borrada, que la mía
estaba limpia...

En Paz en la Tierra, Valle Goycochea va perdiendo algo de esa candorosidad de niño muy pequeño
y canta al grillo y a la acequia, pero también a la tierra y al acabamiento del hombre. Vendrá, luego, Marianita
Coronel, un cuento hecho poema. Es, como lo han dicho los críticos, un poeta para la infancia.

No puede hablarse en él todavía de una influencia de César Vallejo, que vendrá fuertemente después
aún, en los de la generación Palabra. Preferentemente, la literatura de los años 30 a140 parece tratar de
afirmar los llamados valores propios, dentro de la renovación social e ideológica producida entonces.

En aquellos mismos años de la generación Palabra, Luis Nieto (1910) trabajó en el Cusco por una
afirmación de la poesía telúrica, con insistencia en la geografía y en el medio social, con algo de sentido
folclórico. En él han estado viviendo siempre el hombre y el paisaje peruanos al mismo tiempo. Vencedor en
los Juegos Florales del Cusco en 1940, obtiene más tarde el éxito de Charango y se une -sin buscarlo- a
otros dos representantes poéticos del sentimiento nativista o terrígena: uno, del pasado estridentista, Luis
Rodrigo: y otro, nueva voz en la poesía, Mario Florián. En 1944 obtiene la "Estatua de Oro" con su Canto al
Cusco y sus piedras sagradas. Después, vendrán: Libro del corazón y sus caídas; Viento de Puna y Los
cantos elementales. Nieto, en primer término, unió la sensibilidad abierta a la poesía tradicional española -
que se manifestaba agudamente en los años 30 y 40- con un sentido del color local y una aproximación a los
seres humanos de una región determinada, mostrándonos ya en el romance lorquiano, ya en el soneto, ya en
la poesía libre, el sentimiento de un poeta en su elemental condición de hombre. La influencia lorquiana cobra
en él carácter mestizo: "Chola que te quiero chola / más fresca que una manzana, / con tu pollera redonda /
y tu blusa de percala"; Nicolás Guillén está también en su horizonte de poesía popular, colorista y social al
mismo tiempo. El expresionismo nerudiano asoma, asimismo, en Nieto, abierto a influencias inicialmente:
"Porque la amaba, amigos / porque era como crecer de nuevo, / como crecer sin llanto / como andar sin
sollozos / ignorando la vecindad amarga de la pena"... Charango es una mezcla de Lorca, con poesía cholista.
Los Cantos elementales lo vinculan más directamente a Vallejo y Neruda. Su posición política asoma en esa
poesía solamente detrás de una activa elaboración lírica. Y le falta optimismo: "Me duele esta noche remota
y su fatiga". "Me duele este llegar sin nada en la palabra". "Recíbeme madre, como si nunca me hubiese ido",
"Te gemirá en su cumbre / la primera palabra negra de mi desdicha..." etc. Todo ello está cerquísima de
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Vallejo. De Neruda: "Canción de Libertad". Su camino de poesía social se ha intensificado últimamente: "Yo
te dije, hermano, ¡Cómo lo diría / que la palabra cayó derribada / como el pájaro después de su martirio..." Va
abriendo vías en su poesía llena de pasión, donde asoma siempre la preocupación social.

Nieto ha hecho también una poesía de confidencia, como tantos otros, con la presentación de sus
años y de las cosas que envolvieron su vida, aunque siempre con esa emoción social: "Ya va a llegar la
noche, hermanos, / - dice en La Noche y sus presagios - y mamá sólo sabe mirar su lejanía / zurciendo a
duras penas su voz antigua / para decimos algo".

MARIO FLORIÁN

1. Datos biográficos
Mario Florián Díaz nació en 1917 en Nanshá, Contumazá, departamento de Cajamarca. Estudió en
Contumazá y Cajamarca y luego en la Universidad de Trujillo y en la de San Marcos en Lima. Destacó
desde muy temprano como poeta y en 1940 ganó los juegos florales universitarios con su libro Tono de
fauna. En 1944 obtuvo el premio de Fomento a la Cultura del Perú con su libro Urpi, que le dio justa fama.
En 1976 obtuvo el Premio Nacional de Literatura que compartió con Luis Alberto Sánchez y Emilio Adolfo
Westphalen. Su poesía, publicada muchas veces en plaquetas y opúsculos ha sido recogida en
compilaciones como Pequeña antología (1945), Antología poética (1957) y Poemas (1979). Murió en Lima
el 1 de octubre del 2002.
A decir de Toro Montalvo: “Es el más nítido poeta de la corriente andina en el Perú del siglo XX. Consigue
recuperar la vena nativista que se inspira sobre nuestros pueblos andinos.. A ratos, Florián es un poeta
lírico, tierno, panteísta, devotamente universal aunque moderno en su lenguaje y dicción, como también
muy antiguo al ajustar su verbo a la sencillez límpida del verso andino”.
2. Obra literaria:
Destacan sus libros: Noval (1942), Urpi (1944) , El juglar andinista ( 1951), Antología Poética (1969),
Literatura cajamarquina en lengua hablada ( 1994)
3. Comentario de su obra literaria
El poeta de Tono de Fauna y de Urpi, tiene una efectiva vocación lírica. En poco tiempo pasó por varias
etapas poéticas en que se notaba marcada superación de una a otra. Alma y Tono de Fauna mostraron
a Florián como un recogedor sensible de cuadros del campo. "Poeta delicado y telúrico, tiene las manos
llenas de tierra", nos decía su prologuista Jibaja. Había que precisar que no era la suya la expresión pétrica
de nuestro suelo variable y abrupto, ni la emocionada reproducción de nuestra lucha contra la naturaleza.
La suya era voz cultivada en que los árboles y las siemprevivas, la vizcacha, la serpiente y el búho, son
motivos para cuentos poéticos, de inmediato, a flor de piel. No estaba lejos del Wayno de Xammar. Ha
adaptado, también, el romance a ese ambiente peruano:

