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Carlos Andrés Ortiz

DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

1800 – 2100

DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO


AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

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Carlos Andrés Ortiz
DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

PRÓLOGO

La pluma académica de Carlos Andrés Ortiz nos vuelve a sorprender con una nueva obra resultante
de su curiosidad de científico y su insaciable espíritu de investigador.
Como habitualmente lo ha hecho en todas sus obras, está latente ese espíritu de ser nacional,
recordando a Rosas, Jauretche, Scalabrini Ortiz y otros personajes que reflejan con enorme valentía ese
espíritu que hoy tanto nos hace falta.
Una obra de lectura sencilla y entretenida, con vocabulario accesible hasta para “doña Rosa” y que
atrapa al lector a lo largo de su contenido.
Se visualiza que el autor quiso redactar una obra que sea clara, narrada como si fuera un cuento
atrapante que nos impulsa a llegar al final, dejando abierta la posibilidad a los más curiosos de continuar
profundizando la investigación y para los menos curiosos, que tengan en una apretada síntesis, el
conocimiento de cómo se han ido moviendo los Estados para lograr su subsistencia y que tengamos idea de
cómo esas acciones incidieron en nuestro País y en la Patria Grande Suramericana, pensar cuáles pueden ser
las consecuencias de terminar siendo un país y una región sumisa a los intereses de cualquier tipo de
colonialismo.
Para la comprensión integral de la temática relacionada al colonialismo es necesario que nos
introduzcamos en la amplitud del terreno de la Geopolítica como Asignatura de cabecera.
Todo se inicia con las disputas por las “necesidades vitales” y el control del territorio, que en un
primer momento fue el espacio terrestre, más adelante se suma el espacio marítimo y a partir del siglo XX el
espacio aéreo.
Desde la época en que apareció el ser humano en la tierra, recibió del medio geográfico los
elementos para satisfacer sus “necesidades vitales” (alimentación, vestimenta, vivienda, procreación, etc.).
También desde aquellos tiempos, el hombre sintió la necesidad de controlar ese territorio donde
desarrollaba su existencia y forjaba su futuro. Esta situación, nunca se alteró y con el paso de los años se fue
perfeccionando, porque se fundamentaba en razones de subsistencia, “la ocupación de un espacio físico
desde el cual proyectar su destino”.
En consecuencia era natural que pensara en cuidar ese territorio donde se encontraban los recursos
para su existencia y que encontrara la oposición de otros hombres que también necesitaran de esos
recursos. Para lograr el dominio y control de ese territorio vital, el hombre luchó contra los factores
geográficos y políticos.
Para el primero inventó utensilios, herramientas, técnicas y procedimientos para dominar a la
naturaleza; en tanto que para el segundo produjo pensamientos filosóficos y económicos para imponer la
voluntad al oponente, además de armas y procedimientos de combate para imponer su voluntad cuando las
primeras no tuvieran el éxito deseado.
Las consecuencias históricas de esta lucha permanente se manifiestan en la expansión de la
población, la modificación del paisaje geográfico, la movilidad de las fronteras, el perfeccionamiento del
dominio político y económico del territorio y el desarrollo de un profundo sentimiento de afecto a la tierra
donde se nació enraizado en el pasado y proyectado hacia el futuro, que el autor se encarga de describir a lo
largo de esta obra.
Por lo señalado, Carlos deja ver las distintas formas de colonialismos, por la fuerza, la economía y la
cultura, siendo las dos últimas las más peligrosas. El colonialismo financiero, porque deja al estado
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colonizado como un mero proveedor de materias primas de las potencias colonialistas, la que en otras
palabras “se apodera de sus recursos naturales”. El colonialismo cultural porque termina borrando de la
mente de los colonizados sus sentimientos de amor por la tierra donde se nació, y en ambos casos
generando un sometimiento y sumisión de la potencia colonizadora de que se trate.
Relacionado al colonialismo por la fuerza, como es el caso de la India y Argelia tarde o temprano la
potencia colonizadora termina devolviendo los territorios, siempre y cuando los colonizados no pierdan su
independencia cultural aunque ocupen ese territorio.
Para ir cerrando este prólogo y teniendo en cuenta los recientes acontecimientos en relación a los
fondos buitres, no quiero dejar de hacer hincapié en lo que Carlos expresa en la página 22 respecto a cómo le
importa más al colonialismo financiero priorizar políticas económicas en favor de las Mega Banca a costa de
los padecimientos sociales como la falta de empleo, pobreza, hambruna de los pueblos, enfermedades y
otras consecuencia denigrantes.
Al ejemplo citado por el autor, quiero agregar algo muy reciente y que lo están sufriendo algunos
países europeos entre ellos España, en donde el número de hogares con niños en los que todos los adultos
están sin trabajo creció un 290 por ciento desde 2007, y que la brecha de la pobreza entre las familias con
niños y sin ellos pasó de 3,2 a 11,5 por ciento entre 2004 y 2012, todo como consecuencia que se priorizó el
salvataje de la banca española en lugar de disminuir el desempleo. El 25 de junio de 2014, UNICEF, el Fondo
de las Naciones Unidas para la Infancia, recomendó a España implementar una Asignación Universal por Hijo
para paliar el hambre de los niños de esos hogares.
Ni que hablar en la situación que nos pueda dejar a los argentinos si al fallo del juez Griesa no se le
adosa algo de sentimiento humanitario.
Un libro que recomiendo su lectura incluso para los jóvenes EN QUIENES TENEMOS PUESTAS TODAS
NUESTRAS ESPERANZAS DE ESTE FUTURO INCIERTO QUE HOY NOS TOCA VIVIR y que a través de armas
letales como el colonialismo en este neoliberalismo de fines del Siglo XX y principios de Siglo XXI nuestra
Patria corre graves riesgos de alcances inimaginables.
A Carlos le deseo que continúen los éxitos de su inquieta y vivaz pluma por el bien de nuestra amada
Patria Argentina y la Patria Grande Suramericana.

POSADAS (Misiones), 30 de junio de 2014.

Prof. Alcides Enrique Taverna


Teniente Coronel (R.E) del Ejército Argentino
Rector Instituto “Combate de Mbororé”
Vicepresidente del Centro de Estudios
Geopolíticos de Misiones “Gral San Martín”

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INDICE

I N T R O D U C C I Ó N ....................................................................................................................................................... 6
Capítulo 1 - El colonialismo europeo o la primera mundialización ..................................................................................... 8
Capítulo 2 - Los cambios del dominio mundial entre los siglos XVI y XIX ............................................................................ 9
Capítulo 3 - El Imperio Económico Británico en Íbero América - La conquista de Adam Smith y la Libra Esterlina............ 16
Capítulo 4 - De Napoleón al Congreso de Viena - La Santa Alianza como bastión del absolutismo monárquico ............... 19
Capítulo 5 - Otras agresiones de Europa contra Sudamérica en el Siglo XIX ..................................................................... 21
Capítulo 6 - La Comuna de París y otros alzamientos....................................................................................................... 22
Capítulo 7 - Los Nuevos o Modernizados Viejos Estados de 1870 .................................................................................... 24
Capítulo 8 - La Conferencia de Berlín ............................................................................................................................... 26
Capítulo 9 - La Primera Guerra Mundial y la continuación del colonialismo ..................................................................... 28
Capítulo 10 - La Segunda Guerra Mundial y la descolonización forzosa ........................................................................... 30
Capítulo 11 - Las Mieles del Estado del Bienestar y el Impasse del Colonialismo ............................................................. 33
Capítulo 12 - Las Crisis del Petróleo y la vuelta de los Ultra Conservadores ..................................................................... 35
Capítulo 13 - El auge de los Neoconservadores - Las Doctrinas del “Libre Mercado” - El Pensamiento Único .................. 37
Capítulo 14 - La Agresión de la entente Británica - OTAN en el Atlántico Sur ................................................................... 41
Capítulo 15 - Del Mundo Unipolar a los Emergentes y los Nuevos Bloques de Poder ....................................................... 45
Capítulo 16 - El Neocolonialismo del Siglo XXI ................................................................................................................. 56
R E F L E X I O N E S F I N A L E S ..................................................................................................................................... 66
B I B L I O G R A F Í A ........................................................................................................................................................ 68
R E C O N O C I M I E N T O S ............................................................................................................................................ 73
B I O G R A F Í A D E L A U T O R.................................................................................................................................... 74
O T R O S L I B R O S D E L A U T O R ........................................................................................................................... 76

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INTRODUCCIÓN

La idea de redactar este pequeño libro, u opúsculo un tanto extenso para ese concepto, me surgió a
fines de 2013, al evaluar que más allá de libros extensos y debidamente cargados de datos, informes y
análisis respaldados en amplias bibliografías, es de potencial utilidad poner a disposición de lectores
interesados en tan importante tema, una obra mucho más breve, en cierta forma sintética, que sirva tanto a
neófitos como a personas con conocimientos en el tema, interesados en alguna profundización mayor, o
abiertos a recibir enfoques y fundamentaciones hoy poco o tal vez nada analizadas con la óptica aquí
presentada, realizados en un contenido básicamente breve, de lectura por tanto más asequible a quienes
disponen de tiempos acotados que pueden llegar a impedirle lecturas profundas de mayores extensiones.
El tema es de mucha actualidad, y para quienes buscan analizar las complejidades de la realidad
geopolítica del siglo XXI, aporta un enfoque con basamentos históricos relativamente recientes, y traza un
paralelismo entre el colonialismo tradicional e institucionalizado del siglo XIX, con el ya claramente visible del
nuestra época, con el interregno de descolonización –trabajosamente lograda y continuamente dificultada
por los poderosos intereses creados del establishment mundial-, que sucedió en el siglo XX, particularmente
en el período inmediatamente posterior al fin de la Segunda Guerra Mundial, y que tuvo su mayor esplendor
precisamente en los años de vigencia del Estado del Bienestar.
Este trabajo se realizó en base a datos, informes y conocimientos acumulados a consecuencia de
numerosas lecturas; de la asistencia a la Diplomatura en Geopolítica dictada en el Instituto Combate de
Mbororé, de Posadas, Misiones (con prestigiosos asistentes de otras ciudades de Argentina y de algunos
especialistas del Paraguay); de la propia experiencia recogida al ser a la vez disertante de esa diplomatura en
varias oportunidades; de asistencia a numerosas conferencias y seminarios de destacados especialistas;
interesantísimas y amplias conversaciones mantenidas años ha, con personalidades relevantes de la
temática, como el General Juan Enrique Guglialmelli, y el Coronel Jorge Luis Rodríguez Zía; ilustradoras y
amigables charlas con mi amigo el recordado Dr. Saúl A. Tovar; una larga entrevista con el veterano luchador
y gran intelectual que es el Dr. Julio Carlos González (que por defender el Pensamiento Nacional padeció
injustos y brutales siete años de cárcel con torturas psicológicas constantes, durante el muy nefasto
“proceso” que usurpó el poder el 24 de marzo de 1976); las breves y muy amigables conversaciones con ese
gigante del pensamiento geopolítico rioplatense y sudamericano que fue Don Alberto Methol Ferré, amable
prologuista de uno de mis libros; los siempre esclarecedores intercambios de opiniones con el notable
pensador y profundo intelectual que es el Dr. Miguel Ángel Barrios; las siempre enriquecedoras
conversaciones con los principales impulsores del Instituto Combate de Mbororé y la Diplomatura en
Geopolítica, los Tenientes Coroneles Lic. Jorge Poma, Alcides Taverna y Fernando Poma; las múltiples
conversaciones con muchos veteranos de la Guerra del Atlántico Sur, de los cuales respetando y apreciando
a todos ellos destaco a mi amigo el Teniente Coronel Guillermo Colotti; el reconocimiento a otros varios
oficiales de las FFAA de Argentina, cuyos conocimientos enriquecieron mi perspectiva del tema; el Ingeniero
Enrique Michniuk, siempre activo desde el sur patagónico, los perseverantemente luchadores Dr. Marcelo
Ponce y Jorge Alegrechy, alentando y aportando sus valiosas visiones del tema; y sin duda muchas otras muy
buenas personas, que de uno u otro modo me facilitaron e impulsaron a profundizar en la disciplina
geopolítica. Un párrafo grande en emotividad a mí siempre recordado padre, Benigno Andrés Ortiz, quien
con su inteligencia, sencillez, notable honradez, enorme corazón y lucidez me impulsó y alentó a adentrarme
por los enriquecedores vericuetos de la Política Mundial, que es prácticamente otra forma de llamar a la
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Geopolítica. De hecho, el aliento y los intercambios de opiniones con mis hijos, y con mis queridas hermanas
en el afecto, sirvieron de estímulos y guías para este y otros trabajos de investigación y divulgación
emprendidos.
Un agradecimiento especial al artista ítalo norteamericano Arturo Di Módica, que compartió su obra
escultórica tan impactante y llena de significado, autorizando la fotografía de la misma en la cobertura del
libro; y a Laurence Kuykendall, el gerente de su Estudio por facilitar los trámites de autorización.
A excepción de algunos datos puntualmente obtenidos en algunos pocos libros indicados en el texto,
la bibliografía es indicativa, pues de toda ella obtuve conocimientos, y en lo referente a datos muy recientes,
además de lecturas de diversas de medios periodísticos digitales y otras fuentes, consulté a Internet para
obtener corroboraciones complementarias que facilitaron y simplificaron el proceso de búsqueda de
informaciones.
El reconocimiento enorme a mi gran amiga la Lic. Stella Spurio, colaboradora desinteresada y muy
amable diseñadora de las hermosas tapas y coberturas que engalanan la mayoría de mis libros.
Eventuales faltas de precisiones o errores que puedan ser detectados, son de mi exclusiva
responsabilidad.
El texto se terminó en febrero de 2014, y en mayo del mismo año se realizaron las correcciones,
actualizaciones y pequeños agregados.
Posadas, Misiones, Argentina, UNASUR, febrero / mayo de 2014.

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CAPITULO 1

El colonialismo europeo o la primera mundialización

Las políticas colonialistas, aplicadas a escala planetaria, han sido recurrentemente practicadas en los
últimos 500 años, por las sucesivas potencias que fueron surgiendo en la vieja Europa, básicamente en el
sector conocido desde la segunda mitad del siglo XX como Europa Occidental.
Por supuesto que el expansionismo, las agresiones e invasiones con fines expansivos o de simples
conquistas, y similares, son tan viejas como la humanidad misma.
Pero esos procesos a escala planetaria, comenzaron desde finales del siglo XV y comienzos del XVI,
primeramente con las excursiones exploratorias y luego rápidamente devenidas en expansiones de dominios,
realizadas desde la Península Ibérica, en un proceso que fue contemporáneo con la creación de los primeros
Estados de Europa, lo cual a la vez fue el comienzo de los Estados – naciones, originalmente bajo las
excluyentes normas de monarquías de tipo absolutista, proceso en cierto modo marcado por la necesidad de
eliminar o subordinar efectivamente los poderes micro territoriales de los señores feudales.
Ese proceso que comenzó efectivamente con los viajes de Colón, fue la primera mundialización
política, pues las tomas de posesiones territoriales abarcaron todos los continentes –a excepción de La
Antártida-, para lo cual navegaron todos los mares, y cartografiaron sucesivamente los distintos territorios y
continentes que iban “descubriéndose” por parte de los europeos.
Casi un siglo antes del primer viaje épico de Colón en busca de Las Indias (1492), el milenario Imperio
Chino había emprendido una serie de extensos viajes marítimos, disponiendo de una formidable flota para
esa época, tanto por la cantidad de navíos, como por el porte gigantesco de los mismos para esa época,
mucho más grandes que los pequeños navíos con los que españoles y portugueses se lanzarían a sus
conquistas mundiales. Esos viajes de navegantes chinos se realizaron entre 1405 y 1411, bajo el mando de
Zheng He, subordinado al emperador de turno. Pero en ese entonces, China no tuvo afán de conquistas, y en
forma tal vez inexplicable (para los parámetros culturales occidentales), optó después por encerrarse en sí
misma, en vez de expandir esas exitosas navegaciones. Por esa época y durante algunos siglos más, China era
el reino tecnológicamente más avanzado del mundo, y sus estructuras administrativas permitían manejar tan
vasto territorio, con diversas etnias, idiomas regionales y costumbres diversas, y esa superioridad temporal
favoreció políticas de encerrarse en sus fronteras, lo que hizo al milenario imperio débil para soportar las
presiones de las potencias industriales y expansionistas del siglo XIX.
Las iniciales motivaciones comerciales de los ibéricos, que pretendían abrir otra ruta al oriente, que
reemplazara a la Ruta de la Seda, cortada por el expansionismo del islam, que pasó a dominar El
Mediterráneo y los estrechos que conducen al Mar Negro; pronto encontraron otras motivaciones
económicas, en las abundantes riquezas del nuevo continente (América), y en las más conocidas riquezas de
África y las costas del sur de Asia. Y paralelamente, las ambiciones de expansión territorial (o de la proto
geopolítica de los siglos XVI al XVIII), fueron tanto o más importantes que las iniciales búsquedas de riquezas
inmediatas.

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CAPÍTULO 2

Los cambios del dominio mundial entre los siglos XVI y XIX

Entre los siglos XVI y XIX se produjeron en forma sucesiva diversos cambios, que terminaron
significando muy profundas transformaciones en las ecuaciones del poder mundial.
A fines del siglo XV se fueron constituyendo los primeros Estados europeos, saliendo del feudalismo
medieval con sus microcosmos de señores feudales gobernando en sus pequeños territorios, en un contexto
de extrema fragmentación del poder. Los reinos de España, Portugal, Francia e Inglaterra, con férreas
estructuras de poder centralizadas en sus monarcas, conformando territorios extensos para los parámetros
europeos, fueron las primeras modificaciones profundas al sistema medieval.
La Península Ibérica, con las dos casas monárquicas de España y Portugal, tuvo la enorme ventaja
inicial de tomar posesión de extensos territorios de ultramar; y ya a partir del Tratado de Tordesillas (1493/4)
y su aplicación práctica, el pequeño reino de Portugal evidenció una vocación expansiva a costa de los
nuevos territorios coloniales de España.
Como sea, en el siglo XVI las coronas de España y Portugal representaban los mayores poderes
políticos a escala planetaria. Entre los años 1580 y 1640, en las épocas de Los Reyes Felipes (II, III y IV de
España), de la dinastía de los Austrias, los respectivos soberanos españoles también lo eran de Portugal,
conformando la mega potencia de la época.
Pero esa unión no pudo permanecer en el tiempo, influyendo en ello tanto los intereses comerciales
lusitanos, que no quisieron resignar negocios por cuestiones de Estado de la corona española; como las
guerras de la época, que demandaron la inclusión de tropas portuguesas en conflictos que no todos los
portugueses consideraban propios; errores o falencias en las conducciones políticas de los soberanos
españoles respecto a los por entonces súbditos portugueses; la no unificación total administrativa y funcional
de la Península Ibérica; y las acciones insidiosas de diplomáticos de potencias extranjeras –principalmente
Inglaterra-, preocupadas ante el poderío que representaba la unificación y la enorme extensión mundial de
sus posesiones de ultramar.
La división de los poderes ibéricos no fue la única causa de la constante decadencia de Portugal y de
España. Más bien puede decirse que posiblemente no haya sido la principal causa de ese declive, que
erosionó progresivamente el poder real de ambos Estados, declinación que fue acentuada en el siglo XVIII, e
irrefrenable en el siglo XIX.
Ciertas estructuras sociales y pautas culturales muy arcaicas y negativas, fueron las que obraron
como elementos culturales retardatarios e incluso anacrónicamente retrógrados, como lastres que
impidieron que los Ibéricos, y sobre todo España, se consolide como una más perdurable potencia mundial.
Por una parte, el claro desdén que desde las clases altas españolas se manifestaba por todas las
actividades manuales o por inmiscuirse en cualquier tipo de actividad productiva, fue un factor de primera
importancia que impidió el desarrollo de diversas actividades económicas, e impidió que España pudiera
concretar un proceso de desarrollo tecnológico propio y de creación de actividades manufactureras y de
promoción la ciencia, tal como Inglaterra fue perseverantemente logrando desde el reinado de Isabel I (reinó
entre 1558 y 1603), en un proceso que finalmente eclosionó con los desarrollos tecnológicos de fines del
siglo XVIII, configurando todo ello la Primera Revolución Industrial.

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Mientras Inglaterra creaba las condiciones para atraer y retener a artesanos calificados, científicos y
otros trabajadores especializados, y a la vez apuntalaba a su creciente burguesía que se transformaba en la
clase empresarial; España no pudo concretar ningún esfuerzo similar, pues esas actividades eran objeto de
desprecio por las estructuras sociales y mentales que solo favorecían actividades meramente rentísticas o de
búsqueda de favores reales o nobiliarios para ocupar cargos en las estructuras administrativas. El trabajo
manual en España era considerado indigno (¿¡!?) y tampoco se valoraban las actividades comerciales o
productivas en general. Las clases ociosas o no productivas económicamente eran excesivas en número
(nobleza, alto clero, milicia), y todo el esquema socio cultural era refractario a los cambios en tal sentido.
La figura jurídica del mayorazgo mantuvo sin mayores modificaciones las grandes tenencias de las
tierras en España, generando a la vez la multiplicación de los hidalgos “de buena familia” (de familias
importantes y conocidas), pero totalmente carentes de bienes y sin instrucciones ni motivaciones para
realizar emprendimientos productivos de ningún tipo.
De alguna forma, en España subsistieron pautas medievales, que le impidieron utilizar positivamente
las cuantiosas riquezas extraídas de sus colonias, las cuales eran utilizadas para pagar las crecientes
importaciones, no solo de manufacturas, sino incluso de alimentos, ante la falta de estímulos para
producirlos en territorio peninsular. Ese esquema político – económico patológico hizo a España
crónicamente dependiente de los préstamos extranjeros, en buena parte tramitados en el poderoso sector
financiero con sede en Los Países Bajos, luego que se independizaran del dominio español. Todo esto
producía una constante sangría de las cuantiosas riquezas que eran extraídas de las colonias.
Por otra parte, el cuidado de la evolución del comercio exterior, celosamente resguardado en
Inglaterra y en Francia, por los impulsores del pensamiento económico mercantilista, no logró imponerse en
España.
El más notorio promotor del intervencionismo del Estado para lograr el desarrollo, en un conjunto de
ideas que después fue conocido como Mercantilismo, fue Jean Baptiste Colbert, quien logró notorias
transformaciones positivas durante el reinado absolutista de Luis XIV. Con esas transformaciones, Francia se
encaminó a aumentar su poderío y facilitó su proyección como una potencia europea de creciente
importancia, desarrollando la navegación, la infraestructura, la industria, la ciencia, y las “artes productivas”
(como se solía llamar a los desarrollos artesanales que luego se transformarían en desarrollos tecnológicos).
De alguna manera, Olivier Cromwell trazó un cierto paralelismo en Inglaterra con el accionar de
Colbert, pero en un contexto político muy distinto, pues actuó en una época de violentos cambios y de
notoria inestabilidad. Pero de algún modo su accionar formó parte de la imposición del fuerte
intervencionismo del Estado, que derivó en el mercantilismo inglés, pero existen coincidencias en el más
directo rol mercantilista británico de otros actores, como William Petty. El Acta de Navegación fue parte
esencial de ese proceso de desarrollo inducido, que llevó a Inglaterra y a Gran Bretaña al rol preeminente
que alcanzaría paulatinamente hasta su cenit en épocas de la Reina Victoria, en el siglo XIX.
En Holanda el mercantilismo solo alcanzó un grado muy moderado, pues la preocupación principal
del pequeño reino era incrementar el comercio, más que desarrollar su industria; y por supuesto, las
actividades de servicios financieros, de navegación y otros conexos, tuvieron crecientes importancias.
En España hubo varios proto economistas que entendieron la importancia de un accionar directo y
decidido del Estado para promover la economía y el desarrollo. Entre los varios nombres de los que
realizaron esfuerzos en tal sentido, que terminaron siendo anulados por las estructuras retardatarias, puede

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citarse a Luis Ortiz y a Martín de Azpilicueta, los que pueden ser considerados precursores de los análisis
económicos españoles, en el siglo XVII.
Portugal tampoco realizó mayores esfuerzos por desarrollar sus actividades manufactureras, por lo
que su imperio también fue rentístico y comercial, sin lograr acumular riquezas reales ni lograr hace avanzar
su economía a estadios tecnológicos superiores.
En lo referente a las consolidaciones en territorio europeo, el originalmente muy vasto Imperio
Español padeció lo que algunos historiadores llamaron acertadamente una continua pérdida de posesiones,
que gráficamente podría expresarse como una “sangría de territorios”, lo cual se aceleró a consecuencia de
la prolongada guerra de comienzos del siglo XVIII, cuando pasó a ser evidente que el poder predominante
mundial iba transfiriéndose de España a Inglaterra, y en menor medida a Francia. Las posesiones de la corona
española en el norte europeo, en la actual Holanda y adyacencias, así como las de buena parte de la
península italiana y otras posesiones insulares, se perdieron. Esa guerra, que involucró a todas las potencias
de la época, y que se replicó en los territorios coloniales de las mismas, puede ser considerada la verdadera
primera guerra mundial, pues con las limitaciones tecnológicas de esa época, el mundo fue el teatro de
operaciones, con epicentro en la vieja Europa Occidental.
Mientras tanto, Francia consolidaba su territorio, para lo cual construyó costosos sistemas
defensivos, preponderantemente en el extenso reinado de Luis XIV, lo cual eliminó amenazas externas en un
territorio que en teoría en su mayor parte era relativamente fácil de invadir, ante la inexistencia de grandes
obstáculos naturales.
Inglaterra a su vez se expandía a costa de Gales (después de sucesivas invasiones y agresiones, se
rubricó el Acta de Unión en 1536), y luego de Escocia, que se anexó oficialmente en 1707; además de
proyectarse en la vecina Irlanda.
Francia e Inglaterra –sobre todo esta última- se preocuparon por poseer vastas flotas mercantes y de
guerra. Fueron decisivos los dos triunfos que la flota británica obtuvo sobre la española, en 1588 y en 1805.
El primer enfrentamiento marcó el comienzo del declive español en el control de los mares y el comienzo del
expansionismo inglés, que utilizaría a la piratería como herramienta para usurpar en el mar las riquezas que
los españoles sacaban de los territorios de ultramar. La segunda de esas batallas enfrentó las flotas conjuntas
de España y de Francia, a la de Gran Bretaña. Con el resultado de la misma, Gran Bretaña se consolidó como
la gran potencia marítima de la época, la Francia Napoleónica mantuvo su rol de gran potencia continental
sin poder doblegar en el mar a su enemigo británico, y España ya estaba reducida a ser una potencia de
segundo orden, por esos años invadida por las tropas napoleónicas.
Otros acontecimientos significativos del período, que marcaron verdaderas bisagras históricas,
fueron el Tratado de Methuen (1703), y el Acuerdo de Paz de Utrech (1713-1715), que puso fin a la llamada
Guerra de Sucesión Española, la cual fue librada para impedir la unión de España y Francia bajo un mismo
trono, lo cual hubiese configurado la mega potencia de la época.
El Tratado de Methuen (que tomó el nombre del diplomático británico que intervino en el mismo),
constituyó en realidad la renuncia de Portugal a desarrollar sus manufacturas, pues facilitó la entrada de las
cuantiosas producciones industriales británicas, a cambio de facilidades para las exportaciones de los buenos
vinos portugueses al imperio insular vecino.
En los hechos, marcó la sumisión de Portugal a las políticas británicas, pues desde ese momento los
lusitanos operaron como subordinados y protegidos del imperio británico. Eso fue patente, cuando a

