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UNIVERSIDAD DEL VALLE

ESCUELA DE INGENIERÍA INDUSTRIAL

CURSO: TEORÍA GENERAL DE SISTEMAS


Conferencia: La TGS y Propiedades de los Sistemas

Profesor: Carlos A. Osorio M.


Semestre 01-2019

La noción de sistema ha tenido diversos enfoques y contextos de aplicación. Entre


algunos de tales enfoques, se cuentan: la Teoría General de Sistemas propuesta por
Bertalanffy (1968), aplicada inicialmente a los sistemas biológicos; la Teoría de los
sistemas complejos propuesta por Simon (1973), tanto para sistemas físicos, biológicos
y sociales; la Teoría de los Sistemas Sociales propuesta por Luhmann (1984); y la
Teoría de la Complejidad propuesta por Edgar Morin (1982), con amplio dominio de
aplicación. A esta lista, que no aspira ser completa, habría que agregarle la teoría de los
sistemas tecnológicos propuesta por Hughes (1983, 1987) y otra serie de autores1.
Vamos a referirnos en particular a la TGS de Bertalanffy y en particular al tema de las
propiedades de los sistemas desde diferentes enfoques del pensamiento sistémico.

1. Definiciones sobre la teoría de los sistemas

La palabra “sistema” deriva del griego Synistánai que significa reunir, juntar, colocar
juntos. Sistema es un todo integrado cuyas propiedades surgen de las relaciones entre
sus partes; y “pensamiento sistémico” la comprensión de un fenómeno en el contexto de
un todo superior. Comprender las cosas sistémicamente, significa literalmente
colocarlas en un contexto, establecer la naturaleza de sus relaciones (Capra, 1996: 47).

Si bien el término sistema ha sido ampliamente usado en filosofía natural desde Galileo
a partir de su Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo (1632), es solo hasta
mediados del siglo XX que el término va a ser objeto de reflexión2. Al parecer, la
atención a los elementos constitutivos de los objetos y las leyes generales que los rigen
1
La investigación sobre sistémica es muy amplia. Por citar un caso, la sola referencia de la sistémica
francófona de la década de los años 70 del siglo XX, incluía obras como: Los sistemas del destino de
Jacques Lesourne; Sistemas y Modelos de Bernard Walliser; Lo social y lo vivo, una novela lógica
política, de Joseph Fontanet; El actor y el sistema de M. Crozier y E. Friedberg; Modelización y maestría
de los sistemas técnico, económico y social, actas del Congreso AFCET de Versalles; La paradoja y el
sistema de Yves Barel; Entre el cristal y el humo, ensayo sobre la organización del ser vivo de Henri
Atlan; Enfoques sistémicos de las organizaciones de J. Mélèse; La economía y lo vivo de René Passet; El
método de Edgar Morin. En otros contextos, se puede señalar: El razonamiento instrumental y la
metodología sistémica de Richard Mattesich; Los principios de la autonomía biológica, de Francisco
Varela.
La obra de A. Bogdanov, Ciencia universal de la organización o tactología, publicada en Moscú entre
1913 y 1920, ha sido reconocida como el primer tratado completo de la sistémica general (Lemoigne,
1977).
2
El artículo “Sistema” de la Encyclopedia de Diderot y de Alambert, consta de 45 páginas. Acumula las
presentaciones de los sistemas metafísicos y teológicos, de los sistemas de astronomía, de los sistemas
mecánicos, de los sistemas anatómicos, de los sistemas poéticos y fabulosos, de los sistemas mitológicos,
de los sistemas de fortificaciones (arte militar) y de los sistemas armónicos (de notación musical): “ los
sistemas generales que los antiguos comúnmente llamaban diagramas que se formaban de la suma de
todos los sistemas particulares y comprendían todos los sonidos empleados en la melopea...” (Lemoigne,
1977).

1
impidió toda emergencia de la idea de sistema. No hubo antes ninguna relación
concebible entre los diversos empleos de la palabra sistema: sistema solar, sistema
atómico, sistema social, entre otros (Morin, 1982: 122).

Es con la Teoría General de Sistemas TGS, propuesta por Bertalanffy (1968: 37), que el
sistema es concebido como un complejo de elementos en interacción, como una
totalidad; una organización de fenómenos no descomponibles en acontecimientos
locales; o bien, interacciones dinámicas manifiestas en la diferencia de conducta de
partes aisladas.

Según Bertalanffy, las filosofías más influyentes en las tempranas ideas de sistema, son
la teoría organicista de Whiteahead, las labores de Cannon sobre homeostasis y los
trabajos de Claude Bernard. Por otra parte, el origen de la ciencia de los sistemas se
relaciona con el tránsito de la ingeniería energética –grandes máquinas que liberan
energía, como la de vapor- hasta la ingeniería de control bajo la automatización3.