Cuando me muera o te mueras


(tendremos vida de lloque)
estaré solo o tú solo venadito de los montes.

Agilidad en el ritmo y visión del paisaje podrían ser notas características de Tono de Fauna:

Sueltas tus espigas en ramal de pájaros,


en ronda de azules,
y es el azul cielo una pájaro tuyo
¡trigalito mío!

En Estancia de la Voz nos da un poema de mayor envergadura, en emocionada palabra de raíz


mística:

¿recuerdas que nos fuimos, Dios, a lo alto dolido


y estamos ya sin ojos y oídos para siempre?

Noval, Tierras del sol, Urpi y El juglar andinista, ofrecieron la trayectoria de este poeta
neoindigenista que trata de encontrar al Perú a través de su poesía: "Se hicieron tus ojos para dolor mismo,
Katacha madre..."
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Es interesante seguir la curva de Florián que, con palabra entrecortada, pasa de la mera insinuación
al romance de timbre infantil, para luego coger lo grávido, lo anhelante, lo que la humanidad espera o
desespera, para darnos oraciones angustiosamente bellas. Mario Florián ha recogido los mitos del Perú Viejo.
Varias de sus últimas - incansables- producciones nos llevan a ello, como "Origen de peruano"; y
especialmente sus cantares a Machu Picchu y a Ollantaytambo. Su Ollantay Tampu Haylli y Literatura
cajamarquina en lengua hablada.
Al frente, la elegía pequeña, humedecida en mestizaje, donde su voz adquiere más adecuado tono,
cuando habla tiernamente a la tierra y a los objetos campesinos, con espíritu indígena:

Pastorala.
Pastorala.
Más hermosa que la luz de la nieve,
más que la luz del agua enamorada,
más que la luz bailando en los arco-iris.
Pastorala.
Pastorala.

¿Qué labio de cuculí es más dulce,


qué lágrima de quena más mielada,
que tu canto que cae como lluvia
pequeña, pequeñita, sobre flores?
Pastorala.
Pastorala...

Naturaleza Viva es un hermoso trascurrir de cantos muy en el camino lírico de Florián; y de su libro
Inga runa debemos destacar "Las tumbas de las cimas" -con influencia nerudiana- "Vivas están las tumbas
todavía";' "El Cántico del ave"; "Silencio vegetal"; "Dulce silencio"; "Retama"; "Tierra verde, casi lago..."; etc.
Y, sobre todo, la persistencia en la égloga:

Trigal azul o pájaro


que canta cuando llueve.
Placer, quizás pagano, mi corazón extiende...

Con olor a limpio grano, a wayno, a cielo y tierra, por un lado. Y por otro, su conocimiento profundo
del mito y de la tradición legendaria que ya señalamos y que aparece esbozado en el poema:

Desde lejos he venido


- harawec de Kaxamarqa-
a besar tus piedras Qosqo...
Alejandro Romualdo dejó constancia de su posición escribiendo lo siguiente:

"La productividad creadora de Florián evidencia la constancia ejemplar de un trabajo realizado en


