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En la selva peruana vivía Mirko, una pequeña ave de colores rojo y anaranjado que tenía una hermosa
cresta de plumas sobre la frente. Era un gallito de las rocas, el ave nacional del Perú.
Mirko era muy alegre, y siempre se posaba en una rama cerca de un árbol, porque desde ahí le
gustaba contemplar el hermoso paisaje.
Cerca de ese lugar también vivía Pipo, un tucán muy presumido. Siempre se burlaba del gallito:
—No sé por qué te llaman «gallito», ¡si no sabes cantar! —le decía.
Mirko lo ignoraba, pero Pipo insistía en molestarlo.
Un día llegó Mirko, como siempre, a posarse en su rama favorita. Trató de no hacer ruido para que
los turistas no lo encontraran, y así poder descansar un rato.
De pronto, apareció Pipo y se puso a cantar muy fuerte, pues le gustaba mucho llamar la atención y
posar para las fotos. Pero las miradas de los turistas se desviaron al ver a Mirko.
—¡Oh, pero qué ave tan hermosa! —decían.
—¡Qué lindos colores lleva en su plumaje! —expresaban asombrados.
—Es un gallito de las rocas —dijo el guía que los acompañaba.
Pero Pipo era tan presumido que no soportaba que halagaran a otro que no fuera él.
Entonces, esperó que los turistas se alejaran y empujó a picotazos a Mirko. Pipo estaba muy
molesto y seguía atacando al gallito, pero perdió el equilibrio porque estaba tan enojado que se
olvidó de agitar sus alas y cayó al suelo.
Mirko, muy preocupado por su compañero bajó para ayudarlo, lo movió suavemente con el pico y fue
a buscar ayuda.
Al rato regresó con la mamá de Pipo que se lo llevó a su casa.
Pipo muy avergonzado, por su mala actitud se disculpó con Mirko.
Después ambos se hicieron muy amigos, volaban y se divertían juntos en la selva.
Finalmente, Pipo aprendió que no era nada bueno ser presumido, porque algún día vas a necesitar la
ayuda de un amigo.
Autora: Karina Valdeos