La ciencia de los sistemas o la teoría general de sistemas surgió en la ingeniería,


requerida por la complejidad de los sistemas en la tecnología moderna, por las
relaciones entre hombre y máquina, la programación y consideraciones análogas de las
complejas estructuras tecnológicas y sociales del mundo moderno (Bertalanffy, 1968).
Por otro lado, la teoría de sistemas se distancia de los paradigmas cartesiano propios de
la física clásica, en los términos de estructura-función; del paradigma estadístico, en los
términos de estructura-evaluación; incluso del cibernético, a pesar de que lo usa4.

Precisemos algunas definiciones básicas acerca de los sistemas, para luego ampliarlas
cuando hablemos de las propiedades de los sistemas.

1.1. El sistema según Bertalanffy

Las primeras versiones de la TGS buscaban tener una formulación y derivación de


aquellos principios que dieran cuenta de la unidad del todo y de la totalidad de las
partes. Posteriormente dichas versiones fueron sustituidas por la diferencia entre sistema
y entorno.

Bertalanffy (1968: 56) propuso las matemáticas clásicas, el cálculo infinitesimal, para
definir un sistema y sus propiedades formales generales: de un conjunto adecuado de
axiomas se deducirían proposiciones que expresasen propiedades y principios de
sistemas5. Si un sistema puede ser definido como un complejo de elementos
interactuantes, la interacción significa que elementos P, están en relación R. De suerte

3
Automatización significa, desde Wiener (1.948), funciones de comando, regulación, vigilancia y control
de los mecanismos involucrados en un programa. En el automatismo domina la función sobre el agente.
Si la gran máquina era el punto de partida de la materialización técnica en la revolución industrial, las
nuevas condiciones de automatización se caracterizan por la miniaturización y la desmaterialización. Con
la automatización es posible representar y reemplazar las operaciones de la inteligencia, modeladas a
través de programas. Al ligar el automatismo a la electrónica, ésta le confiere la miniaturización de los
componentes, la rapidez extrema de los flujos, la reducción de los tiempos de reacción, la precisión del
comando, el uso de mínimas cantidades de energía (Séris, 1.994: 180-199).
4
Para una presentación más amplia de los referentes históricos de la sistémica, véase: Bertalanffy (1968:
Cap. 2).
5
Este intento de formalización, también ha sido abordado para los sistemas tecnológicos, véase
Quintanilla (1988).

2
que el comportamiento de un elemento P en R es diferente de su comportamiento en
otra relación R’. R y R’ deben ser diferentes.

De acuerdo a un sistema de ecuaciones diferenciales, al denotar por Qi alguna magnitud


de elementos, Pi, (i= 1, 2,... n) para un número finito de elementos, las ecuaciones
tendrían, en el caso más sencillo, la forma:

dQ1 = f1 (Q1, Q2,... Qn)


dt

dQn = fn (Q1, Q2,... Qn)


dt

De este modo, el cambio de cualquier magnitud Qi es función de todas las Q, de Q1 a


Qn; a la inversa, el cambio de cualquier Qi acarrea un cambio en todas las demás
magnitudes y en el sistema en conjunto. Esta denotación involucra la interrelación del
todo con las partes y de las partes con el todo. No obstante, dicho sistema de ecuaciones
no permite captar la posible dependencia de situaciones que se derivan de la historia
previa del sistema, es decir, cuando el sistema es visto no solo espacial sino
temporalmente; tampoco informa de la naturaleza de las magnitudes, algo que hoy día
ha sido resuelto con otra clase de apoyo matemático.

2. Propiedades de los sistemas

La forma sencilla acerca de los sistemas propuesta por Bertalanffy (1968), le permitía
acuñar, con ayuda de algunos desarrollos matemáticos adicionales, una serie de
conceptos acerca de las propiedades de los sistemas, tales como: crecimiento,
sumatividad, mecanización, centralización, finalidad. Veamos brevemente algunas de
estas propiedades, para luego centrarnos en otras que involucran una concepción más
amplia acerca de los sistemas, como son: la organización, la totalidad, la
retroalimentación, finalidad, y autorreferencia6.

6
Se excluye la pareja de conceptos “medio y límites”, debido a su paulatino reemplazo por la
diferenciación entre sistema y entorno. El concepto de “medio” proviene de la mecánica de Newton,
quien al término aristotélico de medio le incorpora la noción de éter, como el fluido luminoso que cumple
con la acción a distancia ejercida entre individuos físicos distintos. El éter es el intermediario entre dos
cuerpos, entre dos centros, según el lenguaje de las fuerzas centrípetas y en tanto está presente en todos
los cuerpos, estos cuerpos están situados en el medio (Canguilhem, 1965). Esta noción de medio como
fluido, será introducida de la física a la biología por Lamarck en su Filosofía Zoológica, también con su
significación mecánica. Lamarck (1809: 80-86) habla siempre de medios y no de medio y se refiere
expresamente a los fluidos como el agua, el aire y la luz. Cuando Lamarck quiere designar el conjunto de
las acciones que se ejercen desde fuera sobre el ser viviente, es decir, esto que hoy en día llamamos
medio, él jamás dice el medio, sino “circunstancias influyentes”. Para Lamarck, el organismo como tal no
modifica al medio, sus relaciones con el medio son de necesidad, lo padece y cambia gracias a él (teoría
lamarckista de la evolución).
Otra relación entre medio y organismo es la descrita por Comte en su Curso de Filosofía Positiva, en este
caso el medio es el conjunto de variables externas a las que se encuentra sometido el ser vivo, éstas son:
la pesantez, la presión del aire y del agua, el movimiento, el calor y la electricidad, las especies químicas,
todos los factores capaces de ser experimentalmente estudiados y cuantificados por la medida.
Nuevamente la concepción de medio no se desprende de su herencia mecanicista, pese a que exista la
sospecha de una acepción más biológica de término, es decir, aquella en que el organismo y su medio
ejercen cada uno su influencia sobre el otro (Canguilhem, 1965).