condiciones adversas, sin aliento, ni promociones oficiales. Pero, sobre todo, demuestra palmariamente la
continuidad y el enriquecimiento de una tradición que no se agota, que tiene ilustres antecedentes en nuestros
haravicus ancestrales, y, más cercanamente, en las fuentes de Mariano Melgar y César Vallejo, cuyas aguas
Florián acrecienta con cristalina pureza"... "Como genuino creador, no representa grupos ni partidos.
Representa una cultura: la andina; forma parte de un mundo más que de una escuela literaria; pertenece al
mundo de la pobreza, de las culturas dominadas, en cuya área latinoamericana no existe un tono rural de
inspiración indígena tan pura, como el del notable poeta nuestro, ni una adhesión tan fraternal hacia su prójimo
campesino. Es la razón histórica de su compromiso, la que dignifica y eleva su obra".
José María Arguedas expresó: "Ha realizado la especie de milagro de crear poesía en la que se siente
el tono de la canción popular india". Y Washington Delgado: "Mario Florián es uno de los más altos poetas del
Perú contemporáneo". Antes, el mismo Luis Alberto Sánchez había afirmado: "Me atrevería a mencionar como
'hombres de letras' inobjetables al Inca Garcilaso... el Lunarejo... Clorinda Matto... Vallejo... Arguedas...
Florián". Después de recibir dicho premio él continuó viviendo humilde. Murió pobre e incólume, sin cargos
públicos que ostentar, como simple maestro de escuela. Eso sí laborioso y digno, luchando a favor de las
causas nobles de la vida. Era de la estirpe de los héroes populares.

Vértices de la poesía de Mario Florián:


a. Poeta de la naturaleza

Quienes viven en chozas en lugares solitarios, en comunión con el viento, los cerros, las nubes y la
lejanía, aprecian la naturaleza con su rica flora y fauna. Es ella la que sobresale intensamente en la obra
poética de Mario Florián; uno de cuyos primeros méritos es haberse identificado y consustanciado con su
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mundo circundante; porque ocurre frecuentemente -y la mayoría de veces entre los intelectuales que nacen,
crecen, viven y mueren- que no se identifican ni comulgan con su medio sino al contrario, buscan ambientes
artificiales por el prejuicio de que consideran que nacieron para ser otros y no aquello que signa su origen y
procedencia:

Yo soy un pastorcito

En este campo verde,


donde retoza el sol,
pastoreo mis lindas
ovejas de blancor.

Yo soy un pastorcito,
yo soy un buen pastor.
Hago salir de mi honda
pedrusco volador.

Al pie de mi rebaño,
silbando una canción,
a la majada vuelvo
con poncho bicolor.

Y a la majada llego
cuando declina el sol,
silbando, modulando
mi pastoril canción:

-Yo soy un pastorcito,


pero, con mi honda, yo
hago correr al puma,
al zorro y al halcón...!

Es raro entonces, y hasta excepcional, que un poeta reivindique y se ocupe de su geografía, se


posesione y goce con ella; porque nos olvidamos concientemente del entorno que nos rodea, lo rechazamos
encandilándonos por mundos que especulamos como superiores, o nos sumimos en miedos y frustraciones.
Volvemos las espaldas al paisaje, a su don de vida, de ofrecer y servir. Florián en cambio es un poeta de la
naturaleza, la revive y anima, la recrea a su manera, está en comunión con ella, en consubstanciación con el
fruto y la flor:

Canción vegetal

De las espigas, Sumaq espiga,


la más soñante de aroma de oro
te traeré, inundará
y en la kantuta tu cabellera
de tus dos trenzas y tu sonrisa
la prenderé. y tu soñar.

Y, ante los ojos Espiga que habla,


de cielo y aire, musicalmente,
palomitay, te contará
fingirás una cómo sollozo,
planta de trigo y, entonces, tú
florida ya. sollozarás...

Hace de los animales su propia Arca de Noé, un zoológico de ternura, donde sus metáforas,
imágenes, como los más presentes referentes son la paloma, la perdiz, el venado, el conejo, la vizcacha;
como también el rocío, la lluvia, los celajes; y, en suma, el mundo telúrico, como el sentimiento y la virtud de
los hombres y mujeres de consustanciarse con la tierra:

Sembré la chacra
del trigal mío
por cosechar
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sólo una espiga


que te perfume
y que te adorne
hasta expirar.

Y ya elegida
la espiga de oro,
nada de nada
me importa ya
que sobre todos
los llenos trigos
caiga el helar...

Espiga dulce,
la dulce espiga
de tu cantar,
espiga dulce
la de tu paso,
espiga dulce
la del trigal...

Serás, paloma,
la chakra de oro,
la azul cosecha
que tendré yo,
cuando te sieguen
mis puras hoces
de corazón...

Y es que solo el ande puede mostrar esas flores tan leves y tenues en su hermosura que crecen al
borde de los abismos, puras e inalcanzables sobre caídas de espanto, con sus colores azules, naranjas y
amarillos suaves, de dos o tres pétalos, que se yerguen y sobreviven entre los abrojos y las tempestades.
Esta y otras tantas presencias entona y modula Florián en su canto. Hay, por ejemplo, una hermosura bravía
y hasta oscura y tenebrosa del ande que Mario Florián ha sabido captar y mostrar en sus poemas.

Niebla

¿Por qué enamorada


de la hermosura del cerro...?
Trasciende a música de arpa
tu sueño.

Ya llegas, flor de quebradas.


Ya subes. Ya das al cerro
una afección incendiada
de invierno.