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comienzos del siglo XIX, toda la corte real portuguesa fue trasladada a Brasil en barcos británicos, al ser
invadida Portugal por las tropas de Napoleón.
Por otra parte, el tratado creó una cuña en la Península Ibérica, al abortar de cuajo toda política de
entendimiento entre españoles y portugueses, pues estos últimos operaron a la sombra de los designios del
Foreign Office.
Si bien el Tratado de Methuen habría caducado a mediados del siglo XIX, los fuertes mecanismos de
la dependencia portuguesa respecto al por entonces principal imperio del mundo, quedaron instalados, y
aún a comienzos del siglo XXI Portugal sigue siendo uno de los países más atrasados de Europa, lo cual es una
clara reminiscencia de aquel autoasumido rol de simple productor de vinos y de materias primas que selló el
tratado de marras.
Tal solo para entender las distorsiones conceptuales “casuales” en las que suelen incurrir
determinados clásicos de la economía, cabe señalar que Adam Smith señaló, como al pasar, que el Tratado
de Methuen fue perjudicial para Gran Bretaña…siendo que la realidad marca otra cosa.
Por su parte, al mismo tiempo se desarrollaba la Guerra de Sucesión Española (la “primera guerra
mundial”), librada entre 1701 y 1713.
Ante la falta de herederos al trono, de la Casa de Habsburgo, el trono pasó a Los Borbones, y eso
planteó la posibilidad concreta de tener a España y Francia bajo una misma corona. Las potencias rivales,
principalmente Gran Bretaña, se opusieron, y eso provocó la prolongada guerra.
Las potencias que intervinieron en la misma, fueron muchas, y en síntesis, la gran ganadora fue Gran
Bretaña (que logró el objetivo principal, de evitar la unión de España y Francia bajo la misma corona), y la
gran perdedora fue España.
Además de perder Las Provincias Unidas (actual Holanda), grandes porciones de la actual Italia, el
Peñón de Gibraltar y algunas posesiones insulares, en los hechos Gran Bretaña se posicionó como la gran
potencia emergente de la época y la primera potencia marítima, complicando el comercio de España con sus
colonias, para después lograr imponer “el libre comercio”, que en realidad escondía un eufemismo, pues era
la “libertad” de monopolizar el comercio a favor de la industria británica, socavando el monopolio comercial
español precedente.
Otra de las características de esos cuatro siglos largos (desde fines del XV al XIX) fue el infame
comercio de esclavos, traídos a América y El Caribe, en grandes cantidades, para suministrar mano de obra
para los rentables cultivos de esa época y para la minería.
Por supuesto que la esclavitud es una viejísima lacra que lastima la memoria de la humanidad. Pero
en sociedades que supuestamente habían alcanzado valores culturales superiores, y que también
supuestamente se regían por los muy altos postulados éticos del cristianismo, el brutal auge de la esclavitud
que se produjo en ese período histórico, no tiene ningún factor de atenuación moral, y solo se rigió por la
desalmada escala de valores de la búsqueda de ganancias mayores sin importar los costos humanos.
En esa aberrante práctica incurrieron tanto los pretendidamente atildados “filósofos” británicos que
solemnemente escribían acerca de la libertad…mientras se enriquecían traficando esclavos; como todos los
pueblos protestantes y sobre todo calvinistas del norte europeo; y también los muy católicos del sur de
Europa.
De hecho hubo complicidades entre los propios pueblos negros de África (al capturar a otros pueblos
para suministrar esclavos a los mercaderes), de los traficantes del África Sahariana, que desde tiempo atrás
incursionaban al sur de su continente buscando “mercaderías” humanas, por supuesto en las diversas
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potencias europeas involucradas en las diversas fases del infame comercio, y en los que los compraban para
tenerlos sujetos a sus producciones en nuestras tierras.
En el siglo XIX la esclavitud fue sucesivamente abolida en diversos Estados, siendo la naciente
República Argentina (por entonces Provincias Unidas del Río de la Plata) uno de los primeros, al dictar la
Asamblea del Año XIII (1813) la libertad de vientres, lo cual significaba que los hijos de esclavas pasarían
automáticamente a ser personas libres.
Un caso notable fue el de Haití, primer país en independizarse, en 1804, en plena era napoleónica, lo
cual fue un extraordinario logro, a costa de mucha sangre, sacrificios, y leoninas condiciones de
resarcimiento que Francia impuso para reconocer la independencia haitiana. Poco después, los bravos
combatientes haitianos, fueron parte importante de las tropas libertadoras de Simón Bolívar.
Gran Bretaña fue adelantada en abolir la esclavitud y combatirla por diversos medios. Claro está que
en muchas producciones decimonónicas, los bajos costos de producir con mano de obra esclava, eran incluso
menores que algunas producciones de la Gran Bretaña en plena era industrial. Y esos “principios
antiesclavistas” británicos del siglo XIX, no le impidieron apoyar activamente al sur secesionista de EEUU,
cuyas producciones de algodón y otras materias primas, se basaban en la mano de obra esclava.
Muchos sucesos trascendentes hubo en este período histórico analizado en el ítem. No solo los
cambios sucedidos en el tablero del poder mundial, que se consolidó en Europa, pero que cambió de manos
desde los ibéricos (España y Portugal), para ser disputado por Francia y Gran Bretaña, predominando esta
última, sobre todo basada en su enorme poder talasocrático y en los formidables estructuras financieras que
consolidaron la supremacía tecnológica e industrial, labrada perseverantemente desde las épocas de Isabel I,
cuyo cenit fue la época victoriana.
La independencia de EEUU fue un gran contraste para los británicos, a la cual aportaron activamente
las potencias europeas rivales de Gran Bretaña –principalmente Francia, con tropas y destacados
comandantes-, pero también España y otros, como luchadores polacos que derrotados por Rusia en su
patria, decidieron luchar por la libertad en otros horizontes. Recién a comienzos del siglo XIX la Rubia Albión
reconocería la independencia de EEUU, no sin antes intentar sin éxito una reconquista por la vía armada, en
1812; o sea 36 años después de la declaración de la independencia.
Pero también en el período serían conquistados y humillados milenarios pueblos, como La India (que
en rigor era un conglomerado de culturas diferentes), y la antes poderosa China. No es un dato menor que
mientras China sucumbía a las presiones de las potencias del siglo XIX (Gran Bretaña, Francia, Rusia, EEUU,
en menor medida Holanda y Portugal), Argentina aguantaría a pie firme las agresiones navales e intentos de
invasión de las dos principales potencias del momento (Gran Bretaña y Francia), pero sucumbiría después
ante las traiciones internas, a partir de 1852, para pasar a ser una de las varias colonias económicas de los
británicos. A la contumaz traición de los unitarios apátridas, se le sumo la infame traición de Urquiza, quien
para luchar contra la fuerzas federales de Rosas, contó con los apoyos logísticos de Gran Bretaña, de un
regimiento de reserva del Imperio del Brasil, de las tropas mercenarias de Garibaldi, así como de mercenarios
teutones, quienes también operaron como reservas, en la Batalla de Caseros.
A comienzos del siglo XIX se producirían las insurrecciones revolucionarias en casi toda Íbero
América, abarcando toda América del Sur, excepto las posesiones coloniales no españolas de Las Guayanas.
En una escala menor, ese proceso continuó a lo largo del siglo en Centroamérica y parte del Caribe, donde
tampoco alcanzó las posesiones insulares coloniales de Gran Bretaña.

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Y prontamente todos esos procesos revolucionarios degenerarían en una absurda balcanización de la


enorme heredad hispanoamericana, que echaría por tierra los sueños de unidad de Bolívar, San Martín y
otros prohombres de nuestras naciones. Brasil fue la excepción, evitando las fragmentaciones manteniendo
la unidad pese a todo.
En todos nuestros países, la independencia política se trastocó en dependencia económica, y con ello
subordinación política, al jugar las deudas externas –originalmente todas asumidas con la Banca británica,
como elementos de sumisión político – económica; lo cual se profundizaría con los procesos de colonización
cultural, impuestos con las anuencias de las clases portuarias, oligárquicas y mercantiles dominantes de
nuestros países.
Por otra parte, el expansionismo y colonialismo que se acentuó en la segunda mitad del siglo XIX,
avanzó sobre África y casi toda Asia.
Así como las milenarias culturas de India y China fueron sojuzgadas en procesos que durarían
bastante más de un siglo en el primer caso, y casi exactamente un siglo en el segundo, casi toda Asia
sucumbió bajo el dominio preponderantemente europeo, si bien ya EEUU adoptaba acciones expansionistas
imperiales por vía marítima, mientras Rusia continuaba su secular expansionismo continental, extendiendo
su influencia en un gigantesco arco desde sus límites en Europa Oriental, Los Balcanes, los límites del ya
decadente Imperio Otomano, Asia Central, regiones limítrofes de China y territorios insulares vecinos a
Japón.
En particular, las agresiones navales consumadas en perjuicio de Japón, por parte de cañoneras
primero de EEUU y luego de Gran Bretaña, hirieron fuertemente el orgullo nipón, y provocaron un profundo
cambio de estructuras políticas, haciendo dar un salto desde estructuras equivalentes al medioevo europeo,
a la modernidad total, que incluyó una industrialización a pasos forzosos, y una fuerte preeminencia de las
estructuras castrenses en el poder real japonés.
En Europa, en la segunda mitad del siglo XIX, ocurrieron cambios significativos, dentro de los que se
destacaron las unificaciones políticas de las hasta entonces fragmentadas Italia y Alemania.
En ambos países los procesos de unificaciones fueron muy trabajosos, debieron afrontar fuertes
resistencias internas, y para concretarse necesitaron enfrentar esas resistencias, lo cual provocó previsibles
hechos de violencia y enfrentamientos armados, así como resistencias de potencias extranjeras, cuyas
influencias se verían resentidas al formarse Estados unificados, mayores y con potencialidades muy
superiores a las de los mini Estados o simples remanentes feudales anacrónicos, con escasos o irrelevantes
pesos propios en la Política Exterior, que eran las múltiples unidades políticas germanas e italianas
respetivamente, unificadas en muchos casos a la fuerza.
De esos procesos surgieron dos de los Estados que serían parte de la Europa Occidental –Italia y
Alemania-, y actores destacados en los procesos geopolíticos que sucederían desde las tres últimas décadas
decimonónicas en adelante. Esos dos procesos de unificación se realizaron entre 1850 y 1870
aproximadamente.
Por otra parte, otro suceso de gran relevancia mundial, fue el advenimiento de la Segunda
Revolución Industrial, que marcó el acceso a la categoría de naciones industriales y tecnológicamente muy
evolucionadas, a Estados que mediante políticas activas implementaron sus fuertes y positivas
transformaciones.
Y por primera vez en la historia, luego de la total supremacía europea verificada desde fines del siglo
XV, con la Segunda Revolución Industrial surgieron actores que pasarían a ser muy relevantes, ubicados fuera
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de Europa. Esa segunda ola de industrialización involucró a Japón, EEUU, Francia, Bélgica, Alemania, y poco
después a Italia.
Tal profundas fueron esas transformaciones, que ya al fin del siglo, EEUU y Alemania habían
superado en volúmenes de producciones a Gran Bretaña, mientras que los germanos se perfilaban como los
líderes en el desarrollo tecnológico.
Todos esos cambios, que incrementaron el poderío de las potencias europeo – occidentales con
relación al mundo excluido, sumados a curiosas teorías antropológicas impregnadas de muy duro racismo
que supuestamente “demostraban” la “superioridad congénita” de la población blanca, prácticamente
pavimentaron el camino hacia el colonialismo del siglo XIX, del cual su expresión diplomática incontrastable,
fue la Conferencia de Berlín, verdadero acuerdo de repartija de África y Asia, en un entendimiento entre las
potencias con actitudes y aspiraciones imperiales de tipo talasocrático. En eso se diferenció Rusia, también
imperial y expansionista, pero más basada en sus avances y conquistas en el mega continente euroasiático.
Por los motivos expuestos, esa fue la era del expansionismo europeo en el mundo, y sobre todo el
decimonónico puede ser considerado el siglo del colonialismo europeo en sus expresiones más crudas,
amplias y descarnadamente institucionalizadas, amparadas además por el auge de teorías antropológicas
embebidas en el racismo más clara y literalmente expuesto, para sustentar la supuesta absoluta superioridad
de los caucásicos (blancos – europeos) por sobre el resto de los diversos tipos étnicos que se encuentran en
todo el mundo.
Esas diversas expresiones fuertemente racistas, con tintes academicistas que le pudieron conferir
validez en el contexto del siglo XIX y parte del siglo XX, además de sustentar el colonialismo decimonónico,
fueron también las bases teóricas que implementaron o exacerbaron criterios de supuestas supremacías
raciales y otras ideas nefastamente segregacionistas, cuyas aplicaciones en Políticas de Estado se sumarían a
las luchas entre poderes imperiales en el siglo XX, con las consecuencias de las dos guerras mundiales y
numerosos otros conflictos y luchas, parcial o totalmente motivados por esos discriminativos conceptos
raciales, de distintos tipos, posiblemente mucho más exacerbados que otros que existieron en la historia de
la humanidad.

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CAPÍTULO 3

El Imperio Económico Británico en Íbero América - La conquista de Adam Smith y la Libra Esterlina

La única pero contundente obra literaria económica de Friedrich List tiene un párrafo de notable
claridad y precisión, cuando afirma que “Adam Smith fue un conquistador más temible que Napoleón” (y
conste que ese libro fue redactado cuando aún eran frescos los recuerdos de las tropas napoleónicas
asolando casi toda Europa continental).
Y sin duda, por mucho que se esfuercen en demostrar lo contrario los anglófilos y mercenarios varios
de la cultura y la comunicación al servicio del establishment anglosajón, la historia de Íbero América
demuestra contundentemente el tremendo poder de conquista que ha tenido la doctrina económica liberal,
que desde nuestros albores como naciones formalmente soberanas, tuvo esa ideología disfrazada de Escuela
Económica Clásica.
La por entonces nueva doctrina que enfatiza los supuestos enormes beneficios del “libre comercio”,
de la especialización productiva, y otras figuras retóricas que ocultan los concretos intereses de la por
entonces única potencia industrial, interesada en evitar toda competencia a sus talleres de manufacturas, y a
transformar a todo el mundo en su dócil y resignada multitud de países productores primarios; fue la que
caló hondo y fácil en los sectores “intelectuales” íbero americanos de esas épocas, tanto que creyeron en la
neutralidad e infalibilidad de los libros escritos por personas con intereses nacionales concretos –y opuestos
a los nuestros-, prefiriendo creer a esos libros antes que a la realidad que con solo observarla detenidamente
se les hubiese mostrado a sus ojos y habría en tal caso logrado la apertura de sus mentes, atiborradas de
teorías foráneas, de desprecio por lo propio y faltas del conocimiento de la propia realidad. Dichos
intelectuales son los casos más notables y deplorables de colonialismo cultural, los cuales fueron llamados
“la intelligentzia” por Arturo Jauretche. Ese término define a las pseudos élites intelectuales, con sus
razonamientos confundidos o alterados por pautas extranjerizantes y claramente contrarias a los Intereses
Nacionales, incapacitados de hecho para entender la realidad del propio país, con una mirada propia, no
impostada por modas o sutiles imposiciones de los centros de poder imperiales extranjeros.
La imposición del liberalismo económico a ultranza fue el justificativo académico de las políticas de
sumisión a los poderes políticos y financieros de Gran Bretaña, en operaciones tejidas con suma astucia, con
hábiles maniobras diplomáticas, y con los usos relativamente discretos del poder militar directo en los casos
en que otras alternativas de presiones se mostraban insuficientes o impotentes.
De esa forma, se constata que no pudo ser casual, que después de la misión diplomática en Europa,
realizada por Bernardino Rivadavia, durante casi una década y media en diferentes y crecientemente
influyentes funciones en la aldea – puerto de Buenos Aires, haya realizado constantes acciones para imponer
medidas que fueron muy afines a los designios e intereses de Gran Bretaña, de las cuales las tres “frutillas del
postre” fueron: a) perder por la diplomacia –desastrosamente concebida- la recuperación y unificación de la
Banda Oriental, que se había ganado a costa de sangre y coraje, en el contundente triunfo de Ituzaingó; b)
contraer el leonino, innecesario y absurdo crédito con la Baring Brothers, que en nada contribuyó a nuestra
grandeza, y en cambio nos ató a los designios británicos por casi una década, pues recién fue cancelado
durante la segunda presidencia de Julio Argentino Roca, ya iniciado el siglo XX; c) “invitar” al Alto Perú a
“independizarse” de las Provincias Unidas (o sea expulsándola del núcleo argentino), en una maniobra de

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achicamiento territorial posiblemente sin paralelo en toda la historia mundial. ¡Inconcebible acto de traición
a la patria, perjudicando a la vez a ambos amplios territorios que debieron ser una sola e inconmovible
unidad política nacional.
Un análisis veraz de la historia económica de las nacientes naciones Íbero Americanas, demuestra
que en prácticamente todos los casos, a poco de independizarse formalmente de España, la diplomacia y la
Banca británicas influenciaron fuertemente para que nuestras naciones se endeuden en forma muy
acentuada e innecesaria, siendo además una constante las condiciones desfavorables de dichos empréstitos,
los malos usos de los fondos recibidos (que en el caso del famoso empréstito de la Baring Brothers, solo llegó
al tesoro nacional una exigua parte del millón de libras acordado, y en su mayor parte en forma de simples
letras de cambio de los comerciantes nativos y los británicos residentes, los cuales no casualmente fueron
partes intervinientes en las gestiones de dicho voluminoso (para la época) crédito.
Por su parte, el altivo y económicamente cerrado Paraguay de Gaspar Rodríguez de Francia y de Los
López, que con su política de desarrollo autosuficiente se había negado al “libre comercio” y a endeudarse
innecesaria e irracionalmente, que había logrado un respetable conjunto de logros (ferrocarril instalado muy
tempranamente, producción de su propio hierro, otras producciones tecnológicas e industriales), fue
encarnizadamente destrozado por mandatos sutiles e indirectos de la mega potencia mundial del siglo XIX,
que financió en buena parte los elevados gastos de guerra, soportando una guerra de exterminio
innecesariamente prolongada pese a las oportunidades de paz que hubo mucho antes del cese total de las
hostilidades. El discurso bien fundamentado documentalmente de varios historiadores revisionistas (J.
Abelardo Ramos, J.M. Rosa, A. Jauretche; entre otros), mostró a las claras la ideología ultra liberal que
motivó ese enorme y absurdo derramamiento de sangre. Al recibir a las exhaustas tropas sobrevivientes que
regresaron a Buenos Aires, Bartolomé Mitre, político y militar unitario, les dirigió un encendido discurso
(dudosamente apreciado por los que combatieron en tan absurda y encarnizada guerra, incluso en contra de
su voluntad y convicciones patrióticas, pues Paraguay era considerado un pueblo hermano), exaltando “los
beneficios” del libre comercio que “por fin” se había impuesto en la vecina nación guaraní. “Beneficios” que
le costaron ser arrasado y despoblado, involucionado a un rol brutalmente primarizado, y con una abultada
deuda rápidamente contraída en Gran Bretaña, que en nada benefició a su empobrecida economía y menos
al grueso de su población, pero que enriqueció a la oligarquía asunceña, entre cuyos vericuetos del poder se
perdieron los restos del crédito que habían llegado luego de las exacciones previas de rigor, por parte de
intermediarios, comisionistas, influyentes varios, seguros, cuotas adelantadas y otros conceptos similares.
Por otra parte, el accionar de la muy sutil diplomacia británica fue parte activa en los procesos de
balcanización de Hispanoamérica, la que luego sería complementada por la menos sutil pero no menos
efectiva diplomacia del garrote de EEUU. De esa forma se separó La Gran Colombia en tres países (Ecuador,
Colombia y Venezuela), luego transformados en cuatro, por la escisión de Panamá ya en el siglo XX. Por
supuesto la balcanización del ex Virreinato del Río de la Plata, fue una clara acción realizada con las
colaboraciones de agentes y colonizados mentales locales, los portuarios y determinados intelectuales
enajenados de nuestras realidades, que abonaron las absurdas ideas de “las ventajas” de hacer un micro
país, de dimensiones europeas, carentes de toda noción de Grandeza Nacional. Rivadavia y Mitre fueron
posiblemente los más claros y deleznables ejemplos de esos agentes al servicio del imperio británico, pero no
fueron los únicos…y lamentablemente tienen herederos de sus disolventes pensamientos políticos de
subordinación explícitamente aceptada y promovida.

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A consecuencia de esas acciones, Gran Bretaña logró montar un esquema de dóciles colonias político
– económicas, sin necesidad de incurrir en gastos militares, y sin tener que montar costosas estructuras de
administraciones coloniales en Íbero América, pues de la dócil administración de cada republiqueta, se
encargaron las estructuras oligárquicas locales.

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CAPÍTULO 4

De Napoleón al Congreso de Viena - La Santa Alianza como bastión del absolutismo monárquico

Napoleón fue la figura que encarnó el orden, que sucedió a la anarquía y violencia fuera de todo
cauce, a la cual llegó (o en la que degeneró) la Revolución Francesa.
Su campaña militar en Egipto, que por cierto incluyó episodios de notable crueldad (como los
aniquilamientos a bayonetazos de prisioneros), demostró a las claras que las ideas colonialistas y euro
céntricas excluyentes, estaban plenamente vigentes e incluso en auge.
El indiscutible genio militar napoleónico, sumado a sus habilidades políticas, lo transformaron en un
temible conquistador, que puso bajo su mando a casi toda Europa (por entonces el continente que era
epicentro del Poder Mundial).
Solo Rusia con sus extensísimas vastedades heladas, el aislamiento insular de Gran Bretaña, y
regiones fuera de los focos principales de interés imperial –como Escandinavia y Los Balcanes- pudieron
resistir o quedaron fuera de sus intenciones expansionistas. Y claramente, en Francia las operaciones de
claro signo colonialista siguieron vigentes, todo ello poniendo como letra muerta los precedentes ideales de
“igualdad, libertad y fraternidad”, que solo comprendían a los europeos, con criterios incluso cargados de
racismo.
Fue en épocas napoleónicas cuando Haití consiguió su independencia, a costa de muchos sacrificios,
mucha sangre, y leoninas condiciones de reparaciones económicas como para que Francia reconociera que
la patria de sus ex esclavos había dejado de ser colonia.
Simplificando el análisis, para centrarlo en los antecedentes relativamente cercanos a la actualidad,
un par de acuerdos decimonónicos tuvieron relevancia al respecto.
El Congreso de Viena, realizado tras la derrota de Napoleón, incluyó a las cuatro potencias
vencedoras como principales convocantes: Austria, Prusia, Rusia e Inglaterra. Tuvo una clara orientación
absolutista; e influyó básicamente en la geopolítica de Europa y en la creación de la Santa Alianza, formada
por los regímenes monárquicos cerradamente absolutistas de Austria, Rusia y Prusia.
El caso es que existen antecedentes que la por entonces muy alicaída España intentó obtener los
apoyos de esas potencias principales europeas, para emprender una expedición militar punitiva cuya
finalidad habría sido reinstaurar el régimen colonial en Íbero América. Esa iniciativa de la corona española no
tuvo eco entre sus pares, posiblemente entre otros factores, influenciados por la negativa británica, que ya
se estaba asegurando su excluyente influencia en las nuevas naciones sudamericanas, en base a abultados e
innecesarios empréstitos y a las presiones diplomáticas matizadas con sutiles (o no tanto) amenazas
militares.
El Congreso de Viena logró instalar una relativamente prolongada paz entre las principales potencias
europeas, con marcos geopolíticos que se mantuvieron hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial;
situación que entre otras consecuencias, permitió a algunas de ellas incrementar sus acciones colonialistas
de tipo imperial, en los demás continentes, y en los casos de Gran Bretaña y Francia principalmente, volcar
buena parte de sus esfuerzos en incrementar sus flotas de guerra para apuntalar esas agresivas políticas.
Por caso, las políticas expansionistas de Francia en el norte de África y en el África Negra, las
agresiones colonialistas de Francia, Gran Bretaña y otras potencias, perpetradas contra China, Argentina, el

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Sudeste Asiático, el Medio Oriente y otros lugares del mundo, en buena parte fueron realizadas en ese
contexto.
Esas agresiones practicadas a escala mundial, en diversos lugares, pueden considerarse dentro del
colonialismo agresivo y convencional, que ya tenía antecedentes en los siglos anteriores, y que en el siglo XIX
tomó formas más “institucionalizadas” y aceptadas incluso por las élites intelectuales de esa época.
Los apoyos a regímenes monárquicos absolutistas, y la relativa duradera paz entre las potencias
firmantes, no aseguraron la ausencia de guerras con otras potencias no rubricantes del tratado, o entre esas
potencias. Por caso las viejas enemistades entre los imperios ruso y otomano, que después sería uno de los
motivos de la Guerra de Crimea.
Esa relativa paz con las otras potencias militares de primer orden de la Europa decimonónica, le
permitió a Rusia incursionar en China, formando parte de los Estados que asolaron la soberanía del milenario
gigante asiático amarillo. Lo mismo hicieron Gran Bretaña, Francia, Portugal y EEUU. Este último
prácticamente un apéndice europeo en el continente americano, con vida y ambiciones imperiales propias.