3
Se habla de “crecimiento” cuando se refiere a la aplicación de la Ley Exponencial en
diversos campos de la ciencias naturales y sociales, en donde el crecimiento del sistema
es directamente proporcional al número de elementos presentes. Según sea la constante
a considerar (positiva o negativa), así será el crecimiento del sistema, positivo o
negativo. Se llama “sumatividad física o independencia”, a la suma de las variaciones
de sus elementos; esto aplica para sistemas que son montones, tales como un montón de
ladrillos, etc.; no para sistemas que involucran configuraciones diferenciadas, como por
ejemplo un sistema biológico.

Como la propiedad de totalidad indica que una perturbación del sistema conduce a la
introducción de un nuevo estado de equilibrio, tal como se planteaba en las ecuaciones
señaladas en el caso de Bertalanffy, sucede que si el sistema está escindido en cadenas
causales separadas, estas marchan independientemente; es el caso del sistema que pasa
de un estado de totalidad, a un estado de independencia de sus elementos a partir de una
segregación progresiva, como sucede en los sistemas biológicos cuando en el estado de
desarrollo embrionario se pasa de un estado de equipotencialidad a un estado que se
comporta como un mosaico o suma de regiones que se desenvuelven
independientemente dando órganos definidos.

Este carácter diferenciado, de segregación progresiva, conduce a una “mecanización”


creciente, que significa determinación creciente de elementos por funciones solo
dependientes de ellos mismos, con la consiguiente pérdida de regulabilidad sustentada
en el sistema en conjunto, en virtud de sus interrelaciones. Mientras menores sean los
coeficientes de interacción, la mecanización es mayor, lo que hace que el sistema se
parezca más a una máquina. Sin embargo, como Bertalanffy se apresura a señalar, la
mecanización nunca es completa, es decir, aún cuando el organismo esté en parte
mecanizado, no deja de ser un sistema unitario, gracias a los procesos de regulación y
de interacción con el medio. Tales consideraciones son extendidas a las estructuras
sociales (en una comunidad primitiva cada miembro puede hacer casi cualquier cosa
que pueda esperarse en su conexión con el todo). Y es este contraste entre totalidad y
suma, pasar de un estado de totalidad indiferenciada a la diferenciación de partes y de la
segregación a la mecanización progresiva, en donde reside el progreso de evolución
biológica, psicológica y social (Bertalanffy 1968: 68-72).

Conectado con lo anterior, se plantea el principio de “centralización”, especialmente


importante en el reino biológico, implica dependencia de la evolución. Se refiere a la
formación de partes conductoras, mediada por el tiempo, lo que conlleva a una
individuación. La centralización progresiva hace más y más unificado el organismo así

De todos modos, hay que reconocer que el concepto de medio ha jugado un papel importante en la
acepción de los sistemas. En Simon (1973: 25), por ejemplo, la distinción entre medio exterior e interior
nos puede ayudar a predecir el comportamiento de un sistema, teniendo presente los objetivos del
sistema, a partir de unos presupuestos mínimos en relación con el medio interior. Podríamos tender a una
ciencia de lo artificial que dependiese de la relativa simplicidad de la interfaz como su fuente principal de
abstracción y generalidad. En algunos sistemas, por ejemplo para el control de un motor, el interior
consiste en una organización de fenómenos capaces de llegar a los fines previstos. El medio exterior
determina las condiciones favorables a la consecución del fin propuesto. Si el sistema interno esta
adecuadamente diseñado, se adaptara al medio externo. Pero tal adaptación tiene límites, aquellos
planteados por las propiedades limitadoras del medio interior.

4
como indivisible la individualización, con ello determina la conducta del conjunto
(Bertalanffy 1968: 71-75).

2.1. Organización

Los sistemas están compuestos por elementos y procesos. En el primer caso, dependen
del tipo de sistema, ya sean seres vivos, sociedades, moléculas, o máquinas; los
sistemas configuran y están configurados por sus elementos. Las partes o elementos que
componen los sistemas varían, las hay simples y compuestas, estables y variables,
insensibles y reactivas de acuerdo a la dinámica del sistema. Ya sean orgánicas,
mecánicas o sociales, las relaciones entre las partes varían de un sistema a otro (Scott,
1.992: 77). En el caso de los procesos, éstos serían de tipo físico, según Morin (1982),
incluidos los sistemas ideológicos. O bien, dependen del problema a considerar, siendo
incluidas las relaciones importantes o interesantes y excluidas las triviales o no
esenciales de acuerdo al interés del observador (Hall, 1962).