Él mismo ha expresado: "Hombres y mujeres trabajaban (en el ande) al son de cantos. El don de la
poesía lo he recibido de la clase ágrafa rural. Y mis poemas iniciales pretendían ser la voz de la naturaleza
misma".

b. Poeta del amor andino

Un elemento nítido y en estado puro que transparenta la obra de Mario Florián es el amor andino,
transido, sublime y níveo; que alcanza a elevarse y coronar las montañas y se hace nieve por su pureza y
excelsitud:

Pastorala

Pastorala.
Más hermosa que la luz de la nieve,
más que la luz del agua enamorada,
más que la luz danzando en los arco iris...
Pastorala.
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Pastorala.

¿Qué labio de kukuli es más dulce,


qué lágrima de quena más mielada
que tu canto que cae como lluvia
pequeña, pequeñita, sobre flores?
Pastorala.
Pastorala.

¿Qué acento de trilla-taki tan sentido,


qué gozo de wifala tan directo
que muden en cenizas las entrañas,
como quema a mi pecho tu recuerdo?
Pastorala.
Pastorala.

Al gavilán le dije que te quiera,


y a zorro y a puma que amen tus ovejas.
Y puma y gavilán y zorro, desde
entonces, son palomas que te cercan.
Pastorala.
Pastorala.

Por mirar los jardines de tu manta,


por sostener el hilo de tu ovillo,
por oler las manzanas de tu cara,
por derretir tu olvido: ¡mis suspiros!
Pastorala.
Pastorala.

Por amansar tus ojos, tu sonrisa,


perdido entre la luz de tu manada,
está mi corazón en forma de alqo,
cuidándote, lamiéndote, llorándote...
Pastorala.
Pastorala.

¿Cómo es que el ande abrupto y marmóreo, ciclópeo y abismal produce una presencia tan dulce,
tenue y frágil como es la mujer andina? ¿Cómo es que exista una nota tan sutil y tierna entre tanta fragosidad,
desolación y miedo? Y de voz dulce y cristalina, "mielada" lo dice él, comparable al rocío o al pétalo de una
flor nacido en un océano de rocas. Mujer que es fiel entre las fieles.

Pero es prodigioso también cómo el ande ha podido urdir y cincelar un animal de figura tan grácil y
etérea que crece entre pedruscos como la vicuña, fresca, liviana y volátil, de una estampa tan distinguida,
desenvuelta e incorpórea en los abruptos roquedales y en los vientos frígidos de las punas. He allí el misterio
de espanto y el amor sublime de nuestras serranías. Amor tierno que hace entregar toda el alma, sin
reticencias, menoscabos ni mezquindades, sin cálculos ordinarios ni pequeños. Amor panal de miel, flor del
alelí, torcaza herida.

¿Tienes costumbres de ave, mi pastora...?


Con la luz de tu edad estremecida,
con tus ojos de luz horadadora,

-delante de una grey balando flores-,


has abierto un nidal, cárdena herida,
en el maguey en flor de mis amores.

Es poesía de devoción, de adoración y sacrificio infinitos, de veneración consumada al ser amado. Y


no hay imágenes más excelsas para describirlo que todo aquello que entraña pureza y excelsitud: la nieve y
la flor para la amada, el lucero y el sol para el amado. En toda su obra está viva esa transparencia y fulge
aquel resplandor de piedra preciosa. Se vivencia aquel amor completamente arrojado y que se rinde sin
condiciones al otro ser; amor de renuncia plena, indefenso, dependiente y sumiso.
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O se convierte viento en el ala prodigiosa de la torcaza en el paisaje sideral. Amor de la renuncia


infinita, que se confunde con el destino. Amor que se evoca en los plenilunios y en las noches estrelladas.
Este es el amor de toda una cultura, de todo un universo como es el mundo andino. De allí que no podemos
decir la ternura en la poesía de Florián sino la ternura de la poesía andina, quechua o del ande peruano.
Ternura que hace una poesía rítmica, musical, acompasada, de baile suave, de cadencia del lenguaje:

Luna de poesía enamorada

Suspendido dulzor. Elixir rubio.


¡Oh, panal verdadero en la enramada!

Me sentaré a mirarte hasta que llegue


la niña de las fuentes y el efluvio
de los campos en flor, y tu miel pruebe.

(Una flauta tiernísima yo tengo


para alabar su gracia montañesa:
melodía que trae el abolengo
de un jarawiq antiguo de tristeza).

Amándote con ella, como en nido


de candela -panal- y de fragancia,
llégate por el aire, sin ruido,
con suavidad de pluma, y derretido,
escancia tu dulzor en mi ansia y en tu ansia.

