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3.

Dependencia de materiales plásticos: Contrariamente a los grandes movimientos a favor de


reducir los plásticos y utilizar materiales reciclables para mejorar la sostenibilidad de la industria,
las impresoras 3D utilizan mayoritariamente plásticos como el PLA que es biodegradable y los
filamentos ABS, que contaminan. El material que sobra de las impresiones va a parar a la basura.
En menor medida se utilizan otros materiales como metales (aluminio, acero, titanio, oro, plata,
etc) , productos alimentarios, cerámicas, madera y derivados, hormigón, etc

6. Responsabilidad de los fabricantes: el tema de la responsabilidad industrial es un asunto


relevante. Cuando se diseña y fabrica un producto los fabricantes deben cumplir con una compleja
normativa de calidad tendente a proteger la salud, el medioambiente, la seguridad, etc. De esa
obligación surge la responsabilidad por el menoscabo a los valores protegidos. Cuando un usuario
particular (o maker space o labs) imprime en 3D un diseño realizado por otro particular surgen
muchas dudas sobre quién o quienes deben responder por la responsabilidad civil derivada de
daños a terceros provocados por la cosa fabricada. Por ejemplo, si una persona se rompe el cuello
mientras anda en bicicleta con un casco impreso en 3D, ¿quién se hace cargo? ¿el propietario de la
impresora, el fabricante de la impresora o la persona u organización que fabricó el producto sin
cumplir la normativa industrial, o la que utilizó finalmente el producto?.

Ver en funcionamiento una impresora 3D es como estar delante de una pequeña fábrica portátil.
El primer paso en cualquier impresión tridimensional es similar, sea cual sea la técnica empleada:
se elige entre diseñar una figura con un programa informático, descargar en Internet una ya
dibujada o escanear un objeto real.

Las impresoras 3D consumen mucha energía. “Cuando derriten plástico con calor o láser, las
impresoras 3D consumen alrededor de 50 a 100 veces más energía eléctrica que el tradicional
moldeo por inyección empleado para hacer un artículo del mismo peso, según un estudio de la
Universidad de Loughborough”.

Contaminan. Mientras calientan el plástico e imprimen pequeñas figuras, las máquinas utilizan
filamentos PLA que emiten 20 mil millones de partículas ultrafinas por minuto y filamentos ABS
que emiten hasta 200 mil millones de partículas por minuto. Estas partículas pueden depositarse
en los pulmones o el torrente sanguíneo y plantean riesgos para la salud, indica Gilpen y cita un
estudio del Instituto de Tecnología de Illinois, EE.UU.

Dependen de los plásticos. Las impresoras 3D usan dos tipos de plásticos: el PLA es biodegradable,
pero la mayoría utiliza filamentos ABS, que contaminan. Todos los restos de plástico producidos
por la impresión van a parar a la basura.

Problemas de derechos. La impresión 3D abre la puerta el mercado negro de productos ilegales.


“Esta potencial situación de piratería digital es comparable a la forma en que internet desafió los
derechos de autor de la industrias del cine y la música, las marcas comerciales y las descargas
ilegales”, apunta Gilpen.

Vacío legal con las armas. La primera arma 3D impresa con éxito es una noticia vieja, pero sus
ramificaciones son muy importantes. Hay empresas apareciendo por todo el mundo tratando de
vender estas armas. Algunas de ellas pasan los detectores de metales.
Responsabilidad de los fabricantes. Si una persona dispara un arma de fuego impresa en 3D y
lastima o mata a alguien, apuñala a alguien con un cuchillo impreso en 3D, o se rompe el cuello
mientras andaba en una bicicleta con un casco impreso en 3D, ¿quién es el responsable? ¿El
propietario de la impresora, el fabricante de la impresora o la persona irresponsable que pensó
que era una buena idea producir y utilizar un producto no probado?

Bioética. La impresión de cartílagos ya es bastante común y se multiplican los casos como el de la


empresa Organovo, que está imprimiendo células del hígado y del tejido del ojo. Las
conversaciones sobre las cuestiones morales, éticas y legales que rodean el bioprinting –
“impresión de partes del cuerpo”- recién empiezan.

Drogas impresas en 3D. El montaje de compuestos químicos a nivel molecular utilizando una
impresora 3D es posible. Es un muy largo camino por recorrer que podría permitirles a los
químicos crear muchas drogas, desde la cocaína al ricino.

Riesgos de seguridad nacional. La falta de regulación respecto a las impresoras 3D abre vacíos
legales que podrían comprometer la seguridad de los países y provocar hechos de violencia.

Seguridad de los objetos que toman contacto con comestibles. Se puede imprimir un tenedor o
una cuchara en 3D, pero si se utiliza plástico ABS, este material no está libre de BPA (bisfenol-A),
una sustancia prohibida en varios países. Además, apunta Gilpen, muchas impresoras 3D tienen
espacios donde las bacterias pueden crecer fácilmente si no se limpian adecuadamente.

Esta es una pequeña muestra del amplio abanico de desarrollos que están en proyecto o son una
realidad. Sin embargo, lo que hace que esta tecnología sea una revolución es su precio o coste,
que ha ido bajando de forma importante. A nivel particular, ya existen impresoras que desde 399$
nos permiten imprimir productos en diversos materiales, totalmente útiles para la vida en casa
como, por ejemplo, herramientas o piezas para muebles.

Que esta tecnología no es una moda pasajera lo vemos en el hecho de que los países más
avanzados del mundo están invirtiendo en Centros de Innovación en Impresión3D para el
desarrollo de sus Industrias de Fabricación, que les permita conseguir innovaciones radicales que
les den el liderazgo mundial en muchos sectores. Por ejemplo, en China una alianza empresarial
prevé en los próximos años abrir diez centros repartidos por su territorio. EE.UU. no se iba a
quedar atrás, y recientemente se ha abierto un concurso por 200 millones de dólares para crear
tres Centros de Innovación que, a su vez, forman parte de un plan para tener 15 Institutos de
Innovación en Fabricación 3D por todo el país que supondrían una inversión global de unos
100.000 millones de dólares.

Con todo lo expuesto, nos podemos plantear un futuro para la innovación que es casi de Ciencia
Ficción, pero que es fascinante y sobre todo real. En muchos productos no habría necesidad de
tener recambios en stock de todos los componentes, ya que sería suficiente con conectarse vía
Internet con la máquina o producto estropeado, un sistema interno informaría de las piezas
estropeadas, se enviarían a imprimir los diversos recambios para que el operario de turno pudiera
substituirlas, con lo que el servicio sería más eficiente para el cliente porque no tendría que sufrir
algunos dobles viajes a “buscar una pieza que no he traído”.

Imaginemos lo que esto puede suponer en lugares en que el acceso es difícil, o que debido a
causas climátológicas o de otra naturaleza quedan aislados: ssi tuviesen acceso a impresoras 3D de
diferentes tamaños, podrían fabricarse productos que necesitasen para su día a día o para reparar
los desperfectos ocasionados. O en instalaciones industriales en medio de la selva o del océano.

En un futuro se podría llegar a la situación de que nos escaneen tridimensionalmente, y ese


archivo quedaría grabado en una tarjeta con nuestro historial clínico. Así, cuando se nos
estropearan una muela por una caries, el odontólogo imprimiría la réplica “idéntica” a la natural.
Esto sería aplicable a fracturas de huesos o enfermedades que inutilicen órganos como el hígado o
el riñón.

En definitiva, esta tecnología supone una oportunidad increíble para las mentes innovadoras, que
podrán crear nuevos productos, procesos o servicios con el único límite de su imaginación.

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