Muchos de los conceptos iniciales de la TGS de Bertalanffy, fueron tomados como


descripciones de características de sistemas vivos, fue el caso de conceptos como
organización y medio, entre otros. El concepto de organización, ampliamente usado en
biología desde el siglo XVIII, surge a partir de una cierta convergencia de dos campos
del saber, como son: la historia natural y la fisiología. De cierto modo, la organización
es el encuentro entre la estructura visible que daba cuenta de la clasificación de los seres
organizados a partir de la historia natural, y la arquitectura oculta que proporciona una
interpretación de los cuerpos en los términos de la mecánica por parte de la fisiología.
Los seres vivos, a partir del siglo XVIII, se convierten en objeto de tres dimensiones: lo
que rige la forma, las propiedades y el comportamiento de un ser vivo, en conjunto
corresponden a la organización (Jacob, 1970: 87).

Sin embargo, según Bertalanffy la organización no contaba con un modelo conceptual


que permitiera explicar los hechos empíricos. Los problemas de organización, por
ejemplo, de las células al servicio del mantenimiento del organismo y de la regulación
consecutiva de las perturbaciones, se evitaban; o bien, de acuerdo con el vitalismo, se
tenían por explicables sólo a merced de factores de tipo vitalista.

Son las características de la organización, trátese de un organismo vivo o de una


sociedad, las que van a permitir las nociones de totalidad, crecimiento, diferenciación,
jerarquía, entre otras. La organización es la disposición de relaciones entre componentes
o individuos que produce una unidad compleja o sistema. La organización transforma,
produce, reúne, mantiene, la disposición de tales componentes, asegura cierta
posibilidad de duración a pesar de las perturbaciones aleatorias que pudieran darse en el
sistema. La idea de la organización remite a la disposición de las partes dentro, en y por
un todo (Morin, 1970).

La idea de una entidad o unidad propiamente organizacional está sugerida en términos


de integrón. Según Jacob (1970), el integrón, implica que cada nivel de organización
dota de cualidades y propiedades nuevas al sistema, el cual comprende una jerarquía de
niveles de organización, cada uno más complejo que el otro, caracterizado por
propiedades emergentes altamente significativas que aparecen en un nivel inferior y
luego no se encuentran en el siguiente superior, pues éste último contiene nuevas

5
propiedades. Tales niveles permiten explicar, por ejemplo, la integración de moléculas
en células y de estas últimas en tejidos y órganos.

Este nivel de organización para los seres vivos también es entendido como un patrón, en
donde las propiedades sistémicas emergerían de relaciones ordenadas, la muerte sería la
destrucción de ese patrón de organización pese a que sus componentes continúen. Para
Capra (1996: 94) se trata de un patrón en una red no lineal –de organismos y
comunidades-, la retroalimentación conectaría el patrón en red lo que permite corregir
los errores.

La organización y el sistema están pues unidos por la interrelación, no deben verse


como elementos separados: toda interrelación dotada de cierta estabilidad o regularidad
toma carácter organizacional y produce un sistema. La idea de organización remite a la
disposición de las partes dentro, en y por un todo. Implica variedad y repetición, en un
todo complejo.

2.2. Totalidad

Estrechamente ligada con la noción de organización, se encuentra la noción de


totalidad. Se trata de una de las primeras reacciones al pensamiento reduccionista, la
cual genera las condiciones para formular las bases del pensamiento sistémico. El todo,
el holismo, se opone a la noción de parte, de elemento que invoca un orden
reduccionista. En algunos casos se ha cuestionado este exceso de holismo, que no
permite ver las diferencias y restricciones de las partes y por consiguiente de la
organización. No obstante, vamos a considerar al Todo como una condición de la
noción de sistema.

También la idea de totalidad para el pensamiento sistémico es tributaria de la biología


organísmica, principalmente de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Para los
biólogos organísmicos, el todo del organismo era un objeto irreductible, el cual no
podía ser explicado desde una base netamente analítica (Checkland, 1981: 77). Fue
Bertalanffy (1968: 93) quien a mediados de los años 40 generalizó el pensamiento
organísmico y luego lo extendió como una teoría general de sistemas, inicialmente
como una teoría de los sistemas abiertos y los estados uniformes.

El tema del “todo” en el pensamiento biológico tiene sus raíces en Aristóteles, cuando
se refiere en la Metafísica (IV, 26), a “...aquello a lo cual no le falta ninguna de las
partes que están llamadas a constituir normalmente un todo. Es también aquello que
contiene los componentes de tal suerte que forman una unidad, o de su conjunto resulta
la unidad. De estas últimas clases de todos, los seres naturales son más verdaderamente
un todo que los seres artificiales.... Además, al tener las cantidades un principio, un
medio y un fin, aquellas en las cuales la posición de las partes es indiferente son
llamadas un total (pan) y las otras un todo (Holón)”.

