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AUTORA: Gabriela Rotondi (Lic. En Trabajo Social. Mgter en ciencias sociales. Miembro de Servicio
de la Acción Popular. Docente e investigadora de la UNC )
Introducción
El debate de la ciudadanía de las mujeres, plantea entonces una relación con las transformaciones
políticas en curso que se viene desarrollando. La idea de ciudadanía alude a derechos y
obligaciones por aparecer a veces como un concepto abstracto e inasible.
Las mujeres en tanto sujetas porta una multiplicidad de identidades, posiciones, y una identidad
contingente y plural, por lo tanto no podemos definir a priori una identidad de género
desvinculada de una trama social, política, sectorial, así como se hace imprescindible articular las
demandas de las mujeres con las de otros sectores. Hay que hacer una relectura de la ciudadanía
que abandone la idea unitaria y clasista incluyendo a las mujeres como tales, pero que plantee a
demás tanto a hombres como a mujeres como pertenecientes a una comunidad política
democrática y múltiple, que requiere condiciones ciudadanizantes para ambos géneros.
Mujeres ciudadanas
En relación la ciudadanía de las mujeres tenemos que ver que las relaciones sociales se fundan en
procesos de subordinación (de género, etaria, étnica). Estas diversas subordinaciones se
encuentran sostenidas por diversas instituciones.
Podemos decir entonces que la noción de mujer ciudadana se presenta como paradójica, así como
solemos entramparnos en una visión irreal de relaciones sociales iguales que son específicamente
desiguales y construidas, y donde la internalización de las mismas se plantea como un rasgo más
de la complicidad social
La distancia entre la igualdad formal y la igualdad real fragiliza la ciudadanía de las mujeres, y
deriva de las formas de organización del capitalismo y del patriarcado.
En el contexto de los actuales debates sobre los desafíos que los procesos de globalización
presentan para la consolidación democrática de nuestros países, se plantea la necesidad de
abordad la cuestión de los derechos ciudadanos de las mujeres. Particularmente en el caso de las
mujeres, e planteo de la universalidad de los derechos, se vincula a la variante estructural que
articula las sociedades dando jerarquías diferentes a mujeres y varones, y a los espacios públicos y
privados.
Humanas y ciudadanas
Los derechos humanos trajeron a la escena pública derechos ciudadanos y de las ciudadanas. La
experiencia en Argentina, que fortaleció el reconocimiento de los sujetos como “sujetos de
derecho” fue el movimiento de derechos humanos
Hasta hace no mucho tiempo el sistema de derechos humanos trataba la violencia contra las
mujeres como un hecho invisible, privado. La Conferencia de Viena planteo un hito que permitió
revisar la idea de violencia, rompiendo el concepto de violencia como algo privado y reconoció el
problema de la violencia de género como un atentado a los derechos humanos. La denuncia desde
el Género y sus relaciones fue uno de los temas tratados en la Conferencia de la Mujer de Pekín
(1995), y articulada a ella la Convención interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra La Mujer de la (OEA). La Convención define expresamente la responsabilidad de
los Estados en cuanto a adoptar acciones específicas para eliminar la violencia.
Desde nuestro papel de interventores sociales la opción de resolver las tensiones entre la
democracia y la ciudadanía incompleta nos lleva a la necesidad de enfatizar y extender los
derechos fundamentales. Cuando decimos que la ciudadanía de las mujeres esta impactada por el
capitalismo y por el patriarcado, decimos que el parámetro de las relaciones es la subordinación.
Pone como ejemplo de la ciudadanía incompleta de las mujeres el no alcance real a los derechos
reproductivos: acceso a anticonceptivos, salud etc. Este ejemplo demuestra la fragilidad ciudadana
de las mujeres.
La categoría ciudadanía tiene una fuerte impronta teórica, pero serias dificultades para el acceso
práctico a esta condición. Es en estos ejemplos donde se empiezan a ver las distintas
complicidades que también atentan desde los distintos espacios sociales, a la ciudadanía en este
caso de las mujeres
Puntos de tensión y resistencia
La violencia debe ponerse como un problema de salud pública, no como un problema privado,
esto se da desde la Conferencia de 1996.