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1. Freud
En los Ecrits, ítem III del índice, se encuentran en el subítem B cerca de quince
indicaciones de páginas sobre la respuesta del analista al fenómeno de la
transferencia, es decir, su neutralidad. Si Freud no formalizó el término, se nota la
preocupación de Lacan en el sentido de liberarlo de las apuestas imaginarias del
psicoanálisis entonces. Este tema aparece destacado en los textos lacanianos en el
sentido de hacer frente al concepto de contratransferencia y de dar a la neutralidad
una fundamentación teórica precisa y, finalmente, resolverla (con una lógica qué sé
apreciará a lo largo de esté trabajo). Al acompañar su accionar en relación con el
concepto de neutralidad, acompañamos también el desarrollo mismo del psicoanálisis.
En "Dirección de la cura y los principios de su poder" (1958) la transferencia recibe la
concepción clásica de estrategia. El analista debe estar muerto respecto de sus
sentimientos, lo que culmina con lo que se desarrolló en "Variantes de la cura-tipo"
de manera radical: el fin del yo del analista (1955). En la dirección del análisis el
analista debe jugar como el muerto del juego del bridge. Así también culmina el
desarrollo de la "docta ignorancia" del analista: cada caso es un caso, no hay ningún
estándar. Entonces, tras situar al analista en esta muerte simbólica de su yo y de su
saber frente al Otro, Lacan inmediatamente nos dice: es por eso que el analista está
menos libre en su estrategia que en su táctica. Así, la neutralidad es la primera
estrategia, la estrategia inicial, tal vez podríamos decir, la estrategia general de la
transferencia. Esta posición del analista se mantendrá durante mucho tiempo en las
enseñanzas de Lacan. La intervención que Lacan hace en la transferencia es, pues, la
de barrar la contratransferencia, la que puede ser definida como el conjunto de
reacciones inconscientes del analista frente a la persona del analizante y,
especialmente, frente a la transferencia de éste. Lo que Lacan quiere decir es: el
analista no entra con su inconsciente en el dispositivo.
A modo de revisión, podemos percibir, desde 1948 en "La agresividad e
psicoanálisis", en la tesis III, el intento de insertar la neutralidad en la estructura Los
factores que motivan la técnica son decididos por los fundamentos teóricos de la
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agresividad: el analista debe tender hacia una meta que representa para el otro un
ideal de impasibilidad; privilegiar el habla del paciente, abstenerse de responder,
borrarse en relación con su imagen. En este momento de las imagos, el analista debe
ofrecerse al paciente como el espejo puro de una superficie sin accidentes. 2
Así, la neutralidad analítica toma su sentido auténtico de posición de la
"dialéctica" pura... ("Intervención sobre la transferencia", 1951). En esta época,
Lacan concebía la transferencia como resistencia, paralización de la dialéctica
analítica. Es competencia del analista relanzar la dialéctica, no dejarse atrapar por los
preconceptos, las pasiones, los embarazos, o por su insuficiente información teórica.
En este sentido, el concepto de neutralidad del analista, aquí es igual a la interdicción
de la contratransferencia. La transferencia es, por otro lado, la aparición en el sujeto
de los modos permanentes en que él constituyó sus objetos. En el caso de que el
analista no, mantenga la neutralidad, no será capaz de relanzar al paciente en la
dialéctica del proceso analítico. Freud, en el caso de Dora, por contratransferencia,
habría dejado pasar !desapercibido el amor y la homosexualidad de Dora por la señora
K, el enigma de su femineidad. Para ir más rápido, en 1953 "Función y campo de la
palabra y del lenguaje", 1956 "La cosa freudiana" y 1957 "El psicoanálisis y su
enseñanza", son textos que aún encuentran a Lacan preconizando una relación dialéctica
donde el no actuar del analista guía el discurso del sujeto La abstinencia del analista, su
negación a responder, es un elemento de la realidad del análisis. Más exactamente, es
en esa negatividad en cuanto pura... en la que reside la unión entre lo simbólico y lo
real.3 0 bien el analista interviene concretamente en la dialéctica del análisis
haciéndose el muerto, cadaverizando su posición... ya sea por su silencio allí donde él
es el Otro... anulando su resistencia allí donde él es el otro... En ambos casos y bajo
las incidencias respectivas de lo simbólico y lo imaginario, él presentifi ca la muerte. 4
3. Cálculo de la neutralidad
Porque una vacilación calculada de la "neutralidad" del analista puede valer para
la histérica más que todas las interpretaciones... "Subversión del sujeto...", 1960.