El amor andino es tal amor que también junta su arco de pasión con el nidal de la muerte; se hunde
y sumerge en la pena y en la despedida. Amor que por ser tanto es casi un imposible, una herida mortal para
la cual no hay cura, donde cuando se niega todo es noche y es olvido:

Es una pena la mía

pastor andando, pastor del corazón, un amor...


que modula, en su andarilla,
no sé que acento de amor. ¡Qué te importa la majada,
si eres la pena, pastor,
Y desciende la montaña, que anda buscando sólo una
y sube, pronto, el alcor: muerta andarilla de amor...!
bufanda al cuello, y, al fondo

Debe estar presente aquí, al fondo de este sentimiento muchos dolores y desgarramientos históricos
que hacen que el corazón sienta así y de ese modo. Desde los mitimaes incaicos que tenían que abandonar
familia y no establecer raíces, hasta el despojo de nuestra raza por el conquistador extranjero que Mario
Florián ha fustigado tanto a través de su poesía.

Amor que la cultura criolla no comprende y, al contrario, maltrata y hasta zahiere, haciendo de ello
membretes y clichés. Amor del mundo humilde, pobre, amenazado por el puma, donde hay una dicotomía: lo
favorable que es la oveja, la majada, el rebaño, o la pazña que es la mujer andina. Y hay, del otro lado, el
mundo amenazante del zorro, del puma, del atoq, del político y la autoridad oficial. Eso sí, no hay poesía
erótica andina. No hay allí el amor sensual, material, devorador; aquel que hace del otro una presa, un botín
o una prebenda. Aprendamos esta sabiduría del amor del sentimiento andino y de la poesía de Mario Florián
que lo ha expresado con autenticidad.

c. El poeta de los niños

Hay otra filiación de Mario Florián y es su vocación pedagógica y didáctica o de pupitre de aula de
clases, que lleva tan clavada en el alma y en las venas Mario Florián, tanto que lo canta, lo celebra y le rinde
pleitesía, levantando su pecho de emoción por todo lo que es educación:

Canción de la O

Ayer, mi maestro, a trazar la O.


ayer, me enseñó
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Y, anoche, temprano, Tan pícara O,


cual pájaro ufano desde mi cuaderno,
al cielo voló. al cielo fugó...

Es para admirarse... -¡No es luna! ¡Es mi O!

Este magisterio de Mario Florián ahora se lo desestima, y hasta se lo desprecia y denosta, cual es
la ligazón que él hace de la poesía con la educación. Porque hay quienes desde posiciones esteticistas
abominan esta relación. Pero cuidémonos de estas serpientes sibilinas y veamos quienes sostienen esto: son
aquellos que desprecian valores, que les es muy cómodo vivir sin ellos, porque su condición no soporta que
se hable de principios, de consecuencia ni coraje con los cuales hay que vivir la vida.

Asumen esa posición de descalificar la relación de poesía y educación quienes tienen como elemento
vital la amoralidad, el vivir de acuerdo a sus gustos y caprichos. Asumen que basta que la poesía pretenda
educar y tenga cualquier viso de relación con la virtud para motejarla de mediocre. Se olvidan de los poetas
clásicos, quienes a propósito educaron con sus versos. O, en nuestro país, se olvidan de César Vallejo, quien
trabajó en las aulas, educó con su poesía y lo fue esencialmente maestro. Dice Mario Florián:

Venadito de los montes

Venadito de los montes, -acopiado por mis manos-,


por la puna correremos; venadito de los montes.
¡tú me lamerás la cara!
¡yo te acariciaré el lomo! Si algún día me dejaras,
si te diera por perdido:
Te daré agüita de mis manos, ¡cómo, cuándo pastoreara
yuyo verde de los ríos tu memoria, venadito!

Incluso, desde la literatura infantil se descalifica cualquier relación de la literatura con la escuela y la
educación. Es hora de salirle al paso a dicha posición, tendencia o claudicación, sosteniendo que este vínculo
es fecundo y fructífero, que hay que estimar con todo énfasis una manifestación artística que hasta ahora
nadie defiende como es la poesía o la literatura escolar, la poesía didáctica para niños, aquel toque infantil de
pureza, de esperanza, de relación fecunda adulto-niño o de maestro-niño:

El libro

El libro es mi amigo, como mi papá.


mi amigo leal.
Siempre va conmigo; Yo adoro mi libro,
¡sabe conversar! mi libro escolar.
Siempre va conmigo:
Me invita al descanso. ¡sabe conversar!
Me invita a estudiar.
Me lleva de la mano
d. Ser maestro es una dimensión del ser poeta

Mario Florián ha exaltado, como es justo y necesario, el ser maestro de niños y jóvenes, porque quizá
no haya enaltecimiento mayor en la vida y en la historia que el serlo de a verdad. En esa acción modesta y
fecunda, que es educar, en esa consagración de poner sensibilidad, conciencia y valor para orientar la gracia
de la vida, como es formar para abrazar un destino superior, está toda la grandeza del ser superior del hombre
sobre la faz de la tierra.

