Está en la página 1de 33

Género y derechos humanos

En esta lectura haremos una introducción en el campo de estudio sobre la


violencia de género y la necesidad de su superación como norte de
respeto a los derechos humanos. Abordaremos, la circulación que la
temática ha tenido en las discusiones internacionales sobre derechos
humanos, así como también cuáles han sido las actitudes de los Estados y
la sociedad en general para comprender este fenómeno que atraviesa el
entramado social.

1. Violencias de Género y Resistencia: Las relaciones de poder de las estructuras de género

Video conceptual

Referencias
Lesson 1 of 3

1. Violencias de Género y Resistencia: Las


relaciones de poder de las estructuras de
género

Uno de los principales problemas para hablar de violencia de


género es la normalidad con la que se nos presentan las relaciones
de género. Al tratarse de una violencia patriarcal altamente
enraizada en nuestras sociedades, la complejidad del fenómeno
nos lleva a considerar que la violencia de género se entreteje entre
prácticas visibles, donde no habría duda alguna que se trata
situaciones o prácticas violentas y prácticas invisibles que se
normalizan y naturalizan.

Ya que no todas las violencias que acontecen en el espectro social


son iguales y dada la articulación entre violencias visibles e
invisibles, es que necesitamos pensar en la especificidad de la
violencia de género. Esta necesita ser abordada en el entramado
de relaciones de poder que el género –como categoría de violencia
normativa sobre los cuerpos y las subjetividades-, articula en
conjunción con otras categorías de exclusión como la raza o la
clase. Es decir, las mujeres, las personas trans, de género no binario
o quienes tienen diversas orientaciones erótico-afectivas son
victimizadas o vulnerabilizadas a través de la violencia de género.

El pensamiento crítico sobre la temática nos permitirá comprender


que la violencia de género no se circunscribe a una modalidad de
excepción. Entonces, no debemos reducir la comprensión de las
diversas formas de ejercicio de la violencia de género, a hipótesis
de la enfermedad, particularidad o individualidad en una relación
privada. Estas tienden a olvidar el emplazamiento violento de las
relaciones de poder en el género, la raza, la clase, la etnia, la edad y
pierden la posibilidad de comprenderlas en un entramado mayor,
en la matriz heteronormativa y patriarcal de nuestras sociedades.

Desigualdad de poder y acceso a los derechos.


Espacios de apropiación y activismo del colectivo de
mujeres.

“Los derechos de las mujeres y disidencias son derechos


humanos.”

Cuando nos referimos a la violación de los derechos humanos de


las mujeres y de las disidencias de género y sexuales, en la mayoría
de los casos nos encontramos con la desigualdad provocada, en
diversos ámbitos de la vida, por la distribución heteronormada y
patriarcal de legitimidad en el campo social. Como es un fenómeno
complejo, a los fines pedagógicos, separamos el estudio sobre las
praxis de violencia en cada colectivo, ya que, si bien están
entrelazadas y debemos pensarlas en intersección, tienen diversas
historias y recorridos en el campo de disputa de los DDHH.

Los estudios sobre la violencia de género contra las mujeres han


tenido un largo desarrollo en el ámbito internacional y desde hace
al menos una década comienzan a cobrar fuerza en la escena local
de diversos Estados. Las investigaciones iniciales, advertían un
problema concreto relacionado con la falta de información, de
datos estadísticos de la realidad, que permitieran dimensionar el
fenómeno de la violencia contra las mujeres. Estas dificultades
radicaban –entre otras situaciones- en que, por mucho tiempo, la
violencia contra las mujeres fue considerada como algo que
acontecía en la faz privada de la vida, en la intimidad de cada
hogar y, por lo tanto, extraña al campo de las políticas públicas.

Las ópticas comenzaron a cambiar y parte de este cambio se fue


asentando lenta pero progresivamente en el debate internacional
sobre los derechos humanos. En el marco del desarrollo de los
sistemas y mecanismos de protección de los derechos humanos, la
presencia del movimiento feminista en la ONU se constituyó en un
escenario de lucha por el reconocimiento de los derechos humanos
de las mujeres. De allí surgió la exigencia de una atención especial
a demandas de las mujeres, de los derechos de las mujeres y el
impacto de su participación e inclusión (o exclusión) de diversos
espacios sociales como la economía, la política, la educación y el
entramado de la vida social.