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Se concluye, por lo tanto, que aquí la neutralidad es una fantasía del neurótico: el
Padre muerto es una fantasía del neurótico.
El deseo del analista no es un deseo neutro. No es un deseo puro, nos dice Lacan
en el último parágrafo del Seminario, libro 11. No es un deseo sustentado en una
fantasía ni está articulado a los significantes del Otro. Es un deseo decidido a llevar el
análisis lo mas adelante que se pueda: a su fin. Es un deseo de saber, nos dice Lacan en
su "Nota a los italianos". Tendiendo hacia un sentido contrario al de la identificación,
permite al sujeto atravesar el plano de la identificación. Por otra parte, todo esto da al
analista la posibilidad de acceder a la certidumbre, porque en el nivel de la identificación
no hay certidumbre. Deseo sustentado por un analista que no es sujeto en el dispositivo
y que, ubicando su acto en la topología ideal del objeto a, se deduce que opera por no
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pensar. El deseo del analista no es un deseo neutro. Deseo que, ubicado del lado del
goce, del objeto a, garantiza la autenticidad del acto. Deseo de lograr el acto analítico,
un hacer del analista en el sentido de obtener un pasaje de analizante a analista.
Sustentado por una ética y no, como ya se dijo, por una fantasía, es un deseo
comprometido con el análisis: el no renunciar a su deseo es, aparentemente, lo.
contrario de neutralidad.
conveniente para hacer lo que cabe hacer, es decir, interrogar la verdad como saber.9
El analista no debe creer que es él mismo quien sostiene el semblante. El analista no
es un semblante. Es quien, ocasionalmente, puede ocupar su lugar y en él hacer
reinar el objeto a. El analista se hace producir objeto a. Este objeto tiene una consis-
tencia cuya sustentación es de lógica pura. ¿Se puede o no prescribir al analista que
el problema de la neutralidad se resuelve ocupando el lugar de agente del discurso
analítico y objeto de la fantasía del sujeto?
parece ser la vía del psicoanalista que falla en su acto, no sosteniendo su accionar.
Como es acto, por reproducirse del hacer mismo que ordena, el acto analítico parece
capaz de echar más luz sobre el acto. 11
NOTAS BIBLIOGRAFICAS
1. J.-A. Miller, "Entrevista sobre a direcáo do tratamento", Clínica Lacaniana, N° 2, Biblioteca Freudiana
Brasileira, San Pablo, 1987, pág. 16.
2. J. Lacan, "L'agressivité en psychanalyse", Ecrits, Seuil, París, 1966, pág. 109.
3. J. Lacan, "Fonction et champ de la parole et du langage en psychanalyse", Ecrits, ob. cit. pág.
4. J. Lacan, "La chose freudienne", ob. cit., pág. 430. 5. J.-A. Miller, ob. cit,, pág. 17.
6. J. Lacan, "Subversion du sujet et dialectique du désir dans Finconscient freudien", ob. cit., pág. 824.
7. J.-A. Miller, ob. cit., pág. 17.
8. J. Lacan, "El acto psicoanalítico", Reseñas de enseñanza, Manantial, Buenos Aires, 1984, pág. 50.
9. J. Lacan, O Seminario, Livro 20, Mais, ainda, Zahar, Río de Janeiro, 1983, pág. 125.
10. S. Cottet, "Problemas atuais da interpretaçáo", Estudos Clinicos, Clínica freudiana, Fator, Salvador, 1989,
pág. 62.
11. J. Lacan, "El acto psicoanalítico", Reseñas de enseñanza, ob. cit., pág. 47.
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12. J.-A. Miller, "Genio del psicoanálisis", El analiticón, 1, Correo - Paradiso, Barcelona, 1986, pág. 8.