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CAPÍTULO 5

Otras agresiones de Europa contra Sudamérica en el Siglo XIX

También en el siglo XIX hubo otras agresiones armadas europeas en Sudamérica, como la fallida de
España contra Perú y Chile en 1865/6; y los bloqueos navales franco británicos contra Argentina en 1838/40
y 1845/50. Los agresores europeos –las mayores potencias colonialistas de la época- fueron derrotados por
la Confederación Argentina, al mando de Juan Manuel de Rosas. Notable logro militar y diplomático de la
Argentina Rosista, si se evalúa que en la misma época la milenaria China sucumbía ante diversas potencias
coloniales, con el opio como arma para doblegar voluntades y corromper el tejido social.
A partir de 1852, Argentina claudicaría ante el liberalismo británico, con las complicidades de
intelectuales adocenados y dirigencias mediocres.
Casi en los mismos años, Japón soportó la humillación de las cañoneras de EEUU y Gran Bretaña,
masacrando civiles indefensos para forzar la apertura, lo que provocaría la reacción y posterior rápido
desarrollo nipón…pero esa ya es otra historia.
Antes de eso, en 1833, Gran Bretaña perpetró la invasión a las Islas Malvinas, operación naval que
hábilmente fue precedida por el desguace total de la flota de guerra argentina, liquidada de apuro por
urgencias financieras ocasionadas por el Empréstito Baring, asumido antes por los anglófilos y los agentes
británicos residentes en Buenos Aires, de los cuales Rivadavia fue la más execrable figura. ¡No sorprende que
los anglófilos de Argentina, exalten a Bernardino Rivadavia, como “gran estadista” y falazmente lo instalen
como primer presidente, siendo que con rigor histórico, esa mención de honor le corresponde al Presidente
de la Primera Junta de Gobierno, Cornelio Saavedra. Pero además, el hecho de “borrarlo” a Saavedra, de
seguro también se relaciona con el hecho que fue un patriota cabal, nacido en territorio de Las Provincias
Unidas, pero en el Alto Perú (actual Bolivia), el mismo que los rivadavianos insólitamente expulsaron del
conjunto de las Provincias Unidas del Río de la Plata, obligándolos a “independizarse” de Argentina.
El colonialismo descarnado, vigente en sus expresiones más arrogantes entre el Congreso de Berlín y
el comienzo de la Primera Guerra Mundial, mostró otra agresiva faceta en 1902/3, cuando las flotas de
guerra conjuntas de Gran Bretaña, Alemania e Italia, fueron despachadas para agredir a Venezuela, bajo el
burdo pretexto de deudas impagas. En esa oportunidad, la firme y decidida acción diplomática argentina
frenó las acciones bélicas colonialistas.
En la segunda mitad del siglo XIX y todo el XX, las intervenciones armadas directas o encubiertas de
EEUU en América Central y El Caribe, fueron tantas que para citarlas someramente se necesitaría otro
extenso ítem específico. Desde fines de la Segunda Guerra Mundial, EEUU desplazó a Europa Occidental
como primera potencia, con prácticas de colonialismo financiero respaldadas por agresiones bélicas latentes
o directas.

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CAPÍTULO 6

La Comuna de París y otros alzamientos

La vieja y monárquica Europa Continental, estuvo caracterizada por una serie de descontentos
populares que se sucedieron intermitentemente entre 1815 y 1871, sucediendo esos procesos –varios con
caracteres revolucionarios- con particulares incidencias en Francia.
En algunos casos fueron motivados por las deplorables condiciones de vida de grandes sectores
populares, y en otros, fueron los sectores relativamente acomodados (burgueses, en la terminología marxista
y anarquista; clases medias-altas en términos socio políticos más neutros), los que se rebelaron contra la
opresión y los excesos del sistema monárquico, como sucedió en la Comuna de París en 1871. Este último
hecho estuvo a su vez influenciado por la aplastante derrota gala en la guerra franco prusiana de 1870/1.
Como condimentos no menores, las ideas comunistas y anarquistas, ya de vieja data a mediados del
siglo XIX, se vieron reforzadas ideológicamente por los frondosos escritos de Marx y Engels, que les dieron el
sustento “científico”, con el aditamento de supuestas “leyes” de inflexible cumplimiento, que entre otras
cosas “profetizaron” el indefectible triunfo a futuro de la ideología comunista. Esa idea rígida de supuestas
leyes absolutas en lo social, lo político y lo económico, tiene fuertes raíces en el pensamiento liberal, que
formó la llamada Escuela Clásica de la Economía, con el británico Adam Smith como su mentor…y como
agente intelectual del expansionismo británico, preparando el terreno para la época dorada victoriana, del
hoy vetusto y decadente pero aún peligroso imperio.
Con los condimentos de pensamientos “proféticos” que –supuestamente- sucederán
indefectiblemente- (tal como que “el triunfo del marxismo está escrito en los libros de historia del futuro” –
conceptualmente dicho por el historiador británico – marxista Eric Hobsbawn-), estuvo abonado el camino
para que el marxismo opere como la más exitosa y durable neoreligión pagana, desde su irrupción a
mediados del siglo XIX, que sería complementada y sumada a la neoreligión del ecologismo fundamentalista,
creada en la segunda mitad del siglo XX…pero esa ya es otra historia.
Con una mirada histórica analítica, no puede sorprender que de las potencias europeas de fines de la
era decimonónica, la única que no padeció alzamientos populares o severas protestas de los sectores
económicos medios y altos no aristocráticos, haya sido Gran Bretaña. También hubo paz social interna en
Alemania, a partir de las reformas sociales implementadas desde 1884. Las causas de esa relativamente
sólida paz social, deben ser rastreadas en las reformas socio-políticas verificadas en esas naciones-imperios.
En Gran Bretaña, el absolutismo monárquico fue limitándose en forma sucesiva, incluso con
interregnos de derrocamiento del sistema monárquico en los tumultuosos años de Cromwell. Ya a fines del
siglo XIII, muy tempranamente en términos históricos, fue acotándose el poder de la monarquía inglesa, la
cual pasaría a ser la monarquía británica con el correr del tiempo y a consecuencia del expansionismo inglés
en toda la isla y parte de la vecina Irlanda. Prácticamente desde comienzos de la era dieciochesca, al
sancionarse el Acta de Unión (Union Act), que convalidó la anexión de Escocia (1707), el Parlamento asumió
oficial y formalmente un rol preponderante en el gobierno británico. Tal circunstancia puede ser considerada
la clave por la cual sucesos como la Revolución Francesa, no pudieron tener lugar en Gran Bretaña, como
tampoco los alzamientos populares continentales europeos decimonónicos.

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Al unificarse Alemania –en un proceso largo, complejo y no exento de violencia-, el accionar del
Mariscal Otto von Bismarck, con la anuencia del Emperador Guillermo I y sus sucesores, se implementaron
novedosas y profundas medidas de protección social –prácticamente revolucionarias para la época-, desde
1884.
Antes existieron pensadores que propugnaron el tipo de medidas que, con la consabida mano férrea,
se implementaron en la Alemania de Bismarck. No solo los socialistas utópicos, sino también otras personas
que apelaron al sentido común y a valores elementales de solidaridad y de humanismo, como por ejemplo el
suizo de origen italiano Sismondi, quien murió amargado por no poder ver materializados sus sueños de una
razonable equidad social. Todas estas personas buscaban cambios positivos a realizarse en paz y con la
apelación a valores morales elevados, que a la vez deberían tener sustento práctico en una sociedad mejor.
Distinto el caso de los comunistas, anarquistas y otros militantes políticos extremistas, que apostaron
básicamente a la violencia y a medidas de acciones fuertes, para –según sus criterios- derribar
completamente las estructuras políticas, sociales y económicas, para después –teóricamente- desde las
ruinas humeantes del “capitalismo” tan odiado por ellos, construir sociedades utópicas igualitarias rayanas
en la perfección. Por supuesto los hechos, con su contundencia irrefutable, demostraron que esos “paraísos
perfectos” no se materializaron.
El caso es que después de las atrocidades sociales cometidas por la revolución industrial, en su
aplicación descarnada sin ninguna consideración humana (larguísimas jornadas laborales, trabajo de niños y
mujeres en condiciones deplorables, bajísimos salarios, malas condiciones sanitarias, carencia de todo
protección social, etc.), las políticas aplicadas permiten entender que las dirigencias europeas decimonónicas
y de la primera mitad vigesimónica, optaron por distribuir parte de la enorme riqueza mejorando las
condiciones de vida de las respectivas poblaciones nacionales, pero midieron con otra vara a las poblaciones
de los respectivos territorios coloniales. Más aún, cabria asegurar que parte de las enormes riquezas
extraídas de las posesiones coloniales, se utilizaron para asegurar la paz social, mejorando las condiciones
generales de vida en los territorios nacionales…no en las colonias, cuyas situaciones sociales evidentemente
poco o nada importaban a las élites colonialistas europeas.

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CAPÍTULO 7

Los Nuevos o Modernizados Viejos Estados de 1870

Hacia 1870 se produjeron las unificaciones de Italia y Alemania, en sendos procesos muy complejos,
muy trabajosos, y que demandaron muchas luchas previas.
Para la diplomacia europea en general, Italia como concepto político resultaba no solo inexistente,
sino totalmente inviable, según los cánones diplomáticos vigentes en la primera mitad del siglo XIX, y en tal
sentido se expresaron los diplomáticos de los viejos Estados monárquicos absolutistas y los cancilleres que
delinearon los destinos políticos europeos, luego de la derrota de Napoleón.
Inclusive la unidad cultural de la actual Italia, antes de su unificación política, es un hecho
controversial, pues los dialectos locales eran los predominantes en las diversas regiones, acostumbradas
además a servir a distintos señores o diferentes reinos.
No obstante en la historia y en la cultura perduraba la herencia romana, que incluía la existencia de
la “provincia de Italia” o región central imperial en épocas del Imperio Romano. Esa área central del imperio
si bien primeramente abarcó solo parte de la actual Italia, después terminó extendiéndose, con límites
bastante similares a los que posee hoy el país. Y de alguna forma el latín influyó en los dialectos o idiomas
regionales prexistentes a la unificación italiana.
Entre 1830 y 1848 los intentos de unificación política fueron derrotados, sobre todo por la fuerte
incidencia del por entonces poderoso Imperio Austríaco en el norte del actual territorio italiano.
Desde Piamonte, en el norte, comenzó el complejo proceso de unidad nacional, dirigido por el Conde
de Cavour, hábil político de la Casa de Saboya. El proceso se aceleraría con la activa colaboración de
Garibaldi, que luchó en el sur del territorio, finalizando el proceso en 1870, cuando en Roma fue anulada
toda resistencia armada, finalizando definitivamente el accionar de los Estados Pontificios.
Algunas interpretaciones históricas, que tendrían sustento fáctico, indican que a Gran Bretaña le era
funcional facilitar la creación de un Estado relativamente fuerte en la península, para evitar la expansión de
Francia, principal enemiga histórica de la Rubia Albión.
El caso de Alemania muestra similitudes en cuanto a la dispersión previa, a las características
feudales imperantes, y a la similar época en la cual se dieron ambos procesos de unificaciones o formaciones
nacionales.
En el caso germano, la dispersión en pequeños reinos casi anacrónicamente feudales, era mayor que
en el caso previo a la conformación de Italia.
Existe marcada coincidencia en diversos autores, en considerar que la proto cultura germánica era
relativamente fuerte y vigente, en lo cual pudo influir mucho la fuerte historia y las persistentes herencias
culturales del Sacro Imperio Romano Germánico de Carlomagno.
Por otra parte, las Hansas Germánicas, si bien pudieron estar borradas de la memoria colectiva del
pueblo común e iletrado del siglo XIX, estaban muy presentes en los sectores intelectuales e idealistas, que
añoraban concretar la unificación. En tal sentido, el accionar sufrido y persistente, y muy resistido por las
oligarquías ultra conservadoras y proclives a mantener el statu quo primario, del gran luchador de la
unificación y del proteccionismo económico con visión nacional, que fue Friedrich List, se destaca claramente

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en los análisis históricos que no están teñidos por el “pensamiento políticamente correcto” del establishment
liberal transnacional.
Como sea, la dispersión política de los minúsculos y muchas veces enfrentados pequeños reinos o
feudos germanos, era muy acentuada, y adicionalmente, las fuertes presencias políticas y militares de Austria
al oriente, y de Francia al este, resultaban factores poderosos que dificultaban en grado sumo toda iniciativa
de unificación.
El surgimiento y fortalecimiento de Prusia, como factor de poder y como potencia militar continental,
pasó a ser el hecho desencadenante que posibilitó el largo proceso de unificación que formó la unidad
política de Alemania.
En enero de 1871 se formalizó la creación del Imperio Alemán.
Notable coincidencia temporal en la consolidación fáctica de los dos nuevos Estados, ambos con
viejísimas raíces históricas, que se hunden casi en la noche de los tiempos de la vieja Europa. Ambos Estados
pasarían a ser otros protagonistas relevantes en el devenir de los hechos políticos que marcarían la historia
europea y mundial de fines del siglo XIX, del XX y de lo transcurrido del XXI.
En otro extremo del mundo, en Asia, otro antiquísimo pueblo refundaría su Estado, en el mismo
momento histórico, concretando una notable transformación de una sociedad feudal a nueva potencia
tecnológica e industrial, realizado ello en un brevísimo término histórico. Japón también pasaría a
convertirse en una agresiva potencia imperial, pero en este caso no tendría incidencia en Íbero América, en
África ni en otros extremos de Asia alejados del este y sudeste del gigantesco continente.
Italia y Alemania llegarían tarde a la repartija de posesiones coloniales en África y el Medio Oriente,
lo que provocaría fricciones, que terminarían desencadenando la Primera Guerra Mundial; seguida pocos
años después por la abierta guerra de imperios, que fue la Segunda Guerra Mundial.
Por esas vueltas de la historia, los intereses de los tres Estados nacionales citados no serían
coincidentes en la primera gran conflagración bélica, pero formarían una alianza (llamada “eje” para
diferenciarla del bando “aliado”) en la segunda gran conflagración, verdadera locura mundial
institucionalizada, con altísimos costos humanos y terribles destrucciones.

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CAPÍTULO 8

La Conferencia de Berlín

En la segunda mitad del siglo, la Conferencia de Berlín institucionalizaría el colonialismo europeo del
siglo XIX. Sus pautas y acuerdos estarían vigentes hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial.
El Congreso de Berlín se realizó en la capital germana, entre 1884 y 1885, siendo partícipes las
potencias europeas importantes de esa época. Su objetivo prioritario fue reordenar los esquemas de poder
en la siempre conflictiva región de Los Balcanes, área de fricción constante, en esos años entre los imperios
otomano, austro-húngaro y ruso, además de los intereses de los pueblos locales afectados, como Grecia, que
recuperó su independencia.
A la vez, La Conferencia de Berlín estableció las pautas para evitar las fricciones entre las potencias
colonialistas, que dominaban casi toda África y buena parte de Asia. Era en cierta forma el colonialismo
tradicional institucionalizado.
El conato de agresión a Venezuela, ya en el siglo XX (1902), abortado por la decidida acción
diplomática argentina, puede ser considerado una consecuencia de esa política imperial tradicional que
utilizaba la fuerza sin más justificativos que los intereses de esas potencias arrogantemente imperiales y
colonialistas.
Otro hecho precedente, fue celebrado en 1878, desarrollándose el Congreso de Berlín, en el cual se
tomaron decisiones para reordenar geopolíticamente al conflictivo tablero del poder europeo, alterado por
las guerras precedentes.
Con el racismo eurocentrista en su punto más alto y deplorablemente arrogante, los intereses y los
derechos de los pueblos africanos, asiáticos, íbero americanos y caribeños, y otros insulares, ni figuraron en
la agenda, mientras que las organizaciones políticas tribales o de reinos prexistentes africanos fueron
destrozados, o reducidos a expresiones mínimas; sus territorios fragmentados o anexados a otros, y sus
soberanías pisoteadas y subyugadas a las voluntades de los Estados colonialistas. La esclavitud era aún una
institución recientemente abolida en muchos lugares del mundo, y la discriminación racial lamentablemente
perduraría con fuerza un siglo más en algunos lugares retrógrados del mundo.
Ya para esos años casi toda Asia estaba convertida en un damero de dominios y enclaves coloniales,
incluyendo a las milenarias China e India.
En Sudamérica las independencias formales eran la cobertura de profundas estructuras de
colonización económica, diplomática, y sobre todo cultural, muy hábilmente tejidas por el Imperio Británico.
En Centroamérica y El Caribe, el cercano imperio del norte en expansión tensaba sus músculos,
presto a desarrollar su doctrina del Gran Garrote, sin las sutilezas de los británicos, los cuales mantuvieron
sus influencias en algunas islas o costas caribeñas, al igual que los franceses y holandeses.
Esa colonización al estilo decimonónico, careció de las facetas humanas de la primera etapa de la
colonización española en América, esa anterior a la era borbónica, en la cual al menos en teoría los
americanos se consideraban en pie de igualdad con los hispanos ibéricos; cuando con aciertos y errores no
solo levantaron fuertes sino fundaron ciudades, construyeron grandes iglesias y conventos, fundaron
colegios mayores y Universidades; cuando el accionar de La Iglesia tuvo cierta preeminencia impregnando las
acciones de espiritualidad y valores humanos que se contraponían –al menos en parte- con las desmedidas

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ambiciones de adelantados y otros aventureros muchas veces analfabetos que venían “a hacerse la
América”.
En cambio, la repartija colonialista decimonónica tuvo perfiles de saqueos desenfrenados y
constantes, dejando como consecuencias fracturas sociales, quiebres de estructuras culturales propias de los
pueblos sometidos, miseria económica y poco o nada de aspectos positivos a computar.
Notablemente, la amplia mayoría de los pensadores europeos de la época, filósofos, políticos,
economistas, reformadores sociales, etc. –incluso los que pregonaban valores de libertad-, soslayaron las
iniquidades colonialistas que volcaban a la opulenta Europa las riquezas extraídas de las colonias,
beneficiando a los Estados colonialistas y a sus clases privilegiadas casi en exclusividad; pues excepto la
Alemania de Bismarck, en los demás Estados los aspectos de protección social y previsional eran inexistentes
o casi declamativos.
Al mismo tiempo, la Europa Oriental se debatía en el atraso que suponían estructuras feudales y/o
absurdos e inhumanos privilegios de la nobleza en medio de la miseria abyecta del pueblo común.
Posiblemente Rusia y la desarticulada Polonia eran los ejemplos más notorios de esas estructuras sociales y
de poder anacrónicas, que por fuerza degenerarían en profundos descontentos políticos y sociales.
En ese marco, al filo del cambio de siglo, casi entrando en el XX, Gran Bretaña masacraría a los
valientes zulúes, que con lanzas y escudos enfrentaron a las ametralladoras Gatling, provistas por EEUU.
¡Otra muestra de “civilización” por la fuerza, como excusa del saqueo!
Casi en el mismo momento, el levantamiento de los Boers en Sudáfrica, fue finalmente aplastado,
luego de duras luchas, las cuales se definieron por la carencia de aliados o de potencias proveedoras de
pertrechos a los insurrectos, mientras que las tropas colonialistas, encargadas de la represión, contaban con
el amplio respaldo del imperio británico
El Congreso de Berlín (1878), si bien tuvo como objetivo principal reordenar el mapa y áreas de
influencia en Europa, sobre todo a consecuencia de los cambios sucedidos en la conflictiva región de Los
Balcanes; en cierta forma fue el prolegómeno necesario de la posterior Conferencia de Berlín de 1884/5, que
significaría la repartición de África entre las diversas potencias colonialistas europeas, sin importar en
absoluto los intereses y deseos de los africanos. ¡África servida a la carta, con sus variados pueblos como
convidados de piedra de esa repartija colonialista! ¡Expresión del racismo eurocentrista llevado a su tal vez
más refinada instrumentación! El colonialismo decimonónico tuvo su instrumentación, poniendo
formalidades a la repartija del mundo, que no solo abarcaba África, sino que se extendía por casi toda Asia, y
bajo formas algo más sutiles en Íbero América. Claro que si se trataba de falta de sutileza, la Doctrina del
Gran Garrote (Big Stick), sería prontamente enunciada y puesta en práctica por Theodore Roosevelt.

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CAPÍTULO 9

La Primera Guerra Mundial y la continuación del colonialismo

Las acuciantes necesidades bélicas de la Primera Guerra Mundial hicieron prometer a los
beligerantes, independencias a muchos pueblos, a cambio de sus apoyos; lo cual fue luego relegado sin fecha
cierta, en el marco de las duras negociaciones de paz, tan triunfalistas por parte de los vencedores como
absurdamente vengativas que fueron el germen de la Segunda Guerra Mundial.
Algunos análisis poco profundos o sesgados a determinada orientación ideológica, suelen omitir que
las dos grandes guerras mundiales que marcaron a fuego el siglo XX, transformándose en gigantescas
carnicerías humanas y verdaderos apocalípticos contextos de destrucciones generalizadas, en los hechos
fueron conflictos suscitados por las aspiraciones imperiales de los principales contendientes, cuyos intereses
se colisionaban en las esferas geográficas, económicas, culturales, y solo marginalmente en lo doctrinal o
ideológico.
La Primera Guerra Mundial surgió ante la evidente colisión en las áreas de influencias de las
potencias militares e industriales de la época, siendo arrastradas a la misma otros países que no tenían
intereses en el conflicto, así como las poblaciones de territorios coloniales, apoyando a sus metrópolis
imperiales, en muchos de los casos bajo promesas formales de aceptarse sus independencias una vez
finalizada la guerra.
Esas promesas terminaron diluyéndose, cuando terminadas las urgencias bélicas, las potencias
colonialistas se repartieron las posesiones imperiales de los derrotados (caso de Alemania y sus colonias
africanas, y sus acuerdos de preguerra en Medio Oriente), e hicieron retroceder sus áreas de influencias
liquidando a la vez estructuras imperiales (Austria-Hungría e Imperio Otomano).
También hubo una operación de clara injerencia en Rusia, al protagonizarse una invasión por parte
de tropas de las naciones “occidentales” en el norte ruso, para intentar desalojar del poder al gobierno
comunista recién establecido. Esa invasión terminó en un rotundo fracaso, al punto tal que fue borrada de la
historia “políticamente correcta” difundida por Europa Occidental y EEUU.
Hubo fuertes presiones para que las naciones que fungían como colonias económicas de Gran
Bretaña (Sudamérica) o de EEUU (Centro América y El Caribe), aportaran sus cuotas de sangre, respondiendo
a presiones de los respectivos imperios. Resultó notable que Argentina se negó a participar, no obstante las
muy fuertes presiones del establishment (diarios ultra conservadores de la “patria vacuna”, catedráticos del
riñón de esos grupos o deseosos de “hacer buena letra”, oficiales cooptados, grupos económicos, partidos
ultra conservadores, etc.). En tal sentido se destacó el accionar firme del Presidente Hipólito Yrigoyen, que
llegó a poner a disposición un barco mercante, para trasladar a Europa a quienes –supuestamente- estaban
deseosos de sumarse “a las democracias”. Ninguno fue, pues eran del grupo de los “animémonos y vayan…”
que tan bien describiera Arturo Jauretche.
La Sociedad de las Naciones, un engendro creado por las potencias vencedoras, con muy fuertes
influencias y espíritu revanchista, racista y eurocentrista, manifestado sobre todo por los diplomáticos de
Gran Bretaña y Francia, terminó en un rotundo fracaso. Argentina participó como miembro observador en las
reuniones de la Sociedad de las Naciones, y se retiró de la misma, ante las acciones excluyentes de la misma

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y el espíritu colonialista imperial y claramente racista, imperante y manifestado en los documentos


emanados de la misma.
Una de las consecuencias claras de la Primera Guerra Mundial, fue el acentuado declive de Gran
Bretaña, cuya supremacía mundial –ya erosionada a comienzos del siglo XX ante los avances económicos de
nuevas potencias industriales y tecnológicas-, fue corriendo el eje de las decisiones y del poder político –
económico – militar – financiero, al otro lado del Atlántico, desde Londres a Nueva York/Washington.
Destacada pero relativamente poco analizada por muchos analistas, fue la erosión que padeció la
libra esterlina, como moneda de cambio mundial, la cual comenzó a ser desplazada por el dólar. A la vez, el
epicentro de los poderes financieros transnacionales fue inclinando la balanza de poder a favor de EEUU, en
desmedro de Gran Bretaña. Eso haría cambiar el eje de las acciones del colonialismo financiero. La oligarquía
vacuna argentina, tan ultra conservadora y tan afecta al imperio en decadencia, no tomó nota de los cambios
que estaban sucediendo en el tablero del poder mundial, en esos borrascosos años de comienzos del siglo
vigesimónico.
Tanta importancia le dio Gran Bretaña al predominio financiero, que para intentar mantenerlo,
adoptó políticas económicas que priorizaron los intereses de la mega Banca con sede en Londres, aún a costa
de retacear el apoyo a su sector industrial, ya rezagado tecnológicamente y fuera de la supremacía mundial
en función del volumen de producción. En ese aspecto, los tories (conservadores) prefirieron apuntalar al
sector financiero, aún a costa de padecimientos sociales de desempleo, desoyendo inclusive a las ideas de
Keynes en tal sentido.
Los ideales independentistas no obstante haber sido pospuestos en su aplicación, ya se habían
instalado en todo el mundo colonial, y seguirían latentes buscando la oportunidad histórica de manifestarse.
En Íbero América, las fuertes estructuras de la colonización cultural, siguieron poniendo sus mordazas, para
evitar que las poblaciones tomaran conciencia de la situación de dependencia política y económica, que solo
algunos intelectuales comprometidos con el Pensamiento Nacional de cada país, habían tomado conciencia,
y por lo general padecían la exclusión y silenciamiento con los que usualmente el establishment ataca a
quienes son “políticamente incorrectos” en los marcos de estructuras de pseudo independencia atada a la
colonización político – económica y cultural.
En Argentina, además de los esfuerzos de patriotas silenciados por el poder establecido
(establishment), como Manuel Ugarte y otros; la solitaria y enconada lucha patriótica de comunicación
realizada por José Luis Torres; la gran guerra cultural sería realizada por el grupo FORJA, luego continuada
ideológicamente por el GOU y en cierta forma por el minoritario accionar de Lisandro de la Torre y su
agrupación política.

(FORJA= Fuerza Orientadora Radical de la Joven Argentina, inicialmente reivindicando el radicalismo


yrigoyenista, luego volcados masivamente al naciente peronismo // GOU= Grupo Obra de Unidad, o Grupo de
Oficiales Unidos, estructura semi secreta formada por oficiales argentinos, preocupados por los desórdenes y
corruptelas de la “década infame” acaecida entre 1932 y 1943).