La primera Conferencia Mundial sobre la Mujer tuvo lugar en


México (1975) y marcó un punto de inflexión en el ámbito
internacional de los derechos humanos, pues se consideró a las
mujeres como actoras en el ámbito internacional por la defensa de
sus derechos y no como meras receptoras de políticas públicas
para su protección. Sin embargo, a esta altura todavía no se
hablaba de los derechos de las mujeres como violación a los
derechos humanos (ONU Mujeres, 9 de febrero de 2013).

En 1979, la Asamblea General de la ONU aprobó la Convención


sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Contra
la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), que significó el ingreso
del debate sobre los derechos de las mujeres en la arena

internacional1. Si bien esta Convención no es el punto exacto en el


que los derechos de las mujeres comenzaron a considerarse
Derechos Humanos y que tampoco se encontraba específicamente
abordada la violencia de género contra las mujeres, estos debates
comienzan a resonar a partir de ella y en posteriores conferencias
sobre los de derechos de las mujeres (Copenhague y Nairobi).
La segunda Conferencia Mundial de la Mujer aconteció en
Copenhague (1980), en ella se buscó dar cuenta del escaso
compromiso de los Estados en la superación de las situaciones de
desigualdad a las que son sometidas las mujeres en los diversos
ámbitos de la vida. Denotó la brecha que existía (y que existe
actualmente) entre el reconocimiento formal de derechos y su
cumplimiento real (ONU Mujeres, 9 de febrero de 2013).

La tercera Conferencia Mundial de la Mujer se desarrolló en Nairobi


(1985) y estableció recomendaciones a los Estados para finalizar
con las prácticas discriminatorias contra la mujer que fueron
plasmadas en un documento llamado “Estrategias de Nairobi” y
que giró en torno a derechos jurídicos, sociales y de ciudadanía
(ONU Mujeres, 9 de febrero de 2013).

Previo a la cuarta Conferencia de la Mujer, en diciembre de 1993,


durante la 85° Sesión Parlamentaria de la Asamblea General de la
ONU, se aprobó la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia

contra la Mujer2. Hasta este momento, la temática sobre la


violencia contra la mujer giraba en torno a la violencia en el ámbito
familiar, pues era la más visible. La adopción de la Declaración
significó la delineación de la problemática como una violación a los
derechos humanos de las mujeres y mencionó la creciente
preocupación sobre la tolerancia por parte de los Estados y de la
sociedad en general, a esta violencia naturalizada. También
reconoce que la violencia contra las mujeres es la manifestación de
relaciones (históricamente) desiguales de poder entre hombre y
mujeres, y un sistemático mecanismo de imposición de una
situación de subordinación de las mujeres, ejercida
mayoritariamente por los hombres.

[1] Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (UN-

CEDAW). (18 de diciembre de1979). Organización de las Naciones Unidas. Recuperado de

https: //www.ohchr.org/sp/professionalinterest/pages/cedaw.aspx

[2] Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. (20 de diciembre de 1993).

Organización de las Naciones Unidas. Recuperado de

https: //www.ohchr.org/sp/professionalinterest/pages/violenceagainstwomen.aspx

Conferencia Mundial de Derechos Humanos


Ese mismo año en Viena, tiene lugar la Conferencia Mundial de
Derechos Humanos, donde por primera vez en el ámbito
internacional se aclara que los derechos de las mujeres son
también derechos humanos. Las organizaciones de mujeres bajo
este lema se movilizaron para conseguir que los derechos
humanos de las mujeres se plasmaran en la agenda de la
comunidad internacional allí reunida. Es decir, se consiguió que las
mujeres seamos sujetos de derechos humanos con nombre propio
a partir del año 1993.

La Cuarta Conferencia de la Mujer tuvo lugar dos años después en


Beijing (1995). Esta es la Conferencia más destacada y con mayor
impacto mundial, cuya plataforma de acción hasta hoy se
encuentra vigente. La importancia radica en que en Beijing
irrumpe ya no solo el discurso sobre los derechos de las mujeres,
sino también sobre el concepto de género. Supuso incorporar la
mirada sobre las situaciones a analizar, teniendo en cuenta los
roles sociales —histórica y culturalmente asignados y asumidos
para las mujeres y los hombres— en la política, la economía, la
sociedad y en los diversos aspectos de las relaciones humanas. Es
importante destacar que esta Conferencia se alejó del concepto
universal de mujer y dio lugar al reconocimiento de la diversidad
de mujeres y de la complejidad de las situaciones de vulneración
de derechos por las que atraviesan (ONU Mujeres, 9 de febrero de
2013).

