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Autora
la belleza
de la metafísica al spot
editorial octaedro
LA BELLEZA
Primera edición en papel: septiembre de 2008
© Alejandra Walzer
© De esta edición:
Ediciones Octaedro, S.L.
C/ Bailén, 5 - 08010 Barcelona
Tel.: 93 246 40 02 - Fax: 93 231 18 68
www.octaedro.com - octaedro@octaedro.com
ISBN: 978-84-9921-031-5
Depósito legal: B. 43.977-2009
… lo inútil,
cuyo valor esperamos ver
apreciado por la cultura,
no es sino la belleza.
Sigmund Freud, El malestar en la cultura
Prólogo 13
Agradecimientos 15
Introducción 17
Bibliografía 231
Índice 245
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1. Citado por Tartarkjewicz, W. (1976), Historia de seis ideas, Tecnos, Barcelona,
p. 243.
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4. La negrita es nuestra.
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5. El título de esta sección hace alusión directa a la célebre obra de Erwin Pa-
nofsky, Idea (1924-1989), Ediciones Cátedra, Madrid.
6. Tecné designa el hacer pero cuando es realizado con sabiduría (Gauss,
1997:94).
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7. Ver en: Panofsky, 1924; Panofsky, 1955; Adorno, 1970; Tatarkiewicz, 1976;
Argullol, 1989; Barasch, 1991; Bodei, 1995; Aumont, 1998; Lynch, 1999; Eco,
2001.
8. La palabra griega kalos no significa –en sentido estricto– belleza sino que se
usa para referirse a aquello que gusta o atrae (Eco, 2004:56).
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11. Su teoría consideraba la luz como un reflejo que emana de las cosas bellas
y del cual participan tanto el objeto bello como quien lo contempla. Sus ideas son
representativas, desde el punto de vista de la reflexión sobre la belleza, del proceso
de transición hacia la Edad Media y del auge del cristianismo.
12. El concepto de belleza asociado a Dios, a lo Uno, se puede ver también en:
Panofsky, E. (1924:33), en Argullol R. (1989:56 y ss.) en Bodei, R. (1995:90) y en
Debray, R. (1992:157 a 159).
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13. Citado por Tatarkiewicz, Historia de seis ideas (1976), Tekné, p. 243.
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14. Ver en Panofsky Erwin, Op. Cit. Apéndice II: Bellori, Gio. Pietro; (1672),
La idea del pintor, del escultor y del arquitecto, escogida de entre las bellezas naturales,
superior a la naturaleza Cátedra, pp. 121-129.
15. Tatarkiewicz hace referencia a un enunciado de Pitágoras al cual propone
como texto inaugural de la historia de la experiencia estética, muchos siglos antes
de lo que estamos comentando: «La vida es como una competición atlética; algunos
son luchadores, otros vendedores ambulantes, pero los mejores aparecen como es-
pectadores» (Tatarkiewicz, 1976:348).
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No hay ni una ciencia de lo bello, sino una crítica, ni una ciencia bella,
sino sólo arte bella, pues en lo que se refiere a la primera, debería de-
terminarse científicamente, es decir, con bases de demostración, si hay
que tener algo por bello o no; el juicio sobre belleza si perteneciese a la
ciencia, no sería juicio alguno de gusto. (Kant, 1790:44)
18. Si bien otros filósofos y pensadores de este tiempo han hecho aportacio-
nes relevantes a la reflexión estética, Kant y a Hegel han destacado por la innega-
ble incidencia de sus obras en el pensamiento estético desde entonces y hasta la
actualidad.
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22. Esta categoría ya había sido enunciada anteriormente por Burke en 1756 en
su clasificación de lo bello, lo sublime y lo raro.
23. «Sublime es lo que, sólo porque se puede pensar, demuestra una facultad del
espíritu que supera toda medida de los sentidos» (Kant, 1790:25).
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24. Ello es evidente en la frase ya citada en este capítulo con la que el filósofo
inicia su obra estética.
25. Vemos así las posturas diferentes: en tanto que para Kant lo sublime con-
siste en una disposición del espíritu para Hegel es también producto del esfuerzo
expresivo del artista.
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26. Los salones fueron también una fuente de marginación. De hecho, la prime-
ra exposición individual de arte que se realizó en el mundo fue la del pintor Courbet
quien, en 1855, quedando excluido de la posibilidad de participar en los salones,
solicitó un préstamo de dinero para realizar una exposición en solitario (Argullol,
1989:256).
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30. Merchán Fiz sitúa en estos hechos y en su antecedente hegeliano las causas
de lo que él denomina disolución de la estética (Merchán Fiz, 1982:217-239).
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31. Umberto Eco señala en «La historia de la fealdad» que casi siempre lo feo
fue considerado por su oposición a lo bello. La producción teórica en torno a la feal-
dad es significativamente más exigua (Eco, 2007:16).
32. Ver en Bodei, Remo (1995) La forma de lo bello, Visor, Madrid, Capítulo IV:
«La sombra de lo bello»; pp. 117-148. Allí el autor presenta en forma minuciosa los
derroteros históricos de lo feo y su relación con lo bello.
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Sumario 11
Prólogo 13
Agradecimientos 15
Introducción 17
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Bibliografía 231
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