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C A P Í T U L O 10

La Segunda Guerra Mundial y la descolonización forzosa

La Segunda Guerra Mundial no solo cambió profundamente los ejes del Poder Mundial, sino también
tornó inevitables los procesos de descolonización, los cuales se desarrollaron con notoria rapidez y
efervescencia, en el histórico breve lapso histórico que en su mayor parte abarcó desde la segunda mitad de
los años ’40 a comienzos de los ’70 del siglo XX. Supuestamente, el colonialismo y el intervencionismo militar
habían sido dejados de lado, como anacronismos inaplicables y muy mal vistos. La “democracia” muchas
veces devenida en partidocracia cleptocrática manipulable, y “el socialismo” marxista con caracteres pseudos
religiosos paganos de falsas “verdades históricas reveladas”, configuraban una nueva página de la geopolítica
mundial.
Tras el fracaso de la Sociedad de las Naciones –creada al finalizar la Primera Guerra Mundial-, al
término de la Segunda Guerra Mundial se creó la Organización de las Naciones Unidas, ya sin los tintes
racistas y abiertamente intervencionista de aquella, y con un espíritu mucho más amplio para aceptar en su
seno a todos los países que quisieran integrarse, sin exclusiones políticas ni doctrinales.
La fachada más mostrada de la ONU es su Asamblea General Anual, en la cual todos los líderes
políticos de cada país (presidentes, primeros ministros o similares) pueden hacer uso de la palabra, y el voto
de cada nación vale igual. Todo supuestamente igualitario. Pero para las controversias serias, para las
definiciones trascendentales, el poder de decisión está en el Consejo de Seguridad, en el cual solo cinco
miembros tienen cada uno de ellos, el derecho al veto. ¡Allí se terminan todas las igualdades!
Previo a la finalización de la guerra, las potencias anglosajonas a la postre vencedoras, se reunieron
en EEUU para definir el funcionamiento del sector financiero internacional, el cual por el peso
desequilibrante que había asumido la economía norteamericana, pasó a ser dictado básicamente desde
Washington (poder político) y Nueva York (poder económico, y sobre todo, nueva sede del poder
plutocrático mundial). Esos acuerdos político económicos que definieron el accionar financiero mundial, que
llevan el nombre de la localidad en la cual se realizaron las deliberaciones –Bretton Woods- crearon el Banco
Internacional de Reconstrucción y Fomento, más conocido como el Banco Mundial; y el Fondo Monetario
Internacional. Desde sus respectivas creaciones y funcionamientos operativos, la primera institución pasó a
ser presidida por un estadounidense, mientras que la segunda siempre tuvo un presidente de Europa
Occidental.
Esos organismos se sumaron al Banco de Pagos Internacionales –Bank for International Settlements-,
que opera como el Banco Central Mundial, al cual acuden los distintos Bancos Centrales ante situaciones de
crisis financieras o falta de fondos temporarias. Esta institución no está subordinada a ningún gobierno
estatal, lo cual por cierto no le concede “independencia”, pues en los hechos responde al poder plutocrático
transnacional, y opera como un órgano de presión para mantener las figuras de los Bancos Centrales
Nacionales supuestamente “independientes”, figura que en los hechos significa que operan como
extensiones de la Banca privada, y en los países subdesarrollados, esa Banca privada es mayoritariamente
extranjera.
Como sea, un análisis retrospectivo muestra que la estructuración del sector financiero transnacional
se fortaleció, pavimentando el camino para el predominio del colonialismo financiero como herramienta del

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sometimiento de los Estados, lo cual sería evidente a fines de siglo, al imponerse el neoliberalismo salvaje,
con la anuencia explícita de las por entonces potencias predominantes, agrupadas en el G 7. Esa utilización
del poder financiero para imponer políticas neocolonialistas de corte ultra liberal tendría una aplicación
“suave” durante la era del Estado del Bienestar, pasando a ser una herramienta de dura utilización a partir de
la llamada “revolución neoconservadora” de Reagan y Tatcher, desde comienzos de los ’80 del siglo XX.
Lo más notable y recordado de la posguerra desde la segunda mitad de los años ’40, fue el acelerado
proceso de descolonización, el cual no pudo ser resistido ni por el cerrado conservadurismo de los regímenes
monárquicos europeos.
La mayoría de las aceleradas descolonizaciones se efectuaron desde poco después de 1945, hasta la
década del ’70, si bien hasta una década después hubo otras independencias de ex territorios coloniales,
estos últimos en su mayoría posesiones insulares. Inclusive hubo casos paradigmáticos, de antiquísimos
pueblos, que recuperaron sus independencias (como India, y otras viejas culturas de Asia); Israel que pasó a
tener territorio propio, si bien a costa del pueblo de Palestina; o el largo proceso político de Egipto, que
recuperó el Canal de Suez, pasando a ser potencia preponderante a escala regional.
En muchos lugares, las descolonizaciones fueron muy traumáticas, por varios factores: las
resistencias de las minorías europeas (o de orígenes europeos) al cambio del statu quo; las presiones
encubiertas o claras, de las potencias coloniales, por mantener privilegios o instaurar un colonialismo
encubierto en formas pseudos independientes; las luchas entre fracciones o tribus locales; y por sobre todo,
los fuertes conflictos políticos entre sectores nacionalistas, con otros pro estadounidenses y otros volcados al
comunismo, por entonces en plena expansión mundial.
Así como hubo casos de independencias acordadas pacíficamente entre la respectiva potencia
colonial y los líderes locales, existieron otros particularmente conflictivos, que insumieron crueles luchas en
procesos muchas veces extensos y complejos. De estos últimos pueden citarse sin ser los únicos, varios casos
que han pasado a ser emblemáticos en la historia de la descolonización del siglo XX.
La larga y muy cruel guerra de la independencia de Argelia llevó a Francia a un pantano del cual la
concesión de la independencia por parte del gobierno de De Gaulle significó la solución, pero debió soportar
enormes presiones internas, e incluso un intento de magnicidio perpetrado contra el citado presidente.
Portugal intentó evitar las independencias de sus colonias africanas, siendo particularmente crueles
las guerras libradas al efecto en Angola y Mozambique, que por motivos ideológicos se internacionalizaron y
se prolongaron en el tiempo, con saldos terribles de víctimas y destrucciones generalizadas.
El ex Congo Belga mostró las peores facetas del colonialismo extractivista y carente de toda iniciativa
de progreso para sus territorios coloniales y sus poblaciones, y fue campo de batalla entre las dos megas
potencias, por medio de sus agentes y adherentes locales, e incluso con intervenciones de tropas especiales
como “asesores militares” u otras funciones encubiertas.
En la mayoría de los casos del complejo tablero de nuevas naciones africanas, los procesos
independentistas fueron marcadamente traumáticos, dejando consecuencias negativas que en varios casos
influyeron para producir conflictos posteriores.
En Asia los procesos tuvieron distintas facetas, según las características de cada una de las nuevas
naciones y de las importancias relativas de ellas, sobre todo si disponían de hidrocarburos u otros factores
geopolíticos de importancia.
En la región que con criterio eurocéntrico es llamada Medio Oriente, las cuantiosas reservas
conocidas de hidrocarburos, fueron causas reales de fuertes condicionamientos a los procesos de
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emancipaciones, y no solo las petroleras transnacionales (las que después serían conocidas como “Las Siete
Hermanas”) ejercerían sus fuertes y egoístas influencias, sino también los viejos Estados colonialistas
europeos, y la por entonces primera economía mundial, además del expansionismo ideológico y la cercanía
física del gigante soviético, que confrontaría a escala planetaria, y con notable fuerza en el Medio Oriente.
Como dato no menor, muchas de las “fronteras imposibles”, de caprichosos o inaplicables trazados,
serían realizadas por funcionarios coloniales o diplomáticos especiales británicos, en diversos lugares del
mundo. Esas fronteras fuertemente conflictivas, serían causas detonantes o agravantes de distintos
conflictos que enlutaron al mundo, sobre todo en regiones caracterizadas por peligrosas inestabilidades
geopolíticas, como los límites entre India y Pakistán; entre Palestina e Israel; la prefabricación de Kuwait para
encerrar a Iraq dificultando su acceso al mar y configurando parte del tablero complejo, dividido y en buena
medida enemistado irreconciliablemente en la estratégica región productora de hidrocarburos de la cuenca
del Golfo Pérsico; etc.

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CAPÍTULO 11

Las Mieles del Estado del Bienestar y el Impasse del Colonialismo

El Estado del Bienestar es un sistema político económico, y también designa un período determinado
de la historia económica mundial.
Como sistema político económico se entiende a la aplicación generalizada de las ideas keynesianas,
de fuerte intervencionismo estatal en la economía y en las cuestiones sociales, sin por ello dejar de lado
instituciones como la propiedad privada y el accionar económico de las grandes corporaciones económicas;
con lo cual se diferencia fuerte y claramente de cualquier tipo de socialismo, y se ubica en las antípodas del
comunismo.
Analizado como período de la historia económica mundial, el Estado del Bienestar (Welfare State),
comenzó poco después de terminada la Segunda Guerra Mundial, y finalizó en 1973, al suceder la primera
gran crisis mundial del petróleo.
Por supuesto que existen matices y diferentes interpretaciones acerca del período, pues para algunos
analistas, el fin de la guerra marcó automáticamente la vigencia del ideario keynesiano; mientras que otras
interpretaciones señalan que el comienzo real recién se verificó a partir del impulso del Plan Marshall (1947)
y otras iniciativas para promover la reconstrucción de las naciones afectadas por la guerra, así como los
planes de desarrollo que involucraron a países del área que luego sería llamada El Tercer Mundo, o el Mundo
Subdesarrollado (más elegantemente denominado después “en vías de desarrollo”); iniciativas que se sitúan
temporalmente entre 1947 y 1950 aproximadamente.
Respecto a la finalización de ese período histórico, también existen criterios disímiles, pues pueden
considerarse como válidas distintas fechas, desde la primera crisis del petróleo (1973) hasta la plena y
descarnada implantación del neoliberalismo, lo cual tuvo vigencia total desde los acuerdos en tal sentido de
la tristemente recordada dupla Reagan – Tatcher, furiosos destrozadores del Estado del Bienestar. Tatcher
asumió en 1979, Reagan en 1981, y otro hecho no menor fue el papado de Juan Pablo II, comenzado en
1978. Los tres furiosamente anticomunistas, lo cual creó el marco en el cual el enfrentamiento contra el
“demonio” marxista postergaba o relativizaba todo lo demás.
Entonces, el comienzo formal como ideología excluyente, del liberalismo totalmente recalcitrante,
puede ubicarse entre 1973 y 1981.
Durante la vigencia del Estado del Bienestar, hubo una situación mundial muy favorable a la
independencia de toda posesión colonial, y en cierta forma no era políticamente correcto realizar
abiertamente operaciones de intervenciones de tipo colonialista. Pese a ello, hubo varias situaciones de
extrema violencia, que pueden ser consideradas como operaciones de mantenimiento de enclaves coloniales
o de dependencia respecto a viejas o nuevas potencias imperiales. Por caso, la guerra de independencia de
Argelia, y las sucesivas luchas de Vietnam, primero contra la potencia colonial “tradicional” en la región
(Francia), luego la potencia colonial sucesora (EEUU), e incluso después breves pero violentas luchas contra
la intromisión de China. El largo conflicto de Vietnam afectó también a sus vecinos Laos, Camboya, Tailandia
e incluso Birmania (Myanmar), buena parte de todo lo cual formaba la Indochina Francesa.

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De hecho, en el amplio (geográficamente) sector del mundo manejado por el comunismo, también
hubo casos de intervenciones armadas, siempre presentadas como operaciones en contra de reaccionarios o
antirrevolucionarios burgueses.
Más allá de esas y otras luchas, así como de la situación sui generis de la Guerra Fría, con luchas
ideológicas en casi todo el mundo entre comunistas y anticomunistas, con el surgimiento de la Tercera
Posición y el Movimiento Tercermundista; el contexto no era favorable a las intervenciones armadas directas
ni otras injerencias, las cuales en los muchos casos que hubo, fueron por lo general encubiertas. También, en
ese contexto hubo infinidad de guerras, algunas de ellas muy peligrosas para la paz mundial, como los
recurrentes conflictos entre árabes e israelíes, y las breves pero violentas escaramuzas de India contra China,
y de China contra la URSS. Pero sin duda, esos enfrentamientos no pueden ser considerados como guerras
coloniales propiamente dichas.
Por cierto el período del Estado de Bienestar marcó hitos notables de mejoría en el nivel general de
vida de amplios sectores de la población mundial, incluyendo también a países que encararon procesos de
desarrollo industrial, mejoras sociales y sustituciones de importaciones, como Argentina, Brasil y México en
Íbero América.
Cabe decir que así como Francia se aferró a muchos de sus enclaves coloniales en los años ’50 y ’60;
Gran Bretaña recién se vio forzada a dar independencia a muchos de sus territorios coloniales, por la dura
imposición mantenida por Francia, como precondición para ser admitida la altiva Albión, en el Mercado
Común Europeo, hoy Unión Europea.
Y en ese contexto anticolonialista, EEUU implementó el bloqueo contra Cuba, y aferró a Puerto Rico
como curioso Estado Asociado…que no es más que una figura colonialista semi encubierta. Por algo
mantiene en prisión a quien lideró el movimiento independentista pacífico portoriqueño.
Puede afirmarse, en función de los hechos, que el período de la Economía del Bienestar marcó
también una época de claro freno a las políticas colonialistas, que al menos no gozaron de consenso ni
menos aún de justificaciones. Fue por el contrario, el período más activo de descolonización mundial. En
cierta forma las mieles de un bienestar generalizado nunca experimentado, materializado en los países
desarrollados, como también en parte en varios de los subdesarrollados que encararon políticas de
desarrollo, fueron compatibles con el sentimiento abiertamente contrario a las políticas colonialistas,
dejando escaso margen de justificación a los sectores más reaccionarios que seguían oponiéndose
tenazmente a las libertades de los pueblos y las independencias de los Estados.
Claro está que el peso geopolítico de cada Estado seguiría siendo preponderante, a la hora de hacer
valer sus derechos, tal como sucedería después con la ascendente China, que recuperaría Macao y Hong
Kong, sin necesidad de desplazar tropas, ni siquiera como manifestación de fuerza, frente a una potencia en
completa decadencia (Portugal), y otra en su clara elipse descendente en forma aparentemente irreversible
(Gran Bretaña), ya incapaz de soportar las presiones del gigante asiático en plena expansión.

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CAPÍTULO 12

Las Crisis del Petróleo y la vuelta de los Ultra Conservadores

El encarecimiento del petróleo, que dejó de ser un insumo muy barato, como consecuencia de las
acciones políticas de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), transformó profundamente
el escenario económico mundial, cambiando prácticamente de un día para otro los paradigmas y obligando a
realizar profundos cambios en los esquemas usuales de consumo, y sobre todo en los procesos productivos.
Con una mirada retrospectiva, fue la excusa ideal para dejar de lado los paradigmas keynesianos de
la Economía del Bienestar, e imponer abruptamente la durísima teoría económica predicada por la Escuela
Austriaca –ferozmente opuesta a todo tipo de intervención del Estado, a una escala que supera el dejar
hacer, dejar pasar, de los liberales dieciochescos, para asumir posturas directamente agresivas en contra de
los Estados como instituciones rectoras de los pueblos y como actores de la Política Mundial.
Claramente, las ideas político – económicas de la Escuela Austriaca, como su derivada / asociada
Escuela de Chicago (el Monetarismo impulsado por Milton Friedman) resultaron extremadamente
funcionales a la doctrina de La Globalización en su renovada versión a ultranza; dándole los soportes
académicos y doctrinales para justificar su aplicación.
Como se analizó después por parte de varios lúcidos investigadores (Viviane Forrester – La Doctrina
del Shock // Naomí Klein - - // Walter Graziano – Hitler Ganó la Guerra, y otros), la imposición sin mayores
resistencias de doctrinas tan reaccionarias y agresivas para con la amplia mayoría de la población, requiere
del inmovilismo total que solo puede ser inducido por una situación de catástrofe mayúscula, sea esta por
causas naturales, o provocada por el accionar humano, como lo fueron los estados de profundas crisis que
causaron los abruptos cambios ascendentes del precio del petróleo, hidrocarburo que aún hoy sigue rigiendo
referencial y fácticamente los precios mundiales de la energía.
El petróleo ha sido desde su imposición como principal combustible mundial, el insumo que marcó el
precio de la energía a escala planetaria. Sus precios, nunca uniformes, jamás han respondido a los costos de
producción, pues son claramente consecuencias de factores políticos.
La gran diferencia se dio en el rol que se decidieron a cumplir varios de los más importantes
exportadores de petróleo, nucleados en la OPEP –constituida en 1960, pero que comenzó a actuar
fácticamente en 1970-, pues en base a tomar por mano propia de los respectivos Estados Nacionales
productores, los procesos de producción, refinación y comercialización, cercenaron los poderes omnímodos
que detentaba el puñado de empresas petroleras transnacionales, básicamente anglosajonas, que fueron
llamada irónicamente “Las Siete Hermanas”, según la gráfica y contundente definición del patriota italiano
gestor del ENI (Ente Nazionali Idrocarburi) Enrico Mattei, “casualmente” fallecido a raíz de un accidente de
aviación, en ejercicio de sus funciones de presidente del citado ENI.
Básicamente, las crisis del petróleo fueron las de 1973/75, 1979/82, y en una escala menor, la de
2007/08.
Las formidables transferencias de divisas a los Estados exportadores de petróleo, rápidamente
fueron transferidas a los grandes centros financieros mundiales, dada la inexistencia de estructuras
financieras propias de las dimensiones necesarias, en los poco desarrollados países productores primarios de
petróleo.

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Carlos Andrés Ortiz
DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

Esas enormes masas financieras, hábilmente utilizadas por las megas corporaciones financieras
transnacionales, cuyas sedes están en los países del G 7 (Grupo de los Siete), fueron un arma política
formidable, que combinada con las presiones de los ente financieros transnacionales creados en Bretton
Woods (Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional), sumadas a las presiones políticas de esos países;
lograron endeudar irracionalmente a casi todas las naciones del amplio espectro de otras naciones excluidas
del privilegiado grupo de la también llamada “Sociedad Post Industrial”; siendo a la postre ese conjunto de
inmanejables deudas el instrumento para demoler voluntades e imponer políticas ferozmente recesivas y
destructivas del tejido socio económico de la amplia mayoría de los países del mundo.
Fue la vuelta al poder de los sectores ultra conservadores del mundo, fue la imposición a escala
planetaria, de la corrosiva ideología del neoliberalismo salvaje.
El neoliberalismo es en lo geopolítico, la implementación del poder financiero transnacional como
poderosísima herramienta para imponer la neocolonización financiera a escala planetaria, lo cual es el paso
previo a la globalización salvaje; proceso este último que implica la desaparición fáctica de los Estados
Nacionales, la cosificación del ser humano llevada a sus estadios más indignos al pasar a ser un simple
elemento descartable y totalmente superfluo, y la instauración de un todo poderoso poder financiero
transnacional, que operando desde las sombras y por medio de determinadas caras visibles, de concretarse
pasará a ser un sistema de gobierno mundial unificado de férreas características tiránicas, disimuladas estas
por diversos medios de distracción de las poblaciones y de cooptación de sus voluntades, sus criterios de
razonamiento –que serán abotagados y confundidos a grados de estupidización masiva-, y de afinados
sistemas de controles cibernéticos masivos de la población mundial.

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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

CAPÍTULO 13

El auge de los Neoconservadores - Las Doctrinas del “Libre Mercado” - El Pensamiento Único

Poco después de las dos primeras crisis del petróleo, cuando en los muy nefastos años ’90, tras largos
años de neoliberalismo salvaje, se procedió al remate a precio vil de las mayorías de las Empresas del Estado
de Argentina, tal como ocurrió en otros países de Íbero América, España fue parte muy activa de todo ese
proceso de saqueo desenfrenado del patrimonio argentino y de los países hermanos de nuestra región. Los
manejos de servicios públicos esenciales (agua y cloacas, teléfonos, líneas aéreas, energía, petróleo y gas)
fueron sectores predilectos para las agresivas políticas de “privatizaciones”, sumándose las adquisiciones de
sectores tradicionalmente manejados por empresas privadas argentinas, como Bancos, procesadoras de
alimentos, y otros.
Si bien las “privatizaciones” (en rigor extranjerizaciones consumadas en condiciones muy lesivas para
los Intereses Nacionales, y a precios viles), en Argentina se concretaron en los años ’90, todas las medidas
económicas implementadas desde el golpe de Estado de 1976 en adelante, fueron preparando las
condiciones para embretar al país y no dejar otra alternativa –aparente- que consumar ese perjudicial
proceso de desguace del Estado que en rigor significó el conjunto de “privatizaciones” y concesiones,
implementadas durante el menemato, bajo las ideas ultra liberales de Alsogaray, con el sello legalístico de
Dromi, y con el aplastante respaldo de todo el establishment, con sus locuales voceros (economistas
monocordes liberales, comunicadores sociales “afines”, catedráticos repetidores del “pensamiento
correcto”, e infinidad de otros factores de presión mediática; a la vez que impidiendo de diversas formas
toda opinión en contrario.
Esas ideas pretendidamente excluyentes en forma absoluta, degradatorias y marcadamente
agresivas contra todo intento de pensamiento expresado en contrario, fueron institucionalizadas por el
Consenso de Washington; concepto que engloba a las “recetas” de aplicación “obligatoria” que los poderes
políticos y plutocráticos transnacionales dictaron en carácter de cumplimiento obligatorio para todas las
naciones del orbe…excluido el por entonces privilegiado “club” del G 7 (EEUU, Canadá, Japón, Gran Bretaña,
Francia, Alemania, Italia).
Normas rígidas de imposición obligatoria para acceder a cualquier línea de créditos, e incluso
impuestas bajo presiones políticas internacionales, así como bajo las consabidas operaciones mediáticas de
los medios de comunicación “independientes” (independientes de los Intereses Nacionales, o sea alineados y
bajo el control del establishment transnacional neoconservador), e incluso amenazas de todo tipo, fueron las
herramientas utilizadas para doblegar voluntades y mantener a los países en crecientes grados de sumisión y
perversos cuadros de progresiva degradación política, social, económica, y sin ninguna consideración
humana.
En Íbero América, fue notorio que se impusieron gobiernos pretorianos, fogoneados desde EEUU y
los centros del poder financiero mundial, para lo cual el motivo aducido en forma reiterada fue el supuesto o
real peligro que podía –en esos años- representar el comunismo. En ese contexto, con una simplificación
doctrinal extrema, muy acorde a los planteos simplistas fáciles de imponer y sencillos para instalar en las
mentes de los adoctrinados, todo lo que no fuera afín a los gobiernos cívico – militares oligárquicos que se

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Carlos Andrés Ortiz
DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

impusieron, era fácilmente clasificado como “subversivo” o “comunista”; calificaciones que eran sumamente
peligrosas para quienes recibieran –con o sin causa- el mote.
Como suele ser una constante, esos golpes de Estado fueron “preparados” o precedidos por intensas
campañas de guerra psicológica, con mensajes monocordes del supuesto amplio espectro de opinantes, los
cuales en rigor son simples variantes de los mismos oligopolios comunicacionales, digitados por el respectivo
establishment local, y casi siempre con vinculaciones directas con otros entes de tipo continental, ubicados
indefectiblemente al norte del Río Bravo, y con el rol activo de “entes independientes”, como la Sociedad
Interamericana de Prensa, que es la asociación de corporaciones grandes dueñas de medios
comunicacionales…o sea lo mismo.
Perpetrados los respectivos golpes de Estado, la política del terror aseguró la inexistencia de voces
discordantes, y menos aún de manifestaciones públicas en contra de las políticas aplicadas.
Como previamente se había logrado sembrar el caos social (para lo cual las irracionales guerrillas
fueron muy funcionales), desabastecimientos de mercaderías esenciales, ocultadas o retaceadas a la venta
por grandes empresas, faltantes de combustibles, problemas en los medios de comunicaciones, huelgas
generales o parciales en sectores muy estratégicos, y otras acciones destinadas a sembrar caos y
descontentos masivos; entonces se prefabricaron las condiciones para imponer por la fuerza las “soluciones”
ofrecidas por los mismos que causaron los problemas instigadores del caos.
Por supuesto que los alineamientos compulsivos de los países Íbero Americanos, y de prácticamente
todos los del llamado por entonces Tercer Mundo (el sector subdesarrollado no comunista), todo eso fue
precedido por el sólido establecimiento en la cima del poder mundial, de la llamada Revolución
Conservadora, personificada por la dupla Reagan – Tatcher, y que fue replicada en todas las potencias del G 7
(por entonces las rectoras del mundo “libre”), mientras que en forma inicialmente poco perceptible, el
mundo comunista se derrumbaba por dentro –una verdadera implosión posterior-, que fue ocasionada por el
deterioro interno provocado tanto por las propias limitaciones y contradicciones de inaplicabilidad de la
doctrina marxista, como por el accionar de zapa de ONGs y otros entes aparentemente “inocentes” que
socavaron el tejido interno de la Unión Soviética y de sus aliados/satélites, como los de la Europa Oriental, y
otros de Asia y África.
Tan sólido e inalterable parecía ese cambio político – económico, y en rigor fue un violento y
profundo cambio del tablero geopolítico mundial, al implosionar la URSS y provocar el advenimiento del
Mundo Unipolar, terminando la era del Mundo Bipolar y la consecuente Guerra Fría; que no faltaron
ideólogos que plantearon con diversos razonamientos, que ese cambio era definitivo. De allí el sui generis
razonamiento de uno de los intelectuales más renombrados de ese período, el nipo-norteamericano Francis
Fukuyama, que impúdicamente planteó como verdad absoluta “el fin de la historia”, aduciendo la
instauración -supuestamente- definitiva de la supremacía total de EEUU y de sus aliados menores.
Mirado desde un enfoque histórico, hubo varios hechos que condujeron a la implosión de la URSS y
la consecuente supremacía geopolítica absoluta que se los hechos le sirvieron en bandeja a EEUU. El
nombramiento de un Papa visceralmente anticomunista, como fue el polaco Karol Wojtyla – Juan Pablo II,
sucedido luego de la poco explicable súbita muerte de su predecesor Juan Pablo I –de un perfil mucho más
moderado-; la descomposición del comunismo en Polonia, proceso en el cual tuvo incidencia el sindicalista
Lech Walesa y también la influencia del catolicismo, alentado por el accionar del nuevo Papa; otros signos de
descomposición del férreo sistema comunista en Europa Oriental; los cambios de gobierno en varios países
de África, con la caída de regímenes comunistas o filo comunistas; los profundos cambios en China, a partir
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Carlos Andrés Ortiz
DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