En paralelo al desarrollo de las diversas conferencias de la mujer, se


realizaron los Foros de Organizaciones no Gubernamentales (ONG)
que se encontraban involucradas en la temática. La celebración de
estos foros feministas significó colectivamente “la base para el
establecimiento de redes entre organizaciones de mujeres a nivel
mundial y proyectos para la eliminación de la discriminación y
subordinación de género” (Articulación Regional Feminista, 2009).
Durante la década de los noventa tanto para el movimiento
feminista como para el movimiento LGBTIQ+, el ámbito de las
organizaciones no gubernamentales fue el campo de acción y
organización social y política primordial, ante la ausencia de la
recepción por parte de los Estados de las demandas de políticas
públicas de fomento y protección de los derechos humanos de
estos colectivos.

Hitos en las normas y estándares internacionales sobre los


derechos de las mujeres.

Conferencias y Principales
Fecha/Lugar
declaraciones aportes

Se considera a las
mujeres como
Primera
actoras en el
Conferencia
1975, México ámbito
Mundial sobre la
internacional por
Mujer
la defensa de sus
derechos.

Se aprueba la
Convención sobre
la Eliminación de
Asamblea General
1979 todas las Formas
de la ONU
de Discriminación
Contra la Mujer
(CEDAW).
Conferencias y Principales
Fecha/Lugar
declaraciones aportes

Se destaca la
Segunda brecha entre el
Conferencia reconocimiento
1980, Copenhague
Mundial de la formal de
Mujer. derechos y su
cumplimiento real.

Se recomienda a
los Estados
Tercera
estrategias para
Conferencia
1985, Nairobi finalizar con las
Mundial de la
prácticas
Mujer.
discriminatorias
contra la mujer.

85° Sesión Se aprueba la


Parlamentaria de declaración sobre
1993
la Asamblea la Eliminación de
General de la ONU la Violencia contra
la Mujer.

Se aclara que los


Conferencia
derechos de las
Mundial de
1993, Viena mujeres son
Derechos
también derechos
Humanos
humanos.
Conferencias y Principales
Fecha/Lugar
declaraciones aportes

Se introduce el
concepto de
género. Se
reconoce la
diversidad de
Cuarta
mujeres y de la
1995, Beijing Conferencia de la
complejidad de las
Mujer
situaciones de
vulneración. Su
plataforma de
acción continua
vigente.

Se construyen
redes entre
organizaciones de
mujeres a nivel
Foros de mundial. Las ONG
Organizaciones no como campo de
Década del 90
Gubernamentales acción y
(ONG) organización social
y política del
movimiento
feminista y
LGBTIQ+.
Video 1: Una historia mundial de los derechos de las mujeres en 3
minutos

Una historia mundial de los derechos de las mujeres en 3 …

Fuente: UN Women (12 de marzo de 2020). Una historia mundial de los derechos de las mujeres en 3

minutos. [Video de YouTube]. Recuperado de https: //www.youtube.com/watch?v=RZyK1ScwiMo

Sistema Interamericano de protección y promoción


de los Derechos Humanos de las mujeres.
Otro sistema internacional de protección de los derechos humanos
que incluye medidas de promoción y protección de los derechos de
las mujeres a una vida libre de violencia, está dado por el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos. Este sistema se emplaza en
el marco de la Organización de Estados Americanos (OEA), a través
del cual se pone en funcionamiento la Corte Interamericana de
Derechos Humanos (1981). Junto a la Corte se integran otros
organismos de protección de los derechos humanos: la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Comisión
Interamericana de Mujeres. Estos organismos velan por el
cumplimiento de los pactos y convenios de derechos humanos
suscriptos en el marco de la región interamericana; uno de ellos es
la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar
la Violencia contra la Mujer, conocida como Convención de Belém
do Pará (por el lugar de su suscripción en el año 1994).

La Convención de Belém do Pará (1994) es una de las más


importantes en la materia -para nuestra región-, con relación a la
violencia de género como una de las más cotidianas y persistentes
formas de vulneración de los derechos humanos de las mujeres. En
esta convención se define específicamente lo que se entiende por
violencia de género contra las mujeres, estableciendo que implica
“cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause
muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer,

tanto en el ámbito público como en el privado”3. A su vez, la


Convención insta a los Estados partes –entre ellos Argentina- a
modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y
mujeres que permitan desarraigar prejuicios negativos de género,
costumbres y prácticas que se basen en la inferioridad o
superioridad de cualquiera de los géneros o en estereotipos
normativos sobre aquellos.

