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Las fallas de origen de las

democracias liberales
Colombia se prepara para unas elecciones de alcaldes y gobernadores en las que el
flujo de dinero circulante para la compra de votos ha disminuido

ARIEL ÁVILA
5 FEB 2019 - 16:18 COT

Como lo he escrito anteriormente, las democracias contemporáneas tienen dos
fallas de origen. Inicialmente no eran un problema, pero con el tiempo, estas
fallas están demoliendo las democracias liberales. Se las están comiendo desde
adentro.

La primera falla de origen es el costo de la democracia. A medida que se fue
profesionalizando la política y surgieron las democracias de masas, el costo de
las campañas se fue incrementando. Luego, con la necesidad de llegar a todos
los rincones de una región, los costos se incrementaron aun más por la pauta
publicitaria. Al final, una campaña presidencial en México, Colombia o
Argentina tiene un costo de decenas de millones de dólares. Este incremento
tuvo tres grandes consecuencias. Por un lado, para el caso de América Latina, y
en Colombia hay decenas de ejemplos, se produjo la filtración de recursos del
narcotráfico. En Colombia, casi 80 excongresistas han sido condenados por
relaciones con el crimen organizado. En segundo lugar, provocó una
corporativización del ejercicio del poder, una privatización de la democracia.

Los candidatos deben empeñar su administración a agentes privados con tal de
lograr financiación. Por último, y tal vez la principal consecuencia, el andamiaje
institucional de las democracias occidentales debía crear mecanismos que
permitieran saquear el erario. Es decir, la corrupción es hija directa de la falla
de origen. Por ello, Odebrecht afecta gobiernos de izquierda y derecha a lo largo
del continente. La corrupción no tiene ideología.

La segunda falla de origen fue detectada desde el nacimiento del capitalismo y
desde los inicios de la primera revolución industrial. Sin embargo, hasta años
reciente es que esa falla se ha vuelto peligrosa. Hoy día, 26 personas tienen la
misma riqueza que los 3.800 millones más pobres. Los ricos siempre acusaban
de esta desigualdad a los problemas de crecimiento económico, crisis
económicas y pago de impuestos. Pero en los últimos años, la economía crece a
buen ritmo y la inequidad aumenta. En otras palabras, las democracias
modernas se han vuelto maquinas que crear pobreza.

Las dos fallas de origen provocan el nacimiento de gobiernos populistas, la
destrucción de la confianza ciudadana en las instituciones liberales y, claro, el
cuestionamiento al mismo funcionamiento de las reglas de juego democráticas.
Hoy en Colombia hay una situación paradójica. En cerca de ocho meses habrá
elecciones de alcaldes y gobernadores, generalmente analistas, políticos y
académicos las califican como las elecciones más corruptas del país. Una
gobernación de un departamento puede costar cerca de seis millones de
dólares. Los candidatos debían, literalmente, negociar contratación pública y
puestos de trabajo con agentes privados para lograr la financiación.

Al norte del país, hay departamentos como Córdoba, Atlántico o Sucre donde el
voto de un ciudadano llegó a costar 100.000 pesos, algo así como 40 dólares.
Siempre ganaban los más corruptos. Los candidatos progresistas y alternativos
eran minoría, no lograban más de unos cuantos votos. El sistema de corrupción
electoral llegó a ser tan preciso y técnico, que dos o tres meses antes de
elecciones algunos líderes políticos locales confiscaban la cédula de ciudadanía
de decenas de habitantes de un barrio, a cambio entregaban la mitad del valor
del voto. El día de elecciones garantizaban el voto, pagaban el dinero restante, y
claro, regresaban la cédula.

Sin embargo, para las elecciones de octubre de 2019 el flujo de dinero
circulante para la compra de votos ha disminuido fuertemente. El caso
Odebrecht ha llevado a que muchos empresarios sean más cautelosos en la
entrega de dinero. Hay mucho miedo por temas de delitos electorales. Los
grandes barones políticos ya no pueden pagar el voto a 100.000 pesos, su valor
ha caído a cerca de 45.000 pesos, algo así como 18 dólares. Así, en muchas
regiones del país se pueden dar tres escenarios.

El primero es el saqueo de los recursos públicos, es decir, reemplazar el dinero
de los privados saqueando aun más el presupuesto público. El segundo
escenario es que, como en los años noventa del siglo XX, los políticos ante el
desespero de perder el poder local acudan a los narcotraficantes para buscar
financiación. El tercer escenario es que, si los anteriores dos no se dan o se dan
limitadamente, podría existir una renovación política impresionante. Pues por
primera vez en años los candidatos alternativos tienen fuerza. En muchas de
estas regiones la población se cansó de la corrupción.
https://elpais.com/internacional/2019/02/04/colombia/1549301858_177313.html?rel=str_ar
ticulo#1566935647436

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