Como vemos, el “todo” requiere de una condición, que la posición de las partes tenga
que ver con la esencia y por consiguiente con la organización. En otras palabras, el todo
no es sumatoria de partes (principio de sumatividad de Bertalanffy), es una esencia cuyo
ejemplo a mostrar es el viviente. Si el todo orgánico no es indiferente a la posición de
las partes, la finalidad orgánica aquí presente, en cambio, es de tipo técnico. Pero se

6
trata de una finalidad sometida a la disposición estructural distinta de como sucede en
los cuchilleros de Delfos en La Política (Libro 1, Cap. 1), cuyos cuchillos sirven para
muchos usos; por el contrario, la naturaleza no procede así, sino teniendo en cuenta
cada pieza.

La concepción aristotélica del todo organicista impide cualquier indiferenciación


orgánica, lo que confiere al todo una forma estática, de cierta forma una presentación
tecnológica: las partes son asimiladas a herramientas y a piezas de máquina, las cuales
están racionalmente concebidas como medios de la finalidad del todo, en tanto que el
todo es el producto de la composición de las partes (Canguilhem, 1966b: 318-333).

Este modelo tecnológico del viviente habrá de ser radicalmente rechazado desde finales
del siglo XVIII y en la primera mitad del siglo XIX. Por un lado, bajo la reacción
romántica alemana y de los vitalistas7, luego por el advenimiento de la embriología (en
estados embrionarios hay una fase inicial de indeterminación) y la fisiología.

Un segundo momento de este “todo” organicista, ya no tributario de los modelos


tecnológicos, partirá de metáforas políticas y sociales, como sucedió con la teoría
celular8. El organismo se construye con respecto a la vida elemental, es decir, a la vida
celular. La célula es en sí misma un organismo, en el cual el animal o la planta son una
sociedad. El organismo es una totalidad que subordina elementos virtualmente
autónomos. La división del trabajo es la ley del organismo como de la sociedad.
Conforme a un modelo tecnológico, el organismo es un ajuste estricto de mecanismos
elementales; conforme a un modelo económico y político, el organismo está constituido
por la complicación progresiva de aparatos que diversifican las funciones primitivas
especializándolas. El modelo económico y político proporcionó a los biólogos del siglo
XIX, la comprensión de la totalidad del organismo, que el modelo tecnológico no había
permitido. La teoría celular, permitió concebir el “todo”, no como el resultado de un
dispositivo de órganos, sino como la totalización de individuos (Canguilhem, 1966b).

Sin embargo, este noción del todo orgánico explicada por un modelo económico y
social, también ha sido cuestionada, especialmente en el siglo XX, con los trabajos

7
La escuela romántica Alemana, considera a la naturaleza entera como un inmenso organismo viviente,
el cual se halla sometido y mantenido por una fuerza de configuración que actuaría como principio de
operación. Este proceso, que se puede llamar como evolutivo, se da gracias a tres principios: la elevación
(la materia estaría continuamente ascendiendo hacia formas superiores), la polaridad (principios y fuerzas
contrapuestas) y la identidad (naturaleza y espíritu son una y misma cosa). Ante esta naturaleza ¿Cuál
sería el método del conocimiento? Se habrá de usar la observación, pero también la fe, la inspiración, el
presentimiento, el entusiasmo, el sentimiento, en una palabra la especulación. Como Schelling dirá muy
expresivamente: “especular sobre la naturaleza, es crear la naturaleza” (Albarracin, s.f).
8
A comienzos del Siglo XIX, los padres de la teoría celular Matthias Schleiden y Theodor Schwann,
planteaban que todo organismo viviente es un compuesto de células, considerándose a la célula como
elemento vital portador de todos los caracteres de la vida. Ya al concluir el siglo, se pontificaba que “las
células son los verdaderos ciudadanos autónomos que, reunidos por millares, constituyen nuestro cuerpo,
el estado celular”. Habría entonces dos formas de entender el status de la célula: en su propia
individualidad y en su cooperativa comunidad. Este último aspecto será interpretado por Rudolf Virchow
al considerar que es la organización, entendida como la suma de unidades vitales la que proporciona el
elemento singular de cada organismo, dependiente a su vez de una organización superior o de tipo social
en la que una masa de existencias individuales dependen unas de otras, pero de tal modo que cada
elemento posee una peculiar actividad y de cada uno de ellos procede la propia ejecución. Este concepto
de organización social, cercano a la idea de estado libre de individuos con iguales derechos provenía de la
filosofía política de la revolución de 1848, que en Virchow cobra sentido para lograr una equivalencia
entre las concepciones celulares y los ideales revolucionarios (Albarracin, 1983: 241-245).

7
acerca del cultivo de tejidos en vitro, al referirse a la situación del elemento individual.
Para que este se comporte como el individuo de una sociedad, es decir, liberado de las
inhibiciones y estímulos que padece debido a su integración al todo y a su vez tenga la
capacidad de integrarse de nuevo a la sociedad; esta condición de vida en libertad y
regreso a la sociedad no se cumple en el organismo. La síntesis no permite llegar al
análisis en el todo biológico, la disociación de partes orgánicas conlleva a que pierdan
su carácter de parte. En otras palabras, un elemento orgánico no puede ser considerado
elemento más que en el estado de no-separado, el “todo” es el que realiza la relación de
partes entre sí como partes, de suerte que por fuera del todo no existen partes
(Canguilhem, 1966b).