La primera condena que la Corte Interamericana de Derechos


Humanos impuso a un Estado parte por el incumplimiento de las
instrucciones de la Convención de Belém do Pará fue al Estado de
Brasil, en el caso María da Phena vs. Brasil. Con la condena al
Estado de Brasil, se ha dado lentamente un proceso en la región
que involucra la sanción de normativas locales que recepten las
establecidas en la Convención (Comité de América Latina y el
Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer, s.f.).

Adecuar la normativa local al espíritu de la Convención y demás


tratados — que en Argentina tienen jerarquía constitucional— no
implica solamente la sanción de leyes. Se requiere todo otro
cúmulo de legislaciones y políticas públicas que los Estados deben
implementar para fomentar la igualdad de género en el ámbito
laboral, educativo, del sistema de salud, en el campo económico,
político y social. Recordemos entonces que la Ley Micaela es parte
de ese cúmulo de acciones y políticas de estado.

En el marco de este contexto regional e internacional, Argentina


sancionó la Ley de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y
Erradicar la Violencia contra las mujeres 26.485 (11 de marzo de
2009). Esta retoma el concepto de violencia de género, bajo la
definición de sus diversas tipologías, modalidades y ámbitos de
producción de la violencia de género. Incorpora profundizando la
conceptualización de Belém do Pará, que la violencia de género
acontece en el ámbito de relaciones desiguales de poder. También
define la tipología de “violencia simbólica” y “violencia política”.
Para dar cumplimento a una universalidad en el goce de los
derechos que esta Ley protege, promueve y previene de violación,
en el art. 1º se define que las disposiciones establecidas en ley son
de orden público, y que por tanto tiene validez en todo el territorio
de la Nación Argentina. Esto busca prevenir que se den
desigualdades territoriales en el derecho al acceso de la justicia de
las mujeres.

A su vez, se dieron otras leyes y modificaciones a códigos vigentes,


que tuvieron como norte el respeto, la protección y la promoción de
los derechos humanos de las mujeres. En este sentido, son algunos
ejemplos, las modificaciones al Código Penal como el cambio de la
denominación de la violencia sexual de “delitos contra el honor y la
honra” a delitos “contra la integridad sexual” (1999) o la agravante
al homicidio por razones de género, por el hecho de ser mujer o
cuando exista violencia de género previa (2012 femicidio). También
podemos nombrar las leyes:

[3] Artículo 1. Convención interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la

mujer, “Convención de Belém do Pará”. (1994). Organización de los Estados Americanos. Recuperado

de http: //www.oas.org/juridico/spanish/tratados/a-61.html
Ley de Cupo o Cuotas (1991)

De fomento y promoción de la circulación de mujer en el espacio
público y político, la cual obliga a los partidos políticos a cumplir el
llenado de sus listas de candidaturas con un 30 % de candidatas
mujeres. Sin embargo, la aplicación del cupo femenino en el
Senado, se retrasó hasta el año 2001 en el que la elección de esos
escaños comenzó a ser directa. En el año 2017 se sanciona Ley de
Paridad de Género –que deroga la Ley de Cupo-, en la cual se
modifica el concepto de participación política. La paridad en la
representación en las listas a Legislativas Nacionales y
Parlamentarios del Mercosur, debe observar un 50 % de
candidatas mujeres y un 50 % de candidatos varones, en forma
intercalada. En el año 2019 se reglamentó la Ley. Sin embargo, no
todas las provincias y municipios del país han adherido o replicado
el porcentaje paritario de participación, en varios distritos aún se
mantiene el cupo de 1/3.

Ley de Fertilización Asistida (2013)



Busca garantizar el goce y titularidad de los derechos de toda
persona a la paternidad/maternidad y a formar una familia, de
manera igualitaria e inclusiva. La Ley establece que tienen
derecho a las prestaciones de reproducción médicamente asistida
todas las personas, mayores de edad, sin discriminación o
exclusión de acuerdo a su orientación sexual o estado civil. Esto
también implica mencionar a la clase y situación económica, pues
hoy es una prestación obligatoria, un proceso médico que antes,
para muchas personas, era inalcanzable.
Ley Micaela (2019)

De formación y capacitación a todo ámbito de agentes del Estado
(Nacional, Provincial y Municipal) sin distinción de rangos, en
perspectiva de género.