de la muerte de Mao y la expulsión del poder de su círculo de allegados, apegados al dogmatismo marxista,
que fueron reemplazados por dirigentes que provocaron profundos cambios económicos y el alejamiento
claro de posturas afines al Politburó Soviético comunista de la URSS; y entre otros hechos más, el gran
desencadenante que fue la caída del muro de Berlín, en un hecho de profundas connotaciones geopolíticas
que marcaron el retroceso ya imparable del Poder Militar Soviético y la disolución fáctica del Pacto de
Varsovia; a todo lo cual siguió poco después la implosión y caos subsiguiente en la ex URSS.
En ese contexto, EEUU emergía como el único y absoluto gran poder planetario, y el neoliberalismo
fogoneado por los mismos centros del poder plutocrático y del mega poder político y militar, fue impuesto
con carácter obligatorio, como el “único pensamiento política y económicamente correcto”, expulsando por
la fuerza de los hechos a toda idea contraria.
Los basamentos académicos resultaron ser la Escuela Económica Austriaca –de corte ultra
conservador y fuertemente contrario a todo tipo de accionar estatal-, y la doctrina derivada o asociada, que
resultó ser el Monetarismo, de la Escuela de Chicago. Alineados totalmente con esos pensamientos y
acciones, los entes supranacionales financieros, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional,
aplicaron medidas fuertemente coercitivas a escala planetaria, para barrer todo conato de oposición e
imponer a rajatabla los planteos dictados por el neoliberalismo, aplicado en su versión más brutalmente
desalmada.
Los componentes principales de las “recetas” impuestas por el establishment neoliberal planetario,
son los siguientes: desguace de los Estados, pretextando ineficiencia y mejores usos de los recursos; políticas
privatísticas a ultranza, amparadas por la muletilla de la supuesta “eficiencia privada” y la también
supuestamente insalvable “ineficiencia del Estado”; destrucción de los sistema de seguridad social, sea
desfinanciándolos, sea volviéndolos inviables de hecho, o por transferirlos a entes privados que lo volvieron
un negocio lucrativo para pocos en perjuicio de las grandes mayorías indefensas de la población;
privatizaciones de los sistemas de salud y de educación, bajo pretextos de economías presupuestarias,
supuestas mejores asignaciones de recursos por parte de los “privados” (que lo aplican como simple negocio,
no como elemental actividad de alto contenido social), y por lógica acceso imposible por parte de grandes
sectores de la población, a sistemas de calidad en lo educativo y lo sanitario; “libre mercado” con
consecuencias de regresión económica, ante la absoluta desprotección tecnológica e industrial, con cierres
de fábricas, despidos masivos, balanza comercial crónicamente negativa y en deterioro agravado;
empobrecimientos masivos de las poblaciones, llegando a niveles desesperantes, provocando olas de
suicidios, éxodos de población de los sectores rurales apiñándose marginalmente en las grandes ciudades, y
causando emigraciones masivas; desocupación a escalas catastróficas, y sin visos de ninguna solución dentro
de los perniciosos esquemas impuestos; presiones a pensamientos opositores, y sobre todo imposición del
silenciamiento total, excluyéndolos de los medios de comunicación, de las cátedras, y restando trascendencia
a todo accionar intelectual no alineado con el “pensamiento políticamente correcto”; con el machacar
constante de los medios de comunicación masivos, para imponer y reafirmar la vigencia excluyente del
“pensamiento único”; imposición de gobiernos “cleptocráticos” farandulescos con componentes pseudos
populistas, como alternativas más “viables”, más ”potables” ante la prefabricada opinión pública mundial, y
pseudos democráticas, ante los inevitables desgastes de las brutales tiranías cívico-militares que los
precedieron y que hicieron previamente los “trabajos sucios” que incluyeron imponer con la fuerza de las
bayonetas los brutales planes de ajustes que caracterizan a toda accionar neoliberal; ventas a precios viles de
los patrimonios estatales, sobre todo los de alto valor estratégico, reconvertidos en simples mercancías, con
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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

lo cual consumaron enormes negociados muy perjudiciales para los intereses de los Estados afectados, y a la
vez dejaron inermes a dichos Estados, evitando a futuro todo plan coherente de desarrollo y de intento de
rehacer la dignidad nacional.
En Argentina y en otros países, el tema se completó al ser tomadas por asalto –académicamente
hablando-, la enorme mayoría de las Facultades de Ciencias Económicas, abroquelándose en las cátedras
estratégicas, docentes identificados con el “pensamiento único”, o en su defecto acomodaticios que se
avinieron a las pautas sutil pero brutalmente obligatorias, de no decir nada “inconveniente” en contra de lo
“económicamente correcto”, o sea neoliberal; y en diferentes formas se persiguió y/o excluyó a quienes no
se quisieron amoldar a esas imposiciones. Adicionalmente se suprimieron materias con contenidos
“inconvenientes” por hacer pensar a los alumnos, como las cátedras de Economía Argentina y otras similares,
o en su defecto se las vació de contenido. Curiosamente –o no tanto si se analizan los antecedentes
históricos- así como los docentes adherentes al Pensamiento Nacional (en la definición jauretcheana) fueron
perseguidos y hostigados, los marxistas y similares fueron tolerados…pues de última el marxismo reivindica
al liberalismo dieciochesco, base histórica sobre la que se asienta el neoliberalismo.
Todo parecía estar bajo el control de los poderes globalizantes a escala planetaria…pero el devenir de
los hechos siempre suele deparar sorpresas e imprevistos.
Surgirían las nuevas potencias, en calidad de Emergentes, en particular los BRIC, y otros. Y se
desmadrarían las cuentas de las potencias del G 7, así como sus mercados internos serían afectados por el
descontrol neoliberal, que a su vez posibilitó gigantescos negocios financieros que terminaron minando la
viabilidad económica y afectando seriamente los tejidos sociales de esas grandes potencias económicas. Ya al
fin del siglo XX, el mundo estaría marchando hacia una nueva realidad, mutando del mundo unipolar –de
efímera vida-, a un cambiante mundo multipolar, con resultado abierto pero relativamente previsible en
varios aspectos, al momento de escribirse este ensayo (comienzos de 2014).

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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

CAPÍTULO 14

La Agresión de la entente Británica - OTAN en el Atlántico Sur

En 1982 se pudieron constatar una sumatoria de obviedades, que solo la profunda colonización
mental impuesta a estamentos civiles y cúpulas militares en Argentina, pudo negar, hasta que los hechos la
demostraron, con su cruda brutalidad. El TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) no fue más
que otro instrumento de subordinación de Íbero América y El Caribe, a los designios imperiales de EEUU, que
transgrediendo su letra y espíritu teórico no se aplicó cuando la potencia agresora extra continental fue el
principal aliado/subordinado de EEUU, que es Gran Bretaña.
A la vez, en la Guerra del Atlántico Sur –de agresión británica a Argentina-, se pudo constatar que la
OTAN se proyecta agresivamente a escala planetaria, con una “naturalidad” pasmosa que es una clara
reedición, en versión renovada que bien puede considerarse la expresión más cabal del neocolonialismo; rol
que claramente se acentuó al desaparecer su enemigo y motivo de creación, que era el poder soviético y el
consecuente Pacto de Varsovia.
En esa encrucijada histórica, la España “comunitaria” prefirió olvidar los fuertes lazos con Íbero
América en general, y con Argentina en particular, e incluso dejar de lado el enojoso incordio geopolítico de
Gibraltar, para sumarse a las acciones diplomáticas agresivas de la UE en contra de Argentina. ¡Hasta olvidó
la mano enorme que Argentina le dio, cuando los vencedores de la Segunda Guerra pusieron a España en
cuarentena, provocando una hambruna mayúscula que solucionó la masiva donación de alimentos de
nuestro país!
Pero no solo eso, esta nueva España “comunitaria”, que claramente relegó los valores de la
hispanidad, para sumarse aún en el rol de furgón de cola, al agresivo expansionismo de la OTAN, se
incorporó con notable enjundia (que más bien parece la sobreactuación de los que saben que no son porque
no pueden, pero quieren parecer), a operativos de agresiones militares e invasiones lisas y llanas, que
sucesivamente esa organización militar supranacional emprendió, operando en forma muy clara como una
extensión del poder militar de EEUU, organización en la cual la UE tiene el rol de aliado menor pero
confiable, en las aventuras militares que el poder neocolonialista anglosajón realiza casi a discreción, cuando
meras “sospechas” –así sean prefabricadas- lo hagan considerar “necesario”. Es la nueva doctrina de defensa
(en rigor de ataques), de las potencias neocolonialistas, que las autofaculta (¿¡!?) a atacar en cualquier lugar
del mundo donde puedan existir supuestas o prefabricadas sospechas de “amenazas terroristas a la paz
mundial”, o alternativamente otras excusas a la carta (derechos humanos, la libertad, etc.).
De esa aplicación sin ningún poder equivalente que pudiera funcionar como el contrapeso necesario
para impedir concretar agresiones sin límites ni frenos de ninguna especie, tal como sucedió desde 1990 (al
disolverse la URSS), y hasta prácticamente el fin de la primera década del siglo XXI o poco antes; hoy
parecería ir modificándose el tablero geopolítico mundial, que ahora parece estar conformándose en una
especie de reedición de la guerra fría, sin los componentes ideológicos de aquella, en lo que al comunismo se
refiere, y además con el creciente marco de la multipolaridad.
Pero la frase precedente ya incursiona en uno de los ítems siguientes de este libro. En lo concreto de
la guerra librada en 1982, posiblemente aún no salieron a la luz todas las connotaciones de la misma. Por una
parte, mostró en forma descarnada que la vieja potencia colonial sigue con ambiciones imperiales, ahora

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Carlos Andrés Ortiz
DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

puesta bajo la tutela mayor de su ex colonia, transformada en socio principal bajo cuyo amparo operó en
esta guerra, y a cuyas órdenes prestó tropas en otras operaciones neocolonialistas, que fueron desgajándose
sucesivamente, después de la guerra que afectó a nuestro país.
Uno de los poderosos efectos de esa guerra, fue aglutinar a los Íbero Americanos, que entendimos
que esa agresión no fue hecha solo contra Argentina, sino contra el conjunto de nuestros países.
Claro está que los poderosos instrumentos de colonización cultural, entre ellos el corrosivo accionar
permanente de la “prensa libre”, en rigor la prensa mega corporativa anclada en el liberalismo más
reaccionario y antinacional, junto con otros factores de disolución del Pensamiento Nacional, día a día
operan para socavar esa solidaridad y trabajosamente conseguida unidad de nuestros países, sobre todo los
de Sudamérica.
Un gran intelectual y notable patriota, como el Dr. Julio Carlos González, en una larga entrevista
personal, con notable lucidez que supera las limitaciones físicas que le ocasionó el largo período en prisión
con el que fue brutalmente castigado en el infame “proceso”, me describió en forma sintética las múltiples
fundamentaciones expuestas mucho más en detalle en su libro “Los Tratados de Paz por la Guerra de las
Malvinas – desocupación y Hambre para los Argentinos”, cuyo extenso y claro título evidencia el tenor de su
contenido.
Más allá de las precisiones que detalla en su libro el Dr. González, un análisis del accionar de las
sucesivas presidencias posteriores al muy nefasto “proceso”, muestran una serie de actos de muy dudosa
efectividad positiva, que no pueden obedecer a simples casualidades, sino más bien a estudiadas
causalidades originadas en una rendición total que fue rubricada por el canciller Guido Di Tella, en el muy
negativo período presidencial del menemato, período que configuró un vergonzoso hito de corruptela, de
degradación, y de destrucción de La Nación Argentina, superando incluso en grado de negatividad a la
llamada década infame (1930-43), la cual estuvo signada por vergonzosos actos de sumisión a los dictados
británicos, y de una desenfrenada corruptela, en el marco de manejo omnímodo por parte de representantes
de la más retrógrada oligarquía terrateniente y sus ramificaciones. Cabe recordar que el entonces
vicepresidente argentino, Julio A. Roca (h), se declaró públicamente súbdito de Gran Bretaña. ¡Descarada
declaratoria pública de asumida traición a la patria!
En el alfonsinato, un hecho que para el común de la gente pasó desapercibido, pero cargado de una
muy fuerte connotación estratégica negativa, fue la repentina e injustificada decisión de congelar
totalmente el Plan Nuclear Nacional; negativa decisión que justamente fue tomada a escasos días de ser
puesto en conocimiento presidencial el transcendente hecho que Argentina había completado las
investigaciones, dominando el ciclo completo de elaboración de combustibles nucleares, relevante hito
tecnológico que fue formalmente comunicado a la Presidencia de la Nación por el entonces Presidente de la
Comisión Nacional de Energía Atómica, Contraalmirante e Ingeniero Nuclear Carlos Castro Madero.
Si bien resulta muy difícil de probar, los hechos permiten deducir que las presiones de las grandes
potencias “occidentales” (del área liderada por EEUU) influyeron fuertemente para impedir que continuara el
por entonces acelerado proceso de avances tecnológicos argentinos en el muy estratégico Sector Nuclear.
Los tecnócratas del alfonsinato actuaron rápida y “eficazmente” (entre ellos estaban varios de los hoy
autodenominados “ocho ex secretarios de energía de la democracia” –autodefinición extremadamente
pomposa si las hay, que olvida el entorno de cleptocracia y continuación del corrosivo neoliberalismo de esos
años-). Tan “eficaces” fueron los tecnócratas energéticos neoliberales, que lograron congelar todo el por
entonces ambicioso y avanzado Plan Nuclear, llegando incluso a congelar las vacantes que iban
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Carlos Andrés Ortiz
DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

produciéndose, con lo que produjeron un vacío de muy perniciosas consecuencias, al impedir que los
preciados saberes de los científicos, fueran trasladados a nuevas camadas de científicos que no se
incorporaron a los planteles de Sector Nuclear. Se suspendió la construcción de la Central Nuclear Atucha II,
produciendo un enorme lucro cesante, al privar a nuestro país de la económica y eficiente generación de esa
central por dos décadas. Se congeló el muy avanzado Proyecto CAREM, de un reactor modular de diseño
totalmente argentino. Y se paralizaron todos los proyectos de investigación en curso de desarrollo. Todo ello
muy funcional a los designios británicos y de todo el G 7, de hacer involucionar a Argentina al paupérrimo rol
de simple productor de materias primas, inerte, pobre y desarmado, de forma tal de no representar ninguna
amenaza ni capacidad de defensa, ante las agresivas políticas colonialistas desarrolladas por Gran Bretaña y
la OTAN en el Atlántico Sur y sus proyecciones al territorio antártico, e incluso amenazando claramente
nuestra Patagonia.
Por otra parte se dilató y en los hechos se postergó indefinidamente el necesario reequipamiento de
las Fuerzas Armadas, cuyas capacidades operativas quedaron muy menguadas a consecuencia de las
pérdidas de materiales sufridas en la Guerra del Atlántico Sur. Esa falta de una adecuada Política de Defensa
no solo no se corregiría, sino que se acentuaría con el devenir de los siguientes períodos de gobierno. Claro
está que ese tema en cuestión tiene muchas aristas a ser tratadas para una correcta evaluación, pues incluso
muchas de las carencias son consecuencias de la inaudita dependencia de repuestos de las potencias de la
OTAN, siendo conocido que muchos de los altos mandos de las FFAA han sido férreamente proclives a
mantener insólitas “alianzas” precisamente con las potencias que no solo tienen intereses opuestos a los
nuestros, sino que han tenido constantes posturas francamente agresivas con nuestro país. Por caso
determinadas loas que algunos altos mandos de la Armada, mantuvieron (¿y mantienen?) a “consolidar”
alianzas (¡¿?!) con Gran Bretaña, por caso las muy desafortunadas expresiones (es lo mínimo que puede
decirse) de Fernando A. Milia, quien contradijo el título de su libro “El Colonialismo Intelectual”,
demostrando precisamente una actitud de sumisión intelectual ante el agresivo imperio.
La cantidad de desaciertos groseros, cuando no hechos directamente contrarios a los Intereses
Nacionales, cometidos durante el decenio del menemato, para una correcta y pormenorizada descripción,
requeriría un extenso libro, o directamente una voluminosa enciclopedia, y esa extensión no es el objetivo de
este breve ensayo. En lo que hace al tema de la Defensa Nacional y su desarticulación prácticamente total,
consumada durante el menemato, cabe citar algunos hechos puntuales que describen el contexto general.
Durante el menemato, el canciller Di Tella (que vivió un largo autoexilio en Gran Bretaña, luego de
fundir con su hermano la enorme empresa industrial que había fundado su padre), fue el gestor de la
rendición incondicional, con la cual se reanudaron las relaciones diplomáticas. Como “prendas de paz”
adicionales, se cerraron todas la fábricas del complejo tecnológico de Fabricaciones Militares, dejando más
indefenso aún a nuestro país, se canceló el proyecto del misil Cóndor, no se renovaron más que en mínimas
partes, los materiales de defensa perdidos en la guerra, y se finalizó el servicio militar obligatorio, del cual
cabe decir que los excesos y corruptelas eran frecuentes, pero lo lógico hubiese sido corregirlos
drásticamente, y no dejar al país sin la necesaria capacidad de reservistas mínimamente capacitados, además
de la función social y sanitaria que cumplía el servicio militar obligatorio, instituido por Riccheri.
El breve interregno del delarruato, solo caracterizado por la inacción total, mantuvo el cuadro de
indefensión total preconcebido por sus predecesores.
Luego del caos mayúsculo de 2001/2002, que por muy poco casi nos costó la unidad territorial y
política argentina, sin duda las urgencias eran múltiples, y el tema de La Defensa Nacional quedó postergado.
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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

Algún reequipamiento posterior, la renacionalización de la ex Fábrica Militar de Aviones, el fuerte


impulso a la industria naval, y los notables apoyos a la industria y la tecnología aeroespacial y satelital,
constituyen puntos importantes, pero insuficientes, ante la magnitud de las necesidades de la Defensa
Nacional, en el contexto de serias amenazas que subsisten y se agravan.
Sin duda el accionar diplomático constante de los últimos años, con los apoyos claros recibidos en los
ámbitos del MERCOSUR, de la UNASUR y de la CELAC, son muy importantes, al punto tal que es evidente que
el agresivo viejo imperio en decadencia, está claramente molesto, lo que se evidencia por múltiples hechos,
uno de los cuales es la multiplicidad de respuestas mediáticas y en los foros diplomáticos, siendo que antes ni
se dignaba a contestar.
Queda un largo y difícil camino a recorrer, sin duda, pero están en juego la propia supervivencia del
Estado Argentino, y de la Patria Grande de Sudamérica.

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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

CAPÍTULO 15

Del Mundo Unipolar a los Emergentes y los Nuevos Bloques de Poder

Desde fines de la Segunda Guerra Mundial, el mundo estuvo regido por un férreo esquema de poder
definido como el Mundo Bipolar, con EEUU y la URSS como las dos megas potencias planetarias, enfrentadas
en una constante puja por el dominio geopolítico planetario. Si bien el inicio concreto de ese período puede
ser ubicado en 1945, con la rendición de las Potencias del Eje, posiblemente el inicio de los enfrentamientos
estratégicos puede ubicarse entre 1948 y 1949, cuando la URSS pasó a disponer de armamento nuclear, y
cuando se realizó el bloqueo terrestre de Berlín Occidental. Al implosionar la URSS en 1991, terminó de
hecho la Era Bipolar. Ese período fue más conocido como La Guerra Fría.
Al estallido de la URSS y su innegable pérdida de poder como referente mundial del bipolarismo, le
sucedió el Mundo Unipolar, en el cual EEUU tenía el monopolio absoluto del poder militar, e inicialmente
igual era el panorama en lo político y lo económico. Tan concentrado estaba el Poder Mundial, que un
pensador del establishment, el nipo-norteamericano Francis Fukuyama (estadounidense de origen japonés),
explayó su teoría macro política según la cual habíamos arribado al “fin de la historia”, concepto que
sintetizaba el supuesto cuadro perenne de supremacía planetaria de EEUU, y con él –implícitamente- el del
establishment ultra globalizador integrado con o mimetizado con el poderío estadounidense, y con sus
principal aliados/socios/subordinados que son la Unión Europea y Japón.
Pese a esas contundentes afirmaciones del establishment ultra globalizador, los cambios en el
tablero geopolítico mundial no solo se siguieron dando –tal como es una constante en la historia-, sino que
incluso se aceleraron a un ritmo impensado, produciéndose profundas transformaciones en lapsos históricos
brevísimos, que muy contados analistas alcanzaron a vislumbrar en sus comienzos.
Tal como se expresó, así como los ’70 marcaron la expansión planetaria del modelo político-
económico neoliberal (que como ominosa mancha de oscuro aceite se extendió por todo el mundo, incluso
presentado como “el único pensamiento político-económico posible”, contando para ello con las presiones
de la Banca privada y estatal transnacional y de los Entes Financieros Transnacionales –Banco Mundial, FMI y
similares-); los años ’80 vieron entronizarse la Involución Ultraconservadora Anglosajona, contando para ello
como mascarones de proa a la dupla Reagan – Tatcher; y los años ’90 significaron el abrupto cambio al
Mundo Unipolar Estadounidense.
Pero así como esas tres últimas décadas vigesimónicas marcaron la rápida transformación
conducente al Pensamiento Único y el Mundo Unipolar, las causas de su rápido debilitamiento ya estaban
germinando desde dentro y desde fuera de esos núcleos del Poder Mundial Hegemónico, minando
seriamente el “sueño ‘americano’ – corporativo” que dio indicios culturales y fácticos de emplazarse como la
reedición modernizada e investida de perdurabilidad del viejo Imperio Romano. Pese a contar con un poder
tecnológico, militar, comunicacional, económico y político descomunalmente concentrado y
excluyentemente contundente como nunca antes en toda la dilatada historia de la humanidad,
evidentemente no pudo revertir los crecientes factores de corrosión interna del poder, ni el surgimiento de
otros Poderes Regionales con capacidades potenciales y vocaciones sólidas de disputarle importantes cuotas
sino el mismo núcleo duro del Poder Mundial.

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Carlos Andrés Ortiz
DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

Tal como ocurrió con otros imperios a lo largo de la historia de la humanidad, la propia corrupción
interna suele ser el más pernicioso de los factores de debilitamiento. La brutal connotación del término
“corrupción”, puede abarcar diversas facetas internas, cuyo análisis pormenorizado no es el objeto de este
breve análisis, y que para una medianamente abarcativa y bien fundamentada evaluación requeriría una
obra de generosas dimensiones. Pero se citan brevemente algunos de esos factores de debilitamiento
interno.
Factores sociales de profunda raigambre, varios de ellos agravados en forma acentuada a
consecuencia de las políticas desarrolladas por los sectores neoconservadores (los Neocons), sin duda
influyen en el debilitamiento interno de EEUU, provocando y/o agravando el ya muy acentuado cuadro de
inequidades sociales y de injusticias profundas, derivadas de la muy desigual y crecientemente concentrada
distribución de la riqueza. La nefasta influencia de las drogas, minando a crecientes sectores de la sociedad,
con EEUU como primer consumidor global; la acentuada concentración de la riqueza y el paralelo
empobrecimiento de crecientes sectores de la población, incluso acentuando la marginalidad crónica y
haciendo imposible e impensable la movilidad social (que era uno de los supuestos así sean teóricos del
“sueño {norte}americano”), vinculado a lo precedente las exclusiones fácticas de los sistemas educativos y de
sanidad, de crecientes sectores de la población; el solapado pero muy vigente racismo, ahora volcado
principalmente hacia los crecientes sectores de población “latina” (léase latinoamericana, segregando a
pobladores mestizos o de orígenes indígenas de Íbero América); la cultura del hiperconsumismo, y
posiblemente en paralelo un creciente materialismo hueco y carente de valores superiores; son algunos de
los factores que por su importancia y profundidad, ameritarían todo un estudio sociológico de gran
magnitud.
La acentuada concentración de la riqueza, promovida activamente por los sectores “neocons”,
representados sobre todo por el partido republicano, con su ala dura como mascarón de proa, con amplio
despliegue mediático, mostrando sus fuertes influencias y manejos en los grandes medios masivos de
comunicación, con expresiones supuestamente renovadas de viejas ideas ultraliberales de tipo dieciochesco
rebobinadas como pretendidas “nuevas doctrinas” político económicas, fueron los claros reflejos de la
asunción del poder real prácticamente total, por parte de la “revolución neoconservadora”, impuesta con
mano de hierro, y sin los eufemismos o métodos disimulados de años precedentes.
El grupo político más visible es el autodenominado Tea Party (Partido del Té), nombre que hace clara
alusión al movimiento independentista de EEUU, cuya eclosión fue el acto de rebeldía inicial, arrojando por la
borda un cargamento de té, que naves británicas iban a desembarcar en EEUU. Es la materialización del ultra
conservadurismo, en sus expresiones claras, elocuentes y sin medias tintas, que incluyen el uso directo de la
fuerza, discrecionalmente según las supuestas “amenazas” que a criterio de esas élites político – económicas
(con vinculaciones directas con el aparato militar – industrial), pudieran existir.
Bajo esa concepción neo imperial, la gran potencia se arroga la facultad y el derecho de intervenir en
cualquier lugar del mundo, y las materias primas que existen, o cualquier producción de interés de USA, son
consideradas sin restricciones a disposición plena y excluyente de la mega potencia. Gráficamente, es como
decir: “vengo a llevar ‘mi’ petróleo que está en ‘tu’ subsuelo”, y por supuesto no atañe solo a los
hidrocarburos…
Si el análisis de la declinación de EEUU de su reciente (y aparentemente hoy tan lejana) posición de
liderazgo excluyente, se centra en lo económico, pueden citarse varias causalidades estructurales, que a
pesar de la evidente capacidad para afrontar dificultades extremas, del pueblo norteamericano –varias veces
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Carlos Andrés Ortiz
DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