Como vemos, la noción de “todo orgánico”, como base para la teoría de sistemas, tiene
sus restricciones. Primero, porque el todo orgánico no puede ser explicado por el
modelo tecnológico, éste no permite restituir el carácter de los organismos de que se
crean a sí mismos. Como señala Kant en la Crítica del Juicio, una máquina es un todo
donde las partes existen las unas para las otras, pero no las unas por las otras. Ninguna
parte es construida por el todo, ningún todo es aquí producido por un todo de la misma
especie. Una máquina no posee en sí misma energía formativa del organismo. Segundo,
el todo orgánico no opera bajo el modelo económico y social, aunque el organismo
presente una estructura de organización como la de una sociedad. Para el organismo, la
organización es un hecho dado, cuyo modelo de explicación es el organismo mismo, el
cual se conserva gracias a un programa genético, tal como lo ha puesto de manifiesto la
biología de mediados del siglo XX. La organización biológica sigue unas líneas de
estructura y funcionamiento dictadas por una información química, las cuales se
conservan por la homeostasis a nivel de la organización de cada organismo y por la
evolución en el caso de la especie. La organización biológica no es un quehacer que
deba ser permanentemente buscado como objetivo a compartir entre sus miembros, tal
como se da en la organización social en términos de relaciones de poder, de
significación y de trabajo (Foucault, 1985). En este sentido, consideramos que el
“todo” propuesto por Bertalanffy, basado en el todo orgánico, resulta insuficiente como
modelo explicativo para los sistemas tecnológicos.

2.3. Retroalimentación

La teoría de los sistemas de Bertalanffy (1968: 16) incorpora de la cibernética el


concepto de retroalimentación. La retroalimentación tiene sus orígenes en el concepto
de homeostasis propuesto por Cannon (1920), al estudiar las alteraciones corporales
provocadas por el dolor, el hambre, el miedo y la cólera. Para Bertalanffy, los
organismos son considerados como sistemas vivos que se alimentan de materia y
energía provenientes de su entorno y se mantienen lejos del equilibrio, o permanecen en
equilibrio dinámico o fluyente (situación que sería comprobada por Prigogine, 1979).
Una de las propiedades claves de los sistema abiertos, sería la autorregulación u
homeostasis.

Cannon introdujo el concepto de homeostasis pero, según Capra (1996), sin llegar a
identificar los bucles cerrados causales en los seres vivos, los cuales permiten entender
los patrones de red no-lineal propios de los sistemas vivos. Un bucle de
retroalimentación es una disposición circular de elementos conectados causalmente, en
la que una causa inicial se propaga alrededor de los eslabones sucesivos del bucle, de tal

8
modo que cada elemento tiene un efecto sobre el siguiente, hasta que el último
retroalimente el efecto sobre el primer eslabón en que se inició el proceso (Wiener,
1950). Retroalimentación, en palabras de Wiener, es el control de una máquina en base
a su comportamiento real y no al esperado. Wiener se dio cuenta que el concepto de
retroalimentación como modelo se presenta no solo en organismos, también en sistemas
sociales.

En un sentido amplio, retroalimentación ha venido a significar el retorno de la


información a su punto de origen, a través del desarrollo de un proceso o actividad. En
los sistemas se presentarían dos clases de retroalimentación, una positiva (+)
autorreforzadora, en la misma dirección; y una negativa (-) o equilibrante en sentido
circular. El principio de retroalimentación nos dice que el bucle es autoequilibrante. Lo
más importante desde el punto de vista sistémico fue el reconocimiento de que las
retroalimentaciones describen patrones de organización: “la causalidad circular de un
bucle de retroalimentación no implica que los elementos del correspondiente sistema
físico se encuentren dispuestos en círculos... estas son patrones abstractos de relaciones
inmanentes en estructuras físicas o en actividades de organismos vivos. (Capra, 1996:
82).

2.4 Autorreferencia

Debemos considerar, en primer lugar, al concepto de autopoiésis, ya que esta en la base


del concepto de autorreferencia. Veamos entonces la forma como Maturana entiende el
concepto de autopoiésis, para luego mostrar la especificidad que adquiere el concepto
de autorreferencia en los términos de Luhmann.

Tanto Maturana (1995: 18-19, 51-52), como Varela, coinciden en que el concepto de
autopoiésis fue formulado a partir de los seres vivos en el nivel molecular. La base
fundamental de la autopoiésis consiste en el principio homeostático de conservar la
propia organización a través de sus continuas interacciones y transformaciones, es pues
una dinámica de autoorganización molecular. Este sería un primer orden de autopoiésis,
siendo los organismos multicelulares el segundo orden y los sistemas sociales el tercer
orden.