Ley de acceso a la interrupción voluntaria del embarazo (2021)



Regula el derecho de mujeres y personas con otras identidades de
género con capacidad de gestar a decidir la interrupción del
embarazo, requerir y acceder a la atención del aborto, y recibir
atención postaborto en los servicios del sistema de salud.

Derechos Sexuales y Reproductivos


Asistimos, en las últimas décadas, a una fuerte discusión sobre el
orden de regulación sexual, promovida principalmente por los
movimientos por la diversidad sexual y el movimiento feminista.
Estos debates sobre el orden sexual tradicional no acontecen en un
estado de consenso social, por el contrario, son el producto del
conflicto social. Frente a los reclamos por derechos,
reconocimientos y visibilidad de las personas que se ven
desjerarquizadas (incluso a veces hasta criminalizadas) en un
orden sexual tradicional, otro sector de la sociedad se alza en
respuesta contraria a las demandas de ampliación del
reconocimiento. Tanto la apertura en su debate como la respuesta
contraria, se habilitan en el marco de la discusión sobre el ingreso
de los derechos sexuales y reproductivos (de ahora en más
DDSSRR) como parte de los derechos humanos. El debate sobre
estos derechos involucra la propuesta de un orden alternativo a la
regulación de la sexualidad en la sociedad y la búsqueda de un
cambio epistémico-social-político en la forma de comprender los
cuerpos y las sexualidades (Vaggione, 2012).

Es una creencia común considerar que la sexualidad pertenece al


ámbito privado –íntimo- de relación entre las personas. Sin
embargo, la sexualidad se encuentra atravesada por todo un set de
mecanismos de control y disciplinamiento, a la par de discursos
que la producen, la incitan y la constituyen (Vaggione, 2012).

El orden de lo sexual genera desigualdades y discriminaciones


delimitando en el mundo social las relaciones que se movilizan en
el campo de lo “natural” o “normal”, por oposición decreciente a las
que quedan dentro del campo de lo “anormal” o “patológico”. Así,
por ejemplo, el matrimonio entre sexos opuestos –que encarna la
finalidad creativa de la familia, se convierte en un marcador de
normalidad y legitimidad que sostiene la necesidad de una
heterosexualidad compulsiva (Vaggione, 2012). Si nos preguntamos
qué prácticas, qué identidades, qué expresiones de amor o de
familias otras quedan por fuera de este sistema familiar
heterosexual, podemos comprender cómo el orden sexual imprime
jerarquías de legitimidad y, a la par, desigualdades y
discriminaciones.

Como todo orden social, el sexual es también un orden histórico,


político, cultural y contingente, por lo que a lo largo de su historia
se pueden advertir diversos cambios en las fronteras de lo
permitido y lo prohibido. Las fronteras que se establecen para
demarcar lo legítimo de lo ilegítimo, lo permitido de lo prohibido, lo
sano de lo patológico, lo natural de lo perverso pueden ser
agrupadas en tres características de ordenación de lo sexual.
Siguiendo a Vaggione (2012), se pueden determinar en: quiénes
forman parte de un vínculo sexual-afectivo (quién), las formas
admisibles de cómo gestionar la sexualidad (cómo) y la finalidad
que la compone (para qué).

Sistema Internacional de Protección y Promoción de


los DDSSRR.
Los derechos sexuales y reproductivos (DDSSRR) disputan el
reconocimiento y pleno desarrollo de las personas con relación a su
cuerpo, sus decisiones reproductivas, su sexualidad, su orientación
sexual y su identidad de género dentro de los derechos humanos.
Tanto el movimiento LGBTIQ+ como el movimiento feminista, luego
de décadas de activismo político, académico y social, lograron que
las cuestiones relativas a los derechos sexuales y reproductivos
ingresaran en la agenda internacional y de cooperación en el
debate sobre los derechos humanos de las personas. En este
sentido, debemos recordar que los DDSSRR “implican un programa
ético-político que busca desnaturalizar y desjerarquizar el orden
sexual imperante” (Vaggione, 2012, p. 43). La inclusión de los
DDSSRR en el debate público no fue ni es pacífica, y recibe críticas
y reacciones por quienes consideran que el orden sexual no debe
ser alterado.