demostrada en la historia-, parecerían de muy difícil solución, o al menos de conseguir una marcada
atenuación.
Los profundos déficits gemelos (del comercio exterior y fiscal), no muestran señales de atenuación, y
menos de solución, configurando dos gigantescas bolas de nieve que crecen acelerada e
ininterrumpidamente, presagiando un gigantesco cataclismo socio económico cuyas repercusiones
previsiblemente afectarán a todo el globo, tanto por la enorme importancia general que mantiene la
economía norteamericana como por las profundas imbricaciones de la gigantesca economía norteamericana
con toda la estructura económica mundial. Incluso el agresivo militarismo a ultranza, que es la característica
de los “halcones” –dirigentes muy proclives a las “soluciones” bélicas-,que desde hace muchas décadas
tienen preponderancia en las estructuras del poder interno de EEUU, tiende a agravar fuertemente los
desequilibrios estructurales de la economía de la superpotencia en declive.
Los escandalosos niveles de especulaciones desenfrenadas, que fueron consecuencia de las
implementaciones de medidas de gobierno alineadas con el ideario de los sectores ultra conservadores en lo
político, y ultra ortodoxos en lo económico, provocaron la descomunal crisis financiera – económica de 2008,
de la cual EEUU muestra actualmente (2013) señales de recuperación; pero las consecuencias de las quiebras
de entidades financieras supuestamente sólidas o de otras con fuertes implicancias sociales (como las
prestadoras de servicios hipotecarios), y los desmantelamientos industriales ocasionados por los
reasentamientos de esas empresas en otros países con menores costos de mano de obra y con mayores
laxitudes impositivas y de contralores ambientales y otros; todo eso dejó profundas huellas en las estructuras
socio económicas del coloso de Norte América.
Respecto a la declinación económica y la formación de perniciosas burbujas especulativas,
pergeñadas por el mega sistema bancario estadounidense, eso fue consecuencia de un profundo cambio de
paradigmas económicos, al entronizarse como verdades excluyentes los principios ultra privatistas
predicados por la Escuela Austriaca de la Economía, con von Hayek y von Mises como referentes principales
de esas “nuevas” ideas difundidas en los años ’50 vigesimónicos como respuestas al Estado del Bienestar del
keynesianismo vigente desde fines de la Segunda Guerra Mundial hasta la crisis económica mundial de
comienzos de los ’70.
Además de los factores que corroyeron desde adentro a la potencia hegemónica, profundizando su
preanunciada y ocultada decadencia, el mundo tuvo otros cambios significativos, que en los tempranos años
’90 muy pocos analistas internacionales vislumbraron.
Algunos países, dotados de dirigencias con criterios de grandeza y visiones de estadistas, hicieron
caso omiso a las presiones para aceptar las imposiciones del establishment ultra globalizador, dentro de las
cuales las “recetas” neoliberales eran el nodo principal con cuya implementación se condicionaron todas las
acciones y de hecho se subordinaron gobiernos, pueblos y naciones enteras, a los dictados de los poderes
corporativos de la mega Banca transnacional, con sedes formales en las potencias del G 7.
Esas imposiciones se resumieron en el llamado Consenso de Washington, el cual con puño de hierro
y guantes de terciopelo, obligó a quienes se subordinaron, a realizar un conjunto de acciones perversamente
destructivas para los respectivos Estados Nacionales, sus propios pueblos, e incluso atentatorias contra la
propia dignidad de los afectados.
Medidas socio económicas como los brutales achicamientos de las estructuras estatales (jibarización
de los aparatos gubernativos, atacando la propia gobernabilidad); la venta apresurada y al como sea de las
Empresas del Estado y cuanto Ente Estatal existía, configurando un brutal proceso de extranjerización
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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

disfrazado de “privatización para la eficiencia”; la apertura irrestricta de la economía, lo cual llevó a una
acelerada destrucción de los sectores industriales y la primarización de la economía, además de crecientes
déficits de las Balanzas Comerciales y de Pagos, esta última enjugada con sucesivos endeudamientos que
escondieron imposiciones de más medidas socio económicas perversamente negativas, impuestas como
“únicas soluciones” por el FMI y el BM; congelamientos de salarios, lo cual en marcos inflacionarios
acentuados por el conjunto de las medidas impuestas, llevó a acentuados deterioros de los salarios reales;
todo eso condujo a achicamientos de los respectivos mercados internos de las naciones subordinadas a las
“recetas” neoliberales, a la desocupación crónica y creciente, a niveles de pobreza pavorosamente elevados,
éxodos de poblaciones con mayores incidencias entre los jóvenes mejor calificados que no conseguían
trabajos dignos o peor aún ningún trabajo; desarticulaciones de los respetivos territorios nacionales; frenos
totales a las obras públicas; privatizaciones de los sistemas de salud, de educación pública, de servicios
públicos esenciales (agua, cloacas, energía eléctrica, gas, teléfonos); extranjerización y concentración de la
Banca; y otras similares consecuencias muy negativas, todo ello tendiente a la disolución de los respectivos
Estados Nacionales.
Es sumamente interesante analizar, así sea someramente, los efectos de las aplicaciones en EEUU y
la UE, de medidas de gobierno alineadas con los preceptos “cuasi religiosos” de la doctrina neoliberal. Esa
doctrina propugna la reducción a su mínima expresión, a las actividades del Estado, incluyendo las de
contralor de actividades de alta significación y de elevado valor estratégico, presuponiendo que “el mercado
se encarga de su propia autorregulación”, y que “con la mano invisible de la economía se asignarán recursos
y acciones para prever soluciones” (esto último es una suerte de compendio propio –de quien suscribe esta
obra- de diversas osadas afirmaciones de voceros varios del pensamiento neoliberal).
Si bien en algunas áreas, como la energética, en EEUU el Estado sigue teniendo fuerte influencia, y
evita las intromisiones de potencias que pueden resultar “conflictivas” por provenir de potencias hostiles o
no sumisas ante el poder radicado en EEUU (como pasó al impedir que una empresa petrolera estatal china
tome el poder de una petrolera norteamericana, de dimensiones más bien modestas); en cambio en el
Sector Financiero los controles del Estado se volvieron muy laxos, y pese a que no se trató de compras de
paquetes accionarios por parte de potencias “hostiles”, la laxitud de los controles y la desactivación de
estructuras rectoras de las finanzas, permitió que se cometan diversas maniobras especulativas, muchas ya
más allá de los límites no solo de la ética, sino de normas legales que deberían impedir acciones de estafas a
la fe pública, lo cual ocurre cuando se oculta información y se engaña a ahorristas y pequeños inversores.
Esa laxitud de controles, basada en la supuesta capacidad de autorregulación de los operadores
financieros privados, facilitó las condiciones para la formación de la burbuja especulativa inmobiliaria, la cual
se originó en la insaciable ambición de obtener ganancias desmesuradas, por parte de los grandes grupos
corporativos del Sector Financiero.
El mecanismo relativamente complejo, se sintetiza en pocos pasos. Los Bancos y otras entidades
financieras, disminuyeron los requisitos para los otorgamientos de créditos inmobiliarios. Con ello, muchas
personas de muy limitadas capacidades de pagos, accedieron a créditos, adquiriendo viviendas propias,
básicamente. El súbito aumento de la demanda de inmuebles, provocó una suba fuerte y constante de los
precios de las propiedades inmuebles. Mucha gente dejó de pagar (pues contrajo deudas impagables por sus
bajos ingresos). En EEUU la deuda se cancela, simplemente con devolver el inmueble (lo cual es muy
diferente al caso argentino y al español, donde las deudas son independientes y la propiedad es solo
garantía, y la mera devolución no cancela la deuda, lo cual solo ocurre si la venta del inmueble cubre el
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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

préstamo con todos los intereses y costas adicionales). En EEUU, mientras los precios siguieron subiendo, y la
demanda de inmuebles siguió firme, la estructura financiera continuó funcionando. Como los grandes Bancos
conocían la fragilidad de muchas hipotecas (que en la jerga eran considerados “préstamos basuras”, sus
respectivas “ingenierías financieras” (eufemismo para llamar a las operaciones especulativas con las cuales
enmascararon operaciones de ventas de activos financieros dudosos) se ocuparon de crear los mercados de
derivados. Esos “derivados” eran en realidad operaciones de reventa de los créditos basuras, armándose
paquetes de ventas en los que podían mezclarse créditos de diversas calificaciones, lo cual no era explicado a
los desinformados compradores potenciales. Las ventas de paquetes de “derivados” hicieron diluir los
riesgos directos asumidos por grandes corporaciones financieras, trasladando esos riesgos de dudosas
cobrabilidades, a multitudes variopintas de compradores, por lo general pequeños inversores de buena fe,
atraídos por rendimientos esperables supuestamente muy buenos. Esos paquetes de “derivados” fueron
ampliamente comercializados en el mercado financiero de EEUU, siendo comprados entre otros por
entidades previsionales (fondos jubilatorios), por pequeños ahorristas, jubilados y otros similares. Pero
también parte de los mismos fueron vendidos en el exterior, sobre todo en mercados financieros de Europa.
Tal como sucedió en otras oportunidades anteriores, en algún momento la burbuja financiera – especulativa,
perdió su impulso, para dar paso a la desconfianza creciente, y con ello los precios artificialmente inflados, se
desplomaron. Eso pasó en el caso de la burbuja hipotecaria de EEUU, y fue el detonante de la profunda crisis
económica que comenzando en 2008, se prolongó varios años, y que según como se la analice, aún sigue
frenando a la enorme pero enferma economía de la primera potencia mundial.
En España sucedió una crisis de muy parecidas características, pero la descomunal crisis que también
atacó a la Unión Europea desde 2008, tiene otros componentes.
Respecto a EEUU, cabe decir que los problemas económicos son de larga data, y sus componentes
son múltiples y muy complejos. El consumismo exacerbado, que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial
caracteriza a la sociedad norteamericana, al provocar cuantiosos derroches, influye no solo en la mala
asignación de recursos internos, sino que fomenta el crecimiento exponencial de las importaciones,
contribuyendo a aumentar considerablemente los crónicos déficits de la balanza comercial.
Por otra parte, el déficit fiscal es simplemente descomunal, y no parece ser factible de reducirlo,
dentro de los esquemas de funcionamiento que se han hecho estructurales en la mega potencia. Ese déficit
se enjuga con constantes y crecientes préstamos, en su inmensa mayoría compras de títulos de la deuda
pública, adquiridos por potencias del exterior. Hace pocos años, los principales adquirentes eran algunas
economías excedentarias de la OPEP, y las principales potencias de la UE, sobre todo Alemania. Pero
posteriormente, China pasó a ser el gran comprador de títulos del Tesoro de EEUU, lo cual puede hacer
fácilmente usando partes relativamente pequeñas de sus cuantiosas reservas en dólares, las cuales acumuló
en largos años de saldos comerciales fuertemente favorables, en particular en su comercio bilateral con
EEUU.
Otro factor que debilitó a la economía norteamericana, fue la política de deslocalizaciones
industriales. Grandes complejos fabriles, muchos de industrias pesadas, otros de diferentes ramas
industriales, optaron por relocalizarse en diversos países donde los costos son menores, tanto en el rubro de
mano de obra, como en otros factores de costos, incluyendo las cargas impositivas, y las presiones
ambientales.
Los enormes gastos de “defensa” (en rigor de agresiones) que ocasiona al erario norteamericano,
mantener el enorme complejo bélico industrial, más sus cuantiosas tropas y enorme cantidad de
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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

equipamiento y logística, diseminada por todo el mundo, son un factor de primer orden para entender el
déficit fiscal crónico de EEUU.
Claro está que no puede olvidarse que aún hoy EEUU sigue emitiendo, sin respaldo alguno, la
moneda que es la principal base de las transacciones en todo el mundo, y en algunos países sigue siendo el
factor referencial de atesoramiento.
Es decir que EEUU tiene la ventaja única en el mundo –por ahora- de emitir sin respaldo y con ello
enjugar sus déficits, por más cuantiosos que sean. Pero todo tiene un límite, y hace ya algunos años más de
un analista serio –incluyendo a economistas de relieve mundial- duda de la permanencia en el tiempo, del
dólar como moneda referencial principal.
Dentro de los cambios que se fueron dando en el mundo, hace un par de décadas o poco más (entre
los años ’70 y ’80 del siglo XX), varios futurólogos y economistas, suponían que Japón superaría en breve
plazo a EEUU como primera potencia económica mundial. Pero Japón fue presionado por EEUU, siendo
obligado a revaluar su moneda, perdiendo competitividad, y cayendo en un prolongado estancamiento que
excede largamente una década. Queda muy en claro, que con su pequeño territorio y sin base de sustento
militar propia, Japón carece de envergadura para eludir las presiones del establishment norteamericano.
Por su parte, Europa fue consolidando su unidad, trabajosamente elaborada, hoy bajo la
denominación de la Unión Europea, entidad que amplió sustancialmente su cobertura geográfica,
incorporando a varios Estados –algunos minúsculos económica y geográficamente-, existiendo otros más en
lista de espera, en el variado damero que es la Europa Oriental.
Con algunas de sus mayores economías traccionando fuertemente el crecimiento en años
precedentes, la UE superó en PBI a EEUU. La poderosa y dinámica economía germana, es la que marca
rumbos económicos y financieros en la UE, y junto con las dos potencias nucleares de la región –Francia y
Gran Bretaña- forman la triada de naciones que marcan rumbos en la UE.
Adicionalmente, las decisiones básicas y estratégicas, son delineadas y definidas por La Troika, el
supra poder financiero europeo formado por la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el
Fondo Monetario Internacional (FMI). La Comisión Europea es el organismo ejecutivo, de conformación
colegiada dirigida por su respectivo presidente. El BCE es el Banco Central de la comunidad, que coexiste y
supervisa a los respectivos Bancos Centrales nacionales. El FMI, si bien es multilateral con alcance mundial,
desde su creación ha sido dirigido por economistas y financistas europeos, complementando su accionar con
el Banco Mundial, ente a su vez manejado ejecutivamente por EEUU. De La Troika dependen, así sea por
influencias, otros entes financieros, como el Club de París.
Una notable vuelta de la historia, es la ocurrida en la UE, en forma prácticamente simultánea
respecto a similar fenómeno producido en EEUU. Esa vuelta de la historia fue la aplicación indiscriminada de
las “recetas” neoliberales, en sus respectivos mercados internos. Antes, si bien predicaban “Estado ausente”
y liberalidad comercial total, eso era el discurso “hacia afuera”, pues adentro practicaban serios controles
por parte del Estado en diversas áreas económicas, y en particular en el delicado sector financiero; además
de fuertes acciones de intervención estatal, exactamente lo opuesto a lo predicado y “recetado” al Tercer
Mundo (o países excluidos del G 7). Pero a comienzos del siglo XXI la situación comenzó a cambiar,
inicialmente en forma poco perceptible para observadores lejanos geográficamente, que dependemos de
fuentes informativas que por lo general ocultan y distorsionan muchos hechos.
En la UE, al igual que en EEUU, el sector financiero alcanzó un nivel de predominio muy claro,
pasando a regir acciones por sobre el sector económico convencional. O sea lo especulativo predominando
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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

sobre lo estrictamente productivo. Los contralores se relajaron, bajo el conocido y falaz supuesto que el
mercado se autorregula eficientemente. Las operaciones financieras con dudosos respaldos ganaron terreno,
y en buena parte se repitió el esquema especulativo con operaciones inmobiliarias –particularmente en
España, con fondos fácilmente prestados por la Banca comunitaria-, y en otros hubo expansiones no
sustentadas con productividades reales, como por ejemplo en Grecia. Y las burbujas finalmente estallaron,
en buena parte influidas por el colapso de la burbuja norteamericana.
Sobrevino la recesión profunda en varios países de la UE, enfatizándose las calificaciones negativas
en los PIGS (literal y burlonamente “cerdos”) designándose con ello a Portugal, Irlanda, Grecia y España –
Spain-.
El contagio de la crisis se extendió, afectando a socios comunitarios incluso más poderosos
económicamente como Italia, y a otros menores, como varios de los pequeños Estados de recientes
incorporaciones. El estancamiento también llegó a Gran Bretaña, y el desarrollo se detuvo en Francia. Con
ello, solo Alemania parecía estar indemne y creciendo. Pero pese a su enorme potencial exportador,
Alemania depende mucho del mercado comunitario, que al estar gravemente afectado, demanda menos.
Eso significa que los problemas no le serán inmunes al gigante económico germano, ya debilitado por su
descomunal dependencia energética, acentuada a partir del abrupto freno impuesto al sector nuclear.
Curiosamente, se verificó un fenómeno de mucha significación, del cual los medios “serios” dejaron
pocas constancias y menos análisis. Se instaló una suerte de férreo colonialismo financiero intra europeo. La
Troika pasó a decidir en forma total o poco menos, en los países en crisis, que aplicaron las mismas recesivas
y perniciosas “recetas” que tanto mal nos hicieron a los íbero americanos (y a otros pueblos varios,
incluyendo en ello a la por entonces Rusia en disolución, posterior al estallido de la ex URSS).
Pero más aún, en medio de las profundas crisis de los países afectados por medidas de corte
neoliberal, y varios de ellos sin capacidad de reaccionar por no poder devaluar, y no tener economías sólidas,
diversificadas, industrializadas y potentes (como la débil economía de Grecia), se vieron obligados a aceptar
ser gobernados por banqueros, designados de hecho por La Troika, para imponer más ajustes, y para
priorizar los pagos a la Banca comunitaria, aún a costa de indecibles privaciones para los propios ciudadanos.
¡Es una curiosa forma de neocolonialismo financiero, impuesta a los “socios menores” de la UE! Y el caso
español no es muy diferente, pues el esquema bipartidario, transformado en una partidocracia subordinada
al establishment comunitario, aplicó similares “recetas”, de durísimas consecuencias y muy dudosos
resultados.
Pese a su notable fortaleza si se analiza el PBI global, y otros factores de poder, como la tecnología, la
capacidad operativa de sus FFAA, y su capacidad de influencia en diversos organismos multilaterales, existen
serias amenazas a la continuidad armónica de la UE.
La unidad europea, como concepto profundo capaz de ir limando las profundas diferencias
económicas, culturales, e incluso viejos resentimientos históricos grabados en el consciente colectivo de sus
pueblos, dista mucho de haberse logrado.
La Babel que sigue siendo el pequeño continente (o más bien el apéndice occidental del macro
continente euroasiático), no es por cierto un problema menor; y por cierto opera como una poderosa traba
que dificulta la movilidad poblacional. Existen casi tantos idiomas como naciones, siendo que es por
antonomasia el continente y el bloque regional de los países pequeños, varios de minúsculos territorios, con
solo algunos de superficies medianas –a nivel mundial-, y como contrapartida, unos cuantos de dimensiones
liliputienses, verdaderos micro Estados. Incluso los idiomas son más, si se consideran los regionales de
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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

antiguos pueblos asimilados políticamente a Estados mayores, como los vascos, catalanes, galeses,
escoceses, y otros.
La relativamente sólida unidad religiosa resultante de la amplia mayoría cristiana –en sus vertientes
católica y protestante, convivientes pacíficas entre sí y con esfuerzos de unificación en algunos casos-,
matizada con manifiesta tolerancia a otros credos, como el judaísmo, el islam y otros, puede verse
amenazada por la violencia extremista y claro separatismo cultural-religioso evidenciado por algunos grupos
de inmigrantes islámicos y sus descendientes. En algunos Estados, como en Gran Bretaña y Francia, eso
puede ser un problema mayúsculo en pocas décadas.
A la vez, las enormes diferencias en los tamaños de las economías nacionales, y de sus respectivos
desarrollos tecnológicos, representan factores de profundas fricciones, que potencialmente pueden llevar a
conflictos sociales de muy serias consecuencias, así como a enfrentamientos diplomáticos entre las naciones
–partes de la UE, que pueden hacer peligrar la trabajosamente lograda unidad de acción y de gobierno
comunitario, alcanzada a comienzos del siglo XXI.
La notable supremacía económico – financiera y la clara superioridad tecnológica que logró Alemania
–solo en parte equilibrada por los otros socios mayores Francia y Gran Bretaña, despierta resquemores
respecto a la factible unificación de hecho bajo la férrea tutela germana. Notablemente, en esas luchas de
imperios, que ha sido el siglo XX, Alemania perdió las dos horrorosas guerras mundiales, pero por tres veces,
partiendo prácticamente de cero, logró la supremacía tecnológica y el liderazgo económico.
A la vez, el mantenimiento de posesiones coloniales por parte de Gran Bretaña –principalmente- y de
Francia, así como la urdimbre de fuertes influencias políticas en sus ex colonias, conforma un estado de
situación que si bien pasó a ser explícitamente apoyado por La Troika de la UE, en los hechos desequilibra la
balanza del poder interna, a favor de esos Estados, en la faz política, lo cual es reforzado por el status de
potencias nucleares de esos Estados neocolonialistas.
Y por cierto, que esa situación de neocolonialismo del siglo XXI, mantiene un punto de fricción muy
irritativo, entre Gran Bretaña y España, por la posesión colonial de Gibraltar, problema de aparente difícil
solución, y muy sensible para la dignidad de España.
Con el detalle precedente, se sintetizaron algunos de los aspectos principales, que denotan serios
problemas internos, que pueden afectar la solidez del mega bloque político – económico – militar que es la
UE; el cual en los hechos opera como un aliado subordinado al poder mayor de EEUU. Claramente, la UE y la
OTAN tienen áreas de fricciones muy sensibles, con el renacido gigante ruso (al oeste de Europa), y con los
países árabes – musulmanes, al otro lado del Mediterráneo, y en el permanente polvorín que son Los
Balcanes.
La crisis del mercado hipotecario, y la exacerbación del sector financiero –especulativo (receptor de
grandes ayudas y subsidios, paradójicamente negados a los sectores desposeídos y nuevos desclasados del
propio pueblo de la UE), están operando como un poderoso freno al desarrollo de la UE.
Esa crisis y la asociada crisis de EEUU, unida a la “desobediencia” a las pretendidas imposiciones
aperturistas del establishment, por parte de las Potencias Emergentes, han provocado el fin de la Era
Unipolar, pasándose al multipolarismo en efervescencia y de profundos reacomodamientos, que es el nuevo
contexto geopolítico global, transcurrida casi una década y media del siglo XXI.
En los años ochenta y sobre todo en los tempranos noventa vigesimónicos, el Grupo de los Siete (G 7)
designaba no solo a los híper desarrollados de la por entonces llamada Sociedad Post Industrial, sino que los
otros seis integrantes compartían con EEUU el dominio pleno del tablero geopolítico mundial, marcando el
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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

rumbo económico y las decisiones estratégicas a escala planetaria, lo cual se acentuó al disgregarse la Unión
Soviética, sumiéndose Rusia en un tremendo caos político y económico, que parecía presagiar procesos de
balcanización mucho más acentuados que insinuaban fragmentaciones definitivas de su aún muy extenso
territorio.
En ese marco, las decisiones de realizar operaciones militares “preventivas”, o “en defensa de los
derechos humanos”, o “para neutralizar potenciales amenazas”, eran monopolizadas por la OTAN, bajo la
hegemonía norteamericana con el acompañamiento incondicional de Gran Bretaña. Rusia sumida en el caos
carecía de capacidad de respuesta y de ejercer presiones, y en lo militar parecían no existir otros actores de
relevancia como para oponerse o al menos disentir respecto a las operaciones militares varias, que por lo
general contaron con la cobertura formal de las Naciones Unidas. Los casos de Yugoeslavia y de Iraq no
fueron los únicos en los que EEUU y la OTAN intervinieron en procesos claramente invasivos, pero
posiblemente fueron los de mayores repercusiones mediáticas de esos años.
Y en ese marco, el neoliberalismo fue presionado a escala planetaria como “la única alternativa
posible” en lo económico, y paralelamente en lo social y político.
Los países del G 7 (EEUU, Canadá, Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia) actuaron como
socios o actores privilegiados en los procesos de imposición del neoliberalismo a ultranza, y esa postura se
hizo extensiva a otros países de la Unión Europea, sobre todo los dotados de cierto potencial económico
financiero como para formar parte de los poderosos que fungieron como aliados de las megas corporaciones
financieras transnacionales, cuyas sedes centrales están ubicadas precisamente en América del Norte,
Europa Occidental y Japón.
Pero como se expresó, hubo naciones que pudieron resistir, y cuyas dirigencias no se subordinaron a
las presiones transnacionales. No se doblegaron a los “mandatos” neoliberales, ni necesitaron “hacer buena
letra” con la Banca transnacional, y apostaron por su desarrollo, manifestando clara vocación de grandeza.
A la vez, los últimos años del siglo XX y los primeros del siglo XXI pueden considerarse los comienzos
de la era de los grandes bloques políticos regionales, los que configuran estructuras políticas gigantescas, en
cuyo marco cabe prever que será escaso el margen de acción de los Estados aislados, sobre todo los política y
económicamente pequeños y débiles.
En todo ese contexto que para algunos analistas afines al establishment transnacional era
monolíticamente refractario a cambios sensibles en las estructuras del poder mundial, sucedieron no
obstante cambios inicialmente casi desapercibidos, para ser después notorias transformaciones que
alteraron el tablero geopolítico global.
El concepto de Naciones Emergentes o Potencias Emergentes debió ser creado y aceptado, ante el
hecho fáctico de los profundos cambios que posicionaron a algunas naciones como nuevos jugadores a
escala mundial.
En rigor tres Emergentes se fueron consolidando como potencias regionales con proyecciones
mundiales, mientras que la cuarta regresó a ese rol, luego de superar el proceso de balcanización al cual iba
certeramente, si hubiese permitido que sigan las medidas de crudo perfil neoliberal que se habían
implementado.
Rápidamente algún analista creo el acrónimo –BRIC- con el cual serían designadas esas cuatro
Potencias Emergentes principales, utilizando las iniciales de las mismas.
Brasil, Rusia, India y China, se consolidaron como nuevas potencias económicas, irrumpiendo
abruptamente entre las 10 mayores economías del mundo, siendo además potencias económicas militares
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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

regionales, y en los casos de Rusia y China, evidenciando operar para ampliar sus áreas de influencias,
significando serios factores de contención al expansionismo e intervencionismo neocolonial que significó la
OTAN en su conjunto, así como EEUU, Gran Bretaña y Francia en determinadas acciones agresivas encaradas
por separado. Algunos aliados menores se sumaron a esos hechos fácticos neocoloniales, siendo notables
por lo patéticamente sobreactuados, algunos casos de “asociaciones menores neocoloniales”, realizados por
España, Italia, Polonia y algunos otros países, apoyando activamente las invasiones y ataques perpetrados en
Iraq, Libia y otros.
Aquel mundo unipolar, marcado con fuerza en los años ’80 y ’90 vigesimónicos, supuestamente
destinado a perdurar “in eternum, estaba regido en forma omnímoda por EEUU, con su “poder establecido”
político, financiero e industrial – militar fuertemente asociado a las grandes corporaciones transnacionales,
formando una entente claramente visible con Gran Bretaña, y en forma algo difusa con los países del
Commonwealth racialmente afines con la “Rubia Albión” -predominantemente anglosajones y/o caucásicos
(blancos)-, o sea Canadá, Australia, Nueva Zelandia y Sudáfrica (esta última en las postrimerías del apartheid
excluyente de las mayorías negras). Como los otros socios básicos, en un segundo plano, las restantes
potencias del G 7, y la UE como institución con total afinidad.
Pero a fines del siglo XX se fueron verificando notables transformaciones geopolíticas en el tablero
del Poder Mundial. Un grupo de países hizo caso omiso a las presiones del “pensamiento único” neoliberal
(la ortodoxia económica), y siguiendo sus propios caminos priorizando sus propios Intereses Nacionales,
aplicaron políticas económicas heterodoxas, con fuertes intervenciones estatales, promoviendo y
apuntalando el desarrollo socio económico.
Principalmente ese fue el caso de las Potencias Emergentes del BRIC, sobre todo China, India y Rusia,
que hicieron caso omiso totalmente a las presiones del establishment neoliberal, y en menor grado Brasil,
que no sucumbió totalmente a esas presiones. El caso ruso fue notable, pues de estar en riesgo cierto de
disolución total, y sus riquezas estratégicas en situación de remate y de extranjerizaciones totales, bajo los
profundos y enérgicos cambios impuestos por el gobierno de Vladimir Putin, se recuperó la propiedad de los
riquísimos yacimientos de hidrocarburos y toda la cadena productiva vinculada, se reorganizó la nación, se
reconstituyeron las Fuerzas Armadas, y se dio fuerte impulso a la enorme y tecnológicamente avanzada
industria militar, como una de las bases de los procesos productivos con altísima importancia estratégica y
económica.
A la vez, surgieron otros emergentes, los que califico como del grupo de los E 12, dentro de los cuales
claramente está Argentina. Con esos cambios tan profundos en las ecuaciones del poder, el G 7
primeramente intentó reciclarse y permanecer como gran referente de la geopolítica mundial,
transformándose en el G 8, al incluir a Rusia. Pero muy pronto, por el propio peso de los acontecimientos, el
G 20 pasó a ser el gran referente de las cumbres políticas mundiales, y allí están representados los países del
MERCOSUR, de la UNASUR y del CELAC, pues Argentina, Brasil y México son partes activas de ese organismo
pluriestatal.
El siglo XXI muestra una estructura multipolar, con clara preminencia de los grandes bloques
regionales (varias potencias son grandes bloques por sí mismas), y con roles de primera relevancia en tres de
esos bloques (EEUU, Rusia, China), que según como se analice puede ampliarse a la UE como el cuarto
bloque de primer orden de importancia.