Maturana (1995), concibe los sistemas sociales como sistemas autopoiéticos debido a
sus componentes, es decir, a los seres humanos (y no a las comunicaciones como lo
propone lo Luhmann), son, pues, autopoiéticos.

Un sistema autopoiético existe en un espacio de conversaciones, en donde el concepto


de conversación implica el entrelazamiento del lenguajear y el emocionar, en el cual
tienen lugar las actividades humanas. En este contexto, un individuo es para Maturana
en tanto sistema cognoscitivo, un acoplamiento recursivo conformado por tres
conceptos claves: el cuerpo, la emoción y el lenguaje. El cuerpo como entidad biológica
posibilita la emergencia del lenguaje, determina la forma en que percibimos y
reconstruimos nuestra experiencia en el lenguaje. A su vez el lenguaje es un fenómeno
biológico, pero ocurre en el dominio de las coordinaciones de acciones de los
participantes y no en la fisiología de los individuos. De otro lado, las emociones nos
permitirían percibir y por tanto conocer.

9
El lenguajear permitiría el fluir de las coordinaciones conductuales consensuales, es
decir aquellas interacciones sociales fundadas en la emoción de la aceptación mutua
(amor). No sobra señalar que esta fenomenología que podría llamarse de tipo fisicalista,
excluye el conflicto, la costumbre u otros aspectos de la interacción social (Galassi y
Correa, 2001).

La autopoiésis se produciría en este nivel de interacción que permite el lenguajear, en


donde son importantes las personas con lo cual se especifica o singulariza la realidad
percibida.

Este concepto de autopoiésis tiene una connotación distinta en el caso de Luhmann, en


este caso, son las comunicaciones las que definen las interacciones de un sistema
respecto de otro, gracias a su carácter autorreferencial. El sistema autorreferencial
propuesto por Luhmann, conlleva a que la clásica distinción entre sistemas cerrados y
abiertos sea sustituida por la preocupación acerca de cómo la clausura autorreferencial
puede producir apertura. Con esta perspectiva también es posible darle un papel
diferente al observador, al ser él mismo un pequeño sistema a considerar y no como
antes se presentaba en una función de descripción. Podríamos decir con ello, que se
hace justicia de un cierto principio de reflexividad aplicado al observador9. Por otro
lado, desde esta perspectiva la preocupación por el diseño y el control, algo propio del
observador, pasa a la autonomía y a la sensibilidad ante el entorno, a su autoproducción.

También la noción autorreferencial sobrepasa la teoría causal, al considerar la


causalidad (al igual que las deducciones lógicas de cualquier tipo) como una manera de
la organización autorreferente. Desde el punto de vista ontológico, hecha mano de la
noción de identidad/diferencia, siendo la reproducción del sistema la manipulación de
esta diferencia. En otras palabras, los sistemas se las tienen que arreglar con la
diferencia entre identidad y diferencia cuando se reproducen como sistemas
autorreferenciales.

La noción de autorreferencia se basa en la teoría de la autopoiésis, los sistemas son


autopoiéticos en tanto que son autorreferentes, es decir se constituyen a sí mismo
mediante la autorreferencia y no mediante un observador externo que señale la
diferencia entre sistema y entorno. Luhmann adopta el concepto de autopoiésis para
definir el sentido, entendido como un logro evolutivo que permite que tanto un sistema
psíquico como social seleccione determinados pensamientos que lo dotan de identidad
como sistema respecto de un entorno, siendo las comunicaciones los componentes
autopoiéticos de los sistemas sociales. Pero aquí hay una distinción fundamental, en
tanto la comunicación no puede ser reducida a la actividad individual. Es decir, para que
la comunicación tenga sentido10 debe ser seleccionada en una doble contingencia11,

9
La reflexividad en este contexto hace referencia a la tradición sociológica usada en los estudios de la
ciencia, en donde las pautas explicativas han de poderse aplicar a las mismas categorías de análisis en uso
(Bloor, 1976).
10
El sentido remite al sentido, nunca a otra cosa. El sentido es una determinada estrategia del
comportamiento selectivo bajo la condición de una complejidad alta; crea unidad en la multitud de lo
posible para orientarse, de ahí su carácter selectivo, el cual neutraliza o incluso niega otras posibilidades,
pero sin eliminarlas definitivamente. El sentido tiene dimensiones de temporalidad (un antes y un
después), de contenido (esto o aquello) y de dimensión social (alter-ego) (Luhmann, 1984).
11
El concepto de contingencia designa aquí algo que no es necesario ni imposible, algo por tanto que
puede ser como es, pero que también es posible de otra manera (Luhmann, 1984). La doble contingencia
permite que dos cajas negras lleguen a relacionarse entre sí, cada una define su propio comportamiento

10
entre un ego y un alter, por consiguiente sin enfatizar el desempeño del individuo en el
grupo. La comunicación solo se debe a la comunicación, es pues su rango autopoiético.
La sociedad es un sistema social autopoiético (clausurado operativamente) y
autorreferente (que integra los elementos del sistema como unidades de función).