Mario Florián estudió para ser maestro de escuela y lo fue toda su vida. Siempre tuvo muy en el centro
de su ideario y de su lucha ese compromiso con el destino del hombre. Fue un docente consagrado a los
niños pero también un maestro militante y combativo cuando se trataba de defender a los humillados y
ofendidos. En su actuación no solo aflora el poeta y el niño sino también el ser guía y conductor de su pueblo,
de ser un abanderado y profeta, como cuando exalta la labor magisterial y sus luchas:

El preceptor de escuela y el mentor secundario,


día a día, libertan -¡su rol es libertar! -
inmensas multitudes, millones de educandos;
les dan la libertad.
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Porque se vuelve libre quien el saber cultiva,


porque huye de la noche y la esclavitud.
¡Tu palabra, Maestro, tu voz caritativa
lo oye la Juventud

y la Infancia! ¡Y el pueblo! Y lo escucha la Historia


como palabra que hace nacer la perfección...
¡Tu palabra es divina! ¡Tu palabra es victoria
de Civilización!

Él ha estado siempre ligado tanto a la poesía como a ser pedagogo, como a ser un luchador social.
Se graduó de doctor en educación en la especialidad de historia en la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos y ha trabajado en diversas escuelas y colegios, pero en donde más labor ha realizado es en la Gran
Unidad Escolar Bartolomé Herrera, a quien llama su hogar y a la cual dedicó su libro Niño del nuevo mundo,
poema pedagógico, editado por esa misma casa de estudios en el año 1956, en donde exalta la hazaña y
eleva el cántico de júbilo que es el acto de educar, evocando a los amautas y a todos los forjadores de la
educación y de la escuela en el mundo. Oigámosle:

El humilde maestro, el maestro de escuela,


a veces en las punas, bajo la tempestad;
a veces en los llanos y a veces en las selvas
de verde inmensidad.

A veces en los pueblos y a veces en los campos,


en las riberas donde se oye mugir el mar;
en las hondas quebradas, en los oasis anchos
de costa ecuatorial...

La manera que tenía de leer los poemas, como lo hace un profesor de aldea, con entonación
didáctica, con una modulación primaria, con un tono y mímica escolar. Muy auténtico y muy puro. Para nada
había cambiado ni adulterado su alma provinciana. Quizá incluso la cultivaba a propósito, para de ese modo
ofender a los acicalados intelectuales ostentosos de ser refinados.

Pero, en Mario Florián es donde brota otro ser providencial, puesto que además de cantor de la belleza
y prodigalidad de la naturaleza y de la mujer amada, del niño y del maestro, en él se siente la encarnación de
un representante del estado inca para trasmitir el mensaje de su reivindicación, como si los apus lo eligieran
para ser educador de su pueblo. Para ello se dedicó a la antropología, a la arqueología y a la historia y produjo
obras macizas como La épica incaica. Pero de este tema no hablaremos ahora.

La filiación de Mario Florián con la educación no sólo es didáctica sino social y política, lo cual le costó
su puesto de profesor al ser subrogado en la huelga magisterial del año 1978. La revista Amauta informó del
hecho de este modo: "Como es de dominio público, el año pasado (Mario Florián) fue merecedor del Premio
Nacional de Cultura, en el área de Literatura, y como es también de conocimiento público el mes pasado junto
con miles de maestros del Sutep, fue arrojado de su pupitre de profesor por la Dictadura Militar".

Alfredo Rodríguez, Miembro del Comité Nacional de Lucha del Sindicato Unitario de Trabajadores de
la Educación Peruana, Sutep, dio este testimonio: "Nunca pestañó ante una responsabilidad. Siempre fue
puntual en su compromiso sindical. Ya corriendo entre las bombas y las balas de la represión. Ya gritando
nuestros slogans, acaso poco poéticos. Exacto en el lugar de reunión. Siempre en la primera fila del combate.
Hoy, desde la prisión, me siento orgulloso de haber sido su dirigente sindical, de haber conocido a un poeta
que no solo piensa y escribe sobre las luchas del pueblo, sino que es también parte de esas luchas."

Y Horacio Zevallos Gámez, el dirigente legendario del SUTEP escribió: "Pareciera que los maestros
hubiéramos encontrado recientemente al hermano mayor, a quien habíamos perdido hace mucho tiempo. Y
digo recientemente porque el grueso de maestros sólo hoy acaba de conocer la obra y el testimonio personal
del más grande de los maestros peruanos: Mario Florián..."

e. Poeta del pueblo y de nuestro destino

Es poesía de lucha la de Mario Florián, de compromiso social e histórico, en donde su voz se vuelve
áspera, bronca y tajante. Poesía de protesta y combativa, de proclama ardorosa por defender los principios
populares, la identidad nacional, lo propio y humilde, aquello que no tiene voz, ni presencia ni reconocimiento.
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Poesía viril, fuerte, colosal; de arenga, para ser recitada en plazas públicas, tronante, guerrera, cual si fuera
pastor de truenos y tempestades.