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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

Es relativamente reciente la ampliación del BRIC, ahora transformado en BRICS, al ser incorporada
Sudáfrica, que pasa a ser “la pata africana” del “club” de los grandes emergentes; siendo ese país el
económicamente más importante de su continente.
Otro factor a considerar, es que ahora dos de los cinco integrantes del BRICS, pertenecen a la
Comunidad Británica de Naciones, lo cual ameritaría un análisis más profundo, que no es el objetivo de este
trabajo.
Es a la vez, un período histórico en el cual los procesos de “guerras blandas” o “guerras inteligentes “
(soft war o smart war), libran silenciosos combates en el día a día, con el objetivo de doblegar, confundir o
cooptar conciencias a escalas masivas.
Ya al cierre de las correcciones finales del presente ensayo (mayo de 2014), se conoció que tres de
los cinco grandes emergentes, propusieron que Argentina se incorpore a ese muy selecto y crecientemente
importante grupo de poder. Esa propuesta tiene lógica desde múltiples factores. Por una parte, el PBI de
Argentina, es mayor que el de Sudáfrica (medido según la Paridad del Poder Adquisitivo, según datos del
Banco Mundial). Por otra parte, el desarrollo tecnológico argentino es estratégicamente relevante y de
primer nivel mundial, en algunos rubros significativos, como el nuclear y el de cultivos de alta eficiencia. Y
adicionalmente, con los cinco componentes actuales, no tenemos áreas geopolíticas de fricción, y por el
contrario, desarrollamos amplias afinidades y acciones de cooperación. Por otra parte, la incidencia de
Argentina en los países hermanos de habla hispana, sigue siendo notoria, y se acrecentó visiblemente en el
presente siglo XXI. Resta construir un potencial de Defensa, acorde a nuestro real rol actual, a la importancia
de nuestro extenso territorio continental, marítimo y la proyección antártica, y a la latente amenaza de las
fuerzas de ocupación británica en los tres grupos insulares usurpados.
Por supuesto es deseable mantener cordiales relaciones y comerciar con todos los países, lo que
implica no caer en las subordinaciones o realidades aún peores, a las que conllevan el neoliberalismo, el
neocolonialismo y la globalización salvaje.

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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

CAPÍTULO 16

El Neocolonialismo del Siglo XXI

La OTAN como brazo armado de EEUU – Canadá, más Europa Occidental, inicialmente confrontaba al
Pacto de Varsovia, pero al disolverse este último, la primera siguió vigente. El Pacto de Varsovia incluía a la ex
URSS y la mayoría de los países de Europa Oriental, y al implosionar la URSS y colapsar el comunismo, la base
doctrinal del Pacto de Varsovia perdió todo sustento.
Con los cambios del Poder resultantes de la “revolución neoconservadora” de los años ’80, pasó a ser
claro que el colonialismo de preguerras había involucionado a un neocolonialismo mucho más descarnado,
carente de todo prurito como para imponer sin escrúpulos ni pretextos sutiles, por la fuerza bruta –aplicada
“preventivamente” con variadas excusas, cuantas veces resultara “necesaria”-, ejerciendo esos actos de
violencia cuando las presiones financieras y políticas no lograran doblegar voluntades de pueblos firmes de
convicciones y estadistas con dimensiones de patriotas.
Para esas intervenciones armadas, los medios de comunicación del establishment anglosajón y
europeo, siempre están prestos a prefabricar “motivos”, sin importar que al poco tiempo queden como
falsos argumentos.
El neoliberalismo impuesto desde los años ’70, por la fuerza de las presiones políticas, financieras,
mediáticas y de demás ramificaciones del establishment globalizador, forzó el endeudamiento a escalas
dantescamente irracionales, como claro instrumento para doblegar toda voluntad soberana o incluso de
mínimas reacciones, a prácticamente todos los países excluidos del por entonces todo poderoso Grupo de los
7 (G 7, formado por EEUU, Canadá, Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia). Ese proceso de
endeudamiento–pérdida de patrimonio nacional–pérdida de soberanía–instauración de gobernantes
“exitosos” dóciles al poder plutocrático, fue particularmente duro en Íbero América.
Con las políticas de “privatizaciones” forzadas como única alternativa, los bienes del Estado, incluso
los de alto valor estratégico, se transfirieron o concesionaron (según cada caso), por montos irrisorios. Y en
ese proceso de leoninamente perjudiciales endeudamientos, el FMI fue el ariete que forzó “recetas”
sempiternamente recesivas, impiadosamente destructivas. Y si bien el FMI es parte de las estructuras
financieras transnacionales creadas en los ’40, hasta ahora su conducción estuvo en manos de Europa
Occidental, la cual devino como estructura política de bloque, en la Unión Europea.
En el marco del por entonces nuevo rol de miembro comunitario, España pasó a ser actor principal
en los procesos de apropiaciones cuasi forzosas de empresas estatales íbero americanas, e incluso en las
adquisiciones de empresas privadas saneadas, pero carentes de estructuras como para competir con
corporaciones transnacionales (tal como ocurrió con varios Bancos en Argentina).
La estatal argentina YPF, que fue símbolo de soberanía y primera petrolera estatal del mundo, pasó a
ser “subsidiaria” de la transnacional hispana Repsol, que con las cuantiosas reservas argentinas a su
disposición arbitrariamente discrecional, pasó de irrelevante petrolera de tercer orden, a ser “jugador
internacional” de cierta envergadura.
Telefónicas, servicios de agua potable y residual, la aerolínea de bandera A.A. (que también fuera
antes modelo de eficiencia a escala mundial), las redes de gas natural –de considerable desarrollo, las

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Carlos Andrés Ortiz
DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

mayores de Sudamérica-, Bancos, usinas eléctricas, etc., pasaron a ser flamantes inversiones manejadas por
capitales españoles, entre otros inversores extranjeros.
Tan indecoroso e impune fue el violento proceso de “privatizaciones”, que incluso algunos de sus
actores españoles fueron presentados como los nuevos “adelantados” de “la conquista de América del siglo
XX emprendida por España”.
La laxitud y complicidad de normativas impuestas por el establishment neoliberal local, permitió a
Repsol “ordeñar” discrecionalmente y con alevosía las importantes reservas de petróleo y gas,
trabajosamente conseguidas por varias generaciones de argentinos, que nos habían llegado a asegurar años
de abastecimiento, rápidamente dilapidados ante la piratería operativa de los neocolonizadores hispanos y
otros. En esa operatoria, con complicidades internas, Argentina se quedó sin los hidrocarburos y sin las
divisas de las apresuradas ventas de Repsol, urgidas por “hacer caja” lo antes posible. Y a la vez, las
inversiones en nuevas exploraciones, en nuevos gasoductos internos, y en nuevas refinerías, fueron
prácticamente nulas.
En ese contexto, el palpable desabastecimiento creciente al mercado interno, operaba ya (en
2011/2012), como claro factor de desestabilización política y generador de caos económico.
Por todo ello e incluso por muchos motivos más, la reestatización parcial de YPF (precedida antes por
la reestatización de Aerolíneas Argentinas, y la disolución del muy corrupto sistema de las AFJP que
desfinanciaba los fondos previsionales y los utilizaba en especulaciones financieras y altísimos honorarios y
otros gastos abultados), fue un acto absolutamente necesario, prácticamente en defensa propia, ante el cariz
del saqueo desenfrenado y clara agresión económica de la petrolera transnacional española. Además de un
acto de soberanía, de restitución de la dignidad, tuvo profundas connotaciones geopolíticas, volviendo a
considerarse a los hidrocarburos y a la energía como bienes de altísimo significado estratégico. Por otra
parte, el desabastecimiento al mercado interno, que era palpable y creciente en los meses previos a la
reestatización de YPF, fue claramente una maniobra de tipo golpista, tendiente a reinstalar en Argentina
algún gobierno neoliberal, genuflexo y dócil a las “sugerencias” del FMI y de la Banca neocolonialista
transnacional. Es muy claro que las otras petroleras extranjeras, en particular Shell y Esso, se plegaron a esa
maniobra de desabastecimiento, que estaba provocando no solo mucho malestar, sino que inducía el caos
socio económico.
En una retorcida interpretación neocolonialista, España consideró la reestatización parcial de YPF,
como un acto de agresión a sus “derechos”…por supuesto obviando las connotaciones vergonzosamente
leoninas a favor de Repsol, en base a las cuales se extranjerizó…y por monedas, nuestra petrolera de
bandera. ¿Acaso toda la privatización, con sus presiones previas y posteriores, incluyendo “honorarios” a
periodistas adocenados –hecho evidente desde mucho tiempo atrás, y demostrado en base a
documentaciones incautadas en la sede argentina de Repsol-, no constituyó una grave afrenta a la dignidad
argentina?
Las soberbias actitudes pretendidamente regañatorias de Rajoy y de sus ministros, con las cuales se
quejaron altaneramente de la decisión soberana de Argentina, fueron tan desubicadas como la del rey
español que pretendió hacer callar como a un vasallo, al compatriota de la Patria Grande Hugo Chávez.
De haber tenido poder militar suficiente, no es para dudar que la actual dirigencia “comunitaria”
española, hubiese intentado alguna aventura expedicionaria punitiva…tal el nivel de altanería colonialista
que demuestra, mientras es claramente genuflexa ante el poder financiero de la UE, y notablemente
irresoluta frente a las afrentas constantes de Gran Bretaña.
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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

Pero ahora –fines del 2013 y comienzos del 2014- la escalada de represalias de España, cuenta con el
respaldo de la Unión Europea, al cortar abruptamente las compras de biodiesel argentino, pretextando
inexistentes acciones de “dumping” (maniobras de fijaciones de precios menores al costo). Es otra
demostración más de como entienden los europeos y norteamericanos la “libertad de comercio” que
predican pero no practican, pues siempre son proteccionistas de sus respectivos mercados internos.
Son conocidos los muy bajos costos de producción y la alta eficiencia de las producciones agrícolas de
la Pampa Húmeda y de la industria de biocombustibles de Argentina. Pero lo que la Unión Europea pone en
vigencia es la faceta comercial del neocolonialismo del siglo XXI.
Además de los reclamos ante la Organización Mundial del Comercio, ya efectuados por Argentina,
ante el discriminatorio proteccionismo de carácter intrínsecamente punitivo, subsidiando la propia
ineficiencia de la UE; sin duda corresponde realizar acciones de contra represalias.
Esas acciones hoy son plenamente factibles, ante el panorama de multipolaridad del tablero
geopolítico y económico mundial, con nuevos actores de creciente relevancia como son las potencias del
BRICS, las otras Potencias Emergentes (una de las cuales es Argentina), e incluso con África buscando el
desarrollo y como tal representando mercados alternativos para diversas producciones.
Lo que queda muy en claro, es que las adquisiciones de materiales y tecnologías estratégicos, así
como potencialmente muy provechosas alianzas en esas áreas, a Argentina y a la UNASUR nos conviene
redireccionarlas fuera del poco confiable y agresivo marco de los bloques de Norte América (EEUU y Canadá)
y de la Unión Europea.
En rubros como uso pacífico de energía nuclear, tecnología aérea y espacial, en los sensibles aspectos
de provisión de tecnología para la defensa (y otros), será muy conveniente acentuar los acuerdos ya
parcialmente concretados con Rusia, China y otras potencias fuera del marco de la OTAN. Por supuesto
enfatizando en todos esos rubros las producciones nacionales, bajo acuerdos de transferencias tecnológicas
u otras figuras similares, incluyendo operaciones de intercambios compensados con diversos bienes de
producción argentina.
Nadie mediamente informado acerca del constante accionar colonialista de Europa Occidental, pudo
sorprenderse ante la nueva agresión político – económica a Argentina, que significó el amañado cese
abrupto de las importaciones de biocombustibles, por parte de la Unión Europea en general, y de esta
España “comunitaria” actual…tan lejos de aquella España amistosa y e hidalgamente hispánica, de las
primeras siete u ocho décadas del siglo XX.
Esa acción agresivamente grosera, por más que la presenten falazmente bajo la excusa de
inexistentes acciones de dumping por parte de Argentina, de hecho constituye un ataque político –
económico (uno más) en detrimento del MERCOSUR, de la UNASUR y de la CELAC.
Cuando nuestras exportaciones primarias dependían básicamente de las compras de Europa
(occidental) y EEUU, autoproclamados “campeones del libre comercio”, esos países en varias ocasiones
pretextaron excusas para impedir los accesos de nuestros productos primarios, al no poder competir esos
países con los bajos precios que son consecuencia de las excepcionales condiciones de producción de
alimentos que caracterizan a Argentina y a nuestros vecinos y hermanos de la Cuenca del Plata.
La aftosa fue la excusa recurrente para dejar de comprarnos carne vacuna, aunque algún brote de
esa zoo patología afectara solo a algunas pocas provincias; y por varias décadas la Unión Europea prefirió
producir mucho más caro cereales y oleaginosas, cerrando sus mercados a nuestras exportaciones, para
tender al autoabastecimiento en base a fuertes subvenciones. ¡Mientras tanto, clamaban por “libre
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Carlos Andrés Ortiz
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comercio” para sus exportaciones industriales, practicando un cerrado proteccionismo en contra de nuestras
exportaciones de alimentos!
Es de recordar que los programas político – económicos groseramente regresivos, destructores de
nuestras industrias y entes tecnológicos, y muy dañinos para nuestros tejidos sociales, fueron presentados
bajo excusas del “libre comercio” unilateral (a nosotros se nos obligó a abrir irrestrictamente nuestras
fronteras, mientras que el por entonces todopoderoso G 7 practicaba el “proteccionismo a la carta” cuidando
sus áreas estratégicamente sensibles), todo ello en el contexto de las directivas del Consenso de Washington,
imponiéndonos con la fuerza de las presiones financieras las ”recetas” neoliberales, que el Fondo Monetario
Internacional obligaba a aplicar con despiadada soberbia.
En lo referente al contexto general, que evidencia la “evolución” del colonialismo tradicional, al
neocolonialismo en su remozada versión siglo XXI, un análisis riguroso de los cambios de paradigmas puestos
en vigencia por las potencias colonialistas, demuestra que se ingresó en una era de mayor agresividad
ejercida en forma desembozada, la cual cuenta con la cobertura y el respaldo de los bien aceitados aparatos
mediáticos, manejados casi monocordemente por el establishment que opera desde, para y con las
potencias del G 7, de la UE y de los grandes conglomerados corporativos; y de estos en particular los
financieros, y los de áreas de extrema sensibilidad e importancia estratégica, como la energía (en particular
el petróleo y el gas, y sus asociadas menores las “renovables” eólica y solar), los canales de comercialización
de materias primas alimenticias esenciales, determinados sectores de la minería, la industria armamentística
y otras ramas tecnológicas de avanzada, como la cibernética.
Con notable crudeza, esos centros del poder anunciaron sus teorías que justifican e impulsan las
“acciones preventivas”, en base a supuestas amenazas enunciadas por esos mismos centros del poder,
machacadas por los poderosos medios de comunicación a su servicio, y que no admiten opiniones ni
justificativos en contrario.
Instalan en la opinión pública mundial, determinada “amenaza a la paz mundial”, o denuncias
presuntas agresiones a los “derechos humanos”, u otros pseudos justificativos semejantes, y con esa falaz y
endeble base de justificativos, montan sus operativos de agresiones. Las agresiones reconocen varias
estrategias, que pueden ser aplicadas sucesiva, alternada o conjuntamente, según las respectivas
coyunturas, y en función de las decisiones tácticas y/o estratégicas de las potencias agresoras –
neocolonialistas.
Llegando mucho más allá de la metodología anterior, en la cual se forzaba contar con la anuencia y la
cobertura de las Naciones Unidas, o de entes regionales como la OEA, para lanzar operaciones militares,
bloqueos navales y otros tipos de agresiones directas, con los cambios de paradigmas de la revolución
neoconservadora, EEUU y sus socios menores se arrogaron todas las prerrogativas para justificar
previamente (mediante sus entes de prensa adictos o controlados), y luego para armar todo tipo de
subterfugios comunicacionales, de forma tal de presentar las agresiones como “operaciones humanísticas”, o
de “defensa de la libertad”, o en el colmo de la hipocresía como “operaciones en defensa de la paz”
¿¡defender la paz guerreando…!?
En todo ello, el férreo oligopolio comunicacional formado por AP (Associated Press), Reuter y FP
(France Press), empresas periodísticas manejadas por EEUU, Gran Bretaña y Francia, respectivamente; se
encarga eficazmente de mantener el discurso homogéneo y siempre funcional a los intereses de las
potencias neocoloniales.

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Carlos Andrés Ortiz
DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

En tal sentido, pese a existir agencias informativas de muchos Estados, es notable de que forma los
medios corporativos vinculados al poder neocolonial, como ocurre con los nucleados en la SIP (Sociedad
Interamericana de Prensa), bloquean las transmisiones de esas agencias noticiosas y emisoras de radio y TV,
que funcionan fuera del círculo oligopólico neocolonial, como por ejemplo visiblemente ocurre con el canal
venezolano Telesur, que emite informaciones de y para los países caribeños e íbero americanos. Y de que
forma instalan algunas noticias, así como omiten totalmente a muchas otras, o a alguna difundida, la tapan
rápidamente con otras muy efectistas, cuando a esos centros de poder les conviene sacarlas del centro del
interés de la opinión pública. Esas agencias noticiosas y los entes vinculados, son verdaderos operadores
principales de las guerras blandas, que se libran día a día por el control de las mentes en todo el mundo.
En tal sentido, son visibles los esfuerzos desarrollados por muchos países, para lograr mayor
penetración en el sector informativo mundial, con distintos canales, radios y medios electrónicos, que
difundidos en varios idiomas, intentan hacer conocer puntos de vista distintos en el espectro comunicacional
mundial, de forma tal de no ser excluidos por los medios y agencias que son hegemónicos a nivel global.
Y los manejos de los sistemas de comunicaciones electrónicas, como internet, son otras de las áreas,
que al igual que las precedentemente descriptas, a diario se libran batallas de las “guerras inteligentes” que
caracterizan al siglo XXI, superando en capacidad de penetración, sutileza y manejo de herramientas
psicológicas, sociológicas y otras, a las guerras psicológicas de épocas precedentes.
Los cambios en las metodologías de intervenciones militares, se comenzaron a hacer sentir en las dos
últimas décadas del siglo XX.
La agresión británica, de la OTAN y del Commonwealth, contra Argentina, si bien contó con el
prearmado diplomático en las Naciones Unidas, con la rápida intervención de la diplomacia británica, que se
anticipó a la diplomacia argentina, ante fallas de coordinación entre la Junta de Comandantes y el Ministerio
de Relaciones Exteriores (además de la conocida anglofilia de varios elementos que conformaban el elenco
gobernante de Argentina en esos años); pese a esa cobertura diplomática, quedó en claro que esa mecánica
de agresión lisa y llana, ya formó parte del neocolonialismo descarnado, que fue impuesto por el
establishment mundial a partir de la revolución neoconservadora de los años ’80.
Por su parte, EEUU montó operativos de invasiones y bombardeos, con la sola justificación de sus
“necesidades estratégicas” o “amenazas a la democracia” (u otros justificativos mendaces por el estilo), en
los brutales operativos de intervenciones armadas en Granada (1983), en Panamá (1989), y en Haití (1994),
en este último caso con intervención francesa, pues esa potencia colonialista se arroga “derechos” de
intervenciones en sus ex colonias, aunque nadie con entidad fundada se las pida.
En todos esos casos, ya no se solicitó el previo aval de la OEA (siempre obtenido antes bajo fuertes
presiones de EEUU), ni de las Naciones Unidas.
Cosa inédita desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, a fines del siglo XX, hubo acciones militares
directas de la OTAN en contra de otro país europeo, tal lo sucedido en la ex Yugoeslavia en 1999. Fue una
intervención unilateral de la OTAN, sin que mediara autorización del Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas. Evidentemente, Rusia no intervino a favor de su antigua aliada Yugoeslavia, pues se encontraba
inmersa en el caos post soviético.
Como es usual en estos casos, se adujeron razones humanitarias (curiosa teoría la de “ayudar a los
bombazos” y de “pacificar” guerreando). Esa intervención armada del órgano militar supranacional, fue una
parte de la extensa guerra civil, después transformada en guerras separatistas, entre los diversos
componentes de la ex Yugoeslavia.
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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

Si bien no pueden desconocerse las razones que hicieron de Yugoeslavia un mosaico de pueblos con
bases culturales diversas, con orígenes étnicos diferentes, con religiones varias que en esa región marcaron –
y marcan- diferencias profundas que llevan a odios viscerales, y con historias de guerras y enfrentamientos
previos, que casi se hunden en la noche de los tiempos, en esa permanentemente borrascosa región de
Europa que es una bisagra con Asia e indirectamente con África; tampoco cabe soslayar que los grandes
poderes mundiales tenían cuentas que saldar con la altiva nación que ensambló y guió un personaje histórico
notable, como fue Josip Broz, más conocido como Tito, quien pese a su declarado comunismo, siempre
mantuvo una posición independiente frente a los embates de la ex Unión Soviética, al punto tal de ser en su
momento uno de los referentes principales del Movimiento de Países no Alineados, y a la vez mantuvo
distancia e independencia respecto a EEUU y las grandes potencias europeo-occidentales.
No fue un hecho menor, que por viejas raíces históricas, culturales y étnicas, el núcleo de Yugoeslavia
mantenía fuertes vínculos con Rusia, y al momento de estallar los conflictos armados que terminarían
causando su disolución, Rusia estaba sumamente debilitada, pues también estaba aquejada de un acelerado
proceso de disolución, que también era claramente fogoneado desde los centros del poder financiero
neocolonial mundial. En conclusión, Yugoeslavia quedó huérfana del necesario contrapeso geopolítico, para
equilibrar e incluso disuadir las acciones de disolución que eran claramente apoyadas por la UE y EEUU. Por
supuesto, el caso tuvo connotaciones de mucha mayor complejidad, cuyo exhaustivo tratamiento no es el
objetivo de este trabajo.
En el sufrido continente africano, las numerosas tragedias bélicas que han enlutado y sumido a varios
países del continente en una crónica realidad de subdesarrollo y de miseria, han tenido en muchos casos –
sino en todos ellos- alguna o mucha participación de las potencias neocolonialistas, hecho que casi sin
margen de error puede afirmarse para la última década del siglo XX y la década y fracción ya transcurrida del
siglo XXI. Si bien hasta la disolución de la ex URSS (1989/90) y un poco antes, hasta los profundos cambios
políticos internos de China, en la Era Post Maoísta, muchos de los conflictos en África (y en otros puntos de
Asia y de Íbero América y El Caribe), tenían su raíz en conflictos ideológicos, en el marco de la Guerra Fría,
posteriormente los enfrentamientos entre sectores comunistas y anti comunistas dejaron por lógica de tener
entidad, al colapsar la principal potencia comunista, y verificarse una profunda transformación en la otra
gran potencia, hoy formalmente comunista, pero embarcada en un fuerte proceso de desarrollo económico
bajo un sistema de capitalismo de Estado, muy diferente a los cánones del marxismo o del maoísmo.
Un par de someros listados muestra la magnitud de los escenarios de la tragedia y de la violencia de
las que África no parece poder desprenderse. En ambos, se señalan los conflictos desde 1990 en adelante.
Guerras y revoluciones: enfrentamiento fronterizo Senegal Mauritania – 1989/1991; guerra civil en
Liberia 1990/2004; Guerra civil en Sierra Leona 1991/2001; guerra civil en Argelia 1992/2002; guerra de
secesión en Etiopía, independizándose Eritrea – 1993; guerra civil en Burundi 1993/2002; guerra no
declarada Libia Chad 1994; guerra civil en Ruanda y genocidio de tutsis y hutus 1994; guerra civil en Congo
Brazzaville 1997/1999; conflicto en la región de los grandes lagos, involucrando a Congo, Ruanda, Uganda,
Zimbabwe, Angola 1998; guerra Etiopía Eritrea 1998/2000; insurrección del norte en Costa de Marfil 1999;
acciones de violencia en Darfur, Sudán 2003/2005; violencia étnica en Kenia 2007; sucesos en cadena
llamados “la primavera árabe”, produciéndose una sucesión de levantamientos populares o pseudo
populares, hábilmente instigados por medios electrónicos y otros recursos de las guerras blandas, que se
extendieron sucesivamente en los países árabes del norte africano y del Medio Oriente; provocando caídas
de gobiernos en Túnez, Egipto y Libia, además de una guerra civil con fuerte intervención neocolonial en
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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

Siria, en un conflicto comenzado en 2011 que al 2014 continúa librándose; siendo también particularmente
violento en Libia; y en todos esos alzamientos, además de justos reclamos de mayor equidad, libertad o de
otros descontentos, resulta claro el accionar de especialistas en guerras psicológicas y provocación de
alzamientos masivos, además de provisiones de armamentos, por parte de las potencias neocoloniales
agresoras; además de lo cual en Libia las operaciones militares se definieron con los bombardeos masivos de
las aviaciones de Francia y Gran Bretaña con la cobertura diplomática y posiblemente logística de EEUU y la
OTAN; resultando evidente que en Siria se “creó el clima” para consumar agresiones similares, lo cual fue
abortado por la decidida acción diplomática con respaldo militar, de Rusia y en menor escala China.
En lo referente a las intervenciones o “ayudas” militares de Francia en sus ex colonias de África, el
listado es extenso: tropas de “pacificación” enviadas a Gabón – 1990; tropas intervinieron en combates en
Ruanda, contra rebeldes tutsis – 1990/1993; procedimiento de evacuación de ciudadanos franceses, con
cobertura militar de tropas galas – 1991; intervención de las Naciones Unidas en Somalia, con tropas
francesas – 1992/1994; intervención militar en Ruanda – 1994; intervención militar en las Islas Comores –
1995; tropas enviadas a República Centroafricana – 1996; custodia de evacuación de civiles en la guerra civil
en Congo Brazzaville – 1997; tropas enviadas a Costa de Marfil, en misión de separación de fuerzas
gubernamentales y rebeldes – 2002/2006; tropas enviadas en un contingente de la UE en la República
Democrática del Congo – 2003; tropas en un contingente de la EUFOR en la frontera Chad/Sudán – 2008;
intervención militar en la República Centroafricana – 2013; con la cobertura de la ONU, envío de tropas a
Mali para enfrentar a rebeldes – 2013.
Por su parte, EEUU intervino militarmente en Somalia en 1992/94, en un operativo marcado por un
notable fracaso militar.
Las dos guerras de Iraq son claros casos de manual, de los nuevos paradigmas neocoloniales de
intervenciones militares directas, y de ejecuciones de líderes opositores, en 1991 y 2003. Las amplias
difusiones de los cadáveres claramente torturados previamente, de Saddam Hussein, y de Muamar Khadafy,
son demostraciones elocuentes de las “advertencias” a otros líderes nacionales, respecto a las probables
consecuencias de oponerse a los dictados neocoloniales.
La prolongada intervención militar en Afganistán, de la cual apenas trascienden los numerosos
“daños colaterales” de masacres perpetradas contra civiles, que claramente está insumiendo altos costos en
vidas y en equipos a los invasores, y los consecuentes costos humanos y la desarticulación política y
económica del subdesarrollado país del Asia Central, es también otro ejemplo ya clásico de neocolonialismo
del siglo XXI.
En las tácticas de intervenciones de inteligencia con acciones destituyentes, las operaciones
perpetradas contra Chávez (2002) en Venezuela; contra Correa (2010); la abortada operación de magnicidio
montada en Bolivia contra Evo Morales en 2008/2009; el golpe palaciego contra Fernando Lugo en Paraguay
en 2012; el golpe de Estado “tradicional” de tipo militar, contra Manuel Zelaya en Honduras, en 2009;
pueden claramente ser consideradas dentro del nuevo “formato” de intervenciones neocoloniales.
La aparentemente muy bien orquestada y financiada operación destituyente y de rebelión armada
no convencional, montada en Ucrania (en curso de ejecución y con final abierto al escribirse esta obra), con
abiertas amenazas proferidas por el vicepresidente de EEUU al presidente ucraniano, si no se atiene a las
“sugerencias” clara y agresivamente de injerencia en asuntos internos del país eslavo, es una pieza mayor de
las claras luchas geopolíticas reeditadas entre EEUU y la UE contra Rusia.