Los DDSSRR ingresaron en el debate por los derechos humanos, en


los sistemas de protección y promoción internacionales, durante la
Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo que tuvo
lugar en El Cairo (1994). Aunque en algunas conferencias anteriores
ya habían sido mencionados, hasta entonces los derechos
reproductivos se encontraban focalizados en las problemáticas de
desarrollo y superpoblación. En la conferencia del Cairo se da un
giro en la forma de concebir tanto los derechos reproductivos como
los derechos sexuales. Siguiendo las definiciones integrales de
salud dadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se
define a la salud reproductiva y la sexual de la siguiente manera:

Un estado general de bienestar físico, mental y social, y no de mera


ausencia de enfermedades o dolencias, en todos los aspectos
relacionados con el sistema reproductivo y sus funciones y
procesos. (…) la salud reproductiva entraña la capacidad de
disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos y de procrear,
y la libertad para decidir hacerlo o no hacerlo, cuándo y con qué
frecuencia (...) Incluye también la salud sexual, cuyo objetivo es el
desarrollo de la vida y de las relaciones personales y no meramente
el asesoramiento y la atención en materia de reproducción y de
enfermedades de transmisión sexual. (…) sin sufrir discriminación,
coacciones ni violencia, de conformidad con lo establecido en los

documentos de derechos humanos4.

Con posterioridad a la Conferencia de El Cairo, tuvo lugar la Cuarta


Conferencia Mundial sobre las Mujeres (Beijing - 1995), la que
profundizó la incorporación de los DDSSRR como derechos
humanos en la Plataforma de Acción de Beijing. Bajo el rótulo
abarcador de DDSSRR se pueden desglosar dos marcadores de
derechos diferenciados a la par que interconectados: los
reproductivos y sexuales.

[4] Informe de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo. (1994). Organización de

Naciones Unidas. Recuperado de https: //www.unfpa.org/sites/default/files/event-pdf/icpd_spa_2.pdf

Los derechos reproductivos



Se focalizan en la autonomía de las personas para la
determinación de la vida reproductiva, garantizar los espacios de
decisión sobre si tener hijos e hijas o no tenerlos, cuántos y
cuándo, en un marco de defensa de libre decisión sobre la
maternidad y la paternidad.
Los derechos sexuales

Buscan promover y garantizar el acceso y disfrute de todas las
personas a una sexualidad plena, libre de coacciones y respetuosa
de las decisiones personales. La autonomía sobre la sexualidad se
relaciona con que debe ser vivida sin ningún tipo de coerción o
vulneración por la orientación sexual o la identidad de género. El
respeto a la autonomía sexual involucra reconocer al placer como
un componente del derecho sexual de las personas.

Otro documento internacional de significativa importancia para el


ámbito de los DDSSRR son los Principios de Yogyakarta (2006)
sobre la aplicación de la legislación internacional de derechos
humanos en relación con la orientación sexual y la identidad de
género. Estos principios han llamado la atención sobre cómo deben
interpretarse las leyes internacionales de resguardo de los
derechos humanos, incluyendo la orientación sexual de las
personas y la identidad de género. A su vez, estos principios fijan
estándares legales vinculantes a los Estados suscriptores, que
deben velar por su observancia y promoción.

El goce de una sexualidad plena, en libertad y autonomía, implica


reconocimiento y visibilidad de demandas del movimiento
LGBTIQ+ de larga data que se vinculan con el derecho a la
ciudadanía, la visibilidad, la existencia, a erradicar las
persecuciones, torturas y detenciones arbitrarias por razones que
se vinculan con la orientación sexual o la identidad de género.

Además de estas múltiples pautas, los Principios de Yogyakarta


dan una definición sobre la identidad de género que busca
resguardar los los derechos humanos de las personas trans* e
intersex:

La vivencia interna e individual del género tal como cada persona


la siente profundamente, la cual podrá corresponder o no con el
sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia
personal del cuerpo y otras expresiones de género, incluyendo la

vestimenta, el modo de hablar y los modales5.

El escenario de reiteradas violaciones al derecho a la vida digna, la


salud integral, la educación, la ciudadanía, entre otros, es
denunciado en los Principios de Yogyakarta a través de una
propuesta que reemplace la mirada patologizante y punitiva sobre
la identidad de género.