Arenga al peruano

No te sientas pequeño, hombre común peruano,


peruano de estos días: publica tu grandeza,
delante de tu huésped, delante del foráneo
que llegó, de muy lejos, a comer en tu mesa;

que llegó, de muy lejos, a vivir en tu espacio,


y a hablarte de su origen y a hablarte de su fuerza...
Tú desciendes del puma. Tú desciendes del rayo.
Y en tus músculos duerme colosal fortaleza...

¡No te humilles! ¡Despierta! ¡Elévate peruano!


¡Erígete! ¡Ya es hora...! ¡Revive tu ejercicio
de Amansador de Mundos, de Continentes Bravos,
de Forjador de Imperios sobre los precipicios!

¡Levántate, peruano! ¡Pisa, otra vez, tu tierra...!


¡Que el horizonte vea tu figura broncínea
de semidiós, de cóndor...! ¡Despliega tu mirada
y el poder de tus alas y tu aptitud antigua!

¡Vindícate en tu tierra...! ¡Porque estás en tu tierra


desde hace eternidades! ¡Y tu tierra te adora!
¡Exprésate de nuevo! ¡Exprésate, peruano!
¡Sé heroicidad, destino...! ¡Levántate! ¡Ya es hora!

Revive en su voz lo mejor de nuestras tradiciones, esencias y valores, los grandes fastos y hechos
históricos, en coherencia con lo mejor de nuestra identidad: sus mitos, sus leyendas, la vida cotidiana de los
pueblos entrañables, donde él es guía, amauta y mensajero de un tiempo nuevo, donde resaltan los intereses
colectivos sobre los individuales, de aquellos hombres puentes, arcos, caminos hacia la utopía, que conectan
con nuestros ancestros t tierras vírgenes.

Su verso deviene y conecta con el sentir popular, sintoniza con nuestro ancestro y origen. Formó parte
del movimiento de "Poetas del pueblo", del movimiento literario que asumía el nativismo poético,
absolutamente conciente y decidido en lo que hacía. Nativismo que como su nombre lo indica significa en su
más prístino sentido volver a nacer, ser del lugar, estar pegado a la tierra, como es el caso de don Mario
Florián, aquella tierra que como ha declarado: "hizo llaga en mí".

f. El poeta épico

En él encarna el legendario "haravic" del incario, aquel juglar sensitivo que canta las ternezas del
amor, con finura y galanura propias del espíritu indígena peruano, de una pureza y diafanidad como fueron la
vida y los principios en aquella época de nuestra historia que no está perdida sino sólo enterrada y que él
hace aflorar. Pero así como Florián tiene una lírica excelsa, es a la vez el adalid de una poesía épica que lo
erige como un conductor y un profeta de su pueblo, al que arenga, exalta, insufla de valor; al que convoca a
emprender grandes hazañas. Sin dejar de ser el haravic, el poeta de la endecha amorosa, es a su vez el
poeta épico, en quien se hace carne el coraje, el valor y el heroísmo; pero mejor aún, aquel esfuerzo y afán
que acontece en el plano de lo cotidiano:

La humanidad en la cuesta

¡Oh, cuesta material...!


Se quiebra
el valor de las piernas
al ganarla;
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jadea la vida
en la garganta ...

Debe ser sangre desvaída


este pluvial sudor que nos empapa...

Por esta estoica,


por esta dura cuesta
cuántas veces -¡látigo, destino!-,
andaría mi padre, andaría
mi abuelo, el padre de mi abuelo,
-¡todo el río de mi raza! -
hiriéndose, cayendo, quejándose...
¡Los árboles más viejos lo recuerda!
¡Los árboles más viejos lo refieren!

-¡Pega con fuerza,


tala,
incendia,
hacha mía!,
¡derriba,
como árboles,
Triunfa...!
Así, mañana,
no habrá árbol,
no habrá lengua,
que le digan a mi descendencia:
si he caído o no he caído,
si he llorado o no he llorado,
si he abolido a Dios
en esta cuesta...!

¡Doblados por qué pesos,


con ojotas,
cuán diferentes hombres,
-mañana,
eternamente-,

la cuesta ascenderán...!

Mario Florián es volcánico y telúrico; como la naturaleza andina, que pone una pincelada sutil en una
flor y exhala la huella secreta e indeleble de un aroma inencontrable, pero que azota con el estruendo, la
eclosión y la vorágine de una tempestad en que rayos, truenos y oscuridad tenebrosa asolan el universo como
en una conflagración cósmica:

La tempestad desea sangre

Esta noche, sin ojos, de tempestad andina,


esta noche de cópula de relámpago y trueno,
esta noche en que silba el granizal y llora,
esta noche en que lanza su warak'a el estrépito,
esta noche en que el viento atenaza a la sombra,
esta noche de lluvia cual potro encabritado,
......................
esta noche en que caen los cimientos del mundo,
esta noche en que el grito de tierra y cielo impetra:
-¡Hombre, víctimas quiero! ¡Quiero homenajes, sangre ...!
¡Es un presente el hombre muerto para la tierra ...!