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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

Otras operaciones mediáticas de erosión de las figuras públicas no comprometidas con el


establishment, o peor aún si son abiertamente opuestas a los dictados del mismo, son constantemente
realizadas por medios “independientes”, siendo notable el uso abusivo y creciente de la violencia verbal, de
las mentiras sistemáticas, y de notables técnicas muy incisivas, de engaños y cooptaciones mentales masivas.
Por otra parte, los montajes de golpes de mercado, instalados con la anuencia y el duro apoyo de
medios periodísticos “independientes”; de sectores de las oligarquías locales; de filiales locales de empresas
transnacionales; de sectores exportadores tradicionales; de importadores que claman por “libre comercio”
sin importarles que eso ocasionaría cierres de industrias, crisis de balanza de pagos y desocupación masiva;
de dirigentes gremiales corrompidos y ávidos de poder y/o riquezas al como sea; sectores financieros
transnacionales y algunos financistas locales cooptados por las supuestas ventajas del liberalismo a ultranza;
y sin duda de actores especializados en guerras psicológicas, cuando no directamente en acciones terroristas;
suelen ser los promotores de los golpes de mercado, que ocurrieron muchas veces en el mundo (por caso la
crisis económica de Corea, que permitió a capitales foráneos quedarse con valiosas empresas, prácticamente
por monedas), y que al momento de escribirse esta obra están ocurriendo en Turquía, Tailandia, Venezuela,
Argentina y otros, que por su formato y metodología, claramente parecen tener connotaciones de tipo
destituyentes, para facilitar el acceso al poder a sectores afines al establishment mega financiero mundial.
En lo referente a las amenazas instaladas bajo las formas de supuestos “peligros terroristas” u otras
“amenazas” o “acciones necesarias para preservar patrimonios mundiales”, o lo que fuere, cabe citar las
intenciones claramente expuestas de “proteger” la Amazonia como “bien de la humanidad”; de “denunciar”
a supuestos terroristas islámicos en la Triple Frontera de Iguazú; u operaciones encubiertas que estarían
preparando la “independencia” o simple invasión de la Patagonia. No son exageraciones, sino amenazas
concretas, que las mentes crédulas, las conciencias adocenadas, y los espíritus mediocres y doblegados,
usualmente niegan con sorna o desinterés. Lo mismo las ambiciones territoriales de Gran Bretaña y otras
potencias en La Antártida Argentina y el Mar Austral.
Esas amenazas claras de agresiones, más que potenciales son muy concretas, sumadas a la nueva
ideología neoimperial descarnada y acentuadamente proclive al uso de la violencia desmedida y a la
instauración de subordinaciones genuflexas como “pensamiento único geopolítico”, y el hecho para algunos
minimizado, pero realmente gravísimo, de tener la usurpación descarada y la amenaza latente instalada en el
flanco atlántico de nuestro territorio marítimo e insular; todo ello tornan totalmente suicidas tanto las
políticas “pacifistas a ultranza” (o sea derrotistas y vergonzosamente sumisas); como las declamaciones
huecas de los “socialistas de café” y otros eternos disconformes sin propuestas coherentes, que claman por
teorizaciones sin sustentos reales; y también son negativas y hacen juego a las potencias neocolonialistas las
propuestas del tipo “ultra nacionalistas declamativo” del estilo de los patrioteros de bandera, los mismos que
a puro himno y bandera no son capaces de entender los procesos de colonización mental a los que fueron
sometidos en base a “cursos de perfeccionamiento” al estilo de la Escuela de Las Américas. Unos se basan en
el credo marxista, como supuesta panacea mundial total, sin entender la realidad concreta y las limitaciones
de una doctrina de bases liberales, contexto decimonónico, europeísta, intrínsecamente racista (jamás
entendió la diversidad cultural y despreció a los otros pueblos, por ejemplo desconociendo los procesos
independentistas hispanoamericanos), y con cerrados visos pseudos proféticos, como aquel que afirma que
“está escrito en los libros de historia del futuro, el triunfo del comunismo (tal lo expresa con todas las letras
el historiador y exégeta marxista Eric Hobsbawn), lo cual más que “científico” es delirante, evidenciándose
que el marxismo funge como pseudo neoreligión pagana atea, concepto que aunque parezca un
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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

contrasentido, no lo es. Otros, son tal peligrosos como aquellos, estos con el “pensamiento único” neoliberal,
como lo excluyentemente válido y correcto, inflando el pecho declamando patriotismo y adhesión total a
principios económicos liberales, incapaces de entender sus profundas confusiones y gruesos errores
conceptuales, que los hacen ser simples instrumentos para mantener y profundizar la dependencia, cuando
no llegan a ser simples marionetas manejadas desde los centros del poder neocolonial, al estilo de los
“revolucionarios fusiladores” del ’55, o de los “proceseros” del ’76, unos instigados por Gran Bretaña y los
otros por los poderes plutocráticos transnacionales de la por entonces en marcha Revolución
Neoconservadora Mundial (hoy en franca decadencia, pero siempre sumamente peligrosa y agresiva).
El Poder no se ejerce como subordinado dócil de una potencia hegemónica ni como “asociado”
menor sin capacidad de decisión propia, ni menos puede entenderse en el marco de alianzas tradicionales al
estilo TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) ni OEA (Organización de Estados Americanos),
tanto un ente como el otro creados por y para los intereses de la potencia hegemónica.
El Poder se ejerce con la capacidad defensiva propia, al menos con suficiente aptitud disuasoria para
tornar extremadamente costosa cualquier aventura neocolonial en nuestro territorio y en los de las naciones
hermanas y socias naturales de nuestro Proyecto Geopolítico Nacional.
Sin duda, esa capacidad de autodefensa sería utópica y muy condicionada, en los vetustos y
estrechos marcos de una economía primaria, “especializada” solo en producir materias primas, tal como la
quieren reinstalar al como sea los sectores más retrógrados y ultra liberales. Necesitamos un poderoso
desarrollo tecnológico e industrial propio, sin por ello dejar a un lado las producciones primarias,
debidamente tecnificadas y puestas al servicio del Desarrollo Nacional.
Una acción muy común, de agresión económica, son las represalias ante actitudes dignas y soberanas
de nuestros pueblos. Por caso dejar de comprarnos aun considerando que nuestros precios son los mejores,
para causarnos daños económicos y para doblegar nuestras voluntades. En ese caso, debemos tener
capacidad suficiente, en todo sentido, para ejecutar contrarrepresalias. Y ese no es por cierto un tema
menor.
Por otra parte, las ecuaciones de Poder Mundial muestran claramente que el siglo XXI, de estructura
multipolar concentrada en pocos y poderosos actores con gran capacidad propia, es el tiempo de los Grandes
Bloques del Poder Geopolítico Mundial.
Los Estados política y económicamente pequeños, aislados o no integrados a Mega Bloques
Regionales, tendrán escasa capacidad de maniobra, y corren serios riesgos de disolución.
En ese contexto, Argentina debe ser parte activa de los bloques regionales en construcción, y
compatibles entre si, como los son el MERCOSUR, la UNASUR y la CELAC, pero siempre desde la fortaleza
propia, de la capacidad de disuasión y de la solidez geopolítica, que implica desarrollo socio económico, con
fuerte integración territorial y unidad cultural sólida.
Es necesario tener plena conciencia que las materias primas tienen mucha importancia estratégica,
en el conflictivo mundo multipolar de comienzos del siglo XXI, y esa importancia previsiblemente irá en
aumento, por los lógicos incrementos de la demanda, ante el surgimiento de nuevos actores con capacidad
de pago y con atribuciones políticas propias como para imponer reglas de juego diferentes en las
transacciones internacionales, en cuyo contexto coexisten hoy con actores tradicionales, como las grandes
corporaciones transnacionales que manejan buena parte de ese comercio mundial (tal ocurre por ejemplo
con los alimentos, y como ocurría medio siglo atrás con el petróleo). Esos nuevos o resurgentes grandes
actores de la geopolítica mundial, como China, Rusia e India; a la par de otros que sin tener la envergadura
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descomunal de aquellos, son también considerables (como los restantes Doce Emergentes), y otros bloques
regionales formados o en proceso de formación (como lo pueden ser los países africanos, y como lo son los
del Sureste Asiático), han provocado una notable transformación económica mundial, irrumpiendo como
grandes compradores de materias primas de todo tipo, pasando a ser mercados alternativos importantes y
muy valiosos para los grandes exportadores tradicionales de alimentos, minerales y energéticos (petróleo,
gas natural, y en los últimos años biocombustibles). Sin duda, Sudamérica es en su conjunto una formidable
región exportadora de materias primas estratégicas, debiendo añadirse el agua dulce a los bienes que
poseemos, y que son codiciados por las potencias neocolonialistas y otras potencias a escala global.
El caso, claramente planteado si se analiza con visión geopolítica y dentro de un lógico contexto de
defensa de los Intereses Nacionales (considerando a la mega región de la UNASUR y de la CELAC con una
gran nación pluriestatal), es que si no logramos defender nuestras riquezas y nuestra soberanía, volverán a
canjear nuestras riquezas por espejitos de colores, o directamente vendrán por ellas en forma directa, sea
por medio de operadores locales al servicio de los intereses neocolonialistas, o mediante intervenciones
armadas realizadas bajo cualquier pretexto.
De igual manera, cabe defender nuestras industrias, nuestros entes tecnológicos, y por supuesto, lo
más valioso y delicado, nuestras poblaciones, nuestras culturas, nuestros territorios.

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REFLEXIONES FINALES

Esto no es más que una brevísima síntesis, de un tema de características enciclopédicas, tema que es
de importancia fundamental para comprender aspectos básicos de la geopolítica mundial, vista desde
Argentina e Íbero América.
Al igual que lo que puede expresarse respecto al clima del mundo, en la geopolítica mundial también
cabe afirmar, con total base de sustentación fáctica y documental, que lo único permanente es el cambio.
Pero a la vez, observando la acentuada celeridad con la que van precipitándose los acontecimientos, que
involucran profundos cambios en el tablero mundial y en los tableros regionales del Poder Real, cabe afirmar
que las transformaciones en las ecuaciones de poder, se están verificando con una velocidad casi inaudita,
medida en términos históricos. Esa rapidez y profundidad en las transformaciones de las ecuaciones y
realidades geopolíticas, casi por regla general echan por tierra las “predicciones” de futurólogos y otros
analistas de la realidad mundial, y por ende de la geopolítica planetaria.
Dejo acuñado el neologismo conceptual de “neocolonialismo del siglo XXI”, el cual ya utilicé en
escritos difundidos precedentemente, tanto en diversos medios de Argentina, a contactos diversos incluso
en el exterior, en mi blog, que por cierto recibe visitas provenientes de diversos países, incluso lejanos
geográficamente, e inclusive varios de mis últimos trabajos fueron amablemente reproducidos en La Voz de
Rusia, en el corriente año 2014.
Por supuesto mi interés principal está centrado en mi propia patria: Argentina, y también en nuestra
Patria Grande, la cual, según una acertada expresión utilizada por el Doctor Miguel Ángel Barrios –
reconocido analista geopolítico de trayectoria internacional, y amigo personal-, está en pleno proceso de
consolidar nuestra Segunda Independencia, para la cual las consolidaciones (e incluso posibles unificaciones)
de los grandes bloques regionales –MERCOSUR, UNASUR, CELAC- son piezas claves, y están demostrando no
solo la plena factibilidad de los mismos, sino sus vigencias incontrastables, habida cuenta de las acciones,
influencias positivas y éxitos diplomáticos ya conseguidos, todo ello en tiempos muy breves, históricamente
medidos.
Las amenazas que las teorías “de defensa” (en rigor de agresiones institucionalizadas) que están no
solo exponiendo sino poniendo en práctica las potencias neocolonialistas del siglo XXI, y diversas
instituciones vinculadas, como la OTAN y la mega Banca transnacional, no dejan lugar a dudas de los riesgos
concretos que existen, además que América del Sur y toda la CELAC han respaldado concreta y
repetidamente a nuestro país, en el caso de vetusto colonialismo territorial, que padecemos como una
afrenta permanente y una amenaza constante proyectada sobre nuestro mar, nuestro territorio antártico e
incluso en nuestro territorio continental, amenaza agravada por el constante accionar de los múltiples
agentes infiltrados, que desarrollan permanentemente acciones de guerras blandas, como lo son diversas
ONGs transnacionales, fundaciones y similares, a las que se suman las agresiones “tradicionales” o más
conocidas de los medios de comunicación del “poder establecido” y las múltiples ramificaciones de esos
operadores de las presiones mediáticas y psicológicas permanentes.
Como decía Jauretche, nos quieren tristes (desanimados) para vernos derrotados de antemano. Pero
pese a todo ello, la coyuntura histórica y las proyecciones a mediano e incluso a largo plazo, pueden ser
notablemente favorables para nuestros legítimos y muy nobles derechos y nuestros Intereses Nacionales.
Esta breve obra, pretende ser un aporte al conocimiento de esos aspectos muchas veces no muy
conocidos de la realidad mundial, y de sus evoluciones en los últimos dos siglos y fracción ya transcurrida del
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actual, un llamado de alerta, y por qué no, un claro manifiesto a favor de sentir y ejercer un sólido y muy
sano patriotismo, no solo en función de nuestra Argentina, sino también del Gran Bloque Regional, que
podemos y debemos terminar de construir, para afianzar nuestro futuro, e incluso para evitar pasar a ser
fallidas referencias pretéritas de la Historia Mundial.
Vaya mi agradecimiento a cuantos despertaron, apuntalaron y orientaron mi vocación de conocer e
investigar esa gran ciencia que es La Geopolítica, lamentablemente aún poco conocida y difundida en
Argentina y en buena parte de nuestra región.

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RECONOCIMIENTOS

Diseño de cobertura
Lic. Stella Maris Spurio

Fotografía de cobertura
Escultura: Charging Bull (Wall Street Bull)
Ubicación: Bowling Green (Nueva York - EE.UU.)
Tamaño: 3,4 m x 4,9 m
Técnica: Bronce
Cortesía del escultor: ARTURO DI MODICA
dimodica@earthlink.net - chargingbull.com

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BIOGRAFÍA DEL AUTOR

Carlos Andrés Ortiz

Nació y vive en Posadas, Misiones, donde cursó sus estudios primarios y secundarios. En Resistencia, Chaco
se graduó de Contador Público en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNNE, en 1974, donde también
aprobó algunas materias específicas de la Licenciatura en Economía.

Posteriormente aprobó cuatro Posgrados, una Especialización Universitaria (todos ellos en el marco de la
UNaM - Universidad Nacional de Misiones), es Diplomado en Geopolítica; habiendo cursado y aprobado
todas las materias de la Maestría en Gestión de la Energía, dictada por la UNLa (Universidad Nacional de
Lanús), con el auspicio de la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica).

Su actividad profesional la desarrolló en Misiones, además de haber asesorado por más de nueve años a la
Cooperativa de Servicios Públicos de Gobernador Virasoro Ltda., en Corrientes, precisamente en la fase de
expansión y consolidación de dicha entidad, entre 1980 y 1989.

A poco de comenzar las actividades profesionales, ingresó en la Dirección General de Electricidad de


Misiones (luego transformada en la Dirección General de Construcciones Eléctricas-DGCE), desarrollando
básicamente actividades de auditorías contables y técnicas, y controles tarifarios, de EMSA (empresa mixta
provincial) y de las Cooperativas Eléctricas. En esa Dirección Provincial conoció a destacados profesionales, a
cuya generosidad intelectual debe buena parte de su formación básica en la Temática energética,
destacándose entre ellos los ingenieros Agustín Ferreras, Pablo Robin, Guillermo Lombardini, Jorge Midgley y
el polifacético hacedor Don Alejandro Orloff, entre otros; en años de concreciones de importantes estudios y
proyectos hidroeléctricos en cursos de agua interiores de Misiones.

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Suya fue la iniciativa de uniformar los cuadros tarifarios de toda la provincia, y otras acciones tendientes a
lograr el desarrollo del Sector Eléctrico, por esos años con grandes carencias y con explosivos crecimientos
de la demanda.

Posteriormente formó parte del equipo técnico que elaboró el Plan Energético Provincial 1980-2000 para la
Provincia de Misiones, junto a otros profesionales de la DGCE, de EMSA y de la Secretaría de Energía de la
Nación.

También fue Administrador del proyecto de desarrollo de micro centrales hidroeléctricas denominado
CREDMHI.

Prestó servicios durante 18 años en distintas áreas del Sector Eléctrico Provincial y un breve paso por la
Administración Provincial de Obras Sanitarias (donde desarrolló tareas de asesoramiento y contralor de
cooperativas).

Docente secundario y terciario de diversas materias, en Misiones, también colaboró en el Instituto Superior
del Profesorado de Virasoro, Corrientes.

Fue Investigador Universitario en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNaM, desarrollando líneas de


investigación del Sector Cooperativo, para luego volcarse a una amplia acción investigativa y de recopilación
de antecedentes técnicos, referentes al enorme potencial hidroeléctrico de Misiones. Colaboró en el dictado
de clases de Historia Económica (quedando en los hechos a cargo de la cátedra, ante la licencia por motivos
de salud del titular y gran amigo Ítalo Formichelle), como también en la cátedra de Historia y Geografía
Económica, y a cargo de Economía Argentina.

Continuó las actividades docentes en institutos terciarios de la ciudad. En 2014 dicta Economía Argentina en
la carrera de Analista Administrativo Contable de la Escuela Normal 10, y como disertante en la Diplomatura
de Geopolítica del Instituto Combate de Mbororé, ambos de la ciudad de Posadas.

Publica artículos desde 1972, cuando aún era estudiante universitario, abarcando temas de geopolítica,
economía, energía y ambientalismo. Este es el décimo tercer libro de su autoría, teniendo otros en proceso
de redacción.

Publicó trabajos científicos, asistió a numerosos congresos y disertaciones técnicas, disertó en algunas de
ellas, y suele ser convocado como disertante. El año 2013 disertó en Mendoza, Santa Cruz, Salta, intervino en
una mesa redonda de geopolítica en Buenos Aires; mientras que en San Juan un trabajo suyo formó parte del
VII CAPIAH, organizado por el Comité Argentino de Presas, en San Juan.

En 2014 disertó invitado por ADIMRA (Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina) en
Capital Federal; además en Formosa capital, y en Posadas.

En 2013 y 2014, La Voz de Rusia lo entrevistó telefónicamente en varias ocasiones, referente a cuestiones
geopolíticas de actualidad, publicando resúmenes de dichas entrevistas, además de diversos artículos,
también de la temática geopolítica.

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OTROS LIBROS DEL AUTOR

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1 / Año 1999

LA ENERGÍA HIDROELÉCTRICA COMO BASE DEL DESARROLLO DE MISIONES

ENERGÍA, ECOLOGÍA Y DESARROLLO SOCIO ECONÓMICO DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

Expone una breve síntesis de la terminología y de las abreviaturas del Sector Eléctrico y sus significados,
como para introducir a lectores profanos en el tema.

Analiza la enorme importancia que el gigantesco potencial hidroeléctrico con el que ha sido bendecida
Misiones, tiene para esta provincia, y también la importancia crucial de la tecnología hidroeléctrica posee
para el Desarrollo Argentino.

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2 / Año 2000

LA CENTRAL HIDROELÉCTRICA DE CORPUS CHRISTI

Eje central de las polémicas en Misiones al momento de su publicación, el tema referente a la Central
Hidroeléctrica hoy redefinida como Corpus, se analiza exhaustivamente desde diversos enfoques,
considerados todos con rigurosidad científica y con sólidas fundamentaciones.

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3 / Año 2001

ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE

Se analizan las diversas tecnologías de generación eléctrica existentes en el mundo, evaluando y


cuantificando sus aspectos positivos y negativos, conformando un compendio de esos temas sobre los que se
habla tanto pero se analiza tan poco con la debida rigurosidad. También se evalúan las características e
influencias de diversas obras proyectadas y algunas construidas en Misiones.

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4 / Año 2003

ENERGÍA ELÉCTRICA Y DESARROLLO SOCIOECONÓMICO

El desarrollo como eje de acción y preocupación principal de toda acción de gobierno seria y bien
fundamentada, y la necesidad de contar con abundantes y crecientes cantidades de energía, en lo posible
económica, segura y no contaminante; y la importancia de las energías hidroeléctrica y nuclear en ese crucial
contexto, son las motivaciones expuestas en esta obra.

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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

5 / Año 2004

LAS DOCTRINAS ECONÓMICAS

Análisis riguroso con enfoques históricos y de Política Económica, desde una perspectiva claramente
Nacional, de las distintas corrientes o escuelas económicas.

Se complementa realizando un resumen de la evolución económica argentina, por décadas, del siglo XX.

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6 / Año 2005

MANUAL DE ZONCERAS ENERGÉTICAS ARGENTINAS

Al más puro estilo jauretcheano, se ironizan varios de los más comunes disparates, proferidos con tanta
ligereza como desconocimiento, y que pasan a ser “verdades asumidas” para incautos y desinformados; y
excelente “negocio” para los que lucran con los engaños masivos; todo ello respecto a la
Temática Energética.

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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

7 / Año 2006

GEOPOLÍTICA DEL DESARROLLO

Reflexiones y análisis, con los debidos fundamentos, del apasionante tema que es la Geopolítica, evaluado en
el contexto mundial, pero focalizado en los Intereses Nacionales Argentinos y los de la Patria Grande de
Íbero América.

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8 / Año 2007

GEOPOLÍTICA DE LA ENERGÍA

Rigurosa evaluación de la trascendental importancia de la Energía en el campo de la Geopolítica, con énfasis


en el caso de Argentina. Se evalúa el rol perversamente corrosivo del fundamentalismo ecológico en el tema,
operando como factor principal de las “guerras blandas” desarrolladas por los detentadores del Poder
Mundial, para mantenernos atados al subdesarrollo crónico.

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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

9 / Año 2009

INTRODUCCIÓN A LA ECONOMÍA

Un breve interinato en la cátedra del mismo nombre, motivó la redacción de la sintética obra, para volcar
con mayor simplicidad y desde un enfoque heterodoxo (por fuera del liberalismo y del marxismo y similares),
explicando temas básicos de Economía.

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DEL COLONIALISMO DECIMONÓNICO AL NEOCOLONIALISMO DEL SIGLO XXI

10 / Año 2010

ECONOMIA.AR

Recopilaciones de artículos, básicamente referidos a Economía y Geopolítica, enfocados desde una


perspectiva claramente Nacional, libre de falsos prejuicios “neutrales” en los que suelen escudarse los que
quieren “quedar bien con Dios y con el diablo”

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11 / Año 2011

ENERGIA.AR

Obra que continúa la precedente, dándose énfasis al resurgimiento de las energías hidroeléctrica y nuclear,
marginadas y condenadas al ostracismo (por ocultos pero fuertes intereses creados), durante en cuarto de
siglo neoliberal 1976-2001. Es otra recopilación de artículos ya publicados.

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12 / Año 2013

LOS PROFETAS DEL CAOS

Analiza y desmenuza un panfletario conjunto de “informes”, fogoneados por transnacionales del ecologismo
cavernario y sus apéndices locales, más otros entes que se prestaron a dichas deplorables acciones. Señala la
sumatoria de incoherencias, gruesos errores, tergiversaciones y verdades a medias, sobre los que se
montaron los muy erróneos planteos y las insustentables conclusiones de “Escenarios Energéticos Argentina
2030”

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E–BOOK

Ortiz, Carlos Andrés


1800 - 2100 : del colonialismo decimonónico al neocolonialismo del siglo XXI
1a ed. - Posadas: el autor, 2014

ISBN 978-987-33-5718-3

1. Geopolítica. I. Título
CDD 327.1

Fecha de catalogación: 04/08/2014

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