Para que la comunicación se produzca gracias a la comunicación, Luhmann plantea


utilizar el excedente de comunicación para producir nuevas o más comunicaciones. De
igual manera la acción de los sistemas debería verse como un momento o
descomposición de la comunicación.

Para que la comunicación tenga lugar a partir de la doble contingencia entre alter y ego,
los individuos se experimentan y conducen en su respectivo entorno según su
subsistema social (económico, político, educativo...). Cada individuo es y tiene un
entorno que le permite distinguirse de otros entornos, en este sentido el concepto de
entorno es fundamental ya que son las operaciones propias comunicativas del individuo
las que le permiten diferenciarse de otro. Pero más que tratarse de individuos, lo que
Luhmann nos quiere señalar son los subsistemas dentro de un sistema social, cuyas
operaciones se dan a través de la propia reproducción del subsistema que es a su vez la
reproducción de la diferencia de sistema y entorno. Comunicarse es, pues, limitarse, y
se trata de una comunicación sin sujetos, ya que estos se encuentran dentro del entorno
del subsistema específico. Los individuos no comunican sino que piensan, siendo el
sistema social el que comunica, el individuo está en el entorno de los subsistemas
sociales.

Si bien esta idea permite desantropologizar la sociedad, no deja de ser problemática


puesto que le quita importancia a la variabilidad individual y con ello importancia al
poder y al proceso de interacción social; y de otro lado le puede dar, desde nuestro
punto de vista, un cierto tinte determinista al funcionamiento del sistema.

Según Luhmann, los componentes fundamentales de la comunicación serían: la


información, el mensaje y la expectativa. El concepto de código sería aquí un esquema
de diferencias que permite ordenar todo el conjunto de posibilidades para que el sistema
pueda elegir; el código sería siempre binario, permitiría ayudar a la orientación del
sistema en el cumplimiento de una función determinada, mientras que el concepto de
programa permitiría dirigir la misma conducta del sistema orientando la orientación del
código. El programa establece los criterios de la acción correcta del sistema en relación
a las condiciones externas. El lenguaje, por su parte, sería el puente entre la conciencia
y la comunicación. El lenguaje es un medio para la conciencia, y lenguaje y conciencia
son un medio para la comunicación (Colina, s.f.).

Como vemos, la comunicación establece las fronteras entre sistema y entorno, entendida
como una comunicación sistémica y reiterativa gracias a la doble contingencia. Dos
subsistemas se comunican gracias a la penetración, es decir, la disposición de un
sistema de poner su propia complejidad respecto de otro. En este sentido hablaríamos de
interpenetración, cuya propiedad permite hacer viable las condiciones para la propia

mediante complejas operaciones autorreferenciales entre sus propios límites. En los sistemas sociales, la
doble contingencia tiene un efecto autocatalítico: fomenta la comunicación sin desgastarse ella misma. La
doble contingencia lleva a la formación de los límites de los sistemas sociales para producir sentido y
conservarlo.

11
contingencia. Lo único que realmente comunica el sistema es la distinción entre sistema
y entorno.

El sistema también tiene la posibilidad de evolucionar, debido a mecanismos de


variación, de selección y estabilización, que no es otra cosa que su progresiva
complejidad de diferenciación.

2.5. Finalidad

La finalidad es la propiedad del sistema que lo conduce a un estado futuro, ya sea en


equilibrio o estado estacionario (asintóticamente en la representación gráfica de una
ecuación), o lejos del equilibrio, o con equilibrios interrumpidos. Los acontecimientos
pueden expresarse en términos teleológicos. También puede hablarse de finalidad en el
sentido de dependencia con respecto al futuro. Bertalanffy (1968: 77-82) propone varios
tipos de finalidad para los sistemas:

§ Teleológica estática o adecuación, significa que una disposición parece útil para
determinado propósito.
§ Teleología dinámica, significa una directividad o dirección de procesos, a saber:
dirección de acontecimientos hacia un estado final, de éste último depende el
comportamiento del sistema; directividad basada en estructura, una disposición
estructural conduce el proceso de tal suerte que es logrado el resultado, como sucede
con las máquinas hechas por el hombre que actúan como él esperaba; equifinalidad,
a saber, el hecho de que pueda alcanzarse el mismo estado final partiendo de
diferentes condiciones iniciales y por diferentes caminos; genuina finalidad o
intencionalidad, que significa que el comportamiento actual está determinado por la
previsión de la meta.

Tales aspectos son más complejos en sistemas orgánicos, ya que dependen de la


evolución, mientras que en las cosas compuestas por el hombre se deben a una
inteligencia planeadora.

3. A modo de cierre

Hemos visto a lo largo de esta Conferencia, un conjunto de elementos relacionados con


la TGS y en particular con el tema de las propiedades de los sistemas.

En este sentido, los conceptos de organización, totalidad y autorreferencia, serían los


conceptos que más nos ayudan a entender los sistemas de manera más amplia, a
diferencia de algunas de las propiedades que identificó tempranamente Bertalanffy.

Todos estos elementos indican que la comprensión sistémica facilita unos niveles de
análisis que pueden ser objeto de aplicación respecto del tema tecnológico.

12
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