En muchos países la condición para acceder al cambio de sexo en


los documentos oficiales y para acceder, por ende, al cambio de
nombre que refleje la identidad de género autopercibida, requiere
que la persona solicitante pase por diversas instancias médicas de
control que acrediten “su verdad” en el sentir de la identidad, a la
vez que someterse a operaciones de reasignación genital
irreversibles y esterilizantes. A estas nociones las derrumba la
definición de la identidad de género incluida en los principios de
Yogyakarta, que en Argentina es receptada en 2012 por la Ley de
Identidad de Género (Ley 26.743), que borra completamente la
obligatoriedad del requisito de esterilización o modificación
corporal para el respeto y reconocimiento de la identidad de
género autopercibida, dejándolo como una decisión de cada
persona. A la vez, esta ley reconoce expresamente los derechos de
la niñez y adolescencia trans* que largamente fueron postergados
en nuestra región.

Parlamentarios para la Acción Global (PGA) y Programa de las


Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Recursos para la
promoción de los derechos y la inclusión de las personas
LGBTIQ+ https://www.pgaction.org/inclusion/es/

Existen un cúmulo de legislaciones nacionales que receptan los


derechos sexuales y reproductivos resguardados en el orden
internacional, algunas las hemos mencionado en el apartado
anterior, otras son:

-Ley de Matrimonio Igualitario (2010) que equiparó en el sistema


del matrimonio civil –sus derechos y obligaciones- a todas las
uniones de personas sin distribución diferencial a través del
requisito de “oposición sexual”.

-Leyes de cupo para personas trans*: actualmente se encuentran


en debate los proyectos sometidos a consideración de los poderes
legislativos, nacionales y locales. Estos proponen establecer un
número de cupo mínimo para el ingreso al empleo formal del que
son excluidas con base en la identidad de género. El decreto
(721/2020) estableció que puestos laborales del sector nacional
deben ser ocupados en una proporción no inferior al 1% por
personas travestis, transexuales y transgénero, que reúnan las
condiciones de idoneidad necesarias.

Un apartado especial merece la Ley de Educación Sexual Integral


(2006), conocida como ESI. Esta retoma la concepción de salud
sexual brindada por la OMS, en todo un marco de dimensión de
acceso y conocimiento de sus DDSSRR por niñas, niños y
adolescentes en los niveles educativos iniciales, primarios y
secundarios –conforme su capacidad madurativa-. La ley propone
entender que la sexualidad alcanza aspectos del orden biológico,
psicológico, histórico, social y afectivo, no quedando en la noción de
sexo/sexualidad como genitalidad y coito, sino ampliando su
resonancia en las diversas dimensiones de la subjetividad y el
bienestar de las personas en su desarrollo sexual.
Si bien la Ley 26.150, excluye a las universidades de las instituciones
educativas que deben implementar el Programa de Educación
Sexual Integral, es importante considerar que la universidad, como
parte de la sociedad y del sistema educativo, constantemente se ve
interpelada por problemáticas de género y sexualidad.

Además, siempre se educa en sexualidad. Es decir, se transmiten


ideas y representaciones sobre esta en los contenidos curriculares,
en los comentarios, en los modos de intervención en el aula, en las
expectativas de aprendizaje y rendimiento de alumnos y alumnas o
en los ritos institucionales. En este sentido, aquello que
comprendemos como “curriculum oculto” es desde donde se
reproduce un orden cultural hegemónico que es patriarcal, sexista
y heteronormativo. (Morgade, 2011)

La ESI no solo refiere a una disciplina, materia o espacio curricular,


sino que se trata de una práctica pedagógica que aborda distintos
aspectos vinculados con la sexualidad y las relaciones de género en
los ámbitos educativos. De este modo, las dimensiones desde las
que se pueden pensar estrategias o líneas de trabajo son:

[5] Principios de Yogyacarta. (2006). Organización de Naciones Unidas. Recuperado de

http: //www.refworld.org/cgi-bin/texis/vtx/rwmain/opendocpdf.pdf?reldoc=y&docid=48244e9f2

Desarrollo curricular: los contenidos de las diferentes


materias.
Organización de la vida institucional: regulaciones, normas
de convivencia, relaciones entre docentes, proyectos
institucionales, rituales, etc.

Episodios que irrumpen en el ámbito educativo: se


incluyen episodios disruptivos, situaciones problemáticas o
conflictos, ya que muchos de estos episodios acontecen en
relación a temas vinculados a género y sexualidad.

