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Tenemos un sistema educativo que fomenta nuestros miedos y nuestra baja autoestima.
Desde nuestro nacimiento no podemos elegir nuestras creencias y estas van enraizando
hasta el punto de formar parte de nuestra vida, y nos quedamos sin recursos para
cuestionarlas. Cuando actuamos según las normas establecidas se nos premia, y cuando no,
se nos castiga, y así se desarrolla el miedo a no ser aceptados. Nuestros modelos son
inalcanzables porque no tienen nada que ver con nosotros, y al no alcanzarlos somos
juzgados por los demás y por nosotros mismos, de tal manera que nos castigamos muchas
veces por el mismo error. El resultado es una creencia de que no somos ni seremos nunca
suficientes y por tanto dignos de ser amados.
Pero el 90% de nuestras creencias son falsas, lo que nos impide reconocernos tal y como
somos, y eso nos provocan dolor.
Aquí reside el origen de muchas adicciones (nos evadimos de lo que somos porque no nos
gustamos) y maltratos (nos lo merecemos porque no valemos lo suficiente).
Establecemos acuerdos con los demás y con nosotros mismos en los cuales definimos como
somos, que creemos y cómo debemos comportarnos, y a esto le llamamos nuestra
“personalidad”. Pero muchos de estos acuerdos están basados en el miedo y nos limitan.
erdos poderosos que nos permitirán romper con aquellos acuerdos que nos roban la energía.
Las palabras tienen el poder de crear ya que son como semillas. Pero la mente es
especialmente fértil para las semillas del miedo, por lo que hay que tener mucho cuidado en
cómo se utilizan y saber de dónde provienen. Si provienen del amor generarán un mundo
mejor para todos, si provienen del miedo o del odio no crearán más que destrucción.
Ser impecable con las palabras implica no utilizarlas contra nosotros mismos. Implica
amarnos y respetarnos a nosotros mismos. No deben utilizarse para culpar, reprochar o
destruir nada, lo cual no resulta tan fácil porque, en nuestra sociedad, hemos hecho del
chisme un hábito, y tendemos a utilizar las palabras para vaciarnos de nuestro propio
veneno emocional.
Este acuerdo incluye tanto las cosas positivas como las negativas, y tanto las cosas que nos
dicen los demás como las que nos decimos nosotros mismos. Este acuerdo nos permitirá
decir si o decir no sin culparnos ni juzgarnos, o expresar amor sin miedo al rechazo: Nos
hará más libres.
Con una comunicación clara, las relaciones cambian y dejamos de sufrir por ellas.
Estos cuatro acuerdos son muy fáciles de entender, pero resultan complicados de poner en
práctica, ya que implica romper muchas costumbres enraizadas, por eso, cuantas veces nos
equivoquemos, debemos volver a levantarnos y seguir intentándolo con coraje y voluntad.
¿
QUÉ NOS IMPIDE SER LIBRES?
De hecho somos nosotros mismos y nuestras creencias lo que no nos permite ser como
somos realmente. No podemos culpar a nadie, ya que forma parte de la cadena de
aprendizaje, pero podemos aprender a romper los acuerdos a los que estamos sometidos.
Actuamos para complacer a los demás, pero la mayor parte de la gente no es consciente de
ello. El primer paso para resolver un problema es ser consciente de su existencia. La
libertad consistirá en vivir nuestra propia vida en lugar de la vida de nuestro sistema de
creencias: Tomar consciencia de que, como adultos que somos, podemos elegir. Para elegir,
deberemos conocer los acuerdos que queremos cambiar y enfrentarnos a ellos. Cada vez
que nos enfrentamos a uno de nuestros miedos, somos un poco más libres.
Practicar los cuatro acuerdos implica romper con las creencias preestablecidas y ganar en
poder y autonomía.
Hay que pasar de moverse desde el miedo a moverse
desde el amor, y la clave para conseguirlo es el perdón.