Es vasta la producción poética de Mario Florián en donde recrea fastos guerreros, hace ingresar coros
de voces, recrea las obras de los incas, la gesta civilizadora de nuestros antepasados, a tal punto que
ensambladas todas sus composiciones y textos épicos sin duda tendríamos el gran canto nacional a modo
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de los cantos homéricos, referidos en el caso de él al imperio incaico. Al respecto, Ricardo Gonzáles Vigil
expresa: "Las dos líneas del proyecto creador de Florián resultan convergentes: el pueblo peruano es, en
gran proporción, la masa campesina; su pasado glorioso no es otro que el de las culturas autóctonas".

8. Es el Perú un país tan hermoso

-¡Duele el Perú, don Mario! ¿no?

Eso dije para disimular la amargura días antes de que él muriera y luego de reponerse, ya en su lecho,
de uno de los tantos procesos de diálisis que le hacían en el Hospital del Empleado, para lo cual ayudaban
algunos vecinos que envuelto en una frazada lo llevaban y traían en un taxi, pues su magra pensión de
maestro no alcanzaba para pagar una ambulancia que evitara esa incomodidad y ese maltrato. Su respuesta
a mi pregunta fue una larga y honda interjección que a la vez era un suspiro:

- ¡Caaaaaraaaaaajo!

Dijo, ya con el celofán de la muerte brilloso y empañando su mirada que se posó unos instantes en
mí, diciendo esa expresión honda y extendiendo las aes del vocablo cuanto más pudo. Esa expresión rijosa
era reconocer cuanto hay de abismo e infinito pegados a nuestros pasos. Pero luego, buscándome otra vez
con la mirada, sentenció como un claro mensaje:

-¡Oye Danilo! ¡Y siendo el Perú un país tan hermoso!

Cabe con todo ello hacernos la pregunta: ¿Qué será perdurable en don Mario Florián? ¿Su lírica o su
épica? ¿Su literatura para niños? ¿Su poesía de lucha por la redención del hombre? ¿Todo ello dejará de
tener significado cuando el Perú alcance a solucionar sus problemas, y sea un país digno, honesto, auténtico?
Al leer a Mario Florián las nuevas generaciones quizá no entiendan y se pregunten: ¿De qué hablaba este
hombre? ¿Cuál será su vigencia? ¿Por qué no olvidarlo? ¿Por qué tomarlo como un ejemplo?

Porque él es un maestro de nuestra identidad, de nuestros valores primigenios, de nuestro ancestro,


hasta el extremo de haber expresado y sostenido: "Yo no soy feliz / soy la eternidad de la tristeza". Hasta en
esto hay valor de decirlo, porque el sistema nos ha endilgado, por todos los medios y sentidos, bajo todas las
maneras y estrategias de decirnos que quien no es feliz es un fracasado, un inmoral o hasta un lastre para la
sociedad.

Pero, ¿se puede ser feliz con los problemas pendientes por solucionar? ¿Con el hambre, la
desocupación, la pobreza? Es importante, por eso, volver a los poetas que además de un compromiso con la
belleza tienen una misión que cumplir con la verdad. No es una vergüenza declarar que no se es feliz. En
verdad se postula un ideario al decir: "Soy la eternidad de la tristeza". Él se resistió siempre a recibir cualquier
prebenda del exterior, e incluso a realizar cualquier viaje que significara claudicación hacia otros países. Sus
viajes siempre fueron hacia lo hondo de nuestra raíz.

Tenemos en él a un hombre profundamente insertado con su origen y su ancestro. Su vida fue de una
consecuencia consumada a todo lo que es nuestra raíz cultural grandiosa, noble y digna. Es un maestro adalid
y paladín de peruanidad, un soldado en ese morro sagrado que es Arica, o en las faldas del cerro en la batalla
de Huamachuco, porque allí como la de él se sacrificaron vidas humanas íntegras y fervorosas del Perú.
Porque fue un maestro auténtico y hasta las consecuencias finales del mayor sacrificio que supone el serlo.

Quizá las palabras más conmovedoras que escuchó Mario Florián en vida fueron las que dijera
Ricardo Dolorier, al ser descubierto por el público entre el numeroso contingente de maestros que se
congregaron el viernes 31 de agosto del año 1979 e instado a hablar para rendir el homenaje debido al amauta
en la Casona de la UNMSM del Parque Universitario. En esa oportunidad el autor del huayno "Amarillito,
amarilleando", dijo estas palabras improvisadas pero que valdría esculpirlas en todos los corazones nobles y
generosos de los maestros de todos los tiempos y lugares: "Poeta Mario Florián: Vivir como maestro en el
Perú es un peligro, morir como maestro en el Perú es un honor".

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