El tratamiento de la sexualidad en ámbitos educativos requiere


una perspectiva situacional y localizada. No hay una receta o
planificación que sea aplicable en cualquier contexto. Por ello,
podemos comenzar a pensar: ¿qué elementos podemos identificar
como androcéntricos en nuestra institución, aulas y programas?
¿Cómo construir un curriculum que no reproduzca el orden
patriarcal y heteronormativo? ¿Cómo pensar un curriculum que no
reproduzca oposiciones binarias: masculino/femenino,
hetero/homo? ¿Qué lugar ocupan las mujeres en los programas de
las materias que impartimos? ¿Qué contenidos, procedimientos y
actitudes en relación al género y la sexualidad consideramos
importante revisar? ¿Qué desafíos tenemos como institución
educativa?

Vemos hasta este punto que a través de la investigación sobre la


violencia de género y el activismo para su visilibización como un
problema de la sociedad toda, el movimiento feminista y LGBTIQ+
fueron conquistando avances legales en el reconocimiento de sus
derechos humanos en múltiples aspectos que se relacionan con las
diversas formas de violencia con base en el género.

Sin menoscabar los avances, necesitamos seguir mirando con


lentes de análisis crítico de género, pues estas leyes y formas de
ejercicio se asientan sobre el suelo social que dialoga hace siglos
con códigos y prácticas morales de un sistema patriarcal y
heteronormativo. Por ello, resulta necesario poner en evidencia
cualquier tipo de tolerancia, omisión o inacción estatal o privada,
que menoscabe el disfrute de estos derechos humanos.

Debemos comprender que la violencia de género presenta


múltiples complejidades y emergencias en el campo social, y que
su máxima expresión se vincula con la precariedad de la
vida/muerte tanto de las mujeres como del colectivo LGBTIQ+. Pero
otro arduo desafío se encuentra en desandar las prácticas sociales,
culturales e históricas que reproducen las desigualdades de
género, de raza, de clase, de etnia en múltiples “escuelas” de
violencias que son vivenciadas como “normales” en las formas de
relacionarnos.

C O NT I NU A R
Lesson 2 of 3

Video conceptual

Video conceptual 1. Género y Derechos


Humanos

Video conceptual 2. Desigualdad de poder y acceso a los


derechos

Interactive Video

C O NT I NU A R
Lesson 3 of 3

Referencias

Articulación Regional Feminista por los derecho humanos y la


justicia de género / Coordinadora de la Mujer (2009).
Instrumentos internacionales y regionales de protección a las
mujeres contra la violencia. Bullaín, M. J. (Comp.) La Paz.

Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los


Derechos de la Mujer (CLADEM). (2017) Caso Maria Da Penha.

Convención sobre la Eliminación de todas las forma de


Discriminación contra la Mujer (UN-CEDAW). (1979). Organización
de Naciones Unidas.

Convención interamericana para prevenir, sancionar y erradicar


la violencia contra la mujer, “Convención de Belém do Pará”.
(1994). Organización de los Estados Americanos.

Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer.


(1993). Organización de Naciones Unidas.
Morgade, G. (comp.) (2011). Toda educación es sexual: hacia una
educación sexuada justa. Buenos Aires: La Crujía.

Guía para el desarrollo institucional de la Educación Sexual


Integral. Ministerio de Educación. (2012). Presidencia de la Nación
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/esi_guia_desarrolloin
stitucional.pdf .

Organización de Naciones Unidas. (2017). Conferencias mundiales


sobre la mujer.

Organización de Naciones Unidas. (1995). Plataforma de Acción de


Beijing.

Rico, N. (1996). Violencia de Género: Un problema de Derechos


Humanos. Santiago: Comisión Económica para América Latina y el
Caribe (CEPAL).

Segato, R. (2003). Las estructuras elementales de la violencia:


Ensayos sobre género entre la antropología, el psicoanálisis y los
derechos humanos [versión en línea]. Buenos Aires: Universidad
Nacional de Quilmes - Prometo.

Vaggione, J.M. (2012). Introducción. En Morán Faúndes, J.M., et. al.


(comp.) Sexualidades, Desigualdades y Derechos: Reflexiones en
torno a los derechos sexuales y reproductivos (pp. 13-58). Córdoba.
Ciencia, Derecho y Sociedad Ed.

C O NT I NU A R

También podría gustarte